Currícula de la

Universidad Cristiana Libre

HISTORIA Y SINGULARIDADES CRISTIANAS
(Historia de la Iglesia del Primer Siglo
Pagar o no el diezmo)

EL IMPUESTO DEL DIEZMO

JUDÍO VS. LAS OFRENDAS
CRISTIANAS VOLUNTARIAS
La antigua controversia sobre si en la Iglesia
cristiana se debe o no pagar el diezmo

Armando H. Toledo

Resumen: La mayoría de los cristianos bíblicos estamos de acuerdo con respecto al importante papel
que juegan las donaciones económicas en el proceso de llevar las buenas nuevas del reino de Dios a
todos los hombres. Sin embargo, para muchos resultan molestas y hasta ofensivas las insistentes
peticiones de dinero por parte de las autoridades del statu quo religioso. No obstante, un buen
número de teólogos y líderes de opinión cristiana han acusado a las iglesias establecidas de recurrir
al diezmo a fin de “resolver sus problemas institucionales”, y califican tal práctica de “ilegítima y
abusiva aberración teológica”. Enfatizan que el resultado es que los desempleados, las viudas, los
que viven en los barrios pobres y quienes no tienen criterio propio desarrollen un profundo
sentimiento de culpabilidad y desamparo divino por no poder dar a sus pastores tanto dinero como
estos se lo exigen de manera explícita o velada. Como aquel proletario a quien una vez le
preguntaron si en su congregación les exigían el pago del diezmo, a lo que contestó: “¡Desde luego
que no!; solo nos advierten que si no lo hacemos le estamos robando a Dios lo que legítimamente le
pertenece solo a él”. Así pues, el problema que intentaremos resolver en esta ocasión es el de
averiguar si la práctica del diezmo procede de una correcta interpretación de las Escrituras o si las
iglesias que lo imponen están, más bien, valiéndose del temor a Dios (por no decir del “miedo a
Dios”) para exprimir a sus fieles. Así pues, ¿es bíblico-cristiano el diezmo?
Palabras clave: diezmo, donativos, impuesto religioso, Iglesia primitiva, Ágapes.
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actual status quo religioso no tienen ningún reparo en

as últimas décadas del pasado siglo XX
recordar enérgicamente a sus adeptos la obligación de
parecieron confirmar la tesis de que la
aportar sus contribuciones periódicas, pues, según
religión institucionalizada solo podría
ellos, el diezmo no es algo que los fieles paguen porque
continuar subsistiendo en virtud de un
pueden permitírselo: es un acto de simple obediencia.
considerable apoyo económico. Había que pagar
No dar el diezmo no solo constituye una flagrante
sueldos a los profesionales de la religión; construir,
violación a los mandamientos divinos, dicen, sino que
ampliar y mantener los templos para la celebración de
puede ser considerado como apropiación indebida
los cultos religiosos, y financiar masivas y
(robo) y puede hasta interpretarse como la causa directa
espectaculares campañas evangelísticas. ¿De dónde iba
de unas pésimas finanzas familiares, en el mejor de los
a salir todo el dinero necesario para sostener tal
casos, o de alguna tragedia familiar, en el peor.
superestructura religiosa? Por supuesto que de la
institucionalización del pago de los diezmos. La mayoría de los cristianos bíblicos estamos de
acuerdo con respecto al importante papel que juegan las
En más de una ocasión he escuchado decir a los líderes
donaciones económicas en el proceso de llevar las
evangélicos que “Dios financia su reino en la tierra con
buenas nuevas del reino de Dios a todos los hombres.
el diezmo. Es el recurso económico que él utiliza para
Sin embargo, para muchos resultan molestas y hasta
sostener la predicación del evangelio”. Otros líderes del
ofensivas las insistentes peticiones de dinero por parte

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de las autoridades del statu quo religioso. No obstante,
un buen número de teólogos y líderes de opinión
cristiana han acusado a las iglesias establecidas de
recurrir al diezmo a fin de “resolver sus problemas
institucionales”, y califican tal práctica de “ilegítima y
abusiva aberración teológica”. Enfatizan que el
resultado es que los desempleados, las viudas, los que
viven en los barrios pobres y quienes no tienen criterio
propio desarrollen un profundo sentimiento de
culpabilidad y desamparo divino por no poder dar a sus
pastores tanto dinero como estos se lo exigen de manera
directa o velada. Como aquel proletario a quien una vez
le preguntaron si en su congregación les exigían el pago
del diezmo, a lo que contestó: “¡Desde luego que no!;
solo nos advierten que si no lo hacemos le estamos
robando a Dios lo que legítimamente le pertenece solo
a él”.
