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e íe.

LOS ELEMENTOS
SUBJETIVOS DEL DELITO

BASES METODOLÓGICAS

José Luis Diez Ripollés


Catedrático de Derecho Penal
Universidad de Málaga

lironl lo bllkinch
Valencia, 1990
A mi maestro, José Cerezo Mir,
con admiración y agradecimiento

© J. LUIS DIEZ RIPOLLES

© TIRANT LO BLANCH
EDITA: TIRANT LO BLANCH
C/ Artes Gráficas, 14 - 46010 - Valencia
TELES.: 96/ 3 61 00 48 - 50
DEPOSITO LEGAL: V - 000 - 1990
I.S.B.N.: 84 - 86558 - 00 - 0
IMPRIME: GRÁFICAS GUADA - PM
PROLOGO
El auge creciente de los elementos subjetivos en la teoría del
delito y, por tanto, en los presupuestos de la pena, constituye
sin duda una de las características principales del moderno
Derecho penal. Actualmente, parecen definitivamente deste-
rradas viejas prácticas objetivistas, como las del versan in re
illicita, y viejos principios como el de "ignorantia legis non
excusat" o "error iuris nocet". La cada vez mayor considera-
ción del componente subjetivo del delito se da igualmente en
el ámbito de la imputabilidad o capacidad de culpabilidad, en
el que paulatinamente comienza a darse relevancia incluso
eximente a las llamadas personalidades psicopáticas.
Esta mayor consideración de los elementos subjetivos, pro-
ducto de la tendencia al autor del delito que se observa tanto en
la legislación, como en la jurisprudencia y doctrina penales,
debe ser, en principio, valorada positivamente como un pro-
greso notable en la realización de la idea de Justicia en Derecho
penal. Pero también algunos temen, no sin razón, que sirva para
lo contrario y que con ello se esté abriendo la puerta a una
mayor intervención del poder punitivo del Estado, adelantan-
do, por ejemplo, las barreras de protección penal a la simple
puesta en peligro del bien jurídico, borrando la distinción entre
tentativa y consumación, etc.
La cuestión tiene trascendencia porque los elementos sub-
jetivos (dolo, culpa, imputabilidad, conocimiento de la antiju-
ricidad, error, etc.), no son un hecho fácilmente constatable y
observable como cualquier otro dato perceptible por los senti-
dos. La peculiaridad de los elementos subjetivos está precisa-
10 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES PROLOGO 11

mente en que nadie, salvo la propia persona de cuya subjetivi- normativización que como un factum brutum que se tome sin
dad se trata, puede saber con certeza cuál es su exacto conte- más de la realidad.
nido. Cuando se dice, por ejemplo, que alguien actuó con dolo, Sin embargo, aunque haya un acuerdo inicial, por lo demás
se está, en realidad, presumiendo que, dadas las circunstancias bastante extendido, en la necesidad de una normativización de
y datos que concurrían en el caso concreto, el sujeto sabía lo estos elementos, se discute intensamente las bases y límites de
que hacía y quería hacerlo; pero lo que el sujeto realmente sabe la misma. Ciertamente, decía Welzel, hay estructuras lógico-
o quiere, nadie puede conocerlo, sino todo lo más deducirlo. objetivas que no pueden ser cambiadas a capricho por el
Esto se ve con claridad en el tema del dolo eventual, cuya legislador. Pero estas estructuras lógico-objetivas apenas solu-
problemática se resuelve, a veces, fingiendo los elementos cionan en la realidad los problemas más acuciantes del Dere-
psicológicos, conocimiento y voluntad, que teóricamente lo cho penal; incluso teniéndolas en cuenta y edificando el
integran. ¿Cómo puede si no, afirmarse la voluntad de realizar sistema jurídicopenal a partir de ellas, siempre llega el momen-
un resultado cuando consta que el sujeto intentó evitarlo? Y, to en que hay que valorarlas y elegir de la totalidad de los datos
sin embargo, como la reciente introducción del art. 340 bis c) ontológicos aquellas estructuras que son relevantes para el
en el Código penal demuestra, se puede imputar a título de Derecho penal. Y en esta operación no caben apriorismos
dolo, siquiera eventual, el resultado lesivo que se produce a ontológicos, sino sólo valoraciones más o menos acordes con
consecuencia de un accidente de tráfico ocasionado por al- el nivel cultural y la racionalidad jurídica de cada época y lugar.
guien que conducía un vehículo de motor a gran velocidad por Parece, sin embargo, mentira que en el moderno Derecho
el lado contrario de la calzada para poder así ganar una apuesta. penal, a la hora de hacer estas valoraciones, en lo que se refiere
Y lo mismo cabe decir cuando al torturador se le muere, muy a la constatación de los elementos subjetivos, apenas se tengan
a su pesar, el torturado a consecuencia de los malos tratos. La enjcuenta los datos y conocimientos que nos brinda el estado ""M~
voluntad, un elemento psicológico y, por tanto, neutro valora- actual de la Psicología y la Sociología, y se siga aferrando a las
tivamente, es, en estos casos, simplemente "construida", cuan- viejas concepciones de una Psicología asociacionista crpura-
do no sustituida por otros criterios como el de indiferencia, mejit^mecaaiicista. Y lo que es peor: que en los planteamientos
desconsideración o desprecio hacia el bien jurídico protegido; teóricos más modernos tampoco exista, con todas las excepcio-
y todo ello, para fundamentar una imputación a título de dolo nes que haya que hacer, la menor preocupación por remozar el
de lo que, psicológicamente, a lo mejor no es más que una viejo arsenal psicológico con el que durante más de un siglo
imprudencia. Se trata, pues, más que de resolver un problema han trabajado las teorías tradicionalmente dominantes en
de prueba o de constatación de un elemento subjetivo, de Derecho penal.
decidir, con todas sus consecuencias, qué es lo que debe ser
La preocupación por esta renovación apenas acaba de nacer
atribuido y valorado como si fuera dolo, aunque, psicológica-
y este libro, que ahora prologo, es el intento más serio que se
mente, no se den los elementos conceptuales del mismo.
ha realizado hasta la fecha en la moderna Ciencia del Derecho
La preocupación por resolver problemas de este tipo ha penal por dotar a esta preocupación de unas bases metodológi-
llevado a un importante sector doctrinal a entender los elemen- cas y científicas previas a la necesaria revisión de los modelos
tos subjetivos del delito, más como producto de una teóricos tradicionales. No en vano, su autor, el Profesor Diez
12 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES
PROLOGO 13

Ripollés, une a su cualidad de Catedrático de Derecho penal y lícitamente, no creo que pueda ser respondida empíricamente,
excelente jurista, demostrada en numerosas e importantes o tenga nada que ver directamente con una perspectiva psico-
publicaciones, la de Licenciado en Psicología. Ello le pone en lógico-individual .
óptimas condiciones para emprender una tarea tan urgente
En todo caso, tiene razón Diez Ripollés, cuando afirma que
como necesaria.
cualquier tipo de valoración (sea puramente normativa o
Al hilo de la exposición de las diversas teorías y plantea- producto de planteamientos psicológico-colectivos o interac-
mientos que hoy dominan el ámbito de la moderna Psicología, cionistas) tiene que partir de la realidad psíquica a que se
Diez Ripollés, aborda los problemas más importantes que refieren los elementos subjetivos. Esta es la única forma de
depara la constatación de los elementos subjetivos más rele- evitar aberraciones tales como aquella que, en otro contexto,
vantes de la teoría del delito. El autor, tras analizar las diversas según relata Engisch, motivó la sorpresa y aun la indignación
perspectivas (psicológico-individual, normativa, psicológico- de un estudiante de medicina, cuando leía en el antiguo artículo
colectiva e interaccionista), sejnclina por_una_perspectiva 1592, apartado 2, del Código civil alemán que "El hijo ilegíti-
psrcülógÍ€o=mdivi4uaJ, porque, en su opinión es ésta la única mo y su padre no son parientes". El futuro médico veía en esta
que construye el Derecho penal en torno a la persona en su disposición, dice Engisch, una arbitrariedad jurídica, una
individualidad y con su responsabilidad. Resultaría una viola- negación arrogante de los datos biológicos y hasta quizás una
ción del respeto debido a la dignidad de la persona, dice Diez falsa vergüenza y una engañosa moral.
Ripollés, el que el Derecho penal utilizara las referencias a la
psique individual como mera pantalla en la que proyectar otros Pero igualmente sorprendentes e injustas pueden ser en
contenidos (tesis del "chivo expiatorio", proyección de deseos Derecho penal la imputación de resultados absolutamente
reprimidos, etc.). imprevisibles, por más que tengan su origen en un hecho
delictivo {versan in re illicita), o la exigencia de responsabi-
Otra de las razones que alega en favor de una perspectiva lidad penal en algún caso evidente de creencia errónea de estar
psicológico-individual es su importancia en el aseguramiento actuando lícitamente (error iuris nocet). Aberraciones de este
de principios garantistas, materiales y formales, frenando el tipo son posibles cuando se ignoran o desprecian realidades
excesivo arbitrio de los tribunales en la apreciación de los psíquicas evidentes. Pero también cuando la perspectiva psico-
elementos subjetivos. lógico-individual no ofrece los datos o conocimientos que se
El problema que, sin embargo, a mi juicio, plantea esta espera pueda adoptar. Nos encontramos aquí ante nuestra
perspectiva es el de la constatación de la realidad psíquica. propia ignorancia que debe conducir a la absolución o al in
Ciertamente, algunos datos de esta realidad son deducibles, dubiopro reo. Cualquier construcción jurídico ¿1 margen de o
con más o menos dificultad, de las pruebas practicadas en el fingiendo la realidad es grave fuente de arbitrariedades y deja
juicio (por ejemplo, si hubo o no intención de matar); pero la puerta abierta a la mayor inseguridad, científica y jurídica.
otros, como el conocimiento de la antijuricidad, son, ya de Investigaciones básicas como esta que hoy prologo, son,
entrada y por definición, puramente normativos o producto de pues, imprescindibles para la comprensión de la actual pro-
una atribución. La pregunta relativa a si, por ejemplo, el sujeto blemática del Derecho penal. Quizás a alguno pueda parecerle
podía o no haber evitado su creencia errónea de estar actuando que esto no es Derecho penal o que sólo indirectamente tiene
14 JOSÉ LUIS DIEZ RJPOLLES

que ver con él; pero estoy seguro que después de su lectura ya
no pensará así y que se enfrentará con los problemas jurídico-
ÍNDICE
penales que deparan los elementos subjetivos con un bagaje
intelectual y un talante distinto al que tenía antes. Este es, a mi
juicio, el mérito principal de esta obra, por la que felicito a su Prólogo 9
autor, José Luis Diez Ripollés, a quien, al mismo tiempo, índice 15
agradezco el honor que me hace al pedirme este modesto,
aunque no breve, prólogo que, con mucho gusto, escribo. CAPITULO I
INTRODUCCIÓN 21
en Sevilla, 27 de diciembre de 1989

Francisco Muñoz Conde, CAPITULO II


LA PERSPECTIVA
Catedrático de Derecho penal
PSICOLÓGICO-INDIVIDUAL
I. L A PROGRESIVA SUBJETIVIZACIÓN DE LA TEORÍA JURÍDICA DEL

DELITO 29
II. LA ADOPCIÓN DE LA PERSPECTIVA PSICOLÓGICO-INDIVIDUAL 30
III. JUSTIFICACIÓN DE LA PERSPECTIVA PSICOLÓGICO-INDIVIDUAL 34
IV. LA EXPLICITACIÓN DE LA PERSPECTIVA PSICOLÓGICO-INDIVI-
DUAL Y su CARÁCTER RELATIVO 37
1. Elementos subjetivos en general 37
2. La acción y el dolo 42
3. La imputabilidad 44
4. La conciencia de la antijuricidad y la inexigibilidad 47
5. Aspectos procesales 48
V. LOS LÍMITES FÁCTICOS A LA PERSPECTIVA PSICOLÓGICO-INIDI-
VIDUAL 51
1. Enumeración 51
2. Su superación normativa 59
3. Las propuestas de retroceso 63
VI. E L USO EXCESIVO DE LA PERSPECTIVA PSICOLÓGICO-INIDrVI-
DUAL 66
1. El Psicoanálisis individual 66
2. El enfoque prospectivo 71
16 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES ÍNDICE 17

CAPITULO ffl 2. La postura gradualista basada en la prevención gene-


LA PERSPECTIVA NORMATIVA ral de integración ...r. 163
3. La postura basada en la prevención general intimida-
tona 169
I. LA ADOPCIÓN DE LA PERSPECTIVA NORMATIVA 73
III. LA EXPLICITACIÓN DE LA PERSPECTIVA PSICOLÓGICA-COLECTI-
II. L A EXPLICITACIÓN DE LA PERSPECTIVA NORMATIVA 79
VA 173
1. Elementos subjetivos en general 79
1. En el Derecho penal en general 173
2. La acción 82 2. En los elementos subjetivos de la teoría jurídica del
3. El dolo y la imprudencia 83 delito 180
4. Elementos subjetivos de las figuras de delito 88
3. En las propias estructuras procesales y en los aplica-
5. La imputabilidad 90 dores del Derecho 187
6. Actos pasionales 104
7. El conocimiento de la antijuricidad 105
III. JUSTIFICACIÓN DE LA PERSPECTIVA NORMATIVA 108
1. Argumentos formales vinculados al Estado de Dere- CAPITULO V
cho 108 LA PERSPECTIVA INTERACCIONISTA
2. La búsqueda de la racionalidad 111
3. Las referencias normativas previas a la teoría del
I. Su PROCEDENCIA TEÓRICA 191
delito y de la pena 117
4. Las referencias normativas no estrictamente vincula- II. LA BÚSQUEDA DE LA VERDAD CONSENSUAL 193
das a las propias de la teoría jurídica del delito 124 1. Planteamientos en esa línea 193
IV. INSTANCIAS LEGITIMADORAS DE LAS REFERENCIAS NORMATI-
2. Análisis de la postura de Habermas 198
VAS INTRODUCIDAS 134 III. EL FENÓMENO DEL "SEGUNDO CÓDIGO" Y SU REPERCUSIÓN EN
1. La racionalidad cotidiana o de sentido común 135 LA DOGMÁTICA 205
2. La racionalidad experta 145 IV. LA IMPUTACIÓN INTERACCIONISTA DE LOS ELEMENTOS SUBJE-
V. E L uso EXCESIVO DE LA PERSPECTIVA NORMATIVA 152 TIVOS 212
1. El enfoque en torno a la teoría analítica de la acción 212
2. El enfoque conductista radical 215
CAPITULO IV 3. El enfoque psicológico-cognitivo 216
LA PERSPECTIVA 4. Posturas cercanas a la etnometodología 219
V. LAS ACTITUDES DIFERENCIADORAS HACIA LA CAPACIDAD DE
PSICOLOGICO-COLECTIVA
CULPABILIDAD 222

VI. LA ESTRUCTURA DEL PROCESO PENAL Y LA OBTENCIÓN DEL


I. LAS NECESIDADES PSICOLÓGICO-COLECTIVAS Y SU SATISFAC-
CONSENSO: LAS TESIS CONTRAPUESTAS DE LUHMANN Y ROTT-
CIÓN A TRAVÉS DEL DERECHO PENAL 155
LEUTHNER 225
II. LA ACTITUD POLÍTICO-CRIMINAL PROCEDENTE 160
1. Las posturas radicales 160 VII. PROGRAMAS DE ACTUACIÓN POLÍTICO-CRIMINAL 233
JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES ÍNDICE 19

CAPITULO VI IV. LA RESPUESTA DEL ENFOQUE INTERACCIONISTA 294


LA POLÉMICA ENTRE
LAS DIVERSAS PERSPECTIVAS
CAPITULO VII
LA RESPUESTA DEL ENFOQUE PSICOLÓGICO-INDIVIDUAL 235 CONCLUSIONES: POSTURA PERSONAL
A. A las perspectivas normativas 235
1. Crítica a las verdades normativas 235 I. CARÁCTER METODOLÓGICO DE LA INVESTIGACIÓN 297
2. La adecuada relación con la actividad forense.. 239
II. SISTEMATIZACIÓN DE LAS DIVERSAS POSTURAS 298
3. Crítica a la teoría de la cesura procesal 241
4. Crítica a la utilización de teorías judiciales de III. L A OPCIÓN POR LA PERSPECTIVA PSICOLÓGICO-INDIVIDUAL 303

sentido común 243 IV. ALGUNAS PAUTAS DE INTRODUCCIÓN DE LAS REFERENCIAS


B. A las perspectivas psicológico-colectivas 246 NORMATIVAS EN LA TEORÍA JURÍDICA DEL DELITO 312
C. A las perspectivas interaccionistas 252 1. El análisis previo científico-social 313
LA RESPUESTA DEL ENFOQUE NORMATIVO 255 2. Las convicciones generales como criterio legitimador 315
A. A las perspectivas psicológico-individuales 255 3. La movilidad de las referencias normativas y la abso-
1. Sus insuficiencias 255 lutización de las vinculadas a la teoría de la pena . 317
a) Réplica a las críticas psicológico-individuales 256 V. ALGUNOS CRITERIOS DE DESARROLLO DE LA PERSPECTIVA
b) Su incapacidad para satisfacer las exigencias PSICOLÓGICO-INDIVIDUAL 319
jurídico penales 257 1. La utilización de expertos 320
c) Su incapacidad para satisfacer sus propias exi- 2. Las reglas comunes de la experiencia 322
gencias de validez 258 3. La superación de la inaccesibilidad de los elementos
2. La aceptación parcial de enfoques psicológico- subjetivos 323
individuales 262 4. El freno a la subjetivización 325
a) El análisis empírico de los contenidos normati- 5. Los enfoques prospectivos 327
vos 262 6. La orientación psicoanalítico-individual 329
b) La limitada introducción de contenidos psicoló- VI. LAS ZONAS MAS SENSIBLES A ESTA PROBLEMÁTICA 331
gico-individuales 264
c) La teoría de la cesura procesal 268 Bibliografía 335
B. A las perspectivas psicológico-colectivas 273
C. A las perspectivas interaccionistas 276
LA RESPUESTA DEL ENFOQUE PSICOLÓGICO-COLECTIVO 282
A. A las perspectivas psicológico-individuales 282
1. Crítica a las perspectivas psicológico-individuales
en general 282
2. Crítica a la variante psicoanalítico-individual en
especial 284
B. A las perspectivas interaccionistas 290
CAPITULO I
INTRODUCCIÓN

El origen del trabajo que ahora se presenta está en un


proyecto investigador de más largo alcance, y aún en curso, en
virtud del cual se aspira a identificar criterios que permitan
realizar una neta diferenciación sistemática entre los elemen-
tos subjetivos que pertenecen a lo injusto, y aquellos que
pertenecen a la culpabilidad, una vez que se ha asumido por
importantes sectores doctrinales la concepción personal de lo
injusto. El proyecto, que exige una reflexión detenida, y quizás
un replanteamiento, de los conceptos de injusto y culpabilidad,
dio lugar a que se pusiera de manifiesto una cuestión previa, de
gran entidad, y que es de la que me ocupo en las páginas que
siguen: Difícilmente podía pensarse en encontrar nuevos crite-
rios clasificatorios de los elementos subjetivos sin antes pre-
guntarse por qué la doctrina y la jurisprudencia registran en
estos momentos discrepancias fundamentales relativas a cuál
haya de ser la naturaleza del contenido de los elementos subje-
tivos de la teoría jurídica del delito, y tomar postura al respecto.
El dilema básico, al margen de matizaciones que ahora no
proceden, es si nos atenemos, o hay que atenerse, a una confi-
guración realista, naturalista, de tales elementos, o bien hay
que darles, o se les da, un contenido fundamentalmente norma-
tivo.
Como tendremos ocasión de ver, en el actual desarrollo de
la teoría jurídica del delito están confluyendo dos fenómenos,
especialmente activos, y que, al menos en lo que concierne a los
elementos subjetivos de la teoría del delito, dan lugar a resul-
tados contradictorios. Por un lado, una elaboración dogmática
cada vez más propensa a introducir elementos subjetivos en las
22 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES INTRODUCCIÓN 23

diversas categorías delictivas. Esta progresiva subjetivización, germen de lo que comenzará siendo una teoría de la argumen-
que tiene uno de sus orígenes en la profundización que el tación jurídico-penal y en último término origen de la teoría
finalismo hizo del concepto de delito y la consiguiente aten- jurídica del delito. No es el análisis de esas posturas normativas
ción prestada a la realidad natural, se ha ido justificando desde previas el motivo de este trabajo.
entonces en la mayor adecuación a la justicia que ofrece una Roxin, en un conocido trabajo(2), dio un paso más en la línea
regulación especialmente consciente de la complejidad del indicada y, sin detenerse en esas referencias valorativas gené-
hecho delictivo, y dentro de él, de la realidad psíquica implíci- ricas propias de la teoría jurídica del delito en su conjunto,
ta. Por otro lado, la creciente presencia de planteamientos que, propuso individualizar las referencias valorativas de cada una
en clara reacción hacia el positivismo técnico-jurídico que se de las categorías básicas de la teoría jurídica del delito. Con in-
considera insuficientemente conmovido por el neokantismo y dependencia del acierto que pudo tener en la asignación a cada
el finalismo, aspiran a explicitar los componentes valorativos categoría de su o sus referencias valorativas fundamentales(3),
o político-criminales subyacentes a los diversos elementos lo cierto es que, en primer lugar, y como él mismo reconoce(4),
dogmáticos y, lo que es más importante, a ajustar su formula- no hizo nada nuevo pues la doctrina ya era consciente de que
ción e interpretación a la satisfacción de determinados intere- cada categoría respondía a ciertos puntos de vista político-cri-
ses de una u otra clase. minales, pero, en segundo lugar tuvo el mérito de destacar de-
Esta continuada normativización de la teoría jurídica del bidamente tal cosa, realizar y fomentar desarrollos teóricos en
delito, cuyo criterio de referencia más conocido, aunque no el esa dirección y, en resumidas cuentas, enriquecer la labor inter-
único, es la teoría de los fines de la pena, no supone un ataque pretativa al suministrarle criterios materiales más explícitos,
directo a la subjetivización promovida por la otra tendencia. Es plenamente integrados en las categorías dogmáticas y que de-
decir, no implica una actitud reacia a la introducción en la jaban bien claro que la sistemática penal no limitaba sus fun-
teoría jurídica del delito de elementos subjetivos. Lo que ciones a la del logro de la seguridad jurídica y demás garantías
sucede es que tales elementos, incluso respondiendo a los formales propias del Estado de Derecho. Pero tampoco este
mismos vocablos, son dotados de un contenido notablemente trabajo pretende incidir sobre el nivel acabado de mencionar.
distinto al que les corresponde desde una perspectiva que busca Su campo de actuación son los concretos elementos compo-
reflejar la realidad psiquica a la que aluden. nentes de cada una de las categorías dogmáticas. Estamos,
Ahora bien, en el tema de la normativización del Derecho como mínimo, a un tercer nivel, en el que se entremezclan
penal, y en relación con este trabajo, hay que hacer algunas elementos descriptivos y normativos, objetivos y subjetivos,
precisiones. cuya misión reside en configurar el objeto sobre el que va a
En primer lugar, nadie duda que existe un nivel valorativo incidir la valoración peculiar de la categoría dogmática en
previo en el que el legislador decide cuáles han de ser las cuestión, y de entre todos esos elementos vamos a fijarnos en
conductas penadas y las que no(1), incluso en el que decide aquellos que aluden a primera vista a realidades subjetivas, lo
cuáles han de ser los principios básicos que van a dar lugar a un
análisis controlado de la realización o no de esas conductas, (2) Véase Roxin 15 y ss.
(3) Véase Cerezo II. 256-257, entre otros.
(1) Véase/tocí'/i,40N.41. (4) Véase Roxin 29.
24 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES INTRODUCCIÓN 25

que, también en una primera aproximación, nos llevará a Confío haber expresado claramente el objeto de este traba-
pensar que son elementos descriptivos. jo: Tras un análisis de las diversas posturas existentes, que en
La duda que nos asalta es si eso es así. Es decir, si la realidad no son dos sino cuatro, aspiro a tomar postura sobre el
normativización del Derecho penal no ha ido tan lejos que ni grado en que los elementos subjetivos de la teoría del delito
siquiera los elementos subjetivos reflejan algo perteneciente a deben ser dotados de contenidos normativos. Aquí son precisas
la realidad natural, en este caso, psicológica. Existen indicios nuevas aclaraciones:
de que la normativización penal ya no se detiene en las En primer lugar, el trabajo se ha ampliado a todos los
categorías dogmáticas, sino que las referencias valorativas de elementos subjetivos de la teoría jurídica del delito y, si se
éstas se infiltran en el propio objeto de la valoración, de modo considera no incluida en ella, de la medición de la pena. Esta
que, al margen de que el objeto sufra una valoración, algo atención de principio a todos ellos no debe hacer creer que
comúnmente aceptado, el propio contenido del objeto es, aspiro a análisis individualizados de cada uno de ellos, preten-
previamente, sometido a un proceso de normativización que le diendo determinar caso por caso su eventual contenido norma-
hace perder en buena medida su carácter de elemento descrip- tivo. Eso no está al alcance de un sólo trabajo y probablemente
tivo de una realidad psicológica. tampoco de una sola persona. De hecho el trabajo atiende a la
El fenómeno al que aludimos se ha producido fundamental- problemática general sobre la normativización de los elemen-
mente con posterioridad a la aparición de la obra de Roxin tos subjetivos, y en ese sentido no pretende polemizar sobre los
mencionada, por más que ya antes había indicaciones en ese contenidos concretos que determinados autores o tendencias
sentido y, sobre todo, que merezcan consideración las opinio- doctrinales asignen a aislados elementos subjetivos. Lo que
nes doctrinales que señalan que esto ha sido siempre así aunque interesa es el grado de normativización asignado y las razones
sólo recientemente hemos sido conscientes de ello. En todo que se dan para ello. Como reza el subtítulo de esta obra, aspiro
caso no parece erróneo concebir este fenómeno, desde un únicamente a sentar las bases metódicas de una ulterior profun-
punto de vista objetivo, como un ulterior desarrollo, ya vere- dización pormenorizada del fenómeno de referencia. Por lo
mos si procedente o no, de las tesis de Roxin. Sin duda él no iba mismo tampoco he pretendido en ningún momento desarrollar
tan lejos cuando escribió su trabajo programático; sobre todo y exponer en estas páginas mi opción sobre el sistema de
al hablar de los elementos del tipo resulta patente su deseo de referencias valorativas de la teoría del delito en su conjunto y
ligarlos a descripciones de la realidad, con independencia del de sus diversas categorías y subcomponentes.
juicio de valor que sobre ellos recaerá; pero también es cierto En segundo lugar, desde los primeros momentos fué evi-
que al ocuparse del término "voluntariedad" en relación con el dente que la problemática a estudiar no podía confinarse al
desistimiento en la tentativa nos da un claro ejemplo de cómo Derecho penal material. La cuestión no reside simplemente en
normativizar un elemento subjetivo(5). comprobar la naturaleza de los componentes asignados a los
elementos subjetivos en su fase de formulación, sea por el
legislador, sea de un modo mucho más concreto y preciso por
(5) Véase Roxin 52-53, 55-56,43,62,66,69-74. Merece mencionarse que
la crítica de Muñoz Conde III. 12-13 a la concepción por Roxin de la la labor interpretativa doctrinal, sino que igual de decisiva
voluntariedad del desistimiento en la tentativa se basa precisamente en resulta la fase de constatación procesal de esos elementos
que no atiende a ciertos datos ontológicos. subjetivos, momento en el que se actualizan, junto a los
26 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES INTRODUCCIÓN 27

factores ya concurrentes en la fase de formulación, otros conformaría con que, tras su lectura, irrumpiera con fuerza en
nuevos peculiares del contexto procesal. Eso lleva a atender España una problemática que, si bien ha sido captada ya por
debidamente al Derecho procesal penal y al proceso en cuanto destacados penalistas, carece en nuestro país en estos momen-
fenómeno social. Con ello no hago más que ajustarme a los tos de la atención que merece.
insistentes requerimientos de determinados sectores doctrina- Para animar a esa discusión me atrevería a señalar, cons-
les que dudan de la corrección de las conclusiones dogmáticas ciente pese a todo de las notables diferencias cualitativas y
si se pierde de vista la perspectiva procesal(6). cuantitativas que se aprecian, el paralelismo existente entre el
En tercer lugar, y como se apreciará desde las primeras fenómeno de restricción de la imputación objetiva de resulta-
páginas de este trabajo, la propia naturaleza de la problemática dos, producido a partir de un concepto ontológico como el de
estudiada me ha obligado a analizar detenidamente un buen causalidad, y el fenómeno de normativización de los elementos
número de enfoques provenientes de las Ciencias Sociales, en subjetivos, nacido también sobre un concepto ontológico
la medida en que explicaban determinadas actitudes juridico- como la realidad psíquica, por más que no lleve necesariamen-
penales. Tal estudio no va ligado necesariamente a las perspec- te a restricciones de ésta, suponiendo a veces ampliaciones y
tivas más normativistas. Muy al contrario, los propios enfo- otras pura y simplemente sustituciones*8'.
ques más estrictamente defensores de una vinculación a la
realidad psicológico-individual precisan para su fundamenta-
ción del auxilio de la Psicología y Psiquiatría forenses e incluso
de determinadas aproximaciones sociológicas. En este senti-
do, concibo mi trabajo en línea con lo exigido enfáticamente
por Naucke cuando recuerda que una auténtica colaboración
entre el Derecho penal y las Ciencias sociales sólo se logrará
cuando exista un "corpus" investigador que utilice ambas
perspectivas en el análisis de problemas concretos de la
Administración de Justicia, prescindiendo de escritos pro-
gramáticos y planteamientos generales de colaboración(7).
Aquí sin duda estamos ante un problema concreto en el que se
entrecruzan inevitablemente perspectivas procedentes de
ambos sectores. (8) Véase una reciente revisión de las bases ontológicas de la causalidad en
• Los propósitos de este trabajo son en cualquier caso limita- Gómez Benítez. II. 15-59.
dos. Ello explica que en ningún momento se haya buscado la A la vinculación entre los criterios de imputación objetiva de resultados
exhaustividad bibliográfica ni el agotamiento de los temas. Me y la determinación de un elemento subjetivo como es el dolo en los casos
de error de tipo alude Bacigalupo. III. 59-60. A mi juicio puede haber una
coincidencia de referencias normativas, pero no procede un traslado o
(6) Véase Hassemer I. 106-110, y en general todo el planteamiento de la difuminación de lo que es una problemática propia del tipo subjetivo al
obra;.Af uñoz Conde I. 130-131, 25. tipo objetivo.
(7) Véase Naucke 21-22, 53-54, 69-70. Hace una comparación similar a la formulada en el texto, Jakobs. II. 457.
CAPITULO II
LA PERSPECTIVA
PSICOLOGICO-INDIVIDUAL

1. LA PROGRESIVA SUBJETIVIZACION
DE LA TEORÍA JURÍDICA DEL DELITO

La doctrina que insiste en la conveniencia de un enfoque


empírico-individual en el análisis de los elementos subjetivos
de la teoría del delito constata en primer lugar la progresiva
subjetivización que está registrando este sector jurídico(1). Tal
constatación ya no va seguida, como en otras épocas, de
análisis rigurosos y entusiastas de cuáles puedan ser las razo-
nes que expliquen este fenómeno: Junto a alusiones genéricas
al logro de una mayor justicia empiezan a adquirir cada vez más
preeminencia reflexiones que, atentas a la probada capacidad
de doctrina y jurisprudencia de partir de elementos subjetivos
cada vez más sutilmente diferenciados, recuerdan que el nivel
alcanzado difícilmente puede ya justificarse en la huida de un
Derecho penal del resultado en sus diferentes variaciones
históricas, y comienzan a interpretar la persistencia de este
fenómeno en nuestros días como una muestra de las desmedi-
das ansias intervencionistas del Estado, que se serviría de la
subjetivización para adelantar las barreras de la protección
penal y, en último término, para lograr una mayor penaliza-
ción(2).

(1) Véase Ecker 1-5, 47-66, 130, 131- 135; Lempp 77; Walter 209; Loos
262, 267.
(2) Véase Ecker 1-5, 151-135; Siratenwerth. I. 190.
30 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA PSICOLOGICO-INDIVIDUAL 31

No ha de extrañar por tanto que, con independencia de los cuando se quiera dotar de contenido a esos numerosos elemen-
problemas epistemológicos que veremos más adelante, la tos subjetivos de la teoría jurídica del delito, sea en el momento
doctrina que ahora pasamos a estudiar aluda con frecuencia a de su formulación en la figura de delito o en relación con ella
una pluralidad de riesgos contenidos en esa progresiva subje- y su consecuente análisis doctrinal y jurisprudencial, sea en el
tivización, riesgos, por otra parte, que es a esta corriente momento de la constatación procesal de su existencia en el caso
doctrinal a la que más afectan dadas las estrictas exigencias concreto. Y los autores que vamos a estudiar en este capítulo
metodológicas que se autoimpone en la formulación y consta- tienen una opinión definida al respecto.
tación de los elementos subjetivos de la teoría del delito. Se Para captar la verdadera magnitud del problema es preciso
menciona la posibilidad de lograr cotas menores de justicia en salir del ámbito reducido de los elementos subjetivos de la
función de las diferenciadas capacidades de verbalización de teoría jurídica del delito y conectar con la problemática, más
los procesados o de elecciones sesgadas y arbitrarias de peritos, amplia, de cuál sea el concepto de "verdad" al que ha de
o a la deshumanización del individuo y al escaso respeto de su aspirarse en la formulación y aplicación concretas de los
esfera íntima a que pueden dar lugar actuaciones periciales preceptos jurídico-penales. Los autores que ahora vamos a
excesivas y continuadas. Igualmente, la existencia de elemen- mencionar parten, sin duda, de un concepto de verdad material
tos subjetivos innecesarios entorpece el funcionamiento de la o verdad empírica entendida, a la luz de la teoría de la
maquinaria procesal dando lugar a resultados disfuncionales o correspondencia, como la concordancia entre realidad y repre-
desproporcionados, como lo son el alargamiento del proceso y sentación de ella(4), y en contraposición a otros conceptos de
el aumento de costes. Por otra parte, la concentración de los verdad normativos de los que nos ocuparemos en su momento.
esfuerzos en el logro de una subjetivización cada vez más Se trata de conectar con una realidad que derive, sin mediacio-
depurada de la teoría jurídica del delito tiende a dejar en nes, de las leyes físicas de la naturaleza o de los datos de la
segundo plano el análisis de otras variables dignas de conside- psicología y sociología. Albrecht, en un interesante artículo,
ración como las consecuencias reales para el delincuente de tal intenta mostrar los recientes esfuerzos del Bundesgerichtshof
actitud(3). alemán para asegurar el respeto del principio de la verdad
material por los tribunales inferiores: Con ello el alto tribunal
expresa, al decir del autor, un claro deseo por hacer respetar los
II. LA ADOPCIÓN DE LA PERSPECTIVA datos y procederes empíricos en la libre valoración de la prueba
frente al subjetivismo ilimitado y la arbitrariedad, llegando a
PSICOLOGICO-INDIVIDUAL
cuestionar la idea de que la casación sólo ha de incidir funda-
mentalmente sobre aspectos de derecho y no de hecho(5).
Pero la discusión relativa a si procede persistir en la progre-
siva subjetivización de la teoría jurídica del delito es algo que
ha de quedar sólo esbozado en las líneas precedentes. De lo que (4) Así,expresamente,V0/*7;A/fcrecMI.486Nota9,486-487;I.196-197.
aquí se trata es de determinar qué actitud básica hay que tomar (5) Véase Albrecht II. 486,488-491; I. 214.
Sobre los recientes desarrollos en el marco procesal penal español, a la
luz de los preceptos constitucionales, de la problemática de la aprecia-
ción en conciencia de las pruebas por los tribunales, y los notables
(3) Véase Walter 209, 211-212;.Ecker 4,134-135.
32 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA PSICOLOGICO-INDIVIDUAL 33

Cerezo recordará la necesidad en que se encuentra el adecuarse, tanto en la formulación como en la constatación de
Derecho de vincularse a la realidad y cómo sólo tal vinculación los elementos subjetivos, a la realidad psicológico-individual
a la realidad y a la averiguación de la verdad permitirá al tal como nos la muestran las disciplinas pertinentes(10), congra-
Derecho realizar sus fines(6). Y más recientemente Torio López tulándose de que las recientes reformas legales en Alemania
afirmará que el lenguaje jurídico debe ser, en el mayor grado hayan supuesto un avance en la aceptación de los enfoques
posible, un lenguaje descriptivo, lo más próximo al de la psicológico-individuales0!).
ciencia, en el que se manifiesten "las peculiaridades y datos Merece destacarse en este mismo orden de consideracio-
observables en la realidad", con lo que se contará con "una base nes, aun cuando no puede ser objeto de este trabajo un análisis
real contrastada o comprobada"(7). pormenorizado de su postura, el énfasis con el que Albrecht
Es en este contexto donde se entienden adecuadamente las pretende descartar todo tipo de enfoques no empíricos en el
afirmaciones de diversos autores, ahora ya referidas a los análisis de la capacidad de culpabilidad: Critica las por él
elementos subjetivos de la teoría del delito(8), en las que se denominadas perspectivas metafísicas y utilitarias ya que tanto
expresa la imposibilidad en que se encuentra el Derecho penal, unas como otras incurren en procesos de "imputación" de
pese a las dificultades y matizaciones a las que luego aludire- responsabilidad, abogando por auténticos análisis empíricos
mos, de prescindir de la realidad empírica psicológico-indivi- de psicología individual, tal y como lo exigen las leyes penales,
dual en el manejo de los elementos subjetivos: Estos se han de y sin que estén justificadas actitudes agnósticas respecto a la
concebir como realidades psíquicas previamente dadas y sus- capacidad de la Psicología y la Psiquiatría para ofrecer criterios
ceptibles de desvelamiento a partir de un proceso de averigua- claros de determinación de la capacidad de culpabilidad(12). A
ción(9). Se insiste, en diferentes contextos, en la necesidad de este respecto, es especialmente llamativo el contraste que se
produce entre una Psiquiatría forense muy preocupada por su
capacidad para responder a las preguntas que los tribunales le
avances registrados tanto de cara a la necesidad de fundamentar la hacen sobre los elementos subjetivos de la teoría del delito, y
convicción subjetiva atendiendo a las pruebas practicadas en juicio,
una Psicología forense, de clara raiz anglosajona, cada vez más
excluyendo el mero subjetivismo, así como en relación con la ampliada
posibilidad de acudir a la casación debido a un error en la apreciación segura de sus potencialidades al respecto y que pide enérgica-
de la prueba, todo ello en directa relación con los peritajes científicos, mente que se le otorgue un papel en el análisis de la volunta-
véase Gómez Benítez. II. 63 y ss. riedad y de los procesos motivacionales, en la determinación
En general, un análisis global sobre el contenido y naturaleza de los
dictámenes periciales psiquiátricos a la luz de nuestra legislación
procesal puede verse en Gómez Colomer. 76 y ss, en especial 85-99, subjetivos, susceptibles de percepción interna, entre los descriptivos, y
no entre los normativos.
139-146.
(10) Véase Stratenwerth II. 474; Jáger I. 309.
(6) Véase Cerezo I. 41-42.
(7) Véase Torio López. III. 762. (11) Véase/ágerl. 305.
(8) Pone de relieve expresamente la conexión entre la problemática del (12) Véase Albrecht 1.193,195-196,213-217. Especialmente interesante es
concepto de "verdad" y la de la configuración y constatación de los el repaso que hace a las opiniones de los autores forenses más destaca-
elementos subjetivos de la teoría del delito, Monaco. 69 y ss. dos y modernos, y que le permite concluir la improcedencia de la actitud
(9) Véase Monaco 71 -72; Walter 208-209,211; Loos 269. Cerezo II. 332, agnóstica en la verificación de la capacidad de culpabilidad. Ibídem.
al aludir a los elementos del tipo de lo injusto incluye a los elementos 203-213. En sentido similar Torio López I. 967-968, 970, 980.
JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA PSICOLOGICO-INDIVIDUAL 35
34

de la capacidad de culpabilidad, y aun en el juicio de peligro- verdad del que se parte en la vida cotidiana, condicionando
sidad, confiada en sus métodos específicos claramente desvin- nuestro análisis de las situaciones en que nos vemos inmersos,
culados de los cuadros nosológicos de una Psiquiatría que mira nuestras expectativas y nuestras reacciones(15).
con indisimulada reticencia tales pretensiones(13). Estos autores, aunque con menor dedicación que la que
Tras un análisis crítico de la actitud doctrinal y jurispruden- utilizan sus oponentes, lo que quizás se deba a que creen partir
cial ante los elementos subjetivos de la teoría del delito, Jáger de un concepto de verdad evidente, no necesitado de ulterior
plantea la alternativa: O se procede a una masiva desubjetivi- argumentación, también se ocupan de resaltar la coherencia de
zación de los tipos de la Parte Especial, o bien, si se decide su actitud con determinados ideales jurídico-penales, teorías
penales u opciones político-criminales, reconociendo, por
mantener la conformación actual, hay que introducir verdade-
consiguiente y en último término la dependencia entre tales
ros análisis psicológicos de ellos°4).
actitudes y el concepto de verdad adoptado(16).
La búsqueda de la verdad material se considera ante todo
III. JUSTIFICACIÓN DE LA PERSPECTIVA algo obligado dado el Estado de Derecho constitucionalmente
PSICOLOGICO-INDIVIDUAL previsto y la meta de obtención de la justicia a la que él
tiende07'; en esa dirección no faltarán referencias al mayor
Conviene que antes de pasar a la explicitación del enfoque respeto a la dignidad de la persona. Por otra parte se utiliza un
psicológico-individual y de los problemas que encuentra para argumento que va a ser continuamente empleado como arma
su plena realización aludamos, de un modo breve, a cuáles sean arrojadiza en la polémica entre los diversos enfoques que ahora
la clase de argumentos más frecuentemente utilizados por los estamos comenzando a describir: La referencia a la mayor
partidarios de este enfoque. Procede, con todo, hacer la salve- racionalidad de la postura respectiva. Para estos autores sólo
dad de que, debido a que la problemática de los componentes cabe lograr un Derecho penal auténticamente racional si en su
normativos insertos en los elementos subjetivos de la teoría del configuración y aplicación se atiende debidamente a las reali-
delito ha surgido como reacción a la dominante concepción dades empíricas y a su análisis científico08).
empírico-individual, los partidarios de este enfoque han desa- En cuanto a la vinculación de la opción por la verdad
rrollado sus argumentos en directa relación con las críticas que material a determinadas teorías penales algunos autores han
han pasado a formular a las nuevas posturas surgidas, de ahí recordado que la pluralidad de teorías existentes, con sus
que una correcta descripción de sus apoyos fundamentales sólo diversas variantes, hace difícil pensar en una relación fija en
puede lograrse en el marco de la discusión producida, a la que cualquier sentido°9), mientras que otros prefieren insistir en la
posteriormente aludiremos.
Baste con decir ahora que, en primer lugar, el concepto de
verdad material adquiere en buena parte su legitimación para (15) Véase Volk 7.
estos autores por el hecho de que se trata del concepto de (16) Véase Volk 18; Jáger I. 305.
(17) Véase Volk 17; Albrecht 486-487.
(18) Véase Jáger 1.305-308; II. 117; Albrecht 1.200; II. 492; Cerezo Mir. m .
(13)Véase en España Avila Espada. 186-190,195-199; Jiménez Burillo. 24. 186.
(19) Véase Albrecht II. 487.
(14) Véase Jáger III. 137-138.
JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA PSICOLOGICO-INDIVIDUAL 37
36

compatibilidad del enfoque empírico-individual con las teo- otro modo, es decir, dos categorías dogmáticas con relevantes
rías penales preventivo-generales, algo que será muy discutido componentes subjetivos dentro de sí. Tal planteamiento lleva,
desde otros enfoques. En este sentido, Volk afirmará que sólo consecuentemente, a una consideración de los elementos
el respeto a la verdad material podrá hacer que la norma constitutivos de las diversas categorías del concepto de delito
funcione como pauta orientadora del comportamiento fiel al profundamente respetuosa de los datos ontológicos, lo que
implica, en relación con los elementos subjetivos, una clara
Derecho(20).
tendencia a su interpretación naturalística(22).
Cabe aludir asimismo a referencias de corte garantista, que
se ocupan de recordar el freno que a intervenciones abusivas
del Estado, no respetuosas con la dignidad de la persona, ni con
IV. LA EXPLICITACION DE LA PERSPECTIVA
los principios de legalidad y seguridad jurídicas, y fomentado-
PSICOLOGICO-INDIVIDUAL,
ras de un amplio arbitrio judicial, opone la opción por la verdad
Y SU CARÁCTER RELATIVO
material y la consecuente vinculación a los datos de la realidad
científica psicológico-individual(21). 1. Elementos subjetivos en general
Aunque sin la fuerza que tuvo en décadas pasadas, no puede
dejar de mencionarse en este contexto la actitud que, yendo La adopción del enfoque de la verdad material, de la
más allá de lo que es la exigencia de vinculación del Derecho adhesión a las realidades empíricas psicológico-individuales,
a la realidad material, pretende vincular éste de modo ineludi- no conlleva, de ningún modo, actitudes absolutizadoras y
ble e inmediato a determinados segmentos de la realidad simplistas. Por el contrario, nos enfrentamos con una alterna-
natural en detrimento de otros: Sus formulaciones más evolu- tiva compleja que es muy consciente de que sus postulados no
cionadas y matizadas afirman que, adoptado cierto punto de se pueden realizar plenamente sino hasta cierto límite, límite
vista valorativo inicial, en nuestro caso el de la concepción del que en todo caso va lo suficientemente lejos como para dife-
hombre como un ser responsable, se destacan de la realidad una renciar nítidamente a los propulsores de este enfoque frente a
serie de elementos ónticos como esenciales, por lo que a los de otras opciones.
nosotros respecta, determinadas estructuras lógico-objetivas, Sintomático del escaso papel que corresponde a plantea-
que deben necesariamente pasar a ser el objeto de la valoración mientos unilaterales en este ámbito es la suerte corrida por la
jurídica, por más que esta misma no se prejuzgue. Si no se hace primera incursión en el análisis de las relaciones entre Derecho
tal cosa se incurre en una contradicción con el punto de vista Penal y la Psicología por uno de los autores que, posteriormen-
valorativo inicial. Las dos principales estructuras lógico-obje- te y una vez corregidos los defectos, más ha aportado a la
tivas a tener en cuenta desde la concepción de la persona como discusión que ahora nos ocupa, G. Schewe. Este autor publicó
ser responsable son la estructura final de la acción humana y la en 1967 una obra titulada "Bewusstsein und Vorsatz" en la que,
culpabilidad entendida como capacidad individual de actuar de con una perspectiva propia de la Psicología de la "Gestalt",

(20) Véase Volk 17. En línea semejante Walter 207-208.


(22) Véase una exposición de esta orientación metodológica en Cerezo 1.39
(21) Véase Torio López. I. 967,969-970,975; Albrecht II. 492-493; Rasch
y ss.
m.44.
LA PERSPECTIVA PSICOLOGICO-INDIVIDUAL 39
JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES
38
individual. Estos autores son conscientes de que, con indepen-
realizó una crítica, que en buena medida puede considerarse
dencia del indiscutible y explícito componente normativo que
radical, de la configuración de los vigentes conceptos básicos
corresponde a toda decisión del legislador penalizadora o
de la Dogmática jurídico-penal, en cuanto que resultaban
despenalizadora, la formulación de los elementos subjetivos
incompatibles con las realidades empíricas psicológicas a la
dentro de las figuras delictivas y su aplicación en el proceso
luz de la perspectiva mencionada(23).
penal están sometidas a ciertas limitaciones valorativas, nor-
No resulta aventurado suponer que fue precisamente su
mativas, más o menos explícitas(25).
descuido de los condicionamientos o fundamentos propios del
En lo que concierne a la labor de formulación de los
Derecho penal los que llevaron a la escasa atención prestada a conceptos subjetivos de la teoría jurídica del delito son fre-
esta obra y a que Stratenwerth pudiera decir de ella que, a pesar cuentes las afirmaciones en las que se atribuye tal misión a la
de las apariencias, no incidía en el núcleo de las construcciones Dogmática jurídico-penal, la cual deberá, en primer lugar,
dogmáticas jurídico-penales al no tener en cuenta el contexto reflejar en ellos determinadas decisiones básicas normativas
categorial del Derecho penal(24). por medio de un procedimiento abstracto de configuración
Difícilmente se ha vuelto a dar un error como el menciona- conceptual(26). En este sentido, hay que ser conscientes de que
do entre los partidarios de los enfoques empíricos de psicología las diversas categorías y subcategorías del concepto de delito
satisfacen, cada una a su manera, determinados puntos de vista
(23) No es éste el lugar para detenemos en su exposición y en la valoración valorativos, y que, consecuentemente, los elementos en ellas
crítica de sus propuestas, que quizás fuera más positiva de lo que el abarcados han de ajustarse a tales referencias(27).
frecuente olvido de esta obra de Schewe haría suponer. Baste con
señalar que el autor parte de tres puntos de vista fundamentales cuales
Ahora bien, si tales exigencias normativas llevarán con
son, en primer lugar, la critica al enfoque atomista de la teoría jurídica frecuencia en la descripción de los elementos subjetivos a
del delito, perceptible en el procedimiento analítico y clasificatorio
utilizado para identificar los diversos elementos del delito así como los
componentes de cada uno de ellos, en segundo lugar, la critica a los
(25) Aluden de modo genérico a esos condicionamientos normativos en la
conceptos de consciencia e inconsciencia empleados, especialmente
formulación y aplicación de los elementos subjetivos de la teoría del
por relacionarlos de modo indebido con los de experiencia actual y
delito, Monaco 69; Albrecht I. 193-194, quien alude a la idea de
potencial, y en tercer lugar, la distinción entre ámbito fenoménico, que
responsabilidad y de sujeto responsable de la que se parte en todo uso
vendría a expresar las valoraciones relativas a la relación sujeto-objeto,
de los elementos subjetivos; Walter 207-208, quien insiste que la idea
y ámbito trasfenoménico, que aludiría a las valoraciones relativas a los
de prevención exige tanto una vinculación de los elementos subjetivos
contenidos psíquicos previos a esa relación, así como las interrelaciones
a la realidad empírica como su funcionalidad y practicabilidad de cara
entre ambos ámbitos. Tales elementos de análisis, incardinados en el
a las metas preventivas. Los partidarios de la teoría de la naturaleza de
enfoque gestáltico mencionado, le permiten realizar una acerada crítica
las cosas precisan de un punto de partida valorativo, la concepción de
de la vigente distinción entre tipicidad y antijuridicidad, injusto y cul-
la persona como ser responsable, para poder realizar su aproximación
pabilidad, dolo e imprudencia, así como del contenido de la conciencia
ontológica a los elementos subjetivos de la teoría del delito. Véase
de la antijuridicidad y su colocación sistemática o de la actitud a adoptar
Cerezo I. 39 y ss.
respecto a los elementos de la actitud interna, por no citar más que
(26) Véase Schewe 1.694-696; II. 141; Walter 207,208,211. Cerezo II. 327.
algunos de los temas tratados.
(27) Véase Cerezo II. 256-257,305-309,318-320,332,363-366,405-407,
Véase Schewe III. 47-63,73-86,94-107,120-137,151-194. 416,442-443.
(24) Véase Stratenwerth II. 469-470.
40 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA PSICOLOGICO-INDIVIDUAL 41

actitudes eclécticas respecto a las diversas orientaciones psico- facilitar, una adecuada comprensión y valoración de las con-
lógicas y, sobre todo, a simplificaciones, el proceder dogmáti- ductas delictivas, y con jueces que, confrontados con tales
co debe en todo momento ser consciente que los conceptos instrumentos conceptuales, tienen que echar mano de presun-
jurídico-subjetivos a los que se llegue han de posibilitar a los ciones y ficciones para poder ajustar los datos reales a los
jueces un tratamiento adecuado de la realidad. Se trata de que marcos conceptuales dogmáticos(30).
se satisfagan simultáneamente los requisitos básicos, por un No obstante, entre el círculo de los partidarios del enfoque
lado, de las ineludibles referencias normativas, y por otro, de empírico psicológico-individual surgen ocasionalmente dudas
la descripción empírica de la realidad(28). Como dirá Schewe, si respecto a si su exigencia de adecuación a la realidad empírica
los conceptos subjetivos no satisfacen este último aspecto se como uno de los requisitos de los conceptos subjetivos ha de
habrá de modificar la correspondiente definición jurídica a mantenerse respecto a todos ellos. Llamativa es al respecto la
tenor de los conocimientos ofrecidos por la Psicología y actitud de Albrecht, como ya vimos, encendido defensor de un
Psiquiatría con la finalidad de que el juez pueda adoptar enfoque empírico-individual en el análisis de la imputabilidad.
decisiones, auténticamente jurídicas, pero sin forzar la reali- Pues bien, este autor no considera óbice lo anterior para afirmar
dad^9». que, si bien los elementos de la capacidad de culpabilidad
Bajo estos presupuestos, las conclusiones a que llegan estos exigen su comprobación empírica en cuanto no son "construc-
autores no son precisamente optimistas. En líneas generales se tos" dogmáticos jurídico-penales sino realidades psicológicas
puede resaltar el hecho de que con frecuencia, y con la excusa con existencia fuera del Derecho penal, cuando se trata de
de respeto a unos planteamientos normativos previos que nadie conceptos tales como dolo eventual, desistimiento en la tenta-
discute, se acaba desligando casi completamente tales formu- tiva o dominio del hecho estamos ante constructos puramente
laciones de la realidad empírica. Nos tropezamos con un dogmáticos, por consiguiente, ante elementos subjetivos a
universo conceptual lleno de representaciones ideales y racio- concretar a través de construcciones indiciarías objetivas pues
nalistas, alejadas de la experiencia, sobre el actuar y el pensar en ellas no es exigible su verificación empírica(31). Esta opinión,
del ser humano, con fórmulas que obstaculizan en lugar de que no es nueva(32), ha sido criticada enérgicamente por otros
autores que ponen de relieve cómo en todos los supuestos de
elementos subjetivos el juez se ve inevitablemente confronta-
do con realidades psicológicas de la misma naturaleza, que
(28) Véase Walter 208; Schewe 1.698,699-700; Rasch IV. 1315; Jáger III.
137; Monaco 67-68, 79; Torio López III. 762. plantean similares problemas de concreción(33).
(29) Fué precisamente con la pretensión de verificar la corrección empírica Este problema no ha de confundirse con otro al que aludi-
de las diversas fórmulas y definiciones jurídico-penales, aunque ahora remos enseguida, a saber, la tendencia de diversos autores, por
ya siendo consciente de los inevitables límites normativos, que Schewe
emprendió una segunda investigación, titulada, "Reflexbewegung,
Handlung, Vorsatz", que mereció una entusiasta acogida de Straten- (30) Véase Schewe II. 103,140,12-13; Schewe V. 285; Stratenwerth II. 469;
werth en cuanto suponía un serio análisis de la adecuación, que no Monaco 70-71; Torio López. III. 762.
identidad improcedente, de los conceptos subjetivos dogmáticos a las (31) Véase Albrecht 1.215-216N.137.
realidades empíricas. (32) Véase las citas de Schewe II. 10 y ss.
Véase Schewe II. 140; Stratenwerth II. 474. (33) Véase Schewe II. 13-17; I. 689; Freund. 35,41, 135-151.
42 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA PSICOLOGICO-INDIVIDUAL 43

lo demás decididos partidarios de la correspondencia con la hay que contar en la modelación, a partir de la realidad
realidad empírica de todos los elementos subjetivos de la teoría empírica, del concepto subjetivo; en este momento, en el que
del delito, a excluir a los peritos de la labor de constatación de no se excluye la labor auxiliar del psicólogo, el jurista ha de
los elementos subjetivos no estrictamente referidos a la inmu- lograr una formulación del concepto subjetivo tal que, sin
tabilidad. Tal actitud no supone liberar al juez del respeto a la identificarse con lo que sería una descripción exhaustiva de la
realidad empírica, sino que estos autores, más optimistas que realidad psicológica referida, resulte acorde con tal realidad y
Schewe, consideran que el juez puede acceder a ella por sí simultáneamente satisfaga las necesidades normativas. Tal
mismo(34). labor se ve considerablemente facilitada, como se trasluce de
las opiniones de este autor, en la medida en que se trata de
2. La acción y el dolo realidades que admiten referencias conceptuales graduales, no
excluyentes o con límites radicales; así, los intereses normati-
Hecha esta salvedad, puede destacarse, por lo que se refiere vos pueden acotar el sector de la realidad empírica relevante
a los conceptos de acción y dolo, el análisis marcadamente para el Derecho penal sin que ello implique una desnaturaliza-
naturalístico que realiza Cerezo Mir*35*, o la actitud metodoló- ción de ésta(36).
gica que propone Schewe para enfrentarse con estos elemen-
tos:
Tal modo de proceder implica en primer lugar una puesta de
manifiesto de las realidades psicológicas sobre las que el (36) En relación con el concepto de acción criticará fundamentalmente la
Derecho penal, total o parcialmente, pretende incidir; esto estrecha e indebida vinculación establecida por el proceder dogmático
entre finalidad, consciencia y voluntad, abogando por un concepto
permitirá que se parta en la elaboración dogmática de un negativo de acción ligado a la finalidad. En lo que respecta al dolo
conocimiento exhaustivo de la realidad, evitando la ignorancia insistirá en la diversidad de énfasis que un enfoque estrictamente
de ciertas realidades, que es el primer defecto achacable a psicológico o uno jurídico dogmático asigna a una realidad que puede
muchos conceptos dogmáticos subjetivos. ser contemplada desde diversos puntos de vista: Si para la Dogmática
En una segunda fase habrán de explicitarse por el dogmá- jurídica lo decisivo es simplemente la dirección de la voluntad en
relación al resultado causado, para la Psicología lo es el proceso del
tico cuáles sean los intereses y límites normativos con los que
querer que lleva en último término a esa orientación de la voluntad;
señala cómo formulaciones jurídico-dogmáticas de dolo no suficiente-
(34) Véase Walter 212; Rasch I. 67; V. 182-183, quien en esta última obra mente depuradas incluyen elementos de interés exclusivamente psico-
aboga incluso por un concepto de imputabilidad, ajustado a la realidad lógico que dan lugar a todo tipo de confusiones en la aplicación práctica.
empírica, pero para cuya conprobación no se haga preciso el uso de Véase Schewe II. 46-113, 142-148,127,137.
peritos; como veremos, también Torio López. 1.973 y ss. aboga por una Entre los autores que han cuestionado el concepto de dolo jurídico-
precisión directa por parte del juez del segundo elemento de la imputa- penal, dado que su formulación no permitiría una interpretación ade-
bilidad. cuada de la realidad psicológica del suceso, cabe mencionar a Rasch I.
(35) Véase Cerezo Mir. H. 262-268,273-275,278-279,296-297, 347-348, 67-69, quien pone de relieve el carácter no discriminatorio desde un
351-353, 356-363, si bien no excluye referencias normativas como se punto de vista valorativo del requisito de la voluntariedad del hecho
puede apreciar con claridad en los casos en que ha de dilucidar la delictivo. Discrepa de la solución propuesta por Rasch, así como de la
importancia de la desviación en los casos de error sobre el curso causal. que ya en su momento hizo Platzgummer, Schewe II. 104, 112, 127.
44 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA PSICOLOGICO-INDIVIDUAL 45

3. La imputabilidad el caso concreto: Al margen de que tal afirmación es discutible


en sus presupuestos filosóficos y metodológicamente podría
La culpabilidad y sus diferentes elementos, singularmente tener carácter circular, dicha aserción da por sentado que el
la imputabilidad, es a no dudarlo la piedra de toque para conocimiento de la realidad sólo puede obtenerse a través del
averiguar la verdadera actitud de un autor respecto a esta método científico-natural. Sin embargo, existe una suficiente
problemática. base antropológica, por completo desconectada de raíces
Cerezo mantiene la procedencia de un análisis psicológico- metafísicas, para asignar a la persona humana, a diferencia de
individüal, ontológico y no normativo, de la culpabilidad y sus la conducta animal, el rasgo de la espontaneidad, expresiva de
diversos elementos en la medida que aquella se funda en la un alto grado de disolución de los sistemas causales. Sobre esa
posibilidad concreta de obrar de otro modo, en coherencia con base debe atenderse en la culpabilidad y sus diferentes requi-
un Derecho penal basado en la concepción del ser humano sitos a un análisis lo más amplio posible de todos los elementos
como persona, como ser responsable. Tal actitud se apoya en personales concurrentes, no sólo los estrictamente referidos a
la posibilidad de verificar empíricamente la concurrencia en el la autonomía de la decisión sino igualmente los de naturaleza
caso concreto de una buena parte de los elementos psicológico- caracteriológica o los expresivos de las relaciones sociales en
individuales incluíbles en el poder obrar de otro modo, a las que se desenvuelve el sujeto. En coherencia con ello, en la
diferencia de lo que sostienen otras corrientes doctrinales, así imputabilidad debe darse una estricta vinculación a los cono-
como en la mayor capacidad explicativa desde tal punto de cimientos científicos, rechazándose todo tipo de ficciones,
partida de decisiones y componentes básicos de la actual presunciones o conceptos psiquiátricos populares. En todo
configuración de la teoría jurídica del delito. A ello no es óbice caso el análisis científico debe ser exhaustivo, y junto a datos
el que se produzca una apreciable filtración de componentes biológicos y psicopatológicos deben introducirse los factores
normativos, singularmente preventivos, en muy diversos luga- sociales y culturales que influyen en el comportamiento(38).
res de la culpabilidad(37).
Torio López, por su parte, aboga tajantemente por una
concepción individualizada de culpabilidad en la que ante todo
se ha de fijar la base descriptiva sobre la que luego incidirá la (38) Véase Torio López. II. 285-288,296-297,299-301; III. 759-766; 1.969
y ss. En el último trabajo acabado de citar, y primero de los publicados
valoración en la que la culpabilidad consiste. Tal base se centra
de entre los citados, el autor aboga por una fórmula mixta de enajena-
en el establecimiento de una conexión o enlace personal entre ción, que junto a una primera fase biológica o psiquiátrica, atenta a datos
el hecho y su autor, y más precisamente si en la situación estrictamente científicos, tendría una segunda psicológico-normativa
concreta el autor pudo responder a la motivación normativa. en la que aparentemente se procedería normativamente. Un análisis
Este interrogante no debe quedar sin respuesta en virtud de que cuidadoso de su postura en ese escrito y en escritos posteriores permite
sea algo generalizadamente aceptado que científico-natural- concluir, a mi juicio, que lo que el autor pretende incluir en esa segunda
fase no son referencias normativas sino contenidos psicológico-indivi-
mente es indemostrable la capacidad de actuar de otro modo en duales hasta ahora poco considerados, singularmente los factores
sociales y culturales que inciden sobre el individuo, además de, posible-
mente, una adecuada referencia al papel a jugar por la convicción
(37) Véase Cerezo Mir. III. 181 y ss. subjetiva del juez. De ahí que, como luego sucederá con otros autores,
F

46 JOSÉ LUIS DffiZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA PSICOLÓGICO-INDIVIDUAL 47

Rasch es, sin duda, el más destacado de los autores forenses adaptación social(41). Un análisis más a fondo de las exigencias
que ha optado por el enfoque empírico psicológico-individual normativas jurídicas le llevaba proponer un concepto de enfer-
en unos momentos en que, aunque parezca sorprendente, son medad que él denomina socioestructural y que, sin perder la
frecuentes los forenses que no comparten esa actitud. Entre sus vinculación con la realidad empírica, profundiza, en línea con
numerosas aportaciones, interesa ahora destacar el modo en lo acabado de decir, en la disminución de las capacidades de
que ha afrontado el problema de la adecuación a la realidad actuación social, en la pérdida de las habituales referencias
empírica del concepto de imputabilidad. Para este autor hay sociales, en la estereotipación de la conducta..., del sujeto,
que evitar toda pretensión de identificar los conceptos médico explicitando así la sólita alusión a la capacidad de comprender
y jurídico de enfermedad. Dadas las exigencias normativas y querer, que tantos problemas plantea por su esquematismo
presentes en los conceptos subjetivos dogmáticos, la imputa- conceptual(42).
bilidad y sus diversos subconceptos son, a pesar de su aparien-
cia técnico-psicológica, formulaciones jurídicas que, aludien- 4. La conciencia de la antijuricidad y la inexigibilidad
do a diversas situaciones psicológicas, no se ajustan plenamen-
te a lo que sería una estricta descripción psicológica, aunque Torio López ha mostrado la frecuencia con que se procede
respetan, o debieran respetar, los requisitos básicos de ésta(39). en virtud de generalizaciones o incluso ficciones respecto al
Tras aludir a numerosos ejemplos en donde se prueba la conocimiento de lo prohibido. Al respecto cita la frecuente
intervención de límites o intereses normativos en la configura- tesis en nuestra jurisprudencia de que en los delitos que
ción de lo que se estima inimputabilidad(40), pone especial constituyen el núcleo del Derecho penal no es precisa la prueba
énfasis en resaltar cómo la Dogmática penal ha prescindido del de la conciencia de la antijuricidad, o que ésta se puede afirmar
concepto médico de enfermedad retrotraíble a alteraciones en cuanto se da el conocimiento del tipo; o la facilidad con que
orgánicas y ha optado por otro, al menos en Alemania, por el se acude a "topoi", a criterios directivos generales cuando se
que se alude a supuestos en los que la incapacidad de mantener trata de pronunciarse sobre la evitabilidad del error. El autor no
las peculiaridades personales frente a situaciones externas ve razones para el abandono de la individualización en este
hace que el sujeto no actúe de acuerdo a su capacidad de ámbito.
decisión individual sino a tenor de una determinación ajena Por lo que se refiere a la inexigibilidad, el mismo autor
supraindividual que afecta a sus posibilidades individuales de lamenta que se hayan extendido actitudes reticentes a su

(41) Véase Rasch I. 85-89; III. 39-40,41; V. 182. Para este autor, el apego
el término "normativo" induzca a confusión. Significativo es lo que dice a una definición médica de enfermedad que aludiera a alteraciones
en II. 297, y III. 768, en este último caso aceptando todo lo más un orgánicas no sólo carece de justificación a tener de las exigencias
razonamiento analógico para cubrir las lagunas resultantes del proceder normativas jurídicas sino que en último término no deja de ser más que
empírico-individual. una convención, en este caso médica, dada la ausencia de conocimien-
(39) Véase Rasch I. 57,59-60,65; III. 39; IV. 1315. tos médicos exhaustivos sobre enfermedades con etiología orgánica.
(40) Véase Rasch I. 83-84, 85; IV. 1314, quien insinúa en algún momento Ibídeml. 70-71.
que se puede estar yendo demasiado lejos en actitudes normativas. (42) Véase Rasch V. 182-183; IV. 1314-1315; I. 62-63.
48 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA PSICOLOGICO-INDIVIDUAL 49

aplicación en virtud de los perjuicios que puede causar a la partir de ficciones o presunciones, son enérgicamente rechaza-
vigencia del ordenamiento jurídico o a la prevención general, dos por estos autores(45).
efectos dudosos y en todo caso de rango valorativo inferior a Hay en este punto un especial interés en mostrar ejemplos
lo que supone atender en la culpabilidad a circunstancias del carácter determinante en todo caso de las referencias
especialmente aciagas(43). empíricas en la constatación de los elementos subjetivos. Así,
Schewe alude a la literatura forense para mostrar la frecuencia
5. Aspectos procesales con que la práctica jurisprudencial, para averiguar si se ha dado
al menos imprudencia en los delitos calificados por el resulta-
Si los párrafos anteriores iban referidos fundamental, aun- do, si ha habido dolo eventual en los presuntos infanticidios por
que no exclusivamente, a la problemática de la formulación de omisión, si se da el pertinente elemento subjetivo en los delitos
los conceptos subjetivos de la teoría jurídica del delito, sea en de falso testimonio o si puede hablarse de alevosía en determi-
las figuras delictivas o en sus elaboraciones doctrinales o nados homicidios, entre otras hipótesis, tiene que realizar
jurisprudenciales, conviene también hacer una referencia más indagaciones empíricas psicológico-individuales, dada la in-
directa a la problemática de la constatación de esos elementos suficiencia de una observación simple de los hechos y de las
subjetivos en el proceso, tema muy cercano al anterior. referencias normativas contenidas en el concepto subjetivo
Los autores estudiados desmontan, acertadamente, el argu- correspondiente de cara a si procede o no la apreciación del
mento que eventualmente se suele utilizar para impedir una elemento dogmático en cuestión(46). Del mismo modo Albrecht
verificación empírica, durante el proceso, de los conceptos insistirá en que las referencias normativas existentes en la
subjetivos: El que tales conceptos tengan como finalidad regulación de la capacidad de culpabilidad en Alemania, sea en
sustancial el satisfacer determinadas exigencias normativas, función de las exigencias de "gravedad" o "profundidad" de la
así como el hecho de que el proceso tenga a su vez una serie de alteración, sea a tenor de la "capacidad media" como pauta, no
referencias normativas a las que ajustarse y respetar(44), no es supone en ningún momento que haya de renunciarse a análisis
impedimento para que el juez deba en todo momento verificar empíricos psicológico-individuales respecto a si en el caso
empíricamente aquel sector de la realidad al que ha de aludir el concreto se ha dado la realidad empírica acotada entre esas
concepto subjetivo y que no resulta excluido por intereses referencias normativas(47).
normativos, ni materiales ni procesales. Los intentos de susti- Ya aludimos un poco más arriba a cómo la opción por la
tuir una indagación empírica que utilice todos los métodos realidad empírica no supone necesariamente una introducción
científicos disponibles en la situación concreta por actuaciones masiva de dictámenes periciales. No se trata ahora de profun-
judiciales basadas en intereses normativos absolutos que pre- dizar en la problemática de los peritajes en los procesos
tendidamente obliguen a pasar por alto la realidad empírica
abarcada por los conceptos subjetivos o a su comprobación a
(45) Véase/agírI.300;III. 137,138; Albrecht 1.214-215,194-195; II. 487;
Walter 211; Torio López. I. 969-970; II. 297-299; III. 762; Loos. 269
nota 38.
(43) Véase Torio López. II. 297-299. (46) Véase Schewe I. 695-699.
(44) Atenderemos a ellas detenidamente en otro momento. (47) Véase Albrecht \. 194-195,214-215.
50 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA PSICOLOGICO-INDIVIDUAL 51

penales, cuestión que da lugar a intensas discusiones en ciertos tema lo volveremos a tratar en un contexto distinto, en donde
ordenamientos jurídicos sobre la delimitación de las compe- se apreciarán mejor las repercusiones de la actitud adoptada
tencias entre jueces y peritos. Para nuestros fines es suficiente por el perito. Baste ahora con señalar que un experimentado y
con proseguir el tema ya iniciado unas páginas antes: Schewe prestigioso forense como Rasch afirma que el perito debe
menciona, críticamente, la extendida creencia según la cual los limitarse a actuar en el ámbito de realidad empírica delimitado
peritos deben limitar su campo de actividad en el proceso al normativamente por el Derecho penal, y que si ello resulta
estudio de los presupuestos de la inimputabilidad, de forma tal imposible ha de conformarse con manifestar su incapacidad
que manifestaciones periciales relativas al dolo o a otros para responder a las preguntas formuladas en ese marco. El
elementos del tipo subjetivo o de la figura de delito son tema nos interesa aquí de modo especial para descartar even-
considerados como un sobrepasamiento de su ámbito de tuales procederes periciales consistentes en extenderse en el
competencia y no merecen ser considerados por el juez. Ahora dictamen sobre la improcedencia del concepto subjetivo en
bien, añade Schewe, como esos otros elementos subjetivos van cuestión y en proponer concretas correcciones o alteraciones
referidos a hechos de la realidad psíquica se da la paradójica en él, incluso una determinada nueva formulación. El perito, en
situación de que es el juez quien, por su cuenta y riesgo, realiza la fase procesal de constatación de los elementos subjetivos, se
la indagación empírica que procede respecto a esos elementos ha de limitar a buscar criterios científicos que enriquezcan y
subjetivos mientras que se abstiene de ella cuando se trata de permitan concretar en el supuesto de hecho sometido a consi-
los elementos subjetivos de la inimputabilidad. Las distorsio- deración el concepto subjetivo en cuestión, siempre que, como
nes que produce el uso de dos medidas psicológicas en relación hemos dicho, eso sea posible(50).
con la psique de un mismo sujeto son, huelga decirlo, nota-
bles(48).
De ahí que Schewe preconice la superación de la distinción V. LOS LIMITES FACTICOS A LA PERSPECTIVA
entre cuestiones técnicas de imputabilidad, en las que se PSICOLOGICO-INDIVIDUAL
precisa la colaboración de peritos, y el resto de cuestiones, que
serían cuestiones jurídicas o de hecho a decidir sólo por el /. Enumeración
juez(49).
Otro problema de las relaciones entre jueces y peritos que En el apartado precedente nos hemos preocupado del fenó-
merece ser tratado aquí brevemente es el relativo a la actitud meno consistente en las limitaciones normativas que desde un
que deben adoptar estos últimos cuando se tropiecen con principio deben aceptarse en la formulación y aplicación de los
conceptos jurídicos subjetivos que no satisfagan las mínimas elementos subjetivos de la teoría del delito, dados los intereses
garantías para realizar sobre ellos afirmaciones empíricas. El normativos del Derecho penal. Si tales limitaciones las podría-
mos considerar como "originales", se trata de ver ahora unos
condicionamientos que podríamos denominar "sobreveni-
(48) Véase Schewe I. 688-691; JJ. 13-17.
(49) Véase Schewe 1.692-694,695,699; II. 20-21. Aboga por una decidida
introducción de los peritos en el proceso penal, Monaco 72-75. (50) Véase en este sentido Rasch I. 57-58,65,69,83-84; Schewe I. 698.
52 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA PSICOLÓGICO-INDIVIDUAL 53

dos", en cuando derivan de las dificultades de constatación obtener una visión probable de los hechos o aspectos analiza-
empírica de los elementos subjetivos que surgen en el proceso. dos, para cuyo logro hay que utilizar y respetar las reglas
Estos límites, de los que son bien conscientes los partidarios empíricas debidas, sin que se pueda pasar a la segunda fase, en
del enfoque empírico psicológico-individual, se desarrollan de la que ya interviene la convicción subjetiva del juez o tribunal,
modo primordial, como es obvio, en el ámbito de la aplicación antes de haber recorrido satisfactoriamente la primera. Como
de los elementos subjetivos, y no en el de su formulación, por ya vimos en el segundo apartado, reclaman a su favor la más
más que, como veremos, la problemática se termina recondu- reciente línea jurisprudencial del Bundesgerischtshof54).
ciendo en algunos casos a la fase de formulación de los Frente a este proceder, Freund ha propuesto recientemente
elementos subjetivos. una alternativa: Objeta a la búsqueda de la probabilidad, entre
Las dificultades surgen en cuanto se cae en la cuenta de que, otras razones, que el proceso penal no está adaptado a su
propiamente, los elementos subjetivos son inaccesibles a la consecución, que no existen las necesarias tablas probabilísti-
constatación empírica de modo directo(51). Este punto de vista cas empíricamente contrastadas en este ámbito, y que aunque
genérico se ve confirmado continuadamente por diversos las hubiera la adopción de un cierto grado de probabilidad y no
autores partidarios de este enfoque, que insisten en la difícil otro será siempre un acto decisionista. De ahí que él proponga,
constatación empírico-individual de los elementos subjetivos en una primera fase, lo que denomina su "modelo de exclusión
de la teoría del delito en diferentes contextos(52). de alternativas", en el que intenta ser consecuente con el hecho
Resultará interesante que atendamos ahora a cuál sea el de que cuando se habla de que algo es sólo probable se está
análisis de las dificultades existentes, realizada por los defen- dando a entender que una determinada ley general tiene excep-
sores de la perspectiva que estamos estudiando. ciones. Pues bien, se trata de actuar en el caso concreto sobre
Para el sector mayoritario, la conciencia de que no se puede la vertiente negativa, es decir, directamente sobre las posibles
pasar más allá de la "probabilidad" en la verificación de los excepciones a la ley general, intentando descartarlas por pro-
hechos(53) no es obstáculo para que exijan de modo tajante la cedimientos empíricos una a una. Con tal proceder se puede
obtención de tal nivel a través del correspondiente análisis llegar a cuatro resultados: La prueba, empíricamente inequívo-
empírico-individual: Consideran que el procedimiento de ca, de la concurrencia del elemento subjetivo en cuestión; la
verificación consta de dos fases, y que la primera aspira a prueba, empíricamente inequívoca, de la concurrencia del
elemento subjetivo siempre que no se hayan dado determina-

