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28/05/2008
Javier Doz, secretario de Acción Sindical Internacional, C.S. de CC OO
Se trata en los tres casos de sentencias del Tribunal Europeo, con sede en
Luxemburgo, interpretativas de normas europeas, promovidas por tribunales de
tres países –Reino Unido, Suecia y Alemania-a los que han acudido empresas
radicadas en otros – Finlandia, Letonia y Polonia-que realizaban su actividad
económica en Finlandia/Estonia, Suecia y Alemania, respectivamente. Y fueron
promovidas por empresas que estimaban que sus derechos habían sido vulnerados
cuando los sindicatos finlandeses, suecos y alemanes impidieron con sus huelgas,
movilizaciones y recursos que las empresas pagaran mucho menos -y mantuvieran
peores condiciones de trabajo-a trabajadores estonios, letones y polacos que lo
establecido en los correspondientes convenios colectivos de Finlandia, Suecia y
Alemania. En el caso alemán, la empresa recurría la rescisión del contrato público
por parte de las autoridades del länder de Baja Sajonia, que aplicaron su
legislación regional que establece que en los contratos públicos las empresas
concesionarias debían respetar las condiciones de trabajo establecidas por las
leyes y convenios alemanes.
Viking es el nombre de un empresa finlandesa de transporte marítimo, que
pretendió rematricular uno de sus transbordadores de la ruta Helsinki – Tallin, bajo
pabellón estonio, y contratar marineros de este país con el objetivo de abaratar
costes. Vicking demandó al sindicato finlandés y a la Federación Internacional del
Transporte (ITF) ante un tribunal londinense, por tener la ITF su sede en esta
capital y haber intervenido en el conflicto llamando al boicot de la naviera en los
puertos europeos. El TJCE reconoció el derecho de los sindicatos a realizar
acciones, incluida la convocatoria de huelgas. Sin embargo, afirmó que en este
caso las medidas de conflicto colectivo pueden suponer restricciones al derecho de
establecimiento recogido en el art. 43 del Tratado de la UE, con lo que éste último
parece quedar en un nivel igual o superior al derecho de huelga.
Laval un Partner Ltd es una empresa de construcción letona que, tras haber
firmado un contrato con una empresa sueca, en 2004, desplazó 35 trabajadores a
ese país para llevar a cabo trabajos de construcción de una escuela. Ante la
negativa de la empresa a pagar a sus trabajadores los salarios establecidos en el
convenio de la construcción, los sindicatos suecos adoptaron medidas de conflicto
colectivo. En respuesta a la petición de decisión prejudicial planteada por un
tribunal sueco al TJCE, la sentencia emitida por éste establece que los sindicatos
no pueden obligar, mediante medidas de conflicto colectivo, a un prestador de
servicios establecido en otro Estado miembro.
Si, como es probable, los tribunales nacionales que recurrieron al TJCE fallan
favorablemente a las empresas demandantes –habrá que ver en qué medida-se
habrán abierto una grieta en el entramado –nacional y europeo-del derecho laboral
y un camino para la práctica del dumping social.
-La importancia que tiene el establecimiento por ley, en los ámbitos nacionales
de un salario mínimo interprofesional o la garantía, también por ley, de que toda
la población laboral, incluida la desplazada temporalmente desde otro país de la
UE, quede cubierta por un sistema de salarios mínimos sectoriales. La DGB,
antes de la sentencia ha hecho de la reivindicación de un salario mínimo
nacional, por ley, uno de sus objetivos principales, abandonando su anterior
posición de que los salarios mínimos debían ser los establecidos en cada sector
por convenios colectivos nacionales. Esta sigue siendo, por el momento la
posición de las centrales sindicales italianas y de los países nórdicos.
Frente a la situación creada por las sentencias, la CES y sus afiliadas nacionales
deben elaborar y poner en práctica una estrategia de acción sindical en pro de los
siguientes objetivos: