You are on page 1of 8

Historia como ciencia

Dentro de la popular división entre ciencias y letras o humanidades, se tiende a clasificar a


la historia entre las disciplinas humanísticas junto con otras ciencias sociales (también
denominadas ciencias humanas); o incluso se la llega a considerar como un puente entre
ambos campos, al incorporar la metodología de estas a aquellas.7 La ambigüedad de esa
división del conocimiento humano, y el cuestionamiento de su conveniencia, ha llevado al
llamado debate de las dos culturas.
No todos los historiadores aceptan la identificación de la historia con una ciencia social, al
considerarla una reducción en sus métodos y objetivos, comparables con los del arte si se
basan en la imaginación (postura adoptada en mayor o menor medida por Hugh Trevor-
Roper, John Lukacs, Donald Creighton, Gertrude Himmelfarb o Gerhard Ritter). Los
partidarios de su condición científica son la mayor parte de los historiadores de la segunda
mitad del siglo XX y del siglo XXI (incluyendo, de entre los muchos que han explicitado
sus preocupaciones metodológicas, a Fernand Braudel, E. H. Carr, Fritz Fischer, Emmanuel
Le Roy Ladurie, Hans-Ulrich Wehler, Bruce Trigger, Marc Bloch, Karl Dietrich Bracher,
Peter Gay, Robert Fogel, Lucien Febvre, Lawrence Stone, E. P. Thompson, Eric
Hobsbawm, Carlo Cipolla, Jaume Vicens Vives, Manuel Tuñón de Lara o Julio Caro
Baroja). Buena parte de ellos, desde una perspectiva multidisciplinar (Braudel combinaba
historia con geografía, Bracher con ciencia política, Fogel con economía, Gay con
psicología, Trigger con arqueología), mientras los demás citados lo hacían a su vez con las
anteriores y con otras, como la sociología y la antropología. Esto no quiere decir que entre
ellos hayan alcanzado una posición común sobre las consecuencias metodológicas de la
aspiración de la historia al rigor científico, ni mucho menos que propongan un
determinismo que (al menos desde la revolución einsteniana de comienzos del siglo XX) no
proponen ni las llamadas ciencias duras.8 Por su parte, los historiadores menos proclives a
considerar científica su actividad tampoco defienden un relativismo estricto que
imposibilitaría de forma total el conocimiento de la historia y su transmisión; y de hecho de
un modo general aceptan y se someten a los mecanismos institucionales, académicos y de
práctica científica existentes en historia y comparables a los de otras ciencias (ética de la
investigación, publicación científica, revisión por pares, debate y consenso científico, etc.).
La utilización que hace la historia de otras disciplinas como instrumentos para obtener,
procesar e interpretar datos del pasado permite hablar de ciencias auxiliares de la historia de
metodología muy diferente, cuya subordinación o autonomía depende de los fines a los que
estas mismas se apliquen.
Historia
La Historia es la ciencia que estudia y sistematiza los hechos más importantes y
transcendentales del pasado humano. Dichos sucesos son analizados y examinados en
función de sus antecedentes, causas y consecuencias, y en la acción mutua de unos sobre
otros, con el propósito de comprender correctamente el presente y de preparar el futuro.
Estudiar la Historia no es un simple ejercicio memorístico, cargado de hechos, nombres,
lugares y fechas sin conexión alguna. La Historia es ante todo, la posibilidad que el ser
humano tiene para conocerse a si mismo. Es indagar en el pasado para comprender el
porque de nuestro presente, y sobretodo, ver el hombre en su dimensión; sus aciertos, sus
errores y la capacidad que la humanidad tiene para ser una especie más perfecta, mejor
organizada y más justa. Las personas que se encargan de reconstruir y explicar los hechos
del pasado, han utilizado fuentes de información como ayuda. Entre ellas tenemos la
historia escrita, también conocida como historiografía, que comprende de relatos escritos
como memorias, cartas, literatura, archivos de tribunales, asambleas legislativas,
instituciones religiosas, etc; y la información no escrita que se obtiene de los restos
culturales o materiales de civilizaciones desaparecidas, tales como los elementos
arquitectónicos, pintura, artesanía, etc.
La historia como toda ciencia social, requiere para la comprensión de los fenómenos que
abarca y su interpretación, del auxilio de otras ciencias y disciplinas sociales que nos
permitan comprender los hechos históricos en su dimensión total; por ejemplo, la ayuda de
la arqueología, paleontología, cronología, mitología, economía, antropología, entre otros.
Pueden indicarse o señalarse tres formas de clasificar la historia: por grupos humanos y
regiones geográficas (historia universal o general, continental, nacional, regional, de las
ciudades); por temas y actividades (historia económica, política, de las ciencias, del
derecho, del arte, etc.) y por orden cronológico de edades y periodos (prehistoria,
protohistoria e historia).
Objeto de estudio de la historia
El objeto de estudio de la historia son las sociedades y sus transformaciones en el tiempo.
La finalidad de la historia es la interpretación de la totalidad de los hechos sucedidos en
el pasado de la humanidad. El historiador realiza la interpretación ubicando los sucesos,
procesos y cambios históricos en el tiempo y el espacio, así como analizando sus causas y
consecuencias para encontrar la relación del pasado con el presente con el fin de poder
hacer una posible proyección futura.
En la actualidad, la importancia de la historia no radica únicamente en los acontecimientos
mismos, sino en su explicación y los cambios que se dan en y por ellos. La narración de los
hechos, las relaciones con su ambiente, así como su comprensión e interpretación forman
parte de cualquier estudio histórico integral.
En este sentido, la historia es un conjunto de sucesos ya verificados para explicar el
presente, descubrir sucesos nuevos y participar en lo que ocurrirá en el futuro. Es decir, se
puede afirmar que la historia es una ciencia dinámica, ya que no está limitada por el tiempo.
Utilidad de la historia

