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Ya desde finales del siglo XIX, los psiquiatras franceses describieron las características
de inestabilidad, su asociación a alteraciones de la atención y la coexistencia frecuente de
alteraciones de conducta que presentaban los niños con este problema.
Al paso del tiempo, se ha conocido esta enfermedad con distintos nombres como
inestabilidad psicomotora, hiperquinesia, hiperactividad, o disfunción cerebral mínima.
Desde los años veinte se lleva hablando de este tema y se ha reconocido en todas
partes del mundo. Pero hasta las dos últimas décadas los investigadores no separaron los
problemas de aprendizaje y conducta de los niños hiperactivos .
Desde los años 30 hasta los últimos de la década de los 50, la población
norteamericana de clase media y superior se fue interesando cada vez más por la educación y
el desarrollo de los niños. Los profesionales de la salud mental se centraron cada vez más en
el tratamiento eficaz de los defectos de aprendizaje y de las desviaciones de conducta.
Pero los servicios de tratamiento para aquellos niños que hoy se les llama hiperactivos
escaseaban, y solamente se aplicaban a los ricos.
En los últimos de los 60, el empleo de la medicación en psiquiatría se hizo más amplio
e incluía a los niños hiperactivos. También se introdujo la modificación de conducta como
tratamiento, particularmente en la psicología infantil.
En la educación pública, en el nivel de escuela elemental, los cambios han sido más
graduales, excepto en la educación especial.
En los 60 la educación especial para estos niños era mínima, estos servicios se fueron
haciendo más asequibles a las escuelas públicas.
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En la educación en general, un cambio importante ha sido la gradual y persistente
demanda pública de bachilleres superiores. Con esta demanda creciente por la sociedad, todos
los educadores se sintieron incómodos cuando de sus clase salían de manera regular
inadaptados, y se vieron forzados a considerar modos alternativos de respuesta que facilitasen
el éxito.
Hacia la mitad de los 70 todavía había una tendencia hacia la ayuda a los niños
disminuidos.
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1.2. ETIOLOGÍA:
Este trastorno se puede deber a diferentes tipos de factores. Éstos pueden ser:
2. Retraso madurativo: esta hipótesis habla de que cuando madure el niño, el problema
desaparecerá, algo que realmente no ocurre. Algunos comportamientos se reducen
pero no desaparecen por completo.
3. Factores genéticos: hay datos que lo apoyan. Hablan de que es más frecuente en
niños que en niñas. En estudios realizados a gemelos se ve que hay predisposición
genética, pero son más importantes los factores ontogenéticos como el modelado y el
refuerzo que los hereditarios.
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podía escribir, sino que se desarrolla mediante una combinación entre las capacidades
del niño y nuestra respuesta a dichas capacidades.
9. Como conducta aprendida: estos niños son conscientes de que su actividad excesiva
es un mecanismo poderoso de control sobre los adultos ya que de este modo consigue
que se le preste mucha más atención que a los demás. También su historia de
fracasos hace que genere una baja expectativa de recompensa que dificultará su
conducta atencional. Es decir, cuanto más se distraiga menos recompensas recibirá y
cuantas menos recompensas reciba menos sentido encontrará a atender.
1.3. EVOLUCIÓN:
Durante los primeros meses de vida se detecta que son bebés muy activos desde el
nacimiento; el lactante se mueve exageradamente en los brazos de su madre, se aferra a ella,
se contorsiona, camina a gatas por todas partes, emite gritos agudos. El desarrollo motor se
efectúa rápidamente como por accesos, se duerme con dificultad, se despierta con facilidad y
no se calma después de las comidas. Pasa súbitamente del grito a la calma, sonríe poco y mira
en forma rara a su madre.
De los 18 meses a los 6 años puede haber retraso en el desarrollo del lenguaje; las
primeras palabras aparecen hacia los 3 años y las primeras frases a los 4. El niño es agresivo
con los otros, dominador, destructor, no le importa la opinión de los demás, aunque es muy
sensible a la exclusión de la que es víctima. Vigilar a estos niños es muy difícil, es fácil que
tengan accidentes o que ingieran sustancias tóxicas.
Por otro lado, al llegar a la pubertad los síntomas se hacen menos aparentes, la
hiperactividad disminuye o se quita, pero persisten los problemas de atención, por lo que tienen
bajo rendimiento escolar, y la impulsividad, que evita que obedezcan las reglas familiares,
sociales o escolares.
Existen varios tipos de tratamiento, se debe adaptar una estrategia específica a cada
caso empleando diferentes métodos terapéuticos como la intervención educativa y pedagógica,
la psicoterapia y la reeducación.
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2. ¿CÓMO SABER SI SÓLO ES MOVIDO O DESPISTADO O SI TIENE UN TDAH?
