PANORAMA DE LA MALNUTRICIÓN EN COLOMBIA Y EL MUNDO

Santiago Mazo Echeverri. ND1

1
MSc. Epidemiología , FAO

Santiago.Mazo@fao.org.

RESUMEN

Actualmente existe a nivel mundial y en Colombia un problema de malnutrición de la

población. Así mientras en algunos segmentos las personas sufren de una deficiente
ingesta de nutrientes que conllevan a varios tipos de desnutrición tales como la global, la
crítica, aguda y la llamada “hambre oculta”, otra parte de la población experimenta un
serio problema de sobrepeso y obesidad por exceso de consumo de alimentos con las
secuelas que esto acarrea en cuanto a la generación de enfermedades como la
diabetes, enfermedades cardiovasculares, y ciertos tipos de cáncer. Se examinan
algunas cifras reveladoras del problema de la malnutrición tanto mundiales como las de
Colombia y se presentan las acciones preventivas que la Organización Mundial de la
Salud propone para controlar este problema.

ABSTRACT

Currently there is a malnutrition problem of the population both at the world level and in
Colombia. Some population segments suffer of different types of undernourishment
(global, acute, chronic and the so called “hidden hunger”) by lack of an adequate intake of
nutrients. Other population segments suffer of overweight and obesity by an excess of
food consumption with the associated problems such as diabetes, cardiovascular
diseases and some types of cancer. Some global and local figures are shown to illustrate
the problem and the actions proposed by the World Health Organization (WHO) to control
the malnutrition problem are listed.

I. INTRODUCCIÓN este equilibrio, trae como consecuencia

El estado nutricional de una persona
podría definirse como el resultado entre
la cantidad de energía y nutrientes
consumidos en un período de tiempo y
las necesidades de estos mismos
compuestos por el organismo; esta
definición trae implícito el concepto de
equilibrio, es decir, lo que comemos
debe ser igual a lo que requerimos y
gastamos y por lo tanto, la ruptura de
la malnutrición, como término global que
abarca la desnutrición por déficit en el
consumo de energía y nutrientes,
mientras que el exceso en el consumo
conlleva al sobrepeso y la obesidad.
DESNUTRICIÓN
Existen básicamente dos
métodos para determinar si una persona
está desnutrida, en especial los niños; el
primero de ellos es a través de los

