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GOBERNADORES SIN GOBIERNO

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GOBERNADORES SIN
GOBIERNO

Destituciones mediante juicio


político en San Juan

Cintia Rodrigo

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Rodrigo, Cintia
Destituciones mediante juicio político en San Juan / Cintia
Rodrigo. – 1a ed adaptada. – Ciudad Autónoma de Buenos Aires :
Universidad de Buenos Aires. Facultad de Ciencias Sociales, 2017.
Libro digital, DXReader

Archivo Digital: descarga y online


ISBN 978-950-29-1675-0

1. Juicio Político . I. Título.

CDD 320
ISBN: 9789502916750
Gobernadores sin gobierno

Compaginado desde TeseoPress (www.teseopress.com)

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Índice

Agradecimientos..............................................................................9
Abreviaturas................................................................................... 11
1. Introducción.............................................................................. 13
2. Candidatos y candidaturas .................................................... 27
3. Vox populi. La oferta electoral y el veredicto de las
urnas................................................................................................. 65
4. Nuevo esquema de relaciones políticas ........................... 103
5. Movilización sectorial .......................................................... 135
6. Denuncias e investigación ................................................... 165
7. La formalización de la acusación....................................... 197
8. Reacción y destitución de los gobernadores .................. 227
9. ¿La calma después de la tormenta?. Sucesiones y
reacomodamientos..................................................................... 259
10. Las destituciones sanjuaninas en perspectiva
comparada .................................................................................... 289
Conclusión ................................................................................... 341
Anexo ............................................................................................. 351
Bibliografía ................................................................................... 359

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Agradecimientos

Este libro es una versión corregida de la tesis presentada


para obtener el título de magister en investigación en cien-
cias sociales de la Universidad de Buenos Aires, investi-
gación que continué hasta doctorarme. Este proceso fue
posible gracias a dos becas otorgadas por el CONICET,
institución que me dio la oportunidad de realizar una for-
mación de posgrado y el privilegio de dedicarme a la inves-
tigación.
Quiero agradecer especialmente a mi director, Federi-
co Lorenc Valcarce, por la orientación permanente y gene-
rosa en este camino.
En este tránsito conocí también a Oscar Aelo y Marcela
Ferrari, quienes tendieron puentes que me hacen posible
continuar investigando, debo agradecerles por su actitud
generosa.
También expresar mi reconocimiento a Carlos Bel-
vedere, con quien tuve la suerte de trabajar, por articular
las tradiciones más fecundas de la sociología y ponerlas al
alcance de todos.
A las grandes amigas y amigos que fui haciendo en la
academia, por sus debates y aportes, Pamela Sosa, Nuria
Yabkowski, Daniela López, Grisel Adissi, Victoria Ortiz de
Rozas, Cecilia Erbetta, Esteban Vergalito; con y contra sus
argumentos fue conformándose mi propia mirada sobre los
procesos que estudio.
Debo agradecer también a quienes desinteresadamente
destinaron parte de su tiempo a brindar su testimonio sobre
los procesos que estudio, y a todas y todos los actores más
o menos anónimos que posibilitaron el desarrollo de mi
trabajo de campo.

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10 • Gobernadores sin gobierno

Finalmente agradecer profundamente a mis dos fami-


lias, la nuclear y la social, por su amor incondicional, coti-
diano e imprescindible.

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Abreviaturas

CAI Ciudadanos Argentinos Independientes


CI Comisión Investigadora
CR Cruzada Renovadora
FREJUPO Frente Justicialista Popular
GSJ Gran San Juan
LP Legislatura Provincial
MI Mesa Intersindical de Gremios Estatales
PJ Partido Justicialista
PB Partido Bloquista
UCR Unión Cívica Radical
SA Sala Acusadora
SJ Sala Juzgadora

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1

Introducción

En diciembre de 1992 y en septiembre de 2002 ocurrieron,


con diez años de distancia, acontecimientos políticos extra-
ordinarios en la provincia de San Juan: quienes ocupaban
el cargo de gobernador fueron sometidos a procedimientos
de juicio político y resultaron destituidos. Jorge Escobar en
1992 y Alfredo Avelín en 2002 se transformaron en gober-
nadores sin gobierno. ¿Qué interpretación puede hacerse de
estos procesos políticos extraordinarios? Fenómenos extra-
ordinarios porque interrumpen el funcionamiento normal
de las relaciones políticas en los regímenes democráticos,
aunque en tanto posibilidades constitucionales son también
parte de este funcionamiento.
Para comenzar es necesario decir que, desde el punto
de vista normativo, el juicio político se define como un
mecanismo de control de los gobernantes y representa una
posibilidad de alterar el mandato fijo del jefe del poder
ejecutivo mediante su procesamiento por parte del poder
legislativo. El esquema que subyace a su diseño es la idea de
contrapeso de poderes (check and balance). Pese a la antigüe-
dad de la institución, y su presencia en casi todo régimen
republicano nacional o subnacional, las destituciones son
hechos excepcionales, porque chocan con la lógica estable-
cida por el régimen democrático: la designación y sucesión
por medio del sufragio de los jefes de gobierno. Es por ello
que se las puede definir como emergentes de situaciones de
crisis: representan discontinuidades en las rutinas “norma-
les” de intercambios políticos de la democracia represen-
tativa (Dobry, 1988).

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14 • Gobernadores sin gobierno

Para intentar comprender los juicios políticos ocurri-


dos en San Juan el punto de mira serán entonces las rela-
ciones políticas, ya que el orden político es una construc-
ción permanente de relaciones de cooperación competitiva,
las cuales posibilitan, o no, la continuidad de las autori-
dades políticas en sus cargos de gobierno. En ese marco,
el objetivo será conocer las circunstancias que llevaron a
cada una de las destituciones estudiadas, vale decir, las redes
de relaciones políticas que las hicieron posibles. El argu-
mento central es que el juicio político es un proceso cuya
dinámica se define y redefine al tiempo que se desarrolla,
interviniendo en ello tanto las condiciones estructurales
en las que se produce, como las jugadas (acciones) de los
distintos participantes (individuales o colectivos) en con-
textos conflictivos.
Desde una matriz interaccionista, las crisis políticas se
entienden como situaciones problemáticas (Blumer, 1971),
las cuales involucran cuatro grandes momentos que se con-
ciben como marcos estructurales de interacción política.
Momentos que se articulan en un ciclo temporal, en el
que se suceden la normalidad aproblemática, la gestación,
el desarrollo y la resolución de la coyuntura crítica. Este
trabajo se dedica al análisis de los actores intervinientes
y sus interacciones durante cada uno de estos momentos,
como así también la dinámica que presenta el ciclo de cri-
sis en su totalidad.
El primer momento de este ciclo, de normalidad, está
dado por la construcción de candidaturas, las campañas
electorales y los procesos de elección de los gobernado-
res, que son también períodos de organización de redes de
relaciones en el escenario político provincial. El segundo
momento, de gestación, comprende el período de adminis-
tración de cada gobernador, durante los cuales se visibili-
zaron los conflictos que desembocarían en los pedidos de
juicio político, como expresiones cabales de tematización
de problemáticas sociales en cada ciclo. El tercer momento,
el desarrollo de la crisis, se corresponde con la puesta en

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Gobernadores sin gobierno • 15

marcha del aparato institucional, es decir, la formulación de


un plan de acción oficial, en el cual se encadenan una serie
de jugadas que conllevan sucesivas definiciones de la situa-
ción y posicionamientos de los actores involucrados, que
permiten la acusación al gobernador. Como cuarto y último
estadio del ciclo se ubica el momento resolución de la crisis,
que se cristaliza en la destitución efectiva del mandatario,
como emergente que visibiliza nuevas relaciones políticas y
posibilita la recomposición del orden provincial.
Los casos de juicio político analizados tienen carac-
terísticas formales similares en relación al desarrollo del
procedimiento y los roles que asumieron los distintos acto-
res políticos según su status institucional. En este senti-
do, los protagonistas centrales de ambos procesos son los
poderes Ejecutivo y Legislativo, en tanto asumen los roles
de acusado y tribunal respectivamente. La relación entre
ambos poderes, las características de sus integrantes y las
estrategias desplegadas en el transcurso de cada ciclo políti-
co constituyen un conjunto de dimensiones analíticas per-
tinentes para el análisis de los procedimientos de juicio
político.
Por otra parte, los casos considerados tienen una dis-
tancia importante en cuanto a las condiciones en que se
desarrollaron. El primero de ellos culminó en la destitu-
ción del gobernador Jorge Escobar, en el año 1992, y tuvo
lugar en el seno de un gobierno justicialista, tanto en la
escala provincial como nacional, que parecía contar con
amplios márgenes de legitimidad. El segundo caso, culminó
con la destitución del gobernador Alfredo Avelín, en el año
2002, y se desarrolló en el marco de un gobierno de coali-
ción, la Alianza por San Juan, luego de una de las mayores
convulsiones políticas de las últimas décadas: los sucesos
que ocasionaron la renuncia del presidente De la Rúa en
diciembre de 2001. Por tanto, los factores de escala nacio-
nal solo afectan las circunstancias locales a través de una
serie de mediaciones y traducciones: no alcanza el apoyo
de un gobierno central afianzado para mantener la propia

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16 • Gobernadores sin gobierno

legitimidad en la provincia, pero tampoco el derrumbe de


los apoyos nacionales se traduce en una inmediata pérdida
de poder en el ámbito provincial.
En este sentido, la distancia indica que el escenario
político de la destitución puede involucrar actores distintos
en cada caso, o que puede mantenerse un mismo elenco
que desarrolle estrategias diferentes en cada contexto. Los
actores que participaron del escenario político, sus carac-
terísticas e intereses, las estrategias que desplegaron y su
relación con cada uno de los poderes estatales involucrados
constituyen otro conjunto de dimensiones relevantes para
el análisis de los procesos de juicio político en San Juan.
Abordar dos procedimientos de juicio político con
las mismas herramientas teórico-metodológicas tiene una
intención comparativa: extraer de la singularidad de cada
situación histórica algunos fragmentos de conocimiento
de carácter general. Para hacerlo se retoma un punto de
convergencia de la literatura, articulándolo en una cons-
trucción teórica más amplia: considerar al juicio político
como un mecanismo de resolución de conflictos, un desen-
lace posible dentro de situaciones de crisis política, una
forma de reordenamiento de relaciones políticas que se
habían vuelto problemáticas. En el marco de regímenes de
gobierno presidencialistas, estas situaciones pueden desem-
bocar en un abanico de soluciones posibles: elecciones anti-
cipadas, renuncias, golpes de Estado, juicio político. A este
último tipo se lo puede definir como una solución insti-
tucional, tanto por su naturaleza constitucional como por
la capacidad que el mecanismo de juicio político presenta
para canalizar tensiones hacia un emplazamiento del campo
político legítimo (Dobry, 1988) 1.

1 La referencia al régimen presidencialista es doblemente pertinente en


Argentina, donde este tipo de régimen se registra tanto en el gobierno cen-
tral como en cada una de las jurisdicciones provinciales. Debido al carácter
autónomo de las provincias, el federalismo se traduce en un conjunto de
regímenes que replican la ingeniería político-institucional central, es decir,
un conjunto de presidencialismos subnacionales (Carrizo, 2006). El diseño ins-

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Para analizar la ocurrencia de los juicios políticos en


la literatura se encuentran dos grandes hipótesis. Las des-
tituciones podrían interpretarse alternativamente como: a)
expresiones del fortalecimiento del régimen democrático
y el ejercicio de la ciudadanía, es decir, como respuestas
del poder legislativo a los procesos de movilización de la
sociedad civil o, b) un emergente de confrontaciones en el
seno de los sectores dominantes, que utilizarían herramien-
tas institucionales para dirimir sus disputas. En este trabajo
el argumento es que, para comprender el significado y el
desarrollo de los juicios políticos, resulta necesario articular
ambas perspectivas, construyendo una mirada que permita
superar visiones parciales o encantadas sobre la dinámica
de las relaciones políticas.
Por un lado, es necesario relativizar la imagen de
la actividad política como un ámbito autónomo, cerrado
sobre sí mismo, desacoplado de la sociedad, como el espacio
exclusivo de unas élites que manejan totalmente el jue-
go político. Por otro lado, es necesario poner en cuestión
la idea de unos condicionamientos estructurales que ope-
ran mecánicamente sobre el curso de los procesos sociales,
siendo la política un mero ámbito de expresión o instru-
mentación de intereses que no tienen en ella su ámbito
de constitución y desarrollo. Del mismo modo, es necesa-
rio contrarrestar la visión de la política que se funda en
la idea abstracta de igualdad de derechos, en una idea de
ciudadanía universal, que por su carácter ilusorio escon-
de las desigualdades en términos de competencias, capita-
les acumulados e intereses por la actividad política (Gaxie,
2004). No todos los actores participan idénticamente, ni

titucional del presidencialismo lo hace más propenso a las crisis que otros
tipos de regímenes, por el mandato fijo del primer mandatario y su elección
directa (Linz, 1988). En el caso de los sistemas políticos subnacionales,
además del juicio político, se ha recurrido – incluso con mayor frecuencia
– a otro tipo de remedio institucional: la intervención federal (Serrafero,
1995; Llanos Ana María, 2006).

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18 • Gobernadores sin gobierno

en función de las mismas razones o sentidos, pero todos


participan cotidianamente de las relaciones que implican el
mantenimiento de un orden político legítimo.
Es pues necesario poner nuevamente en el centro de
la escena a la relación entre las elites y los sectores domi-
nados, entre gobernantes y gobernados, dirigentes y diri-
gidos. La necesaria relación que implica toda dominación,
que a su vez siempre descansa en una probabilidad, revela
la imposibilidad de concebir como un juego en las altu-
ras lo que constituye una tarea social: la construcción del
orden político.
La distancia entre ambas perspectivas evidencia una
tensión constitutiva de los regímenes democráticos, que
requiere ser considerada en el análisis de fenómenos con-
cretos. En este tipo de órdenes existe una tendencia a la
autonomía del ámbito político, un espacio ocupado por
actores que tienden a ser, cada vez más, profesionales de la
actividad política. Pero esta tendencia es permanentemente
contrarrestada por la necesidad de apoyos externos, ya que
la capacidad de acción de los dirigentes depende de la posi-
bilidad de encontrar un mínimo de adhesión por parte de
los “profanos” para legitimarse (Gaxie, 2004).
En el régimen democrático, al igual que en otros regí-
menes de gobierno, pero aquí con mayor intensidad y visi-
bilidad, se evidencia que el orden político es una cons-
trucción, que resulta de la intersección de distintas lógicas,
modos y niveles de participación. La actividad política pue-
de describirse como una interacción competitiva, en la cual
se relacionan actores (individuales o colectivos) con distin-
tos tipos y cantidades de capitales, que representan intere-
ses y luchan por su consecución en un ámbito específico.
Los políticos profesionales, protagonistas de la com-
petencia por el acceso a los cargos estatales, se enfrentan
según las reglas del juego vigentes, que implican, por una
parte, la necesidad de competir con otros políticos, pero al
mismo tiempo, de apelar al apoyo de los ciudadanos ordi-
narios que participan en la designación de los funcionarios

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estatales mediante el voto. Esta es la dinámica normal que


adquieren las relaciones políticas en los regímenes demo-
cráticos.
A los momentos de competencia intensa que preceden
a las elecciones sigue un período de relativa pacificación,
que está dado por la administración de los funcionarios
electos en cargos ejecutivos, quienes, en los regímenes pre-
sidencialistas, son investidos como autoridades máximas y
dotados de amplias facultades para el manejo de los recur-
sos públicos. No obstante, su capacidad de acción política
depende, tanto como su acceso y su permanencia en el pues-
to, de la capacidad que tengan para construir cotidianamen-
te redes de relaciones políticas. Relaciones con otros acto-
res, profesionales de la política o no, que permiten generar
el consenso necesario para que se desarrolle la actividad
política, pese a la naturaleza competitiva de estos vínculos y
su carácter potencialmente conflictivo.
Esta dinámica cotidiana de producción del orden polí-
tico democrático es normal y legítima. Es decir, constitu-
ye un marco de referencia que es relativamente explícito
para los actores. Pero es, en gran medida, prerreflexivo,
implícito, dado por sentado: forma parte del acervo de
conocimiento de sentido común y presenta, por ello mis-
mo, carácter aproblemático (Schütz, 2003). En tanto marco
interpretativo, permite a los actores definir las situaciones
y, en función de tales definiciones, orientar y desarrollar
su acción.
Frente a esta normalidad, una destitución por juicio
político es un hecho disruptivo: es un hecho que interrumpe
los intercambios políticos rutinarios. Su puesta en marcha
–y sobre todo la remoción del mandatario que de él se sigue
en algunos casos– revela el carácter contingente, construi-
do, no natural de los ordenamientos políticos. Pese a que
el mecanismo de juicio político, como instancia de control
a los funcionarios, puede ser considerado como uno de los
pilares en que se apoya el sistema republicano, se lo concibe

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20 • Gobernadores sin gobierno

explícitamente como un recurso excepcional, como contra-


peso de poderes ante el mal funcionamiento de la lógica
establecida por el sistema político.
Una destitución por juicio político implica la moviliza-
ción de un conjunto de actores en otra dirección: los polí-
ticos profesionales protagonizan un procedimiento cuasi
judicial, la actividad ejecutiva es interpelada, el mandato
fijo del titular del poder es interrumpido, la designación
de un nuevo gobernante es realizada por una vía distinta
del sufragio2. El juicio político puede ser definido entonces
como una situación de crisis, como un momento de rup-
tura, de discontinuidad en las rutinas políticas normales,
donde la movilización actúa a la vez, como generadora y
como constituyente de la situación (Dobry, 1988).
Pensar las crisis como situaciones en las que existen
procesos de movilización implica considerar que, pese a su
carácter de ruptura con lo habitual, los actores y variables
que intervienen en estas coyunturas políticas no son radi-
calmente distintos de aquellos que operan en las coyunturas
rutinarias. Es decir, partir de una hipótesis de continui-
dad (Dobry, 1988). Esta hipótesis tiene como correlato un
desplazamiento del interés teórico, que implica centrar la
mirada en aquello que está en juego en las coyunturas crí-
ticas. En otros términos, dar prioridad a la actividad táctica
de los protagonistas por sobre las precondiciones o deter-
minantes de las crisis: es el intercambio de jugadas (échange
de coups) de los actores el que configura la dinámica de estos
procesos (Dobry, 1988).

2 En términos estrictamente institucionales el vicegobernador es electo por el


voto popular en el marco de una fórmula. Por lo tanto, su legitimidad de ori-
gen es la misma que la de quien encabeza el binomio. En un marco de deses-
tructuración partidaria y de personalización de la política, tendencias que
aparecen muy pronunciadas en los dos casos estudiados, tiende a concen-
trarse la legitimidad en el gobernador, siendo el vicegobernador un perso-
naje secundario, carente del reconocimiento sustantivo por parte de los pro-
fanos. Además, el pasaje del lugar de acompañante al de conductor del timón
del Estado, se realiza mediante un acto de voluntad de otro de los poderes
públicos y no directamente de los ciudadanos.

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Desde este marco general es posible afirmar que sólo el


análisis de las condiciones concretas en que se desarrollan
los juicios políticos permite conocer qué actores intervie-
nen y de qué maneras lo hacen en cada situación de crisis,
como así también conocer cuál es la naturaleza y el desa-
rrollo de los conflictos que les dieron origen.
El carácter de ruptura de estos momentos posibilita un
abordaje etnometodológico, que consiste en centrar la aten-
ción en la manera en que se produce el orden político. La
etnometodología parte de una premisa básica de la socio-
logía schütziana: que las situaciones problemáticas desta-
can sobre un fondo de evidencias de la vida cotidiana una
experiencia que resulta difícil de clasificar (Schütz, 2003).
Los miembros de una sociedad, o de un ámbito específico
en este caso, producen y manejan escenarios organizados
de asuntos cotidianos de maneras idénticas a como hacen
explicables (account-able) esos escenarios frente a situacio-
nes problemáticas (Garfinkel, 2006).
Lo que posibilitan estas discontinuidades es la realiza-
ción de una “práctica de glosa”, es decir, permiten objetivar
y traducir aquellas racionalidades que organizan y dan sen-
tido a las situaciones sociales (Garfinkel, 2006). Una glosa es
un anexo, un registro, un documento en el que se plasman
las racionalidades de los actores que son re-explicitadas a
partir de la interrupción cotidiana de los cursos de acción.
El estudio de situaciones de crisis permite entonces “redes-
cribir” (Cicourel, 2011) el orden moral externo que gobier-
na las interpretaciones de los actores y caracterizar empíri-
camente aquello que la teoría deja en un intersticio: ¿de qué
modo se desarrolla la actividad cotidiana de los distintos
actores y qué rol desempeña cada uno en la construcción
del orden político?
Reinterpretar desde las ciencias sociales la dinámica
de las situaciones de crisis permite conocer una manera
posible de relacionarse de los actores con las institucio-
nes que organizan el juego político, registrar los modos

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22 • Gobernadores sin gobierno

en que se resuelve una situación problemática y también


dar cuenta de cómo se define, organiza y cuánto dura este
tipo de situación.
Para abordar estos fenómenos concretos se propone
una estructura de capítulos que acompaña la lógica del ciclo
de crisis: cuatro momentos sucesivos concebidos como
marcos estructurales para la interacción, al interior de los
cuales se combinan una serie de variables específicas, pre-
sentes en otros estudios sobre la temática. Es decir, se pre-
senta cada caso como un ciclo durante el cual el juicio polí-
tico se gestó, emergió y fue canalizado a través de un plan
de acción que permitió resolver un conflicto y finalmen-
te, recomponer el orden. Esquema que permite, al mismo
tiempo, realizar una lectura comparativa entre los casos de
manera permanente.
Los primeros dos capítulos describen el momento ini-
cial del ciclo, representado por la normalidad aproblemáti-
ca: durante este período el juego político se desarrolla en
función de la lógica propia (y no por ello exenta de conflic-
tos) del régimen democrático. En la literatura específica se
ha prestado atención a variables tales como la trayectoria
de los primeros mandatarios (Weyland, 1993), su popula-
ridad previa (Baumgartner, 2003), la estructura del sistema
de partidos políticos (Lalander, 2010), el margen de apo-
yo electoral con el que contaban (Moraes Valença, 2002)
y el balance estructural del poder gubernamental (Baum-
gartner, 2003). También se ha prestado atención al rol de
los medios de comunicación (Pérez Liñán, 2009), las carac-
terísticas de la retórica presidencial (Hinojosa, 2003) y el
papel de los gobernadores como actores durante sus cam-
pañas (Kada, 2003a).
Este conjunto de variables se agrupa para dar lugar
al primer momento del ciclo de crisis, que refiere a la
manera de llegar al gobierno, respecto del cual se articu-
lan cuatro dimensiones: a) las trayectorias y los perfiles
de los gobernadores, b) los procesos de construcción de

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Gobernadores sin gobierno • 23

las candidaturas ó producción de la oferta electoral, c) las


campañas electorales y, d) los resultados electorales y su
interpretación.
El segundo momento corresponde a la gestación del
problema: en su duración se traban los conflictos que
desembocan en los pedidos de juicio político. Se ha seña-
lado como una variable relevante en la literatura el estilo
de gobierno de los mandatarios. Variable que remite tanto
al aislamiento de los gobernadores, a su desconocimiento
de sus redes de apoyo, a su decisionismo, a su enfrenta-
miento con determinadas elites y/o a su relación con acto-
res externos-nacionales, por ejemplo (Cfr. Weyland, 1993;
Moraes Valença, 2002; Mellado, 2009; Pérez Liñán, 2009).
Otras variables estudiadas fueron: la naturaleza de las deci-
siones políticas adoptadas, el escándalo desatado general-
mente a partir de denuncias de corrupción (Cfr. Pérez
Liñán, 2001; Allen, 2003; Weyland, 1993), las movilizacio-
nes o protestas de sectores de la sociedad civil que ven
afectados sus intereses (Nolte, 2010), el rol de la oposición
(Lalander, 2010) y/o el apoyo legislativo (Hinojosa, 2003),
el papel de los medios de comunicación y de la opinión
pública (Pérez Liñán, 2009) y las divisiones internas en el
partido gobernante (Mellado, 2009).
Este conjunto de variables da cuerpo al segundo
momento del ciclo de crisis, que remite a los períodos
de administración de los gobernadores, y para el que se
analizan cuatro dimensiones: a) las decisiones tomadas en
materia de políticas públicas, b) los posicionamientos de
actores propiamente políticos, c) la movilización de actores
no propiamente políticos —sectores de la sociedad civil —
y, d) la dinámica particular de los conflictos persistentes
en cada período.
En el tercer momento del ciclo de crisis organiza un
plan de acción oficial para el tratamiento del problema
emergido con la presentación de los pedidos de juicio polí-
tico en la LP. Para el análisis específico de los procedi-
mientos se ha señalado reiteradamente la importancia del

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24 • Gobernadores sin gobierno

diseño institucional (Pérez Liñán, 2000), sus bases consti-


tucionales y legales (Cheibub Figueiredo, 2010) y también
de elementos históricos que las enmarcan, como el papel
declinante de las salidas cesaristas—ó, en casos provinciales,
de las intervenciones federales o las renuncias forzadas—
(Lalander, 2010; Pérez Liñán, 2009). Además se ha seña-
lado la relevancia del contenido de las acusaciones contra
los mandatarios (Hinojosa, 2003), si éstos protagonizaron
escándalos—sobre todo por corrupción—(Hinojosa, 2003;
Mellado, 2009) y la disponibilidad pública de la informa-
ción sobre los cargos (Kada, 2003c). Estos tres aspectos
se relacionan con el rol de los medios de comunicación,
la opinión pública y la movilización social en cada caso.
Se han considerado también para casos nacionales: el rol
de los presidentes como actores político —institucionales
(Kada, 2003a), las divisiones partidarias (Serrafero, 1995),
el papel de las Comisión Investigadora (Kada, 2003c), los
criterios de los legisladores durante el proceso (Mellado,
2009) y la fortaleza ó debilidad legislativa del oficialismo
(Weyland, 1993).
Dicho conjunto de variables se articula en el tercer
momento del ciclo de crisis, que corresponde a la acti-
vación del aparato institucional. Para él se consideran: a)
los pedidos de juicio político, b) los períodos de investiga-
ción, c) los dictámenes sobre los pedidos que produjeron las
Comisiones Investigadoras y d) las sesiones especiales de la
Sala Acusadora de la LP que determinaron la suspensión
de los gobernadores.
El cuarto momento corresponde al cierre del ciclo de
crisis, la recomposición del orden. En la literatura se ha
prestado atención tanto al modo en que culminan los jui-
cios como a la sucesión, analizando variables como el rol
de los gobernadores (Moraes Valença, 2002), las caracte-
rísticas de los sucesores (Serrafero, 1999; Serrafero, 1995),
el diseño institucional (Nolte, 2010), el rol de la oposición
(Weyland, 1993), la intervención y/o posicionamiento de

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Gobernadores sin gobierno • 25

terceras partes (Pérez Liñán, 2009), la continuidad de los


conflictos y el modo en que se cerraron las coyunturas crí-
ticas (Cheibub Figueiredo, 2010).
Estas variables son consideradas para el momento de
destitución y posterior recomposición del orden político,
organizadas en cuatro dimensiones: a) las reacciones de los
gobernadores ante su suspensión, b) la etapa final de actua-
ción de la Sala Juzgadora que cierra con cada destitución,
c) el perfil de los sucesores que operaron como continuidad
del ejecutivo, y d) los períodos de gobierno de los sucesores
y de cierre de la crisis.
En el último capítulo, previo a las conclusiones gene-
rales, se realiza un ejercicio de comparación sistemática
entre ambos casos, donde se esboza un balance sobre la
importancia de los distintos factores que intervienen en los
procesos estudiados y se sopesan las variables presentes en
distintas investigaciones previas para poner en diálogo los
hallazgos de este trabajo con la literatura que lo enmarca.

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2

Candidatos y candidaturas

Hay al menos dos dimensiones que resultan pertinentes


para caracterizar el primer momento de cada ciclo de crisis.
Por una parte, los rasgos personales y las trayectorias de
los gobernadores destituidos. Por otra, los procesos por los
cuales se construyeron las candidaturas que los catapul-
taron al control del Ejecutivo provincial. El supuesto de
partida es que los resultados electorales reflejan un proceso
previo de construcción de la oferta política, que el perfil de
los candidatos y las negociaciones entre actores políticos
coadyuvan a constituir, como dos dimensiones indisocia-
bles que posibilitan el acceso de determinados individuos
al Poder Ejecutivo.
Ambas dimensiones son trabajadas en este capítulo.
En primer lugar, se reconstruyen las trayectorias de los
gobernadores destituidos, en tanto protagonistas centrales
de una competencia que los llevó a ocupar el máximo cargo
electivo provincial. Se delinean sus perfiles, considerando
los atributos que actuaron como capital político en cada
caso y los rasgos relativamente típicos que presentan. En
segundo lugar, se describe la red de relaciones políticas que
los ubicaron como representantes de fracciones, partidos y/
o coaliciones en la contienda electoral. Es decir, se analiza
el modo en que se articularon las candidaturas que los cata-
pultaron al poder en la provincia.

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28 • Gobernadores sin gobierno

2.1. Trayectorias de los gobernadores electos

Las trayectorias de Jorge Escobar y Alfredo Avelín se


reconstruyen aquí porque conocer sus características per-
sonales y políticas ayuda a comprender sus modos de
acceso, permanencia y salida de la gobernación provin-
cial. Acceder a un cargo electivo siempre descansa sobre
la elegibilidad, definida como la posesión de un conjun-
to de atributos que son valorados positivamente por los
otros, que conjugan sentimiento subjetivo de poder y deber
representar a los otros y de actuar en su nombre (Offerlé,
2011b; Gaxie, 2004; Abélès, 2004). Desde esta perspectiva,
la pregunta que orienta este apartado es: ¿cuáles fueron los
recorridos biográficos de estos dirigentes y qué atributos y/
o carreras les permitieron ubicarse como figuras centrales
del escenario político provincial?
Apoyándose en las herramientas desplegadas en un
conjunto de análisis relativamente heterogéneo sobre las
características de los sectores dirigentes y sus trayectorias1,
este apartado indaga sobre los atributos personales de los
gobernadores destituidos y el formato de sus carreras polí-
ticas. Se reconstruyen para ello sus trayectorias familiares,
educativas, socio-ocupacionales y políticas, contrastándolas
con atributos relativamente típicos de los dirigentes polí-
ticos sanjuaninos.

1 Es posible encontrar en la literatura afirmaciones sobre las características


relativamente típicas de los sectores dirigentes (Lagroye, 1994; Gaxie, 2004;
Offerlé, 2011b). No obstante, en Argentina estas generalizaciones son difíci-
les de sostener debido, fundamentalmente, a la falta de evidencia empírica.
La pregunta por las características de los sectores dirigentes o elites fue una
de las tempranas preocupaciones de la sociología argentina, plasmada en los
trabajos de clásicos de De Imaz (1965) y Cantón (1966). Luego de un largo
período de olvido de la temática, recientemente ha cobrado nuevo impulso
con los trabajos de Aelo (2002b; 2002a; 2010), Ferrari (2008; 2001), Heredia
(2004; 2005), Gené (2009), Lorenc Valcarce (2011), Rodrigo (2012). Si bien
en este conjunto relativamente heterogéneo de abordajes se utilizan alterna-
tivamente las nociones de elite, clase dirigente o elenco político, el interés
común lo constituyen los atributos y trayectorias de quienes ocupan posi-
ciones dominantes en ámbitos específicos.

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Gobernadores sin gobierno • 29

2.1.1. Una atipicidad de los 90: el outsider como


candidato justicialista
Jorge Escobar nació en 1952 en la Ciudad de San Juan,
en el seno de una familia de antiguos residentes dedica-
da al comercio2. Su madre se ocupó de ser ama de casa
y madre de tres hijos, mientras que su padre se dedicaba
a la actividad comercial, siendo representante de la auto-
motriz Ford en la provincia, hecho que le otorgaba tanto
prestigio comercial como la cautividad de este segmento del
mercado sanjuanino.
Por otra parte, la familia Escobar era propietaria de
tierras en distintos puntos de la provincia, no obstante, la
explotación agrícola ocupaba un rol marginal en la estruc-
tura total de su capital económico. El carácter heredado de
este patrimonio le permitía, sin embargo, contar con un
capital de reconocimiento entre sus comprovincianos, ya
que la propiedad de tierras es una característica distintiva
de los descendientes de antiguos residentes.
La cercanía de las tierras a la capital y la extensión de
las mismas son dos elementos directamente proporcionales
al tiempo de permanencia en la provincia, y constituyen sig-
nos de pertenencia a las capas más tradicionales de la socie-
dad sanjuanina. La familia Escobar puede ubicarse a partir
de estos elementos, como parte de los grupos de antigüedad
intermedia, sin pertenecer al grupo de familias fundadoras
pero tampoco a los grupos provenientes de los dos grandes
flujos migratorios que llegaron al país en el siglo XX.
Jorge Escobar transitó una trayectoria educativa típica
de estratos medios-altos de la provincia. Cursó sus estudios
secundarios en el Liceo Militar General Espejo, una ins-
titución educativa relativamente reciente, creada en 1948
a propuesta del ministerio de guerra durante la primera

2 La sola antigüedad de los residentes de una localidad desempeña un papel en


la configuración de diferenciales de poder entre grupos, que suele pasar des-
apercibido al estar encubierto por otros rasgos distintivos de los grupos
implicados, como la clase social. Al respecto ver Elías (1998).

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30 • Gobernadores sin gobierno

presidencia de Perón. El Liceo se ubica en la provincia de


Mendoza, y es una institución de cariz elitista tanto por
la composición social de sus estudiantes como por el alto
costo que reviste el arancel de su matrícula.
Dos rasgos permiten caracterizar rápidamente esta ins-
titución. En primer lugar, es un instituto de enseñanza
dependiente del Ejército Argentino, por lo que brinda títu-
los de subteniente de reserva principalmente, aunque el
bachillerato común forma parte de su oferta académica.
En segundo lugar, el Liceo funciona como un internado,
donde los estudiantes tienen carácter de pupilos durante el
lapso que dura su formación, y hasta 1994 era un instituto
para varones exclusivamente. Estos dos rasgos se comple-
mentan en la autodefinición de la institución: instituto de
segunda enseñanza en un sistema pedagógico de interna-
do militarizado.
El haber cursado sus estudios secundarios en Mendoza
implicó además que Jorge Escobar tuviera breves lapsos de
permanencia en su San Juan natal durante los años de su
formación secundaria, lo que concentró inevitablemente su
sociabilidad en un ámbito cerrado, elitista, competitivo y
verticalista. Pese a constituir un ámbito típico de forma-
ción en los estratos medios-altos de la juventud sanjuanina,
el Liceo Militar no es una institución que haya cobijado
entre sus estudiantes a otros dirigentes políticos sanjua-
ninos, siendo Jorge Escobar el único gobernador3 forma-
do en ese ámbito4. Por otra parte, el carácter militar de
la institución, sumado al momento histórico en que Jorge

3 El universo considerado está compuesto por los exgobernadores y ex-


senadores sanjuaninos entre 1973 y 2002, y ha sido trabajado por la autora
en el marco de su participación en el proyecto “Configuración de las elites
argentinas. Las relaciones entre los cambios estructurales y corporativos del
poder económico, el ascenso de la tecnocracia y la desprofesionalización del
poder político entre 1976 y 2002” PIP/CONICET 2009-2011. En adelante
se hará referencia a ese universo.
4 El hecho de ser el único exgobernador formado en el Liceo puede deberse a
la escasa antigüedad de la institución, y a que Jorge Escobar pertenecía a una
generación política distinta a la de los demás políticos considerados: tenía

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Gobernadores sin gobierno • 31

Escobar transitó su formación secundaria, implicaron que


no existiera ninguna posibilidad de militancia política juve-
nil para el ex gobernador, y que tampoco tuviera contac-
to con organizaciones tales como centros de estudiantes
o agrupaciones políticas de cualquier tipo de orientación
ideológica. Contacto que mantuvo, no obstante, con insti-
tuciones religiosas.
Este contacto se cristalizaría en la formación univer-
sitaria de Jorge Escobar, quien cursó la Licenciatura en
Administración de Empresas en la Universidad Católica
Argentina (UCA)5. Vale destacar que la Universidad Nacio-
nal de San Juan cuenta dentro de su oferta académica con
la carrera de Administración desde el año 1976, cuando
en un proceso de “normalización” se reorganizó la Facul-
tad de Ciencias Sociales. La elección de una Universidad
privada confesional aparece ligada, a un perfil fuertemente
religioso, coincidente con el carácter conservador y católico
de su grupo social de pertenencia, la burguesía media más
tradicional de la provincia. Precisamente por esta pertenen-
cia social la Universidad Nacional no constituía para Jorge
Escobar un ámbito de acumulación de capital cultural y
social, de los que disponía ampliamente.
La universidad privada sería de este modo el ámbi-
to de tránsito de Jorge Escobar, elemento que profundi-
za el carácter excepcional de su trayectoria: es el único
exgobernador sanjuanino que no se formó en una uni-
versidad pública y, además, el único que escogió como
carrera la licenciatura en administración de empresas6. Dos

sólo 39 años al momento de su asunción. No obstante, esto marca un claro


contraste con los círculos de formación por que transitaron tradicional-
mente los políticos sanjuaninos.
5 Cfr. Argento y Gerchenson (1999).
6 La atipicidad de la trayectoria educativa contrasta con las dos grandes carre-
ras que tradicionalmente han seguido los dirigentes políticos sanjuaninos en
Universidades Nacionales, las cuales implicaron desplazamientos a otras
provincias ya que no se dictaban en la Universidad Nacional de San Juan en

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32 • Gobernadores sin gobierno

elementos que lo diferencian de gran parte de los dirigentes


políticos sanjuaninos, que fueron exponentes de la movili-
dad social ascendente de mediados del siglo XX.
Desde su formación universitaria tampoco organizó
Jorge Escobar vínculos políticos visibles, debido a la inexis-
tencia de centros de estudiantes u organizaciones políticas
en el ámbito de la UCA. No obstante, en dicha institución
se establecen vínculos de otro carácter, ligados a la religio-
sidad, que en sociedades conservadoras y católicas como
San Juan suelen pesar en gran cantidad de ámbitos, siendo
las conexiones originadas en organizaciones religiosas un
capital reconvertible fácilmente en otros ámbitos de la vida
social de la provincia.
Una vez culminados sus estudios universitarios Jorge
Escobar se dedicó a ejercer su profesión en el ámbito priva-
do. Su trayectoria profesional se imbricó con sus relaciones
familiares, ya que se convertiría en administrador y diri-
gente de las empresas fundadas por su padre, fallecido muy
joven. Hombre de familia, Jorge Escobar se casó con Cris-
tina Victorio, con quien tendría dos hijos que se dedicaron
también a la actividad comercial. Este enlace matrimonial le
permitiría reforzar la influencia de su apellido en el ámbito
de los negocios, ya que su suegro era un gran empresario
dedicado a la comercialización de automotores.
La influencia de Jorge Escobar en el ámbito comercial
se extendía más allá de los límites provinciales, siendo titu-
lar en la década del 80 de concesionarias de automotores en
otras ciudades del interior del país. Su trayectoria empresa-
rial le permitiría luego ocupar el cargo de Director Nacional
de la Asociación de Concesionarios de Automotores de la
República Argentina (ACARA).

sus períodos de formación: las carreras de medicina y abogacía (de las cuales
egresó el 80 por ciento de los dirigentes considerados en el universo traba-
jado por la autora mencionado anteriormente).

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Gobernadores sin gobierno • 33

La comercialización de automotores, una actividad de


carácter terciario, es un rubro marginal en la estructura
productiva sanjuanina, organizada centralmente en torno a
la vitivinicultura y el sector público. Esta ubicación socio-
profesional excluía a Jorge Escobar de los ámbitos de dis-
cusión y organización tradicionales de la burguesía local,
tales como la Cámara de Bodegueros y la Federación de
Viñateros. No obstante, su misma actividad comercial lo
vinculaba como proveedor de los dos sectores neurálgicos
de la economía sanjuanina: con el sector productivo que
requería vehículos como insumo para su actividad y con el
sector público mediante licitaciones o compras directas de
movilidades y otros vehículos oficiales.
De este modo, y de la mano de las empresas familiares
fundadas por su padre, Jorge Escobar sostenía importan-
tes vínculos con los sectores económicos dominantes de
la provincia sin pertenecer directamente a ellos. Una vez
insinuada la posibilidad de su ingreso a la política, la ubica-
ción social y la trayectoria personal de Jorge Escobar serían
percibidas como atributos positivos, capaces de conciliar
intereses diversos.
Un elemento que podría ser leído como parte de una
trayectoria típica del empresario que se vuelca a la política
fue su paso por la presidencia del Club Atlético San Martín
(CASM) en 19897. Arista del perfil de Jorge Escobar que
se relaciona también con su trayectoria familiar, ya que su
padre había sido presidente de la misma institución entre
1964 y 1965. Dada la importancia del fútbol como fenó-
meno social es probable que su paso por el CASM haya sido
para Jorge Escobar una suerte de trampolín a la política, a
lo que se suma el carácter de gestión que reviste el cargo.
Aspecto que, por otra parte, compartía con su posterior
compañero de fórmula.

7 Otro exponente de este tipo de actores, aunque posterior, es Mauricio


Macri. El gobernador de Tucumán Miranda también fue presidente de un
club (http://es.wikipedia.org/wiki/Julio_Miranda).

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34 • Gobernadores sin gobierno

El año 1990 aparece como un punto de inflexión en


la trayectoria de Jorge Escobar, ya que es entonces cuan-
do se enrola en una agrupación de reciente formación:
el Movimiento Empresario Justicialista (MEJ) encabezado
por Arnaldo Etchart (Cfr. Viguera, 2000). Esta incorpora-
ción fue un resultado visible del proceso de construcción
de una imagen política para Jorge Escobar que desarro-
lló entre 1989 y 1991 a partir de dos redes de relaciones
sociales paralelas e interconectadas. Por una parte, las rela-
ciones familiares, ya que su familia política tenía vínculos
político-comerciales en la provincia de La Rioja, particu-
larmente con el hermano del entonces presidente, Eduardo
Menem8. Por otra parte, las relaciones de amistad que sos-
tenía con dirigentes justicialistas, en particular con los her-
manos Gioja, César y José Luis, eran parte del capital social
de Jorge Escobar que le permitiría ocupar un lugar estra-
tégico en una coyuntura particular de renovación de los
elencos políticos como fue el inicio de la década del 909.
Sin pertenecer a una familia vinculada a la actividad
política, sin haber transitado ámbitos de socialización polí-
tica ni haber contado con una militancia juvenil en nin-
gún partido político, Jorge Escobar era claramente un out-
sider10. Sin embargo, cobijado bajo el ala renovadora del
justicialismo, era sostenido como precandidato a la gober-
nación de San Juan por importantes dirigentes provinciales
y nacionales en 1991. Las relaciones sociales pueden ser-
vir como apoyo político, sin mayores mediaciones, cuando
los espacios de competencia no se encuentran claramente
diferenciados, como es el caso de la provincia de San Juan
(Cfr. Goldberg, 2009). El carácter extrapartidario de Jorge
Escobar era claramente visible para distintos sectores, que

8 Las relaciones familiares son un elemento de fuerte incidencia en la política


local, ya que su dinámica cruza y sostiene la estructura social sanjuanina en
su conjunto (Cfr. Goldberg, 2009).
9 Sobre la trayectoria de los hermanos Gioja en el PJ sanjuanino ver Rodrigo
(2016).
10 Para una tipología del outsider ver King (2002).

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Gobernadores sin gobierno • 35

lo caracterizaban como un exponente típico de la situa-


ción que atravesaba el ámbito político nacional y provin-
cial: el ingreso de empresarios privados como candidatos,
que eran presentados como externos a las lógicas de con-
taminación de las organizaciones partidarias en contextos
de desafección.
Su carácter de outsider era tan evidente que, para per-
mitir que participara de la interna, el peronismo local modi-
ficó su carta orgánica, permitiendo que quienes tuvieran
menos de dos meses de afiliación pudieran tomar parte
como precandidatos. La reivindicación de su total inexpe-
riencia política por parte del propio precandidato ilustra la
valoración positiva de este atributo durante el período de
construcción de su candidatura: “desde el campo empresa-
rio, abracé la causa política a la que amo, porque me decidí
a ser protagonista, no limitarme solamente a contemplar,
sino a participar en la construcción de un modelo de pro-
vincia y sociedad más justa y solidaria” (Diario de Cuyo, 15/
06/91). El desprestigio de la clase política y el abismo que
se abría entre el lenguaje partidario y las preocupaciones
de “la gente” a principios de los 90 (Novaro, 1994) eran
factores que incidían en que la falta de experiencia política
del candidato se significara como un atributo positivo, con-
virtiéndola en un capital político.
La carrera política de Jorge Escobar comienza de este
modo con su incorporación al MEJ y el ingreso posterior
al Partido Justicialista (PJ). Las condiciones del escenario
nacional y provincial le permitieron saltar directamente
desde el anonimato político a competir por el máximo
cargo electivo en el ámbito provincial sin haber ocupado
ningún tipo de cargo público previamente. Además de sus
características sociales y personales, se le atribuían caracte-
rísticas de liderazgo carismático, imputándole la capacidad
de mantener una relación directa con el electorado.
La modalidad de entrada de Jorge Escobar al ámbito
político es relativamente atípica. Sin encarnar ninguno de
los tipos ideales que se encuentran entre los profesionales

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36 • Gobernadores sin gobierno

de la política, fueron fundamentalmente sus recursos perso-


nales los que le permitieron ingresar en él. No obstante, no
puede asimilarse a la figura de pequeño empresario político
individual, sino, en todo caso, a la figura de representante
(atípico) de una empresa política colectiva (Gaxie, 2004).
La trayectoria de Jorge Escobar se encuadra de este modo
en la (a)tipicidad de los 9011: su imposición en el universo
político sanjuanino sólo fue posible como representante de
una empresa política colectiva, el justicialismo, al interior
del cual, sin embargo, era un recién llegado (Elías, 1998).
Jorge Escobar era cabalmente un outsider. Pero ello
no necesariamente debía repercutir negativamente en su
mandato de gobierno. El abanico de experiencias históri-
cas muestra la diversidad de desenlaces posibles para las
carreras de mandatarios que tienen la característica de ser
outsiders, desenlaces que parecen remitir en mayor medida
a las dinámicas de los escenarios políticos que al accionar
individual12.

2.1.2. Reminiscencias de la UCRI: el último político-


galeno
Alfredo Avelín nació en el interior de la provincia de San
Juan en 1927, y pertenecía a la segunda generación de una
familia de inmigrantes libaneses: tanto su padre como su
madre habían llegado en la década de 1910 a la provincia. La

11 El surgimiento de este tipo de figuras ha sido analizado tempranamente por


Novaro (1994).
12 Hubo casos de outsiders “exitosos” en sus gestiones, tales como Charles De
Gaulle en Francia o Ronald Reagan en Estados Unidos, que fueron capaces
de llevar adelante procesos de reforma estructural en sus países, y también
casos de outsiders que culminaron abruptamente sus mandatos ante la ruptu-
ra de los vínculos que los hicieron llegar al gobierno, como fue el caso de
Fernando Collor de Mello en Brasil, y casos intermedios, como Fujimori,
que no puede pensarse como un fracaso inmediato aunque posteriormente
debió autoexiliarse de Perú. En las provincias argentinas hay casos exitosos
como Carlos Reutemann o Daniel Scioli, que se convirtieron en profesiona-
les de la política, pero también casos menos felices como los de Ramón
“Palito” Ortega.

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Gobernadores sin gobierno • 37

pertenencia étnica y el escaso capital económico signaban


la ubicación social de la familia Avelín Ahún: su padre fue
integrado al sector comercial de su grupo de pertenencia,
la colectividad libanesa, movilizándose por el interior de la
provincia para comercializar diversos productos, mientras
que su madre se convirtió en ama de casa, encargada de
regentear una familia numerosa con seis hijos.
Desde esta configuración familiar se explica en parte
la trayectoria educativa de Alfredo Avelín. Sus estudios pri-
marios fueron realizados en una escuela urbano-rural de
carácter estatal, público y gratuito de la localidad de Car-
pintería, en el departamento Pocito, un ámbito rural en
las cercanías del área metropolitana conocida como Gran
San Juan (GSJ)13. Sus estudios secundarios serían iniciados
en el Colegio Domingo Faustino Sarmiento, un estableci-
miento de carácter estatal, público y gratuito, ubicado en
el departamento de Rawson que se encuentra comprendi-
do en el Gran San Juan. Posteriormente se trasladaría para
continuar su formación secundaria al Colegio Don Bosco,
institución de carácter privado y confesional, ubicado en
la Ciudad de San Juan y ámbito tradicional de formación
exclusiva de varones de los estratos medios-altos.
Alfredo Avelín culminaría sus estudios secundarios en
el Colegio Nacional Monseñor Pablo Cabrera una institu-
ción de carácter estatal, público y gratuito ubicada en el
corazón de la Ciudad de San Juan, que fuera fundada en
1862 como Colegio Preparatorio para la universidad por
obra de Domingo Faustino Sarmiento en su primer mes
como mandatario provincial. En 1864, bajo la presidencia
de Bartolomé Mitre, cambió su nombre por el de Cole-
gio Nacional y se transformó en el tercero en su tipo en
el país, luego de los de Buenos Aires y Entre Ríos. Pese
a tratarse de instituciones públicas, este tipo de colegios

13 El GSJ es un aglomerado urbano que se conforma por los departamentos de


Capital, Santa Lucía, Chimbas, Rawson y Rivadavia, los cinco más poblados
de la provincia.

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38 • Gobernadores sin gobierno

se ha caracterizado por un sesgo elitista, sobre todo, por


sus modalidades de admisión. Por otra parte, el Colegio
Nacional de San Juan tiene una larga tradición de forma-
ción de cuadros políticos locales. Dado su carácter público,
el Colegio Nacional es además un ámbito que posibilita
cierta socialización política, al permitir la organización de
centros de estudiantes.
La trayectoria de Alfredo Avelín está signada por los
rasgos típicos del fenómeno argentino de movilidad social
ascendente de mediados del siglo XX: formaba parte de la
primera generación de argentinos nativos y sería parte, ade-
más, de la primera generación de graduados universitarios
de su familia. Rasgos que, coadyuvados por el círculo de
vínculos generado en su período de formación secunda-
ria y el modelo que constituía la trayectoria de importan-
tes dirigentes políticos sanjuaninos, orientarían su rumbo
posterior.
Como exponente de un proceso de movilidad ascen-
dente, la universidad estatal sería el medio por el cual Alfre-
do Avelín culminaría su formación. En el marco de este
movimiento demográfico nacional, se destacaron dos carre-
ras como el destino de los jóvenes que aspiraban a formar
parte las profesiones liberales: abogacía y medicina. En ese
marco, la elección final de la carrera universitaria de Alfre-
do Avelín estuvo marcada por el mandato familiar.
La etapa de formación superior de Alfredo Avelín
transcurrió en el ámbito de la Universidad Nacional de
Córdoba (UNC), una institución que tradicionalmente ha
formado a los jóvenes de la clase dirigente sanjuanina.
Durante su período de formación convivió no sólo con
otros sanjuaninos que estudiaban en esa ciudad, sino que
se relacionó con las convulsiones políticas de mediados
del siglo XX, participó de debates, se familiarizó con la
Federación Universitaria de Córdoba (FUC) y la Federación

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Gobernadores sin gobierno • 39

Universitaria Argentina (FUA), se acercó al radicalismo,


conociendo además otras tendencias ideológicas que lo sig-
narían14.
Alfredo Avelín se recibió de Médico Cirujano en 1953.
Una vez terminados sus estudios se radicó definitivamen-
te en la Ciudad de San Juan, iniciando su carrera profe-
sional como médico, que estuvo signada por un carácter
humanista y fue ejercida, en gran medida, ad honorem. A
partir de allí mantuvo una actividad profesional ininte-
rrumpida, desempeñándose tanto en el principal hospital
público de la provincia, el Hospital Dr. G. Rawson, como
en el policlínico ferroviario y en su consultorio particular.
Fue además miembro fundador de una de las asociaciones
profesionales más prestigiosas de la provincia: el Colegio
Médico de San Juan.
Hombre de familia, se casó con Barbarita Nollens, con
quien tuvo cuatro hijos. Dos de ellos se dedicarían luego
a la política. Entre sus intereses se cuenta también una
afición por la escritura que se ha plasmado en libros de
poemas y más recientemente, de denuncia y memorias polí-
ticas, además de ser miembro de la Sociedad Argentina de
Escritores (SADE).
El regreso a San Juan fue también el inicio de la carrera
política local de Alfredo Avelín, una carrera que sigue un
cursus característico de los notables, partiendo del ejerci-
cio de cargos políticos locales y ascendiendo gradualmente
hasta la asunción de la cartera más importante de su ámbito
(Gaxie, 2004). Es necesario destacar que, si bien se encuadra
en este tipo de trayectorias, la gradualidad en su carrera
política, como la de gran parte de sus contemporáneos, está
trastocada por la constante interrupción en la vigencia del

14 “Admiré a Pellegrini, Yrigoyen, Perón, admiré a Frondizi, a Illia, todo eso lo


he reunido y lo he juntado y me he ido formando. No me interesa la política
para cargos, para especular; me interesa como un bien común” (Entrevista a
Alfredo Avelín, realizada por la autora).

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40 • Gobernadores sin gobierno

régimen democrático, hecho que ha restringido inevitable-


mente su visibilidad pública y sus posibilidades de acumular
experiencia en mandatos electivos.
En su retorno a San Juan, Alfredo Avelín organizaría su
actividad política en el marco de la UCR, formando parte de
los jóvenes universitarios que el radicalismo local buscaba
incorporar para sostener el “principismo” de la organiza-
ción (Cfr. Goldberg, 2009). Como militante radical, man-
tuvo un rol activo en momentos de fuerte convulsión polí-
tica nacional y provincial. La creciente actividad política
que Alfredo Avelín había comenzado a desarrollar adqui-
rió notoriedad pública de la mano de la UCRI en 1957,
cuando fue designado elector de Arturo Frondizi a los 30
años de edad. Pocos meses después, en 1958, fue designado
intendente de la Ciudad de San Juan por el gobernador
Américo García, con quien compartía tanto una militan-
cia política como otros rasgos de su trayectoria personal:
Américo García se había formado en el Colegio Nacional y
la Universidad Nacional de Córdoba, se había recibido de
médico cardiólogo y tenía un fuerte perfil humanista. Estas
afinidades probablemente hayan incidido en la designación
de Alfredo Avelín como intendente, pese a sus escasas aspi-
raciones políticas.
En su desempeño de nueve meses como intendente
implementó una serie de medidas políticas inéditas, tales
como la creación del servicio fúnebre municipal y de un
banco de sangre, muchas de ellas inspiradas por su forma-
ción profesional, algunas de las cuales le generaron roces
con sectores conservadores que limitaron su permanencia
en el cargo. La disputa pública con dirigentes de la UCRI fue
el puntapié inicial para la organización de un proyecto polí-
tico propio, que se cristalizaría en la fundación, en conjunto
con un grupo de dirigentes intransigentes, de la Cruzada
Renovadora (CR) en octubre de 1960. La CR es un partido
provincial, que se ha caracterizado por tener una pequeña
estructura, organizada fundamentalmente alrededor de la
figura de Alfredo Avelín, rasgos partidarios que aparecen

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Gobernadores sin gobierno • 41

asociados en gran medida a las características personales de


su fundador, que es definido como un dirigente de carácter
fuertemente verticalista.
De modo que Alfredo Avelín se acerca al tipo ideal de
político que ha llegado a imponerse en el universo político
gracias a sus recursos personales, basándose su posición en
un capital de confianza y reconocimiento ligado a su perso-
na (Gaxie, 2004). Se lo podría clasificar como un pequeño
empresario político individual, propietario de sus medios
de acción y movilización política, a partir del cual se sostie-
ne la CR como empresa colectiva. Esto explicaría en parte
que su partido no haya alcanzado grandes dimensiones sino
que se haya mantenido como una empresa política de carác-
ter casi exclusivamente familiar. La organización alrededor
de la figura de un dirigente carismático es un rasgo clási-
co de los partidos provinciales en Argentina (Cfr. Alonso
García, 2007). La característica particular de la CR como
organización política es haber permanecido durante gran
parte de su existencia en la oposición, a diferencia de gran
parte de los partidos provinciales que han sido hegemóni-
cos en sus distritos electorales15.
El hecho de que la CR se haya constituido como esci-
sión de la UCRI, sumado a las características personales
de Alfredo Avelín, explican en parte el carácter del partido
y su funcionamiento. La UCRI aparece como la usina de
desarrollo del ámbito político sanjuanino: de esta fuerza
política se escindieron los dos partidos provinciales exis-
tentes, primero el bloquismo, y luego la CR, origen compar-
tido que proporcionó los cimientos ideológicos de ambas
organizaciones16. Adicionalmente, la Cruzada replicaba a su

15 Como es el caso del Partido Bloquista (PB) en San Juan. Sobre la performan-
ce y las características de los partidos provin ciales ver Adrogué (1995),
Mansilla (1983) y Alonso García (2007).
16 Es necesario retocar aquí la tipología de partidos provinciales desarrollada
por Alonso García, ya que la autora desconoce la temprana formación de la
UCRI en la provincia, que fuera fundada en 1918, y por lo tanto desconoce
la procedencia intransigente del PB (Cfr. Goldberg, 2009).

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42 • Gobernadores sin gobierno

adversario local Bloquista en dos rasgos constitutivos de su


identidad política: la trayectoria de Alfredo Avelín emulaba
la de dos grandes dirigentes bloquistas, y se constituía como
un “partido familiar”17.
Como muchos dirigentes provinciales Alfredo Avelín
se caracteriza por un gran pragmatismo, que se puede
observar en la asimilación de los diversos climas de época
en su discurso. La reivindicación del carácter revoluciona-
rio sería su signo distintivo como opositor 1974. Dos años
después la situación política acentuaba los rasgos autori-
tarios de su discurso que, si bien seguía posicionando a
Alfredo Avelín en la oposición, estaba ahora signado por el
carácter conservador y el aliento a la intervención militar
ante la crisis política. La incidencia del clima de época en
el discurso de Alfredo Avelín se puede advertir tanto en
la similitud de sus declaraciones con otros políticos con-
temporáneos, como en la reconstrucción retrospectiva, y
condenatoria realizada por el propio dirigente al cumplirse
30 años del golpe de Estado de 1976.
La reinauguración de la competencia política democrá-
tica permitió la reorganización de la CR y la normalización
de la carrera de Alfredo Avelín como candidato a cargos
electivos. La nueva etapa política nacional lo reposicionó
en un lugar subalterno dentro del escenario local, ubicación
que implicaría la posibilidad de acumular capital político a
partir de estrategias típicas de los dominados: la denuncia

17 Se ha optado por esta denominación ya que estos partidos: a) no constituyen


jurisdicciones de partidos nacionales regenteados por un linaje, como es el
caso del Partido Justicialista de San Luis y la familia Rodríguez Saa o en
Catamarca con la familia Saadi y, b) no constituyen partidos provinciales
que hayan permitido una circulación de dirigentes por fuera de los vínculos
familiares, como es el caso del Movimiento Popular Fueguino o el Partido
Demócrata de Mendoza. Bajo la etiqueta de partido familiar se incluye
entonces al Partido Bloquista, que fue fundado por los hermanos Cantoni y
luego fue presidido durante cuatro décadas por Leopoldo Bravo, hijo natu-
ral de Federico Cantoni, y sus descendiente s (Cfr. Goldberg, 2007; Falcioni
De Bravo, 2003), y a la Cruzada Renovadora, que luego de ser fundada por
Alfredo Avelín sostendría su estructura partidaria alrededor de sus dos
hijos: Alfredo (h) y Nancy.

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Gobernadores sin gobierno • 43

ética de la política corrupta y las apuestas a la subversión del


orden establecido en el campo político, invocando la vuelta
a los principios originarios (Bourdieu, 1995).
Constituido en opositor permanente, luego de sucesi-
vas postulaciones poco exitosas, buscó acoplarse al movi-
miento nacional de recambio que significaba la postula-
ción de Carlos Menem. De la mano del apoyo electoral
al justicialismo nacional Alfredo Avelín obtendría el car-
go de diputado nacional en 1989. Alineado todavía con la
línea menemista sostuvo negociaciones con el peronismo
en 1991, las cuales cristalizaron en el ofrecimiento público
para que candidatos del justicialismo ocuparan los cargos
de vicegobernador y diputados nacionales en la lista de la
CR. El rechazo a su propuesta y el posterior triunfo justi-
cialista implicaron que su figura pasara a un segundo plano.
Si bien sostuvo una postura marginal tanto en la provincia
como en el Congreso Nacional, su figura retomo protago-
nismo en 1992 a partir de un incidente escandaloso cono-
cido como “la noche de los senadores”, mediante el cual fue
designado como Senador Nacional18.
Su permanencia en Buenos Aires y la posición estra-
tégica obtenida con la senaduría ubicaron a Alfredo Ave-
lín como uno de los responsables de la generación de los
acuerdos electorales que precedieron a la conformación de
Alianza por San Juan, en negociaciones con otros dirigentes
como Rodolfo Terragno, Federico Storani y José Octavio
Bordón. Que Alfredo Avelín fuera candidato a gobernador
en 1999 se explica en gran medida por una acumulación

18 La sesión conocida como la noche de los senadores culminó en horas de la


madrugada, luego de más de ocho horas de debate por la sucesión del sena-
dor bloquista Eduardo Pósleman, que finalmente sería reemplazado por
Alfredo Avelín. En esa sesión se votó además su reelección adelantada hasta
2001, al igual que la del entonces senador Leopoldo Bravo. Esta especie de
pacto de Olivos local fue posible ya que los partidos provinciales contaban
con la cantidad de votos necesarios para sostener sus acuerdos legislativos
más allá de la posición del oficialismo justicialista, que había realizado una
amplia campaña para lograr que el senador reemplazante surgiera de sus
filas, la que fracasó estrepitosamente.

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44 • Gobernadores sin gobierno

gradual de capital político: se había iniciado en la militancia


muy joven, ocupando cargos electivos de mayor importan-
cia a medida que avanzaba en su trayectoria. Desplegando
las estrategias típicas de los dominados en cualquier campo,
las apuestas por la subversión que había sostenido durante
tanto tiempo lo ubicaban entonces como un actor político
con posibilidades reales de disputar un espacio dominan-
te. Además de su experiencia legislativa, entre los insumos
principales de su capital político contaba, en momentos en
que la mayor parte de los dirigentes estaban desprestigia-
dos, su imagen de político honesto.
En resumen, el perfil de Alfredo Avelín se encuadraba
así en un tipo de dirigente que fue característico del esce-
nario local durante gran parte del siglo XX: la figura del
político-galeno. Este tipo de dirigente de carácter humanis-
ta y fuertemente carismático cobra relevancia con la llega-
da al gobierno de los hermanos Cantoni, Aldo y Federico,
ambos médicos; y fue encarnada posteriormente por Amé-
rico García y Jorge Ruiz Aguilar, todos ex-gobernadores.
Alfredo Avelín sería para San Juan la última encarnación
de este tipo político, característico de una generación de
dirigentes tradicionales.

2.2. La construcción de las candidaturas

Además de ser necesario contar con dirigentes “elegibles”,


para construir una candidatura se transita por un período
de negociaciones, en las que entran en juego múltiples fac-
tores, tanto intrapartidarios como extrapartidarios (Frei-
denberg, 2009). La selección de candidatos a cargos públi-
cos es una de las funciones más importantes de los partidos
políticos: como instituciones alrededor de las que se orga-
niza la competencia legítima en los regimenes democráti-
cos, deben presentar individuos que encarnen a la empresa
colectiva en cada competencia (Offerlé, 2004). El proceso

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Gobernadores sin gobierno • 45

de selección de tales individuos, la elección antes de la elec-


ción, reduce de manera dramática las opciones del electo-
rado (Field, 2009).
Los procesos de selección representan además uno de
los momentos más significativos en cualquier organización
partidista, ya que suponen la posibilidad de ascender en
la estructura del partido o de dejar de controlar recursos
de poder significativos, ya que los que resulten nominados
serán quienes representen a la organización y de ellos, y sus
grupos de apoyo, dependerá el éxito o la derrota electoral, el
ejercicio del gobierno o la oposición (Freidenberg, 2009).
Los mecanismos utilizados para ello pueden ser diver-
sos, no obstante, sea que prime la fórmula del consenso o
de la disputa entre grupos (Lorenc Valcarce, 2000), el pro-
ceso de selección proporciona una considerable cantidad
de información que permite conocer cómo funcionan las
organizaciones por dentro y, de modo más general, dónde
se sitúa el poder político en un ámbito determinado (De
Luca, 2009).
En este apartado, se aborda el proceso de selección que
precedió a las campañas electorales, tomando en cuenta que
tales mecanismos se pueden desplegar en relaciones intra o
inter-partidarias, según el caso considerado. Dado que los
métodos de selección de candidatos no solo afectan la polí-
tica partidista sino que también pueden reflejar la política
partidista (Hazan, 2009) se buscará conocer los elementos
internos y externos que delinearon el proceso de construc-
ción de las candidaturas como así también las redes de rela-
ciones que permitieron la nominación de cada candidato.

2.2.1. Ortodoxos y herejes en el peronismo sanjuanino


de los 90
Las elecciones de 1991 representaban para el justicialismo
sanjuanino una nueva oportunidad de disputar el control
del ejecutivo al Partido Bloquista (PB), que era gobierno
en la provincia desde 1983 por vía electoral, aunque su

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46 • Gobernadores sin gobierno

presencia en las estructuras de poder no se había interrum-


pido durante el período de facto, siendo dirigentes recono-
cidos de este partido gobernadores en tres oportunidades
durante los últimos años del proceso19.
No obstante, la vigencia del régimen democrático
comenzaba a horadar las bases electorales del bloquismo,
ya que la provincia parecía acompasarse, cada vez más, a
las tendencias electorales nacionales20. Aspecto que puede
observarse en los resultados de los sucesivos comicios cele-
brados, que dan cuenta de una importante fluctuación del
electorado sanjuanino, que parece adecuarse a fenómenos
de impacto nacional tales como la implementación del plan
austral en 1985, que significó un triunfo del radicalismo.

Tabla 1: Resultados electorales. Diputados nacionales, San Juan,


1983-1989

30/10/1983 03/11/1985 06/09/1987 14/05/1989

Partido % Car- % Car- % Car- % Car-


gos gos gos gos

UCR 37,7 2 45,4 2 19,2 – 18,2 1

PJ 30,1 2 27,1 1 43,6 2 24,5 1

PB 25,3 2 20,1 – 23 1 14,8 –

CR 2,9 – S/D – – MID- 33 1


CR

MID 1,5 S/D 3,4 S/D

19 Los gobiernos de Domingo Javier Rodríguez Castro (1981-1982), Leopoldo


Bravo (1982-1982) y Eduardo Alfredo Pósleman (1983-1983) (Documento
3).
20 El PB, como partido provincial, había marcado en gran medida la dinámica
política de la provincia desde su surgimiento en la década de 1920, lo que la
constituía en un distrito atípico (Goldberg, 2009).

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Gobernadores sin gobierno • 47

UCE- S/D S/D 7,7 7,09


DE

Otros 2,6 7,3 3,2 2,4

Total 100 6 100 3 100 3 100 3

Fuente: Elaboración propia en base a datos de PROVINFO.

Además de las recientes elecciones legislativas de 1989,


el antecedente más inmediato para los cálculos de los polí-
ticos sanjuaninos eran los resultados de los comicios para
renovación de autoridades provinciales de 1987. Dos ele-
mentos significativos se desprendían de estas cifras: por
una parte, el PB mantenía el control del ejecutivo y, por
otra, la diferencia de caudales de votos se había estrechado
considerablemente entre los tres primeros puestos, funda-
mentalmente, porque el PB perdía más de 8 puntos entre
ambos comicios, que fueron capitalizados por la UCR.

Tabla 2: Resultados electorales. Gobernador y vicegobernador, San Juan,


1983-1987

Partido 30/10/1983 10/08/1987

Bloquista 39,5 31,1

Justicialista 29,8 26,5

Unión Cívica Radical 21,2 27,9

Cruzada Renovadora 5,6 S/D

Otros 3,9 14,5

Total 100 100

Fuente: Elaboración propia en base a datos de PROVINFO.

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48 • Gobernadores sin gobierno

El justicialismo se enfrentaba en 1991 a un escenario


relativamente favorable, al menos, en tres sentidos. En pri-
mer lugar, la debacle de los caudales electorales del bloquis-
mo aparecía como un fenómeno consolidado, que alentaba
las posibilidades de un recambio en el Ejecutivo. En segun-
do lugar, la UCR local, que fue su principal competidor
desde 1983, había sufrido dos grandes reveses electorales y
atravesaba una crítica situación tanto nacional como local-
mente. Ambos elementos abonaban las especulaciones de
los dirigentes justicialistas de alcanzar el control del ejecu-
tivo nuevamente, al que no lograban acceder desde 1973. El
tercer elemento que amalgamaba este escenario favorable
era el dominio del Ejecutivo nacional desde 1989, aspecto
que podía potenciar la propuesta del justicialismo provin-
cial al integrarla en una ola renovadora, siempre y cuando
lograra enrolar a sus principales dirigentes detrás de una
propuesta unificada.
Como contrapartida, los comicios de 1989 habían
potenciado de modo exponencial la presencia de un partido
provincial, la CR, que a partir de su apoyo a la candidatura
de Carlos Menem se ubicaba como primera fuerza elec-
toral. Esta situación, inédita para un partido que se había
caracterizado por permanecer en la oposición, respondía
doblemente al pragmatismo de su dirigente, Alfredo Avelín,
y a la estrategia menemista de incorporar sectores extra-
partidarios al movimiento (Palermo, 1996). El justicialismo
provincial se veía enfrentado a un nuevo competidor, el
cual, no obstante, buscaba consolidar relaciones de coope-
ración con vistas a las elecciones de 1991.
El PJ sanjuanino se desarrolló a la sombra del blo-
quismo, partido precursor de importantes reformas que lo
convirtieron en un populismo autóctono, pionero en el país
(Pereyra, 1994). El PB, de la mano de los hermanos Cantoni,
había implementado medidas de corte progresista durante
la década de 1920, sancionando en 1927 una constitución
que establecía la jornada de ocho horas, el seguro a la vejez
y el voto femenino, medidas inéditas en el país (Mansilla,

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Gobernadores sin gobierno • 49

1983). Si bien el PB se disolvió con la llegada del peronis-


mo al poder en 194521, la caída del peronismo brindó las
condiciones para que el partido se reagrupara y retomara su
influencia provincial (Pereyra, 1994).
La existencia de esta fuerza local relativizó el peso
del justicialismo en la provincia, no obstante, éste contaba
con una estructura partidaria relativamente fuerte, que le
permitiría, luego de sucesivas interrupciones instituciona-
les, acceder al Ejecutivo en 1973 con la gobernación de
Eloy Camus. El golpe de 1976 desplazaría nuevamente al
justicialismo del gobierno, y reflotaría la presencia del blo-
quismo, que mantendría el control del ejecutivo por casi 10
años consecutivos (Goldberg, 2009).
A partir de 1983 el PJ se había ubicado en la oposición,
lo que lo mantenía como un partido de debate. La existencia
de disputas internas es más frecuente cuando un partido se
encuentra en la oposición. A ello se suma la característica
propia del PJ de hacer coexistir sectores muy diversos en su
seno, que sostienen una disputa permanente sobre la defi-
nición legítima del peronismo desde la muerte del general
Perón (Palermo, 1996).
Los conflictos internos del justicialismo sanjuanino se
agudizaron luego de las elecciones de 1989, cuando el triun-
fo de Menem reavivó las esperanzas de disputar el Ejecutivo
en la provincia. La línea “Menem Conducción” se había vis-
to fortalecida con el triunfo electoral y pugnaba ahora por
un lugar en la estructura del justicialismo que le permitiera
incidir en la definición de las candidaturas. El mayor pro-
blema que enfrentaba esta línea interna era que su principal
figura Ubaldo Montaño, dirigente histórico de la CGT San
Juan, había sido expulsado del partido por asumir como
funcionario del gobierno bloquista. Montaño comenzó a
gestionar su reafiliación y la de los restantes expulsados del

21 Federico Cantoni fue nombrado durante este período embajador en Moscú,


cargo que continuaría su hijo natural, Leopoldo Bravo, hasta la Revolución
Libertadora (Pereyra, 1994).

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50 • Gobernadores sin gobierno

PJ, desplegando una estrategia discursiva que apelaba a la


necesidad de unificar al justicialismo y a su alineamiento
con la política del presidente Menem.
Además del sector pro-unidad de Montaño, otras dos
fracciones coexistían en el seno del peronismo durante
1989: por una parte, un sector encabezado por Luis “Quito”
Martínez, diputado nacional por el PJ que alentaba la can-
didatura a gobernador de Emilio Mendoza22. Por otra par-
te, la línea encabezada por Olga Riutort, también diputada
nacional, que postulaba a Tulio del Bono23 como candida-
to a gobernador. El enfrentamiento entre sectores parecía
irreconciliable, e inclusive existió una propuesta de inter-
vención del distrito por parte de las autoridades partidarias,
que finalmente logró evitarse con la celebración de un Con-
greso Provincial en diciembre de 1990, en el que se fijó
como objetivo la unificación del partido, para lo cual se
apelaría a elecciones internas para renovar autoridades.
Las designaciones posteriores implicaron reacomoda-
mientos en el justicialismo. En la línea de Olga Riutort se
encontraban dos dirigentes que serían centrales en la defi-
nición de la candidatura: los hermanos Gioja. César era
un militante peronista de larga data, colaborador de Eloy
Camus en 1973, preso político durante el proceso y luego
candidato a gobernador en 1983. Después de su derro-
ta electoral mantuvo un perfil bajo en la estructura par-
tidaria, ya que era considerado una figura poco atractiva
para el electorado. José Luis, por su parte, había accedido
a la diputación provincial en 1987 a partir de mantener
un alineamiento total con Olga Riutort, una de las figuras

22 Quien era un diputado provincial y presidente del bloque del justicialismo


en la LP.
23 Un candidato “independiente” que si bien estaba afiliado al justicialismo se
había centrado en la actividad académica llegando a ser rector, en ese
momento, de la Universidad Nacional de San Juan, único cargo de gestión
en el que tenía experiencia.

