You are on page 1of 141

Sandro Macassi Lavander

Culturas juveniles,
medios y
ciudadanía
El nuevo horizonte generacional y las disyuntivas
de la inserción de los jóvenes en la sociedad

18
asociación.de.

AÑOS

comunicadores sociales
Culturas juveniles,medios y ciudadanía. El nuevo
horizonte generacional y las disyuntivas de la
inserción de los jóvenes en la sociedad, de Sandro
Macassi Lavander, es una publicación del Centro de
Investigación de la Asociación de Comunicadores
Sociales Calandria, editada con el auspicio de NOVIB.
Corrección: Francisco Ampuero Navarro
Mayo del 2001

Asociación de Comunicadores Sociales Calandria


Cahuide 752, Jesús María, Lima 11, Perú
!266-0958
fax: 471-2553
invest@caland.org.pe

Carátula, diseño y edición gráfica:


centroproduccióncalandria
!266-0732
cpcalandria@terra.com.pe
Para Vania,
de cuatro años y una risa pícara y transgresora
que me recuerda el cambio incesante
y la complejidad de la que estamos hechos.
Las batallas sangrientas, los despedazamientos, los
sacrificios en la hoguera, los golpes, las palizas, las imprecaciones
e insultos, son arrojados al seno del «tiempo feliz» que da la
muerte y da la vida, que impide la perpetuación de lo antiguo y no
cesa de engendrar lo nuevo y lo joven.
Mijail Bajtin
«La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento»

Esta actitud lúdica es el producto de la capacidad


compartida de apreciar el poder de la redescripción, el poder del
lenguaje para volver posibles e importantes cosas nuevas y
diferentes, y esta apreciación es posible sólo cuando nuestro
objetivo es un repertorio creciente de descripciones alternativas y
no La Única Descripción Correcta.
Richard Rorty
«Contingency, Irony and Solidarity»
ÍNDICE

Presentación 11

1. Enfoques sobre el fenómeno juvenil 13


1.1. El enfoque de la violencia estructural 16
1.2. El enfoque de la moratoria y emergencia poblacional 17
1.3. El enfoque de las culturas juveniles 20

2. El nuevo horizonte generacional 23


2.1. Culturas juveniles y cambio civilizatorios 25
2.2. Expresiones públicas y culturales juveniles 39
2.3. Pensando las culturas juveniles 45

3. Ciudadanía y la disyuntiva de la inserción del joven en la sociedad 49


3.1. Cambios civilizatorios y el componente cultural de la ciudadanía 52
3.2. Tránsito, construcción y conflicto de su ciudadanía 53
3.3. Disyuntivas en la inserción ciudadana de los jóvenes 55
3.4. Retos para la práctica de la ciudadanía juvenil 61

4. Jóvenes, recepción de medios y cultura masiva 65


4.1. El escenario de los medios: más allá de la masificación y la heterogeneidad 69
4.2. Modalidades de recepción y brechas generacionales 72
4.3. Factores para el alto consumo de televisión 77
4.4. El consumo familiar, eje de la construcción de la individualidad y de las reglas 80
4.5. Familia, espacio de conflicto o comunidad de interpretación 82
4.6. Familia y modelos televisivos paternos 87
4.7. Gramáticas de lectura y cultura masiva 90

5. Agenda pública y vivencias ciudadanas juveniles 95


5.1. Ubicación de los informativos en la recepción masiva de los jóvenes 99
5.2. La recepción de informativos televisivos y gramáticas de lecturas 105
5.3. Dilemas y tensiones ciudadanas desde la recepción de informativos 112
5.4. Estereotipos de consumo ciudadano 121
5.5. Jóvenes, prácticas ciudadanas e informativos 125

6. Aproximaciones sobre los jóvenes y la informática 131


6.1. Mayor acceso a las computadoras pero con inequidad 134
6.2. Acceso a internet y valoración de su uso 136
6.3. El capital de conocimiento informático: capacidad ociosa o sobre capacitación 138
6.4. Los nuevos lenguajes: ¿el declive de lo audioviisual? 140
6.5. Perspectivas sobre la información y las computadoras 142

Anexos 145

Bibliografía 149
Presentación

En los últimos años la atención pública se ha centrado en los jóvenes, en sus


prácticas violentas, su apasionamiento por el deporte, las horas que pasan frente al
televisor, la proliferación de discotecas y espacios de consumo juveniles. Al mismo
tiempo, las cifras de abandono infantil, desempleo y embarazo juvenil generaron
preocupación. Y la protagónica participación de los jóvenes en las marchas a favor
de la democracia fue aplaudida por la opinión pública.

En nuestras retinas circulan imágenes confusas de angustia por el futuro,


rostros de apatía, pero también de acción decidida y voluntad; imágenes de la
inequidad y la marginación que golpean a los jóvenes y los sacude en el consumismo
frenético; imágenes de desarraigo e idealismo individualista.

Estos ejemplos, mencionados al paso y en desorden, nos muestran que algo


está pasando con los jóvenes. ¿Qué cambios están ocurriendo en las identidades
juveniles?, ¿cómo se están construyendo las socialidades entre los grupos de pa-
res?, ¿cómo lo audiovisual y las nuevas tecnologías están cambiando la forma cómo
los jóvenes perciben la sociedad y se sitúan en ella? Éstas y otras interrogantes
fueron la motivación para que el Centro de Investigación de la Asociación Calan-
dria desarrolle una serie de estudios sobre las culturas juveniles en nuestro país.

El presente libro quiere dar cuenta de los cambios en dos espacios precisos:
en las comunicaciones y en la cultura. Nos invita a mirar más allá de las evidencias
y de lo evidente para comprender a los jóvenes en su integridad, indagar las percep-
ciones, prácticas y valoraciones de los jóvenes que se encuentran en la sombra
pública, es decir, que no aparecen en los medios (los grupos de transgresión), y de
aquéllos que desarrollan iniciativas de participación pública (grupos de expresión).

Nuestra preocupación se centró en aquellos jóvenes anónimos que no parti-


cipan de estos grupos, pero que vienen incorporando percepciones y valoraciones
culturales que difieren de las concepciones de las generaciones pasadas y que, ade-
más, comparten a diario, con toda su generación, los mismos problemas y preocu-
paciones respecto a su futuro.

Estas indagaciones no están exentas de una revisión de los cambios que, en


el contexto de la globalización y las transformaciones contemporáneas, vienen afec-
tando el campo cultural y, en especial, el comunicativo. De hecho, el presente texto
busca establecer los puentes para definir lo que se ha denominado un nuevo hori-
zonte generacional, que permita comprender mejor los retos presentes y futuros
que tienen las actuales generaciones.

Como institución nos reafirmamos en la apuesta por desarrollar la investiga-


ción y la reflexión en los campos culturales, teniendo en cuenta su inmenso aporte
al fortalecimiento de la ciudadanía y al desarrollo. Por ello, presentamos los prime-
ros resultados de las investigaciones que estamos desarrollando sobre las culturas
juveniles, que no dudamos serán un aporte clave en la tarea de dar cuenta de la
impronta juvenil. Nos comprometemos a editar nuevas publicaciones que comple-
ten el rompecabezas de la vivencia juvenil contemporánea que empezamos a armar
con este libro.
Capítulo 1

Enfoques sobre
el fenómeno juvenil

El enfoque de la violencia estructural

El enfoque de la moratoria y
emergencia poblacional

El enfoque de las culturas juveniles


Capítulo 1

Enfoques sobre el fenómeno


juvenil

Por muchos años las ciencias sociales se han preocupado en el presente


siglo por lo juvenil. Y ciertamente su sentido y significado ha cambiado en la
medida en que los problemas y representaciones se modificaban. Por ejemplo,
la Escuela de Chicago indagó por las «gang bands» como un producto de la
disolución de las relaciones colectivas en las urbes, teniendo como puntos de
preocupación las conductas delictivas de los jóvenes emigrantes. En los años
sesentas la preocupación estuvo centrada en las manifestaciones contraculturales
de la psicodelia y el hippismo, enfocando estos movimientos como subculturas
(de las culturas de clase social) que eran expresiones de la resistencia y nego-
ciación de estos jóvenes frente a la cultura dominante. En Latinoamérica el
término juventud ha sido asociado, principalmente en los años 70, a los movi-
mientos estudiantiles de izquierda, a los movimientos revolucionarios y, en
general, al cambio social y revolucionario.

Es por ello que la principal dificultad que enfrentamos al pensar la ciudada-


nía juvenil es que el paradigma imperante, el modelo recurrente de las generaciones
predominante (en intelectuales, artistas e incluso funcionarios públicos que toman
las decisiones) es de un joven comprometido con el cambio social y dispuesto a la
participación espontánea en organizaciones.

Es precisamente este paradigma que da origen a la denominada Genera-


ción X, que a mediados de los años 90 parecía ser la nueva etiqueta con que las
ciencias sociales daban nombre a las expresiones juveniles de eso años, estereotipo
que por cierto describía palabra por palabra el paradigma opuesto al joven
participacionista y pro activo al cambio social de lo años 70 e incluso parte de los

1
No olvidemos, por cierto, que los grupos terroristas de la década del ochenta fueron integrados principalmente por
jóvenes universitarios (revisar libro IEP).
16 Enfoques sobre el fenómeno juvenil

801. Evidentemente detrás de ese reclamo a la juventud por una actitud más abierta,
más opositora y hasta beligerante estaba la crítica a la propia sociedad e incluso a la
propia generación que a pesar de su compromiso con el cambio no pudo evitar lo
sucedido, la hiperviolencia política y tampoco luchar contra el afianzamiento del
gobierno cívico-militar.

Es precisamente con los movimientos estudiantiles desarrollados en 1997,


cuando el gobierno separó a los vocales del Tribunal Constitucional , que la imagen
pública de los jóvenes cambió radicalmente, pasaron de ser la generación de la
apatía y el individualismo a ser los abanderados de la democracia y la esperanza del
futuro.

Sin embargo, la preocupación por la juventud no se reducía a la participa-


ción política de los jóvenes universitarios, con cierta alarma se evidenciaba el cre-
cimiento de las pandillas en todos los distritos de Lima y en las principales ciuda-
des del interior, así como el aumento del embarazo adolescente, el consumo de
droga, las barras bravas. Frente a esta problemática surgieron -y aún hoy surgen-
voces que buscan salidas disciplinarias y otras que tienen miradas más comprensi-
vas. Lo que es cierto es que hoy en día se hace necesario tener una comprensión de
lo que significan las vivencias juveniles.

En nuestro medio existen por lo menos dos tendencias comunes para


interpretar los fenómenos y procesos juveniles. Una estructural y otra socio-
política. Ambas han marcado dos grandes preocupaciones de la pasada déca-
da: la herencia sociopolítica de la violencia y el futuro de la economía, es
decir, la preocupación de una generación de tránsito entre el pasado escabroso
y el futuro incierto.

1.1 El enfoque de la violencia estructural


En la reciente década ha sido lugar común los estudios sobre la juventud
vinculados a conductas de riesgo, en particular a los fenómenos de pandillas, barras
bravas y delincuencia juvenil. Muchos estudios de este tipo surgieron como res-
puestas a la creciente preocupación de la sociedad adulta que veía amenazada su
estabilidad y sus propios imaginarios de juventud (ligados a la rebeldía y a la trans-
formación social, y no a la «anomia» y trasgresión de las normas). Sin embargo, el
principal acierto de estas investigaciones y reflexiones, realizados por jóvenes in-
vestigadores fue ampliar el marco de discusión de estos problemas, descentrando
el debate, que hasta ese entonces, giraba en torno al hecho mismo de violencia,
incorporando otras dimensiones de las vivencias juveniles como las huellas de la
Enfoques sobre el fenómeno juvenil 17

desintegración familiar, la búsqueda de espacios de cohesión y el deterioro del


tejido social.

La hipótesis común de estos estudios radica en que estos jóvenes han creci-
do y se han formado en la peor de las décadas, donde la violencia terrorista, la
guerra sucia, la hiperinflación, marcaron su incorporación a la ciudadanía. Según
sus autores estos fenómenos dejaron como secuela una juventud descreída, sin va-
lores, sin normas y sin modelos. Muchas investigaciones se centraron en indagar
por sus prácticas gregarias como las «barras bravas», «pandillas», o los grupos
barriales vinculados a la violencia.

Desde nuestro punto de vista dichos estudios tuvieron como principal acier-
to des-estigmatizar la imagen pública del joven como intrínsicamente violento y
permitió comprender que se encontraba inscrito en una serie de relaciones y condi-
ciones sociales que afectaban su capacidad de inserción en la sociedad y de los
cuales el Estado tenía mucha responsabilidad. Esto permitió que se frenen las ini-
ciales tendencias de aplicar medidas policíacas y represivas contra los jóvenes,
dando paso estas miradas comprensivas a programas que desarrollaron estrategias
de inserción y a algunos pocos que trabajaron las líneas de prevención.

Si bien la violencia juvenil es recurrente en sociedades que han pasado por


situaciones de guerra interna (Colombia, El Salvador, Nicaragua) esto no explica
por sí mismo la aparición de estos fenómenos en otros países de Latinoamérica que
no comparten los mismos antecedentes. Existen otros factores, además de los
sociopolíticos y la desintegración de la unidad familiar, que en conjunto pueden
explicar mejor lo que sucede con los jóvenes hoy y que a nuestro modo de ver se
vinculan a los cambios culturales de gran aliento que nuestra sociedad recién em-
pieza a experimentar.

La preocupación por el problema de la violencia juvenil es legítima, sin


embargo, el joven que participa en estos grupos transgresores no llega al 0.5% del
total de jóvenes limeños, por lo tanto estos enfoques solo daban cuenta de uno de
los tantos problemas que lo amenazan y no del conjunto de preocupaciones que
constituyen la experiencia juvenil actual.

1.2 El enfoque de la moratoria y emergencia


poblacional
Otros estudios enfocaron el problema juvenil a partir de la incapacidad del
Estado y del mercado por satisfacer el conjunto de necesidades básicas de la pobla-
18 Enfoques sobre el fenómeno juvenil

ción juvenil. Ciertamente esta preocupación ha sido común entre planificadores y


diseñadores de políticas. Su punto de partida es que los problemas juveniles son el
resultado de un proceso de emergencia poblacional, según el cual las actuales gene-
raciones representan un pico en la natalidad ocurridos dos décadas atrás, que ha
generado una cantidad inusitada de jóvenes pugnando por educación, empleo y
alimentación (Carrión:1991:20 y Ramos 1997).

Algunos autores parten del paradigma ya conocido de la «moratoria social»


según el cual la noción de juventud surge de la separación del niño de la crianza
familiar a través de la escuela y la adquisición de habilidades para el trabajo por
fuera de los oficios familiares y de los gremios, según ellos, este periodo de prepa-
ración (y separación) para su posterior incorporación y «adaptación» al mundo
adulto, genera por sí mismo la noción de juventud y la vincula al tiempo libre y a su
radicalización.

Sin embargo, el joven en moratoria se encuentra con que ni el mercado ni el


Estado, ni la sociedad han creado las condiciones mínimas para su incorporación a
las condiciones del mundo adulto tales como el empleo y necesidades básicas satis-
fechas (Cortazar 1997). De allí surge la doble estrategia del Estado en materia
juvenil: por un lado, reducir ciertos índices (embarazo adolescente, violencia, SIDA,
etc.); y, del otro, acortar los tiempos libres y de ocio a través del deporte y la
recreación.

Pensamos que es evidente que existe un desfase entre el Estado, el mercado


y la emergencia poblacional juvenil que para algunos autores significa exclusión.
Sin embargo, los problemas que expresa el sector juvenil no se limitan a las accio-
nes de lo más excluidos (léase pobres extremos). Dichos problemas están presentes
en los diferentes estratos sociales de nuestra sociedad. Por lo mismo necesitamos
agregar otros factores a este análisis, tales como los desfases entre las instituciones
educativas básicas y la vida cotidiana juvenil, entre la educación superior y univer-
sitaria y las condiciones de empleo y generación de recursos, entre las demandas
políticas para la participación juvenil y la des-institucionalización de la vida públi-
ca, entre otros.

De otro lado, para estos autores, este desfase estructural entre la situación de
moratoria y la imposibilidad de inserción sería el origen de todos los males juveni-
les que estarían explicando las conductas violentas y en general las conductas de
riesgo. Si bien es indiscutible la afirmación que la sociedad no ha creado las condi-
ciones de la inserción de los jóvenes en el mundo laboral y económico, a nuestro
modo de ver esta es una visión reduccionista en tanto subsidia todos los procesos
Enfoques sobre el fenómeno juvenil 19

juveniles a un factor económico estructural, dejando de lado el papel de producto-


res culturales que tienen los jóvenes en las sociedades contemporáneas.

Bajo el mismo principio de moratoria las acciones a favor de los jóvenes


tienen varias direcciones. Algunos sectores del Estado y de la sociedad civil apues-
tan solo a la reducción de los índices de trasgresión y conductas de riesgo (pandi-
llas, violencia, embarazo adolescente, etc.). Otras acciones, por ejemplo las desa-
rrolladas por algunos municipios o entidades benéficas apuntan a reducir el tiempo
libre a través del deporte y la recreación. Ahora la mayor parte apuesta a la educa-
ción ocupacional o al empleo como la solución a todos los «males» de la juventud.
El objetivo central de estas medidas busca la incorporación de los jóvenes al mun-
do adulto vía el empleo y, por lo mismo, es subsidiaria del paradigma de la adapta-
ción, según el cual el joven debe incorporar los valores y estilos de vida de las
generaciones precedentes.

El concepto de moratoria social surge después de la segunda revolución


industrial, cuando la producción en masa obligó a un gran número de adolescentes
a prepararse para el ingreso al mundo laboral, desvinculando la adquisición de sus
habilidades de los gremios de artesanos y de la familia. Sin embargo, es a partir de
la postguerra, con la expansión y obligatoriedad de la educación por parte del Esta-
do benefactor, que se generó las condiciones para una masiva situación de morato-
ria (Abramo, 1994:29).

Sin embargo, la trasgresión juvenil estuvo vinculada al concepto de morato-


ria solo para explicar la reacción de las clases trabajadoras frente al proceso de
masificación en las sociedades industriales. Pero la comprensión de la trasgresión
juvenil no solo estuvo vinculada a la idea de moratoria sino a otras explicaciones
como el proceso de urbanización, el cambio de los patrones de socialización, el
debilitamiento de la figura paterna, o la mayor presencia de los pares y medios en la
adquisición de valores y estilos de vida.

En las décadas del 60 y 70 surgieron el hippismo, el punk, los mods, rockers


o los skindhead. Estos movimientos juveniles se interpretaron como una reacción a
la sociedad industrial tecnocrática y burocrática (Abramo, 1994:39), por lo tanto,
la trasgresión social no tenía mucho que ver con el tiempo de moratoria mismo o
con el tiempo libre, sino más bien con las condiciones sociales y los procesos cul-
turales.

A nuestro juicio ambos enfoques (el de la moratoria y el de la herencia


violenta) carecen de miradas integrales pues enfocan a la juventud como una masa
20 Enfoques sobre el fenómeno juvenil

etaria sujeta a condicionantes económicos o políticos dejando de lado en el análi-


sis, en el diagnóstico y en las propuestas, a la producción cultural grupal y la viven-
cia individual. Además la mirada a las expresiones de violencia juvenil, excluye al
joven común y corriente que no tiene participación en espacios y grupos, reducien-
do a los jóvenes a una fragmento de su vivencia integral (sus conductas «violen-
tas», o «de riesgo») sin tomar en cuenta su integralidad como persona. Hace falta
complementar estos acercamientos con propuestas que valoren la capacidad de los
jóvenes de producir cultura y sus habilidades para aportar generacionalmente nue-
vas sensibilidades y percepciones respecto a la sociedad en la perspectiva de incor-
porarlos como ciudadanos.

1.3 El enfoque de las culturas juveniles


Existen cambios culturales de largo aliento en la base tecnológica y
comunicativa de las sociedades que hacen más heterogéneas, complejas y cambian-
tes las vivencias juveniles y, por lo mismo, pone el acento en el aspecto cultural, en
su calidad de productores de cultura y formas expresivas particulares con igual o
mayor peso que las condiciones políticas, económicas o estructurantes. A nuestro
juicio, la problemática juvenil tiene un devenir cultural que interactúa y a veces
afecta a las otras dimensiones del joven como la familiar, educativa, gregaria y
laboral, por cierto. Por lo mismo, las culturas juveniles no dependen de los proce-
sos económicos únicamente sino que en muchos casos son una variable indepen-
diente para explicar los procesos juveniles.

Ciertamente los textos más recientes sobre la juventud han girado en torno a
sus prácticas gregarias, en la manera como la socialización horizontal entre pares
había desplazado los tradicionales agentes de socialización y con ello desarrollado
una crisis de su función y del orden social. Pero más que abordar exclusivamente la
violencia, este enfoque, en otras latitudes, se concentró en indagar cómo estas trans-
formaciones generaron cambios en sus prácticas productoras de sentido (ver Reguillo
1997, Rincón 1995, Mejía et al, Alzate et al (1996) o Margulis (1997).

Partiendo que existe una emergencia poblacional juvenil y de la incapaci-


dad de las instituciones de generar condiciones para la incorporación de los jóve-
nes a la ciudadanía y del hecho que estos jóvenes han crecido bajo el signo de la
violencia política, pensamos, por nuestra parte que paralelamente se está produ-
ciendo también un proceso emancipatorio de las culturas juveniles.

Lejos de pensar la juventud como un mero proceso de moratoria social o


como un proceso de evolución etaria, caracterizada por una situación sin responsa-
Enfoques sobre el fenómeno juvenil 21

bilidades, la hipótesis que planteamos es la conformación de culturas juveniles con


perfiles propios. A nuestro juicio esto se debe a varios factores:

Un primer factor tiene que ver con los cambios mundiales ocurridos en la
espera productiva gracias al uso intenso de computadoras y nuevas tecnologías de
la información, ciertamente, los procesos que se derivan en este contexto post-
industrial como la des-masificación, la des-territorialización y la des-materializa-
ción (Manrique, 1997) han generado una serie de cambios en la diversificación y
heterogeneidad y fragmentación de la vida social que reubica la producción de
cultural de los jóvenes como el eje ordenador de la vida social desplazando al
consumo masivo de esa responsabilidad integradora.

Un segundo factor tiene que ver con el curso que los procesos de adquisi-
ción de las socialidades van adquiriendo, el mayor énfasis de la de la construcción
horizontal de los procesos de significación a través de los pares, genera una autono-
mía relativa del curso que la producción cultural que una generación tendrá inde-
pendientemente de las generaciones que la precedieron.

El tercer factor está relacionado a la actual tendencia del consumo y la expe-


riencia social a desterritorializarse y constituirse en lo que García Canclini (1991:8)
llama comunidades hermenéuticas de consumidores, que no anulan las diferencias
sociales pero que forman una capa de intercambios, gustos comunes e identidades
con un dinamismo y recreación inimaginables en el esquema clásico de una
interacción directa.

Por último, el desarrollo de culturas cotidianas «blandas» (Brunner, 1989:74)


vinculadas a una mega oferta de bienes simbólicos y de información, han desplaza-
do a la religión, la política y el trabajo y el mercado masivo del lugar ordenador de
la cotianeidad que tuviera en el pasado, dando lugar a una construcción grupal de
identidades, visiones de mundo y prácticas culturales.
Capítulo 2

El nuevo horizonte generacional

Culturas juveniles y cambios


civilizatorios
! Emergencia de nuevas tecnologías de
comunicación
! Desplazamiento de la socialización vertical por
la socialización lateral y la socialización lúdica
! Desplazamiento en la producción del
conocimiento: de lo escritural racional a lo
lúdico audiovisual
! Cambios culturales, producción de
conocimiento y sistema educativo
! Cultura masiva y culturas juveniles
! Sensibilidades juveniles y lenguaje audiovisual
! Mercados y modelos de juventud: ampliación
y diversificación de la oferta comercial
! Desarrollo de las megápolis y repliegue de los
espacios públicos de encuentro: tribus
urbanas
! Ausencia de instituciones que permitan
encuentros intergeneracionales
! Marcos conceptuales blandos y cultura
política

Expresiones públicas y culturas


juveniles
! Producción y consumo musical, expresión de
identidades
! El juego virtual: la socialidad a través de lo
lúdico
! Expresiones virtuales y las múltiples
identidades (nickname)
! Tribus y socialidades urbanas
! Voluntariado y servicio social
! Trashumancia y nomadismo juvenil
! Descreimiento, apatía como expresión social
! Entre el protagonismo anómico y la expresión
pública

Pensando las culturas juveniles


Capítulo 2

El nuevo horizonte generacional

2.1 Culturas juveniles y cambios civilizatorios


En las últimas décadas se han desarrollado cambios significativos que han
afectado el curso de la historia y que han redefinido el lugar que ocupan los sujetos
en la sociedad, la forma en que asumen sus identidades, la manera en que se comu-
nican y también la forma en que se encuentran e intercambian. Al mismo tiempo,
Latinoamérica ha tenido sus propios procesos sociales que le ha dado un rostro
particular a estos cambios mundiales, y nuestro medio, en cierto sentido, tuvo un
proceso marginal al común de países de Latinoamérica que ha redefinido un pano-
rama particular para la emergencia de las culturas juveniles.

Es ciertamente la interacción de estos factores los cambios civilizatorios,


los procesos sociales endógenos, algunos tardíos y otros compartidos con el común
de países vecinos que conforman un escenario radicalmente distinto, para pensar la
juventud, al de décadas atrás. Pensamos que estamos frente a un horizonte
generacional, es decir un conjunto de paradigmas y procesos sociales que confor-
man el marco y el escenario sobre el que e despliegan las identidades juveniles.

En la medida que este nuevo horizonte generacional se define en buena


medida por un componente muy fuerte de lo cultural, nuestro análisis se centrará en
los aspectos que nos ayuden a comprender la impronta cultural de los jóvenes y a
comprender las expresiones de las culturas juveniles.

1. Emergencia de nuevas tecnologías de comunicación

Buena parte del proceso de mundialización discurre en el sector terciario de


la economía y en particular en la información. Unos de los aspectos planteados por
los estudiosos del tema es el proceso de desterritorialización de la cultura, donde
26 El nuevo horizonte generacional

los medios tienen una la presencia dinamizadora, en tanto que los productos
comunicativos tienden cada vez más a construir códigos y referentes «comunidades
hermenéuticas de consumidores» más allá de las fronteras de los estado-nación
(García Canclini, 1991).

Cada generación aporta al capital simbólico de las naciones maneras distin-


tas de aprehender la realidad, lenguajes particulares; pero al mismo tiempo la ju-
ventud de nuestros tiempos se encuentra conectada con el mundo. Mira a otros
jóvenes de distintos puntos del planeta.

En primer lugar existen cambios mundiales en la base tecnológica de las socie-


dades y en particular las referentes a las comunicaciones que afectan no solo la vida
cotidiana de la gente sino el mismo sistema político (la forma de comunicar la política
basado en la imagen, espectacularidad, el efectismo, la narración, el clip, empatan con
la apropiación que los jóvenes hacen de los lenguajes audiovisuales). Estos cambios
comportan patrones cognitivos distintos que ahondan las brechas generacionales y
plantea desplazamientos en la forma de adquisición y generación del conocimiento.

A estas diferencias «naturales» agregaremos las brechas ocurridas por el


uso y empleo de otras tecnologías en este caso las computadoras, pues muchos
jóvenes se desempeñan más fácilmente que los mayores en las tareas que tienen
relación con este campo, el mundo adulto ve en ellos una amenaza a su conocimien-
to y sus destrezas.

Las nuevas tecnologías, los multimedia, el hipertexto no son solo formatos


distintos del conocimiento sino que son maneras distintas de cognoscer la realidad.
Lo que esta cambiando es la manera de organizar, estructurar la comprensión del
mundo y la forma de sentirlo: la sensibilidad.

Algunos autores vienen reflexionando en la manera como la narratividad ha


cambiado con el hipertexto, donde no existe un inicio sino un final, la historia en
hipertextos se desliga de la cronología para ser entendida desde distintos ángulos, la
economía, los gobiernos, los liderazgos, las tecnologías, etc. Lo mismo ocurre con la
incorporación de la interactividad en la escuela y en general en la relación con el
público, sin dejar de mencionar las perspectivas que se abren con la incorporación de
la realidad virtual en la educación de los adolescentes y jóvenes y los cambios en los
patrones cognitivos de los cuales las actuales generaciones son abanderadas.

Al igual que muchas otras prácticas culturales juveniles la telemática ofrece


diversas y heterogéneas formas de vivir pertenencias grupales. Recientes autores
El nuevo horizonte generacional 27

vienen hablando de ciberculturas y comunidades virtuales, en tanto que a través del


vínculo con internet los jóvenes desarrollan sus particularidades y encuentran otros
con sus mismas aficiones y percepciones y se relaciones e intercambian a través de
chats, listas de interés, webs sites, etc.

De ese modo van construyendo, identidades grupales, al mismo tiempo que


desarrollan sus aptitudes e intereses y amplían los marcos de su conocimiento. Su
identidad y pertenencia a grupos culturales tanto de los que tienen presencia públi-
ca (tecno, pandillas, grupos de folklore, rock, mangas, parroquias, darkz, trance,
etc.) como de los que discurren en ámbitos más privados (grupos universitarios, de
amigos, de esquina, etc.) se ven dialogados y a veces complementados con otras
tendencias culturales en Internet en las cuales globalizan, se recrean, beben, absor-
ben. (Regillo, 1997).

2. Desplazamiento de la socialización vertical (padres y maestros) por la


socialización lateral (amigos, pares) y la socialización lúdica (televisión)

En el ámbito familiar, la crisis económica motivó la incorporación de la


madre a la PEA, lo cual generó en los ochentas un debilitamiento de la socializa-
ción vertical, pues el padre no complementó a la madre en las tareas de cuidado,
orientación y apoyo psicológico a los niños. Muchos hijos e hijas mayores asumie-
ron esta responsabilidad, consecuentemente, sin la experiencia y orientación pater-
nas.

Con el debilitamiento de la socialización materna los hermanos mayores,


los amigos de juegos y vecinos, que más a la mano estaban para los niños, cumplie-
ron funciones de soporte cognitivo y de orientación, que antes eran de exclusiva
propiedad de la madre. A partir de allí cobra mayor importancia para estas genera-
ciones la socialización horizontal, lateral o también llamada de pares.

La televisión pasa a ocupar un lugar predominante en la forma como los


niños adquieren sus nociones de sociedad y comportamiento público, surgen
una suerte de manuales de asertividad social que los padres usan frecuente-
mente para transmitir, valores y pautas de comportamientos, de este modo los
padres ante la ausencia de tiempo para dedicarle a los hijos trasladaron a la
televisión la responsabilidad de entretener y educarlos pero al mismo tiempo
situaban a la televisión como la fuente del aprendizaje social (Alfaro y Macassi
1995). Estos niños de los ochentas fueron los jóvenes de los años noventa que
crecieron escuchando a sus pares y a la televisión, y hablando con sus pares
sobre la televisión.
28 El nuevo horizonte generacional

Por otro lado la familia sigue siendo central al momento de pensar a los
jóvenes, sus decisiones y futuros están confrontados con las opiniones y posiciones
familiares. La familia sigue siendo el principal soporte social de ellos (Buse:1994)
y la mayor parte de las horas de recepción televisiva se realiza en compañía de
personas de la misma familia. Además, las comedias de situación familiares ocupan
un lugar central permitiéndoles ver modelos alternativos de padres con los cuales
dialogar. Sin embargo, el rol socializador y cognoscitivo ya no lo tienen los padres
lo reciben principalmente de la televisión, llegando en muchos casos a ser un susti-
tuto de algunas funciones parentales (Alfaro y Macassi 1995).

3. Desplazamientos en la producción del conocimiento: de lo escritural


racional a lo lúdico audiovisual

Mucha de la modernidad inconclusa latinoamericana se construyó so-


bre la base de la ampliación y masificación de la escuela (Brunner 1989), en
ese periodo lo escritural-racional era el paradigma dominante de la transmi-
sión de conocimientos, el texto escrito era principal fuente de conocimiento y
discusión pública, la prensa tenía el privilegio de marcar las agendas naciona-
les. Ahora, en cambio, el intensivo consumo televisivo infantil y juvenil de las
décadas pasadas relevó la imagen y del lenguaje audiovisual por sobre lo
escritural racional, y marcaron los patrones cognitivos de relación del ciuda-
dano con la sociedad.

Otro fenómeno que acompañó el proceso de constitución de las culturas


juveniles fue el descentramiento de la producción de conocimientos, que antes la
ejercían padres y maestros. Ellos eran la fuente del saber y del conocimiento del
mundo, por lo menos cumplían la función de interpretar el mundo y hacerlo inteli-
gible para los hijos, hoy en día esa función se comparte con otros, tales como los
medios, el cable, los pares, internet, los cd-rooms, (Hopenhayn, 1997). Por ejem-
plo los cd-rooms contienen un conocimiento más preciso y actual que aquel de los
maestros y de cierta forma es un cuestionamiento a su autoridad basado en el cono-
cimiento enciclopédico. El desarrollo de nuevas tecnologías lleva consigo un debi-
litamiento de los roles tradicionales en las sociedades locales a favor de visiones
más globalizadas de actuación juvenil.

4. Cambios culturales, producción de conocimiento y sistema educativo

La escuela ha perdido mucho terreno y ascendencia frente a los


educandos, en general se halla desfasada de las necesidades culturales y ciu-
dadanas actuales. La escuela ha entrado en crisis en tanto que fue concebida a
El nuevo horizonte generacional 29

principios de siglo cuando el lenguaje imperante y vivo de la sociedad era el


escritural. Hoy en día las comunicaciones societales y mundiales pasa poco
por lo escritural y está centrada en la imagen y más recientemente en la socie-
dad virtual.

El cuestionamiento más contundente de la concepción enciclopedista (ad-


quisición del conocimiento) de la escuela lo hace las nuevas tecnologías en tanto
que incorporan la imagen, el sonido y la animación y fundamentalmente porque lo
hacen lúdicamente y descentran la adquisición del conocimiento, pues solo basta
con tener o acceder a un CD-ROM que tiene el más conocimiento que cualquier
profesor pueda acumular y reproducir memorísticamente.

Estos cambios cuestionan severamente la centralidad del conocimiento en


el maestro, desplazándolo de su rol generador de conocimiento, centrándolo en uso
y acceso a las tecnologías de la información, con esto se cuestiona su autoridad y se
ponen interrogantes en su futuro rol y fuerzan a su redefinición.

No solo la relación con el conocimiento ha envejecido sino también la com-


prensión del mundo y las vivencias juveniles, los conflictos más agudos en la es-
cuela surgen a raíz de la incomprensión de los maestros de las sensibilidades y
percepciones de los jóvenes.

A estas diferencias «naturales» agregaremos las brechas ocurridas por el


uso y empleo de otras tecnologías como las computadoras, pues muchos jóvenes se
desempeñan más fácilmente que los mayores en las tareas que tienen relación con
este campo, el mundo adulto ve en ellos una amenaza a su conocimiento y sus
destrezas.

La interactividad, los multimedia, el hipertexto no son solo formatos distin-


tos del conocimiento sino que son maneras distintas de cognoscer la realidad. Lo
que esta cambiando es la manera de organizar, estructurar la comprensión del mun-
do y la forma de sentirlo: la sensibilidad.

Los cambios que plantean las nuevas tecnologías cuestionan seriamente la


centralidad de la forma de adquirir conocimiento. La centralidad que antes se ubi-
caba en el maestro y en el padre (modelo enciclopédico) y la autoridad que de ella
surgía, se han visto desplazadas y cuestionadas por la aparición de las computadoras,
el hipertexto, los CDs e internet (Hopenhayn 1997). Los marcos del conocimiento
se han ampliado exponencialmente y son muy pocos los adultos que participan de
estos cambios.
30 El nuevo horizonte generacional

Por lo mismo, la escuela viene siendo desplazada por los medios como el
lugar de los aprendizajes sociales y la transmisión de conocimiento, el aprendizaje
automotivado se da lugar en la recepción de medios y en el uso de nuevas tecnolo-
gías de comunicación, ellos se han constituido en los referentes sociales de arque-
tipos, roles desempeños, asertividad etc., a decir de Brunner la televisión es en
estos momentos el principal dinamizador de la modernidad latinoamericana (Brunner
1993:71).

Existen diferentes tiempos sociales, la escuela vive en el tiempo de la


anacronía, de los cambios lentos, de la pasividad, de los currículos atróficos,
de los conocimientos inmutables, de las pedagogías jurásicas. Mientras que
los jóvenes están instaurados en los tiempos rápidos, en la modernidad acele-
rada, en la velocidad de la fragmentación, la simultaneidad, la de los fragmen-
tos, en el cambio que les viene de los lenguajes audiovisuales, de Internet, de
la cultura mundializada, la escuela continúa en el pasado haciendo promesas
de futuro sin comprender lo que esta sucediendo en el tiempo presente de los
jóvenes (Parra Sandoval 1997).

