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Jose Santiago
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Santiago, Jose (2015). «La estructura social a la luz de las nuevas sociologías del individuo».
Revista Española de Investigaciones Sociológicas, 149: 131-150.
(http://dx.doi.org/10.5477/cis/reis.149.131)
Reis. Rev.Esp.Investig.Sociol. ISSN-L: 0210-5233. Nº 149, Enero - Marzo 2015, pp. 131-150
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tiempo. Así, para Homans (1975: 53), la es- tán constituidas por esquemas culturales y
tructura social se refiere a «aquellos aspec- conjuntos de recursos que se sustentan mu-
tos del comportamiento social que el inves- tuamente y que facultan y limitan la acción
tigador considera relativamente duraderos y social y tienden a ser reproducidas por esta
persistentes». Por su parte, Collins, a cuya acción». Por último, hay que destacar la con-
obra dedicaré el tercer apartado por ser el cepción de la estructura social que se deriva
máximo representante de las antiguas socio- del individualismo metodológico. Aunque
logías del individuo, considera que la estruc- pareciera que este comparte con las aproxi-
tura social «se refiere a un comportamiento maciones de Collins y Homans la estrategia
repetido de la gente en lugares específicos, reduccionista de la estructura (Kontopoulus,
utilizando objetos físicos específicos, y co- 1993), en la medida en que esta es explicada
municándose con otras personas repetida- reduciéndola a los individuos, lo cierto es
mente mediante el uso de muchas de las que autores como Boudon nos permiten
mismas expresiones simbólicas» (Collins, concebir la estructura social de otro modo.
1981: 994). La cuarta de las concepciones Desde la perspectiva del individualismo me-
de la estructura social que destaca Porpora todológico, los individuos eligen sus cursos
es la de Giddens, quien, en el marco de su de acción intencionalmente, dando lugar,
teoría de la estructuración, entiende aquella como suma agregada de los mismos, a efec-
como reglas y recursos que recursivamente tos estructurales, a veces no queridos, que
intervienen en la reproducción de los siste- constriñen y condicionan las oportunidades
mas sociales. Para Giddens (1995: 61), la individuales (Bernardi, González y Requena,
«estructura no se debe asimilar a constreñi- 2006: 168).
miento sino que es a la vez constrictiva y ¿Qué aportan las nuevas sociologías del
habilitante». individuo en este panorama de concepcio-
Junto a estas concepciones de la estruc- nes de la estructura social3? A dar respuesta
tura social, creo necesario añadir al menos se dedica este artículo, pero para empezar
otras tres, que, aunque deudoras de aquellas hay que señalar que, frente al alto grado de
y, en algunos aspectos, próximas a ellas, tie- abstracción que encontramos en torno a
nen una particularidad que las convierte en este concepto, las nuevas sociologías del
referentes en los debates actuales sobre la individuo basan sus propuestas en una sóli-
estructura social. Me refiero a las de Bour- da y amplia investigación empírica. Ese gra-
dieu, Sewell y la propia del individualismo do de abstracción al que me refiero es menor
metodológico. La primera es deudora de la que en otras concepciones de la estructura
obra de Marx, dada la centralidad que en ella social debido también al hecho de que las
tienen las clases sociales entendidas de for- nuevas sociologías del individuo no preten-
ma relacional. Debido a la relevancia de esta den tanto dar cuenta de la naturaleza de la
forma de concebir la estructura social, me estructura social como analizar las transfor-
detendré en ella en el próximo apartado. maciones históricas que ha experimentado
Deudora y a la vez crítica de la noción de ha- en el paso de la primera a la segunda moder-
bitus de Bourdieu y de la dualidad de la es- nidad. Gracias a su sólido respaldo empírico
tructura de Giddens, la concepción de la
estructura de Sewell quiere dar respuesta a
la que considera una metáfora epistémica 3 Las nuevas sociologías del individuo no deben ser
inevitable en ciencias sociales. Con este pro- confundidas con el individualismo metodológico. Frente
pósito, y sustituyendo el concepto de reglas a este, aquellas no privilegian necesariamente la acción
intencional y entienden la acción social como mediada
de Giddens por el de esquemas, Sewell por el trabajo que realiza el individuo sobre sí mismo
(1992: 27) considera que las «estructuras es- (Martuccelli y Singly, 2012: 52).
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tura social y el ajuste de la acción a esta es- que ejerce sobre el resto del organismo una
tructura» (Dubet, 2009: 107). Pero ¿a qué acción moderatriz» (Durkheim, 1995: 216).
hace referencia esta idea de sociedad? Con No obstante, la constatación de que la divi-
ella se busca dar cuenta de una determinada sión del trabajo social se desviaba de «su
representación de la sociedad en tanto que dirección natural», como productora de soli-
una totalidad, un sistema organizado funcio- daridad orgánica, condujo a Durkheim a dar
nal y coherente4. De forma más específica, una creciente importancia a los valores y
«(l)a idea de sociedad caracterizó la vida so- normas como medio para asegurar la inte-
cial a través de una representación, orgánica gración de las sociedades modernas. Frente
o sistémica, como una serie de niveles imbri- a las sociedades de estructura social seg-
cados unos dentro de otros y regidos por mentaria, en las que una conciencia colecti-
una jerarquía que establecía una correspon- va «extensa y fuerte» cubría a todos los indi-
dencia entre los estratos superiores y los in- viduos, que compartían una gran «similitud
feriores. La idea de sociedad supone así que de las conciencias», el proceso de diferen-
los diferentes ámbitos sociales interactúan ciación trajo consigo un mayor espacio para
entre ellos, como las piezas de un mecanis- la iniciativa y reflexión individuales. Ante ello
mo o las partes de un organismo, y que la la interpretación durkheimiana de la vida so-
inteligibilidad de cada una de ellas es dada cial se fue desplazando hacia una idea de
justamente por su lugar en la totalidad» (Mar- sociedad en tanto que sistema integrado a
tuccelli, 2013: 148). partir de unos valores centrales que los indi-
viduos debían interiorizar por medio de la
Veamos a continuación cómo han sido
socialización, la cual garantizaba la continui-
tematizadas las dos visiones clásicas de la
dad entre la sociedad y el individuo, entre el
idea de sociedad, que descansan en la es-
sistema y el actor. Al igual que Durkheim,
tructura social y en el ajuste de la acción a
Parsons también pensaba que «existe una
dicha estructura.
