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E L P A R T I D O ACCIÓN N A C I O N A L :

L A OPOSICIÓN L E A L E N MÉXICO

SOLEDAD LOAEZA

E N E L E S T U D I O del sistema político mexicano se h a subrayado l a i m p o r -


tancia del P R I , el partido dominante, en su proceso de estabilización.
L a complejidad de este mecanismo no nos permite hacer u n análisis glo-
bal de todos los factores que intervienen en él. E n este trabajo nos i n -
teresa destacar el papel que el sistema de partidos, y más específicamente
l a oposición panista, desempeña en tanto que elemento legitimador del
sistema.
U n o de los rasgos distintivos del caso mexicano es su empeño por m a n -
tener u n a estructura f o r m a l similar a l a de las democracias occidentales;
de ahí que consideremos l a actividad electoral como uno de los f u n d a -
mentos de l a estructura institucional mexicana. F r e n t e a u n partido do-
minante encontramos u n a oposición organizada, constitucionalmente san-
cionada, que pretende representar el fraccionamiento propio de cualquier
sociedad política.
Resulta pertinente recordar que l a historia de los partidos políticos está
ligada a l a idea de l a democracia, de l a extensión del sufragio y de l a
participación p o p u l a r en el proceso de l a t o m a de decisiones, de t a l m a -
nera que h a n pasado a desempeñar u n a función de i m p o r t a n c i a conside-
rable en l a legitimación del sistema político. A ellos se atribuye l a res-
ponsabilidad de l a creación de u n electorado activo, de l a solución p a -
cífica de los conflictos políticos, del reclutamiento de las élites políticas,
de l a elaboración de programas de acción alternativos, de socialización
y de establecimiento de símbolos políticos comunes.
D e n t r o de l a estructura f o r m a l mexicana se h a insistido en mantener
l a existencia de u n régimen de partidos que intervenga en el proceso
político en tanto que factor de estabilización y legitimación del sistema.
S i bien en términos generales son ésas las funciones de cualquier régimen
de partidos, en el caso mexicano están perfectamente delimitadas de acuer-
do con las exigencias de permanencia del sistema.
Las peculiaridades que presenta el régimen de partidos mexicano están
determinadas p o r l a naturaleza autoritaria del sistema político y por su
deseo de mantener u n a estructura formal de competencia política. D e
entre los tres partidos que conforman l a oposición electoral, el Partido
Acción N a c i o n a l ofrece u n indiscutible interés en l a m e d i d a en que se
ajusta a los patrones de comportamiento que le b r i n d a el sistema, a l
mismo tiempo que hasta ahora se presenta como u n a de las pocas alter-

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nativas establecidas p a r a expresar el descontento c o n t r a el régimen d e n -


tro de l a vía de l a legalidad.
E l P A N es u n partido que se ajusta a los patrones de comportamiento
f o r m a l que le ofrece el sistema; su f u n c i o n a l i d a d dentro del mismo pue-
de examinarse desde varios puntos de vista. N o obstante, hemos consi-
derado particularmente atractivo el análisis y l a presentación de su doc-
t r i n a como u n elemento importante en l a determinación de sus formas
de l u c h a política. A h o r a bien, estas formas se sitúan dentro del esquema
del proceso mexicano y, por lo tanto, contribuyen a su preservación.

EL RÉGIMEN DE PARTIDOS E N M É X I C O

Es y a u n lugar común l a afirmación de que el régimen de partidos


mexicanos representa u n ejemplo s u i g e n e r i s de organización política.
Sin conformarse precisamente a los lincamientos de las democracias occi-
dentales, sus peculiares características l o a p a r t a n de las pautas genera-
les de desarrollo político de los países subdesarrollados.
Nos encontramos ante u n a estructura de p a r t i d o dominante que por
momentos parece confundirse con el aparato estatal, que monopoliza l a
responsabilidad electoral a l tiempo que fomenta l a existencia de u n a opo-
sición en términos sorprendentemente dispares. Se trata de u n modelo
en el que l a estabilidad política y el crecimiento económico del país se
han obtenido sin que se haya optado por " . . . n i n g u n a de las dos fórmu-
las políticas consagradas: l a dictadura o l a democracia o c c i d e n t a l " . 1

E n el sistema político mexicano coexisten, las más de las veces en per-


fecta armonía, las dos piezas claves que subraya D a n i e l Cosío V i l l e g a s :
u n poder ejecutivo con facultades extraordinariamente amplias y u n p a r -
t i d o oficial. L a vinculación entre ellas se d a de t a l m a n e r a que puede
afirmarse que ambas constituyen u n bloque en el que las unidades t r a b a -
jan coordinadamente sin llegar a abarcarse mutuamente.
A pesar de que l a constitución política fue delineada siguiendo los
cánones de l a democracia occidental de competencia política, división de
poderes y autonomía federal, " L a dinámica política, l a institucionaliza-
ción del cambio, los equilibrios y controles, l a concentración y distribu-
ción del poder hacen de los modelos clásicos elementos simbólicos que
sancionan y recubren u n a realidad d i s t i n t a " . E l poder legislativo está
2

d o m i n a d o p o r l a mayoría del partido oficial y el poder j u d i c i a l está lejos


de ser independiente P o r otra parte, f u n c i o n a n tres partidos políticos que
buscan representar a u n a oposición que preste sentido a las funciones
electorales d e l sistema y, en conjunto, c o n t r i b u i r a l desarrollo político del
país dentro de límites m u y precisos. E l peso del P R I , sin embargo, p a -

•i D a n i e l Cosío Villegas, E l s i s t e m a político mexicano, México. C u a d e r n o s de


Joaquín M o r t i z , 1972, p. 20.
2
Pablo González C a s a n o v a , L a d e m o c r a c i a e n México, México, E d . Era, 1965,
p. 11.
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rece restar significación a l a existencia de estas organizaciones, puesto que


en el partido oficial se reúne el grueso de las fuerzas sociales políticamen-
te participantes o, por lo menos, actúan a través de él p a r a ejercer su
influencia sobre el proceso político.

EL PARTIDO DOMINANTE

Desde su fundación el partido dominante se constituyó en u n a fuente


determinante de legitimidad del régimen político que incorporó las fuer-
zas y los objetivos nacidos de l a Revolución de 1910. L a razón última de
su creación respondía a l a necesidad de resolver pacíficamente las pugnas
que se suscitaban en el interior del grupo revolucionario, y disciplinar
la transmisión periódica del poder. Estas circunstancias determinaron l a
estrecha identificación que se estableció entre l a organización, n a c i d a en
1929 bajo el nombre de Partido N a c i o n a l R e v o l u c i o n a r i o , y el régimen
al que intentaba institucionalizar. A más de l a reducción de los con-
flictos y las tensiones, el partido tenía por objeto l a preservación en el
poder de l a nueva élite política a través de l a unificación de los muchos
grupos que se disputaban las primicias del éxito revolucionario.
L a concentración del poder que se proponía su fundador, el general
Calles, con esta i n i c i a t i v a coincidía con las ideas corporatistas de l a época
y con l a necesidad de crear u n a organización que legitimara dicha cen-
tralización. D e acuerdo c o n Samuel H u n t i n g t o n , los partidos autoritarios
3

surgen como respuesta a u n a crisis de modernización política en l a que


se presenta l a necesidad de introducir, disciplinar y legitimar a nuevos
actores en el sistema. T a l legitimación se hará en base a l a idea de la
participación popular en l a elección de los gobernantes. D e esta manera
el partido se convierte en e l agente a través del cual el sistema como u n
todo renueva periódicamente su legitimidad.
L a c o n t i n u i d a d que se expresa en e l partido oficial desempeña u n a
función integradora y de institucionalización que pretende enmarcar u n
pluralismo l i m i t a d o . Desde u n p r i n c i p i o se buscó superar el personalismo
y reemplazarlo por "instituciones" entre las que destacaría el partido con
el f i n de asegurar l a p e r m a n e n c i a de l a estructura política racién esta-
blecida. E l l o i m p l i c a b a u n a buena dosis de f l e x i b i l i d a d y capacidad de
transacción p a r a absorber las potencialidades de oposición disfuncional
o el poder para reprimirlas.
E l origen m i s m o del partido dominante h a determinado en gran parte
su comportamiento posterior. D a d o que surgió como instrumento de insti-
tucionalización de u n sistema político cuyas bases y a habían sido estable-
cidas, l a naturaleza f u n c i o n a l de l a vinculación entre los dos elementos
i m p l i c a b a que l a labor del partido consistiría en l a preservación de las n a -
cientes instituciones, porque l a prolongación del sistema conllevaría su
propia prolongación.

s Huntington, o p . c i t . , p . 51.
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E n esta relación simbiótica h a llegado a afirmarse que el P R I no pasa


de ser u n a dependencia más del poder ejecutivo, entre otras cosas porque
sus fondos provienen de fuentes gubernamentales y el presidente de l a R e -
pública es a l mismo tiempo e l jefe supremo de l a organización. Esta re- 4

lación de dependencia del partido con respecto a l sistema se expresa, entre


otros, en el hecho de que los cambios que se h a n operado en el primero
a lo largo de su historia responden a cambios que h a sufrido el sistema.

