You are on page 1of 14

Estudio de los partidos políticos

La importancia de la disparidad ideológica en los


partidos catch-all

Eleazar Gallardo
www.eligallardo.com
INTRODUCCIÓN. UN ENFOQUE INTERMEDIO.
El estudio de los partidos políticos en las democracias occidentales sigue siendo una de las
materias básicas de investigación para los politólogos, desde su impulso en los años
cincuenta, de mano de DUVERGER, en los años sesenta con LIPSET y ROKKAN, o mediante
las teorías de SARTORI desde los años setenta. La aparición de la revista Party Politics en
1995 supuso un nuevo repunte en el terreno de la investigación, surgiendo nuevas teorías y
modelos. Y es que el carácter representativo de la voluntad popular, convierte a los partidos
en instrumentos fundamentales para la participación política, y los reviste de un interés
general, tanto por los objetivos que persigue, como por los resultados que obtiene.
Los enfoques que se han utilizado para estudiar los partidos han sido muy diferentes1, y
pueden clasificarse en dos grandes grupos. Unos, que llamaremos interpartidistas, han
elaborado teorías desde el punto de vista del partido dentro del sistema político –así, las teorías
de sistemas de partidos, o los modelos de competencia política–. Otros, los intrapartidistas,
se han ocupado de estudiar el partido desde dentro, como una organización de personas,
con unas bases, una tecnoestructura, unos líderes y unos votantes.
El enfoque que hemos escogido para este Quadern ha sido un enfoque intermedio,
combinando las variables interpartidistas, que son inherentes a todo sistema político, y las
variables intrapartidistas, que inciden en los objetivos, mecanismos y resultados de los
partidos. Así, tendremos en cuenta las tres «caras» de todo partido, según los Profesores
KATZ y MAIR, y que son: a) el partido como organización o base de afiliados; b) el partido
desde su propia organización; c) el partido desde las instituciones.
Es por ello que, desde nuestro enfoque, el partido se concibe como una organización, en
competencia con otras organizaciones similares, y que está compuesta por personas a
través de una estructura abierta, que comparten unos objetivos comunes en el marco de un
Estado. Según esta acepción general, el objetivo del partido ya no es necesariamente llegar
al gobierno, sino conseguir los objetivos que comparten las personas, dentro de su
estructura abierta y en relación con el Estado.
Por último, valga recordar las palabras de Profesora LÓPEZ NIETO, quien afirmó que cabe
plantearse hasta qué punto el eclecticismo y la volatilidad del mundo actual, nos exige
redefinir y replantear los métodos e instrumentos de análisis, en favor de una
especialización en las Ciencias Sociales (2003: 4). Sirva este Quadern para contribuir a esa
especialización en el estudio de los Partidos.

1. LOS PARTIDOS MANIFIESTAN LA VOLUNTAD POPULAR


Las constituciones y normas posteriores a la II Guerra Mundial, otorgaron a los partidos un
papel esencial como representante de la voluntad popular, complementado con un control
de su adecuación a los valores democráticos. Afirmó SARTORI (1992: 240) que los
«ciudadanos son representados, en las democracias modernas, mediante los partidos y por los
partidos. Lo que parece inevitable». Así, en España, a través del artículo 6 de la
Constitución, y de la Ley Orgánica de Partidos Políticos, se regula el funcionamiento y
objetivos de los partidos, siendo matizado por la jurisprudencia constitucional en diversas
ocasiones2.
Los cambios histórico-políticos también han afectado al partido en su relación con los
ciudadanos. Como señalan MONTERO y GUNTHER (2007: 18-20), los movimientos sociales

1 Para una descripción pormenorizada de las teorías, me remito a lo expuesto por MONTERO y GUNTHER
(2007: 15-46).
2 Entre otras, la STC 3/1981, y la STC 48/2003 en sus FJ 5 y ss.
y los grupos de interés han sabido canalizar las demandas sociales, entrando en colisión con
los intereses e ideologías partidistas, favorecido por la mayor información de los
ciudadanos. Este devenir ha provocado un descenso en la participación política tradicional,
se han visto reducidos los niveles de identificación partidista, y ha crecido la desafección e
insatisfacción en las democracias occidentales, materia que también constituye una fuente
de estudios importantes para la Politología.
Por tanto, vemos que el Partido ya no es el único que representa la voluntad popular, pero
en opinión de muchos, como Hans-Jürgen PUHLE, «son el núcleo de la democracia» (2007:
71), porque no se limitan a representar a un único sector del país. A continuación veremos
cómo hubo un tiempo en el que no era así.

2. MODELOS TEÓRICOS DE PARTIDO


Al basarnos en el Partido como organización de intereses, los modelos teóricos podrían ser tan
numerosos como partidos han existido en cualquier país. Es por ello que en la doctrina se
han identificado tres olas de estructuración (PUHLE, 2007: 76-77, 82 y 83):
1. Primera ola: Adaptación y modernización. Desde 1890 hasta la I Guerra Mundial.
Cambio desde el tipo liberal tradicional de representación desestructurada, al más
organizado partido de masas.
2. Segunda ola: Emergencia del partido catch-all. Después de la II Guerra Mundial
se implanta la pauta dominante de lo que KIRCHHEIMER denominó catch-all, y otros
autores llamaron Volkspartei («Partido popular»), aunque diversos autores sugieren que
esta última denominación se reserve para un grupo de esos partidos catch-all (ver nota 4).
3. Tercera ola: Años 70. A la considerable variedad de partidos catch-all, se une que «los
partidos políticos nunca se han ajustado plenamente a todos los componentes del tipo de
KIRCHHEIMER, y no todos ellos se han convertido en partidos catch-all.». Difiere de las
dos olas anteriores en que se introduce un menor grado de organización, en lugar de
aumentarlo.
En atención a este orden cronológico, vamos a resumir las características de los principales
modelos de Partido, es decir, aquellos que cuentan con el favor mayoritario de la doctrina3.