Es la de identificar y conocer la experiencia acumulada de la humanidad durante los


diferentes períodos de su vida; además, tiene por misión, investigar las formas de mejorar el
funcionamiento de la sociedad humana.
Para ello, sigue una metodología (método científico) procedimiento que va a dar lugar a la
obtención de un conocimiento por medio de la utilización de pasos o técnicas en la
investigación documental o de campo.

La Historia, como todas las ciencias, se auxilia de otras ciencias, aunque tiene sus propios
objetivos; los informes que recaba de ellas, son valiosos para el mejor desarrollo de a
misma. Entre las ciencias más destacadas en este rubro, están:

- Geografía: Estudia las causas, relaciones y distribución de los hechos y fenómenos


físicos, biológicos y sociales de la tierra. Por lo que es de suma importancia para la
localización espacial y temporal de los hechos históricos.
- Antropología: Estudia los fósiles para explicar aspectos acerca de la humanidad. Por lo
anterior se vuelve esencial para la determinación temporal, espacial de la raza humana en el
pasado.
- Arqueología: Estudia los restos de las más antiguas civilizaciones. Por lo que actúa
como herramienta esencial en la búsqueda de fuentes directas e indirectas para la
determinación de los hechos, espacios y ubicaciones de las sociedades antiguas con
relación a su historia.
- Sociología: Estudia las diferentes formas o instituciones sociales que han existido
durante el desarrollo de la humanidad. Por lo que su función primordial es coadyuvar para
comprender mejor las relaciones entre las diferentes etapas históricas de las sociedades y su
desarrollo en un tiempo y espacio determinado.
- Economía: Proporciona información sobre la producción, distribución y consumo de
bienes y servicios que permiten analizar el desarrollo de las sociedades.
- Psicología: Su función permite obtener conclusiones sobre el comportamiento humano
en sociedad y cómo influyó en su desarrollo social, político, económico, religioso o
cultural.