L a historia del P R I . en cierto modo, es el examen permanente


y realista de sus procedimientos interiores a las exigencias del par-
tido y a l a evolución cívica del país. 5

Por otra parte se atribuye a su función de reductor de conflictos polí-


ticos parte d e l éxito del "modelo mexicano",

. . . l a eficacia del sistema mexicano h a dependido, en mayor me-


d i d a que de ningún factor, de l a f l e x i b i l i d a d que h a demostrado
p a r a mantener l a primacía de lo específicamente político. 6

Dentro de l a g a m a de funciones que ejercen los partidos en el sistema


político a l P R I le correspondería fundamentalmente l a de legitimación-esta-
bilización, d a d o que e l sistema se sirve de él p a r a defenderse e imponer
resistencia tanto a las tensiones centrífugas como a sus procesos internos
de combate político, dentro de u n m a r c o de p l u r a l i s m o l i m i t a d o . Pero desde
luego que n o es e l único instrumento con que se cuenta p a r a ello. D e he-
c h o estas necesidades pueden ser satisfechas de m a n e r a suficiente cuando
las amenazas a l buen funcionamiento del sistema son apenas latentes, i n -
directas o parciales. L a satisfacción de las mismas quedará determinada
p o r l a v o l u n t a d de los dirigentes y las rigideces ideológicas.
Puede afirmarse que l a a c t i v i d a d del P R I h a condicionado con mucho
l a v i d a política d e l país y que, en términos generales las campañas elec-
torales se conciben en función de él y, desde luego, de su papel en tanto
que legitimador del sistema. Entre sus muchas contribuciones se cuenta
la p r i m o r d i a l de socialización. D e l a m i s m a m a n e r a que subraya l a i m -
portancia de l a participación p o p u l a r en las urnas electorales, m u l t i p l i c a
los mítines, las asambleas populares y los congresos.
D e n t r o de este esquema de pluralismo l i m i t a d o en el que se desarrolla
la v i d a política en México, se manifiestan otras formas permitidas de
articulación de las demandas a l margen del p a r t i d o oficial. R e s u l t a útil

4 E l mejor exponente de esta tesis es M a n u e l M o r e n o Sánchez, e n C r i s i s Política


de México, México, E d . Extemporáneos, 1970, 191 pp.
« Vicente Fuentes Díaz, L o s P a r t i d o s Políticos e n México, México, E d . Altiplano,
1972, 3a. ed., p. 229.
* Porfirio M u ñ o z Ledo, "México; el c a m b i o se h a i n i c i a d o , el país n o será y a
m á s el mismo". ( P o n e n c i a p r o n u n c i a d a ante el S i m p o s i o sobre América Latina,
celebrado en l a U n i v e r s i d a d de T e x a s , A u s t i n , el 27 de a b r i l de 1971.) P u b l i c a d o
en E l Día, 3 de m a y o de 1971.
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señalar que este último jamás h a adoptado u n a doctrina de partido úni-


co, n i h a dado u n carácter oficial a l monopolio del poder insistiendo
explícitamente en l a idea de que mantiene u n a filosofía pluralista del
Estado. 7

L o que M a u r i c e Duverger l l a m a l a tendencia n a t u r a l hacia el pluralis-


mo, en el caso mexicano h a sido canalizada a través de dos tipos de agen-
cias. P o r u n a parte, los grupos de presión que a g r o s s o m o d o representan
a l a i n i c i a t i v a p r i v a d a , y por l a otra, por las distintas organizaciones p a r -
tidistas, sobre todo por el P R I . E l l o supone l a a c t i v i d a d institucional-
8

mente aceptada de grupos minoritarios que pretenden participar de m a -


nera efectiva sobre el proceso de l a toma de decisiones.
T a l vez sea necesario señalar que l a existencia de estas organizaciones
no es sino u n elemento más dentro del afán de representar u n pluralismo
social enmascarado que no se expresa en u n p l u r a l i s m o político real.
L a acción de los grupos de presión sobre las decisiones del poder pú-
blico se manifiesta de hecho con mayor intensidad que l a de los tres p a r -
tidos políticos de oposición ( P a r t i d o Acción N a c i o n a l , Partido P o p u l a r
Socialista y P a r t i d o Auténtico de l a Revolución M e x i c a n a ) . Es sabido
que los empresarios y financieros nacionales constituyen u n factor real
de poder a l que el Estado se ve obligado a hacer copartícipe del p r o -
ceso de decisiones. L a estructura económica m i x t a d e l país h a determi-
nado que u n a de las exigencias funcionales del sistema sea l a satisfac-
ción de las necesidades de este sector. L a Confederación N a c i o n a l de
Cámaras de l a Industria, l a Confederación N a c i o n a l de Cámaras de C o -
mercio, l a Confederación Patronal de l a República M e x i c a n a y l a Aso-
ciación N a c i o n a l B a n c a r i a ejercen u n a influencia considerable sobre las
decisiones gubernamentales. E n más de u n a ocasión h a n hecho que se
modifiquen en su favor las iniciativas legislativas que afectan directa
o indirectamente sus intereses. Desde 1940 puede hablarse de u n a creciente
c o m u n i d a d de objetivos entre el sector p r i v a d o y e l público.

Su influencia se refleja en el contenido de todas aquellas políti-


cas especiales adoptadas p a r a promover el crecimiento económico
en M é x i c o . 9

7
A l h a b l a r d e l P a r t i d o R e v o l u c i o n a r i o P o p u l a r de T u r q u í a , D u v e r g e r señala
que se insistía en m a n t e n e r u n a a p a r i e n c i a democrática: " E l p a r t i d o único no
deducía su derecho a g o b e r n a r de su carácter de élite política o de ' a v a n z a d a de
clase o b r e r a ' ; o de l a naturaleza p r o v i d e n c i a l de su jefe, sino de l a mayoría que
obtenía en las elecciones." M a u r i c e D u v e r g e r , L o s P a r t i d o s Políticos, M é x i c o , F o n -
do de C u l t u r a Económica, 3 a . e d . , 1957, p . 304.
s " L a d e m o c r a c i a descansa en el reconocimiento de l a existencia de u n a varie-
dad n a t u r a l de posiciones ideológicas y prácticas en lo concerniente a l a orienta-
ción de los asuntos públicos, f. . .] L o s partidos políticos deben ser los medios p a r a
la acción de esa p l u r a l i d a d consustancial a l a sociedad l i b r e . " L u i s Echeverría,
"Xa c o m u n i d a d p a r t i c i p a n t e f i j a l a r u t a de l a R e p ú b l i c a " , e n I n i c i a t i v a d e L e y
F e d e r a l E l e c t o r a l , 25 de octubre de 1972. L a R e f o r m a Política d e l Presidente
Echeverría, M é x i c o , E d . C u l t u r a , C i e n c i a y Política, p . 106.
9
Roger D . Hansen, T h e P o l i t i c s of M e x i c a n Development, B a l t i m o r e , T h e Johns
H o p k i n s Press, 1971, p . 2 0 5 .
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C o m o ya hemos señalado existe u p indudable interés por parte de los


dirigentes del sistema por mantener u n a apariencia democrática de p l u -
ralismo político a nivel electoral, de ahí que tolere y en ocasiones fomente
l a existencia de partidos de oposición. A este respecto podemos establecer
u n a distinción entre lo que llamaríamos oposición leal y u n a oposición
simulada. A u n cuando el matiz entre las dos puede pasar inadvertido nos
atrevemos a sugerir que existe u n a diferencia entre el P P S y el P A R M
c o m o " a d láteres del P R I " y el P A N que h a dado en considerarse l a única
oposición organizada independiente, a u n cuando " c o m o no h a ganado n i
está ganando suficiente fuerza es difícil esperar confiadamente que en u n
futuro previsible llegue a ser u n m u r o de contención del gobierno y de su
partido." 10

E l hecho de que exista l a idea más o menos generalizada de que los


primeros dos partidos están subvencionados directamente por el P R I se
debe no únicamente a que el P A N nunca ha sumado sus candidatos elec-
torales a las frómulas priístas, a diferencia del P A R M y del P P S ; l a
identificación de estos últimos con el partido oficial podría en cierto
m o d o deberse a su origen mismo. A m b a s organizaciones nacieron a partir
d e l desmembramiento o l a separación del partido dominante de facciones
o líderes estrechamente vinculados con l a éilte revolucionaria. Por otra
parte su actividad en tanto que organizaciones partidistas se l i m i t a a los
periodos de elección.

