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CUADERNOS PARA LA HISTORIA DEL COLEGIO MAYOR


DE NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO
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REFORMAS
BORBÓNICAS
MUTIS CATEDRÁTICO,
DISCÍPULOS
Y CORRIENTES ILUSTRADAS
1750 1816
-
IIVll|VIVffN

ALVARO PABLO ORTIZ RODRÍGUEZ

is ü » e A ^ ¿ i® a A ^ I S P ia e is e i
UNIVERSIDAD DEL ROSARIO
C *x l« M u j t <k S e i « « M lUsari* - 1653

A l v a r o p a b l o o r t iz r o d r í g u e z

Egresado de la Facultad de Filosofía, Letras e Historia


del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, cate­
drático desde 1979, cuenta con un posgrado en Docen­
cia Universitaria. Ha sido docente en las universidades
Jorge Tadeo Lozano, Externado de Colombia, Escuela
Militar de Cadetes, Escuela de Armas y Servicios, Es­
cuela Superior de Guerra, Universidad Pedagógica Na­
cional, y jefe de redacción de la oficina de prensa y
protocolo del Ministerio de Defensa. Ha publicado nu­
merosos ensayos de tipo histórico y literario en distintas
revistas y periódicos tanto nacionales como internacio­
nales. Autor de dos libros. Actualmente se desempeña
como docente e investigador de su Alma Máter. Desde
el 2001 participa activamente en la línea de investigación
sobre la historia del Colegio Mayor de Nuestra Señora
del Rosario, en la cual ha venido desarrollando algunas
actividades estrechamente relacionadas con los proce­
sos de enseñanza que el Colegio Mayor del Rosario ha
experimentado con periodizaciones y protagonistas
concretos, a través de su larga, apasionante y compleja
historia.
ORTIZ RODRÍGUEZ, Alvaro Pablo
Reformas borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y
corrientes ilustradas, 1750-1816 / Alvaro Pablo Ortiz Rodríguez.
—Bogotá: Centro Editorial Universidad del Rosario, 2003.
211 p. — (Línea Institucional de Investigación Historia del
Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario)

ILUSTRACIÓN - ESPAÑA / MUTIS, JOSÉ CELESTINO, 1732-


1808 - CRÍTICA E INTERPRETACIÓN / WOLFFIO, CHRISTIAN,
1679-1754 - CRÍTICA E INTERPRETACIÓN / ILUSTRACIÓN /
COLEGIO MAYOR DE NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO - HIS­
TORIA / ISLA, MIGUEL DE, 1740P-1807 - CRÍTICA E INTERPRE­
TACIÓN / MEDICINA - HISTORIA - COLOMBIA

I.Título. II. ORTIZ RODRÍGUEZ, Alvaro Pablo. III. Centro de


Investigaciones, Estudios y Consultorías. CIEC. IV. Serie

986.102 0775r 2a.ed. DC 20


Reformas borbónicas:
Mutis catedrático, discípulos
y corrientes ilustradas
1750-1816

Alvaro Pablo Ortiz Rodríguez


(Investigador Júnior)
Centro de Investigaciones, Estudios y Consultorías —CIEC—
Línea Institucional de Investigación Historia del Colegio Mayor
de Nuestra Señora del Rosario

© Centro Editorial Universidad del Rosario


© Universidad Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario
© Alvaro Pablo Ortiz Rodríguez'1

ISBN-958-9203-90-6

Primera edición: Bogotá, D.C., junio de 2003


Diseño de cubierta: eugenia.
Impresión: Ouebecor World Bogotá S.A.
Centro Editorial Universidad del Rosario
Calle 13 No. 5-83 Tels.: 336 6582/83, 243 2380
Correo electrónico:cedir@claustro.urosario.edu.co

Todos los derechos reservados. Esta obra no puede ser reproducida


sin el permiso previo escrito del
Centro Editorial Universidad del Rosario

Impreso y hecho en Colombia


Printed in Colombia
CONTENI DO

A g r a d e c im ie n t o s .................................................................................................... X I

In t r o d u c c ió n ...............................................................................................................1

I. Acerca del concepto de Ilustración................................................5


* 2. La Ilustración en E sp aña.................................................................. 5
>
>3. Figuras de la Ilustración E spañola.................................................7
. 4. Propuestas modernizantes................................................................9
5. La importancia de la mineralogía.................................................12
6. La llegada a un reino “oscuro y colonial” .................................13
7. Hipótesis en torno a la llegada de M utis....................................15
8. De lecciones particulares a lecciones públicas..........................16
9. Los ciclos académicos de M utis...................................................21
10. Influencias intelectuales..................................................................22
II. Tradición frente a m odernidad..................................................24
12. El tema de los discípulos..............................................................26
13. El caso W olffio............................................................................... 28
14. En Cácota de Suratá..................................................................... 30
15. De nuevo en la docencia..............................................................33
16. Copemicano irreductible..............................................................34
17. La confrontación Iglesia-ciencia.................................................36
18. Oscilando entre dos agu as...........................................................38
19. Conflicto de intereses.................................................................... 42
20. Prosigue el tema de los discípulos.............................................45
21. La insistencia en nuevas fuentes de riqueza............................. 48
22. Mutis frente a la rebelión comunera......................................... 49
23. El Colegio Mayor del Rosario y el tema com unero...........51
24. La Expedición Botánica o el reconocimiento
en lo propio.......................... .........................................................52
25. A la reconquista de las matem áticas......................................... 63
26. La parábola académica de V ergara.......................................... 63
27. La polémica Vallecilla-Santiago Gregorio de B urgos.........73
«- 28. La actitud progresista del rector Caycedo y Flórez.............75
* 29. La tertulia como prolongación académica encubierta........78
' 30. Convocando mentes abiertas..................................................... 79
31. La reacción antiescolástica de Yásquez G allo........................88
32. Un documento revelador.............................................................90
33. Mutis y Miguel de Isla, pilares de la modernización
de la medicina en Colombia..................................................... 94
34. Evolución histórica y contextualización...................................95
35. El binomio Mutis-Isla................................................................... 97
* 36. El perfil médico-ilustrado de Miguel de Isla .........................98
- 37. Las propuestas educativas de Camilo Torres.....................103
, 38. El Colegio Mayor del Rosario en el contexto de 1810 ... 106
* 39. El Colegio Mayor del Rosario en el contexto de 1816 ... 118
. 40. Conclusiones................................................................................. 122

Anexo 1. lis ta de los textos donados por Francisco


Antonio Moreno y Escandón al Colegio Mayor
del Rosario.....................................................................................................134

A nexo 2. Lista de catedráticos y colegiales durante


la vigencia del Plan de Estudios de Moreno y Escandón
(1774-1779).................................................................................................... 136

VIII
A nexo 3. Inicio de los cursos teológicos, jurídicos y filosóficos
luego de la reprobación del plan de estudios
de Moreno y Escandón.............................................................................151

A nexo 4. Cursos de teología, jurisprudencia y filosofía


y conclusiones públicas correspondientes a los años
1 7 8 8 -1 7 9 1 .................................................................................................... 15 7

A nexo 5. A cta de Consiliatura, 17 99, A b ril 20 Santafé.


Sobre algunos cambios que se intentan realizar en los actos
públicos de conclusiones en los Colegios. Siendo Rector
Fernando Caycedo y Flórez. Aparte del Rector aparecen
como firmantes: Manuel Santiago Vallecilla (Vicerrector);
Santiago Pérez Valencia (Consiliario 2o) Agustín Baraona
(Consiliario 3o) Santiago Gregorio de Burgos,
Tomás Tenorio, José Camilo de Torres y Juan Francisco
Vásquez G allo.............................................................................................. 172

A n e xo 6. Una lectura de las notas manuscritas dejadas por los


estudiantes Rosaristas en las márgenes y en cualquier espacio
de los libros de enseñanza que servían de texto obligatorio
en el Colegio, permite por una vía poco explorada y
aprovechada, percibir las posiciones que a favor y en contra
se tomaban frente al discurso filosófico e institucional imperante.
En efecto, esta tendencia de escribir un texto, generalmente
anónimo, sobre el texto oficial, hace el equivalente de una
reafirmación o desvirtuación del mismo. Estudiosos de la
educación hablan a este propósito de un “Currículo oculto”
o de un “combate discursivo” ................................................................. 174

IX
A nexo 7. El doctor Vicente de la Rocha, Rector del Colegio
Mayor del Rosario, informa acerca del régimen actual de
estudios en su Colegio............................................................................... 1 7 6

A n e x o 8. El siguiente fragmento ha sido extraído del Plan


Razonado de un cuerpo de ingenieros mineralógicos
en el Nuevo Reino de Granada, elaborado por Caldas................. 181

A nexo 9. Asignación de las fincas para la renta de las cátedras .... 182

A nexo 10. Lista de los patriotas fusilados por las huestes


realistas de 1810 a 1816.............................................................................190

B ib l io g r a f ía ........................................................................................................... 1 9 8

x
A g r a d e c i m ie n t o s

Quiero expresar mis más efusivos agradecimientos al director


del Centro de Investigaciones, Estudios y Consultarías (CIEC) de la
Universidad del Rosario, doctor Ovidio Oundjian Besnard, por sus
orientaciones y recomendaciones que han sido fuente continua de cre­
cimiento y motivación.
A la directora del Archivo Histórico del Colegio Mayor de Nues­
tra Señora del Rosario, doctora María Clara Guillén de Iriarte, por su
apoyo profesional y sus valiosos servicios en todo lo relacionado con
las pesquisas, la localización y el uso de la rica documentación que re­
posa técnica e internacionalmente clasificada en dicho archivo.
Al grupo de investigadores de la línea institucional “Historia del
Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario”, por sus críticas y aportes
que beneficiaron enormemente el proceso que derivó en el libro que
hoy ve la luz pública.
Al doctor Juan Felipe Córdoba Restrepo, director del Centro
Editorial de la Universidad del Rosario, por su esmero y decidida co­
laboración traducidos en la pulcritud editorial de la presente obra.
Finalmente, un reconocimiento entrañable a mi esposa y a mis
hijos por su paciencia y apoyo silencioso demostrados a lo largo de la
investigación.

XI
I n t r o d u c c ió n

Estas páginas pretenden, mediante una visión de conjunto y en


un proceso de larga duración que va desde 1750 hasta 1816, indagar de
manera crítica y contextualizada, por el papel desempeñado por Mutis
en el cambio de mentalidad de un sector de la elite criolla, adscrita la
mayoría de ella al Colegio Mayor del Rosario.
En este seguimiento de la labor docente de José Celestino Mutis
hemos evitado, hasta donde ello es posible en el terreno de las ciencias
sociales —y en concordancia con los parámetros fijados por la línea
institucional “Historia del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosa­
rio”— la tentación por biografiar tanto al científico español, como a
sus principales discípulos.
Sin embargo, para detectar la influencia que Mutis tuvo en los
claustros rosaristas, se asumió el criterio de ir avanzando de lo general
a lo particular, con el propósito de establecer un proceso causa-efecto-
variables. En ese proceso quisimos evitar también, en lo posible, la
reiteración de los lugares comunes y la pretensión —por demás pedan­
te e insincera— de querer “registrar todos los hechos”, privilegiando y
posicionando lo significativo y coyuntural, en un esfuerzo por estable­
cer relaciones entre los diferentes actores, elementos y circunstancias
que conforman los interrogantes, las respuestas y los límites del proble­
ma investigado.
Estas relaciones han sido establecidas, en síntesis apretada, a tra­
vés de un juicioso cotejamiento de fuentes primarias y secundarias.
Cotejamiento que no debe confundirse con la acumulación “exhausti­
va” de datos y con la obsesión positivista elevada a dogma, frente a la
manera de interrogar un archivo. Si hicimos una lectura, o mejor una
relectura de los documentos primarios o secundarios, no fue exacta­
mente para darles un tratamiento seriado, estadístico y cuantitativo, sino
para procesarlos en el marco de lo cualitativo y significativo. Por lo
'Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

mismo, asumimos desde el principio que una primera reflexión sobre


la periodización a realizar debía girar alrededor de una comprensión
global de lo que representó el fenómeno de la Ilustración, para encami­
narnos posteriormente a analizar las características y las variables que
dicho discurso revistió en la España que bajo Carlos III (1759-1788) y
Carlos IV (1789-1808), se dio a la tarea de emprender una serie de
reformas de fondo en lo administrativo, lo económico y lo cultural.
De esas reformas hemos privilegiado, para el tema que nos compro­
mete más de cerca, las que estuvieron estrechamente relacionadas con
una política educativa, con el ánimo de ir desglosando gradualmente
— tomando a M utis y al Colegio M ayor del Rosario como ejes
interactuantes tanto a nivel interno como externo— , los efectos que
estas innovaciones tuvieron sobre la estructura política, social y cultural
del virreinato de la Nueva Granada.
Con estos antecedentes, el modelo de “ilustración restringida”, de
“ilustración católica” que se da en la península ibérica, estará reflejado en
la parábola intelectual de Mutis, quien buscará a nombre de “Dios, el Rey
y la Patria”, transmitir un discurso con pretensiones de modernidad des­
de las aulas del Colegio. Parábola esta, que no puede ni interponerse
aisladamente, ni circunscribirse acrítica y retóricamente a la inveterada
costumbre de rendir culto a los “mitos fundacionales”.
Alrededor de estas consideraciones, hemos tratado de estable­
cer el tipo de discurso académico que orientaba a los estudiantes del
Colegio Mayor del Rosario antes y después de la vinculación de Mutis
a la cátedra de matemáticas, al igual que los textos de enseñanza utiliza­
dos en la periodización que nos hemos fijado.
En estos itinerarios docentes hemos podido advertir una
ambientación propicia al cambio y a la modernidad, que desde los
esfuerzos “difusionistas” de los virreyes Manuel Guirior y Antonio
Caballero y Góngora, y los planes de estudio de Moreno y Escandón,
hacen que Mutis deba abordarse desde una visión de conjunto. Visión

2
Introducción

que se extiende al impacto que para el ámbito cultural del Nuevo Reino
de Granada tuvo la Expedición Botánica, particularmente en lo que
tiene que ver con la prefiguración de dos nociones que a la postre
resultaron clave: la noción de Patria (entiéndase patria americana) y la
de territorialidad. Nociones que más adelante se extendieron a los prin­
cipales centros educativos, coyuntura facilitada por la nómina de crio­
llos que participó en la misma. A ese efecto, no sobra recordar que en
esos planteles, Mutis formó por vía directa o colateral los discípulos
que luego lo acompañaron en la empresa práctica-utilitaria de la Expe­
dición Botánica.
Otros hitos de impacto político y cultural como el episodio de
los “pasquines” (1794), como el fenómeno de las “tertulias” y las “asam­
bleas nocturnas”, como la difusión del periodismo, o como el primer
intento, fallido por cierto, de querer formar una nación (1810-1816),
nos permitirán igualmente establecer, a la luz de la interacción de la elite
criolla ilustrada con diversos acontecimientos de postrimerías de la
Colonia, si esa interacción incidió finalmente o no en el desarrollo de
unos fuertes gestos de modernidad.
L A c e r c a d e l c o n c e p t o d e I l u s t r a c ió n

Entendemos por “Ilustración”, en su acepción más general,


«p iel movimiento cultural y científico que en virtud de los tres gran­
des ideales heredados del Renacimiento — razón, ciencia y progre­
so— , pretendió, estimulado por un exceso de optimismo, incidir con
an criterio totalizante en todos los ámbitos de la actividad humana.
Sus enemigos naturales: el fanatismo y la ignorancia. Su lucha: la de la
-az contra la oscuridad. Su consigna: derrumbar un mundo para le­
vantar otro (Mejía, 1993: 39).
Ilustración que configuró además otros fenómenos culturales dig­
nos de ser tenidos en cuenta, como serían la difusión del periodismo, el
surgimiento de la opinión pública, el conocimiento entendido como
polémica y libre examen, y la pretensión por popularizar el saber.

2. L a I l u s t r a c ió n en E sp a ñ a

Pero ¿qué características básicas revistió el discurso ilustrado para


el caso concreto de España? ¿Cuál fue el trámite que se dio a ese dis­
curso, sobre todo en el ámbito científico y educativo? ¿Cuáles fueron
ias propuestas de fondo de las llamadas “reformas borbónicas” que
comienzan a perfilarse a partir de 1750 y que nos van a permitir afir­
mar más adelante que José Celestino Mutis fue un hijo legítimo de
dichas innovaciones?
Empecemos por señalar que en ese afán por favorecer el tránsito
de una mentalidad de “cortijo”, de “charango y pandereta, cerrado y
sacristía”,1 a una mentalidad universal, el llamado discurso ilustrado es­
pañol —al cual de entrada calificamos de restringido— , se movió entre

El símil está tomado de un fragmento del poema de Antonio Machado titulado “El
mañana efímero” (Machado, 1989: 232).

5
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

el respeto por el curso ascendente de la historia y la religión tradicional2


y, a su vez, por el interés de promover la libertad de comercio, la centra­
lización del Estado, la recuperación y reivindicación de la periferia, su­
mados al fomento de la ciencia y la renovación de la cultura universitaria.
El pionero de estos cambios será Carlos III. Sin renunciar a los
derechos inherentes a una monarquía de corte absolutista, pero a nom­
bre justamente de la apertura y la modernidad, Carlos III, elevado al
trono en 1759, más que “dueño” absoluto de un Estado, será “geren­
te” (Herrán, 1988: 30) absoluto de un Estado.
Carlos III, el mejor rey de los españoles desde Isabel y Fernan­
do, llevó la modernización de España a un brillo considerable.
Estableció el primer Banco Oficial en 1782 (el Banco de San
Carlos, precedente del actual Banco de España), decretó la liber­
tad de comercio entre los reinos peninsulares, y después entre
éstos y las américas; inaugurando así una época de rápido au­
mento de los intercambios. Igualmente, impulsó los estudios
técnicos superiores y favoreció el nacimiento de las “Sociedades
Económicas de Amigos del País”3 y todavía en los comienzos
de Carlos IV viajeros ilustres como Alexander von Humboldt,
recorrieron el imperio español americano, admirando su progre­
so (Tamames, 1985: 49).

2 En efecto, el ciclo monárquico de los Borbones favoreció las ciencias, las artes, la
industria y el comercio, pero actuando siempre con ojo avizor allí donde imaginaba
o advertía desbordes intelectuales que en un momento dado podían actuar en
contravía de las ideas monárquicas o religiosas. 'Por lo mismo, y dentro de un gesto
claramente arcaizante, seguía permitiendo la vigencia del Tribunal del Santo Oficio
de la Inquisición, y la práctica de una fuerte censura civil. Práctica ésta que, a
manera de ejemplo, incluirá como nocivas en este peculiar “Índex” civil, las obras
de los jesuítas Suárez, Mariana, Molina y otros, por considerar que su acervo
doctrinario era contrario a la monarquía.
3 Réplica fiel de este tipo de organizaciones en nuestro medio fue la “Sociedad
Patriótica de Amigos del País” con sede en Santafé de Bogotá, cuyo discurso de
inauguración y reglamentos (que se analizarán llegado el momento), corrieron por
cuenta de José Celestino Mutis y con el beneplácito de la dirigencia colonial de esa
época (1805-1807).

6
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

5 . F ig u r a s r e p r e s e n t a t iv a s d e l a I l u s t r a c ió n e s p a ñ o l a

Aparte de Carlos III, ¿qué otras figuras pueden considerarse


como representativas de la España ilustrada?4
La mayoría de los estudiosos de este período privilegian al monje
benedictino Benito Jerónimo Feijoo,5 a Pedro Rodríguez de Campo-
manes, al conde de Floridablanca y al conde de Aranda (todos minis­
tros de Carlos III); a escritores como José Cadalso, Juan Meléndez
\aldés yjovellanos; a científicos como Antonio Cavanilles; a innovadores
de planes de estudio como el criollo limeño Pablo de Olavide.
En los escritos de Benito Jerónimo Feijoo está planteado el tema
te-razón, que en nuestro medio tendrá posteriormente vigencia en Mutis
r en Francisco José de Caldas.

Sin embargo, tal y como lo señala Adriana María Alzate en su libro Los oficios médicos
del sabio. Contribución a l estudio del pensamiento higienista de fo sé Celestino Mutis (1999),
sería más apropiado diferenciar los términos “ilustración” y “despotismo ilustra­
do”, para advertir que este último concepto, más que asimilarse a la gestión de los
ilustrados es, sobre todo, una etapa del absolutismo que busca por vía estatal »
imponer las reformas propuestas y lideradas por los grandes teóricos de la Ilustra­
ción. Así mismo, dentro de ese marco reformista, se buscaba por parte de la monar­
quía absolutista de los Borbones —emulando en este punto a la corona francesa—
derivar la legitimación del mando por vía del derecho divino; actitud que contrasta »
con el tradicional manejo español del poder político que consideraba, con los
Austrias a la cabeza, que dicho poder era el resultado de un convenio establecido
entre la monarquía y el pueblo. A la luz de ese convenio, cuando el rey —garante y
servidor por excelencia de la comunidad— fallaba en materia grave respecto de su
vocación de servicio alejándose de la noción del bien común, para devenir en
tirano, le cabía al pueblo el derecho de resistencia frente a esa “Tiranía Insoporta­
ble”. Ese derecho había sido puntualizado por teóricos como Suárez, Mariana,
Francisco de Vitoria y otros. Para una mayor profúndización, puede consultarse la
obra de reciente aparición de Nicolás Salom (2000). *
7 A propósito de Feijoo, Mutis lo mencionaba con frecuencia como sustento a sus
criticas contra el método escolástico y particularmente en su famosa polémica
sostenida con los dominicos (1774) en la defensa que de las tesis copemicanas hizo
el gaditano desde los claustros rosaristas.

7
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

Frente al temor, o bien frente al desdén tradicional que el espa­


ñol ha mostrado por el cambio, concretamente por la nueva filosofía,
se pronuncia Feijoo:
Un celo, pío, sí, y mal fundado; un vano temor de que las doctrinas
nuevas en materia de filosofía traigan algún perjuicio a la religión.
Esto bien entendido, viene a ser querer escudar la religión con la
barbarie, defender la luz con el humo y dar a la ignorancia el glorioso
atributo de necesaria para la seguridad de la fe (Sánchez, 1971:152).

El otro español ilustrado de envergadura será Jovellanos. Estu­


diosos de su pensamiento como Sánchez Agesta,6 Jean Sarrailh7 y José
Luis Abellán, coinciden en señalarlo como uno de los pensadores más
significativos de la época. Sus textos más conocidos son: Informe sobre el
expediente de la ley agraria, Memorias sobre educaríón pública y su famoso
Elogio de Carlos III. Para nuestros intereses, sus reflexiones en materia
educativa son las que más concentran la atención. En un tono más
contundente que el utilizado por Feijoo, hace énfasis en la necesidad de
incrementar a toda costa el “conocimiento útil” en detrimento de la

6 Aparte de la obra ya citada, Luis Sánchez Agesta, en el texto Elpensamientopolítico


del despotismo ilustrado (1953), distingue dos variables con. respecto al discurso
ilustrado: una, de claro corte enciclopedista, revolucionario, anticlerical, librepen­
sador y “afrancesado” por ende, y otra, caracterizada por propuestas innovadoras,
pero fiel a la. esencia del pensamiento clásico español. La primera variable estaría
representada por los condes de Aranda y de Floridablanca; y la segunda por Feijoo
y por Jovellanos.
7 El texto del historiador Jean Sarrailh (1981), La España ilustrada de la segunda mitad
del siglo XVIII, cuya primera edición en francés es de 1954, constituye referencia
obligada por el certero y riguroso análisis que hace de los rasgos que le son más
propios al discurso ilustrado español, en contraste con el que se dio en Francia. En
virtud de las reformas borbónicas —dice Sarrailh— “España se esforzó por salir de
su morosa soledad y por seguir el ritmo del mundo”. En este afán de apertura,
España, a diferencia de Francia, no asume un discurso anticlerical, considerando
por el contrario a la religión católica como un hecho sociológico insoslayable. No
sobra recordar al respecto, que a partir del realismo borbónico, el Estado asume el
conttol del Patronato Real que antes le estaba reservado al pontificado. Para una
mayor ampliación del tema, sobre todo lo que respecta a la proyección de esa
política en América, consúltese a Antonio de Ehgaña (1966).
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

estéril y obsoleta tradición escolástica. De ahí que vea en la instrucción


pública el primer pilar de la prosperidad social.
Otro tanto se puede decir a propósito de José Cadalso y de
Campomanes, que al igual que Feijoo y Jovellanos, se debatirán entre el
peso de la tradición y el llamado de la modernidad; llamado al que
atendió en buena hora el resto de Europa. Esto explica que Campo-
manes, sustentándose en Newton, Wolffio, Alembert y Traband, entre
otros, defienda con vehemencia los estudios matemáticos tal y como
se desprende de su artículo “Reflexiones sobre el modo de promover
en España el estudio y progreso de las matemáticas”, cuando se pre­
gunta y afirma a la vez lo siguiente:
¿Cómo haremos pues, para fomentar en España el estudio de la
matemática? Y sería del parecer que se encargase a algunos hom­
bres versados en esta ciencia que tradujesen al castellano los trata­
dos clásicos que los extranjeros han dado a luz, encargándose cada
uno de traducir un tratado particular; o que se encargase a un
hombre solo como pudiera desempeñarlo formándose un curso
completo para nosotros, he dicho encargaran a un hombre solo,
porque es casi imposible que lo puedan hacer muchos hombres
juntos. La Academia Real de la Ciencia de París tuvo este pensa­
miento al principio de su fundación y lo abandonó porque se
hizo cargo de su dificultad (Soto, 1989: 27-28).8

4 . P r o p u e s t a s m o d e r n iz a n t e s

Frente a este atrasado panorama educativo, en donde por regla


general los colegios mayores y las universidades ibéricas estaban sopor­
tadas en dogmatismos y convenciones, y en uso permanente de un
verbalismo escolástico, las reformas borbónicas pretenden buscar una
salida a la modernidad mediante la aplicación de las siguientes políticas:

Ver la defensa que hace el Conde de Campomanes en Reflexiones sobre el modo de


promover en España el estudio y progreso de las matemáticas, Archivo de Campomanes,
Documento 57-1, Madrid (sin fecha), pp. 50, 51, citado por Diana Soto A. (1989).

9
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y comentes ilustradas, 1750-1816

1. Eliminar la ignorancia fomentando una serie de saberes, que por ser


útiles, deben conducir necesariamente a una mejor calidad de vida.
2. Es al Estado a quien compete canalizar y tramitar no solo la eficacia
de esos saberes, sino también la dirección efectiva de los mismos.
3. Esos saberes sólo podrán ser una realidad en la medida en que se
vinculen con el “afuera”.
4. Esos saberes girarán en tomo de un conocimiento científico funda­
mentado en la física y las matemáticas.
5. Esos conocimientos útiles, en una secuencia lógica, deberán traducirse
a la postre en un ideal económico entendiéndose que del mayor o
menor grado de desarrollo del comercio, la industria y la agricultu­
ra, dependerá la prosperidad o no del Estado.
6. Para conquistar lo anterior, se necesita el concurso del poder políti­
co para colocarlo al servicio de un pensamiento reformador.
7. Para garantizar a cabalidad el ideal económico, se hace necesaria la
movilización de la denominada burguesía periférica,9 representada

9 Podemos afirmar que en ese contexto, en esa necesidad de reivindicar la “perife­


ria”, es donde hay que ubicar a José Celestino Mutis en términos de procedencia
social y de primeras influencias culturales. Nacido el 6 de abril de 1732 en Cádiz, •
tercero de una familia de ocho hijos Mutis proviene, en virtud de la profesión de su
padre (librero), de la pequeña burguesía, que en términos generales y a modo de
ascenso social, buscaba la vía del comercio, la Iglesia o la posibilidad de emigrar
hacia las provincias españolas de ultramar. Cádiz por su parte, como lo señala
Marcelo Frías Núñez en fo sé Celestino Mutis: historia de una pasión, reporta luego de
su posicionamiento durante el siglo XVIII los siguientes rasgos característicos: el
comercio marítimo, el carácter de ciudad-puerto, una mentalidad burguesa
imperante, el academicismo y el llamado al cosmopolitismo. En lo que tiene que
ver con el proceso de formación inicial de Mutis, Emilio Quevedo (2001) señala:
“los datos al respecto son escasos e incongruentes y no permiten tener claridad
acerca de la forma como se construyeron en la mente de Mutis las diferentes ideas
médicas y científicas que puso en marcha al llegar al Nuevo Reino de Granada a
finales de 1760. En este sentido, los biógrafos de Mutis caen en una gran cantidad
de contradicciones entre lo que cada uno de ellos afirma o niega. Esto debido a que
en la mayoría de los casos el apoyo documental utilizado es muy poco, y a que unos
se copian de los otros y repiten los mismos errores sin recurrir a una búsqueda
documental exhaustiva sobre el asunto. Así, por ejemplo, con respecto a su forma­

10
Reformas borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

por comerciantes e industriales de Cádiz, Málaga, La Coruña, Bar­


celona, Valencia y Bilbao.
8. En la consecución de ese ideal económico y reformista formaron
parte también, como era obvio, miembros de la aristocracia como
el duque de Alba, el conde de Peñaflorida (quien fue el fundador de
la Sociedad Vascongada de Amigos del País), los denominados hi­
dalgos del norte de España, como fue el caso de Campomanes y
Jovellanos en Asturias, y el conde de Floridablanca en la región de la
Rioja, caracterizados por sus simpatías ideológicas frente al discur­
so ilustrado inglés y francés.
9. De acuerdo con lo anterior, los saberes estuvieron estrechamente re­
lacionados con esta actitud pragmática. Eso es lo que explica la con­
solidación de asignaturas tales como la química, la botánica, el pilotaje,
la náutica, las matemáticas, la agricultura, el comercio, el dibujo, las
ciencias naturales y otras.
Después de 1771, el gobierno dedica su atención a la enseñan­
za profesional que se difunde gracias a las sociedades económicas.
Por eso, al lado de la cultura general, se piensa en una enseñanza
particular, que comprenderá las materias que tengan una relación más
íntima con los intereses del reino y las circunstancias del país. Estos
estudios especializados buscan dirigirse a aquellos que no van a se­
guir la carrera de derecho ni se destinan a la Iglesia. Comprenden:
una sección comercial, una sección de química, una de mineralogía,

ción inicial, algunos dicen que estudió filosofía en la facultad de Artes de la Univer­
sidad de Sevilla. Con relación a su vida en Madrid desde 1757 y hasta 1760, los
biógrafos dicen que Mutis, después de recibir el grado del Protomedicato, fue
propuesto y elegido por el célebre Pedro Virgili para trabajar en la corte y para
reemplazar a Araújo en la cátedra de anatomía, en compañía de Juan Gómez. Así
mismo afirman que el ministro de Guerra y Estado, Ricardo Wall, lo tenía destina­
do para pasar a Londres y otras cortes. Lo interesante es que ninguno de ellos se
apoya en documento alguno que demuestre que eso era cierto y la única fuente para
afirmar esto es el propio Mutis” (p. 1-2). Ver también Sarrailh (1981: 211-212).

11
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

una de metalurgia, una de arquitectura pública, una de agronomía y


una de política.

5 .L a im p o rta n c ia d e l a m in e r a lo g ía a l a l u z d e l o s
i n t e r e s e s b o r b ó n ic o s

De estas asignaturas, a la que la Sociedad Vascongada de Ami­


gos del País concede gran importancia es a la de mineralogía. En efec­
to, para el caso americano, los textos consultados al respecto indican
que los inmigrantes españoles comportaban mayor densidad demo­
gráfica allí donde estaban ubicados los más prometedores yacimientos
de oro y plata. Por el contrario, allí donde los yacimientos eran escasos,
también lo era la concentración de españoles. Ejemplos elocuentes del
primer caso son México y Perú. Ejemplo de lo segundo es el virreinato
de la Nueva Granada. El criterio pues era claro: ubicar en lugares estra­
tégicos al español medio, al español periférico (Mórner, 1979: 1-45).
Estudiosos de la proyección del pensamiento ilustrado en nues­
tro medio (particularmente en el terreno universitario) como Diana
Soto Arango, se han preguntado y a la vez han indagado si paralela a
esa política económica se dio una política docente que estuviera en
estrecha concordancia con la hipótesis señalada.
Las sociedades existentes en el dilatado territorio americano po­
seían una economía diversificada y en crecimiento. Las produccio­
nes minera, agrícola y artesanal constituían ramos principales. El
mercado interno se basaba en el poder adquisitivo de la minería y
en el de sus trabajadores. Es la minería por lo mismo, la que nos
proporciona el indicador más importante de la prosperidad que
conocieron las colonias americanas. Entre la quinta y la sexta déca­
das del siglo XVIII se inició una recuperación metálica en las
minas de Potosí, Charcas, México, Chocó y Popayán.
Al progreso económico siguió un desarrollo social que tuvo entre
sus expresiones a las sociedades económicas que se formaron en
casi toda América. En estas agrupaciones patrióticas se reunían los
sectores más avanzados animados por una mentalidad burguesa
ilustrada para, conjuntamente con los mineros, comerciantes y

12
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

otros sectores progresistas del gobierno, el clero y el ejército, pug­


nar por el crecimiento económico, el crecimiento de los territorios
y las riquezas naturales de los países, y por importantes reformas
educativas (Saldaña, 1995:20-21).
El último fragmento de la cita parece coincidir con las metas
científicas y culturales que Mutis se trazó, no siempre con éxito y resul­
tados elocuentes, a lo largo de casi cincuenta años de permanencia en
nuestro medio.

6 . La l l e g a d a a u n r e i n o “ o s c u r o y c o l o n i a l ”

En efecto, ¿no llegó justamente el sabio gaditano, procedente de


un sector de la periferia española, a finales de 1760, al que quizás era el
más atrasado y pauperizado de los virreinatos, con la esperanza de
invitar con su discurso innovador — que en lo fundamental era el de la
casa Borbón— a los habitantes del Nuevo Reino de Granada a una
mejor calidad de vida; a sostener que esos habitantes, en cabeza de la
elite criolla, estaban en mora de recorrer la privilegiada geografía del
Nuevo Reino, de explorar sus riquezas naturales, de reconocerse, acto
seguido, orgullosamente en lo propio?
¿No propugnó acaso — quien tenía “tina formación de médico
y de cirujano de nuevo tipo”— por una serie de reformas educativas
que en su momento fueron ambientadas, auspiciadas y proyectadas
desde las aulas del Colegio Mayor del Rosario?
En nombre y a favor de esas reformas, Mutis desembarcará del
buque de guerra Castilla en Cartagena de Indias el 28 de octubre de
1760. A principios de 1761 ya se encuentra en Santafé de Bogotá. ¿Cómo
era, por cierto, en términos económicos y socioculturales ese entorno
que el gaditano pisaba por primera vez?
El virrey José Solís Folch de Cardona, quien le hace entrega del
mando a Pedro Messía de la Cerda, presenta a manera de balance de su
gestión gubernamental el siguiente panorama del Nuevo Reino de Gra­

13
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

nada, que no es ni mucho menos el más positivo, sobre todo en lo que


tiene que ver con la minería:
Aquí parece se debía tratar de las minas, habiéndose en todo favo­
recido y auxiliado las de oro, y facilitando la introducción de negros
tan útil a todos y a la agricultura. En las célebres de plata de Mariqui­
ta, aunque se ha ponderado su valor no se ha adelantado al modo
con que, con mucho desperdicio, cogen poco o nada; porque no
habiendo, como no hay, inteligentes ni caudales, que es lo que re­
quieren las de este metal, toda diligencia es frustrada. No ha mucho
que se concedió a uno registro de la plata de la Montuosa en las
Vetas de Pamplona; y por lo dicho es de temer suceda lo que siem­
pre se ha observado: que no se consiga adelantamiento alguno.10
El propio Mutis es más expresivo y contundente cuando se re­
fiere al panorama cultural con el que se encontró desde su llegada.
Si hubiese de ir anotando, las ideas extravagantes de los hombres
del país, me faltaría tiempo para apuntarlo. Parece increíble que en
nuestro tiempo pueda haber país donde sus individuos piensen
tan erradamente. Yo, en tales ocasiones, no hallo otro recurso que
tomar sino el silencio, por no exponerme a unas contradicciones
insoportables. Oír contar a estas gentes algunos efectos de la na- •
turaleza, es pasar el tiempo oyendo delirar a unos locos (...) Ins-
trúyase ud. en el modo de pensar de estas gentes, y dé gracias al
cielo de no hallarse en un país donde la racionalidad va tan escasa
que corre peligro cualquier entendimiento bien alumbrado.11 *
Pero las reflexiones de Mutis en ese sentido no se detuvieron ahí.
Por lo mismo, llama poderosamente la atención que a pocos años de
su muerte esas reflexiones adquieran tintes dramáticos en relación con
la situación clínica del virreinato:
Un reino medianamente opulento, que por sus nativas riquezas
pudiera ya ser opulentísimo, camina a pasos lentos en su población
a causa de las enfermedades endémicas, que resultan de la casual y

10 Relaciones de Mando, Memorias presentadas por los gobernantes del Nuevo Reino de
Granda, compiladas y publicadas por Eduardo Posada y Pedro María Ibáñez,
Bogotá, Biblioteca de Historia Nacional, Volumen VIII, Imprenta Nacional, 1910,
pp. 84, 85.
11 Carta a Martínez Sobral, en Archivo Epistolar de José Celestino Mutis, tomo I, p. 55.

14
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

arbitraria elección de los sitios en que se han congregado sus pobla­


dores. Este yerro original, sólo podrá corregirse en los sucesivos
establecimientos, procediendo el gobierno con los previos recono­
cimientos de profesores instruidos; porque en lo preferente no
queda otro arbitrio que el de apelar a los auxilios de la medicina.12

7 . H ip ó t e s is e n t o r n o a l a l l e g a d a d e M u t is

Ese territorio, con las características económicas y culturales se­


ñaladas, como son su poco poblamiento que sin embargo no impedía
el comercio interregional — traducido hacia el oriente en manufactura y
agricultura y hacia el occidente en minas como en el caso de Antioquia
y Cauca—, denotaba de todas maneras, para el último caso, la inexis­
tencia de minas de la importancia de las de México o el Perú, y la
ausencia en sus centros educativos de saberes prácticos. Lo anterior nos
lleva a preguntarnos ¿qué factores, qué tipo de cálculos secretos o con­
fesados, lo instaron a abandonar una existencia muelle, propicia a los
mecenazgos y a los reconocimientos, de brillante promesa científica
tanto en las cortes españolas como europeas, a cambio de la elección
de un “reino oscuro y colonial” como el que más?
En este punto, como en muchos otros relacionados con la pará­
bola vital de Mutis, las hipótesis abundan ante la carencia de soportes
documentales.
De igual manera, al referirse a los motivos que tuvo Mutis para
viajar al Nuevo Reino de Granada hay gran diferencia de opiniones
entre biógrafos y comentaristas. Apoyados en el propio Mutis, la
mayoría de sus biógrafos dicen que fue su interés por la botánica lo
que lo movió a viajar al Nuevo Reino de Granada como médico de
cabecera del virrey Pedro Messía de la Cerda. No obstante, en una
biografía de Mutis publicada por Charles Kónig y John Sims en los
Annals ofBotany, en 1805, aun en vida de Mutis y no desmentida

12 Informe a Su Majestad Carlos IV, Santafé, 3 de junio de 1801, citado por Guillermo
Hernández de Alba (1966).

15
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

por él, se afirma que uno de sus más eminentes patronos, el minis­
tro de Estado Ricardo Wall, le había conseguido una pensión con el
rey Femando VI para viajar a Londres a perfeccionarse como ciruja­
no. Según estos autores, al morir el rey Fernando VI, el cambio de
ministro arrojó los planes de Mutis por la borda, obligándolo a
continuación a buscar fortuna en el Nuevo Mundo.
No faltan quienes insisten a su vez, sin ningún apoyo documental,
en que traía en su bagaje algún proyecto secreto de la Corona Espa­
ñola para la explotación comercial de América, o más allá, con algu­
na misión subversiva de la masonería. Sin embargo, al igual que en
el caso anterior, todas las afirmaciones son más de carácter intuitivo
y especulativo que basadas en un apoyo documental lo suficiente­
mente erudito (Quevedo, 2001:2). El propio Mutis dirime el asun­
to, al afirmar que durante su estadía en Madrid y cercano como
estuvo de la Corte, tuvo en varias ocasiones que ausentarse de la
misma “por el motivo de excursiones botánicas, objeto único de
mi venida a la América” (citado por Hernández de Alba, 1966:34).

8 . L a v in c u l a c ió n d e M u t i s a l C o l e g io M a y o r d e l
R o s a r io

La otra pregunta inevitable es, ¿cómo se protocolizó la vincu­


lación de José. Celestino Mutis y Bossio al Colegio Mayor de Nuestra
Señora del Rosario en calidad de catedrático; qué tipo de mediacio­
nes contribuyeron a que entrara a enseñar sin renta alguna, a un cole­
gio mayor al estilo y usanza de los de Salamanca, caracterizado por su
independencia frente a comunidades religiosas como las de los do­
minicos, “mantenido con sus propias rentas”, “regido por sus pro­
pias co nstitucio n es” , subordinado al Patronato Real y con la
“participación de los Colegiales en el manejo directivo del Claustro”?
(Guillén, 2001: 14).
Aunque desde un comienzo las cátedras que se dictaron en las
aulas del Colegio Mayor del Rosario tuvieron un carácter universitario,
también es cierto que la licencia real para graduar alumnos en la institu­
ción fue un privilegio del que careció el Colegio durante la época colo­

16
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

nial, correspondiendo ese privilegio a la Universidad de Santo Tomás y a


la Javeriana (dirigida por padres de la Compañía de Jesús hasta 1767,
fecha de su expulsión). Entre los jesuitas y la universidad, que seguía con
fidelidad los principios doctrinarios de Santo Tomás de Aquino, el Cole­
gio Mayor del Rosario optó por la segunda. Lo anterior se desprende de
la lectura del siguiente documento con fecha 10 de diciembre de 1677:
.. .Y juntos todos [es decir la comunidad rosarista], se propuso
por el dicho señor Rector, ser de lustre y de mucha conveniencia, y
acrecentamiento, que en los de adelante se prometía para dicho
Colegio, que habiendo Universidad en toda formalidad las cáte­
dras de este Colegio se traspasen a ella (a la Universidad de Santo
Tomás), debajo de las condiciones siguientes y no en otra forma
que el dicho Colegio dotase con sus haciendas y rentas para la
dicha Universidad. La de prima en sagrada teología y sagrados
cánones, cada una a doscientos cincuenta patacones; la de vísperas
de cánones y la de artes liberales, cada una a doscientos patacones.
La de prima de sagrada teología y la de vísperas de sagrados cáno­
nes las ceda el dicho Colegio para oposición común a la dicha
Universidad, y las otras dos de prima en sagrados cánones, y de
artes liberales, que queden en dicha universidad reservadas para
que solo se puedan oponer a ellas los que tuvieren o hubieren
tenido beca de colegiales de dicho Colegio, sirviéndose Su Majes­
tad que Dios guarde de dar licencia para que dicho colegio las
traspase a la dicha universidad y que queden incorporadas en ella
todas las demás cátedras de que tiene licencia de Su Majestad este
dicho Colegio para que se lean en el de suerte que si sus colegiales
quisieren leerlas las obtengan como cátedra de la universidad
(Guillén, 2001:14).

Sin embargo, los antecedentes más próximos de la vinculación


de Mutis al Colegio se remontan al largo viaje emprendido por éste
desde el puerto de Cádiz hasta el virreinato del Nuevo Reino de Gra­
nada. Todo parece indicar que durante la larga travesía, Pedro Messía
de la Cerda, quien conocía de antemano el talento de Mutis para la
física y las matemáticas, le pidió que una vez instalado en Santafé de
Bogotá, diera lecciones privadas a todo su personal subalterno. De esta
actividad que Mutis cumplió una vez llegado a la sede del virreinato, se

17
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

enteró —y es lógico pensarlo— José Joaquín de León y Herrera,13


quien era el rector del Colegio Mayor del Rosario.
¿Por qué entonces no oficializar, no inaugurar solemnemente en
el Colegio Mayor del Rosario, las que hasta el momento habían sido
lecciones particulares de matemáticas? ¿Por qué no tramitar esta iniciati­
va ante el virrey en su calidad de vicepatrono del Colegio?
Pedro Messía de la Cerda, en efecto, y en uso de su autoridad,
aceptó difundir a un nivel más amplio e institucional esas lecciones. Di­
cho proyecto se toma realidad el 13 de marzo de 1762, cuando José
Celestino Mutis pronuncia en la capilla del Colegio “una oración latina en
la que exalta la importancia de las matemáticas”. El propio Mutis se
refirió de la siguiente manera a tan importante acontecimiento intelectual:
Una gran parte, y acaso la mayor, de mi ocio, la consagré al nuevo
empleo de las matemáticas, hallándome hecho profesor público
de esta ciencia en la Real Universidad. Dispúsose este nuevo cargo
de un modo que no pude excusarlo. Yo había prometido en el
navio que daría en mi casa un curso de matemáticas a la gente
joven que acompañaba a S.E. sin embargo, luego de haber pasa­
do mucho tiempo desde nuestra llegada a Santafé, me hicieron
los oficiales y pajes del virrey que cumpliese mi palabra; yo me
preparé a cumplirla, queriendo dar principio después de Reyes a
este curso. Todo se disponía mientras yo formaba para la apertu­
ra un discurso preliminar. Pero habiendo sabido el Rector de la
Universidad mi nueva determinación, ya que no pudo conseguir
de mi que leyese la medicina,14 por motivos justos que expongo
en otra parte, pudo recabar de mi el consentimiento de leer públi­
camente las matemáticas, con tal que el señor virrey así lo dispu­
siese. El día 28 de febrero fue a hablar con S.E. sobre este punto

13 José Joaquín de León y Herrera foe rector del Colegio Mayor del Rosario desde el
21 de mayo de 1759 hasta el 17 de julio de 1763. Lo sucedió Miguel José Masústegui
y Archer Calzada, quien dirigió con sentido progresista los destinos del Claustro
desde el 17 de julio de 1763 hasta el 23 de diciembre de 1766.
14 Según Guillermo Hernández de Alba, Mutis “rehúsa la cátedra de medicina que
desde el año de 1761 le ofreciera el señor rector León y Herrera; prefiriendo
conservar su libertad, evitando todo arraigo a la ciudad, pues le esperan en el
Nuevo Reino, su flora, su fauna, sus selvas milenarias. En medicina conténtase con

18
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

y consiguió cuanto deseaba. El mismo día me dio S.E. en la mesa


su consentimiento y gusto en esta nueva disposición. El día 1 de
marzo comencé a prepararme con una oración inaugural que die­
se principio a este curso. Dentro de cinco días había yo formado
mi oración15 preparándome al acto que se había determinado
para el día 8 del mismo mes. Pero queriendo S.E. asistir a este
acto en una casa, de quien siendo Patrono el Rey, S.E. es vice­
patrono, y en una nueva facultad nunca leída públicamente y
comenzada entonces bajo la protección del señor virrey, se cam­
bió la disposición determinando que fuese el día 13 del mismo
mes. Tomáronse en la Universidad todo este tiempo para dispo­
ner con la decencia correspondiente el curso, y algunas otras pre­
paraciones que hiciesen más lúcida la función de parte de la
Universidad (Mutis, 1957:145-146).
Ese día, 13 de marzo, se inaugura con lujo de protocolo la
cátedra de matemáticas. Los más altos dignatarios civiles, militares y
eclesiásticos acuden al evento. Desde luego, en primera fila están pre­
sentes el virrey y su familia, rodeados por el mando subalterno a su
cargo; lo propio hacen los miembros del cabildo, los m inistros
togados de la Real Audiencia, las autoridades de la catedral, las di­
rectivas de la Universidad de Santo Tomás y las del Colegio Real
Mayor de San Bartolomé, sacerdotes, estudiantes y vecinos principa­
les. El lunes 15 de marzo se iniciaron las lecciones de matemáticas a
cargo de Mutis, sus primeros alumnos fueron algunos familiares del
virrey, varios tenientes, el doctor Manuel López de Vicuña, catedrá­
tico de cánones y vicerrector del claustro rosarista; D. Joseph Ra­

formar privadamente uno o dos discípulos que serán instrumento suyo para dotar
nuestra tierra de profesores que, como el clérigo Miguel de Isla y el diácono Vicente
Gil de Tejada, merecerán llamarse verdaderos fundadores de la medicina científica
de Colombia” (Hernández de Alba, 1966: 125).
15 Por cátedra, no necesariamente pensada en términos de horarios y presencialidad
por parte del titular de la materia, se entendía también una lección inaugural
(dictada por regla general en latín) y la capacidad académica por parte del docente
de examinar al alumno en conclusiones públicas y privadas. Tal fue el caso de Mutis
en varias ocasiones, sobre todo en estudiantes de medicina que aspiraban al
protomedicato.

19
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

món de Burgos, catedrático de la misma facultad; D. Manuel de


Alarcón y Castro, catedrático de moral; D. Joseph Ignacio de Moya,
pasante de filosofía y, por supuesto, colegiales, convictores y capistas.
De parte de Pedro Messía de la Cerda asisten el teniente de caballe­
ría don Jerónimo de Mendoza y Hurtado, el teniente de infantería
don José López Duro y otros.16
Una nueva pregunta surge en concatenación con el proceso
anterior: ¿cuál fue el tiem po real en que M utis estuvo a cargo
presencialmente, o a través de la figura del “profesor sustituto” o
bien a través de las llamadas “lecciones inaugurales”, de la cátedra de
matemáticas? La respuesta no es difícil, si se tiene en cuenta que las
múltiples actividades de Mutis lo obligaron con frecuencia a tener
que abandonar la capital del virreinato, acompañando al propio vi­
rrey (generalm ente a Cartagena o M om pox), o a nom bre de la
mineralogía o, más adelante, como director de la Real Expedición
Botánica (1783). Por lo mismo, no resulta cierta la afirmación que
hace Mutis al referirse a su primer período académico (1762-1767),
ya que sus frecuentes desplazamientos con el virrey Messía de la Cer­
da a Cartagena, Mompox y otras zonas del territorio nacional de
entonces, reducen a 30 meses lo que de otra manera parecerían cinco
años consecutivos.
Procuraba destinar algunas horas para las lecciones públicas de
matemáticas y filosofía newtoniana, que enseñé sin renta alguna y
sin interrupción desde el año 62 en que tomé posesión de la
cátedra en el Colegio Mayor del Rosario, hasta fines del 66, siendo
ésta la primera vez que se oyeron lecciones de tales ciencias en el
Nuevo Reino de Granada, desde su conquista (Hernández de
Alba, 1947:57-58).

16 Archivo Histórico Universidad del Rosario (AHUR), Vol. 10, Fl. 80, roto en la
parte inferior derecha.

20
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

9. Los c ic l o s a c a d é m ic o s d e M u t is

En ese orden de ideas, estudiosos de la labor docente de Mutis


como Enrique Pérez Arbeláez y Diana Soto Arango (1989: 35), han
querido dividir esta actividad, acaso la más discontinua del sabio, en tres
períodos: el primero, de marzo de 1762 a septiembre de 1766; el se­
gundo período, de mayo de 1770 hasta enero de 1777, y el último, en
1787, a partir de la elaboración de su plan provisional para la enseñanza
de las matemáticas, en donde recomienda de manera muy especial a
Fernando de Vergara y Caicedo como “profesor sustituto” (Hernández
de Alba, 1940: 224-229). A los anteriores períodos habría que agregar
un cuarto, por la trascendencia e importancia que reviste para los acadé­
micos que más se han ocupado en profundizarlo: el que corresponde al
diseño de los estudios médicos en nuestro medio, como resultado de la
labor conjunta de Mutis y Miguel de Isla, tal y como se observa en los
planes redactados para este propósito en 1802,1804 y 1805 (Quevedo,
1948: 69-108).
Esta actividad docente de Mutis se reduce y se resume a los
lapsos, escasos por cierto, en que el gaditano permaneció en la capital
del virreinato del Nuevo Reino de Granada. ¿Esto lo hace menos do­
cente y más botánico, más sacerdote, más médico, más empeñado en
la mineralogía, en la utilidad comercial de las plantas, que no en el uni­
verso de las aulas? Digámoslo de una vez: Mutis fue el resultado de su
tiempo. A Mutis hay que abordarlo dentro de un contexto histórico
específico, no aisladamente considerado, sino enmarcado dentro de
una visión de conjunto. Bajo estas consideraciones coincidimos con
académicos como Emilio Quevedo cuando sostiene:
No existió un Mutis médico, uno matemático, uno naturalista, etc.
Existió un José Celestino Mutis hombre, hombre de su tiempo,
ilustrado, que intentó jalonar su propia época; hombre con una
formación médica moderna de fondo, pero con un espíritu que no
se dejaba encasillar fácilmente en ningún marco de referencia estre­

21
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

cho. Su personalidad intelectual, enmarcada dentro de los parámetros


de la ilustración española y del movimiento de los novatores, le
hizo posible moverse en los diferentes campos del pensamiento y
de la ciencia de su época, sin ser necesariamente un especialista en
ellos” (citado por España, 1999:25-26).
Cuatro períodos caracterizados por tina notoria irregularidad y
discontinuidad académica; cuatro períodos que, sumados en el tiempo,
no corresponden en términos docentes a un esfuerzo de largo aliento;
cuatro períodos que representan uno entre tantos frentes intelectuales
que Mutis abrazaba con singular entusiasmo, pero también con singular
desencanto. Esta versatilidad, este moverse en mil direcciones, estas
contradicciones temperamentales, le restaron a la larga solidez y perse­
verancia, a sus proyectos culturales.

1 0 . I n f l u e n c ia s in t e l e c t u a l e s

Sobre el primer período docente de Mutis (con todo, el me­


nos irregular e interrumpido) es bueno recordar que aparte de la
solemnidad con que fue inaugurada la cátedra de matemáticas el 13
de marzo de 1762, sus primeros alumnos fueron algunos familiares
del virrey Pedro Messía de la Cerda, varios de sus subalternos, amén
de algunos directivos, catedráticos, colegiales y estudiantes de los
claustros rosaristas.17 Su célebre discurso pronunciado en aquella
ocasión en donde queda clara su intención de “apartar los ruines
respetos de nuestra España detenida cuyo atraso lloran actualmente
los españoles de juicio”,18 representa una vehemente defensa de las
“ciencias útiles” y una exhortación a emprender con urgencia su es­
tudio. Según sus propias palabras, ni la física, ni la medicina pueden

17 AHUR, Vol. 10, fl. 80, roto en la parte inferior derecha.


18 AHUR (copia), caja 10, fls. 79-93. El original reposa en el Real Jardín Botánico de
Madrid (RJBM), Fondo Documental José Celestino Mutis, 6 fls., III, 50, 62, 11.

22
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

asumirse a cabalidad sin la mediación previa de las matemáticas. De


ahí que hubiese preferido abrir primero la cátedra de física y mate­
máticas y no la de medicina, como insistentemente le había pedido el
rector del Colegio M ayor del Rosario para esas fechas, don José
Joaquín de León y Herrera.
Y si tan útiles son las matemáticas para la física, cuánto no serán
para la medicina. Recorred, señores, el dilatado campo de la natu­
raleza y no hallaréis ente alguno que haya dado asunto más dilata­
do para más reflexiones que el cuerpo humano, sobre otras que le
son muy particulares por razón de la vida. Aquéllas son bien
manifiestas y tienen lugar con más o menos limitación siempre
que vemos instrumentos propios a determinar sus movimientos
por leyes de la mecánica. Sería mucha prodigalidad y abusar de
vuestra paciencia, querer nombrar por menudo todas las partes
del cuerpo humano cuyos movimientos están ajustados a las
leyes de la mecánica, sin las cuales es imposible entender la física
del cuerpo humano.19

Estas afirmaciones las amplió aún más Mutis en el texto Elemen­


tos de la filosofía natural que contienen losprincipios de lafísica demostradospor las
matemáticasy confirmados con observaciones y experiencias: Dispuestos para ins­
truir a lajuventud en la doctrina de la filosofía Newtoniana en el Real Colegio del
Rosario de Santa Fe de Bogotá en el Nuevo Reino de Granada, año de 1764
(Hernández de Alba, 1983: 48-71).
Aparte de lo anterior habría que tener en cuenta sus Comentarios
sobre la geometría de R Descartes20 y los Principiosfundamentales de la aritmética.
Las ideas básicas que Mutis presenta en estos documentos se
orientan dentro de una nueva atmósfera mental que pretende no sola­
mente afirmar la necesidad de un radical despertar cultural, sino indicar

19 RJBM, 6 fls., III, 50, 62, 11.


20 No sobra recordar que con anterioridad a Mutis, ya los jesuítas habían impartido el
pensamiento de Descartes en sus aulas universitarias. Consúltese al respecto el texto
de Juan Manuel Pacheco, S.J. (1980: 10).

23
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos j corrientes ilustradas, 1750-1816

cuál debe ser el nuevo rumbo a seguir para dar “principio a la afortu­
nada época de nuestro desengaño”.21
Apreciar lo objetivo, calibrar lo rea], buscar la aplicabilidad uni­
versal de esos principios; observar, indagar, polemizar y cuestionar,
forman parte de la acción docente de Mutis en el Colegio Mayor del
Rosario, y esporádicamente como conferencista en el Colegio de San
Bartolomé.22

1 1 . T r a d ic ió n f r e n t e a m o d e r n id a d

En plena consonancia con la revolución copemicana y newto-


niana, para Mutis el universo constituía una maravillosa máquina, regida
por leyes precisas, verificables, es decir, matemáticas. Universo que por
sus características chocaba frontalmente con las tradicionales tesis
aristotélicas y con la tendencia al memorismo, la lectura y la repetición
de “mamotretos”, en donde la escolástica parecía ser la “medida de

21 RJBM, 6 fls., III, 7 , 1 , 1 .


22 La verdad es que Maris nunca fue catedrático de los claustros bartolillos como
suponen algunos estudiosos. La vinculación académica del sabio con el plantel
regentado por los jesuítas se limitó a una disertación —importante por sus contro­
vertidos efectos posteriores— en tomo a la defensa del sistema copernicano, con
anterioridad al extrañamiento de la Compañía de Jesús en 1767. Pero además,
aunque la respuesta parezca demasiado obvia, antes de la expulsión de los jesuítas
no se observa la vinculación al cuerpo de profesores de sus principales centros
educativos de docentes laicos. Lo que sí es cierto, es que los jesuítas fueron los
primeros en despertar a Mutis, cuando estudiaba con ellos, un profundo amor por
las matemáticas. Recuérdese además que Francisco José, un hermano suyo, profesó
en la comunidad fundada por Loyola, y que un tío por vía materna llegó a ser
provincial de la misma. Nos parece, de acuerdo con las fuentes secundarias consul­
tadas, que es poca la atención y el espacio concedidos al tema de Mutis y sus nexos
con los jesuítas. Como excepción, recomendamos el breve capítulo de Juan Pablo
Llinás “Mutis y San Ignacio de Loyola”, en Mutis: el hombrey sus sueños. (1982: 55-
62). En todo caso, y para el punto que más interesa, el rey a través de la cédula de
•—Vmarzo 4 de 1754, estableció que “Mediante la imposibilidad de encontrar secares
hábiles que regentasen las cátedras se permitiese a los jesuítas servirlas perpetua­
mente” (Hernández de Alba, 1980, tomo IV: 115).

24
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

todas las cosas”. ¿Cómo era, en síntesis, el enfoque educativo predo­


minante antes de las reformas de Mutis?
En primer lugar debe recordarse que la educación colonial esta­
ba controlada casi de manera absoluta por las órdenes religiosas. Sólo
accedía a ella una pequeña elite criolla y española, tras probar mediante
diversos testimonios juramentados que no tenía “mancha de sangre” o
“mancha de la tierra”, es decir, que era esencialmente blanco, sin mezcla
de negro o de indio.
La parte medular del contenido ideológico correspondía a la
escolástica, pesada mezcla filosófica basada en la conciliación de las
ideas cristianas con la filosofía de Platón y Aristóteles; la patrística, o
estudio de las obras de los Santos Padres, acaparaba gran parte del
currículo. Por su parte, los profesores hacían gala de un verbalismo
retórico alambicado y anteponían el principio de autoridad para hacer
valer lo enseñado. Por lo general, pocos libros servían de guías.23
Los estudiantes se limitaban a copiar al pie de la letra el dictado
o dictatio que a su vez constituía la lectio, que debían aprender de memo­

23 Para el caso del Colegio Mayor del Rosario se siguió durante mucho tiempo el •
Tratado de dialéctica (1758) y la Filosofía Tomística (1761), de don Agustín Manuel de
Akrcón y Castro, catedrático de vísperas en Teología, por la época en que Mutis
inaugura la cátedra de matemáticas. Para una mayor profundización ver García
Bacca (1955). Otro autor de consulta permanente y obligatoria fue fray Juan de
Santo Tomás. Al respecto, consúltese el artículo de María Clara Guillén (2001: 66- •
71). Otro autor de obligada referencia fue Antonio Goudin. Por su parte, algunos
de los textos que más utilizó Mutis fueron los siguientes: Fortunatos A. Brixia,
Elementa Matemática, Brixiae, Imprenta J. M. Rizzardi, 1755,1 volumen; Fortunatus
A. Brixia, Elementa Matemática in quatur tomos digesta, Brixiae, Imprenta j. M. Rizzardi,
1756, 2 volúmenes; Fortunatus A. Brixia, Elementa Mathesos ad Mechanican Philoso-
phian, Brixiae, Imprenta Bassanesi, 1769, 1 volumen; Isaacus Newton, Opuscula
Matemática, Philosophica et Vhilologica, Verit Latine Joh. Castilloneus, Lausane et
Genevae, Imp. Bousquet, 1744, 7 volúmenes; Christianus, Wolffius, Elementa
Matheseos Universae qui mechanicam cum statica hydrostatica, etc, Genevae, Imprenta
Fratrum Crosse, 1740, tomos 2, 3 y 4, Ed. Novísima; Franciscus Bayle, Institutiones
Physicae, Francofurti, Imp. Martini Hermsdorf, 1703, 1 volumen (estos textos se
conservan en el AHUR).

25
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

ria. Las ciencias naturales no entraban en el currículo, al menos no den­


tro de los contenidos modernos. Mutis encontró que a pesar de existir
una juventud notablemente lúcida, todo estaba sumido en las “densísimas
tinieblas de la ignorancia” (España, 1999: 36-37).
Sin esa ruptura, pensaba Mutis, no se podía emprender el cami­
no hacia la ciencia ni vincular a ésta con conocimientos socialmente
útiles. Ese optimismo, esa confianza en el ideal de la razón y en el ideal
del progreso, tan caros a los hombres del Renacimiento y de la Ilustra­
ción, asimilados por formación y convicción por el propio Mutis, re­
presentaban en nuestro medio, vale decir, en el más “oscuro y colonial
de los reinos”, todo un cambio mental en la forma de concebir al
hombre y a la naturaleza.

1 2 . E l t e m a d e l o s d is c íp u l o s

A lo largo de su discontinua e irregular labor docente en el tiempo,


Mutis afirma haber “formado una multitud de discípulos y aficionados
a las ciencias útiles” (Hernández de Alba, 1947:153).24 La afirmación nos
parece exagerada. Como buen español, Mutis sobredimensionaba con
frecuencia la realidad, o mejor, la hacía depender de sus oscilaciones
temperamentales, de esa “bipolaridad” a la que han hecho alusión acadé­
micos y profesionales de la medicina como Emilio Quevedo.

M En otro texto de obligada referencia, como es Crónica del muy ilustre Colegio Mayor de
Nuestra Señora del Rosario libro segundo, página 116, anota Hernández de Alba lo
siguiente: “el sabio dicta su curso precisamente en horas en que las demás faculta­
des concluyen sus tareas; divide sus lecciones entre los que la curiosidad o una débil
afición, y el corto número de los consagrados, de los verdaderos discípulos.” Para
una mayor precisión, consúltense los cuadros estadísticos citados por Renán Silva
(1992: 145-162). En dichos cuadros basados en las matrículas de estudiantes del
Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario por facultades, entre 1770 y 1779, se
observa un promedio de 40 alumnos matriculados de preferencia en las facultades
de filosofía y teología. Para los años de 1762 a 1767 se observa un promedio de 30
matriculados. Fuente: AHUR, Yol. 123, fls. 60 a 164, y Vol. 125.

26
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

¿Cuántos alumnos podrían estar efectivamente matriculados en


el Colegio Mayor del Rosario por las fechas en que el gaditano se
desempeñó como docente?,25 ¿cuántos de ellos accedieron a la cátedra
de matemáticas, teniendo en cuenta que aquélla “era voluntaria para
quienes quisieran oírla sin entrar en el cuerpo de Universidad y sin per­
juicio de las demás cátedras obligatorias”?,26 ¿cuáles eran las “demás
cátedras obligatorias”?, ¿bajo qué influencias intelectuales desarrolló Mutis
sus programas de física y matemáticas?
Si nos atenemos a la primera etapa docente de Mutis, cuando
éste instaló la cátedra de matemáticas en marzo de 1762 en el Colegio
Mayor del Rosario, observamos que en el “referido claustro profesan
matemáticas los doctores Don Manuel López de Vicuña catedrático
de cánones y vicerrector, Don José Ramón de Burgos catedrático de la
misma facultad y ambos abogados de la Real Chancillería de este Reyno
Don Manuel Agustín de Alarcón catedrático de moral y Don José
Ignacio de Moya lector pasante de filosofía”.
Con relación a Manuel Agustín de Alarcón y Castro, a quien ya
hemos mencionado, Guillermo Hernández de Alba sostiene que: “él
fue el primero, en 1762, en escuchar al gaditano; y que con justicia
mereció ser escogido para iniciar en su Colegio las nuevas teorías
educacionistas”(Hernández de Alba, 1940: 198).
Colegial, maestro en teología, doctor en teología, cánones y leyes
respectivamente, Manuel Agustín de Alarcón y Castro, caracterizado por
su erudición y sentido progresista, se desempeñó como rector del Cole­
gio en dos oportunidades: del 12 de diciembre de 1780 al 29 de diciem­
bre de 1782, y del 21 de octubre de 1783 al 15 de abril de 1790.
Don Ignacio de Moya y Pórtela, otro de los que escuchó con
beneplácito las primeras lecciones de Mutis, fue elegido por oposición

25 AHUR, caja 10, fls. 79-93. Microfilme 002, Item 2.


26 AHUR, Yol. 10, fl. 80, roto en la parte inferior derecha.

27
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

como catedrático de filosofía el 19 de julio de 1764,27 durante la rectoría


de Miguel José Masústegui. Más adelante, el 17 de octubre de 1774,28 es
nombrado catedrático de teología por decisión del virrey Manuel Guirior.
Las materias de carácter obligatorio durante la permanencia de
Mutis en el Colegio eran las siguientes: “Dos cátedras de Filosofía,
cuatro cátedras de Prima de Teología, Derecho Canónico, Público y
Civil, y otras tantas de Vísperas en las mismas faculatades”.29
El dato se obtuvo haciendo un seguimiento de las conclusiones
públicas que se defendieron en determinadas fechas.

1 3 . E l c a s o W o l f f io

En lo que tiene que ver con las influencias intelectuales más noto­
rias que se advierten en Mutis, vemos que sin desconocer otros autores
(como Descartes, Gassendi, los lógicos de la escuela de Port Royal, Ba-
con, Gaüleo, y los ilustrados españoles como el padre Feijoo, autor de la
célebre obra Teatro Criticó), Mutis utilizó los textos del matemático Christian
Wolffio30 como referentes de obligada consulta. Acceder a Wolffio era
nutrirse de un pensador de inteligencia versátil, que dominaba y conocía
a un mismo tiempo la física, las matemáticas, la astronomía y la filosofía.
Su influencia no sólo cobijó a Mutis, sino también a un sector de la
inteligencia criolla — como lo señala Jaime Jaramillo Uribe— , encabeza­
do entre otros por Caldas y José Félix de Restrepo. Por su parte, en el

27 AHUR, caja 7, fls. 66-197. Microfilme 001 (ítem 7).


28 AHUR, Microfilme 002, ítem 3.
29 AHUR, Vol. 125, fls. 29-30-31-32-33-34-35-36.
30 Christian Wolffio nació en Breslau en 1679 y falleció en Halle en 1754. Fue
discípulo de Leibnitz. Su pensamiento se caracteriza por la síntesis que hace de los
pensadores tradicionales y de los científicos modernos, ya que integra las teorías de
Aristóteles, Newton, Leibnitz y Descartes, entre otros. Dicho con otras palabras,
en su pensamiento tenían simultáneamente cabida los elementos más tradicionales
con las formas menos radicales de la Ilustración.

28
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

plan provisional de estudios diseñado por Francisco Antonio Moreno y


Escandón, Wolffio ocupa un espacio privilegiado. Su influencia pervivió
además durante largo tiempo en los claustros rosaristas; así permite inferirlo
la invitación para un acto público que tiene como objeto la defensa de la
aritmética y geometría por parte de Manuel Manrique. La invitación a
este acto académico dice textualmente:
Don Manuel Manrique Colegial en el Mayor de Nuestra Señora del
Rosario de esta capital, baxo la dirección de Don Luis Garda, dedica
al Señor Doctor Don Felipe Groot, provisor y vicario general de este
arzobispado, y canonigo penitenciario de esta Santa Iglesia Catedral
un acto de conclusiones privadas en que defenderá los tratados de
aritmética y geometría del compendio matemático de Christiano
Wolffio, el día 16 de este mes de julio de 1801, en su capilla interior
por la tarde a la hora acostumbrada; y suplica su asistencia.31

Wolffio fue pues uno de los autores de cabecera de Mutis. Su


eclecticismo se compaginaba con el del gaditano. Por lo mismo, la ex­
posición de su tesis permitía — como quien navega entre dos aguas—
incitar a la curiosidad, a la experimentación y a la comprobación, sin
comprometerse a fondo. Evitando extremos, Wolffio se presentaba
unas veces como respetuoso de la religión y la tradición, y otras como
un progresista que evitaba, sin embargo, la tentación de identificarse
con el ala típicamente anticlerical y antimonárquica del enciclopedismo
francés. De esta manera, Wolffio transmitió a Mutis el derecho a dudar
y a cuestionar la realidad a condición de hacerlo de manera estratégica.
Para algunos estudiosos, Wolffio representó para el gaditano una pri­
mera fase de transición y de aclimatación cultural que había que cum­
plir en nuestro medio.
La obra de Wolffio le servía a Mutis para hacer lo que él tenía que
hacer en el momento en que estaba enseñando en la cátedra de
matemáticas. Probablemente en ese momento, años 1760 años
1770, esa obra ya era moderna, digámoslo así, en Europa y se

31 RJBM, 1 folio, III, 7, 1, 14.

29
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

empezaban a producir otras obras que estaban mucho más de


acuerdo en consonancia con los avances de la primera parte del
siglo que había tenido la matemática. Sin embargo para los pro­
pósitos de divulgar el pensamiento ilustrado en la Nueva Grana­
da era menester pasar por la fase de transición y Mutis aunque
anacrónicamente asume la labor wolffiana de desarrollar en Co­
lombia, en la Nueva Granada, una fase de transición que permitie­
ra aclimatar una cultura, los elementos generales de una cultura
física y matemática y con posterioridad a ello dar un salto a una
fase superior en la cual se pasara a un pensamiento ya mucho más
desarrollado (Arboleda, 1994: 84-85).

14 . E n C ácota d e Suratá

Como se ha visto, la labor educativa de Mutis no correspondió


a un esfuerzo de largo aliento. Otras actividades, como las de la mine­
ría, lo ausentaron por largos períodos de la cátedra. En ese sentido, su
primer ciclo académico (1762-1766) es interrumpido como consecuen­
cia de su deseo de explorar nuevas posibilidades en el área de la
mineralogía que, a finales de 1766, lo llevan a desplazarse para ese pro­
pósito al “Real de la Montuosa Baja en las Vetas de Pamplona”.32 El
sabio llevó a esa zona a su hermano Manuel, quien en 1769 contrajo

32 Si bien en ese momento la Baja y las Vetas dependían de la provincia de Pamplona,


posteriormente, hacia 1841, los feligreses de la capilla de Vetas solicitaron al gober­
nador de Pamplona su desagregación y su erección como distrito parroquial inde­
pendiente. Pese a esta condición de autonomía, la Ley 25 de 1869 del Estado
Soberano de Santander, fusionó a las aldeas de Baja y Vetas en una sola, que se
denominó California, disfrutando en la actualidad de su condición de municipio. A
principios del siglo XX llegaron a esa región una serie de financistas franceses que
crearon una compañía minera con sede en París llamada La Francia Gold. Con
motivo de la primera guerra mundial, la mayoría de estos empresarios regresaron a
Europa permaneciendo, sin embargo, algunos apellidos como los Pallié, que se
entronizaron y se prolongaron en Santander. Japoneses y canadienses se dieron cita
más adelante en esta zona tradicionalmente rica en oro y uranio. Una posibilidad de
profundizar en un tema tan importante, pero tan escaso de fuentes primarias y
secundarias, la proporciona la lectura del texto Narraciones de Provincia redactado
por Flaminio Barrera (1965).

30
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

matrimonio en Bucaramanga con Ignacia Consuegra, dejando nume­


rosa descendencia que aún hoy forma parte sustantiva y entrañable del
departamento de Santander. Aunque Mutis no era muy dado a pro­
porcionar noticias detalladas sobre sus hermanos y familiares más cer­
canos (con la excepción de sus sobrinos y particularmente de Sinforoso),
se conoce un oficio del virrey Pedro Messía de la Cerda, con fecha 14
de diciembre de 1769, en donde comunica que a su hermano Manuel
se le ha otorgado la Alcaldía Mayor de Bucaramanga.33 Siete hijos tuvo
Manuel Mutis Bosio: Dominga, Justa, Bonifacia, Micaela, Sinforoso,
José y Facundo. Con motivo de la muerte de Manuel, ocurrida en la
población de Mompox el 24 de octubre de 1786, José Celestino se
hizo cargo de sus numerosos sobrinos acudiendo a su peculio para
educarlos y para inculcarles “Respeto a Dios y al R e/’.
Algunos autores han sostenido erróneamente que Manuel habría
llegado con José Celestino al territorio del Nuevo Reino de Granada
en 1760.34 Lo que sí es cierto, es que en 1769, el sabio “descubrió” a un
inteligente y prometedor joven que con el correr del tiempo habría de
ser el catedrático, sacerdote y naturalista Juan Eloy Valenzuela y Manti­
lla, a quien llevó consigo a la capital del virreinato matriculándolo, en
1770,35 en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario.
Valenzuela era natural de Girón, que a diferencia de otras pobla­
ciones santandereanas como el Socorro, San Gil, Charalá, Mogotes y

33 RJBM, 2 fls., III, 2, 1, 63.


34 Autores como José Antonio Amaya en un artículo titulado “Mutis y la historia
natural española (1749-1760)”, publicado por Villegas Editores/Lunwerg Editores,
en 1932. Este equívoco es despejado por estudiosos como Aída Martínez Carreño
(1996); por Antonio Cacua Prada (1968) y por Jairo Gutiérrez Ramos (1995). El 14
de diciembre de 1769, el virrey Pedro Messía de la Cerda envía un oficio a José
Celestino Mutis en donde le comunica que a su hermano Manuel se le ha concedido
la alcaldía mayor de Bucaramanga, RJBM, 2 fls., III, 2, 1, 62. N. de A.
35 Véanse las informaciones de Eloy Valenzuela, aprobadas el 20 de octubre de 1770.
AHUR, Vol. 119, fls. 267-270.

31
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

Barichara, mantuvo hasta el final una inequívoca simpatía por la causa


realista (Martínez, 1996).36
¿Qué motivos llevaron a Mutis a suspender la cátedra a favor de
la mineralogía? Para empezar, digamos que Mutis, como hijo legítimo
que era del discurso ilustrado español, buscaba: “el honor de la nación,
la utilidad del público, la extensión del comercio, la ventaja de las cien­
cias, la riqueza del erario y la gloria de los gobernantes que tales empre­
sas prohijaran”.37
En consecuencia, con los ideales administrativos de la Corona es­
pañola, mediante los cuales se pretendía mantener cohesionada a la socie­
dad, proporcionar riqueza al Estado y favorecer el conocimiento práctico,
Mutis pensaba que la explotación racional y técnica de nuevos yacimien­
tos de oro y plata38 conduciría a generar no solo más fuentes de riqueza,
sino a abrir vías “de paso” para sacar dichas riquezas y superar con ello el
tradicional aislamiento interregional del Nuevo Reino de Granada.
Buscar, localizar y evaluar metales preciosos, aunque a la postre
los resultados obtenidos eran muy inferiores a las expectativas trazadas,
fueron los objetivos que consumirían buena parte de los esfuerzos de
Mutis, a pesar de su optimismo y conocimiento del tema.
Desde el año 67 conozco a fondo el trabajo de minas en el méto­
do americano. Por una especie de casualidad venturosa o por la
estrecha conexión que tenían con los objetos de mi historia natu­
ral todas las producciones del reino mineral, vine cargado de los

36 Véase el anexo en donde el cabildo de Girón manifiesta a Pablo Morillo la más


irrestticta lealtad tanto a su ejército expedicionario, como al soberano español
(AGN, Anexos, Historia, tomo 20, fl. 46).
37 Memorial a Su mejestad Carlos III (Santafé, 20 de junio de 1764). En Guillermo
Hernández de Alba (1947: 15).
38 A partir del siglo XVIII se presenta en el ámbito americano la llamada “crisis del
oro” que, a grandes rasgos, se produce como consecuencia de los métodos rudimen­
tarios utilizados para la extracción, y se plantea una política de modernización en
tomo de la extracción del metal. Modernización que por cierto coincide con la
política progresista y de apertura económica emprendida por la casa de Borbón.

32
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

mejores libros de mineralogía, docimasia y metalurgia. Observé


las operaciones de América, y a poco tiempo conocí que no sólo
no había método ni ciencia, sino también que era incapaz de redu­
cir a reglas científicas unas operaciones en que procedían a ciegas
los que se tenían por maestros. La continuada experiencia de diez
y ocho años me ha confirmado los mismos pensamientos de
aquel primer año, en que pensé abandonarlo todo y pasar a Suecia
con el fin de instruirme en estas materias,39si otras reflexiones
más serias no me lo hubieran impedido.40
En todo caso, esta obsesión por “hallar nuevas fuentes de rique­
za”, por parte de Mutis, no resiste comparación con los niveles de
explotación y de dividendos económicos obtenidos a partir de la ex­
tracción de metales preciosos en México y en el Perú.41

15. De n u e v o e n l a d o c e n c ia

Luego de esta experiencia en la Baja y Vetas de la Montuosa,


Mutis retorna a Santafé en mayo de 1770. De esa fecha hasta 1777, se
puede hablar de un nuevo período favorable a la actividad docente.

39 Si Mutis no logró trasladarse a Suecia “con el fin de instruirse en esas materias”, sí


puso su empeño durante su estadía en las minas del Sapo (cercanas a Ibagué), para
que Clemente Ruiz, criollo neogranadino, viajara a Suecia a expensas suyas y previa
recomendación a Linneo, a especializarse en metalurgia y docimasia.
40 Fragmento de una carta al arzobispo virrey Caballero y Góngora (Hernández de
Alba, 1947: 81).
41 Al respecto pueden consultarse, entre otros, los siguientes textos: Modesto Bargalló
(1955) y Cario M. Cipolla (1999). El propósito de fondo buscado entonces por
Mutis, durante su larga estadía en Cácota del Suratá, era el de experimentar nuevos
métodos de extracción y beneficio del mineral de plata. Acorde con las nuevas
técnicas, inició con los trabajos de construcción de un desagüe general de las minas
y apertura de nuevos socavones, así como la construcción de un ingenio para moler
el mineral y amalgamar la plata con azogue. Sin embargo estos esfuerzos, que no
descartaban a su vez la utilización de amplios pozos, largos socavones y el uso de la
pólvora, resultaron infructuosos por las lluvias que permanentemente anegaban los
socavones. Igualmente estaban previstas casas para los peones, la existencia de
hornos y fragua, entre otros.

33
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

Permanecí cerca de cuatro años separado del trato y comunicación


de gentes en el Real de Minas de Montuosa, jurisdicción de la
ciudad de Pamplona; trabajando sin intermisión en mi historia
natural, y especialmente en el Real de Minas, servicio no menos
importante a mis estudios particulares que a la utilidad de todo el
reino e intereses del Real Erario. A principios del año 70 me resti­
tuí a esta ciudad, sin haber querido admitir el gobierno de Girón,
como empleo totalmente opuesto a mis designios, entregándo­
me nuevamente a las mismas tareas de la medicina, cátedra y
lecciones privadas de historia natural, formando jóvenes, con quie­
nes partía mis delicias de ver introducidos bajo de la línea
equinoccial los conocimientos de las ciencias útiles, y celebrarles
los nombres de los tres mayores sabios del norte, Newton,
Boerhaave42 yLinné.43

1 6 . COPERNICANO IRREDUCTIBLE

Todo parece indicar que la actividad académica del médico y natu­


ralista se limitó a una serie de actos públicos, algunos de ellos auspiciados
por las directivas del Colegio Mayor del Rosario, como el que llevó a
cabo en 1773 y referido a propósito de la “Sustentación del sistema
heliocéntrico de Copémico en conclusiones públicas celebradas en el Co­
legio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, en honor de los excelentísimos
virreyes Don Manuel de Guirior y Doña María Ventura Guirior”.
En aquella ocasión, revestida de boato y solemnidad, Mutis pro­
puso nuevamente la urgente e imperiosa necesidad de que la juventud
neogranadina dejara de lado a Aristóteles y toda la “doctrina del
peripato” para adentrarse —a la manera de una tabla de salvación—

42 Armando Boerhaave, médico holandés (1668-1730). Tuvo una sólida formación


en filosofía y matemáticas. Más adelante siguió la carrera de médico y se desempeñó
como profesor de medicina en Leyden. La denominada “patología humoral” repre­
sentó el eje de sus intereses clínicos. Boerhaave consideraba que el régimen alimen­
ticio determinaba en alto grado la consistencia sanguínea.
43 Carta al arzobispo virrey Caballero y Góngora, Santafé, 27 de marzo de 1783
(Hernández de Alba, 1947: 52).

34
'Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

en Newton. Igualm ente, en su extensa disertación se proclam a


copernicano convicto. Actitud ésta que no dejó de causar sorpresa,
más teniendo en cuenta que desde el año anterior (19 de diciembre de
1772), había tomado los hábitos, ordenándose de sacerdote carmelita
(De Mier, 1986: 53 y 55).'M
Dicha disertación constituye un valeroso y brillante documento,
ambientado y posicionado desde el Colegio Mayor de Nuestra Señora
del Rosario. Disertación que de manera sutil propone una ruptura frontal
con el carácter teocrático predominante en la mayoría de los estableci­
mientos educativos de postrimerías del siglo XVIII en nuestro medio.
No es, Señora [se refiere a María Ventura Guirior], un romance ni
una fábula a imitación de las muchas que, por empeño o por
capricho, defiende en sus teatros la sutileza escolástica, la sublime
doctrina que consagra a vuestra excelencia este Colegio. Ofendería
a los elevados talentos que adornan a vuestra excelencia cualquier
otra doctrina filosófica que no estuviera fundada en tan sólidos
principios. Una filosofía que estuviera sólo en conjeturas a imita­
ción de la doctrina toda de los antiguos, merecería justamente el
desprecio de vuestra excelencia. Mas aquella filosofía que lleva a la
experiencia por guía, se hermana con las observaciones y se ilustra
con razonamientos puramente matemáticos, que no pueden en­

44 De las varias facetas de Mutis, encontramos que la comercial y la religiosa conti­


núan siendo hasta la hora presente, las menos estudiadas. Personalmente dudamos
que el sabio tuviera e hiciera gala de unas profundas convicciones religiosas. Más
bien pensamos que en él se desarrolló en realidad un “conflicto entre razón y fe”.
En su decisión de asumir la vestidura talar, después de cumplidos los cuarenta años
de edad, vemos más un gesto político y estratégico que otra cosa. Al respecto se
recomienda la lectura del artículo de monseñor Germán Pinilla “Los conflictos
interiores de Mutis” (1973: 35-43). En esta decisión por parte de Mutis de hacerse
sacerdote a una edad tardía hay un hecho que llama la atención: la licencia que a
través de la Bula de Clemente XIII (26 de noviembre de 1764) se le concede para
ejercer la medicina, dada la escasez de médicos en que Mutis se desenvuelve, pero »
se le limita “el operar o cauterizar, y también que se abstenga en absoluto del arte
de la cirugía” (De Mier, 1986: 33-35). ¿Cumplió Mutis esas restricciones? Antes de
esas restricciones, ¿había ejercido la cirugía en nuestro medio? En otro contexto:»
¿cumplió Mutis con los estudios de filosofía, sagradas escrituras, teología y cáno­
nes, absolutamente necesarios para acceder al sacerdocio?
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

gañar al entendimiento aun cuando se engañen los sentidos, esa


es la filosofía que merecerá la aprobación de vuestra excelencia.
Propone pues a vuestra excelencia este Colegio el sistema
Copernicano, aquella invención divina perseguida por la ignoran­
cia, delatada por un falso celo y finalmente condenada por la In­
quisición Romana.45

17. La c o n f r o n t a c ió n I g l e s ia - c ie n c ia

Las consecuencias de tan atrevida y osada profesión de fe inte­


lectual no se hicieron esperar. ¿No había dicho acaso el sabio en la
lección que pronunció en diciembre de 1773 en el Colegio Mayor de
Nuestra Señora del Rosario, teniendo como testigos de sus palabras
(testigos por cierto favorables a sus opiniones), a toda la dirigencia
colonial, que “hallándome instruido con finos conocimientos y claras
luces que nunca pude descubrir en las tinieblas de la vieja filosofía, me
confieso públicamente declarado copernicano”?46
A finales de junio de 1774 el conflicto estalla, las opiniones se
dividen; no exactamente por vía de la máxima autoridad, el virrey
Manuel Guirior, espíritu ilustrado y progresista, quien en su relación
de mando a Carlos III habla de la necesidad de dar trámite a una
reforma educativa de fondo.
La instrucción de la juventud y el fomento de las ciencias y artes es
uno de los fundamentales principios del buen gobierno, de que
como fuente dimanan la felicidad del país y la prosperidad del
Estado para las artes, industria, comercio, judicatura y demás ra­
mos de la policía; y con este conocimiento y el de los esmeros con
que vuestro sabio monarca y su gobierno se han dedicado a esta­
blecer acertados métodos en las enseñanzas, procuré también ins­
truirme del estado que tenían en este Reino, para contribuir por
mi parte a tan gloriosa empresa, de erigir Universidad pública y

* 45 El original de este documento, profusamente reproducido, se encuentra en el RJBM,


188 fls., III, 2, 4, 11.
46 RJBM, 25 fls.

36
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

estudios generales, por no desmerecer este Reino y su juventud la


gloria que disfrutan los de Lima y Méjico, y pudiendo á poca costa
hacer el Rey felices á estos tan amados vasallos, que privados de la
instrucción de las ciencias útiles se mantienen ocupados en dispu­
tar las materias abstractas y fútiles contiendas del peripato, priva­
dos del acertado método y buen gusto que ha introducido la
Europa en el estudio de las bellas letras; y conociendo que habién­
dose dado cuenta la Corte se dilata la resolución por las contradic­
ciones que hace el convento de Santo Domingo de esta ciudad,
como que en la actualidad goza de la facultad de dar grados, de­
seoso de que no continuase por más tiempo el mal y se hiciese
incurable su dolencia, contraviniéndose sólo en este Reino á las
órdenes Reales, por ser el único que se priva del fruto de su obser­
vancia (Relaciones, 1910:157).
Ciertamente no fue Guirior el que provocó la tempestad. La
respuesta anacrónica correspondió en términos institucionales a los sa­
cerdotes dominicos de la Universidad Tomista, en donde a manera de
consenso resolvieron convocar a unas conclusiones públicas en las que
se proponían probar, con las sagradas escrituras y las afirmaciones de
Ptolomeo, San Agustín y Santo Tomás haciendo las veces de escudo,
que la teoría copernicana era a todas luces contraria a los buenos cató­
licos; indefinible e insostenible como tesis de fondo, y acreedora por lo
mismo de la censura del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición. En
ese orden de ideas, buscaron a un legítimo interlocutor de perfil laico
llamado Gregorio Díaz Quijano, comisario del Santo Oficio, a quien
dedicaron el evento. Acto seguido repartieron solemnes y elocuentes
invitaciones; Mutis recibió la suya mutilada, puesto que no se refería
como las otras a un llamado público con el ánimo de calificar como
herética a la teoría copernicana con la que el sabio se identificaba a
plenitud. En síntesis: Mutis entabló por intermedio del virrey una de­
manda, Guirior pasó dicho oficio a la junta de temporalidades y al
Santo Oficio, anotando para curarse en salud que “no se promoviera la
enseñanza de lo que indujese la menor sospecha”. Se sabe finalmente
que el expediente levantado por los dominicos no prosperó ante la

37
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

Inquisición y que el presbíteto y doctor José Celestino Mutis podía


continuar adelantando su acción científica y pastoral así como su labor
académica.
Este episodio que, guardando las proporciones, recuerda el jui­
cio que se le siguió en su momento a Galileo y a Giordano Bruno, no
sólo muestra los criterios estrechos y atrasados que en términos gene­
rales caracterizaban a buena parte del clero, sino que a la vez ilustra de
manera elocuente la lucha que a favor de la modernidad se estaba li­
brando. La Universidad Tomista no quería aceptar que corrían otros
tiempos y que la labor académica de Mutis y otros “pares” era ya un
hecho que comprometía el futuro inmediato.
Sin embargo, al leer entre líneas las motivaciones que dieron
lugar a tan bochornoso episodio protagonizado contra la inteligen­
cia, se llega a la conclusión (y más cuando se sabía que la aplicación
del plan provisional de estudios de Moreno y Escandón era una rea­
lidad inminente) de que el celo apostólico esgrimido por los domini­
cos era más bien una fachada prevista para ganar tiempo y movilizar
influencias al interior de la Corte en Madrid, con el fin de “trancar” el
plan de estudios de Moreno y Escandón que, a la manera de la espa­
da de Damocles, amenazaba en materia grave sus intereses (Soto,
1989: 76) y su tradicional posicionamiento educativo. Y es que a esas
alturas Guirior, Mutis y Moreno y Escandón hacían las veces de un
trípode, en donde fieles a los ideales borbónicos luchaban por llevar
a feliz término una reforma en los planes de estudio, cuya consecuen­
cia a nivel cultural y educativo diera vía libre al desarrollo pragmático
de la enseñanza al encauzar, como pretendían, la instrucción hacia el
avance de las ciencias experimentales. Avance del cual había sido pio­
nero el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, depositando
en Mutis un gran voto de confianza.

38
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

1 8 . O s c il a n d o e n t r e d o s a g u a s

Es necesario, entonces, analizar el plan de Moreno y Escandón


para detectar sus alcances reales y la probable influencia de Mutis en su
elaboración. El carácter ortodoxo del plan de Moreno y Escandón se
observa en la intensificación del estudio del latín47 y en el programa
previsto para la Facilitad de Jurisprudencia que incluía la enseñanza del
sistema de Patronato Regio y de las regalías de la Corona. Su enfoque
renovador se traduce fundamentalmente en las ciencias naturales, en la
Facultad de Filosofía y en la de Jurisprudencia.
En efecto, el programa de filosofía —al incluir las áreas de álgebra,
geometría y trigonometría, utilizando al ya mencionado Christian Wolffio
como referente— introduce el concepto de “filosofía útil” que fundamen­
ta el estudio de la lógica y de la metafísica en las matemáticas. Este progra-

* La práctica docente sobre el uso del latín se cumplió en nuestro medio puntual y
obligatoriamente hasta finales del siglo XVIII. El Colegio Mayor del Rosario fue en
ese sentido un centro latinista de primer orden. En efecto, tanto las exposiciones
magistrales, como las tesis de grado, eran redactadas casi sin excepción en latín. Por
otra parte, lo que después se denominó despectivamente como “mamotretos” son en
realidad manuscritos. Era de rigor tanto en los claustros universitarios de Europa
como en América, que cada docente explicase su propio curso; de tal manera que los
estudiantes debían tomar atenta nota de estas lecciones de carácter magistral, para
reproducirlas posteriormente, de la manera más fidedigna, en sus cuadernos. Con
inusitada frecuencia el docente dictaba la lección (dictatio). Esa práctica del dictado
tenía como factor principal la escasez bibliográfica, y el reducido mercado de libros
con que contaba sobre todo América. En su plan, Moreno y Escandón propende por
la intensificación del latín, por considerar que su uso fortifica la razón, perfecciona el
juicio, organiza la mente, forma el buen gusto y predispone al rigor y a la exactitud.
Recomienda para ese propósito los textos de Terendo, Cornelio Nepote, al igual que
las epístolas de Ovidio y Cicerón. En términos estrictamente académicos, y si se
quiere protocolarios, sostiene que todos “los catedráticos hagan una lección inaugu­
ral en idioma latino el día después de San Lucas.” Hasta nuestros días, para este tema
en concreto es preciso consultar la obra de José Manuel Rivas Sacconi (1949). Pero
además el latín, considerado como el idioma culto por excelencia, jugó un papel
discriminatorio y elitista en la mayoría de los centros educativos donde su obligato­
riedad se imponía contra viento y marea.

39
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

ma recuerda en sus lincamientos fundamentales las reformas introducidas


en el pensamiento físico-matemático por parte de Mutis. “Los textos que
Mutis preparó para su cátedra de matemáticas, fueron consultados con
Moreno y Escandón, y le sirvieron a éste para formular la parte corres­
pondiente de su célebre plan de estudios” (Mendoza, 1994: 335-336).
En teología sintetiza el análisis práctico y el especulativo, e instaura
tina metodología de crítica textual. En las áreas teológicas establece el
estudio de la cronología y geografía bíblicas.
En este programa se menciona de manera explícita al Colegio
Mayor de Nuestra Señora del Rosario al referirse a su cátedra de medi­
cina y a su tradicional orientación tomista. Se plantea en este punto la
conveniencia de eliminar transitoriamente la cátedra de medicina en el
Colegio mientras se logra la formalización de esa facultad.
El plan de Moreno y Escandón trata de dar a la educación un
enfoque objetivo e imparcial al eliminar la designación de un autor o
escuela como modelo de estudios. Este programa sostiene que la for­
mación de alumnos que no sigan una corriente predeterminada garan­
tiza una mayor veracidad en el desempeño académico y profesional
del estudiante, ya que el objetivo del alumno es encontrar la verdad y
no justificar su adhesión a un partido. Por esta razón, ordena comple­
mentar la enseñanza de la doctrina tomista con la de Duns de Escoto,
San Anselmo y otros autores escolásticos.
Las Constituciones del Colegio Mayor del Rosario, fundamen­
tadas en la doctrina tomista, también son analizadas en este plan, al
exigir al rector del claustro suspender temporalmente su enseñanza
mientras la junta de estudios toma una decisión sobre su aplicabílidad e
imparcialidad (Hernández de Alba, 1980: 223),48

48 El plan de estudios de Moreno y Escandón se encuentra también reproducido en


Boletín de historia y antigüedades, Vol. XXIII, N° 264-265, septiembre y octubre de
1936, pp. 644-672.
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

El plan fue aprobado mediante acta de la Junta de Aplicaciones


el 22 de septiembre de 1774. El 17 de octubre del mismo año don
Pedro de Ureta, actuando a nombre del virrey Manuel Guirior, en
carta al rector del Colegio Mayor del Rosario le informa sobre el cum­
plimiento del nuevo método provisional de estudios que deben obser­
var los colegios. En la misma misiva, don Pedro de Ureta envía al
rector del colegio (en ese momento Manuel de Caycedo y Vélez La­
drón de Guevara), el decreto de nombramiento de los catedráticos
que deben seguir los lincamientos del nuevo plan de estudios. De esta
manera queda nombrado como catedrático de filosofía don Joaquín
de Urrutia, como catedrático de jurisprudencia don Agustín Manuel de
Alarcón y Castro, y como catedrático de teología, don Ignacio de Moya
y Pórtela.49
En otro contexto, el 23 de abril de 1776, Francisco Antonio
Moreno y Escandón envía una carta al rector del Colegio Mayor del
Rosario anunciándole a manera de grata noticia que la Junta Superior
de Aplicaciones había decidido donar al claustro los libros duplicados
que se habían destinado al establecimiento de la biblioteca pública. La
base inicial de esa biblioteca la constituía la expropiación de los libros
de la Compañía de Jesús, con motivo de su expulsión en 1767.50
La donación hecha al Colegio asciende a cerca de cien textos
“los cuales remito a V.M. con encargo de que se sirva, anotándolos en
el libro de librería de ese Colegio, con expresión de esta aplicación,
noticiarme de su recibo con la misma individualidad para resguardo y
gobierno”.51

* AHUR, Caja 11, fls. 74, 75, 76. Microfilme 002, ítem 3.
50 Ese primer “cuerpo de libros” como resultado de la ocupación de los bienes de la
Compañía de Jesús, constaba de 4.182 volúmenes. Consúltese al respecto el texto
de Guillermo Hernández de Alba y Juan Carrasquilla Botero (1977: 1-7).
51 AHUR, caja 6, fls. 234, 235.

41
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

1 9 . C o n f l ic t o d e in t e r e s e s

Retornando al plan de estudios, éste es compartido en lo esen­


cial por el rector Manuel de Caicedo y Vélez (Hernández de Alba,
1940: 158). No así por Fernando Caycedo y Flórez, quien sucede en la
rectoría a Manuel de Caycedo. En efecto, el Colegio, con Caycedo y
Flórez a la cabeza, se opone radicalmente a este plan provisional de
estudios, y rechaza con firmeza el control que a partir de dicho plan se
pretende ejercer tanto sobre los catedráticos como sobre la metodolo­
gía y la orientación tomista del claustro. La argumentación de fondo de
las altas autoridades del Colegio se fundamenta en la autonomía del
claustro, la cual aparece claramente explicitada en las Constituciones de
la institución y legalizada además a través de cédulas reales.
Desde una perspectiva más global, el plan había recibido una fuerte
oposición por parte de lo dominicos y de antiguos bartolinos. Unos y
otros rechazaban el “eclecticismo propugnado como el ideal filosófico a
seguir, ni las invectivas de largo alcance contra al peripato y escolasticis­
mo, ni los ataques contra los canonistas ultramontanos” (Salazar, 1946:
447). Pero en el fondo, estas críticas al plan lo que realmente denotaban
para aquellos que saben leer entre líneas, era el temor por parte de estas
instituciones a perder el control que tradicionalmente habían mantenido
sobre la educación y, por lo mismo, la disminución de un poder de vastos
alcances políticos, ante la inminencia de erigir en consonancia con el plan
de Moreno y Escandón, más temprano que tarde, una universidad pú­
blica, de la que el virrey Guirior era un decidido partidario.
Por otra parte, el plan pretendía ajustarse con el máximo de
fidelidad a los ideales borbónicos en materia educativa. Pero el veto al
mismo, ya lo dijimos, fue un acto de poder político que utilizó lo aca­
démico como fachada. Con la supresión de este proyecto en 1779, el
trípode Guirior, Moreno y Escandón y José Celestino Mutis, quedaba

42
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

ostensiblemente debilitado. En un viraje que desatendía el llamado a


colocar la educación a la “altura de los tiempos”, se volvía a establecer
terca y oficialmente la enseñanza de la escolástica52 en los colegios de
San Bartolomé y Mayor del Rosario, y a suprimir de este último la
cátedra de matemáticas tan cara a Mutis. El norte epistemológico, el de
admitir como principio únicamente las verdades verificadas por la
observación y la experiencia, había quedado en entredicho.
La reforma que inmediatamente empezó a regir en los colegios,
produjo una verdadera revolución fomentada, fácil es de supo­
nerlo, por Moreno y Escandón, que estaba interesado en obte­
ner un buen desarrollo de su idea, por el virrey, interesado
también en el buen resultado de su obra, y por Mutis, que se
había adelantado como catedrático a hacer reformas por su cuen­
ta. Otro de los sectarios más notables de la nueva idea y de la
nueva filosofía, fue el doctor José Félix de Restrepo, que se
dedicó especialmente a corregir los estudios del Colegio Semi­
nario de Popayán.

El plan fue consultado a la Corte y el Consejo de Indias lo


im probó. D ebióse a muchas causas aquella disparatada
improbación. Como era un solo plan el que regía en todos los
colegios españoles, la aprobación de éste hubiera hecho necesa­
ria una variación en todos los estudios, aún en la misma Penín­
sula; y aquella obra acobardó al Consejo. Los dominicanos de
Santa Fe, derrotados por la victoria que alcanzaban sus contrin­
cantes a favor de la autoridad del virrey, informaron en contra,
con vehementes aunque malas razones. Terció también el arzo­
bispo Compañón con un informe sobre la iglesia granadina,
que aunque no habla precisamente del plan, vino a apoyar el
antiguo con las observaciones que hacía sobre el carácter de los
colonos: los alaba por inteligentes y dados al estudio; pero “son,
dice, muy propensos a la herejía”. El Consejo, pues, sostuvo la

52 La práctica de la escolástica no solo recibió protección oficial durante la Colonia,


sino también durante buena parte de la República. El giro neoescolástíco de monseñor
Rafael María Carrasquilla de 1890 a 1930 al interior del Colegio Mayor del Rosario,
es un ejemplo elocuente en ese sentido. A este respecto, consúltese el texto de
Carlos Valderrama Andrade (1986).

43
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

integridad del plan antiguo con la misma severidad que si se


tratara de las regalías de la Corona, o del juramento de obedien­
cia y vasallaje. Este retroceso era más notable, cuanto que los
ministros de aquél reinado y a quienes tocó juzgar el nuevo plan,
eran hombres ilustrados: eran Grimaldi, Moñino, que después
fue Conde de Floridablanca, Campomanes y Aranda. Mas por
fortuna, la consulta tardó dos años en ir y volver con la
improbación, y en dos años se hizo mucho en los colegios. Pero
además, cuando vino la improbación, Guirior ya se había sepa­
rado del mando (Vergara, 1974, tomo I: 225).

Mutis por su parte —hay que agregar— había salido a explorar


las minas del Sapo a partir de enero de 1777. La cátedra de matemáti­
cas instaurada por él en el Colegio Mayor del Rosario, sería nuevamen­
te una realidad sólo hasta 1787.53
De la supresión de esta cátedra se lamentaría en su calidad de
rector Manuel Agustín Alarcón y Castro, tomista integral y defensor de la
cultura del silogismo, que sin embargo ve como causantes del atraso de
la enseñanza la ausencia de una formación matemática54 y el restableci­
miento en mala hora del texto de Goudin.55 Nos parece, de acuerdo
con el análisis y el razonamiento expuesto, que el plan de Moreno amerita
un estudio entrecruzado y detallado como efectivamente se ha plantea­
do y aceptado.56

53 AHUR, Vol. 10, fl. 83 y ss.


54 AHUR, Vol. 125, fl. 9 vuelto.
55 Antoine Goudin, 1639-1695. Este autor reproduce en sus tratados las doctrinas esco­
lásticas con la salvedad de que las presenta más sistematizadas y no ya, como era
tradición, en forma de comentarios a Aristóteles. Gran influencia tuvo Goudin en la
Universidad de Salamanca y, como lo sostiene Gabriel Mejía Ahumada (1996: 33), una
gran proyección en las instituciones educativas lideradas por la orden de los dominicos.
56 Dado que el Plan Provisional de estudios de Moreno y Escandón forma parte
importante de la periodización que dentro de la franja (f-8-02) hemos venido
trabajando y que abarca 1750-1816, y teniendo en cuenta que Diana Soto Arango
también ha contemplado en su anteproyecto el plan de estudios en cuestión, se ha
adoptado previa reunión con el director del CIEC, y de acuerdo con la conversa­
ción sostenida al respecto con el equipo de investigadores en pasada reunión (21 de
septiembre), las siguientes precisiones tendientes a evitar repeticiones, equívocos y
cruces de objetivos: dado que el anteproyecto de la doctora Soto tiene por objeto

44
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

2 0 . P r o s ig u e e l t e m a d e l o s d is c íp u l o s

Luego de estos antecedentes, ha llegado el momento de pre­


ocuparnos por detectar y tratar de aclarar un tema que aún hoy sigue
siendo objeto de confusiones y errores: el tema de los discípulos de
Mutis. Al menos aquellos que entre 1770 y 1777 sintieron, o bien la
presencia viva del maestro dentro y fuera de las aulas57 rosaristas, o
bien como discípulos de sus discípulos, en un proceso de efectos
reflejos y colaterales.
En un primer momento sus alumnos fueron Ignacio de Moya y
Pórtela y Manuel Agustín de Alarcón y Castro (a quienes ya se ha hecho
alusión). Alumno de éstos será Eloy Valenzuela, quien en el curso de
pocos años recibe el grado en cánones y teología y se vincula a la do­
cencia, obteniendo sucesivamente por oposición las cátedras de filoso­
fía, ciencias matemáticas e historia natural. Pero sobre todo, Valenzuela
fue “hechura” de Mutis, habiéndolo traído desde Girón cuando aquél

profundizar en el examen de la elaboración del Plan de estudios de Moreno y


Escandón y su aplicación dentro del contexto que corresponde al Colegio Mayor
del Rosario y, complementariamente con el Colegio de San Bartolomé, el proyecto
a nuestro cargo, en lo que concierne a dicho tema, examina como objetivos especí­
ficos: a) antecedentes al interior de dicho plan; b) identificar y precisar directivas,
catedráticos, listados de estudiantes, procedencia regional, asertos, oposiciones y
conclusiones públicas durante la vigencia del plan con el objeto de detectar quiénes
fueron los sujetos de la aplicabilidad real de dicha propuesta educativa; c) identifi­
car a través de las informaciones y otros soportes documentales que se encuentran
en el Archivo Histórico del Colegio Mayor del Rosario, así como también en el
Archivo General de la Nación, los efectos y alcances de dicha aplicación. En dicha
labor, y en los análisis correspondientes, se trabajará en interacción con la directora
del subproyecto en lo que tiene que ver con esta fase cronológica contemplada en
la .franja N° 8, Enseñanza.
57 Cuando hablamos de la presencia viva de Mutis fuera de las aulas, nos referimos
a la tendencia que éste tenía a dictar “lecciones particulares” y a organizar o
asistir a “tertulias” ya fuera en su casa de habitación, o en otros espacios. “Nacederos
de la Independencia” denomina a estos eventos intelectuales Enrique Caballero
Escobar (1980).

45
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

contaba con escasos trece años de edad (Valenzuela, 1983). Durante


dieciséis años estuvo vinculado a la cátedra, haciendo énfasis en las
ciencias físicas y naturales. Pero su influencia intelectual no se limitó al
ámbito rosarista, teniendo en cuenta que en 1804 fue el autor del plan
de estudios y método para el Colegio Pinillos de Mompox (Soto, 1993).
Aparte de lo anterior —y a manera casi de un desafío, teniendo en
cuenta la arraigada tradición latinista del Colegio Mayor del Rosario—
, defendió en 1778 públicas conclusiones en castellano.58 En concatena­
ción, Valenzuela será a su vez maestro de Fernando Vergara y Caycedo
(quien en 1788 se constituye en profesor sustituto de Mutis en la cáte­
dra de matemáticas). Discípulo de Valenzuela fue también Pedro Fermín
de Vargas y Sarmiento, quien ingresó en 1776, como consta en las
“informaciones” a los claustros rosaristas, estando en parcial vigencia
el plan de Moreno y Escandón.
En 1781 la Universidad de Santo Tomás le concedió el grado de
bachiller en filosofía, y en 1782 el de derecho. Pedro Fermín de Vargas
estuvo vinculado, además, de manera estrecha con Mutis en los inicios de
la Expedición Botánica.59 Otros pares de este ilustrado santandereano
fueron Ignacio Tejada, José Antonio Rota, Juan de la Rocha y José Anto­
nio Ramón González, quienes compartían con Eloy Valenzuela la pasión
por la lógica, las matemáticas y la trigonometría. Otros nombres se des­
tacan en este proceso de irradiación intelectual: Fernando Caycedo y Flórez,
Andrés Rosillo y Meruelo, José Joaquín Escobar, Ignacio Gallardo y
Pedro de Herrera, quienes habían sido alumnos, como se dijo, de Ignacio
de Moya y Pórtela y de Manuel Agustín de Alarcón y Castro.
Defendió dho. Catedrático (que dio principio a la física moderna) *
las dominicales siguientes. Con D. Pedro Fermín de Vargas, los
preliminares de la física; con D. Femando Vergara, varios capítulos ,

58 AHUR, Vol. 125, fl. 5 vuelto y ss.


59 Acerca de la vinculación de Pedro Fermín de Vargas con la Expedición Botánica se
recomienda la obra de Florentino Vezga (1971).

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Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

sobre la naturaleza y atributos del cuerpo en particular; con D.


Juan de la Rocha, los elementos de la mecánica; con D. Tadeo y
Cabrera, todo el sistema Newtoniano sobre los colores y la hete­
rogeneidad de la luz; con dho. D. Pedro Vargas, en otras, la im- .
pugnación de la atracción, la fuerza de la inercia y el peso del aire. *

Con dhos. D. Pedro Vargas y D onjuán de la Rocha defendió en ,


públicas conclusiones, todo lo del año (1777), esto es treinta y seis
capítulos a saber con el primero en lengua latina, y con el segundo
en la castellana. De estos dhos. Capítulos los diez y nueve de física *
general, en quienes se trató del cuerpo, sus atributos y principios:
del movimiento así por líneas rectas como curvas; del movimien­
to compuesto y cuando se aumenta por las máquinas el reflejo y
refracto; y las leyes que en todo caso se verifican, cuando se comu­
nica a otros cuerpos. Se arregló en todo esto al curso de física de
Muschembroeck y a las lecciones experimentales de Nolet. Por
todo lo cual se conoce la diaria tarea que dicho doctor ha llevado
con su cátedra siendo acreedor a las mayores recomendaciones así
de Nuestro Colegio como de todo el público, por la incalsable
instrucción que ha dado a sus alumnos y puntual observancia en
las obligaciones de su ministerio.60
A estos nombres hay que agregar el de Joaquín Darrechea y
Urrutia, quien compartía plenamente las innovaciones del plan de estu­
dios de Moreno y Escandón. No es gratuito, en efecto, que el otrora
fiscal del crimen lo hubiera designado para regentar la cátedra de artes.
Radicado más adelante en Madrid, Darrechea remitirá a las directivas
del Colegio Mayor del Rosario los datos biográficos del arzobispo
Cristóbal de Torres, tomados del convento de San Pablo de Burgos en
1784.61 En este tema de los discípulos habría que agregar además el de
Juan Bautista de Vargas, quien según Guillermo Hernández de Alba
fue discípulo de Mutis en matemáticas.
A la inevitable pregunta por el cambio de mentalidad que Mutis
desarrolló en sus probables discípulos, habría que responder diciendo

60 AHUR, Vol. 125, fls. 8 vuelto y 9.


61 AHUR, caja 92, fls. 501 vuelto y 502 recto. La trascripción del documento fue
elaborada por María Clara Guillén de Iriarte, directora del Archivo Histórico.

47
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

que ese cambio fue operando de manera gradual en la medida en que


fue despertando inquietudes, no siempre fáciles de asimilar, habida cuenta
del letargo intelectual a que los estudiantes estaban acostumbrados en la
“anquilosada vida universitaria santafereña”(Soto, 1993: 110). A ello
contribuyó sin duda la implantación de una nueva metodología acadé­
mica que propugnaba por estimular la duda, el sentido crítico y el espí­
ritu investigativo. Las ciencias exactas, con las características que les son
propias, fueron el instrumento más eficaz en ese sentido.

21. L a in s is t e n c ia e n n u e v a s f u e n t e s d e r i q u e z a

De 1777 a 1782, Mutis se convierte nuevamente en un empresario


minero. El centro de esa actividad será la mina del Sapo, localizada en la
región de Ibagué. Pero tanto las escasas posibilidades de la mina en cues­
tión, como el temperamento del sabio proclive al abatimiento, se tradu­
jeron a la larga en un rotundo fracaso. En un momento dado y a manera
de justificación, Mutis ve en la introducción de mejoras técnicas la espe­
ranza de recuperar la inversión. Pero además, a punta de recomendacio­
nes e igualmente de sacrificios, logra enviar a Europa central al único
discípulo que tuvo en la rama de la mineralogía. En efecto, Clemente
Ruiz viaja a Suecia a estudiar docimasia, metalurgia y mineralogía. De
vuelta, Clemente Ruiz retomó a la mina del Sapo, donde al poco tiempo
renunció intempestivamente. Es curioso que Mutis, que procuraba seguir
al pie de la letra la política borbónica en materia cultural y económica, no
entendiese que justamente a nombre de esa política62 correspondía al

62 A partir de 1760 la casa Borbón había desarrollado una política estatal tendiente a
promover diversos programas de investigación previstos para la formación de cientí­
ficos y especialistas. Para el caso americano, el propósito de fondo era que las riquezas
de ultramar sirviesen para aminorar la creciente brecha económica, y por añadidura
científica y técnica, entre la península Ibérica y las grandes potencias europeas.

48
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

Estado, y no a él, la misión de formar especialistas. En todo caso, la


estadía en esa región le representó estar “sepultado en un profundo letar­
go filosófico” (Hernández de Alba, 1947, tomo I: 61) y rodeado de toda
suerte de infortunios.

2 2 . M u t is f r e n t e a l a r e b e l ió n c o m u n e r a

Un hecho de amplias repercusiones externas tiene lugar mientras


Mutis, pendiente de otros intereses, se ha desviado nuevamente de su
actividad docente. Se trata de la rebelión cofnunera de 1781.63 ¿Cómo
reaccionó el sabio ante el hecho? ¿Qué tipo de reflexiones le mereció
este levantamiento?
Si tomamos al pie de la letra el tono moralizante e intransigente
de que hace gala a propósito de una epidemia de viruela sucedida poco
después de la rebelión, ese tono no puede ser más reaccionario en
términos ideológicos. Con otras palabras, la epidemia era una suerte de

63 En la región que hoy corresponde al actual departamento de Santander surge el


primer movimiento social en contra del sistema colonial español, activado por la
imposición arbitraria y excesiva de cargas tributarias. La expansión y la prosperidad
económica allí alcanzadas agudizan las tensiones entre el desarrollo artesanal local
y el proyecto de una burguesía española en ascenso por liberalizar el comercio y
convertir a América en mercado para sus mercancías y en fuente de materias primas
para su producción. Todo lo anterior da lugar a una formidable movilización de
perfil “contrarreformista” (según el análisis de estudiosos como John Phelan, 1980),
orientada en gran parte por elementos de dicho sector —sin desconocer la notable
participación política de personajes como José Antonio Galán, que plantearon por
primera vez en las ariscas tierras de Santander un enfrentamiento social en los
términos usuales de una lucha de clases— que en el desarrollo de un breve pero
intenso conflicto sugiere por primera vez si no un rechazo frontal al rey de España,
sí a sus funcionarios. Desde estos fundamentos, el proyecto regional-autónomo
representado por los “comunes”, nos habla de un auténtico movimiento popular,
caracterizado por el control geográfico-cultural de su territorio y su poder econó­
mico y político, soportado en las relaciones parentales-comunitarias fortalecidas en
el manejo económico del comercio y la artesanía. Su derrota significó la pérdida de
un notable ideal autonómico.

49
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

peste bíblica, un castigo divino por las “pasadas revoluciones y escán­


dalos”, y una advertencia fulminante hacia el futuro inmediato. La epi­
demia había sido el resultado de la trasgresión hecha a “Dios, al Rey y
a la Patria”. Aquí el que habla no es un científico formado en el fenó­
meno de la duda, en la observación y la experimentación; aquí el que
habla es un sacerdote español enfurecido.
Se han hecho algunas otras rogativas públicas por los mismos
motivos y también el hambre general que nos amenaza. Me .
persuado que unas miseria y castigos tan visibles por las pasadas
revoluciones y escándalos servirán en mucha parte a purgar las
delicias anteriores y hacer reconocer a estas gentes la legítima
dependencia que deben inviolablemente guardar a su Dios y al
Rey que felizmente los gobierna (Hernández de Alba, 1983, tomo .
1 : 189).
En otro documento, el gaditano afirma que a lo largo de la
epidemia el clero y la dirigencia colonial prestaron su decidido concur­
so para disminuir el “castigo” que con resignación cristiana sufría el
virreinato de la Nueva Granada.
Otros espectáculos públicos más tiemos y compasivos substituyó .
el Altísimo para el moderado castigo y escarmiento de estas gentes
a sus alborotos y sediciones de otro tiempo. La ternura de ver al
Santísimo por las calles día y noche; los continuos clamores y ago­
nías de enfermos y moribundos en las casa; la multitud de cadáve­
res expuestos y conducidos a las iglesias son otros tantos recuerdos
de altivos y orgullosos pensamientos en otros tiempos verdadera­
mente más lastimosos, en que olvidaron estas gentes por algunos
momentos los debidos respetos a su Dios y a su Rey (p. 208).
Sin embargo, no es ese tono ni esa actitud la que acompaña sus
comentarios en relación con las protestas populares que se dieron por
aquellos días en la región de Ibagué.64 Por el contrario, Mutis hace allí las

64 No sólo se presentaron sublevaciones en Santander. A lo largo de 1781 también se


presentaron protestas populares en Pamplona, Honda, Guaduas, Ibagué, Neiva y
Pasto, entre otras. A nivel externo y por las mismas fechas, tiene lugar el alzamiento
de Tupac Amarú en el Perú, y el de Tupac Catari en Bolivia.

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Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

veces de un activo y exitoso mediador. En misiva enviada al arzobispo


Caballero y Góngora, pide clemencia y garantías para los rebeldes.
Estaba ya formado el plan, de seguir quemando el tabaco y derra­
mando los aguardientes del Guamo y de la Villa, hasta el extremo
de arruinar esta última población, si se hubiera opuesto al infeliz
designio de quitar la vida al estanquero del aguardiente que allí
reside, para resolver finalmente, forzando al resto del vecindario,
dirigirse a la mesa de Juan Díaz y comunicarse con los del Socorro.
Estaban propagadas las especies del común intento, y se daba
principio a los avisos y correspondencias, para reunirse los capita­
nes de Llanogrande (alboroto excitado al mismo tiempo por se­
parado). Ibagué y los pueblos de los indios de Coyaima y
Natagaima, cuando Dios quiso que las vivísimas y eficaces exhor­
taciones de los pocos que hemos intervenido en desvanecer estos
intentos, hubiesen hecho tal impresión en los principales, que
amaneció la serenidad sin otras armas que las de la persuasión
(Hernández de Alba, 1947, tomo I: 50).

23. E l C o l e g io M a y o r del R o sa r io y e l t e m a c o m u n e r o

¿Si ésta o éstas fueron las reacciones de Mutis frente a los sucesos
coyunturales de 1781, y demandando para los alzados de la región de
Ibagué, “el indulto del que necesitan los culpados”, cuál fue en ese
sentido la actitud de las directivas del Colegio Mayor del Rosario en
relación, sobre todo, con el levantamiento comunero que tuvo en el
Socorro, San Gil, Mogotes, BaricKara, Charalá y Vélez, sus principales
núcleos rebeldes, y habida cuenta además del alto porcentaje de estu­
diantes santandereanos que se educaban en el Claustro?65

65 En su obra Nobleza e Hidalguía en el Nuevo Reino de Granada, María Clara Guillén señala
que de 1653 a 1820 ingresaron al Colegio del Rosario 181 estudiantes oriundos de
Santander, provenientes la mayoría de ellos del Socorro, San Gil, San Juan de Girón,
Vélez y Barichara. Después de Cundinamarca, Santander ocupaba uno de los porcen­
tajes más altos en términos de ingreso. Para la época que sirvió de escenario a los
graves desórdenes, el rector del Colegio era Agustín Manuel de Alarcón y Castro, bajo,
cuyo gobierno y para la fecha estaban, entre otros, los siguientes santandereanos: el

51
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

Los rectores de los colegios de San Bartolomé y del Colegio


Mayor del Rosario se ven obligados a comunicar a las autoridades
competentes los nombres de los estudiantes de sus respectivos claus­
tros oriundos de las poblaciones santandereanas sublevadas para la fe­
cha, intercediendo a la vez por ellos. De esta manera las autoridades de
la capital del virreinato, encabezadas por el oidor decano Juan Francis­
co Pey y Ruiz, deciden finalmente que los estudiantes pueden permane­
cer y seguir estudiando en los Colegios. “Con tal que su Rector esté a la
mira y responda de sus operaciones cuidando que no salgan de parte,
de noche y que jamás traten con personas sospechosas durante las pre­
sentes turbaciones, de cuya cesación se avisará”.66
Las medidas adoptadas por las autoridades — en un exceso de
celo rayano en la paranoia—, pretendían impedir en los claustros rosaris-
tas la formación de “Quintacolumnistas” proclives a compartir los idea­
les de esos coterráneos que con tanto valor y en significativa proporción
numérica se enfrentaban al orden económico de su tiempo. Justificada o
no la preocupación, lo cierto es que al momento de la rebelión de los
comunes en el Colegio estudiaban treinta y dos colegiales, de los cuales
más de diez eran santandereanos.

2 4 . L a E x p e d ic ió n B o t á n ic a o e l r e c o n o c im ie n t o
en LO PROPIO

Si el año de 1781 se caracterizó por un gran impacto a nivel


externo, el de 1783 será clave para José Celestino Mutis, e igualmente

catedrático de filosofía Andrés Rosillo y Meruelo (AHUR, Vol. 8; 114, fls. 185-186;
875-906); el bachiller y teólogo José Antonio Ramón González (AHUR, Vol. 102, fl.
457-469); el filósofo don José Ignacio Plata (AHUR, Vol. 112, fl. 94-108); el
bachiller y jurista Javier Ramón de la Prada (AHUR, Vol. 112, fl. 1087-1092); el
bachiller y jurista Pedro Fermín de Vargas (AHUR, Vol. 119, £1. 362-366); y el
gramático José Silva (AHUR, Vol. 9, fl. 48-55).
66 En revista Repertorio Boyacense, año XLVIII, N° 221, 222 (mayo-agosto), Tunja,
1963, p. 1282.

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Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

trascenderá el ámbito nacional y aun internacional. Nos referimos a la


Expedición Botánica. El anhelo de Mutis por montar y desarrollar en
nuestro territorio una vasta empresa científica había sido largamente
deseado y no pocas veces postergado. En aras de la verdad, la estadía
del sabio en las cercanías de Ibagué, de 1777 a 1782, reviste más las
características de un “exilio forzoso” de una serie de crisis personales,
de un aislamiento vivido en medio del desencanto, que no tanto la
posibilidad de explorar, como efectivamente intentó hacerlo, nuevas
fuentes de riqueza para utilidad del reino y de su rey.
Ese anhelo de Mutis será finalmente asumido, tramitado y pa­
trocinado por el arzobispo virrey Antonio Caballero y Góngora, que
hará las veces de mecenas, de sombra protectora. Gracias justamente a
la mediación de Caballero y Góngora ante el rey Carlos III se logró la
aprobación final por parte de aquél, mediante cédula real expedida el
Io de noviembre de 1783.
No quisiéramos eludir la tentación intelectual de tratar a fondo la
Expedición Botánica, pero nos detiene en ese empeño la multitud de
estudios recientes y antiguos al respecto.67 Sin embargo, no sobra en
modo alguno recordar cuáles fueron los principales discípulos de Mu­
tis, particularmente los provenientes del Colegio Mayor del Rosario, en
esta vasta y pretenciosa empresa, dirigida celosa y autárquicamente por

67 Sobre la Expedición Botánica destacamos entre otros los trabajos de Santiago Díaz
Piedrahíta, José Antonio Amaya, Jorge Arias de Greiff, Gabriel Restrepo, Gonzalo
Hernández de Alba y Enrique Pérez Arbeláez. Hacia atrás son referencia indispen­
sable los estudios de Florentino Vezga, Gredilla y Hermán Schumacher. Por otra
parte, y guardando las proporciones históricas, el interés de la Expedición Botánica
por promover una concepción naturalista, encaminada a impulsar el progreso me­
diante el diseño de un inventario de la flora, la fauna y los minerales, y una
descripción rigurosa del sistema geográfico del país, será retomado a mediados del
siglo XIX por la llamada comisión corográfica. En efecto, reflexiones geográficas
como las del general Tomás Cipriano de Mosquera o de Francisco J. Vergara y
Velasco, amén de las de Agustín Codazzi, así lo denotan. La “peregrinación de
Alpha”, de Manuel Ancízar, también apunta en este sentido.

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Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

el científico español.68 Esos discípulos egresados del Rosario (y cuyas


ejecutorias tendrían con el correr del tiempo una significativa incidencia
en el panorama nacional) fueron: Juan Eloy Valenzuela, Pedro Fermín
de Vargas, Jorge Tadeo Lozano, Francisco José de Caldas,69 Sinforoso

68 El carácter hermético de Mutis, la sobrevaloración permanente que hacía de sí mismo


(“soy el oráculo del Nuevo Reino”); su distanciamiento psíquico y jerárquico de sus
más cercanos colaboradores y discípulos, salvo excepciones en las que defiende con
vehemencia y, si se quiere, con valentía las ejecutorias intelectuales de Pedro Fermín
de Vargas, Francisco Antonio Zea, Femando de Vergara y Caicedo, Eloy Valenzuela y
Miguel de Isla, hace que estudiosos como Olga Restrepo manifiesten al respecto lo
siguiente: “Su actitud muestra las dificultades que se le presentaban para encontrar
compañeros de trabajo. En el país no había individuos que pudieran demandar legíti­
mamente ser incluidos como miembros de la Expedición Botánica. La autonomía de
Mutis para imponer su estilo personal a todos los asuntos de su casa botánica dependía
de esta distancia jerárquica entre él y cualquier posible colaborador: una cosa era
difundir ideas en los claustros o dar lecciones privadas y otra muy distinta compartir
sus indagaciones y trabajar con sus discípulos en situación de igualdad. No deseaba
tener árbitros, jueces o agregados. En el Nuevo Reino, Mutis era uno de los poquísi­
mos ilustrados, su palabra no era discutida: era un oráculo” (Restrepo, 1993: 73).
69 Al mencionar a Caldas, y en contra de lo que han sostenido numerosos ensayistas y
estudiosos de su vida y ejecutorias en el pasado y aún en la hora presente, el payanés
no fue discípulo de Mutis en el Colegio Mayor del Rosario. Las fechas en que Caldas
estudió jurisprudencia (1788-1792) no coinciden con los ciclos académicos de
Mutis en el Claustro. Debe recordarse que el gaditano permaneció en Mariquita
(sede de la Expedición Botánica) desde 1783 hasta 1790. Incluso para el caso de la
Expedición Botánica (a la que Caldas se vinculó en 1805), nos resistimos al califi­
cativo de discípulo. Preferimos, si se quiere, el de colaborador. Por lo demás, a
Mutis sólo le restaban pocos años de vida, pues fallecería en 1808. Pero además
—y el dato reviste curiosidad— Caldas, cuyo talento matemático ya había sido
advertido por José Félix de Restrepo cuando aquél había sido su discípulo en el
Colegio Real y Seminario de Popayán, no cursó en el Colegio Mayor del Rosario la
cátedra de matemáticas. Respecto al ingreso de Caldas a los claustros rosaristas se
consultaron las respectivas informaciones (AHUR, Vol. 85, fl. 180). En relación
con Félix de Restrepo y sus vínculos con Mutis, Florentino Vezga (1971: 177)
proporciona los siguientes datos: “A la par que él [Mutis] enseñaba la nueva filoso­
fía en el Rosario, concurría a su casa todas las noches un joven colegial de San
Bartolomé, a quien había hecho nombrar catedrático de filosofía de este Colegio, y
el cual iba a recibir cada noche de boca de Mutis la lección que debía explicar al
siguiente día a sus discípulos. Este joven, nacido en Medellín en 1760 y enviado a
Bogotá luego que hubo estudiado el latín con un sacerdote tío suyo, se había
captado el afecto de Mutis por su talento y aplicación, por su modestia y su precoz

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Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

Mutis, Enrique Umaña, Joaquín Camacho, Miguel de Pombo y Fran­


cisco Antonio Zea (egresado este último de San Bartolomé).
En segundo término destacamos el interés de la Expedición
Botánica por “mapear” el territorio de la Nueva Granada. Los prota­
gonistas de este reconocimiento en lo propio serán un grupo de crio­
llos que a estas alturas ostentaban una importante formación técnico-secular
como correspondía, tal y como lo hemos señalado, con los proyectos
borbónicos que buscaban el máximo aprovechamiento de los recursos
geográficos y humanos del Nuevo Mundo en beneficio de la península
ibérica. En consonancia con ese criterio “utilitarista” sobre el papel del
nuevo mundo dentro del régim en colonial replanteado por los
Borbones, la iniciativa más importante sin lugar a dudas del ahora ar­
zobispo virrey Caballero y Góngora en el plano de la ciencia y la cultu­
ra era la organización de la Real Expedición Botánica, destinada a descubrir,
a investigar y aprovechar las potencialidades económicas, a favor de la
metrópoli, de los recursos naturales del Nuevo Reino de Granada. La
sede de la expedición será, durante varios años, Mariquita. A principios
del siglo XIX Mariquita, hoy reducida a una población y eventualmente

sensatez. Mutis le ensenó cuanto sabía de matemáticas, y le comunicó también gran


parte de sus conocimientos en ciencias naturales. Terminado el curso, y coronada su
carrera de abogado, se dirigió a Popayán con el fin de regentar la cátedra de filosofía
del seminario. De esta manera la reforma iniciada por Mutis penetró en los tres
colegios únicos en que se daba instrucción en todo el Nuevo Reino”. Esta influen­
cia de Mutis sobre otros ámbitos académicos, incluso mucho tiempo después de su
fallecimiento, también se puede advertir en instituciones educativas como la Uni­
versidad Central que, como se sabe, se fusionó con el Colegio Mayor del Rosario
(por y a consecuencia de las reformas docentes introducidas por el general Santander
a partir de 1826), en áreas como la botánica. En ese sentido tenemos el siguiente
dato: en 1835, Juan María Céspedes preside una serie de asertos sobre botánica;
asignatura que contaba para ese momento con la elocuente cifra de 35 alumnos
como cursantes (AHUR, Vol. 27, fl. 112). Este aspecto amerita una investigación
que hasta la fecha no ha sido emprendida. La misma observación cabe sobre las
cátedras de ciencias naturales en sus distintas variables, dictadas por figuras como
las de Ezequiel Uricochea y Liborio Zerda en el Colegio Mayor del Rosario
promediando el siglo XIX.

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Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

a un sitio de veraneo, abarcaba la casi totalidad del actual departamento


del Tolima y ostentaba el título de provincia del departamento de
Cundinamarca. La provincia era recorrida de sur a norte por el río
Magdalena, que a su vez servía de límite natural con las provincias de
Tunja, Socorro y Bogotá. Esta ubicación geográfica era privilegiada, en
primer lugar porque su emplazamiento sobre la ribera de la principal
arteria fluvial del reino la convertía en paso obligado de viajeros y co­
merciantes que se dirigían en ejercicio de sus actividades a los territorios
costeros del norte, y en segundo lugar con “pujantes” provincias
como el Socorro, Antioquia70y con el centro político-administrativo,
Santafé de Bogotá, que debía facilitar las actividades tanto económi­
cas como políticas.
El establecimiento de la sede de la Expedición Botánica en Ma­
riquita, aparte de las ventajas mencionadas, obedeció en gran parte al
hecho de que la provincia presentaba un contraste fisiográfico: una
primera unidad fisiográfica, la occidental, más ondulada por hacer par­
te del flanco oriental de la Cordillera Central, y una segunda unidad, la
oriental, constituida por las tierras del valle del río Gualí, lo que hacía

70 No siempre ha correspondido Antioquia a la imagen de pujanza, espíritu empresarial,


sentido asociativo y expansivo que hoy con razón y orgullo ostenta. En ese sentido el
oidor Antonio Mon y Velarde desempeñó un papel fundamental en las postrimerías
del siglo XVIII coadyuvando al progreso espiritual y material de la región. De creerle,
antes de su gestión (que por supuesto no fue aislada) Antioquia se encontraba en un
lamentable atraso. “No se reconoce industria en esta provincia; todo se introduce de
afuera a considerables costos; apenas se conoce artesano que viva de su oficio, pues
unos más y otros menos, todos procuran sembrar para ayuda de su manutención. De
las cuatro partes de la provincia, se puede asegurar sin temeridad que las dos y media
y aún las tres se hallan incultas y casi despobladas; las comunes contiendas que
ocurren son de tierras y no sobrando otra cosa según lo expuesto, parece como
paradoja el asentar que por falta de tierras se hallan reducidos estos habitantes al más
infeliz estado” (Robledo, 1954: 73). Aparte del cargo de oidor, Mon y Velarde se
había desempeñado como inspector de las minas de sal gema de Zipaquirá y [el dato
es importante] como visitador del Real Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario.
Por otra parte, sus ordenanzas en relación con la explotación de minas fueron acogi­
das coa entusiasmo por el propio Mutis (¡p. 44-97).

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Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

que Mariquita poseyera tierras tanto templadas como cálidas y, por aña­
didura, variedad de especies vegetales primarias localizadas en el llamado
Bosque de los Andes, con grandes potencialidades desde el punto de
vista científico para estudios botánicos, y potencialidades económicas
dada la posible explotación y aprovechamiento de las especies vegeta­
les y la implantación de cultivos con gran variedad de productos agrí­
colas primarios. (Actualmente Mariquita no tiene la misma importancia
que revistió en el siglo XIX. De la amplia provincia que era, pasó a ser
sólo una población que hace parte administrativamente del departa­
mento del Tolima. Sin embargo, juega un papel importante en el sector
norte que ocupa, ya que es un centro de acopio donde convergen los
productos de las poblaciones aledañas como Lérida, Ambalema, Lí­
bano y Fresno).
Aunque Mariquita fue la sede de la Expedición Botánica, en más
de doce están calculados los sitios o regiones donde Mutis y el personal
a su cargo se dedicaron a la recolección de plantas: Cartagena, Mompós,
Sierra Nevada de Santa Marta, Catatumbo, Cácota, Bucaramanga, So­
corro, Chocó, Fusagasugá, Cali, Popayán, Pasto, Andaquíes y Quito
(Tiznes, 1984: 523). Otros lugares como Calandayma,71 pertenecientes
por cierto al Colegio Mayor del Rosario, también fueron recorridos
para el mismo propósito, particularmente por Mutis y Eloy Valenzuela.
Día 2 (junio 1783): a las 8 y 3A salimos para la parroquia del
Colegio de Calandayma y llegamos a las 10 y Vz de la misma
mañana. El camino sigue a la izquierda del real para el Tigre, y es el
mismo del Palmar, todo cubierto de monte o brazal.
Día 3, a las 6 y 40 minutos de la mañana salimos con el señor cura
para el sitio de Santa Isabel, y otras posesiones del Colegio Mayor

71 Sobre los pormenores de la venta al Colegio Mayor del Rosario de “una estancia de
caballería mayor en la mesa de Calandaima que hoy llaman de las yeguas” existe un
documento de gran valor histórico denominado “Títulos y noticias de las tierras
que contiene la hacienda del Colegio Mayor del Rosario cita en Calandaima” (AHUR,
caja dos, fl. 143R y caja dos, fl. 147R).

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Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

del Rosario. El tránsito se hace por el entablo de cañas que tiene el


Colegio y por el que en tierras de él (Valenzuela, 1983: 135) ha
compuesto el cura en el que nos detuvimos algún tiempo y si­
guiendo el camino llegamos a Santa Isabel a las 9. En una grandí­
sima piedra inmediata tomamos el rumbo de La Mesa y
Anapoyma, quedando la primera al N y la 2 al occidente.
Esa Expedición Botánica, que permitió a un sector de la eüte
criolla “reconocerse en lo propio”, y que para más de un estudioso re­
presenta por lo mismo una toma de conciencia con sentido americanista
o, si se prefiere, el preludio o la “antesala de nuestra independencia”, ha
sido objeto también por parte de otros historiadores72 de otras variables
y otros interrogantes, así como de nuevas hipótesis al respecto. A la luz
de estas consideraciones, el impacto que causó la Expedición Botánica en
la intelectualidad criolla neogranadina no es de por sí tan evidente, no
obstante la interpretación ilustrada que posterior y tradicionalmente se le
. ha dado al fenómeno. El interés por el “descubrimiento” de la naturaleza
no deja de llamar la atención, si se tiene en cuenta el trasfondo latifundista
de la eüte intelectual que, directa o indirectamente, participó en la expedi-
» ción, y de los móviles comerciales que la animaban y justificaban. Es de
suponer entonces, que la “naturaleza” ya podría haber suscitado un inte­
rés especial, como de hecho lo suscitó, en el considerable lapso que cobi­
jó a la Colonia en nuestro medio. En ese orden de ideas, seria quizás más
apropiado sostener que un proyecto de la envergadura de la Expedición
Botánica y que arranca del surgimiento de una conciencia criolla, consiste
justamente en el descubrimiento de una naturaleza criolla y, por tanto, de
una naturaleza que es culturalmente apropiada, paralelamente a los anhe­
los por parte de los criollos de la apropiación de la tierra americana, en
un sentido raizal y comercial.

72 Historiadores como Jaime Arias de Greiff, Inés Arias, José Antonio Amaya y Mauricio
Nieto Olarte (2001), este último con un texto bastante polémico y original en
relación con la importancia que para la Expedición Botánica tuvo la Quina, denomi­
nado Remedios del Imperio.

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Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

Al respecto surgen varias preguntas: ¿cómo concebían los coloni­


zadores de las Indias occidentales su relación con la tierra y con la natura­
leza? En ese mismo contexto, ¿cuál fue la recepción de las “historias
naturales de Indias”? ¿Qué acogida tuvieron esos textos a lo largo de la
Colonia? ¿Fueron tema o propuesta de los planes de estudios superiores?
Pero además, la lectura de la Expedición Botánica permite advertir cierta
preocupación por los saberes indígenas73 a propósito de la naturaleza.
¿En qué medida permitió la Expedición Botánica un acercamiento real
no sólo a los saberes indígenas sino al indígena mismo? De haberse dado
ese acercamiento, ¿se podría considerar como un factor de mestizaje
cultural? Por lo pronto ese mestizaje se observa en la propia Expedición.
No todos los integrantes de la misma pertenecían en efecto al linaje de
Caldas, de José Ignacio de Pombo, de Jorge Tadeo Lozano, de Zea,
de Pedro Fermín de Vargas o del padre fray Diego García. La nómina de

73 Por lo pronto Mutis estaba bastante familiarizado con las obras de los jesuitas
Casani y Gumilla, en las que según sus propias palabras “suelo hallar algunas noti­
cias propias para mi gobierno” (Mutis, 1957, tomo I: 91). El primero de ellos es el
autor de la obra Historia de la provincia de la Compañía de Jesús del Nuevo Reino de
Granada en América, en la cual presenta la historia de las misiones de Casanare y
Orinoco, acompañada de reflexiones etnográficas y de flora y fauna. El segundo,
fue el autor de la obra E/ Orinoco Ilustrado, publicada en 1741, en la cual Gumilla»
analiza esa porción del mundo americano a través de una pormenorizada descrip­
ción de las plantas, aves, animales, resinas, raíces, plantas curativas, ríos, usos y
costumbres de los indígenas, que permiten advertir a un escritor de perfil ecléctico,
tal como lo señala el historiador Javier Ocampo López (1999, tomo I: 164). Por
otra parte, en la biblioteca del Archivo Histórico del Rosario existen dos obras que
seguramente también eran conocidas por Mutis y por los estudiantes de esa época.
Una de ellas, cuyo autor es el jesuíta Joseph de Acosta, se denomina Historia natural
j moral de las Indias en que se tratan las cosas notables del cielo, y elementos, metales, plantas
y animales de ellasy los ritosy ltyes de los indios, Sevilla, imprenta Juan de León, 1590,
volumen 1 (Referencia 081-126). La otra corresponde a Juan Rivero, Historia de las
misiones de los llanos de Casanare y los ríos de Orinoco y Meta, en la cual describen las
costumbres de los llanos, las cualidades y curiosidades de la región y los frutos
naturales, Bogotá, imprenta Silvestre, 1803, volumen I (Referencias R49G-1856).
Se echan de menos en el Archivo Histórico del Rosario otros autores como fray
Juan de Santa Gertrudis, autor de Maravillas de la Naturaleza, y al padre Basilio

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Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

los pintores, los informantes, los mayordomos y los herbolarios — la más


numerosa por cierto— demuestra la importancia de otras formas de
movilidad social y cultural, y la integración pese a las diferencias de dase,

Vicente de Oviedo, autor de Cualidadesy riquezas del nuevo rano de Granada. Otro de
los campos que perfila la personalidad multifacética de Mutis fue su preocupación
por recuperar material impreso relacionado con las lengua aborígenes, empresa que
ciertamente no fue nada fácil. “Mi fin se dirigía a depositar éstos tesoros en alguna
academia de bellas letras recelando cuan precipitadamente caminaban estos idio­
mas a la región del olvido con la extinción de estas bárbaras naciones, y viendo al
mismo tiempo desde lejos que debía renacer el gusto por estas preciosas antigüeda­
des” (Hernández de Alba, 1947: 407). De sus pesquisas obtuvo la gramática de la
lengua muisca elaborada por el padre Lugo y cuyo original reposa en la Universidad
del Rosario. También obtuvo el jesuita Antonio Julián en calidad de obsequio, un
diccionario de la lengua guajira, igualmente se hizo un diccionario de la lengua
achagu. Estos y otros manuscritos de indudable valor lingüístico, obtenidos por
Mutis, se tradujeron en una lista oficial elaborada por don Diego de Ugalde y
entregada a su tío el arzobispo virrey Caballero y Góngora, y que en la actualidad se
encuentra en el Archivo General de Indias en Sevilla. Para una mayor información
consúltese a Humberto Triana y Anteveza (1993: 107-117). Desde el punto de
vista de la Expedición Botánica, y en una de las facetas menos exploradas de la
misma, Mutis quiso profundizar sobre las prácticas tradicionales indígenas sin
descartar las de origen africano. Parece por de más obvio, que sus investigaciones
sobre “El cultivo de Mangle”, “El aceite de canime”, “El bálsamo rubio”, “El té de
Bogotá” y desde luego, su obsesión por la quina, tuvieron que contar en un momen­
to dado, con el concurso aborigen. Por otra parte, y dadas sus prolongadas estadías
y exploraciones botánicas en las zonas de Cartagena y Mompós, tuvo que contar
con “informantes” de origen africano, dado el predominio en esas regiones de
gentes de color. “Lo que Mutis ha logrado con su enseñanza y ejemplo es objetivar
el saber de la naturaleza entre los miembros de una sociedad cerrada, la Expedición
Botánica que principia a ser diferente y que de alguna manera se sabe diferente; que
relaciona al mundo en forma extraña; que se encuentra dotada de un cierto sentido
de expansión objetiva, y de la profundidad de análisis que le permite adaptar el
nuevo saber a la naturaleza y, sin embargo, aceptar ciertos elementos de lo tradicio­
nal, de la medicina africana y de la indígena. No se pretende respetar cultura y
comprenderlas, eso sería demasiado para la época. Se quiere descubrir en ellas unas
expresiones de vida natural que propicia el saber ingenuo, pero activo, espontáneo,
pero heredado, individual y de expresión colectiva; a la vez profano, mítico-mágico
de lo natural” (Hernández de Alba, 1991: 230). Pero claro, una cosa es tener
curiosidad por los quehaceres materiales y culturales de “naciones bárbaras” y otra
muy distinta es acercarse a ellas y comprenderlas. Bajo esta perspectiva, la “repúbli­
ca blanca” seguiría prolongándose en el tiempo. Un análisis en el pensamiento
político y sociocultural detectado en “criollos ilustrados” como Camilo Torres,

60
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

de ion grupo de composición heterogénea en tomo a una labor de equi­


po. Tal fue el caso de Salvador Rizo, Francisco Javier Matis, Vicente Sánchez,
Manuel Roales, Antonio Barrionuevo, Francisco Javier Cortés, Felipe Telló,
José Joaquín Pérez y otros. Heterogéneas y múltiples fueron, así mismo,
las actividades que abordó o que pretendió abordar la Expedición: botá­
nicas, médicas, mineras, artísticas, pedagógicas y religiosas. El seguimiento
cuidadoso de la numerosa correspondencia interna y externa que sostuvo
Mutis permite evidenciar el grado de confiabilidad e infidencia que el
“otro sector”, el “otro estrato”, le merecía. El caso de Salvador Rizo, su .
mayordomo, es de los más elocuentes y llamativos a ese respecto; las
cerca de cuatrocientas cartas que le envió Mutis permiten comprobarlo.

Caldas, Antonio Moreno y Escandón, Pedro Fermín de Vargas, amén del propio *
Mutis y de la dirigencia colonial, permite corroborar esa actitud prejuiciada, distan­
te y peyorativa en relación con el elemento indígena. La más grande excepción a esa
línea de conducta generalizada fue la política de los resguardos (en mala hora
venida a menos durante la República) y el “Estado social cristiano” planteado por
los jesuítas a favor del elemento nativo. Pero repetimos, tanto en una de las obras
elaboradas por Caldas Sobre el influjo del cüma en los seris organizados, como en la de *
Moreno y Escandón, Indiosy mestizos de la Nueva Granada, como en la elaborada por •
Pedro Fermín de Vargas, Pensamientos políticos y memorias sobre la poblaáón del nuevo*
reino de Granada, se advierte, sin disimulo alguno, el desdén por “estos infelices,
entre quienes nada se observa” (Pedro Fermín de Vargas, Memorias sobre la poblaáón
del nuevo reino de Granada, p. 253). Otro tanto ocurre con el célebre “Memorial de
agravios de Camilo Torres”, en el que poco o nada de beligerancia se concede al
indígena. Esta “impermeabilidad” del criollo frente al nativo respondía sencilla­
mente a las categorías de la época. En efecto, en una sociedad jerarquizada como la
colonial, el peninsular y el criollo (esto es, los blancos) configuraron lo que en
términos sociológicos se denomina el perfil identificatorio, que obviamente se
extendía a los procesos culturales y educativos. No era exactamente el indígena el
que podía acceder entonces a las altas dignidades eclesiásticas o a las profesiones de
alto crédito social como la abogacía. No, durante mucho tiempo la educación al
estilo de la que se impartía en el Colegio Mayor del Rosario y otros claustros
universitarios sólo estaba prevista para el blanco. Para una mayor profundización
de este tema se recomienda la lectura de la obra Virginia Gutiérrez de Pineda y
Roberto Pineda Giraldo (1999). Sin embargo, y en honor a la verdad, el Colegio
Mayor del Rosario también acogió a un sector “blanco pobre”, como lo comprueba
el ingreso de “manteistas” al claustro. En un momento dado se observa movilidad
social, “rotación” o, si se prefiere, la configuración de nuevas elites.

61
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

Justamente Rizo, y el dato no sobra, fue el “hombre de confianza” de


Mutis hasta el punto que el primero de julio de 1808, cuando el sabio
elaboró su testamento, nombró como albacea a Salvador Rizo.
Aparte de lo anterior, y a eso han apuntado trabajos de histo­
riadores como Diana Soto Arango, Santiago Díaz Piedrahíta y Renán
Silva, la Expedición Botánica permite entrever en la complejidad de sus
actividades un componente cultural de un “mandato colonial de nuevo
tipo”. Un mandato que al subordinarlo a la fórmula de que las “leyes se
» obedecen pero no se cumplen”, permitió posicionar dos nociones,
que más adelan te serían fundam entales para el pensam iento
independentista: la noción de territorialidad, esto es, de un territorio
propio, específico y diferente del de la península ibérica, y la noción
• de patria, una patria americana. La configuración de este proyecto
prenacionalista permite advertir además el desarrollo de los “senti­
mientos de felicidad pública y reconocimiento de las riquezas natura­
les del territorio americano que les pertenecía a ellos: los criollos”.
, Este proceso, y nos interesa subrayarlo, fue en últimas la combinatoria
o, si se quiere, la complementariedad entre la Expedición Botánica y
la labor desarrollada en las aulas de colegios mayores de perfil secular
y sentido autonómico, como los del Rosario. Al respecto hay que
recordar, aunque suene a lugar común, que no sólo en el Colegio
Mayor del Rosario ambientó, reclutó y formó Mutis los discípulos
que más adelante lo acompañaron y secundaron en las labores que a
nombre del conocimiento útil se dieron en la Expedición Botánica,
sino que varios de ellos se fijaron como meta el estatus del catedráti­
co, tal y como lo desempeñaron Eloy Valenzuela o Caldas o Jorge
• Tadeo Lozano. Noción de territorio y de patria que en diferentes
fechas, bien sea como preludio o consolidación efectiva del concep­
to, puede inferirse de la lectura de propuestas académicas como las
de Moreno y Escandón, Eloy Valenzuela, Camilo Torres, José Félix de
• Restrepo y Jorge Tadeo Lozano, o en las reflexiones geográficas, polí­

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Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

ticas y administrativas detectadas en los escritos a ese propósito de


Caldas, Pedro Fermín de Vargas, Zea y Antonio Nariño. De la “com­
binación de estas formas de lucha académica”, es decir, centros de
enseñanza — Expedición Botánica— , tertulias, surgirá, hasta hacerse
realidad, el ideal independentista.

25. A LA RECONQUISTA DE LAS MATEMÁTICAS

En 1786, con Mutis al frente de la Expedición Botánica, se restable­


ce en el Colegio Mayor del Rosario la cátedra de matemáticas (que como
se recordará estaba suspendida desde 1779), y que nuevamente, como en
el pasado, es concebida como un “estudio supernumerario y sin que por el
puedan optar grados los jóvenes sirviendo para la diversión de los estu­
diantes aplicados y no para necesidad de su carrera. Es pues, necesario por
ahora, caso que se gradúe de útil este restablecimiento, que la cátedra de
matemáticas no entre en el cuerpo de la Universidad, ni de los estudios
generales, sino de quien se ha dicho, como mero aliciente de la curiosidad
t

de los jóvenes aplicados” (Hernández de Alba, 1980, tomo V: 103).


El llamado a asumir la cátedra de matemáticas en calidad de “pro­
fesor sustituto” y en reemplazo de quien fuera el fundador y titular de la
misma, José Celestino Mütis, será Fernando de Vergara y Caycedo, quien
había sido discípulo, en esa misma rama del conocimiento, de Eloy Valen-
zuela. Este rosarista, quien se haría acreedor a toda suerte de dignidades
académicas, había sido llevado por el visitador Juan Antonio Mon y
Velarde74 a la cátedra de cánones y, posteriormente, a la de filosofía. El

74 Nuevamente tenemos que hacer alusión a Mon y Velarde. Según Guillermo Her­
nández de Alba (1940, tomo II: 217) el arzobispo virrey Caballero y Góngora, en
su calidad de vicepatrono del Colegio y deseando que el claustro participe y se haga
vocero de doctrinas intelectuales renovadoras, presta su concurso para que el oidor
Mon y Velarde, como visitador, adopte disposiciones tendientes a colocar al Cole­
gio a la “altura de los tiempos”. Estas visitas las realizó entre 1785 y 1788, estando

63
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y comentes ilustradas, 1750-1816

propio virrey Antonio Caballero y Góngora, previa consulta al “catedráti­


co perpetuo” José Celestino Mutis, y previa aprobación de Joaquín de
Andino, fiscal de la Real Audiencia, no vacila en recomendarlo para esta
actividad académica.

26. L a p a r á b o l a a c a d é m ic a d e V ergara

En lo que respecta a Mutis, los comentarios que hace alrededor


del talento y las ejecutorias académicas de Fernando de Vergara no
pueden ser más elogiosos y elocuentes; incluso constituyen un esbozo
biográfico75 de quien finalmente, y durante cerca de dos años, se de­

de Rector Manuel Agustín de Alarcón y Castro. Las “disposiciones pot él adoptadas


[las de Mon y Velarde] celébranse y acátanse por largos años; de aquí la memoria que
de ellas haga, a pesar de desconocer su texto, desaparecido del archivo”. Esta
aseveración de Hernández de Alba la hemos verificado personalmente. No hay en
efecto documento o documentos relacionados con la gestión de Mon y Velarde en
el Colegio, y de creerle a Hernández de Alba, como ya hemos mencionado, se habría
traducido en hondos cambios académicos de largo aliento.
75 No deja de llamar la atención, y esto lo hemos mencionado en páginas anteriores, la
ausencia de una biografía intelectual de carácter concluyente en tomo a la proyección
académica de Vergara y Caycedo. Fuera de una serie de datos que aportan el virrey
Caballero y Góngora, Joaquín Andino, fiscal de la Real Audiencia, y el propio Mutis,
es poco lo que se sabe de él, y mucho menos de su estadía en España, cuando dando
un giro sorpresivo decide hacerse monje de clausura del monasterio de la Trapa en
Aragón, donde falleció en 1804. Al respecto, sin embargo, aporta unos datos mínimos
José María Vergara y Vergara (1931; 132-139). Desde otro punto de vista, fuera de
Fernando, se constata que otros miembros de su familia fueron rosaristas. En efecto,
José su hermano llegó a ser catedrático de teología moral, mientras otro hermano,
* Felipe, lo sería de instituciones civiles (AHUR, Vol. 115, fl. 2 R.) Este hecho, que no
era ni mucho menos aislado, demuestra la tendencia del Colegio a conformar “grupos
familiares”, que a su vez, en numerosos casos, se traducían en grupos de estudiantes,
‘ de docentes y cuadros directivos. En un momento dado, el mismo Mutis ratifica esa
tendencia cuando afirma lo siguiente: “también me parece que debo recordar a V
Exa. [se refiere al virrey Caballero y Góngora], los servicios que el D.D. Franco
Vergara hizo en el Tribunal de Cuentas, como que aumentan el mérito de su hijo D.
Fernando todos lo saben que fue un hombre que sirvió al rey en el distinguido empleo
de regente del Tribunal de Cuentas (Hernández de Alba, 1940: 228). Aparte de lo
anterior, la madre de Fernando de Vergara, doña Petronila de Caycedo y Vélez

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Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

sempeño como profesor sustituto. En misiva enviada al virrey Caballe­


ro y Góngora, Mutis se pronuncia sobre quien, según él, era la persona
más idónea para reemplazarlo en la cátedra de matemáticas:
Desde que Dn. Femando de Vergara hada sus primeros estudios en
el Colegio Mayor del Rosario de esta capital oí a personas de inteli­
gencia aplaudir sus talentos, su inclinación a instruirse con perfec­
ción en las materias que se le enseñaban, y su aprovechamiento en
ellas. Sé que logró tener por maestro de la filosofía a uno de los
sujetos más hábiles del Reyno: (el Dr. Eloy Valenzuela) que con su
enseñanza y dirección se instruyó a fondo en las matemáticas y en la
física experimental y que dio al público76 el testimonio más com­
pleto de sus progresos y habilidad con el acto de conclusiones que

Ladrón de Guevara, era hermana de Clemencia, la fundadora del Colegio de la


Enseñanza; tías carnales a su vez de quien fuera rector del Colegio, Fernando de
Caycedo y Flórez (p. 257). Este ejemplo, uno entre tantos (como bien lo advierte y
verifica María Clara Guillén de Iriarte en su obra ya referenciada Nobleza e hidalguía en
el Nuevo Reino de Granada), demuestra que la posesión del apellido de “un grupo
familiar” y el carácter de legitimidad de esa pertenencia (una vez que se sorteaban
conexito las pruebas de limpieza de sangre y se daba fe de que en ese grupo no había
antecedentes relacionados con la práctica de oficios bajos o viles) se constituían en
fuente de privilegios, posidonamiento social y de influencias. Si la masonería a modo «
de ejemplo opera bajo la modalidad de grandes redes de “fraternidad”, aquí se podría
hablar de grandes redes de “protección familiar”. Esta es la explicación más producente
para advertir el carácter marcadamente familiar de los colegios-universidades a lo *
largo de la Colonia y bien entrada la República. Por lo mismo, un análisis cuidadoso
del sistema para otorgar las becas nos permite determinar no solamente el origen
regional del estudiante, y la capacidad patrimonial de sus parientes más próximos
sino, sobre todo, su pertenencia a una familia concreta, a unas “relaciones parentales”
que se prolongan y mantienen su estatus en el tiempo. Igualmente, y sobre la base de
este hilo conductor, se podrían establecer las posiciones de dominio ejercidas por los
egresados de los colegios-universidades en el espacio de la administración colonial y
del control regional de las variadas formas de gobierno y directrices municipales que
enmarcan la sociedad colonial. Finalmente dos hermanos de Fernando de Vergara y
Caycedo ocuparán la rectoría del Colegio: Felipe (enero 6 de 1811 a febrero 16 de
1812) y Francisco Javier (febrero 16 de 1812 a 28 de febrero de 1814).
76 Es muy probable que Mutis se refiera a las conclusiones que a finales de 1777
defendieron Eloy Valenzuela y algunos de sus principales discípulos como Fernan­
do Vergara y Caycedo, Pedro Fermín de Vargas, Tadeo cabrera y Juan de la Rocha.
Conclusiones que comprendían, entre otras, los preliminares de la física, los ele­
mentos de la mecánica y todo el sistema newtoniano sobre los colores y la hetero­
geneidad de la luz.

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Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

sustentó77 en el último año del curso de artes, en que defendió y


explicó a satisfacción de los concurrentes quanto se le había leido
y enseñado en el espacio de tres años, sobre los diferentes ramos
de la matemática sin exceptuar los más difíciles, y sobre la física
experimental, lógica y metafísica. Por otra parte es notorio que hizo
sus cursos completos en los derechos canónico, civil y público, y que
dio mucho honor al Colegio del Rosario con los actos literarios que
en estas facultades tuvo, ya para defender conclusiones en el derecho
civil, ya para obtener los grados de bachiller, y licenciado en sagrados
cánones, y ya para hacer oposición a la canonjía doctoral de esta
yglesia en la vacante pasada, con otras personas de conocida literatu­
ra. Yo creo que por premiarle su Colegio los servicios que le había
hecho, y por aprovecharse también de su instrucción en beneficio
del público fue lo que lo ocupó mucho tiempo en hacerse leer las
cátedras de latinidad, cánones y filosofía que desempeñó con gene­
ral aplauso y lucimiento grande del mismo Colegio. Más él llevado
del buen gusto que le había inspirado el estudio de las ciencias
matemáticas, renunció a la cátedra de filosofía, que estaba a su cargo,
deseoso de ocuparse solamente en enseñar estas ciencias y de utili­
zar al público con sus bellos conocimientos. Sabía el que yo las havía
dado a conocer, y havía sido su introductor en el Reyno, y creyendo
por lo mismo que havía de hallar en mi bastante auxilio a sus
proyectos me escribió en el año de 86, para que yo me interesara en
que se le diera la cátedra de matemáticas, que yo había fundado y
servido en el dicho Colegio del Rosario, que estaba completamente
abandonada desde mi retirada de esta ciudad. Conociendo yo que

77 Muy posiblemente Mutis se refiere a la oración de estudios efectuada el 21 de


octubre de 1781, en donde Tomás Tenorio y Carvajal (pariente cercano de Camilo
Torres y Tenorio) se disponía a estrenarse como catedrático de filosofía con la
colaboración del entonces bachiller Fernando de Vergara y Caycedo escogido como
pasante. Discípulos de Tomás Tenorio serán: Pedro Pradilla, Joaquín Camacho,
Joaquín Ricaurte, Luis Ayala, Joaquín Umaña, los hermanos José María y Manuel
Cristóbal de Vergara, José María Tejada y Agustín Matallana (AHUR, Libro prime­
ro de los colegiales, Vol. 43, fls. 812 R y V, y 813 R). Con relación al término
“pasante” podemos señalar que fue voluntad del fundador del Colegio Mayor del
Rosario que los alumnos del Claustro no optaran grados antes de haberse ejercitado
por algún tiempo en el oficio de pasantes, bajo la dirección de profesores experi­
mentados. En un momento dado se acordó que en tomo al nombramiento de
“pasante” intervinieran tanto el rector como el regente y catedrático de artes bajo
cuya dirección debía ejercitarse, por lo general, la pasantía.

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Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

ninguna otra persona podía obtenerla tan digna y útilmente como


él, le aprobé y agradecí su determinación y le ofrecí por mi parte hacer
todos los esfuerzos conducentes al restablecimiento de la cátedra, y
a que se le nombrara en ella. Con la representación que para este
efecto hizo al Exmo. S. Virrey, le hize yo también en su favor dife­
rentes informes, que acompañados de los que con el mismo fin se
pidieron al director regio de estadios, y a los rectores de los Colegios
de San Bartolomé, Del Rosario, de Santo Thomás, determinaron a
su Exa. a expedirle en 6 de octubre de 86 su superior decreto por el
qual restableció la cátedra que yo havía servido en otro tiempo,
nombró por catedrático substituto mío a Dn. Fernando Vergara
(Hernández de Alba, 1947, tomo I: 80).
Restablecida la cátedra el 6 de octubre de 1786, el 11 de enero
de 1787 Mutis enviaba desde Mariquita al virrey Caballero y Góngora
el “Plan provisional para la cátedra de las matemáticas en el Colegio de
Nuestra Señora del Rosario, formado de orden del Exmo. Sor. Arzo­
bispo Virrey por Dn. José Celestino Mutis presbítero catedrático per­
petuo de matemáticas en otro colegio, director de la real Expedición
Botánica, su primer botánico y agrónomo, miembro de la real acade­
mia de Stockolmo y correspondiente del real jardín botánico de Ma­
drid”.78 Con el propósito de generar la mayor dosis de rendimiento
académico, el plan divide a los estudiantes en dos categorías: los de
asistencia necesaria y los de asistencia voluntaria.79 La primera categoría
está constituida por aquellos alumnos que desean especializarse en esta
profesión; de ahí la necesidad de dictarles un curso de estudios de
carácter intensivo. A la segunda categoría acceden aquellos estudiantes
que pretenden complementar su carrera con el estudio de las matemá­
ticas. En este programa se introducen las más recientes obras en este
tema como es el caso del tratado matemático de Benito Bailes.80 El

78 RJBM, 1 fl„ ID, 2, 2, 193 y 2 fls., III, 2, 2, 195.


79 AHUR, Vol. 10, fl. 83 y ss.
80 Nuevamente el tema de los textos utilizados en el Colegio Mayor del Rosario ocupa
nuestra atención. En primer lugar, hay que señalar la escasez de textos y en segundo
lugar a esa escasez se sumaba el sometimiento tanto por parte del catedrático como

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Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

plan busca, por otra parte, promover el estudio práctico de las mate­
máticas y su aplicación en la investigación. En lo que tiene que ver con
la organización académica se plantea la necesidad de establecer dos

de los alumnos a un autor y concretamente a un texto considerado como canónico.


Esta sujeción a un solo y único texto fue una rígida realidad en los claustros
rosaristas durante mucho tiempo. Los textos de filosofía usados por el Colegio y
previstos para agregar o no puntos en los actos de conclusiones que defendían los
opositores a cátedra fueron durante décadas, por no decir centurias, los siguientes:
« el curso de artes de fray Juan de Santo Tomás (utilizado con persistencia asombrosa
de 1654 a 1773); el curso de Fortunato de Brixia (de 1774 a 1778); el curso de artes
de Antoine Gaudin (que salvo algunas interrupciones fue utilizado de 1779 a
1803); el curso de Jaquier (de 1784 a 1791); y el curso de León (de 1807 a 1826).
Fuentes: AHUR, 1654-1773. T. 2, fl. 54, 357-368, 371-385. T. 3, fls. 12 y 125. T.
6, fls. 6-14, 174, y fls. 272-274. T. 7, fl. 132. T. 8, fl. 53. T. 123, fl. 82. T. 125, fl.
110. Respecto a fray Juan de Santo Tomás, comentador español de Aristóteles y
Santo Tomás, observamos que el propio arzobispo Cristóbal de Torres lo recomen­
daba explícitamente en las Constituciones del Colegio. En lo que tiene que ver con
Goudin, su pensamiento no difiere mayor cosa al de fray Juan de Santo Tomás.
Considerado modelo pedagógico, Goudin (Philosophia Tomística, luxta inocnusa,
tuttisimaque divit homae dogmata, quator tomis comprehensis, Petrum Marín, 1783), a
través de la siguiente estructura recoge en últimas la herencia pedagógica medieval:
cuestión-artículos-definiciones-condiciones-argumentación-silogística-prueba de las
premisas, conclusiones. Fortunato de Brixia es quizás el autor más “moderno” ya
, que su pensamiento se debate entre la escolástica y la ilustración. Retornando a
Benito Baile, si bien Mutis lo recomienda, también es consciente de que su “com­
pendio” de matemáticas es de muy difícil acceso, ‘la falta, dice, del competente
número de exemplares de estas obras en este reyno, obliga por ahora a tolerar la mal
introducida costumbre de escribir en las aulas con detrimento del tiempo precioso
y otros perjuicios que justamente han desterrado de las escuelas aquella pésima
ocupación y sólo subsistirá mientras llegan estos exemplares”. Francisco Jaquier
(institutiones pbilosophiacae and studia theologia potissim un accomodatae, Venetis,
MDCCLXVII) tampoco se aparta de una línea conceptual de clara raigambre esco­
lástica. Por su parte, el texto que por regla general determinaba los exámenes para
oposición de los catedráticos en teología fue E l maestro de las sentencias (cuya
vigencia en el tiempo se extiende de 1738 a 1801). Aparte de la escasez de textos,
¿qué otras razones pueden contribuir a explicar la persistencia en el tiempo de esos
“saberes” medievales? Si bien fray Cristóbal de Torres subraya el carácter “secular”
del claustro, no es sencillo discriminar la expresión de manera que diferencie clara­
mente a aquellos individuos de estado civil no sacerdotal, de aquellos que están
"«adscritos al clero diocesano. Estudiosos como Jorge Tomás Uribe, monseñor Germán
Pinilla y Julio Gaitán han advertido el marcado dominio de la enseñanza de la
teología en el Colegio Mayor del Rosario hasta bien avanzado el siglo XVIII. Esto

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Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

pasantes elegidos por el catedrático para colaborar en la enseñanza de


aquellos alumnos que presenten dificultades explicándoles las lecciones
vistas el año anterior. El curso en cuestión sería de tres meses para
aquellos alumnos “voluntarios”, y de cuatro años para los demás. Adi­
cional a lo anterior, se pretendía estimular y fomentar el estudio de las
matemáticas mediante certámenes públicos que seleccionaran a los es­
tudiantes más perfilados, quienes a su vez se encargarían de mostrar los
adelantos obtenidos en el estudio de esta ciencia. El “catedrático susti­
tuto”, de otra parte, estaría subordinado a la dirección y asesoría del
“catedrático perpetuo”, José Celestino Mutis.
Frente al tema de los exámenes, Mutis deseaba y señalaba que fue­
ran anuales para que en una línea de conducta consecuente, fueran prácti­
cos y rigurosos. A fin de cumplir a cabalidad con este requisito académico
y evitar esfuerzos estériles y agotadores de última hora, los alumnos de­
bían dedicar unas horas adicionales diariamente al repaso de las lecciones
vistas. El tiempo de dedicación diaria se distribuía en dos jornadas: una en
la mañana de diez y media a doce, y la otra en la tarde de cuatro a cinco y
media. Para los alumnos más destacados, Mutis proponía una hora más
de estudio en la mañana, de nueve a diez, en la que se invita a profundizar
en el estudio de los Elementos de matemáticas de Benito Bails. Nuevamente
vuelve a sugerir, aunque con menos énfasis, la lectura de Wolffio, ya que
no ignora que esa lectura “se mira sí en cierto modo defectuosa por los
posteriores descubrimientos de cuya instrucción no deben defraudarse

es claro, si se tiene en cuenta la función general de la religión y el papel desempeña­


do por la Iglesia como formas culturales e institucionales predominantes. Es proba­
ble entonces, que esta lógica sea la que nos permita constatar en el Colegio y en
términos de enseñanza y difusión de los “saberes”, el marcado predominio de la
¿teología sobre el saber jurídico (que en muchos casos se limitaba al estudio y
asimilación del derecho canónico). Llama por último la atención que pese a su
carácter “secular”, luego del Colegio de San Bartolomé, el Colegio Mayor del
Rosario ocupa el segundo lugar en lo que tuvo que ver con la formación de
individuos que accedieron posteriormente a altas dignidades del cabildo eclesiásti­
co (AHUR, Guillén, 1996; Restrepo, 1971: 5-221).

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Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

nuestros jóvenes”.81 Después de 1787, y ya posesionado Fernando de


Vergara como catedrático sustituto, abrió según Mutis “sus lecciones con
un concurso copioso y lucidísimo”. Aquí, al igual que en 1762, cuando
habla de una “multitud” de discípulos, Mutis vuelve a incurrir en la tenta­
ción de sobredimensionar la realidad de las cosas. En efecto, dos años
después Vergara debe abandonar la cátedra, no por ausencia de lucidez,
sino por ausencia de discípulos; aunque, y habla de nuevo Mutis,
no solo asistían a oír sus lecciones personas jóvenes y de poca
instrucción, sino también sujetos que ya habían concluido sus
estadios y que estaban ya graduados en facultades mayores tanto
seculares, como eclesiásticas. Todos deseaban participar de sus
apreciables luces, y por ello, instado el coronel del regimiento auxi­
liar de esta capital Dn. Anastasio Sejudo, dio órdenes a algunos de
sus oficiales para que asistieran todos a su clase a aprender las
matemáticas” (Hernández de Alba, 1940).

De nuevo, la cátedra de matemáticas sufría otro revés. El círculo


se repite: Mutis posiciona y lidera inicialmente la cátedra; posterior­
mente la abandona, la sume en la discontinuidad, sin negarse eso sí a su
papel de detectar, así fuese por preferencias o a distancia, talentos ma­
temáticos que en términos ideales, y de acuerdo con los postulados
borbónicos, debían capacitarse en función de los intereses de una polí­
tica pragmática a nivel estatal. Dicho de otra manera: la función del
saber debe subordinarse al poder. En todo caso, pese a todos los ava-
tares, Mutis nunca se resignó a excluirse, a marginarse de la cátedra. La
necesitaba, ya fuera en su calidad de catedrático perpetuo, o para seguir
garantizando contra viento y marea el monopolio de su estatus de orácu­
lo o, desde luego también, para socavar desde adentro con sus preten­
siones innovadoras, con la aplicabilidad de xana ciencia exacta como la
matemática, una educación fundamentada en “pura sofistería”.

81 AHUR, Vol. 10, fls. 83-90.

70
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

Como señala Luis Carlos Arboleda,


Baste la anterior descripción cronológica para comprobar la dis­
continuidad y consecuente falta de eficacia práctica de la enseñan­
za matemática de Mutis, motivada principalmente por el hecho
de no haber sido nunca esta disciplina ni su vocación intelectual
más importante, ni una actividad que lo llevara a asumir un
compromiso más profesional. Esto es necesario que se puntua­
lice para no sobrevalorar la influencia de la cátedra. Tal parece que
Mutis, conciente de sus limitaciones, se ocupó en promover
aquellos de sus discípulos más motivados para que asumieran
el ejercicio de la enseñanza que él irremediablemente debía rele­
gar a un segundo plano en la medida que emergía su proyecto
principal. Una vez que el discurso sobre la importancia de las
matemáticas empieza a materializarse en una voluntad de saber,
de las elites cultas, Mutis asiste a la paradoja de su incapacidad
para liderar y profundizar el proceso, tal y como lo demandaría la
imagen del primer catedrático y “matemático providencial” que
los jóvenes santafereños se habían formado de él. Quizás para
salvar en lo que le competía la contradicción en él representada,
es por lo que estimulaba tanto la introducción de la enseñanza
de las matemáticas en otras cátedras como la de filosofía, la
difusión de textos como los de W olf y Bails, la defensa audaz y
decidida de unas concepciones y de unos principios ilustrados
en materia de ciencia y filosofía, el rescate de los espacios institu­
cionales de enseñanza científica y la posibilidad de que jóvenes
americanos de talento pudieran asumir estas tareas en forma
permanente (Arboleda, 1993: 34-35).
No obstante las limitaciones padecidas por Mutis en tomo al
ejercicio de la docencia, y para las fechas que estamos analizando,, es
posible advertir el relativo posicionamiento que el saber ilustrado había
ido conquistando gradualmente en el Colegio Mayor del Rosario. Des­
pués de 1790 encontramos una nómina de docentes dispuesta a prose­
guir y a prolongar este clima intelectual (aunque como ya lo hemos
señalado, durante la operancia del plan de estudios de Moreno y
Escandón y particularmente a la aplicabilidad del mismo por parte de
catedráticos como Eloy Valenzuela, ya se había conformado un grupo
de estudiantes alinderado alrededor de los “Ideales Ilustrados”). La

71
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

lista, selecta por cierto, estaba integrada por Pedro Pradilla, quien se
desempeñaba como catedrático de derecho civil; Camilo Torres y Te­
norio, como pasante de derecho canónico; Juan Francisco Vásquez
Gallo, quien regentaba la cátedra de vísperas; Antonio Cortés, en la
cátedra de gramática; en la “otra orilla ideológica” el clérigo y doctor
don Ignacio Moya y, finalmente, José Joaquín Camacho, catedrático de
derecho público.82
A este grupo hay que agregar el nombre de Manuel Santiago
Vallecilla, que también era favorable a una política de apertura acadé­
mica y a un posicionamiento de la filosofía moderna o natural.
Si a lo anterior se suma el plan83 sobre la universidad pública
presentado por el virrey Caballero y Góngora en 1787 (que en sus*
apartes más significativos retoma planteamientos de Moreno y Escandón

82 AHUR, Caja 11, 0. 263.


83 El plan denota una indisimulable simpatía por las propuestas educativas de
Mutis y de Moreno y Escandón. El primero le merece en ese orden de ideas el
siguiente comentario: “Un solo botánico el célebre profesor Don José Celestino
Mutis que, como un raro fenómeno se dejó ver en estos territorios, dio a
conocer las riquísimas plantas y desentrañó fecundísimos minerales de azogue,
plata, oro y otros, de cuyos descubrimientos se lisonjea la nación y espera las
mayores ventajas. ¿Qué sería si el conocimiento de esta ciencia se propagara por
todo el reino? ¿Qué si de la misma suerte se hicieran familiares y comunes las
♦artes industriales y matemáticas?” El virrey concede a Moreno y Escandón entre
otros méritos académicos el de haber intentado “hacer reparable la servidumbre
«jue sufrían los seculares”. Consecuente con estos antecedentes, propone en su
plan privilegiar cátedras como la matemática, la botánica, la química, la medi­
cina, la de derecho civil, cátedras con carácter de “perpetuas”. Para la erección
de esa universidad pública en nuestro medio, Caballero y Góngora sugiere adop­
tar como modelo lo que en ese campo se ha hecho en Lima, en México. El tono
de su discurso académico se compagina, pues, en lo fundamental con las refor­
mas educativas que Mutis y Moreno y Escandón pretendieron llevar a feliz
término. En los tres casos, esas reformas apuntaban en últimas a materializar en
nuestro medio las políticas borbónicas diseñadas para el plano educativo. Es
decir, para impulsar “los establecimientos útiles” y las artes de “necesidad y de
industria.” (julio 31 de 1787, plan de universidad y estudios generales propues­
to a su majestad para la ciudad de Santafé) (Hernández de Alba, 1980, tomo V:
121-156).

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Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

y del propio Mutis), se observa pese a la oposición presentada por los


sectores más tradicionalistas del claustro del Colegio Mayor del Rosa­
rio, una política de apertura proclive a una línea de conducta novedosa
en lo intelectual, amén de las condiciones de prestigio social y docente
de sus principales protagonistas.

2 7 . L a p o l é m ic a V a l l e c i l l a - S a n t ia g o G r e g o r io
de B urgos

Un buen ejemplo de lo analizado lo proporciona el ya men­


cionado Manuel Santiago Vallecilla, al reivindicar algunos puntos pro­
puestos por Moreno y Escandón en su plan provisional de estudios.
Puntos como los que subrayaban la necesidad de nombrar un direc­
tor de estudios, a cuyo cargo debía correr el control de la enseñanza
y los métodos empleados por los catedráticos. Según Vallecilla, este
apartado del plan de Moreno y Escandón no había sido derogado
por la junta de estudios de 1779. Sin embargo, tanto el virrey José de
Ezpeleta como la junta de estudios apoyaron la decisión del rector
Gregorio deuBtixgos,84 caracterizado por un espíritu intransigente y
contrarreformista.

Santiago Gregorio de Burgos formó parte de lo que estudiosos como Renán Silva
denominan “k intelectualidad eclesiástica”, y que para el caso que nos ocupa eran
egresados del Colegio Mayor del Rosario. Aparte del rector Burgos, otros rosaristas
que con el transcurso del tiempo accedieron a altas dignidades eclesiásticas fueron:
Francisco Javier Tello de Mayorga y Camacho, Bartolomé Ramírez Maldonado, José
Antonio de Guzmán, José Joaquín de León y Herrera, Manuel de Caicedo y Vélez
Ladrón de Guevara, Agustín Manuel Alarcón y Castro, Ignacio Moya y Pórtela,
Fernando Camacho y Rojas y Lago, Antonio Nicolás Martínez Caso, Andrés Rosillo .
y Meruelo, Lorenzo de Vargas y Sarmiento, Fernando Caicedo y Flórez, Domingo
Tomás~de Burgos, Fernando de Buenaventura, Juan Nepomuceno Escobar, Juan
Fernández de Sotomayor y Picón, José Jorge de Torres y Estans, Marcelino de Castro,
Manuel Fernández Saavedra, Policarpo Jiménez y Manuel Forero (Restrepo, 1971,
tomo IV).

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Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

Poco antes del incidente, Vallecilla había demostrado sus altas


calidades intelectuales al posesionarse de la cátedra de filosofía, tenien­
do como competidores o mejor, como opositores a la misma, a Vi­
cente Gómez, José Cayetano Vásquez y José María Rocha, y a título de
simple competencia, a Camilo Torres y Tenorio.
En la ciudad de Santafé a 13 de abril de 1793 a las nueve y media de
la mañana compareció don Manuel Santiago Vallecilla, y habién­
dose congregado el claustro a son de campana, y estando presen­
tes en señor rector, vice-rector, consiliarios y catedráticos hubo la
lección correspondiente de media hora y sustentó por una los
argumentos señalados, y se concluyó este acto a las once, con
aplauso de los concurrentes.85

El enfrentamiento Vallecilla-Burgos denota no sólo un choque *


generacional, sino dos maneras diametralmente opuestas de interpretar
la academia; en donde el primero rechaza frontalménte a nombre de *
“la física experimental” un método académico “proscrito por todas
las naciones cultas, las que miran con desprecio el modo de pensar de
aquellos que no siguen otro norte en la inquisición de la verdad que los
pensamientos de sus mayores” (Hernández de Alba, 1980: 242). El
segundo, por su parte, aferrado a los textos de Goudin, a la vinculación
del Colegio como “escuela juramentada” que es a las doctrinas de San­
to Tomás, y bajo el argumento de lo que ha sido siempre así, porque
así lo han “estilado siempre nuestros mayores”, protesta enérgicamente
contra lo que le parecen las “osadas y repetidas desobediencias del
doctor Vallecilla, quien encaprichado en despreciar la doctrina de Santo
Tomás y el escolasticismo, ha trastornado, alterado y casi destruido la
enseñanza de la filosofía de este Colegio” (p. 246).
Finalmente, de dientes para afuera Vallecilla aparenta sumisión y
acatamiento a la autoridad del rector, máxime cuando la controversia

85 AHUR, Vol. 11, fl. 260.

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Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

ya ha desbordado las características de un escándalo a “puerta cerra­


da”, y motivando como motivó la intervención del virrey Ezpeleta
quien en su calidad de vicepatrono del Colegio tuvo que inclinar la
balanza a favor del rector.

28. L a a c t it u d p r o g r e s is t a d e l r e c t o r C aycedo
y F lórez

La gestión de Burgos concluye el 18 de diciembre de 1792 y es


elegido como nuevo rector Fernando Caycedo y Flórez y como vicerrector
Camilo de Torres y Tenorio. Este último, quien se había desempeñado de
tiempo atrás como “pasante de derecho canónico”, declina la alta digni­
dad que el cuerpo electoral del Colegio le ha concedido.
Don Josef Camilo de Torres y Tenorio, natural de la ciudad de
Popayán se dirige a V Excelencia con el debido respeto, y en la forma
que más haya lugar parezco y digo: que en la presente elección de
vice-rector que acaba de hacer el Colegio mayor de Nuestra Señora
del Rosario, por un acto de bondad del señor Rector y vocales, se me
dio el segundo lugar en la nominal que se hizo y presentó a VE., en
la confirmación de uno de los tres propuestos, pero como por esa
causa el primero haya recaido en mi, que me hallo impedido para
poder desempeñar la confianza del ilustre cuerpo que me ha elegi­
do, y de VE., que se ha dignado confirmarme, hago formal renun­
cia del vice-rectorado, pidiendo a V.E., se sirva acopiarla, y en su
consecuencia procederá a la confirmación del tercer lugar86 o a lo
que se estimare más conveniente.
Esa resolución que me obligan a tomar mi situación y circunstan­
cia de mi residencia en Santafé me es tanto mas dolorosa, cuanto
estoy mas persuadido que pueda haberme hecho acreedor a la
satisfacción que el Colegio me proporciona.87

86 En elección efectuada el 2 de abril de 1793, fue nombrado para llenar la vacante


dejada por Camilo Torres, Antonio Arboleda, catedrático de teología.
87 AHUR, Yol. 11, fl. 136.

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Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

Posesionado Caycedo y Flórez, un hecho externo tendrá reper­


cusiones en el Colegio Mayor del Rosario, se trata de la declaratoria de
guerra de España contra la Francia revolucionam. i^ie_además. para
ese año' áeT7937Baejéc5S3ó d depuestoi monarca Luis XVI.
El adjunto testimonio impondrá a ustedes de los justos fines que
han movido a nuestro católico monarca a romper la guerra contra la
Francia, y la necesidad en que se halla de que sus vasallos concurran
a subvencionar a los inmensos gastos que son necesarios a soste­
nerla con el horror en que se ve comprometida la religión, el Estado
y la causa pública. Con ese objeto y con la esperanza de que los
vasallos unidos en los mas respetables cuerpos en las Repúblicas
han de mirar esa causa con el mayor interés no duda este cabildo
contribuirán Uds. Con la suma que les sea posible a sostener las
milicias de las armas de Nuestro Soberano, sirviéndose Uds. Dar
abiso a este cavildo para comunicado a su Excelencia en observancia
de su superior providencia.88
Sin lugar a dudas, 1793 es una año lleno de acontecimientos que
tienen como escenario de fondo al Colegio Mayor del Rosario, en
donde se “han sucedido pequeñas audacias fomentadas por los profe­
sores y en donde se notan frecuentes tertulias a puerta cerrada en las
habitaciones de los catedráticos, superiores y pasantes”.89
Por otro lado, y a instancias del progresista rector Caycedo y
Flórez, en 1794 se promueve un concurso entre los estudiantes de de­
recho civil y público. El tribunal instaurado para juzgar las calidades
académicas de los concursantes está presidido por el rector, el vicerrector
y los catedráticos Joaquín Camacho, Camilo Torres y Miguel Valenzuela.
Los llamados a merecer los tres primeros premios fueron: Ignacio
Mantilla (que llevaba por epígrafe la sentencia de Fedro: nisi utile estquod
facim us stulta est gloria)', el segundo a Domingo María Camacho (que
llevaba a su vez un epígrafe de Plauto, ego verum amo)-, el tercero a José

88 AHUR, Vol. 11, fl. 267.


89 Ibíd., fl. 276.

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Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

Ángel Manrique (que encabezó su trabajo con la frase vitam impedere


verá). Los dos primeros, en altruista gesto, ceden sus premios; de esta
manera José Angel Manrique queda en segundo lugar, y Sinforoso Mutis
obtiene el tercer puesto con un trabajo en que desglosa y analiza riguro­
samente la sentencia de Séneca: curiosum nobis ingenium natura dedit.
El infraescripto secretario nombrado para el acto de la revisión,
examen y graduación de los discursos presentados para los tres
premios propuestos a los que mejor probasen si sea o no útil
trabajar en la averiguación de la verdad, de cuyo conocimiento no
resulte otra utilidad que el conocimiento propio; certifico: que ha­
biéndose congregado en el aposento rectoral de este Colegio Ma­
yor de Nuestra Señora del Rosario los jueces nombrados para la
adjudicación de premios Don Ramón González vice-rector del
mismo, Don José Joaquín Camacho catedrático de derecho públi­
co y don José Camilo de Torres pasante del canónico presididos
por el señor Rector Don Fernando Caycedo, el dia dos de julio del
presente año de noventa y quatro, después de un prolijo examen y
discusión hallaron debia adjudicarse entre los siete discursos que
concurrieron, el primer premio al que lleva por epígrafe la sentencia
de Fedro, nivi utile est quod fadmus stulta est gloria; su autor don
Ignacio Mantilla. El segundo al que va señalado con la siguiente de
Plauto: ego verum amo, su autor don Domingo María Camacho;
y el tercero el que lleva la de: vitam impedere vero; su autor don
José Ángel Manrique, alumnos todos tres de este Colegio, y en
atención a haber cedido el primero, y segundo el premio que habían
obtenido con la distinción de reservarse el primero para otro dis­
curso y el segundo para el destino que el mismo quisiere darle,
según las cartas que se le han dirigido por los interesados al efecto;
habiendo vuelto a adjudicarse los citados de acuerdo con el mis­
mo señor Rector resolvieron se adjudicase el segundo premio al
tercer discurso arriba expresado, y el de este al que más se le acercase;
y habiéndose hallado ser el que lleva por epígrafe la sentencia de
Séneca curiosum nobis ingenium natura dedit, su autor don
Sinforoso Mutis, se lo aplicaron en debida forma. En fe de lo cual
asi lo certifico en este Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosa­
rio a 3 de julio de 1794.
Miguel Valenzuela.90

90 AHUR, Yol. 11, fls. 283 y 284.

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Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

29. La t e r t u l ia c o m o p r o l o n g a c ió n a c a d é m ic a

e n c u b ie r t a

El nombre de.José Ángel Manrique está estrechamente relacio­


nado con el tema de las “tertulias”, lugares de reunión donde se produ­
cían importantes focos de interrelación y escenarios para discutir desde
temas frívolos, formales y cotidianos, hasta planteamientos de gran
peso cultural y político. Esas tertulias tenían para la década de los no­
venta tres grandes variables: la “eutropélica” convocada por Manuel
del Socorro Rodríguez,91 la del “sublime arcano de la filantropía”, fun­
dada por Antonio Nariño, y la “tertulia del buen gusto”, organizada
por doña Manuela Sánz de Santamaría de Manrique.

91 El nombre del cubano Manuel del Socorro Rodríguez está estrechamente vinculado
con el Papel Periódico, medio impreso del cual fue su director. En un momento dado,
este periódico se constituyó en el portavoz del movimiento neogranadino que bajo
ese perfil publicaba los resultados de las llamadas conclusiones (o sea, aquellos actos
efectuados por centros educativos como los de San Bartolomé y el Colegio Mayor del
Rosario para exponer el estado académico de sus alumnos; en ellas se defendían
generalmente una serie de tesis relacionadas con la filosofía, la teología, la física y
las matemáticas). Las páginas de ese diario acogieron en su momento la pluma y las
reflexiones de Francisco Antonio Zea (en sus avisos de Hebéfilo); la de José Félix
de Restrepo; recepcionaron trabajos que daban fe de algunas investigaciones de
Mutis y la Expedición Botánica como “El bejuco del Guaco” y “El arcano de la
quina”. El propio Mutis era suscriptor y lector asiduo del Papel Periódico. Los temas
más recurrentes de la publicación eran: “cultivo y estudio del idioma patrio” (de ahí
las críticas al u so y al abuso del latín), “la moral ilustrada”, la poesía, el amor a la patria
americana, crítica frontal a la escolástica y al aristotelismo. En una palabra, el perió­
dico (circularon 85 ejemplares) era una invitación permanente a buscar la “utilidad
común”, la renovación de la enseñanza y la función social del conocimiento, bajo la
consigna “verdad y belleza, naturaleza y razón, instrucción y amenidad”. Por otro
lado, este medio impreso se hizo vocero de todo el pensamiento reformista borbónico.
De hecho Manuel del Socorro Rodríguez era tenido como un fiel seguidor de los
ideales de la monarquía española del momento. Para un análisis más pormenorizado
de esa difusión de las luces, la razón y la utilidad pública, consúltese la obra de Rafael
Antolinez Camargo (1991).

78
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

3 0 . C o n v o c a n d o m e n t e s a b ie r t a s

La tertulia presidida por Antonio Nariño era más audaz, más


contundente, más “conspirativa”, más “librepensadora”, tanto por el
perfil ideológico de sus integrantes, como por el tipo de temas que allí
se ventilaban. Todo indica que sus integrantes gustaban de pronunciar­
se, celebrar y adherírsela “puerta cerrada”, a las bondades de la Francia
revolucionaria, y en igual tono a todo el ámbito de libertades públicas
conquistado por la constitución de Filadelfia. Los concurrentes más
habituales eran: Luis de Rieux, Manuel de Froes, Sinforoso Mutis, Fran­
cisco Antonio Zea, José María Cabal, Bernardo Cifuentes, Carlos Umaña,
Ignacio Sandino, José Ayala, José Antonio Ricaurte, José María Loza­
no, José Joaquín Camacho y Luis Azuola, la mayoría de ellos de logia92

52 La historia de los rosaristas adscritos a la masonería está por escribirse. En todo


caso, para autores como Américo Carnicelli y Enrique Santos Mólano la mayoría, si
no todos los contertulios de Nariño, lo eran. Es decir, formaban parte de una
sociedad secreta que en el sentir de los que la han estudiado somete a sus miembros
a una disciplina férrea de carácter moral que los hacen a continuación aptos y
proclives a fomentar selectivamente la fraternidad y la filantropía entre los hom­
bres y las naciones; de ahí su inequívoco perfil cosmopolita (opuesto a toda forma
de cultura o contra cultura marginal), laico e intemacionalista. Su culto: el de la
razón. Su ideal supremo: la libertad. Su aristocracia: la de la ciencia. Sus paradigmas
históricos: los saberes renacentistas e ilustrados. Sus enemigos: las actitudes y
posiciones dogmáticas y ultramontanas. Las mentes a promover: las abiertas, esto
es, permeables al cambio, al progreso, al crecimiento personal. De esta manera, la
prudencia, la tolerancia, el amor por la verdad, la ciencia entendida bajo el funda­
mento de la libertad, la filantropía traducida en gestos que contribuyan a elevar la
calidad de vida de las naciones y la posesión de una inteligencia superior son, entre
otros rasgos, el sello distintivo que debe presidir en caso de ser admitido a la logia,
todos los actos públicos y privados del masón. Cumplidos estos requisitos, el
resultado derivado es la capacidad de influencia, de decisión, en una palabra, de
poder. En ese sentido, para autores como los mencionados, y para la época que nos
ocupa, la masonería jugó un papel importante el preocuparse secreta y clandestina­
mente por difundir en Hispanoamérica y por ende en la Nueva Granada, los
fundamentos de una nueva ideología —proveniente de Francia, Inglaterra y
Norteamérica— partidaria de la libertad, de las democracias de corte representati­
vo y liberal, convencida en fin, del valor de la controversia y del libre examen.

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Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

y con lina cultura de corte universal, con poder de decisión, con in­
fluencias, con un buen patrimonio económico y que habían disfrutado
en un momento dado del voto de confianza de virreyes como José de
Ezpeleta y Manuel Flórez.
La otra tertulia estaba presidida, como se dijo, por Manuela Sánz
de Santamaría de Manrique, madre del rosarista José Ángel Manrique.
En estas reuniones, los temas poéticos, musicales, literarios y gastronó­
micos estaban a la orden del día. El propio Mutis93 asistía con regulari­
dad a esa tertulia. La afición de doña Manuela por la jardinería, la botánica
y las ciencias naturales eran motivo más que suficiente para esa asidui­
dad por parte del sabio. De esta manera, el sello distintivo de estas
tertulias era el siguiente: la de Manuel del Socorro Rodríguez, de aspira­
ciones didácticas; la de Nariño, de aspiraciones políticas de fondo; la de
doña Manuela, de aspiraciones mundanas. Pero en uno y otro caso,
estas variables que revistieron las tertulias en nuestro medio represen­
tan, o bien como vigencia, respeto e identificación por lo establecido, o
bien como propuestas de innovación e incluso de transgresión, la prác­
tica de unos saberes por otros medios. En otras palabras, a través de
estos puntos de encuentro se aprueba, se reprueba, se adecúa o se
rechaza un discurso cuya base y fundamento primero lo dio la acade­
mia, llámese ésta Colegio Mayor del Rosario, Colegio Seminario de
Popayán o San Bartolomé. Nos parece entonces que si inicialmente
esos saberes estuvieron en estrecha independencia con un grupo fami­
liar primero y con la academia después, al salir del contexto temporal y
espacial de su circulación tradicional, tales saberes sufren otras formas
de circulación e interpretación y, sobre todo, de función y manejo es­

93 Al respecto Mutis señala: “He recibido tres cartas. Todas sirvieron para endulzar
mis amargas memorias, entre quienes se han distinguido la Lozano y la Santamaría”
(Hernández de Alba, 1947: 234). La primera de las mencionadas era María Tadea
Lozano, sobrina y esposa de Jorge Tadeo Lozano.

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Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

tratégico. También es claro que los miembros de las tertulias represen­


taban a un grupo inscrito dentro de lo que podemos denominar la
“conciencia del estrato”, esto es, dentro de un estatus definido, de gran
prestigio social por vía de su procedencia familiar e intelectual, y estre­
chamente conectado, así fuera para la “conspiración” y el “desacato”,
con el conjunto social, regional y académico del que formaba parte. La
parábola vital de un Antonio Nariño94 o de un Pedro Fermín de Vargas,
ilustran lo anterior con creces. ¿No presume acaso la tertulia la reunión
en otros espacios y por otras vías, de pares, de iguales, tanto en el papel
de legítimos interlocutores como de legítimos contradictores? ¿No
presume además del ejercicio de la palabra, la confrontación de textos,
la circulación de los mismos, sean éstos oficiales o no, permitidos o
prohibidos para la época?
Estas tertulias como las que fomentaba Nariño, estos ámbitos
privados que a la larga derivaron en “prácticas de lectura”95 y conspira-

94 La siguiente reflexión de Arturo Abella contribuye a reafirmar la tendencia que


tenía el criollo a posicionarse como clase, accediendo en primer término a los
centros académicos más importantes, a los que hemos venido leyendo como
“centros de poder otorgado por el saber”, para ejercer posteriormente cargos y
funciones concomitantes a ese saber: “Nariño lleva la voz cantante. Su ascen­
diente no es sólo político y social. El señorito Antonio negocia en quinas, con
permiso del virrey, exporta azúcar aprovechando las liberales disposiciones del
virrey; lee libros prohibidos, con permiso del virrey, negocia en tabaco, té, canela,
fique, pieles de cabra, aguardiente de España; en ninguna de sus transacciones
pierde” (Abella, 1976: 56).
95 No sobra insistir en el tema de los textos. Recordemos al respecto que en relación
con la imprenta, el último virreinato que accedió a esta conquista cultural (1737)
fue justamente el del Nuevo Reino de Granada. En el caso de los textos de filosofía
(de marcado carácter teológico-y religioso en la mayoría de los casos) usados en
Colegios como los del Colegio Mayor del Rosario, se observa la inexistencia de
cantidades suficientes de ejemplares para el acceso y uso cotidiano de los estudian­
tes. Las mismas constituciones del Colegio subrayan esa ausencia de material im­
preso y mucho tiempo después, el plan de estudios de Moreno y Escandón vuelve
a recalcar dicha carencia que riñe a modo de obstáculo para la implantación de las
nuevas propuestas educativas. En su defecto existían los famosos “mamotretos” en
los que a lo largo del ciclo de vida escolar se consignaban los comentarios del lector,

81
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

ción, representaron según historiadores como Renán Silva (1973: 239)


los espacios donde se aglutinaron intereses referentes a los temas ilus­
trados en boga, permitiendo en un esfuerzo, empeño y conformación
de grupo, la expresión de nuevos intereses culturales a través de nuevas
variables sociales como la opinión pública y el libre examen. Pero ade­
más, las tertulias permiten advertir, más que la trillada formulación
horizontal y simplista de las influencias foráneas, las instancias locales,
regionales y académicas mediante las cuales hay una apropiación y una
retroalimentación de esos influjos. La relación saber-poder no es exclu­
siva de España, de Francia o Inglaterra, sino una constante histórica de
todas las sociedades, desde las más “civilizadas” hasta aquellas en don­
de el chamán es el árbitro supremo de esa relación. Lo anterior no
implica, ni mucho menos, el menosprecio por la coyuntura ideológica,
que entre nosotros comenzó a darse finalizando el siglo XVIII.
Zea y Sinforoso Mutis tenían un pie en la Expedición Botánica y
otro en la tertulia de Antonio Nariño, “El arcano de la filantro­
pía”. El líder estudiantil y su seguidor estaban perpetrando un
maridaje entre política y ciencia. En política encamaban los ideales
i de independencia que los Estados Unidos habían alcanzado en
1776 y los de la revolución francesa de 1789: algo inédito para los
terrícolas de la Nueva Granada.
Las reuniones del arcano se habían iniciado justo en 1789 y tenían
lugar en la residencia de Nariño, siguiendo la moda de los salones
de París. Zea y Pedro Fermín de Vargas figuraban entre los miem­

que en la mayoría de los casos reiteraban y prolongaban en el tiempo el carácter


escolástico de los mismos. La ausencia entonces de la imprenta, el trámite dispen­
dioso y complicado que se exigía para traer libros del exterior, explicaría en parte
la tendencia al uso del “mamotreto” y al método del dictado y la copia, en contravía
de las recomendaciones a ese propósito, por parte de Mutis y de Moreno y Escandón.
^n lo que tiene que ver con las “bibliotecas laicas” parece que la de Nariño era una
cíe las m is privilegiadas, aunque para su infortunio “entre los libros que introdujo
se encontraban los enciclopedistas franceses y otras muchas obras de los filósofos
incrédulos de su tiempo” (Ruiz, 1990: 58). Bajo este contexto, Nariño y sus conter­
tulios consideraban en las postrimerías del siglo XVIII que el “libro y la imprenta
eran las herramientas fundamentales para la divulgación de las nuevas ideas”.

82
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

bros fundadores. Poseía Nariño una espléndida biblioteca fami­


liar y personal provista con las últimas novedades políticas
(Montesquieu, Voltaire, Rousseau) y se hallaba suscrito a los me­
jores periódicos del momento. Conspiraban contra el absolutis­
mo y por las formas republicanas, la indivisión del poder y la
representación popular. Sinforoso Mutis, por ejemplo protesta­
ba diciendo que “de buena gana tiraría el manto (de colegial del
Rosario) y tomaría el fusil”. Figuran entre los habituales de aquel
cenáculo periodistas, profesores, comentaristas, viajeros, hom­
bres de ciencia y estudio y hasta un cura. Puede citarse al médico
francés Louis de Rieux, graduado en Montpellier, de confesión
masónica, en quien las autoridades identificaron, con razón, a un
agente al servicio del gobierno revolucionario francés. Su misión
en estas tierras consistía en propagar los “derechos del hombre y
del ciudadano”. Conocidas son las relaciones de José Celestino
Mutis con Pedro Fermín de Vargas. El señor director fue durante
un tiempo su protector, le consiguió su primer puesto en el Real
Servicio, como administrador del estanco de la quina. Le abrió su
corazón y los detalles de su vida. No deja de producir perplejidad
esta amistad, cuando se piensa que Vargas sería uno de los cons­
piradores más temidos y buscados por las embajadas españolas
en el mundo.
Mutis además se hallaba puntualmente informado de lo que acon­
tecía detrás de las puertas de la casa de Nariño y de las personas que
frecuentaban el círculo de éste. Cuando sintió que la tensión llegaba
a un momento culminante le ordenó a Zea trasladarse a Fusagasugá.
Los desvelos de Sinforoso en pro de la ciencia amable de las plan­
tas no parecen haber sido particularmente sostenidos, al menos
para esta primera época, que se extiende desde el 11 de noviembre
de 1791, fecha de su nombramiento, hasta agosto de 1794, cuan­
do fue aprehendido por las autoridades. No le sale la inclinación
del amor a las letras, aseguraba el tío (Amaya, 2000:122-123).
La década de los noventa denota, en términos académicos, una
tensión cognoscente; un choque de ideas, un conflicto generacional.
Catedráticos y alumnos, incluso por la vía del desacato, exigen que se
les reconozca el derecho a exteriorizar y a imponer un pensamiento
intelectual distinto del escolástico. Un documento fechado en 1791, y
que involucra a estudiantes tanto del Colegio Mayor del Rosario como

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Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

del San Bartolomé, permite evidenciar ese descontento académico que


aspira a trascender el ámbito externo.
Pretendemos que vuestra excelencia nos conceda (exigen los estu­
diantes del San Bartolomé), la facultad de poner a nuestras expen­
sas un profesor de filosofía que nos instruya en los elementos de
física y matemáticas, que nos de algunas ideas de botánica e historia
natural, en una palabra, que nos haga conocer el suelo que habita­
mos y las riquezas que nos rodean. El catedrático del Colegio podrá
enseñar a los que quieren el rancio peripato, nosotros estamos re­
sueltos a no dar entrada en nuestro espíritu a esa filosofía delirante
que corrompe el entendimiento y el corazón, destruye la elocuencia
y convierte a los hombres en fanáticos idólatras de su opinión. En
estas circunstancias el partido más racional que se puede tomar es el
que proponemos a vuestra excelencia. Para asegurar la renta del
catedrático hemos resuelto ceder el pan que nos suministra el Cole­
gio, dándole al profesor el dinero96 que se le da a la panadera por el
pan que nos corresponde tendría 572 pesos de sueldo cuando el del
Colegio sólo tiene doscientos. Penetrados nosotros de estas con­
vicciones estamos resueltos a buscar la buena filosofía por quantos
medios puedan sugerir la prudencia y honestidad. Los alumnos del
Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario son de los mismos
sentimientos. Quizá no se ocultará a la penetración de vuestra exce­
lencia las inquietudes y turbaciones que suscitó en aquellos claustros
la determinación que corre en público. Baste decir lo que corre en el
público: llegaron a zaherir y burlar a su Rector a quien juzgan zeloso
partidario de la filosofía peripatética. Ya desde el principio del curso
habían intentado quemar solemnemente los escritos de Goudin y
lo habrían hecho si no los hubieran apartado de ese pensamiento.
Ahora solo se escuchan allí burlas, motes y dichos picantes contra
los afectos al peripato. Nadie ignora con quanto horror mira la
política estos procedimientos.97

96 Salarios atrasados, cátedras que como las de Mutis se dictaban sin cobrar “estipen­
dio alguno”, y bajos sueldos configuran un lamentable cuadro que se prolongó por
décadas. Recordemos a ese respecto que el estado financiero del Colegio Mayor del
Rosario nunca fue el más óptimo.
97 Este documento fue inicialmente hallado por el jesuita Juan Manuel Pacheco en el
Archivo General de la Nación, Milicias y marina, tomo 128, fl. 200 y ss. Posterior­
mente fue reproducido y glosado por Renán Silva en la Revista Colombiana de
Educación, Universidad Pedagógica Nacional, Centro de Investigaciones, N° 11,
primer semestre de 1983, (pp. 133-136).
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

En el mismo contexto, pero enmarcado en la mordacidad y el


sarcasmo, se inscribe el extenso escrito del clérigo egresado de los claus­
tros bartolinos, José Domingo Duquesne, intitulado “Historia de un
congreso filosófico tenido en Parnaso por lo tocante al imperio de
Aristóteles” (1791).
Este systema (el de Aristóteles), no es más que un tejido de ab­
surdos, un juego de términos, un fárrago de questiones inútiles
del que no se saca el menor provecho. Debemos ya olvidar la
magnificiencia de tantos reyes magníficos que dotaron cátedras a
la ignorancia, creiendo que favorecían a las musas. Debemos rom­
per los escritos que han hecho las delicias de nuestros mayores. Y
apresurándonos a tildar en los fastos literarios los nombres de
nuestros antiguos peripatéticos, sustituiremos en sus vacíos a los
nuevos Apolos ilustrados.98

Todos estos antecedentes en donde la protesta, el desacato, la


burla, la sátira, el comentario corrosivo, dentro y fuera de la academia,
cuestionaban un régimen administrativo, un método docente, un con­
cepto de autoridad, tendrán en el episodio de “los pasquines” (1794)
su foco de difusión más extremo, y en el Colegio Mayor del Rosario a
sus principales protagonistas. Iniciadas las investigaciones por la Real
Audiencia, particularmente por el oidor Juan Hernández de Alba, se
encontraron méritos para vincular penalmente a los siguientes rosaris-
tas: Ignacio Sandino (colegial mayor" y abogado de los reales conse-

98 El extenso documento se encuentra en la Academia Colombiana de Historia, sala


de sesiones, vitrina primera, sin ninguna signatura de identificación. Reproducido
y contextualizado por Renán Silva ha sido publicado en Revista Colombiana de la
Educación, N° 9, primer semestre de 1982, pp. 11-172.
99 Ignacio Sandino estudió en los claustros rosaristas latinidad y filosofía, bachiller en
artes, cursó por cinco años teología, pasante de gramática y catedrático interino de
latinidad; pasante de filosofía y opositor a una de sus cátedras; estudió durante
cinco años leyes y sagrados cánones. Recibió el grado de bachiller en derecho
canónico por la Universidad de Santo Tomás de Aquino (AHUR, Vol. 115, fls. 62-
69). El récord académico de Sandino permite advertir, por otra parte, el plan de
estudios vigente para la década de los ochenta.

85
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

jos), José Ángel Manrique (Colegial);100 Pedro Pradilla (catedrático),


Sinforoso Mutis101 (colegial de jurisprudencia), José María Duran (co­
legial de jurisprudencia) y Pablo Uribe (colegial de jurisprudencia). En
lo que tiene que ver con José Ángel Manrique, a partir de la obtención
de un tercer premio por un discurso, el virrey José de Ezpeleta lo
conminó a pasar a las dependencias del oidor Juan Hernández de Alba
para someterse a un cargo, toda vez que el escrito en cuestión le parecía
sospechoso, por no decir subversivo.
Habiendo tenido noticia de que por Don Ángel Manrique indivi­
duo de ese Colegio se ha compuesto un discurso sobre si es útil
escuchar aquellas cosas de las que no sacamos más que el conven­
cimiento propio; y siendo conveniente el verlo, me lo remitirá
usted sin pérdida de tiempo.102
Ante la preocupación de Fernando Caycedo y Flórez, rector del
claustro, por la suerte de Ángel Manrique, caracterizado por “sus no
vulgares conocimientos y aplicación, docilidad de genio, sumisión y
respeto a sus maestros y superiores”, e inquieto a su vez por la de otros
rosaristas, el virrey le responde:
He recibido la carta (5 de diciembre de 1794) de usted de ayer en
que me dá parte de lo ocurrido con los individuos de ese Colegio
que havía llamado el señor oidor donjuán Hernández de Alba, y
del modo por el que no se presentó don Ángel Manrique a dicho
ministro; pidiéndome usted últimamente pase oficio a la Real
Audiencia para que se le tenga por parte en lo respectivo a estos
colegiales; y en contestación digo en quanto a lo primero: que los
tres individuos se hallan, no en los calbozos como habrán dicho
a usted; sino en los quartos altos de los sargentos a quienes se ha
desalojado con este motivo: que por lo respectivo a don Ángel

100 José Angel Manrique y Sánz de Santamaría vistió la beca el 29 de febrero de 1787.
De 1787 a 1788 colegia] de latinidad, de 1793 a 1794 colegial de jurisprudencia
(AHUR, Vol. 102, fls. 408-412).
101 Vistió la beca Sinforoso Mutis el 21 de septiembre de 1787. De 1787 a 1790 fue
colegial de latinidad y gramática. Entre 1790 y 1793 fue colegial de filosofía. En
1794 colegial de jurisprudencia (AHUR, Vol. 107, fls. 30-41).
102 AHUR, caja 11, fl. 236.

86
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

Manrique se tomará providencia; y en quanto al último punto,


que estando pendiente en la Real Audiencia la causa de que dima­
na el arresto de otros colegiales, corresponde hacerse en otro tri­
bunal qualquiera representación a que se contemple vuestra merced
autorizado por las leyes.103
La participación de Sinforoso Mutis en la “causa sediciosa” cau­
só todavía mayor revuelo. Serias acusaciones en su contra hablaban de
sus manifiestas simpatías en pro de la Francia revolucionaria. Al menos
eso se deduce del interrogatorio practicado a Pablo Uribe.
Que era verdad que en le Colegio del Rosario tenían algunas con­
versaciones sobre el sistema de libertad. Que estas conversaciones
se reducían a decir que ojalá se hiciese allí lo mismo que en Francia;
que entonces habría más fidelidad, pues si se acababa la nobleza,
se acabarían tantos pleitos. Que los sujetos del Rosario con quie­
nes tuvo las citadas conversaciones, fueron Don Nicolás y Don
Juan Hurtado, Don Angel Manrique, Don miguel Valenzuela, un
Castillo y Don Antonio Cortés, a quienes oyó decir que Mutis
también tenía estas ideas (Hernández de Alba, 1984:285).
Estas actuaciones de Sinforoso afectaban la imagen de su tío que
encontraba, en una especie de ironía del destino, que su propio sobrino
encamase su contraparte ideológica. No obstante, movilizará esfuerzos
para “libertarlo de esta quema”. En la nutrida correspondencia enviada
al respecto a su cuñada Ignacia Consuegra, manifestaba el sabio:
En efecto, habrá vuesamerced sabido que entre los varios sujetos
que se han arrestado y se siguen arrestando, se halla Sinforoso.
Cuánto sea mi dolor, puede vuesamerced inferirlo de todas las
precauciones que tomé, catorce meses há, y que este caso no se
hubiera llegado, si entonces me hubiera obedecido este niño reti­
rándose allá. Yo cumplí con mi obligación en apartarlo del fuego;
pero el ha querido meterse más cada día, por no desamparar las
compañías que lo han puesto en esta aflicción. Yo estoy corrido y
avergonzado tales cabezas infelices son los azotes de las familias
honradas (Hernández de Alba, 1984: 285).

103 AHUR, caja 11, fl. 288.

87
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

No obstante las influencias de Mutis, su sobrino fue condenado


a seis años de presidio en Cádiz; Luis Gómez, a ocho años en el Peñón
de Gibraltar; Pablo Uribe, a seis años de condena en el presidio de
Alhucemas; José María Durán, a seis años en el presidio de Melilla. El
31 de agosto de 1799, mediante Real Cédula, se comunicó a la Real
Audiencia que diera por finiquitado el proceso (Pérez, 1998: 212).
j ¿Qué se puede deducir y concluir de los sucesos de 1794?
/~í En ese año resultaron implicados, perseguidos, torturados y des­
terrados los más destacados intelectuales neogranadinos del momento,
a manera de primer ensayo de lo que posteriormente sería la más radi­
cal y brutal persecución contra la inteligencia, encabezada por Pablo
o.104
¿Se justificaba tanto rigor, tanto celo institucional para quienes
habían fijado en las paredes pasquines de este tenor:
“Si no quitan los estancos;
Si no cesa la opresión,
Se perderá lo robado,
Tendrá fin la usurpación.”
En la opinión de doña Manuela Sánz de Santamaría, madre de
José Ángel Manrique, “Una advertencia instructiva,"una privación de dos
días de calle, o de postre, según las constituciones del Colegio” (Pérez,
1939: 191) habrían representado un castigo más que suficiente para los
sediciosos.
>

3 1 . L a r e a c c ió n a n t ie s c o l á s t i c a d e V á s q u e z G a u l o

El año de 1796 estuvo caracterizado también por tensiones y


controversias académicas en los claustros rosaristas. El protagonista de

Para una mayor profiindización de los episodios de 1794 en su coyuntura política,


véase a Margarita Garrido (1991, tomo I: 219; 1993). y
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

estas “tensiones cognoscentes” será el catedrático Juan Francisco Vásquez


Gallo, partidario como el que más de la “filosofía útil”. La piedra de
escándalo se produce cuando el catedrático pretendió defender el sis­
tema copernicano, en una jornada intelectual que recordaba a la que
libró Mutis en 1774. Nuevamente, como había sucedido en parecida
situación con Manuel Santiago Vallecilla, Antonio Nicolás Martínez Caso
y Mirtillo, elegido rector, enfiló baterías contra Vásquez Gallo, alegan­
do que éste “no quería sujetarse a leer ni defender por la sana doctrina
del Doctor Santo Tomás y del referido maestro Goudin”.105 Martínez
Gallo no solamente suspendió el evento, sino que llevó los plantea­
mientos heterodoxos de Vásquez ante la junta de estudios, que censuró
acremente, con fecha 15 de junio de 1796, “las demasías del catedráti­
co Vásquez y en su persona cuantos fueran osados en el venidero a
presentar como hipótesis tan sacrilego sistema como el de Galileo”
(Hernández de Alba, 1940: 301).
Francisco Vásquez Gallo había reemplazado además a Fernan­
do de Vergara y Caycedo. El veto sufrido a causa de su profesión de fe
copernicana se extendió por añadidura a la cátedra de filosofía que
regentaba. En efecto, el 5 de abril de 1796 renuncia a la cátedra por
desacuerdo con los textos oficiales de enseñanza (léase las “doctrinas y
sentencias” del padre Goudin). Aparte de Francisco hubo otros her­
manos suyos vinculados al Colegio.106

105 AGN, sección Colonia, fondo Colegios, t. 1, f. 475.


106 De manera similar a como se pudo constatar con Femando de Vergara y Caycedo,
los apellidos Vásquez Gallo son otra prueba de la conformación de “grupos fami­
liares” en el Colegio Mayor del Rosario. Aparte de Francisco, estudiaron Manuel
José Vásquez Gallo (AHUR, Vol. 119, fl. 246); y José Cayetano Vásquez y Gallo
(AHUR, Vol. 119, fls. 289-295). El primero fue catedrático del filosofía y secreta­
rio del Colegio. El segundo, colegial de latinidad y filosofía, colegial formal, colegial
de teología y capista de derecho civil.

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Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

32. U n documento revelador

Esto explica que el 18 de octubre de 1802 Mutis enviara un


extenso oficio al virrey Mendinueta pidiéndole la reapertura de la
cátedra de matemáticas, esta vez a favor de Jorge Tadeo Lozano.107

107 Jorge Tadeo Lozano representa, al lado de otros criollos como Zea, Pedro Fermín
de Vargas y Antonio Nariño, el ideal del cosmopolitismo al sentir en la estrecha y
parroquial órbita colonial, el síndrome del aislamiento y del anacronismo y, en
compensación, el gusto y la posibilidad económica de viajar para acceder en ese
‘ itinerario a las ideas en boga de la Europa de postrimerías del siglo XVIII. A la
inversa fue el fenómeno de determinados hombres europeos como Mutis o
Humboldt, que ya no se satisfacían con las fronteras naturales de Occidente, y
. salían por anhelo científico o por pura y simple curiosidad humana a recorrer países
lejanos y a someter el bagaje intelectual adquirido al contraste con el de pueblos
tradicionalmente menospreciados o ignorados. Autores como Diana Soto Arango
van aún más lejos en la apreciación cuando afirman “no podemos dejar de señalar
como agentes de renovación cultural en el virreynato a los criollos que viajaron a
España y Europa, como es el caso de los hermanos Javier y Francisco Antonio
Moreno y Escandón, así como Jorge Tadeo Lozano, además de aquellos que al final
del siglo XVIII lo hicieron por la deportación o el exilio. Por esta vía vajaron Cabal,
Zea, Pedro Fermín, Sinforoso Mutis y muchos otros” (Soto, 1993: 149). Las
“informaciones” señalan que Jorge Tadeo Lozano obtuvo el título de colegial
formal el 11 de octubre de 1781; de 1781 a 1783 colegial de filosofía, y de 1784 a
1785 colegial de jurisprudencia. Las informaciones también dan fe de su origen
nobiliario como hijo que era de los marqueses de San Jorge, don Jorge Miguel
Lozano de Peralta y doña María Tadea González Manrique (AHUR, Vol. 106, fls.
179-184). Las mismas lo registran en calidad de colegial porcionista. Por
“porcionistas” se entendían aquellos colegiales que tenían la facultad de elegir
catedráticos. También eran conocidos a partir de esa denominación o la de
“cQavictores” por no ser becados, es decir, por “traer consigo la renta para susten­
tarse”. Requisito que Jorge Tadeo Lozano cumplía con creces. Los colegiales for­
males de número, o de primera fundación, gozaban por su parte del privilegio de
elegir a los directivos de entre ellos mismos, privilegio que se hacía extensivo a
alimentación y habitación gratuita. De acuerdo con las oscilaciones financieras del
claustro, los colegiales formales aumentaban o bien decrecían de número. Los
colegiales supernumerarios tenían, al igual que los formales, el mismo privilegio de
elegir los cuadros directivos. Personas influyentes y poderosas y sobre todo, de gran
capacidad patrimonial, podían crear becas en el Colegio por medio de lo que se
conocía como un “principal”; bien hipotecando un inmueble o bien entregando
una suma respetable, se creaba una plaza para un colegial “supernumerario”. La
expresión “los familiares” se refería a aquellos alumnos que por desempeñar oficios

90
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

Tanto en su contenido como en su tono, el oficio refleja los avatares


institucionales de esta cátedra recalcando a través de la defensa de la
misma la superioridad de las “ciencias útiles” sobre una enseñanza de
corte especulativo que había disfrutado tradicionalmente de un posi-
cionamiento otorgado por un sector académico conservador que
defendía el escolasticismo y se oponía a la filosofía moderna. De ahí
sus reflexiones a favor del reformismo intelectual e institucional que
quiso llevar a cabo Moreno y Escandón a finales de la década de 1770.
De ahí su acerva crítica contra la oposición conservadora de las ór­
denes religiosas que frustró la posibilidad de establecer, según lo pre­
visto en los planes de estudio de Moreno y Escandón, una nueva
universidad orientada hacia ciencias teóricas y aplicadas, pensada en
términos de función social y de bien público. De acuerdo con su
principal referente en materia de lealtad política, esto es, la España
borbónica, al igual que en otros episodios académicos anteriores, Mutis
considera que la cátedra de matemáticas es “tan interesante al bien de
la patria, como correspondiente a las soberanas disposiciones de su
majestad, anunciadas en su real orden sobre el establecimiento de las
cátedras necesarias para el fomento de las ciencias exactas, la ilustra­
ción de la juventud y al beneficio universal de sus afortunados vasallos
de estos dominios”.

en el Colegio derivaban por ello estudio y alimentación gratuita. Esa condición los
privaba del derecho a vestir las becas blancas, distintivo de los colegiales. Los
manteistas, es decir, los que no eran ni colegiales, ni familiares, podían ser tanto
internos como externos y pagaban por su manutención. A este grupo no se le exigía
certificación de limpieza de sangre, ni de nobleza. No tenían derecho a usar la beca
blanca y tampoco a elegir directivos. Por lo general, su número no pasaba de diez.
Renán Silva destaca que después de 1785, los manteistas o capistas comienzan a
posicionarse en las axilas de jurisprudencia, toda vez que hacia atrás su marco de
acción se restringía a su participación en el aula pública de gramática (Silva, 1993:
127). Por último estaban los huéspedes, esto es, colegiales graduados que por esa
razón podían permanecer en el claustro hasta por seis meses, pero sin “voto ni
ración” (Guillén, 1999: 49-65).

91
'Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

Al proponer al virrey el nombre de Jorge Tádeo Lozano para


regentar la cátedra de matemáticas como antes lo había hecho con
Fernando de Vergara, y como lo hará posteriormente con Miguel
de Isla para la cátedra de medicina, Mutis reafirmaba de hecho una
posición de poder, de “oráculo”, mediante la autoridad científica y
académica de que estaba investido y del papel histórico que había
desempeñado como “agente de la Ilustración”. ¿Qué mejor enton­
ces que retratar al óleo y en vida en 1801, de acuerdo con la iniciati­
va del rector Fernando Caycedo y Flórez, a quien se veía a sí mismo
como pionero del “dominio espacial” y del “dominio académico”?
¿Cómo no seguir entonces detectando, capacitando, posicionando a
distancia o presencialmente talentos matemáticos y científicos para
colocarlos a continuación en función de los intereses de una política
de Estado?
Si hay un nuevo documento particularmente revelador, en tér­
minos de autobiografía intelectual, fue ciertamente éste, en el que un
Mutis anciano pide — por no decir que exige— que Jorge Tadeo Lo­
zano asuma la cátedra de matemáticas, una cátedra que tuvo su gran
oportunidad histórica en el privilegiado espacio que el plan de estudios
de Moreno y Escandón le había concedido.
Habiéndome dedicado desde mi llegada a esta capital a propagar
las ciencias matemáticas y físicas, con la importante mira de habili­
tar a la juventud en sus estudios filosóficos,108 di principio por
unas lecciones domésticas, que poco después excitáronlos deseos
del Rector del Colegio de Nuestra Señora del Rosario para que se
estableciese allí la cátedra y fuese pública su enseñanza. Así se verifi­
có juntamente su primer establecimiento con expreso consenti­
miento, autoridad y auspicios del Excelentísimo señor virrey Pedro

108 La cátedra de matemáticas formó parte de la filosofía; ese fue su escenario y espacio
natural. En ese sentido, llama la atención la queja en 1786 del rector Manuel
Agustín Alarcón y Castro, por cuanto le parece que la cátedra de filosofía realmente
se ha convertido en la de matemáticas (AGN, sección Colonia, fondo Colegios, 1.1,
fls. 1034, 1035).

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'Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

Messía de la Cerda, que se dignó asistir en público a mis dos


oraciones de estudios, de 62 en que comenzó el curso matemáti­
co, y en el de 64 el de física jamás (?)109 se han interrumpido
notablemente estas enseñanzas habiéndolas continuado yo mis­
mo personalmente o por mis discípulos en mis inevitables excur­
siones botánicas, objeto principal de mi venida a este reino.
Reanimada de día en día la juventud, que clamaba por la reforma
general de sus estudios, se formó el plan110 para los dos colegios
(el del Rosario y San Bartolomé), siguiendo las ideas de los de
España para las universidades y fue aprobado por el superior
gobierno a consecuencia de los votos unánimes de la junta. Pues­
to en ejecución, gobernó la enseñanza pública por tres cursos
completos, entregándose la juventud con docilidad a su puntual
observancia, y manifestando en sus actos públicos y privados las
pruebas más decididas de su aplicación y aprovechamiento, de
cuya honesta emulación redundaron semejantes ventajas en algu­
nas religiosas comunidades. Aunque por todo este tiempo cesó
en apariencia la enseñanza pública de mi cátedra, convino hacerlo
así tomando a mi cargo las tareas de instruir privadamente a los
primeros y subsecuentes catedráticos de ambos colegios,111 de
cuya instrucción dimanaba con mayor utilidad la de sus alumnos,
convertida ya la enseñanza en profesión de carrera.
Como toda reforma lleva consigo la pensión de excitar emulacio­
nes de que incontablemente resultan las facciones y partidos que
sólo puede cortar de raíz la autoridad suprema, llegó finalmente el
desgraciado momento de lograr los émulos ir entorpeciendo las
disposiciones del plan hasta conseguir su ruina y exterminio de
las aulas. A pesar de su aparente victoria, jamás lograrán los viejos
estudios restablecidos fijar su trono en el corazón de la juventud
que los abomina; siendo ya muy difícil deslumbrarla mientras

109 La interrogación es nuestra. A estas alturas ya se han podido evidenciar a nivel no


privado, sino institucional, las largas y frecuentes interrupciones que sufrió la
cátedra de matemáticas.
110 Tácitamente, Mutis da a entender el papel de “coautor” que desempeñó en el plan
de estudios de Moreno y Escandón.
111 Aunque el dato es importante no invalida lo que en su momento sostuvimos: Mutis
no fue, como piensan algunos de sus estudiosos, catedrático del Colegio de San
Bartolomé. Si nos acogemos a sus propias palabras, lo que hizo fue “instruir priva­
damente” a catedráticos de ese centro educativo.

93
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

subsista la franca comunicación con su metrópoli y con todo el


mundo sabio, donde abiertamente se detestan las rancias preocu­
paciones que reinaran por tantos siglos en detrimento de la socie­
dad y del Estado.
A pesar de tales emulaciones, que han fomentado las sabidas
revoluciones literarias,112 no les ha sido posible a sus fautores
destronar la cátedra de matemáticas del Colegio Mayor del Rosa­
rio, aprobada por su Majestad en virtud de la Real Orden de 1787,
ni atajar los progresos que igualmente se esperan de la nuevamen­
te establecida en cumplimiento de otra Real Orden y a la benéfica
sombra de vuestra excelencia en el Colegio de San Bartolomé.
Hallándome imposibilitado en las presentes circunstancias de rea­
sumir la enseñanza pública, como lo haría si me lo permitieran las
tareas del Real Servicio, y mi ancianidad; y en el caso de estar vacan­
te la substituía del referido don Fernando Vergara por la dilatada
ausencia que habrá de hacer a consecuencia del viaje que ha em­
prendido, según se dice a los reinos de España, me ha determina­
do proponer a vuestra excelencia por mi substituto a don Jorge
Tadeo Lozano, cuya instrucción, celo, desinterés y demás notorias
prendas que lo adornan lo hacen acreedor a toda mi confianza
para el desempeño de esta enseñanza pública (Hernández de Alba,
1947:247-249).

3 3 . M u t i s y M ig u e l d e I s l a , p il a r e s
DE LA MODERNIZACIÓN DE LA MEDICINA EN COLOMBIA
\

Importantes trabajos113 elaborados recientemente en relación con


la génesis, el desarrollo y el desenvolvimiento histórico-académico de la

112 Mutis estaba al tanto del ambiente propicio al desacato y a la revuelta que en un
momento dado se vivió en el Colegio Mayor del Rosario, máxime cuando su propio
sobrino Sinforoso lideró parte de esa inconformidad estudiantil propiciada por un
malestar cultural y político.
113 Trabajos como el de Emilio Quevedo, en donde analiza contextualizadamente la
situación de la medicina en el Colegio Mayor del Rosario, fruto de una labor en
equipo que contó con la ayuda del coinvestigador Camilo Duque y la de tres
auxiliares de investigación. Sin este “esfuerzo colectivo, basado en un apoyo docu­
mental obtenido en los archivos del Rosario, de San Bartolomé, del Archivo Gene­

94
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y comentes ilustradas, 1750-1816

facultad de medicina del Colegio Mayor del Rosario, incluyendo por


supuesto a Mutis en este proceso, hacen que nuestras reflexiones al res­
pecto sean más referenciales e informativas que otra cosa.

3 4 . E v o l u c ió n h is t ó r ic a y c o n t e x t u a l iz a c ió n

La facultad de medicina fue creada por el arzobispo Cristóbal de


Torres114 al fundar el Colegio Mayor del Rosario en 1653. Promediando
el siglo XVIII, se presentó el primer problema para su institucionalización
y funcionamiento: la falta de maestros y cursantes para la cátedra. Esto
obedecía principalmente a que se tenía la medicina por arte en extremo
liberal y, por tanto, se hacía una valoración negativa de la misma. El
resultado final fue que la cátedra de medicina se retirara por completo de
los planes de estudio del Colegio Mayor del Rosario, hasta que Mutis y
Miguel de Isla elaboraron un nuevo plan de estudios para su posterior
institucionalización en 1802. Pero además, a comienzos del siglo XIX la
medicina era todavía asumida como una Tecbné, arte u oficio. A través del
camino trazado por Mutis, la medicina adquiere un carácter epistemológico,
convirtiéndose en un estudio serio, científico y sistemático, lo cual era
necesario debido al estado deplorable que se advertía en nuestro medio
en materia de'salubridad pública (Quevedo, 1993, tomo VII: 100). La
ruptura no fue fácil. Una fuerte polémica se presentó entre médicos (teó­
ricos) y cirujanos, equiparados los segundos a barberos o carniceros. Mutis
supera la discusión ya que él, ante todo, es un médico cirujano, que deja

ral de la Nación y de trabajos que con anterioridad se elaboraron en Colciencias,


habría resultado poco menos que imposible entregar este informe final en seis
meses” (Acta correspondiente a la reunión de Investigadores adscritos a la línea
institucional “Historia del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario”, efectua­
da el 31 de agosto de 2001).
114 A ese respecto, el 3 de junio de 1801 Mutis elaboró un extenso documento denomi­
nado “Estado de la medicina y de la cirugía en el Nuevo Reino de Granada y medios
para remediar su lamentable atraso” (Hernández de Alba, 1983, tomo I: 33-62).

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Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

entrever tendencias ilustradas y pragmáticas que se acercan a una sistema­


tización del saber que logró seguramente a través del estudio de Newton.
Con otras palabras, Mutis se presenta y aparece entre nosotros como un
hombre de ciencia. Lo primero que podríamos recalcar en ese sentido es
que Mutis era “fundamentalmente un médico y que la medicina desem­
peñó un papel central en su vida y en su obra, a pesar de que afirmaba
reiteradamente que su práctica de esta profesión lo había llenado de de­
sengaños” (Quevedo, 1993: tomo I).
Mutis había asimilado y practicado en Cádiz saberes de corte
moderno como la física y la química,115 la anatomía y la clínica. Desde
ese punto de vista, y para nuestro medio, produce una ruptura con la
medicina de raíces medievales a través del estudio de la anatomía de los
cadáveres, sin el cual era imposible determinar la patología experimen­
tal de los órganos internos. El contacto que tuvo Cádiz con Leyden
(Holanda) es bien significativo, ya que esta fue la patria de Boerhaave,116

115 En relación con este tema Mutis propuso en 1801 el establecimiento de un labora­
torio de química con la cátedra respectiva, adjunta a la Facultad de Medicina del
Colegio Mayor del Rosario, y sugirió como primer catedrático a Jorge Tadeo Loza­
no, de “cuya aplicación a las ciencias naturales y notoria instrucción en la química,
dimana el celo por el bien de su patria que igualmente redunda en beneficio del
Estado” (Hernández de Alba, 1983: 272).
11S A propósito de los textos pensados para la facultad de medicina, en las postrimerías
del siglo XVIII una revisión de la biblioteca del archivo histórico de la Universidad
del Rosario nos permitió detectar los siguientes: Hermán Boerhaave, Aphorismos de
áruga, comentados p o r Gerardo Van Smeten, traducidos por D. J. Galisteo y Xiorro,
Madrid, imp. P. Marin, 1786, Vols. 8; Georgius Baglivius, opera omnia medico.práctica
et anatómica, 1745; Jacob Pancratius Bruno, Amaltheum castello Brunohianu, sive lexicón
medicum prirnum a Bartmolomaceo Castinsno, 1721. Hacia atrás se encontraron los
siguientes textos de Galeno: Séptima classis curandi methodus, Venteéis, Imp. Juntae,
1556, Vol. I; Anatomía de rebus chirurgás apborismo ex Hipócrates libri XXVI, Francofurti,
1610, Vol. I; Comentarii in libros sex de locis affectis artis medicae, De Febrium differendis,
VoL I. Por el contrario, otros autores estudiados y recomendados por Mutis no
figuran. Autores como Gorter, Hamvberger, Heister, Hipócrates, Lavoiser,
Iientaud, John Hunter, Mayans, Murria, Malpighi, Morton, Ramazzini, Sauvages,
Vidal Marin, Ventura y Lebret, Ortega y Palau, Laurencia Heister, Morton,
Sydenham, Velasco y Villaverde, Canivell, Vogel y otros.

96
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

nacido cerca de dicha provincia y cuyos textos fueron de obligada


referencia en los planes de estudio elaborados por el gaditano para la
facultad de medicina del Colegio.
Por otra parte — y no sobra recordarlo— , Mutis fomentó en
sus discípulos un ambiente propicio para recibir las reformas corres­
pondientes a los nuevos planes educativos (Moreno y Escandón, 1774; •
Caballero y Góngora, 1787) que sirvieron como antecedente a la re­
forma médico-científica de 1802, ya que dichos planes no pudieron *
ponerse en práctica durante largo tiempo, debido a la contrarreforma
pedagógica encabezada por la Universidad Tomística. Sin embargo,
algo que se recalcaba en dichos planes era justamente la ausencia de una
cátedra de medicina y la necesidad de la misma, la cual debía tener su
fundamento filosófico en la razón, la lógica matemática y la física natu­
ralista como campo abierto a una medicina ilustrada. A pesar de que
dichos planes no tuvieron ni la vigencia ni la operancia esperada, debe­
mos volver a subrayar que durante su corto funcionamiento se forma
la primera intelectualidad de discípulos de Mutis, formadores a su vez
de otra generación de rosaristas.

3 5 . E l b in o m io M u t i s - I s l a

La cátedra de medicina se reabre en 1802 presidida por Mi- -


guel de Isla. El texto guía escogido por Mutis e Isla dentro de su plan
de estudios es el de Boerhaave, holandés organizador de la medicina *
clínica y uno de los precursores de la anatomía microscópica. En
1804 se presenta un segundo proyecto que modifica el plan de estu­
dios bajo la tutela del virrey Mendinueta, y en 1805 se tiene un plan
definitivo. Rosaristas como Joaquín Cajiao, Vicente Gil de Tejada,
José Fernández de Madrid, Juan María Pardo, Miguel Ibáñez, Benito '
Osorio, José Joaquín García, Miguel Domínguez, Juan Gualberto
Gutiérrez y José Félix Merizalde, cursan la medicina durante todo e l 4

97
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

proceso y hacen parte del mismo (Mendoza Vega, 1994: 204-222).


Fue de esta manera como se expulsó en medicina el método peripa­
tético — lo cual ya había sido propuesto por Moreno y Escandón
para la enseñanza de la filosofía— , para ser sustituido por la lectura
individual de los textos y la enseñanza personalizada. En este mo­
mento encontramos el uso de saberes como la anatomía, la cirugía, la
fisiología, la medicina hipocrática, la clínica o estudio práctico-empí­
rico de las enfermedades, la química farmacéutica y la física, además
de una interpretación histórica de la enfermedad.
En la elaboración de sus planes de estudio, Mutis e Isla recogen los
desarrollos fundamentales de las ciencias modernas posrenacentistas
y las vincula a la estructura del plan, en la medida en que creen que la
actividad profesional del médico debe apoyarse en los conocimientos
que dichas ciencias han producido. Introducen por un lado, las cien­
cias auxiliares (matemáticas, física experimental, química, historia na­
tural, botánica) como conocimientos fundamentales para comprender
las ciencias médicas y, por otro, organizan las ciencias médicas en una
secuencia y perspectiva modernas, desde las ciencias del hombre nor­
mal hasta las de la enfermedad y finalmente, la medicina práctica. Esta
es una posición definitivamente enmarcada en el contexto cultural de
las dgncias y la medicina ilustrada (Quevedo, 1993:164-165).

36. E l p e r f il m é d ic o - il u s t r a d o d e M ig u e l d e I s l a

Como ya se dijo, en la primera mitad del siglo XVIII la cirugía fue


considerada como un arte u oficio vulgar y sin fundamento.117 La recu­
peración de la medicina hipocrática por parte primero de Mutis y luego
por Isla y sus discípulos, fue fundamental para devolver el estatus a esta
parte de la medicina, tan importante en nuestro tiempo. De esta manera
se recobrabá el interés por el arte de curar mediante la operación manual.

• 117 Dentro del cuerpo médico la cirugía era tenida como una profesión de segunda
categoría, condición que a nivel académico mejoró en España a partir de las refor­
mas borbónicas. Sobre la descalificación social en que incurrían quienes la practi-
» caban véase a Virginia Gutiérrez de Pineda y Patricia Vila de Pineda (1985).

98
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

Miguel de Isla nació en Santafé y fue educado en el Colegio


Seminario de San Bartolomé y posteriormente en la Universidad
Javeriana, lugares donde cursó la filosofía y la carrera literaria. Dentro
de la enseñanza filosófica de la Compañía de Jesús se incluía la física,118
e Isla en un proceso consecuente fue uno de los primeros que, siguien­
do a Boerhaave, hizo uso del microscopio dentro del análisis médico,
así como de la aplicación a éste de la química y la física.
En 1770 comenzó a ejercer la medicina, actividad que le fue
posible ya que esto le era permitido a quien vestía como él los hábitos
religiosos sin necesidad de obtener títulos legítimos al respecto.
Isla trabajó y enseñó en los hospitales (justamente pertenecía a la
orden de los “hospitalarios”) de Pamplona y Panamá, y en 1793 estuvo
en Cali, adscrito a la gobernación de Popayán. En ese mismo año se
trasladó a Santafé como director del hospital San Juan de Dios, y en
1794 presentó su examen público para que se le concediera el grado de
doctor Ad Honorem, bajo la aprobación de su examinador, José
Celestino Mutis. Este aseveraba que la sólida formación médica de Isla
correspondía básicamente a la de un autodidacta disciplinado.
En 1798 Isla renunció a su orden y se hizo nombrar clérigo
secular. En ese mismo año es nombrado examinador del protomedicato
de Cartagena, ciudad que se encontraba por cierto en pésimas condi-

118 Tenemos que recordar que las ideas copernicanas fueron defendidas en un primer
momento por Mutis, justamente en el Colegio de San Bartolomé y poco antes de la
expulsión de los jesuitas ordenada por Carlos III y tramitada en nuestro medio por
el virrey Pedro Messía de la Cerda, en estrecha colaboración con Francisco Antonio
Moreno y Escandón, quien se desempeñaba como fiscal del crimen. En el aparte
dedicado a Copémico se muestran las razones y los argumentos de autoridad en que
se apoya el sabio para afirmar que “el sistema copernicano en nada se opone a las
sagradas escrituras”. Para esta justificación del “Nuevo Saber”, Mutis se apoya en
los célebres jesuitas Cerda, Ximeno, Wendlingen, Bramieri y Zacagnini, sujetos
todos de la más alta reputación. Lo anterior nos lleva a deducir que en el Colegio de
San Bartolomé había un ambiente favorable a la inclusión de la física en sus planes
de estudio y en éste, a favor del sistema copernicano.

99
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

dones sanitarias. Después de ejercer allí la medicina durante cerca de


tres años, se trasladó a las aulas del Colegio Mayor del Rosario en 1801.
En dicho plantel educativo asumió la cátedra de anatomía, apoyada en
los textos de Heister, a partir de los cuales se fundamentaba una nueva
anatomía de corte práctico, diametralmente opuesta a la que tramitaban los
textos de Galeno, basada en la disección y en el trabajo en el anfiteatro. Isla
tuvo también entre sus discípulos a Jorge Tadeo Lozano y fue u n o de los
más entrañables discípulos y amigos de Mutis.119 Un año después de for­
mar la primera promoción de médicos, la muerte lo sorprendió en 1807.
Uno de los conflictos más graves a que se vieron enfrentados
Mutis e Isla fue a propósito del sustento jurídico de la inclusión de sus
reformas médicas entre 1802-1805.
En efecto, hasta el año de 1790 no era posible otorgar títulos en
medicina, requisito éste que sólo se logró con la reforma de Carlos IV
El problema era de carácter jurídico y estaba relacionado con el apego
de los funcionarios de la Colonia al derecho castellano (1667), que mi­
raba la medicina y en especial la cirugía, como un oficio vil. Por lo
mismo, antes de 1802 nunca hubo las condiciones para consolidar una
cátedra de medicina estable y organizada. Miguel de Isla había sido,
desde 1784, discípulo privado de Mutis y, en 1794, había cursado con
él farmacia, botánica, anatomía y fisiología. En 1786, Caballero y
Góngora, amigo personal de Isla y Mutis, había nombrado al primero
como jefe del hospital de Santafé. Pero Isla no asumió el cargo sino

119 A riesgo de hacernos reiterativos, tenemos que señalar que de la “multitud” de


discípulos que supuestamente tuvo Mutis, solamente fueron los siguientes, en
calidad de discípulos directos o por vía de concatenación, los que le merecieron los
más expresivos y elocuentes comentarios: Eloy Valenzuela, Clemente Ruiz López,
Fernando de Vergara y Caycedo, Pedro Fermín de Vargas, Francisco Antonio Zea,
Jorge Tadeo Lozano, Juan D’luyer y Miguel de Isla. De este último decía, al propo­
nerlo como catedrático del Colegio Mayor del Rosario, que “aun cuando hubieren
muchos profesores a escoger, ninguno aventajaría en las proporciones en que se
halla constituido el maestro Isla para el completo desempeño de la cátedra”.

100
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

hasta 1792 ya que se encontraba ejerciendo la medicina en Popayán. En


1794 Isla fue aprobado por Mutis y se le otorgó el título de médico.
Entonces comenzaron los tropiezos ya que Isla, como clérigo ilustra­
do, entró en conflicto con la Iglesia y las instituciones jurídicas, puesto
que no había cursado estudios públicos en la materia. Finalmente, como
sabemos, ganó el autodidactismo. Isla se había hecho religioso para
poder curar y ejercer con tranquilidad. No obstante, como el interés de
Isla era educar, tuvo que someterse a un nuevo examen, ya que se le
pusieron todas las trabas jurídicas posibles para evitar que cumpliera su
objetivo, a pesar de haber demostrado ser erudito en las materias trata­
das por Boerhaave, Haller, Van Swietten e Hipócrates.
Mutis, obviamente, dio un nuevo gesto de aprobación a su dis­
cípulo predilecto y, a pesar de las objeciones del fiscal Mariano Blaya,
un tradicionalista, el virrey Mendinueta nombró a Isla en 1799 catedrá­
tico interino de anatomía en el Colegio Mayor del Rosario. Fernando
Caycedo y Flórez, rector del Colegio en 1799, dio su apoyo total a Isla.
Mutis por su parte alegaba que la cátedra de medicina ya había existido
en el Colegio y que, como ejemplo, se tenía a los maestros Román
Cancino y Juan Bautista Vargas, quien se había instalado posteriormen­
te en Popayán. El clímax de la discusión tuvo lugar cuando Mutis envió
un informe del estado de salud de los habitantes del Nuevo Reino al
rey Carlos IV en 1801 y, estableciendo un paralelo con Europa, aseve­
ró que la solución era la institucionalización de una cátedra de medicina.
Alegaba además la pobreza teórica y la necesidad de médicos que hi­
cieran uso de las ciencias auxiliares como la fisiología, la química, la
anatomía y la histología.
En una primera propuesta (1801-1802) Mutis determinó que
debían enseñarse seis cátedras de fondo: fisiología, patología, medi­
cina práctica, medicina hipocrática, clínica y botánica, con sus res­
pectivos complementos como las matemáticas, la física, la anatomía,
la farmacia y la cirugía práctica. Aunque formalmente la propuesta

101
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

de Isla y Mutis podía parecer puramente académica, la verdad es


que trascendía estos límites para lograr implicaciones políticas de
profundidad.
Finalmente, en 1802 Carlos IV aprueba a Isla como catedrático,
a lo cual sobreviene la instauración de la cátedra y la reforma clínica y
hospitalaria. Se desata entonces un conflicto entre tradicionales e ilus­
trados, o sea, entre cirujanos y teóricos aristotélico-galénicos.
En cuanto a los sujetos de la controversia, encontramos esencial­
mente dos bandos: uno, el de los tradicionalistas, encabezado por el
fiscal Mariano Blaya y el teórico López Ruiz,120 y otro, el de los ilustra­
dos, conformado por Mutis e Isla, el virrey Mendinueta y Fernando
Caycedo y Flórez.
A la larga, la necesidad de una formación médica estaba pre­
sente en ambas partes. El problema era de índole jurídico y metodo­
lógico. Los -tradicionalistas proponían que se trajeran médicos de la
península, Mutis en cambio quería llevar a cabo la realización de un
plan educativo basado en las reformas pedagógicas de la segunda
mitad del siglo XVIII, con la clara intención de formar catedráticos y
deseando que los docentes fueran de la capital. A la postre triunfó el
grupo de los ilustrados.

120 Sebastián López Ruiz, además de médico, tenía formación de jurista. Ambas carre­
ras las cursó en la Universidad de San Marcos de Lima. Su formación clínica había
sido por regla general de corte galénico, es decir, que en su caso personal aún estaba
presente la “concepción medieval del médico como persona formada en la univer­
sidad y el cirujano como el barbero de bajo rango social y sin conocimientos
teóricos importantes” (Quevedo, 1993: 141.) Por otra parte, entre López Ruiz y
Mutis existía de tiempo atrás una enconada polémica que trascendió a la propia
corte española relacionada con el descubrimiento de la quina, que según López
Ruiz era de su autoría. Si bien a ese propósito las autoridades virreinales inclinaron
la balanza a favor de Mutis, hay todavía la sensación de que ese asunto no fue
dirimido transparentemente.

102
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

3 7 . L a s p r o p u e s t a s e d u c a t iv a s d e C a m i l o T o r r e s

Justo en el año en que muere Mutis (1808), el Colegio de


M edellín121 (hoy universidad de Antioquia), fundado por la orden
de los franciscanos, encargó la elaboración de un plan de estudios a
Camilo Torres.122 El plan en cuestión permite establecer importantes
puntos de contacto con el que en su momento elaboró Moreno y
Escandón. Al igual que en éste, se insiste en la necesidad de una peda­
gogía civilista, secular, que contribuya al esclarecimiento de la verdad,
acostumbrando a los entendimientos a lo “sólido y juicioso, y no a la
garrulidad y la cavilación”. Es particularmente novedoso, por no decir
rousseaniano, lo que señala en relación con las escuelas de primeras
letras, al afirmar que “no hay que hacer tedioso el estudio por la demasia­
da contención de que se es incapaz el espíritu inquieto de un niño: es
preciso variarle el trabajo y mezclárselo, o dárselo alternado con el descan­
so y aun con el retozo y el juego que le inspira la naturaleza para el acrecen­
tamiento de sus fuerzas y para el desarrollo y perfección de la máquina”.
Al igual que en el plan de Moreno y Escandón, reprueba y conde­
na en el estudio y enseñanza de la teología el “espíritu de partido” y “las
escuelas juramentadas”, puesto que ella, la teología, no es “escolástica,

121 En las postrimerías de la Colonia, los vecinos de la Villa de Medellín solicitaron


permiso a la Corona con el ánimo de establecer un colegio-convento. Concedido el
permiso esta iniciativa se hizo realidad en 1803 con la apertura de labores académi­
cas en Medellín de un establecimiento regentado por sacerdotes franciscanos, dan­
do inicio el 20 de junio “a la enseñanza en una pieza de la casa situada donde está
hoy el edificio Olano, y el 2 de agosto se colocó la primera piedra del nuevo edificio
en el predio correspondiente a la manzana que ocupan en la actualidad la Univer­
sidad, la iglesia y el Colegio de San Ignacio” (García, 1942: 255).
122 El Colegio-Universidad Santo Tomás o Universidad Tomística, tuvo a lo largo de
la Colonia (pese a la rivalidad de la Academia Javeriana en ese sentido) la exclusi­
vidad en el otorgamiento de grados. Como “central única de grados” la Tomística
otorgó entre 1768 y 1808, 2.079 grados (Universidad Santo Tomás, Santafé de
Bogotá, 1999, pp. 33-35).

103
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos j corrientes ilustradas, 1750-1816

suarística ni tomística, sino evangélica”. Con relación al estadio de la filo­


sofía, recomienda abolir de plano la práctica del dictado, reemplazándo­
la por “textos que deberá tener todo estudiante del autor y que se adopten
para las lecciones”. Lo mismo que Moreno y Escandón, rechaza la tradi­
cional lectura escolástica en nombre de “nuevos progresos que la natura­
leza y la razón cada día hacen”. Para el área de las matemáticas, y en una
línea de conducta que arranca desde Mutis, propone entre otros autores,
“el compendio” de Wolf; para la parte relacionada con la lógica, la meta­
física y la ética, propone las “instituciones filosóficas del exjesuita valen­
ciano don Antonio Ejimeno en dos volúmenes”. Para el estudio de la
gramática latina propone los siguientes autores para hacer más sugestivo,
atractivo y creativo el estudio del latín:
Las fábulas de Pedro, tan propias del genio de los muchachos y de
tan bella latinidad; las vidas de Comelio Nepote, que están impre-
" sas con la versión castellana; el Justino, que abraza un compendio
de historia antigua; las cartas familiares y los oficios de Cicerón,
que escribió este grande hombre para instruir a su hijo y en que se
hallan preceptos de la más pura moral; igualmente traducidos;123

123 La biblioteca personal de Camilo Torres era bastante abundante tanto en obras
jurídicas como clásicas; el dominio que tenía del griego y del latín le permitían leer
los textos en su lengua original. Esta biblioteca, por cierto, despertó las sospechas
en 1794 de las autoridades españolas, llevando a éstas a revisar su habitación
privada ubicada en el Colegio Mayor del Rosario, en busca de libros “prohibidos” y
documentación “subversiva”. Parte de la sospecha provenía de la defensa que en su
calidad de abogado había hecho de Francisco Antonio Zea, comprometido como
ya se sabe en la conjuración de los pasquines. Este afecto por los clásicos también
encontró eco y difusión en José María del Castillo y Rada, quien en 1808 elaboró un
“memorial sobre establecimiento de cátedras de griego y hebreo en Santafé”, con
miras a posicionar dichos estudios en el Colegio de San Bartolomé. El memorial
también insiste en la enseñanza de la matemática, la astronomía y la geografía. En
este punto es notoria la influencia de Mutis. El memorial estaba previsto para la
facultad de teología. Sus páginas son una denuncia a los métodos obsoletos que
dominaron por regla general la enseñanza colonial, ya que “todos nuestros conoci­
mientos y nuestra instrucción en trescientos años desde el descubrimiento de la
América se han reducido a unos malos principios de latín, filosofía y teología
escolástica y dos o tres cátedras de derecho civil, canónico y real en los principales

104
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

el Quinto Curdo, cuya historia sólo por la amenidad de su narra­


ción y la fluidez del estilo, es capaz de fijar, atraer y aficionar para
siempre la lengua latina a un niño. El Tito Iivio, Horacio y Virgilio
son autores que ya necesitan superiores conocimientos y latini­
dad. Sin embargo, para que conozcan el manejo de los poetas,

colegios de Santafé y Quito” (Hernández de Alba, 1980, tomo IV: 235-244). En


esta misma línea se inscriben un poco hacia atrás, 1806, las “Constituciones para el
Colegio de San Pedro Apóstol de la Villa de Mompós” redactadas por Eloy Valen­
zuela. En dicho documento sobresale la tendencia a una educación útil de corte
popular, en donde por lo mismo se trata de no “escrupulizar mucho sobre hidal­
guías y limpieza de sangre”. En la parte pertinente al plan de estudios y concreta­
mente en lo que tiene que ver con el método de estudiar filosofía, en una clara
actitud antiescolástica, manifiesta guardarse muy bien de “dar el sublime nombre
de filosofía a unos tratados ideales, sumamente áridos y enfadosos que no versan
sobre objeto alguno aparente y sensible y por consiguiente, que ni atraen ni intere­
san. Tal ha sido la filosofía que a más de dos siglos se enseña en el reino y es conocida
con el nombre de escolástica, o peripatética: tal la que ha ofuscado y enmarañado
los entendimientos.” Para el estudio de la física y las matemáticas recomienda a
Wolffio y a Gravesande, denotando en este punto la influencia de Mutis. Igual
influencia se observa en las áreas de historia natural (pp. 83-84). Este plan de
estudios contó con más de una observación en contra por parte del rector del
Colegio Mayor del Rosario, doctor Vicente de la Rocha, quien a pesar de su tono
ecléctico se inclinaba por el “ejercicio del silogismo” y por Aristóteles, que “deste­
rrado de Europa, era preciso que se proporcionase un asilo y ninguno más seguro
que la América, por las distancias y mares que las separa”. Este mismo rector
presentó un informe en 1808, relacionado con el régimen de estudios llevado a
cabo por esas fechas en el Colegio Mayor del Rosario. Dentro de ese régimen
existían ocho cátedras: dos de gramática, una de filosofía, una de medicina, una de
derecho romano, una de cánones y dos de sagrada teología escolástica la una y
dogmática la otra. Para la cátedra de teología en sus dos variantes los textos a seguir
eran Santo Tomás y dos libros de sagrada escritura. En uno y otro caso “se hacen
tomar de memoria los trozos más recomendables por su contenido”. Igual metodo­
logía se empleaba para el derecho canónico, ya que para su explicación, “se les
hacen traer [a los alumnos] de memoria las reglas de derecho y su exposición por
Murillo; al mismo tiempo se les pide la exposición de los capítulos de las decretales
y sus epígrafes de memoria”. Por su parte, en la enseñanza del derecho romano “no
se ha hecho otra cosa que seguir a Vinnio”. Con relación al estudio de las matemá­
ticas nos parece revelador a la vez que dramático el comentario que emite el rector
Vicente de la Rocha sobre la inquietud e incertidumbre de la misma, “pues no
habiendo por dónde obligar a los estudiantes a estudiar para que ellos coronen su
carrera, cualquiera que sea en ese certificado, no hay quien las estudie, y de este
modo se halla en un lamentable reposo la ciencia más interesante al reino, una
ciencia que desde luego ofrece las mayores ventajas al comercio” (pp. 159-160).

105
Ikeformas 'Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

pueden leer las tristes de Ovidio, la bucólica de Virgilio y algunas


odas de Horacio.124

38. E l C o l e g io M a y o r del R o s a r io e n e l c o n t e x t o
de 1810

En 1809, luego del fallecimiento de Mutis y previa instancia del


virrey Amar y Borbón, Francisco José de Caldas es llamado a ocupar
la cátedra de matemáticas. El rector del Colegio én ese momento era
Antonio Ignacio Gallardo y Guerrero.
Enterado de los oficios de VM. de 25 de octubre y 25 de noviem­
bre últimos, dsobre la vacante que ha resultado de la cátedra de
matemáticas de ese Colegio, por fallecimiento del D.D. Josef Mutis,
y de todos los antecedentes del asunto; me parece excusada en la
actualidad la oposición que VM. propone a dicha cátedra. En este
concepto, y supuesta la notoria aptitud del D.D. Francisco Caldas,
coftfirmada en el servicio que há hecho en la interinidad de ella, hé
venido por decreto de esta junta en nombrarlo para que la sirva en
propiedad. Lo que aviso a VM. para su inteligencia, y noticia del
interesado a quien prevendrá. V.M.125
Todo indica que el talento matemático de Caldas era real. Esto
se pudo evidenciar en las conclusiones que defendió en 1786, bajo la
dirección de José Félix de Restrepo, y que se referían a la “doctrina
cartesiana del automatismo de las bestias” (Vargas, 1945: 552). Talento
que tuvo que sufrir un largo paréntesis a consecuencia de los estudios
de jurisprudencia adelantados en el Colegio Mayor del Rosario y que
representaron básicamente una concesión a su entorno familiar.

Esta información contrasta notablemente con planteles educativos como el Real


Colegio Seminario de Popayán en donde a través de un seguimiento de las tesis y
conclusiones presentadas desde 1783 a 1811, se ha podido establecer que de 47
tesis filosóficas defendidas en ese lapso, 29 están estrechamente relacionadas con el
área físico-matemática, en donde la influencia de Descartes, Gasendi, Leibnitz y
Newton es bastante marcada (Vargas, 1945: 549).
124 AHUR, Vol. 16, fls. 261-264.
125 AHUR, Vol. 16, fls. 261-264.

106
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

Personalidad multifacética, contradictoria y autodidacta, Caldas


emulaba en lo cultural y lo científico a la España de los Borbones, y en
el terreno de la fe, a la de los Austrias. En ambos sentidos, su discurso
ideológico-religioso no se halla contaminado de influencias francesas
previas al estallido revolucionario de 1789. Su antiescolasticismo estaba
en pie de igualdad con el de Jovellanos o Campomanes. Sus reflexio­
nes industriales, agrícolas y comerciales eran un eco del impulso que a
esos temas dieron en nuestro medio sociedades como la “patriótica de
amigos del país.”126 Al igual que Nariño, Zea y Manuel del Socorro
Rodríguez, Caldas vio en el periodismo el vehículo más eficaz para

126 La “Sociedad patriótica de amigos del país”, creada por iniciativa del virrey Amar y
Borbón en 1805 siguiendo las indicaciones de la Casa de Borbón, tomó como modelo
las ya existentes en la península como la tantas veces nombrada “Sociedad Vascongada
de Amigos del País”. Sus tareas se encaminaban hacia el fomento de la agricultura, la
ganadera, la industria y el comercio, buscando elevar la calidad de vida de una “nación
auxiliada por las providencias benéficas de un ilustrado gobierno”. De esta sociedad
formó parte en primer término Mutis, secundado por Domingo Caycedo y José de
Leyva. En este punto no pueden pasarse por alto las inquietudes que mostrará el
rosarista José Ignacio de Pombo al redactar por encargo de la junta de gobierno del
Real consulado de Cartagena, el “informe a la Suprema Junta Provincial de la misma,
sobre el arreglo de las contribuciones en las producciones naturales, en la navegación
y en el comercio; sobre el fomento de la industria por medio de establecimientos de
enseñanza y fábricas de efectos de primera necesidad que se proponen; y sobre los
nuevos cultivos y poblaciones que son necesarias para la prosperidad y seguridad de la
provincia”. Este informe (al que nos parece que no se le ha dado la suficiente impor­
tancia económica y educativa que se merece) es sorprendente por su visión de conjun­
to y por los pronósticos futuristas que hace del país. Amigo personal de Mutis, en la
parte del informe relacionada con la enseñanza se hace vocero de éste al proponer
escuelas de ciencias naturales y de “teatro anatómico y un estudio formal de medicina
en que se enseñen la cirugía, la anatomía y la farmacia”. Consciente del gran papel que
ha desempeñado el periodismo en la difusión de los nuevos ideales que animaban a la
dirigencia criolla, sostenía al respecto: “la imprenta es la que ha llevado por todas
partes la ilustración y las luces. Ellas están en todo el país en razón de la mayor o menor
libertad que goza aquella; y así es un axioma político que donde hay libertad en la
imprenta no puede haber tiranía”. De su amistad con Caldas, Humboldt y Mutis existe
el testimonio de una copiosa correspondencia. Una revisión de ésta, sobre todo de la
que mantuvo con Mutis, nos permite señalar cerca de sesenta cartas. La influencia de
Jovellanos en su parábola intelectual es notoria (Gómez, 1982, tomo II: 273-325).

107
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

generar opinión pública y pedagogía colectiva. Lo anterior se despren­


de de la acogida que tuvo el Semanario del Nuevo Reino de Granada previs­
to por su fundador para “consagrarse principalmente a la utilidad del
reino y a manifestar el estado de Nuestro territorio” (Universidad Na­
cional de Colombia, 1966: 411). Astrónomo, botánico, dibujante, lec­
tor voraz, ilustrado por vía de la influencia de José Félix de Restrepo y
por el camino independiente de una disciplinada formación autodidacta,
tal es el caldas que en 1810 regenta la cátedra de matemáticas en el
Colegio Mayor del Rosario, plantel que en ese momento contaba con
la siguiente nómina de directivos y catedráticos:
El Rector Don Antonio Ignacio Gallardo_ El señor vicerrector
D on Pedro Jimenes_El D.D. Joaquín Camacho Consiliario,
Segundo El Doctor D. Andrés Rosillo catedrático de vísperas
de teología_ El D.D. Rafael Lasso catedrático de la misma facul­
tad. El D.D. Tomás Tenorio catedrático de Dro. Canonico, El
D.D. José Camilo Torres catedrático de Dro. Real.127 El D.D.
José María Castillo catedrático de Dro. Civil, El D.D. Francisco
Caldas de matemáticas y el D.D. Luis Garcia de artes, y los Cole­
giales D. Policarpo Uricoechea, D. Alonso Galindo y D. Isidoro
Carrizoza.128
Aunque en apariencia se trate de una coincidencia, la mayoría de
los nombres que aparecen en esta relación institucional son los que a
partir de los sucesos del 20 de julio tendrán un decidido protagonismo
en la consolidación —muchas veces enmarcada por la contradicción—,
de la incipiente República. En ese sentido, en el Acta de Independencia
aparecen los nombres de Camilo Torres, Francisco José de Caldas,
Joaquín Camacho y Antonio Ignacio Gallardo. Rafael Lasso no quiso

127 La cátedra de derecho real pasó con motivo de la Independencia a denominarse


derecho patrio y finalmente derecho natural y de gentes. Para una mayor amplia-
* ción del tema consúltese el artículo de Jorge Tomás Uribe “Ciencia y Derecho en los
. planes de estudio ilustrados en la audiencia de Santafé” (Revista Historia de ¡a
Educación Latinoamericana, N° 3, 2001. Publicación de la Sociedad de Educación
Latinoamericana Shela, pp. 107-135).
128 AHUR, Vol. 126, fL 26 V.

108
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

vincularse a la causa.129 El resto de firmas corresponde a un crecido


número de rosaristas. Tal el caso de Ignacio de Herrera, Manuel de
Pombo, José Sanz de Santamaría, Santiago Torres y Peña, Antonio
Morales, Sinforoso Mutis, Miguel Rosillo y Meruelo, Vicente de la Ro­
cha, Juan María Pardo, Miguel de Pombo y Joaquín de la Rocha (Ban­
co de la República, 1965: 49).
Dentro de la relación “saber, poder y orden social”, quienes
refrendaron con su firma el Acta de Independencia pertenecían a lo
más selecto de la inteligencia criolla. Si anteriormente esa inteligencia se
había consolidado como “grupo familiar” en los principales centros
educativos, ahora se consolidaba como “grupo político”, como “dis­
curso de Estado”. En un proceso complejo y contradictorio que se ex­
tiende de 1810 a 1816, la dirigencia criolla se debate políticamente en
rápidos cambios de lealtades, en gritos de libertad que se sustentan en el
pensamiento político europeo del siglo XVIII, o bien en argumentos
políticos extraídos de una larga tradición escolástica. En las nociones
de observación, de experiencia y Ubre examen de la realidad desde las
aulas universitarias o desde la Expedición Botánica, y apropiadas ahora
como estrategia coyuntural; como un esfuerzo previsto para obtener la
hegemonía política que a su vez permitiese fortalecer unos intereses
económicos amenazados; como un discurso excluyente, que aunque

125 Su lealtad al rey, su fervor y convicciones realistas, fueron los argumentos que
Rafael Lasso esgrimió para no vincularse al movimiento del 20 de julio. Las razones
que Camilo Torres le expuso para hacerle ver que “nuestra causa es una y la misma
de la Nación española; que nosotros no nos separábamos de su integridad a que
éramos parte esencial; que reconocíamos un mismo soberano, defendíamos un
santa religión y hacíamos la guerra al propio enemigo”, fueron inútiles (Gómez,
1982: 374). En 1817, en virtud de sus méritos eclesiásticos, Lasso de la Vega
asumió previo nombramiento por parte de Fernando VII, la sede del obispado de
Mérida (Venezuela), teniendo que abandonar por tal motivo la cátedra de teología
que estaba a su cargo. “Hallándose vacante la cátedra de vísperas de teología que
tenía en propiedad el ilustrísimo señor Doctor Don Rafael Lasso de la Vega, actual
obispo de Mérida de Maracaybo” (AHUR, Vol. 19, fl. 088).

109
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

hecho en muchas ocasiones a nombre de la noción del bien común, la


ciencia y la técnica, marginó de éste al indígena y al mestizo; como un
choque entre “españoles americanos y españoles europeos”; como una
convocatoria a la desobediencia civil desde el cabildo, institución espa­
ñola por excelencia; como una consecuencia de clase que hacía las veces
. de una consigna: “tan españoles somos como los descendientes de don
Pelayo”; como una propuesta de libertad, que sin embargo abrió el
camino a la arbitrariedad política, al espíritu de facción, al temor al
cambio, no sólo en términos económicos o sociales, sino también en
términos epistemológicos y psicológicos, ya que todo cambio, toda
coyuntura, toda alteración de “lo que siempre fue así” presume una
* resocialización en quien lo aspira (Palacios, 1999: 68).130
i y ¿Representó, vistas así las cosas, una ruptura o una continuidad,
f
el período histórico, que para nuestro medio y en general para Améri­
ca, se extendió de 1810 a 1816? Todo apunta a lo segundo. Al respecto,
decía Miguel Antonio Caro:
\
• El año de 1810 no establece una línea divisoria entre nuestros
abuelos y nosotros; porque la emancipación política no supone ['
que se improvise una nueva civilización; las civilizaciones no se
improvisan. Religión, lengua, costumbres y tradiciones: nada de
esto lo hemos creado; todo lo hemos recibido habiéndonos veni- j i
do de generación en generación, y de mano en mano, por decirlo! j
así, desde la época de la conquista, y del propio modo pasará a|
nuestros hijos y nietos. Nuestra independencia viene de 1810,
pero nuestra patria viene de siglos atrás. Nuestra historia desde la
conquista hasta nuestros días es la historia de un mismo pueblo
• y de una misma civilización.

130 Marco Palacios señala en términos académicos, que la vida social, institucional e
interpersonal de las universidades tiene que adaptarse para que puedan coexistir las
diversas comunidades con sus subculturas disciplinarias y proseguir cada una con su
modelo interno de comunicación. Esta práctica cotidiana se traduce en la forma­
ción de “tribus” (departamentos, facultades, asociaciones), en “facciones”, en “con­
formes” e “inconformes”, en “innovadores” y en “tradicionalistas”, reclamando y
exigiendo para sí un “territorio”, en detrimento muchas veces de vasos comunican­
tes, de “canales de difusión”, de diálogos “interdisciplinares”.

110
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

Cuando sonó el grito de independencia, fueron españoles de ori­


gen los que alzaron esa bandera, y no solo tuvieron que combatir a
los expedicionarios de España, sinon a las tribus indígenas que
fueron entonces el más firme baluarte del gobierno colonial. Séanos ,
lícito preguntar: el valor tenaz de los indios de Pasto, que todavía en.
1824 desafiaban y exasperaban a un Bolívar y a un Sucre, y lo que es
más, y aun increíble que todavía en 1840 osaban desde sus hórridas
* guaridas vitorear de nuevo a Fernando VII. ¿Y el mismo Bolívar y
Nariño y San Martín, y los proceres todos de nuestra independen­
cia, dónde si no en Universidades españolas adquirieron y forma-
, ron ideas políticas? (Jaramillo, 1993, tomo III: 146). ^
Ciertamente, las figuras más destacadas de la revolución prove­
nían de los principales centros educativos y particularmente del Colegio
Mayor del Rosario. Por tal razón, y en virtud de una serie de reflexiones
que hemos venido estableciendo, personajes del calibre intelectual de
Caldas, Torres o Joaquín Camacho, vivieron en un momento dado un
ambiente académico en donde las relaciones saber-poder no eran ni
mucho menos casuales. Por el contrario, en el movimiento del 20 de julio
lo que hay que ver es justamente la presencia y el posicionamiento de ese
saber con las fortalezas y debilidades inherentes al mismo. En un proceso
de concatenación como el que hemos venido desarrollando, la relación
Colegíb Mayor del Rosario-saber-poder-independencia política, resulta
casi obvia, pese a las fisuras, tensiones, pugnas y variables que todo saber
que se respete conlleva. Tan evidente a pesar de su complejidad es esta
relación, que el mayor empeño^ del “pacificador” Pablo Morillo será el
de desvincular a las elites criollas por la vía de la prisión, la tortora, la
confiscación de bienes y la aplicación de la pena capital, de los más altos
referentes de la ciencia y de la técnica para ese momento.
Ciertamente, Torres, Lozano, Caldas y otros miembros de la
inteligencia criolla, ya habían advertido que “tener conocimiento es te­
ner poder”.
i Torres, Camacho y Gutiérrez descuellan como los ideólogos del
movimiento. Son los escritores y los encargados de reflejar en
!' público los anhelos de un vasto sector de comerciantes hacenda­

111
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

dos y burócratas que están en el gobierno pero no están de


acuerdo con el gobierno. Ninguno de ellos actúa en conspiracio­
nes anteriores. Por el contrario, litigan, negocian, trabajan en la
administración y dictan cátedras sin estimular conflictos y den­
tro de una paz octaviana a la que estaban acostumbrados por
herencia, por temperamento y por rutina. Es un cambio más
sentimental que ideológico, el que los convierte de la noche a la
mañana en revolucionarios. Unos son dirigentes y otros van a
remolque y todos hacen parte de una familia. Esa familia que
esconde sus raíces en la fundación de Santa Fe y que pasa por las
dehesas de Bogotá y las haciendas de la sabana, con sus amores ‘
novelescos, sus encomenderos y esclavos; con sus abastecedores
de víveres, exportadores de quina, quienes juran a los reyes,
bailan minué y firman contratos con la audiencia. En esta gene­
ración de criollos —a la que le falta dar tan solo un paso hacia el
control total del poder— desemboca todo el ancestro vinculado
a conquistadores y gobernantes que siempre tuvieron las rien­
das del mando: y vinculado también a los empleos, a las conta­
durías reales, a los altos cargos eclesiásticos, a los estancos, a la
explotación minera y a la vida social. Unidos por el sentimiento
criollo, a estos personajes los enlaza el afecto familiar, la misma
procedencia universitaria y el sentido de clase.
Sobresale como primer conductor el abogado Camilo Torres (hijo
del chapetón Jerónimo de Torres y de María Teresa Tenorio), a
quien rodea el círculo desde esta hora hasta el día en que la familia
fatalmente se divida cuando sea dueña absoluta del gobierno
, (Abella, 1965:99-100).
En esos momentos de intensa agitación política, el Colegio Ma­
yor del Rosario, paradójicamente parece vivir en una etapa contrarre-
formista (que por cierto no sería la primera); conmociones internas
como las registradas entre las décadas de los ochenta y noventa, no han
vuelto a repetirse. Para 1810 el triunfo académico y doctrinario de la
escolástica parece ser total. La verdad es que a partir de esas décadas
(cuando a través de polémicas, enfrentamientos entre catedráticos y
directivas, “asambleas nocturnas” y desacatos estudiantiles se intentaba,
bajo la premisa de un reordenamiento institucional, transformar el es­

112
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

pació de la enseñanza como parte de un cambio político mayor de


tendencias modernizantes) las circunstancias habían variado, y ahora los
focos de resistencia eran hacia las reformas educativas y pedagógicas
de finales del siglo XVIII al estilo de Moreno y Escandón. En este
punto es conveniente recordar que toda institución ejerce sobre sus
miembros formas múltiples de control a través de diversas variables.
Ahora bien, no olvidemos tampoco que ese posicionamiento de la
escolástica iba de la mano de la religión, que en la sociedad colonial era
el hecho cultural de masa y aún de elites por excelencia. De ahí la im­
portancia que tradicionalmente tuvo la cátedra de teología. Los inventarios
de bibliotecas como las del Colegio Mayor del Rosario nos sirven para
corroborar la importancia tan grande que tenía el saber teológico. Sen­
cillamente era el saber dominante (Quevedo, 1954: 291-294).
En similar contexto, la cátedra de filosofía consistía fundamen­
talmente en el estudio de la lógica de acuerdo con las premisas aristotélicas,
Santo Tomás, o con comentaristas como fray Juan de Santo Tomás,
Domingo de Soto, y el tantas veces mencionado Goudin. De ahí en­
tonces que las Constituciones del Colegio pusieran especial énfasis en
señalar: “Ordenamos y mandamos que ninguno pueda en el Colegio
oír otra facultad alguna, sin haber visto primero las artes de Santo To­
más” (T. Constituciones, II: 72).
En ese orden de ideas, podríamos afirmar que en el Colegio Mayor
del Rosario todo se podía negociar menos los principios y las Constitu­
ciones. Se privilegiaba pues a Santo Tomás, se leían las sentencias de Pe­
dro Lombardo, se estudiaban los comentarios a las “partes” de Santo
Tomás y, por supuesto, a las “partes de Aristóteles”. El catedrático lector
redimensionaba a través de su voz, en un proceso pleno de ceremonial y
ritualidad, un nuevo “comentario”. Todo lo contrario a la metodología
introducida por Mutis y secundada más adelante por Moreno y Escandón,
basada en la discusión de teoremas e hipótesis, la discusión de diversos
autores, a veces opuestos, y el intento por fomentar una apropiación

113
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

ecléctica de esos textos y autores leídos, con las escuelas juramentadas


confrontando además el texto con la observación de la naturaleza en un
proceso de indagación, investigación y búsqueda.
Actitud intelectual ésta de Mutis que no parecía ser la predomi­
nante en 1810, de acuerdo con el siguiente documento:
Los alumnos del Colegio solicitan que el señor Rector impulse de
la suprema junta el que puedan elegir para Rector unos de los
curas tomistas por la escasez de sujetos y para la utilidad de la
juventud con la instrucción y méritos del que resulte electo.131
En realidad no se eligió un “cura tomista”, como rector fue
elegido Felipe de Vergara y Caicedo; el segundo lugar en la votación lo
ocuparon “D. José Ma. Bustamante, D. Mariano Arroyo y D. Vicente
Rocha. Para Rector, tercer lugar, D. José María Bustamante.”132
¿Qué sucedía en 1810 con la cátedra de matemáticas? Un inci­
dente en apariencia insustancial, pero que dentro de las categorías insti­
tucionales reinantes para entonces adquirió un carácter casi
“sacropolítico”, muestra el enfrentamiento de un grupo de colegiales
de gramática y de latín con Rafael García y Calonge, en torno a lo que
deberían ser, según éstos, los requisitos para llevar el escudo del Cole­
gio. La disputa permite apreciar simultáneamente aspectos académi­
cos, cotidianos, simbólicos y tradicionales.
Los colegiales gramáticos de este Colegio en autos sobre preemi­
nencias con Dn. Rafael García que lo es en la propia clase ante
vuestra señoría convocando al traslado que se nos ha conferido y
con nuestro auto al respecto decimos: Que toda la defensa que
hace García para conservar las debidas distinciones de que goza se
funda en el estudio de matemáticas en que se supone hallarse
ocupado. Para que vuestra S. Se sirva acceder a nuestra solicitud
vamos a demostrar en pocas razones: Lo primero, que esta cir­
cunstancia no es bastante para conseguir el escudo ni la antigüe­
dad; y lo segundo, que hasta ahora no se ha puesto en duda como

131 AHUR, Vol. 17, fl. 60 V.


132 AHUR, Vol. 17, fls. 168-173, 325-327.

114
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

tan sostenida por la antigüedad, la identidad de razón que milita


respecto de los matemáticos obliga a formar de ellos el mismo
discurso y no sin fundamento de sus sabias disposiciones otro
argumento que el que hemos recibido por la más antigua y auto­
rizada tradición.
Por esto sabemos que no fue voluntad de Fray Cristóbal que
fuesen miembros del Colegio que fundó los individuos de unas
cátedras de que no hizo mención. Este es el motivo que hasta hoy
se ha tenido para no permitimos a los gramáticos que llevemos
las armas del Colegio. Opinión es esta que hasta ahora no se ha
puesto en duda como tan sostenida por la antigüedad. La identi­
dad de razón que milita al respecto de los matemáticos obliga a
formar de ellos el mismo discurso, y no sin fundamento, pudiera
decirse, que estos menos que los gramáticos son capaces de aspirar
al benemérito nombre de hijos del Colegio. Atenta a la voluntad
del fundador que nunca habría convenido en que en el se enseña­
sen estas ciencias. Como Nuestro Ilustre Fundador no pensó
menos en dejarnos estudios de matemáticas que de gramática no
podemos sacar de sus sabias disposiciones otro argumento que el
que hemos recibido por la más antigua y autorizada tradición.133
Por orden del rector, Antonio Ignacio Gallardo, la disputa pasó
a ser dirimida en una primera instancia por el “maestro de ceremo­
nias”134 y posteriormente por Camilo Torres que hizo las veces de

133 AHUR, Vol. 17, fls. 119-122.


134 Al maestro de ceremonias le competía la observancia de todo el universo protoco­
lario que para el caso del Colegio Mayor del Rosario era el mismo que se observaba
en la Universidad de Salamanca. De igual modo le incumbía disponer lo pertinente
para la celebración ritual y solemne de algunos actos de gran trascendencia acadé­
mica como las elecciones, las oposiciones y las elecciones inaugurales. Esta ritualidad,
pretendía en el fondo sacralizar los ceremoniales, la palabra, el combate retórico, la
memoria, la apropiación de unos saberes, el modo dominante y predominante de
enunciación a través de los asertos, las oposiciones, las lecciones inaugurales, las
sabatinas, la tremenda y las conclusiones del saber y la verdad. El argumento, la
réplica, el discurso, la repetición y la lectura en voz alta, la explicación, la cultura del
comentario, representaban no solo una concepción circular del tiempo, o un alto
grado de tensión cognoscente, sino también una fiesta, un juego, que en un momento
. dado, trascendían lo público. Pero sobre todo (y esto daría pie para un importante y
necesario estudio al respecto), estas justas intelectuales asumían las “formas políticas
de un tiempo y un espacio cristiano” (1954).

115
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

fiscal. Este último, haciendo alarde de una argumentación jurídica aca­


démica, permite entrever que la cátedra de matemáticas disfrutaba de
prestigio y dignidad.
El escudo que traen los estudiantes de la facultad mayor, y la prefe­
rencia que justamente les da su antigüedad no son unas distinciones
pueriles, son un premio y recompensa al mérito y la aplicación; un
estímulo para ella y al mismo tiempo un principio de buen orden
que arregla las clases y la disciplina del Colegio. Turbada en una parte
tan sustancial es inducir el desorden y trastornar los laudables usos
de nuestros mayores. Entre unos jóvenes ilustres a quienes regular­
mente solo mueven sentimientos de honor y de virtud, un escudo
de las armas de su fundador que es el que trae el Colegio, vale lo
mismo que en otras clases de estado un hábito militar o una insignia
que de a entender que el que la obtiene ha hecho progresos ya en su
carrera y ha merecido bien de su patria o del Estado. Pero estas
mismas distinciones o premios prodigados desde el principio y
solo a pretexto del que el que aspira anticipadamente'a ella se harían
despreciables y perderían todo su mérito. El mismo Garda no se
creía bastante condecorado cuando llegase el tiempo debido de ob­
tenerlas respecto que no las miraría como privativas de su clase, y
acaso aspiraría a otras superiores después en grave perjuicio del Co­
legio, por el trastorno que inducen y causan siempre en los cuerpos
los privilegios individuales o personales. Repite pues el fiscal que no
ha debido hacerse a los colegiales más antiguos el agravio siempre
muy sensible de preferirles uno más moderno: cosa que han mirado
siempre con el mayor escrúpulo nuestras constituciones, como que
atribuyen muy señalados privilegios a la mayor antigüedad; y que
tampoco ha debido ni permitirse en lo sucesivo el uso del escudo a
García a pretexto de asistir uno u otro rato a la clase de matemáticas,
lo que en el sentir del fiscal debe prohibírsele pues harto y mucho
hará con perfeccionarse en el latín mientras al estudio de filosofía sin
dividir su atención que apenas le bastará para el primer estudio, con
otras que le piden absoluta dedicación, y tal vez la posesión perfecta
de la lengua latina, si es que han de entender los ilustres matemáticos
y aun los elementos clásicos de esta ciencia como los de Wolffio que
se estudian en nuestras aulas, y que están escritos o vertidos para
nosotros en este idioma. Santafé 14 de junio de 1810.135

135 AHUR, caja 17, fl. 130.

116
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

De esta manera, Camilo Torres ratificaba el dictamen emitido


por el maestro de ceremonias quien a su turno había declarado lo
siguiente:
El maestro de ceremonias dice que no haya inconveniente en que
Don Rafael Garda use la divisa del escudo, por cuanto que no está
únicamente dedicado al estudio de latinidad sino también el de
matemáticas, pues por este nuevo estudio parece que le concede la
divisa del escudo el capítulo de visita inserto en el expediente. En
esta virtud puede V.S. permitir a dicho García el derecho de gozar
de la preeminencia que se trata136

Fuera del sonado caso de Rafael García no se encuentran por


esas fechas otros estudiantes inscritos en la cátedra de matemáticas. La
cátedra que paulatinamente va cobrando mayor interés es la de dere­
cho civil. Exámenes públicos sobre la misma lo comprueban. Igual­
mente, son numerosos los títulos de Colegial Formal de derecho Civil /
registrados. La explicación más plausible a ese incremento y al estudio^
dé la constitución, son los acontecimientos que en materia política venía,’
experimentando el país desde 1810.
En 1814 es elegido rector Domingo Tomás de Burgos y Villa-
mizar,137 quien durará en el ejercicio del cargo hasta 1823. Su larga
gestión rectoral será testigo, en el ámbito externo, de la siguiente nómi­
na de gobernantes en orden cronológico: Antonio Nariño, Manuel
Benito de Castro, nuevamente Antonio Nariño, Manuel Bernardo
Álvarez, nuevamente José Miguel Pey (quien había iniciado el primer
gobierno de los criollos), Camilo Torres y Fernández de Madrid. Este
último huiría hacia el sur en abril de 1816 abandonando una Santafé de

“ AHUR, vol. 17, fl. 117.


137 Domingo Tomás de Burgos —junto con su hermano Santiago Gregorio—, Anto­
nio Nicolás Martínez Caso y Vicente de la Rocha representan, durante la
periodización que hemos venido desarrollando, el tono más ortodoxo y tradicional
a nivel de sus respectivas rectorías. Al igual que Santiago Gregorio, Domingo
Tomás nació en Pamplona. Vistió la beca del Colegio en 1771. Recibió el
presbiteriado de manos del arzobispo Caballero y Góngora en 1781. Fue cura de
Pamplona y de Tunja (Restrepo, 1971: 182).

117
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

Bogotá desprovista de cualquier forma de mando y control. Lo único


que le quedaba por hacer a la antigua sede del virreinato era esperar,
como efectivamente lo hizo, la llegada de las tropas españolas a cuyo
mando se encontraba el general Pablo Morillo.138

39. E l C o l e g io M a y o r del R o s a r io e n e l c o n t e x t o
de 1816

Disgregadas alianzas de provincias autónomas, contiendas civi­


les entre centralistas y federalistas, disparidad de criterios entre la
dirigencia criolla, desgobierno, incapacidad administrativa, pugnas de
poder entre los jefes políticos y militares, incapacidad de convocatoria
por parte de esos jefes frente a las clases populares, exaltación idealiza­
da del indígena139 — excluido en la práctica de la incipiente nación—,

138 Pablo Morillo nadó en Toro en la Vieja Castilla. Militar de carrera se estrenó con
éxito en los ataques que dirigió contra la invasión francesa a España en 1808. Más
adelante, y convencido de su indeclinable fidelidad, Fernando VII le confió el cargo
de comandante en jefe de la expedición de ultramar, no sin antes advertirle que
utilizara, cuantas veces fuese necesario, la figura del indulto y la amnistía con las
provincias insurrectas, política que Morillo interrumpió en un momento dado,
incurriendo por el contrario en la fatal y polarizada fórmula de “a sangre y fuego”.
139 Hans-Joachim Kónig sostiene que la dirigencia criolla en los albores de la Indepen­
dencia se valió estratégicamente del pasado, la historia y el destino aborigen, para
justificar su propia lucha contra el poder colonial español. La razón de fondo, era
la de legitimar sus propias pretensiones de poder, escudado en la imagen del “buen
salvaje”, pero en ningún caso (aparte de la abolición, en gesto desafortunado, de los
resguardos), con el propósito de tener en cuenta las “reflexiones indigenistas” en la
construcción de la para entonces precaria, vacilante e incipiente República. Esas
consideraciones sobre el nativo ingenuo, noble, víctima de la maldad hispánica, que
tanto denunciara Bartolomé de las Casas, dejaron de ser inspiraciones poéticas,
arengas, emblemas, representaciones simbólicas, acuñación de monedas, para
traducirse en una política a sangre y fuego cuando se advirtió que amplios sectores
indígenas, ubicados geográficamente, sobre todo, en el sur del país, manifestaban
desde el terreno de las convicciones una obediencia y lealtad ciega hacia el monarca
español (Kónig, 1994: 236). Para una mayor comprensión de los levantamientos
indígenas del sur de Colombia a favor de la causa realista, consúltese a Sergio Elias

118
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

prisión para las voces disidentes, subestimación y desprecio hacia las


propuestas revolucionarias de Bolívar, ostentación y frivolidad en me­
dio del caos y la anarquía reinante, conflicto de lealtades, reclutamiento
forzoso, fractura territorial, resistencia indígena al cambio, “cesarismo”
en las actitudes y en la concepción del poder, sentimientos encontrados
con España, proliferación de constituciones, imitaciones foráneas. Tal
era el panorama político-gubernamental con el que se encontró el ge­
neral y “reconquistador” Pablo Morillo y los 15.000 soldados que lo
acompañaban en 1816. Su fórmula para contrarrestar el desorden
—letal y contraproducente a la postre—, era la de “cortar de raíz los
malos hábitos que cinco años de anarquía han introducido en este Nue­
vo Reino, por lo que es preciso, finalmente garantizar el régimen de
policía que me impone el deseo del bien general” (Morillo, 1991: 115-
116. Edición facsimilar). Régimen de policía que, llevado hasta sus últi­
mas consecuencias, llegó a tener que habilitar planteles educativos como
el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario como cárcel. En
efecto, durante once meses (de julio de 1816 a junio de 1817) el claus­
tro se habilitó para tal fin, teniendo su rector que entregar una relación
pormenorizada “desde último de julio ochocientos diez y seis, al Gral.
D. Pablo Morillo hasta diciembre de ochocientos diez y siete.”140 En
pocos días, la represión empieza. El “pacificador” establece tres con­
sejos para este propósito: el de guerra, el de purificación y el de secues­
tros; el primero estaba previsto para juzgar con pulso de hierro a
“rebeldes y traidores al rey”; el segundo daba la oportunidad al reo
para que, acompañado de testigos, demostrara que había sido “buen
vasallo”; el de secuestros tenía dentro de sus atribuciones la confisca­
ción de bienes.

Ortiz (Agustín Agualongo y su tiempo, Biblioteca Banco Popular, Vol. 66, Bogotá,
1979).
140 AHUR, Vol. 19, fl. 154.

119
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

Dentro de estos criterios, JLo más significativo de la inteligencia


rosarista fue pasado por las armas. La historia registra así los nombres
de los que fueron fusilados en Santafé de Bogotá: José Gabriel Peña,
Joaquín Camacho, Martín Cortés, Antonio José Vélez, Manuel Rodríguez
Torices, Camilo Torres y Francisco José de Caldas (Revista del Colegio
M ayor de Nuestra Señora del Rosario, 1916: 321). La lista de los rosaristas
que actuaron en calidad de proceres de la Independencia nacional es la
siguiente: Pedro Acebedo Tejada, Joaquín Acosta, Francisco José de
Caldas, Joaquín Camacho, Domingo Caycedo, Fernando Caycedo y
Flórez, José María del Castillo y Rada, Luciano D’Elhuyart, José
Fernández Madrid, Manuel Fernández Saavedra, Juan Fernández de
Sotomayor, José María García de Toledo, Atanasio Girardot, Diego
^ 1 ^ ^ érrez de Piñeres, José Gregorio
i, Rafael Lasso de la Vega, José Án-
gel Manrique, Hermógenes Maza, José M aría Mosquera, Joaquín
Mosquera, Lino Pombo, Manuel Pombo, Miguel Pombo, José María
Portocarrero, Manuel Benito Rebollo, Andrés Rosillo y Meruelo, To­
más Tenorio, Camilo Torres, Miguel Tovar, Crisanto Valenzuela y Eloy
Valenzuela {Revista del Colegio M ayor de Nuestra Señora del Rosario, 1910:
424-439). En términos de procedencia regional, Popayán ocupa el lu­
gar más importante, seguido por Santander. Para las fechas de los fusi­
lamientos se encontraba en calidad de gobernante el “Exmo. Señor D.
Francisco Montalvo, Virrey, Gobernador, Capitán General de este N.R.
y vicepatrono Real de este Colegio”.141
La composición del cuerpo directivo del claustro era la que si­
gue: “Rector Doctor D. Domingo Tomás de Burgos, Doctor D. José
Eustaquio Botero, vicerrector y consiliario primero, D.D. Tomás Te­
norio Carvajal, consiliario segundo, D.D. Juan Crisóstomo Sáenz ”142

141 AHUR, Vol. 19, fl. 150.


142 AHUR, Vol. 20, fl. 053.

120
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

A principios de 1817 el rector Domingo de Burgos reclamaba


por los once meses en que Pablo Morillo ocupó el Colegio.
El señor D.D. Domingo Tomás de Burgos, como Rector del
Colegio Real Mayor de Nuestra Señora del Rosario de esta capital,
representado: Que por el Exmo. Sr. Gral. En jefe Dn. Pablo Morillo,
se previno que las rentas en dho Colegio quedasen suspensas e
incorporadas en las arcas de la Real hacienda, hasta segunda provi­
dencia: que há el espacio de once meses que se halla aquel claustro
sirviendo de cárcel, y sin que pueda darse un informe a las letras a
que anhela, concluye: Devuélvansele al mencionado Rector los
fondos de su Colegio, las cuentas y las cantidades que se hayan
cobrado a la sombra u otros procedimientos, e insostenibles se­
gún las leyes. Abril de mil ochocientos diez y siete.143

La relación establecida entre el Colegio Mayor del Rosario y el


general Pablo Morillo había sido estrecha y dramática. Sus aulas habían
representado para la elite criolla que el militar español enfrentó a los pare­
dones de fusilamiento, la posibilidad de participar, como egresados de
una institución de enorme prestigio, en las luchas sociales y en la preemi­
nencia y liderazgo social que las mismas exigían. La frase “España no
necesita de sabios”, pronunciada por Pascual Enrile, lugarteniente de
Morillo, a propósito de las súplicas a favor de su vida y de la ciencia,
proferidas por Francisco José de Caldas, responde a una lógica de gue­
rra. Es como si hubiese dicho en similar contexto: pensar es peligroso,
pensar es subversivo. Tener conocimiento es tener poder. Ese poder le
había permitido a lo más selecto del sector criollo encabezar la más alta
jerarquía de la ciencia y de la política. Cortemos el mal de raíz, sin botáni­
cos, matemáticos,144 investigadores, conductores militares y jurisconsul­

143 AHUR, Vol. 19, fl. 126.


144 Si entre 1810 y 1816 la cátedra de matemáticas parece subsistir de manera acciden­
tada, irregular, voluntaria y precariamente, a partir de 1818 se observa un posício-
namiento importante de la misma. Asertos como los que siguen así lo demuestran:
“Dn. José María Camacho, deseando manifestar el respeto y gratitud que profesa al
Dr. Dn. José Matos, sostendrá un acto literario en el qual para llenar sus intentos
finos y obsequiosos sostendrá bajo la dirección de su catedrático Dn Antonio

121
'Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1/

tos como Caldas o como Torres, la masa, siempre voluble, oportunista y


desmemoriada, volverá al redil. Sin sabios como Joaquín Camacho o
Jorge Tadeo Lozano, capitalizaremos a nuestro favor la medianía, la
mediocridad, la nivelación por lo bajo, la delación y el espíritu de intriga y
de cálculo. Sin sabios como Manuel Rodríguez Torices o Crisanto Valen­
zuela, la revolución que proclaman se tomará impopular en breve para el
pueblo que pronto volverá a gritar: ¡viva el rey, viva Fernando VII!

4 0 . C o n c l u s io n e s

La revisión del periodo histórico comprendido entre/i 750 y


1816 nos ha permitido clarificar y dar carácter concluyente a los si­
guientes puntos:
1. El pensamiento político español presenta un cambio ostensible
de dirección a partir de la segunda mitad del siglo XVIII. Este
pensamiento estuvo caracterizado por un impulso reformador,
que sustituyó una continuidad tradicional — de la cual la casa de
los Austrias había sido su mejor exponen te— por un ordena­
miento racional, práctico, utilitario, que se propuso privilegiar el
ámbito de las ciencias físicas y naturales, posicionándolas desde la

Herrera ia materia más útil que permite su devil ingenio a saber: la preclara ciencia
del espacio considerado según su longitud my latitud como lo trae el compendio de
Christiano Wolfio, el dia catorce del mes que nos gobierna en la capilla interior del
Colegio Mayor de Nuestra Sa. Del Rosario a las 3 de k tarde, julio 4 de 1818”
(AHUR, Vol. 19, fl. 141). Lo propio hará Miguel Pradilla y Aranda al defender en
1821 conclusiones públicas sobre astronomía y matemáticas; igual hará Francisco
Antonio Obregón y Muñoz al defender en 1818 en aserto público los elementos de
geometría de Wolffio, y en 1820 conclusiones públicas sobre astronomía. Juan
Nepomuceno de Osuna y Villamarín presentó en 1820, exámenes públicos sobre
geometría y astronomía. Por último, Pedro Pablo Torres y Prieto defendió en 1820,
conclusiones públicas sobre la cosmografía. En este orden de ideas, llama la aten­
ción la prolongada vigencia en el tiempo del pensamiento físico-matemático de
Wolffio que, como se recordará, fue introducido por Mutis en 1762.

122
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

academia. Esta actitud estaba determinada por la conciencia de


una real o supuesta decadencia española tal y como se desprende
de la lectura que al respecto hicieron Feijoó, Cadalso y Campo-
manes, entre otros. La solución a la crisis: propender desde el
Estado por el desarrollo de las ciencias y las artes “útiles”. Esto es,
apostándole a las labores agrícolas e industriales y, en igual senti­
do, reformando los planes de enseñanza que se traducirán en el
posicionamiento de las ciencias exactas y de la medicina.
2. Mutis, en consonancia co ^ su formación profesional y con el
momento histórico que le correspondió vivir, se propuso como
misión de fondo durante su larga permanencia en el Nuevo Rei­
no de Granada, no obstante sus oscilaciones y contradicciones
temperamentales,145 hacerse vocero fiel, en términos académicos
y científicos, de los intereses metropolitanos inherentes al modelo
de “ilustración restringida” o mejor, de “ilustración católica” aus­
piciado por la casa de Borbón y, sobre todo, por Carlos III quien
a través de una política de apertura en lo administrativo y lo co­
mercial, y particularmente para nuestro caso, en lo cultural, busca­
ba que “los individuos bajo de mi real mano y dirección se
proporcionen por el verdadero camino de la virtud y letras para
los empleos correspondientes, en beneficio del Estado y de la
Patria.”146 De acuerdo con estos objetivos, Mutis formulará un
proyecto docente, por cierto lleno de altibajos y no exento de

145 Al respecto afirma Emilio Quevedo: “Al analizar la vida de Mutis hemos identifi­
cado que su personalidad está dominada por un comportamiento bipolar
(cidotímico) y sospechamos que esta condición patológica afecta su propio trabajo
en todos los campos. Este aspecto no ha sido estudiado hasta ahora” (Emilio
Quevedo, Proyecto de Investigación, “El médico del virrey 1732-1808”, entrega­
do al CIEC, junio de 2001).
146 Real Cédula de su Magestad y señores del Consejo. Sobre la reforma y arreglo del
Colegio Mayor de San Ildefonso de Alcalá, Madrid, Imprenta de Blas Román. Plazue­
la de Santa Catalina de los Donados, año 1771 (AHUR, Vol. 18, fls. 224-233).

123
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

detractores, tendiente a establecer las bases del “conocimiento útil”


en las aulas del Colegio Mayor del Rosario, involucrando a direc­
tivos, catedráticos, estudiantes e, incluso, a miembros de la dirigencia
colonial en estratégico gesto, en el marco de una lectura crítica de
las ideas y de la cultura, a través de los discursos de Descartes,
Feijoo, Jovellanos, Wolffio y, sobre todo, los de Newton y Co-
pérnico. Lo anterior se desprende de su importante y accidentada
cátedra de matemáticas, de la cual consideramos haber hecho un
seguimiento puntual y cuidadoso, desterrando en modesto con­
curso lugares comunes, errores cronológicos y las interpretacio­
nes normalmente aceptadas sobre quiénes fueron sus discípulos,
y que lamentablemente prevalecen hasta la hora presente. Sobre
estas bases, las corrientes ilustradas que se dieron y se auspiciaron
en el Colegio fueron de cuño español, destinadas a privilegiar lo
útil y lo práctico y, en ese orden de ideas, destinadas en términos
institucionales a apoyar el absolutismo monárquico dentro de un
discurso que mantenía y defendía la ortodoxia católica. De ahí la
falta de voluntad política para incrementar las ideas ilustradas en
cátedras como las de filosofía, y la resistencia frente a la posibili­
dad de crear una universidad pública. Mutis, Caldas, Eloy Valen­
zuela, Fernando de Vergara, Jorge Tadeo Lozano, José Ignacio de
Pombo y otros, participaron de una visión educativa, científica y
empresarial típicamente borbónica.
Voces disidentes como las de los catedráticos Vásquez Gallo,
Manuel Santiago Vallecilla y Pedro Pradilla, serán reprimidas con
rigor en un momento dado por las altas autoridades del Colegio
bien por la vía del régimen disciplinario, o bien a través de la
promoción a más altas dignidades académicas como mecanismo
táctico-estratégico previsto para neutralizar el tono beligerante de
los catedráticos en cuestión. En el ámbito externo, una lectura
entre líneas de la prensa de ese momento permite advertir que la

124
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

temática de sus directores y principales colaboradores gira alrede­


dor de lo útil y lo práctico, cuando no de la defensa irrestricta del
establecimiento. El ejemplo de Manuel del Socorro Rodríguez es
bien elocuente al respecto. Incluso el tono ecléctico que se percibe
en artículos de prensa como los de Caldas o Francisco Antonio
Zea, era en el fondo el resultado de una concesión que hacía la
ilustración borbónica siempre y cuando se respetara la ortodoxia
católica. Esta concepción de4.o útil y lo práctico en otros terrenos, ,
se dirigió fundamentalmente a la explotación minera, al campo
administrativo y al fenómeno de la hacienda. En esta visión (con
la lúcida excepción de las reflexiones de Pedro Fermín de Vargas
en este punto) el problema agrícola pasa desapercibido. La mis-
ma Expedición Botánica, con sus innegables aciertos de diversa
índole, no produjo las consecuencias prácticas que tantos estudio­
sos han querido atribuirle, con la salvedad, claro está, de la quina,
y del giro práctico-regional que en nuestro sentir da Eloy Valen­
zuela a la expedición.
Las consideraciones anteriores no suponen negar de plano el es­
fuerzo que Mutis y sus discípulos directos y colaterales hicieron
por introducir en la academia un sentido crítico y un espíritu
investigativo. Volviendo al “afuera”, el discurso con el cual arran-.
có la primera independencia (1810-1816) tuvo un tono esencial­
mente escolástico en la concepción “pactista” de la sociedad, e
inspirado en ese sentido por las doctrinas suaristas con su inevita­
ble referente neotomista. La tendencia ilustrada de inspiración fran­
cesa (a la que contribuyó el fenómeno de las tertulias y de la
masonería), sólo adquirió parcial importancia a partir de las cons­
tituciones provinciales sustentadas en la típica tridivisión de pode­
res tan cara a Montesquieu y caracterizada en la teoría de la
representación y en la igualdad de todos ante la ley. Tendencia

125
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

que, sin embargo, sucumbió ante la siguiente ambigüedad: por un


lado, se buscaba a nivel público la realización del ideal de ciudada­
no, por el otro lado, en el plano privado, siguió prevaleciendo la
legislación hispánica. En otras palabras, a pesar del cambio de
discurso, la sociedad neogranadina siguió siendo una sociedad
pagada del antiguo régimen hasta bien entrado el siglo XIX. «
3. Tanto la cátedra de matemáticas como las lecciones inaugurales,
las conferencias o las presentaciones públicas de Mutis en defensa
de las ideologías de la nueva filosofía, motivaron sin lugar a dudas
planes para la reforma educativa. En ese sentido, su influencia fue
útil para la elaboración de propuestas como las de Moreno y
Escandón (en 1768 y en 1774), o las del arzobispo virrey Antonio
Caballero y Góngora, dado que en el pasado inmediatamente
anterior a su llegada los principales centros educativos de la época
“tomaban su inspiración y su modelo de la summa aristotélica y,
sobre todo, de la función y forma del aristotelismo en la edad
media” (Silva, 1981: 480).
4. Aunque el Plan Provisional de Estudios de Moreno y Escandón »
(1774-1779) tuvo una breve vigencia y aplicación, consideramos
que su influencia no solo marcó a una generación de rosaristas,
sino que además dicha impronta se continuó en el tiempo, a
través de otras propuestas educativas (que aspiramos haber .
detectado mediante un ejercicio de concatenación), tales como
el plan de estudios para el Colegio de Medellín elaborado por
Camilo Torres (1808), al igual que el plan encomendado en el
mismo sentido a Eloy Valenzuela para el Colegio Pedro Martínez
Pinillos de Mompox (1804). El plan de Moreno y Escandón
también encuentra asidero y retroalimentación entre las contro­
versias suscitadas por una serie de catedráticos como en el caso
de Manuel Santiago Vallecilla y Francisco Vásquez Gallo, contra

126
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

los abanderados del saber escolástico en el Colegio Mayor del


Rosario. Si aceptamos que el saber educativo es un saber pode­
roso, de importancia estratégica, que puede incidir de manera
decisiva en el futuro económico, social y cultural de una socie­
dad determinada, se entiende a continuación el revés que sufrió
el plan de Moreno y Escandón por cuanto estaba en contravía
de los intereses {políticos y culturales de las altas autoridades tan­
to de la Universidad Tomística como del Colegio Mayor del
Rosario, toda vez que apuntaba en el fondo a la creación y con­
solidación de una universidad pública. Estos intereses, unidos
estrechamente a relaciones de poder, son los que otorgan en un
momento dado legitimidad, validez y deseabilidad a unos saberes
sobre otros. Por lo mismo, frente al carácter recontextualizador
y reformista del plan de Moreno y Escandón se retomó y, si se
quiere, se posicionó con más fuerza el tradicional método esco­
lástico, excluyendo y combatiendo otras opciones curriculares,
pedagógicas e institucionales.
5. De creerle a Guillermo Hernández de Alba, nos parece impor­
tante el dato que da a entender que hacia 1785 el oidor Antonio
Mon y Velarde, en calidad de visitador, introdujo en el Colegio
Mayor del Rosario una serie de disposiciones innovadoras en tor­
no al plan de estudios, que “se celebraron y acataron por largos
años”. Reformas que entre otras cosas habrían “dispuesto un
medio sobre manera acertado para la provisión de las becas por
medio de concursos u oposiciones decididos con el voto de los
colegiales actuales”. Reformas que en los textos de enseñanza pri­
vilegiaban a Jaquier y “proscribían” a Goudin. Lamentablemente,
dice Hernández de Alba, “se desconoce el texto de esas memo­
rias, desaparecido del archivo”. Plan que incluso es tenido en cuenta
a nivel de textos y asignaturas en la reforma educativa llevada a

127
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

cabo por el general Santander y concretada en la creación de la


Universidad Central (1826-1842) (Guillén, 2001c: 89-104).
6. De 1774 a 1796 el Colegio Mayor del Rosario muestra un alto grado
de “tensión cognoscente”, enmarcado por la disputa entre los parti­
darios del silogismo y los abanderados del conocimiento útil. Las
actuaciones en contra lideradas por catedráticos como VaUecilla y
Vásquez Gallo, y la actitud recalcitrante y represiva de las directivas
del momento, dan a esas contiendas, a esos desacatos, a esas asam­
bleas nocturnas, a esas proposiciones contrarias al padre Goudin y a
Santo Tomás, a esas tan “osadas y repetidas desobediencias”, un ca­
rácter marcadamente político, que llega incluso a trascender el ámbito
externo. A lo anterior se suma el “episodio de los pasquines” (1794)
que prefigura en nuestro concepto, por la dureza y el rigor de las
sanciones impuestas por las autoridades españolas a sus principales
protagonistas (la mayoría de ellos de origen santandereano), la políti­
ca que “a sangre y fuego” emprenderá Pablo Morillo contra la inteli­
gencia nacional de ese momento. De esta manera, y sumando factores,
tanto las controversias académicas, como el fenómeno de las tertu­
lias, la difusión del periodismo, y por supuesto, la Expedición Botáni­
ca, plena de “fiebre de ciencia”, se va preparando el clima que con el
tiempo culminará en el movimiento independentista de 1810.
7. De 1796 a 1810 se presenta en el Colegio un ambiente contrarre-
formista que no deja de sorprender por el sello exageradamente
tradicional que las directivas imponen a nivel institucional. La rela­
ción que el rector Vicente Rocha envía al virrey Amar y Borbón
(1808) sobre el plan de estudios vigente es bien elocuente al res­
pecto. A manera de dialéctico contraste, a rectores progresistas
como León y Herrera, Masústegui, Alarcón y Castro, Fernando
Caycedo y Flórez, y Felipe de Vergara y Caycedo, se suceden recto­
res de inequívoco perfil tomista como el ya mencionado Vicente

128
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

cabo por el general Santander y concretada en la creación de la


Universidad Central (1826-1842) (Guillén, 2001c: 89-104).
6. De 1774 a 1796 el Colegio Mayor del Rosario muestra un alto grado
de “tensión cognoscente”, enmarcado por la disputa entre los parti­
darios del silogismo y los abanderados del conocimiento útil. Las
actuaciones en contra lideradas por catedráticos como Vallecilla y
Vásquez Gallo, y la actitud recalcitrante y represiva de las directivas
del momento, dan a esas contiendas, a esos desacatos, a esas asam­
bleas nocturnas, a esas proposiciones contrarias al padre Goudin y a
Santo Tomás, a esas tan “osadas y repetidas desobediencias”, un ca­
rácter marcadamente político, que llega incluso a trascender el ámbito
externo. A lo anterior se suma el “episodio de los pasquines” (1794)
que prefigura en nuestro concepto, por la dureza y el rigor de las
sanciones impuestas por las autoridades españolas a sus principales
protagonistas (la mayoría de ellos de origen santandereano), la políti­
ca que “a sangre y fuego” emprenderá Pablo Morillo contra la inteli­
gencia nacional de ese momento. De esta manera, y sumando factores,
tanto las controversias académicas, como el fenómeno de las tertu­
lias, la difusión del periodismo, y por supuesto, la Expedición Botáni­
ca, plena de “fiebre de ciencia”, se va preparando el clima que con el
tiempo culminará en el movimiento independentista de 1810.
7. De 1796 a 1810 se presenta en el Colegio un ambiente contrarre-
formista que no deja de sorprender por el sello exageradamente
tradicional que las directivas imponen a nivel institucional. La rela­
ción que el rector Vicente Rocha envía al virrey Amar y Borbón
(1808) sobre el plan de estudios vigente es bien elocuente al res­
pecto. A manera de dialéctico contraste, a rectores progresistas
como León y Herrera, Masústegui, Alarcón y Castro, Fernando
Caycedo y Flórez, y Felipe de Vergara y Caycedo, se suceden recto­
res de inequívoco perfil tomista como el ya mencionado Vicente

128
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

Rocha, o como Antonio Nicolás Martínez Caso, o como los her­


manos Domingo Tomás y Santiago Gregorio de Burgos y Villami-
zar. Esta postura a favor del aristotelismo y el peripato no es
casual ni gratuita. A estas alturas podemos afirmar que salvo algu­
nas importantes fisuras abiertas en sentido contrario, la filosofía y
doctrina escolásticas representan en nuestro medio y, para el caso
concreto del Colegio Mayor del Rosario, un dominio indisputado
de más de dos siglos. Su continuidad en cuanto a “los saberes
institucionales” es algo que no admite dubitaciones al respecto.
Con respecto al estudio y el ejercicio de la medicina, este dejó de
verse como “indigno”, particularmente en el área de la cirugía.
Mutis, haciendo uso de sus influencias políticas y de su prestigio ♦
académico, elaboró para el Colegio Mayor del Rosario en compañía
del Sacerdote Hospitalario Miguel de Isla, el plan de estudios mé­
dicos de 1804. Por esas fechas, se abren en el Colegio las facultades
de química y mineralogía147 siendo el objetivo de la primera servir
como auxiliar de la medicina, encargando el rector Caycedo ajorge
Tadeo Lozano, quien había estudiado química y matemáticas du­
rante su estadía en Madrid,148 la orientación de aquella. Ese plan -
de estudios pionero en nuestro medio, nos permite advertir que
Mutis lejos de supeditarse a la inercia consuetudinaria y anacrónica
de la práctica médica, le imprimió a la vez carácter de ciencia y talante

147 Estas dos cátedras, la de química y mineralogía, son restablecidas por Ezequiel
Uricoechea quien a partir de 1858, y por espacio de diez años, las regentó en el
Colegio Mayor del Rosario. Como resultado de esa actividad intelectual escribió los
Elementos de mineralogía para el uso de sus alumnos. Investigador de proyección
nacional e internacional, Uricoechea fundó la sociedad de naturalistas neogranadinos
y dirigió la revista de la sociedad que en fondo retoma el hilo conductor iniciado
por Mutis a través de la Expedición Botánica; fue a su vez uno de los fundadores
de “El mosaico”, publicó la Mapoteca colombiana y prestó su concurso para fundar el
Museo Nacional. Sus Memorias de las antigüedades neogranadinos, son apenas una
muestra valiosa de su prolífica labor científica y cultural. Para una mayor amplia­
ción dei tema, se recomienda la lectura del Epistolario de Ezequiel Uricoechea cm Juan
María Gutiérrez varios colombianos y A.ugust Friedrich Pott (1998).
148 En efecto, Jorge Tadeo Lozano cursó en Madrid, en los años de 1792 y 1793,
química en el Real laboratorio. Aparte de lo anterior, había ingresado al Real
Cuerpo de Guardias de Corps en la misma ciudad.

129
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

humanista. En ese sentido, la medicina constituye la expresión


más alta de su humanismo y su vocación más sentida. ¿Por qué?
Porque en ella, como disciplina científica, confluye toda la filosofía
natural y el conocimiento físico-matemático, en donde el ser hu­
mano es el objeto de su aplicación. De allí que las reformas de
Mutis e Isla hubieran estado orientadas en una lucha que no fue
fácil, a dotar al médico de elementos provenientes de todas las
ciencias y, sobre todo, de introducirlas sistemáticamente a los mé­
todos de la experimentación. De esta manera, (esta perspectiva .
metódica, entendida como el camino más expedito para un cono­
cimiento experimental de la realidad, se contrapone al especulativo
de la escolástica. En este proceso de modernidad, el modelo fisico­
matemático constituye el faro de este camino (Mejía, 1993:1-22). •
8. En relación con otras facetas de pensamiento, asimiladas y pro­
yectadas desde las aulas rosaristas encontramos, no sobra reiterar­
lo, que la corriente ilustrada de corte borbónico y su estrecho
nexo con el eclecticismo es desde esa óptica la nota más predo­
minante. Una lectura atenta de las reflexiones que en materia ad­
ministrativa, económica, sanitaria, territorial, regional, ecológica,
educativa y comercial que en una primera instancia hiciera Mutis y
que se prolonga posteriormente en discípulos suyos —por vía
directa y colateral—, formados por él a nivel privado institucional,
permiten verificar la prevalencia del reformismo borbónico. Tal
es el caso, en esa dirección, de Eloy Valenzuela, Jorge Tadeo Lo­
zano, José Ignacio de Pombo, Clemente Ruiz López, Francisco
José de Caldas, Fernando de Vergara, Miguel de Isla, José Fernán­
dez de Madrid, José Félix Merizalde, Benito Osorio, Joaquín Cajiao,
Miguel Domínguez, Vicente Gil de Tejada, José Félix de Restrepo,
e incluso, del significativo sector librepensador integrado por Pe­
dro Fermín de Vargas, Francisco Antonio Zea y Sinforoso Mutis,
entre otros. Estos antecedentes nos indican que: “en la etapa com- *
prendida entre 1760 y 1800 la Intelligentsia criolla se encuentra pre­
ocupada por los m ism os tem as, los m ism os problem as y
proponiendo para ellos soluciones muy parecidas a las que pro-

130
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

ponía la metrópoli a través de la generación que asumió la direc­


ción del Estado y la cultura durante el reinado de Carlos III y sus
sucesores” (Jaramillo, 1977: 35 y 55).
9. En relación con la procedencia regional de los directivos, catedráti­
cos y estudiantes del Colegio Mayor del Rosario en el período com­
prendido entre -1^62 y 1816, aparte de Bogotá y Cundinamarca, un
repaso de las “informaciones” permite advertir un notable porcen­
taje de rosaristas oriundos de Popayán y Santander. La explicación
más plausible a este fenómeno, fuera de la procedencia “nobiliaria”,
no es otra que la económica. Para el caso de Popayán la explicación
es doble: o bien la dase criolla oriunda de esa región provenía de una
larga tradición de encomenderos, o bien provenían de un sector
blanco económicamente venido a menos, y que por variadas razo­
nes no había resultado beneficiado en el reparto de las tierras, en la
titulación de las minas, o que no había logrado la capitalización de
rigor para entrar a ubicarse y a competir con éxito en los núcleos de
las operaciones y las actividades comerciales. En el segundo caso
hablamos de una región de marcada tendencia minifundista, en cuyas
zonas agrícolas predominaban la pequeña propiedad, o en pobla­
ciones representativas como el Socorro y San Gil se había desarrolla­
do todo un empleo textil y manufacturero que hacía de las mismas
las más prósperas e industriales durante y después del virreinato.
Hemos dicho que las principales instituciones que sirvieron de
fundamento para la formación de la nobleza en la Nueva Granada
fueron los cabildos, las encomiendas, y los Colegios Mayores.
Pero mientras las dos primeras eran de alcance eminentemente
local en los Colegios Mayores se congregó la flor y nata de la
nobleza del territorio del Nuevo Reino. Se forjó entonces una
comunidad de intereses que, con el tiempo, tuvo diversos alcances
tanto en el orden social como en el orden político y económico.
Un grupo regional que por su número e importancia alcanzó
especial notoriedad en los colegios mayores fue el santandereano.
Sus miembros estuvieron equitativamente distribuidos entre San

131
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

Bartolomé y el Rosario. Este fenómeno se registró en la segunda


mitad del siglo XVIII, y fue el reflejo de un alto grado de desarro­
llo económico de la región (Instituto Colombiano de Cultura
Hispánica, 1996:77-78).
En esta procedencia y composición regional no se descarta la
prolongación en la academia de tina tradición burocrática y cleri­
cal. En efecto, las profesiones que ocupaban los familiares más
próximos y los testigos de los aspirantes a ingresar al Colegio
Mayor del Rosario se repiten hasta llegar a fatigar: alcalde mayor,
alcalde ordinario, regidor, contador, del comercio, tesorero, abo­
gado de la Real Audiencia, comerciante, alguacil mayor, corregi­
dor, alférez real, presbítero, justicia mayor, capitán de milicias,
alcalde provincial, doctor, canónico magistral de la iglesia metro­
politana, examinador sinodal y regio del arzobispado, entre otras.
10. A partir de 1811 y hasta 1816 (fecha límite de nuestra periodización),
se observa un notable posicionamiento de cátedras como las de
derecho civil, derecho público, derecho real (denominado dere­
cho “Patrio” luego de la Independencia) ética y política.
La fecha de 1816 alude finalmente, y de manera explícita a ese
grupo de criollos que había tenido como su gran foco de recep­
ción “innovador” en lo cultural y lo científico a la Expedición
Botánica, y que posteriormente actuarían unificados o en franco
antagonismo como elite ilustrada en las diversas variables que
demandaba la independencia. Para infortunio de la incipiente Re­
pública, y pese a los errores políticos y administrativos cometidos
por muchos de ellos, sus ideales no pudieron prosperar entre
otras cosas, por la poderosa y dramática razón de su casi total
aniquilamiento por vía de las ejecuciones sumarias refrendadas
con la firma del “Pacificador” y Comandante en Jefe don Pablo
Morillo. Lo cierto del caso es que éstas y otras voces de la dirigencia
criolla habían “tenido sus más primitivas raíces en la voz docente
de Mutis” (Quevedo, 1993, tomo VII: 110).
Concluimos afirmando que José Celestino Mutis imprimió en el
virreinato de la Nueva Granada fuertes gestos de modernidad, que en un
proceso continuado en el tiempo por sus discípulos más destacados per-

132
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

mitió, con las variables del caso, una novedosa gestión de desarrollo y
transformación cultural de nuestro entorno. Monseñor José Vicente Castro
Silva señalaba al respecto: “Mutis fue artífice eficaz aunque indirecto de
nuestra emancipación. Al inculcar, en efecto, a los criollos el sentido de la
investigación y del valor personal, la rebeldía ante los prejuicios científi­
cos, el amor a la naturaleza americana, abría caminos que debían condu­
cir a la idea de la reyolución política” (Caparroso, 1953: 97-100).

133
A nexo 1*

L is t a d e l o s t e x t o s d o n a d o s p o r F r a n c is c o A n t o n io
M o r e n o y E s c a n d ó n a l C o l e g io M a y o r d e l R o sa r io

Muy señor mío. A consecuencia de lo acordado por la Junta


Superior de Aplicaciones, se han separado y aplicado á ese Colegio de
los duplicados destinados para el establecimiento de la Biblioteca Pú­
blica, hasta ahora por no haverse reconocido, perfectamente sus so­
brantes, los libros siguientes:
2 Tomos Biblia Sacra con escolios
2 Tomos, concordancias
5 Tomos, Glosa de lira
8 Tomos, Silveira, expositor
1 Tomo, Freyre, injudice
8 Tomos, Cuerpo de derecho civil y canónico
1 Tomo, Bálcazar, epitome juris
2 Tomos, Villarroel, comentarios eclesiásticos
2 Tomos, Gibalino de Juris
1 Tomo, del mismo, de clausilis
5 Tomos, Leandro, su obra
2 Tomos, Colexio complutense
1 Tomo, Fray Juan: Onze su curso
1 Tomo, Arquitectura civil
1 Tomo, Ulloa, Elementos mathematicos
1 Tomo, Novio, Instituciones filosophicae
5 Tomos, Curso de Tosca
1 Tomo, Bocabulario Eclesiástico

* Los anexos son transcripciones de documentos que reposan en el Archivo Históri­


co de la Universidad del Rosario. (N. del E.)

134
Anexos

21 Tomos Vergueños, a su vez, 3 Virgilios, 3 Ovidius, 2 Cicerón, 1


Quinto Curcio, 1, Gramática Griega, 1 Fabulas de Esopo, 1 Mar­
cial, 1 Salustio, 1 Claudiano, 1 Suárez, 1 Sánchez, 1 Balerío Máximo,
1 Suetonio, 1 Locano, 1 Bañez.
1 Tomo, Ramillete Poético
1 Tomo, Regia Parnasi
12 Tomos, en Folio, y 1, en 4o versión de Agustín Barbosa: Los iguáles
remito a V.M., con el encargo de que se sirba anotándolos en el
libro de la librería de se Colegio, con expresión de esta aplicación,
noticiarme de su recibo con la misma individualidad para resguar­
do y govierno.
Dios guarde a V.M., muchos años, SantaFé 23 de Abril de 1776,
Francisco Antonio Moreno y Escandón.

Fuente: Archivo Histórico del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario,
volumen 6, fl. 234.
Los textos se encuentran ubicados en el índice de la Librería Antigua (AHUR),
Materias: derecho, teología, cienáas matemáticas, religión, ciencias naturales, historia.

135
A nexo 2

L ist a d e c a t e d r á t ic o s y c o l e g ia l e s d u r a n t e l a v ig e n c ia
del P l a n d e E st u d io s d e M o r e n o y E sc a n d ó n (1774-1779)

Año de 1774

Este año se hizo saber el plan de estudios a que sería puesto en


práctica (No obstante lo representado). Para no incurrir en desobedien­
cia, que siguen los colegios mayores y discípulos en la forma siguiente:

T heo lo g ia

Dr. Dn. Josef Moya comentó el curso leyendo la segunda repli­


ca de Melchor Cano.

T h e o lo g o s co le g iales

Dn. Fernando Caycedo, acabó, se graduó y ordenó


Dr. Eloy Valenzuela, acabó, se graduó y ordenó
D. Domingo Burgos, acabó, se ordeno
D. José María Londoño, acabó, se ordenó

C a pista s y m a n te ista s d e a fu era

Dn. Ignacio Carrizoza presbítero, acabó


Dn. Jorge Hermida, acabó
Dn. Francisco Ruiz, acabó
Cayetano Moya, acabó, se graduó
Agustín Serón, comienza este año
Por todos son nuebe colegiales y cinco capistas

136
Anexos

E st u d ia n t e s ju r is t a s

El Dr.J^rr. Matliias Fajardo, acabó se graduó


D. Ildefonso Hermosilla, acabó, se graduó, y ordenó
D. Francisco Arboleda, acabó, se graduó
D. Pedro Garavito, acabó
D. Ramón Durán, acabó, se graduó, y ordenó
Dn. Luis Cáceres, acabó, se graduó
D. Antonio Gallardo, Jurista
D. Rafael Jacome, Jurista
D. Ramón Prada, Jurista

A ñ o d e 1777

Comenzó nuevo curso de Theologia el Dr. Dn. Ignacio Moya


según el Methodo nuevo.

D iscípulos

Dn. Augustin Carrizoza


Dn. Nicolás Dávila

C a pe ta s

Dn. Matheo Caldas


Dn. Juan Romero

C anonistas

Volvió a comenzar nuevo curso el Dr. Domingo Burgos, pasan­


te, Joaquín Navarro.

137
'Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

D iscípulos

Dn. Christobal Mosquera


Dn. Augustin Cabrera
Dn. Juan Francisco Vergara
Dn. Ramón Prada (defendió conclusiones muy lucidamente)
Dn. Antonio Gallardo

C u r so d e F ilo so fía

Cathedratico Dn. Eloy Valenzuela, pasante Dn. Pedro Herrera.

D iscípulos

Dn. Fernando Vergara


Dn. Thadeo Cabrera
Dn. Pedro Navarro
Dn. Nicolás Alvarez
Dn. Ramón González (defendió conclusiones de Matemáticas)
Dn. Vicente Rocha
Dn. Pablo Sarmiento
Dn. Pedro Fermín de Vargas
Dn. Antonio Ferro
Dn. Thomas Muelle

F amiliares

Dn. Buenaventura Serrano pasa a Theología.

138
Anexos

C a p ist a s _

Dn. Josef Romero (se despidió por no pagar)


Dn. Juan Thomas Gastel Bondo (se fue a San Bartolomé)
Dn. Joaquín Galindo

JURISPRUNDENCIA

El Dr. Dn. Carlos de Burgos abogado de esta Real Audiencia y


Catedrático de Jurisprudencia, explicó los doscientos libros de las ins­
tituciones imperiales de Justiniano, que dando genuina composición de
ellas a sus discípulos, tubo varias funciones en la clase hasta concluir el
año. Fuera de las diarias conférencias que se previenen en el nuevo plan,
se observen. Defendió en dominicales con D. Francisco de Vergara y
públicas conclusiones con Dn. Antonio Mosquera.

F ilo sofía

El Dr. D. Juan Eloy Valenzuela catedrático de filosofía, de­


fendió las dominicales siguientes: Con Dn. Ignacio Tejada las preli­
minares de la lógica, seguidas de aritmética, con Dn. Antonio Rota,
Familiar, las de algebra con Dn. Bernave González, y dos domini­
cales con los doctores Rota, y González, a saber: Con el primero la
geometría, y con el segundo la trigonometría. Puso dos asertos pú­
blicos de conclusiones: Con el dho. González defendió lógica, críti­
ca, geom etría, álgebra, y trigonom etría y con el referido Rota,
defendió el tratado de las secciones cónicas y aplicaciones del álge­
bra á la geometría.

139
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

A ño de 1778

Catedrático de theología el Dr. D. Ignacio Moya. Discípulos:


Dn. Miguel Montefrio
Dn. Andrés Rosillo
Dn. Nicolás Dávila

M a n te ísta s t h e o lo g o s

D. Marco Caldas
D. Joaquin Saavedra

C ate d rático s d e ju rispru d e n cia

El Dr. Dn. Carlos Burgos, que dio principio a los libros de la


Instituía de Justiniano, y tuvo como discípulos colegiales:
Dn. Sebastian Granados
Dn. Ramón Prada
Dn. Antonio Gallardo
Dn. Juan Vergara
Dn. Pedro Herrera
Dn. Rafael Jacome
Dn. Idelfonso Coronel

F amiliar

Dn. Juan Nepomuceno Escobar

C a pista s q u e a siste n d e l a calle

El Dr. Dn. Joshep Cayetano Meza


D. Joshep María Rivera

140
Anexos

D. Juan Forero
D. Juan Thomas Romero
Defendió dicho catedrático con Dn. Manuel Mosquera en pú­
blicas conclusiones, diez y siete títulos de obligacionibur, que pertene­
cen al Libro 3o de la Instituía; con D. Juan Vergara unas dominicales.

F ilo sofía

Catedrático de filosofía, el Dr. Dn. Juan Eloy Valenzuela, quien


dio principio á la física moderna.
Discípulos colegiales
Dn. Fernando Vergara
Dn. Tadeo Cabrera
Dn. Ignacio Tejada
Dn. Pedro Navarro
Dn. Nicolás Alvarez
Dn. Joseph Forero
Dn. Joseph Thomas Muelle
Dn. Pablo Galindo
Dn. Pedro Fermín de Vargas
Dn. Vicente de la Rocha
Dn. Juan de la Rocha

C a pista s d e la calle

D. Fermín Cote
D. Joseph María Romero
D. Joseph Sosa, Manteista, vive en el Colegio. Defendió dicho
catedrático las dominicales siguientes con D. Pedro Fermín de Vargas,
los preliminares de la física con D. Fernando de Vergara, varios capí­
tulos sobre la naturaleza, y atributos del cuerpo en partículas. Con D.

141
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

Juan de la Rocha, los elementos de la mechanica. Con D. Tadeo Ca­


brera, todo el sistema newtoniano sobre la heterogeneidad de la luz.
Con dicho Dn. Pedro Vargas, en otras, la impugnación de la atrac­
ción, la fuerza de inercia, y el peso del aire. Con dichos D. Pedro
Vargas, y Dn. Juan de la Rocha defendió en públicas conclusiones,
todo lo del año, esto es: Cada autor, y seis capítulos á saber con el
primero en lengua latino, y con el segundo en la castellana. De estos
dichos capítulos, los diez, y nueve de física gral en quienes se trató del
cuerpo, sus atributos; y principios: del movimiento, líneas rectas, como
curvas: del movimiento compuesto, que cuando se aumenta con las
machinas del reflejo, y refracto, y las leyes que en todo caso verifican,
quando se comunica á otros cuerpos; como ve los fluidos, y su equi­
librio entre si, y con los sólidos, como también su movimiento por
medio de las machinas. Seis de los fósforos de la luz en general. Y los
seis últimos del órgano de la visión. Se arregló en todo esto a el curso
de física de Moschembroer, y las lecciones experimentales de Noleezz.
Assimismo defendió públicas conclusiones con D. Tadeo Cabrera,
proponiendo en el acto, la pesadez y equilibrio del aire: la mechanica
hydraulica; la homogeneidad y heterogeneidad de la luz, la teoría de
los colores y los maravillosos efectos de toda especie de espejos, y
aunque se defendieron mas conocimientos eran partes de los antece­
dentes. Por todo lo qual se conoce la diaria tarea que dicho Dr. ha
llevado con su cosecha, t acreedor a las mayores felicitaciones de su
colegio, por la incansable instrucción que ha dado a sus alumnos y
puntual observancia en las obligaciones de su ministerio.

G ramática

Preceptor de gramática el D.D Domingo de Burgos, y tiene por


sus discípulos:

142
Anexos

C olegiales

D. Mariano Verastegui: Murió


D. Cristóbal Uscategui
D. Francisco José Hivengo
D. Fernando García
D. Javier Silva
D. Tirivio Layseca
D. Fernando Cabrera

C a pista s d e l a calle

D. Miguel Camacho
D. José Joaquín Camacho
D. Bartolomé Ximenes. Se ordenó
D. Ciriaco Nieto
D. Laureano Villamarín
D. Juan Forero
D. Thomas Rodríguez, Se ordenó
D. Ramón Saavedra
D. Pedro Angarita
D. Thadeo Arguelles
D. Joseph María Tejada
D. Antonio García

D. Pedro Ruiz
D. Roque Ruiz
D. Joseph Gregorio Barragan
D. Joseph María Ureña
D. Francisco Gil
D. Joseph Caraballo

143
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

LOS QUE VIVEN EN EL COLEGIO

D. Francisco Forero.
D. Joseph Antonio Escobar
D. Augustin Rota
Dicho Dr. Nos dá bastante esperanza para que el curso filosófi­
co venidero sea muy lucido, por estar inmediatamente incluidos en el
próximo año la mayor parte de sus discípulos en los dos libros, y
numerándose en estos los colegiales, han comentado a Terencio, Ovidio
y Virgilio (que el buen régimen que lleva en la enseñanza el referido de
Burgos), y que para el año venidero de 1779, y que se abre nuevo curso,
tendrá nuestro Colegio Mayor de mucha confianza; y aprovechamien­
to para que se instruyan con mayor facilidad en aquella facultad.

Nota: Que aunque no se halla en este libro individual razón del


año de 76, como en los dos restantes, se advertirá esta en las anotacio­
nes que tiene cada individuo y sus correspondientes clases a continua­
ción de sus nombres, si con cuidado se leen en los años de 75, y 77 para
que se tenga en conocimiento de las funciones literarias que hubo en
aquel año.

A ñ o 1779

En día, y Ocho de octubre de Mil Setecientos, Setenta, y Nueve


habiéndose reprobado el Plan de Estudios que se observó en los dos
trienios antecedentes en este Colegio por la junta mandada formar por
su Majestad que Dios quiere para el conocimiento de este asunto y
restablecido para la mayor parte el método antiguo de estudios que en
conformidad de lo dispuesto en nuestra constitución, se había practi­
cado desde la fundación d este colegio: Se comenzaron los cursos
Theologicos, juridícos y filosófico en esta forma:

144
Anexos

C a t e d r á t ic o s d e t e o l o g ía

El D.D. Ignacio de Moya, y D.D. Fernando Camacho

D iscípulos co legiales

D. Nicolás Dávila: D. Pablo Sarmiento


D. Buenaventura Serrano: Ramón González: Fue vicerrector

C apistas

Francisco Manzera: Francisco Delgado

C ate d rático s d e J urispru d e n cia

El D.D. Miguel Galindo de derecho civil; el D.D Cristóbal


Mosquera de derecho canónico

D iscípulos co legiales

D. Juan Antonio Forero


D. Fernando Vergara
D. Pedro Navarro
D. Tomás Atuesta
D. Vicente de la Rocha
D. Fermín Cote

D iscípulo s m anteístas

El D.D Cayetano
El D.D. Joseph María Romero
El D.D Joseph María Rivera

145
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

C ate d rá tico d e filo so fía

El Licenciado Don Andrés Rosillo

D iscípulo s co legiales

D. Francisco Silva
D. Mariano Verastegui
D. Cristóbal Uscategui
D. Eusevio Camacho
D. Ignacio Sandino
D. Bartolomé Ximenes
D. Ignacio Plata
D. Joseph Jacome
D. Joseph Santamaría
D. Juan Raimundo Santamaría

F amiliares

D. Ignacio Andrade
D. Joseph Escobar

C apistas

Juan Forero
Tomás Machado
Ermenegildo Lugo
Pedro Nieto
Tomás Rodríguez
Francisco Nariño
Juan Andrés Santamaría

146
Anexos
\
Pedro Herrera
Joseph Herrán

C o n clu sio n e s pú b lica s q u e se d e fe n d ie r o n e se a ñ o

D. Pablo Sarmiento colegial defendió conclusiones de teología


con el D.D. Fernando Camacho catedráticos de vísperas.
P. Juan Antonio Ferro colegial defendió conclusiones de Dere­
cho Civil con el D.D. Miguel Galindo catedrático de otra facultad.
D. Torivio Laiceca y D.D. Ignacio Plata colegiales defendieron
concluiones de Lógica con el Sr. D. Andrés Rosillo catedrático de
filosofía.

Año de 1780

En este se continuaron leyendo Teología el D.D Ignacio de Moya,


y el D.D Fernando Camacho.

D iscípulo s co legiales

D. Nicolás Dávila
D. Pablo Sarmiento
D. Ramón González
D. Buenaventura Serrano
D. Sebastián Romero

C apistas

Francisco Mancera
Francisco Delgado
Catedráticos de jurisprudencia

147
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

D.D. Tomás Tenorio


El Bachiller D. Fernando de Vergara
El Bachiller D. Juan Antonio Ferro
El Bachiller D. Tomás Muello
El Bachiller D. Vicente Rocha
El Bachiller D. Juan Rocha
D. Pedro Navarro
D. Fermín Cote

C ate d rá tico d e filo so fía

El Licenciado D. Andrés Rosillo ^

D iscípulo s colegiales

D. Torivio Layceca, acabó y se graduó de bachiller.


D. Mariano de Verastegui, acabó y se graduó de bachiller.
D. Ignacio Plata, porcionista, paga cincuenta pesos, acabó.
D. Ignacio Sandino, acabó y se graduó de bachiller.
D. Cristóbal de Uscategui, acabó
D. Bartolomé Ximenes, acabó y se graduó de bachiller.
D. Eusevio Camacho, porcionista, paga cincuenta pesos, acabó.
D. Joseph Santamaría, porcionista, paga quarenta, y cinco pesos,
acabó y se graduó de bachiller.
D. Joseph Jacome, se mudó al principio del año.

F amiliares

D. Ignacio Andrade, y D. Joseph de Escobar, acabaron.

148
Anexos

C apistas

Juan Forero, oyó hasta mediado abril de 81.


D. Tomás Machado, acabó.
Ermenegildo Lugo, acabó.
D. Pedro Nieto curso hasta mediado abril de 81.
D. Tomás Rodríguez, acabó.
D. Francisco Patiño, acabó
Juan Andrés Salamanca oyó hasta abril de 81.
D. Francisco Silva, colegial ha cursado este año de copa por no
haver tenido con que pagar la pensión y ha faltado a la clase más de
dos meses.
D. Pedro de Herrera faltó a la clase desde la mitad del año.
D. Joseph Herrán, faltó más de dos meses a la clase.

C o n c lu sio n es pú b lic a s q u e se d e fe n d ie r o n e n e ste a ñ o

El D.D Ignacio de Moya, catedrático de Prima de teología de­


fendió con el Licenciado D: Sebastián Recuero conclusiones enteras
por mañana y tarde, y propuso diez, y seis questiones las principales del
Tratado de Trinitate.
El D.D Fernando Camacho catedrático de vísperas defendió
con D. Nicolás Dávila todo lo que trae el A.D.S. Tomás en la I o, 2o
acerca de la Ley vieja.
El D.D. Miguel Galindo catedrático de Derecho Civil defendió
con el bachiller Fernando de Vergara los títulos de emprive et venditione,
locato conducto, societate mandato, etprow esotant in F.F. Code.
El licenciado D. Andrés Rosillo defendió dos conclusiones enteras
por mañana y tarde: las primeras con D. Ignacio Sandino en que se de­
fendieron tres questiones de Metafísica y de Anima: Y las segundas con
D. Mariano Verastegui dedicadas al Ilustrisímo Señor Obispo de Popayán,

149
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

en que se defendieron 31 proposiciones de Metafísica, ética y política, y


para que conste pongo esta razón, y firmo por ante el presente Secretario
en Treinta de este día de Mil, Setecientos, Ochenta, y un Años.

Dr. Augustin M anuel de Alarcón y Castro


Rector

Fuente: Archivo del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, volumen 125,
fls. 5 a 13.

150
A nexo 3

I n ic io d e l o s c u r s o s t e o l ó g ic o s , j u r íd i c o s y f il o s ó f ic o s
LUEGO DE LA. REPROBACIÓN DEL PLAN DE ESTUDIOS DE
M o r e n o y E sc a n d ó n

En día, y ocho de octubre de setecientos setenta y nueve habién­


dose reprobado el plan de estudios que se observó en los dos trienios
antecedentes en este Colegio por la Junta mandada formar por su
majestad que Dios quiere para el conocimiento de este asunto: y resta­
blecido por la mayor parte el método antiguo de los estudios que en
conformidad de lo dispuesto en nuestras constituciones, se había prac­
ticado desde la fundación de este Colegio: se comenzaron los cursos
teológico, filosófico y jurídico en esta forma:

C a te d r á tic o s d e T e o lo g ía

El D.D. Ignacio de Moya. Y D.D. Fernando Camacho

D iscípulo s C o leg iales

A, Nicolás Dávila -D. Pablo Sarmiento -D. Buenaventura Serra­


no -D. Ramón González fue Vicerrector.

C a te d rá tico s d e J urisprud en cia

El D.D. Miguel Galindo de Derecho Civil; el D.D. Cristóbal


Mosquera de Derecho Canónico.

151
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

D iscípulo s C olegiales

D. Juan Antonio Ferro -D Fernando de Vergara -D Pedro Na­


varro -D. Tomás Atuesta -D. Vicente de la Rocha -D. Juan Rocha -D.
Fermín Cote.

D iscípulo s M anteístas

El D.D. Cayetano Cayetano Maltera -D. Josef María Romero


-D. José María Rivera.

C ate d rá tico d e F ilo so fía

El licenciado D. Andrés Rosillo

D iscípulo s C olegiales

Francisco de Silva -D. Mariano Verastegui -D. Cristóbal de


Uscategui -D. Eusebio Camacho -D. Ignacio Sandino -D. Bartolomé
Jiménez -D. Ignacio Plata -D. Josef Jacome -D. Josef Santamaría -D.
Juan Raimundo Santamaría.

F amiliares

D. Ignacio Andrade -D. Josef Escobar

Capistas Juan Forero -D. Tomás Machado Ermenegildo Lugo -


D. Pedro Nieto -D. Tomás Rodríguez D. Francisco Nariño -Juan An­
drés Santamaría -D. Pedro Herrera -D. Josef Herrán.

152
Anexos

C o n clu sio n e s pú blica s q u e se d e fe n d ie r o n e n e st e a ñ o

D. Pablo Sarmiento Colegial, defendió conclusiones de teología


con el D.D. Fernando Camacho catedrático -D. Juan Antonio Ferro
Colegial defendió conclusiones públicas de derecho civil con el D.D.
Miguel Galindo catedrático de esta Facultad -D. Toribio Laseca y D.
Ignacio Plata Colegiales defendieron conclusiones de lógica con el se­
ñor D. Andrés Rosillo Catedrático de Filosofía.

Año de 1780

En este año, continuaron leyendo teología el D.D. Ignacio de


Moya y el D.D. Fernando Camacho.

D iscípulos C oleg iales

D. Nicolás Dávila obtiene la beca de Merida D. Pablo Sarmien­


to está en beca interina de Santafé.
D.Ramón González en una de las becas del Sr. Quiñones
D. Sebastián Recuero paga sesenta pesos.

C apistas

Francisco Mancera -Francisco Delgado

C a te d rático s d e J u rispru d e n cia

El D.D. Miguel Galindo abogado de la Real Audiencia, y el


D.D. Cristóbal Mosquera

153
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

D iscípulo s C o leg iales

El D.D. Tomás Tenoerio paga 60 pesos.


El D.D. Fernando de Vergara está en beca de Santafé
El Bachiller Juan Antonio Ferro en beca de Villa de Leyva
El Bachiller Vicente Rocha está en una de las becas de Cartagena
El Bachiller D. Juan Rocha paga 60 pesos
D. Pedro Navarro paga 50 pesos
D. Fermin Cote con beca de Pamplona n o ha asistido a la clase
de este año. Tampoco han asistido los discípulos manteistas, por lo cual
no deberán tomar el curso de este año.

C a te d rático d e F ilo so fía

El Licenciado D. Andrés Rosillo

D iscípulo s C oleg iales

D. Toribio Layceca está en una de las becas del Señor Quiñones,


acabó y se graduó de bachiller.
D. Mariano de Verastegui está en una de las becas de Santafe
interinamente, acabó, y se graduó de bachiller.
D. Ignacio Plata porcionista paga cincuenta pesos, acabó
D. Ignacio Sandino está con una de las becas de Santa Fe acabó,
y se graduó de bachiller.
D. Cristóbal de Uzcategui está en la beca de Muzo interinamente,
acabó
D. Bartolomé Jiménez está en beca interina de Tocaima, acabó y
se graduó de bachiller
D. Eusebio Camacho porcionista-paga cincuenta pesos, ya cabó.

154
Anexos

D. Francisco de Santamaría, porcionista, paga cincuenta pesos,


ya acabó y se graduó de bachiller.
D. Josef Jácome se mudó al principio del año.

F amiliares

Don Ignacio Andrade, y D. Josef de Escobar, acabaron

C apistas

Juan Forero Oyó hasta mediado abril de 81


D. Tomás Machado
D. Pedro Niceo cursó hasta mediado abril de 81
D. Tomás Rodríguez acabó
Juan Andrés Salamanca oyó hasta abril de 81
D. Francisco de Silva colegial ha cursado este año de capa por
no haver tenido con que pagar la pensión y ha faltado a la clase más de
dos meses
D. Pedro de Herrera faltó más de dos meses a la clase

C o n clu sio n e s pú blica s q u e se d e fe n d ie r o n e se a ñ o

El D.D Ignacio de Moya catedrático de Prima de Teología defen­


dió con el Sr. D. Sebastián Recuero conclusiones enteras por mañana, y
tarde, y propuso diez, y seis questiones las principales del Tratado de Trinitate.
El D.D Fernando Camacho catedrático de vísperas defendió
con D. Nicolás Dávila todo lo que trato el A. D. S Tomás en la I o y 2o
acerca de la ley vieja.
El D.D Miguel Galindo catedrático de Derecho Civil defendió
con el Bachiller Fernando de Vergara los títulos de renditiones, Locato
Conducto, socíetate y desempeño el acto con singular lucimiento.

155
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

El Licenciado D. Andrés Rosillo defendió dos conclusiones, por


mañana, y tarde: las primeras con D. Ignacio Sandino en que se defen­
dieron 31 questiones de metafísica y de anima: y las segundas con D.
Mariano Verastegui dedicadas al ilustrísimo Sr. Obispo de Popayán en
que se defendieron 31 proposiciones de metafísica, ética y política, y
para que conste pongo está razón, y firmó por ante el presente secreta­
rio en treinta de abril de Mil, Setecientos, Ochenta y Unos Años.

Dr. Agustín M anuel de A larcónj Castro


Rector

156
A n exo 4

C ursos de teología , jurisprudencia y filosofía


y conclusiones públicas correspondientes a los años
1788-1791

Año de 1788

C a t e d r á t ic o s d e t e o l o g í a

El Dr Dn Ignacio Moya catedrático de prima; el Dr. Dan Fer­


nando Caycedo catedrático de vísperas.

D iscípulo s co legiales

Dr. Dn Rafael Saza Huésped, se gradúo en 16 de octubre de 1780


Dn Cayetano Vázquez
Dn José María Rocha en Veca de los Remedios
Dn Camilo Valenzuela.
Dn Nicolás Peña en Veca de Pamplona
Dn José María Contreras Familiar

C apistas

El Licenciado Dn Agustín Matallana, y Dn Henrrique Umaña

C a t e d r á t ic o s d e D r o .

El Dr Dn Miguel Galindo, catedrático de civil, Dr Dn Tomás


Tenorio Canónico.

157
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

Discípulos Colegiales

El Dr Dn Vicente Gómez
Dn Vicente Piñerez
Dn León Arze en la segunda Veca, que fundo el DrS. Quiñónez
Dn Manuel Camacho en Veca, fundó el señor Camacho
Dn Juan Niño en Beca de Muzo
Dn Manuel Romay
Dn Pedro Salgar
Dn Eusebio García
Dn Miguel Granados
Dn José Villanueva en Veca de Ibagué
Dn Miguel Valenzuela en veca de la Palma
Dn Antonio Arboleda
Dn Francisco Caldas
D. José Fepoida
Dn José Ferrez
Dn Fernando Caicedo
Dn Manuel Herrera
Dn José Manrique
Dn Tomás Ricaurte
Dn José Mutis
Dn Sinforoso Mutis
Dn Francisco Olano
Dn Ignacio Barrero
Dn Juan Barrero
Dn José María Villas

C o n c lu sio n e s pú blica s q u e se d e fe n d ie ro n e n e se a ñ o

El DrDn Ignacio Moya defendió con Dn Cayetano Vázquez


algunas cuestiones sobre el tratado de Summa trinitate. El DrDn Fer­

158
Anexos

nando Caicedo defendió con Dn José María Rocha tres libros del
Melchor Cano.
El DrDn Miguel Galindo defendió los títulos et usufructo, usu
et habitacione.
El Dr Dn Tomás Tenorio defendió con Dn Manuel Santiago
Vallecilla el libro cuarto de las decretales.
El DrDn Martín Hurtado defendió con Dn Pantaleón Ayala
varias variaciones de Regia Optem, nueve.
El DrDn José Joaquín Camacho defendió tres conclusiones a
saber, con Dn Juan Núñez enteras de lógica con Dn José Antonio
Cortez enteras, con Dn Germán Piñeres medias.
El DrDn Fernando Vergara catedrático de matemáticas defen­
dió con Dn Pedro Pradilla algunas proposiciones de la astronomía, y
desempeñó con mucho lucimiento, y a satisfacción del teatro.

Dn Joquin Caicedo
Dn Juan sarmiento
Dn José Pardo
Dn Baltasar Fuente
Dn Manuel Pombo
Dn NarzizoTorrez, familiar

C apistas

Dn José A Lemos
Dn Manuel Estengo
Dn Rafael Araque
Dn Jacinto Ramírez
Dn Vicente Umaña
Dn Rafael Clavijo se apeó

159
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

Dn Domingo Lamprica, se apeó


Dn Francisco Acuña
Dn Juan Caballero
Dn Nicolás Castro
Dn Francisco Niño

C a th ed rá tico s d e filo so fía

El DrDn José Joaquín Camacho; y DrDn Vicente Gómez

D isc íp u l o s C o l e g ia l e s

Dn Miguel Rocha
Dn Ramón Zúñiga
Dn Tomás solano
Dn José Antonio Santamaría
Dn Manuel Rocha en Veca y Santafé
Dn Juan Francisco Vázquez en veca de Tunja
Dn José María García en la segunda veca
Dn Carlos Ortega
Dn Miguel Vicuña
Dn Miguel Chacón
Dn Juan Nuñes
Dn Tomas Urrutia
Dn Germán Piñerez
Dn José Maria Silvestre en la primera veca
Dn Miguel Santa María en veca de Santafé
Dn José Tomás Granados, en veca del Socorro
Dn Miguel García en la veca de Mariquita
Dn Rudesindo Zerrano

160
Anexos

Dn Bernardo Camargo
Dn Miguel Gómez en Veca, que fundo el Dr. Pradilla

C a p ist a s

Dn Andrés Bermúdez
Dn Juan Nieto
Dn Pedro Miranda
Dn Gregorio Vázquez
Dn Pedro Ortega
Dn Ignacio Villamarín
Dn Ignacio González
Dn José Pino
Dn Xavier Santroz
Dn Joaquín Andrade
Dn Casimiro Megia
Dn Tomacio Morales
Dn Tomás Jacome
Dn Miguel Espinel
Dn José Torres
Dn Camilo Escobar
Dn Joaquín Ortiz
Dn Ignacio Suárez
Maestro de grammatica
Dr. Dn. Rafael Lazo de la Vega

D iscípulo s C olegiales

Dn Domingo Camacho
Dn José Ignacio Caicedo

161
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

Dn Manuel Caicedo
Dn Ángel Manrriquez
Dn Francisco Ricaurte
Dn Ignacio Barrero
Dn José Mutis
Dn Sinforoso Mutis
Dn Pedro Borrero.
Dn José Villar
Dn Miguel Angulo
Dn José Duran
Dn Joaquín Puente
Dn Joaquín Castilla
Dn Camilo Manrique

Año d e 1789

En 22 de octubre habiendo dicho, el día, antecedentes en nuestra


capilla la oración acostumbrada para apertura de los Estudios DrDn
Vicente Gómez pasante de filosofía de este colegio se comenzaron los
cursos de theología, jurisprudencia y filosofía en la manera siguiente:

C a te d rá tico s d e T e o lo g ía

El DrDn, Ignacio Moya catedrático, y asiste por la mañana, co­


menzó a leer el Tratado de Encarnatione por la suma de Sto Tomás.
El DrDn Fernando Caicedo Catedrático de vísperas, asiste por
tarde y comenzó a leer de matrimonio por el Melchor Cano.

D isc íp u l o s C o l e g ia l e s

El bachiller Cayetano Vázquez en veca de Tocaima

162
Anexos

El bachiller José María Rocha en veca de los Remedios


El bachiller Dn. Camilo Valenzuela
Bachiller Nicolás Peña en veca de Pamplona
El bachiller Dn. José María Contreras, familiar

C a p ist a s

El licenciado Dn Agustín Matallana


El bachiller Dn. Enrique Umaña

C a te d r á t ic o s d e d e r . C a n ó n ic o y P ú b lico

El Dr Dn Tomás Tenorio de Canónico y el DrDn. Martín Hur­


tado de Publico.

D iscípulo s co legiales

El DrDn Vicente Gómez Huésped


El Lic. Dn José Camilo Torrijos
El Lic. Vicente Piñerez
El B. Dn Manuel Camacho en veca que fundó el S. Camacho.
El B. Dn Juan Niño en veca de Muzo
El B. Dn Manuel Romay
El B. Dn Pedro Salgar
El B. Dn Eusebio García
El B. Dn Miguel Granados
El B. Dn José Villanueba en veca de Ibague
El B.Dn Miguel Valenzuela en veca de la Palma
Los siguientes a las clases de Canonico y civil a la primera asisten
por la mañana y a la segunda por la tarde.

163
/

Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

Derecho Civil, por la tarde

El B. Dn Antonio de Arboleda
El B.Dn Francisco José de Caldas
El Lic. Antonio Gil de Fernández
El B. Dn Fernando Caicedo
El B. Dn Manuel de Herrera
El B. Dn Joaquín Caicedo
El B. Dn Baltasar de la Fuente
Dn Miguel Rocha

C a pista s q u e a sist e n a l a s cla se s d e D e r e c h o C a n ó n ico


y P ú b lic o

El licenciado Dn Agustín Rota que fue familiar huésped


El B. Dn José Arze dejo la veca
Dn José Pardo que también la dejó
El B.Manuel Estengo
El B. Dn Rafael Araque
Dn Jacinto Ramírez
Dn Juan Caballero
Dn Narciso Torres. Fue familiar

C a te d rá tic o d e d e r e c h o c iv il e l D. D. N ic o lá s M e ssía

A esta clase asistieron los mismos canonistas que no estudian el


derecho público.

C apistas

El B. Dn.manuel Pombo

164
Anexos

D Nicolás Castro
D Francisco Niño
Catedrático de filosofía el Dr Dn José Joaquín Camacho, y co­
menzó a leer la moral: y pasante el D.D. Vicente Gómez.

D iscípulos C o leg iales

D. Joaquín Zuñiga
D. Tomás Lozano
D. Tomás urrutia
D. Miguel Chacón
D. Juan Nuñes
D. Manuel Rocha Veca de Santafé
D. José María García en Veca del S. León
D. Carlos Ortega
D. Miguel Santa María en veca de Santafé
D. José Jesús Granados en veca del S. León
D. José María Silvestre en la primera veca que fundo el señor
Quiñones
D. Germán Piñeres
D. Juan Francisco Vasquez
D. Miguel García
D. Javier Valencia
D. Bernardino Camargo
D. Rudencindo Serrano
D. José Cortez
D. Miguel Gómez en veca fundada por el Dn Pradilla
D. Miguel Espinel, Familiar
D. Camilo Escobar, familiar

165
\

Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

C apistas

D. Andrés Bermúdez
D. Ignacio Espinel
D. Gregorio Vásquez
D. Pedro Ortega
D. Ignacio Villamarín
D. Cayetano Román
D. Javier Santos
D. Joaquin Andrade
D. Augustin Morales
D. Ignacio Rosales
D. Tomas Jácome
D. Joaquín Ortiz
D. Joaquín Suárez
Maestro de grammatica del aula de mayores el Dr. Dn. Rafael
Lazo de la Vega.

D iscípulo s co legiales

D. José Mutis
D. Sinforoso Mutis
D. José Ignacio Galindo
D. Manuel Caicedo
D. Ángel Manrique
D. Domingo Camacho
D. Tomas Ricaurte
D. Camilo Manrique
D. Joaquín Ahumada, en veca del Dr. Dn. Ibáñez
Maestro de grammática del aula de menores el Dr. Dn. Manuel
Santiago Vallecilla, que comenzó el 1 de octubre de 1788 quien conti­
nua con la de mayores.

166
\

Anexos

D isc íp u l o s c o l e g ia l e s

D. José Santa María


D. Víctor García De Tejada
D. Juan Borrero
D. Manuel Borrero
D. José Villas. En veca de Cartagena
D. Joaquín Puente
D. Miguel Angulo
D. Lorenzo Carriazo en la segunda de Cartagena
D. Nicolás Granados
D. Ignacio Pórtela

C o n c lu sio n e s pú blica s q u e se d e fe n d ie r o n e n e st e a ñ o

El Dr. Dn. Ignacio de Moya defendió con Dn. Cayetano


Vásquez el Tratado de. El Dr. Dn. Fernando Caycedo con Dn. José
María Rocha.
El Dr. Tomás tenorio cathedratico de Cánones. El Dr. Nicolás
Massía cathedratico de civil. El Lic. Martín Hurtado cathedratico de
derecho público con Dn. Vicente Piñérez de los Estados monárquico,
democrático, autocratico, y sociedades civiles, personas, civiles, y con­
yugales. El Dr. Dn. José Joaquín Camacho defendió tres conclusiones:
Las primeras con Dn. Rafael Valencia delegibus, las segundas con Dn.
José Antonio Cortéz, y la tercera con Dn. Pedro Miranda.
En la ciudad de Santafé en 22, de octubre de 1790 habiendo
dado principio a los estudios, entró leyendo las catedras de prima de
theología el Dr. Dn. Ignacio de Moya con los discípulos siguientes:

167
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

C olegiales

D. Juan Francisco Vázquez


D. Miguel García
D. Miguel Chacón
D. Bernardino Camargo
D. Miguel Leyva Santamaría

C a p ist a s

D. Ignacio Ramírez
D. Joaquín Suarez
D. Agustín Velazco
D. José Melendez
D. Casimiro Messía
D. Luis Piñeros
D. Javier Santos

El D.D. Tomás tenorio catedrático de Cánones con los siguientes:


D. Antonio Arboleda, se graduó de bachiller
D. Josef Caldas, se graduó
D. Antonio Gil de tejada, se graduó
D. Fernando Caycedo, se graduó de bachiller
D. Josef Manuel Herrera, se graduó
D. Balcazar Puentes, se graduó
D. Miguel Rocha, se graduó
D. Manuel Revollo Arroyave, graduado de bachiller

El Dr. Dn. Martín Hurtado catedrático de derecho civil con los


siguientes:

168
Anexos

Bachiller D. Juan Luengas


Bachiller D. Germán Piñeres
Bachiller D. Ramón Zúñiga
Bachiller D. Joseph María Alvarez
D. Miguel Vicuña
D. Rafael Valencia
D. Antonio Cortés
D. Joseph María García

C apistas

El Dr. D. Cayetano Vásquez


Dr. D. Enrique Umaña
D. Joaquín Nieto
D. Tomas Urrutia
D. Joaquin Ortiz
D. Ignacio Morales
D. Pedro Miranda
D. Andrés Bermúdez
D. Joaquín Andrade
D. Manuel Rocha
D. Joaquín Lesmes

El Dr. D. Manuel Santiago Vallecilla catedrático de filosofía con


los siguientes colegiales:
D. Josef Mutis... Dejó la carrera
D. Sinforoso Mutis
D. Juan Rafael Tejada
D. Joseph Fernández
D. Domingo Camacho

169
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

D. Joseph Ignacio Caycedo


D. Manuel Caycedo
D. Joseph Ángel Manrique
D. Benedictino Salgar
D. Víctor Tevada
D. Juan Borrero
D. Manuel Borrero
D. Silvestre Durán
D. Ignacio Durán
D. Miguel Angulo
D. Fernando Acevedo
D. Juan Joseph Hurtado
D. Pedro Valencia
D. Gabriel Peña
D. Gerónimo Martínez
D. Tomás Caballero, Familiar
D. Joseph Prada, Familiar

C apistas

D. Pedro Quesada
D. Miguel Reaño
D. Policarpo Giménes
D. Ignacio Abadía
D. Joseph Bastidas
D. Ignacio Umaña
D. Rafael Barragán
D. Miguel Barragán
D. Pedro Sarmiento
D. Apolinar Bermúdes
D. Cayetano González

170
Anexos

D. Xavier Amaya
D. Ignacio Vargas
D. Eleuterio Reyes
D. Joseph María Lozano
D. Joseph María Rocha
D. Vicente Espinoza
D. Emigdio Gómez

El Dr. Dn. Vicente Gómez, maestro de gramática con los si­


guientes colegiales:
D. Joseph María Comillas
D. Juan de Dios Mantilla
D. Ignacio Durán
D.Pedro Joseph Prieto
D. Sebastián Herrera

C o n c lu s io n e s p ú b lic a s q u e s e d e f e n d i e r o n e n e s t e a ñ o d e 1791

El Dr. Ignacio Moya con Dn. Miguel Santamaría, de Visiones Dei.