A estos cambios en el paradigma del conocimiento se agrega la crisis del


pacto tradicional entre padres y escuela respecto a la formación del adolescente, la
desconfianza y la educación paralela (profesores particulares, institutos, medios,
NTC, etc.) todos ellos concursan y en ocasiones con más éxito en la adquisición del
conocimiento que ella.

La perdida de respeto y autoridad del maestro también tiene su origen en el


mismo Estado que no adaptó al sistema educativo para «responder» a los cambios
mundiales y satisfacer a las necesidades surgidas del día a día. En general el mito
tradicional de “el que estudia triunfa” o la educación como la escalera de ascenso
social se ve seriamente cuestionada por modelos cercanos de triunfo que no pasan
por la escuela o por la universidad. Sobretodo por la restricción del mercado labo-
ral y la recesión de la economía que no puede absorber la cantidad de profesionales
que egresan de las universidades.

Una reciente investigación en Colombia abordó que las principales motiva-


ciones para la asistencia a la escuela no tenían que ver con los aspectos académicos
y formativos de ésta, sino más bien con las interacciones con los pares y las gratifi-
caciones sociales y culturales que emanaban de este vínculo en tal sentido existen
dos escuelas paralelas en la misma institución aquella académica, rígida y aquella
de la interacción con los pares, dos mundos de lógicas opuestas, uno escritural
racionalista, el otro de la afectividad, de la vivencia, del dinamismo (Torres, 1996).
El nuevo horizonte generacional 31

Respecto a lo académico el rechazo generalizado se centraba en tres aspectos:

! El trabajo académico, excesivo, de constante evaluación, sin profundidad, y


la monotonía pedagógica.

! El trato personal, al no ser escuchados, seriedad excesiva, maltrato verbal y


repetición constante.

! Las normas interactivas, basadas en chantajes irregularidades, injusticias, etc.

Según la investigación, la reacción de los alumnos ante esta relación


con los profesores era la apatía pues seguían la pauta pero sin participación
activa, sin sentirse apelados y convocados; o por una actividad lúdica constan-
te. El tercer tipo de actitud de los jóvenes es el enfrentamiento directo que en
ocasiones llega a las agresiones mutuas. Finalmente, la cuarta forma de reac-
ción registrada es la de demostrar a los profesores habilidades y desempeños
astutos y más inteligentes que los que ellos aplican en una suerte de revancha
y victoria moral (Alzate, 1997).

5. Cultura masiva y culturas juveniles

Fue a través de la televisión que los padres presentaron a los niños su


noción de sociedad (Alfaro y Macassi 1995), es en el consumo de la novela
latinoamericana que los adolescentes tuvieron un manual de asertividad social
(Martín Barbero, y Muñoz, 1992). Ahora la fuente de las conversaciones, de
los debates y de la construcción social de la realidad no es más el texto escritural,
es la imagen; y el espacio no es más la escuela, son los medios y el lenguaje
audiovisual.

Los medios de comunicación han pasado a ser el vértice de la construcción


de cultura contemporánea. Particularmente de la cultura juvenil que está enmarcada,
se alimenta y responde al consumo cultural de moda, música, vestimenta, fanzines,
estilos de vida, es decir, en concepciones laicas del mundo.

En tal sentido se ha prestado poca atención a estos fenómenos masivos que


involucran la vida cotidiana de los jóvenes y conforman sus imaginarios y sus per-
cepciones respecto a la sociedad, la vida y el futuro. Muchos de los jóvenes que no
pertenecen a grupos o que están inscritos en relaciones poco visibles y públicas
(como las bandas o pandillas) no han sido atendidos por los estudios y reflexiones.
En otras palabras, poco sabemos del joven anónimo, que no participa de organiza-
32 El nuevo horizonte generacional

ciones ni participa expresamente en política. Los cambios culturales de los cuales


él es portador siguen siendo una gran incógnita.

Conforme el joven se recluye más en los espacios domiciliarios y solo se


encuentra en grupos territorializados, los medios ocupan el vacío entre el mundo de
las vivencias y la intersubjetividad entre el mundo de la política y lo público, entre
la vida cotidiana y la vida nacional.

Los medios tienen una presencia cada vez más estratégica en la sociedad,
ocupando un papel mediador y catalizador de las relaciones entre las autoridades y
la población, entre los hechos y acontecimientos públicos y su representación. En
otras palabras se han convertido en el «gateway» del conocimiento de las socieda-
des modernas.

Ciertamente los medios tienen un lugar privilegiado en la definición de las


identidades juveniles y buena parte del diálogo con las imágenes societales y con
los comportamientos socialmente aceptados se toman de los géneros dramatizados
(películas y series). Sin embargo, la relación entre los jóvenes y los informativos
han tenido poca atención en la literatura sobre comunicaciones y para conocer su
cultura política se vuelve indispensable la indagación por la recepción de informa-
tivos, antes que su participación en organizaciones.

Sin embargo, cuando recién se consolidaba la hegemonía televisiva en


Latinoamérica, es cuando las nuevas tecnologías de la comunicación y la
mundialización, vienen construyendo otros patrones cognitivos a partir de la
interactividad, del hipertexto y el mundo virtual, lo que Piscitelli (1995) aventura
como la era de la post-televisión.

6. Sensibilidades juveniles y lenguaje audiovisual

El lenguaje audiovisual no se encuentra únicamente circunscrito a los medios


electrónicos, la industria gráfica e incluso la narrativa vienen empleando elementos
audiovisuales como la imagen y el movimiento como recurso para su propia expre-
sión, la ciudad misma se ha convertido en un lugar de comunicación audiovisual, a
partir de la publicidad comercial, del graffiti o los murales (Silva :1992). No es nada
extraño que el mundo audiovisual esté fuertemente asociado a los jóvenes en las últi-
mas décadas, «mientras a los adultos les desconcierta y les llena de incertidumbre los
jóvenes lo sienten como su ámbito natural, como su mundo cultural y mental» (Martín
Barbero, 1995:83), de hecho, algunas variantes audiovisuales como el «clip» son de su
exclusivo consumo pero que han permeado otros géneros y formatos.
El nuevo horizonte generacional 33

Sin embargo, las transformaciones más recientes de los lenguajes no ocu-


rren solo por el accionar de la televisión, también las nuevas tecnologías de comu-
nicación están influyendo en la forma de comprender y situarse frente al mundo
(Piscitelli:1995). La telemática y los juegos electrónicos, la noción de virtualidad
ha sido rápidamente aprehendida como suya por los jóvenes. Los juegos de rol
play, de Arcade, de Estrategia (tiempo real o no) de Quiz hacen de ellos protagonis-
tas virtuales de ejércitos, ciudades y sociedades.

No por casualidad frecuentemente son identificados con el «clip» con la


oferta fragmentaria, retaceada, que no construye significados concretos sino senti-
dos difusos, interpretables a gusto e interés de cada joven. Su misma manera de
moverse radialmente y con informativos de todo tipo es similar; fragmentan la ofer-
ta no solo la seleccionan sino que la seccionan, recogiendo pedazos de la oferta.
Tampoco es gratuito que son muy pocos los conductores y animadores recordados
en las encuestas, siendo la tendencia a establecer lazos intensos pero fugaces de
relación con ellos.

El consumo masivo en los jóvenes pasa muy poco por lo escritural y se


centra sobre todo en la televisión. De allí que los géneros de acción, drama, el
humor (las sitcoms) no solo los atraiga sino que por medio de ellos perciban las
diferentes facetas de la realidad, como las agendas públicas y las representaciones
políticas.

7. Mercados y modelos de juventud: ampliación y diversificación de la


oferta comercial

Por otro lado, debido a que los jóvenes son un segmento numéricamente
significativo, el mercado ha prestado particular atención en incorporarlos como
consumidores por medio de una estética juvenil y creando o recreando formatos
juveniles, muchos de los cuales se comparten con patrones juveniles latinoamerica-
nos y estadounidenses amparados en procesos más amplios como el de la
globalización de las culturas.

Como bien se sabe, en las sociedades industrializadas, a partir de los años


50 se produce, difunde y se consumen masivamente productos culturales específi-
cos para los jóvenes. Esta diferenciación en el consumo y la valoración de la cultura
juvenil como objeto de las ventas del mercado, se sustentaron en un malestar de la
posguerra y una actitud subversora de los valores tradicionales (expresiones cultu-
rales de ese malestar se encuentran en la generación beat, el rock and roll, las ban-
das de motociclistas Harley Davidson). El mercado recoge estos malestares a tra-
34 El nuevo horizonte generacional

vés de modelos arquetípicos de juventud rebelde como James Dean, Paul Newman,
Marlon Brando que definieron su diferenciación radical como grupo consumidor.

Sin embargo, en Latinoamérica recién a partir de los años ochenta - y en


nuestro medio propiamente en los noventa - la relación entre cultura juvenil, consu-
mo e industria cultural ha sido dinámica. Los jóvenes por lo mismo están en un
proceso de apertura a las ofertas culturales y al mismo tiempo al vaivén y fugacidad
del mercado de productos juveniles.

La diferencia sustancial de la incorporación de los jóvenes al segmento del


mercado, es que ésta se realiza en un contexto económico diferente. Las sociedades
industrializadas incorporaron a los jóvenes al mercado en un la etapa del consumo
masivo, de productos estandarizados, de ofertas a gran escala pero homogéneas y
homogeneizantes.

La incorporación de las juventudes latinoamericanas al mercado se produce


en el marco de la tercera revolución tecnológica, en un escenario productivo de
diversificación, de desarrollo de tecnologías multisignificantes que despliegan la
individualidad y con un gran peso en la información y expresión cultural, en otras
palabras, en un escenario de des-masificación, lo cual prefigura la actual heteroge-
neidad de las expresiones juveniles, y ciertamente, de alguna manera se relaciona
con la segmentación y tribalización actual de las expresiones juveniles.

Podemos identificar una infinidad de ofertas culturales y otra infinidad de


expresiones culturales que no trascienden la esquina o el grupo de amigos que las
practican. Sin embargo algunas casi todos los modelos societales de juventud pasan
por los medios de comunicación y el mercado de productos, a veces contradictoria-
mente, a veces eclécticamente, pero que constituyen modelos que interpelan a los y
las jóvenes, para negarlos o asumirlos pero definitivamente aportan para que afir-
men su identidad social y la definición de sus estilos de vida.

! Modelos de joven ecológico, que viene asociado a la valoración de lo natu-


ral, tanto en el consumo de alimentos como a algunas prácticas deportivas
(canotaje, andinismo, delta etc.) elementos y materiales ecológicos para el
vestido, la decoración etc. Esto viene también acompañado de un interés
por la naturaleza con más énfasis en la protección de los animales.

! Modelos de joven fashion, asociado al mundo de la pasarela, a la moda, la


alta costura, al fitness, la comida light el culto al cuerpo, a la delgadez (tam-
bién asociado a la bulimia y anorexia).
El nuevo horizonte generacional 35

! Modelos de joven yuppie. Planteados desde el ingreso exitoso al mundo


empresarial, manejo de alta tecnología informática. Al tanto de las olas de
innovación gerencial (calidad total, reingeniería etc.).

! Modelos contestatarios o contraculturales. Aquí hay diversas ofertas cultu-


rales articuladas sobretodo en grupos musicales punks (hardcore), metaleros,
satánicos, undergrounds, darks y subterráneos. Que pretenden un
cuestionamiento frontal a los valores imperantes.

! Modelos de lo alternativo, vinculado al grunge, descreimiento de lo comer-


cial, teniendo a la ironía y sarcasmo como principal relación con la socie-
dad.

Como es evidente muchos jóvenes construyen sus identidades en nega-


ción o afirmación a dichos modelos, ciertamente hay un diálogo constante con
ellos, para rechazarlos o para incorporar algunos rasgos y aspectos a sus prác-
ticas cotidianas. Sin embargo, hay una gran diferencia con lo ocurrido en dé-
cadas atrás y es que hay una inmensa diversidad de prácticas y las ofertas no se
encuentran centralizadas por ningún medio, además, la internet ha servido para
enlazar identidades y patrones de consumo por encima del territorio en que se
habita.

Por lo mismo, estamos hablando de proceso de desterritorialización de la


cultura, donde internet tienen una presencia dinamizadora, en tanto que los produc-
tos comunicativos tienden cada vez más a construir códigos y referentes «comuni-
dades hermenéuticas de consumidores» más allá de las fronteras de los Estado-
nación, así tenemos que las modas, los bailes y la música son referentes
desterritorializados de los cuales los jóvenes son los abanderados.

8. Desarrollo de las megápolis y repliegue de los espacios públicos de


encuentro: tribus urbanas

Otro factor a tomar en cuenta para describir las expresiones de las culturas
juveniles son los cambios urbanos de gran aliento. Particularmente en las grandes
urbes o megápolis que redefinen el hábitat urbano. Para algunos autores es un pro-
ceso de domiciliarización de la vida pública; consistente en el retraimiento de los
espacios de encuentro interpersonal y disminución de los momentos de construc-
ción intersubjetiva directa en los espacios públicos. Para otros, consiste en una
redefinición de la socialidad en agrupaciones cerradas y auto referenciales llama-
das «tribus urbanas» (Maffesoli: 1990).
36 El nuevo horizonte generacional

Fuera de la casa de los padres o lejos de la mano tutelar de la madre la


ciudad en la infancia se tornaba en un universo tremendamente desconocido y
amenazador, pero es a partir de ser jóvenes que se empieza a reconocer la
ciudad. Lejos está el tiempo en que los temores maternos lograban que el niño
se quedara en la casa viendo televisión, ahora el estudio, el trabajo, las fiestas
o los amigos abren los límites territoriales de estos jóvenes. Como lo afirma
Armando Silva (1993:20) «Ese deambular por la ciudad ya nos anunciaba
ese mundo adulto de puertas para afuera», una dimensión pública de la que se
participa junto al adulto.

La ubicación de los jóvenes en la ciudad no está dada únicamente por su


transitar en los distritos o por las representaciones que tienen de ella1, también está
definida por las relaciones citadinas que vienen transformándose. Las relaciones
cotidianas como las establecidas con el chino de la esquina y en los mercados y por
otro lado las relaciones que se construyen en los Wong o Santa Isabel (grandes
supermercados). Las prácticas involucradas como el fiar, el consejo y el origen de
los productos «papa de Tarma» «Choclos del Cuzco» por un lado y la barra de
códigos por el otro. El mercado está imponiendo una manera de comunicación
ciudadana racional y ordenadora, pero fría y impersonal.

La ciudad está cambiando en término de sus dimensiones, la ampliación de


los límites producen cambios cualitativos en las relaciones que se establecen, pero
los cambios más significativos se realizan en la forma de comunicarse, cada vez
más la comunicación citadina asume características audiovisuales y cada vez es
más lejana, «tele», sin encuentro, sin contacto. Donde el aparato de televisión es el
punto de atención común como un panóptico invertido.

Si bien la tendencia es que lo audiovisual y la telemática permitan la univer-


salización y la globalización de la cultura a través de sus referentes occidentales, al
mismo tiempo son fuente y puntos de partida para su tribalización. Es decir, la
globalización y la tribalización forman parte de un mismo proceso donde la
intercomunicación mundial genera un contrapeso en la búsqueda de identidad de
los jóvenes, que recurren a la conformación de pequeños grupos cerrados con fuer-
tes lazos de cohesión y tendencias al aislamiento. «Vivimos en una ciudad ‘invisi-
ble’ en el sentido más llano de la palabra y en sus sentidos más simbólicos. Cada
vez más gente deja de vivir en la ciudad para vivir en un pequeño entorno y mirar
la ciudad como algo ajeno, extraño» (Martín Barbero, 1995:133).

1
Un estudio sobre la ubicación espacial de los jóvenes en la ciudad encuentra que los croquis cognoscitivos que
tienen los jóvenes limeños no dan cuenta de la totalidad de la ciudad. (González 1995).
El nuevo horizonte generacional 37

9. Ausencia de instituciones que permitan encuentros intergeneracionales

En décadas anteriores los procesos de comunicación generacional y trans-


misión de la experiencia social estaban mediados por instituciones que permitían
tránsitos y encuentros generacionales, de este modo, los partidos y movimientos
políticos, las organizaciones populares y el trabajo asalariado facilitaban un espa-
cio para el intercambio de las experiencias entre jóvenes y adultos, para articular
los imaginarios de futuro personal con un futuro colectivo.

Sin embargo, ante el desplome de la representatividad política y la


desistitucionalización realizada por el gobierno fujimorista, estos espacios se
constriñeron y los procesos de transmisión de la experiencia directa se interrumpie-
ron. Ciertamente, este vacío fue improvisada y torpemente cubierto por los medios
de comunicación, quienes se encargaron de la transmisión del conocimiento y la
experiencia social. La maliciosa crítica a los partidos políticos tradicionales, hecha
en el autogolpe de 1992, tuvo un eco inesperado en la población, pero particular-
mente entre los jóvenes.

Aquellos jóvenes vivieron directamente la experiencia de la violencia te-


rrorista y de la represión del Estado, lo cual se convirtió en un hecho fundante o la
variable independiente más sólida al momento de pensar la cultura juvenil del ini-
cio de los noventas que en su mayoría se encontraban entre dos fuegos, cuando ser
joven era sinónimo de ser terrorista. A nuestro modo de ver, es a partir de este
momento que reniegan de los esquemas e instituciones pasadas, significó el punto
de inflexión entre la experiencia política y social anteriores (léase adulta). Al des-
truirse los paradigmas que sostenían el mundo político y público adulto y al mismo
tiempo ante la imposibilidad de la renovación de espacios de intercambio
generacional, las promociones sucesivas inician una ruta propia desligada de la
experiencia adulta, lo que podríamos llamar un proceso de emancipación
generacional.

10. Marcos interpretatorios blandos y cultura política

La caída del muro de Berlín y el «fin» de las ideologías y la


desinstitucionalización de la vida pública nacional, se reflejó en la ausencia de
marcos interpretatorios para la valoración y comprensión de la vida pública, sin los
cuales las relaciones políticas se hacen difusas opacas y lejanas de la experiencia
cotidiana de los jóvenes. Ante esta carencia muchos de ellos recurren a elementos
fácticos de las relaciones interpersonales tales como la confianza, la personalidad,
la expresividad, el carácter, la gestualidad, etc.
38 El nuevo horizonte generacional

La caída del socialismo real ha tenido una profunda influencia en los siste-
mas políticos mundiales. Los marcos tradiciones desde los cuales la política era
interpretable a perdido peso en la sociedad. El ciudadano y en particular el joven no
tiene esquemas de interpretación permanentes. Ciertamente, en función del tema de
la agenda pública la postura política cambia, de allí la gran preocupación de los
politólogos y encuestadoras por la volubilidad de los apoyos y rechazos.

A decir de Brunner (1989:74) existe un proceso de ablandamiento de la


cultura que pasa de ideologías pesadas y estructuradas a ideologías blandas, cons-
truidas desde lo masivo y la cotidianeidad. Podríamos hablar de un ensanchamiento
de la política, mientras que antes lo político se enmarcaba por las ideologías hoy se
recurren a elementos de la comunicación interpersonal (confianza, simpatía, afecti-
vidad) y no a los argumentos y planes de gobierno.

Al trasformarse la densidad de los discursos políticos los mismos me-


dios de comunicación han contribuido con el cambio en la forma en que comu-
nica la política, haciendo secundarias las viejas prácticas políticas centradas
en la argumentación, la militancia, los discursos, la cédula, el mitin, el comu-
nicado, el liderazgo incondicional, la participación en organizaciones y agru-
paciones políticas, etc.

Este es tal vez uno de los puntos que más acercamientos ha merecido de
parte de las ciencias sociales: Su participación en instituciones políticas y
organizativas en general siendo las conclusiones casi las mismas.

Respecto a la vida política local la mayor parte de los jóvenes no se sienten


afincados al territorio local y en cierta medida no tienen lazos identificatorios muy
fuertes con el distrito como localidad, la relación más fuerte se establece con el
barrio, la cuadra o el grupo en el que residen y usualmente comparten una infancia
o adolescencia. La tendencia es que ellos sean trashumantes y tengan una visión
más metropolitana que la de sus padres pues estudian, se divierten, o trabajan en
otros distritos.

Sus expectativas de confort apuntan a buscar otros distritos más acomoda-


dos o de clase media, pero muy pocos apuestan al desarrollo de su distrito, les
resulta más fácil y factible la opción individual según la cual basta con el esfuerzo
personal para superarse y lograr un mejor nivel de vida en otro distrito mientras que
invertir sus esfuerzos e ímpetus en la vida política local no tienen réditos inmedia-
tos, particularmente si implica «meterse en política» lo cual represente «discutir
más de lo que se hace» (Macassi 1996).
El nuevo horizonte generacional 39

Se habla por lo mismo de una cultura política juvenil marcada por el indivi-
dualismo, el futuro de corto plazo, la ideología del esfuerzo, del superativismo. La
apatía y el descreimiento y distancia frente a las instituciones, son algunos rasgos
que se imputan a la juventud en países desarrollados, pero son aún interrogantes
por desentrañar en países como los nuestros.

2.2 Expresiones públicas y culturas juveniles


Si bien es cierto que los jóvenes han sido protagonistas de casi todos los
movimientos sociales del presente siglo, no siempre estos tuvieron un carácter po-
lítico, como sucedió en Latinoamérica en los años setenta. A lo largo de la historia
las expresiones juveniles tuvieron un carácter de reivindicación cultural.

El lugar común entre las distintas manifestaciones juveniles a lo largo del tiem-
po ha sido la impronta pública, es decir, la necesidad de expresarse, de comunicabilidad,
de demanda de reconocimiento y de existencia pública. Estos elementos, surgen como
respuesta a una actitud de moratoria y congelamiento social en el que las instituciones
adultas colocan a los jóvenes. Venturo (1997) con mucho acierto ha puesto la atención
sobre las expresiones de estos jóvenes en los noventas, sin embargo se ha centrado
sobretodo las expresiones artísticas y musicales en un periodo de repliegue de la ex-
presión política. Sin embargo, pensamos que el punto de inflexión de la expresividad
juvenil se inicia con los cambios culturales que sitúa a los jóvenes como los principales
abanderados de la creciente heterogeneidad.

A despecho de las visiones de la teoría crítica cada vez es más difícil poder
caracterizar a la juventud en un solo rasgo, salvo el de la heterogeneidad y la dis-
persión. Los jóvenes participan activamente de diversas ofertas culturales y al mis-
mo tiempo se adscriben a múltiples prácticas de identidad que les vienen de la
música, la ecología, el fútbol, la moda, la pandilla. Tenemos jóvenes que participan
de grupos y cosmovisiones que Mafesoli ha denominado tribus urbanas, pero, al
mismo tiempo, tenemos jóvenes que participan de muchos grupos y comparten
muchas ofertas culturales a veces contradictorias, a veces complementarias.

1. Producción y consumo musical, expresión de identidades

La música es asociada desde mucho tiempo a la expresión de las sensibilida-


des juveniles, en la medida que moviliza vivencias cotidianas y genera identidades.
De igual modo, existe una diversidad y heterogeneidad de expresiones culturales
juveniles en Latinoamérica, unas comerciales otras contestatarias, otras entre co-
merciales y contestatarias, pero que comparten las mismas matrices audiovisuales.
40 El nuevo horizonte generacional

En Latinoamérica la juventud se ha apropiado de distintas músicas para ex-


presar sus vivencias generacionales. En Colombia, por ejemplo, el rap fue un estilo
que sirvió para narrar la cotidianeidad de los jóvenes, así como el hip hop en Brasil
viene extendiéndose entre los jóvenes de Río de Janeiro. El punk en México ha
trascendido las aficiones y simpatías grupales y se han realizado encuentros nacio-
nales hardcore punk.

Sin embargo, no solo a partir de la producción musical se expresan los jóve-


nes; el consumo de bienes simbólicos y el uso de elementos identificatorios como
las ropas, los tatuajes, y el piercing, constituyen formas de expresión de las identi-
dades y estilos culturales. Así tenemos, por ejemplo, grupos que se diferencian a
partir de estilos como el tecno, la salsa, el rock metálico, el trance, la tecnocumbia,
etc. Cada uno de ellos conlleva actitudes diferentes frente a la sociedad y el futuro.

2. El juego virtual: la socialidad a través de lo lúdico

Para la juventud, internet está significando un escenario en el cual puede


desplegar sus aficiones individuales, expresar sus inclinaciones culturales, que
muchas veces no tienen eco en su entorno, que son marginales en sus espacios de
interacción de la escuela, el barrio, el trabajo o la familia. En un mundo cada vez
más heterogéneo, les es más difícil encontrar similitudes y compartir aficiones.

Sin embargo, internet no solo es un espacio de vinculación con los iguales,


sino que también es un espacio de expresión y de construcción intersubjetiva. Las
aficiones a consumos culturales como puede ser una saga de una película como
StarsWar o Viaje a las Estrellas son elementos articuladores para el encuentro de
los jóvenes con otros con las mismas preferencias y aficiones.

Lo mismo sucede con aquellos cuyos intereses giran en torno a determina-


dos géneros de videogames. Ellos mismos se diferencian, diseñan sus escalas de
valores y establecen rivalidades, tienen reglas de comportamiento y códigos de
ética. Por ejemplo, las variantes del juego tipo «DOOM» diariamente congrega en
el centro de Lima a cientos de jóvenes que, en distintas cabinas, compiten entre
ellos y con otros en el ciberespacio.

Existe también, una serie de productos de «culto», que pueden ser películas
como «Blade Runner», que sobretodo lleva implícita visiones de mundo a partir de
los cuales tejen las expresiones en listas de interés que recrean estos productos, movi-
lizando identidades y ampliando sus vivencias y compresiones respecto a la vida y al
futuro. Así como mencionamos estos casos, existe en internet una infinidad de prácti-
El nuevo horizonte generacional 41

cas y consumos culturales que articulan las vivencias juveniles y muchas veces tras-
cienden la dimensión virtual y se conforman en grupos de iniciativa juvenil.

3. Expresiones virtuales y las múltiples identidades (nickname)

Otra forma de la expresividad juvenil actual la vemos en la inmensa canti-


dad de jóvenes que participan en las listas de interés. Cada vez más colegios, uni-
versidades y centros de educación superior ofrecen acceso a internet como parte de
su servicio, pero el aumento vertiginoso del «cabineo» (ir a las cabinas públicas de
internet), ha provovado un generalizado uso del chat y de las listas de encuentros.

Básicamente a través de estos servicios los jóvenes se encuentran, interaccionan,


intercambian apoyo emocional, amistad, juegos sexuales, sexualidad y una infinidad
de experiencias afectivas.

Pero lo más interesante es el uso del nickname, es decir, de apelativos o


máscaras que les permiten expresar otras identidades, ser más jóvenes, mayores,
asertivos y entradores, a veces muy distintos a lo que son en su vida interpersonal,
a veces les permite vencer los tabúes, trascender la vergüenza, ciertamente, para
muchas jóvenes el ICQ les ha permitido la expresión de su sexualidad sin el temor
al SIDA ni a la sanción social. Tampoco ha sido extraño que muchas parejas se
encuentren y enamoren por medio del chat y del ICQ.

4. Tribus y socialidades urbanas

El consumo cultural es clave para el encuentro con otros iguales y para su


diferenciación. El cine, la literatura, la música, el vestido son elementos identitarios
al mismo tiempo que señas expresivas; los tatuajes y el piercing son usos significantes
de los lenguajes corporales; no basta con los polos, remeras con slogans, la misma
piel es un texto de expresión y significación.

En ese sentido, lejos del papel aletargador atribuido a las industrias cultura-
les, éstas funcionan, muchas veces, como fuentes para la construcción de las iden-
tidades e incluso de las prácticas y percepciones políticas (Reguillo 1997).

Agrupaciones juveniles de México, como los «taggers» que recorren, tras-


humantes, la ciudad, dejando las huellas de sus aerosoles en las paredes, expresan-
do sus vivencias, pero al mismo tiempo opinando sobre la política y sobre lo públi-
co, desarrollaron prácticas urbanas «que configuran sus percepciones y prácticas
democráticas» (Reguillo 1997). Por lo mismo, para comprender la relación entre el
42 El nuevo horizonte generacional

joven y la sociedad es necesario hurgar en sus prácticas culturales, pues a través de


ellas los jóvenes se expresan y salen a lo público.

5. Voluntariado y servicio social

Si bien muchas prácticas culturales son individualistas y anómicas los jóve-


nes no dejan de comprometerse también con causas «nobles» siempre y cuando no
sirvan de herramienta política para otros.

La participación de los jóvenes es notoria en muchos eventos que van desde las
acciones de caridad, la participación en los récord guinnes, la participación en las
marchas estudiantiles en contra del gobierno, la vigilancia electoral en Transparencia,
grupos culturales, barriales, etc. Sin embargo, no siempre son visualizados adecuada-
mente, por lo general, los adultos asumen la representación y conducción de estas
experiencias, así la participación de los jóvenes pasa desapercibida e invisible.

Dichas prácticas no pueden ni deben leerse con los parámetros clásicos de


militancia, organización, compromiso y conciencia, sino todo lo contrario, con la
mirada de la imagen y, por lo mismo, esporádica, dúctil, e individualista, es decir,
como procesos de agregación social circunscritos al tiempo y espacio concretos y
no a ideologías y apuestas de largo aliento.

No siempre las apuestas sociales de los jóvenes se plasman en prácticas


concretas, de hecho las «militancias» individuales y silenciosas se producen, la
ecología, el medio ambiente, el cuidado de animales, así como la conciencia de la
pobreza de otros y las sensibilidades alrededor de esto es evidente; pero muchas
veces no encuentran espacios y formas de participación (no ensuciados por la polí-
tica) que canalicen sus sensibilidades. La ausencia de un sistema de voluntariado y
de estructuras de participación cívicas abonan en su aparente pasividad.

La participación de los jóvenes en las marchas estudiantiles contra la desti-


tución de los jueces del Tribunal Constitucional y, más recientemente, su participa-
ción en las marchas contra la dictadura fujimorista evidencian, también, la expre-
sión de un sector de jóvenes sobre los asuntos públicos y políticos del país.

6. Trashumancia y nomadismo juvenil

La vivencia juvenil está marcada por la fragmentación y heterogeneidad.


Conviven distintos tiempos en un mismo joven, tiempos de su socialización inme-
diata (en el caso de hijos de migrantes es más evidente) y de su socialización tecno-
El nuevo horizonte generacional 43

lógica (NTC, videojuegos). Además, comparten distintas nociones del espacio y de


territorio. Jóvenes que se adscriben a una zona, pero que al mismo tiempo trashuman
por toda la ciudad estableciendo límites y bordes (Silva: 1992).

Su consumo radial es ciertamente expresión de estos jóvenes. Se mueven en


el dial de manera trashumante, hurgan en las radios, se detienen allí donde algo les
llama la atención, les suene al oído o simplemente les permita ganar algo, se quedan
unos segundos apenas acaba la canción, o sin ningún motivo de nuevo inician su
periplo nómada por el dial, con el hilo conductor de su sensibilidad cambiable y
mutable. Esta modalidad de recepción no tiene lealtades ni recuerda locutores, no
hace otra cosa que fragmentar los relatos sociales y construir su propio relato
pegoteado y a veces incoherente, o simplemente se niega a hallar sentido en las
ofertas de la sociedad.

7. Descreimiento, apatía como expresión social

Otra de las discusiones en torno a la característica de la actual generación


gira en torno a la llamada Generación X (basada en una novela del mismo nombre),
con la que se describe a un joven apático, descreído, desconfiado, que se guía por
sus relaciones interpersonales estableciendo el mínimo contacto con las institucio-
nes y la sociedad.

Estos jóvenes son descritos, además, como más pragmáticos que sus antece-
sores (hippies, revolucionarios o socialistas); y muy cercanos al hedonismo sensual
(Ortiz de Zevallos, F. Expreso, agosto 1994); encerrados en el corto plazo, en la
búsqueda inmediata de placer, entretenimiento o éxito; caracterizados por «o no
tener brújula o tener demasiadas apuntando a nortes disímiles» (Martos, 1996:35).

Su relación con las cosas no es guiada por principios, ideologías o


cosmovisiones. De hecho, en ellos conviven muchas pequeñas verdades y certezas
a veces «contradictoriamente», su conducta no es única, pueden ser muy machistas
con las amigas pero con la enamorada ser totalmente «democráticos» (Yon, Car-
men, entrevista El Comercio, septiembre 1996). En otras palabras, los comporta-
mientos no están guiados por una noción de personalidad sino que las actuaciones
se guían por las circunstancias en que éstas ocurren.

Sobre la base de esta caracterización muchos autores han hablado de una


generación de jóvenes volubles que establecen muy pocas lealtades a las marcas, a
sus propios consumos, a los grupos de música que les gustan, haciendo de su rela-
ción con la sociedad un constante swapping.
44 El nuevo horizonte generacional

Otros autores explican esta aparente volubilidad en tanto que los sujetos
sociales jóvenes no están constituidos como sujetos integrales (visión de la ilustra-
ción), sino que se encuentra escindidos (Gergen, 1992), la individualidad, en ver-
dad, está compuesta de múltiples subjetividades según el lugar social y las relacio-
nes sociales (Pérez y Mejía, 1996).

8. Entre el protagonismo anómico y la expresión pública

Los jóvenes han pasado en los últimos tiempos a ser protagonistas de mu-
chos problemas que aquejan a la ciudad. Si bien la década pasada estuvo marcada
por su mayoritaria presencia en Sendero Luminoso y el MRTA. En esta década los
jóvenes se encuentran asociados a las bandas colegiales a las barras de fútbol, cre-
ciendo el número de consumidores de drogas alarmantemente en los conocidos
fumaderos.

Las pandillas se han constituido en una seria amenaza a la seguridad ciuda-


dana, pues no se limitan a actos de rivalidad entre ellos sino que también realizan
actividades delictivas, uso de drogas, de armas blancas y, recientemente, de armas
de fuego.

Por los recientes estudios sabemos que son grupos fuertemente cohesionados
y no masas anónimas y anómicas. Tienen un conjunto de reglas y pautas de conduc-
tas, además de un sistema de liderazgos muy definidos. En cierta medida les da
sentido de pertenencia a un grupo y sentido vital y se constituye en un ámbito de
protección frente a una ciudad violenta y agresiva (Santos, 1995) y una fuente de
gratificaciones afectivas. Lo curioso es que en estas bandas también participan
mujeres, e incluso hay bandas compuestas solo por ellas. Su accionar gira en torno
a la pertenencia a territorios pequeños o a grandes unidades escolares o están
imbricados con las barras de fútbol (Espinoza 1999).

De otro lado, los jóvenes constituyen uno de los segmentos que se encuentra
más excluido de la vida pública nacional, la investigación sobre tratamiento infor-
mativo arrojó que apenas el 0.5% de los actores mencionados en las noticias son
jóvenes, porcentaje muy inferior al de la presencia pública del adulto (72%) (Macassi,
2001). La representación de los jóvenes en los medios y en el imaginario de los
adultos se ha visto transformada, en los noticieros solo aparecen como elementos
peligrosos, miembros de pandillas, barras, delincuentes y drogadictos. Además,
especialmente en los diarios chicha, la aparición de los jóvenes refuerza su impron-
ta, pues su aparición es interpretada como signo de prestigio y validación pública
por los miembros de las pandillas.
El nuevo horizonte generacional 45

2.3 Pensando las culturas juveniles


Los procesos socioculturales mencionados líneas arriba vienen de la confor-
mación de las culturas juveniles, en tanto que influyen directamente o producen mu-
tuas influencias. El caso es que los jóvenes se agrupan y retraen de la esfera pública
construyendo sus referentes endogrupales en diálogo con las ofertas audiovisuales,
ahondando las brechas generacionales y en muchos casos estableciendo patrones de
consumo más cercanos a otras latitudes que a su comunidad política.

A diferencia de otras décadas, las brechas generacionales actuales se presentan


como problemas de «obsolescencia generacional», es decir, que los patrones de inter-
pretación de la sociedad, las reglas y concepciones de la generación anterior no sirven
en términos fácticos (no valóricos) para actuar el Perú de hoy. Esto explica ciertamente
la ausencia de referentes, líderes, modelos juveniles, y la poca participación en institu-
ciones políticas y sociales y el descrédito en las instituciones.

Por lo tanto, la emancipación juvenil entra en conflicto con las viejas atadu-
ras andinas, las herencias migratorias, los tabúes sexuales, los culturales, laborales
e incluso, con las prácticas comunitarias, dicho en términos más sociológicos,
estamos espectando el proceso de individuación al mismo tiempo que de
mundialización de una generación.

Recientemente el término de «culturas juveniles» se ha asociado a los movi-


mientos y grupos juveniles que se sitúan como sujetos sociales a través de la demanda
y la impronta urbana. El origen de estas prácticas se remonta a grupos como los punks,
los rockers, blousons noirs, los skindheads, los mods, de los países industrializados.