Durante la edad preescolar es difícil hacer un diagnóstico definitivo de TDAH, ya que
muchas de las conductas de los niños (saltar, correr, gritar…) forman parte del comportamiento
normal de la mayoría de los niños pequeños. La clave para el diagnóstico del TDAH es que los
síntomas se mantengan de forma crónica e inadecuada para la edad del niño y que dichos
síntomas no sean consecuencia de otras causas. Se necesita la evaluación de un profesional
clínico (psicólogo o psiquiatra infantil) que diagnostique el trastorno y determine las causas de
ese comportamiento.
Éstas son las características que presenta un niño con TDAH a estas edades:
1. Atención y concentración:
• Dificultad para establecer un orden en sus tareas o pequeñas responsabilidades en
casa.
• Presenta problemas para mantener la atención hasta finalizar sus tareas (hace
dibujitos, se distrae con el lápiz…).
• Olvida realizar sus tareas cotidianas (cepillarse los dientes, recoger la ropa…).
2. Impulsividad:
• Con frecuencia actúa sin pensar.
• Le cuesta obedecer las órdenes, no porque no quiera, sino porque no está atento
cuando se le formulan.
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• Interrumpe a menudo durante juegos o explicaciones.
• Suele ser poco precavido y olvida planificar (por ejemplo, se pone a hacer los deberes
sin el material).
3. Hiperactividad:
• Hablan en exceso.
Todas estas características son normales en cualquier niño, pero en el caso de los niños
con TDAH se dan con mucha mayor intensidad y frecuencia y pueden interferir en su proceso
de aprendizaje y/o en sus relaciones sociales y familiares. Y es entonces cuando se convierte
en problema. Hay muchas personas despistadas o impulsivas, pero estos rasgos de
personalidad no les impiden quedarse quietas o concentrarse cuando es necesario.
3. TIPOS DE TDAH
Este trastorno se puede manifestar de tres formas diferentes, según predomine una u otra
dificultad. Según los criterios del manual de Diagnóstico y Estadística de la Asociación de
Psiquiatría Americana (1994), los tipos de TDAH son:
• Mal comportamiento.
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• Problemas de sueño.
• Problemas emocionales.
Un buen diagnóstico será fundamental para que padres y maestros acompañemos al niño
con TDAH durante esta etapa escolar e intentemos evitar la aparición de estos problemas
asociados.
4. EL DIAGNÓSTICO
En los primeros años de escolaridad, exigimos al niño gran cantidad de demandas que
para él representan cambios importantes. En casa debe ayudar cada vez más, debe
permanecer sentado durante toda una comida familiar o destinar un tiempo, que antes ocupaba
jugando, para hacer sus deberes.
También ocurren grandes cambios cuando entra en la escuela. Los horarios son más
pautados, el número de niños por maestro es mayor… pero, sobre todo, se le exige una gran
atención y control sobre sí mismo. Estos cambios, que para la mayoría se produce de una
forma natural, para los niños con TDAH no son tan sencillos. Los padres luchan con sus hijos a
la hora de hacer los deberes y el profesor se da cuenta de que aquel niño no rinde o no se
comporta como los demás niños del grupo.
Por eso, muchas veces el diagnóstico coincide con la entrada del niño en el colegio. El gran
número de exigencias, a las que el niño con TDAH no puede responder, hacen que durante la
etapa escolar sea más evidente la necesidad de un diagnóstico. Los padres deben acudir a un
profesional clínico especializado para que realice el diagnóstico. Este profesional necesitará,
además de la información que le podamos dar nosotros, información por parte de la escuela
mediante informes o cuestionarios, así como la exploración y observación del comportamiento
y rendimiento del niño.
Muchos niños son "etiquetados" por las personas que les rodean. Estas etiquetas de
"gandul" o "maleducado" no facilitan la comprensión de lo que realmente le sucede al niño ni
orientan cómo ayudarle, a él y a su familia. Será mediante un diagnóstico que confirme o
descarte el trastorno cuando se podrá comenzar a proporcionar la ayuda adecuada. Además,
el profesional deberá evaluar si existen otros problemas asociados.
Si el especialista determina que el niño padece TDAH, establecerá una serie de técnicas de
autocontrol y todos los tratamientos que requiera su caso concreto. En cualquier caso,
diagnosticar el trastorno es el primer paso para comprenderlo y buscar soluciones.
Si sospechamos que el niño padece una hiperactividad que le impide desarrollar con
normalidad sus tareas cotidianas, lo primero que se debe hacer es buscar un profesional que
establezca el diagnóstico y tratamiento adecuado.
• Asiste a reuniones de grupos de padres. Estos encuentros pueden ser de gran ayuda,
ya que las familias encuentran apoyo y comprensión, a la vez que buscan soluciones.
