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Primera Parte
GRECIA
INTRODUCCIÓN
1
LA POLIS
1 Plural griego de poUs. Conservamos la palabra griega, que ya es de uso común entre
los estudiosos, para evitar los equívocos que trae consigo necesariamente el término «ciu-
dad». Nuestro concepto actual de ciudad, basado en nuestra experiencia, tiene poco que
ver con lo que a un griego le decía el término polis. Este principio de evitar la traducción
lo vamos a mantener para otras muchas palabras griegas y latinas siempre que las pala-
bras españolas tengan hoy un contenido sensiblemente diferente del que corresponde a
las palabras griegas o latinas en cuestión.
, La extensión de la Comunidad Autónoma de Madrid es de 7.995 Km'; la del País
Vasco, 7.261. Luxemburgo tiene en la actualidad 2.586 Km'; Vizcaya, 2.217. ,
EL M U NDO PO LÍTI CO DE LO S GRIEGOS 5
del Peloponeso.' Ésta era con mucho la región más densamente poblada de
Grecia. Laconia y Mesenia juntas podrían llegar a unos 250.000 habitantes.
Pues bien, esta minúscula entidad es la gran aportación de los griegos a la
Historia de las Formas Políticas. Sin embargo, partiriamos de un error de pers-
pectiva si pensáramos en unidades separadas, acabadas en sí mismas, que sólo
tienen que ver con las otras por razón de la proximidad como las teselas de un
mosaico. La vida de una polis se desenvuelve en constante relación con las otras,
pero sin perder conciencia de su identidad.
La convivencia entre las poleis fue siempre una convivencia intensa, con
épocas de paz, cuya actividad más excelsa fueron los juegos panhelénicos, y
con muy frecuentes épocas de guerra en las que los griegos luchaban entre sí
con extremada crueldad. Nunca la polis fue una entidad cerrada en sí misma
en cuanto a su dinamismo; lo fue en cuanto a sus componentes, como lo re-
quiere toda comunidad altamente integrada y con una fuerte conciencia de la
propia identidad. Por tanto, en el mundo griego se superpone de un modo
efectivo una comunidad general de etnia y cultura (comunidad lingüística,
religiosa, de costumbres, artística) a las pequeñas comunidades locales. La
comunidad general tuvo parcial expresión en confederaciones y ligas de di-
versa amplitud y duración, que generalmente se formaron y se mantuvieron
por la acción hegemónica de una polis que imponía su dominio a las otras, su-
perando de modo regional y temporal la atomización del mundo griego. Ante
la agresión de los bárbaros aquella conciencia general fue capaz de unificar
militarmente a los helenos para la defensa común, pero no fue capaz de conse-
guir la unidad política entre ellos: la unidad política quedó siempre reducida
a la polis. Surge espontánea la pregunta de por qué los griegos no fueron capa-
ces de construir un cuerpo político unitario. Esta pregunta y su respuesta que-
dan en suspenso por el momento.
A lo largo de los siglos fue variando la organización de la polis hasta llegar
a las dos mejor conocidas para nosotros y a las que vamos a dedicar sendos
apartados, pues han pasado a la historia como los dos modelos fundamentales:
Esparta y Atenas. Pero antes conviene obtener una visión general de la polis
como forma política, y para ello la mejor manera es descubrir los grandes ras-
gos de su desarrollo a lo largo de la historia.
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Muy esquemáticamente, podemos decir que sobre los primitivos habitantes de
la península griega se superponen dos grandes oleadas de pueblos que ingre-
san desde el Norte. La primera llega a los comienzos del segundo milenio; son
tribus invasoras indoeuropeas que se conocen con el nombre general de aqueos.
Entre ellos se distinguen dos grandes grupos, probablemente sólo por razón
de la lengua, los eolios y los jonios. Son los agentes de la civilización micénica,
llamada así por tener su mejor exponente en Micenas.
La aristocracia tiene lugar en los siglos VIII y VII a. de C. El crecimiento del poder
de los nobles trae la disminución del poder del basileus: el monarca se encuen-
tra ahora más fiscalizado por la asamblea y comienza a perder algunas funcio-
nes que son atribuidas a nobles elegidos por la asamblea. Se constituyen así
nuevos cargos electivos vitalicios junto al basileus. Éste sufre un proceso de
expolio de sus facultades hasta que deja de ser monarca y termina por ser un
magistrado más, solamente con funciones sacerdotales. El poder supremo de
la polis pasa enteramente a la asamblea de los nobles.