2.1. Partido de Elites o de Cuadros («cadre party» o «elite-centred party»)


En los Estados liberales del Norte de Europa, surgieron formas de organización más o
menos estructurada ante la competencia de escaños, donde se representan los intereses de
un único sector de la sociedad. Sostienen KATZ y MAIR que la esencia de estos partidos es
«un pequeño núcleo de individuos con acceso personal e independiente a los recursos y
con capacidad para situar a uno de los suyos o a sus nominados como representantes en el
Parlamento» (2007: 103).
Una segunda característica del Partido de Elites, reside, también en palabras de KATZ y
MAIR en que su base no se encontraba en la sociedad civil, sino dentro del partido, ya que
eran más activistas y con una fuerte concepción de la cohesión interna (2004: 17). Así, «el
partido como organización de afiliados y el partido en las instituciones públicas estaban tan

3 Numerosos autores han recogido los diferentes modelos de partido, que suceden a las teorías que se
mencionan en la nota 1. Me remito, entre otros, a los resúmenes de BARAS,, BARBERÀ y BARRIO, 2000: 3-4;
GUNTHER, R. y DIAMOND, L. (Eds.), Political Parties and Democracy MARTÍNEZ SOSPEDRA, M. Introducción a los
partidos políticos; PANEBIANCO, A. Modelos de partido; WARE, A. Partidos políticos y sistemas de partido; WOLINETZ,
2007: 129-131 y 138-142.
íntimamente relacionados que era casi imposible disociarlos», dado el escaso número de
miembros. Por último, la tercera característica de este Partido se encuentra en la debilidad,
si no ausencia, de organización central.
En el Sur de Europa, las características político-sociales fueron diferentes, de manera que el
modelo de Partido de Elites presentaba particularidades en cada país, surgiendo en España
el caciquismo, o en Italia el trasformismo.
Algunos autores, como KOOLE, han matizado las características del Partido de Elites moderno,
que difiere del tradicional decimonónico, pero que no puede insertarse en las clasificaciones
posteriores.

2.2. Partido de Masas


El Partido de Elites comenzó a distinguirse del Partido de Masas a partir de los
comentarios de WEBER sobre la profesionalización de la política, y fue matizada e
impulsada por DUVERGER en su “Political Parties”, de 1954 (WOLINETZ, 2007: 131). En esta
obra, como nos recuerdan los profesores BARAS, BARBERÀ y BARRIO (2008: 6), se describe
la teoría de los círculos concéntricos, donde se encuentran, de mayor a menor implicación,
a) dirigentes; b) miembros activos (militantes); c) miembros pasivos (adherentes); d)
simpatizantes y e) votantes.
Sin embargo, algunos de los factores más importantes para que se produjera el cambio de
modelo, se encuentran en la extensión del sufragio, el creciente papel del gobierno, tanto
nacional como local, y el desarrollo de la responsabilidad gubernamental ante el
Parlamento.
Con el aumento del número de votantes, el modelo elitista se vio mermado, y surgieron
organizaciones independientes, que movilizaban a sus simpatizantes «primero para ganar el
derecho al voto y para hacerse después tanto con los votos como con los recursos
necesarios para ganar elecciones en las nuevas condiciones del sufragio de masas» (KATZ y
MAIR, 2007: 105-106). Por tanto, en los Partidos de Masas hay un mayor número de
miembros, con una mayor implicación.
El esfuerzo para mantener la estructura y financiación, hizo que el Partido se fortaleciera
como organización de afiliados, sirviendo así para coordinar sus actividades en las
instituciones en las que iba participando. Por tanto, vemos que la organización central se
basa en los afiliados, y que «sus cargos dirigentes son elegidos como representantes de los
afiliados en los congresos del partido», tal y como sucede en la actualidad. Surgen así los
liderazgos internos, que guardan estrecha relación con las tesis de MICHELS acerca de la
«Ley de hierro de la oligarquía», ya que «a medida que éstos [los partidos de masas]
participaron en el gobierno, y sobre todo al comenzar a gobernar en solitario, fueron los
propios líderes parlamentarios de los partidos de masas los que empezaron a fijarse en los
atractivos del modelo catch-all.» (KATZ y MAIR, 2004: 20).
Estos mismos autores han recogido en una frase las diferencias básicas entre estos dos
modelos: «El partido de elites es el partido de una clase alta dominante; el partido de masas
es el partido de una subcultura excluida». A estas diferencias debemos añadir que el Partido
de Masas separa con claridad a los líderes visibles en las instituciones públicas, de los líderes
internos del partido de los afiliados, aunque los primeros siguen supeditados al partido
como organización.
Respecto a su crisis, sostienen los dos autores antes citados que «los partidos de masas
acabaron siendo víctimas de su propio éxito. Las “grandes batallas” por los derechos
políticos y sociales habían unido a las bases emergentes de los partidos de masas en un
modo que acabaría resultando insostenible una vez conquistados esos derechos» (KATZ y
MAIR, 2004: 20).

