You are on page 1of 2242

Siglo XIV.

La peste negra
Europa, extendiéndose como
castigo divino sobre la aterror
población. En medio del caos,
monja termina en un convent
Bolzano, donde expira. Sin emb
la maldición la persigue: durant
trece días siguientes las m
mueren de las formas más horr
sicópatas, trabajo para el
aprovecha su insólita habilida
médium, hasta su pueblo n
donde su llegada coincide co
desaparición de cuatro muj
mejor exorcista a investiga
crimen, pues las tres víctimas
monjas recoletas, y todo p
indicar que tras su muerte se ha
desaparecido evangelio de S
El evangelio de
mal
ePUB v1.0
Polifemo7 29.06.11
Primera parte
Capítulo 1

11 de febrero de 1348.
Convento-fortaleza de Bolzano
norte de Italia
relee una última vez, rozando c
yema de los dedos las marcas allí d
sus ojos cansados ya no cons
distinguirlas. Luego, cuando está s
de que esas líneas han que
retuerce la espalda en ese cubícu
suplicio del emparedamiento. Rec
haber leído numerosos manuscrito
referían los sufrimientos de
condenados a los que los tribunales
Recuerda sobre todo un perga
que relataba la toma en el siglo an
del monasterio de Servio por las t
del papa Inocencio IV. Aquel
novecientos caballeros rodearon
los tres jueces de la Inquisición y
notarios, los verdugos y sus instrum
de muerte. Una vez derribada la p
encontraron a los monjes arrodillad
la capilla. Tras examinar esa asam
incesante de los cubos de agua putre
que sirvientes aterrados arrojaban
las baldosas para diluir los charc
sangre. Finalmente, cuando la lu
ocultó tras esas inconfes
en las profundidades del monas
Cuatrocientos esqueletos que araña
granito hasta desangrarse.
Ahora le tocaba a ella. Co
diferencia de que la vieja religio
encontrado refugio, unas velas
escasos efectos personales y, enro
en un trozo de hule, el terrible se
que se llevaba con ella. No para q
perdiera, sino para que no caye
crucificadas. Desde aquel crepús
cuando tomó posesión del conven
Bolzano, la Bestia se alimentaba
carne y del alma de las siervas del S
La madre Yseult está a pun
del cubículo. Esa voz es la d
Braganza, su novicia más joven. Su
a la madre Yseult que le diga dónd
escondida y le implora que la
reunirse con ella para escapar del as
Entonces, mientras gruesas lág
de terror y de pena se deslizan po
mejillas, la anciana religiosa se tap
oídos para no seguir oyendo el llan
Braganza. Luego cierra los ojos y su
Capítulo 2

Todo había empezado unas sem


atrás, cuando corrió el rumor de q
Venecia crecían las aguas y de que
Los primeros casos de
detectados en los barrios pobres h
llevado al viejo dux de Venecia a or
que cerraran los puentes y desfon
las embarcaciones que los comuni
y se vieron góndolas cargada
cadáveres que surcaban los canales
recoger a los niños muertos que jó
madres deshechas en lágrimas h
arrojado por las ventanas.
y de Padua mandaron entonces a ci
de arqueros y alabarderos para con
el flujo de moribundos que se ext
por el continente. Pero ni la lluv
flechas ni el chasquido de las pic
sobre los campos y llenaron los poz
cascotes. También rociaron los gra
con agua bendita y clavaron mil
lechuzas vivas en las puertas d
casas. Incluso quemaron a al
Transmitido seguramente p
palomas venecianas que h
abandonado la ciudad fantasma, e
se propagó a continuación entr
demás pájaros de la Península.
un mes, un silencio de muerte se a
sobre el norte de Italia; solo queda
el mal, que se extendía más depris
que el rumor que lo precedía y que
a poco se iba apagando. Muy pron
campesinos se congregó en
inmediaciones de las ciudades
empuñar la hoz y la antorcha, y nin
mano útil fue movilizada a tiempo
trasladar los sacos de grano a
enterraban a los enfermos en eno
fosas, en los hospicios de Marsel
quemaban vivos con aceite y pez,
Grasse y en Gardanne incendiaba
campos de lavanda para limpiar el
Aniquilada la caballería en Mâc
mal subió a continuación hacia Par
Alemania, donde diezmó ciu
enteras. Muy pronto hubo t
cadáveres y lágrimas a una y otra
días después de que los regimi
romanos hubieran incendiado Ven
El hombre tocó el cuerno al acerca
convento y la madre Yseult subió
muralla para escuchar lo que tení
—¡Ah de las murallas! El obisp
ha encargado que alerte a
monasterios y a los conventos
negra desgracia que se acerca. La
ha llegado a Bérgamo y a Milán. E
Cremona y procesiones que
aproximaban a los muros de Bolon
Después he rodeado Padua, don
fuego purificador ya iluminaba la n
así como Verona, donde
—¿Y Aviñón? ¿En qué situaci
encuentra Aviñón y el palacio d
Santidad?
—Aviñón ya no responde. Al
que Arles y Nîmes. Lo único que
armas de los soldados se amonton
los caminos.
Se produjo un silencio, tras el cu
religiosas suplicaron a la madre Y
que dejara entrar al desdichado. De
Un estremecimiento recorri
Yseult; su voz vibró en el aire glac
—Lamentándolo mucho, señor,
informaros de que monseñor Tor
murió el verano pasado a consecu
de las murallas cuando, tras quita
capuchón, el jinete mostró su
abotargado por la peste.
—¡Dios ha muerto en Bérg
madre! ¿Ungüentos para estas ll
desapareció, como engullido po
bosque.
Desde entonces, la madre Yse
sus religiosas no volvieron a ver un
desde las murallas. Hasta el día mil
Capítulo 4

