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La importancia del mercado del maíz puede comprobarse con las altas cantidades

sembradas a nivel nacional de este grano. En Términos de superficie, el cultivo del


maíz blanco es el más importante de todos los cultivos agropecuarios en México;
se cuenta con 6,715,157 hectáreas sembradas. También, en toneladas anuales, el
maíz blanco cuenta con el primer lugar con 21,087,045 toneladas sembradas.
Aunque el maíz es de los productos que más se producen en el país, se mantiene
una gran dependencia por el consumo internacional. Según cifras de SAGARPA,
en 2015 se importaron 896 mil toneladas de Estados Unidos (principal exportador de
maíz a México).
El mercado de maíz en México ha sufrido severos cambios desde la entrada del
TLCAN. Ya que existió un severo cambio de un plan de sustitución de importaciones,
a integrarse al mercado internacional con la llegada del Neoliberalismo. Las
importaciones de maíz fueron aumentando exponencialmente debido a los bajos
precios del maíz internacional, sin poder impedir este fenómeno aún con la severa
devaluación del peso ante el dólar americano. Otros factores que inciden de sobre
manera en el aumento de importación del maíz, fueron un incremento en el
consumo de dicho grano, así como el bajo tipo de cambio que vimos desde 1994.
Ante esto, vemos que los principales afectados de la política de apertura comercial
fueron los productores nacionales, disminuyendo la producción de maíz nacional,
llegando al punto de destinar las tierras que antes eran destinadas a la siembra de
maíz blanco para producir cultivos más redituables, como el caso de las hortalizas.
Esta problemática ha afectado principalmente a los pequeños productores, ya
que no cuentan con la tecnología adecuada para tener un volumen de
producción que les permita competir con los productores de los países
internacionales, aunque hay pocos productores que aún ante las severas
desventajas, se han mantenido firmes en la producción del maíz, sin embargo, son
la gran minoría.
Los pocos productores que han sobrevivido al impacto del neoliberalismo sobre la
producción nacional de maíz, se han visto obligados a recurrir a organizaciones de
productores, con las cuales sea más fácil competir para cumplir sus objetivos ante
la desprotección que cuentan frente a los mercados internacionales.
Un ejemplo de una desventaja significante son los subsidios con los que cuentan los
productores agrícolas en el extranjero, ya que economías como la estadounidense,
japonesa, e incluso en la unión europea consideran estos subsidios agrícolas
fundamentales para el desarrollo de sus economías, algo que no sucede en
México.
Las políticas públicas implementadas en el país en lo que refiere al sector
agropecuario en estas ultimas décadas vive un escenario desalentador, ya que se
han tenido que enfrentar a unos altos costos de producción, falta de programas
de apoyo, deficiencias en la infraestructura, problemas para la comercialización,
inequidad, etc. Esto sumado a la disminución en los subsidios por parte del estado,
algo fundamental para este declive del sector agropecuario nacional. Como ya
se menciono antes todo esto derivado de sobremanera de las políticas
económicas neoliberales y la entrada del TLCAN. Otro aspecto fundamental es la
reducción en la inversión tanto pública como privada en el campo desde la
segunda mitad de la década de los 90’.
Lo anteriormente mencionado ha provocado un inevitable deterioro en las
condiciones de vida de las familias campesinas, afectados por la baja rentabilidad
que se vive en el campo nacional y baja productividad de cultivos básicos como
el del maíz; esto se ha visto reflejado en el aumento de la brecha entre la calidad
de vida de una familia rural y una familia urbana. Los problemas que enfrentan los
productores de bajos ingresos son tales que estos se ven obligados a tener ingresos
alternativos y en muchos casos, terminan por dejar la actividad campesina.
En las últimas décadas el campo mexicano ha atravesado varias etapas de
cambios en la producción agrícola nacional. En los años setenta se constituye una
etapa de ascenso del capital agropecuario, comandado por las agroindustrias
transnacionales que penetraron, impulsando la producción de granos forrajeros,
incluyendo al maíz.
Sin embargo, contraponiendo lo que paso después de la entrada del TLCAN, se
tuvo un error fundamental que explica la mayoría de los aspectos mencionados
anteriormente. No se previeron mecanismos compensatorios para los miembros
menos desarrollados, México no tuvo trato especial como país subdesarrollado,
con estas iniciativas se lanzó al país en una dramática liberalización de la economía
mexicana iniciada desde los años ochenta. En dicho acuerdo se acordaron
compromisos de tarificación arancelaria con la intención de proteger al productor
agrícola nacional. A partir de la entrada en vigor de dicho acuerdo, todas las
barreras arancelarias entre México y Estados Unidos quedaron eliminadas.

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