2.3. Partido catch-all («catch-all party»)


En 1966, Otto KIRCHHEIMER acuña el término «catch-all party»4, al sostener que los partidos
de masas occidentales se estaban transformando en partidos más comedidos
ideológicamente, y trataban de evitar la categorización moral e intelectual de las masas en
base a su ideología, para maximizar el número de votos. El propio autor reconoció en un
principio que no todos los partidos seguían esa estrategia, pero creyó que terminarían por
asumirla mayoritariamente.
2.3.1. Las etapas de PUHLE y el Partido catch-all plus
Hans-Jürgen PUHLE parte de seis factores para explicar los «rendimientos» de partido, que
según él ha evolucionado desde un primer «catchallismo» a un modelo modificado (PUHLE,
2007: 75-79). Éstos serían: a) Las dimensiones electorales, que incluye la composición y
volatilidad del electorado, valores, y cleavages; b) Intereses de los afiliados, relacionados con los
cleavages, los grupos de interés y la situación socioeconómica; c) organización del partido, en
todos los niveles; d) el sitema de partidos e instituciones públicas, que dependen de los sistemas
constitucionales y electorales; e) formulación de políticas públicas, donde se tendría en cuenta el
nivel de publicidad, movilización y de integración; y f) implementación de las políticas públicas.
Siguiendo con sus ideas, encontraríamos dos momentos del Partido catch-all, con diferencias
importantes:
A. Hasta finales del siglo XX, se da una mayor y más densa organización. Existe un anclaje
mayor en los cleavages, sobre todo el ideológico, que se establecieron al nacer los partidos de
masas.
B. Desde finales del siglo XX, se revierte la «aparente tendencia secular hacia un mayor
grado de organización», constatándose una menor organización, con una mayor
segmentación y fragmentación. Los cleavages se amplían y entran en interacción, sumándose
al ideológico, el cleavage dentro/fuera (in/out), que veremos al tratar del Partido Cartel de
KATZ y MAIR.
Estos cambios en el modelo de Partido catch-all son consecuencia de una «crisis» o
desarrollo de la práctica política, con los siguientes factores: 1) mayores índices de votos de
protesta y abstención; 2) disminución temporal del voto a los partidos catch-all; 3) reducción
de la «presencia social» de los partidos y de su influencia general; 4) crecientes niveles de
fragmentación y participación (PUHLE, 2007: 78-79).
Por todo ello, el autor sostiene que el primer Partido catch-all planteado por KIRCHHEIMER
«es en realidad una prolongación del partido de integración de masas, y que en ese caso
podría reservarse el término catch-all para los partidos catch-all modificados que han
emergido en los últimos años y que son menos sistemáticos, menos estructurados, menos
organizados y menos definidos», a los que denomina «partidos catch-all plus.» (PUHLE, 2007:
80).

2.3.2. Diferencias con los modelos anteriores

4Como vimos más arriba, también se utilizó la denominación «people’s party» o «catch-all people’s party» (partido
popular) para referirse a esta categoría, pero diversos partidos conservadores europeos adoptaron
posteriormente esa denominación, lo que desaconseja su uso como nombre del Modelo.
Desde la doctrina se han recibido duras críticas a este modelo, por imperfecto, incompleto
o exagerado. Sin embargo, y teniendo en cuenta las variaciones del modelo expuestas por
PUHLE, podríamos establecer una serie de diferencias respecto de los Partidos de Elites y
los Partidos de Masas, para comprender mejor el Partido catch-all.

a. Poder intrapartidista. A diferencia del Partido de Elites, donde el partido en las