El aumento de población en un territorio poco fértil, como es en general
Grecia, da lugar a una época de conflictos. Económicamente el conflicto se
expresa en el problema de las deudas, y socialmente en que éstas arrojan a
muchos pequeños campesinos en la miseria e incluso en la esclavitud como
único recurso de su insolvencia.
La emigración fue el remedio más importante para esta situación. Se hizo
en forma de colonización. Esta gran aventura griega tiene lugar sobre todo entre
los siglos VIII a VI.
La colonización tuvo un efecto económico muy importante: el desarrollo del
comercio. Los gríegos no habían sido un pueblo comerciante; en los poemas
de Homero los comerciantes son fenicios. La materia del comercio fue básica-
mente el vino, el aceite y los cereales, y para el transporte de estas mercancías,
además de la construcción de barcos, se desarrolló la producción de recipien-
tes de cerámica. Este desarrollo económico a su vez posibilita el aumento de
población de las poleis. Su núcleo siguen siendo los agricultores, pero ya apa-
recen los artesanos como clase estrictamente urbana (viven y trabajan en la ciu-
dad) y los marineros en las ciudades costeras. La expansión económica ha crea-
do una capa de población no noble, el pueblo, relativamente independiente,
que plantea importantes reivindicaciones políticas.
El punto crucial lo marca el cambio en la táctica guerrera, innovación de los
espartanos que luego se extiende a las demás poleis. Los carros de los nobles
son sustituidos por la falange, una formación cerrada de infantería. El comba-
te individual es sustituido por la maniobra colectiva. La hazaña del héroe deja
paso al triunfo comunitario. El guerrero combate ahora junto a sus compañe-
ros, sometido a una rigurosa disciplina para que la falange actúe unitariamen-
te y la formación no se rompa. La falange supone la más estricta igualdad en-
tre sus miembros. Cuando uno de ellos cae, otro debe sustituirle inmediata-
mente. La nueva unidad bélica es el hoplita, el soldado de a pie con armamento
pesado -casco, loriga, canilleras, gran escudo y pica- que, por supuesto, es
propiedad personal. Económicamente supone que en la polis hay un núcleo de
ciudadanos no nobles, fundamentalmente agricultores, que pueden costearse
dicho armamento. Simplificando, podemos decir que ahora nos encontramos
con una masa popular con armas, pero sometida politicamente a la aristocra-
cia. Es lógico que esta situación no pudiera mantenerse, que se produjeran
importantes cambios que, al ser originados en último término por capacida-
des económicas, dieron lugar a una nueva forma politica llamada timocracia.
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8 GRECIA
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En términos generales, podemos decir que hacia el final del siglo VII y casi si-
multáneamente en diversas ciudades de Jonia, Peloponeso y Magna Grecia se
impuso una nueva forma de gobierno: la tiranía. Se trata de líderes de la clase
noble que se apoyan en las masas populares para tomar ilegalmente el poder.
La tiranía es un poder concentrado en uno, pero que en principio no se ejer-
ce en beneficio propio sino de toda la comunidad. Efectivamente, las tiranías
trajeron prosperidad a las poleis. Hubo cambios importantes en la estructura
social, porque la sumisión política de la nobleza dio ocasión para que el tirano
repartiera sus propiedades, destruyendo las bases del poder aristocrático, y
creara un campesinado medio, adicto al tirano. En cuanto a la población urba-
na, los tiranos la ocuparon mediante una política de obras públicas.
Parece, pues, que la palabra tyrannos no nació con una intrínseca connota-
ción peyorativa en el mundo político y moral. Sin embargo, los mismos grie-
gos cargaron de tintes negativos al tirano como institución y no precisamente
por el aspecto sanguinario de represión política que hoy nos sugiere la palabra.
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En unas ciudades por derrocamiento de la tiranía (por ejemplo Atenas), en otras
por reformas que amplían la participación en el gobierno, el largo proceso de
evolución de las formas políticas culmina hacia el siglo V en la extensión de los
derechos políticos a todos los ciudadanos. Hemos llegado a la democracia.
Explicaremos sus rasgos constitutivos cuando hablemos de su realízación cum-
bre que fue la Atenas de Pericles.
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ESPARTA
siete años el niño era separado de su madre y la polis se hacía cargo de su edu-
cación con ejercicios de preparación para la milicia. La formación terminaba a
los veinte años con la incorporación del joven a la vida militar. A los 30 años el
espartano adquiría la plenitud de sus derechos políticos y formaba parte de la
asamblea. A los 60 era jubilado del servicio militar y quedaba disponible para
ser admitido entre los veintiocho ancianos del senado.
Los adultos espartanos se integraban en pequeñas comunidades de vida.
