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Marcelo Ridenti
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ción respecto de los conceptos más formales tores, el romanticismo no habría sido sólo
de ‘visión de mundo’ o de ‘ideología’”, que se una corriente artística nacida en Europa en la
refieren a creencias sostenidas de manera for- época de la Revolución Francesa y que no fue
mal y sistemática, mientras que una estructura más allá del siglo xix. Mucho más que eso, se
de sentimiento daría cuenta de significados trataría de una visión del mundo amplia, “una
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y de valores tal como son sentidos y vividos respuesta a esa transformación más lenta y
activamente. La estructura de sentimiento no profunda −de orden económico y social− que
se contrapone al pensamiento, pero busca dar es el surgimiento del capitalismo”, que se de-
cuenta “del pensamiento tal como es sentido sarrolla en todo el mundo hasta nuestros días
y del sentimiento tal como es pensado; la con- (Löwy y Sayre, 1995: 33-36).
ciencia práctica de un tipo presente, en una La crítica a partir de una visión romántica
continuidad viva e interrelacionada”, razón del mundo incidiría sobre la modernidad como
por la cual se trata de una hipótesis cultural de una totalidad compleja, que comprende las re-
especial relevancia para el arte y la literatura laciones de producción (centradas bajo el capi-
(Williams, 1979: 134-135). talismo en el valor de cambio y en el dinero),
El concepto de estructura de sentimiento los medios de producción y el Estado. Se trata
intenta aprehender una experiencia viva y eso de una “autocrítica de la modernidad”, una
mismo hace que dicha estructura no siempre reacción formulada desde su propio interior, no
sea perceptible para los artistas en el momento desde el exterior, “caracterizada por la convic-
en que la constituyen. Se vuelve clara, no obs- ción dolorosa y melancólica de que el presente
tante, con el paso del tiempo, que la conso- carece de ciertos valores humanos esenciales
lida, y también la sobrepasa, la transforma y que han sido alienados” en el pasado y que se-
la supera. En las palabras de Williams (1987: ría necesario recuperar (ibid.: 38-40).
18-19): “cuando esa estructura de sentimiento La hipótesis que he desarrollado en otros tex-
haya sido absorbida, son las conexiones, las tos (Ridenti, 2000, 2008 y 2009 –en prensa–) es
correspondencias y hasta las semejanzas de la de que el florecimiento cultural y político de
época las que más saltan a la vista. Lo que en- la década de 1960 y comienzos de la de 1970
tonces era una estructura vivida, ahora es una en la sociedad brasileña pude ser caracterizado
estructura registrada, que puede ser exami- como romántico-revolucionario. Se valoraba
nada, identificada e incluso generalizada”. por encima de todo la voluntad de transforma-
En ese sentido, hoy es posible identificar ción, la acción para cambiar la Historia y para
una estructura de sentimiento que atravesó construir el hombre nuevo, como proponía el
buena parte de las obras de arte desde fines Che Guevara recuperando al joven Marx. Pero
de la década de 1950 en el Brasil. Se la po- el modelo de ese hombre nuevo se hallaba, pa-
dría llamar de diferentes modos, todos ellos radójicamente, en el pasado, en la idealización
necesariamente limitadores, pues una deno- de un auténtico hombre del pueblo, de raíces
minación sintética difícilmente sería capaz de rurales, del interior, del “corazón del Brasil”,
dar cuenta de la complejidad y la diversidad supuestamente no contaminado por la moder-
del fenómeno. Puede proponerse, sin excluir nización urbana capitalista.
