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[...] se le acercó una mujer que estuvo, hasta entonces, parada unos pasos más allá. O más bien
era un ser revestido de una ligera apariencia femenina. En conjunto, tenía el aspecto de un cono
blanco invertido, forrado con toda clase de accesorios y colores. Comenzaba, en efecto, con una
cabeza desproporcionada. Una cara ancha y gruesa rodeada o acribillada por una cabellera
multicolor, larga y abierta, hasta rozar la mitad de los brazos.
[...] Y todo este exceso iba agudizándose hacia abajo, hasta dar la impresión de no estar de pie,
sino clavado sobre la acera: tan delgadas eran sus piernas y tan menudos sus zapatos.
¡Corre, corre, que un ser gomoso elimina tu huella negra del papelito! Tus
ideas son infinitas pero el sacapuntas vida te quita. Arma del dibujante y
amigo del estudiante. Tu trabajo es doloroso y tu vida acorta.
"...Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría
todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus
ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro. Lo dejo suelto y se va
al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las
florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente: “¿Platero?”, y
viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué
cascabeleo ideal..."(Juan Ramón Jiménez)
Mi habitación, con las paredes blancas y una columna rosa claro, está situada en
una esquina de la casa y tiene un balcón. Unas ventanas cubiertas con unas cortinas
marrones con aguas plateadas. Entrando por la puerta, a la derecha, hay un armario
empotrado de color haya y un espejo. Enfrente de esto, en la pared hay un unos
estantes donde hay varios libros, fotos, figuras, cajitas y una bola del mundo.
Debajo, se hallan cuatro cajones de color. A continuación de estos estantes, está mi
cama con una colcha de rayas marrones blancas, con dos cojines color plateado y mis
peluches. También tengo un escritorio, junto con una silla negra, paralelo a la cama
donde hay una lámpara, unos ficheros, un reloj y unas cajas. En el suelo, debajo del
espejo se encuentra una alfombra marrón y en la esquina de la puerta del balcón,
una pelota negra y naranja.
SUBJETIVA
Mi habitación, lugar lleno de luz donde cuando oscurece nacen mis sueños, de
paredes blancas lisas con un toque rosa simple en una columna central. Está situada
en una esquina de la casa, el lugar donde el viento se une, y tiene un mirador con
vistas lejanas. Con ventanas grandes y brillantes vestidas con unas cortinas hermosas
de color marrón chocolate con unas aguas de un tono gris-plateado. Entrando en mi
pequeño mundo, al oeste se ubica un armario empotrado lleno de mi gran devoción y
obsesión, y mi fiel amigo donde me remiro cada mañana. Enfrente de esto, amarrado
a la pared hay una montaña con cuevas llenas de libros, recuerdos enmarcados,
figuras emotivas, pequeños baúles donde se hallan tesoros y un globo con muchos
destinos. En la parte inferior, se haya una combinación de cuatro cajones color haya
y blanco roto. A continuación de estos estantes, está mi cargador de la vida con un
vestido a rayas marrones y blancas, con dos cojines color plateado y mis compañeros
en la soledad. También tengo una pizarra rectangular cuatro patas, junto a una
planta negra de cuatro patas, paralela a mi cargador de la vida donde hay una fuente
que me alumbra cuando el sol me abandona, huecos donde guardo mis deberes
diarios, un amigo que me cuenta las horas y unos cofres. En el suelo, debajo de mi
fiel amigo mañanero, se encuentra un peludo vestido marrón en forma circular y en
la esquina de la puerta de salida al mirador, una pelota bonita y grande naranja
calabaza con topos negros como el carbón.