Cabe destacar, que existen diferentes tipos o formas de interpretación de la historia por
parte del historiador, entre los más destacados están: el historicismo, el idealismo y el
materialismo histórico.

En el historicismo, el historiador interpreta por medio de la reducción, con tendencia


intelectual, los hechos o condiciones históricas pertenecientes a una civilización o sociedad
determinada.

En el caso del idealismo, el historiador interpreta por medio de sus ideas, creencias,
suposiciones, etc. (no toma en cuenta el método científico), los hechos o condiciones
históricas pertenecientes a una sociedad o civilización determinada.

Mientras que en el materialismo histórico, el historiador interpreta la historia con base a


los modos de producción, fuerzas productivas y relaciones de producción, que predominan
en la época o período analizado de una sociedad o civilización determinada.

Interpretaciones de la Historia
La interpretación de la Historia
Muy ligado al tema de la cultura, está el asunto de la interpretación de la historia. De hasta qué punto
entiende bien una sociedad la historia (la suya y la del mundo) depende que mejore o permanezca
estancada. Los intelectuales y las clases dirigentes juegan en esto un rol capital, porque constituyen
los sectores mas idóneos para asimilar el mundo de las ideas políticas.
De ahí que si alguna cosa importante nos legó el marxismo, fue una herramienta para la
interpretación de la historia social. Porque aunque muchas de sus afirmaciones no eran ciertas (en
relación a la teoría de la lucha de clases y a la interpretación materialista de la historia, puede verse
hoy, con claridad meridiana, que los intereses de las clases sociales no son antagónicos y que la
forma en la que una sociedad organiza su producción, no define sino parcialmente el orden superior
–leyes, instituciones políticas- porque también juegan un rol importante los valores, la idiosincrasia
y las costumbres) la idea que el movimiento y el cambio en la sociedad responde parcialmente al
juego de los intereses personales y de grupo, es cierta.
Sin embargo, una cosa es que esto sea cierto y otra muy diferente interpretar que todo sea
resultado de la pugna entre clases o sectores, porque lo que la modernidad muestra es que el
progreso y el movimiento social devienen más bien del trabajo asociado entre los diversos sectores
sociales, es decir, de un ensamblaje social que le asigne un rol productivo a cada persona o grupo
corporativo. Un ejemplo claro de esto es el propio régimen democrático de gobierno, que no ha sido
imposición de ninguna clase sino más bien un acuerdo político general, como resultado de una nueva
concepción sobre el valor de la persona y sus derechos básicos.