(51) Véase Ecker 69; Lempp 17; Albrecht II. 486; Freund, 1 -6, 27-31,151-
152, estos dos últimos amplían sus afirmaciones a la constatación de la (54) Véase la cita de Albrecht en apartado segundo.
verdad material en general; Loos 268; Adomeit 631. Interesa destacar asimismo lo lejos que está yendo el Bundesgerichts-
(52) Véase entre otros, además de los arriba citados, Jáger I. 308; Walter hof en esa línea, en cuanto que, al tratarse de peritajes, impide a los
208; Rasch I. 62-63, 70-72; III. 44; IV. 1314-1315; V. 179-181. jueces vincularse automáticamente a un mero juicio de probabilidad del
(53) Véase Ecker 4; Volk 8, autor este último que alude a la problemática que dictamen pericial, exigiéndole la búsqueda de nuevos indicios y averi-
estamos tratando en un contexto más amplio que el de los elementos guaciones sin poder pasar aún a la segunda fase, siempre que tal
subjetivos, aunque incluyéndolos, en la misma línea que Albrecht II. dictamen no esté formulado en términos de "suma probabilidad".
486. Críticamente al respecto Albrecht II. 490-491.

i
JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA PSICOLOGICO-INDIVIDUAL 55
54

das circunstancias situacionales y personales que no se han continuación, el juez se ha de colocar en el lugar del autor y
podido excluir del todo y que abonarían otra alternativa de proceder a conclusiones analógicas respecto a éste teniendo
interpretación; la prueba que empíricamente da pié a la acep- siempre como pauta la de que los sujetos actúan siempre con
tación de dos alternativas, una de ellas implicando la concu- finalidades racionales, es decir, utilizan medios adecuados a
rrencia del elemento subjetivo; la prueba empíricamente ine- metas previamente establecidas(56). Con tal proceder, que por lo
quívoca de que no se da el elemento subjetivo. demás ya está muy consolidado, se aminoran notablemente los
Dejando fuera por razones obvias el último supuesto, el problemas de constatación empírica, al decir de este autor, pero
autor se plantea en cuáles de los tres casos restantes puede ser todavía subsisten importantes defectos: En primer lugar desa-
legítimo afirmar la concurrencia del elemento subjetivo con las rrolla la tendencia a prestar mayor atención a aquellos aspectos
consecuencias penales que de ello puedan derivarse. Freund del concepto subjetivo que con más facilidad transcienden al
concluye que en ninguno de los tres casos, ni siquiera el exterior observable; ésto se aprecia de modo especial en la
primero, se ha alcanzado la verdad material por lo que la cuidadosa consideración que suele merecer el aspecto intelec-
afirmación de que concurre el elemento subjetivo en todo tual del dolo en detrimento del volitivo(57). En segundo lugar las
momento exigirá una legitimación normativa. Ello constituirá diversas formas de aproximación del juez a los hechos deter-
la segunda fase del procedimiento, que veremos en el apartado minan que las conclusiones a las que se llega en cuanto al
siguiente(55). aspecto subjetivo no consideren, o lo hagan sólo parcialmente,
Al margen de esta discusión, Ecker se ha preocupado de determinados datos objetivos, por más que previamente el juez
describir con independencia de eventuales aportaciones peri- haya tenido ante sí a todos ellos(58). Muy importante es asimis-
ciales, cuál sea el procedimiento jurisprudencial actualmente mo el análisis que el autor realiza sobre las diferencias en la
más extendido en Alemania para la constatación de los elemen- capacidad de constatación que se aprecian desde un principio
tos subjetivos, en especial aquellos no pertenecientes a la según se trate de elementos subjetivos referidos al hecho, como
imputabilidad. El método, que tiene vinculaciones estrechas pueden ser el dolo o los elementos subjetivos de las causas de
con los postulados de las teorías del aprendizaje, consiste en
sacar conclusiones sobre el elemento subjetivo a partir de datos
(56) Véase Ecker 3,70-71,78-79. Aluden también a la necesidad de ese salto
observables objetivos. Sólo la conducta externa es concluyen- lógico entre la conducta externa observable y la realidad psíquica
te. Se trata, por consiguiente y en primer lugar, de realizar una interna, Opp 385-387; Monaco 88; Loos 210-21 \ quien señalará que
cuidadosa recopilación de los datos externos observados; a este método fracasa fácilmente en el análisis de acciones aisladas,
ofreciendo mayores garantías, aunque no siempre, cuando se trata de
una conducta compuesta por varias acciones.
(55) Si en el segundo y tercer supuesto está claro que no se ha alcanzado la (57) Véase Ecker 3-4, 94. Este mismo autor, y de modo coherente con lo
verdad material porque persisten dudas empíricas, en el primer caso las acabado de decir, se ocupa de las numerosas objetivaciones que se han
dudas proceden del carácter histórico, y por ello relativo, de las ido realizando a lo largo de la historia dogmática en relación con el dolo
verdades empíricas, que cambian con la evolución de la ciencia, y de las eventual, aspirando así a facilitar su prueba y de cómo, pese a ello, el
dudas filosóficas sobre la posibilidad del conocimiento humano en dolo eventual sigue siendo un elemento que fundamentalmente no se
general. constata, sino que se imputa. Ibídem 82-90.
Véase Freund. 17-26,40-46, 56-58, 71-77,135-151. (58) Véase Ecker 79-80.
JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA PSICOLOGICO-INDIVIDUAL 57
56

justificación, o bien de aquellos referidos al autor, singular- Para este autor, un interrogatorio que haya de conducir a
mente los elementos de la actitud interna; la estrecha vincula- conclusiones útiles precisa de tres requisitos: Que el autor sea
ción del aspecto objetivo y subjetivo del hecho en el primer consciente de su motivo de actuación, que pueda recordar
grupo de casos facilita considerablemente el éxito del proceder cuales eran sus pensamientos en el momento del hecho, y que
aludido(59\ Por lo demás, el método reseñado contiene diversos pueda verbalizar aquello de lo que era consciente y ahora
riesgos, tales como eventuales deslizamientos hacia un Dere- recuerda. Ninguna de estas tres condiciones suelen darse. En
cho penal del resultado(60), excesiva simplificación de los ele- cuanto al primer punto, el autor suele dar explicaciones causa-
mentos subjetivos, que impedirá realizar sobre ellos gradua- les superficiales, que no explican por qué actuó así en esa
ciones o diferenciaciones exigidas por la ley(61), o incluso modi- ocasión y no en otras similares; la necesaria explicación final
ficaciones en la práctica de la configuración legal de los ele- que mostrará si el autor al menos pudo representarse las
mentos subjetivos, con la mira puesta en su mayor facilidad de consecuencias de su actuar no suele aparecer. Además se
producen fenómenos como el carácter equívoco de los actos
verificación(62).
preparatorios, ya no desde el punto de vista del observador,
Tanto si se pretende un acceso directo a la psique del sujeto
sino desde la propia motivación del autor, equivocidad que
como si, más modestamente, se aspira únicamente a revalidar
sólo se despeja en función de la realización o no del hecho
la relevancia de los datos objetivos seleccionados o buscar
posterior delictivo. Por otra parte se producen frecuentes malos
claves interpretativas de ellos, sigue teniendo una gran impor-
entendidos pues, por ejemplo, cuando se pregunta al procesado
tancia procesal el interrogatorio del procesado, que se acentúa
por su motivación él no piensa en lo que había previsto o con
cuando el juez decide solicitar un dictamen pericial. Lempp ha
lo que había contado sino exclusivamente en lo que le ha
sido un autor forense que ha puesto especial énfasis en descri-
impulsado a actuar, o bien expresa una motivación que refleja
bir los condicionamientos en que se ve inmerso todo interroga-
la que él cree ahora que tuvo entonces, falseada inadvertida-
torio del procesado, refiriéndose de modo especial a la diluci-
mente por reconstrucciones posteriores artificiales de los
dación de cuáles hayan podido ser los motivos del hecho(63).
hechos, y no la que se dio realmente. En esto último inciden,
significativa aunque no exclusivamente, todos los mecanis-
(59) Véase £c*er 5,108-109,117-130. mos de represión al inconsciente de realidades desagradables
(60) Véase Ecker 82, 92. o que producen vergüenza(64). En lo que concierne al segundo
(61) Así Ecker 92-93, aludiendo a los conceptos excesivamente formaliza- punto, la capacidad de recuerdo aparece fuertemente condicio-
dos y objetivados de culpabilidad de Roxin y Jakobs, que impedirían un nada por la inteligencia y facultad de autocrítica del sujeto así
adecuado cumplimiento de las funciones graduadoras de la pena asig- como por las distorsiones que en ella van produciendo fenóme-
nadas a la culpabilidad en la fase de medición. nos como los acabados de citar unidos a las explicaciones
(62) Véase Ecker 94-95, que se refiere al elemento del asesinato consistente
en su realización con la finalidad de encubrir otro hecho punible,
reiteradas y divergentes de terceros(65). Especialmente evidente
vigente en Alemania, y a interpretaciones jurisprudenciales que preten-
den desplazar el momento temporal de su aparición para facilitar la tarea (64) Véase Lempp 78-81, 83-84.
de constatación. (65) Véase Lempp 81. Es interesante citar aquí una opinión de Fromm 122-
(63) El autor habla de su experiencia en el ámbito del Derecho penal juvenil,
126, formulada ya hace unas décadas, en la que señalaba la improceden-
donde se presta especial atención a estas indagaciones psicológicas.
58 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA PSICOLOGICO-INDIVIDUAL 59

resulta la variación de la capacidad de verbalización de los jueces, que no aspiran a descubrir la realidad, sino a crearla, o
diferentes sujetos y la frecuencia con que éstos tropiezan con a la elección arbitraria de peritos en función de su pertenencia,
dificultades en este ámbito: Tal capacidad depende en buena o no, a determinadas escuelas psicológicas o psiquiátricas(69).
medida, no sólo de la inteligencia sino sobre todo de la edu-
cación recibida por el sujeto, de tal forma que es habitual obser- 2. Su superación normativa
var en las clases bajas déficits notables, que alcanzan también Una vez enumerados los problemas que plantea la consta-
a la comprensión de lo expresado por su interlocutor y eventual tación empírica de los elementos subjetivos de la teoría del
corrección, por tanto, de la interpretación de éste a las expre- delito desde la perspectiva adoptada por los defensores del
siones del sujeto. No extrañará que sea precisamente en la enfoque empírico psicológico-individual, procede que nos
descripción de aspectos subjetivos, de sentimientos y estados ocupemos de los componentes normativos, "sobrevenidos",
de ánimo, donde el tema se plantee en toda su magnitud(66). que tal situación obliga a aceptar a estos autores.
En cuanto al momento en que el juez debe colocarse en el Volk, como Albrecht, recuerdan que la verdad material,
lugar del autor y proceder a conclusiones analógicas a partir de objetivo al que se aspira en el proceso penal, no se puede
sí mismo respecto a los datos recopilados, los autores no cesan considerar como obtenida en cuanto se ha alcanzado el nivel de
de recordar lo difícil de tal operación dadas las grandes probabilidad a través de un procedimiento empírico correcto.
similitudes psíquicas que serían precisas entre procesado y Es preciso que, superando eso, el juez haya adquirido la
juez para que el procedimiento tuviera un notable grado de certeza, la convicción, sobre la verdad de unos hechos, es decir,
fiabilidad(67). Por si ello fuera poco, incidirán de modo inadver- que crea que son ciertos y no sólo probables. Estamos, por
tido en la actuación del juez sus propios conflictos psíquicos tanto, en la búsqueda de la verdad material, ante un último
que, a tenor de la intensidad que posean en esos momentos o la momento, la creencia subjetiva del juez, que en su esencia, y
vinculación del hecho enjuiciado con ellos pueden llegar a con independencia de ciertas reglas formales que pueden
proyectarse de modo inequívoco en el análisis de la conducta requerirse bajo amenaza de casación de la sentencia(70), escapa
del autor*68*. Desde ese punto de vista algunos de los autores a todo control, sin duda también empírico. Esta situación,
estudiados advierten frente a las preguntas capciosas de los coherente por lo demás con el modelo judicial del que se parte,
expresa que hay una distancia entre la constatación empírica de
la probabilidad y la adquisición de la certeza por el juez, y que
cia de sacar conclusiones sobre las características del delincuente o de
la criminalidad a partir de la mayor o menor capacidad de racionaliza- esa distancia, al decir de Volk, aunque pueda explicarse
ción del sujeto estudiado. empíricamente, no puede salvarse de la mano de análisis
(66) Véase Lempp 82-83; Walter 210-212. empíricos: Precisa de una legitimación normativa(7l). Sin duda
(67) Lempp 83 habla de un mismo grado de formación, mismas experiencias
vitales, mismas vivencias infantiles y mismos efectos en situaciones
intersubjetivas similares, y concluye que eso no se dará nunca. En la (69) Véase Opp 388-389; Walter 212.
misma línea, Walter 210; Freund. 3-6,27-31, quien relativiza en parte (70) Véase Albrecht y las referencias a la situación española supra.
las dificultades a tenor de la uniformidad producida con la socializa- (71) Véase Volk 8,12; Albrecht II. 488,492. También Rasch I. 57,61,75;
ción. IV. 1314, alude a la decisión en último término normativa del juez ante
(68) Véase Lempp 84; Walter 210. los dictámenes periciales.
LA PERSPECTIVA PSICOLOGICO-DSfDIVIDUAL 61
60 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES

mente, sea el culpable de una probable alteración del ordena-


cabría negarse a dar este último paso normativo, y el autor
miento jurídico, a largo plazo no cabe duda que la deseada
alude a opiniones minoritarias que no aceptan la decisión
estabilización de la confianza en el Derecho y en la capacidad
judicial si ésta no se basa en certezas empíricas, o bien aquellas
reactiva del ordenamiento jurídico no sólo no se vería reforza-
otras que estiman superfluo el requisito de la certeza del juez
da sino que se menoscabaría y en último término destruiría. A
y estiman que éste debe decidir en función de la comprobación
tales metas preventivo-generales sólo sirven afirmaciones
empírica, y consecuente creencia subjetiva, de la probabilidad judiciales concluyentes sobre la certeza de los hechos, y no
de unos hechos. Sin embargo, para Volk resultan claramente enumeraciones probabilísticas. Asimismo, la imputación de la
inaceptables tales propuestas: responsabilidad al individuo a tenor de su capacidad para
Son fundamentalmente valoraciones de derecho material y satisfacer las exigencias medias de la sociedad obliga al
finalidades político-criminales, unidas a determinados princi- Derecho, no sólo a fundamentar la justicia de ese proceder, sino
pios procesales de justicia, lo que obliga a llegar hasta la verdad también a constatar la concurrencia en cada caso de esa
material, aunque ello sea a costa de introducir un elemento no capacidad(73).
retrotraible a procedimientos empíricos de verificación, cual En cuanto a los fundamentos procesales, alude el autor a
es la convicción subjetiva del juez sobre la verdad de los que tanto las limitaciones probatorias como el principio in
hechos. Tal convicción no hay que considerarla pues como un dubio pro reo, vinculadas a los principios de un Estado de
elemento irracional entre la probabilidad y la verdad, sino Derecho, obligan al juez a adoptar decisiones sin aspirar a
como el instrumento personal que posibilita, al vincularse a la recopilar datos o evidencias que permitan hablar de certeza
verdad, la legitimación normativa de decisiones(72). empírica(74).
En la explicitación de los puntos de vista normativos que De nuevo Freund adopta aquí un enfoque distinto:No se
obligan a ello, Volk alude a la necesidad existente de que se trata de quedarse en la inoperante probabilidad o de aspirar a
reaccione lo más rápidamente posible a toda alteración de la una inalcanzable certeza sino de encontrar una legitimación
paz jurídica; eso implica que el derecho material debe confor- normativa, diversa a la convicción subjetiva del juez, respecto
marse con una definición social de verdad, alcanzable con a la decisión de dar por probado un determinado elemento
medios relativamente escasos y en un tiempo relativamente subjetivo cuando no se ha llegado a niveles de verdad material
breve, y de la que el juez, como representante de la sociedad, y debe asumirse por tanto el riesgo de una decisión incorrecta
se ha de hacer responsable. No procede pues esperar a la y, eventualmente, el castigo de un inocente. La convicción
obtención de certezas empíricas. personal del juez supone vincular la decisión a los sentimientos
Por otra parte, y en lo que se refiere a la alternativa de del juzgador, a un acto de fé con componentes irracionales y
conformarse con la probabilidad, Volk la rechaza atendiendo
a planteamientos preventivo-generales positivos o de integra-
ción: Si a corto plazo es posible que resultara eficaz reaccionar
penalmente frente a aquél que probablemente, o muy probable- (73) Véase Volk 9, 11-12.
(74) Véase Volk 9-10. Alude también a la problemática del in dubio pro reo
en este contexto Albrecht 1.201-202. En el mismo sentido, Ecker. 4-5,
70-71, 79, 92-98, 130; Jáger. I. 306-307.
(72) Véase Volk 7-9, 12, 18.
LA PERSPECTIVA PSICOLOGICO-INDIVIDUAL 63
62 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES

datos de apoyo a las alternativas de interpretación del suceso


azarosos, y coloca al juez verdaderamente consciente de las
aun no excluidas y que suponen la no concurrencia del elemen-
limitaciones empíricas en la constatación de los elementos
to subjetivo. En la medida en que estas capacidades consten de
subjetivos ante la alternativa de no darlas por probadas en
un modo empíricamente inequívoco, la no presentación por el
ningún caso, con lo que se paraliza la Administración de
procesado de tales datos hace que la decisión judicial, quizás
justicia, o a fingir una certeza subjetiva que no puede poseer
incorrecta, esté justificada, pues en tales condiciones la falta de
dadas las premisas anteriores.
interés del procesado en defenderse no tropieza con objeciones
Para Freund los criterios de legitimación deben ser de
preventivas y no priva por ello a la decisión de su aptitud y
naturaleza objetiva y por tanto pasibles de confirmación inter-
necesidad; igualmente será proporcional pues, si siendo ino-
subjetiva, debiendo acudirse para ello a las mismas fuentes que
cente el procesado, se le condena, será por su propia culpa.
se utilizan para legitimar la intervención del Estado en el
En resumidas cuentas, Freund parte de que es imposible
ámbito del Derecho público y más en concreto del Derecho
llegar a una verdad material, en la mayoría de los casos ni
penal material. Así una decisión con riesgo de ser incorrecta
siquiera histórico-empírica, en la constatación de los elemen-
será asumible si resulta apta y necesaria para aclarar y reforzar
tos subjetivos, a pesar de que deben agotarse los procederes
la vigencia de las normas desde perspectivas preventivas,
empíricos disponibles en el proceso. Eso obliga a legitimar la
generales y especiales, y si además es proporcional, entendien-
decisión que se tome a través de referencias normativas obje-
do por ello fundamentalmente que, pese al riesgo de incorrec-
tivas, que ha estructurado en una serie de criterios que en
ción de la decisión, haya aspectos de mayor valor que abonen
último término se reconducen al análisis de las capacidades de
por la exigencia de responsabilidad al procesado y que se
que dispone el procesado durante el proceso(77).
respete en todo caso su adecuación al principio de culpabilidad
procesal(75). 3. Las propuestas de retroceso
El autor aplica esos criterios a las diversas dudas que
persistían en los tres resultados de la prueba empírica a que Por último, y en estrecha relación con todas las reflexiones
antes hemos aludido(76), y de allí deriva diversas conclusiones. precedentes, cabe aludir a la actitud de preocupación que se
Mientras en el primer grupo de casos resulta fácilmente legiti- percibe en algunos de los autores partidarios del enfoque
mable la afirmación de la concurrencia del elemento subjetivo, empírico-individual cuando, comprobadas las dificultades de
en los otros dos, en la medida en que no puedan hacerse análisis constatación empírica de los elementos subjetivos, caen en la
empíricos más amplios, pasa a desempeñar un papel decisivo cuenta, no sólo de que el legislador o las interpretaciones
en la legitimación a tenor de los criterios anteriores el que al doctrinales y jurisprudenciales crean cada vez más elementos
procesado le fuera posible y exigible durante el proceso ofrecer subjetivos, problema que ya hemos tocado al inicio de este
capítulo, sino que, además, se aspira a análisis cada vez más
(75) Si la culpabilidad en Derecho material sería la responsabilidad por un sutiles y diferenciados de los elementos subjetivos existentes.
determinado hecho probado, la culpabilidad en el ámbito de la prueba
alude a cuándo el procesado debe responder si los resultados de la
prueba no concuerdan con la realidad sucedida (véase infra).
(77) Véase Freund. 46-155.
(76) Véase supra.
64 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA PSICOLOGICO-INDIVIDUAL 65

Volk desde una perspectiva amplia, preocupado por las De este modo Volk llega a la conclusión de que el problema
dificultades que al logro de la verdad material causa la minu- sólo cabe resolverlo en estos momentos rebajando las exigen-
ciosidad descriptiva de determinados elementos típicos, men- cias del derecho material a través de un mayor esquematismo
ciona las dos amenazas que se ciernen sobre el principio, para en la descripción típica (lo que conllevará la no aparición de
él irrenunciable, de la verdad material: Por un lado, que los dificultades probatorias), y no minimalizando las exigencias
condicionamientos procesales imposibiliten la pretensión del de prueba(78).
Derecho penal material de llegar a un grado aceptable de Ya en directa relación con los elementos subjetivos, y en es-
correspondencia empírica, por otro que el Derecho penal pecial con la constatación del dolo, Loos resalta que hoy por
material asigne al proceso tareas que propiamente no están a su hoy el aumento en la finura y sutileza en la formulación y ela-
alcance. De ahí que la eficacia en la protección de bienes boración dogmática de los elementos subjetivos es una labor
jurídicos,finúltimo al que se aspira, se elevaría si se renunciara que cae en el vacío debido a la imposibilidad de tenerlas en
a excesivas diferenciaciones en el derecho material y se suavi- cuenta en la práctica del proceso penal. De su análisis a la bús-
zaran las exigencias de prueba en el derecho procesal. queda de soluciones se desprende que razones vinculadas a la
Volk comprueba, sin embargo, que los tiempos no parecen vigencia del principio de culpabilidad o a los de legalidad o
favorables, al menos en Alemania, a la segunda de las condi- seguridad jurídicas impiden una restricción del concepto de
ciones mencionadas: En primer lugar, está la enérgica actua- dolo o una reducción de los contenidos por él abarcables. A su
ción de los tribunales de apelación y casación que intervienen vez, un apreciable descenso en las exigencias de prueba, no
decididamente en la fase de adquisición de la convicción sólo introduciría inseguridad sino que además daría cobertura
subjetiva del juez sobre la certeza de los hechos, exigiéndole la a las posturas que abogan por un notable freno en la averigua-
plausibilidad de su proceder de cara a terceros, fenómeno al ción de la verdad material, no estando garantizado, además,
que ya hemos aludido. En segundo lugar, la excesiva diferen- que ello jugara siempre a favor del procesado. De ahí que sólo
ciación de los conceptos materiales, lograda no tanto por la ley quepan soluciones parciales, sea en la línea de Volk de propo-
como por una dogmática jurídico-penal excesivamente media- ner un mayor esquematismo en las descripciones típicas, sea
tizadora de la actividad judicial, deja bien poco campo libre a consolidando para la interpretación determinadas caracteriza-
un eventual derecho procesal con exigencias de prueba no tan ciones objetivas que, si concurren, implicarán una presunción
estrictas. Muestra de que las soluciones no han de llegar a iuris et de iure, siempre favorable al procesado, respecto a la
través de la vía procesal es para el autor lo ocurrido con las presencia o ausencia en el hecho típico de ciertas situaciones
dificultades que viene presentando la exigencia en los delitos subjetivas(79).
' culposos de que el resultado sea consecuencia de la inobser-
vancia del cuidado objetivamente debido con una probabilidad (78) Véase Volk. 24-30.
(79) Véase Loos. 273-279. Ecker. 66-67,108,116-117,129-130 manifiesta
rayana en la certidumbre: En lugar de superarlas permitiendo su preocupación por el hecho de que todos los déficits empíricos que se
un procedimiento probatorio más laxo, atento a las necesidades originan en elementos subjetivos demasiado conplejos se neutralizan
preventivo-generales, se ha preferido modificar las bases jurí- introduciendo referencias normativas lo que, en una perspectiva psico-
dico-materiales, es decir, crear la teoría del aumento del riesgo. lógico-individual en la que no se presta toda la atención requerida a tales
componentes normativos, puede llevar a notables quiebras de la segu-
ridad jurídica. Alude brevemente a esta problemática Walter 209.
r

66 JOSÉ LUIS DIEZ REPOLLES LA PERSPECTIVA PSICOLOGICO-INDIVIDUAL 67

VI. EL USO EXCESIVO DE LA PERSPECTIVA Ha sido Moser uno de los autores que más se ha ocupado de
esta perspectiva recientemente: A diferencia de lo que había
PSICOLOGICO-INDIVIDUAL
sido lo normal en las primeras décadas del siglo XX, este autor
En este apartado vamos a centrarnos en un problema que a considera que el aspecto psicoanalítico-individual relevante
primera vista pudiera parecer contradictorio con todo lo que para el Derecho penal no es tanto el análisis de los conflictos
hasta ahora venimos diciendo: Los autores partidarios de un de la persona, plasmados en el conjunto de cuestiones abarca-
enfoque empírico psicológico-individual rechazan teorías o das por las pulsiones, angustias o mecanismos de defensa
instrumentos psicológico-científicos que permitirían, en prin- inconscientes, consecuencia de lo cual fué la imagen del
cipio, una más depurada verificación de la realidad psicológica delincuente por sentimiento de culpabilidad, es decir, de la
del individuo. Y ello pese a que son conscientes de las dificul- persona que delinquía con la principal finalidad de ser castiga-
tades de constatación empírica con las que tropiezan, y que ya da con la pena lo que le permitía aliviar sus sentimientos de
hemos visto. culpabilidad, cuanto el análisis de los defectos de desarrollo del
La negativa no cabe atribuirla al hecho de que se intenten Yo y del Super-yo o, dicho genéricamente, los defectos de
verificar segmentos de la realidad que quedan fuera de los socialización del individuo. Procede analizar las condiciones
límites asignados por los diferentes intereses normativos inter- en que se desarrolla la infancia de muchos miembros de nuestra
vinientes en la formulación de los conceptos subjetivos de la sociedad, en especial las relaciones familiares, para compren-
teoría del delito. Lo que sucede propiamente es que, dentro de der en qué medida resulta ilusorio exigir a muchas personas el
esos límites, una profundización excesiva en la realidad acota- respeto de las normas mínimas de convivencia, al haber care-
da termina resultando disfuncional de cara a esos mismos cido de un proceso adecuado de interiorización de ellas, y en
intereses normativos. último término de socialización*8 °.
Si en los apartados anteriores, singularmente en el IV,
vimos que era preocupación fundamental de los diversos
autores el asegurarse que, con respeto a los intereses normati- Psicoanálisis que procede mayoritariamente a análisis individuales y
vos, se iba a proceder a un verdadero análisis empírico de la busca efectos también sólo individuales. Los planteamientos que reali-
realidad normativamente delimitada, ahora el centro de la zan análisis y pretenden efectos sociales dispondrán de un Capítulo
atención se ha desplazado a la procura de una indagación específico más adelante.
(81) Véase Moser I. 416, 423, 424-425.
empírica que no descubra tantas facetas de esa realidad acotada Con un enfoque que podríamos denominar "más anticuado", ya que sus
que haga tambalear el edificio normativo en el que se inserta. afirmaciones fueron escritas a principios de los años 30, cabe mencionar
entre otros a Fromm 123, 128-132, 140, quien asimismo parte del
I. El psicoanálisis individual carácter anormal del delincuente, dotado de componentes neuróticos
que le hacen desarrollar conductas inadecuadas a la realidad social.
Sin duda el principal enfoque epistemológico que puede dar Coherente con su época, alude al delincuente por sentimientos de
lugar a tal situación es el Psicoanálisis individual. Vamos a culpabilidad por más que lo incardine en un contexto más amplio de
ocuparnos brevemente de su problemática(80). referencias sociales que, sin hacerle perder la visión psicoanalítico-
individual que es la que ahora a nosotros nos interesa, le conecta con los
(80) Los enfoques psicoanalíticos van a tener una singular importancia en enfoques psicoanalítico-sociales que luego veremos.
toda esta investigación. Aquí me voy a ocupar exclusivamente del
JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA PSICOLOGICO-INDIVIDUAL 69
68

Más que profundizar en los puntos de vista psicoanalíticos intención del hecho, están con frecuencia sólo al alcance de un
que estudian la génesis de la criminalidad, nos interesa averi- análisis psicoanalítico-individual(85).
La pretensión de validez del enfoque psicoanalítico-indivi-
guar en qué medida tales planteamientos afectan a la formula-
dual no es, en todo caso, absolutizada por sus defensores. En
ción y constatación de los conceptos subjetivos de la teoría del
este sentido, se reconocen las dificultades que plantea la actual
delito. Moser ha sido especialmente explícito en la necesidad
configuración del proceso penal para el uso de procederes
de ajustar la dogmática jurídico-penal, de modo especial los
psicoanalíticos por más que se aboga por sinceros esfuerzos,
conceptos subjetivos, a los resultados derivados del psicoaná- tanto de juristas como de forenses, para superarlas(86). Un tema
lisis individual(82). que, sin embargo, está siempre latente en las perspectivas
Es el concepto de enfermedad utilizado en el ámbito de la psicoanalíticas, por más que se trate de autores que dirigen su
imputabilidad por el Derecho penal uno de los elementos de atención fundamentalmente a análisis individualizados, es el
más urgente revisión, al decir de ese autor, en cuanto no de la influencia de fenómenos psicológicos sociales en la
considera debidamente los defectos de socialización antes formulación y constatación del Derecho y de sus elementos
mencionados, y menos en el contexto de una Psiquiatría subjetivos en particular. Esta perspectiva, que estudiaremos
forense cuya principal preocupación es la justificación de las detenidamente en un capítulo posterior, conviene recordar que
opciones jurídico-dogmáticas, y que permanece anclada en rara vez falta en cualquier análisis global de psicología profun-
conceptos obsoletos, de corte biologista, de enfermedad(83). A da, con independencia de que se quiera hacer caso omiso, como
no dudar, tal revisión del concepto, si bien no llevará a masivas es normal en los psicoanalistas que parten de análisis indivi-
exculpaciones, como afirman los detractores de esta perspec- dualizadores, de sus exigencias(87).
tiva, sí que mostrará la frecuencia con que el Derecho penal Los juristas y los forenses que no comparten esa dirección
considera responsables a personas que, a tenor de las carencias epistemológica suelen reaccionar con recelo a las propuestas
puestas de relieve por el Psicoanálisis, no lo son(84). de actuación psicoanalítico-individuales. En líneas generales
Pero también otros conceptos subjetivos dogmáticos se se viene a decir que la introducción de tales conocimientos es
estima deben, si no reformularse a la luz de los conocimientos disfuncional para los actuales Derecho penal y Administración
psicoanalíticos, cuando menos constatarse, verificarse, a su de Justicia: Supondría una continuada superación de los lími-
tenor. Lempp alude a casos de parricidio de su experiencia
forense, mostrando el grado en que un análisis de psicología
profunda puede incidir en la verificación de si hubo dolo o no,
(85) Lempp 85-86. En la misma línea Fromm 142-144 señala las capacida-
. o si éste debe calificarse como directo o eventual; también el
des del Psicoanálisis para verificar los elementos subjetivos contenidos
desenmascaramiento de actuaciones aparentemente realizadas en las figuras de delito, y Jáger 1.307 acepta ocasionalmente resultados
con frialdad de ánimo, o el descubrimiento de la verdadera obtenidos a partir de análisis psicoanalíticos y que pueden llevar a
modificar el tipo penal inicialmente considerado como aplicable.
(86) Véase Moser 1.426-428; Lempp 81.
(87) Véase Fromm 137-142; Moser I. 418.
(82) Moser I. 422,423,426-427. No me refiero ahora a los condicionamientos sociales de la conducta
(83) Moser 1.415,416,422,425; II. 68 y ss. criminal individual. Así, Moser I. 432-433.
(84) Moser 1.406, 423,428-429; también Fromm 130-132,131 N 18.
JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA PSICOLOGICO-INDIVIDUAL 71
70

tes normativos trazados en la formulación y constatación de los igualmente de manifiesto la frecuencia con que los análisis
elementos subjetivos, y ya no por introducir aspectos de la psicoanalíticos están impregnados de adicionales puntos de
realidad desde un principio excluidos sino por problematizar la vista valorativos, no derivados necesariamente de los hallaz-
realidad abarcada más allá de lo previsto normativamente. gos empíricos, de ahí que resulte imprescindible, constituyen-
Implica dejar en manos de las instancias procesales un instru- do un obstáculo adicional para su uso, diferenciar entre lo que
mento de conocimiento demasiado sensible que haría caer en sean resultados empíricos y lo que no es más que propuesta
contradicciones insolubles a la praxis de la reacción social. programática(91).
Como muestra concreta de los resultados imprevisibles a los De todas formas, no todos los autores, o no en todo momen-
que su introducción podría dar lugar se rechaza la extendida to, adoptan actitudes distanciadas hacia el Psicoanálisis indivi-
creencia de que, en todo caso, siempre se trataría de soluciones dual. Se es consciente de que éste plantea a veces datos cuya
más favorables para el reo, citándose diversos ejemplos en los seguridad empírica no es todo lo completa que debiera, pero se
que sucedería lo contrario(88). reconoce que el Derecho penal a veces sólo puede ofrecer,
Por lo demás, no pueden faltar referencias críticas a la frente a esa seguridad empírica parcial, un mundo de conceptos
validez empírica de los procederes psicoanalíticos. Para Rasch dogmáticos que no han sido sometidos a ningún tipo de
estamos ante un enfoque en la mayoría de los casos superficial verificación empírica sobre su ajuste a la realidad. Desde ese
y efectista, con escasa capacidad de discriminación, siendo un punto de partida Jager propone verificaciones psicoanalíticas
auténtico cajón de sastre donde cabe cualquier conclusión. Así de los conceptos subjetivos dogmáticos, siempre que se sea
la pretendida profundidad de su análisis se convierte en todo lo consciente, tanto de los límites normativos del Derecho, como
contrario. Por otra parte, cuando ocasionalmente tal profundi- de la necesidad de ratificarse las propuestas psicoanalíticas
dad se logra supone un aumento incontrolable de las variables desde otras perspectivas epistemológicas(92).
a tener en cuenta(89). Para Ecker el problema fundamental Por su parte Freund presta detenida atención a los efectos
deriva de la dificultad de hablar del inconsciente cuando no hay que una necesidad patológica de pena causa en la aplicación de
constancia en la experiencia sensible de su realidad, dado el los criterios de legitimación de una decisión en la que persisten
proceder habitual, ya descrito, de constatación de los elemen- dudas probatorias(93).
tos subjetivos a partir de datos objetivos y de la colocación del
juez en el lugar del autor; la inclusión de los datos del incons- 2. El enfoque prospectivo
ciente exigiría además una masiva utilización de peritajes, con
los riesgos y problemas que ello implica(90). Se suele poner No sólo el Psicoanálisis individual ofrece el riesgo de ir más
allá de lo debido en el análisis de la realidad.
Existe la fácil tentación, entre los partidarios de un enfoque
(88) Véase Walter 209; Albrecht 1.214-215; Jager 1.307; Rasch V. 182. En empírico psicológico-individual, de transformar paulatina-
España, en relación con la culpabilidad Torio López III. 764, dirá que
la orientación psicoanalítica está precisada de una rigurosa fundamen-
(91) Jager m. 126-127.
tación político-criminal y dogmática.
(92) Jager Tbídcm. 130-131.
(89) Rasch V. 181-182; I. 56. (93) Véase Freund. 122-126, y lo citado supra.
(90) Ecker 103-104.
72 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES

mente su destacado afán en la verificación de lo que realmente


ha sucedido en el individuo por el interés en pronosticar lo que
sucederá en el futuro a tenor de la reacción penal que se le CAPITULO III
imponga. El análisis empírico-individual cambia entonces
radicalmente de signo. Se pasa de una perspectiva retrospecti- LA PERSPECTIVA NORMATIVA
va a otra prospectiva. Ya no se verifican los hechos subjetivos
para comprobar si se han dado, realmente, los elementos
subjetivos de la teoría jurídica del delito, sino con la finalidad I. LA ADOPCIÓN DE LA
de ajustar la reacción penal a una prognosis preventivo-espe- PERSPECTIVA NORMATIVA
cial. Frecuentes son las afirmaciones doctrinales que consideran
Este riesgo no es infrecuente entre los forenses de muy la formulación y constatación de los elementos subjetivos de la
diversas orientaciones metodológicas. Rasch ha aludido al teoría del delito como una labor casi en exclusiva normativa(,).
fenómeno de dictámenes sobre la imputabilidad condiciona- Los segmentos de realidad que se manejan ya no pueden
dos claramente por las consecuencias preventivo-especiales calificarse como realidad empírica sino como realidad valora-
que se derivarían de la alternativa en juego: Pena, o medida de da, dado el papel determinante de las perspectivas axiológicas
seguridad(94). en su configuración y comprobación y la rareza de las verifi-
El problema no ha sido aún suficientemente valorado por
los partidarios de este enfoque. Cabe, sin embargo, citar ya a
Albrecht como autor que ha comprendido el problema y que ha (1) Resulta extremadamente difícil ajustarse estrictamente al ámbito de
prevenido frente al uso desmedido de dimensiones de futuro en nuestra investigación, tal como lo perfilamos en el primer capítulo,
relación con la categoría dogmática de la culpabilidad como cuando nos toca ocuparnos del importante sector doctrinal que defiende
elemento del delito, con independencia de la corrección de una formulación y constatación de los elementos subjetivos de la teoría
tales reflexiones en el ámbito de la medición de la pena(95). jurídica del delito orientadas de un modo predominantemente normati-
vo. Dada la coincidencia en la defensa de un punto de vista normativo
en los niveles, sea de decisión legislativa relativa a las conductas
humanas que se deben penalizar o despenalizar, sea de fundamentación
de la Dogmática jurídico-penal en general o de sus diversas categorías
fundamentales en particular, sea de formulación y constatación de los
elementos subjetivos que concretan esas categorías fundamentales
dogmáticas, coincidencia que se produce en el grupo de autores al que
estamos refiriéndonos, es sencillo caer en confusiones interpretativas
respecto al nivel al que están aludiendo en un determinado momento; las
confusiones, por otra parte, a veces no son imputables al intérprete sino
al interpretado ya que, en las condiciones antedichas, resulta normal la
mezcla de planos por parte de muchos de estos autores, mezcla que en
(94) Véase Rasch III. 44-47; I. 65. ocasiones hay que asumir a efectos prácticos, y tras las correspondientes
advertencias, si el contenido de lo expresado es de suficiente interés.
(95) Véase Albrecht 1.216.
JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA NORMATIVA 75
74

caciones experimentales. No se duda en calificar, por tanto, de Muy ilustrativa es igualmente la actitud adoptada por Vives
construcción ideológica a tales actividades conceptuales y Antón en un trabajo cuya~ finalidad trasciende sin duda al
prácticas, en cuanto su misión fundamental reside en plasmar ámbito de las preocupaciones de este estudio pero donde se
adecuadamente y sin contradicciones los puntos de vista valo- contienen interesantes referencias indirectas al tema. Para este
rativos en los que se inspira el Derecho penal, aun a costa con autor el proceso de generalización jurídica, método con el que
frecuencia de una correcta correspondencia entre lo definido o han de configurarse las leyes penales dada la exigencia políti-
constatado y las realidades subyacentes01. co-criminal del principio de legalidad, no debe equipararse,
Uno de los autores que más claramente llamó la atención como suele suceder, con el proceder generalizador propio de
sobre el problema, adoptando una postura inequívoca, y dando las ciencias de la naturaleza. Es erróneo pretender una genera-
lización naturalística en el Derecho, es decir, una que atienda
lugar a la moderna discusión sobre el tema fué Bockelmann. En
únicamente a las características externas, empíricamente cons-
un conocido artículo intenta tranquilizar a los que temen por
tatabas, del objeto de la regulación, porque si en Derecho se
una progresiva psicologización del Derecho penal, que vendría
generaliza es con la pretensión fundamental de desentrañar,
de la mano de un, cada vez mayor, uso de peritos psicólogos en
poner de manifiesto, la auténtica referencia valorativa del
el proceso que pretenden aclarar la credibilidad de las manifes-
objeto regulado. Esto es, no se pretende una mayor abstracción
taciones de los testigos o lo que es más importante, la concu-
para así abarcar un mayor, y más depuradamente descrito,
rrencia o no de la capacidad de culpabilidad; por otra parte,
número de conductas, sino que se generaliza propiamente para
aparecerían continuadamente diversas obras doctrinales que se
identificar mejor valorativamente el caso. De ahí que se pueda
preocuparían de clarificar los conceptos subjetivos básicos
hablar de una generalización jurídica que va a la búsqueda,
jurídico-penales con ayuda de métodos y resultados psicológi-
paradójicamente, de una mayor concreción, de un cierto grado
cos. Para este autor no hay que inquietarse por ello ya que el de especificidad, cuya obtención le garantizará "una más
Derecho penal posee su propia Psicología, una "Psicología adecuada contemplación valorativa del caso"(4).
esotérica", que es inmune a los ataques provinientes de otros
ámbitos ajenos al Derecho. No es tarea de los conceptos Estamos, por consiguiente, ante una postura que subordina-
subjetivos del Derecho penal el expresar tesis o proposiciones ría, al menos parcialmente, la adecuación empírica de los
psicológicas sino ser simples "títulos", soportes, de "determi- elementos subjetivos de una determinada figura de delito al
nados presupuestos de valoración jurídica de las conductas logro de una expresión correcta de las referencias valorativas
humanas". Desde luego que la concreción de tales presupues- que inspiran el precepto en cuestión(5).
tos no es arbitraria pero ello no quiere decir que la decisión se
haya de tomar a tenor de una investigación psicológica o que
haya que vincularse a los contenidos que la Psicología otorga similar critica la predisposición de los juristas a subordinar su psicolo-
gía racionalista y de enfoque normativo a la psicología explicativa y
a tales conceptos(3).
empírica de los psicólogos, mostrando así aquellos lo poco conscientes
que son de sus funciones.
(2) Véase en esa línea Krauss III. 249-250,254; Kaiser 1.201 -203; Naucke (4) Véase Vives Antón III. 353-361.
60. (5) Como he dicho al principio de esta cita, no ignoro que el trabajo del autor
(3) Véase Bockelmann 252-253., 256,258-259. La actitud es compartida transciende sobradamente el tema de este estudio, en especial por las
por un conocido forense, Bresser I. 684, quien con un talante muy
JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA NORMATIVA 77
76

Pero el autor cuyos planteamientos han tenido mayor eco cimiento de los mecanismos de constatación en el proceso,
recientemente, en cuanto que se ocupa directa y detenidamente selecciona los hechos o los segmentos de la realidad empírica
de nuestro problema, es Detlef Krauss. A diferencia de Kaiser, a los que habrá de dirigirse la atención, y vincula además su
que prefiere hablar de que Derecho penal y Psicología poseen descripción o análisis de forma muy estrecha a determinados
diferentes ideas sobre lo que sea probabilidad, seguridad o puntos de vista y criterios valorativos. La incidencia de éstos
verdad de un hecho o una manifestación, diferencia que surge en la descripción y análisis de los hechos, por lo demás también
debido a la diversidad de procederes científicos y de funciones seleccionados normativamente, es tan intensa, al decir de
profesionales(6), para Krauss es más acertado hablar de que el Krauss, que puede afirmarse que la percepción de la realidad
Derecho penal no aspira en ningún momento a la obtención de y sus problemas está condicionada por la visión que de esa
toda la verdad, a un conocimiento completo de la realidad. realidad problemática proporciona previamente el enfoque
Utilizando un concepto procedente del funcionalismo, el de la dogmático y sus valoraciones, y no a la inversa(8).
"reducción de la complejidad" aludido por Luhmann, afirma Krauss rastrea esa reducción de la complejidad a lo largo de
que, tanto en la formulación dogmática del Derecho penal una serie de actitudes tanto en la constatación como en la
cuanto en su aplicación en el proceso, el que estemos en un formulación de los elementos dogmáticos: Entre las primeras
Derecho penal del hecho no exige que éste sea considerado en enumera el continuado interés en asegurar un proceso llevado
toda su complejidad como acontecimiento personal y social. a cabo a través de pautas normalizadas, sin poderse detener en
Muy al contrario, las exigencias prácticas y, sobre todo, las indagaciones criminológicas cuidadosas sobre cada caso aisla-
especiales funciones asignadas al Derecho penal, obligan a que do. Por lo demás, la fase probatoria, a través del requisito de la
éste también proceda a una reducción de la complejidad, de convicción judicial, exige que el resultado sea accesible a una
forma que sólo tome en consideración los puntos de vista en persona, el juez, que ha de considerarse lega en todo aquello
todo momento relevantes para la satisfacción de esas funcio- que no sea estrictamente jurídico, lo que implica que los hechos
nes, de manera que puedan servir de orientación en el interac- no han de investigarse a la luz de condicionamientos o referen-
tuar social(7). cias sólo abarcables científicamente sino con la pretensión de
Con la mira puesta en esa meta el jurista, en la formulación que cualquiera pueda percibir su eventual característica de
o explicitación de los conceptos legales, así como en el estable- alteración del orden social. Debido a diferentes intereses, se

implicaciones respecto a la procedencia de puntos de partida naturalís- (8) Véase Krauss III. 234-235.A un procedimiento muy similar al descrito
ticos o bien valorativos en la configuración del concepto de delito y de en este párrafo alude Jakobs cuando niega, aludiendo a una famosa
las categorías fundamentales de la teoría jurídica del delito. Una postura expresión, que el sistema jurídico sea la "criada" de la Psicología y
explícita favorable a una aproximación valorativa, sin olvidar el sustra- sostiene que el Derecho penal no aspira a abarcar toda la realidad
to real que soporta la valoración pero sin que éste pase a tener un papel psicológica sino que de ella entresaca aquellos aspectos aislados que,
determinante, puede verse en Cobo-Vives 185-186,256-257. según sus principios, le interesan, y, lo que es más importante, luego los
valora de acuerdo a tales principios aunque ello no responda a una
(6) Véase Kaiser I. 207. correcta comprensión de la realidad psicológico-individual. Véase
(7) Véase Krauss 1.417; III. 234,254,257. Asimismo Müller-Luckmann
Jakobs l. 131; II. 255.
217.
JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA NORMATIVA 79
78

aspirará a una fuerte simplificación de las peculiaridades del II. LA EXPLICITACION DE LA PERSPECTIVA
caso aislado, del que se pretenderá ante todo resaltar aquellos NORMATIVA
aspectos que permitan tomar una decisión sobre su encuadra-
miento o no en ciertos esquemas conceptuales previos, todo En este apartado nos vamos a preocupar de describir la
muy alejado de lo que podrían ser los intereses científicos en forma y el grado en que los autores partidarios de una verdad
la verificación de lo realmente sucedido(9). normativa configuran los más importantes elementos subjeti-
Entre las segundas, destaca el esquematismo de las descrip- vos de la teoría del delito de modo acorde con sus planteamien-
ciones típicas, que se quedan en la superficie del acontecer tos. No pretendo, puesto que no es ésa la meta de este estudio,
social dejando fuera elementos que un investigador cuidadoso llegar a descripciones depuradas y exhaustivas del modo que
considera significativos, por más que ese esquematismo posi- estos autores formulan o constatan tales elementos, pero sí a
bilite establecer unos contomos claros y una determinación dar una idea clara al respecto, que permita distinguirlos clara-
relativamente nítida de la relevancia social de las conductas mente de los restantes enfoques así como sentar las bases
descritas. Tal actitud, condicionada en buena parte aunque no materiales para la exposición, en el siguiente apartado, de las
exclusivamente, por la necesidad de que los preceptos materia- razones de su proceder.
les sean manejables procesalmente, es especialmente conve-
1. Elementos subjetivos en general
niente respecto a la vertiente del hecho punible más complica-
da, los elementos subjetivos, elementos que deben formularse Desde una perspectiva genérica, referida a todos los ele-
de manera que sean comprensibles antes y durante el proceso. mentos subjetivos de la teoría del delito, Krauss afirmará que
Esto sólo se logra si se procede a una reducción de los con tales elementos en Derecho penal no se pretende tanto
contenidos psicológicos, sociológicos y eventualmente éticos
que ellos abarcan, lo que llevará a formulaciones que, ya
definitoriamente, dejarán al margen determinados aspectos de formulación y constatación de los elementos contenidos en los precep-
difícil o compleja dilucidación empírica. Así, conceptos como tos penales, a través de la teoría general de modelos, desarrollada por
Stachowiak y que reclama su origen en la teoría sistémica y en la
dolo, imprudencia, intención, imputabilidad, constituirán algo
cibernética. Véanse Teubner 14-25, 30-34 y Walther 197-200. En
así como cedazos normativos a los cuales se ajustan determi- palabras de Walther, idea básica de esta teoría sería que "el actuar
nadas manifestaciones psicológicas, por más que a través de humano, desde una perspectiva teórica, puede entenderse como produc-
una considerable pérdida de referencia a la realidad(10). ción de modelos y de modificaciones del original con ayuda de tales
modelos". Todos los modelos (artísticos, técnicos y también jurídicos)
se caracterizarían porque nunca reflejan el objeto al cual se refieren, es
decir, el original de un modo completo sino siempre selectivamente.
(9) Véase Krauss 1.418-419; m . 253-254. Comparte el enfoque de Krauss
Todo ello sucedería a tenor de ciertas reglas de representación las
en estos aspectos, en especial en lo que tiene de crítica a Opp, Walther
cuales, al igual que las representaciones mismas, se determinan según
203-204. el contexto pragmático en el que, y para el que, se realiza tal represen-
(10) Véase Krauss I. 419; III. 252-253. Muy conectados con la actitud tación. Los modelos por tanto dependen, en cuanto a sus reglas consti-
anterior cabe considerar a dos autores, Teubner y Walther que han pre- tutivas, del contexto en que se encuentran. Véase sobre estas afirmacio-
tendido una elaboración científica del modo de aproximación del nes y su ulterior desarrollo, Ibídem.
Derecho, singularmente del Derecho penal, a la realidad empírica en la
80 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA NORMATIVA 81

"psicologizar como normativizar", que esos conceptos subje- Los autores son especialmente tajantes cuando afirman que
tivos están en el Derecho, no para acceder a la realidad sino las dudas que eventualmente surgen en la formulación o
para abarcar dogmáticamente un determinado acontecimiento, constatación de ciertos aspectos subjetivos no cabe atribuirlas
lo que implica asumir el eventual reproche de que el Derecho a insuficiencias del saber psicológico, algo que, aunque puede
penal desfigura conscientemente la realidad y manipula inclu- darse, es irrelevante, sino a la ausencia o pluralidad de criterios
so la investigación de la verdad en el proceso. Es así como se sociales referentes a esos hechos psicológicos determinados.
realiza de forma intencionada un marcado empobrecimiento o Las dudas son, pues, dudas normativas. Igualmente se recuerda
simplificación del aspecto subjetivo de la conducta tanto en la que los supuestos progresos en la formulación o constatación
formulación como en la constatación de los elementos subje- de elementos subjetivos no se deben a la aparición de nuevos
tivos finalmente introducidos. El autor alude a un buen número conocimientos psicológicos sino a modificaciones en el siste-
de ejemplos, como pueden ser las limitaciones en los análisis ma de valores jurídicos(12).
motivacionales que permiten conformarse, en los supuestos en Por eso no extrañará que determinados forenses, como
que se exige un determinado motivo, con la concurrencia de Witter, critiquen la anticuada psicología racionalista de la
éste aunque no sea la finalidad última del hecho, ni el motivo ciencia jurídica y lleguen a afirmar que conceptos como dolo,
inmediato al hecho, o la estricta formulación de las causas de imprudencia, capacidad para comprender lo injusto o actio
inimputabilidad, reducidas a su mínimo biológico, o la reduc- libera in causa en casos de embriaguez constituyen conceptos
ción de los más importantes elementos subjetivos de las figuras subjetivos tan extraños al perito que éste no logra un lugar
de delito a los aspectos psicológicos de la conciencia y volun- común con el juez con la finalidad de comunicarse sobre
tad, o la exclusión de las categorías dogmáticas que fundamen- ellos(13).
tan la pena de aquellos elementos subjetivos que pueden llegar Finalmente, y desde una perspectiva diversa*14), esto es,
a expresar los condicionamientos sociales del actuar de la aquella que no se plantea la normativización de los elementos
persona, elementos que son enviados todo lo más al ámbito de subjetivos desde un principio sino como consecuencia deriva-
la medición de la pena(11). da de su inaccesibilidad a un análisis empírico, Hassemer ha
mostrado cómo los conceptos subjetivos no se pueden descri-

(11) Véase Krauss I. 416. 426. y porosos no sólo debido a su adaptabilidad a los cambiantes conflictos
Cabe citar asimismo en este contexto las más genéricas afirmaciones de sociales sino asimismo por ser inherentes al uso del lenguaje común, el
Hassemer I. 102-106, 166-168, relativas a la necesidad con que se cual a su vez resulta ineludible desde perspectivas garantistas frente al
encuentra el Derecho de disponer en determinados momentos de inaceptable uso de lenguajes formalizados.
elementos vagos, porosos, fácilmente adaptables a diversas situacio- (12) Véase Krauss II. 27-28; Bresser I. 668.
nes. Su ausencia en aquellos casos que son precisos, o su no disposición (13) Véase Witter 1.188,192. En línea similar Mengual Lull, 204,207-208,
en el lugar sistemático adecuado, origina alteraciones importantes (p.e. 275,285 tachará a la psicología utilizada por los tribunales penales de
la excesiva restricción del ámbito de medición de pena en el asesinato psicología animista, incompatible con los actuales procederes científi-
está dando lugar en Alemania a interpretaciones forzadas de determina- cos, como lo muestra su fijación a la conciencia y la voluntad en el
dos requisitos dogmáticos que fundamentan la pena del asesinato). ámbito de la imputabilidad.
También Cobo-Vives 232-233 justifican la presencia de términos vagos (14) Lo que no quiere decir que no comparta la anterior.
82 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA NORMATIVA 83

bir, por lo que hay que conformarse con imputarlos. Es un declarara irrelevante un homicidio, o un grave accidente de
problema de incapacidad de constatación procesal. En la tráfico no debido a causas técnicas, por faltarles la acción. Sin
exposición del procedimiento que se utiliza procesalmente, no duda, nada impediría que muchos de esos casos se resolvieran
ya para observarlos y describirlos sino para deducirlos, alude naturalísticamente en la acción, sin necesidad de acudir a la
el autor a los diversos indicadores a partir de los cuales se culpabilidad, pero en ocasiones sólo en este último nivel se
pueden obtener indicios sobre la existencia o no en el caso puede plantear de un modo conjunto y coherente la valoración
concreto de tales elementos subjetivos(15). global jurídico-penal de todas las circunstancias con relevan-
cia jurídica del caso aislado(16). En resumidas cuentas, estaría-
2. La acción mos ante la vinculación de los conceptos dogmáticos a deter-
minadas estrategias procesales.
Ocupándonos ahora de algunos de los elementos subjetivos Lo recusable no es que se acuda a criterios político-crimi-
más significativos puede aludirse en primer lugar a la opinión nales sino que doctrina y jurisprudencia intenten justificar su
de Krauss sobre el decisivo componente del concepto de actitud con planteamientos naturalistas o psicologistas(17).
acción jurídico-penal, la voluntad de realización: Ante todo,
este autor resalta que la actitud mayoritaria no se ocupa de la 3. El dolo y la imprudencia
constatación y descripción detenida de tal realidad, base de
importantes valoraciones jurídicas, sino que se limita a descri- También el dolo ha sido objeto de atención por éste y otros
bir aquello que no es una acción. autores. La intensidad y modalidad de sus componentes nor-
Pero lo que es verdaderamente significativo es que en la mativos es resaltada de forma diversa por unos u otros. Para
práctica la limitación de la responsabilidad penal a través del Bresser el dolo utilizado en Derecho penal es, a semejanza del
concepto de acción no es un problema naturalístico sino libre albedrío, una presunción, de la que se parte como existen-
político-criminal: Cuando surgen dudas respecto a la cualidad te en el hombre sano con capacidad de culpabilidad(18). Para
de acción de determinadas perturbaciones humanas y éstas son Bockelmann la imposibilidad del Derecho penal de partir de la
insignificantes, se soluciona el tema en sede de acción; por el imagen de una persona que actúa siempre de acuerdo a un plan,
contrario, si tales perturbaciones tienen un cierto peso social, lo que en el fondo supondría exigir en todo supuesto premedi-
si el resultado dañoso producido ha originado interés público, tación y además no responde a la situación habitual, le ha
entonces se resuelven las dudas en sede de culpabilidad; de llevado, no a fingir la concurrencia de determinadas condicio-
hecho, resultaría político-criminalmente inaceptable que se

nó) El autor menciona un supuesto que podía haber sido resuelto en la


(15) Estos indicadores deben poseer tres cualidades fundamentales cuáles acción pero fué retrasada su solución a la culpabilidad para que así
son su carácter observable, su exhaustividad y su relevancia para el pudiera expresarse coherentemente la concepción que se defiende
elemento subjetivo en cuestión. Hassemer I. 168-170. Véase en la respecto a conductas defectuosas en el tráfico automovilista.
misma línea Muñoz Conde II. 53, 60; IV. 31, 35, 50, 52; Cobo-Vives (17) Krauss U. 15-18.
232. (18) Bresser I. 681.
84 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA NORMATIVA 85

nes en el sujeto que ha delinquido, pero sí a considerar como Krauss, por su parte, intenta mostrar cómo el contenido
conocido por el autor, y por consiguiente susceptible de valo- subjetivo del dolo dependeré decisiones dogmáticas previas
rarse, todo aquello que hubiera sido conocido si el autor lo como, por ejemplo, del lugar sistemático de la teoría del delito
hubiera hecho objeto de su reflexión(19). Así pues, ya no hace en el que se haya decidido incluirlo. Así, su inclusión en lo
falta un "pensar en" en el momento del hecho, sino que son injusto conduce a una "objetivización" del dolo: Al igual que
suficientes formas más leves de conciencia. Y sin duda, dice el los restantes elementos subjetivos de lo injusto ha de ajustarse
autor, la decisión tomada en este sentido no ha de derivar a un Derecho penal del hecho orientado en la protección de
directamente de investigaciones psicológicas sino de un análi- bienes jurídicos. Eso implica que su contenido se precisa a
sis de los conceptos jurídicos a aplicar(20).En el mismo sentido, tenor de las categorías valorativas de las concepciones sociales
para Bustos el dolo no es "una simple relación subjetiva del y no de análisis científico-naturales de la estructura motivacio-
individuo con su acto" sino un elemento más que coadyuva a nal. Lo determinante es la manifestación externa de una pertur-
expresar la significación social del comportamiento, en línea bación social a la que se busca simplemente su corresponden-
con su tesis atributiva y no descriptiva de todos los elementos cia en la mente del autor preguntándose si la dirección de la
de la tipicidad, de ahí que sea ese sentido social el punto de acción con el resultado perturbador originado responde a un
referencia para afirmar o negar la concurrencia del dolo en proceso voluntario. Todo ello muy distinto de una indagación
supuestos dudosos(21). psicológica sobre la estructura motivacional.
Lo anterior podría llevar a pensar que el traslado del dolo a
lo injusto lleva a una importante limitación en su análisis
(19) Lo cual, se apresura a afirmar Bockelmann, no implica abarcar el
conocimiento potencial, pues lo que se quiere decir es que el autor se
considera que tiene el conocimiento de las circunstancias objetivas específicos de atribución incidentes sobre los elementos subjetivos de
exigidas por la ley si aquello que él sabe, conoce y prevé sería la tipicidad como la "teoría del error en relación al dolo".
conocimiento actual en cuanto lo hiciera objeto de su reflexión. Cobo-Vives 382-385, 411-413, 449, desde una concepción del dolo
(20) Véase Bockelmann 254-256, quien considera que la postura de Welzel, como forma de la culpabilidad, consideran que su constatación presu-
en principio basada en el "pensar en", termina siendo muy cercana a la pone un proceso de atribución del hecho antijurídico a su autor, que si
suya. bien exige comprobaciones de tipo psicológico respecto al contenido
También Schmidhauser I. 13 alude a que el término "querer" de la del saber y el querer, no impide su consideración como instituto
definición dogmática de dolo introduce un término cuyo contenido normativo. En mi opinión, y a salvo errores de interpretación, pudiera
original se modifica tanto, a tenor de las necesidades jurídicas de cada pensarse sin embargo que las alusiones de estos autores a la caracteri-
caso, que se puede decir que alude a un "querer en sentido jurídico". zación normativa del dolo van referidas a su significación valorativa en
Posteriormente, Schmidhauser II. 135 y ss., en especial 156 y ss., el ámbito de la culpabilidad y no al sustrato naturalístico de la valora-
aportará argumentos en la línea de una configuración del dolo en torno ción, por más que ello esté desdibujado por el afán de no considerar al
exclusivamente al elemento intelectual, desplazando el elemento voli- dolo el objeto valorado en el juicio de culpabilidad. Ello permitiría
tivo a otros lugares dogmáticos, en actitud similar a otros autores concluir que estos autores se mueven en realidad en un plano psicoló-
alemanes; asimismo, desde una perspectiva fundamentalmente gico-individual. Distinto sería el caso de la exigibilidad de la conducta
procesal, Hruschka II. 192-194. adecuada a la norma, propia de los delitos dolosos, en donde parece
(21) Véase Bustos Ramírez III. 168, 183-184, 195-196, 202, y en especial partirse de comprobaciones profundamente normativas para determi-
205,208-209; asimismo en IV. 130-134 alude al desarrollo de criterios nar la relevancia o no de los motivos concurrentes.
86 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA NORMATIVA 87

psicológico, a diferencia de lo que inicialmente se pensó y de También la distinción entre dolo e imprudencia es objeto de
lo que sucedería con su mantenimiento en la culpabilidad. Sin consideración: Jakobs se lamenta de forma reiterada en su
embargo, si la culpabilidad como fundamento de la imputación Lehrbuch de que la distinción entre dolo e imprudencia se
del injusto al autor, en donde se encuadraría el dolo, se limita edifique rígidamente en torno a la existencia o no de un dato
a constatar si cabe hacer un reproche personal al autor, el dolo psíquico, el conocimiento actual, cuando lo correcto hubiera
deberá poseer un contenido de reproche: Desde una perspecti- sido construirla en función de una valoración elástica de tal
va retributiva, que posee como premisas las ideas sociales de hecho psicológico, a semejanza de lo que ocurre en la concien-
libertad y autorresponsabilidad, ideas que no son datos empí- cia de la antijuricidad; con todo, en algún escrito posterior
ricos sino meras correspondencias con la imagen que de la consigue hallar una justificación suficiente del vigente criterio
persona se ha hecho la sociedad, los presupuestos de la repro- de distinción a tenor de reflexiones preventivo-generales(23). A
chabilidad no deberán concretarse a tenor de exploraciones su vez Krauss, considera que en la distinción entre dolo
psicológicas sino comprobando la normalidad social de los eventual y culpa consciente no se trata de un problema de
puntos de referencia subjetivos de la persona en concreto. Eso indagación psicológica de una realidad psíquica sino de una
lleva a un análisis de las categorías subjetivas acorde con su clasificación normativa de actuaciones sociales defectuosas; la
significado y valoración sociales, y desligado de cursos moti- teoría del consentimiento supone trasladar un problema que es
vacionales incomprensibles o de difícil valoración en el inte- normativo a un ámbito, el psicológico, donde no se logran
ractuar social. encontrar criterios fiables de distinción. La delimitación entre
El autor aporta también razones de por qué, desde una dolo e imprudencia se consigue a tenor de "una valoración
perspectiva de prevención general, resulta precisa una comple- social de una determinada realidad psicológica expresada
ta racionalización y estilización de los elementos subjetivos, objetivamente en una acción"(24).
ciertamente con otros fines.
Puede decirse, por tanto, que la localización en la culpabi-
lidad del dolo no significa sustituir el proceder normativo por
uno empírico-psicologista, al menos mientras la culpabilidad veremos que hace con otros elementos subjetivos de la teoría del delito,
no se configure desde una perspectiva preventivo-especial. mantiene una apreciable aproximación psicológico-individual a los
Aun con divergencias, derivadas de su diferente localización elementos subjetivos del tipo de lo injusto.
(23) Lo que le lleva, como veremos con atención más adelante, a realizar una
sistemática, tanto en injusto como en culpabilidad se reduce su
indebida confusión de planos entre la valoración que acota la realidad
problemática psicológica y se configura en torno a las superfi- psíquica a formular o constatar, y esta última, relativizando más allá de
ciales, pero socialmente comprensibles, categorías del conocer lo aceptable la virtualidad psicológica de los conceptos de dolo e
y el querer*22*. imprudencia. Véase Jakobs II. 213, 215-216,446,451, 258-259; III.
277-278, 284.
(24) Véase Krauss II. 26-27. Asimismo Witter 1.192 afirma, como forense,
que la distinción entre dolo eventual y culpa consciente se basa en
(22) Véase Krauss II. 21-26. Muñoz Conde II. 53-58 dirá asimismo que las planteamientos valorativos jurídicos, y no puede aclararse de un modo
categorías de dolo directo y dolo eventual simplifican y reducen científico-natural, siendo una muestra clara de la psicología racionalista
complejos procesos psíquicos, por más que, a diferencia de lo que jurídica, alejada de la realidad.
JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA NORMATIVA 89
88

A su vez, si a Jakobs le llama la atención por qué la crítica irreprochable. El ánimo de lucro no se exige en tal tipo legal
psicologista se ha centrado en el ámbito del dolo, cuando como elemento especialmente expresivo del proceso de moti-
ciertamente el elemento más ajeno al enfoque psicológico- vación del autor y de la personalidad subyacente, sino que es
individual es la imprudencia, Haddenbrock por su parte, desde preciso para confirmar la verdadera naturaleza de la conducta
una perspectiva forense, critica lo contradictorio que resulta el no suficientemente expresada objetivamente, para determinar
énfasis que teóricamente se pone en la individualización del por tanto su relevancia social en el marco de la protección de
deber subjetivo de cuidado en los delitos imprudentes, que bienes jurídicos, y posibilitar así un juicio valorativo general y
debería conducir a cuidadosas indagaciones psicológico-indi- normalizado sobre ella. Ello no significa que el ánimo de lucro
viduales, con la realidad de una práctica que concreta tal deje de ser un elemento subjetivo: Lo que ocurre es que
requisito a tenor de imágenes medias o de promediol25). procesalmente sólo se investiga la subjetividad de una conduc-
ta hasta el momento en que ésta pueda calificarse socialmente,
confirmando o refutando la "impresión" causada por el hecho.
4. Elementos subjetivos de la figura del delito Y concluye el autor señalando que el limitarse a los elementos
objetivos y subjetivos relevantes para caracterizar el suceso de
Los restantes elementos subjetivos de la figura de delito(26) cara a la protección de bienes jurídicos es consecuencia de la
son ocasionalmente objeto de consideración por parte de los opción por un Derecho penal del hecho y no del autor(28).
autores partidarios de este enfoque. Krauss alude a un conocido Hassemer ha realizado asimismo un sugestivo análisis de
caso jurisprudencial(27) en el que se apreció el ánimo de lucro en las circunstancias calificativas del asesinato en el Código penal
el autor, y la consiguiente clasificación de la conducta como alemán, singularmente de la alevosía y los móviles bajos,
robo, siendo así que un análisis psicológico podía fácilmente intentando mostrar que se trata de dos elementos subjetivos
identificar la conducta como una actuación sustitutiva con una que sólo cabe configurarlos y constatarlos normativamente.
inequivoca estructura motivacional sexual. La calificación Tras poner de relieve que los tribunales al referirse a los
jurídica, sin embargo, en la medida que debe atenerse al objeto "móviles bajos" del asesinato no utilizan un lenguaje sobrio,
de ataque en relación con los bienes jurídicos sociales, era propicio al análisis motivacional, sino un lenguaje de indigna-
ción, señala que eso no debe extrañar, dada la intensidad con
que las conductas de asesinato afectan emocionalmente e
(25) Véase Jakobs II. 255; Haddenbrock I. 939-941, quien también hace intranquilizan a la conciencia de la comunidad jurídica: Los
determinadas afirmaciones sobre la configuración de la culpa incons-
tipos de asesinato intentan expresar las emociones reprobato-
ciente a tenor de estructuras caracteriológicas.
(26) Utilizo conscientemente la expresión "figura de delito" en lugar de rias tan elevadas que tales conductas ocasionan a los ciudada-
"injusto" porque los ejemplos que ahora siguen mayoritariamente, pero nos, y eso lleva incluso a renunciar a una formulación y
no siempre, aluden a elementos subjetivos de lo injusto. constatación de los elementos subjetivos que diera pié a un
(27) Se trata de un conductor de buena posición económica que recoge a una análisis motivacional. Repetidos intentos jurisprudenciales de
mujer que estaba "haciendo dedo" en una carretera, y a la que, posterior-
mente, deteniendo el coche, apunta con una pistola descargada hacia sus
partes genitales exigiéndole la entrega de su bolso y conminándole a
continuación a abandonar el coche. El juez calificó el caso como robo. (28) Véase Krauss II. 18-21.
90 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA NORMATIVA 91

interpretar el término "alevosía" de un modo estrictamente Otra reflexión previa, a tener en cuenta, reside en el hecho
descriptivo, sin introducción de componentes normativos, lo de que la configuración normativa de los elementos subjetivos
que implicaría, no renunciar al enfoque normativo en la confi- de la imputabilidad, en las condiciones que ahora pasaré a
guración del asesinato pero sí al uso de referencias normativas describir, no es en la mayoría de estos autores algo deseado
en la formulación y constatación de sus elementos aislados de desde un principio, sino una actitud derivada, no original. Es la
la figura de delito, se han mostrado inviables(29). Si resulta imposibilidad de acceder a los elementos de la realidad psico-
necesario expresar en lafigurade delito un juicio normativo lógico-individual que dan cobertura al juicio de imputabilidad,
sobre el asesinato, siempre será preferible, dice el autor, lo que les ha llevado a "conformarse" con su normativización.
hacerlo empleando elementos normativos que permitan una Se puede decir que estamos ante una normativización forzada.
expresión directa de tal juicio, que utilizando elementos des- En los restantes elementos subjetivos de la teoría del delito las
criptivos que aludan indirectamente, por tanto de un modo habituales dificultades de verificación empírica sin duda pesan
menos controlable, a tal juicio(30). a la hora de adoptar un enfoque normativo, pero en todo caso
se trata de un argumento secundario: Aunque se puedan
5. La imputabilidad verificar empíricamente, se rechazará con frecuencia tal acti-
tud, o se aceptará sólo limitadamente, por razones de principio.
Cuando se pretende aludir a las posturas que optan por una Aquí sin embargo la situación se ha invertido, son las limitacio-
formulación o constatación de los elementos subjetivos de la nes de acceso a la realidad las que condicionan de modo
capacidad de culpabilidad, esto es de la imputabilidad, desde fundamental, aunque desde luego no exclusivo, la normativi-
una perspectiva normativa, se corre el serio riesgo de no zación.
diferenciar entre las afirmaciones que se refieren estrictamente Hechas estas aclaraciones vamos a comprobar diferentes
a la normativización de los elementos subjetivos de la imputa- actitudes en el abordamiento del problema. Para Vives Antón
bilidad y aquellas otras que en realidad se están ocupando de y Cobo-Vives, siendo tan indemostrable en el caso concreto la
las ineludibles referencias normativas de la categoría dogmá- tesis indeterminista como la determinista, estiman más racio-
tica de la imputabilidad en cuanto tal, cuando no de toda la nal partir de la primera en cuanto que sólo una concepción de
culpabilidad como elemento del delito. El modo de proceder en la persona como ser capaz de elección puede fundamentar
la formulación y constatación de las situaciones subjetivas debidamente una concepción democrática del Derecho y dotar
concretas de imputabilidad, en lo que concierne a su mayor o de sentido a las garantías propias del Estado de Derecho, por
menor ajuste a la realidad empírico-psicológica, es algo que más que también puede acudirse a la mayor adecuación a los
suele ser descuidado por los juristas, que lo dejan en manos de enunciados propios de las ciencias naturales de la tesis inteder-
los forenses, actitud que no tiene correlato con los restantes minista frente a la determinista*3 °, o a la incapacidad de las tesis
elementos subjetivos de la teoría del delito. deterministas en el ámbito de la responsabilidad penal de eludir