instituciones es el que domina, y del Partido de Masas, donde predomina el nexo entre
partido de los afiliados y partido en la organización central, en el Partido catch-all, el conflicto se
produce en la organización central (KATZ y MAIR, 2007: 110). Se trata, así, de un Partido
orientado a los votos, centrado en el líder, unido a los grupos de interés. No
necesariamente una afiliación de masas.
b. Organización interna y relación con los votantes. El esquema de autoridad es de
arriba abajo, ya no es de abajo arriba, y ahora «los líderes ya no tienen que rendir cuentas
sólo ante sus militantes, sino ante un electorado más amplio», siendo sus militantes «más
bien animadores», con derechos dentro de la organización, pero abriendo sus posiciones a
«un abanico mayor de apoyos y no requiere ya el mismo grado de compromiso» (KATZ y
MAIR, 2004: 32).
Esta nueva relación con los votantes se basa en que dejaron de enfatizarse «tanto la
movilización de los votantes como su conversión, ya que ambos procesos presuponían la
capacidad de formar lealtades afectivas. En lugar de esto, pasó a concebirse a los votantes
como si, carentes de compromisos, flotaran libremente, disponibles y susceptibles de ser
captados por cualquiera de los partidos en competición» (KATZ y MAIR, 2004: 13). La
concepción actual de la política como mercado, y de los votantes como sus consumidores,
que sostiene la mercantilización de la política, encuentra aquí una explicación teórica muy
gráfica5.
c. Competencia entre partidos y estrategia. Si los votantes podían (pueden) ser
conquistados, «y los partidos comenzaron a considerar que merecía la pena conquistarlos,
incluso si la competición dejaba de estar basada en cuestiones fundamentales y comenzaba
a basarse en cuestiones de efectividad en la gestión de las políticas» (KATZ y MAIR, 2004:
29-32), las estrategias electorales se volvieron más competitivas.
Ya no se basaban en una estrategia electoral «defensiva» propia del Partido de Masas, sino
que pasa a ser «ofensiva»; ya no se opta por la movilización y mantenimiento de una base
electoral fija, sino que se busca un público más amplio a través de un éxito electoral más
inmediato (KATZ y MAIR, 2004: 21). Podemos encontrar ejemplos muy gráficos de estas
características, si tenemos en cuenta a los numerosos politólogos que ahora se dedican a la
comunicación política y el marketing electoral, dos materias en boga, pero que guardan poca
relación con la verdadera Politología.
d. Afiliación y cleavages. Al abrir el partido a la sociedad, ya no se enfatiza la
homogeneidad social de la afiliación, sino que «recluta afiliados en función de la afinidad
programática y no de la identidad social».
Al enfocar las elecciones más hacia los votos cambiantes del espectro político, «los partidos
se han convertido en más centristas, más moderados y más parecidos los unos a los otros;
las excepciones radican en los casos donde persisten controversias sumamente arraigadas o
cleavages etno-nacionales (como en Cataluña, el País Vasco o Irlanda del Norte) o donde el
sistema de partidos ha estado generalmente más segmentado y «pilarizado» (como en
Holanda)» (PUHLE, 2007: 84).

5 Ver también, entre otros, PUHLE, 2007: 82-83 y el último capítulo de C.B. MacPherson, La democracia liberal y
su época.
En esta nueva concepción de la democracia, «la oligarquía de partido pasa a ser una virtud
no un vicio», donde el antiguo Partido de Masas «puede acabar dominado por sus líderes y
dejar de encarnar la verdadera democracia implícita en su ideología» (KATZ y MAIR, 2004:
22-23).
En el terreno de los cleavages ideológicos, se produce un desdibujamiento –que no
desaparición– de las distinciones programáticas de los partidos, como también recogiera
BOBBIO al escribir su Derecha e izquierda, debilitando la capacidad de mantener un electorado
diferenciado. «Además, los cambios en los sistemas de comunicación de masas, en
particular, el ascenso de la televisión como la fuente más extendida de información política,
contribuyen a reforzar las condiciones que permiten, o más bien obligan, a los partidos a
dirigirse directamente a los votantes mediante llamamientos universalistas, en lugar de
comunicarse con ellos a través de sus apoyos electorales de base» (KATZ y MAIR, 2004: 21).
e. Mayor relación con el Estado.
En este sentido, los autores que hemos seguido sostienen la mayor relación de los partidos
con el Estado, donde los primeros «dejan de ser los agentes de la sociedad civil que
penetran el Estado y actúan sobre él, para pasar a ser más los intermediarios entre la
sociedad civil y el Estado, con el partido en el gobierno llevando una existencia
desdoblada» (KATZ y MAIR, 2004: 21). Es lo que PUHLE denomina Parteienstaat, que
«significa, en esencia, lo mismo que partitocrazia: una situación en la que los partidos
políticos dominan el Estado y «colonizan» importantes segmentos de sus instituciones y de
la sociedad» (PUHLE, 2007: 85)6.
Es significativo que los recursos para la sostenibilidad de los partidos en las democracias
occidentales europeas proceden, cada vez más, del Estado, y por tanto «ganar o perder
puede tener menos importancia con respecto a los objetivos políticos de un partido, dada la
ausencia de grandes batallas políticas, pero en cambio puede ser determinante en su
supervivencia» (KATZ y MAIR, 2004: 26).
2.3.3. «Catch-all-party-in-crisis»
El recientemente fallecido Peter MAIR acuñó a principios de los años noventa el término
«catch-all-party-in-crisis», dado que los Partidos tuvieron que hacer frente a la crisis global de
los años setenta, y a otra serie de factores, como por ejemplo:
1.- Los partidos fueron considerados parte del problema y comenzaron a perder votos
desde la segunda mitad de los años setenta.
2.- Aumentó la volatilidad y disminuyó el anclaje de los cleavages.
3.- Pérdida progresiva de militantes y del vínculo con organizaciones intermedias próximas,
como sindicatos, agrupaciones profesionales o grupos religiosos.
4.- Disminuye la capacidad movilizadora de los partidos, especialmente frente a los
movimientos sociales, que daban voz al desencanto y a los sentimientos antipartidistas. Sin
embargo, estos movimientos «se han quedado por debajo de esas expectativas y han dejado
de ser percibidos como una alternativa viable» y «los movimientos sociales más activos no
han sido capaces de revolucionar los sistemas políticos» (PUHLE, 2007: 89-90).
Esto ha supuesto, en algunos casos, la reactivación de cleavages como el ideológico, el
surgimiento de nuevos y los conflictos sobre prioridades internos en los partidos. A nivel