3
signos físicos que suelen acompañar a
la desnutrición, tales como, el
enflaquecimiento extremo de miembros
inferiores y superiores, el edema o
hinchazón de miembros inferiores,
manos o cara, las lesiones en piel
(descamativas o infecciosas), el cabello
en varios tonos (café, rojizo, amarillo),
opaco o escaso y fácilmente
desprendible, encías sangrantes, piel
pálida, entre otros; el segundo método
es a través de las mediciones corporales
del peso y la talla y los indicadores que
se construyen con dichas medidas, entre
ellos el peso para la edad (P/E), la talla
para la edad (T/E) y el peso para la talla
(P/T); relaciones que cuando están
afectadas negativamente determinan la
presencia de desnutrición global (P/E);
crónica (T/E) y aguda (P/T) en los niños.
Al respecto, según la Encuesta
de la Situación Nutricional de Colombia –
ENSIN 2010, en el país el 3,4% de los
niños menores de 5 años padece
desnutrición global; el 13,2% tiene
desnutrición crónica y el 0,9% sufre de
desnutrición aguda; a pesar que ésta
última cifra parezca insignificante, en
términos absolutos representa cerca de
38.500 (DANE, 2013) niños y niñas,
cuyo bajo peso moderado o severo para
la talla, los expone a un riesgo superior
al 50% (Pelletier et al., 1995) de muerte
por desnutrición o sus enfermedades
asociadas, principalmente de origen
infeccioso como la enfermedad diarreica
aguda y, las infecciones respiratorias
agudas.
De igual forma, existe otro tipo de
desnutrición denominado el “hambre
oculta”, la cual se refiere a las
deficiencias corporales de
micronutrientes, principalmente
vitaminas y minerales, tales como la
Vitamina A y las Vitaminas del Complejo
B (B1 Tiamina, B2 Riboflavina, B3
Niacina, B12 Cianocobalamina) y
minerales como el cinc, hierro, calcio,
entre otros. Al respecto la ENSIN 2010
muestra que el 43,3% de los niños
menores de 5 años tienen deficiencia
plasmática de cinc, un mineral necesario
en más de cien reacciones enzimáticas
en el organismo, esencial para los
procesos de síntesis de ADN y para la
inmunidad; de igual forma, el 24,3% de
los niños de dicho grupo de edad tienen
deficiencia de Vitamina A y el 10,6%
tiene deficiencia de hierro. Las
deficiencias de estos micronutrientes
explican en gran medida los signos
físicos de la desnutrición antes
enunciados.
Según un estudio realizado por la
CEPAL - PMA en 2008, la desnutrición
infantil (medida por el bajo P/E) le cuesta
a los países de América Latina entre el
1,7 y el 11,4% del PIB de estos países
(Martínez et al., 2007) donde el 90% de
estos costos están representados en las
pérdidas de productividad, por la mayor
incidencia de muertes y el menor nivel
educativo de la población.
A nivel global, según la FAO en
2012 habían 868 millones de personas
subalimentadas (FAO, WFP, IAD 2012),
es decir que no alcanzan a consumir las
recomendaciones mínimas diarias de
energía para llevar una vida saludable y
activa, equivalente al 12,5% de la
población mundial y, aunque la mayoría
de personas subalimentadas están en
los continentes de África y Asia, América
Latina y el Caribe aportan alrededor de
49 millones de personas
subalimentadas, equivalente al 8,3% de
la población de la región; según este
informe, en Colombia para el periodo
2010 - 2012 el 12,5% de la población
estaba subalimentada.
SOBREPESO Y OBESIDAD
La otra cara de la moneda está
representada por la alarmante
proporción de personas con sobrepeso y
obesidad que actualmente hay en el
mundo. Según la Organización Mundial
4
de la Salud – OMS (WHO/FAO, 2013) en
2008 más de 1400 millones de adultos
mayores de 20 años tenían exceso de
peso, de los cuales 500 millones (11%)
eran obesos (200 millones de hombres y
300 millones de mujeres), lo cual
significa que el número de personas con
exceso de peso en el mundo supera en
más de 500 millones al número de
subalimentados. Este mismo organismo
internacional señala que la obesidad se
ha duplicado en menos de 30 años
(desde 1980) y que el 65% de la
población mundial vive en países donde
el sobrepeso y la obesidad matan más
personas que el bajo peso.
La OMS, define el sobrepeso
entre 25 y 30 kg/m2 con base en el Índice
de Masa Corporal (IMC), el cual
relaciona el peso en kg con la talla en
metros cuadrados (IMC: Peso(kg)/Talla