Gaspar era quien conducía el


tirado por cuatro miserables mulos
pelaje empapado de sudor humeaba
con la que las religiosas de Bo
harían ese pan negro y granulos
llenaba el estómago. Orgulloso
un pavo real, Gaspar exhibió tam
dos botellas de un aguardien
articulaciones. Al inclinarse para
un saco de habas vio una delgada f
acurrucada en el fondo del carro: er
vieja religiosa de una orden descon
a la que Gaspar había encon
Inclinada sobre ella en la parte tr
del carro, la madre Yseult lim
polvo que cubría la insignia. El
paralizó sus dedos: ¡cuatro b
bordados en oro y azafrán sobre
Nadie había visto jamás sus ro
ni oído el sonido de sus voces, de
que se decía de ellas que eran más
malas que el Diablo, que bebían s
humana y que se alimentaba
estaban muertas desde hacía sig
que, transformadas en vampiros cu
había luna llena, planeaban por en
de los Alpes para devorar a los via
extraviados. Leyendas que
Nadie sabía cómo renovaba
orden misteriosa a sus siervas. To
que los habitantes de Zermatt h
llegado a observar era que, cuand
de ellas moría, las recluidas soltaba
carreta estaba provista de esquilas
alertar de su llegada; cada vez que
ese sonido agudo, los habitantes d
alrededores cerraban las contraven
y apagaban las velas. Luego, apre
acompañada de un chirriar de polea
el extremo, había un talabarte de
que los caballeros ceñían en tor
cuerpo de la nueva recoleta antes d
cuatro veces de la cuerda para in
Después de haber cargado
difunta en la carreta para enterrar
secreto, los caballeros tomaban de n
el camino de Zermatt; los habi
sabían, mientras oían alejarse
Capítulo 5