La Escuela de Birmingham los denominó como subculturas, pues «tales


grupos tenían un claro origen de clase, y proponen por lo tanto, que sean interpre-
tados como subculturas juveniles referidas a la cultura de clase de la cual los
grupos son originarios» (Abramo, 1995:35). Tenían una problemática común con
la clase social de la cual derivan, pero reaccionaban ante la hegemonía cultural de
las clases dominantes, ante la masificación y el trabajo industrial mecanizado, con-
virtiendo sus expresiones en formas de lucha; negociación y resistencia por la con-
quista de la hegemonía cultural, en otras palabras, «la relación jóvenes /clase so-
cial es el marco de la reflexión» (Costa et al, 1996:62).

Dichas subculturas a lo largo del tiempo se manifestaron de distintas mane-


ras unos por la bohemia, la delincuencia, otros por el radicalismo y otros por la
disociación, sin embargo, el rasgo común fue el intento de reconstruir un orden en
46 El nuevo horizonte generacional

un momento de progresiva heterogeneidad y multidimensionalidad que amenaza-


ban convertir a la comunidad en una agregación de biografías.

Las subculturas surgen como grupos con una fuerte cohesión social, de
autoprotección . Al mismo tiempo recuperan identidad y ubicación social. Ellos se
sitúan, en una doble lucha: contra el proceso de masificación que viene del merca-
do y del consumo de bienes simbólicos y también en contra a la ausencia de la
identidad colectiva y la consecuente dispersión biográfica.

En cambio, las culturas juveniles de nuestros tiempos y países, más bien no


son reactivas a los procesos sociales, sino a la expresión de los mismos, a la diver-
sidad y heterogeneidad. Ciertamente la extrema diversificación de la oferta masiva
del mercado y la tendencia a que los productos simbólicos no se anclen en territo-
rios y, por lo mismo, dejen de lado los espacios físicos de encuentro y en su lugar,
la virtualidad, la desterritorialización ocupen las formas de relación que en otro
tiempo estaban marcadas por las clases sociales, hacen necesario el análisis de
clase social como generador de las expresiones juveniles. Y ciertamente, el mismo
término de subculturas queda excluido para nuestro análisis.

1. Hoy en día las culturas juveniles se vienen construyendo desde distintas


fuentes, la música, la televisión abierta, el cable, los fanzines, la internet y
los conciertos de rock, son la fuente principal para definir los estilos juveni-
les articulado al consumo. A través del intercambio, no tanto de bienes sino
de sentidos, los jóvenes van perfilando sus gustos grupales, van constitu-
yendo prácticas y afinando sus sensibilidades (Rincón, 1994).

2. Por lo mismo, las culturas juveniles no se definen solo a partir de su expre-


sividad pública, ni de las demandas como sujetos sociales sino que se defi-
nen también a través del consumo2. García Canclini (1995:196) señala que
«las sociedades civiles aparecen cada vez menos como comunidades na-
cionales, entendidas como comunidades territoriales, lingüísticas y políti-
cas. Se manifiestan mas bien como comunidades interpretativas de consu-
midores, es decir, conjuntos de personas que comparten gustos y pactos de
lectura respecto de ciertos bienes (gastronómicos, deportivos, musicales)

2
El término «consumo» suele ser asociado a la idea de consumismo y banalización, sin embargo, Canclini recoge el
sentido usado por Douglas y Isherwood, que definen el consumo como «un proceso ritual cuya función primaria
consiste en darle sentido al rudimentario flujo de los acontecimientos» Douglas et al (1990). Con la velocidad de los
intercambios simbólicos en nuestra sociedad y la amplitud y diversidad de la oferta informativa mediática y no
mediática, y la disolución de las viejas identidades y metarrelatos, el joven se necesita construir elementos propios
que organicen, den continuidad, establezcan reglas y den sentidos a su vivencia cotidiana. Esto se logra
principalmente a partir de vincularse con bienes simbólicos principalmente, pero también con productos.
El nuevo horizonte generacional 47

que les dan identidades compartidas». Esta construcción de identidades a


través del consumo también trasciende los límites nacionales y son comunes
en culturas de la frontera.

Estas comunidades trasnacionales de consumidores, por ejemplo, se confor-


ma entre personas que viven cerca como en Iquitos, en el oriente peruano,
donde se consume música brasilera, y las discotecas y radios siguen las modas
tropicales, tanto del Caribe como de Colombia y Venezuela. El mismo fe-
nómeno ocurre en Santa Cruz, la zona oriental de Bolivia. Otro caso es el de
las comunidades aymaras en el sur de Puno, que basados en lazos tradicio-
nales comunes y cercanía territorial, comparten con La Paz y Cochabamba
consumos en torno a la saya, música no tradicional reapropiada de los bailes
de los negritos.

3. Las comunidades transnacionales de consumidores no se limitan a territo-


rios de frontera, sino que las nuevas tecnologías de la comunicación permean
prácticas juveniles entre ciudades distantes. Internet está llevando al extre-
mo la construcción de las sensibilidades y afinidades, a través de los chats,
los grupos de interés, y de las páginas webs se constituyen espacios virtuales
de intercambio, producción cultural y ciertamente de identidad también.
Muchas culturas juveniles nacen, se nutren o se cohesionan por medio de
internet participando en las llamadas ciberculturas donde las culturas juve-
niles se activan y desactivan como comunidades de consumidores, de expre-
sión o de producción de sentidos (visiones y percepciones del mundo y la
vida).

4. De todas las culturas juveniles, la más explícita y evidente es la agrupación


territorializada, es decir, las que articulan a grupos de jóvenes adscritos a un
segmento espacial o territorial. No siempre estos grupos tienen demandas y
necesidades materiales en común, lo común es, más bien, aquello que quie-
ren expresar, aquello que quieren mostrar a la sociedad, por lo que quieren
ser oídos o por lo que quieren aislarse. Dichas construcciones expresivas
son dialogadas a través de sus consumos culturales, centrales o marginales,
de la televisión, el cine, internet o las revistas.

Sin embargo, no todas las culturas juveniles tienen una cohesión ni un con-
junto de reglas tan denso como las barras bravas o las pandillas, existen
innumerables grupos de pares y amigos que comparten consumos «que no
son fijos ni inmutables; su adscripción a autores, obras y bienes, modas y
estilos, tampoco. En ellos se comparten, fijan e inventan juicios sobre mar-
48 El nuevo horizonte generacional

cas y se producen competencias específicas de interpretación y lectura de


las mismas» (Muñoz, 1999:60). Estos grupos nacen y desaparecen de acuerdo
a diversas circunstancias: la escuela, la academia la universidad, el trabajo,
la esquina, etc.; y, generalmente, no trascienden un nivel de expresividad,
pero a diferencia de los grupos como las barras y pandillas, la expresividad
se muestra a través del estilo, de la ropa, de los signos exteriores de identi-
dad, del modo de hablar, de peinarse, de las marcas, etc.

En conclusión, las sensibilidades comunes y la participación en comunida-


des de consumo, en comunidades de expresión y de producción de sentidos, son los
elementos que definen las culturas juveniles tales como las percibimos actualmen-
te. Sin embargo, como ya mencionamos anteriormente, la heterogeneidad de las
culturas juveniles no se nutre de una sola fuente, surge de diversos medios (cable,
internet, televisión masiva, fanzines, etc.) y de diversas ofertas ideológicas (modas,
corrientes de pensamiento como la ecología o el feminismo) y también se derivan
de los procesos sociales de cada nación (violencia política, emergencia poblacional,
etc.). Por cierto, muchos jóvenes comparten diversas culturas juveniles, participan
de diversas identidades: jóvenes que participan de la parroquia también lo hacen de
las pandillas de su barrio, grupos de bailarines de discotecas participan de la mesa
de concertación municipal de un distrito del Callao.

Si bien las culturas juveniles se definen en un primer momento como comu-


nidades de consumo y significación, también se conforman como comunidades de
producción de sentidos y de expresividad hacia otros grupos y hacia la sociedad.
En el caso de las comunidades territorializadas se definen primero como comuni-
dades y progresivamente avanzan como comunidades de expresión, pero difícil-
mente llegan a conformar comunidades de producción de sentidos. En cambio,
cuando se trata de las culturas juveniles virtuales, el paso entre el consumo, la
expresión y la significación es más dinámico.
Capítulo 3

Ciudadanía y
la disyuntiva de la inserción
del joven en la sociedad

Cambios civilizatorios y el componente


cultural de la ciudadanía

Tránsito, construcción y conflicto de su


ciudadanía

Disyuntivas en la inserción ciudadana


de los jóvenes
! Entre la construcción individual de su
identidad y su inserción en la sociedad
! Entre el reconocimiento como igual y la
inequidad
! Entre la autoexclusión y la pertenencia
! Entre la visibilidad pública y la opacidad
! Entre la moratoria social y el ser sujetos de
opinión
! Entre la participación simbólica y la militancia

Retos para la práctica de la ciudadanía


juvenil
Ciudadanía y la disyuntiva de la inserción del joven en la sociedad 51

Capítulo 3

Ciudadanía y la disyuntiva de la
inserción del joven en la sociedad

Sea como preocupación frente a la expansión de la tecnología de la indivi-


dualidad, por la caída de los grandes paradigmas o simplemente por la búsqueda de
otro orden totalizador de la vida social, lo cierto es que el tema de la ciudadanía
viene constituyéndose en un referente importante para repensar la práctica demo-
crática en las sociedades latinoamericanas.

Algunos autores han remarcado la necesaria interrelación entre la «ciuda-


danía formal», regida por las leyes y la igualdad en el papel, y la «ciudadanía real»
como las condiciones de desigualdad económica y desventajas en el ejercicio de
derechos y deberes. Sin embargo, para algunos la discusión se reduce a que el
ejercicio de la ciudadanía supone un primer momento de equidad en el acceso a
bienes y satisfacción de necesidades. Es decir que, para la plenitud de la ciudadanía
es necesario la resolución de la desigualdad económica en nuestras sociedades, y
esta solución sería la tarea central de la acción.

Para otros, en cambio, el fortalecimiento de la ciudadana puede ser paralelo


o ser independiente de las luchas por la satisfacción de necesidades, pero el fin
trascendente del empoderamiento ciudadano apunta a la consolidación de un siste-
ma político democrático que viabilice mejor la lucha por la igualdad económica1.
Todas estas posturas coinciden en que la ciudadanía debe ser -como bien lo resume
Maria Victoria Benavides (1994)- una ciudadanía activa, rechazando con ello la
pasividad legal de la ciudadanía consagrada en las constituciones nacionales y afir-
mando el compromiso y el papel protagónico de sus actores.

1
Lo cierto es que algunas sociedades han conseguido un nivel aceptable de satisfacciones materiales, pero no han
constituido ciudadanos plenos y como bien lo afirma Diego Palma (1995), la ciudadanía formal y la real si bien no
son independientes, tienen correspondencias muy complejas que no se resuelven con priorizar una sobre otra.
52 Ciudadanía y la disyuntiva de la inserción del joven en la sociedad

Sin embargo, esta discusión entre la acción ciudadana y las condiciones


básicas se ve apremiada por los cambios culturales que desplazan la preocupación
sobre otros componentes de la ciudadanía. La creciente heterogeneidad descrita en
el segundo capítulo de este libro nos alerta sobre la forma en que se están constru-
yendo las identidades juveniles en nuestras sociedades de por sí fragmentadas e
inequitativas, lo cual amerita ampliar la discusión al campo cultural.

3.1 Cambios civilizatorios y el componente cultural de


la ciudadanía
La literatura clásica de la política hace un énfasis especial en la relación
entre ciudadanía y Estado. Los enfoques varían a este respecto, pero el más común
es el legalista que circunscribe la ciudadanía al ejercicio de derechos y deberes. Sin
embargo, el principio de la igualdad entre los miembros de una comunidad política
el que subyace a la noción de ciudadanía. Cualquier individuo debe tener las mis-
mas potestades que otro ciudadano de su mismo país2 de allí derivan el ejercicio del
derecho y la obligación del deber.

De este principio ordenador, se derivan otros elementos culturales tales como


el reconocimiento del otro, la valoración de la libertad, el diálogo, la tolerancia, la
convivencia, conformando lo que algunos llaman cultura cívica o ciudadana.

El principio de igualdad entre los ciudadanos supone la pertenencia a un


Estado (expresión objetiva de la comunidad política) que garantiza el acuerdo y la
construcción del interés común entre sus miembros. Por lo tanto, todo ejercicio
ciudadano de derechos y deberes, por más insignificante que sea (exigir un boleto
en el bus o reclamar un servicio público), se hace en nombre de una norma que
supone la igualdad de todos los miembros de una nación.

Es obvio que uno de los principales obstáculos de nuestras sociedades radi-


ca en que el ejercicio pleno de la ciudadanía se ve frustrado, además que por la falta
de condiciones básicas, porque no existe un reconocimiento de los otros como igua-
les; grandes sectores de ciudadanos legales no encuentran cómo ejercer sus dere-
chos y deberes más que en elecciones. Es más, sea por la discriminación por raza,
género y generación, se ven excluidos, marginados y tratados como ciudadanos de
segunda categoría.

2
Esta igualdad legal en nuestras sociedades no ha sido producto de la interacción social, sino de un conjunto de
ordenamientos (reglamentaciones expresadas en un Estado y en las constituciones que lo regulan) importados de
otras realidades. Los estados latinoamericanos se han constituido sobre la base de la diferencia y no en el principio
de igualdad y totalidad, conformándose más como aparatos de poder que como instancias de regulación y
resolución de la vida social.
Ciudadanía y la disyuntiva de la inserción del joven en la sociedad 53

La dificultad, en Latinoamérica, por consolidar naciones de ciudadanos se


ve complejizada por los cambios mundiales que vienen afectando especialmente a
los jóvenes. Tenemos, por ejemplo, que las fronteras se diluyen cada vez más y que
en este mundo globalizado los jóvenes se conectan y vinculan independientemente
de la cercanía física y del territorio que ocupan; y que este intercambio genera
nuevas socialidades y construye nociones de comunidad de consumo, expresiva o
productora de sentidos. En cambio, cuando hablamos de ciudadanía (y no de prác-
ticas de ciudadanos) estamos hablando de identidades colectivas más amplias que
las redes tejidas en estas comunidades y culturas juveniles pero que, sin embargo,
la atomización y fragmentación a la que se tiende camina en sentido contrario a la
conformación de ciudadanos igualitarios.

Por otro lado, la cultura ciudadana o democrática, frecuentemente se ve


conflictuada con la cultura política, es decir, con el conjunto de percepciones, valo-
raciones y prácticas respecto a los políticos y sus acciones. El populismo, el
clientelismo, el favor político, el presidencialismo son elementos culturales que
nuestras sociedades llevan dentro y que impiden también la ciudadanía plena tal y
como se plantea desde la teoría política o como se quisiera desde la pragmática de
la promoción de la ciudadanía.

Además, en sociedades como la nuestra donde el desarrollo de la


institucionalidad civil (instituciones de defensa, mecanismos de participación, con-
sulta y fiscalización) es primario, también la cultura política está teñida de percep-
ciones y prácticas que tienen su origen en la vida cotidiana, en la relación vis a vis
con los otros, de allí el personalismo, y la valoración afectiva y hasta familiar de los
hechos políticos. Si la cultura política está inundada de percepciones blandas, el
lugar de la casa (cultura cotidiana y consumo de medios), el barrio (cultura cívica)
y lo público (cultura política) se hallan mezclados y confundidos.

Por otro lado, el mercado y los medios cada vez más capturan la acción
política y la inundan de sus lógicas de espectacularidad y mercantilismo, haciendo
que la clase política se mediatice cada día más. A pesar de todo, estos rasgos no son
deterministas y se producen conflictos y tensiones entre las prácticas culturales
juveniles y su inserción en la sociedad como ciudadanos plenos que detallaremos a
continuación.

3.2 Tránsito, construcción y conflicto de su ciudadanía


La juventud fue vista clásicamente como un periodo de moratoria en el cual el
pre-adulto se preparaba para su inserción en la vida económica del país. Para ello la
54 Ciudadanía y la disyuntiva de la inserción del joven en la sociedad

educación superior era indispensable en tanto dotaba al joven de los conocimientos y


habilidades para el desempeño de su vida futura. Sin embargo, el desarrollo de las
industrias culturales y las mismas prácticas juveniles han desbordado esta visión
economicista del periodo juvenil. La juventud y la infancia ya no son el remedo de la
vida adulta, las culturas juveniles se recrean a sí mismas con el concurso de las indus-
trias culturales que a su vez recogen de ellas solo los rasgos más comercializables.

Las ofertas culturales para los jóvenes se han especializado y lejos de preparar-
los para la vida adulta, refuerzan y entronan la vivencia juvenil. En ese sentido, cada
promoción de jóvenes porta patrones de consumo musical y cultural propios así como
visiones del mundo que llevarán consigo en su inserción a la adultez. No se trata enton-
ces de una moratoria que tenga como objetivo la continuidad sino que es un periodo de
diferenciación, conflictos y ruptura de esquemas de interacción sociales.

Pensar la juventud es pensar un periodo concreto de tránsito, construcción y


conflicto. Tránsito entre la vida adolescente y la vida adulta; tránsito entre la vida
sin responsabilidades y la familia o el trabajo; tránsito entre el entretenimiento y el
deber; pero también es un tránsito entre no tener derechos y tenerlos.

Al mismo tiempo, el joven es un sujeto social en construcción. Construcción


de su identidad individual y grupal; construcción de su estatus en la sociedad, de
sus grupos de referencia y sus imaginarios de futuro; construcción de su futuro en
pequeñas decisiones, de sus relaciones sociales, de sus redes y comunidades de
interpretación del mundo. Al mismo tiempo, el joven va construyendo sus nociones
de lo público, de su relación con la política y de su praxis social, en otras palabras
va conformando (en negociación con varias agencias) su cultura política que mar-
cará el derrotero de su acción como sujeto público.

No podemos pensar estos tránsitos y construcciones sin asumir en el análisis


el papel que el conflicto tiene en la cotidianeidad del joven. Su propio desarrollo y
su lucha por la individualidad (Erikson 1974) entran en conflicto con la familia
nuclear, entre sus tendencias, motivaciones y habilidades y las expectativas de su
entorno inmediato (padres, profesores, pares, familia extensa o comunidad), entre
su identidad individual y las reglas y visiones grupales. El conflicto ocurre también
cuando el joven pasa a tener una cédula de identidad, una libreta electoral, cuando
según las leyes tiene obligaciones cívicas y tiene derechos. El joven vive los dile-
mas de la ciudadanía en sociedades donde los derechos son letra muerta, donde la
ciudadanía está aún atravesada por rezagos de discriminación étnica, donde el re-
conocimiento y la pertenencia son patrimonio de pocos. En pocas palabras, tam-
bién vive la tensión entre ser ciudadano y no poder actuar como tal.
Ciudadanía y la disyuntiva de la inserción del joven en la sociedad 55

El joven de los noventa al mismo tiempo que transita una edad es portador
de una nueva visión del mundo, es sujeto de los cambios culturales, cambios de
época. Su condición de joven debe entenderse, por lo tanto, como productor y
portador de nuevas visiones culturales. Este joven al mismo tiempo que es portador
de matrices culturales distintas y abanderado de nuevas tecnologías, es a la vez
objeto de los cambios societales de mayor envergadura como la globalización, la
caída de las ideologías, la hegemonía de lo audiovisual.

3.3 Disyuntivas en la inserción ciudadana de los


jóvenes
Al subrayar el carácter cultural de la identidad juvenil queremos insistir en
que la ciudadanía debe entenderse en esos marcos, porque la vivencia ciudadana de
los jóvenes se encuentra atravesada tanto por su ubicación en el mundo, su desarro-
llo afectivo y emocional, como por los grandes cambios ocurridos en el ámbito
mundial. Al tratar de abordar lo ciudadano hacemos un artificio de separación de lo
que en la cotidianeidad juvenil se encuentra imbricado. Por lo mismo, se hace nece-
saria una referencia constante a estos cambios para poder situar y contextualizar la
ciudadanía juvenil.

Queremos señalar cuatro elementos que constituyen los ejes de tensión de la


vivencia ciudadana de los jóvenes:

1. Entre la construcción individual de su identidad y su inserción en la


sociedad

Una de las disyuntivas centrales precisamente se origina cuando el joven


cruza la frontera de los 18 años lo cual suele coincidir con el fin de la secundaria o
el inicio de los estudios superiores.

Básicamente se desarrolla un proceso de construcción de su identidad indi-


vidual. Muchos de ellos han empezado este proceso, diferenciándose de su entorno
familiar, buscando espacios propios, gustos y posturas propias, es decir, empiezan
a diferenciarse de lo que los padres quieren, de sus hermanos y sus hermanas, de
sus amigos y sus pares de la adolescencia.

Este proceso de construcción de identidad entra en conflicto muchas veces


con su inserción en la sociedad, porque tiene una libreta electoral y no sabe exac-
tamente para qué sirve, o qué derechos y deberes se derivan de esto. Sin querer
están insertándose en un proceso más colectivo, en el proceso de ser ciudadanos, al
56 Ciudadanía y la disyuntiva de la inserción del joven en la sociedad

menos en el plano legal. No obstante, cuando quieren ejercer derechos se dan cuen-
ta que su voz no tiene sonido y a los deberes los encuentra vacíos pues no tiene una
motivación, no tiene un impulso comunitario. No hay una comunidad construida
que los respalde, que los lleve a identificarse como ciudadanos, a reconocer que los
otros también tienen derechos y deberes. No existe un reconocimiento de parte de
los otros y tampoco él mismo se reconoce en la colectividad.

Algunos autores han subrayado el carácter individualista de la identidad


juvenil sin poner en perspectiva la conflictiva inserción ciudadana de los mismos y
el escaso apoyo que la sociedad política y las instituciones hacen de esa dimensión
de los jóvenes.

2. Entre el reconocimiento como igual y la inequidad

Conforme el joven amplía sus dimensiones y participa por otros espacios


como el trabajo, el centro de estudios, los deportes, conoce nuevos amigos y se
vincula con nuevas redes de soporte social, pero también se vuelve más trashuman-
te y va ampliando su socialidad, va definiéndose con relación a otros, pero también
construye su pertenencia a redes y colectivos.

En este camino se reconoce como igual a otros, empieza a construir sus


ideales dentro de la escuela, de los institutos, del trabajo, en el barrio, en la esqui-
na; empieza a construir sus redes, sus amistades, sus vínculos de toda la vida. En
este proceso observa otras experiencias similares, otros jóvenes que tienen las mis-
mas conductas, los mismos problemas, por ejemplo, el mismo tipo de papá autori-
tario, que tienen los mismos sueños, comparten los enamorados, las enamoradas,
hay todo un proceso de construcción cultural grupal, que se refleja en la ropa, en los
distintivos, en la jerga y otras expresiones de la solidaridad intragrupal. Conse-
cuentemente surgen las aficiones grupales por la música rock o subterránea en un
caso, en otro la tecnocumbia y la salsa, en otros el manga y el anime, el teatro la
pintura, etc., aficiones que van tiñendo su identidad grupal.

Sin embargo, al mismo tiempo, el joven vive experiencias de profunda inequidad.


Una de ellas es el asunto étnico, la discriminación por el color, que es muy soterrada,
nadie habla del tema, pero los jóvenes lo experimentan todo el tiempo. Y así como lo
viven como víctimas lo viven también como victimarios. También está el tema de
género, pues la sociedad está organizada inequitativamente a favor del hombre y eso se
refleja en las imágenes públicas, se refleja en los tratos, en los reconocimientos, en los
créditos, en las experiencias públicas, a quien le traen la cuenta en el restaurante, a
quien le dan el vuelto, a quien le dan la palabra, a quien escuchan o prestan atención.
Ciudadanía y la disyuntiva de la inserción del joven en la sociedad 57

La paradoja es que la juventud es también un proceso de construcción de las


identidades colectivas, pero que éste se da en un contexto de profundas inequidades,
raciales, de género, generacionales, económicas, en este contexto resulta difícil
construir identidades colectivas más amplias que vayan más allá de los grupos y las
«patotas», que se reconozcan como iguales, como las comunidades políticas. Solo
en el consumo cultural masivo los jóvenes encuentran identidades colectivas de
mayor envergadura.

3. Entre la autoexclusión y la pertenencia

Encontramos dos impulsos muy marcados que coexisten en los jóvenes. Uno
de ellos es la tendencia a autoexcluirse: «Nada me interesa, no me interesa lo que
digan mis padres, no interesa el trabajo, la familia no, ¿la sociedad?». Estos im-
pulsos se manifiestan de distintas formas, los más extremos se aglutinan en grupos
al margen de las reglas y de los valores sociales, la mayoría, en cambio, reduce sus
expectativas a asuntos que solo tienen que ver con su núcleo familiar y amical.
Estos jóvenes de cierta forma se «desenchufan» de la vida pública muchas veces en
la apuesta de que es suficiente el esfuerzo personal para progresar y desarrollar sin
tener en cuenta la múltiple determinación de los factores políticos y económicos en
la vida cotidiana de los ciudadanos.

Por otro lado, también encontramos impulsos que tiene el joven por
pertenecer a la sociedad, por darle un sentido colectivo a su existencia, impul-
sos solidarios por alterar y cambiar el estado actual de las cosas. En un estudio
realizado en Lima identificamos que los jóvenes tienen muchas iniciativas a
favor de otros jóvenes o de otras personas necesitadas, es decir, existen senti-
mientos filantrópicos, una responsabilidad social que muchas veces no tiene
cómo canalizarse, que no encuentra maneras de concretarse pero que está allí,
esperando ser apoyada.

Los impulsos autoexcluyentes juveniles se diferencian de los movimien-


tos culturales juveniles de los ochenta, que tenían una visión escatológica del
futuro, básicamente en que estos movimientos a pesar de apostar por el “caos
y la destrucción” de la sociedad eran movimientos de transformación radica-
les, Helena Abramo (1994:153.) lo anota así: «A postura apocalíticas, as
imagens infernais, destrocadas e exangues que esses grupos exibem, nao re-
presentan uma patología morbida, um desejo de morte ou uma exaltacao do
horror. E uma representacao crónica, espectacular da visión que eles tem da
realidade para critica-la, denuncia-la». En cambio, los impulsos
autoexcluyentes actuales no buscan destruir la sociedad, buscan situarse al
58 Ciudadanía y la disyuntiva de la inserción del joven en la sociedad

margen, en las fronteras, en los bordes, es claramente una conducta outsider


que convive con ciertas reglas pero se margina de la convivencia en comunida-
des más amplias.

No estamos hablando de la exclusión económica ni tiene paralelos con la


pobreza extrema, estamos hablando de un vaciamiento del sentido comunitario, lo
que algún autor definió como el declive del hombre público.

4. Entre la visibilidad pública y la opacidad

Hanna Arendt3 afirmaba que solo los hechos que son mostrados a los ojos
de la comunidad se convierten en públicos, la mirada de los ciudadanos, la luz
pública, es lo que le atribuye su sentido colectivo y pasa a ser materia de opinión,
argumentación y debate y ciertamente, materia de políticas. En cambio aquellos
hechos (mejor dicho sectores sociales) que no se muestran, no tienen una existencia
pública.

Encontramos que los jóvenes buscan expresarse de muchas maneras, usan-


do el teatro, la música, el graffiti, el manga y así, a través de innumerables formas
expresivas, algunas artísticas y otras simplemente anómicas como las barras bravas
y las pandillas. Los jóvenes buscan mostrarse, expresar, comunicar a la sociedad,
buscan legitimidad, reconocimiento, valoración social, buscan identidades colecti-
vas o simplemente buscan herir a la sociedad o canalizar el volcán de visiones y
pasiones que llevan dentro. Estas improntas públicas les permiten compartir visio-
nes, compartir con otros formas de ver el mundo, gracias a esta visibilidad pública
es posible construir colectivos más amplios que trascienden lo territorial y se en-
cuentran en el ámbito masivo.

Por otro lado, también el joven se margina de la expresividad y muchas


veces delega en los adultos (y otras veces, ellos usurpan) la representatividad públi-
ca, aunque muchos jóvenes se complacen en el rol de observadores y la dimensión
del consumo cultural también supone un espacio de interacción con las propuestas
y ofertas masivas. Sin embargo, silenciarse es situarse en el lugar de la sombra, que
responde a las carencias comunicativas que los sistemas educativos desestimulan y
la ausencia de formación en habilidades como la argumentación, el debate, la tole-
rancia, el reconocimiento del otro como igual, etc., habilidades comunicativas que
constituyen las bases de un ejercicio ciudadano en un contexto moderno, donde las

3
ARENDT, Hanna (1995). De la historia a la acción, cap “Arendt sobre Arendt”. Paidos, pp 139-171.
Ciudadanía y la disyuntiva de la inserción del joven en la sociedad 59

comunicaciones masivas son la amalgama que mantiene vinculados los distintos


componentes de la vida social.

5. Entre la moratoria social y el ser sujetos de opinión

Ha sido evidente en las marchas universitarias, que los jóvenes buscan ser
sujetos de opinión, no es casualidad que una de las frases recurrentes era «nosotros
somos dueños de nuestros destinos, nosotros queremos opinar sobre cómo se con-
duce el país».

Pensamos que es una constante disyuntiva que atraviesa el joven, por un


lado expresa una búsqueda constante de autonomía; pero también experimenta mie-
dos y dificultades frente a la responsabilidad. Sin embargo, estas disyuntivas no se
sitúan solo en el plano de los imaginarios colectivos. Algunas instituciones y algu-
nos sectores del Estado que trabajan con jóvenes, se vinculan a ellos desde una
perspectiva de moratoria social, según la cual los jóvenes son «bacanes», son
creativos, intuitivos, pero al fin y al cabo (para ellos) son jóvenes, son menores, y
en última instancia, la tarea es convertirlos en adultos. Y lógicamente esto supone
la negación de ellos como sujetos públicos capaces de decidir.

En un monitoreo de informativos4 contamos la cantidad veces que los acto-


res públicos aparecían. Encontramos que quienes aparecen como sujetos de la no-
ticia declarando, siendo consultados o simplemente como los sujetos principales de
los hechos son en una aplastante mayoría adultos hombres. La mujer aparecía en el
18% de las noticias, en cambio, los jóvenes apenas aparecían en un 5%. Por lo
tanto, el joven no es validado como un sujeto opinante y su imagen pública mas
bien es asociada al consumo frívolo, al deporte, a la trasgresión, y nunca aparece en
las noticias como un ciudadano válido, preocupado por el país. Las mujeres, inclu-
so, están más legitimadas que el joven.

6. Entre la participación simbólica y la militancia

El joven ha tenido distintas maneras de acercarse a la sociedad. En los se-


tenta y ochenta se vinculaba a través de la organización y la militancia en partidos,
organizaciones y movimientos donde las prácticas comunicativas estaban marca-
das como lo señala Roncagliolo (1994) por los comunicados, el volante y el discur-
so. Y esta idea todavía persistió en los noventa, incluso muchos programas munici-
pales -y algunos desde el Estado- todavía tienen como modelo al joven que partici-

4
Se registraron y analizaron noticieros y programas informativos de radio y televisión y noticias de la prensa, para
identificar el papel que a los jóvenes les atribuyen en la información y en la representación pública.
60 Ciudadanía y la disyuntiva de la inserción del joven en la sociedad

pa, el joven activo, líder de una organización, dedicado a tiempo completo al desa-
rrollo o a la política.

A mediados de los noventa se escribieron varios artículos periodísticos pre-


ocupados por la apatía de la juventud (y al parecer por la suya propia) que, en
general, hablaban mucho de la apatía de la Generación X. Nosotros, en cambio,
encontramos en aquel entonces, que los jóvenes se vinculaban al mundo público,
se vinculaban a la sociedad y se están vinculando al Estado y a lo político a través
del consumo de informativos. En esa oportunidad señalamos que los jóvenes que
veían noticieros no eran pocos como se pensaba, los noticieros ocupaban el segun-
do lugar de su consumo.

Efectivamente cuando indagamos con mayor profundidad encontramos que


había muchas formas de ver y vincularse con los medios. Por ejemplo, hay quienes
se vinculan a lo informativo según lo que les interesa, lo que les llama la atención y
lo que vivencian. Ahora bien, la forma de vivenciar lo informativo varia radical-
mente entre unos y otros.

Hay jóvenes que se vinculan a través de dramas como las niñas que pierden
a sus padres por una enfermedad terminal. Otros en cambio se vinculan a partir de
lo lúdico, desde las notas más pintorescas, como las peleas entre los congresistas.
Otros, definitivamente tienen una mirada más seria, buscando tener información
creíble para seguir la agenda pública y comprender las relaciones entre los actores
políticos. Sin embargo, también hay aquellos que se desenchufan, que piensan:
«que la sociedad que vaya por su lado y yo voy por mi lado».

Pensamos que la forma en que los jóvenes participan de la vida pública es


más simbólica y fundamentalmente se realiza a través del consumo masivo. Esta
participación genera vínculos y distintos grados de interés que no necesariamente
desembocan en participación física, pero en nuestras sociedades masivas son la
base de las adhesiones y percepciones sobre los aconteceres públicos.

Por otro lado, todavía se mantiene en muchas zonas de los distritos popula-
res un fuerte interés por conformar grupos y organizaciones juveniles. Ciertamente
hay importantes intentos por cohesionarlos en coordinadoras y agrupaciones, que
básicamente son la expresión de un interés por una acción directa, transformadora
y activa sobre las contingencias sociales. Pero así como hay jóvenes que participan
activamente también hay muchos otros que huyen de cualquier forma de organiza-
ción o regulación o agrupación y no solo por su carácter social o político sino por
un deseo desenfrenado de independencia, individualismo y autocracia.
Ciudadanía y la disyuntiva de la inserción del joven en la sociedad 61

Estas tensiones se desarrollan en las prácticas culturales y simbólicas que los


jóvenes realizan en su vida cotidiana. Buena parte de la investigación que aporta pistas
al respecto gira en torno a su pertenencia a agrupaciones y prácticas culturales. Por
ejemplo, en México, taggers, ravers y punks reflejan con «sus propios ritmos y espa-
cios las dinámicas particulares que configuran sus percepciones y prácticas demo-
cráticas» (Reguillo 1997); en Colombia, los parches, el reggae constituyen prácticas
naturales de expresión pública (Mejía et al 1996); y en nuestro medio se ha hecho
énfasis en el estudio de la pertenencia a barras deportivas y pandillas.

Sin embargo, la pertenencia a estos conjuntos gregarios no involucra a todo


el conjunto de la juventud, buena parte de él se sitúa al margen de la luz pública y en
la sombra del silencio. Además, la participación en estos grupos está mediada por
factores motivacionales propios que no pueden extenderse a los demás jóvenes.

Existe otro tipo de práctica cultural que se realiza a diario a la que no se ha


prestado la debida atención, me refiero a la recepción de medios. Ahora, las rela-
ciones societales pasan por este vértice simbólico y a partir de allí se construyen las
identidades, se forman los imaginarios societales, y se conforma la cultura política
actual, constituyéndose incluso en fuente de insumos para sus prácticas gregarias.
Recientes reflexiones han subrayado los profundos flujos entre la puesta en escena
mediática y las prácticas cotidianas (Sarcinelli, 1997).

La recepción de medios resulta un espacio estratégico para entender las nego-


ciaciones, resistencias y aceptaciones entre las dimensiones societales amplias, con las
unidades societales como la familia y la dimensión individual del joven. Evidentemen-
te en la recepción de informativos y la recepción informativa de otros géneros se vie-
nen dando las vivencias ciudadanas y la conformación de la cultura política. La perte-
nencia a la sociedad, la exclusión y la automarginación están pasando por este espacio.

En el presente trabajo nos detendremos sobremanera en los asuntos de per-


tenencia por una sencilla razón: es la piedra angular sobre la que se basa casi toda
actuación ciudadana. Sin un mínimo de pertenencia o vinculación, el ejercicio ciu-
dadano pierde su carácter de interés público y se disgrega en la sobrevivencia del
más fuerte o el más vivo.

3.4 Retos para la práctica de la ciudadanía juvenil


Percibimos que las propuestas desarrolladas en el campo de las políticas de
juventud en materia de ciudadanía están pensadas desde la pragmática, es decir,
desde el «querer hacer» sin tener en cuenta las actuales prácticas culturales de los
62 Ciudadanía y la disyuntiva de la inserción del joven en la sociedad

jóvenes y el rumbo que las culturas juveniles están tomando a raíz de los cambios y
las vivencias juveniles.

La perspectiva ciudadana tiene la particularidad de buscar integrar una rela-


ción de cultura política, es decir, reconstruir una relación entre el Estado, el sistema
de representaciones y la sociedad, es decir, la columna vertebral de la política que
sustente un proyecto común. Sin embargo, en los movimientos juveniles existe una
pluralidad de intereses que confluyen, hasta en tres niveles: el individual, el colec-
tivo y el masivo:

Expresión de potencialidades
Individual Utilidades concretas y pragmáticas
Progreso personal
Expiación de la culpa social

Sentido de pertenencia e identidad a un grupo


Conquista de espacios y canales de negociación
Colectivo
Construcción de un interés colectivo común o plataforma de
acción

Masivo Solidaridades, sensibilidades


Sentidos de pertenencia e igualdad

La acción ciudadana, sea cual fuera, no debe suscribirse a una dimensión


única del individuo, debe apelar a la multidimensionalidad, es decir, como perspec-
tiva metodológica, la acción ciudadana no solo debe incidir en sus capacidades y
aptitudes sino en la apropiación del espacio público y la construcción del interés
común a través de la acción conjunta. Sin ella, estas capacidades solo servirían para
los intereses privados y de grupo. A continuación presento algunos de los ejes so-
bre los que puede girar la acción ciudadana:

1. Componente afectivo: En la identidad (individual de pertenencia al Estado


como condición para la igualdad de si mismo y de otros).