(29) Véase lo ya dicho por Hassemer al respecto, recogido en Nota 11. (31) En tanto en cuanto la primera es susceptible de falsación, en el sentido
(30) Hassemer II. 317-328. popperiano del término, y la segunda no.
92 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA NORMATIVA 93

los presupuestos propios de la tesis indeterminista. Estamos, normativización inicial del problema del libre albedrío abre el
por consiguiente, ante una postura que solventa el problema de paso a una valoración individualizada de la culpabilidad e
la indemostrabilidad del libre albedrío normativizándolo, esta- imputabilidad y a un consecuente análisis empírico-individual
bleciéndolo como presunción de la que se ha de partir en todo de los elementos subjetivos de la imputabilidad.
caso. Solventado lo anterior, nada impide concebir la culpabi- Postura cercana pero no idéntica es la que adopta Bacigalu-
lidad como un reproche personal, rechazando las concepciones po: Para él ni el indeterminismo ni el determinismo pueden
que abogan por una capacidad de autodeterminación media, y alegar pruebas empíricas a su favor, aparte de que la opción por
entendiendo dentro de ella a la imputabilidad desde perspecti- el segundo tampoco ha supuesto en la práctica una alteración
vas empírico-individuales: Se trata de comprobar que no han sustancial de lo que venían siendo considerados elementos de
concurrido causas que hayan privado al sujeto de su libertad, la culpabilidad a tenor del primer término de la alternativa. En
verificación que se realiza atendiendo a si están ausentes en la ese contexto el autor funda la culpabilidad en la capacidad real
persona una serie de requisitos psicobiológicos en los que e individualizada de actuar de otro modo, y más en concreto en
confluyen factores biológicos, psicológicos y aun sociológi- la capacidad de motivarse por la norma o por la amenaza penal,
cos, para lo que resulta inestimable la ayuda de expertos(32). La lo que supone optar por una culpabilidad por el hecho y no de
autor, y a través de ello por el indeterminismo: Las razones que
explican lo que es una elección entre dos axiomas residen, no
(32) Véase Vives Antón 1.107-108; II. 260; Cobo-Vives 365-404. Asimismo en las teorías penales habitualmente vinculadas a una u otra
García Pablos I. 60-61. Carbonell Mateu 23-54 adopta una actitud
similar a los autores acabados de citar, profundizando entre otros
alternativa, sino en el mayor grado de controlabilidad judicial
aspectos en el argumento de que los autores deterministas terminan y de aplicación racional de la ley del criterio adoptado. A partir
presumiendo de algún modo la capacidad de actuar de otro modo, así de ahí, y aun reconociendo que una auténtica individualización
como recogiendo las últimas tendencias forenses que se atribuyen una es imposible, debiéndose utilizar con frecuencia criterios
capacidad limitada de demostración empírica de la libertad de actuar en generalizadores, concibe la imputabilidad desde una perspec-
el caso concreto, pero se aparta aparentemente de ellos cuando insiste tiva psicológico-individual, por más que tomando las debidas
en calificar a la imputabilidad y a la principal de sus causas de exclusión,
la enajenación, como conceptos esencialmente normativos, queriendo
distancias respecto a posturas psiquiátricas cientificamente
aludir con ello, no sólo a las correspondientes referencias valorativas de superadas(33).
todo concepto dogmático, algo indiscutible, sino también a la naturale- Hassemer procede de un modo bien distinto: Para él, no
za que sería propia del sustrato de la valoración, es decir, de los cabe pasar por alto el hecho de que resulta imposible desde una
elementos subjetivos de la imputabilidad (véase en especial págs. 35,
41,43,44,51,53). Un análisis más detenido de su postura muestra, sin perspectiva empírica afirmar la libertad de voluntad de la
embargo, que lo que el autor pretende, a mi juicio con expresión
equivocada, es enriquecer el análisis de la imputabilidad introduciendo
nuevos aspectos psicológico-individuales más allá de la inteligencia y
voluntad, singularmente el análisis de los procesos de socialización, en (33) Véase Bacigalupo III. 36-37, 89-91, 98-104, 108-113. El que el autor
línea con lo que veremos de Muñoz Conde, a quien se vincula. En mi hable de un componente normativo de la imputabilidad cuando se
opinión, esta mayor finura en el análisis psicológico-individual no quiere referir al componente psicológico, y no sólo psiquiátrico, del
justifica hablar de una aproximación normativa a la imputabilidad y la concepto no es óbice a la interpretación anterior, pues ya aludimos en
enajenación, sino todo lo contrario. otro lugar a la improcedencia de tal calificativo.
94 JOSÉ LUIS DIEZ RJPOLLES LA PERSPECTIVA NORMATIVA 95

persona, o de que, cuanto mayor es el progreso de las ciencias ción reseñada deberá llevar, si quiere ser consecuente consigo
psicológicas, más evidente resulta la tesis determinista, de misma, a una formulación y constatación de los elementos
forma que los ámbitos donde aún es posible hablar de libre subjetivos de la imputabilidad absolutamente condicionada
albedrío se explican por no resultar suficientemente accesibles por las referencias normativas, en concreto, por las necesida-
a la investigación empírica, al faltar las técnicas adecuadas. Por des preventivas(36). Observamos pues cómo una estricta vincu-
otra parte, las experiencias de sentirse libre, por las que pasa la lación empírico-individual al problema del libre albedrío des-
persona con frecuencia, no prueban nada desde una perspecti- emboca en una rígida normativización de los elementos subje-
va empírica(34). Hassemer se mantiene por tanto firme en una tivos de la imputabilidad, en un proceso inverso al anterior-
consideración científico-natural del libre albedrío, negándose mente descrito.
a acomodarlo a pretensiones normativas, por más que ocasio- Otros autores, que adoptan un punto de partida similar al de
nalmente parezca vacilar. Sin embargo, tal actitud, confronta- Hassemer, llegan a posturas intermedias a la hora de constatar,
da con la persistente necesidad de reaccionar ante el delito, no y aun formular, los elementos subjetivos de la imputabilidad.
le impide construir el objeto de la valoración en la que consiste Así Muñoz Conde, partiendo de la indemostrabilidad empírica
la culpabilidad, y con ella la imputabilidad, sobre bases estric- del libre albedrío, rechaza su asunción normativa, incluso en la
tamente normativas. Lo que se valorará en la culpabilidad es si variante que entiende la capacidad de actuar de otro modo de
un sujeto medio de nuestra sociedad en las circunstancias del un modo fenomenológico o existencial, proponiendo un con-
caso concreto no hubiera podido actuar de otro modo. Tal cepto de culpabilidad cuyos límites se trazan en función de las
comprobación, que además se realizará exclusivamente desde necesidades preventivo-generales de una determinada socie-
su vertiente negativa, supone prescindir de si el sujeto que dad y no de las cualidades psicológicas de la conducta. Este
estamos enjuiciando podía o no actuar de otro modo, como se proceder atributivo o imputacional se concreta en el concepto
podría deducir a partir de un análisis empírico-individual, y de motivabilidad, o capacidad de reaccionar frente a las exi-
basarse en una referencia ideal sobre cuya formulación y gencias de las normas, cuyo contenido cambiará al compás de
constatación se exigen comprobaciones empíricas al juez. La las necesidades preventivas. Su verificación en el caso concre-
descripción del objeto de la valoración a partir de la capacidad to exigirá de todos modos proceder a un análisis psicológico-
media, que lleva a Hassemer a prescindir de la reprochabilidad individual, atento a las cualidades biológicas, psíquicas y
como contenido del juicio valorativo de la culpabilidad, obliga culturales del sujeto, para comprobar si alcanzan el nivel
a buscar una nueva legitimación a ese juicio valorativo: La necesario para atribuirle el concepto normativo de motivabili-
encuentra en el ámbito de las teorías preventivas de la pena, ya dad. El componente psicológico-individual de los elementos
que para éstas no tiene sentido imputar a un sujeto su desvia-
ción de la capacidad media de actuar de otro modo si se
comprueba que la punición de ese sujeto no va a permitir lograr
(36) A ello alude de modo expreso para las causas de exculpación e implícito
ninguno de los fines preventivos pretendidos(35). La construc- para todos los elementos incluidos en la culpabilidad Hassemer 1.219,
217.
Véase más ampliamente, sobre un problema similar en la medición de
(34) Hassemer I. 212-215. También Ellscheid - Hassemer 266-268 la pena, lo que se dice en Capítulo VI, Apartado II, A.
(35) Hassemer I. 215-226,231; Ellscheid - Hassemer 269-280.
96 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA NORMATIVA 97

que van a fundamentar este último concepto es especialmente mativo, otras alternativas de comportamiento, sino si se puede
llamativo en la imputabilidad donde el autor propone en lograr, dados los fines préventivo-generales propios de una
resumidas cuentas una mayor fineza de la que es habitual en el determinada sociedad, una comprensión social de su compor-
análisis psicológico, que no debe limitarse a los aspectos tamiento tal que éste pueda ser asumido por la comunidad, al
intelectivos y volitivos, debiendo incluirse la afectividad, las no afectar a la confianza general en las normas. De lo contrario,
alteraciones de la motivación y, singularmente, los procesos la conducta deberá recaer sobre las espaldas de su autor. Ello
psicológicos de socialización. A esta acentuada psicologiza- implica, en su opinión, abandonar un concepto ontológico de
ción final no es óbice la distancia que toma frente a las culpabilidad a favor de otro normativo-individual en el que se
caracterizaciones psiquiátricas(37). Por su parte, Mir Puig, atiende a la presencia de una motivación jurídicamente defec-
aboga por una fundamentación de la culpabilidad sobre bases tuosa de la que además se considera competente al autor(39).
predominantemente normativas, alejada de la caracterización En ese contexto la comprobación de si concurre la imputa-
básicamente naturalista, y en ningún caso suficientemente bilidad constará de dos fases, ambas de carácter normativo
validada empíricamente, que da pié, tanto a la concepción del político-criminal. En la primera se negará tal concurrencia si el
"poder actuar de otro modo" como a la que, fundamentando la que actúa lo hace de acuerdo a patrones objetivos, que impiden
responsabilidad en la necesidad de pena, parte de que los que pueda hablarse de que estamos ante un sujeto o hacen que
inculpables no pueden en absoluto ser motivados por las éste tenga una configuración muy reducida; en esas condicio-
normas. El objeto de referencia ha de ser la "normalidad" de la nes su motivación es muy distinta a la de una persona cualquie-
motivación, concepto de naturaleza socio-cultural, cambiante ra. La citada conclusión deberá obtenerse con independencia
según los diversos momentos históricos, y que en último de la caracterización psicológica o psiquiátrica del autor, o de
término pretende asegurar la vigencia del principio de igualdad análisis que pretendan analizar el grado de determinación de la
real ante la ley y llegar a soluciones sentidas como justas. En conducta. En la segunda fase se comprobará si es de la
cualquier caso, para concretar las hipótesis de motivación competencia del sujeto tal motivación jurídica defectuosa: Ello
anormal Mir Puig se sirve de análisis psicológico-individuales no sucederá cuando los factores que han dado lugar a ella,
que intentan mostrar las condiciones psíquicas poseídas por el analizados según su intensidad, clase y claridad, no estén
sujeto, por más que descalificando las pretensiones de averi- generalizados entre la sociedad, lo que permitirá distinguir
guar la capacidad de dirigir el propio comportamiento así como fácilmente al autor del resto de los ciudadanos y afirmar en
los enfoques que pretenden ir más allá, en la enajenación consecuencia que la violación de la norma por su parte no
mental, de un enfoque biológico-psiquiátrico, debido a las cuestiona su validez general(40).
• implicaciones librearbitristas que conllevan(38).
Jakobs aspira desde el primer momento a dejar al margen el
problema del libre albedrío, señalando que la cuestión no (39) Véase Jakobs 1.138; II. 385,394-400,405. En escrito posterior, Jakobs
III. 279-281,284 se limitará a definir la culpabilidad como una actua-
reside en si el autor tuvo ante sí, en sentido real o incluso nor-
ción en la que la desviación de la norma posee significado individual,
mientras habla de falta de culpabilidad cuando la conducta carece de
(37) Véase Muñoz Conde II. 127-154; I. 63-64. significado para el individuo.
(38) Véase Mir Puig I. 93-102; U. 82,472-503. (40) Véase Jakobs II. 427-440,459; I. 128 y ss.
98 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA NORMATIVA 99

La insistencia del autor en que en todo momento se manejan conclusiones deterministas respecto al caso concreto(44). Desde
conceptos normativos, sin que los hechos o factores psíquicos esa perspectiva critican dura y pormenorizadamente, tanto las
aporten nada significativo*40, no puede ocultar que su postura tesis jurídicas que sostienen que puede hablarse de un cierto
tiende a confundir las referencias valorativas dentro de las indeterminismo o de que hay que partir de él, como, sobre todo,
cuales se formula o constata la realidad psíquica con ésta las recientes tentativas forenses que se consideran capaces de
misma(42). Su tesis enfatiza hasta tal punto los contenidos responder empíricamente al libre albedrío en el caso concre-
valorativos que delimitan la realidad psíquica que cree final- to^.
mente haber suprimido ésta(43). Tal situación de carencia empírica unida a la necesidad, por
Pero ahora puede resultar más interesante analizar la actitud ellos entrevista, en que se halla cualquier sociedad de exigir a
de algunos autores forenses en cuanto que su propia función en todo ciudadano adulto una responsabilidad social, y personal-
el ámbito de la Administración de Justicia les obliga a ser mente diferenciada, por su conducta, les lleva a configurar y
mucho más precisos que los juristas en la opción a tomar en la tratar la capacidad de culpabilidad desde una perspectiva
formulación y, sobre todo, constatación de los elementos social y, en último término, normativa. De ahí que Witter haya
subjetivos de la imputabilidad. Para Witter y Haddenbrock no podido afirmar que la capacidad de culpabilidad "no es algo
cabe hacer afirmaciones seguras sobre la existencia del libre que se constate o se excluya, sino que se otorga o se priva de
albedrío en general o en referencia a un caso concreto; es más, ella a tenor de un juicio de valor"(46). Haddenbrock, basándose
aunque ningún análisis empírico ha logrado negar hasta ahora en unos planteamientos inicialmente formulados por Witter de
la existencia del libre albedrío, tanto más evidente aparece el un modo más simple, ha elaborado una concepción normativa
determinismo cuanto más se investiga empíricamente la con- de la capacidad de culpabilidad que tiene la peculiaridad de
ducta, lo que por ejemplo explicaría que en los delitos graves, vincularse a unos fenómenos existenciales que, sin suponer el
donde se suelen aportar análisis periciales más precisos, sea establecimiento de referencias empíricas psicológico-indivi-
donde con mayor frecuencia se asuman por los tribunales duales, crean un marco mínimo al que poder referir datos,
ahora sí, empíricos psicológico-individuales. Vamos a dete-
nernos en su exposición:

(41) Véanse, además de las referencias anteriores, Jakobs III. 280,284,286.


Cabe añadir que en Jakobs I aún no se ha producido de forma marcada (44) Witter matizará que no cabe una verificación empírica del libre albedrío
la privación de peso específico a los contenidos psicológicos. porque resulta de todo punto imposible tal cosa respecto a la capacidad
(42) Algo que ya apreciamos en relación al dolo y la imprudencia, y que de querer, mientras que respecto a la capacidad de comprender solo
volveremos a hacerlo en sus afirmaciones sobre la conciencia de la puede responderse empíricamente si la persona de modo general, sin
antijuricidad. referencia al caso concreto, posee tal capacidad.
(43) Incluso podría decirse que realiza una indebida inversión del proceder Véase Witter I. 132-139,144-145,183; Haddenbrock I. 881, 882-886,
lógico-dogmático, según la cual los juicios de valor que explican la 895.
concreta formulación de los elementos subjetivos se precisarían una vez (45) Véase Haddenbrock I. 893-895, 911-918; II. 42.
formulados éstos, pasando a ser tal formulación el criterio de referencia (46) Véase Witter 1.140-141,180-181,183, a cuya cita recogida en este texto
y los juicios de valor el contenido material del elemento subjetivo. se vincula Bresser II. 1188; asimismo Haddenbrock I. 885, 900, 902,
Véase lo que luego se dirá en Conclusiones. 911,923,926-927.
100 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA NORMATIVA 101

Haddenbrock comienza por destacar la capacidad de la Antes de seguir adelante conviene mencionar dos ideas que
persona humana para liberarse mentalmente de sus condicio- están muy presentes en la~ exposición de Haddenbrock. En
namientos personales colocándose en una situación de distan- primer lugar, que su planteamiento aspira a superar el callejón
ciamiento reflexivo sobre sí mismo y sus conciudadanos. Este sin salida en que se encontraría el problema del libre albedrío:
dato le da motivo al autor para hablar de que el problema del Ya no se trata de optar entre determinismo o indeterminismo
libre albedrío admite dos perspectivas complementarias, por sino comprobar que son dos enfoques complementarios, según
un lado, la retrospectiva o empírica a la que ya se ha aludido, se adopte la perspectiva retrospectiva o prospectiva, de forma
y por otro lado la prospectiva o fenomenológica. Desde esta que la adopción de una no implica negar la corrección de los
última se observa que el fenómeno de distanciamiento reflexi- resultados de la otra(49). En segundo lugar que, en agudo con-
vo no sólo se da en momentos aislados de introspección sino traste con lo que suele ser habitual entre los autores, Hadden-
que está siempre presente en el actuar de la vida cotidiana, y es brock realiza un análisis de la responsabilidad, en los supuestos
el citado fenómeno el que da lugar a que la persona viva con la concretos, positivo y no negativo: Se trata de explicar por qué
conciencia de ser libre, idea que no puede alejar ningún el sujeto ha actuado antijurídicamente, y no de explicar cuáles
planteamiento determinista. Esta experiencia de libertad, que son sus carencias que le han conducido a no actuar lícitamen-
se tiene tanto frente a los afectos, impulsos, percepciones... te(50).
conscientes como frente a los motivos del actuar, a las decisio- A partir de todo lo anterior Haddenbrock afirmará que la ca-
nes y a la ejecución de la acción, es en todo caso una experien- pacidad de culpabilidad se dará si concurren las dos cualidades
cia de cara al actuar futuro; el análisis retrospectivo, el que se siguientes: En primer lugar, que la persona sea capaz de res-
ocupa de conductas ya pasadas, se vive como causalmente ponder intersubjetivamente de modo comprensible por sus ac-
determinado, siempre termina resultando claro que se ha tos, lo que quiere decir que sea capaz de mostrar de modo cohe-
actuado en función del motivo emocialmente más fuerte. Es rente durante el proceso un conjunto de motivos y metas, que
decir, sólo prospectivamente se siente la libertad; sentimiento sean los que le han llevado a delinquir, comprensibles para to-
por lo demás que se experimenta al menos en un determinado dos por más que rechazables. Quedarán excluidas, pues, aque-
llas personas que no puedan colocarse en una distancia intelec-
momento, el momento de la decisión, por más que se sea
tual hacia su hecho, esto es, con conciencia fenomenológica de
perfectamente consciente de la fuerza de los condicionamien-
libertad respecto al momento delictivo a recordar, ni informar
tos existentes: La libertad no se opone a la causalidad sino que
sobre sus motivos e intenciones en el plano de las motivaciones
se construye sobre ella(47).
normales generalizadas de forma tal que pueda producirse una
Pues bien la responsabilidad se basará en la libertad enten-
comunicación intelectual con el tribunal que le juzga(51).
dida fenomenológicamente y no retrospectivamente. Derivará
de la asunción por la persona del actuar que ha realizado
dominada por esa sensación de libertad(48).
(49) Véase Haddenbrock 1.889-892,902,914. En la misma línea pero no tan
explicitado, Witter 145, 140.
(47) Véase Haddenbrock I. 873, 886-888. (50) Véase Haddenbrock I. 923; II. 41.
(48) Se liga aquí el autor a otros planteamientos doctrinales, de Keller y en (51) Tal elemento de la imputabilidad tropieza en su comprobación con
especial de Weischedel y Bockelmann. evidentes problemas al menos en dos grupos de casos, como el propio
Véase Haddenbrock I. 889-892.
102 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA NORMATIVA 103

En segundo lugar, se exige que el sujeto sea susceptible de social de la psiquiatría alternativa, el autor intenta superar la
una modificación psicológico-social, de entender el reproche discusión entre libre albedrío y determinismo afirmando, por
y de ser determinado potencialmente a una conducta social por un lado, que la persona siempre actúa de acuerdo a una
la pena, es decir, quedan excluidas aquellas personas de las que determinada racionalidad que le dota de capacidad de com-
puede predecirse con gran probabilidad que no pueden recon- prensión y de querer conforme a ella, lo que ocurre es que su
ciliarse con la víctima y la sociedad a través de una actividad mundo de valores o de referencia puede no ser el mismo que el
pedagógica penitenciaria. Esta "capacidad de expiación" es sin hegemónico, y por otro lado, que se podrá exigir responsabili-
duda un aspecto que mira al futuro, mientras que el primer dad en la medida en que la persona sea actora dentro del
elemento de la imputabilidad aludiría a un presente fuertemen- proceso social, es decir, asuma y desempeñe conscientemente
te condicionado por los datos del pasado en él expresados(52). un papel dentro de las relaciones sociales(54).
En la determinación en cada caso de ambos elementos norma- La imputabilidad, si ha de servir como criterio diferencia-
tivos de la imputabilidad se utilizan elementos subjetivos dor, debe partir de lo anterior, lo que implica reconocer que
configurados y constatados empírico-individualmente(53). existen diversas racionalidades, y que ellas no pueden analizar-
Una perspectiva normativa, especialmente sugestiva, y se en términos de verdad y falsedad, desde una perspectiva
difícilmente encuadrable en las anteriores, es la que aporta propia de las ciencias naturales, sino con un enfoque claramen-
Bustos: Partiendo, según los casos, de una revisión crítica de la te normativo, atento a consideraciones político-criminales.
tesis del determinismo final de Welzel o de la teoría de la Existiría un primer nivel de imputabilidad, reconocido de
conducta desviada, y teniendo muy presentes la perspectiva modo generalizado a todo ciudadano, que pretendería salva-
sociológica de la teoría de las subculturas y la psiquiátrico- guardar el carácter de persona con su correspondiente dignidad
y consiguientemente garantizar la vigencia de los principios
garantistas propios de un Estado de Derecho en el momento de
aplicación de medidas a las personas que no pasan de este nivel.
Haddenbrock termina reconociendo, aunque cree haber encontrado En virtud de él se asigna al sujeto a uno de los órdenes
vías para solucionarlo: Por un lado, cuando el procesado se niega a racionales de valores existentes en la sociedad. Imputables en
colaborar o afirma no haber realizado el hecho; por otro lado, cuando ese sentido serán los menores o los enfermos mentales.
entre la comisión del hecho y la realización del proceso el sujeto sufre El segundo y decisivo nivel de imputabilidad es un juicio de
una alteración morbosa de su personalidad, de modo que, si bien en el
exigibilidad de carácter general en virtud del cual se declararía
momento del hecho poseyó la capacidad de distanciamiento y de
vivencia de la libertad, al llegar el proceso ya no es capaz de comunicar "la incompatibilidad de la conciencia social de un sujeto en su
esa situación al tribunal. actuar frente al ordenamiento jurídico", se trata por tanto de un
Véase Haddenbrock I. 900-903, 923, 927; II. 42-46. juicio de incompatibilidad entre los valores de la racionalidad
(52) Véase Haddenbrock I. 901, 903-905, 924-925, 927; II. 39. Witter del individuo y los valores de la racionalidad dominante. Sin
estima que la primera exigencia de la imputabilidad la satisfacen la
mayoría de los delincuentes, de forma que es muy significativa la
segunda exigencia. Véase Witter I. 140, 144-146.
(53) Véase Notas precedentes, y lo que más adelante se dirá sobre los actos
pasionales. (54) Véase Bustos II. 191-192, 209; III. 371-377.
104 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA NORMATIVA 105

perjuicio de que, a medida que se profundice en el pluralismo temas a tratar en el ámbito de la imputabilidad(56). Ha sido
de nuestras sociedades, se vaya reduciendo el ámbito de la fundamentalmente Witter'el que se ha ocupado de distinguir
incompatibilidad y por tanto de la imputabilidad (que ha entre situaciones pasionales morbosas, en las que se da una
pasado a ser un juicio negativo frente al carácter positivo de la alteración genuina de la consciencia de modo que se produce
inimputabilidad), las muy reducidas posibilidades de partici- un enturbiamiento generalizado de ella, y situaciones pasiona-
pación social de cara a la satisfacción de sus necesidades y por les normales en las que sólo se produce un estrechamiento de
tanto del ejercicio de sus derechos y obligaciones de los la conciencia de forma que un determinado contenido de ella
enfermos mentales, menores de edad y alterados en la percep- pasa a centrar casi toda la atención. Sólo en el primero de los
ción deslegitima la declaración de incompatibilidad, y conse- casos estamos ante hipótesis encuadrables en los conceptos de
cuentemente de imputabilidad, de los comportamientos, imputabilidad al uso(57). La decisión relativa a si debe excluirse
quizás por las circunstancias anteriores vinculados a otra racio- de pena en un estado pasional normal debe venir de los puntos
nalidad, de tales sujetos(55). de vista valorativos propios de la exigibilidad, en los que se
Con Bustos, una opción normativa en último término favo- procede de un modo estrictamente normativo(58).
rable a un indeterminismo limitado con reminiscencias welze-
lianas, ha conducido, tras un análisis empírico-social de la 7. El conocimiento de la antijuricidad
realidad, a una estricta normativización del objeto de valora-
ción de la imputabilidad y al consiguiente tratamiento de sus En principio cabe aludir a las afirmaciones de Krauss que
elementos subjetivos desde ese punto de vista. señalan como la distinción entre dolo y conciencia de la
antijuridicidad no se deriva de un análisis psicológico sino de
6. Actos pasionales las necesidades prácticas y dogmáticas de un procedimiento
escalonado, y cómo tal diferenciación supone una reducción de
Un problema significativo, situado a medio camino entre la las perspectivas psicológicas(59), o de Witter, quien refiriéndo-
inimputabilidad y la inexigibilidad, es la preocupación forense
por el debido encuadramiento sistemático de los actos pasiona-
les o afectivos. Frente a la continuada demanda de pronuncia-
mientos respecto a si la concurrencia de una determinada (56) Nótese cómo los autores que ahora se van a mencionar han configurado
el objeto de valoración de la imputabilidad, como hemos visto, de un
situación afectiva puede llevar en el caso concreto a excluir la
modo normativo-existencial, lo que no impide que su concreción se
imputabilidad de la conducta, destacados forenses insisten una realice a través de análisis empírico-individuales, como también hemos
y otra vez en que en la mayoría de las ocasiones se trata de señalado. De ahí que ahora puedan hablar de la imputabilidad como de
supuestos sobre los que no caben análisis o conclusiones un ámbito empírico, a diferencia de la exigibilidad.
empíricas psicológico-individuales y que, por ello, no son (57) Véase Witter ü. 90-97; 1.115-121,169-170,190-191; Haddenbrock I.
930-932; Bresser 683, autores en los que se puede encontrar una
argumentación detenida, que ahora no procede reflejar.
(58) Véase Witter H. 90-92,95-96; 1.191; Haddenbrock 1.931 -934; Bresser
1188.
(55) Véase Bustos II. 192-210; ni. 380-383,391-396; V. 471-479. (59) Véase Krauss II. 26.
106 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA NORMATIVA 107

se a los supuestos de error sobre la conciencia de la antijuridi- Muñoz Conde, recientemente, ha desarrollado una notable
cidad o sobre ciertos elementos de las causas de exculpación, normativización del conocimiento de la antijuricidad. Asu-
señala cómo la pregunta relativa a si el sujeto podía o no haber miendo un punto de vista de Hassemer, el autor afirmará que
evitado el error, esto es, sobre su carácter vencible o no, no es la exigencia de tal requisito y la consiguiente relevancia dada
susceptible de respuesta empírica al faltar los instrumentos téc- al error de prohibición implica que estamos ante un Estado
nicos para ello, debiendo decidirla valorativamente el juez(60). dispuesto a negociar con sus ciudadanos el ámbito de relevan-
Jakobs considera que con la conciencia de la antijuricidad cia de sus prejuicios y aun de su propia concepción del
no estamos ante un proceso psíquico, sino ante uno claramente Derecho, siempre que ello no suponga modificar la vigencia
normativo, como lo muestra el que se equipare la presencia de objetiva de las normas jurídicas. En ese contexto, el autor
un dato psicológico, la conciencia actual, con su ausencia, la comienza por negar que haya diferencias de tipo psicológico-
conciencia potencial, en los casos en los que el autor es com- individual entre el conocimiento de los elementos del tipo y el
petente de tal ausencia. Por otra parte, si la invencibilidad del conocimiento de la antijuricidad, mostrando cómo la preten-
error sobre normas básicas presupone un dato psíquico como sión de dejar fuera del primer conocimiento los supuestos de
es una defectuosa socialización, no sucede lo mismo en el error potencialidad o inactualidad es inviable en la práctica, o lo
sobre normas históricamente contingentes, en el que la deci- improcedente de distinguir, como propone Bustos, entre cono-
sión no depende de la presencia o no de ciertas capacidades psí- cimiento y conciencia respectivamente. Por otro lado, la inclu-
quicas sino de si el comportamiento pone en peligro los fun- sión del conocimiento potencial ya supone un indicio inequí-
damentos de vigencia de esas normas contingentes. También voco de que estamos abandonando el plano psicológico para
el contenido de la vencibilidad y la diferenciada actitud a pasar a uno normativo. En efecto, el conocimiento de la
adoptar en tales casos es un problema normativo y no psicoló- antijuricidad no es un problema psicológico-individual sino de
gico: Se trata de ver a qué factores psíquicos concurrentes, su- atribución: En primer lugar, porque nos encontramos con los
ficientes para producir error, puede acudir el autor para discul- problemas de verificación empírica de todos los elementos
par su error y a cuáles no, lo que se decidirá estrictamente en subjetivos, ya aludidos(62). En segundo lugar, porque la distri-
función de su competencia respecto a ellos, es decir, de si de su bución entre las categorías de error de tipo y error de prohibi-
conducta resulta de forma inequívoca un reconocimiento insu- ción de los diferentes supuestos de desconocimiento que se
ficiente del Derecho positivo tal que ponga en peligro las fun- pueden plantear no atiende a realidades psicológicas diversas
ciones preventivo-generales del Derecho penal, y en qué
grado(61).

con dificultades para expresar plenamente a través de elementos psico-


lógico-individuales los puntos de vista valorativos pretendidos, de
(60) Véase Witter 1. 189,191,193. forma que precisen complementar el contenido de tales elementos con
(61) Véase Jakobs II. 409, 446-452, 459-466. Confróntese la opinión que referencias, restrictivas o ampliatorias, valorativas, no supone privar
nos merece ésta y otras interpretaciones del autor, en relación con el del contenido psicológico-individual a tales elementos. Véase lo que
tema que nos ocupa, en subapartados 3 y 5 de este Apartado. A lo dicho luego se dirá en Conclusiones.
podría añadirse que el que tropecemos con subcategorías dogmáticas (62) Véase supra apartado II. 1.
108 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA NORMATIVA 109

sino a la corrección político-criminal de las diferentes conse- argumentos formales, en los que pueden incluirse tanto las
cuencias penales a las que lleva su inclusión en uno u otro lugar exigencias derivadas del "mantenimiento de determinadas
sistemático(63). En tercer lugar, porque el mayor o menor garantías formales liberales en Derecho penal, como las que
ámbito que se dé al conocimiento de la antijuricidad no deriva emanan de los principios que configuran actualmente el proce-
de una mayor o menor profundización en el análisis psicológi- so penal.
co sino de lo lejos a lo que esté dispuesto a llegar el Estado en La conveniencia de ajustarse a principios formales liberales
la negociación con sus ciudadanos antedicha. es algo que se repite reiteradamente como justificación de la
Sobre este último punto resulta interesante comprobar normativización, sea con referencias generales(65), como, sobre
cómo la preocupación que este autor comparte con Bustos todo, individualizadas. Así, el principio de igualdad de trato de
respecto a la exigencia de responsabilidad en las hipótesis de todos los ciudadanos obliga a prescindir en la formulación de
adopción por la persona de un sistema de valores contradicto- los elementos subjetivos de la multiplicidad y variedad de
rio con el mayoritario en la sociedad (autor por convicción) él facetas que posee la realidad; sólo la búsqueda y puesta de
lo intenta ahora resolver a través del error de prohibición, relieve de las semejanzas entre las diversas conductas, y la
mientras que Bustos acude a la inimputabilidad(64). limitación a unas imágenes normalizadas de la realidad social
posibilitará un modo sustancialmente idéntico de solución de
los conflictos(66). Por el respeto al principio de la responsabili-
III. JUSTIFICACIÓN DE LA PERSPECTIVA dad por el hecho explica Krauss las importantes limitaciones
NORMATIVA desde una perspectiva empírico-individual que padece la
configuración de los elementos subjetivos de lo injusto, incluí-
En este apartado vamos a intentar reflejar, del modo más do el dolo, en cuanto que un Derecho penal así concebido exige
claro posible, cuáles son los argumentos que llevan a los una estricta reducción de sus contenidos a los relevantes para
autores partidarios de este enfoque a normativizar en tan alto caracterizar el suceso de cara a la protección de bienes jurídi-
grado la formulación y constatación de los elementos subjeti- cos^. También el principio de la seguridad jurídica se consi-
vos de la teoría del delito. dera que condiciona notablemente la formulación de los ele-
mentos subjetivos, en la medida que obliga a dejar fuera de
1. Argumentos formales vinculados al Estado de Derecho consideración formulaciones excesivamente matizadas, que

En primer lugar, y aun a riesgo de que parezca un proceder


desacostumbrado, vamos a ocuparnos de lo que podríamos
denominar, utilizando el término en su sentido más lato, (65) Así Walther 194-195; Kaiser II. 105.
(66) Véase Krauss I. 418; III. 234, 253; Kaiser II. 102; Bresser I. 666-667,
autor este último que alude a la desigualdad de trato que supone la
(63) Véase más adelante en Capítulo VII cómo entiende el autor el concepto situación actual de utilización de peritajes psiquiátricos o psicológicos
de teoría orientada a las consecuencias. sólo en supuestos aislados y no de modo generalizado.
(64) Véase Muñoz Conde IV. 17,21, 24,27-41,46-73,76,104-109, 118- (67) Véase Krauss II. 21, 22, 26. En la misma línea, Walther 199-200;
139. Jakobs II. 479, lo resuelve en la inexigibilidad. Teubner 30-32; Hassemer I. 193.
110 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA NORMATIVA 111

pretendan atender a las eventuales peculiaridades de los casos san inequívocamente que se ha de buscar la verdad, pero no a
aislados(68). cualquier precio(70).
Pero ha sido sobre todo a partir de análisis del proceso penal En segundo lugar, el proceso se desarrolla bajo la perma-
como se ha captado, de acuerdo a la opinión de estos autores, nente exigencia de que ha de posibilitar una decisión en un
la ineludible necesidad de renunciar a formulaciones y, sobre periodo de tiempo razonable; tan importante o más que un
todo en este ámbito, constataciones de factura empírico-indi- análisis adecuado de la realidad del caso lo es el que se llegue
vidual en relación con los elementos subjetivos de la teoría del a una determinada conclusión sobre él con pretensiones de
delito. validez general en la resolución de un determinado conflicto
Hassemer se ha preocupado de mostrar con datos que social. Esto conduce a no abrumar al proceso con exigencias de
veremos en un próximo apartado, cómo el Derecho penal no se verificación empírica que no puede satisfacer, sea por falta de
ha vinculado a un concepto material o empírico de verdad en medios materiales disponibles, sea por las propias caracterís-
el proceso, y ha optado por lo que él denomina la verdad ticas de la realidad a estudiar, y que desembocarían en la
forense, que supone un acceso muy limitado a la realidad ausencia de una decisión, algo que la Administración de
empírico-individual. Pero a nosotros nos interesa ahora saber Justicia como representante de ciertas funciones del Estado no
cuáles son los motivos que le han llevado a ello. Para el autor se puede permitir ya que en último término supondría negar al
un primer bloque de argumentos está constituido por las Estado la potestad de resolver determinado tipo de conflictos
propias dificultades que conlleva el acceso a la realidad empí- sociales(71).
rico-individual, a la que también atenderemos en otro lugar.
Pero tan importante o más que ello son las razones por las que 2. La búsqueda de la racionalidad
el Derecho procesal penal no se plantea tal meta como algo en
exclusiva deseable(69). Son fundamentalmente dos: Entre los partidarios de enfoques normativos hay una idea,
En primer lugar la búsqueda de la verdad en el proceso está repetida hasta la saciedad, que parece ser la clave de muchas de
condicionada por la salvaguardia de los derechos de los dife- sus actitudes, y que podría expresarse en la búsqueda de la
rentes partícipes en él, lo que da lugar a una determinada
formalización de éste que obstaculiza esa búsqueda de la
verdad. Una buena serie de instituciones procesales, singular-
mente las limitaciones establecidas al sistema de prueba o la (70) VéaseHassemerl. 140-143,129-134,126-127,129-134,151-160,95,
necesidad de que el procesado participe, a través de medios 141; Bresser 1.673-674,685; Muñoz Conde 1.130-131; Krauss 1.419-
•diversos, en la configuración y desarrollo del proceso, expre- 420.
(71) Véase Krauss 1.418; III. 234,249-250,253; Hassemer 1.140-141,216-
217,222-223 quien alude a los condicionamientos del proceso como un
argumento más para conformarse con la capacidad media de actuar de
otro modo; Teubner 25-26; Haddenbrock 1.865-877, quien justifica en
(68) Véase Krauss III. 253-254; Walther 194-195; Bresser I. 666-667; tales condicionamientos su reformulación del problema del libre
Teubner 30-32. albedrío; Bresser 681,684, quien hace lo mismo respecto a los elemen-
(69) Véase Hassemer I. 140-143. tos del tipo subjetivo.
112 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA NORMATIVA 113

racionalidad. Tal concepto, que por lo demás nunca es objeto conocimiento como revelación de la razón o los sentidos y una
de una detenida explicitación de su contenido(72), es reiterada- decisión como acto arbitrario y no científico. "En la teoría del
mente utilizado como pauta a la que ha de ajustarse toda conocimiento..., se trata de lograr la racionalidad de las deci-
actuación en el ámbito del Derecho penal(73). siones y, de esta forma, de la praxis humana en un determinado
Autor habrá que justificará determinado trabajo científico ámbito de la vida social". Así pues, tanto detrás de las valora-
en la aportación que hace de "algunos argumentos para la ciones como del conocimiento hay actos de decisión, lo que
conquista de la racionalidad"(74). Vives Antón, en estricta liga- exige un análisis crítico de ellos a la luz de su racionalidad. Y
zón con los planteamientos kantianos, polemiza con el positi- así pretende proceder Bacigalupo cuando, por ejemplo, se
vismo jurídico afirmando que a un nivel más profundo que la vincula a un Derecho penal y a una culpabilidad por el hecho,
característica externa de la "positividad" se encuentra la de la y no de autor*76'.
"racionalidad", característica ésta cuyo desvelamiento es la La utilización de los postulados y metodología funcionalis-
tarea de la ciencia jurídica(75). Bacigalupo, por su parte, cons- tas en Derecho penal, tan extendida al menos nominalmente,
ciente de la base decisionista de la que surgen los actuales también es interpretada como una vía para el logro de la
dogmas de la Dogmática, comprende lo insoportable que ha de racionalidad en la dogmática jurídico penal por muy diferentes
resultar para una ciencia jurídica "que aspira a elevar la autores, por más que ocasionalmente se sea consciente de sus
aplicación del Derecho por encima de la arbitrariedad, la claros componentes ideológicos conservadores-tecnocráticos
admisión de que sus conceptos tienen una dosis de decisión... y de que no constituye el único camino para la racionalización
si a la vez comparte la tesis de que toda decisión es un acto de las decisiones penales(77).
irracional o arbitrario"; la solución reside en cuestionar la La remisión a lo que exige la racionalidad propia de nuestra
oposición entre conocimiento y decisión; si se concibe el cultura jurídica como medio de justificar determinados con-
conocimiento como una parte de la praxis humana ya no tendrá ceptos o modos de proceder dogmáticos es algo especialmente
sentido distinguir entre razón teórica y práctica, entre un habitual en Hassemer: La complementariedad de los aspectos
externo e interno de la conducta, que en último término hace
que no se pueda prescindir de los componentes subjetivos en
las leyes penales, es algo que encuentra su justificación allí;
(72) Gómez Benítez I. 133 se limita a una formulación negativa que nada adquiere su mejor expresión en la imprudencia y en la tentati-
aclara cuando considera la irracionalidad "como efectividad concedida
a hipótesis ficticias". Uno de los aspectos de ese concepto que más
interesa al Derecho penal, aun cuando tampoco alude propiamente a su
contenido sino al método a utilizar para concretar tal contenido, se
estudiará detenidamente en el próximo apartado. v o ) Véase Bacigalupo I. 31-33; II. 465-466; III. 12-15, 98-99. También
(73) Véase García Pablos 1.32-33,51-52,54,77-78; III. 133-135,144,146; Vives Antón III. 363 advierte frente al riesgo de pensar que no hay más
IV. 269. También desde planteamientos genéricos Bockelmann 254; razón que la teórica y que, por tanto, las ciencias sociales se han de
Kaiser II. 102. construir sobre bases irracionales.
Véanse además las restantes citas de este subapartado. (77) Respecto al último inciso véase Gómez Benítez 1.133-134. Así como
(74) Véase Gómez Benítez I. 190-191. este autor y Walther 187-189; Hassemer 1.219; García Pablos DI. 133-
(75) Véase Vives Antón III. 343-352. 135, para el resto.
114 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA NORMATIVA 115

va, en cuanto suponen los dos extremos de desequilibrio, que dar en un segundo plano dadas las dificultades con que tropieza
no supresión, de ambos polos, a diferencia del equilibrio para probar los resultados empíricos que supuestamente obtie-
logrado en el delito doloso consumado; pues bien, tanto en la ne; la idea de retribución, en cuanto no se preocupa de los fines
tentativa como en la imprudencia la ausencia de tal equilibrio a obtener con la pena, tampoco tiene significado, mostrándose
tiene consecuencias en la punición pero, y esto es lo significa- como algo inhumano y anacrónico; la prevención general
tivo, el aspecto subrepresentado en ningún caso desaparece, intimidatoria responde a una racionalidad mecanicista que
sino que se mantiene limitadamente, como frontera irrebasable desprecia a la persona, ésta ya nada tiene que ver con la
de la punibilidad(78). También es expresión de la racionalidad firmante del contrato social, que actuaba a tenor de su conoci-
de nuestra cultura jurídica el establecimiento de diversos miento y no en función de amenazas. Aun con sus defectos de
grados de responsabilidad según la participación interna del verificación empírica, sólo la prevención general de integra-
sujeto en el hecho, que explica la dicotomía dolo-imprudencia ción ofrece un esquema racional para afrontar la desviación, al
y en último término la introducción de otros elementos subje- vincular el sistema penal a sus consecuencias y posibilitar así
tivos; tal dicotomía no deriva de la exclusión de la responsabi- una actitud crítica constante(81).
lidad por el resultado, pues para lograr esto último bastaba con Para Gómez Benítez la solución es sólo ligeramente distin-
exigir algún tipo de participación interna, sin más diferencia- ta: Sin duda un Derecho penal ya no basado en la ficción de la
ciones^. culpabilidad y consiguiente retribución supone una cierta
Al fin y al cabo, toda la teoría jurídica del delito, con sus recuperación de la racionalidad, pero es preocupante observar
diferentes categorías dogmáticas, no es un mero común deno- que se sustituye por otras ficciones igualmente irracionales,
minador de las diversas formas delictivas sino que expresa los cual es la de la resocialización tal como se entiende habitual-
fines, presupuestos y límites que nuestra cultura jurídica esti- mente, o con un grado de irracionalidad excesivo, como en la
ma que han de darse para poder imputar un resultado delictivo prevención general de intimidación. La solución discurriría a
a una persona(80). través de la prevención general de integración, complementa-
También la teoría penal por la que se opte ha de responder da ulteriormente por exigencias preventivo-especiales tam-
a la racionalidad de nuestra cultura jurídica: Para Hassemer las bién estrictamente inspiradas en la referencia al hecho. Tal
teorías penales no se eligen, sino que vienen ya determinadas conclusión no debería olvidar en todo caso que toda alternativa
a partir de la racionalidad de la cultura jurídica; es así que utilitaria de la pena, también la por él expuesta, siempre será
nuestra racionalidad no puede prescindir de una justificación una racionalidad relativa, en cuanto intrasistemática, intuyén-
dose la verdadera solución, para el autor, fuera del propio
de la pena basada en los resultados, empíricamente constata-
sistema penal(82).
bles, logrados con ella. Tal cosa aboca a un enfoque preventi-
vo-general de integración: La prevención especial ha de que-

(81) Véase Hassemer I. 218-219,265,268,271,291-292,296,298,300.


(78) Véase Hassemer I. 171-178. (82) Véase Gómez Benítezl. 130-133,140yss., 187-188,190-191. El autor,
(79) Véase Hassemer I. 203-209,231; Ellscheid-Hassemer 287. en esa línea, se preocupa por superar la teoría de los fines antinómicos
(80) Véase Hassemer I. 190, 300. de la pena, en cuanto actitud irracional. Ibídem. 133-136, 173-179.
116 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA NORMATIVA 117

También la configuración del proceso, al margen de sus 3. Las referencias normativas previas
condicionamientos estrictamente políticos o funcionales ya a la teoría del delito y de la pena
vistos, ha de reflejar la racionalidad de nuestra cultura jurídica.
Eso implica el uso de la metodología considerada actualmente
En este subapartado aspiro a exponer una serie de referen-
como racional, y explica la prohibición contenida en las leyes
cias normativas que se mueven todavía en un notable grado de
procesales de vulnerar las reglas de la lógica. Nuestro derecho
generalidad cuando se trata de expresar las pautas a tenor de las
probatorio, consecuentemente, se basa en la racionalidad atri-
cuales han de configurarse los elementos subjetivos de la teoría
buida a la metodología empírica: Algo está probado cuando se del delito. Tal generalidad puede llevar a pensar que son
acepta empíricamente. Esto sin duda puede conducir a un afirmaciones no directamente referidas a esos elementos sub-
progresivo protagonismo de los peritos, que desde luego puede jetivos sino a la teoría jurídica del delito o a la teoría de la pena
cuestionarse y así se hace con frecuencia, pero lo significativo en su conjunto: La objeción es en principio acertada así como
es que no se discute la fuente del problema, esto es, que a la que pudiera decir que no es objeto de nuestra investigación
nuestro derecho probatorio le atribuímos la racionalidad en la el análisis de las referencias normativas que han dado lugar a
medida en que procede empíricamente(83). la actual configuración de la teoría jurídica del delito o de la
En este ambiente de utilización de la racionalidad como pena. No obstante, existen una serie de actitudes globales que
instancia legitimadora de un buen número de decisiones pena- resultan especialmente significativas para la comprensión de la
les cabe mencionar la actitud profundamente discrepante de un perspectiva normativa en los elementos subjetivos de la teoría
autor, por lo demás inserto en perspectivas normativas. Bustos del delito.
ha rechazado la existencia de una única racionalidad en un
Para Teubner el peculiar submodelo empírico del modelo
determinado momento histórico: Como ya vimos al analizar su
jurídico se explica porque todo modelo ha de configurar sus
concepción de la imputabilidad, existe una pluralidad de órde-
métodos y contenidos de conocimiento en función de sus
nes racionales en nuestra sociedad, y el Estado sólo debe
necesidades pragmáticas. Tal enfoque exige, pues, un análisis
intervenir penalmente cuando se produzca una situación de
riguroso de los fines a lograr, de las metas, que explicarían por
incompatibilidad, entre el orden racional hegemónico y el
qué la construcción de la realidad jurídico-dogmática estaría
orden racional de la persona en cuestión, que resulte intolera-
sometida a restricciones específicas diversas de las vigentes en
ble. Por otra parte, el Estado debe tender a configurarse cada
la construcción de la realidad científico-experimental. El
vez más de un modo que posibilite la compatibilidad entre
análisis exigido debería ser uno sociológico y para el autor el
todos los ordenes racionales existentes(84).
más adecuado es el basado en la teoría de los sistemas(85).
Bacigalupo, en su obra "Delito y punibilidad", muestra
(83) Véase Hassemer I. 128, 144, 134-137, 138. Estas afirmaciones de cómo la pretensión de la Dogmática de prescindir de "valora-
Hassemer en lo que respectan a su defensa de un actuar probatorio
empírico, deben analizarse en un contexto más amplio, el relativo a la
búsqueda de la "verdad forense", que veremos en un próximo apartado
y que dan la auténtica dimensión a estas afirmaciones. (85) Véase Teubner 26-30. Alude también a la configuración de los concep-
(84) Véase Bustos II. 192, 208-213; III. 380-383, 395-396. A la inspiración tos juridico-dogmáticos a tenor de las metas perseguidas, Bockelmann
en la racionalidad como un absoluto de los iluministas y su plasmación 254.
en la escuela clásica del Derecho penal alude también Bustos I. 30.
118 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA NORMATIVA 119

ciones", en su tarea de concretar en reglas más específicas y Sin duda, uno de los autores que ha desarrollado de un modo
ligadas al caso las reglas contenidas en la ley, valoraciones que más consecuente la teoría de~ la pena y la teoría jurídica del
sólo corresponderían al legislador, debiéndose limitar el delito a partir de una determinada referencia normativa ha sido
dogmático al "conocimiento" de la ley, supone concebir la Mir Puig. Ya en el Prólogo a la segunda Edición de su escrito
Dogmática a tenor del ideal científico del positivismo; esto es, programático "Función de la pena y teoría del delito en el
de la ley positiva, entendida como "realidad", se inferirían Estado social y democrático de Derecho" considera aspecto
lógicamente conceptos, "de la misma manera que la experien- fundamental de su obra "la relativización de la teoría de la pena
cia hubiera permitido hacerlo en las ciencias naturales". Un y de la teoría del delito, al sustraerles su pretensión de validez
análisis cuidadoso de la trasposición de ese modo de proceder objetiva y condicionarlas a la premisa valorativa de un modelo
al ámbito jurídico-penal muestra "cómo no permite dar cuenta de Estado determinado". En consecuencia, establece como
de las teorías dogmáticas corrientes". Por otra parte, tal con- referencia normativa decisiva al Estado social y democrático
cepción de la citada disciplina da lugar a un notable descuido de Derecho recogido por nuestra Constitución como modelo
en el análisis de la naturaleza y legitimidad de las decisiones para nuestra sociedad y procede a un análisis de las caracterís-
que continuamente se producen en la actividad dogmática. ticas de ese modelo estatal en lo que puedan ser significativas
Para Bacigalupo lo que procede es, una vez que se es conscien- para la teoría de la pena ya que la función de ésta y los fines que
te de que los auténticos dogmas no están en la ley positiva sino con ella se han de pretender están estrechamente ligados a las
en las decisiones y elecciones primeras de las cadenas argu- valoraciones y pretensiones de ese Estado social y democrático
méntales de la Dogmática, someter a éstas a una crítica a partir de Derecho(87). Pero no sólo la teoría de la pena sino igualmente
de su racionalidad: Ello implica ante todo elaborar los funda- la teoría del delito ha de asentarse sobre la base del Estado
mentos que permiten fijar el significado y contenido de las social y democrático de Derecho, lo que se debe a la estrecha
reglas del Derecho positivo, a continuación fijar los diversos ligazón de la teoría del delito al fundamento y función de la
criterios que permitan decidir entre los diversos fundamentos pena: La teoría general del delito no hace sino establecer los
posibles, y finalmente establecer las propiedades que ha de presupuestos mínimos de lo punible, cuya determinación
poseer una teoría jurídico-penal para ser científicamente "depende de la función que se atribuya a la pena y de los límites
admisible. En relación con esto último afirmará que presupues-
tos del sistema de la teoría del delito serán la practicabilidad de
sus soluciones y la racionalidad político-criminal de sus distin-
ciones conceptuales(86). Recientemente Rodríguez Mourullo 11 y ss. recuerda cómo la lógica de
la argumentación jurídica es una lógica en la que los procederes propios
de la lógica formal se ven continuamente interrumpidos por puntos de
vista valorativos que cortan la cadena deductiva correspondiente,
(86) Véase Bacigalupo l. 13-33,97-102, 112-116,116-127,132-133,174- obligándole a tomar nuevas direcciones, lo que se aplica a demostrar en
175, donde pone en práctica sus planteamientos en relación, de modo relación con los elementos de la legítima defensa. Todo ello en un
especial, con los procedimientos utilizados para diferenciar entre las contexto en el que se pretende persuadir o convencer a los demás, y no
diversas categorías dogmáticas, singularmente injusto y culpabilidad, e lograr demostraciones deductivas.
injusto culpable y punibilidad, y III. 13-15. (87) Véase Mir Puig I. 12-13, 15-17, 25-40,41; II. 88-99, 132-136.
120 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES" LA PERSPECTIVA NORMATIVA 121

que se impongan de modo general a su ejercicio". Esta consi- para el autor el sistema de la teoría jurídica del delito, desarro-
deración de la teoría del delito, catalogada por el propio autor llado básicamente al margen aunque no en contradicción con
como funcionalista, le lleva a una configuración de los diversos la ley, sea una forma decisiva para asegurar la vinculación del
elementos dogmáticos atenta siempre a su relativización polí- juez no sólo a la ley sino al Derecho en cuanto tal; Derecho que
tico-valorativa y a la huida de perspectivas ontológicas, actitud no ha de entenderse bajo una perspectiva iusnaturalista sino
ésta que mantiene a lo largo del análisis de todos los componen- como la referencia a una teoría de la argumentación jurídica,
tes de la teoría jurídica del delito(88). todavía no formulada debidamente y de la que sólo se han
Desde otra perspectiva es interesante aludir a cuál sea la trabajado ciertos aspectos. El sistema dogmático jurídico-
idea que en último término justifica el sistema del Derecho penal sería uno de esos sectores en los que más se ha profun-
penal para Hassemer: Tras una exposición profundamente dizado: Con independencia de que debe expresar simultánea-
orientada en planteamientos utilitarios, político-criminales por mente los criterios de imputación de un resultado a una persona
consiguiente, y de modo más concreto por los fines preventivos a tenor de lo que exige la racionalidad de nuestra cultura
de la pena, el autor descubre que, pese a todo, tales plantea- jurídica, aspecto que ya vimos, ha de constituir por otra parte
mientos no son capaces de justificar la existencia del Derecho un conjunto de reglas, más metodológicas que materiales, que
penal y su actual configuración y límites, y no lo serán al menos posibilite decisiones complejas y matizadas con garantías de
mientras el conocimiento empírico de los efectos preventivos que se van a tener en cuenta todos los puntos de vista relevan-
logrados con la pena sea limitado. Esto no ha de llevar a la tes, y además analizados en su lugar adecuado, donde todos
abolición del Derecho penal, dado que, siendo un subsistema puedan hallarlos. Así, "el sistema del hecho punible es un
dentro del sistema de control social, sus funciones, en caso de instrumento de garantía y de orden de cara a la comprensión de
supresión, serían asumidas por otro de los subsistemas existen- la ley, la exposición del resultado de la decisión, y el control de
tes, lo que podría ser peor. Y es precisamente este riesgo de ésta". Las diferentes categorías de la teoría jurídica del delito
empeoramiento lo que permite descubrir la verdadera justifica- se muestran como un "sistema general, adecuado a la ley y
ción del actual sistema del Derecho penal: Su mérito funda- esquemático de imposición de una carga matizada, progresiva
mental es constituir el sector del control social con el grado más y controlada al afectado"(90). Una perspectiva, en resumidas
elevado de formalización, en agudo contraste con otros subsis- cuentas, diversa de la expuesta por Mir, aunque también ligada
temas del control social, espontáneos y desordenados. Tal a una inequívoca referencia normativa.
formalización saca de las incertidumbres derivadas de la Asimismo, puede resultar muy ilustrativa la postura de
incorrecta verificación empírica de los planteamientos preven- Luhmann sobre el papel a desempeñar por la dogmática en el
tivos la conclusión correcta, esto es, lograr un cierto grado de marco del sistema jurídico, con independencia de otras postu-
certeza que haga tolerables tales incertidumbres(89). De ahí que ras de este autor vinculadas a la función desempeñada por el
proceso penal, y que veremos en otro lugar. Implica, desde un

(88) Véase Mir Puig I. 17,40-48, 59, 92-93; II. Ibídem.


(89) Véase Hassemer 1.299-303. En la misma línea, Muñoz Conde 1.16-17,
37,40. Alude igualmente al elevado grado de formalización del Dere-
cho penal, Mir Puig II. XXXVI. (90) Véase Hassemer I. 183-190, 232, 257, 258.
122 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA NORMATIVA 123

notable nivel de abstracción, una actitud en alguna medida conceptual del problema social en el sistema jurídico. Ello
intermedia entre las posturas que hemos visto en este Capítulo implica "una integración, interna al sistema, de input y output
y el precedente: El autor estima que todos los sistemas sociales que no permite ni una maximización del input (por ejemplo,
que elaboran información, entre ellos el sistema jurídico, están una búsqueda ilimitada de información o una mayor profundi-
conectados doblemente al contorno social, ya sea desde pers- dad en el análisis del caso) ni una optimación del output en el
pectivas input (de pasado) o output (de futuro). Si el centro de sentido de una social engineering de programación final,
gravedad de un sistema reside en el input, este sistema recibe propio del Estado de bienestar"(91).
y elabora cuidadosamente las informaciones con relativa indi- Mayor generalidad aún cabe atribuir a la sugestiva tesis de
ferencia hacia las consecuencias que origina con ello; por el Foucault según la cual la evolución que se ha registrado en los
contrario, un enfoque output considera decisivo la producción métodos de investigación de la verdad en las prácticas judicia-
de determinados efectos en el contorno procurándose informa- les, y singularmente en las jurídico-penales, a lo largo de la
ciones en cuanto medio para lograr elfinespecífico de producir historia expresa, mejor que ninguna otra aproximación episte-
efectos. La actual dogmática se basa en el input, lo que tiene mológica, la estrecha vinculación existente entre poder y
que ver con una determinada concepción de la justicia en la que saber, hasta el punto de que a cada forma de ejercicio del poder
se aspira a construir casos, no decisiones, las cuales en último corresponde un nuevo proceder en la pretendida obtención de
término se consideran preformadas por el caso. Las tendencias la verdad, junto al desarrollo de unas específicas áreas del
recientes, sin embargo, abogan por un enfoque output, a tenor, saber. Tras explicar en términos políticos el paso del sistema de
entre otros factores, de un mayor compromiso sociopolítico de ordalías, propio del primitivo Derecho germánico, a las prácti-
los juristas. Pero tal orientación, aunque favorece la introduc- cas judiciales basadas en el testimonio y la indagación judicial
ción de datos sociológicos, suscita graves interrogantes res- con el fin de averiguar lo que realmente sucedió, y ya no quién
pecto a su capacidad de desarrollar una política de justicia en tenía derecho dada su mayor fuerza o importancia, la progre-
una sociedad compleja: Entre otros defectos, origina inseguri- siva configuración de una sociedad capitalista desde inicios del
dad jurídica dada la dificultad en prever las consecuencias, y XIX, en la que la persona pasa a ser considerada básicamente
dificulta asimismo las pretensiones de reducción de la comple- fuerza de trabajo, lleva a desarrollar al Estado una práctica
jidad, propias de la Dogmática, mucho más factibles cuando se judicial en la que ya no aspira a saber lo que ocurrió y a calificar
atiende al pasado que al futuro. De ahí que no sea convincente el acto en sí mismo, sino a averiguar si el individuo se va a
una Dogmática orientada a las consecuencias, lo que no obsta comportar como debe y a fundamentar por tanto la práctica
para que, como de hecho sucede, se sigan parcialmente en ella penal en el examen, en el análisis psicológico del individuo.
enfoques output. Esta orientación, que lleva a la rápida superación de los
En realidad, dice el autor, la Dogmática debe orientarse a postulados liberales del Derecho penal ilustrado y clásico, se
formular conceptos socialmente adecuados, es decir, que vincula al concepto de peligrosidad y corrección, y a unos fines
expresen la interrelación entre las exigencias sociales y las
posibilidades internas del sistema jurídico. Ello no supone
transformar los conceptos jurídicos en conceptos sociológicos
sino lograr, a través de reducciones correctas, la integración (91) Véase Luhmann III. 45-102, 111-113.
124 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA NORMATIVA 125

de control y vigilancia de los individuos que impulsan el el hecho a tenor, no sólo de las exigencias de nuestra raciona-
desarrollo de los saberes psiquiátricos y psicológicos, de cara lidad, sino igualmente de la necesidad de posibilitar una
a la consolidación de una sociedad disciplinaria a todos los convivencia humana diferenciada, sensible a los matices y
niveles sociales. Resulta lógico que el sistema penal que a ella complejidad de la realidad y, por consiguiente, capaz de crear
le es propio prime la institución carcelaria, que adquiere una comunicación entre los partícipes y de resolver los conflictos
relevancia que no poseía en el Derecho penal ilustrado y de un modo argumentado(93).
clásico(92). Especialmente numerosas son las afirmaciones que relati-
vizan las dificultades que pueden surgir respecto a la exigencia
4. Las referencias normativas no estrictamente vincula- de responsabilidad a la persona diciendo que estamos ante un
das a las propias de la teoría jurídica del delito requisito irrenunciable de toda sociedad, ante un fenómeno
social necesario. Hassemer, por ejemplo, dirá que hay coinci-
También en el subapartado que ahora comienzo hay que dencia entre los penalistas respecto a que hay que reservar un
hacer algunas advertencias. Pretendo destacar aquí un conjun- lugar en la teoría del delito para tratar el tema de la imputación
to de referencias normativas que poseen un grado de generali- subjetiva de un acto a una persona determinada. Y esto es así
dad considerablemente menor que las precedentes. Se trata de incluso para los autores que piensan que la responsabilidad del
reflexiones realizadas ya dentro del sistema del Derecho penal, hecho hay que atribuirla enteramente a la sociedad: Incluso en
es decir, una vez que se ha aceptado proceder contra las tales casos es preciso determinar de quién es un hecho
conductas desviadas a tenor de los instrumentos conceptuales antijurídico, aunque sólo sea para protegerle de la reacción de
y prácticos constituidos por la teoría jurídica del delito y por la la víctima o de aquellos que se consideran víctimas, o bien para
teoría de la pena, que se asumen de un modo genérico en su suministrarle ayuda técnica que le informe de por qué es
configuración actual. Es en este ámbito limitado en el que son precisamente sobre esa o esas personas sobre las que se dirige
dignas de mención reflexiones que, bien acuden a referencias la reacción social contra la conducta desviada(94>.
concretas normativas superadoras en alguna medida de la Otros autores vinculan la exigencia de responsabilidad a
referencia normativa básica de la respectiva categoría del determinados presupuestos teórico-políticos que hay que res-
delito en cuyo seno se está moviendo el autor en ese momento, petar en todo caso. Así, para Vives Antón la opción indetermi-
bien condicionan determinados componentes de la teoría jurí- nista se encuentra "en la base misma de la idea de Estado de
dica del delito a referencias normativas derivadas de la teoría Derecho" y en una concepción democrática del Derecho que
de la pena. presupone" que el hombre es libre y que, precisamente porque
lo es, sus actos le son reprochables", Haddenbrock considera
Entre las primeras cabe mencionar ciertas afirmaciones de
la responsabilidad de la persona como postulado de la sociedad
Hassemer en las que justifica la toma de consideración por el
pluralista, y el nuevo concepto de imputabilidad que pretende
Derecho penal de diversos grados de participación interna en

(93) Véase Hassemer I. 206


(92) Véase Foucault 13 y ss. (94) Véase Hassemer I. 202; Witter I. 140; Haddenbrock I. 923.
I

126 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA NORMATIVA 127

desarrollar Bustos se basa, y aspira a profundizar, en un Estado ción especial, los que llevan al autor en buena medida a exigir
democrático de Derecho y en el auténtico respeto a la dignidad el conocimiento de la punibilidad(98).
de la persona humana(95). Por otra parte, la limitación de la Mir Puig, por su parte, aunque como ya vimos vincula la
culpabilidad a las hipótesis de capacidad de motivación normal teoría de la pena y la teoría del delito a las exigencias derivadas
que establece Mir Puig, es derivada por este autor directamente de un Estado social y democrático de Derecho(99), en realidad
no de la necesidad de pena sino de las exigencias derivadas del configura una teoría jurídica del delito en función de la teoría
aspecto democrático del Estado social y de Derecho(96). de la pena adoptada, de forma que, con algunas excepciones,
Pero la vía por la que se introducen sin ninguna duda las exigencias directamente provenientes del Estado social y
mayores referencias normativas, y de un modo más sistemáti- democrático de Derecho sólo logran incidir en la configura-
co, en la teoría jurídica del delito, no conformándose con ción de los diversos elementos de la teoría jurídica del delito
inspirar su configuración global o todo lo más alguna o todas una vez que han sido asumidas por la teoría de la pena y
sus categorías fundamentales, sino que penetra con frecuencia únicamente a través de ella(100). Son referencias directas de la
en todos sus componentes, y entre ellos, desde luego, los teoría de la pena acogida las que le sirven para construir el
elementos subjetivos de la teoría del delito, está constituida por concepto de norma del que parte, para ver la necesidad de que
los puntos de vista adoptados respecto a los fines de la pena. en la base de la teoría jurídica del delito se encuentre un
Tal actitud de condicionar la teoría del delito a las exigen- comportamiento humano, para configurar de un modo deter-
cias valorativas de la teoría de la pena ha recibido en primer minado la antijuridicidad como categoría dogmática, para
lugar importantes apoyos desde una perspectiva global. Baste distinguir entre las causas de exclusión del supuesto de hecho,
con aludir aquí a la consideración por Bacigalupo de la esencia para asignar el verdadero papel al desvalor del resultado, para
atribuida a la pena como el fundamento de mayor transcenden- comprender la mayor gravedad de lo injusto de los delitos
cia entre aquellos que permiten fijar el significado de las reglas dolosos, para encuadrar sistemáticamente el error de prohibi-
contenidas en el Derecho positivo, y sus consecuentes análisis ción, por no citar más que algunos aspectos sobresalientes. En
de la actual sistemática dogmática a la luz del afianzamiento de todo momento el argumento decisivo es la función de preven-
las teorías unitarias de la pena(97). Son también razonamientos ción que corresponde a la pena y el concepto de motivación
basados en la teoría de la pena adoptada, en este caso la preven- normativa a ella ligada; son esas ideas las que realmente y de
modo directo conforman la teoría jurídica del delito, tal como
la entiende este autor000.