Así pues, el problema que habría que resolver en esta
ocasión es el de averiguar si la práctica del diezmo
procede de una correcta interpretación de las Escrituras
o si las iglesias que lo imponen están, más bien,
valiéndose del temor a Dios (por no decir del “miedo a
Dios”) para exprimir a sus fieles. Así pues, ¿es bíblico
el diezmo?
Hay muchos feligreses cristianos que a pesar de ser
muy pobres pagan el diezmo diligentemente porque sus
iglesias les han enseñado que es un mandato bíblico.
Pero, ¿lo es? ¿Es correcto pensar que un mandato es
cristiano por el solo hecho de ser bíblico? En otras
palabras, ¿todo lo que es bíblico es necesariamente
cristiano?
El diezmo ciertamente formaba parte de la Ley que
Dios entregó a las doce tribus del antiguo Israel hace
más de 3500 años. Según ésta, la décima parte del
producto de la tierra y de los árboles frutales, así como
la décima parte del aumento que experimentaran los
rebaños, debían entregarse a la clase levita, a fin de
apoyar el servicio que desempeñaba esta tribu en el
tabernáculo (cfr. Levítico 27:30-32; Números 18: 21-
24).
Jehová Dios aseguró a los israelitas que la Ley ‘no sería
demasiado difícil para ellos’ (Deuteronomio 30:11). Si
eran fieles en la observancia de los mandamientos
divinos, incluido el diezmo, el Señor Dios cumpliría su
promesa y tendrían magníficas cosechas. Como medida
contra la escasez, todos los años también se apartaba un
segundo diezmo, que por lo general se utilizaba cuando
la nación se congregaba con motivo de las fiestas
religiosas. De este modo, podían satisfacerse ‘el
residente forastero, el huérfano de padre y la viuda’
(Deuteronomio 14: 28-29; 28: 1, 2, 11-14).
Ciertamente la Ley no prescribía ningún castigo por no
pagar el diezmo, pero todo israelita vivía con la
conciencia de una obligación moral de apoyar de ese
modo la adoración al Dios verdadero y el trabajo
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mediador que ejercían los sacerdotes levitas. De hecho,
el Señor Dios llegó a lanzar la siguiente acusación
contra los israelitas que descuidaban su obligación
moral de pagar los diezmos en los tiempos de
Malaquías: “En los diezmos y en las ofrendas. Ustedes
―la nación entera― están bajo gran maldición, pues es
a mí a quien están robando” (Malaquías 3: 8-9). La
pregunta que surge inmediatamente es: ¿Podría
acusarse de igual modo a los cristianos que no pagan el
diezmo judío?
Nosotros en la Comunidad Ágape no lo creemos. Las
Sagradas Escrituras Cristianas (el Nuevo
testamento), sobre las que descansa la fe de la Iglesia
cristiana, no solo indican categóricamente que los
nacidos de nuevo no estamos bajo la Ley de Moisés,
sino que la muerte expiatoria del Señor Jesucristo en
el año 33 d. C., inutilizó el mandamiento judío de
pagar los diezmos que ésta contenía (Colosenses 2:
13-14; Efesios 2:13-15; Hebreos 7:5-18).
Las preguntas más frecuentes con las que nos aborda
la gente más sinceramente dudosa con respecto al
tema del impuesto del diezmo judío, en contraste con
las ofrendas cristianas voluntarias, son las siguientes:
“¿Es el diezmo un mandato bíblico?”
—Sí, pero es un mandato exclusivamente judío, es
decir para una cultura de otro tiempo que no es el
nuestro, de otro lugar del mundo que no es América,
y de otras bases religiosas diferentes a los
fundamentos cristianos (un pacto diferente).
“¿Se menciona el diezmo en la Biblia?”
—Sí, pero como mandato solo aparece en el Antiguo
Testamento. En el Nuevo Testamento se le menciona
hasta siete veces, y solo para demostrar que es
innecesario e inútil para los cristianos que son
salvados por el Nuevo Pacto, basado en el sacrificio
de Jesucristo, quien pertenece a un nuevo tipo de
sacerdocio (melquisediano) que no necesita del
sustento humano para sobrevivir. El sacerdocio
según el orden de Leví, con sus respectivas leyes, no
era perfecto y, por lo mismo, tuvo que surgir un
nuevo sacerdocio, según el orden de Melquisedec,
con una nueva ley, “porque cuando cambia el
sacerdocio, también tiene que cambiar la ley”
(Hebreos 7:12). Y esto incluye la ley del diezmo.
