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POLÍTICA Y SOCIEDAD
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A Ä F L A 2 S0 SEDE QUITO
% M B iS liO T E C A
Ediciones Península ®
B A R C E L O N A , 1977
Título de la edición original
de donde procede la presente selección:
Quaderni del carcere
Traducción de
J. Solé-Tur a
Cubierta de
Enric Satué
Primera edición:
noviembre de 1911
I WEG
I
i CÜT,
DiBLÍOTECA - FU A CSO
FLA C S O - Biblioteca
históricas se repiten en la misma form a). Las debi
lidades teóricas de esta form a moderna del viejo m e
canicismo son enmascaradas por la teoría general de
la revolución permanente, que no es otra cosa que
una previsión genérica presentada como dogma y
que se destruye por sí misma por el hecho de que
no se manifiesta en la realidad efectiva.
E l Estado
EB 510 . 7 193
de la Sociedad por el Progreso de las Ciencias, ce
lebrada en Bolzano en septiembre de 1930, y publica
da en «N u ovi S tu di» en septiembre-octubre de 1930.
Mientras exista el Estado-clase no puede existir la
sociedad regulada, como no sea m etafóricam ente, es
decir, en el sentido de que también el Estado-clase
es una sociedad regulada. Los utopistas, en la me
dida en que expresaban una crítica de la sociedad
existente en su época, comprendían muy bien que
el Estado-clase no podía ser la sociedad regulada,
hasta el punto de que en los tipos de sociedad pre
sentados por las distintas utopías se introduce la
igualdad económica como base necesaria de la re
form a proyectada: ahora bien, en esto los utopistas
no eran utopistas sino científicos concretos de la
política y críticos coherentes. E l carácter utópico de
algunos de ellos venía dado por el hecho de que
creían posible introducir la igualdad económica con
leyes arbitrarias, con un acto de voluntad, etc. Pero
el concepto es exacto, el concepto, que se encuen
tra también en otros escritores políticos (incluso
de derecha, es decir, entre los críticos de la demo
cracia, en la medida en que ésta utiliza el m odelo
suizo o el danés para dem ostrar que el sistema es
racional en todos los países), de que no puede exis
tir igualdad política completa y perfecta sin la igual
dad económica: en los autores del siglo x v n se en
cuentra este concepto (p o r ejem plo, en Ludovico
Zucolo y en su libro I I Belluzzi, y creo que también
en M aquiavelo). Maurras considera que en Suiza es
posible esta form a de democracia precisamente por
la m ediocridad de las fortunas económicas en di
cho país, etc.
La confusión entre el Estado-clase y la sociedad re
gulada es propia de las clases medias y de los pe
queños intelectuales, que acogerían con gusto cual
quier regulación que impidiese las luchas agudas y
las catástrofes: es una concepción típicamente reac
cionaria y regresiva.
Creo que lo más sensato y concreto que se puede
decir a propósito del Estado ético y de cultura es
que todo Estado es ético en la medida en que una
de sus más importantes funciones es la de elevar
la gran masa de la población a un determinado nivel
cultural y moral, nivel (o tipo) que corresponde a la
necesidad de desarrollo de las fuerzas productivas
y, por consiguiente, a los intereses de las clases do
minantes. La escuela, como función educativa posi
tiva, y los tribunales, com o función educativa repre
siva y negativa, son las actividades estatales más
importantes en este sentido; pero, en realidad, tien
den al mismo fin muchas otras iniciativas y activi
dades pretendidamente privadas, que forman el apa
rato de la hegemonía política y cultural de las
clases dominantes. La concepción de Hegel es pro
pia de un período en el que podía parecer ilim itado
el desarrollo extensivo de la burguesía y en que, por
tanto, se podía afirm ar la ética o la universalidad de
ésta: todo el género humano será burgués. Pero, en
realidad, sólo el grupo social que se plantea como ob
jetivo a conseguir la desaparición del Estado y de
sí m ismo puede crear un Estado ético, un Estado
que tienda a poner fin a las divisiones internas de
dominados, etc., y a crear un organismo social uni
tario técnico-moral.