LA OPOSICIÓN LEAL: E L PARTIDO ACCIÓN NACIONAL

E l concepto de "oposición l e a l " podría definirse como u n a fuerza polí-


ticamente organizada que v i n d i c a los intereses de u n a minoría p a r t i c i p a n -
te, pero dentro de los límites del marco institucional dentro del cual ac-
túa. A l aceptar las reglas establecidas del juego político n u n c a desafía su
funcionamiento n i las bases constitucionales del sistema, tácita y explíci-
tamente contribuye a su estabilidad y legitimación.
E l Partido Acción N a c i o n a l surgió en 1939 como u n a respuesta a las
políticas socializantes del cardenismo respecto a l a educación, l a familia
y l a Iglesia y a l a economía en general. E n sus orígenes advertimos el
deseo de participación política de grupos que se sintieron desplazados por
l a Revolución.
Desde su fundación hasta l a fecha h a tendido a considerarse el repre-
sentante de los grupos más conservadores del país. S i n embargo, esta c a -
racterización no se debe únicamente a l origen y a l a ideología apenas
conocida del p a r t i d o , sino también a l a acción del P R I en este sentido.
E l conflicto político puede resumirse en dos tendencias generales, es
decir, toda política supone dos tipos de soluciones: u n a que introduce u n
c a m b i o sustancial c o n respecto a los patrones de comportamiento ante-
r i o r , y l a otra que defiende estos últimos. E n el caso mexicano, el P R I ,

i" D a n i e l Cosío V i l l e g a s , o p . cit., p. 69.


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entre los muchos mecanismos de los que se sirve en materia de propagan-


d a p a r a insistir en su carácter revolucionario, h a subrayado l a imagen del
P A N como representante de l a reacción. Sobra decir que l a parquedad
de los recursos con que cuenta este último le i m p i d e en buena medida
proyectar por sí mismo sus propios postulados ideológicos o programáti-
cos, independientemente de l a justeza de t a l imagen.
E n las sociedades que presentan fuertes diferencias socioeconómicas y
políticas internas, el terreno es propicio p a r a l a predisposición a l conflic-
to. L o s grupos que en estos casos anhelan y no ocupan u n a posición de
poder representan u n a amenaza p a r a l a estabilidad del sistema, l a cual
también depende de las fuerzas sociales que operan fuera de él. Estos
grupos políticamente subprivilegiados pueden recibir dos tipos de respuesta
a sus demandas de participación: la'represión, o l a integración a través
de l a posibilidad de protegerse frente a l régimen que los excluye utilizando
los canales que el sistema le b r i n d a , p a r a c u m p l i r una función t r i b u -
nicia. 11

Por esta vía se satisface, aunque parcialmente, u n a de las exigencias


funcionales de u n a sociedad heterogénea, a l organizar dentro de las es-
tructuras del sistema a las minorías que de no tener esta oportunidad
podrían optar por u n camino menos efectivo p a r a l a estabilidad del sis-
tema. E s u n a m a n e r a de canalizar u n a fuente potencial de conflicto, en
v i r t u d de que neutraliza el aspecto amenazante que puede adquirir la no
participación.
L o s partidos que aceptan c u m p l i r c o n esta función ven en ella l a v e n -
taja de que les proporciona u n terreno favorable a su crecimiento a
través de l a explotación sistemática del descontento; pero, por otra parte
se encuentran en u n a situación en l a que a cambio de su participación
deben ceñirse a las exigencias del mismo sistema. Además de que se ven
sujetos a u n a clientela inestable, quedan excluidos prolongada si no p e r m a -
nentemente del poder, dado que no representan u n a alternativa real p a r a
el reemplazo de l a autoridad política.
Acción N a c i o n a l ejerce en este sentido u n a función tribunicia limitada.
E n p r i n c i p i o , u n sistema político debe ofrecer programas alternativos de
c a m b i o ; el P A N pretende ser u n a alternativa con respecto al P R I y con
ello contribuye a legitimar y estabilizar a l sistema, por lo menos en lo
que se refiere a algunos de sus elementos más significativos. C o m o ejem-
plo podríamos citar el hecho de que existe u n a tendencia localizada por
parte de los votantes urbanos a manifestar su descontento con el régimen
votando por este partido.
L a s repetidas victorias electorales del P R I h a n obstruido el fortale-
cimiento del régimen de partidos y h a n provocado u n a desafección a
su respecto por parte de l a opinión pública. D e hecho, l a estructura de
partido dominante resta i m p o r t a n c i a electoral y política a l a influencia

•11 E l concepto de "función tribunicia" de acuerdo c o n el Prof. L a v a u , se re-


fiere históricamente a la instauración del t r i b u n o de la plebe en la república
romana.
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q u e los partidos de oposición puedan ejercer sobre grupos sociales y c u l -


turales con u n a c l a r a conciencia de su i d e n t i d a d . 12

L a funcionalidad de Acción N a c i o n a l en el sistema mexicano reside en


q u e no representa u n a alternativa real de poder y, por lo tanto, no cons-
tituye u n a amenaza p a r a el monopolio político del partido oficial. L a
existencia m i s m a de u n a oposición cumple u n o más de los requisitos de
legitimación, su actividad como t a l se d a a n i v e l de políticas específicas.
P a r a Acción N a c i o n a l los males que aquejan a l país son producto de los
dirigentes que no h a n interpretado correctamente l a letra constitucional,
de ahí l a lealtad de su acción frente a l sistema. L l e v a a cabo l a f u n -
ción de crítica política sin constituirse en relevo político.

EL PROCESO ELECTORAL C O M O LEGITIMADOR D E L RÉGIMEN

C o m o ya hemos señalado, u n a fuente fundamental de l e g i t i m i d a d del


sistema político mexicano se h a l l a en l a actividad electoral. N o obstante,
l a hegemonía del P R I y l a consecuente debilidad del régimen de partidos
así como l a aparente inefectividad de l a actividad de las cámaras legis-
lativas, h a n tendido a anestesiar en el electorado el deseo de recurrir a
las urnas. E l l o se h a manifestado tanto en u n marcado abstencionismo
(de 22 millones de ciudadanos empadronados en 1970 ocho se abstuvie-
ron de votar, proporción excepcionalmente elevada en u n país donde el
voto es o b l i g a t o r i o ) * como en el recurso a vías extraconstitucionales para
expresar el descontento contra el régimen imperante.
E s t a situación h a llevado a l sistema a tratar de fortalecer y acentuar
la importancia de los canales legales de participación. A las intensas c a m -
pañas contra l a abstención se suma u n esfuerzo ya periódico por inspirar
aliento artificial a l a agónica oposición organizada.
E l 21 de diciembre de 1962 el presidente López Mateos presentó ante
el Congreso de l a Unión u n proyecto de enmienda a l artículo 54 cons-
titucional tendiente a l a creación de los "diputados de p a r t i d o " , hacien-
do gala de f l e x i b i l i d a d p a r a i n c l u i r a las minorías políticas dentro del
proceso nacional, " . . . s i n desfigurar las instituciones firmemente a r r a i g a -
das e n l a conciencia n a c i o n a l " . 13

Se instauró entonces u n nuevo sistema de representación en l a Cámara


de Diputados que se h a n l l a m a d o m i x t o y que consiste en, p o r u n a parte,
mantener l a regla de mayoría p a r a el p a r t i d o dominante y, por otra,
a p l i c a r l a n o r m a de representación proporcional a l a minoría opositora.

* Véase aquí m i s m o : R a f a e l Segovia, " L a r e f o r m a política: E l E j e c u t i v o F e d e r a l ,


el P R I y las elecciones de 1 9 7 3 " .
i ' " . . . l a fuerza exigua de u n sistema de partidos en M é x i c o , se percibe con
2

c l a r i d a d en l a proporción de votos que l o g r a n registrar los candidatos a l a presi-


d e n c i a de l a R e p ú b l i c a " . Y que n u n c a h a superado el 2 5 % de l a votación. Pablo
González C a s a n o v a , o p c i t . , p . 12.
13 M a r i o M o y a Palencia, L a R e f o r m a Electoral, México, Ediciones Plataforma,
1964, p . 115.
360 SOLEDAD LOAEZA FI XIV—3

Y aunque l a reforma resultó efectiva en l a m e d i d a en que en l a subsi-


guiente elección los partidos minoritarios contaron con u n a representa-
ción más a m p l i a (35 diputados), no obstante, los resultados no fueron
halagadores y el afán legitimador del sistema, así como l a endémica de-
b i l i d a d de l a oposición partidista, se h a n traducido en el recurso perió-
dico a esta m e d i d a para fortalecer el juego democrático.
E n 1971, dadas las dificultades que encontraba el régimen p a r a respon-
der a las demandas de u n a creciente clase m e d i a se introdujo u n a nueva
reforma al artículo 54.
S i bien l a p r i m e r a enmienda reconocía por p r i m e r a vez a l a oposición
en términos constitucionales y señalaba que los partidos minoritarios po-
drían alcanzar hasta u n número de veinte diputados entre los de mayoría
y los que obtuvieran por cada dos y medio por ciento de l a votación
total en el país, l a segunda reforma amplía esas posibilidades. E n su frac-
ción I señala

T o d o Partido Político N a c i o n a l , a l obtener el uno y medio por


ciento de l a votación total en el país, en l a elección de diputados
respectiva, tendrá derecho a que se acrediten, de sus candidatos,
a cinco diputados y a uno más hasta veinticinco como máximo,
por cada medio por ciento más de los votos obtenidos.