continuidad funcional y formal entre la cultu-
ra (los valores), la sociedad (los roles) y las
La estructura social, las instituciones personalidades (los motivos de la acción). La
de socialización y los roles socialización tiene por función asegurar esta
La tradición sociológica heredera de continuidad entre la estructura social y la
Durkheim representó la sociedad como un personalidad» (Dubet, 2006: 52).
sistema organizado y funcional, en el que Las encargadas de este proceso de so-
cada elemento cumplía un papel o una fun- cialización fueron las instituciones, especial-
ción en la totalidad a partir del cual se hacía mente la escuela, la iglesia y la familia, me-
inteligible. En La división del trabajo social, diante las cuales las sociedades de la
aquel señaló que «la estructura de las socie- primera modernidad conformaron a los indi-
dades en las que la solidaridad orgánica es viduos al transformar los valores en normas,
preponderante» se organiza como «un siste- y estas en roles que formaban la personali-
ma de órganos diferentes, cada uno con su dades de aquellos. Es decir, posibilitaban
función especial y formados, ellos mismos, que los procesos de socialización y subjeti-
de partes diferenciadas», estando todos vación se confundieran al ser, por así decirlo,
ellos «coordinados y subordinados unos a las dos caras de la misma moneda. El peso
otros, alrededor de un mismo órgano central que tuvieron estas instituciones en su objeti-
vo de instituir ha conducido a Dubet a hablar
de un programa institucional, como «proceso
4 Sobre la idea de sociedad véase Dubet y Martuccelli social que transforma valores y principios en
(2000: 25-39). acción y subjetividad por el sesgo de un tra-
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bajo profesional específico y organizado» ciales. Son varias las referencias teóricas
(Dubet, 2006: 32). Este programa institucio- que se deben tener en cuenta en este caso,
nal, que tiene un origen religioso, se ha trans- entre las que hay que destacar las propias de
ferido a las principales instituciones de la las escuelas neomarxistas y neoweberianas,
modernidad y ha conformado la profesión de representadas por Wright y Goldthorpe. Al
profesores, médicos, enfermeras, trabajado- referirnos a estas escuelas y a los debates
res sociales, etc., que han sido los encarga- sobre las clases hay que distinguir nítida-
dos de realizar un «trabajo sobre los otros» mente las teorías de las clases y los análisis
mediante el cual la sociedad socializaba a de clase (Carabaña, 1997). Conforme a la
los individuos. Un trabajo basado en valores idea de sociedad, aquí me centraré en las
y principios sagrados, ya fueran religiosos o aproximaciones a las clases sociales que
laicos5, administrado en «santuarios» por han pretendido aunar una teoría de las cla-
medio de individuos vocacionales y que te- ses con el análisis de clase. Dicho de otro
nía como objetivo lo que en principio parece- modo, aquellas aproximaciones que hicieron
ría una paradoja: socializar a los individuos al de las clases sociales una suerte de «objeto
mismo tiempo que les conforma como suje- sociológico total», al ser tanto el explanan-
tos, o, dicho de otro modo, acceder a la au- dum como el explanans de la vida social
tonomía y libertad individual a través de la (Dubet, 2004: 12). El enorme valor analítico
disciplina racional6. de dicho concepto derivaba de la articula-
ción de cuatro dimensiones: una posición,
En este programa institucional el rol defi-
una comunidad o estilo de vida, una acción
ne al individuo al que este queda sujeto. La
colectiva y un mecanismo de dominación
personalidad se adecúa al rol y las relaciones
(Dubet y Martuccelli, 2000: 93-125).
se ven condicionadas y limitadas por roles
sociales específicos. Así, la relación no «tie- Los orígenes de esta concepción de la
ne autonomía propia, ya que todo se enlaza estructura social se encuentran en Marx,
en torno a una definición precisa del rol de pero alcanza su cenit con Bourdieu, para el
los otros al que apunta el programa institu- que la vida social solo es inteligible si damos
cional. Me dirijo al alumno, al enfermo, al cuenta de las estructuras sociales, tanto las
pobre, sin rebasar ese rol. Eso no quiere de- externas (campos) como las interiorizadas
cir que en ese programa el profesional igno- (habitus). En su obra, como en pocas otras,
re a la persona y personalidad de los otros, se deja notar el peso de la idea de sociedad
sino que accede a esa dimensión más íntima y los dos pilares en los que descansa: la es-
y más difusa por el cauce de una definición tructura social y el ajuste de la acción a esta
precisa del rol» (Dubet, 2006: 385). estructura. Dicho ajuste deriva del hecho de
que en el marco de la sociología de Bourdieu
la acción es explicada a partir de la posición
La estructura social y la estructura
de clases que se ocupa en aquella. De ahí la importan-
cia de los campos, en tanto que espacios de
La otra gran interpretación de la estructura relaciones objetivas entre posiciones, a partir
social es la que descansa en las clases so- de los cuales podemos dar cuenta de las re-
presentaciones y prácticas de los agentes.