“¿Jesús pagó el diezmo?”
—Sí, siempre lo pagaba. Pero lo hacía porque era su
deber, pues era un judío sometido al Antiguo Pacto
que lo obligaba, a diferencia de nosotros, gentiles
mexicanos que no solo no hemos estado nunca
sometidos a la ley judía, sino que hemos sido
salvados por otro pacto basado en otras leyes, entre
las cuales no está incluido el impuesto del 10 por
ciento para los sacerdotes, porque en el cristianismo
no hay lugar para el sacerdocio levítico.
“Si Jesús pagaba su diezmo, ¿no debería yo
también hacerlo por ser su discípulo?”
—Sí, está claro que debes pagarlo igual que él lo hizo,
siempre en el entendido de que, como él, seas judío o
judía sometido a un Pacto Antiguo, que por cierto ya
está superado por el Nuevo Pacto, basado en la fe y no
en las obras obligatorias. En la Iglesia cristiana, basada
en el Nuevo Pacto por la fe en la sangre de Jesús el
Cristo, en lo que respecta al dinero, ‘cada uno debe dar
según lo que haya decidido en su corazón, no de mala
gana ni por obligación [impuesto], porque Dios ama al
que da con alegría [es decir, al que da libremente, no
obligatoriamente o por imposición]” (2 Corintios 9:7).
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“Si pago el diezmo, ¿Dios se contenta con que yo
me quede con el resto de mi dinero, es decir el
90%?”
—No lo creo. Si así fuera, Dios ya no tendría por qué
reclamarte nada si hicieras mal uso de tu 90%. Dios ya
no sería soberano sobre tu dinero. Si él te reclamara por
estar usando mal, o desperdiciando y malgastando tu
dinero, tú podrías decirle: "Ya te di lo que es tuyo;
¡déjame a mí hacer con lo mío lo que se me dé la gana!"
El problema es que contestarle así a Dios es confirmar
que eres descendiente de Caín, es decir, hijo de Satanás,
el ángel que quiere vivir de manera independiente y sin
la soberanía ni la supervisión de Dios. Creo que al
menos hay dos medidas para superar esto: (1) Si Dios
fuera tan importante en tu vida, ¿por qué no darle el
90% y quedarte solo con el 10% para sacar todos tus
gastos?, o (2) ¿por qué no le das a Dios el 100%, y que
nada sea tuyo?
“Profesor Toledo, ¿usted le daría a Dios el 90% de
todas sus ganancias y se quedaría solo con el
10%?”
—No, yo tampoco lo haría. De hacerlo, le seguiría
diciendo a Dios que hay al menos una pequeña parte de
mi vida (en este caso el 10% del dinero que gano) en la
que Él no es Soberano, Señor y Dueño.
“¿Entonces le daría el 100%?”
—¡Por supuesto, sin duda! Mejor que “mi dinero” sea
todo suyo, a que sea mío. Yo nada más se lo
administraré gastándolo sabiamente en lo que deba
gastarlo.
“¿Significa eso que usted le entrega el 100% de sus
ganancias a los pastores?”
—No, nunca haría eso. Nunca le daría el dinero de Dios
a los “nuevos sacerdotes” (o “pastores”), muy a
menudo farsantes oportunistas y excelentes psicólogos
manipuladores de la consciencia de gente bíblicamente
ignorante y religiosamente idólatra. Eso demostraría
que yo creo que ellos son los mediadores entre Dios y
su pueblo. Más bien, lo que haría sería seguir usando
ese dinero, y lo administraría sabiamente para suplir las
necesidades físicas y espirituales de mi Iglesia
inmediata (es decir, mi familia) en la que yo soy el
pastor designado, y después las necesidades físicas y
espirituales de mis hermanos en la fe más necesitados.
Ya después, si sobra, compartiría con el resto de la
gente que no es creyente pero que tiene necesidades
físicas y materiales.
“Entonces, ¿si no pagamos el diezmo no le estamos
robando a Dios?”