E s t a n o r m a se aplicará exclusivamente a l a minoría, puesto que, pos-


teriormente, en l a fracción I I se a f i r m a que si u n partido logra l a m a -
yoría en veinticinco o más distritos no tendrá derecho a que se le acre-
diten este género de legisladores. Por lo demás, l a oposición contará úni-
camente con esa cifra puesto que en ella se suman los diputados electos
por mayoría y por razón de porcentaje.
Por otra parte, l a oposición en México encuentra no pocas dificultades
p a r a su organización dentro de las vías establecidas por el sistema. L a
L e y F e d e r a l Electoral del 5 de enero de 1973 mantiene a este respecto las
estipulaciones de l a anterior L e y E l e c t o r a l del 4 de diciembre de 1951, en l a
que se define a los partidos políticos como asociaciones con fines elec-
torales, responsables de l a educación cívica y de l a orientación política
del electorado. Subrayando con ello su papel de integradores dentro del
sistema más que de relevo político.
E n cambio m o d i f i c a las exigencias numéricas p a r a el reconocimiento
oficial de u n partido. Sólo podrán p a r t i c i p a r en l a contienda electoral
las organizaciones de esta naturaleza que hayan obtenido el registro co-
rrespondiente en l a Secretaría de Gobernación y p a r a lograrlo se hace
necesario, conforme lo establece l a fracción I I del artículo 23 de l a m e n -
c i o n a d a L e y , presentar listas nominales de afiliados que sumen como mí-
n i m o 65 000 (la ley anterior señalaba u n mínimo de 30 000) en las dos
terceras partes de las entidades federativas, incluyendo el nombre, nú-
mero de credencial de elector y f i r m a de cada u n o de ellos. Por lo
demás, en su declaración de principios deben explicitar su apego a los
ENE-MAR 74 EL PARTIDO ACCIÓN NACIONAL 361

p r i n c i p i o s constitucionales y su compromiso a respetar las leyes e institu-


ciones existentes.
E l control sobre l a oposición organizada se expresa igualmente en l a
fracción I I I del artículo 20 de l a m i s m a L e y que excluye del proceso
a aquellas organizaciones que dependan de partidos políticos extranjeros
o de asociaciones internacionales, con u n a referencia implícita a l m o v i -
m i e n t o comunista internacional o inclusive a l a D e m o c r a c i a C r i s t i a n a i n -
ternacional.
Pero volviendo al problema de l a necesidad del sistema de legitimación,
aparentemente las medidas legislativas no h a n podido responder a l a a m -
pliación de l a base de apoyo que se h a perseguido en los últimos diez
años. E n las elecciones presidenciales de 1970 el total de votos emitidos
fue de 13 940 862, de los cuales el 7 9 . 8 % correspondió al P R I , el 1 3 . 6 %
a l P A N el 1.35% a l P P S y el 0 . 8 1 % a l P A R M . S i comparamos estos
resultados con los de l a elección de diputados de 1961 encontramos que
a pesar de los esfuerzos orientados h a c i a l a intensificación de l a a c t i v i d a d
electoral el aumento no es considerable. E n ese año el total de votos fue
de 6 845 826 de esa cifra el P R I obtuvo el 9 0 . 2 % , el P A N el 7.5%, el
PPS el 0 . 9 5 % , el P A R M el 0 . 4 9 % y el P a r t i d o N a c i o n a l i s t a M e x i c a n o ,
q u e h a desaparecido, el 0 . 2 7 % . V e m o s , pues, que si por u n a parte se
d u p l i c a el número de votos emitidos el P A N apenas dobla su porcentaje,
mientras que el P R I sufre u n a disminución del 1 0 % . Este último fenó-
m e n o parece más atribuible a u n elevado 3 7 % abstencionista que se re-
gistró ese año que a u n fortalecimiento real de l a oposición. 14

&
T o d o parece i n d i c a r que l a solución a l problema de l a participación que
b u s c a encauzar el sistema debe hallarse recurriendo a otros mecanismos:

U n E j e c u t i v o fuerte en l a ley y más vigorizado en l a práctica


ha dado como resultado el menoscabamiento del otro poder ele-
gido por el pueblo, el Legislativo. ¿Importa acudir a las urnas
p a r a designar diputados y senadores, si éstos h a n abdicado de m u -
chas de sus facultades? 15

P a r a las elecciones legislativas de 1973 se realizó u n a intensa campaña


c o n t r a l a abstención, a l m i s m o tiempo que se desarrollaron actividades
de toda índole orientadas a m o t i v a r a l electorado. L o s partidos políticos
p u d i e r o n presentar sus programas de acción en todos los medios de d i f u -
sión y se buscó crear u n c l i m a favorable a l a movilización electoral.
Se busca u n desarrollo poltico, entendido éste como u n proceso conti-
n u o de

. . .respuestas afortunadas a nuevas demandas y u n a intención de


apertura hacia l a participación y el diálogo recurriendo a l a ter¬
M Cifras tomadas: p a r a 1961 de M o y a Palencia, o p . c i t . , p. 182; para 1970

de la M e m o r i a d e la Comisión Federal Electoral.


15 M i g u e l Á n g e l G r a n a d o s , " V i d a pública que no lo es. Razones de l a absten-
c i ó n " . Excélsior, 2 de febrero de 1973.
362 SOLEDAD LOAEZA FI XIV—3

minología en boga, y se busca que el modelo político se desplace


de los métodos caracterizados por l a reconciliación hacia l a m o v i -
lización. * 1

Se trata de mantener l a estabilidad del sistema ampliando su base de


legitimidad en las urnas electorales, es decir, dentro de los cauces legal-
mente definidos. Acción N a c i o n a l se apresuró a sumarse a los esfuerzos
en esta dirección, viendo en ello no únicamente l a realización de uno de
sus objetivos enunciados, el desarrollo de l a conciencia cívica, sino t a m -
bién l a posibilidad de capitalizar en su favor e l descontento hacia el
régimen. D e hecho éste fue uno de los argumentos más fuertes que se
esgrimieron en favor de su participación en las elecciones. E n u n a entre-
vista de prensa celebrada el 30 de a b r i l de 1973, el líder panista José
Ángel Conchello aseveró que es u n a necesidad que Acción N a c i o n a l con-
tinúe en l a lucha política electoral " c o m o l a vía más adecuada" p a r a
evitar que se opte por el camino de l a violencia p a r a lograr los cambios
necesarios.

LA FUNCIONALIDAD DE LA LEALTAD PANISTA

L a Plataforma Política y Social del P a r t i d o Acción N a c i o n a l p a r a el


periodo 1967-1970 se inicia con l a siguiente afirmación:

L a lucha política m a n t e n i d a desde hace 28 años por Acción


N a c i o n a l se orienta a lograr el c u m p l i m i e n t o de los postulados
políticos y de los principios sociales de auténtica raigambre demo-
crática que contiene l a Constitución de 1917, que en buena parte
se mantienen incumplidos, o que h a n sido desviados o deformados
por los gobiernos que desde entonces h a n dirigido el país.

Esto significa que Acción N a c i o n a l se sitúa dentro de las exigencias i m -


puestas por l a L e y Electoral en cuanto a lo que a l a constitucionalidad
de sus postulados se refiere, y a l m i s m o tiempo pretende responder a l a
imagen contrarrevolucionaria que del p a r t i d o se tiene. S u crítica, su opo-
sición, se define en términos de políticas y políticos específicos con base
e n el supuesto fundamental de que es necesario que el régimen de he-
cho se adecué a l de derecho. E l p a r t i d o se define a sí mismo como u n
" g r u p o estrictamente respetuoso de las formas legales", que se h a p r o -
puesto coadyuvar a l a liquidación del monopolio priísta, pero adoptando
sus mismas reglas. Esta actitud lo h a llevado a asumir el papel de núcleo
m i n o r i t a r i o que mantiene u n a crítica vigilante de l a política guberna-
m e n t a l , que denuncia sus abusos y desvíos pero siempre dentro de los
límites que le impone el régimen en turno.
S u actividad está regida por este condicionamiento a l cual responde a
p a r t i r de los postulados del occidente cristiano, a l que considera el for-

M u ñ o z L e d o , " E l c a m b i o se h a i n i c i a d o . . . " , o p . cit.