Levantando el velo por encima


boca de la recoleta, pero no más
para no profanar su rostro, la m
cuello, Yseult supo que la recoleta e
demasiado delgada y era dema
vieja para esperar que pudiera sobr
y que, poniendo un fin de mal agü
siglos de una tradición inmutab
Una noche que los caballero
Vaticano llevaban a una nueva rec
al Cervino, unos adolescentes y
descreídos de Zermatt siguiero
hurtadillas al convoy para ver el
las antorchas, vio que el ataúd surg
la bruma agitándose en el extremo
cuerda, como si la religiosa qu
hallaba dentro todavía no estu
muerta. Después vio cómo se el
estrelló contra las rocas. En el m
momento, un aullido de animal se
del ataúd desvencijado y el cabrer
unas manos viejas, araña
y
el ataúd con el cadáver de la n
recoleta, el caballero limpió la hoj
el reverso de su capa. El resto de l
aquel pobre loco creyó ver se perd
una verborrea balbuciente de la q
Satán en persona quien iba a busc
que se le debía. Aunque la verda
muy distinta, los poderosos de R
dejaron que esos rumores se extend
porque el pánico que inspiraban er
sótanos fortificados y salas oculta
contenían miles de obras satánic
sobre todo, las claves de tales mis
y tan odiosas mentiras que ha
puesto a la Iglesia en peligro si al
entre sus muros para preservar
humanidad de su detestable conte
Por todo ello, esa orden silenciosa
retirada del mundo. Por ello tambié
decreto castigaba con una muerte le
allí. Con la cabeza gacha, Gaspar se
con los dedos antes de mascullar qu
matarla y arrojarla a los lobos e
todo solucionado. La madre Y
fingió no haberlo oído. Entre otras c
religiosas levantaban aquel viejo c
que no pesaba casi nada, una bol
lona y un hatillo de cuero asomar
los bolsillos secretos del hábi
cayeron al suelo.
por la región posterior y las siene
madre Yseult levantó la calavera ha
luz.
Era un cráneo muy viejo
superficie había empezado a reduc
trenzar la corona con la que h
ceñido la cabeza de Jesucristo de
de haberlo flagelado. La santa co
una espina de la cual había traspasa
arco superciliar. La madre Yseult
mientras que las Escrituras afirm
que ninguna piedra había herido el
de Cristo.
La madre Yseult se disponía a d
cuando notó un extraño hormigueo
En su visión, que se hacía poco a
más precisa, una muchedumbre ro
la cima de la colina, dond
legionarios romanos habían clavad
cruces: la mayor en el centro y las
hacía tiempo y de que el Jesucrist
se retorcía sobre la cruz se parecía
al de los Evangelios que podía lle
engaño. Salvo por el hecho de qu
Jesucristo estaba lleno de odio y de
la cruz todavía no estaba m
Arrodillada sobre el polvo, Y
comenzó a tiritar de la cabeza a los
Había una explicación para eso
explicación tan evidente que estu
Con manos temblorosas. Y
guardó el cráneo en el hatillo. L
secándose las lágrimas con la mang
hábito, recogió del suelo la bolsa de
***
mueca mientras abría la bolsa.
ráfaga de viento helado levantó
cabellos bajo la toca. La bolsa con
un libro muy viejo, grueso y p
como un misal. Un manuscrito pro
inmediatamente que una gran desg
acababa de abatirse sobre el conven
adonde las religiosas habían traslad
la moribunda. Subió tan deprisa
pudo los peldaños de la gran esc
pero en vista de que los gritos se h
cada vez más fuertes conform
carne de su vientre. Pero no e
palidez lo que asustaba a las monja
tampoco la mugre que recubría
piernas o la espantosa delgadez
cuerpo. No, lo que hacía gritar
través del velo, como una e
contempla el vacío que la rodea.
La madre Yseult se inclinó sob
cuerpo descarnado. A juzgar po
estrías que atravesaban el torso
continuación le habían hundido c
en los huesos de las piernas y d
brazos. Clavos viejos cuyas ca
oxidadas brillaban en medio de la c
Yseult cerró los ojos. No era
para arrancarle sus secretos como
destrozarla.
Cuando la moribunda profiri
débil gemido, la madre Yseult se ag
para acercarse a sus labios y recog
La infeliz murmuraba que el re
de Satanás estaba cerca y qu
tinieblas se estaban extendiendo so
mundo. Afirmaba que la peste era
suya y que había despertado esa
Se produjo un largo silencio mie
la anciana recluida recobraba el al
Luego prosiguió su relato a la m
Yseult.
Contó que, una noche de luna
entonces soltar las palomas mens
para alertar a Roma del peligro qu
amenazaba, pero las aves es
muertas en la jaula, envenenadas p
aire que habían respirado.
y las desdichadas cayeron en sus m
antes de haber podido reducir a ce
su tesoro.
Con el pecho agitado por
sollozos, la moribunda murmuró q
antiguo encuadernado en piel n
Insistió en que no había que abrirlo
un encantamiento lo protegía y
mataba a todos los que intentaban f
la cerradura.
Jesucristo perdió la fe y, maldicie
su Padre, se transformó en otra cosa
bestia vociferante que los roman
vieron obligados a rematar a basto
para hacerla callar.
llevárselo. Se refugiaron en unas c
al norte de Galilea, donde enterrar
cosa. Todo eso era lo que el evange
Satán contaba: la negación de tod
gran mentira.
apóstoles se habían equivocado. O
sabían…
—Dios mío, es imposible…
La madre Yseult susurró
palabras mientras apretaba los pu
medio de los helechos, sin lápida ni
Pero el problema era ese maldito c
que pesaba en su hábito como
prueba. Yseult abrió los ojos cuan
recoleta empezó a mascullar de nue
abatirían sobre el mundo. Océan
lágrimas. La recoleta repitió
palabras como una letanía, cada ve
débil a medida que se iba quedand
respiración. Luego, su voz ronc
paso de la sangre a su cerebro. In
aflojar esa tenaza. Incluso golpeó
recoleta para que la soltara. Otra
surgió entonces de los labios inmó
de la muerta. No; varias voces:
agolpaban en ese diluvio de g
Cólera y miedo, la lengua de los
Ladrones de Almas. Los caballer
las Profundidades. Un velo
enturbió los ojos de Yseult. Esta
con todas sus fuerzas en la garganta
recoleta.
***
Mientras se seca las lágrimas co
manos en el cubículo donde se
agarrados a su cuello y que fue pr
que una monja cortara los tendon
las muñecas para que la presión ce
por fin. Luego, el cuerpo de la
religiosa se irguió de nuevo ant
Agarrándose entre sí por el h
las agustinas oyeron que el eco de
pasos se atenuaba poco a poco. La m
Yseult les mandó que se arrodi
inmediatamente y rezaran sus oraci
Capítulo 8