simultánea por recuperar sus raíces y romper contaba con el apoyo de varios artistas e inte-
con el subdesarrollo, lo que no deja de ser un lectuales. Se difundía en la época el dualismo
desenvolvimiento a la izquierda de la llamada que señalaba la superposición de un Brasil
era Vargas, caracterizada por el desarrollo na- moderno sobre otro atrasado. La “razón dua-
cional basado en la intervención de Estado que lista” −para usar los términos de Francisco de
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se inicia con la Revolución de 1930. Oliveira (1972)− era difundida por los teóricos
Puede resultar polémica la caracterización de del Instituto Superior de Estudios Brasileños
la cultura y la política de parte significativa de (iseb), por la Comisión Económica para Amé-
las izquierdas en los años sesenta como román- rica Latina (cepal), organismo de las Naciones
tico-revolucionaria, dado que el romanticismo Unidas, y por el Partido Comunista Brasileño
suele ser asociado con la reacción, y no con la (pcb), cuya teoría de las dos etapas de la re-
revolución (Romano, 1981). Sin embargo, el volución era incorporada de manera difusa y
concepto no deja de ser interesante justamente diversa por los artistas que compartían aque-
por su ambigüedad, que posiblemente tenga lla estructura de sentimiento. Según la versión
su paralelo en la del objeto en estudio. En el del dualismo sostenida por el pcb, había en el
contexto social, económico, político y cultural campo resquicios feudales o semifeudales, que
brasileño de fines de la década de 1950, recu- habrían de ser superados por una revolución
perar el pasado a contramano de la modernidad burguesa, nacional y democrática que uniría a
era algo indisociable de las utopías de cons- todas las fuerzas interesadas por el progreso
trucción del futuro, que atisbaban el horizonte de la nación y por la ruptura con el subdesarro-
del socialismo. Por ello es necesario relativi- llo (la burguesía, el proletariado, sectores de
zar algunos análisis, como el de Sérgio Paulo las capas medias y también los campesinos),
Rouanet (1988: D-3), para quien el pueblo de contra las fuerzas interesadas en mantener el
las izquierdas “de los años sesenta mostraba subdesarrollo brasileño, a saber, el imperia-
muchas veces una semejanza incómoda con el lismo y sus aliados internos, los latifundistas
volk del romanticismo alemán [...]: la nación y sectores de las capas medias vinculados con
como individualidad única, representada por el los intereses multinacionales. La revolución
pueblo, como singularidad irreducible”. socialista llegaría en una segunda etapa –muy
Ahora bien, la semejanza no sería causa de próxima o muy lejana, dependiendo de la co-
incomodidad, pues no se trataba de la misma rriente partidaria− (cf. Prado Jr., 1966).
cosa, no obstante ambos fuesen parecidos en En ese sentido, la brasileñidad revoluciona-
algunos aspectos al rescatar las ideas de pueblo ria no nació de la lucha contra la dictadura, sino
y de nación para situarse a contramano del ca- que ya venía de antes, pues se había forjado en
pitalismo. En aquel contexto brasileño, la valo- el período democrático entre 1946 y 1964, en
ración del pueblo no significaba crear utopías especial en el gobierno de Goulart, a comien-
anticapitalistas “pasadistas”, sino progresistas; zos de los años sesenta, cuando diversos artis-
implicaba la paradoja de buscar en el pasado tas e intelectuales creían estar en la cresta de la
(las raíces populares nacionales) las bases para ola de la revolución en marcha. La ruptura de
construir el futuro de una revolución nacional expectativas que produjo el golpe de 1964 −sin
lectivo, aunque difuso, de un Brasil posible, jóvenes cineastas, entre ellos Carlos Diegues,
incluso antes de que se produjera la radica- Leon Hirzman y Joaquim Pedro de Andrade−.
lización de izquierda de los años sesenta. Después del golpe de 1964, es posible en-
Juscelino [Kubitschek], que de izquierda contrar esa estructura de sentimiento en las
no tenía nada, llamó a Oscar Niemeyer, que
canciones de Edu Lobo, Geraldo Vandré y
casualmente era comunista, y lo continúa
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En la época en que escribió el libro, Callado estaba
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Esas palabras traen el eco de la interpretación hoy clá- orgánicamente vinculado a la guerrilla que encabezaba-
sica de Roberto Schwarz, elaborada al calor de los acon- Leonel Brizola, de acuerdo con lo que admite de manera
tecimientos y publicada en París a poco de exiliarse. expresa en una larga entrevista que me concedió sobre el
Según él, en el período previo a 1964 el país estaba tema y fue publicada casi completa en “A guerrilha de
“irreconociblemente inteligente” (Schwarz, 1970). Antonio Callado” (en Kushnir, 2002: 23-53).