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Gobernadores sin gobierno • 51

sobresalientes del justicialismo local durante la década del


80 y la primera mujer electa como diputada nacional por
ese partido.
Las dos definiciones centrales tomadas por Olga Riu-
tort sobre su futuro político serían los elementos que abri-
rían un espacio protagónico para los hermanos Gioja en
el seno del partido: por una parte, la diputada se alejaría
de la escena política provincial para radicarse en Córdoba,
como producto de una alianza matrimonial con el entonces
gobernador De la Sota y, paralelamente, se alinearía con
las posiciones de su marido, que había optado en 1989 por
enrolarse en el proyecto menemista como modo de obte-
ner apoyo para una nueva candidatura a gobernador (Cfr.
Palermo, 1996).
El año 1990 obraría de bisagra entre el congreso pro-
vincial y las elecciones internas, representando un perío-
do de enfrentamientos y negociaciones permanentes entre
los distintos sectores. En octubre de ese año se acordó la
celebración de internas partidarias, las cuales se realiza-
rían en dos instancias: la primera, en diciembre de 1990,
para renovar cargos partidarios, y la segunda, en mayo de
1991, para resolver la candidatura a gobernador y vice por
el justicialismo.
La realización de internas no fue una estrategia aislada
del justicialismo, por el contrario, otros dos partidos cen-
trales en el escenario político provincial, el PB y la UCR,
atravesaban sendos procesos de confrontación interna en
este mismo período, y ambos celebraron idénticamente
elecciones desdobladas: primero renovaron sus autorida-
des partidarias y luego definieron candidaturas apelando
al voto de sus afiliados. La definición de realizar internas
como modo de selección de candidatos puede responder a
múltiples aspectos: “elementos institucionales y estratégico-
electorales externos al partido, el tipo de valores y acti-
tudes de los militantes/dirigentes hacia las instituciones o
el funcionamiento de la política, el modo en que se lleva-
ron a cabo previamente otros procesos de selección y sus

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52 • Gobernadores sin gobierno

resultados sobre el partido, la ideología, el tamaño de la


organización y el nivel de fraccionalización y luchas inter-
nas, el tipo de coalición dominante que controla la organi-
zación, las prácticas informales fuertemente enraizadas, el
control de redes clientelares e incluso lo que hagan los otros
partidos en términos de exigencia de legitimación ante la
opinión pública” (Freidenberg, 2009).
Dado que los métodos de selección de candidatos no
solo afectan la política partidista sino que también pue-
den reflejar la política partidista (Hazan, 2009), es posible
pensar que la realización generalizada de internas partida-
rias en la provincia respondía a dos elementos centrales:
por una parte, a la debilidad del conjunto de las estructu-
ras partidarias tradicionales en la provincia, que apelaban
a la participación de las bases como recurso para zanjar
las diferencias entre dirigentes que disputaban los espacios
hegemónicos de cada estructura. Por otra parte, constituían
una forma de legitimar la designación de los candidatos
ante una opinión pública desencantada de los dirigentes
tradicionales en los inicios de la década del 90.
La mecánica de las internas, como modalidad de selec-
ción de dirigentes y candidatos, tiene la característica de
introducir una cuota de indeterminación en los resultados
de la selección y, por lo tanto, otorga mayor importancia
relativa al capital político basado en los apoyos y, conse-
cuentemente, a aquellos dirigentes que tienen mayor inser-
ción social (Lorenc Valcarce, 2000). Adicionalmente, en la
mayor parte de los casos las internas afectan el nivel de
cohesión organizativa y fomentan el fraccionalismo, incre-
mentando las fracturas al interior de la organización (Frei-
denberg, 2009).
Un punto adicional se negociaba en este interregno
electoral al interior del justicialismo: la reforma de la carta
orgánica del partido, que era una medida necesaria para
poder incorporar extrapartidarios a las listas. Desde el
comando central Escobar gobernador se hacía explícito el

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Gobernadores sin gobierno • 53

apoyo al proyecto de reforma de la Carta Orgánica pro-


puesto por el presidente del partido, José Amadeo Conte
Grand.
A principios de marzo se lanzaron las dos principales
candidaturas. En primer lugar se lanzó la fórmula Del
Bono-De Sanctis, en un acto en el departamento Jáchal don-
de el precandidato a gobernador sostenía que su propuesta
era terminar con el feudalismo que manejaba la provincia
como una estancia (Diario de Cuyo, 12/3/91). Dos ele-
mentos articulaban el discurso, por una parte, la necesidad
de cambio frente a la continuidad bloquista, por otra, una
impronta técnica y academicista como modo de apuntalar
la propuesta. Los rasgos del discurso coincidían con el perfil
de Tulio del Bono: ingeniero, rector de la UNSJ, una especie
de tecnócrata inserto en las filas del justicialismo.
Pocos días después se anunciaba la precandidatura de
Jorge Escobar, para quien, a diferencia de sus competido-
res, no se había definido fórmula: todavía restaba articu-
lar acuerdos entre sectores que permitieran el triunfo en
las internas. En el acto realizado en el departamento de
Chimbas el precandidato convocaba a recrear las condicio-
nes para producir y proponía una profunda modernización
administrativa (Diario de Cuyo, 10/3/91). Jorge Escobar
utilizaba un lenguaje llano y directo que combinaba los ele-
mentos más tradicionales del discurso peronista, como el
concepto de justicia social, con la retórica modernizadora y
revolucionaria característica del discurso menemista. Ade-
más, establecía una clara ruptura con el estilo personalista
de los partidos tradicionales de la provincia.
A partir de las internas de diciembre la línea autode-
nominada renovadora se encontraba en una posición domi-
nante en la estructura partidaria, que le permitía impo-
ner sus definiciones a la organización (Gaxie, 2004). Tanto
Ubaldo Montaño como los hermanos Gioja eran dirigentes
del justicialismo que se pueden caracterizar como orto-
doxos devenidos en herejes (Offerlé, 2004), y fueron los
principales responsables de una estrategia de construcción

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54 • Gobernadores sin gobierno

política que priorizaba la figura del candidato, Jorge Esco-


bar, quien cumplía con el perfil que reivindicaba el pre-
sidente Menem para formar parte de la liga de ganadores
(Palermo, 1996; Novaro, 1994).
Los dirigentes herejes parecían hacer contar entre sus
cálculos la conveniencia de llevar como candidato a un out-
sider. El potencial beneficio de sostener a este tipo de figuras
es claro: frente a los desgastados líderes políticos, pueden
traer frescura y originalidad a los máximos niveles de toma
de decisiones, ser innovadores, rechazar las prácticas tra-
dicionales, en suma, pueden ser presentados como la clave
para un cambio necesario (King, 2002).
La construcción de las candidaturas implicaba en 1991
un conjunto de cargos que incluía todos los puestos de man-
do de la provincia: diputados nacionales, diputados provin-
ciales, intendencias y concejalías departamentales. La lucha
por apropiarse de este conjunto de candidaturas se desa-
rrollaba intensamente en los momentos previos a las inter-
nas. El esquema de relaciones que resultó de la renovación
de autoridades partidarias había ubicado en una posición
subordinada a dirigentes identificados con la tradición, lo
que implicó para ellos una pérdida en su capacidad de nego-
ciación. A tal punto que minutos antes de anunciarse la
fórmula la lista 2 se rompía, dejando fuera de la candidatu-
ra a vicegobernador a Emilio Mendoza24. Su reemplazante,
Juan Carlos Rojas, es convocado de urgencia. Rojas era un
dirigente sin trayectoria en cargos públicos que, no obstan-
te, formaba parte del esquema de nuevas autoridades como
vicepresidente del partido.
Quedaron conformadas de este modo las dos listas
principales de las internas. Posteriormente se presentaría la
lista 9, Camus-López, un recurso de último momento que
fue puesto en marcha por parte de sectores tradicionales

24 Emilio Mendoza había encabezado la lista 6 en las internas, y fue derrotado


por sus competidores de la lista 2 comandada por José Amadeo Conte
Grand.

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Gobernadores sin gobierno • 55

que, aun contando con amplia trayectoria partidaria, no


tenían posibilidades de triunfo real. Las tensiones por las
candidaturas involucraban además un frente externo, ya
que dirigentes del partido desarrollaban, paralelamente a
las internas, una serie de negociaciones con otros partidos
explorando la posibilidad de frentes o alianzas electora-
les. En este aspecto se evidenciaban los distintos niveles
de organización que coexistían al interior del justicialis-
mo. Desde la presidencia del partido se llevaban a cabo
reuniones, que muchas veces eran ajenas a los sectores en
campaña, relativizando la importancia de los precandidatos
en la toma de decisiones.
La alternativa de establecer un acuerdo con la CR se
mantuvo presente hasta último momento, e inclusive se
realizó un ofrecimiento público al justicialismo para que
integrara las listas del partido provincial: “hemos resuelto
invitar a hombres del peronismo para que completen la fór-
mula en la vicegobernación y entregarles los dos primeros
puestos a los candidatos a diputados nacionales. Queremos
que exista la posibilidad de que Menem tenga su cámara
propia para evitar dificultades” (Alfredo Avelín, Diario de
Cuyo, 14/04/91).
Las presiones que ejercieron autoridades nacionales en
este sentido se reflejaron en las declaraciones del presiden-
te del justicialismo sanjuanino, José Amadeo Conte Grand,
poco tiempo antes de las elecciones internas del partido,
quien reconocía la posibilidad de alianzas con fuerzas afi-
nes, siempre que se excluyera al PB (Diario de Cuyo, 16/
04/91). La realización de las internas contribuyó a definir
la situación, por una parte, en cuanto a la figura que repre-
sentaría al partido y, por otra, ya que reafirmó la postu-
ra de levantar candidatos propios, sepultando los rumores
de frentes o alianzas. Con la participación de más del 50
por ciento del padrón partidario, el 19 de mayo la fórmula
Escobar-Rojas triunfó por el 49.9 por ciento de los votos,
convirtiéndose en los candidatos oficiales del justicialismo.

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56 • Gobernadores sin gobierno

Desde el segundo lugar, la fórmula Del Bono-De Sanc-


tis, se encargó de hacer público su apoyo a los ganadores,
mediante una solicitada donde figuraba el lema “el que gana
conduce, el que pierde apoya” (Diario de Cuyo, 02/06/91).
Los constructores de la candidatura de Jorge Escobar logra-
ron apropiarse así del signo del partido y de su mística
(Offerlé, 2004) y, al mismo tiempo, tradujeron la candidatu-
ra como un signo de modernización del PJ sanjuanino. La
figura de Escobar encarnaba para los sectores intermedios
–los auxiliares– una posibilidad de acceder a cargos públi-
cos, lo que despertaba entusiasmo y adhesión entre ellos.
De este modo, la estructura del PJ fue la que hizo
posible la construcción de la candidatura e, inversamente,
la figura de Jorge Escobar sería la pieza fundamental para
posibilitar el esperado triunfo del peronismo, establecién-
dose así una relación complementaria que fue típica de los
90, con los denominados pilotos de tormenta25.

2.2.2. Crónica de una coalición esperada


En 1999 el escenario político sanjuanino se caracteriza-
ba por la presencia de dos grandes actores: el oficialis-
mo, encarnado desde casi una década atrás por el PJ, y la

25 Este carácter de piloto de tormenta (Novaro, 1994) es reconstruido retros-


pectivamente por el propio exgobernador: “Creo que el "ismo", los "istas"
pasaron. Además yo apoyé a Menem hasta donde creí que lo debía hacer.
Indudablemente como muchas de las cosas buenas que están pasando hoy
tienen origen en el gobierno de Menem, también varias de las cosas que
deberían haberse cambiado en el país tienen responsabilidad en el gobierno
de Menem. Y esto uno lo asumió. ¿Y qué hicieron otros? Saltaron el cerco, se
pusieron el pantaloncito corto, 110 con valla, pero alguien tiene que quedar.
A lo mejor es un problema de formación. Yo me tuve que comer el desierto y
ni ojotas me dieron, pero lo crucé al desierto y hoy no le debo nada a nadie
entonces puedo conversar con cualquiera. Lo de Menem termina pero yo
veo mucha gente que así como dieron la vida por uno ahora la dan por el del
costado. Probablemente eso sea la política pero no fue mi actitud porque no
nací y quizá no me muera en la política” (Diario de Cuyo, 24/10/10).

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Gobernadores sin gobierno • 57

oposición, un conjunto heterogéneo de partidos provincia-


les y nacionales que buscaban aglutinarse en algún tipo de
acuerdo que les permitiera disputar el control del Ejecutivo.
Desde 1995 Jorge Escobar ejercía su segundo mandato
como gobernador, rodeado de un halo hegemónico. Dos
elementos previos habían fortalecido la figura de este diri-
gente político: en primer lugar, el triunfo electoral en las
elecciones legislativas de 1993, momento en que se funda-
ba el Frente de la Esperanza. Esta herramienta política fue
organizada como la estrategia de retorno de Jorge Escobar
luego de su destitución, para disputar al FREJUPO las bases
electorales del peronismo gobernante. Poco tiempo después
surge un segundo elemento que fortalecía su figura: en 1994
la Suprema Corte de Justicia de la Nación falla a su favor, en
un recurso de amparo que declaraba nulo todo lo actuado
por la Legislatura Provincial (LP) durante el juicio político
y lo restituía en el cargo de gobernador, que reasumiría en
diciembre de ese año26.
El triunfo en los sucesivos comicios por parte del Fren-
te de la Esperanza, sumado al apoyo político nacional con
que contaba, eran leídos como indicadores de una fortaleza
política difícil de corroer por parte de los partidos oposito-
res, una situación que se replicaba casi idénticamente en la
esfera nacional, donde la oposición buscaba unificarse para
construir una alternativa a la hegemonía justicialista encar-
nada por Carlos Menem en dos presidencias consecutivas
y que amenazaba extenderse con el gobierno de Duhalde
(Novaro, 2001a). El signo distintivo de la provincia era, sin
embargo, un recurso jurídico presentado por el entonces
gobernador que le permitía presentarse nuevamente como
candidato en lo que se había llamado la re-reelección.
Las elecciones para renovación legislativa de 1997 fue-
ron un primer ensayo para organizar la coalición opositora
que disputaría a Jorge Escobar el Ejecutivo en 1999. En esa
instancia, y pese al proceso de conformación de la Alianza

26 Proceso que se aborda más adelante, en el capítulo 8.

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58 • Gobernadores sin gobierno

UCR-Frepaso que se estaba gestando nacionalmente, en


San Juan se enfrentaron electoralmente estas dos fuerzas,
conformando cada una su propia coalición con partidos
provinciales. Por una parte se conformó la Alianza Oposi-
tora, entre la UCR y la CR, por otra, la Alianza Federal, que
agrupaba al PB, el Frente Grande y otros partidos menores.
En 1997 el criterio de selección de candidatos en las
coaliciones sanjuaninas fue la negociación entre dirigentes,
corroborándose una tendencia decreciente en el uso de las
internas, que no volverían a ser el mecanismo de selección
en ningún partido después de 1991. Este descenso en la
práctica de las primarias se relaciona con la experiencia
acumulada en el ejercicio democrático, que llevaba al reco-
nocimiento, por parte de ciertos dirigentes políticos, de que
es prácticamente inútil intentar derrotar al liderazgo par-
tidario en una votación interna, dada la desproporcionada
ventaja de recursos a disposición del líder (De Luca, 2009).
Los resultados de estos comicios fueron utilizados por
los distintos dirigentes como el principal indicador para
evaluar las fortalezas y debilidades partidarias e iniciar
negociaciones con sus pares sobre una posible coalición
mayor, que incluyera a los principales partidos opositores.
Si bien ambos frentes se ubicaron por debajo del justicia-
lismo y también de un partido provincial de reciente con-
formación, Desarrollo y Justicia27, en cuanto a su caudal
electoral la Alianza Opositora quedó mejor posicionada,
obteniendo no sólo el tercer lugar sino también uno de
los cargos en disputa, que sería asumido por la primera
candidata de la coalición: Nancy Avelín como represen-
tante de la CR.

27 Un partido comandado por Jorge Salvador Abelín, que fuera aliado político
de Jorge Escobar. El dirigente era sobrino de Alfredo Avelín, con quien
había colaborado en las elecciones de 1989-1991, pero por un error en el
registro civil figuraba con un apellido distinto.

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Gobernadores sin gobierno • 59

Tabla 3: Resultados electorales. Diputados Nacionales, San Juan, 26/10/97

Partidos, Frentes o Porcentaje Cargos


Alianzas

Al. Frente Justicialista 30,01 1


de la Esperanza

Desarrollo y Justicia 26,29 1

Alianza Opositora 24,85 1

Al. Federal Trabajo, 11,96 –


Justicia y Educacion

Al. Mov. Unión Pop. 5,78 –


Produccion y Trabajo

Otros 1,1 –

Total 100

Fuente: PROVINFO.

Por otra parte, el desempeño histórico de cada agrupa-


ción política en la esfera provincial condicionaba las juga-
das posibles de sus dirigentes, ya que las posiciones que
ocupan los distintos partidos en el espacio político estruc-
turan sus puntos de vista, sus recursos y sus márgenes de
maniobra, como así también sus razones de aliarse y los
usos que se hacen de la alianza (Offerlé, 2004).
El partido provincial de mayor trayectoria, el PB, atra-
vesaba una crisis interna que se había comenzado a evi-
denciar en 1985 con la renuncia de Leopoldo Bravo a la
gobernación, y se vería profundizada en 1991 año en que
el partido se alejó del control del Ejecutivo. Su ubicación
como cuarta fuerza electoral en 1997 profundizaría la situa-
ción de disgregación interna que venía atravesando. Su his-
tórico competidor provincial, la CR, había explotado como
fuerza política en las elecciones 1989, lo que le permitió
organizar una bancada propia en la LP. En los comicios

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60 • Gobernadores sin gobierno

posteriores conseguía el segundo lugar en la disputa por


la gobernación28. En 1993, año en que se consolidaba el
escobarismo y desde el cual el Frente de la Esperanza se
volvería hegemónico en la provincia (Ruffa, 2005a), la CR
sufre un descenso dramático de su caudal electoral, ubicán-
dose como quinta fuerza política. Este hecho incidió en el
inicio de una política de alianzas a partir de 1995, cuando
se presenta en coalición con el Frente Grande. La ubicación
de la CR como cabeza de lista de la Alianza Opositora en
1997 significó para ella una mayor posibilidad de capita-
lizar los resultados ya que, a través de la conversión de
votos en escaños, accedía al único cargo legislativo obte-
nido por la coalición.
Entre los partidos nacionales, el FREPASO era una
expresión política de reciente conformación, cuyos prin-
cipales referentes pertenecían a partidos preexistentes que
contaban con escasos resultados electorales, tales como el
PSP o la Democracia Cristiana (Novaro, 1998). El único
actor de peso en este conjunto era el Frente Grande, como
expresión de impacto nacional, que en la provincia agrupa-
ba fundamentalmente a dirigentes intransigentes. Los diri-
gentes de la UCR, por su parte, interpretaron los resulta-
dos de 1997 como un fortalecimiento de su capacidad de
negociación en el ámbito provincial, ya que implicaban un
cambio en su ubicación dentro del heterogéneo arco opo-
sitor: disputaba ahora el lugar como segunda fuerza con la
CR. Esta interpretación, sumada al clima de época coali-
cionista, daba como resultado un discurso donde aparecía
como autoevidente la posterior utilización de una estrategia
de alianza en 1999.
Dando por sentada la articulación de acuerdos inter-
partidarios, los dirigentes radicales aspiraban además a uti-
lizar las internas como mecanismo de selección de can-
didatos, tal como había sucedía en la esfera nacional. Su
confianza en un posible triunfo derivaba de la tradición

28 Los datos sobre las elecciones de 1991 se detallan en el capítulo 2.

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Gobernadores sin gobierno • 61

partidaria del radicalismo, que había atravesado reiteradas


elecciones internas, a diferencia de sus competidores pro-
vinciales. Pese a que durante el ciclo democrático inaugu-
rado en 1983 parecía constatarse una tendencia declinante
en el uso de las primarias (De Luca, 2009), en el ámbito
nacional uno de los actos fundantes de la Alianza sería en
1999 la realización de las internas para definir la candi-
datura presidencial.
En la provincia, por el contrario, primaron las negocia-
ciones entre dirigentes, lo que puede explicarse en primer
lugar, porque en un escenario federal los partidos naciona-
les se enfrentan a distintos electorados, lo que les permite
desplegar estrategias diversas aún cuando las elecciones se
realicen simultáneamente (Barrio, 2010). En segundo lugar,
porque las características de la competencia en cada are-
na electoral inciden en las estrategias desplegadas por los
partidos nacionales, los cuales regionalizan sus tácticas y
su organización (Pallarés, 2006) en este caso, modelándolas
a partir de la presencia y peso específico de dos partidos
provinciales. Finalmente, debido a que la conformación de
alianzas electorales entre socios desiguales tiende a reducir
la probabilidad de que los candidatos legislativos sean selec-
cionados mediante primarias y a aumentar el espacio para
los acuerdos entre las cúpulas partidarias (De Luca, 2009).
Primando la fórmula del consenso, un elemento que
incidiría en la dinámica de negociación entre dirigentes
serían los sondeos de opinión. Como reflejo de la opinión
pública, estos instrumentos, pese a su carácter artificial,
suelen orientar los cálculos de los dirigentes quienes las
utilizan como vínculo con el electorado (Champagne, 2002).
Los sondeos que realizaban tanto los medios como los pro-
pios partidos ubicaban a la CR como uno de los partidos
con mejor imagen dentro del arco opositor.
El carácter de las diversas fuerzas participantes se vio
reflejado en el modo de abordar los acuerdos políticos. Toda
alianza implica mecanismos de coordinación y un míni-
mo de justificación teórica que imponga simbólicamente la

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62 • Gobernadores sin gobierno

legitimidad y/o necesidad, requiere que sean administradas


las tensiones y sean objetivados los nuevos principios de
visión del espacio político que permiten cambiar la realidad
y su percepción. Mientras más endeble aparece la alianza
para realizarse y más los dirigentes que la forman otorgan
crédito a las ideologías estructuradas, mientras más conflic-
tiva, más la inversión ideológica será importante y más la
interpretación de los términos del contrato será un objeto
constante de lucha (Offerlé, 2004).
La CR fue el partido más verticalista y menos propenso
a resignar espacios, en una actitud típica de su dirigente
que en otras ocasiones había condicionado la articulación
de acuerdos al encabezamiento de las listas29. En 1999 el
modo de presionar a los restantes partidos de la coalición
fue idéntico: la CR sólo participaría si encabezaba la fórmu-
la gubernamental, imponiendo así un principio de visión y
de acción verticalista que condicionaría el accionar de sus
socios electorales. El accionar de los dirigentes bloquistas se
organizaría en torno a este dato de partida, y a un conjun-
to de justificaciones que le permitieron ubicarse en un rol
subalterno respecto de su histórico competidor. El eje argu-
mentativo era la debilidad del partido, aunque correlativa-
mente los dirigentes hacían hincapié en su olfato político y
en la destreza del bloquismo para construir mayorías.
Desde estas premisas, el bloquismo jugó un rol agluti-
nante que fue central para la conformación de la Alianza.
Se puede trazar un paralelo entre el PB y la UCR a escala
nacional: si bien su desempeño electoral había sido desfavo-
rable en el último período, contaba con una estructura par-
tidaria y una tradición política que le otorgaba peso espe-
cífico en el escenario provincial. Por su parte, el FREPASO,
que ya en 1997 había realizado una alianza poco espera-
ble con el PB, se sometería nuevamente a los designios de
la dirigencia nacional, que, encarnada por Chacho Álvarez

29 En 1991 con el ofrecimiento al PJ como se ha mencionado antes, y en 1997


al establecer una coalición con la UCR.

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Gobernadores sin gobierno • 63

conduciría nuevamente en las negociaciones desplazando


a los representantes locales de la toma de decisiones sobre
la coalición. La UCR sería el partido que más tensaría los
acuerdos, ya que los radicales sanjuaninos debieron resigni-
ficar su posición en el espacio político a partir de principios
de visión y de división que les fueron impuestos, en un
doble movimiento que implicaba justificar (y autojustificar)
tanto la renuncia a la realización de internas como la posi-
bilidad de encabezar la fórmula para la gobernación. Reaco-
modamiento que fue posibilitado por la intervención del
máximo exponente de la tradición radical: Raúl Alfonsín.
Las negociaciones pendían tanto del peso de los parti-
dos provinciales como del adelantamiento de las elecciones.
San Juan sería el primer distrito en renovar autoridades en
1999, convirtiéndose en una especie de test para la polí-
tica de coalición que incentivó a los dirigentes naciona-
les a apresurar los acuerdos. El resultado fue una fórmula
para la gobernación encabezada por los partidos provin-
ciales, la CR y el PB, en ese orden. La moneda de cambio
para los dirigentes de la UCR fue que encabezaron la lista
de diputados nacionales, en tanto que el FREPASO sólo
obtenía candidaturas a diputaciones provinciales. También
participaron de la coalición algunos partidos menores que
aportaban sus caudales electorales municipales y aspiraban
al efecto arrastre.
Sobre el cierre de listas, se abrió la posibilidad de inte-
grar a candidatos provenientes de la dirigencia sindical, lo
que llevó a una serie de negociaciones con la CGT paralela,
autodenominada “de los sanjuaninos”. La participación de
los sindicalistas se veía condicionada a la decisión de Emilio
Mendoza, dirigente justicialista que se había sumado a las
filas de la Alianza, pero que en ese momento estaba dis-
cutiendo su incorporación a las listas del justicialismo, lo
que finalmente se concretó. Los dirigentes sindicales fueron
convocados para constituir el ala peronista de la Alianza, lo
cual evidenciaba el carácter ecléctico de la coalición provin-
cial, que sumaba apoyos más allá de los acuerdos políticos o

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64 • Gobernadores sin gobierno

programáticos. Esto permitió a los gremialistas condicionar


su intervención a la autonomía de su representante, que
“en tanto representante de los trabajadores no debería obe-
diencia a los dirigentes de la Alianza” (Roberto Fernández,
Secretario General UTA).

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3

Vox populi

La oferta electoral y el veredicto de las urnas

Este capítulo se ocupa de describir las características de


la fase de intensificación de la competencia que representa
una contienda electoral. El supuesto de partida es que se
trata de un período en el que el juego político se desa-
rrolla normalmente, a partir de la lógica compartida que
establece el régimen democrático. El objetivo es reconstruir
la dinámica del juego político provincial en esta coyuntura
particular de disputa de cargos electivos. La particularidad
de este momento es que, más que en otras instancias, el
juego se orienta hacia fuera del ámbito propiamente polí-
tico, en búsqueda de apoyos externos que puedan refle-
jarse en votos.
Se describen en primer lugar las campañas electorales,
buscando conocer sus rasgos centrales: las estrategias,
negociaciones, enfrentamientos y tomas de posición de
sus protagonistas. El objetivo es reconstruir la concatena-
ción de jugadas que derivaron en los resultados finales. En
segundo lugar, se analiza la jornada electoral que implica
la clausura de esta fase y la reconfiguración del escenario a
partir de los apoyos obtenidos por los contrincantes. Tanto
las cifras finales del escrutinio como la lucha por la inter-
pretación de los resultados configuran la fisonomía de este
momento cúlmine de la disputa por los cargos.

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66 • Gobernadores sin gobierno

3.1. Campañas provinciales, proyectos nacionales

Una vez definidas las candidaturas de cada partido se ini-


ciarían oficialmente las campañas electorales, momentos de
intensificación de la competencia política, en los cuales los
políticos profesionales se relacionan con el electorado para
obtener la legitimación de los sufragios y sostener, modifi-
car o perder, en función de la cantidad de votos obtenidos,
su posición en el espacio político.
En este apartado se busca reconstruir los principales
elementos sobre los que se articularon las campañas elec-
torales de 1991 y 1999, partiendo del supuesto que las
acciones de los candidatos solo se pueden comprender rela-
cionalmente. La lógica relacional implica para las campañas
provinciales un triple vínculo: el que se da entre los pro-
pios candidatos en competencia, otro con la escala política
nacional y aquel que se establece con el electorado. Además
de indagar sobre las relaciones entre políticos profesionales,
en este apartado se buscará destacar el rol de los medios de
comunicación y los encuestadores, dos actores centrales en
el circuito de la comunicación política.

3.1.1. La campaña de 1991


El marco político en que se desarrollaría la campaña elec-
toral para gobernador de 1991 estuvo signado por dos
grandes procesos: por una parte, el impacto de las medidas
económicas adoptadas desde el gobierno nacional duran-
te sus dos primeros años de gestión, que han sido carac-
terizados como la primera ola de reformas estructurales;
por otra, el plan de convertibilidad recientemente adopta-
do, que produjo una relativa estabilización monetaria hacia
mediados de año (Rodrigo, 2011). Debido a la combina-
ción de ambos procesos, el justicialismo provincial podía
descansar sobre resultados económicos que fueron cons-
truidos como avances en la recuperación del país luego de

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Gobernadores sin gobierno • 67

la crisis hiperinflacionaria. Si hubo un momento en que el


justicialismo comenzó a capitalizar políticamente sus actos
de gobierno, este fue 1991.
No obstante, las autoridades nacionales necesitaban
todavía consolidar su posición, y aprovecharían el buen
momento para apuntalar su esquema de gobernabilidad en
varias direcciones. En este marco, las elecciones de 1991
constituían un plebiscito del propio desempeño guberna-
mental, luego de treinta meses durísimos (Palermo, 1996).
Además, la renovación legislativa era una pieza clave para
conseguir el apoyo parlamentario necesario para profundi-
zar el esquema de reformas.
Por otra parte, en 1991 se produjo un fenómeno polí-
tico nuevo: el desdoblamiento del calendario electoral1. La
posibilidad de adelantar las elecciones es un arma pode-
rosa en manos de los ejecutivos provinciales para tomar
distancia de una campaña proselitista dominada por temas
nacionales y asegurarse así una mejor performance en las
urnas (Oliveros, 2004). El carácter provincial del partido
oficialista fue un elemento central para el desdoblamien-
to de los comicios: el bloquismo buscaba contrarrestar el
efecto arrastre del justicialismo en una campaña nacional, y,
aludiendo a la autonomía provincial, estableció como fecha
de las elecciones el 11 de agosto.
Las elecciones anticipadas se constituyen inevitable-
mente en un test para los futuros desempeños electorales
(Gaxie, 2004). Ante un escenario complejo, debido a la pre-
sencia de dos fuertes partidos provinciales y las dudas sobre
un posible triunfo justicialista, la posición de los dirigentes
nacionales fue matizar la importancia de un triunfo partida-
rio en los comicios sanjuaninos. El ministro Mera Figueroa
advertía sobre el apoyo de los partidos provinciales al pro-
yecto presidencial, en una estrategia discursiva que apunta-

1 Dado que la Ley Provincial 5696 establecía la posibilidad de adelantar los


comicios hasta 90 días respecto de los nacionales.

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68 • Gobernadores sin gobierno

ba a capitalizar casi cualquier resultado electoral, ya que el


gobierno nacional podía aludir al triunfo de cualquiera de
los tres candidatos como un capital de apoyo a su gestión.
Las posiciones tomadas por los representantes de dis-
tintos niveles partidarios mostraban una ambigüedad de
criterios frente a los comicios provinciales, ya que si bien
el objetivo central de la competencia es siempre el triun-
fo electoral (Weber, 1982), la importancia de obtener el
control del ejecutivo parecía secundaria para la dirigencia
nacional, probablemente porque los escaños en el congreso
nacional son el elemento que otorga mayor capacidad de
acción política al aparato (Jones, 2002). Por otra parte, si
bien San Juan constituye un mercado político claramen-
te periférico, de menor incidencia electoral que cualquier
distrito del conurbano bonaerense, el subsistema político
provincial es el ámbito natural de actividad de los diri-
gentes locales, y la disputa por la gobernación representa
la máxima aspiración de los políticos que participan en él
(Gibson, 2010).
Las distintas acciones llevadas adelante por el justi-
cialismo durante la campaña evidenciaron una negocia-
ción permanente de los mutuos apoyos que dieron lugar
al posterior triunfo del justicialismo local. La campaña se
desarrolló en base a una estrategia discursiva que buscaba
articular permanentemente las propuestas provinciales al
proyecto nacional, como iniciativa de los dirigentes locales
que apelaban a la figura presidencial para diferenciarse de
sus competidores.
La apuesta era la provincialización del proyecto mene-
mista, o a la inversa, a la nacionalización del proyecto esco-
barista2. De esta manera, el justicialismo sanjuanino procu-
raba apropiarse del capital simbólico del gobierno nacional
y aparecer como la única garantía de una relación aceitada

2 Los avisos de campaña y afiches del justicialismo mostraban una fotografía


de Jorge Escobar ubicado a la derecha de otra fotografía del presidente
Menem, o fotografías conjuntas, alternativamente.

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Gobernadores sin gobierno • 69

con la administración central. La posibilidad de mostrar


públicamente el apoyo del presidente y su entorno serían
claves para la estrategia del justicialismo, aunque las auto-
ridades nacionales mantuvieron una cierta cautela, eviden-
ciando mayor interés en participar de la campaña a medida
que se acercaba la fecha de los comicios.
En 1991 se daba otro fenómeno que era la consolida-
ción de los sondeos de opinión (Cfr. Vommaro, 2008). En
Argentina, la comunicación política se estaba constituyendo
como un campo, pero San Juan se acoplaba a esta tenden-
cia nacional con particularidades. Fundamentalmente, en
cuanto al uso periodístico de los sondeos3: la prensa gráfica
provincial sólo publicó resultados de un sondeo propio en
el período previo a la campaña, enunciado como un aporte
del matutino local al conocimiento del electorado. Poste-
riormente, y pese a que los candidatos apelaran a cifras
partidarias o de sondeos nacionales en sus respectivas cam-
pañas, el diario no se hizo eco de las mediciones, evitando
publicar resultados más allá de los que estaban incluidos
en los avisos de campaña de los partidos, que no depen-
dían directamente de los editores. No obstante, la prensa
era un actor central en el juego político provincial, rol que
se evidenciaba claramente en la organización y publicación
de los debates en mesas redondas de distintas categorías
de candidatos.
Más allá de la existencia de múltiples opciones en
la provincia, que se plasmaban, por ejemplo en las mesas
redondas del diario, que igualaban el espacio para las dis-
tintas propuestas, los tres principales actores partidarios
de la campaña serían el PB, la CR y el PJ. La interacción
entre estas tres fuerzas definiría los temas de agenda que
se debatirían y la instalación de un clima permanente de
incertidumbre a lo largo de la campaña. Una campaña que,

3 Para un análisis en profundidad de la técnica de los sondeos y sus diversos


usos, ver Champagne (2002).

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70 • Gobernadores sin gobierno

por otra parte, sería relativamente extensa, porque había


comenzado casi un año atrás a partir de las internas par-
tidarias.
El PB puso toda su estructura al servicio de no perder
la gobernación, centrando su campaña en la experiencia
de gobierno frente a los recién llegados; mientras que la
CR se mostraba confiada en sus posibilidades de ganar la
gobernación, luego de su triunfo en 1989. En este escenario,
el justicialismo apelaría a una campaña que articulaba el
marketing político con estrategias más tradicionales, en el
marco de la consolidación de un nuevo espacio público, que
favorecía el surgimiento de nuevas formas de comunicación
política a partir de la combinación de viejos referentes con
procedimientos modernos (Abélès, 1998).
Entre las estrategias tradicionales se destacaría una
acción ritual de confrontación, constituida por grandes
mítines políticos. La puesta en escena de estas acciones
requiere de la relación entre una vasta población, los sim-
patizantes o militantes, que a veces se ha ido a buscar en
un vasto perímetro, cuya labor consiste en aplaudir y gritar
nombres y eslóganes; y los celebrantes, ubicados en una
posición jerárquica y encargados de pronunciar los discur-
sos, que no deben dejar de avivar el entusiasmo (Abélès,
1998). El justicialismo realizó sucesivos mítines, algunos
más masivos que otros, a lo largo de la campaña. El PB
también apelaría a esta herramienta, buscando mostrar su
capacidad de movilización más allá del resultado de los
sondeos.
Por otra parte, en el ámbito de los medios, los candida-
tos interpelaban a los votantes y al mismo tiempo eviden-
ciaban un debate entre profesionales. Cada aviso se refería
a las posiciones de los otros jugadores, una lógica de debate
y diferenciación permanente que atravesó toda la campaña.
En tal escenario de competencia, los aspirantes a cargos
buscaban presentarse como opciones únicas, que ofrecen
algo distintos de sus rivales en cuanto a estilo, personalidad,

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Gobernadores sin gobierno • 71

políticas, empatía o inteligencia (Edelman, 2002). El PJ, en


un claro intento de diferenciarse del PB, apelaba a terminar
con el “amiguismo”.
La intensificación de la competencia se evidenciaría en
la explicitación cada vez mayor de la propuesta programá-
tica del justicialismo, que apostaba fuerte a la consolidación
del proyecto nacional, la vinculación con el presidente y
el cambio en las condiciones provinciales que habían sido
consolidadas por el bloquismo. La agresividad en la cam-
paña y el desarrollo argumentativo del justicialismo pueden
explicarse por su ubicación subalterna en el escenario pro-
vincial, que implicaba una mayor apuesta para subvertir el
orden, mediante estrategias de diferenciación tales como la
publicitación de un programa completo de gobierno, ausen-
te en la campaña de sus competidores.
Para reforzar su chance de alcanzar la gobernación, el
PJ apelaba a la palabra de los expertos, buscando publicitar-
la mediante declaraciones de sus dirigentes, debido a que la
prensa no difundía las cifras producidas por las consultoras
durante la campaña. La relativa novedad de los sondeos en
el juego político se evidenciaba además en la permanente
apelación a su cientificidad en los avisos: el PJ explicitaba
los antecedentes de su encuestadora de cabecera, ARESCO,
dirigida por Julio Aurelio, quien, además, estaba consoli-
dando su posición y contribuyendo a la instalación del cam-
po de la comunicación política como uno de los pioneros
de la actividad en el país (Vommaro, 2008).
Los otros candidatos apelaban también a los sondeos.
La existencia de mediciones partidarias que se publicitaban
en sendos avisos de campaña con resultados disímiles, con-
tribuía a instalar un clima de incertidumbre. Los distintos
equipos de campaña, que producían estas cifras, eran al
mismo tiempo presa de los resultados, que se convertían
en un principio de organización de su accionar posterior.
El clima de incertidumbre que resultaba de este interjuego
redundaría en una intensificación de la competencia.

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72 • Gobernadores sin gobierno

La estrategia del justicialismo sería profundizar la


apuesta programática, mediante la presentación de un libro
que contenía su plataforma de 100 puntos para un futuro
gobierno, en un acto masivo, coherente con la tradición jus-
ticialista. El acto era una puesta en escena que se apoyaba en
la mística partidaria, y representaba una iniciativa de dife-
renciación frente a sus contrincantes. Dos elementos adi-
cionales lo hacían atractivo como herramienta: serviría para
evidenciar el apoyo nacional, por la presencia de Domingo
Cavallo, e implicaba una publicidad extra debido a la cober-
tura de la prensa de un hecho político novedoso4.
A medida que avanzaba el período de campaña el PB
perdía centralidad, evidenciándose cada vez más un debate
polarizado entre Jorge Escobar y Alfredo Avelín. No obs-
tante, el PB hacía esfuerzos por mantener su visibilidad en
la disputa, que eran potenciados por la prensa gráfica, que
cubría ampliamente sus distintas actividades de campaña,
probablemente, por el condicionamiento que implicaba la
pauta de publicidad oficial.
La relativa confianza de la CR en su posibilidad de
triunfo se traducía en una estrategia de avisos cortos, que
parecía dar por sentado el conocimiento del electorado
sobre su propuesta, centrada en el federalismo y el com-
bate a la corrupción. Otro elemento donde se trasluciría
su percepción de ganador en los comicios fue la negativa
de Alfredo Avelín a participar de un debate con los res-
tantes candidatos.

4 Como ha señalado Champagne: “para salir del silencio de los medios de


comunicación, por lo general mortal políticamente, y para entrar en esa
especie de ‘círculo mágico’ que pone a un acontecimiento ‘bajo las luces de la
actualidad’, hay que ser capaz de producir algo que se parezca a lo que el
campo periodístico comúnmente percibe como ‘acontecimiento digno de
primera plana’. Entre los ‘acontecimientos’ que tienden a captar la atención
de la mayoría de los periodistas, se encuentran todos los hechos que rompen
con lo ordinario, lo habitual, lo cotidiano, lo reiterativo” (2002: 203).

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Gobernadores sin gobierno • 73

Para contrarrestar esta imagen triunfalista de la Cru-


zada, el PJ buscaba articular discursivamente la autonomía
provincial con la vinculación nacional. La preocupación por
el posible triunfo de la Cruzada implicaba una estrategia
de comunicación cada vez más agresiva y con mayor expli-
citación de la propuesta. El PJ apelaría a todos sus apo-
yos para las últimas actividades. Se concretaron entonces
visitas nacionales que aportaron un capital extra al can-
didato, quien se mostró acompañando sucesivamente por
Domingo Cavallo, Eduardo Duhalde y Eduardo Menem en
actividades de campaña. Presencias que evidenciaban un
creciente interés de las figuras nacionales en el resultado
de los comicios.
Además de las figuras nacionales, los sindicatos jugaron
en esta última etapa una carta a favor del justicialismo
publicando dos solicitadas sucesivas: desmintiendo su apo-
yo al PB y explicitando su alineamiento con el proyecto del
presidente. Sin embargo, ese apoyo al justicialismo no se
traducía en un sostén explícito a la candidatura de Escobar,
o que ya indicaba algunas reticencias que aflorarían en los
conflictos posteriores.
El PJ realizaría dos tipos de cierre de campaña. El pri-
mero de ellos apelaba a poner en juego toda la tradición
justicialista, con un acto masivo en la ciudad de Caucete,
gobernada históricamente por el justicialismo de la mano
de Emilio Mendoza. Este acto tuvo como oradores a Juan
Carlos Rojas, Jorge Escobar y Eduardo Menem, quien había
presidido la celebración y redoblaba el apoyo a los can-
didatos locales en su discurso. El segundo acto de cierre
apelaría a la vigencia de valores generales de la sociedad, en
una clara disputa del discurso anticorrupción con la CR. El
último acto de campaña sería la firma de un compromiso
ético por parte de los candidatos, realizado públicamente
en la plaza 25 de Mayo. En un aviso a página completa

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74 • Gobernadores sin gobierno

del matutino local, el justicialismo detallaba 25 puntos de


compromiso e invitaba a la ciudadanía a asistir a la firma
frente a escribano público5.
El acto implicaba una puesta en escena novedosa, lo
que implicó una amplia cobertura de la prensa, sumando
visibilidad a la fórmula del PJ, que aventajaba así a sus com-
petidores, al contar además con la participación de Eduardo
Menem como figura nacional. Este acto fue un hito en la
campaña justicialista, tanto por su originalidad y repercu-
sión como por cristalizar, en un compromiso escrito, una
promesa de campaña que luego teñiría el gobierno de Jor-
ge Escobar.
Al momento del cierre de las campañas los tres prin-
cipales competidores buscarían mostrarse como triunfado-
res mediante la publicación de encuestas. La apelación a la
tecnología de los sondeos aparecía teñida por el cariz par-
tidario: los números se presentaban en avisos de campaña
y eran favorables al propio candidato. Para matizar esta
parcialidad se explicitaban aspectos metodológicos o carac-
terísticas de los expertos en los avisos. No obstante, hasta
último momento los propios contrincantes serían presa de
la incertidumbre que habían contribuido a co-crear como
clima de la contienda.

5 “Compromiso ético de los partidos que integran el FREJUPO y sus candida-


tos con el pueblo de San Juan. Porque es imperioso reconciliar al pueblo con
la política dada la crisis de credibilidad por la que atraviesa la comunidad
nacional y provincial, porque para lograr esta verdadera transformación
cultural tenemos que reconciliar la política con la MORAL. Es fundamental
producir un CAMBIO MORAL, UN CAMBIO DE ETICA (…) NOSO-
TROS, integrantes y candidatos de FREJUPO asumimos este solemne con-
trato moral de cara a todo EL PUEBLO DE LA PROVINCIA DE SAN JUAN
Y NOS COMPROMENTEMOS. Este compromiso se firma hoy 11 hs. En
plaza 25 de mayo ante escribano público. Sea testigo” (Diario de Cuyo, 08/
08/91).

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Gobernadores sin gobierno • 75

3.1.2. La campaña de 1999


La campaña de la Alianza por San Juan se inscribió en un
escenario político dominado por el clima de recambio. Las
posiciones en el ámbito nacional influirían decisivamente
en el escenario sanjuanino a partir de dos elementos: por
una parte, el ascenso electoral de la Alianza y, como contra-
partida, el debilitamiento de la hegemonía justicialista que
pronosticaba una derrota electoral de su candidato. Una de
las estrategias adoptadas por el oficialismo justicialista fue
el adelantamiento de las elecciones en las provincias, como
recurso para presentar triunfos parciales que ratificaran su
fortaleza (Ollier, 2001).
Los gobernadores justicialistas no sólo se apropiaron
de la estrategia presidencial por un alineamiento con sus
directivas, sino también porque les permitía desacoplar a las
jurisdicciones del efecto arrastre, es decir, brindaba mayo-
res posibilidades de retener el control de sus respectivas
provincias ante una posible derrota nacional. En el mar-
co de una generalización de la tendencia a desdoblar las
elecciones, que implicó que en 1999 sólo seis provincias
eligieran todos los cargos el mismo día (Oliveros, 2004),
San Juan se convertía en uno de los primeros distritos en
renovar autoridades durante este ciclo de recambio, cele-
brando comicios en el mes de mayo6. La batalla electoral se
desplegaba así en dos arenas, jugándose intereses cruzados
de los dirigentes y partidos, en una interacción compleja.
El carácter anticipado de los comicios los convertía en
un test electoral, en cuyo resultado estaban interesados los
dos principales candidatos para las elecciones presidencia-
les de octubre, ya que las ubicaciones de las fuerzas polí-

6 San Juan fue la cuarta provincia en realizar elecciones, la precedieron: Cór-


doba en 1998, Catamarca en marzo de 1999 y Salta en la primera semana de
mayo (Cheresky, 2003).

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76 • Gobernadores sin gobierno

ticas en ambos escenarios podían leerse como análogas7.


La desconfianza acerca de un posible triunfo en la pro-
vincia, sumada a los problemas financieros, se reflejaba
en las declaraciones de los representantes nacionales de la
Alianza, que intentaban diluir el vínculo entre los distintos
ámbitos electorales, como se evidencia en las declaraciones
del propio De la Rúa, en una visita a la vecina provincia
de Mendoza.
Los máximos exponentes de la coalición evidenciaban
una actitud cautelosa: en un distrito dominado por el justi-
cialismo, una derrota anticipada debilitaría a la Alianza de
cara a las presidenciales. Dos elementos permitían relati-
vizar la importancia de los comicios provinciales. Por una
parte, el porcentaje de electores de la provincia sobre el
padrón nacional la ubica en una posición ampliamente mar-
ginal; por otra, lo que estaba en juego en estos comicios
era una disputa de cargos exclusivamente locales, ya que los
escaños para el Congreso se definían en octubre, conjun-
tamente con la elección presidencial. La estrategia adopta-
da por los partidos nacionales fue mantener una distancia
expectante ante el desarrollo de la campaña, que recayó en
manos de los dirigentes y partidos provinciales.
El formato de coalición presenta una dinámica com-
pleja, ya que además de las interacciones que se dan en el
interior de los partidos políticos, se desarrollan mecanis-
mos de cooperación competitiva inter- partidaria (Offer-
lé, 2004). Esta complejidad se expresó durante el período
de campaña, donde se evidenciaron roces inter-partidarios,
tanto por declaraciones y acciones del propio candidato a
gobernador como por el financiamiento y el desarrollo de
las actividades proselitistas.

7 Los dos protagonistas centrales de la competencia eran el oficialismo justi-


cialista, que buscaba la segunda reelección del gobernador Jorge Escobar; y
la Alianza por San Juan, una coalición opositora que buscaba imponer el
recambio político en la provincia, cobijada dentro de una coalición mayor,
de carácter nacional.

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Gobernadores sin gobierno • 77

Pese a la relativa importancia de la elección provincial,


la campaña estuvo signada por la escasez de financiamien-
to. Esta situación se hizo pública en los roces permanentes
entre dirigentes, que finalmente derivaron en comisionar a
uno de los referentes de la UCR y jefe de campaña de la
Alianza, Mario Capello, para que discutiera en Buenos Aires
la necesidad de flexibilizar el envío de fondos que hasta
entonces habían resultado insuficientes.
La tensión en el vínculo entre los distintos niveles polí-
ticos de la coalición se reflejó en la estrategia de campaña,
donde se diluyó la relación con la nación, centrando el eje
en la figura del candidato, que parecía contar con un cau-
dal de apoyo electoral propio. De este modo, los afiches
de campaña mostraban únicamente fotografías de Alfredo
Avelín, y las consignas elegidas eran vagas y generales. La
relación con la coalición nacional aparecía como un ele-
mento colateral, presente en las declaraciones del candi-
dato sólo cuando reconocía que la falta de una estructura
que lo apoyara había sido un punto cuestionado en sus
anteriores campañas. En tales ocasiones, el triunfo de la
Alianza era señalado como garantía para una excelente rela-
ción nación-provincia, invocando a la fórmula presidencial
como referencia.
Durante los meses iniciales, la campaña aliancista fue
relativamente poco intensa: no abundaron los avisos o
actos, y la presencia pública se limitaba casi exclusivamente
a las declaraciones de Alfredo Avelín. Inclusive sobre el final
de la campaña se registraron inconvenientes financieros,
que dificultaban las tareas de los militantes y/o comprome-
tían su apoyo. No obstante, la estrategia provincial fue la
retórica de la austeridad, como premisa de campaña frente
al despilfarro del oficialismo en un clima de crisis. De este
modo, la Alianza lograba articular los problemas financie-
ros con el perfil del candidato, pero, fundamentalmente, se
diferenciaba de su principal contrincante, Jorge Escobar,
quien invertía grandes sumas en publicidad y actos masivos.

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78 • Gobernadores sin gobierno

La instalación de una campaña austera implicó una


escasa movilización de militantes, excepto en la instancia
final del acto eleccionario con el reclutamiento masivo de
fiscales de mesa. Uno de los espacios de circulación de los
militantes sería, no obstante, el Instituto Programático de la
Alianza, que más allá de articular propuestas o discursos de
campaña era un ámbito de negociación de futuros cargos.
Dos actores centrales contribuyeron a crear el clima
de la campaña: los medios de comunicación y los institutos
de sondeos, dos actores que se refuerzan mutuamente, ya
que la mediatización de la política requiere sondeos, y la
publicación de sondeos necesita recursos para mejorar los
resultados alcanzados (Champagne, 2002). La interrelación
de ambos actores fue fundamental para la instalación de un
clima de polarización creciente y progresiva a medida que
se acercaban la fecha de los comicios.
La campaña electoral sanjuanina de 1999 anticipó de
este modo una modalidad que asumirían las presidenciales,
donde los sondeos de opinión tuvieron un lugar fundamen-
tal en el entramado estratégico que se constituyó en torno a
los dirigentes políticos. Los equipos de campaña trabajaban
con las encuestas como instrumentos de interpretación y de
generación de acciones, convirtiendo a los sondeos en un
principio de inteligibilidad de sus propias prácticas, como
así también las de otros actores del campo político y de la
comunicación política en su conjunto (Vommaro, 2003).
Los resultados de los sondeos se esgrimen como reflejo
del demos, pese a que la propia opinión pública que bus-
can reflejar es una construcción pseudo científica que acaba
por fetichizar a sus creadores, los cuales obran convenci-
dos de su existencia (Champagne, 2002). Por ello mismo,
la creencia en el valor de los sondeos, compartida por los

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Gobernadores sin gobierno • 79

distintos actores del juego político, es un dato de partida


para el análisis de las tomas de posición en los momentos
de campaña electoral8.
Uno de los actores involucrados en la campaña sería el
Diario de Cuyo, único matutino local de circulación provin-
cial. A lo largo de la campaña, el diario mantuvo una estrate-
gia coherente, si bien publicó sucesivos sondeos, evidenció
en cada caso que los resultados tenían un sesgo partidario.
Tratar a las encuestas como visiones partidarias permite a
los medios poner en duda la fiabilidad de esos pronósticos,
y es una estrategia que aumenta el clima de incertidumbre,
generando un terreno propicio para continuar publicando
encuestas, hasta el día de las elecciones como “exclusivas”
(Vommaro, 2008).
Un mes antes de las elecciones el diario publicaba datos
de una consultora local, que había sido contratada por la
Alianza, el Instituto de Opinión Pública y Políticas Sociales,
pionero en la actividad en la provincia. Según mediciones
del mismo instituto realizadas entre enero y abril de 1999,
se registraba un crecimiento de un veinte por ciento de la
intención de voto de la Alianza, que se ubicaba en las medi-
ciones seis puntos por debajo del candidato justicialista.
Esta nueva información repercutió en los dirigentes
aliancistas generando una revitalización de la campaña. La
estrategia de comunicación que adoptaron a partir de allí
englobaba distintas modalidades de relación con el elec-
torado, tanto a través de los medios, apelando al elector
individual en busca de su apoyo, como en interacciones
cara a cara, ya sea por recorridas de los candidatos en
barrios y localidades o en acciones colectivas organizadas
y/o apoyadas por la Alianza. Estas interacciones cara a cara
pueden pensarse como ritos, ya que se trata de acciones
donde cobra relevancia por referencia explícita o implícita
la tradición, en las cuales los oficiantes tienden a apartarse

8 Sobre el desarrollo de la técnica de los sondeos y su creciente importancia


en el juego político ver Champagne (2002).

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80 • Gobernadores sin gobierno

del centro de escena para dejar hablar a los símbolos, para


inscribir su acción en un marco de valores que la supe-
ran y en razón de una historia colectiva más abarcadora
(Abélès, 1998).
Una de estas acciones rituales fue la organización de un
“abrazo simbólico” al edificio de Obras Sanitarias Sociedad
del Estado (OSSE) por parte de la Alianza. Este acto fue
presidido por la fórmula gubernamental, y se inscribía en
un marco de rechazo a la posible privatización de un ente
estatal de central relevancia en la provincia. El marco de
valores en que se desarrollaba el acto se plasmó en la firma
de un acta conjunta por los candidatos, dirigentes sindica-
les, empresarios y sectores comerciales de la provincia9.
La medida del impacto de las acciones de campaña era
monitoreada también por una consultora nacional identi-
ficada con la coalición: Analogías. En los primeros días de
mayo la prensa gráfica publicaba mediciones de esta empre-
sa, que colocaban a Alfredo Avelín doce puntos sobre Jorge
Escobar. El diario comentaba tanto el carácter partidario
de Analogías como el impacto de las cifras en los candi-
datos opositores.
La prensa reforzaba la publicación de las cifras con
la palabra de los expertos, fundamentalmente, Julio Aure-
lio, que en ese momento era un experto peronista, aunque
contaba con una autoridad y notoriedad, ya sancionada por
el veredicto de la prensa (Vommaro, 2008). Como estra-
tegia para interceder a favor de su partido en la disputa
del espacio de la comunicación política, Aurelio presenta-
ba resultados parciales, del interior provincial, o bien dis-
tanciaba sus apariciones en los medios hasta contar con
resultados favorables, ante las cifras poco alentadoras del

9 El acta postulaba: “la administración del agua constituye una política de


estado y no puede ni debe ser dada a personas físicas o jurídicas del derecho
privado con fines utilitarios o de ganancias, pues pone en grave riesgo su
aprovechamiento equitativo, solidario y de beneficio humanitario, ya que
pudiendo construir un monopolio en manos de los particulares, pondría en
serio peligro la seguridad de todo el pueblo” (Diario de Cuyo, 02/05/99).

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Gobernadores sin gobierno • 81

justicialismo. No obstante, su posición fue variando en el


curso de la campaña, y en algunos momentos buscó res-
guardar su capital de credibilidad matizando la posibilidad
de un triunfo oficialista.
El candidato aliancista se permitió, dado al amplio
margen de superioridad que le otorgaban los sondeos de sus
expertos, no participar de un debate público, definición que
implicó roces al interior del equipo de campaña. Alfredo
Avelín justificó su ausencia en la necesidad de asistir a una
sesión del Senado, argumento que era coherente con su
retórica sobre la responsabilidad de los funcionarios. Pero
su ausencia se contraponía con los intereses de visibilidad
que tenían los restantes miembros de la coalición, quie-
nes buscaron concretar infructuosamente un nuevo espacio
de debate, el cual finalmente no fue consensuado con el
oficialismo.
El clima de polarización creciente repercutió en una
intensificación del último tramo de las campañas. Los can-
didatos aliancistas fueron cobijados tardíamente bajo el ala
de sus dirigentes nacionales, los cuales intervinieron direc-
tamente para asegurar el primer triunfo de la coalición en el
país. El candidato oficialista también recibió el apoyo de sus
referentes nacionales, apelando además a los actos multitu-
dinarios para reavivar la identidad peronista. Estos posicio-
namientos nacionales evidenciaron un creciente interés por
los resultados provinciales de los principales candidatos,
Fernando De la Rua y “Chacho” Álvarez, quienes viajaron a
la provincia para apoyar a sus representantes locales.
Las figuras políticas opositoras que visitaron la provin-
cia participaron de actividades junto a candidatos locales,
durante las cuales realizaron declaraciones en las que mos-
traban conocimiento e interés por problemáticas locales,
brindando propuestas específicas acordes a la realidad pro-
vincial. Los cálculos de los dirigentes nacionales parecían
incluir ahora la posibilidad de una victoria electoral, que
podía fortalecer a la Alianza como proyecto federal, lo que
se traslucía en las declaraciones de Federico Storani durante

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82 • Gobernadores sin gobierno

un acto de campaña, donde remarcaba la importancia de los


comicios provinciales debido al carácter paradigmático de
la figura de Jorge Escobar como síntesis del menemismo.
Más allá del renovado interés de los dirigentes nacio-
nales, no parecía haber una homogeneidad en el discurso
político de los candidatos, como puede advertirse en las
declaraciones públicas cercanas a los comicios. Los inte-
grantes de la fórmula presidencial coincidían en otorgar
una gran centralidad a la figura de Alfredo Avelín. Por su
parte, a principios de mayo el candidato a gobernador había
manifestado a la prensa que una de sus primeras medidas de
gobierno sería reducir gastos superfluos para aumentar el
salario de los empleados estatales. Una semana después, en
su visita a la provincia, el candidato presidencial se entre-
vistaba con la prensa donde fue consultado sobre la posible
medida, esbozando una respuesta ambigua. Pero no sólo
los sondeos marcarían el ritmo de la campaña, también la
política nacional incidiría fuertemente en ella. Las tomas
de posición de los candidatos sobre temas de la agenda
pública, constituyen apuestas en el marco de la lucha por el
liderazgo (Lorenc Valcarce, 2002). En 1999, las posiciones
adoptadas frente a un tema socialmente relevante signarían
la última semana de campaña: los candidatos disputaban
entonces el rol opositor frente al recorte educativo, medi-
da que había generado una reacción masiva de rechazo en
todo el país10.
Esta medida, implementada por el presidente en el mes
de mayo, fue determinante en la campaña sanjuanina. La
reacción de rechazo que desató fue capitalizada mayormen-
te por la Alianza, ya que sus principales dirigentes participa-
ron, junto a los sindicatos docentes y estudiantes, de mani-
festaciones masivas contra el recorte. Esta participación

10 El recorte fue dispuesto por Carlos Menem durante la primera semana de


mayo, medida que desencadenó una serie de manifestaciones, asambleas,
tomas de facultades y otras acciones de protesta tanto en San Juan como en
otros distritos (Diario de Cuyo, 11/05/99).

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Gobernadores sin gobierno • 83

sería otra de las acciones rituales de la campaña, que plas-


maba la agitación de la vida política en una acción de con-
frontación, signada por las modalidades de intervención del
espacio público de este tipo de ritual: el establecimiento de
un recorrido, la organización de columnas y la portación de
estandartes y banderas (Abélès, 1998). La centralidad de la
coyuntura electoral en esta acción de protesta se evidenció
en la presencia de Marta Maffei, quien sería la principal
oradora del acto, en su carácter de representante dirigente
nacional de la CTERA, organización que se había encolum-
nado con la Alianza.
El candidato oficialista, que hasta ese momento busca-
ba sostener una imagen de posible triunfo, también plan-
teó una estrategia de enfrentamiento a la medida, que fue
ampliamente publicitada por los medios locales: llamó a
los gobernadores a reunirse para rechazar el recorte. Ser
el más firme adversario al recorte presidencial no basta-
ría para amortiguar el golpe de la medida en la campaña
de Jorge Escobar. Los sondeos publicados posteriormen-
te permitieron mantener un cierto clima de incertidum-
bre, gracias a las características particulares que adquiere
el uso periodístico y experto de este instrumento del juego
político: por su propia lógica, las mediciones se refuerzan
mutuamente puesto que son comparadas una a la otra, y no
con otros indicadores prácticos, tratados como inconmen-
surables respecto de la lógica técnica de las cifras (Vom-
maro, 2008).
Este reforzamiento de los sondeos que pronosticaban
un empate técnico se realizaría fundamentalmente a partir
de las cifras publicadas por Julio Aurelio, quien resaltaba
la presencia de una fuerte imagen triunfadora de Escobar,
evidenciando en la presentación de sus datos la impor-
tancia de su rol de encuestador partidario, aunque mante-
nía una distancia mínima que evitara para él un “suicidio

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84 • Gobernadores sin gobierno

profesional”11. En un clima instalado de polarización, la


prensa haría jugar a último momento a otros actores: los
encuestadores locales. De menor relevancia en cuanto a su
expertise, estos técnicos eran entrevistados a fin de aportar
una perspectiva exclusiva sobre el posible resultado de los
comicios. Dos actores contratados por partidos en compe-
tencia aparecían en escena, por una parte, Lisandro Gutié-
rrez Colombo, un recién llegado al campo de los sondeos
en la provincia, que pese a su escaso capital de reconoci-
miento no dudaba en apostar fuerte por el partido que lo
empleaba. Por otra parte, Antonio De Tommasso, uno de los
encuestadores sanjuaninos con mayor trayectoria, reforza-
ba el discurso aliancista, tanto en sus declaraciones como
en el modo en que construía sus instrumentos de medición,
insistiendo en el carácter desmedido de la publicidad justi-
cialista y su impacto en la gente.
Los cierres de campaña fueron una nueva instancia
de diferenciación de los candidatos. Mientras que el jus-
ticialismo hacía un acto de cierre movilizando a toda su
militancia, la Alianza organizaba una caravana en un depar-
tamento alejado apelando nuevamente a la austeridad como
estrategia. Posteriormente, una de las últimas jugadas de
la campaña sería la denuncia por parte de los candidatos
aliancistas sobre un posible fraude electoral. Denuncia que
evidenciaba, por una parte, una creciente confianza en un
resultado favorable para la coalición, y, por otra, la creen-
cia efectiva en la posibilidad de que el oficialismo apelase
impunemente a esta táctica. El corolario de la denuncia fue
la implementación de una medida insólita: se repartieron
ocho mil velas entre los fiscales de mesa de la Alianza, 120
cámaras de video y focos, que serían utilizadas en el caso
de que se produzcan intempestivos cortes de luz. La última

11 Vommaro ha señalado al respecto: “como una de sus formas de capital repo-


sa en la exactitud de sus pronósticos, los expertos más prestigiosos no van a
producir cifras completamente falsas que podrían erosionar su prestigio.
Pero la fiabilidad de las encuestas y de los encuestadores debe servir antes
que nada a las estrategias de los candidatos” (2008: 134).

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Gobernadores sin gobierno • 85

apuesta de los comités de campaña otorgó nuevamente cen-


tralidad a los sondeos, aunque la estrategia fue la apelación
al elector para asegurar el triunfo de cada candidato. Ade-
más de los contrincantes, el diario, que había sido un actor
protagónico, cerraba su participación titulando: terminó la
campaña y ahora sólo hay que esperar el resultado.

3.2. Resultados electorales

La fase de intensificación de la competencia política repre-


sentada por las campañas electorales tiene su momento cul-
minante en la jornada electoral, momento en el cual los
apoyos políticos se contabilizan por votos. Los resultados
electorales, además de ser cifras que dirimen la competencia
política según el éxito en las urnas de cada propuesta, son
objeto de una lucha por su interpretación, en la cual los
políticos buscan dar prueba de su representatividad (Gaxie,
2004). Ambos aspectos se consideran en este apartado, que
recorre las cifras finales del escrutinio, la distribución de
cargos estatales resultante y las diversas interpretaciones de
los comicios que fueron esbozadas.

3.2.1 La derrota histórica del bloquismo


El 11 de agosto de 1991 se produjo un hecho histórico
para la política sanjuanina: después de tres mandatos de
gobierno consecutivos, el bloquismo perdía la gobernación.
Los resultados evidenciaron que la estrategia oficialista de
adelantar las elecciones en la provincia no fue suficiente
para retener el ejecutivo.
Luego de un clima de incertidumbre, que había teñido
las semanas finales de la campaña electoral, el justicialis-
mo ganó las elecciones por un estrecho margen a su favor:
obtuvo el 32.6 por ciento de los votos, dos puntos y medio

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86 • Gobernadores sin gobierno

sobre la CR que quedó en segundo puesto con el 30.1 por


ciento, y cuatro puntos encima del PB, que descendió al
tercer lugar con el 28.1.

Tabla 4: Resultados electorales. Gobernador y vicegobernador. San Juan,


11/08/91

Partido Político Votos Porcentaje

FREJUPO 87.496 32,6

CR 80.713 30,1

Alianza Bloquista 75.346 28,1

U.C.R. 19.887 7,4

De Centro 2.458 0,9

Otros 1.984 0.7

Votos Positivos 267.884 97,2

Votos en Blanco 6626 2,4

Votos Anulados 969 0,4

Total Votantes 275.479 100

Fuente: Dirección Nacional Electoral.

Este resultado mostraba una nueva fluctuación en el


electorado sanjuanino, que a partir de 1983 venía acompa-
ñando las tendencias políticas nacionales, aunque con lógi-
cas difíciles de aprehender. Los sucesivos comicios mos-
traban resultados “estrambóticos” ya que la presencia de
los partidos provinciales retraducía las influencias nacio-
nales de modo peculiar, evidenciando un cierto nivel de

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Gobernadores sin gobierno • 87

autonomía en el ámbito político sanjuanino12. No obstante,


se podía observar una tendencia declinante en los caudales
de voto del PB a partir de 1983, que este resultado con-
firmaba: el candidato oficialista quedaba tercero, en lo que
constituía el peor desempeño electoral de su historia.
¿Cómo explicar que un oficialismo pierda una contien-
da electoral?13 Si bien no resulta pertinente la descripción
idealizada de la representación que considera al voto como
una expresión directa de los deseos de los ciudadanos y su
relación con los gobernantes, es necesario recordar que el
elector, lejos de ser ese idiota de pueblo que pintan las cari-
caturas, realiza un aprendizaje de las distancias sociales, de
la diferencia calculada y del intercambio: aprende también a
apropiarse de la relación electoral (Offerlé, 2011a: 187). Los
márgenes de fluctuación de los caudales de voto se consti-
tuyen así en un indicador posible de los modos en que se
configura la relación entre distintos tipos de actores políti-
cos. El diagnóstico sobre el “agotamiento” del gobierno blo-
quista formaba parte del discurso de los actores, en el cual
la imagen de un elector colectivo con voluntad de cambio
era un elemento decisivo para hacer inteligible el cambio de
color político del gobierno provincial.
En 1991 el escenario político se caracterizaba por la
imprevisibilidad, lo que implicó que el acto de votar se
tornara inusitadamente relevante: en los cuartos oscuros se
definiría el triple empate que establecían los protagonis-
tas del circuito de comunicación política hasta el momento
de la veda. Dos elementos permiten dar cuenta del carác-
ter sorpresivo (Dabène, 2007) que el resultado tuvo para
aquellos que contribuyeron a construirlo: por una parte, el
masivo festejo que tuvo lugar inmediatamente después de
que se conocieron las cifras provisorias, que superó todas

12 Al respecto, ver anexo.


13 La alternancia política no es una situación que pueda ser explicada sencilla-
mente en la política argentina, por el contrario, ha sido considerada como
un problema que permanece, aún en parte, irresuelto irresuelto (Crf. Nova-
ro, 2001a; Cheresky, 1990).

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88 • Gobernadores sin gobierno

las expectativas de los dirigentes. Por otra parte, la prensa


dejaba traslucir la perplejidad de los dirigentes frente al
triunfo justicialista.
Para evitar caer en el encantamiento de los rasgos
coyunturales de cada contienda es pertinente analizar los
resultados como opciones a largo plazo: considerando que
la decisión de votar por un partido o candidato determina-
do no se hace forzosamente en el momento de la elección,
sino que la opción política consiste en una serie de esti-
maciones y evaluaciones mediante las cuales el individuo
adapta su conducta a su situación social y sus posiciones
políticas a las exigencias de la situación tal como él la ve
(Lagroye, 1994: 362). En este sentido, la lectura de los cau-
dales de los distintos partidos y las situaciones políticas que
rodearon cada contienda a partir de 1983 permiten encua-
drar al resultado de 1991 en un marco de inteligibilidad: el
triunfo del PJ se explica por un paulatino acompasamien-
to del ritmo político provincial a las tendencias políticas
nacionales desde el retorno a la democracia en 198314.
La derrota del oficialismo de 1991 no se dio sólo a
nivel provincial: la mayoría de los intendentes cambiaron
de color político aunque la distribución de los caudales fue
mucho más heterogénea. El voto se segmentó desigualmen-
te en los departamentos y la diversidad de resultados con-
figuró un mapa de pluralismo político particular, novedoso
para la provincia. La escasa diferencia a favor del justicia-
lismo para la fórmula de gobernador y vicegobernador no
se registró en los departamentos del GSJ: el justicialismo
sería gobierno en el municipio de Chimbas, un bastión his-
tórico del que había surgido como candidato Juan Carlos
Rojas, pero la oposición triunfaba en los otros 4 distritos
del área capitalina.
En la capital provincial ganaba el PB, de la mano de
Javier Caselles quien lograba su reelección. Pese a retener
este distrito clave, el bloquismo perdió 6 intendencias de las

14 Al respecto, ver anexo.

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Gobernadores sin gobierno • 89

15 que controlaba. Tres municipios del GSJ fueron conquis-


tados por la CR, que ganaba las intendencias de Rawson,
Santa Lucía y Rivadavia. En el interior de la provincia el
radicalismo perdía todas sus intendencias: su bastión his-
tórico, el departamento Jáchal, era conquistado por el jus-
ticialismo, mientras que la municipalidad de Pocito pasaba
a manos de la CR.
Tanto los resultados generales como departamentales
impactaron en la LP, que modificó considerablemente su
fisonomía15. En primer lugar, porque el triunfo del PJ impli-
có que pasara de ocupar el tercer lugar en el recinto a cons-
tituir el bloque mayoritario, con 16 diputados sobre los 42
totales. No obstante, el nuevo oficialismo no contaba con
una mayoría propia o automática, ya que controlaba sólo el
38 por ciento de la cámara.

Tabla 5: Resultados electorales. Diputados provinciales. San Juan, 11/08/


91

Diputados proporcionales Diputados departamentales

Partido Votos Porcen- Cargos Votos Porcen- Cargos


Político taje taje

FREJU- 83.102 31,8 8 82.356 31,5 8


PO

CR 74.419 28,5 7 72.701 27,8 4

Alianza 72.067 27,6 6 72.667 27,8 5


Bloquis-
ta

UCR 24.053 9,2 2 27.226 10,4 2

15 Desde la reforma constitucional de 1986 la Legislatura provincial se compo-


ne de dos categorías de diputados: una cantidad variable de proporcionales
y 19 departamentales. Sobre las modificaciones sucesivas del régimen elec-
toral sanjuanino ver Romero et al (2005).

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90 • Gobernadores sin gobierno

De Cen- 4.325 1,7 3.778 1,5


tro

Otros 3.031 1.2 2.343 0.9

Votos 260.997 94,7 261.071 94,8


Positi-
vos

Votos en 13.497 4,9 13418 4,9


Blanco

Votos 979 0,4 1002 0,4


Anula-
dos

Total 275.473 100 23 275.491 100 19


Votan-
tes

Fuente: Dirección Nacional Electoral.

Por su parte la CR obtuvo 11 bancas, resultado que la


constituía en la segunda fuerza al controlar el 26 por ciento
de la cámara. Esta fue la primera vez que la CR constituyó
un bloque legislativo de relevancia, ya que su participación
en la LP se había inaugurado en 1987 con un bloque uniper-
sonal. Dos partidos retrocedieron en la cantidad de bancas
conquistadas, luego de haber sido los protagonistas de la
actividad legislativa provincial. La UCR, que en 1987 era
la segunda fuerza en el recinto, perdía 9 diputaciones y se
transformaba en bloque minoritario, reteniendo sólo 4.
Pero la transformación más importante sería la pérdi-
da del PB de la mayoría parlamentaria. Un dato relevante
para la composición de su bloque fue la definición tar-
día del escrutinio en el departamento San Martín. En un
primer momento los resultados favorecían al justicialismo,
pero, dada la escasa diferencia, el PB solicitó un recuento
voto a voto que lo consagró como triunfador en las cate-
gorías intendente y diputado departamental. Este triunfo

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Gobernadores sin gobierno • 91

permitió al bloquismo igualar la cantidad de bancas de la


CR, constituyendo un bloque de 11 diputados que sería
otra segunda mayoría, y “le desordenó el esquema en la
legislatura al justicialismo” (Entrevista a Daniel Illanes, rea-
lizada por la autora).

Gráfico 1: Composición de la Legislatura Provincial según bancadas, 1987 y


1991

Fuente: elaboración propia en base a datos de la Legislatura Provincial

Otro cambio en la fisonomía de la cámara fue una


disminución de la cantidad de fuerzas políticas en el recin-
to: dado que dos partidos minoritarios perdieron su repre-
sentación, el número total de bloques bajó a cuatro. La
pluralidad resultante implicaba una mayoría oficialista con-
dicionada fuertemente por la presencia de los partidos pro-
vinciales: la CR y el PB controlaban, conjuntamente, el 52
por ciento de los escaños.
La disputa por la interpretación del resultado electoral
tuvo como protagonistas en partes iguales a los actores
provinciales y nacionales. Jorge Escobar, como gobernador
electo, destacaba el impacto positivo que tenía el triun-
fo sanjuanino para el proyecto nacional del justicialismo.
Remarcaba además el mecanismo que lo consagró candida-
to, reivindicando su pertenencia partidaria y diferencián-

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92 • Gobernadores sin gobierno

dose de la comparación recurrente que se hacía entre su


trayectoria y la de un outsider como Fujimori: “me afilié a
un partido, pasé por dos internas para llegar a la elección
general, me puse a consideración de los afiliados, el 19 de
mayo, así que no me puse por encima de ninguna dirigencia,
por lo tanto, no asimilo la apreciación de Fujimori” (Jorge
Escobar, Diario de Cuyo, 15/08/91).
Una figura nacional muy presente durante la campaña,
Eduardo Menem, leía el triunfo justicialista como una
expresión de apoyo del pueblo a la política nacional, des-
tacando la relación de los candidatos con el presidente y
reafirmando un compromiso mutuo de colaboración entre
esferas de gobierno. El presidente Menem también hizo
declaraciones sobre los comicios sanjuaninos, a los que se
refirió durante su discurso en la exposición de la Sociedad
Rural Argentina, significando el resultado como una medi-
da del éxito de su política económica. En las declaraciones
de las figuras nacionales se puede advertir que este triun-
fo trascendía las fronteras provinciales: fue un espaldarazo
para el proyecto nacional, que en 1991 atravesaba dificul-
tades tanto por las políticas de ajuste aplicadas como por
acusaciones de corrupción y enfrentamientos al interior del
justicialismo (Canelo, 2002).
Por otra parte, el bloquismo coincidía en considerar
determinante la influencia nacional, aunque realizaba una
particular lectura del resultado, destacando que la provincia
mantenía una reserva moral en los partidos locales, útil para
enfrentar los desbordes de centralismo porteño, destacando
asimismo la performance de los partidos provinciales. Un
sector del PB reclamaba un cambio de dirigencia partidaria,
una renovación generacional, a partir de considerar que
en el triunfo del justicialismo había jugado la juventud del
candidato como capital político.
Quien no realizó declaraciones posteriores fue Alfredo
Avelín, a pesar de disputar la gobernación y haber quedado
en segundo puesto, publicando solo una solicitada en la
cual agradecía el apoyo obtenido y declaraba que seguiría

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Gobernadores sin gobierno • 93

sirviendo a la patria. Por la Cruzada Renovadora hizo decla-


raciones Luis Segundo Varese, como diputado electo por
Rivadavia, quien se hacía eco de la importancia que tendría
el bloque cruzadista en la LP y enunciaba los criterios con
que se manejaría en tanto oposición: “construir, apoyando
todas las iniciativas y proyectos positivos, vengan de donde
vengan” (Diario de Cuyo, 13/08/91).
En las distintas interpretaciones de los comicios hubo
referencias a la composición de la LP y al rol que jugarían
los bloques opositores frente al nuevo oficialismo. Desde
el justicialismo fue el vicegobernador electo, Juan Carlos
Rojas, quien se ocupó de establecer una lectura sobre la
nueva cámara, considerándola una expresión de la conso-
lidación del sistema democrático en la provincia. Los cam-
bios en el escenario político provincial fueron interpretados
también por la prensa escrita, que enunciaba un interro-
gante crucial una semana después de los comicios: “¿podrá
gobernar Escobar?”.

3.2.2 El voto castigo


Dos elementos presentes en las elecciones sanjuaninas de
1999 se conjugaron para sumar importancia a sus resulta-
dos: por una parte, su carácter anticipado respecto de los
comicios presidenciales de octubre; por otra, ser el debut
de la coalición opositora en la disputa de una gobernación
justicialista. Elementos que coadyuvaban a la construcción
simbólica de estas elecciones como un episodio de una
competencia única, disputada en un mismo ámbito territo-
rial, coincidente con el territorio nacional, una representa-
ción que generalmente forma parte de los cálculos prácticos
de los políticos (Gaxie, 2004: 52). El diario provincial plas-
maba claramente esta sensación compartida en su columna
política del 16/05/99 titulada “el día en que todo el país
estaría mirando a San Juan”.

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94 • Gobernadores sin gobierno

Los resultados finales ubicaron como triunfadora a la


Alianza, que obtuvo el 55,7 por ciento de los votos, con
una diferencia de más de 10 puntos respecto del segundo
puesto, ocupado por el FREJUSDE16.

Tabla 6: Resultados electorales. Gobernador y vicegobernador. San Juan,


16/05/99

Partido político/ Alian- Votos Porcentaje


za

Alianza por San Juan 173.119 55,7

FREJUSDE 131.486 42,3

Nueva Alternativa 5.382 1,7


Social y Económica

MST 900 0,3

Votos Positivos 310.887 96,7

Votos En Blanco 7.689 2,4

Votos Anulados 2.689 0,8

Totales 321.265 100

Fuente: Dirección Nacional Electoral.

El resultado reafirmaba una tendencia al acoplamiento


de la política local respecto de la dinámica nacional17, no
sólo en elecciones coincidentes sino también en lecturas

16 El justicialismo de Jorge Escobar se denominaba Frente de la Esperanza, y


en estas elecciones había constituido alianza con Desarrollo y Justicia, un
partido local, por lo que la lista se denominó Frente Justicialista de Desarro-
llo y Esperanza, buscando su segunda reelección.
17 La cuestión del acoplamiento o desacoplamiento, es decir, la relativa auto-
nomía de los campos políticos locales es una cuestión empírica variable (Cfr.
Gaxie, 1984).

