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SAFO DE LESBOS

También llamada Safo de Mitilene o de Lesbos; Lesbos, actual Grecia, s. VII a.C. - id., s. VI a.C.) Poetisa griega. Pocos datos ciertos se tienen
acerca de Safo, de quien tan sólo se conservaron 650 versos, extraídos de citas tardías y del moderno estudio de papiros. Vivió toda su vida
en Lesbos, con la excepción de un corto exilio en Sicilia motivado por las luchas aristocráticas.

Supuestamente perteneciente a la aristocracia, Safo llevó la vida propia de las mujeres de la clase alta, alejadas necesariamente del
ambiente de luchas e intrigas políticas; según una tradición que parte de Anacreonte, era homosexual. Se la ha presentado siempre como
profesora de una escuela de poesía fundada por ella, lo que es difícil de certificar, aunque sí es cierto que convivía con sus compañeras en
un clima distendido y propicio a la contemplación y a la recreación en el arte y la belleza.

De su obra, que al parecer constaba de nueve libros de extensión variada, se han conservado algunos Epitalamios (cantos nupciales para
los cuales creó un ritmo propio y un metro nuevo, que pasó a denominarse sáfico) y fragmentos de poemas dirigidos a algunas de las
mujeres que convivían con ella.
En ellos se entrevé la expresión de una subjetividad que se recrea en sutiles oscilaciones de ánimo, en un intento de dar forma a la pasión.
Safo presenta la pasión amorosa como una fuerza irracional, situada entre el bien y el mal, que se apodera del ser humano y se manifiesta
en diversas formas, como los celos, el deseo o una intangible nostalgia, e incluso produce reacciones físicas, como las que describe
detalladamente en uno de sus poemas, el más completo que se ha conservado de ella.

Su poesía tuvo un gran éxito ya en la Antigüedad, y sirvió de fuente de inspiración a grandes poetas, como Teócrito o Catulo; a partir de la
época alejandrina se puso ya de manifiesto el interés por conservar su obra e intentar descubrir nuevas partes. A pesar de lo fragmentario
de su producción conservada, parece que Safo consiguió hacer realidad su deseo, acorde con la concepción helénica de la poesía, de hacer
perdurable su amor a través de su creación poética.

En el s. VI a.C. surge una figura señera en la literatura griega y de todos los tiempos: Safo. Confluyen en ella circunstancias que. desde la
Antigüedad, la han hecho objeto de interés. unas veces para admirarla, otras, en cambio.
para censurarla: Safo es, en primer lugar. una mujer, a la que rodea, además, el halo inquietante de su vida privada, pero destaca. por
encima de todo. La hermosura y sensibilidad de su poesía.

Nace Safo en la isla de Lesbos, en fecha y lugar que se discuten. Su obra nos la sitúa en Mitilene, en donde habita, rodeada siempre de un
grupo de muchachas, la que ella misma denomina "casa de las Musas". Fuera ésta una especie de pensión o internado en el que se educaba
a nobles jóvenes, fuera un tíaso de mujeres dedicadas al culto de Afrodita. lo cierto es que sus propios poemas atestiguan la existencia de
otros círculos de mujeres semejantes al suyo. que se han comparado con los frecuentes círculos de filósofos o poetas varones.
Aquí compone su obra Safo, en medio de un ambiente lujoso, delicado, cuyos perfumes. colores y riquezas impregnan cada poema.

Frente a la injusta situación de inferioridad y aislamiento a que estaba sometida, en términos generales, la mujer helénica, Safo es una
mujer culta admirada incluso por poetas varones contemporáneos- e independiente.

Su obra es el reflejo de sus sentimientos más íntimos: escribe siempre de amor. Ningún comentario especial habría merecido este punto a
lo largo de la historia si no fuera porque el amor que Safo siente y canta va dirigido a las muchachas con las que convive, un amor gliktprikon
'agridulce', 'que desata los miembros'. Sensualidad. pasión, despedida, celos. añoranza, reproches. recuerdos amor, siempre amor.

A la frescura y sensibilidad de sus poemas se une, además. La combinación perfecta de las formas tradicionales de la lírica griega con sus
aportaciones personales (entre otras, Safo emplea una estrofa métrica que lleva su nombre). Todo ello hace de su lírica una poesía nueva.