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• El ambiente familiar ejerce una influencia determinante en la conducta del niño. Por
eso, es muy importante que los padres den un enfoque positivo a la relación con su
hijo. No se debe insistir en lo perturbador que resulta su comportamiento sino, por el
contrario, dar como referencia positiva las habilidades y éxitos del niño.
• En los niños hiperactivos no es aconsejable que, como castigo, se limiten las salidas de
casa y los contactos con amigos. Esto podría dificultar su adaptación social e
incrementar su ansiedad.
• Los niños con TDAH tienen muchos aspectos positivos (pensamiento rápido, intuición,
sinceridad, creatividad, gran expresividad afectiva…) que deben ser valorados y
respetados.
• Ten en cuenta que para aprender a respetar hay que crecer sintiéndose respetado.
La primera puede darse sin la segunda, pero nunca al revés. En la terapia médica sólo
se tratan los síntomas, no la causa del trastorno, por eso no existe una cura que sea
exclusivamente médica. Lo que se hace es controlar las conductas que hacen que el niño
tenga dificultades para así permitirle llevar una vida perfectamente normal. Por este motivo, el
tratamiento psicopedagógico, que trabaja directamente sobre el comportamiento del niño
enseñándole nuevas y más correctas formas de actuar, es imprescindible. Éste es el
tratamiento no químico de mayor eficacia.
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Los efectos más positivos son en los niños pequeños, de 6 u 8 años. Pero hay que
evaluar los efectos secundarios como pérdida de apetito, aumento de la tasa cardiaca,
dificultad en el inicio del sueño.
Hay que tener en cuenta que esto solo ha de ser prescrita cuando la sintomatología es
responsable de un fracaso académico, un déficit en las funciones cognitivas y o una conducta
inadaptada que conduce a un deterioro en las relaciones interpersonales. Para que la terapia
psicopedagógica sea efectiva debe estar apoyada tanto en técnicas de modificación de
conducta, como en la enseñanza de estrategias que permitan al propio niño ser el controlador
de su comportamiento.
La base de todas ellas es la idea de que todo comportamiento es una forma aprendida
de responder a determinadas circunstancias. Cuando lo que obtenemos al responder de
determinada manera es bueno, agradable o sirve a nuestros propósitos, esa respuesta se
instaura en nosotros, es decir, la aprendemos y siempre que nos vemos en circunstancias
similares respondemos igual. Por el contrario, si con nuestra actuación no logramos lo
esperado, desechamos la respuesta como "no válida" y dejamos de emplearla. Esto supone
que la actitud es fundamental a la hora de manejar la del niño, ya que es la que le proporciona
la información de si sus respuestas son adecuadas y sirven a sus propósitos o, por el contrario,
debe sustituirlas por otras. Los padres pueden, sin darse cuenta, fomentar las respuestas
inapropiadas. Un ejemplo muy claro es cuando se cede a un capricho, que se ha negado en un
principio, para contener una rabieta. La conclusión del niño en esta ocasión es clara (y muy
lógica): "enfadándome, gritando y tirando las cosas consigo lo que yo quiero". Resultado: cada
vez recurrirá con más frecuencia a las pataletas.
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aprendidas como útiles y se repetirán; aquellas otras a las que acompañe un "castigo"
terminarán desapareciendo. Los refuerzos pueden ser muy variados.
Al principio, cuando una actitud está muy instaurada, se recurre a recompensas de tipo
material (un juguete, una chuchería, etc.). Posteriormente se van restringiendo este tipo de
refuerzos para que el niño no haga las cosas por el premio sino porque realmente ha adquirido
nuevas actitudes con las que se siente más satisfecho. Para ello, desde el principio (junto con
las recompensas materiales) y a lo largo del tiempo (cuando ya se han eliminado aquellas) el
niño debe recibir refuerzos sociales como abrazos, alabanzas o cualquier otra manifestación de
afecto por lo bien que ha actuado. Por otra parte, los castigos que siguen a las conductas que
deseamos eliminar serán cosas como quedarse sin ver la tele o recoger el cuarto, pero jamás
castigos físicos. Además, todo castigo debe ir acompañado del refuerzo de la conducta
alternativa.
¿Cómo se puede aplicar todo esto? Una forma es hacer un trato con el niño. Pensar
en alguna cosa que se quiera cambiar de él, por ejemplo, que no se levante de la mesa
mientras come. Ya se tiene establecido el objetivo general. Ahora, en función de la
problemática, se piensa cuándo y cómo se va a reforzar el cambio de comportamiento: si el
niño no aguanta más de tres minutos seguidos en la mesa, empieza por reforzar que consiga
estar sentado al menos cinco minutos. Según le vaya resultando más sencillo cumplir el
objetivo se irá aumentando el tiempo hasta que, finalmente, reciba el premio sólo si
permanece toda la comida sin levantarse. El siguiente paso es acordar el premio o refuerzo. En
este caso lo más apropiado es un sistema de puntos o fichas canjeables. Elaborar con el niño
una lista de cosas que le gustaría hacer o conseguir y pon a cada cosa un valor en función de
sus características: un caramelo 2 puntos, media hora más con el ordenador 8 puntos, ir al cine
14 puntos, comprar un juguete determinado 20 puntos, etc. Ya sólo queda ponerlo en práctica:
cada vez que el niño cumpla el objetivo marcado se le reforzará con un punto y cuando desee
canjearlos se le dará la recompensa que le corresponda según se acordó.