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Gobernadores sin gobierno • 95

a largo plazo: en esta ocasión se anticipaba el resultado


de las elecciones presidenciales de octubre, que significa-
rían el fin de casi una década de gobierno justicialista y el
ascenso de una nueva dirigencia política18. Acompasamien-
to que expresa, por otra parte, una menor autonomía del
escenario político provincial respecto del nacional, lo que
contradice la tendencia registrada en otros ámbitos provin-
ciales (Cherny, 2004).
Este comportamiento electoral no puede ser compren-
dido a partir de la explicación nativa del voto cautivo: lo que
evidencian los testimonios de los electores en 1999 es una
mayor socialización política democrática, que implica un
aprendizaje o una apropiación de la relación de intercambio
con sus representantes. Este aprendizaje del sufragio uni-
versal y sus complejas tecnologías impone al ciudadano la
doble obligación de no expresar sus eventuales preferencias
políticas sino mediante el voto, por un lado, y, por el otro, la
de elegir entre lo que le ofrecen los agentes especializados
(Lagroye, 1994: 359).
El uso que los votantes hacen del voto es una dimen-
sión de la relación electoral, no obstante, para pensar el
voto en toda su complejidad es necesario indagar también
sobre la influencia del voto en los votantes (Ihl, 2004: 13).
En la medida en que votar significa aceptar en la práctica
una regla del juego, los electores contribuyen, con mayor o
menor grado de reflexividad, a la instauración de un orden
político. Así, la socialización de los individuos y la legitima-
ción del poder son indisociables, tanto en los triunfos como
en las derrotas (Lagroye, 1994: 371).
En cuanto a los triunfos, un indicador del impacto en
los votantes son las características de los festejos. En 1999 la
Alianza no esperaría las cifras para organizar la celebración.

18 Ascenso que se atribuye a un agotamiento del modelo menemista, aunque la


perspectiva predominante en los análisis del período es la de un juego cerra-
do entre elites donde el electorado es considerado como pertenencia de los
partidos (Cfr. Novaro, 2001b; Leiras, 2007).

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96 • Gobernadores sin gobierno

En horas de la tarde instaló un escenario en la plaza central


de la capital sanjuanina, presidido por un cartel gigante con
el rostro de Alfredo Avelín. Este accionar de los dirigentes
coincidiría con la reacción de los militantes y electores de la
Alianza: a partir de las 18 horas cientos de personas comen-
zaron a llegar a la plaza, en un clima de fiesta que se inició
mucho antes de conocer las cifras provisorias.
Los dirigentes y los electores actuaban en un escenario
relativamente previsible, que les proveía puntos de apoyo,
salientes en base a los cuales definir la situación y poder
actuar (Dobry, 1988). El triunfo de la Alianza podría pen-
sarse como la expresión de un proceso de recambio que
fue sedimentando lentamente durante el largo período de
gobierno justicialista. Los márgenes de fluctuación de los
caudales de voto se constituyen así en un indicador posible
de los modos en que se configura la relación entre distintos
tipos de actores políticos (Pousadela, 2004). El diagnóstico
sobre la necesidad de cambio formaba parte del discurso
de los electores (Rodrigo, 2003) y podía rastrearse como
elemento de la comunicación política tanto en las campañas
electorales como en los análisis periodísticos y académi-
cos de la época.
Otro elemento que evidencia las racionalidades ope-
rantes en los electores es el corte de boleta, que en estas
elecciones fue récord. La diferencia de caudales de voto
entre niveles de representación, que fue una de las caracte-
rísticas de los distintos comicios celebrados en 1999 (Che-
resky, 2003) evidencia que el comportamiento electoral res-
ponde a itinerarios y lógicas de elección muy variados, a
los que es difícil atribuir la misma significación, y demues-
tra también que las preferencias expresadas en una elec-
ción obedecen, en una medida nada despreciable, a deci-
siones calculadas y racionalidades de decisión adaptadas
a situaciones diferentes y percibidas como tales (Lagroye,
1994: 365).

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Gobernadores sin gobierno • 97

Este elemento indica también un grado de conoci-


miento por parte de los dirigentes de humor de sus elec-
torados: en la mayoría de las jurisdicciones los candidatos
a intendente por el justicialismo desacoplaron la campaña
municipal de la campaña provincial19. Si bien esta jugada
puede expresar la existencia de divisiones internas, el jus-
ticialismo como partido supo aprovechar la coyuntura: la
fórmula a gobernador y vicegobernador tuvo menor caudal
electoral que las fórmulas para intendentes en casi todos
los departamentos (excepto Jáchal), lo que se tradujo en la
posibilidad de retener 10 de las 16 comunas que controlaba.
No obstante, el PJ retrocedió en distritos importantes: de
cinco intendencias del GSJ sólo gano Rivadavia, y lo hizo
de la mano de un aliado político circunstancial. El mapa
político resultante mostraba una minoría de departamentos
aliancistas, pese al holgado triunfo a nivel general. Entre
los logros más celebrados de la Alianza estuvo el desplaza-
miento del justicialismo del municipio de la capital, uno de
sus bastiones. Las cifras finales le dieron el control de otros
8 distritos menores. En diputados provinciales la Alianza
alcanzó más del 50 por ciento de los votos. La polarización
del electorado implicó que no hubiera una tercera fuer-
za legislativa, y la cámara se repartió entre ambos frentes
mayoritarios, en proporciones casi idénticas a los porcen-
tajes generales: la Alianza consiguió 25 bancas, el 58 por
ciento, y el FREJUSDE 20, es decir el 42 por ciento. Dado el
formato de coalición, el bloque de la Alianza se descompo-
nía en un conjunto de sub-bloques minoritarios: conside-
rando los cargos según partidos, la UCR obtuvo 10 escaños,
el PB 6, la CR 4, y se constituyeron bloques unipersonales
del MODEIN, el Partido Socialista, el Frente Grande y el
Partido Intransigente.

19 A ello contribuía la vigencia de la ley de lemas en la provincia. El candidato a


intendente por la capital, Roberto Basualdo publicaba un aviso de campaña
donde lo central era una tijera gigante.

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98 • Gobernadores sin gobierno

Tabla 7: Resultados electorales. Diputados provinciales. San Juan, 16/05/


99

Diputados proporcionales Diputados departamentales

Partido Votos Porcen- Cargos Votos Porcen- Cargos


Político taje taje

Alianza 163.124 54,4 15 155.870 51,8 10


San Juan

FRE- 129.889 43,4 11 139.021 46,2 9


JUSDE

Nueva 5.610 1,9 5.155 1,7


Alterna-
tiva

MST 1.012 0,3 877 0,3

Votos 299.635 93,3 26 300.923 19


Positi-
vos

Fuente: Dirección Nacional Electoral.

Respecto de su composición anterior, la LP se modificó


en múltiples aspectos. En primer lugar, porque se incre-
mentó el número de partidos con representación parla-
mentaria, configurando la cámara más heterogénea desde
el retorno a la democracia: nueve fuerzas políticas convi-
vían en el parlamento. Si bien todos los partidos obtuvie-
ron representación de la mano de frentes electorales, las
pertenencias partidarias adquirieron relevancia casi inme-
diatamente, en función de las sucesivas rupturas que expe-
rimentaron las alianzas20. En segundo lugar, porque todos
los partidos vieron modificada su incidencia en el recin-
to. Del lado de los beneficiados, la UCR saltó del tercero

20 Luego de las elecciones, Desarrollo y Justicia rompió públicamente el acuer-


do que había permitido construir el FREJUSDE (Cfr. Ruffa, 2005b).

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Gobernadores sin gobierno • 99

al segundo lugar en influencia legislativa, capitalizando el


crecimiento nacional y provincial de la Alianza, ya que los
acuerdos internos le otorgaron los principales puestos en
las listas de la coalición. Otro actor beneficiado fue un par-
tido provincial de reciente creación, Desarrollo y Justicia, el
cual duplicó su cantidad de bancas, pasando a compartir el
tercer lugar en la cámara con la Cruzada Renovadora. Pero
la modificación fundamental fue la incidencia del justicia-
lismo, que en el esquema legislativo de 1995 sumaba el 56
por ciento de los escaños, y perdía más del 20 por ciento de
sus bancas. No obstante el justicialismo no perdió la mayo-
ría en el recinto que tenía desde 1991: si bien su influencia
era menor, a nivel partidario aventajaba ampliamente a los
demás integrantes de la cámara tomados individualmente.

Gráfico 2: Composición de la Legislatura Provincial según bancadas, 1995 y


1999

Fuente: elaboración propia en base a datos de la Legislatura Provincial.

La principal consecuencia de esta distribución sería


la heterogeneidad del bloque legislativo de la Alianza: los
roces internos habían comenzado tiempo antes de las elec-
ciones, y se tradujeron, por ejemplo, en el inmediato aban-
dono de la coalición por parte del MODEIN, cuyo repre-
sentante anunció, apenas cerrados los comicios, que consti-

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100 • Gobernadores sin gobierno

tuiría un bloque unipersonal. Por otra parte, los bloques de


los dos partidos opositores, PJ y Desarrollo y Justicia, daba
como resultado una amplia mayoría en la cámara.
La disputa por la interpretación del resultado electoral
tuvo como protagonistas a los representantes provinciales
y nacionales del justicialismo y de la Alianza, que presenta-
ban dos lecturas contrastantes, orientadas hacia un futuro
próximo: las elecciones presidenciales de octubre. Desde
los triunfadores se insistía en que el factor explicativo del
triunfo era la búsqueda de un cambio en la dirigencia por
parte del electorado, reforzando así el diagnóstico de la
situación política que sustentaba la campaña de la coali-
ción opositora. Lectura que era compartida por todos los
partidos que integraban la Alianza, aunque sus sellos distin-
tivos teñían las declaraciones de los dirigentes. Desde el PB
el comentario recaía sobre su presidente, Leopoldo Bravo,
quien exaltaba el carácter ético del electorado sanjuanino.
Por su parte la UCR hacía pesar como elemento central en
el resultado el voto castigo atribuyendo al electorado una
madurez cívica frente a la corrupción del modelo escoba-
rista. Los representantes nacionales llegaron a la provincia
apenas cerrados los comicios, para acompañar a los candi-
datos en los festejos. Se apropiaban así de un triunfo que
podía ser capitalizado con vistas a las elecciones nacionales
de octubre: era el debut victorioso de la coalición opositora.
Desde el justicialismo, Jorge Escobar atenuaba las
interpretaciones derrotistas apelando al discurso de “suma
aritmética”: los distintos partidos mantenían su caudal, la
diferencia sería la unidad opositora y no el fracaso oficialis-
ta. Las declaraciones del presidente Carlos Menem estaban
en sintonía con las del gobernador: relativizaba el triunfo
de la Alianza y reforzaba su interpretación con una lectura
positiva del fenómeno de corte de boleta, al que caracteri-
zaba como un crecimiento del justicialismo. Lecturas opti-
mistas que no eran compartidas por el aliado circunstancial
del PJ, Desarrollo y Justicia, quien se amparaba en su legi-
timidad electoral propia y rompía el FREJUSDE buscando

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Gobernadores sin gobierno • 101

desligarse de los perdedores. Un sector de la dirigencia jus-


ticialista se mostraba disconforme con el resultado y bus-
caba distanciarse de Jorge Escobar, planteando la necesidad
de cambios en el partido, que debería encarar nuevamente
un desafío electoral en octubre, donde se disputaban entre
otras cosas los cargos a diputados nacionales por San Juan.
Pese a que el día del escrutinio suele definir las posi-
ciones en el escenario político y dirimir la competencia
mediante la participación de los profanos (Gaxie, 2004), los
resultados de 1999 no clausuraron la fase de intensificación
de la competencia política en la provincia. Por el contra-
rio, a partir de las cifras de cada partido se comenzaba a
transitar un nuevo período de campaña que se extendería
hasta octubre, fecha en que, además de la presidencia, se
disputaban diputaciones nacionales por San Juan. La tran-
sición de 1999 se confundía de este modo con la campaña
nacional, lo que haría aún más complejo el escenario de
alternancia política en la provincia.

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4

Nuevo esquema de relaciones políticas

Las reconfiguraciones del escenario político en ambos casos


precedieron a los períodos de ejercicio de gobierno, que se
verían condicionados tanto por las nuevas posiciones de los
distintos actores como por las coyunturas e iniciativas en
materia de política pública propuestas desde los gobiernos
nacionales. En este capítulo se recortan, para la descripción,
los períodos que abarcan desde las asunciones de los gober-
nadores hasta el momento previo a la presentación de los
pedidos de juicio político.
La actividad de gobierno implica una disputa perma-
nente por la imposición de una direccionalidad en las polí-
ticas públicas, la cual es dirimida en la interacción entre dis-
tintos sectores y en distintas arenas. Así, para describir las
características de cada uno de estos períodos de gobierno
resulta necesario estudiar los debates políticos, el papel de
los agentes institucionales y los conflictos entre sectores y
las organizaciones participantes en las actividades políticas
(Lagroye, 1994).
La disputa se desarrolla, en primer lugar, al interior del
ámbito político, que es entendido aquí como una zona de
endo-determinismo que cuenta con una lógica propia que,
independientemente de lo que los actores quieran o crean,
rige en gran medida sus cálculos y jugadas (Dobry, 1988).
Es necesario agregar ahora que las relaciones sociales cons-
titutivas de esta lógica se encuentran, además, altamente
objetivadas en instituciones y rutinas.

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104 • Gobernadores sin gobierno

En la medida en que se mantiene una configuración


relativamente estable de las posiciones de los actores, la
actividad propia de este ámbito consolida una red de agra-
decimientos mutuos, es decir, las relaciones entre sus prota-
gonistas tienden a funcionar de modo corporativo (Dobry,
1988). Alternativamente, la modificación de las posiciones
al interior del ámbito político puede erosionar o romper
estas redes de agradecimientos, desestabilizando su activi-
dad rutinaria.
Este capítulo aborda ambas dimensiones, describiendo
las interacciones al interior del ámbito político desde dos
perspectivas complementarias: por una parte, el accionar
de los encargados de la administración en cada caso y, en
segundo lugar, las tomas de posición de otros actores que
participan del juego político de modo relativamente pro-
tagónico.

4.1. Gobernadores, gabinetes, políticas

Al realizar un análisis de políticas públicas uno de los


interrogantes centrales es la relación existente entre com-
petencia electoral y acción pública. En otros términos, se
trata de establecer en qué medida los actores políticos ele-
gidos son efectivamente, hoy en día, los que deciden las
orientaciones adoptadas por las acciones gubernamentales
(Cfr. Surel, 2006).
Se pueden rastrear en la literatura la existencia de
dos grandes orientaciones para describir el accionar de los
representantes electos, éstos pueden: a) asumir o reforzar
un conjunto de programas y de proyectos lanzados por
sus predecesores, es decir, mostrar un accionar cautivo de
rutinas y de dispositivos institucionalizados y normaliza-
dos sobre los cuales tienen poco dominio y, b) conducir a

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Gobernadores sin gobierno • 105

cambios brutales de la acción pública que rompan las lógi-


cas de aprendizaje y los ajustes que caracterizan la acción
pública rutinaria (Surel, 2006).
Esta segunda orientación es menos usual, siendo posi-
ble generalmente ante una situación que genera una venta-
na política: cuando la política cambia las políticas (Kingdon,
1995). Desde esta perspectiva es posible afirmar que una
alternancia gubernamental, al ofrecer una coyuntura favo-
rable y suscitar una motivación importante de los actores
a cargo de la decisión, puede conducir a cambios significa-
tivos en el proceso de elaboración y de implementación de
políticas públicas (Lagroye, 1994).
En la medida que la noción de ventana política refiere
a situaciones de alternancia en los gobiernos, resulta per-
tinente para dar cuenta de las administraciones de Jorge
Escobar y Alfredo Avelín, ya que ambas comparten el carác-
ter de representar cambios en el color político del Ejecutivo
provincial. En este apartado se busca describir cómo orien-
taron su accionar político las nuevas autoridades frente a
los escenarios que los precedieron y qué decisiones1 tomaron
durante sus administraciones.

4.1.1. La reforma del Estado


En 1991, una vez electo el nuevo gobierno provincial, se
inició un proceso de transición que abarcaría los meses de
agosto a diciembre, el cual estuvo caracterizado por roces
y contradicciones entre funcionarios salientes y entrantes.

1 La noción de decisión refiere al momento en que un acto realizado según las


fórmulas prescritas, conforme a derecho y objeto de un anuncio oficial, con-
sagra el proceso de elaboración de una política pública. La decisión es un
momento fundamental, porque en virtud de ella una política pública recibe
fuerza de ley, queda legitimada, deviene acto de gobierno: el resultado de la
interacción entre agentes variados adquiere la fuerza propia de una legiti-
midad formal (Cfr. Lagroye, 1994: 465).

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106 • Gobernadores sin gobierno

Dos puntos centrales estuvieron presentes durante el perío-


do, acentuándose a medida que se acercaba el cambio de
gobierno.
Por una parte, la situación de las finanzas provinciales.
La administración bloquista se ocupó de publicitar la exis-
tencia de superávit fiscal como producto de su buena admi-
nistración: el nuevo gobierno recibiría una provincia orde-
nada. Del otro lado, el gobernador electo planteaba la nece-
sidad de un reordenamiento del Estado, en clara sintonía
con el clima de época y los lineamientos nacionales sobre
la necesidad de reformas estructurales. Este discurso daba
por sentada una crisis en el Estado provincial y ponía de
manifiesto como problema a resolver el déficit crónico de
las finanzas públicas. Para la administración por asumir,
una de las maneras de resolver este déficit pasaría por el
achicamiento de la planta de personal, definido desde un
criterio tecnocrático.
Por otra parte, y consecuentemente con este primer
aspecto, se discutió largamente en la LP una ratificación de
la vigencia de la Ley de Emergencia Económica (LEE), que
sería aprobada pocos días antes de la asunción de Escobar,
en un claro gesto conciliatorio por parte del PB. También en
el ámbito legislativo se dio un intenso debate sobre la Ley de
Saneamiento Financiero (LSF), una ley ómnibus que el jus-
ticialismo promovía en el marco de la política nacional de
reducción del gasto y que requirió dos sesiones autoconvo-
cadas y un escándalo mediático para lograr ser sancionada
cuatro días antes de la asunción del nuevo gobernador.
Un tercer elemento que marcaría la transición sería
la designación del gabinete entrante, que generaría tanto
sorpresas como roces al interior del justicialismo. El gober-
nador electo se escudaba en la política nacional para afir-
mar la posibilidad de convocar figuras extrapartidarias. El
funcionario más claramente extrapartidario sería Leopoldo
Roberto Steso, secretario de la función pública, una de las
piezas clave del proceso de reforma del Estado. El gabine-
te contaba además con otras figuras como el ministro de

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Gobernadores sin gobierno • 107

hacienda, Ricardo Luque y el de Producción, Luis Prieto,


funcionarios que tampoco formaban parte de la dirigen-
cia histórica del justicialismo pero constituían un gabinete
ideado para implementar las medidas de corte neoliberal
que se habían planteado desde la campaña.
Este equipo era resistido más o menos veladamente por
sectores del justicialismo, porque los nombramientos de
funcionarios outsiders contradecían una premisa tácita de la
política local: la retribución del apoyo militante durante la
campaña con el otorgamiento de cargos en el Estado, sobre
todo, en una provincia tan dependiente del empleo públi-
co como San Juan2. No obstante, este gabinete se formaría
según los lineamientos del gobernador fundamentalmente
por dos motivos: Jorge Escobar se había ganado un espacio
propio debido a su capacidad de llevar el justicialismo al
gobierno y, además, necesitaba una estructura que le per-
mitiera tomar las decisiones que requería la profundización
del proyecto nacional, al que el conjunto de los sectores
adherían. En su discurso de asunción Jorge Escobar reafir-
maba la definición de reestructurar el Estado provincial,
que considerada “quebrado” por la implementación soste-
nida de políticas poco acertadas. Sus primeras definiciones
como gobernador contribuían a la instalación en agenda de
la problemática del ajuste.
El posicionamiento de la problemática en la agenda,
un gabinete organizado en sintonía con el discurso neoli-
beral y un marco legal propicio fueron los elementos que
coadyuvaron a que el período inicial de la administración
escobarista mostrase un carácter fuertemente proactivo. La
LEE permitía al gobernador apuntalar su discurso sobre la
crisis, que requería una intervención inmediata mediante la

2 La provincia de San Juan se caracteriza por una aguda dependencia del sec-
tor público. Situación que se había visto reforzada a partir de la década del
70 por el proceso de crisis de la vitivinicultura. La disminución de la activi-
dad provocó un éxodo masivo de trabajadores rurales hacia el GSJ, situación
que convertía al empleo público en un elemento cada vez más importante en
la dinámica (Cfr. Cao, 2007).

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108 • Gobernadores sin gobierno

LSF para evitar mayores desajustes en la situación provin-


cial: a cinco días de asumir, Jorge Escobar declaraba que
el Estado provincial no podía seguir manteniendo el défi-
cit y que estaba dispuesto a asumir el costo político de las
medidas necesarias.
Durante los primeros meses del nuevo gobierno se
implementaron cinco grandes medidas que cambiaron las
políticas. La primera de estas decisiones fue una política de
“racionalización” del Estado provincial. En enero de 1992,
el gobernador firmó una serie de decretos para el ordena-
miento de la planta de personal que implicaron una revisión
de todos los nombramientos realizados desde la sanción
de la Ley de Emergencia Económica, la implementación de
un plan de retiro voluntario y una propuesta escalonada
de achicamiento del número de agentes de la administra-
ción pública3.
Leopoldo Roberto Steso, secretario de la función públi-
ca, era el encargado de implementar y justificar esta deci-
sión de gobierno que tenía como resultado inmediato el
despido de 750 agentes de la administración pública que
habían sido designados en los últimos meses de la gestión
bloquista. En la misma línea, unos meses más tarde se pro-
mulgó el decreto 595/92, que ponía en marcha un sistema
de retiro voluntario para los empleados de planta perma-
nente, con el objetivo de reducir la masa salarial, alentar la
actividad privada y “racionalizar” el Estado.
El impacto económico, político y simbólico de las polí-
ticas de reforma era evidente: en julio de 1992 el ministro
de economía Domingo Cavallo hacía un especial reconoci-
miento a la administración del gobernador Jorge Escobar,

3 Hasta fin de 1992 se dejaría cesantes a 10.000 agentes, operación que se


cumpliría en tres etapas: 1) cesantear 750 empleados que no se encuentran
amparados por el precepto constitucional de los seis meses de efectividad, 2)
en el marco de la Emergencia Económica cesarían en sus funciones entre
1500 y 2000 agentes, 3) aumentaría el número de desafectados a quienes
estén en edad o tengan los años de servicio para jubilarse (Diario de Cuyo,
03/01/92).

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Gobernadores sin gobierno • 109

mientras criticaba a otras administraciones provinciales en


busca de producir nuevos ajustes. Haciendo eco de los pedi-
dos nacionales, en los meses siguientes se profundizarían
las medidas de reforma: en el mes de octubre el gobierno de
San Juan dispuso el congelamiento de vacantes de la admi-
nistración pública y una reducción de personal de no menos
del 10 por ciento de los cargos respecto del 10 de diciembre
de 1991 (por decreto 630/92). La norma también planteaba
la creación de un Comité Ejecutivo para la Reforma del
Estado (CERE) que sería presidido por el gobernador y se
encargaría de resolver el destino del personal en situación
de disponibilidad. Asimismo se implementó, a partir del
mes de julio, un nuevo régimen laboral en la administración
pública que implicaba dos bandas horarias para atención al
público y definía tipos de dedicaciones con distintos suel-
dos y horarios. Además de implementar medidas modelo,
el gobierno de Escobar utilizaba como estrategia de legiti-
mación un discurso academicista, que se ocupaba de apun-
talar, por ejemplo, organizando junto al INAP y la UNSJ,
el Segundo Seminario Nacional sobre Reforma del Estado
en mayo de 1992.
La segunda de las grandes decisiones tomadas por la
administración escobarista fue la transferencia, en febrero
de 1992, de 55 colegios nacionales a la provincia, convir-
tiendo a San Juan en la primera provincia en aplicar esta
medida. La subordinación a la política nacional significó
que, a diferencia de otras jurisdicciones que reclamaron
fondos extras, San Juan comprometiera su coparticipación
para hacer frente a la transferencia. Postura que estaba en
sintonía con las declaraciones del ministro Cavallo quien
proponía a los gobernadores priorizar la educación dentro
de los destinos posibles de los recursos provinciales. Espíri-
tu que se vería reflejado en que, pese a los cuestionamientos
de distintos actores, el gobierno definiera destinar fondos
para realizar dos aumentos salariales al sector docente en
los primeros seis meses de su administración.

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110 • Gobernadores sin gobierno

Si bien ninguna de las políticas adoptadas se salía de


la tónica nacional, el rasgo distintivo de la implantación
en la provincia era su radicalidad: la definición oficial de
deshacerse del déficit que provocaban los ferrocarriles fue
tan tajante que en pocos meses se decretó el cierre de todos
los ramales que conectaban a San Juan. La Nación definió
deshacerse de los ferrocarriles en 1992, privatizándolos y/
o provincializándolos. Pasado un período de anuncios ofi-
ciales y licitación, y ante la falta de inversores privados
interesados, en julio de 1992 el gobernador definió que se
cerrarían todos los ramales provinciales a partir de enero
de 1993.
La adopción de la política nacional también se dio en
el ámbito crediticio: la provincia inició tempranamente un
proceso de endeudamiento con organismos internaciona-
les. En marzo de 1992, el gobernador gestionó créditos con
el supuesto objetivo de financiar micro-emprendimientos,
un modo de acelerar el proceso de ajuste incentivando la
actividad privada. No obstante, la mayor parte de estos
créditos se utilizaron para sanear las finanzas provinciales,
aunque también se implementaron medidas de “moderniza-
ción” del Estado, tales como la informatización del sistema
de rentas para el que se solicitaron réditos al Banco Mun-
dial. La política de endeudamiento era un pilar fundamental
del modelo neoliberal, y esto se traducía, por ejemplo, al
ligarse la posibilidad de contar con recursos a cuenta de
futuras privatizaciones. En este ámbito el gobierno provin-
cial, si bien se plegaba a la tónica nacional, buscaba marcar
una diferencia acentuando la racionalidad en la dinámica
sanjuanina. El ministro de producción, Prieto, era el encar-
gado de remarcarla en abril de 1992, cuando se desató un
escándalo por la privatización de Gas del Estado en la que
estuvo involucrado un diputrucho. En la provincia, afirmaba,
lo que se estaba realizando era un saneamiento, no una
venta de “las joyas de la abuela”.

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Gobernadores sin gobierno • 111

Dos puntos en los cuales el gobierno provincial marcó


distancia permanente de los lineamientos nacionales fue
en cuanto a las políticas de Coparticipación Federal y la
Promoción Industrial, ambas encuadradas dentro de lo que
podría denominarse acción política rutinaria (Surel, 2006)
ya que eran puntos que precedían a la administración esco-
barista, y que, en tanto tales, se mantuvieron presentes en
este período y suscitaron acciones conjuntas de negociación
con los demás actores provinciales.
Con cifras récord de recaudación en las arcas de la
provincia, los primeros cien días de gobierno fueron oca-
sión para una amplia operación publicitaria. El discurso del
gobernador buscaba evidenciar los resultados positivos del
proceso de transformación que atravesaba la provincia y
explicitaba su concepción voluntarista sobre la acción de
gobierno, articulada en torno a una retórica del sacrificio
y el altruismo.

4.1.2. Austeridad
Alfredo Avelín se desempeñó como gobernador durante
dos años y siete meses, a lo largo de los cuales fue tomando
distintas posiciones frente a una problemática persistente
que signaría toda su administración: la necesidad de realizar
ajustes en las finanzas provinciales.
En paralelo con la Nación, 1999 fue un año de tran-
sición política. Cinco de los siete meses que separaron la
elección y la asunción de las nuevas autoridades provincia-
les estuvieron dedicados a la campaña para las elecciones
presidenciales de octubre, donde triunfaría ampliamente la
Alianza. Para la administración de Alfredo Avelín esto sig-
nificaba tanto una ratificación de los apoyos (el 55.1 por
ciento de los sanjuaninos votaron a la fórmula presiden-
cial de la Alianza), como un marco de contención en un
proyecto nacional que parecía consolidarse. En ese marco,
la coalición provincial consensuaba un gabinete que refle-
jaba su heterogeneidad: el ministro de economía sería del

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112 • Gobernadores sin gobierno

PB y el ministro de gobierno de la UCR. La retórica de la


austeridad se instalaba tempranamente en la relación del
gobernador con sus ministros: les indicaba explícitamen-
te orientarse a bajar el déficit presupuestario en todos los
lugares posibles (disminución de cargos políticos, pasajes,
viáticos, teléfono, electricidad, etc.)
La transferencia del mando estuvo precedida por una
doble tensión con el gobierno anterior: por una parte, Ave-
lín insistía en auditar a la administración saliente, buscando
legitimar el discurso de la herencia recibida con cifras con-
cretas respecto al gasto y sus finalidades durante el escoba-
rismo; por su parte, el justicialismo buscaba impugnar a dos
diputados aliancistas entrantes por supuesta incompatibi-
lidad de funciones. Ambos conflictos fueron desactivados
poco antes de realizarse la ceremonia de asunción del nuevo
gobierno en una salida negociada. En su primer discurso
como gobernador, y en consonancia con la retórica alian-
cista nacional, Alfredo Avelín ponía el acento en el combate
a la corrupción y la austeridad como bases de su adminis-
tración, dos conceptos que retraducía en una lógica propia,
característica de un tipo de político que había pertenecido
a otro tiempo histórico.
Las primeras medidas de gobierno se orientaban hacia
la reducción del gasto público: se eliminaron áreas del
gobierno provincial, se implementó un plan de retiro anti-
cipado, el gobernador redujo su salario y eliminó las movili-
dades oficiales. La mayoría de estas medidas tendrían esca-
so impacto en la situación financiera provincial, constitu-
yendo finalmente una operación publicitaria del gobierno,
un ejemplo de lo que se ha llamado política simbólica (Edel-
man, 2002). Otro eje de acción política de similares dimen-
siones se orientaba al combate a la corrupción: la remoción
de altos jefes policiales y una apelación a hacer públicas
situaciones irregulares en la gestión anterior.
La administración de Avelín-De la Rúa estaba con-
dicionada de antemano por los lineamientos económicos
aplicados durante la década del 90: un esquema convertible

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Gobernadores sin gobierno • 113

que iba rápidamente transformándose en un lastre difícil


de sobrellevar. Pese a que los pilares sobre los cuales se
apoyaba se habían debilitado profundamente, el modelo de
la convertibilidad tenía un amplio consenso social (Castella-
ni, 2008). ¿Desde dónde plantear entonces una alternativa
al ciclo de convertibilidad y endeudamiento? La orienta-
ción general de la acción pública en este contexto podría
caracterizarse mediante la noción de no-decisión (Cfr. Jobert,
2004; Barach, 1963).
La definición nacional de mantener la continuidad del
modelo fue crucial en relación a los recursos provinciales,
ya que el marco de crisis económica y recesión, sumado a
los requerimientos del FMI para otorgar nuevos créditos,
orientaba la política nacional hacia el ajuste fiscal4. Bajo el
peso de la inercia del modelo previo, la deuda pública de
la administración de Avelín se incrementó en más de 62
millones de pesos en los primeros seis meses de gobierno,
sin que mediara nuevo endeudamiento. En paralelo, la pro-
vincia presentaba un déficit mensual de 12 a 15 millones
de pesos, lo que hacia finales de 2000 significó la elevación
de la deuda total a más de 1200 millones (Ruffa, 2005b).
Este endeudamiento tenía como una de sus finalidades la
realización de grandes obras de infraestructura para las que
se habían comprometido las finanzas de ese momento y de
años subsiguientes. Frente a una obligación que considera-
ba difícil de afrontar, el gobierno convocó a los distintos
sectores a fin de legitimar la decisión de suspender las obras
hidroeléctricas que requerían mayor endeudamiento para
su financiación.

4 Los pagos de la deuda pública provincial con los organismos financieros


estaban garantizados con la coparticipación federal y la Nación hizo las
retenciones pertinentes de las remesas que enviaba a la provincia. Es decir,
se trataba de una situación heredada e intocable donde no podía gestionarse
nada más que un apoyo de la Nación que permitiera solucionar el problema
(Ruffa, 2005b).

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114 • Gobernadores sin gobierno

En noviembre de 2000, la problemática financiera se


haría presente fuertemente en ambas escalas, nacional y
provincial, traduciéndose en la firma de un pacto fiscal,
mediante el cual se intentaba frenar la dinámica deficitaria
de las provincias, que se comprometían a ajustar sus eco-
nomías. En San Juan, el pacto implicaría un conjunto de
medidas que incluían un 20 por ciento de recorte en el pre-
supuesto, un ahorro de 60 millones y el congelamiento del
gasto público hasta el 2005. Dada la importancia del empleo
público en la provincia, y su impacto en el presupuesto, el
ministro de economía, Enrique Conti, propuso como única
salida un recorte en los salarios.
Alfredo Avelín no quería recortar salarios de emplea-
dos estatales. Fue la decisión más relevante de su adminis-
tración. Dio marcha atrás con el pacto, lo que repercutió
en un incremento del déficit provincial y significó el ini-
cio de un ciclo de falta de pago en los salarios de los tra-
bajadores estatales que se mantendría presente durante el
resto de su gestión. Las sucesivas medidas gubernamentales
adoptadas en 2001 con el fin de lograr el equilibrio pre-
supuestario, llevaron al Estado nacional, que teóricamente
garantiza los contratos privados, a incumplir los propios
(Sidicaro, 2003), lo que se reflejó sobre la redistribución
impositiva federal. La política de ajuste presupuestario se
mantuvo vigente, incluso ante los cambios en el ministerio
de economía nacional. La salida de José Luis Machinea y
posterior asunción de Ricardo López Murphy en 2001 mar-
caron un nuevo intento de recorte, cuyo fracaso apresuró
la renuncia del funcionario a escasas semanas de asumir
(Schvarzer, 2003).
La siguiente medida fiscal de emergencia fue delineada
de la mano del nuevo ministro, Domingo Cavallo, quien
dispuso en julio de 2001 la política de “déficit cero”. Sin
mediar mayores recursos, el gobierno provincial adhirió
inicialmente a esta medida, pero la negativa del gobernador
a implementar cualquier recorte salarial se tradujo en la
propuesta de implementar un bono provincial, en abierta

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Gobernadores sin gobierno • 115

contraposición a la política de ajuste nacional. La estrategia


de Alfredo Avelín fue amenazar con su renuncia si no se
emitían bonos para pagar los salarios, apelando a la inter-
vención federal como salida ante la resistencia legislativa.
Lo taxativo de la definición impulsó la renuncia del
ministro de economía provincial, luego de una sucesión de
desmentidas públicas sobre las medidas a aplicar: entre julio
y agosto de 2001 se ensayaron diversos tipos de recorte
salarial que oscilaban entre el 15 y el 30 por ciento, pero
ninguno de ellos fue aceptado por el gobernador5. Las con-
frontaciones públicas entre los actores políticos mostraron
las limitaciones que encontraba el gobierno aliancista para
llevar a cabo cualquier tipo de proyecto, dada la escasez pre-
supuestaria del Estado. Habitualmente, los límites que los
recursos disponibles ponen a quienes dirigen el gobierno,
no son captados por los actores (Sidicaro, 2003), pero en
este caso formaban parte de las definiciones de la situación
del gobernador, quien los explicitaba constantemente.
Los atrasos y recortes de coparticipación, fueron par-
cialmente resueltos con la implementación de los bonos
LECOP6, pero las soluciones resultaron efímeras en el mar-
co de la debacle económica nacional. La crisis de 2001 tuvo
un desarrollo tan vertiginoso que resulta difícil de resu-
mir, y finalmente el gobierno naufragó en medio del caos
(Schvarzer, 2003).
El cambio de color político del gobierno nacional
en 2001 y la profundización del endeudamiento provin-
cial serían los resortes para reiniciar el enfrentamiento del
gobernador con las autoridades nacionales. Ante la falta de

5 La renuncia del ministro Enrique Conti implicaba un alejamiento del PB


respecto del ejecutivo, porque este era el funcionario más visible dado que el
vicegobernador no se hacía presente en la escena pública. Conti era, además,
un funcionario experimentado, un cuadro político con sólida formación que
buscaba dar racionalidad a una situación caótica y no lograba establecer diá-
logos razonables con el gobernador. El nuevo ministro sería un hombre de
confianza del gobernador, Ricardo Ortiz, integrante de la CR con escasa
participación política previa y conocimientos de economía.
6 Letras de Cancelación de Obligaciones Provinciales.

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116 • Gobernadores sin gobierno

fondos, y dada la permanente restricción de recursos por


parte de la Nación, Avelín ensayó una serie de medidas
poco exitosas para hacer frente a las obligaciones salaria-
les, insistiendo en la necesidad de implementar un bono
provincial. En febrero la situación financiera llegaría a un
punto álgido: la firma del “pacto federal”, un pacto bilateral
entre Nación y provincias que apuntaba a lograr un acuerdo
con el FMI, mediante la realización de ajustes en todas las
jurisdicciones. San Juan fue el único distrito que se negó a la
firma, ya que el acuerdo significaba la eliminación del piso
de Coparticipación Federal.
La falta de recursos se tradujo en una profunda crisis en
el Estado provincial, la cual se manifestó en la pérdida de las
capacidades políticas, burocráticas y administrativas nece-
sarias para realizar normalmente sus funciones, por ejem-
plo, las relativas a la salud, la higiene pública, la educación
y la política social (Sidicaro, 2003). El Estado provincial
adeudaba salarios y otros conceptos por más de 100 millo-
nes de pesos, lo que ocasionaba una parálisis casi completa
en su funcionamiento, siendo incapaz de dar respuesta a
sus funciones básicas. En dimensiones esenciales, el Estado
mostraba grandes déficits durante el primer trimestre de
2002: los hospitales restringían atención por falta de insu-
mos, no se inició el ciclo lectivo en las escuelas públicas,
se suspendió el pago y distribución de ayudas sociales pro-
vinciales y no se distribuyó la coparticipación municipal en
tiempo y forma, lo que redundaba, por ejemplo, en semanas
enteras sin recolección de residuos.
La emisión del “Bono Huarpe” era la alternativa que
manejaba Avelín, pero su impresión se demoraba debido a
negociaciones con las autoridades nacionales, que se nega-
ban a otorgarle respaldo financiero. La aceptación final de
la medida vino de la mano de la firma del pacto bilateral
exigido por la Nación, pero las dudas en los funcionarios,
sumadas a la resistencia generalizada frente a los bonos
implicaron que finalmente no se emitieran. El gobernador
ensayó entonces una nueva estrategia: decretó un llamado

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Gobernadores sin gobierno • 117

a elecciones para todos los cargos provinciales para el 4


de agosto. No estaba dispuesto a renunciar, pero proponía
en cambio un plebiscito a su gobierno y una salida insti-
tucional a lo que se definía desde distintos sectores como
una situación de crisis.
La escasa capacidad de construcción de acuerdos del
mandatario con otros actores políticos se traducía en lo
taxativo de sus declaraciones: pretendía la renuncia de
todos los funcionarios electos en 1999 y ante un resultado
adverso proponía renunciar dejando a cargo del ejecutivo al
vicegobernador, Wbaldino Acosta. Más allá de esta jugada
el escenario parecía no modificarse en términos generales:
la transferencia de fondos nacionales siguió estando res-
tringida a los estallidos ocasionales vividos en la provincia,
situación que se mantuvo presente hasta los días finales
del gobernador.

4.2. La dinámica del ámbito político

Pese al rol central del Ejecutivo en la decisión, toda acción


colectiva asimilable a una política pública debe ser con-
cebida como producto de la interacción de muchos acto-
res (grupos, organizaciones, asociaciones, aparatos políti-
cos y administrativos), los cuales, buscando un máximo de
beneficios sectoriales, intervienen movilizando recursos y
estrategias acordes a su posición. La participación en estas
interacciones es, en cierta medida, compulsiva, ya que los
actores, de permanecer al margen, corren el riesgo de sufrir
una devaluación de los recursos o la influencia que se les
atribuye (Lagroye, 1994).
A esta imagen de disputa permanente se puede agregar
que los procesos de definición y puesta en práctica de polí-
ticas públicas son asimilables a “una mezcolanza de interac-
ciones variadas, accidentalmente vinculadas unas con otras,
que excluyen todo esquema racional y ponen en contacto

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118 • Gobernadores sin gobierno

a grupos que actúan en función de intereses heterogéneos


para resolver problemas que se perciben de distintas mane-
ras” (Lagroye, 1994: 458). Este apartado busca conocer la
dinámica de estos procesos de interacción, describiendo las
tomas de posición de los distintos actores ante un nuevo
sistema de posiciones, y frente a la propuesta de acción
política generada desde el Ejecutivo.

4.2.1. Consensos nacionales, conflictos provinciales


En el periodo que precedió a la llegada de Jorge Escobar
al gobierno, los diferentes actores comenzaron a tomar
posiciones frente al nuevo escenario que se configuraba. El
bloquismo se ubicaba ahora como oposición7, asignándose
para sí mismo un rol crítico pero constructivo, diferente
de la oposición como fin en sí misma. La retórica de los
dirigentes bloquistas coincidía con la de otros actores polí-
ticos, tanto de partidos provinciales como nacionales, que
se posicionaban frente al nuevo gobierno enmarcándolo en
el apoyo general al proyecto menemista.
El Diario de Cuyo era un actor que apoyaba activamen-
te la política nacional con intervenciones explícitas ante
cada coyuntura particular. Luego del cambio de gobierno se
pronunciaba por la profundización de la política de privati-
zaciones, contribuyendo a sedimentar el discurso de achica-
miento del Estado en pos del saneamiento financiero en el
ámbito provincial, aunque matizaba sus afirmaciones a par-
tir de la necesidad de implementar esta política con senti-
do común. Los representantes de la Federación Económica

7 Este es un término que requiere explicitación, porque se trata de un término


nativo, de gran circulación entre dirigentes políticos y periodistas, que es
compartido por las ciencias sociales. En este trabajo se retoma la definición
de Pousadela de oposición política en un sentido topológico, adaptándola a
la escala provincial: “podríamos definir como oposición al partido o grupo
de partidos que no han obtenido la presidencia ni forman parte de una coali-
ción ejecutiva (o sea, no integran el Poder Ejecutivo por medio de la ocupa-
ción de cargos ministeriales) y que –muy probablemente, pero no necesaria-
mente– cuentan con representación parlamentaria” (Pousadela, 2003: 122).

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Gobernadores sin gobierno • 119

también serían parte del coro de voces que se sumaron para


apoyar las medidas implementadas, por ejemplo, ante el
traspaso de las escuelas nacionales al ámbito provincial.
Otro actor que se posicionó frente al nuevo escenario
político fue la Iglesia, que expresaba claramente un apoyo
al rumbo económico nacional durante una visita de Mon-
señor Calabresi a la provincia en noviembre de 1991 y lo
ratificaba en marzo de 1992 ante la presencia del presi-
dente en la provincia mediante su máxima autoridad local,
Monseñor Di Stefano. Estos pronunciamientos ante visitas
nacionales indican que las autoridades eclesiásticas opta-
ban por dirigirse a la opinión pública en momentos don-
de se evidenciaba una sintonía entre funcionarios políticos
nacionales y provinciales, destacando la importancia de la
conciliación y la conveniencia de las políticas aplicadas.
De modo que el inicio de la gestión de Jorge Escobar
tenía como telón de fondo una coincidencia general en el
apoyo al rumbo económico trazado por el gobierno nacio-
nal de parte de los distintos actores locales. Pero las medidas
puntuales implementadas en ciertos temas neurálgicos (y
persistentes) eran resistidas por estos mismos actores, for-
mándose por momentos un arco de resistencia provincial
que trocaba los apoyos en una confrontación abierta que
incluía al propio gobernador frente a la Nación.
Los dos temas más importantes y persistentes en deba-
te serían la coparticipación federal y la promoción indus-
trial. El gobierno nacional impulsaba medidas en estos dos
ámbitos, que sumadas a la implementación de la reforma
del Estado, ejercerían una presión permanente sobre las
autoridades provinciales, que oscilaban entre la aplicación
y la resistencia de las políticas en función de las coyunturas
específicas (Rodrigo, 2011).
Los actores más visibles durante las confrontaciones
serían los diputados de distintos bloques y el gobernador,
que se apoyaban mutuamente buscando frenar las medidas
de ajuste que incidirían fuertemente en la economía pro-
vincial, altamente nación-dependiente. En este marco los

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120 • Gobernadores sin gobierno

actores destacaban en sus discursos la importancia de los


recursos nacionales, aunque con matices: el gobernador
Escobar planteaba la necesidad de reconvertir la economía
y resistía los ajustes mientras tanto, al tiempo que otros
actores defendían el federalismo8. En paralelo, las tomas de
posición sobre debates estrictamente provinciales tensaban
las relaciones políticas. Los primeros cien días de gobierno
fueron un hito marcado por la gestión escobarista que dio
lugar a posicionamientos, fundamentalmente, de diversos
dirigentes políticos.
Luego de un discurso que fue transmitido en cadena
por la radio y televisión locales, los dirigentes políticos opo-
sitores evaluaron los puntos expuestos por el gobernador.
Desde la CR Alfredo Avelín Nollens evaluaba críticamente
lo expuesto, aprovechando la oportunidad para denunciar
la existencia de conversaciones entre el PJ y el PB, sobre las
cuales invitaba a la ciudadanía a preguntarse, sembrando un
manto de sospecha sobre ambos partidos. El PB, en cam-
bio, tomaba una posición crítica respecto del discurso con
declaraciones de mayor o menor grado de confrontación
según la jerarquía partidaria de quien hablase, fundamental-
mente, porque las acusaciones sobre el mal funcionamien-
to del Estado provincial implicaban una responsabilización
directa a la administración anterior. Leopoldo Alfredo Bra-
vo se hacía eco de las denuncias de la CR, minimizándolas
y destacando la capacidad de diálogo del vicegobernador,
Juan Carlos Rojas, en un escenario de virtual cogobierno
entre tres fuerzas políticas. Al mismo tiempo se mostraba
sorprendido y molesto con el discurso de Escobar, des-
tacando la diferencia en los modos de actuar de ambos

8 La noción de federalismo aparece de forma recurrente en los discursos de


los distintos actores, constituyendo un término nativo, con connotaciones
diversas pero de fuerte presencia en la retórica de los dirigentes de partidos
provinciales.

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Gobernadores sin gobierno • 121

funcionarios: le proponía públicamente al gobernador ser


más diplomático y respetuoso con la gestión so pena de que
corriera riesgo su administración.
Una semana después, en la víspera del inicio de sesio-
nes ordinarias de la LP, el vicegobernador visitaba el dia-
rio local para exponer el temario. Explicitaba entonces su
rol de mediador entre fuerzas políticas, legitimándolo. Dos
elementos presentes en las declaraciones del vicegoberna-
dor estuvieron ausentes del discurso de inicio de sesiones
pronunciado por Jorge Escobar: la retórica peronista y la
apelación a un proyecto común. En cambio, el goberna-
dor declamaba una necesidad de unidad y una urgencia de
gobernar, con una impronta decisionista en su discurso9.
Desde las distintas fuerzas políticas se realizaron decla-
raciones de apoyo a las medidas anunciadas para los distin-
tos ámbitos, ya que el gobernador había repasado cada uno
de los ministerios planteando objetivos a corto y mediano
plazo. El PB matizaba su posición anterior, mientras que
la CR planteaba un apoyo explícito a la propuesta esbo-
zada por el gobernador. Se establecía entonces una breve
tregua en las confrontaciones, que duraría apenas un par
de semanas.
En abril de 1992 emergía en el escenario provincial
un nuevo problema político, que sería crucial para la admi-
nistración escobarista: la elección del senador10. En diciem-
bre de 1992 culminaba el mandato del senador bloquis-
ta Eduardo Pósleman y, dado el carácter indirecto de la
designación de los senadores en ese momento, la LP debía
nombrar a su sucesor durante el período de sesiones que se
encontraba recientemente inaugurado.

9 La retórica de la urgencia de gobernar era parte de un clima de época que


fue caracterizado mediante la noción de democracia delegativa (O´Donnell,
1994). Sobre este debate y la pertinencia de la noción de decisionismo para
la dinámica de los gobiernos latinoamericanos en la década del 90 ver Qui-
roga (Quiroga, 2005) y Palermo (1999).
10 Numerosos estudios señalan la importancia de las senadurías en los ámbitos
provinciales. Al respecto ver Botana (1998) y Ferrari (2008).

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122 • Gobernadores sin gobierno

El oficialismo justicialista aspiraba a ser quien ocupara


la banca en el Senado, y esta posibilidad generaba disputas
entre los diversos candidatos posibles en el interior del par-
tido. José Ubaldo Montaño, referente de la línea Menem 95
y previamente del comando Escobar gobernador, plantea-
ba la necesidad de resolver orgánicamente la postulación,
mediante un congreso partidario o algún tipo de meca-
nismo de consulta, dada la relevancia del cargo en cues-
tión. Por otra parte, uno de los precandidatos, César Gioja,
expresaba que la mecánica al interior del justicialismo iba
a ser de internas, porque estaba claro que había distintos
candidatos, inclusive Emilio Mendoza. José Amadeo Conte
Grand, presidente del PJ, reafirmaba la necesidad de dialo-
gar con las otras fuerzas políticas, debido al carácter indi-
recto de la elección.
Desde la CR, Julio Prado, ex-candidato a vicegoberna-
dor, secretario del bloque en la LP, expresaba la necesidad
de un senador que surgiera de los partidos provinciales,
confrontando abiertamente con la posición del justicialis-
mo.
En tanto que el PB no discutía la posibilidad de un
candidato propio para la elección, aunque reconocía la exis-
tencia de negociaciones con distintas fuerzas políticas. El
gobierno nacional había nombrado a Ivelise Falcioni de
Bravo en el ministerio del interior, convalidando parcial-
mente un modo histórico de relación entre ambos par-
tidos11.
Pese a tales acercamientos, las negociaciones decan-
taron en otro sentido: se articuló un acuerdo entre los
partidos provinciales para resolver el nombramiento del
senador. En este clima de hostilidad con el justicialismo, el

11 Leopoldo Bravo había sido nombrado embajador por Perón en 1945, cuan-
do el partido decidía disolverse para apoyar al justicialismo, su esposa, Iveli-
se Falconi era convertida en funcionaria nacional en 1992 por Carlos
Menem.

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Gobernadores sin gobierno • 123

gobernador asumiría una posición de ajenidad al problema,


la cual se mantendría presente durante el resto del conflicto,
condicionando su resolución.
Los partidos provinciales habían logrado un acuerdo
que era necesario refrendar al interior de la LP. Una oportu-
nidad política fue aprovechada para contar con los puestos
necesarios y realizar la elección: el gobernador se ausen-
taría de la provincia durante una semana y los diputados
pidieron una sesión especial para considerar como único
punto del orden del día la designación de los senadores san-
juaninos. Habiéndose cumplido los pasos necesarios para el
pedido de sesión, con el vicegobernador a cargo del Ejecuti-
vo y la presidencia de la LP en manos de la CR, el desenlace
parecía inevitable. Un condimento adicional para el clima
de tensión era revelado por Leopoldo Bravo: la negociación
no sólo tenía por objeto la senaduría vacante sino también
la que habría de renovarse en 1995.
La sesión en la que resultaron electos Alfredo Avelín
y Leopoldo Bravo como senadores nacionales pasaría a
la historia como “la noche de los senadores”, debido a su
extensión: más de ocho horas fueron necesarias para resol-
ver la votación, que se vio interrumpida repetidas veces
por incidentes con grupos de manifestantes que ocupaban
las barras superiores del recinto. Los prolongados cuartos
intermedios se condecían con incidentes más o menos gra-
ves que eran protagonizados por incitadores identificados
con el justicialismo. Juan Carlos Rojas, en ese momento
a cargo de la gobernación, deslindaba responsabilidades y
hacía explícita su crítica a las demás fuerzas por sostener
una sesión en esas condiciones. La UCR y el PJ condenaron
el pacto por antidemocrático, pero los partidos provincia-
les reivindicaron los nombramientos por encuadrarse en la
Constitución. Ante este escenario, Escobar dio por cerrada
la discusión afirmando que esta elección no entorpecería la
relación con el gobierno nacional.

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124 • Gobernadores sin gobierno

No obstante, el escenario provincial presentaba nuevas


complicaciones. La disputa por los cargos se trasladaría,
luego del fallido intento de ocupar la banca senatorial por
parte del justicialismo, a la conformación del directorio del
Banco San Juan. Las designaciones debían ser propuestas
por el Ejecutivo y convalidadas por la LP, y en ese marco los
distintos sectores del justicialismo se declaraban interesa-
dos en ser escuchados por el gobernador. Emilio Mendoza,
presidente del bloque en la LP y dirigente histórico del jus-
ticialismo, reclamaba una peronización del gobierno. Luego
de intensas negociaciones, sería el ministro de gobierno,
un hombre de confianza del gobernador, quien ocuparía
el cargo de director, acompañado por un conjunto de fun-
cionarios surgidos del consenso entre diversos sectores del
justicialismo que fueron ratificados a regañadientes por los
bloques de la CR y PB.
La dinámica de confrontación de poderes se tradujo
en ese momento en una demanda de diálogo por parte de
los tres bloques mayoritarios, tanto los opositores como el
oficialista. Ante el reclamo persistente desde el Ejecutivo
se propusieron encuentros de diálogo político, mediante
invitaciones cursadas por el propio Jorge Escobar a los pre-
sidentes de las distintas fuerzas políticas.
Un tema que comenzó a tener relevancia en este esce-
nario de tensiones sería la situación de los trabajadores
de la administración pública, a través de dos reclamos que
tuvieron eco en la LP: el pago de retenciones gremiales
realizadas por el gobierno a los sindicatos y no transferi-
das; y la aprobación de una ley que ratificase las 35 horas
máximas de servicio y el rechazo a una doble banda horaria
en la administración.
Los permanentes requerimientos de ajuste desde el
gobierno nacional no se condecían con la agenda que mar-
caba la LP, y esta dicotomía restringía la capacidad de
acción del Ejecutivo. El estrechamiento de los márgenes

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Gobernadores sin gobierno • 125

de maniobra se traslucía en las declaraciones del goberna-


dor, que por momentos ponía en cuestión las posibilidades
reales de seguir el ritmo propuesto por la Nación.
Las confrontaciones sobre los ritmos y alcances del
proceso de reforma del Estado se mantuvieron vigentes
en la provincia y, durante mayo, legisladores y entidades
gremiales sostuvieron negociaciones que tuvieron como
resultado un compromiso del Ejecutivo respecto al pago
de retenciones. Paralelamente al LP votó, no sin debate,
el restablecimiento de la ley de 35 horas máximas para
administración pública provincial a partir de un proyecto
propiciado por la CR y PB. La radicalidad de la medida y su
carácter contradictorio con el proceso de reforma fueron
los elementos que signaron su destino: poco tiempo después
de ser sancionada el gobernador vetó la ley y decretó la
vigencia de la doble banda horaria en la administración.
Por otra parte, se mantenían las negociaciones al inte-
rior del justicialismo en relación a futuras designaciones.
Una vez definido que el ministro de gobierno ocuparía
la presidencia del Banco San Juan era necesario nombrar
un sucesor, tema que sería la próxima materia de dispu-
tas. El nuevo ministro designado fue César Gioja, un diri-
gente cercano al gobernador que había sido aspirante a la
senaduría poco tiempo atrás. Su nombramiento expresa las
limitaciones de un proyecto, que se veía cuestionado des-
de el propio partido, como se trasluce en las palabras de
César Gioja que catalogaba de “no mala” la relación entre el
mandatario y el justicialismo. Dos nuevos ministros juraron
en esa misma ceremonia, en la cual se ratificaba el rumbo
político y económico del gobierno, al mismo tiempo que se
reconocía una cierta peronización del gabinete.
Paralelamente se mantenía vigente la problemática de
los intentos de recorte a los montos de Coparticipación
Federal desde el gobierno nacional. También aquí se regis-
traron diferencias significativas. Pese a que se sostuvieron
negociaciones para evitar las quitas enfrentando de modo
conjunto al gobierno nacional durante los primeros seis

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126 • Gobernadores sin gobierno

meses del año12, la negociación de un pacto para dar fin


a las disputas por parte de los gobernadores se tradujo
en distintas tomas de posición. La firma del pacto fiscal,
que implicaba una quita del 15 por ciento de los recur-
sos transferidos, era reivindicada como un avance por el
gobernador y denunciada como un avasallamiento desde
los bloques opositores.
La administración escobarista iniciaba inmediatamen-
te después de la firma del pacto una operación publicitaria
sobre los logros de su gestión, intentando revertir el clima
de hostilidad apelando al vínculo directo con su electorado.
Uno de los elementos que dio a conocer fueron las cifras de
recaudación provinciales, que evidenciaban un crecimiento
sostenido a partir del cambio de administración. La difu-
sión de los “logros” de la gestión sería la última estrategia
implementada por el Ejecutivo en las semanas previas a la
presentación del pedido de Juicio Político al gobernador, el
17 de septiembre de 1992.

4.2.2. Confrontaciones y cooperación entre aliados y


opositores
En 1999, la transición política que convertiría al justicialis-
mo en oposición por primera vez en casi una década, estuvo
atravesada por elecciones presidenciales que ratificaron su
derrota provincial y nacional. Ante un panorama poco alen-
tador, los dirigentes justicialistas sanjuaninos se abocaron a
una disputa por el nombramiento del Senador que debería
reemplazar a Avelín una vez que asumiera13.

12 En mayo se había rechazado una quita del 2,5 por ciento y luego un 3 por
ciento de recorte de los ingresos por coparticipación. En ese mes se acordó
en Nación una renegociación global. En junio las provincias impulsaron un
nuevo régimen de coparticipación, reclamo que se sostuvo durante julio.
13 Alfredo Avelín tenía mandato hasta 2002, gracias al pacto celebrado entre
los partidos provinciales en 1992 que se selló en la noche de los senadores.

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Gobernadores sin gobierno • 127

El justicialismo convocó a una sesión extraordinaria


de la LP pero, a pesar de contar quórum propio, esta con-
vocatoria fracasó debido a que dos de sus diputados no
asistieron. Más adelante el PJ hizo un nuevo intento por
quedarse con la senaduría, y remitió un pliego a la Cámara
Alta para que el diputado Dante Elizondo fuese nombrado
aún sin la aprobación de la LP, tensando la relación con el
interbloque de la Alianza en la provincia.
Las disputas internas del PJ eran evidentes en esta
transición, no obstante, las nuevas autoridades del bloque
buscaban organizar el accionar de los legisladores desde
una concepción unitaria sobre el rol de la oposición. Tulio
del Bono, vicepresidente del bloque, explicitaba la necesi-
dad de autocrítica dado su desalojo del poder mediante el
voto popular, asumiendo al mismo tiempo una actitud de
cooperación crítica con el nuevo gobierno.
La extensa transición implicó reacomodamientos tam-
bién al interior de la coalición aliancista: luego del triunfo
en las presidenciales sería el radicalismo sanjuanino el pri-
mer partido en iniciar un proceso de alejamiento de sus
socios electorales. En los días previos a la asunción de las
nuevas autoridades, los dirigentes radicales anunciaron su
definición de constituir un bloque propio en la LP. Esta
definición aparejó duras críticas de los demás partidos de
la Alianza y sería atribuida a la heterogeneidad de culturas
políticas al interior de la coalición gobernante. Pese a estas
confrontaciones, el radicalismo votó con toda la coalición la
designación del senador Juan Carlos Loza el 21 de diciem-
bre de 1999, hecho que cerraba la disputa con el PJ.
El gobierno de la Alianza estaba condicionado de ante-
mano por una problemática que tensaría cada vez más las
relaciones entre sus integrantes: el creciente déficit provin-
cial. Las idas y vueltas con diversas propuestas de ajuste
–exigido por el gobierno nacional para transferir fondos
coparticipables– y el crecimiento de la deuda provincial

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128 • Gobernadores sin gobierno

fueron las constantes del primer año de gobierno de la coa-


lición, al interior de la cual los conflictos se hacían cada
vez más manifiestos.
A principios de 2001, la tensión entre poderes se hizo
manifiesta cuando, ante la presión por cuestiones puntuales
–como el apoyo financiero a viñateros en época de cose-
cha y la necesidad de contar con equipamiento policial, de
salud y educación– el Ejecutivo definió la utilización de
Leyes de Necesidad y Urgencia que autorizaban endeuda-
mientos, haciendo uso de una facultad constitucional del
Poder Legislativo. La decisión del Ejecutivo fue criticada
también por los diputados aliancistas, quienes coincidían en
un malestar profundo por el avasallamiento al Poder Legis-
lativo. No obstante, el resultado de los debates ratificaría
las medidas propuestas por el gobernador modificando el
carácter de las leyes pero manteniendo su contenido sus-
tancial, un gesto de apoyo que, pese al reclamo de diálogo,
evidenciaba la ausencia de alternativas14.
La situación de déficit crónico en las finanzas, sumada
a la centralidad del empleo público, convertía a la estrategia
nacional de ajuste en una problemática aguda frente a la
cual los distintos partidos mostraban matices. El PB impul-
saba los recortes como única alternativa, posición expresa-
da tanto por el ministro de economía como por sus legisla-
dores. El radicalismo sostenía una postura ambivalente, sin
cuestionar la política pero sin desconocer que la definición
de sostener el esquema convertible dejaba poco margen de
maniobra a las autoridades provinciales.
Un hito dentro de esta dinámica de dubitaciones y
enfrentamientos fue la represión de una protesta de tra-
bajadores estatales que reclamaban por salarios adeudados
frente al ministerio de economía el 24 de agosto de 2001. La
decisión de reprimir sería cuestionada, en primer lugar, por

14 Las Leyes de Necesidad y Urgencia 7121 y 7122 fueron reemplazadas por


las leyes 7124 y 7125 sancionadas el día 09/02/01 por la Legislatura Provin-
cial.

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Gobernadores sin gobierno • 129

el FREPASO, que se separaba formalmente de la Alianza a


partir de este hecho. Pero las consecuencias más relevantes
de esta medida fueron, por una parte, la negativa del gober-
nador a recortar salarios y, correlativamente, la renuncia
del ministro de economía, Enrique Conti, el 25 de agosto de
2001. El ministerio vacante sería cubierto por un fiel aliado
del gobernador, Ricardo Ortiz. El personalismo de Alfredo
Avelín se reflejaba en el nombramiento, que lo alejaba de sus
socios electorales y lo exponía a nuevos cuestionamientos.
La situación financiera de la provincia se complejizaba
a medida que avanzaba el año 2001, en el marco de una cri-
sis nacional que matizaba los enfrentamientos entre actores
políticos al interior de la Alianza. En una situación cada vez
más crítica de déficit y endeudamiento, al conflicto persis-
tente por salarios adeudados con los empleados y docentes
estatales se sumaban dos nuevos frentes de tormenta: los
reclamos de intendentes por fondos de coparticipación y las
elecciones de diputados nacionales en octubre.
Un problema que había comenzado a ser visible en los
primeros meses de gobierno era la vigencia de una norma-
tiva que autorizaba a los intendentes a endeudarse ponien-
do como garantía los fondos provinciales, la cual no logró
que se derogase. Por otra parte, la propuesta del Ejecutivo
de sancionar una nueva Ley de Coparticipación Municipal
medida sería rechazada unánimemente por los gobiernos
municipales de la Alianza, el PJ y los partidos municipales15.
Esta iniciativa apuntaba a resolver la permanente deman-
da de fondos siendo que la Nación retenía los recursos
coparticipables para afrontar endeudamientos y exigir ajus-
tes. El conflicto provincia-municipios fue girando desde un
enfrentamiento abierto con el Ejecutivo –los intendentes

15 El gobierno provincial quiso trasladar la política nacional, eliminando el


piso de coparticipación para redistribuirla según los ingresos y los inten-
dentes percibían que iban a recibir menos fondos. La negativa a modificar el
régimen convertiría a la provincia en una excepción en cuanto a los meca-
nismos típicos. Sobre regímenes de coparticipación municipal ver Cetrán-
golo (2004).

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130 • Gobernadores sin gobierno

amenazaron con cerrar los municipios si se modificaba la


Ley– a una negociación cotidiana sobre las transferencias y
una demanda conjunta a la Nación.
Pese a los resquebrajamientos que había sufrido la coa-
lición durante esta primera etapa de su administración, la
Alianza se presentaba unida a las elecciones legislativas de
octubre de 2001, que sería la primera elección por voto
directo de Senadores después de la reforma constitucional
de 1994. Su principal contrincante era el PJ, que se había
unificado luego de fuertes disputas internas bajo el Frente
Unidos por San Juan, llevando como candidato a Senador
a José Luis Gioja, quien tenía amplio respaldo nacional. El
justicialismo ganaría las elecciones con un 35.9 por ciento,
obteniendo dos senadurías y la Alianza conseguía un 35.3,
quedando en segundo lugar por un estrecho margen y obte-
niendo también una banca en el senado que sería ocupada
por Nancy Avelín.
Los desempeños partidarios no serían el dato más rele-
vante en estos comicios, que se vieron atravesados por un
fenómeno nacional con amplio impacto en la provincia: el
voto nulo, que llegaba al 18.9 por ciento. La incidencia de
este fenómeno sumado al alto porcentaje de votos en blanco
(5.13 por ciento) y un elevado ausentismo electoral, serían
la expresión de un descontento ciudadano que comenzaba
a ser visible en los meses previos a la debacle del gobierno
nacional (Rodrigo, 2003).
Los resultados electorales se tradujeron en nuevos
posicionamientos de los dirigentes políticos tanto en el ofi-
cialismo como en la oposición. El justicialismo contaba con
mayor presencia nacional y provincial en las distintas cáma-
ras, y José Luis Gioja se convertía en el vocero del justicia-
lismo sanjuanino y nexo permanente con la Nación desde
su flamante cargo de Senador. Rol que sería parcialmente
aceptado por las autoridades provinciales en un escenario
de falta de fondos crónico que tornaba cada vez más com-
pleja la negociación con los distintos actores.

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Gobernadores sin gobierno • 131

La debacle del gobierno nacional y los sucesos de


diciembre de 2001 y enero de 2002 fueron un punto de
inflexión en todos los ámbitos de la vida social de la Argen-
tina, de modos tan profundos y complejos que resultan
difíciles de resumir. En un contexto de inestabilidad gene-
ralizada, los dirigentes políticos provinciales hicieron causa
común para sortear las dificultades encolumnándose para
sostener al débil Ejecutivo provincial16.
La estrategia más claramente unitaria frente al terre-
moto político de diciembre de 2001 fue la organización
de un Comité de Crisis, replicando la iniciativa nacional,
que empezó a funcionar el 13 de febrero, integrado por
funcionarios gubernamentales, representantes de partidos
políticos, la Iglesia y distintos sindicatos.
El 16 de febrero, el Comité de Crisis elaboró un primer
documento en el cual proponía medidas para la disminu-
ción del gasto público. Pocos días después el Comité que-
daría sin representación de sindicalistas, intendentes y par-
tidos de la oposición que criticaban el acuerdo sin consulta
firmado por Avelín. Solo quedarían participando funcio-
narios del Ejecutivo, dos legisladores, representantes del
Consejo Profesional de Ciencias Económicas, la Iglesia y
algunos empresarios.
En lo que constituía un enfrentamiento abierto con
el gobierno, la Iglesia emitió un documento firmado por
Monseñor Delgado, en el cual enfatizaba la responsabilidad
de los dirigentes políticos por las circunstancias políticas y
la necesidad de tomar medidas drásticas frente a una situa-
ción de emergencia social. Llamaba a una profunda reforma
del Estado para afrontar decididamente lo que definía como
las puertas de un incendio social de proporciones mayús-
culas. La Iglesia tensaba entonces al máximo su relación

16 Tanto los referentes del PJ (Gioja, Escobar), del PB (Bravo, Acosta, Conti)
como de otros partidos, fueron escrachados durante enero de 2001 en suce-
sivas manifestaciones y cacerolazos que recorrían los domicilios de los dis-
tintos dirigentes políticos. Una estrategia de apoyo al Ejecutivo, en este con-
texto, fue la Concertación.

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132 • Gobernadores sin gobierno

con el gobernador, que reaccionaba frente a las críticas que


incluía Monseñor Delgado sobre los cambios en el gabinete:
Avelín defendió a sus funcionarios y no hizo caso a la reco-
mendación de designar un nuevo ministro de economía. En
marzo de 2001 la Iglesia se retiraba del Comité de Crisis
y pocos días después se oficializaba el partido Dignidad
Ciudadana, presidido por el vocero de Monseñor Delgado,
Alberto Sánchez.
En paralelo se desactivaban paulatinamente los ámbi-
tos de debate surgidos en enero de 2002, al calor de los
cacerolazos, escraches y movilizaciones que se llevaron
adelante en diversos departamentos de la provincia de San
Juan. Sobreviven a este proceso tres organismos asamblea-
rios de diversa naturaleza: el CAI, Cultura Activa y los veci-
nos Autoconvocados Jachalleros (Ruffa, 2005).
El CAI (Ciudadanos Argentinos Independientes) fue un
organismo que se autodefinía como expresión de un con-
junto de “argentinos dolidos autoconvocados por la justicia,
respeto a las garantías y estabilidad jurídica, una organi-
zación civil que tiene como objetivo fiscalizar el accionar
de los gobernantes” (Diario de Cuyo 20/02/02). Sus accio-
nes más características eran manifestaciones a la Catedral
seguidas de rezos y concentraciones frente a la LP los días
martes y sus dirigentes más visibles explicitaban su pertene-
cían a la Iglesia. Uno de los objetivos que se atribuían como
grupo era ser contralores de los poderes públicos y su accio-
nar incluía pedidos de informe sobre presupuesto, planta
política y declaraciones patrimoniales de funcionarios.
El 15 de marzo CAI comienza la junta de diez mil fir-
mas para iniciar un pedido de juicio político al gobernador
por la falta de medidas para garantizar la paz social y el
orden público, amparándose en el artículo 219 de la Cons-
titución Provincial. La campaña de junta de firmas atravesó
la actualidad política de la provincia durante algunas sema-
nas, siendo recolectadas en múltiples eventos públicos con

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Gobernadores sin gobierno • 133

apoyo explícito de la Iglesia. La campaña logró recolectar


más de cinco mil firmas y el día 26 de marzo fue presentado
el pedido ante la LP17.
Este pedido implicó la activación de los mecanismos
institucionales previstos al interior de la LP para resolver
su pertinencia. La Comisión de Juicio Político realizaría
una extensa investigación que precedió una sesión de la SA
donde se votaba, finalmente, desestimar el pedido. Durante
los cuarenta días en que se llevó adelante la investigación el
carácter del pedido sería advertido con diferentes matices
por parte de los legisladores. El viernes 17 de mayo la LP
desestimó el pedido del CAI en una votación que se resolvió
por 18 votos en contra y 4 a favor de la acusación.
La posición de los representantes de la UCR frente
al proceso estuvo dividida desde el comienzo. Una de sus
líneas internas consideraba al pedido un “invento de la CAI”,
y apoyaba la gestión del gobernador. Desde otra posición, la
legisladora radical Delia Pappano fue quien mantuvo mayor
actividad al interior de la Comisión Investigadora, fun-
damentando posteriormente la necesidad de sostener una
acusación, en el discurso más extenso de la historia de la LP,
de tres horas de duración. No obstante, la bancada radical
votó dividida en la SA, replicando las posiciones sostenidas
a lo largo del proceso.
El PB mantenía una cierta ambigüedad frente a esta
presentación, que en principio concernía también a su
representante en el Ejecutivo, el vicegobernador Acosta.
Durante el período de investigación se mantuvieron una
serie de reuniones partidarias en las cuales se debatía la
posición frente al juicio: mantener una postura unificada o
dejar el voto a la conciencia de cada legislador. La disciplina

17 Ese mismo día ingresa otro pedido de juicio político, de un particular, el


abogado Marcelo Bustos, quien optaba por esta vía una vez agotados los
recursos administrativos en reclamo del pago de bonos SAJU de cancelación
de obligaciones provinciales.

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134 • Gobernadores sin gobierno

partidaria primó y los legisladores acataron la definición


del vicegobernador de no acusar a Avelín: el dictamen no
presentó cargos y los diputados votaron por la negativa.
El PJ era un actor fundamental en el proceso, ya que
contaba con ocho diputados en la comisión. La coyuntura
política hizo aflorar las disputas internas que habían perma-
necido latentes entre los dos dirigentes que se disputaban
la conducción partidaria: José Luis Gioja y Jorge Escobar.
La posición que triunfó fue la de Gioja, quien jugaba un rol
mediador con el gobierno nacional y, pese a las acusacio-
nes de liderar un complot por parte del oficialismo, fue el
artífice de la disciplina partidaria que mostró el bloque jus-
ticialista a la hora de votar por el rechazo a la acusación.
La resolución de este proceso por la negativa sentó
un antecedente favorable para Alfredo Avelín. Durante el
período de investigación se había presentado un nuevo
pedido de juicio político (el tercero contra el gobernador
durante su gestión) que fue desestimado un mes después,
el 15 de junio, en una sesión expeditiva donde los propios
integrantes de la Comisión Investigadora declaraban que no
“valía la pena” buscar una nueva acusación18.

18 Declaraciones de la diputada Delia Pappano a Diario de Cuyo, 15/06/02.


Este pedido de juicio político se basaba en la falta de pago de los Bonos SAJU
y había sido presentado por Roberto Agustín Gómez el 09/05/02. La dipu-
tada Pappano había presentado su renuncia a la Comisión Investigadora
luego del procedimiento anterior, aunque no había sido aceptada formal-
mente todavía.

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5

Movilización sectorial

Este capítulo busca conocer la incidencia que puede haber


tenido la actividad de actores no propiamente políticos en
el desencadenamiento y canalización de las situaciones de
crisis política. Se reconstruyen para ello los conflictos sub-
yacentes a cada proceso a partir de un análisis de los proce-
sos de movilización sectorial.
El ejercicio habitual de las actividades políticas con-
cierne a los actores especializados que las profesan o que
están interesados en su cumplimiento. Esto no significa
que los demás actores estén completamente marginados de
las actividades políticas. Algunos reivindican con mayor o
menor éxito el derecho a participar, otros pretenden que
sus intereses y actividades queden incluidos entre las prio-
ridades políticas (Lagroye, 1994).
De este modo, la disputa por la direccionalidad de las
políticas públicas es dirimida en la interacción entre sec-
tores en distintas arenas. En el espacio público-político,
una arena amplia y relativamente indiferenciada (Haber-
mas, 2005), se hacen visibles los distintos sectores de la
sociedad civil que, al movilizarse, pugnan por ocupar una
posición en este juego (Lagroye, 1994).
Este capítulo se ocupa de tales movilizaciones y con-
templa para ello dos apartados. El primero consiste en una
descripción general de la dinámica de la contienda en los
períodos de gobierno previos a las destituciones. A con-
tinuación se indaga sobre la fisonomía los conflictos más

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136 • Gobernadores sin gobierno

agudos en cada coyuntura, que signaron las administra-


ciones y actuaron como prolegómenos de los pedidos de
juicio político.

5.1 Dinámicas de contienda

La noción de movilización es objeto de amplios debates


que exceden los objetivos del presente capítulo1. Desde
una perspectiva relacional que hace énfasis en la actividad
táctica de los protagonistas de la contienda “sólo hablare-
mos de movilización cuando unos recursos dados se inser-
ten en una línea de acción, o mejor, en una jugada (coup,
move) y ello únicamente en un contexto conflictivo” (Dobry,
1988: 9).
Una movilización constituye una forma de acción
colectiva: concierne a un grupo de individuos, que actúa
en función de motivaciones e intereses comunes, en pos
de un objetivo compartido. Tanto como la idea de movili-
zación, la noción de acción colectiva incluye formas muy
diversas de conflicto o cooperación que han variado desde
el horneado comunitario de pan hasta las campañas elec-
torales (Tilly, 2000: 9).
Las movilizaciones de las que se ocupa este apartado
conciernen a modalidades de acción colectiva que se desa-
rrollan en situaciones conflictivas porque, por definición,
tratan de obtener ventajas que los otros grupos se niegan
a conceder (Lagroye, 1994). Se optará por la denominación

1 La noción de movilización proveniente de la sociología política francesa


debate con los modelos de movilización de recursos y de oportunidades
políticas para hacer eje en una perspectiva de corte interaccionista, que tiene
en cuenta una dimensión estratégica de las movilizaciones en la que entran
en juego los cálculos de los actores (Cfr. Dobry, 1988: 9 y subs.; Lagroye,
1994). Sobre este debate se pueden consultar Laraña (1996), McAdam
(1999), Revilla Blanco (2005) y McAdam (2005).

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Gobernadores sin gobierno • 137

de “acción de protesta social”2 ya que permite delimitar un


tipo específico de movilización que implica: a) una situa-
ción conflictiva (o bien mixta) protagonizada por actores
no propiamente políticos, b) que se desarrolla en el espacio
público-político; y c) que tiene como referente el sosteni-
miento de una demanda al gobierno (en tanto representante
del Estado con capacidad de decisión sobre los lineamientos
de las políticas públicas y la distribución de los recursos)3.
Tomando como unidad de análisis cada una de las
acciones de protesta registradas por la prensa gráfica pro-
vincial, se codificaron todas las acciones que tuvieron lugar
en el ámbito provincial en un período de un año previo
a cada destitución, a fin de conocer las dinámicas de la
contienda4. El trabajo de codificación apuntó a delimitar un
conjunto de características de las acciones de protesta social
acontecidas: a) el formato de protesta que se utiliza, b) la
recurrencia en el uso de cada formato, c) el o los sectores
que se movilizaron en cada caso, d) la duración de la acción,
d) las demandas que las articularon. Permitió además datar
las acciones de protesta y establecer una fisonomía gene-
ral de las dinámicas de contienda (creciente, decreciente)
en cada período.

