Universidad Nacional de Colombia

Sociología: Introducción a la sociología

Diego Sanchez y Fernanda Suarez
Noviembre 18 del 2014

CONTRAPONENCÍA DE LA SOCIOLOGÍA DE LA ACCIÓN

El análisis del autor está definido en la sociedad postindustrial, y centra sus concepciones
en el desarrollo de los movimientos sociales como aquellos grupos al interior de la
sociedad, que por medio de su identidad y en oposición a las elites de poder, ejercen una
fuerza contraria a la idea económica de progreso, y usan esta misma identidad para
posicionarse dentro de la historia (o ayuda de construcción de la historicidad).

Si bien al interior de la obra del autor es fácilmente identificable que la sociología de la

acción focaliza su método en un análisis del desarrollo del trabajo en la sociedad
contemporánea, y que el investigador debe verse inmerso dentro de la lógica de militancia
dentro de alguna de las posiciones en disputa (en especial, la del movimiento social), no es
claro hasta qué punto esta intervención debe afectar el proceso en sí, o en qué punto
de esta participación se evidenciará con mayor claridad la transición de las posiciones
en disputa. Porque en esencia, uno puede asociar el análisis que hace Touraine con la idea
de Bauman de la ‘modernidad liquida’, es decir, una constancia de transformaciones
aceleradas, con un sistema cultural en declive, por un lado fragmentario: que mediante el
consumo designa los nuevos patrones de encuentro entre los individuos (ejemplo, la moda
o la música); pero por el otro, homogeneizador que se encarga de reducir con mayor
frecuencia las minorías (ejemplo, las étnicas y raciales) llevándolas a una comunión con los
patrones modernos de consumo, guiados por los mismos senderos de la dominación
mediática y olvido de las raíces. Esta misma sociedad ‘extremadamente dinámica’
explicada por Bauman, resulta en un deterior generalizado de la institucionalización, que
fue uno de los grandes pilares sobre los que se fundamentó la ‘modernidad solida’,
fácilmente visto en el deterioro de las regulaciones impuestas por los estados-nación y
supeditados en gran medida al poder económico mundial y globalizado. Que a su vez, será
congruente con aquella premisa que dice, parafraseando a Bauman, ‘la política es local, y el
poder es global’ nos ayudará a sustentar los análisis parecidos entre ambos autores.
Touraine identificara esta misma crisis en otras instituciones como lo son la familia o la
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Diego Sanchez y Fernanda Suarez
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escuela, y en una perdida en general, del apego a las normas y a la despolitización de la

sociedad civil.

No obstante, Touraine es muy acertado al decir que a cada etapa de la sociedad le

corresponden sus movimientos sociales, por lo que serán entendidas bajo la misma
afectación de la fragmentación, el declive cultural, político, comunal. Así pues, se
entienden las nuevas luchas que tienen un carácter reformista y que en sí mismas, son
satisfechas con logros a corto plazo que respondan a su reconocimiento e inclusión dentro
de la historicidad. Cuestión que en un análisis comparado con la lucha de clases marxista es
contrario, ya que atañe la razón principal de la movilización social al cuestionamiento de
las estructuras de la sociedad capitalista, pero que en este periodo no se manifiesta por lo
expresado anteriormente. Y por otra parte, porque aunque Touraine sostiene la eterna
contradicción entre la clase popular y la elite dominante como motor de estas luchas y
disputas, los movimientos sociales no se constituyen en el largo aliento, y mucho menos en
la disputa de una cambio estructural, al inconformes en ocasiones, con una parte del
sistema, pero cómodos con otras, por lo que nunca plasmaran sus intenciones a una disputa
en un sector que se extralimite al suyo propio (ejemplo: loa ambientalistas que defienden el
páramo, la flora y la fauna, pero que no entienden, ni cuestionan el papel de la política
extractivista).