2. En la construcción de un interés público (que involucre a todos o proyecto


nacional: espacio integrador).

3. Construcción de espacios de negociación, discusión, interpelación y vincu-


Ciudadanía y la disyuntiva de la inserción del joven en la sociedad 63

lación (o espacios de opinión pública e institucionalidad civil)

4. Prácticas: Conocimiento, conciencia, ejercicio y demanda de derechos y


deberes (sea a través de movimientos ciudadanos o desde la acción indivi-
dual). Espacios de la participación y cultura política.

5. Capacidades ciudadanas. Son un largo listado de aptitudes para el ejercicio


activo, responsable o de calidad de la ciudadanía, como la tolerancia, la
pluralidad, la argumentación el debate, etc.

Existe un doble reto al momento de pensar la ciudadanía juvenil, el primero


consiste en desarrollar mecanismos para que los jóvenes interesados, llamados tam-
bién integrados, miembros de organizaciones, y agrupaciones juveniles con pers-
pectiva de desarrollo se involucren en los procesos de toma de decisión, vigilancia
ciudadana y participación política en el ámbito local y en el ámbito sectorial.

De otro lado, tenemos un reto aún más difícil, involucrar a los jóvenes anó-
nimos, a los excluidos, a los jóvenes replegados en pequeños grupos de consumo y
expresión, en la vida pública nacional. Esto requiere un esfuerzo por crear condi-
ciones para la expresividad juvenil; apoyar las iniciativas culturales promoviendo
el encuentro intergeneracional que facilite el reconocimiento de los otros jóvenes
como iguales y en pro del desarrollo y voluntariado juvenil; fortalecer las institu-
ciones incluyendo mecanismos de transmisión de la experiencia intergeneracional
y no solo vertical.

Sin embargo, estas tareas no pueden hacerse desde los paradigmas de traba-
jo tradicional con los jóvenes, es decir, tratando de incorporarlos a la vida adulta, a
la forma de pensar y actuar adultos, es necesario comprender que el nuevo horizon-
te generacional nos ubica en la cultura audiovisual, en el ámbito del consumo y, por
lo mismo, las metodologías y premisas deben dar cuenta también de los procesos
culturales en los cuales los jóvenes están inmersos.
Capítulo 4

Jóvenes,
recepción de medios
y cultura masiva

El escenario de los medios: más allá de


la masificación y la heterogeneidad

Modalidades de recepción y brechas


generacionales
! Modalidades televisivas
! Modalidades radiales: del sedentarismo
adulto al nomadismo juvenil

Factores para el alto consumo de


televisión

El consumo familiar, eje de la


construcción de la individualidad y de
las reglas

Familia, espacio de conflicto o


comunidad de interpretación

Familia y modelos televisivos paternos

Gramáticas de lectura y cultura masiva


! La mirada joven: una visión intrageneracional
! Realidad y fantasía en la recepción de los
medios
! La naturalidad y espontaneidad como
organizadora de las preferencias
! Entre el protagonismo anómico y la expresión
pública
Capítulo 4

Jóvenes, recepción de medios y


cultura masiva

La percepción de una juventud propensa a opciones violentistas, al escapismo,


la indiferencia, o la drogadicción, es parte de una visión muchas veces planteada de
manera externa a las opciones, expectativas, prácticas y representaciones propiamente
juveniles, que forman su mundo y orientan su diario vivir. Este acercamiento tradicio-
nal a los jóvenes ha enfocado solo sus prácticas colectivas. Estas posturas contempla-
ban solo dos formas de relacionarse con el mundo social: de un lado la acción grupal
gestada en organizaciones populares y en la participación en acciones que van desde la
militancia en agrupaciones políticas, pandillas y terroristas hasta la formación de gru-
pos marginales. Aquellos jóvenes que no están enlazados a ningún colectivo fueron
percibidos como indiferentes, apáticos, desvinculados del quehacer social y nacional
pues la medida con que se percibió al joven las décadas pasadas fueron según su
participación activa en las agrupaciones mencionadas como si éstas fueran las únicas
manifestaciones de la vida social de los jóvenes.

El despliegue del sistema comunicativo peruano, tanto en cobertura y amplia-


ción como desde su importancia cultural y política, experimentado en la década pasa-
da, define un escenario distinto para las relaciones sociales. Escenario donde ellos son
abanderados de los cambios audiovisuales que van creando formas particulares de
vínculo entre los jóvenes y su sociedad, relaciones nuevas que cabe desentrañar.

Dicha perspectiva suele percibir únicamente los polos de tensión y conflicto


(pasividad versus militancia) sin embargo, muy poco nos puede decir respecto a
aquello que está en medio y que a nuestro modo de ver constituye el grueso de los
jóvenes que hoy se sitúan en un país de desplazados, guerra interna, narcotráfico y
delincuencia.

Según nuestro modo de ver la acción pública se ha ocupado de aquellos


«jóvenes problema», que de alguna manera o de otra fueron etiquetados como jó-
68 Jóvenes, recepción de medios y cultura masiva

venes en riesgo, vinculados a las Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS), al


VIH-SIDA, la violencia, la delincuencia, las drogas y la violencia política. Las
ciencias sociales por su parte respondieron a la misma preocupación por los jóve-
nes transgresores, pero aportando una mirada comprensiva y contextualizada de
estas expresiones ampliando los marcos de comprensión más allá de los esquemas
«de transgresionalidad» provenientes de la salud pública. Sin embargo, muy poco
se ha afirmado respecto a los «jóvenes anónimos», aquellos que no son percibidos
como amenaza por la sociedad, aquellos que fueron etiquetados como integrados
en algunas ocasiones, aquellos que no tienen una gramática de expresividad públi-
ca que los haga figurar en los medios de comunicación como transgresores. Sobre
ellos, esta mayoría «silenciosa», muy poco se ha afirmado salvo su apatía, el des-
creimiento, su consumismo, su actitud apolítica y otras etiquetas semejantes que
apuntaban a percibirlos como una masa homogénea capturada por el mercado.

Por nuestra parte pensamos que precisamente en estos «jóvenes anónimos»


ha venido sucediendo un lento y largo proceso de cambios culturales que explica-
mos en el primer capítulo del presente libro. Estos cambios silenciosos y graduales
no son percibidos en tanto que ellos operan en las categorías de interpretación del
mundo, en la cotidianeidad, en las prácticas de comunicación grupales, en las nue-
vas socialidades construidas en el uso de las nuevas tecnologías, y ciertamente en la
forma en cómo se relacionan con los «viejos» medios como la televisión, lo cual
nos ocupa en este texto.

La primera dificultad al abordar la relación entre la juventud y la televisión


es poder salir de la perniciosa pregunta respecto al impacto de los medios en la
cultura de los jóvenes, pues ello suponía una concepción misma del medio como un
instrumento invasor, penetrante de las conciencias. La pregunta misma percibía a
los jóvenes como consumidores pasivos susceptibles de una influencia directa y a
veces inconsciente.

Una segunda dificultad radicó en el hecho de trascender una visión condes-


cendiente y etnográfica del consumo juvenil, centrada en los usos sociales del me-
dio, por la cual los jóvenes seleccionan y segmentan la oferta de tal modo que la
incidencia posible se difumina y pulveriza.

La tercera dificultad, y tal vez la más difícil de todas, radicó en ubicarnos en


un punto neutro, según el cual la incidencia de la televisión y los usos sociales que
los jóvenes hacen de la televisión, tienen aspectos positivos y aspectos negativos y
obviamente aspectos bivalentes. Pensamos que el enfoque más oportuno para abor-
dar la recepción juvenil es como, lo resume Lull (1995:165), la tensión entre «dos
Jóvenes, recepción de medios y cultura masiva 69

fuerzas contradictorias las estructuras ideológicas y culturales representadas y


articuladas por la elite política y económica de un lado y del otro la energía y
creatividad, intencionalidad y trascendente habilidad de las personas individua-
les y grupos para construir significados, identidades y maneras de vivir. Los me-
dios masivos son actores centrales en ambos, configurando las esferas del domi-
nio macrosocial y el empoderamiento microsocial».

4.1 El escenario de los medios: más allá de la


masificación y la heterogeneidad
Ahora más que nunca los medios están sujetos a los cambios tecnológicos,
por ejemplo, la miniaturización y el abaratamiento de los equipos aumentó la capa-
cidad de producción de programas endógenos y permitió a los programas informa-
tivos la casi simultaneidad de la noticia y una mayor cobertura de hechos. Otro caso
lo observamos con el uso del satélite para la transmisión nacional, la oferta local de
las estaciones radiales provinciales y regionales sufrió grandes transformaciones a
raíz del uso del satélite por las cadenas nacionales y ello produjo cambios profun-
dos en las relaciones comunicativas establecidas entre los públicos y los medios,
redefiniéndose el sentido de la noticia local y de la nacional, así como los gustos y
preferencias locales frente a una oferta diversa (Alfaro y Matta 1991). No obstante,
también significó desequilibrios entre la capacidad de producción y de influencia
en la agenda pública local, entre los medios de provincia y aquellos de Lima. Mu-
chos de estos medios tuvieron que imitar las tendencias limeñas y las radios infor-
mativas, ante la imposibilidad de competir con la cobertura nacional de las radios
las limeñas, suprimieron de sus informativos las noticias nacionales y tuvieron que
circunscribirse solo a las noticias locales, con ello se perdió la capacidad de opinar
y ofertar un punto de vista local regional sobre lo nacional.

Sin embargo, los cambios tecnológicos operados en los medios de comunica-


ción no solo afectan la estructura y las características de las ofertas de los medios sino
que a partir de ellos se han producido también cambios en la recepción de los públicos.

Del lado del acceso a los medios ocurrieron cambios significativos. En los
últimos diez años aumentó la cobertura de la televisión, más personas tuvieron
acceso a los receptores y existen un número mayor de televisores por hogar, aún en
los hogares menos favorecidos priorizaron la compra de entretenimiento y vincula-
ción social sobre otras necesidades, es decir, que la compra de receptores implica
también criterios culturales de gasto y destino de recursos que difieren de las nece-
sidades reales, pues las conductas económicas suponen la puesta en escena de vi-
siones culturales (Douglas, 1990).
70 Jóvenes, recepción de medios y cultura masiva

La apertura de la economía experimentada a partir de 1990 a las importacio-


nes provenientes de Asia y la dolarización de la economía han permitido, en medio
de la crisis, un repunte en la adquisición de electrodomésticos y en particular de
receptores de comunicación. Estos aspectos económicos sumados a otros fenóme-
nos culturales han cambiado la fisonomía de la televisión en el hogar.

Además, la violencia terrorista en un principio, y posteriormente la violen-


cia urbana, produjeron un repliegue de los espacios públicos y, a decir de Martín
Barbero (1994), la calle es solo lugar de tránsito y no de encuentro, por lo tanto,
este repliegue tiene su concentración en el hogar, la casa1. La crisis con la disminu-
ción real del poder adquisitivo para las clases medias y medias bajas significa tam-
bién el recorte de otras fuentes de entretenimiento, constituyéndose de alguna ma-
nera los medios como la fuente de diversión de fácil acceso y poco onerosa.

La influencia de estos procesos económicos y sociales en el sistema comu-


nicativo es evidente. Vimos en las décadas pasadas un proceso contradictorio, de
un lado el despliegue y masivo acceso a la televisión (fenómeno que ocurrió en
otras latitudes entre lo años sesenta y setenta), pero al mismo, tiempo una diversifi-
cación y segmentación de la oferta masiva y un despliegue de la heterogeneidad
cultural de las audiencias.

La actual televisión difiere de aquella televisión masiva de los años anterio-


res a 1980, donde la cantidad y tipos de programas eran, ciertamente, pocos y con-
fluentes en estilos, propuestas y sentidos. Hoy, en cambio, la televisión abierta a
pesar de lo cuestionable del contenido y la calidad de la mayoría de sus programas,
presenta mucha más variedad, una mayor producción endógena, y sobretodo una
enorme diversificación de géneros y subgéneros televisivos. Por ejemplo, las se-
ries, hay series policiales, de aventuras, familiares, juveniles, cómicas, de adultos,
de acción, dramáticas, de terror, infantiles, etc., lo mismo sucede con los dibujos
animados, son dibujos tiernos o afectivos, cotidianos, de fábula, hilarantes, de ac-
ción, de fantasía (Alfaro y Macassi 1995:203).

Este panorama cambió sustantivamente en la década del noventa con la ex-


pansión del cable, introduciendo tres elementos: El primero fue la ampliación de la
noción de entretenimiento televisivo a lo cultural e informativo de variedades; el
segundo fue la radical segmentación de públicos por canal, cuestionando el mismo
sentido de la televisión masiva: un solo producto para distintos públicos; y, un

1
Este testimonio es elocuente: “Esta zona es un poco peligrosa, entonces nos quedamos encerradas en casa, no
hacemos vida social, porque mi madre tiene un poco de temor, no le agrada la zona” (Elizabeth, 18 años)
Jóvenes, recepción de medios y cultura masiva 71

tercer elemento lo constituyó la internacionalización o lo que también se ha llama-


do la televisión globalizada.

Ahora bien, los cambios en los sistemas comunicativos no ocurren


unidireccionalmente sino que son una confluencia de procesos que vienen desde
distintas direcciones. La conformación de las audiencias masivas no fue similar al
ocurrido en los países industrializados según la premisa que la migración a las
urbes eliminó las diferencias culturales con la incorporación de los migrantes al
trabajo «taylorista» repetitivo y alienante y a la producción «fordiana», masiva y
en serie, que los convirtió en asalariados, con capacidad de gasto y, por lo mismo,
en consumidores de los productos producidos masivamente y en serie y que este
proceso fue acompañado por pocos medios de comunicación y ofertas dirigidas a
todo público articulándose la producción cultural a la producción de bienes.

A diferencia de estos países, los migrantes en muchos países de Latinoamérica


no se incorporaron masivamente a la industria, y por lo mismo, tampoco a la socie-
dad de consumo, más bien se incorporaron al sector terciario de la economía, al
trabajo informal y al rubro de servicios y, con las sucesivas crisis, muchos emplea-
dos corrieron la misma suerte, siendo su incorporación ciertamente periférica a la
economía central y con lo cual nunca existió una economía a gran escala ni masas
de consumidores. Por lo mismo, las diferencias culturales locales y regionales se
mantuvieron de cierta manera y pujaron por ser representadas en sus gustos, colo-
res y deseos.

La incorporación de migrantes como audiencias significó para la radio en


las décadas anteriores un proceso de diversificación, segmentación y heterogenei-
dad de la oferta masiva (Alfaro 1985) que en primer lugar cambió profundamente a
la radio AM y luego a la FM. Un proceso gradual y similar experimentó recién la
televisión en la pasada década2.

Este proceso de incorporación de los gustos e intereses de las grandes au-


diencias fue conflictivo en tanto que el objetivo de buena parte de la publicidad se
centra en los segmentos más pudientes de un mercado muy pequeño y, por lo mis-
mo, con la necesidad que las ofertas masivas representen y reflejen los modelos,
arquetipos y vivencias de dichos sectores.

2
Denominada despectivamente por algunos como televisión chicha, televisión basura, que además estuvo mezclada
de las pretensiones hegemónicas de la dictadura fujimorista. Sin embargo, este fenómeno no da cuenta de todos
los cambios en la oferta masiva de la televisión limeña y la heterogeneidad actual de la televisión abierta y por
cable.
72 Jóvenes, recepción de medios y cultura masiva

La emergencia juvenil (Ramos 1997) en las dos pasadas décadas configuró


un panorama distinto respecto a la discusión sobre heterogeneidad y masificación.
Los llamados hijos y nietos de migrantes en su mayoría se distanciaron de las cos-
tumbres, usos y patrones culturales de sus padres, incorporándose a la ciudad al
mercado y a la escuela, sin embargo, su inserción fue distinta, como lo señalamos
en el primer capítulo, fueron conformando expresiones urbanas distintas y
heterogéneas que las denominamos, culturas juveniles, que básicamente se articu-
lan espacialmente o virtualmente con la construcción de símbolos y códigos de
interpretación, por los cuales se organiza el sentido de las mega oferta masiva y de
la heterogeneidad de las prácticas cotidianas, construyendo referentes comunes, a
su vez móviles y referenciales, que nosotros llamamos gramáticas de lectura de lo
social. Estas gramáticas se construyen en diálogo constante con la segmentación de
las ofertas masivas de los medios del cable, de internet.

A su vez García Canclini (1995) llama comunidades hermenéuticas de consu-


mo a las expresiones colectivas de territorialización, es decir, que el consumo trascien-
de las fronteras y el espacio físico, y que la construcción de referentes comunes entre
los jóvenes evidentemente puede ser virtual sin mediar una interacción directa cara a
cara. Además, estas culturas juveniles no son posibles de entender como unidades
estáticas, como se pensaba la cultura de los abuelos y padres migrantes, todo lo contra-
rio, es cultura que se crea y recrea constantemente en lo que, acertadamente el mismo
Canclini (1997:86), denominó culturas híbridas: «múltiples fenómenos de hibrida-
ción, de mezcla, de combinación de repertorios y referentes culturales». Por su parte,
Elizabeth Lozano (1991:20) va más allá, ella plantea que en la recepción de medios
existen «articulaciones, dinámicas, y prácticas sociales que no se agotan en lo comu-
nicativo y que sin embargo constituye su soporte». Por lo tanto, es necesario abordar
la comunicación desde la cultura y en el devenir cotidiano.

4.2 Modalidades de recepción y brechas


generacionales
La forma de escuchar y ver los medios viene transformándose en las últimas
décadas, sin embargo, aún se mantienen elementos tradicionales. En algunas fami-
lias el tipo de relación entre los padres y los hijos es lo que determina el uso, el
tiempo de visualización, el cambio de canales, del dial y del programa a consumir.
Así tenemos que los jóvenes con padres autoritarios manifiestan el control o super-
visión que hacen sus padres de los programas, así como en el manejo del control
remoto y todas las decisiones en torno al uso de la televisión y la radio. Incluso
también se norman y establecen pautas para el silencio y los comentarios cuando se
consumen medios conjuntamente.
Jóvenes, recepción de medios y cultura masiva 73

1. Modalidades televisivas

A diferencia de la radio, existen en el hogar menos aparatos de televi-


sión por persona y además no todos tienen control remoto. Y en el segmento
juvenil son pocos quienes tienen uso y acceso exclusivo a un televisor. Estas
condiciones influyen en que la modalidad de recepción frecuentemente exija
la negociación con los otros miembros de la familia, o en su defecto, el consu-
mo de aquello que otros eligen. En algunos casos se presenta una real pugna al
interior de la familia por el uso de la televisión donde están mezcladas las
estructuras de poder, las desigualdades de género y los desniveles
generacionales, y que en ocasiones tiene su concreción en la selección de de-
terminados géneros o formatos (esquemáticamente mujeres-telenovela, her-
manos-series y comedias, hombres-fútbol) sobre otros, formándose alianzas,
complicidades o bloques para enfrentar la estructura establecida.

Otros jóvenes cuyos padres eran menos autoritarios manifestaron que en sus
prácticas televisivas existe una búsqueda de consenso mayor por medio de acuer-
dos, concesiones e intercambios de horarios.

Sin embargo, el desarrollo tecnológico y el abaratamiento de los equipos


electrónicos han descentrado muchas veces estos usos mencionados. En las fami-
lias con hijos pequeños de sectores populares esto se mantiene claro, cuando se
trata de adolescentes, éstos manifiestan su independencia comprando un televisor,
en algunas familias esto genera un desbalance pues muchas veces el televisor de los
padres resulta ser el de blanco y negro y el del joven el moderno y a color, uno con
control y el otro no. Obviamente esto genera una recomposición del control cuando
pasa de la sala o cuarto de los padres hacia el dormitorio de los hijos y un cambio en
el ejercicio de la jerarquía respecto a la TV pues la propiedad del televisor media la
posible injerencia de los padres.

Richard: «Quien escoge los programas que se van a ver soy yo, porque
tenemos un solo televisor, y es mío, y yo siempre lo cambio, a parte hay otro
de blanco y negro que es de la familia».

De otro lado si enfocamos el consumo televisivo individualmente vemos


que el joven ve varios programas al día, unos más que otros, sin embargo, lo impor-
tante no radica solo en la cantidad de horas que pasa frente al televisor sino cómo se
ubica frente a la oferta. Tenemos de un lado un conjunto de programas que ven a
veces habitualmente y a veces rutinariamente, o haciendo zapping, y con frecuen-
cia, cuando no hay nada qué escoger, siguen viendo TV.
74 Jóvenes, recepción de medios y cultura masiva

Danitza: «A veces dos minutos o tres, veo una cosa graciosa, encuentro
algo aburrido lo cambio, estoy viendo otro programa, lo mismo, tres o cua-
tro minutos, me parece aburrido y apago el televisor, para mí los dos pro-
gramas tendrán sus momentitos pero después, como digo, me parecen abu-
rridas y otras exageradas o tontas y lo apago, de repente 20 minutos, se me
ocurre prender otra vez un ratito y lo mismo, mientras termine el comercial
hasta el otro comercial puedo estar cambiándolo entre lo dos canales, ósea
de estar allí con la televisión prendida y estar ahí sentada específicamente
bien concentrada: no».

En otras ocasiones acompañan o conversan con otros miembros de la fami-


lia viendo los programas que a los otros les gusta. El interés de esta forma de ver
TV no está en la oferta misma como sí en el roce y relación que tiene con su ocasio-
nal co-televidente.

Cuando se da el caso de que el joven no escoge aquello que ve, como un


noticiero por ejemplo, generalmente se interesa por alguna sección o parte de
la oferta como la cámara indiscreta de un programa orientado a la mujer o los
horóscopos del programa informativo matutino, de esta manera el joven frag-
menta la oferta deshaciéndola en pedazos o unidades que a los ojos externos
no tienen sentido unitariamente, pero que para el joven constituye un aspecto
relevante.

El zapping que es la forma extrema de este uso desvinculado o ligth de la


televisión se realiza frente a determinados programas, es decir, que es selectivo y
en el que son más asiduos los hombres y los jóvenes.

El principal conflicto de los jóvenes ante la oferta televisiva es convertirse


en esclavos de un programa. De allí que la preferencia se sitúa en el consumo de
series (sean estas de acción o de humor), frente a la telenovela que los ata a un
horario y continuidad.

De todos los programas que el joven ve generalmente existen uno o dos


donde sí concentra su atención, los selecciona y no se pierde ningún capítulo, se
identifican con sus personajes y situaciones se proyectan y lo usan para dialogar su
vida cotidiana, con los modelos y comportamientos sociales. Generalmente la re-
cepción de estos programas trasciende las esferas del hogar y se comparte con los
miembros de los grupos de pares, y en este proceso se van conformando los gustos
y estilos grupales, afirmándose como grupo y diferenciándose de otros y de su
consumo familiar.
Jóvenes, recepción de medios y cultura masiva 75

2. Modalidades radiales; del sedentarismo adulto al nomadismo juvenil

Actualmente la FM está literalmente colonizada por los jóvenes quienes a


diferencia de los adultos y mayores se interesan muy poco por los esquemas narrativos
de las noticias, los consultorios, los magazines, la consejería que en décadas pasa-
das, junto al radioteatro, constituían casi todo el quehacer radial3. Estos jóvenes,
mujeres y hombres, navegan por la programación a veces con un mapa mental, a
veces tan solo con la sensación de placer como timón.

Sobre la base de unos gustos prefigurados4, los jóvenes tienen un conjunto de


estaciones y van de una a otra a lo largo de la mañana y cuando no encuentran en ellas
siguen explorando en otras estaciones. Este mapa mental de recepción es un derrotero
sin un final u objetivo fijo. No sucede como en las amas de casa que escuchan de 7 a 9
un programa luego otro de 9 a 11 en otra radio, sabiendo que terminarán en determina-
da radio a determinada hora. En otras palabras, llegan a la escucha con un diseño de lo
que quieren pero que tranquilamente puede ser variado en el trajín, lo que sí predefinen
son sus desagrados (como la música jazz, el huayno, el bolero). Los jóvenes, por ejem-
plo, seleccionan una radio de solo música rock, luego pasan a otra romántica o de
tecnocumbia, al rato optan por una radio que combine ambos géneros musicales y así
en adelante. Estas modalidades de escucha pueden ser tantas como combinaciones
posibles existen o como biografías personales podamos fichar.

El consumo de los géneros musicales es central en el joven, alrededor de él


teje sus gustos y desagrados, es una seña identificatoria. Por más que tenga un
amplio rango de géneros que recepciona siempre hay otros frente a los cuales defi-
ne como opuestos a sus gustos. Los géneros con que más se identifica muchas veces
son la expresión de su manera de pensar, de sentir y a veces su taxonomía cognoscitiva
del mundo. Algunas emisoras recogen las preferencias de los jóvenes y las presen-
tan como señas de identificación: «no salsa», «no disco», «pura salsa», «radio
rock», etc. Sin embargo, los jóvenes pueden escuchar emisoras aparentemente opues-
tas, el criterio de movimiento del dial es distinto al de programación de la oferta.

3
En la década pasada así como hubo un énfasis en los estudios sobre radio y televisión por sobredimensionar las
experiencias alternativas, también existió un interés por las lecturas narrativas y colectivistas (y grupales) del
consumo de los mismos. En la televisión se centró la atención en la telenovela y la lectura familiar y grupal que de
ella se hacia, lo mismo en la radio, prefigurando un oyente fanático que consumía solo por la estación, enamorado
de los locutores, con una atención extraordinaria mientras trabajaba, lavaba o cocinaba.
4
Diferenciamos los gustos prefigurados de los predefinidos en tanto los primeros constituyen bocetos, esquemas de
aquello que puede otorgar placer pero que están abiertos a otras formas y modelos, por ejemplo, el gusto por la
salsa no evita que se pueda oír un rock pesado, en cambio los gustos predefinidos excluyen a otros como los
rockeros que odian la música clásica. Ambos tienen algo en común, pues sirven para que el oyente oriente su
consumo tanto en la elección del medio, el horario como al momento de encender la radio y escoger la(s)
estación(es) o programa(s).
76 Jóvenes, recepción de medios y cultura masiva

Sin embargo existen jóvenes que se ayudan de la música para construir sus identi-
dades como el rock o la música reggae -el punk en estos tiempos-, y que supone
actitudes frente a la vida y formas distintas de percibir y sentir el mundo pues los
medios «a su modo, aportan a los jóvenes –a veces de manera contradictoria-
elementos de identidad y modelos de socialidad» (Costa et al 1996:95).

De manera silenciosa toda una mañana o toda una tarde con su hilo imaginario
los jóvenes van enlazando en su escucha locutores, programas, estaciones, música de
lo más disímil o de lo más afín desde su punto de vista, o simplemente se dedican a
sintonizar concursos y participar llamando por teléfono con la esperanza de figurar o
ganar algo. Los casos más radicales lo constituyen quienes prenden la radio sin una
idea de qué estación, locutor o programa quieren escuchar, simplemente usan la radio
como una caja de dulces de donde extraen los bombones de su placer, deteniendo el
movimiento del dial allí donde escuchan algo que les llame la atención o los motive,
excite, emocione, entusiasme etc., y que puede ser la voz de un locutor, una canción
del recuerdo, un comercial, hasta un consejo, etc.

Jóvenes y adultos en las pugnas por el dial

A pesar que los públicos se encuentran «fragmentados», en ocasiones ellos


confluyen en espacios comunes. Tal vez el espacio de comunicación más importan-
te para la recepción de medios en jóvenes aún es el familiar. En él se producen una
serie de reglas y acuerdos intersubjetivamente construidos (por imposición, distri-
bución de poder, o negociación) que definen y enmarcan el uso de los medios,
desde programas validados, volumen, horarios hasta los usos con pares, según la
estructura familiar. Sin embargo, a medida que los receptores de radio son menos la
injerencia de los padres es mayor, tanto en la ocasión de encendido de la radio
como al seleccionar la estación y el programa a escuchar.

Ciertamente las reglas y acuerdos mencionados eran discutidos, negociados


o impuestos cara a cara, en el momento mismo de recepción cuando el hijo o hija
quería escuchar música rock y el padre prefería la hora del tango. La expansión de
la radio ha personalizado la escucha5 de manera que el joven recurre al walkman, o
a la radio de bolsillo que constituyen también la afirmación y diferenciación de sus
gustos respecto a los padres. De esta manera se escabullen del control y del enfren-
tamiento generacional en la lucha por el control del dial y pueden dar rienda suelta
a la selección y elección de frecuencias y programas, oír a todo volumen sin escu-
char el tradicional grito pidiendo menos decibeles.

5
Esto lo anotamos como tendencia pues el número de radios por hogar aún no corresponde a una persona. Según la
investigación de radio masiva.
Jóvenes, recepción de medios y cultura masiva 77

Del oyente narrativo al oyente clip

Las escuchas de los jóvenes no son verticales, es decir, no escuchan toda


una emisora durante todo un día, ni se enganchan como en las telenovelas en hora-
rios fijos. Por el mismo espíritu joven y la constante búsqueda de emociones épicas
ellos se detienen lo indispensable y, sin deudas ni gratitudes, continúan su búsqueda
solitaria, su uso personal fragmentario e individualizado a través del dial, frecuen-
temente sin un norte definido, frecuentemente con la única idea de pasarla bien.

Esta modalidad de la sintonía es diametralmente distinta tal vez a la de sus


padres y abuelos, que suelen recordar a todos los locutores de una radio, sus hora-
rios, sintiendo preferencias por una estación y antipatías por otras y desarrollando
afectos especiales hacia la empresa. En otras palabras es una radio de autor basada
en la narratividad, en la palabra discursiva, «una radio interesante».

Para el joven la radio es mezcla, un orden hecho de collages, de retazos


radiales, un pegote de voces y concursos en el que la música es el muro donde
dibuja su consumo. Para ellos la radio es anónima no importa quien habla, si habla
bonito, quien dice si dice algo «bacán». Existen radios preferidas, pero las lealta-
des duran lo que dura mover el dial o aburrirse. No hay una búsqueda de sentido
existencial en la radio como en las amas de casa, tampoco una demanda de satisfac-
ción de instrucción o compensación social y abaratamiento de los servicios como
en las oyentes de sectores populares. En otras palabras es una recepción orientada
por imágenes radiales en vez de sentidos.

En resumen, es otra radio, otros códigos los que se nos presentan, son
escuchas que más se asemejan al clip que a los consejos, porque así como
existen mentalidades dominantes en determinadas épocas también otras estéti-
cas son las que imperan y unos medios son los abanderados de ello y otros
están a la zaga. Así la prensa impulso una estética en la forma de representar el
mundo, la radio tuvo su época, y la televisión lo mismo. Sin embargo la
informatización está dando la pauta del consumo cultural, donde la narratividad
existe pero es construida desde los sujetos sobre la base de un número finito de
combinaciones como en el hipertexto.

4.3 Factores para el alto consumo de televisión


En muchas ocasiones el alto número de horas que el joven pasa frente a la
televisión ha sido motivo de preocupación. Sin embargo, poco se ha explorado en
las circunstancias que favorecen un mayor número de horas frente a la televisión.
78 Jóvenes, recepción de medios y cultura masiva

! Una de los principales factores es la percepción familiar de la calle como


una amenaza, por lo cual se restringe las salidas de los jóvenes y estos pasan
más tiempo en el hogar, en la mayoría de veces, consumiendo medios.

! Para el caso de las jóvenes también opera un sistema de control familiar,


basado en la desconfianza o posesividad, que reduce las oportunidades de
las jóvenes de salir, de divertirse o recrearse en la cuadra, en la calle.

! Encontramos, además, que aquellas jóvenes que realizan labores domésti-


cas exclusivamente, que no estudian ni trabajan fuera del hogar, tienden a
consumir un mayor número de horas que cualquier otro joven.

! En ese mismo sentido aquellos jóvenes que prontamente tienen responsabi-


lidades familiares como cónyuges o hijos, obligatoriamente pasan más tiempo
en la casa y por lo tanto aumenta el número de horas que pasan frente a la
pantalla.

! En menor medida también la existencia de un grupo de amigos y amigas que


se ha constituido como un espacio de colectivización de sus consumos, con-
forman una comunidad de apropiación. Generalmente se articulan a través
de los consumos comunes como alguna telenovela o serie. Dicha comuni-
dad estimula el consumo de estos programas porque les da elementos de
cohesión e identidad, funciona como dinamizador del intercambio y cumple
una función aglutinadora.

! Ciertamente, como lo mencionamos anteriormente, un factor importante son


las escasas oportunidades de entretenimiento y distracción que el joven en-
cuentra en el hogar, que además se ve reforzado por un intenso consumo
familiar.

Estas circunstancias facilitan el aumento de horas de visualización, pero


también existen otras condiciones que son factores de disminución de las horas que
los jóvenes pasan frente a la televisión.

! Dedicación a estudio o al trabajo cuando hay fuertes motivaciones.

! Hobbies o deportes asumidos integralmente.

! Relaciones sociales fuertes y pertenencia a varios grupos de amigos en el


barrio.
Jóvenes, recepción de medios y cultura masiva 79

El sentido común que ha guiado muchas opiniones sobre el alto consumo de


televisión por los jóvenes se limita a culpar a la disponibilidad de tiempo libre. En
general, muchos problemas juveniles son atribuidos mecánicamente al tiempo libre
del que gozan lo jóvenes, bajo la premisa de la moratoria social, el tiempo libre
surge como la condición suficiente para la drogadicción, la delincuencia juvenil, el
pandillaje y el alto consumo televisivo.

Por lo que sabemos, las responsabilidades van aumentando según el ciclo evo-
lutivo, de manera que los jóvenes tienen menos responsabilidades que los adultos. Hay
autores como José Avello Flórez y Antonio Muñoz-Carrión (1990) que caracterizan la
juventud como un periodo vinculado a la ausencia de responsabilidades. Si partimos
de esta hipótesis tendríamos que aquellos jóvenes que asumen labores domésticas,
tienen cónyuges, hijos, o ambos, debido a su mayor responsabilidad, tienen menos
tiempo que dedicar al consumo de medios, sin embargo, los datos aquí recogidos nos
hablan de lo contrario. El volumen de consumo de los que realizan labores domésticas,
es decir los que pasan más tiempo en casa y probablemente solos, tienen consumos
más altos de TV que los que no las hacen. Al parecer, la labor doméstica configura (al
igual que en las amas de casa) una relación más cercana con el medio.

Cuadro 1.
Volumen de consumo según responsabilidad familiar y dedicación doméstica
Labores domésticas Responsabilidad familiar
Horas de
visualización Hace labores No hace labores Sin cónyuge Con cónyuge
domésticas domésticas y/o hijos y/o hijos

De 0 a 8 47 166 182 27
horas 37.6% 57.8% 52.9% 44.3%

De 8 a más 78 121 162 34


horas 62.4% 42.2% 47.1% 55.7%

Total 125 287 344 61


Basado en 414 jóvenes entrevistados

Por los resultados podemos comprobar que tanto las responsabilidades fa-
miliares como las labores domésticas configuran una particular manera de relacio-
narse con el hogar y con ello un consumo mayor de medios de comunicación. Mien-
tras que para las amas de casa adultas la relación con el hogar forma parte de su
sentido de «ser para otros» en cambio, para los jóvenes el entretenimiento tiñe su
relación con el hogar.
80 Jóvenes, recepción de medios y cultura masiva

Respecto al tema de las responsabilidades y las labores domésticas pode-


mos afirmar que no tienen que ver con el uso o disponibilidad del tiempo para el
consumo de medios sino que constituye roles y rutinas de vida que lejos de distan-
ciar del consumo al relacionarlos al hogar (espacio privilegiado de consumo) faci-
lita un consumo mayor y más atento. Así, los intereses y necesidades que surgen a
partir de asumir responsabilidades familiares se encuentran también relacionados a
la oferta de los medios que de una forma o de otra tratan de ofrecer utilidades
concretas para el «mundo del hogar». Por lo tanto, el hogar es una categoría que
involucra una serie de relaciones diversas que tienen que ver con un oficio vital
como con la necesidad de compañía, distracción y ruptura de la rutina. Como bien
lo señala Renero (1996:121) el consumo de medios cumple una función
desrutinizadora del ocio doméstico pues “permite experimentar distintas clases de
excitación, riesgo, tensión e inseguridad, que en un grado de moderación resultan
placenteras y aflojan la tensión de las rutinas”.