6 KATZ y MAIR llegan a calificar a los partidos como «agencias semi-estatales», dando apoyo a sus tesis sobre
el Partido Cartel como modelo no excluyente del catch-all.
teórico ha favorecido la aparición de nuevas teorías y críticas a las primeras concepciones
de Partido catch-all.
3. MODELOS ALTERNATIVOS
La progresiva especialización en el estudio de los partidos políticos, ha servido para
someter a juicio crítico a los modelos ya existentes, y proponer nuevas tipologías de
partidos para los regímenes democráticos occidentales. Así, encontraríamos las tesis de
Panebianco al distinguir entre «partidos burocráticos de masas, y «partidos profesionales electorales».
3.1. El Partido cartel, de KATZ y MAIR (1995)
En 1995 se publica el primer número de la Revista Party Politics, donde los profesores KATZ
y MAIR defienden una nueva tipología de partido, que puede incluir diferentes modelos y
que se basa en la relación con el Estado, y que han desarrollado en siguientes estudios.
Partiendo de las características de los Partidos catch-all (plus), que presentan un electorado
volátil y difícil de fidelizar en un entorno de competencia política, se inicia un nuevo
período, «en el que los fines de la política, al menos por ahora, se hacen más auto-
referenciales, y la política deviene una profesión en sí misma –una profesión cualificada,
claro está, y en la que la competición partidista limitada que se produce se basa en la lucha
por convencer al electorado de que el partido en cuestión es la opción que garantiza mejor
una gestión más efectiva y eficiente» (KATZ y MAIR, 2004: 29). En este punto, guarda
estrecha relación con la profesionalización del ejercicio de la política, que autores como
DUVERGER observaron al enunciar el modelo de Partido de Masas.
Es decir, que con este nuevo modelo, «ganar o perder puede tener menos importancia con
respecto a los objetivos políticos de un partido» (2004: 26), sino que las «semi-agencias» que
vimos al hablar del Partido catch-all, se habrían convertido ya en agentes del Estado, que se
basa en «la colusión y cooperación entre aparentes rivales, y en los acuerdos que
necesariamente requieren del consentimiento y cooperación de todos, o casi todos los
participantes relevantes» (2004: 27).
Sin embargo, este modelo no presenta características independientes del resto de partidos,
de manera que pudiera pensarse que es una evolución del Partido de Masas o el catch-all,
sino que es inclusivo de los anteriores, y no implica que todos los partidos tiendan a
convertirse en Partidos Cartel. Es decir, que solo algunos partidos están garantizando su
propia existencia a través del Estado, ya que «la democracia deja de ser vista como un
proceso por el cual la sociedad civil impone límites o controles al Estado, y pasa a ser un
servicio que el Estado proporciona a la sociedad civil [...] Y dado que las elecciones
democráticas, al menos tal y como las conocemos, requieren partidos políticos, el Estado
también proporciona (o garantiza la existencia de) partidos políticos» (2004: 35 y 36).
3.2. Clasificación de WOLINETZ: Partidos en función de los objetivos
A continuación vamos a referenciar tres categorías de Partido, no excluyentes, y que
englobaría al resto de modelos (ver nota 3). Esta propuesta ha sido planteada por
WOLINETZ (2007: 143 y ss.), y no se trata de una nueva formulación de modelos, sino que
clasificaría los Partidos en función de sus objetivos7.

A. Partidos orientados a las políticas (policy-seeking parties)

7Para una mayor comprensión del lector, se sugiere consultar el Gráfico 5.3 en el artículo del autor,
mencionado en la Bibliografía.
Su principal característica es que da una mayor prioridad a la articulación o defensa de sus
políticas, frente a la maximización de votos o asegurarse escaños. Existe una variedad de
partidos que se englobarían en esta categoría, con programas bien definidos, o partidos de
protesta centrados en un único asunto. Los partidos de la nueva derecha se encontrarían
también dentro de esta categoría.
B. Partidos orientados a los votos (vote-seeking parties)
La prioridad máxima es ganar las elecciones, y para ello se manipulan los programas
electorales y el ideario; sería un partido downsiano clásico. No dudaría en presentarse en
coalición para aglutinar a diferentes grupos sociales, y en un sistema multipartidista, los
partidos catch-all entrarían en esta tipología, sin que sea necesaria una afiliación extensa, sino
bien organizada.
C. Partidos orientados a los cargos públicos (seat-seeking parties)
La prioridad es asegurarse un cargo gubernamental, «incluso a costa de los objetivos
políticos o la maximización de votos», sea en solitario o en coalición, y sea para dotar de
consenso a las decisiones públicas, o para beneficiarse de las subvenciones.

Teniendo en cuenta lo dicho hasta ahora, podemos representar un esquema clasificatorio


de los partidos, en atención a sus objetivos, como el que hemos reproducido en el Cuadro
siguiente.

Fuente: WOLINETZ, 2007: 157.

