You are on page 1of 4

Números 13: 27-30

Objetivos: Fortalecer la fe de la iglesia, desarrollar firmeza para alcanzar las promesas de Dios a
pesar de las circunstancias adversas.

Actividad introductoria: Vamos a compartir entre nosotros alguna historia personal en la que el
miedo o la falta de confianza en Dios nos hayan llevado a perder el camino, un bienestar, o una gran
oportunidad.

Contenido de la clase: Vemos aquí un pueblo a punto de ocupar una tierra que hacía poco más de
cuatro siglos Dios le había prometido a Abraham y la había confirmado a Isaac y Jacob. El pueblo se
halla en el desierto de Parán, y lo que pudo haber sido el momento perfecto para diseñar la
estrategia de posesión de la tierra, se convirtió en la tragedia más grande de toda esa generación.

Esta es la historia que conocemos como la misión de los doce espías. Números 13:1-2 nos
relata que Dios le dijo a Moisés que enviará a los espías:

El SEÑOR le dijo a Moisés: «Envía hombres a explorar la tierra de Canaán, la tierra que les
daré a los israelitas. Envía a un jefe de cada una de las doce tribus de sus antepasados».
(Núm 13:1-2)

Sin embargo, Deuteronomio 1:22 nos complementa la información afirmándonos que la


idea provino del pueblo y no de Dios:

¡Miren! El SEÑOR ha puesto esta tierra delante de ustedes. Vayan y tomen posesión de ella
como les dijo el SEÑOR en su promesa, el Dios de sus antepasados. ¡No tengan miedo ni se
desanimen!”. »Sin embargo, todos ustedes se acercaron y me dijeron: “Primero enviemos
espías a que exploren la tierra por nosotros. Ellos nos aconsejarán cuál es la mejor ruta para
tomar y en qué aldeas entrar”. »Me pareció una buena idea, así que elegí a doce espías, uno
de cada tribu. (Deu 1:21-23)

No nos enfrentamos ante una contradicción de las Escrituras, sino ante un dato que nos
revela cuán inseguros e incrédulos eran los israelitas.

Warren Wiersbe comenta acerca de este suceso que: “Moisés aclara que el envío de los
espías fue el deseo del pueblo, no el mandamiento del Señor. Él permitió que se usara este
plan para revelar al pueblo cómo eran en realidad sus corazones. Dios ya les había dicho
muchas veces cómo era Canaán, las naciones que allí había, cómo derrotarían a sus
enemigos y que les daría la herencia prometida; por tanto, ¿qué necesidad había para que
los hombres fueran a espiar la tierra? Triste es decirlo, pero la naturaleza humana prefiere
andar por vista, no por fe”.

Así que vemos en Números 13:1 a Dios concediéndole una vez más los caprichos al pueblo
de Israel. Dios está anticipando un castigo por la incredulidad de Israel.
El miedo y le incredulidad le cerraron las puertas de la tierra prometida al pueblo de Israel
durante 40 años. El miedo y la incredulidad son enemigos de las promesas de Dios.

Miedo: Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que
eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo
cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. (Mat
25:24-25)
Vemos a un hombre que tuvo miedo y no se atrevió a hacer la voluntad de Dios, por lo que
fue privado del gozo del Señor. El miedo nos roba el gozo del Señor.

Incredulidad: ¿Quiénes fueron los que, habiendo oído, le provocaron? ¿No fueron todos los
que salieron de Egipto por mano de Moisés? ¿Y con quiénes estuvo él disgustado cuarenta
años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto? ¿Y a quiénes juró
que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron? Y vemos que no pudieron
entrar a causa de incredulidad. (Heb 3:16-19)

La incredulidad nos separa de Dios y sus planes

Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para
apartarse del Dios vivo; (Heb 3:12)

El miedo y la incredulidad contagian nuestra voluntad de modo que aún los problemas y
pruebas los vemos más grandes y difíciles de lo que realmente son.

Pero los demás hombres que exploraron la tierra con él, no estuvieron de acuerdo: —¡No
podemos ir contra ellos! ¡Son más fuertes que nosotros! Entonces comenzaron a divulgar
entre los israelitas el siguiente mal informe sobre la tierra: «La tierra que atravesamos y
exploramos devorará a todo aquel que vaya a vivir allí. ¡Todos los habitantes que vimos son
enormes! Hasta había gigantes,* los descendientes de Anac. ¡Al lado de ellos nos sentíamos
como saltamontes y así nos miraban ellos!».
(Núm 13:31-33)

Pero no solo contagian nuestra voluntad, sino la voluntad de nuestra iglesia.