Entonces, el sistema político que rige la vida en el mundo desarrollado, salvo contadas
excepciones, es el sistema capitalista democrático liberal, basado en el principio de la propiedad
privada, la igualdad de derechos y el respeto a la libertad como pilares de su orden. Es un sistema
porque aporta los principios rectores de la vida en general; es decir, da las bases para la organización
social y productiva (filosofía de libertades y derechos básicos) como leyes y procedimientos que
garantizan esos derechos, entre muchas otras cosas más.
Pero a principios del siglo pasado, el sistema Socialista, gran rival por casi un siglo de
historia, tuvo importantes triunfos políticos en algunos países. Los postulados socialistas eran
esencialmente opuestos a los del sistema Capitalista, hoy sinónimo de democracia liberal. Según su
filosofía, la propiedad privada debía restringirse a las cosas domésticas. El verdadero dueño de los
bienes y la riqueza era el Estado, y la economía funcionaba de acuerdo a una planificación que
tomaba en cuenta más las necesidades de empleo que las de acumulación de riqueza. Contaba más
el “interés social” (una pura abstracción conceptual) que el concreto “interés personal”. Por eso
también las consideraciones de costos, competencia, mercados y ganancia, no fue para ellos motivo
de preocupación y por eso el sistema se vino abajo, porque sin el acicate del interés personal, es
decir, la ganancia económica, la productividad decayó hasta que finalmente murió.
Pronto se vio entonces que la concepción socialista del desarrollo era una traba para el
mismo, porque no llevaba a ningún lado. Para comenzar olvidaba que la idea de propiedad tenía la
misma edad que la historia humana. Olvidaba que las personas necesitan para vivir motivaciones
terrenales más que celestiales, y que la propiedad privada no es un mero capricho de las clases más
ricas, sino una necesidad basada en el natural deseo de obtener seguridad y autonomía personal.
El verdadero motor del desarrollo social es el interés en el propio bienestar, esto es lo que mueve el
enorme organismo de la economía mundial, ni más ni menos.
El Socialismo quiso una sociedad basada en el desinterés y el altruismo, olvidando por
completo que las personas se mueven más por la motivación del interés personal que por otra cosa.
Quiso también una sociedad de iguales contra natura, negando las diferencias y la diversidad
humana, todo lo cual contribuyó a cavar la tumba en la que fue sepultado con la caída dela Unión
Soviética.
La creencia en un mercado libre de regulaciones estatales caracterizó a la infancia del
sistema Capitalista. Fueron tiempos difíciles y de cambio. Aunque las primeras empresas capitalistas
datan de los tiempos del mercantilismo (siglos XVI y XVII) inmediatamente de liquidado el sistema
feudal, no fue sino hasta el tiempo de la revolución industrial (siglo XVIII ) que el perfil que se le
conoce al Capitalismo adquirió forma propia. Así pues, muy pronto fue visible la necesidad de la
intervención del Estado en la economía para defender los derechos de los mas desvalidos, ya que
debido a los cambios políticos e ideológicos y a la profunda reorganización productiva que se operó
en las sociedades a raíz de la revolución industrial y las revoluciones liberales, multitudes
empobrecidas migraron del campo a las ciudades, para ser literalmente explotadas sin compasión
por los dueños del capital. Una historia de drama e injusticia que duró muchos años y que solo ha
sido posible atenuar y corregir parcialmente con la filosofía democrático liberal y la regulación estatal
en los años posteriores.
Fue por eso que a fines del siglo XIX y principios del XX el Estado dio los primeros pasos
para la regulación de las economías en el mundo moderno. Una época de gran producción
normativa. Ante la evidente situación de desventaja y desprotección en la que se encontraba gran
parte de la sociedad, se promulgaron las primeras normas para la protección de los trabajadores, al
mismo tiempo que se consolidaron las instituciones liberales (propiedad privada, libertad de trabajo,
etc.) que a la postre fueron la base del éxito de muchas de las naciones hoy desarrolladas.
En el otro sector, por el contrario -el de los países que recién se sacudían los poderes
coloniales y que conocemos hoy con el nombre de tercer mundo- el Estado fue un organismo que
no alcanzó a modernizarse ni a jugar el rol que la filosofía liberal le asignó en los países