Es así como Bourdieu concibe el espacio
5 La interpretación durkheimiana de la secularización social o la estructura de clases, como un
como transformación de lo sagrado permite entender campo en el que las distintas posiciones,
esta transferencia del programa institucional (Durkheim,
1992). que ocupan los individuos, son fijadas de
6 Para profundizar en las características de este progra- forma relacional en función del volumen total
ma institucional véase Dubet (2006: 29-62). de capital y de su composición (relación en-
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circuitos de mala reputación y la clase social ha desacoplado del «poder-E», mientras que
más baja, que se encontraría al margen de el poder situacional todavía existe en las or-
cualquier circuito social de intercambio. Lo ganizaciones, pero al igual que sucede con
que me interesa destacar de este plantea- las clases sociales solo opera en su interior,
miento sobre las clases sociales, basado en sin que fuera de ellas los individuos puedan
el nivel micro de la experiencia, son dos as- traducirlo en ventajas interaccionales.
pectos. Por un lado, su contraste con la con- Por lo que respecta a la categoría de es-
cepción macro-estructural: «la traducción a tatus, Collins nos invita a pensar en dos
nivel micro de la clase económica no mues- cuestiones que considero de gran relevancia
tra un tótem de clases, neta y jerárquicamen- para el objeto de este artículo: ¿existen, y, en
te apiladas unas sobre otras, sino circuitos tal caso, cómo se delimitan los grupos de
de transacción solapados, de amplitud y estatus en la estructura social de las socie-
contenido muy diversos» (Collins, 2009: dades actuales? ¿Hasta qué punto la imagen
360). Por otro lado, que, en términos de la macro-estructural y jerárquica desde la que
relación entre la clase social y la acción indi-
la sociología ha pensado la estratificación
vidual, aquella solo se traduciría en ventajas
social basada en el honor o el prestigio se ve
interaccionales dentro de cada uno de esos
reflejada en las interacciones de los indivi-
circuitos de intercambio.
duos?
El desacoplamiento entre la estructura
Recordemos que Weber (1944: 687) en-
social y las experiencias individuales tam-
tendía que, frente a las clases, los estamen-
bién se deja notar cuando nos centramos en
tos sí eran comunidades reales que compar-
las categorías weberianas de estatus y po-
tían un modo de vida reconocido con un
der. Por lo que se refiere a esta última, Collins
determinado «honor» social. Collins aplica
nos quiere hacer ver que, cuando atendemos
este concepto a los grupos de estatus, que
al nivel micro, el poder se manifiesta de ma-
se diferencian por su estilo de vida, desta-
nera diferente a como se nos muestra a nivel
cando la importancia que en su conforma-
macro-estructural. Así, la desigual distribu-
ción tienen los rituales formalizados, de tal
ción de este recurso cuando prestamos
modo que aquellos solo pueden existir cuan-
atención a la estructura jerárquica de una
do la vida cotidiana está excesivamente for-
organización no se traduce en una desigual
malizada, creándose así las condiciones de
distribución del poder real acorde con dicha
posibilidad para que las personas vivan en
jerarquía. Collins propone por ello distinguir
términos de identidades categoriales. Es por
entre «poder-D», como poder de mando o de
recibir deferencia, y «poder-E», como poder ello que en las sociedades actuales, con una
efectivo, que podría tener un individuo a pe- vida social menos formalizada, los grupos de
sar de ocupar una posición estructuralmen- estatus son en su mayoría invisibles, salvo en
te subordinada, como en el caso de la «je- el caso de lo que este sociólogo define como
rarquía en la sombra» del personal auxiliar los «cuasi-grupos de estatus» de jóvenes y
administrativo. Frente a la imagen macro- adultos.
estructural que ha privilegiado el análisis del Pero lo que me interesa destacar de la
poder-D, para Collins en nuestras socieda- argumentación de Collins es el hecho de que
des dicho poder se ha fragmentado y ha en la actualidad la desigual distribución de
quedado limitado a algunos ámbitos en los estatus, entendiendo también esta categoría
que todavía podemos encontrar relaciones como la capacidad de recibir deferencia en
de micro-obediencia del tipo «ordeno y man- el comportamiento microsituacional, guarda
do», si bien mucho más suavizadas que en muy poca relación con las identidades cate-
otros tiempos. En definitiva, dicho poder se goriales y, por el contrario, depende cada
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vez más de la reputación personal. Dicho de dida, pero no tiene por qué conducirnos al
otro modo, la posición social que ocupa un privilegio analítico de los encuentros micro-
individuo en la estructura social, concebida situacionales, pues no es tan evidente como
como un espacio jerárquico, no se traduce nos quiere hacer ver que sean el nivel cero
de forma inmediata en su prestigio social. de toda evidencia sociológica. De hecho, la
¿Gozan las profesiones consideradas más sociología como disciplina científica se con-
prestigiosas de ventajas interaccionales en figuró poniendo distancia con esas realida-
sus encuentros microsituacionales? De nue- des observables, privilegiando, por el contra-
vo Collins nos invita a pensar en el estatus rio, los hechos sociales y las estructuras que
como una categoría que opera en determi- no se pueden captar mediante el trabajo et-
nadas redes y situaciones, más allá de las nográfico, sino a la luz de un aparato esta-
cuales una posición jerárquica en el nivel dístico (o de entrevistas semidirectivas) que
macro-estructural no asegura una mayor de- permite mostrar los condicionamientos es-
ferencia. Con la única excepción de los fa- tructurales de la acción. Ahora bien, eso es
mosos, que gozan de una deferencia trans- lo que Collins precisamente pone en entredi-
situacional más allá de redes u organizaciones cho, que la estructura social se vea reflejada
específicas, «la gente recibe hoy poca defe- de forma directa en aquella. Y ciertamente su
rencia categorial; la mayor parte de la que crítica es muy pertinente con respecto a las
consigue proviene de su reputación perso- interpretaciones clásicas, que, conforme a
nal, que depende de mantenerse inserto en una fuerte idea de sociedad, partían del ajus-
la red donde se le conoce personalmente» te de la acción social a dicha estructura. No
(Collins, 2009: 373). obstante, esta fundamentada crítica no debe
Como vemos, con su análisis de la estra- conducir a la sociología a abandonar su vo-
tificación situacional, Collins nos quiere mos- cación de analizar el modo en que las accio-
trar hasta qué punto en la sociedad actual las nes de los individuos están condicionadas
experiencias de los individuos se han desaco- estructuralmente, o, dicho de otro modo, a
plado de las jerarquías macroestructurales poner en relación la acción con la estructura
que la sociología clásica entendía en clara social, entendiendo esta de forma distinta a
continuidad con aquellas. La conclusión a la como se concebía bajo la idea de sociedad.