autores ante el sufrimiento del prójimo, la de- –como en la obra pionera de Guarnieri, Eles
nuncia de las condiciones de vida infrahuma- não usam black-tie, montada por el Teatro de
nas en las grandes ciudades y, sobre todo, en Arena en 1958–, pero con menor intensidad
el campo. En especial, se pone el foco sobre que los trabajadores rurales. Era la categoría
los inmigrantes del Nordeste. La cuestión del de pueblo la que, por encima de las clases,
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de 1960 –el cineasta Carlos Diegues y el com- las décadas de 1930 y 1940, por ejemplo, en
positor Chico Buarque– sean hijos de dos la pintura de Portinari y en las novelas regio-
pensadores de la brasileñidad: Manoel Die- nalistas−, desembocará en las manifestacio-
gues Jr. y Sérgio Buarque de Holanda. Tam- nes de los años sesenta, herederas de la bra-
poco es casual que Chico Buarque haya com- sileñidad, ahora indisolublemente asociada a
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puesto la letra de la canción Bye, bye, Brasil la idea de revolución social, ya sea nacional y
para el filme homónimo de Carlos Diegues, democrática o socialista, pero contando con
de 1979, en el que se constata el vaciamiento el pueblo como agente y no como mero por-
de la estructura de sentimiento en la que fue- tador de un proyecto político. En las palabras
ron criados y que ayudaron a forjar, y que aún de Ferreira Gullar (1967: 256), refiriéndose
continúa sobrevolando como un fantasma so- a la novela Quarup, “la realización personal
bre sus obras.5 desemboca en lo colectivo. No se trata de bo-
El modernismo en las artes brasileñas se rrarse en las masas, sino de entender que su
desarrolló a lo largo del siglo pasado y es destino está ligado a ellas”. En los términos
indisociable del proceso de instauración y de Glauber Rocha, el “miserabilismo” en la
consolidación de la racionalidad capitalista literatura y en las artes en general en el Brasil
moderna en el Brasil, un proceso que algunos hasta los años sesenta era “escrito como de-
autores, como Florestan Fernandes (1976), nuncia social, hoy pasó a ser discutido como
definieron como “revolución burguesa”. Las problema político” (en Pierre, 1996: 127).
olas modernistas que comienzan en 1922 Ahora bien, la brasileñidad revolucionaria
pueden ser caracterizadas, de manera contra- consolidada en los años sesenta como una
dictoria y simultánea, como románticas y mo- estructura de sentimiento no puede ser diso-
dernas, como “pasadistas” y futuristas. Tomar ciada del escenario externo. La propia afir-
las supuestas tradiciones de la nación y del mación de la nacionalidad hecha en ese en-
pueblo brasileño (que han sido construidas de tonces conlleva un significativo componente
modo selectivo por autores o por movimientos internacional. En el contexto de la Guerra
particulares) como base de sustentación de la Fría, hubo iniciativas por parte de los paí-
modernidad fue una característica de los más ses “no alineados” para organizar de manera
diversos movimientos estéticos a partir de la autónoma lo que en ese entonces pasó a ser
Semana de Arte Moderno de 1922: “Verde- conocido como el Tercer Mundo, no perte-
amarelismo” y Escola da Anta (1926 y 1929, neciente ni al Primer Mundo alineado a los
políticamente afines al integralismo de Plínio Estados Unidos ni al Segundo Mundo dentro
Salgado, de orientación fascista), sus adversa- de la órbita soviética. A nivel mundial, se vi-
rios Pau-Brasil y Antropofagia (1926 y 1928, vía el clima del “tercermundismo”, de la li-
beración nacional contra el colonialismo y el
imperialismo, de la solidaridad internacional
4
Entrevista de Zuleika Bueno. con los pueblos subdesarrollados que se libe-
5
Intenté desarrollar esta idea, en lo concerniente a Chico
Buarque, en el libro Chico Buarque y Caetano Veloso: raban en Cuba, en Vietnam, en Argelia y en
volver a los sesenta (Ridenti, 2008: 35-84). otros países.
