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Desarrollo local

Hoy damos la vuelta a la página del calendario. Es el último viernes de septiembre. Durante los festejos
de Independencia pudimos reflexionar sobre nuestra identidad y reconocer nuestro alto potencial como
nación. Sin embargo, también pudimos redimensionar los desafíos que enfrentamos. Pese a nuestra
gran riqueza natural y cultural, tenemos aún por delante una ruta prolongada para consolidar la
democracia y lograr un esquema de desarrollo justo y equitativo, cuyos beneficios alcancen a todos
los guatemaltecos, indistintamente de su origen y de la región donde habitan. Todos dejamos tirado el
ombligo en el mismo sitio, por lo que debiera ser más sencillo sumar nuestras fuerzas y ponernos de
acuerdo en temas sustantivos, que nos atañen a todos los ciudadanos. Ello nos permitiría forjar un
progreso sostenido, que siente las bases para crecer como una sociedad integrada, solidaria y
responsable. Además, el esfuerzo garantizaría una mejor calidad de vida para las generaciones
venideras.

Hace unas semanas fui invitado a la celebración de los veinte años de vida de los Grupos Gestores.
Pensando en nuestras fiestas patrias, llegué a la conclusión que esta agrupación ilustra perfectamente
el tipo de iniciativas que debemos emprender y respaldar. Se trata de un amplio esfuerzo ciudadano,
que aglutina a empresarios locales, líderes, académicos y miembros de comunidades de más de cien
municipios del país, que han brindado su trabajo voluntario para cambiar tendencias históricas
negativas de centralismo, pobreza, débil participación ciudadana y desconfianza. Ellos partieron de la
premisa de que es difícil hacer asociatividad cuando las instituciones son débiles, por lo que han
fortalecido el esfuerzo conjunto de los grupos gestores con el Gobierno, el sector privado y las
organizaciones locales. Han trabajado con ahínco durante las últimas dos décadas para construir
capital social, tejer alianzas y generar empleo en la provincia. Las tareas que se han autoimpuesto los
voluntarios de los grupos gestores coadyuvan a la descentralización, a fomentar ciudadanía
responsable y a reducir la pobreza mediante el desarrollo económico local. La iniciativa ha promovido
el empleo y el autoempleo, habiendo sembrado en las personas y en las comunidades la visión de que
su progreso depende, en primera instancia, de ellas mismas. Nadie debe ser espectador cuando lo
que está en juego es su propio destino. El amor a Guatemala y a su terruño inspiró a este grupo de
buenos guatemaltecos, encabezados por Roberto Gutiérrez, a construir un modelo de desarrollo que
cuenta con un sistema estratégico de implementación. El esfuerzo se ha convertido en un amplio
movimiento social, construido desde la base, cuyos beneficios han alcanzado a miles de
guatemaltecos.

Durante el festejo del vigésimo aniversario de los grupos gestores se presentaron varios ejemplos del
trabajo que han realizado. Uno de ellos fue la reconversión productiva de pequeños agricultores, que
poseían apenas una manzana de terreno. Ellos lograron organizarse en la localidad, para cambiar su
tradicional cultivo de maíz al cultivo de rosa de Jamaica, mejorando ostensiblemente su situación
socioeconómica. Aunque falta mucho por hacer, es evidente que es posible hacer cambios. Somos
más de diez y seis millones de guatemaltecos, que vivimos en una extensión de poco más de quince
millones de manzanas. La experiencia acumulada de los Grupos Gestores y el ejemplo de estos
pequeños productores de rosa de Jamaica evidencian que es más fácil obtener resultados cuando
canalizamos nuestros esfuerzos en estrategias de crecimiento económico local, centradas en el bien
común, el buen aprovechamiento de los recursos al alcance de los pobladores, la sumatoria de
nuestras capacidades y la confianza en la buena fe de las personas. El corolario de la historia es que
Guatemala cambiará persona por persona, núcleo familiar por núcleo familiar y de manzana en
manzana de terreno.

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