que llegan las antiguas sociologías del indivi- En este sentido paso a retomar en este
duo no puede ser más significativa a este res- apartado las propuestas de las nuevas socio-
pecto: «La estructura social actual genera una logías del individuo que ponen en entredicho
experiencia vital en la que la mayoría de los la concepción heredada de la estructura so-
individuos puede guardar distancias con las cial, conduciéndolas a desplazar la mirada
relaciones macro-estructuradas —como míni- sociológica hacia el individuo y las nuevas ló-
mo de manera intermitente, y, en algunos ca- gicas estructurales que constriñen su acción.
sos, casi por completo» (Collins, 2009: 390).
De la institución y el «rol-engranaje»
a la experiencia del individuo
DE LA IDEA DE SOCIEDAD AL
Retomemos, en primer lugar, una de las pre-
INDIVIDUO Y LAS NUEVAS LÓGICAS
guntas que planteaba anteriormente, ¿pue-
ESTRUCTURALES: LAS NUEVAS
den en la actualidad las instituciones de so-
SOCIOLOGÍAS DEL INDIVIDUO
cialización «estructurar» las personalidades
La llamada de atención de Collins para que de los individuos tal y como tenía por objeti-
no demos por sentado que la estructura so- vo el llamado programa institucional? Las
cial se refleja en la interacción debe ser aten- nuevas sociologías del individuo coinciden
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en señalar que en las últimas décadas del debe ser gestionado por los propios indivi-
siglo XX se han experimentado unos profun- duos. Se produce así «una transferencia de
dos procesos de cambio social que marcan las instituciones al individuo, de los roles y
una gran cesura en el tiempo, permitiendo los estatus hacia las personas» (Dubet, 2009:
distinguir entre una primera y una segunda 102).
modernidad. Uno de esos procesos de cam- No obstante, no se trata de negar la im-
bio ha sido la desinstitucionalización, es de- portancia de los roles en la sociedad actual
cir, el proceso por el cual las instituciones ni su utilidad analítica para la sociología,
han ido perdiendo la capacidad para «insti- pues, como señala Martuccelli (2002), los ro-
tuir», para socializar a los individuos en unos les nos posibilitan establecer un vínculo en-
principios o valores «transcendentales» (reli- tre las estructuras sociales y las experiencias
giosos o laicos). De tal modo que las princi- individuales, un vínculo entre el nivel «micro»
pales instituciones de socialización, familia, y el nivel «macro», y nos permiten dar cuen-
escuela e Iglesia, han dejado de funcionar ta, frente a las antiguas sociologías del indi-
«según el modelo clásico, como aparatos viduo y a los retratos «líquidos» de época, de
capaces de transformar los valores en nor- la aún fuerte tipificación de algunas situacio-
mas y las normas en personalidades indivi- nes y experiencias de la vida social. De lo
duales» (Dubet y Martuccelli, 2000: 201). que se trata es de concebir estos roles en
Este proceso de desinstitucionalización no una lógica distinta a la que subyacía a la idea
solo afecta a los individuos que son objeto de sociedad, en la que, como veíamos en el
de dicha socialización, sino también a los primer apartado, los roles funcionaban como
representantes (profesores, médicos, etc.) verdaderos engranajes entre la estructura y
de esos principios o valores que aquellos de- la acción, permitiendo preestructurar fuerte-
bían interiorizar. Con dicho proceso el pro- mente las situaciones. Este tipo de «rol-
grama institucional va declinando y las insti- engranaje», como lo denomina Martuccelli,
tuciones basadas en el «trabajo sobre los puede todavía encontrarse en nuestras so-
otros» van perdiendo la legitimidad y centra- ciedades, pero ya no debe tener el privilegio
lidad que tuvieron en la primera modernidad. analítico que tuvo en la sociología clásica,
Como consecuencia de estos procesos siendo ahora necesario movilizar otras for-
de desinstitucionalización y declive del pro- mas de concebir los roles sociales en función
grama institucional se produce la pérdida de del grado de codificación y coacción de los
continuidad entre la estructura y la persona- diferentes contextos de acción, como los
lidad y acciones del individuo. O dicho de «roles impedidos», los «roles a creación
otro modo, «la desinstitucionalización provo- prescrita» o los «roles en emergencia» (Mar-
ca la separación de los procesos que la so- tuccelli, 2002: 143-177). Ya sea por la impo-
ciología clásica confundía: la socialización y sibilidad de llevar a cabo un rol en el que un
la subjetivación» (Dubet y Martuccelli, 2000: individuo ha sido socializado o por la nece-
202). En la medida en que las instituciones sidad de aumentar la reflexividad e invención
de socialización han ido perdiendo la capa- ante los mismos, lo cierto es que, a diferen-
cidad de transmitir unos valores y normas cia de lo que sucedía con el «rol-engranaje»,
que se reflejaran en roles, estos últimos han estos roles ya no pueden ser entendidos en
quedado relegados a un segundo plano a la la lógica de la idea de sociedad en la que la
hora de conformar la personalidad de los in- acción se ajustaba a la estructura.