Cada una de ellas, formada por unos treinta hombres, constituía una célula del
ejército. Sus miembros se entrenaban juntos yen su momento combatían jun-
tos. Pero estos grupos iban mucho más allá del aspecto estrictamente militar.
Sus miembros compartían una vida común de la cual formaba parte impor-
tante la comida. Cada uno de los miembros aportaba a este fin una porción
señalada de alimentos.
La contrapartida de esta vida de cuartel fue la inexistencia de una auténtica
vida familiar, hasta el punto de que Esparta sufrió permanentemente el pro-
blema de la reproducción. El número de espartanos disminuyó desde 9.000
varones adultos en la época de apogeo hasta unos 700. Todos los intentos para
restaurar el poderio espartano estarán precedidos por concesiones masivas de
ciudadanía.
Tampoco podían los espartanos dedicarse a la vida económica. Su base eco-
nómica era la posesión de algunas tierras que eran cultivadas por esclavos. Con
su producto el espartano sos tenia a su familia y contribuía a la vida de cuartel.
Los espartanos eran conscientes de su opción antieconómica y vieron como
peligro la introducción de la riqueza y el lujo en su sociedad. Por ello, como
moneda, dentro de lapolis sólo permitieron circular pequeñas barritas de hierro.
Los esclavos agricultores de los espartanos se llamaban hilotas. Pertenecían
a la polis, quien los cedía a los ciudadanos para que trabajasen sus tierras. Pro-
bablemente eran descendientes de los primitivos habitantes sometidos y redu-
cidos a esclavitud, a los que se añadieron los mesenios.
Los espartanos y los hilotas no formaban la totalidad de la población. Exis-
tían también agricultores libres llamados periecos. A unque no tenían plenitud
de derechos políticos y económicos, tenían obligación de participar en el ejér-
cito y en las guerras, pero no estaban encardinados en la vida de cuartel. Pre-
cisamente los periecos llevaban la gestión de la escasa vida económica de Es-
parta.
3
ATENAS
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Las reformas de solón produjeron un periodo de tranquilidad social que no
fue duradero porque existían intereses sociales que no habían sido satisfechos.
Esta situación da lugar a una serie de disturbios hasta que Pisístrato, un noble,
consigue establecerse como tirano (560 a. de C). Pisístrato promovió una redis-
tribución de tierras en base a las confiscaciones de nobles y mejoró la situación
de los pobladores urbanos con obras públicas.
Los hijos de Pisístrato no estuvieron a su altura y la tiranía acabó en el año
510 con una serie r 'chas cuyo principal protagonista fue Klístenes. Éste in-
12 GRECIA
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LA FORMA DE LA POLIS
El somero recorrido por tantos siglos de historia de la polis nos plantea la pre-
gunta de si cabe encontrar en formas aparentemente tan alejadas alguna es-
tructura común que fuera el alma permanente de la singular organización grie-
ga, que nos diera su razón de ser e incluso nos explicara su misma andadura.
El hecho de que, a pesar de las diferencias, a todas esas formas atribuyamos el
término polis implica una respuesta afirmativa a la pregunta. Decimos que la
pluralidad de formas, que sólo hemos mencionado en sus categorías más ge-
nerales y que todavía resaltaría mucho más si contempláramos las poleis una a
una, debe interpretarse como pluralidad de manifestaciones de una única for-
ma que subyace a todas ellas. Efectivamente, en el fondo de la polis está siem-
pre presente la realidad de una pequeña comunidad de iguales, altamente in-
tegrada, que constituye el núcleo social en torno al cual se posiciona el resto de
la población. Esta idea de la comunidad integrada, actuante, viva, que decide
sobre sus propios destinos y dentro de la cual el ser humano encuentra la ple-
nitud de su realización, constituye la última esencia de la polis. El hombre es
un animal "politico»5 (ZOOM politikóM) en cuanto ser que encuentra su más alta
perfección participando en la vida de la polis.
Naturalmente los helenos tardaron muchos siglos en llegar a una formula-
ción consciente de lo que era la polis. En este caso la praxis fue por delante de
la teoría. La comunidad local de los vecinos se concreta y se realiza de un modo
espontáneo y natural en la reunión de los hombres libres (no sometidos a nin-
gún otro hombre), aptos, física y económicamente, para manejar las armas. En
esta asamblea cada individuo, precisamente por su capacidad bélica personal,
que puede actualizar en cualquier momento, mantiene su personalidad, su li-
bertad, porque libremente acude y actúa en la asamblea y porque no reconoce
a ningún otro hombre como su superior natural, lo cual no excluye la subordi-
nación funcional para determinadas tareas cuando así lo decide la asamblea.
