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David Alberto Alvarado Tejeda

ESCUELA PREPARATORIA ESTATAL NUM. 10


RUBEN H. RODRIGUEZ MOGUEL

INFORMATICA II
CRITHEL VARGUEZ PECH
DAVID ALVARADO
1-A

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Rubén H. Rodríguez Moguel Ciudadanía digital
David Alberto Alvarado Tejeda

INTRODUCCION
En este trabajo encontraras varios puntos de vista en cómo ha influido la tecnología en la
vida cotidiana, en el trabajo laboral, en la familia, en la escolaridad y en la adolescencia.

No se trata de un simple ensayo, sino de un ensayo o reflexión que pretende dar una
explicación breve y concisa que te ayude a notar las diferencias de la tecnología y como ha
cambiado a la gente con el paso del tiempo.

Así primeramente hablaremos de lo que viene siendo su carácter singular y su


característica principal que sería lo digital y de su vínculo con la ciudadanía.

La ciudadanía digital se enmarca en un modelo social, la sociedad de la información y el


conocimiento emergente. Como tal, implica un escenario de oportunidades pero también de
riesgos.

El principal de estos riesgos tiene que ver con el irregular acceso a las tecnologías de la
información y comunicación. Es decir, en términos metafóricos, supone la aparición de una
ciudadanía digital en un escenario en el que la carta de ciudadanía depende de ser o no ser
usuario de internet.

Varios estudios y anotaciones de Armando Silva, Juan Carlos Pérgolis e, incluso, Rogelio
Salmona, entre otros, han discutido y sacado a la luz, desde distintas perspectivas, parte de la
riqueza que tiene para el “habitante de la ciudad” está declarada red de signos.

Ubicaremos a la sociedad como el escenario en el que la ciudadanía se fragmenta y se


reconstruye permanentemente.

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CIUDADANIA DIGITAL: IMPACTO EN EL ENTORNO ESCOLAR

Sin embargo, la influencia de los medios de comunicación no se ha acompasado con el


fomento de la alfabetización mediática. El desarrollo de la competencia mediática en la
ciudadanía, y especialmente en los jóvenes y niños para que puedan ejercer de forma crítica y
activa su papel ante los medios, se revela como clave en esta sociedad de «producidores mediá-
ticos». En este trabajo se presentan los resultados de un proyecto de investigación de ámbito
estatal con el objetivo de identificar los niveles de competencia mediática de niños y adolescentes,
encuestando a una muestra de 2.143 estudiantes de Educación Infantil, Primaria, Secundaria y
Bachillerato, mediante un cuestionario ad hoc on-line. Puede observarse que una importante
parte de la muestra es competente ante los medios, en un nivel aceptable, sin embargo, y a pesar
de que pertenecen a la generación de los denominados «nativos digitales», no poseen las
habilidades necesarias para ejercer como «producidores mediáticos». Concluimos el trabajo
destacando la necesidad de complementar la competencia digital establecida en el currículum
escolar con la competencia mediática, como elemento clave para desarrollar una «cultura
producidora», convergencia de imperiosa necesidad para mejorar la formación de las jóvenes
audiencias como ciudadanos responsables capaces de consumir y producir mensajes mediáticos
de manera libre, responsable, crítica y creativa.

La educación mediática con base tecnológica es pues fundamental si lo que queremos es


formar individuos creativos, participativos, libres, pero también dotados con altas dosis de
responsabilidad y de visión crítica. Incorporar la alfabetización mediática en el currículum escolar,
desde las primeras edades, es un requisito necesario para lograr esa sociedad producidora que se
viene impulsando desde instituciones y organismos internacionales (Comisión Europea, 2007
UNESCO, 2007; 2011a). La alfabetización mediática entendida de esta manera ha de favorecer
procesos de enseñanza y aprendizaje que se centren tanto en la educación de la recepción del
mensaje comunicativo, como en la producción y la emisión crítica y creativa, colectiva y dialógica,
consciente y emocional.