dividuos. Los roles, que mediaban entre la A diferencia de lo que hizo la sociología
estructura de la sociedad y la acción, dejan en la primera modernidad, la acción ya no
un mayor espacio que ya no puede ser ad- puede ser explicada como un simple reflejo
ministrado por las instituciones, sino que del sistema, ya que se genera un mayor es-
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pacio entre ambos que debe ser gestionado de la sociedad, nos permiten explicar las re-
por el individuo. Este cambio es el que con- presentaciones y prácticas individuales.
duce a Dubet (2010) a abogar por una socio- Como hemos tenido oportunidad de ver, la
logía de la experiencia, entendiendo esta obra de Bourdieu es un claro ejemplo de esta
última como el trabajo sobre sí mismo que forma de entender la vida social. ¿Podemos
debe hacer el actor para articular y dar cohe- seguir sosteniendo esta concepción de la es-
rencia a las que aquel considera como las tructura social? ¿Se nos presenta la desigual-
tres lógicas de la acción (integración, estra- dad en las sociedades actuales de forma or-
tegia y subjetivación). Dicho de otro modo, ganizada y estructurada, en tanto que
los individuos deben hacer frente a la bús- estructura de clases? ¿Nos permiten las cla-
queda de la pertenencia a una comunidad, a ses o posiciones sociales explicar las prácti-
la defensa de sus intereses compitiendo en cas y representaciones de los individuos?
los mercados y al desarrollo de una actividad Son varios los debates que abren estas
crítica9. La sociedad actual produciría es- preguntas. Con respecto a la última, no son
tructuralmente estas tres lógicas de la acción pocos los sociólogos que actualmente se
cuya administración por parte del individuo centran en la posición o clase social como
llevaría consigo tensiones en la experiencia operador analítico. Así Goldthorpe (2012),
social. Tensiones que conceptos como el de frente a los enfoques de los economistas ba-
habitus no pueden captar en la medida en sados en la renta, ha reivindicado la vuelta a
que «confunde» dos racionalidades de la ac- la clase para examinar la desigualdad. Para
ción, la de la integración cultural y la de la el caso español, Martínez García (2013) ha
acción estratégica, eliminando así la tensión mostrado la relevancia de la clase social
entre la lógica de reproducción de un progra- como elemento de análisis para dar cuenta
ma cultural y la defensa o promoción de los de diversos temas como el fracaso escolar,
intereses en un determinado campo (Dubet, el paro juvenil o el «mileurismo».
2010: 168).
Estas sociologías que prosiguen con el
análisis de clase son necesarias y deben ser
De la estructura social a las bien recibidas en un momento como el ac-
desigualdades multiplicadas
tual, en el que en muchas ocasiones se olvi-
Recordemos que desde la concepción de la da la influencia de la posición social en la
estructura social como estructura de clases vida de los individuos. Sin embargo, hacer
«lo esencial es postular que existe una estruc- de la clase social un operador analítico cen-
tura objetiva suficientemente estable y cohe- tral resulta insuficiente en un período de cre-
rente para que la sociedad sea percibida ciente individualización y singularización de
como un sistema. Así, desde el punto de vista la vida social. En efecto, los análisis de clase
de las clases sociales, las desigualdades no basados en las diferencias inter-clases en
son solamente una jerarquía, más o menos muchas ocasiones no prestan atención a las
justa, son también una estructura» (Dubet, diferencias intra-clases ni a las «lecturas ma-
2009: 51). Y no solo eso, las clases sociales, yoritarias» (Singly, 2012). En este sentido,
en la medida en que conforman la estructura como veremos a continuación, diversas in-
vestigaciones empíricas realizadas en el
marco de las nuevas sociologías del indivi-
9 Para profundizar en los fundamentos de esta sociolo- duo nos permiten tener suficiente evidencia
gía puede verse La sociología de la experiencia, libro para mostrar la pérdida de capacidad analí-
que, aunque es ya un clásico contemporáneo, no es muy tica de las posiciones (Lahire, 2006; Martuc-
conocido en España. Desde 2010 contamos con una
excelente traducción realizada por Gabriel Gatti. Véase celli, 2006; Singly, 2012). Por ello se hace
Dubet (2010). necesario disponer de nuevos operadores
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analíticos que sustituyan a las clases socia- subgrupo social, o incluso perteneciendo a
les, como el de las pruebas que propone la misma familia tienen todas las probabilida-
Martuccelli y que veremos más adelante. des de que parte de sus prácticas y gustos
Más allá de los análisis de clase, que, difieran». Así lo ha constatado este sociólogo
como señalo, son necesarios pero no sufi- en La cultura de los individuos, con el que ha
cientes, lo que sí que resulta menos plausible mostrado que las relaciones entre los habitus
es seguir sosteniendo la concepción de la de clase y las prácticas culturales no son tan
clase social en tanto que «objeto social to- evidentes como Bourdieu las presentaba en
tal», que articulaba cuatro dimensiones: una La distinción. Frente a este modelo, Lahire
posición, un estilo o modo de vida, una ac- (2006) señala que la frontera entre la «alta
ción colectiva y un mecanismo de domina- cultura» y la «baja cultura» no es tan definida,
ción. Como señalan Dubet y Martuccelli ya que una mayoría de individuos de diferen-
(2000: 93-125), cada una de estas dimensio- tes clases sociales tienen perfiles disonantes
nes se desdibuja y, lo que es más importan- que asocian prácticas culturales que van
te, la articulación entre ellas se quiebra. Así, desde las más a las menos legítimas.