La acmé de Safo coincide con una época de importantes cambios sociales en Grecia. Corresponde con el establecimiento de la ciudad
Estado, también conocida como polis, que empezó en el siglo viii a. C. y dio como resultado que la antigua monarquía hereditaria fuera
reemplazada por una nueva aristocracia, debido principalmente a que los griegos que emigraron a las costas de Asia Menor no formaban
una estirpe uniforme. Se estableció así una nueva institución política, la tiranía, en la que el tirano conquistaba el poder tras el
asesinato de su predecesor, estableciendo así una monarquía apoyada por la aristocracia de la que hacía parte. En la época de Safo y
Alceo reinaba el tirano Mirsilo, quien había tomado el poder luego de que fuera asesinado Melacro; el suceso produjo el exilio de todos
aquellos aristócratas que se opusieron a él.
Safo hace una referencia a su destierro fue desterrada a Siracusa, en Sicilia, entre el 605 y el 591 a. C. Si esto fue cierto, la causa de su
destierro debió estar relacionada con su desacuerdo con la política de Mirsilo y los beneficios que éste pudo haberle dado a los Cleonáctidas,
poderosa familia de la que Mirsilo hacía parte, y a la que Safo ataca en varios poemas.

Como se puede ver, los datos certeros acerca de la vida de Safo son pocos, los demás conjugan el mito y la realidad, ya que han sido
transmitidos hasta la actualidad a través de distintas tradiciones: Cómicos atenienses, filósofos, poetas, gramáticos, etc., que fueron
agregando o deformando información a partir de referencias encontradas en sus poemas de carácter personal o de relatos de su
vida, muchos de ellos fantásticos, como su amor no correspondido por Faón, por el que se suicidó en el Salto de Léucade, o su negativa
a la declaración de amor por parte de Alceo. También se le atribuyeron a invención del plectro y del modo mixolidio. No obstante,
estos datos, verdaderos o falsos, ayudaron a preservar su nombre a lo largo de los siglos.

En cuanto a su obra, sí se es posible esclarecer varios aspectos que pueden dar una idea más o menos precisa de cómo estaba compuesta,
tanto en los aspectos formales como en los temáticos, y sobre los contextos para los cuales estaba destinada.
La poesía de Safo muestra el eros como una pasión íntima que con la misma fuerza afectaba a los sentidos que al alma. Jamás la poesía
amorosa masculina alcanzaría la profundidad espiritual de la lírica de Safo, aunque la polaridad humana de lo espiritual y lo sensual
alcanzara más tarde verdadera importancia en la vida erótica y la formación de los jóvenes. Safo demostraría que sólo la mujer era capaz
de la entrega total, del alma y los sentidos, único sentimiento que merece la denominación de amor. Para la mujer el sentimiento del amor
se halla en el centro de su existencia y sólo ella lo abraza en la unidad de su naturaleza indivisa. Y es importante destacar que Safo dirige
este sentimiento hacia las muchachas de su círculo cuando en aquel tiempo, ajeno todavía al concepto del matrimonio por amor, era difícil
para la mujer concebir el amor hacia el hombre.

Pertenece a la lírica mélica; sus poemas son monodias destinadas a ser cantadas en grupos cerrados o en festividades,
especialmente en las bodas. Las estrofas de sus poemas constan de dos a cuatro versos que se repiten sistemáticamente (lírica
monostrófica), de modo que los poemas tienen un mismo esquema métrico y estrófico.

Lo que aportaría Safo con sus concepciones poéticas sería la transgresión del mundo masculino para ensalzar las menudas delicias y
placeres femeninos.

La lírica popular convivió con la literaria desde el siglo vii a. C. tuvo una continuidad, según permiten dilucidar los datos: los tipos de cantos
eran dedicados unos al culto, invocando, implorando o despidiendo a una o varias divinidades; otros a distintas festividades agrarias,
funerarias, nupciales, etc. Eran cantados por coros y solistas integrados por viejos, jóvenes, sacerdotes, etc., de ambos sexos en forma
ternaria, a veces enfrentándose entre sí (agones), y eran acompañados por diversas danzas e instrumentos de cuerda, viento
y percusión.