Éste fue el alma permanente de la polis, su forma esencial a la que se mantu-
vo fiel a través de la pluralidad de formas históricas en que se fue concretando
en los diversos tiempos y en los diferentes lugares.
La relación del individuo con la polis a través de la asamblea se mantiene
viva precisamente por la ausencia de una institución que es básica en nuestro
mundo político moderno: la representación. Los miembros de la comunidad
han de participar personalmente en la asamblea, no pueden nombrar un repre-
sentante. La comunidad se identifica directamente con sus miembros, que son
perfectamente conocidos unos de ot~os, y, por tanto, no cabe la mediación de
un representante.
La polis es, pues, una institución eminentemente personal. Hemos de insis-
tir en este aspecto personal, tan diferente de lo que ha llegado a ser el Estado
5 Utilizamos las comillas para indicar que el adjetivo está entendido en el sentido ori-
ginal griego (lo que se refiere a la polis) y no en el sentido actual.
=
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16 GRECIA
***
Estas consideraciones sobre las dimensiones externas de la polis nos han remi-
tido a la idea básica de la comunidad altamente integrada y nos llevan a pre-
guntarnos por lo que podríamos llamar las dimensiones internas de la polis.
¿Hasta dónde abarcaba la vida colectiva de la polis en relación con los indivi-
duos y con las posibilidades que ofrecía aquella cultura? La respuesta es otra
de las características originales de esta formación social. La polis lo abarca todo:
el hombre sólo se hace tal en el seno de la polis, es el animal «político», pues
satisface en la polis desde las necesidades materiales hasta las espirituales, in-
EL MUNDO POLÍTICO DE LO S GRIEGOS 17
* * *
La exposición de lo que antecede ofrece gran parte de la respuesta a la pregun-
ta que surge espontáneamente al estudiar la historia política griega: ¿por qué
los griegos no fueron capaces de crear un gran Estado nacional unitario? Pare-
ce corno si la gran inventiva helena, que en tantas ramas de la cultura supo
alcanzar cotas definitivas, hubiera sido permanentemente inmadura en el te-
rreno político. Todavía Aristóteles, viviendo lo que se ha llamado el ocaso de
la polis, y consciente de que dicha forma no tenía porvenir en la Historia, de-
seaba que el pueblo griego mantuviera el liderazgo cultural y político de la
humanidad, pero el filósofo sabía que para ello era necesario instaurar un sis-
tema de gobierno unitario. La respuesta es que dicho gobierno, que equival-
dría a nuestro actual Estado nacional unitario, nunca fue un objetivo político
para los griegos. Una forma política de grandes dimensiones hubiera signifi-
cado la muerte de la polis, que es la creación específicamente griega.
•
CAPÍTULO 1
1
IDEAS "POLÍTICAS» FUNDAMENTALES
humana. Solemos traducirlo por virtud, pero nuestro fonema tiene una primor-
dial connotación moral e interna que no existía entre los griegos del siglo v. La
ayeté no se entendía separada del comportamiento. Solamente con Sócrates va
a producirse el importante cambio que da primacía a la interioridad en la cua-
lificación de la persona. Esta íntima relación entre ayeté y éxito social explica la
identificación sofística deayeté con oratoria. Efectivamente, el instrumento por
excelencia para la acción política, dada la composición colegiada de los órga-
nos, era el discurso, la arenga, la expresión en público. El buen orador tenía
asegurado su triunfo en la vida de la polis.
Y, sin embargo, esta abierta competición, este impulso individual para as-
cender en la escala del prestigio, no da lugar a la guerra universal de todos
contra todos. Era natural que el egoísmo y las pasiones personales, tan aguda-
mente azuzadas, pudieran hacer presencia y en muchos momentos convertirse
en auténtico peligro para la polis. Pero los griegos pensaron que en la polis pri-
vaba el concierto sobre la distorsión, que la polis debía ser una realidad de con-
vivencia pacífica, armónica. Hemos llegado a uno de los conceptos clave de la
mentalidad griega: la armonía. Retomaremos este concepto a nivel general en
el próximo apartado. Ahora que estamos reflexionando sobre la actividad sin-
gular de los ciudadanos nos preguntamos en virtud de qué elemento esa acti-
vidad debe desarrollarse en armonía. Aristóteles lo expresa con gran claridad
y concisión: el hombre es «animal político» porque tiene ellogos, vocablo que
significa «palabra» y además «razón»: ellogos es tanto el discurso interno del
pensamiento como su comunicación externa a los demás. La comunión en el
logos, la unidad profunda de los hombres en la razón, constituye el fundamen-
to más sólido y profundo de la vida social. EIlogos griego tiene además nues-
tro sentido de lo «razonable» en cuanto opuesto a lo pasional. Frente a las
pulsiones de la pasión, que por sí mismas son ilimitadas, la razón pone orden
y medida, y hace posible la vida comunitaria, porque el triunfo personal ya
tiene una instancia limitadora interna.