como se puede constatar siguiendo los de- Por último, la dominación parece haberse
bates sobre las clases sociales, los criterios escindido de la estratificación social, de tal
para fijar las posiciones sociales se han mul- modo que «la estructura social aparece no
tiplicado (a la propiedad de los medios de solamente como un sistema complejo y mul-
producción se han añadido las oportunida- tidimensional, sino también como un sistema
des en el mercado, el capital cultural, los bie- desarticulado en el cual los «competitivos»,
nes de organización, la autoridad en las aso- los «protegidos», los «precarios» y los «ex-
ciaciones, los cierres sociales, etc.10). En cluidos» forman grandes conjuntos que es-
línea con visiones más multidimensionales tán ellos mismos estratificados y mantienen
de la estructura social, como la de Weber varias relaciones de dominación» (Dubet y
(1944: 682-694), los sociólogos han recurrido Martuccelli, 2000: 18).
a nuevos criterios (género, edad, etnia, etc.)
De todo ello no se colige que las clases
para establecer las posiciones y condiciones
sociales hayan dejado de existir, y mucho
de existencia de los individuos, que ya no
menos las desigualdades, ya que, por el con-
pueden ser reducidas a la clase social. De
este modo, «mientras que la estructura de trario, se multiplican. Lo que resulta más di-
clases enmarcaba las desigualdades en un fícil es sostener que esta desigualdad se or-
conjunto relativamente estable y legible, ganiza como una estructura de clases y que
(ahora) entramos en un sistema de desigual- estas nos posibiliten explicar las prácticas y
dades múltiples» (Dubet, 2009: 69). representaciones de los individuos. De este
modo, como señala Martuccelli (2006: 371),
Esta multiplicación de las desigualdades
«se quiera o no, la noción de clase social se
hace menos plausible la explicación de la
transforma entonces en lo que nunca quiso
acción colectiva a partir de los intereses ob-
ser: a saber, una yuxtaposición de escalas de
jetivos de clase. De igual forma, resulta cada
estratificación y una lista más o menos pira-
vez más problemático explicar los estilos y
midal de desigualdades sociales que no for-
modos de vida en términos de clase, pues,
man ya sistema».
como señala Lahire (2006: 737), «dos indivi-
duos de la misma clase social, del mismo El precursor de las nuevas sociologías del
individuo, Ulrich Beck, que aboga por una
sociología ambivalente de la desigualdad, lo
10 Para una visión de conjunto de estos debates véan- dice de otro modo: «Por supuesto, aún exis-
se Crompton (1997) y Feito (1998). ten estructuras sociales inequívocas, tal vez
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incluso más que nunca, especialmente en coherente y homogéneo. Frente a esta forma
los márgenes de la sociedad. Pero se puede de concebir las disposiciones, Lahire (2005:
discutir si estas pertenecen aún (…) a un 161) reflexiona de otro modo: «Y si en lugar
mundo social único (…) Con la emergencia de un mecanismo de transferencia de un sis-
de la autocultura, es más bien la falta de es- tema de disposiciones se tratara de un me-
tructuras sociales lo que se considera el ras- canismo más complejo de adormecimiento/
go básico de la estructura social» (Beck y puesta en acción o de inhibición/activación
Beck-Gernsheim, 2003: 113). de disposiciones que supone, evidentemen-
te, que cada individuo singular sea portador
Del habitus y el campo a la pluralidad de una pluralidad de disposiciones y atravie-
de disposiciones y contextos de acción: se una pluralidad de contextos sociales». En
los múltiples «pliegues» de la estructura contraste con el privilegio que Bourdieu otor-
social gaba a la posición en el espacio social (y en
La crítica a la concepción bourdiana de la otros campos «legítimos»), Lahire considera
estructura social y la apertura que habilita que se debe ser más exhaustivo y mostrar
para el desarrollo de las nuevas sociologías los múltiples procesos de socialización de
del individuo ha tenido un lugar de inflexión los individuos, que hacen que incorporen
con Lahire, para quien el individuo es resul- disposiciones que no solo no tienen por qué
tado de los múltiples pliegues de la estructu- ser coherentes y homogéneas, sino que en
ra social que en él se incorporan. Por ello ocasiones pueden ser todo lo contrario, in-
también se muestra crítico con Collins, para coherentes y contradictorias.