Las misteriosas huellas de bot


tardaron en secarse, pero dejaron
suelo una fina película de barro. Ve
ella ni sus religiosas se las h
inventado. Lo que significaba
ninguna puerta de roble, por pesad
fuera, ninguna plegaria, ninguna f
del mundo podría impedir a su inv
expulsando a Dios de aquellos mur
la esperanza del corazón de sus sie
La madre Yseult dejó a sus relig
preparando a la difunta y se fue
celda para examinar el manuscrito
con el único objetivo de recuperarla
destruir el resto de manuscritos
biblioteca prohibida.
Tras cerrar la puerta con pestil
madre Yseult guardó el cráneo coro
cubierta: la piel de los toros bravo
los monjes curtidores de Ca
desollaban con sus manos; las piel
cabritilla que los encuadernadores d
Pirineos superponían en delgad
con que los pellejeros alemanes c
en caliente la carne de sus obras.
una de esas congregaciones
desolladores había recibido autoriz
para ejercer una sola de estas técni
libro bajo sus vestiduras.
manuscrito había sido encuadernad
una piel tan rara que Yseult no reco
haber tocado jamás ninguna pareci
Pero más asombroso aún era q
perfeccionado, en diversas épocas
una sucesión de manos extremadam
cuidadosas. Para ello había
necesario que circ
clandestinamente entre monaster
sintió de nuevo el extraño calo
emanaba de ella.
Como si su mano, al tocar el c
acariciara al mismo tiempo al anima
habían desollado para vesti
paja mojada, así como un lejano hed
sudor, mugre y orina mezcl
También de semen. Un
semen tibio, espeso y bestial. Yse
estremeció mientras sus
Poco a poco, la mano raspo
Yseult ralentizó su caricia para ha
más ligera y femenina, casi diab
como la de una joven rozando el pu
su amante. A medida que su c
alma se entregaba, la madre sup
tuvo otra visión.
abre los ojos. Está desnuda, tendi
medio de un claro iluminado por la
Un gruñido sordo. Un soplo de
nasales pasa por su rostro mie
inclinada sobre ella, una bestia de fu
piel de sus brazos y de sus musl
estremece a causa del esfuerzo; un
lisa y caliente como el cuero. Y
cierra los ojos. Otra visión se supe
a la primera.
espadas. Los otros van armado
puñales y sables cortos: se
germanos y guerreros hunos. Y
gime; está caminando por las ga
subterráneas de una fortaleza ocu
gesticulantes. Unos calabozos han
tallados en la roca. Unas manos se c
entre los barrotes e intentan agarr
cabellos de la religiosa que avanza.
calor. Al final del pasillo, una p
músculos. Detrás de los verdugos,
encuadernadores visigodos pon
secar sobre unas rejillas los rectán
de piel, ennegrecida por baños de a
Un estremecimiento de h
Una última visión se apoderó
mente mientras la Bestia, incl
sobre ella, golpeaba su sexo y dev
su garganta: la gran peste. Océan
ratas se extienden por el mundo
monje sin rostro recorre los ca
devastados en su busca. Sigue su
la olfatea en medio de las colu
pestilentes. Aniquila
congregaciones que le han dado
acababan de aparecer en la superfic
libro, unas nervaduras sangr
surgidas de la tapa, formaban
fosforescentes. Latín. Las pal
parecían danzar en la superfici
muertas y de los grande
cataclismos.
Aquí empieza el fin; aquí
el principio.
Aquí descansa el secreto
Un conjuro. No, más bien
advertencia. El último aviso qu
encuadernador aterrado había gra
en el cuero para disuadir a los curio
a los imprudentes de abrir ese evan
páginas con una cerradura genoves
grueso cerrojo cuyo acero brilla
resplandor rojo del manuscrito.
Armada con su lupa y una
Yseult lo examinó más de cerca
localizaron, a través de la lent
aumento, las muescas practicadas
acero. Presionó una de ellas con la
de una pluma. Clac. Una fina
surgida del mecanismo se clavó
secretos que contenía el manuscrito
eso los Ladrones de Almas h
matado a las recoletas del Cervino
recuperar su evangelio. El evange
Satán.
arreciaba y las sombras envolvía
montañas.
mientras un viento frío gemía
murallas. Luego, acompañan
tañido de las campanas, las
llorosas entonaron un canto fúnebr
se elevó en el aire glacial junto c
claustro. Una forma humana v
con un sayal de monje, cuyo
desaparecía bajo una amplia cap
El primer asesinato tuvo lugar
después de medianoche, mientr
resto de mujeres de la comunid
mezclaban con la suciedad de
cuerpos. Esforzándose en olvida
cuello hinchado, Yseult se frot
brazos y las piernas con un troz
Capítulo 11