* * *
La experiencia de una vida comunitaria ordenada creó en el heleno, por los
caminos usuales de socialización, una alta valoración de todo lo que es orden
y razón. Todo orden social necesariamente se objetiva en unas normas, las le-
yes de cada sociedad. En su época primitiva las poleis se regian por normas
tradicionales a las que se atribuía un fundamento religioso, habían sido dadas
por el dios de la polis, o en general por los dioses; eran las thémistes. Los grie-
gos llamaron nomos a la ley codificada por escrito. La codificación hizo que el
nomos fuera sentido como un bien propio de toda la comunidad. Aparece como
la gran instancia colectiva sustentadora de la polis. El nomos es en la vida de la
polis lo que ellogos es en la vida personal. Nomos es ley en el lenguaje griego y
es mucho más: es ellogos colectivo, objetivado, que define y hace posible la vida
de la comunidad y, consiguientemente, la de cada ciudadano. El nomos (o los
nomoi, puesto que las pautas reguladoras de la vida social se fueron desarro-
20 GRECIA
dece, como si en un caso se quisiera subrayar el poder del que manda y en otro
el respeto a la libertad del sometido.
El nomos es la instancia integradora del individuo en la polis. Siguiendo al
nomos, el individuo actúa como juez, funcionario, guerrero, sacerdote. Al abar-
car la polis la totalidad del ámbito vital del ciudadano, el nomos era una instan-
cia que llegaba hasta casi todos los rincones de la vida del individuo. Y, sin
embargo, este dominio, que por su intensidad podríamos llamar tiránico, era
aceptado libremente por el ciudadano. El descubrimiento del nomos como ins-
tancia de libertad y dignidad de la persona permanecerá ya para siempre como
uno de los logros fundamentales del pensamiento político .
•••
Aquella parte del nomos que regulaba las instituciones sociales más importan-
tes fue llamada politeia. De nuevo preferimos atenernos al fonema griego, pues
el castellano «constitución» tiene hoy un significado jurídico formal que no
coincide con la politeia de los griegos. En ésta, una vez más, está muy presente
el sentimiento de lo vivo, lo que se realiza por la actividad agitada de unos
sujetos concretos.
Los dos principios esenciales de la politeia fueron la autonomía y la autar-
quía. Las dos se complementan para expresar la idea núcleo de la forma polí-
tica griega como una pequeña comunidad, que en su microámbito tiene la to-
talidad de posibilidades de la vida humana digna. La autonomía expresa la
independencia política de la ciudad. Su nomos, su forma de vida, tiene su ori-
gen en ella misma. La autonomía es la expresión de la libertad colectiva, pre-
supuesto de la libertad individual. El mismo fervor con que el individuo valo-
raba su libertad, lo trasladaba la ciudad a su nomos. Para defender su autonomía
estaba dispuesta la polis a los mayores sacrificios, a la guerra contra cualquier
enemigo, por poderoso que fuera. La autarquía -autosuficiencia- expresa
la independencia material de la ciudad. Es la base material de la autonomía.
La polis debe poseer todo lo necesario para desarrollar su proyecto de vida co-
lectiva, para que los ciudadanos puedan realízar sus cualidades personales y
alcanzar la felicidad. Pero la pobreza del suelo griego, que no puede ofrecer en
cada una de las regiones o comarcas el conjunto material suficiente para satisfa-
cer las necesidades de lapolis, plantea el problema de la autenticidad de la autar-
quía. ¿Cómo pensar en autarquía si siempre fueron necesarias las relaciones
comerciales entre las poleis? Aunque no todos los productos tuvieran origen
en ella misma, si la polis era capaz de procurárselos libremente, esto bastaba.
Desde nuestra actual perspectiva podemos señalar el gran peso ideológico que
tenía la autarquía entre los griegos. Hasta tal punto creían en la autarquía que
ni siquiera los grandes genios del pensamiento político griego se plantearon el
problema de las relaciones exteriores de la polis.
22 GRECIA
2
EL ORTO DEL LOCOS
3
PRIMERAS IDEAS SOBRE LA JUSTICIA