—Si no lo pagas, sí le estás robando a Dios, siempre y
cuando seas judía o judío, como ya lo dije arriba, pues
es tu santa obligación pagar ese impuesto (recuerda que
impuesto viene del verbo “imponer”). Sin embargo, si
no eres judía o judío, no estás bajo la viejísima y
lejanísima Ley de Moisés: eso significa que (1) no le
debes nada a Dios, (2) que no hay clase sacerdotal qué
mantener, (3) que no hay templo construido por manos
humanas que esa clase sacerdotal tenga que cuidar y en
la que tenga que ofrecer sacrificios de sangre para el
perdón de tus pecados, (4) que no hay cordero qué
sacrificar para regar su sangre a tu favor... Etc. Pero si
crees lo contrario, es decir, (1) si crees que un animal
debe ser sacrificado en tu lugar para que tú seas
perdonado, (2) si crees que un sacerdote humano
consagrado y autorizado debe hacerlo (3) en un templo
construido expresamente para ello, y por lo cual (4)
debes pagarle el diezmo por sus servicios sacerdotales,
entonces hazlo. Solo te advierto que estarás negando la
fe en Cristo Jesús y su sacrificio como Cordero de Dios
que quita tu pecado en la cruz, así como su trabajo
intercesor actual en el cielo como sumo sacerdote del
orden de Melquisedec. Nada de ello se aplicará a ti;
estarías bajo la Ley de Moisés, y bajo esa la Ley serías
juzgado; y es seguro que bajo esa misma Ley mueras y
no resucites, porque “aquellos de entre ustedes que
tratan de ser justificados por la ley han roto con Cristo;
han caído de la gracia” (Gálatas 5:4-NVI).
CONCLUSIÓN:
En Gálatas 6:6-7, el apóstol Pablo manda a quien
“recibe instrucción en la palabra de Dios, [que]
comparta todo lo bueno con quien le enseña”.
Enseguida, advierte diciendo: “No se engañen: de Dios
nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra.” Las
palabras “todo lo bueno”, del verso seis, de hecho, se
refiere al deber de los discípulos cristianos de compartir
los bienes materiales con sus instructores de Biblia.
El verso siete del mismo pasaje nos promete que si
sembramos cosas buenas, también cosecharemos cosas
buenas. Pero también nos recuerda que, al sembrar, por
ejemplo, dádivas de bienes materiales en los lugares
incorrectos, pagaremos las consecuencias por ello, es
decir, que terminaremos perdiendo.
En la Comunidad Ágape nos hemos comprometido a
ser buenos administradores de los bienes materiales que
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son donados para el ministerio. De hecho, la ofrenda la
“administramos para honrar al Señor y demostrar
nuestro ardiente deseo de servir”. Y es que “queremos
evitar cualquier crítica sobre la forma en que
administramos este generoso donativo” que algunos
hacen semanal, mensual o eventualmente (2ª Corintios
8:19-20). Por eso, estamos muy agradecidos con Dios
por todos ustedes los que ya participan
económicamente con nosotros en el ministerio de la
Comunidad Ágape, compartiendo de lo suyo. Y
recuerden esto con respecto a los donativos: “El que
siembra escasamente, escasamente cosechará, y el que
siembra en abundancia, en abundancia cosechará”.
Pero eso sí, “cada uno debe dar según lo que ha
decidido en su corazón, no de mala gana ni por
obligación, porque Dios ama al que da con alegría” (2ª
Corintios 9:6-7).
La Comunidad Ágape no es una iglesia común y
corriente de esas que forma parte del sistema religioso
no-católico; no es una comunidad cristiana como todas
las demás. Es una congregación o comunidad cristiana
surgida a partir del ministerio de investigación y
docencia iniciado en 1997, llamado La UCLi (La
Universidad Cristiana Libre), dedicado a la promoción
de la educación cristiana avanzada entre los discípulos
cristianos que desean estar mejor capacitados para
entender la cosmovisión cristiana bíblica, y así ser más
efectivos en su testimonio hacia el mundo. Por eso, a
los estudiantes de la UCLi, y miembros de la
Comunidad Ágape, se les anima “para que, según sus
posibilidades, cumplan con lo que de buena gana se
propusieron. Porque si uno lo hace de buena voluntad,
lo que da es bien recibido según lo que tiene, y no según
lo que no tiene” (2ª Corintios 8:11-12).
Cuando un discípulo ucliniano, miembro de alguna
Comunidad Ágape, no puede “cumplir con lo que de
buena gana propuso en su corazón”, no es recriminado
por ello, ni se le cobran “recargos por pago atrasado”,
ni se le acumulan las deudas. Más bien, cuando pueden
volver a tomar su compromiso, nos alegramos
“muchísimo en el Señor de que al fin hayan vuelto a
interesarse” en nuestras necesidades materiales. “Claro
está que tenían interés, solo que no habían tenido la
oportunidad de demostrarlo” (Filipenses 4:10).