(95) Véase Vives Antón I. 107, 109; II. 260 y Cobo-Vives 367-369;
(98) Véase Bacigalupo I. 43-45, 169-170. Véase en todo caso lo que
Haddenbrock 1.902, quien en otro lugar (922) niega que el libre albedrío
posteriormente afirma en III. 29,54,89 y ss.
deba ser algo a afirmar a partir del obligado respeto a la dignidad de la
(99) Véase supra.
persona humana; Bustos JX 209,210; III. 380-383; V. 471-476.
(100) Entre otras muchas afirmaciones genéricas en esa línea, véase Mir Puig
(96) Véase Mir Puig I. 98-102, einfra. 1.42,48; H. 89.
(97) Véase Bacigalupo 1.34,47-48,59-60,124. En un trabajo posterior, III. (101) Véase Mir Puig 1.42-45,46; 49-51; 59,60-62,88,102-108; 85-86,89-
9-17 matiza la importancia de las teorías de la pena, cuya influencia 90; 60-61,70-71; 76-78,80-84, en el mismo orden que en el texto. Citas
complementa con la derivada de las concepciones del delito manejadas. similares podrían obtenerse de II.
128 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA NORMATIVA 129

Esta construcción dogmática, tan estrictamente vinculada a libértate, en nuestro Estado de Derecho(103). Pero el aspecto más
la teoría de la pena, no lo está sin embargo de un modo absoluto. importante en el que se aprecia una influencia directa de los
Aunque de un modo claramente secundario, las pretendidas principios del Estado social y democrático de Derecho es en la
exigencias de un Estado social y democrático de Derecho culpabilidad: Considera a la culpabilidad como un límite
inciden en ocasiones de un modo directo en la conformación de normativo que se establece para supuestos en que existe ca-
la teoría jurídica del delito, por más que lo suelan hacer siempre pacidad de motivación pero ésta es inferior a la normal en
en contextos ya muy predeterminados por las exigencias de la nuestra sociedad; el no castigar en tales casos no deriva, al me-
teoría de la pena. Así sucede cuando rechaza una consideración nos primordialmente, de que no exista necesidad de pena desde
del desvalor de acción con el objeto de la prohibición centrado un punto de vista preventivo, sino de que lo impiden los prin-
en el momento subjetivo de la decisión de voluntad: Por más cipios de un Estado de Derecho democrático, y fundamental-
que la motivación penal, encargada de realizar la función de mente el principio de igualdad real ante la ley en él vigente(104).
prevención, atiende a conseguir en el destinatario la resolu- Si ahora descendemos a planteamientos menos generales y
ción, necesariamente subjetiva, de no cometer el delito, el obli- más estrechamente vinculados con los elementos subjetivos de
gado respeto, por la idea de prevención, del "límite liberal del la teoría del delito, conviene ocuparse en primer lugar de una
fuero interno" impide que el núcleo de lo injusto sea, ni un acto postura que a primera vista puede parecer sorprendente. Para
interior de desobediencia, ni la voluntad de realizar una acción Krauss cada una de las teorías penales existentes presupone un
prohibida, sino "la realización voluntaria de la conducta social determinado concepto de verdad: Un análisis del proceso penal
que el Derecho pretende prevenir", idea que luego completará nos dirá de qué concepto de verdad se parte y a qué teoría penal
con la de la peligrosidad objetiva de la conducta(102). También sirve consecuentemente. Para el autor, el proceso penal alemán
la toma en consideración del resultado como elemento cuya no sigue en ningún modo una verdad correspondiente a la
ausencia puede llevar a disminuir o renunciar a la punibilidad teoría de la prevención especial: En primer lugar porque tal
se justifica parcialmente por la vigencia de determinados prin- enfoque fomentaría la complejidad en lugar de la simplifica-
cipios liberales, como el de seguridad jurídica o el in dubio pro ción, introduciendo masivamente procederes empíricos, pres-
cindiendo de esquemas dogmáticos o relaciones procesales
rígidos, utilizando expertos en psicología y sociología que en
Gómez Benítez 1.179-186,187-188,190-191, en un trabajo fundamen-
último término sustituirían a la figura simbólica del juez. En
talmente atento a la medición de la pena y que por ello veremos más segundo lugar, un proceso que desemboca en un veredicto de
adelante, también merece destacarse por el especial énfasis puesto en la culpabilidad bloquea toda consideración del hecho y del autor
conveniencia de que los elementos fundamentadores del delito, y sus desde una perspectiva resocializadora. En tercer lugar, si
diversos componentes, eliminen sus referencias a la culpabilidad retri- existiera un proceso sin veredicto de culpabilidad en el que se
butiva y pasen a configurarse en torno a criterios de prevención.
Se podrían citar otros muchos autores que pretenden llevar a sus últimas
atendiera desde un principio a planteamientos preventivo-
consecuencias la vinculación de la teoría jurídica del delito a las
exigencias de la teoría de la pena. Véase una reciente, breve y coherente (103)Véase Mir Puig I. 66-73.
exposición en esa línea en Jakobs III. (104)Véase Mir Puig I. 47, 90 Nota 120, 96-101. Citas similares podrían
(102)Véase Mir Puig I. 61-63, 74-75. obtenerse de II.
130 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA NORMATIVA 131
especiales chocaría inevitablemente con los principios de esquemática descripción de los elementos dogmáticos subjeti-
nuestro pensamiento jurídico basado en los postulados del vos, cuyas complejidades y matizaciones, que podrían mostrar
Estado de Derecho en cuanto prohiben ocuparse de diagnósti- la dependencia instintiva y la falta de libertad del sujeto, se
cos preventivo-especiales antes de que se haya constatado remiten al ámbito impreciso de la medición de la pena(107). Algo
indubitablemente la autoría del procesado005*. similar se produce en relación con la descripción objetiva del
Tampoco es la prevención general lo que da lugar a la actual hecho, en especial dejando en segundo plano los condiciona-
configuración del proceso penal: Sin duda en muchos casos no mientos sociales y el trasfondo criminógeno.
hay nada que asuste tanto a un delincuente potencial como un Posteriormente los preceptos procesales continúan la esti-
proceso tan cargado simbólicamente como el penal; pero si se lización, la reducción de la realidad, a partir de dos presuncio-
observa atentamente es éste un fenómeno que no debe asumir nes que condicionarán la averiguación de la verdad: Por un
el proceso penal sino que, por el contrario, debe intentar lado, que estamos ante un conflicto que se puede analizar y
contrarrestar con todas sus fuerzas. No hay que olvidar que las resolver entre personas sensatas en un determinado plazo de
sanciones encargadas de intimidar tienen como presupuesto la tiempo, por otro, que esa persona ha cometido el hecho
condena a una de ellas: Aceptar la simple sospecha de que se libremente, puede asumir su responsabilidad por él y puede
ha realizado un delito como causa de efectos intimidatorios aceptar y soportar la condena. Esta vinculación entre estructura
significa olvidar que la prevención general es un concepto y del proceso y retribución hace que sea imposible concebir a la
una teoría penal, no procesal(106). verdad material como meta del proceso(l08).
Es sin duda la retribución lo que orienta el proceso penal Con independencia de lo acabado de decir, para este autor
alemán, y no puede ser de otra manera en todo proceso que deba hay además razones preventivo-generales que explican por
desembocar necesariamente en un veredicto de culpabilidad o qué el Derecho penal material ha de operar una reducción de la
inocencia. Sólo bajo esos presupuestos se comprende la conti- complejidad, y por tanto de la verdad, que afecta también a los
nuada reducción de la complejidad que el proceso ejecuta. La elementos subjetivos de la teoría de delito: La prevención
teoría absoluta de la pena exige por un lado que el hecho general resultará más eficaz cuanto más claramente exprese el
punible sea estilizado lo suficiente como para permitir conver- Derecho aquellas conductas cuya realización conlleva la
tir lo que ha sido un conflicto, una alteración del orden social, imposición de una pena. Ello exige descripciones elementales,
en un hecho reprobable, por otro lado, que la persona enjuicia- comprensibles para todos, y por eso mismo que no vayan más
da se considere en todo caso como una persona libre, autorres- allá de la superficie del acontecer social*109).
ponsable. Naturalmente tales pretensiones implican renunciar
a la proclamada búsqueda de la verdad material.
Tal reducción de la realidad se realiza en el ámbito del (107)Véase/frai^ 1.426.
Derecho penal material, en una gran medida a través de la (108) Véase Krauss I. 424-427; Müller-Dietz 270.
Al margen de las reflexiones acabadas de recoger de Krauss, cabe
recordar las citas de este autor que hemos hecho al describir su concepto
profundamente normativizado de dolo y las referencias allí hechas a las
(105)Véase Krauss I. 423-424. razones retributivas que aconsejaban tal configuración. Véase supra.
(l06)Véase Krauss 1.424. (109) Véase Krauss I. 418; II. 24.
132 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA NORMATIVA 133

También las fórmulas aportadas por diversos forenses para planteamientos vinculados a la teoría de la pena. Más arriba
concretar la imputabilidad y condicionadas normativa y feno- hemos citado entre otras a la configuración de la teoría jurídica
menológicamente aspiran a legitimarse a tenor de los fines del delito realizada por Mir de un modo especialmente conse-
preventivos a obtener con la pena. Así, el primer requisito que cuente con su punto de partida aunque sin olvidar referencias
propuso Haddenbrock para concretar la capacidad de culpabi- al otro elemento de la alternativa acabada de citar.
lidad del autor está claramente ligado a consideraciones pre- Especialmente ilustrativas resultan algunas reflexiones de
ventivo-generales: La prevención general no podrá ser eficaz Hassemer, de quien podría decirse que termina adoptando una
si se quiere obtener a través de la punición de personas que, actitud intermedia entre los dos extremos de la alternativa: Este
debido a su incapacidad para colocarse a una cierta distancia autor insiste en muy diversos lugares en el condicionamiento
respecto a su propia conducta y consecuentemente para infor- de los elementos de la teoría jurídica del delito por las exigen-
mar sobre sus motivos e intenciones a tenor de una motivación cias derivadas de la teoría de la pena(ll2). Sin embargo, se
normal, no han podido abarcar intelectualmente en su momen- pregunta si es aceptable incluir al actual sistema dogmático y
to la norma y la amenaza penal a ella ligada, o bien introducirlas procesal del Derecho penal como un mero subsistema a anali-
en su proceso de motivación010). En cuanto al segundo requisi- zar a tenor de su funcionalidad respecto a la Política Criminal,
to tanto Witter como Haddenbrock señalan algo que ya resulta representada básicamente por la teoría de la pena(,l3).
evidente con su mera formulación, y es su vinculación a las Para Hassemer, las barreras que a los planteamientos utili-
necesidades de la prevención especial0n). tarios establecen una serie de mecanismos procesales, como la
Antes de concluir este apartado conviene aludir a una limitación a la búsqueda de la verdad en virtud del respeto a los
disyuntiva valorativa que ha estado continuamente latente en derechos de los partícipes , materiales como la vigencia del
muchas de las exposiciones y posturas recogidas, y sin duda en principio de legalidad o las reglas y clasificaciones del argu-
todas de este último subapartado. Me refiero a la alternativa de mentar jurídico-dogmático y de la teoría jurídica del delito, y
configurar la teoría jurídica del delito directamente en función penales como el principio de proporcionalidad, deben ser
de ciertos ideales jurídicos, referidos en último término a la aceptadas mientras no se tenga un profundo y acabado conoci-
idea de justicia, o bien a tenor de planteamientos utilitarios, que miento empírico de los resultados que se obtienen o se pueden
desembocan en resumidas cuentas en la teorías preventivas de obtener de un proceder estrictamente ligado a planteamientos
la pena. Obsérvese que estamos ante dos enfoques normativos preventivos. Como tal conocimiento no se posee en estos
caracterizados ambos por su pretensión de condicionar nota- momentos, el sistema del Derecho penal no puede obtener hoy
blemente todo análisis de la realidad empírica a los puntos de por hoy su justificación de las perspectivas utilitarias de la
partida valorativos adoptados. pena. Para el autor esa justificación no reside propiamente en
En estos momentos cabe decir sin temor a equivocarse que el otro extremo de la alternativa que estamos mencionando
las construcciones más recientes se inclinan claramente por los sino, como ya aludimos detenidamente en otro lugar, en el

(112) Por citar una afirmación genérica más en ese sentido, véase Hassemer
I. 261-262.
(110) Véase Haddenbrock 900-901,905-906.
(11 l)Véase Haddenbrock 901, 903-905; Witter I. 145-146. (113) Véase Hassemer I. 220-222.
134 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA NORMATIVA 135

elevado grado de fnormalización con que el sistema del Derecho incidir de una forma tan decisiva en la formulación y consta-
penal ha logrado configurar sus actuaciones encaminadas al tación de tales elementos.-Es momento de atender a otro
control social(1,4). aspecto del problema, consistente en determinar quiénes son
Representante del otro punto de vista en la alternativa es sin las instancias legitimadas para concretar y hacer eficaces tales
duda Vives Antón. Sin pretender descender a actitudes más contenidos valorativos en las formulaciones y constataciones
concretas, son frecuentes las afirmaciones genéricas del autor de los diversos elementos subjetivos de la teoría del delito: La
en las que insiste en la primacía del valor "justicia" frente al introducción de una perspectiva valorativa exige que haya
valor "utilidad", lo que conducirá por ejemplo a una configu- alguien o algo que legitime tal introducción, que, asumiendo
ración de la culpabilidad edificada alrededor de la idea de aquella, haga posible que un operador del Derecho la utilice.
reprochabilidad individual. Vives pone especial interés en
destacar la mayor capacidad crítica social de la idea de justicia, 1. La racionalidad cotidiana o de sentido común
en cuanto parte de un orden ideal a conseguir, frente a la de
utilidad, que parte del orden existente, así como su mayor Pues bien, la instancia legitimadora por excelencia en estos
sensibilidad para valorar los condicionamientos sociales de la autores parecen ser las opiniones cotidianas, las concepciones
conducta delictiva individual, por no citar su acentuada virtua- jurídicas de sentido común.
lidad garantista frente a los poderes del Estado015). Antes de centrarnos de modo más concreto en la medida en
que las perspectivas de sentido común juegan en los elementos
subjetivos de la teoría del delito propiamente dichos, no estará
IV. INSTANCIAS LEGITIMADORAS de más aludir a ciertas referencias, fundamentalmente de
Hassemer, referidas a la misma estructuración del sistema del
DE LAS REFERENCIAS NORMATIVAS
Derecho penal y de sus categorías dogmáticas en torno a ellas.
INTRODUCIDAS Hassemer, partiendo de los problemas de comunicación
con que tropieza el Derecho y que veremos en otro lugar, indica
Los apartados anteriores nos han mostrado a un importante como la solución no reside, o al menos no reside simplemente,
sector doctrinal que considera que la formulación y constata- en la integración de las Ciencias Sociales en el Derecho penal,
ción de los elementos subjetivos de la teoría del delito es una que implica contraponer la "realidad" que pretendidamente
labor básicamente normativa. Hemos visto no sólo plantea- poseerían aquellas a una Dogmática que estaría alejada de las
mientos genéricos en esa línea sino igualmente explicitaciones realidades sociales. Para el autor es preciso además, si la
de esas posturas referidas a un buen número de elementos Dogmática quiere resultar convincente para los ciudadanos
subjetivos concretos. También hemos hecho un ejemplificati- sobre los que incide, que desarrolle una nueva sensibilidad
vo repaso de cuáles sean esas valoraciones que se estima deben hacia los pre-juicios y las estructuras relevantes de la víctima,
del autor y de los otros partícipes. El frecuentemente reprocha-
do alejamiento de la realidad de los juristas responde simple-
(114)Véase Hassemer I. 299-303.
(115)Véase Vives Antón I. 107-110; II. 259; Cobo-Vives. 67,189, 373-374, mente a que se trata de una realidad que no es sólo suya, como
401. En la misma línea, García Pablos I. 59. Nota 90. puede ser la de un matemático respecto al sector empírico
136 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA NORMATIVA 137

objeto de su estudio: Aquí se trata del derecho de cada uno de culpabilidad, que se analizan en momentos distintos, respon-
los afectados, que lo sienten como algo propio y con capacidad den a dos fases, también sucesivas, del desarrollo infantil a la
para pronunciarse sobre él. Es algo parecido a lo que sucede luz de las teorías psicológicas de Piaget: En un primer momen-
con el propio cuerpo y los médicos, aunque con una diferencia to, hasta los siete años, el niño enjuicia los comportamientos
importante, la de que el objeto de éstos, es decir, el cuerpo bajo puntos de vista que nosotros encuadraríamos en la antiju-
humano, es algo sobre lo que se puede apreciar de modo directo ricidad, sólo posteriormente será capaz de diferenciar conduc-
la corrección de la actuación del médico, mientras que el objeto tas, no sólo en función de la lesión producida sino añadiendo
de aquellos, el derecho de alguien, es un fenómeno comunica- las intenciones y disposiciones del actuante. Del mismo modo,
tivo, que no puede ser mostrado, sino algo sobre lo que hay que basta acudir a la "teoría de la atribución" para mostrar de un
discutir, hasta convencer de su "existencia" a otros. Tal situa- modo concreto el extremo paralelismo existente entre las
ción impide al jurista eliminar los prejuicios de otras personas, diferentes fases de imputación por las que se pasa a través de
o al menos resulta mucho más difícil hacerlo, ya que no puede los diversos elementos de la teoría del delito y las utilizadas en
mostrar de un modo evidente, palpable, la corrección de su el actuar cotidiano. Y en otro lugar aludimos a las raíces
decisión016). cotidianas que el autor, a través del concepto de racionalidad,
Pues bien, aun con todas las críticas formuladas al sistema atribuye a la diversa valoración de los grados de participación
del Derecho penal por su alejamiento de la realidad, el sistema interna en el hecho o a la consideración bipolar de éste entre el
del Derecho penal es para Hassemer algo de lo que no se puede aspecto externo e interno019).
prescindir; y una de las razones fundamentales para ello es que Por si fuera poco, gran parte de los criterios de medición de
"con sus características estructurales de norma, sanción y pena, así como la teoría de la prevención especial o de la
proceso, refleja experiencias y procederes que están profunda- prevención general intimidatoria, encuentran su explicación
mente enraizados en nuestra vida cotidiana y en nuestra cultu- en los puntos de vista cotidianos(120).
ra"017). Así, pone de relieve cómo el sistema clasificatorio de Ahora bien, hay un aspecto de esas perspectivas de sentido
los elementos del delito refleja una secuencia de análisis de un común, que nos interesa sobremanera. Hasta ahora pareciera
determinado comportamiento paralela a la que se sigue en la que todo el planteamiento normativo que estamos recogiendo
vida cotidiana018). Es más, puede decirse que las dos fases en este capítulo fuera reconducible a estas pautas cotidianas
fundamentales de la teoría jurídica del delito, el injusto y la que serían las que en último término aconsejarían, identifica-
rían y harían eficaces los enfoques valorativos en la formula-
ción y constatación de los elementos subjetivos. Sin dejar de
(116) Véase Hassemer I. 84-89, quien intenta mostrar, por vía de ejemplo, ser eso cierto, no se puede olvidar que esa derivación hacia
cómo la relevancia que se da al error de prohibición no es más que una
concesión de la ley penal a los prejuicios del afectado, sin alterar ésta
su definición de los límites jurídicos. (119) Véase Hassemer 1.174-175,201,203-205,206-207. Respecto al hecho
(117) Véase Hassemer I. 300. de que la sociedad "comparte" la idea político-criminal de no castigar
(118) Véase Hassemer 1.190,232,258. También alude a criterios valorativos a quien no actúa en condiciones de motivación normal, véase también
simples y habituales insertos en los diversos conceptos dogmáticos, MirPuigl. 101; n. 477.
Naucke 41-47. (120) Véase Hassemer I. 272-274, 280-281, 291-292.
138 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA NORMATIVA 139

enfoques normativos que parece ser propia de puntos de vista y las diferentes rutinas profesionales. Sin embargo, tampoco el
cotidianos, contiene dentro de sí una clara contradicción inter- proceso penal se configura en torno a tal idea de verdad. En
na. Como ya hemos tenido ocasión de reflejarlo al hablar de las realidad, y como ya vimos anteriormente, razones vinculadas
exigencias derivadas de la racionalidad de nuestra cultura por un lado a la salvaguardia de los derechos del procesado y
jurídica, concepto que, como veremos más adelante, es aquí de los otros partícipes, y por otro lado a la necesidad de lograr
para Hassemer sinónimo de perspectivas de sentido común, los una decisión clara, convincente, vinculante y en un breve plazo
conceptos cotidianos parecen exigir un Derecho penal, sobre de tiempo, dan lugar a que el proceso tienda más bien a frenar,
todo en lo concerniente a la fase de prueba procesal, estricta- a detener, la averiguación plena de la verdad. Y eso por más que
mente ligado a la metodología empírica020. No obstante parece la verdad procesal puede ser tan compleja como cualquier otra,
no haber dudas de que la verdad material es inaccesible en todo y la decisión tomada en virtud de ella tan necesitada o más de
caso: Dada la selectividad de las percepciones y la subjetividad legitimación que muchas otras023).
de la comprensión necesitaríamos de un Derecho natural que Para Hassemer el proceso penal alemán no busca la verdad
nos dijera en cada caso qué pre-juicios, pre-comprensiones o material, ni siquiera bajo la perspectiva empírica acabada de
rutinas serían las verdaderas respecto a un caso concreto. Eso mencionar. El proceso aspira a una búsqueda de la verdad
implica una meta-comprensión, una supra-rutina que asignara formalizada, y por tanto una verdad que se podría denominar
a cada comprensión o rutina del juez el lugar y el momento "forense" y que se caracterizaría fundamentalmente por acep-
adecuados para ponerse en acción. Eso es algo inexistente, sólo tar límites a su proceder de verificación empírica, derivados de
existe la discusión sobre la verdad, la intersubjetividad y no la la necesaria protección de los derechos de los afectados. Unos
objetividad en sentido natural(122). órganos de instrucción orientados exclusivamente en la bús-
Pero caben otros conceptos de verdad: Frente al concepto queda de la verdad empírica, a no dudar conducirían a atenta-
máximo de verdad acabado de esbozar cabe otro no tan ambi- dos físicos, psíquicos y sociales contra los derechos de la per-
cioso pero que responde al concepto de verdad utilizado por las sona. Sólo la formalización en la búsqueda de la verdad a tenor
ciencias empíricas, en el sentido popperiano de proposiciones de la idea garantista antedicha evita tales riesgos(124).
susceptibles de ser falsadas, o bien que son confirmadas (no, Ahora bien, el respeto de tales limitaciones basadas en la
verificadas) provisionalmente en cuanto han resistido repeti- tutela de la persona no impide que la idea cotidiana relativa a
dos intentos de falsación fracasados. De acuerdo a este concep- la preeminencia de la metodología empírica en todo proceso de
to la configuración de unos determinados hechos, de un caso conocimiento se aplique coherentemente en los ámbitos no
concreto, respondería a la verdad cuando contuviera todos los afectados por la idea, también cotidiana, de respeto a los
datos relevantes, y sólo éstos, de un modo completo, y estable- derechos de la persona. Eso da lugar a una configuración
ciera entre ellos una relación correcta. Un concepto así tolera- procesal en la que, por un lado, se quieren respetar las condi-
ría la intersubjetividad, la selectividad, las precomprensiones ciones exigidas para lograr una real comprensión del suceso, y

(121)Véase Hassemer I. 134-137,138,216. (123) Véase Hassemer I. 139-142.


(122) Véase Hassemer I. 137-139. (124)Véase//assemerI. 143-144.
7

140 JOSÉ LUIS DIEZ RJPOLLES


LA PERSPECTIVA NORMATIVA 141

por otro, se quieren minimizar los riesgos a que ello puede dar ción con el procesado, lo que coloca siempre su proceder a
lugar. El resultado es una mezcla de rasgos de liberalidad, medio camino entre un nivel adecuado de diferenciación y
como la habitual ausencia de plazos en la fase sumarial, de complejidad científicas, y una transparencia que permita ser
rasgos de meticulosidad, como la presunción de inocencia o las comprendido por cualquiera, sin que deban importarle apresu-
posibilidades de recusación, y de rasgos que muestran cómo, rados reproches a su actuar en cuanto éste respondería a plan-
pese a todo, no se está seguro de que se haya tenido éxito en el teamientos de sentido común científicamente insostenibles(127).
proceso de comprensión, como la posibilidad de apelación o Bresser, por su parte, alude a la frecuencia con que el juez
casación, o el principio "in dubio pro reo"(125). decide sobre elementos del tipo subjetivo sin proceder antes a
La verdad forense vendría así a ser un compromiso ante un análisis científico, sino simplemente a tenor de su experien-
contrapuestos intereses cotidianos, de sentido común. Tal cia y raciocinio. Para este autor, los planteamientos periciales
compromiso sería un argumento más a favor de la no introduc- psicológicos pierden con facilidad de vista la imagen global del
ción plena de procederes empíricos psicológico-individuales ser humano, tendiendo a resaltar unilateralmente, y en estrecha
en la formulación y constatación de los elementos subjetivos dependencia con la corriente de que se parta, determinados as-
de la teoría del delito, en este caso razonando desde la perspec- pectos de la persona. Sin embargo, la praxis jurídica necesita
tiva de la incidencia que las concepciones de sentido común casi siempre visiones generalizadoras de ésta, algo que no es
deben posser, no ya en la configuración de las categorías accesible a través de procederes empíricos de psicología indi-
básicas del sistema de Derecho penal material, sino en las del vidual. De ahí que se prescinda en el ámbito reseñado de los
Derecho penal procesal. peritos, y los jueces procedan, correctamente, a tenor del tan
Referencias genéricas al uso de puntos de vista cotidianos
en la constatación de los elementos subjetivos de la teoría
jurídica del delito se hallan de un modo inequívoco en diferen- (127) Véase Hassemer I. 170-171.
tes autores. Así Hassemer, comprobada la imposibilidad de En otro pasaje (véase Hassemer 1.180-181) el autor, refiriéndose a los
llegar a una auténtica descripción de los elementos subjetivos conceptos vagos, porosos, normativos o subjetivos contenidos en la ley
defiende un método interpretativo que, sin vincularse a una estricta
en el proceso, debiendo conformarnos con la imputación, en la verificación empírica, tampoco se abandone a las opiniones personales
línea señalada en otro lugar(125), previene frente a un uso dema- del juez, sino que atienda a las reglas de uso semánticas de cada uno de
siado estricto de los indicadores a partir de los cuales se esos conceptos. Tales afirmaciones se han de entender en el sentido de
deducen los elementos subjetivos procesalmente, incluso si que todos los términos utilizados en el derecho penal, tanto material
esos indicadores proceden de teorías cotidianas elaboradas y como procesal, son términos con un variado contenido semántico o
pragmático, respectivamente, de forma que existiendo diversas alterna-
no de enfoques expertos: El juez debe ser consciente en todo
tivas significativas y activas en cada situación o momento es imprescin-
momento de que ha de mantener su capacidad de comunica- dible utilizar reglas de uso, que nos dicen el significado o actuación
adecuados en cada caso; reglas de uso, por lo demás, que proceden del
lenguaje y pautas de actuación cotidianas; de ahí que incluso desde una
perspectiva estrictamente lingüistica, en cuanto el lenguaje jurídico se
(125) Véase Hassemer 1.144-156, donde se analizan y matizan muy diversas
revela como un lenguaje cotidiano y no como un lenguaje altamente
instituciones procesales y no sólo las citadas. formalizado como puede ser el matemático, resulta ineludible tener en
(126) Véase supra. cuenta las perspectivas de sentido común {Hassemer I. 161-166).

1
142 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA NORMATIVA 143

denostado "conocimiento humano general sano y responsa- el conjunto de su personalidad yfinalmentecon el hecho repro-
ble"02^. bable realizado. Además, cuestiona directamente la mayor
En relación con el dolo, Bresser indicará que un concepto capacidad de penetración psicológica a través de instrumentos
psicológico de dolo haría imposible el funcionamiento del científicos del perito, dada la diferencia entre la motivación
Derecho penal, de forma que hay que partir de un concepto a realmente existente en el momento del hecho y la que luego se
medio camino entre el puro psicologicismo y el racionalismo, da al racionalizar la conducta, así como la posibilidad que tiene
orientado por la idea del "conocimiento humano general"(129). el delincuente de negarse a que se acceda a su fuero interno;
Para Witter, la idea de que el afecto, los estados pasionales, ante tales dificultades, resulta plausible pensar que la realidad
deben exculpar o disminuir la responsabilidad, en la medida en psicológica se descubre mejor con pautas derivadas del cono-
que no alude a supuestos de alteraciones morbosas de la cimiento medio general o de la experiencia del juez medio que
conciencia*130), es algo que no puede justificarse científico- con métodos estrictamente técnico-psicológicos(133).
naturalmente; las decisiones judiciales al respecto responden a De ahí que no haya de extrañar la existencia de una
opiniones de sentido común, al parecer bastante arraigadas030. determinada corriente forense que considere una virtud el
El modo de proceder cotidiano es alabado además por logro de formulaciones de elementos subjetivos de la teoría del
diversos autores en cuanto que se considera que su operativi- delito que no exijan para su constatación en el caso concreto la
dad, su eficacia en la búsqueda de la verdad, es mayor que la intervención de peritos, o reduzcan ésta al mínimo. Es así
obtenida en muchas ocasiones con métodos científico-empíri- como, para citar ejemplos especialmente significativos, Had-
cos. Para Naucke, dada la complejidad a que puede llevar un denbrock considera una de las virtudes fundamentales del
correcto uso de las ciencias sociales, cabe preguntarse si no se criterio de imputabilidad por él desarrollado el que aluda a
llega a resultados similares utilizando los métodos de interpre- capacidades del delincuente directamente accesibles a una
tación habituales032). Bresser, por su parte, critica en primer valoración jurídico-penal y judicial, sin necesidad de utilizar
lugar la tendencia pericial de sacar a la luz predominantemente peritos o en todo caso de un modo muy restringido, y Witter,
los aspectos "positivos" de la personalidad del inculpado, esto al analizar la problemática planteada por el enjuiciamiento de
es, aquellos que pueden exculpar, de modo que es en último los estados pasionales, señala que la frecuente limitación de la
término el juez el que tiene que afrontar la tarea de, con un relevancia de tales estados a aquellos descritos expresamente
análisis no tan unilateral, confrontar esas debilidades con todo y a través de una serie de circunstancias objetivas acompañan-
tes en los Códigos, contiene la indudable ventaja de que hace
innecesario el uso de peritos(l34).
(128)Véase Bresser I. 671, 684-685. Tales actitudes, por lo demás, van acompañadas de dos
(129)Véase Bresser I. 681. En línea similar, Bockelmann 254. Recuérdese reflexiones a las que, aun siendo ciertas, se les da un énfasis que
asimismo lo arriba dicho respecto al uso de opiniones cotidianas para es muy revelador de la actitud de estos autores. Por un lado, se
realizar la valoración diferenciada entre los diversos grados de imputa-
ción subjetiva, por Hassemer.
(130) Véase supra.
(131)Véase Witter II. 90-91. En la misma línea, Bresser I. 683. (133)Véase Bresser I. 672, 674-675, 682-683; II. 1192.
(132) Véase Naucke 42>-41. (134)Véase Haddenbrock II. 40, 43,45; Witter I. 141; II. 91-92.
144 JOSÉ LUIS DIEZ RJPOLLES LA PERSPECTIVA NORMATIVA 145

produce una continuada insistencia en el papel restringido del 2. La racionalidad experta


perito, de forma que él en todo momento, también en relación
Al inicio de este apartado señalé cómo eran las referencias
con la imputabilidad, se ha de limitar a ser un mero suministra-
cotidianas, las perspectivas de sentido común, las instancias
dor de datos al juez, que es al que corresponderá en todo
legitimadoras de la introducción de contenidos normativos en
momento la decisión relativa a si concurre o no un determinado
el sistema del Derecho penal, y más en concreto en la formu-
elemento subjetivo de la teoría del delito(135). Por otra, se pre-
lación y constatación de los elementos subjetivos de la teoría
viene reiteradamente frente a la tendencia de los peritos a
del delito. Sin duda, uno de los autores que más claramente
sobrepasar el ámbito de su competencia: Al respecto se alude
parecía compartir tal perspectiva era Hassemer.
a la difusión entre los peritos de una sensación de incomodidad
Resulta conveniente, sin embargo, realizar aquí un análisis
y desconcierto ante los estrechos y subordinados límites pro-
más cuidadoso de la postura de este autor, con dos fines
cesales en que se les pide desarrollen su labor, que les lleva a
fundamentales: En primer lugar, para mostrar su planteamien-
cuestionar su participación en el proceso al menos mientras no
to contradictorio, hasta el punto que se puede llegar a concluir
se modifiquen sustancialmente sus posibilidades de incidir en
que Hassemer en realidad, y pese a todas sus afirmaciones
él. Estas actitudes preocupan a estos autores, que renuevan la
inequívocas anteriormente recogidas, se inclina más bien por
necesidad de que toda intervención científica se ajuste a los
una instancia legitimadora que denominaremos "experta" en
límites asignados por las leyes procesales actualmente vigen-
contraposición con la"cotidiana". En segundo lugar, para dar
tes. Descendiendo a ámbitos más concretos, Bresser destacará
paso a nuevas instancias legitimadoras que nos borren la im-
la frecuencia con que los peritos sobrepasan su competencia
presión de que hay unanimidad doctrinal respecto a cuál sea la
cuando, sin que nadie se lo haya solicitado, proceden a análisis
vía que justifica la introducción de contenidos normativos en
psicológicos del dolo o de la imprudencia, lo que da lugar, en
la formulación y constatación de los elementos subjetivos de la
el mejor de los casos036), a una psicologización indebida, po-
teoría del delito.
niendo en primer plano aspectos jurídicamente irrelevantes y
Ante todo, cabe señalar que todas las referencias que a lo
desfigurando con ello toda la problemática(137).
largo de las páginas precedentes hemos venido haciendo a los
condicionamientos del sistema de Derecho penal derivados de
(135)Véase Haddenbrock I. 926-927; II. 36; Witter I. 141, 181-183; II. 90-
las exigencias cotidianas y que remitían a Hassemer suponían
91,96; Bresser II. 1188,1192, quien señala que sólo si el perito acepta
ciertas convenciones que afirman que a determinadas situaciones para este autor otras tantas referencias a la racionalidad de
psíquicas corresponden ciertos efectos en la imputabilidad se podrá nuestra cultura jurídica. Es decir, para el autor citado todas esas
tolerar al perito determinadas referencias directas a la imputabilidad, limitaciones cotidianas eran racionales038). La alternativa que
que en todo caso supondrán un sobrepasamiento de su competencia.
En este punto Gómez Colomer, 92, 96, 98 no puede dejar de lamentar
la legislación y práctica procesales en España que obligan a los peritos
(138)No creo que merezca la pena enumerar ahora de nuevo la mayoría de las
a "traducir" sus conclusiones al lenguaje jurídico cuando debiera ser
citas de este autor recogidas en páginas anteriores, y en donde se utilizan
justamente lo contrario.
continuamente de un modo intercambiable y referido a los mismos
(136)La actitud en el fondo normativa de estas actuaciones periciales se fenómenos, los términos perspectivas cotidianas, o similares, y racio-
analizará en un próximo apartado. nalidad de nuestra cultura jurídica, o similares.
(137)Véase Kaiser I. 200-201,207-209; Naucke 45-46; Bresser I. 678-681.
146 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA NORMATIVA 147

ahora vamos a ver a través del propio Hassemer también opiniones cotidianas de la sociedad, cuáles sean las actitudes
merece en palabras de éste la atribución de racional, de ahí que racionales a lo largo de todo él sistema de Derecho penal.
en buena medida nos topemos con la dicotomía "racionalidad Hassemer es sin duda consciente de la relatividad histórica del
experta"-"racionalidad cotidiana", en la que la primera, nunca concepto de racionalidad. El autor previene, por ello, frente a
descrita suficientemente por el autor, supondría atenerse a la tentación de considerar sólo como racional a una determina-
puntos de vista derivados de análisis científico-sociales en los da cultura, y da para ello ilustrativos ejemplos relativos a la
que, en el mejor de los casos, sólo de un modo secundario y a indudable racionalidad que poseía el Derecho penal germánico
regañadientes se tendrían presentes opiniones cotidianas, en su contexto cultural(141).
analizadas de todos modos desde la perspectiva de superiori- Ahora bien, la conciencia de esa relatividad histórica no
dad otorgada por el enfoque científico adoptado. parece llevarla tan lejos como para aceptar la convivencia de
El alejamiento por Hassemer de la racionalidad cotidiana se diversas racionalidades en un determinado contexto cultural,
comienza a apreciar de un modo nítido a partir del momento ni siquiera para reconocer la dificultad que puede darse en
que inicia el estudio de la culpabilidad y va adquiriendo a partir precisar la racionalidad de un determinado momento histórico.
de entonces una influencia cada vez más preponderante de Eso es lo que explica la rigidez de muchas de sus conclusiones
forma que termina repercutiendo en toda su concepción sobre en las que, a través de un procedimiento de verificación que no
el sistema del Derecho penal. Aunque en un primer momento explicita, desautoriza determinadas tesis con el argumento de
parece lamentar lo alejado que está el concepto dogmático de que no responden a la racionalidad de nuestra cultura jurídica,
culpabilidad de la experiencia y concepciones cotidianas, y racionalidad que ya no se remite a pautas cotidianas. Tal
más teniendo en cuenta lo arraigado que está en ellas un cierto rigidez es especialmente llamativa en relación con la teoría de
concepto de culpabilidad039), enseguida se comprueba, concre- la pena a seguir: Asumiendo, pese a algunas vacilaciones(142), la
tamente al hablar del origen "cotidiano" del establecimiento de idea de la historia como un continuado progreso hacia la
diversos grados de imputación subjetiva, que él no considera racionalidad, estima que la teoría de la pena de la que se parte
que sea tarea del Derecho penal la de asumir sin más las no es algo que se pueda elegir sino que deriva obligatoriamente
atribuciones de responsabilidad tal como derivan de las pers- de los postulados de una determinada cultura, o si se quiere
pectivas de sentido común; por el contrario, el Derecho penal cultura jurídica. Para el autor nuestra época no puede decidirse
sólo debe aceptarlas en cuanto le parezcan correctas y justas, a favor de la retribución, eso implicaría un retroceso anacróni-
lo que implica que valore, y de forma continuada, las institu- co a épocas premodernas y un olvido del hecho que nuestra
ciones e instrumentos de la vida cotidiana, y que se asegure de racionalidad no puede prescindir de justificar la pena a tenor de
que los modos de proceder en ella no son peligrosos e... las consecuencias obtenidas, de una perspectiva de futuro y no
irracionales^1^. de pasado en la que lo decisivo son los efectos sociales e
Lo anterior permite al autor preguntarse de un modo direc- individuales con ella logrados(143).
to, sin buscar la correspondencia de sus afirmaciones con las
(141) Véase Hassemer I. 172,203,128,136-137.
(139) Véase Hassemer I. 201. (142) Véase Hassemer I. 137.
(140) Véase Hassemer 1.205. (143) Véase Hassemer I. 264-265, 268, 271, 300, 219.
148 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES
LA PERSPECTIVA NORMATIVA 149

Pero donde se aprecia más claramente su opción por una cias a que una dogmática orientada a los fines de la pena no
racionalidad experta, opuesta a la cotidiana, es cuando se tiene interés en averiguar el poder individual de actuar de otro
encuentra con divergencias entre una y otra. Mientras en algún modo, que implica atender al pasado en lugar de al futuro.
caso, como sucede cuando alude a los diversos grados de Pero es que la argumentación de Hassemer no acaba ahí,
imputación subjetiva, llega a la conclusión de que las perspec- sino que razones vinculadas a lo que puede resultar más
tivas cotidianas coinciden en el resultado con las expertas*144), conveniente científico-socialmente para la sociedad, desco-
son frecuentes los supuestos contrarios y la opción en ellos por nectadas de su correspondiente legitimación cotidiana, le van
la racionalidad experta. Muy ilustrativo resulta su proceder a llevar a abandonar el mismo juicio de reproche y a sustituirlo
relativo a si debe seguir siendo entendida la culpabilidad como por un mero juicio de imputación subjetiva045'.
un juicio de reproche: Partiendo de que el objeto de valoración Obsérvese por otra parte cómo, si en el tema de la verdad a
en la culpabilidad sólo puede ser la capacidad del hombre obtener en el proceso el autor consideró que había que llegar a
medio, por las razones que él ha expuesto y nosotros hemos un compromiso entre las limitaciones procesales derivadas de
recogido en otro lugar, al sujeto sólo podrá reprochársele la exigencias de sentido común y el deseo de lograr la verdad
diferencia entre su conducta y la conducta del hombre medio; material, también originado en las perspectivas de sentido
ahora bien, la persona real comprueba que lo que está recibien- común, ahora no estima conveniente llegar a un compromiso
do no es un reproche similar a los que hace o recibe en su similar entre esas mismas limitaciones procesales, y la idea
habitual actuar social, reproches que suelen realizarse con cotidiana de reproche. Esta diversa actitud de respeto a las
notables precauciones y en todo caso con estrictas referencias exigencias de sentido común se debe sin duda a que a estas
individuales, dejando siempre la puerta abierta a su reconside- alturas de su exposición el autor ya no parte de una racionalidad
ración si aparecen nuevas circunstancias, ya que se es cons- cotidiana sino experta, y que ideas de esas características
ciente de que las personas no se pueden conocer entre sí lo referidas a los fines de la pena, o a la concepción de la sociedad
suficiente como para formular reproches definitivos. Frente a desde una perspectiva tecnocrática, condicionan su postura.
este proceder cotidiano tan matizado y diferenciado él observa Tales divergencias entre ambas racionalidades se siguen
que está recibiendo un reproche distinto por parte del Derecho apreciando si seguimos la pista que nos traza el autor cuando
penal, un reproche que esquematiza considerablemente la se plantea lo que haya de hacerse en tales casos. En primer
realidad y el juicio que sobre ella se hace: Así como existe una lugar, el autor señala que el Derecho penal no puede prescindir
verdad forense, podría hablarse de un "reproche forense", sin más de las pautas o conceptos cotidianos que le parezcan,
diverso del reproche cotidiano más cuidadoso y referido al desde una perspectiva experta, irracionales. No hay que olvi-
poder actuar de otro modo individual. Cuando el afectado dar, dice, que un respeto, al menos limitado, de tales pautas es
pregunta por las razones de esas diferencias se encuentra por un imprescindible de cara a conseguir el eficar funcionamiento de
lado con respuestas alusivas a limitaciones procesales, en la todo el sistema penal; o dicho de otro modo, una política
misma línea que la "verdad forense", pero además con referen- criminal inspirada en planteamientos expertos sólo se adecuará

(144)Véase Hassemer I. 206.


(145)Véase Hassemer I. 223, 225-226, 244-245.
p

150 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA NORMATIVA 151

a la racionalidad en la que se inspira si tiene presentes tales sistema del Derecho penal, sin ser molestados por indignacio-
condicionamientos046*. nes morales de la generalidad050'.
En segundo lugar, es misión de una política criminal racio- No podemos aquí profundizar en un tema como el que se ha
nal, y por tanto del legislador penal encargado de instrumentar- esbozado en este apartado, y que supera con mucho los límites
la, el realizar experimentos controlados a través de los cuales, de esta investigación. En realidad estamos ante un problema
y con expectativas a medio y largo plazo, se vayan modifican- que se plantea desde el mismo momento en que se aspira a
do esas pautas cotidianas irracionales, de un modo paulatino configurar el Derecho penal desde una perspectiva material, y
que en ningún momento suponga perder de vista su configura- no meramente formal, y repercute, no sólo sobre una Política
ción actual y los perjuicios que se derivarían de una excesiva Criminal que quiera desarrollar una teoría de la legislación que
separación de ellas del presente Derecho penal. Esta supera- proceda a través de criterios y métodos conocidos y previsi-
ción progresiva de la racionalidad cotidiana a favor de la bles 050 , sino también sobre la teoría jurídica del delito y de la
racionalidad experta no es algo que se limite a aspectos pena de un modo directo, tanto de forma global como respecto
concretos como pueden ser la atribución de responsabilidad a cada una de sus manifestaciones, entre ellas sin duda la
penal, los límites mínimos a establecer en la medida de la pena, formulación y constatación de los elementos subjetivos de la
o la mayor o menor generalización de la condena condicio- teoría del delito(152). Si la relevancia de la cuestión para nuestra
nal(147), sino que además de formularse respecto a todos los investigación ha quedado clara, ya hemos conseguido un
elementos componentes del actual sistema de Derecho pe- objetivo. Además, y con independencia del revelador análisis
nal*148), se establece asimismo como una tarea a realizar por el de Hassemer realizado, hemos procurado poner de manifiesto
propio sistema de Derecho penal, entendido como subsistema cómo la opción por un enfoque normativo no implica unanimi-
del control social, respecto a otros subsistemas de control dad respecto a la instancia legitimadora de esos contenidos
social(149). normativos, registrándose cuando menos divergencias entre
Todo lo hasta ahora visto nos llevará a no extrañarnos de perspectivas cotidianas y perspectivas expertas053'.
que Hassemer, aludiendo a las posibilidades de desarrollar en
la práctica una terapia social emancipadora, se congratule del (150) Véase Hassemer I. 276-277.
escaso control que la opinión pública, los ciudadanos legos, (151)Ampliamente, sobre los criterios extrajurídicos de selección de bienes
ejercen sobre la Política Criminal, a diferencia del que realizan jurídicos, Diez Ripollés I. 119-202.
(152)Sobre los diversos criterios existentes para decidir respecto a los
sobre la Política Jurídica de otros sectores del ordenamiento
posibles fundamentos que permitan realizar una elaboración dogmática
jurídico. Eso favorece que los expertos tengan las manos libres del Derecho positivo, véase Bacigalupo I. 33-35, quien menciona el
de cara a lograr una mayor humanización y racionalidad del criterio de la orientación a las consecuencias, equiparable en buena
medida al planteamiento que nosotros hemos denominado "experto", el
vinculado al sentimiento jurídico, equiparable a la perspectiva "cotidia-
(146) Véase Hassemer I. 206, 272-274. na", y el basado en el "consenso", al que aludiiemos extensamente en
(147) Véase Hassemer I. 206, 274, 280-281. otro lugar. Además menciona el criterio basado en "argumentos de
(148)Véase la ausencia de limitaciones de las afirmaciones recogidas en autoridad"
Hassemer I. 205-206. (153)Entre nosotros ha mantenido una postura muy matizada y digna de
(149) Véase Hassemer I. 295, 301-303. mención, por más que a un nivel de generalidad bastante elevado Vives
152 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA NORMATIVA 153

V. EL USO EXCESIVO DE LA PERSPECTIVA que se produzca. En la culpa inconsciente, al faltar la percep-


NORMATIVA ción fáctica del peligro, la situación aparece al sujeto como
neutral no produciéndose esa llamada de atención sobre la
Para concluir este Capítulo, y a semejanza con lo que situación que lleva a evitar entrar en una situación de peligro,
hicimos en el anterior, vamos a recoger ahora planteamientos o a ser muy cuidadoso cuando se está en tales situaciones,
que aluden a determinadas formulaciones o constataciones de llamada que sí ha captado el que actúa con culpa consciente. La
elementos subjetivos que superan los niveles normativos pre- diferencia se encuentra por tanto en que el aspecto interno del
cisos, causando tal normativización diversos problemas. hecho cede el lugar, indebidamente, a un componente norma-
Hassemer ha criticado la actual solución dada a los supues- tivo, lo que va más allá de la aceptable(154).
tos de culpa inconsciente en la medida en que se equipararon Bresser, por su parte, ha destacado la facilidad con que los
a la culpa consciente, lo que ha considerado sistemáticamente peritos, en la constatación de los elementos subjetivos de la
inconsecuente e injusto: Mientras en la culpa consciente se teoría del delito, sobrepasan el ámbito de sus competencias, ya
atiende debidamente al aspecto interno del suceso, elemento no psicologizando excesivamente ámbitos con decisivos
que ya se vio era imprescindible que se considerara junto al componentes normativos, fenómeno al que ya hemos aludido,
aspecto externo, no sucede lo mismo en la culpa inconsciente sino con una actitud inversa, adoptando enfoques valorativos
en la que la referencia subjetiva es sustituida por una simple cuando el tribunal sólo les pide que aporten datos empíricos de
exigencia normativa, el deber de percibir el peligro, y que no psicología individual. El autor señala en primer lugar lo fre-
debe confundirse con las exigencias normativas que el Dere- cuente que ello resulta en el análisis del tipo subjetivo, en
cho hace en general a todo aquel que actúa peligrosamente, y especial cuando se pronuncian sobre los motivos del hecho,
consistentes básicamente en controlar el peligro para evitar pues el déficit de una adecuada metodología empírica es
sustituido por opiniones parciales de ellos. En otras ocasiones
Antón III. 360-362 y Nota 84: El autor, partiendo de una perspectiva la búsqueda por el perito de una vía para atenuar o excluir la
estrictamente kantiana, critica la actittud neokantiana de captar los responsabilidad del autor le lleva a abandonar el ámbito de la
valores a partir de ciertos círculos de cultura históricamente configura- capacidad de culpabilidad, que es sobre lo que se le ha pedido
dos en la medida que supone vincular el valor a la realidad, en este caso pronunciamiento, e ingresar en el ámbito del dolo y la impru-
histórica, negando el punto de partida propio del valor en la razón; dencia donde, cuando no procede a psicologizaciones indebi-
además en muchos neokantianos ello no condujo a un relativismo
axiológico que dejaba la solución de los conflictos a la mayoría sino que
das, asume enfoques interpretativos que no le corresponden.
, suponía dar a los valores, extraídos del círculo de cultura en cuestión por
el científico-cultural, una validez absoluta, con independencia de su re-
conocimiento empírico. Frente a tal actitud, asume la postura de Kant (\54)Véase Hassemerl. 177-178. No es el momento ahora de polemizar con
para quien los valores no están vinculados a concretas formaciones el autor respecto a si en las situaciones de imprudencia estamos siempre
culturales sino a la razón (de ahí que no puedan derivarse de hechos) y ante situaciones de peligro en sentido jurídico-penal, cosa dudosa.
además, al tratarse de elementos no susceptibles de ser postulados como Véase Diez Ripollés II. 105-106.
absolutos en cuanto constituyen un inalcanzable límite ideal, tampoco No encuentra, por el contrario, justificada la distinción entre culpa
son susceptibles de imposición en supuestos en que no sean reconocidos consciente e inconsciente, desde su concepción del dolo y la
empíricamente, esto es, por las mayorías. imprudencia. Jakobs II. 259.
154 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES

Por otra parte, y aunque en el ámbito de la capacidad de


culpabilidad los riesgos de actuación valorativa de los peritos
más allá de su competencia son aparentemente menores, el
autor destaca diversos sectores donde es especialmente llama-
CAPITULO IV
tivo el proceder valorativo indebido de los peritos: Los supues- LA PERSPECTIVA
tos de imputabilidad disminuida son hipótesis en las que lo que PSICOLOGICO-COLECTIVA
prima verdaderamente es el aspecto valorativo consistente en
la conclusión de si en esas circunstancias se puede hablar ya de
una apreciable disminución de la culpabilidad; ahora bien, I. LAS NECESIDADES
resulta dudoso que un análisis pericial, yendo más allá de PSICOLOGICO-COLECTIVAS
describir una situación sobre la que luego el juez dirá si da lugar
a una disminución de la culpabilidad, pueda establecer una Los conocimientos suministrados por el Psicoanálisis en su
graduación de situaciones psíquicas que vaya en paralelo con análisis de los fenómenos sociales, vertiente ésta durante
la graduación valorativa que el juez hace al considerar tales mucho tiempo mantenida en la sombra ante el fulgor de los
situaciones; sin duda, si hace tal cosa el perito está procediendo hallazgos psicológico-individuales, van a constituir la base de
con una perspectiva valorativa, orientada en la idea de repro- un nuevo enfoque respecto a la formulación y constatación de
chabilidad, que va más allá del proceder empírico que le los elementos subjetivos de la teoría del delito.
corresponde. La originalidad de la perspectiva adoptada, no fácilmente
Otra vía de penetración de contenidos normativos improce- encuadrable en ninguno de los enfoques hasta ahora vistos,
dentes discurre por la traslación de los estados pasionales no justifica su tratamiento separado. Estamos ante un plantea-
morbosos o patológicos del área de la inexigibilidad a la de la miento que tiene muy presentes los datos de la Psicología, por
inimputabilidad. Ya hemos señalado en otro lugar cómo ello ha más que en su relevancia social y no individual; por otra parte,
sido criticado por suponer la pretensión, vana por lo demás, de puede considerársele como muy cercano a un planteamiento
convertir un problema valorativo en otro fundamentalmente normativo, en especial por el papel tan fundamental que en
empírico-individual; pero ahora se trata de resaltar cómo es toda formulación y actuación dogmáticas otorga a las exigen-
frecuente en el ámbito forense la aceptación de tal desplaza- cias de la teoría de la pena interpretada a la luz de la prevención
miento así como de las nuevas competencias que supone para general.
los peritos, lo que conduce, en resumidas cuentas, a que éstos El fenómeno psicológico-social del que parten es lo que se
adopten decisiones necesariamente valorativas sobre tales suele denominar la teoría del "chivo expiatorio", teoría que
situaciones, lo que no les compete055'. pretende explicar, desde el Psicoanálisis, las funciones y modo
de operar del Derecho penal en nuestra sociedad. En coheren-
cia con otros planteamientos modernos, que veremos en otro
lugar, el acceso al tema ya no se produce atendiendo al hecho
social de la criminalidad como criterio de referencia indiscu-
(156) Véase Bresser I. 678-679; II. 1189-1192 tido, sino que éste pasa a ser el proceso de criminalización. Es
156 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA PSICOLOGICO-COLECTIVA 157

así como Ostermeyer puede decir, citando a Reiwald, que "no ésta con las actuaciones de determinadas instituciones socia-
es el delito lo primero, sino la pena. La necesidad que siente la les, que serían las portadoras de ese Super-yo colectivo que ha
sociedad de penar es tan poderosa que no cabe explicarla sustituido al Super-yo individual. Esto da lugar a que esas
únicamente en virtud del delito"(1). personas vivan como propias las actuaciones de esas institu-
El punto de partida de la teoría reside en el hecho de que la ciones y piensen y actúen cada vez más ajenas a sí mismas al
persona humana, con independencia de si se trata de un faltarles un Super-yo, sin duda transmisor de las exigencias
fenómeno originario o bien condicionado históricamente, culturales pero con rasgos individualizadores, y al colocar al
debe renunciar a la satisfacción de determinados instintos e Yo en una situación de desacostumbrada debilidad(4).
impulsos si quiere desarrollar una vida social. Ahora bien, tal Con una configuración de la personalidad tan desajustada
renuncia, que se aprende dificultosamente a través de comple- como las descritas, se comprende por qué resulta tan frecuente
jos procesos de socialización en los que intervienen muy en nuestra sociedad que se reaccione afectivamente ante el
diversas instancias sociales, entre ellas sin duda el Derecho delito: El delincuente pone de manifiesto nuestros propios
penal, se realiza en el actual momento histórico de un modo que deseos inconscientes, esas tendencias que hemos reprimido sin
fomenta la aparición de impulsos agresivos o, según algunos, haberlas podido asumir y reelaborar socialmente, y que por ello
la potenciación de los ya originalmente existentes(2). pugnan por salir al exterior de muy diversas formas. El delin-
Ello se debe a que el proceso de socialización se realiza de cuente nos muestra que la solución adoptada por nosotros no es
una manera defectuosa, dando lugar a una estructura de la la única, que cabe también optar por la realización abierta de
personalidad inestable en donde no se logra la adecuada esos deseos instintivos. El delincuente despierta por tanto
relación entre sus tres elementos básicos, el Ello, el Yo y el envidia, deseos de imitarle, en una primera reacción(5).
Super-yo, debido especialmente a la debilidad del Yo, que le La sociedad, las instancias sociales encargadas de mantener
impide realizar una labor de compensación y equilibrio, ajus- el orden, son muy conscientes de ese fenómeno. De ahí que ven
tada a las necesidades reales, entre las exigencias instintivas el delito fundamentalmente no desde la perspectiva del daño
del Ello y las culturales vinculadas al Super-yo(3). social concreta y directamente causado por él, sino como un
De especial interés resulta el fenómeno, aludido por algu- fenómeno contagioso, que puede extenderse rápidamente y
nos autores psicoanalistas, según el cual el Super-yo individual amenazar de un modo mucho más peligroso la estabilidad de
termina siendo desplazado por un Super-yo masivo, colectivo, nuestra conciencia jurídica y con ello de todo el orden social
que se instala en la persona y que lleva a una identificación de actualmente vigente. Y tales instancias intentan contrarrestar
todo lo anterior imponiendo al delincuente un mal que sirva co-
mo ejemplo a los demás de lo que les sucederá si pretenden
imitarle(6).
(1) Véase Ostermeyer I. 51, 27; Hqffke III. 47, N. 22.
(2) Véase Hqffke III. 163; Ostermeyer 1.35-36,52; Mitscherlich, citado por
Hqffke III. 112-115; Kóberer (5). (4) Véase Ostermeyer I. 36-37, 80.
(3) Véase Hqffke III. 162-163; Kóberer (5); Freud, Alexander-Staub, (5) Véase Hqffke III. 162-163; Kóberer (5); Freud, citado por Hqffke III.
Mitscherlich, Jung, Neumann , citados por Hqffke III. 97-98,103-104, 95-96.
114-115,135-141. (6) Véase Hqffke III. 163; Kóberer (5); Ostermeyer I. 52.
158 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA PSICOLOGICO-COLECTIVA 159

Pero el temor a la pena no explica plena y adecuadamente la actitud del Yo y el Super-yo respecto a esos impulsos
todo el proceso psicológico-social que mantiene a la mayoría inconscientes, crea sentimientos de culpabilidad que amena-
de los ciudadanos dentro de la ley. El efecto intimidatorio es un zan descargarse a través de una auto-agresión. Es entonces
mero aspecto a tener en cuenta entre otros, y que por sí sólo no cuando interviene el Yo proyectando esos sentimientos de
devendría eficaz. Si la reacción penal tiene mayoritariamente culpabilidad, al igual que ha hecho con sus deseos reprimidos,
éxito en controlar la delincuencia se debe a que satisface en el delincuente, cuya punición supondrá satisfacer senti-
determinadas necesidades de los ciudadanos de orden. mientos de culpabilidad ajenos. Es de aquí, de este fenómeno,
En primer lugar, se refuerza el Super-yo de esos ciudadanos de donde surge la idea del chivo expiatorio: La realización del
en cuanto aprecian que su actitud, que ha optado por la delito y su castigo, personificados ambos en el delincuente, son
represión de los impulsos asocíales y agresivos, es la correcta. elementos sociales básicos en la estabilidad de nuestra socie-
En segundo lugar, la pena permite establecer una neta dad. Si la conducta delictiva permite una beneficiosa reducción
distinción entre la conducta social, de la que el ciudadano de de las tensiones derivadas de la represión de nuestros instintos
orden forma parte, y la conducta asocial. Esto supone la asocíales, en cuanto el delincuente se libera por nosotros de la
satisfacción del impulso de estimación de uno mismo, en represión, su consecuente castigo resulta algo imprescindible
cuanto se siente perteneciente al orden social. ya que sólo esa acción punitiva en cabeza ajena logra restable-
En tercer lugar, en los casos en que se haya desarrollado ese cer de nuevo nuestro equilibrio psíquico(8).
Super-yo colectivo antes mencionado, la estrecha identifica- Así, el mecanismo del chivo expiatorio patentiza de un
ción del ciudadano de orden con las instituciones sociales, en modo difícilmente eludible la cercanía existente entre los
este caso con la Administración de Justicia, le permitirá sentir ciudadanos de orden y los delincuentes, algo que de todas
como propia la agresión que la sociedad realiza sobre el maneras ya expresaba la teoría de la intimidación, pero que
delincuente, lo que posibilitará que desahogue así determina- alcanza su más clara manifestación con el doble proceso de
dos impulsos agresivos(7). identificación registrado con el delincuente en la construcción
Pero la reacción más importante y extendida es la siguiente: del chivo expiatorio(9).
El ciudadano de orden se identifica también de un modo directo En cuanto a las comprobaciones empíricas que se han
con el delincuente, en la medida en que, como hemos señalado, podido hacer del mecanismo del chivo expiatorio, al margen de
éste ha satisfecho los impulsos que aquél quisiera satisfacer las investigaciones macrosociológicas que se ocupan de fenó-
igualmente. Esa identificación supone ya una descarga parcial menos tales como la desmedida curiosidad que suscitan en la
de los impulsos agresivos y asocíales del ciudadano de orden, sociedad las informaciones sobre la comisión de delitos o la
seari los originarios o los derivados de la represión, que se logra continua demanda de productos culturales denominados poli-
a través del delincuente. Ahora bien, la satisfacción sustitutiva
que ello proporciona, dado que no supone una modificación de
(8) Véase HaffkeUl. 162-163,163; Ostermeyerl. 52-56; Alexander-Staub,
Reik.Jung, citados por Haffke ffl. 102-103,105-106,136-137.
(7) Véase Haffke HL 163; Ostermeyer I. 52-54; Adíer, Bernfeld, Reiwald, (9) Véase Freud, Reik, Reiwald, citados por Haffke ffl. 97,106,142,145;
citados por Haffke ffl. 148-150, 125-127, 141-148. Haffke ffl. 165.
160 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA PSICOLOGICO-COLECTIVA 161

cíacos, se están desarrollando recientemente investigaciones necesidades colectivas, sino que lo que procede es adoptar
mucho más precisas sobre grupos sociales reducidos que desde estos momentos una actitud'desveladora de su irraciona-
permiten una mayor concreción del funcionamiento de ese lidad y de su origen en una estructuración defectuosa de la
mecanismo psicológico-social. Estas investigaciones han personalidad, por más que masivamente difundida en nuestra
logrado confirmaciones de la hipótesis dentro del círculo sociedad. Naturalmente eso conlleva consecuencias inmedia-
familiar, así como en el ámbito de la psicoterapia de grupos tas para el Derecho penal, cuya supresión, como principal
psicoanalítica(10). soporte de esas necesidades colectivas, se pide, o en el mejor
de los casos se propone su configuración de un modo que le
impida realizar ese papel de desahogo de tales necesidades
II. LA ACTITUD POLÍTICO-CRIMINAL colectivas.
PROCEDENTE Tal actitud está estrechamente ligada a una de las dos
concepciones antropológicas contrapuestas que conviven en el
La existencia de todo ese conjunto de necesidades psicoló- Psicoanálisis01): Frente a quienes sostienen que la persona
gico-colectivas lleva a la conclusión, en primer lugar, de que humana es por naturaleza asocial y el carácter originario de las
existen unas necesidades colectivas de conducta desviada y, pulsiones agresivas, hay otro sector cuyo defensor más carac-
sobre todo, de reacción social a esa conducta desviada, nece- terizado es W. Reich, pero que también tiene figuras tan
sidades que parece son satisfechas hoy por hoy de modo destacadas como Fromm, Adler y su escuela, e incluso con
fundamental por un mecanismo institucional cual es el Dere- alguna reserva, Jung y la suya, que rechazan la postura anterior:
cho penal, que identifica y prueba la existencia de conductas Así, Reich niega que la cultura y el orden social dependan de
delictivas y les impone a continuación una pena. En segundo la represión de unas pulsiones asociales originarias; por el
lugar, que hay que cuestionarse si procede conformarse con tal contrario, la aparición de un orden social injusto, que para
situación o, por el contrario, hay que adoptar medidas modifi- mantenerse debió ocuparse de reprimir las necesidades natura-
cadoras de ella. les no asociales, es la que dio lugar a que, de la represión de esas
pulsiones naturales, surgieran pulsiones socialmente perturba-
/ . Las posturas radicales doras. Es pues la actual estructura social la que crea impulsos
agresivos y la que condiciona la existencia de mecanismos
Existe un importante núcleo de autores para quienes la
sociales para neutralizarlos(12).
actitud correcta reside en no dar pié a la satisfacción de esas
En ese contexto, ha llegado el momento, bien de buscar
otros mecanismos más satisfactorios que solucionen el proble-
(10) Véase Hqffke III. 157-159,172 Nota 28, con abundantes referencias a ma de la pulsiones agresivas por la vía más correcta de
investigaciones en esa línea; Ostermeyer I. 185-186. Kóberer (3-4)
insiste por su parte en la dificultad de directas verificaciones empíricas
del mecanismo del chivo expiatorio al tratarse de un fenómeno macro-
social. (11) Véase Haffkelll. 172-174.
Véanse además las referencias al mecanismo del chivo expiatorio de (12) Véase Reich, Fromm, Adler, Menninger, Jung, Neumann, citados por
Sessar 376-380; Luzón Peña 150-153. HaffkelYL. 120-122, 108-112, 135-141,148-157.
162 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA PSICOLOGICO-COLECTTVA 163

fomentar estructuras de la personalidad no defectuosas y que esa situación. Tal actitud dará lugar a una situación en la que
puedan asumir dentro de sí sin excesivos problemas tales la responsabilidad y los efectos del delito serán compartidos
contenidos, bien de acudir a la raíz del problema, esto es, a la por el autor y la sociedad, en la que la socialización no irá
estructura de nuestra sociedad y modificarla para que así referida sólo al autor individual sino también a la sociedad,
desaparezca la causa de esos impulsos agresivos. De un modo puesto que el delito depende en gran medida de la salud
u otro, para estos últimos autores el Derecho penal, en cuanto psíquica de la sociedad donde se produce(l5).
consagra una satisfacción de necesidades de origen defectuo-
so, no es aceptable que perdure, al menos en su configuración 2. La postura gradualista basada
actual03). en la prevención general de integración
En línea con este segundo grupo de autores psicoanalistas,
que generalmente parten de una visión optimista de la bondad No son, sin embargo, estas actitudes radicales, por lo demás
de la naturaleza humana, algunos juristas han optado asimismo poco matizadas, las que nos interesan a nosotros básicamente.
por una crítica radical del Derecho penal. Para Plack estamos Por el contrario, hemos de dedicarnos a otras posturas que,
ante una sociedad en la que prima la ética del poder y de la siendo conscientes de la función psicológico-colectiva desem-
obediencia, de la que el Derecho penal no es más que un mero peñada por el Derecho penal, comprenden su necesidad, al
producto. Con la citada moral la persona se ve privada de un menos transitoria, e intentan explicitarla y sistematizarla para
desarrollo adecuado de su personalidad en el que sus pulsiones, así controlarla más adecuadamente.
que no son originalmente asociales, ven cerradas sus vías Estos autores se congratulan de que cada vez vaya afianzán-
normales de desahogo, viéndose compelidas a satisfacerse a dose una nueva actitud de los juristas e incluso de psicoanalis-
través de caminos sustitutivos, entre los que se encuentran sin tas de cara al fenómeno psicológico-social descrito, en virtud
ninguna duda los mecanismos jurídico-penales ya menciona- de la cual se estima plenamente justificado que, al menos
dos. Para el autor es preciso configurar la sociedad de forma transitoriamente, se valore positivamente la asunción por el
que resulte posible el desarrollo de personalidades capaces de Derecho penal de funciones psicológico-sociales como las
integrar dentro de sí de un modo coherente la satisfacción de las descritas: La existencia de tales necesidades colectivas es algo
necesidades y las exigencias derivadas de una vida en socie- real en nuestra sociedad, hasta el punto de que su generaliza-
dad. En un proyecto tal no tiene cabida un Derecho penal como ción entre los miembros de nuestra sociedad impide que se
el actual(14). Sessar, por su parte, tras señalar la estrecha relación pueda hablar de ellas como algo "anormal", se trata verdade-
entre la configuración concreta del Derecho penal y las nece- ramente de un elemento sustancial de nuestro sistema social.
sidades psicológico-colectivas de la sociedad exige a la socie- Este arraigo social impide comportamientos demasiado
dad que asuma las responsabilidades que le corresponden en esquemáticos frente a ellas: Prescindir sin más de esas necesi-
dades en la configuración del Derecho penal no va a impedir

(13) Véanse los citados en Nota anterior, además de Reiwald, con las
páginas respectivamente aludidas.
(14) Véase Plack 114-115, 118, 120, 331, 337, 345-346. (15) Véase Sessar 376-383.
164 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA PSICOLOGICO-COLECTTVA 165

que ellas sigan existiendo y que terminen filtrándose de nuevo Sin duda Haffke, y con él otros autores, optan por esta
a los lugares de donde han sido expulsadas. Por otra parte, su segunda alternativa. El reconocimiento de la funcionalidad
consideración como irracionales debe ser, si no negada, al actual de los mecanismos de satisfacción de las necesidades
menos matizada: Dada la actual configuración de nuestra psicológico-colectivas descritas no supone necesariamente la
sociedad y sus dificultades de modificación rápida y profunda, defensa del status quo; por el contrario, se trata de trabajar en
parece de lo más racional que nuestros ciudadanos, para la línea de posibilitar determinados procesos de reorganización
salvaguardar su equilibrio psíquico, hayan utilizado un meca- social más racional. La meta sería la de romper la moral
nismo como el chivo expiatorio o los otros más arriba también compulsiva vigente en nuestra sociedad, posibilitando, por así
mencionados, y que hayan creado o aprovechado para tales decirlo, que los ciudadanos sean capaces de asumir conscien-
fines el Derecho penal; con ello se logra solventar un problema temente su propia criminalidad. El proceso ha de ser, sin
mayoritario, por más que, desde luego, de un modo relativa- embargo, necesariamente lento, tanto por su propia naturaleza
mente superficial y, sobre todo, creando un nuevo problema, el como porque el legislador es responsable de las consecuencias
de la represión de minorías desviadas, que soportan gravosa- indeseables que una aceleración del proceso puede producir en
mente el peso de la solución adoptada y suponen en último otros ámbitos, jurídicos o no, de nuestra sociedad. En la
término una fuente continuada de disfuncionalidades socia- concreción de ese ritmo deberán desempeñar un papel funda-
les(16). mental los análisis psicológico-colectivos del Psicoanálisis(18).
Haffke ha sido uno de los autores que se ha planteado más En este contexto de prudencia Haffke no se cansa de
detenidamente lo que debiera hacerse desde una postura realis- recordar, cuando polemiza con autores más impacientes, la
ta. Para él, caben dos actitudes pragmáticas, o bien se adopta necesidad que hoy por hoy se tiene de una ética autoritaria,
una actitud fatalista y se concluye que tales necesidades heterónoma, que regule las conductas debidas apoyándose en
psicológico-colectivas van a existir siempre y el Derecho penal argumentos de autoridad, y en amenazas. Las circunstancias
será también quien se ocupe en buena parte de satisfacerlas, o sociales actuales dan lugar, como ya se ha señalado, a estruc-
bien se parte de la imprescindible función social que la satis- turas de la personalidad escasamente desarrolladas e integra-
facción de esas necesidades desempeña de cara a la estabilidad das en las que encuentran campo abonado fenómenos tales
de nuestra actual sociedad, pero se considera que estamos ante como el del chivo expiatorio o el de identificación con el
una realidad social modificable, de forma que se puede aspirar Estado agresor. La superación de esos fenómenos no puede
a superar tal situación en el futuro(17). olvidar cuáles con sus presupuestos, fundamentalmente el
logro de un Yo maduro, reconciliado con su Ello y su Super-
yo, y mientras éstos no se den ni puede prescindirse de una ética
(16) En esa misma línea se recuerda que es incorrecto calificar "prima facie"
al mecanismo del chivo expiatorio como irracional por el simple hecho
de que satisfaga necesidades instintivas: La irracionalidad no es una
característica que se pueda predicar de las pulsiones instintivas por el (18) Véase Haffke I. 55-56; IJJ. 8-10, 51-53, 165-166, 170-171, 174-176;
mero hecho de ser tales. Trechsel 422; Bollinger 175. Un autor psicoanalista especialmente
Véase Kóberer (2, 3, 5-6, 13 N. 24); Trechsel 419-420. consciente de las posibilidades de modificación social de un modo
(17) Haffke ID. 51-53. paulatino es Mitscherlich, citado por Haffke HJ. 115-117.
166 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA PSICOLOGICO-COLECTIVA 167

autoritaria, pasando a la deseable ética humanista individual- nos preocupan, sea un factor acelerador de su superación(23).
mente creada y asumida, ni olvidarse de uno de sus instrumen- Eso lleva, ante todo, como señala Bóllinger, a ser especialmen-
tos fundamentales como es el Derecho penal(19). te reacios a asumir indiscriminadamente las pretensiones de
En esa vía hacia la superación de esas necesidades psicoló- legitimación que pueda plantear el actual Derecho penal(24).
gico-colectivas hay diversos hitos que han de tenerse muy Las metas finales a lograr con todo el procedimiento descri-
presentes. En primer lugar, que a toda actuación en esa línea to no difieren sustancialmente de aquellas a las que aspiraban
debe preceder un análisis detenido y cuidadoso de tales nece- los partidarios de una actitud radical favorable a la supresión,
sidades, de forma que la estrategia adoptada se ajuste a datos o reformulación sustancial, inmediatas del Derecho penal. Se
reales(20). En segundo lugar, que el proceso de cambio debe ir trata de llegar a una sociedad madura que sea capaz de
acompasado a la progresiva asunción por los ciudadanos de las reaccionar de un modo no afectivo a la criminalidad, y en la que
causas que han dado lugar a esas necesidades psicológico- ésta pase a ser considerada como un fenómeno patológico
colectivas(21). En tercer lugar, que el impulso decisivo para esa aislado, derivado de carencias individuales de socialización y
superación no corresponde darlo al Derecho penal y a su educación, a la que se debe reaccionar con medios exclusiva-
eventual reformulación; por el contrario, debe acudirse a las mente preventivo-especiales(25).
auténticas causas sociales que llevan a que la sociedad de Esta última referencia nos da pié para aludir a un último
forma mayoritaria valore defectuosamente al hecho delictivo aspecto de la problemática que estamos tratando, y que sin
y a su autor, y a que se bloqueen las reacciones razonables duda ya habrá surgido en la mente del lector desde hace algún
frente a ambas realidades. Desde esa perspectiva se mencionan tiempo: La satisfacción de las necesidades psicológico-colec-
los condicionamientos socio-económicos, las defectuosas tivas a través del Derecho penal, y la consideración de tal
técnicas de socialización, la modificación de las estructuras satisfacción como condición indispensable para el manteni-
educativas o comunicacionales, etc.(22). miento del actual orden social, nos muestra que estamos ante
Desde luego, uno de los medios, aunque limitado y secun- un fenómeno perfectamente encuadrable en el ámbito de
dario, en la modificación de la insatisfactoria situación social preocupaciones de la prevención general. En realidad estos
que estamos describiendo ha de ser el propio Derecho penal. autores consideran a la teoría de la prevención general como
Para ello Haffke aconseja que el Derecho penal, en sus formu- una teoría de psicología social, que encuentra su verificación
laciones y procedimientos, vaya siempre un paso por delante empírica a través del Psicoanálisis(26), y al Derecho Penal como
del nivel psicológico-social alcanzado, de manera que, sin per-
der el contacto con las necesidades psicológico-colectivas que
(23) Véase Haffke III. 169. Trechsel 420, 423-424 parece apoyar también
esta actitud.
(24) Véase Bóllinger 174-175; Haffke III. 108-112, 160-161.
(19) Véase Haffke III. 109-112,122-123,140-141,160-161,165-166,176- (25) Véase Haffke DI. 76, 86,147-148,162-163; Bóllinger 175.
177; Kóberer (11-12). (26) Sobre la legitimación conductista, o de teorías del aprendizaje, de la
(20) Véase Haffke I. 49-50, 51, 55. prevención general, y la menor rotundidad al respecto, véase Haffke III.
(21) Véase Haffke I. 56; II. 55; Bóllinger 175. 153-157, y la bibliografía allí citada.
(22) VéaseHaffkel.57;III. 168-169, \1 A-\l 5, Kóberer {\2)\ Bóllinger 173. Véase Haffke III. 8-10,49-51, 64-67, 87-88; Kóberer (6).
168 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA PSICOLOGICO-COLECTTVA 169

una institución social estrictamente condicionada por esos midatorio, lo supera con creces, en especial a través de los
planteamientos preventivo-generales, o lo que es lo mismo, mecanismos del chivo expiatorio, de la identificación con el
psicológico-sociales(27). Dadas estas vinculaciones, procede Super-yo social, de la satisfacción de los sentimientos narcisis-
hacer las siguientes observaciones con ellas relacionadas: En tas o de autoestima, y del reforzamiento de la corrección de la
primer lugar, que la idea de la retribución como punto de actitud de orden inicialmente asumida por la mayoría de los
referencia de la teoría de la pena se infiltra en estos plantea- ciudadanos. Estamos por consiguiente ante actitudes que, a
mientos de un modo mediato, ya que si bien estos autores tenor de las clasificaciones más recientes, podrían considerar-
parten de la prevención general, la realización de ésta sólo se se partidarias de la prevención general positiva, o prevención
obtiene si se da vía libre a las ideas retributivas de los ciudada- general de integración, por más que, insisto, abarcan dentro de
nos, expresadas a través de sus necesidades psicológico-colec- sí, aunque en un lugar secundario, la idea del temor a la pena
tivas de punición del delincuente(28). En segundo lugar, que la del ciudadano(30).
configuración del Derecho penal en torno a las exigencias
derivadas de la prevención general es algo hoy por hoy inelu- 3. La postura basada en la prevención
dible, pero históricamente condicionado; es más, estamos ante general intimidatoria
una situación transitoria que deberá ser superada, a la búsqueda
de una sociedad más racional, precisamente con la ayuda de, Antes de terminar este apartado me gustaría aludir a un
entre otros mecanismos, los preventivo-generales del Derecho autor, Luzón Peña, quien adopta actitudes muy similares a las
penal, que dejarán de tener sentido una vez lograda esa meta(29). que ahora acabamos de ver, pero con algunas diferencias
En tercer lugar, se parte por estos autores de un concepto de importantes. También para este autor el Psicoanálisis resulta
prevención general que, sin renunciar al estricto aspecto inti- un elemento fundamentador de la prevención general, y ésta no
supone más que un fenómeno transitorio al que hoy por hoy no
se puede renunciar. Asimismo se puede confiar en un futuro sin
(27) El grado en que el Derecho penal se configura en torno a las necesidades condiciones materiales favorecedoras del delito y con ciudada-
psicológico-colectivas, y por tanto en función de las exigencias de la nos suficientemente maduros como para poder configurar el
prevención general lo veremos detenidamente en el próximo apartado. Derecho penal en torno a la prevención especial y no a la
(28) Véase Trechsel 419; Sessar 375-378, y la bibliografía allí citada. Por lo
demás, una relectura de los diversos mecanismos psicológico-sociales general00.
descritos en el Apartado I muestra inequívocamente tal cosa. Especialmente tajante es en la idea de que el Derecho penal
Por otra parte resultan muy esclarecedoras las afirmaciones de Haffke debe ir "por delante y ser más avanzado, o más exactamente
' III. 76-79, en donde se preocupa de mostrar la estrecha relación más racional y menos emocional, que determinados sectores
existente entre la idea de retribución y la de prevención general, en tanto de la población": A favor de ello está en primer lugar que tales
en cuanto la primera ya ha abandonado toda pretensión absolutizadora
concibiéndose a sí misma como "un medio para la conservación de los actitudes del legislador no tropezarán con un rechazo social
valores básicos de la convivencia social", y la prevención general ha
pasado a concebirse como mecanismo estabilizador de la conciencia
jurídica. No todo lo que allí dice, sin embargo, es compartible. (30) En esa línea, véase Haffke III. 63,70,72,80-82,84, entre otros.
(29) Véase//ajf^ 111.71-72,76,73N.19,53-56,140-141,152-153,166,86. (31) Véase Luzón Peña 143-144.

wm
170 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA PSICOLOGICO-COLECTIVA 171

activo que pudiera ser peligroso y que no pudiera contrarrestar- fundamentalmente a un número cada vez más creciente de
se utilizando los medios de comunicación social que permiten penalistas que, tomando en consideración todas esas necesida-
neutralizar esos prejuicios de la opinión pública; en segundo des psicológico-colectivas, han elaborado la teoría de la pre-
lugar, porque el Derecho penal debe ser un factor activo en la vención general positiva o de integración, como alternativa a
modificación de las opiniones sociales, no debiendo prestar la prevención general intimidatoria(35).
atención ni cobijar en su seno a las reacciones puramente Pese a ese apoyo del Psicoanálisis sólo indirecto y tácito(36),
agresivas e irracionales de la sociedad, "pues denunciar la Luzón considera que es la idea de la intimidación, del temor a
irracionalidad y agresividad de parte de la sociedad e intentar la pena como mecanismo directamente inhibidor de las con-
evitar que el Derecho penal se aferré a ellas, no es a su vez ductas socialmente intolerables, el que ha de tener la primacía
irracional y agresivo, sino todo lo contrario: racional"(32). Aquí en una teoría de la prevención general. Esta también puede
nos encontramos ya ante una actitud que en el Capítulo anterior asumir los planteamientos que insisten en el carácter funda-
habríamos llamado de racionalidad experta y que le separa mentalmente estabilizador de la conciencia y equilibrio psíqui-
claramente de autores como Haffke, Kóberer y otros aquí co de los ciudadanos, aunque siempre de un modo secundario
estudiados que intentan un difícil equilibrio de tal racionalidad y derivado, lo que además debe manifestarse en que las
con la cotidiana, incluso decantándose ligeramente por ésta. exigencias de pena derivadas de esta prevención general de
A su vez, Luzón nos llama la atención sobre el dato de que integración no deberán ser tenidas en cuenta si discrepan en
las referencias al temor producido entre los ciudadanos por la cualquier sentido de las derivadas de la prevención general
amenaza penal, la intimidación, las han puesto en primer plano intimidatoria(37).
y elaborado detalladamente los penalistas, mientras que los A favor de su planteamiento Luzón destaca en primer lugar
psicoanalistas, sin negar la realidad anterior, han preferido la fundamentación totalmente racional de la que es susceptible
confinarse en el estudio de las necesidades psicológico-colec- una prevención general estructurada en torno a la intimidación.
tivas satisfechas por el Derecho penal(33). Bien es verdad que En esa línea, señala que la crítica radical del Psicoanálisis al
Luzón también tiene presente que la actitud psicoanalítica, una Derecho penal no afecta al enfoque intimidatorio, debido
vez que se han puesto de manifiesto tales mecanismos psico-
lógico-colectivos, no pretende legitimar su existencia y con
ella la del Derecho penal(34), y que esa tarea ha correspondido
responde a las diferenciadas actitudes psicoanalíticas que hemos ido
viendo. Véase supra.
(32)" Véase Luzón Peña 154 y Nota 48. (35) Véase Luzón Peña 152-153, 147-149.
(33) Véase Luzón Peña 150-151,152. Por lo demás considero muy discuti- (36) En mi opinión Luzón es excesivamente pesimista respecto al apoyo por
ble la inclusión que Luzón hace de Haffke entre los penalistas que han los psicoanalistas de la idea de intimidación. Como hemos recogido al
desarrollado la idea de la intimidación por la amenaza penal. Como se inicio de este Capítulo el Psicoanálisis sí que contempla la realidad del
ha dicho supra Haffke es un claro defensor de análisis más complejos temor a la pena, lo que sucede es que le atribuye un lugar secundario
de las funciones realizadas por el Derecho penal. entre los otros fenómenos psicológico-sociales logrados con el Derecho
(34) Véase Luzón Peña 153,155, por más que este autor incluye a todos los penal.
psicoanalistas en esta crítica radical del Derecho penal, lo que no (37) Véase Luzón Peña 143, 146.
172 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA PSICOLOGICO-COLECTIVA 173

precisamente a su racionalidad, mientras que no puede decir lo III. LA EXPLICITACION DE LA PERSPECTIVA


mismo la prevención general de integración(38). PSICOLOGICO-COLECTIVA
Efectivamente, una de las críticas básicas que este autor
realiza a los partidarios de tener en cuenta esas necesidades
1. En el Derecho penal en general
psicológico-colectivas con una teoría de la prevención general
ajustada a ellas es la de su legitimación de actitudes irraciona-
Descritos los mecanismos psicológico-colectivos produci-
les: Se trata de dar por buenos y satisfacer los sentimientos de
dos en torno al Derecho penal, así como las diferentes actitudes
venganza manifiestos o latentes de la sociedad, algo que nunca
adoptadas por quienes son especialmente sensibles a su exis-
puede ser misión del Derecho penal. La pretensión de calificar
tencia, procede en este apartado ocuparnos de las descripcio-
a la teoría de la prevención general, y en último término del
nes existentes sobre la forma en que esos mecanismos psicoló-
Derecho penal, basada en la satisfacción sustitutiva de los
gico-colectivos se infiltran en las más diversas construcciones
impulsos asociales reprimidos, como unas teorías racionales,
del sistema del Derecho penal, prestando especial atención a lo
o al menos como las más racionales posibles, no es más que una
que sucede con los elementos subjetivos de la teoría del delito.
racionalización encubridora del hecho de que se acepta acomo-
Para algunos de estos autores la satisfacción de necesidades
dar el Derecho penal a necesidades irracionales(39).
psicológico-colectivas a través del Derecho penal resulta efi-
Por otra parte, el autor señalará su disconformidad con el
caz y decisiva desde el primer momento, esto es, desde la
hecho, del que ya vimos eran conscientes los partidarios del
inicial labor de seleccionar los bienes jurídicos protegidos y las
enfoque criticado, de la aceptación de una introducción indi-
conductas que, aun pendientes de perfilarse dogmáticamente,
recta de la idea de la retribución a través del respeto a las
atenían contra ellos. Ostermeyer, con planteamientos frecuen-
necesidades psicológico-colectivas de punición del delincuen-
temente entrelazados con los de la denominada "teoría de la
te que posee la sociedad(40).
definición"(42), intenta mostrar la medida en que las necesida-
Por último, considera que una teoría de prevención general
des psicológico-colectivas condicionan ese proceso jurídico-
integradora supone unas mayores exigencias de pena en rela-
penal inicial. Para este autor la determinación de las conductas
ción con la prevención general intimidatoria(41).
que deben ser consideradas dignas de punición por el Derecho
Luzón, por consiguiente, elabora una teoría penal vinculada
penal así como la intensidad de la penalidad que debe serles
también al Psicoanálisis pero con unas características especí-
impuesta no están en razón directa con su dañosidad social, al
ficas que le alejan de los planteamientos jurídicos más arriba
menos tal como este concepto habitualmente se entiende. Hay
señalados respecto a las consecuencias que de ello debieran
sin duda conductas de una mayor nocividad o peligrosidad
derivarse para el Derecho penal en su conjunto.
sociales que no resultan penadas o lo están levemente. El
baremo con cuya ayuda se establecen aquellas variables es el
de la mayor o menor presión que determinadas pulsiones
(38) Véase Luzón Peña 145-146,155,149.
(39) Véase Luzón Peña 149,153,154,155.
(40) Véase Luzón Peña 147,153-154. (42) Tal teoría responde a los postulados interaccionistas y comunicaciona-
(41) Véase Luzón Peña 147, 149, 153. les, que tendremos ocasión de analizar en un Capítulo posterior.