(m2)), y la obesidad a partir de un IMC
mayor de 30 kg/m2 . En este mismo
sentido, la obesidad abdominal es
definida a partir de la circunferencia de la
cintura mayor o igual a 80cm en las
mujeres y, mayor o igual a 90cm en los
hombres (IDF, 2013). Según la ENSIN
2010 el 51,1% de las personas entre 18
y 64 años tiene sobrepeso u obesidad,
prevalencia que es cerca de un 10%
mayor en las mujeres que en los
hombres (55,1% vs 45,6% mujeres y
hombres respectivamente); además esta
encuesta demostró que la prevalencia de
exceso de peso aumenta con la edad,
alcanzando el 66,3% en el grupo entre
50 a 64 años. Asimismo, se encontró
que el 62% de las mujeres y el 39,8% de
los hombres entre 18 y 64 años
presentan obesidad abdominal (ICBF,
2010)
La importancia epidemiológica
del sobrepeso y la obesidad radica en
que estas dos condiciones aumentan el
riesgo de varios tipos de patologías,
entre ellas la Enfermedad cardiovascular
(enfermedad coronaria e infarto agudo
del miocardio); diabetes, desorden en el
músculo esquelético (como la
osteoartritis) y algunos tipos de cáncer
(endometrio, seno, colon, esófago,
tiroides y riñón); además se sabe que el
aumento de estas enfermedades no
transmisibles aumenta con el incremento
del IMC.
De igual forma, se sabe que la
obesidad en la infancia está asociada
con más alto riesgo de obesidad, muerte
prematura y discapacidad en la adultez;
pues ya desde estas tempranas edades
los niños obesos experimentan
dificultades para respirar (apnea, asma),
riesgo aumentado de fracturas,
hipertensión, marcadores tempranos de
enfermedad cardiovascular, resistencia a
la insulina e impacto psicológico por la
estigmatización social y baja la
autoestima.
En la actualidad muchos países
de bajos y medios ingresos están
viviendo el panorama descrito, en un
fenómeno que se conoce como la doble
carga de enfermedad; es decir que
mientras lidian con los problemas de las
enfermedades infecciosas y la
desnutrición, están experimentando un
rápido aumento de los factores de riesgo
de las enfermedades no transmisibles,
tales como el sobrepeso y la obesidad,
particularmente en las áreas urbanas y,
por lo tanto, es factible encontrar
desnutrición y obesidad coexistiendo en
el mismo país, comunidad y hogar.
En este sentido, en los últimos
años se ha venido estudiando el papel
que juegan los llamados ambientes
obesigénicos (hogar, escuela, el trabajo,
los espacios de comercio de alimentos)
en las altas prevalencias de sobrepeso,
obesidad y al respecto se sabe que en la
génesis del exceso de peso están
confluyendo factores como la alta
disponibilidad y consumo de alimentos
ricos en grasas, azúcares y sal; los bajos
5
niveles de actividad física y las
modificaciones en los patrones
alimentarios de las personas, en
especial el abandono de prácticas
tradicionales de alimentación, como el
comer en familia, la preferencia por
alimentos altamente procesados y
refinados y el bajo consumo de frutas y
verduras.
Respecto a la desnutrición, en
especial la infantil, aunque se ha
avanzado en las últimas décadas en
reducirla de manera importante, a través
de estrategias directas de recuperación
nutricional, programas de
complementación alimentaria y de
suplementación con micronutrientes, aún
existen problemáticas que resolver al
respecto, en especial en los países de
ingresos bajos y medios, tales como la
baja talla para la edad (desnutrición
crónica) y las deficiencias de algunos
micronutrientes como el cinc y la
vitamina A.
ACCIONES PARA PREVENIR LA
MALNUTRICIÓN
Partiendo del hecho aceptado de
que el sobrepeso, la obesidad y sus
enfermedades asociadas son en gran
medida prevenibles (WHO/FAO, 2013),
desde las Naciones Unidas,
principalmente la OMS y FAO se han
venido promoviendo una serie de
acciones para reducir las prevalencias
mundiales de estas problemáticas, entre
ellas:
A nivel individual, las personas
pueden:
- Limitar la ingesta de energía
proveniente de grasas y basados
azúcares.
- Aumentar el consumo de frutas,
verduras y granos enteros.
- Practicar actividad física regular
(niños: 60 minutos/día; Adultos:
150 minutos/semana).
Papel de la Sociedad:
- Apoyar a los individuos para la
adopción y mantenimiento de un
estilo de vida saludable, a través