En el libro Nuestro hijo es hiperactivo se pueden consultar otras técnicas que aplican
estos mismos principios.
Corriente cognitivista: enseñar a hacer las cosas mejor
Según la corriente cognitivista, la forma más adecuada de ayudar a un niño hiperactivo
a resolver sus problemas correctamente es entrenarle en los pasos que debe seguir, es decir,
darle estrategias para que sepa cómo actuar.
En este caso estaríamos hablando de estrategias atencionales. Dicho así parece muy
abstracto, sin embargo se puede aplicar de forma particular a cada una de las tareas con las
que el niño tenga dificultades. Una manera de hacerlo efectivo es el "modelo de
autoinstrucciones" que se debe practicar cada día tantos días como sea necesario hasta que
el niño sea capaz de realizar el quinto paso de forma natural:
1. Modelado: el adulto hace la tarea mientras vas diciendo en voz alta los pasos que
sigues, mediante instrucciones claras y concisas.
3. Autoguía manifiesta: el niño repite solo las instrucciones, en voz alta, mientras hace
la tarea.
4. Autoguía manifiesta atenuada: en vez de hablar en voz alta debe cuchichear las
instrucciones.
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5. Autoinstrucciones encubiertas: finalmente el niño realiza la tarea en silencio
mientras se guía por las instrucciones a través del pensamiento.
Con estas cinco fases , el niño interioriza unas verbalizaciones que guiarán su conducta
ayudándole a controlar impulsos.
o Aproximación al problema
o Auto-refuerzo
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- La economía de fichas:
Esta técnica resuelve el problema de estos niños para demorar las gratificaciones. En
ella, el niño sabe que sus acciones se traducen en la adición o sustracción de una serie de
fichas que al final de un periodo preestablecido pueden intercambiarse por refuerzos realistas.
- El contrato de contingencias:
- La técnica de la tortuga:
- La autoobservación :
El profesor enseña a los estudiante a observar su conducta atenta o inatenta ante una
señal emitida por algún tipo de procedimiento de registro mecánico.
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Suele costar de cinco fases:
- La autoevaluación reforzada:
Comparar las metas propuestas por el profesor y las metas autoobservadas del
estudiante de cara a enseñar al niño a autoobservarse de la forma más objetiva. Este proceso
combina la autoevaluación con el auto-refuerzo cuando existe acuerdo entre ambas metas.
Se desarrolla:
1. Seleccionando las conductas- problema que manifiesta el niño en le aula y sobre las
que se desea intervenir.
3. Explicándole que va a valorar con una escala de 5 puntos el comportamiento del niño
en una conducta seleccionada y que la meta del niño es igualar al autoevaluarse la
puntuación que él le haya dado.
La finalidad de todos estos métodos es manipular los eventos que preceden o siguen al
comportamiento para incrementar las conductas adecuadas y disminuir las inadecuadas. De
este modo se refuerza de forma positiva al niño cuando desaparezcan o disminuya las
conductas que se desean eliminar y aparezcan aquellas que se desean potenciar.
Todas las técnicas mencionadas están descritas en el libro Nuestro hijo es hiperactivo.
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5.2.1. NIÑOS DE 6 A 12 AÑOS.
¿Qué podemos hacer?
Actualmente se sabe que entre 1/3 y 2/3 de los niños que son diagnosticados de TDAH
seguirán teniendo alguna dificultad cuando lleguen a adultos. Pero también se sabe que,
aunque la causa de este trastorno es de carácter neurobiológico, los síntomas se pueden
agravar si se vive en unas condiciones ambientales adversas. Por eso es importante cuidar el
entorno en el que se mueve nuestro hijo y la forma cómo lo tratamos. Por eso es importante:
a) Sugerencias para los padres
- Saber cuál es el comportamiento normal del niño en edad preescolar. Pretender que un
niño se comporte perfectamente en situaciones creadas para adultos (comer en un
restaurante o ir de compras al supermercado) es algo irreal. Los padres han de adaptar las
actividades que realizan con sus hijos a las edades de los niños.