2 Es una noción que, pese a tener consenso académico, es problemática de no


ser especificada con mayor detalle ya que cada trabajo propone matices
según se encuadre en una u otra de las perspectivas dominantes sobre movi-
mientos sociales y acción colectiva (Cfr. Schuster, 2006; Farinetti, 1999;
Auyero, 2002; Scribano, 2003; Schuster et al., 2006).
3 Esta definición recupera la línea de análisis sobre políticas públicas desarro-
llada en el capítulo 3, e incorpora un elemento presente en la literatura espe-
cífica: “la protesta involucra siempre una tercera parte, generalmente plan-
tea amenazas a la distribución existente de poder y frecuentemente incita a
la vigilancia, la intervención y/o represión por parte de la autoridad políti-
ca” (Tilly, 2000: 11).
4 Se trabajó con el Diario de Cuyo, única publicación diaria de circulación
provincial a lo largo de ambos períodos. Considerando la distancia temporal
y la amplitud de los períodos analizados se optó por recurrir a la prensa ya
que “los medios gráficos son la fuente disponible más conveniente para
registrar la historia de la movilización social” (Schuster, 2006: 18).

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138 • Gobernadores sin gobierno

5.1.1. Resistencia al neoliberalismo (1991-1992)


Para realizar una descripción general de la dinámica de la
contienda resulta útil cuantificar las acciones de protesta
registradas por mes, lo que permite establecer un promedio
anual y graficar la intensidad de los conflictos en distintos
momentos del período. En 1992 se observa una dinámica
relativamente homogénea, con un promedio mensual de 9
acciones y valores cercanos a la media en casi todo el ciclo.
La excepción la representan los meses de junio, julio y agos-
to de 1992, donde se evidencia un marcado incremento, con
un pico máximo en julio, que duplica inclusive la media.

Gráfico 3: Acciones de protesta social. Valores absolutos. San Juan. 1992

Fuente: Elaboración propia en base a datos primarios.

Es importante destacar que el trimestre en que se con-


centra la mayor cantidad de acciones de protesta no coinci-
de directamente con el cumplimiento de ninguna de las ins-
tancias formales del juicio político, ya que la presentación
del pedido fue realizada en septiembre y el fallo de destitu-
ción se dictaría en diciembre. La distribución parece indicar
que el pedido de juicio es la coronación de un ciclo corto
de intensificación de las movilizaciones colectivas, que son

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Gobernadores sin gobierno • 139

descomprimidas a través de este mecanismo institucional.


A su vez, la destitución marcaría el cierre del ciclo largo de
incubación, emergencia y desarrollo de la crisis.
La dinámica de conflictividad social nacional es un
parámetro de comparación entre escalas que permite com-
prender mejor la dinámica provincial5. Para ello se retoman
aquí los resultados de un relevamiento mayor, que analiza
las cifras de la protesta social en Argentina en el período
1989-2003 (Schuster, 2006).
En primer lugar, es importante destacar que el número
total de acciones de protesta social registradas en San Juan
se mantuvo permanentemente en cifras muy inferiores a
los valores nacionales. Además se puede observar que la
dinámica sanjuanina muestra un comportamiento disímil
del nacional, ya que en la provincia se da un crecimiento
sostenido en el número de acciones durante los tres pri-
meros trimestres de 1992, con un marcado descenso sobre
en el final del año, a diferencia de las pocas variaciones
registradas a escala nacional durante el período.

5 El sentido de lo local, lo nacional y lo global no son constantes a lo largo de


la historia, por el contrario, la cuestión de la escala en la cual actúan los acto-
res sociales resulta de una construcción colectiva de marcos de referencia
compartidos. No obstante, en una perspectiva histórica de mediano plazo se
observa que las demandas sociales representadas en movimientos colectivos
han ido cambiando de perfil y que, en el nivel subnacional, el Estado se ve
desafiado por la revitalización de grupos solidarios basados en diversos cri-
terios (Crf. Jelin, 2003; Mcadam, 1999).

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140 • Gobernadores sin gobierno

Gráfico 4: Acciones de protesta social. Argentina y San Juan, según


trimestres. 1992

Fuente: Elaboración propia en base a datos primarios y secundarios.

Un dato adicional sobre la relación entre ambas escalas


es que la protesta registrada en San Juan se refiere cen-
tralmente a la esfera local, siendo mínima la cantidad de
acciones coordinadas a nivel nacional durante 1992. Este
elemento contribuye a sostener la idea de una provinciali-
zación de la protesta social durante los ’90 (Farinetti, 1999),
ya que prevalecen las acciones restringidas al ámbito local
y es escasa la actividad registrada por parte de las centrales
obreras y/ sindicatos por rama de actividad.
Considerando ahora a los protagonistas de las movi-
lizaciones, se observa que el sector más activo son los sin-
dicatos, fundamentalmente de trabajadores estatales, desta-
cándose la intervención de los dos gremios mayoritarios:
ATE y UDAP6. Dada su incidencia e importancia en la esfera
local, estos actores han sido considerados por separado de

6 Unión Docentes Agremiados Provinciales, sindicato que nuclea la mayor


parte de los docentes.

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Gobernadores sin gobierno • 141

los sectores estatales y docentes, dentro de los cuales se


incluyen sendos conjuntos de sindicatos menores, los cuales
se movilizaron durante el período.

Gráfico 5: Acciones de protesta social según sectores. San Juan. 1992

Fuente: Elaboración propia en base a datos primarios.

Los sindicatos de trabajadores del sector privado son


los que mayor cantidad de acciones de protesta realizaron
de conjunto, aunque esta categoría agrupa una gran canti-
dad de actores más o menos relevantes en la esfera provin-
cial, cada uno de ellos con una participación minoritaria en
el total de las acciones registradas en el período7. Por fuera
de los sindicatos, los dos actores que se movilizaron fueron:
a) habitantes de villas y barrios marginales, y b) asociaciones
de viñateros y chacareros de la provincia. Aunque el sector
de sindicatos estatales registra una intensa actividad en su

7 UTA, UOCRA, FOETRA, etc.

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142 • Gobernadores sin gobierno

conjunto, es necesario destacar la participación de la ATE,


asociación que aparece como el actor singular que realizó
mayor cantidad de acciones de protesta durante 1992.
Tomando en cuenta el formato de las acciones registra-
das, se observa que las particularidades del escenario local
se cristalizan en un repertorio8 singular. Las principales
maneras de movilizarse durante este período revistieron
un carácter simbólico. Tres modalidades de acción colec-
tiva que lo caracterizan son las solicitadas, las declaracio-
nes públicas y la “formalización de reclamos”. Esta última
resume diversas acciones tales como: conferencia de pren-
sa, comunicados, reuniones con legisladores, e inclusive
presentación de pedidos de juicio político como su expre-
sión más acabada. Están presentes también los formatos
más tradicionales, característicos de los sectores sindicales
(Schuster, 2006; Auyero, 2002; Farinetti, 1999). La huelga,
parcial o total (incluidas las medidas nacionales), tomada
de modo conjunto se convierte en el formato preponde-
rante durante 1992.

8 Esta noción permite dar cuenta de la recurrencia de ciertos tipos de movili-


zación tomando en cuenta la especificidad de los contextos culturales en los
que se desarrollan: “la acción colectiva cae dentro de repertorios bien defini-
dos y limitados que son particulares a diversos actores, objetos de acción,
tiempos, lugares y circunstancias estratégicas” (Tilly, 2000: 14).

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Gobernadores sin gobierno • 143

Gráfico 6: Acciones de protesta social según formatos. San Juan. 1992

Fuente: Elaboración propia en base a datos primarios.

En este período las demandas se concentraron, en coin-


cidencia con el protagonismo de los sindicatos, en torno
a reivindicaciones salariales de diversa índole, dentro de
las cuales primó la demanda de recomposición salarial por
parte de los sindicatos estatales y docentes, pero que fue
compartida por los gremios del sector privado en general.
Muy por detrás de este primer tipo de reclamos se ubica
la categoría “laborales”, que si bien tienen vinculación con
las demandas salariales no son idénticas, y resulta necesario
diferenciar por las consecuencias políticas que se despren-
den de su especificidad9. Otro tipo de demandas se relacio-
nó con garantías educativas, en el marco de un proceso de
provincialización de la educación media.

9 Se consideran demandas de tipo laboral todos aquellos reclamos que no son


estrictamente salariales pero involucran relaciones laborales (por ejemplo:
reclamo por la transferencia de retenciones gremiales, demanda de cobertu-
ra de la Obra Social, defensa de una banda horaria de trabajo unificada). En
el siguiente apartado se analiza la dimensión que cobró el conflicto en torno
a las retenciones gremiales de ATE.

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144 • Gobernadores sin gobierno

Las demandas salariales y laborales se combinaban de


maneras diversas, en un marco general de reforma del Esta-
do y achicamiento de su planta de personal. Los trabajado-
res viales (Sitraviap) resistieron la implementación del reti-
ro voluntario, conjuntamente con ATE y otros sindicatos
menores. Los gremios docentes reclamaron financiamiento
educativo antes y después del traspaso de establecimientos
nacionales, demanda que se articulaba con el rechazo nacio-
nal del sector a la Ley Federal de Educación que se discutía
en el Congreso. Acciones que pueden ser entendidas como
formas reticulares de resistencia al neoliberalismo, basadas
en demandas concretas relativas a la situación vital de los
actores involucrados y no en una posición política explícita
de rechazo al proceso general de transformaciones.
La incidencia que tuvieron estas movilizaciones en la
implementación de políticas públicas fue proporcional a la
intensidad de las acciones, aunque la tónica del período fue
el retraimiento del poder de negociación de los sindica-
tos. Aquellos gremios que movilizaron mayor cantidad de
recursos simbólicos y materiales, sosteniendo en el tiempo
una reivindicación, lograron algún tipo de respuesta del
Ejecutivo, ya fuera la asignación de recursos que posibilita-
ron mantener derechos adquiridos (UDAP), o una persecu-
ción sindical y un enfrentamiento abierto (ATE).

5.1.2. Crecimiento y pluralización de la protesta ad


infinitum (1999-2002)
Para describir la dinámica de la contienda en el período pre-
vio a la destitución de Alfredo Avelín se analiza el periodo
que comprende los meses de octubre de 2001 a septiembre
de 2002. Se puede observar en este lapso una dinámica de
movilización relativamente homogénea, con un promedio
mensual de 34 acciones de protesta y dos picos de conflicti-
vidad en los meses de abril y agosto de 2002.

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Gobernadores sin gobierno • 145

Gráfico 7: Acciones de protesta social. Valores absolutos. San Juan.


2001-2002

Fuente: Elaboración propia en base a datos primarios.

Vale destacar que durante la administración avelinista


la agudización de la crisis política provincial se desarrolló
en paralelo al incremento de las cifras de la protesta, aunque
no exclusivamente en relación con el juicio político. En este
sentido, el primer pico registrado, en el mes de abril, coinci-
día con una amenaza de renuncia por parte del gobernador,
luego de graves enfrentamientos con sindicatos de trabaja-
dores estatales provinciales, que culminaron en la represión
de una manifestación a la casa de gobierno. En tanto que
el segundo pico, que se observa en el mes de agosto, coin-
cide con el inicio del procedimiento de juicio político al
gobernador, ya que a principios de este mes fue presentado
el pedido en el marco de una manifestación multisectorial
hacia la LP10. En este caso, el pedido de juicio es un compo-
nente del proceso general de movilización social, uno de los

10 En la manifestación del 07/08/02 participaron 44 organizaciones: 14 sindi-


catos estatales, una cámara empresaria, 6 municipalidades, 7 colegios profe-
sionales, 5 escuelas de educación privada y 6 partidos de izquierda (Diario
de Cuyo, 08/08/02).

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146 • Gobernadores sin gobierno

actos de expresión de descontento, antes que el resultado


de – o la respuesta a – esa movilización. Finalmente, en
septiembre la cantidad de acciones de protesta registradas
decrece fuertemente, con un valor inferior inclusive a la
media, pese a ser el mes en que se destituye al gobernador.
Es posible pensar que este comportamiento decreciente se
deba a una descompresión de la tensión social a partir de
la suspensión del gobernador en sus funciones, producida
hacia fines del mes de agosto de 2002.
Considerando la intensidad de la conflictividad social
en San Juan con respecto a la dinámica nacional, es impor-
tante destacar que los años 2001 y 2002 constituyen
momentos particularmente efervescentes en ambas escalas.
Pese a este signo compartido, se observa que la provincia
presenta una tendencia inversa a la nacional: mientras que
el año 2002 significó allí un período decreciente, en San
Juan se produjo un crecimiento sostenido.

Gráfico 8: Acciones de protesta social. Argentina y San Juan, según


trimestres. 2001-2002

Fuente: Elaboración propia en base a datos primarios y secundarios.

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Gobernadores sin gobierno • 147

Otro aspecto relevante de la relación entre escalas es


que la cantidad total de acciones registradas son significati-
vamente similares, lo que indica un período de gran inten-
sidad en la conflictividad social en San Juan, que muestra
cifras cercanas a la media nacional. Aparentemente, en este
nuevo comienzo de década se estaría replicando, aún con
mayor intensidad, el proceso de provincialización de la pro-
testa observado en la década del 90, o más precisamente,
una re-provincialización (Suárez, 2005).
Al descomponer las cifras registradas según sectores, es
posible observar que los principales protagonistas en este
período fueron los actores más tradicionales, es decir, los
sindicatos, fundamentalmente de trabajadores estatales y
docentes. No obstante, se observa el surgimiento de nue-
vos actores en la escena provincial, que pese a su menor
participación contribuyen a configurar una dinámica más
plural que en períodos previos. A los fines del análisis estos
actores agruparon en dos categorías: piqueteros y ciudada-
nos activos. La primera de estas categorías es relativamente
homogénea y corresponde a sectores desocupados o de gran
vulnerabilidad social que adoptaron la modalidad de cortes
de calle, puente o ruta como forma de reclamo. En cuanto
a la segunda categoría, refiere a un conjunto de colecti-
vos heterogéneos relativamente efímeros: sectores de clase
media urbana que protagonizaron cacerolazos en el primer
trimestre de 2002, y organizaciones tales como CAI. Otro
conjunto de actores que se movilizaron fueron los sectores
empresarios y profesionales de la salud.

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148 • Gobernadores sin gobierno

Gráfico 9: Acciones de protesta social según sectores. San Juan.


2001-2002

Fuente: Elaboración propia en base a datos primarios.

En cuanto a los sindicatos que se movilizaron en el


período se observa un amplio abanico de gremios que se
relacionaron de modo disímil. En distintos momentos, los
trabajadores estatales y docentes articularon sus acciones
en una Mesa Intersindical de Gremios Estatales (MI) que
coordinó acciones conjuntas, aunque las medidas imple-
mentadas efectivamente pocas veces fueron homogéneas11.
Paralelamente se dieron acciones singulares de los gre-
mios mayoritarios, ATE y UDAP, registrándose asimismo
enfrentamientos internos y el desborde de las organiza-
ciones por parte de trabajadores estatales y docentes que
desconocieron a sus sindicatos. Un claro ejemplo de esta
situación fue la vigilia de los docentes del departamento

11 En general, para la misma jornada de movilización los sindicatos de estata-


les optaban por la huelga de media jornada, los docentes realizaban huelga
total y los empleados municipales oscilaban entre ambas modalidades, al
igual que los trabajadores de la sanidad.

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Gobernadores sin gobierno • 149

Jáchal, que se movilizaron hasta la ciudad de San Juan en


agosto, acampando frente a la casa de gobierno durante
cuatro días, con la consigna central de reclamar sus sala-
rios y diferenciarse de la demanda de juicio político de la
conducción gremial.
Las acciones de protesta multisectoriales, pese a su
incidencia presencia, representan la confluencia de amplios
sectores alrededor de ciertas demandas: organizaciones sin-
dicales, organismos empresariales y asociaciones ciudada-
nas. Es decir, posibilitaron la convergencia de todo el aba-
nico de actores movilizados en el período, realizándose en
momentos de agudización de la crisis política, durante los
meses de abril y agosto fundamentalmente.
Tomando en cuenta los formatos de la movilización se
observa que durante este período la huelga fue predomi-
nante, fundamentalmente la huelga total, aunque se regis-
traron también huelgas parciales y una serie de huelgas
provinciales que involucraron tanto a trabajadores estata-
les como cámaras empresarias y otros sectores, los cuales
accionaron conjuntamente en lo que se ha denominado
como acciones de protesta multisectoriales.
La importancia de las movilizaciones multisectoriales
radica en que éstas implican una reducción de la autonomía
de los distintos sectores, y por ende una alteración de sus
lógicas y ritmos propios de funcionamiento. Son un indi-
cador de la desespecificación de los temas, el desplazamiento
de los espacios de confrontación y la pérdida de marcos
de referencia habituales con que los actores realizan sus
cálculos (Dobry, 1988).
Desde el punto de vista del repertorio de acciones
de protesta presentes este período se puede observar que
aparecen modalidades relativamente nuevas como tomas
de edificios y empresas, cortes de calle, e inclusive una
megatoma de edificios públicos, acción coordinada que se
realizó reiteradamente y estuvo destinada a paralizar toda
actividad dependiente del Estado provincial por períodos
superiores a una semana. Consistente con la definición de

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150 • Gobernadores sin gobierno

Auyero (2002), se observa una combinación de formatos


tradicionales y nuevos que muestra que los trabajadores
se apropiaron de modalidades de acción características de
otros sectores y los combinaron con sus formas de movi-
lización tradicionales en un momento de suprema conflic-
tividad.

Gráfico 10: Acciones de protesta social según formatos. San Juan.


2001-2002

Fuente: elaboración propia en base a datos primarios.

La duración de las acciones es un elemento relevante


en este período, ya que se registraron reiteradas huelgas por
tiempo indeterminado, tanto parciales (por parte del sector
estatal), como totales (desde el sector docente). También se
observaron tomas prolongadas de edificios y cortes de calle
durante semanas y meses.
Por otra parte, es importante destacar que, si bien
se ha considerado el formato predominante para registrar
singularmente cada movilización, hubo múltiples casos de
acciones de protesta combinadas. La huelga, que fue pre-

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Gobernadores sin gobierno • 151

dominante, se acompañó generalmente de manifestaciones,


cortes de calle y concentraciones, que tuvieron un carácter
relativamente espontáneo en diversas oportunidades.
Respecto de las demandas que se sostuvieron, se obser-
va que predominaron los reclamos salariales, sobre todo
en debido a los atrasos en el pago de haberes, que no se
realizó en tiempo y forma durante todo el período, y en
algunos casos llegó a significar hasta tres meses de deuda
salarial consecutiva. Por detrás de esta categoría se ubica-
ron demandas laborales de diversa índole, referidas tan-
to a condiciones de trabajo como a derechos sindicales y
obligaciones patronales. El sentido que los actores daban a
tales reclamos dista de ser unánime, aunque las demandas
políticas explícitas como motor de las acciones de protesta
fueron incrementándose a medida que transcurría el perío-
do. Como se analiza a continuación, una combinación de
demandas salariales y laborales constituyó la base de sus-
tentación del pedido de juicio político presentado por la
MI en agosto de 2002.
Coincidentemente con la dinámica nacional, en la pro-
vincia se registró un número significativo de movilizacio-
nes que reclamaron modificaciones de diversa índole en la
situación política, en todas las escalas, inclusive, municipal.
En Jáchal, un departamento del interior de la provincia,
se reiteraron cacerolazos y manifestaciones exigiendo la
renuncia del intendente y el Concejo Deliberante, mientras
que en la ciudad de San Juan se registraron movilizaciones
similares, aunque en ellas estuvo ausente la enunciación de
demandas específicas. A ello se suman reiteradas acciones
centradas en la demanda concreta de renuncia del goberna-
dor protagonizadas por ciudadanos activos y el CAI.
La incidencia que las acciones de protesta tuvieron en
la implementación de políticas públicas fue diversa, aunque
la tónica del período fue el crecimiento sostenido de la con-
flictividad en un marco de falta de respuestas a la demanda
de mayor urgencia para los sectores movilizados: el pago
de salarios. La asignación de recursos extraordinarios desde

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152 • Gobernadores sin gobierno

la Nación para hacer frente a esta obligación del Estado


provincial estuvo condicionada en reiteradas oportunida-
des al recrudecimiento de la confrontación, que eviden-
ciaba estallidos ocasionales que eran resueltos tanto con
represión como con auxilios parciales e inclusive estrategias
de cooperación de autoridades políticas con los sectores
movilizados12.

5.2. Los conflictos más agudos y sus protagonistas

Este apartado busca conocer la fisonomía de los conflictos


que previamente fueron identificados como los de mayor
intensidad durante cada una de las administraciones. La
indagación se orienta a caracterizar a los actores que los
protagonizaron y a describir la dinámica propia que adqui-
rieron las relaciones de confrontación con los respectivos
gobiernos. Ambos casos tienen como protagonistas a ins-
tituciones u organismos sindicales de trabajadores depen-
dientes del Estado provincial. Para su análisis se consideran,
en este apartado, tanto las características propias que pre-
sentan en tanto organizaciones, como sus posicionamientos
y las dinámicas de relación con otros actores que estable-
cieron a lo largo del período.

12 En los testimonios de los actores se plasman las alternativas de respuesta


que ensayaron las autoridades políticas, signadas por la ambigüedad y la
incertidumbre: “no iba ni para atrás ni para adelante, no cobrabas tu sueldo,
los padres se quejaban, desprestigio siempre al docente, cargando siempre
sobre nosotros todo tipo de amenazas, de descuento (…) veías sin solución,
veías sin salida, hasta me acuerdo que el Ministro Baliña en esa época se
puso al frente de una manifestación docente, me llamaron, me acuerdo lo
titularon ‘el ministro piquetero’” (Entrevista a empleado público provincial,
realizada por la autora).

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Gobernadores sin gobierno • 153

5.2.1. ATE: una lucha judicial y política


Del análisis de la movilización según sectores se desprende
que, durante el gobierno de Jorge Escobar, la contienda
fue protagonizada por una asociación sindical que orga-
niza y representa a los trabajadores del Estado: ATE. En
este apartado se describen sus principales características y
modalidades de relación con otros actores provinciales y
nacionales.
ATE es una organización de carácter nacional, que
nuclea a una parte de los trabajadores estatales, compi-
tiendo por la representación del sector con otro sindicato,
también de carácter nacional, la UPCN. Esta competencia
al interior del espacio de asociaciones sindicales implica
el despliegue de estrategias distintivas desde cada organi-
zación, según su posición en la relación de fuerzas que
sostienen.
Desde una perspectiva nacional se podría considerar a
UPCN como el sindicato dominante en dos sentidos: por
una parte, debido a que las cifras de afiliados lo ubican
como sindicato mayoritario; por otra, debido a que cuenta
con una gama de prestaciones que supera ampliamente la
cobertura de ATE, lo que puede resultar atractivo para los
trabajadores. En ese marco, la disputa por la representa-
ción en las mesas de negociación con el gobierno, planteaba
a la ATE una necesidad imperiosa de incorporar afilia-
dos. La estrategia durante los 90 sería apelar a la dinámica
democrática de funcionamiento interno del sindicato, y un
discurso político abiertamente opositor al neoliberalismo
(Diana Menéndez, 2008).
En la provincia la relación entre ambas asociaciones
es distinta, dado que el sindicato con mayor número de
afiliados es ATE que agrupa a los agentes dependientes del
Estado provincial. La diferencia en el peso específico de
la organización local no modificaba los rasgos generales
del sindicato, que durante los 90 era hegemonizado por
la Lista Verde. Esta agrupación, conducida en San Juan

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154 • Gobernadores sin gobierno

por Héctor Sánchez, mostraba una gran heterogeneidad


ideológica, con miembros de distintos sectores del pero-
nismo, inclusive peronismo de izquierda, e independientes
con marcado perfil progresista en su composición (Dia-
na Menéndez, 2008). Los rasgos ideológicos y el carácter
político del discurso de la organización se traslucen en la
retórica de los dirigentes provinciales sobre la década del
90. En tanto peronistas, eran opositores a la política de des-
guace y destrucción sistemática del Estado del menemismo,
plasmada en la provincia por Jorge Escobar, ambos ajenos a
los principios fundantes del justicialismo.
La postura de ATE fue girando del apoyo a la oposición
durante los dos primeros años de la presidencia de Carlos
Menem, período que bastó para configurar una diferencia-
ción profunda entre dos sectores del sindicalismo local, que
sostendrían actitudes contrastantes a lo largo del gobierno
de Escobar: la CGT y ATE (Rodrigo, 2011). La distancia
entre vertientes sindicales replicaba la dinámica nacional,
donde la CTA, desde su surgimiento, se opuso a las estra-
tegias planteadas por la CGT tanto en el plano económico
como social y político (Palomino, 2000).
En la provincia, ATE mantuvo una confrontación per-
manente con el gobierno de Escobar, que se inicia casi en
paralelo a su asunción, en diciembre de 1991, y se organi-
zaría en base a dos ejes fundamentales: por una parte, las
cesantías y ajustes que se producían en la administración
pública; por otra, la transferencia de retenciones gremiales
que el Estado adeudaba al sindicato.
Durante los primeros meses de 1992, los dirigentes
mantuvieron reuniones con distintos ministros, como así
también con legisladores provinciales, para abordar ambos
aspectos, aunque las declaraciones de los sindicalistas se
centraban en la defensa del empleo estatal frente a las polí-
ticas de ajuste implementadas, instando a los funcionarios a
tomar medidas alternativas a los despidos.

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Gobernadores sin gobierno • 155

En contraste, las restantes entidades gremiales de la


provincia creaban en febrero de 1992 el denominado Fren-
te Intergremial, que surgía para analizar distintos proble-
mas del sector público y privado. La primera medida de
la organización sería una reunión con el gobernador para
expresarle su apoyo, como así también la disposición de
acompañar la Reforma del Estado propuesta por el manda-
tario, encabezada por la dirigencia de UPCN.
Por su parte, la reafirmación de la posición opositora
de ATE frente al proceso de reforma del Estado expresaba
un alineamiento con la estrategia nacional. De este modo,
el gremio se diferenciaba de su competidor, UPCN, sos-
teniendo la disputa por la representación del sector. Esta
posición era encarnada en San Juan por Héctor Sánchez,
quien confrontaba abiertamente con el gobernador. A cien
días del inicio de la administración Escobar, el dirigente
sindical sería uno de los actores más taxativos a la hora de
condenar las medidas implementadas, cuestionando ade-
más la falta de experiencia de las autoridades. Tras el discur-
so pronunciado por Jorge Escobar a 100 días de su gobierno
el sindicato tomaba una posición de abierta confrontación.
En declaraciones a la prensa, el secretario general de ATE
Héctor Sánchez instaba a definirse como gerente el FMI o
gobernador de la provincia a Jorge Escobar, acusándolo de
falta de propuestas e incapacidad de diálogo.
La relación con el gobierno se fue deteriorando al rit-
mo de la aplicación de políticas de reforma. Las acciones
de protesta en distintos niveles organizadas por la ATE
crecían progresivamente. La postura distintiva del sindi-
cato respecto del conjunto de las organizaciones gremia-
les provinciales, se tradujo en un trato especial por parte
de la administración escobarista, que dejo de transferirle
dinero en concepto de retenciones gremiales. Esta decisión
del gobierno condicionaba la supervivencia del sindicato
debido a la falta de fondos para su funcionamiento. Aunque
como marco general esta situación limitaba su accionar,

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156 • Gobernadores sin gobierno

también era una posibilidad de apertura y creación de nue-


vas formas estratégicas para la supervivencia institucional
(Drolas, 2003).
Una de las estrategias desplegadas por ATE para ase-
gurar su supervivencia fue recurrir a la mediación de los
Poderes Legislativo y Judicial. Estrategia que se inscribe
en una actitud defensiva, sostenida por ATE (nacional y
provincial) en el marco del proceso de restructuración del
Estado, que buscaba preservar los beneficios de sus afilia-
dos, fueran prestaciones sociales, condiciones de trabajo
o el trabajo mismo, con resultados dispares (Pérez, 2003).
Solicitó audiencias con los presidentes de bloques en la LP,
para exponer la situación de tensión con el gobierno que
había hecho pública mediante una presentación formal de
la problemática13. Tanto los diputados opositores como un
sector de la bancada oficialista se hicieron eco del pedido,
reuniéndose de modo conjunto con los dirigentes y com-
prometiéndose a la presentación y discusión de un proyecto
de Ley que estableciera una jornada máxima para los tra-
bajadores estatales.
Estas acciones redundaron en agradecimientos por
parte del sindicato, que consolidaba su relación con los
legisladores y fortalecía su postura tanto frente al gobierno
como a su competidor y oponente, UPCN, a quien desafiaba
pública y abiertamente por la postura asumida. Por otra
parte, ATE amenazaba al gobierno con iniciar una demanda
penal por malversación de fondos de retenciones sindica-
les. Se iniciaba así una batalla judicial que comenzó con la
presentación de un recurso de amparo reclamando la trans-
ferencia de retenciones adeudadas. La justicia respondería
en lo inmediato recusando la vaguedad de la presentación
y citando a los dirigentes para que aclarasen el alcance de
la demanda.

13 El 13/05/92 más de 100 dirigentes concurrieron a la LP para presentar un


documento sobre la temática de recomposición salarial, retiro voluntario y
retenciones gremiales a los distintos bloques.

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Gobernadores sin gobierno • 157

En paralelo se generaban dos situaciones contrastantes


que involucraban a otros sectores sindicales. Por una parte,
la creación del Consejo Económico Social de la Provincia,
donde se incluía a la CGT, y por otra, la emergencia de un
extenso conflicto con el sector docente. Ambas situaciones
serían atendidas especialmente por parte de las autoridades.
Respecto de la CGT, el gobernador en consonancia con los
apoyos recibidos, destacaba la importancia de su participa-
ción en el debate, legitimando su rol de interlocutor en la
implementación de políticas públicas.
En contraste se desarrollaba la protesta del sector
docente, que formaba parte de un conjunto de conflictos
sindicales de variada intensidad, entre los que se destacaba
tanto por la magnitud de sus manifestaciones como por su
duración. Este conflicto, protagonizado centralmente por
UDAP, se desarrolló intensamente entre los meses de junio
y agosto de 1992. En diversas oportunidades los dirigentes
de UDAP y otros sindicatos fueron recibidos por el gober-
nador, que tomaba posición frente al conflicto refiriendo
la problemática a la esfera nacional y destacando los avan-
ces en materia salarial durante su gestión. En una actitud
opuesta a la que mantenía frente a ATE, Jorge Escobar
buscaba dialogar con el sector, en el marco de huelgas y
manifestaciones recurrentes14.
Pese a la proximidad de los reclamos de trabajadores
docentes y estatales las organizaciones sindicales no esta-
blecieron un diálogo ni coordinaron acciones de protesta
durante este período. Por el contrario, ATE continuaba su
reclamo de manera individual, implementando acciones de
protesta que serían protagonizadas mayormente por sus
dirigentes, con algunas excepciones que, no obstante, se

14 Los docentes organizaban distintos tipos de acciones: quite de colaboración,


concentración, solicitadas. Las protestas que mayor impacto tendrían en la
relación con el gobernador serían las manifestaciones, que eran organizadas
cuidadosamente, apostando a sumar participantes como demostración de
fuerza. Sobre las características típicas de las manifestaciones ver Champag-
ne (2002).

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158 • Gobernadores sin gobierno

diferenciaban del clásico formato de la manifestación. La


estrategia central de ATE sería reforzar la presión sobre los
legisladores para que mediasen en el conflicto y controlasen
las acciones del Ejecutivo. Presión que se evidenciaba en
la organización de reuniones previas o posteriores a cada
sesión con legisladores provinciales y nacionales a fin de
informarles sobre la situación del conflicto. La cámara se
haría eco de esta presión debatiendo y aprobando, en una
sesión presenciada por un gran número de dirigentes sin-
dicales y afiliados, una ley de aumento salarial que seña-
laba además la obligatoriedad del pago de retenciones por
parte del gobierno.
La dinámica del conflicto adquirió a partir de aquí nue-
vos contornos. Pese a la normativa sancionada, el Ejecutivo
radicalizó su posición: continuó sin transferir las sumas
adeudadas al sindicato, evidenciando un trato discrimina-
torio respecto de los restantes gremios, que sí recibían las
sumas correspondientes. A ello se sumó la definición de la
Justicia provincial, cuya imparcialidad, tal como la de los
tribunales nacionales, sería puesta en tela de juicio reitera-
damente durante los ‘90: no hizo lugar al pedido de amparo
del sindicato. ATE presentaría entonces una demanda ante
la Secretaría de Juicios Originarios de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación.
El conflicto por las retenciones involucraba a esta altu-
ra a los tres poderes del Estado. En confrontación per-
manente con el Ejecutivo, habiendo obtenido fallos desfa-
vorables y en espera de otros tantos por parte del Poder
Judicial, la próxima acción de ATE sería el inicio de una
huelga de hambre en los jardines de la LP. Luego de dos
semanas de ayuno y una serie de solicitadas preanunciando
la presentación, los dirigentes sindicales ingresaron por la
mesa de entradas de la cámara un pedido de juicio político
al gobernador, el 18 de septiembre de 1992.

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Gobernadores sin gobierno • 159

5.2.2. Mesa Intersindical: integrantes y características


Entre 1999 y 2002 las organizaciones que mayor prota-
gonismo tuvieron en la protesta fueron los sindicatos de
trabajadores estatales y docentes, cuyas acciones se realiza-
ron de modo conjunto en numerosas oportunidades bajo la
convocatoria de un organismo creado durante el período: la
MI. Este conglomerado de sindicatos se articula a mediados
de 2001, aunque sin ningún tipo de institucionalización,
constituyendo una organización de facto que se hacía visi-
ble ante la agudización de los conflictos multisectoriales.
En San Juan hay antecedentes de este tipo de agrupaciones
intergremiales, los que han involucrado un amplio abanico
de sectores que van más allá del ámbito de influencia de las
distintas centrales obreras15.
En la transición política de 1999, el sindicalismo san-
juanino presentaba una división, que replicaba las tensiones
nacionales entre centrales obreras, aunque en la provincia
la relación se distorsionaba debido a la centralidad de la
CTA, organización que, debido a la importancia del empleo
público en la provincia, representaba a una porción mayo-
ritaria de los trabajadores (Palomino, 2003).
Pese a esta unidad formal, la dirigencia docente pro-
vincial de UDAP se manejaba de modo relativamente autó-
nomo de la CTA, cuya conducción se encontraba hegemo-
nizada por ATE, enmarcando su actividad en el ámbito de
la CTERA como referente nacional. No obstante, la confor-
mación de la Alianza por San Juan significó un momento
de confluencia entre estos dos sindicatos de trabajadores
del Estado, debido a la participación de un conjunto de
dirigentes de la CTA en las listas de la coalición nacional
y provincial.

15 Al menos en dos oportunidades: en 1991 previamente a la destitución de


Escobar se constituyó el Frente Intergremial y en 1995, durante el Sanjuani-
nazo, funcionaba el Frente Social (Ruffa, 2005a). En ambos casos Colegios
Profesionales y organizaciones que nuclean a pequeños productores forma-
ron parte de los agrupamientos, como así también partidos de izquierda.

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160 • Gobernadores sin gobierno

Diversos sindicalistas accedieron a cargos legislativos,


pero el ajuste económico implementado por el nuevo
gobierno llevó rápidamente a la CTA al campo opositor,
abriendo un debate interno sobre la postura política de la
central. Las opciones parecían ser dos: consolidarla como
interlocutor social del gobierno y del sistema político, o
constituirla como nueva expresión política frente a la inca-
pacidad de los partidos (Palomino, 2000).
En la provincia, las primeras medidas del nuevo
gobierno ratificaron la situación de confluencia entre los
gremios mayoritarios, que cristalizaría a mediados de 2001
en la conformación de la MI. Como conjunto de gremios
estatales, esta organización mostraba una composición muy
heterogénea, abarcando, en primer lugar, a los sindicatos
mayoritarios que competían por hegemonizar el espacio
compartido: UDAP y ATE. Nucleaba además a gremios
relativamente influyentes, como la Asociación de Trabaja-
dores de la Sanidad (ATSA) y UPCN, además de otras orga-
nizaciones sindicales minoritarias como SOEME, SITAR y
Sitraviap.
La MI surgió como respuesta a una situación de con-
frontación sostenida con el gobierno provincial por los
sucesivos retrasos en el pago de salarios, situación que se
complejizaba a medida que transcurría el período de admi-
nistración avelinista. Una de las finalidades explicitadas por
los dirigentes sobre su conformación fue la articulación de
las demandas en un frente unificado. Otro de sus objetivos,
relativamente velado, era la contención de la protesta, la
articulación de un ámbito de negociación con las autorida-
des en el marco de una situación de efervescencia social que
amenazaba con desbordar a los propios dirigentes. La pre-
cipitación de los acontecimientos de fines de 2001 implicó,
no obstante, un desborde de las organizaciones sindica-
les y el surgimiento de sectores que articularon protestas
de diversa intensidad durante un período relativamente

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Gobernadores sin gobierno • 161

prolongado. Ante esta situación, los representantes de la


MI sostuvieron sus acuerdos y disputaron conjuntamente
la posibilidad de comandar la protesta.
Sin embargo, entre los meses de enero y febrero los
espacios asamblearios autoconvocados no confluían con la
MI en acciones comunes, transitando por carriles paralelos,
pese a coincidir básicamente en las demandas enarboladas.
La MI protestaba ante miembros de la Corte por no haber
investigado sobre la crisis provincial, ante OSSE para que
no cortase el suministro, ante el Banco San Juan para que
prestara plata a la provincia para pago de sueldos, pero, y
aquí una diferencia sustancial, los vecinos agregan además
de la disconformidad con funcionarios y con el accionar
de las empresas públicas privatizadas, la denuncia hacia las
empresas privadas y la complicidad de las organizaciones
gremiales (Ruffa, 2007).
La posición de la MI no se modificó sustancialmente
durante los primeros meses de 2002, una vez que dismi-
nuyeron su presencia en el espacio público los movimien-
tos autoconvocados, los dirigentes sindicales procuraron
canalizar y contener el descontento de sus afiliados. La MI
se asemejaba más a un colaborador de la administración
avelinista que a un oponente, participando en decenas de
audiencias y elaborando propuestas conjuntas con los fun-
cionarios que la ubicaban entre los actores con peso espe-
cífico en el diseño e implementación de políticas públicas16.
La persistente falta de pago de salarios a los trabajadores
estatales era un elemento difícil de manejar para los diri-
gentes sindicales, que se veían confrontados por sus bases
ante la falta de recursos materiales para la subsistencia coti-
diana en grandes franjas de la población económicamente
activa de la provincia.

16 No sólo que redactaba propuestas de modo conjunto con funcionarios sino


que también ocupaba lugares institucionales, por ejemplo, se la incorporó al
Consejo Directivo de la Obra Social Provincia en 2002.

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162 • Gobernadores sin gobierno

En un marco de acciones multisectoriales, cada vez


más inclusivas y radicalizadas17, la represión de una mani-
festación a casa de gobierno el 22 de abril marcó un hito
en la política provincial. Los manifestantes y dirigentes se
dirigieron a la LP, tanto para guarecerse de los efectivos
policiales como para articular, aún de modo relativamen-
te improvisado y espontáneo, una estrategia que permi-
tiese canalizar el descontento en algún tipo de solución
institucional, celebrando una asamblea en sus jardines. La
dirigencia del gremio docente tendría un rol fundamental
en esa asamblea para conseguir que se desactivasen focos
de activismo radicalizados. El resultado inmediato de esta
asamblea fue un documento remitido a los Legisladores que
solicitaba formalmente que el gobernador considerara su
renuncia, a fin de evitar mayores enfrentamientos y, funda-
mentalmente, evitar una posible intervención federal. Este
pedido formal fue remitido al gobernador por los legisla-
dores días después.
A partir de este momento se hicieron visibles las ten-
siones entre los gremios más numerosos de la provincia. Las
diferencias derivarían en una ruptura de la acción conjunta
de la MI, que a partir de mayo fue modificando su fisono-
mía debido a las sucesivas separaciones de gremios que se
produjeron, y la incorporación de nuevos sectores.
En junio se produjo el quiebre fundamental, cuando
ATE se distanció de la Mesa, siendo el único sindicato que
no aceptaba la propuesta salarial del gobierno sintetizada en
el “plan cuotas”, por el cual las deudas se pagarían en partes
iguales durante diez meses consecutivos. A diferencia de los
restantes integrantes de la MI, que se sentaban a negociar
en la casa de gobierno y aceptaban el plan cuotas, pese a
las escasas garantías que se podían dar a su cumplimiento

17 Luego de semanas de toma sostenida de edificios públicos como los hospita-


les provinciales, el Ministerio de Educación o la Secretaría de Acción Públi-
ca, y en el marco de una manifestación de la MI, el 17 de abril se produjo una
toma en la Legislatura Provincial, que sería sostenida “hasta que se paguen
los salarios”.

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Gobernadores sin gobierno • 163

futuro, los dirigentes de ATE se reunían con el represen-


tante de la Secretaría de hacienda por separado. Aunque en
los hechos ATE continuó convergiendo en ciertas acciones
relativas al conflicto salarial, los dirigentes se preocuparon
por separar sus acciones de los demás sindicatos, tanto por
la localización geográfica como por acotar sus demandas
casi exclusivamente al pago de salarios adeudados.
Por su parte, la MI fue modificando paulatinamente de
posición, articulando cada vez más sus demandas con las
de un amplio conjunto de sectores, que se fueron sumando
en el transcurso de los meses a la organización, como los
colegios que nucleaban a distintos profesionales de la salud
y prestadores del Estado. La MI asumía ahora una actitud
activa, disputando un lugar protagónico en las interaccio-
nes políticas provinciales: “basta de palabras insustancia-
les e inconducentes. Exigimos hechos y políticas concretas.
Dios, la Patria y los sanjuaninos lo demandan” 18.
Luego de hacer públicas una serie de exigencias, y pese
a haber acordado con ellas, otro gremio que se alejó de la
MI es ATSA, que en julio de 2002 dejó de participar en
las medidas conjuntas, y, aunque no formalizó su ruptura,
estuvo ausente en todas las acciones siguientes. La MI se
convertiría a partir de allí en una agrupación sindical y
extra-sindical, donde el gremio hegemónico, tanto por su
actitud proactiva, como por su peso específico en las nego-
ciaciones y por la masa de trabajadores que representaba,
era UDAP. Los rasgos biográficos de su Secretaria General
abonaban el carácter protagónico del gremio: Ana María
López de Herrera era parte del Secretariado de CTERA y
estaba a punto de concluir su formación como socióloga,
además de ser afiliada al PJ.

18 Documento conjunto del 27/06/02, firmado por UPCN, UDAP, SOEME,


ATSA, UDA, AMET, Sitraviap, Colegio Médico, Círculo Odontológico,
Asociación de Enfermeras, Colegio de Psicólogos, Bioquímicos y otros cole-
gios.

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164 • Gobernadores sin gobierno

El sector docente había mostrado en sus estrategias


y prácticas de confrontación y negociación sindical lo que
puede considerarse un auténtico cambio cualitativo y de
estilo en el desarrollo y manejo de la conflictividad social.
Los sindicatos docentes, sobre todo los que responden a la
CTERA (como en este caso), lograron estructurar en sus
luchas formas de protesta social y sindical que incorpora-
ron nuevas modalidades de gestión, expresión y difusión de
los conflictos (Suárez, 2005).
Una de las modalidades de acción originales de la CTE-
RA en 2002 fue la organización de una Caravana Nacional
por la Educación19. La caravana, en San Juan, contemplaba
una huelga de 72 horas, durante las cuales cuatro columnas
marcharon desde distintos puntos de la provincia para con-
fluir en casa de gobierno. La manifestación docente conver-
gía con la de los otros integrantes de la MI, en el marco de
huelgas totales de los empleados estatales, cierre de munici-
palidades y comercios.
La multisectorialización del conflicto, que parecía atra-
vesar todas las esferas de la vida social, evidenciaba que
la gestión del conflicto salarial se había convertido en la
gestión de la provincia. Ante la indiferencia nacional, para
cuyas autoridades el caos era natural, los dirigentes de la
MI convirtieron la “Caravana Educativa” en la ocasión para
enarbolar una propuesta de gestión del conflicto: el pedido
de juicio político al gobernador20.

19 La “Caravana Nacional por la Educación” se proponía hacer visible la crisis


y conflictividad educativas de las provincias de Entre Ríos, San Juan y Río
Negro, partiendo de sus ciudades capitales y llegando a la ciudad de Buenos
Aires una semana después (Suárez, 2005).
20 Presentado el 07/08/02 y firmado por los secretarios generales de los gre-
mios: SOEME, UPCN, UDA, APEL, Sitraviap, Unión Judicial y de la Asocia-
ción de Clínicas Privadas de la provincia.

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6

Denuncias e investigación

En este capítulo se describen los pedidos de juicio político


en su contenido formal: como instrumentos jurídico-
políticos mediante los cuales sectores particulares elevan
cargos contra los gobernadores. Para ello se describen, en
primer lugar, los cargos y fundamentos a partir de los cuales
se articulan los escritos. Como segunda dimensión se abor-
da el período investigativo que implica cada presentación
ante la LP. Se busca reconstruir las definiciones de los dis-
tintos actores sobre el proceso en desarrollo, tomando en
cuenta a los representantes de los dos poderes involucrados
y a los terceros actores que participaron en cada caso.
En la provincia, la posibilidad de presentar un pedido
de juicio político está contemplada en la Constitución. A
diferencia de la dinámica nacional, donde es el Congreso el
encargado de iniciar el proceso, en San Juan cualquier ciu-
dadano puede ingresar un pedido a la LP. Esto implica, por
una parte, una posibilidad mayor de realizar presentacio-
nes, un esquema más inclusivo. Por otra, implica que la LP
está obligada a investigar todas aquellas demandas que sean
ingresadas antes de desestimarlas, es decir, cualquier tipo de
denuncia pone en funcionamiento el aparato investigativo
que no puede definir a priori la magnitud de la denuncia1.

1 Sobre el problema de la magnitud de un caso ver Boltanski (2000). Según


este enfoque, no hay nada intrínsecamente grande o pequeño, universal o
particular, en los actantes de una denuncia pública. En ese sentido, son los
actores mismos los que dan escala a las conexiones que establecen (Latour,
2008).

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166 • Gobernadores sin gobierno

6.1. Denuncias

La Constitución Provincial tipifica causales de juicio polí-


tico en su artículo 219, delimitando y explicitando un con-
junto de fundamentos legítimos para el uso de este meca-
nismo de control de los representantes2. No obstante, estos
fundamentos no dejan de ser abstractos. Lo que implica
que el proceso de hacer concreta, corpórea, esa norma en
una denuncia puntual, se nutre necesariamente de elemen-
tos inscritos en una situación, los cuales son considerados
legítimos por ciertos actores en un marco de interacción
particular.
El armado de una denuncia conlleva una necesidad de
justificación: sus signatarios deben explicitar los elementos
que consideran pertinentes para iniciarla. En una denuncia
es siempre la justicia lo que está en cuestión: quienes pro-
testan lo hacen porque su sentido de la justicia ha sido ofen-
dido (Boltanski, 2000). En este apartado se busca describir
cuales son esos fundamentos en cada uno de los procesos
de juicio político. A partir de los escritos presentados se
indaga sobre qué tipo de argumentos consideran legítimos
los actores para iniciar una denuncia.

6.1.1 Pedido y ampliación de la denuncia


El pedido de juicio político a Jorge Escobar se inicia formal-
mente el 17 de septiembre de 1992 cuando Héctor Sánchez,
en su carácter de Secretario General de ATE, y conforme
al artículo 219 de la Constitución Provincial, solicitaba que

2 Constitución Provincial, Artículo 219º: “El Gobernador, el Vicegobernador


y sus reemplazantes legales cuando ejerzan el Poder Ejecutivo, los miembros
de la Corte de Justicia, Fiscal General de la Corte y el Fiscal de Estado sólo
pueden ser denunciados ante la Cámara de Diputados por incapacidad física
o mental sobreviniente, por delitos en el desempeño de sus funciones, falta
de cumplimiento de los deberes a su cargo y por delitos comunes. Cualquier
ciudadano podrá denunciar el delito o falta, a efectos de que se promueva la
acusación”.

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Gobernadores sin gobierno • 167

se promoviera su acusación. El escrito ingresado por mesa


de entradas de la LP se iniciaba con un breve repaso de
las posibles causales de juicio político, destacando que una
“falta de cumplimiento de deberes propios del cargo” de
gobernador de la provincia era lo que hacía pertinente la
presentación.
¿Por qué una falta de cumplimiento? ¿Cómo se entien-
den esos deberes? ¿En qué términos no fueron cumplidos?
Es a partir de esta lógica que se estructura el escrito, de dar
razones por las cuales se debería poner en marcha el apa-
rato institucional contra un mandatario, suficientemente
convincentes para que puedan ser retomadas por los encar-
gados de realizar esta tarea, los legisladores.
La explicitación de los requisitos necesarios para el
manejo de la cosa pública aparece como preámbulo de
la denuncia propiamente dicha, presentándose claramente
desde el inicio del escrito los atributos que los promotores
del juicio político consideraban valiosos para el ejercicio de
cargos de gobierno: tener esencialmente vocación y sensibi-
lidad, caminar el pueblo, recorrer su geografía y compren-
der su sentimiento (Expte. 653329-A-1992, folio 1).
Los atributos enunciados contrastan claramente con
la trayectoria política del gobernador y, al mismo tiempo,
evocan elementos del folklore político bloquista, que con-
cibe al dirigente como una figura fuertemente paternalista,
consciente de las necesidades del pueblo al que representa
(Cfr. Falcioni De Bravo, 2003). Por otra parte, dan cuenta
de la existencia de reglas tácitas para el ingreso al , que
no podrían ser desconocidas sin consecuencias por quie-
nes intentan ocupar posiciones dominantes en la política
provincial.
Una vez presentado este marco general, en la enume-
ración de los cargos se evidencia un malestar suscitado por
la modificación de prácticas que se habían configurado en
el Estado Provincial durante administraciones anteriores.
Puntualmente señala como problemático el hecho de alterar
aquellos mecanismos ad hoc que se utilizaban para resolver

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168 • Gobernadores sin gobierno

la falta de recursos financieros frente a los sindicatos y otros


acreedores. La modificación del status quo en las relacio-
nes Estado-sindicatos se presenta como incumplimiento de
deberes por parte del gobernador ya que, por su falta de
conocimiento de la cosa pública buscaba no reconocer las
deudas preexistentes y, por lo tanto, la continuidad jurí-
dica del Estado.
La primera decisión equivocada que se atribuye a la
administración escobarista es la transferencia de escuelas
nacionales al ámbito provincial. Un elemento que se denun-
cia como problemático en esta decisión es la injerencia
nacional, en consonancia con el énfasis político local sobre
el federalismo y la defensa de los intereses provinciales3.
Por otra parte se cuestiona la política de no confrontación
con las autoridades nacionales para obtener mayor cantidad
de puntos de Coparticipación. A partir de allí se configura,
según los denunciantes, un nuevo incumplimiento de los
deberes por parte del gobernador: la realización de des-
pidos masivos en la administración pública. Esta medida
de gobierno sería catalogada doblemente como una falta:
no sólo tenía carácter inconstitucional sino que también
constituía una alteración de la paz social. La centralidad del
empleo público en la provincia subyacía en tal argumen-
tación, que daba por sentado que esta modificación en la
situación de los trabajadores del Estado afectaba directa-
mente al conjunto de la sociedad provincial.
Estas faltas, según los denunciantes, se veían agravadas
por la conducta frívola del gobernador, que era tematizada
como problemática ante una realidad provincial de trabaja-
dores mal pagos y alta dependencia del empleo estatal. Se
hace explícita en la denuncia la valoración de la austeridad
como atributo de los funcionarios provinciales, argumen-
to que es utilizado para reafirmar además la inconducta
de Jorge Escobar al no girar el dinero de las retenciones

3 Como se ha mencionado en el capítulo 3, estas nociones forman parte de la


retórica de la CR y el PB.

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Gobernadores sin gobierno • 169

sindicales y en cambio realizar gastos superfluos a la vista


del público nacional, como fueron sucesivos viajes a Buenos
Aires y otros países.
A medida que avanza el escrito se profundiza en la
importancia de la relación con el sindicato, llegando a plan-
tearse que se considere una conducta delictiva la realiza-
ción de retenciones indebidas sobre aportes sindicales de
los afiliados de ATE. La secuencia de cargos imputados a
Jorge Escobar incluía persecución sindical, conducta des-
leal y abuso de autoridad. El texto culmina dando cuenta
de los elementos probatorios que acompañan el pedido de
juicio político, entre los cuales se encuentran actuaciones
judiciales y declaraciones testimoniales de dirigentes de la
organización sindical.
A lo largo del texto se pueden advertir dos elementos
complementarios: por una parte, la apelación permanente
al conocimiento compartido y la utilización de enunciados
plurales e inclusivos, por otra, el carácter sectorial que pre-
sentan las faltas imputadas al gobernador, relacionadas casi
en su totalidad con la situación de la ATE. La naturaleza
de los cargos presentados inicialmente daba al pedido un
carácter sectorial, que los patrocinantes buscaron contra-
rrestar a fin de que la denuncia pudiera convertirse en una
causa colectiva, digna de instalarse en la agenda legislati-
va4. El modo de “inflar” el pedido fue la ampliación de la

4 Como señala Boltanski, según la configuración de un caso los actores “se las
ingenian para ‘desinflarlo’, para mostrar que ha sido ‘completamente monta-
do’ para ‘reducirlo a sus justas proporciones’, mientras que otros, por el con-
trario, se apresuran en todos los sentidos para revelar su ‘verdadero rostro’,
mostrar sus ‘facetas ocultas’ y hacer ver con ello que el caso concierne, ‘en
realidad’, a bastante más gente de lo que hubiéramos podido imaginar a pri-
mera vista: que concierne ‘a todo el mundo’. Es a ese precio que se lo trans-
forma en una causa colectiva. Pues las causas –de las más pequeñas a las más
grandes, de las más extrañas a primera vista a las más evidentemente legíti-
mas para nuestro sentido de la justicia– tuvieron que elaborarse, construir-
se, establecerse, probarse en algún momento, y, por sólidamente instaladas
que parezcan, siempre pueden deshacerse, de igual modo, mediante esos
mismos procedimientos” (2000: 25).

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170 • Gobernadores sin gobierno

denuncia con un nuevo escrito presentado el día 5 de octu-


bre, una vez que ya se encontraba actuando la Comisión
Investigadora en torno al escrito original.
La ampliación del pedido se centraba en dos elementos:
por una parte, la incorporación de una sentencia judicial
favorable a la ATE en relación a la problemática de las
retenciones, presentado como elemento nuevo que eximía
a la comisión investigadora de conseguir la prueba. Pero
lo sustancial de esta ampliación era la incorporación de un
hecho nuevo: la denuncia de un acto de corrupción por
parte del gobernador.
La retórica de la corrupción se había convertido en cli-
ma de época en 1992. Durante ese año dos presidentes lati-
noamericanos se vieron envueltos en escándalos de corrup-
ción que implicaron sus procesamientos en sendos impeach-
ments: Fernando Collor de Mello en Brasil y Carlos Andrés
Pérez en Venezuela. La repercusión de estos procesos fue de
carácter internacional y, consecuentemente, figuraron en
las crónicas de la prensa sanjuanina durante el período de
gestación de la denuncia contra Jorge Escobar5.
El escándalo asume siempre una misma forma: consiste
en desenmascarar lo particular por debajo de lo general, a
la persona singular por debajo del representante, al interés
particular oculto bajo la proclamación meramente super-
ficial de una adhesión al interés general (Boltanski, 2000).
Los dirigentes de ATE buscaron realizar esta operación de
desenmascaramiento mediante un testimonio irrefutable,
recurriendo para ello a un operativo de filmación de las
instalaciones que se estaban construyendo en un campo de
propiedad del gobernador, para lo que se utilizaba maqui-
naria y personal estatales.
La filmación, realizada de modo semi-encubierto,
involucraba al gobernador en un diálogo con el periodis-
ta y profesor universitario Daniel Illanes, quien había sido

5 Para un análisis de los fundamentos de los casos de impeachment en Brasil y


Venezuela ver Kada (2003c), Figueiredo (2010) y Lalander (2010).

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Gobernadores sin gobierno • 171

invitado por dirigentes de ATE para dejar constancia de la


veracidad de las acusaciones. En la cinta se podía observar,
no solo la utilización de personal y maquinaria del Esta-
do para beneficio privado, sino que se escuchaba al propio
gobernador dialogando con el periodista y dando cuenta
de este uso indebido con cierta ingenuidad6. El modo de
documentar la denuncia sería clave: ATE se convertía en el
abanderado de la lucha contra la corrupción en la provin-
cia. La decisión de presentar inmediatamente el casete de
video a la LP se fundamentaría, nuevamente, en la defensa
del bien común, cuyo resguardo estaba por encima de la
resolución de los problemas sectoriales del sindicato.
La nueva denuncia se convertiría a partir de allí en el
eje de todo el procedimiento, que además sería abonado por
una segunda ampliación del pedido de juicio, presentada
individualmente por el profesor Daniel Illanes el día 2 de
noviembre de 1992. En esta nueva ampliación se denuncia-
ba al gobernador por el ejercicio de actividades comerciales
durante sus funciones, y también por compras discrecio-
nales y pagos privilegiados a proveedores del Estado. Las
acusaciones estaban relacionadas con el ejercicio de comer-
cio a través de la firma Escobar SACIFI, empresa fami-
liar que se dedicaba a la venta de automotores. Al carácter
inconstitucional de este supuesto ejercicio se sumaba que
la empresa Escobar SACIFI y otras empresas de la familia
del gobernador o de sus allegados (Automotores CASAS
S.A., Supermercados Tempo, Distribuidora Zonda S.R.L.)
habían ganado licitaciones y compras directas por parte del
Estado. La acusación de pagos privilegiados se refería a una
deuda con la Empresa Paolini, que había sido saldada vio-
lando, según el denunciante, la Ley de Contabilidad de la

6 En la filmación consta que el gobernador reconoció que la línea eléctrica era


construida por el SES, pero argumentó que también iba a beneficiar a otros
pobladores, también aceptó y puso énfasis en que las máquinas eran “presta-
das por el empresario que construye Cuesta del Viento, de propiedad priva-
da y a mí me las pueden prestar o regalar” (Expte. 653329-A-92, Folio 15).

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172 • Gobernadores sin gobierno

Provincia. Todos estos hechos se encuadraban en la causal


de falta de cumplimiento de deberes, ya que enunciaban
violaciones constitucionales y legales.

6.1.2. El cuarto pedido


El 7 de agosto de 2002 ingresó por mesa de entradas de la
LP el cuarto pedido de juicio político al gobernador pre-
sentado durante la administración de Alfredo Avelín. Los
denunciantes eran un conjunto de representantes de orga-
nizaciones sindicales, aglutinadas en la MI: Rogelio Vide-
la por SITRAVIAP, Miguel Fernández por SOEME, José
Antonio Villa por UPCN, Julio Roberto Rosa por UDA y
Ana María López de Herrera por UDAP. A ellos se suma-
ban otras instituciones civiles y sus representantes: Héctor
Armando Allende por APEL, Luis Enrique Oviedo por la
Unión Judicial y Cristóbal Sánchez Sureda por la Asocia-
ción de Clínicas, Sanatorios y Hospitales Privados de San
Juan. En la carátula de la presentación se condensaban sus
dos elementos fundamentales, la causal constitucional en
que se amparaba y los hechos por los que se la conside-
raba pertinente: “denuncian falta de cumplimiento de los
deberes inherentes al cargo de gobernador de la provincia
(crisis terminal de la función estatal de salud y educación
de San Juan-salarios atrasados-otras irregularidades: reten-
ciones sin transferir-colapso del sistema de recaudación de
impuestos-repercusión socioeconómica de la crisis estatal)”
(Expte. E-1407-02).
Los patrocinantes tomaron en cuenta las presentacio-
nes recientes para organizar la denuncia, a fin de que el
juicio resultara viable y expeditivo, haciendo énfasis en la
fundamentación de la falta de cumplimiento de sus deberes
por parte de Alfredo Avelín7. Las consideraciones prelimi-
nares del escrito justifican, en términos constitucionales y
legales, la posibilidad de que actores colectivos obren como

7 Sobre los fundamentos de los pedidos anteriores ver capítulo 4.

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Gobernadores sin gobierno • 173

denunciantes. El texto comienza enunciando el carácter


legítimo de este accionar de las asociaciones sindicales y
civiles, en coincidencia con la lógica de justificación que
Boltanski denomina “ciudad cívica”8. En esta ciudad, las
relaciones entre las personas no son relaciones singula-
res: para ser legítimas deben estar siempre mediadas por
la referencia a un colectivo que obre en función del bien
común. Es por ello que, si bien personas físicas firmaban
la denuncia, solo lo hacían en carácter de encarnación de
entes colectivos.
El cargo principal que sustentaba la denuncia era “el
incumplimiento de la función educativa”, que se presentaba
como un hecho grave dado que ponía en juego la autonomía
política de la provincia. Los denunciantes argumentan que,
en tanto que la educación es una obligación trascendente
del Estado y, en tanto no se cumple con esta función, se
genera una hipótesis de intervención federal que la LP tiene
la potestad de evitar para resguardar la forma republicana
de gobierno. Resulta autoevidente para los denunciantes
el carácter problemático que revestiría una intervención
federal: la autonomía política aparece en el escrito como
un valor en sí misma, que resulta necesario resguardar, en
este caso, acusando y suspendiendo al gobernador a fin
de evitarla.

8 En la medida en que las sociedades están sometidas a un imperativo de justi-


ficación, tienden a incorporar la referencia a un tipo de convenciones gene-
rales orientadas hacia una noción de bien común y que pretenden tener vali-
dez universal. Estas convenciones son modelizadas en el concepto de ciudad
por Boltanski (2002, 2000). Imbricada con la cuestión de la justicia, esta
noción trata de modelizar el tipo de operaciones a las que se entregan los
actores cuando se encuentran confrontados a un imperativo de justifica-
ción. La ciudad es entendida entonces como algo más que un conjunto de
personas: es una construcción que permite entender las relaciones que enta-
blan los individuos a partir de las configuraciones valorativas que compar-
ten, en las que se encuentra involucrado un acuerdo fundamental sobre la
idea de justicia.

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174 • Gobernadores sin gobierno

La gravedad del incumplimiento constitucional que se


denunciaba se justificaba también a partir de considerar, al
amparo de la Constitución Provincial, que la educación es
un derecho humano fundamental, una función esencial del
Estado que, debido a la cesación de pago de los salarios,
no se estaba realizando. La educación, una de las funciones
esenciales y existenciales del Estado, no podía desarrollarse
por una simple razón de humanidad: para que los docentes
trabajen y los alumnos vayan a la escuela, debe pagárse-
les a todos la totalidad de los salarios (Expte. E-1407-02,
folios 3 y 4).
Se recurría permanentemente a extractos de la Consti-
tución a fin de justificar la seriedad de la presentación y la
importancia de su tratamiento, buscando con esta estrategia
inflar una denuncia que de otro modo podría ser impugna-
da por su carácter sectorial. No obstante, el escrito incluía
también otro tipo de retórica, que destacaba la importancia
de acciones privadas, con justificaciones que remiten a la
idea de “ciudad doméstica”9. Esta coexistencia de niveles de
discurso y de lógicas de argumentación era lo que posi-
bilitaba responsabilizar personalmente al gobernador por
los incumplimientos: docentes y padres están haciendo el
mayor esfuerzo por realizar el servicio educativo, rotando
los días de no prestación, agrupándose para el traslado a
la escuela, etc. el único que no hace esfuerzo mínimo es el
gobernador de la provincia (Expte. E-1407-02, folio 3).
La importancia del empleo estatal, la centralidad del
Estado como patronal, aparecen reiteradamente en el escri-
to, que también define, a partir de la problemática salarial, la
existencia de una “crisis terminal”. Idea que aparece asocia-
da a la falta de pago de salarios, cuya consecuencia directa

9 Como señala Boltanski, en toda sociedad coexisten distintas configuracio-


nes valorativas, es decir, se superponen modos de construir los criterios de
justicia. En la ciudad doméstica la magnitud de las personas depende de su
posición jerárquica en una cadena de dependencias personales. El vínculo
político entre los seres es concebido como una generalización del lazo gene-
racional que conjuga tradición y proximidad (2000: 82).

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Gobernadores sin gobierno • 175

era la paralización de la economía provincial y, en conse-


cuencia, de toda la vida social. Esta expresión cristaliza la
percepción de gravedad respecto de la situación por parte
de los patrocinantes. Si se considera que fueron asociacio-
nes profesionales las que presentaron el pedido y que ellas
cumplen un rol central en la mediación individuos-Estado
(Durkheim, 1993), la definición de la situación como crítica
por parte de sus dirigentes es un elemento relevante para
dimensionar el conflicto subyacente, más aún, cuando se
trataba de sindicatos mayoritarios.
La presentación apuntaba además otras violaciones,
en un apartado que condensaba un conjunto heterogéneo
de acusaciones de carácter especulativo sobre el incumpli-
miento de deberes del gobernador. Los denunciantes supo-
nían que tales faltas podían ser materia de suspensión del
mandatario, aunque apelaban a la Comisión Investigadora
para que reuniera elementos de juicio sobre cada una de
estas violaciones legales10.
La primera de estas posibles faltas se relacionaba nue-
vamente con la situación de los trabajadores estatales y
estaría constituida por una posible ausencia de legislación
sobre riesgos del trabajo. Otra de las posibles faltas con
que especulaban los denunciantes era la retención indebi-
da de cuotas de seguro y de retenciones sindicales. Pese a
reconocer que esta era una práctica habitual de distintas
administraciones, se recurría a este posible cargo en vista
de la jurisprudencia que permitía configurarlo inclusive,
como causal de dos años de prisión para el gobernador.
Además, entre las violaciones posibles que apuntaban los
patrocinantes, era la violación del derecho a la salud, debido
a la falta de funcionamiento de la Obra Social Provincia. El
problema generado por el desfinanciamiento de esta Obra
Social, la de mayor importancia en San Juan con más de 40

10 De manera similar, cargos relativos a violaciones constitucionales fueron


esgrimidos en el impeachment al presidente Albert Zafy en Madagascar en
1996 (Cfr. Allen, 2003).

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176 • Gobernadores sin gobierno

mil grupos familiares afiliados, involucraba a los profesio-


nales de la salud de modo directo. Esta denuncia puntual era
la que justificaba más cabalmente la presencia del represen-
tante de la Asociación de Clínicas entre los signatarios de la
denuncia. El último de los cargos incluidos en la denuncia
era el incumplimiento de la función recaudatoria. Este es
uno de los pasajes de menor nivel de abstracción normativa,
en el cual se imputa directamente al mandatario la proble-
mática económica que atravesaba la provincia.
La pertinencia de las justificaciones esgrimidas por los
patrocinantes sólo puede comprenderse tomando en cuenta
las coacciones que debieron tener en cuenta en la situa-
ción concreta en que se hallaban. Por una parte, buscaban
que sus críticas se asimilaran a la defensa del bien común
y, por otra, necesitaban encontrar argumentos que permi-
tieran acusar al gobernador y que fueran distintos de los
esgrimidos en pedidos anteriores ya que no se puede juzgar
dos veces a la misma persona por el mismo cargo11. Para
reforzar sus críticas los patrocinantes cierran el escrito con
un apartado intitulado daño social irreparable, que busca
denotar el carácter urgente de la denuncia.
Pese a la abundancia de cargos imputados al goberna-
dor, el escrito no aportaba a la LP ningún material proba-
torio respecto de las situaciones denunciadas. Por el con-
trario, establecía la necesidad de que la propia Comisión
Investigadora fuera la encargada de recabar la documen-
tación pertinente, detallando para cada ítem los diversos
organismos estatales que debían ser consultados como así
también los datos que les debían ser requeridos.

11 A partir de la reforma constitucional de 1994, se otorga carácter Constitu-


cional a los derechos establecidos por la Convención Americana sobre
Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica). Esta Convención
establece la garantía del non bis in ídem en su artículo 8 inciso 4: “El inculpa-
do absuelto por sentencia firme no podrá ser sometido a nuevo juicio por
los mismos hechos”.

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Gobernadores sin gobierno • 177

6.2. Investigación

Ante la presentación de un pedido de juicio político la pri-


mera instancia que se cumple al interior de la Comisión de
Juicio Político es remitirlo a un organismo subsidiario de la
Sala Acusadora: la Sub-Comisión Investigadora (CI). Según
la ley provincial de procedimiento, este órgano es el encar-
gado de considerar la pertinencia de la denuncia, mediante
las tareas de corroboración de los cargos, recolección de
pruebas y elevación de dictámenes. Posteriormente la Sala
en su conjunto debate y resuelve, por votación nominal,
sostener o desestimar las acusaciones presentadas.
La CI se compone de cinco miembros, los cuales son
designados anualmente al interior de la Sala Acusadora
(SA). De cómo se estructuran las comisiones investigativas
del parlamento depende en gran medida el modo en que
se maneja la información relativa al Juicio Político, que es
un elemento central en el proceso de toma de decisiones
por parte de los legisladores (Kada, 2003b). En la cámara
provincial, la CI es un organismo estable, a diferencia de
otros tipos de comisiones parlamentarias de investigación,
que son organizadas en función de pedidos específicos (Cal-
cagnotto, 2006). Una vez designados, los legisladores de la
CI no pueden ser intercambiados ni reemplazados por sus
compañeros de bloque: la única posibilidad de modificar la
composición interna de este organismo se genera cuando
alguno de sus miembros presenta su renuncia ante la SA.
Este carácter permanente le otorga relativa independencia
de las circunstancias políticas y potencia la credibilidad de
la información que revela su tarea.
Debido al modo en que se organiza el procedimiento
en la provincia, la sola presentación del pedido activa el
accionar de la comisión, que inevitablemente debe elevar
informes a la sala, aunque la denuncia carezca de elementos
o no cuente con entidad suficiente para la acusación de
un mandatario. La tarea de la comisión está doblemente
condicionada: por una parte, debe orientarse por los cargos

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178 • Gobernadores sin gobierno

y/o pruebas presentadas, por otra, debe tomar en cuen-


ta el marco político y ponderar de acuerdo a su propio
criterio los factores relevantes para la investigación (Pérez
Liñán, 2009). Los plazos para expedirse se estipulan en la
constitución: la comisión cuenta con cuarenta días a par-
tir de la presentación de la denuncia, plazo que maneja
discrecionalmente según las condiciones políticas en que
realice su labor.

6.2.1. Plazos largos


La CI que se ocupó del caso Escobar había sido designada
a principios de 1992 y estaba compuesta por representan-
tes de los tres bloques mayoritarios de la LP. Se confor-
maba con dos diputados del PJ, dos de la CR y uno del
PB. Uno de los indicadores sobre el grado de libertad de
acción de estos legisladores en el proceso de investigación
es su peso político. En tanto actores individuales, su peso
político se puede medir en función, por ejemplo, del lugar
ocupado en la lista de candidatos para las elecciones o del
ejercicio de cargos jerárquicos en estructuras partidarias o
legislativas (Palanza, 2006). En este caso, dentro de la Comi-
sión no se encontraba ningún diputado que fuera un claro
referente partidario, lo cual implicaba, en mayor o menor
grado, una dependencia de las estructuras partidarias de
todos sus miembros, la cual era manifiesta sobre todo en
Pedro Rizo, quien era respaldado permanentemente por la
dirigencia bloquista.
Un elemento distintivo del proceso de juicio político
a Jorge Escobar fue su duración: la LP tomó los cuarenta
días constitucionalmente previstos para la investigación a
fin de resolver los dictámenes y discutir la acusación del
gobernador12. Durante ese período se registraron una serie

12 Según el artículo 222 de la Constitución Provincial: “la Comisión Investiga-


dora practica las diligencias en el término perentorio de cuarenta días y pre-
senta dictamen a la Sala Acusadora, que podrá aceptarlo o rechazarlo nece-
sitándose mayoría absoluta de la totalidad de sus miembros cuando el

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Gobernadores sin gobierno • 179

de sucesos políticos que derivaron en modificaciones tanto


en la denuncia inicial como en las estrategias de los actores
políticos involucrados.
El pedido presentado orientaba las actuaciones de la
CI que, luego de recibirlo, se abocó a reunir elementos
testimoniales. En un primer momento llamó a testificar a
los denunciantes, y posteriormente al ex-gobernador Car-
los Gómez Centurión y a su ministro de economía, Gabriel
Márquez, a fin de que explicaran la situación de las reten-
ciones gremiales adeudadas durante los dos últimos meses
de su gobierno, las cuales constituían uno de los puntos
centrales en la demanda. Durante este primer momento,
la segunda quincena de septiembre, los representantes del
Poder Ejecutivo establecieron una estrategia de confronta-
ción abierta con la dirigencia de ATE, buscando despresti-
giar públicamente a sus dirigentes y ridiculizar la demanda
presentada. El argumento central era el carácter extempo-
ráneo de los cargos, su falta de fundamentos, aunque tam-
bién se tildaba al pedido de excesivo e imprevisible, lo que
evidenciaba desconcierto por las dimensiones del conflicto
en las autoridades. Pese al carácter infundado que adjudica
al pedido el ministro de hacienda daba una respuesta a cada
uno de los cargos elevados por ATE en declaraciones al
Diario, dirigidas, centralmente, al público profano.
La presentación del pedido tuvo como contexto un
momento de tensión entre poderes, el gobernador había
vetado un conjunto de leyes sancionadas por la LP. La
conjunción de estos elementos implicó que el gobernador
retrasara su agenda y se reuniese con los legisladores para
evaluar conjuntamente los alcances de la presentación. La
definición de la situación de Jorge Escobar proporciona-

dictamen fuera favorable a la acusación”. No se deja claro si resultan días


hábiles o corridos en la normativa, pero en caso de resultar hábiles, la CI
tomó exactamente 40 días para culminar su tarea, que se extendieron desde
el 18 de septiembre al 16 de noviembre de 1992.

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180 • Gobernadores sin gobierno

ría elementos que actuaron como salientes situacionales13,


es decir, fueron registrados como elementos significativos
por otros actores, que los utilizaron como orientación de
sus posteriores acciones. Por una parte, evidenciaba que
la situación de enfrentamiento entre poderes era perci-
bida como problemática por el Ejecutivo. Por otra parte,
introducía criterios de pertinencia de un juicio político:
hechos ocurridos durante su administración, conductas que
podrían ser consideradas delictivas. La estrategia del gober-
nador consistía en mostrar la ausencia de tales elementos
en la denuncia presentada y resguardar su capital político
a partir de catalogar a los dirigentes sindicales de retrógra-
dos, incapaces de sumarse al cambio, haciendo uso de la
retórica transformadora típica de la década del ‘90.
Los legisladores opositores también se posicionaban
frente a la denuncia, haciendo evidentes los roces pre-
vios con el Ejecutivo y otorgando entidad a la denuncia
mediante una estrategia conjunta de solicitud de diálogo al
gobernador. Los presidentes de bloque se dirigieron a la
casa de gobierno donde se reunieron con Jorge Escobar,
llevándole una propuesta de negociación que sería imple-
mentada una vez que regresara de su viaje a España. El PB
se posicionaba como garante de la paz social y el diálogo
en una mesa de negociación de un plan de pago a ATE
acorde con las posibilidades del gobierno. Por su parte, la
UCR hacía uso de su retórica tradicional de defensa de la
institucionalidad democrática. El conflicto de poderes que
se estaba desarrollando se evidenciaba en la negativa de

13 Los salientes situacionales “constituyen a la vez puntos de convergencia de


las anticipaciones de los actores de las crisis y puntos de fijación, o si se pre-
fiere, puntos de enganche de las interpretaciones, ‘estimaciones’ y percep-
ciones de la actividad de desciframiento de la situación a que están obliga-
dos esos actores en este tipo de contextos. En torno a estos salientes
situacionales se organizan las definiciones eficaces de las situaciones, las que
se imponen, aunque sólo sea durante un período muy limitado, a los cálcu-
los de los actores orientando su actividad táctica” (Dobry, 1988: 180).