respectivas revoluciones. Es decir, el lema de ternacional de los años sesenta: la fusión entre
la Revolución Cubana era válido para cual- vida pública y vida privada, el deseo de vivir
quier otro país cuyos sentimientos nacionales el momento, la liberación sexual, el disfrute
se vieran amenazados por el colonialismo o de la vida bohemia, el anhelo de renovación,
por el imperialismo. Había un “aura de des- la apuesta por la acción en detrimento de la
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Para tomar un ejemplo significativo, el mú- volucionaria, unos de modo más explícito y
sico de la Bossa Nova Roberto Menescal militante, como los pioneros Carlos Lyra y
cuenta un caso pintoresco que merece ser re- Sérgio Ricardo y luego Nara Leão. Otros de
producido: modo más distanciado, como Vinícius de Mo-
raes, autor de poemas comprometidos antes
Un día, en esa época fui a grabar a Campo
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La letra explicita el rechazo de los autores al dança um samba/ se preciso vai à luta/ ca-
compromiso político, así como critica a una poeira/ quem tem de noite a companheira/
élite de izquierda que habla del “pueblo” y del sabe que paz é passageira/ pra defendê-la
“morro”, mientras que en su vida cotidiana no se levanta e grita: eu vou/ Mão, violão,
canção, espada/ e viola enluarada/ pelo
tiene relación alguna con eso.7 El asunto de
campo e cidade/ porta-bandeira, capoeira/
los autores era hacer un samba feliz, “hecho
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surgió un segmento ávido de productos cul- entre ellos, que a veces incluso eran rivales, ni
turales de protesta contra la dictadura: libros, que sus obras no fueran diferenciables, aun
canciones, obras de teatro, revistas, diarios, cuando de algún modo expresasen esa estruc-
filmes, etcétera. De modo que la estructura de tura de sentimiento. En ese sentido, tal vez
sentimiento de la brasileñidad revolucionaria, valga la pena incorporar las enseñanzas de
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antimercantil y que cuestionaba la reificación, Pierre Bourdieu (1996, 2201), con la condi-
hallaba de manera contradictoria gran acep- ción de que la brasileñidad revolucionaria no
tación en el mercado, como lo confirma por sea reducida a una especie de enfermedad in-
ejemplo el éxito de la Revista Civilização Bra- fantil de los campos artístico e intelectual aún
sileira, publicación de izquierda en formato en proceso de formación.8 Ellas pueden servir
de libro que tuvo tiradas de más de veinte mil como instrumento para refinar el análisis de
ejemplares entre 1965 y 1968. En una escala las especificidades de los diferentes campos
mucho más amplia, estaba el enorme éxito de artísticos, incluidos los artistas que compar-
las canciones comprometidas, por ejemplo, tían cierta estructura de sentimiento. Un ejem-
en los festivales musicales de la televisión (cf. plo: vistos hoy, es claro que pertenecen a una
Napolitano, 2001). Eran signos de cambios en misma estructura de sentimiento filmes como
la organización social brasileña bajo la dic- O grande momento, dirigido por Roberto
tadura que habrían de modificar la estructura Santos en 1957, Assalto ao trem pagador, de
de sentimiento construida antes de 1964, así Roberto Faria en 1962, O pagador de pro-
como anunciar su declinación y superación. messas, de Anselmo Duarte basado en la pieza
Para retomar el ejemplo de los hermanos homónima de Dias Gomes y premiado en
Valle, ellos decían en la canción citada de Cannes en 1963, y también otros, como A
1965 que “el buen samba es el que el pueblo hora e a vez de Augusto Matraga, dirigido en
va a cantar”. Se observa así su predisposición 1965 por Roberto Santos, basado en el cuento
a estar en sintonía con las señales del mer- de Guimarães Rosa.
