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Elizabeth Costello
Llevo a cabo sus estudios en la Universidad de Ciudad del Cabo, graduándose con excelencia
en 1961, graduándose de lengua y literatura inglesa, además de matemáticas, año también en
el que se mudó a Londres con el profundo anhelo de convertirse en escritor,
Luego en 1965 toma un barco rumbo a Austen, Texas, donde se dedica a trabajar como
profesor en la Universidad de Texas, donde comenzaría a aparecer en él la influencia de
Samuel Beckett, tras 3 años, se muda a Buffalo donde ejerció como profesor de la
Universidad Estatal de New York, donde comenzó a redactar su primera novela Dusklands,
publicada de 1974, cuando llevaba dos años trabajando en la Universidad de Ciudad del cabo,
donde trabajo por 10 años, logra consagrarse como escritor reconocido en el año 1985, tras
recibir una serie de premios.
Coetzee, quien nunca se sintió muy identificado con su cultura, sobre todo en el contexto que
creció ‘’un blanco en medio del apartheid’’, logró convertirse en un escritor honesto, quien
a través de su escritura logra hacer reflexionar al lector a través de un experimento mental, o
también a través de un mea culpa, y es que, por medio de lo vivido en su infancia, que logra
desarrollar tal crítica (principalmente desarrollada al colonialismo), basada en su país,
Sudáfrica.
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J. M. Coetzee nos permite conocer su personalidad a través de Elizabeth Costello, su alter
ego quien nos permite ver la función del escritor en su misión fundamental de intentar
comprender la humanidad, de diversas formas, una de ellas es la posición de la sociedad
frente a las procesadoras de alimento, puesto que Coetzee es vegetariano, además de ver su
crítica al colonialismo, como sudafricano, quien vió desde niño las diferencias que los
gobiernos de la época hacían entre ´´negros y blancos’’
Uno de los principales problemas ético jurídico que plantea el autor en este libro es el abuso
animal que ejercen los humanos, principalmente por la industria alimentaria, crítica que llega
a desarrollar tan a fondo compara a la industria con el tercer Reich.
Una crítica, que toma peso y nos hace replantearnos si todo lo que la industria alimentaria ha
desarrollado hasta hoy está bien, ciertamente el pensar en el genocidio llevado a cabo en la
II Guerra Mundial, no saca más de un calosfrío a todo quien piensa en ello, más aún cuando
logramos percibir la realidad de los animales, como lo sufrido por los judíos. Sobre todo,
cuando más de alguno ha mencionado que los judíos fueron ‘’tratados como verdaderos
animales’’, y si tal análisis nos cala hondo, debemos ser solidarios, si ni un humano debió ser
tratado así, tampoco los animales.
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debemos ser tratados con respeto e igualdad, a nadie le gusta ser dañado, entonces… ¿Por
qué dañar a los animales?
‘’La gente se queja de que tratamos a los animales como a objetos, pero la verdad es que los
tratamos como a prisioneros de guerra. ¿Sabías que cuando se abrieron al público los
primeros zoos los guardianes tenían que proteger a los animales porque el público los
atacaba? El público pensaba que los animales estaban allí para que la gente los atacara y los
insultara, como a los prisioneros en un desfile de victoria’’ (pág. 110)
No es tan solo el hecho de matar a los animales para comerlos, es todo el proceso que nos
negamos a ver, todo lo que hay tras ‘’las procesadoras de alimento’’, los prisioneros de guerra
son esclavizados, al igual que se hace hoy en dia con los animales, porque no se les da una
muerte rápida, sino se les reproduce, se acelera su periodo de crecimiento, se les quita la piel,
etc., etc., hasta que ya no sirven mas, hasta que no se les puede sacar mas provecho, y recién
ahí son enviados al matadero, para acabar en nuestro refrigerador, sin dejar de mencionar los
horrores de la industria cosmética, y laboratorios de experimentación.
¿Y si pensamos en los judíos con solidaridad, por qué no hacerlo con los animales?
Sin duda, Elizabeth Costello nos hace meditar en más de algún ámbito, y poner sobre la
palestra más de un tema de interés común, pero uno de los principales temas es el mencionado
anteriormente, la deshumanización vivida en las procesadoras de alimento, y pensar en que
las normas jurídicas actuales, si bien con el tiempo se han hecho más estrictas, y el término
cruelty free (término usado para indicar que los productor son libres de crueldad animal) se
hace cada vez común, en la sociedad aún no sensibiliza frente lo ocurrido en las granjas y en
los mataderos, menos aún en los laboratorios de cosmetología. Y es necesario volver a hablar,
volver a legislar sobre lo ocurrido, ya que nadie merece un trato tan vil. Pues aún queda
mucho por hacer, mucho que evitar y mucho por pensar.
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Bibliografía