Si bien son muchos los avances que se van realizando para lograr este objetivo, queda
mucho por hacer (Federov, 2014), ya que tal y como aseguran Sánchez y Contreras «Los niños en
su rol como producidores encuentran serias limitaciones […] es nula o escasa la preparación que
tienen en el sistema escolar y familiar para formarse a la par como productores y consumidores»
(2012: 70). Sin embargo, no cabe du-da de que la incorporación de las competencias básicas en el
currículum ha contribuido de alguna manera a preparar a niños y jóvenes, pertenecientes a la
gene-ración de los «nativos digitales» (Prensky, 2011), en la adquisición de unas habilidades,
destrezas y contenidos, a través de una formación integral que les permita comprender de manera
crítica y actuar de manera adecuada en la sociedad actual (Bernabeu, 2011). Dentro de las
competencias básicas, la digital trata de desarrollar habilidades más relacionadas con el ámbito
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tecnológico y digital, por lo que es necesario complementar la formación con la


competencia mediática, relacionada con los medios de comunicación y el lenguaje audiovisual,
pero de manera convergente y complementaria, como proponen Pérez-Rodríguez y Del-gado
(2012) y Gutiérrez, Palacios y Torrego (2010), hacia la alfabetización mediática como marco
común.

Otro de los requisitos necesarios para lograrlo es mejorar la formación del profesorado en
educación en medios, para lo que la UNESCO (2011b), a través del «MIL Curriculum for Teachers»
pretende favorecer la alfabetización informacional y mediática, para llegar a mejorar el diálogo
intercultural, puesto que tal y como refleja el Gabinete de Comunicación y Educación (2013), la
actitud del profesorado hacia la utilización de las TIC para la innovación y la mejora educativa lo
favorece. Así mismo, es necesario mejorar la formación de las familias en competencia mediática,
tal y como lo pone de manifiesto el informe de Ofcom (2013) «Chil-dren and Parents: Media Use
and Attitudes Report»

Por lo tanto, el objetivo planteado en esta investigación pretende determinar el grado de


competencia mediática que la población escolar española posee con el fin de poder actuar
consecuentemente. Asimismo, la hipótesis de partida giraba en torno a la posible manifestación
de una escasa competencia del alumnado en relación a los medios de comunicación.

http://www.redalyc.org/html/158/15831058003/

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CIUDADANIA DIGITAL: ENTORNO FAMILIAR Y SOCIAL.

El contexto de la sociedad contemporánea está experimentando profundos y acelerados


cambios en los aspectos que definieron la sociedad industrial hasta hace escasamente dos
décadas, que afectan a los modelos de vida de las personas y a sus valores y, por tanto, repercuten
en la formación de criterios y en la toma de decisiones; cada vez más la educación parece situarse
en el centro del huracán tensional que todo proceso de cambio de estructura social trae consigo.
En esta coyuntura de incertidumbres e inseguridades ante las nuevas realidades sociales, la
centralidad educativa extiende la mirada más allá de la educación formal hacia las cuestiones
cívicas y la problemática de la convivencia en los espacios públicos, que están denunciando y
modificando el concepto tradicional, hoy obsoleto, de ciudadanía.

Estas nuevas circunstancias aumentan la visibilidad de una potencialidad educativa más


vinculada a una concepción de servicio público ligado al trabajo en red, dirigido a promocionar las
actitudes y comportamientos propios de una sociedad ambiental y socialmente sostenible, que
propicie la cooperación y la participación social en aquellas cuestiones que atañen a todos, a
través de la formación de una ciudadanía responsable y solidaria promotora de una convivencia en
paz; lo cual hace necesario favorecer, desde la familia, desde las organizaciones de la sociedad civil
y desde los medios de comunicación y las nuevas tecnologías de la información, la reflexión y el
desarrollo de experiencias pertinentes para formar una ciudadanía capaz de afrontar los cambios.

La familia es considerada como el espacio de intimidad donde se forman y reproducen los


modelos de identidad personal y comunitaria; el lugar básico del aprendizaje de valores y
recreación de comportamientos sociales; el espacio de reproducción de la cultura y en el que se
forma el sentido de pertenencia, de tradición, de comunicación, en el que se aprenden las
relaciones afectuosas y se desarrollan las competencias básicas; el núcleo social natural donde se
moldea la conciencia individual, y el más importante y primer agente de socialización en una
comunidad.

Uno de los rasgos distintivos de la modernidad ha sido la búsqueda de fórmulas cada vez
mayores de autonomía personal, cuya traducción en relación a la familia ha sido el paso de
concebirla prioritariamente como espacio productivo y público, a concebirla como espacio afectivo
y privado; los límites entre ambos espacios, aun sin estar bien determinados, presentan elementos
de continuidad que no se pueden obviar en las representaciones del mundo personal y
comunitario.

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Los modos de comunicación desarrollados en la modernidad amenazan el mundo de


convivencia comunicativo y afectivo de la familia por la influencia de los programas que reflejan
violencia física y psicológica como medio natural de comunicación, así como por la aparición de
fenómenos modernos, como la violencia contra la mujer, las drogas, las pandillas juveniles, la
prostitución infantil, la escasez de recursos, la desigualdad social, la pobreza que cruza
generaciones. Por otra parte, los nuevos modos de vida surgidos en la modernización social como
la incorporación de la mujer al mercado laboral, la reducción de la descendencia sobre todo en los
países desarrollados, la diversidad de estructuras familiares (Navarro, Musitu, Herrero, 2007) por
el incremento de divorcios, separaciones, hogares unipersonales, familias reconstituidas o
binoculares, uniones homosexuales o lésbicas, fenómenos éstos que han promovido
modificaciones respecto a las características básicas de la socialización primaria que tiene lugar en
la familia. Asimismo, emergen nuevos escenarios de aprendizaje en contextos fundamentalmente
urbanos que diversifican los espacios de socialización. A la familia se le hace difícil contrarrestar el
sistema de valores que emana de los medios de comunicación y de la nueva realidad social, donde
el énfasis en las relaciones humanas está puesto muchas veces en el temor, el éxito social y
económico y las relaciones sexuales desvinculadas del amor; y resulta complejo afrontar el cambio
de valores que conforman las relaciones intrafamiliares debido a la redefinición del concepto de
género y el desarrollo de la igualdad de derechos que llevan a replantear las nociones de libertad y
autoridad en la vida y en la educación familiar sustituyendo la tradicional comunicación
unidireccional entre padres e hijos por otra bidireccional o multidireccional basada en el diálogo y
el consenso más acorde con prácticas democráticas. La familia se ve psicológicamente presionada
entre los valores tradicionales de la sociedad, los que prevalecen en la nueva cultura de la imagen
y los que emergen en las nuevas estructuras familiares. El nuevo escenario social ha originado una
sociedad más plural y diversa, pero también más desigual, injusta y sobre consumista; esta
situación exige una nueva ciudadanía que contrarreste la desigualdad, la insolidaridad y la
ausencia de compromiso participativo ante los problemas ciudadanos y posibilite la construcción
de un modelo social más justo. Las bases necesarias para establecer este cambio están
inicialmente en la familia. La influencia que ejerce la familia en la educación de los hijos cobra
especial relevancia en la transmisión de valores ciudadanos que los hijos aprenden por
observación, por el ejemplo más que por la palabra, por la práctica y el ejercicio cotidiano y
también por la reconstrucción personal de valores ya vivenciados; en la interacción familiar
cotidiana la familia es de por sí generadora de propuestas de acción cívica con gran influencia en la
construcción de nuevos imaginarios sociales para una mayor participación social y colaboración
entre las personas. En el seno familiar se produce la transición de los hijos a la ciudadanía activa a
través de procesos de formación de actitudes cívicas y formación de la conciencia civil o
reconocimiento de los valores cívico-morales, base de la convivencia humana y del desarrollo de
una sociedad democrática.

file:///C:/Users/Miguel/Downloads/Dialnet-FamiliaSociedadYRedesDeComunicacion-
2552445%20(1).pdf

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CIUDADANIA DIGITAL: ADOLESCENTES DIGITALES

La omnipresencia de las tecnologías y especialmente las audiovisuales, en nuestra época


está dando lugar a un fenómeno insólito como es el del desplazamiento de léxicos puramente
técnicos al campo de las ciencias sociales. Este es el caso de palabras como “digital”, que nace de
la oposición entre lo “analógico” identificado con el pasado, cercano aún, y el futuro “digitalizado”.
Pero también de otros como “interactividad”, “conectividad/conexión”, “navegación en red” o
“virtual/virtualidad”, que nacieron ligadas al territorio de lo tecnológico y ahora aparecen
directamente utilizadas en espacios muy distintos.

Con cualquiera de esos modismos se podría haber apellidado convencionalmente esa


generación, la primera “alfabetizada digitalmente” de nuestra historia, que ha crecido dentro de la
cultura de uso de esas tecnologías. Esa realidad en la que la red aparece como de extensión
universal sugiere distintos escenarios de análisis. Desde una posición basada en un nuevo y
superficial idealismo de lo científico, en el que la tecnología aparentemente se erige como materia
peligrosamente autónoma y regida por sus propias normas; hasta otra basada en la desconfianza y
el miedo a la irrupción de esa herramienta de uso que ha trastocado el viejo esquema de la
relación entre ciudadanos, haciendo adquirir un nuevo sentido de permanencia y de identidad
social, dentro de una “globalidad” de características muy complejas.

La “red de redes” es el eje transversal de un vehículo en el que se integran formas y


conceptos muy diversos y en otras épocas incluso antagónicos, como “empleo” y “ocio”, “lejanía”
y “proximidad”, “individualidad” y “vinculación”, “soledad” y “multitud”, “particular” y “colectivo”,
“virtualidad” y “realidad”… Un espacio que ha generado una transformación en los estilos de vida
y en las formas sociales, y a su vez ha influido directamente en el terreno de los espacios hasta
definir un “antes” y un “después”. Son los y las adolescentes/ jóvenes la primera generación que
ha crecido dentro de esa cultura de uso, -como las precedentes lo fueron en la de la televisión-, y
cuya aplicación ha trascendido mucho más allá de la relación entre usuarios, o medio-receptor del
tradicional esquema de la teoría de la comunicación, hasta someterlo a revisión a partir de la
presencia de Internet. Esta suma de trabajos parte de una lectura sobre una realidad que ofrece
voces contrastadas y opiniones no siempre coincidentes pero que contribuyen a exhibir un
mosaico de actitudes sobre un tema de esencial relevancia para la juventud de los dos próximos
lustros: de qué manera la presencia de lo que convencionalmente se ha denominado lo “digital”
puede configurar una realidad social más democrática y socialmente homogénea, en aspectos
relacionados con la igualdad, la calidad de vida, a mejora de las oportunidades educativas, el
empleo; pero también con las culturas y la creatividad. Así como la manera en la que el uso de la
red replantea conceptos como el de sentido de la permanencia y de la identidad por encima de lo
geográfico; destacando el elemento de afinidad e identificación y el de “globalidad” por encima
del de “proximidad”. Una de esas preguntas a responder sería: ¿Internet está contribuyendo a

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crear una conciencia de pertenencia a un mundo globalizado, o vivimos en un auténtico
espejismo de falsas percepciones sobre lo “particular” y lo “universal” dentro de la red?

El impacto de ese universo digital se ha desplazado además desde el terreno de lo


individual hacia el de lo social, trastocando los usos y costumbres hasta ahora conocidos de la
relación administradores ciudadanos. La red es “más que un medio de comunicación”, es “el
medio” y podría terminar por erigirse no solo en una “herramienta” sino en un “epicentro de
poder” por sí mismo. Los contenidos de una tradición política recibida desde los inicios del
liberalismo parlamentario se están viendo rápidamente arrinconados bajo la influencia de las
redes sociales que influyen, acaparan e intervienen en los discursos por encima de los anteriores
soportes de creación y de difusión del pluralismo y del ejercicio de la libertad de expresión. La red
ya no es que influya en el poder, sino que va camino de convertirse en “el poder”, y en ella las
personas jóvenes han encontrado un nexo de identificación y de influencia que dinamita todo el
anterior tratamiento de los espacios de formación de la opinión pública.