el que, como hemos visto, los hechos ma- Por otro lado, el concepto de campo tie-
crosociológicos son menos reales que las ne, según Lahire, un estatuto limitado cuando
interacciones observables. Ciertamente, es utilizado de forma generalizada en los di-
como Bourdieu señalaba, «la verdad de la ferentes contextos de acción. Por una parte,
interacción no está entera en la interacción», no todos estos contextos se conforman
pero Lahire (2012: 286) añade que «tampoco como campos, ya que estos últimos no se
lo está en el espacio social global, ni en la extienden más allá de una parte de los domi-
organización, ni incluso en el campo que, a nios «más legítimos» de actividad profesional
veces pero no siempre, contribuyen a estruc- y/o pública (Lahire, 2012: 168). Por otra parte,
turarla». En efecto, para este sociólogo, la este sociólogo arremete contra el plantea-
interacción debe ser explicada dando cuenta miento según el cual lo que acontece en el
del contexto y del pasado incorporado de los campo debe estar contenido en él: «El princi-
individuos, sin que puedan quedar reducidos pio estructural (relacional) que lleva a pensar
a las categorías de campo y habitus. una obra en tanto que “toma de posición” en
Lahire aporta de este modo una forma de relación al conjunto de otras “tomas de posi-
concebir la estructura social que complejiza ción” es una manera de suponer un cierre del
y enriquece la interpretación de Bourdieu. campo sobre sí mismo. Es considerar que
Los múltiples condicionamientos estructura- nada de lo que sucede en el campo estaría
les que constriñen a los individuos no pue- determinado por fuerzas exteriores al campo
den ser explicados a partir de las categorías en cuestión» (ibíd.: 221). Ahora bien, esta crí-
de campo y habitus. Por un lado, debido a tica no le conduce a poner en cuestión el
las limitaciones de este último concepto, ya principio estructural o relacional como méto-
que, como veíamos anteriormente, implica la do de explicación, pues se trata «de extender
transferencia y generalización de las dispo- por el contrario su aplicación considerando
siciones, de tal manera que estas formarían que el creador es definible por otros vínculos
un sistema que haría del individuo un ser que los que ha podido entablar y otras expe-
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riencias que las que ha podido tener dentro Del personaje social a las pruebas:
del campo» (ibíd.: 221). entre posiciones estructurales
y estados sociales
Al indagar en las disposiciones más allá de
los habitus y en los contextos de acción más Al igual que Lahire, Martuccelli insiste en se-
allá de los campos, Lahire defiende una socio- ñalar que los numerosos casos de falta de
logía disposicionalista y contextualista con la correspondencia entre la posición en la es-
que podemos pensar de otro modo la influen- tructura social, las disposiciones y las tomas
cia de la estructura social sobre los individuos. de posición no pueden ser ya considerados
Frente a la ecuación de Bourdieu, según la como anomalías, excepciones que confirma-
cual [(Habitus) (Capital)] + Campo = Práctica, rían el modelo. Por el contrario, lo que califi-
Lahire (2012: 25) propone sustituirla por la si- ca como «metástasis de los desajustes» nos
guiente: Pasado incorporado + Contexto de debería hacer ver que lo que falla es el mo-
acción presente = Prácticas observables. delo y que, frente a las afirmaciones teóricas
La forma en la que Lahire da cuenta tanto de Bourdieu que destacan el ajuste ontológi-
de la incorporación múltiple de la estructura co entre habitus y campo, habría que dar
social en el individuo como de la pluralidad cuenta del primado de los desajustes (Mar-
de los contextos de acción hace menos tuccelli, 1999: 141).
plausible el ajuste de la acción a dicha es- Lo mismo hay que decir con respecto a
tructura. La complicidad ontológica entre el la pretensión de explicar la experiencia de
habitus y el campo resulta más problemática, los individuos a partir de los «roles-engrana-
ya que, por el contrario, lo que encontramos, je». En ambos casos lo que ha entrado defi-
de forma tan frecuente como para no poder nitivamente en crisis es la noción de «perso-
referirnos a meras «anomalías», son indivi- naje social», que «no designa solamente la
duos con una multiplicidad de disposiciones puesta en situación social de un individuo,
que no encuentran los contextos para su ac- sino mucho más profundamente la voluntad
tualización o individuos desprovistos de las de hacer inteligibles sus acciones y sus ex-
disposiciones que les permitan enfrentar si- periencias en función de su posición social»
tuaciones más o menos inevitables en sus (Martuccelli, 2007: 6). Y con ella también ha
vidas (Lahire, 2005: 175). entrado en crisis una muy extendida forma
Ante estos desajustes, consecuencia de de concebir el oficio de sociólogo que, más
encontrarnos ante un individuo que, según allá de escuelas o tradiciones, ha sido parte
Lahire, está demasiado multisocializado y constitutiva, y en buena medida lo sigue
multideterminado, deviene necesaria la ela- siendo, de nuestra disciplina. Por ello, frente
boración de «una sociología a la escala del al análisis del individuo en función de su po-
individuo, que analice la realidad social te- sición social, «se impone la necesidad de
niendo en cuenta su forma individualizada, reconocer la singularización creciente de las
incorporada, interiorizada; una sociología trayectorias personales, el hecho de que los
que se pregunte cómo la diversidad exterior actores tengan acceso a experiencias diver-
es hecha cuerpo, cómo las experiencias so- sas que tienden a singularizarnos y ello aun
cializadoras diferentes, y a veces contradic- cuando ocupen posiciones sociales simila-
torias, pueden (co)habitar (en) el mismo cuer- res» (ibíd.: 10).
po, cómo tales experiencias se instalan más Ahora bien, ¿la falta de plausibilidad de la
o menos durablemente en cada cuerpo y noción de personaje social y de la posición
cómo intervienen en los diferentes momen- social como útiles analíticos y la creciente
tos de la vida social o de la biografía de un singularización de las trayectorias individua-
individuo» (Lahire, 2013: 113). les debe llevar consigo la renuncia a cual-
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quier pretensión de afirmar la presencia en sociales». Por ello, para analizar de qué ma-
nuestras sociedades de estructuras que nera los individuos afrontan el conjunto de
condicionan las representaciones y prácticas pruebas que nuestras sociedades producen
de los individuos? Lejos de una visión tan estructuralmente, Martuccelli señala los dos
extrema, las nuevas sociologías del individuo niveles a los que hay que atender para dar
dan cuenta de cómo operan las estructuras cuenta de los lugares sociales de los actores.