POEMA DESDE CRESTA VEN AFRODITA

Inmortal Afrodita, la de trono pintado,


hija de Zeus, tejedora de engaños, te lo ruego: de nuevo te invocaba,
no a mí, no me sometas a penas ni angustias y qué con tanto empeño conseguir deseaba
el ánimo, diosa. en mi alocado corazón. “¿A quién, esta vez
Pero acude acá, si alguna vez en otro tiempo, voy a atraer, oh querida, a tu amor? ¿Quién ahora,
al escuchar de lejos de mi voz la llamada, ay Safo, te agravia?
la has atendido y, dejando la áurea morada Pues si ahora te huye, pronto va a perseguirte;
paterna, viniste, sí regalos no aceptaban, ahora va a darlos,
tras aprestar tu carro. Te conducían lindos y si no te quería, en seguida va a amarte,
tus veloces gorriones sobre la tierra oscura. aunque ella resista”.
Batiendo en raudo ritmo sus alas desde el cielo Acúdeme también ahora, y líbrame ya
cruzaron el éter, de mis terribles congojas, cúmpleme que logre
y al instante llegaron. Y tú, oh feliz diosa, cuanto mi ánimo ansía, y sé en esta guerra
mostrando tu sonrisa en el rostro inmortal, tú misma mi aliada
me preguntabas qué de nuevo sufría y a qué
ANACREONTE

Separado de la lírica lesbia por más de medio siglo, Anacreonte se mueve en un mundo diverso, donde han desaparecido los ideales
aristocráticos de Alceo y Safo, y en el que la presión de los persas obligó a los habitantes jonios de su ciudad ( Teos) a marchar a las costas
tracias, donde este poeta inicia sus primeros versos.

Más tarde Anacreonte dirige sus pasos a la corte de Polícrates en Samos, de donde parte hacia Atenas con el tirano Hiparco. Aquí el marco
su la poesía lo constituye el distinguido simposio, muy de moda en la época de las tiranías, en el que se concede gran importancia al
refinamiento de los modales en el banquete. Si Alceo recitaba poesía del arsenal en su círculo de combatientes, Anacreonte nada quiere
saber de rencillas y guerras. Él mismo dice que desea cantar los dones de Afrodita y los alegres placeres de la fiesta, que presentan un
carácter netamente erótico. Sus versos reflejan la dulzura d la vida con tal intensidad que en ocasiones llega a ser dolor.

Revela su originalidad tanto en expresiones metafóricas, como en el uso de abundantes epítetos. El sentido del poeta por lo delicado y
frágil se expresa en los versos que compara a la juventud esquiva con el pequeño corzo que, abandonado por la madre, anda por el bosque
lleno de temor.

Los alejandrinos conocían cantos, elegías y yambos de Anacreonte, y publicaron sus poemas en cinco libros. Su arte no admite
continuadores y quienes lo intentaron convirtieron su gracia en simpleza, su placer por la vida en debilidad por el vino y el amor. Sus
poemas fueron compuestos hasta la época bizantina y sesenta de ellos están recopilados en manuscritos detrás de la Antología palatina.

Anacreonte fue el poeta griego de la lírica hedonista. Nació en la cuidad jónica Teos o Teya, (actualmente Turquía). Se cree que vivió entre
572 y 485 a.e.c. Debido a la huida de su pueblo natal, por la amenaza persa, migró a Abdera y luego a Samos donde fungió como poeta de
la corte del tirano Polícrates, hasta el 522 cuando este fue asesinado por Oretes, sátrapa de Cambises durante otra invasión persa.

Anacreonte, entonces se trasladó a Atenas donde sirvió a Pisistrato y más tarde, cuando este cae del poder, Anacreonte se va a Tesalia
bajo la protección de los Alévadas, allí murió a la avanzada edad de 81 años durante la segunda guerra Medica entre persas y griegos. Se
dice que paradójicamente, una pepita de uva que le ahogó fue la causa de su muerte.

Siempre fue poeta de corte y su producción poética fue abundante, sin embargo hasta nuestros días es difícil diferenciar, en la colección
que ostenta su nombre (de la cual, desgraciadamente, muchos son solamente fragmentos) lo que es realmente suyo y lo que pertenece a
sus abundantes imitadores. A algunos hay que descartarlos por su afectación (Anacreonte escribía de manera sencilla, ingenua, correcta, a
veces tiernamente patética pero nunca afectada), y otros por sus tendencias epigramáticas, caracteres ambos de una época posterior,
según los historiadores.