ENE-MAR 74 EL PARTIDO A C C I Ó N NACIONAL 363

j a d o r de sus ideales políticos. " S u p a r a d i g m a de l a v i d a democrática


e n c u e n t r a su base en el modelo europeo del juego de p a r t i d o s . .
P a r a los ideólogos del partido todos los problemas del país tienen raíces
políticas, p o r lo tanto su solución dependerá de l a rehabilitación política.
A partir de este supuesto su actividad se orienta fundamentalmente h a -
cia l a formación de u n a conciencia c i u d a d a n a , lo c u a l conlleva l a nece-
s i d a d de f o r m u l a r u n a plataforma ideológica a r t i c u l a d a más que u n pro-
g r a m a de acción. Esto sugiere que en su escala de prioridades el partido
h a desplazado su función como potencial alternativa gubernamental a
n i v e l n a c i o n a l , p a r a ceder terreno a l a función de movilización electoral
del partido. E l significado de esta decisión sugiere l a precedencia de los
principios filosóficos con respecto a las soluciones pragmáticas:

E n todo caso consideramos que el análisis de filosofía social


debe preceder a l a adhesión a aplicaciones más determinadas de
los principios básicos. 18

L a pobre perspectiva que se ofrece a Acción N a c i o n a l de algún día asu-


m i r las responsabilidades gubernamentales h a determinado en gran parte
su énfasis sobre l a necesidad de u n a ideología explícita, a l mismo tiempo
q u e ello responde a sus objetivos de educación política. L a formación de
u n electorado activo es su mayor preocupación que, por otra parte, con-
tribuye a l a i m a g e n pluralista del Estado. L o s problemas que parecen
atañerle más directamente se refieren a l a realización de u n a auténtica
v i d a democrática en el país, a través de l a corrección, fundamentalmen-
te, del proceso electoral:

L o cierto es ( . . . ) que en sus treinta y dos años de existencia


el P A N n o h a logrado presentar u n p r o g r a m a que sea diferente y
más atractivo que el que se arrogan el gobierno y el P R I . 1 8

De hecho, el partido f o r m u l a su p r o g r a m a a expensas de los errores „


del gobierno.
L a i n i c i a t i v a p a r a fundar Acción N a c i o n a l nació bajo l a influencia de
l a presión que l a política cardenista empezó a ejercer sobre algunos g r u -
pos urbanos, que sintieron amenazados sus intereses por los principios
anticlericales y l a tendencia socialista del régimen. E l c l i m a parecía f a -
vorable p a r a l a formación de u n partido que, con el apoyo de los elemen-
tos conservadores de l a población, respondiera a l acelerado proceso de
monopolización d e l poder que entretanto efectuaba el partido oficial en-
tonces l l a m a d o P a r t i d o de l a Revolución M e x i c a n a ( P R M ) . N o obstante,
el tono de l a política progresista que caracterizó a l cardenismo perdió su
v i g o r con Ávila C a m a c h o y

« A n t o n i o D e l h u m e a u , México: r e a l i d a d política d e suspartidos, M é x i c o , Ins-


tituto M e x i c a n o de Estudios Políticos, 1970, p . 172.
is Efraín González Morfín, Solidarismo, ponencia presenciada ante la XXIII
Convención N a c i o n a l d e l P A N . 4-5 de febrero de 1973.
'i" Cosío V i l l e g a s , o p . c i t . , p. 69.
364 SOLEDAD LOAEZA FI XIV—3

. . .con M i g u e l Alemán el giro conservador se completó. Entonces


la Iglesia y (esa) gente adinerada dieron pronto por cierta l a po-
sibilidad de entenderse directamente c o n semejantes gobiernos y,
en consecuencia, juzgaron inútil el riesgo de respaldar, a u n de
trasmano, a u n partido que por definición i b a a oponerse a l go-
bierno. 20

E s t a decisión determinaría en buena m e d i d a l a inefectividad del P A N


y su incapacidad p a r a lograr el apoyo de las fuerzas que en u n p r i m e r
m o m e n t o hubieran podido apuntalar su acción dentro del proceso político.
E n el momento de su fundación el p a r t i d o se adjudicó el deber de
restaurar los principios democráticos en nombre de los intereses de l a
nación, a través de l a formación de l a conciencia ciudadana y de u n a
función electoral efectiva. A l proponerse desempeñar esta función el p a r -
tido se basaba en u n a concepción moralista de l a política y del Estado,
que postula el imperio de l a ley m o r a l sobre l a ley positiva, sobre l a socie-
dad m i s m a o cualquier otra f o r m a de poder h u m a n o . 21

A c c i ó n N a c i o n a l , coherente con esta posición, recurrió a l derecho y a


rígidos principios universales p a r a respaldar su acción. M i e n t r a s que el
p a r t i d o oficial contaba c o n el apoyo d e l Ejército, el P A N , a l optar por
la vía pacífica y tradicional de participación, exageró l a importancia den-
tro de su estructura de los juristas v del orden constitucional.
E l 14 de septiembre de 1939 su fundador, M a n u e l Gómez Morín,
pronunció u n discurso en el que sostenía que l a decisión de forjar u n
nuevo partido político había sido producto de l a " r e p u g n a n c i a " que el
desorden provocado por las medidas gubernamentales despertaba en u n
grupo " . . . que no tiene el apetito de u n triunfo próximo que, inclusive,
no está preparado n i p a r a las responsabilidades de ese t r i u n f o " . 22

Es u n "sentido del deber" y no l a política como profesión, lo que i m -


pulsaba a ese grupo de profesionistas primeramente unidos por lazos de
carácter personal, a buscar l a participación. L o s nacientes panistas pre-
tendieron i m p r i m i r u n sentido de trascendencia casi religiosa a l a a c t i -
v i d a d política, mismo que a sus ojos l a praxis gubernamental había hecho
a u n l a d o . Se trataba de u n a " c r u z a d a " que se proponía salvar a l i n d i -
viduo en nombre de valores universales. E l país parecía carente de u n a
clara conciencia de su trayectoria, Acción N a c i o n a l quiso ser " e l instru-
mento de su regeneración en el sentido biológico del término". 23

Es
justo en el momento en que los derechos derivados de l a primacía
del i n d i v i d u o frente al Estado, tales como l a libertad de enseñanza, el
derecho a l a p r o p i e d a d y l a libertad de creencias, parecían ser i m p u g -
nados por l a autoridad gubernamental que se hacía necesario b r i n d a r a
la ciudadanía l a posibilidad de responder legalmente a esta "provocación".

2
° I b i d . , p . 70.
21 Efraín González L u n a , L a D e m o c r a c i a e n México, E d . J u s , 1962, p. 18.
2 2
M a n u e l G ó m e z M o r í n , D i e z Años d e México, M é x i c o , E d . Jus. 1950, p . 15.
23 Efraín González L u n a en G ó m e z M o r í n , p . c i t . , p . X I I .
0
ENE-MAR 74 EL PARTIDO A C C I Ó N NACIONAL 365

México era p a r a aquellos jóvenes u n país extraviado, prisione-


ro, como en 1917, de u n gobierno sin escrúpulos (con ansias de
poder y u n claro desprecio por el derecho) nacido de u n acto
espurio, de l a desidia de los electores, de l a r e n u n c i a a ejercer u n
derecho constitucional, de l a confabulación de los perversos. 24

LA DOCTRINA DE A C C I Ó N NACIONAL

Y a h a quedado señalada l a urgencia del P A N por formular u n a p l a -


taforma ideológica. C o m o base de ella encontramos que el principio y
fundamento de l a sociedad es el i n d i v i d u o y el bien común l a finalidad
del Estado. L a influencia filosófica más i n m e d i a t a que en este terreno en-
contramos es l a del personalismo cristiano de Jacques M a r i t a i n . P a r a él,
como p a r a los ideólogos panistas, el hombre~es~uha persona, no sólo u n 25

i n d i v i d u o aislado o el siervo de cualquier falsa trascendencia terrenal;


c o m o t a l el hombre está vinculado a Dios y en l a dirección hacia él se
realiza l a expansión de todas sus posibilidades. Subyace, pues, l a concep-
ción de que toda actividad h u m a n a tiene u n sentido misionario que tras-
ciende los límites puramente materiales.
" L o que nos induce, nos obliga a v i v i r en sociedad es u n factor de
índole espiritual. E l vínculo social es de orden e s p i r i t u a l " , dice Efraín 26

González L u n a . E l quehacer político tiene u n a justificación que es lo


que en l a X X I I I Convención N a c i o n a l del partido se definió como el "So¬
l i d a r i s m o " . E s t a doctrina sostiene l a esencia m o r a l y jurídica del Estado
al que se le considera l a institución f u n d a m e n t a l p a r a l a realización de
las potencialidades humanas. A través de ella podrá alcanzarse el bien
común que consiste en l a realización i n d i v i d u a l en el seno de la sociedad.
Acción N a c i o n a l insiste en que esta posición es u n p u n t o intermedio
entre el i n d i v i d u a l i s m o a u l t r a n z a del siglo x i x y el "socialismo totalitario
y burocrático". E l partido no se presenta como el portavoz de u n grupo
en particular, sino como el promotor de proyectos que engloban a ía so-
ciedad como u n todo en el reconocimiento de su naturaleza pluralista
y l a búsqueda del consenso social.
L a ausencia de formación política en el pueblo mexicano lo lleva a
desertar de sus derechos políticos " . . . aquellos que los ciudadanos de un
país tienen p a r a intervenir en el gobierno de l a c o m u n i d a d política de
la que f o r m a p a r t e " . Se hace entonces necesario d e l i m i t a r el ámbito
27

a* Gastón García C a n t ú , E l P e n s a m i e n t o d e l a Reacción Mexicana. Historia