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Gobernadores sin gobierno • 181

los dirigentes radicales a toda posibilidad de negociar una


solución al juicio político por fuera de los canales institu-
cionales correspondientes.
Durante este primer momento se dieron diversas reac-
ciones frente al pedido de juicio político. Los dirigentes de
ATE recibieron agravios del justicialismo que los acusaba
de no respetar la voluntad ciudadana. Recibieron también
interpelaciones desde el interior del propio sindicato donde
un grupo de listas opositoras se unificaban para explici-
tar su apoyo al gobernador y exigir a Héctor Sánchez su
renuncia.
El Ejecutivo, que contaba con el apoyo explícito del
PJ, profundizaba su estrategia de confrontación: se busca-
ba desacreditar la denuncia, construirla como un pedido
infundado. El ministro de gobierno sería el encargado de
minimizar las acciones de ATE, tanto el pedido de juicio
político como la huelga de hambre que llevaban adelante
en los jardines de la LP. En sintonía con las declaracio-
nes de Jorge Escobar, el funcionario explicitaba el carácter
extemporáneo de la denuncia, debido a que el cargo más
relevante las retenciones impagas, era un problema de la
administración anterior.
A fin de septiembre se establecía un impasse en la
actividad política oficial: el gobernador viajaba a España y
retomaría el diálogo con los distintos actores a su regreso.
Esta situación fue capitalizada por el PJ que, en ausencia
del gobernador acusaba públicamente la existencia de un
acuerdo desestabilizador entre ATE y el PB. La dirigencia
justicialista se mostraba unida ante el ataque y montaba una
operación publicitaria de alto impacto: todos los funciona-
rios de la gestión pusieron a disposición su renuncia y fue-
ron a recibir al gobernador, quien, a su regreso, brindó una
conferencia de prensa en el hall del aeropuerto. Acompaña-
do del vicegobernador, ministros e intendentes, Jorge Esco-
bar ratificó a su equipo de gobierno, confiando en que el

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182 • Gobernadores sin gobierno

juicio político no prosperaría. Los signos de unidad y apoyo


se evidenciaron además en una multitudinaria caravana que
acompañó el regreso del gobernador a casa de gobierno.
Durante este período ATE buscó una nueva estrategia
de acción en base a informaciones disponibles y toman-
do en cuenta los salientes situacionales14. Estrategia que se
plasmó en un acontecimiento fundamental para el juicio
político: los dirigentes sindicales realizaban una filmación
semi-encubierta el sábado 3 de octubre, sorprendiendo e
interpelando al gobernador en el interior de un campo de
su propiedad por hechos de corrupción. El video era pre-
sentado como prueba a la CI, acompañando un pedido de
ampliación de denuncia el 5 de octubre. Este fue un punto
de inflexión en la situación política.
Los nuevos posicionamientos estuvieron signados por
la cautela. Jorge Escobar hacía explícita su confianza en
quienes debían juzgarlo, en su objetividad y buena fe. Sus
declaraciones buscaban minimizar las nuevas circunstan-
cias y establecían un paralelo con la situación nacional, ape-
lando a sus similitudes con el presidente.
Los partidos provinciales se posicionaron públicamen-
te a través de sus dirigentes medios: fueron los hijos de
los caudillos, ambos legisladores, los que realizaron decla-
raciones, y no los miembros que tenían en la CI. La CR
mostraba mucha cautela ante los nuevos sucesos, delegando
en la CI la tarea de brindar elementos para emitir juicio,
imposibles de realizar en la instancia que se encontraba la
denuncia. Desde el PB Leopoldo Alfredo Bravo legitima-
ba el material presentado por ATE como prueba, aunque

14 Además de las declaraciones del propio gobernador y sus aliados, otro


saliente era el juicio político a Collor en Brasil. El 30/09 era tapa del diario la
noticia de que el parlamento suspendía y enjuiciaba al presidente brasileño,
involucrado en un escándalo de corrupción. Los dirigentes, a su vez, reci-
bían informaciones de diversas fuentes y buscaban algo que tuviera entidad
suficiente como para ser probatorio de corrupción, similar a la de Collor.
Revisaron la constitución, revisaron las denuncias, idearon una estrategia
novedosa.

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Gobernadores sin gobierno • 183

también sostenía que no era pertinente emitir opiniones


aún, sumando importancia a la labor de la CI, que aparecía
cada vez más como la protagonista del procedimiento.
Los sucesos provinciales también tuvieron repercusión
nacional. Los dirigentes del justicialismo definieron res-
paldar a Jorge Escobar y sería el propio Eduardo Menem,
durante un período a cargo de la presidencia, quien se pro-
nunciaría sobre la honestidad del gobernador.
Una de las consecuencias inmediatas de la presentación
y difusión de la filmación fue la búsqueda de solución al
conflicto gremial a través de la mediación de la Iglesia.
Monseñor Italo Di Stefano fue el encargado de promover
un encuentro entre ATE y el gobernador. El 10 de octubre,
se realizó una reunión en casa de gobierno donde se conclu-
yó formar una comisión mixta para buscar soluciones. Una
semana después se firmaría un Acta-acuerdo que resolvía
parcialmente el conflicto. En el acta figura un agradeci-
miento a los presidentes de bloque de la LP “en razón de la
gestión que realizaron oportunamente para la solución del
conflicto que las partes agradecen”. El acuerdo económico,
que partía de un reconocimiento de 2 millones de dólares
de deuda, incluía además una cláusula por la que se daban
por terminadas todas las demandas pendientes en los fueros
civil y penal. El rol de la Iglesia había sido fundamental para
llegar hasta aquí, como reconocían los distintos actores.
El acuerdo no abarcaba, como era previsible, la posi-
bilidad de detener el pedido de juicio político, aunque la
resolución del conflicto económico con ATE era un ele-
mento que el gobernador buscaba construir como antece-
dente válido para la futura actitud de entendimiento que
aspiraba encontrar en el ámbito legislativo. Héctor Sánchez,
que hasta ahora no había tenido espacio en la prensa, apro-
vechaba el espacio para definir la nueva situación: si bien la
demanda inicial se había resuelto restaba resolver los nue-
vos cargos, frente a los cuales evidencia la responsabilidad
de los legisladores.

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184 • Gobernadores sin gobierno

Consecuentemente con las declaraciones y los meca-


nismos institucionales, el juicio político no se desactivaría a
partir del acuerdo firmado. Por el contrario, los miembros
de la CI continuaron su tarea indagando sobre los nue-
vos cargos presentados. Durante lo que restaba del perío-
do investigativo, la Comisión reunió pruebas de todo tipo:
informes de organismos estatales, declaraciones testimo-
niales, e inclusive se constituyó como cuerpo en diversas
locaciones a fin de recabar información.
El eje de las actuaciones fue el cargo de “empleo en
derecho propio de trabajos o servicios pagados por una
administración pública” (ampliación de pedido, folio 6),
como se desprende de la naturaleza de los materiales que se
incluyeron en el expediente. Constan allí 25 declaraciones
testimoniales, de las cuales al menos 20 se relacionan con
los hechos incluidos en la ampliación de denuncia. A tales
fines, fueron citados testigos que se pueden dividir en cinco
categorías: 1) los denunciantes, 2) los abogados defensores
y el acusado, 3) contratistas del Estado involucrados en la
denuncia, 4) funcionarios públicos de diversas reparticio-
nes y 5) obreros que trabajaron en la realización de las
obras denunciadas. Por otra parte, la comisión investigado-
ra realizó una inspección ocular en el departamento Jáchal,
a fin de corroborar los elementos de la filmación presentada
por ATE, y se constituyó en las oficinas del departamento
hidráulica y SES a fin de recabar documentación, labrar
actas y realizar pedidos de informes e indagatorias en el
lugar de trabajo de algunos testigos.
El 2 de noviembre se produce un nuevo cambio en la
situación: el profesor Daniel Illanes presenta una segunda
ampliación del pedido de juicio político, con nuevos cargos
y material probatorio. Esto significó una reorientación del
accionar de la CI y un reacomodamiento de los actores.
Que la CI aceptara dos ampliaciones para investigarlas
y extendiera sus actuaciones durante todo el período cons-
titucional previsto eran dos elementos que hacían imprevi-
sible el desenlace del proceso. No había garantías para Jorge

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Gobernadores sin gobierno • 185

Escobar de que no se iban a seguir generando elementos


para abultar el pedido. La estrategia fue la confrontación
abierta: el gobernador acusó al bloquismo de hacer “terro-
rismo político” y apuntalaba su defensa en lo consuetudina-
rio de las prácticas que se le imputaban como faltas.
La propia lógica del juego político, que incluye a pro-
fesionales y profanos, hace que estas disputas no puedan
resolverse entre dirigentes. Es explícito que no hay posi-
bilidad de acuerdo. Pero no la hay porque se declama de
cara a la ciudadanía. Y porque ambos actúan en un terreno
movedizo, con pocas referencias, no hay un momento, un
terreno donde consensuar. Las declaraciones de unos y
otros van crispando cada vez más una situación que se
va redefiniendo a medida que avanza15. La línea de acción
del PB se profundiza, entre otras cosas, porque se lo acusa
permanentemente. Y eso, para cualquier partido político es
un problema: ¿cómo conseguir votos si es tildado de poco
serio, si se lo acusa de no respetar los mecanismos legíti-
mos? En este enfrentamiento se desnuda una disputa por
mantener o incrementar el capital político de los partidos.
Interviene entonces el referente más importante de la polí-
tica provincial, Leopoldo Bravo, quien aporta tres nuevos
elementos que van a operar como salientes. Por una parte,
reafirma la independencia del PB respecto de la presenta-
ción del pedido remarcando la importancia de la investiga-
ción legislativa. Por otra parte, llama la atención sobre la
vida interna del justicialismo, transfiriendo a sus dirigentes
el calificativo de terroristas utilizado por el gobernador.
Y, fundamentalmente, abre y cierra la posibilidad de una
intervención federal aportando un elemento central para
definir la situación posterior: la posición del PB sobre la

15 Un ejemplo de este avance contradictorio fue la realización de Jornadas de


Esclarecimiento en el PJ. Los principales dirigentes organizaron una serie
de encuentros para intentar explicar a la militancia la situación del juicio
político y declarar su apoyo al gobernador. Al mismo tiempo utilizaban las
jornadas como tribuna para denunciar maniobras del PB.

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186 • Gobernadores sin gobierno

sucesión. Al insinuar fisuras en el oficialismo y plantear


que ante la destitución sería el propio PJ el que asumiría,
Leopoldo Bravo muestra una vía de solución posible.
Otro actor que hasta entonces había mantenido un bajo
perfil, la CR, sentaba posición sobre el final de la etapa
investigativa. Su máximo dirigente buscaba evitar cualquier
imputación sobre contubernios con el oficialismo, en un
discurso coherente con la retórica anticorrupción que había
caracterizado la campaña electoral. La Cruzada Renovado-
ra se atribuía espíritu republicano dejando claro que opi-
naría sólo cuando llegase el momento de hacerlo, cuando
se pudieran evaluar todos los antecedentes (Alfredo Avelín,
Diario de Cuyo, 05/11/92).
Por su parte la UCR se expedía mediante un comu-
nicado de prensa, diferenciándose claramente del conjunto
de los actores políticos tanto por el modo de sentar su
posición como por los elementos que consideraba. Una vez
enunciado el respeto por los mecanismos institucionales,
se abstenían de condenar o absolver anticipadamente hasta
tanto pudieran pronunciase de manera oficial y pública en
forma oportuna y fundada (Comunicado de prensa de la
UCR 6/11/92).
Todos los testimonios hacían recaer la responsabilidad
en la CI. ¿Qué y cómo juzgar? ¿Qué elementos considerar?
Era un momento de incertidumbre en el cual los distin-
tos actores –individuales y colectivos– buscaban elementos
para posicionarse. En ese marco, la CI tuvo fuertes discu-
siones internas para ver si se admitía material probatorio
aportado de manera anónima que involucraba denuncias de
falso testimonio. Los documentos finalmente no se inclu-
yeron16. Las presiones sobre los testigos impactaban tam-
bién sobre los miembros de la Comisión, quienes definieron

16 Debido al modo en que se obtuvo la documentación, la CI decidió remitir la


denuncia a la justicia penal. De todos modos, el PB solicitó un careo entre
testigos que permitiera evaluar la veracidad del testimonio de los trabajado-
res estatales, pero éstos se negaron a realizarlo.

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Gobernadores sin gobierno • 187

realizar una conferencia de prensa a fin de aclarar su postu-


ra. Explicitaron entonces su voluntad inclaudicable de bus-
car la verdad, al mismo tiempo que instaban públicamente
a que cesaran las presiones sobre su accionar.
En su labor la CI reunió otro tipo de pruebas: informes
del ministerio de hacienda sobre retenciones, fotocopias
de la escritura del campo denunciado, proyectos de repa-
ración de canales y tendido eléctrico en el departamento
Jáchal, convenios con el Estado de las contratistas Paoli-
ni y Madcur, fotografías y censo del departamento Jáchal,
copias de licitaciones estatales y otros documentos que pro-
baban la participación activa del gobernador en la empresa
Escobar S.A.
En el tramo final de la investigación reaparecieron los
actores nacionales. Luego de una reunión realizada con el
gobernador en Buenos Aires, en la cual se obtuvo un infor-
me detallado de la situación, el Ejecutivo nacional tomaba
distancia del procedimiento haciendo hincapié en la auto-
nomía institucional de la provincia ante conflictos políticos,
aunque también señalaba a los sanjuaninos que “tienen un
gran gobernador que merece el apoyo pleno de la ciudada-
nía” (José Luis Manzano, ministro del interior, 10/11/92).
Todo quedaba en manos de los miembros de la CI,
sobre los que pesaba la responsabilidad de plasmar un cri-
terio de inteligibilidad sobre casi dos meses de tensión
y enfrentamientos. Los legisladores debían encontrar un
modo de organizar y publicitar sus criterios frente a
una enorme cantidad de acontecimientos y materiales. La
amplitud de elementos probatorios y las prolongadas decla-
raciones testimoniales se tradujeron en un voluminoso
expediente, que al momento de elevar dictámenes ya conta-
ba con tres de los cuatro cuerpos que lo componen.

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188 • Gobernadores sin gobierno

6.2.2. Plazos cortos


La CI que se ocupó del caso Avelín había sido designada a
principio de 2002 y estaba compuesta por un representante
de cada uno de los cinco partidos mayoritarios en la cámara:
Tulio del Bono (PJ), Delia Pappano (UCR), Alfredo Agliozzo
(Desarrollo y Justicia), Nélida Monserrat (PB) y Talal Quin-
tar (CR). Debido a su designación anual, la mayoría de los
miembros de la CI que trabajaron en el juicio político a
Avelín se habían ocupado de investigar otras tres denuncias
previas contra el mandatario. Este hecho incidió de diversos
modos en el procedimiento, ya que los diputados habían
organizado dictámenes previos, que significaron tomas de
posición y explicitación de criterios de juicio por parte de
cada uno, como así también un conocimiento exhaustivo
de la situación política y una tensa relación con el gober-
nador, ya que habían aconsejado inclusive su acusación en
una instancia anterior.
Desde una perspectiva relacional, los integrantes de la
CI pueden clasificarse como actores con mayor o menor
grado de libertad de acción según la posición que ocupan en
sus estructuras partidarias, un indicador posible del capital
político individual que poseen, pero no el único. La relación
con actores políticos nacionales como así también el tama-
ño de sus partidos de pertenencia son elementos que juegan
roles definitorios en estos márgenes de acción.
En este sentido, la representante de la UCR, Delia
Pappano, puede considerarse el actor con mayor capital
político propio dentro de la comisión, ya que además de
formar parte de la dirigencia partidaria era la presidenta del
bloque radical en la LP. Los restantes miembros de la CI
ocupaban cargos de segunda y tercera línea dentro de sus
estructuras partidarias de pertenencia, lo que condicionaba
sus definiciones en función de los criterios de los dirigen-
tes a quienes respondían. En el caso del justicialismo, la
condición de subalternidad en las estructuras partidarias
no implicaba una subordinación al aparato por parte de su

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Gobernadores sin gobierno • 189

representante. Tulio Del Bono tenía una amplia trayecto-


ria en la política nacional y local, contaba con peso propio
dentro de la LP y era uno de los referentes del presidente
Duhalde en la provincia.
Las presiones cruzadas sobre los miembros de la CI se
hicieron evidentes en el caso de Desarrollo y Justicia, un
partido municipal que había constituido un bloque mino-
ritario en la LP por primera vez en su corta historia. Jorge
Quattropani, su representante en la CI, renunciaba al cono-
cerse la presentación del pedido de juicio político. La con-
secuencia de esta renuncia fue el nombramiento, una vez
iniciada la investigación, de Alfredo Agliozzo como reem-
plazante. El nuevo miembro de la CI se encontraba en una
clara posición de subalternidad al interior del organismo 17.
La CI inició su actividad inmediatamente luego de
la presentación del pedido, evidenciando y publicitando
ampliamente la puesta en acción del aparato institucional
ante la intensa crisis política. En este caso, la etapa investi-
gativa del juicio político se caracterizó por su brevedad: en
un lapso de trece días hábiles se dio por concluida la tarea,
pese a la posibilidad de extender las actuaciones durante
cuarenta días.
Las dos primeras acciones emprendidas por la CI se
orientaron a ratificar la veracidad y verosimilitud de la
demanda: se citó a los denunciantes a ratificar firmas, trá-
mite que fue cumplido sin excepción. Tomando en cuenta
las experiencias recientes de enjuiciamiento, los denuncian-
tes habían hecho un pedido expreso a los legisladores para
acelerar las tareas de investigación: que solo se requirie-
se prueba documental. Coherentemente con este pedido,
las actuaciones de la CI se limitaron a reunir, casi exclu-
sivamente, este tipo de pruebas. El material fue requeri-
do a organizaciones que se pueden categorizar en cuatro

17 Alfredo Agliozzo juró el 15/08/02. Para evitar futuros planteos legales des-
de la defensa del gobernador firmó un acta refrendando lo actuado hasta
entonces por la CI.

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190 • Gobernadores sin gobierno

tipos, ya que según la ubicación que tuvieran respecto de la


denuncia se modificaba la calidad de los informes requeri-
dos. Eran: 1) reparticiones estatales capaces de dar cuenta
de la situación financiera del gobierno (todas ellas depen-
dientes del ministerio de economía provincial: tesorería
general de la provincia, centro de cómputos y dirección de
rentas), 2) entidades dependientes del Estado provincial que
se constituyeran como deudoras del ejecutivo (Obra Social
Provincia, Caja de Ahorro y Seguro, colegios profesionales
prestadores de la OSP, Banco de San Juan), 3) organiza-
ciones denunciantes o receptoras de denuncias (Defensoría
del Pueblo, Poder Judicial de la provincia, sindicatos fir-
mantes del pedido) y 4) organismos del Estado nacional
autorizados para informar sobre transferencias de recursos
a la provincia (Secretaría de relaciones con las provincias,
Banco Nación).
En todos los casos, se estableció un plazo perentorio
para la elevación de la documentación pertinente a la comi-
sión investigadora: a las dependencias del ministerio de
economía se las emplazó a informar en ocho días corri-
dos, mientras que a los restantes organismos se les requirió
mayor celeridad, otorgándoles cinco días hábiles para rea-
lizar la presentación. La brevedad del período establecido,
tanto como la consideración de que se contabilicen corridos
y no hábiles, respondía a la definición de la situación de los
integrantes de la CI sobre la necesidad de una urgente reso-
lución, centralmente, a fin de suspender en sus funciones al
gobernador, medida que no podía ser tomada sin haberse
finalizado la instancia de investigación.
A reforzar la definición de una situación de crisis con-
tribuía también el diario local, que publicaba declaraciones
anónimas sobre el proceso investigativo. En una nota titu-
lada “¿Cuánto puede durar este juicio?” reproducía decla-
raciones de un supuesto miembro de la comisión: “ni loco
dejo esperar los 40 días. En 15 o 30 días esta provincia

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Gobernadores sin gobierno • 191

es ingobernable. Ahora está claro que el pueblo está dis-


puesto a voltearlo, no podrán decir que es una conspira-
ción política”18.
Otros actores que definían como insostenible la situa-
ción eran los representantes sindicales, quienes habían
modificado la posición que asumieran inicialmente frente
al gobierno por la presión de sus bases. Distanciándose de
cualquier hipótesis conspirativa, la presentación de pedido
de juicio político se presentaba como el último recurso,
luego de haber mantenido una actitud permanente de cola-
boración con el gobernador. El juicio político era entonces,
una herramienta para intentar descomprimir la creciente
presión de sus bases. Estas definiciones se correspondían
con la continuidad de las acciones de protesta: los sindica-
tos de trabajadores estatales realizaban huelgas y marchas
cotidianamente debido a que se sostenía la situación de falta
de pago de salarios, elemento de presión que se mantuvo
presente durante toda la etapa investigativa19.
Al día siguiente de la presentación, los integrantes de la
MI se reunieron con la presidenta de la SA, Nélida Monse-
rrat, para que les explicara como acelerar el trámite lo más
que pueda, ante una situación que definían como desespe-
rante, en función de la situación salarial de sus representa-
dos. Pocos días después, una delegación encabezada desde
UPCN se reunía con el vicegobernador y presidente de la
LP, Wbaldino Acosta, a quien presionaban para que tomara
una posición pública frente al conflicto.

18 Diario de Cuyo, 08/08/02. Un semanario local, El Nuevo Diario, reproducía


declaraciones semejantes, siempre en carácter anónimo, durante todo el
período de investigación.
19 Como en el caso del sector docente, que continuaba con una huelga por
tiempo indeterminado. El 20-8 la justicia emitía un fallo mediante intiman-
do al gobierno provincial a reanudar el servicio educativo, ya que en el ciclo
lectivo 2002 sólo se habían dictado 38 días de clase (Diario de Cuyo, 21/08/
02).

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192 • Gobernadores sin gobierno

El tono de urgencia de las declaraciones de los diri-


gentes sindicales tiene un correlato objetivo: la provincia
de San Juan es fuertemente dependiente del empleo estatal
en términos de su estructura económica. La situación de
cesación de pagos era una preocupación compartida por
los funcionarios del gobierno y los representantes del justi-
cialismo local, quienes actuaban conjuntamente para obte-
ner auxilio financiero del gobierno nacional. Los reiterados
viajes a Buenos Aires eran acompañados por legisladores
nacionales, a fin de peticionar “en otros términos” el envío
de fondos.
Estas tratativas resultaban infructuosas por distintos
motivos. Por una parte, la demora en la firma del acuerdo
bilateral que Avelín rechazaba reiteradamente. Pero sobre
todo por la situación política nacional que signaba el
gobierno del presidente Duhalde. En agosto de 2002 San
Juan no representaba una preocupación central para el
gobierno nacional. Esto se evidenciaba en que sus funcio-
narios no realizaban declaraciones al respecto y tampoco
accedían a modificar su posición sobre las condiciones de
envío de fondos de coparticipación u otros tipos de auxilio
financiero. La transición política nacional estaba atravesa-
da por otra serie de conflictos de mayor intensidad que se
evidenciaron en una amenaza de renuncia del propio pre-
sidente Duhalde, con fundamentos similares a la que había
realizado Alfredo Avelín poco tiempo atrás20.
La postura del justicialismo resultaba clave para la
resolución en la LP: era el bloque mayoritario y compar-
tía el color político del gobierno nacional. Dos elementos
demoraron su posicionamiento público. Por una parte, sus
disputas internas: ante un inminente llamado a elecciones
nacionales y provinciales tres líneas internas se consolida-

20 El presidente Duhalde amenazaba con renunciar frente a las trabas que


otros dirigentes planteaban al cronograma electoral que proponía: “Que la
asamblea legislativa (pleno de ambas cámaras del congreso) designe a otro
para terminar la transición. Yo no estoy dispuesto a arrancarle la última ilu-
sión a la gente” (Diario de Cuyo, 23/08/02).

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Gobernadores sin gobierno • 193

ban en su seno. Jorge Escobar y Roberto Basualdo, ambos


dirigentes con peso en la bancada justicialista, ya habían
anunciado sus candidaturas. El presidente del partido, José
Luis Gioja, quien era además uno de los principales inter-
locutores con el gobierno nacional, explicitaba también sus
deseos de ser candidato al mismo tiempo que evidenciaba
las tensiones internas.
Por otra parte, era imprescindible articular un acuerdo
con el PB: la condición de hacer prosperar la acusación era
contar con un sucesor para el gobernador suspendido y has-
ta ese momento no había certezas sobre el rol que jugaría el
vicegobernador, Wbaldino Acosta, quien no había emitido
opinión públicamente sobre el juicio político, ni actuaba en
sentido de avalar la destitución.
Durante su corto período de actuaciones, la CI solicitó
al gobernador que informara sobre los hechos que daban
lugar al pedido de juicio político. A diferencia de los denun-
ciantes, el gobernador hizo caso omiso del llamado, toman-
do una actitud rebelde frente al proceso, definiéndolo como
una traición y posicionándose como mártir de una situa-
ción que no lograba modificar. La apelación al principio
non bis in ídem, no juzgar dos veces por la misma cosa, era
su principal argumento de denuncia al procedimiento por
antidemocrático.
Pese a los reiterados pedidos de auxilio a la Nación, la
situación seguía trabada en cuanto a transferencias finan-
cieras y las declaraciones del gobernador no evidenciaban
un cambio de estrategia. El enfrentamiento con el gobierno
nacional y su escaso margen de acción por falta de recursos
hacían que el Ejecutivo mantuviera una posición expectan-
te respecto tanto de las transferencias como del enjuicia-
miento, apelando inclusive a soluciones místicas para des-
trabar la situación, como “rogar a la virgen desatanudos
para que se desaten los nudos y nos llegue la plata que
nos corresponde de la Nación” (Alfredo Avelín, Diario de
Cuyo, 16/08/02).

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194 • Gobernadores sin gobierno

El enfrentamiento con las autoridades nacionales llegó


a un nuevo punto de inflexión el 21 de agosto, cuando el
gobernador insultó públicamente al titular del ANSES, Ser-
gio Massa, tildándolo de “corrupto hijo de puta” hecho que
repercutía de múltiples modos en la situación provincial. Su
más fiel colaborador, el ministro de economía, explicitaba
el agotamiento de sus recursos y amenazaba con renun-
ciar frente a las múltiples presiones que recibía. No podía
continuar el calendario de pagos, se realizaban descuentos
a los fondos de coparticipación, sus propios colaborado-
res dejaban de trabajar por razones de salud vinculadas al
estrés. Las declaraciones de Avelín tuvieron consecuencias
tanto en los actores nacionales como provinciales. Desde el
gobierno central se había definido enviar a un funcionario
a evaluar la situación provincial, pero ante las nuevas cir-
cunstancias el viaje fue suspendido.
En este clima los legisladores hacían pública su posi-
ción de avanzar con el juicio político. Los miembros de la
CI no esperaron a reunir toda la prueba documental para
dar por culminada su tarea. Pese a la intención de resolver
inmediatamente el procedimiento formal, los legisladores
debieron fijar como fecha de sesión de la SA el 26 de agosto,
ya que las modificaciones en la legislación impedían que se
registraran abstenciones y el representante de la CR había
anunciado que de no contar con tiempo suficiente no pre-
sentaría su dictamen21.
Los actores provinciales, incluido el propio goberna-
dor, acordaban en que el Ejecutivo no tenía margen de
acción, que resultaba necesario encontrar un modo de rear-
ticular las relaciones políticas22. La certeza de contar con

21 La ley 7.279 sancionada el 25 de julio de 2002 reglamenta que cada inte-


grante de la SA debe “manifestar expresamente su decisión de aceptar o
rechazar el objeto de la denuncia iniciada”.
22 Esto se plasmaba, por ejemplo, en las declaraciones de Jorge Escobar: “a
Avelín sólo lo puede salvar un milagro, pero el gobernador ya los agotó a
todos y ni siquiera le queda la lámpara de Aladino” (Diario de Cuyo, 22/08/
02).

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Gobernadores sin gobierno • 195

un sucesor para Alfredo Avelín, una expresión del acuerdo


PB-PJ, era publicitada por el diario los días previos a la
sesión de la SA, con titulares como “Adiós” y “60 millones
pediría el nuevo gobierno”.
Durante el fin de semana previo a su suspensión, el
gobernador coincidía en definir que el final de su mandato
era una certeza y se mostraba dispuesto a aceptar la volun-
tad de los legisladores. A la espera de ser notificado hacía
pública si decisión de retirarse sin recurrir a la defensa,
sin tener que dar explicaciones por que su conducta había
sido correcta, coherente e inclusive, heroica en la defensa
de los intereses provinciales frente a la corrupción de fun-
cionarios nacionales. La negativa del gobernador a renun-
ciar se enmarcaba en su retórica de la honestidad y el bien
común, que enunciaba reiteradamente como pilares de su
gestión. Los legisladores aparecían en este discurso como
los responsables de un golpe institucional, orquestado con-
juntamente con el gobierno nacional. Pese a este conjunto
de denuncias, en las palabras del gobernador se traslucía
un alivio por el final de ciclo que marcaba la resolución
inminente del juicio político.

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7

La formalización de la acusación

En este capítulo se analiza la formalización de la acusación,


a partir de dos dimensiones que apuntan a hacer visible el
trabajo colectivo, y activo, de construcción de los acuer-
dos necesarios para hacer prosperar cada procedimiento
(Boltanski, 2000). En primer lugar, se describen los dictá-
menes elaborados por los integrantes de la CI, ya que esos
documentos aportaron a los legisladores principios válidos,
legítimos, sobre los cuales justificar su acuerdo (o desacuer-
do). En segundo lugar, se describen los desarrollos de las
sesiones especiales en las que se resolvió acusar y suspender
a los gobernadores. Estas sesiones representan puntos de
inflexión: son los momentos en que se consolidaron los
endebles acuerdos que se habían articulado en contextos de
incertidumbre. Se hace énfasis en los debates que tuvieron
lugar y las posiciones de los distintos actores, tanto en el
interior del recinto como fuera de él.

7.1. Dictámenes

En este apartado se analizan los dictámenes elevados por


las respectivas CI, documentos que tienen una importan-
cia crucial en el procedimiento, ya que son el instrumento
que permite fundamentar las definiciones posteriores de la
sala y al mismo tiempo, representan la cristalización de las
posiciones políticas que se construyeron durante el período
investigativo (Kada, 2003b). Tomando en cuenta el rol cen-
tral que ocupan los dictámenes, se presenta una síntesis de

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198 • Gobernadores sin gobierno

sus principales elementos: la estructura de cada escrito, los


principios de justicia que explicitan, los elementos de prue-
ba a los que refieren, las racionalidades a las que responden
las argumentaciones y la definición final que adoptan.

7.1.1. Dos acusaciones y una defensa


En 1992, una vez concluidos los plazos constitucionales
los miembros de la CI presentaron tres dictámenes a la
SA, resolución que reflejaba la primacía de las estructuras
partidarias por sobre el accionar de los legisladores. Los dos
representantes de la CR presentaron dictamen conjunto, al
igual que los dos justicialistas, mientras que el PB lo hizo de
modo individual. Los documentos elaborados difieren en su
modo de redacción, extensión y articulación interna, como
así también en los criterios que fundan la recomendación
final que realizan a la sala, a pesar de que tanto el PB como
la CR concluían en la necesidad de acusar al gobernador.
Por otra parte, llama la atención la extemporaneidad del
dictamen del PJ, que fue presentado fuera de término y
estuvo al borde de no ser considerado por la sala.
El primero de los dictámenes que se encuentra foliado
en el expediente es de los diputados Zulma Ortiz y Rolando
Amarfil (CR). Este escrito tiene especial cuidado en pre-
sentar los elementos pertinentes para evaluar la denuncia,
explicitando numerosos recaudos constitucionales y legales
previos. Los diputados enuncian un criterio para la valora-
ción de sus juicios posteriores y de su actividad en general:
los presentan como un elemento a debatir, ya que de ningún
modo consideran cerrado el proceso en esta instancia. Esta
argumentación responde a la ubicación política de la CR
que, por una parte, se encontraba fuertemente involucrada
en el proceso al presidir la SA y tener dos miembros en la
CI y, por otra parte, había sido recientemente opositora al
PB, aliada del justicialismo y segunda fuerza electoral.

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Gobernadores sin gobierno • 199

El dictamen agrupa las acusaciones bajo dos causales de


juicio político: incumplimiento de las funciones y conduc-
tas delictivas. En sus veintinueve páginas se desarrollan dos
grandes apartados que condensan los cargos de la denuncia
inicial y las ampliaciones. La estrategia expositiva permite
un seguimiento claro de los cargos y las pruebas que se
consideran relevantes, como así también los criterios sos-
tenidos. Cada acusación se trata en un inciso que la analiza
y resume la posición de los firmantes en una breve conclu-
sión. Para justificar cada toma de posición los legisladores
entrelazan consideraciones jurídicas y constitucionales con
enunciados que forman parte de su sentido común, y en este
ejercicio contribuyen a legitimar ciertos tipos de argumen-
tación para que sean retomados por el conjunto de la Sala.
El primer apartado se ocupa de conductas que hacen
a la causal de “incumplimiento de los deberes del cargo”.
La persecución sindical hacia ATE, la arbitrariedad y la
conducta desleal del Ejecutivo se consideran cargos perti-
nentes ya que, a partir de una reconstrucción fáctica, los
legisladores consideran que las conductas del gobernador
no reconocen fundamento, causa o razón que los justifi-
que. Las siguientes tres acusaciones (realización de despidos
masivos, ausencia de política en materia económica y no
defensa de los intereses de la provincia) son desestimadas
como incumplimientos a partir de un criterio de legitimi-
dad política: los representantes tienen la potestad de imple-
mentar los programas de gobierno que propusieron a la
ciudadanía y por los cuales fueron electos. Pese a desestimar
este conjunto de acusaciones, los legisladores consideran
que se realizaron violaciones a principios constitucionales,
y aconsejan acusar al gobernador por incumplimiento de
sus deberes.
El segundo apartado se aboca a evaluar conductas
delictivas y abunda en el análisis de los cargos de admisión
de dádivas y peculado de uso. Los legisladores consideran
probado que fueron utilizadas maquinarias de contratistas
del Estado en un campo de propiedad del gobernador. A

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200 • Gobernadores sin gobierno

lo que se suma la constatación de que la empresa estatal


de energía realizó una obra de electrificación en esta pro-
piedad, hecho irregular que intentó encubrirse fabricando
un expediente ad hoc una vez hecha pública la denuncia.
Luego de cotejar preceptos constitucionales con elementos
probatorios tales como la filmación aportada por ATE y
diversos documentos y testimonios, el apartado dictamina
que el accionar del gobernador fue corrupto. El aprove-
chamiento indebido de la cosa pública es considerado una
conducta delictiva por la que aconseja a la Sala hacer pros-
perar la acusación.
El apartado final del dictamen se titula “Análisis ético
de la conducta del gobernador”, y hace explícita una con-
cepción sobre la naturaleza del ser humano y la centralidad
de los valores morales en la actividad política. El criterio
de justicia explicitado propone como criterio de grandeza
la persecución del bien común, característico de la ciudad
cívica (Boltanski, 2000). Partiendo de la máxima de que un
funcionario debe velar por la Constitución y el Bien Común
de la sociedad, los legisladores concluyen que el obrar del
gobernador resultaba repudiable al hacer confluir parte de
la administración pública en su propiedad, haciendo uso
indebido de bienes del Estado y burlando, de esta forma, el
Bien Común. (Expte. 654021-C-1992, folio 31). Los precep-
tos republicanos son invocados reiteradamente, y en este
apartado también se enuncia la tarea educativa de los repre-
sentantes: tienen el deber de transmitir el sentido de justicia
a las futuras generaciones. Un sentido que se esboza a partir
de principios filosóficos y políticos heterogéneos.
Para finalizar, el dictamen hace saber tanto a los legis-
ladores como al pueblo algunos elementos adicionales: a)
que los firmantes no tienen prejuicios contra el PJ o la
persona del gobernador, b) que su posición se fue formado
paulatinamente con los resultados de una investigación y c)
que la finalidad del juicio político es la protección de los
intereses públicos frente a los incumplimientos o delitos
de los funcionarios. En función de estas consideraciones

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Gobernadores sin gobierno • 201

los legisladores de la CR aconsejan formular la acusación


al gobernador ya que sus conductas se encuadran en las
dos causales constitucionales referidas y analizadas: falta de
cumplimiento a sus deberes y presunta comisión de delitos
en el desempeño de sus funciones.
El segundo dictamen incorporado al expediente
corresponde al diputado Pedro Rizo (PB). Este extenso
escrito –sesenta y cinco páginas– se construye articulando
múltiples referencias a textos y preceptos constitucionales
con enunciados de sentido común, combinación que forma
parte de la retórica típica del bloquismo. El escrito se inicia
con una breve introducción que destaca la importancia de
realizar una prolija investigación debido a la trascendencia
del proceso en la vida política provincial, y explicita la con-
vicción de que corresponde acusar al gobernador.
La exposición del legislador se estructura en tres apar-
tados. En el primero sintetiza los cargos elevados por los
denunciantes y realiza un breve informe sobre la actuación
de la comisión, en el cual se destaca la calidad de las pruebas
obtenidas, detallando la naturaleza de los distintos materia-
les que le permiten apuntalar sus argumentos. El segundo
apartado, el más extenso, aborda los hechos y pruebas, sub-
dividiéndose en dos grandes bloques: uno dedicado al pedi-
do inicial y otro a la ampliación de denuncia. En relación a
la denuncia original el legislador retoma los señalamientos
de ATE sobre el manejo de los asuntos públicos para legiti-
mar la acusación de mal desempeño.
Esta coincidencia de criterios con los denunciantes se
sostiene en todo el escrito, que considera central el con-
flicto con el sindicato en la vida política y social de la pro-
vincia y responsabiliza únicamente al gobernador por el
desarrollo de los acontecimientos. Las apelaciones al cono-
cimiento compartido aparecen reiteradamente en el dicta-
men, que recurre al sentido común como fuente de legiti-
midad para sostener las acusaciones. La evaluación de los
actos del gobernador mantiene un tono alarmista, que se
resume claramente en la conclusión del apartado donde se

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202 • Gobernadores sin gobierno

postula que existe una situación de crisis provincial como


resultado del accionar equívoco del gobernador, y por lo
tanto corresponde acusar al Sr. Gobernador de falta de
cumplimiento de los deberes de Funcionario Público (Expte
654021-C-1992, folio 47).
Sobre los hechos incluidos en la ampliación, este dic-
tamen tiene la particularidad de modificar los cargos pre-
sentados, desagregándolos en un conjunto de ítems que son
considerados en detalle a partir de los materiales recolec-
tados por la CI. Se abordan sucesivamente las acusaciones
de: 1) compra de propiedades en el departamento Jáchal, 2)
obreros estatales y funcionarios trabajan en las propieda-
des del Sr. Gobernador, 3) construcción de una línea nueva
de electricidad por el SES, existencia de postes nuevos y
flamantes, 4) construcción de un puente en el Río Jáchal
realizado por Hidráulica para acceder a la propiedad del Sr.
Gobernador, 5) trabajo de obreros de hidráulica en un pozo
de extracción de agua dentro de la propiedad y 6) utiliza-
ción de máquinas pesadas, casillas y vehículos de propiedad
de contratistas del Estado.
El dictamen da por probadas todas las acusaciones,
enfatizando en la veracidad de las pruebas que incriminan
al gobernador, aludiendo reiteradamente a “la realidad” que
fue constatada durante la actuación de la CI. Se ponderan
como elementos que aportan al conocimiento de “lo real”
distintos tipos de documentos: expedientes, testimonios de
testigos, archivos de SES. También se refiere a la inspección
ocular en el departamento Jáchal realizada por la Comisión
Investigadora como elemento de juicio y a lo incuestionable
de la filmación presentada por ATE y hecha pública por los
medios de comunicación.
El tercer apartado se ocupa del marco constitucional
de las causales de juicio político, resumiendo la posición del
legislador y los cargos que considera pertinente elevar. Para
cerrar la argumentación recurre a una descripción ideal
del vínculo entre representantes y representados que habría
sido vulnerada por el comportamiento de Jorge Escobar:

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Gobernadores sin gobierno • 203

no haber preservado la imagen “pública inmaculada, cris-


talina, decorosa y de honestidad que le exige la majestad
de su investidura” rompiendo esa “regla de oro que rige en
la relación entre el mandante ‘El Pueblo’ y el mandatario
que es el ‘Sr. Gobernador’” (Expte 654021-C-1992, folio
98). Este párrafo representa el último de los catorce cargos
que enumera el legislador, en base a los cuales aconseja a
la Sala acusar al gobernador por falta de cumplimiento a
los deberes a su cargo.
El tercer escrito, firmado por los diputados Oscar
Zuleta y Miguel Gálvez (PJ) es el único que sostiene una
postura de clara defensa del gobernador, desestimando cada
uno de los cargos presentados. Los legisladores presentan,
en primer lugar, consideraciones preliminares sobre la fina-
lidad y consecuencias del juicio político. En este punto se
insiste en la gravedad de los conflictos que podría desen-
cadenar el uso incorrecto de este mecanismo de control.
Si bien los legisladores enuncian un conjunto de requisi-
tos para hacer lugar a la denuncia o desestimarla, reco-
nocen también que las causales de juicio político otorgan
un margen de discrecionalidad a los legisladores, el cual
intentan neutralizar.
El escrito organiza los cargos presentados contra el
gobernador en dos grandes bloques, cada uno consagrado
a analizar una de las causales constitucionales invocadas,
agrupando en ellos acusaciones de la demanda inicial y de
la primera ampliación de denuncia, pese a considerar que la
aceptación de este segundo escrito constituyó una extrali-
mitación de la CI, ya que lo que establece la Constitución es
investigar “los hechos de la denuncia”.
Los cargos de despidos masivos, persecución sindical y
conducta desleal son desestimados sucesivamente, aludien-
do a la responsabilidad de otros funcionarios en las políticas
adoptadas y las declaraciones formuladas, y cuestionando la
postura del sindicato que se negó a firmar un acuerdo cele-
brado entre el gobierno y los restantes gremios estatales.

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204 • Gobernadores sin gobierno

Los cargos de ausencia de política económica y no


defender los intereses de la provincia también son desesti-
mados, aunque en este caso la argumentación se centra en la
legitimidad electoral del proyecto político encabezado por
Jorge Escobar. Para fortalecer esta posición los legisladores
ejemplifican actitudes de defensa de los intereses provincia-
les del Ejecutivo como las negociaciones sobre Promoción
Industrial y Coparticipación Federal. A su criterio tales acu-
saciones carecían de toda seriedad y relevancia: “se podrá
estar o no de acuerdo, según las distintas posiciones polí-
ticas, partidarias y filosóficas, pero que fueron respalda-
das mayoritariamente en la elección del 11-8-1991” (Expte.
654021-C-1992, folio 105).
En relación a la segunda causal, conductas supuesta-
mente delictivas, el escrito desestima las acusaciones de
ejercicio de otra ocupación o comercio, ya que la explota-
ción agrícola no es considerada como tal. Del mismo modo
considera improcedente el cargo de recepción de dádivas
o beneficios, enumerando los contratos establecidos por el
gobernador con las empresas del Estado o sus contratistas,
apelando al derecho de realizar tales convenios por parte
de cualquier ciudadano. En este punto se cuestiona la legiti-
midad de la filmación presentada, por encontrarse editada,
y también su validez jurídica, por el carácter clandestino
con que se obtuvo y la violación del derecho a la intimi-
dad que representaba. El cuestionamiento de esta prueba es
extendido a la declaración de algunos testigos, a los cuales
se relaciona directamente con el PB.
La argumentación de los legisladores justicialistas des-
estima cada uno de los cargos presentados y, posteriormen-
te, define la naturaleza del proceso que se estaba llevando
adelante contra Jorge Escobar: es un acto conspirativo, un
intento de alterar la voluntad popular incentivado por el
PB. Subiendo la apuesta señalan como “una verdadera sub-
versión institucional” la iniciativa de un conjunto de legis-
ladores que actuaron “con prejuzgamiento y adelantamien-
to de una condena anticipada al Gobernador denunciado”

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Gobernadores sin gobierno • 205

(Expte. 654021-C-1992, folio 126). Para finalizar el dicta-


men los legisladores estipulan que todo lo actuado por la
CI estaba viciado de nulidad absoluta debido al incumpli-
miento de un requisito constitucional: la toma de juramen-
to a los miembros que la integran. Este argumento final
aparece como una suerte de “as en la manga”, jugado a
último momento, una vez desechadas todas las acusacio-
nes previas, y funcionaría como base de sustentación de
futuras acciones1.

7.1.2. Tres acusaciones y una defensa


En 2002 se presentaron cuatro dictámenes. Tres de ellos
coincidían con la pertenencia partidaria de los miembros
de la CI: Talal Quintar (CR), Alfredo Agliozzo (Desarro-
llo y Justicia) y Tulio del Bono (PJ). El cuarto escrito, y
el más extenso, había sido redactado de modo conjunto
por dos legisladoras de distintos partidos: Delia Pappano
(UCR) y Nélida Monserrat (PB). En este conjunto de escri-
tos, tanto los partidos que formaban parte de la coalición
gobernante como los opositores coincidieron en aconse-
jar la acusación de Avelín2. Sólo uno de los legisladores
recomendaba desestimar la demanda: el representante de
la CR, quien se posicionaba en una defensa acérrima de su
dirigente partidario.
Pese a encontrarse en segundo lugar en el orden del
expediente, el dictamen de las diputadas Delia Pappano
(UCR) y Nélida Monserrat (PB) fue el que mayor influencia
tuvo en la resolución final de la SA: fue el escrito más exten-
so y detallado y, además, sus argumentos fueron retomados

1 Como la apelación a la Corte Suprema para que declarase inconstitucional


el proceso realizado, proceso analizado en el capítulo 8.
2 Los miembros de la CI modificaban la posición que habían sostenido dos
meses atrás, en relación al Expte. E-0410-C-2002 promovido por CAI. La
referencia al cambio de postura es un elemento presente en todos los escri-
tos, convirtiéndose en uno de los puntos a justificar frente a los legisladores
de la SA y a otros públicos tales como la justicia, la prensa y los ciudadanos
ordinarios.

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206 • Gobernadores sin gobierno

y/o referidos en los restantes dictámenes para resumir o


fortalecer las argumentaciones, como en el caso del dipu-
tado Tulio del Bono.
El escrito se estructura en tres apartados, abordando
sucesivamente la pertinencia de la acusación y los hechos
que configuran causales de enjuiciamiento, para concluir
en un dictamen final que establece la pertinencia de la
acusación por falta de cumplimiento de deberes por parte
del gobernador. Previamente al análisis de los cargos las
legisladoras enuncian dos elementos que van a permitir
estructurar el dictamen. Por una parte, explicitan su res-
ponsabilidad de controlar al Ejecutivo; por otra, establecen
un criterio con el cual juzgarán sus acciones: la satisfacción
de las demandas de la sociedad y la correcta administra-
ción de sus bienes.
Otro de los elementos explicitados, imprescindible
para apuntalar los argumentos posteriores, es la responsa-
bilidad exclusiva del gobernador por los actos de gobierno.
Las legisladoras se apoyan para ello en artículos de la Cons-
titución y en interpretaciones de constitucionalistas sobre
el rol del Ejecutivo. En tanto el bloquismo y la UCR eran
parte de la coalición gobernante este punto resultaba crucial
tanto para deslindar responsabilidades compartidas como
para justificar que fueran los propios aliados políticos del
gobernador quienes aportasen los elementos cruciales para
acusarlo.
En función de estos recaudos se analizan acciones y
responsabilidades, destacando lo excepcional de una situa-
ción en la que diversos sectores, sucesivamente, cuestio-
nan al Ejecutivo. Esta caracterización se sostiene a partir
de referencias a los procesos anteriores en los cuales tuvo
actuación la CI. Sobre este conocimiento acumulado, argu-
mentan las legisladoras, se justifica la posibilidad de volver
a acusar al gobernador: no se trata de un nuevo juicio por
la misma causa y el gobernador no cuenta con impunidad
para administrar de modo deficiente los destinos de la pro-
vincia. Más allá de su legitimidad electoral, el coro de voces

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Gobernadores sin gobierno • 207

que paulatinamente se había conformado para cuestionar


el accionar de Alfredo Avelín era un piso suficiente para
avanzar en un nuevo procedimiento que permitiera restau-
rar la gobernabilidad, la paz y seguridad pública (Sesión
26/08/02, Versión taquigráfica, p. 29). Señalan además la
diferencia entre las responsabilidades del gobierno nacional
y provincial y resaltan la incompetencia del gobernador, a
quien caracterizan como un dirigente aislado, que gobier-
na desconociendo los acuerdos con otras fuerzas políticas,
desoyendo a los restantes poderes del Estado, desafiando
a las autoridades nacionales en función de sus caprichos
personales.
Las legisladoras utilizan argumentos heterogéneos
para sostener su posición: combinan una retórica de la res-
ponsabilidad, basada en enunciados racionales, con apela-
ciones a la tradición y la moralidad. Estas últimas se hacen
patentes al expedirse sobre la gravedad que reviste para la
provincia el incumplimiento de la función educativa, reco-
nociendo una tradición de cultivo y valoración de la edu-
cación popular: en la cuna de Domingo Faustino Sarmiento
resultaba inadmisible tener las escuelas cerradas o perder
un año académico.
Dando lugar a todos los cargos presentes en la denun-
cia, las legisladoras señalan reiteradamente la incapacidad
y falta de criterio del gobernador para cumplir sus funcio-
nes responsabilizándolo por la situación de crisis del Esta-
do provincial. Después de aconsejar su acusación finalizan
el dictamen haciendo suyas las palabras de Alberdi sobre
“buenos y malos gobiernos”, a fin de dejar constancia de
su sentido de responsabilidad frente a una situación que
consideran peligrosa para la provincia.
Otro de los dictámenes que aconsejaba acusar a Alfredo
Avelín fue presentado por el representante del PJ, Tulio
Del Bono. Este legislador había solicitado permiso para no
asistir a las reuniones de la comisión ni del partido durante
el desarrollo de la investigación para no recibir presiones.
Estos recaudos se traslucen en el escrito, que se inicia con

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208 • Gobernadores sin gobierno

una breve introducción sobre la función que le toca cumplir


como miembro de la CI, explicitando su responsabilidad
ante una situación que define como crítica y que, por lo
tanto, requiere celeridad en la formulación de su juicio.
El dictamen se divide en nueve capítulos, los dos pri-
meros dedicados al contenido de la acusación y su perti-
nencia. Los restantes se estructuran a partir de un esquema
de preguntas y respuestas, que resulta didáctico y ordena
la exposición. Esta original manera de exponer los cargos
denota más que otras la necesidad de justificar, frente a
diversos públicos, la pertinencia de acusar al gobernador.
El primer interrogante que propone es en qué consiste
la falta de cumplimiento de deberes, analizando aquí la per-
tinencia de acusar exclusivamente al gobernador por no
haber garantizado derechos humanos fundamentales como
son la educación y la salud. Para dar respuesta recurre a pre-
ceptos constitucionales y también a reflexiones de Mariano
Moreno y Juan B. Alberdi, articulando una retórica centra-
da en valores republicanos y democráticos. Avala, además,
uno de los elementos presentes en la denuncia: el riesgo de
intervención federal, dando por sentado el carácter nega-
tivo de este tipo de medida que atenta contra el principio
republicano y federal de autonomía.
El modo de apuntalar esta acusación es a partir de
sub-preguntas que se relacionan con la posibilidad de los
ciudadanos de hacer uso de los derechos a la educación
y la salud. En este punto el legislador recurre al público
conocimiento de la situación como fuente de legitimidad,
utilizando como parámetro de este saber compartido la
publicación en el diario de informaciones relativas a la salud
y la educación3.

3 “Estos problemas son de público y notorio conocimiento, como queda evi-


denciado por información periodística proporcionada por el Diario de
Cuyo local” (Pág. 16) Los extractos escogidos refieren a: días de clase, trans-
ferencias, planes de gobierno, declaraciones de los ministros. Es sugerente

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Gobernadores sin gobierno • 209

Otro de los interrogantes que formula es si conflicto


con los empleados estatales es un problema de responsa-
bilidad exclusiva del Ejecutivo provincial o si el gobierno
nacional tenía parte. Esta consideración se había realizado
en el juicio político anterior, que concluyó desestimando
la acusación contra Alfredo Avelín. La presión que repre-
sentaba un cambio de posición radical en tan breve lap-
so se hace explicita en este caso: Tulio Del Bono recupe-
ra elementos de su dictamen anterior y busca un modo
de justificar su cambio de posición. Recurre para ello a la
comparación de la situación de San Juan con la de otras
provincias, señalando que el impacto de la crisis nacional
fue desigual y atribuyendo este resultado a las desacertadas
decisiones políticas del gobernador. Finaliza aconsejando
acusar al gobernador por incumplimiento de sus deberes.
Tulio Del Bono vuelve a insistir en la diferencia entre el
procedimiento anterior y el actual de juicio político, tanto
por su cambio de postura como por el argumento que esgri-
mía públicamente el gobernador quien se amparaba en el
principio de non bis in ídem.
El tercer dictamen, firmado por el diputado Alfredo
Agliozzo (Desarrollo y Justicia), coincide en aconsejar la
acusación. Destacándose por su brevedad, el escrito se ini-
cia con un repaso por la actuación de la CI, los pedidos de
pruebas y los materiales recolectados4. Luego recalca que
se trata de una posición partidaria de la cual el presidente,
Salvador Abelín, había definido excluirse para no influir en
la objetividad del análisis por motivos familiares.
El legislador define a continuación su rol en el proceso:
a un miembro de la CI le corresponde resguardar el interés
superior de la sociedad, los ciudadanos y el Estado. En esta

que aparecen cuestionados los planes de los ministros y se desplaza la res-


ponsabilidad al gobernador, pese a que se trata de un legislador justicialista
y no uno de los integrantes de la coalición aliancista.
4 La brevedad y estructura del dictamen se relaciona con la tardía incorpora-
ción de Alfredo Agliozzo a la Comisión Investigadora, al respecto ver capí-
tulo 5.

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210 • Gobernadores sin gobierno

situación puntual, especifica, le corresponde evaluar si la


permanencia del gobernador en su cargo podía aparejar un
agravamiento de la situación, capaz de poner en peligro el
orden público y la organización institucional. A esta explici-
tación de los deberes se agrega una reflexión sobre el modo
de concebir y juzgar la responsabilidad de los funcionarios.
El legislador recurre a citas de Mariano Moreno, Aristó-
bulo del Valle, Alberdi y Estrada para construir un marco
de referencia que le permita sustentar su posición. En el
mismo sentido cita un conjunto de preceptos republicanos
que hacen posible el control a los funcionarios.
Los recaudos tomados dejaban traslucir la relativa
debilidad del legislador al interior de la CI, a la que se
sumaban el tamaño del partido y las relaciones familiares
como dimensiones a considerar. El bloque de Desarrollo
y Justicia era minoritario, y se constituía ahora en opo-
sición, emitiendo juicio sobre la Alianza como conjunto:
todos sus integrantes eran parte responsable de no haber
logrado establecer un buen gobierno. Desde esta posición
enfrentaba las acusaciones de conspiración y la apelación a
la legitimidad electoral.
Pese a dar cuenta de las responsabilidades compartidas,
puntualiza una serie de conductas de Alfredo Avelín que
constituyen elementos suficientes para acusarlo de mal
desempeño de sus funciones. El aspecto central es la falta
de diálogo, tanto con los otros poderes como con los distin-
tos sectores de la sociedad e incluso el gobierno nacional,
actitud que derivaría, de continuar en el cargo, en “llevar a
nuestra Provincia a una decadencia mucho más profunda
(Sesión 26/08/02, Versión taquigráfica, p. 8). Sin hacer un
seguimiento de los cargos elevados por los denunciantes
y reconociendo la laxitud de la causal que se invoca para
enjuiciar al gobernador, el legislador se expide en función
de los hechos detallados sobre la inconveniencia de que el
gobernador continuara en sus funciones.

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Gobernadores sin gobierno • 211

Finalmente, el dictamen elevado por Quintar (CR) es


el único que aconseja desestimar los cargos presentados,
aunque expresa su convencimiento sobre el carácter formal
del juicio político, al que define como un acto conspirativo,
un asalto al poder. La presentación del pedido por los sin-
dicalistas, sostenía, se realizaba luego de que la sentencia se
había dictado: “estamos frente a un mero acto de ejecución
de una decisión política previa y ahora sólo resta que sea
ejecutada por los señores diputados (Sesión 26/08/02, Ver-
sión taquigráfica, p. 49).
Con argumentos plausibles que refutan las distintas
acusaciones de la denuncia, Talal Quintar realiza una defen-
sa clara y coherente de su dirigente partidario. Uno de los
puntos principales en los que sostiene su dictamen es el
carácter conspirativo del procedimiento, centrado en atacar
al gobernador, desconociendo las responsabilidades com-
partidas de otros funcionarios en la situación que atrave-
saba la provincia.
Además de cuestionar el cambio de postura de los dipu-
tados respecto de sus dictámenes anteriores, donde deses-
timaron los cargos, destaca la imposibilidad de juzgar dos
veces por el mismo cargo, a partir del precepto non bis in
ídem. El escrito se dirige explícitamente hacia el pueblo de
San Juan, denunciando que tanto los legisladores como los
dirigentes sindicales forman parte de una estrategia cons-
pirativa para derribar un gobierno democrático, electo por
sufragio popular.
Respecto de los dirigentes sindicales señala un cambio
de posición notable ya que, a mediados de 2001, habían
dirigido una carta de reconocimiento al gobernador por su
negativa a recortar salarios, manifestándole su total apoyo5.

5 Esta carta, firmada por Ana María López de Herrera el 26/08/01, señalaba:
“Queremos recordarle Sr. Gobernador que al igual que a hidalgo caballero
que inmortalizara Cervantes, nuestros enemigos también son gigantes, sólo
que esta vez, estos son reales. Pero también queremos expresarle que, en esta

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212 • Gobernadores sin gobierno

Para reforzar el accionar conjunto con sectores políticos


destaca el carácter inconsulto de la presentación del juicio
político, que no fue puesto a consideración de los afiliados.
La apelación a la legitimidad electoral del gobierno se
combina en el dictamen con una valoración por la vocación
democrática de Alfredo Avelín: deja constancia de la reite-
rada negativa de la LP a avalar iniciativas democráticas para
resolver la conflictiva situación. Específicamente, la negati-
va al llamado a elecciones anticipadas, pedido dos veces fue
desestimado por la LP, el 4 de agosto y el 1 de diciembre del
2002 (Sesión 26/08/02, Versión taquigráfica, p. 56).
El dictamen de Quintar incorpora además un docu-
mento que no fue considerado por los restantes legisla-
dores: el informe que había sido requerido al Banco de la
Nación sobre las transferencias de Coparticipación Federal.
La CI había definido no esperar la llegada de este informe
y basarse en la documentación provincial para dictaminar.
El sesgo en el análisis de las responsabilidades se evidencia
mediante la exposición de las cifras enviadas: durante más
de seis meses las transferencias oscilaron entre un cincuen-
ta y sesenta por ciento del total, los montos restantes se
retenían para afrontar créditos que habían sido tomados
con anterioridad a la gestión avelinista. Los funcionarios
nacionales remitían una información que, de ser conside-
rada, dejaba sin sustento a gran parte de los dictámenes
acusatorios. Talal Quintar fue, justamente, el único legis-
lador que se hizo eco de esta información y, coinciden-
temente, el único que aconsejaba desestimar la denuncia
contra el gobernador.

patriada, Ud. cuenta con la docencia y con todo el pueblo trabajador sanjua-
nino, como sus verdaderos escuderos y que estamos dispuestos y decididos
a acompañarlo hasta la victoria final” (Documento 2).

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Gobernadores sin gobierno • 213

7.2. La votación en la Sala Acusadora

La acusación, para ser sostenida, requiere de un acuerdo


que surge del debate en el recinto de los dictámenes ele-
vados. A tal fin se realiza una sesión especial donde la SA
actúa a modo de un jugador colectivo con poder de veto6,
es decir, con capacidad para activar o bloquear el proceso
(Pérez Liñán, 2009). Para activarlo, en la sesión se deben
conjugar dos requisitos: por una parte, deben estar presen-
tes todos los miembros de la sala; por otra, se debe alcanzar
la mayoría absoluta en la votación. Estos requisitos, estable-
cidos por la Constitución Provincial, dan cuenta del umbral
de decisión que debe alcanzar el cuerpo colectivo para que
un juicio político pueda avanzar (Pérez Liñán, 2009).
De este modo, la SA se convierte en el principal filtro
para el progreso del juicio político, lo que responde a un
criterio de racionalidad: es posible que se presenten pedi-
dos que no encuadren en las causales de juicio político, o
que haya deficiencia de pruebas, o bien que sea evidente
una excesiva tonalidad política (Serrafero, 1995). De todos
modos, las causales constitucionales establecen un amplio
margen de discrecionalidad, ya que tanto situaciones de
abuso de poder, perjuicio al servicio público, o desempeños
que alteren el orden político pueden convertirse en causa
de juzgamiento, sin necesidad del riguroso encuadre en la
tipología penal (Serrafero, 1995). Por otra parte, la disci-
plina partidaria juega un rol fundamental, ya que aún con
probados hechos de corrupción hay precedentes de man-
datarios que no fueron destituidos (Weyland, 1993; Kada,
2003c; Pérez Liñán, 2007), y a su vez la composición del
Congreso permite activar la acusación si se presenta un

6 Siguiendo a Pérez Liñán, un jugador con poder de veto es “un agente indivi-
dual o colectivo cuyo acuerdo es necesario para la decisión sobre una políti-
ca determinada” (2009: 139).

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214 • Gobernadores sin gobierno

gobierno dividido (Linz, 1996) en el cual la oposición haga


uso de sus lealtades partidarias para poner en juego los ins-
trumentos de control parlamentario (Llanos, 2006).
En este apartado se describe el desarrollo de las sesio-
nes especiales en que se resolvió acusar a los gobernadores,
tomando en cuenta tanto los debates y posiciones que se
tomaron en el interior del recinto como los acontecimien-
tos que rodearon las reuniones de ambas SA.

7.2.1. Acusación de Jorge Escobar


Para el día 16 de noviembre de 1992 a las 19 horas se había
fijado la sesión de la SA, en la cual debían ser presentados
los dictámenes elaborados por la CI. Según lo establecido
por la Ley de juicio político, la Sala en su conjunto debía
definir la continuidad o no del proceso mediante una vota-
ción de tipo nominal.
En la mañana previa se había hecho público el número
de dictámenes confeccionados y el carácter partidario que
revestían. Otro elemento que tomó estado público fue la lis-
ta de diputados que integraban la SA y el orden en que debe-
rían votar. Trascendió también la información sobre dos
oficios girados por la presidencia de la LP: uno al ministro
de gobierno solicitándole que afectase a los cuerpos espe-
ciales de la policía para garantizar la seguridad de la sesión,
y otro a Servicios Eléctricos Sanjuaninos para que garanti-
zara la energía eléctrica. La publicidad de estos elementos
contribuía a crear la imagen de un avance inexorable en el
desarrollo del procedimiento.
Imagen que impactaba desigualmente en los distintos
actores. El Ejecutivo buscaba desarticular este avance, recu-
rriendo a un abanico de acciones y declaraciones que lle-
gaban, inclusive, a ser contradictorias. El gobernador no
intervino públicamente en las operaciones realizadas, sino
que delegó en el ministro de gobierno, César Gioja, la tarea
de instalar la idea de una posible intervención federal.

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Gobernadores sin gobierno • 215

La apelación al fantasma de una intervención apuntaba


directamente hacia los dirigentes de partidos provinciales
que se caracterizaban por enarbolar la defensa del federalis-
mo y la autonomía7. Estrategia que era sustentada indirec-
tamente desde el Ejecutivo nacional, en cuya representación
se encontraba en la provincia el ex funcionario del ministe-
rio del interior, Juan Carlos Mazzón.
El clima de incertidumbre se profundizaba debido al
modo en que se concatenaban las jugadas durante la jor-
nada. Poco después del mediodía las declaraciones sobre
una preocupación nacional se reforzaban al concretarse una
reunión entre Juan Carlos Mazzón, como portador de un
mensaje presidencial, y los presidentes de las cuatro ban-
cadas legislativas. Los contornos de este encuentro fueron
publicitados ampliamente y su consecuencia inmediata fue
la movilización de los aparatos partidarios de la CR, UCR y
PB para poner a consideración la propuesta del PJ: solicitar
un cuarto intermedio de una semana para que el Ejecutivo
reestableciera el diálogo con la oposición.
Uno de los salientes que orientaba a los distintos acto-
res era el carácter público de las pruebas presentadas y,
fundamentalmente, de la filmación realizada por ATE: el
escándalo que representaba hacía necesaria una nueva defi-
nición de la situación que permitiera articularla como ele-
mento en una línea de acción a seguir8.
Pese a los esfuerzos del Ejecutivo por demorar la
sesión, la respuesta de los dirigentes opositores fue negativa
y se mantuvo la fecha establecida constitucionalmente para
la sesión de la SA. El rechazo a la propuesta de aplazar la
fecha implicaba la activación del poder de veto de la LP.

7 La provincia de San Juan es pionera en la realización de este tipo de procedi-


mientos, con los casos de Manuel Zavalla y Amable Jones. Por otra parte, no
registra antecedentes de intervención federal a partir de la reinstauración
del régimen democrático en 1983.
8 La noción de escándalo ha sido trabajada para referir a acontecimientos que
permiten develar un accionar orientado por intereses particulares cuando
debería perseguirse el bien común (Boltanski, 2000; Edelman, 2002).

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216 • Gobernadores sin gobierno

Diversos trabajos han señalado que el escándalo político es


una de las causas frecuentes para tal activación (Weyland,
1993; Pérez Liñán, 2001; Pérez Liñán, 2007).
El progreso de este juicio político, signado por el escán-
dalo, no puede comprenderse exclusivamente por la cons-
tatación de lo público de los hechos: es necesario explicar
por qué se expone el delito, además de las causas de la
corrupción propiamente dicha (Pérez Liñán, 2009). En este
caso, si bien el soporte fílmico hacía que la prueba se pres-
tase fácilmente a una difusión masiva, ella sólo fue posible
gracias a las incipientes fisuras en el oficialismo.
En esta instancia, la votación enfrentaba a los legis-
ladores a una alternativa dicotómica por naturaleza: hacer
prosperar la acusación o desestimarla. La combinación de
una apuesta tan alta con falta de espacio de negociación
le otorgaba un tono dramático al proceso (Pérez Liñán,
2009). La postura del oficialismo visibilizaba esta tensión: si
bien los legisladores explicitaban su respeto por los meca-
nismos constitucionales, buscaban modificar los plazos de
diversas maneras.
La sesión había comenzado con la asistencia de todos
los miembros de la Sala y, luego de cumplir las formali-
dades atinentes al funcionamiento del cuerpo, se abría el
espacio para el debate. Oscar Zuleta (PJ) fue uno de los
primeros oradores y realizó una moción para que los dic-
támenes fuesen presentados a la medianoche, el límite del
plazo constitucional. La moción fue rechazada, no obstan-
te, se otorgó un plazo especial al PJ para que culminase la
redacción del dictamen y la bancada oficialista se retiró del
recinto inmediatamente.
Con la presencia de los restantes 13 miembros de la
Sala se continuó procediendo a la lectura de los dictáme-
nes. Debido a que los legisladores no habían recibido pre-
viamente los documentos este paso revestía una enorme
importancia e insumía una gran cantidad de tiempo: tomó
155 minutos la lectura de las 35 carillas de la CR y dos
horas el dictamen del PB. Durante la lectura de los párrafos

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Gobernadores sin gobierno • 217

finales, a las 23:40, la bancada justicialista bajó nuevamente


al recinto portando su dictamen, que fue incorporado y
leído a continuación.
El PJ insistía en la necesidad de analizar los escritos,
realizando una moción para que se aplazara 48 horas la
votación, que formalizaba las operaciones políticas realiza-
das previamente y, al igual que las negociaciones extraofi-
ciales, fue desestimado por los partidos provinciales. Ante el
fracaso de su propuesta el PJ modificó su estrategia y se reti-
ró nuevamente del recinto momentos antes de la votación.
Acción que era tanto una muestra de unidad interna como
un modo de deslegitimar prolijamente el procedimiento.
El otro partido nacional con representación en la Sala,
la UCR, tomó una definición similar: su única represen-
tante, Fátima Farías, se retiraba de la sesión poco antes
de que se iniciara la votación. La posición asumida por la
legisladora fue cuestionada por la dirigencia partidaria, que
hizo público su acuerdo con el papel de contralor de la LP
en los días posteriores. No obstante, la inmediatez de las
definiciones necesarias, sumada a la pérdida de marcos de
referencia habituales, llevaron a la representante radical a
optar por un accionar ambiguo que, sin comprometer su
voto en ningún sentido, mantenía una actitud de respeto
por el funcionamiento institucional.
Pese a las ausencias, la sesión continuó desarrollándose
y los restantes 12 legisladores procedieron a votar. En esas
condiciones, la activación del procedimiento fue resultado
del accionar unificado de los bloques del PB y la CR, que
votaron unánimemente por la acusación.

Tabla 8: Votación de la Sala Acusadora de la Comisión de Juicio Político,


16/11/92

Nombre y Ape- Partido Voto


llido

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218 • Gobernadores sin gobierno

1 Avelin Nollens, CR Acusar


Alfredo (presi-
dente)

2 Bustos, Carlos PJ Se retiró


José

3 Gálvez, Miguel PJ Se retiró


Ángel

4 Gallardo, Martha PJ Se retiró


Emilia

5 Jofré, Luis Rem- PJ Se retiró


berto

6 Lara, Moisés PJ Se retiró

7 Lima, Walter PJ Se retiró


Rogelio

8 Navas, Julio PJ Se retiró


Antonio

9 Zuleta, Oscar PJ Se retiró


Alberto

10 Amarfil, Rolando CR Acusar


Pedro

11 Branca, Virginia CR Acusar


Andrea

12 Cornejo, Ramón CR Acusar


A.

13 Rosas Elizondo, CR Acusar


Ramón

14 Ortiz, Zulma CR Acusar


Beatriz

15 Sada, Jorge Sote- CR Acusar


ro

16 Varese, Luis CR Acusar


Segundo

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Gobernadores sin gobierno • 219

17 Bravo, Leopoldo PB Acusar


Alfredo

18 Gentili, Claudio PB Acusar

19 Pinto, Juan PB Acusar


Alberto

20 Rizo, Pedro Adol- PB Acusar


fo

21 Farias, Fátima UCR Se retiró


Julia

Fuente: Elaboración Propia en base a datos de la Dirección de Archivo


de la Legislatura Provincial.

Después de un breve cuarto intermedio se procedió


a la redacción del texto definitivo de acusación, en base a
aspectos coincidentes entre los dictámenes. Los cargos que
se elevaron para ser considerados por la Sala Juzgadora (SJ)
se encuadraron en dos causales constitucionales: falta de
cumplimiento de los deberes a su cargo y presunta comisión
de delitos en el desempeño de sus funciones.
Se consensuaron nueve cargos, los cuales se pueden
diferenciar según los actores involucrados y la naturaleza
de los hechos denunciados. El primer tipo de cargos refiere
a la relación del gobierno provincial con ATE, e incluye tres
aspectos: 1) persecución sindical, manifestada en el trato
desigual hacia ATE respecto de los restantes sindicatos, 2)
práctica desleal y publicidad engañosa, también relativo al
conflicto con ATE y al uso de fondos públicos para publici-
tar hechos falsos, y 3) arrogarse facultades correspondientes
a otro organismo constitucional, al celebrar un convenio
con ATE sin intervención de la fiscalía de Estado.
El segundo tipo de cargos se relaciona con conductas
personales del gobernador, que contradecían normas cons-
titucionales o resultaban lesivas al orden público. Inclu-
ye dos elementos centrales: 1) ejercicio indebido de otro
empleo, arte, profesión o comercio, debido al inicio de una

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220 • Gobernadores sin gobierno

explotación rural durante su mandato, y 2) conducta inde-


corosa, cargo que refiere al privilegio de los intereses per-
sonales por sobre la custodia de los intereses generales.
En esta dirección se orienta también el tercer conjunto
de cargos, que se pueden catalogar como relativos a hechos
de corrupción, involucrando cuatro acusaciones concretas:
1) violación de la prohibición de contratar con el Estado, 2)
obtener ventajas patrimoniales y personales en la negocia-
ción con Servicios Eléctricos Sanjuaninos y en perjuicio de
ésta, 3) utilizar agentes de la administración pública, movi-
lidades, maquinarias y elementos propiedad del Estado en
su beneficio particular, y 4) contratar con acreedores y pro-
veedores del Estado9.
La resolución de la SA fue refrendada por los repre-
sentantes de los partidos provinciales: un total de doce
diputados sobre los veintiuno que la integraban. Coheren-
temente con la resolución conjunta, y debido a la actitud
tomada por el PJ y la UCR, se designó como responsables de
sostener la demanda ante la SJ, a los representantes de la CR
y el PB que habían actuado como integrantes de la CI.
Desde el oficialismo se realizaban declaraciones que
intentaban hacer inteligible el desenlace de la sesión. Los
integrantes de la SA evidenciaban tanto el esfuerzo reali-
zado para evitar la acusación como la necesidad de acatar
el resultado respetando los mecanismos institucionales. El
PJ había actuado como bloque, presentando un descargo a
cada imputación, pero habiendo perdido la votación en el
recinto lo que correspondía era acatar el fallo, y pese a lo
adverso “el señor gobernador debe indefectiblemente acatar
la resolución de la cámara de diputados” (Diputado Moisés
Lara, PJ, Audio Radio del Sur, 17/11/92).

9 Este tercer conjunto de acusaciones refiere a cargos que fueron considera-


dos en dictámenes posteriores, presentados el 15/12/92 a la SA. La utiliza-
ción extemporánea de estos cargos evidencia la urgencia de los legisladores
por encontrar puntos de apoyo para su posición, aún cuando ello constitu-
yera una irregularidad y fuese salvado posteriormente haciendo pasar a
archivo las actuaciones.

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Gobernadores sin gobierno • 221

Las fisuras en el oficialismo no habían sido evidentes


dado el accionar conjunto de sus legisladores. No obstan-
te, las diferencias que habían estado relativamente latentes
entre distintos sectores se traslucían en las expresiones de
los dirigentes. La retórica de respeto por las resoluciones y,
sobre todo, las declaraciones de apoyo al justicialista que se
haría cargo de la sucesión, contribuían a legitimar la reso-
lución aparentemente adversa que había tomado la SA.

7.2.2. Acusación a Alfredo Avelín


La resolución de acusar a Alfredo Avelín fue tomada por
la SA en la sesión del 26 de agosto de 2002. En este juicio
político la activación del poder de veto de la LP se relacionó
con tres elementos interconectados: a) el crecimiento de la
indignación popular (Pérez Liñán, 2009), b) la existencia de
incentivos para utilizar instancias de control hacia el eje-
cutivo, y c) la capacidad de los legisladores para llevarlas a
cabo (Palanza, 2006).
Si bien los legisladores rara vez pueden desprenderse
del contexto social y político, ya que es un punto funda-
mental para la credibilidad del Congreso como institución
democrática (Pérez Liñán, 2009), en esta sesión en parti-
cular se conjuga ban tres situaciones que incrementaban la
presión sobre su accionar. Por una parte, la movilización
del sindicato docente. Este actor protagónico había man-
tenido una vigilia frente a la LP desde la presentación del
pedido y hasta que los diputados trataran la suspensión
del gobernador. El día de la sesión sumarían su presencia
los demás sectores de la MI. Este clima de movilización
constituía una preocupación tanto para el Ejecutivo como
para el Legislativo. Desde la CR se anunció que no se rea-
lizarían movilizaciones para evitar incidentes10 y la policía

10 Aunque la CR no organizó una manifestación algunos de sus militantes con-


currieron al recinto. Incluso se registró un incidente con Delia Pappano,
miembro de la CI, quien solicitó custodia policial dentro y fuera del recinto
ya que un militante cruzadista amenazó con pegarle.

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222 • Gobernadores sin gobierno

provincial montaba un operativo de grandes dimensiones


alrededor de la LP que incluía el despliegue de cientos de
efectivos y el corte de las calles circundantes11.
En segundo lugar, la sesión fue transmitida en directo
e íntegramente por el canal televisivo local, en una cober-
tura inédita de más de diez horas de duración. A la difu-
sión masiva del evento contribuían además su transmisión
simultánea en diversas radios y la presencia de público en
el recinto, éste último compuesto por militantes oficialistas
y opositores, además de contarse en él una proporción de
ciudadanos bien informados (Schütz, 1974).
Finalmente, el diario sería un actor influyente, dando
a conocer posiciones de los legisladores y otros elementos
del procedimiento, en los días previos y el día de la sesión.
Hacía público el número de dictámenes emitidos, el vere-
dicto de cada uno, la lista de diputados que integraban la SA
y las posiciones tomadas por los diferentes bloques frente a
la votación. El carácter activo del diario como actor político
se puede observar además en la valoración que otorgaba
al dictamen de Tulio Del Bono, sobre el que destacaba la
buena fuente ya que el legislador hacía referencia a sus
publicaciones para fundamentar su escrito.
Para evaluar el impacto de estas dimensiones, el desa-
rrollo de la sesión y la votación nominal constituyen valio-
sos indicadores (Pérez Liñán, 2009). La sesión estaba fija-
da para las 16, y comenzó puntualmente con la asistencia
de los veintidós diputados que integraban la SA. Luego de
cumplir con los pasos formales para su funcionamiento
se inició la lectura de los dictámenes en orden alfabético.
Los dictámenes no estaban en poder de los integrantes de
la Sala: fueron incorporados como anexos al expediente
momentos antes de su lectura. La extensión de los escritos

11 Pese a estas precauciones el número de manifestantes fuera de la LP fue


mucho menor que el registrado en ocasiones anteriores. El despliegue des-
mesurado de recursos desde los poderes estatales evidencia la dificultad de
los actores para definir la situación en un marco de incertidumbre estructu-
ral.