Adquirió gran celebridad en la antigua Grecia, debido a que en sus poesías había un tinte sensual y apasionado que embriagaba de placer
a la audiencia. También cultivó ocasionalmente la sátira, inspirándose en Arquíloco.

Su poesía canta a los placeres, a la alegría, la facilidad de la vida. Sus temas son el dormir, beber, amar, cantar y bailar, además de frecuentes
referencias a elementos de la naturaleza como las golondrinas, la cigarras, las flores o las estaciones alegres del año: primavera y verano,
los cuales utiliza para exaltar la belleza en la sencillez de la vida. El mejor ejemplo de esto es su Odita a la paloma.

Por otro lado, Anacreonte rechaza los temas referentes a la gloria del héroe, al furor de guerra o las trágicas matanzas, temas ampliamente
difundidos y trabajados por otros poetas de aquellos tiempos, y tal vez fuera precisamente porque él mismo estuvo toda la vida asediado
por la guerra, huyendo de ella constantemente.

Podríamos decir que consideraba necesario, a través de su trabajo como poeta cortesano (y sobre todo para sí mismo), retirar el reflector
de todo aquel sufrimiento bélico y echar luz sobre lo valioso de la existencia: lo disfrutable en vida, aquello que puede halagar a los sentidos,
los amores y los deleites de la mesa. Nuestro poeta afirmaba que cuanto más próximo se halle el día de la muerte, tanto más anhelo
debemos sentir por la satisfacción de nuestros placeres, porque con el sepulcro todo acaba. Las glorias y honores que se puedan obtener
después de la muerte (a través de heroicos combates, por ejemplo) de nada sirven.

Sus influencias en la literatura son notables, podemos encontrarlas desde los cantos de los poetas Goliardos (monjes errantes que se decían
descendientes del gigante Goliat), también en poetas como José Cadalso (S. XVIII) o Salvador Rueda (precursor del modernismo). Goethe
le escribió un poema titulado Anakreons Grab (La tumba de Anacreonte), Edgar Allan Poe escribió el poema titulado «Romance» en el que
cuenta que él había sido «un muchacho ocioso… que leía Anacreonte y bebía vino».
La obra de Anacreonte, pues, debería ser, como ahora se dice con una palabra de moda, “performativa”, capaz de provocar o producir
aquello de que habla. Así como cuando dicen que Dios dijo “Hágase la luz, y la luz se hizo”. Mágicamente, al comenzar a leer, toma cuerpo
ante nuestros ojos una visión fantástica: allí está la sala del simposio, del banquete; el espectáculo es impresionante: una salón donde se
celebran ritos dionisiacos; vino, música, danza, viandas, gollerías, hombres y mujeres jóvenes y hermosos; alegría, gozo, belleza; todo está
listo, se respiran exquisitos aromas, todo invita a más. La ocasión debe ser importante, todos los invitados, como cada uno de nosotros,
son invitados de gala; honor y lujo. Nadie se excede, no se da el borracho impertinente, ni la impudicia grosera. El placer es lícito, refinado,
fuente de felicidad. Todos mezclan el vino con agua; todos disfrutan en cuerpo y espíritu: no en el espíritu solo, sin participación del cuerpo;
no sólo en el cuerpo, a precio del espíritu

Su lírica, de tono hedonista, refinado y decadente, canta a los placeres del amor (tanto de hombres como mujeres). También cultivó la
sátira, inspirándose en Arquíloco.

Para Anacreonte, el amor es algo fundamentalmente sensual, fugaz y pasajero. Son famosos sus poemas dedicados a la muchacha joven a
quien llama “potra tracia”, así como aquellos que hacen referencia a juegos entre el poeta y algún joven del que estuviera enamorado.

y los muertos no beben, no aman, no desean.


¿A qué me instruyes en las reglas de la retórica?
Al fin y al cabo, ¿a qué tantos discursos
que en nada me aprovechan? II
Será mejor que enseñes a saborear
el néctar de Dionisios De la dulce vida, me queda poca cosa;
y a hacer que la más bella de las diosas esto me hace llorar a menudo porque temo al tártaro;
aun me haga digno de sus encantos. bajar hasta los abismos del Hades,
La nieve ha hecho en mi cabeza su corona; es sobrecogedor y doloroso,
muchacho, dame agua y vino que el alma me adormezca aparte de que indefectiblemente
pues el tiempo que me queda por vivir ya no vuelve a subir quien allí desciende.
es breve, demasiado breve.
Pronto me habrás de enterrar

PÍNDARO

Poeta lírico griego nacido en Cinoscéfalos, lugar cercano a Tebas (Beocia),


en agosto del 518 a. C. Era de familia noble; hijo de Pagondas o Pagónidas y de Cleódice; hermano de Erotión o Eritimo; esposo de Megaclea
y padre de Daifanto, Protómaca y Éumetis.

Pindaro hace gala constantemente de sus sentimientos aristocráticos frente a un mundo democrático que se impone, capitaneado por
Atenas, y busca refugio en las ya algo anticuadas cortes de los tiranos sicilianos, donde, por cierto, había de sufrir la competencia de sus
rivales en el campo de la lírica coral, Simónides (v.) y Baquílides (v.) tío y sobrino respectivamente, a quienes dedica punzantes críticas. En
estas cortes contrae gran amistad con los monarcas Hierón y Terón, a quienes, sin adular jamás, alaba, pero también advierte o amonesta.

Desde el punto de vista de su acendrada religiosidad, que le hace rebelarse más de una vez contra las impías leyendas divinas derivadas de
Homero y otros poetas, Pindaro observa, en dioses u hombres, los peligros de la hybris, soberbia, que termina por arrojar a los abismos de
la calamidad, áte, al que quiere remontarse sobre la medida convirtiéndose así en un
dios, cosa imposible para un hombre.

Por otra parte, el poeta, en sus estancias en Sicilia y el Sur de Italia, conoció y se dejó influir por creencias órfico-pitagóricas que, a diferencia
de la poco esperanzadora religión tradicional, permitían entrever un futuro de un modo u otro a quienes en vida hubieran practicado la
virtud, la areté, que para él no es sólo la buena conducta en sentido actual, sino también la magnificencia, elegancia y sentido deportivo
desplegados en la vida y en las relaciones con los dioses.

Todo ello desde un punto de vista muy dórico frente a la nueva moral, más pragmática, que los idearios jónicos, triunfantes en su tiempo,
venían imponiendo.
El estilo de Pindaro es conciso, pero no está exento a veces de cierta complicación; los procedimientos retóricos usuales se emplean con
prudencia y se aprovechan para producir efectos muy personales. Aun así, es difícil imaginarse la maravillosa impresión que debía de
producir en los oyentes una obra pindárica, si es que la música (que desconocemos, y de la que únicamente sabemos que se componía de
sencillas partituras, en general para lira y flauta) estaba en consonancia con el texto.

El dialecto es el de la lírica artificial, con elementos dóricos y eólicos, algún jonismo y escasas particularidades beocias, lo cual no es extraño,
pues su vida cosmopolita le mantuvo siempre muy apartado de su ciudad natal.

Píndaro ha sido con razón considerado siempre como el más insigne de los poetas griegos; muy utilizado por la tragedia, lírica posterior y
escritores alejandrinos, fue luego calificado de incomparable por Horacio, quien, no obstante, como otros autores latinos, se inspiró en él
como fuente y modelo. Desde el Renacimiento, su gran fama le ha mantenido invariablemente en primer plano de alabanzas e imitaciones.

Píndaro es el más brillante de los poetas corales del siglo V. Nació cerca de Tebas, en Cinoscéfalas, probablemente en el 518; recibió parte
de su educación en Atenas y escribió una oda temprana para el alcmeónida Megacles. La postura de Tebas a favor de los persas en las
Guerras Médicas debió suponer una tensión para los que tenían fuertes simpatías por los valores griegos de orden, disciplina y valor en la
batalla como era su caso; por ello Tebas le multó con mil dracmas por componer un ditirambo a Atenas.

Posiblemente estas tensiones le llevaron a Sicilia entre el 476 y 474, donde compuso la Olímpica 1 para Hierón de Siracusa y las Olímpicas
2 y 3 para Terón de Agrigento. La obra de Píndaro cubre medio siglo.

Escribió su primera oda en el 498 y la última en el 446. Aunque hay muchos fragmentos de poemas perdidos, especialmente de los peanes,
los epinicios son la obra más importante de Píndaro y constituyen con mucho el corpus de poesía coral griega de lectura constante más
grande desde la Antigüedad clásica hasta nuestros días. Para los críticos de la Antigüedad, Píndaro representaba el estilo severo o rudo,
difícil por su audaz orden de palabras, abruptas transiciones, altura en el pensamiento y la expresión.