cado, sensibles a lo que el pueblo quiera oír y Todos ellos valorizan la brasileñidad arrai-
cantar. Ahora bien, en el auge de los festivales gada en el hombre simple del pueblo (habi-
televisivos de música popular brasileña (mpb), tante del campo o de la periferia de las gran-
de 1965 a 1968, que tenían un rating impre- des ciudades), denuncian las desigualdades
sionante, el “pueblo” cantaba las canciones sociales, buscan desvendar “la realidad del
comprometidas, que vendían mucho. Por ello Brasil”,9 entre otras características que los ha-
no resulta tan sorprendente, como podría apa-
recer a primera vista, que Marcos Valle haya
grabado el disco políticamente comprometido, Recurrir a la obra de Bourdieu puede ser útil, pero no
8
szman, Ruy Guerra, Zelito Viana, Walter buyó a difundir la simpatía por la Revolución
Lima Jr., Gustavo Dahl, Luiz Carlos Barreto, Cubana, que incendiaba el imaginario de los
David Neves, Paulo César Saraceni, Eduardo integrantes de Oficina, como cuenta Renato
Coutinho y Arnaldo Jabor. Sin embargo, Borghi en su obra autobiográfica exhibida en
aquellos filmes no eran reconocidos por el São Paulo en 2004, Borghi em revista−. En el
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grupo del Cinema Novo, que los acusaba libro Oficina: do teatro ao te-ato, Armando
de seguir la estética hollywoodense, de ser Sérgio da Silva (1981: 132) observa que en
los herederos del proyecto cinematográfico 1964 la puesta en escena de la obra del revo-
industrial de la productora Vera Cruz de los lucionario ruso Máximo Gorki, “Los peque-
años cincuenta, del apego a una narrativa clá- ños burgueses, y el golpe de Estado en el Bra-
sica, en suma, de ser representantes del viejo sil fueron un marco decisivo en la historia del
cine que se quería combatir (cf. Bernardet y Teatro Oficina. A partir de entonces la balanza
Galvão, 1983: 156). Y los cineastas radicados que oscilaba entre el plano existencial y el so-
en São Paulo –como João Batista de Andrade, cial comenzó a inclinarse hacia este último”.
Renato Tapajós, Francisco Ramalho, Maurice Pero fue en 1967, con la representación de la
Capovilla y Luiz Sérgio Person–, aun cuando obra de Oswald de Andrade, O rei da vela,
estuvieran plenamente identificados con las que el Teatro Oficina pasó a distinguirse con
propuestas de los autores del Cinema Novo, claridad de la tradición del Teatro de Arena y
tampoco eran reconocidos por éstos. a provocar un impacto artístico y político na-
No es posible dar cuenta de las divergen- cional en el campo teatral, con una propuesta
cias sólo por medio de la noción de estructura de “revolución ideológica y formal” que lo
de sentimiento, ya que en esencia ésta era la aproximaba al naciente tropicalismo, lo que
misma para todos los cineastas, sin desconsi- remite a un último ejemplo.
derar por cierto las distinciones y las peculia- El tropicalismo musical también parece ser
ridades de cada obra y de cada autor. Pero tal un elemento constituyente −tal vez el último−
vez las divergencias puedan entenderse mejor de la brasileñidad revolucionaria, al mismo
si se profundiza en la lógica de la constitu- tiempo en que anuncia su agotamiento y su
ción del campo del cine brasileño, en el que el superación, quizás anunciando una nueva es-
grupo del Cinema Novo buscaba ganar poder tructura de sentimiento.10 Pero tenía sus pecu-
y prestigio desbancando a otros grupos y evi- liaridades, tales como, por un lado, el acento
tando a los rivales. en la sintonía internacional y, por el otro, la
Otro ejemplo: el grupo del Teatro Oficina valorización y la recuperación de tradiciones
tuvo, desde comienzos de los años sesenta, una populares del “Brasil profundo” que la enton-
sólida vinculación con el Teatro de Arena, en ces dominante canción comprometida −acu-
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Este material es para uso de la Universidad Nacional de Quilmes, sus fines son exclusivamente didácticos.
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