4.4 El consumo familiar, eje de la construcción de la


individualidad y de las reglas
Los jóvenes, como lo vimos en la segunda parte de este libro, están en una
constante lucha por construir su independencia individual y social respecto a las
tradicionales agencias socializadoras (familia y escuela). En este proceso la familia
juega un papel importante como contenedor del proceso de individuación y dife-
renciación del joven y al mismo tiempo como espacio catalizador de lo que Lull
(1991:55) llama los «entendimientos interpersonalmente coordinados que subra-
yan y promueven modelo de conductas sociales».

La forma en que los jóvenes afirman su yo es a través de la tenencia y acceso


al aparato de radio o de televisión y que además define en buena parte la relación
que ellos establecen con el medio. En algunos casos, los jóvenes que trabajan ex-
presan su «independencia» económica y cultural con la adquisición de receptores
propios. La tenencia de un televisor o radio propias o el acceso fácil y personaliza-
do, sin tener que pasar por la negociación, la censura, el reparto de horarios, o el
consumo involuntario, es la condición base para una relación más cercana con la
radio o la televisión. Esto se debe a que puede escoger la emisora o canal de su
agrado y moverse en el dial con más libertad, en el horario de su gusto y de la
manera que quiera y puede a mediano plazo adquirir mayores destrezas como con-
sumidor.

La televisión por su parte, debido a que aún es un bien costoso y que su


tenencia por persona es aún limitada al interior de la familia, mucho más que la
Jóvenes, recepción de medios y cultura masiva 81

Cuadro 2.
Acceso personalizado a los aparatos de radio y televisión
Radio6 Televisión

Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total

Con acceso 83 75 158 55 45 100


42.3% 36.9% 27.9% 22.1%

Sin acceso 113 128 241 142 159 301


57.7% 63.1% 72.1% 77.9%

Total 196 203 399 197 204 401


Basado en 401 jóvenes entrevistados

radio, está sujeta a negociaciones y recepción conjunta. Sin embargo, la tendencia


es que se descentre de la sala-comedor, cocina o habitación paterna (espacios de
encuentro familiar) y se ubique en las habitaciones, tendencia que también va de la
mano con los cambios en las relaciones y lugares de interacción entre sus miem-
bros.

Por los resultados obtenidos, el hogar sigue siendo -para la televisión al


menos- el eje de su recepción. Por lo tanto, el sistema de control y de valoración
familiar tiene relevancia para poder entender el complejo mundo del consumo de
este medio. Al existir una mayor cantidad de televisores o receptores de radio (es-
tamos hablando de un promedio de 2 radios por persona en sectores populares)
aumentan las posibilidades de que el consumidor encuentre con más frecuencia
aquello que le gusta en su recepción y, por lo tanto, o aumente el consumo o selec-
cione aquello que más le gusta, sin depender mucho de los consensos o de las
relaciones de autoridad para su elección.

Lo mismo se puede evidenciar respecto al acceso exclusivo a un receptor (1


de cada cuatro jóvenes tenían acceso exclusivo a la TV y cuatro de cada diez a la
radio), pues reduce o posterga la negociación familiar directa, cara a cara, por lo
tanto, existen más posibilidades de consumo sin restricción.

6
Los datos aquí citados corresponden a una investigación realizada en el departamento de Investigación de
Calandria, entre 1994 y 1995 que recogió información cuantitativa entre los jóvenes de todo Lima con una muestra
polietápica, seleccionada al azar probabilístico. Se aplicó un inventario de consumo de medios inscrito en las
rutinas de la vida cotidiana. Además, se realizaron grupos de discusión y entrevistas a profundidad. Este trabajo fue
posible gracias al aporte de la WACC y al incansable apoyo de Carmen Ilizarbe y las sugerentes contribuciones de
Juan Carlos Carrillo.
82 Jóvenes, recepción de medios y cultura masiva

Sabemos que el número de receptores por familia influye en el acceso per-


sonalizado de sus miembros. En los grupos familiares con pocas radios la sintonía
y a veces la modalidad de consumo (volumen alto por ejemplo) es una negociación
o imposición entre los miembros, dependiendo ello del sistema de relaciones teji-
das desde antes (que incluye el sistema de sanciones) y de sus valoraciones respec-
to al consumo de medios (percepción de la influencia) y de la competencia con
otras actividades como las tareas de la escuela.

El acceso y disponibilidad están relacionados por lo tanto al poder y las


distintas formar de manifestarse dentro de una familia, la más frecuente es la
generacional entre padres e hijos, pero otra también es respecto al género.

Wendy; «Siempre hay esas pequeñas discusiones. A veces, mi hermano se


pone a llorar porque no lo dejan ver el fútbol, porque mis hermanas quie-
ren ver una película y no lo dejan. Nosotros somos más mujeres y general-
mente quieren ver las películas y él quiere ver el partido».

Finalmente, de un lado el control social que en la familia recae en los padres


a futuro tiende a diluirse respecto al uso de la televisión como ventana a la sociedad
o la representación de la sociedad que los padres quieren que sus hijos vean; y de
otro, las interacciones y construcciones intersubjetivas que tienen lugar en los mo-
mentos de encuentro familiar en torno a la televisión tienden a ser menores. La
televisión, aún hoy, significa para los padres una de las principales formas de comu-
nicar la socialidad, puede dejar de tener ese carácter mediador y constituirse más
bien en un carácter interlocutor para los jóvenes. Esta afirmación debe considerar-
se, además, a la luz de los cambios tecnológicos y de lenguaje que agrietan aún más
las brechas entre estos jóvenes actuales y sus padres.

De hecho la escasa presencia de los padres en el hogar debido al trabajo feme-


nino y al aumento de las horas de trabajo influye en el debilitamiento de la función
mediadora de la familia respecto a la televisión y por lo mismo a la sociedad, los
jóvenes de hoy se encuentran frente a una oferta mediática más heterogénea y de ma-
yor volumen que aquella que recepcionaron sus padres, con menos reglas éticas, más
débiles sobre su orientación en la selección y significación de aquello que se ve.

4.5 Familia, espacio de conflicto o comunidad de


interpretación
Para Morley la unidad de consumo de televisión es la familia y por lo tanto
la recepción de este medio debe suscribirse a un contexto doméstico, es decir, si-
Jóvenes, recepción de medios y cultura masiva 83

tuarlo dentro de las «prácticas de ocio doméstico» (Morley, 1993:25). Por lo mis-
mo, como parte de las prácticas de ocio doméstico, la elección y selección de lo que
se ve tiene que ser negociado. Los usos televisivos van más allá de la relación con
el texto audiovisual, en ocasiones la gente la usa para crear situaciones de interacción
entre ellos. En la misma visualización se entremezclan con las relaciones sociales
de la casa. Ang concluye lo siguiente como aporte de esta perspectiva: «El proceso
del consumo de televisión y el posicionamiento cultural de la TV ha creado nuevas
áreas de fuerzas y posibilidades para estructurar las relaciones sociales, las iden-
tidades y los deseos» (Ang, 1993:40).

Al igual de lo que sucede con otros consumidores los jóvenes centran su


consumo en el hogar (82.6%). Esto solo puede ser alterado por la actividad de
trabajo (10.8%) cuyo consumo en gran medida es conjunto. Por lo tanto, el consu-
mo en los jóvenes sigue siendo centrado domiciliariamente, tal y como lo señala
Renero (1996a:146) «los jóvenes adolescentes y sus familias, construyen
cotidianamente un espacio privado idóneo para la experimentación de placeres
moderados que hagan más llevaderas las obligaciones domésticas».

Si tratamos de entender con más amplitud este fenómeno, vemos que el


consumo de medios evidentemente puede estar cumpliendo un rol de repliegue de
la vida local y barrial hacia el hogar. La crisis económica, la violencia urbana al
erosionar los espacios públicos de encuentro y de relación han redundado en el
repliegue al hogar, cuya manifestación podría estar situada en el alto consumo de
medios, pues en cierta forma el encuentro, el salir con los amigos y otras distraccio-
nes que podría ofrecer la calle, se ven restringidas. Entonces, la radio y la TV tienen
menos competencia.

Cuadro 3.
Lugar de recepción de medios masivos

Casa Trabajo Calle Transporte Amigos Otros Total

Sumatoria 2,216 280 43 71 13 55 2,588


% 82.6% 10.8% 1.7% 2.7% 0.5% 2.1% 100 %
Promedio 5.4 4.1 1.8 1.2 2.2 3.9
Basado en 2588 horas de consumo de televisión y de radio de 413 jóvenes entrevistados

Uno de los aportes más relevantes de los estudios de recepción es la posibi-


lidad de entender la interacción al momento del consumo como un espacio de po-
der donde interactúan generaciones diferentes, que constituye la base para el
84 Jóvenes, recepción de medios y cultura masiva

modelamiento social, proceso por el cual los padres presentan al hijo la sociedad
que ellos perciben y buscan de alguna manera prepararlos para esta imagen. La
presente investigación no hace sino confirmar que la recepción de medios masivos
está vinculada estrechamente a la interacción con los miembros de la familia como
puede apreciarse en el cuadro siguiente:

Cuadro 4.
Con quiénes recepcionan medios de comunicación (horas)

Solo amigos familia pareja compañeros Otros Total


vecinos de trabajo

Sumatoria 840 48 1,428 17 235 94 2,662


% 31.6 1.8 53.6 0.6 8.8 3.5 100
Promedio 3.1 1.5 4.2 2.4 5.9 2.5
Basado en 2662 horas de consumo de televisión y de radio de 413 jóvenes entrevistados

Ciertamente, el consumo juvenil fluctúa entre el consumo con otros miem-


bros de la familia (53.6%) y el consumo en soledad (31.6%). En la visualización
familiar confluyen otros aspectos como la negociación familiar de la sintonía, aquello
que se ve o escucha, los horarios de recepción, los comportamientos, etc. Este con-
junto de hábitos o rutinas implica un nivel de negociación entre sus miembros, un
conjunto de acuerdos intersubjetivos que regulan, dan sentido y sostienen el espa-
cio familiar de recepción.

Elizabeth: «Por ejemplo, si mi hermano estuvo viendo antes dibujos y ahora


quiere ver El Chavo y yo quiero ver una serie, le digo que él ya vio antes y lo
deja. A veces de 8 a 9 él quiere ver los programas deportivos y lo dejamos y ya
no vemos las comedias de esa hora pero luego vemos la novela».

Ciertamente el espacio familiar no es un escenario estático ni inmutable, en la


familia se producen tensiones, conflictos y tendencias de las que el consumo televisivo
no esta exento. La visualización conjunta de programas ocupa un lugar central tanto
para el encuentro de sus miembros como para la negociación o actuación de las rela-
ciones de poder, como las de género, «el proceso de mirar o leer es extendido dentro de
un extenso proceso de conversación y diálogo social a través del cual los materiales de
los medios son «digeridos» (Morley y Silverstone, 1993:71).

En las entrevistas pudimos comprobar que existe una relación entre el tipo
de reglas y acuerdos que los padres imponen a sus hijos, concretamente la posibili-
Jóvenes, recepción de medios y cultura masiva 85

dad o no de salir a la calle y el volumen de consumo de medios. En general el


espacio familiar y el hogar están asociados al consumo de medios. Otras fuentes de
entretenimiento diferentes a los medios, el entretenimiento alternativo al familiar,
por lo general, se ubica fuera del hogar, en el barrio, en el cine, la esquina, entre la
collera, etc. Pero como ya mencionamos, estos espacios se encuentran conflictuados
con la seguridad pues las madres estimulan a sus hijos para el consumo televisivo
como alternativa para que no salgan a la calle por los peligros que conlleva (Macassi
1998). Este deterioro del espacio público es común a otras latitudes, Renero
(1996b:47) encuentra en México que las familias utilizan su hogar como el centro
del transcurrir del tiempo libre, dados los riesgos de salir a la calle en la grandes
urbes y la imposibilidad frecuente de no poder brindar a sus hijos otras alternativas
de entretenimiento y diversión.

Ciertamente algunos programas son aglutinadores de las dinámicas familia-


res, en unas familias los noticieros se ven conjuntamente, en otros las telenovelas y
en otras las series. Lo cierto es que encontramos que en muchas familias este espa-
cio de interacción que es el consumo de televisión, constituye, a veces, el único
momento de interacción familiar. Las diferentes dinámicas, paternas y de los jóve-
nes reducen al mínimo el tiempo que pasan juntos, una madre incluso nos señaló, a
propósito de una telenovela que estaba de moda, que era la única ocasión en que su
hijo joven compartía con el resto de la familia, pues por lo general o estaba fuera o
se recluía en su cuarto.

Wendy: «En familia vemos 24 horas para informarnos, y como a las 11


no dan nada vemos 90 segundos, antes veíamos las entrevistas pero
está muy aburrido, su programa entrevista a personas que no conoce-
mos, de repente cuando entrevista a un personaje especial, vale la pena
ver».

En algunas ocasiones las madres usan la televisión para conocer o anticipar


la conducta de sus hijos respecto a determinados temas como las drogas o el sexo,
observando la reacción de sus hijos jóvenes frente a las situaciones de la televisión
buscan identificar sus actitudes. Por último, también en este espacio de consumo se
producen los intercambios simbólicos en la medida que muchas veces son momen-
tos de debate y discusión entre sus miembros. Generalmente los padres toman la
iniciativa tratando de que los jóvenes interioricen normas y reglas sociales, obser-
vando modelos que la televisión propone o también negando conductas y com-
portamiento no deseados que se presentan allí. Ahora bien, el espacio familiarmen-
te construido va a depender del tipo de relaciones que hayan tejido entre los miem-
bros.
86 Jóvenes, recepción de medios y cultura masiva

Richard: «Cuando vemos televisión juntos somos un poco callados, no so-


mos de hablar, todos son secos, no se comenta. No hay confianza para
contarse lo que pasa».

Encontramos que los jóvenes tienen muchas resistencias para aceptar los
consejos o reglas que los padres buscan imponer y suelen producirse discusiones y
conflictos. A pesar de ello, en el espacio familiar de consumo de medios se constru-
yen referentes de actuación que son negados o asumidos por los jóvenes y, por lo
mismo, dicho espacio no deja de tener un carácter de comunidad de interpretación
tal y como lo plantea Orozco (1991:49) «un conjunto de sujetos sociales unidos
por un ámbito de significación del cual emerge una significación especial para su
actuación social» en otros ámbitos y en otras circunstancias.

El consumo familiar se constituye, por lo tanto, en un espacio de interacción


y de poder, donde, por el uso y control del medio, se entrecruzan los conflictos de
género entre hermanos y hermanas o entre padre y madre, y también generacionales
entre padres e hijos.

Danitza: «El punto está; quién prende la televisión antes, si mis hermanos
la prenden primero ven ellos noticiero, entonces yo que hago, me vengo a
ver televisión arriba ... si ellos prenden y están cansados y se meten en su
cuarto a dormir entonces yo me tengo que venir a ver acá».

Existe por parte del joven un reconocimiento expreso de las diferencias y


brechas con sus padres entre las formas de pensar, ver y sentir con las de ellos. Los
mismos padres sustentan su forma de educar «a la antigua» contraponiéndola a la
vida moderna en la cual los jóvenes están inmersos. Este antagonismo es el marco
general en el que se desarrolla la recepción televisiva de los jóvenes, particular-
mente, si la televisión es usada como ventana para mirar y aprehender a la sociedad,
usada por los padres desde la corta edad para estimular valores y percepciones a
través de la mediación directa (Alfaro y Macassi, 1996) y por los jóvenes para
explorar y ampliar los marcos de experiencia de su desarrollo psicológico y sexual.

Podemos afirmar que la relación con sus pares es diversa. Por un lado están
los amigos cercanos, fuente de afectos y gratificaciones y de otro están los pares
anónimos frente a lo cual están los temores, la inseguridad y la violencia, que tiñe
los espacios de encuentro juveniles, como las discotecas que funcionan como luga-
res de interacción y diversión y a la vez son lugares de disputas y hegemonías
grupales. El crecimiento de las bandas ha cambiado la configuración de los barrios,
existen espacios; calles, bancas y esquinas de propiedad exclusiva de ciertos gru-
Jóvenes, recepción de medios y cultura masiva 87

pos. La violencia lleva a convertirse por momentos en un elemento de distinción y


hasta de prestigio social, diferencia a jóvenes pandilleros de «los otros», se con-
vierten en pruebas de iniciación y en ritos de permanencia en una pandilla.

El consumo de radio y televisión no es un espacio de interacción con los pares


como puede ser eventualmente el cine o las discotecas, sin embargo, es en la interacción
con ellos que lo consumido en el espacio familiar se valida socialmente y se sedimenta
o, en otras palabras, se constituyen en lo que Orozco (1991:50) llama comunidades de
apropiación. Mientras que para los niños la familia es la principal comunidad de inter-
pretación y de apropiación, para el joven la familia compite con otras tantas tecnolo-
gías y medios como comunidad de interpretación, en cambio los pares constituyen la
principal comunidad de apropiación. Estamos frente a lo que con mucho acierto y
visión Mead (1971) señaló como culturas cofigurativas, donde los mayores han deja-
do de ser el modelo para el comportamiento de los jóvenes y más bien los pares pasan
a ocupar el lugar de referentes y modelos.

4.6 Familia y modelos televisivos paternos


El joven en este periodo construye la diferenciación de sus gustos como
señas de su identidad personal y de reconocimiento grupal, distanciándose en la
mayoría de casos de los gustos e inclinaciones paternos. A pesar que la familia
continúa siendo el referente según el cual el joven se sitúa, este movimiento centrí-
fugo llega a ser el principal referente para la diferenciación.

Las comedias, series familiares, como las telenovelas presentan modelos y op-
ciones familiares diversas y variadas que han ampliado las opciones y contribuyen a la
heterogenización del mundo privado. Los jóvenes a veces construyen sus gustos y
preferencias en función de las similitudes y diferencias que esos modelos tienen con su
realidad familiar: el carácter del personaje principal o la composición familiar pueden
ser el nexo entre un familiar, o de su familia, con la TV. En otros casos la relación que
opera es la idealidad, es decir, qué tanto el personaje o la serie satisfacen sus modelos
ideales de una familia tal y como quisiera que fuera la suya o su proyección a la vida
adulta. En otras palabras, el principal y primer nexo de la oferta con la recepción activa
(desde las preferencias y favoritismo de los públicos) es la identificación propia o de
su entorno social (en este caso el familiar) sea positiva o negativa con los personajes.

Los modelos familiares que la televisión presenta, es decir, relaciones y


vínculos entre padres-hijos o entre hermanos, son percibidos y leídos por los jóve-
nes entrevistados de manera distinta, en lugar de percibir a la familia en su conjun-
to, ellos tienden a individualizar los modelos paternos, es decir, perciben la forma
88 Jóvenes, recepción de medios y cultura masiva

de ser y actuar de uno de los actores que hace de padre, pero no a la familia como un
tejido de relaciones, no mencionan como arquetipos a familias sino a personas de
distintas series y programas.

Los modelos paternos más rescatados hacían referencia a las comedias de


situaciones. Los padres más valorados era Bob Saget de «Tres por Tres» (Full House)
y Tony de «Quién Manda a Quién» (Who is the Boss). Según los jóvenes de ambos
sexos estos padres eran comunicativos, cariñosos y comprensivos, es decir, resalta-
ban en estos padres las cualidades propias de la feminidad. La cualidad más desta-
cada por los jóvenes fue la comunicación del padre con sus hijos, ésta última carac-
terística fue la más mencionada por los entrevistados al momento de sustentar el
por qué de su elección.

Elizabeth: «El mejor papá sería Tony Macelli, porque él se preocupa y le da


consejos a su hija para que ella logre lo que quiere y no malogre los sueños
que ella tiene».

Joven: «El papá sería Frank, porque él es bien comprensible, ayuda a sus
hijos, es hogareño, para en su casa, en su trabajo, su familia, su esposa».

Christian: «Me gusta porque a pesar de que no está la madre, aconseja a


sus hijas y trata de salir de los problemas».

Al indagar en la vida familiar de los jóvenes entrevistados encontramos que


los padres que tenían eran en su mayoría opuestos a los modelos de padre que
valoraban y reconocían en los sitcoms. En la mayoría de casos sus padres consti-
tuían figuras lejanas y a veces ausentes, los hijos hombres son quienes tienen rela-
ciones más fuertes con él ya sea de compañerismo o de discusión y rebeldía; las
mujeres, por su parte, se vinculan más a la madre y frente al padre de familia guar-
dan respeto, sumisión y mucho afecto.

Wendy: «Mi papá es una persona de carácter bastante fuerte, una mirada
muy fuerte... es un mujeriego, es bastante machista».

Sergio: «Terco, como todo padre de familia es a la antigua. Yo he luchado


bastante con mi papá».

Christian: «Él es de más edad, a veces viene de su trabajo un poco cansado


y no tiene tiempo. A veces si nos ponemos a conversar y yo le comento sobre
algo y el también me dice que opina».
Jóvenes, recepción de medios y cultura masiva 89

Elizabeth: «Con mi papá hablo pero le cuanto poco, a veces hago bromas y
él se ríe y me dice: cuidado que me entere, a veces lo dice en serio, pero
cuando son cosas pequeñas solo se ríe».

La comunicación aflora entonces como uno de los principales problemas


reconocidos tanto por los padres como por los hijos, sin embargo, esta ruptura no es
total, los jóvenes generalmente buscan en su familia algún otro para contarles sus
cosas y recibir consejo y orientación, muy poco recurren a los medios para esta
función (comparativamente hablando con las amas de casa que recurren a los con-
sejos y orientaciones de especialistas en la radio y conductoras de magazines
televisivos). Los hermanos y hermanas mayores suelen llenar ese vacío entre fami-
lia y el joven, y a veces la mamá en menor grado porque si bien tienen confianza,
tanto las adolescentes como los muchachos no pueden contarles «todo» en particu-
lar los aspectos relacionados a los enamorados(as) y sus experiencias sexuales.

Elizabeth: «A mi mamá le cuanto, cuando tengo problemas y ella me dice


que le diga a mi papá, que le explique porque sino lo hago se va a molestar
conmigo».

Wendy: «Mi mamá es buena gente, es linda, para mí es todo. Ella se hace
respetar pero también es dócil. A ella le podemos decir: mamá vamos a una
fiesta y ella nos dice que sí».

Christian: «Con mi mamá tengo confianza, ella me ha contado sus cosas


que ha vivido en su juventud, al ver eso tuve necesidad de contarle mis
cosas, así que ella también me aconseja».

Es evidente que el contexto familiar de los jóvenes limeños observados nos


afirma que la preferencia por modelos horizontales guarda relación con las carencias
experimentadas en su vida diaria. Su realidad consiste en: padres cuyo concepto co-
municativo es que los hijos les cuenten lo que hacen e hijos que buscan en los padres
cómplices en vez de interlocutores. Precisamente una de estas comedias presenta un
padre preocupado por lo que piensan sus tres hijas, un padre que las escucha y sabe
reconocer sus errores. Por lo tanto, podríamos afirmar que los reconocimientos y mo-
delos que los jóvenes usan y apropian de la televisión corresponden muchas veces a las
carencias y demandas afectivas, y sobretodo comunicativas, que experimentan en su
vida familiar cotidiana. A pesar que estas series son norteamericanas y con referentes
culturales lejanos no dejan de ser “usadas” como referente de alteridad, que les sirve
para cuestionar, demandar o esperanzarse con otras formas de ejercer la paternidad,
horizontales y más cercanas para si mismos o para sus hijos.
90 Jóvenes, recepción de medios y cultura masiva

En conclusión, los jóvenes ven en la televisión modelos y arquetipos según


los cuales construyen sus propios modelos, dicha construcción generalmente guar-
da relación con su experiencia de vida, su familia, su profesión futura o sus caren-
cias, logran vivir, en ocasiones, por medio de una participación simbólica, aquello
que desde su entorno les es negado: padres comunicativos y comprensivos.

4.7 Gramáticas de lectura y cultura masiva


La recepción de medios de comunicación no es un proceso mecánico resul-
tante de aquello que el productor cifró en los programas, ciertamente la heteroge-
neidad de los públicos y la diversidad y amplitud de la oferta hacen que el proceso
de recepción esté marcado con discontinuidades y fragmentaciones.

Sin embargo, como hemos apreciado a lo largo del texto existen espa-
cios de recepción con reglas y acuerdos intersubjetivos que les dan
sostenibilidad en el tiempo, como la familia o los grupos de pares. Para Orozco
(1991) estos espacios se convierten en comunidades de significación pues es
allí donde se interpreta socialmente la recepción de dichos medios. Además,
encontramos que los pares y grupos de amigos, aglutinados por las aficiones y
patrones de consumo cultural se convierten comunidades del gusto «donde se
experimenta, refrenda o reprueba la opción estilística del joven. Dentro de
los grupos de amigos circulan conversaciones, se recrean proyectos, se anima
el préstamo de objetos...» (Muñoz, 1999:60).

Es precisamente en los grupos juveniles donde lo recepcionado se decanta,


se selecciona, y se reinterpreta. En algunos casos se asimilan como códigos intra
grupales, en otros, forman parte de su propia identidad (en los casos de los grupos
articulados por la afición a ciertos programas), se produce una mezcla de códigos
surgidos de la vivencia cotidiana y de las dinámicas de relación con otros grupos
(como en el caso de las pandillas o los grupos constituidos territorialmente) con
códigos provenientes de la recepción de medios, el cable o Internet. En este proce-
so de reinterpretación y apropiación se van conformando gustos comunes que Sonia
Muñoz (1999:61) denomina estilos « “un sofisticado sistema de clasificación al
que corresponden indumentarias... formas de andar, de hablar, de fumar». Pero
que nosotros pensamos que va más allá. En estos grupos los gustos comunes y los
intercambios con los medios van conformando «gramáticas de lectura de grupos e
intergrupales a través de las cuales organizan su lectura, la simplifican y enfocan
su atención sobre lo prioritario, pero al mismo tiempo las gramáticas de lectura
son un sistema interpretativo, también es un sistema de vínculos y afectos con la
oferta masiva» (Macassi, 1991:35).
Jóvenes, recepción de medios y cultura masiva 91

En el proceso de configuración de las gramáticas de recepción confluyen


elementos propios de las dinámicas territoriales de los jóvenes, las dinámicas loca-
les, pero también con fuerza, los códigos provenientes de la oferta masiva. Sin
embargo, resulta difícil reconstruir con certeza el rastro de su origen pues en estas
comunidades de producción cultural cada miembro aporta sus propias versiones de
diversos consumos, tanto de medios como de sus relaciones con otros grupos y
agencias. Lo cierto es que este proceso constituye gramáticas con las cuales los
jóvenes se vinculan al medio, recepcionan sus programas y los involucran a sus
distintas comunidades de interpretación.

1. La mirada joven: una visión intrageneracional

La lectura que los jóvenes hacen de la televisión no es de obnubilación y


encandilamiento, más bien demuestran una mirada competente, de quienes son dies-
tros en el manejo del lenguaje e incluso de la terminología de la producción. Pue-
den distinguir claramente la función de la producción y de los productores de lo que
es la conducción de los programas; existe una distancia prudente entre el manejo de
cámaras y la realidad. Los términos de realidad más bien están dados por los posi-
bles clivajes que la oferta tenga en la vida diaria o en la experiencia personal y
sobretodo afectiva de estos jóvenes.

Esta relación con el lenguaje masivo, con la música moderna y el clip no


puede pensarse externamente al joven, ya se han constituido como formas y catego-
rías de relación con su sociedad, son parte de su imaginario cultural.

Las lecturas que hacen los jóvenes de los programas tienen una perspectiva
horizontal, es decir que los jóvenes identifican como personajes centrales de las
películas y series a jóvenes de su misma edad y según ellos la trama gira en torno de
los problemas y motivaciones de los jóvenes y no de los adultos. Incluso, en pro-
gramas cuyos protagonistas principales eran adultos, la descripción hecha por los
jóvenes entrevistados presentaba a los jóvenes como centrales subrayando sus pro-
blemas como los ejes de la acción dramática, centrando su foco de atención en los
temas vinculados a la independencia y relación con los padres.

Con el concurso de los medios, y en especial de la televisión, los jóvenes


construyen y refinan sus lecturas y percepciones intrageneracionales, construyen
sus identidades como generación a partir del consumo. De cierta manera la recep-
ción de medios les sirve para diferenciarse de otros grupos, y para diferenciarse de
las generaciones precedentes, pero también lo construido actúa como una gramáti-
ca de lectura que selecciona, focaliza y prioriza en la lectura de los medios una
92 Jóvenes, recepción de medios y cultura masiva

mirada generacional horizontal. Sin embargo, la dificultad es que esta mirada


intrageneracional tiene asidero en las formas de socialización que niega al otro, y
lo despoja de su capacidad de opinión y su derecho a la realización personal.

2. Realidad y fantasía en la recepción de los medios

Constantemente los jóvenes están buscando los nexos y relaciones de aque-


llo que oferta la televisión con su propia realidad, sin embargo, estas comparacio-
nes no son el eje de su gusto o desagrado por un programa u otro. En otras palabras,
reconocen que las situaciones y escenas que presentan las novelas y series son
percibidas como irreales, sin embargo, no por ello dejan de verlas, la realidad no es
su principal referente, no les impide gozar y entretenerse viendo televisión.

El eje de las lecturas es más afectivo y psicológico, es decir, que está más
centrado en la personalidad, las relaciones y pasiones de los personajes. Los capítulos
o situaciones que más recordaron los jóvenes entrevistados en su mayoría hacían refe-
rencia en primer lugar a situaciones o problemas de los jóvenes, relaciones de pareja,
aceptación de los padres, control paterno, confianza, comprensión, libertad y diver-
sión. Un segundo aspecto a resaltar se refiere a que muchas de las situaciones mencio-
nadas tenían anclajes en la experiencia inmediata de estos televidentes, vale decir,
existía una correspondencia entre aquello que recordaban y su experiencia pasada o su
proyección a futuro. Tenemos por ejemplo que un joven músico reconocía como un
buen modelo de padre a un personaje de una serie en la medida que el personaje de su
agrado era un músico fanático de Elvis Presley; una joven, por su parte, recordó una
escena de infidelidad en tanto tenía parecido a lo que a ella le sucedió y establecía
paralelos entre el desenlace posible de su relación con el de la telenovela.

La relación entre la oferta televisiva y la realidad de los sujetos no es sencilla,


no podemos afirmar que simplemente se oponen siendo fantasía una y verdad la otra;
ni tampoco se corresponden, es decir que el consumo solo selecciona y tamiza aquello
que tiene su correspondencia inmediata en la realidad, que puede ser útil o le sirva de
aprendizaje. Esta relación es mucho más compleja, si bien en ciertas situaciones se
producen ambos extremos los jóvenes no dejan de vivir esa otra realidad (realidad
virtual en términos actuales) como si fuera real y al mismo tiempo se alejan de lo
fantasioso manteniendo ambas experiencias a prudente distancia.

3. La naturalidad y espontaneidad como organizadora de las preferencias

Existe, entre los distintos jóvenes entrevistados, una valoración por lo natu-
ral, lo auténtico y lo espontáneo. Cuando valoran o enjuician a los conductores de
Jóvenes, recepción de medios y cultura masiva 93

los programas o sustentan sus gustos o preferencia por determinado personaje siem-
pre la hemos encontrado presente. Si bien es cierto que para unos un conductor
puede ser natural y auténtico y para otro no, lo importante es que esto se va consti-
tuyendo en una categoría de relación con la oferta masiva. Estas valoraciones las
encontramos en programas de concursos, series, talks shows, revistas de varieda-
des o respecto a los programas de mediodía.

Wendy: «Porque es más espontánea, tiene más carisma. Todo lo que ella
hace sale de ella, no se los aprende, no se los enseñan, no le dicen que lo
haga, sale de ella porque es así».

En la década pasada el programa «Locademia de Televisión» destapó el


fenómeno de la informalidad juvenil en la producción televisiva, convirtiéndose en
una expresión de la trasgresión de los formatos y de cierta manera de los géneros,
aunque en la música ya se expresaba la tendencia por la ruptura de los tradicionales
patrones estilísticos de producción, con el grupo «Los No Sé Quién y Los No Sé
Cuántos» y su «chongo rock». Lo curioso de las respuestas de los jóvenes es que la
búsqueda de naturalidad, sinceridad, informalidad, autenticidad trasciende los pro-
gramas de concurso, de variedades, pues también es un elemento de identificación
con personajes de películas y series y, por lo mismo, se convierte en una gramática
de lectura que va seleccionando y segmentando la oferta televisiva y otros consu-
mos culturales, al mismo tiempo que las resignifica y reinterpreta, conformado los
gustos y preferencias.

Es evidente que esta gramática de lectura de la autenticidad guarda relación


con varios factores, uno de ellos es la búsqueda de su propia identidad, por conocer
y valorar su verdadero yo interior por encima de las contingencias y de las circuns-
tancias. De otro lado, la demanda por autenticidad la percibimos también como una
estrategia de diferenciación de las generaciones precedentes, pues constantemente
los jóvenes hacían referencia que el mundo de los adultos se basaba en la actuación,
en la performance del estatus, de la posesión del reconocimiento.
Capítulo 5

Agenda pública y vivencias


ciudadanas juveniles

Ubicación de los informativos en la


recepción masiva de los jóvenes
! Fragmentación y discontinuidad en el consumo de diarios
! El declive de lo informativo en la radio
! Informativos e imágenes televisivas
! Distancia entre consumo y preferencia de informativos

La recepción de informativos televisivos y


gramáticas de lectura
! Los noticieros
! Periodísticos
! Formatos periodísticos y ciudadanía

Dilemas y tensiones ciudadanas desde la


recepción de informativos
! Información para el conocimiento o para el entretenimiento
! Pragmatismo versus reflexión
! Información desde la argumentación o desde la acción
! Credibilidad desde la versión omnisciente o desde la
pluralidad de los involucrados
! Veracidad de las cámaras versus opinión del especialista
! Inocuidad versus incidencia en la toma de decisiones
! Perfiles de lectura

Estereotipos de consumo ciudadano


! El joven unplugged: el vínculo ciudadano negado o
esporádico
! El joven outsider: el vínculo ciudadano desde lo lúdico
! El vínculo ciudadano desde lo ligero o blando
! El ciudadano interesado

Jóvenes, prácticas ciudadanas e informativos


! Jóvenes y cultura política mediática
! El género informativo desde la recepción. Transversalidad de
los géneros audiovisuales
! De lo público a lo privado y de lo privado a lo público: la
hibridación del género informativo
Capítulo 5

Agenda pública y vivencias


ciudadanas juveniles

Los cambios mundiales operados en la economía y en la base tecnológico-


comunicativo de la sociedad suponen cambios culturales de envergadura que para
algunos autores se tratan de cambios civilizatorios, pero que están teniendo una
incidencia notable en las culturas políticas actuales.

La cultura política de los noventas no puede leerse desde los viejos


paradigmas, es decir, de las ideologías, del sistema de fuerzas al interior de una
nación, y las prácticas de comunicación tradicionales como la militancia y el dis-
curso. A estas alturas es notoria la ausencia de marcos interpretativos que permitan
al ciudadano común y corriente, en su vida cotidiana, referentes de interpretación y
valoración del sistema político en su conjunto; lo que existe es al parecer diversas
matrices de interpretación que varían en objeto y momento de aplicación.

Al mismo tiempo la política y las nociones políticas no se construyen más de


manera endógena, en un mundo intercomunicado, donde la globalización de hechos,
acontecimientos, modelos societarios y modelos de desempeño político se constituyen
en una inmensa casuística que influye en las categorías de interpretación de la política
local. La mayor presencia de la presión multilateral y unilateral (ONU, DEA, CEE, los
bloques económicos, etc.) en las políticas domésticas, así como la valoración y espe-
ranza dada a la inversión extranjera y por lo mismo a las imágenes que de lo local se
tienen en el exterior, suponen un ciudadano más preocupado por lo que sucede en el
mundo y en diálogo y conflicto constante de su cultura política con la mundializada.

En tercer lugar, la centralidad de la comunicación en el escenario actual, no


solo por la base tecnológica que rige los cambios mundiales sino porque la imagen
y la interactividad, se han constituido en los lenguajes por los que se comunican los
ciudadanos. Estamos pasando en Latinoamérica de sociedades orales con precaria
cultura escritural a sociedades de la imagen y la virtualidad.
98 Agenda pública y vivencias ciudadanas juveniles

A estos cambios mundiales debemos agregar los propios, directamente he-


redados de la hiperviolencia terrorista y ciudadana, de la des-institucionalización
de la vida política por parte del ejecutivo, y del descrédito y caducidad de la «vie-
ja» clase política.

Las viejas formas de hacer política (léase el partido, la plaza, el mitin,


la militancia, el parlamento) se encuentran desgastadas ¿dónde es que reside
la relación con la política? Nuestra hipótesis es que los medios de comunica-
ción y en particular las «agendas públicas» absorben buena parte del debate
que ocurre en torno a los asuntos públicos e incluso de los asuntos privados,
siendo una representación o puesta en escena de éstos. Sin embargo, el carác-
ter comercial de los sistemas comunicativos Latinoamericanos afectan la for-
ma en que el debate se producen y la manera en que los ciudadanos se ponen
de acuerdo sobre qué debatir.