4. LA TEORÍA DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS EN LA PRÁCTICA. ALGUNOS EJEMPLOS


En las primeras páginas de este Quadern nos hemos referido a un método intermedio para
estudiar los partidos políticos, que tienen en cuenta variables intrapartidistas e interpartidistas.
Los análisis más numerosos publicados sobre los partidos políticos, se basan en ésta última
vertiente, siendo destacables los estudios sobre competencia política de los Profesores
MOLAS, BARTOMEUS o MARTÍN CUBAS, al estudiar los casos de Catalunya y la Comunitat
Valenciana.
Sin embargo, la visión intrapartidista se encuentra en un plano muy inferior. Tal vez por la
dificultad de su estudio, o por el ostracismo interno de algunos partidos políticos, los
estudios publicados son menos numerosos8, pero no por ello menos profundos e
interesantes.
Sea cual sea la visión escogida para estudiar los partidos políticos, existen unas variables
comunes y que suponen unos «ejes» o cleavages para comprender la vida de los partidos. La
ideología ha constituido el eje tradicional de los partidos, pero el devenir histórico-jurídico
y social ha hecho que apareciesen nuevos puntos de controversia, muchos de ellos ligados a
la ideología, como el sentimiento regional, la lengua o la organización territorial del Estado
o de la Comunidad Autónoma. Estos cleavages son utilizados especialmente para elaborar los
mapas de competencia política, que antes se han mencionado.
Para este Quadern vamos a considerar que todos los partidos en liza son catch-all, y nos
centraremos exclusivamente en el cleavage ideológico, abriendo la puerta a una futura
publicación que estudie con más detalle el resto de clivajes (utilizo la traducción realizada
por ANDUIZA y BOSCH), que inciden igualmente en los militantes y electores, tal vez con
más fuerza que la ideología9.
4.1. La ideología como cleavage
En los ya mencionados análisis de la competencia electoral, la primera variable a tener en
cuenta suele ser siempre la ideología. Simplificada generalmente en una escala entre el 1 y el
10, refleja la posición subjetiva de los encuestados entre la extrema izquierda y la extrema
derecha.
Si la ideología subjetiva es importante, no lo es menos la «ubicación del partido» que
realizan los votantes, esto es, la posición ideológica estimada de un partido en la escala,
especialmente si tratamos de explicar un comportamiento electoral por «identificación»
(ANDUIZA y BOSCH, 2004: 196 y ss) o el «desalineamiento» (Idem: 182). Es por ello que
vamos a centrarnos en el cruce entre “Recuerdo de voto” y “Escala ideológica”,
centrándonos en la primera de las «caras» de las que hablamos en la Introducción, es decir, en
el partido como organización de afiliados, en este caso, de votantes, como uno de los
círculos que estableció DUVERGER.
A. La autoubicación de los votantes
Vamos a tomar un ejemplo práctico para ver cada uno de estos elementos; por ejemplo, la
tendencia ideológica en 2011 de los votantes de los tres principales partidos de ámbito
nacional, en relación con la media estatal. Por «autoubicación» vamos a considerar la
posición en la escala ideológica de los encuestados en los estudios que hemos utilizado. En

8
Quiero destacar dos estudios publicados por el ICPS, que fueron realizados gracias a la
colaboración de los partidos políticos, al permitir que los investigadores realizasen encuestas y
entrevistas.
SANCHEZ, Jordi et al (Ed.) (1999). Estudis de les elits dels partits polítics de Catalunya. Col—lecció Grana,
Nº 13. Institut de Ciències Polítiques i Socials. Barcelona.
BARAS, M. (Ed.), (2004) Els militants dels partits polítics a Catalunya. Perfils socials i percepcions polítiques.
Col—lecció Barcelona, Nº 18. ICPS, Barcelona.
A nivel de la Comunitat Valenciana sería deseable que se realizasen estudios similares, para un
estudio más exhaustivo que el meramente periodístico.
9A los cleavages expuestos más arriba, merece la pena añadir las tesis de TOMKINS sobre la Escala de
Polaridad, que trata de relacionar características de la personalidad con una posición en la escala ideológica.
Por ello, recomiendo el artículo de STONE y GARZÓN, recogido en la Bibliografía.
la siguiente figura podemos observar la diferencia entre la media total y la autoubicación de
los votantes de PSOE, PP e IU desde enero de 2011 a enero de 2012.

Gráfico 1. Media ideológica y autoubicación de votantes

8 Media total
7
Votantes PSOE
6
5 Votantes PP
4
3 Votantes IU
2
1
0
1
11
1

11

1
o 11
o 12

J ul 11

11
1
11
O ct 1

Feb 1
Di c 1

J un 1

Ab r 1
Nov

Sept

May

Ma r

E ner
E ner

Fuente: Barómetros del CIS, en Bibliografía

Si el electorado fuese completamente «flotante», volátil, y sin compromisos, al partido catch-