11
-
174 JOSÉ LUIS DIEZ RJPOLLES LA PERSPECTIVA PSICOLOGICO-COLECTTVA 175

asocíales reprimidas estén ejerciendo sobre el débil Yo de los las segundas, por lo que les resulta más difícil sustraerse a la
ciudadanos de orden; a partir de un cierto nivel de presión la calificación de criminales, que es lo que realmente busca el
conducta inconscientemente deseada pasará a considerarse legislador; a su vez, las personas que cometen conductas contra
punible, y la intensidad de la pena variará con la de esa presión. el orden socioeconómico no se diferencian claramente del
El autor ejemplifica tal proceder con los delitos sexuales, ciudadano medio por lo que no son las más adecuadas para
contrarios a la vida o integridad corporal, patrimonio y segu- despertar el odio y furor que ha de originar el delincuente en la
ridad del tráfíco(43). segunda fase de identificación, cuando se proyectan los pro-
En realidad, señala Ostermeyer, la definición de lo que sea pios sentimientos de culpabilidad sobre él y se le impone la
la criminalidad, si verdaderamente la sociedad quiere descar- pena, por no citar otras necesidades psicológico-colectivas, ya
gar sus agresiones a través de ella, no puede tener como objeto descritas, que exigen tal distanciamiento; en tercer lugar, las
al hecho criminal sino a la persona criminal. Sólo ella, en personas en cuestión realizan conductas, las atentatorias contra
cuanto capaz de asumir las cualidades que el Super-yo colec- el orden socioeconómico, que no son accesibles a la mayoría
tivo atribuye al criminal, posibilita los diversos mecanismos de de los ciudadanos y además son demasiado nuevas, de manera
identificación sustitutiva ya descritos. Es así como el autor, por que no ha existido necesidad de reprimirlas intensamente y,
un lado, pasa a prestar especial atención a los criterios utiliza- consecuentemente, no se han originado pulsiones agresivas
dos por el legislador para seleccionar, no las conductas delic- elevadas, lo que dificulta la identificación con esos delincuen-
tivas, sino los delincuentes, y por otro, se ocupa de describir los tes tanto en la fase de proyección en él de los deseos incons-
procedimientos a través de los cuales se termina atribuyendo el cientes como en la de proyección de los sentimientos de culpa-
status de criminal a una determinada persona. bilidad; en cuarto lugar, los delitos contra la propiedad privada,
En el primer aspecto, destaca cómo la tendencia del legis- singularmente los más frecuentes, suelen ser poco com-
lador a proteger aquellos bienes jurídicos frecuentemente plicados, lo que facilita la descarga agresiva mucho más que
lesionados por las clases sociales menos favorecidas, en detri- los complicados delitos contra el orden socioeconómico(44).
mento de la protección de bienes jurídicos en cuya lesión No basta, sin embargo, con seleccionar las conductas delic-
intervienen sectores sociales más poderosos, tiene una clara tivas en función de la imagen más o menos "criminal" que sus
explicación psicológico-social. Tomando como ejemplo las habituales autores en general ofrezcan. Es menester, adicional-
inexplicables diferencias de punición entre las conductas lesi- mente, que a la persona en concreto catalogada como delin-
vas contra el patrimonio individual y privado y las que afectan cuente se le asigne un status criminal(45). Y es que cuando se
al orden socioeconómico o al patrimonio público, afirma que, vincula una conducta criminal a una persona no se le vincula
por una parte, existe el dato sociológico de que las conductas sólo esa conducta sino también una serie de cualidades adicio-
primeras las realizan personas más débiles que las que realizan
(44) Véase Ostermeyer l. 208-210, 123-124, 131-136.
(45) Ostermeyer 1.27-30 entiende por "status" la clasificación que se asigna
(43) Véase Ostermeyer I. 75-77, 208-210; II. 90. En la misma línea Sessar a las personas dentro del sistema social, su localización en la ordenación
373,373-374,379,379-380, quien menciona asimismo otros autores de jerárquica social. Vinculado al concepto de status está el de "rol", sobre
la misma opinión. el que volveremos más adelante.
176 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA PSICOLOGICO-COLECTTVA 177

nales que se estiman persistentes, es decir, se hace de la persona Laplanche y Pontalis han definido como "procedimiento
una determinada valoración y clasificación sociales que pre- mediante el cual el sujeto intenta dar una explicación coherente
tenden ser duraderas. Las cualidades que se le atribuyen por las desde el punto de vista lógico, o aceptable desde el punto de
instancias de control no tienen por qué ser siempre ciertas: La vista moral, a una actitud, un acto, una idea, un sentimiento,
definición de la criminalidad, y su versión acabada constituida etc., cuyos motivos verdaderos no percibe..."(48), explicaría en
por la atribución a la persona del status de criminal, no tiene que buena medida la actual configuración dogmática. En radical
reflejar la realidad sino justificar la descarga de las necesidades oposición con la extendida creencia entre los juristas de que su
psicológico-colectivas de la sociedad sobre el delincuente. objeto de estudio y su propia actividad están regidas por la
Ostermeyer procede a continuación a una exposición de los búsqueda de una justicia penal conscientemente dirigida a
diferentes clichés de la criminalidad poseídos por las diversas determinados fines, la realidad es que estamos predominante-
instancias que intervienen sobre el delincuente y de los méto- mente ante una sutil maquinaria conceptual que legitima y
dos por ellas utilizados para transformar la conducta criminal satisface encubiertamente una pluralidad de necesidades psi-
en el status criminal a través de la asignación de ulteriores cológico-colectivas. Tal actividad racionalizadora conduce a
cualidades al sujeto. Sólo esa imputación, que no comproba- sistemáticas deformaciones de la realidad que, por lo demás,
ción, del status criminal posibilita una adecuada satisfacción no son percibidas como tales por los operadores del Derecho,
de las necesidades psicológico-colectivas(46). quienes trabajan con la ilusión de que están procediendo a
Si nos ocupamos ahora de fases ulteriores de la elaboración análisis y decisiones objetivamente correctas.
jurídico penal hay que atender a la observación de Haffke quien Hasta tal punto se progresa en esa dirección que se ha
nos dirá que, si la tesis psicoanalítica de que el Derecho penal podido decir, concordando con unas críticas de Reiwald en ese
cumple funciones psicológico-sociales es cierta, eso debe sentido, que la gran cantidad de energías aportadas por los
manifestarse en la actual configuración del sistema del Dere- dogmáticas jurídico-penales para la elaboración de sus teorías,
cho penal, en el que presumiblemente se habrán integrado esas sus sistemas, y los debates con ello implícitos, no están
necesidades colectivas. Tarea fundamental de todo dogmático realmente en función de lograr progresos en la investigación
debiera ser, por consiguiente, la averiguación de esos mecanis- del delito y del delincuente y del modo adecuado para afrontar-
mos de integración y el grado en que determinan las estructuras los, sino en el afán por evitar el contacto directo con el
conceptuales dogmáticas, pues sólo tras ese conocimiento se delincuente: La sociedad, y los juristas por sí mismos y como
podrán tomar decisiones de cara a la superación paulatina de la representantes de ella, temen no ser capaces de controlar su
situación(47). propia criminalidad latente si mantienen una relación demasia-
Para estos autores una idea básica en el entendimiento de do estrecha con aquél, de ahí que necesiten una serie de
todas las construcciones dogmáticas, y de la Dogmática en elaboraciones que alejen cada vez más al delincuente de los
cuanto tal, es la idea de "racionalización". Este concepto, que ciudadanos de orden. Esta consideración global de la teoría

(46) Véase Ostermeyer I. 123-130, 131. (48) Véase Laplanche-Pontalis 362. Asume la definición Haffke III. 35, y da
(47) Véase Haffke I. 37-38,42-43, 50-51. una equiparable Ostermeyer I. 21.
178 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA PSICOLOGICO-COLECTIVA 179

dogmática, que sin duda complementa a su proceder raciona- represiones, proyección de sentimientos de culpabilidad y
lizador más arriba descrito, se pretende vincular al concepto logro de un cierto distanciamiento respecto al delincuente(51).
psicoanalítico del "desplazamiento", según el cual "el acento, Para Ostermeyer es especialmente significativo lo que
el interés, la intensidad de una representación puede despren- sucede con el tipo de lo injusto: La exclusión en el análisis del
derse de ésta para pasar a otras representaciones originalmente tipo de la mayoría de las circunstancias personales que pueden
poco intensas, aunque ligadas a la primera por una cadena hacer comprensible individualmente la conducta y que por
asociativa"(49). tanto podrían acercarla a las personas no delincuentes, circuns-
En línea con todo lo anterior, Ostermeyer pone de relieve la tancias que se relegan a momentos posteriores menos impor-
racionalización que implica el ideal jurídico-penal de la justi- tantes o al menos no tan ejemplificadores, coadyuva a esos
cia y el principio de igualdad: En contradicción con sus intereses psicológico-colectivos(52).
exigencias, se utilizan habitualmente instrumentos conceptua- Haffke, por su parte, se pregunta por las razones que llevan
les que inspirados aparentemente en una mejor adecuación a a dar una importancia decisiva a la producción o no del
tales ideales no son más que mecanismos encargados de resultado material o de peligro en los delitos culposos, o en la
posibilitar hasta el último momento la introducción de necesi- tentativa, así como a la diversa entidad del resultado en la
dades psicológico-colectivas, como sucede con la interpreta- medición de pena. Para el autor, apoyándose precisamente en
ción extensiva o los conceptos jurídicos indeterminados(50). determinadas afirmaciones de Welzel, Stratenwerth y Schmid-
Especialmente críticos son los autores respecto a la teoría y háuser, estamos ante la aceptación clara por la Dogmática de
formas de proceder de la argumentación jurídica en la que exigencias derivadas de necesidades psicológico-colectivas
aprecian fundamentalmente un proceder irracional, lleno de para cuya satisfacción es preciso no una conducta delictiva
lugares comunes y fórmulas vacías, carentes de método y, en sino un delincuente y, como dice Welzel en relación con la
suma, muy alejada de las aspiraciones a un control racional de tentativa, "asesino es sólo quien realmente ha dado muerte a
la decisión. No puede ser, sin embargo, de otro modo dado que otro"(53) Qon independencia de la colocación sistemática que
no se capta que la deseada argumentación racional está vedada
a un juez que debe satisfacer de un modo inconsciente todas las
necesidades psicológico-colectivas derivadas del juego de las (51) Véase Haffke III. 36-37; Ostermeyer I. 97-100.
(52) Ostermeyer I. 85-86. Haffke III. 46 N. 12 considera esta crítica de
Ostermeyer como excesivamente tajante y poco matizada.
(53) El autor se refiere no sólo a lo dicho por Welzel sobre la tentativa, en
(49) Respecto a la definición acabada de recoger véase Laplanche-Pontalis donde señala igualmente que estamos ante "concepciones de raíces
96. En cuanto a las afirmaciones recogidas en los últimos párrafos, profundamente irracionales" (véase Welzel I. Derecho Penal alemán.
véase HaffkeUl. 20-21,33-35,41-42,50-51; 1.38; Os termeyer 1.81,86- 261-262), sino asimismo a la alusión de Welzel al "sentimiento irracio-
87; Bóllinger 172. A la necesidad de limitar la búsqueda de la verdad, nal... de que la cosa no era tan grave cuando todo ha terminado bien" en
a tenor de las necesidades psicológico-colectivas, alude también Trech- relación con la relevancia del resultado en los delitos culposos (véase
sel 421, y a la conveniencia de elaborar una teoría psicoanalítica del De- Welzel II. Fahrlássigkeit und Verkehrsdelikte. 20-21). También alude al
recho penal y no sólo de la criminalidad, tomando para ello como objeto respeto de consideraciones irracionales pero sociológicamente ciertas
de análisis al sistema de conceptos dogmáticos, Kóberer (2). al tratar la relevancia a dar al resultado incluso en los delitos dolosos,
(50) Véase Ostermeyer I. 81-85, 86-87. MirPuigll.
180 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA PSICOLOGICO-COLECTIVA 181

luego se asigne al resultado, su relevancia expresa cómo la de orden emplea para diferenciar entre comportamiento delic-
Dogmática tiene presentes actitudes de la vida cotidiana enrai- tivo o conforme a derecho. Eso implica, ni más ni menos, que
zadas en necesidades psicológico-colectivas(54). lo decisivo no es saber lo que subjetivamente ha sucedido en el
autor, sino lo que otros creen que ha sucedido. No se trata de
2. En los elementos subjetivos de la teoría profundizar en la psique del autor sino de averiguar con
jurídica del delito garantías cómo perciben los otros miembros de la sociedad, los
ciudadanos de orden, los sucesos psíquicos ajenos(55).
Pero indudablemente el sector de la Dogmática en donde se A pesar de que nos encontramos sólo ante los inicios de
dan las circunstancias más favorables para la introducción de investigaciones que buscan plasmar este enfoque psicológico-
contenidos psicológico-colectivos es en relación con los diver- colectivo en aspectos subjetivos concretos de la teoría jurídica
sos elementos subjetivos de la teoría del delito. del delito, existen ya algunas posiciones al respecto(56). Se
Haffke, y en el mismo sentido Kóberer, retoman la idea de insiste, por ejemplo, en una formulación y constatación del
Bockelmann, ya expuesta en otro lugar, según la cual el dolo a la que haya precedido un análisis que ponga de manifies-
Derecho penal poseería una Psicología esotérica, y la hacen to cuáles sean los impulsos, valoraciones e imputaciones co-
suya pero con modificaciones significativas: El Derecho penal lectivas que han de hallar expresión en él(57). Del mismo modo,
ciertamente no está vinculado a la Psicología individual... el tratamiento que se ha de dar a los motivos relevantes en
porque lo está a la Psicología colectiva. La alternativa no diferentes lugares de la teoría jurídica del delito ha de corres-
reside, como pensaba Bockelmann, en tener en cuenta los datos ponder a los postulados propios de una psicología pragmática,
de la Psicología, o dejarlos fuera de consideración total o practicable, de sentido común, en la que se acepta una reduc-
parcialmente. El dilema está en si hay que dar la primacía a los ción de la verdad a cambio de configurarlos de acuerdo a
datos de la Psicología individual o de la colectiva. Para estos criterios que corresponden con los prejuicios sociales(58).
autores la opción es clara. El derecho penal "representa de Para Haffke, un análisis de las circunstancias legales que
modo primordial una reacción colectiva a la conducta desviada obligan a pasar del homicidio al asesinato en el Derecho penal
y consecuentemente debe tomar en consideración en una cierta alemán muestra que, desde la perspectiva de un análisis empí-
medida las necesidades, temores, afectos e ideas de la sociedad rico psicológico-individual, tales circunstancias deberían
que pena". De ahí que deba "trasladar determinadas ideas propiamente llevar a una rebaja de la pena, pues por lo general
colectivas sobre la psique del autor al Derecho penal". en tales condiciones la capacidad del Yo para dirigir la acción
Consecuentemente, los elementos subjetivos de la teoría está disminuida al ser sobrepasado por los impulsos provenien-
del delito no son datos a constatar empírico-individualmente tes del Ello. El que, sin embargo, el Derecho penal proceda en
sino a imputar a través de determinadas reglas de atribución.
No se trata pues de una atribución arbitraria, sino de una (55) Véase Haffke I. 38-39, 42-43; Kóberer 6-8.
vinculada estrictamente al proceder cotidiano que el ciudadano (56) Sobre los diferentes elementos subjetivos en los que puede incidir este
enfoque, véase Haffke I. 39 y Nota 21; Kóberer (2).
(57) Véase Haffke I. 42-43; Kóberer (6).
(54) Véase Haffke I. 50-51. (58) Véase Trechsel 421,422.
182 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA PSICOLOGICO-COLECTTVA 183

un sentido inverso se debe a que las circunstancias calificativas Eso otorga un cierto margen de maniobra tanto en la formula-
del asesinato cumplen una función diversa: Están allí para ca- ción de las figuras delictivas como en su aplicación al caso
nalizar la indignación y enojo colectivos en relación con una concreto. Con esa actitud limitadora Kóberer estima poco
conducta estimada como especialmente odiosa, algo que se aconsejable fomentar formulaciones delictivas en las que se
aprecia de forma explícita en los razonamientos judiciales obligue al juez, eventualmente ayudado por peritos, a analizar
cuando enjuician estas conductas. El que por otra parte, y de en cada caso concreto los elementos de la figura delictiva a la
una forma aparentemente contradictoria, resulte frecuente el luz de las reacciones psicológico-colectivas suscitadas por esa
uso de peritajes psiquiátricos en estos casos cuando llega el conducta. Constatado por el legislador lo que psicológico-co-
momento de dilucidar la capacidad de culpabilidad, con even- lectivamente debe ser abarcado por el Derecho penal, deberá
tuales consecuencias atenuatorias de pena, no expresa más que realizar formulaciones delictivas para cuya constatación no ha-
la ambivalencia en la que se encuentra el ciudadano de orden ya necesidad de acudir a la verificación de las reacciones socia-
ante esta conducta, atrapado entre un irracional deseo retributi- les en cada caso producidas. Es más, sería conveniente formu-
vo o de venganza y una igualmente irracional, y propicia a la lar tales figuras delictivas del modo más objetivo posible, para
comprensión de la conducta, identificación con el delincuente. así controlar mejor la introducción de las necesidades psicoló-
De ahí que donde parece haber mayor necesidad de pena es gico-colectivas. Con las misma tendencia Bóllinger recordará
donde, paradójicamente, se está más dispuesto a renunciar a que no siempre los motivos deberán ser imputados en el actual
ella(59). Derecho penal; cabe pensar en sectores en los que ya se pueda
También la opción por la agravación de la pena en la ir a la búsqueda de una verdad psicológico-individual(61).
reincidencia no es coherente con los datos criminológicos que, En relación con la culpabilidad y sus elementos subjetivos
basándose en análisis psicológico-individuales, coinciden en constitutivos existen igualmente razonamientos en la línea que
señalar el menor ámbito de libertad de que dispone el reinci- estamos estudiando. Haffke incide en un análisis psicológico-
dente. Sin duda estamos aquí de nuevo ante ideas y fuerzas colectivo de la culpabilidad desde dos problemáticas diversas
psicológico-colectivas que no tienen nada que ver con la aunque complementarias: Por un lado, la comprobación de que
capacidad individual de culpabilidad(60). científico-naturalmente no se puede partir de la culpabilidad
En relación con la presencia en las figuras de delito de entendida como capacidad individual para actuar de otro
elementos subjetivos y la atención que se debe prestar con ellos modo, de forma que un análisis psicológico-individual verda-
a las necesidades psicológico-colectivas, no faltan autores que, deramente consecuente debe proceder negando ese postulado.
enlazando con las ideas ya expresadas en otro lugar relativas a Por otro lado, la extendida antinomia entre una ejecución de la
que. el reconocimiento de tales necesidades no impide su pena en la que pasa a primer plano el fin resocializador del
paulatina superación, señalan cómo esas realidades psicológi- delincuente, y un veredicto de culpabilidad o fase de imposi-
co-colectivas no son con frecuencia excesivamente precisas. ción de pena en los que lo determinante es precisar la respon-
sabilidad del autor por su conducta.

(59) Véase Haffke 1.48-49.


(60) Véase Haffke I. 49. (61) Véase Kóberer (8-10); Bóllinger 175.
184 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA PSICOLOGICO-COLECTIVA 185

Para el autor esta discordancia entre las dos fases aludidas sentimientos de culpabilidad propios sobre una persona, el
responde a la diversa consideración del libre albedrío que se delincuente, a la que se declara culpable. Por otra parte, como
hace en cada una de ellas. El autor alude con ello a los plantea- señalan tanto Haffke como Ostermeyer, la formulación del
mientos de Haddenbrock, que recogimos en el Capítulo ante- juicio de culpabilidad en relación con una persona aislada
rior: Es decir, si desde un enfoque retrospectivo, científico- elimina la mala conciencia sobre la responsabilidad de la
natural, la libertad es negada, desde un enfoque prospectivo, sociedad en la producción de esa conducta delictiva(62).
existencial, es afirmada. De este modo, el Estado trata al de- En lo que se refiere a la medición de la pena no faltan
lincuente como libre en la fase de imposición de pena, y como tampoco manifestaciones partidarias de hacer un análisis psi-
condicionado y necesitado de terapia en la fase de ejecución. cológico-colectivo de sus pautas, en especial respecto a los
Pero la pregunta es: ¿Por qué se le trata como libre en la elementos subjetivos utilizados(63). En realidad ya hemos alu-
primera fase? Nada impediría proceder igual que en la segun- dido a ellas cuando en el estudio de los criterios de selección de
da. Pues bien, esa doble actitud hacia la realidad tiene sin duda las conductas delictivas hemos resaltado cómo también la
componentes psico-sociales. La sociedad parece que necesita cuantía de la pena impuesta a la conducta seleccionada está en
partir en un primer momento de la idea de que la persona directa relación con la intensidad de los impulsos agresivos de
humana goza en general de libertad en su actuar. Tal necesidad la sociedad que deben ser satisfechos(64).
se convierte en una exigencia normativa que le lleva a abando- Haffke comprueba cómo, al igual que sucede con la deter-
nar las habituales perspectivas naturalísticas y optar por otras minación de la culpabilidad, también la fijación de su cuantía
existenciales que satisfacen esos requerimientos. La conse- es algo que no se constata sino que se imputa. Argumentos a
cuencia es que la culpabilidad no es algo que se constata sino favor de esta tesis serían ante todo el de que la pena resulta
que se imputa, actitud que explica el abandono del enfoque fundamentalmente determinada por el marco penal asignado a
psicológico-individual y las frecuentes generalizaciones utili- cada figura delictiva, de ahí que la pregunta decisiva en la
zadas. Lo decisivo por consiguiente pasa a ser por qué la graduación de la pena no sea el grado de culpabilidad del autor
sociedad reacciona a la conducta desviada imputándole culpa- sino el por qué la sociedad desde un principio valora que se da
bilidad al autor y bajo qué criterios hace tal cosa. La respuesta una mayor culpabilidad si se realiza un delito de robo o
radica fundamentalmente en las necesidades psicológico-co- asesinato que si es uno de hurto o injurias. Señala además la
lectivas. Sólo la progresiva asunción por la sociedad de estas frecuencia con que en la medición judicial de la pena los
realidades colectivas y su decisión de superarlas permitirá tribunales se guían por criterios consolidados y generalizado-
deshacer la antinomia mencionada. res, sin prestar la debida atención a las circunstancias indivi-
En el marco de esas necesidades psicológico-colectivas duales; sintomático al respecto es la relevancia otorgada a la
Ostermeyer, quien llega a conclusiones semejantes sobre la gravedad del resultado producido, algo que no tiene normal-
culpabilidad, destaca el reforzamiento que se logra de las
identificaciones implícitas en el mecanismo del chivo expiato-
(62) Véase Haffke I. 43-46; II. 50-55; Ostermeyer I. 90-92. Propugna un
rio, cuando la distinción entre ciudadanos de orden y asociales análisis en la misma línea de la culpabilidad Kóberer (2).
se acentúa con los juicios desvalorativos morales de la culpa- (63) De un modo genérico y sin entrar en detalles, véase Kóberer (2).
bilidad y con la mayor facilidad con que se proyectan los (64) Vid. supra.
186 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA PSICOLOGICO-COLECTIVA 187

mente que ver con la cuantía de la culpabilidad del autor. De ahí 3. En las propias estructuras procesales y
la conveniencia de estudiar los impulsos e ideas que llevan a los en los aplicadores del Derecho
tribunales a elegir unas determinadas pautas generalizadoras
en la cuantificación de la pena, y no otras. Cabe pensar que en Una comprensión adecuada de las vías por las que se
uno y otro caso nos volveremos a encontrar con las necesidades infiltran las necesidades psicológico-colectivas en el Derecho
psicológico-colectivas(65). penal exige atender no sólo a los elementos dogmáticos en los
Ostermeyer realiza una crítica más ceñida al par. 46 del que se incrustan y que, consiguientemente, condicionan tanto
Código penal alemán. Para este autor la pretensión del legisla- su formulación como su constatación procesal, sino también a
dor de vincular básicamente la medición de la pena a la los mecanismos estrictamente procesales cuyo funcionamien-
culpabilidad obedece al temor de que los fines de la pena, to influyen. Son las actuaciones procesales las que de modo
incluida entre ellos también la idea de retribución, no respeten directo satisfacen las necesidades psicológico-colectivas, de
el principio de culpabilidad. La retribución, incapaz de elabo- ahí que no pueda extrañar que sobre ellas incidan de modo
rar un criterio preciso que relacione conducta y pena, y la especial las exigencias de psicología social.
prevención general no son más que racionalizaciones de ten- Para Ostermeyer se producen dos procesos racionalizado-
dencias agresivas. La prevención especial se ha desvirtuado en res paralelos: Por un lado, el que asegura que las necesidades
la medida en que pretende reeducar en un contexto coactivo. psicológico-colectivas de la sociedad van a encontrar satisfac-
Pero tampoco la idea de culpabilidad en cuanto tal impide ción adecuada a través del Derecho penal, por otro lado, el que
que se filtren contenidos psicológico-colectivos en su proce- asegura que las necesidades instintivas de los aplicadores del
der: No hay criterios de proporcionalidad entre culpabilidad y Derecho van a encontrar satisfacción a través de su actuación
pena, por lo que nada impide que la pretendida relación de en el sector correspondiente del Derecho penal. Si esta segunda
proporcionalidad sea invadida por las necesidades psicológi- vertiente racionalizadora no se desarrolla, no cabe esperar una
co-colectivas, y que, por ejemplo, la proyección de los senti- efectiva realización de la primera. De lo anterior se deriva que
mientos de culpabilidad propios en el delincuente lleve a que el Derecho penal procesal tiene dos funciones básicas a satis-
la pena que se le imponga se eleve lo suficiente como para facer, la de trasladar la satisfacción de las necesidades psico-
abarcar no sólo su culpabilidad sino también la de la sociedad lógico-colectivas de la sociedad a una fase decisiva cual es la
a través de él(66). aplicación concreta del Derecho, y la de garantizar el funcio-
namiento de esta fase por medio de la satisfacción en ella de
ciertas necesidades instintivas de las aplicadores del Dere-
(65) Véase Haffke 1.47-48. Dada la vinculación de esas necesidades psico-
• lógico-colectivas a la prevención general, cabría pensar que este autor
cho(67).
condiciona la medición de la pena a ella. Sin embargo, su postura Ostermeyer se ocupa de desenmascarar los mecanismos
matizada hacia la satisfacción de las necesidades psicológico-colecti- psicológico-sociales concurrentes en la libre valoración de la
vas se vuelve a apreciar cuando en Haffke III. 85 Nota 11 rechaza
agravaciones de la pena fundadas exclusivamente en razones preventi-
vo-generales. Que ambas actitudes se puedan compatibilizar es una (67) Véase Ostermeyer I. 97. Insisten también en la importancia de la
cuestión que debería quedar abierta. actividad procesal en estos dos sentidos Bóllinger 176; Trechsel 400-
(66) Véase Ostermeyer I. 92-96. 401.
188 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA PSICOLOGICO-COLECTTVA 189

prueba por el juez de cara a obtener su convicción subjetiva. existentes que parecen mostrar que la tendencia a ser juez
Para este autor no debe llevarnos a engaño la libertad que se da resulta fomentada por la presencia de un carácter autoritario
al juez en la elección de todo tipo de pruebas, con la mira puesta que precisa de intensas descargas de pulsiones. El juez sufre
en aproximarse lo más posible a la verdad. En realidad, esa con frecuencia una identificación con las valoraciones de todo
libertad implica ausencia de revisión de ellas, ausencia de el aparato judicial, de modo que asume el Yo colectivo de la
control, y posibilita que el juez se conforme con pruebas justicia y se desvincula de su Super-yo personal: Esta identifi-
indirectas que permitan la filtración de las exigencias psicoló- cación le permite prescindir de sus problemas inconscientes,
gico-colectivas. En la misma situación de falta de control y que a partir de entonces se satisfacen sin problemas ya que han
satisfaciendo idénticos fines se encuentra el mecanismo en pasado a convertirse en exigencias objetivas de la Administra-
función del cual el juez, llegado un momento, afirma que posee ción de Justicia para defender a la sociedad de los delincuentes.
la convicción subjetiva(68). Ya no existe más que una clara línea divisoria entre el aparato
Igualmente Ostermeyer alude al proceder formal y solemne judicial, que contiene todas sus represiones y sentimientos de
utilizado en el proceso. Tales formalidades exceden con fre- culpabilidad, y el delincuente, es decir, entre lo social y lo
cuencia a las expresamente exigidas por las leyes procesales, asocial. Para mantener esta neta y cómoda distinción el juez
y ello se debe a que están además satisfaciendo diversas será el primer interesado en rechazar toda suavización de las
necesidades psicológico-colectivas. En primer lugar, la solem- formalidades procesales, que desenmascararían la situación.
nidad y el formalismo, que se expresan incluso en la propia El juez, a lo largo del proceso y de acuerdo con las necesidades
vestimenta divergente, al imposibilitar el acercamiento perso- psicológico-colectivas de la sociedad, que representa, va
nal, aseguran una plástica distinción entre la conducta social y "bribonizando, truhanizando" al procesado lo que no sólo
la asocial, además de salvaguardar del temor al contacto con el satisfará esas necesidades sociales sino que además reforzará
delincuente. En segundo lugar, tal situación posibilita al juez de un modo especialmente directo la autoimagen del juez como
asumir el papel del padre que castiga al niño que ha realizado perteneciente al Yo social, en contraposición con la imagen
una conducta indebida, simbolismo que, además de causar asocial del procesado(70).
apreciables efectos en la relación entre procesado y juez, per-
mite ocultar las necesidades vengativas de la sociedad que se (70) Véase Ostermeyer l. 102-105;II. 106-108. El autor procede igualmente
están satisfaciendo en el proceso. En tercer lugar, la solemni- al análisis de cómo se satisfacen las necesidades psicológico-colectivas
dad sustituye con aparente éxito a una racionalidad y a una vo- que venimos estudiando a través de otras instancias de control social
luntad para verificar la realidad que brillan por su ausencia. Se estrechamente ligadas a la Administración de la justicia penal, como
trata de encubrir las debilidades del proceso y las consecuen- son el aparato policial y el penitenciario. Véase Ostermeyer 1.105-107,
124-127, 128-130, 137-143.
tes dudas que pueda hacer surgir la decisión final adoptada(69). El autor considera que el análisis psicológico-colectivo de la crimina-
Atento también al segundo grupo de racionalizaciones lidad no está concluido mientras no se aluda al proceso final, en función
precisas, Ostermeyer menciona las diferentes investigaciones del cual la persona a la que se le ha atribuido el status de criminalidad
asume el rol de criminal. Su planteamiento intenta explicar desde una
perspectiva psicoanalítica lo que los partidarios del enfoque criminoló-
(68) Véase Ostermeyer I. 88-90.
gico del etiquetamiento consideran el paso de la criminalización prima-
(69) Véase Ostermeyer I. 100-101.
ria a la criminalización secundaria. Véase Ostermeyer I. 28-30, 193-
195.
CAPITULO V
LA PERSPECTIVA INTERACCIONISTA

I. SU PROCEDENCIA TEÓRICA
En este Capítulo nos vamos a ocupar de diversas corrientes
de Sociología y de Psicología, incluso de la Filosofía, que
terminan formulando planteamientos muy semejantes en sus
resultados de cara a la búsqueda de la verdad en el ámbito del
Derecho penal, y singularmente en relación con los elementos
subjetivos de la teoría del delito.
No creo que sea éste el lugar adecuado para detenerse en una
descripción detenida de esas corrientes. Baste con aludir bre-
vemente a ellas, y observar, más adelante, cómo se concretan
sus postulados en los temas que a nosotros realmente nos
interesan(,).
Por un lado, las posiciones que aquí van a desarrollarse se
vinculan a la perspectiva de conocimiento abierta por el
interaccionismo simbólico. En lo que concierne a su análisis de
la criminalidad, esta corriente vendría a decirnos que la crimi-
nalidad no es un concepto que describa una mera cualidad de
la conducta, sino que alude a un fenómeno interactivo entre el
autor y los otros miembros de la sociedad(2).
La afirmación anterior conduce, por un lado, a preguntarse
por cuáles sean los mecanismos sociales que llevan a definir a
una conducta como criminal, y a definirla precisamente a
través de unos determinados elementos y no de otros. Eso
(1) Como obras generales que describen sus puntos de partida y formula-
ciones genéricas, pueden consultarse, entre otros, Bergalli-Bustos-Mi-
ralles. 39-43, 146-159, 169-181; Taylor-Walton-Young 156-225;
Beltrán 96-101, 162-190; Jiménez Blanco-Moya Valgañon Editores
277-397,161-190.
(2) Véase Sack 1.433; II. 23-24.
192 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA INTERACCIONISTA 193

supone acudir a la teoría del etiquetamiento y a los estudios por Creo que lo acabado de decir es suficiente. Espero que, pese
ella realizados en torno a la criminalización primaria. En al diverso origen de todas esas posiciones teóricas, por más que
íntima relación con lo anterior, en especial respecto al proceso el interaccionismo simbólico es un buen elemento de referen-
de concreción en un tipo delictivo de la conducta definida cia (aunque no propiamente de pertenencia) entre todas ellas,
como criminal, se muestra oportuno el acudir a los plantea- la exposición que sigue sea capaz de mostrar una nueva vía de
mientos de la Filosofía del lenguaje en sus investigaciones acceso a la problemática de la formulación o constatación de
relacionadas con el ámbito jurídico, fundamentalmente a tenor los elementos subjetivos de la teoría del delito.
de su calificación de los conceptos jurídicos como adscriptivos
y no descriptivos.
Pero la consideración de la criminalidad como un fenóme- II. LA BÚSQUEDA DE LA
no interactivo no repercute sólo, utilizando ya términos fami- VERDAD CONSENSUAL
liares en nuestra investigación, en el proceso de formulación de
la conducta delictiva, sino que es asimismo especialmente sig- Una primera aproximación al tema tiene lugar a través de la
nificativo en la labor de constatar los elementos que se han discusión sobre el concepto de verdad del que deba partirse.
definido como constitutivos de la conducta criminal, en el caso
concreto. En esta tarea adquieren una importancia decisiva la 1. Planteamientos en esa línea
Sociología fenomenológica y más concretamente dentro de
ella los enfoques etnometodológicos, la Psicología cognitiva, La idea de la verdad consensual, concepto que vendría a
la Filosofía analítica de la acción, la teoría comunicacional lin- sustituir con éxito al de verdad material, es algo que late de un
güística de Habermas, la de legitimación por el proceso de modo más o menos explícito en la mayor parte de las posturas
Luhmann y ciertos enfoques psicológico-conductistas radica- doctrinales recogidas en este Capítulo, y explica muchas de sus
les. A todas estas posiciones, a las que aludiremos a continua- actitudes. En este apartado nos centraremos en las opiniones
ción en la medida que sean de interés para nuestros propósitos, más explícitas al respecto.
les es común la idea de que la constatación de los elementos del Sin duda la primera mención ha de ser para Habermas
delito en el proceso, y con mayor razón aún si se trata de quien, en el marco de la escuela de Frankfurt, ha desarrollado
elementos subjetivos, implica fenómenos de atribución o de la "teoría consensual de la verdad", un enfoque epistemológico
imputación, con frecuencia estrechamente condicionados por formulado con la pretensión de servir de instancia crítica a los
el contexto procesal en que se desenvuelven, y en los que la diversos procederes institucionales, entre los que se encuentra,
idea de consenso entre los partícipes desempeña casi siempre sin ninguna duda, el Derecho procesal penal. Para este autor
un papel mayor o menor; los puntos de vista cotidianos o de sólo puede asignarse un predicado a un objeto si cualquiera que
sentido común son un punto de referencia polémico entre los pudiera participar en ese discurso haría lo mismo. Es decir,
defensores de estas teorías(3).

(3) Aluden expresamente a los componentes teóricos acabados de Rottleuthner 65-68, 77-78; Blum-Mc Hugh 191-192; Lenk 201-202;
mencionar, Sack I. 432-433, 439, 440-444, 452; II. 23-24; III. 373; Betancourt 705-706; Habermas 101-108, 114-117.
194 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA INTERACCIONISTA 195

referimos la distinción entre expresiones falsas o verdaderas al destaca cómo la primacía otorgada a la verdad material resulta
juicio de otros, más en concreto, al juicio de todos aquellos con contradictoria con la protecciórTdada por la Convención euro-
los que yo pudiera entrar en discurso si mi historia vital fuera pea de Derechos humanos a la igualdad de medios entre
coextensiva a la historia de la humanidad. Ahora bien, de hecho acusación y defensa, y a la presunción de inocencia. Ambos
yo sólo puedo controlar mis afirmaciones a través de unas principios son continuamente relativizados por el Tribunal
pocas personas. Eso no impedirá que yo pueda extrapolar ese Supremo alemán y por la doctrina cuando entran en conflicto
acuerdo con unas pocas personas a muchas más, algo que será u obstaculizan el principio de la verdad material(8).
tanto más fácil cuanto menos dudas sobre la competencia de En realidad, el problema ideológico de fondo sigue siendo
aquellas tengamos. O dicho de otra forma, yo puedo afirmar la que somos deudores todavía en el proceso penal de la vuelta
verdad de algo si cualquier otro enjuiciador competente con- que se produjo en los años 30 a ideas preliberales y prekantia-
cordaría conmigo(4). nas. La verdad material es un principio que surgió básicamente
También Zippelius, limitándose ya a la problemática jurí- para cerrar el camino a un auténtico respeto a los derechos del
dica, señala que hay que acudir a un concepto de verdad procesado. La auténtica finalidad de la actual vigencia de la
entendido como confirmación por la experiencia inmediata de verdad material se aprecia claramente si observamos cómo se
cualquier persona de algo que se ha descrito a partir de una acepta relativizar tal principio en determinadas ocasiones en
experiencia anterior individual; tal verificación va más allá de que juega un papel favorable al procesado: Así, en la valora-
lo que otorga la experiencia individual aislada e implica ción de las pruebas la doctrina se conforma con la convicción
introducir la idea de consenso tanto en el ámbito de la experien- judicial subjetiva, lo que implica aceptar una verdad material
cia externa como en el de los juicios de valor(5). Por su parte, relativa, y el Tribunal Supremo alemán, en la misma línea,
Müller, refiriéndose ya estrictamente a la verdad en el proceso estima que basta con una certeza pragmática e incluso que no
penal, aboga por una vuelta a los planteamientos procesalistas es preciso que la conclusión del juez sea lógicamente obligada,
liberales para quienes procedía una búsqueda de la verdad es suficiente con que sea posible, actitudes que no serían
mediata, derivada de la contradicción procesal entre las partes factibles, dada la presunción de inocencia y el in dubio pro reo,
y no constitutiva del fin primordial del proceso(6). en el proceso anglosajón(9).
Éste último autor merece ser citado más detenidamente en Por otra parte estos autores consideran desde un punto de
cuanto ha realizado una crítica al actual proceso penal orienta- vista epistemológico que también es difícilmente defendible la
do en la búsqueda de la verdad material, desde planteamientos opción por la verdad material. Müller recordará cómo en los
ideológicos, fundamentalmente intentando salvaguardar más planteamientos liberales del siglo XIX, y al margen de perspec-
correctamente determinados ideales jurídico-penales procesa- tivas ideológicas, se consideraba más eficaz de cara a la
les. Tras realizar un sugerente análisis histórico(7), Müller obtención de la verdad la contraposición entre las partes que el
método inquisitivo, además de enumerar diversas corrientes
(4) Habermas 124-125.
(5) Véase Zippelius 3-4.
(6) Véase Müller 525-526. (8) Véase Müller 528-531.
(7) Véase Müller 522-528. (9) Véase Müller 530, 532-533.
196 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA INTERACCIONISTA 197

psicológicas y de teoría del conocimiento contrarias a la social la transmisión de una representación; tal transmisión se
posibilidad de obtener la verdad material*10). Zippelius señala lo produce debido a que se da uña certeza intersubjetivamente
difícil que resulta mantener una teoría ontológica de la verdad vinculante. Pero hay otros medios de transmitir representacio-
en un ámbito como el Derecho, transido repetidamente de nes, por ejemplo, a través de la simpatía personal, de la
puntos de vista valorativos, respecto a los cuales no existen pertenencia a ciertos grupos, o de la supremacía del poder.
criterios absolutos en relación con los cuales se pueda estable- Pues bien, para el autor puede pensarse en transmitir esa
cer la correspondencia entre la realidad y la intelección0 u . representación a partir del poder y no de la verdad, y el proceso
Habermas también rechazará el concepto de verdad material, penal puede concebirse desde esa perspectiva: Así, a la pregun-
en la medida en que se trata de una teoría ontológica de la ta de por qué se aceptan las decisiones del poder, Luhmann no
verdad y que por tanto exige considerar verdaderas aquellas responde con el argumento de la coacción física, ni siquiera
expresiones que se orienten a la realidad, que la reflejen y la con el del consenso; alude a la tendencia a aceptar fáctica e
ilustren: Tal correspondencia entre expresión y realidad debe inmotivadamente decisiones indeterminadas dentro de unos
ser a su vez explicitada a través de otras expresiones. Eso hace ciertos límites de tolerancia. Este fenómeno propio de las
que el término "realidad" no tenga otro sentido que el que complejas sociedades modernas lleva, más allá de la acepta-
nosotros le demos en "expresiones verdaderas" sobre datos ción de la decisión, a modificar las propias expectativas de
existentes. Es decir, no podemos partir de un concepto de conducta cuando la decisión no responde a lo que nosotros
"realidad" independiente del término "expresión verdadera" esperábamos: Tal discordancia produce una frustración, y ésta
con el que lo expresamos. De ahí que el concepto de realidad nos lleva a adaptarnos a la nueva situación. Estamos pues ante
no sea más que algo inherente a todos los fenómenos sobre los un proceso de aprendizaje, y no sólo de aceptación. Es induda-
que son posibles expresiones verdaderas<12). ble, concluye el autor, que para producirse tal fenómeno hace
Una perspectiva digna de mención respecto al concepto de falta un clima social que institucionalice como algo evidente la
"verdad" es la que adopta Luhmann, concepción a la que cabe aceptación de tales decisiones(13).
aludir aquí con independencia de lo que luego se dirá, más Más adelante continuaremos con este razonamiento de
ampliamente, sobre su teoría de legitimación por el proceso. Luhmann. Baste lo ahora dicho para mostrar cómo en realidad
Para este autor el proceso se ha de analizar en cuanto mecanis- el autor parte igualmente de una idea de consenso. Consenso
mo dirigido a la toma de decisiones. En ese contexto Luhmann que no va referido directamente a la obtención de la "verdad",
se pregunta, teniendo presente que la función del proceso es como los autores hasta ahora vistos, pero que resulta idea
motivar a otros a tomar la decisión judicial como pauta de su fundamental para la legitimación que realiza del actuar institu-
conducta, si no hay medios preferibles al de la búsqueda de la cional a través del concepto de "poder": El autor parte de un
verdad para lograr tal propósito. La verdad supone en el tráfico consenso presunto, del que disfrutarían las instituciones socia-
les, y entre ellas la Administración de Justicia, por anticipado,
y que les ahorraría la comprobación de su existencia en el caso
(10) Véase Müller 525-526, 531-532.
(11) Véase Zippelius 3.
(12) Véase Habermas 123-124. (13) Véase Luhmann, I. 23-37.
198 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA INTERACCIONISTA 199

concreto*14). Pienso que sólo en esas condiciones se entiende La transformación de una frase en una manifestación implica
que pueda prescindirse del concepto de verdad. En realidad un "acto lingüístico que hace que ya no estemos simplemente
podría decirse que el autor pasa de una verdad consensual expresando un contenido lingüístico sino que también colo-
expresa a otra presunta. quemos tal expresión lingüística en un determinado lugar
pragmático. Así, cuando se promete algo, no sólo se expresa el
2. Análisis de la postura de Habermas contenido de la promesa sino que además tal contenido lingüís-
tico se inserta en el contexto de una promesa y no, por ejemplo,
Antes de pasar a otro apartado, considero interesante reco- de una prohibición. Una manifestación sería pues el efecto de
ger más atentamente alguna de las posturas que han optado por un acto lingüístico que haría que ésta estuviera compuesta de
una verdad consensual, y detenerme en la problemática que esa una frase ejecutiva y de otra proposicional: La primera estable-
opción presenta. Sin duda la más elaborada es la de Habermas, cería un determinado modo de comunicación entre orador y
quien intenta identificar las condiciones para la obtención de la oyente, la segunda intentaría, en ese contexto, comunicar sobre
verdad consensual en un plano teórico. Su análisis podría objetos. Así pues, la comunicación lingüística tendría dos
resumirse del modo siguiente: niveles, el de la intersubjetividad en la que hablan oyente y
El autor, desde una perspectiva de teoría del lenguaje, orador, y el de los objetos sobre los que pretenden entenderse.
distingue entre lo que sea una frase y una manifestación: Si la La comunicación como entendimiento sobre objetos sólo se
primera alude a una unidad lingüística, la segunda se refiere a realiza a partir del entendimiento del nivel de intersubjetividad
en que se está. A este último nivel atendería la teoría de la
"frases situadas", es decir, a unidades pragmáticas del habla.
competencia comunicacional, que pretende explicar cómo los
partícipes en el lenguaje, por medio de los "universales
(14) Véase en esa línea Rottleuthner 1A. Este autor, por lo demás, critica la pragmáticos", transforman las frases en manifestaciones. Si las
actitud de Luhmann ante el concepto de verdad, en primer lugar porque manifestaciones a que nos referimos son las "manifestaciones
su decisión de sustituir el concepto de "verdad" por otros mecanismos elementales", aún quedan a un nivel superior y al que ahora no
implica renunciar a elaborar un criterio adecuado de verdad, y porque
si bien la transmisión de la verdad es algo subjetivamente evidente, que
vamos a atender, las "manifestaciones concretas", que son
no necesita de mayor fundamentación, la transmisión del poder precisa aquellas cuyo significado está además determinado por condi-
de una fundamentación, es decir, debe legitimarse. En segundo lugar, ciones extralingüísticas contingentes. Las manifestaciones
porque su concepto de "aprendizaje" es, por una parte, excesivamente elementales que a nosotros nos interesan atienden sólo a las
simple al contemplar sólo hipótesis de frustración, ignorando que las estructuras generales de las situaciones lingüísticas pero no a
expectativas se modifican igualmente a través de recompensas, identi-
esas condiciones contingentes05'.
ficaciones... y que no toda frustración origina una modificación de
expectativas; por otro lado parte de un modelo de estímulo-respuesta Los universales pragmáticos son los que crean esas estruc-
que no atiende a la influencia recíproca entre ambos a tenor del círculo turas generales de las situaciones lingüísticas. No se trata de un
hermeneútico; y finalmente, su tesis posee unas connotaciones ideoló-
metalenguaje para describir las diversas situaciones lingüísti-
gicas insostenibles: Aprende quien acepta sin protestar las frustracio-
nes, quien reacciona asumiéndolas, el procesado que quiera comportar-
se de un modo razonable debe aceptar el juicio y la decisión en él
adoptada como un suceso natural inevitable. Véase Rottleuthner 12-1'4. (15) Véase Habermas 101-108.
200 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA INTERACCIONISTA 201

cas, sino que están insertas en el lenguaje normal ya que sólo Comprobamos sin embargo que en el habitual actuar insti-
su presencia permite crear las condiciones para la comunica- tucional las normas no se fundamentan de esa manera, sino a
ción, y por tanto las situaciones lingüísticas. Se pueden clasi- través de imágenes ideológicas legitimadoras. La validez de
ficar en "comunicadores", "constatadores", "representado- tales imágenes se vincula a una estructura comunicacional que
res", "reguladores" y "operadores". Sólo atendiendo a las excluye la formación discursiva de la voluntad, y que cierra por
distinciones que ellos posibilitan entre las diversas situaciones tanto el paso del actuar comunicativo al discurso. Tales barre-
lingüísticas se puede llegar a diferenciar entre un consenso real ras comunicaciones sirven igualmente para mantenernos en la
y uno ficticio en la comunicación entre varias personas(16). creencia de que estamos en un modelo comunicacional puro, lo
El autor procede a continuación a distinguir entre las dos que refuerza la legitimación de la situación y hace impenetra-
clases de comunicación lingüística, el "actuar comunicativo" ble la ficción en que nos encontramos. Habermas señala que
y el "discurso". En el primero de ellos se está ante un mero ésa es la paradójica aportación de las ideologías.
intercambio de información ya que se parte de unas exigencias Dado que las ideologías consiguen legitimar las normas a
de validez no problematizadas, es decir, de una situación de través de justificaciones aparentes no retrotraíbles a funda-
consenso. En el segundo de ellos ya no se intercambia informa- mentaciones discursivas, es preciso lograr un criterio con el
ción sino que, partiendo de unas exigencias de validez cuestio- que podamos saber en cada caso si nos movemos en el ámbito
nadas, se busca un acuerdo o consenso fundamentado. Se pasa de un auténtico discurso o no, si vamos camino de lograr un
del actuar comunicativo al discurso cuando no se da el consen- consenso real y no ficticio. Para ello hay que acudir a los
so, lo que hace que en el discurso pase a adquirir la primacía la propios medios lingüísticos del discurso, fundamentalmente a
disposición a entenderse(17). los universales pragmáticos antes aludidos, y preguntarse cuál
Cabe preguntarse a continuación qué es lo que da validez a sería la situación lingüística ideal en la que se pudiera llegar a
una norma de actuación: Los sujetos sólo siguen normas que un consenso real, algo imprescindible para el acuerdo en el
les parecen justificadas, y sólo consideran justificadas aquellas discurso y, en último término, para el actuar comunicativo(18).
normas que no dudan se mantendrían firmes en una discusión En primer lugar, para llegar a un consenso real es preciso
libre e ilimitada. Eso, a su vez, implica que la validez de una que éste sea verdadero.'. Una expresión es verdadera cuando el
norma depende de su posible fundamentación discursiva: Si predicado corresponde al objeto. El universal pragmático
podemos mostrar discursivamente que la norma de actuación "constatador" nos permite afirmar la verdad de una expresión
seguida por esos sujetos no cumple tales condiciones de en tanto en cuanto controla si se dan las condiciones para asig-
firmeza, abandonarán la norma correspondiente y modificarán nar un predicado a un objeto. Naturalmente para Habermas
su conducta. esas condiciones se obtienen a partir de la teoría consensual de
la verdad, tal como él la entiende(19). Desde esa perspectiva yo

(18) Véase Habermas 117-122.


(16) Véase Habermas 109-114. No creo proceda en este lugar un análisis (19) Véase la definición del concepto de verdad consensual de Habermas,
pormenorizado de esos universales pragmáticos. así como la crítica al concepto ontológico de verdad, que he recogido
(17) Véase Habermas 114-117. supra.
202 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA ESfTERACCIONISTA 203

puedo afirmar la verdad de algo si cualquier otro enjuiciador Aclarado lo anterior, puede decirse que será un enjuiciador
competente concordaría conmigo. La competencia de ese en- razonable aquel que sea capaz dé actuar por medio de observa-
juiciador se determina, a su vez, en función de si es razona- ción y consulta al comprobar las afirmaciones empíricas y
ble™. actúe así realmente: De esto último sólo podremos estar
Para determinar esto último es preciso hacer antes un seguros si, interactuando con esa persona, nos convencemos de
excurso sobre cuáles sean las vías adecuadas de acceso a ello, lo que implica que ha de hacer manifestaciones sinceras,
afirmaciones empíricas ajenas cuando se aspira a lograr el ni engañosas para sí ni para otros. Son los "representadores"
consenso, y en especial si existen métodos fijos y persistentes los que se ocupan de la sinceridad de las manifestaciones. Sólo
en los que concordarían una tras otra todas las personas a una manifestación sincera, en la que las intenciones dadas a
quienes preguntáramos. Para Habermas, en afirmaciones conocer por el orador con su acto lingüístico las piensa aquél
empíricas formuladas en un lenguaje estrictamente empírico es realmente crea la confianza recíproca imprescindible en toda
la observación ese método adecuado de comprobación: El comunicación(22).
carácter intersubjetivo de la observación reside en que puede Ahora bien, ¿cómo se puede constatar la confianza? Una
ser controlada a partir de su repetición experimental. Ahora manifestación será sincera y creará tal confianza si el orador
bien, eso presupone un fundamento normativo: La idealiza- sigue las reglas que son precisas para la ejecución de un acto
ción de los posibles objetos observables como cuerpos mensu- lingüístico, en especial la asunción del deber de cumplir las
rables, es decir, su vinculación a las categorías de la medición condiciones de seriedad en él implícitos. Por tanto, desembo-
física, que pasa a ser el punto de referencia en la asignación de caremos en un problema de corrección de las acciones, ya que
predicados. En cuanto a las afirmaciones empíricas formula- el acto de seguir o no las reglas a ello va referido. Los
das en un lenguaje intencional, es decir, afirmaciones empíri- "reguladores" atienden a esa problemática.
cas sobre manifestaciones de sujetos capaces de lenguaje y de Pero, ¿cuándo puede decirse de una acción que sigue unas
acción, el método adecuado es la consulta. También en este reglas? Eso es algo que sólo puede saberse intersubjetivamen-
caso se ha de presuponer un fundamento normativo: Se parte te: Es preciso que otro sujeto, que sea capaz de utilizar las
de que estamos ante un actuar comunicativo puro, idealización reglas en cuestión, compruebe si el sujeto estudiado de hecho
que nos permite suponer que la persona que ha hecho esa las sigue. Pero como el sujeto comprobador tampoco tiene
manifestación es responsable, y por tanto capaz de expresar primacía sobre el comprobado, la cuestión de si éste sigue las
lingüísticamente sus motivos, ya que no aceptamos más moti- reglas y si aquél es capaz de utilizar esas reglas queda en manos
vos ni intenciones que los que el sujeto puede expresar, del consenso entre ambos sujetos. En cuanto falte el consenso
sorrteter a discusión y utilizar para su justificación en el caso deberemos acudir a un discurso, saliendo del actuar comunica-
que fuera necesario(21). cional, con lo que volveremos al punto de partida(27,).

(20) Véase Habermas 123-125.


(21) Véase Habermas 125-129. Esta referencia a los motivos nos será de (22) Véase Habermas 129-132.
interés posteriormente. (23) Véase Habermas 132-134.


204 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA INTERACCIONISTA 205

Esto es, no hemos logrado un criterio independiente de III. EL FENÓMENO DEL "SEGUNDO CÓDIGO" Y
distinción entre consenso real o ficticio de cara a fundamentar SU REPERCUSIÓN EN LA DOGMÁTICA
un auténtico discurso y, en último término, un actuar comuni-
cativo, pues los criterios para determinar cuando se dan las Las posturas que ahora pasamos a mencionar tienen un
condiciones para lograr un consenso real, son también fruto del común denominador: En todas ellas late la idea, sin duda muy
consenso. influida por enfoques interaccionistas, de que la consideración
Sin embargo, solemos confiar en lograr un acuerdo en la de una conducta concreta como criminal es fruto de un proceso
comunicación lingüística basado en un consenso verdadero: mucho más complejo de lo que hasta ahora se venía creyendo.
Ello se debe a que presumimos en cada discurso que partimos Estamos ante enfoques que consideran que la criminalidad, la
de una situación lingüística ideal, en la que todo consenso realidad criminal, no es algo que exista incuestionadamente,
logrado es auténtico. Así se garantiza la vinculación de un como una cualidad inherente a determinadas conductas y a
consenso fáctico a un consenso verdadero(24). determinadas personas, sino que es fruto de una elaboración
Detenemos aquí el análisis de Habermas, en el momento en social. Es la sociedad la que, por medio de diferentes actuacio-
que ha descrito cómo se puede llegar hoy por hoy a una verdad nes institucionales y personales va, propiamente, construyen-
consensual en el actuar institucional, y antes de que pase a do la realidad criminal. La criminalidad es, pues, una determi-
ocuparse de la capacidad crítica y renovadora que posee el nada relación entre esos instrumentos definidores sociales y
análisis consensual de la verdad, algo que veremos más adelan- cierta conducta o cierta persona(26).
te. Al margen de lo anterior, dos ideas deberían retenerse de la Ahora bien, dentro de esa amplia perspectiva nosotros va-
exposición precedente de Habermas: Por un lado, que la mos a ocuparnos aquí preferentemente de una exposición ge-
obtención de la verdad consensual presupone ineludibles refe- neral de los mecanismos que intervienen para relacionar deter-
rencias normativas, con independencia de que la opción por la minada conducta con una persona concreta, algo que sucede
verdad consensual ya pueda considerarse como tal. Por otro normalmente en la fase de aplicación del Derecho. En otros
lado, que el actuar institucional no promueve la búsqueda de lugares concretaremos más esos mecanismos, refiriéndonos a
una verdad consensual sino que, por el contrario, establece cómo se desenvuelven cuando se trata de elementos subjetivos,
barreras comunicacionales(25). o aludiendo a las especiales características que poseen según la
instancia aplicadora del Derecho en que se desarrollen(27).

(26) Véase Sack I. 433, 442, 452, 470-472, 475; II. 23-25; III. 373-375.
(24) Véase Habermas 134-136. Sobre la concepción de Sack de la definición de una conducta o una per-
(25) Otro autor que se extiende sobre la conveniencia de partir de un sona como criminal a través de la asignación de un status negativo, de
concepto de verdad consensual, refiriéndose directamente al Derecho, tal manera que la criminalidad es un bien negativo que se distribuye en
es Zippelius 4-10. la sociedad con las mismas pautas, aunque invertidas, que las utilizadas
También se refiere de modo muy directo a las insuficiencias del proceso para la distribución de bienes positivos, véase Sack 1.469-470; n. 27-
29.
penal de cara al logro de una situación comunicacional ideal, Rottleuth-
ner 81-88, pero de él nos ocuparemos más adelante. (27) Sobre el enfoque adoptado, véase Sack 1.473; II. 25.
206 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA INTERACCIONISTA 207

Hay que prevenir frente al error de pensar que el Derecho las diferentes instancias sociales encargadas de construir la
es el único sistema normativo que opera en nuestra sociedad así realidad criminal se toman condicionadas por elementos que
como frente a la creencia, aún más extendida, de que, con no se encuentran entre los que formalmente son vinculantes
independencia de que sea o no el único, se puede proceder para la toma de decisiones. Y como dice Baratta: "Estas varia-
jurídicamente sin prestar atención a los otros sistemas norma- bles no legales y ni siquiera reflexionadas por las instancias
tivos sociales. Esta última idea tiene una gran transcendencia oficiales tienen un efecto sobre los resultados selectivos del
frente a la teoría de la subsunción jurídica, según la cual se sistema jurídico-penal que no es en absoluto menor del que
estaría en la mayor parte de las ocasiones ante un proceder no tienen las variables oficialmente reconocidas... Quizás no sea
problemático de inclusión de un determinado supuesto de exagerado comparar las relaciones existentes entre las varia-
hecho en la norma jurídica que en abstracto lo contempla. Tal bles legalmente reconocidas por el proceso oficial de crimina-
creencia no tiene debidamente en cuenta la gran cantidad de lización y el complejo de las variables no reconocidas legal-
factores extrajurídicos que inciden en ese procedimiento, fac- mente... con las relaciones que existen entre la esfera de los
tores que quedan fuera de la elaboración dogmática y de las procesos conscientes y la esfera de los procesos inconscientes
teorías jurídicas de la interpretación, de forma que puede desde el punto de vista de la moderna psicología profunda"(30).
decirse que la norma, la norma penal en nuestro caso, pasa a ser Si lo anterior alude a todas las fases de construcción de la
un presupuesto necesario, pero no exclusivo, en la definición realidad criminal, y por ello también a la fase de aplicación del
de la conducta y el autor criminales en el caso concreto<28). Derecho penal, a ésta última se alude de forma específica
Estos autores, aun reconociendo el déficit de investigacio- cuando se menciona lo que se ha venido en llamar el fenómeno
nes sobre los mecanismos extrajurídicos, o más propiamente del "segundo Código". Descrito fundamentalmente por etno-
extradogmáticos, de aplicación del Derecho, intentan sentar metodólogos como Cicourel y criminólogos como Me Naugh-
las bases sobre las que poder conocer debidamente cómo se ton-Smith, se quiere mencionar el hecho de que junto a un
desenvuelve ésta en el Derecho penal(29). "primer Código", constituido por las leyes penales materiales
Baratta se ha ocupado especialmente de destacar las vías a y procesales, y la dogmática de ellas derivada, existe un
través de las cuales se integran en el sistema penal oficial segundo nivel de reglas que determinan decisivamente la
factores más genéricos provenientes de otros subsistemas del actuación de aquellos que deben aplicar el Derecho penal al
sistema de control social. No nos interesa ahora profundizar en caso concreto. Y éstas segundas reglas, informales, no codifi-
tales mecanismos sino poner simplemente de relieve que tales cadas ni codificables, tienen una entidad tal que puede estimar-
factores extrajurídicos hacen que las decisiones tomadas por se que "las reglas administradas por la metodología y la
dogmática del derecho penal y procesal penal solamente cu-
bren una pequeña parte del proceso decisorio". A la ciencia
(28) Véase Sack I. 453-458, 460-461: II. 24-25, 26; III. 371-373. Alude jurídico-penal, a la Dogmática, se le escapan esas reglas del
también críticamente de modo expreso al proceso habitual de subsun-
ción jurídica, Rottleuthner 80,88, quien dirá que el modelo jurídico de
segundo Código que encuentran acogida en los prejuicios,
la subsunción no representa más que una legitimación ideológica de la
Administración de Justicia pero no la descripción de un proceso fáctico.
(29) Véase Sack I. 458, 461-462. (30) Véase Baratta 45-49.
208 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA INTERACCIONISTA 209

estereotipos y rutinas de los aplicadores del Derecho, y entre acomodan luego las reglas de interpretación. Un análisis dete-
ellos sin duda los jueces(31). nido del comportamiento de las partes en el proceso muestra
Profundizando en esa línea, Sack ha hecho una descripción que no discrepan con frecuencia sobre la realidad de lo suce-
del fenómeno antedicho digna de ser mencionada. Para ello, y dido sino sobre su reconstrucción, o sea, su plasmación a través
con independencia del apoyo teórico que a sus formulaciones de las reglas de reconstrucción, y ello se debe a que tal
le presta la etnometodología, parte de un símil obtenido de la reconstrucción puede realizarse desde diversas reglas de apli-
lingüística: La distinción que Chomsky realiza entre pragmá- cación^^.
tica superficial y gramática profunda, siendo la primera apro- Todo lo expuesto anteriormente da lugar a una intensa
ximadamente aquello que corresponde al concepto común o relativización de los procederes propios de la Dogmática. Ya
cotidiano de gramática, mientras que la segunda aludiría al vimos antes cómo estas tendencias iniciaban sus argumenta-
conjunto de reglas o estrategias que posibilitan al orador el uso ciones poniendo en duda la corrección fáctica de la teoría de la
correcto del lenguaje o que capacitan al oyente para distinguir subsunción jurídica. Al igual que allí se acusaba de superficia-
dentro de un lenguaje entre frases correctas o incorrectas. Junto lidad al actuar dogmático, el reproche se va a repetir, tanto en
a las leyes o normas codificadas, que vendrían a ser la gramá- referencias generales a toda la dogmática(33), como en relación
tica superficial, nos encontramos en la concreción judicial del con aspectos considerados por ella como nucleares.
Derecho penal con unas reglas situadas a otro nivel, y que Sack relativiza la validez del principio de legalidad y
serían el equivalente de la gramática profunda. Se daría así una seguridad jurídicas, así como las precisas técnicas de formali-
contraposición entre reglas de reconstrucción, que serían las
superficiales, las codificadas, y reglas de aplicación, que serían
(32) Respecto a la exposición de Sack realizada, véase Sack 1.458-459,463-
las profundas. Normalmente los tribunales se ocupan de expli-
466, quien lamenta la arraigada técnica de expresar la decisión judicial
citar la primera clase de reglas, que suelen estar implícitas en en una estructura silogística, lo que dificulta la averiguación de las
las propias normas jurídicas, ya que éstas no sólo suponen diferentes reglas de aplicación utilizadas, que se enmascaran tras una
mandatos o prohibiciones sino que también implican reglas aparentemente inobjetable cadena de consecuencias lógicas.
sobre cómo reconstruir la conducta observada si se la quiere Desde una perspectiva más genérica es interesante aludir a los plantea-
incluir en una determinada figura delictiva. Sin embargo con mientos etnometodológicos en esa línea, fundamentalmente de Cicou-
rel. Para estos autores, y frente a la idea de la sociología de que las
ello no pasamos más allá del "derecho reconstruido" cuando lo normas generan reglas que son interiorizadas y seguidas por los ciuda-
verdaderamente decisivo son las reglas de aplicación, que no danos, tales reglas derivadas de las normas no son más que reglas su-
se utilizan de un modo consciente por el juez aunque sí son perficiales. Las decisivas son otras, las reglas básicas o interpretativas.
susceptibles de un análisis racional y científico, y que nos Es según éstas que el actor asigna significados a su acción; posterior-
muestran el "derecho efectivamente aplicado". Es a los resul- mente, a través de las reglas superficiales, puede vincular su visión sig-
nificativa con la de otros y lograr un acuerdo o consenso. Es decir, las
tados de esas reglas profundas o de aplicación a los que se
reglas superficiales no tienen más que una función justificadora, pues
el actor construye su acción y evalúa sus resultados en base a las reglas
básicas. Véase la exposición de las posturas etnometodológicas que
(31) Véase Baratía 49-50, de quien es lo entrecomillado; Sack II. 25-26; III. realizan Taylor-Walton-Young 218-220.
362; Mac Naughton-Smith 197-210; Rottleuthner 80. (33) Véase Baratía 49-50; Schumann, Giehring y otros 169.
210 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA DMTERACCIONISTA 211

zación dogmáticas de ellas derivadas, aludiendo a las abundan- de la teoría analítica del delito, con independencia de las
tes investigaciones criminológicas disponibles que muestran auténticas necesidades de control de las conductas(35).
las continuas quiebras que tales principios y sutiles distincio- La relativización de la Dogmática por parte de estos autores
nes sufren en la práctica debido a las exigencias procedentes de encuentra su última explicación en que los enfoques interac-
los mecanismos extradogmáticos de construcción de la reali- cionistas han ampliado el ámbito de la Criminología llevándo-
dad criminal. La importancia de esos mecanismos es tal, en le a prestar atención a las instancias y mecanismos, oficiales o
opinión del autor, que se tambalea el auténtico fundamento no, que van construyendo paso a paso la realidad criminal. En
legitimador de esos principios y procederes dogmáticos: Son ese contexto, la Dogmática ha dejado de ser un instrumento
realmente esas reglas extradogmáticas las que garantizan la definidor del objeto de investigación para convertirse en un
previsibilidad del control social jurídico-penal, o lo que es lo objeto más de la investigación criminológica, desde perspec-
mismo, ya no es la Dogmática el medio más importante a tenor tivas metodológicas e ideológicas que le superan(36).
del cual un miembro de la sociedad puede calcular las conse- Una actitud tan dura ante la actual ciencia jurídico-penal no
cuencias de su actuar(34). debe llevar, sin embargo, a pensar en su carácter superfluo para
Baratta, con ocasión de la resistencia de los dogmáticos a estos autores. Necesitada de profundas modificaciones hasta
introducir los conocimientos de las ciencias sociales en sus un grado que ni el propio Baratta es capaz de precisar, no
construcciones, realiza una acerada crítica de la demostrada obstante la nueva ciencia jurídico-penal también debería selec-
incapacidad de la ciencia jurídico-penal para modificar sus cionar entre los conocimientos criminológicos que se le ofre-
estructuras básicas lógicas e ideológicas que le caracterizan cieran, selección que habría de realizar a partir de su función
desde su nacimiento: Tales estructuras se configuran en torno normativa como instancia preparadora de decisiones(37).
a la concepción analítica del delito, que se basa en hechos Podemos concluir este apartado destacando el hecho de que
punibles con carácter originaria, y no instrumentalmente, las perspectivas estudiadas han introducido un mayor grado de
criminal. Elementos fundamentales de esa concepción, aparte complejidad en el análisis de los elementos dogmáticos,
de su modelo lógico, son tres: Se parte de infracciones que
superan los límites éticos, y no meramente utilitarios, de la
sociedad, derivan de decisiones libres y por eso reprochables, (35) Véase Sack III. 358-359; Baratta 54-57. Este último autor inserta en
y lesionan intereses de sujetos jurídicos. Pues bien, según el este contexto el principio del carácter fragmentario del Derecho penal,
autor, con frecuencia es la mejor o peor adaptación al esquema que no atendería realmente a seleccionar los bienes jurídicos más im-
portantes para la sociedad y las conductas más graves contra ellas, algo
conceptual de la teoría del delito de una determinada conducta
que se contradiría con la notable universalidad de los bienes jurídicos
delictiva lo decisivo de cara a su penalización. Así, el Derecho a los que atiende el Derecho penal, sino que tendría la función de
penal vendría a ser una técnica de control social que actuaría seleccionar las conductas dignas de pena a tenor de su capacidad para
sobre las conductas que satisficieran los tres requisitos básicos satisfacer los requisitos de la teoría analítica del Derecho penal.
(36) Véase Baratta 42-43.
Respecto al frecuente papel, objetivamente desempeñado por la
Dogmática, de mero freno u obstáculo a análisis más adecuados de la
realidad criminal, véase Sack HJ. 352-356; Baratta 43-45,50-51.
(34) Véase Sack Oí. 361-362, 367-368,371-373. (37) Véase Baratta 58-61.
212 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA INTERACCIONISTA 213

complejidad que repercute sin duda en su formulación y implica que cuando afirmamos su concurrencia no estamos
constatación, las cuáles pasan a ser tareas más dificultosas de describiendo una realidad sino imputando un derecho o una
lo inicialmente previsto, si es que desean realizarse correcta- responsabilidad a una persona por el procedimiento de vincu-
mente. Consecuencia de todo ello es una notable relativización lar determinadas circunstancias fácticas (por tanto objetivas) a
de los procederes actuales, que viene a sumarse a la ya ella siempre que no concurran las citadas excepciones.
producida con el paso del paradigma de la verdad material al Pues bien, en el ámbito del Derecho penal se ha pretendido
de la verdad consensual. Que todo ello tiene incidencia directa crear una teoría general que diera sustantividad a unos preten-
sobre la formulación y constatación de los elementos subjeti- didos elementos subjetivos del delito. La vía ha sido agrupar
vos del delito creo que no ofrece dudas. las excepciones que excluyen o disminuyen la responsabilidad
alusivas a ciertas circunstancias fácticas vinculadas al conoci-
miento y voluntad del sujeto, como caso fortuito, descuido,
IV. LA IMPUTACIÓN INTERACCIONISTA error... a través de una formulación positiva, por ejemplo el
DE LOS ELEMENTOS SUBJETIVOS concepto de voluntariedad, y decir así que el que la acción sea
voluntaria es una condición necesaria para exigir una plena
La consideración de los elementos subjetivos como algo responsabilidad penal, con lo que se habría logrado finalmente
sólo susceptible de imputación es una actitud unánime en las un concepto descriptivo.
corrientes que estamos viendo. Pero ello sería erróneo, pues cuando se adscribe una acción
a una persona no se exige propiamente la presencia de ese u
1. El enfoque en torno a la teoría analítica de la acción otro elemento psicológico, sino que se trata de que no se
produzcan las circunstancias que dan pié a las excepciones
Resultan de interés, en primer lugar, determinadas posturas correspondientes. La responsabilidad no es por tanto el fruto de
vinculadas a la filosofía analítica de la acción, y ante todo un la adición de un elemento subjetivo a otro objetivo (en un
temprano trabajo del filósofo del derecho Hart, que sin duda contexto descriptivo) sino la consecuencia de vincular ciertas
hay que verlo a la luz del sistema jurídico anglosajón: Para este circunstancias objetivas a una persona a no ser que concurran
autor, en la aplicación del Derecho abundan las afirmaciones ciertas excepciones que reflejan determinadas pautas sociales
adscriptivas frente a las descriptivas. Los conceptos legales generalmente aceptadas. Concluye, por tanto, negando la
habitualmente no responden a las exigencias de lo que sería un pertenencia de los elementos subjetivos al concepto de respon-
concepto descriptivo, en la medida en que no se pueden sabilidad penal(38).
expresar en fórmulas que aludan a todas las condiciones Hruschka, en un contexto propio de la dominante teoría
necesarias y suficientes para darse el concepto. Por el contra- jurídica del delito, ha desarrollado una teoría de la responsabi-
rio, nos encontramos casi siempre ante conceptos abiertos,
discutibles y refutables, lo que se debe a que los conceptos
legales conllevan siempre una serie de excepciones, de diversa (38) Véase Hart I. 145-156, 160-165. Se tiende a olvidar que el autor en
escritos posteriores se desvinculó de la tesis aquí expuesta, como señala
eficacia en cada caso concreto, y que dependen de determina- expresamente en el Prefacio a su libro "Punishment and responsibility"
das reglas sociales de conducta generalmente aceptadas: Ello y se aprecia fácilmente en Hart II. 28-53, en especial 29, 30, 38-40.
214 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA INTERACCIONISTA 215

lidad penal bajo presupuestos cercanos a los de Hart, con la que La improcedencia de calificar a los elementos subjetivos
pretende explícitamente primar enfoques imputacionales o como hechos ("Tatsachen") se mantiene incluso cuando se
adscriptivos frente a aquellos de naturaleza empírico-descrip- recurre a la distinción entre hechos externos e internos: No
tiva. Comienza distinguiendo entre movimientos corporales, estamos ante datos ontológicos sino adscriptivos, aceptados en
susceptibles de percepción, y acciones humanas, que suponen la práctica cotidiana para posibilitar la vida en común en el
una determinada interpretación de esos movimientos e impli- marco de la intersubjetividad. Su concurrencia se acepta siem-
can la aceptación de un sujeto agente, tampoco susceptible de pre a partir de las circunstancias objetivas, externas, presentes
percepción. Pues bien, la imputación pasa por tres fases, que se en cada caso concreto, referencia que garantiza que el juicio de
puede considerar que corresponden con las tres categorías imputación no va a ser arbitrario, pero que en todo caso no evita
dogmáticas de acción, injusto y culpabilidad: La acción consis- que estemos siempre, incluso cuando medie la confesión, ante
te en una interpretación de los movimientos corporales como meros indicios que no permiten conclusiones inductivas(39).
aplicación de reglas por parte de un sujeto; la imputación
registra un nuevo avance cuando se admite que el sujeto ha 2. El enfoque conductista radical
aplicado un determinado sistema de reglas específicas; y
finaliza cuando se confronta la acción así concebida con otro Es interesante aludir también a una perspectiva psicológica,
sistema de reglas específicas establecido con fines de crítica, y frecuentemente descuidada en este ámbito, probablemente por
se comprueba la conformidad o no de aquélla con éste. En este el cuestionamiento radical que realiza del uso de elementos
momento pasa a primer plano, no la confrontación citada, sino subjetivos en el Derecho. Me estoy refiriendo a las corrientes
la atribución al sujeto actuante de la acción sometida a crítica. conductistas, y dentro de ellas a Blackmann, quien se ha
Cada una de las fases de imputación posee un conjunto de ocupado especialmente de la problemática de lo que él deno-
causas de exclusión de ella que, prescindiendo de ciertas mina "elementos mentales" en el Derecho penal: La compro-
diferencias, especialmente importantes en la imputación de la bación de que se dan en el sujeto tales elementos obliga a
culpabilidad, se vinculan al desconocimiento, o a la imposibi- acudir, bien a lo que el acusado dice respecto a su conducta,
lidad de seguimiento, por parte del sujeto, en general o en el bien a las circunstancias externas concurrentes, debiéndose dar
caso concreto, de reglas, de sistemas de reglas específicos, o la primacía a lo segundo dada la difícil interpretación que im-
plican los autoinformes del acusado(40). Sin embargo sería más
del sistema específico de reglas jurídicas utilizadas como pauta
razonable que el Derecho penal prescindiera desde un princi-
de crítica. Ahora bien, tal conocimiento o capacidad de actuar
pio de la necesidad de atender a los elementos mentales como
de acuerdo a ese conocimiento, el autor los considera elemen-
factores decisivos en la interpretación de la conducta y, del
tos espirituales, no pertenecientes al mundo de los hechos ni
mismo modo que hace la Psicología conductista, se basara en
susceptibles por ello de percepción, sea directamente sea a
el análisis de la conducta manifiesta, de los hechos y circuns-
través de sus manifestaciones, como todos los demás elemen-
tancias externas.
tos subjetivos o psicológicos en que tal fórmula se concreta en
cada nivel de imputación, como la voluntad final, el dolo, la
libertad de la voluntad... etc. (39) Véase Hruschka I. 1-58; O. 192,194-202.
(40) Véase Blackmann 97-98,105-106, 107.
216 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA INTERACCIONISTA 217

Por otra parte los elementos mentales no son motores integración en un determinado lugar dentro de los catálogos de
autónomos del actuar, sino consecuencia de las influencias metas existentes, estén sujetas a interpretación. Por su parte,
ambientales, al igual que la conducta manifiesta; considerarlos los motivos no son otra cosa que criterios de interpretación de
como causa del actuar supone, en realidad, renunciar a autén- una acción; no poseen entidad propia, no son "sucesos" inter-
ticos análisis empíricos. Y concluye el autor señalando que nos, sino constructos interpretativos con los que se da sentido
elementos mentales como "intención", "propósito", "cons- a un determinado movimiento corporal asignándole una meta.
ciencia" tienen una realidad secundaria y no primaria al estar Lo anterior no implica que una acción sea algo compuesto de
condicionados por el hecho de que los que nos rodean reaccio- dos realidades, el movimiento corporal más el motivo; éste sin
nan de una manera determinada a nuestras afirmaciones rela- duda es imprescindible para poder hablar de acción, pero no
tivas a lo que hemos realizado. Es decir, deben básicamente su como segmento de la realidad sino como interpretación de una
existencia a las interacciones que la persona mantiene con realidad constituida simplemente por el movimiento corporal.
quienes le rodean, los cuales, a través de su comportamiento, Lenk se ocupa a continuación de estudiar los diversos
que presupone que lo que afirmamos sobre nuestros actos es determinantes, clasificados básicamente según hagan referen-
cierto, crean nuestra consciencia. De ahí que los elementos cias a la "personalidad" o a la "situación", que condicionan la
mentales sean un fenómeno social(4,). atribución de una determinada motivación a una acción y, por
tanto, su interpretación(42). Por otra parte las acciones aisladas
3. El enfoque psicológico-cognitivo se integran, para su más adecuada interpretación, en sistemas
de acciones. Así se producen, en primer lugar, sistemas de
Hay otra corriente psicológica, la que procede de la psico- acciones personales, que expresan ante todo el proceder atri-
logía cognitiva, que también ha considerado la verificación de butivo que el sujeto actuante realiza respecto a sus propias
los motivos del actuar como un procedimiento de imputación. acciones, primero en su consideración aislada y luego en el
De interés es la postura de Lenk, quien está asimismo notable- marco de un sistema: De esa forma las acciones de un autor se
mente influido por perspectivas propias de la filosofía analítica insertan en un sistema personal de acciones, cuya consolida-
de la acción. Para este autor las ciencias sociales que se ocupan ción es posible dada la constante utilización por ese individuo
del comportamiento humano no han de olvidar que los concep- de unas determinadas referencias motivacionales, además de
tos de "acción" y el con ella relacionado de "motivación" son una cierta contigüidad espacial y temporal(43). Pero caben
fenómenos condicionados contextualmente, que no poseen asimismo sistemas de acciones sociales, cuyos portadores son
una entidad propia, limitándose a ser fenómenos dependientes grupos o instituciones que también pueden ser considerados
de actividades de imputación e interpretación. Las acciones se sujetos actuantes y respecto a cuyas acciones también procede
diferencian entre sí, no por su manifestación extema sino por una actitud atributiva e interpretativa en el sentido más arriba
las metas que se les atribuyan; ello hace que las acciones, al indicado.
depender de la asignación de una meta y de su consecuente

(42) Véase Lenk 201, 202-203, 203-205, 208-214.