Ahora bien, para “tomar parte en esta ayuda para los
santos, [en esta] obra de gracia”, no están obligados a
desprenderse de grandes cantidades de dinero. De
hecho, creo que en lo que Dios está realmente
interesado es en la actitud de nuestros corazones. Él
quiere ver si realmente le amamos más que a nuestras
posesiones; si estamos más agradecidos y amamos más
a nuestros maestros cristianos que a nuestros maestros
seculares; si estamos convencidos o no de que la obra
del Señor necesita de nuestra aportación material, por
mínima que ésta sea, etc.
“¿Cómo puedo participar en esta ayuda para el antigua cultura judía) y también mediante la
ministerio educativo de las Comunidades Ágape”?, manipulación del concepto de “pastor”. Lo
te preguntarás. Es muy sencillo. Toma en cuenta las rechazamos porque muchos de los individuos que se
siguientes instrucciones bíblicas: adjudican tal título ‘son de los que piensan que la
religión es un medio de obtener ganancias. Es cierto
“El primer día de la semana, cada uno de ustedes
que con la verdadera religión se obtienen grandes
aparte y guarde algún dinero conforme a sus
ganancias, pero solo si uno está satisfecho con lo que
ingresos, para que no se tengan que hacer las colectas
tiene’ (1ª Timoteo 6:5,6).
cuando [nos reunamos]” (1ª Corintios 16:1-4).
Luego, cuando tengan la oportunidad, “den […] una “Por una fe inteligente…”
prueba de su amor y muestren por qué nos sentimos
__________________
orgullosos de ustedes” (2ª Corintios 8:24).
Depositen su donativo libre en el sobre que se les
© 2015—2018
entregará al final de cada reunión, llevando “a feliz
by The UCLi International Ministries
término la obra, para que, según sus posibilidades,
__________________
cumplan con lo que de buena gana se propusieron” Armando H. Toledo es licenciado en psicología, terapeuta y
(2ª Corintios 8:11). Y recuerden que si ustedes académico universitario de tiempo completo; es el fundador
“completan los preparativos para esta generosa de la UCLi y las Comunidades Ágape. Vive en el Estado de
colecta que han prometido, entonces estará lista Morelos, México. Haga contacto con el autor en:
como una ofrenda generosa, y no como una a.h.toledo@hotmail.com. Visite las bibliotecas virtuales de
La UCLi en: www. Scribd.com y www.academia.edu
tacañería” (2ª Corintios 9:5).
Es verdad que hay otros ministerios para los que se
dedican grandes sumas de dinero, y gracias a Dios
por ellos. Pero sabemos también que el ministerio de
la Comunidades Ágape ha sido y seguirá siendo vital
para ese sector al que Dios nos ha asignado. Nosotros
“no nos atrevemos a igualarnos ni a compararnos con
algunos que tanto se recomiendan a sí mismos. Al
medirse con su propia medida y compararse unos
con otros, no saben lo que hacen. Nosotros, por
nuestra parte, no vamos a jactarnos más de lo debido.
Nos limitaremos al campo que Dios nos ha asignado
según su medida, en la cual ustedes también están
incluidos” (2ª Corintios 10:12-18). Y gracias por
incluirse ustedes mismos.
En las Comunidades Ágape de discípulos bíblicos,
de acuerdo con la sana enseñanza basada en el Nuevo
Testamento, rechazamos toda forma de “esclavitud”
de los creyentes en Cristo que se realice mediante la
manipulación de conceptos tales como los de
“siervo”, “pastor”, “templo” y “diezmo”. En estas
comunidades “hemos renunciado a todo lo
vergonzoso que se hace a escondidas; no actuamos
con engaño ni torcemos la palabra de Dios [...] A
diferencias de muchos, nosotros no somos de los que
trafican con la palabra de Dios” (2ª Corintios 4:2;
2:17). Rechazamos y rechazaremos a cualquiera
que, alegando haber recibido un “llamado especial
de Dios para ser siervo de tiempo completo” —como
si solo unos cuantos cristianos estuvieran llamados a
servir a Dios “de tiempo completo”— se convierte
en profesional de la religión a sueldo mediante la
manipulación del concepto de “diezmo” (el cual
tiene sentido exclusivamente en el contexto de la