- Aprender a controlar la conducta del niño. Lograr que los niños con TDAH hagan aquello
que los padres suponen que deben hacer es un reto muy difícil de conseguir. Por ello es
conveniente acudir a seminarios o cursos donde se aprenden a utilizar estrategias
educativas eficaces, a adecuar las expectativas a las capacidades de los niños y, a la vez,
conocer a otras familias que se encuentren en situaciones semejantes y que les
comprenden.
- Intentar conservar la calma por muy tensa que sea la situación. Antes de "perder los
nervios" es conveniente respirar profundamente, contar hasta 10 y, si es necesario,
retirarse un momento y regresar de nuevo para intentar solucionarlo de forma calmada.
- Buscar las conductas positivas. La mayoría de los padres tienden a prestar más atención
a las conductas negativas de sus hijos, ya que estas son las que molestan y llaman la
atención. Es muy importante descubrir a nuestro hijo haciendo algo bueno y felicitarle por
ello.
- Cuando hay más hermanos. Cuando tenemos a un hijo que reclama la atención constante
de los padres, éstos suelen dedicar menos atención al hermano más tranquilo porque corre
menos peligros. Los padres se sienten mal porque no pueden descuidar a uno de los hijos
pero también encuentran a faltar la dedicación hacia su otro hijo. Es conveniente buscar un
tiempo especial (cuando el niño hace la siesta o está en la guardería) para dedicarse
plenamente al otro hermano.
b) Sugerencias para los maestros
• Procurar un ambiente tranquilo, ordenado y sin demasiados cambios. La estabilidad les
ayuda.
• El maestro ha de ser flexible; a un niño muy activo no se le puede pedir que se esté
quieto en su mesa mientras se prepara alguna actividad, pero tampoco se le puede dar
rienda suelta para que haga lo que quiera ya que también necesita tener límites y saber
hasta donde puede llegar. Es conveniente tenerlo cerca y hacerle repetir las
instrucciones en voz alta, haciéndole preguntas y felicitándole si acierta la respuesta.
• No es extraño que los niños excesivamente activos tengan algún otro problema en las
relaciones con sus compañeros. Ha de ser corregido pero siempre buscando una
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solución, nunca culpabilizando ni etiquetando al niño. El maestro debe valerse de sus
recursos para ayudar al niño en la buena integración en el aula y la escuela.
• El parvulario coincide con una etapa en la que hay que dar más importancia al
aprendizaje del control de la conducta y de la relación con los compañeros que a las
habilidades meramente académicas.
• Todos los niños pueden destacar en algo. Si tenemos a un niño que tiene dificultades
para destacar en el aprendizaje podemos ayudarle favoreciendo otras actividades que
desarrollen la creatividad como las manualidades o las canciones.
• Suele interrumpir a los demás cuando están hablando o realizando alguna actividad.
• Le cuesta relacionarse con otros niños debido a que siempre está cambiando de juego,
no respeta los turnos y no sigue las reglas del grupo.
Si el niño cumple algunos de los puntos expuestos aquí, quizás sea recomendable acudir a
un profesional para diagnosticar o descartar el trastorno de hiperactividad.
6. DÉFICITS E INTERVENCIÓN
Habitualmente se pone énfasis en las deficiencias que estos niños tienen dejando de lado sus
muchas capacidades: su energía inagotable, su derroche de ideas cuando algo les interesa, su
capacidad para emprender algo que se han propuesto, su gran creatividad o sus grandes
aptitudes físicas, musicales o artísticas. Podemos, como padres darle la vuelta a "nuestro
querido hiperactivo" y organizar actividades y proyectos en casa o con los de casa que
permitan a nuestro hijo triunfar, empezar y acabar cosas que planea. Con todo ello lograremos
conocer más a nuestro hijo y podremos establecer vínculos positivos de relación con él.
Los niños afectados por un Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad suelen ser
vistos por los profesionales médicos y educativos desde la perspectiva de sus déficits, de sus
dificultades. Pero el comúnmente, llamado hiperactivo posee muchas y muy variadas
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cualidades o áreas fuertes que deben ser identificadas y potenciadas si queremos ayudar a
estos niños a alcanzar el éxito y dejar de engrosar las listas de fracaso escolar.
• Los padres y maestros agotan su paciencia y optan por los castigos que, encima del
desgaste que implican, no solucionan la situación y empeoran las relaciones
interpersonales.
• Mayor facilidad para sufrir accidentes. Cuando nuestro hijo se pasa mucho tiempo
curioseando encima de una mesa es lógico que aumente la posibilidad de tener más
accidentes.
• Más pataletas y rabietas que otros niños porque lo necesita todo "¡ya, ahora mismo!".
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8. EN LA ESCUELA:
• Son impulsivos
• Son irreflexivos
• No atienden
• Son impredecibles
Los anteriormente enumerados son algunos de los déficits que podemos encontrar en
niños con TDAH. Y es desde esta perspectiva de incapacidad en determinadas áreas que, los
comúnmente llamados hiperactivos, son vistos por muchos de los profesionales médicos o
educativos.