(41) Véase Blackmann 97, 103-106. (43) Véase Lenk 205, 206, 207.
218 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA INTERACCIONISTA 219

No obstante, lo verdaderamente importante para nosotros ésta realizada, de cara a futuros comportamientos de ese sujeto
es ser conscientes de que los diversos sistemas de acciones, actuante. Esto es así tanto si se trata de autointerpretaciones
sean personales o sociales, se entrecruzan en una misma como si estamos ante atribuciones realizadas por terceras
situación creando contextos situacionales en los que intervie- personas(46).
nen varios sistemas y entre los que se tiene que desenvolver un
determinado sujeto actuante. Esto le obliga a tener en cuenta, 4. Posturas cercanas a la etnometodología
no sólo su propio sistema sino también sistemas ajenos en esa
situación presentes. Pues bien, en la medida en que la acción de Blum-Mc Hugh parten de posturas muy cercanas a la
un sujeto actuante individual se desenvuelva en contextos etnometodología, aunque se esfuerzan por destacar sus dife-
situacionales en cuya creación han intervenido decisivamente rencias respecto a esas corrientes, en su concepción de los
sistemas de acciones sociales, su acción debe interpretarse de motivos como un fenómeno también imputacional.
acuerdo a criterios sociales de atribución. Tales criterios socia- Para estos autores los motivos no son cualidades internas de
les aluden a valores, normas, fines... algo congruente con la la persona, sobre la que influirían determinando su comporta-
inicial caracterización que hemos hecho de toda acción a tenor miento, esto es, impulsos privados a localizar en el interior de
de la meta atribuida. Así pues, se produce un proceso por el que la persona; por el contrario, como veremos enseguida, son
el sujeto actuante individual, integrando su acción en las cursos de acción observables y públicos: Concebir los motivos
expectativas de un sistema social de acciones normativo, como algo privado supone confundir la realidad sobre la que se
interpreta su acción a tenor de esas referencias normativas, es pronuncian los motivos con el propio concepto de motivo.
decir, le asigna un sentido en función del contexto normativo Tampoco cabe concebir el motivo como un acto concreto
social en que se encuentra(44). del lenguaje, como expresión por el sujeto actuante de sus
Naturalmente toda la actividad interpretativa que venimos intenciones, justificaciones, móviles... etc. De lo que se trata no
describiendo se ha formulado en función de la auto-interpreta- es de descubrir las razones particulares que el actor pueda dar
ción del sujeto actuante de su propia acción, pero igual hay que sobre su conducta, sino de averiguar las condiciones, regladas
proceder cuando es un tercero el que aspira a imputar una y generalmente aceptadas, que llevan a que un miembro de la
determinada motivación a una actuación de otra persona, que sociedad indique una determinada razón y no otra como
es el supuesto que a nosotros verdaderamente nos interesa y motivo de su actuar*47*.
sobre el que volveremos en otro lugar para precisar la actitud
analítica que debe adoptar tal tercero(45). (46) Véase Lenk 205, 206.
Se puede concluir el estudio de este autor señalando la A este aspecto prospectivo, por lo demás polémico, se refiere
importancia que para Lenk posee la concreta motivación fundamentalmente Betancourt 705-710, 713-718.
atribuida a una conducta, y la consiguiente interpretación de Desde una perspectiva general, véase igualmente Heckhausen 175 y ss.
(47) Para estos autores el planteamiento acabado de criticar, y que vinculan
a los interaccionistas simbólicos, en realidad persiste en el análisis del
motivo como cualidad personal interna, pero desplazando el punto de
(44) Véase Lenk 207-211. gravedad al lenguaje utilizado por el sujeto para expresar su propia
(45) Véase Lenk 205, 208. cualidad personal.
LA PERSPECTIVA INTERACCIONISTA 221
220 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES

Tampoco cabe entender a los motivos desde una perspecti- que hay reglas de imputación de motivos. Ambas condiciones
va etiológica: Determinar un motivo no supone investigar la implican a su vez que tanto él imputador como el imputado se
causa de una conducta, lo que implicaría que ésta da informa- rigen por esas reglas, son soportes de ellas y las respetan, lo que
ción sobre una situación psíquica que le ha precedido y causa- permite hablar de una relación social entre ellos. El que se rijan
do. No se trata de identificar una situación psíquica sino de bus- por esas reglas no supone ser dominados por ellas: Sólo quiere
car una explicación de las circunstancias que hacen que se ha- decir que ambos sujetos entienden que debe utilizarse algún
ble de esa situación psíquica. Por ello la búsqueda de un motivo código de reglas entre los miembros de la sociedad respecto a
es la búsqueda de una teoría explicativa, la determinación de lo la conducta realizada, si es que se la quiere caracterizar
que hace que una conducta sea socialmente comprensible en motivacionalmente.
cuanto se le puede asignar una de las orientaciones socialmente La tercera condición consiste en la existencia de una gramá-
disponibles. Se intenta dar un significado a una acción, no tica, conjunto de reglas o condiciones, con cuya mediación se
suministrar un informe fáctico sobre una realidad precedente. vincula un suceso concreto a una determinada biografía perso-
Los motivos, según estos autores, no son más que un proce- nal, vinculación que se materializa a través de la imputación de
dimiento: No es una cosa que alguien tiene sino un método un motivo. De esa forma se convierte al suceso en una más de
disponible por los miembros de la sociedad para decidir lo que las experiencias de las que se apropia la biografía personal(49).
es propio de otra persona, lo que se realiza mediante el uso de Al haber diferentes biografías, diferentes sistemas de expe-
unas reglas que permiten vincular acciones concretas a pautas riencias, la gramática aludida establecerá reglas sobre la rele-
sociales generales, transformando así sucesos aislados en vancia de una determinada biografía y no otra de cara al suceso.
comportamientos sociales generalmente comprensibles. Tal cosa se logra estableciendo tipologías de personalidad:
En ese sentido los motivos se identifican con ciertas reglas Una tipología expresa las circunstancias exigibles para consta-
del observador, no son fuerzas o hechos que se dan en un tar la relevancia de una biografía de cara a un suceso.
mundo ajeno al observador, existen en cuanto el observador Aunque en la formulación de esas tipologías se parte de
posee reglas en donde localizarlos. Sólo son accesibles a través circunstancias concretas personales éstas no tienen valor como
de esas reglas: De ahí que se produzca ese desplazamiento tales, sólo poseen interés en cuanto describen posibles relacio-
espacial del motivo desde el objeto, la persona que tiene nes con un suceso, es decir, son meros cursos posibles de
motivos, al discurso sobre el objeto, la atribución por un acción. La vinculación a una tipología implica que el observa-
tercero de motivos a una persona(48). dor asume que el así descrito mostrará en su actuar tal tipología:
El centro de atención se ha de dirigir en primer lugar a las La pertenencia de éste a la sociedad justifica que el observador
condiciones que posibilitan la imputación de motivos. La confíe en que el sujeto actuante, conocedor de las circunstan-
primera es que el observador sepa que hay reglas para tal cias bajo las que se puede esperar de él un cierto actuar,
imputación. La segunda que el que imputa sepa que el objeto, efectivamente lo realice. La cualidad de "persona" se obtiene
la persona a la que se le están imputando motivos, también sabe ajusfando el sujeto actuante sus diversas conductas a la concre-

(49) Véase Blum-Mc Hugh 181 -185.


(48) Véase Blum-Mc Hugh 171 -181, 184-185.
222 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA INTERACCIONISTA 223

ta tipología de personalidad que se le ha atribuido. De ahí que alguna receptividad hacia tal crítica, pero sin embargo estimo
imputar un motivo sea atestiguar la existencia de una persona, que Matza alude correctamente a un fenómeno claramente
es decir, de un sistema diferenciado de experiencias. apreciable en algunas de las corrientes psicológicas o filosófi-
Todo ello posibilita que el observador pueda sacar conclu- cas que hemos considerado en este Capítulo.
siones sobre el actuar de otras personas. Así, vinculará un Se puede aludir en primer lugar a la teoría de la competencia
suceso, la muerte de una mujer, a una biografía personal, un comunicacional de Habermas. Para este autor las actuales
marido, a partir de un motivo, los celos(50). barreras comunicacionales existentes en toda actuación insti-
tucional convierten en ficticia la atribución recíproca de capa-
cidad de responsabilidad que se da entre los participes. Eso no
V. LAS ACTITUDES DIFERENCIADAS HACIA ha de llevar a olvidar, sin embargo, que presupuesto de una
LA CAPACIDAD DE CULPABILIDAD situación comunicacional ideal, meta a la que hay que aspirar,
es la atribución a la otra parte de capacidad de responsabilidad,
esto es, capacidad para expresar por qué en una situación dada
Los autores que venimos estudiando en este Capítulo no
actúa de una forma y no de otra. Le asignamos, al fin y al cabo,
pasan en la mayor parte de las ocasiones a análisis pormenori-
las mismas cualidades que nos asignamos a nosotros mismos,
zados sobre los elementos subjetivos de la teoría del delito. No
pues también nosotros nos creemos capaces de dar cuenta de
obstante en el apartado anterior hemos descrito diversas pos-
nuestra conducta. Lo anterior implica dos expectativas: Que
turas relativas a los motivos o a los elementos mentales que,
los sujetos siguen las normas intencionalmente, de ahí que no
pese a no descender a hipótesis dogmáticas concretas, a nadie
podamos imputar a la otra parte motivos inconscientes ya que
escapará su relevancia para el tema que nos ocupa. En el
supondría tratarle como una cosa, abandonando la intersubje-
apartado que ahora inicio quisiera aludir a referencias más o
tividad, y que todas las manifestaciones extralingüísticas
menos detalladas, aunque en ningún caso demasiado, a la idea
pueden ser sustituidas en caso necesario por lingüísticas(52). Se
de responsabilidad o culpabilidad y sus elementos constituti-
puede hablar respecto a este autor, por consiguiente, de la
vos realizadas por estos autores, por considerarlas especial- responsabilidad como hipótesis normativa imprescindible de
mente ilustrativas para nuestros propósitos. cara a la obtención de la verdad consensual.
Sack, en un determinado pasaje de sus escritos, menciona
la critica que Matza hace a la actual Criminología que, a Lenk llega a admitir el poder individual de actuar de otro
diferencia de las corrientes sociológicas más modernas, estaría modo en un contexto que, por lo que concierne al aspecto que
anclada en un determinismo "duro", en lugar de haber adopta- estamos considerando, recuerda la sustitución welzeliana del
do las actuales corrientes partidarias de un determinismo determinismo causal por el determinismo final. Niega que el
"blando"(51). No se puede decir ciertamente que Sack muestre actuar humano se haya de considerar como un comportamiento
exclusivamente dominado por leyes bio-fisio-neurológicas o

(50) Véase Blum-Mc Hugh 186-190.


(51) Véase Matza, citado por Sack I. 443-444. El autor parece aludir a la (52) Véase Habermas 118-119,120,128-133, quien se expresa en términos
tendencia existente a proceder "como si" se diera un cierto grado de parecidos cuando alude a diversas fases del proceder comunicacional
ideal.
indeterminismo.
224 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA INTERACCIONISTA 225

que el aprendizaje de acciones se deba a un simple mecanismo mucho más allá de lo que supone la simple atribución de un
de condicionamiento en el sentido conductista. La conducta hecho a una persona{56).
humana es algo controlable por el sujeto actuante en la medida Tajante es también, pero desde otra perspectiva, Blackman
en que éste puede orientar su acción a tenor de las reglas quien, haciendo suyas las afirmaciones de Skinner, señala que
derivadas de un sistema social de acciones y presentes en un la culpabilidad de una persona la afirmamos en la medida en
determinado contexto situacional, o bien puede decidir ignorar que somos incapaces de asignar influencias externas a esa
tales reglas. La adecuación de las acciones a esas normas conducta enjuiciada: Es entonces cuando concluimos que la
implica en el sujeto actuante capacidad de comprensión y conducta se debe a acontecimientos cognitivos internos y se
comunicación lingüísticas(53). habla de responsabilidad por ella. No obstante, el análisis
Frente a estas posturas no se puede olvidar otras, también en conductista ha dejado bien sentado que los elementos cogniti-
este Capítulo estudiadas, y que adoptan una actitud crítica vos internos son variables dependientes, producto, como la
frente al concepto jurídico-penal de culpabilidad o responsabi- conducta manifiesta, de las influencias ambientales que son las
lidad. Sack insiste en la necesidad de atender a todos los auténticas variables independientes y autónomas. Resulta
factores extradogmáticos que condicionan la vinculación de incongruente "culpar a una persona o considerarla responsable
una conducta a un autor cuando se trata de constatar elementos legalmente de sus acciones a causa de acontecimientos cogni-
dogmáticos como la autoría, la realización dolosa o culposa, la tivos de los que informa (o se infieren), cuando esos aconteci-
legítima defensa, el estado de necesidad, y sobre todo los mientos en sí mismos son el resultado natural de procesos
elementos constitutivos de la capacidad de culpabilidad, con- establecidos en él por su interacción en la comunidad verbal de
gratulándose de la creciente literatura forense consciente de la cual él no es el único responsable"(57).
ésta problemática(54). En escritos posteriores ha ido más lejos,
y sin negar la importancia del concepto de culpabilidad como
elemento legitimador básico del actuar práctico, se cuestiona VI. LA ESTRUCTURA DEL PROCESO PENAL Y
su habitual concreción: A tenor de los datos actuales de la LA OBTENCIÓN DEL CONSENSO:
Criminología parece claro que no puede imputarse la conducta LAS TESIS CONTRAPUESTAS
desviada al individuo sino al sistema social; una Dogmática DE LUHMANN Y ROTTLEUTHNER
que se toma en serio los hallazgos de las ciencias sociales debe
estar dispuesta a sustituir el principio de la imputación indivi-
Una buena parte de las afirmaciones recogidas en este
dual por el de la imputación social, algo que no es seguro que
Capítulo, en especial aquellas contenidas en el apartado III, se
acepten ni siquiera los dogmáticos más cercanos a estas disci-
han formulado teniendo muy presente la fase procesal de
plinas^^. Y esto sin atender a los efectos que un veredicto de
aplicación del Derecho penal. Sin duda los planteamientos que
culpabilidad produce en la persona en quien recae, y que van

(53) Véase Lenk 202-210. (56) Véase Sack II. 29. El autor está pensando fundamental, aunque no
(54) Véase Sack I. 473-474. exclusivamente, en el fenómeno de la criminalización secundaría.
(55) Véase Sack III. 362-365. En la misma línea Rottleuthner 79-80. (57) Véase Blackman 106-107.
226 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA INTERACCIONISTA 227

aquí estudiamos, en la medida en que de un modo u otro Vamos a ocuparnos de dos de ellos, que además han polemiza-
conciben, o dan pié para concebir, la criminalidad como un do entre sí(60).
fenómeno interactivo, remiten de modo fundamental a ese Luhmann ha desarrollado su conocida teoría sobre la legi-
momento. Es precisamente su importancia en las perspectivas timación a través del proceso ("Legitimation durch Verfah-
estudiadas lo que aconseja centrarnos ahora en un análisis más ren"). El autor inicialmente sustituye el concepto de "verdad"
detenido de él. Sólo entonces captaremos la auténtica dimen- por el de "poder" como elemento configurador del proceso
sión de estos enfoques de cara a la formulación y, sobre todo, penal, en línea con lo que ya dijimos en el apartado II, al que
constatación de los elementos subjetivos de la teoría del delito. me remito. Se trata ahora de continuar esa argumentación: El
En realidad sobre los factores extrajurídicos, y no sólo autor distingue entre una legitimación por medio de implica-
extradogmáticos, que intervienen en la vinculación de un ciones lingüístico-simbólicas, que es la utilizada por los juris-
hecho a un autor durante el proceso ya hemos hablado anterior- tas al fundamentar sus decisiones, y una legitimación por el
mente^^. Respecto a lo allí dicho sólo cabría añadir el papel que proceso, en donde se trata de reestructurar las expectativas de
estos autores atribuyen al juez o al tribunal como auténtico conducta(61)por medio del proceso comunicacional fáctico que
creador de los hechos y no como mero aplicador de unas discurre conforme a ciertas reglas jurídicas, consistiendo por
normas. Son básica, aunque no exclusivamente, el juez o el consiguiente en un suceso real y no en una referencia signifi-
tribunal los que producen durante el proceso una realidad cativa normativa. El autor opta por esta segunda vía de legiti-
social antes no existente, lo que hacen asignando al procesado mación, y así señalará que las reglas jurídicas, materiales o
una cualidad, un status, que sin el juicio no hubiera poseído. De formales, utilizadas en el proceso no son sus únicos ni decisi-
ahí que hablen de que la estructura de nuestra sociedad, su vos elementos configuradores: El proceso posee además una
fundamental distinción entre ciudadanos de orden y delincuen- historia que la van configurando los participes una vez que han
tes, no sea una realidad previamente dada sino algo que se asumido sus roles respectivos.
produce constantemente en el proceso(59). Lo que motiva a las partes a participar en la pretendida
Existen diversas investigaciones sociológicas y análisis búsqueda de la verdad es la certeza de que se tomará una
teóricos que atienden a lo que sucede realmente en el proceso. decisión y la inseguridad de cuál será ésta, así como la compro-
bación de que poseen capacidad para influir en ella. Todo ello

(58) Véase sobre todo Apartado III. (60) Junto a las posturas de Luhmann y Rottleuthner, que ahora paso a
(59) Véase Sack I. 469; II. 25. exponer, cabría citar fundamentalmente a la de Lautmann 165, quien
Una interesante referencia a la relación existente entre la entidad de la demuestra cómo el tribunal selecciona y expone los hechos no buscando
pena impuesta y las propiedades asignadas a la causa a la que se ha la verdad sino la evitación de contradicciones. Lejos de la racionalidad
atribuido el comportamiento delictivo, respecto al proceder judicial y científica exigida a la argumentación y proceder jurídicos, se busca
desde una perspectiva de psicología cognitiva, se encuentra en manipular los hechos y las normas, en dirección a una solución del
Betancourt 1\1. problema previamente dada, con la pretensión de otorgar aparentemen-
No hemos hecho objeto de nuestra consideración el análisis de los te a la decisión adoptada una evidencia empírica y una estricta necesi-
efectos del "segundo Código" en la fase de persecución penal, especial- dad lógica.
mente en el ámbito policial. Véase, por ejemplo, Sack II. 25-26, 28. (61) Véase lo dicho en Apartado II.
228 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA INTERACCIONISTA 229

hace que decidan involucrarse en el proceso penal, lo que a su La postura de Rottleuthner se comprende mucho mejor si
vez les obliga, en primer lugar, a aceptar su rol respectivo, y en partimos de la crítica que realiza a las tesis de Luhmann desde
segundo lugar a aceptar la decisión que finalmente se adopte. una perspectiva comunicacional. Son dos los puntos de vista
Esa aceptación de las reglas del juego permite transformar sobre los que sustancialmente se edifica su crítica: Por un lado,
lo que inicialmente era una confrontación normativa en una en la medida en que Luhmann parte de que toda actuación
mera divergencia cognitiva, en un rutinario disenso, lo que sin institucional en las sociedades complejas actuales puede pre-
duda facilita la asunción de la decisión que al término de ese sumirse edificada sobre un consenso social, sin necesidad de
proceso se tome. que los procederes institucionales se esfuercen en lograrlo en
Desde luego habrá casos en que, pese a todo, no se produzca los casos concretos, lo que le lleva a concebir el proceso como
por todas las partes la aceptación de la decisión. Para ello un modelo comunicacional libre de dominio en el que, aunque
existen diversos mecanismos de "privatización de la protesta": se producen ciertas asimetrías y barreras comunicacionales,
En primer lugar, presentándola como simple resentimiento de lamentables en cuanto cercenan una mayor eficacia en el
una persona que ha aceptado el sistema hasta que le ha aprendizaje, no obligan a hablar del proceso como una interac-
perjudicado. En segundo lugar, impidiendo al individuo que ción sistemáticamente deformada.
protesta la decisión el acudir a causas ambientales, sociales... Por otro lado, frente a la pretensión de Luhmann de ofrecer
para explicar el comportamiento enjuiciado, circunscribiendo una forma de legitimación que prescinda de referencias norma-
la protesta a una mera divergencia sobre la existencia o no de tivas y acuda a mecanismos sociales fácticos que realicen más
culpabilidad individual. En tercer lugar, despersonalizando al adecuadamente la misma función, como sucedería en el proce-
juzgador, de manera que es el ordenamiento jurídico el que ha so(64).
condenado al procesado; la aplicación del Derecho se entiende Pensando fundamentalmente en esta segunda actitud de
como una subsunción impersonal, lo que Luhmann denomina Luhmann construye Rottleuthner sus primeros bloques de
la "programación condicional"(62). críticas:
El proceso penal para Luhmann ya no está dirigido a la Resulta rechazable el papel tan secundario atribuido por
búsqueda de la verdad, ni siquiera de la justicia, su misión es Luhmann a la legitimación lingüístico-simbólica, que sin duda
una estrictamente funcional, la de neutralización de las protes- posee carácter normativo, a favor de la legitimación por el
tas^3', sea a través de un proceso cuya conclusión sea aceptada proceso, de carácter fáctico. En realidad ambos enfoques se
por todos en la medida en que se han aceptado las reglas de complementan, de forma que en ocasiones si la legitimación de
juego, sea aislando y quitando credibilidad a los que siguen la decisión no se obtiene plenamente de acuerdo a una de las
protestando tras la conclusión del proceso. Huelga decir la perspectivas se obtiene de acuerdo a la otra. Así, la legitima-
relativización tan importante que este planteamiento otorga a
los afanes por una más correcta formulación y constatación de
(64) Véase Rottleuthner 74-75, 81-82.
los elementos dogmáticos, y entre ellos, los subjetivos. Sobre el diverso concepto de "función" utilizado por la Sociología y el
Derecho, y los malentendidos que de ello derivan, tema sobre el que
(62) Véase Luhmann I. 38 y ss., 86 y ss., 94 y ss., 112 y ss.; II. 38 y ss., 45 ahora no nos podemos detener, véase Sack III. 359-361; Hassemerl. 91 -
y ss. 92; Gómez Benítez 146-147.
(63) Véase en esa línea Hassemer I. 90.
230 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA INTERACCIONISTA 231

ción lingüístico-simbólica, que procede utilizando argumentos presuponen una meta-ética comunicativa a cuyo tenor se
y fundamentos jurídicos, aspira básicamente a que éstos sean elaboran tales reglas. En úííimo término, la persistencia de
plausibles, lo que exige, en primer lugar, que tengan consisten- Luhmann en su actitud de no reconocer referencias normativas
cia lógica, y en segundo lugar, que sean convincentes. Esta da lugar a una construcción que no es otra cosa que una forma
fuerza de convicción no sólo va referida al afectado(65), sino refinada de condenar a alguien sin convencerle(67).
también a los tribunales inferiores o superiores, a la doctrina Critica igualmente Rottleuthner la legitimidad de los meca-
académica, a los órganos ejecutivos, incluso a los órganos nismos de privatización de la protesta a los que alude Luh-
legislativos. Respecto a todos estos sujetos últimamente cita- mann, en especial el de la despersonalización del juzgador(68).
dos la legitimación lingüístico-simbólica tiene un papel predo- Las más interesantes aportaciones de Rottleuthner se dan,
minante. Eso es especialmente evidente respecto a las instan- no obstante, cuando intenta ofrecer la auténtica realidad proce-
cias superiores de justicia en su labor de casación, donde sal, en respuesta a las optimistas versiones luhmannianas del
desaparece el elemento dramático del proceso de un modo casi proceso como una comunicación libre de dominio: Para nues-
total y todo descansa en el elemento simbólico-lingüístico(66). tro autor todo análisis de los procesos judiciales deberá partir
Dentro del mecanismo de legitimación por el proceso de que estamos ante situaciones comunicacionales defectuosas
también es rechazable la pretensión de Luhmann de que la en las que normas con pretensión de validez intersubjetiva
asunción de roles por los partícipes tiene lugar sin referencias deben ser autentificadas de nuevo tras su lesión. Tal autentifi-
normativas: Para ello Luhmann se sirve de la teoría de los roles cación se produce en contextos comunicacionales asimétricos
sin atender a sus aspectos normativos, o lo que es lo mismo, se y patológicos.
limita a afirmar la identidad formal entre rol y actor, y a El autor se ocupa en primer lugar de mostrar esa asimetría
manifestar que el actor sólo puede romper tal vinculación a aludiendo a la desigualdad en las oportunidades de comunica-
costa de su credibilidad. Ahora bien, el formalismo adoptado ción que se da entre los diferentes partícipes en el proceso,
aunque le permite eludir referencias normativas le impide apreciable no sólo en su capacidad para influir en la configu-
también explicar el efecto legitimador del proceso. De ahí que ración de la situación procesal sino igualmente en sus posibi-
deba acudir para ello a la interacción de los roles de los sujetos lidades de determinar ulteriormente el desarrollo del proceso.
actuantes a partir de la perspectiva etnometodológica de Goff- Así, los roles vienen ya prefijados, el procesado no suele tener
mann y su análisis de los sistemas situacionales. Pero las tesis tiempo para conocer la situación en que se va a ver inmerso, los
de Goffmann tienen también, claramente, implicaciones nor- que posean escasa capacidad de expresión lingüística se en-
mativas: Suministran reglas interpretativas de situaciones que contrarán siempre en peor situación, sólo el juez dice quién
puede hablar y de qué temas, también él es quien amenazará
(65) El autor menciona los diversos modos y grados de convencer al afectado con diversas sanciones si no se mantienen ciertas formalida-
más allá de la convicción subjetiva propiamente dicha, o de darle la des...^.
razón: Dejando abierta la vía de los recursos, tomándose la decisión por
mayoría exigua del tribunal, permitiendo el distanciamiento del afecta-
do de modo que no se incida con la condena de modo directo sobre su (67) Véase Rottleuthner 77-79, 85, 87
personalidad... Véase Rottleuthner 75-76. (68) Véase Rottleuthner 79-81.
(66) Véase Rottleuthner 75-77. (69) Véase Rottleuthner 82-84.
232 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA PERSPECTIVA INTERACCIONISTA 233

En cuanto a las alteraciones comunicacionales patológicas derivada de la solemnidad y el "enredo fáctico en los diversos
se han de mencionar todas las que derivan del rol de juez. Ese roles" de todos los partícipes una muda impotencia ante el
rol implica en gran medida la adopción de un papel de obser- encanto lingüístico jurídico(72).
vador de un modo profesionalizado, lo que lleva a ser capaz de
condenar a otros sin haberles previamente convencido a través
de la comunicación, así como a no entender como vinculantes VIL PROGRAMAS DE ACTUACIÓN
las manifestaciones de los otros; todo ello impide la aparición POLÍTICO-CRIMINAL
de una metacomunicación, es decir, de una comunicación
sobre lo comunicado. A su vez, aparecen problemas de com-
portamiento derivados de la asunción de ese rol, el más Algunos de los autores en este Capítulo estudiados se
frecuente es la actuación desconsiderada respecto al procesa- ocupan, no sólo de hacer patentes los diversos condiciona-
do, que acentuará las dificultades para reconstruir el suceso a mientos, jurídicos y extrajurídicos, que inciden en la creación
partir de una relación intersubjetiva, tendente al acuerdo. Así de la realidad criminal por las diversas instancias sociales, sino
se acaba en una aplicación del Derecho convertida en mecanis- también de elaborar programas de actuación futura.
mo unilateral en el que el juez, eludiendo la comunicación que Al margen de los que insisten en una mayor colaboración
es el proceso, procede de un modo exclusivamente deductivo: entre Derecho penal y Ciencias sociales, tema de amplios
De ahí que no se pueda separar el mecanismo lógico de la sub- contomos en el que ahora no nos podemos detener(73)- es
sunción jurídica del contexto de dominio en que se produce(70). interesante mencionar las posturas que aspiran a lograr contex-
Otro conjunto de alteraciones comunicacionales patológi- tos comunicacionales menos defectuosos que los actuales y
cas derivan de las cualidades de solemnidad y rigidez del que, lógicamente, están muy vinculados a la problemática del
proceso, que impiden cualquier distanciamiento de los roles proceso penal. Para Habermas y Rottleuthner ninguna socie-
previamente asignados o cualquier intento de renunciar a dad histórica ha conseguido crear una situación comunicacio-
situaciones procesales de privilegio, que reducen todos los nal ideal, libre de barreras comunicacionales. Ello, sin embar-
modos de comunicación al verbal, y que posibilitan al tribunal go, no es un argumento a favor de la resignación. La situación
el retirarse a deliberar cuando teme no poder controlar la comunicacional ideal debe de convertirse en una instancia
situación procesal. Todo ello, sin ninguna duda, hace que la crítica social de primer orden, respecto al consenso aparente
metacomunicación resulte adicionalmente dificultada*71*. que ahora pueda lograrse.
En resumidas cuentas, y relativizando los términos de Para Habermas una situación lingüística ideal, a la que en
Luhmann, el proceso es una interacción defectuosa, cuyo todo momento debe aspirarse, exige una auténtica igualdad de
"carácter abierto" no es más que el rol de observador del juez,
la "disposición a aprender" de las partes una mera apariencia
(72) Véase Rottleuthner 88. El autor polemiza igualmente con Esser respec-
to a la crítica por este autor realizada a Luhmann, y que le parece
excesivamente contemporizadora. Véase Rottleuthner 88. Nota 57.
(70) Véase Rottleuthner 84-86. Asimismo Müller 530.
(71) Véase Rottleuthner 86-87. (73) Véase por ejemplo Sack III, y Baratía.
234 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES

oportunidades de los partícipes en el uso de actos lingüísticos,


y ello tanto en relación con el discurso como con el actuar
comunicativo; tal igualdad es el reflejo de las ideas de verdad, CAPITULO VI
libertad y justicia. Que estemos ante una utopía o ante algo que
en algún momento pueda lograrse no lo sabemos. Pero, de un LA POLÉMICA ENTRE LAS DIVERSAS
modo u otro, su teoría de la competencia comunicacional PERSPECTIVAS
posibilita un análisis crítico de la sociedad(74).
Rottleuthner, refiriéndose ya directamente al proceso pe-
nal, señala que un modelo comunicacional ideal en el ámbito En este Capítulo vamos a reseñar la polémica que ha
judicial sería aquel en el que se cumplieran las condiciones surgido entre los partidarios de los diversos enfoques en los
pragmáticas del hablar razonable, es decir, uno en el que fuera Capítulos anteriores. Como se verá, ésta es rica y sólo tras su
posible la metacomunicación, el distanciamiento de los res- lectura se capta verdaderamente la entidad de cada una de las
pectivos roles, la reciprocidad de expectativas y necesidades. perspectivas estudiadas0\
En suma, un proceso carente de perspectivas morales, de
exigencias de poder o ideológicas(75).
I. LA RESPUESTA DEL ENFOQUE
PSICOLOGICO-INDIVIDUAL

A. A las perspectivas normativas

1. Crítica a las verdades normativas

Frente a la pretensión de atribuir al Derecho penal una


Psicología esotérica, propia, con la que interpretaría sus ele-
mentos subjetivos, estos autores no tienen inconveniente en
reconocer que el Derecho penal no está obligado a definir los
conceptos subjetivos del mismo modo que lo hace la Psicolo-
gía, incluso un progreso en los conocimientos psicológicos no
ha de implicar una automática variación de los conceptos
(74) Véase Habermas 136-141.
(75) Véase Rottleuthner 87-88.
Recuérdese igualmente las afirmaciones de Müller 522-531, que reite- (1) La metodología adoptada, pese a que implica el estudio en dos lugares
ran la necesidad de proceder a una configuración del proceso penal en distintos de cada una de los enfoques atendidos, resulta inevitable dada
torno a la idea de respeto a los derechos del procesado como límite y la imposibilidad de comprender la polémica sin conocer antes las tesis
garantía de la obtención de la verdad. fundamentales de cada una de las perspectivas.
236 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA POLÉMICA ENTRE LAS DIVERSAS PERSPECTIVAS 2 3 7

subjetivos jurídicos. Pero eso no es obstáculo para tener bien En relación con la imputabilidad se critican tanto las tesis
presente que tales conceptos han de reflejar siempre cuando que pretenden concebir a ésta y a la culpabilidad o responsa-
menos partes de la realidad empírica y que esa realidad bilidad desde perspectivas preventivistas, como las que utili-
empírica ha de comprobarse adecuadamente en el proceso. zan criterios normativos como el de la capacidad de autodeter-
Eso no es respetado por la jurisprudencia, en especial minación media o el de la motivación normal. Entre otras
cuando se trata de los elementos subjetivos incluidos en las razones, se les opone la desindividualización del concepto
figuras de delito, ya que parte de suposiciones, ficciones o dogmático de culpabilidad y sus elementos que llevan a cabo,
puntos de vista afectivos o moralizadores en lugar de acudir a sustituyendo auténticos análisis psicológico-individuales por
los métodos psicológicos accesibles, sustituyendo así los procesos de imputación, los déficits que originan desde pers-
análisis psicológicos por procesos de imputación que aspiran pectivas garantistas, el empobrecimiento del contenido de la
a satisfacer ciertas necesidades a través de argumentaciones culpabilidad a que dan lugar, y lo discutibles que resultan sus
aparentes no científicas(2). presupuestos: Sea porque no tenemos los instrumentos técni-
Para Albrecht los conceptos formales y funcionales de cos precisos para conocer los efectos preventivo-generales de
verdad no son compatibles con la meta de justicia prescrita en las normas, sea porque el concepto de motivabilidad lleva en
todo Estado de Derecho, por más que puedan aliviar al juez al último término al mismo dilema que la capacidad de actuar de
marginar cuestiones empíricas difíciles de responder(3). A su otro modo, sea porque la capacidad de autodeterminación
vez las limitaciones al principio de verdad material a tenor de media no sólo es igualmente difícil de precisar sino que además
las exigencias derivadas de la teoría de la pena tropiezan con nos suministra una información irrelevante desde una perspec-
la pluralidad de las teorías penales existentes que no sólo se tiva individualizadora. A todo ello debe añadirse la escasa
plasma en el ámbito doctrinal sino que es inmanente al Derecho capacidad explicativa que poseen de la actual configuración de
penal vigente como se muestra en la conocida antinomia de los la teoría jurídica del delito. Por otra parte, no deja de señalarse
fines de la pena(4). que los elementos de la culpabilidad ya poseen suficientes
componentes normativos, singularmente preventivos, como
para acentuar tal situación estructurando la imputabilidad en
(2) Véase Jágerl. 299-300; El. 129,131-\3S; Albrecht 1.196-197; II. 486; torno a esa idea(5).
Schewe I. 691, N. 14; V. 283-284; Torio López III. 762.
Estos autores son conscientes de las limitaciones procesales
(3) Véase Albrecht II. 486-497.
(4) Véase Albrecht II. 486,487, quien critica además el concepto de verdad con las que ha de topar toda investigación dirigida a la búsque-
funcional de Krauss por optar unilateralmente por una concepción da de la verdad material, sea a tenor del debido respeto a
retributiva de la pena como pauta para realizar la reducción de la verdad determinados derechos de los procesados, sea de acuerdo a la
que preconiza, abandonando así su pretendida actitud objetiva en la necesidad de comprensión de la exigencia de producir una
búsqueda del criterio reductor. decisión en un determinado periodo de tiempo. Ahora bien,
Volk 18-21 por su parte objeta la progresiva tendencia a convertir los
elementos subjetivos en construcciones indiciarías objetivas cuando se
funda, no en las carencias de un determinado sistema de prueba, sino en
las características estructurales de un Derecho penal basado en la (5) Véase Albrechtl. 195-203,213-214,217; Cerezo MirYLl. 184,192-193,
prevención general y en el carácter socialmente alterador del hecho. 196-197; Torio López II. 288, 292-296, 300-301; III. 766-767.
238 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA POLÉMICA ENTRE LAS DIVERSAS PERSPECTIVAS 2 3 9

todo lo anterior no debe suponer la sustitución de la verdad 2. La adecuada relación con la actividad forense
material por una verdad funcional o normativa sino una mera
reducción de las posibilidades de conocimiento, aunque siem- La corriente forense que afirma la imposibilidad de concre-
pre dentro de un análisis empírico de la realidad. Jáger llama la tar científicamente los elementos subjetivos de la teoría del
atención al respecto sobre lo incomprensible que resulta la delito debe ser relativizada: No sólo porque se desvinculan de
diferente actitud de los tribunales cuando se trata de constatar ella un buen número de psicólogos y psiquiatras forenses, sino
elementos objetivos o subjetivos: Mientras que respecto a los sobre todo porque en el fondo no es más que una actitud
primeros nadie parece dudar que hay que conseguir la mayor político-criminal con la que se desea hacer frente a ciertas
aproximación a la realidad posible, surgen continuas matiza- tendencias de supuesto ablandamiento de la reacción penal(9).
ciones en relación con los segundos, algo que no puede El uso sesgado por los juristas de los datos de la Psicología
fundarse en un eventual menor rango legal de los componentes y Psiquiatría, que sólo se emplean o a los que sólo se acude para
subjetivos y que no resulta justificado por las ciertamente apoyar planteamientos previos normativamente condiciona-
mayores dificultades de constatación que ofrecen(6). dos, constituye la otra cara del fenómeno. Tal actitud resulta
Por otra parte, y en contrapartida a esas limitaciones intro- favorecida por ser el juez o tribunal el que decide cuándo hay
ducidas por el proceso penal a la búsqueda de la verdad que acudir al asesoramiento de peritos psicológicos y respecto
material, se alega que la habitual persecución de oficio y el a qué conceptos y en qué grado, por no citar las elecciones
principio instructorio muestran que en el Derecho penal no arbitrarias de unos peritos y no otros en función de la escuela
cabe conformarse con una verdad social o procesal, con una a la que pertenezcan y la consiguiente mayor o menor previsi-
mera conclusión del conflicto aceptable socialmente, cosa que bilidad de que elaboren un dictamen cercano a la postura previa
sin embargo es sin duda suficiente en el proceso civil(7). del juez. Todo eso posibilita que los tribunales puedan seguir
Asimismo, las críticas formuladas al principio de la verdad manteniendo esa psicología esotérica, incluso permitiéndose
material en el sentido de que, en último término, todo queda en el lujo de justificar empíricamente sus planteamientos norma-
manos de algo tan poco controlable como la convicción subje- tivos de un modo parcial y, en todo caso, aparente pues sólo
tiva del juez, olvidan que menos controlable aún es esa convic- asumen aquello concordante con su actitud previa(10). En algu-
ción subjetiva cuando va inserta en un planteamiento de verdad na ocasión se ha llamado la atención sobre la actitud extendida
normativa y funcional, sustraído desde un principio, y no sólo de sólo aceptar los datos científicos cuando coincidan con las
en la fase final, a las reglas del proceder empírico(8). conclusiones a las que se llega con razonamientos cotidianos,
de sentido común01).

(9) Véase Albrecht 1.203-213, quien ofrece una interesante panorámica de


las posturas sustentadas por los diversos forenses, de cara fundamental-
(6) Véase Jáger I. 299, 300, 300-301; IV. 109-110; Albrecht II. 486-487; mente a la capacidad de culpabilidad.
I. 216 N. 138. (10) Véase Stratenwerth II. 472; Schewe II. 14-16; Walter 212; Rasch IV.
(7) Véase Albrecht II. 487 N. 31. 1309-1311,1315.
(8) Véase Albrecht II. 492-493. (11) Véase Clemente Díaz 32-33.
240 JOSÉ LUIS DIEZ RÍPOLLES LA POLÉMICA ENTRE LAS DIVERSAS PERSPECTIVAS 241

Pero si grave es el fenómeno antedicho, más lo es aquel al obstáculos a través de una adecuada reforma procesal lo
que vienen aludiendo repetidamente algunos autores forenses: consideran algo insoslayable03).
La fuerte tendencia de los peritos a ajustarse a las expectativas
que de ellos se tienen, lo que se traduce en una acomodación 3. Crítica a la teoría de la cesura procesal
efectista a la pseudopsicología de los jueces, por más que ello
suponga apartarse de las exigencias científicas. Las razones de Las propuestas doctrinales de configurar el proceso penal
ello son variadas. Rasch enumera algunas de ellas: En primer en función del mecanismo de la cesura procesal, es decir, una
lugar, y de un modo destacado, la voluntad de recuperar de primera fase en la que propiamente sólo se atendería a criterios
nuevo la credibilidad ante una Administración de Justicia poco de imputación sociales en la constatación del injusto y la
proclive a aceptar las frecuentes exculpaciones o responsabi- culpabilidad, y en la que la averiguación de la realidad psico-
lidades incompletas a que un estricto uso de criterios científi- lógico individual no desempeñaría casi ningún papel, y una
cos suele conducir. En segundo lugar la progresiva asunción segunda en la que, una vez comprobada la culpabilidad en el
por parte de un buen número de forenses de reflexiones propias sentido anteriormente indicado, se procedería a cuidadosos
de las instancias de control social, lo que les lleva a introducir análisis de la estructura motivacional del hecho y de la perso-
en sus dictámenes planteamientos político-criminales. En ter- nalidad del autor, a la búsqueda de la realidad psicológico-
cer lugar, la ausencia de una adecuada formación psicológica individual de cara a la medición de la pena(14), ha merecido en
y psiquiátrica del forense, o la imposibilidad de llegar a un líneas generales rechazo por parte de los autores que aquí
diagnóstico claro, que en lugar de llevar a una declaración de estudiamos.
insuficiencia de conocimientos, desemboca con frecuencia en Así, se ha mencionado en primer lugar la imposibilidad de
dictámenes basados sin más en la experiencia personal, algo renunciar a todo tipo de verificación psicológico-individual en
insuficiente y comparable al sentido común del juez(12). el momento de constatar los elementos fundamentadores de la
Junto a las limitaciones inherentes a la naturaleza del pena(15). En segundo lugar, no hay indicios de que los tribunales
proceso, antes vistas, no pueden dejar de reconocer estos estén dispuestos a prestar una renovada y más cuidadosa
autores la existencia de otras que obstaculizan, sin que ello sea atención a las realidades psicológico-individuales en la medi-
verdaderamente necesario por razones superiores, una adecua- ción de la pena que en su fundamentación, pero sí existe el
da búsqueda de la verdad material en el ámbito psicológico. riesgo de que el enjuiciamiento quede profundamente condi-
Entre ellas se mencionan la comunicación ritualizada, las cionado por el proceder esquemático de la primera fase(16).
habituales técnicas de interrogatorio, el contexto en el que se
desenvuelve la actividad pericial, la inconveniente publicidad
de ciertas actuaciones procesales... La superación de tales

(13) Véase Jager III. 138-140; Walter 212; Albrecht I. 217; Loos 272-273.
(14) Una descripción más completa de esta corriente doctrinal se hará al
hablar del enfoque normativo, que es al que realmente pertenece.
(12) Véase/tasc/il. 56-58; III. 38,41-44,45-46; IV. 1309-1313; V. 179-181, (15) Véase Jager 302; Ecker 100-101.
183; Albrecht I. 205-206, 213. (16) Véase Jager I. 302.
242 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA POLÉMICA ENTRE LAS DIVERSAS PERSPECTIVAS 2 4 3

Además la idea de cesura procesal exige, o terminará pena del mayor número posible de componentes normativos,
exigiendo, que en la segunda fase el procesado, ya declarado y trasladar tales referencias normativas al ámbito de la medi-
culpable, colabore en el descubrimiento de sus cualidades ción de la pena(20).
personales de cara a la imposición de una pena acorde a sus
peculiaridades individuales, colaboración que, sin embargo, 4. Crítica a la utilización de teorías
contradice principios propios del Estado de Derecho*17). Por judiciales de sentido común
otra parte la división en dos del proceso recuerda poderosa-
mente la antigua distinción del proceso inquisitorial de Dere- La imposibilidad práctica de resolver todos los problemas
cho común entre la inquisición general y la inquisición espe- echando mano de dictámenes periciales confronta al enfoque
cial, en el que el pase al segundo momento señalaba el punto psicológico-individual con la cuestión de si los habituales
en el que la posición del inculpado había decisivamente em- procederes cotidianos y de sentido común de los jueces pueden
peorado puesto que ya se había constatado sin lugar a dudas la llegar a ser compatibles con el enfoque adoptado.
existencia del delito, el corpus delicti: La cesura hoy propuesta Ante todo, hay que ser conscientes de los momentos en que
podría favorecer la tentación, siempre presente, de tratar a una con seguridad no procede la actuación solitaria del juez, quien
persona cuya culpabilidad sólo se habrá probado de un modo debe necesariamente acudir a los peritos. Eso ha de suceder en
esquemático no como sospechosa sino como verdaderamente los casos límites o dudosos(21). Rasch ha dedicado especial
culpable, lo que se opone a la vigencia del principio de la atención a mostrar cómo la capacidad de culpabilidad, aun
presunción de inocencia(18). Si se desearan mantener a toda siendo en último término una cuestión jurídica, no puede
costa estos principios garantistas procesales, la situación res- concretarse correctamente sin la intervención de expertos en
pecto al procesado que se negara a colaborar en la segunda fase los casos dudosos. Rechaza la capacidad de los jueces para
sería difícilmente soluble(19). solventar el tema acudiendo a su experiencia vital o a otros
En realidad lo que procede es justamente lo contrario, argumentos de sentido común. Critica específicamente la
desembarazar los elementos subjetivos fundamentadores de la tendencia a negar la imputabilidad cuando la conducta realiza-
da se califica como extraña a la personalidad de su autor,
criterio edificado sobre las expectativas que se tenían sobre una
(17) Véase Volk 21-22.
(18) Véase Volk 22-23. Ecker 99 también alude a la semejanza con el antiguo persona y que lo único que indica es nuestro desconocimiento
proceso inquisitorial. de ella, siendo a no dudar una perspectiva propia de legos(22).
(19) Véase Volk 23-24. Aclarado lo anterior, la polémica que surge respecto a los
Las críticas anteriores no han de hacer olvidar que la teoría de la cesura casos en los que no procede la llamada de expertos, es si se
procesal se ha considerado por algunos de los autores acabados de citar justifica la utilización por los tribunales de teorías cotidianas
como un planteamiento que fomenta la búsqueda de la verdad material,
aunque sólo sea en parte del proceso, y que salvaguarda la intimidad de
la persona en cuanto que retrasa el momento en el que se incide en la
personalidad del autor. Por otra parte es coherente con el análisis (20) Véase Albrecht I. 201, 202,216-217.
secuencial de los fines de la pena. Véase Ecker 64-66, 99, 101-103; (21) Véase Jáger I. 299.
Jáger m . 140. (22) Véase Rasch I. 55-56, 73, 83-84; II. 57-67.
244 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA POLÉMICA ENTRE LAS DIVERSAS PERSPECTIVAS 2 4 5

para averiguar la realidad psíquica en los casos concretos en no las considere utilizables en el proceso. Esto último resulta
lugar de emplear teorías y métodos fácilmente accesibles y fácilmente refutable: Es suficiente con citar el alto grado de
provenientes de las ciencias sociales(23). Opp, en un conocido desarrollo y precisión que han adquirido las técnicas de entre-
artículo, se ocupa de estudiar detenidamente el proceder judi- vista, y dentro de ellas el análisis de los efectos de la conducta
cial ante un presunto caso de hurto en el que juega un papel del entrevistador en el entrevistado(25).
decisivo la existencia o no en la procesada del ánimo de lucro. Una tercera razón sería la de que las teorías utilizadas por
No podemos extendernos ahora en tal praxis. Baste con decir el juez no fueran más que un mero reflejo de determinadas
que el tribunal deduce de una serie de datos objetivos la teorías científicas. Pero tampoco esto se sostiene. Aludiendo
existencia o no de un elemento subjetivo del tipo, dado que, Opp al supuesto concreto utilizado como ejemplo, muestra las
acudiendo a su experiencia, puede afirmar una relación causal notables diferencias entre el marco teórico al que se ha ajustado
entre tales datos objetivos y el elemento subjetivo en cuestión. en su proceder el tribunal y el que hubiera adoptado un
Ahora bien, la alusión a la experiencia encubre la adopción por científico-social. En realidad, no sólo las teorías del científico-
el tribunal de una determinada teoría o hipótesis, en este caso social y del tribunal son distintas, sino que también lo son los
estructurada lógicamente como un "si... entonces". En realidad hechos a los que acuden uno y otro para operar con su teoría(26).
el tribunal ha utilizado otras teorías adicionales junto a la Advertida la contradicción, al menos parcial, entre las
principal. Pero lo verdaderamente interesante es que, aunque teorías cotidianas del tribunal y las de los científico-sociales,
no sepamos a ciencia cierta qué teorías ha utilizado el tribunal, ¿cuáles se han de seguir? Sin duda aquellas que puedan probar
incluso ni él mismo sea consciente de ellas, sin duda se ha su veracidad de un modo más estricto: Las teorías cotidianas de
servido de algunas. Es decir, yerra quien crea que sólo se los juristas se conforman con aludir a la experiencia, sin
utilizan teorías empíricas en el proceso cuando se llama a un concretar siquiera la amplitud y condiciones de obtención de la
perito(24). experiencia y pareciendo ésta con frecuencia una mera remi-
Cabe preguntarse a continuación por qué el tribunal no sión a un argumento de autoridad; no se preocupan, por lo
utiliza las teorías científicas existentes y prefiere las cotidia- demás, de especificar los hechos que hablan a favor de la teoría
nas. Puede deberse a que las ignore o a que, aun conociéndolas, adoptada, ni de cómo se constataron los hechos cuya existencia
permite sacar las conclusiones de la teoría. Singularmente
llamativo es el padecimiento por los juristas, en la obtención
procesal de los datos, de los defectos inherentes a toda obser-
(23) Véase Jáger IV. 109-111; Opp 384, 397-398. vación o entrevista realizadas por personas no poseedoras de
En opinión de Monaco 86-95, que apoya sus afirmaciones en lo que
' sucede cuando se intenta distinguir entre dolo eventual y culpa cons-
las correspondientes técnicas, en especial el de que los hechos
ciente, la praxis judicial ni siquiera utiliza teorías de sentido común que se desfiguren inadvertidamente para hacerlos concordar con la
exigirían, en línea con lo sostenido en otro lugar por Hassemer, el uso hipótesis previa. Por el contrario, las teorías desarrolladas por
de indicadores que mediaran entre la realidad psíquica individual y su
percepción externa; no estamos más que ante "el buen sentido", el
proceder razonable, del juzgador, cuando no ante el viejo criterio del
resultado producido. (25) Véase Opp 391-392.
(24) Véase Opp 385-391. (26) Véase Opp 389, 392-395.
JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA POLÉMICA ENTRE LAS DIVERSAS PERSPECTIVAS 2 4 7
246

los científicos sociales han sufrido un cuidadoso proceso de psicológico-colectiva, en especial si comparten la formación
verificación y corrección empíricas que, sin bien no ha elimi- psicoanalítica. Jáger ha recopilado acertadamente sus méritos:
nado todos sus defectos, sí las hace más fiables que las teorías Ha ofrecido una perspectiva macrocriminológica útil para un
jurídicas cotidianas. De ahí que deban ser preferidas a éstas y adecuado análisis de la realidad del control social, ha permitido
que resulte sorprendente que los juristas no se hayan molestado una considerable profundización en el análisis de la preven-
en justificar su no utilización. Cualquier reforma procesal ción general, ha mostrado el trasfondo de necesidades psicoló-
penal deberá fomentar su empleo(27). gico-colectivas sobre las que está erigida la sistemática con-
La conclusión de Opp sería, por tanto, la de que los ceptual jurídico-penal y su proceder argumentador, y ha desen-
procederes cotidianos o de sentido común de los jueces no son mascarado las auténticas actitudes de los operadores del Dere-
un instrumento compatible con un auténtico enfoque psicoló- cho(29).
gico-individual, desembocando, se quiera o no, en una pers- Pero todo lo anterior no puede ocultar los profundos interro-
pectiva normativa. gantes que suscita la perspectiva psicológico-colectiva. Ante
Freund, sin embargo, mantiene una postura distinta: Para él todo, nos encontramos con un importante déficit de verifica-
las teorías de la experiencia cotidiana resultan aceptables en la ción empírica de sus postulados: Si éste es un mal relativamen-
constatación de los elementos subjetivos en la medida en que, te habitual en todo planteamiento de psicología profunda, en el
por un lado, sean compatibles con las teorías y conocimientos momento en el que se ha de hablar desde perspeectivas psico-
científicos, y por otro, para evitar su aceptación indiscriminada lógico-colectivas se acentúa. Ello es debido a que carece de
en ámbitos donde no hay todavía datos científicos al respecto, pruebas clínicas, debiéndose conformar con la identificación
no puedan cuestionarse a partir de argumentos de naturaleza de fenómenos sociales que se considera expresan síntomas
empírica(28). análogos a los que surgen en alguna de las alteraciones psíqui-
cas individuales estudiadas por el Psicoanálisis. Por si ello
B. A las perspectivas psicológico-colectivas fuera poco, el análisis de las actitudes sociales hacia la delin-
cuencia a través de investigaciones demoscópicas no posee
Entre los partidarios del enfoque psicológico-individual no aún la precisión suficiente como para identificar correctamente
faltan autores que aprecian en lo que vale la perspectiva esos fenómenos sociales(30). Tampoco se explica convincente-
mente por qué el mecanismo del chivo expiatorio, con sus
(27) Véase Opp 384, 395-398.
(28) Por lo demás no se priva de recordar que es frecuente que las teorías
científicas no vayan más lejos que las cotidianas, y que las segundas se (29) Véase Jáger l 310; II. 107, 110, 117-122; ID. 132-133.
diferencian de las primeras sólo en que el círculo que abarcan de la Resulta interesante destacar como la psicología forense anglosajona ha
realidad es más amplio. tenido ocasión de comprobar que en juicios con fuertes connotaciones
Véase Freund 14-17, 139 nota 19. emocionales la presentación por el perito de un dictamen estrictamente
También Loos 272-273, más consciente de lo habitual en estos autores científico, descargado de dramatismos y referencias subjetivas, se
sobre las limitaciones de la actuación pericial, afirma que cuando los percibe negativamente por el tribunal, suscitando implícitamente re-
peritos psicólogos hacen afirmaciones positivas, no negativas, sobre la chazo. Véase Clemente Díaz 33.
realidad subjetiva del procesado, se limitan a utilizar teorías cotidianas. (30) Véase Jáger III. 126-127, 129, 132; II. 113.
248 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA POLÉMICA ENTRE LAS DIVERSAS PERSPECTIVAS 2 4 9

proyecciones sustitutivas, deja de funcionar precisamente con de vista psicológico-colectivos sólo supone la consolidación
el delincuente*3u. Se echan en falta igualmente análisis más de tal situación defectuosa en lugar de su superación, como
detallados de cómo han conseguido ocupar un lugar central en sucede respecto a los móviles del asesinato en el Código penal
las construcciones dogmáticas conceptos como los de pulsión, alemán(36).
represión, afecto o agresión(32), mientras que sobran actitudes Al margen de las carencias anteriores, la perspectiva psico-
cargadas afectivamente respecto al objeto de estudio, la socie- lógico-colectiva fomenta actitudes legislativas y jurispruden-
dad punitiva, hasta el punto de que se ha podido hablar, en ciales con fuertes contenidos moralizadores, que encuentran
relación con algunos análisis, de una inversión del mecanismo una fácil vía de penetración a través de elementos subjetivos,
del chivo expiatorio, pasando a ser éste la sociedad y no el como sucede de modo especial con las diversas referencias a
delincuente(33). motivos o en el ámbito de la medición de la pena. Ni qué decir
En íntima relación con la carencia anterior hay que mencio- tiene, por otra parte, que los planteamientos aludidos suminis-
nar la escasa capacidad discriminatoria de los análisis psicoló- tran la deseada legitimación teórica a las consolidadas tenden-
gico-colectivos: Ante todo, porque se formulan habitualmente cias jurisprudenciales que afrontan la constatación de la reali-
abarcando de un modo global a todo el Derecho penal. En dad psíquica desde puntos de vista adscriptivos y de psicología
realidad, tal perspectiva resulta plausible en lo que concierne vulgar*37*.
a los delitos violentos, a los sexuales y a ciertos grupos de Atendiendo a la teoría de losfinesde la pena, Jager se ocupa
delitos contra el patrimonio, pero más allá de ellos faltan de mostrar la ambivalente situación en que se encuentran las
investigaciones serias(34). corrientes psicoanalíticas que pretenden justificar el actual
En segundo lugar, porque los datos suministrados por los Derecho Penal a partir de las necesidades psicológico-colecti-
análisis psicológico-colectivos son vagos e imprecisos, sumi- vas: Pretenden mantener una teoría de la pena que, si por un
nistrando escasa información al legislador o a la praxis jurídica lado justifica la existencia de la reacción penal en la posibilidad
cuando se trata de tomar una decisión sobre una determinada de resocializar al delincuente (prevención especial) fieles con
regulación, respecto a la apreciación de un concreto elemento ello a los postulados ideológicos del Psicoanálisis, por otro se
o la imposición de una cierta pena(35). Es más, en aquellos casos permite hacer un paréntesis con toda propuesta materialmente
en que el análisis psicológico-individual tropieza con barreras legitimadora y adoptar una perspectiva puramente funcional o
metodológicas difícilmente franqueables, el recurso a puntos fáctica (la misión preventivo-general de mantener el equilibrio
psíquico de la sociedad)(38). Se podría decir que, con indepen-
dencia de ese lejano futuro en el que confían en prescindir de
(31)' Véase Jager III. 133; II. 109-110, quien señala que el fenómeno del la prevención general, explican el Derecho penal a través de
delincuente por sentimiento de culpabilidad sólo pasará a tener fuerza una teoría que no permite legitimarlo, y legitiman al Derecho
explicativa cuando se pueda predicar de la mayoría de los delincuentes, penal a través de una teoría hoy por hoy inaplicable.
y no de unos pocos aislados.
(32) Véase Jager II. 116.
(33) Véase Jager II. 123. (36) Véase Jager I. 307, 308, 309.
(34) Véase Jager III. 128, 131, 133; II. 110, 116, 117. (37) Véase Jager I. 308, 310; III. 137.
(35) Véase/agerl. 304. (38) Véase Jager II. 110-111; I. 302-303.
250 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA POLÉMICA ENTRE LAS DIVERSAS PERSPECTIVAS 2 5 1

Por otra parte, el condicionar el Derecho penal a la función necesidades colectivas. Por el contrario, se trata de emplearlo
de satisfacer pretendidas necesidades colectivas de punición como medio para lograr uña mayor "racionalidad" en el
supone ni más ni menos que el renacimiento de las teorías tratamiento de los conflictos sociales. Tal comprensión del
retributivas en su sentido más estricto pues así entienden la Derecho penal debe promover una actitud de defensa a ultranza
pena esos ciudadanos cuyas necesidades se satisfacen(39). de las garantías formales, entre las que se encuentra sin
Jáger describe brevemente el cuadro que ofrecería un ninguna duda la Dogmática, que posibilitan frenar las ansias
Derecho penal cuyos elementos subjetivos se formularan y desmedidas de satisfacción de las necesidades psicológico-
constataran de acuerdo a las propuestas de Haffke, en el que la colectivas(42).
ley debería ya dejar claro que los elementos subjetivos del El programa político-criminal de Haffke, consistente en ir
asesinato, por ejemplo, no se formulaban con la pretensión de poco a poco modificando las actitudes irracionales de la
averiguar los motivos del autor sino para poder determinar población hacia la delincuencia, algo que debe realizarse
adecuadamente cuándo la indignación colectiva permite clasi- fundamentalmente por vías extrapenales y que en todo caso
ficar al homicidio entre los especialmente reprobables, en el imposibilita al Derecho penal el separarse de las opiniones
que el juez debería preocuparse de averiguar cuáles fueran las sociales en cada momento vigentes, le parece a Jáger fuera de
actitudes y valoraciones colectivas frente al hecho y su autor, lugar: Ante todo porque el método verdaderamente eficaz para
y en el que los peritos tendrían que dedicarse a verificar tales modificar esas convicciones generales es el propio Derecho
reacciones colectivas. Las manifestaciones sobre lo que se penal quien, con formulaciones legales claramente divergen-
produjo en la psique del autor serían irrelevantes(40). tes de las opiniones sociales, ya ha mostrado su capacidad para
Jáger no duda de que una política criminal correcta debe modificar éstas en sectores tales como el Derecho penal sexual,
tener presentes las opiniones sociales, pero ello no ha de llevar la pena de muerte o la ejecución penal. Por lo demás, no hay
a convertirlas en el fundamento irrenunciable de todas las otros métodos claros de terapia colectiva; el Psicoanálisis
decisiones político-criminales. Y ello no sólo por su déficit de podrá diagnosticar neurosis colectivas pero le resulta difícil
verificación empírica, o su diferenciación y mutabilidad cuan- infiltrarse en las instancias sociales para ejercer terapia social
do hay un acceso relativamente fiable a ellas(41), sino sobre todo a partir de ellas(43).
porque no se debe condicionar toda decisión político-criminal Por otra parte, resulta discutible la idea de que en estos
a la obtención o no de la aprobación colectiva, olvidando la momentos una praxis legislativa y judicial encaminada a
superación de la irracionalidad. En ese sentido, si los funda- averiguar del modo más preciso posible la realidad psicológi-
mentos del Derecho penal son irracionales, lo que procede no co-individual del delincuente tropiece con la incomprensión de
es resignarse a esa irracionalidad, incluso concebir el Derecho la mayoría, y vaya a desencadenar masivas alteraciones en la
penal como un mero instrumento de "racionalización" de esas conducta respetuosa de los preceptos jurídico-penales(44).