Documental. 1 8 1 0 - 1 9 6 2 . M é x i c o , Empresas E d i t o r i a l e s , S. A . , 1965, p . 976.
25 " . . . n a d i e puede ser considerado en las relaciones de c o n v i v e n c i a c o m o u n
simple instrumento de personas o grupos — i n c l u i d o el E s t a d o — c o n menoscabo
de sus libertades espirituales y de su destino personal, t e m p o r a l o e t e r n o " , A d o l f o
Christlieb I b a r r o l a , L a Oposición, M é x i c o , E d i c i o n e s de A c c i ó n N a c i o n a l , 1965,
p. 66.
26 Efraín González Luna, L a democracia..., p. II.
27 A d o l f o C h r i s t l i e b I b a r r o l a , L a oposición, p. 37.
366 SOLEDAD LOAEZA FI XIV—3

de competencia del Estado, donde el reconocimiento de esos derechos es


apenas teórico, con el f i n de que no i n v a d a el terreno de l a libertad i n -
d i v i d u a l : l a de enseñanza, l a de conciencia, l a de propiedad, entre otras.
H e m o s señalado que Acción N a c i o n a l apareció como respuesta a las
tendencias reformistas del gobierno del general Cárdenas. E n 1934 los
postulados constitucionales referentes a l a tierra y a l a nacionalización
empezaron a realizarse. Surgió entonces el temor de que fueran i g u a l -
mente aplicadas las disposiciones constitucionales en materia de educa-
ción. L a implantación de l a educación socialista y el control por parte
del E s t a d o de las Escuelas Normales se consideraron como los síntomas
evidentes de que el sistema estaba definitivamente orientado a apoderarse
de las conciencias. D e esta m a n e r a l a discusión en torno a l artículo 3o.
28

constitucional se convirtió en u n a de las reivindicaciones fundamentales


del p a r t i d o :

Alrededor de este p r i n c i p i o se integró Acción N a c i o n a l , incor-


porándolo como motivo de l u c h a y bandera del Partido, aunque
integró también otros postulados en defensa de derechos a l a p r o -
piedad en relación con el problema agrario v en general contra
la intervención del Estado en l a economía. ' 29

L a libertad de enseñanza i m p l i c a l a libertad de conciencia v ello nos


conduce directamente a l p r o b l e m a de las relaciones entre la Iglesia y el
Estado. L a religiosidad de los principios del partido reside en el valor
que le confiere a l a persona h u m a n a como criatura de Dios, Ser ante el
que debe rendir cuentas de sus a c t o s . . . Podemos afirmar que los tres
elementos característicos de l a doctrina panista son: l a identificación con
los principios de l a doctrina social de l a I g l e s i a , u n a teoría del Estado 30

basada e n l a realización de los valores individuales y u n a concepción m o -


ralista de l a actividad política.
Si bien el P A N reconoce que sus valores doctrinales se inspiran en l a
doctrina occidental cristiana, por otra parte niega insistentemente l a a c u -

28 E n u n discurso p r o n u n c i a d o en G u a d a l a j a r a en 1934 el G r a l . C a l l e s afirmó:


"Es necesario que entremos al nuevo periodo de l a revolución que yo llamaría el
p e r i o d o revolucionario p s i c o l ó g i c o . . . debemos entrar y apoderarnos de las c o n -
ciencias de l a niñez, de las conciencias de l a j u v e n t u d , porque son y deben per-
tenecer a l a r e v o l u c i ó n . . . l a revolución tiene el deber imprescindible de a p o d e -
rarse de las conciencias, de desterrar los prejuicios y de formar l a n u e v a a l m a
n a c i o n a l . " T o m a d o d e : A d o l f o C h r i s t l i e b I b a r r o l a , " E l texto único y o b l i g a t o r i o " ,
en García C a n t ú , o p . c i t . , p. 993.
2 9
Delhumeau, o p . c i t . , p. 166.
3» E n el libro de D e l h u m e a u aparecen cuadros m u y completos que c o m p a r a n
las Encíclicas Papales y las declaraciones de los ideólogos del p a r t i d o , entre las
que se e n c u e n t r a n grandes coincidencias. P o r otra parte, el líder j u v e n i l panista,
Héctor González S c h m a l sostuvo que su apoyo al clero progresista está c o n d i c i o -
n a d o a que respondan " a . l a orientación general que h a d a d o l a Iglesia a través
de l a historia y sobre todo de los documentos p o n t i f i c i o s " . Héctor González S c h m a l ,
"Los partidos políticos y la j u v e n t u d " , en R e v i s t a d e R e v i s t a s , 28 de j u l i o de
1972, N u e v a Época, N o . 9.
ENE-MAR 74 EL PARTIDO A C C I Ó N NACIONAL 367

sación que se le hace en cuanto a que se trata de u n a organización de


carácter confesional. N o obstante, en sus declaraciones revela l a i m p o r -
tancia que atribuye a l a participación de l a Iglesia en tanto que institu-
ción social. Respecto a su intervención en l a v i d a política del país el
líder j u v e n i l del partido afirmó:

C r e o que su misión no es l a de participar de m a n e r a directa en


política, aunque sí tiene(n) l a responsabilidad de orientar a sus
fieles en el orden político p a r a despertarles l a conciencia de par-
ticipar como ciudadanos en l a v i d a de su p u e b l o . 31

E l tipo de intervención de l a Iglesia que en esta declaración se sugiere


es mucho mayor que l a permitida en las leyes mexicanas, dado que le
confiere el papel de orientación política que en p r i n c i p i o no debe des-
empeñar.

Los INTENTOS DE REDEFINICIÓN DE L A OPOSICIÓN PANISTA

L a s instituciones políticas tienden a llevar a cabo cambios que respon-


d a n a u n a necesidad de adaptación frente a l medio en el que se des-
arrollan, cambios que están condicionados por su experiencia social e
histórica. E n l a evolución de Acción N a c i o n a l hay intentos aislados en
este sentido; pero siempre nos encontramos con u n a constante en lo que
se refiere a sus dos presupuestos fundamentales: l a d i g n i d a d de l a per-
sona h u m a n a como p r i n c i p i o de l a sociedad y el bien común como f i n a l i -
d a d del Estado. L a s variaciones que en estrategia e ideología h a efectuado

. . .se correlacionan, por u n lado, con los cambios operados en l a


política gubernamental y en el desarrollo del país; por otro, con
los nuevos planteamientos de l a Iglesia Católica con respecto a los
países subdesarrollados. 32

E n los primeros veinte años de su existencia (de 1939 a 1959) el par-


tido había optado por u n a postura que lo condenaba irremisiblemente al
marginamiento frente a l a política gubernamental. Había exagerado su
papel de crítico y su actividad se l i m i t a b a a señalar sistemáticamente
el fraude electoral, el enriquecimiento ilícito, l a violación del orden cons-
titucional, el agravio a l a d i g n i d a d h u m a n a y el m o n o p o l i o burocrático.
E n l a determinación de esta estrategia intervinieron básicamente las
ideas originales de Gómez Morín y de Efraín González L u n a respecto a
cuál era el p a p e l de l a oposición en México. E l primero concebía l a ac-
ción del partido en sus efectos como l a de u n grupo de presión, idea
que justificaba con base en l a ausencia de u n a democracia auténtica; para
el segundo el partido era u n organismo político tendiente a alcanzar me¬
si I b i d .
32 D e l h u m e a u , o p . c i t . , p. 183.
368 SOLEDAD LOAEZA FI XIV—3

tas trascendentales, desdeñaba l a búsqueda del poder con argumentos re-


ferentes a l a salvación de l a p a t r i a y l a u n i d a d n a c i o n a l . 33

N o obstante, y a desde 1955 empezó a notarse u n afán dentro de las


filas del partido por i n t r o d u c i r cambios orientados hacia una redefinición
de sus posturas programáticas v de su papel dentro del sistema político
mexicano. A los jóvenes panistás se atribuye este impulso por d i n a m i z a r
la acción del partido. D e l a organización j u v e n i l partió con más c l a r i d a d
en 1958 l a iniciativa de sumar a l partido al movimiento democristiano
que había adquirido auge en esos años a nivel m u n d i a l .
L a nueva tendencia podría i m p r i m i r al partido u n a visión más pro-
gresista y presentarlo ante l a opinión pública bajo u n a apariencia dis-
tinta y más atractiva. L a revolución cubana y l a reacción que le siguió
ante l a supuesta amenaza del avance comunista en América L a t i n a , b r i n -
daban u n a tentadora o p o r t u n i d a d al partido de obtener u n a base de
apoyo más a m p l i a , pero a l mismo tiempo sugería u n a confrontación más
directa con el gobierno y con el P R I .
Según los "panistas democristianos" esta coyuntura le permitiría a l a
organización ganar u n a nueva dimensión política, a l incluirlo dentro de
un m o v i m i e n t o m u n d i a l que podría ser u n a importante fuente de apovo
ideológico y económico. E r a l a promesa del fortalecimiento a p a r t i r de
una ayuda exterior, d a d a l a esterilidad, el aislamiento en el que se h a -
llaba dentro del sistema mexicano que pocas oportunidades le b r i n d a b a
de crecimiento y efectividad.
A pesar del empuje indudable que esta línea tuvo sobre u n sector i m -
portante del partido l a idea fue rechazada y surgió l a amenaza de d i v i -
sión de l a organización. L a consecuencia inmediata fue l a renuncia de
los jóvenes que más insistentemente se habían pronunciado en ese sentido
y el empeño por parte de los líderes del partido de introducir m o d i f i c a -
ciones en su estrategia p a r a evitar el disgregamiento definitivo.
C u a n d o A d o l f o C h r i s t l i e b I b a r r o l a asumió l a presidencia del P A N en
1962 se propuso adoptar u n a postura más progresista con vistas a u n a
participación más dinámica del partido en l a política del país, fortale-
ciendo y preservando a l m i s m o tiempo los principios ideológicos del p a r -
tido. C o n el deseo explícito de integrarse a las responsabilidades del po-
der inauguró u n a estrategia basada en el diálogo con el gobierno, a dife-
rencia de l a postura anterior. Christlieb buscó desarrollar los antiguos
temas y precisarlos, apegándose a las realidades socioeconómicas del
país. 34