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Gobernadores sin gobierno • 223

implicó que esta lectura se prolongase por más de cuatro


horas, durante las cuales la presidencia requirió silencio en
reiteradas oportunidades, ante la distracción evidente de los
legisladores y el público presente en el recinto.
Una vez finalizada la lectura se abría el espacio para el
debate y la posterior votación, los cuales se desarrollaron en
un clima tenso. Uno de los puntos álgidos de la sesión estu-
vo dado por la puesta a consideración de una moción para
fundamentar el voto, realizada por un legislador radical que
había adelantado su voto por la no acusación.
Uno de los integrantes de la CI, Tulio del Bono, inter-
venía en el debate explicitando su acuerdo con la posibi-
lidad de fundamentar el voto. Se hacía evidente que no
había unidad de criterios, ni al interior de la Comisión ni al
interior de los partidos: en este punto la posición dependía
del capital político individual de cada legislador. El debate
evidenció una falta de preparación de los legisladores pro-
medio para ejercer instancias de control (Palanza, 2006), ya
que sólo los miembros de la CI y los dirigentes de bloques
unipersonales intervinieron.
Debido al marco de incertidumbre que se había insta-
lado, los integrantes con menor peso político en la Sala soli-
citaron un cuarto intermedio a fin de clarificar la situación.
Luego de un breve receso se votó la moción y fue rechazada
por quince votos. A pesar de este resultado adverso sus
promotores insistirían en fundamentar el voto, reforzando
así el clima de tensión imperante.
La definición de iniciar la votación nominal no la exi-
mió de conflictos: los legisladores opositores intentaron de
todos modos fundamentar su voto y fueron interrumpidos
e interpelados reiteradamente por la presidencia. Pese a
los desacuerdos, todos los miembros de la SA participaron
de la votación que, respondiendo centralmente a criterios
partidarios, se resolvió por dieciséis votos a favor, y seis
en contra.

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224 • Gobernadores sin gobierno

Los bloques justicialista y bloquista definieron de


modo unánime apoyar la acusación mientras que el bloque
de la Cruzada Renovadora votó conjuntamente por no acu-
sar. El único representante de Desarrollo y Justicia también
votaba por la acusación a partir de una resolución orgáni-
ca, aunque el partido había mantenido un intenso debate
interno ya que su presidente había hecho público el pedido
de no acusar a su tío.
Un caso atípico fue el bloque radical que se dividió en
dos fracciones antagónicas: dos de sus legisladores votaron
por no acusar, pese a que la representante partidaria en
la Comisión había dictaminado en sentido contrario. Las
justificaciones que intentaron exponer durante la sesión
estos legisladores se relacionaban tanto con el respeto a
la legitimidad electoral como con la responsabilidad com-
partida entre los gobiernos nacional y provincial, y entre
los distintos integrantes de la coalición gobernante por la
situación de la provincia. Los restantes votos por no acusar
correspondían a bloques unipersonales que integraban la
Alianza y coincidían con los argumentos de los radicales
disidentes.

Tabla 9: Votación de la Sala Acusadora de la Comisión de Juicio Político,


26/02/02

Nombre y Ape- Partido Voto


llido

1 Agliozzo, Alfre- DyJ Acusar


do

2 Anes, Ramón PB Acusar

3 Arias, Héctor FG No acusar

4 Balderramo, PB Acusar
Domingo

5 Calzado, Miguel FREJUSDE Acusar

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Gobernadores sin gobierno • 225

6 Céspedes, Juan FREJUSDE Acusar


Carlos

7 Del Bono, Tulio PJ Acusar

8 Etcheverry, Ali- CR No acusar


cia

9 Jorge, Hugo UCR Acusar

10 Lerga, Daniel FREJUSDE Acusar

11 Martín, Jorge UCR Acusar

12 Miranda, Rubén PSP No acusar

13 Monserrat, Néli- PB Acusar


da

14 Montilla, Eduar- FREJUSDE Acusar


do

15 Noriega, Roque FREJUSDE Acusar

16 Ortiz, Benito UCR No acusar


Alberto

17 Pappano, Delia UCR Acusar

18 Parra, Nélida FREJUSDE Acusar

19 Quintar, Talal CR No acusar

20 Romero, Mario FREJUSDE Acusar

21 Segui, Diego UCR No acusar

22 Vega Mestre, UCR Acusar


Oscar

Fuente: Elaboración Propia en base a datos de la Dirección de Archivo


de la Legislatura Provincial.

Luego de la votación se procedió a designar tres miem-


bros para sostener la acusación, que fueron propuestos en
función de su peso y función en la CI, resultando electos

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226 • Gobernadores sin gobierno

Tulio Del Bono, Nélida Monserrat y Delia Pappano. Una


vez aceptada la acusación se debía redactar un escrito que
retomase los cargos contenidos en los tres dictámenes acu-
satorios. En esta instancia, los diputados que apoyaban al
gobernador optaron por retirarse: la definición de mayor
relevancia ya había sido tomada y restaban cuestiones for-
males que no requerían su presencia.
Se realizó un cuarto intermedio para redactar la reso-
lución definitiva que tenía como punto de partida la acu-
sación al gobernador por “falta de cumplimiento de los
deberes a su cargo”. Este documento contenía dos tipos de
cargos que se pueden diferenciar según los sectores afecta-
dos por la conducta del gobernador.
En primer lugar, se describen faltas que afectaron a
la sociedad en su conjunto por ser concernientes a dere-
chos humanos fundamentales de los ciudadanos: 1) admi-
nistración deficiente y negligente que produjo daños socia-
les irreparables, 2) violación al derecho constitucional de
salud, y 3) incumplimiento de sus deberes como funcionario
público al no garantizar el derecho humano a la educación.
El segundo tipo refiere a incumplimientos constitucio-
nales y/o legales que afectaron a sectores de la sociedad,
fundamentalmente a los empleados del Estado en situa-
ción de desprotección; condensados en un único cargo con
dos incisos: 1) violaciones a los deberes como empleador y
agente de retención: cargo que se funda en, a) falta de trans-
ferencias de fondos a distintos sindicatos, y b) en una falta
de aseguramiento de riesgos de trabajo (ART) por incum-
plimiento con la Ley número 24557.
La sesión culminaba a las 22:35 luego de someter a
votación esta resolución, que obtuvo quince votos a favor y
uno en contra. En las inmediaciones de la LP los represen-
tantes de los sindicatos que habían sostenido su presencia
durante toda la tarde festejaban con pirotecnia, baile y can-
tos la acusación del gobernador.

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8

Reacción y destitución de los


gobernadores

Este capítulo reconstruye las instancias finales de los pro-


cedimientos de juicio político, considerando dos aspectos
sucesivos e interdependientes. En primer lugar, se descri-
ben las reacciones de los gobernadores ante sus suspen-
siones, en tanto actores con peso propio que inciden en
el desarrollo posterior de los acontecimientos. En segun-
do lugar, se analizan los períodos de actuación de la Sala
Juzgadora (SJ), que constituye la instancia final del meca-
nismo institucional donde se contraponen acusaciones y
defensas, culminando finalmente en los fallos que disponen
cada destitución.

8.1. Suspensiones y reacciones de los gobernadores

La reacción de los gobernadores frente a la acusación tie-


ne una importancia central para el proceso de enjuicia-
miento: es una de las jugadas que se encadenan para dar
sentido a su carrera dentro de la crisis1. Las alternativas

1 En un sentido similar al que le da Goffman, Dobry (1988) u tiliza la noción


de carrera para referirse a la manera en que los actores desarrollan líneas de
acción durante los procesos de crisis.

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228 • Gobernadores sin gobierno

de reacción no pueden definirse a priori, aunque existen,


a grandes rasgos, dos posibilidades centrales: continuar en
el cargo o renunciar2.
La importancia de conceptualizar a los jefes del Ejecu-
tivo como actores y no como simples sujetos en el proceso
ha sido puesta en evidencia por Kada (2003a). Haciendo
propio el argumento del autor, en este apartado se consi-
dera a los gobernadores como agentes con diversas posi-
bilidades subjetivas de acción que impactan de modo dife-
rencial en el juego. La asignación de un margen de libertad
a los mandatarios es un elemento que ayuda a compren-
der por qué escogen una cierta opción en una cierta etapa
del proceso.
Para contribuir a la comprensión de las líneas de acción
desarrolladas por los gobernadores, una de las hipótesis en
que se apoya este trabajo es la de la regresión hacia los habi-
tus. Como señala Dobry (1988), en coyunturas de fluidez
política los comportamientos de los actores no necesaria-
mente cuentan con mayor libertad. Por el contrario, lo que
los actores han sido y las experiencias que han conocido,
tienden a persistir e incluso a modelar sus percepciones y
comportamientos en los precisos momentos en los que el
mundo social parece derrumbarse en torno a ellos.
En suma, sus disposiciones no dejan de operar, es
decir de engendrar comportamientos y representaciones.
Esto explica en parte por qué experiencias de frustración
o desclasamiento similares pueden desembocar en alterna-
tivas prácticas tan heterogéneas como movilizaciones de
protesta, estrategias individuales de compensación o des-
quite social, procesos de desbandada o de repliegue egoísta
a la vida privada o también proyectos colectivos utópicos
(Dobry, 1988).

2 Como señala Pérez Liñán (2009) para casos de impeachment a presidentes


latinoamericanos, hubo al menos dos renuncias anticipadas, es decir, en esta
instancia del proceso, mientras que en otros dos casos la reacción de los
mandatarios consistió en enfrentar el enjuiciamiento.

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Gobernadores sin gobierno • 229

Por otra parte, las reacciones de los gobernadores


sólo pueden comprenderse en un conjunto de relaciones:
las posiciones asumidas pueden modificarse y/o reforzarse
según cómo se organicen las jugadas de los restantes acto-
res. En este apartado se busca reconstruir estas jugadas y
la consecuente rearticulación provisoria de las relaciones
políticas, en un contexto donde no está excluida la posi-
bilidad de retorno.
Para ello se describen tanto las reacciones de los gober-
nadores frente a la acusación (y su consecuente suspen-
sión en las funciones) como las posiciones asumidas por
los demás actores políticos en esta etapa del procedimiento.
Para cada caso se analiza el período que va desde la finali-
zación de la sesión de la SA hasta la puesta en marcha del
proceso de juicio propiamente dicho: la apertura del perío-
do de treinta días que establece la Constitución Provincial
para que la SJ se expida.

8.1.1. La resistencia neoliberal


En la tarde del 16 de noviembre Jorge Escobar se encon-
traba en la casa de gobierno, rodeado de un grupo de
militantes y simpatizantes que habían sido convocados por
allegados al gobernador para resistir. Acompañado de sus
ministros, el gobernador se dirigía entonces a los mani-
festantes explicitando su estrategia de resistencia frente a
una posible suspensión: ya fuera por una presentación de
recurso de amparo a la Corte provincial o por un decreto
que invalidase lo actuado por la LP, su posición firme era la
de no renunciar ni abandonar el cargo.
Las distintas tácticas disponibles para la resistencia que
habían sido enunciadas fueron puestas en práctica para-
lelamente. Luego de presentar en la Corte un recurso de
amparo, Jorge Escobar firmaba junto con todos sus Minis-
tros el decreto acuerdo 0740/92 que declaraba nulo todo lo
actuado por la LP y ratificaba el ejercicio pleno de las atri-
buciones del Ejecutivo. Apoyado en la legitimidad electoral

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230 • Gobernadores sin gobierno

y apelando al carácter compartido del proyecto político,


el gobernador se dirigía a los manifestantes y ratificaba la
necesidad de hacer explícita la resistencia: se organizaba
entonces una permanencia en los jardines de la casa de
gobierno.
Dirigiéndose mayormente a los militantes y ciuda-
danos ordinarios, Jorge Escobar se apropiaba desde dos
ángulos complementarios del folklore político provincial:
haciendo uso de la máxima sarmientina sobre la inmorta-
lidad de las ideas3, y ubicándose en el rol de caudillo. No
obstante, su carácter de recién llegado se evidenciaba en la
estrategia escogida: buscaba apoyarse en el público profano
para desconocer el peso de los partidos y dirigentes políti-
cos, el peso institucional de la LP como cuerpo, y la trama
de relaciones que habían sido construidas para llegar a la
definición de suspenderlo.
En un lapso récord, que evidenciaba la urgencia de la
situación, se expediría la Corte provincial: la madrugada del
17 de noviembre se daba a conocer el rechazo de este Poder
al pedido de amparo presentado por el gobernador. Los
magistrados se declaraban incompetentes frente a lo que,
consideraban, no constituía un conflicto de poderes sino la
actuación legítima del Legislativo debido a sus facultades
constitucionales4.
Con este fallo se cierra el circuito de Poderes: el Judicial
se excusa, el Ejecutivo retrocede, el Legislativo termina
imperando. En la mañana del día 17, el clima en la casa
de Gobierno se mantenía tenso. Un operador político del
gobierno nacional, Carlos Mazzón, se encontraba en la pro-
vincia y había mantenido sucesivas reuniones durante la
víspera con los representantes del Ejecutivo en su sede.

3 Es un ícono provincial la inscripción en piedra “las ideas no se matan” que


realizó Domingo F. Sarmiento en su escape a Chile.
4 El fallo, emitido alrededor de las 4 de la mañana del 17 de noviembre, está
firmado por todos los ministros de la Corte y responde al amparo caratula-
do “conflicto de poderes-Inconstitucionalidad-Amparo-Prohibición de no
innovar”.

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Gobernadores sin gobierno • 231

En horas del mediodía, Jorge Escobar firmaba un segundo


decreto, luego de evidentes negociaciones y diálogos con las
autoridades nacionales. Este breve documento se limitaba a
reconocer el fallo de la Corte y a dejar sin efecto el decreto
firmado el día anterior.
Una vez conocido este desenlace, y recién entonces,
el gobernador es notificado de la resolución de la SA en
horas de la tarde del 17 de noviembre5. Luego de haber pro-
tagonizado una especie de acuartelamiento, Jorge Escobar
modificaba su estrategia: acataría el fallo de la Corte y la
resolución de la LP retirándose de la sede del Ejecutivo.
Entre lágrimas y abrazos, que expresaban el alto costo de la
decisión y el carácter inesperado de los acontecimientos, el
gobernador era despedido por sus funcionarios y llevado en
andas hasta su automóvil por los manifestantes que todavía
se encontraban en la sede de gobierno.
En paralelo a la notificación se organizaba la asunción
de Juan Carlos Rojas, que tuvo lugar el 17 de noviembre a
las 18 horas, en su despacho de la Presidencia de la LP. En
medio de cánticos favorables, el vicegobernador expresaba
su sorpresa por el curso de los acontecimientos, al tiempo
que hacía saber a los justicialistas que no dejaría de ocupar
el lugar en que lo habían ubicado los acontecimientos: “hoy
comienza una nueva etapa dentro de un mismo proyecto
político que encabecé con el compañero Escobar, no va a
cambiar nada del proyecto político si van a cambiar los
hombres y va a cambiar la metodología” (Discurso de asun-
ción de Juan Carlos Rojas. Audio Radio del Sur 17/11/92).
En la designación provisoria de Juan Carlos Rojas se
hacía doblemente evidente la disputa interna del justicia-
lismo. Por una parte, se diferenciaba de su compañero de
fórmula haciendo eje en la humildad frente a la soberbia, es

5 El medio escogido para la notificación es un indicador del tenso clima polí-


tico que se vivía: Jorge Escobar fue notificado vía telegrama colacionado,
debido a que los secretarios legislativos temían ser agredidos si se presenta-
ban personalmente en Casa de Gobierno.

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232 • Gobernadores sin gobierno

decir, cuestionaba la estrategia de resistencia y legitimaba


la resolución de la LP. Por otra parte, reivindicaba el pro-
yecto político justicialista aunque consideraba necesario el
cambio de hombres haciendo pesar el aparato partidario
frente a los recién llegados, gesto que se completaba con la
entonación de cánticos peronistas durante la ceremonia y
las declaraciones de referentes partidarios una vez conclui-
da. Emilio Mendoza, presidente del bloque, definía como
reafirmación democrática el curso de los acontecimientos,
ratificando la legitimidad del vicegobernador como autén-
tico representante de un proyecto justicialista.
La reivindicación de los mecanismos institucionales
para resolver conflictos, presente en la retórica de los legis-
ladores justicialistas, era uno de los resortes en que se
apoyaba el recurso al juicio político como herramienta de
acción legítima. La canalización de las tensiones por esta
vía les permitía instalar la idea de continuidad de un pro-
yecto político que contaba con el respaldo de los electores.
Los referentes legislativos del justicialismo proporcionaban
salientes a los militantes y público en general para posicio-
narse frente a la suspensión. Al mismo tiempo este sector
disidente se apropiaba de un triunfo electoral y un proyecto
político en el que antes parecía no tener lugar6.
Los partidos de la oposición se ubicaban idénticamente
frente a la acusación: todos rechazaban el accionar inex-
perto de Jorge Escobar y ratificaban su apoyo al gober-
nador interino como sucesor indiscutido. Desde la CR la

6 Dos actores relevantes del justicialismo tomaron posición a partir de estos


salientes. El presidente Carlos Menem: “está totalmente descartada esa posi-
bilidad y nunca la hemos pensado porque las instituciones en San Juan están
funcionando como corresponde” (Diario de Cuyo, 19/11/92). Y el movi-
miento sindical justicialista: “expresa su satisfacción por el mantenimiento
del orden de las instituciones de la Provincia y el respeto por el sistema
Constitucional que se puso de manifiesto en los últimos acontecimientos
vividos. Manifiesta asimismo su adhesión a la NUEVA GESTIÓN JUSTI-
CIALISTA quien aseguró la continuidad del programa de gobierno que se
presentara a la ciudadanía en ocasión de la campaña electoral” (Solicitada de
firmada por más de 20 sindicatos, Diario de Cuyo, 18/11/92).

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Gobernadores sin gobierno • 233

definición de la SA era significada como síntoma del buen


funcionamiento del sistema democrático, y, por ello mis-
mo, debía ser acatada evitando así toda posibilidad de una
intervención que afectase el federalismo.
El máximo dirigente del PB contraponía en su discurso
la inexperiencia y juventud de Jorge Escobar, atributos que
relacionaba con la suerte del mandatario, a la amplia trayec-
toria del bloquismo en el ámbito político provincial, desde
la cual legitimaba la continuidad del justicialismo frente al
Ejecutivo: “espero que esto le haya dejado algunas enseñan-
zas al gobernador, quien es un hombre joven que si cam-
bia su carácter y metodología tendrá otras oportunidades”
(Leopoldo Bravo, Diario de Cuyo, 18/11/92).
Por su parte, la UCR nacional emitió un comunicado de
prensa mediante el cual reafirmaba su apoyo a la resolución
de la LP y a la actuación de sus legisladores. El único partido
nacional con peso en la provincia hacía pública su satis-
facción por la puesta en práctica de un mecanismo idóneo
para la preservación de la democracia frente a la corrupción
y el abuso de poder, sumándose así al coro de voces que
legitimaban la suspensión del gobernador acusado7.
La estrategia de resistencia de Jorge Escobar, frente a
este escenario adverso, giró hacia la búsqueda de apoyo en
el ámbito nacional. Haciendo explícita su incorporación a
la actividad política de la mano del presidente, el gober-
nador suspendido reclamaba a los funcionarios nacionales
una jugada de apoyo similar a la que había realizado él
cuando se lanzó a competir en un ámbito que le resultaba
ajeno. En este momento adverso se imponía la necesidad
de redefinir la situación: su continuidad en el cargo, y el

7 Unos días más tarde se leía en la tapa de Diario de Cuyo “el radicalismo pro-
movería un juicio político a Menem”. La posibilidad se discutiría en una
reunión de la Convención Nacional, y era motivada por la amenaza del Eje-
cutivo de sancionar por decreto las leyes de flexibilidad laboral y reforma
previsional (23/11/92). Esta repercusión tangencial de los sucesos ocurridos
en San Juan evidencia la permeabilidad de las distintas escalas y la tendencia
a la centralización del juego político (Gaxie, 2004).

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234 • Gobernadores sin gobierno

consecuente enfrentamiento del proceso de juicio, era una


decisión que sólo podía tomar a partir del diálogo con
sus referentes políticos directos, los máximos dirigentes del
proyecto menemista.
Jorge Escobar viajó a Buenos Aires y se entrevistó con
el presidente Carlos Menem el 20 de noviembre, tres días
después de su suspensión. Este encuentro le permitió posi-
cionarse nuevamente frente al juicio político, a partir de
retomar y articular un conjunto de salientes presentes en
el discurso presidencial: “le di el ejemplo de Juan Carlos
Rousselot que fue destituido en dos oportunidades como
intendente de Morón, en el oeste del conurbano bonaeren-
se, regresó al ganar nuevamente las elecciones y ahora está
haciendo una tarea realmente excepcional” (Carlos Menem,
Diario de Cuyo, 21/11/92). La respuesta del presidente
abría la perspectiva de sortear los obstáculos institucionales
y partidarios en la disputa por puestos de mando. Por otra
parte, corría el eje de debate: dejaba de lado la disputa moral
y se centraba en la competencia política, haciendo pensable
la posibilidad de retorno más allá de cualquier acusación
o juicio. La posición del presidente tenía corolarios casi
inmediatos: para el proyecto transformador menemista lo
relevante era la ocupación de cargos ejecutivos y resultaba
válido disputarlos con casi cualquier herramienta, aunque
la apelación al público profano era la más efectiva.
Luego de esta reunión Jorge Escobar da a conocer su
decisión de no renunciar y enfrentar el proceso de enjui-
ciamiento. Su llegada al gobierno había subvertido el orden
en el ámbito político provincial poco tiempo atrás y esta-
ba dispuesto a luchar por mantener su posición dominan-
te. Sus adversarios habían encontrado en la retórica de la
honestidad un modo de legitimar la suspensión, intentando
instalar como capital político la ética de los dirigentes. La
movilización del electorado, de los ciudadanos en aras de
la honestidad o de la transformación era lo que se jugaría
de ahora en más.

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Gobernadores sin gobierno • 235

La apuesta de Jorge Escobar consistía en construir un


espectáculo político que le permitiera obtener, nuevamente,
el apoyo del electorado. En el sentido común de la época,
compartido por académicos y políticos profesionales, las
estructuras partidarias atravesaban una crisis: se podía y era
preferible ir por fuera. La instalación de una lógica neoli-
beral, donde el capital político era la novedad tenía como
correlato esta cierta exterioridad, una lógica a la que Jorge
Escobar se plegaría completamente.

8.1.2. Impugnación del juicio, reclusión en la esfera


privada
El 26 de agosto de 2002 Alfredo Avelín esperaba en casa de
gobierno la resolución de la SA, rodeado de sus familiares
y amigos. Entre ellos se encontraban sus hijos, la Senadora
Nancy Avelín y el intendente de la Capital, Alfredo Avelín
Nollens, antiguos amigos como el dirigente del sindicato de
trabajadores municipales, Pascual Manchineles y sus cola-
boradores más cercanos. En horas de la tarde dos secreta-
rios legislativos llevaron personalmente la notificación de
suspensión: Alfredo Avelín los recibió en su despacho y una
vez que le entregaron la nota la rompió en cuatro partes. La
inesperada escena tenía matices melodramáticos: mientras
el gobernador declamaba su legitimidad electoral entre el
público presente se combinaban lágrimas y aplausos.
Una vez superada la sorpresa, los funcionarios encar-
gados de la notificación recogieron los trozos de papel y
los guardaron: la incómoda escena no cambiaba el curso de
los acontecimientos, en todo caso, confirmaba el carácter
excéntrico de un gobernador aislado y anacrónico. Alfre-
do Avelín había adelantado que no se defendería de ser
acusado, pero que tampoco renunciaría: tendrían que des-
tituirlo. Sus experiencias anteriores, su trayectoria político-
profesional y las circunstancias en que se desarrollaba el
proceso de enjuiciamiento eran tres elementos que se con-
jugaban para dar sentido a la reacción del mandatario que se

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236 • Gobernadores sin gobierno

autodefinía como rebelde y coherente. Alfredo Avelín había


enfrentado una situación similar cuando se desempeñaba
como intendente de la Capital en 1958. Esta primera expe-
riencia en un puesto ejecutivo culminaba con una interven-
ción del gobierno provincial, frente a la cual el mandatario
saliente se negaba a renunciar.
La decisión del gobernador de replegarse facilitaba la
sucesión: el 27 de agosto en horas de la mañana, tal como se
había anunciado desde la prensa y desde la propia dirigen-
cia bloquista, Wbaldino Acosta se hacía cargo interinamen-
te del Ejecutivo. La ceremonia se desarrolló en un clima de
sobriedad absoluta, y el discurso de asunción estuvo mar-
cado por una problemática central: la recomposición del
vínculo con la Nación. La dificultad de la tarea era evidente
para el nuevo mandatario: “nuestra consigna será trabajar
intensamente en estos 30 días, de ahí en adelante se verá.
Dios proveerá. No hay que atropellar los carriles institucio-
nales” (Wbaldino Acosta, Diario de Cuyo, 28/08/02).
Wbaldino Acosta hacía explícito el carácter precario
de su nueva posición. Desde esta definición se preocupó
por estructurar un equipo de colaboradores que le per-
mitiera, por una parte, resignificar las relaciones al inte-
rior de la coalición provincial y, al mismo tiempo, nego-
ciar en mejores términos con las autoridades nacionales.
En primer lugar, nombró a Enrique Conti como ministro
de Economía, reafirmando así la presencia bloquista en el
gobierno interino. Otro nombramiento inmediato fue el de
Hugo Pérez (UCR) como ministro de gobierno, un gesto
que contribuía a la recomposición de los acuerdos previos.
Los dirigentes radicales lo reconocían, y hacían explícita
su voluntad de cooperar para resolver una situación que
percibían como crítica.
Los dos partidos más importantes de la coalición
reafirmaban sus acuerdos y sumaban fuerzas para afrontar
el nuevo escenario, accionar que era legitimado desde la
oposición. La posibilidad de contar con un Ejecutivo menos
débil dejaba lugar, en un marco de gran incertidumbre, para

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Gobernadores sin gobierno • 237

que el justicialismo sostuviera una retórica de oposición


constructiva: “me parece bien que recreen la Alianza, a ver
si a los sanjuaninos nos va bien (…) hacer oposición no es
poner piedras en el camino sino ayudar” (José Luis Gioja,
Diario de Cuyo, 28/08/02).
Los representantes del gobierno nacional también
redefinían su posición en este nuevo momento. Por una
parte, explicitando su malestar por el modo en que Alfre-
do Avelín había conducido previamente la relación entre
ambas escalas de gobierno. Por otra, deslindando responsa-
bilidades por la situación financiera de la provincia, brin-
dando a los nuevos funcionarios salientes para organizar
las futuras relaciones y negociaciones. Fundamentalmente,
en el manejo de las formas, dejando de lado los exabrup-
tos y las apelaciones místicas, apelando a que asumieran la
responsabilidad de la situación provincial como parte de
su deficiente gestión.
La suspensión tuvo como consecuencia casi inmediata
que, por primera vez, el ministro de Economía, Roberto
Lavagna, recibiera a un funcionario del Ejecutivo sanjua-
nino. Esta reunión había sido solicitada insistentemente
pero recién con la asunción de Wbaldino Acosta logró ser
concretada. Las autoridades nacionales se hacían eco de
la urgencia con que definían la situación los funcionarios
provinciales que declaraban abiertamente la inexistencia de
alternativas al pedido de financiamiento. El pedido de fon-
dos era imperioso y cuasi extorsivo: si no lograban cuan-
to antes un apoyo nacional estaban dispuestos a dejar sus
cargos. Información que se encargaron de publicitar apro-
piadamente: “Lavagna nos espera el viernes a las 17, pero
iremos antes por si nos pueden atender (…) no vamos a
venir a mentir que algún día les vamos a pagar. Yo pre-
fiero ponerme colorado una sola vez. Si no nos van a dar
nada venimos y nos despedimos” (Enrique Conti, Diario
de Cuyo, 29/08/02).

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238 • Gobernadores sin gobierno

A cuatro días de la suspensión de Alfredo Avelín la


situación distaba de ser calma: los sindicatos de trabaja-
dores estatales sostenían acciones cotidianas de protesta
debido a que la situación de falta de pago de salarios se man-
tenía. Pese a que los dirigentes habían planteado un pacto
de gobernabilidad, el anuncio de Enrique Conti de realizar
recortes salariales implicó una confrontación inmediata y
un cuestionamiento al funcionario y su continuidad. Aún
cuando pareciese una opción muy poco viable, en este esce-
nario no podía descartarse la posibilidad de retorno del
gobernador suspendido. Esta hipótesis y otras tales como
el llamado a elecciones anticipadas, no podían excluirse por
completo debido al marco de incertidumbre en el que se
movían los actores8.
A cinco días de ser suspendido Alfredo Avelín reafirma
su posición: se encontraba retirado a su antiguo oficio,
atendiendo pacientes en forma gratuita en su consultorio
particular como lo había hecho durante toda su trayectoria
previa a la gobernación. El retorno a su actividad médica y
la negativa a designar un abogado defensor eran una estra-
tegia de repliegue al ámbito privado frente a lo que consi-
deraba un golpe institucional. No obstante, el gobernador
desplazado no guardaba silencio. Por el contrario, realizaba
declaraciones radiales casi cotidianamente en las cuales se
posicionaba como opositor9. Sus denuncias incluían al pre-
sidente Eduardo Duhalde, a quien definía como traidor a la
patria y, en igual medida, a su compañero de fórmula y a los
legisladores encargados de enjuiciarlo, a quienes etiquetaba

8 Los dirigentes de la MI eran un claro ejemplo de pérdida de marcos de refe-


rencia. Pese a que su jugada (el pedido de juicio político) resultara exitosa, no
habían logrado una respuesta a la situación salarial y debían redefinir estra-
tegias a seguir en un contexto de fuerte presión de sus bases. Por otra parte,
el sector que no se había plegado a la estrategia del juicio político, esencial-
mente representado por ATE, se radicalizaba en sus acciones y demandas,
reclamando elecciones anticipadas provinciales y nacionales.
9 Un rol en el que se había mantenido durante casi toda su trayectoria política,
iniciada en los años 50, y que estaba en cierto modo inscripto en su habitus
político.

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Gobernadores sin gobierno • 239

de traidores y corruptos. Afirmando su carácter de mártir


y aunque declamaba no querer volver al cargo, se mantenía
expectante: “ojalá me destituyan pronto nomás (…) pero si
llega a pasar al revés, voy a volver nada más que para ir a
verlo a Duhalde y exigirle la caducidad de todos los man-
datos, las elecciones inmediatas y que pague la deuda que
la Nación tiene con la provincia” (Alfredo Avelín, Diario
de Cuyo, 31/08/02).
La estrategia de Alfredo Avelín tenía un marco de inte-
ligibilidad: la denuncia de un golpe institucional, argumen-
to recurrente de quienes han sido destituidos, es un pode-
roso instrumento para organizar estrategias de retorno10.
Más allá de declamar su conformidad con la nueva situación
vital que atravesaba, el gobernador suspendido no descar-
taba por completo la posibilidad de volver a ocupar el cargo
para el cual había sido electo legítimamente. En su dila-
tada trayectoria había hecho cuerpo la lógica última del
juego político: era un profesional y no podía abandonar
la competencia.

8.2. La actuación de la Sala Juzgadora

Una vez que se formaliza la acusación, está prevista en la


legislación una instancia posterior: la actuación de la SJ.
Este período, que consta de treinta días para el desarrollo
de la defensa y la recolección de pruebas complementa-
rias, culmina con la sesión especial donde se define la des-
titución. Pese a que el éxito de la acusación aumenta las
posibilidades de destitución efectiva (Pérez Liñán, 2009), el
comportamiento de los actores políticos durante esta etapa

10 Este punto ha sido señalado, por ejemplo, en el caso de Madagascar (1996)


donde el presidente Zafy aceptó la resolución de destitución pero, denun-
ciando un coup d’etat, articuló diversas estrategias para su retorno. Se posicio-
naba como opositor, en busca, como todo político profesional, de ocupar
espacios de poder (Cfr. Allen, 2003).

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240 • Gobernadores sin gobierno

del procedimiento pone en juego nuevos elementos, que


merecen ser considerados dada la relevancia de la defini-
ción final.

8.2.1. El quiebre del PJ


Durante el período de actuaciones de la SJ tres elementos se
combinaron para delinear el clima político provincial. Por
una parte, el accionar de Jorge Escobar y su entorno, que
continuaban propiciando medidas de resistencia. En segun-
do lugar, la presencia de un público militante en cada una
de las reuniones de la Sala y la publicación de sus resultados
por la prensa. Finalmente, la disputa por la interpretación
de estos acontecimientos, de la que participaban central-
mente tres actores que pugnaban por imponer su visión
como legítima: los dirigentes políticos opositores y dos sec-
tores al interior del justicialismo.
Desde el entorno de Jorge Escobar se articularon dos
nuevas acciones para sostener la estrategia de resistencia.
La Presidencia del PJ, sectores de la Juventud Peronista de
distintos departamentos y el Sindicato de Amas de casa fue-
ron algunos de los actores que hicieron público su apoyo al
mandatario suspendido y llevaron adelante la recolección
de más de 30 mil firmas en distintos puntos de la provincia.
Las autoridades partidarias insistían en la falta de mérito
para el juicio político, apostando a una de las alternativas
posibles que no prosperase la acusación: “este episodio de
la finca que él compró, es un hecho infortunado pero sus
implicancias no tienen entidad suficiente para que sea desti-
tuido (…) una voluntad generalizada en el mismo sentido en
el seno de la comunidad sanjuanina” (José Amadeo Conte
Grand, presidente del PJ, Diario de Cuyo, 24/11/92).
Por otra parte, el Sindicato de Amas de Casa fue la
cabeza visible de una manifestación que se organizó hacia
la LP para entregar las firmas recolectadas a los integrantes
de la SJ. Denominada marcha del silencio, esta manifesta-
ción contaba con todos los elementos típicos: una bandera

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Gobernadores sin gobierno • 241

argentina de grandes dimensiones como encabezado, pan-


cartas, manifestantes transitando ordenadamente por un
recorrido preestablecido y un acto final, la entrega de las
planillas con firmas a los legisladores. El carácter silencioso
era un elemento adicional, que simbolizaba la falta de par-
ticipación del pueblo. Según la prensa y los organizadores
el número de manifestantes superó los cinco mil, y la efer-
vescencia que generó el éxito de la iniciativa se expresó en
sus momentos finales, cuando los participantes rompieron
la consigna de silencio y entonaron cánticos favorables al
gobernador suspendido durante más de una hora frente a
la LP. Posteriormente se trasladaron al domicilio particu-
lar de Jorge Escobar, quien pronunció un breve discurso
donde instaba a los dirigentes políticos a reestablecer el
diálogo: “estamos a tiempo de hablar otro idioma (…) de
nada vale tener excelentes abogados o presentar una ópti-
ma defensa si no tenemos la voluntad política por parte
de todos de resolver un problema” (Jorge Escobar, Diario
de Cuyo, 29/11/92).
Otro elemento que incidía en el clima político de este
momento era la asistencia de público a las reuniones de
la SJ, que era alentada por sus propios integrantes y tenía
como protagonistas a las amas de casa que apoyaban a Jorge
Escobar. El principal corolario del carácter público de las
sesiones era el apego a los procedimientos y la extensión
de cada uno de los pasos procesales, ya que se apuntaba a
esclarecer la verdad sobre los distintos cargos11. Además,
las reuniones eran cubiertas por la prensa, que reconstruía
en su propia clave los acontecimientos y los difundía a la
opinión pública, actor en nombre del cual, paralelamente,
interpelaba a los dirigentes en reiteradas ocasiones12.

11 Como muestra Garfinkel en su estudio sobre las historias clínicas, los agen-
tes se preocupan por producir informes aceptables que permitan justificar
sus acciones (Cfr. Garfinkel, 2006).
12 Sobre las dificultades que presenta el uso de la noción de opinión pública ver
Champagne (2002). Más allá de estas dificultades, en el ámbito de la comu-
nicación política los actores se orientan por lo que ellos consideran es la opi-

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242 • Gobernadores sin gobierno

El juicio político estaba orientado hacia afuera. Jorge


Escobar mantenía una estrategia ofensiva, de presión: había
movilizado al pueblo y los legisladores eran escrutados en
cada reunión por ese público al que, de todos modos, debían
responder. El capital político de cada legislador estaba en
juego. La dinámica del ámbito político, en otros momen-
tos reservada sobre todo a un debate entre profesionales,
se desarrollaba ahora de cara a la ciudadanía a la que los
legisladores buscaban representar y de la cual dependían
para su continuidad en sus puestos.
En el transcurso de estas actuaciones los actores defi-
nían y redefinían permanentemente sus posiciones ante los
elementos desplegados por la acusación y la defensa. Para
los legisladores esta actividad representaba un gran esfuer-
zo de construcción cotidiana: cada nuevo testimonio modi-
ficaba levemente los matices del procedimiento. Trabajo
al cual se sumaba la necesidad de tomar en cuenta otros
acontecimientos, más o menos velados, que incidían en las
actitudes partidarias13.

nión pública y la importancia que le otorgan. Esta representación incide en


la conducta de los actores políticos: la difusión su actividad impacta en unos
actores que deben estar orientados por los principios éticos inscritos en la
estructura misma de las instituciones republicanas.
13 Hubo un intento infructuoso de revertir el curso del juicio político por parte
del gobierno nacional, que fue vox populi: “vinieron con maleta llena de gui-
ta, a comprar a Leopoldo Bravo y Alfredo Avelín, con maleta en mano, fue-
ron a buscar a Juan Carlos Rojas en la oficina de la cámara de diputados, y
así como entraron salieron (…) los quisieron comprar en términos econó-
micos, esta era la gente que mandaba el menemismo (…) si vos vas a pensar
con comprarlos en algo, no pensés en plata” (Entrevista a Oscar Marinero,
realizada por la autora). Si bien durante la década del 90 se sucedieron este
tipo de turbulencias y no existió ninguna sanción al ejecutivo por parte del
Congreso, que parecía impotente como instancia de control (Llanos y Mus-
tapic, 2006), en la provincia no cuajó este intento de desactivar el enjuicia-
miento porque apuntaba al interés económico de los dirigentes, pero no
tomaba en cuenta el carácter de profesionales de la política (Weber, 1982;
Gaxie, 2004) que ellos revestían, y que, por ende, su conducta se orientaba
también por intereses eminentemente políticos.

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Gobernadores sin gobierno • 243

Uno de los referentes más importantes del PB, Leo-


poldo Bravo, reafirmaba la posición de su partido, propor-
cionado salientes que permitirían a sus legisladores contar
con marcos de referencia en este clima de incertidumbre.
Tres tópicos se destacan en su posición: el federalismo, la
experiencia política y la honestidad: “lo ocurrido en San
Juan constituye una virtual reivindicación de los políticos,
la política y el gobierno y sus respectivas exigencias no son
para los amateurs (…) este juicio político un gesto auto-
nómico, frente a las pretendidas digitaciones de los gran-
des partidos nacionales (Leopoldo Bravo, Diario de Cuyo,
09/12/92).
El dirigente denunciaba el desconocimiento, por parte
de las autoridades nacionales, del peso de los partidos pro-
vinciales, haciendo evidente el fracaso de operaciones polí-
ticas relativamente veladas. Dirigiéndose tanto al público
profano como a sus competidores, instalaba y reforzaba la
legitimidad del accionar de los partidos provinciales, pro-
veniente de una doble fuente: su caudal electoral y su tra-
yectoria, que los convertía en interlocutores que debían ser
considerados como actores propiamente políticos.
La disputa por la interpretación de los acontecimientos
fue, desde el entorno de Jorge Escobar, protagonizada por
uno de sus más cercanos colaboradores, quien presentaba
una lectura alternativa de las palabras del caudillo bloquista.
José Luis Gioja se apoyaba en el pueblo de San Juan, que
había expresado su voluntad mediante los resultados elec-
torales y la había reafirmado con su manifestación recien-
te. Denunciaba el desconocimiento de este actor legítimo,
construyendo al bloquismo como una dirigencia deslegi-
timada y desplazada que buscaba torcer el espíritu de las
leyes. Retomando los salientes propuestos por la dirigencia
bloquista la disputa pasaba por diferenciarse de prácticas
políticas caudillistas, anacrónicas y antidemocráticas.
Otro sector del justicialismo intervenía también en esta
disputa, donde la honestidad y el apoyo electoral eran las
cartas en juego, dosificando ambos elementos para articular

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244 • Gobernadores sin gobierno

un discurso que se despegaba del gobernador suspendido


y, al mismo tiempo, reivindicaba el liderazgo justicialista
en la provincia. El resultado de la investigación determi-
naría, para los legisladores oficialistas, la posición final en
el recinto “se va a demostrar la culpabilidad o la inocencia
del licenciado Escobar, contra quien, si tiene los números
en orden, ningún justicialista va a levantar la mano para
que sea castigado. Pero de no ser así todos los diputados
justicialistas van a votar por su condena” (Luis Alberto Mar-
tínez, Diputado Nacional PJ, Diario de Cuyo, 10/12/92).
En este clima actuaba la SJ, manteniendo una intensa
actividad: realizó siete reuniones, registrando más de quin-
ce testimonios y recabando múltiples pruebas documenta-
les. El 12 de diciembre el cuerpo fijó fecha para su sesión
final, donde debía elaborar el fallo definitivo: la suerte de
Jorge Escobar se definiría el 18 de diciembre. Entre ambas
fechas se producía un nuevo punto de inflexión en la situa-
ción política: la SA hacía prosperar el segundo pedido de
juicio político al gobernador con el voto de seis legislado-
res justicialistas14.
La sesión especial del 18 de diciembre contó con la
presencia de los 21 miembros de la SJ que, rodeados de
un gran operativo policial, comenzaban su labor a las 8:30
horas, cumpliendo con todas las formalidades, advirtiendo,
adicionalmente, sobre la posibilidad de desalojar del recinto
a cualquier persona que atentara contra el normal desen-
volvimiento de la reunión. El uso de la palabra fue cedido
en primer lugar a la acusación, para la lectura de su ale-
gato. Los legisladores responsables de esta tarea invocaron
reiteradamente en el curso de su alocución el resguardo

14 En su sesión del 15 de diciembre de 1992 la SA resolvió acusar a Jorge Esco-


bar por un conjunto de cargos que habían sido elevados en el pedido presen-
tado por Daniel Illanes el día 2 de noviembre. El voto de la bancada justicia-
lista, a diferencia de lo ocurrido en la votación anterior, se dividía: de sus
ocho representantes sólo dos mantenían una actitud de apoyo incondicional
a Jorge Escobar, mientras que los restantes legisladores votaban en su con-
tra.

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Gobernadores sin gobierno • 245

del bien común como principio de juicio de las acciones


del gobernador. En función de este principio establecieron
que la conducta de Jorge Escobar era condenable, por hacer
prevalecer los intereses particulares y subvertir así el man-
dato que le había sido delegado por su mandante: el pueblo.
La retórica republicana de la acusación culminaba con una
reflexión sobre los mecanismos de control, enfatizando la
posibilidad, en un Estado de derecho, de sancionar las faltas
de los gobernantes sin por ello afectar el orden social y
político de la provincia.
Posteriormente se dio lugar a la defensa, que presentó
un alegato escrito, leído por los abogados patrocinantes y
solicitó el uso de la palabra por parte del acusado. Diri-
giéndose a los legisladores y al pueblo de San Juan, Jorge
Escobar ratificaba el carácter conspirativo del proceso y su
disposición a enfrentarlo hasta sus últimas consecuencias,
aún siendo destituido: “si ustedes levantan la mano para
destituir a este gobernador, no crean que cierran así el capí-
tulo final de esta historia (…) hombre o un pueblo puede
renunciar a los honores pero jamás puede renunciar a la
lucha (Versión taquigráfica, Sesión SJ 18/11/92, folio 100).
Luego de estas palabras y en medio de aplausos y sil-
bidos, el acusado se retiró del recinto y fue ovacionado por
sus seguidores en las inmediaciones del edificio. Puertas
adentro los integrantes de la Sala procedían a realizar la
sesión secreta, en la cual consensuaron los cargos que se
pondrían a consideración mediante votación nominal. Las
acusaciones serían dos: 1) falta de cumplimiento a los debe-
res a su cargo y 2) delitos en el desempeño de sus funciones.
A estos cargos se sumaba la puesta en consideración de una
pena accesoria de inhabilitación para el ejercicio de cargos
públicos por un lapso a determinar.
La culpabilidad del acusado se decidió por diecinueve
votos a favor y dos en contra en cada uno de los cargos,
mientras que la inhabilitación se aprobó con diecisiete apo-
yos y cuatro negativas. A este resultado contribuyó gran
parte de la bancada justicialista, en la cual se evidenció un

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246 • Gobernadores sin gobierno

claro quiebre al momento de votar: sólo dos de sus sie-


te legisladores se pronunciaron por la inocencia de Jorge
Escobar.

Tabla 10: Votación Sala Juzgadora de la Comisión de Juicio Político, 18/11/


92

Nombre Partido Cargo 1 Cargo 2 Inhabilita-


ción

1 Aravena, PJ Inocente Inocente No


Agustin

2 Avelin, CR Culpable Culpable Si


Nancy B.

3 Baliña, PB Culpable Culpable Si


Eduardo

4 Cantoni, PB Culpable Culpable Si


María U.

5 Capello, UCR Culpable Culpable Si


Mario

6 Carelli, UCR Culpable Culpable Si


Oscar A.

7 Cerdera, PJ Inocente Inocente No


Rogelio

8 Conti, PB Culpable Culpable Si


Enrique

9 Fabris, PB Culpable Culpable Si


Carlos

10 Fierro, PJ Culpable Culpable Si


Julio

11 Kuli- CR Culpable Culpable Si


chevsky,
Fernando

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Gobernadores sin gobierno • 247

12 Kurban, PJ Culpable Culpable Si


Orlando

13 Medina, PB Culpable Culpable Si


Pedro

14 Navas, PJ Culpable Culpable Si


Miguel A.

15 Mendoza, PJ Culpable Culpable Si


Emilio

16 Ochoa, CR Culpable Culpable Si


José

17 Posleman, PB Culpable Culpable Si


Gladys

18 Riveros, PJ Culpable Culpable No


Manuel

19 Sancassa- PB Culpable Culpable Si


ni, Edgar-
do

20 Villa, José PJ Culpable Culpable No

21 Yanello, UCR Culpable Culpable Si


Roberto

Fuente: Elaboración propia en base a datos del Archivo de la Legislatura


Provincial.

La definición de los legisladores puede haber estado


influida por la confiabilidad y validez de la información
recabada y la publicidad de los hechos denunciados (Kada,
2003). Pero el factor fundamental que incidió en la vota-
ción del justicialismo fueron las divisiones en el seno del
partido, que durante el período de actuación de la SJ se
fueron consolidando, haciéndose más fuerte el sector que
reivindicaba las banderas históricas del justicialismo encar-
nado por Juan Carlos Rojas. Ello explica que al momento

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248 • Gobernadores sin gobierno

de culminar la votación se haya entonado la marcha pero-


nista en el recinto, pese de que se destituía un gobierno del
mismo color político.
El fallo final de la SJ establece la culpabilidad del acu-
sado y dispone su destitución, con el anexo de una inhabi-
litación para el ejercicio de cargos públicos por el lapso de
cuatro años. Una vez terminada la redacción del fallo, su
firma y agregación a la causa, las autoridades de la SJ clau-
suraban formalmente el proceso de juicio político contra
Jorge Escobar. El gobernador quedaba destituido.

8.2.2. La legislatura como bloque


Durante el período de actuación de la SJ, en 2002, la rela-
ción con la Nación se había convertido en la preocupación
central de los distintos actores políticos provinciales. La
obtención de recursos era el eje central de la administración
transitoria, que buscaba recuperar la actividad cotidiana del
Estado, paralizada en sus funciones esenciales por la conti-
nuidad de las protestas.
El insistente pedido de fondos se daba en un marco
político de incertidumbre, también, en la escala nacional,
donde se estaba desarrollando un proceso de juicio político
a la Corte Suprema que, de concretarse, significaría un duro
revés para la administración del presidente Duhalde15. Los
tres diputados nacionales de la Alianza eran un arma de
doble filo para la administración de Wbaldino Acosta: si
bien los acuerdos con la UCR se habían reflotado a partir
de su asunción y negociaban en bloque con los funcionarios
nacionales, la postura del radicalismo era hacer prosperar
el juicio a la Corte.

15 El juicio político a la Corte ponía en duda medidas como la constitucionali-


dad del corralito y el recorte del 13 por ciento de los salarios. La estrategia
del justicialismo consistía en “cajonear” el juicio político.

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Gobernadores sin gobierno • 249

La simultaneidad de procesos de juicio político evi-


denciaba tomas de posición diferenciales de parte de los
actores colectivos que se desempeñaban en ambas escalas,
cuyos matices se explicaban en gran medida por los juegos
cruzados en los que participaban.
El PB, a cargo del Ejecutivo e interesado principal en
recomponer la relación con la Nación, se alineaba total-
mente a la posición del presidente Duhalde. Su represen-
tación parlamentaria había funcionado tradicionalmente
como prenda de cambio, ya que su interés se centraba en el
control de la escena política provincial. Así, el único dipu-
tado nacional bloquista se posicionaba en contra del juicio
a la Corte, haciendo suyos los argumentos que, en la escala
provincial, había utilizado la CR para condenar el juicio a
Alfredo Avelín: “es un golpe institucional, quieren provocar
la anarquía. En este momento hay que ver cómo se pueden
hacer bien las cosas, para entregar un Estado en mejores
condiciones al nuevo presidente” (Julio César Conca, Diario
de Cuyo, 04/09/02).
Los diputados radicales no se plegaban a este pacto,
quebrando en parte las esperanzas de recomponer los
acuerdos económicos pendientes: la racionalidad de la UCR
era la de un actor político nacional, en esa escala se juga-
ban sus intereses. El radicalismo exhortaba a los precan-
didatos presidenciales a pronunciarse al respecto, de cara
a la sociedad, en una clara jugada pre-electoral. De todos
modos, los diputados radicales por San Juan adoptaban una
postura coherente: desempeñaban en ambas escalas el rol
de oposición y sostenían una posición unívoca de fortale-
cimiento institucional.
En los diputados nacionales del justicialismo las tomas
de posición respondían también a lógicas nacionales, de
alineamientos frente a las futuras elecciones, aunque los
argumentos de cada actor tenían matices particulares. Jorge
Escobar, que en la provincia apoyaba el juicio político a
Alfredo Avelín, se posicionaba desde su propia experiencia:
estaba en contra del juicio a la Corte Suprema que lo había

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250 • Gobernadores sin gobierno

restituido previamente16. La negativa al juicio político a la


Corte se teñía además por la necesidad de contar con un
aliado vital para la gestión presidencial “necesitamos que
la Corte acompañe al Poder Ejecutivo en las medidas eco-
nómicas de emergencia, como el recorte de sueldos” (Jorge
Escobar, Diario de Cuyo, 04/09/02).
Por su parte, el sector que encabezaba Adolfo Rodrí-
guez Saá, cuyo exponente en San Juan era Roberto Basual-
do, sostenía posiciones encontradas en las dos escalas y
juicios: en relación a la Corte Suprema de la Nación se
enfrentaba al gobierno de Duhalde mientras que en la pro-
vincia se diferenciaba del resto de sus competidores apo-
yando a Alfredo Avelín.
Estos actores colectivos, los partidos nacionales y pro-
vinciales, eran también los encargados de conducir la ins-
tancia final del juicio político a Alfredo Avelín. Era eviden-
te que las futuras elecciones provinciales atravesaban este
momento de definiciones. El precandidato que encabezaba
las encuestas, Roberto Basualdo, era el único que apostaba
a favor del mandatario suspendido: “si vamos a destituir a
Avelín por haberse atrasado en los sueldos habría que des-
tituir a la mitad de los gobernadores del país y, en un tiem-
po más, también habría que destituir a Wbaldino Acosta,
porque no tendrá para pagar los cuatro meses adeudados”
(Diario de Cuyo, 10/09/02). Su interés en que no prospe-
rase el procedimiento era claro: la posibilidad de retorno
del gobernador implicaría un inmediato adelantamiento de
las elecciones, hipótesis que lo favorecía. De todos modos,
esta jugada no podía prosperar: tenía solo un diputado que
le respondía en la SJ y ni siquiera Alfredo Avelín quiso
operar con él.
La actitud de repliegue de la CR era evidente: después
de su suspensión, el gobernador había definido no partici-
par del proceso posterior, en una postura de rebeldía que
buscaba tanto deslegitimar el juicio político como retirarse

16 Este proceso se analiza en el capítulo 8.

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Gobernadores sin gobierno • 251

dignamente de la escena política. Alfredo Avelín no nom-


bró defensores y la SJ debió pedir a la Corte de Justicia
que designara uno de oficio. El gobernador se negaba a
cualquier tipo de participación en el juicio: no sólo no iba
a defenderse, no quería que nadie lo hiciera. La posición
estoica frente a la caída era clara: “respeto a la profesional
y lo que la ley le manda hacer, pero estoy definido y yo
ya he venido sosteniendo cuál es mi postura, no voy a dar
elementos para que me defienda (…) el juicio político es
una cosa juzgada y terminada y no tiene retorno” (Alfredo
Avelín, Diario de Cuyo, 06/09/02).
La actuación de la SJ se prolongó por un lapso de veinte
días, durante los cuales realizó cuatro reuniones que fueron
cubiertas íntegramente por la prensa, que se había erigido
como interlocutora legítima de la opinión pública17. Una de
las estrategias de la defensora oficial durante su actuación
fue la presentación de un pedido de nulidad del procedi-
miento, que fue puesto a consideración de los miembros de
la Sala el 10 de septiembre. Esta votación constituyó una
especie de anticipo de las posiciones posteriores: el pedi-
do fue rechazado por 20 votos. Pese a esta amplia derrota
la defensa sostuvo su estrategia e hizo las reservas nece-
sarias para apelar cualquier resolución del cuerpo ante la
Corte Suprema.
El avance de las actuaciones implicó la apertura de una
etapa probatoria, durante la cual se llamó a declarar a más
de diez testigos, entre los cuales se encontraba el renun-
ciado ministro de Economía Ricardo Ortiz. Se lo interrogó
durante tres horas sobre las gestiones para la obtención
de fondos. Luego de una serie de cuestionamientos a sus
declaraciones el ex-funcionario fue denunciado por la parte
acusadora por falso testimonio. Esta denuncia no era un

17 El 10/09/02 el diario publicaba, debajo de la información del día, un recua-


dro con la siguiente indicación: “Opine. En el caso de que tenga dudas sobre
el juicio político contra el gobernador Alfredo Avelín puede llamar a los
teléfonos que figuran abajo para que sus preguntas sean respondidas”. Los
teléfonos correspondían a su oficina de redacción.

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252 • Gobernadores sin gobierno

hecho fortuito: pocos días atrás la defensa había intentado


responsabilizar a Enrique Conti por el acrecentamiento de
la deuda provincial. La tensión entre las partes evidenciaba
una ventaja de la acusación en el manejo de los recursos y
dejaba entrever la apuesta a todo o nada de las diputadas
responsables de sostenerla.
Desde los márgenes del procedimiento, Alfredo Avelín
sostenía su postura e instaba a que lo destituyeran. En su
discurso hacía explícito que las definiciones más importan-
tes ya habían sido tomadas, insistiendo en que el final del
procedimiento se había convertido en una instancia cua-
si formal. No obstante, los miembros de la SJ atravesaban
momentos de tensión en cada una de sus reuniones, tanto
por la estrategia de la defensa como por los cambios de
posición de los legisladores opositores18.
Una vez terminada la etapa de testimoniales se definió
la fecha de la sesión final: el 23 y 24 de septiembre se resol-
vería la suerte de Alfredo Avelín. Pese a contar con un plazo
constitucional mayor, la Sala resolvió adelantar los tiempos
ya que, más allá de los debates internos que atravesaba, su
actividad no era el centro de la escena política del momento.
La atención estaba en otra parte: se debatía permanente-
mente sobre las cifras de la provincia. Se había instalado
como preocupación central “cuánto faltaba, cuándo llega-
ba, para qué alcanzaba”19. Las reuniones de la MI con los
funcionarios eran cotidianas y las acciones de protesta se
mantenían vigentes por la falta de pago de salarios, que no
se había regularizado debido a la escasez de recursos.

18 Por ejemplo, en la tercera reunión de la Sala el legislador Héctor Tejada


(Desarrollo y Justicia) solicitó que se interrumpieran las testimoniales por
falta de causales suficientes para la destitución y proponía el llamado a elec-
ciones anticipadas (Versión taquigráfica 17/09/02).
19 La preocupación de los funcionarios era evidente. Se publicitaban inclusive
las gestiones para acelerar procesos técnicos tales como las transferencias
bancarias. “Tenemos que rezar para que llegue el resto” declaró el Subsecre-
tario de Hacienda en un tono similar al que se había cuestionado en boca de
Alfredo Avelín poco tiempo atrás (Diario de Cuyo, 10 y 11/09/02).

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Gobernadores sin gobierno • 253

El ministro de Economía insistía en la necesidad de


transferencias extraordinarias, ya que pese a las promesas
nacionales sólo habían recibido diez de los cincuenta millo-
nes pre-acordados. La exigencia de apoyo político explícito
de los legisladores nacionales a la gestión del presidente
Duhalde se mantenía vigente para cerrar un acuerdo eco-
nómico. La presión cruzada sobre los funcionarios hacía
reaparecer el fantasma de su renuncia ante la ausencia de
alternativas.
La sesión final de la Sala se desarrolló en un clima de
formalidad, donde lo característico fue el apego a los proce-
dimientos y la ausencia casi total de debate. Los alegatos de
acusación y defensa fueron leídos en la reunión del día 23, y
luego de un extenso cuarto intermedio, los cargos presenta-
dos fueron sometidos a votación el día 24 de septiembre.
Los cargos que se elevaron fueron cuatro: 1) adminis-
tración deficiente y negligente con riesgo al normal desen-
volvimiento de la administración, la prestación de servicios
esenciales y daños sociales irreparables y particularmente
no haber administrado las medidas necesarias para proveer
soluciones inmediatas; 2) violación al derecho constitucio-
nal a la salud; 3) violaciones a los deberes como empleador
y agente de retención; y 4) incumplimiento a sus deberes
como funcionario público, puesto que no garantizó el dere-
cho humano a la educación.
En el período de sesión secreta y los momentos previos
a la votación, el accionar de los legisladores estaba orien-
tado por el clima de urgencia que percibían. Los miembros
de la Sala parecían compartir una definición de la situación
según la cual, cualquiera fuese el resultado, la finalización
del juicio no garantizaba la recomposición del orden.
El resultado de la votación fue dispar, fundamental-
mente por la naturaleza de los cargos imputados. Los dos
primeros fueron votados en bloque por 20 legisladores,
siendo los que mayor consenso generaron, mientras que las
restantes dos acusaciones mostraron diferencias de criterio
que no eran necesariamente coincidentes con pertenencias

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254 • Gobernadores sin gobierno

partidarias. Estos márgenes individuales de acción se daban


un marco general de acuerdo en la necesidad de avanzar
en el proceso. La única resolución que se tomó por una-
nimidad fue no inhabilitar al gobernador para el ejercicio
de cargos públicos.

Tabla 11: Votación Sala Juzgadora de la Comisión de Juicio Político, 24/09/


02

Nom- Partido Cargo Cargo Cargo Cargo Inhab.


bre 1 2 3 4

1 Casti- PB Si Si No Si No
llo,
Alfre-
do
Alber-
to

2 Chica, Frejus- Si Si Si Si No
Juan de
José

3 Elizon- CR No No No No No
do,
Ramón
Rosas

4 Farias, Frejus- Si Si Si Si No
Ricar- de
do Jor-
ge

5 Fer- Modein Si Si Si Si No
nán-
dez,
Carlos
F.

6 Frau, ARI No No Si No No
Martín
Anto-
nio

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Gobernadores sin gobierno • 255

7 Icart, DyJ Si Si No Si No
María
Isabel

8 Marti- PB Si Si Si Si No
nez,
Améri-
co

9 Miran- UCR Si Si Si Si No
da,
Miguel
Angel

10 Moli- UCR Si Si Si Si No
na,
Fer-
nando
Nica-
cio

11 Mora- FG Si Si Si Si No
les,
Estela
Norma

12 Ochoa, Frejus- Si Si No Si No
Blas de

13 Peña- DyJ Si Si No Si No
te,
Ricar-
do
Alfre-
do

14 Podda, UCR Si Si No No No
José
Anto-
nio

15 Puja- CR No No No No No
dor,
José
Agus-
tín

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256 • Gobernadores sin gobierno

16 Rah- UCR Si Si No Si No
me,
José
Luis

17 Rome- Frejus- Si Si Si Si No
ro, de
Rober-
to

18 Salva, Frejus- Si Si No Si No
José de
Anto-
nio

19 Tejada, D y J Si Si No Si No
Williams

20 Tello, Frejus- Si Si No Si No
Domin- de
go Raúl

21 Tomas, Frejus- Si Si No Si No
Héctor de
Daniel

22 Turon, DyJ Si Si No Si No
Jorge
Daniel

23 Uzair UCR Si Si No Si No
Farias,
Nallib
Hugo

Fuente: Elaboración propia en base a datos del Archivo de la Legislatura


Provincial.

Debido a la celeridad y las características de los cargos


que se debatieron en el recinto las autoridades de la Sala
buscaban dotar de legitimidad al procedimiento, destacan-
do el accionar de los legisladores y despejando toda posibi-
lidad de recusar su accionar. El respeto de los pasos proce-
sales y el apego a las garantías de las partes eran los aspectos

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Gobernadores sin gobierno • 257

que parecían otorgársela: “23 diputados que han estado en


asistencia perfecta, en horario de las ocho de la mañana y
en sesiones maratónicas, han tenido una observación plena
y directa de cada una de las pruebas, lo que me da a mí la
seguridad de que cada uno a su momento votó a conciencia,
y no como simples levanta manos” (Alfredo Castillo, presi-
dente de la SJ, Audio Radio Universidad, 24/09/02).
Con la puesta a consideración del fallo, que fue refren-
dado por veinte votos, la SJ daba por finalizada la sesión,
y también por concluido el juicio político contra Alfredo
Avelín, en una sesión maratónica que culminaba en horas
de la noche del 24 de septiembre. El gobernador era así
destituido.

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9

¿La calma después de la tormenta?

Sucesiones y reacomodamientos

Este capítulo se ocupa de describir los momentos finales


de cada ciclo de crisis, partiendo del supuesto que las des-
tituciones implican, necesariamente, algún tipo de rearticu-
lación de las relaciones políticas. Para conocer el modo en
que se produjo esta rearticulación se consideran dos dimen-
siones centrales. Por una parte, se describen las trayectorias
de los vicegobernadores y sus posicionamientos, en tanto
se convierten en actores centrales a partir de la sucesión.
Por otra parte, se describe la dinámica de los escenarios
políticos provinciales durante sus períodos de gobierno y
los resultados electorales inmediatamente posteriores.

9.1 Los vicegobernadores: ¿sucesores naturales?

La sucesión que se genera con la destitución de un goberna-


dor pone en primer plano a una figura que hasta entonces se
encontraba a su sombra: la del vicegobernador. Al igual que
los vicepresidentes, en el diseño constitucional argentino,
estos agentes no tienen una función relevante, constituyen-
do un elemento de reserva, de escaso poder actual pero de
enorme poder eventual o potencial. “La vicepresidencia es
una figura que puede pasar, de repente, de la nada al todo (y

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260 • Gobernadores sin gobierno

dentro de un sistema presidencialista fuerte) esta circuns-


tancia constituye la raíz de las paradojas que la envuelven”
(Serrafero, 1999: 28).
El paso de la nada al todo generalmente se sucede
en situaciones críticas: salvo cuando se trata de casos de
enfermedad o muerte, son los contextos de inestabilidad
política los que preceden, generalmente, su llegada al Eje-
cutivo. Pero la sucesión no implica una continuidad o un
traspaso directo del poder gubernamental. Por el contra-
rio, toda sucesión exitosa requiere de la construcción de
una legitimidad de reemplazo (Serrafero, 1999). Las caracte-
rísticas personales del vice, las condiciones políticas y la
causa que originó su llegada a la vicegobernación son ele-
mentos que condicionarán el proceso de construcción de
esta legitimidad.
En este apartado se busca conocer la relación entre
las características de los vicegobernadores y los resultados
de sus gestiones, adaptando para ello el modelo de análisis
propuesto por Serrafero para el estudio de los ejecutivos
nacionales (1999)1. Se parte del supuesto de que las formas
de constitución del binomio y las dinámicas de relación
entre ambos integrantes de las fórmulas ejecutivas gene-
ran efectos políticos diversos. El análisis que se propone
incorpora cuatro dimensiones centrales: a) las trayectorias
personales de los vicegobernadores, b) su llegada a la fór-
mula, c) su relación con el gobernador durante el período
de vicegobernación, y d) su desempeño una vez a cargo
de la gobernación.

1 Se adopta este modelo ya que los sistemas políticos provinciales, como se


mencionó anteriormente, pueden ser caracterizados como “presidencialis-
mos subnacionales” (Carrizo, 2006).

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Gobernadores sin gobierno • 261

9.1.1. Juan Carlos Rojas: ascenso del peronismo


telúrico
El 18 de diciembre de 1992, Juan Carlos Rojas asumía
como gobernador de San Juan. Su designación definitiva
se producía treinta días después del nombramiento provi-
sorio, y pese a que significaba una continuidad en su ejer-
cicio del Ejecutivo, esta ceremonia constituía también un
punto de quiebre.
El flamante gobernador provenía de una familia de
obreros rurales. Había nacido el 8 de enero de 1945 en el
seno de un hogar justicialista: su padre, Pablo Rojas, era
dirigente del gremio vitivinícola FOEVA2 y militaba jun-
to al ex gobernador Eloy Camus (1973-1976). En 1975,
siendo diputado nacional por el Frejupo, Pablo Rojas fue
asesinado en la vía pública por dos sicarios. Su muerte se
vinculó a la defensa de un proyecto de ley polémico, refe-
rido al envasado de vino en origen, y a sectores opositores
de su sindicato.
Juan Carlos Rojas estudió abogacía en la Universidad
Nacional de Córdoba, una institución tradicional de for-
mación de la dirigencia política sanjuanina. A su regreso
a la provincia, una vez en democracia, formó parte del
Consejo Provincial del PJ, manteniendo una participación
relativamente marginal en este organismo durante casi una
década. Su militancia se anclaba en el Comité Departamen-
tal de Chimbas, el segundo departamento más popular del
Gran San Juan.
En sus vínculos político-profesionales, la frecuentación
de un estudio de jurídico denominado Escribanía Lima, lo
acercaría a los hermanos Gioja, dos figuras centrales en el
proceso de conformación de la fórmula que lo llevaría a la

2 Fue fundador de la Sociedad de Obreros y Obreras de la Industria Vitiviní-


cola y Afines, que luego sería la "Federación de Obreros y Empleados Vitivi-
nícolas y Afines'' (FOEVA).

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262 • Gobernadores sin gobierno

vicegobernación. Luego de una serie de disputas internas


Juan Carlos Rojas llegaba, de la mano de estos dirigentes, a
desempeñarse como vicepresidente del partido en 1991.
Previamente a su candidatura no contaba con expe-
riencia en ningún tipo de cargo público. Su trayectoria pro-
fesional se había desarrollado en el ámbito de la abogacía,
de manera privada, y pese a integrar el Foro de Abogados
de San Juan su participación era de segunda línea. En el
único ámbito donde Juan Carlos Rojas había desempeñado
un rol de gestión era en el deportivo: había sido presidente
del Club Atlético Peñarol. El estadio de este club de fútbol,
que representaba al departamento Chimbas en la Liga San-
juanina, sería bautizado durante su mandato como “Estadio
Ramón Pablo Rojas”, en honor a su padre, quien también
había sido hincha y presidente de la institución.
Si bien su trayectoria familiar y ocupacional contrasta-
ba visiblemente con la de Jorge Escobar, compartía con él
rasgos tales como la falta de experiencia política y un escaso
peso en la estructura partidaria. Los dos integrantes de la
fórmula justicialista de 1991 eran, por motivos distintos,
poco conocidos entre la militancia de base partidaria.
En la constitución del binomio, ocupar la vicegober-
nación no siempre se relaciona con una coherencia progra-
mática con la gobernación (Serrafero, 1999). En este caso, la
participación de Juan Carlos Rojas en la fórmula electoral se
relacionó con tres elementos: por una parte, la reconocida
trayectoria de su padre como dirigente histórico del justi-
cialismo; por otra, su rol marginal en la estructura partida-
ria, que lo hacía más permeable que otros pre-candidatos
a aceptar las condiciones de la línea Escobar conducción;
y, fundamentalmente, su disponibilidad en una situación de
confrontación entre dirigentes que hacía peligrar el proyec-
to de los hermanos Gioja.
Juan Carlos Rojas fue la figura que permitió equilibrar
la fórmula (Linz, 1988). Se trataba de un personaje de
segunda categoría, que, no obstante, no puede ser conside-
rado como de menor estatura política que el candidato a

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Gobernadores sin gobierno • 263

gobernador, ya que la trayectoria de Jorge Escobar difícil-


mente podía ser mesurada en esos términos. Lo que termi-
naría de definir los contornos de su figura como segundón
(Serrafero, 1999), sería el rol marginal que ocupó duran-
te la campaña electoral de 1991, centrada en el candidato
“empresario exitoso”.
Una vez electo, la relación con el gobernador sería
relativamente distante. Su lugar en la gestión se definió
desde un principio: le correspondía el ámbito de la LP, es
decir, limitarse a tocar la campanilla3. No obstante, Juan
Carlos Rojas representaba a un sector del justicialismo que
no resignaba sus aspiraciones de participación en cargos
de gobierno y, por lo tanto, una tensión permanente sig-
naba su desempeño.
A siete meses del inicio de la gestión se produjeron
una serie de enfrentamientos internos en el justicialismo,
ante los cuales el vicegobernador mediaría entre partido y
gobierno. La relación entre gobernador y vice se desenvuel-
ve en un marco perceptivo de situaciones o estados difusos
y confusos de confianza-desconfianza, lealtad-deslealtad,
identificación-no identificación (Serrafero, 1999). Para des-
pejar hipótesis de falta de lealtad, Juan Carlos Rojas enfati-
zaba en sus declaraciones el carácter armónico de la rela-
ción con el gobernador, reafirmando además el compromi-
so partidario con el proyecto transformador en marcha.
La destitución de Jorge Escobar lo tomó por sorpresa.
Una concatenación de jugadas de la que él no había partici-
pado directamente lo ubicó como protagonista de la nueva
situación política. El carácter relativamente inesperado de
su nombramiento provisorio fue evidente en su discurso

3 Esta célebre frase de Domingo F. Sarmiento se utilizaba para caracterizar la


naturaleza del vicepresidente que, como figura institucional, parece estar
destinada únicamente a “tocar la campanilla en el Senado”.

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264 • Gobernadores sin gobierno

de asunción, en el cual hizo explícito, además, su compro-


miso con el sector del justicialismo que estaba presente
para apoyarlo4.
Tanto por sus características personales, como por las
condiciones políticas y las causas que originaron su llega-
da a la vicegobernación, la asunción de Juan Carlos Rojas
implicaba una discontinuidad con el gobierno anterior. Y
requería, por lo tanto, la construcción de una legitimidad
de reemplazo para que la sucesión fuese exitosa (Serrafe-
ro, 1999).
Dos medidas fueron implementadas casi de inmediato.
La primera de ellas fue el nombramiento de un nuevo gabi-
nete. Ello se debió, fundamentalmente, a que los funciona-
rios presentaron masivamente su renuncia una vez cono-
cida la suspensión de Jorge Escobar. En un mismo acto
los ministros y secretarios hacían pública su lealtad al líder
cuestionado y dejaban sin su respaldo al sucesor.
Si bien las renuncias masivas se orientaban a deslegi-
timar a la nueva gestión, también abrían la puerta para un
comienzo renovado, toda vez que había quedado demostra-
do que la legitimidad electoral no resultaba suficiente como
punto de apoyo. La gestión de Juan Carlos Rojas podía a
partir de allí refundar la administración justicialista sobre
nuevas bases, para lo cual convocó a los dirigentes partida-
rios más tradicionales, como Ubaldo Montaño.
La segunda medida fue la búsqueda de respaldo nacio-
nal. El nuevo gobernador y su entorno buscaban instalar la
idea de una discontinuidad de hombres, no de proyectos.
El modo en que se desarrollaron las audiencias con fun-
cionarios nacionales desnudó la total falta de identificación
entre ambos integrantes de la fórmula Ejecutiva provin-
cial: mientras Jorge Escobar se reunía con Carlos Menem,
Juan Carlos Rojas era recibido por Eduardo Bauzá y Carlos
Corach. La respuesta obtenida en las distintas audiencias

4 En su definición de la destitución como hecho inesperado, revela la interna


de la cual es, también, víctima.

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Gobernadores sin gobierno • 265

fue clave para el futuro accionar de la nueva gestión: el


gobierno nacional no estaba dispuesto a intervenir la pro-
vincia. Esta definición operaba como saliente para los dis-
tintos actores y a partir de allí se reconfiguró el discurso
del gobernador interino.
El 24 de noviembre, a una semana de su nombramiento
provisorio, se dirigía a la comunidad sanjuanina a través
de un mensaje transmitido por cadena de radio y televi-
sión. En este discurso se condensaban una gran cantidad
de salientes a partir de los cuales las autoridades entran-
tes definían la nueva situación. Elementos que operarían,
a su vez, como salientes para los distintos públicos a los
que se destinaba el mensaje, que abarcaban a la oposición,
a sus correligionarios, a la Iglesia y fundamentalmente a
un conjunto heterogéneo de actores individuales y colecti-
vos que eran englobados en la categoría “sanjuaninos”. Su
designación requería tanto colaboración como confianza:
“llegué a la casa de gobierno y no encontré a nadie (…)
he debido comenzar la celérica reorganización de nuestro
gobierno, designando ministros, ordenando directivas y fir-
mando resoluciones (…) los sanjuaninos deben saber que en
la casa de gobierno tienen un amigo. Un amigo que siente,
percibe y padece los mismos problemas de todos” (Juan
Carlos Rojas, El Nuevo Diario, 27/11/92). Convocando a la
unidad, el nuevo gobernador se apoyaba en la Iglesia y el
gobierno nacional para apuntalar su accionar de reestruc-
turación de la gestión. No se buscaría una discontinuidad
radical, por el contrario, se trataba de reafirmar el compro-
miso ético asumido y el programa de gobierno votado por
el pueblo de San Juan.
El período de transición consistió fundamentalmente
en el reacomodamiento de los distintos actores frente a
un nuevo escenario. Proceso que precedió y posibilitó la
destitución definitiva de Jorge Escobar. Una vez que la LP
resolvió el juicio político, el discurso de asunción de Juan
Carlos Rojas reafirmaría el ascenso del peronismo tradi-
cional: llegaban al gobierno dirigentes de verdadero cuño

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266 • Gobernadores sin gobierno

político. Por ello mismo, el acto contó con gran cantidad de


público en las bandejas del recinto y la marcha peronista fue
entonada incesantemente durante la ceremonia.
Al llegar al gobierno llegó además a presidir el partido.
Pese a ocupar dos de los máximos cargos a que un diri-
gente provincial puede aspirar, la preocupación del nue-
vo gobernador por construir redes de apoyo político se
mantenía vigente. Ello se evidenciaría en la convocatoria al
Consejo Económico y Social, una de las primeras medidas
de relevancia en este período. La sucesión emergía de una
situación de crisis que no estaba saldada. Esta definición
se tradujo en un llamado a la participación activa de los
distintos sectores y en una reivindicación de los mecanis-
mos democráticos, los mismos que habían hecho posible
la llegada al gobierno de aquellos que invocaban el legado
doctrinario de Perón.

9.1.2. Wbaldino Acosta: el retorno del bloquismo


El 26 de septiembre de 2002 Wbaldino Acosta asumió como
gobernador, exactamente un mes después de su designación
provisoria. El acto de sucesión marcaría un punto de infle-
xión en el escenario político provincial. No sólo significaba
un cambio de color político en el Ejecutivo, luego de casi
tres años de mandato de la Cruzada Renovadora; también
representaba el retorno del Partido Bloquista al poder, des-
pués de once años.
Wbaldino Acosta había nacido en San Juan el 1 de
agosto de 1938, en el seno de un hogar humilde. Su trayec-
toria educativa fue relativamente típica: formaría parte del
sector que, durante la década del cincuenta, protagonizó el
proceso de movilidad social ascendente. La tipicidad de su

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Gobernadores sin gobierno • 267

trayectoria se registra tanto en la elección de una carrera


liberal, la abogacía, como en la casa de estudios donde la
realizaría: la Universidad Nacional de La Plata5.
Una vez egresado, en 1966, volvió a la provincia para
radicarse definitivamente. Pese a dedicarse al ejercicio pro-
fesional en el ámbito privado, se especializó en un ámbi-
to de interés público: el derecho constitucional. Una de
las estrategias para reafirmar su posición en el espacio
social sanjuanino, que además contribuyó a definir su perfil
de hombre tradicional, fue su enlace con Beatriz Teresita
Zapata Ramírez, celebrado en 1970 en la cripta de la Cate-
dral capitalina6. Ese matrimonio, además de incrementar su
capital social al relacionarlo con las familias más tradicio-
nales de la provincia, signaría su futuro político: su sue-
gro había sido ministro durante los gobiernos cantonistas
y fue una fuerte influencia para que Wbaldino Acosta se
inclinara hacia el PB.
Durante los años setenta se dedicó al ejercicio de su
profesión, que combinó con una cada vez más activa par-
ticipación en organizaciones profesionales y deportivas. En
1972 fue elegido presidente del Colegio de Abogados, asu-
miendo en 1977 la vicepresidencia. El período de gestión
en esa asociación profesional se complementó con el ejer-
cicio de la docencia universitaria. Fue profesor de Derecho
Administrativo en la UCC, principal institución de reclu-
tamiento de los funcionarios del Poder Judicial sanjuanino.
A través de estos vínculos profesionales llegaría, en 1979, a
ser electo presidente del Foro de Abogados.