La medicación y los programas de modificación de conducta mediante recompensas o castigos
son las dos vías de intervención habitualmente recomendadas a los padres, intervenciones que
resultan efectivas mientras duran los efectos o las influencias externas. Estas terapias
despiertan en los padres temores añadidos en relación a los efectos secundarios de la
medicación o a la bondad de los cambios de conducta basados en recompensas que pueden
apagar la creatividad o disminuir la capacidad real de motivación intrínseca que todo ser
humano necesita para ejercer el tan necesario autocontrol.
Pero si intentamos aproximarnos a los niños con TDAH desde una perspectiva global,
viendo lo positivo que hay en ellos, recogiendo las aportaciones que pueden hacer a la familia,
a la sociedad y a la escuela, observaremos que también tienen áreas fuertes, áreas en las
cuales pueden y deben sobresalir:
• Capacidades musicales o artísticas sobresalientes
• Creatividad
• Habilidad manual
• Energía inagotable
Ayudar a estos niños a descubrir cuáles son las áreas en las que son buenos; guiarles para
que identifiquen cuáles de sus habilidades les ayudarán a tener éxito en la escuela y en la vida
son aspectos que deberían ser contemplados por los profesionales que estudian y ayudan a los
niños con TDAH y, por supuesto, por los padres. Es por ello necesario que el ambiente
educativo que les rodea sea estimulante, rico, variado y que, siempre que sea posible,
favorezca el movimiento, la investigación y la iniciativa.
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Los niños afectados por el TDAH suelen necesitar también un buen programa de ejercicio
físico diario, a ser posible en actividades que no requieran competir (suelen tolerar mal la
frustración) y que no demanden excesiva interacción social (la auto-regulación de su
implicación en grupo y de su respuesta a las demandas acostumbra ser deficitaria). Así son
especialmente recomendables:
• La natación
• El excursionismo
• La bicicleta
• La gimnasia individual
Para ayudarles en los problemas de lectura, comprensión lectora o expresión oral, los
padres debemos establecer rutinas diarias de refuerzo en las cuales los niños puedan
"manipular las palabras" o jugar con los sonidos:
• Confeccionar tarjetas con palabras familiares asociadas por sonidos o por la relación
entre los objetos: (rato, gato, pato, salto, trato; cepillo, pasta, jabón, ducha, agua, etc.)
• Juegos de trabalenguas
• Leerles en voz alta CADA DÍA de forma que se estimule el reconocimiento auditivo de
sonidos
• (En el libro El niño muy movido o despistado se pueden encontrar muchas más
actividades de refuerzo para estas áreas.)
9. EN CASA:
• aprender las tablas de multiplicar grabándolas en una cinta cada miembro de la familia
y escuchándolas en el coche cuando viajemos
• dibujar o pintar en familia exponiendo después las obras en algún lugar preeminente y
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• jugar juntos a juegos de mesa, de estrategia o juegos "cuerpo a cuerpo"
Todas las actividades, proyectos, juegos e ideas que se pongan en marcha juntos tienen la
virtud de ofrecer información de primera mano sobre cómo actúa y se organiza el niño en
actividades que LE MOTIVAN.
Ello permitirá tener criterio propio sobre sus posibilidades REALES de éxito permitiendo
valorar sus éxitos y acompañarle en sus fracasos.
A menudo los niños con TDAH pasan mucho tiempo en la escuela y la imagen que reciben de
terceros en cuanto a sus capacidades, sus logros o sus habilidades dista mucho de ser la que
debieran recibir para una correcta construcción del concepto de sí mismo.
Por eso, a los padres se les recomienda pasar tiempo con ellos, aceptarles como son,
concienciarse de sus potencialidades y procurar, por encima de todo, que las desarrollen, debe
ser el objetivo de los padres ante un hijo con un Trastorno por Déficit de Atención con
Hiperactividad.
Pero, sin duda, lo que más nos interesa conocer es ¿en qué va a afectar al niño el tener
hiperactividad? y ¿qué se puede hacer para ayudarle?
El principal problema de la hiperactividad no son sus síntomas sino lo que éstos provocan, sus
• Ofreced a vuestro hijo información sobre sus conductas (feedback) que le permita
evaluar su actuación.
• No le pongáis etiquetas. Si está oyendo continuamente que "es un desastre" cada vez
actuará más como tal y además su autoimagen se verá mermada, lo que contribuye a
la baja autoestima y la depresión.
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10.TÉCNICAS Y ESTRATEGIAS PARA LOS ADULTOS PARA AYUDAR A LOS NIÑOS :
Estrategias:
• Fijarse en todas aquellas cosas que el niño hace bien y reforzarlas mucho.