all, como maximizador de votos, le bastaría con acercarse a la media ideológica para
obtener el máximo número de apoyos. Sin embargo, los resultados de las últimas
Elecciones Generales demuestran que esta explicación es tan simple como errónea,
teniendo en cuenta que el PSOE perdió un gran número de apoyos, pese a ser el partido
donde sus votantes se acercan más a la media estatal.
Para comprender mejor la derrota electoral del PSOE, y tratando a sus votantes como
miembros de ese entorno u organización que es el partido –siguiendo con nuestro
planteamiento–, habría que poner en relación, al menos, tres factores:
1. Insuficiencias del modelo catch-all (plus) en relación con el entorno sociopolítico.
2. Crisis de los partidos catch-all y el consiguiente descenso de la participación política
tradicional (voto).
3. Disparidad ideológica curvilínea entre partido-afiliados y entre partido-votantes.
B. La disparidad ideológica y el conflicto interno
Este último elemento guarda estrecha relación con las «tres caras» del Partido. Formulada
en 1973, la tesis de MAY se fundamenta en que «los votantes tienden a ser moderados,
mientras que los líderes, cuya prioridad es obtener votos y puestos de representación
política y de gobierno, tienden a adaptarse al electorado» (MÉNDEZ y SANTAMARÍA, 2001:
40). Como vemos, la prioridad de obtener votos encuentra su base en la propia idea de los
partidos catch-all, y los autores añaden que la disparidad curvilínea se produce porque «los
líderes y simpatizantes/votantes se asemejan en sus posiciones ideológicas, mientras que
los militantes son más radicales en sus propuestas y están dispuestos a hacer menos
concesiones y consideraciones pragmáticas» (Idem).
Por tanto, en la disparidad ideológica vemos que «el conflicto se debe a que los activistas
son ideológicamente más extremistas que los votantes y los dirigentes políticos» (BARAS,
BARBERÀ y BARRIO, 2008: 7).
Según lo expuesto hasta ahora, y tomando únicamente las variables mencionadas (y
suponiendo que las condiciones económicas del país no hubieran sido de grave crisis),
podríamos plantear la hipótesis de que el PSOE primó la estrategia de maximizar los votos
acercándose a la media, pero olvidando a sus votantes y la afinidad de éstos por el partido.
Asimismo, ayudaría a explicar las disparidades ideológicas internas surgidas en los últimos
años del Gobierno de Rodríguez Zapatero, confirmándose que las tesis de MAY siguen
plenamente vigentes.
Por tanto, y siguiendo a BARAS, BARBERÀ y BARRIO, hay que distinguir las disparidades
ideológicas de los conflictos partidistas, para después establecer su relación para observar si
las disparidades devienen en conflicto interno, y en qué grado (2008: 17 y ss).
C. Partidos en la Comunitat Valenciana.
El mismo análisis planteado para el nivel estatal, podría realizarse a nivel autonómico,
partiendo de la hipótesis de que todos los partidos entran en la categoría de catch-all. Así,
pues, cabe representar una gráfica como la anterior, pero con un ámbito temporal mayor,
para conocer la distancia ideológica de los votantes de un partido concreto, respecto de la
media.
Gráfico 2. Media ideológica y autoubicación de votantes

7 Media CV
6 Votantes PSOE
5 Votantes PP
4 Votantes IU
3
2
1
0
07

1
etro 2

07

11
o1

ect. 1

lect.
metr

lect.
ect.
m

Preel
Preel

Poste
Poste
B ar ó

Baró

En este caso, observamos que la distancia entre la media ideológica de la Comunitat


Valenciana y los votantes de PSOE y PP no es tan significativa, lo que podría llevarnos
indudablemente a recurrir a otra variable (en realidad, a un conjunto de ellas) para tratar de
explicar los resultados electorales, y también diseñar un mapa de la «competencia política».
4.2. A modo de conclusión. Planteamiento de nuevas hipótesis
Después de estudiar brevemente las diferentes clasificaciones y modelos de Partido, y visto
algún ejemplo práctico de análisis de partidos catch-all a nivel estatal y autonómico, se nos
plantean numerosas dificultades, que nos obligan a partir de unas premisas para realizar un
correcto estudio del Partido. Sirva este trabajo para sugerir algunas.
Como paso previo a cualquier análisis, y teniendo en cuenta las diferentes teorías que
hemos resumido, parece conveniente que antes de analizar un Partido, se deberían fijar a
priori unas hipótesis de partida, como por ejemplo:
a. Plantearse si el Partido forma parte del modelo catch-all o si forma parte de alguna otra
tipología. Así, existen partidos representados incluso en el Congreso de los Diputados que
no formarían parte de esta categoría: el ejemplo de Amaiur es significativo, al no reunir las
condiciones de catch-all, ni de cartel, mientras que otros partidos que no son catch-all sí se
instrumentalizan como «parte» del Estado.
b. Establecer si su orientación son las políticas, los votos, los cargos o una combinación de
ellos. En el caso de UPyD, si analizásemos sus primeras manifestaciones, podríamos
sostener que se dirigía a unas políticas concretas, relacionadas con el Estado autonómico, la
política lingüística y el terrorismo, que con el tiempo han ido ampliándose a nuevos cleavages
y políticas.
c. Plantear cuáles son los cleavages más importantes para el Partido, cuáles los de su
militancia y cuáles los de su electorado. En este sentido, podríamos esbozar las principales
variables que explicarían la disparidad ideológica, en aquellos casos en los que la hubiera.
Es por ello que vuelvo a defender la necesidasd de que se realicen más estudios
politológicos como los mencionados anteriormente del ICPS, en el seno de los partidos.
Estas sugerencias tan solo tratan de contribuir al análisis científico, y su objetivo es abrir la
puerta a nuevos estudios. Sirva este Quadern como aportación.