A pesar del programa convencional que el autor de epinicios debe seguir (alabanza del vencedor y su familia, su generosidad, antepasados,
mención de victorias anteriores, amistad y obligación entre poeta y vencedor), tiene aún un amplio margen de flexibilidad. Puede variar
los epítetos ornamentales, las invocaciones, el ritmo y el metro; puede contraer o alargar imágenes o mitos.

Inicios de Píndaro.

En la primera etapa de la producción pindárica evidentemente prevalecieron los poemas relacionados con el culto pero, como éstos se han
perdido, sabemos poco sobre su actividad en estos años. Los papiros han
conservado, junto a fragmentos de otros peanes, algunas partes del que Píndaro hizo cantar en la fiesta de
las Teonexias en Delfos.

Posiblemente los cantores fueran eginetas, pues se entona la alabanza de la isla, que tanta importancia tuvo en la vida de Píndaro. Egina
era aún entonces la peligrosa rival de Atenas, y esta enemistad le unía políticamente a Tebas. El poder se concentraba en las manos de una
aristocrática clase alta de familias adineradas y aficionadas a los deportes. Éste era el mundo que cuadraba bien a los epinicios pindáricos.
Pero, pese a lo cálido de su homenaje, Píndaro hirió con dicho peán la sensibilidad de los eginetas. Poco tiempo después de esta
composición se retracta.

En la pítica 6 celebra a Trasíbulo, hijo de Jenócrates, hermano del tirano Terón de Agrigento, que había triunfado en Delfos en una carrera
de carros. Trasíbulo había acudido de Sicilia para presenciar la carrera.

Píndaro y Sicilia.

Los triunfos del poeta en Sicilia fueron decisivos para la consagración de su prestigio panhelénico. Píndaro se unió estrechamente a los
tiranos Hierón y Terón, residiendo en sus cortes. La riqueza de impresiones nuevas que le ofreció tanto el poder como el brillo de este
mundo griego occidental halla su eco en versos como aquellos con los que se inicia la Olímpica 1, en honor al triunfo de

Hierón en una carrera de caballos en el año 476. La carrera de carros la había ganado Terón, al que le
compuso la Olímpica 3.
En Sicilia Simónides y Baquílides deben haberse cruzado en su camino. Más de un verso fue interpretado como una polémica contra los
dos, como la Olímpica 2, en la que ataca a los eruditos, que igual que cuervos lanzan graznidos al águila, y en otros pasajes la advertencia
a los difamadores y aduladores y la crítica a los que servían a las musas con afán de lucro.

Los epinicios.
Son cantos en honor a los vencedores en las fiestas deportivas; en ellas se trataba de aspirar en aquel lugar y momento a la meta que los
jóvenes hallaban trazada en Homero: ser siempre el primero y distinguirse de los demás. La lírica coral en el epinicio elevó el suceso
deportivo a la esfera de verdadero arte.

En ningún momento ocupa el primer plano el acontecimiento deportivo: con rasgos a los que se alude fugazmente, se le incluye en un
mundo que está determinado por el espíritu, se alimenta de la tradición mítica y sabe poner todo en relación con los interrogantes
fundamentales de la existencia humana.
La riqueza de sentencias de validez universal debe comprenderse a partir de esta actitud. El epinicio consta de
cuatro elementos:

1.- Según la finalidad del canto, hay alusiones al vencedor, a su familia y sus méritos deportivos en otras fiestas. Hay escasas referencias al
transcurso de la competición.
2.- El mito, que puede estar relacionado con el lugar del triunfo o con las circunstancias de la vida del vencedor o bien se propone como
gran ejemplo. Con frecuencia no se comienza por el principio del relato que se quiere narrar, sino con una fase posterior a los sucesos, de
donde se retrocede por pasos, pues el poeta no aspira a hacer un relato lineal, sino a elaborar todo lo que parece esencial en la historia.
3.- La sabiduría gnómica que aparece una y otra vez.
4.- Expresiones personales de Píndaro que anuncian la dignidad y el cometido de su profesión de poeta.

