Cuba Teológica

Revista del Seminario Evangélico de Teología

Sumario
3 PRESENTACIÓN
Sueño recobrado/ José Aurelio Paz

5 30º ANIVERSARIO DE CUBA TEOLÓGICA

Cuba Teológica, tres décadas de pensamiento y acción educativa/ Orestes Roca Santana

7 EVOCACIÓN Y HOMENAJE
Nueva época Hacia ti, Maestro/ Francisco Marrero
Por una sociedad más humana y justa/ René Castellanos Morente
“La muerte es, sencillamente, un salto”/ René Castellanos Morente
Año 30, no. 1
Enero-abril, 2012 23 SEMANA SANTA 2012
El regreso de los caminantes/ Reinerio Arce Valentín

29 LA BIBLIA EN AMÉRICA LATINA

Reina-Valera Contemporánea: metodología y preguntas frecuentes

33 ARCHIVOS DE TEOLOGÍA
Mujer y teología: una perspectiva latinoamericana/ Ofelia Ortega Suárez

40 MUNDO TEOLÓGICO
Hacia los 500 años de la Reforma protestante, analizan su repercusión
en las iglesias cubanas/ José Aurelio Paz
Discernimiento: la iglesia y la humanidad ante los signos de los tiempos
Fallece el teólogo italiano Giulio Girardi
Celebrado Congreso Internacional de Teología en Puerto Rico

43 ¿QUÉ LEER?
Protestantismo en Cuba. Recuento histórico y perspectivas desde sus orígenes
hasta principios del siglo xix. Carlos R. Molina Rodríguez (compilador)
Para avivar el espíritu. La inquieta palabra del pastor Raúl Suárez.
Elizabet Rodríguez e Idania Trujillo (compilación y selección)
El padre Las Casas y los cubanos. Ana Cairo y Amauri Gutiérrez (selección)
El pensamiento filosófico latinoamericano, del Caribe y “latino” (1300-2000):
historia, corrientes, temas y filósofos. Enrique Dussel, Eduardo Mendieta
y Carmen Bohorquez (editores)

Director: Reinerio Arce Valentín Suscripción anual

Editora General: Beatriz Ferreiro García Cuba 15.00 pesos
Editora: Mayra Beatriz Martínez Díaz América del Norte 15.00 USD
Fotografía: Jesús Martínez (Chuchi) América Latina 10.00 USD
Diseño gráfico: Olmer Buchholz Espinosa Europa 15.00 USD
Resto del mundo 20.00 USD
Consejo Editorial:
Clara L. Ajo Lázaro, Sergio Arce Martínez, Nelson Dávila Rodríguez,
Adolfo Ham Reyes, Pablo Odén Marichal Rodríguez, Francisco Pedidos a:
Marrero Gutiérrez, Daniel Montoya Rosales, Ofelia Ortega Suárez, Seminario Evangélico de Teología
Marianela de la Paz Cot, Orestes Roca Santana. Apartado Portal 1439, Matanzas. 40100, Matanzas, CUBA
Teléfono: (53 45) 290575
Las opiniones expresadas en este número representan las ideas de los autores, C-electrónico: cubateologica@seminario.co.cu
con las que no necesariamente coincide la institución patrocinadora. Website: www.cuba-theological-seminary.com
 Colaboradores

Orestes Roca Santana (Matanzas, 1970)

Pastor de la Primera Iglesia Bautista de Matanzas y profesor de la Cátedra de Ciencias Bíblicas del Seminario
Evangélico de Teología de Matanzas.

Francisco Marrero (Güines, 1951)

Pastor y secretario general de la Iglesia Presbiteriana-Reformada en Cuba. Es profesor de Antiguo Testamento
y decano del Seminario Evangélico de Teología de Matanzas. Edita la revista Heraldo Cristiano, órgano oficial
de la Iglesia Presbiteriana-Reformada en Cuba. Es autor de Laudate Dominun. Recursos para la liturgia del Día
del Señor (2003).

René Castellanos Morente (Cárdenas, 1914–Matanzas, 2012)

Pedagogo, psicólogo y pastor de la Iglesia Presbiteriana-Reformada en Cuba. Enseñó en el colegio presbite-
riano “La Progresiva”, de Cárdenas, y en el Seminario Evangélico de Teología de Matanzas. Es autor de varios

D
cuadernos sobre danza folklórica y de una gran cantidad de ensayos y artículos de contenido teológico, bíblico y
pastoral.

Reinerio Arce Valentín (Nueva Paz, 1950)

Psicólogo, teólogo y presbítero gobernante de la Iglesia Presbiteriana-Reformada en Cuba. Profesor y rector
del Seminario Evangélico de Teología de Matanzas. Es autor de Religión: poesía del mundo venidero. Implicaciones
teológicas en la obra de José Martí (1996) y 40 años de testimonio evangélico en Cuba (2000).

Ofelia Ortega Suárez (Cárdenas, 1936)

Teóloga y pastora de la Iglesia Presbiteriana-Reformada en Cuba. Profesora de la Cátedra de Teología del
Seminario Evangélico de Teología de Matanzas. Actualmente se desempeña como presidente del Consejo Mun-
dial de Iglesias en América Latina y el Caribe.

Didajé
Revista para la formación y el acompañamiento de las iglesias cubanas

2 Cuba Teológica
Sueño recobrado

N
adie más lejos de la teología que John Lennon. Pero sus
canciones eran reservorio de aspiraciones humanas
que, en definitiva, también han de conspirar con todo
pensamiento teológico, interesado, de verdad, en ser humus
para la fe. Decía el beatle que un sueño que sueñas solo es
apenas un sueño; pero un sueño que sueñas con alguien es una
realidad.

Y, precisamente, así ocurre con este renacer de Cuba Teológica,

revista que, por diversas razones explicadas en este número,
interrumpió en un momento determinado su tránsito inte-
lectual. Más que un empeño institucional, este renacer
constituye, por necesidad imponderable, afán y ejercicio
colectivo.

Esta tirada de carácter celebrativo contiene, entre otros insu-

mos, una necesaria semblanza histórica de su razón de ser y
devenir, desde su aparición, en el año 1982, con el propósito
de difundir lo más relevante de la actividad docente e investi-
gadora del Seminario Evangélico de Teología de Matanzas. El
Seminario ha sido su mejor mecenas desde una perspectiva de
compromiso con el Evangelio de Jesucristo y la materialidad
de una fe que ha de verificarse en actos cabales y a través de
un ecumenismo de esencias; y desde el principio martiano
de ser ala sin dejar de ser raíz, como lo fuera el propio maestro
Castellanos, a quien la revista rinde tributo.

Revista del Seminario Evangélico de Teología 3

Reto magno, el de una publicación que pretende pro-
ducir reflexión teológica, cuando el propio carácter de
la cubanía, que, durante siglos, ha servido de sustento
al liderazgo protestante de la Isla, es más dado al actuar
concreto y práctico de su misión. Menos propicio ha
sido al ejercicio intelectual de escribir, con coherencia,
un pensamiento de base bíblico-teológico que pueda
significar sustrato para un compromiso real con la “vida
en abundancia”, anunciada por Jesucristo.
4 Cuba Teológica
Valga, entonces, este afán por recobrar el sueño y com-
partirlo a treinta años de su primer acorde. Deseamos
que Cuba Teológica resulte, nuevamente, una sinfonía
de ámbitos y expresiones plurales de pensamiento, y
participe, también, del concierto de ideas que exige el
nuevo país que soñamos, a partir de una fe confrontada
por el kairós que nos reta.
José Aurelio Paz
Responsable del Departamento
de Comunicaciones del SET
 30º Cuba Teológica,
ANIVERSARIO tres décadas
CUBA
DE
de pensamiento
TEOLÓGICA
y acción educativa
Orestes Roca Santana

C
uba Teológica cumple treinta años, y lo hace iniciando
una nueva etapa. La revista se ha caracterizado como:

[…] una publicación cuatrimestral dedicada a la difusión de

estudios relevantes del Seminario Evangélico de Teología en
los distintos campos de la actividad docente e investigadora.
Sus páginas están abiertas a colaboraciones externas proceden-
tes de diversos ámbitos, en torno a las diferentes áreas de la
teología y sus ramas.1

Cada número ha tenido ese propósito. El primero vio la

luz en el año 1982.
Si bien entre las publicaciones de entidades religiosas
cubanas no es de las más antiguas, hoy ocupa el primer lugar
entre las revistas teológicas que continúan publicándose en
el país. Fue el deseo de sus fundadores que sirviera para la
formación teológica y la reflexión de fe del pueblo cristiano
cubano. Además, pretendía ser un instrumento para redes-
cubrir y estudiar los antecedentes de la teología que se ha
hecho en Cuba.
Como señalara el doctor Sergio Arce en el primer número:
“La teología del Pueblo también tiene en nuestra patria su
historia pequeña, pero, paradójicamente, muy grande”.2
Independientemente de los puntos de vista de sus autores,
el interés principal fue crear una revista que abarcara todos
los campos de la teología y se convirtiera en un medio de
expresión del movimiento ecuménico.
Revista del Seminario Evangélico de Teología 5

Después de las tres primeras entregas, concebi-
das entre 1982 y 1983, se interrumpió su publicación
durante dieciséis años. No se editó más hasta 1999, y,
aunque desde entonces han aparecido uno o dos núme-
ros por año —excepto en 2003 y 2011, cuando se para-
lizó nuevamente su salida—, es necesario aceptar que la
inestabilidad ha sido su talón de Aquiles. Sobre todo, es
lamentable no haber recogido la reflexión teológica de
una etapa de gran importancia para nuestro país y para
el mundo: los años ochenta y noventa. Esta ha sido, a
mi entender, la mayor dificultad de la publicación y es
uno de los desafíos a afrontar en esta nueva época.
Otro de los retos que existen es lograr el estímulo
de la producción escrita: sabemos que contamos en
nuestras iglesias y en nuestro Seminario con potencial
suficiente para la investigación y la reflexión teológica.
Notas
1 Tomado del documento que define el Perfil Editorial de la revista.
2 Sergio Arce: “Teología del pueblo: reto y legado”, en Cuba Teológica, año 1, no. 1, Matanzas, jul.-dic., 1982, p. 2.
3 Ibidem, p. 3.
6 Cuba Teológica
Hay que destacar que la revista ha exhibido una varie-
dad importante de temas y de autores. En estos treinta
años han desfilado por sus páginas textos de numerosos
especialistas: entre otros, René Castellanos Morente,
Pedro Triana Fernández, Francisco Marrero, dentro
de las ciencias bíblicas; Sergio Arce Martínez, Adolfo
Ham Reyes, Ofelia Ortega, Reinerio Arce Valentín,
Ary Fernández Albán y Carlos Camps Cruell, respecto
a las diversas áreas de la teología; Francisco Norniella,
Daniel Montoya e Iván González Tassé, acerca de la
teología pastoral y misionología; Pablo Odén Mari-
chal, Israel Batista, en temas de iglesia y sociedad; y
Raúl Gómez Treto, José Garrido Catalá y Justo L.
González, sobre historia eclesiástica.
Durante varios años dirigió la revista el doctor Sergio
Arce, quien dedicó gran parte de su vida a exaltar el
pensamiento cristiano cubano entre propios y extraños.
Ofelia Ortega Suárez, pastora presbiteriana que rigió el
Seminario entre 1996 y 2004, dio nuevo sentido a los
propósitos iniciales de la publicación. Tras la elección
como rector de Reinerio Arce Valentín, hecho ocurrido
a mediados de 2004, la revista continuó el proceso de
actualización y renovación teológica. Entre sus colabo-
radores más relevantes debe ser mencionado el presbí-
tero Francisco Marrero, quien fungió como editor a lo
largo de una década.
En esta etapa que ahora comenzamos, la revista se
propone ser más plural respecto los temas tratados,
sobre todo a los referidos al entorno teológico y pasto-
ral; pretende crear un ámbito para la reflexión abierta y
profunda que no tema al riesgo ni a la diferencia. En las
propias palabras de su director fundador: “Un espacio
para dar a conocer trabajos y aportes […] que vengan
a clarificar el sentido que puede y debe tener nuestra
pastoral en esta hora de la Patria, del Continente y del
mundo entero”.3
Al celebrar los treinta años de Cuba Teológica es
necesario reconocer el esfuerzo de los fundadores y de
quienes, a pesar de las dificultades, la han mantenido
viva. La revista, dentro de la tradición recibida de sus
iniciadores, debe seguir despertando el interés en una
reflexión teológica contextual, académica y popular, que
ayude a nuestras iglesias a dar razón de su esperanza. CT
 EVOCACIÓN
y Francisco Marrero
HOMENAJE
La iglesia en Cuba y muchas
personas de dentro y fuera
de la Isla, se estremecieron
por el fallecimiento de René
Castellanos Morente, quien
se despidió de la vida física
el pasado 21 de marzo.
Castellanos, figura cimera
del movimiento protestante,
enalteció a lo largo de su
existencia la singular
profesión del magisterio.
Hacia ti, Maestro
E
l pasado 21 de marzo emprendió viaje hacia la morada
eterna que Dios le tenía reservada, el maestro Caste-
llanos.
Figura imprescindible del presbiterianismo cubano, el
doctor Francisco René Castellanos Morente, o simplemente
René, será recordado por su sabiduría y erudición, que con
tanto entusiasmo estuvo siempre dispuesto a compartir.
Fue matancero por nacimiento (Cárdenas, 17-S, 1914) y en
ese territorio vivió la mayor parte de su vida, pero su existencia
y proyección no caben en los límites de un regionalismo estre-
cho. Él alcanzó una dimensión mayor: la de cubano.
En sus casi noventa y ocho años de fructífera vida (21-M,
2012), Castellanos se destacó como pastor, pedagogo, bailarín,
consejero, poeta, animador de jóvenes y hombre de oración
y buen humor. De ahí que su figura fuera un imán capaz de
atraer hasta los más indiferentes. ¡¿Cuántas veces cautivó nues-
tra atención con sus conocimientos de astronomía o cuando
nos enseñaba a escuchar con inteligencia una obra sinfónica?!
¡¿Cuántas veces estimuló nuestra sensibilidad al declamar los
versos de Dante, de Virgilio o de Gabriela Mistral?!
A través de él recibimos las primicias de algunos temas
que, en círculos cristianos tradicionales, eran considerados
satánicos o escandalosos. Él se atrevió, con un gran coraje,
a iniciarnos desprejuiciadamente en el conocimiento de los
cultos afrocubanos, a indagar en los misterios de la para-
psicología, a abordar abiertamente la sexualidad humana
Revista del Seminario Evangélico de Teología 7
—cuando nadie se atrevía a hablar de eso en la Iglesia—.
Nos despertó el gusto por la danza, y nos preparó para
reconocer su valor sagrado e incorporarla en la adoración.
Los que tuvimos el privilegio de asistir a sus clases
conocimos de un nuevo saber: la técnica del análisis
estructural, que con tanto celo aplicó al estudio de los
textos bíblicos, rompiendo la hegemonía casi absoluta
que, en ciertos círculos reconocidos como liberales,
entonces tenían los métodos histórico-críticos. Con
él saltamos hacia las complejidades de las gramáticas
hebrea, griega y latina, que tanto nos han ayudado para
descubrir un mundo insospechado de significados y a
degustar con un nuevo sabor el texto bíblico.
Al Maestro le recordaremos en cada una de sus insis-
tentes convicciones, que en sus últimos años repetía
una y otra vez hasta el cansancio. Todavía resuenan en
nuestros oídos sus machaconas palabras afirmando que
“estamos en el siglo de las energías sutiles... en la era
de la síntesis, donde ninguna ciencia podrá decirle a la
otra 'no te necesito'...” ¡Tampoco podemos olvidar su
obstinado hincapié en que “el mundo pertenece a los
intercesores”!
Hombre de profunda y auténtica oración, su vida
espiritual era una simbiosis en la que convergieron tres
fuentes básicas: la Biblia, la herencia reformada y la
espiritualidad franciscana. A esta última llegó como
miembro de la Fraternidad Ecuménica Franciscana en
Cuba, donde alcanzó el cargo de consejero espiritual.
Para no perder la dimensión humana del Maestro,
recurro a sus propias palabras, que nos ayudarán mejor
a lograr el balance de esta semblanza. El mismo Caste-
llanos, en una entrevista realizada en 1999, dijo:
¿Yo santo?, porque no me conocen a fondo. ¡Si me cono-
cieran! Yo soy una gran persona, y tengo mucho que
ofrecer... Los cristianos usamos la palabra “santo” como
[sinónimo de] creyente, pero a mí no me gusta que me
apliquen ese término, porque muchas veces ser santo, o
ser bueno, es ser un blandengue, y yo no soy así. ¡Qué va!1
De este hombre extraordinario se podría estar
hablando mucho. Su vida rica e intensa resulta ina-
barcable para quien atrevidamente pretenda reseñarla.
Otros que le conocieron lo describen desde su propia
experiencia y a esos testimonios recientes dedicamos, a
continuación, un espacio.
Abril, 2012.
8 Cuba Teológica
Testimonios post mortem:
Tuve la oportunidad y la suerte de compartir con el
maestro Castellanos cuando Reinerio estudiaba en
el Seminario. Naturalmente también en muchas otras
ocasiones antes y después, pero durante esos años en el
SET, la relación fue mucho más cercana. Casi a diario
comíamos todos juntos en el comedor del Seminario
y era realmente un placer escuchar al maestro con su
sabiduría popular y su cálida y amistosa sonrisa. Asistí
igualmente a algunas de sus clases y pude estar cerca
de él durante los ágapes que se celebraban y disfrutar
al verlo bailar.
Es cierto: su despedida es una pérdida irrecuperable,
pero todos sabemos que él siempre fue una persona
con mucha energía que necesitaba seguir en su pere-
grinaje y eso ha hecho: “ustedes saben el camino que
lleva a donde yo voy”, decía, y ahora continúa andando
en busca de una nueva vida.
Francis Figueroa
Lo recordamos con mucho amor, respeto, admiración.
Fue nuestro Buen Pastor, sicólogo, consejero, buen
hermano, buen comunicador.
Recordamos sus días en el CANIP: su adaptación al
mismo, sus danzas folklóricas, su manera de observar
la naturaleza...
Xiomara Arenas Lorenzo
Llegué a conocerlo cuando estuve por allá dando mi
curso intensivo. Y es más: vino a mis clases, lo cual me
honró mucho. Ahora descansa de sus obras.
Mercedes García Bachmann
Buenos Aires, Argentina
Damos gracias a Dios por conceder a su Iglesia hom-
bres como él. Recordaremos siempre los momentos
vividos en su compañía y también sus enseñanzas en su
multifacética tarea docente; extrañaremos su presencia
física, pero sus obras quedan entre nosotros.
Pbro. Abner López Pérez
Director general, Sociedad Bíblica de México
Sus fecundos años entre nosotros, acá en el CIEETS,
en Nicaragua, en las iglesias, nos mantuvieron unidos a
él aún en la distancia.
Seguimos leyendo sus escritos, disfrutando sus poe-
mas, recordando sus livianos movimientos de la danza,
tanta sabiduría compartida en momentos de crisis,
como su acompañamiento durante el huracán Juana,
que azotó Nicaragua en los años noventa.
Blanca Cortez Robles
Decana FEET, Nicaragua
Su muerte es una pérdida irreparable no solo para el
SET, sino también para el mundo ecuménico. En el
horizonte de la eternidad, queda como ejemplo su
forma abierta de pensar y su forma de vida sencilla,
casi monástica.
Harald Malschitzky
São Leopoldo, Brasil
Un paladín de la fe. Un ángel de Dios. Su danza, su arpa
y su cayado nos acompañarán siempre.
Manuel Morales Mustelier
Iglesia Bautista Managua, Nicaragua
Lo recordamos siempre como un joven de Espíritu;
un hombre capaz de mostrar lo que es vivir resucitado
antes de la muerte.
Pablo y Nelly van der Harst-Noorland
Amersfoort, Holanda
En La Progresiva tuve el privilegio de compartir con
este gran maestro muchos ratos de confraternidad y
alegría, que jamás podré borrar de mi mente. Además
de un magnífico profesor, fue para mí un gran amigo,
un gran consejero y hoy, además, lo recuerdo como un
querido y excelente compañero de mi hermano Isaac,
quien mucho siempre lo admiró.
Daniel Jorge Oropesa
René, poeta, sicólogo y maestro, bailarín eterno e incan-
sable, pasaste por nuestras vidas y te quedaste en ella para
siempre; la imagen de tu presencia en las salas de clases,
conduciendo las noches de danza, tu mirada franca, tu
sonrisa sincera, las llevaremos como una bandera de
amor en nuestros corazones y en el corazón de todos
los que tuvimos algún día la oportunidad de conocerte...
Greta Montoya Ortega
Me imagino que los ángeles estarán muy contentos con
su llegada, porque el Maestro les va enseñar a bailar varios
ritmos latinoamericanos. Descansa en Paz, Maestro.
Rev. Nilton Giese
Secretario General CLAI
Desde hace una década, el maestro Castellanos ha
tenido una influencia en la vida de la Facultad y los
estudiantes de la Escuela de Teología de Montreal.
Su pasión y genio cautivaron nuestra imaginación, así
como el calor de su energía logró trasmitirnos el ritmo
de su cultura en nuestros fríos cuerpos canadienses.
Phillip L. Joudrey
Director The United Theological College Montreal,
Canada
No recuerdo al Maestro en los grandes cargos de la
obra presbiteriana. Sin embargo, ¿en cuáles de ellos no
estuvo presente su pedagogía de combinar sabiduría
con humildad?
Pbro. Abel Mirabal Padilla
Moderador Presbiterio de La Habana
A comienzos de junio del año pasado, regresé a Cuba.
Estuve en Matanzas... y ¡cómo me alegró reencon-
trarlo! Siempre atento, con la mirada clara; el paso
lento, pero firme; su voz pausada y tranquila. Entre
los compromisos de esos días tuve la presentación de
mis libros. Hablé de la espiritualidad de los monjes
de Egipto y de Benito de Nursia. Hablé del legado de
estos para el liderazgo cristiano. En la presentación,
para mi sorpresa, estuvo Castellanos. Su sola presen-
cia en ese acto fue uno de los mejores regalos de esos
días. En medio de mi exposición, pidió la palabra
y me preguntó, entre sugerencia y reclamo, por qué
no había escrito también un capítulo sobre su admi-
rado Francisco de Asís —él se me presentó en una
ocasión como presbiteriano-franciscano—. ¿Qué le
podía responder? Se me ocurrió presentarle disculpas
y prometerle que algún día debía estudiar mejor al
Revista del Seminario Evangélico de Teología 9
“pobrecillo de Asís” y reflexionar acerca de sus aportes formando el espacio en que se movía en bendición para
para el tema. todas y todos. Dios le permitió vivir una vida de gracia
Harold Segura y de dedicación amorosa a nuestra Iglesia y a la socie-
Director Regional de Relac. Eclesiásticas e Identidad dad cubana.
Cristiana-Visión Mundial PP. Ofelia Ortega Suárez