desarrollados. La pugna entre las ideas socialistas y las liberales (vigente a lo largo de todo el siglo
XX) contribuyó indirectamente a su deformación, porque se convirtió, antes que en propiciador de
desarrollo, en arma para controlar la vida política. Aquí sí la realidad se acercó mucho a la idea
marxista de que el Estado servía exclusivamente para someter la sociedad a la voluntad de uno de
sus sectores. Y entonces, en vez de ser usado como institución reguladora y protectora de las
garantías constitucionales (como en los países liberales capitalistas) nosotros lo utilizamos como
herramienta de dominación, lo que devino en un debilitamiento acelerado de las condiciones para el
trabajo libre y el desarrollo de la propiedad.
Éste fenómeno de intervención del Estado en la producción y la economía acarreó también
un estancamiento tecnológico en la industria local, porque las industria estatales, libres de la
necesidad de racionalizar los costos para competir con éxito con las privadas, aprendieron a vivir de
la subvención y el proteccionismo, impidiendo de esta forma una actividad sana en los mercados, ya
que el trabajo privado tuvo que competir en situación de desventaja o simplemente no podía hacerlo.
Esta visión estatizada de la economía petrificó entonces durante años el trabajo productivo,
inmovilizando y dañando severamente nuestras capacidades productivas, porque suprimió
deshonestamente la posibilidad de la competencia y con ello la generación de tecnología e
innovación.
En respuesta a este fenómeno descontrolado de estatización y de ingerencia estatal en la
economía (también instalado en muchos de los países desarrollados) fue que a finales del siglo
pasado algunos de ellos iniciaron, de la mano de Margaret Thatcher, la Primer Ministro de Inglaterra,
un proceso de reducción y reformulación del tamaño y la misión de los Estados. En adelante aquellos
debían trabajar con una idea más de regulación que de actor económico, implementando políticas
económicas siempre en sintonía con las ideas de libertad de trabajo y economía de mercado. Se
volvía -parecía- a la vieja idea capitalista de que los mercados con poca regulación son los que
pueden asignar de la mejor manera los recursos y la riqueza, pero no era exactamente así. Lo que
en realidad pasó fue que se aprendió que el Estado no sabe actuar como empresario, porque en vez
de optimizar la producción de las empresas que manejaba -mejorando la tecnología y racionalizando
los costos- las convertía en agencias de empleo para los adeptos de los gobiernos de turno,
echándole la carga financiera y de subsidio al Estado, impidiendo de este modo que aquel destinara
sus recursos a resolver los temas que sí le competen plenamente, como salud, educación y
asistencia de infraestructura para mejorar la competitividad industrial nacional.
También se aprendió que la intervención en la economía (con impuestos selectivos,
subsidios caprichosos, controles de precios, cupos de exportación, etc.) reducía dramáticamente el
trabajo productivo nacional, porque impedía el sano desarrollo de la actividad privada, olvidando que
la cuna de la invención y la innovación industrial, lo mismo que la de los mejores y mas exitosos
proyectos productivos, siempre fue la actividad privada.
Así nació lo que se conoce con el nombre de neoliberalismo, que se identificó erróneamente
como la vuelta al viejo capitalismo y no como lo que en verdad era, una versión remozada y más
inteligente del mismo. Decimos así porque lo que había cambiado en relación a los tiempos del
capitalismo del siglo XIX era nada menos que la propia sociedad. Es decir, hubo una historia entre
estas dos etapas. Nada era lo mismo. Dos guerras mundiales y la barbarie de infinidad de
dictaduras, por lo mismo de lo cual los Estados habían desarrollado una clara y abundante normativa
preocupada por el respeto a los derechos individuales, la fiscalización de los poderes públicos, como
la idea de la regulación de los mercados y del trabajo privado, sin atentar contra los derechos básicos
de las personas, todo lo cual hacía una enorme diferencia con las viejas ideas capitalistas.
Unos entendieron esto correctamente y otros, aquellos donde la historia se había petrificado
en dictaduras y gobiernos con fuertes inclinaciones autoritarias, no pudieron entender ni interpretar
correctamente la historia transcurrida. De suerte que lo que unos y otros entendieron e hicieron con
las ideas liberales capitalistas, no pudo ser más diferente. Repitamos entonces que la idea