Esa vorágine de lo digital en la que vivimos, pero especialmente entre quienes se


encuentran en ese segmento generacional, plantea un aluvión de contenidos de debate, algunos
de los cuales se tratan de exponer, con todas sus luces y sus sombras en este monográfico. Quizás
más en esta que en otras ocasiones, esos materiales necesitan provocar en sus lectores, sobre
todo jóvenes, un efecto de “feed back” o de “frontón”. Para buscar el contraste de opiniones
sobre temas tan apasionantes como los de la relación de esa generación digital con conceptos
como el de clase y cohesión, la perspectiva de género y la ardua tarea de evitar la reproducción de
estereotipos y espacios de discriminación que han pasado del discurso social a la propia red, el
papel dentro de unos procesos educativos cada vez más abiertos y entendidos dentro de una
formación continuada a lo largo de la existencia humana, o el de las perspectivas culturales sobre
las que la red ejerce un protagonismo decisivo.

El Estado de Bienestar se ha preocupado mucho por el colectivo joven y desde hace


décadas viene desarrollando políticas para atender todas las áreas que puedan potenciar a este
grupo social. Los jóvenes de hoy forman parte de la generación con más oportunidades formativas
que nunca, con más posibilidades de acceso a la cultura, al deporte, al ocio, al intercambio con
otros países…, y sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos, sus niveles de participación
comunitaria son muy bajos. También es preocupante su dificultad en la incorporación laboral para
la toma del relevo generacional, ¿qué está pasando? Es posible que este universo seguro y
protegido que los adultos han creado para los y las jóvenes esté equivocado. Que la construcción
de un sistema de protección social con todas sus ventajas también haya tenido sombras que al un
principio no se pudieron dimensionar. Los mayores y los adultos contribuyeron y vivieron la
conquista del Estado de Bienestar y con el deseo de promover unas condiciones sociales de
igualdad y oportunidad, proyectaron sus propias carencias en sus planes para las nuevas

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generaciones. Se volcaron en darles aquello que ellos mismos no tuvieron, en alejarles de todas las
penurias que padecieron. Prepararon un continente seguro para que la juventud viviera con la
libertad que ellos y ellas no tuvieron, hasta el punto de llegar a idolatrar “lo joven”. Se volcaron
por y para los jóvenes y en ese ejercicio de generar oportunidades, promovieron también una
actitud profundamente dependiente.

Fomentar la dependencia en los jóvenes, por muy perverso que parezca, ha tenido ciertos
beneficios para ese colectivo adulto que disfruta de una “juventud renovada”. Cuanto más frágiles
y dependientes son las nuevas generaciones más justificadas está que los adultos no puedan
abandonar su posición de liderazgo. Tienen que hacerse cargo de esos jóvenes que no pueden
volar por sí solos, razón suficiente que les confirma que deben continuar teniendo la iniciativa y
buscando soluciones por y para otros. Es una alianza en la que unos, a pesar de los años, siguen
sintiéndose y viviendo como jóvenes y otros, pueden disfrutar más tiempo de ser niños. Dos
colectivos atrapados en un juego de roles que les permite acomodarse a los hábitos de vida de una
sociedad ociosa y consumista. Este juego de roles entre grupos no es el único, hay un tercero que
cada día tiene más poder por número y, junto con la sociedad adulta, deja al colectivo joven en
clara desventaja. Hablamos de los mayores, los verdaderos protagonistas en la Europa del siglo
XXI.

http://www.injuve.es/sites/default/files/RJ92-16.pdf#page=12

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CONCLUSION

Pues como conclusión, desconéctate un poco de la tecnología, pasa tiempo con tu familia,
convive con ella que el tiempo se va

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