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Ajuste de cuentas y misterio: la historia

de Jonathan "Pichón" Ramos


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El delincuente de Dock Sud fue asesinado de cinco balazos en pleno día en una plaza
del barrio de Flores. Cobraba un sueldo como jefe de seguridad en La Salada y
afirman que era "millonario" desde su salida de la cárcel en 2008

Crédito foto: Télam

A Jonathan “Pichón” Ramos, de 32 años, lo despidieron con disparos al aire y un


velatorio en que no faltaron ofrendas como cadenas de oro y armas de amigos,
depositadas en su cajón.
Según informa el diario Clarín, el delincuente murió acribillado en la plaza
Misericordia en Flores el pasado 28 de mayo en lo que se presume que fue un ajuste
de cuentas. A las tres de la tarde de ese lunes de mayo, un hombre vestido de traje se le
acercó, le disparó y escapó en un auto gris.

Sobre el hecho hay dos versiones: una que indica que se debió a un asalto a un camión
de electrodomésticos que “Pichón” llevó a cabo hace más de un año. En esa ocasión,
algunos de los compañeros de Ramos quedaron detenidos y lo acusaron de haberlos
entregado.

La otra apunta a una vieja deuda que habría contraído antes de estar preso durante ocho
años por robo y otros delitos contra la propiedad. Salió de la cárcel en 2008.

Desde ese entonces, señalan sus allegados, Ramos se hizo “millonario”. Manejaba
un Volkswagen Vento y una camioneta Hilux y en los últimos cuatro años había
comprado un departamento en Palermo y una casaquinta en Hurlingham.

Sus ingresos venían de distintos robos y asaltos: salideras bancarias, robos a camiones
blindados, entre otros. Cobraba un sueldo como “jefe de seguridad” en el predio de la
feria La Salada, lo que, según se comenta, le permitió retirarse del delito en los últimos
meses.

Pichón suscitaba afectos encontrados: algunos lo amaban y otros lo odiaban. Según


cuentan en el barrio de Dock Sud, los vecinos se sentían seguros, ya que cuando él
estaba no había robos, pero lo denunciaron por los frecuentes tiroteos que había en la
zona.

Los vecinos, además, lo vinculaban con la compraventa de propiedades y la provisión


de seguridad y protección a narcotraficantes que residían en “Las Casitas” y “Las Torres
del Segba”

A lo largo de su vida, “Pichón” se cruzó con barrabravas de distintos equipos,


narcotraficantes y enemigos varios, pero comenta un conocido que “nunca mataba en
sus robos; mataba a sus enemigos de barrio”.

Se cree, además, que estaba arreglado con la policía, ya que, a pesar de allanamientos en
su domicilio, nunca lo habían podido agarrar.

Agregan que vivía armado y que siempre llevaba chaleco antibalas, por lo que no
entienden cómo lo sorprendieron aquella tarde de mayo.

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