de retirar al Estado de la actividad económica no quería decir que se suprimía el rol del Estado en la
vida económica, sino que se le asignaba el que siempre debió tener, de sustentador o protector de
los derechos básicos de las personas y de apoyo a las actividades privadas. Es decir, quería decir
que el Estado debía apoyar decididamente los emprendimientos empresariales de la sociedad
mediante una legislación reguladora y garantista de los derechos básicos (propiedad, libertad,
seguridad para el trabajo libre, etc.) porque sólo una sociedad productiva y con gran capacidad de
creación de riqueza, sólo una sociedad rica, puede atender desde el Estado los derechos básicos
de educación, salud e infraestructura, con lo que ello tiene de generación de oportunidades para los
sectores mas pobres.
Era indispensable por lo tanto que éste nuevo rol del Estado tuviera el correlato del Derecho
democrático como referencia de conducta y organización social. Y eso fue lo que pasó en las
naciones adelantadas, se fortaleció la relevancia de la norma democrática, lo que impactó
benéficamente en el trabajo y la producción de aquellos pueblos.
Hay que entender entonces que el neoliberalismo no supone la vuelta a los tiempos de abuso
a los más débiles, sino que más bien consiste en el fortalecimiento de las ideas de trabajo libre y
legalidad democrática, ambas benéficas, porque favorecen el empleo y la protección de los más
débiles.
Revisionismo histórico
El revisionismo histórico es el estudio y reinterpretación de la historia. Tiene un uso
académico legítimo y otro peyorativo. Su uso académico se refiere a la reinterpretación de
hechos históricos a la luz de nuevos datos, o nuevos análisis más precisos o menos
sesgados de datos conocidos.
El revisionismo presupone que entre los historiadores, o el público general, existe una
forma generalmente aceptada de entender un acontecimiento o un proceso histórico y que
hay razones para ponerla en duda. Esas razones pueden ser de distinto tipo: la puesta en
valor de nuevos documentos, el cambio de paradigma historiográfico; o también el cambio
de los valores desde los que se observa el pasado. En los casos de revisionismo no
académico o pseudocientífico suele acusarse a quien lo practica de dedicarse al uso político
de la historia y de no respetar la neutralidad y el espíritu crítico en la relación con las
fuentes considerados básicos en el trabajo del historiador.
La Escuela de los Annales. La Historia Total.
Dentro de las corrientes que se han visto fuertemente influenciadas por el Materialismo
Histórico, destaca la conocida como Escuela de Annales. Alejada de la perniciosa
influencia política del bloque soviético, los miembros de la Escuela de Annales
consiguieron reconvertir el Materialismo Histórico en algo mucho más importante,
llegando en cierta forma a superarlo y a crear algo que podríamos considerar novedoso. Lo
que el gran Pierre Vilar* llamaría la Historia Total.
La Escuela de Annales recibe su nombre de una revista, Annales. Revista que se empezó a
editar a finales de los años 20 por la universidad de Estrasburgo y dirigida por Febvre y el
genial Marc Bloch**. La joven revista se convertiría muy rápidamente en una referencia
para los historiadores de todo el globo y la prematura muerte de Marc Bloch no sólo no
acabó con ella sino que facilitó que una nueva generación de historiadores franceses
continuaran y mejoraran la obra del maestro.
Los artículos publicados en esta revista se caracterizan por la búsqueda de la ampliación de
los campos de la Historia. Tradicionalmente, la principalmente herramienta del
conocimiento histórico había sido el estudio de las fuentes y desde finales del sXIX se
sumó como segundo pilar fundamental la arqueología. La Escuela de los Annales, partiendo
de un gran conocimiento de ambas técnicas, intenta incorporar todos aquellos campos del
conocimiento humano que puedan resultar útiles. La antropología, la sociología, la
estadística, la lingüística, la economía… Todas son bienvenidas y todas son de gran
importancia.
Se cuenta que un día Marc Bloch sorprendió a sus alumnos poniéndoles una diapositiva de
una foto tomada desde el aire. En la foto se mostraban unos campos de cultivo dispuestos
en rectángulos muy alargados. El profesor afirmó ante sus estupefactos alumnos que la foto
demostraba que esos terrenos habían sido repartidos en una fecha posterior al sXII.