Las agendas públicas, a nuestro modo de ver, tienen un lugar central al pen-
sar el vínculo y pertenencia ciudadana. Precisamente, la pregunta crucial que este
texto aborda gira en torno a la forma en que la cohesión social (y por ende proyecto
ciudadano común a todos) se manifiesta o no en nuestras sociedades en el escenario
actual en los albores del tercer milenio.

El ámbito receptivo de los medios se ha convertido en el vértice desde


donde se construyen las nociones intersubjetivas de mayor envergadura, y a
través del cual pueden leerse las relaciones societales. Los cambios no solo
son de uso o de prácticas sino que comportan cambios cognoscitivos en los
ciudadanos.

En este contexto los jóvenes, son una interrogante, no solo en tanto que su
vivencia y percepciones sobre lo ciudadano se construyen en el consumo domésti-
co de los informativos, sino que ellos son portadores de visiones paradigmáticas
distintas, donde las nuevas tecnologías abren brechas más profundas con los adul-
tos.

Los acercamientos tradicionales al estudio de los medios han primado la


visión de los productores o las visiones ideológicas centradas en el texto y su
decodificación. Con los estudios culturales desarrollados en la escuela de
Birmingham y en particular a partir de los trabajos de David Morley (1988) surge
un reenfoque de la comunicación masiva, poniéndose el acento en el papel activo
de las audiencias como productoras de significados y en las negociaciones al mo-
mento de interpretar los textos televisivos.
Agenda pública y vivencias ciudadanas juveniles 99

Antes de ingresar a conocer las categorías de interpretación de los informa-


tivos es necesario ubicar el consumo de medios y del género informativo en parte
de toda la gama de otros consumos a los cuales se expone e interactúa.

5.1 Ubicación de los informativos en la recepción


masiva de los jóvenes
A. Fragmentación y discontinuidad en el consumo de diarios

Es muy conocido que la lectoría de periódicos por parte de los jóvenes es


muy poca. Efectivamente la investigación arroja que en un día son muy pocos los
que leen periódicos: entre viernes y domingo, individualmente hay un promedio de
26.1% lectores por día. Sin embargo, los jóvenes que no leen ningún diario de
viernes a domingo son 31.5%. Eso quiere decir que los jóvenes no tienen una fre-
cuencia de lectura pero que en una semana la mayoría (75.8%) se relaciona con la
oferta periodística escrita.

Cuadro 1.
Lectoría de diarios de viernes a domingo
Leen No leen Total

Viernes 193 46.7% 220 53.3% 100%


Sábado 100 24.2% 313 75.8% 100%
Domingo 169 40.9% 244 59.1% 100%
Viernes
o sábado
o domingo 282 68.5% 130 31.5% 100%

Dicho en otros términos la mayoría de los jóvenes no tiene un hábito cons-


tante de lectura del diario y por lo mismo su posible seguimiento a los aconteceres
públicos desde la lectura, desde lo escritural, se hace fragmentariamente o de ma-
nera discontinua.

Además encontramos que la información propiamente periodística (asuntos


públicos) tiene poco peso en su lectura de éstos. Las secciones duras (editorial,
política económica, internacionales) tienen escaso interés para los jóvenes. En cam-
bio, las secciones de deportes, amenidades y locales son los asuntos que más inte-
resan a los jóvenes. Incluso buena parte de los que leen diarios enteros se refieren a
aquellos exclusivamente deportivos o populares.
100 Agenda pública y vivencias ciudadanas juveniles

Cuadro 2.
Lectoría de secciones de periódicos
Viernes Sábado Domingo

Editorial 4 1.6% 0 0.0% 0 0.0%


Política 6 2.4% 2 1.7% 2 1.0%
Economía 5 2.0% 0 0.0% 8 4.1%
Locales 29 11.6% 8 6.8% 30 15.5%
Internacionales 16 6.4% 6 5.1% 16 8.2%
Policiales 3 1.2% 1 0.9% 0 0.0%
Amenidades 22 8.8% 8 6.8% 13 6.7%
Deportes 35 14.1% 15 12.8% 18 9.3%
Suplementos 7 2.8% 7 6.0% 12 6.2%
Cultural variado 7 2.8% 5 4.3% 7 3.6%
Titulares 18 7.2% 5 4.3% 5 2.6%
Diario entero(*) 44 17.7% 24 20.5% 50 25.8%
Periódicos deportivos(**) 21 8.4% 15 12.8% 10 5.2%
Periódicos populares(***) 7 2.8% 7 6.0% 5 2.6%
Revistas 11 4.4% 4 3.4% 2 1.0%
Otros 14 5.6% 10 8.5% 16 8.2%
Total 249 100% 117 100% 194 100%
(*) Incluye: El Comercio, La República, Expreso, Ojo.
(**) Incluye: El Bacán, El Bocón, Super Ídolo, Gigante y La Tercera.
(***) Incluye: Ídolo, Extra, El Mañanero, El Popular, Onda y El Informal.

El consumo de las secciones locales y policiales (en ocasiones cercanas a la


crónica roja) mantiene cierta vigencia para los jóvenes apáticos, al parecer el acon-
tecer nacional es fuente de curiosidad, ubicación social y actualidad, entendida esta
última como punto de partida para la actuación social.

Como conclusión, se puede afirmar que la lectura del género informativo es


esporádica, su consumo se centra en los asuntos y secciones blandos de distracción
y entretenimiento. Su relación con la información sobre la res pública, al parecer,
no atraviesa lo escritural. Sin embargo hay indicios de que sí hay un vínculo con la
agenda pública.
Agenda pública y vivencias ciudadanas juveniles 101

B. El declive de lo informativo en la radio

Lo informativo en radio casi no ocupa un lugar importante en el consumo


juvenil. De 413 jóvenes encuestados apenas hubo 19 menciones a programas infor-
mativos, de los cuales 17 menciones pertenecían a cinco programas de la emisora
íntegramente informativa.

Respecto a las emisoras consumidas, la emisora informativa ocupa el 8vo


lugar en la lista de emisoras consumidas. Este puesto se debe también a que su
escucha es familiar y concentrada en la mañana porque en las entrevistas pudimos
saber que el padre o la madre lo sintonizan y muchos jóvenes no tienen más reme-
dio que escucharlo, es decir, una escucha pasiva.

En volumen apenas 19.5% de los jóvenes escuchan informativos radiales. Si


analizamos la cantidad de horas de consumo (8.2% en el cuadro N° 3) la diferencia
es más notable, a pesar que muchas de estas horas se componen de una escucha
pasiva (frente a un 91.8% de otros tipos de programas) pues el informativo es sin-
tonizado por los padres o algún otro miembro del hogar o del trabajo.

Cuadro 3.
Consumo de informativos radiales

Horas % de horas Casos % de casos

Informativos radiales(*) 97 8.2 73 19.5


Otros programas radiales 1082 91.8 301 80.5
Total 1179 100 374 100
(*) Incluye también noticiosos con música y dramatizados humorísticos.

La conclusión es que los jóvenes no se acercan a la radio para informarse. Si


consideramos que la función informativa de la radio es acercar a las personas, tra-
bajar el presente y profundizar los datos dando participación a los oyentes, al pare-
cer estos no son aspectos que llaman su atención. Es decir que no tienen un lugar
importante en sus gramáticas de lectura. Hay que tener en cuenta que el consumo
radial de los jóvenes es fragmentario, van de emisoras en emisoras seleccionando
lo que más le agrada seccionando la oferta masiva. El consumo de informativos en
radio se desdice de este tipo de consumo en tanto que las noticias están ancladas en
el relato, en el discurso en un tiempo, en la ilación y continuidad de su escucha,
mientras que los hábitos de consumo de los jóvenes apuntan más a un consumo
102 Agenda pública y vivencias ciudadanas juveniles

nómada, fragmentario, donde ellos mismos establecen la ilación a partir del consu-
mo.

Para comprender por qué los jóvenes no son atraídos por este medio tan
versátil, es bueno abordar el actual desprestigio que la palabra oral tiene en nuestra
época, en tanto que no es sinónimo de veracidad y arrastra todo el pasivo de la clase
política pasada.

C. Informativos e imágenes televisivas

A diferencia de los anteriores medios abordados, la televisión es el medio


preferente para la relación del joven con la vida pública nacional. Podemos apre-
ciar que los informativos (noticieros y programas periodísticos) son consumidos en
mayor volumen (horas de visualización) y en mayor cantidad de personas que los
otros géneros narrativos.

Aproximadamente un 61.8% de los jóvenes limeños consumían noticieros


en 1999 y 87.% en el año 2001 a nivel nacional (ver cuadro N° 4). Si hablamos de
volumen del consumo, los informativos ocupan el primer lugar en la recepción
televisiva del joven.

Cuadro 4.
¿Ve o no ve noticieros?

19991 20012

Frecuencia Porcentaje Frecuencia Porcentaje

No ve 260 38.2 52 12.9


Sí ve 420 61.8 350 87.1
Total 680 100 402 100

Contrariamente a lo que se puede pensar, los informativos de alguna manera


o de otra mantienen a los jóvenes vinculados a los sucesos nacionales, sea a través
de la espectacularización de la noticia o por la curiosidad que despierta la
narratividad. Pero lo cierto es que aquello que sucede en el país con todos los
defectos que tienen los noticieros es que sus estrategias de apelación al público

1
Realizada en el mes de mayo de 1999 a una muestra de 402 jóvenes, realizada al azar probabilística,
polietápica en 33 distritos de Lima y Callao.
2
Realizada en el mes de febrero del 2001 a una muestra de 680 jóvenes, al azar probabilística, polietápica
en las seis ciudades más importantes en el ámbito nacional.
Agenda pública y vivencias ciudadanas juveniles 103

logran de una forma o de otra que también los jóvenes se muestren interesados o se
vinculen a la vida nacional.

El consumo de periodísticos es significativo sobretodo los fines de semana, en


1999, 76% de los jóvenes limeños veían programas periodísticos y en el 2001, 71% de
los jóvenes a nivel nacional lo hacían. Una vez más nos enfrentamos a una marcada
preferencia por lo que sucede en el ámbito social y en ciertas ocasiones por lo político.
Ciertamente estamos en un momento de cambio y dejando atrás una década sumamen-
te convulsionada donde la información era también una necesidad para la actuación
social, los jóvenes no escapan a ello, a pesar que manifiesten desinterés por la política,
no dejan de sentirse vinculados directa o indirectamente a los sucesos importantes.

Cuadro 5.
¿Ve o no ve programas periodísticos?

1999 2001

Frecuencia Porcentaje Frecuencia Porcentaje

No ve 160 23.5 114 28.4


Sí ve 520 76.5 288 71.6
Total 680 100 402 100

D. Distancia entre consumo y preferencia de informativos


En la investigación prestamos particular atención a las preferencias en el
consumo en la medida que estas son una expresión de las relaciones comunicativas
continuas y sostenidas que los públicos tienen con la oferta masiva, a diferencia del
rating que solo describe conductas generales, las preferencias suponen valoracio-
nes y un involucramiento afectivo y cognoscitivo con los personajes y situaciones
de los programas preferidos.

En la encuesta realizada no se preguntó por los géneros preferidos más bien


por los programas, luego de agrupar las preferencias específicas y las generales
encontramos que las telenovelas, los concursos y las series familiares son las de
mayor preferencias.

Las preferencias a diferencia de las prácticas de consumo se sitúan en el


camino de la valoración y de la acción, pues la preferencia supone una motivación
extra, una relación afectiva o estética o de identificación. Sobre la base de ello se
puede aventurar que el aprendizaje y lectura de estos programas es más fluido.
104 Agenda pública y vivencias ciudadanas juveniles

Por los resultados observados existen algunas diferencias y similitudes en-


tre aquello que consumen y aquello que prefieren los mismos jóvenes. Las
telenovelas, las sitcoms y los concursos son los más consumidos y preferidos, en
cambio hay otros géneros que si bien son recepcionados en un buen número, no
figuran igualmente en las preferencias de los públicos como los informativos (no-
ticieros y los periodísticos). Esto refuerza la idea del contacto diferencial, es decir,
que los públicos establecen diferentes relaciones comunicativas con los géneros
pues el informativo es consumido a veces como un acto ritual (Jansen 1994) y en
familia y en esas ocasiones la recepción es compartida o fragmentada y por lo tanto
no existe una relación comunicativa muy afectiva expresada en las preferencias.

Cuadro 5.
Preferencia y consumo de géneros televisivos
Preferencias Recepción

Menciones Casos % Casos Casos % Casos


Telenovela 189 130 17.6 194 46.9
Concurso/magazine 116 99 13.4 167 40.4
Sitcoms 133 99 13.3 188 45.5
Películas 96 93 12.6 199 48.2
Deportes 73 65 8.8 127 30.8
Informativos 91 79 10.7 278 67.3
Cómicos/humorísticos 45 36 4.9 196 47.5
Dibujos animados 36 34 4.6 149 36.1
Informativos de variedades 30 23 3.1 111 26.9
Musical 23 20 2.7 108 26.2
Infantiles 16 15 2.0 149 36.1
Documentales/culturales 13 12 1.6 12 2.9
Adultos 4 4 0.5 12 2.9
Total 413 100 413 100

A partir de esta comparación podemos afirmar que las relaciones entre el


volumen de horas de oferta y el volumen de horas de recepción y las preferencias
no son directas, más bien en algunos casos encontramos rupturas y en otros casos
continuidades. Esto podría demostrar que las formas de ver televisión son diversas,
la televisión es goce, entrega afectiva y cognoscitiva en algunos casos, en otros es
Agenda pública y vivencias ciudadanas juveniles 105

llenar el tiempo libre, la única fuente de entretenimiento, el telón de fondo de una


noche aburrida o simplemente es un espectáculo distante pero espectáculo al fin.

5.2 La recepción de informativos televisivos y


gramáticas de lectura
Los estudios latinoamericanos en el campo de la recepción, se han venido
incrementando a partir de la década del ochenta. En los primeros trabajos de
Fuenzalida, Mata, Orozco, García Canclini, Charles, Sarlo y Hermosilla se hizo
énfasis en demostrar la actividad de los sujetos y receptores de los medios. Básica-
mente porque el paradigma imperante estaba centrado en los contenidos, en la
univocidad de los mensajes y la suficiencia de los estudios interpretativos.

Estos investigadores jugaron un rol importante en demostrar la comple-


jidad del proceso receptivo más allá de los ratings y las frecuencias. Algunos
postulados como la actividad del sujeto, la multivocidad del significado, el
concepto de proceso en vez de impacto, el rol de los espacios e instituciones
en la recepción y la construcción colectiva del significado (Orozco, 1991),
fueron algunos de los hallazgos empíricos que ayudaron a desmontar el para-
digma anterior.

Sin embargo, surge actualmente una discusión en torno a la necesidad de


que los estudios de recepción den el salto y retomen el problema de los significados
y no solo las prácticas y usos de mediación (Herrán, 1994). Ciertamente las prag-
máticas de la recepción son un aporte invalorable en los estudios de comunicación,
sin embargo, nuestras sociedades necesitan dar cuenta también de lo que sucede en
el ámbito de los significados y sus apropiaciones. El riesgo que conlleva estudios
de este tipo es su dispersión biográfica. De hecho, trabajos recientes abordan histo-
rias personales de consumo con pocas expectativas para su generalización. Nuestra
apuesta consiste en partir de los usos y prácticas mediadoras de las noticias y perio-
dísticos (pragmáticas comunicativas) para acceder a sus “gramáticas de lectura”, es
decir, las reglas de interpretación, apropiación e interpretación de los asuntos pú-
blicos, sin llegar a la heterogeneidad biográfica.

Según las entrevistas realizadas, los noticieros son el principal referente con
el cual los jóvenes construyen su noción de agenda pública. Es a partir de su consu-
mo que tienen noción de la vida pública nacional. Los periodísticos por su parte son
usados complementariamente con el interés de profundizar información y llegar a
la verdad. Según uno de los entrevistados, los periodísticos son de noticias largas
contraponiéndolo a los noticieros que son de noticias cortas.
106 Agenda pública y vivencias ciudadanas juveniles

A. Los noticieros

En general los noticieros son consumidos en espacios familiares, en algu-


nas familias constituyen el punto de encuentro de sus miembros, y por lo mismo, el
momento de intercambio de opiniones y construcción y divergencia de sentidos y
valoraciones.

Ahora bien, los noticieros generalmente no son vistos en su integridad, algu-


nos jóvenes se contentan con escuchar los titulares o los resúmenes para estar el día
«estar informado» que es la forma de mantener unos lazos mínimos con su entorno
público. En función de esos titulares, en ocasiones esperan la ampliación de la
noticia en el cuerpo central del noticiero o buscan profundizarla por otro medio.
Existe en ellos un consumo fragmentado del programa deteniéndose o concentran-
do su atención solo en aquellas noticias (sobre todo las de variedades como el perro
que encesta) que llama su atención.

Una segunda pragmática del consumo de noticieros es la preferencia por


determinada sección o parte del noticiero. En este caso se trata de una segmenta-
ción más que de una fragmentación de la oferta televisiva informativa. Aquellos
jóvenes que prefieren solo la sección de deportes o solo la sección de amenidades
se sitúan en estas modalidades de recepción.

Otros, en cambio, se relacionan al noticiero integralmente. Su interés radica


en el seguimiento de los asuntos públicos, sin embargo, este seguimiento tiene sig-
nificados distintos para distintos jóvenes como veremos en el análisis de sus gramá-
ticas de lectura, por lo mismo, la agenda pública que construyen a partir de una
mirada integral de los noticieros es distinta.

Algunos centran su atención e hilan una agenda (listado de temas importantes)


a partir de la manera como son presentadas las noticias. Como es el caso de la prefe-
rencia por noticias (y su atribución de importancia) espectaculares, efectistas o de
impacto (por ejemplo: accidentes, motines o enfrentamiento). Otros en cambio se inte-
resan por los contenidos que traen los hechos políticos y públicos, o el realismo o la
crudeza (por ejemplo, según el desempeño del reportero o las tomas de cámara) puede
ser elementos por los cuales atribuyen una importancia a una noticia sobre otra.

Otra vertiente del consumo de noticieros es la búsqueda de informalidad y


espontaneidad en la televisión, como parte de esta tendencia juvenil por oponerse a
lo formal y lo rígido, los jóvenes seleccionan noticias y conductores más ágiles y
amenos.
Agenda pública y vivencias ciudadanas juveniles 107

Danitza: «Como que lo noticieros eran un poco estrictos ¿no?, y solamente


por eso, decir la noticia y punto, y eso a la gente como que le ha ido fasti-
diando, aburriendo, lo que ellos buscaban es gente joven, gente fresca gen-
te que haga risas, gente que mezcle un poquito las cosas».

Sin embargo, en el caso de los noticieros, la relación comunicativa más in-


tensa se realiza más con los reporteros que con quien lee las noticias. En ellos se
centran las demandas de credibilidad y veracidad.

A pesar de que en algunos jóvenes su relación con lo informativo perio-


dístico es escasa o casi nula, sin embargo no pueden evitar relacionarse de
alguna manera o de otra con la agenda pública pues en otros espacios como su
mismo trabajo o su círculo de amigos, se discuten o comentan temas que co-
rresponden a la agenda propuesta por los medios esa semana. Es más, parte de
sus opiniones sobre política o sobre el futuro del país tienen como fuentes a
sus espacios sociales significativos y curiosamente están planteadas con rela-
ción a la agenda massmediática.

B. Periodísticos

Antes que nada es necesario contextualizar que de un tiempo a esta parte los
programas periodísticos han variado transformándose en magazines informativos.
Los programas de debate o discusión política al viejo estilo de los años ochentas
han quedado atrás. Esta transformación encuentra eco o sustento en el propio públi-
co y más aún en el joven que manifiesta su oposición a programas de reflexión o
discusión incluso en los bloques de ese tipo que aún quedan en los actuales perio-
dísticos de fin de semana.

Si bien los jóvenes distinguen a los periodísticos de los noticieros por


la forma de tratar los temas (noticias más largas) la relación que establecen
con el lenguaje audiovisual es distinta. Curiosamente encontramos que algu-
nos jóvenes manifiestan que los programas periodísticos son sus preferidos, la
razón principal a este gusto radica en la forma en que narran la noticia, pues la
cuentan de manera clara y comprensible. La mayor característica de un pro-
grama periodístico radica en que es una noticia explicada, en segundo lugar
que profundiza, según los jóvenes llegan a la verdad, al fondo de las cosas,
cuestionando, denunciando o desmintiendo, es decir, que le atribuyen un papel
activo vinculándolo directamente a la acción concreta. A diferencia del noti-
ciero que solo describe o enuncia, el periodístico es valorado en tanto que
busca incidir en la misma realidad.
108 Agenda pública y vivencias ciudadanas juveniles

Otra característica importante de los programas periodísticos reconocidos


por los jóvenes radica en que los encuentran más interesantes debido a que son más
«activos», hay más acción, «enfocan todo lo que pasa las noticias me gusta verlas
no que hablen nomás», las imágenes les gusta.

C. Formatos periodísticos y ciudadanía3

De todos los formatos usados en los programas periodísticos, los jóvenes


destacan tres de ellos: el reportaje, la entrevista y el debate. Cada uno de ellos
representa una manera distinta de vincularse con lo público y con lo político, y por
lo mismo, de situarse como ciudadanos.

El reportaje, credibilidad a través de la imagen

Es el más valorado de todos los formatos, en tanto que se basa en imágenes,


y usa recursos camarográficos que se acercan al cine y a la ficción en general. Los
jóvenes opinaron que las imágenes aportan credibilidad y los vuelve entretenidos y
ágiles al igual que cualquier película.

Dante: «... si lo hubiera dicho hablado, o entrevistando a alguien que le


hayan robado, no hubiera sido tan impactante como la imagen te pasaban
en el reportaje que estaban asaltando, el apreciar por ti mismo, las cosas
entran por los ojos, como dicen, y la gente se cansó de que estén hable que
te hable».

Edwin: «uno siente por el mismo hecho de que está en el mismo sitio donde
está la noticia, las cámaras nos hacen ver lo real que es ese momento».

Lourdes: «... van al lugar de los hechos ellos mismos lo dicen, luego lo
impactante de los descubrimientos que hacen ellos mismos en el lugar de
los hechos. Desde allí están informando, no es una noticia que dan detrás
del escritorio sino en el mismo lugar de los hechos».

Los jóvenes destacan la presentación de pruebas y hechos como fuentes de


su alta credibilidad así como la presencialidad del medio en el mismo lugar de los
hechos, estos elementos destacan por la comunicabilidad de los acontecimientos,
para ellos la cámara y las pruebas hacen inteligible y aprensible los hechos, en la

3
En el Anexo III puede apreciarse un cuadro que resume las principales características de los formatos periodísticos
enunciados por los jóvenes.
Agenda pública y vivencias ciudadanas juveniles 109

medida que eliminan la mediación del periodista crecen en credibilidad. De cierta


manera estos elementos hacen pedagógicos, pues según ellos ven con sus propios
ojos y no se lo cuenta el periodista, además, dan cuenta a través de las imágenes de
la realidad compleja.

Marcelino: «Porque si el periodista o conductor te lo dice, cuando el repor-


tero le ha traído una serie de noticias y le dice di estas cosas han pasado, di
estas cosas, casi no tiene mucha credibilidad pero en cambio con las imá-
genes tu lo ves como ha sucedido y encima te va diciendo los detalle, te lo
demuestra».

Por lo mismo el reportero es valorado en la medida que hurga, se intro-


duce y relata desde el mismo lugar de los hechos, incluso cuando hacen de encu-
biertos y descubren o destapan hechos de corrupción.

Marcelino: «La noticia depende de los reporteros, si no hay reporteros no


hay noticia, los reporteros son lo que van dando la noticia. Porque meterse
así en una noticia donde las papas queman, hay que ser valiente para me-
terse en un reportaje donde está ahí el fuego, ellos están metiéndose; ¿se-
ñor qué está pasando? me gusta eso que sean bien metidos a la noticia, que
estén sacando todo del lugar de los hechos».

La veracidad se basa, a diferencia de otros formatos, en los niveles de pro-


fundidad a los cuales llega, la investigación periodística es un elemento que da
credibilidad pues se basa en pruebas y hechos (o puesta en escena de las pruebas),
que según ellos trasciende el nivel de las denuncias y les lleva a comprobar a un
nivel fáctico.

Felícita: «el reportero le dice al padre que si ese le pertenece, el padre se


negaba que no soy, que no he participado, pero sin embargo, el reportero
tiene papeles, firmas, eso es lo que me gusta que ellos hacen ver lo que han
hecho las demás personas aunque se lo nieguen».

Cucha: «Sabía usted que tal persona, y mire por aquí, como el político dice
una cosa, pero le sacan imágenes donde el se contradice, todo lo que ha
dicho se contradice».

Ciertamente la principal utilidad detectada es que a través de la narrativa de


denuncia, destape o descubrimiento el reportaje logra influir en la realidad, perci-
ben que muchas veces las autoridades «toman cartas en el asunto» recién cuando
110 Agenda pública y vivencias ciudadanas juveniles

los medios abordan los problemas, en cambio cuando una persona individual de-
nuncia no les presta atención.

Lourdes: «...van, denuncian y a veces no es efectiva su denuncia, no en-


cuentran una ayuda, o sea esa gente humilde... en cambio cuando los me-
dios de comunicación, son para eso, sirven de mucha ayuda en la sociedad
en que estás».

Otro de los aspectos destacados por los jóvenes respecto al formato de re-
portaje es que puede recoger los puntos de vista de los distintos protagonistas de la
información.

La entrevista: desconfianza de las palabras y parcialidad del periodista

De los tres formatos, la entrevista es la que menos credibilidad tiene en los


jóvenes. La entrevista, es percibida con desconfianza, pues entre otros argumentos
ella se basa en el uso de palabras en lugar de imágenes, y por lo mismo sitúa a la
entrevista en el terreno de la desconfianza. En la medida que la entrevista produce
discusiones y ellas no aportan pruebas o documentos, les resulta difícil concluir
algo respecto a lo conversado y discutido. Además, abona en su contra que para los
jóvenes las palabras de los políticos y hombres públicos son de por sí desconfiables,
pues toda la década pasada se asoció palabra a engaño, contraponiéndola a los
hechos.

Dante: «... hay periodistas que invitan a alguien y empiezan a agredir,


eso no me gusta, lo agreden con los gestos, el periodista que tenga su
opinión, que es respetable, lo que él tiene que hacer es que el público
forme su opinión, no hacer y ejercer la opinión de él, que tiene todo el
derecho a tenerla, por más mala opinión que el periodista tenga de ese
invitado, tiene que respetar, ahí viene el enfrentamiento, hay parciali-
dad del periodista».

Rocío: «A mí no me gusta que está entrevistando y le cortan, ósea quiere


hablar más el periodista que la persona que está entrevistando, eso es lo
que a mí no me gusta porque no lo deja terminar lo que está hablando y él
corta».

Por otro lado, perciben que las entrevistas suelen ser imparciales, sea por-
que en ocasiones son muy condescendientes o porque sin razón alguna son excesi-
vamente inquisidoras, por lo mismo, atribuyen a los periodistas preferencias y anti-
Agenda pública y vivencias ciudadanas juveniles 111

patías que distorsionan la veracidad de la discusión. Y de parte de los políticos que


participan, es evidente que muchos asumen que de por sí mienten en las entrevistas,
no se muestran auténticos. La única utilidad que perciben de las entrevistas es la
posibilidad de que sirva para desenmascarar a los políticos, evidenciar sus contra-
dicciones. De cierta manera percibimos que los jóvenes tienen una profunda actitud
de desconfianza hacia los políticos que todo el tiempo están esperando que mientan
o que cometan errores para condenarlos.

Raúl: «No me gusta mucho porque habla mucho de política, y política es un


punto que no tiene fin, porque es como la religión siempre vamos a estar
dando vueltas y vueltas. Cuando hacen entrevistas a los políticos les hacen
preguntas difíciles y a otros no, no me gustan los políticos, es un dolor de
cabeza y nunca van a decir la verdad, nos pintan flores pero después nos
tiran palo».

Existe un elemento adicional que distancia a los jóvenes de las entrevistas y


es el escaso dinamismo de ellas, así como el uso de palabras difíciles entre el polí-
tico y el periodista que lo sitúa muchas veces al margen de la conversación, como
invitados de piedra pues perciben que el rol del periodista debiera hacer más com-
prensible la discusión. Lo cierto es que generalmente las entrevistas sitúan al espec-
tador por fuera de la situación comunicativa, excluyéndolo del diálogo y sin facili-
tar su comprensión.

Edwin: «... no explican a la gente sobre por decirle vamos a hablar de la


bolsa de valores, algunos podemos entenderlo esto pero muchos no sabe-
mos, debería haber un previo, no sé, decir algo obre la bolsa de valores,
qué es, cómo funciona».

Los jóvenes señalan, además, que evidencian una escasa preparación de


los temas por parte de los periodistas, que en muchas entrevistas realizadas no
se interpela adecuadamente porque los periodistas no conocen cabalmente los
temas. Piensan que la mejor manera de dinamizar las entrevistas es facilitando
las preguntas del televidente, de allí su preferencia por la presencia de público
en el set.

Víctor: «Yo creo que para que la entrevista sea imparcial hay que invitar a
diferentes instituciones, para que todos den su opinión y todos le hagan la
pregunta y no simplemente el reportero que está entrevistando, sino que la
persona común y corriente, diga alguna cosa que no interesa saber, que
queremos preguntarle».
112 Agenda pública y vivencias ciudadanas juveniles

El debate: la discusión como espectáculo

La posición de los jóvenes respecto al debate es ambigüa, de un lado valo-


ran que existan varias posturas y que éstas expresen puntos de vista distintos, pero
al mismo tiempo desconfían del rol de los periodistas en la conducción del mismo.

Dante: «Cuando invitan a dos partes uno puede sacar su opinión, siempre y
cuando el moderador sea moderador y no se sienta parte involucrada, por-
que a veces el moderador habla a favor de la otra que ha sido invitada, está
parcializado con alguien».

Lo que desagrada de los debates es que, según ellos, muchas veces no se


llega a nada, a ninguna conclusión, ni a acuerdos. Desde su punto de vista el debate
complejiza y oscurece la discusión sobre algunos temas, y la sensación que les
queda al final del debate es una mayor confusión, pues no se deslinda quién tiene la
razón y quién no y esa ambigüedad les parece estéril.

Cucha: «La finalidad de ellos es hacer pelear a los entrevistados, esa es su


única finalidad, yo lo percibo así porque no llegan al asunto».

Danitza: «A veces cuando discuten, no sé, es aburrido, para mi es aburrido,


uno defiende su posición, el otro defiende la suya, y no buscan consenso».

Desde su punto de vista, los debates se quedan a medias, no profundizan en


la verdad de los temas y por momentos los periodistas están más preocupados por
el espectáculo que genera el enfrentamiento y pugna de los participantes del debate
que por el tema mismo que se está discutiendo.

Jhony: «... no me gustan porque hay muchas personas que no entienden, los
debaten pero dicen unas palabras que no se entiende, lamentablemente en
el Perú hay muchas personas que no entienden esas discusiones».

5.3 Dilemas y tensiones ciudadanas desde la recepción


de informativos
En las entrevistas y grupos de debate realizados encontramos frecuentemen-
te posiciones encontradas respecto a las características de lo informativo. Estas
diferencias se producían entre los estilos de ver (gramáticas de lectura) informati-
vos pero en cada estilo encontramos matices y diferencias significativas. Por ello
agrupamos las principales gramáticas de lectura en seis categorías. Cada categoría
Agenda pública y vivencias ciudadanas juveniles 113

esta planteada como un continuo entre dos extremos, de manera que el joven puede
ubicarse sea en alguno de sus extremos o en algún punto intermedio.

A. Información para el conocimiento o para el entretenimiento.

Algunos jóvenes buscan en la televisión que los informativos les presenten


historias o secuencias. La atención se centra en la sucesión de acontecimientos, en
la narratividad del discurso informativo. Demandan, por lo mismo, que la informa-
ción se presente secuencialmente, con un inicio basado en un hecho o aconteci-
miento desencadenante como un testimonio o un destape. Un segundo momento
que consiste en su desarrollo, basado sobretodo en las experiencias personales o
puntos de vista de los involucrados en la información, y por último un final que
suele aterrizar en propuestas o soluciones.

Roberto: «Si al comenzar por la manera de dar un argumento de lo que va


a venir, denunciando a una persona y más que todo denunciando a esa
señora con el problema que tiene sobre el poder judicial, (...) De lo que ha
comenzado como presentación del audiovisual y como término también,
porque comienzan como una denuncia y terminan no dando en sí una res-
puesta clara. Comienzan con una duda y terminan diciendo que va a haber
una reforma, pero nada más».

En la línea de la reflexión anterior, los televidentes demandan que los infor-


mativos deben abordar los aspectos subjetivos de los involucrados en la informa-
ción: lo que sienten, piensas y viven. Por ello piden la participación vía entrevistas
o actuación de quienes tienen relación directa o circunstancial con los hechos pre-
sentados.

En resumen, las demandas de estos consumidores apuntan a «aligerar» la


forma de brindar la información, haciéndola más comprensible, clara y entretenida.
Nótese que tienen muchos de los elementos usados en la ficción y el drama, donde
el espectador se involucra con la narración sin plantear la distancia «objetiva» que
supone los informativos.

Marcelino: «... si sueltan una sonrisa o están entre ellos una broma y a
veces el televidente sonríe con esa broma, entonces ya no todo es seriedad,
porque a veces que uno que vive la noticia, vive tanto que un momento de
sonrisa es como despejar un poco esa seriedad, esa presión que tiene la
noticia a la hora de vivirla y una broma, una sonrisa es una parte que nos
hace olvidarnos un poco de la realidad».
114 Agenda pública y vivencias ciudadanas juveniles

Dante: «...es entretenido, porque es a gusto lo picante, lo arriesgado que


salgan persiguiendo a delincuentes, prostitutas es algo distinto».

Víctor: «Yo he visto programas que meten lo cómico, por curiosidad tam-
bién van aprendiendo mezclar lo cómico es algo que a los jóvenes también
les atrae».

Otros televidentes demandan que los informativos brinden elementos para


la reflexión sobre determinados aspectos de la realidad. Buscan en este discurso
establecer una relación de objetividad y racionalidad con los hechos y datos, en el
cual los testimonios y casos son ejemplos para reafirmar el tratamiento desde una
perspectiva más temática, siendo el diagnóstico y el conocimiento uno de los prin-
cipales objetivos de la información.

La intención es tener visiones generales, panorámicas, que mire por encima


de los dramas de las personas y que relacione los problemas con el análisis. En ellos
prima una forma de acercarse al hecho noticioso más inductivo para llegar a obte-
ner un conocimiento complejo, que plantee todas las aristas que tiene un problema
haciendo un diagnóstico lo más cercano posible a la realidad. Para ellos informarse
constituye un ejercicio de relación con los asuntos públicos, donde, el obtener co-
nocimiento prima sobre el entretenimiento.

B. Pragmatismo versus reflexión

Existe una fuerte demanda de los jóvenes por las soluciones y alternativas a los
problemas, en tal sentido quieren que la televisión no se limite al rol de presentador de
informaciones sino que quieren que ella asuma un papel activo, ya sea interpelando a
los actores para plantear soluciones o ella misma asuma un papel fiscalizador o
propositivo. En cierta medida, para algunos la discusión y diagnóstico no son valiosos
en tanto no se lleguen a conclusiones o recomendaciones sobre lo que se debe hacer.

Joven: «Pero por ejemplo, muchas veces en determinados noticieros, pro-


gramas políticos, que sé yo, que únicamente describen una situación mas
no analizan, pienso. Yo no soy periodista, pero es detallar, diagnosticar
pero no hay solución, me parece hacer un análisis más profundo y decir
bueno ¿qué se puede hacer?, siempre es lo mismo».

Pepe: «Si, cuando hablaron esos dos señores y las soluciones que ponían y
l a forma, se les veía con autoridad y con conocimiento de lo que estaba
pasando. Eso es lo que me ha gustado».
Agenda pública y vivencias ciudadanas juveniles 115

Joven Mujer: «Porque me parece que globaliza más, todo lo que sucede, no
se centra en el hecho militar, de combatirlos, sino encontrar otras solucio-
nes».

Lourdes: «A veces nosotros escuchamos la noticia y nos quedamos con esa


noticia porque nos impacta, eso a mí me gusta que impacta pero yo analizo,
pienso, critico, yo no me quedo con la noticia que me dan».

Otro aspecto clave del pragmatismo en el consumo es la tendencia a de-


mandar ejemplos o hechos que les permita pensar en la situación, como por ejem-
plo: los gastos en un caso de justicia, el tiempo de demora de un juicio, la posibili-
dad de acceso, etc., es decir, buscan aprendizajes concretos que les puedan servir
en caso que ellos se vean involucrados.

Joven: «Yo creo que le falta seguir un caso de coima, de principio a fin,
seguir, ver una persona, qué tiempo necesita para ser atendido, y todo eso.
O ver el papeleo... lo que le falta también».