de políticas sostenibles e
inversión de recursos.
- Invertir en entornos saludables
para practicar actividad física
regular y alimentarse
saludablemente y hacerlos
accesibles para todos,
especialmente para los más
pobres.
Papel de la Industria alimentaria:
- Reducir los contenidos de grasa,
azúcar y sal de los alimentos
procesados.
- Contribuir a la disponibilidad y
acceso de alimentos saludables y
nutritivos para todos los
consumidores.
- Practicar un mercadeo/publicidad
responsable, especialmente en
los alimentos orientados al
consumo de niños y
adolescentes.
- Apoyar la práctica de actividad
física regular.
En este escenario, la Educación
Alimentaria y Nutricional – EAN cobra
gran importancia, dado que contribuye a
la modificación de hábitos alimentarios
inadecuados y a la adquisición de unos
más saludables, además puede ayudar a
contrarrestar los efectos negativos de la
publicidad engañosa de alimentos poco
saludables; sin embargo, es necesario
repensarse las formas tradicionales de
realizar educación alimentaria y
nutricional y trascender los enfoques
en la adquisición de
conocimientos por parte de las personas,
para que éstas los traduzcan en
actitudes y prácticas, pues está visto que
los conocimientos no son suficientes
para modificar las prácticas; por lo tanto,
debieran utilizarse enfoques más
6
proactivos en los que se parta de la
adquisición de prácticas de alimentación
más saludables (partir de lo que las
personas hacen y no de lo que saben),
que con el tiempo puedan volverse
hábitos más coherentes con un buen
estado de salud y nutrición.
De igual forma, es necesario
modificar los ambientes que contribuyen
con el sobrepeso y la obesidad
(aumentar la disponibilidad y acceso de
las personas a alimentos saludables
como las frutas y las verduras y
enseñarle a las personas a cocinar
recetas saludables; crear y mejorar
espacios públicos para la práctica de la
actividad física, regular la
comercialización y publicidad de
alimentos altos en grasas, azucares y
sal, promover la recuperación de
prácticas tradicionales de alimentación,
entre ellas el compartir espacios de
alimentación en familia, entre otras).
Al respecto, para finalizar es
importante citar los resultados de un
reciente estudio (Hammons et al., 2011)
realizado por Amber Hammons y
Bárbara Fiese de la Universidad de
Illinois, con el objetivo de evaluar la
relación entre la frecuencia de comidas
compartidas en familia y la salud
nutricional en niños y adolescentes
(sobrepeso, obesidad, consumo de
alimentos, patrones alimentarios y
desórdenes alimentarios). Este estudio
es un meta análisis de 17 estudios,
incluyó 182.836 sujetos con edades
entre 2,8 y 17,3 años, y en él se
concluye que las iniciativas educativas y
de salud pública orientadas a la
promoción del consumo de comidas en
familia, pueden mejorar la salud
nutricional de niños y adolescentes. Los
profesionales de salud, entre otros
deberían promover los beneficios de
compartir familiarmente tres o más
comidas por semana; ya que los
beneficios incluyen una reducción del
12% en el riesgo de sobrepeso; un 20%
en el riesgo de consumir alimentos no
saludables; un 35% en el riesgo de
padecer desórdenes de la alimentación
(anorexia y bulimia); y aumenta en un
24% la probabilidad de consumir
alimentos saludables.
II. Referencias
DANE. 2013 Proyecciones de población.
Cálculos propios con base en datos
proyección población En:
http://dane.gov.co/index.php/poblacion-y-
demografia/proyecciones-de-poblacion
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Economic growth is necessary but not
sufficient to accelerate reduction of
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Hammons, A; Fiese Barbara. 2011. ¿Is
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Related to the Nutritional Health of
Children and Adolescents? Pediatrics. V
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2013. Criterios sindrome metabólico. En:
http://www.idf.org/
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República Dominicana. Cepal, PMA.
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of the World Health Organization 73 (4):
443-448.
7
WHO. 2013. Fact Sheet 311. Obesity
and overweight En:
http://www.who.int/mediacentre/factsheet
s/fs311/en/.