Hay personas que dejan una marca en la historia y

también en la vida de quienes le conocieron. Nuestro Recuerdo una vez en que nos encontramos en la Sec-
querido “Maestro” Castellanos es una de esas personas. ción de Intereses de los Estados Unidos cuando estaba
Siempre estarán presentes sus consejos, su sonrisa, su estudiando árabe. Le dije: —Maestro, a esta edad usted
dinamismo, su consuelo en los momentos oportunos; se está complicando con otro idioma. Y con su acos-
su manera sabia de resolver cualquier situación, su sin-
tumbrado sentido del humor me dijo: —Hay que estar
gular carisma. Las congregaciones de Sagua, Encruci- preparados para todo. ¿Sabes tú si al entrar al Reino de
jada y Camajuaní son unánimes en el recuerdo de amor Dios nos hablan en árabe? Creo que él habló la lengua
que dejó entre tantos que lo conocieron. más importante, que es la lengua universal del Reino de
PP. Marielys Díaz Aragón Dios: la del amor; y hoy está gozando de la plenitud de la
vida que el Cristo resucitado nos ofrece a todos y todas.
El Maestro no solamente perteneció a nosotros y noso- Ramón A. González Longoria
tras en la Iglesia, sino también a su patria que amó Iglesia de Los Amigos
tanto. Seguramente van a tener un vacío de presencia,
pero creo que su influencia, como una presencia, va a Deja entrañable marca en la vida del Seminario y de la
quedarse mucho tiempo con ustedes. Él ha tocado a Iglesia en Cuba y en el mundo, y en tantas vidas que
todos y todas nosotros de una manera muy especial. tocó con su alegría, fe y cariño.
Julia Ann Moffet María Arroyo
PCUSA PCUSA-Louisville, Ky

El Maestro, que no se sintió santo, es el santo de Recuerdo cuando visité al SET, en mayo del año
muchos de nosotros; no al que le rezaremos para pedir pasado, y tuve la oportunidad de conocer al doctor Cas-
milagros, sino al que evocaremos sintiendo su ausencia tellanos. Conversé con él brevemente y me impresionó
y buscando inspiración para seguir. mucho su sabiduría y su compromiso con la formación
Rev. Raquel Suárez Rodés teológica ecuménica. Oramos por que la iglesia cubana
Iglesia Bautista Ebenezer siga produciendo maestros de su estatura, fidelidad y
compromiso, para continuar construyendo el reinado
Yo he sido, como tantos, una afortunada alumna del de Dios en su querida patria.
más erudito y paradójicamente humilde hombre que Rev. Dr. Olav Fykse Tveit
he conocido... Segura estoy de que allí, en el sitio donde Secretario General CMI
está brillando, con su sonrisa cómplice de eterna juven-
tud, estará, bailando al compás del Señor de la Danza. Estoy muy triste de pensar en un mundo sin el Maes-
María del Carmen Mata tro, quien me tocó como a tantas otras personas; pero
creo que corrió la buena pista en su vida y que ahora
Su vida fue una inspiración para todos. Como él decía, disfruta de la alegría del Señor.
“Yo no soy un santo”, pero se vistió de santidad, trans- Rev. Jo Ella Holman
PCUSA

Nota
1 En: Yo no soy un santo, documental, guión y dirección
Lizette Vila, producido por el Centro Memorial Dr.
Martin Luther King, Jr., La Habana, 1999.

10 Cuba Teológica
EVOCACIÓN Por una sociedad
y más humana
HOMENAJE y justa1
René Castellanos Morente

I
Texto bíblico: 2 Timoteo 1,6-8
Texto auxiliar: Marcos 10,35-45

Introducción
Estamos celebrando este encuentro continental mientras
nos hallamos inmersos en una crisis que abarca muchos
pueblos. Una crisis reclama siempre una opción. Y el tema
general de este encuentro es, precisamente, “La iglesia ante
la opción de una sociedad más humana y justa”.1
Hace pocos meses, en la reunión de la Comisión de Estudios de
la Historia de la Iglesia en Latinoamérica en Cuba (CEHILA-
Cuba), el italiano Giulio Girardi, al referirse a la crisis del socia-
lismo en el momento actual, nos decía: “Ante el Tercer Mundo,
Cuba tiene la responsabilidad de la esperanza”.
¿La responsabilidad de la esperanza? Sí, si la iglesia cubana
asume junto a ella y en ella ese tremendo compromiso.
Porque, ¿no era el bloque oriental de Europa, presunta-
mente ateo, la gran esperanza para los pueblos hambrientos
del Tercer Mundo? ¿Qué queda de aquella gran esperanza?
Más bien podemos afirmar que estamos comenzando este
encuentro, inmersos en una crisis de la esperanza.

Fuente: Mensaje, no. 1, La Habana, 1992, pp. 24-32.