E l l o i m p l i c a b a necesariamente el rechazo a l a opción democristiana.


definido desde 1962. Según Christlieb u n partido cristiano en México
podría resucitar el conflicto Iglesia-Estado y comprometer los logros que
en las relaciones entre estas dos instituciones se habían alcanzado;

I b i d . , p. 195.
3* P a r a u n análisis detallado de l a gestión de C h r i s t l i e b v e r : D o n a l d Joseph
M a b r y , Acción N a c i o n a l : T h e I n s t i t u t i o n a l i z a t i o n of a n O p p o s i t i o n P a r t y . Syracuse
University, P h . D . 1970.
ENE-MAR 74 EL PARTIDO ACCIÓN NACIONAL 369

p o r otra parte podría poner en d u d a el carácter profundamente nacio-


nalista del p a r t i d o y obligar a l gobierno a aplicar estrictamente los p r i n -
cipios anticlericales de l a Constitución. Se corría el riesgo de pasar a ser
u n a oposición disfuncional, de perder el registro en l a Secretaría de G o -
bernación y convertirse en u n a fuerza divisiva dentro de l a sociedad m e -
xicana en u n momento en que l a oposición buscaba u n a nueva dimensión:

E n Acción N a c i o n a l concebimos l a a c t i v i d a d política como u n a


posibilidad de diálogo entre mexicanos de buena v o l u n t a d (...)
Por eso desde l a oposición, buscamos como objetivo p r i n c i p a l en
l a próxima campaña (elecciones presidenciales de 1964) l a con-
c o r d i a entre los mexicanos. 35

L a nueva a c t i t u d conciliadora del P A N lo llevó a aceptar con mayor


decisión los postulados constitucionales y l a Revolución. E l tono de sus
críticas se hizo más moderado y tendió a f o r m u l a r u n p r o g r a m a de a m -
plios alcances en términos laborales, en l a m e d i d a en que incorporó a su
programa l a idea de l a participación de los trabajadores en los benefi-
cios de las empresas. Empezó entonces a considerarse que su postura era
más avanzada que l a del P R I .
N o obstante, lo que algunos suponen u n movimiento del partido hacia
l a izquierda, d e b i d a también en parte al progresismo de los escritos p a -
pales, ha de verse más como u n cambio de estrategia, los principios f u n -
damentales de l a organización se m a n t u v i e r o n idénticos:

Buscamos que en México tenga plena realidad u n concepto de


l a v i d a f u n d a d o en el respeto de l a persona h u m a n a , a sus liberta-
des espirituales y al derecho de todo hombre p a r a compartir con
sus semejantes los bienes de l a tierra en u n régimen de j u s t i c i a . 36

L a nueva política del partido coincidía con l a necesidad del sistema


de ampliar sus bases de l e g i t i m i d a d , de ahí que en esta época se sitúe l a
introducción de las diputaciones de partido — q u e p a r a algunos autores
fue producto de l a acción de C h r i s t l i e b — a más de otras medidas tales
como l a exención de impuestos a los partidos políticos, medidas p a r a evi-
tar el voto múltiple, así como el reconocimiento de más victorias panistas
a nivel local.
N o obstante l a conveniencia que l a política de C h r i s t l i e b representaba
p a r a el fortalecimiento del partido, algunos de sus elementos más conser-
vadores vieron e n ella u n movimiento hacia l a izquierda más que u n
intento de modernización orientado a borrar l a imagen contrarrevolu-
cionaria y reaccionaria del P A N . L a ayuda p a r a esta transformación se
buscó desde dentro, a p a r t i r de las necesidades del sistema mismo, pero

3 5
A d o l f o C h r i s t l i e b I b a r r o l a , L a Oposición, México, E d i c i o n e s de Acción Na-
cional, 1965, p . 8 0 .
3 6
Ibid., p. 65.
370 SOLEDAD LOAEZA Fl X I V — 3

para muchos panistas sus efectos sólo llevaron a l partido a ceñirse más
estrechamente a los intereses de l a élite en el poder.

"¿Y AHORA QUÉ?" L A X X I I I CONVENCIÓN NACIONAL DEL P A N

Una de las tesis que f u n d a m e n t a n l a actuación de Acción N a c i o n a l


en l a v i d a política del país es l a idea de que, a pesar de que los méto-
dos gubernamentales h a n desembocado en l a "institucionalización de l a
v i o l e n c i a " , existen todavía caminos democráticos p a r a l a l u c h a política,
es decir, l a participación a través de l a oposición organizada.
E l 4 y 5 de febrero de 1973 se celebró l a X X I I I Convención N a c i o -
nal de Acción N a c i o n a l . E n ella se reunieron delegados de todos los esta-
dos de l a república en proporciones más bien dispares. E l objeto de l a
reunión era formular l a p l a t a f o r m a programática del partido p a r a el pe-
riodo 1973-1976 y prepararse p a r a las elecciones federales que se celebra-
rían el 1" de julio.
L a tónica de los debates que se llevaron a cabo tendió a señalar los
problemas que más directamente afectan los principios y las aspiraciones
del partido, siendo entre ellos el más importante el fraude electoral
y el respeto a los resultados de las elecciones. Pero en términos genera-
les y conforme a su apreciación en cuanto a las posibilidades de obtener
el poder, destacó l a i m p o r t a n c i a que atribuye a su papel como crítico del
gobierno y como f o r m a d o r de l a conciencia ciudadana.
Nos hemos referido ya a l hecho de que Acción N a c i o n a l ejerce u n a
"oposición l e a l " dentro del sistema mexicano, dado que acepta los c o n -
dicionamientos y las "reglas del juego" impuestas por el gobierno y
por e l partido dominante. E s t a actitud lo h a llevado a modelar en más
de u n a ocasión su actuación a los lineamientos del régimen en turno.
Sin embargo, puede notarse u n a permanencia en cuanto a lo que a su
papel de crítico se refiere, esto es, en cuanto a su función tribunicia.
L a insistencia del régimen del presidente Echeverría en l a necesidad
de l a autocrítica plantea a Acción N a c i o n a l u n desafío ante l a opinión
pública. E n u n momento en que " d e n u n c i a r los males del país en todos
los frentes es u n acto que, en nuestros días, no tiene el vigor valiente
que merece porque, en el colmo del cinismo se h a desatado l a verbena
de l a denuncia, el abuso de las lamentaciones, pero realizado por los
mismos culpables de l a m i s e r i a . . . " l a actividad crítica del partido pier-
3 7

de l a posible fuerza que p u d i e r a a d q u i r i r a partir de su perspectiva de


capitalización del descontento. A n t e l a opinión pública l a política g u -
bernamental persigue u n a dimensión democratizante a través de l a auto-
crítica y el reconocimiento de sus propios errores. Es como si buscara
fortalecerse confesando su p r o p i a debilidad.

3 José Ángel C o n c h e l l o , " E l reto y l a respuesta". P o n e n c i a presentada ante l a


?

X X I I I Convención N a c i o n a l d e l P a r t i d o Acción N a c i o n a l . 4-5 de febrero de 1 9 7 3 .


ENE-MAR 74 EL PARTIDO A C C I Ó N NACIONAL 371

Conscientes de l a particular coyuntura interna por l a que atraviesa el


país (caracterizada fundamentalmente por u n cambio de estilo en l a ac-
t i v i d a d política), los panistas parecen enfrentarse ellos mismos a l a e x i -
gencia de efectuar u n cambio en su estrategia. D a d a l a i n c o n f o r m i d a d
que parece manifestarse en el país contra las estructuras existentes A c -
ción N a c i o n a l se considera el instrumento p a r a dar respuesta a l reto que
plantea u n a situación política más o menos inestable:

P a r a los hombres de 1973 el absolutismo es u n reto y estamos


aquí p a r a d a r l a respuesta, restaurando l a participación del pue-
blo en l a v i d a pública, restaurando al pueblo en el poder y devol-
viéndole el poder a l p u e b l o . 38

Las críticas formuladas contra el régimen pueden resumirse en l a idea


de que en todos los casos en las decisiones gubernamentales prevalecen
los factores reales de poder sobre las estructuras establecidas por l a letra
constitucional.
L a represión, l a corrupción de los funcionarios públicos, l a concentra-
ción del poder económico, l a centralización política y económica, las v i o -
laciones a l a constitución son producto de u n presidencialismo desenfre-
n a d o que subordina cada vez más l a participación del pueblo en los
procesos de decisión, en u n proceso inexorable de deshumanización de l a
v i d a política.