La puerta de la celda e
atrancada. Tiritando bajo la c
mojada, la madre Yseult la golpe
Sonia, a la que una fuerza maléfica
crucificado en la pared. La desdic
cuyos pies golpeaban la piedra a
centímetros del suelo, estaba des
Su barriga blancuzca y sus pech
Un pesado medallón de plata sa
sobre su torso: una estrella de
puntas enmarcando un demonio
cabeza de macho cabrío, el emblem
los adoradores de Satán.
de cuero. El tiempo justo de cruza
mirada con Sonia mientras la ho
hundía en su vientre. Y de ver lueg
las entrañas de la desgraciad
esparcían por el suelo; una corrien
pasillo. El corazón le dio un vu
Faltaba un dedo en la huella izqu
unas semanas atrás, sor Sonia e
desramando un árbol muerto cu
calculó mal el movimiento del ha
el vientre abierto y
ojos aterrorizados. Un manojo
entrañas humeaba a sus pies en un c
de sangre. Yseult, au
avergonzándose de ese pensamien
Capítulo 12

Después de enterrar a sor Son


madre superiora y sus religiosa
atrincheraron en el refectorio con ví
amanecer encontraron a sor Isaura,
cama estaba fría, clavada contra la p
de la porqueriza, destripada, con lo
desmesuradamente abiertos.
Pese a las lágrimas, pese
Al alba del decimotercer día, Y
enterró los restos de sor Braganz
novicia más joven. Luego, despu
coger el cráneo y guardar el evange
Satán en su bolsa de lona, se emp
Debajo, nombrando al asesino d
congregación, añadió:
Entre estos santos muros,
Ladrón de Almas se ha
instalado.
encontrara sus restos en los
venideros que devolviese el evang
la calavera de Dios a las autoridad
la Iglesia católica y romana de su é
personalmente a Su Santidad, ya re
Capítulo 13

Sucedía siempre durante


crepúsculo, a la hora en que las som
del campanario acariciaban
una tras otra, como si la muerta d
anterior hubiera salido de debajo
tierra para asesinar a la siguiente
idea descabellada había germinado
mente de Yseult cuando, arrastrand
llevaban a la celda de Clemencia. Y
y Braganza habían enterrado a
última, y era esa sepultura, aparta
las demás, la que la superiora obse
al anochecer. Le pareció que la tu
boca llena de tierra, el pelo pega
cráneo por efecto del barro y los
muy abiertos.
Aquel cuerpo que había
Clemencia había liberado sus hom
A medianoche, sor Braganza
mientras dormía. En ese moment
cuando Yseult oyó el arrastrar de p
Clemencia subiendo la escalera
torreón.
Capítulo 14

