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Gentilicios con historia

¿Se imagina el lector las calles coruñesas o viguesas inundadas de


antuerpienses y holmienses? La mayoría no, pero no sería extraño, pues son
continuas las visitas a nuestros puertos de cruceros con turistas de toda Europa,
entre los que pueden estar, cómo no, los procedentes de Amberes y Estocolmo.
La mayoría de los gentilicios, los adjetivos que denotan la procedencia
geográfica de las personas y que se aplican a lo relativo a los lugares a los que se
refieren (santanderino, aragonés), suelen formarse a partir de los nombres de
estos (Santander, Aragón), los topónimos, a cuya raíz se añade un sufijo. Los
principales de estos son -és, -sa (leonés, pontevedresa); -´aco, -´aca o -aco, -
aca (austríaco); -án, -ana (alemán); -ita (vietnamita); -ense
(estadounidense), e -ino, -ina (alicantino, filipino). Sin embargo, en ocasiones
los gentilicios tienen relación con anteriores nombres de los lugares en
cuestión.
Entre estos, en España son muchos los que se remontan a la época
romana. Así, por ejemplo, leridano, de Lérida, convive con ilerdense, que se
emplea tanto para lo relativo a la actual ciudad catalana como a lo referente a la
antigua Ilerda.
En el sur es más claro el impacto árabe en la toponimia. Es el caso, por
ejemplo, de la ciudad granadina hoy llamada Guadix, fundada por Augusto.
Entonces era Acci, y su gentilicio, accitanus, en español accitano, que convive
con el moderno guadijeño, derivado del nombre Guadix, topónimo que
actualmente pronunciamos con terminación en x, aunque la tradicional fue
en j, que se conserva en guadijeño. Hasta principios del siglo XIX el fonema /j/
se representaba con j y con x, de lo que aún dan testimonios nombres como
México, que debe pronunciarse siempre con j, esté escrito México o Méjico.
El empleo de esos gentilicios derivados de topónimos antiguos suele ser
muy escaso. Quien emite el mensaje está limitado no solo por sus
conocimientos, sino también por los de los hipotéticos receptores. Si no
queremos emplear el sintagma de Budapest y por miedo al ridículo no nos
atrevemos a crearle un gentilicio a esa ciudad (¿budapestense?, ¿budapestés?,
¿budapestíaco?, ¿budapestino?...), podemos recurrir a aquincense (de
Aquincum, fundada en el año 89 en las tierras donde hoy se levanta la capital
de Hungría), pero fracasaremos en nuestro intento de comunicarnos con la
gran mayoría de nuestros interlocutores o nuestros lectores.
Soluciones de este tipo se están dando para topónimos importantes sin
gentilicio con tradición en el español. El Diccionario, muy prudente, solo
registra los consolidados por el uso.
- ¿Qué ejemplos sobre gentilicios puedes encontrar?_________________

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- ¿Qué motivo hay para emplear gentilicios de antiguas civilizaciones?

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