El lenguaje.
Incluye elementos épicos, con un colorido dórico y elementos eólicos. Hay muy pocos elementos locales beocios. Sus períodos son de una
grandiosa construcción, en los que la estructura se vuelve casi invisible bajo el exuberante ornato. Renuncia al empleo abundante de la
antítesis y adverbios en favor de un entrelazamiento violento, desplazando el peso de la frase al sustantivo frente al verbo que se convierte
en una palabra de apoyo de escaso contenido. Utiliza ricas imágenes. Todo ello le lleva a crear un estilo pomposo

POEMA sin que su cuerpo en su transcurso fustigado fuera


y fundió a su amo con su victoria,
Excelsa es el agua; pero el oro, cual fuego ardiente, al rey siracusano de ecuestres aficiones!
se destaca en la noche por encima de la riqueza que al hombre Reluce su fama
enorgullece. en la colonia, por sus hombres célebres, del lidio Pélope.
Si los juegos deportivos proclamar Por éste sintió pasión el poderoso Posidón,
deseas, corazón mío, el que la tierra conduce, cuando Cloto lo saco
ni trates tú ya de contemplar del inmaculado caldero
en pleno día astro luminoso, a través del éter yermo, provisto de un brillante hombro de marfil.
más cálido que el sol, ¡En verdad que es mucho lo asombroso!
ni nosotros un certamen superior al de Olimpia cantaremos, E incluso puede acontecer que los rumores
lugar de donde procede el himno, por muchos entonado, de los mortales, habladurías adornadas con abigarradas
que envuelve el ingenio de los poetas, para que canten ficciones, transgrediendo el relato verdadero,
al hijo de Cronos cuando lleguen al próspero nos engañen por completo.
hogar bienaventurado de Hierón, II
quien ostenta el cetro dictaminador en la fructífera El Encanto, que apresta para los mortales todo lo que les es grato,
Sicilia, recolectando los capullos de todas las virtudes, como además les importa honra, también consigue que se crea lo
mientras resplandece a la vez increíble
en lo más exquisito del arte musical las más de las veces;
con diversiones como las que nos reúnen y los días restantes
a los hombres con frecuencia alrededor de su mesa hospitalaria. son sus testigos más cualificados.
¡Vamos!. ¡Descuelga del clavo la forminge doria, Decoroso es que el hombre sólo tenga palabras hermosas acerca
si es verdad que la gloria Pisa y de Ferenico de los dioses,
sometió tu espíritu a dulcísimas inquietudes pues así será menor su culpa.
cuando junto al Alfeo se lanzó a la carrera
¡Hijo de Tándalo!. En contra de lo dicho por mis predecesores traba la lanza broncínea de Enómao,
afirmaré encamíname sobre tu velocísimo carro
que, cuando tu padre invitó a los dioses al muy irreprochable hasta la Élide y acércame a la victoria,
festejo en su querida Sípilo,
para ofrecerles un banquete en reciprocidad, pues ya ha matado a trece pretendientes,
entonces el del brillante tridente te arrebató, para aplazar el matrimonio
domeñados sus sentidos por el deseo, y en áureo carro de su hija!. El peligro grande no admite a un hombre cobarde.
te subió a la morada excelsa de Zeus, el muy honorado; Si hemos de morir, ¿por qué preparar en vano
allí en posterior ocasión una vejez sin gloria sentados en la oscuridad,
llegó también Ganímedes privados de todo lo bello?.
para prestar a Zeus el mismo servicio. A mí me corresponderá esta hazaña.
Como visible no eras y a tu madre, Y tú concédeme su realización según quiero."
por más que te buscaban, los hombres no te devolvían, Así dijo; y no quedaron sin cumplimiento
uno de tus envidiosos vecinos dijo en secreto las palabras con que le conmovió. El dios le honró
que, desmembrado con un cuchillo, con el don de un carro áureo y de caballos de infatigables alas.
te habían arrojado al agua en su extremo hervor por obra del IV
fuego, Sojuzgó la violencia de Enómao y a la doncella como conyuge;
y que en la mesa, en un segundo reparto de carnes, engendró seis hijos, caudillos esforzados en sus virtudes,
te habían troceado y devorado. y ahora comparte espléndidas ofrendas cruentas,
II yacente cabe el curso del Alfeo,
¡Imposible me resulta llamar glotón a un bienaventurado! ¡Me en tumba que culto recibe junto a un altar
aparto de ello! por muchos visitantes frecuentado. La gloria
¡Cuántas veces la miseria ha caído en suerte a los maledicentes! de Pélope desde lejos nos contempla, en los certámenes
En verdad que si hubo un mortal honrado de las Olimpiadas, donde se dirime la velocidad de las piernas
por los vigías del Olimpo, ése fue Tántalo, y la madurez valiente de la fuerza.
mas no pudo digerir El vencedor, para el resto de su vida,
su gran fortuna, y por causa del hartazgo conserva meliflua bonanza
se ganó un castigo espantoso, la pesada por mor de sus proezas; el galardón que se conserva en cotidiana
piedra que sobre él colgó el Padre; sucesión
el continuo deseo de apartarla de su cabeza es el más excelso que a cualquier mortal sobreviene.
le hace perder el rumbo de la felicidad. Mas yo he de coronar a aquél con el modo ecuestre
III en melodía eolia.
Ésa es la clave de vida, sin remedio, que lleva en continuo suplicio, Persuadido estoy
cuarto castigo, junto a otros tres, porque robó de que no he de llegar a adornar
a los inmortales y dio a sus congéneres convidados con los gloriosos pliegues de mis himnos
el néctar y la ambrosía, a ningún huésped que a un tiempo sea del bien conocedor
que fueron instrumento de su inmortalidad. y en podero superior a los actuales.
Mas si alguien espera ocultar Un dios protector se ocupa, Hierón,
sus obras a los dioses, yerra. de tus inquietudes con solicitud por ello; y si presto no te deja
Por ello los inmortales arrojaron a su hijo de nuevo tengo la esperanza de que una victoria
a la búsqueda de la efímera raza humana; aún más dulce, lograda con raudo carro, he de celebrar
y cuando, al alcanzar la flor de su edad, cuando encuentre camino de palabras que sea mi aliado,
el vello cubrió de sombra su barbilla, al llegar junto al Cronio, desde lejos visible. La Musa, es cierto,
brotó en él la inquietud por un oportuno matrimonio: alimenta con vigor su más poderosa flecha
de su padre el de Pisa a la gloriosa Hipodamía para mí. Diversa es la grandeza en cada uno;
conseguir. Acercóse solo al mar gris en la oscuridad. pero la más escogida guarda su cima
Llamó a voces al del profundo estruendo, para los reyes. Ya no mires más allá.
el del poderoso tridente . Éste ¡Que tú puedas hollar un tiempo así de excelsitud
se le apareció cerca, junto a los pies. y que yo me vea en compañía de los vencedores,
Díjole: "¡Vamos!. ¡Si es que los amables dones de la Cipria, en otras tantas ocasiones, siendo renombrado
Posidón, producen algún efecto maravilloso, por mi poesía entre los griegos por doquier!
Qué es Quimera:

Quimera puede ser un pez, una figura mítica, un fenómeno genético o un ideal y viene del griego antiguo khimaira que significa animal
fabuloso y del latín chimaera. Algunos sinónimos de quimera son: ilusión, estar soñando despierto, fantasía que se cree posible pero que
no lo es, ficción, imaginación.

Quimera es un pez cartilaginoso que vive en aguas profundas en todos los mares, un pez poco común y está relacionado con los tiburones
y las rayas. Hay alrededor de 30 especies en el mundo, todas marinas, y la mayoría vive en las profundidades.

Quimera en mitología
Quimera también es una figura mítica que se caracteriza por una apariencia híbrida de dos o más animales y la capacidad de arrojar fuego
por la nariz. Es una fiera o bestia característica de la mitología griega. La quimera puede tener la cabeza y el cuerpo de un león, con dos
cabezas más, una de cabra y una de serpiente o dragón; dos cabezas, o incluso una cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de serpiente.

Quimera en genética
Quimera también puede ser el nombre de un animal que tiene dos o más poblaciones de células genéticamente distintas que se originaron
en diferentes cigotos. Es poco común en los seres humanos: se han registrado unos 40 casos. En el caso de los humanos, también se conoce
como una quimera tetragamética. Este es el caso de una persona con dos tipos de células que son diferentes a nivel genético. Esto sucede
cuando un ser humano proviene de dos individuos, gemelos no idénticos o mellizos, que se unieron perfectamente en el útero, cuando se
encontraban todavía en un estado embrionario.

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