Entonces toda la comunidad empezó a llorar a gritos y así continuó toda la noche. Sus voces
se elevaron en una gran protesta contra Moisés y Aarón: «¡Si tan sólo hubiéramos muerto
en Egipto o incluso aquí en el desierto! —se quejaban— ¿Por qué el SEÑOR nos está llevando
a esta tierra sólo para que muramos en batalla? ¡A nuestras esposas y a nuestros hijos se
llevarán como botín! ¿No sería mejor volvernos a Egipto?».
(Núm 14:1-3)

Una iglesia puede morir si se deja controlar por el miedo y la incredulidad así como toda
aquella generación murió en el desierto.
»Puesto que sus hombres exploraron la tierra durante cuarenta días, ustedes andarán
vagando en el desierto por cuarenta años —un año por cada día— y así sufrirán las
consecuencias de sus pecados. Entonces sabrán lo que es tenerme como enemigo. ¡Yo, el
SEÑOR, he hablado! Sin falta, haré todas estas cosas a cada miembro de la comunidad que
conspiró contra mí. ¡Serán destruidos en este desierto, y aquí morirán!».
(Núm 14:34-35)

¿Qué perdió esa generación?

Recordemos que, hablando en términos terrenales, Israel (Esa generación) estaba


perdiendo la mejor oportunidad de sus vidas. La oportunidad de tener un lugar donde vivir
seguros, la oportunidad de tener casas propias, tierras fértiles para labrar, la oportunidad
de progresar y convertirse realmente en una nación.

En términos espirituales, Israel estaba teniendo la oportunidad de ser un pueblo exclusivo


de Dios, del cual las demás naciones sintieran profundo respeto y admiración. Estaba
perdiendo la oportunidad de contar a sus generaciones lo que significa ser esclavo y ser
liberados por Dios, colocados en un lugar de honra.

¿Qué podrías perder tú?

El miedo y la incredulidad te harán perder muchas bendiciones terrenales especiales y lo


peor de todo te pueden hacer perder las bendiciones eternas, por las cuales el cristianismo
existe. Muchos cristianos no logran progresar en sus ministerios, en su llamado, en su
familia, o en sus labores por tener un carácter ahogado en los miedos las inseguridades y
la incredulidad.

 Una persona puede no casarse nunca porque los miedos lo controlan.


 Una persona puede no tener hijos por incredulidad de que Dios le dará todo
cuanto necesite.
 Una persona puede nunca progresar en su trabajo por temor a asumir nuevos
retos o asumir nuevas responsabilidades.
 Una persona puede destruir su propio matrimonio por dudar que Dios tiene un
propósito con esa unión.

¡Vamos por nuestra tierra prometida!

Si bien es cierto, La promesa de la tierra prometida fue exclusiva del pueblo de Israel, por lo
que no podríamos utilizar dicho relato para afirmar que Dios tiene una tierra prometida aquí
en la tierra para nosotros. Pero sí tenemos una “tierra prometida” que alcanzar y es el
reposo de Dios, la reconciliación con Dios prometida en el evangelio. De la cual debemos
estar seguros de haberla alcanzado.

 Una persona puede quedarse como un bebé espiritual toda su vida por no creer que
Dios la puede usar.
 Una persona puede renunciar al cristianismo porque no creyó que Jesucristo era lo
más valioso de su vida.
 Una persona puede enfriarse espiritualmente por no creer en el poder de la oración
y las Escrituras.
 Una persona puede desagradar a Dios por miedo a desagradar a los hombres.
 Una persona puede secarse por dentro por no creer que todos sus pecados han sido
perdonados en la muerte de Jesucristo.
 Una iglesia puede morir por no creer que Dios va a respaldar su decisión de
evangelizar.

¡No será fácil, pero podremos!

Estos tiempos demandan líderes valientes, líderes que confían en Jesús. Es necesario que muera
todo lo que arruina tu liderazgo.

Si no se vence la incredulidad, la incredulidad vencerá nuestro liderazgo. (Núm 14:4)

La actitud del pueblo vencedor es de valentía y de confianza en Dios.

Pero Caleb trató de calmar al pueblo que se encontraba ante Moisés. —¡Vamos enseguida a tomar
la tierra! —dijo—. ¡De seguro podemos conquistarla! (Núm 13:30).

y dijeron a todo el pueblo de Israel: «¡La tierra que atravesamos y exploramos es maravillosa! Si el
SEÑOR se agrada de nosotros, él nos llevará a salvo a esa tierra y nos la entregará. Es una tierra
fértil, donde fluyen la leche y la miel. No se rebelen contra el SEÑOR y no teman al pueblo de esa
tierra. ¡Para nosotros son como presa indefensa! ¡Ellos no tienen protección, pero el SEÑOR está con
nosotros! ¡No les tengan miedo!». (Núm 14:7-9)

Actividad grupal

Destacar una lista de miedos y ejemplos de incredulidad que podrían afectar nuestra vida en
familia, iglesia, y sociedad.

Recursos tecnológicos y humanos

Lecciones aplicativas

You might also like