Para ellos la reflexión en torno a las causas e intenciones de los actores


políticos o no son resaltadas o son calificados de inútiles pues no proponen solucio-
nes. La reflexión de los especialistas son bien acogidas en tanto que acompañan
imágenes.

La tendencia opuesta, valora más la denuncia o el develamiento de los pro-


blemas que comúnmente se llama destapes o escándalos, entrando más al lado es-
pectacular de la noticia o la incidencia en la opinión pública y en la toma de deci-
siones

Joven: «El querer añadir en todos esos minutos un contenido básico de lo


que está sucediendo. Ha planteado algo mediante cortos, han querido diri-
girse a algo que verdaderamente muchos ven, pero que hasta ahora no
conocen cómo está pasando, entonces, yo me he fijado más por eso».

Joven: «Muchas veces uno escucha: está mal, está mal, está mal, pero ver-
daderamente, por qué, eso no saben, es un poquito lo que nos muestra».

C. Información desde la argumentación o desde la acción.

La acción es una de las demandas centrales de los jóvenes respecto a los


informativos, piden que sean más ágiles o que tengan algún componente de la ac-
116 Agenda pública y vivencias ciudadanas juveniles

ción dramática, es decir: casos, ejes dramáticos, personajes, ilaciones, y argumen-


tación en el tiempo; y no un collage de subtemas.

Jorge: «Nosotros también estamos acostumbrados cómo la noticia pasa y


no la tomamos importancia, porque no la vemos, y cuando vemos, cuando
lo pasan es como si fuera una película, como si tú estuvieras allí, en ese
instante que pasa».

Joven: «Claro, falta acción, es lo que yo decía es un diagnóstico excelente.


Así como en sector Justicia en todos los sectores se habla que falta, falta,
falta, pero nunca se hace nada».

Joven: «Yo creo que si, como dicen, un poco ver algunos casos como por
ejemplo han puesto a una señora que está reclamando y obviamente, yo
creo que en ese sentido la han puesto como un minicaso, pero yo creo que
debían haber puesto un caso que haya conmocionado más o menos, que
haya impactado a las personas, que haya más o menos hecho ver que mu-
chas personas están atentas a ese caso. Yo creo que ahí en esa entrevista ha
faltado algo que muchas personas hayan estado en esa expectativa de que-
rer saber cómo ha ido avanzando este caso, el avance que ha tenido».

Ciertamente esta visión se apoya en la cultura política actual que da priori-


dad a los resultados y las soluciones, según la cual la preferencia por la acción y el
espectáculo viene asociada a un desprestigio de la opinión y la argumentación. A
ellos les aburre de sobremanera cuando los presentadores de las revistas informati-
vas hablan o entrevistan sin pasar imágenes, o cuando los locutores solo leen las
noticias. Por lo general no terminan de ver un noticiero completo o simplemente se
guían de los titulares para escoger aquello que les atrae y concentra su interés que
en estos casos suelen ser los accidentes, los deportes, los escándalos o alguna noti-
cia pintoresca.

En el otro extremo encontramos las posiciones de los que esperan que la infor-
mación les brinden argumentaciones, sobre qué está pasando con esos hechos para
ellos no basta su presentación efectista, sino que demandan un mínimo de análisis.

Felicita: «... si estamos viendo a la persona que nos está leyendo la noticia,
da las noticias impactantes y nosotros nos sentimos tensos, me gustaría que
opine sobre el tema y luego pase al reportero para que siga la noticia o sino
depuse del reportaje pasó esto o no sé, algún comentario, me gustaría que
haya comentarios».
Agenda pública y vivencias ciudadanas juveniles 117

D. Credibilidad desde la versión omnisciente o desde la pluralidad de los


involucrados

También existe una valoración positiva de la opinión de los involucrados, a


mayor cantidad de entrevistados mejor pues existen puntos de vista diversos. Los
jóvenes se fijan en aquellos que usualmente aparecen en los reportajes como “de-
corados” o pintados en la pared por los paneos de las cámaras, es decir, los perso-
najes secundarios a los cuales no se les presta atención pero son actores de los
hechos públicos. Todos ellos son vistos como posibles entrevistados que pueden
dar su punto de vista sobre los hechos reportados. La veracidad sería el resultado de
la suma de los puntos de vista de todos los testimonios y no una percepción a priori
construida a partir de la confianza en el conductor del programa.

Joven: «Yo también creo que se debió hacer una entrevista a una persona
relacionada con esto o con las demás personas que están esto de salud. Ese
es uno de los puntos que hubiera tomado en cuenta, la entrevista».

Además del elemento de veracidad en los testimonios, hay una deman-


da de representatividad, es decir, los televidentes buscan que no solo se recoja
el testimonio desde un punto de vista sino que exista una pluralidad y hetero-
geneidad en la participación de la gente. Quieren que esté presente tanto la
clase media como la clase baja, que se entrevisten casos de otras regiones; en
otras palabras demandan diferentes puntos de vista para formar su opinión y
fundamentar su credibilidad.

Pepe: «Tendría que estar todo y es más, aumentar algo, como que el video
enfoca que la injusticia es solo para la mas clase baja porque sale la seño-
ra. Pero también debe salir una persona de clase media y a veces también
choca un poco con la gente de clase alta sino tiene una persona que conoz-
co de la justicia o sea parece que está enfocado para gente de clase baja y
debería estar enfocado un poquito a la clase media».

Angélica: «Ahí si se muestran dos o tres casos de la Costa y en vez de dos


de la Costa debe ser uno de la Sierra o tal vez de la Selva para saber qué
cosas pasan ahí».

Existe una tendencia por valorar más las opiniones que se sustenten en vi-
vencias y sentimientos y al momento de expresarlas evidencien su autenticidad, por
esa razón la recurrencia del llanto es tan frecuente como muestra de verdad de las
palabras. Por otro lado, las opiniones especializadas, (comúnmente dadas por los
118 Agenda pública y vivencias ciudadanas juveniles

expertos) o excesivamente racionalizadas por el mismo hecho de ser distantes «frías»,


e involucrar lo menos posible los afectos, no tienen una aceptación en la mayoría de
los jóvenes, salvo unos pocos que esperan de ellas visiones panorámicas o análisis
develadores.

En el extremo opuesto encontramos quienes demandan visiones más


globalizantes de los hechos, no el caso microsocial o biográfico sino que esperan
un tratamiento que enlace los hechos y los analice y pueda hacer diagnósticos gene-
rales incluso sectoriales, tanto a partir de hechos particulares como de análisis de
expertos. En otras palabras, demandan un tratamiento omnisciente sobre la particu-
laridad que afirme cosas que puedan tener una dimensión política, en tanto que una
afirmación respecto a un sector es una demanda de acción o responsabilidad de
determinada autoridad.

E. Veracidad de las cámaras versus opinión del especialista

En general la intervención de los especialistas tiene poca ascendencia en


los jóvenes, hay un marcado desprestigio de la opinión y el análisis que lo tilda de
infructuoso sino se acompaña de soluciones. Por lo tanto, oponen la opinión de
especialistas a la argumentación propia de la imagen buscando que a través de ella
no sean «engañados», puedan comprender con claridad los problemas y acercarse
mejor a la forma de ver la realidad que tienen los jóvenes.

Joven: «Yo creo que siempre hablan cosas que ya están dichas y nunca
expresan cosas que muchos quieren saber».

Arturo: «No, no es que me han gustado, sino que hablan no mas y ahí
quedan. De qué sirve que hablen que está mejorando si no se hace algo, es
flor de un día y sigue lo mismo».

En oposición a la aparición de especialistas se sugirió más bien que aparez-


can personas, casos, que la cámara muestre, se meta a los lugares de los hechos, que
se entreviste, que se haga seguimiento, que haya temporalidad, cómo se originó y
qué paso en adelante. Hubo énfasis en exigir pruebas, documentos, testimonios y
no tanto palabras de expertos sino la opinión anónima de personas comunes y co-
rrientes, como ellos.

Joven : «A mí me parece que ha faltado la opinión de los que están allí,


¿Qué opinan de su trabajo, de la corrupción, y por qué creen que se está
dando eso...»
Agenda pública y vivencias ciudadanas juveniles 119

En las pocas ocasiones en que las opiniones de los especialistas fueron valo-
radas, se debieron a la autoridad demostrada en sus intervenciones tanto en la for-
ma de hablar como en su manejo del tema, sin embargo también contribuyó que
algunos especialistas fueron reconocidos como personalidades públicas, con tra-
yectoria en esos asuntos.

Joven: «Bueno, quizás no presté tanta atención a la opinión de los otros


porque más pienso en las imágenes, pero en este caso yo respeto mucho a
Tapia, digamos que es una persona bastante coherente en sus opiniones
que más o menos siempre ha ido delineando lo que va a pasar, entonces
tengo bastante credibilidad en él en este caso».

En cambio, cuando las noticias o los reportajes son solo verbalizados, sin el
respaldo de las imágenes, entonces pierden credibilidad. Estos datos refuerzan la
idea del predominio de la imagen como enunciadora de realidad sobre la palabra y
la argumentación, estos resultados refuerzan la idea de una menor credibilidad en la
radio respecto a la televisión.

F. Inocuidad versus incidencia en la toma de decisiones

Hay posturas diferentes respecto a lo que sería el papel de los informativos.


De un lado unos plantean que la televisión es solo un espectáculo y cumple solo una
función de transmisión de «actualidad». En tal sentido, su incidencia se limita a la
relación con sus públicos, para ellos no existe la noción de opinión publica como
fuerza y se desvalora el rol público de los medios en tanto que hacen visible proble-
mas e interpelan a las autoridades. Según esta forma de ver la incidencia informati-
va, la televisión tiene poca influencia directa o a través de la presión de los públicos
(indirecta) en la toma de decisiones.

Hombre: «No, simplemente que lo que pase por televisión no es para que
nadie reflexione, nadie lo toma así, o las entidades o las personas encarga-
das, no toman de todo lo que dice la televisión, sino de lo que ellos mismos
tienen en papel, eso es para el público».

Otra postura opuesta a la anterior enfatiza el «poder» de los medios respecto


a las decisiones de las autoridades. Tanto de manera directa buscando que las auto-
ridades «tomen cartas en el asunto» como por medio de las corrientes de opinión.
Sin embargo, también remarcan que esa capacidad o posibilidad de acceso a los
medios no es igual para todos, y no solo eso, sino que los asuntos o casos tienen que
ser especiales para que tengan ascendencia en las autoridades.
120 Agenda pública y vivencias ciudadanas juveniles

Joven Mujer: «O sea, cuando tú haces o provocas una reacción en el espec-


tador generas polémicas entre la gente, entre todos nosotros. Eso llega de
alguna forma a movernos, llega de alguna forma a las autoridades».

Joven: «Yo creo que con esto que se ha visto, me doy cuenta que tiene bas-
tante influencia lo que es medios de comunicación. Por ejemplo, una seño-
ra daba a luz una trilliza y puede ayudar al Presidente de la República, y el
Presidente de la República le manda ayuda. Esa gente de repente no tiene
acceso a los medios de Comunicación, o no hay medios donde puedan ver-
se sus problemas de su comunidad, entonces creo que son los que más pa-
decen...».

La incidencia de los medios se encuentra relacionada -precisamente- a


la dimensión pragmática de la acción política, a la solución de problemas, a
las alternativas que las autoridades puedan dar a los casos, y situaciones socia-
les que van desde conseguir medicinas para un enfermo hasta la electrificación
de un barrio.

Sin embargo, existen otras dimensiones del ejercicio del poder que no dis-
curren por la recepción como es la fiscalización, en la medida que fiscalizar en
nuestra cultura política actual se ha constituido en un sinónimo de obstrucción y
maniobra política, y la lucha contra la corrupción no es prioritaria al momento de
demandar soluciones y obras, incluso a pesar que en el camino existan irregularida-
des éticas.

Otro de los aspectos de la incidencia política que no discurre por la recep-


ción, consiste en la posibilidad de cambiar las decisiones o reorientar el curso de
acción de la decisión política gubernamental (como la privatización, el indulto en
el caso de la Cantuta, la destitución de los miembros del tribunal constitucional,
entre otras, contaron con corrientes de opinión contrarias pero que no cambiaron
las opciones tomadas).

G. Perfiles de lectura

Si fuera necesario señalar cuál es el peso principal de estas gramáticas


de interpretación, éste se inclina a una manera de relacionarse con el informa-
tivo menos racionalizado y más epidérmico. Si ponemos en dos columnas las
categorías empleadas en este análisis y las agrupamos en función de lo que
clásicamente entendemos como objetividad y ejercicio ciudadano tendríamos
el siguiente perfil:
Agenda pública y vivencias ciudadanas juveniles 121

Perfil subjetivo Perfil objetivo

Entretenimiento Conocimiento
Pragmatismo Reflexión
Acción Argumentación
Visión desde las partes Visión Omnisciente
Veracidad de las cámaras Veracidad del analista
Inocuidad Incidencia en la decisiones

Las mayores referencias están del lado subjetivo, es decir de una visión
desde la experiencia, la interacción directa con los hechos al mismo tiempo que la
plasticidad de la imagen, el placer, la distracción y la fugacidad del hecho noticio-
so: su inocuidad.

Del otro lado, tenemos un acercamiento más objetivista, centrado en la com-


prensión argumentativa de los sucesos, su contextualización, su análisis, su des-
composición y en cierta medida su formalización a través de la participación de
analistas y miradas panorámica de los sucesos.

Podríamos afirmar que la tendencia central apunta a una lectura más plástica de
lo noticioso, pero a la vez desconfiada y cínica. Sin embargo, los perfiles no expresan
la complejidad de lecturas de los jóvenes, de hecho algunos de ellos se encuentran en
puntos intermedios, demandan lecturas panorámicas pero al mismo tiempo esperan
utilidades muy concretas y pragmáticas. O sino demandas por acción y espectaculari-
dad pero que están matizados por una búsqueda reflexiva más amplia.

Los acercamientos clásicos al estudio de las culturas políticas partieron del


modelo objetivista como paradigma de análisis calificando el perfil subjetivo como
tradicional, pre-moderno e incluso folklórico y no dieron cuenta de la complejidad
que supone el proceso de recepción actual donde conviven gramáticas de lectura de
ambos y de otros perfiles en un mismo repertorio.

5.4 Estereotipos de consumo ciudadano


En este punto trataremos de reconstruir estereotipos predominantes, consi-
derando que los jóvenes tienen en su repertorio de lectura gramáticas de diferentes
órdenes, sin embargo la insistencia en estos estereotipos consiste en poder visualizar
las distintas maneras como los jóvenes se relacionan con la agenda pública y por lo
mismo establecen cotidianamente sus relaciones ciudadanas con el acontecer de la
vida pública nacional.
122 Agenda pública y vivencias ciudadanas juveniles

A. El joven unplugged: el vínculo ciudadano negado o esporádico

Son jóvenes que no se vinculan a la vida nacional que pasa por los medios,
por distintas razones. Unos que no encuentran en los informativos una motivación
para relacionarse e interesarse por lo que sucede, en otras palabras, prescinden del
vínculo con el acontecer. Para ellos, el modo de informarse sobre los aconteceres
públicos no pasa por su consumo mediático. Estamos hablando de un joven que se
«vincula» esporádicamente a los asuntos públicos pero que en líneas generales re-
niega y denosta de los temas políticos o sociales. El perfil de este consumidor se
acerca a un ciudadano apático, desmotivado, circunscrito a sus asuntos personales,
sin interesarle lo que ocurre a su alrededor, alejado de la participación y de la toma
de decisiones.

Las respuestas sobre las razones que tienen para no preferir informativos
apunta a varios sentidos. El primero se refiere a que los aburren, no entienden las
discusiones, o que no los relajan y no pueden entretenerse viendo hechos de violen-
cia, discusiones, pues prefieren otros programas más simples, de entretenimiento y
espectáculo puro. Por otro lado, algunos de ellos rechazan los informativos por la
poca credibilidad que los asuntos públicos les produce, el desprestigio de la pala-
bra política (como argumentación) pues la crisis de representación y la debacle de
las instituciones marcan el contexto de este tipo de recepción.

Por su parte, las ofertas actuales de informativos han limado los rollos y
debates y han hecho todo lo posible por mostrarse atractivas, entretenidas y sim-
ples, buscando escapar del contexto inhóspito de la política; pero aún así, no han
podido involucrar a este tipo de joven.

B. El joven outsider: El vínculo ciudadano desde lo lúdico

Al mismo tiempo, están los jóvenes cuya relación con los informativos es
más bien lúdica, interesándose más por ciertas noticias de carácter espectacular.

Ambos prefieren la acción y narración de los hechos como una forma de


veracidad y objetividad de las mismas. Por lo mismo, los informativos son vistos
como espectáculos, como puestas en escena sobre hechos y personajes a partir de
los cuales se involucran en los asuntos del interés público.

Los temas de su interés se sitúan precisamente en la frontera, cada vez más


amplia, entre lo público y lo privado. Estos asuntos que presentan los hechos públi-
cos despojados de cualquier discusión y argumentación se convierten en anécdotas,
Agenda pública y vivencias ciudadanas juveniles 123

miscelánea, notas pintorescas, a pesar que en ellos estén presentes personalidades y


autoridades.

La noción de espectáculo es la que mejor explica lo que estos jóvenes


buscan en los medios. Su consumo se encuentra marcado por la curiosidad y el
entretenimiento, y por lo tanto, la función pública que le atribuye a la radio, prensa
y televisión tal y como actualmente trata la información es la inocuidad. Según
ellos, lo que pasa por los medios al ser espectáculo solo sirve para el entretenimien-
to, por lo mismo, no influye en la conducción de los asuntos sociales y del Estado.

C. El vínculo ciudadano desde lo ligero o blando

Estos jóvenes se relacionan con los informativos prioritariamente con las


noticias y reportajes que enfocan aspectos más blandos o ligeros. En tal sentido
existe una redefinición de la objetividad y la verdad, estas residen en los aspectos
subjetivos como el carácter, o la expresión de sentimientos de los actores de la
noticia que dan los criterios de veracidad y credibilidad.

Estos jóvenes prefieren las anécdotas, la vida privada y los dramas sociales
que las discusiones, interpretaciones y análisis de la noticia. Precisamente en sus
gramáticas de lectura de la agenda pública incorporan las categorías que se usan en
las relaciones interpersonales y privadas. Su atención se concentra en las notas
biográficas, en el drama, en la vida íntima de los involucrados. Los casos y escán-
dalos que discurren en noticieros y revistas son su principal interés, en tanto que al
ser expresados como sentimientos intensos adquieren un sentido de veracidad que
no tiene la opinión del analista.

Este tipo de joven espera que los informativos le sitúen como hipotéticos
protagonistas de los hechos, los involucren. Los asuntos o temas que sí los engan-
cha suelen ser: los accidentes o eventos espectaculares y también las notas de varie-
dades o curiosidades. Por ello, los temas políticos y las discusiones en torno a la
legalidad de algunas acciones no acaparen su atención pues no los enganchan o en
todo caso los informativos no los hacen atractivos y tratan de suprimirlos de su
programación creando un sesgo importante en la agenda.

Si bien es un consumidor que está al tanto de los sucesos, que sigue la agen-
da informativa, el lado que más le atrae de la vida nacional es la narración o la
ficción de la noticia. La forma de presentar las agendas públicas no despierta en
ellos debates y argumentaciones para la toma de posiciones, pero sí influye en la
toma de posturas, por cierto circunstanciales y volubles.
124 Agenda pública y vivencias ciudadanas juveniles

A la fragmentación que la oferta comunicativa hace de la vida pública (sin-


crónica y sin conexión entre actores) se suma este consumo anecdótico y desagregado
que no alcanza a tener visiones generales respecto a las causas y consecuencias de
los aconteceres públicos.

No en vano la cultura política actual ha puesto énfasis en denostar la pala-


bra y la oratoria tradicional, estos consumidores en la misma línea asocian su credi-
bilidad a la imagen, y rechazan por lo mismo la actual forma en que especialistas,
actores políticos, líderes de opinión o personalidades argumentan y «generan» los
debates públicos.

D. El ciudadano interesado

Sin bien los jóvenes que se muestran interesados en la vida pública nacional
son muy pocos, los medios son claves para comprender la relación que mantienen
con la política. Para ellos, su consumo está dirigido a conocer la verdad de los
hechos, llegar a profundizar en el origen o las causas, buscando trascender la opa-
cidad que cubre a los asuntos públicos.

La verdad no se limita a un acercamiento parcial basado en una acumula-


ción de las pequeñas certezas sino que se dirige a clarificarse y entender los hechos
públicos. La relación que establece con los hechos está inclinada hacia un compro-
miso y vinculación con lo que en el país sucede.

El país que prefieren ver en los informativos está centrado en los problemas
y vicisitudes que se arrastran del pasado, sin embargo detrás de esta forma de con-
sumir se puede entrever una demanda por la solución de los problemas del país, un
interés por lograr cambios reales donde los medios tienen un papel central.

Aún en este tipo son pocos las y los jóvenes que se centran en la reflexión, y
análisis de los asuntos públicos. La relación que establecen estos públicos con los
informativos incorpora lo racional a este acercamiento afectivo, las opiniones y
argumentaciones sobre el «lado humano» de las noticias, donde el especialista y
los actores públicos tienen un rol más central en la interpretación y esclarecimiento
de la noticia que los anteriores tipos de consumo.

El papel asignado a los medios es de mediación explícita frente a las autori-


dades. Hay una gran confianza en su incidencia en las esferas donde se toman deci-
siones. Según ellos, los medios, al destapar o esclarecer algún problema público,
generan presiones que obligan a actuar a los políticos y autoridades. De allí que
Agenda pública y vivencias ciudadanas juveniles 125

valoren más aquellas informaciones realistas y crudas que impacten y sensibilicen


a los ciudadanos, y las corrientes de opinión generadas lleven a actuar sobre los
problemas. En resumen, el rol de los medios asignado se acerca mucho al rol asig-
nado a la clase política.

Los datos hasta aquí presentados dicen que los jóvenes tienen maneras muy
particulares de vincularse a los acontecimientos públicos y por lo tanto de asumir la
dimensión pública de su ser ciudadano. También manifiestan deseos de autoexclusión
o negación consciente de esas dimensiones. Un joven entrevistado fue elocuente:

«Donde yo trabajo compran: El Comercio, El Peruano, pero esos son abu-


rridos... A mi no me interesa saber cómo marcha el mundo, cómo marcha el
Perú, muy poco. Yo me preocupo de otras cosas, de mí, mi familia, mi salud,
mi hobbie, a veces me presto periódico que hable de deporte».

Para un sector de los jóvenes, en los informativos de los medios -ni siquiera en
estos banalizados- no encuentran elementos de vida pública, de comunidad que los
atraiga y motive en su ejercicio ciudadano y menos aún en el reconocimiento del otro
como ciudadano. ¿Acaso la violencia familiar, la crisis y el terrorismo han creado
brechas insalvables entre el individuo y la sociedad, y la apatía, el individualismo, las
pandillas, sean la única forma en que estos sectores se expresen públicamente?4

5.5 Jóvenes, prácticas ciudadanas e informativos


1. Jóvenes y cultura política mediática

Buena parte de la literatura del inicio de esta década se preocupó por indagar o
comprobar que las prácticas políticas de los jóvenes no eran las mismas que las de
generaciones pasadas (la militancia y la participación). Se estereotipó rápidamente a
estas promociones como apáticas y descreídas, en función de paradigmas y modelos
tomados de la denominada generación «X», sin embargo, los hallazgos nos afirman
que existen tendencias a la autoexclusión pública (unpluggeds) o a transcurrir en los
márgenes públicos y cruzar los bordes «de vez en cuando», pero sobretodo, nos habla
de una diversidad de maneras o modalidades de vínculo con la vida pública nacional.

Los datos expresan por si mismos que la relación que establecen los jóvenes
y en general los ciudadanos es compleja y heterogénea, imposible de asir desde los

4
Los fenómenos de pandillas están atravesando casi todas las grandes ciudades latinoamericanas. Testimonios
desgarradores sobre la vivencia de jóvenes colombianos puede encontrarse en un texto titulado «No nacimos para
semilla». Bogotá, 1992.
126 Agenda pública y vivencias ciudadanas juveniles

estudios de gabinete y que requieren acercamientos empíricos directos. No se trata


entonces de meros recursos de aturdimiento ante la megaoferta informativa, en es-
tas gramáticas de lectura apreciamos elementos muy enraizados de la cultura tradi-
cional como el drama pero también elementos blandos y lúdicos como lógicas
racionalistas. Si bien el proceso político peruano es a todas luces un periodo de
tránsito, éste viene siendo acompañado de una fuerte presencia mediática, lo que
nos da pistas de hacia donde se dirige.

Otra evidencia a resaltar es que el escenario de la política ha cambiado pues


ahora el vértice de lo público no se encuentra en la interacción ni en los espacios de
encuentro sino en las comunicaciones masivas, es a partir de los insumos que éstas
brindan que se construyan muchas identidades públicas. No solo eso, sino que las
nociones de desempeño y asertividad ciudadanas se incorporan cada vez menos en
la escuela y la familia que poco a poco pierden peso de influencia en la socializa-
ción de sus jóvenes, y vienen construyéndose en la recepción directa de programas
informativos, talk shows e incluso novelas, así como de la apropiación que sus
grupos de pares hacen de las ofertas de la industria cultural.

Ciertamente son cambios silenciosos que por lo graduales no llegan a ser


evidentes, sin embargo hoy en día los jóvenes construyen sus visiones de mundo y
sus patrones interpretativos (gramáticas) desde lo audiovisual. Y es en esta esfera
donde debemos centrar parte de nuestra atención, Beatriz Sarlo (1997) afirma que
hay «otro tipo de fragmentación que es más interesante porque no es la fragmenta-
ción por exclusión, que es la fragmentación de pobres y ricos, de desocupados y
ocupados. Es la fragmentación por condensación en torno a temas culturales.
Este fenómeno es muy importante a fin de siglo y es al cual nos referimos cuando
hablamos de cultura juvenil...».

2. El género informativo desde la recepción. Transversalidad de los


géneros audiovisuales

Para Wolf (1984:192) el género «funciona como instrucciones sobre el modo


de usar el texto, como principio de orden para orientarse dentro del conjunto de
discursos televisivos». Martín Barbero señalará que «es a través de los géneros que se
accede al sentido latente de los textos massmediáticos», sentido que deja sus señas de
interpretación en su forma de construir la oferta mediática, es decir, en los géneros.
Para ambos autores el género es una suerte de gramática de producción que los recep-
tores usan también para su lectura «entre la lógica del sistema productivo y las lógicas
de los usos median los géneros (...) y es en ellos donde ancla el reconocimiento cultu-
ral de los grupos» (Martín Barbero, 1987:241). Usando la definición de Wolf (1984:191)
Agenda pública y vivencias ciudadanas juveniles 127

el género «es una propuesta de comunicabilidad en tanto que es una suerte de estra-
tegia de interacción pues permiten que los destinadores organicen los mensajes y
hagan reconocible la competencia comunicativa».

Desde nuestro punto de vista, la evolución de los géneros audiovisuales no


solo se produce por el desarrollo endógeno de las reglas al interior del propio géne-
ro, tampoco por la incorporación de fórmulas exitosas de otros sistemas
comunicativos, sino que muchos de los cambios se originan en el mismo receptor,
en los usos y utilidades que el consumidor le asigna para su cotidianeidad, para su
comprensión del mundo.

Nuestra hipótesis para la transformación que viene experimentando el géne-


ro informativo radica en dos tendencias que vienen sobretodo de los jóvenes:

Los cambios en su cultura política, generados por la predominancia de los


medios y las imágenes en las comunicaciones masivas, así como la caída de las
ideologías y el desgaste de los grandes relatos. El segundo factor es la
transversalidad de los géneros televisivos, ante la ausencia de los marcos
interpretativos políticos, los jóvenes echan mano de los recursos de interpretación
efectivos en las relaciones interpersonales; pero al mismo tiempo echan mano de
los recursos expresivos de otros géneros, para su relación con los informativos.

Estamos hablando de una suerte de vasos comunicantes entre las gramáticas


de lectura de lo informativo con otros géneros o subgéneros como el talk show, la
ficción de acción y el mismo humor, es decir una transversalidad. Unos autores
llaman a este proceso como espectacularización o banalización de lo político en lo
masivo, pero a nuestro punto de vista -además del énfasis peyorativo- es una mira-
da tradicional pues piensa la política en los paradigmas anteriores a estos cambios
de época y juzga la televisión en función a ellos. Con justicia Sarcinelli señala que
hoy por hoy es muy difícil diferenciar los procesos políticos de los procesos
mediáticos pues se encuentran imbricados por «efectos recíprocos» (Sarcinelli
1997:14).

Los cambios en la cultura mundializada experimentados desde los géne-


ros audiovisuales blandos, han permeado la cultura política latinoamericana. La
demanda por narratividad, casos, acción, testimonios, son demandas de los jóvenes
que tienen su origen en la recepción de recursos expresivos propios de la ficción, el
drama, el talk show y las sitcoms, y ciertamente son recursos que están más cerca de
las vivencias e interacciones cotidianas de los televidentes que las sesudas y alturadas
discusiones entre políticos y gurúes del análisis de la coyuntura.
128 Agenda pública y vivencias ciudadanas juveniles

Buena parte de estas demandas expresadas en las gramáticas de lectura de


lo informativo tienen a la base la demanda de hacer comprensible la política, hacer-
la dialogante y comunicable para un público no solo poco acostumbrado a la
formalización del lenguaje político sino sobretodo un consumidor fugaz, estresado,
cambiante, nómada y sobretodo descreído y escéptico de las promesas y acciones
de los líderes políticos latinoamericanos. En pocas palabras, podemos entender
estos cambios en las gramáticas de lectura del informativo como una apuesta a una
pedagogía de la imagen que las palabras no han sido capaces de comunicar. Por lo
pronto estos géneros audiovisuales híbridos se han constituido en los puentes y
amarras que tienen los jóvenes para vincularse a la vida nacional.

3. De lo público a lo privado y de lo privado a lo público: la hibridación


del género informativo

Hanna Arendt (1995:151) afirma que «en todas las épocas, la gente que vive
conjuntamente tendrá asuntos que pertenezcan al reino de lo público es importante
que sean tratados en público. Lo que estos asuntos sean en cada momento histórico
probablemente es enteramente distinto». Según Landi, el hecho político es una noción
relativa a un momento histórico concreto, en la dictadura argentina un concierto de
rock (espectáculo) tuvo un sentido político que en nuestros tiempos no lo tiene (Landi
1989). Lo curioso es que en tiempos actuales cada vez más se hace más difícil distin-
guir entre las dimensiones públicas y privadas, donde lo doméstico ya no es un sinóni-
mo unívoco de lo privado, y lo público se está construyendo sobre la base de certezas
y lógicas de lo privado. La confianza, la seguridad, el carácter, son elementos que los
ciudadanos cada vez más toman en cuenta para inclinar las balanzas electorales.

No se trata solo de un retraimiento de lo privado hacia lo íntimo, este pro-


ceso no funciona de manera lineal, al mismo tiempo se produce una valoración de
las categorías de lo privado para relacionarse y actuar en lo público, hibridándose y
redefiniendo la escena. No es casual que los autores se muestren preocupados por
que en las ficciones cada vez más los actores sociales son encasillados en sus roles
y funciones, despersonalizados de este modo (mostrados unidimensionalmente),
mientras que en los programas informativos crecientemente se está personalizando
las dimensiones públicas.

Vivimos un momento de aceleración en la evolución de los lenguajes


televisivos (en gran parte por la incidencia de la telemática, la caída de los meta
relatos, la heterogenización de la cultura) que ha incidido en la manera de informar
y en la forma en que los ciudadanos construyen su opinión. Primero los formatos y
luego los géneros comunicativos, se fueron alejando de las pautas que los manuales
Agenda pública y vivencias ciudadanas juveniles 129

y las capacitaciones fijaban. Los géneros comunicativos entendidos como «siste-


mas de reglas a las cuales se hace referencia (implícita o explícita) para realizar
procesos comunicativos, ya sea desde el punto de vista de la producción o el de la
recepción» (Wolf, 1984), han ido evolucionando mezclándose e hibridándose como
era de esperarse con todo lenguaje.

Sería ingenuo considerar que la hibridación de los géneros se limita a un


cambio de estrategia de las empresas audiovisuales para conseguir mayor audien-
cia o suponer que los jóvenes se conforman por medio de la oferta. Es erróneo
pensar que los televidentes empiezan a valorar y demandar elementos narrativos y
humorísticos en el discurso informativo en la medida que son bombardeados por
ese tipo de programas. Esto supondría dos cosas, la primera que los televidentes
son sujetos pasivos sin margen para su actividad perceptiva y cognoscitiva frente a
la pantalla. Y segundo que los cambios culturales y políticos ya descritos son inocuos
a la relación entre jóvenes y medios. Por qué no preguntarse si ¿los cambios cultu-
rales no hacen que los ciudadanos ya no encuentren en los viejos informativos sus
necesidades de vinculación y pertenencia?

Las tematizaciones no se originan ni discurren exclusivamente en el género


informativo sino que otros géneros aportan a esta función. En la construcción de la
agenda pública compiten tanto noticieros como programas cómicos, magazines,
talk-shows, telenovelas o programas de mediodía para el ama de casa, Anibal Ford
(1995) dice: «... los casos, no solo en los reality show, sino también en los medios
audiovisuales o en las hoy indefinibles secciones de interés o de información gene-
ral de los diarios, son las que provocan las discusiones públicas más densas. Que
estas se produzcan de manera informal o aleatoria no implica que no sean de
interés público o que no informen al ciudadano».

La tendencia de las agendas públicas hacia la ficción, el espectáculo y la


privacidad de lo público, en Latinoamérica, tiene anclajes en la cultura receptiva
mediática de los ciudadanos y sobretodo de los jóvenes. Sin embargo, al hacerse
más pedagógica -a través de la imagen- ha permitido que un sector juvenil, radical-
mente opuesto a las tematizaciones duras e ideológicas se acerquen a estos infor-
mativos estableciendo vínculos o contactos precarios con lo público, que de otro
modo no se produciría.

Al contrario de algunas posturas como la de Luhman, la agenda pública no


es solo un acto ritual que tiene el fin de centrar la atención de la colectividad en
algunos pocos episodios. De cierta manera las agendas públicas reviven ritualmen-
te el vínculo de pertenencia de estos jóvenes a una comunidad política pero de
130 Agenda pública y vivencias ciudadanas juveniles

distintas maneras y hacia distintas direcciones, desde lo lúdico, desde lo blando o


drama, a través del seguimiento del acontecer o para la toma de decisiones (Macassi
1999). Sin embargo, existe un desplazamiento evidente de la argumentación y el
debate en los medios que no es llenado por ninguna institución.

Urge repensar a la luz del consumo informativo de los jóvenes las posibili-
dades expresivas de la imagen y la narratividad para comunicar la política pero al
mismo tiempo recuperar el debate y la argumentación, a través del diálogo y la
tolerancia y, por lo mismo, la discusión sobre el destino común, del interés común
que delineará los derroteros del futuro y las discusiones sobre el desarrollo que
queremos y soñamos. Sarlo (1997) afirma: «si hay alguna posibilidad de que el
discurso entre a los medios audiovisuales tiene que ser un discurso que aprenda
una nueva forma de argumentación, es decir, tiene que ser un discurso clip».
Capítulo 6

Aproximaciones
sobre los jóvenes
y la informática

Mayor acceso a las computadoras pero


con inequidad

Acceso a internet y valoración de su uso


El capital de conocimiento informático:
capacidad ociosa o sobre capacitación

Los nuevos lenguajes: ¿el declive de lo


audiovisual?
! El hipertexto
! La simultaneidad
! La realidad virtual
! Interactividad

Perspectivas sobre la información y las


computadoras
Capítulo 6

Aproximaciones sobre los jóvenes


y la informática

El auge de las nuevas tecnologías de comunicación no tiene solo una evolu-


ción técnica. Es decir, que el descubrimiento del silicón o los materiales
superconductores no explican por sí mismos la centralidad que hoy tienen los saté-
lites, la internet, el cable y las computadoras.

La sociedad misma viene cambiando. Antes el padre, el maestro y el políti-


co eran las figuras tutelares y admiradas por los jóvenes; hoy son las figuras que
sienten más que otras el rechazo o la indiferencia de las nuevas generaciones. La
calle misma era un lugar de encuentro, de diálogo y hasta de debate público, era un
lugar donde los ciudadanos se reconocían unos a otros; hoy es el espacio de la
sospecha, de la desconfianza, es la tierra de todos y la tierra de nadie, es la ocasión
para la delincuencia, las violaciones, las pandillas, en una sola frase, es el espacio
de la inseguridad.