Revista del Seminario Evangélico de Teología 11

 Søren Kierkegaard ha definido la esperanza como
“apasionamiento por lo posible”. ¿Podrá la iglesia cubana,
unida a su pueblo y junto a otros pueblos sin esperanza,
promover ese “apasionamiento por lo posible”?
Estamos aquí reunidos para responder a esa pre-
gunta. Es más, ustedes, nuestros amados visitantes
de tantos pueblos y latitudes, han venido de manera
espontánea a unirse a nosotros y a buscar respuestas a
esa pregunta. Pero estamos ante pueblos que no acep-
tan solo palabras; piden hechos. Pueblos que, ante las
promesas del Dios de poder y de gracia, en quien en
último término —o en el primero— descansa nues-
tra esperanza, ya están preguntando: ¿y qué pones tú?,
¿qué ponen ustedes?
Estos visitantes de países diferentes han venido a
expresar su acompañamiento, a decirnos también:
“Esto ponemos nosotros para promover ese apasio-
namiento por lo posible”. Aquí estamos para levantar
junto a ustedes una esperanza que descanse en Dios y
en nosotros mismos, una esperanza comunitaria pas-
toral y responsable. Para ello necesitamos recursos:
ustedes, nuestros visitantes, y nosotros los visitados; las
iglesias y el pueblo de Cuba. ¿Dónde hallarlos? Y esto
es lo que proponemos: partir de la Biblia, encontrar allí
los recursos que necesitamos.
“Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi
camino”. Y este es el texto bíblico que proponemos
para nuestro primer estudio hoy.
[Leer 2 Timoteo 1,6-8.]
Recordemos: nosotros estamos aquí movidos por el
Espíritu, frente a un texto que, creemos, nos ha sido
dado por el Espíritu, buscando recursos que nos respal-
den en este proyecto de esperanza que, creemos, nos ha
sido inspirado por el Espíritu. Y este texto de la carta
de Pablo nos dice: ¡hay recursos!, ¡hay poder!
Y el Espíritu nos da un texto producido por un hom-
bre que está sin poder —humanamente hablando—,
sin recursos. Está preso, amenazado —lo sabe—, ame-
nazado de muerte. ¡No saldría vivo de allí!
El primer mensaje, aún antes de abordar el texto, ya
lo tenemos: la iglesia de Jesucristo extrae su poder de su
debilidad —¡qué gran paradoja! La iglesia se abre a un
nuevo poder en las crisis. ¡Bástate mi gracia! ¡Con mi
gracia te sobra! Pero, si quieres, sí puedes: “al que cree
todo es posible”.
Abordemos el texto, v. 6: “Por eso te invito a que reavi-
ves el don espiritual que Dios depositó en ti por medio
de la imposición de mis manos”. Por eso Pablo recuerda
12 Cuba Teológica
a Timoteo la fe de su abuela Loida y de su madre Eunice:
“y estoy convencido que tú también la tienes”.
Por eso —“al que cree, todo es posible”— te invito a
que reavives —reavives lo que ya tienes— “el don espi-
ritual que Dios depositó en ti por medio de la imposi-
ción de mis manos”.
El texto expresa el hecho de una iglesia que ya había
avanzado en su organización y afianzado su teología. Si
una persona era nombrada para un ministerio, es decir,
para un cargo oficial de la iglesia —como presbítero,
diácono, obispo, profeta—, esto se consideraba un don
espiritual, lo cual se recibía por una imposición de las
manos a un candidato —Timoteo en este caso— y se le
trasmitía la autoridad de Cristo, que él había recibido
de igual manera. Y ahora, Pablo nos va a explicar la
naturaleza, el contenido, las dimensiones de esa auto-
ridad (¿la “sustancia”?): “Porque no nos ha dado Dios el
espíritu de cobardía, sino el de poder y de amor y de domi-
nio propio”. (2 Ti 1,7)
Da la impresión de que Pablo siente que Timoteo no
está usando sus recursos a plenitud —¿por su juventud?,
¿por su inmadurez?, ¿por su personalidad no agresiva? La
palabra griega deilia, que aquí se usa, significa timidez,
temor, cobardía. Preferimos esta última traducción;
y he aquí, según Pablo, lo que Dios nos ha dado —a
Timoteo y también a nosotros: nuestros recursos. Y,
para hacerlo, Pablo nos ofrece una admirable síntesis,
un formidable encuentro de las tres virtudes; las virtu-
des más apreciadas en cada una de las tres culturas bien
conocidas por Pablo, y que convergen en él:
1. En la cultura judía, la fortaleza, el poder (en
griego dynamis).
2. En la cultura cristiana, el amor (en griego ágape).
3. En la cultura griega, el dominio propio, la dis-
ciplina, la moderación (en griego sofronismos,
sofrosyne).
Este triángulo de recursos merece un análisis:
—La palabra griega dynamis significa fortaleza,
poder, habilidad para hacer algo; pero también influen-
cia, autoridad, capacidad, recursos. A veces (1 Co 4,19)
significa fortaleza verdadera, en contraste con las meras
palabras o la apariencia.
—La palabra ágape, que significa “amor”, “caridad”
en la antigua versión de Cipriano Varela, requiere un
comentario especial.
 Los hombres todos, y muy particularmente los cris-
tianos, han usado la palabra amor sin considerar que
detrás de este término yacen grandes problemas y se
ocultan serias contradicciones. Ya la iglesia primitiva
se enfrentó a la dificultad, cuando buscó un camino
que expresara el amor de Dios expresado en Jesu-
cristo: “Porque Dios, que es rico en misericordia, por
su mucho amor con que nos amó, aún estando nosotros
muertos en pecados, nos dio vida en Cristo”. (Ef 2,4)
La palabra que la iglesia encontró en el griego de la
época, la más usada para significar afecto, era la pala-
bra eros, que nos expresa ese amor en Cristo. Es ese el
concepto del eros: es el amor platónico que se despierta
hacia un objeto por sus valores, por ser bello, perfecto,
atractivo, en fin. Eros, en consecuencia, busca la posesión
y disfrute del objeto. Por tanto, su origen está fuera de la
persona que ama, y es esencialmente egocéntrico, pues
demanda el objeto para causa de la propia satisfacción.
El concepto del amor cristiano es algo muy dife-
rente. Los escritores del Nuevo Testamento tuvieron
que escoger, para expresar este amor, una palabra espe-
cial, perdida en griego, la palabra ágape; y para el verbo
amar, agapao.
El sustantivo ágape está mayormente ausente del
griego prebíblico. No aparece en Homero. En este,
el verbo agapao aparece solo una vez; y, en los trági-
cos griegos, las pocas veces que se usa es para mostrar
afecto por los muertos. En voz pasiva es “ser tratado
con afecto”.
¡Qué pobre nacimiento el de estas palabras! Ya en el
griego clásico, la etimología del verbo agapao, agapazo,
sigue siendo desconocida; su significado es descolorido,
impreciso. Expresa, más bien, “estar satisfecho o con-
tento con”, y se usa, a veces, como sinónimo de phileo
—amor social, amistad— y de erao —amor sexual, pero
también, en ocasiones, amor espiritualizado.
Cuando el sustantivo y el verbo aparecen con signi-
ficados más definidos es en los escritos neotestamen-
tarios; aún los sinópticos los usan poco, especialmente
el sustantivo ágape. En cuanto al verbo agapao, es inte-
resante apreciar cómo su empleo en los evangelios va
creciendo progresivamente: desde Marcos que lo usa
cinco veces, hasta Juan, 37 veces.
Agapao, a diferencia de eros, es amor que se muestra
en el impulso de ayudar, salvar o redimir el objeto, más
que en el de poseerlo o disfrutarlo. Se orienta desde
dentro del que ama y no desde el objeto amado. No
es egocéntrico, sino alocéntrico —en griego alos: otro.
Se dirige al otro independientemente de sus valores;
ama a objetos no amables ni atractivos, y aun a perso-
nas odiosas y despreciables. Es amor que obra más por
voluntad que por la emoción y, a menudo, es amor que
se muestra por acción.
—La palabra sofronismos que aquí se usa, significa en
griego “dominio propio”, “autocontrol”, “disciplina”. En
ciertos contextos, en el griego clásico, significa “correc-
ción”, “lección”, “un acto de aprendizaje”. Es sinónimo
en griego de la palabra sofrosyne, que expresa “modera-
ción”, “templanza”, “sobriedad”.
Es preciso que nos detengamos aquí. Dijimos que
estábamos frente al texto buscando los recursos que
necesitamos en esta hora. Y el texto nos da, como pri-
mer recurso, poder, fortaleza.
Pero, al propio tiempo, nos presenta el primer serio
problema: si el mal uso del poder es el más grande obs-
táculo para el avance hacia el Reino en el mundo de
hoy, si el abuso del poder es el más grande problema
que hubo en Europa del Este, e, incluso, en el resto
de Europa, y aun, en este nuevo mundo, miren lo que
dice Pablo aquí: “La autoridad solo es legítima, solo
si el poder está supeditado al amor”. Y esto implica
buen juicio, autocontrol, disciplina, capacidad, fuerza
para someter todo a un principio regulador. Esto es
carácter. Abrazar semejante triángulo, tal como nos es
dado aquí, implica para la iglesia, para el Estado —sea
cual fuere—, para el pueblo, para el individuo, la pose-
sión de un sello, un carácter, una mística, una fuerza.
¿Dónde?, ¿cómo?
¿Un estudio, una reflexión teológica sobre el poder,
a la luz de los nuevos contextos, y que comprenda las
tentaciones de Jesús en el desierto, la petición de San-
tiago y Juan a Jesús para cuando llegara el Reino, y algo
más? No nos parece suficiente.
¡Ah! Por eso, Pablo nos da respuesta al final, a través
de tres palabras o conceptos claves: luchar, evangelio,
fuerza de Dios.
[Leer 2 Ti 1,8]
Reflexión
1. ¿En qué medida la violencia, el abuso o mal uso
del poder constituyen, en nuestros países e iglesias res-
pectivas, un lastre, un obstáculo para la promoción y el
advenimiento del Reino? ¿Cómo obviar ese lastre?
Revista del Seminario Evangélico de Teología 13
 2. ¿Qué acción o proyectos de educación podría
desarrollar la iglesia y el Estado, en nuestras respecti-
vas comunidades, con el objeto de educar a la niñez y
a la juventud para liderazgos entrenados en el uso del
poder y el amor en este mundo en crisis?
3. Discútase estas tres posiciones relacionadas con el
testamento estudiantil y el poder político.
• Dios es apolítico y pide al joven apoliticismo.
• Dios es apolítico, pero pide nuestra participación
en la política.
• Dios es político y reclama nuestra participación
en la política.
II
Textos bíblicos: Filipenses 1,1-11 y Lucas 15,11-32.
Nuestra reflexión de ayer giró en torno a una pre-
gunta: Ante esta necesidad de que nuestro mundo se
abra de nuevo a la esperanza, a ese “apasionamiento
por lo posible” como Kierkegaard define a la esperanza,
¿puede la iglesia, podemos nosotros, asumir la “respon-
sabilidad de la esperanza”? ¿Cómo lograrlo?
Insistíamos en que tenemos que tomar en serio la
pregunta, porque el Espíritu es quien nos llama. Insis-
tíamos, también, en que el Espíritu nos mueve a buscar
esta respuesta, confrontando nuestra situación con las
Escrituras.
Y estamos frente a tal pregunta en busca de recursos
para dar una respuesta precisa: la que reclama nuestro
mundo.
Nuestra reflexión nos conduce a advertir algo preo-
cupante, “algo serio” como decíamos ayer: esperanza, sí;
pero, ¿en quién la pongo? ¡Por supuesto que en Jesu-
cristo! —“He aquí que yo estoy con ustedes todos los
días hasta el fin del mundo” [Mt 28,20].
Pero, ¿qué pongo yo?, ¿hay algo de mi esperanza que
descansa en mí mismo? Si no me preguntara esto, ¿no
habría peligro de caer en una “esperanza alienante” en
la que Dios o los otros harán —o se espera que harán—
todo lo necesario?
En esta, nuestra esperanza: ¿qué me corresponde a
mí mismo?, ¿qué a nosotros mismos? Estas preguntas
apuntan ya hacia una ética.
En el estudio de ayer, basado en 2 Timoteo 1,6-8,
llegamos a ciertas conclusiones:
14 Cuba Teológica
1. Que la iglesia tiene ya esos recursos: “que reavives
el don espiritual que Dios depositó en ti”.
2. Que Dios nos ha dado espíritu de poder y de
amor y de dominio propio; que Dios nos ha
puesto en autoridad al darnos poder, pero que la
autoridad solo es legítima cuando ese poder está
supeditado, sometido al amor.
3. Insistíamos —y aún insistimos— en que necesi-
tamos una seria reflexión teológica sobre el poder,
las fuerzas, los recursos que Dios pone al servicio
del hombre, al servicio de nosotros, la iglesia.
4. Dijimos, después, que eso no bastaba; y, también,
respaldados por el texto bíblico, concluíamos que
nuestros recursos, como iglesia, estaban en tres
claves contenidas en esta cláusula final: “luchar
conmigo por el evangelio, sostenido por la fuerza
de Dios” (2 Ti 1,8).
Pero necesitamos hoy volver atrás. Ir a lo penúltimo.
Quedarnos en lo último, sin volver al triángulo de ayer,
sería, me parece a mí, una evasión; tal vez una fuga
inconsciente para evitar reflexionar profundamente
sobre lo que es esencial que nosotros aportemos a esta
misión de despertar en otros y en nosotros ese “apasio-
namiento” por lo posible.
¿Cuál es el tema esencial en esta otra reflexión? Pablo
escribe: “Y esto pido en oración, que vuestro amor
[…]”. “Vuestro amor”: este es el objeto de nuestra
reflexión ahora.
¿Cómo saber que ese “vuestro amor”, “nuestro amor”
es un amor (ágape) legítimo? Necesitamos una piedra
de toque que nos sirva de garantía para identificar el
amor cristiano: nos urge hallar algunos criterios que
nos permitan diferenciar este amor (ágape) del otro
amor (eros) que busca el objeto amado por sus calidades
y excelencias y no para integrarlo y salvarlo.
Vamos a encontrar tales criterios en lo que hemos
llamado “las dimensiones del amor” contenidos en la
parábola del hijo pródigo (Lc 15,11-32). No son ingre-
dientes o elementos integrantes del amor (ágape), sino
dimensiones: ellas constituyen el espacio dentro del
cual ese amor se mueve, actúa y salva.
Debemos precisar que las tres parábolas del capítulo
15 de Lucas son ilustraciones muy claras de lo que
es semejante amor superior. Basta para comprobarlo
leer los versículos 1 y 2 del capítulo que motivan las
parábolas: “Se acercaban a Jesús todos los publicanos y
pecadores para oírle, y los fariseos y los escribas mur-
muraban diciendo: Este a los pecadores recibe, y con
ellos come”.
Cuando Jesús presenta la parábola del hijo pródigo,
se propone ilustrar el amor de Dios revelado en él
mismo, en la conducta de un padre que actúa por
amor, que se mueve dentro de las tres dimensiones
del amor cristiano. Estas dimensiones van a aflorar al
analizar, sucesivamente, los tres únicos diálogos que
el padre sostiene con sus dos hijos. Al hacerlo, consi-
deraremos que hay diálogo si existe comunicación, y
aceptaremos que hay respuesta cuando el texto la da
en palabras o en acción. En el análisis de los diálogos
tendremos en cuenta, además, el código de la razón:
razón según el código de nuestras sociedades occi-
dentales, el código de la lógica diaria de la vida, de
la práctica y la experiencia de cada día; y, al aplicarlo
a los diálogos y reacciones del padre, advertimos con
sorpresa que sus respuestas rompen ese discurso de la
razón. Su actuación no es “razonable”.
Es que el amor (ágape) obra más allá de la razón
humana.
Analicemos el primer diálogo. El menor de los hijos
dice a su padre: “Padre, dame la parte de la herencia
que me corresponde”. Respuesta: “[…] y les repartió
los bienes” (Lc 15,12). Pero esta respuesta no es razo-
nable. El padre no intenta oponerse en modo alguno a
la petición del hijo, ni disuadirlo de su propósito. En
cualquier cultura, un padre que obra de tal modo es
censurado y considerado débil o demasiado permi-
sivo. Mas el padre en este diálogo obra así porque está
movido por el amor (ágape), y la primera dimensión del
amor es “aceptación”.
La aceptación significa rendición, ajuste incondicio-
nal a la manera única de ser del otro. Debo rendirme a
la naturaleza de las cosas. La persona que tengo delante
constituye una fórmula única en este universo y yo debo
reconocer en ella el derecho a lograrse o realizarse, no
según mi patrón o modelo, sino según el patrón que su
propia naturaleza y ritmo le señalan. En la parábola,
el padre reconoce el derecho del hijo de ser y pensar
diferente, aún el derecho a equivocarse, y no estorba el
quehacer que corresponde a su edad, a su madurez o a
su condición. La aceptación es respeto a la autentici-
dad del otro. Como dice Heidegger: “Yo soy solidario
contigo en la profundidad de tus propias acciones”. La
libertad es imposible fuera de esta dimensión del amor.
El siguiente diálogo de la parábola nos expone la
segunda dimensión. Se desarrolla, de nuevo, con el
hijo menor, cuando regresa a la casa paterna. Llega
desolado, abatido, destruido en su integridad personal;
regresa arrepentido, aunque reconociendo que no tiene
derecho alguno a incorporarse al hogar como hijo. Pide
hacerlo como uno de los jornaleros. Sus reflexiones
previas y aún su petición están dentro de la razón. Y
hubiera sido “razonable” que el padre aceptara las con-
diciones propuestas por el hijo. Mas la respuesta del
padre es otra muy diferente; está fuera de lo que en
nuestras culturas occidentales u orientales se consi-
deraría como conducta razonable. Y es así, porque el
padre ama y se mueve dentro de la segunda dimensión
del amor. Esta dimensión es la rehabilitación.
La rehabilitación consiste en satisfacer plenamente
las necesidades del otro sin imponer “mi” definición de
esas necesidades. Tradicionalmente, hemos considerado
que esta es la única dimensión del amor, o más bien, el
único componente, sin considerar las otras dos dimen-
siones. El apóstol Pablo en su carta a los corintios le sale
al paso a esta exigua concepción del amor cuando pre-
cisa: “Si repartiese todos mis bienes para dar de comer a
los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y
no tengo amor, de nada me sirve”. (1 Co 13,3)
En la parábola, el amor del padre restaura al hijo
todas sus necesidades básicas, que no son solo vestidos,
zapatos, alimento y techo, sino también cariño —el
beso—, dignidad —el anillo—, alegría —la fiesta—,
hogar, sentido de pertenencia y campo social —la casa.
Del último diálogo de la parábola, entre el padre y
el hijo mayor, que regresa del campo, aflora la tercera
dimensión del amor. Al llegar, había preguntado la
causa de tanta alegría en el hogar. Un criado le informa:
“tu hermano ha venido; […] bueno y sano” (Lc 15,27).
Entonces el hijo mayor “se enojó y no quería entrar”.
Salió, por tanto, su padre, y “le rogaba” que entrase. (En
la expresión “le rogaba”, aun en griego, se usa el verbo
en imperfecto, lo que indica acción continua y prolon-
gada.)
Aunque hay mucho de razón y de justicia en las
demandas del hijo mayor, lo que nos importa ahora
es la reacción del padre y cuánto hay de razonable en
su conducta. El podría forzar al hijo a entrar, usando
sus derechos de padre, o podría tranquilamente dejarlo
fuera y esperar, si acaso, a que cesara su enojo; esto sería
razonable considerando que su llegada y actitud vio-
lenta perturban la alegría de la casa. Pero no hace ni
lo uno ni lo otro. Reafirmando su amor a él, insiste en
incorporarlo a la fiesta y al gozo del retorno del otro.
Revista del Seminario Evangélico de Teología 15
¿Por qué lo hace? Porque la tercera dimensión del amor
es la conciliación. El amor ágape, a diferencia del eros, es
una actividad en triángulo.
La conciliación es la dimensión en que el amor se
mueve para incorporar a los terceros en esta actividad de
amar. Implica incluir a otros en la praxis de amar; hacer
a los terceros sujeto y objeto de nuestro amor. Es amor
compartido. Ágape es inclusivo; el eros en griego es exclu-
sivo: “Te quiero conmigo y para mí. Me quiero contigo y
para ti. No nos importan los otros”. Es, en fin de cuentas,
la demanda del hijo mayor al padre cuando se niega a
entrar a la casa. Las señales o marcas del eros en este hijo
se expresan en las palabras del padre: “Hijo, tú siempre
estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas” (Lc 15,31).
Eros —el hijo— y ágape —el padre— se encuentran y
confrontan a la puerta de la casa. ¿Triunfará el amor del
padre y hará que el hijo entre a la fiesta? No lo sabemos.
El final de la parábola es abierta, sin definir los hechos;
pero el padre, en su amor, está preparado para todas las
16 Cuba Teológica
circunstancias. Como Pablo escribiría después: “Todo
lo sufre [el amor], todo lo cree, todo lo espera, todo lo
soporta” (1 Co 13,7). Y como diría Gabriela Mistral:
“amar… es amargo ejercicio”.
Quedan, pues, definidas las tres dimensiones del
amor, el “espacio” dentro del cual el amor se mueve,
todo ello presentado en esta parábola, la más completa
exposición del amor (ágape) ofrecida por Jesús.
Ahora bien, a riesgo de que el estudio se prolongue
demasiado, es preciso que toquemos dos aspectos fun-
damentales de nuestra reflexión sobre el amor. Aunque
Pablo se refiere a “nuestro amor” en su carta a los Fili-
penses, estos dos aspectos apuntan hacia el amor de
Dios revelado a nosotros en Jesucristo.
El primero es el papel integrador del amor: el sen-
tido que cada una de estas tres dimensiones tiene en
el proyecto divino hacia la perfecta integración de la
raza humana y la plena unidad del universo. La pala-
bra “integración” proviene del latín integrus que signi-
fica cabal, entero. Y el amor en sus tres dimensiones es
también un movimiento hacia lo entero de la totalidad
del universo, desintegrada y trastornada por el pecado.
En ese “espacio de amor” es donde Dios desarrolla su
proyecto de unidad para que el mundo sea uno en Él.
Jesucristo libera y une, y esto solo por la acción de su
amor y de mi amor —“vuestro amor” escribe Pablo.
En la aceptación —al rendirme a tu propia natura-
leza—, mi amor me integra a ti, me hace uno contigo.
En la rehabilitación, mi amor te integra en ti mismo,
te completa, te hace entero, íntegro como individuo
—no dividido. Una persona hambrienta o enferma, o
socialmente oprimida, no está entera. Mi amor la salva
de su desintegración.
En la conciliación, mi amor —nuestro amor— inte-
gra los otros a ti y a mí. Nuestro amor se hace solidario
y compartido. Tú y yo y los otros somos ahora uno.
El segundo aspecto que debemos tratar —aunque
brevemente— es la función, el sentido que para noso-
tros tienen estas dimensiones del amor en la economía
divina. “Dios es amor; y el que permanece en amor,
permanece en Dios y Dios en él”. ¿Cómo se manifies-
tan las dimensiones de ese amor revelado a nosotros en
Jesucristo? En Efesios 1,6, Pablo afirma que con la gra-
cia “Dios nos hizo aceptos [agraciados] en el amado”.
Efectivamente, la gracia por la que Dios nos acepta
y nos salva es amor (ágape) en acción, amor actuante
en sus tres dimensiones: la aceptación es la gracia que
toca; la rehabilitación es la gracia que se abre; y la con-
ciliación es la gracia que se expande.
¿Cómo? Así:
En la encarnación radica la primera dimensión de su
amor siempre actuante: la aceptación. El hijo, siendo
igual a Dios, se despoja a sí mismo, acepta la condición
humana y se hizo siervo semejante a nosotros. El sím-
bolo de esta dimensión es el pesebre. Enmanuel: Dios
con nosotros.
La redención representa la segunda dimensión de su
amor: la rehabilitación. Jesucristo viene a darnos vida y
vida en abundancia. Al morir en la cruz en propiciación
por nuestros pecados, el ser humano queda restable-
cido y rehabilitado en su condición de hijo de Dios.
Jesús puede llamarnos “hermanos”. El símbolo está en
la dimensión de la cruz. Dios por nosotros.
La reconciliación expresa la tercera dimensión del
amor, que le da su “sentido triangular”: la concilia-
ción. La reconciliación implica un cambio de rela-
ciones entre Dios y nosotros como resultado de la
vida, muerte y resurrección de Cristo; pero, al mismo
tiempo de ser reconciliados con Dios, se nos da el
ministerio de la reconciliación: “¿Me amas más que
estos? […] Apacienta mis corderos” ( Jn 21,15). Es
en esta dimensión triangular donde Dios concibe la
iglesia, y Jesucristo da a los creyentes la misión de ser
testigos de su amor a fin de que otros sean también
reconciliados. Paralelamente —en respuesta a Dios,
que en Cristo nos reconcilia a sí—, nosotros debemos
lograr nuestra reconciliación con los hermanos: “per-
dona nuestras deudas, como nosotros perdonamos a
nuestros deudores” (Mt 6,12). Así, la esfera en que
esta dimensión se hace realidad, es la nueva comuni-
dad iniciada por la acción del Espíritu Santo en Pen-
tecostés. Por eso el símbolo de esta dimensión es el
fuego de Dios a través de nosotros.
Y volvemos ahora al texto que estamos analizando: “Y
esto pido en oración, que vuestro amor […]” (Fil 1,9).
Hemos establecido las pruebas o criterios que nos
permiten reconocer que “vuestro amor” es legítimo: no
otro amor, sino el amor cristiano (ágape), amor que se
hace a veces difícil, incluso doloroso, para el amador.
¿Qué más falta? Parece, después de nuestro análisis,
que eso es suficiente. Tanto que san Agustín habría de
decir siglos después: “Ama y haz lo que quieras”. Pablo
pide en oración algo más. Y lo pide con tal énfasis que
lo expresa así: “que vuestro amor abunde aún más y
más”. Sorprende la adición que seguidamente hace a
una calidad de amor tan cabal: “en ciencia (epígnosis) y
en todo conocimientos (aísthesis)”.
La adición no es vana o ligera. Y para comprobarlo es
necesario que vayamos al griego a estudiar el sentido de
esas dos palabras: epígnosis y aísthesis, las dos añadiduras
que Pablo reclama para “vuestro amor”. Epígnosis, tra-
ducida al español como ciencia o sabiduría, junto con el
verbo afín epignosko —palabra favorita de Pablo—, se
aplican al conocimiento de cosas éticas y divinas. Pablo
las utiliza aplicándolas solo al conocimiento de Dios, de
Jesucristo y, aunque menos, al conocimiento del bien y
de la verdad. En las cuatro epístolas de la cautividad es
uno de los sujetos de las oraciones iniciales del apóstol.
En general, epígnosis, a diferencia de gnosis, es conoci-
miento penetrante que desciende al fundamento de las
cosas. Algunas versiones la traducen como penetración.
Aísthesis se refiere al conocimiento inmediato adqui-
rido por los sentidos. Hipócrates, el médico griego, lo
aplica en unos de sus párrafos al conocimiento que se
adquiere por la vista, el oído, el tacto… Es pues, conoci-
Revista del Seminario Evangélico de Teología 17
miento experimental, que se hace multiforme; por eso
Pablo añade “todo”. Es, en resumen, experiencia.
Pablo pide en oración que “vuestro amor” sea ilumi-
nado por un conocimiento vertical —hacia abajo—,
penetrando al fundamento de las cosas, y hacia arriba,
penetrando al conocimiento de Dios, de Jesucristo y de
la verdad; mas aún conocimiento horizontal basado en la
experiencia multiforme de todos los días, que se extienda
en todas direcciones y se haga sensible ante las cosas y
personas, abarcando todas las ciencias humanas.
¿Y todo para qué? “[…] para que aprobéis lo mejor”
(v. 10), dice una versión; “hasta que lleguéis a discernir
los valores de las cosas”, dice otra. Y otra: “de modo que
podáis aprobar las cosas que son excelentes”. Y la Ver-
sión Popular: “para que sepan escoger siempre lo mejor”.
En resumen, Pablo usa todo este andamiaje previo —
amor más epígnosis más aísthesis— a fin de que hagáis
buenas opciones de modo que, irreprensibles, seáis
llenos de frutos de justicia hasta el día de Cristo, lo
que redundará en gloria y alabanza a Dios (vv. 10-11).
“Frutos de justicia” es frase frecuente en el libro de
los Proverbios y que Pablo usa aquí con el significado
de vida recta. Dikaiosyne —traducido, “justicia”— es
siempre para Pablo la recta relación entre Dios y el ser
18 Cuba Teológica
humano, hecha posible a través de Cristo y que, bajo la
influencia del Espíritu Santo, da como resultado visible
la recta conducta del creyente. En nuestro contexto lati-
noamericano diríamos que origina la “justicia social”.
Reflexión
1. Según el lema central de nuestro Encuentro Con-
tinental de Acompañamiento Pastoral con las Iglesias y
el Pueblo de Cuba, las discusiones y estudios deberían
girar en torno a opciones de justicia social para Lati-
noamérica y particularmente para Cuba. ¿Qué claves
ofrece este texto de Filipenses para iniciar y desarrollar
esta reflexión? Aplíquese la misma pregunta al texto
del primer estudio (2 Ti 1,6-8).
2. Teniendo en cuenta estas dimensiones del amor —
aceptación, rehabilitación y conciliación—, discútase el
papel integrador del amor en lo respecta: a) al hogar; b)
la iglesia latinoamericana; y c) los pueblos latinoameri-
canos ahora, cuando reflexionamos sobre los 500 años
de colonización.
3. Si el amor (ágape) implica un aprendizaje, ¿cómo
puede la iglesia desarrollar, entre los niños y los jóvenes,
un programa que los capacite para el amor cristiano? CT
Nota
1 Nota de la Redacción: Se refiere al Encuentro Continen-
tal de Acompañamiento Pastoral a las Iglesias y el Pueblo
de Cuba, celebrado en La Habana del 9 al 12 de
diciembre de 1991.
 EVOCACIÓN “La muerte es,
y sencillamente,
HOMENAJE un salto”1
El testimonio
de René Castellanos

En ocasión del nonagésimo

aniversario del Maestro
Castellanos, las iglesias
¿ Ustedes nunca han tenido un sueño en el que se han visto
salir a la calle desnudos? Así me he sentido yo durante
esta mañana. ¿Ustedes, en sueño, no se han presentado
ante un espejo y han dicho: “¡Ah, no, ese no soy yo!”? Así
me he sentido. No crean que es un bla-bla-bla o algo que
presbiteriana-reformadas uno dice, porque no hay más remedio que hablar ante tanto
“Juan G. Hall” y “El Fuerte” homenaje. Yo, sencillamente, mis hermanos y hermanas, no
he sido más que, como ustedes, un sencillo canal de la gracia.
de Cárdenas, su ciudad No otra cosa.
natal, le ofrecieron un Sin embargo, hay dos o tres momentos en mi vida que quiero
compartir con ustedes. Uno de ellos, ya a los doce años: con-
homenaje. Al final, él tomó vencido de lo que yo había encontrado en Jesucristo, empecé a
la palabra y reflexionó orar por las tres personas que más amaba en aquel momento:
mi madre, mi tía Fina —algunos de ustedes quizás la cono-
emocionado en torno a cieron— y mi madrina, hermana de mi abuela. Y empecé a
“la gran aventura orar por las tres para que conocieran el evangelio; y las tres
murieron en la fe de Jesucristo. De ahí que —aunque había
del gran salto”. concebido mi primera poesía de amor cuando tenía aproxi-
madamente diecisiete años— a los veinte y pico escribí este
soneto, que fue evidencia de la significación que para mí tenía
no solo el hecho de que mi madre, mi tía Fina y mi madrina
Micaela conocieran el evangelio, sino, toda mi familia:

Fuente: Carlos R. Molina Rodríguez, comp.: Simplemente

Maestro. Homenaje a René Castellanos Morente, Editorial
Caminos, La Habana, 2006, pp. [229]-232.

Revista del Seminario Evangélico de Teología 19

No podría, Señor, ¡ay!, no podría
gozar la gloria que tu amor me diera,
si infranqueable y eterna una barrera
me distanciara de la madre mía.
¿Cómo gozar la lumbre de tu día
sin tiempo y sin final, si no supiera
que estas almas, amadas a mi vera,
gozan también tu eterna compañía?
Tú eres amor, Señor, y bien conoces
el amor que hay en mí por estos seres
que a mi cuido pusiste y sabes cuántas
mis venturas serán cuando vinieres,
si a tu voz paternal, plena de goces,
mis ovejas se rinden a tus plantas.
O sea, para mí representaban mucho los días futuros
de la eternidad, la segunda venida de Cristo. ¿Y uste-
des saben por qué es importante que en este momento
les hable a ustedes, aunque sea brevemente, del tema?
Tengan ustedes en cuenta Eclesiastés, en el Antiguo
Testamento: “Acuérdate de tu creador en los días de tu
juventud antes que vengan los malos días en que [...]”
¡No!, ¿por qué los malos días? Es posible tener noventa
años —o, como algunos de ustedes, que tienen más de
cuarenta, cincuenta— y estar enfermo y con problemas
serios, y haber sufrido, y sufrir, y poder decir: “La pre-
sencia del Señor está aquí, y no son malos días”.
Doy gracias por este servicio, en el cual lo que hago
es entregarlo todo al Señor: “Señor, todo esto que se ha
dicho no es más que la gracia tuya expresada ante uno
que no es un santo, pero que, sencillamente —como todos
ustedes—, ha entregado su vida para que tú la uses”.
¿Y qué después de los noventa? Tengo que hablar el
martes en una marcha que se va a producir en Matan-
zas para recordar a los enfermos de Alzheimer, para
recomendarles e insistir en que se mantengan —enfer-
mos o no— en la gracia, sirviendo. Es la gracia de
Dios la que se manifiesta en nosotros cuando decimos:
“Señor, lo que tú quieras”. Por eso ahorita, cuando uste-
des hablaban tantas cosas, yo me sentía con deseos de
llorar. Me daban deseos de taparme la cara, porque pre-
sentaba una desnudez que no es la misma que la que
les comentaba al inicio. ¡Ay!, si ustedes me vieran inte-
riormente como soy: soy un sinvergüencita, que oculta
muy bien sus sinvergüencerías. Siempre he dicho: “Si
20 Cuba Teológica
los sinvergüenzas supieran lo que se gana siendo cris-
tiano, se harían cristianos por sinvergüencería”.
Tal vez ustedes no imaginen uno de los pensamientos
que más aparecen a mi edad… ¿Saben cuál es?: la gran
aventura del gran salto. Yo soy un amante de las cuevas
y del campismo, y de saltar. Mis alumnos, allá en el
Seminario, me cuidan más de lo que deben para que yo,
al dar un salto, no me parta una pierna... Pero miren, a
mi edad ya uno se da cuenta de los grandes planes que
Dios tiene para la eternidad. Les voy a decir un secreto:
a mi traducción del himno “¡Cuán grande tú!” le corta-
ron la última estrofa. ¿Saben cómo decía?:
Cuando el Señor en gloria vuelva un día
y me conduzca al celestial hogar,
le adoraré, y en rapto de alegría
¡cuán grande tú, Señor!, he de cantar.
No crean ustedes que a mi edad uno dice: “Bueno, ya
estoy acabado”. Todavía yo estoy seriamente pensando
en la posibilidad de estudiar arameo, porque es la len-
gua que hablaba Jesús de Nazaret. ¡Deja ver si el Señor
así lo quiere!
Pero miren, el día que se estrenó en La Habana [el
documental Yo no soy un santo], sin querer, cuando vine
a ver estaba hablándole a lo más selecto de la cultura
—poetas, dramaturgos, pintores, escultores—, y de
pronto les dije lo que es mi convicción: “Dios tiene
planes eternos para ustedes. La muerte no es verdad;
en Jesucristo nosotros tenemos la seguridad de que la
muerte es, sencillamente, un salto”. Y ese es uno de los
pensamientos que, a mi edad, más nos invade.
Léanse las parábolas de Jesús. Cuando él dice: “Bien,
buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho
te pondré”, no es una frase vacía; es que esas estrellas
que están allí, esos cuerpos celestes, serán un día objeto
de planes eternos.
Y ellos se rieron mucho cuando les dije: “Yo no dudo
que un día, allá en la eternidad, el Señor me va a decir:
“René, hazme el favor de enseñarle a bailar la conga a
estos ángeles”, y les dije: “Figúrense, yo sé que hacer
con las piernas y las manos, ¿pero qué se hará con las
alas?
Y, luego, ellos me decían: ¡Ay Maestro, pero qué ori-
ginal, y qué sentido del humor tiene usted! Y algunos
se acercaban y me decían: “Bendígame, déme la bendi-
ción”, y yo les decía a esa gente —que yo ni sabía si eran
ateos o no: “Dios te bendiga, hijo mío”.
Revista del Seminario Evangélico de Teología 21
 ¿Ustedes ven? ¿Por qué ahora uno se da cuenta, a mi
edad, de lo que san Francisco de Asís, en su “Cántico al
Hermano Sol”, expresaba con “Señor, loado seas por la
hermana muerte?”. Pobrecito, ¿estaba loco?: ¡no!; sabía
lo que estaba diciendo.
Y qué atrevida santa Teresa cuando escribe: “Vivo sin
vivir en mí, y tan alta vida espero, que muero porque no
muero”. Con razón los españoles la llamaban “fémina
inquieta y andariega” a ella, que bailaba la jota igual que
el Maestro Castellanos bailó hace un rato con el grupo
de jóvenes la danza “Aguas, aguas”. Y también advierte
ella: “Ven, muerte, tan escondida que no te sienta venir,
porque el placer de morir no me vuelva a dar la vida”.
22 Cuba Teológica
Termino, mis hermanos y hermanas: ¡Gracias por ese
cariño!, que muestra la gracia de Dios derramada tan
abundantemente sobre este tipo que está aquí dicién-
doles, a los noventa años, gracias.
Hay planes eternos. No le tengan miedo a la muerte.
La muerte es la gran aventura. Mis alumnos saben que
hay cuatro grandes aventuras, que no voy a mencionar.
La cuarta es enfrentarse a un texto bíblico; pero yo le
llamo a la aventura del gran salto hacia la eternidad, la
quinta aventura. Preparémonos para esa hermosa aven-
tura, que no terminará nunca. Que el Señor los bendiga.
Domingo, 19 de septiembre de 2004. CT
 SEMANA
Santa
2012
Reinerio Arce Valentín,
teólogo presbiteriano-refor-
mado, recuerda la importancia
de la muerte y resurrección de
Cristo de entre los muertos
para abrir el camino de la
vida eterna y confirmar la
esperanza del pueblo de Dios.
Jesucristo, Nuestro Señor,
proclamó una esperanza que
trasciende acontecimientos
temporales, triunfos y fracasos.
El regreso
de los caminantes
Reinerio Arce Valentín
Lectura bíblica: Lucas 24,13-35.
M
e imagino cómo se sentirían de frustrados los que
seguían a Jesús después de los acontecimientos de
Jerusalén. Habían dedicado mucho tiempo de su
vida, habían casi abandonado sus hogares para seguir a su
Maestro. Todas sus esperanzas habían sido puestas en el pro-
yecto que Jesús proclamaba con su predicación y acción. Y,
entonces, apenas sin esperarlo, cuando el entusiasmo era mayor,
cuando parecía que de un golpe se “conquistaría el cielo”, todo
se destruía. Su maestro moría asesinado en la cruz a manos de
los representantes del Imperio, con sus aliados, de la religión
y de los sectores privilegiados del pueblo. Y el mismo pueblo,
que lo había recibido con los gritos de “viva el Rey”, clamaba a
gran voz frente al representante imperial: ¡Crucifícale! Moría
asesinado su maestro. Y moría en medio del abandono de sus
amigos y del aparente abandono de Dios. Parecía ser así para
todos, así como, por un instante, para el propio Jesús, clavado
en la cruz, a juzgar por su grito aterrador: ¿por qué me has
abandonado? Dios se había retirado de la escena.
Y así caminaban dos discípulos hacia Emaús, nadie sabe por
qué; quizás huyendo desesperados, quizás con mucho miedo a
sufrir también represalia; comentando, hablando, discutiendo
sobre los acontecimientos de los últimos días.
Lo objetivamente cierto —según su manera de ver las cosas,
según su manera de entender la realidad de acuerdo con sus
Revista del Seminario Evangélico de Teología 23
esquemas— era que habían triunfado sus enemigos:
las autoridades judías, las autoridades del templo y
las fuerzas de ocupación romanas. Todos ellos habían
logrado su objetivo. Los tenebrosos planes de los ene-
migos de Jesús habían triunfado. Por fin era aplastado
el movimiento que, con Jesús al frente, planteaban una
alternativa a la vida de opresión: religiosa, económica,
política y social. Eran destruidos, por fin, los que pre-
sentaban la única alternativa para el pueblo de Israel y
para la humanidad toda: la del Reino de Dios, la del
Reino de Justicia y Paz para todos los seres humanos y
para toda la Creación.
¿Se puede hacer un paralelo? Naturalmente que sí.
Y precisamente aquí es donde radica, a mi juicio, la
enorme riqueza de este pasaje para nuestros tiempos.
Vivimos momentos difíciles, en donde la desesperanza
y las frustraciones prevalecen. Aparentemente, en el
mundo de hoy prevalecen las fuerzas que podrán lle-
varlo a su destrucción total. Los ricos, cada vez más
ricos y esta riqueza concentrándose cada vez más en
un grupo menos numeroso de personas. Los pobres,
cada vez más pobres y creciendo en número cada día
más alarmante. Pueblos, comunidades enteras, están en
peligro de desaparecer como consecuencia del hambre y
la miseria, como consecuencia de enfermedades, como
consecuencia de guerras. La crisis económica, produ-
cida por la irracionalidad del consumismo y de la acu-
mulación de unos pocos en detrimento de los muchos,
amenaza a todos, o, por lo menos, a la mayoría de la
humanidad. Y por último, y no por ello, menos impor-
tante, la crisis ecológica amenaza con destruir no solo
a toda la humanidad, sino a todas las especies vivientes
del planeta, y nuestra isla no se encuentra excluida de
esta realidad.
Nuestro pueblo vive en medio de grandes dificul-
tades, que parecían pertenecer al pasado. Los propios
logros del proceso iniciado en nuestro país hace más de
cincuenta años, se ven frustrados o con grandes dificul-
tades por el bloqueo externo del gobierno de los Esta-
dos Unidos y por los bloqueos internos, que muchas
veces olvidamos o tenemos la tendencia a restarles
importancia.
Muchos de los valores éticos que, pensábamos,
habían sido interiorizados por las generaciones nuevas,
se desvanecen en un sector visiblemente significativo
de nuestra juventud. A pesar de que existen muchas
personas e instituciones que se esfuerzan por mante-
ner los logros de justicia social de nuestro proceso, las
24 Cuba Teológica
sombras de un sistema que estaba —o pensábamos que
estaba— erradicado, el capitalismo, aparecen y avan-
zan cada día, mezclándose con lo más negativo de lo
generado en los últimos años, dando por resultado una
serie de engendros que nadie sabe cómo llamar o cate-
gorizar, pero cuyas consecuencias más negativas paga el
pueblo más humilde. Los cambios económicos de los
últimos tres años —en especial los ocurridos a partir
del Congreso del Partido Comunista de Cuba— han
dado señales de esperanza, aunque, al mismo tiempo,
han reforzado las grandes preocupaciones que existen
sobre hacia dónde realmente nos encaminamos.
La iglesia —por muy doloroso y contradictorio que
esto parezca— no es ajena ni se mantiene inmune a
estos males. Muy por el contrario, los engendra a través
de sus privilegios. Privilegios, sobre todo, de natura-
leza económica. Al mismo tiempo, las formas en que se
ha dado el diálogo de la Iglesia Católica Romana con
nuestro gobierno, no deja de traernos preocupaciones
en torno a una restauración del catolicismo romano
como la religión “oficial extraoficial”.
Caminamos o, mejor dicho, huimos, como aquellos
dos discípulos hacia nuestro Emaús. Es la huida de la
realidad, que nos confronta con la amarga derrota y,
más que ello, con la desesperanza. Los enemigos de la
humanidad han triunfado —dicen algunos. El capital
ha ganado sobre el amor. Ante el dios dinero y ante
el dios poder parecen arrodillarse muchas personas,
incluidas no pocas de las llamadas cristianas. Discuti-
mos, hablamos hasta saciarnos de los acontecimientos;
pero con el peso de lo irreversible sobre nuestra razón y
la desesperanza sobre el corazón, existe un solo camino:
el de la huida hacia el cercano Emaús.
Frente a esta realidad, este pasaje se presenta a noso-
tros, caminantes sin esperanzas, caminantes frustrados,
caminantes derrotados, caminantes que están dando lo
que les resta de fuerzas. Jesús aparece de repente, sin
saber de dónde, para acompañarnos y guiarnos, como
se les apareció a ellos.
El pasaje está construido de tal manera que existen
tres momentos escalonados, presentados antagónica-
mente —cuyo punto culminante es la Cena del Señor,
el compartir el pan—, como si fuésemos a escalar una
montaña, en cuya cima se abren nuestros ojos para
poder ver al Señor Resucitado:
Salida de Jerusalén, llegada de Jesús, caminata junto
a él, corresponden al ascenso. En sentido contrario,
reconocimiento de Jesús, cúspide de este pasaje y, final-
mente, regreso a Jerusalén. Se regresa al punto inicial,
pero no de la misma manera. Se trata de un estadio
superior por el cual hay que atravesar a partir de la
situación que le da motivo: la derrota y la desesperanza.
El pasaje nos narra el encuentro, o, mejor dicho, el
re-conocimiento de Jesús resucitado como momento
culminante de un proceso y de un hecho que, al cabo,
transformará el sentido de la vida de estos discípulos.
La primera gran enseñanza de este proceso de
ascenso al re-encuentro con Jesús es que Dios no
nos abandona. Dios se compromete con el mundo,
es parte del mundo, “porque el mundo está en Dios
y Dios está en el mundo”. La idea del Dios omnipo-
tente, patriarcal, masculino, nos viene asociada con la
idea del Dios impasible que no puede sufrir: forma
parte de la manifestación de su poder. Sin embargo, a
lo largo de las Escrituras, Dios se nos revela una y otra
vez como aquel que oye el clamor de su pueblo, como
aquel que se identifica con el sufrimiento de su pueblo,
como aquel que siente y sufre con su pueblo. Jesús pudo
sentir el abandono del Padre en la cruz, por el dolor
inmenso, físico, y por el abandono espiritual resultado
de la traición de sus más allegados. Percibió la aparente
insensibilidad del Padre en la cruz, porque la irrupción
del Reino que quiso provocar con la llegada a Jerusalén
no tuvo lugar. Dios tenía otros planes. Sin embargo, ese
Padre estaba con él, sufría con él, se identificaba con
él, a través de su Espíritu. Y así, Jesús se hace presente
a estos caminantes del pasaje, como se hace presente
acompañándonos ahora a todas y todos, como se hace
presente acompañando a nuestro pueblo y a todos los
pueblos que por una razón u otra sufren.
El problema radica en cómo lo identificamos. No, si
está o no está, sino dónde se encuentra y cómo logra-
mos identificarle. Cómo saber que es el espíritu de
Dios —y no otro Espíritu— el que nos habla y nos
guía, el que nos orienta y el que, al leer la Palabra, se
hace presente en nuestros corazones y los hace arder, al
decir de Juan Wesley.
¿Cuál era el error de esos dos caminantes que les
impedía entender lo sucedido, que les impedía reco-
nocer la acción de Dios, que les impedía re-conocer a
Jesús? Error o miopía, o ceguera, que es la nuestra hoy.
En primer lugar, la esperanza depositada sobre pre-
supuestos falsos —en este caso, sobre postulados de
naturaleza religiosa: “él sería el que habría de libertar a
la nación de Israel” (v. 21b)— trajo como consecuencia
que no entendieran nada de lo sucedido; y frente a los
acontecimientos que no estaban en concordancia con
sus expectativas, cayeron en la más profunda desespe-
ranza y en la pérdida de sentido para sus vidas.
Cuántas veces no nos ha sucedido esto mismo.
Cuántas veces no le ha sucedido a la iglesia desde sus
comienzos lo mismo. Muchos de nosotros confundi-
mos el proceso de transformación iniciado en nuestro
país con la realización concreta del Reino.
Reaccionamos a la idea tradicional del Reino de los
Cielos, supuesto en el más allá, y a la historia de la
humanidad como la historia de su pecado, como la his-
toria del ser humano caído y no redimido. Necesitába-
mos —de hecho lo hicimos— pensar en la realización
inmediata de ese Reino, ahora y aquí. Perdimos, así,
la perspectiva de la tensión entre el ahora —como el
ahora de Dios— y el después, el todavía no en la histo-
ria —el futuro de Dios y de su Reino.
Indiscutiblemente que Dios obra en la historia, que
el Reino de Dios se inauguró en el evento histórico
de Jesucristo y que crece en las acciones de justicia y
paz; en fin, en las acciones por la vida, en la realidad
histórica como una sola. El Reino se va concretizando,
paso a paso, en sistemas económicos, sociales y políti-
cos. Pero ese Reino no se realiza plenamente en nin-
guno, por muy justo que ese sea. Solamente en el ya
y el todavía no, se da la concretización del Reino que
avanza. Identificar un sistema político con el Reino nos
lleva al pensar actual de muchos, para quienes la crisis
del sistema significa la crisis de nuestra esperanza, en
lugar de entender la crisis como parte de la acción libe-
radora y salvífica de Dios en la historia; como lo fue la
crisis de Jerusalén, en tanto preámbulo del comienzo
de la victoria definitiva de Dios y del ser humano. La
crisis de “Jerusalén, año cero” significó y dio lugar a la
victoria definitiva sobre la muerte. Así, las crisis y sus
diferentes momentos constituyen germen y puesta en
marcha de lo nuevo. En la crisis germina lo nuevo y
avanza la historia y el Reino. Aunque de momento no
lo entendamos.
Los presupuestos falsos a los que estaban atados
los discípulos, les trajeron como consecuencia que no
entendieran siquiera la buena noticia de la resurrección:
las mujeres les dijeron —según el evangelista Lucas:
“Jesús vive... pero ellos no le vieron”. Nuestros prejui-
cios y presupuestos falsos nos impiden hallarlo donde
él se encuentra. ¿Cuántas veces se nos acerca? ¿Cuántas
veces lo ignoramos? Como aquellos caminantes, nos
merecemos el reproche duro del maestro —sin tapujos,
Revista del Seminario Evangélico de Teología 25
sin adornos, directo, como suele no gustarnos: insensa-
tos y tardos de corazón.
Fíjense bien, el reproche va dirigido en dos sentidos.
Insensatos o tontos —brutos si se quiere— son pala-
bras realmente duras. Nos dice: no usan realmente su
inteligencia, no usan su razón. La razón que Dios le dio
para pensar y para entender; porque la razón que Dios
les dio no es pura, no es la razón fría, calculadora. Para
que sea razón verdaderamente humana, hace falta el
corazón. Y aquí aparece el segundo aspecto del repro-
che de Jesús: “tardos de corazón” para sentir la Palabra,
para vivenciar en sus corazones el mensaje, para reco-
nocer a Jesús. La razón y el corazón van unidos, no se
pueden separar. Se trata de una unidad indisoluble. Y
nosotros, igual que los de Emaús, insistimos una y otra
vez en separarlos. La racionalidad calculadora, basada
en presupuestos religiosos, condujo a los caminantes
hacia la ceguera y la desesperanza.
La razón calculadora nos dice que todo está termi-
nado: que no hay escape, que la realidad de nuestro país
es tan difícil —desde lo económico hasta lo moral—
que no existen soluciones para los problemas. Que
estamos en un callejón sin salida. A la misma conclu-
sión llega sobre el mundo de hoy: sobre los resultados
de la crisis ecológica, sobre la crisis económica. Esa es
la racionalidad calculadora.
Sin embargo, la razón del corazón dice otra cosa. Que
no puede triunfar la injusticia sobre la justicia, el odio
sobre el amor. Que la irracionalidad, la insensatez, la
estupidez del ser humano —que trajeron como resul-
tado los hechos de Jerusalén, los cuales nos han condu-
cido por estos caminos sin salida—, no pueden significar
el futuro de la Creación y de la humanidad. Y, cuando
aplico la razón calculadora, me invade, me aplasta, la
desesperanza. Pero Jesús nos dice que no entendemos
nada, porque hacemos uso de la razón sin el corazón.
Pero hay otros que niegan la razón por completo, adu-
ciendo que es solo necesario el corazón. Y esta es una
tendencia muy común en algunos cristianos actual-
mente, quienes atienden solo a las emociones, a los sen-
timientos, a las manifestaciones externas de las viven-
cias de la fe. Ante el mundo en dificultades, creen que la
única solución es la espiritualidad mutilada de la razón,
la manifestación de la fe en su irracionalidad extrema,
como un escape de la realidad, en espera de la llegada del
Reino. Según ellos, la acción corresponde solo a Dios: el
ser humano tiene que esperar pasivamente a que Dios
o, mejor dicho, su Espíritu, intervenga. Manifestaciones
extremas como estas, fueron muy criticadas por el após-
tol Pablo en Tesalónica y en Corinto.
26 Cuba Teológica
Las diferencias entre las distintas formas de aproxi-
marse a la espiritualidad y a la racionalidad de la fe, han
provocado que hasta iglesias y comunidades corran el
peligro de dividirse por esa causa. ¡Grave peligro!, por-
que pierden así su capacidad de ser verdaderos testigos
vivos de la unidad del cuerpo de Cristo. Pero la espiritua-
lidad —si es espiritualidad cristiana, guiada por el Espí-
ritu de Dios, bíblicamente hablando— incluye ambas
cosas: razón y emoción, mente y alma; incluye cuerpo
y espíritu. Y esa unión inseparable tiene una caracterís-
tica especial, puesto que se combinan de manera muy
específica: se trata —recuérdenlo bien— de pensar con
el corazón y sentir con la razón. Ese es el gran reto de la
fe cristiana, ante el cual nos confronta Jesús.
El reproche de Jesús a los caminantes de Emaús —
como a nosotros hoy— va más allá. Les dice que son
“insensatos y tardos de corazón para creer”. Para creer;
pero, para creer qué, para entender y sentir qué: “todo
lo que los profetas han dicho” —añade. Es Lucas el que
escribe este pasaje, que, por supuesto, aparece en el final
de su libro, casi como una conclusión. Según Lucas:
¿qué dijeron los profetas? No menciona a los sacerdo-
tes del templo. Habla de entender y sentir para creer
lo que dijeron los profetas. Es Lucas, precisamente,
quien, con toda sabiduría, ubica a Jesús en la tradición
profética. Según Lucas, Jesús comienza su ministerio
haciendo suyas las palabras del profeta Isaías (61,1-2).
Y a esta verdad profética se está refiriendo Jesús, a
la que le sirvió de programa durante todo su ministe-
rio y por la cual tuvo que pagar con su propia vida: el
reclamo de la falta de entendimiento y de corazón para
creer. Es el reclamo de no haber entendido el sentido
del Evangelio que vino a proclamar: llevar la buena
noticia a los pobres —en primer lugar—; anunciar
libertad a los quebrantados de corazón, a los cautivos
por distintas fuerzas interiores y exteriores; dar vista a
los ciegos; anunciar el año de Gracia, el año del Jubileo,
el sábado eterno, el día de la liberación.
Pero, entonces, ¿cómo se produce el proceso de
reconocimiento y encuentro con Jesús resucitado? El
encuentro con el Señor resucitado se produce cuando
logramos liberarnos de todas las ataduras que nos
impiden oír y hacer realidad lo que dijeron los profetas,
lo que dijo el profeta Isaías. Tenemos que liberar-
nos de los prejuicios, que nos impiden pensar y sen-
tir la voz de Jesús. Liberarnos de la racionalidad pura
o predominante, pero, también, de la emotividad pura o
predominante, que se confunde con la espiritualidad en
muchas ocasiones.
 El pasaje es sumamente esclarecedor en este sen-
tido y nos puede ayudar mucho. Aquí aparecen tres
momentos importantes —por los cuales atraviesan los
caminantes en el proceso de hacerse conscientes de
la realidad del Jesús resucitado—, que los llevan a un
cambio de actitud total en relación con sus vidas:
El primer momento representa el dejarnos llevar
en mente y corazón por Jesús, quien sale a nuestro
encuentro. Significa un conocimiento enmarcado en
lo que Jesús mismo nos dio como sus grandes man-
damientos: amar a Dios y amar al prójimo. Pero no se
trata de un amor teórico, dominical, de púlpito o de
banco de iglesia, sino el amor de Jesús, quien salió fuera
de la Sinagoga, a las calles, a dar la buena noticia a los
pobres, a sanar a los quebrantados de corazón; a pre-
gonar la libertad de los cautivos y dar vista a los ciegos;
a poner en libertad a los oprimidos. A predicar el año
agradable del Señor.
Para reconocer a Jesús resucitado, es necesario que
entendamos lo que de él dicen las Escrituras —según
Lucas. Es decir, el plan salvífico, liberador de Dios
para la humanidad toda, que se hace realidad histó-
rica en el Dios encarnado: Jesucristo. En su vida, en su
muerte y en su resurrección. Y que tiene como primera
prioridad al necesitado, en términos bíblicos: la viuda
y el huérfano. Así, solo se puede reconocer a Jesús en
el pobre y en el desamparado, en el excluido y en el
marginado, por enfermedad o por cualquier otra razón.
Dios es Dios Liberador. Fue el que liberó a su pueblo
de Egipto, de Babilonia y de la opresión del pecado
estructural e individual. Es necesario que acabemos de
entender este mensaje de las Escrituras con la guía del
espíritu de Dios, con el entendimiento y con la razón.
De aquí se deriva un segundo momento en el proceso
de re-conocimiento de Jesús, que aparece en el pasaje
con toda claridad. Los discípulos se compadecieron del
caminante que iba con ellos y le obligaron a quedarse.
Cuando se entiende de mente y corazón lo que de él
se dice en la Escrituras, ello trae como consecuencia la
acción concreta del amor; es decir, el que seamos capa-
Revista del Seminario Evangélico de Teología 27
ces de reconocer a los necesitados y compadecernos de
ellos. Pero no en el sentido de la limosna, de la caridad
tradicional, sino en el amor eficaz que nos hace capa-
ces de compartir lo que tenemos e invitarlo a noso-
tros. Ante un pueblo que tiene enormes necesidades
materiales y espirituales, la iglesia no puede permane-
cer impasible. La iglesia no tiene ningún otro fin que
el de servir para ser leal a ese que lo entregó todo por
la humanidad, sin pedir nada a cambio, ni pretender
comprar la fe. Cuídense mucho de eso. No confunda-
mos la labor proselitista con la labor evangelizadora y
la misión de servicio. No se puede poner condición a
nuestro servicio, ni precio. Dios nos regala nuestra sal-
vación. Ninguno de nosotros somos merecedores de su
gracia. Sin embargo, se compadece de nosotros, porque
su esencia es el amor. De la misma manera, nosotros,
como iglesia, para poder reconocer a Jesús, tenemos
que actuar con amor y misericordia como él actúo, sin
pedir nada a cambio. Solo el interés de servir al estilo
del samaritano de la parábola.
Identificamos a Jesús en el momento en que se parte
el pan, el momento en que se comparten los alimen-
tos. Allí, en ese instante, se hace Jesús reconocible:
para ellos y para nosotros es el Jesús resucitado. Solo
en la acción de compartir es que podemos identificar a
Jesús realmente. Allí se hace presente el resucitado. Y
allí, desde ese momento, sabemos a ciencia cierta que
Jesús vive, que el Padre a través del Espíritu y en la
fuerza del Espíritu ha resucitado a su Hijo. Y, consta-
28 Cuba Teológica
tada esta realidad, ya no hay cabida para el pesimismo
de los racionalistas, ni para el entusiasmo escapista de
los emotivos espiritualistas. Cristo ha resucitado y, con
ello, Dios venció a la muerte y hace realidad el sábado
divino inaugurado en la Sinagoga de Nazaret. En el
acto mismo de compartir se hace visiblemente presente
Jesús resucitado.
Hemos llegado al tercer momento: el del regreso a
Jerusalén llenos de fe y esperanza. Jesús, el hijo de Dios,
no ha muerto, sino vive como realidad de esperanza
para la iglesia, para nuestro pueblo cubano hoy y para
toda la humanidad, en medio de las dificultades, de
los peligros y de las amenazas de muerte que acechan.
Vayamos como hicieron los dos de Emaús: vayamos
rápido a nuestro “Jerusalén” de hoy, y proclamemos que
Jesús resucitado nos trae un mensaje de vida y de espe-
ranza para todos. Que la victoria final será la de justicia
sobre la injusticia, la del amor sobre el odio, la de la
Vida sobre la muerte. Comprometámonos de mente y
corazón en esta tarea de proclamar y de construir el
Reino, y así seremos fieles a ese maestro de todos los
que han decidido seguir y entregar sus vidas.
Que Dios, Madre y Padre de todos —con su amor
desbordante y gratuito, sin condiciones—, que el Dios
Hijo, hermano y amigo de todas y todos, y el Dios
Espíritu, espíritu de vida, solidario y presente en todo y
en todos, los acompañe y los guíe siempre. Amén. CT
Domingo de Resurrección, abril de 2012.
 La Biblia
EN AMÉRICA
Latina
La nueva Biblia Reina-
Valera Contemporánea
(RVC) fue presentada
recientemente en Cuba,
en varias reuniones a las
cuales fueron convocados
líderes de las diferentes
confesiones cristianas, así
como teólogos y pastores
identificados con la causa
bíblica. Los talleres
estuvieron a cargo de la
doctora Elsa Tamez, quien
enmarcó a la RVC dentro
de la larga tradición de
traducciones de la Biblia.
A continuación, exponemos
las características y beneficios
de esta nueva revisión, según
las Sociedades
Bíblicas Unidas.
Reina-Valera
Contemporánea:
metodología
y preguntas
frecuentes1
L
a revisión nueva Reina-Valera Contemporánea no
pretende sustituir la Reina-Valera Revisada 1960
(RVR 1960) sino ofrecer una alternativa para uso
litúrgico a quienes están emigrando a otras traducciones o
revisiones. La Reina-Valera Contemporánea va a proveer a
la nueva generación de evangélicos de la región de las Amé-
ricas una nueva revisión de la Reina-Valera (RV) para uso
en el culto que:
• Esté basada en la traducción de Reina-Valera y sus
revisiones más recientes.
• Contenga el castellano ágil y contemporáneo, común
en este continente.
• Sea fiel a los manuscritos más antiguos de la Biblia,
consultando los textos del Antiguo Testamento (Biblia
Hebraica Stuttgartensia) y usando el Nuevo Testa-
mento Nestlé-Aland (Texto crítico) con notas al pie de
página, que aclaran lo que se dice en el Textus receptus.
• Tenga una puntuación mejorada.
• Use una onomástica mejorada.
Criterios editoriales
Representa una revisión del texto Reina-Valera y no una
traducción. Esto significa que la “base textual” será el texto
Reina-Valera en sus diversas ediciones. Se tomará en cuenta
Fuente: labibliaweb.com.
Revista del Seminario Evangélico de Teología 29
el trabajo ya hecho por Reina-Valera 1995 y se seguirá Sintaxis
tan literalmente como sea posible. Si, por razones de
claridad, se considera necesario “explicitar”, por ejem- A diferencia de las lenguas semíticas —y el hebreo
plo, alguna preposición o algún otro término, entonces es una de ellas—, cuya estructura sintáctica es V(erbo),
se recurrirá a cotejar el cambio propuesto vis a vis con S(ujeto), O(bjeto), nuestra lengua pertenece al orden
el texto hebreo o griego. De otra manera, prevalecerá S(ujeto)-V(erbo)-O(bjeto). Nos hemos acostumbrado
Reina-Valera. a la sintaxis de RV, pero debemos tener presente en
nuestra revisión el orden sintáctico español, a fin de
Cambios de orden sintáctico inyectarle al texto una buena dosis de naturalidad
de expresión.
Se cambiará el orden sintáctico solo cuando el pre-
sente estilo de RV suene culterano. Por ejemplo, el pre- Reestructuración
sente orden en Gálatas 2,10, “[…] con diligencia hacer”
se volvería “hacer con diligencia”. El orden hebreo y —aparentemente— griego, pero, en
realidad, arameo, no siempre resulta natural en español.
Puntuación En algunos casos, habrá que reestructurar la disposición
sintáctica. Tal el siguiente ejemplo: Génesis 1,1, donde
La presente puntuación de RV es un tanto deficiente tenemos el ordenamiento “(1) En el principio (2) creó
y poco expresiva. Hay que ponerle “música” a la letra. (3) Dios (4) los cielos y la tierra”. Si decidiéramos procu-
Un uso adecuado de signos de interrogación y de admi- rar una colocación más a tono con nuestra lengua, tene-
ración, y de comas en la división de cláusulas y frases, mos la ventaja de que la sintaxis del español es bastante
puede dar vida y colorido al presente texto (cf. Borrador dúctil. Y, así, podríamos proponer el orden 1-3-2-4, o
de Gálatas 1,10). bien 3-1-2-4. Los órdenes 3-2-4-1 o 3-4-1-2, aunque
posibles, ya no resultarían tan potables. La excepción
Capítulos y versículos serán los versículos que han hecho carrera.

RVR 1960 introdujo cambios de este tipo, que hoy Gerundios

día ya nadie objeta (p. e., en Job). Tales variaciones
se mantendrían. Si, llegado el caso, se considerara la Tanto el hebreo como el griego —este último, por
introducción de algunos otros cambios, tendrían que la influencia del hebreo y del arameo que subyace en
evaluarse detenidamente y según el caso específico. el texto del Nuevo Testamento— usan formas parti-
cipiales para marcar acciones continuas. Eso ha dado
Versículos que han hecho carrera como resultado giros extraños en español, a los cuales
nos hemos acostumbrado, pero que no son precisa-
Mantenerlos lo más cercano a las revisiones recientes mente elegantes. Por ejemplo, en Mt 5,1-2 aparecen
de la Reina-Valera. varios casos que, a partir de nuestra revisión, tendremos
que depurar: “Viendo la multitud, subió al monte; y
Textus receptus sentándose, vinieron a él sus discípulos. Y abriendo su
boca, les enseñaba, diciendo […]”.
Se han respetado las lecturas del Textus receptus, Los ejemplos abundan y la necesidad de corregirlos
aunque se señalan, en notas al pie, las diferencias más también. Porque la partícula hebrea ki y su contraparte
notables entre este y los manuscritos reconocidos como griega hoti, han sido reproducidas en RV, general-
de mayor antigüedad hoy día (Texto crítico). mente, como “porque”. Pero, además de su sentido cau-
sal —a partir de los estudios comparativos de Gordon
Onomástica y Dahood entre el hebreo y el ugarítico—, se ha encon-
trado que esta partícula tiene una función enfática. De
Se seguirá la onomástica aprobada por las Sociedades vez en cuando RV la traduce como “ciertamente”, que
Bíblicas Unidas para sus versiones. no está mal. Pero tengamos esto en mente, porque bien

30 Cuba Teológica
podríamos recurrir a giros que hagan notar cierto énfa-
sis en la expresión particular. En algunos casos, podría
hasta omitirse, si hacerlo así deja ver al lector que se
está dando énfasis a la frase en cuestión. Un ejemplo
claro resulta el Salmo 136. Al efecto puede compararse
RV con otras versiones, por ejemplo Dios Habla Hoy
(DHH), Nueva Versión Internacional (NVI) y Tra-
ducción en Lenguaje Actual (TLA).

Preguntas frecuentes
¿Cuál es la base textual de la Reina-Valera Contempo-
ránea?
Para el Antiguo Testamento, la Biblia Hebraica. Para el
Nuevo Testamento, el Texto receptus. No obstante, se ha
indicado entre corchetes con notas explicativas al pie de
página los textos que no se encuentran en el Texto crítico
(Nestle-Aland, edición 27, o The Greek New Testament,
de UBS, 4ta. edición), el cual está conformado por los
manuscritos más antiguos del Nuevo Testamento.

¿Cuál es la diferencia entre el Textus receptus y el Texto

crítico?
El Textus receptus es resultado de la labor del eru-
dito Erasmo de Rotterdam, quien reunió los diversos
manuscritos en griego disponibles en su época y, en
1516, publicó el primer Nuevo Testamento en griego. ción de equivalencia dinámica busca traducir el sentido
El Texto crítico es la compilación de todos los manus- detrás de la palabra. No se basa tanto en palabras, sino
critos del Nuevo Testamento descubiertos hasta el día en ideas. Busca interpretar lo que los recipientes pri-
de la publicación de una determinada edición de ese marios de una escritura en particular entendieron en su
texto, y es publicado y editado por la Sociedad Bíblica momento. Un ejemplo que ilustra ambos estilos de tra-
de Alemania. Las nuevas ediciones toman como ducción es Romanos 12,20. Una traducción literal trans-
base el trabajo inicial realizado por Eberhard Nestlé cribe este pasaje como: “Si tu enemigo tiene hambre,
y Kurt Aland (Nestlé-Aland), y ya se han publicado dale de comer; si tiene sed, dale de beber; pues haciendo
27 ediciones del Texto crítico. La compilación de esto ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza”. Una
los manuscritos incluidos en el Nuevo Testamento traducción dinámica sería: “Si tu enemigo tiene hambre,
Griego Nestlé-Aland, se debe a los extensos trabajos dale de comer; si tiene sed, dale de beber; pues si haces
realizados en el campo de la arqueología y la recupe- esto harás que le arda la cara de vergüenza”.
ración de manuscritos; incluye manuscritos de mayor
antigüedad, que no forman parte de los incluidos por ¿Cuál es la diferencia principal entre la Reina-Valera
Erasmo de Roterdam para la publicación de su Nuevo Revisada 1960 y RVC?
Testamento en griego. La RVR 1960 sigue principios de traducción litera-
listas, hoy en día ya superados. La RVC, aunque res-
¿Cuál es la diferencia entre una traducción formal (lite- peta los principios literalistas de la RVR 1960, busca
ral) y una traducción dinámica? mantener un estilo literario y seguir una sintaxis más
La traducción literal, como su nombre lo indica, busca moderna. La RVC pretende presentar un texto donde
traducir palabra por palabra, teniendo en cuenta el orden predomine la naturalidad de expresión, sin menoscabo
de las palabras del idioma al que se traduce. La traduc- de la fidelidad al texto original.

Revista del Seminario Evangélico de Teología 31

 cómo se pronunciaban las cuatro consonantes YHVH,
término conocido como “tetragrama”.
La RVC sigue el ejemplo establecido por la Septua-
ginta —traducción griega de la Biblia hebrea— desde
el siglo iii, antes de Cristo. La Septuaginta, hecha para
judíos por judíos, evitó escribir el sacrosanto nombre
de Dios y, en su lugar, usó la palabra griega kyrios, la
cual, a su vez, traducía la palabra hebrea adonay. Ambas
tienen el sentido en español de “señor”. La RVC se une
a la mayoría de versiones modernas y usa la palabra
“señor” para referirse al nombre santo de Dios.
¿Es adecuado el lenguaje de la RVC para el culto y la
preparación de sermones?
Para los que aman la RVR 1960, la RVC seguirá
teniendo su “sabor”. Toda versión o revisión que se res-
pete —y la RVC es una revisión respetable— es ade-
cuada para el culto y para la preparación de sermones.

¿Es la RVC apropiada para la evangelización?

Por supuesto. La proclamación del Evangelio no
depende de las palabras que se usen, sino de la afir-
mación de un hecho real. La evangelización es la pro-
clamación de las Buenas Noticias: que Cristo murió
por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que
¿Por qué se ha substituido Jehová por Señor? fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a
En el hebreo más antiguo, que carecía de vocales las Escrituras; y que volverá nuevamente para buscar a
escritas, las consonantes YHVH componen el nombre todos los que depositaron su fe en él.
con el cual Dios se presentó ante Moisés. Por respeto,
los judíos dejaron de pronunciarlo, y cuando encon- ¿El texto de la RVC es fiel a las revisiones anteriores de
traban esas consonantes en el texto bíblico decían la Reina-Valera?
Adonai (el Señor). En los medios cristianos las con- No solamente es fiel, sino que sonará más natural a
sonantes YHVH empezaron a leerse desde fines de la los oídos de muchos hermanos y hermanas de América
Edad Media con las vocales e, o y a, resultando la forma Latina. Es decir, la RVC comunica el mensaje de siem-
latinizada “Jehová”. Pero, en realidad, hoy no sabemos pre de manera clara y moderna. CT

32 Cuba Teológica
 ARCHIVOS
de
TEOLOGÍA
Tema medular y de plena
vigencia para el pensamiento
cristiano del continente,
reproducimos este artículo
en ocasión de cumplirse 45
años de la ordenación al
ministerio de Ofelia Ortega
Suárez, pastora de la Iglesia
Presbiteriana-Reformada
en Cuba y prominente líder
ecuménica.
Mujer y teología:
una perspectiva
latinoamericana1
Ofelia Ortega Suárez
Introducción
L
a mayor parte de nuestras mujeres teólogas concuer-
dan en afirmar que la teología feminista es el resul-
tado de nuestra experiencia concreta.
Dos líneas fundamentales caracterizan nuestra reflexión
teológica: la experiencia existencial de la búsqueda de nues-
tra propia identidad y nuestra experiencia de fe, vividas
siempre al margen del poder y la autoridad.1
En esa búsqueda de nuestra propia identidad, hay una
experiencia común que nos une: la opresión a la cual la mujer
ha sido sometida a través de los siglos —opresión cultural,
económica, social y religiosa. A partir de la opresión, nuestra
mujer toma conciencia de las estructuras que obstaculizan su
propia liberación y la del pueblo al cual ella pertenece.
Es la vida misma la clave para toda nuestra reflexión teo-
lógica. Por lo tanto, nuestro quehacer teológico trata de ser
permanentemente incluyente, comunitario y participativo.
“Nuestra teología va más allá de lo genérico para incluir a
toda la humanidad en su integridad”.2
Es cierto que, en todo el mundo, son especialmente las
mujeres las que están haciendo un pacto con la vida, ofre-
ciendo la vida y protegiendo la vida.
Fuente: Encuentro y Diálogo, no. 8, Buenos Aires, 1990,
pp. 84-92.
Revista del Seminario Evangélico de Teología 33
 En esa lucha a partir de la vida y por la vida la mujer
libra un combate doble. Ella batalla por la satisfacción
de las necesidades básicas de todos —de ella misma—
y, también, porque se le reconozca el derecho de ser
sujeto en la sociedad, en los movimientos populares,
en los partidos, en los sindicatos, en la iglesia y en la
producción teológica.
I. La mujer en la producción teológica
Se ha dicho que la teología es una producción sexista
y no resulta ilógico pensar así. Tenemos a nuestras
espaldas un enorme peso ancestral de estructuras ecle-
siales, androcéntricas, patriarcales. Estas estructuras
excluyen a la mujer de la preparación teológica y de
una participación significativa en el ministerio. Por lo
tanto, la práctica pastoral y la producción teológica —
exégesis y teología—, privilegio por mucho tiempo de
varones, reflejan siempre la visión parcializada mascu-
lina de alguna manera.
Sin embargo, la mujer creyente —como miembro
de las comunidades cristianas— es sujeto del queha-
cer teológico cotidiano. Ella comparte su experiencia
de Dios, participa en la celebración de la fe en grupos
de estudio bíblico, de oración y reflexión; trabaja en
la elaboración de folletos, boletines...; colabora con la
pastoral de visitación. La experiencia cotidiana de la
mujer es, siempre, una experiencia de relación; por
eso está más preparada para poder entender el sentido
comunitario de la fe cristiana. Es lo que las teólogas
latinoamericanas llaman “la praxis del cariño”.3 Es
cierto que la mujer está más cerca de lo concreto, de
los procesos vitales, y que su visión es más globalizante
y unitaria; que trabaja más con categorías de relacio-
namiento que de distinción y por eso rompe con más
facilidad el dualismo común del pensamiento occiden-
tal, eminentemente masculino.
Por ese motivo, se hace necesaria la participación de
la mujer en la producción teológica: su contribución
“radicaliza el método de la teología”,4 ya que hace teo-
logía a partir de su propia experiencia de Dios, de su
propia espiritualidad.5
II. Algunos factores que afectan la participa-
ción de la mujer en la educación teológica
1. La posición socio-económica de la mujer en la sociedad:
obstáculo y reto para el cambio
34 Cuba Teológica
En sociedades donde la mayor parte de las mujeres
son pobres, donde el trabajo tradicional de la mujer
es esencial para la sobrevivencia de la familia y donde
el nivel educativo general es pobre, la participación
de la mujer en los aspectos más formales de la edu-
cación teológica resulta considerablemente limitada.
Sin embargo, en esas situaciones de extrema pobreza,
la mujer se ve a sí misma como sujeto de la pastoral en
la iglesia que nace del pueblo. Desde esa perspectiva,
el porvenir se perfila diferente, no porque las estructu-
ras de la iglesia se inquieten por un lugar distinto para
la mujer, sino porque la organización misma en la que
toma parte la mujer le posibilita la participación.
La pauta la da la organización social, no la organi-
zación de la iglesia. La problemática social posibilita
una vivencia más auténtica de la fe. Al comprome-
terse con la problemática del pueblo y tomar parte en
la lucha de la clase popular, la mujer participa en la
reflexión comunitaria, se hace sujeto, se descubre y es
descubierta como persona. Pasa de un papel pasivo a
un papel activo en el proceso social de reivindicación
de las clases marginadas y se integra, también, en la
reflexión, a la luz de la fe y de la coyuntura histórica; o
sea, en el quehacer teológico.
A partir de esa experiencia de inserción social y ecle-
sial de base, la mujer pobre comienza a articular su
palabra y siente el hambre de superación que le lleva a
participar en talleres de formación, en talleres bíblicos
y en diferentes instancias educativas, para lograr una
preparación más adecuada como agente de una pasto-
ral renovada.
Cada vez aumentan más las solicitudes de becas de
mujeres que desean entrar en nuestros seminarios y
universidades para alcanzar el nivel educativo capaz de
permitirle una participación activa en las tareas teo-
lógicas e intelectuales orgánicas dentro del proceso
popular —fenómeno que se observa, especialmente, en
África, Asia, América Latina, el Caribe y el Pacífico.
Sin embargo, no hay todavía una respuesta adecuada
a estas demandas en nuestras instituciones. Se hace
necesaria una estrategia global para responder a las
solicitudes que nos llegan de las diferentes regiones.
No estamos preparados para la irrupción de la mujer
en el campo de la educación y la producción teológica;
los programas y el currículo de nuestras instituciones,
la composición del cuerpo docente y nuestros sistemas
de becas están organizados para satisfacer las necesi-
dades de los hombres que desean estudiar teología, y
de estructuras eclesiales piramidales y clericales. No
hemos permitido que lo femenino penetre en el claus-
tro profesoral y en la vida de nuestros centros de edu-
cación teológica; de manera que la mujer ha de luchar
doblemente: primero para llegar allí, y después, debe
continuar luchando contra el sistema educativo que se
le impone y que no satisface sus necesidades, mucho
más holísticas, participativas y comunitarias.
2. Formas “separadas” o “especializadas” para la mujer:
¿ministerios secundarios?
En la década de los setenta, fui nombrada decana de la
Escuela de Educación Cristiana, del Seminario Evangé-
lico de Teología, en Matanzas. Inmediatamente pude per-
cibir que era tradición de las iglesias el enviar a las mujeres
a la Escuela de Educación Cristiana y a los hombres a la
Escuela de Teología. Los hombres salían con una prepa-
ración más adecuada —recibían lenguas bíblicas, exége-
sis, cursos de teología…—, mientras las mujeres recibían
cursos de metodología, y su preparación se concentraba
menos en las disciplinas teológicas clásicas.
Los resultados eran dos tipos distintos de títulos: el
de las mujeres, evidentemente inferior al de los hom-
bres, lo cual no les permitía aspirar a la ordenación en
sus respectivas iglesias, y, en consecuencia, ejercerían
un ministerio secundario, con menos salario y siempre
subordinadas al pastor de la iglesia local.
A los pocos meses de comenzar mi tarea, decidí
proponer la desaparición de la Escuela de Educación
Cristiana. Parecía una medida muy radical, pero al
aprobarla, liberábamos a la mujer —y al hombre tam-
bién— de patrones educativos estereotipados: al dejar
solo la Escuela de Teología, incluíamos en ella espe-
cialidades de las áreas de Educación Cristiana, Biblia,
Pastoral... Es así que la mujer hoy obtiene un título
igual al del hombre, y, por otra parte, los estudiantes
varones tienen oportunidad de hacer una especialidad
en Educación Cristiana, que les capacita para la prác-
tica educativa en la iglesia local.
Las formas separadas limitan la plena participación
de la mujer en nuestras instituciones teológicas, espe-
cialmente en el Tercer Mundo, y limitan también la
participación del hombre en otros ministerios que
siempre son adjudicados a la mujer.
También es cierto que, en ciertas confesiones y cultu-
ras, si la mujer no asiste a estas instituciones teológicas
separadas no tiene otra opción. Ante tal circunstancia,
sin otra alternativa inmediata para la preparación de la
mujer, no queda otro remedio que aprovechar coyuntu-
ralmente esa “oportunidad con limitaciones” sin abando-
nar la lucha por campos más amplios de participación.
3. La cuestión de la ordenación
La limitación “legal” para la ordenación femenina en
algunas confesiones no parece ser un freno para que la
mujer se interese cada vez más en los estudios académi-
cos teológicos. En América Latina, más de diez mujeres
de la Iglesia Católica-Romana están en el proceso de
adquirir sus doctorados en Teología, y algunas de ellas ya
enseñan en algunas facultades teológicas; por lo menos
tres están haciendo sus doctorados en teología feminista.
Un gran número de religiosas se preparan adecuada-
mente en centros ecuménicos como agentes de pastoral
—como en el Departamento Ecuménico de Investiga-
ciones (DEI), de Costa Rica; en el Centro Ecuménico
de Servicios Pastorales, el CEDI y el Centro de Estu-
dios Bíblicos, de Brasil. Obstáculos mayores parecen
provenir de las denominaciones protestantes más con-
servadoras, donde no solamente la mujer experimenta
serios impedimentos para la ordenación, sino también
para la participación a nivel de la toma de decisiones,
y hasta en el gobierno de la iglesia local —como en el
caso de las iglesias presbiterianas en México y Brasil.
En aquellas iglesias donde hay una mayor participa-
ción de los laicos en la educación teológica, la mujer
participa más libremente, porque allí encuentra, por lo
general, la práctica de nuevas formas de ministerio y
distintos enfoques en la educación teológica. Tal es el
caso de la participación de la mujer en las comunidades
de base de algunas iglesias pentecostales y en comuni-
dades locales de denominaciones históricas, que prac-
tican una pastoral renovada.
4. Dificultades para participar en programas residenciales
Es cierto que el porcentaje de las mujeres matricu-
ladas en cursos de extensión o en programas no resi-
denciales es siempre mayor que el número que puede
participar en los programas residenciales que ofrecen
nuestras instituciones teológicas.
Esto se debe, fundamentalmente, a que la mujer con-
tinúa asumiendo muchas de las funciones o roles que la
sociedad —con sus patrones culturales particulares— le
ha impuesto: las responsabilidades familiares, el matri-
monio a una edad temprana, la doble jornada… Ello
dificulta su participación en un programa de tiempo
completo y que se extienda por varios años.
Revista del Seminario Evangélico de Teología 35
 Sin embargo, hoy se van encontrando nuevas alterna- tar de la conciencia en relación con la injusticia social
tivas. Van emergiendo las “vocaciones tardías” una vez hacia las mujeres y otros grupos sociales marginados.
que han crecido los hijos, y, asimismo, la mujer joven El entrar en la educación teológica implica, asimismo,
hace increíbles esfuerzos por completar su educación tratar de alcanzar un mayor conocimiento y elemen-
teológica en las instituciones al alcance de la mano tos de análisis de los desarrollos sociales específicos,
—cerca del hogar—, que ofrecen cursos nocturnos o desde donde se articula la reflexión teológica. La mujer
sabatinos. Para lograrlo necesitan con frecuencia becas es sensible no solamente a su propia cautividad, sino,
y ayuda económica, pues muchas de estas mujeres igualmente, a la cautividad y lucha de otros grupos —
pobres y de clase media baja contribuyen al sostén eco- estudiantes negros, hispanos, de culturas indígenas...
nómico de la familia, o, incluso, son madres solteras
o divorciadas, sin otra entrada financiera en el hogar 3. Teología bíblica desde la perspectiva de la mujer
como no sea su propio trabajo. ¿En qué sentido y bajo qué condiciones la Biblia es
Ha aumentado, también, el número de mujeres que fuente para elaborar una teología desde la mujer?
desean acompañar a sus esposos en los cursos de pos- Es innegable que, más allá de la mediación cultural,
grado, pero no simplemente con la intención de hacer antropológica, con que la Biblia nos habla de la mujer,
más llevadera la vida del compañero en el extranjero, el mensaje resulta claro y esclarecedor:
sino con el propósito definido de tomar cursos para su • Desde la Ley y en nombre de Yahvéh jamás podrá
propia superación. Nuestros sistemas de becas deben legitimarse ninguna forma de opresión a la mujer.
contemplar estos casos que, evidentemente, cambian • La fidelidad a Yahvéh llega a subvertir los patro-
nuestros parámetros y criterios sobre a quiénes, cómo y nes culturales impuestos a la mujer y las mismas
bajo qué condiciones ofrecer la ayuda solicitada. pautas de comportamiento en el pueblo de Dios.
Definitivamente, las mujeres hoy demandamos opor- • Las mujeres —personajes fuertes que la Biblia no
tunidades para estudiar teología con diferentes patro- ha podido silenciar— tienen un papel ligado, en
nes y ritmo de los ofrecidos en los cursos residenciales general, a acontecimientos político-religiosos de
tradicionales. importancia para el pueblo.
• Las “mujeres testimonio” en la Biblia son proto-
III. Contribuciones específicas de la mujer en tipos del nuevo pueblo; son figuras pedagógicas
el campo teológico para corrientes amplias de varones y mujeres, que
hicieron viva y eficaz la profecía y la promesa del
1. Un enfoque más holístico en la educación teológica Reino.
En todas partes del mundo, las mujeres expresan
su preocupación en relación con el abismo que existe La tradición de la iglesia ha proyectado en su lectura
de la Biblia prejuicios antifeministas que, no solo han
entre la teología “pura” y la vida diaria, entre la doctrina
teológica y la práctica del ministerio. Esta preocupa- ocultado la riqueza de estos testimonios de mujeres,
ción es expresada a menudo con la frase “la educación sino que le han quitado fuerza espiritual al conjunto
teológica es demasiado académica”, pero la frase parece de la palabra de Dios, debilitando su eficacia histórica.
tener significados diferentes. La falta de formación La mujer en la contemporaneidad hace una lectura
espiritual en la educación teológica es uno de los pro- militante de la Biblia, recuperando y desarrollando la
blemas principales. Son las mujeres las que tratan de experiencia colectiva de aquellas que hoy, como ayer, se
integrar las dimensiones sociales, personales y teoló- juegan la vida por la liberación del pueblo y el anuncio
gicas en la preparación para el ministerio. Este tipo de de esa buena nueva.
integración ha caracterizado las alternativas en la edu- La mujer toma como clave para una exégesis cohe-
cación teológica, creadas por mujeres para mujeres. rente la práctica profética de Jesús, quien prolonga,
concretiza y renueva la práctica profética veterotesta-
2. Gran sensibilidad hacia el contexto social y la expe- mentaria. El comportamiento de Jesús con la mujer es
riencia histórica específica afín con su misión y mensaje de justicia, y debe enten-
Un buen número de mujeres afirma que su decisión derse y articularse a la luz de su entrega a la causa de
para realizar estudios teológicos nace de un desper- los pobres y oprimidos. El seguimiento de Jesús por

36 Cuba Teológica
sus mismos discípulos trae como exigencia el que estos encontramos fácilmente, hay que trabajar arduo en
superen sus bloqueos culturales, ideológicos y discri- la reconstrucción del lugar de la mujer en la revela-
minatorios de la mujer. No es posible abrazar la causa ción, haciendo una lectura adecuada de los mensajes
de Jesús manteniendo actitudes de marginación y de escondidos en los textos. Es sorprendente el trabajo
opresión a la mujer. realizado por las mujeres biblistas durante los últimos
años.7
4. Lenguaje litúrgico y teológico incluyente El predominio de las metáforas masculinas para
Por muchos años la mujer latinoamericana consideró hablar de Dios nos ha llevado a pensar, consciente o
que la preocupación por el lenguaje litúrgico y teoló- inconscientemente, que hay algo en lo masculino más
gico era exclusivo de las mujeres del Primer Mundo. cerca de la divinidad.
Pero el enfoque ha cambiado hoy día; ha surgido un Dios está más allá de todas las descripciones de nues-
gran interés al respecto, debido a que se estima que, tro lenguaje; trasciende las categorías de la sexualidad
en un proceso de liberación como el nuestro, este es humana. Si adoramos una imagen humana de Dios
uno de los aspectos que debe cambiar simultáneamente nos convertimos en idólatras. De allí la importancia de
con la conducta y actitudes masculinas. Nuestras teó- recuperar el balance adecuado en el lenguaje metafó-
logas opinan que “el lenguaje es muy importante; y rico al hablar de Dios.
que nosotras debemos comenzar a apropiarnos de él
y a descubrir el grado de discriminación que la mujer c) La función y la influencia del lenguaje no es sola-
experimenta en el lenguaje”.6 mente una preocupación de la mujer
Es bueno señalar cuatro afirmaciones básicas que nos Cada vez más, los socialmente marginados —negros,
proporcionan algunas claves hermenéuticas para una mujeres, poblaciones indígenas, impedidos físicos—
aproximación a algunos de los asuntos fundamentales están señalando la importancia del lenguaje y muchas
que conciernen a la mujer en relación con el lenguaje: iglesias e instituciones teológicas han publicado docu-
mentos que reafirman nuestra posición.8
a) El lenguaje puede ser una fuerza creativa y libera-
dora o una fuerza opresiva y de cautividad. d) El lenguaje tiene una influencia formativa
Hay una relación íntima entre el lenguaje y las estruc- Las palabras que usamos con nuestros niños forman
turas sociales. El lenguaje conceptualiza la realidad y los
imágenes, símbolos y cuadros en sus mentes, que per-
patrones de conducta del grupo que está en el poder, así manecen con ellos por el resto de sus vidas.
que, en el proceso de autoliberación de los grupos opri- Además, el lenguaje no solamente forma nuestra
midos, estos grupos necesitan cambiar el lenguaje —un imagen de Dios, sino nuestra propia imagen, que limita
nuevo lenguaje surge, o una nueva interpretación de los o aumenta nuestras posibilidades en la vida.
símbolos y las imágenes. Sin el cambio del lenguaje, el Siempre recuerdo cuán largo fue el proceso en mi
proceso de cambio de las estructuras es muy lento. El propia vida para recuperarme de algunas frases que mi
lenguaje tiene poder. En el amor incluyente y humilde madre pronunciaba en mi presencia cuando era una
del sufrimiento de Cristo, Dios demostró la verdadera niña. Siendo una mujer pobre, solía decir en conversa-
naturaleza de su palabra. No es una palabra de aliena- ciones diarias: “¡Ojalá mi hija fuera varón, sería mejor
ción, opresión o exclusión; es, más bien, una palabra para ella!”.
que se abre a la vida en mutualidad, igualdad y libertad. Si nuestro compromiso es trabajar por una humani-
dad mejor para todos, tenemos que estar conscientes
b) La Biblia fue escrita en el contexto de una cultura de que esto no será posible mientras nuestro lenguaje y
patriarcal; el padre era el supremo poder en la familia, nuestras imágenes nos limiten en formas inconscientes
el clan y la nación —las mujeres y los niños eran infe- o deliberadas.
riores.
Tenemos que recordar que hay en la Biblia dos ejes 5. Nuevos modelos de ministerio
fundamentales: la justicia y la liberación. De manera Hay un gran número de mujeres que se creen llama-
que en la Biblia misma encontramos muchos ele- das por el Espíritu para trabajar por la renovación del
mentos de crítica a la sociedad patriarcal; pero no los ministerio ordenado y la pastoral de la iglesia.

Revista del Seminario Evangélico de Teología 37

 Esta nueva visión de la pastoral no es ni clerical, ni Como resultado de ese trabajo hay un buen número de
jerárquica, ni racista. No abarca, consume ni ahoga mujeres que desea continuar su preparación teológica
todos los ministerios de la iglesia. Es un ministerio en las instituciones de sus respectivas regiones.
discernido como don del Espíritu a través de la comu- El Programa de Educación Teológica del Consejo
nidad en que se labora y se vive. Es una pastoral que Mundial de Iglesias no solamente está cooperando con
llama, facilita y promueve los diferentes ministerios en este programa, sino que ha decidido dedicar el 50 % de
la comunidad de fe, y que, a partir de esa fe, celebra la sus fondos para el año 1990 en apoyo a la educación
unidad de la comunidad y ministerios en la eucaristía. teológica de la mujer, y, en 1992, destinará el 100 % de
La presencia de la mujer en el quehacer teológico nos los fondos a ese fin.
lleva al análisis del concepto del ministerio ordenado En la conferencia de Educadores Teológicos del Ter-
y su relación con el ministerio de todo el pueblo de cer Mundo, organizada por la Federación Luterana
Dios. Es un fenómeno creciente que las mujeres en el Mundial, en Brasil, del 5 al 11 de septiembre de 1988, se
ministerio ordenado traten de organizarse para conse- tomaron acuerdos que incluían la necesidad de desarro-
guir apoyo mutuo, intercambio de experiencias y nue- llar y promover un proceso incluyente y participativo en
vas visiones del trabajo a realizar. la educación teológica, prestando especial atención a las
Estas reuniones se están celebrando a nivel local, pero preocupaciones y perspectivas de las mujeres.
las más efectivas son aquellas creadas a nivel regional, La Conferencia hizo un llamamiento a las institucio-
nacional y aun internacional. Son, generalmente, ecu- nes teológicas e iglesias para demostrar una sensibili-
ménicas y tienden a fortalecer el compromiso de la dad apropiada en relación con las preocupaciones de las
mujer en el quehacer teológico y en la renovación de mujeres y mostró la necesidad de proveer oportunidades
los ministerios de la iglesia. para ellas en los programas de becas, las posiciones en
Por ejemplo: el encuentro de 40 mujeres pastoras bra- el profesorado de las instituciones teológicas y el incre-
sileñas, del 26 al 28 de abril de 1988 —de las iglesias mento del apoyo mutuo entre hombres y mujeres en los
metodista, luterana y episcopal—, produjo la organiza- ministerios de las iglesias.
ción de un grupo de trabajo denominado Grupo Ecu- El Departamento de Educación Teológica de la
ménico de Organización de las Pastoras, con el pro- Asociación de Iglesias y Misiones Protestantes en
pósito de estudiar la posibilidad de crear una entidad la República Federal de Alemania y Berlín (Oeste)
nacional representativa de pastoras, a fin de confrontar —Evangelisches Missionswerk— ha acordado, con
y desenmascarar todo tipo de desigualdades existen- la aprobación del subcomité para la Misión Ecumé-
tes en la sociedad y en la iglesia. Similares experienciasnica y el Servicio —Oekumenisch-Missionarischer
están sucediendo en Asia y África. Weltdienst—, promover la participación de la mujer
en el campo de la educación teológica. El documento
IV. La participación de la mujer en la edu- presentado por este departamento incluye el apoyo a
cación teológica está hoy en la agenda de las la participación de la mujer en el sistema de becas,
en los métodos alternativos en la educación teoló-
organizaciones ecuménicas, las agencias de
gica, consultas y conferencias, proyectos de estudios
cooperación y las distintas confesiones por mujeres teólogas, publicaciones por mujeres, entre
otros espacios.
El Consejo Mundial de Iglesias ha comenzado el año
Demos la bienvenida a todas estas iniciativas que
pasado (1988)*2la Década Ecuménica de las Iglesias
muestran que la mujer no lucha sola, sino que varias
en Solidaridad con las Mujeres. Una de las temáticas
iglesias y movimientos ecuménicos han decidido
fundamentales de esta iniciativa es la mujer haciendo
acompañarla en su caminar como sujeto de la historia.
teología y compartiendo su espiritualidad. Tomando
en cuenta la necesidad de las distintas regiones, se han
organizado talleres para la capacitación de mujeres jóve- Realidad y visión
nes bajo el programa “La mujer joven hace teología”.
Nos parece adecuado terminar nuestra exposición
con un fragmento del Documento Final del Encuentro
* Nota de la Redacción: El presente texto fue escrito en Latinoamericano de Teología desde la Perspectiva de
1989 y publicado en 1990, como ya se ha informado antes.