5. BIBLIOGRAFÍA
ANDUIZA, E. Y BOSCH, A. (2004). Comportamiento político y electoral. 1ª Edición. Editorial
Ariel, Barcelona.
BARAS, M.; BARBERÀ, Ò. y BARRIO, À. (2008). Más allá de la ley de May: disparidades
curvilíneas y conflicto intrapartidista. El caso de Catalunya. Working Paper núm. 267. Institut de
Ciències Polítiques i Socials. Barcelona.
COLOMER, J.M. (2003). «Son los partidos los que eligen los sistemas electorales (o las leyes
de Duverger cabeza abajo)», Revista Española de Ciencia Política. Número 9, Octubre 2003.
Págs. 39-63.
KATZ, R.S. y MAIR, P. (2004). El partido cartel. La transformación de los modelos de partidos y de
la democracia de partidos. Traducción de María JIMÉNEZ BUEDO, en «Zona Abierta», Nº
108/109 (2004). Páginas 9-39.
KATZ, R.S. y MAIR, P. (2007). «La supremacía del partido en las instituciones públicas: el
cambio organizativo de los partidos en las democracias contemporáneas», en MONTERO,
J.R.; GUNTHER, R. y LINZ, J.J., Partidos políticos: viejos conceptos y nuevos retos. Traducción de
Esther Monterroso Casado. Editorial Trotta. Madrid.
LÓPEZ NIETO, L. (2003). Los sistemas representativos de las CCAA. Balance, tipos y capacidad de
innovación (1980-1999). Una realidad política eclipsada. Working Paper núm. 218. Institut de
Ciències Polítiques i Socials. Barcelona.
MARTÍN CUBAS, J. (2007a). La polémica identidad de los valencianos: a propósito de las reformas de
los Estatutos de Autonomía. Working Paper núm. 258. Institut de Ciències Polítiques i Socials.
Barcelona.
MARTÍN CUBAS, J. (2007b). «Espacios de competencia electoral en la Comunidad
Valenciana (1995-2005)», Cuadernos Constitucionales de la Cátedra Fadrique Furió Ceriol, Nº
60/61. Págs. 137-182.
MÉNDEZ, M. y SANTAMARÍA, J. (2001). «La ley de la disparidad ideológica curvilínea de
los partidos políticos: el caso del PSOE», Revista Española de Ciencia Política. Número 4, Abril
2001. Págs. 35-69.
MOLAS, I. y BARTOMEUS, O. (2001). Estructura de la competencia política en España (1986-
2000). Working Paper núm. 196. Institut de Ciències Polítiques i Socials. Barcelona.
MONTERO, J.R. y R. GUNTHER (2007). «Introducción: Los estudios sobre los partidos
políticos» en MONTERO, J.R.; GUNTHER, R. y LINZ, J.J., Partidos políticos: viejos conceptos y
nuevos retos. Traducción de Esther Monterroso Casado. Editorial Trotta. Madrid.
PUHLE, H-J. (2007). «Crisis y cambios de los partidos catch-all», en MONTERO, J.R.;
GUNTHER, R. y LINZ, J.J., Partidos políticos: viejos conceptos y nuevos retos. Traducción de Esther
Monterroso Casado. Editorial Trotta. Madrid.
SARTORI, G. (1992). Elementos de teoría política. Edición de Mª Luz Morán. Alianza Editorial.
Madrid.
STONE, W.F. y GARZÓN, A. (1992). «Personalidad e ideología: La escala de Polaridad»,
Revista de Psicología Política, Nº 4. Págs. 65-84.
WOLINETZ, S.B. (2007). «Más allá del partido catch-all: Enfoques para el estudio de los
partidos en las democracias contemporáneas» en MONTERO, J.R.; GUNTHER, R. y LINZ, J.J.,
Partidos políticos: viejos conceptos y nuevos retos. Traducción de Esther Monterroso Casado.
Editorial Trotta. Madrid.

Estudios del CIS utilizados


Código Estudio Fecha
2445 Estudio Sociológico de la Comunidad Valenciana (I) Febrero 2002
2480 Estudio Sociológico de la Comunidad Valenciana (II) Febrero 2003
2560 Estudio Sociológico de la Comunidad Valenciana (III) Abril 2004
2591 Estudio Sociológico de la Comunidad Valenciana (IV) Febrero 2005
2610 Barómetro Autonómico (I) Diciembre 2005
2694 Preelectoral Autonómicas. CV Abril 2007
2714 Postelectoral Autonómicas. CV Junio 2007
2829 Barómetro Autonómico (II) Enero 2010
2859 Barómetro de Opinión Enero 2011
2861 Barómetro de Opinión Febrero 2011
2864 Barómetro de Opinión Marzo 2011
2885 Barómetro de Opinión Abril 2011
2888 Barómetro de Opinión Mayo 2011
2872 Preelectoral Autonómicas/Municipales. CV Marzo 2011
2892 Postelectoral Autonómicas/Municipales. CV Mayo 2011
2905 Barómetro de Opinión Junio 2011
2909 Barómetro de Opinión Julio 2011
2911 Barómetro de Opinión Septiembre 2011
2914 Barómetro de Opinión Octubre 2011
2917 Barómetro de Opinión Noviembre 2011
2923 Barómetro de Opinión Diciembre 2011
2927 Barómetro de Opinión Enero 2012

You might also like