(39) Véase Albrecht I. 200-201. (42) Véase Jáger I. 305; II. 116-117; III. 136-137; Albrecht I. 200-201.
(40) Véase Jáger l. 305. (43) Véase Jáger I. 309-311; II. 122-123.
(41) Véase Jáger I. 303-304; II. 313. (44) Véase Jáger I. 304-305, 309, 311; ffl. 136.
252 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA POLÉMICA ENTRE LAS DIVERSAS PERSPECTIVAS 2 5 3

C. A las perspectivas interaccionistas Para Volk la teoría consensual de la verdad es en primer


lugar utópica pues no cabe pensar en un discurso libre de
Estos autores no hacen oídos sordos a los planteamientos influencias de poder en el marco del Derecho penal. Como sus
provenientes de lo que nosotros, genéricamente, hemos llama- propios defensores muestran, existen en el denominado "dis-
do corrientes interaccionistas. Jáger ha insistido en la impor- curso jurídico práctico" una serie de barreras comunicaciona-
tancia que debe atribuirse a los hallazgos obtenidos por la les que impiden un discurso libre de dominio: La vinculación
teoría del etiquetamiento, en la medida en que minan uno de los a la ley, la obligada consideración de los pre-juicios, el desen-
pilares fundamentales del actual Derecho Penal, el principio de volvimiento del razonamiento en el marco de la Dogmática
igualdad ante la ley, y apoya los intentos pragmáticos de construida por la ciencia jurídica institucional, las limitaciones
controlar los fenómenos selectivos a través de limitaciones en derivadas de las reglas procesales, son algunas de ellas(47).
la persecución penal y la erección de barreras procesales. Pero no sólo es utópica tal teoría de la verdad sino asimismo
Desde una perspectiva más amplia señala las concomitancias peligrosa para los principios en los que se funda nuestro Estado
existentes entre determinados enfoques interaccionistas y las de Derecho. Cuando esta teoría se aplica al proceso penal no se
propuestas psicológico-colectivas, en especial en conceptos pretende únicamente eliminar los aspectos inquisitoriales que
como los de producción por la sociedad de la criminalidad, y todavía en él perviven. Tal pretensión se incardina en otra más
la descripción del proceso penal como un ámbito donde suce- amplia fundada en la idea de que, si la culpabilidad es un
den muy diversos fenómenos interactivos, conscientes o no, fenómeno imputacional y la criminalidad un bien negativo que
pero en todo caso superadores del marco jurídico procesal(45). se distribuye, parece lógico que el procesado participe de esas
Ecker, por su parte, no considera obstáculo su crítica a los imputación y distribución a través de la fijación de la verdad;
planteamientos consensúales para solicitar un proceso penal con ello se está pervirtiendo la idea del etiquetamiento y
modificado que facilite la comunicación entre las partes, en atribuyendo al procesado también un influjo en el proceso de
una situación de mayor igualdad de oportunidades. El propio selección de la conducta criminal: Semejante planteamiento no
Freund al concluir su estudio señala de pasada cómo su método puede justificarse alegando la igualdad de oportunidades pro-
de legitimación de decisiones quizás incorrectas posee, por lo pia de un Estado de Derecho, pues la idea de igualdad, en el
que se refiere a la conducta que se pide al procesado, un fuerte contexto procesal en que nos encontramos, sólo tiene sentido
componente comunicacional, aunque aclara que en ningún si presupone el principio de la verdad material como fin último
caso es tal componente la meta esencial del proceso penal pues al que se tiende(48).
aun en condiciones óptimas de comunicación podría suceder Por otra parte, la fundamentación del proceso en el hallazgo
que no se dieran las condiciones de legitimación exigidas(46). de la verdad material, y no en los intereses de los partícipes,
Pero un aluvión de críticas cae sobre las posturas que se implica que aquella se busca con independencia de las conse-
estructuran de modo fundamental en torno a perspectivas cuencias que su desvelamiento suponga para cada uno de los
interaccionistas:

(45) Véase Jáger II. 108, 114, 122, 123-124; IV. 106-109. (47) Véase Volk 15; Ecker 73.
(46) Véase Ecker 75; Freund 152 nota 56. (48) Véase Volk 16-17.
I

254 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA POLÉMICA ENTRE LAS DIVERSAS PERSPECTIVAS 255

partícipes. Sin embargo, en cuanto se configura el proceso las perspectivas cotidianas eran el fundamento de las decisio-
como una negociación sobre la verdad se termina atendiendo nes legales y judiciales(52). Walter, con una actitud más recep-
sólo a lo provechoso de las consecuencias jurídicas derivadas tiva hacia estas posturas metodológicas, polemiza con Blum y
de una u otra conclusión. Entre otros principios, así se violan Me Hugh señalando que su teoría de imputación de motivos, a
incluso las exigencias de igualdad tal como se entienden en un la que hemos aludido en su lugar, no implica contradicción con
Derecho penal del hecho y no de autor*49*. el enfoque psicológico-individual que considera que los ele-
También desde una perspectiva preventivo-general parece mentos subjetivos de la teoría del delito aluden a realidades
inadecuada la teoría consensual de la verdad, ya que una norma psíquicas previamente dadas: Sin duda no estamos ante una
tan flexible y tornasolada en su concreción procesal difícil- imputación arbitraria sino ante el intento de un tercero por
mente servirá como pauta orientadora de la conducta conforme reconstruir lo más exactamente posible lo realmente ocurrido
al Derecho(50). en el sujeto; de ahí que el tercero que quiere entender el suceso
Asimismo se ve profundamente afectado el principio ga- y no meramente etiquetarlo no busca cualquier motivo posible
rantista procesal de la ausencia del deber de veracidad por parte sino el que ha sido realmente eficaz. Ello presupone una
del procesado. El Estado de Derecho vigente permite al proce- realidad independiente de su percepción, de lo contrario care-
sado callar e incluso mentir. Una configuración comunicacio- cería la imputación de la función de orientación para el obser-
nal del proceso penal supondría implantar para el procesado el vador asignada por Blum y Me Hugh: Así los motivos se
deber de veracidad, porque sólo así se podría lograr una reafirman como razones previas del actuar*53*.
situación comunicacional no desfigurada en el marco del
proceso(51).
Más allá de la teoría consensual de la verdad, los plantea- II. LA RESPUESTA DEL ENFOQUE NORMATIVO
mientos derivados de enfoques atribucionistas y etnometodo-
lógicos le parecen a Jáger, por un lado, excesivamente alejados A. A las perspectivas psicológico-individuales
de los problemas concretos del Derecho penal, y por otro, una
cierta vuelta a concepciones jurídicas ya superadas en las que
1. Sus insuficiencias

Los autores cuyas actitudes volvemos ahora a retomar


(49) Véase Volk 17; Ecker 74; Albrecht I. 202. responden a las críticas procedentes del enfoque psicológico-
(50) Véase Volk 17. individual de muy diversa forma: Sea aceptando parcialmente
(51) Véase Volk 16; Ecker 74. Este último autor critica igualmente el la introducción de contenidos psicológico-individuales, sea,
planteamiento comunicacional de Hruschka. Véase Ecker 71-78.
Para Albrecht ü\ 486. N. 8 la teoría consensual de la verdad puede en
más frecuentemente, reafirmando sus puntos de vista ya reco-
todo caso trasplantarse al proceso civil, pero no al penal. Por su parte, gidos extensamente en otro lugar, sea finalmente poniendo de
Monaco 71 rechaza los planteamientos comunicacionales de Luhmann
basados en la legitimación por el proceso, por la desconexión que
suponen respecto a la verificación en el proceso de la realidad psíquica (52)Véase/ágerI. 306.
del inculpado, algo para él irrenunciable. (53) Véase Walter 209-210.
256 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA POLÉMICA ENTRE LAS DIVERSAS PERSPECTIVAS 2 5 7

relieve las propias insuficiencias del enfoque psicológico- sintomático es al respecto que, pese a los reiterados ofreci-
individual. Es de esta última reacción de la que nos vamos a mientos de psicólogos y psiquiatras por aportar sus conoci-
ocupar fundamentalmente en este subapartado. mientos en la verificación de los diversos elementos subjetivos
utilizados en la teoría del delito, no se acuda a tales profesio-
a) Réplica a las críticas psicológico-individuales nales más que en el campo de la imputabilidad y cuestiones con
ella relacionadas. Por otra parte, los errores señalados en su
Un primer bloque de respuestas pretende replicar a críticas mayor parte pueden evitarse con un adecuado uso de los
previamente formuladas por los partidarios del enfoque psico- preceptos procesales(55).
lógico-individual. Por lo que respecta a la búsqueda de la
verdad material en el proceso, estos autores consideran equivo- b) Su incapacidad para satisfacer las
cado generalizar el modelo empírico de las ciencias humanas exigencias jurídico-penales
a cualquier sector de la realidad social; parece evidente que la
construcción de la realidad jurídico-dogmática tiene otras Otro segundo bloque de respuestas intenta mostrar cómo el
necesidades y otros límites que los que sin duda también enfoque psicológico-individual no satisface todas las exigen-
determinan la construcción de la realidad científico-social. En cias a las que ha de responder el Derecho penal. Así, Hassemer
ese sentido Krauss sostendrá, apoyándose en diversas afirma- recuerda el ejemplo del asesinato en cuyo tratamiento penal
ciones de Adomeit y Schmidt, que desde un punto de vista han de poderse expresar ciertas emociones especialmente
teórico resulta claro que la investigación de la verdad en el intensas de los ciudadanos hacia esas conductas. No es posible
proceso está condicionada por las metas perseguidas por la concretar esas referencias normativas en elementos descripti-
Dogmática jurídico-penal, de manera que el tema decisivo vos adecuadamente seleccionados, tarde o temprano es preciso
viene a ser el averiguar por cuál de las varias metas existentes complementarlas con puntos de vista normativos directamente
hay que optar en la investigación de la verdad procesal; y desde utilizados. Si esto es así, resultará en muchos casos preferible
un punto de vista práctico no hay duda de que los análisis de la configurar e interpretar desde un principio el elemento en
actividad judicial en el proceso muestran que, o bien no se cuestión normativamente, antes que aceptar a última hora y a
busca correctamente la verdad material, o bien se atiende a otra regañadientes tal componente(56). Otros autores recuerdan el
cosa bien distinta a la aristoteliana máxima "adequatio rei et carácter profundamente complejo de cualquier precepto jurídi-
intellectus"(54). co, en el que con frecuencia aspiran a plasmarse desde compo-
A la dura crítica formulada por Opp al uso por los tribunales nentes morales, históricos o culturales a finalidades políticas,
de teorías de sentido común se responde, por un lado, aludien- económicas o sociales, ligado todo ello a una cierta idea de
do a su necesidad en el ámbito jurídico-penal, por más que justicia, limitada a su vez por consideraciones de seguridad
conlleven la sustracción del procedimiento de obtención de la
certeza judicial a las reglas de estricta fiabilidad científica;
(55) Véase Krauss 1.413-417; II. 11-14; Teubner 24-25,27; Naucke 51-52
N.59.
(54) Véase Krauss I. 411-413; Teubner 24-25, 26-27. Kaiser I. 207. (56) Véase Hassemer II. 319-328.
258 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA POLÉMICA ENTRE LAS DIVERSAS PERSPECTIVAS 2 5 9

jurídica o de proporcionalidad; que todo ello pueda ser abarca- incapacidad para acceder a la auténtica realidad de los elemen-
do sin más a través de una adecuada formulación y constata- tos subjetivos(60).
ción empírico-descriptiva, psicológico-individual por lo que Especialmente duras son las críticas que se realizan en
respecta a los elementos subjetivos, resulta poco creíble por relación con la presunta capacidad de los peritos psicólogos o
muy cuidadosa que sea la selección de los elementos en psiquiatras para descubrir la realidad psicológico-individual
cuestión(57). que está detrás de los elementos subjetivos de la teoría del
Por otra parte, la pluralidad de corrientes en la Psicología y delito, algo que si es especialmente claro cuando se trata de
Psiquiatría no ayuda a contrarrestar la tendencia de los juristas personas psiquiátricamente normales, también reza para las
a prescindir de esas ciencias, ya que la primera exigencia para actuaciones vinculadas a enfermedades mentales. Ante todo,
su utilización es la existencia de una cierta, aunque sea relativa, se tropieza con dificultades derivadas del contexto en que actúa
uniformidad de criterios(58). La situación ha empeorado tras los el perito, como la distancia temporal con el momento del
análisis de la psiquiatría alternativa, que han mostrado las hecho, la situación coercitiva en la que se encuentra el proce-
raíces políticas latentes en toda definición de la locura, o, en un sado y, paradójicamente, los obstáculos vinculados al respeto
sentido más genérico, con el nacimiento de la sospecha de que de sus derechos procesales. A ello se añade que ni la Psiquiatría
con frecuencia determinados enfoques criminológicos que se ni la Psicología han dado avances cualitativos en el conoci-
reclaman empíricos no están más que revistiendo con un miento de la estructura determinante del actuar humano, de
argumento de autoridad lo que sólo son decisiones ideológicas modo que sigue sin poderse hablar de conclusiones ineludible-
sin apoyo científico(59). mente vinculantes. Esta situación no debe ser enmascarada por
el hecho, cierto, de que cada vez se manejan un mayor número
c) Su incapacidad para satisfacer sus de variables intervinientes, las cuales, en todo caso, nunca
propias exigencias de validez permiten pasar de afirmaciones probabilitarias respecto a la
realidad psíquica efectivamente producida<61). Esa compleji-
Un tercer bloque de críticas destaca la incapacidad de los dad, a veces inabarcable, de variables se tiende a eludir en
enfoque empíricos psicológico-individuales para satisfacer ocasiones creando conceptos psicológicos nominalistas, que
sus propias exigencias de validez. Ya hemos aludido en el se limitan a denominar, sin estudiarlas, tales situaciones
Capítulo III a las argumentaciones de Hassemer relativas a la complejas; y lo que es más grave, a partir de esos conceptos

(57)' Véase Naucke 33; Müller-Luckmann 216. (60) Véase de nuevo, aparte de la remisión al lugar correspondiente del
(58) VéaseKaiserl. 197-198,200,207;Müller-Luckmann215-216;Muñoz Capítulo III, Hassemer I. 61, 99, 137-139, 169.
Conde II. 143, 149-150; Calcedo Ordóñez 45-48 quien se detiene en (61) Véase Bresser 1.666-669,672-67'4,682-683,685; Kaiser 1.207; H. 58,
identificar las causas de las discrepancias periciales; Gómez Colomer quien alude a que el prometedor cambio desde una psicología de
96-97, quien destaca cómo tales discrepancias se ven fomentadas por la cualidades de la personalidad estables a una psicología motivacional
posibilidad de nombrar cada parte a su propio perito; MengualLull 180, solamente ha sido iniciado y aún no puede hablarse de una psicología
195,255. estructurada sobre esas bases; Mengua! Lull 179, 187-192, 196, 298;
! (59) Véase Bustos II. 203-206; García Pablos II. 101-110. Calcedo Ordoñez 48, 51; Gómez Colomer 76, 94.
i
LA POLÉMICA ENTRE LAS DIVERSAS PERSPECTIVAS 2 6 1
260 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES

pseudopsicológicos, que en nada ayudan a un juicio más Lull, al hilo de un análisis de la caracterización jurisprudencial
objetivo y científico, se sacan luego conclusiones para el de los diferentes supuestos incluidos en las causas de inimpu-
Derecho penal, como ha sucedido por ejemplo con la introduc- tabilidad, insiste una y otra vez en las marcadas discordancias
ción del concepto de cleptomanía(62). sobre el concepto de enfermedad mental y sus diversas varie-
De lo que carece básicamente la Psicología es de la capaci- dades que se producen entre la Psiquiatría y la Jurispruden-
dad de dar una imagen global de la persona, deteniéndose en cia^.
aspectos parciales. Eso le impide captar el, con frecuencia, En esas condiciones, se vierten duras palabras sobre los
carácter contrapuesto de la persona humana o procesos moti- profesionales de la Psiquiatría y Psicología que asumen tareas
vacionales no sólo susceptibles de interpretaciones opuestas para las que no gozan de la debida cobertura científica. En
sino quizás contradictorios en sí mismos. En realidad su opción España se ha objetado la obsolescencia de la gran mayoría de
por uno u otro de los aspectos que tiene ante sí, dejando en la las publicaciones de Medicina Legal y Psiquiatría forense, así
sombra al otro, implica ya una decisión valorativa(63). La utili- como el correspondiente proceder de los peritos; también se
zación de análisis psicométricos de conjunto, basados en una destaca la fácil penetración que tienen en unos y otros reflexio-
visión global de la personalidad, posibilitan en ocasiones nes basadas en puntos de vista político-criminales alejados del
descubrir los rasgos dominantes de ésta y encuadrarla dentro plano estrictamente científico. Por su parte Haddenbrock, en
de una tipología; ahora bien resulta dudoso que esas tipologías Alemania, tiene duras palabras respecto a los peritos, en
puedan decir algo fiable sobre concretos elementos subjetivos especial psicólogos, que se consideran capaces de pronunciar-
de la figura de delito(64). se sobre la capacidad individual de actuar de otro modo en el
Un riesgo adicional reside en la falta de sintonía entre caso concreto. El autor se preocupa de refutar una a una esas
ambas disciplinas. Especialmente llamativas al respecto resul- diversas posturas y se lamenta de que las regulaciones legales
tan las hipótesis en que el Derecho penal ha hecho suyas de la imputabilidad que trasladan el énfasis de los aspectos
determinadas teorías psicológicas y en función de las cuales ha psiquiátricos a los psicológicos, fomenten sin duda tales acti-
tomado importantes decisiones jurídicas, sorprendiéndose tudes(67).
ahora al comprobar que tales teorías han sido abandonadas por
la Psicología. El ejemplo paradigmático que se puede citar es
la concepción de la personalidad con una estructura estratifica-
da en diversas capas(65). En España, en otro sentido, Mengual lidad ha tenido entre los juristas en la fundamentación empírica del libre
albedrío y de la capacidad de actuar de otro modo.
(66) Véase Mengual Lull 207-208,217-222,225-288.
(67) Véase Mengual Lull209-217,196,222-225,288-290,292-295; Calce-
(62) Véase Bresser I. 668-671. do Ordoñez 46-47; Gómez Colomer 76; Haddenbrock 877-881, 897-
(63) Véase Bresser I. 671-675. 898,911-918. También Bresser II. 1190-1192, critica la endeble base
(64) Véase Bresser I. 675-676. científica en que se desenvuelven los peritajes en cuanto abandonan el
(65) Véase Bresser 1.679-681; Müller-Luckmann 217; Walther 192; Kaiser concepto psiquiátrico de enfermedad, y muestra la influencia en sus
I. 205-206; II. 20, autor este último que, además de citar otros casos, dictámenes de factores ajenos a un estricto análisis de psicología
recuerda la importancia que la concepción estratificada de la persona- científica.
262 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA POLÉMICA ENTRE LAS DIVERSAS PERSPECTIVAS 2 6 3

2. La aceptación parcial de enfoques con la pretensión de mejorarla o modificarlo. Sin duda su


psicológico-individuales crítica ha de apoyarse en un significativo acopio de datos pero
éstos deben ser ordenados y dotados de sentido por una
Hay con todo dos fundamentales vías de acceso de los determinada actitud ideológica o normativa. De ahí que Krauss
contenidos empíricos psicológico-individuales en el marco de de nuevo haya podido decir que la segunda función significa-
las posturas normativas, por más que se trata de una admisión tiva de la Criminología ha de ser el ofrecimiento, a partir de un
parcial o subordinada. Pero antes de ocuparnos de ellos convie- proceder empírico previo, de nuevas alternativas ideológicas o
ne que aludamos a una tercera vía por la que se introducen normativas al legislador penal(69).
contenidos empíricos en general, y por consiguiente también No todos los partidarios de un enfoque normativo en la
psicológico-individuales. formulación y constatación de los elementos subjetivos de la
teoría del delito aceptan este papel normativizador de la
a) El análisis empírico de los contenidos normativos Criminología. Para Naucke las ciencias sociales son desde
luego relevantes en la medida en que con sus resultados pueden
Se trata de todo el conjunto de investigaciones empíricas justificar la modificación de las actuales opciones normativas
que aspiran a describir y aclarar adecuadamente cuáles sean los jurídico-penales, pero tales ciencias han de limitarse a aportar
contenidos normativos actualmente utilizados por el Derecho datos empíricos de los que se pueden servir posteriormente las
penal así como a ofrecer nuevas alternativas normativas. Es instancias verdaderamente competentes para tomar decisiones
pues el estudio empírico de la normativización. normativas<70).
Desde esa perspectiva, la aparición de enfoques criminoló- Es este autor además quien pone el dedo en la llaga cuando
gicos como el funcionalismo o la teoría del etiquetamiento se insiste en que lo verdaderamente necesario son análisis empí-
han mostrado especialmente adecuados para en una primera ricos que no se pierdan en planteamientos generales sobre el
fase identificar, con un procedimiento empírico-social fiable, Derecho penal sino que desciendan al análisis de supuestos
los componentes normativos insertos en sectores básicos de la concretos07 °.
Dogmática jurídico-penal. En ese sentido, Krauss ha insistido En esa línea, Naucke recuerda la necesidad de análisis
en que una de las funciones básicas de la Criminología es empíricos que, por un lado, concreten empíricamente las
identificar los componentes ideológicos del Derecho penal(68). exigencias normativas a satisfacer por los elementos dogmáti-
Intimamente ligado a lo anterior es el problema de cuál haya cos aislados, y por otro comprueben los efectos sociales y
de ser el papel de la Criminología en la modificación de las consecuencias prácticas que la toma en consideración en la
actitudes normativas jurídico-penales vigentes. Se estima que
ha de problematizar la labor legisladora y el Derecho vigente
(69) Véase Krauss III. 250-252, 258. Sobre la función de la Criminología
como instancia crítica desde una perspectiva empírico-normativa,
(68) Véase Krauss III. 247. Sobre la capacidad de las corrientes menciona- además de Krauss, Kaiser I. 206; II. 5, 5-7, 9, 11; Bustos I. 25.
das para desvelar los componentes ideológicos jurídico-penales, véase (70) Véase Naucke 20-21, 26-28, 62-68.
también Walther 188-189; Kaiser II. 77; Gómez Benítez I. 133. (71) Véase Naucke 21, 24, 53-54,63-64.
264 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA POLÉMICA ENTRE LAS DIVERSAS PERSPECTIVAS 2 6 5

aplicación del Derecho de tales elementos dogmáticos norma- No se trata de mantener posturas antagónicas sino de que las
tivamente configurados producen(72). exigencias normativas a las que ha de atender el Derecho penal
Basten los párrafos anteriores para insinuar un tema que no obligan, tanto a dejar fuera de consideración desde un principio
es objeto de este trabajo y sobre el que ahora no nos podemos determinados aspectos de la realidad psicológico-individual,
detener. He pretendido únicamente mostrar la frecuencia con como a condicionar la descripción y constatación de la realidad
que autores significados de la perspectiva normativa conside- psíquica finalmente abarcada. Estaríamos realmente ante un
ran imprescindible el uso de las ciencias sociales, en cualquier problema derivado de la extrema selectividad con que procede
caso fundadas sobre bases empíricas, para verificar las exigen- el Derecho penal en este ámbito(73).
cias normativas que han de ser tenidas en cuenta en el Derecho Bustos ha señalado que "desde Beling en adelante... la
penal. Esto aleja parcialmente las críticas que puedan hacerse dogmática se convierte en una suerte de compromiso de
a estos planteamientos sobre un pretendido desconocimiento dogmas: normativos, naturales y sociales", y es esta idea sin
de las realidades empíricas. duda la que lleva a Walther o Kaiser a decir que el Derecho
penal se distingue de las Ciencias sociales o, más en concreto,
b) La limitada introducción de contenidos de la Psicología, no en que el primero posea únicamente
psicológico-individuales elementos normativos mientras que las segundas contengan
sólo empírico-descriptivos, ya que ambas clases de disciplinas
La adopción de una perspectiva normativa en la formula- poseen elementos de los dos tipos, sino en que el proceder del
ción y constatación de los elementos subjetivos de la teoría del primero esté orientado en puntos de vista valorativos y el de los
delito no supone, como ya hemos dicho, que tales elementos segundos en puntos de vista descriptivos, lo que hace que el
pretendan estructurarse de un modo exclusivamente normati- contexto en que se desenvuelven los elementos antedichos y
vo. las diversas preferencias metodológicas existentes resulten
En primer lugar, no faltan los autores que ven la relación decisivos de cara a su comprensión(74).
entre el Derecho penal y la Psicología individual científica Entendiendo el Derecho penal y su dogmática de esa
como una relación carente de contradicciones y oposiciones. manera se evitan planteamientos simplistas, que bien predican
una pasiva recepción de los datos provenientes de las ciencias
sociales y entre ellas de la psicología individual, ignorando el
contexto jurídico en el que tienen que desenvolverse, o bien
(72) Véase Naucke 38-42,60-61, 52-54.
Respecto al desarrollo de teorías que concretan empíricamente las exi- abogan por dejar inmune al Derecho penal frente a esas
gencias normativas derivadas de las opiniones cotidianas a lo largo de realidades. Teubner y Walther rechazan incluso planteamien-
diversos elementos de la teoría del delito véase igualmente Hassemer tos como el que habla de una "recepción controlada" de la
I. 204-205. realidad empírica, ya que, erróneamente, cree que es posible
Respecto a la extendida convicción de que los conceptos y elementos
dogmáticos deben validarse a tenor de las consecuencias que producen,
véanse por todos Hassemer I. 22-27; Bacigalupo I. 33-34; Muñoz
Conde IV. 42-43,52-73,108-109,118-139. Véase asimismoLuhmann, (73) En esa línea Bockelmann 254-256; Walther 192-193; Bresser 1.685.
supra. Capítulo III. Apartado ITJ.3. (74) Véase Bustos I. 35; Kaiser I. 201-203; Walther 196.
266 JOSÉ LUIS DIEZ RJPOLLES LA POLÉMICA ENTRE LAS DIVERSAS PERSPECTIVAS 2 6 7

una asunción directa de los valores científico-sociales por los tabilidad se insiste en que la cooperación entre peritos y juristas
conceptos jurídico-dogmáticos. Ambos propugnan un método sólo es posible en la medida en que sean capaces de elaborar
de incorporación de los datos empíricos más elaborado, al que conjuntamente ciertas convenciones en función de las cuales
Teubner denomina de "autonomía receptiva", que permite la se atribuyan a determinadas situaciones psíquicas unos concre-
creación de elementos dogmáticos dotados, integradamente, tos efectos en lo relativo a la imputabilidad, ya que resulta
de componentes normativos y cognitivos(75). extremadamente frecuente la aparición de dificultades de
Una referencia fundamental para saber hasta qué punto comprensión entre unos y otros, derivadas de la no correspon-
estos autores aceptan la introducción de componentes empíri- dencia de la formulación jurídica de la capacidad de culpabi-
cos en los elementos subjetivos viene dada por su actitud frente lidad con los conceptos psiquiátricos o psicológicos; en ese
a la eventual participación de peritos o psiquiatras en su sentido, la actuación del perito se considera siempre como
constatación procesal. A pesar de ciertas afirmaciones genéri- condicionada valorativamente(78). Sintomático al respecto es
cas que enumeran los lugares donde podrían tener lugar inter- que Muñoz Conde considere en parte una ventaja que nuestro
venciones forenses, o que destacan una mayor atención a los Código penal utilice un concepto tan ambiguo como el de
aspectos empíricos psicológico-individuales en la fase de "enajenado", ya que "deja en la más absoluta libertad al juez"
constatación de los elementos subjetivos de lo que podría para calificar como tal a todas las manifestaciones psicopáticas
esperarse dado el procedimiento seguido en su formulación(76), y alteraciones del proceso de socialización relevantes para la
lo cierto es que la aceptación de la actividad forense viene imputabilidad, además de liberar al psiquiatra " de tener que
prácticamente limitada al ámbito de la imputabilidad y proble- adaptar su terminología científica a la terminología legal"(79).
mas con ella relacionados(77). Incluso en el ámbito de la impu- Esta actitud reticente hacia la intervención de expertos no
tendría que significar, en principio, un rechazo a la admisión de
componentes empíricos psicológico-individuales, que podría
(75) Véase Teubner 17-18, 19-21, 34-35; Walther 188-189, 197, 198.
(76) Véase Müller-Luckmann 217, 219-226; Hassemer I. 134-135; Krauss
II. 11-14; Witter l. 188.
(77) Véase Krauss II. 13-14; Müller-Luckmann 224-226. Aún más querer, de ahí que proceda un análisis psicológico-individual de la
restringidamente, Jakobs II. 440. imputabilidad, limitado a su primer aspecto, debiéndose acudir a un
Forenses que participan de la perspectiva normativa de los juristas, y a cojunto de referencias normativas y empíricas para concretar el segun-
los que hemos aludido en diversos lugares, también aceptan aproxima- do aspecto. Por aludir sólo a la capacidad de comprender, según este
ciones empírico-psicológicas a la imputabilidad, aun cuando tiendan a autor, caben pronunciamientos periciales también sobre los diversos
enfatizar que la última palabra la tiene el juez o a confinar la interven- supuestos de evitabilidad del error. Alude igualmente a la imposibilidad
1
ción pericial a fases iniciales y no decisivas del proceso de constatación. de pronunciarse sobre el componente volitivo de la imputabilidad,
Véanse Haddenbrock 865, 887-873; Bresser II. 1188, 1192. A su vez Mengual Lull 200, 205, 255.
Calcedo Ordoñez 45,49-50 y Mengual Lull 178,248 señalan que en la (78) Véase Krauss III. 241, 256-259; Bresser II. 1188; Kaiser II. 71.
inimputabilidad los problemas surgen cuando se quiere pasar del Witter 1.188 alude a la imposibilidad de comunicación que se registra
diagnóstico de la enfermedad mental a su incidencia en la conducta entre peritos y jueces respecto a un buen número de los elementos sub-
inculpada. jetivos situados fuera de la imputabilidad, al carecer en su formulación
Porsuparte, W7ífórl. 132-139,189,193 considera posible pronunciar- de puntos que permitan establecer contactos entre ambas disciplinas.
se pericialmente sobre la capacidad de comprender, pero no sobre la de (79) Véase Muñoz Conde II. 149-150.
268 JOSÉ LUIS DIEZ RJPOLLES LA POLÉMICA ENTRE LAS DIVERSAS PERSPECTIVAS 2 6 9

pensarse que corresponde introducir directamente al juez. Las penal, a la teoría de la pena que lo inspira, y que no es otra que
referencias a que no procede romper con los planteamientos la retribución(83). Ahora bien, el proceso penal actual así orien-
psicológico-individuales pero entendidos éstos desde una tado parece mostrarse como el más coherente con los princi-
perspectiva de sentido común o lega, no faltan(80). Esto supon- pios que inspiran un Estado de Derecho: Con la pretensión
dría, según el punto de vista de Krauss, que los contenidos inicial de contrarrestar en alguna medida la pérdida de realidad
psicológico-individuales sólo podrían trasladarse al Derecho que la idea retributiva imponía, ha sabido vincular su propia
penal en la medida en que formaran parte de los elementos que permanencia a la salvaguarda de determinados principios que
las opiniones sociales consideran relevantes en la valoración no es seguro estén tan indisolublemente unidos, quizás ni
de una determinada conducta(81). No cabe, sin embargo, hacerse siquiera justificados, en un proceso ligado a la idea de la
demasiadas ilusiones respecto a los frutos que puede dar una prevención especial, tales como el in dubio pro reo, la presun-
introducción de la realidad psíquica por esta vía: Los puntos de ción de inocencia, el nulla pena sine lege y la imparcialidad del
vista cotidianos se han revelado en el Capítulo IV, Apartado IV juez. Si los datos anteriores desaconsejan cuestionar la vigente
como la instancia legitimadora por excelencia de la inclusión fundamentación y estructura básica procesales, con su conse-
de la perspectiva valorativa en los elementos subjetivos de la cuente abstinencia de auténticas indagaciones psicológico-
teoría del delito(82). individuales en las categorías dogmáticas de lo injusto y la
c) La teoría de la cesura procesal culpabilidad como elementos fundamentadores de la pena, hay
razones derivadas de la idea de justicia individualizada así
Veamos a continuación la tesis de algunos autores norma- como de la extendida creencia en la bondad de la prevención
tivistas favorable a desplazar todos los análisis psicológico- especial que avalan una concepción de la fase de medición de
individuales al ámbito de la medición de la pena. la pena bajo parámetros diversos a los de su fundamentación(84).
Para Krauss la reducción de la complejidad que en relación Se trataría de combinar retribución y prevención especial
con el concepto de verdad se produce en el Derecho penal se en un proceso penal orientado en la retribución hasta que se
debe entre otras razones, y por lo que concierne al proceso llega al veredicto de la culpabilidad, y en la prevención
especial desde ese momento hasta la concreta determinación
de la pena. La estrecha conexión que en la actual sociedad se
(80) VéaseBresser 1.684-685; Bockelmann 259; en ámbitos muy limitados, produce entre veredicto de culpabilidad y la retribución eximi-
aun dentro de su actitud aparentemente negadora de toda aportación ría de acudir a esta última en las fases de medición y ejecución
psicológico-individual, también Jakobs II. 431,432,433,437; además de la pena, por más que el efecto estigmatizador del veredicto
de amplias referencias en Apartado IV 1 del Capítulo III. de culpabilidad seguirá pesando en estas fases ulteriores y
(81) Véase Krauss II. 27-28. condicionando sus aspiraciones preventivo-especiales(85).
(82) Como un ejemplo más, y con independencia de la ambigua actitud de
Hassemer ya estudiada, es sintomático cómo este autor rechaza el uso
de una metodología empírica, los procederes demoscópicos, incluso (83) Véase afirmaciones de este autor recogidas en diversos pasajes de
cuando con ella se aspira a concretar las opiniones sociales. Véase Capítulo III.
Hassemer 1.216,280. Asimismo, desde una perspectiva runcionalista, (84) Véase Krauss I. 427-430; II. 28.
Teubner 29-30, 33-35; Walther 187-188,197. (85) Véase Krauss I. 430.
270 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA POLÉMICA ENTRE LAS DIVERSAS PERSPECTIVAS 2 7 1

La cesura propuesta posibilita un radical cambio de actitud diversas: Frente a las cualidades de precisión, concisión y
respecto al tratamiento de los elementos subjetivos ya consta- artifíciosidad, claramente condicionadas por las referencias
tados en la fase procesal previa: Sin violar el principio de normativas, de la fundamentación de la pena, en la medición de
prohibición de la doble valoración se procedería a un auténtico ésta lo que prima es la riqueza de datos y la mayor cercanía
análisis empírico psicológico-individual de la estructura moti- posible a la realidad. La satisfacción de necesidades tan dispa-
vacional del hecho a la que elementos como el dolo o la res en un proceso uniformemente configurado lleva inelucta-
imprudencia, la intención o los motivos inmanentes sin duda blemente a una continuada superposición temporal de ambos
pertenecen. A diferencia de la fase procesal anterior ya no se planos, con la consiguiente lesión de ciertos derechos del
atendería a su encaje en puntos de vista socialmente determi- procesado:
nados en un contexto imputacional de reducción de la comple- Así, determinadas informaciones que los tribunales han
jidad^. podido recoger por su relevancia para la medición de la pena,
Sin duda deberían respetarse las exigencias de un Derecho al tenerlas a su disposición antes de formular el veredicto de
penal del hecho, de modo que no se pretendieran averiguar los culpabilidad pueden influir inadvertida e incorrectamente en él
rasgos caracterológicos generales o la constitución psíquica siendo así que deberían ser irrelevantes en ese lugar.
del autor, sino la estructura motivacional del hecho, por más En la misma línea el procesado tiene interés, y derecho, a no
que teniendo presente que éste es consecuencia y expresión de facilitar la labor de averiguación de los hechos, algo que sin
una determinada personalidad(87). embargo deja de tener sentido una vez probada su culpabilidad,
En cualquier caso su propuesta abre amplias perspectivas momento en que quizás le interese ser muy explícito para hacer
para la introducción de expertos que realizarán los análisis comprensible y más disculpable su actuar. Parecida situación
antedichos con la meta puesta en la resocialización pasando el se plantea en una defensa orientada en principio a la negación
juez en esta fase procesal a ser un mero vigilante de que tales de los hechos o de la culpabilidad de su defendido, y que se ve
personas van a respetar en su actuación las garantías propias de obligada simultáneamente a argumentar en línea a veces bien
un Estado de Derecho(88). distinta para el caso en que se declare su culpabilidad(89).
La teoría de la cesura procesal, cuyas numerosas formula- Sin embargo, el autor aprecia una serie de inconvenientes:
ciones e implicaciones al margen del tema que a nosotros nos En primer lugar el riesgo de que exhaustivos análisis psicoló-
interesa hemos de dejar necesariamente fuera de nuestra con- gico-individuales por parte de expertos afecten al derecho a la
sideración, ha merecido una acogida inicial favorable por parte intimidad del procesado, también vigente, aunque en otro
de destacados autores normativistas. Así Hassemer estima que contexto, en esta fase. En segundo lugar las dificultades de
una ventaja de esta teoría es la de separar claramente las dos constatación con que los elementos subjetivos, también en una
actividades, de fundamentación y de medición de la pena, que segunda fase procesal dejada básicamente en manos de los
responden a intereses y a reglas de procedimiento netamente expertos, tropezarían(90).

(86) Véase Krauss II. 28-30.


(87) Véase Krauss II. 29-30. (89) Véase Hassemer I. 92-96, 99.
(88) Véase Krauss I. 430-431. (90) Véase Hassemer I. 97-100.
272 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA POLÉMICA ENTRE LAS DIVERSAS PERSPECTIVAS 2 7 3

Pero la crítica más significativa para nosotros es de otra da pié para una fase de medición de la pena transida de análisis
naturaleza: Hassemer señala cómo las tendencias hacia una psicológico-individuales, éstos tienen escasa relación con los
mayor elaboración de los criterios de medición de la pena que se hubieran hecho en la fase de fundamentación de la pena
chocan con la necesidad que tiene el Derecho penal de una en el caso de que se hubiera adoptado una perspectiva psicoló-
cierta vaguedad en algún sector de su ámbito decisional, gico-individual en ella.
necesidad que ahora es satisfecha en la medición de pena. Que En un plano más genérico puede resultar ilustrativa la
con ello está refiriéndose a la urgencia de un hueco donde postura de Gómez Benítez: Este autor parte en primer lugar de
introducir básicamente a través de elementos subjetivos deter- que la función primordial a satisfacer por la medición de la
minadas referencias normativas que no han podido plasmarse, pena es la prevención general, que delimitará el ámbito donde
quizás por su variedad según los casos, en los elementos deba actuar la prevención especial, aspirando en todo caso a
fundamentadores de la pena, no ofrece dudas tras la lectura de cerrar el paso a la retribución. Este planteamiento no implica,
este autor*90. a diferencia de lo que hace Hassemer, una puesta en segundo
En cualquier caso, los intentos de introducir de forma plano de la intervención de expertos. Pero la función de estos
limitada análisis psicológico-individuales a través de la teoría expertos no reside en la realización de análisis psicológico-
de la cesura procesal tropiezan con una asimetría conceptual individuales con los que concretar los elementos subjetivos ya
difícilmente eludible, que entrevio Krauss, tras una crítica de empleados en la fundamentación de la pena: Tal cosa supon-
Bruns, e intentó solucionarla a través de la vinculación al dría orientarse en rechazables planteamientos culpabilísticos y
Derecho penal del hecho, y la ha insinuado igualmente Kai- retribucionistas. Lo que hacen falta son análisis psicológico-
ser*92*. Consiste en que los análisis psicológico-individuales individuales, lo más precisos posible, sobre la capacidad de
que deben realizarse en la fase de medición de pena, si resocialización del delincuente, cuando no análisis sociológi-
realmente lo que pretenden son fines preventivo-especiales, cos que nos muestran las implicaciones preventivo-generales
tienen poco que ver con una revisión, en clave psicológico- de una determinada actitud en la medición de la pena(93).
individual, de los elementos subjetivos imputados en la fase de
fundamentación de la pena. El pronóstico de peligrosidad, la B. A las perspectivas psicológico-colectivas
predisposición para el tratamiento, el posible éxito del mismo,
son sin duda preguntas para cuya respuesta se precisan previos La actitud de los autores normativistas hacia los enfoques
análisis psicológicos del autor por parte de expertos, pero casi psicológico-colectivos dista de ser inequívoca.
nada tienen que ver con una adecuada constatación empírico- Por una parte se cuestionan sus procedimientos metodoló-
individual de los elementos subjetivos utilizados en la funda- gicos o la amplitud de sus conclusiones. Así, se pone en duda
mentación de la pena y estrechamente ligados a un Derecho que las categorías psicoanalíticas, elaboradas para reflejar
penal del hecho. Se puede decir que si la prevención especial procesos psíquicos individuales, puedan explicar debidamente
procesos psíquicos sociales; se critica un excesivo esquematis-

(91) Véase Hassemer I. 102-103; II. 324-325, 326.


(92) Véase Krauss II. 29; Kaiser I. 209-210; II. 119. (93) Véase Gómez Benítez l. 144, 150-151, 157-172, 177-184.
274 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA POLÉMICA ENTRE LAS DIVERSAS PERSPECTIVAS 2 7 5

mo que no desciende a análisis concretos de por qué se escoge En este sentido el autor Gonsidera a las necesidades psico-
a una persona como chivo expiatorio en lugar de otra, o del lógico-colectivas como un elemento fáctico de primer orden
grado de represión cuantitativa y cualitativa que es precisa para por el que no cabe pasar de largo si se quiere configurar un
satisfacer esas necesidades psicológico-colectivas; asimismo, Derecho penal que no ignore la transcendencia preventivo-
sus pretensiones de explicar casi todas las formas de crimina- general que tiene el respeto de esas necesidades.
lidad, y de un modo prácticamente uniforme, choca con la Pero el autor rechaza una actitud de sumisión a las emocio-
percepción del diferenciado tratamiento que la sociedad, a nes sociales: Se ha de procurar una cuidadosa superación de
partir de determinadas valoraciones, otorga a los diversos ellas, como él se encarga de mostrar al justificar el abandono
comportamientos(94). del concepto de reproche, entre otras razones, en el deseo de
Las afirmaciones anteriores no impiden a estos autores frenar la consolidación de los mecanismos propios del chivo
reconocer que la teoría del chivo expiatorio ha puesto de expiatorio y de mostrar la responsabilidad de la propia socie-
relieve una relación entre sociedad y delincuente más compleja dad en la creación de la criminalidad(98).
de lo que hasta entonces se creía, que explica la contumaz También Gómez Benítez parte de la existencia en la socie-
persistencia de la idea retributiva en nuestra sociedad, y la dad de un conjunto de necesidades psicológico-colectivas, en
debilidad congénita de las pretensiones resocializadoras(95). línea con las explicaciones aportadas por la psicología profun-
Interesante resulta comprobar la medida en que esta acep- da. A él le preocupa básicamente la concreción de esas nece-
tación matizada de los datos psicológico-colectivos se permite sidades en la formulación de un reproche, fundado en la
influya sobre la actual configuración del Derecho penal. Has- culpabilidad individual, respecto a la conducta que ha produ-
semer es un autor especialmente sensible a tales datos en cido un perjuicio social o individual: Considera que el legisla-
numerosas ocasiones: Así sucede cuando aboga por la asun- dor, que en realidad procede según planteamientos preventivo-
ción por parte del juez de las expectativas de justicia tal como generales de integración, debe aprovecharse con fines educa-
se expresan en la sociedad, ya que así legitimará en parte su tivos de lo que no considera para sí más que una ficción, la exis-
proceder*96*; o cuando acepta una interpretación de las circuns-
tancias calificativas del asesinato orientada en la necesidad de
expresar determinadas actitudes emocionales de la sociedad Derecho penal, y Mir Puig 1.71; II. 109, en lo concerniente a la toma en
especialmente intensas(97). consideración por el legislador de la mayor disposición a perdonar por
parte de la sociedad cuando no se produce el resultado.
En cierto momento Muñoz Conde IV. 52, al elaborar su concepto
normativo sobre el conocimiento de la antijuricidad, ya visto, dice, sin
(94) Véase KaiserYl. 176-177; III. 70-71; García Pablos 1.46; IV. 255-256. mayores explicaciones, que se trata de "un problema psicológico-
(95) Véase Kaiser II. 176-177; García Pablos I. 46, 54-55, IV. 253-255; colectivo, producto de la interacción...".
Muñoz Conde I. 95-96. (98) Véase Hassemer 1.203-206,225-226,212-21A, 280-281. En la misma
(96) Véase Hassemer I. 77-80. línea García Pablos I. 77 N 164 y 165 se plantea una hipotética
(97) Véase Hassemer I. 102; II. 318-319, 324-328. superación de la idea de retribución.
En la misma línea de aceptación de necesidades psicológico-colectivas La actitud expuesta en Ellscheid-Hassemer 286-287, también en rela-
en Derecho penal en determinadas ocasiones, véase García Pablos I. ción con el mantenimiento o no del concepto de reproche, ofrece una
54-55 en relación con el mantenimiento de la función retributiva en postura más matizada.
276 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA POLÉMICA ENTRE LAS DIVERSAS PERSPECTIVAS 2 7 7

tencia de la culpabilidad individual, para lograr así más eficaz- elementos subjetivos de la tipicidad, o el propio concepto de
mente sus metas preventivo-generales. De ahí que proceda imputabilidad, situados por Bustos en todo momento en un
ante los ciudadanos como si los creyera capaces de culpabili- contexto comunicacional(102), y a la exigencia de una comuni-
dad. Por lo demás tal actitud la mantiene el tiempo estrictamen- cación personal entre ambas partes, procesado y juez, como
te necesario, es decir, sólo en un plano general y abstracto, requisito ineludible de todo reproche, y a su no aparición en el
acudiendo a sus criterios directamente preventivo-generales proceso, retrotraen Ellscheid y Hassemer uno de sus argumen-
en cuanto pretende concretar la medición de la pena(99). tos favorables a la supresión del concepto de reproche(103).
Aunque Gómez Benítez se vincule a Haffke su postura no Atendiendo ya al proceso penal Krauss estimará que la
es equiparable, pues este último autor no aspira en ningún aplicación del Derecho ha de verse en un contexto comunica-
momento a "engañar" a los ciudadanos, a simular que cree en cional con el que se aspira a asegurar un procedimiento de
lo que ellos piensan, sino que acepta resignadamente sus discusión que legitime ante la sociedad la decisión tomada.
opiniones, reconoce que no puede configurarse el Derecho Desde esa perspectiva las teorías del etiquetamiento muestran
penal prescindiendo de ellas, y confía en modificarlas poco a adecuadamente la realidad imputacional del Derecho penal y,
poco esperando el día en que pueda actuar más racionalmente en especial, revelan la estrecha vinculación que se da entre el
porque las actitudes sociales sean más racionales. Digamos Derecho penal material y procesal*I04).
que para Haffke la fuente legitimadora del Derecho penal son Hassemer por su parte concibe el proceso penal como
las convicciones sociales, al menos como límite irrebasable, condicionado, entre otros factores, por dos realidades de rai-
mientras que para Gómez Benítez lo es un legislador "experto" gambre interaccionista, por un lado la distinción entre produc-
que dice a los ciudadanos lo que les conviene(100). ción y presentación del caso, y por otro el concepto de com-
prensión escénica. La distinción aludida en primer lugar expo-
C. A las perspectivas interaccionistas ne que una cosa son las reglas que se siguen para producir el
caso(105) o la decisión y otras las seguidas en la presentación del
Antes de centrarnos en el proceso penal, conviene señalar caso o de la decisión. La hermenéutica jurídica ha prestado casi
que algunos autores normativistas han utilizado a veces argu- exclusiva atención a la fase de producción y presentación de la
mentos interaccionistas para fundar determinadas concepcio- decisión y respecto al caso sólo se ha ocupado de su presenta-
nes normativas de elementos subjetivos de la teoría del delito. ción, pero no de su producción.
Así sucede con el primer aspecto del concepto de imputabili-
dad desarrollado por Haddenbrock, en el que resulta decisiva
la capacidad del sujeto para hacer comprensible durante el
juicio y a sus partícipes el proceso motivacional que le llevó a
(102) Véase Bustos II. 208; III. 183-184,186-187, 195-196,202, 205, 380-
cometer el hecho(101), o con el mecanismo de atribución de los 383.
(103) Véase Ellscheid-Hassemer 270-271.
Véase además lo dicho por Muñoz Conde y recogido en apartado
(99) Véase Gómez Benítez l. 135,143, 177-179. anterior.
(100) Sobre la postura de Haffke, véase todo lo dicho en Capítulo IV. (104) Véase Krauss III. 245-246, 254.
(101) Véase Haddenbrock I. 900-901, 902-903, entre otros lugares. (105)Entiéndase por "caso" el establecimiento de los hechos probados.
278 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA POLÉMICA ENTRE LAS DIVERSAS PERSPECTIVAS 2 7 9

Enlazando con la necesidad de atender a esto último es de trabajar por lograr una situación ideal en la que se lograra un
como surge el concepto de "comprensión escénica", idea con discurso libre de dominio. Para Hassemer el concepto de
la que se quiere aludir a la diversa naturaleza que posee la verdad consensual, aunque pueda chocar con las creencias
comprensión de una realidad cuando tal comprensión se reali- cotidianas, que parten de la teoría de la correspondencia entre
za, no en base a textos, sino a partir de una situación, de una la realidad y su expresión, es sugestivo en el marco del proceso
secuencia de acciones. La comprensión en un contexto escéni- penal. Sin embargo habría que hacer las siguientes precisiones:
co y no textual tiene determinadas peculiaridades, que la hacen Ante todo, que el discurso libre de dominación es una
más difícil: La fugacidad del objeto sobre el que incide la situación ideal a cuyo logro hay que aspirar sin saber con
comprensión, los condicionantes lingüísticos que, si son im- seguridad si eso es posible. En segundo lugar, que el actual
portantes cuando se intentan comprender textos, más lo son si proceso penal, aun siendo un sistema comunicacional defec-
ese lenguaje está íntimamente ligado a una determinada situa- tuoso, está mucho más cercano a las exigencias comunicacio-
ción, la percepción selectiva de las informaciones, que está nales que el anterior proceso inquisitivo. En tercer lugar, cabe
profundamente condicionada por las precomprensiones, pre- preguntarse si pedir más es algo que está en buena medida fuera
juicios, rutinas o estereotipos, roles y experiencia vital de los de lugar: El proceso penal forma parte de lo que se podría
partícipes en esa comprensión, las consecuencias derivadas de denominar, siguiendo a Habermas, la comunicación institucio-
la interacción participativa, es decir, de la forma en que, nal, lo que viene a suponer que necesita satisfacer determina-
comunicándose recíprocamente los partícipes, se obtiene la das funciones institucionales aun a costa de perder en virtuali-
información, la continua presión por lograr una comprensión dades comunicacionales. Tales funciones exigen, por ejemplo,
correcta de los hechos a partir de una situación cambiante y que que el proceso se estructure en torno a un objeto definido
en un determinado momento cesa, así como, unido a lo ante- previamente (la constatación del hecho punible), actividad, por
rior, las menores posibilidades, en relación con la comprensión otra parte, que ha de tener necesariamente lugar si se cumplen
textual, de asegurarse una vez concluida la situación procesal determinados requisitos, y que ha de desembocar en una
que la comprensión fué correcta(106). conclusión en un cierto plazo de tiempo, conclusión que ha de
Que tales limitaciones de la comprensión escénica inciden tener también necesariamente determinadas consecuencias. Es
de forma especial sobre los elementos subjetivos, dadas sus decir, los partícipes no pueden decidir ni sobre el objeto de su
especiales dificultades de constatación, es algo evidente y que discurso, ni sobre determinados elementos básicos de su des-
el propio Hassemer tiene bien presente(107). arrollo, ni sobre sus consecuencias; los partícipes no sólo están
Hassemer se pregunta, una vez comprobada la existencia de relacionados entre sí, sino también con un tercero que establece
esas limitaciones en el proceso, si proceden tanto la conclusión las reglas de su discurso y con el que no pueden consensuar.
de Rottleuthner de que estamos ante una comunicación sis- Al margen de las funciones institucionales básicas, la
temáticamente defectuosa, como las propuestas de Habermas concreta configuración del proceso está profundamente deter-
minada por la pretensión de salvaguardar determinados dere-
chos de los partícipes, singularmente del procesado, que se
(106) Véase Hassemer 1.15,60,73-80, 84-85,101,107-120. estima están por encima de lo que podrían denominarse dere-
(107) Véase Hassemer 1.60-61,168-171. chos comunicacionales de los partícipes. Esta sería otra fun-
280 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA POLÉMICA ENTRE LAS DIVERSAS PERSPECTIVAS 281

ción institucional que explicaría especialmente la "formaliza- la forma en que los juristas yen su propio trabajo en el ámbito
ción" de la comunicación que se realiza en el proceso. de la Administración de justicia, desde luego no inspirado en
Todo ello hace que deba entenderse el actual discurso la labor de reconducir y neutralizar los prejuicios del o de los
procesal, no como la cara opuesta del discurso libre de dominio afectados. En segundo lugar, si los pre-juicios o las pre-
sino como un modelo comunicacional que tiene en cuenta los comprensiones del afectado están tan arraigadas en sí mismo
condicionamientos institucionales(108). como la teoría de la legitimación por el proceso manifiesta, lo
En cuanto a la teoría de la legitimación por el proceso de lógico sería asumir tales pre-juicios en serio, realmente, en el
Luhmann, los autores normativistas estudiados han sido esca- proceso y no de un modo meramente ceremonial-simbólico.
samente receptivos. Sólo Krauss saluda inicialmente sus plan- En tercer lugar, nos encontramos ante un planteamiento pro-
teamientos, en la medida en que muestra de un modo muy sutil fundamente condicionado por su inclusión en una perspectiva
que el proceso no está dirigido a la búsqueda de la verdad, sino más amplia, la teoría de la sociedad de Luhmann y dentro de
al logro de una comunicación social, analizando agudamente ella las exigencias derivadas de la reducción de la complejidad;
diferentes principios procesales desde esa perspectiva funcio- este condicionamiento, unido al hecho generalmente aceptado
nal-social(109). Pero tanto éste como otros autores tropiezan de que Luhmann parece pensar fundamentalmente en el proce-
rápidamente con inconvenientes derivados del enfoque luh- so civil, dan una fuerte carga de relatividad a su postura.
manniano: Por último, tropezamos de nuevo con la peculiar actitud
Naucke alude al desmesurado nivel de abstracción en el que sistémica que distingue entre "función" y "fin", entendida la
se mueve Luhmann y que le impide realmente ocuparse del primera como las consecuencias objetivas de una cosa y el
proceso penal tal y como ahora se está produciendo, lo que segundo como las consecuencias pretendidas por los sujetos
origina que no pueda llegar a concretar en ningún momento actuantes: La interpretación procesal de Luhmann atiende a
pautas precisas de actuación útiles para la praxis decisional esas consecuencias objetivas. Para Hassemer, Luhmann olvida
jurídica010). Para Krauss, la tesis de este autor sólo alude a una que el proceso penal tal como es ahora puede ser modificado,
legitimidad formal, funcional, pero el proceso no acaba de y que tal posibilidad condiciona su comprensión, es decir, que
entenderse si, en último término, no se vincula a una legitimi- aunque su "función" sea la que dice Luhmann, tal función no
dad material, ineludible, a la que no menciona Luhmann0U). satisface a la actual conciencia jurídica, de forma que los
Pero es de nuevo Hassemer el que aporta mayor número de partícipes utilizan el proceso con "fines" distintos. Pues bien,
críticas desde un enfoque normativista, con una actitud de casi en tanto los partícipes pretendan esos fines el proceso también
nula contemporización con la tesis de Luhmann: En primer realiza fácueamente los fines que aspiran a modificarlo012).
lugar, choca frontalmente tal legitimación por el proceso con

(112) Véase Hassemer I. 90-92.


(\08)VéaseHassemerI.S0,120-128,146-160. Véase también Muñoz Conde No nos hemos ocupado en este subapartado de planteamientos más
IV. 52. genéricos de los autores normativistas en contra de las posturas interac-
(109) Véase Krauss I. 420-422. cionistas aludidas. En todo caso pueden referirse aquí las críticas que las
(110) Véase Naucke 57-58 N. 66. perspectivas del etiquetamiento y sus teorías derivadas, singularmente
(111) Véase Krauss 1.422. de la de Sack, han recibido a tenor de su escasa validación empírica, su
282 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA POLÉMICA ENTRE LAS DIVERSAS PERSPECTIVAS 2 8 3

III. LA RESPUESTA DEL ENFOQUE colectivas, de ellas provenientes, no llegan nunca realmente a
PSICOLOGICO-COLECTIVO la raíz del problema. La pretensión de algunos defensores de
las tesis criticadas, como Jáger, de que las necesidades psico-
A. A las perspectivas psicológico-individuales lógico-colectivas, pese a que hay que reconocer su existencia
y efectos, no deben ser tenidas en cuenta por el Derecho penal,
en cuanto son expresión de tendencias psicopatológicas, es
1. Crítica a las perspectivas
irrealista: Ante todo porque habrá que preguntarse qué suce-
psicológico-individuales en general derá si las ignoramos, y en segundo lugar porque se trata de un
fenómeno reactivo generalizado en toda la sociedad y en todas
Que ya en el Derecho penal actual, sin esperar a eventuales las sociedades lo que le hace acreedor del calificativo de
modificaciones de las opiniones sociales y subsiguientemente "normal", a no ser que, incorrectamente, se califique como
de la regulación jurídico-penal, se puede proceder a análisis patológico todo aquello que proceda de las pulsiones0"0.
psicológico-individuales de determinados y muy concretos Las críticas de Opp, dirigidas básicamente al enfoque
elementos subjetivos de la teoría del delito es algo que no se normativista en sentido estricto, les hace también sentirse
opone con la generalizada actitud psicológico-colectiva de aludidos a estos autores, que responden señalando, por un lado,
estos autores013). que la perspectiva de Opp olvida la problemática macropsico-
Pero las críticas a una actitud que vaya más allá de aceptar lógica, por otro, que es el enfoque psicológico-colectivo el que
residualmente enfoques psicológico-individuales no se hacen se ajusta verdaderamente a la realidad psicológica que interesa
esperar: Para Haffke, uno de los defectos fundamentales de al Derecho penal, que no es la constitución psíquica del autor
dichos enfoques es su superficialidad analítica: Al ignorar que delincuente, sino la configuración psíquica del conjunto de los
las construcciones y procederes jurídico-penales se basan en ciudadanos en relación con la delincuencia, y por último, que
necesidades impulsivas y en representaciones y valoraciones la pretensión de Opp de descubrir la auténtica realidad psíquica
del delincuente es un afán destinado al fracaso incluso en el
mejor de los procesos penales posible015).
excesiva concentración en determinadas clases de criminalidad, la Por lo demás, las posturas psicológico-individuales son
exclusiva atención prestada a las instancias de control social con claro
inconsecuentes consigo mismas: Así, en las ocasiones que
descuido del papel desempeñado por la víctima, y, sobre todo, la
excesiva importancia atribuida al fenómeno selectivo, que les lleva a aceptan enfoques psicoanalítico-individuales pero no psicoa-
olvidar que la criminalidad no se agota en su definición por las nalítico-colectivos; no resulta fácilmente comprensible que los
instancias de control. En esa línea pueden citarse a Kaiser II. 77-78, resultados obtenidos por una misma corriente epistemológica
105-106, 167-170; III. 103-104; Hassemer I. 62-64; Krauss III. 245- sean asumidos de modo tan diferenciado según se trate de datos
246; Teubner 27.
Una breve referencia a la cuestionable fundamentación ideológica del
funcionalismo, en Gómez Benítez I. 134. (114) Véase Haffke 1.51 -52,37; Kóberer (5-6), quien no deja de reconocer el
(113)Véase Haffke I. 57; Bóllinger 175; Trechsel 434-424; Kóberer (7), carácter precario de toda solución de conflictos internos que dependen
quien llega a aceptar el análisis psicológico-individual de la culpabili- de instancias externas.
dad. (115)Véase Haffke I. Nota 115; Kóberer (6-7); Bóllinger 174.
284 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA POLÉMICA ENTRE LAS DIVERSAS PERSPECTIVAS 2 8 5

individuales o colectivos016). O dada la frecuencia con la que cas vinculadas al análisis, del individuo, y en un contexto
eluden las conclusiones a las que les lleva su enfoque metodo- preventivo-especial, pese a que disponía casi desde sus inicios
lógico si no corresponden con sus actitudes previas, como de una teoría de psicología social o colectiva aplicable al
sucede con la capacidad de culpabilidad, donde enfoques fenómeno de la criminalidad y su reacción social019).
auténticamente psicológico-individuales muestran constante- El reciente establecimiento de una fructífera colaboración
mente la situación determinista básica, de manera que la única entre la teoría de psicología social referida a la sociedad
conclusión verdaderamente consecuente sería la de incluir punitiva propia del Psicoanálisis y un Derecho penal muy
sistemáticamente el análisis de la culpabilidad concomitante atento a planteamientos preventivo-generales ha originado
de la sociedad por el hecho en el juicio de imputabilidad(117). simultáneamente una fuerte reacción en contra de las actitudes
En todo caso podría acudirse al enfoque psicológico-indi- psicoanalíticas anteriores, en especial en contra de las actitudes
vidual como una referencia crítica a tenor de cuyas exigencias forenses psicoanalítico-individuales.
deberían encaminarse las reformas penales en la medida en que Para Trechsel son consideraciones en primer lugar preven-
las convicciones generales lo permitieran. Pero tampoco cabe tivo-generales las que aconsejan no proceder a análisis psico-
exagerar tales potencialidades del enfoque psicológico-indivi- analítico-individuales que conducen prácticamente siempre al
dual ya que, al no disponer de los instrumentos analíticos estudio de la motivación inconsciente: La función del Derecho
propios del enfoque psicológico-colectivo, tiende a olvidarse penal es básicamente la de asegurar la paz jurídica y es
de las auténticas causas del problema y a creer que éste se fácilmente comprobable que el Psicoanálisis, en su vertiente
soluciona simplemente curando los síntomas, es decir, modi- individualizadora, no tiene hoy por hoy el arraigo necesario en
ficando los preceptos penales desacordes con la perspectiva las opiniones sociales como para que sus conclusiones resulten
psicológico-individual018). compatibles con las necesidades sociales de punición y, en
último término, con el aseguramiento de la paz jurídica. De ahí
2. Crítica a la variante que los motivos del delincuente deban determinarse de acuer-
psicoanalítico-individual en especial do a los puntos de vista y nivel de ilustración de la opinión
pública, lo que excluye el uso de criterios estrictamente indi-
La crítica al enfoque psicológico-individual en la medida vidualizados02^
en que este se desenvuelve en el marco del Psicoanálisis También argumentos basados en determinados ideales
individual tiene especiales características. jurídicos apoyan la no consideración de los motivos incons-
Los autores se lamentan del hecho de que durante mucho cientes, entre ellos, el respeto, constitucionalmente obligado,
tiempo el Psicoanálisis sólo se ha aproximado al Derecho penal a la dignidad de la persona humana, que exige que se trate al
suministrando conocimientos etiológicos y técnicas terapeúti- ciudadano imputable como un ser racional que sabe lo que hace
y por qué lo hace, lo que impide tener en cuenta motivos de su

(116)Véase Hqffke I. 36-37.


(117)Véase Hqffke I. 43-44; Kóberer (7-8). (119) Véase Haffke III. 7-8, 16, 146-148; Kóberer (2-3).
(118)Véase Haffke I. 51-52. (120)Véase Trechsel 418, 421-422.
286 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA POLÉMICA ENTRE LAS DIVERSAS PERSPECTIVAS 2 8 7

actuar para él mismo desconocidos. Por otra parte el efecto mientos de culpabilidad. Esta caracterización de los delincuen-
motivador del Derecho penal se dirige fundamentalmente a los tes, que sin pretensiones de exclusividad ha supuesto durante
niveles de la consciencia, de modo que la valoración que se mucho tiempo uno de los pilares de la explicación psicoanalí-
pueda hacer de la concurrencia de un determinado motivo sólo tica de la criminalidad, se considera actualmente de muy escasa
tiene sentido si se trata de una realidad psíquica consciente(121). relevancia. En primer lugar debido a que la aparición de un
Tampoco parece que el proceso penal suministre un contex- Super-yo estricto es un fenómeno cada vez más escaso, siendo
to adecuado para lograr la verdad material tal como se deduce lo habitual las alteraciones inversas, es decir, delincuentes con
de planteamientos psicoanalítico-individuales: La ausencia de un Super-yo débil o inexistente, algo que quizás no fuera así en
intimidad y confianza, el carácter solemne y teatral de la el ámbito de la clase media de principios de siglo en el que se
actuación de los diversos partícipes, la escasa preparación para movían los primeros psicoanalistas. En segundo lugar, la gene-
comprender los datos psicoanalíticos por parte de los jueces, la ralización de la idea del delincuente por sentimiento de culpa-
carencia de un número adecuado de psicoanalistas que puedan bilidad es difícilmente compatible con los datos, más numero-
realizar funciones forenses con garantías, y, sobre todo, la sos y contrastados, que describen el fenómeno del chivo expia-
lentitud de la exploración psicoanalítica ligada, además, indi- torio, aceptado también por los defensores de lo anterior(I23).
solublemente a la terapia, constituyen elementos casi insupe- Ostermeyer ha intentado compatibilizar un análisis psico-
rables. Incluso el desarrollo de métodos rápidos de diagnóstico analítico-individual con otro psicoanalítico-colectivo de los
psicoanalítico tiene como presupuesto una adecuada capaci- elementos subjetivos de la teoría del delito. Ya vimos en otro
dad de autopresentación verbal de la persona que se quiere lugar sus aportaciones en un contexto psicológico-colectivo.
diagnosticar, algo que no se da con mucha frecuencia(122). Desde una perspectiva psicológico-individual cabe destacar en
Muy significativo del abandono de planteamientos basados primer lugar su consideración de la conducta delictiva en
en el Psicoanálisis individual es el descrédito, o cuando menos cuanto tal como derivada de una situación de crisis personal, de
su localización en un segundo plano, que ha experimentado la forma que el comportamiento es dirigido predominantemente
teoría del delincuente por propio sentimiento de culpabilidad: por el inconsciente; en la mayor parte de los actos delictivos se
El concepto fué elaborado directamente por Freud y alude a materializan impulsos del Ello que han eludido los controles
personas con un Super-yo estricto que se caracterizan por del Yo o el Super-yo(124). Es interesante ver la medida en que
desarrollar intensos sentimientos de culpabilidad derivados de repercute tales afirmaciones en el análisis de los elementos
la presión que ejercen para su realización los deseos reprimi- subjetivos de la teoría del delito:
dos. La situación se resuelve únicamente realizando una con-
ducta delictiva, no necesariamente paralela en su contenido al
del impulso reprimido, que llevará implícita la imposición de (123) Véase Hqffke III. 98-102,105-108; Koberer (4); Ostermeyer 1.173; JJ.
una pena, cuyo cumplimiento les permitirá calmar esos senti- 85-86.
(\24)Véase Ostermeyer l. 197-205,169-175.
El autor atribuye en ocasiones gran importancia a las influencias am-
bientales, por encima de las alteraciones comportamentales citadas, por
(\2\)VéaseTrechsel 411,417-418. más que insiste en la interrelación entre ambos factores. Véase
(122) Véase Trechsel 415-416,421. Ostermeyer 175-192.

i
288 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA POLÉMICA ENTRE LAS DIVERSAS PERSPECTIVAS 2 8 9

Para el autor que estamos estudiando no hay motivos para a la pena fundamentalmente una función curativa preventivo-
que la responsabilidad penal se edifique básicamente en torno especial, procede que la catégorización de esos defectos es-
al concepto de dolo entendido como voluntad consciente. tructurales de la personalidad se realice pensando, no en la
Aclarando en primer lugar que tanto los impulsos como los caracterización psiquiátrica de ellas, sino en las adecuadas
mismos pensamientos e ideas proceden todos ellos del Ello, no reacciones penales que en cada caso correspondan*126).
ve razones para limitar la responsabilidad a aquellas hipótesis Una dura crítica a estos planteamientos de Ostermeyer se ha
en que el Yo autoriza y dirige el impulso inconsciente. Para el ejercido por parte de Haffke, en especial en relación con el
Psicoanálisis se puede hablar ya de responsabilidad, si se concepto propuesto para sustituir al de dolo: Entre otros
quiere, de conducta dolosa tanto cuando concuerdan Ello, Yo argumentos destaca que, siendo cierto que todos los impulsos
y Super-yo como cuando se realizan acciones a partir del Ello para actuar tienen su raíz en el inconsciente, Ostermeyer no se
sin permiso del Yo y del Super-yo. De ahí que proceda sustituir ha parado a pensar que en el ámbito jurídico-penal lo relevante
el concepto de acción dolosa, por el de "acción expresiva", es puede que sea, no ese componente siempre existente, sino el
decir, por el de acción que corresponda a las tendencias de la grado de participación en la acción de los otros componentes,
personalidad, a los impulsos que adquieren su eficacia a partir esto es, del Yo y el Super-yo.
de la estructura global del Ello, Yo y Super-yo, y dirigida a la Por otra parte, la distinción entre dolo e imprudencia resulta
comisión de un hecho delictivo, dirección que hay que enten- prácticamente imposible de realizarse dada la amplitud con
der a tenor de la tendencia objetiva de la acción, y no de la que concibe la "acción expresiva", sustitutiva de la "acción
motivación interna. Así se abarcarán los actos fallidos, las dolosa".
acciones instintivas y pasionales...(125). Asimismo, la tendencia de Ostermeyer a trasladar los
Por lo demás, continúa Ostermeyer, habrá "acciones criterios de referencia, del hecho a la personalidad, implica en
expresivas" de las que luego no pueda predicarse el elemento último término el fomento de un Derecho penal de autor y de
de la imputabilidad: Esto sucederá cuando haya defectos en la medidas, algo para lo que no cree Haffke que se den los
estructura de la personalidad que alteren masivamente el presupuestos, ya no los sociales sino ni siquiera los instrumen-
equilibrio entre el Ello, Yo y Super-yo de forma que la tales científico-psicológicos.
personalidad no tenga desde un principio posibilidades de En resumidas cuentas, Haffke acepta la posibilidad de que
lograr una plena adecuación social. Ahora bien, dado que el pudiera hablarse desde una perspectiva psicoanalítica de un
Psicoanálisis, en su vertiente psicoanalítico-individual, asigna "dolo inconsciente", pero al margen de las críticas ya expues-
tas, eso llevaría a ampliar enormemente la responsabilidad
penal, contradiciendo las recientes corrientes político-crimi-
nales. La ignorancia de los verdaderos intereses gnoseológicos
(125)Las acciones compulsivas, que antes ha dicho constituyen la mayor del Derecho penal y su divergencia respecto a los del Psicoaná-
parte de las acciones delictivas, no precisan de tal ampliación del lisis conduce a que la mayor racionalidad buscada con la
concepto de conducta "responsable", pues en ellas el Yo autoriza la
realización de la conducta propuesta por el inconsciente, aunque en un
contexto defectuoso.
Véase Ostermeyer II. 94-100; I. 197-205. (126) Véase Ostermeyer II. 100-106.
290 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES
LA POLÉMICA ENTRE LAS DIVERSAS PERSPECTIVAS 291

introducción de las realidades psicológico-individuales termi-


ne consolidando la irracionalidad de todo el sistema(127). teoría del delito coincide xn su base, y al margen de su
contenido, con el adoptado por los psicoanalistas sociales. En
tercer lugar, y en el ámbito propiamente procesal, la asunción
B. A las perspectivas interacción¡stas(l2X)
de roles, rutinas, pre-comprensiones o pre-juicios por los
partícipes, especialmente por los jueces, fenómeno destacado
El paso de una teoría de la criminalidad a una teoría de la y puesto de manifiesto de una forma reiterada por los interac-
criminalización ha abierto importantes perspectivas de colabo- cionistas, ha sido rápidamente receptado por los psicoanalis-
ración con una teoría psicoanalítica que se abre a perspectivas tas, que se han considerado capaces de dar explicaciones,
psicológico-colectivas en el análisis del fenómeno criminal. Se desde una perspectiva colectiva, más profundas que las apor-
ha podido así hablar de una construcción psicoanalítica del tadas por los interaccionistas, aunque no contradictorias. En
etiquetamiento, y un poco más abajo aludiremos a algún cuarto lugar, y a la inversa, existen ya prometedoras muestras
intento integrador en ese sentido. de lo que puede ser una confirmación de las teorías psicoana-
Al margen de ello, lo cierto es que existen claros puntos de lítico-colectivas a partir de enfoques epistemológicos clara-
contacto entre los enfoques interaccionistas y los psicológico- mente vinculados a perspectivas interaccionistas(129).
colectivos: En primer lugar, la consideración del Derecho
Ostermeyer ha pretendido, no sólo salvaguardar plenamen-
penal en todas sus facetas como un mecanismo fundamental-
te la operatividad de la perspectiva psicoanalítico-individual,
mente orientado a la prevención general es algo que comparten
sino, con todavía mayor intensidad y, probablemente, acierto,
el Psicoanálisis colectivo y toda la variedad de perspectivas
integrar los puntos de vista psicológico-colectivos y los inte-
interaccionistas que perciben al Derecho penal como un sub-
raccionistas, fundamentalmente los derivados de la teoría de la
sistema dentro del sistema del control social. En segundo lugar, definición de Sack:
el modo adscriptivo, imputacional, con el que los interaccio-
Para Ostermeyer toda sociedad exige de forma generaliza-
nistas acceden al análisis de los elementos subjetivos de la
da la renuncia a determinadas necesidades instintivas, renun-
cia que origina tendencia agresivas. No nos interesa ahora
(127)Véase Haffke I. 39-43; III. 46 Nota 12. repetir la descripción de cómo los ciudadanos satisfacen tales
(128) Son muy escasas las referencias críticas de los autores partidarios de un tendencias, sino estudiar cómo las instancias sociales posibili-
enfoque psicológico-colectivo a las perspectivas normativistas en tan la descarga de la agresión: Tras un proceso de racionaliza-
sentido estricto, por lo que no se justifica un apartado para ello. ción e ideologización, las instancias sociales asumen esas
De todos modos, merece destacarse el rechazo de Trechsel a los tendencias agresivas, rebautizadas como planteamientos polí-
• enfoques normativistas que pretenden diferenciar entre fundamenta-
tico-criminales, y proceden a definir determinadas conductas
ción y medición de pena. Véase Trechsel 406, 421, así como la
favorable disposición de Haffke hacia la teoría de la atribución, basada como delictivas y a imponerles una pena. Tales instancias
en el estudio del proceder y lógica cotidianos o de sentido común, en la sociales parten sin duda de una posición de poder que les da una
medida en que permite aclarar los factores determinantes de la imputa- capacidad de definición en alguna medida independiente del
ción jurídico-penal con independencia de las perspectivas comunica-
cionales, algo de decisiva importancia tanto para normativistas como
para enfoques psicológico-colectivos. Véase Haffke I. 54-55.
(129) Véase Haffke I. 53-54; III. 8, 13,47, 56, 66-67, 156-161.
292 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES LA POLÉMICA ENTRE LAS DIVERSAS PERSPECTIVAS 2 9 3

consenso social. Ahora bien, el margen de independencia en la del etiquetamiento a centrar toda la responsabilidad en la
definición de la conducta criminal, y de la reacción penal creación de la criminalidad en las instancias sociales de control
correspondiente, que les permite satisfacer a través de su poder supone una proyección de las propias necesidades pulsionales
definitorio intereses estrictamente propios de los detentadores de esos teóricos, ya no hacia los que se definen como crimina-
del poder, no puede ser nunca tan grande que rompa con lo que les, pero sí hacia las instancias de control, que pasan a ser el
son las necesidades psíquicas de amplias masas sociales; del chivo expiatorio.
mismo modo, esas masas sociales no lograrían tan fácilmente El mismo descuido de las necesidades psicológico-colecti-
su equilibrio psíquico si las instancias sociales no se prestaran vas se aprecia al analizar los métodos con los que se asigna el
a actuar de esa forma. Estamos, pues, antes un condiciona- status de criminal a una determinada persona (criminalización
miento recíproco. Este proceso acabado de describir, que se de- secundaria). Especialmente llamativo resulta la carencia de
mora desde la tipificación legal de la conducta hasta la efectiva estudios detenidos que expliquen por qué la definición de una
ejecución de la pena, alude a lo que el etiquetamiento y la teoría persona como criminal le lleva a ésta con probabilidad a
de la definición califican como criminalización primaria. delinquir en el futuro, cuando lo lógico es que le sirviera la pena
Pero también la denominada criminalización secundaria de escarmiento. Ya no se trata de la imputación del status de
resulta de un entrelazamiento de necesidades psicológico- criminal al autor, algo que se produce en el ámbito del defini-
colectivas e intereses propios de las instancias sociales(130). dor, sino de la transmisión del rol de criminal, proceso que se
Esta vinculación tan estrecha de Ostermeyer a planteamien- realiza en el ámbito del definido y que implica asumir perso-
tos interaccionistas desde una perspectiva psicológico-colecti- nalmente la definición. Que esta última fase precisa de expli-
va no le impide mostrar netas discrepancias parciales con la caciones psicoanalíticas, y muy ligadas a los fenómenos psico-
teoría de la definición de Sack. Las discrepancias derivan pre- lógico-colectivos, no ofrece dudas: Así, por ejemplo, la defini-
cisamente de la insuficiente consideración por los partidarios ción de criminal formulada por las instancias de control resulta
del etiquetamiento de las realidades psicológico-colectivas: en muchas ocasiones difícil de eludir por el sujeto debido a que
Por una parte, critica el descuido con el que se ha estudiado ha trasladado la figura paterna a las autoridades sociales, a lo
la criminalización primaria, que ha favorecido la confusión que se une un Yo y Super-yo débiles, incapaces de contrarres-
entre lo que es la definición de la conducta criminal y lo que es tarla(131).
la imputación de un status criminal. Lo primero, la criminali- Por el contrario, escaso eco ha tenido entre los partidarios
zación primaria, tiene su origen en un conjunto de necesidades del enfoque psicológico-colectivo la teoría de la legitimación
psicológico-colectivas que deben ser satisfechas y que, por por el proceso de Luhmann. Para estos autores, el análisis del
tanto, con independencia de la instrumentalización limitada proceso penal a la luz del mero respeto a las reglas procedimen-
que de ellas puedan hacer las instancias sociales en esa primera tales da la bendición científica a la neurosis colectiva que
fase, pueden considerarse como la auténtica causa de todo el quiere encubrir la agresividad inserta en el proceso a través de
fenómeno criminal. De hecho, la tendencia de los partidarios reglas formales solemnes. Lo que procede es sacar a la luz esa