5 Si bien Wbaldino Acosta es el único ex-gobernador sanjuanino que se formó


en esta institución, la UNLP ha formado a generaciones de dirigentes políti-
cos (Cfr. Ferrari, 2008; De Imaz, 1965; Canelo, 2011).
6 Hablar de estrategia en términos de alianzas matrimoniales no implica
imputar un cálculo racional y/o utilitario a los actores, que, dominados por
su habitus se orientan de modos no previstos pero si previsibles hacia alian-
zas que son convenientes. Sobre el peso de las alianzas matrimoniales como
estrategia de posicionamiento en el espacio social sanjuanino ver Goldberg
(2009).

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268 • Gobernadores sin gobierno

Su trayectoria en cargos públicos se inició en el último


gobierno de facto. En 1978 fue designado jefe de Asun-
tos Legales de la Municipalidad de la Capital. Todavía en
tiempos de dictadura, se desempeñaría luego como Jefe
de Policía, designado durante la gobernación de Leopoldo
Bravo. También en ese período fue nombrado ministro de
gobierno, en 1981.
En esos años, Wbaldino Acosta combinaba la actividad
política con la presidencia en la Federación Sanjuanina de
Boxeo, cargo que ocupaba desde 1978. En el ámbito parti-
dario también tuvo una participación activa a partir de su
afiliación en 1981. Desde entonces fue apoderado, vicepre-
sidente segundo y miembro del Comité Central del Par-
tido Bloquista.
Su trayectoria casi ininterrumpida en cargos públicos
lo convirtió en el gobernador con mayor cantidad de cargos
previos. Una vez restituido el régimen democrático volvió
a ser electo Jefe de Policía en 1983. Posteriormente fue pre-
sidente del Consejo de la Magistratura. En 1985 fue electo
convencional constituyente, participando activamente en
la reforma Constitucional de 1986. Wbaldino Acosta era
además el referente de una de las líneas internas del blo-
quismo, que atravesaba un momento de fuertes debates, que
tuvieron inclusive consecuencias institucionales, como la
renuncia del gobernador Leopoldo Bravo en 1985.
En 1986 volvió a ocupar el ministerio de
gobierno, durante la administración de Jorge Ruiz Agui-
lar—vicegobernador que asume en el marco de esa crisis.
En 1987 fue electo vicegobernador junto a Carlos Gómez
Centurión, fórmula surgida del ala derecha del bloquismo
que había logrado hegemonizar el partido. Gestión que lo
convirtió en el único vicegobernador del período democrá-
tico que terminó un mandato.
Pese a la estabilidad institucional conseguida, la red de
apoyos que sostenía esta fórmula bloquista se había dete-
riorado fuertemente, lo que se tradujo en un final de ges-
tión signado por persistentes enfrentamientos internos. La

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Gobernadores sin gobierno • 269

salida del gobierno del bloquismo en 1991 alejaba por pri-


mera vez a Wbaldino Acosta del ejercicio de cargos públi-
cos. El alejamiento del Ejecutivo se tradujo en una diáspora
de dirigentes y militantes, que fue debilitando paulatina
y sostenidamente la estructura partidaria. Las reiteradas
derrotas electorales y su consecuente rol secundario en la
escena política provincial orientaron, a un grupo de diri-
gentes, a impulsar la constitución de la Alianza por San
Juan en 1998. Wbaldino Acosta sería uno de los principales
gestores de la coalición.
Desde este rol protagónico conquistó, en 1999, su
lugar en la fórmula electoral. No se trataba de un personaje
de menor estatura política que su compañero (Serrafero,
1999). Su ubicación subalterna respondía a la lógica de coa-
lición: se trataba de un acuerdo entre partidos cuyas ubica-
ciones dependían de sus caudales electorales7. En todo caso,
las trayectorias de ambos candidatos eran contrastantes y la
experiencia en cargos públicos de Wbaldino Acosta no fue
un capital explotado políticamente durante la campaña.
Luego de resultar electo su rol en el gobierno sería
secundario: su participación se limitaba a cuestiones for-
males y no realizaba declaraciones que pudieran evidenciar
diferencias con el gobernador. Pese a ello, mantenía una
distancia clara, sin participar en eventos públicos o acom-
pañar en los discursos a su compañero de gestión.
La relación de enfrentamiento histórico entre los dos
partidos provinciales hacía complejo el vínculo: no podía
esperarse una identificación y/o una lealtad entre ambos, se
planteaba, pragmáticamente, una coexistencia pacífica que
soterrara antagonismos. En todo caso, era la desconfianza
lo que caracterizaba este vínculo. Una nota disonante en la
relación fueron las declaraciones realizadas en un acto par-
tidario, sobre los exabruptos del gobernador, que se hicie-
ron públicas y generaron malestar en ambos mandatarios.
Estas declaraciones se daban en el marco de una interna

7 Sobre la conformación de la Alianza por San Juan ver capítulo 1.

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270 • Gobernadores sin gobierno

partidaria, y, aunque Wbaldino Acosta se caracterizaba por


la mesura, le resultaba necesario posicionarse para ganar
espacios de poder en la estructura. La consecuencia fue casi
inmediata: en las elecciones internas del 2 de agosto era
electo presidente Ejecutivo del PB, desplazando por prime-
ra vez en la historia a Leopoldo Bravo, quien era relegado a
la Presidencia Honoraria.
Durante el proceso de juicio político mantuvo nueva-
mente el bajo perfil. No realizó declaraciones de ningún
tipo y restringió su actividad pública al mínimo indispensa-
ble, adoptando una actitud expectante frente a los aconte-
cimientos. La asunción de Wbaldino Acosta implicaba una
discontinuidad en la gestión aliancista. Una sucesión no
implica la transferencia automática del poder (Serrafero,
1999) ni, en este caso, de los cuestionamientos que los dis-
tintos sectores realizaban al gobernador por su accionar.
El interinato fue el período inicial de construcción de
una legitimidad de reemplazo. Las primeras medidas imple-
mentadas fueron abiertamente contrastantes con la situa-
ción precedente. Por una parte, el gobernador provisorio
designó nuevos ministros en áreas sensibles como Econo-
mía y Salud, dando una impronta bloquista a la gestión. Por
otra, se diferenció de la retórica de enfrentamiento con las
autoridades nacionales, adoptando una postura dialoguista.
Pese a esta estrategia de diferenciación, Wbaldino Acosta
no modificó la orientación principal de la gestión ante-
rior: el pedido insistente de auxilio financiero a la Nación.
La inmensa deuda que comprometía el funcionamiento del
Estado provincial era un corsé que se mantenía vigente.
Desde la gobernación se convocó a todos los sectores políti-
cos a aunar esfuerzos, apoyar las negociaciones y promulgar
las leyes necesarias para el reordenamiento de la provincia.
Los resultados distaban de ser inmediatos. Dos sema-
nas después de su designación provisoria el gobernador no
había logrado obtener un auxilio financiero que le diera
oxígeno a su gestión. La posición frente al pacto fiscal giró
completamente en esta nueva etapa, la provincia no pondría

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Gobernadores sin gobierno • 271

condiciones para avalar una política nacional: “yo en esta


coyuntura prefiero correr la suerte de la Nación a que nos
dejen aislados y librados a nuestra propia suerte. Porque
¿sabe a dónde vamos a ir a parar si ocurre lo segundo? Al
Pacífico” (Diario de Cuyo, 21/09/02).
La posición de Wbaldino Acosta puede enmarcarse en
la hipótesis de regresión al habitus (Dobry, 1988). El marco
de fluidez política en que accedió al ejercicio del Ejecutivo
reforzó el carácter conservador de su formación y orientó
su accionar hacia medidas de reordenamiento y pacifica-
ción del escenario político provincial. Postura que se termi-
naría de cristalizar en el discurso de asunción final, donde
su definición de la situación incluía una noción de crisis que
combinaba las dimensiones de endeudamiento, necesidad
de auxilio nacional y cuidado del orden institucional.
Escalar al máximo cargo de la provincia fue una aspira-
ción que Wbaldino Acosta nunca había negado, pero tam-
poco había conseguido hasta entonces. Su llegada al Ejecuti-
vo evidenciaba que este vicegobernador no era un suplente
del titular sino un gobernador alternativo (Serrafero, 1999).
A partir de allí se propondría que el bloquismo volviera, con
él, a ser un gobierno electo.

9.2. ¿Resolución de conflictos?

El período de gobierno posterior a la destitución, que repre-


senta al mismo tiempo la culminación del mandato cons-
titucional de la fórmula ejecutiva electa, puede ser conce-
bido como un momento de rearticulación de las relaciones
políticas. Una vez concluido el juicio político y realizada la
sucesión, las distintas categorías de actores políticos redefi-
nen la situación y se posicionan frente al nuevo escenario.
Las “redes de agradecimientos mutuos” (Dobry, 1988)
que permiten la consolidación de un sistema político tien-
den a ser reconstruidas o modificadas, dependiendo tanto

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272 • Gobernadores sin gobierno

de las estrategias desplegadas por los protagonistas del jue-


go político como de la fortaleza que hayan tenido pre-
viamente. Un proceso de crisis puede estar expresando la
emergencia de una nueva red de relaciones colusivas o la
consolidación de una pre-existente. En cualquiera de estos
casos, es posible que la destitución implique el cierre del
ciclo de crisis o sea sólo un hito en un proceso de mayor
duración. Este apartado se busca describir cuál de estas
alternativas se ajusta a cada caso.
Para ello se analizan los escenarios políticos posterio-
res a las destituciones, tomando en cuenta los principales
acontecimientos que rodearon los mandatos de los suce-
sores. Se consideran dos dimensiones: por una parte, las
orientaciones de políticas públicas y los nuevos posiciona-
mientos de los distintos actores; por otra, los resultados
electorales inmediatamente posteriores y la rearticulación
de las relaciones políticas que ellos implicaron. Este con-
junto de indicadores se articula para intentar conocer de
qué manera se recompuso el orden político provincial en
cada caso.

9.2.1. La vuelta de Escobar: restitución y reelección


El gobierno de Juan Carlos Rojas fue un período de reaco-
modamientos en el escenario político, que no terminaría
de reconfigurarse hasta las elecciones de 1995, momento
en que culminaba el mandato constitucional y sería posible
dirimir en las urnas una nueva sucesión.
Durante su ejercicio del Poder Ejecutivo hubo un cam-
bio de orientación en las políticas públicas. Si bien las nego-
ciaciones sobre la aplicación de las medidas de reformas
estructurales propuestas desde la Nación nunca estuvieron
ausentes (Rodrigo, 2011), la nueva etapa del gobierno jus-
ticialista se caracterizó por un accionar político que podría
denominarse populista: sus acciones eran poco compatibles
con la matriz de retraimiento del Estado que se impulsaba
como modelo en la década del 90.

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Gobernadores sin gobierno • 273

El ala más tradicional del PJ había logrado el control del


Ejecutivo, pero la disputa con el sector que lideraba Jorge
Escobar se mantenía vigente en distintas arenas. Por una
parte, en la arena judicial: sus abogados defensores habían
presentado un recurso de inconstitucionalidad del juicio
político frente a la Suprema Corte de Justicia de la Pro-
vincia, solicitando la restitución del gobernador. Por otra
parte, los dirigentes que habían acompañado su candidatura
buscaban reinstalar la retórica de la transformación, y cons-
truir un relato que victimizara al gobernador destituido:
Jorge Escobar había sido objeto de una traición.
La resolución del juicio político impactó en la posición
de todos los actores políticos. El PB, que había tomado
parte activa en el proceso, evaluaba retrospectivamente sus
jugadas y el resultado obtenido. Un sector de la dirigencia
cuestionaba el accionar de los legisladores debido al escaso
consenso social que tenía la destitución y al carácter interno
de la disputa que, desde su definición, la había originado. Se
instalaba paulatinamente una definición compartida de la
situación: la disputa interna del justicialismo era una de las
principales causas de la destitución de Jorge Escobar. Esta
interpretación era avalada por los dirigentes intermedios
del justicialismo, quienes, desde su sentido común, hacían
inteligibles los sucesos y el horizonte de su accionar futuro:
“ningún gobernador, ningún presidente llega solo al poder,
llega porque hay una estructura dirigencial (…) hay gober-
nadores que creen que ellos son Dios, y que no necesitan
del dirigente, y el dirigente te sube o te baja” (Entrevista
a dirigente justicialista del departamento Chimbas, reali-
zada por la autora).
Este sector sería el pilar fundamental para el retorno
de Jorge Escobar: con el respaldo nacional todavía vigen-
te y junto a un grupo de dirigentes que veían hipotecado
su futuro político por la destitución, se comenzó a arti-
cular una estructura partidaria paralela: el Frente de la
Esperanza. Dos elementos que coadyuvaban a esta nueva
apuesta serían la dinámica de personalización política y

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274 • Gobernadores sin gobierno

el proceso de vaciamiento de la vida interna de los parti-


dos que caracterizaron a la década del 90 (Novaro, 1994;
D’alessandro, 2009).
En la retórica del justicialismo se condensan elementos
que permiten a los dirigentes legitimar este tipo de accionar
sin dejar de ser leales al movimiento. Si bien la lógica de
competencia por cargos es uno de los motores más impor-
tantes de enfrentamientos entre fracciones y partidos, no es
la única dimensión en juego. Los sectores disidentes necesi-
tan construir, además, un relato que les permita justificar su
accionar frente a sí mismos y, al mismo tiempo, frente a sus
oponentes, sus bases y los profanos. El relato que permiti-
ría apuntalar la construcción del Frente de la Esperanza se
apoyaba en una idea central: la necesidad de transformar el
Estado y erradicar la cultura política bloquista.
No obstante, el carácter de hereje del ex-gobernador se
ratificaba en el ámbito institucional. La Corte Suprema de
Justicia de la Provincia fallaba, el 6 de agosto de 1993, deses-
timando el recurso de inconstitucionalidad del juicio polí-
tico. El fallo de los magistrados ratificaba la posición que
habían tomado previamente: no intervenir en una disputa
propiamente política. Frente a esta negativa, los abogados
patrocinantes de Jorge Escobar doblaron la apuesta: inter-
pusieron el recurso extraordinario federal contra la senten-
cia, ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación el 23 de
agosto de 19938. Si recurrían a la esfera nacional no era sólo
porque el circuito de poderes provincial les daba la espalda
o porque existía la posibilidad legal. La apelación a la Corte
se daba en un momento en que la connivencia de poderes en
la esfera nacional comenzaba a ser cada vez más evidente, y
de la mano del apoyo más o menos velado del presidente a
la estrategia de retorno del escobarismo.

8 El recurso extraordinario federal está previsto en el artículo 14 de la Ley


Nacional 48. El recurso cuestiona la legitimidad del juicio político desde la
apelación a la legitimidad electoral y la defensa del sistema democrático
(Expte. 782-92, folios 2498 a 2518).

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Gobernadores sin gobierno • 275

De todos modos, la arena electoral sería el ámbito


privilegiado de disputa: en 1993 se renovaban diputados
nacionales y esta elección aparecía como una suerte de ple-
biscito para las posiciones asumidas por los legisladores y
partidos. Debido a que la inhabilitación para el ejercicio de
cargos que le impuso la LP no consideraba cargos naciona-
les, Jorge Escobar se presentó como candidato, encabezan-
do la lista del Frente de la Esperanza.
El resultado electoral ubicó al Frente de la Esperanza
como amplio triunfador, con más del 43 por ciento de los
sufragios, que significaban la obtención de dos de las tres
bancas en juego. En un lejano segundo lugar quedaba el
justicialismo oficialista que lideraba Juan Carlos Rojas y
más atrás el bloquismo, que obtuvo la menor cantidad de
votos de su historia. Las cifras convalidaban nuevamente la
posición dominante del justicialismo en el escenario políti-
co provincial: sumando los caudales de sus dos candidatos
se superaba el 65 por ciento, mientras que los partidos pro-
vinciales no alcanzaban el 20 por ciento.

Tabla 12: Resultados electorales. Diputados Nacionales. San Juan, 03/10/


93

Partido Votos Porcentaje

PB 36.533 12,99

CR 19.793 7,04

De Centro 2.453 0,87

PTP 943 0,34

Frente de la Esperanza 122.065 43.40

FREJUPO 65.787 23.39

MST 1.077 0,38

UCR 32.618 11,6

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276 • Gobernadores sin gobierno

Votos Positivos 281.269 98,11

Votos en Blanco 2.927 1,02

Votos Anulados 2.499 0,87

Total votantes 286.695

Fuente: Provinfo.

La interpretación de los resultados sería casi unánime:


la lucha interna del PJ se había transformado en una disputa
política global y Jorge Escobar salía fortalecido debido al
apoyo mayoritario del electorado. La actuación de la LP
aparecía deslegitimada por el resultado, que en el relato de
los dirigentes era interpretado como una ratificación de la
voluntad popular.
Poco tiempo después de este triunfo, y ya en ejercicio
de su cargo como diputado nacional, Jorge Escobar volvía
a enfrentar electoralmente al justicialismo en las elecciones
a Convencionales Constituyentes del 10 de abril de 1994.
El apoyo nacional al Frente de la Esperanza en esta instan-
cia era evidente: la reforma constitucional buscaba habili-
tar la reelección presidencial y contar con convencionales
leales era un elemento crucial para lograr este objetivo de
Carlos Menem.
Nuevamente los resultados convalidaron la posición
dominante de Jorge Escobar: pese a haber reducido su cau-
dal electoral respecto del año anterior, duplicaba al justicia-
lismo oficialista. La conversión de votos en escaños impli-
caría que de los ocho cargos que se disputaban tres fueran
para el Frente de la Esperanza, tres para la Cruzada Reno-

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Gobernadores sin gobierno • 277

vadora, uno para el Justicialismo y uno para el Bloquismo9.


La UCR, por su parte, llegó al caudal más bajo de su historia,
en la primera elección posterior al Pacto de Olivos.

Tabla 13: Resultados electorales. Convencionales Constituyentes. San Juan,


10/04/94

Partido Votos Porcentaje

Frente de la Esperanza 94.946 35,72

CR 74.968 28,2

FREJUPO 48.092 18,09

PB 33.486 12.60

UCR 14.349 5,4

Votos Positivos 265.841 94,14

Votos en Blanco 11.556 4,09

Votos Anulados 4.979 1,76

Total votantes 282.376

Fuente: Provinfo.

La participación en la arena electoral había ratificado


a Jorge Escobar como dirigente político legítimo. Al proce-
so de recomposición de su imagen contribuiría un triunfo
en otra arena: la judicial. En diciembre de 1994, la Corte

9 El resultado muestra una nueva fluctuación en el caudal de la Cruzada


Renovadora, que en esta elección capitalizaba electoralmente su postura de
enérgico rechazo al “Pacto de Olivos”. Por otra parte, reafirmaba el retroce-
so sostenido del bloquismo, contribuyendo a la interpretación de un proce-
so de larga duración de cambio en la correlación de fuerzas entre las alian-
zas populista y neoliberal. Al respecto ver Ruffa (Ruffa, 2005b).

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278 • Gobernadores sin gobierno

Suprema de Justicia de la Nación se expedía sobre el recurso


de inconstitucionalidad que había interpuesto. En un fallo
histórico y controversial, por la jurisprudencia que genera-
ba, los magistrados hicieron lugar al pedido de restitución.
Anularon así el fallo de la SJ, ordenaron retrotraer la situa-
ción al momento anterior al juicio político y dispusieron
“que el señor Lic. Jorge Alberto Escobar vuelva a ocupar el
cargo de gobernador de la Provincia de la provincia de San
Juan del que fuera destituido” (Expte. 858440-C-94, folio 1).
Pese a la autonomía relativa de los Poderes provincia-
les, la definición nacional no podía ser desconocida. Luego
de una serie de comunicaciones oficiales a fin de aclarar los
términos del fallo y sus implicancias, la LP sesionó para res-
tituir en su cargo al gobernador que había destituido pre-
viamente. Se había invalidado todo su accionar por errores
de procedimiento: el juicio político, que se había dado por
concluido en 1992 respetando los canales institucionales
legítimos, era anulado por completo dos años después.
La restitución en el cargo de Jorge Escobar consolidaba
una dinámica de connivencia de poderes que signaría la
década del 90. La provincia de San Juan, que había marca-
do una diferencia respecto al patrón general de control de
las instancias legislativas en esos años (Llanos, 2006), debía
acompasarse ahora forzosamente por la injerencia nacional
en sus conflictos internos.
El proceso de recuperación de su legitimidad como
dirigente llegaría a su punto cúlmine en las elecciones a
gobernador de 1995. Previamente a estos comicios se había
modificado el sistema electoral de la provincia, introdu-
ciendo la modalidad conocida como “ley de lemas”, en un
acuerdo entre el justicialismo oficialista y el bloquismo que
buscaban frenar el avance electoral del escobarismo10. Esta

10 El tratamiento y aprobación de la Ley de Lemas se produjo el 24/11/94, un


mes antes de que Jorge Escobar fuera restituido en el cargo. En el debate
parlamentario los bloques UCR y CR se opusieron a la reforma, mientras
que el PJ y el PB sumaron sus votos a favor del proyecto (Cfr.Pousadela,
2004).

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Gobernadores sin gobierno • 279

reforma electoral había sido adoptada por casi todas las


provincias argentinas a partir de 1986, ya que permitía pri-
vilegiar la fuerza del aparato partidario por sobre las figuras
personales, es decir, procesar el conflicto interno de cara
a los ciudadanos profanos que, con su voto, contribuían a
dirimir los liderazgos en disputa.11
El cambio en las reglas electorales se tradujo en la
reunificación del justicialismo, que se presentaba como
FREJUPO. La coexistencia de lemas implicaba un reparto
de votos y escaños entre competidores. La estrategia de
construcción de las candidaturas en el lema escobarista se
centró en el control de la LP, lo que evidenciaba un apren-
dizaje en la manera de construir las redes de apoyos necesa-
rias para sostener un gobierno propio: “vos eras candidato
a intendente, te apoyaba el gobernador, pero el diputado, tu
diputado departamental capaz que ni lo conocías vos, pero
era un hombre de él” (Entrevista a dirigente justicialista del
departamento Chimbas, realizada por la autora).
Los resultados terminaron de consolidar la posición
dominante de Jorge Escobar, que fue reelecto gobernador
con un caudal muy superior al de 1991 y una clara hege-
monía de su lema en el FREJUPO. Las cifras consolidaban
además la tendencia decreciente en los caudales electorales
del PB reforzando la tendencia al desplazamiento de los
partidos provinciales y el acompasamiento de la política
sanjuanina a la dinámica nacional.

Tabla 14: Resultados electorales. Gobernador y vicegobernador. San Juan,


14/05/95

Lemas / Sublemas Votos Porcentaje

Alianza Frente Justicia- 137.164 47,96


lista Popular

11 Sobre la aplicación y resultados de la Ley de Lemas ver Tula (1995; 1997).

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280 • Gobernadores sin gobierno

– Frente de la Espe- 125.107 43,74


ranza

– Arriba mi Gente 12.057 4,22

Alianza Federal 82.021 28,68

– Alternativa Federal 53.022 18,54

– Garantia Federal 28.999 10,14

Alianza Cívica 66.317 23,19

– Cruzada Frente Gran- 47.078 16,46


de

– Union Civica Radical 15.834 5,54

– Justicia social 3.405 1,19

Del Trabajo y del Pue- 248 0,09


blo

Movimiento Socialista 267 0,09


de los Trabajadores

Votos positivos 286.017 95,59

Votos en blanco 11.304 3,78

Votos anulados 1.892 0,63

Total votantes 299.213

Fuente: Provinfo.

La reelección significó para San Juan un retorno a la


matriz neoliberal de políticas públicas: en el segundo man-
dato de Jorge Escobar se retomaron y profundizaron medi-
das de reforma que habían quedado suspendidas a partir de
su destitución, apuntaladas ahora en su caudal electoral, su
reivindicación judicial y su apoyo nacional.

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Gobernadores sin gobierno • 281

9.2.2. El bloquismo como transición: triunfo justicialista


en 2003
El gobierno de Wbaldino Acosta operó como una bisagra
entre gobiernos de distinto color político: luego de quince
meses de gestión bloquista sería el PJ quien asumiría el
Ejecutivo, respaldado por un amplio triunfo electoral. Si
bien puede considerarse como un gobierno de transición,
este carácter solo puede atribuírsele retrospectivamente, ya
que su accionar se desenvolvía, al igual que el del gobierno
nacional, en un marco de gran fluidez política.
La principal tarea a la que se abocó esta administración
fue la recomposición de las relaciones con las autoridades
nacionales, como estrategia alternativa al enfrentamiento
que había protagonizado Alfredo Avelín, con el objetivo de
obtener auxilio financiero para normalizar el calendario de
pago de salarios a los empleados de la administración y
docentes provinciales. El carácter dificultoso de esta tarea
se había instalado como clima de época, y obraba como
saliente para definir la situación tanto en los actores pro-
piamente políticos como en los profanos.
La vuelta al estilo bloquista no implicó la recompo-
sición inmediata de las transferencias por Coparticipación
Federal. Pese al notorio cambio de actitud con la asunción
de Wbaldino Acosta, que era considerado relevante tan-
to por actores provinciales como nacionales en sus defi-
niciones de la situación, las relaciones bilaterales estaban
afectadas por variables que excedían ampliamente las sim-
patías personales. Las negociaciones por fondos se replica-
ban entre la Nación y organismos de crédito como el FMI,
que a su vez planteaba condicionamientos para auxiliar a
una administración signada por el conflicto. La definición
nacional de no intervenir y, fundamentalmente, la ausencia
de un planteo alternativo para recomponer la situación des-
de los actores provinciales, coadyuvaron a que se sostuviera
una suerte de compás de espera.

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282 • Gobernadores sin gobierno

La administración bloquista no implementó ninguna


otra orientación en políticas públicas en este período, y su
accionar se centró en gestionar la regularización de transfe-
rencias por Coparticipación Federal y solicitar otros auxi-
lios extraordinarios a la Nación. Después de un inicio de
gestión donde los fondos se obtenían de modo esporádico
e irregular, la normalización de la situación financiera fue
cada vez más sostenida. El gobierno de Wbaldino Acosta
logró contar con fondos suficientes para el pago de sala-
rios cada mes, e inclusive obtuvo recursos suficientes para
el saneamiento paulatino de la deuda salarial acumulada
durante el período anterior.
La conjunción del cambio de actitud y la paulatina
recomposición financiera fueron los elementos que dis-
tintos actores recuperaron para posicionarse frente a este
gobierno. La imagen que se instalaba era la de una gestión
exitosa en un escenario muy adverso, la de un gobernador
capaz de sortear obstáculos y manejar la crisis: “le tocó
tomar el timón de un barco muy difícil, que era la pro-
vincia, pero supo encaminarla y sortear la crisis. La ubica-
ción, la prudencia y la templanza lo caracterizaron siem-
pre” (Alfredo Castillo, exdiputado Provincial PB, Diario de
Cuyo, 02/08/07).
Una de las decisiones más importantes de Wbaldino
Acosta como gobernador fue la de no adelantar las elec-
ciones. En un marco de normalidad este accionar no sería
considerado como una política orientada a producir efectos
específicos, por el contrario, sería lo esperable. No obstan-
te, el contexto nacional de adelantamiento del calendario
electoral, y de incertidumbre frente a la sucesión presi-
dencial hacía posible pensar que la provincia se plegaría
a esta medida.
En febrero de 2003 hizo pública su intención de com-
petir por la gobernación. Con su candidatura, el ala más
conservadora del PB aspiraba a acceder al control del Ejecu-
tivo nuevamente, luego de haber sido desplazada por última
vez del Sillón de Sarmiento en 1991. El éxito relativo de

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Gobernadores sin gobierno • 283

este período, sumado al alto grado de incertidumbre que


rodeaba a los comicios de 2003, eran los elementos que
hacían posible pensar en un retorno del bloquismo por la
vía electoral pese a su participación en la Alianza.
Las elecciones presidenciales de abril fueron un punto
de inflexión en todas las escalas de gobierno. El resultado
de la provincia convalidaba la lectura del voto castigo a los
partidos que habían conformado la Alianza por San Juan: el
justicialismo se imponía por un amplio margen, sumando
entre sus tres representantes el 82.3 por ciento de los votos.

Tabla 15: Resultados electorales. presidente y vicepresidente. San Juan,


27/04/03

Fórmulas Presidencia- Votos Porc.


les

Rodríguez Saa- 112.955 35,68


Posse (Alianza Frente
Movimiento Popular –
Unión y Libertad)

Menem- 85.278 26,94


Romero (Alianza Fren-
te Por La Lealtad –
UCEDE)

Kirchner-Scioli (Alianza 64.097 20,25


Frente Para La Victoria)

López Murphy-Gómez 30.572 9,66


Diez (Alianza Mov.
Federal p/Recrear El
Crecimiento)

Carrió- 10.220 3,23


Gutiérrez (Alianza Afir-
mación Para Una Repu-
blica Igualitaria)

Moreau-Losada (Unión 3.384 1,07


Cívica Radical)

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284 • Gobernadores sin gobierno

Walsh-Parrilli (Alianza 2.509 0,79


Izquierda Unida)

Bravo- 1.678 0,53


Giustiniani (Socialista)

Venturino-Pinto (Con- 826 0,26


federación Para Que
Se Vayan Todos)

Altamira-Salas (Obrero) 774 0,24

Zaffore-Perié (Movi- 719 0,23


miento De Integración
Y Desarrollo)

Sullings- 660 0,21


Ambrosio (Humanista)

Herrera- 643 0,2


Cuneo (Demócrata
Cristiano)

Mazzitelli- 567 0,18


Camps (Socialista
Auténtico)

Arcagni-Zenof (Alianza 460 0,15


Tiempos De Cambio –
Unión Popular)

Mussa-Suárez (Alianza 451 0,14


Unidos O Dominados)

Terán-Bonacci (Movi- 401 0,13


miento Por La Digni-
dad Y La Independen-
cia)

Breide Obeid- 394 0,12


Vasena (Popular De La
Reconstrucción)

Votos Positivos 316.588 97,44

Votos Blancos 2.655 0,82

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Gobernadores sin gobierno • 285

Votos Nulos 5.663 1,74

Total Votantes 324.906

Fuente: Provinfo.

Los primeros meses de Néstor Kirchner en el gobierno


serían decisorios para el rumbo político de la provincia. La
percepción compartida por un amplio abanico de actores
políticos sobre la necesidad de acuerdo entre escalas y el
impacto favorable de las primeras medidas adoptadas por el
Ejecutivo nacional hacían cada vez más esperable el triunfo
del justicialismo en los comicios de octubre.
El 5 de octubre de 2003 se consolidaba el predominio
del PJ en el escenario político sanjuanino. De la mano de un
alineamiento total con las autoridades nacionales, el can-
didato por el Frente para la Victoria, José Luis Gioja, fue
electo gobernador con el 41 por ciento de los votos. Además
de este amplio respaldo al oficialismo nacional, el justicia-
lismo disidente también obtenía un resultado favorable: su
candidato, Roberto Basualdo, se ubicaba en segundo lugar
con el 30 por ciento de los sufragios. El PB, hasta entonces
a cargo del Ejecutivo, era el claro perdedor, quedando en
tercer lugar y su presencia legislativa mermaba considera-
blemente a partir de estos resultados. Los restantes inte-
grantes de la coalición aliancista cosecharon los más magros
resultados desde 1983.

Tabla 16: Resultados electorales. Gobernador y Vicegobernador. San Juan,


05/10/03

Fórmula / Partidos y Votos Porcentaje


Alianzas Electorales12

12 Alianzas: a) Justicialista - Conservador Popular - Unidad y Progreso – Mov.


de Integración y Desarrollo, b) Movimiento Vida y Compromiso – Mov.
Democrático Independiente - Desarrollo y Justicia - Por la Justicia Social,

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286 • Gobernadores sin gobierno

Gioja – Lima 124.793 41,36

– Alianza Frente Para 115.018 38,12


La Victoriaa

– Intransigente – Fren- 9.775 3,24


te Actuar Intransigente

Basualdo – Hen- 92.768 30,75


sel (Alianza Frente
Movimiento Vida y
Compromisob)

Acosta – Conca (Alian- 57.964 19,21


za Frente Provincia
Unidac)

Avelin – Quintar (Cru- 14.257 4,73


zada Renovadora)

Sanchez – Pontorie- 5.461 1,81


ro (Dignidad Ciudada-
na)

Miranda – Proto (Alian- 2.466 0,82


za Alternativa Progre-
sistad)

Boggian – Quinte- 2.064 0,68


ros (Recrear Para El
Crecimiento)

Mini – Ramos (Alianza 1.922 0,64


Izquierda Unidae)

Votos Positivos 301.695 94,37

Votos En Blanco 16.093 5,03

Votos Nulos 1.892 0,59

c) Unión Cívica Radical - Bloquista de San Juan - Demócrata Cristiano –


Mov. Democrático Federal - Acción por la República, d) Socialista - Afirma-
ción por una República Igualitaria, e) Comunista - Movimiento Socialista
de los Trabajadores.

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Gobernadores sin gobierno • 287

Total Votantes 319.680

Fuente: Provinfo.

De este modo, San Juan se convertía en la primera pro-


vincia recuperada por el peronismo desde la asunción de
Kirchner. En la misma fecha se eligieron diputados nacio-
nales y provinciales, además de autoridades municipales.
El Frente para la Victoria, se impuso en todas las catego-
rías y logró quórum propio en la LP al conquistar 18 de
sus 34 bancas.
La interpretación del resultado era coincidente: se tra-
taba de un castigo a la administración aliancista en su con-
junto, más allá de las diferencias que se evidenciaron entre
los estilos de gestión entre Alfredo Avelín y Wbaldino Acos-
ta. La Alianza recibía, al igual que en la escala nacional, un
voto castigo contundente (Rodrigo, 2003). Este mensaje de
los ciudadanos profanos aparecía como elemento central de
las lecturas, por sobre la lógica conspirativa o de beneficio
de los sectores opositores: “está claro que se castigó a la
Alianza, si se quiere mirar de esa manera, porque, como
fuere, aunque el que siguió era otra persona, era parte de
ese proyecto que se le propuso a la comunidad en 2003”
(Entrevista 6).
Luego de su derrota ante el PJ y el cambio de mando
con José Luis Gioja, Wbaldino Acosta también se alejó de la
presidencia del Partido Bloquista. No obstante, su gestión
exitosa de los conflictos que lo habían llevado a ocupar
el máximo cargo provincial (Serrafero, 1999), le permitió
mantener un rol activo en la escena política sanjuanina.
Una vez que su partido se plegó al Frente para la Victoria,
el ex-gobernador se enfrentó a sus correligionarios defen-
diendo la independencia del bloquismo desde una línea de
centroderecha, lo que implicó una división interna que se
sostiene desde entonces.

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10

Las destituciones sanjuaninas en


perspectiva comparada

Es el momento de poner en relación cada uno de los casos


estudiados con los debates teóricos y metodológicos sobre
los juicios políticos como mecanismos de resolución de
situaciones de crisis, para identificar similitudes y diferen-
cias histórico-concretas y elaborar las condiciones para la
generalización de las hipótesis que se han planteado en
los distintos estudios (inclusive las que se formularon en
este trabajo). Se recuperan para ello los cuatro momentos
desarrollados hasta aquí, a fin de obtener una imagen de
conjunto de los procesos estudiados y de las herramientas
conceptuales que aportan a su comprensión. En resumi-
das cuentas, se trata de captar las singularidad de los casos
analizados para así poder establecer las condiciones para
la generalización de las herramientas teóricas y metodo-
lógicas utilizadas: para ello se introduce una perspectiva
de comparación con las investigaciones realizadas en otros
casos que permite captar los invariantes y las variaciones
(Bourdieu, 2005).
El punto de partida de este trabajo fue un interrogante
puntual: ¿con qué herramientas conceptuales era posible
analizar los dos procesos de juicio político registrados en
San Juan en las últimas décadas? Académicos, periodistas,
políticos, organismos internacionales y movimientos socia-
les comparten, en grados diversos de sistematicidad y pure-
za, dos tipos de interpretaciones sobre estos fenómenos:
un juicio político podía ser entendido como una suerte de
golpe institucional o como un ejercicio de accountability

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290 • Gobernadores sin gobierno

por parte de la sociedad civil. Interpretaciones divergentes


que se apoyan, por otra parte, en perspectivas normativas
sobre la actividad política, la cual es caracterizada alter-
nativamente como un juego cerrado en las alturas (golpe
institucional), desde una postura elitista, o como el ejerci-
cio de una ciudadanía universal (accountability), desde una
perspectiva voluntarista.
Esta investigación buscó poner en tensión ambas inter-
pretaciones, fundamentalmente, debido a las propias carac-
terísticas de su objeto. Si bien desde distintas perspectivas
se utilizaban alternativamente estas interpretaciones como
marcos interpretativos suficientes para dar cuenta de los
hechos, el considerar dos casos con características con-
trastantes hacía necesario repensar un esquema unitario
que permitiese analizar con las mismas herramientas con-
ceptuales dos fenómenos que parecían tener explicaciones
divergentes.
La preocupación por hacer comparables los procesos,
por encontrar un marco analítico que permitiese interpre-
tar ambos fenómenos concretos, fue consolidando una pos-
tura epistemológica que se plasmó en la construcción del
objeto. Siguiendo la tradición de la sociología política, el
análisis de los juicios políticos realizados en San Juan buscó
aportar algo al stock de conocimiento disponible sobre el
problema, extrayendo de la singularidad de los fenómenos
concretos elementos de conocimiento general, plausibles de
ser considerados en análisis similares. En primer término,
se trataba de establecer “un caso particular de qué” eran las
destituciones por juicio político: se llegó a la conclusión de
que se trataba de un proceso institucionalmente mediado de
resolución de conflictos sociales que habían desembocado
en una crisis política.
Las características propias del caso constituían una
especie de experimento natural: la ocurrencia de dos juicios
políticos en la misma provincia, con el mismo diseño insti-
tucional, durante el mismo período de vigencia del régimen
democrático, permitía poner en tensión las interpretaciones

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Gobernadores sin gobierno • 291

alternativas disponibles y combinar las variables presentes


en la literatura para construir un esquema integrador. Lue-
go podría volverse sobre el debate y sobre el conocimiento
acumulado, para determinar el valor relativo de las hipó-
tesis existentes, la fecundidad de las estrategias de investi-
gación y la especificidad empírica de los casos abordados.
De este modo, podría enriquecerse no solamente el cono-
cimiento histórico-concreto de ciertos procesos acaecidos
en una provincia periférica de la Argentina, sino también el
acervo de conocimiento general sobre los juicios políticos y
la resolución de situaciones de crisis.
De cada trabajo sobre la temática se retomaron las
variables consideradas, a fin de corroborar su intervención
e importancia en la ocurrencia de los casos analizados. Este
conjunto de variables relativamente heterogéneo fue arti-
culado a partir de dos grandes ejes teóricos que constituyen
el armazón de esta investigación: la hipótesis de continui-
dad (Dobry, 1988) y la manera de concebir la emergencia
y resolución de un problema social (Blumer, 1971). Desde
una perspectiva sociológica, el análisis de estos procesos
políticos se nutrió de una matriz interaccionista que bus-
có poner el acento en la importancia de la acción de los
agentes y sus relaciones.
Definir a los juicios políticos como procesos de crisis
planteó la necesidad de distinguir coyunturas, y permitió
retomar la hipótesis de continuidad (Dobry, 1988) según la
cual son los mismos actores los que intervienen e interac-
túan en coyunturas rutinarias y críticas. Punto de partida
que hizo necesario profundizar en las características de esta
intervención y en la naturaleza de la interacción política.
Las crisis no existen en sí y para sí, sino que son construidas
por los propios actores que intervienen en ellas. El signifi-
cado de la situación es producido, interpretado y negociado,
de modo tal que la definición de una situación como crítica
da lugar a respuestas específicas que no serían introducidas
en condiciones normales. Por lo tanto, se trata de observar

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292 • Gobernadores sin gobierno

el modo en que una situación de crisis política se construye


poco a poco, con la contribución no siempre voluntaria de
los actores involucrados.
Por otra parte, las variables presentes en la literatura
específica sobre juicio político remitían a distintos momen-
tos, que iban desde la elección hasta la destitución de los
primeros mandatarios, e incluían como variable de análi-
sis la sucesión. Estos elementos hicieron necesario dotarse
de una periodización, que permitiese articular en un único
esquema todas las dimensiones, como así también incorpo-
rar la perspectiva de continuidad que ponía el acento en la
actividad táctica de los actores para explicar las transfor-
maciones que habían sufrido los sistemas políticos durante
estos procesos.
El juicio político podía ser definido entonces como
un proceso que tiene una duración y, además, como una
situación de crisis, una situación problemática. La combi-
nación de estos elementos se dio a partir de una matriz
interaccionista sobre el modo de tratar los problemas socia-
les (Blumer, 1971): el esquema debía incorporar distintos
momentos que incluyen la normalidad, la ruptura y la pos-
terior recomposición del orden. El énfasis estaría puesto en
cómo se resuelve, con qué herramientas, un problema al que
se enfrentan los actores en su actividad política.
De este modo, la construcción del problema de esta
investigación derivó en un esquema de análisis que cons-
tó de cuatro momentos sucesivos e interdependientes, que
fueron concebidos como marcos estructurales de interac-
ción política. Es decir, se presentó un ciclo durante el cual
cada juicio político se gestó, emergió y fue canalizado a tra-
vés de un plan de acción que permitió resolver la situación
de conflicto y, finalmente, recomponer el orden.
La presentación de los resultados de esta investigación
se articuló en cuatro partes, coincidentes con esta concep-
ción general del juicio político. El énfasis estuvo puesto en
la manera en que se desarrollaba el juego político provin-
cial durante cada uno de esos momentos, en las jugadas

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Gobernadores sin gobierno • 293

desplegadas por los actores y su encadenamiento. En lo


que sigue, se recapitulan desde una perspectiva general
las dimensiones del análisis desarrollado precedentemen-
te. Para ello se pondrán en diálogo los casos particulares
analizados con otros casos particulares que han sido obje-
to de investigaciones anteriores: de este modo se podrá
poner en perspectiva los distintos casos y los puntos de
vista desde los cuales se han construido las interpretaciones
sobre los mismos.

10.1. Personalización de la política, coaliciones frágiles


y esperanzas de cambio

Como sugiere la literatura, la manera de llegar al gobierno


es una dimensión relevante para la comprensión de este
tipo de fenómenos. Distintos trabajos señalan como varia-
bles pertinentes la trayectoria de los primeros mandatarios,
su popularidad previa, la estructura del sistema de partidos
políticos, el margen de apoyo electoral con el que contaban
y el balance estructural del poder gubernamental. También
se ha prestado atención al rol de los medios de comunica-
ción, las características de la retórica presidencial y el papel
de los gobernadores como actores durante sus campañas.
Estas variables guiaron el análisis del primer momento de
la periodización, que se organizó en cuatro ejes y fue pre-
sentado en los primeros parte dos capítulos.
En primer lugar, se recorrieron las trayectorias y los
perfiles de los gobernadores, a fin de conocer tanto sus
atributos como las relaciones que les permitieron acceder
a las fórmulas electorales (apartado 1.1). Se pudo advertir
que presentan grandes diferencias: en un caso se trataba de
un outsider, sin ninguna experiencia política previa y con un
perfil de empresario exitoso no partidario, mientras que en
el otro se trataba de una figura tradicional de la escena polí-
tica provincial, que presentaba todas las características de

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294 • Gobernadores sin gobierno

los caudillos tradicionales, tanto por su formación y medios


de socialización como por la singularidad de haber fundado
y presidir su propio “partido familiar”. Lo que evidencian
ambos gobernadores, no obstante, son rasgos fuertemente
carismáticos: en los dos casos fue la capacidad de llegada
al electorado lo que los catapultó a las fórmulas, fuera que
se tratara de un período de alejamiento de las estructuras
partidarias tradicionales o de una búsqueda de alternati-
vas a la propuesta neoliberal. En ambos casos se evidenció
que el proceso de desafección incidió para hacer elegibles
a estos individuos.
En segundo lugar, se analizaron los procesos de cons-
trucción de las candidaturas, de producción de la oferta
electoral (apartado 1.2). En este aspecto es posible advertir
que fueron tres tipos de relaciones las que coadyuvaron a la
definición de las fórmulas: 1) los acuerdos entre dirigentes
-tanto provinciales como nacionales-, 2) la opinión pública
mediante los sondeos —y las consultoras que los realizan—,
y 3) el electorado, ya sea por la apelación directa a su vere-
dicto en internas o mediante el recurso a los resultados de
comicios anteriores como criterio de medición de fuerzas.
La presencia de dos partidos provinciales y su peso espe-
cífico fueron elementos estructurales que incidieron fuer-
temente en la definición de ambas candidaturas. En ambos
casos se buscaba derrotar a un oficialismo de larga data,
que tanto dirigentes como profanos diagnosticaban como
agotados. Este clima de época potenció en los dos casos la
construcción de una fórmula capaz de disputar el control
del Ejecutivo, para lo cual se establecieron una serie de
negociaciones y disputas tanto intra como inter partidarios.
En ambos casos se pudo advertir también la relevancia del
propio rol de los candidatos: los dos fueron protagonistas,
ya sea porque buscaran posicionarse en un partido en cri-
sis mediante vinculaciones nacionales y encabezaran elec-
ciones internas enfrentando abiertamente a otros actores

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Gobernadores sin gobierno • 295

como en el primer caso, o porque negaran toda posibilidad


de resignar su lugar en una coalición y condicionaran así la
posibilidad de acuerdos, en el segundo.
Las características y configuraciones analizadas en el
capítulo 1 no son exclusivas de los casos aquí estudiados,
sino que han sido puestas de relieve en el análisis de pro-
cesos análogos que se desarrollaron en otros contextos. El
caso bien conocido de Fernando Collor de Mello suele ser-
vir como paradigma para la interpretación de otros casos. Si
se pone en perspectiva a los casos aquí estudiados, las simi-
litudes más marcadas son con el caso de Jorge Escobar, un
empresario recién llegado a la escena política y fuertemente
imbuido de la perspectiva neoliberal. Se trata también de
apuestas políticas personalizadas, en las que puede decirse
que “el candidato es el mensaje”. A pesar de sus diferencias
de estilo, Alfredo Avelin comparte también este rasgo per-
sonalista, al que se suma el hecho – común con Fernando
Collor de Mello – de venir de un partido pequeño y con
poca experiencia de gobierno. En este sentido, la perso-
nalización de la oferta electoral parece ser el corolario de
una exterioridad con relación al centro del poder político
establecido, sea porque el candidato es nuevo en la escena
política, sea porque su partido ha estado hasta ese momento
excluido del centro del poder político. En este sentido, la
poca experiencia y la carencia de un capital político colecti-
vo (partidario) parecen ser las causas de la relativa debilidad
de las coaliciones políticas que llevaron a los gobernadores
a la primera magistratura provincial, no quizás en el plano
electoral, pero sí en el proceso de gestión y legitimación de
las medidas gubernamentales.
Como se pudo observar en el capítulo dos, los candi-
datos también presentaron un rol activo durante las cam-
pañas, haciendo visibles sus rasgos carismáticos en cada
coyuntura (apartado 2.1). El clima de incertidumbre estu-
vo presente en ambos períodos, y las campañas se fueron
modificando a medida que se desarrollaban, debido a la
incidencia fundamentalmente de los medios de comunica-

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296 • Gobernadores sin gobierno

ción y los sondeos de opinión. Estos elementos, que fueron


marcos de referencia para los propios candidatos y para los
políticos profesionales en general, también fueron salientes
que operaron sobre los electores. Al mismo tiempo la com-
plejidad del circuito de comunicación política implica que,
pese al carácter relativamente artificial de las cifras publica-
das, se las considere en determinadas circunstancias como
una interpretación plausible del humor social de ese actor
relativamente amorfo al que se denomina opinión pública,
la cual impacta tanto sobre los candidatos como sobre los
profanos. Esta dinámica se retroalimenta con la publicación
sucesiva de sondeos. En las campañas analizadas, el accio-
nar de los distintos candidatos y sus equipos se orientaba
de este modo hacia tres tipos de públicos: a) los profanos, b)
los periodistas y c) los demás candidatos. Las apuestas rea-
lizadas en el transcurso de ambas campañas evidenciaron la
importancia de la interacción entre candidatos, quienes se
disputaban -ya sea mediante la enunciación de una plata-
forma política y la firma de un compromiso ético o median-
te la realización de actos en defensa de la educación y el
patrimonio público-, el voto de un electorado que no podía
considerarse cautivo. Fundamentalmente porque, pese a la
relativa autonomía del ámbito provincial, se registraba una
tendencia a la unificación de los procesos locales con la
dinámica de la competencia política nacional, un acompasa-
miento progresivo a sus movimientos. Es decir que, en cada
coyuntura fueron actores de peso, además de los partidos,
candidatos, electores y periodistas, las dirigencias políticas
nacionales oficialistas y opositoras.
¿Qué lecciones pueden extraerse del conjunto de las
experiencias de destitución mediante juicio político en lo
que hace a esta dimensión? En un contexto general que ha
sido caracterizado como de “crisis de los partidos políti-
cos”, las candidaturas de los mandatarios que habrían de ser
depuestos se caracterizan por el personalismo antes seña-
lado y por el haber dado la espalda a las estructuras tradi-
cionales de la política. En un caso, porque el candidato caía

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Gobernadores sin gobierno • 297

como “paracaidista” en partidos tradicionales (Alan García,


Jorge Escobar), en otros casos porque los partidos no eran
más que el séquito de colaboradores del líder (Abdalá Buca-
ram, Albert Zafy, Alfredo Avelin). La llegada de candidatos
que no habían tenido experiencia de gobierno con anterio-
ridad fue una respuesta a la crisis de los partidos y expresó
los primeros signos de la importancia de la “intención de
voto” medida por las encuestas para la determinación de
las candidaturas. En cierto modo, la caída de candidatos
que habían sido amplios triunfadores y que habían llegado
a serlo tras cosechar amplios apoyos en la “opinión públi-
ca”, parece señalar los límites de un modo de construcción
que se realiza de espaldas a las dirigencias partidarias y a
las estructuras establecidas de poder estatal (incluidos los
sindicatos de empleados públicos).
En San Juan, los resultados electorales mostraron que
los gobernadores llegaron al Ejecutivo con márgenes muy
diferentes de apoyo (apartado 2.2). En el primer caso el
triunfo se sostuvo en un 32.6 por ciento del electorado,
siendo un escaso margen el que separó a Jorge Escobar de
sus competidores, mientras que en el segundo caso Alfredo
Avelín superó el 55 por ciento de los votos. La interpre-
tación sobre estos resultados fue lo que permitió terminar
de construir sentido sobre el comportamiento de los elec-
tores. Otorgar un marco de inteligibilidad a lo sucedido
es algo de lo que se encargan los dirigentes. Estos mar-
cos de referencia sirven a ellos, a sus correligionarios y al
público profano. En uno y otro caso se les atribuyó a los
electores la racionalidad suficiente para apostar por una
propuesta novedosa o castigar a unos dirigentes que habían
abusado de sus atribuciones. Lecturas que no podían ser
articuladas sin considerar, efectivamente, que cada elector
es un actor con una racionalidad propia, que se plasma en
el cuarto oscuro y que refleja, aún de modos distorsionados
ó pre-reflexivos, experiencias políticas sedimentadas. Que
hubiera o no una apuesta o respaldo al proyecto nacional,
que se castigase a un oficialismo, que existiera un clima

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298 • Gobernadores sin gobierno

de recambio, no fue en ninguno de los casos un resultado


exclusivo de la dinámica interna de la competencia entre
profesionales. Por el contrario, el recambio electoral fue
la traducción, confusa, opaca e indirecta, de un aprendiza-
je social relativamente consolidado y explícito respecto de
una dirigencia política que se había sostenido en el poder
durante un período relativamente extenso.
Situaciones con un significado análogo se presentan
en algunos casos de líderes que correrían la misma suerte.
El arribo de Abdalá Bucaram a la presidencia del Ecuador
puede ser descrito como la consecuencia de una especie de
voto castigo, ya que de su inicial 25 por ciento en prime-
ra vuelta, pasó a un 54 por ciento con el apoyo negativo
(o voto contra las elites) de las clases medias. Por su par-
te, la llegada de Carlos Andrés Pérez a la presidencia por
segunda ocasión en 1989 estaba precedida por una imagen
casi mítica, debido al resultado favorable de las políticas
implementadas durante su primer mandato en la calidad
de vida de los venezolanos. Carlos Andrés Pérez era visto
como un mito viviente entre los políticos de América Latina
(Pérez Liñán, 2009). Por su parte, Albert Zafy en Mada-
gascar emergía como primer presidente luego de un largo
período no democrático, liderando una coalición opositora
que proponía medidas económicas nacionalistas. Algo simi-
lar a lo que sucedía con Fernando Collor de Mello en Brasil,
quien emergía como el primer presidente elegido directa-
mente por el voto popular en 29 años. Las expectativas de
salida de gobiernos no democráticos, la confianza en líderes
que proponían transformaciones o el veredicto de “castigar”
a los sectores que habían controlado el poder político hasta
poco tiempo atrás son elementos que comparten estos casos
nacionales con los ocurridos en la provincia de San Juan.
La apuesta al recambio luego de situaciones de larga data
(oficialismos, gobiernos militares, una corporación políti-
ca definida como partidocracia) mediante el voto a esos

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Gobernadores sin gobierno • 299

candidatos y el contenido renovador de sus plataformas


electorales precedieron en todos los casos a los procesos de
desilusión o desencanto.
En San Juan, el triunfo electoral de los gobernadores
estuvo acompañado de una reestructuración de la LP. En
ambos casos la traducción de votos en escaños dio como
resultado algún tipo de gobierno dividido. Las interpreta-
ciones sobre la constitución de un nuevo oficialismo sub-
rayaron, en los dos períodos, la relevancia del rol de la
oposición en la LP, más aún cuando ella había constituido
el bloque oficialista durante casi una década. Interpretación
que, al ser compartida por políticos profesionales, periodis-
tas y académicos, operaría como uno de los salientes que
orientarían la futura interacción política.
Las similitudes más marcadas con el tipo de gobierno
dividido de Jorge Escobar las presenta el caso de Raúl Cubas
Grau (Paraguay), que llegó a la presidencia con la unidad
de líneas internas del Partido Colorado, pero cuya fracción
controlaba apenas el 36 por ciento del Congreso. Respecto
de Alfredo Avelín, dos casos nacionales presentan marcadas
similitudes: Albert Zafy (Madagascar) asumió sin mayoría
parlamentaria, ya que lideraba una coalición opositora que
se disgregó rápidamente tras su llegada al poder; por su
parte Abdalá Bucaram (Ecuador) llegó a la presidencia con-
trolando sólo el 23 por ciento del Congreso. En todos estos
casos se verificó que las tensiones internas de partidos o
coaliciones fueron un factor relevante en la posterior suerte
de los primeros mandatarios.

PRIMER MOMENTO

Caso 1: Jorge Escobar Caso 2: Alfredo Avelín

Trayectoria – Outsider. – Trayectoria política


exterior a los circuitos
dominantes.

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300 • Gobernadores sin gobierno

– Recién llegado a un – Fundador y presiden-


partido tradicional. te de un partido fami-
liar.

Construcción de candi- – Enfrentamiento de – Negociación inter-


datura líneas internas. partidaria.

– Realización de elec- – Intervención de diri-


ciones internas. Apoyo gentes de una coalición
del gobierno nacional nacional preexistente.
y del sector dominante
del partido en el plano
nacional.

– Caudales electorales
anteriores y sondeos
de intención de voto
como modos de dirimir
ubicaciones.

Campaña – Revolución conserva- – Cruzada moral.


dora.

– Transferencia del – Invocación de prin-


“éxito empresario” a la cipios éticos contra la
gestión política. corrupción y el abuso
del poder.

– Defensa de la moder- – Crítica moderada del


nización neoliberal. neoliberalismo.

Resultados e interpre- – Escaso margen de – Amplio margen de


tación diferencia con segundo diferencia con el segun-
y tercero (32%). do (55%).

– Triunfo como expre- – Triunfo como voto


sión de apoyo al pro- castigo al oficialismo.
yecto nacional.

Configuración del esce- – Mayoría oficialista. – Coalición oficialista


nario político Dos fuertes bloques de disgregada en peque-
partidos provinciales. ños sub-bloques.
Mayoría justicialista.

– Gobierno dividido. – Gobierno dividido.

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Gobernadores sin gobierno • 301

En este momento de normalidad en el desarrollo del


proceso político, se pudo observar cómo la dinámica de
relaciones al interior del ámbito político se combinaba per-
manentemente con una orientación de la actividad profe-
sional hacia el público profano, estableciéndose una inter-
acción más general e inclusiva de distintos tipos de actores
políticos en distintos niveles de participación. El escena-
rio que se configuró en ambos casos fue de gobiernos que
representaron recambios, los cuales coexistirían con una LP
potencialmente conflictiva. Los dos períodos implicaron la
reestructuración del escenario político, con el reacomoda-
miento de oficialismos de larga data como oposición y el
ascenso de una elite relativamente inexperta. El peso de la
inercia de estructuras anteriores y las expectativas de par-
te de aquellos que operaron como base de apoyo para el
recambio serían dos elementos que se mantendrían presen-
tes (y/o latentes) a lo largo de las futuras administraciones.
Esta configuración de la relación entre gobernantes y
gobernados, entre dirigentes y dirigidos es la que precedió
la gestación del conflicto que desembocaría en la presen-
tación de los pedidos de juicio político. Una configuración
similar al caso de Jorge Escobar podría encontrarse en el
de Ernesto Samper (Colombia) quien sobrevivió a un inten-
to de juicio político. Este presidente se presentaba como
una alternativa a las políticas de su predecesor, y llegó
al gobierno con un escaso margen de ventaja frente a su
adversario: obtuvo el 50 por ciento de los votos en segunda
vuelta. Si bien llegó al gobierno con un bloque parlamen-
tario que representaba más de la mitad del Congreso, esta
cifra escondía el peso de una fracción opositora dentro de
su mismo partido. Otro presidente que sobrevivió un pro-
ceso de enjuiciamiento y que presenta algunas similitudes
con el caso de Alfredo Avelín fue Luis González Macchi
(Paraguay). Este mandatario llegó al gobierno de la mano de
una alianza heterogénea entre partidos, que no se mantuvo
unida una vez resuelta su designación. Es decir que la con-
figuración de la relación entre gobernantes y gobernados

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302 • Gobernadores sin gobierno

con que se abre el marco de interacción que constituyen los


períodos de administración no desemboca unívocamente
en procesos de enjuiciamiento exitosos: es la propia diná-
mica de la interacción política la que deriva en una u otra
forma de resolución de conflictos.

10.2. Aislamiento político, dificultades de gestión y


conflictos sociales

Los períodos de administración de los gobernadores cons-


tituyen el eslabón siguiente del ciclo y representan los
momentos de gestación de los conflictos que desembocaron
en los pedidos de juicio político. Se ha señalado en distin-
tos trabajos la importancia de estos períodos, considerando
al estilo de gobierno de los mandatarios como una de las
variables relevantes en la dinámica de las administraciones.
Esta variable está presente ya sea porque se haga énfasis en
el aislamiento de los gobernadores, en el desconocimiento
de sus redes de apoyo, en su decisionismo, en el enfrenta-
miento con determinadas elites o en su relación con acto-
res externos (nacionales, por ejemplo). Otras variables de
la literatura son: la naturaleza de las decisiones políticas
adoptadas, el escándalo desatado normalmente a partir de
denuncias de corrupción, las movilizaciones o protestas de
sectores de la sociedad civil que ven afectados sus intereses,
el rol de la oposición y/o el apoyo legislativo, el papel de
los medios de comunicación y de la opinión pública, las
divisiones internas en el partido gobernante. Este conjunto
relativamente heterogéneo de elementos fue presentando
cuatro grandes dimensiones en los capítulos tres y cuatro.
En el capítulo tres se describieron en primer lugar
las decisiones tomadas en materia de políticas públicas
durante las administraciones, prestando especial atención
al margen de acción individual de los gobernadores (apar-
tado 3.1). Se pudo advertir allí que, pese a que en ambos

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Gobernadores sin gobierno • 303

casos el recambio político abría una ventana política, las


dinámicas de administración que presentó cada período
fueron contrastantes. En el primer caso esta posibilidad
de cambiar las políticas se tradujo en un carácter fuerte-
mente proactivo: Jorge Escobar impulsó con radicalidad
medidas de corte neoliberal, con un estilo decisionista. En
poco tiempo implementó grandes medidas desde un dis-
curso transformador y una concepción voluntarista de la
acción de gobierno. Por el contrario, la administración de
Alfredo Avelín se caracterizó por la no-decisión. Pese a ello,
el gobernador tomó una definición central que signó su
gestión y le generó enfrentamientos provinciales y nacio-
nales: no recortaría salarios. No obstante, en ambos casos
se trató de un acompañamiento de medidas nacionales, a
definiciones de gobiernos centrales que compartían el color
político de los provinciales, exceptuando la última parte
del gobierno de Alfredo Avelín. El cambio de color polí-
tico nacional pos-2001 y su persistencia en la definición
de no recortar salarios enfrentaron al gobernador con un
presidente justicialista.
En ambos períodos, las decisiones de los gobernadores
fueron tomadas, en cierta medida, de manera aislada. Tanto
Jorge Escobar como Alfredo Avelín mostraron un prota-
gonismo importante, enfrentando ó ignorando a sectores
que habían servido como sus bases de apoyo: ya sea que se
tratara de sectores internos del justicialismo en el primer
caso o de partidos que integraban la coalición oficialista en
el segundo. Por otra parte, la relación con la Nación fue un
factor fundamental para definir el rumbo de ambas admi-
nistraciones, aunque fuera en direcciones y con resultados
opuestos: Jorge Escobar se mostró disciplinado al aplicar
las políticas propuestas mientras Alfredo Avelín las resis-
tió abiertamente.
En otras experiencias de destitución por juicio político
puede advertirse también que el rol de los primeros manda-
tarios fue un factor de relevancia en el futuro de sus admi-
nistraciones. En Brasil, el “Plan Collor” fue un paquete de

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304 • Gobernadores sin gobierno

medidas extremas e intervencionistas para abordar los pro-


blemas heredados de la administración anterior, y expresa-
ba un distanciamiento de la elite tradicional. A este primer
intento, relativamente poco exitoso, le siguió el “Plan Collor
II” que buscaba controlar la inflación, y consistió en una
serie de medidas más ortodoxas en materia económica. En
Venezuela, Carlos Andrés Pérez mostró un carácter decisio-
nista y audaz al inicio de su administración, implementando
inmediatamente un paquete de medidas conocido como “el
gran viraje”. Una serie de reformas tales como desregula-
ciones, ajustes de precios y devaluación fueron el resultado
de esta política. Ambos casos se asemejan al decisionismo
de Jorge Escobar: los presidentes buscaron capitalizar su
carácter de recambio cambiando las políticas. En sentido
contrario, el caso de Abdalá Bucaram en Ecuador se ase-
meja a la no-decisión de Alfredo Avelín, que se combinaba
con un estilo de gobierno muy personalista. Durante los
primeros meses de su gobierno Abdalá Bucaram mostró
un comportamiento poco ortodoxo, llamando a reuniones
inesperadas o tratando asuntos oficiales en su domicilio
particular. Su estilo de gobierno desaforado era reprocha-
do por las elites tradicionales que lo consideraban “terco”
y “poco digno”. Esto se combinaba con el enfrentamiento
público a la oligarquía y la implementación de una serie
de medidas que eran fundamentalmente operaciones publi-
citarias de poca transcendencia. No obstante, no realizó
anuncios en materia de política económica en este período,
lo que desorientaba a la oposición y dejaba expectantes al
conjunto de los actores políticos. Como se puede observar
en todos los casos, los primeros mandatarios imprimieron
un sello personal a sus administraciones y su accionar fue
una variable relevante para el curso futuro de sus gobiernos.
Este margen de libertad, por fuera de los acuerdos relati-
vamente explícitos y las adhesiones más o menos difusas
que los llevaron a ocupar su posición, es un elemento que
requiere ser tomado en consideración para comprender el
destino final de cada uno de ellos.

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Gobernadores sin gobierno • 305

Otra variable relevante son los posicionamientos de


actores propiamente políticos (apartado 3.2). El rol de otros
partidos y la LP, fueron analizados en los casos sanjuaninos,
para corroborar que la oposición no fue en ninguno de ellos
una traba real para la implementación (o no) de políticas
públicas. En 1991-1992 primaba el consenso entre los tres
partidos más importantes y con mayor peso en la LP (CR,
PB y PJ) sobre dos aspectos nodales: la profundización del
proyecto económico nacional y la defensa de las políticas de
Coparticipación Federal y de Promoción Industrial. En un
esquema de relación de fuerzas bastante parejo en cuanto
a cifras electorales y bloques legislativos, los grupos opo-
sitores señalaban la falta de diálogo del gobernador. Pero
las confrontaciones no fueron permanentes, acuerdos tales
como la aprobación del paquete de leyes que posibilitaron
la RE lo evidencian. Por otra parte, en este período se die-
ron roces al interior del oficialismo justicialista ya que el
gobernador desconocía algunas aspiraciones tales como la
disputa por una senaduría y/o designaba outsiders en car-
gos relevantes, desconociendo la estructura partidaria y a
sus referentes más tradicionales. Entre 1999 y 2002 los
ámbitos políticos nacional y provincial sufrieron grandes
cambios, difíciles de resumir. A partir de diciembre de 2001
todos los sectores políticos se aunaron en un Comité de
Crisis que buscó sostener al endeble gobierno provincial,
frente a sectores que exigían la renuncia del gobernador
-como la organización CAI que era respaldada más o menos
abiertamente por la Iglesia-. Pese al progresivo resquebraja-
miento de la coalición gobernante, los enfrentamientos con
ministros y los cambios en el gabinete provincial, producto
fundamentalmente de la intransigencia del gobernador, sus
socios electorales e inclusive la oposición justicialista auna-
ron criterios para desestimar una serie de pedidos de juicio
político. Resultaba complejo argumentar la responsabilidad
de Alfredo Avelín por cargos relativos a una situación de
asfixia financiera que excedía sus definiciones personales.

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306 • Gobernadores sin gobierno

Es difícil plantear que existiera una dinámica de


enfrentamiento creciente en este período, ni siquiera, desde
el PJ. Es decir que si bien en ambos casos el rol de la opo-
sición existió y se desarrolló como tal, en lo que constituye
la dinámica normal de relación entre políticos profesiona-
les que compiten por los apoyos sociales y gestionan con-
juntamente el aparato político-institucional, no se trató de
una confrontación creciente entre partidos y/o dirigentes
sino de una dinámica de cooperación en la que se plasmó
la retórica de oposición constructiva que había formado
parte de las declaraciones de los oficialismos derrotados
luego de los comicios. Pese al carácter relativamente for-
mal de estas declaraciones es importante resaltar que no se
evidenciaron climas de hostilidad crecientes o sostenidos
entre poderes en estos períodos. Aunque se dieron conflic-
tos puntuales, las decisiones más relevantes fueron consen-
suadas en ambos casos por los bloques legislativos oficia-
listas y opositores, que secundaron las políticas adoptadas.
En todo caso, los debates de mayor intensidad se registra-
ron idénticamente al interior de las estructuras que habían
posibilitado el acceso al Ejecutivo a los gobernadores, que
eran cuestionados por sus entornos y socios electorales de
modos más o menos abiertos y/o explícitos. Por tanto, el
papel de la oposición no es central para explicar la génesis
de la crisis política; tampoco la LP es un factor desencade-
nante de la misma. Su importancia habrá de aparecer más
adelante en el desarrollo del proceso, cuando sea necesa-
rio dar curso a los pedidos de juicio político y decidir la
suerte del gobernador.
Esta dinámica de coexistencia relativamente pacífica se
puede constatar en otros casos nacionales, donde la oposi-
ción tuvo un rol activo para respaldar a presidentes jaquea-
dos. En Venezuela, a partir de las medidas económicas, se
inició un ciclo de protestas que atravesó todo el período de
gobierno de Carlos Andrés Pérez. En ese marco se produ-
jeron dos intentos de golpe de Estado que fueron derrota-
dos. La movilización de las Fuerzas Armadas fue condenada

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Gobernadores sin gobierno • 307

desde la oposición, que pese a sus críticas y reservas apunta-


ló al gobierno constitucional. En Filipinas, una vez iniciado
el proceso de enjuiciamiento a Joseph Estrada, el Congreso
se negó a abrir un sobre que contenía evidencia que com-
prometía al presidente, trabando así la investigación sobre
el escándalo que la había originado, aún cuando ello sig-
nificaba enfrentarse a un tercer actor como la Iglesia. Un
gesto que se puede comparar con la definición de la LP de
no acusar a Alfredo Avelín en los tres pedidos previos de
juicio político. Pero esa dinámica no fue análoga en todos
los casos. En Paraguay, el gobierno de Raúl Cubas Grau se
caracterizó por la confrontación permanente, sobre todo
porque la definición principal del presidente una vez que
asumió fue liberar al general golpista Lino Oviedo. Esta
liberación generó crispación tanto en la oposición como en
su propio partido, escalando el enfrentamiento interno a un
nivel de violencia inusitado con el asesinato del vicepresi-
dente, que representaba a otro sector del Partido Colorado.
En Madagascar el presidente Albert Zafy sufrió desde su
asunción un hostigamiento de parte de la oposición en el
parlamento, lugar desde el que se gestó el pedido de enjui-
ciamiento por una serie de violaciones a la Constitución y
abusos de autoridad que los propios legisladores construían
como causales suficientes. Es decir, tanto en un clima de
coexistencia relativamente pacífica como de confrontación
permanente se llegó a remociones de primeros mandata-
rios, lo que permite relativizar el peso del gobierno dividido
como elemento estructural para explicar el curso de los
procesos de crisis y hacer énfasis nuevamente en la dinámi-
ca de la interacción concreta en cada caso.
La movilización de actores no propiamente políticos,
de sectores de la sociedad civil, fue otra de las dimensiones
analizadas en el capítulo cuatro. A partir de la descrip-
ción de las dinámicas generales de la protesta social pudo
advertirse que existieron grandes diferencias entre ambos
casos en cuanto a su intensidad: mientras que la adminis-
tración escobarista se desenvolvía en un clima de tregua, la

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308 • Gobernadores sin gobierno

administración avelinista estuvo signada por un clima per-


manente de confrontación (apartado 4.1). En ambos perío-
dos, no obstante, se replicaban tendencias más generales.
Los dos casos coinciden también en que fueron los sindica-
tos quienes protagonizaron la mayor cantidad de acciones
de protesta, relacionadas centralmente a demandas salaria-
les y laborales. Un elemento contrastante fue el carácter
sectorial, o no, de la movilización en cada período. Mien-
tras que en el primer caso se trató de acciones sectoriales
mayormente protagonizadas por dirigentes sindicales, en el
segundo se registró una multisectorialización del conflic-
to: a los sindicatos de trabajadores estatales y docentes se
plegaron diversos sectores de la sociedad civil, y también
existieron numerosas iniciativas por fuera de las estructuras
sindicales. De la dinámica de la protesta social se desprende
un elemento central: los conflictos con sindicatos estatales
fueron el marco de gestación de los pedidos de juicio polí-
tico, o, en otras palabras, éstos el corolario de una sucesión
de jugadas encadenadas donde intervinieron actores desde
ubicaciones dispares y con estrategias diversas.
La importancia de la movilización de actores no pro-
piamente políticos en el avance de los procesos de enjui-
ciamiento ha sido constatada en reiterados casos. En Bra-
sil, luego de hacerse público el escándalo de corrupción
que involucraba al presidente Fernando Collor de Mello,
miles de manifestantes marcharon pidiendo su renuncia, en
lo que constituyó el proceso de movilización más masivo
desde el pedido de elecciones al terminar la dictadura en
1984. La expresión de descontento se hizo más palpable
cuando el presidente intentó enmarcar el conflicto como
una conspiración, y llamó a los brasileros a marchar en su
apoyo vistiendo los colores de la bandera nacional. A modo
de respuesta, miles marcharon en las principales ciudades
vistiendo ropa negra. En Ecuador, la relativa ortodoxia en
materia de política económica seguida por el gobierno de
Abdalá Bucaram tuvo como respuesta el malestar de los
sectores populares en los que se había apoyado, que salieron

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Gobernadores sin gobierno • 309

a las calles a protestar cada vez más masivamente. La multi-


sectorialización de la movilización se hizo evidente en una
jornada histórica de huelga general, paro cívico y manifes-
tación en Quito. Allí confluyeron sectores medios, movi-
mientos indígenas, sindicatos y quiteños. El punto cúlmine
de la jornada fue la emisión de un mandato para que el
Congreso removiera al presidente. En Filipinas un factor
clave para el avance del proceso de enjuiciamiento fue la
creciente masividad de las manifestaciones convocadas por
la Iglesia, líderes empresarios y sectores de clase media. Un
caso en sentido contrario que ratifica la importancia de la
intervención de sectores de la sociedad civil en el curso
de los juicios es el de Colombia, donde no se registraron
intensas protestas y el presidente Ernesto Samper sobre-
vivió al proceso pese a la gran cantidad de escándalos en
que se vio envuelto y la constatación de actos de corrup-
ción. Finalmente, un caso que evidencia que no es un factor
suficiente para el avance de un juicio político es el de Luis
González Macchi en Paraguay, quien pese a la persistencia
de protestas durante todo su período de administración fue
capaz de sortear dos intentos de enjuiciamiento. Este caso,
como tantos otros de caídas de presidentes latinoamerica-
nos (Fernando De la Rúa en Argentina, Gonzalo Sánchez de
Losada en Bolivia), permite afirmar que las destituciones no
se producen exclusivamente por la conjunción de moviliza-
ción sectorial y/o multisectorial y persistencia de conflictos,
sino que esta variable debe combinarse necesariamente con
aspectos institucionales para llegar a tal desenlace.
Al analizar la dinámica particular de los conflictos
registrados en San Juan (apartado 4.2), en ambos casos se
pudo constatar que fueron in crescendo e involucrando a
terceros actores, más allá del Ejecutivo (como representante
del Estado al que se le planteaban demandas), y los secto-
res movilizados (los sindicatos de trabajadores estatales y
docentes). En el primer caso, se trató de un conflicto entre
ATE y el Ejecutivo que se inició con un reclamo claramente
sectorial, aunque enunciado como parte de una estrategia

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310 • Gobernadores sin gobierno

de resistencia a la implementación de la RE. En su rol de


demandante, ATE apeló a los poderes Legislativo y Judicial,
involucrándolos como mediadores frente a lo que denun-
ciaba como un trato desigual o discriminatorio, y un ataque
a su subsistencia. Los legisladores se hicieron eco de este
pedido, al igual que los jueces, actuando cada uno con su
lógica propia ya fuera para avalar pedidos de diálogo o para
determinar la pertinencia de las denuncias presentadas. La
insuficiencia de tales intervenciones se tradujo en la per-
sistencia de las acciones de protesta desde el sindicato, que
apelaba a la prensa y a la opinión pública para denunciar las
injusticias de la administración escobarista. En el segundo
caso el conflicto con la Mesa Intersindical tuvo distintas
etapas, que fueron desde la negociación a la represión, invo-
lucrando sucesivamente a distintos actores. La propia MI
fue resquebrajándose frente a la presión de sus bases y la
persistencia del atraso en el pago de salarios. El desborde de
sectores de trabajadores y la respuesta represiva por parte
del Ejecutivo a una manifestación fueron puntos de infle-
xión, no obstante, los dirigentes sindicales propendieron
siempre a la negociación. La progresiva multisectorializa-
ción del conflicto se fue concretando debido a la escasez de
recursos financieros, limitación impuesta por el gobierno
nacional y que obturaba toda la vida social de una provin-
cia fuertemente dependiente del empleo público. En ambos
casos la persistencia del conflicto derivó en el recurso, uno
más del repertorio de protesta, a la presentación de un pedi-
do de juicio político. Este elemento, que es central, se rela-
ciona con el diseño institucional de la provincia: según la
Constitución cualquier ciudadano puede iniciar un pedido
y, debido a la Ley que lo reglamenta, esto activa inmediata-
mente el proceso en la LP.
A partir de los casos aquí estudiados, podría plantearse
una hipótesis general: la movilización de actores sociales
con capacidades para desarrollar conflictos duraderos y
alterar el orden político normal es una condición necesaria
para que una situación sea definida como crítica y pueda

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Gobernadores sin gobierno • 311

recurrirse, en última instancia y entre otros remedios posi-


bles, a la destitución por medio de juicio político del titular
del Poder Ejecutivo. Ahora bien, no todos los casos presen-
tan esta configuración: como se señaló anteriormente, hay
casos que tienen por característica una fuerte intervención
de sectores de las elites políticas, intelectuales, sindicales y
mediáticas. Sin embargo, se podría afirmar que existe un
tipo particular de situación destituyente que no tiene en su
origen la conspiración de los sectores dominantes, sino la
movilización de sectores dominados que luchan por no ver
perjudicados sus intereses.

SEGUNDO MOMENTO

Caso 1: Jorge Escobar Caso 2: Alfredo Avelín

Políticas/estilo de – Decisionismo. – No-decisión.


gobierno
– Grandes medidas de – Resistencias tácticas
reforma. a las presiones de ajus-
te.

– Aislamiento del par- – Personalismo, con-


tido de gobierno. frontación y paulatino
aislamiento.

Posición de otros acto- – Acompañamiento – Acompañamiento


res general. general.

– Conflictos al interior – Rupturas en la coali-


del oficialismo. ción oficialista.

Protesta social – Tregua laboral. – Intensa confronta-


ción multisectorial.

– Formatos poco masi- – Formatos masivos.


vos.

– Sindicatos estatales y – Sindicatos docentes


docentes como prota- y estatales como pro-
gonistas. tagonistas.

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312 • Gobernadores sin gobierno

Conflictos persistentes – Sectorial. – Multisectorial.

– Negociación. – Represión.

– Apelación a la LP y la – Apelación a la LP.


justicia provincial.

– Mediaciones insufi- – Mediaciones insufi-


cientes. cientes.

La dinámica de relación entre actores que se describió


permite relativizar el peso del balance estructural del poder
gubernamental como elemento explicativo, y también del
gobierno dividido como fuente de conflictos. Como se ha
señalado, fue la interacción entre distintos tipos de acto-
res la que configuró un escenario de conflicto persistente
en el cual las jugadas siguientes fueron encadenándose de
modos poco previsibles desde las pertenencias partidarias
o la estructura de poder, y mucho más inteligible desde
la puesta en práctica de las racionalidades propias de cada
actor individual ó colectivo que fue modificando, a partir
de sus marcos de referencia y en la propia interacción, sus
tomas de posición. Lo que cierra este segundo momento
son las presentaciones, que comparten un rasgo fundamen-
tal: en ambos casos fueron sectores de la sociedad civil los
que trasladaron al ámbito de los profesionales de la polí-
tica la demanda de resolución de un conflicto persistente,
traducida en términos de una auditoría a los gobernadores.
Lo sectorial de sus presentaciones, la pertinencia de sus
reclamos, quedaban instaladas a partir de allí en el seno de
la relación entre poderes. Dinámica que de todos modos
estaría escrutada permanentemente por todos los actores
que participaban, hasta ese punto, de la interacción que
había configurado ese escenario conflictivo. Pero también
por aquellos que pasivamente participaban del despliegue
de un juego político que ayudaban a co-constituir. Quienes
habían definido en los cuartos oscuros el recambio guber-

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Gobernadores sin gobierno • 313

namental habían apostado colectivamente por un candidato


y su actitud expectante posibilitaba también el desarrollo de
las decisiones y las confrontaciones.
Este balance permite afirmar que no existen factores
aislados que permitan explicar una configuración proclive a
la destitución. Y tampoco existen indicadores objetivos que
permitan definir a una situación de crisis. Antes que una
influencia propia de ciertos factores, se combinan distintos
elementos en un proceso que los selecciona, elabora y com-
bina dando lugar a un complejo escenario definido como
crítico. Esta definición es elaborada por los actores mismos
en el proceso de la interacción, contribuyendo a ello un des-
borde de las movilizaciones sociales sobre las capacidades
de intermediación del sistema político (Habermas, 2005).

10.3. Mayorías destituyentes, resistencia


gubernamental y mecanismos institucionales

El desarrollo del procedimiento de juicio político es el


siguiente momento del ciclo. En esta fase se organiza un
plan de acción oficial para el tratamiento del problema que
emerge con la presentación de los pedidos en la LP. La
enunciación de un conjunto de fundamentos para auditar a
los gobernadores implica una tematización de aspectos de
la interacción política que obliga a los actores a re-definir
la situación, a re-posicionarse, a construir una manera de
justificar su intervención.
Para el análisis puntual de los procedimientos de juicio
político se ha señalado reiteradamente la importancia del
diseño institucional, de sus bases constitucionales y legales
y también de elementos históricos que las enmarcan, como
el papel declinante de las salidas cesaristas -ó, en casos
provinciales, de las intervenciones federales o las renun-
cias forzadas-. Por otra parte se han señalado como varia-
bles relevantes el contenido de las acusaciones contra los

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314 • Gobernadores sin gobierno

mandatarios, si protagonizaron escándalos -sobre todo por


corrupción- y la disponibilidad pública de la información
sobre los cargos (Kada, 2003b). Estos tres aspectos se rela-
cionan con el rol de los medios de comunicación, la opi-
nión pública y la movilización social en cada caso. Se han
considerado también para casos nacionales: el rol de los
presidentes como actores político-institucionales, las divi-
siones partidarias, el papel de las CI, los criterios de los
legisladores durante el proceso y la fortaleza ó debilidad
legislativa del oficialismo. Los capítulos cinco y seis con-
jugan este conjunto de variables, integrándolas en cuatro
grandes dimensiones.
En primer lugar, se analizaron los pedidos de juicio
político para indagar sobre sus fundamentos (apartado 5.1).
Un elemento común de ambas presentaciones es la causal
constitucional en la que se inscribieron: la falta de cum-
plimiento de los deberes de funcionario público por parte
de los gobernadores. Debido a lo ambiguo de esta figura,
resulta crucial el modo en que se argumenta en los escritos.
Considerando que una denuncia se construye apelando a
un criterio de justicia, se buscó describir el modo de dar
razones por las cuales los legisladores debían auditar a los
mandatarios. Otro aspecto común de las denuncias es el
carácter sectorial de sus signatarios y de los cargos ele-
vados: ambos pedidos involucran denuncias que remiten
a la situación de los trabajadores y docentes dependientes
del Estado provincial. En el primer caso ATE denuncia-
ba a Jorge Escobar por alterar prácticas consuetudinarias
en el manejo del Estado provincial y tomar medidas de
reforma que afectaron al sector público, además de tener
una actitud persecutoria hacia el sindicato. En el segundo
caso la MI, acompañada de instituciones civiles, denuncia-
ba a Alfredo Avelín como responsable del incumplimiento
de la función educativa, cuyo origen radicaba en la falta
de pago de salarios a trabajadores docentes y estatales en
general. El evidente carácter sectorial de los cargos eleva-
dos buscó ser contrarrestado mediante sendas estrategias

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Gobernadores sin gobierno • 315

que apuntaban a la universalización de la denuncia. En el


primer caso los dirigentes de ATE inflaron la denuncia con
una presentación posterior en la cual acusaban al goberna-
dor de cometer actos de corrupción. Buscaron generar un
escándalo haciendo pública una filmación que mostraba a
Jorge Escobar utilizando recursos del Estado en beneficio
propio. La idea de resguardo del bien común, marco típico
de la operación de develamiento que representa un escán-
dalo (Boltanski, 2000), se hacía presente fuertemente en este
segundo escrito y una tercera ampliación de denuncia que
lo sucedió. En el segundo caso la búsqueda de colectivi-
zar la causa se combinaba con la necesidad de diferenciar
la denuncia de presentaciones anteriores que habían sido
desestimadas. El sentido de urgencia y los peligros poten-
ciales de una situación que describían como crisis terminal
fueron los elementos que articularon la argumentación, en
la cual se advertía sobre el riesgo de intervención federal
debido a la ineptitud del gobernador para administrar la
provincia. Los pedidos de juicio político hicieron visible la
conexión entre las políticas aplicadas y las expectativas e
intereses de los sectores movilizados: revelaban en ambos
casos una disputa por la manera en que se administraban
los recursos estatales.
En todos los casos se verifica que el enjuiciamiento
de un mandatario se asienta en una serie de enunciados
susceptibles de configurar una causa legítima: la puesta en
marcha de un proceso de auditoría sobre el ejercicio del
gobierno tiene que ser justificada por sus promotores (ante
sí mismos, ante los actores encargados de realizarla y ante
otros públicos diversos y más o menos difusos como la opi-
nión pública). En Venezuela, por ejemplo, el juicio contra
Carlos Andrés Pérez se fundamentó en hechos de corrup-
ción, que habían sido develados en sucesivos escándalos,
que gracias al rol de los medios se convirtieron rápidamente
en asuntos de debate público. El principal cargo presentado
por los legisladores se relacionó con un hecho de desapa-
rición de fondos. El Congreso hizo eje en una denuncia

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316 • Gobernadores sin gobierno

sobre 250 millones de bolívares que habrían sido cambia-


dos a dólar a precio diferencial y dirigidos a la presidencia,
tras lo cual se desconocía su destino. La negativa a dar
información sobre el asunto fue la llave para el inicio y
la continuidad del juicio al presidente. En otra dirección,
el caso de Madagascar se desarrolló fundamentalmente al
interior del Congreso: los legisladores fueron documentan-
do y justificando paulatinamente una serie de cargos desde
la propia asunción de Albert Zafy, en un trabajo que se
sostuvo hasta conseguir un volumen suficiente de pruebas
para enjuiciarlo por una serie de violaciones constitucio-
nales y abusos de autoridad. La evidencia muestra que las
justificaciones pueden provenir de la sociedad civil o de la
propia LP, pero siempre forman parte del proceso. En ese
sentido, los juicios políticos comparten con otras configu-
raciones destituyentes la necesidad de argumentar acerca
de la necesidad y la legitimidad de un cambio de timón.
En segundo lugar, se analizaron los períodos de inves-
tigación iniciados automáticamente ante cada denuncia y
protagonizados por una CI de cinco legisladores (apartado
5.2). En ambos casos estos períodos y el rol de las CI fueron
variables clave en el desarrollo de los procedimientos, pese
a que el lapso y modo de actuación fueron muy distintos.
Durante estos períodos la interacción de los protagonis-
tas y sendos terceros actores derivó en un encadenamien-
to de jugadas que hicieron cada vez más irreversibles las
acusaciones. En el primer caso, la investigación se inició
con un ritmo lento, y estuvo enmarcada por una estrategia
de confrontación pública desde el Ejecutivo (y el justicia-
lismo) hacia ATE y su denuncia, y también por un pedi-
do de diálogo desde los bloques opositores. Fue durante
este período de investigación cuando el escándalo aparece
como elemento, a partir de la nueva denuncia de los sindi-
calistas, para contrarrestar la campaña de desprestigio. La
nueva jugada marcó un punto de inflexión en la actividad
de los investigadores y la situación política en general. El
cambio de actitud de Jorge Escobar hacia la negociación

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Gobernadores sin gobierno • 317

fue radical, e intervino la Iglesia como nuevo tercer actor


para resolver el conflicto. Pese al resultado positivo de la
mediación, los sindicalistas no retiraron la denuncia y la CI
continuó investigando: el nivel de publicidad del escánda-
lo generado, sobre todo por la intervención de los medios
de comunicación, hacía muy difícil volver atrás a aquellos
que lo habían incentivado. Otro elemento que se conju-
gó posteriormente fue la estrategia oficialista de culpar a
la oposición de desestabilizadora, ante la cual la respues-
ta fue una mayor radicalidad en la investigación. Durante
este período la interacción política se fue encadenando para
dar como resultado un escenario de enfrentamientos loca-
les cada vez más radicales y tomas de distancia desde los
dirigentes políticos nacionales. En el segundo caso la mis-
ma CI había actuado frente a tres denuncias previas contra
Alfredo Avelín, lo que implicó que habían producido dictá-
menes y tomado posiciones que condicionaban su accionar
posterior. En este caso se limitaron casi exclusivamente a
reunir pruebas de tipo documental durante un breve perío-
do, que estuvo signado por la continuidad de la protesta,
y por la presión de los dirigentes sindicales sobre distintos
representantes del Poder Legislativo. El agravamiento de
la situación financiera provincial y la profundización de la
confrontación del gobernador con las autoridades naciona-
les fueron dos elementos que se conjugaron para fogonear
la celeridad del proceso, durante el cual el rol de los perio-
distas y medios de comunicación fue una variable de peso.
El acuerdo generalizado sobre la falta de margen de acción
del Ejecutivo se hizo evidente en el corto período investi-
gativo: todos los actores, incluso el gobernador que insistía
en no renunciar, compartían la definición de una urgente
necesidad de rearticular las relaciones políticas, un saliente
que operó sobre la dinámica de la CI y su resultado. Estos
períodos de actuación de las CI evidencian que las sucesivas
jugadas se desplegaron en un clima de incertidumbre: en
ambos casos se puede observar cómo la pérdida de marcos

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318 • Gobernadores sin gobierno

de referencia habituales signó el accionar del conjunto de


los actores, haciendo poco previsible para todos tanto el
encadenamiento de jugadas como su resultado.
En este nivel, es necesario tener en cuenta que las
argumentaciones favorables a una destitución pueden apo-
yarse en justificaciones aceptables y aceptadas, pero sólo
podrán dar lugar a actos institucionales en caso de que
existan mayorías legislativas que impulsen la drástica solu-
ción habilitada por las normas constitucionales. Es aquí que
el juicio político evidencia su carácter democrático: sólo
puede avanzar a partir del acuerdo de una mayoría de los
representantes elegidos por el voto popular. Carácter que se
ve reforzado en situaciones de fuerte movilización social y
conmoción política, ya que los legisladores son condiciona-
dos estructuralmente hacia una mayor receptividad respec-
to de las demandas sociales que expresan las movilizacio-
nes, proclamas, solicitadas y diagnósticos enunciados por
portavoces de distintos sectores sociales. Elementos que
constituyen salientes que retoman para orientar su accio-
nar: para mantener su posición en el escenario político los
legisladores deben ratificar su representatividad, cuyos fun-
damentos descansan en normas más o menos explícitas de
relación con sus votantes, las cuales, a su vez, están inscritas
dóxicamente en su posición y forman parte de su habitus. Es
por ello que este tipo de resolución de situaciones de crisis
actualiza, ratificándolos, la legitimidad de los fundamentos
en que se basa el juego político democrático. Esto se observa
en otros casos de destitución por juicio político, por ejem-
plo, en Filipinas, donde la receptividad de los legisladores
se vio reforzada por la intensidad del movimiento que exi-
gía la remoción del presidente, del que participaban líderes
eclesiásticos, empresariales, sectores de clase media y sin-
dicatos de diversas ramas. Todos estos actores confluían
para demandar a los representantes que avanzaran en una
investigación sobre hechos de corrupción que había sido
desactivada en un acuerdo dentro del Congreso, pero que
fue luego reactivada y retomada en el marco de una escalada

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Gobernadores sin gobierno • 319

de manifestaciones cada vez más masivas y multisectoriales.


En sentido contrario el caso de Colombia muestra cómo
una serie de acusaciones basadas en justificaciones acep-
tadas y aceptables, no prosperaron por no contar con una
mayoría legislativa suficiente para sostenerlas.
Durante la actuación de la CI, la disciplina partidaria, el
manejo de la información del caso y la evaluación personal
de los legisladores fueron variables que se conjugaron para
decantar finalmente en la redacción de los dictámenes que
se elevarían a la SA (apartado 6.1). Estos documentos fueron
redactados individual ó colectivamente tomando en cuen-
ta tanto los cargos como las pruebas recabadas. En ambos
casos se pudo advertir la relevancia de este conjunto de
variables, cuya imbricación se hizo evidente en el resultado
final de la labor de los investigadores: los dictámenes pro-
ducidos, donde plasmaron los criterios de juicio legítimos
que servirían como salientes al conjunto de la SA. Del aná-
lisis de estos documentos destaca, en el primer caso, la per-
tenencia partidaria de los tres escritos, es decir, la relevan-
cia de la disciplina partidaria. Dos de ellos, de los bloques
opositores, aconsejaban acusar al gobernador. El tercero,
del oficialismo, desestimaba punto por punto las denuncias.
Las posiciones públicas de cada partido y las estrategias
discursivas de sus dirigentes se replicaban en los resulta-
dos finales de la CI. En cada escrito se evidenciaba, por un
lado, la ubicación de cada partido en el escenario políti-
co y, correlativamente, un modo particular de justificar su
posición que se orientaba a un público más amplio que los
propios legisladores: los profanos. La mayor radicalidad en
la acusación y la apelación al sentido común como fuente de
legitimidad se condensaron en el dictamen del PB, oficialis-
mo desplazado del gobierno poco antes; la mayor cautela y
búsqueda de argumentos de tipo racional se concentraron
en el escrito de la CR, fuerza provincial que aspiraba al
gobierno y tenía buena relación con el justicialismo nacio-
nal; y el rechazo total de las acusaciones y la apelación a la
legitimidad electoral fueron características del dictamen del

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320 • Gobernadores sin gobierno

PJ, oficialismo que había logrado imponerse por un escaso


margen y defendía su posición dominante recientemente
conseguida. En el segundo caso se puede advertir que el
margen de evaluación personal de los legisladores sobre los
cargos fue una variable relevante, que se combinó con la
disciplina partidaria y la ubicación de los distintos partidos
en el escenario político. De los cuatro escritos tres aconse-
jaban acusar, evidenciándose una coincidencia de casi todo
el arco político. El cuarto dictamen, oficialista, desestimaba
la denuncia en una defensa acérrima del gobernador. La
persistencia de un clima de incertidumbre que difuminaba
los marcos de referencia de los legisladores y el carácter
público de los procedimientos -que eran escrutados por los
sectores movilizados y los medios de comunicación-, son
elementos que permearon todos los escritos. En ellos quedó
plasmada la necesidad de justificar ante profesionales y pro-
fanos la persistencia o cambio de posición de cada miembro
de la CI respecto de los juicios anteriores. Entre los escritos
acusatorios existieron grandes matices: el escrito conjunto
del PB y la UCR, inicialmente parte del oficialismo, bus-
có establecer la exclusiva responsabilidad del gobernador
por la situación provincial. El dictamen del PJ se centró en
justificar su cambio de posición y despejar toda acusación
de conspiración. El texto de Desarrollo y Justicia apelaba
al resguardo del bien común para apuntalar la acusación.
En sentido contrario, el escrito de la CR denunciaba un
acto conspirativo y apelaba a la legitimidad electoral. Estos
dictámenes cristalizaron las posiciones políticas construi-
das durante el período investigativo y enunciaban, además,
los principios de justicia que formaban parte del senti-
do común político de la provincia, recuperándolos para la
construcción del acuerdo necesario para que la acusación
avanzara. El principio de justicia enunciado unánimemente
fue la búsqueda del bien común, una máxima republicana
inscripta en las instituciones del régimen democrático.

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Gobernadores sin gobierno • 321

Como se ha señalado, la SA es el principal filtro para


el progreso del juicio político. Las sesiones especiales de
este organismo representaron, en ambos casos, puntos de
inflexión: en ellas se consolidaron los endebles acuerdos
que se habían articulado en contextos de incertidumbre
para suspender a los gobernadores (apartado 6.2). Tres ele-
mentos que signaron su desarrollo fueron la movilización
de sectores de la sociedad civil, el seguimiento integral de
los medios de comunicación y las estrategias del oficialismo
frente al avance del proceso. Otro elemento compartido fue
la ausencia de debate al interior de la cámara -con escasas
excepciones-, lo que evidencia que la cristalización de posi-
ciones en los dictámenes fue un elemento crucial, y que la
disciplina partidaria operaría a partir de allí como marco
de referencia para el accionar de los legisladores. En 1992
el justicialismo intentó frenar la acusación con distintas
jugadas, pero ninguna de ellas alteró el curso de la sesión y,
ante el retiro de la bancada oficialista en pleno, la votación
se resolvió por unanimidad entre la CR y el PB. Todos los
legisladores replicaban en votos ó ausencias las definiciones
volcadas en sus dictámenes partidarios. En 2002 la vigilia de
sindicalistas frente a la LP era un elemento de presión sobre
los legisladores, presencia a la que se sumaba lo público
de su accionar debido a la transmisión televisiva y radial
íntegra de la sesión. Ambos elementos se conjugaron para
resaltar las posturas personales de quienes se oponían a la
acusación, cuya intervención y búsqueda de debate contras-
taban con la pretensión mayoritaria de resolver rápidamen-
te la acusación. El PB, el PJ, Desarrollo y Justicia y una parte
de la UCR votaron a favor, mientras que otro sector de la
UCR y bloques unipersonales más el oficialismo votaron en
contra. Nuevamente se replicaron las posiciones que habían
hecho públicas los legisladores en momentos previos a la
sesión, aunque en este caso no se reproducían las perte-
nencias partidarias de los dictámenes, sino que existía un
margen de acción personal, y/o partidaria mayor, debido
además a la mayor heterogeneidad de bloques al interior de

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322 • Gobernadores sin gobierno

la LP. Puertas afuera se festejaba abiertamente la suspensión


del gobernador desde los sectores movilizados. El desarro-
llo de ambas sesiones evidencia que una vez iniciadas no
existía margen para negociaciones.
Tanto en la dinámica de la CI como en la de la SA,
se observa la importancia de la dimensión partidaria, pero
sobre todo el principio fundamental de división del siste-
ma político (gobierno/oposición) que explica gran parte de
las acciones que allí se desarrollan (Luhmann, 1993). Aho-
ra bien, si en un primer momento este clivaje explica la
defensa que el oficialismo hace del jefe de gobierno, en un
segundo momento se establece una estrategia corporativa
(del tipo “clase política”) que resigna a uno de sus miembros
(en estos casos, a miembros relativamente recientes o mar-
ginales) para salvar al conjunto. Aquí se vuelve importante
el análisis de la cohesión interna del partido o la coalición
de gobierno. Mirando hacia otras latitudes, el caso de Para-
guay evidencia la importancia de las divisiones internas en
el partido gobernante: Raúl Cubas Grau asumió con mayo-
ría parlamentaria (55 por ciento de las bancas) y la votación
en su contra se resolvió por 49 votos a favor y 24 en contra.
Este resultado sólo fue posible por la división del Partido
Colorado. Por otra parte, el juicio contra Joseph Estrada en
Filipinas muestra el cambio de posición de los legisladores
ante la presión de terceros actores. Allí se pasó de un primer
momento de defensa corporativa desde la mayoría oficia-
lista al presidente a un segundo momento de avance de las
acusaciones y la remoción final del mandatario.

TERCER MOMENTO

Caso 1: Jorge Escobar Caso 2: Alfredo Avelín

Pedido de juicio políti- – Iniciado por actores – Iniciado por actores


co sociales: ATE. sociales: MI y organiza-
ciones civiles.

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Gobernadores sin gobierno • 323

– Apelación a la causal – Apelación a la causal


de falta de cumpli- de falta de cumpli-
miento a los deberes miento a los deberes
de funcionario público. de funcionario público.

– Demanda sectorial – Demanda sectorial


como eje de la denun- como eje de la denun-
cia: retenciones gre- cia: falta de pago de
miales adeudadas. salarios.

Actuación CI – Escándalo como nue- – Continuidad de la


vo eje. protesta.

– Mediación de la Igle- – Celeridad en el pro-


sia para desactivar el ceso.
juicio político.

– Polarización entre – Confrontación cre-


oficialismo y oposición. ciente gobernador-
gobierno nacional.

Dictámenes/criterios – Defensa del oficialis- – Defensa del oficialis-


mo: apelación a la legi- mo: apelación a la legi-
timidad electoral. timidad electoral.

– Acusación de la opo- – Acusación de la opo-


sición: apelación al res- sición: apelación al res-
guardo del bien común. guardo del bien común.

Acusación – Defensa del oficialis- – Defensa del oficialis-


mo: retiro de la banca- mo y bloques menores.
da justicialista.

– Unanimidad de la – Consenso bloques


oposición provincial opositores mayorita-
para acusar. rios para acusar.

En San Juan, la presentación de los pedidos se dio, en


ambos casos, luego de una serie de jugadas conflictivas que
fueron posicionando a los actores en lugares que no eran
simples de revertir sin poner en riesgo su lugar en el juego.
La necesidad de justificar cada toma de posición se relacio-
naba con la propia posibilidad de realizar acciones futuras,
es decir, autojustificarse y, al mismo tiempo, aparecer como

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324 • Gobernadores sin gobierno

actor legítimo ante los demás. Para nadie era posible desco-
nocer lo que se había tematizado: se habían lanzado al espa-
cio público-político una serie de elementos que todos los
participantes debían manejar. Todos los actores tomaban
posición frente a los procedimientos, fuesen legisladores,
gobernadores, sindicalistas, periodistas, gobierno nacional,
Iglesia, jueces, sectores de la sociedad civil o ciudadanos
más o menos bien informados que escrutaban el proce-
so. Los principios de justicia explicitados en estos perío-
dos serían un saliente que orientaría la interacción política
en lo sucesivo. Principios abstractos que eran completados
con argumentos específicos en cada dictamen, los cuales
fueron validados —o al menos no enfáticamente rechaza-
dos — y que permitieron a la LP suspender al gobernador
legítimamente.
Los elementos analizados permiten entender la diná-
mica política e institucional que rodea al desarrollo del jui-
cio político. Ahora bien, esto puede servir para echar luz
sobre una cuestión fundamental: ¿por qué la resolución al
conflicto se dio a través de una destitución por juicio políti-
co, y no por medio de otros mecanismos? En efecto, muchas
crisis pueden atravesarse con cierto equilibrio y resolverse
con una recomposición del poder gubernamental. También
puede suceder que un gobierno débil se prolongue hasta
que los tiempos institucionales resuelvan la situación a tra-
vés de elecciones. Ahora bien, hay soluciones que interrum-
pen el mandato de un gobierno. Algunas de ellas, como los
golpes de Estado en el nivel nacional, son contrarias a las
normas constitucionales (aunque su regularidad durante el
siglo XX en América Latina puede hacer pensar que se tra-
taba de un mecanismo establecido en la cultura política de
nuestros países). Otras soluciones se enmarcan dentro de las
reglas institucionales de la república democrática: la renun-
cia voluntaria, la convocatoria a elecciones anticipadas, la
intervención federal y el juicio político. En este caso, se
trata de respuestas previstas por los procedimientos cons-
titucionales, que aportan soluciones pacíficas y de relativa

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Gobernadores sin gobierno • 325

continuidad a situaciones conflictivas. ¿Por qué razones, en


un determinado momento, una solución se impone sobre
otras posibles? ¿Qué papel desempeña en ello la estrate-
gia de los actores relevantes, léase la intransigencia de un
gobierno sin apoyos o la relativa deslealtad de la oposición
política y social? En el caso sanjuanino, la hipótesis es que
el juicio político es, en primer término, una solución que
preserva la autonomía provincial frente a la intervención
del gobierno central: los actores locales logran así contro-
lar la resolución de la crisis sin resignar facultades. Queda
así descartado el llamado a la intervención federal. Ahora
bien, la renuncia del gobernador es una salida posible: esto
supone que el mandatario es persuadido, por sus asesores,
aliados o adversarios, de que no tiene sentido resistir y que
la situación se ha ido de las manos. Casos frecuentes ha
habido en la historia argentina reciente de gobernadores
renunciantes (Carlos Ruckauf), o incluso de un presidente
(Fernando De la Rua) que ha abandonado su cargo ante
una situación concebida como ingobernable. El llamado a
elecciones anticipadas es una solución menos drástica, una
especie de renuncia postdatada: en cierto modo, la sali-
da del presidente Duhalde del gobierno nacional asumió
este formato (y suele darse con frecuencia en los sistemas
parlamentarios, donde las reglas institucionales prevén este
mecanismo). En los casos aquí estudiados, los gobernadores
rechazaron la salida voluntaria del gobierno y resistieron
los embates de sus adversarios, incluso una vez que el jui-
cio político estaba en curso. Por lo tanto, el juicio políti-
co parece ser la solución adoptada por actores que – en
una situación definida como crítica – quieren poner fin al
gobierno sin resignar poder frente al gobierno central y sin
poder contar con la colaboración voluntaria del mandatario
cuya partida se juzga conveniente. El primer factor opera en
ámbitos subnacionales como San Juan, o en casos en los que
se planteó la misma alternativa: la singularidad del caso san-
juanino parece estar dada por la presencia de fuertes parti-
dos provinciales que tienen en alta estima a la autonomía de

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326 • Gobernadores sin gobierno

su sistema político. En otros casos aparece la combinación


de consenso de la mayoría de los actores políticos y resis-
tencia por parte de un mandatario crecientemente aislado.
Esto parece suficiente a escala nacional, como se verifica en
el caso de Fernando Collor de Mello y Albert Zafy.

10.4. Reversibilidad, recomposiciones contingentes y


reordenamiento político

Las suspensiones marcan un punto de inflexión y dan lugar


al momento final del ciclo de la crisis. En la literatura se
ha prestado atención tanto al modo en que culminan los
juicios como a la sucesión, analizando variables como el rol
de los gobernadores, las características de los sucesores, el
diseño institucional, el rol de la oposición, la intervención
y/o posicionamiento de terceras partes, la continuidad de
los conflictos y el modo en que se cerraron las coyunturas
críticas. Al análisis de este conjunto de variables se dedicron
los capítulos siete y ocho, que articularon cuatro grandes
dimensiones: la reacción de los gobernadores ante la sus-
pensión, la actuación de la SJ y las destituciones efectivas,
las características de los sucesores y el reacomodamiento
del escenario político durante sus períodos de gobierno.
En primer lugar, se analizaron las reacciones de los
gobernadores ante su suspensión elemento que tiene una
importancia central para el proceso de enjuiciamiento ya
que es una de las jugadas que se encadenan para dar sen-
tido a su carrera dentro de la crisis. Como se describió en
el capítulo siete, en los dos casos la posición que asumie-
ron fue no renunciar, aunque con estrategias contrapuestas
(apartado 7.1). Los gobernadores mantuvieron un alto per-
fil, coherente con el que había caracterizado su interven-
ción en el juego político durante los momentos anteriores
del ciclo de crisis, ya sea que iniciaran una estrategia de
resistencia, como en el primer caso, o se replegaran a la

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Gobernadores sin gobierno • 327

vida privada como en el segundo. Las estrategias escogidas


por cada uno avalan la hipótesis de una regresión hacia
el habitus en contextos de incertidumbre: cada goberna-
dor realizó jugadas que formaban parte del universo de lo
posible a partir de sus disposiciones. Jorge Escobar optó
por la resistencia, redactando decretos que desconocían las
definiciones de la LP y recurriendo a la Corte provincial
para que lo amparase. Lo infructuoso de estas jugadas, que
fueron deslegitimadas incluso por la estructura del justicia-
lismo, hacía evidente su carácter de outsider. Pero este era
justamente el capital político con el que contaba y, por ello
mismo, el gobernador suspendido optó por no renunciar
y enfrentar el juicio apelando a dos tipos de actores que
habían apuntalado su candidatura y su llegada al gobierno:
los dirigentes nacionales del justicialismo oficialista y su
base electoral. En el segundo caso, Alfredo Avelín optó por
una estrategia de salida que consistió en la impugnación del
procedimiento, combinada con la reclusión en la vida priva-
da. Coherente con su trayectoria previa, también declaraba
que no renunciaría al cargo, pese a que tampoco haría uso
de la instancia de defensa. La continuidad de las acciones
de protesta y la falta de certeza sobre auxilios financieros
configuraban un escenario de gran fluidez. En ese marco la
suspensión y posterior retiro a la vida privada del gober-
nador lo ubicaron nuevamente en un lugar que le resultaba
familiar: la oposición. Su intervención política se centró en
denunciar el carácter conspirativo del procedimiento. Fiel a
su carácter de político de vocación, no se retiraba ni cerraba
la posibilidad de retorno, aún cuando se habían desarticu-
lado la mayor parte de los apoyos que lo habían catapultado
al Ejecutivo. En ambos juicios las posiciones adoptadas por
los gobernadores impactaron sobre el encadenamiento de
jugadas posteriores: todos los actores percibían que en nin-
gún caso podía descartarse completamente la posibilidad
de retorno. La negativa de los gobernadores a renunciar, la

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328 • Gobernadores sin gobierno

continuidad del juicio y el carácter provisorio de las nuevas


autoridades eran elementos que se combinaban para dotar a
la nueva situación de una elevada cuota de inestabilidad.
En todos los casos de juicio político los mandatarios
reaccionaron dentro de un abanico de respuestas posibles
según la etapa del proceso en que se encontraban y el diseño
institucional en el que se inscribían. Primero debieron
resolver entre las dos grandes opciones ante la acusación
(renunciar o no). La opción de continuar en el cargo impli-
có en algunos casos dotarse de una estrategia de enfren-
tamiento, que generalmente consistió en la denuncia de
golpe, conspiración o maniobra de grupos de interés. Esto
se constata en el caso de Madagascar, donde Albert Zafy
denunció un golpe de Estado constitucional, en Ecuador,
donde Abdalá Bucaram denunció un golpe, en Paraguay,
donde Carlos Andrés Pérez denunció una conspiración y en
Brasil, donde Fernando Collor de Mello denunció un com-
plot, un cuartelazo parlamentario. Otra de las estrategias
posibles fue la negociación, como se constata en los casos
de Ernesto Samper en Colombia y Luis González Macchi
en Ecuador. La evidencia muestra que el despliegue de estas
estrategias de enfrentamiento o negociación puede tener
duraciones muy dispares pero que, en todos los casos, la
reacción individual de los mandatarios dota de un eleva-
do margen de inestabilidad al escenario político. Se puede
afirmar que ese margen de acción individual es un elemen-
to que incide sobre los marcos estructurales, orientando la
interacción hacia un abanico de resultados posibles, a cuya
emergencia coadyuvan las jugadas de otros actores que se
encadenan posteriormente.
En los casos ocurridos en San Juan, todavía era necesa-
rio transitar la etapa final de los procedimientos: la actua-
ción de la SJ (apartado 7.2). En esta etapa formaron parte
de la interacción política, en los dos casos, un conjunto de
actores que incluía a los propios mandatarios, los legislado-
res, dirigentes de partidos nacionales y provinciales, diri-
gentes sindicales, periodistas y medios de comunicación,

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Gobernadores sin gobierno • 329

ciudadanos profanos movilizados por estructuras colecti-


vas o por los sondeos más o menos formales de la opinión
pública. Si bien se ha señalado que el éxito de la acusación
aumenta las posibilidades de destitución efectiva, ésta no se
encuentra prefijada ni resulta automáticamente del avance
del proceso. Por el contrario, otras opciones de resolución
son posibles, entre ellas, revertir el fallo inicial de la SA. El
avance del procedimiento hacía necesario que cada juga-
da fuese legitimada frente a distintos públicos. Como se
pudo advertir en ambos casos, la interacción política duran-
te estos períodos se orientaba hacia afuera: la sociedad
civil, un público amplio y heterogéneo, era la depositaria
de las justificaciones esgrimidas por los distintos actores,
toda vez que la tematización de una serie de elementos
había planteado la necesidad de explicitar los fundamen-
tos de cualquier toma de posición. En el primer caso Jorge
Escobar mantenía una estrategia ofensiva de resistencia,
definiéndose como víctima de una conspiración. Junto a
su entorno más cercano, llamaba al pueblo a movilizar-
se en su apoyo. La realización de manifestaciones y otras
acciones, fue acompañada de declaraciones cotidianas en
los medios tanto del gobernador como de sus colaborado-
res, que apostaban a enfrentar el juicio hasta las últimas
consecuencias. La continuidad justicialista en el Ejecutivo
planteaba un escenario problemático, que fue resuelto por
Jorge Escobar mediante la apelación directa a su electorado,
al pueblo que había apoyado el proyecto nacional al que
representaba. El momento final del juicio evidenció las ten-
siones que atravesaba el justicialismo: sólo dos de sus siete
legisladores se pronunciaron por la inocencia del gober-
nador. La definición de todos legisladores estuvo influida
por la confiabilidad y validez de la información recabada
y la publicidad de los hechos denunciados, por el encade-
namiento de jugadas que tornaba cada vez más irreversible
el resultado, pero contribuyó en gran medida al desenlace
el peso de las estructuras partidarias y, fundamentalmente,
la llegada al poder de una línea distinta del justicialismo.

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330 • Gobernadores sin gobierno

En el segundo caso la SJ actuaba en un clima de urgen-


cia: por una parte se mantenía la movilización de sectores
de trabajadores estatales y docentes, por otra, los recur-
sos financieros eran insuficientes. Escenario que jaqueaba
a la administración interina y quitaba protagonismo a la
LP. Por su parte, el gobernador se negaba a cualquier tipo
de participación, pero tampoco renunciaba. La atención de
todos los actores estaba en otra parte: se debatía sobre las
cifras de la provincia, la preocupación central que se había
instalado era cuánto faltaba, cuándo llegaba, para qué alcan-
zaba. En ese marco, los legisladores apostaban por la pronta
finalización del juicio, por lo que acortaron los plazos, defi-
niendo la destitución por una serie de cargos que distaron
de ser votados unánimemente. En ambos casos el apego a
los procedimientos fue una característica de las sesiones, y
fue un elemento explicitado como rasgo permanente de los
procedimientos en declaraciones mediáticas de las autori-
dades de la SJ y distintos legisladores. Buscaban dotarlos de
legitimidad, despejando toda posibilidad de que recusara su
accionar, tanto por la naturaleza de los cargos que justifi-
caron las destituciones, como por la movilización puertas
afuera o la celeridad de los plazos. El respeto de los pasos
procesales y el apego a las garantías de las partes eran los
aspectos que parecían otorgársela.
Aquí nuevamente aparece la importancia del factor
partidario y del rendimiento de la gestión gubernamental.
Pero no se trata de variables estáticas. La debilidad de la
coalición gobernante, o el bajo nivel de cohesión interna
del partido/coalición de gobierno, es un dato inicial en
los dos procesos que aquí se analizan, las cuales, lejos de
resolverse, se van profundizando con el desarrollo de la
crisis. Los fracasos de las medidas de gobierno, la falta de
apoyos externos y la movilización popular socavan los fun-
damentos mismos del orden en el transcurso del proceso
y permiten entender en contexto las jugadas de los actores
en su etapa final. La no renuncia de los gobernadores es
una jugada individual que niega elementos de la realidad

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Gobernadores sin gobierno • 331

política, pero es también un indicador de la contingencia


inherente a la constitución de las configuraciones sociales.
Esto puede constatarse en la experiencia brasileña, donde
Fernando Collor de Mello se mantuvo en el gobierno des-
pués de ser suspendido, pese a la sugerencia de algunos
de sus ministros de renunciar para evitarle el problema de
un proceso de juicio político al país. De modo similar a lo
que hizo Jorge Escobar, el presidente se negó a renunciar
e intentó distintas defensas, desplegando una estrategia de
resistencia. Primero acudió a la cadena de radio y televisión
y rechazó las actuaciones de la CI, por tratarse de falsas
acusaciones, intrigas y traiciones que significaban un gol-
pe contra su figura. Más tarde presentó como defensa la
“Operación Uruguay”, una estrategia poco exitosa que le
costó caro. Después intentó en vano que se aplazara el jui-
cio y que hubiese voto secreto de los legisladores. Una vez
iniciado el proceso, sostuvo ante el Congreso que toda la
responsabilidad cabía a un ex-colaborador y que él no tenía
conocimiento de nada de lo ocurrido. Finalmente, renun-
ció a último momento alegando que había sido forzado a
hacerlo en vista del complot organizado en su contra. Fer-
nando Collor de Mello renunció para evitar que le fueran
privados sus derechos políticos, pero la pérdida paulatina
de apoyo político que había sufrido se expresó en la vota-
ción del Senado, que además de destituirlo votó privarlo de
derechos políticos por ocho años, e iniciar acciones penales
por delitos de corrupción pasiva y asociación ilícita. Otro
ejemplo similar es el caso de Madagascar, donde Albert Zafy
se negó a renunciar y se defendió de todos los cargos, man-
teniendo una estrategia ofensiva durante todo el proceso,
pese a que finalmente aceptó la decisión de su remoción. En
sentido contrario se desarrolló el caso de Colombia, donde
Ernesto Samper también se negó a renunciar y enfrentó
el proceso. Durante ese período se mantuvo en el cargo y
adoptó una posición de negociación que le permitió sobre-
vivir al juicio político. Resultado que sólo sería posible por
una conjunción del accionar del mandatario, un acuerdo

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332 • Gobernadores sin gobierno

entre políticos profesionales para absolverlo y la acepta-


ción, relativamente pasiva, de esta decisión por parte de
otros actores y sectores. Como se puede advertir tanto en
casos de remoción como de supervivencia, la dinámica de
interacción en escenarios altamente contingentes es un fac-
tor clave para el desenlace de las situaciones de crisis.
En San Juan, la actuación de la LP como mecanismo
de control concluyó con estas sesiones, donde se definió la
destitución de los gobernadores y se dispuso la continui-
dad de los vicegobernadores ahora en carácter de sucesores
definitivos. En el capítulo ocho se constató que las des-
tituciones implicaron discontinuidades y rearticulaciones
de las relaciones políticas, y que los sucesores necesitaron
construir legitimidad de reemplazo durante sus períodos
de gobierno para poder transitar sus gestiones de modo
relativamente exitoso (apartado 8.1). La manera de llegar al
binomio y la trayectoria personal de los vicegobernadores
condicionaban el modo en que se realizaría esta construc-
ción, como así también la relación que sostuvieron con
los gobernadores, con sus entornos y con su base electoral
en cada caso. Ambos sucesores presentaban características
muy distintas. En el primer caso, Juan Carlos Rojas era un
dirigente menor, sin experiencia en cargos públicos, que
había llegado al binomio por ser representante de un sec-
tor tradicional del justicialismo y estar disponible en un
momento clave donde se necesitaba equilibrar la fórmula
de los renovadores. En el segundo caso, Wbaldino Acosta
era un político de dilatada trayectoria que había llegado a la
fórmula gracias a su ubicación en la estructura del PB y su
rol en las negociaciones para la constitución de la Alianza.
No obstante, desempeñaron su papel de modo muy simi-
lar: casi no participaron de las campañas, mantuvieron bajo
perfil durante las administraciones y no se posicionaron
públicamente durante los juicios políticos. Este rol margi-
nal se revirtió con su ascenso al gobierno, que en ambos
casos implicó una discontinuidad, sea porque llegase un
sector distinto del justicialismo u otro partido a controlar

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Gobernadores sin gobierno • 333

el Ejecutivo. Los dos tomaron medidas similares al iniciar


sus gestiones: nombraron nuevos gabinetes, reafirmaron la
relación con las autoridades nacionales y llamaron pública
y abiertamente a todos los sectores a colaborar con ellos.
Buscaban así acumular un cierto capital político que les
permitiera encarar sus respectivas gestiones con una legi-
timidad que no podían extraer ni de la etapa anterior ni
del apoyo electoral.
Esta dinámica se pudo observar en otros casos de
suspensión de primeros mandatarios, como por ejemplo
en Brasil donde asumió transitoriamente el vicepresidente,
Itamar Franco, quien conformó un gobierno provisional
en base al peso de las fuerzas políticas a nivel nacional,
con ministerios en manos de diferentes partidos. Con esta
medida que buscaba generar apoyo a un gobierno interi-
no en un marco de incertidumbre. Un proceso similar se
dio en Venezuela, donde luego de la suspensión de Carlos
Andrés Pérez asumió interinamente Octavio Lepage, titular
de la Cámara Alta. Su período de mandato no era claro y
generó debates que evidenciaron el vacío institucional que
implicaba la remoción del presidente. Menos de 20 días
después asumió Ramón José Velazquez como presidente del
consenso, respaldado por los dos principales partidos y por
el sector empresario. En el mismo sentido, pero con otros
matices, se orientó el gobierno interino de Ecuador. En
un primer momento se vivieron horas de confusión por-
que la vicepresidenta, Rosalía Arteaga, se autodesignó como
legítima sucesora. Poco después y tras la mediación de las
fuerzas armadas, la vicepresidenta aceptó permanecer en
ejercicio del poder dos días y renunciar para que el Con-
greso nombrase presidente interino a Fabián Alarcón. Este,
con el apoyo de la clase política tradicional y el Ejército,
formó un gobierno de coalición y se orientó a mantener el
país por el sendero de la estabilidad democrática hasta la
transferencia del poder, que se daría en el marco de elec-
ciones anticipadas en 1998. Como se puede observar, pese a
las diferentes características institucionales de la sucesión,

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334 • Gobernadores sin gobierno

en todos los casos la apelación al cogobierno aparece como


reaseguro para los mandatarios que son designados como
sucesores luego de un proceso de enjuiciamiento.
En último término se analizaron los períodos de
gobierno de los sucesores, a partir de lo cual se constató
que una destitución puede implicar el cierre del ciclo de
crisis o ser un hito en un proceso de mayor duración, y
que para ello se conjugan una serie de variables (apartado
8.2). Resultan relevantes aquí el rol de los gobernadores
destituidos, de los gobiernos nacionales, las decisiones en
materia de política pública y la interacción con los pro-
fanos. Estos son, en última instancia, quienes mediante su
apoyo electoral permiten que se apuntale, o no, una red
de agradecimientos mutuos, componente fundamental para
que se consolide un determinado orden político. Esta últi-
ma ratio es la que da un carácter democrático, parcial y
variable, a un juego político autonomizado que opera según
sus propias reglas. Este conjunto de indicadores se articuló
para conocer de qué manera se reconfiguró el escenario
político provincial. En el primer caso se trató de un pro-
ceso de mayor duración, donde el rol activo y la estrate-
gia de disputa del gobernador desplazado —y el sector del
justicialismo al que representaba, provincial y nacional —
serían variables fundamentales para la reorganización pau-
latina de las relaciones políticas. Si bien durante dos años
se registró un cambio en la matriz de políticas públicas
y no hubo roces evidentes con las autoridades naciona-
les, la estrategia de disputa por fuera de la estructura del
PJ fue avalada explícitamente por el presidente Menem y
sostenida en el tiempo por Jorge Escobar hasta lograr su
restitución en el cargo y su posterior reelección. Para ello
fue necesario reconstruir su carácter de dirigente políti-
co legítimo, luego de haber sido inhabilitado para la fun-
ción pública y acusado de corrupción. La estrategia fue una
campaña sostenida de victimización, acompañada de una
disputa judicial y política. El eje central pasó por la recupe-
ración de la legitimidad electoral, a partir de una estructura

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Gobernadores sin gobierno • 335

partidaria alternativa al oficialismo justicialista. La apuesta


por recuperar la figura de un candidato carismático, que
enarbolaba la adhesión al proyecto nacional en marcha, fue
convalidada sucesivamente por un electorado que parecía
sostener la expectativa en el cambio de rumbo por el que
había votado en 1991. Lo que permite otorgar un marco
de inteligibilidad es la lectura a mediano plazo y a mayor
escala, a partir de la cual se puede advertir que la llegada
del justicialismo menemista al gobierno provincial expresa-
ba una nueva configuración de las relaciones políticas, un
recambio en los sectores dominantes del ámbito político
difícil de revertir, ya que apostaban a su consolidación tanto
profesionales como profanos. En el segundo caso el ciclo
de crisis se cerró en un período más acotado, que estuvo
atravesado por menores niveles de confrontación pública
y en el cual no hubo disputa desde los sectores desplaza-
dos para reconquistar espacios de poder. La administración
bloquista operó como una bisagra entre gobiernos de dis-
tinto color político, reordenando las finanzas provinciales y
pacificando el escenario de protesta provincial. En paralelo,
se clarificaba el rumbo político nacional: la emergencia de
un nuevo presidente justicialista ratificaba el voto castigo
a una coalición que había defraudado las expectativas de
recambio de amplios sectores del electorado. Poco tiempo
después este fenómeno que se replicaría en la provincia:
el éxito relativo de la administración de Wbaldino Acosta
no fue suficiente para contrarrestar el aprendizaje social
que había implicado en ambas escalas la desilusión con la
Alianza como propuesta de recambio.
Otras experiencias de juicio político evidencian que los
ciclos de crisis pueden tener duraciones muy dispares. En
el caso de Brasil el período de gobierno del sucesor impli-
có una transición: Itamar Franco fue relevado en el cargo
por su ministro de Economía, Fernando Henrique Cardoso,
quien, luego de lograr estabilizar la inflación, ganó las elec-
ciones presidenciales y gobernó por dos períodos consecu-
tivos. En Venezuela, el escenario posterior al enjuiciamiento

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336 • Gobernadores sin gobierno

de Carlos Andrés Pérez mostró una elevada dosis de ines-


tabilidad que no se resolvería rápidamente. Las elecciones
siguientes significaron un duro golpe al bipartidismo, pri-
mando la abstención y la fragmentación. La transición fue
mucho más extensa, y fue recién en los siguientes comicios,
con la llegada al gobierno de Hugo Chávez, cuando se cerra-
ría el período de inestabilidad que se había iniciado con el
caracazo. En Ecuador la transición que significó el gobierno
de Fabián Alarcón y la transferencia del poder al siguiente
presidente electo, Jamil Mahuad, implicaron el cierre de
la coyuntura crítica, pero no la clausura del período de
inestabilidad. Por el contrario, dos años después el nuevo
presidente sería enjuiciado y removido, una práctica que se
volvió crónica y signó la dinámica política de Ecuador en
los años subsiguientes. Como se puede observar, en todos
los casos el cierre de un ciclo de crisis requiere un período
de transición, cuya duración depende de la naturaleza de los
conflictos que le dieron origen y del marco de relaciones en
que se haya desplegado un juicio político.

CUARTO MOMENTO

Caso 1: Jorge Escobar Caso 2: Alfredo Avelín

Reacción gobernador – No renuncia, se victi- – No renuncia, se victi-


miza y busca movilizar miza y se recluye en el
apoyos para revertir la ámbito privado.
situación.

Resolución del proceso – Destitución. – Destitución.

Sucesión – Alternancia dentro – Alternancia dentro


del peronismo, cambio de la Alianza, cambio
de sector. de partido.

Cierre de la crisis – Estrategia de retorno. – Alternancia de par-


Restitución y reelec- tidos.
ción de Jorge Escobar.

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Gobernadores sin gobierno • 337

El modo en que se cerraron ambos ciclos y sus diferen-


tes duraciones permiten afirmar que un proceso de crisis
puede dar lugar a la articulación de una nueva red de rela-
ciones de gobierno o a la recuperación y consolidación de
una pre-existente. Lo contrastante de los casos evidencia
que una posición en el escenario político puede perderse
y reasumirse según cómo se interactúe, con quienes, y con
qué justificativos; elementos que se insertan, además, en
marcos más generales y en una dinámica histórica de las
relaciones políticas.

10.5. Apuntes para un marco general de interpretación


del juicio político

La intención comparativa con que se estructuró este trabajo


y la rearticulación realizada en este capítulo final permi-
ten destacar algunos indicios que pueden orientar futuros
análisis sobre casos de juicio político. Fundamentalmente,
permite constatar la centralidad de algunas variables que
fueron nombradas de modos relativamente heterogéneos
en la literatura y que requieren ser repensadas de mane-
ra sistemática.
En el recorrido realizado fue posible constatar que
todos los análisis sobre la temática involucran referencias
a la orientación hacia afuera del juego político. Variables
como el rol de la opinión pública, la movilización de actores
sociales, el rol de los medios de comunicación, los resulta-
dos electorales, los escándalos, los resultados de sondeos de
opinión, entre otras, fueron retomadas de la literatura para
incorporarlas en un esquema de análisis unitario sobre los
juicios políticos realizados en San Juan. Uno de los proble-
mas fundamentales para articularlas fue constatar que no
tenían una definición explícita, mucho menos unívoca y,
fundamentalmente, que no se abordaban desde una misma

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338 • Gobernadores sin gobierno

concepción teórica acerca de la naturaleza de la interacción


política. Este trabajo buscó resolver ese déficit, mediante la
utilización de elementos de la teoría de la acción.
En todo caso, el análisis muestra que las movilizaciones
sociales y los estados de la opinión pública son un com-
ponente importante de los procesos de crisis, aunque sólo
se transforman en elementos de situaciones destituyentes
cuando la configuración del juego político así lo permite.
Esto requiere articular las influencias externas con los fac-
tores estrictamente políticos, tales como las relaciones de
fuerza electoral y parlamentaria, las características e intere-
ses de los actores políticos involucrados, la pertinencia de
las estrategias desplegadas y la naturaleza de las reglas for-
males e informales que rigen el juego político.
La intención de este breve apartado es destacar la rele-
vancia de este tipo de variables, explicitando que se trata
de aspectos de la relación entre el ámbito relativamente
autónomo que representa el juego político y un espacio de
interacción más amplio y heterogéneo. Es posible afirmar
que son justamente los elementos que hacen a la orientación
hacia afuera del ámbito político los que permiten explicar
tanto el avance de un juicio político como su estancamiento,
fracaso o incluso la reversión de su resultado. Por ende,
resulta necesario prestar especial atención al vínculo entre
ámbitos o niveles de participación.
En otras palabras, se debe contar con una concepción
general, explícita y coherente de la relación Estado-
sociedad civil (y/o gobierno-sociedad civil) para articular
futuros análisis. Numerosos trabajos sobre la noción de
sociedad civil han sido realizados, y el debate sobre su natu-
raleza excede ampliamente la posibilidad de estos apuntes
finales. No obstante, llamar la atención sobre la importan-
cia de retomar y repensar este nudo problemático, es uno
de posibles aportes de esta investigación que puede contri-
buir a la orientación de futuros estudios sobre la temática.
En particular, destacar que el despliegue de la interacción
política en distintos niveles, que no son transparentes ni

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Gobernadores sin gobierno • 339

homogéneos en sus formas, es un elemento nodal para com-


prender cómo un gobernante puede sostenerse o no en una
posición, recuperar un cargo, salir completamente del juego
o continuar en él.

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Conclusión

Una vez llegado este punto, es hora de devolver al juicio


político su naturaleza y carácter general: se trata de una
institución basada en un principio republicano que está
vigente en casi todos los regímenes democráticos represen-
tativos, sobre todo en los presidencialistas. Se basa en el
principio de que no hay gobernante que sea legibus solutus,
es decir, que todo representante político puede ser audita-
do. Accountability que implica que pueden existir motivos
legítimos para interrumpir el ejercicio de un cargo estatal
electivo, motivos que se encuentran plasmados en las cons-
tituciones como causales de juicio político. Es, por lo tanto,
un procedimiento que se establece como reaseguro de la
relación de representación en que se basan los regímenes
democráticos y, por ello, su análisis permite pensar la rela-
ción entre aquellos que ejercen el poder y aquellos que lo
delegan, si se utiliza un léxico estrictamente institucional.
Se podría decir, retomando una premisa básica de la
sociología política desde Weber y Gramsci, que en todo
orden político existen dominantes y dominados, gobernan-
tes y gobernados, dirigentes y dirigidos. La constatación
de este hecho básico implica que toda sociedad se dota de
una manera legítima de sostener esta relación, que descansa
siempre en una probabilidad de obtener obediencia (con-
senso) a mandatos determinados. La utilización, la puesta
en acto, de este mecanismo de control, permite observar
cómo se desarrolla esta relación prácticamente en la demo-
cracia representativa en situaciones donde se interrumpe
su normalidad. Permite observar cómo se relacionan los
gobernantes con los gobernados, y viceversa. La posibilidad
que implica la existencia de este mecanismo de control, ins-
cripta en un ordenamiento jurídico relativamente abstracto,
al ser puesta en acto, permite observar en la práctica cuáles

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342 • Gobernadores sin gobierno

son los criterios que se utilizan y por parte de quienes para


auditar legítimamente a los gobernantes. Su uso permite
abordar entonces una cuestión elemental de toda domina-
ción y toda acción humana: el problema de la autojustifi-
cación. En este punto, la teoría política se encuentra con la
teoría sociológica para dialogar en torno al problema de la
construcción de un orden.
La investigación que aquí concluye se basa en una con-
cepción de la acción social según la cual todos los actores
necesitan definir la situación para poder actuar (Schütz,
2003). Proceso que se da en todas las situaciones, aunque
normalmente se realice de modo fundamentalmente pre-
rreflexivo y en situaciones problemáticas evidencie mayo-
res márgenes de reflexividad. Para definir la situación todos
los actores apelan a marcos de referencia, que forman parte
de su acervo de conocimiento de sentido común. La cons-
trucción de este acervo de conocimiento social resulta de
un proceso continuo donde se sedimentan experiencias de
modo relativamente caótico, constituyéndose un magma de
significaciones que se distribuyen desigualmente y se incor-
poran, en gran medida, acríticamente.
El misterio de la relación social, como señala Elías
(1987), está en que se constituyen entramados que son pro-
ducto de la interacción de muchos actores en función de sus
propios intereses, donde el resultado no puede ser planifi-
cado por nadie pero cuya institución tiene de todos modos
una dirección. Las instituciones de que se dota una sociedad
son resultado de un proceso histórico de sedimentación
de experiencias y luchas, a partir de las cuales se impone
una definición legítima del mundo social. La génesis de las
instituciones, su momento fundacional, implica la crista-
lización, la imposición de una de las alternativas posibles
para organizar la vida social, gestada a partir de las luchas
y los intereses de quienes conforman un grupo humano. La
institucionalización de ciertos principios implica que van a

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Gobernadores sin gobierno • 343

funcionar como puntos de referencia, como principios dóxi-


cos, que permiten orientar la acción de los actores operando
sobre ellos y en ellos, haciéndose cuerpo, habitus.
Desde esta perspectiva, la investigación realizada sobre
la utilización práctica de esta institución política permi-
te afirmar que la ocurrencia de estos fenómenos de juicio
político forma parte de un proceso de institución de la
democracia, o, en otros términos, de democratización. Esta
afirmación implica sostener que las instituciones no pue-
den ser pensadas como construcciones formales desde el
análisis político porque, como se ha señalado previamente,
no son otra cosa que el resultado de la interacción humana
que se encuentra sedimentada y objetivada en ordenamien-
tos jurídicos y políticos; y encarnada en los actores que
cotidianamente las actualizan recreándolas, en el proceso
incesante de institución de un orden que nunca es el mismo
porque se transforma permanentemente durante su reali-
zación. Implica, además, sostener que la interacción en el
marco de unas instituciones particulares tiene, necesaria-
mente, una direccionalidad, que fue inscripta en la géne-
sis de las estructuras que organizan el orden político, en
los principios de visión y de división legítimos del mundo
social que los sostienen y que se despliegan históricamente
en el marco de luchas y cooperaciones que permiten produ-
cir cotidianamente un orden contingente, altamente ines-
table, pero con regularidades manifiestas. La actualización
práctica de los principios democráticos y republicanos que
se encuentran inscriptos en la institución de juicio político
como mecanismo de resolución de conflictos, hace que los
esquemas de relaciones políticas en que se produce su apa-
rición se democraticen. La apelación a este tipo de solución
institucional no es inocua ni para el orden institucional
externo ni para las estructuras mentales de los actores que
interactúan en su seno.
El análisis de las instituciones políticas desde una pers-
pectiva sociológica implica considerar que las institucio-
nes no pueden ser concebidas simplemente como un orden

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344 • Gobernadores sin gobierno

formal. En todo caso, un ordenamiento institucional a par-


tir de preceptos normativos es una objetivación de un pro-
ceso de interacción, que se plasma en determinado momen-
to histórico y a partir de una dinámica de luchas en que
triunfa un sector, imponiéndose una definición legítima
del orden político. Pero un orden político es siempre un
orden moral y, por lo tanto, no puede ser nunca inocuo:
las instituciones existen dos veces, en las cosas y en los
cuerpos, y se transforman permanentemente en la duración
de la vida social.
La imposición de la democracia representativa como
orden político legítimo no es de una vez y para siempre de la
misma manera. En su despliegue temporal los actores, que
incorporan como instrumentos de orientación los princi-
pios de visión y división, de clasificación y de legitimación
del orden político, se transforman y transforman la natu-
raleza de este orden político contingente. La interacción
social en el marco de un ordenamiento constitucional de
tipo racional-legal, que incorpora como principio de legi-
timidad el cumplimiento del mandato popular, el apego a
la norma y la igualdad ante la ley, impacta sobre el modo
en que los actores se orientan en su actividad cotidiana.
El régimen democrático como régimen de gobierno está
atravesado por esta orientación moral, por estos principios
que organizan la interacción, lo que implica que la incor-
poración, el proceso de hacer cuerpo ese orden político,
impacta tanto sobre las estructuras objetivas como sobre
las subjetivas. Las estructuras mentales de unos actores que
se orientan por el principio de igualdad ante la ley y la
responsabilidad de sus representantes puestas en práctica,
como sucede cotidianamente, imprimen una tendencia al
modo en que se organizan las relaciones políticas.
El despliegue temporal de la democracia como régimen
de gobierno implica una transformación permanente de los
modos de practicar la democracia. Que el vínculo represen-
tativo sea pensado con categorías formales es un obstáculo a
la comprensión de estos procesos y desacopla a las ciencias

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Gobernadores sin gobierno • 345

sociales de una tendencia general hacia una mayor reflexivi-


dad en las sociedades contemporáneas. Pensar los procesos
políticos con conceptos ajustados es la única manera de
comprender el modo en que este orden externo, e interno,
se instituye transformándose.
El uso del juicio político debe ser entendido entonces
en el marco de un proceso de democratización, que implica
que la democracia representativa es cada vez más el régi-
men de gobierno legítimo del que se dotan los grupos
humanos en esta etapa del desarrollo histórico de las socie-
dades. Su uso es posible porque se encuentra disponible
como mecanismo para resolver conflictos, y su puesta en
práctica forma parte de una tendencia a la pacificación y
racionalización de los vínculos humanos en el marco de
la modernización. Pero estos mecanismos democráticos,
anclados en principios fundantes del orden político, no
son de una vez y para siempre del mismo modo. El jui-
cio político es un mecanismo democrático, pero decir que
es democrático no es simplemente la constatación de un
carácter formal. Implica que su puesta en acto, en tanto
actualización de unos principios legítimos para organizar
las relaciones políticas, necesariamente impacta sobre las
maneras de concebir la democracia, que son siempre obje-
to de disputa.
El uso práctico de un ordenamiento jurídico como el
juicio político impacta sobre el carácter mismo de la insti-
tución, que se dota de contenido históricamente y se plasma
tanto en el orden político externo como en los principios
de visión y división del mundo de los actores que lo hacen
cuerpo. Los ordenamientos jurídico-políticos no son nunca
formales, son, por el contrario, el molde en que se despliega
cotidianamente la interacción social, que fue su génesis, y
que los actualiza transformándolos. Utilizar el juicio políti-
co hace más democráticas las relaciones políticas, aunque el
contenido de este carácter democrático no puede ser enten-
dido como algo abstracto.

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346 • Gobernadores sin gobierno

Decir que son más democráticas implica sostener que


la democracia no es algo en sí mismo, que es un modo parti-
cular de gobierno que se construye históricamente a partir
de interacciones cooperativas y competitivas que instituyen
modos legítimos de ser democrático. Es en esta interacción
donde se instituye cotidianamente el orden político y a la
dirección que asuma este modo de ser de la democracia es
posible aportar en la medida en que se lo describa adecua-
damente. El uso del juicio político actualiza el debate sobre
la naturaleza de la democracia como régimen de gobierno,
y sobre la naturaleza del vínculo representativo. La socio-
logía política permite comprender la naturaleza de estos
fenómenos, en tanto tiene la capacidad de desnaturalizar y
desencantar desde la descripción empírica aquellos proce-
sos en que los actores, todos los actores, participan intere-
sadamente a partir de su concepción del orden político que
es, por definición, normativa.
Como régimen de gobierno, la democracia implica una
manera de relacionarse de los seres humanos con sus crea-
ciones, de los actores con las instituciones. La objetivación
de las normas es un proceso histórico que no se interrum-
pe con su cristalización en un momento fundante, por el
contrario, los momentos de ruptura evidencian que se las
re-explicita para modificar o tipificar nuevas experiencias
que contribuyan a darles forma.
El análisis de la puesta en acto de los juicios políti-
cos permite observar prácticamente cómo se reexplicitan
o se construyen nuevas formas legítimas de definir en qué
momento qué representantes pueden ser auditados por qué
motivos. Es decir, permite dar cuenta de cómo la defini-
ción institucional deviene en acto, actualizando las maneras
en que los distintos actores justifican, en función de sus
principios de visión y división del mundo, la pertinencia
de interrumpir democráticamente el mandato de un repre-
sentante. En este sentido el análisis de situaciones con-
cretas que representan interrupciones en el flujo cotidiano

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Gobernadores sin gobierno • 347

de interacción rutinario y pre-reflexivo que implica todo


orden político, permite poner el acento en el carácter con-
tingente de la democracia como régimen de gobierno.

Para concluir es necesario decir que el análisis empírico


permite además extraer conclusiones sobre la capacidad
explicativa de las herramientas conceptuales de las ciencias
sociales, las cuales, en tanto interpretaciones de segundo
grado sobre la realidad social, requieren una adecuación
permanente, porque la naturaleza misma de los fenóme-
nos a que se refieren se modifica históricamente. Para que
las categorías teóricas no se conviertan en construcciones
reificadas y dogmáticas resulta necesario repensarlas a la
luz del análisis empírico. Justamente por eso la sociología
histórica de lo político es una poderosa herramienta que
permite comprender en profundidad la naturaleza de los
fenómenos y las instituciones políticas. Pero también por
ello una investigación que se inscriba en esta tradición epis-
temológica debe poder aportar una perspectiva de reflexión
sobre los problemas que presentan los conceptos existentes
para pensar las realidades históricamente situadas.
En esta investigación se partió de concebir como un
insumo básico la teoría de la dominación desarrollada por
Max Weber, que fue un punto de apoyo que permitió des-
plegar y combinar otras herramientas conceptuales. Pero
los resultados permiten una cierta dosis de reflexividad
sobre los propios conceptos sobre los que se organiza, bus-
cando con ello aportar a futuros trabajos tanto una adver-
tencia sobre los problemas que implica su uso, como una
propuesta de reflexión conjunta sobre los mismos.
La reflexión sobre los problemas que presenta la
noción de dominación weberiana se puede centrar, a par-
tir del análisis realizado, mediante una reformulación de
la pregunta por la naturaleza de la actividad de gobierno:
¿cómo se gobierna en regímenes de democracia represen-
tativa?

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348 • Gobernadores sin gobierno

La noción de relaciones de gobierno es una propuesta


desarrollada a partir de este trabajo, en un esfuerzo por
explicitar un problema que persiste en los análisis sobre ins-
tituciones y procesos políticos: la utilización de un esque-
ma dicotómico de la relación entre dirigentes y dirigidos,
que se complementa con una concepción formalista de las
instituciones. Lo que intenta explicitar esta noción es que
la actividad de gobierno es una tarea social, que, para ser
desplegada, requiere de la interacción cotidiana de distin-
tos tipos de actores, con distintos niveles y modalidades de
participación. Es a partir de esta actividad colectiva que se
realiza la dirección de los asuntos públicos, se instituye un
determinado orden político.
Esta noción intenta explicitar las características que
asumen tales relaciones en un determinado régimen de
gobierno, el democrático representativo. Busca llamar la
atención sobre la necesidad de contar con conceptos que
representen descripciones ajustadas de los procesos que se
estudian, es decir, que el análisis empírico permita extraer
conocimiento efectivo que aporte a las interpretaciones que
ya son patrimonio del sentido común de los actores y cien-
tistas sociales.
En particular, es relevante para el análisis del régimen
democrático, en tanto modo de organización de la actividad
de dirección de los asuntos públicos, es decir, como régi-
men de gobierno, contar con una descripción ajustada de
las relaciones en que se asienta. El vínculo representativo
no está determinado de una vez y para siempre, como todos
los vínculos sociales, es producto de un proceso histórico
de transformación.
Implica pensar que la legitimidad no descansa sólo en
la delegación en algunos individuos de ciertos márgenes
de acción diferenciales, sino que resulta de una plurali-
dad de relaciones donde la dominación ya no puede pen-
sarse como ejercida desde un único centro y a partir de
una única fuente de justificación. Quién domina a quién,
cuándo, dónde y a partir de qué principios de justificación,

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Gobernadores sin gobierno • 349

interrogantes básicos de la sociología weberiana, son pre-


guntas que requieren ser repensadas a la luz de la com-
plejización creciente y la diferenciación sectorial que atra-
viesan las sociedades como parte del proceso general de
modernización.
La noción de relaciones de gobierno intenta centrar la
mirada en cómo el vínculo entre representantes y represen-
tados no puede ser pensado ya desde la legitimidad electo-
ral y desde un esquema de delegación abstracta, sino que
en las democracias actuales, tal como se van desplegando,
las instituciones —y los que ocupan puestos de mando —
enfrentan cada vez mayores exigencias de justificación, por
la multiplicación permanente de procesos de explicitación
de los fundamentos en que descansa la legitimidad, que no
tiene una fuente única y es, como todo producto social,
resultado de una disputa.
Este trabajo buscó poner el acento en la necesidad de
repensar la noción de gobierno concibiéndola como una
realización práctica de cualquier grupo humano. La noción
de relaciones de gobierno es una propuesta conceptual que
busca sumar a la descripción de la estructura de relaciones
de dominación que configuran un orden político la dimen-
sión temporal, concibiendo al gobierno como un proceso
práctico, como una realización continua. Esta concepción
del gobierno, en tanto proceso de orientación general de los
asuntos públicos, se sostiene en una perspectiva teórica que
plantea la centralidad de la interacción, la cual se articula a
partir de en una descripción unitaria de la naturaleza de la
acción social y la relación social.
La idea de relaciones de gobierno intenta expresar la
opacidad de las relaciones de dominación por la incerti-
dumbre permanente en la que éstas se despliegan en su
duración. Implica que el gobierno de una sociedad no es
patrimonio de unos dirigentes que imponen unos mandatos
específicos, por el contrario, que el gobierno es un resul-
tado de una interacción compleja donde la posibilidad de
encontrar obediencia, de articular un mandato específico e

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350 • Gobernadores sin gobierno

inclusive de permanecer en los puestos de mando, depen-


den de la construcción cotidiana de relaciones de consen-
so que son cada vez más plurales y descentradas, y que
plantean también, cotidianamente, la necesidad de obtener
reconocimiento.
La capacidad de reflexividad de la democracia repre-
sentativa como régimen de gobierno implica que, en su pro-
ceso histórico de despliegue, se han multiplicado los tests de
representatividad, de lo que resulta que para comprender el
modo en que actúan quienes ocupan posiciones guberna-
mentales, para comprender tanto su acceso como su perma-
nencia y salida de tales posiciones, es necesario insertar su
acción en una red de relaciones opacas, inestables y cada vez
más plurales, de las cuales resulta la dirección que asumen
los asuntos públicos de un grupo humano.

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Anexo

1. Elecciones Provinciales 1983-1999

Tabla 1: Resultados Electorales. Gobernador y vicegobernador. San Juan,


30/10/83

Partidos, Frentes y Alianzas Porcentaje

Bloquista 39,47

Justicialista 29,84

Unión Cívica Radical 21,15

Cruzada Renovadora 5,61

Movimiento de Integración y Desa- 1,97


rrollo

Intransigente 0,70

De Centro 0,34

Socialista Popular 0,21

Demócrata Cristiano 0,19

Movimiento Al Socialismo 0,19

Para la Democracia Social 0,18

Frente de Izquierda Popular 0,12

Alianza Federal 0,03

Fuente: Provinfo.

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352 • Gobernadores sin gobierno

Tabla 2: Resultados Electorales. Gobernador y vicegobernador. San Juan,


06/10/87

Partidos, Frentes y Alianzas Porcentaje

Bloquista 31,10

Unión Cívica Radical 27,90

Justicialista 26,50

Sin Datos 14,50

Fuente: Provinfo.

Tabla 3: Resultados Electorales. Gobernador y vicegobernador. San Juan,


11/08/91

Partidos, Frentes y Alianzas Porcentaje

Frente Justicialista Popular 32,66

Cruzada Renovadora 30,13

Alianza Bloquista 28,13

Unión Cívica Radical 7,42

De Centro 0,92

Convocatoria Popular 0,43

Movimiento Al Socialismo 0,19

Movimiento Popular 0,12

Fuente: Provinfo.

Tabla 4: Resultados Electorales. Gobernador y vicegobernador. San Juan,


14/05/95

Lemas y Sublemas Sublemas Lemas

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Gobernadores sin gobierno • 353

Porcentaje

Alianza Frente Justicialista Popular 47,96

Frente de la Esperanza 43,74

Arriba mi Gente 4,22

Alianza Federal 28,68

Alternativa Federal 18,54

Garantía Federal 10,14

Alianza Cívica 23,19

Cruzada Frente Grande 16,46

Unión Cívica Radical 5,54

Justicia Social 1,19

Del Trabajo y del Pueblo 0,09

Movimiento Socialista De Los Trabajadores 0,09

Fuente: Provinfo.

Tabla 5: Resultados Electorales. Gobernador y vicegobernador. San Juan,


16/05/99

Fórmulas (Partidos, Frentes y Alian- Porcentaje


zas)

Avelín – Acosta (Alianza Por San 55,69


Juan)

Escobar – De Sanctis (Alianza Fren- 42,29


te Justicialista Desarrollo y Esperan-
za)

Caselles – Cantoni (Nueva Alterna- 1,73


tiva Social Y Económica)

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354 • Gobernadores sin gobierno

Aguilar – Naveda (Movimiento Por 0,29


El Socialismo Y El Trabajo)

Fuente: Provinfo.

2. Elecciones Presidenciales 1983-1999

Tabla 6: Resultados Electorales. Electores de presidente y vicepresidente.


San Juan, 30/10/83

Fórmulas (Partidos, Porcentaje Cargos


Frentes o Alianzas)

Alfonsín – Martínez 40,23 7


(Unión Cívica Radical)

Luder – Bittel (Justicia- 30,65 5


lista.)

Bloquista 23,60 4

Cruzada Renovadora 2,25

Frigerio – Salonia 1,20


(Movimiento De Inte-
gración Y Desarrollo)

Alende – Viale (Intran- 0,88


sigente)

De Centro 0,40

Estévez Boero – Rossi 0,25


(Socialista Popular)

Cerro – Ponsati (Demó- 0,20


crata Cristiano)

Zamora – Díaz (Movi- 0,19


miento Al Socialismo)

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Gobernadores sin gobierno • 355

Ramos – Colombo 0,12


(Frente De Izquierda
Popular)

Manrique – Rawson 0,03


(Alianza Federal)

Fuente: Provinfo.

Tabla 7: Resultados Electorales. Electores de presidente y vicepresidente.


San Juan, 14/05/89

Fórmulas (Partidos, Porcentaje Cargos


Frentes o Alianzas)

Menem – Duhalde 46,55 9


(Frente Justicialista
Popular)

Angeloz – Casella 29,32 5


(Unión Cívica Radical)

Alianza Bloquista 10,33 1

Alsogaray – Natale 6,11 1


(Alianza De Centro)

Cruzada Renovadora 4,30

Vicente – Zamora 1,86


(Alianza Izquierda Uni-
da)

Estévez Boero – Bravo 0,63


(Alianza Unidad Socia-
lista)

De Los Jubilados 0,58

Ammann – Méndez 0,32


(Frente Humanista –
Verde)

Fuente: Provinfo.

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356 • Gobernadores sin gobierno

Tabla 8: Resultados electorales. Presidente y vicepresidente. San Juan, 14/


05/95

Fórmulas (Partidos, Frentes O Porcentaje


Alianzas)

Menem – Ruckauf (Alianza Frente 47,57


Justicialista Popular)

Alianza Cruzada Frente Grande 20,29

Bloquista 11,63

Alianza Frente País 10,05

Massaccesi – Hernández (Unión 9,75


Cívica Radical)

Rico – Fernández Pezzano (Movi- 0,33


miento Por La Dignidad Y La Inde-
pendencia)

Zamora – Días (Movimiento Socia- 0,15


lista De Los Trabajadores)

Del Trabajo Y Del Pueblo 0,13

Alianza Movimiento Al Socialismo – 0,04


Frente Obrero Socialista – Trabaja-
dores Socialistas

Tumini – Reyna (Corrientes Patria 0,03


Libre)

Méndez – Ambrosio (Humanista) 0,03

Altamira – Molle (Frente Unidad 0,02


Trabajadora)

Fuente: Provinfo.

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Gobernadores sin gobierno • 357

Tabla 9: Resultados electorales. Presidente y vicepresidente. San Juan, 24/


10/99

Fórmulas (Partidos, Frentes o Alian- Porcentaje


zas)

De La Rúa – Álvarez (Alianza para el 55,10


Trabajo, la Justicia y la Educación)

Duhalde – Ortega (Frente Justicia- 30,04


lista De La Esperanza)

Cavallo – Caro Figueroa (Alianza 13,05


Acción Por La República)

Walsh – Leonardi (Alianza Izquierda 0,50


Unida)

Mussa – Herrera (Alianza Social 0,38


Cristiana)

Méndez – Pompei (Humanista) 0,34

Montes – Hernández (De Los Traba- 0,22


jadores Socialistas)

Altamira – Rieznik (Obrero) 0,21

Reyna – Moccia (Alianza Frente De 0,17


La Resistencia)

Fuente: Provinfo.

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