38 Cuba Teológica
la Mujer, celebrado en Buenos Aires, del 30 de octu- Impregnada de una espiritualidad de esperanza que
bre al 3 de noviembre de 1985. En ese documento las parte de nuestra condición de mujeres y expresa fuerza,
mujeres latinoamericanas afirmaron que la tarea teoló- sufrimiento y acción de gracias.
gica de la mujer intenta ser: Libre: con la libertad del que no tiene nada que per-
der, y abierta, con la capacidad de acoger diferentes
Integradora de las diferentes dimensiones humanas: interpelaciones y aportes.
fuerza y ternura; alegría y llanto; intuición y razón. Reconstructora de la historia de la mujer tanto en los
Comunitaria y relacional: recoge un número amplio textos bíblicos como en las figuras de mujeres que,
de experiencias que expresan algo vivido y sentido, desde su propia realidad, son símbolos de luchas y
de manera que las personas se reconocen y se sienten resistencia, sabiduría y liderazgo, solidaridad y fideli-
interpeladas por la reflexión. dad, justicia y paz.
Contextual y concreta: parte de la realidad geográfica,
social, cultural y eclesial de América Latina, perci- Afirmamos, junto con la Conferencia Interconti-
biendo los interrogantes vitales de las comunidades. Se nental de Teólogas del Tercer Mundo, celebrada en
trata de un quehacer teológico marcado por lo coti- México, del 1 al 6 de diciembre de 1986, que
diano de la vida como lugar de manifestación de Dios.
Combativa: en el sentido de participar en el conjunto […] en la tarea de hacer teología, nuestra meta común es
de las luchas de liberación de nuestros pueblos a nivel ofrecer una nueva dimensión que no es nuestra, sino que
específico y global. nos es dada por las voces de nuestro pueblo que clama
Marcada por el humor: la alegría y la celebración, vir- por justicia, y por Dios, quien nos empujó y convocó
tudes que garantizan la certeza en la fe en que Dios en este lugar. La humanidad como un todo, y no solo la
está con nosotras. mujer, se beneficiará con nuestro esfuerzo.9 CT

Notas 7 Véanse, por ejemplo: The Liberating Word: a guide to nonsexist

1 Véase la contribución de Ana María Tepedino, teóloga
brasileña católica, al libro With Passion and Compassion:
Third World Women doing Theology: Reflections from the
Women’s Commission of the Ecumenical Association of Third
World Theologians, editado por Virginia Fabella y Mercy
Amba Oduyoye (Orbis Books, Maryknoll, NY, 1988).
2 Ibidem, “Introduction”, p. XI.
3 Ibidem, p. 167.
4 Véase el libro Teólogos de la liberación hablan sobre la mujer,
San José, Costa Rica, Editorial DEI, 1986 (entrevistas
realizadas por Elsa Tamez a teólogos de la liberación).
Este libro ha sido publicado, también, en los Estados
Unidos bajo el título Against Machismo: Rubem Alves,
Leonardo Boff, Gustavo Gutiérrez, José Míguez Bonino,
Juan Luis Segundo… and others talk about the struggle
of women: interviews (Meyer-Stone Books, Yorktown
Heights, NY, 1987).
5 Véase el libro Women’s Spirituality: resources for Christian
development, editado por Joann Wolski Conn, New York,
Paulist Press, 1986, donde se analiza la contribución de
la espiritualidad que incluye cada dimensión de la vida
humana.
6 Elsa Tamez, op. cit., p. 147.
interpretation of the Bible, ed. Letty M. Russell en coop.
con Task Force on Sexism in the Bible, Division of
Education and Ministry, National Council of the Churches
of Christ in the USA, Westminster Press, Philadelphia,
1976; María Clara Bingemer, et al.: El rostro femenino de
la teología, Editorial DEI, San José, Costa Rica, 1986 (en
inglés, Elsa Tamez, ed.: Through Her Eyes: Women’s Theology
from Latin America, Maryknoll, Orbis Books, NY, 1989);
Rosemary Radford Ruether: Sexism and God-Talk: toward
a feminist theology, Beacon Press, Boston, 1983.
8 Merecen citarse Language about God: a Study Guide,
Presbyterian Church in the United States,1979; J.Shannon
Clarkson, Letty M. Russell Daughters and Sons of God,
Church Women United, New York, 1986; J. Shannon
Clarkson y Letty M. Russell: Speaking of God, Church
Women United, New York, 1986; Making Women Visible:
the Use of Inclusive Language with the ASB, a Report of the
Liturgical Commission of the General Synod of the Church
of England, Church House Publishing, London, 1989.
9 Documento final de la Conferencia Intercontinental de
Mujeres Teólogas del Tercer Mundo, que se llevó a cabo
en Oaxtepec, México, del 1 al 6 de diciembre de 1986,
bajo los auspicios de la Asociación de Teólogos del Tercer
Mundo (ASETT).

Revista del Seminario Evangélico de Teología 39

 MUNDO
TEOLÓGICO
Hacia los 500 años de la Reforma protestante,
analizan su repercusión en las iglesias cubanas
José Aurelio Paz
Una jornada de reflexión y celebración bajo el tema
“Hacia los 500 años de la Reforma protestante”, fue
organizada el 2 de febrero por el Seminario Evangélico
de Teología de Matanzas (SET) y el Centro Memorial
Dr. Martin Luther King, Jr. (CMMLK), de la capital,
con el propósito de analizar tal acontecimiento mun-
dial y su repercusión en las iglesias cubanas.
Como parte de ella, se celebró el panel “Raíces nacio-
nales independentistas del protestantismo cubano: los
misioneros patriotas”, en el Colegio Universitario San
Gerónimo, de La Habana, espacio en el cual fue presen-
tado, además, el libro La siembra infinita: itinerarios de
la obra misionera y la evangelización protestantes en Cuba,
una obra conjunta del doctor Rafael Cepeda —ya fall-
ecido— y el historiador Carlos R. Molina Rodríguez.
Esta jornada constituyó la antesala a la conmemo-
ración mundial de los 500 años de la Reforma protes-
tante, cuando nos hallamos a cinco años de aquel 31
de octubre de 1517, en que Martín Lutero clavara sus
95 tesis en la puerta de su templo, como protesta por
los abusos de la Iglesia Católica Romana de aquellos
tiempos, hecho que cambió el rumbo del desarrollo del
cristianismo y afirmó el papel liberador del protestan-
tismo como nuevo fenómeno de la fe.
El evento fue marco propicio para reafirmar que, en
el caso cubano, el protestantismo ha estado vinculado,
40 Cuba Teológica
desde sus inicios, a las raíces de la nacionalidad y las
luchas por la independencia del país. Por lo tanto, la
celebración de esta jornada, que marcó el inicio de
un quinquenio de celebraciones, pretendió ser un
punto de afianzamiento para las iglesias protestantes
cubanas y brindó la posibilidad de profundizar en las
características propias del fenómeno en la Isla, a tra-
vés del tiempo.
Específicamente en el panel mencionado, “Raí-
ces nacionales independentistas del protestantismo
cubano: los misioneros patriotas”, se analizó cómo la
manera de ser de las cristianas y los cristianos cuba-
nos ha alcanzado identidad propia —un pensamiento
coherente del proceso con nuestra misma historia—, a
fin de lograr una visión crítica de la razón ecuménica y
la misión de la Iglesia cubana.
Los presentadores del tema —el doctor Reinerio
Arce, rector del SET, y el ingeniero Joel Suárez, coor-
dinador del CMMLK— insistieron en que el inicio
internacional del quinquenio para la celebración de
los 500 años de la Reforma, el 31 de octubre de este
año, constituirá un llamamiento a repensar el sentido
del protestantismo: a nivel global, dentro de un mapa
religioso tan complejo como el del mundo actual; y
a nivel de la región caribeña y, particularmente, en el
contexto cubano.
 Discernimiento: la iglesia y la humanidad
ante los signos de los tiempos
El campus del Seminario Evangélico de Teología
(SET) de Matanzas fue sede de la Jornada Teológica
2012, que bajo el tema “Discernimiento” congregó,
entre el 21 y el 23 del mes de febrero, a especialistas de
esta disciplina y de las concernientes al pensamiento
teológico.
Conferenciantes, ponentes y estudiosos, nacionales y
foráneos, se dieron cita en el seminario matancero, donde
reflexionaron mediante ponencias, talleres y un foro
interactivo, en torno al concepto “signos de los tiempos”
y la presencia y los planes de Dios en la historia.
Entre las exposiciones destacaron la de Jorge Luis
Acanda, de la Universidad de La Habana, quien pre-
sentó una ponencia titulada “Discernimiento en la filo-
sofía de la historia”. Además, Dorcas Gordon, del Knox
College, de Toronto, desarrolló la reflexión bíblica
Fallece el teólogo italiano Giulio Girardi
El domingo 25 de febrero falleció en Roma el doc-
tor Giulio Girardi, quien, durante los convulsos años
de la Guerra Fría, creyó con pasión que el análisis
marxista era un complemento idóneo del mensaje
del Evangelio para transformar el mundo y luchar
contra las injusticias. El pensamiento de este teólogo
italiano, fallecido a los 86 años, influyó en toda una
generación de jóvenes creyentes crecidos después del
Concilio Vaticano II.
Girardi nació en El Cairo, en 1926, de una familia
muy cosmopolita —raíces italianas y sirio-libanesas.
Posteriormente, se trasladó y fijó residencia con su
familia en Beirut y, más tarde, se estableció en París.
Ordenado sacerdote salesiano en 1955, muy pronto
se sintió atraído por la problemática social, por los
movimientos de base y, también, por el fenómeno del
ateísmo contemporáneo.
“Discerniendo las señales de los tiempos”, y Adolfo
Ham, del Seminario Evangélico de Teología, abordó
el tema en su comunicación “Cómo discernir las seña-
les de los tiempos”. Participó también en esta jornada
Pablo Odén Marichal, del propio Seminario, con una
conferencia titulada “¿Discernir o diagnosticar? Una
reflexión socio-religiosa”. Reaccionaron a las mencio-
nadas presentaciones los profesores del SET Reinerio
Arce Valentín, Francisco Marrero Gutiérrez y Clara
Luz Ajo Lázaro.
Otras figuras que participaron fueron la doctora
Patricia Arés, con una conferencia titulada “Familia,
sexo y valores”, y el reverendo Raúl Suárez, quien puso
colofón al evento con la presentación de su libro Para
avivar el espíritu, compilación de sus principales artí-
culos y sermones.
Participó en el Concilio Vaticano II en calidad de
perito y trabajó en las labores preparatorias de lo que
luego sería la constitución pastoral Gaudium et spes
(Alegría y esperanza), promulgada por Pablo VI y
referida al papel de la Iglesia en el mundo. Más ade-
lante, sin embargo, las posiciones netamente marxistas
de Girardi, quien se convirtió en uno de los máximos
exponentes de la teología de la liberación y promotor
del Movimiento Cristianos por el Socialismo, lo ale-
jaron cada vez más de la Iglesia oficial. Su radicalismo
hizo que resultara expulsado como docente de varias
universidades católicas, e, incluso, igualmente suspen-
dido como sacerdote en 1977.
Entre sus libros se cuentan La Conquista, ¿con qué
derecho? (1992), El templo condena el Evangelio (1994) y
El ahora de Cuba tras el derrumbe del comunismo y tras la
visita del Papa (200?).
Revista del Seminario Evangélico de Teología 41
 Celebrado Congreso Internacional de Teología
en Puerto Rico
“La teología como instrumento de transformación
social de los pueblos” fue el tema que sirvió de tras-
fondo para el Congreso Internacional de Teología,
que se llevó a cabo a mediados de abril en el teatro
del Recinto Metro de la Universidad Interamericana
de Puerto Rico, con motivo de la celebración del cen-
tenario de esta institución.
Más de cuatrocientas personas participaron de este
evento, que contó con la presencia de destacados teó-
logos y teólogas, locales e internacionales, así como
destacadas personalidades especializadas en ese campo,
con profundo y vivencial conocimiento en la materia.
Procedente de España, participó el doctor Pedro Cas-
telao; de Holanda, destacó la participación del doctor
Hans de Wit; de Estados Unidos, Fernando Sego-
via, José David Rodríguez, Marcos Antonio Ramos,
Alvin Padilla, entre otros, quienes expusieron en torno
a asuntos de impacto para los estudiosos de la Biblia
y del cristianismo. Luis N. Rivera-Pagán, Ediberto
López, Guillermo Ramírez e Ismael García, de Puerto
Rico, participaron como panelistas y en sesiones con-
currentes.
42 Cuba Teológica
El reverendo Norberto Domínguez, vicepresidente
de Asuntos Religiosos de la Universidad Interameri-
cana de Puerto Rico y coordinador del evento, expresó:
El Congreso tuvo el propósito de facilitar espacios de
formación y de encuentro a los diferentes grupos y movi-
mientos cristianos interesados en vivir y formarse teoló-
gicamente en el espíritu ecuménico e interdisciplinario,
como también para personas interesadas en conocer y
profundizar en la formación teológica.
Los temas abordados se caracterizaron por su especial
relevancia teórica y por su significación práctica, siempre
en conexión con los nuevos climas culturales y en sintonía
con los cambios de la sociedad. Algunos de los asuntos
tratados fueron: “Misión y propósito de la universidad
cristiana en el siglo xxi”, “El futuro de la educación
teológica, retos y desafíos ante la realidad de un mundo
cambiante”, “La voz profética: desafíos y esperanzas”,
“Bartolomé de las Casas y su voz profética postrera” y
“La solidaridad: justicia y amor en el siglo xxi”.
[Fuente: www.inter.edu]
 ¿
¿QUÉ LEER
Protestantismo en Cuba. Recuento histórico y perspectivas desde sus

¿Qué leer?
orígenes hasta principios del siglo xix. Vol. 1: Panorama general, comp.
Carlos R. Molina Rodríguez, Ed. Caminos/ Seminario Evangélico
de Teología, La Habana/ Matanzas, 2011.

La presente antología —sin intentar convertirse en una historia gene-

ral del movimiento protestante en Cuba, sino, más bien, exponer una
síntesis interpretativa de carácter multidisciplinario— procura servir de
acercamiento a la variedad de expresiones del protestantismo cubano,
recorriendo el quehacer de algunos autores que se han aproximado a su
estudio. En sus páginas se ha realizado un esfuerzo por presentar los más
diversos enfoques, acudiendo para ello a las tradiciones historiográficas,
confesionales e ideológicas desde las cuales se ha abordado el tema.
Su primer volumen, “Panorama general”, constituye, en cierto modo,
un balance de la obra protestante insular. Confiamos en que la expe-
riencia histórica apenas esbozada aquí, contribuya a resaltar, en toda su
extensión, su memoria y su legado, y el importante rol de los creyentes
en Dios dentro de la sociedad cubana.

Para avivar el espíritu. La inquieta palabra del pastor Raúl Suárez,

comp. y sel. Elizabeth Rodríguez e Idania Trujillo, Ed. Caminos, La
Habana, 2011.

En esta obra está el misterio de la palabra de un hombre que ha com-

partido con muchas y muchos de nosotros sus alegrías, angustias, dolo-
res, inquietudes y bienaventuranzas. Distinguen su mensaje la fuerza
del verbo y la pasión, expresión de un pensamiento propio, curtido por
su experiencia vital y por el desafío que significó para él encontrar una
nueva manera de entender y vivir la fe dentro del sistema socialista
cubano.

Revista del Seminario Evangélico de Teología 43

 El pensamiento filosófico latinoamericano, del Caribe y “latino” (1300-
2000): historia, corrientes, temas y filósofos, ed. Enrique Dussel,
Eduardo Mendieta y Carmen Bohórquez, Siglo XXI Editores,
México, 2011.

Presenta una exposición conjunta del pensamiento filosófico del con-

tinente cultural latinoamericano del Caribe, incluyendo los latinos de
Estados Unidos, que incluye la sabiduría de las altas culturas americanas.
En su primera parte, expone el aporte de los grandes pensadores históri-
cos, o de las escuelas o comunidades de pensamiento filosófico, situándolo
dentro del contexto preciso de las culturas en que se originan.
La segunda parte refiere las diversas corrientes de la filosofía en el
siglo xx, y, muy especialmente, la reciente aparición de una nueva gene-
ración de jóvenes filósofos “latinos” en Estados Unidos.
La tercera parte aborda temas de gran interés para el estudio mono-
gráfico de aspectos filosóficos con presencia en todo el continente. Estos
temas son, a veces, los usuales —como los de ética, estética, ontología y
metafísica, filosofía de la historia o filosofía de la religión. Pero en otros
momentos se abren caminos enfoques menos habituales —como los
textos que abordan la filosofía de la economía, de la pedagogía, de los
movimientos juveniles, de la filosofía con niños.
La cuarta y última parte incluye un conjunto de más de doscientos
esbozos biográficos cortos, pertenecientes a los principales filósofos
continentales y ordenados cronológicamente. Las y los filósofos com-
prendidos son clasificados a partir de los países donde desarrollan su
obra —latinoamericanos, caribeños y “latinos”— y de su fecha de naci-
miento. El volumen abarca a figuras cuya obra alcanza hasta el fin del
siglo xx.

El padre Las Casas y los cubanos, sel. Ana Cairo y Amauri Gutiérrez,
Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2011.

Por primera vez, interactúan fragmentos de las obras del dominico

Fray Bartolomé de las Casas (1484-1566) con ensayos, artículos, poe-
mas, dibujos, esculturas y una cronología y una bibliografía entorno a
él, concebidos por escritores y artistas plásticos cubanos en el trans-
curso del lapso transcurrido entre el siglo xviii y el xxi. Con motivo de
los 500 años de la fundación de Baracoa, la primera villa, un grupo de
intelectuales propone este diálogo que contribuye al análisis del pensa-
miento y la praxis de Las Casas.

44 Cuba Teológica