Las nuevas tecnologías se desarrollan en este contexto urbano y a su vez


contribuyen a su agudización. Los hombres y mujeres -que cada vez salen menos-
encuentran en sus hogares medios que no solo entretienen, como la televisión, sino
que les permiten cumplir una serie de tareas tradicionalmente reservadas para el
encuentro con otros, para la interacción cara a cara. Ahora, para hacer compras,
entrar a los museos, hurgar en las bibliotecas, conocer lugares inhóspitos uno no
necesita trasladarse de lugar, de un espacio a otro, desde una cabina pública, a
través de internet, es posible todo eso. La interacción con otros se plantea de mane-
ra distinta, a través de Internet se puede conocer gente, hablar con ella, intercam-
biar fotos, mandar regalos, fungir de otra identidad, sin el temor que despierta el
encuentro personal.

La cantidad de información a la cual estamos expuestos sufre un incremento


exponencial con el uso de nuevas tecnologías. La escena aquella donde el padre
134 Aproximaciones sobre los jóvenes y la informática

sintonizaba tal vez una o a lo sumo dos emisoras frente a lo cual no había mayor
posibilidad de elección, ha quedado muy atrás.

La tendencia es que a futuro se tenga tal volumen de información que el


ciudadano no tenga ni el tiempo ni la orientación respecto a qué ver o no, o qué
escuchar. Algunos autores encuentran en las prácticas de zaping una expresión de
este desconcierto en el consumo. Frente a una multiplicidad de datos y fuentes, a
veces contradictorias, a veces incompletas y otras muy detallistas, los ciudadanos
están optando por tomar distancia respecto a las fuentes, manteniendo los márgenes
de duda y desconfianza. Lejos están los tiempos en que la relación con el locutor
era tan cercana que su sola voz instauraba verdad.

6.1 Mayor acceso a las computadoras pero con


inequidad
Actualmente las nuevas tecnologías de la información son el principal
instrumento para la especialización y por lo mismo para un desarrollo desigual en
varios campos y específicamente en el laboral. Aquellos con más recursos obviamente
acceden a tecnologías más avanzadas que permiten mejores desempeños.

En cuanto al acceso a las computadoras, Latinoamérica es uno de los merca-


dos con mayores crecimientos. El Perú no se queda atrás, encontramos que la mitad
de los jóvenes tienen acceso a alguna computadora, sea en su propia casa, en su
trabajo o centro de estudios o a través de algún amigo(a).

Ahora bien las nuevas tecnologías no son neutras, se insertan de manera


desigual en el mercado y se constituyen en un factor de desigualdad e inequidad.

Por ejemplo, podemos observar que la tendencia es que son más los jóvenes
que las jóvenes los que tienen acceso a las computadoras (53.7% contra 46.3%, en
el cuadro 1). Aunque podemos apreciar que esta brecha no es tan grande en rela-
ción a otras tecnologías. Otra desigualdad la podemos evidenciar cuando analiza-
mos las diferencias por los sectores de residencia, pues los jóvenes que viven en el
casco urbano, dotado de mayores condiciones básicas y servicios, tienen un mayor
acceso a las computadores que aquellos que viven en los conos populares (64.6%
contra 39.6% en el cuadro 1).

Estas diferencias podrían ser aún mayores, sin embargo, gracias al desarro-
llo y expansión de la experiencia de cabinas públicas estas brechas en el acceso se
han atenuado.
Aproximaciones sobre los jóvenes y la informática 135

Cuadro 1.
¿Tienes acceso a alguna computadora en tu casa, o donde un familiar, o de un
amigo o alguna institución?1
Sexo Lugar de residencia

Frecuencia Porcentaje Hombre Mujer Casco urbano Conos

Sí 203 50.5 53.7 46.3 64.6 39.6


No 199 49.5 46.7 53.3 35.4 60.4
Total 402 100.0 49.8% 49.8% 100% 100%

Usualmente las nuevas tecnologías de la información se insertan en la es-


tructura de inequidad y de acceso desigual a los bienes de la información. Aquella
empresa que no posea fuentes informativas difícilmente podrá competir en igual-
dad de condiciones con otras, e internet es, hasta ahora, la fuente más amplia y
compleja de información mundial.

Además, cuando hablamos de acceso, éste se produce en distintas modali-


dades. No es lo mismo aquellos jóvenes que pueden acceder a una computadora en
su propia casa (28.6%, en el cuadro 2) que aquellos que lo hacen donde un familiar

Cuadro 2.
¿Dónde tienes acceso a alguna computadora?

Frecuencia % total % relativo

En mi casa 58 14.4 28.6

De un familiar 45 11.2 22.2


De un amigo 29 7.2 14.3
De una institución, cabina pública 71 17.7 35.0
Total con acceso 203 50.5 100
No tiene acceso 199 49.5
Total 402 100

1
Los datos consignados en los cuadros de esta capítulo corresponden a una investigación desarrollada en
1999, por medio de una encuesta a una muestra de 402 jóvenes entre 17 y 24 años habitantes de 33
distritos de Lima y Callao. La muestra fue polietápica con una selección de elementos al azar probabilístico,
con margen de error ± 5% y una confiabilidad del 95%
136 Aproximaciones sobre los jóvenes y la informática

(22.2%) o amigo (14.3%). El acceso a través de las instituciones como colegios,


universidades o cabinas públicas representa el más numeroso en la actualidad.

Por otro lado, existe un 49% que no tiene acceso a la computación, pero de
ellos un 20.6% (ver cuadro 3) tiene conocimientos sobre el tema y la mayoría (72.9%)
no sabe pero manifiesta un deseo de aprender sobre el tema. Tan solo un 6.5% de los
encuestados no conoce y no le interesa saber al respecto. Ciertamente existen muchos
jóvenes que no tienen acceso pero o se encuentran familiarizados con la computación
o desean y están motivados por aprender y vincularse al desarrollo informático.

Cuadro 3.
Conocimiento y familiaridad de los jóvenes que no tienen acceso a computadora

Frecuencia % total % relativo

Pero tengo conocimiento de computación 41 10.2 20.6


No sé nada de computación pero quiero saber 145 36.1 72.9
No sé nada de computación y no me interesa 13 3.2 6.5
Total sin acceso 199 49.5 100
Sí tienen acceso 203 50.5
Total 402 100

Es evidente que muchos jóvenes perciben que la computación y las nuevas


tecnologías los distingue generacionalmente de las anteriores promociones y que
su manejo les permitirá una mejor calificación para el acceso al mercado y al em-
pleo. De cierta manera su acceso se ha convertido en el nuevo mito como en un
tiempo lo fue el estudio universitario. De hecho, muchos padres de familia reorien-
tan recursos para la compra de computadoras familiares en la idea de dotar a los
jóvenes de herramientas para su educación y su formación profesional. Muchos
colegios diseñan sus estrategias de captación de alumnos ya no por la formación
cristiana ni por la propuesta pedagógica, sino por el soporte tecnológico que ofre-
cen. Incluso los colegios estatales que más postulantes reciben han incorporado
laboratorios de informática.

6.2 Acceso a internet y valoración de su uso


Las computadoras no solo son herramientas para la educación escolar, la
formación profesional o la calificación en el mercado de trabajo, las computadoras
Aproximaciones sobre los jóvenes y la informática 137

a través de internet nos abren al mundo globalizado; podemos consultar distintas


fuentes informativas nacionales, latinoamericanas y de otras latitudes; nos permi-
ten el acceso a distintas socialidades como las ciberculturas; y a los jóvenes les
permiten encuentros intrageneracionales y les brindan insumos para construir sus
identidades, expresarse y, finalmente, ser productores de cultura tal y como lo vi-
mos en el capítulo dos de este libro.

Por otro lado, aquellos que acceden a internet tienen ventajas cuantitativas y
cualitativas respecto a los anteriores consumos. Hoy en día para enterarnos de lo
que pasa con los problemas en Oriente podemos recurrir a las fuentes radiales,
televisivas, del cable, como a internet, y encontrar cientos de sitios especializados
en ese tema. Necesitaríamos medio año para acceder a toda esa información, que al
cabo de ese tiempo estará seguramente obsoleta, y encontrando otra ingente canti-
dad de información nueva circulando por la gran red.

En nuestro medio el acceso de los jóvenes a internet es aún limitado


(28.4, ver cuadro N° 4). Somos consientes que al momento de la publicación
de estas cifras el número de jóvenes que tienen acceso habrá aumentado
significativamente, sin embargo, aún estas cifras nos permiten tener una idea
de la creciente importancia de internet en las prácticas juveniles. Usualmente
el acceso a la computación y a internet se percibe como lejano o reducido a los
sectores más altos, sin embargo, la tendencia que arrojan estas cifras nos reve-
lan un aumento del acceso de los jóvenes de los conos a las computadores y
también a Internet.

Cuadro N° 4.
Acceso a las herramientas de internet

Internet Navegar en la www Correo electrónico


Frecuencia Porcentaje Frecuencia Porcentaje Frecuencia Porcentaje

Sí 114 28.4 103 25.6 69 17.2


No 288 71.6 299 74.4 333 82.8
Total 402 100.0 402 100 402 100

Si vemos las cifras absolutas uno de cada tres jóvenes accede o a internet
o a correo electrónico (ver cuadro 4). Esta cifra es mucho mayor que las cifras
138 Aproximaciones sobre los jóvenes y la informática

de los jóvenes llamados «en riesgo» (pandilleros, farmacodependientes, ado-


lescentes embarazadas, etc.) Si bien las experiencias no son comparables de
por si, la atención a los cambios generados por la inserción de las nuevas tec-
nologías en la juventud ha sido desproporcionadamente baja, no solo por los
cambios culturales que ésta conlleva, sino también por las oportunidades que
el uso y acceso a la computación puede tener a futuro tanto como calificación
laboral como para el desarrollo de otras empresas y también para la expresivi-
dad juvenil.

En cuanto a quienes en la actualidad no tienen acceso a internet o al correo


electrónico ocurre algo similar al acceso a la computación, la mayoría de ellos no
conocen pero manifiesta su interés por conocer o acceder (69.1%, ver el cuadro 5)
y son poquísimos a los que no les interesa para nada (5.9%).

Cuadro 5.
Conocimiento y familiaridad de los jóvenes que no tienen acceso a internet

Frecuencia % total % relativo

Pero sé de qué se trata 72 17.9 25.0


No sé pero me gustaría conocer o acceder 199 49.5 69.1
Y no me interesa 17 4.2 5.9
Total sin acceso 288 71.6 100.0
Tiene acceso 114 28.4
Total 402 100.0

6.3 El capital de conocimiento informático: capacidad


ociosa o sobre capacitación

En cuanto al conocimiento de software y programas de computación


encontramos que los jóvenes tienen un capital acumulado muy importante, la
mayoría de ellos conocen el entorno Windows (45.8, ver cuadro 6), y luego
procesadores de textos (42.8%), seguidos de las hojas de cálculo y de las ba-
ses de datos. Ciertamente se trata de un conocimiento acumulado que como
experiencia generacional no es fácil de comparar con otra situación de los
cincuenta a nuestra fecha.
Aproximaciones sobre los jóvenes y la informática 139

Cuadro N° 6.
¿Manejas o no los siguientes programas?

Windows Procesadores Bases Hojas


95/98/2000 de texto de datos de cálculo
Frecuencia Porcentaje Frecuencia Porcentaje Frecuencia Porcentaje Frecuencia Porcentaje

Sí 184 45.8 172 42.8 79 19.7 107 26.6


No 56 13.9 68 16.9 126 31.3 112 27.9
No sabe 162 40.3 162 40.3 197 49.0 183 45.5
Total 402 100.0 402 100.0 402 100.0 402 100.0

Además, cada uno de los jóvenes entrevistados calificó su conocimiento del


software en una escala de alto, medio, bajo y nulo, y obtuvimos los puntajes que se
pueden observar en el cuadro N° 7. Si exploramos con más precisión encontrare-
mos diferencias significativas pues hay más hombres que mujeres con una mayor
capacitación en software mientras que más mujeres con menos capacitación (21.5
contra 29.7 y 50% contra 42.1 en el cuadro N°7). En cuanto al lugar de residencia
es notorio que en el sector urbano la capacitación en software es mayor pero las
diferencias no son tan significativas como las cifras de acceso, aunque es evidente
que en los conos la tendencia es a una mayor presencia de jóvenes con baja capaci-
tación en software (ver cuadro 7).

Cuadro N° 7.
Alta, media y baja capacitación en software (autoreporte)

Frecuencia Porcentaje Sexo Lugar de residencia


Mujer Hombre Casco urbano Conos

Alta capacitación 103 25.6 21.5 29.7 32.5 24.1


Media capacitación 114 28.4 28.5 28.2 28.5 33.3
Baja capacitación 185 46.0 50 42.1 39.1 42.6
Total 402 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0

La información es la principal utilidad que los jóvenes ven en las


computadoras (69% en el cuadro 8), y en segundo lugar, las valoran como instru-
140 Aproximaciones sobre los jóvenes y la informática

mentos de trabajo (30% en el mismo cuadro). El concepto de información tiene


otro sentido al conocido décadas atrás que era contrapuesto al de comunicación,
entendiendo este último como más integrador y relacional cuando la interacción
solo era pensada entre dos seres humanos. La interacción entre las computadoras y
el hombre abrió una polisemia interesante al término información, pues se com-
prende como un conjunto de datos que tiene organización propia pero al mismo
tiempo cambia en la interacción con el usuario.

Cuadro 8.
Principal utilidad de la computadora

Frecuencia Respuestas Casos

Información 219 51% 69.1%


Comunicación 61 14.2% 19.2%
Instrumento de trabajo 95 22.1% 30%
Educación/estudio 54 12.6% 17%
Total 429 100.0% 135.3%

Como hemos podido observar, la computación se va constituyendo en una


marca generacional, y que en un tiempo muy corto va a configurar los patrones de
recepción y de lectura de la sociedad, tal y como lo está haciendo hoy el lenguaje
audiovisual. Sin embargo, por medio de un análisis más complejo hemos podido
evidenciar que las nuevas tecnologías se instituyen sobre las diferencias e inequidades
existentes (sexo, nivel socioeconómico, hábitat, etc.). Y en ciertas ocasiones ahon-
dan dichas diferencias, convirtiéndose la computación y la información en herra-
mientas que marcan una inserción diferente al mercado y genera en ocasiones otras
marginaciones, que algunos autores han llamado, acertadamente, analfabetismo tec-
nológico. Los programas e iniciativas que se dirijan a jóvenes debieran brindar el
acceso y especialmente buscar compensar los accesos inequitativos a las nuevas
tecnologías.

6.4 Los nuevos lenguajes: ¿el declive de lo audiovisual?


Las nuevas tecnologías traen consigo fuertes cuestionamientos a la estabili-
dad de nuestro mundo; la linealidad, la noción de tiempo único, la de espacio y la
misma noción de realidad única, son severamente cuestionadas.
Aproximaciones sobre los jóvenes y la informática 141

1. El hipertexto

La historia de nuestro país siempre se iniciaba en un origen, con la pobla-


ción de América, y, clase tras clase, se recorría cronológicamente, linealmente, la
historia, sin adelantos ni retrocesos temporales. La historia era una sola, tenía un
solo vocero (el profesor) y una sola interpretación. Las nuevas tecnologías, y en
particular la telemática, rompen con esta concepción lineal de las cosas.

La historia -por ejemplo- puede ser contada de muy diversas maneras, se


puede entrar a la historia por las guerras, los líderes, los cambios económicos, las
ideas e ideologías y no necesariamente por las fechas. Lo que hoy llamamos
hipertexto, es decir, textos diseñados especialmente para que resistan diferentes
entradas y sobre todo para que la propia persona vaya construyendo su propia ruta
a partir de un número grande pero finito de combinaciones, permite que se hagan
lecturas personales, casi de autor. El hipertexto trajo abajo la visión lineal con la
que veíamos la vida, es decir, relaciones causales que se basaban en sucesión de
tiempos y espacios. Hoy los jóvenes miran la política, el trabajo y otros asuntos
sociales como un complejo y ciertamente responden de manera muy distinta según
la ocasión. La coherencia entre pensamiento y acción entre los distintos roles que
nos competen, no es viable en una sociedad hipertextual.

2. La simultaneidad

Las nuevas tecnologías también nos han situado en el mundo del trabajo
paralelo, de los significados abiertos, de las mezclas y las hibridaciones; en pocas
palabras, en el mundo de la simultaneidad. La multitarea es una buena metáfora de
los cambios cognitivos que las nuevas tecnologías introducen en sus usuarios.

La multimedia también es expresión de esta simultaneidad de registros con


los que se comunica, no es solo la voz o la escritura, sino es un sonido y una ima-
gen, interactuando, construyendo un sentido amplio y abierto. El tiempo nos es uno
solo, la realidad no es una sola, se viven varios tiempos, unos más lentos otros más
rápidos. El tiempo de la familia y la escuela son tiempos de cámara lenta, mientras
que las nuevas tecnologías nos colocan en los tiempos rápidos compuestos de frag-
mentos.

3. La realidad virtual

Otro cambio trascendental es el cuestionamiento a la noción de verdad y a la


de realidad. La realidad virtual es aquella representación electrónica de la realidad
142 Aproximaciones sobre los jóvenes y la informática

que genera sensaciones y vivencias muy cercanas a la realidad interpersonal, es


decir, produce los mismos efectos que la realidad pero en los hechos no.

La realidad virtual permite a los clientes de un arquitecto diseñar la casa que


habitarán, experimentar el espacio, las dimensiones, las formas sin que exista un
solo ladrillo en el terreno. La realidad virtual también tiene un uso que trasgrede la
realidad misma, con el entretenimiento es posible experimentar vivencias y situa-
ciones que difícilmente nos tocarían en la vida cotidiana. La realidad virtual está
planteando serias interrogantes a la manera en que se forma la experiencia humana.
El entretenimiento es el campo donde tal vez se hayan producido los cambios más
significativos.

4. Interactividad

A diferencia de otras revoluciones tecnológicas de la edad contemporánea


ésta no reduce al ser humano a ser la extensión de una máquina sino todo lo contra-
rio, supone un sujeto activo en relación a la tecnología. Se abren entonces posibili-
dades para que los usuarios se constituyan en productores de las comunicaciones en
la sociedad y aumenten su capacidad de escoger y seleccionar aquello que este de
acuerdo a su intereses y motivaciones. Algunos autores predicen una época de des-
masificación donde no habrá más audiencias masivas impersonales, pasivas sino
personas construyendo por sí mismas sus propios significados.

La gran maleabilidad, pues, sirve tanto para las grandes corporaciones e


industrias pesadas como para la pequeña oficina y casa oficina (SOHO), permite el
acercamiento de los más disímiles personajes: médicos, punks, ashaninkas, poli-
cías, diseñadores de modas, científicos sociales, ingenieros. Todos, desde sus pro-
pios intereses y motivaciones, encuentran aplicaciones prácticas de distinto orden
en la misma tecnología, desde el entretenimiento, la educación, el trabajo, la cultu-
ra, etc.

6.5 Perspectivas sobre la información y las


computadoras
Las nuevas tecnologías crean cambios culturales de envergadura, la disolu-
ción de las barreras espaciales es un proceso propio de la modernidad mientras que
el desplazamiento y el viaje transcienden las fronteras rígidas, ancladas en las etnias,
en los parentescos y la religiosidad. Las nuevas tecnologías radicalizan más esta
ampliación de los espacios simbólicos, la simultaneidad de una conversación con
una lesbiana en Kuwait o un policía de Nueva Zelanda, los encuentros culturales y
Aproximaciones sobre los jóvenes y la informática 143

las diferencias se ponen a prueba cada vez con más rapidez. Las identidades cultu-
rales se ven forzadas a procesos de redefinición y autoafirmación de manera cada
vez más constante. Cada tecnología aporta nuevos lenguajes y nuevas formas de
ver el mundo y ciertamente unos grupos son abanderados de estos cambios y otros
están a la zaga.

A lo largo de esta discusión de datos encontramos que la opción por las


nuevas tecnologías está presente tanto en las vocaciones, las metas, así como en los
requisitos para la obtención de empleo. Ciertamente un cambio de época supone un
cambio de tecnologías, y es en ese sentido que las últimas generaciones no solo se
sienten abanderadas de las mismas, sino que las sienten como su entorno natural.
Crecientemente los niños acceden al lenguaje informático a edad cada vez más
temprana y muchas veces los tiempos de los lenguajes entran en conflicto: mientras
los niños construyen su conocimiento desde el hipertexto, los maestros están en el
tiempo del conocimiento oral y enciclopédico.

El ritmo de avance de las capacidades y aprendizajes de los jóvenes va de-


trás del avance considerable de la informática. Existe un capital humano acumula-
do muy importante en materia de conocimiento de programas y de software (en
parte incentivado por el fácil acceso al software pirata) que podría ser aprovecha-
do, sin embargo, lo más probable es que todo ese conocimiento y esfuerzo por
adquirirlo en las innumerables academias e institutos superiores se esté desperdi-
ciando. Es importante no solo la capacitación en el uso de software o de ensamblaje
de computadoras; resulta clave estimular, por ejemplo, a través de concursos, los
usos alternativos o empresariales de la capacidad acumulada de software, sobreto-
do tratándose de esta tecnología abierta que permite combinaciones y recreaciones
casi infinitas.

La computación no solo es una fuente de empleo futuro, también se consti-


tuye en cultura o por lo menos en un instrumento para la producción de cultura.
Ahora muchas expresiones juveniles se extienden a la web y tienen como esencia el
traspasar las fronteras físicas en este mundo globalizado.
Anexos
Anexos 147

ANEXO 1

Géneros y programas más preferidos

Géneros (*) Preferencias


Telenovela 189
Concurso/magazine 116
Comedia familiar 112
Películas 96
Deportes 73
Noticiero 50
Cómicos humorísticos 45
Periodístico/políticos 41
Dibujos animados 36
Informativos de variedades 30
Comedias juveniles 21
Series de acción 20
Infantiles 16

* Solo están incluidos aquellos géneros que tienen programas con más de 5 menciones de
preferencia.

ANEXO 2

Volumen de horas de consumo por días y tipo de medio

Horas de consumo Radio Televisión Medios

Viernes Promedio 3.7 3.8 6.5


% 80.4 90.1 98.5
Sábado Promedio 3.7 3.4 5.3
% 64.6 79.7 91.5
Domingo Promedio 3.02 3.9 5.1
% 49.4 82.3 89.8
Viernes - Domingo Promedio 7.7 9.4 16
% 87.7 97.3 99.5
148 Anexos

ANEXO 3

Valoraciones de los formatos periodísticos

Reportajes Debate Entrevistas

Credibilidad Basada en la imagen Desgaste por enfrentamiento Desgaste de la palabra


Se ve, como película Uso de pruebas contra
Uso de pruebas políticos
Desde el mismo lugar de los
hechos

Verdad Profundidad Parcializado Parcializado


Llega al fondo No llegan a acuerdos ni conclusiones Políticos mienten
Investiga
Comprueba los hechos

Utilidad Denuncia Estéril, no llega a nada Desenmascarar al político


Destape/descubre corrupción
Logra influir

Valoraciones Entretenido, ágil, no aburre Enfrentamiento/ pugna entre políticos


El medio es protagonista de hechos

Conductor Valoración del reportero No ordena la discusión Maltrata a unos y adula a otros
Son modelos para hablar Debe capacitarse

Usos cotidianos Para conversar en reuniones Debate con miembros del hogar
(insumo)

Relación con lo político No se trabaja la corrupción Desmentir al político


del gobierno

Pedagogía Es claro, uno ve con sus propios ojos Se queda a medias Usan palabras difíciles
Es complejo muestra la realidad No queda claro

Participación Puntos de vista de los protagonistas Opinión de público Formulando preguntas

Demandas Trabajar más lo político no solo Participación del público en las


lo policial urbano preguntas
Mayor preparación de los
temas
Bibliografía
Bibliografía

! ABRAMO, Helena (1994). Cenas juvenis. Punks e darks no espetáculo


urbano. Ed Scritta. Sao Paulo.

! ALFARO, Rosa María (1985). Modelos radiales y proceso de populariza-


ción en la radio limeña. En: Contratextos, Facultad de Comunicación de la
Universidad de Lima. N°1, Lima, Pp. 45-72

! ALFARO, Rosa María y MACASSI, Sandro (1995). Padres e hijos fren-


te a la pantalla. En: Seducidos por la tele. Huellas educativas de la televisión
en padres y niños. Calandria. Lima. Pp. 87-139.

! ALFARO, Rosa María y MATA, María Cristina (1991). Investigación


participativa Radio Cutivalú y su relación con la región Grau. ALER. Lima
Perú.

! ALZATE, Gloria (1997). La escuela está en otra parte. Pp159-188. En: La


cultura fracturada. Proyecto Atlántida. Adolescencia y escuela. VVAA. Fun-
dación FES, Colciencias, TM ed. Bogotá. 500 pp.

! ARENDT, Hanna (1995). Arendt sobre Arendt. En: De la historia a la Ac-


ción. Paidos Pp. 139-171

! AVELLO, José y MUÑOZ -CARRION, Antonio (1990). En: El lenguaje


audiovisual. Madrid.

! BENAVIDES, María Victoria (1994). Democracia y ciudadanía. En; Re-


vista Polis. N° 14. Sao Paulo. Pp. 11-19.
152 Bibliografía

! BRUNNER, José Joaquín (1988). Un espejo trizado. Ensayos sobre cultu-


ra y políticas culturales. FALCSO. Santiago.

! BRUNNER, José Joaquín (1989). Modernidad y transformaciones cultu-


rales. En: DIA-LOGOS de la comunicación N°69. FELAFACS. Lima. Pp.
69-77.

! BRUNNER, José Joaquín (1993). Tradicionalismo y modernidad en la


cultura latinoamericana. Entre públicos y ciudadanos. Comunicación y cul-
tura política. Calandria. Pp. 35-72.

! BUSE, Ursula. (1994). Jóvenes y soporte social. En: Rincones esquinas y


pasadizos. María Angela Canepa ed. Centro Bartolomé de las Casas. Lima.

! CARRION, Julio (1991). La juventud popular en el Perú. IEP, Lima. P. 14

! CORTAZAR, Juan Carlos (1997). La juventud como fenómeno social.


CISEPA. Pontificia Universidad Católica del Perú. Lima.

! COSTA, Pere-Oriol, PEREZ, José y TROPEA, Fabio (1996). Tribus ur-


banas. El ansia de identidad juvenil: entre el culto a la imagen y la
autoafirmación a través de la violencia. Paidos. Barcelona. 246 pp.

! DOUGLAS, Mary y ISHERWOOD, Baron (1990). El mundo de los bie-


nes. Hacía una antropología del consumo. Grijalbo- CNCA. México.

! ERICKSON, Erick (1974). Identidad, juventud y crisis. Ed. Paidos. Bue-


nos Aires. 2da edición.

! ESPINOZA, Atilio (1999). Mi barrio es zona crema: territorialidad y con-


flicto en un grupo barrial de la Trinchera Norte. Pp 223-316. En: Juventud
Sociedad y cultura. Panfichi y Valcarcel Eds. Red para el Desarrollo de las
Ciencias Sociales en el Perú. 556 pp.

! FORD, Anibal (1995). Los medios, entre las coartadas del «New Order».
En: Los medios, nuevas plazas para la democracia. Comunicación y ciuda-
danía. Calandria, Lima, Pp. 133-147.

! GARCIA CANCLINI, Néstor (1991). El consumo sirve para pensar. En DIA-


LOGOS de la Comunicación N° 30. Revista de FELAFACS. Lima. Pp. 6-9.
Bibliografía 153

! GARCIA CANCLINI, Néstor (1995) Consumidores y ciudadanos. Con-


flictos multiculturales de la globalización. Grijalbo México. 198 pp.

! GARCIA CANCLINI, Néstor (1997) Cultura y comunicación: Entre lo


global y lo local. Universidad Nacional de la Plata. 133 pp.

! GERGEN, Kennet (1992). El yo saturado. Dilemas de la identidad en el


mundo contemporáneo. Ed Paidos.

! GONZALES, Eduardo (1995). Ciudades paralelas: Una investigación so-


bre el imaginario urbano. En: Ciudad de jóvenes, imagen y cultura. PUCP
Lima.

! HERRAN, Claudia (1994). Un salto no dado: De las mediaciones al senti-


do. En: Televidencia. Perpectivas para el análisis de los procesos de recep-
ción. Guillermo Orozco (coordinador). Cuadernos de comunicación y prác-
ticas sociales 6. Universidad Iberoamericana. México. Pp. 29-54.

! HOPENHAYN, Martín (1997). La enciclopedia vacía. Congreso mundial


convergencia en conocimiento espacio y tiempo. 31 de mayo al 5 de junio.
Cartagena Colombia. Mimeo.

! JANSEN, Klaus Bruhn (1992). La política del multisignificado. Noticias


en la televisión, conciencia cotidiana y acción política. En: Hablan los tele-
videntes. Estudios de recepción en varios países. Cuadernos de comunica-
ción y prácticas sociales 3. Universidad Iberoamericana. México. Pp. 96-
130.

! LANDI, Oscar (1989). Cultura política un concepto útilmente ambiguo.


Contratexto N°4, Lima: Universidad de Lima, pp. 13-22.

! LOZANO Elizabeth (1991). Del sujeto cautivo a los consumidores


nomádicos. En DIA-LOGOS de la Comunicación N° 30. Revista de
FELAFACS. Lima. Pp 19-25.

! LULL, James (1991). La estructuración de las audiencias masivas. En DIA-


LOGOS de la Comunicación N° 32. Revista de FELAFACS. Lima. Pp. 51-58.

! LULL, James (1995). Media, Communication, culture. A global Approach.


Columbia University Press. New York. 207 pp.
154 Bibliografía

! MACASSI, Sandro (1993). Recepción y consumo radial. Una perspectiva


desde los sujetos. En: DIA-LOGOS de la Comunicación N° 35. Revista de
FELAFACS. Lima Pp. 32-39.

! MACASSI, Sandro (1996). Jóvenes e imaginarios del desarrollo. Departa-


mento de Investigación. Calandria. Mimeo.

! MACASSI, Sandro (1998). «Padres e hijos frente a la pantalla». Un estudio


de recepción televisiva en Lima. En: Rev. Allpanchis monográfico sobre La
onda de las comunicaciones. N°51. Instituto de Pastoral Andina. Sicuani- Cusco.

! MACASSI, Sandro (1999). «Nuevos escenarios para las ‘agendas públi-


cas’: entre el espectáculo y la ciudadanía». Estudios sobre las culturas con-
temporáneas. Vol. V, N° 9 Colima México.

! MACASSI, Sandro (2001). Los jóvenes ante los medios: Balance del tra-
tamiento informativo de los medios en el periodo electoral. Seminario Ta-
ller sobre vigilancia juvenil de los medios. Mimeo.

! MAFFESOLI, Michel (1990). El tiempo de las tribus. El declive del indi-


vidualismo en las sociedades modernas. Ed. ICARIA. Barcelona. 280 pp.

! MARGULIS, Mario ed. (1996). La juventud es más que una palabra. En-
sayos sobre cultura y juventud. Editorial Biblos. Buenos Aires. 241 pp.

! MARTIN BARBERO, Jesús (1987). De los medios a las mediaciones.


GG ed. México 300 pp.

! MARTIN BARBERO, Jesús (1994). «Culturas populares e identidades


políticas» En: Entre Públicos y Ciudadanos: Comunicación y cultura políti-
ca. Calandria 1994. Lima. Pp. 21-34.

! MARTÍN BARBERO, Jesús (1995). «Comunicación y ciudad entre me-


dios y miedos». En: Pre-textos, conversaciones sobre la comunicación y sus
contextos. Centro editorial Universidad del Valle. Cali. Pp79-84.

! MARTIN BARBERO, Jesús y MUÑOZ, Sonia (1992). Televisión y me-


lodrama. Tercer mundo. Bogotá.

! MARTOS, Marco (1996). Generación X. En: Revista Debate. Noviembre-


Bibliografía 155

octubre. Grupo Apoyo. Lima. Pp. 34-35.

! MEAD, Margaret (1971). Cultura y compromiso. Estudios sobre la ruptu-


ra generacional. Granica Ed. Argentina.

! MANRIQUE, Nelson (1997). La sociedad virtual y otros ensayos. Fondo


editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Lima.

! MEJIA, Marco Raúl y PEREZ Diego (1996). De calles, parches, galladas


y escuelas. Transformaciones en los procesos de socialización de los jóve-
nes hoy. CINEP. Bogotá. 230 pp.

! MORLEY, David (1988). Domestic relations: The Framework of Family


Viewing in Great Britain. In World Families Watch Television, Ed. James
Lull. Sage, California. Pp. 22-48.

! MORLEY, David y SILVERSTONE, Roger (1993). Comunicación y con-


texto: perspectivas etnográficas sobre la audiencia de medios. En Cuader-
nos de comunicación y cultura N° 24: Géneros y audiencias Facultad de
Ciencias sociales. Universidad de Buenos Aires. Pp. 69-81.

! MUÑOZ, Sonia (1999). Jóvenes en discusión. Sobre edades, rutinas y gus-


tos en Cali. Fund Antonio Restrepo. Bogotá. 170 pp.

! OROZCO, Guillermo (1991). Recepción televisiva. Tres aproximaciones


y una razón para su estudio. Cuadernos de comunicación y prácticas socia-
les 2. Universidad Iberoamericana. México. Pp. 77.

! ORTIZ DE ZEVALLOS, F (1994). Diario Expreso, agosto.

! ORTIZ, Renato (1997). El viaje el popular y el otro. En: Escenografías para el


diálogo. Comunicación política y cultura. CEAAL-Calandria. Lima. Pp 49-72.

! PALMA, Diego (1995). La educación popular y el tema de la ciudadanía.


En: La Piragua. Revista Latinoamericana de Educación y Política N° 10, 1er
semestre. CEAAL, Santiago. Pp. 55-61.

! PARRA SANDOVAL, Rodrigo (1997). El tiempo mestizo. Escuela y mo-


dernidad en Colombia. En: La cultura fracturada. Proyecto Atlántida tomo
I. FES y COLCIENCIAS. Bogotá 1997.
156 Bibliografía

! PISCITELLI Alejandro (1995). Ciberculturas en la era de las máquinas


inteligentes. Paidos. Buenos Aires.

! PROTZEL, Javier (1989). Juventudes peruanas y diversidad cultural. En:


DIA-LOGOS de la Comunicación. N°25. FELAFACS. Lima. Pp.14-25.

! RAMOS PADILLA, Miguel (1997). Juventud y población. Presentado al


Seminario Políticas Sociales para la Juventud en el Perú. 23 de septiembre
al 23 de octubre 1997. PUC - UPCH. Mimeo.

! REGUILLO, Rossana (1996). Taggers, Punks y Ravers: Las impugnaciones


subterráneas. Pp 209-237. En: La democracia de los de abajo en México.
Alonso J. Y Ramírez J. Coordinadores, UNAM.

! RENERO, Martha (1996a). La diversión televisiva y el moderado placer


de cada día. Jóvenes televisión y tiempo libre. En: Comunicación y socie-
dad N° 28 septiembre - diciembre de 1996 Departamento de Estudios de la
Comunicación Social, Universidad de Guadalajara.

! RENERO, Martha (1996b). El poder de la mediación familiar en la rela-


ción de los jóvenes capitalinos con la televisión y otros medios de comuni-
cación. Estudio cualitativo de audiencia con familias residentes en la ciudad
de México. Mimeo.

! RINCON, Omar (1994). Las sensibilidades juveniles como texto social.


Signo y Pensamiento N° 25. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá. Pp.
31-46.

! RONCAGLIOLO, Rafael (1994). «La política en la Galaxia Bit». En: DIA-


LOGOS de la Comunicación N° 41. Pp. 53-59.

! SANTOS, Martín (1995). Diario de un pandillero. Algunas reflexiones so-


ciológicas. En: Ciudad de jóvenes, imagen y cultura PUCP.

! SARCINELLI, Ulrich (1997). ¿De la democracia parlamentaria y repre-


sentativa a la democracia de los medios? En: Contribuciones. Año XIV N°
2. (54) abril junio. Buenos Aires. Pp. 7-23.

! SARLO, Beatriz (1997). En la cultura del zapping. Entrevista de Faride


Zeran. Publicada en Ideas, La Epoca 15 de junio. Santiago.
Bibliografía 157

! SILVA Armando (1992). Imaginarios urbanos Bogotá y Sao Paulo. Cultura


y comunicación urbana en América Latina. Ed. Tercer Mundo, Bogotá.

! TORRES, William (1996). Preguntas para construir una nube. ¿Qué ciu-
dadanas y ciudadanos necesitamos formar? ¿Podemos contribuir a hacerlo
con los maestros actuales?. Congreso mundial Convergencia en Conocimiento
Espacio y Tiempo. 31 de mayo al 5 de junio. Cartagena Colombia. Mimeo.

! VENTURO, Sandro (1997). Movidas juveniles. En: Flecha en el Azul N°


1. CEAPAZ. Lima.

! WOLF, Mauro (1984). Géneros y televisión. En: Revista Análisis, 9 Uni-


versidad de Barcelona. Barcelona. Pp. 189-198.

! YON Carmen (1996). Entrevista suplemento Linda, El Comercio, septiem-


bre.

You might also like