El Dr. D. Fernando Caycedo con D. Juan Francisco Velázquez,
el Libro 2° de Melchor Cano. El Dr. D. Tomás Tenorio, con D. Joseph
Antonio Cortés el Tratado de Donationobus. El Dr. D. Manuel Santiago
Vallecilla con D. Joseph María Castillo veinte y cinco questiones de
Lógica y para que conste de mandato del Señor Rector pongo esta
razón, en Santafé a 22 de julio de 1791.

Fuente: Archivo Histórico del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario,
Libro Io de los Colegiales, volumen 43, fls. 812-820.

171
A n exo 5

A cta de C onsiuatura , 1799, A bril 20 S antafé. S obre


ALGUNOS CAMBIOS QUE SE INTENTAN REALIZAR EN LOS ACTOS
PÚBLICOS DE CONCLUSIONES EN LOS COLEGIOS. SlENDO
R ector F ernando C aycedo y F lórez. A parte del
R ector aparecen como firmantes: M anuel S antiago
V allecilla (V icerrector); S antiago P érez V alencia
(C onsiliario 2o) A gustín B araona (C onsiliario 3o)
Santiago G regorio de B urgos, T omás T enorio, J osé
C amilo de T orres y J uan F rancisco V ásquez G allo

En la dudad de Santafé a veinte de abril de 1799, los S.S. Rector,


Vicerrector, Consiliarios y Catedráticos de este Colegio Mayor de Nues­
tra Señora del Rosario juntos y congregados en la pieza de sus acuerdos
y de convocación del primero para tratar acerca de cierto convenio pro­
puesto por los P.P. Rectores y Regentes de los Colegios Regulares de esta
Capital, sobre el tiempo, que deben responder las replicas en sus argu­
mentos en los asertos públicos de conclusiones, leído al efecto el papel
de dicho convenio firmado por el rudo Padre Rector y Regente del
Colegio de Santo Tomás de Aquino, citó en este como máximo de San­
to Domingo, y comunicado a dicho Señor Rector pot el Regente del
Colegio de San Nicolás del Florentino, citó también en el convenio de los
Agustinos descalzos de esta capital; dijeron de común acuerdo: que sien­
do los actos literarios de conclusiones, casi los únicos por serlos de las
casas de estudios, que dan idea de aprovechamiento, y satisfacen al públi­
co con dedicación y esmero con que las desempeñan, no podemos me­
nos de inducir un notable resfrio perjudicial a los mismos estudios, la
novedad que se intenta: que además la costumbre sabiamente introduci­
da por nuestros mayores, y que son un motivo poderoso no se debe

172
A-nexos

alterar, no permite que induzcamos reformas en una materia en que no


han variado las circunstancias que en todos estos años ha habido argu­
mentos largos o cortos según los asertos o cuestiones de que se trata: que
también habrá habido alguna vez algún exceso o inmoderación, pero
que si estos defectos acompañan a los hombres en todas sus actuaciones,
en materia de argumentos son más disimulables y casi inevitables, por
que el calor de la disputa pide distracción, que no es fácil limitar a reglas
determinadas; finalmente, que estas y otras reflexiones, que se han tenido
presentes no nos permiten acceder al propuesto convenio; pero que siendo
reprehensible y digno de reformas cuyo largo abuso, desde luego que­
dan advertidos y se prevengan a las replicas de este Colegio que eviten
cualquiera dilación molesta en sus argumentos, esperando se haga lo mis­
mo en los de los Colegios Regulares; y que así puede servirse comunicár­
selo dicho Señor Rector al R.P. Regente de quien ha recibido el papel;
siendo esto lo que resolvieran, y con lo que se concluyó en ese acuerdo,
que firmaron.

Fuente: Archivo Histórico del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario,
volumen 19,11.16.

173
A nexo 6

U na l e c t u r a d e las notas m an u scritas dejad as p o r los

ESTUDIANTES ROSARISTAS EN LAS MÁRGENES Y EN CUALQUIER


ESPACIO DE LOS LIBROS DE ENSEÑANZA QUE SERVÍAN DE
TEXTO OBLIGATORIO EN EL COLEGIO, PERMITE POR UNA VÍA
POCO EXPLORADA Y APROVECHADA, PERCIBIR LAS POSICIONES
QUE A FAVOR Y EN CONTRA SE TOMABAN FRENTE AL DISCURSO
FILOSÓFICO E INSTITUCIONAL IMPERANTE. E n EFECTO, ESTA
TENDENCIA DE ESCRIBIR UN TEXTO, GENERALMENTE ANÓNI­
MO SOBRE EL TEXTO OFICIAL, HACE EL EQUIVALENTE DE UNA
REAFIRMACIÓN O DESVIRTUACIÓN DEL MISMO. ESTUDIOSOS DE
LA EDUCACIÓN HABLAN A ESTE PROPÓSITO DE UN “ CüRRÍCULO
OCULTO” O DE UN “ COMBATE DISCURSIVO”

Para el caso que nos interesa, y en plena postrimería del siglo XVIII,
estas notas al “margen”, denotan de manera explícita. Una “guerra”,
entre los partidarios y los detractores de la Doctrina Escolástica que a la
larga fue la que prevaleció en el tiempo, a pesar de otras variables educa­
tivas e ideológicas que ya fueron interpretadas en su momento.
Los textos (y son apenas un ejemplo) que permiten contrastar
estos “conflictos epistemológicos” son los sigueintes: Goudin, Antonio,
Philosophia Thomistica juxta inconcussa, Tutissimaque Divi Tomae
Dogmata. Matritz: Apud Raymundum Ruiz, Anno MD CCXCL (bi­
blioteca del Archivo Histórico del Rosario); R.P. FR. Michaele Francesch,
O rdinis Predicatorum , P hilosphia Scholastica quator partibus
comprehensa, in qua brevi, ac perspicua methodo, Aristotélica, Thomistica
que dogmata exponontor (Biblioteca del Archivo Histórico del Rosario).
Veamos algunos ejemplos:

174
Anexos

“¡Que compasión es, que hasta ahora se encuentren hombres tan


preocupados por las lágrimas del peripato, que busquen pueriles las
baratijas y quirigaes de los escolásticos!
Si esto aconteciera a principios de este siglo, o en el 17, alguna
disculpa habría; pero que experimentemos esta desgracia a fines del 18,
siglo tan ilustrado y feliz, que en nada cede al de los Reyes Don Fernan­
do y Doña Isabel, tan ponderado en las historias: esto sí que es digno
de llorarse con lágrimas de sangre”.
“Me alegro peripatéticos del diablo que los hayan mandado que­
mar por bestias y también de que sus qualidades ocultas se hayan vuelto
claras. El Padre Antonio de Gaudin aunque era un buen religioso pecó en
haber escrito tanta filosofía peripatética y por tanto, se le parece al diablo.
“Más llegará el día en que las ciencias valgan, y en que los hom­
bres salgan de la ignorancia, que antes los cubría.
Ya se verán los hombres ir deponiendo sus preocupaciones, y
buscando ocasiones de eternizar sus nombres empleando el talento en
cosas de mayor momento. Año de 1791 (Fernando Villegas)”.
“Ya revivió la peripatética, y se obscurecieron los abusos de los
modernos que tenían ofuscados a todos los hombres. Octubre 26 de 99”.
“Felices los Colegios en los cuales se estudiare la bella filosofía
peripatética, y dichosos los que siguieren a Aristóteles, el filósofo más
esclarecido de todos los demás que en su presencia no son otra cosa
que unos jumentos”.
“oscuritate”.

175
A n exo 7

El doctor V ic e n t e de la R och a, R ector del C o le gio


M ayor del R o sa r io , in f o r m a a c e r c a d e l ré g im e n

ac t u a l d e e st u d io s e n su C o le gio

Agosto 12 de 1808

Excelentísimo señor:
Supuesto que en esta capital no ha habido un plan que rija los
estudios y en atención a que el formado por el excelentísimo e ilustrísi-
mo Sr. Virrey Arzobispo sólo se puede adoptar en el caso de universi­
dad pública, no haré otra cosa que indicar a V.E. en cumplimiento del
auto superior de 23 de mayo, el rumbo que han tomado los maestros
en este Colegio del Real Patronato en la enseñanza de sus respectivos
discípulos, pero antes de esto hablaré del número de cátedras existen­
tes y de las que se trata de erigir o crear.
Con actual ejercicio hay ocho cátedras a saber, dos de gramática,
una de filosofía, una de medicina, una de derecho romano, y una de
cánones y dos de sagrada teología escolástica la una y dogmática la otra.
Fuera de estas, hay otras dos en actual ejercicio y con la de dere­
cho en España y la de matemáticas. La primera ha cesado porque con
el motivo de la real cédula expedida con el objeto de arreglar los estu­
dios de derecho en España, no se ha estimado necesario de Real ni
para el grado en la facultad ni para la recepción de abogado. Para este
punto hay expedientes que aguardan la decisión de esta superioridad
para tenerla como regla invariable para salir de las órdenes que cons­
tantemente se originan de semejante incertidumbre.
Un motivo semejante a este tiene en quietud a la cátedra de
matemáticas, pues no habiendo por dónde obligar a los estudiantes a

176
Anexos

estudiar para que ellos coronen su carrera, cualquiera que sea en este
certificado, no hay quien las estudie y de este modo de haya en un
lamentable reposo la ciencia mas interesante al reino una ciencia que
desde luego ofrece las mayores ventajas al comercio.
Como una sola cátedra de medicina no es bastante para la abso­
luta perfección de este estudio, se pidió al soberano la fundación de
oras cinco que se juzgaron necesarias para poder distribuir entre ellas
los principales ramos médicos y S.M. con el ánimo siempre dispuesto
para facilitar a sus pueblos mandó que este gobierno tomase los infor­
mes y que oyendo el voto consultivo de esta real audiencia, informase
a V. Soberanía sobre tal solicitud. Efectivamente se practicaron las dili­
gencias con mayor actividad para el superior gobierno y habiendo pa­
sado el expediente al tribunal superior de la real cédula por el voto
consultivo, allí se hizo relación de él y se acordó la respectiva pero no se
ha entendido y este es el único paso que se resta para que informando
la superioridad (favorablemente como se espera) se concluya este ne­
gocio con la consecuente de un establecimiento, el mas útil, que preten­
día los lamentos de la hum anidad en todas las poblaciones, un
establecimiento que eternizaría la memoria del gobierno de V.E.
El método que se ha enseñado en la enseñanza de latinidad es
con corta diferencia el mismo que se guarda en todas las escuelas de
gramática de este reino. Después de que se han dado a los niños los
primeros rudimentos de esta lengua contenidos en los tres libros pri­
meros del Arte de Armonía de Nebrija, y les ha hecho traducir los
autores más fáciles, formados cuanto permite su alcance en la gra­
mática castellana y en la ortografía, pasan de la aula de menores a la
de mayores. En esta se adelantan en la especulación del idioma, y se
carga la consideración en el estudio de la síntesis y en la construcción
de los célebres latinos, Cicerón, Quinto Curcio, Virgilio, Horacio, fi­
nalmente cuando ya poseen bien todos estos principios se les enseña
el libro 5o del mismo arte y a que midan versos y los compongan

177
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

para que de este modo les sean mas familiares los poetas y sean mas
perfectos latinos.
A la Cátedra de Filosofía se hace concurso cada tres años y
hecha la oposición se provee de catedrático. Esta ciencia que en unos
días ha hecho tanto progreso en Europa no exige al parecer otra
elección que la de la razón sola de lo que nuevamente se descubre
pide que se le deje a el la elección de autores para mejor instrucción
de los jóvenes que lo que tiene que lograr principalmente en la física el
autor que se ha seguido en los últimos trienios es el curso de león y se
ha adoptado por la abundancia de ejemplares que hay de esa obra
que se es evita la molestia y pérdida de tipo que se experimenta en
escribir como porque siendo uno de los cursos mas comprensivos
de todas las materias filosóficas las trata con el mejor método y con
mucha claridad.
No obstante que esta es la última obra que se ha publicado en el
método de curso capaz de adaptarse a las escuelas no contiene las
últimas observaciones porque del año de 82 en que se dio a luz a esta
fecha se han hecho innumerables descubrimientos en todos los ramos
de la física que falsifican en gran parte los conocimientos que se tenían
en este interesante tronco de la filosofía.
Tales son las razones que ha movido al catedrático que ha de ser
en el curso venidero a seguir otra obra por lo que hace a la lógica a la
metafísica y moral en el curso pasado y a pensar en separarse de ella en
que va leer por lo que respecta a la física. El plan que este sujeto., que lo
es el D.D. Luis José García, se ha propuesto el D.D. Custodio García
catedrático de la misma facultad en seminario de San Bartolomé por­
que van de acuerdo en su enseñanza.
El estudio de la medicina tiene un plan formado por orden de
ese gobierno de ser el restablecimiento de la cátedra y aprobado por la
misma superioridad, el cual se ha observado, en cuanto al tiempo ha
permitido, fielmente y es como sigue: el primer año Anatomía por el

178
Anexos

Compendio de Lorenzo Heisten; el segundo, Filosofía por Herzman


Bouhaun; el tercero, patología por el mismo con asistencia al hospital;
el cuarto año los aforismos de conocery curar las enfermedades y del propio
y final el quinto y último año los aforismos de Hipócrates.
En la enseñanza del Derecho Romano no se ha hecho otra cosa
que seguir a Vinnio en sus últimas adiciones hasta la última que ha sacado
Juan Vala, que es un compendio de Vinnio aumentado en cuanto a notas
del derecho de España. Como la Instituía de Justiniano consta de cuatro
libros y otros tanto son los años que según el plan nuevo de consumir el
estudianíe de esta facultad, ha parecido conveniente ceñirse a no avanzar
más que un libro cada año pero al mismo tiempo se ha conocido que es
poca la maíeria de un sololibro de aquella Insíifuía para todo un año de
estudio y por eso se ha tomado el arbitrio de instruirlos en las antigüeda­
des romas escriías por Jacobo Heince para llenar el tiempo últimameníe.
A más de esto se les ha hecho dar diariamente una lección de exposición
para la Instituía de Antonio Pérez y algunas de las reglas de Derecho o de
retborum significatione tomadas de memoria y explicándolas el catedrático
por un buen expositor como Cufacio.
Para el Derecho Canónico se ha adopíado a Selragio Institutes
Canónicas; para la explicación se les hacen íraer de memoria las reglas de
derecho y su exposición por Murillo; al mismo tiempo se les pide la
exposición de los capítulos de las Decretales y sus epígrafes de memoria.
De Sagrada Teología hay dos cátedras una de Prima en que se
enseña la Dogmática por el Padre Charmes, capuchino, y oíra de vís­
peras por la Escolástica que se lee por Sanio Tomás: en una y oíra clase
se hacen tomar de memoriales trozos más recomendables por su conte­
nido. También se encarga al catedrático de Prima de enseñar en el año
uno o dos libros de Sagrada Escritura y comúnmente lo hace o por
Cornelio Alapios o por el P. Benedictino Agustín Colmeí.
Esíe es el método que ha seguido en este colegio porque no
habiendo otro que haya obtenido o la soberana o la superior aproba­

179
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

ción se ha tenido este por más adecuado para la juventud, y este será el
que rige en lo sucesivo si la superioridad de V.E. no la tiene por incon­
veniente que en tal caso ninguno en mi concepto sería más digno de
elevarse a las manos superiores que el plan formado para este colegio
con las miras de impetrar del Trono su aprobación. Su autor es un hijo
de esta casa, hombre de muchas luces, discernimiento y tino.

Santafé de Bogotá, agosto 12 de 1808

Dr. Vicente de la Rocha

Fuente: Guillermo Hernández de Alba, Documentospara la historia de la educación en


Colombia, tomo VII, 1804-1809, Bogotá, Editorial Kelly, 1980, pp. 159-163.

180
A nexo 8

El siguien te fragm en to h a sido e xt raíd o d e l P lan


R a zo n ad o d e u n cu erpo d e in g e n ie r o s m in er aló g ico s

en e l N u evo R eino de G ran ad a , e labo rad o po r C ald as

Morirá Mutis, y quizá se sepultarán con él sus sabios descubrimien­


tos y sus inmensos conocimientos botánicos, y lejos de sacar utilidad la
Corona y este Reino de tan caras empresas, les resultará el perjuicio de
equivocarse, atribuyendo el mal éxito a ingratitud de la tierra y de sus
moradores y no a la verdadera causa que ha sido no haber acertado en el
medio de propagar y arraigar los conocimientos y cultivo de las ciencias
útiles, por haber querido contra el orden natural introducir la práctica antes
de procurar la introducción teórica que sirve a aquella de fundamento.
Mientras que no se reforme nuestras escuelas substituyendo en
ellas el estudio de las ciencias naturales al de la peripatética, que solo sirve
para hacer cavilosos y díscolos a los que la estudian, y mientras que no se
destinen premios para los que se distingan por su aplicación y aprovecha­
miento, no hay que esperar que haya en este Reino abundancia de sujetos
capaces de sacar partido de sus naturales riquezas, sin embargo de las
excelentes disposiciones y talento que en todos se advierte.
Sin el segundo requisito, de nada servirá el primero, como lo ha
acreditado la experiencia en la Escuela de Matemáticas del Colegio
Mayor de Nuestra Señora del Rosario, que ha tenido por mucho tiem­
po sin ejercicio don Juan Fernando Vergara, porque por falta de un
atractivo que remunere las tareas de aquel estudio, no ha habido discí­
pulos que oigan sus lecciones.
Fuente: Obras completas de Francisco José de Caldas, Bogotá, Universi­
dad Nacional de Colombia, Imprenta Nacional, 1966, p. 379.

181
A n exo 9

A sig n a c ió n d e l as fin c a s pa r a l a r e n t a d e l a s c á te d ras

En el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario de la ciudad


de Santafé en 4 de abril de 1799, habiéndose juntado los señores Rec­
tor, vicerrector, y conciliarios a ra2Ón sobre los asuntos de dicho Cole­
gio, y particularmente para tomar una individual noticia del actual estado
de él, de sus haciendas, fundos, y rentas, tanto de las determinadas para
dotación de cátedras, como de las que se deben inferir en los gastos
comunes: el Señor Rector puso de presente un libro que para este des­
tino formó al concluir su Rectorado en el año pasado de 1795, en él que
dá á su sucesor individual razón del estado que entonces tenían. Allí
consta que solo las cátedras de teología, artes y gramática tenían alguna
donación aunque quedando las demás; y el empleo de Rector sin ningu­
na, y el de vicerrector apenas con 500 pesos anuales. El mismo Señor
Rector que preside esta junta como albacea fideicomisario del S.D.D.
Miguel José de Masústegui ilustre hijo de este colegio e insigne benefac­
tor de él; hiciere varias fundaciones a favor de dichas cátedras aumen­
tando á unas la corta asignación que tenían, á otras dotándolas del todo
á fin de qué ninguna de ellas quedase sin rentas como manda su Majes­
tad en su real cédula firmada en él Pardo á 14 de febrero de 1726.
Para imponerse pues radicalmente dichos S.S. Rector, vicerrector
y conciliarios sobre el origen de las asignaciones de la tal qual Renta que
gozaban los catedráticos antes de verificarse las nuevas fundaciones,
mandaron que el secretario del Colegio pusiere á la vista el legajo de
escrituras y demás papeles del archivo que pudieran darles luces en la
materia. Efectivamente habiéndose reconocido con la mayor proliji­
dad, se halló que de uno, u otro principal solo conforma ciertamente el
origen y destino de su fundación; pero que de los demás apenas se

182
Anexos

sabia por una tradición baga estar algunos de ellos afectos a esta, o
aquella cátedra, sin mas principio para inferirlo que ciertas notas pues­
tas por los S.S. Rectores en que lo aseguraban, de donde procedía el
que unas veces se cobraban y destinaban los réditos como pertenecien­
tes á las rentas comunes del Colegio, otras se aplicaban á los catedráti­
cos, quedando siempre así estos, como aquellas sin saber de cierto lo
que les pertenecía, y tal vez defraudando él legitimo dueño de aquel
dinero por la variedad con que solía destinarse, y que así continuaron
en adelante semejante incertidumbre pudiera llegado el caso de que ese
principal, deteriorada una finca perteneciente á cátedras, hubiera tal vez
el Colegio de versa precisado á tomar sobre si esta mucha pensión
gravando sus tierras comunes á fin de satisfacer los réditos al interesa­
do, ó privado este del asunto y mayor valor que con el tiempo pudiera
adquirir la finca destinada para fundo de su renta, al que desde luego es
acreedor supuesto que por igual razón debe sufrir cualquiera deterioro
y menoscabo que haya en ella.
Para evitar pues estos inconvenientes, y para que en lo sucesivo
tengan los S.S. Rectores un método fijo á que arreglarse aplicando los
réditos de los principales á sus respectivos destinos sin confusión algu­
na determinaron dichos S.S. Rector, vicerrector y conciliarios que re­
presentan el Colegio, y llevan su voz, de común acuerdo, y con presencia
de las fundaciones, escrituras, y demás papeles relativos al asunto, de­
clarar aplicados los citados principales desde ahora para en lo sucesivo
en la forma y manera siguiente:

R enta d e l se ñ o r r e cto r

En primer lugar, como Patrono de la obra pía que mando fun­


dar el S.D. Jorge Lozano, y por el trabajo de revisión de las cuentas de
ella, tiene sesenta y dos pesos que paga el mayorazgo del novillero en el
mes de diciembre.

183
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

Mas tiene cien pesos como Patrono de todas las fundaciones y


obras pías que mando hacer el S.D.D. Miguel Masústegui por el trabajo
de cuidar las fincas, llevar las cuentas y demás obligaciones que dicho
Señor Fundador le impone en la cláusula 35 de su testamento; cuyo
principal de dos mil pesos impuso el S. Rector actual D.D. Fernando
Cycedo y Flores como albacea del citado S. Masústegui en la hacienda
de Chale... paga el rédito en, 4 de julio... 400 mas quarenta pesos, rédito
de ochocientos, que el mismo albacea en cumplimiento de la cláusula
4T, del testamento del S. Masústegui fundó para aumento cde la renta
de los S.S. Rectores.
Los reconoce D. Antonio Portales por escritura firmada en 7 de
octubre de 96, paga por tercios en 1 de marzo y 4 de ju lio .------40

R enta d e l se ñ o r v ic e r r e c t o r

Tiene cincuenta pesos anuales. Mas tiene cincuenta pesos por el


trabajo de cuidar la librería y demas obligaciones que el S. Fundador
D.D. Miguel Masústegui le impone en la cláusula 43 de su testamento
cuyos mil pesos impuso su albacea D.D. Fernando Caycedo y Flores
en la Hacienda de... y paga el rédito en 1 de ju lio ------50.
Mas tiene cien pesos, rédito de dos mil que él mismo albacea
destino para fundación de cierta memoria de misas a favor de los
vicerrectores con arreglo á la cláusula 42 del testamento del S.
Masústegui. Para cada fundo señalo mil novecientos pesos que recono­
cía Gregoria Diaz en la Estancia de la Tolosa, y ciento María Herrera
sobre su casa, como consta de la escritura de fundación firmada ante
Pedro Joaquín Maldonado en 15 de noviembre de 96. Hoy se halla
impuesto este principal en la forma siguiente: cien pesos que reconoce
María Herrera -Paga en primero de marzo.
Mas viente pesos rédito de quatrocientos pertenecientes al princi­
pal de 1900 que redimió Gregorio Diaz; que por junta del S. Rector D.D.

184
Anexos

Santiago de Burgos y los conciliarios, se destinaron para pagar otra tanta


cantidad que debía la testamentaria del S. Masústegui a D. Manuel Her­
nández. Y pago el Colegio como heredero, el que debe responder del
principal y réditos hasta que tenga con que redimirlo. Cumple el rédito en
3 de mayo —20. Mas veinte pesos réditos de quatrocientos que se dieron
al contado pór el S. Rector D.D. Santiago Burgos para en parte de pago
de la casita contigua a la iglesia y son pertenecientes al mismo principal
redimido por Gregorio Dias se pagan en junio—20.
Mas ciento cincuenta y cinco pesos rédito de mil y ciento en que
queda descubierto el Colegio para complemento del citado principal
redimido por haberlos gastado dicho S.D. Burgos siendo Rector en la
reedificación de la aula de teologia y demas que refiere en sus cuentas
que paran en el archivo se paga en el mes de noviembre —55
Suma total —220

C átedras d e t e o l o g ía

En la cláusula 6ta del testamento del S.D.D. Francisco Perez


Manrique otorgado ante José Gabriel Gómez en 13 de mayo de 1754,
y en que deja á este Colegio por universal heredero; dispone dicho
señor que del valor de ciertas fincas que especialmente señalaba al efec­
to, se sacasen ocho mil pesos para dotación de las dos catedras de
visperas y moral: pero como de los mismos autos de la mortuoria
contra haberse pregonado y vendido las fincas destinadas á fin de pa­
gar, como efecto pagaron con su valor otras acreencias para cumplir
pues los S.S. albaces esta fundación destinarían sin duda el caudal liqui­
do que debia percibir el Colegio como heredero, del fruto que dicho S.
Difunto gozaba en las reales casas de Lima, y de que se hace mención
en la clausula segunda del referido testamento.
Con efecto el D.D. Joaquin Guzmán, siendo Rector, percibia la
cantidad de 1/10 y 80 pesos pertenecientes a este juicio, los que impuso

185
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

y gastó en él modo y forma que se refiere en el libro de escrituras fls. 4


y 6, y resultando del mismo libro hallarse impuestos ocho mil pesos a
favor de las catedras de teología procedentes del dinero cobrado de
Lima esta con esto cumplida la voluntad del referido S. Manrique la
que sin duda fue de dotar solo las catedras de visperas y moral, porque
sin embargo de hallarse establecida la de prima y su catedrático en
actual ejercicio, no se hace mención de ella en todo el testamento. Mas
como por la superior junta de estudios celebrada en 13 de octubre de
1779, se mandase reducir la enseñanza de esta facultad á solas dos
catedras con el nombre de Prima y Vísperas quedando por o mismo
suprimida la de Moral que antes habia; parece debían quedar los fondos
de su renta incorporados en las entradas comunes del Colegio como
heredero de aquel caudal.
Sin embargo considerando los S.S. Rector, vicerrector y conciliarios
que los únicos fundos que tenia destinados la catedra de prima para su
dotación eran dos mil pesos que dejo para esto el ilustrisimo señor D.
Fernando Camacho obispo de Santa Marta, y que de estos ya no exis­
ten mas que seiscientos que reconocen los herederos de Doña Josefa
Vergara y mil que el S.D. Agustín Manuel de Alarcón dio a censo a
Antonio Medina vecino de Tunja quien los reconoce sobre su hacienda
por escritura otorgada en 8 de febrero de 1785 los que servirán para
que él Colegio reenvolse otra tanta cantidad que en virtud del superior
decreto de la real audiencia tiene que devolver a los reverendos padres
dominicos de los dos mil que habia recibido pertenecientes al legado
de dicho ilustrisimo señor Camacho; queda por tanto la catedra de
prima sin mas dotación que la de treinta pesos anuales rédito del prin­
cipal de seiscientos que como arriba se refiere reconocen los herederos
de doña Josefa Vergara por cuya razón resolvieron aplicarle de la que
tenia la de moral la cantidad concerniente hasta completar el fundo de
cuatro mil pesos.

186
Anexos

C átedras d e ju r isp r u d e n c ia

Primeramente tienen doscientos pesos anuales en que el S.D.D.


Santiago Burgos siendo Rector arrendó a Candido Girón siendo to­
dos los solares y casa cerca de Egipto = Paga por tercios en 1 de
marzo y 1 de septiembre. Mas treinta y seis pesos que reporta el arren­
damiento de las dos tiendas de la esquina contrarias a la de la universi­
dad de las que la una paga catorce pesos por mes y la otra diez.
Mas doscientos pesos rédito de quatro mil que le reconoce el
S.D. Juan Bautista Pey sobre la casa que era del S. Masústegui la que
compro en cantidad de seis mil pesos= paga por tercios en 22 de
mayo, y 22 de noviembre.
Mas cien pesos rédito de dos mil que le reconoce el Colegio
sobre su hacienda de Tunjuelo (son los mismos que dio de contado el
S. Pey por la casa) Mas ochenta y cinco pesos rédito de mil setecientos
que le reconoce... de Herrera vecino de Ibague= paga en 8 de marzo.
Mas sesenta y dos pesos, rédito de mil doscientos, y cincuenta pesos
que por distintas escrituras reconoce el mismo Herrera^ paga en 4 de
noviembre. Mas sesenta pesos que paga Doña Clara Martínez por el
arrendamiento de la casa en que vive= debe pagar cinco pesos cada
mes el dia 22.
Suma total pesos:743.4
Nota: de todo esto deben sacarse otros tantos para quantos
domingos y dias festivos y semifestivos hay en él año para pagar las
misas al capellán que debe aplicar por todos los hijos del Colegio,
vivos, y difuntos con arreglo á la escritura de donación de estas fincas
que hizo el S. Masústegui en 19 de abril de 1784 que poco mas o
menos son cien pesos.
Quedan libres para repartir a los catedráticos... 643 pesos.

187
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

R enta d e l ca t e d r át ico d e fil o so f ía

Tiene primeramente cien pesos réditos que reconoce el Colegio


sobre las tierras de Teusaquillo que compró siendo Rector el S.D.D.
Francisco Javier Tello á Tomás Vásquez por escritura otorgada ante
Francisco Xavier Carballo en 22 de enero de mil setecientos cincuenta
y seis= se pagan estos cien pesos en el mes de julio mas vienen cincuen­
ta pesos rédito de mil que dejo al Colegio el S.D.D. Agustín Manuel de
Alarcón y se aplicaron para aumento de las rentas de los catedráticos
de filosofía. Los reconofce D. José María Santa Cruz sobre su hacien­
da de Neusa= paga en 3 de abril.
Mas vienen cincuenta pesos rédito de mil que el S. Rector actual
como albacea del S. Masústegui fundo a favor de esta catedra.

R enta de los maestros de gramática

Se ha señalado al maestro de Mayores la renta de ciento y veinte


pesos anuales, y ciento al de menores (sin que las lleven por meses, sino
anuales como los demás catedráticos). La asignación de sus principales
y fincas se da en la forma siguiente:
Primeramente ochenta pesos anuales que producen los alquileres
de la casa que les dejó el D.D. Pedro Guzmán= Paga el dia 4 de cada
mes seis pesos y ocho mas al fin del año, el que debe contarse en 4 de
enero de 1799.
Mas quince pesos rédito de trescientos que reconoce Maria Luz
Herran sobre su casa= Paga en 4 de Marzo. Mas veinte y cinco pesos,
rédito de quinientos que reconoce Félix Flores, vecino de Caquesa=
Paga en 4 de octubre.
Mas quince pesos rédito de trescientos que reconoce D. Manuel
Mariano Gómez, vecino del Socorro= Paga en 4 de octubre.

188
Anexos

Mas veinte y cinco pesos rédito de quinientos que le reconoce D.


Miguel Montefrio sobre su hacienda del Limonal= Paga en 22 de no­
viembre. Mas vienen veinte pesos rédito de cuatrocientos que el mis­
mo S. Rector impso en las tierras y potreros de Peña Negra. Los que
destino para la dotación de las catedras de gramática. Se pagan en el
mes de diciembre. Que por lo respectivo á entradas comunes: como
estas se invierten en alimentos de colegiales, reparaciones del edificio,
gastos de la capilla, y demas necesarios en el Colegio deberá llevar el S.
Rector un cuaderno aparte y otro en que se asienten las partidas de... y
otras clases, separando las de data, y reuniéndolas para mayor claridad
y concisión al ramo de gastos al que pertenezcan, por ejemplo, al gasto
de comida, al de fabricar, y en consideración á que los catedráticos y
maestros son los principales... en esta distribución y asignación de fin­
cas: Mandaran dichos S.S. Rector, vicerrector y conciliarios que por el
secretario del Colegio se les haga saber á todos y cada uno en particular
el contenido de esta junta á fin de que lo impuesto por el Colegio les
sirva para su inteligencia y gobierno.

Fernando Caycedo, Rector,


M anuel Santiago Vallecilla, vicerrector,
Santiago Pere% Valencia, conciliario 2 o
Josef Agustín Jiarahona, conciliario tercero,
Juan Francisco Vasque%Gallo, secretario
(4 de mayo de 1799)

Fuente: AHUR, Miscelánea, fls. 260-272.


A n exo 10

L ist a d e lo s patriotas fu sil a d o s p o r l as h u e st es

REALISTAS DE 1810 A 1816

1810

Fusilados en Pore por el Gobernador Remigio Bobadilla, en el


i i de Junio: \
José María Rosillo y Vicente Cadena. ^

1813

A cargo del Presidente de Quito, Toribio Montes.


* Doctor Joaquín Caycedo, Presidente del Cauca: fusilado en
Pasto el 26 de Enero, junto con Alejandro Macaulay, natural de York
en Virginia, y a 6 individuos de tropa cuyos nombres se ignoran.
Asesinados por Lizón, en Cúcuta, el 13 de Octubre:
Ramírez, de ochenta años de edad; y la señora MERCEDES
ÁBREGO.

1815

Fusilados en Montería por el Teniente Coronel Julián Bayer, el


27 de Septiembre:
Coronel Feliciano Otero; Capitán J. Madrid, y Capitán Juan
Nepomuceno Jugo.
A cargo del Coronel Sánchez lim a , en Nechi. el 20 de Octubre:
Pedro Villapol, y otros cuyos nombres se ignoran.
Fusilado, por el Coronel Calzada, en Girón, en el mes de Di­
ciembre:
Coronel Pedro Arévalo.

190
Anexos

1816

296. A caigo del pacificador Pablo Morillo;’


Ayos doctor Antonio J. de, abogado; fusilado en Cartagena el
24 de Febrero.
Amador Martín, Coronel; id. id. .id.
Ayala Vergara José, Teniente-Coronel; fusilado en Bogotá el 13
de Agosto.
Ardila José Antonio, abogado; id. en el Socorro el 3 de Septiembre.
Angulo Miguel, gobernador; id. id. id.
Anguiano Manuel, Coronel; id. en Cartagena el 24 de Febrero.
Andreux Pascual (español), Teniente; id. en Bogotá el 3 de
Septiembre.
Arrubla José Maria, comerciante; id. en id. el 10 de Septiembre.
Acuña José, id. en el socorro el 3 de Septiembre.
*Alvarez doctor Manuel Bernardo, Gobernador; Id. en Bogotá
el 10 de Septiembre.
Armero José León, Gobernador; fusilado y despedazado en
Honda el 29 de Octubre.
Aguilar Francisco (español), Capitán; fusilado en Bogotá el 25
de Octubre.
Abad Luis (vizcaíno), oficial; id. en Pore el 25 de Octubre.
Betancourt Roque, Teniente; ahorcado en Mompox el 11 de
Marzo.
*Benítez doctor Emigdio, miembro del Congreso; fusilado en
Bogotá el 6 de Julio.
Baraya Antonio, General; id el 20 de julio.
Báez Luís (canario), Capitán; id. en Pore el 25 de Octubre.
Buch Miguel, Gobernador; id. en Bogotá el 29 de Octubre.
Balbuena Victorio, paisano; id. en Chita el 29 de Diciembre.
Bedoya Ezequiel, muerto á palos en Candelaria

191
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

Buiteago José, fusilado en Mariquita el 28 de Noviembre.


Buenaventura Nicolás María, Teniente-Coronel; id. En Bogotá
el 29 de Noviembre.
Castillo Manuel del, General; id. en Cartagena el 24 de febrero.
Carabaño Fernando, Teniente-Coronel; despedazado su cadá­
ver en Mompox el. 11 de Marzo.
Carabaño Miguel, Coronel; fusilado y despedazado en Ocaña el
9 de Abril.
Contreras José de la Cruz, Capitán; fusilado en Bogotá el 19 de
Junio.
Carbonell José María, Ministro-tesorero; ahorcado en Bogotá el
19 de Junio.
Carate Francisco, paisano fusilado en Cipaquirá el 3 de Agosto.
Carranza N., paisano; id. id. el 3 de Agosto.
Céspedes Hermógenes, Capitán;, id. id. en Bogotá el 8 de Agosto.
Castor (mulato), fusilado y su cadáver colgado en la misma hor­
ca con García Rovira el 8 de Agosto.
Cabaljosé María, General; fusilado en Popayán el 19 de Agosto.
* Camacho doctor Joaquín, miembro del Congreso; id. En Bo­
gotá el 31 de Agosto.
Cortés doctor Martín, abogado; id. en Bogotá, el 3 de Septiembre.
Cifuentes Manuel, paisano; id. id. el 19 de Septiembre.
Cabal Francisco, Gobernador; id. id. el 22 de Octubre.
Cerda Joaquín, Comandante; id. en Pore el 25 de Octubre.
*Caldas Francisco José De, ingeniero general; id. en Bogotá el
29 de Octubre.
Calambazo Agustín, cacique, Coronel; id. en Popayán el 29 de
Octubre.
Campuzano Antonio; id. en Ambalema el 26 de Diciembre.
Chacón Juan Salvador, paisano; id. en Ocaña el 9 de Abril.

192
Anexos

Chacón Joaquín, Teniente Coronel; id. en Bogotá el 8 de No­


viembre.
Diaz José, Brigadier; id. en Neiva el 26 de Septiembre.
Dávila doctor José María, miembro del Congreso; id. en Bogo­
tá el 5 de
Octubre.
Delfín Carlos; id. en Popayán el 8 de Julio.
España José. . Comandante; Id. id. id.
Figuarana Juan Nepomuceno, paisano; id. en Cipaquirá el 3 de
Agosto.
*García de Toledo doctor José varía, abogado; id. en Cartagena
el 24 de Febrero.
Granados doctor Miguel Díaz, abogado; id. id. id.
García Eustaquio, paisano; ahorcado en Mompox el 11 de Marzo.
García Hipólito, paisano; fusilado en Ocaña el 9 de Abril.
García Evia doctor Francisco Javier, Gobernador; id. en Bogo­
tá el 6 de Julio.
Gutiérrez doctor José Gregorio, abogado; id. id. id.
Gómez José, paisano; id. en Cipaquirá el 3 de Agosto.
García Rovira doctor Custodio, General; fusilado y su cadáver
colgado en la horca en Bogotá el 8 de Agosto.
Grillo Mariano, paisano; fusilado en Facatativá el 31 de Agosto.
Grillo Joaquín, paisano (hijo del anterior); id. id. id.
García Manuel, escribano; id. en Bogótá el 10 de Septiembre.
González Bernabé, paisano; id. en Bogotá el 19 de Septiembre.
Gutiérrez José María (el fogoso), Coronel; id. en. Popayán el 19
de Septiembre.
García doctor Luís, abogado; id. en Neiva el 26 de Septiembre.
Gutiérrez doctor Frutos Joaquín, miembro del Congreso; fusi­
lado en Pore el 25 de Octubre.

193
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos y corrientes ilustradas, 1750-1816

*GómezJuan Bautista, paisano; ahorcado y despedazado en Leiva


el 26 de Octubre.
Gallardo José Javier, paisano; fusilado en Cúcuta el 6 de No­
viembre.
Gómez Plata, doctor Miguel (octogenario), sufrió tormento tres
veces: fue fusilado en Bogotá el 29 de Noviembre-
Gamboa Martín, paisano; fusilado en Chita el 29 de Diciembre.
Galindo N. N. paisano; id. en Ubaté el 3 de Septiembre.
Hoyos doctor Joaquín, abogado; id. en Bogotá, el 29 de Agosto.
Herrera Santiago Abdón, Capitán; id. en Vélez el 26 de Septiembre.
Leiva José Ramón de (español), General; id. en Bogotá el 19
de Junio.
Lozano Jorge Tadeo (marqués de San Jorge), Presidente y miem­
bro del Congreso; fusilado en Bogotá el 6 de Julio.
Lataza Rafael, oficial; id. en Popayán el 8 de Julio-
Lastra Pedro de la, abogado; id. en Bogotá el 20 de julio.
Linares Andrés, Teniente Coronel; id. en Bogotá el 3 de Sep­
tiembre.
López Francisco, Teniente Coronel; id. en Neiva el 26 Septiembre.
López José María, Capitán; id. id. id..
López Pedro, Teniente; id. y colgado en la horca en Caloto el 26
de Octubre.
Lineros José Ramón, Teniente Coronel;.fusilado en Tunja el 29
de Noviembre.
Marra Juan. id. en Bogotá el 26 de Mayo.
Matute Mariano, oficial; id. en Popayán el 19 de Agosto.
Monsalve Pedro, Coronel; id. en el Socorro el 3 de Septiembre.
*Monsalve Juan José, Capitán (hermano del anterior; fusilado en
el Socorro el 3 de Septiembre.
Montúfar Carlos, Coronel; fusilado en Popayán el 3 de Septiembre.
Mejía Iiborio, Coronel: id. en Bogotá el id. de id.

194
Anexos

Morillo Joaquín, oficial; id. en id. el 18 de Octubre.


*Monsalve Juan Antonio, oficial; id. en id. el 25 de Octubre.
*Montalvo doctor Miguel, Coronel; id. en id. el 29 de Octubre.
Mendoza Luis, paisano id. en Cúcuta, el 6 de Noviembre.
Morales Francisco, empleado de Hacienda; id. en Bogotá el 22
de Noviembre.
Montaño Manuel, id. en Mariquita el 28 de Noviembre.
Montaña Pedro Manuel, escribano; id. en Sogamoso el 12 de
Diciembre.
Montero Alberto, id. en Tunja el 20 de Septiembre.
Nava N. N., paisano; id. en Bogotá el 8 de Agosto.
Niño Rafael, Capitán; id. en id. el 3 de Septiembre.
Navia Agustín, Alcalde; id. y colgado en la horca en Quilichao el
26 de Octubre.
Niño Juan Nepomuceno, Gobernador; fusilado en Tunja el 29
de Noviembre.
Ortiz Silvestre, Capitán; id. en Bogotá el 3 de Septiembre.
Ordóñez José María, Capitán; id. en id. el 19 de Septiembre.
Olaya Francisco Julián, paisano; id. y colgado en la horca en La
Mesa el 7 de Octubre.
Olmedilla Francisco, Coronel; fusilado y despedazado en Pore
el 25 de Octubre.
Otero José Manuel, fusilado en Tunja el 20 de Septiembre.
Plaza Ignacio, id. en id. id.
Perlaza José, id. en Mariquita el 12 de Diciembre.
Portocarrero José María, comerciante; id. en Cartagena el 24 de
Febrero.
*Pombo doctor Miguel de, miembro del Congreso; id. en Bo­
gotá el 6 de julio.
Peña doctor José Gabriel, Gobernador; id. en id. el 8 de Agosto.

195
Reformas Borbónicas: Mutis catedrático, discípulos j corrientes ilustradas, 1750-1816

Pelgrón Félix, Capitán; id. en id. el.3 de Septiembre.


Pino Jos'¿, id. en Quilichao el 26 de Octubre.
Palacio Antonio, Gobernador; fusilado en Tunja el 26 de Sep­
tiembre.
Ponce Higinio, Comandante; id. en Bogotá el 12 de Diciembre.
Plata Isidro, paisano; id. en Sogamoso el 12 de Diciembre.
Piedri doctor Juan Nepomuceno, abogado; id. en Barinas el 29
de Diciembre.
Quijano José María, Mayor general; id. en Popayán el 19 de
Agosto.
Quijano Andrés, Alférez; id. y colgado en la horca en La Mesa,
el 7 de Octubre.
Ribón Pantaleón, Coronel; id. en Cartagena el 24 de Febrero.
Rosas Andrés, Coronel; id. en Popayán el 8 de Julio.
Riaño Cortés José, id. en Cipaquirá el 3 de Agosto.
Rivas José Nicolás, Gobernador; id. en Bogotá el 31 de Agosto.
Ramírez Pedro, Capitán; id. en Honda el 3 de.Septiembre.
Ramírez José María, id. en Popayán el 19 de Agosto.
Rodríguez Torices doctor Manuel, Presidente; id. y colgado en
la horca en Bogotá el 5 de Octubre.
Rizo Salvador, proveedor; id. en Bogotá el 12 de. Octubre.
Stuard Santiago, Teniente Coronel; id. en Cartagena el 24 de
Febrero.
Sánchez Luís, paisano; id. en Cipaquirá el 3 de Agosto.
Salas Benito, Teniente Coronel; id. y despedazado en Neiva el 26
de septiembre.
Salas Fernando, Coronel; id. en Neiva el 26 de Septiembre.
Salías Juan, Sargento Mayor; id. en Pore el 25 de octubre.
Sánchez Manuel José, paisano; ahorcado y despedazado en. Leiva
el 26 de Octubre.

196
Anexos

Troyano Emigdio, miembro del Congreso y Coronel; fusilado


en el Socorro el 3 de Septiembre.
Tello Miguel, fusilado en Neiva el 26 de Septiembre.
Tejada Dionisio, Gobernador; id. un Bogotá el 10 de Septiembre.
Torres (doctor Camilo de), Presidente; id. y colgado en la horca
en Bogotá el 5 de Octubre, y su cabeza expuesta en una jaula “para
escarmiento, en los caminos”.
Umaña doctor Joaquín, abogado; fusilado en Leiva el 6 de Abril.
Ulloa doctor Francisco Antonio, abogado; id. en Bogotá el 29
de Octubre.
Villavicencio Antonio, General; id. en id. el 6 de Junio.
Vargas doctor Ignacio (el mocho), abogado; id. en id.el 19 de Junio.
Valenzuela doctor Crisanto, Secretario de Estado; id. en id. el 6
de Junio.
Villamizar Ramón, Juez; id. en Cúcuta el 6 de Noviembre.
Vásquez doctor Cayetano, Gobernador; id. en Tunja el 29 de
Noviembre.
Vélez Antonio José, Teniente Coronel; id. en Bogotá el 19 de
Septiembre.
Viana Joaquín, id. en Leiva el 27 de Octubre.
Vallesilla Manuel Santiago, Gobernador; id. en Popayán el 24 de
Septiembre.
Vallesilla Joaquín, id. en Mariquita el 12 de Diciembre.
Valdés Juan.Evangelista, paisano; id. en Cipaquirá el 3 de Agosto.
Zapata Agustín, paisano; id. en id. id.
Zárate Francisco paisano; id. en id. Id

Fuente: J. M. Quijano Otero, Compendio de la historia patria, Bogotá, Imprenta de


Medardo Rivas, 1883, pp. 253-260.
Nota: Los nombres que aparecen con asterisco corresponden
a rosaristas fusilados, amen de los que aparecen citados en el cuerpo
del trabajo.

197
B ib l io g r a f ía

F uentes pr im arias (D o cu m e n t o s o rigin ale s d e a r c h iv o )

Se consultaron los siguientes fondos en el Archivo General de la


Nación:
Colegios (Col) (Fondo Colonia)
Milicias y Marina (MM)

Se consultaron además documentos de los siguientes archivos:


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Rosario (AHUR).
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210
E s t e libro fue compuesto en
caracteres Garamond de 11 puntos,
e impreso sobre papel propal libro beige de 70 gramos,
en el mes de julio de 2003,
en Bogotá, D.C., Colombia.
BIBLIOTECA LUIS ANGEL ARANGO - B DE LA R

SON MUCHOS LOS BIÓGRAFOS de José Celestino


Mutis, algunos excelentes, y muy pocos, sin embargo, los
que se han detenido a fondo en su labor docente. Por lo
mismo, en un esfuerzo encaminado a desterrar lugares
comunes, mitos fundacionales y espacios proclives a lo
meramente episódico, este texto busca presentar una his­
toria contextualizada de lo que fuera el devenir de la cáte­
dra de matemáticas, desde su fundación en el Colegio
Mayor de Nuestra Señora del Rosario por Mutis, de 1762
hasta 1816.
Con un amplio respaldo de fuentes primarias y secunda­
rias, su autor, Alvaro Pablo Ortiz, logra enmarcar la géne­
sis, el desarrollo y las vicisitudes de la cátedra en cuestión,
con los procesos económicos, políticos y sociales que vi­
vía el país en las postrimerías del siglo XVIII y principios
del XIX.
A jo largo de una serie de páginas redactadas en medio de
■una gran fuerza expresiva, en donde el rigor académico,
lejos de convertirse en un obstáculo de orden discrimina-
tivo, busca por el contrario, como intencionalidad de
fondo, un texto que pueda ser leído por todos los secto­
res de opinión, incluidos por supuesto los que inspiran el
quehacer cotidiano de catedráticos y alumnos. Bajo estos
parámetros, la presente obra muestra a Mutis como un
hijo legítimo del discurso ilustrado español, que a pesar
de sus ciclos académicos discontinuos y accidentados
cumplidos en los claustros rosaristas logró, no obstante,
hacer de la cátedra en cuestión un baluarte del pensa­
miento newtoniano-copernicano que, a no dudarlo, in­
fluyó hasta el punto de propiciar altos grados de tensión
cognoscente con los conflictos internos y externos pro­
porcionales a este fuerte gesto de modernidad, en una
nómina de discípulos directos y colaterales y, por añadi­
dura, en la sociedad de su tiempo.
Por ésta y por otras razones, la lectura de esta obra es in­
dispensable para todos los interesados académicos y
gran público en desentrañar una de las facetas menos ex­
ploradas del principal difusor de las reformas borbónicas
en nuestro medio, a las cuales no fueron ni mucho
menos ajenas, como ya se ha señalado, las
severas y exigentes aulas del Colegio
Mayor de Nuestra Señora
del Rosario.

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