(130)Véase Ostermeyer I. 111-146, 153-154. (131)Véase Ostermeyer I. 117-121, 123-146, 158, 186-192.
294 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES
LA POLÉMICA ENTRE LAS DIVERSAS PERSPECTIVAS 2 9 5

agresividad colectiva y ver qué puede hacerse de cara a su


llena de prejuicios y mal informada sobre las realidades que
paulatina superación032*.
pretende regular. En tercer lugar, una consideración de la
Trechsel por su lado ha puesto en duda que los planteamien-
Criminología como una mera ciencia auxiliar del Derecho
tos psicológico-colectivos puedan ser compatibles con postu-
penal, sin virtualidad crítica respecto a éste y cuya misión
ras tan estrictamente imputacionales como la de Blum y Me
fundamental residiría en suministrar la coartada científica a
Hugh(133).
planteamientos ideológicos sustraídos a una auténtica discu-
sión y validación(134).
IV. LA RESPUESTA DEL ENFOQUE Si las posturas anteriores parecen querer desvincularse de
los planteamientos basados en perspectivas normativistas de
INTERACCIONISTA
sentido común, otros enfoques interaccionistas, en especial
En pocas ocasiones estos autores se dedican a criticar cuando se ocupan de los elementos subjetivos de la teoría del
sistemáticamente los planteamientos contrarios. delito, aspiran fundamentalmente a aclarar los mecanismos
En todo caso, en torno al peso que adquieren en el enfoque cotidianos de imputación de manera que los aplicadores del
normativista los puntos de vista cotidianos o de sentido común Derecho sepan a qué atenerse. Es así como proceden los
se aprecian procederes contradictorios. etnometodólogos, para quienes los conceptos abstractos utili-
Sack y Baratta se lamentan del escaso uso que la Dogmática zados por la sociología científica para describir la realidad
hace de datos criminológicos incuestionados que permitirían social no ofrecen garantías de mantener la continuidad con esa
acercar ésta a las realidades sociales. Los frenos que se impo- realidad social concreta que quieren describir. Se trata de
nen a la introducción de esos datos criminológicos, estiman construcciones de segundo orden que, en el fondo, no son más
estos autores, proceden de puntos de vista de carácter norma- que reglas de sentido común no explicitadas como tales. Es la
tivo, cuya vigencia se quiere asegurar más allá de lo proceden- interacción de los individuos en la vida cotidiana a tenor del
te. En primer lugar, un concepto de prevención general consi- sentido común la que crea la realidad social, de ahí que lo que
derablemente ampliado en sus nuevas formulaciones y que proceda sea estudiar directamente los mecanismos de consecu-
aspira a incidir directamente sobre aspectos hasta entonces no ción del acuerdo entre las personas interactuantes, las reglas
tocados. En segundo lugar, una teoría de la legislación que ni que utilizan los miembros de la sociedad para construir la
siquiera en los sectores de criminalidad más clásicos e incues- realidad social. Por lo que a nosotros nos interesa: La sociolo-
tionados tolera una verdadera penetración de la instancia gía científica podrá afirmar la validez de sus afirmaciones en
científico-social, estando en manos de una opinión pública la medida en que su interpretación sea compatible con la que
realizan los miembros de la sociedad a través de su sentido
común035). Y como método para organizar la vida cotidiana,
(132) Véase Ostermeyer I. 117; Bóllinger 174-175.
Ostermeyer realiza críticas más genéricas a la teoría sistémica, que sirve
de base a la concepción procesal de Luhmann, así como a los plantea- (134) Véase Sack 1.445-452; III. 368 y Notas 44 y 45; Baratta 27,52-53,57-
58.
mientos de Calliess, en Ostermeyer I. 26, 30-31, 148-150.
(133) Véase Trechsel 420-421. (135)Véase una síntesis acertada de tal corriente en Taylor-Walton-Young
210-214,215,216-218.
296 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES

para comprender el actuar social, tanto desde la perspectiva del


sujeto actuante como desde la del observador, consideran la
imputación de motivos a las conductas autores como Blum-Mc
Hugh, tan cercanos a las posturas etnometodológicas(136). CAPITULO VII
Pero no sólo etnometodólogos sino asimismo perspectivas CONCLUSIONES: POSTURA PERSONAL
interaccionistas procedentes de la Psicología cognitiva, como
la de Lenk, realzan la importancia de la imputación cotidiana
de motivos. El autor acabado de citar presta especial atención
a la relación entre las teorías de imputación de motivos cientí- I. CARÁCTER METODOLÓGICO
fico-sociales y las cotidianas, que no estima sean equiparables. DE LA INVESTIGACIÓN
Su diferencia no radica tanto en la diferente estructura de sus
modelos sino en el hecho de que con las primeras se procede
únicamente a interpretaciones, mientras que las segundas El análisis crítico de las páginas precedentes, así como las
resultan además operativas en el actuar social, lo que les consideraciones que se van a hacer en este Capítulo, tienen una
confiere una especial relevancia. Eso no impide, por lo demás, naturaleza estrictamente metodológica. En ningún momento
se ha pretendido dotar de determinados contenidos, axiológi-
que la popularización de determinadas imputaciones de moti-
cos o descriptivos, a la teoría jurídica del delito, a sus diversas
vos científico-sociales haya dado lugar a su asunción por
categorías o a los elementos en ellas insertos. La atención que
modelos imputacionales cotidianos, como ha sucedido con la
se ha prestado ininterrumpidamente a los más diversos presu-
teoría sexual y del inconsciente de Freud. Debido a esta y otras
puestos o componentes del actual sistema dogmático jurídico-
razones resulta aconsejable no olvidar el modelo científico-
penal tenía por finalidad identificar las bases epistemológicas
social037*.
en las que ellos descansan.
Naturalmente la investigación se ha centrado en los muy
diversos elementos subjetivos que jalonan la teoría jurídica del
delito, y a ellos se aplican de modo especial las afirmaciones
precedentes. Pero se habrá observado fácilmente la gran inter-
dependencia existente entre las decisiones metódicas que se
tomen respecto a la formulación y constatación de estos
elementos y las adoptadas respecto a las estructuras conceptua-
les y valorativas previas que les sirven de referencia. De ahí que
surja sin esfuerzo la convicción de que no cabe realizar
pronunciamientos parcialei^njeste ámbito, lo que no implica,
"dé^deTuégo,;~Méhtidad metodológica en todos los niveles
dogmáticos. En cualquier caso puede decirse que, de forma
(136) Véase Blum-Mc Hugh 171-172,179. debidamente contextualizada, se han pretendido explicitar las
(137)Véase Lenk 201-202,205,206,208,212-215.
diversas alternativas existentes de cara a la elaboración de una
298 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES CONCLUSIONES: POSTURA PERSONAL 299

teoría de la argumentación jurídica en lo que concierne a los textos más genéricos, o bien se ocupaban de confrontar sólo
elementos subjetivos de la teoría jurídica del delito. unos pocos de los enfoques metodológicos aquí aludidos. Mi
Por lo demás, el trabajo tiene otras connotaciones: Singu- propósito ha sido, en línea con otros intentos recientes, dar la
larmente hay que aludir al trasfondo filosófico, de muy diverso debida sustantividad a esta problemática, a la que además he
origen, que fundamenta muchas de las opciones analizadas, y aspirado a enriquecer con nuevas perspectivas metodológicas.
sobre el que se han hecho las alusiones imprescindibles. Que El primer resultado de ese esfuerzo ha sido la agrupación de
todas esas corrientes filosóficas transciendan holgadamente el la gran diversidad de posturas existentes en cuatro orientacio-
ámbito de preocupaciones de la dogmática jurídico-penal no nes fundamentales. Como todo intento clasificatorio, tal proce-
debe hacernos olvidar la tradicional y reiterada vinculación de der ha conllevado la eliminación de matices distintivos entre
ésta a la evolución de las ideas filosóficas, en un grado no pa- unas u otras posturas que, sin desnaturalizarlas y aun mante-
rangonable con el de otros sectores del ordenamiento jurídi- niendo en muchos casos sus peculiaridades, ha permitido crear
co(1). Si a ello se une la considerable aportación de perspectivas tendencias suficientemente homogéneas, expresivas de las di-
científico-sociales, pienso que la presente investigación podría versas alternativas, y aptas para una confrontación entre ellas.
ser una muestra más de la necesidad de profundizar en los Los logros han sido especialmente convincentes en las que
esfuerzos por incardinar una Dogmática que debe ser ante todo hemos denominado perspectivas psicológico-individuales y
convincente en el conjunto de preocupaciones propias de psicológico-colectivas. Respecto a la primera aparece firme-
nuestra época. mente asentada la idea de una aproximación a los elementos
subjetivos centrada en la averiguación de lo que se considera
un objeto de la realidad, en concreto de la psique del individuo,
II. SISTEMATIZACIÓN DE LAS que resulta en buena medida accesible descriptivamente. Este
DIVERSAS POSTURAS presupuesto, pese a la gran cantidad de matizaciones de que es
objeto, sólo es puesto seriamente en peligro por algunas
Finalidad primera y fundamental de este trabajo ha sido tendencias que pretenden distinguir entre elementos subjetivos
identificar de un modo científicamente operativo su objeto. La que reflejan realidades psicológicas, y otros que son meros
problemática delineada en todas estas páginas estaba lejos de constructos dogmáticos con una relación mucho más difusa
constituir, al menos con la amplitud que aquí se le ha querido con la realidad empMca(2).
dar, un objeto de reflexión suficientemente preciso. Con algu- También el enfoque psicológico-colectivo ha presentado
nas notables excepciones, los pronunciamientos sobre los una homogeneidad notable. A salvo ulteriores profundizacio-
elementos subjetivos solían encontrarse desdibujados en con- nes sobre cuál sea en último término su verdadera naturaleza,
parece claro que su fundamento radica en un análisis empírico-
individual y empírico-social de determinados fenómenos psi-
(1) Foucault 13-33, llega a decir, de acuerdo a su tesis sobre la historicidad cológicos que se producen de forma similar en los integrantes
del sujeto de conocimiento y de las formas de saber, que ha correspon-
dido a las practicas judiciales penales a lo largo de la historia un papel
decisivo en el paso de unas formas de saber a otras, promocionando el
desarrollo de unas u otras ciencias según los casos. (2) Véase lo dicho en Apartado IV. 1 de Capítulo II.
300 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES CONCLUSIONES: POSTURA PERSONAL 301

de un grupo social inserto en determinadas circunstancias En cuanto a la perspectiva interaccionista, ya hemos expre-
sociales. Las tendencias centrífugas que se aprecian en esta sado al comienzo de su exposición la pluralidad de referencias
orientación en ningún caso cuestionan tal enfoque metodoló- metodológicas en las que descansa. Su agrupación vendría
gico, si bien en ocasiones se enfatizan determinados procesos justificada por el punto de vista, común a todas ellas, de que la
psicológico-sociales en detrimento de otros(3), o se difiere criminalidad en todas sus facetas es en gran medida un fenóme-
notablemente en las actitudes político-criminales a adoptar no interactivo entre el autor y los otros miemtros de la sociedad.
frente a tales realidades(4). Este hilo conductor nos ha permitido aludir a corrientes muy
La situación es diversa en los otros dos enfoques estudia- diversas que de lo contrario, debido a su amplio espectro
dos. La que hemos denominado perspectivajiormativa carece conceptual, hubieran quedado mayoritariamente fuera de
de una fuente metodológica única ajena a la propiaíeflexión consideración. Considero sin embargo que, sin negar la varia
dogmática jurídico-penal, a la que reconducirse. A salvo de las naturaleza para el objeto de nuestro estudio de las opciones
referencias a muy diversas corrientes epistemológicas, lo cier- mencionadas, esta perspectiva es merecedora de especial aten-
to es que su caracterización más conspicua sería la de una ción en cuanto inserta dentro de sí aproximaciones metodoló-
orientación que pretende extender las referencias valorativas gicas muy sugestivas, que si no han desempeñado un papel
utilizadas en la ideación y configuración de la teoría jurídica suficientemente significativo y palpable en la reciente evolu-
del delito, y de sus diversas categorías y subcategorías, sin ción de la dogmática jurídico-penal en sus diversos niveles, se
apenas solución de continuidad a la misma formulación y debe probablemente a la ausencia de investigaciones que
constatación de los elementos subjetivos de la teoría jurídica hayan procurado acercar sus puntos de partida, con frecuencia,
del delito. Naturalmente eso se produce con diversas intensida- aunque no siempre, alejados de los conceptos jurídico-penales,
des según los autores, y, sobre todo, utilizando referencias a estos últimos.
normativas tan variadas como las que sustentan la teoría
A estas alturas de nuestra investigación habrá quedado
jurídica del delito o sus diversas fundamentaciones. En estos
claro en cualquier caso que toda la problemática estudiada
términos la perspectiva que aludimos tiene una clara unidad
puede reconducirse a una dicotomía fundamental, aquella que
metodológica. Sus momentos de vacilación se encontrarían en
transita entre el enfoque atento a la descripción y averiguación
la relativamente frecuente ausencia de pronunciamientos sufi-
de la realidad psíquica subyacente a los elementos subjetivos,
cientemente globalizadores sobre todos los elementos subjeti-
y el que pretende convertir la formulación y constatación de
vos de la teoría jurídica del delito y la convivencia resultante
tales elementos en un proceder fundamentalmente normativo.
de perspectivas contrapuestas en un mismo autor según el
En el primer polo de la alternativa se encontraría la perspectiva
elemento subjetivo de que se trate(5).
psicológico-individual, aunque con ocasionales aportaciones
de ciertos enfoques interaccionistas, y en el segundo, todas las
demás corrientes metodológicas estudiadas.
(3) Véase el diferente énfasis en el punto de partida de Apartados II.2 y II.3 La consideración del enfoque psicológico-colectivo como
del Capítulo IV. una aproximación fundamentalmente normativa es fácilmente
(4) Véanse diferentes actitudes recogidas en Apartado II de Capítulo IV. sostenible: Aun cuando parte de un análisis empírico de la
(5) Cotéjese el Apartado U del Capítulo UI. realidad psicológico-colectiva pretende insertar ésta en un
302 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES CONCLUSIONES: POSTURA PERSONAL 303

contexto conceptual y procedimental estructurado en función dirigen en gran medida a poner de relieve, a través de un
de unas referencias subjetivas individuales, lo que sólo puede análisis y crítica minuciosos, todos los obstáculos injustifica-
lograr eludiendo tal caracterización individual, es decir, nor- dos que se interponen en ese procedimiento: En ese sentido
mativizándola, lo que procede a hacer a tenor de una teoría de pueden convertirse en corrientes extremadamente útiles de
la pena preventivo-general integradora(6). cara a identificar determinados contenidos normativos que
También las corrientes interaccionistas son fundamental- alteran no sólo tales procedimientos sino también aquél orien-
mente normativas. Las dedicadas a destacar el fenómeno del tado a la búsqueda de la realidad psicológico-individual(7), algo
"segundo Código" proceden sin duda a análisis empírico- que queda especialmente de manifiesto en el análisis del
sociales de la realidad, pero su pretensión es básicamente proceso como situación comunicacional defectuosa de Rott-
identificar una constelación de condicionamientos normativos leuthner o en algunos análisis imputacionales de motivos(8).
del actuar jurídico-penal más compleja de lo que hasta enton-
ces se pensaba; en la medida en que tal perspectiva ha enrique-
cido los conocimientos sobre los factores normativos influyen- III. LA OPCIÓN POR LA PERSPECTIVA
tes y centrado la crítica en su ignorancia por los operadores del PSICOLOGICO-INDIVIDUAL
Derecho más que en su sustitución, pertenece plenamente a un
contexto normativista.
A la hora de optar por alguna de las alternativas metodoló-
Los enfoques basados en la verdad consensual, en la crea-
gicas aludidas conviene adquirir conciencia en primer lugar de
ción de una situación comunicacional procesal no defectuosa
que la aceptación de una de ellas no^ supone dejar fuera de
y en la imputación de motivos, a diferencia de las restantes
consideración a las_restantes. Con ello no quiero referirme al
corrientes normativas, no se ocupan de identificar los compo-
hecho, ya mencionado, de la reagrupación de todas ellas en dos
nentes normativos que deben integrarse en las diferentes fases bloques más o menos homogéneos y a los nuevos lazos de
de la teoría jurídica del delito, incluidos los elementos subje- unión que surgen, en especial en uno de ellos, sino que quiero
tivos, y menos aún de realizar esa integración. Básicamente poner de manifiesto cómo las cuatro corrientes metodológicas
aspiran a desarrollar depurados procedimientos de toma de tienen una función a desempeñar en la estructuración del
decisiones, ciertamente a partir de ciertas referencias y en un Derecho penal y de la dogmática jurídico-penal. Para com-
contexto normativos, además de con un rechazo o notable prender tal cosa hay que tener bien presente que no todas deben
escepticismo hacia la posibilidad de fundamentar tales decisio- actuar en la misma fase de elaboración conceptual o dogmáti-
nes en contenidos de verdad material. Pero sus esfuerzos se ca, siendo precisa una mínima ordenación secuencial.

(6) La corriente psicológico-colectiva intimidatoria queda fuera de consi-


deración por no ser suficientemente explícita respecto a los elementos (7) Sobre la relación entre la verdad consensual y las fuentes legitimadoras
subjetivos, pero cabe imaginar que una profundización en esa línea y contenido de la verdad material, véase más adelante.
llevaría a resultados equiparables a partir de las necesidades preventivo- (8) Las tesis de Luhmann quedarían claramente fuera de esta consideración
generales a satisfacer. de los enfoques interaccionistas.
304 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES
CONCLUSIONES: POSTURA PERSONAL 305

La normativización en el Derecho penal ha sido y es


metodológicas psicológico-individuales más allá del que na-
irrenunciable. Las diferentes perspectivas normativizadoras
ciera de una completa anulación de tal realidad simultánea a la
tienen que desempeñar un papel determinante en la decisión
persistencia en el uso del término "elemento subjetivo". Por
sobre el ámbito de las conductas punibles, en la configuración
tanto, la alternativa en sus términos más genéricos residiría en
del sistema de la teoría jurídica del delito en su conjunto y de
acoiar-la_jealidad^ psicológica que va a tener en cuenta el
sus diversas categorías y subcategorías dogmáticas en particu-
Derecho penal y atenerse a ella tal cuales una vez acotada, o
lar, así como en la delimitación de los principios que han de
acotarla normativamente y a continuación hacer recaer sobre
regir el proceso penal. A su vez, los puntos de vista valorativos,
lo que empieza expresando una realidad psíquica individual tal
tanto de Derecho penal material como procesal, tienen que
cantidad de componentes normativos que el elemento en
establecer claramente las necesidades normativas que se han
cuestión resulta desnaturalizado en mayor o menor medida.
de satisfacer por los elementos subjetivos que van a describir
Entre las muchas razones que se han dado a favor de la
comportamientos humanos(9) en las diferentes fases de imputa-
opción primera pueden destacarse, en primer lugar, su corres-
ción jurídico-penal.
pondencia con la edificación del Derecho penal, y de la
A partir de allí, sin embargo, procede una formulación de
sociedad democrática en su conjunto, en torno a la persona en
cada elemento subjetivo que exprese de modo preciso la
su individualidad y con su responsabilidad, algo que por lo
realidad psíquica individual que satisface esas exigencias
demás está reconocido constitucionalmente. Resultaría una
normativas, a lo que seguirá una constatación procesal encami-
violación del respeto debido a la dignidad de la persona el que
nada a comprobar si ha concurrido efectivamente en el caso
el Derecho penal utilizara las referencias a la psique individual
concreto tal realidad. Opto en definitiva por un enfoque funda-
como mera pantalla en la que proyectar otros contenidos.
mentalmente psicológico-individual en la formulación y cons-
Por otra parte, la naturaleza profundamente garantista del
tatación de los elementos ^subjetivosdeja teoría del delito, lo
Derecho penal nos recuerda que, aun con sus defectos, difícil-
que procedo ájustiiicar y matizar a continuación. En cualquier
mente puede encontrarse un punto de referencia más sólido y
caso me voy a referir a las reflexiones que me parecen de más
acreditado respecto al contenido de los elementos subjetivos
importancia y que personalizan mi postura, remitiéndome por
que el que los vincula a su realidad psicológico-individual. Ello
lo demás en general a los argumentos de los autores defensores
tiene gran relieve respecto al aseguramiento de los principios
de este enfoque.
de legalidad y seguridad jurídicos, así como de cara a frenar
Ante todo no debiera pasarse por alto el hecho de que el
una extensión del arbitrio judicial más allá de lo deseable. Debe
enfoque psicológico-individual acepta, incluso, y por lo que
rechazarse enérgicamente la idea de que los principios garan-
diremos más adelante, fomenta, una cuidadosa acotación de la
tistas del Derecho penal material, y especialmente del proce-
realidad psicológica a tenor de las exigencias normativas, labor
sal, supongan un argumento a favor de bazas normativistas.
a la que no se pone ningún obstáculo derivado de las exigencias
Como se han encargado de demostrar diversos autores(10),

(9) Los elementos objetivos y sus diferentes variantes han quedado desde (10) Véase Apartado I. A.2 del Capítulo VI, así como, en relación al renova-
un principio fuera de nuestro estudio. do control de la apreciación en conciencia de las pruebas por los
tribunales, Apartado II de Capítulo II, entre otros lugares.
306 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES CONCLUSIONES: POSTURA PERSONAL 307

existen una serie de principios procesales que se manifiestan aproximación a los hechos es en nuestra actual sociedad el
claramente contrarios a limitar las posibilidades de conoci- acorde con las ciencias y metodología empíricas, algo que no
miento o a impedir la verificación de sus presupuestos. Por otro ha sido siempre así históricamente, y menos en el ámbito del
lado, en la mayor parte de las ocasiones las argumentaciones Derecho05). Esto, referido a los fenómenos psíquicos, inplica
normativistas en este ámbito 00 no conducen precisamente al dar carta de naturaleza al planteamiento psicológico-indivi-
abandono del enfoque psicológico-individual sino a la pro- dual en la formulación y constatación de los elementos subje-
blemática de la debida acotación normativa previa de los tivos.
elementos subjetivos. Esto reza no sólo para los principios Ello no obstante, se ha pretendido por la tendencia norma-
garantistas del Derecho penal material sino también del proce- tivista dar la vuelta a la situación: Calificando, por lo demás
sal, los cuales, como los primeros, deben asegurar su vigencia acertadamente, a las convicciones generales como un enfoque
en esa fase previa de identificación de las exigencias normati- cotidiano o de sentido común, se ha defendido que tal origen
vas, incidiendo de forma directa en laformulación del elemen- implicaba una formulación y constatación de los elementos
to subjetivo de modo que no tropiece luego con problemas subjetivos más simple y comprensible para la generalidad de
garantistas en la fase de constatación^\ los ciudadanos, lo que abría el paso a las generalizaciones
Estimo sin embargo que uno de los argumentos fundamen- normativas. Tal razonamiento, en el que han caído inadverti-
tales a favor de la opción psicológico-individual es su legitima- damente bastantes autores partidarios de la perspectiva indivi-
ción a través de las convicciones generales de la sociedad. El dualizadora llevándoles entonces a defender enfoques legiti-
criterio de las convicciones generales, en mi opinión irrenun- madores expertos, es falaz al confundir dos planos argumenta-
ciable en una sociedad democrática en relación con todos los tivos distintos: Uno es el plano en el que se legitiman las
subsistemas de control social y entre ellos el Derecho penal, no opciones normativas previas, y entre ellas la consistente en
sólo debe ser el punto de referencia primordial en la selección realizar una aproximación psicológico-individual a los ele-
de los bienes jurídicos a proteger por el Derecho penal, sino que mentos subjetivos, y otro aquel en el que la opción asumida se
debe extender su potencial legitimador a la concreta configu- desarrolla consecuentemente: Que se decida desde la cotidia-
ración del sistema de atribución de responsabilidad plasmado neidad no quiere decir que el contenido de la decisión sea
en la teoría jurídica del delito(13). Pues bien, como con acierto cotidiano; en este caso se ha elegido un contenido propio de un
se ha señalado incluso por autores normativistas(14), el modo de enfoque experto(16).
La vinculación al criterio de las convicciones generales
(11) Véase Apartado UJ.l del Capítulo JH, entre otros. para legitimar la perspectiva aludida podría suscitar en algún
(12) En la teoría de la verdad forense de Hassemer se aprecia fácilmente momento la objeción de que si se fuera verdaderamente conse-
cómo las limitaciones garantistas procesales las pretende resolver en
esa misma sede, en lugar de desplazarlas a la formulación de los
elementos subjetivos. Véase Hassemer l. 129-133. (15) Véase Foucault 13 y ss.
(13) Véase sobre el criterio de las convicciones generales y los otros criterios (16) Véanse las actitudes citadas en muy diferentes lugares del Capítulo III
que se le oponen, Diez Ripollés I. 118 y ss. y VI. Más adelante veremos cómo la adopción de la perspectiva
(14) Véase entre otros lugares, Apartado DI del Capítulo n, y Apartado IV. 1 psicológico-individual prima los análisis expertos pero no excluye los
de Capítulo III. cotidianos o de sentido común.

^ — —
308 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES CONCLUSIONES: POSTURA PERSONAL 309

cuente con ese criterio debería adoptarse la perspectiva psico- Eso no quiere decir que deba actuarse positivamente de cara
lógico-colectiva, ya que la sociedad está pugnando en todo a cegar el acceso de las necesidades psicológico-colectivas al
momento por infiltrar sus análisis psicológico-colectivos en Derecho penal y a los elementos subjetivos en particular. Tal
los elementos subjetivos, lo que además parece que consigue pretensión, que les correspondería ejecutar a los directos
con frecuencia. Sin mencionar las críticas derivadas de la, al creadores o aplicadores del Derecho penal, sería algo en
parecer, escasa Habilidad empírica que puede ofrecer el citado extremo inconveniente. En contra de lo que han pensado
enfoque, en las que coinciden sectores muy diversos(l7), mi destacados defensores del enfoque psicológico-individual, se
postura se expresaría en los siguientes términos: trata de una pretensión ante todo ilusoria, condenada al fraca-
Las convicciones generales o, si se quiere, las concepciones so*18). Además un compromiso activo de tales agentes sociales
cotidianas o de sentido común, no defienden conscientemente en la exclusión de esos contenidos del Derecho real vigente
la introducción de las necesidades psicológico-colectivas en deterioraría las expectativas sociales, en este caso inconscien-
los elementos subjetivos de la teoría del delito. En el caso de tes, de la sociedad en el Derecho penal, dando lugar a conflictos
que las afirmaciones de la perspectiva psicológico-colectiva difícilmente solubles(19).
sean ciertas el fenómeno se produce únicamente en el plano del De ahí que la actitud procedente, una vez asumido que
inconsciente. Por el contrario, las concepciones cotidianas lo mientras tales necesidades persistan se irán infiltrando inevita-
que hacen es rechazar en principio, y de forma coherente, la blemente en los elementos subjetivos de una manera encubier-
toma en consideración de contenidos inconscientes en Dere- ta, pasa porque el conjunto de ciencias sociales, incluyendo
cho penal: Presupuesto del criterio de las convicciones gene- entre ellas buena parte de las jurídicas, que analizan crítica-
rales es una sociedad democrática edificada sobre la existencia mente el Derecho penal, así como los mediadores sociales que
de ciudadanos con capacidad de análisis críticos y de asumir la acercan sus resultados a los ciudadanos, se ocupen de identifi-
responsabilidad por sus actos. Bajo esas premisas supondría carlas, desenmascararlas y ponerlas en conocimiento de la
una contradicción en sus propios términos la pretensión de sociedad. Si los postulados del Psicoanálisis, en que ellas se
dotar de contenido a las convicciones generales a partir de sus
componentes inconscientes: Si lo que da sentido a tal criterio
legitimador es la existencia de ciudadanos reflexivos y respon- (18) Como es también simplemente injustificado, a la vista de tal situación,
sables se comprende difícilmente que para su concreción se renunciar a las convicciones generales como criterio legitimador.
Véase Apartado I.B y III.A de Capítulo VI.
acuda a las aspiraciones que escapan a la reflexión de éstos. Naturalmente también es rechazable una asunción aparente de las ne-
Resultaría por tanto una actitud deslegitimada desde las con- cesidades psicológico-colectivas dentro de un enfoque claramente
vicciones generales, y explicable únicamente desde enfoques experto que sólo las utiliza, temporalmente, como pretexto. Véase
expertos, eventualmente vinculados a ciertas teorías de la Gómez Benítez en Apartado II.B de Capítulo VI.
pena, el asumir como tarea político-criminal la plasmación (19) Nótese que una cosa es rechazar estructurar la formulación y constata-
ción de los elementos subjetivos en función de las citadas necesidades
explícita de tales necesidades psicológico-colectivas en Dere-
inconscientes, algo que legitiman las convicciones generales, que se
cho penal. mueven en el plano de lo consciente, y otra pretender cerrar el paso a que
se filtren esas necesidades en tales elementos, lo que puede originar
(17) Véanse en especial Apartados I.B y H.B de Capítulo VI. graves dificultades operativas del Derecho penal.
310 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES CONCLUSIONES: POSTURA PERSONAL 311

basan, son correctos, la progresiva toma de conciencia por la de toma de decisiones con-el fin de depurarlo de influencias
sociedad de su presencia será un factor determinante para su distorsionadoras, es susceptible, en lo que concierne al tema de
paulatina desaparición y para que dejen de presionar sobre el nuestra investigación, de un análisis sobre su aceptabilidad en
Derecho penal, a lo que deberán añadirse las medidas sociales el marco de la fase de acotamiento normativo de la realidad
estructurales encaminadas a atenuar o hacer desaparecer los psíquica a formular.
condicionamientos psicológico-sociales que las originaron(20). Cabe siempre la duda de si resulta factible en todo momento
Las corrientes interaccionistas que de un modo u otro expresar en un concepto empírico-descriptivo todas las exi-
niegan el carácter ontológico de los fenómenos psicológico- gencias normativas que se pide satisfaga el elemento subjetivo
individuales(21) y con ello la base de la perspectiva que estamos en cuestión(23). Este es un problema que merece consideración.
defendiendo, no parecen suficientemente convincentes: Sin Ante todo, tal reflexión nos remite a los defectos que en la
ignorar la transcendencia del problema y conscientes de que actualidad presenta, a pesar de las apariencias, la elaboración
éste no es el lugar para detenerse en él, parece razonable pensar de las referencias valorativas en la teoría jurídica del delito, y
que el que los fenómenos psíquicos no puedan aún vincularse de modo especial en los niveles normativos inferiores. Como
a concretos procesos neurofisiológicos objetivables de un sobre ello volveremos más adelante baste con decir ahora que
modo suficientemente preciso, y por consiguiente el procedi- con frecuencia la dificultad anterior no deberá resolverse acep-
miento para su identificación y verificación científicas deba tando la introducción de componentes normativos en el ele-
utilizar una metodología menos fiable experimentalmente de mento subjetivo sino depurando las técnicas previas de identi-
la disponible en otras ciencias, debiendo acudir a conceptos ficación y precisión de tales exigencias valorativas así como
"intelectualistas" o incluso en ocasiones lastrados por un cierto las de plasmación de todo ello en un concepto estrictamente
componente animista, no quiere decir que tales fenómenos no psicológico-individual.
respondan a una realidad previamente dada, disolviéndose en Ahora bien, cumplido lo anterior, se puede aceptar que en
una mera creación artificial imputacional(22). casos muy limitados resulte prácticamente imposible definir
Por lo demás, el contexto normativo en el que algunas un elemento subjetivo de manera que exprese fielmente el
corrientes interaccionistas pretenden insertar el procedimiento ámbito de realidad psíquica que las necesidades normativas
pretenden abarcar. Nos encontraríamos, de algún modo, ante
un fenómeno paralelo al de la imputación objetiva de resulta-
(20) Véase sobre la actitud a adoptar ante contenidos inconscientes de la
dos. La introducción de componentes normativos en tales
población en la selección de bienes jurídicos en el ámbito del Derecho
penal sexual, igualmente, Diez Ripollés V. 140-143,157-158. circunstancias debería tener un carácter excepcional y respe-
(21) Ello no se puede atribuir a todas las corrientes que hemos agrupado en tar, a salvo de estudios más detenidos al respecto, cuando
ese Capítulo, pero procede cuando menos respecto a las más directa- menos los siguientes principios: Se debe haber descartado
mente inspiradas en la filosofía analítica de la acción, conductismo inequívocamente la conveniencia de sustituir el elemento
radical, y etnometodología (Véase Apartado IV de Capítulo V).
(22) Véase la acertada crítica de Walter al proceder imputacional etnometo-
dológico en Apartado Le. de Capítulo VI, y la crítica de Hruschka 1.14-
15 a los conductistas, con argumentos complementarios de los recogi- (23) Véase, entre otros lugares, la reflexión que se hace Hassemer en
dos en texto. Apartado II. A. 1.a) del Capítulo VI.
312 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES CONCLUSIONES: POSTURA PERSONAL 313

subjetivo por otro directamente valorativo. En segundo lugar, Todas las ideas que siguen podrían, en cualquier caso,
en ningún caso se puede pretender, si se mantiene el elemento reducirse a una sola, la necesidad apremiante de perfeccionar
subjetivo, privarle de componentes descriptivos de la realidad el método de elaboración de la pluralidad de referencias
psíquica; lo que procederá será realizar restricciones y amplia- normativas que están incidiendo o que debieran incidir en los
ciones valorativas sobre aquella, y ello sólo siempre que ámbitos mencionados de la conceptuación jurídico-penal, así
suponga, a tenor del lugar dogmático donde nos encontremos, como de asegurar su desarrollo sistemático e implantación
algo beneficioso para el procesado dadas las razones garantis- diferenciada en los diversos niveles dogmáticos. Una rápida
tas ya conocidas. Por otra parte los criterios de normativización lectura de este trabajo pienso que pone claramente de manifies-
deberían ser producto de una reflexión de amplio espectro, to tal necesidad.
estar conceptualmente bien delimitados, y hallarse integrados
en un catálogo provisionalmente cerrado(24). 1. El análisis previo científico-social

En primer lugar, creo que ha de pasar el tiempo en que las


referencias normativas se introduzcan por el legislador o por
IV. ALGUNAS PAUTAS DE INTRODUCCIÓN DE los teóricos del Derecho penal sin que vengan precedidas de un
LAS REFERENCIAS NORMATIVAS análisis científico-social de las realidades y necesidades socia-
EN LA TEORÍA JURÍDICA DEL DELITO les(25). En el marco de una teoría de la legislación que se siente
como una de las más importantes lagunas de una completa
Antes de seguir adelante en el desarrollo del enfoque teoría de la argumentación jurídico-penal, a las Ciencias socia-
psicológico-individual conviene hacer unas breves reflexiones les les corresponde, entre otras cosas, describir adecuadamente
sobre las pautas que deben inspirar la actividad normativizado- las realidades y necesidades sociales a las que se exige que el
ra que ha de preceder a la acotación de la realidad psíquica en Derecho penal atienda o pudiera exigirse que atendiera, iden-
la que va a desarrollar su eficacia la perspectiva citada. Natu- tificar las referencias valorativas a tenor de las cuales pudieran
ralmente las afirmaciones que siguen se mantienen en un plano afrontarse tales realidades y necesidades así como comprobar
estrictamente metodológico, sin dar el paso ulterior que nos cual o cuáles de aquellas gozan de mayor legitimación social,
llevaría directamente a la fundamentación de la teoría jurídica y describir los efectos y consecuencias prácticas que la efectiva
del delito y de sus diversas categorías, lo que escapa en mucho o potencial adopción de una u otra alternativa origina o podría
del propósito de este trabajo. Aun en ese plano limitado se originar06*. La identificación y legitimación de esas opciones
aspira únicamente a destacar algunas ideas que han aparecido
como especialmente evidentes en nuestra investigación.
(25) Véase al respecto lo dicho en el Apartado II.A.2.a) del Capítulo VI.
(26) Aunque el tema es complejo y precisaría de más espacio, que no
corresponde a este lugar, creo interesente señalar que, a mi juicio, la
(24) Las reflexiones precedentes no tienen nada que ver con las que surgirán reciente teoría del error orientada en las consecuencias que ha propug-
cuando, más adelante, analicemos las lagunas de verificación empírica nado Muñoz Conde IV. 21 y ss., en especial 117 y ss., no debería
que se pueden producir, y que asimismo trataremos de resolver. entenderse como una verdadera puesta en práctica de lo propugnado en
314 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES CONCLUSIONES: POSTURA PERSONAL 315

normativas debe alcanzar, no sólo el plano de las grandes sus categorías básicas sino igualmente, lo que se echa especial-
decisiones configuradoras de la teoría jurídica del delito o de mente en falta, los niveles inferiores.
En este punto las corrientes basadas en el fenómeno del
este Apartado, a pesar de que lo pudiera parecer. Se podría decir que el
"segundo Código" ofrecen un marco conceptual metodológico
autor entiende por orientación a las consecuencias la cuidadosa verifi- sugestivo para llevar a cabo tal tarea, si bien se precisaría una
cación de que los resultados obtenidos en la aplicación de las reglas minuciosa validación de sus presupuestos y proceder empíri-
dogmáticas correspondan con los puntos de vista valorativos que han co-sociales. En cualquier caso sería deseable disponer de otras
dado lugar a éstas. En caso de incertidumbre, respetando el tenor literal alternativas metodológicas.
de la ley, hay que realizar interpretaciones que mantengan tal corres-
pondencia. Tal actitud interpretativa debe ser preferida a aquella otra
que pretende mantener una estricta vinculación de los resultados de la 2. Las convicciones generales como criterio legitimador
aplicación del Derecho a las exigencias conceptual-dogmáticas y sis-
temáticas del precepto jurídico o de las teorías o categorías dogmáticas Ya vimos antes cómo la perspectiva psicológico-individual
que le sirven de base. en relación con la formulación y constatación de los elementos
En mi opinión, todo eso no supone más que poner en primer plano los
subjetivos se legitimaba a través del criterio de las conviccio-
criterios de interpretación teleológico-valorativos en lugar de los lógi-
co-sistemáticos. nes generales. Del mismo modo hay que insistir ahora en su
El autor sin embargo cree expresamente que su teoría no puede virtualidad de cara a la identificación y elección de las referen-
reducirse a ello (123-124). La alusión posterior a que se trata de una cias normativas previas configuradoras de los conceptos que
teoría orientada a las consecuenciasy'Mr/tf/cay, es decir, internas, en alu- terminan acotando la realidad a abarcar por los elementos
sión a una distinción de Luhmann y Hassemer, no debe hacernos olvidar subjetivos. Ello es especialmente necesario en cuanto que,
que este último autor rechaza la inclusión de las consecuencias internas
como esta investigación ha mostrado hasta la saciedad, los
en el concepto de teoría orientada a las consecuencias (Hassemer III.
101-103) y que el primero considera tal cualificación como una mera inaceptables enfoques que hemos venido denominando "ex-
utilización, precisamente, del método teleológico, estimando además pertos" han encontrado privilegiadas vías de acceso:
que, con frecuencia, se trata de una forma de eludir la consideración de Así, la progresiva incorporación de las Ciencias sociales al
las consecuencias reales, esto es, externas o sociales, de la decisión análisis del Derecho penal se ha entendido con frecuencia
(Luhmann III. 76-84). Sin duda no es ésta la pretensión de Muñoz
como una labor que suministra, en último término, de forma
Conde, a quien, por otra parte, no se le puede negar la utilidad de su pro-
fundización en un proceder teleológico que lleva a verificar que los
resultados intermedios, constitutivos en la argumentación jurídica de la cho penal en el marco de las realidades y necesidades sociales, actitud
fase previa a la aplicación del Derecho al caso concreto, sigan mante- que, en ese sentido, expresaría parcialmente lo propuesto en este
niendo la correspondencia de los puntos de vista valorativos iniciales. Apartado. A partir de tales datos empíricos se tomarían las correspon-
Pienso, sin embargo, que en aras a la claridad conceptual, el término dientes opciones político-criminales y valorativas a plasmar en la
"orientación a las consecuencias" debería reservarse, en línea con regulación jurídica. Vigente ésta, procedería el control de correspon-
diferentes afirmaciones de Luhmann III. 45 y ss, Naucke 38 y ss. y dencia propuesto por Muñoz Conde en la aplicación del Derecho. Si lo
Hassemer I. 22 y ss., a una actitud metodológica, fundamentalmente primero sería un criterio de coherencia entre la realidad social y el
dirigida al legislador, por la que se exige atender a los análisis empírico- Derecho, lo que este autor propone es un criterio intrajurídico, de
sociales realizados o susceptibles de realizarse sobre los efectos de todo coherencia dentro del sistema jurídico, aunque algunas afirmaciones
tipo que producen las concretas regulaciones y aplicaciones del Dere- aisladas lleven a pensar lo contrario.
316 JOSÉ LUIS DIEZ REPOLLES CONCLUSIONES: POSTURA PERSONAL 317

directa y sin mediaciones significativas, los puntos de vista 3. La movilidad de las referencias normativas y la
valorativos a incluir en la interpretación o reforma del Derecho absolutización de las vinculadas a la teoría de la pena
si éste quiere obtener una legitimación científico-social. Como
ya he mostrado en otro lugar*27*, todo ello nace de un equívoco. En tercer lugar, el estudio realizado ha permitido captar con
Los puntos de vista valorativos sobre los que se ha de estruc- facilidad la gran variedad de referencias normativas que se
turar nuestro sistema del Derecho penal se han de superponer utilizan en los diferentes niveles de la teoría jurídica del delito,
con las convicciones generales, con las opiniones cotidianas o y la pluralidad de sus orígenes. Ello muestra ante todo lo lejos
de sentido común, que las ciencias sociales deben identificar, que se está aun de configurar una teoría jurídico del delito con
no sustituir. Naturalmente tales ciencias tienen capacidad una fundamentación generalmente aceptada, por más que su
también para desvelar a los ciudadanos aspectos de la realidad estructura formal parezca desde hace algún tiempo poco cues-
social que a ellos no les eran hasta entonces conocidos; si a ese tionada.
desvelamiento sigue en algún momento el convencimiento Pero la panorámica que hemos tenido ocasión de ver ha
generalizado de los ciudadanos de que esas nuevas realidades supuesto asimismo la confirmación de un par de fenómenos
exigen nuevas actitudes valorativas será procedente modificar sobre los que recientemente he tenido ocasión de pronunciar-
las referencias normativas. m e ^ : Por un lado, la excesiva movilidad de las mismas
Actitud experta es asimismo en muchas ocasiones la refe- referencias normativas, según los autores y dentro de cada
rencia a la racionalidad, o a la racionalidad de nuestra cultura autor, a lo largo de las diferentes categorías y conceptos de la
jurídica, expresiones que suelen utilizarse sin mencionar la teoría jurídica del delito. Parecen haberse echado en saco roto
instancia que les dota de contenido, lo que esconde habitual- las propuestas originales de inclusión de contenidos político-
mente opciones tecnocráticas insuficientemente explicitadas o criminales, y valorativos en general, en la teoría jurídica del
simples opiniones particulares. Sólo su vinculación a opinio- delito, a las que aludíamos en la Introducción de este trabajo(30),
nes socialmente mayoritarias puede concederle validez en el que ponían especial cuidado en asignar componentes normati-
ámbito en el que nos movemos(28). vos excluyentes a cada una de las categorías del delito. El afán
por introducir masivamente tales contenidos en la teoría jurí-
dica del delito ha hecho olvidar que no se pueden incluir
(27) Fundamentalmente en relación con los criterios de selección de bienes indistintamente todos ellos en todas las unidades básicas de
jurídicos, pero siendo aplicable la polémica a lo que ahora nos preocupa. imputación, si no se quiere destruir toda la capacidad expresiva
Véase Diez Ripollés I. 153 y ss. y 175 y ss. del sistema. El problema no es tanto el de conseguir la integra-
(28) Está claro que ahora no nos podemos ocupar detenidamente de todas las ción en la imputación de más o menos contenidos normativos,
implicaciones filosóficas y metodológicas del concepto de racionalidad
sino el de dilucidar cuáles queremos introducir y, sobre todo,
pero, en el ámbito de nuestro trabajo, no estará de más recordar las
referencias de Vives Antón, en un contexto kantiano, a la improceden- dónde queremos insertarlos. Si esta última labor se realiza
cia de imponer los valores, aun si están vinculados a la razón, si no gozan
de reconocimiento general (véase Capítulo III. Apartado IV.2 Nota
final), o la teoría de la verdad consensual de Habermas como un intento (29) Véase Diez Ripollés III. 1083 y ss.
de búsqueda de la racionalidad. (30) Véanse las referencias a Roxin en Capítulo I.
318 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES CONCLUSIONES: POSTURA PERSONAL 319

debidamente, asignando localizaciones exclusivas a los dife- únicamente a los fines de ella, por lo que a través de ellos se
rentes contenidos, el sistema de imputación no caminará hacia filtrarían sobre todo los ideales jurídico-penales que nos preo-
su nivelación, sobre lo que ha advertido algún autor(31), sino, cupan. Sin embargo, los principios limitadores de la pena se
por el contrario, hacia un enriquecimiento notable de sus están entendiendo, y ello parece lógico dada su denominación,
diferentes elementos integrantes, que habrán mejorado nota- como referencias valorativas que toman como punto de partida
blemente su capacidad discriminatoria en el análisis del com- los resultados a los que se llegan desde los fines de la pena,
portamiento humano(32). resultados que matizan o incluso frenan en su desarrollo; ello
Otro fenómeno, muy relacionado con el anterior y tan parece un ámbito demasiado estrecho para las necesidades nor-
preocupante, consiste en la hipervaloración y absolutización mativas no ligadas a la teoría de la pena a las que debe prestar
que desde hace años se está haciendo de las referencias atención la dogmática. Supone convertir los ideales jurídico-
normativas vinculadas a las teorías penales, singularmente a penales, que ejercen su influencia desde un principio sobre
las preventivo-generales, en detrimento de criterios valorati- todo el sistema de imputación, en meros límites de la pena(34).
vos de otro origen, sea vinculados directamente al contenido de En conclusión, y como decíamos al inicio de este apartado,
la norma, sea procedentes de diferentes ideales jurídico-pena- es precisa una mayor profundización en la explicitación y
les tanto de ámbito material como procesal, lo que igualmente sistematización de los contenidos valoratívos de la teoría
se ha apreciado repetidamente en este trabajo. Como también jurídica del delito, que en último término y entre otras funcio-
he expresado en otro lugar*33*, se está produciendo en buena nes, deben acotar la realidad psíquica a la que han de referirse
parte de la doctrina jurídico-penal una rechazable tendencia a los elementos subjetivos. La consecución de tal propósito
resolver todos los problemas político-criminales que poco a evitará indeseables extensiones de la normativización que con
poco se van revelando como dignos de consideración en el frecuencia no son más que expresión de una deficiente labor
ámbito dogmático, en el marco de las reflexiones sobre los valorativa previa.
fines y los límites de la pena. De nuevo hay que referise a las
primitivas formulaciones que aspiraban a integrar la política
criminal en la dogmática, y aceptar que muchos problemas V. ALGUNOS CRITERIOS DE DESARROLLO DE LA
valoratívos afectan directamente al contenido de la norma o a PERSPECTIVA PSICOLOGICO-INDIVIDUAL
los ideales jurídico-penales, sin que se dé una especial vincu- Tras las reflexiones anteriores es hora que nos ocupemos de
lación a las consideraciones sobre la función de la pena. Podría algunos problemas especialmente relevantes que surgen en el
replicarse que los principios limitadores de la pena proceden de desarrollo de la perspectiva psicológico-individual.
ámbitos ajenos a ella y tendrían precisamente la misión de
limitar los resultados a los que pudiera llegarse atendiendo
(34) Posturas que pretenden ser intermedias, como la de Hassemer, no
parecen llegar al núcleo del problema cuando se limitan a destacar las
garantías que derivan del elevado grado de formalización del Derecho
(31) Véase Perron, en Diez Ripollés UL Ibídem. penal, como justificación alternativa a la estrictamente vinculada a las
(32) Véase Diez Ripollés TU. 1090-1091. teorías de la pena (Véase Apartado DI. 4 de Capítulo HI, entre otros
(33) Véase Diez Ripollésffl.1086-1087. lugares).
320 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES
CONCLUSIONES: POSTURA PERSONAL 321

1. La utilización de expertos A su vez, la fuente de muchas discrepancias, como ha


El primero tiene que ver con la puesta en práctica de la expresado algún autor*36*, puede estar en la forma en la que el
metodología empírica adecuada a la concreción de esta pers- Derecho solicita la colaboración psiquiátrica o psicológica: Es
pectiva. Así, y por centrarnos en la fase de constatación, los al perito al que se le pide que vierta sus conocimientos en el
peritajes psiquiátricos y psicológicos deberían ocupar un papel marco jurídico, cuando sería mucho más eficaz que un juez o
fundamental. Sin embargo, se echa en falta por parte de los tribunal con suficientes conocimientos psicológicos y psiquiá-
defensores de este enfoque una actitud en conjunto más enér- tricos integrara los datos ofrecidos por los peritos en el marco
gica de cara a una generosa introducción de los forenses en el conceptual jurídico.
ámbito procesal. Desde luego, hemos visto posturas que abo- Por último no puede pasarse por alto la diferenciada actitud
gaban por un sobrepasamiento sistemático del encargo judicial que están adoptando en estos momentos la Psicología y Psi-
por parte de los peritos con la pretensión de forzar indirecta- quiatría respecto a la colaboración con el Derecho penal.
mente una mayor sensibilidad de los tribunales en esta esfera, Frente a frecuentes actitudes psiquiátricas reticentes a toda
pero hay asimismo autores significados que siguen pensando colaboración, por considerar que se les piden respuestas que no
excesivamente perturbadora la actividad pericial y proponen están en condiciones de ofrecer, hay una excelentes disposi-
que sean los propios tribunales, sin ayuda de expertos, los que ción, en términos generales, de los psicólogos. Nadie ignora
comprueben la concurrencia de los elementos subjetivos(35). que estas discrepancias tienen como telón de fondo la disputa,
Esta comedida reluctancia hacia el uso de peritos no supone, todavía no resuelta satisfactoriamente, de los ámbitos de cono-
como veremos enseguida, un abandono de la perspectiva cimiento que competen a cada una de las disciplinas, pero ello
psicológico-individual, pero no deja de sorprender. no debe hacer olvidar ciertos datos: La Psiquiatría construye
Sin duda algo tiene que ver la relativamente frecuente mayoritariamente sus cuadros nosológicos sobre un sustrato lo
presencia de informes periciales contradictorios, por lo demás más "biológico" posible, que en ocasiones ya tiene una clara
fomentada por nuestras leyes procesales, y que termina arro- explicación neurológica, lo que, unido a su orientación estric-
jando dudas, no ya sobre la fiabilidad del proceder empírico en tamente patológica, hace que ofrezca explicaciones de la
concreto utilizado por alguno o algunos de los peritos concu- realidad psíquica poco integradas, es decir, carentes de una
rrentes, sino sobre el desarrollo científico alcanzado por las visión global de la persona y, en cualquier caso, con muy
disciplinas en cuestión. Tales vacilaciones pueden ser contra- limitadas referencias a los comportamientos considerados
rrestadas cuando menos desde tres puntos de vista: normales. Por el contrario la Psicología, sin excluir la orienta-
Discrepancias periciales se producen de forma continuada ción patológica, pretende con frecuencia describir comporta-
respecto a diversos componentes objetivos del Derecho penal mientos normales y desde luego procede con una actitud más
material, lo que suele llevar a una profundización en el análisis "mentalista" e integradora de toda la personalidad. Ello le
del hecho correspondiente, en lugar de a un cuestionamiento de puede permitir acercarse más a las necesidades jurídicas.
la técnica o ciencia implicadas. La esperada crítica relativa a la defectuosa validez científi-
ca de los resultados psicológicos frente a los psiquiátricos
(35) Véase, entre otros lugares, Apartado IV. 1 de Capítulo II.
(36) Véase Gómez Colomer 92.
CONCLUSIONES: POSTURA PERSONAL 323
322 JOSÉ LUIS DIEZ REPOLLES

representaciones cotidianas o de sentido común. Se puede caer


carece de fundamento: Privados por el momento de una sufi-
fácilmente en la tentación de pensar que el reconocimiento de
cientemente amplia explicación neurológica de los comporta-
mientos anormales, y con mayor razón de los considerados su efectividad supone aceptar la introducción de modo habitual
normales, el método experimental utilizado por la Psicología de componentes normativos en la perspectiva psicológico-
es perfectamente parangonable al método, predominantemen- individual. Ello sería una interpretación equivocada: Las re-
te clínico, de la Psiquiatría, e incluso podría estimarse que glas comunes de experiencia no sustituyen análisis empíricos
desarrolla más rigurosos controles de fiabilidad. por imputaciones valorativas, sino que pretenden descubrir la
realidad psíquica a través de un procedimiento experimental
La combinación de las aportaciones psiquiátricas y psico-
lógicas aparece, por consiguiente, como una de las vías más menos fiable que el científico, a cuya zaga va. En contrapartida
prometedoras para superar el problema antedicho. posee una mayor flexibilidad y versatilidad que le permite
ampliar el número de fenómenos susceptibles de análisis.
Sin duda las reglas comunes de experiencia conllevan, pese
2. Las reglas comunes de la experiencia a todo, un mayor riesgo de contaminación por referencias
normativas. De ahí la gran importancia de aportaciones como
Los problemas de desarrollo de la perspectiva psicológico- las de Freund y, sobre todo, Opp(37), quienes, con diferente
individual no se circunscriben a una normalizada participación énfasis, pretenden perfeccionar el uso de reglas de experiencia
de la Psicología y Psiquiatría en la formulación y constatación por parte de los tribunales, aconsejando el conocimiento y
de los elementos subjetivos. En ocasiones estas ciencias de- utilización de los avances registrados en las técnicas de entre-
berán reconocer su incapacidad para, manteniendo sus crite- vista, psicología del testimonio... así como el aseguramiento de
rios de validez, realizar determinadas afirmaciones: Pues bien su compatibilidad con los conocimientos científicos.
en tales casos se ha de evitar radicalmente la posibilidad de que,
presionados por un Derecho o una Administración de justicia 3. La superación de la inaccesibilidad
deseosos de respuestas con validez científica, ofrezcan solu-
de los elementos subjetivos
ciones que, aunque quizás plausibles, ya no pueden respaldar-
las en sus respectivas disciplinas.
Se utilice un procedimiento estrictamente científico o no, lo
Asimismo el juez o tribunal, por mucha intervención que se
cierto es que, como toda la doctrina se ha encargado de
dé a los peritos en el proceso, se ven en todo momento, dadas
recordar, los elementos subjetivos son inaccesibles de modo
sus ineludibles competencias, confrontados con la necesidad
directo a una plena constatación empírica. Ello obliga, como ya
de realizar afirmaciones sobre determinados segmentos de la
hemos visto, a dividir el proceso de averiguación en dos fases,
realidad psíquica, sea para identificar los aspectos suficiente-
una primera en la que se respetaría un procedimiento experi-
mente relevantes para someterlos al dictamen pericial, sea para
mental, en cualquier caso vinculando sus conclusiones a una
concretar los que quedan fuera de éste, sea para verter su
serie de datos o indicios objetivos, y una segunda en la que
contenido al marco conceptual jurídico, o sea, como acabamos
de ver, para sustituir al dictamen.
Todo ello otorga la debida importancia a lo que deben ser (37) Véase Apartado 1.4 del Capítulo VI.
consideradas reglas comunes de la experiencia, vinculadas a
324 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES CONCLUSIONES: POSTURA PERSONAL 325

debería de salvarse la distancia entre la inaccesible verdad que la no colaboración no esr un indicio de que se han dado las
material de los elementos subjetivos y tal procedimiento expe- referencias subjetivas en cuestión sino lo que permite eludir las
rimental, a través de una legitimación normativa. objeciones provenientes de los criterios legitimadores de una
Por lo que se refiere a la primera fase, las críticas formula- decisión quizás incorrecta, no deshacen la impresión de que se
das por Freund al habitual proceder vinculado a la obtención de están violando principios garantistas procesales fundamenta-
la probabilidad parecen convincentes y merecedoras de refle- les al pedir al procesado más de lo que está obligado a realizar.
xión. La opción sustitutiva que él plantea, es decir, su "modelo No veo en estos momentos cuál podría ser la solución más
de exclusión de alternativas", además de haber sido cuidado- adecuada. Claro parece, en todo caso, que no se pueden dar por
samente desarrollado, presenta la ventaja de resultar coherente buenas decisiones en las que no concurra el convencimiento
con la tendencia jurídico-penal a hacer aproximaciones nega- del juez, pero también que éste debe poderse referir en su
tivas, esto es, por vía excluyente, a la realidad cuando se práctica totalidad a elementos pasibles de confirmación inter-
aprecian dificultades para acceder a ella, de lo que se ha sido subjetiva. Se precisa por tanto una teoría de la argumentación
especialmente consciente desde hace tiempo en el ámbito de la jurídica que, en este ámbito, marque con precisión las fases
imputabilidad. lógicas que, más allá del análisis empírico de la realidad, deben
En lo que concierne a la segunda fase lo primero que hay superarse para alcanzar la convicción.
que hacer notar es que la legitimación normativa de la que se
habla es una genérica, es decir, referida a todo elemento 4. El freno a la subjetivización
subjetivo, que no pretende por ello expresar, respecto a un
concreto elemento subjetivo, un determinado componente Tras todo lo que llevamos visto en este Apartado así como
valorativo a añadir a sus componentes descriptivos para que tal en el Apartado III infinede este mismo Capítulo aparecen cada
elemento adquiera su plenitud de significado. Es pues una vez más pertinentes las reflexiones que algunos autores parti-
normativización de raiz metodológica, no material, lo que darios de la perspectiva psicológico-individual se hacían a
pienso que no se ha tenido suficientemente en cuenta por la favor de un mayor comedimiento en el uso y una mayor
doctrina. esquematización en la formulación de los elementos
Dicho ésto, hay que reconocer que la crítica de Freund a la subjetivos(38).No debemos olvidar que, por un lado, en todo
convicción subjetiva del juez como criterio mediador es con- elemento subjetivo hay que aceptar en último término, dadas
vincente, y se une a los recientes intentos de los tribunales de las dificultades de acceso empírico, una normativización
casación por controlar cada vez más ese proceso o, para ser más genérica de tipo metodológico, y que, por otro, excepcional-
exactos, sus presupuestos metodológicos y lógicos. Sin embar- mente va a resultar difícil explicitar todas las exigencias
go, la alternativa de Freund tiene el serio inconveniente de que normativas a satisfacer por un elemento subjetivo a través de
en último término hace depender la condena, por lo que componentes descriptivos, lo que obligará a añadir componen-
concierne a los elementos subjetivos, de si el procesado quiere tes normativos. Ambos fenómenos son, como hemos visto,
colaborar, aunque sea desde una perspectiva exculpatoria, en
la tarea procesal de averiguar la realidad psíquica. Las alega-
ciones de Freund de que no se condena por no colaborar, o de (38) Véase Apartado V.3 de Capítulo O.

326 JOSÉ LUIS DIEZ RJPOLLES CONCLUSIONES: POSTURA PERSONAL 327

perfectamente asumibles en la perspectiva psicológico-indivi- las pretensiones normativas,^ simultánea a la búsqueda de


dual, y en ningún caso deben ser la excusa para una generali- elementos de otra naturaleza en la que éstas puedan expresarse.
zada normativización de los elementos subjetivos, que no
guardaría ninguna relación lógica. 5. Los enfoques prospectivos
Ahora bien, la tendencia hacia una continuada subjetiviza-
ción de los contenidos de la teoría jurídica del delito, con una Las actitudes, sin duda mucho más extendidas entre los
progresiva mayor finura en la definición de los elementos partidarios de perspectivas normativas, pero que también han
psicológicos, lleva a pensar que se considera a estos elementos tenido una influencia ocasional y limitada entre defensores de
como instrumentos especialmente aptos para soportar el enri- la perspectiva psicológico-individual, que pretenden hacer
quecimiento valorativo que está experimentando la elabora- recaer el análisis de los elementos subjetivos no sobre lo que
ción dogmática(39). Tal creencia, superados ciertos límites, realmente ha sucedido en la psique del sujeto al momento de
parece poco justificada: La acentuación de su puesta en prácti- cometer el hecho sino sobre lo que sucederá en ella una vez que
ca puede, como ha dicho algún autor, caer en el vacío ante la ha sufrido la sanción penal, pasando con ello de un enfoque
incapacidad, a partir de cierto nivel, del proceso penal para retrospectivo a otro prospectivo, deben ser tajantemente recha-
atender semejante riqueza de contenidos, una vez traducida a zadas. El análisis psicológico-individual del que estamos
elementos psicológicos descriptivos. Ello originará, ante todo, hablando en todo este trabajo tiene la primera de las naturalezas
una mayor distancia que salvar entre lo obtenible por el aludidas y es, como mínimo, un requisito previo a la orienta-
proceder experimental y la inaccesible verdad material, recar- ción prospectiva, aunque solo fuera porque estamos ante un
gando la tarea de legitimación normativa y, en segundo lugar, Derecho penal del hecho y no de autor.
la pérdida del carácter excepcional de la incorporación de Sin duda la alteración aludida en el análisis psicológico-
componentes normativos a los elementos subjetivos. En pocas individual tiene uno de sus puntos de apoyo fundamentales en
palabras, llevará a la desnaturalización de tales elementos. la mencionada hipervaloración de las teorías utilitarias de la
La solución a tal problema no pasa, ciertamente, por una pena, y resulta rechazable desde luego cuando pretende atri-
rebaja en las exigencias de prueba, que no significa otra cosa buir la exclusividad al enfoque prospectivo, pero igualmente
que aplicarse a una ampliada tarea de legitimación normativa, cuando quiere que éste sea el complemento del enfoque retros-
en el sentido acabado de expresar*40*, sino por una vía que pectivo dentro del elemento subjetivo en cuestión(41). Esta
combine un mayor esquematismo y simplicidad conceptuales última pretensión altera profundamente la homogeneidad del
de los elementos subjetivos con una mayor descomposición de elemento subjetivo, constituyendo una puerta abierta a la adi-
ción de componentes normativos a los descriptivos del ele-
mento subjetivo afectado, con mayor razón si se tiene en cuenta
que los análisis prospectivos difícilmente pueden desembara-
(39) Naturalmente parto de una actitud de respeto hacia los presupuetos de
la perspectiva psicológico-individual.
(40) Véase en Apartado 3 de este Capítulo la opinión de que los principios
garantistas procesales deben asegurar su vigencia en la fase de formu- (41) Véase, por ejemplo, los intentos de Witter y Haddenbrock en relación
lación, y no en la de constatación, de los elementos subjetivos. con la imputabilidad en Apartado U.5 de Capítulo III.

I
328 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES CONCLUSIONES: POSTURA PERSONAL 329

zarse, aunque trabajen sobre elementos que pretenden descri- y, sobre todo, contraria a numerosos principios procesales
bir una realidad psíquica, de fuertes contenidos normativos. De garantistas. Por otra parte, y como ha captado algún autor
ahí que, en la medida en que se aspire a introducir reflexiones normativista(46), la teoría de la cesura procesal adopta la actitud
prospectivas en las categorías del delito que fundamentan la inversa a la correcta: Es precisamente el ámbito de medición de
pena(42), y con mayor motivo en las subcategorías dirigidas a su pena uno especialmente apto para que encuentren merecido y
medición, y tales exigencias quieran explicitarse a través de si es preciso directo reconocimiento determinados plantea-
elementos descriptores de una realidad psíquica, deberá tratar- mientos normativos que tropiezan con dificultades para su
se de elementos subjetivos exclusivamente destinados a ello. encuadramiento en las categorías fundamentadoras de la pena,
El método sin embargo más sutil de llegar a una auténtica en relación o no con elementos subjetivos, debido al mayor
sustitución del enfoque retrospectivo por el prospectivo, des- formalismo y rigidez de éstas en comparación con las de
naturalizando plenamente la perspectiva psicológico-indivi- determinación de la pena. La cesura procesal cerraría en buena
dual, es sin duda la teoría de la cesura procesal(43). Ante todo, parte esa posibilidad.
su pretensión de llegar a un compromiso entre los análisis
psicológico-individuales y los normativistas, reservando a 6. La orientación psicoanalítico-individual
estos últimos la fase de fundamentación de la pena y a los
primeros la ulterior fase de medición, es engañosa. Como Las propuestas de realizar análisis psicoanalítico-máivi-
hemos tenido ocasión de ver*44*, lo que ellos entienden por duales de los elementos subjetivos han tropezado con críticas
introducción de análisis psicológico-individuales no son otra en especial de las perspectivas más cercanas, esto es, la
cosa que pronósticos preventivo-especiales. Sin duda es la psicológico-individual y la psicológico-colectiva(47).
medición de la pena el ámbito más adecuado para realizarlos, El argumento decisivo en su contra, en mi opinión, reside en
y deben hacerse, pero no en sustitución de previos análisis que tal aproximación realiza una profundización en la realidad
retrospectivos, que son procedentes en la fundamentación pero psíquica individual de tal naturaleza que aquella pierde su
también en la medición de la pena. legitimación: La superación de un modo generalizado del nivel
Aunque la crítica anterior constituye el principal motivo de de la consciencia, que es donde radica básicamente el problema
rechazo, comparto además la mayor parte de las objeciones que de los datos psicoanalíticos individuales, da lugar a descripcio-
se le han formulado(45), como teoría impracticable en el ámbito nes de la realidad psíquica que ya no corresponden a concep-
de la fundamentación, contraproducente de cara a la medición ciones cotidianas o de sentido común, que siguen siendo, no lo
olvidemos, las que han legitimado una aproximación empíri-
co-individual a los elementos subjetivos de la teoría jurídica
(42) Si procede tal cosa y en qué medida es una cuestión en la que aquí no del delito.
podemos entrar, pero que corresponde a la actividad previa de dilucida-
ción de las referencias normativas a tener en cuenta, a la que nos
referimos en Apartado IV de este mismo Capítulo.
(43) Véase su defensa en Apartado II.A.2c) de Capítulo VI.
(44) Véase en especial Ibídem. in fine. (46) Véase Hassemer en Apartado II.A.2.c) in fine de Capítulo VI.
(45) Véanse por ejemplo las recogidas en Apartado I.A.3 del Capítulo VI. (47) Véanse Apartados VI. 1 de Capítulo II y III.A.2 de Capítulo VI.
330 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES CONCLUSIONES: POSTURA PERSONAL 331

En efecto, éstas tienen como presupuesto(48) ciudadanos VI. LAS ZONAS MAS SENSIBLES A
reflexivos y críticos, con capacidad para asumir la responsabi- ESTA PROBLEMÁTICA
lidad de sus actos en la medida en que se consideran en general
capaces de controlar su comportamiento, mientras que la Aunque al comienzo de estas conclusiones hemos señalado
generalizada adopción de una orientación psicoanalítico-indi- cómo este trabajo sólo pretendía estudiar las líneas metodoló-
divual implica fundarse en un modelo de persona a la que no se gicas fundamentales en virtud de las cuales se podía dotar de
le puede exigir responsabilidad en cuanto su comportamiento contenido a los elementos subjetivos de la teoría jurídica del
sólo se considera verdaderamente explicable a un nivel en el delito, y en ningún caso identificar tales contenidos, no debe-
que él no tiene acceso ni puede mínimamente controlar. Sólo mos cerrar estas conclusiones sin aludir, aunque sea muy
en aquel momento en que se pone en cuestión el punto de brevemente, a algunos aspectos, dentro de los más relevantes
partida, a saber, si estamos ante una persona en términos elementos subjetivos, en los que la problemática estudiada se
generales responsable, lo que se realiza propiamente en la hace especialmente patente.
imputabilidad, está justificado que la perspectiva psicológico- Respecto a los componentes subjetivos del concepto de
individual entre plenamente en el campo del inconsciente(49). acción, en el marco de su estructura final, aparecen como
En las restantes hipótesis se trataría, por así decirlo, de que la puntos especialmente sensibles, entre otros, la sustantividad
orientación psicoanalítico-individual tropezaría con la limita- del elemento psicológico de la finalidad, puesto en entredicho
ción normativa original, la aceptación de la persona como ser singularmente en casos como las acciones automatizadas, así
responsable. como la naturaleza de las pautas de diferenciación entre los
Existen igualmente otras razones, en ocasiones señaladas supuestos a resolver en el ámbito de la acción o en el de la
por la doctrina, que merecen detenida consideración. Entre imputabilidad0!).
ellas, el renovado reproche hecho a todas las orientaciones Por lo que concierne al dolo, y a diferencia de lo que pudiera
psicoanalíticas sobre su dudosa Habilidad empírica, o la enor- pensarse, no abundan los cuestionamientos radicales de su
me complejidad que introduce en el análisis empírico hasta el naturaleza psicológico-individual, ni siquiera por parte de
punto que resultaría extremadamente difícil utilizar a los autores con clara orientación normativista(52). Sin embargo ello
elementos subjetivos como expresión de ciertas exigencias no obsta a que existan puntos de discusión consolidados en los
normativas, por no citar la incapacidad del proceso penal para
realizar tal tarea(50).
realidad psicoanalítico-colectiva) son fácilmente aplicables a ellos mis-
(48) Véase lo dicho en Apartado III de este Capítulo. mos (véase Apartado III.A.2 de Capítulo VI).
(49) Por más que realizando su análisis en los contornos limitados atribuidos (51) Véase, entre otros pasajes, las referencias hechas en Apartado IV.2 de
a la capacidad de culpabilidad. Capítulo II y en Apartado II.2 de Capítulo III.
Sobre la problemática entre el plano consciente e inconsciente en el (52) En España sólo Bustos procedería a tal cosa de forma clara. Ya aludimos
ámbito del Derecho penal, con especial referencia a la motivación, a ciertas expresiones equívocas de Cobo-Vives, que a nuestro juicio no
véase Diez Ripollés IV. 94-101,134,136-138, y V. 383 Nota 460. deben entenderse como normativizadoras. En Alemania Jakobs recono-
(50) Resulta interesante comprobar cómo muchas de las objeciones formu- ce, a su pesar, su naturaleza psicológico-individual. Véase Apartado
ladas por los partidarios de la perspectiva psicológico-colectiva (en n.3 de Capítulo III.
332 JOSÉ LUIS DIEZ RJPOLLES CONCLUSIONES: POSTURA PERSONAL 333

que buena parte de la doctrina y jurisprudencia introducen o se aparenta. Sin pretender en ningún caso trivializar las impor-
pretenden introducir componentes normativos. Ello sucede en tantes diferencias que se aprecian en la consideración de la
la siempre viva cuestión de la distinción entre dolo eventual y imputabilidad entre los diversos autores, conviene llamar la
culpa consciente, o en el problemático mantenimiento del atención sobre el hecho de que las divergencias se ciñen en la
requisito psicológico de la conciencia actual. A ellos se han mayor parte de las ocasiones a la configuración de los presu-
unido más recientemente la polémica relativa a la dudosa puestos normativos que deben satisfacer los elementos subje-
sustantividad dogmática, o cuando menos procesal, del ele- tivos de la imputabilidad, pero una vez establecidos aquellos su
mento volitivo frente al intelectivo, o la cuestión sobre el papel explicitación suele realizarse a través de elementos subjetivos
a realizar por criterios equivalentes a los de la restricción de la que apenas difieren entre unas y otras posturas, homogeneidad
imputación objetiva de resultados en el ámbito del error de que supera holgadamente a la forzada por la ley positiva; y lo
tipo, con posturas que llegan a poner en duda su tratamiento que es más importante, se procede a continuación, cuando
separado(53). menos, a agotar las posibilidades que ofrece el análisis psico-
En el marco de los elementos subjetivos de la figura de lógico-individual de tales elementos(56).
delito resulta fácilmente apreciable que, de modo especial Es más, podría decirse que en la actualidad estamos presen-
aquellos que hacen referencia a la motivación del sujeto, están ciando una profundización en ese análisis psicológico-indivi-
sufriendo fuertes presiones desde enfoques normativistas en dual al ahogarse desde diferentes tendencias por la necesidad
sentido estricto y psicológico-colectivos para convertirse en de atender a aspectos habitualmente descuidados como la
simples mediadores de imágenes preconcebidas sociales sobre afectividad, las alteraciones motivacionales y, sobre todo, los
las cualidades que se atribuyen a los que realizan determinadas procesos de socialización, sin quedarse, como venía siendo
conductas delictivas, en la línea de un Derecho penal de autor frecuente, en las perturbaciones más directamente vinculadas
que, desde luego, no pretende ser validado empíricamente(54). al intelecto y a la voluntad(57).
La citada evolución sólo puede contrarrestarse poniendo espe- Por lo que se refiere a la conciencia de la antijuricidad deben
cial cuidado en la acotación normativa y en la subsiguiente señalarse como puntos sensibles los borrosos límites que
descripción psicológico-individual(55). puede llegar a alcanzar la distinción entre conocimiento actual
Por lo que se refiere a los elementos subjetivos de la impu- o potencial con sus inmediatas repercusiones en la distinción
tabilidad se estaría produciendo de alguna forma un fenómeno entre dolo y conciencia de la antijuricidad, la tendencia al uso
contrapuesto al del dolo: Hay menos normativización de la que de presunciones en contra del reo respecto a esta última en

(53) Véase alusiones a estos problemas en especial en Apartado II.3 de (56) Lo que no obsta, por supuesto, a que haya posturas que no encajan en
Capítulo III. Respecto al último inciso, especialmente claro Bacigalupo estas reflexiones como, entre las citadas, por ejemplo, la de Bustos,
IH. 59-62. Hassemer, Haffke, Sack...
(54) Véanse en especial Apartados II.4 de Capítulo IH y IH.2 de Capítulo IV. (57) Ya he señalado en su momento (Apartados IV.3 de Capítulo II y U.5 de
(55) Sobre la problemática de la toma en consideración de los motivos en Capítulo III) como se viene utilizando en ocasiones el término "norma-
Derecho penal, véanse las citas de Diez Ripollés en Nota 49 de este tivo" en la imputabilidad en un sentido equívoco, encubriendo en
Capítulo. realidad un enriquecimiento del propio análisis psicológico-individual.
334 JOSÉ LUIS DIEZ RIPOLLES

delitos de los llamados antiguamente "naturales" (mala in se),


o la escasa atención prestada desde perspectivas psicológico-
individuales a la vencibilidad del error con el consecuente
progreso de la normativización(58). BIBLIOGRAFÍA CITADA
Llama la atención igualmente la escasa atención prestada a
los elementos subjetivos de las causas de justificación desde
las perspectivas objeto de esta investigación, siendo así que ni
ADOMEIT, K.:
siquiera ha sido suficientemente aclarado si su eventual conte-
"Zur Einführung: Rechtwissenschaft und Wahrheitsbegriff'.
nido psicológico-indidivual debe ser parangonable al del dolo Juristische Schulung, 1972.
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