• Los objetivos deben ser muy concretos, fácilmente comprensibles por el niño. Un
objetivo no será "recoger el cuarto" sino, por ejemplo, "colocar cada juguete en su sitio,
guardar los zapatos debajo de la cama y que no haya nada tirado por el suelo", “hacer
una suma, una resta, “
• Los refuerzos o castigos deben seguir de cerca a la conducta que pretenden modificar.
Una forma de que se acostumbre a esperar es reforzarle por medio de puntos que más
adelante podrá cambiar por un premio.
• Para que los refuerzos materiales sean útiles deben ser algo que el niño desee y que
no pueda conseguir fácilmente por otros medios.
• Hay que recordar que un castigo debe ir acompañado de una explicación sobre cómo
debería haber actuado.
• Los refuerzos no tienen por qué ser siempre materiales o individuales: pueden ser
sociales o familiares, por ejemplo: ir al cine todos juntos, hacer un picnic, ir a pasar el
fin de semana a casa de unos amigos, etc.
Una estrategia muy útil para mejorar la resolución de problemas es que el propio niño
evalúe sus resultados. Para ello se le puede enseñarle a seguir mentalmente un esquema
similar a éste: plantearle si ya ha acabado lo que tenía que hacer y cómo es el resultado. Si lo
ha hecho bien se da por acabado. Si cree que no, enseñarle a pensar qué puede mejorar
según la actividad que estaba llevando a cabo.
El TDAH no es consecuencia de una educación incorrecta por parte de las familias ni por
parte de los maestros. Este hecho es importante que lo asuman tanto los padres como el los
maestros/as de Infantil y que, a partir de ahí, comiencen a trabajar conjuntamente para mejorar
las capacidades de los niños con dificultades, porque una buena relación entre las personas
que más tiempo pasan con el niño es un factor muy importante y decisivo para su desarrollo.
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Es responsabilidad de los padres facilitar información sobre el TDAH al maestro y por parte
del maestro el formarse profesionalmente para dar la respuesta más adecuada a cada uno de
sus alumnos.
• Una educación eficaz debe iniciarse desde la infancia, ya que la eficacia educativa a
los 3-4 años de edad tiene una repercusión directa en la adolescencia. Cuanto antes
diagnostiques si tu hijo sufre un TDAH antes podrás empezar a reaccionar para actuar
de la mejor manera.
• Buscar las conductas positivas. La mayoría de los padres prestamos más atención a
las conductas negativas de nuestros hijos, ya que son las que molestan y llaman la
atención. Pero es muy importante descubrir a nuestro hijo haciendo algo bueno y
felicitarle por ello. Así le ayudaremos a mejorar su autoestima.
• Los padres debemos adaptar las actividades que realizamos con nuestros hijos a las
edades que tengan los niños.
• Cuando hay más hermanos, es importante no olvidar la atención hacia el otro hermano
que, al no ser tan movido, pasa más desapercibido. Es conveniente buscar un tiempo
especial para dedicárselo plenamente al otro hermano.
• El maestro debe ser flexible. A un niño muy activo no se le puede pedir que se esté
quieto en su mesa mientras se prepara alguna actividad, pero tampoco se le puede dar
rienda suelta para que haga lo que quiera. Es conveniente tenerlo cerca y hacerle
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participar para centrar su atención: podemos hacerle repetir las instrucciones en voz
alta, hacerle preguntas y felicitarle si acierta la respuesta.
• Todos los niños pueden destacar en algo. Si el niño tiene dificultades para destacar en
el aprendizaje podemos ayudarle favoreciendo otras actividades que desarrollen la
creatividad como las manualidades o las canciones.
• Buscar el lugar más conveniente para estudiar o hacer las tareas (de espaldas a la
ventana, con buena iluminación o junto a un compañero tranquilo).
• Proponerse objetivos concretos para cada sesión de estudio ("hoy estudiaré la lección
5 de mates haciendo un resumen y un esquema…") y felicitarse cada vez que consiga
cumplirlo. Si la tarea es muy larga, puede dividirla en pequeñas partes y planificar su
cumplimiento sobre un papel para evitar olvidarlo.
• Utilizar estrategias para tomar apuntes en clase: hojas con margen, subrayador,
bolígrafos de no más de dos colores, carpetas con separadores… etc.
• Escribir a la vez que estudia (tomando notas, haciendo esquemas…). Esto dinamiza y
ayuda a conseguir una sesión de estudio más activa.
• Adquirir el hábito de realizar repasos de la materia dada para tener menos trabajo para
el examen.
• No faltar a clase, pues supone más trabajo poner los apuntes al día.
Como hemos podido observar a lo largo del trabajo, para que la intervención en niños con
TDA-H sea efectiva debe llevarse a cabo en los contextos en los que deben ejecutarse los
comportamientos deseados y debe mantenerse a lo largo del tiempo para que se produzca la
generalización , por eso es tan importante formar al profesorado en la comprensión y
tratamiento de los estudiantes con TDA-H.
Unas estrategias:
- Debemos estructurar el espacio físico, mediante una disposición por filas que permita la
discusión sin entorpecer el trabajo independiente. Se debe evitar agrupar las mesas para la
realización de trabajos en grupo ya que se incrementan las distracciones. Si deben trabajar en
grupo, las colocaremos en forma de herradura.
- La colocación de las mesas debe facilitar la movilidad del profesor por el aula. Es aconsejable
que el profesor se sitúe cerca de los alumnos con déficits atencionales.
- Debemos evitar que los alumnos con déficits atencionales se sitúen cerca de ventanas o de la
puerta para minimizar las distracciones visuales y o auditivas.
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- Cuidar que en las sólo estén los materiales indispensables para el trabajo a realizar. Evitar
tener a la vista objetos interesantes que inviten al niño a manipularlos en lugar de centrarse en
su trabajo.
-Promover la participación activa del alumno con déficit atencional durante la explicación de los
temas. (que haga de ayudante en la pizarra...)
- Utilizar tizas de diferentes colores para destacar en la pizarra los aspectos más
fundamentales.
- Permitir que el niño con déficit de atención explique los conceptos aprendidos en la
explicación a otro compañero más lento que él en el aprendizaje.
- Para eliminar estímulos distractores, se pueden utilizar con el niño hiperactivo auriculares
para escuchar música relajante mientras hace determinadas tareas (hay que tener en cuenta
que puede crear conflictos en clase con los demás compañeros)
- Segmentar las tareas complejas en fases marcando un tiempo prudente para cada fase
reforzándole a medida que vaya superando dichas fases.
- Elegir cuadernos de actividades con formato sencillo evitando dibujos que no estén
relacionados con la actividad a realizar.
- Procurar que no sean muy largos. Es preferible que sean cortos y más frecuentes.
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- Es conveniente explicar con claridad qué es lo que tiene que hacer y no qué es lo que no
debe hacer.
- Recordar con cierta frecuencia las normas sociales que regulan la clase.
- Pedirle que explique las reglas correctas a seguir ante situaciones concretas que pueden
resultar problemáticas.
- Los refuerzos han de ser específicos evitando la utilización de frases hechas con carácter
general.
13. SÍNTESIS :
Ya desde finales del siglo XIX, los psiquiatras franceses describieron las características
de inestabilidad, su asociación a alteraciones de la atención y la coexistencia frecuente de
alteraciones de conducta que presentaban los niños con este problema.
Con el paso del tiempo, se ha conocido este trastorno con distintos nombres como
inestabilidad psicomotora, hiperquinesia, hiperactividad o disfunción cerebral mínima.
Frecuentemente, los padres consultan poco después de que el niño entra a la escuela
por primera vez o durante los primeros años a causa de las observaciones alarmantes de los
educadores.
La impulsividad se manifiesta con una impaciencia, como una dificultad para esperar
turno, y como una tendencia a interrumpir a los otros y a contestar las preguntas antes que
éstas terminen de hacerse. La impulsividad puede causar accidentes y el niño requiere una
vigilancia estricta dada su falta de previsión del peligro.
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La hiperactividad puede variar según la edad y el nivel de desarrollo de la persona, se
trata más de una actividad motora inapropiada, desordenada y sin finalidad, que de una
actividad motora excesiva. El niño es incapaz de permanecer sentado, se levanta durante las
comidas y cuando hace las tareas, se contorsiona, se balancea en su silla, corre por todas
partes, se mueve sin parar, toca todo y manipula los objetos sin finalidad organizada. Le cuesta
participar en las actividades de grupo y en las que hay que permanecer tranquilo. Habla mucho
y hace mucho ruido durante las actividades que requieren calma.
Todos estos síntomas se manifiestan en dos o más lugares diferentes, por ejemplo, la
casa y la escuela.
Por ello es importante que ambas partes estén en continua relación y colaboren, para
así poder ayudar de una forma más eficaz al niño a superar cualquier tipo de problema que
puedan presentársele.
Por María J. López Juez, Ignacio Calderón Castroy Carlos Gardeta Oliveros . Ed
Pentathlon
Por María del Carmen Ávila de Encío. Colección educar hoy. Ed Narcea.
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15. BIBLIOGRAFÍA:
Fuente:
• Carbonell Gandía, Lina
• Del Alamo Almiñana, Alicia
• Duart Cañete, Encarna
• Fernández Auñón, Ana Belén
• López Delgado, Amparo
• Márquez Navarro, Tamara
• Navarro Pitarch, Noemí
• Olmo Olmo, M.Carmen
• Panadero de Luna, Laura
• Rodríguez Morlanes, Sara
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