Podemos resumir diciendo que las características del régimen


son: más capitalismo, pero menos libertades, más poderío econó-
mico pero menos justicia s o c i a l . 39

D u r a n t e l a reunión l a política económica del gobierno fue l a que re-


cibió mayores críticas. Se sugirió u n a reorientación global de l a econo-
mía, "romper l a vergonzosa alianza de los políticos con los económica-
mente poderosos", y a l mismo tiempo que se habló de u n desmesurado
desarrollo del capitalismo se acusó a l gobierno de intervencionismo i n -
justificado en esta m a t e r i a . Se volvió u n a vez más a l problema de l a
educación, cuyo sistema " r e f l e j a fielmente l a pirámide social" y se hizo
p a r t i c u l a r referencia a l control sobre l a opinión pública a través del
monopolio del papel p a r a el periódico, u n a prensa "gobiernista" y radio
y televisión igualmente sujetos a los intereses del régimen.
Pero todas estas críticas estaban orientadas h a c i a el aparato estatal y
sus funcionarios. P a r a los panistas el problema de M é x i c o no es tanto
que haya problemas serios, sino que las instituciones que podrían e m -
pezar a resolverlos simplemente no funcionan n i tampoco, según a f i r m a -
ron, hay l a v o l u n t a d política p a r a hacerlas funcionar en servicio del
pueblo. '

as Ibid.
Bernardo Bátiz, "Democracia participativa". ponencia presentada ante la
X X I I I Convención Nacional d e lPartido Acción Nacional, 4-5 febrero de 1973.
372 SOLEDAD LOAEZA Fl XIV—3

PARTICIPACIÓN VS. ABSTENCIÓN. E L DILEMA DE A C C I Ó N NACIONAL

Pero l a discusión más acalorada que se suscitó durante l a Convención


mencionada fue en torno a l problema de l a participación en los comicios
electorales. Desde el momento de su fundación Acción N a c i o n a l se e n -
frentó a u n a situación d e j a c t o que ponía en tela de juicio su efectividad
en tanto que partido político, ante el peso gigantesco de u n partido do-
minante en el que se concentraban los factores del poder. P o r lo tanto,
en términos del partido mismo surge constantemente el conflicto que
produce l a participación en u n a contienda electoral cuyos resultados son
de sobra conocidos con anterioridad.
P a r a M a n u e l Gómez Morín, sin embargo, el d i l e m a no era t a l . Él
consideraba que l a función de Acción N a c i o n a l , si bien l a conquista del
poder era inalcanzable, debía ser l a de u n a válvula de escape que a m i -
norara las presiones que de n o contar con ella podrían l l e v a r al sistema
a l a dictadura. L a pasividad electoral puede provocar, según sus propias
palabras, que el pueblo caiga en u n a situación similar a l a del porfiriato
en términos políticos, en " e l pantano del conformismo, el letargo de u n a
nueva d e c e p c i ó n " .
40

S i n embargo, tampoco l a existencia del P A N pudo evitar el desborda-


miento del partido oficial en materia electoral y el conformismo que en
páginas anteriores hemos señalado y que se expresa en u n alto nivel
de abstencionismo.
Estas circunstancias h a n agudizado, p a r a los más sinceros panistas, el
desafío que p a r a su fuerza ante l a opinión pública constituye el seguir
actuando dentro de u n sistema que lo h a condenado a l a inefectividad.
Parte del desprestigio del p a r t i d o es atribuible a l hecho de que se con-
forme con l a dosis de participación que el sistema tiene a bien concederle
en beneficio propio. P o r lo tanto, dentro del partido se manifiestan dos
tendencias m u y claras: l a p r i m e r a que insiste en seguir adelante con l a
l u c h a política como hasta ahora se h a llevado a cabo, es decir, conforme
al papel que le h a tocado desempeñar dentro de l a política m e x i c a n a ;
y l a otra que postula l a necesidad de u n cambio en las formas de l u c h a
política.
L a p r i m e r a tendencia recibe el favor de los miembros más antiguos
del partido. Fieles a l a tradición de su fundador, ven en su actividad u n
canal que, a u n cuando n o sea oficialmente reconocido en su i m p o r t a n -
cia real, h a sido capaz de encauzar, aunque parcialmente, el repudio
hacia el gobierno. E s t a línea se niega a aceptar l a esterilidad de l a l u c h a
en los términos en que se h a realizado. Por el contrario, a f i r m a n que la
presión de los diputados panistas en el Congreso, por ejemplo, h a tenido
como resultado l a creación de las diputaciones de partido, éxitos p a r l a -
mentarios y buenas iniciativas. E l problema de esta última parte de su
justificación reside en que, en caso de que tales éxitos fueran ciertos,

4 0
Gómez Morín, Diez años..., p. 19.
ENE-MAR 74 EL PARTIDO A C C I Ó N NACIONAL 373

jamás h a n recibido u n reconocimiento oficial. U n a de las quejas más


repetidas de los panistas h a sido en el sentido de que gran parte de sus
proposiciones ante el Congreso h a n sido rechazadas en u n a p r i m e r a
i n s t a n c i a p a r a después ser nuevamente presentadas por el Ejecutivo como
propias.
L a segunda tendencia busca responder a las exigencias políticas que
e l crecimiento económico h a despertado en amplios sectores de l a p o b l a -
ción. D e acuerdo con ellos el pueblo busca y h a emprendido nuevas for-
m a s de l u c h a política, lo c u a l i m p l i c a l a obsolescencia de sus patrones
tradicionales de oposición, y el partido debe encabezarlas, "los fraudes
sufridos nos o b l i g a n . . . a movernos en u n nivel superior a l meramente
electorero". Se trata ya no únicamente de capitalizar el descontento a
través del voto, sino de iniciar u n nuevo tipo de acción en l a que el c o m -
p r o m i s o político sea total con el f i n último de expresar u n a oposición
más radical ante las formas de comportamiento del sistema. L a crítica
y l a condena a l gobierno h a n mostrado sobradamente su ineficacia. " N o
hemos sido capaces de identificarnos con el pueblo en muchas de sus l u -
chas populares; quizá hasta hemos tenido miedo a movilizar su fuerza
social".
L o s métodos que esta facción proponía p a r a iniciar u n a nueva forma
de l u c h a política consistían en rechazar l a nueva L e y Electoral, que c o n -
sideran que los restringe a 25 representantes en vez de favorecerlos, llevar
a cabo u n a intensa campaña de movilización popular en contra del go-
b i e r n o a través de l a desobediencia c i v i l y l a resistencia pasiva.

P a r t i c i p a r . . . es desperdiciar energías en hacer el juego al go-


bierno — a quienes no se nos respeta el voto debemos—. . . e m -
plear esas fuerzas en tareas más p r o v e c h o s a s . . . y en desligarnos
del gobierno ante los ojos del p u e b l o . 41

Pero optar por esa posición podría representar l a desaparición m i s m a


d e l partido. L a no participación de u n partido en los comicios electora-
les podría desembocar en sanciones tales como el retiro del registro de l a
Secretaría de Gobernación, o en u n a modificación fundamental en l a f u n -
ción t r a d i c i o n a l del P A N , que podría provocar u n desmembramiento i n -
t e r n o ; a u n en este sentido el sistema l i m i t a su acción y los jerarcas p a -
nistas no parecían dispuestos a correr el riesgo de l a desaparición. L a s
dificultades que presenta l a organización de u n partido político no pue-
d e n ser m i n i m i z a d a s y menos cuando el poder político está de t a l m a n e r a
centralizado que u n a oposición disfuncional puede ser s u p r i m i d a de m a -
n e r a definitiva y posteriormente reemplazada por u n a organización más
dócil a los intereses del sistema. L a adopción de l a no participación h u -

4 1
L a s citas referentes al p r o b l e m a de l a no participación fueron tomadas de
los documentos distribuidos d u r a n t e l a discusión e n l a Convención. D e los cuatro
escritos de esta naturaleza sólo u n o hace mención de sus autores: l a delegación
d e l V I I I D i s t r i t o del D . F .
374 SOLEDAD LOAEZA FI XIV—3

biera i m p l i c a d o u n a modificación fundamental en l a línea tradicional


del partido que hubiera podido provocar u n a reacción desintegradora
dentro del mismo. E l cambio en los métodos de l u c h a política lo hubiera
colocado en u n esquema distinto a l delineado por el sistema y a l propio,
y no cuenta con l a fuerza suficiente p a r a desafiar su alienación del mismo.
Hemos tratado de señalar c ó m o Acción N a c i o n a l desempeña ante el
régimen político el papel de " a u x i l i a r " en las elecciones más que de con-
tendiente directo. L o s intentos que se h a n hecho por fortalecer a l partido
se h a n topado con límite impuesto por el sistema mismo que requiere de
u n a oposición leal y débil que actúe como u n factor de estabilización
de sus funciones democratizantes. Pero también h a n tenido que enfren-
tarse a los obstáculos que él se impone por su p r o p i a v o l u n t a d y por l a
naturaleza m i s m a de su doctrina. Hemos visto c ó m o , a l tiempo que el
partido h a b l a de l a necesidad de acomodarse a u n a nueva estrategia
política, l u c h a por seguir siendo el mismo.

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