sociales, si bien de forma muy diferente a Por un lado, el nivel de las posiciones estruc-
como se hacía bajo la idea de sociedad. Así, turales que este sociólogo concibe, en térmi-
al igual que Dubet sostiene que en la segun- nos cercanos a la situación de clase de We-
da modernidad la experiencia de los indivi- ber, como reagrupamientos de individuos
duos viene condicionada por la necesidad que tienen oportunidades similares de con-
de gestionar tres grandes lógicas de la ac- seguir bienes o servicios, lo cual le permite
ción que la sociedad produce estructural- delimitar —y limitar en pos de la simplicidad
mente, Martuccelli nos habla del carácter analítica— cinco posiciones estructurales:
estructural de las «pruebas» a las que los dirigentes, competitivos, protegidos, preca-
individuos deben hacer frente11. Pero enten- rios y excluidos. Por otro lado, el nivel de los
diendo el concepto de estructura no en la estados sociales —al que la sociología no ha
lógica del sistema, que mostraría el agencia- prestado suficiente atención al haber limita-
miento necesario entre los elementos, sino do sus análisis a las posiciones estructura-
como «la presencia de un condicionamiento les— que da cuenta de los espacios que los
activo. La estructura designa menos una tra- individuos consiguen ir conformando en el
ma establecida que fuerzas particularmente interior de estas posiciones. Solo si atende-
activas. Dicho de otro modo, reconocer la mos a estos dos niveles, la sociología podrá
existencia de factores estructurales lleva a analizar las ecologías personalizadas que
distinguir, entre la diversidad de fuerzas e in- nuestra sociedad produce (Martuccelli, 2006:
fluencias que existan en un momento dado, 365-427).
aquellas que son particularmente activas, Martuccelli nos invita así a representar-
constrictivas y significativas» (Martuccelli, nos la estructura social como un queso gru-
2010: 150).
yer, en el que en el interior de las diferentes
Interesado en movilizar un análisis socio- posiciones estructurales, y de forma trans-
lógico que dé cuenta, en un contexto de cre- versal a ellas, encontramos espacios que
cimiento estructural de las singularidades, los individuos construyen activamente. De
del modo en que se articulan las estructuras este modo, frente al «agenciamiento nece-
sociales y las experiencias de los individuos, sario», propio de la idea de sociedad, esta
Martuccelli (2006: 110) sugiere sustituir la concepción de la estructura permite dar
posición social por la noción de «prueba» cuenta de los márgenes de acción de los
como «operador analítico central (…) permi- que disponen los individuos, los cuales de-
tiéndonos relacionar los procesos estructu- vienen actores en la medida en que siempre
rales y los lugares sociales con los itinerarios pueden «actuar de otro modo» (Martuccelli,
personales. Las pruebas son el resultado de 2010: 102).
una serie de determinantes estructurales e
institucionales, que se declinan diferente-
mente según las trayectorias y los lugares CONCLUSIÓN
Tras este recorrido se pueden explicitar algu-
11 Para profundizar en esta forma de concebir las prue- nas de las conclusiones a las que se ha lle-
bas véase Martuccelli (2006; 2010: 79-160). gado a partir de las propuestas de las nuevas
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sociologías del individuo que, entre otros estructuralmente, o, dicho de otro modo,
autores, representan Dubet, Lahire y Martuc- debe poner en relación la acción con la es-
celli. La sociología actual no puede seguir tructura social, movilizando para ello con-
concibiendo la estructura social en el marco ceptos a los que nuestra disciplina no puede
de la idea de sociedad, es decir, tal y como renunciar, como las posiciones estructurales
la tradición sociológica (desde Durkheim y o los roles. Pero entendiendo la estructura
Marx a Bourdieu) se ha representado la vida social de forma diferente a como se conce-
social, en la que la acción se ajustaba a di- bía bajo la idea de sociedad. Se trataría,
cha estructura y el individuo era el fiel reflejo como propone Martuccelli, de superar la ló-
del sistema. Diversos procesos de cambio gica del sistema, del agenciamiento necesa-
social, que ha traído consigo la segunda mo- rio entre los elementos para dar cuenta de
dernidad, como la desinstitucionalización, el los condicionamientos estructurales de la
declive del «programa institucional», la mul- acción ante los cuales el individuo debe dar
tiplicación de las desigualdades y de los ám- respuesta, pudiendo siempre «actuar de otro
bitos de socialización o la creciente singula- modo».
rización de las trayectorias individuales, El carácter «multisocializado» y «multide-
hacen menos plausible dicha idea de socie- terminado» del individuo como fruto de la
dad. Las posiciones estructurales, las clases incorporación múltiple de la estructura so-
sociales o los «roles-engranaje» han ido per- cial. El trabajo sobre sí mismo que aquel ha
diendo por ello capacidad analítica para ex- de llevar a cabo para integrar de una forma
plicar las prácticas y representaciones de los coherente las diferentes lógicas de la acción
individuos, poniendo así en crisis la noción que nuestra sociedad genera estructural-
de «personaje social». De este modo se ha mente. O el proceso estructural de fabrica-
ido abriendo un enorme espacio para el de- ción de individuos crecientemente singulari-
sarrollo de nuevas sociologías del individuo. zados que afrontan un sistema de pruebas
Como señala Dubet (2009: 173): «Cuando la estructuralmente producido. Todo ello nos
unidad de la vida social no es dada por la invita a trabajar en el desarrollo de las nuevas
sociedad, por la adecuación del sistema y de sociologías del individuo: sociologías dispo-
la acción, de una estructura y de una cultura, sicionalistas, sociologías de la experiencia,
la sociología debe partir del individuo, de la sociologías de las pruebas, en las que el in-
forma en la que metaboliza y produce lo so- dividuo se nos muestra como nuevo foco de
cial». Estas nuevas sociologías del individuo atención y lugar de paso necesario para la
no deben, sin embargo, renunciar a dar comprensión de los nuevos condicionamien-
cuenta del poder de condicionamiento de la tos estructurales de la acción que nuestra
estructura social ni privilegiar la interacción sociedad produce.
microsituacional como centro de interés, tal
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