En torno al sXII se introdujo en Francia el arado de vertereda. Un arado mucho más
sofisticado que el arado romano anterior que en una sola pasada aireaba lo suficiente el
campo como para que bastara con realizar surcos en vertical, y no en vertical y horizontal
como debían hacerse mediante el arado romano. Si necesitas realizar surcos primero en
vertical y luego en horizontal, lo que te resultara más cómodo es un campo cuadrado
porque lo más latoso es hacer que los bueyes giren al final de cada surco. En cambio si sólo
tienes que hacer los surcos en una dirección, cuanto más rectangular y estrecho sea el
campo, mejor, menos curvas tendrás que dar. El hecho de que los campos estén diseñados
de forma rectangular demuestra que eran campos pensados para ser arados con arados de
vertedera y, por lo tanto, repartidos con posterioridad al sXII. Marc Bloch acababa de
inventar lo que posteriormente se llamaría la Arqueología del Paisaje. O como deducir
información histórica simplemente de la observación detallada del terreno.
A la Escuela de Annales o a su inspiración le debemos el estudio de las leyendas locales (y
no solo las grandes). Por una parte, se descubrió que muchas leyendas pueden estar
relacionadas con hallazgos arqueológicos primitivos. Por ejemplo, las millones de leyendas
sobre tesoros escondidos que se reparten por toda Europa suelen estar relacionadas con
torres o construcciones de la antigüedad que, muchas veces, hoy son dificilmente
detectables pero que cuando se originó la leyenda podrían ser evidentes. Una característica
del hombre es el de la necesidad de darle explicación a todo, así que cuando un aldeano no
pueda comprender un resto romano o prehistórico, va a generar una leyenda que llene el
hueco. Probablemente este sea el origen de la incorrecta máxima “Toda leyenda esconde
una parte de verdad”. Además, las leyendas se adaptan a formas conocidas que pueden
permitirnos para rastrear flujos migratorios medievales, antiguos o, incluso, prehistóricos.
Los Redcaps irlandeses, por ejemplo, podrían estar relacionados con los gorrín coloraos
asturianos y eso implicaría que poblaciones hoy alejadas, un día pudieron estar muy
conectadas.
Algo semejante le sucede a la toponimia. Los nombres de los lugares pueden hacer relación
a información o a leyendas hoy perdidas. No es casualidad que en un pico llamado
“peñaferruz” (montaña de hierro) aparezca una torre medieval con vestigios de haber sido
un importante centro de producción metalúrgica. No es casualidad tampoco que un monte
llamado por los lugareños “monte afuracado” (monte agujereado) haya sido en su día una
mina romana o que una elevación conocida como la “campa torres” escondiera una de las
poblaciones célticas más importantes del norte (con sus correspondientes fortificaciones).
Todos estos ejemplos son reales, y no conocemos ningún documento escrito que nos
hubiera permitido descubrirlos.
El listado de nuevos campos de estudio histórico inaugurados por la Escuela de los Annales
podría prolongarse durante kbs y kbs, pero no es mi intención aburriros hasta ese extremo
:).
La Escuela de los Annales, no podría haber sido de otra manera, ha generado también
bastantes productos mediocres. La Historia Total tiene el inconveniente de hacer dificil
encontrar el verdadero foco de investigación y la revista Annales ha llegado a dedicar gran
espacio a asuntos de importancia secundaria como el estudio de las inscripciones realizadas
en las Termas de Caracalla (sí, los romanos también escribían en los baños públicos). La
Historia Total ha sido también denominada la Historia en Migajas, porque constantemente
corría el riesgo de perderse en su infinidad de facetas. Yo creo que no es un problema del
método, pero sí es cierto que con él resulta muy fácil perderse y no saber, exactamente, que
es lo que estás investigando.
*Pierre Vilar: Francés que, por los motivos que fuera, se enamoró de la historia de España.
Vivió aquí hasta que la guerra civil y el franquismo le obligó a marcharse. Su Cataluña en
la España Moderna impactó a los historiadores del mundo entero por su elegancia,
sencillez y corrección. Fue escrito a forma de experimento y todavía hoy es considerado un
modelo de historia regional. Su Historia de España es un libro imprescindible para
cualquier aficionado español.
**Marc Bloch: Especializado en el mundo medieval, probablemente haya sido el hombre
del sXX que mejor comprendió el feudalismo. Su Sociedad Feudal, simplemente, no ha
sido superado.

You might also like