La madre Yseult, cuyos pulmon


aspiran más gas carbónico que oxí
se asfixia. La llama de la vela es tan
por el grosor del muro, la vo
Braganza suena de nuevo, mucho
cerca. Tocando con la mano la par
novicia susurra como un niño jugan
escondite en la oscuridad.
de Clemencia, cuya sonrisa te
continúa atormentando sus recue
Doce pares de manos muertas se de
por las paredes al mismo tiempo q
de Braganza.
—Puedo olerte.
Nuevo olfateo, más sonoro.
—¿Me oyes, vieja marrana? Pe
tu olor.
Yseult ahoga un gemido de t
pared, se da cuenta de que un ron
de asfixia se abre camino a través
pecho y de que no logrará conte
Entonces, mientras unas lágrima
pesar trazan surcos en sus mejill
Capítulo 15

Hattiesburg, Maine.
En la actualidad
Medianoche. La agente esp
cuando las imágenes se vuelven bor
y su cerebro empieza a embotarse,
la luz e intenta no pensar en las vis
que salpican su mente como fogo
en la oscuridad. Sobre todo, no pe
barahúnda de gritos y de llantos
estalla dentro de su cráneo mientra
aprieta los puños para intentar do
Asesinatos en directo que ella prese
impotente, como si se produjeran
Para ahuyentar esos embrion
terror que la asaltan cada vez que
la luz, Marie Parks centra su atenci
un punto imaginario situado entr
cejas. Los chinos dicen que por ese
ayudada por los somníferos.
seguido cae durante unas horas e
sueño plúmbeo. Unas horas de t
hasta que, al pasar el efecto d
drogas, sueña con hachas y cu
Los primeros cazan dentro d
grupo étnico y matan a sus víc
según el principio de las series. C
Edward Sorrenson, ese padre de fa
anónimo que esculpía adolescentes
novatadas, odio acumulado día tra
Y el monstruo, al hacerse mayor, m
los reflejos de sus frustraciones: ru
prostitutas, maestras jubi
adolescentes o bebés. Asesinos
jóvenes en una sola noche y en el m
barrio. Obedecen a una pulsión sup
y devastadora: los asesinos en mas
exaltados que oyen la voz de Dios.
En cuanto a los asesinos relám
de la selva de las ciudades y de la s
de las afueras; ese criminal per
príncipe de los asesinos ante quie
demás criminales deben inclinarse,
asesino itinerante.
ahorrado lo suficiente para perm
dar una vuelta al mundo en avió
falso, porque el asesino en serie
sujeto compulsivo que mata para ap
su pulsión, un psicópata que sigu
perro sarnoso que mata a los corder
su rebaño.
El asesino itinerante, en camb
un migrador, un devorador de cadáv
un gran tiburón blanco que remon
o el mayor de una familia feliz. Su
no lo violaba, su mamá no lo som
ese incesto afectuoso que retuer
cerebro. Nadie le pegaba. Ha nacid
con brujas inclinadas sobre su cuna
Puede ser tu vecino, el que te atien
el banco o ese hombre de negocio
baja de un avión para subir a otro y
los domingos jugando al tenis co
hijos. Está perfectamente integrad
correr el menor riesgo. Puedes incl
a tomar un café con él o cogerlo cu
hace autostop en una carretera des
Con un asesino itinerante, no. Porq
asesino itinerante es un animal que
fantasmas. Esa es la caza favori
Marie. Marie, que llora mientras du
que grita y se despierta, con el c
anegado de sudor y la cara baña
lágrimas, siempre a la misma hor
Capítulo 16

0.10 horas. La respiración de M


es tranquila, regular. Los somn
mantienen su cerebro en un
imperceptibles movimientos cris
de sus dedos sobre las sábanas,
temblor de sus párpados, en su
fruncida; Marie no tardará en pasa
sueño profundo al sueño paradójic
unos dientes rotos y unas salpica
rojo vivo en el esmalte de un la
Poco a poco, se juntarán y se pondr
movimiento.
De repente, la garganta de Ma
pesadillas tan precisas cu
comienzan, tan palpables que inclu
olores aparecen reproducidos
perfección.
Marie respira el aire que la r
El tacto está también muy pre
en sus pesadillas. Esa impr
vertiginosa de que lo que se toca
realmente. Saca un pie fuera de la
y roza el suelo. La tarima de teca
menudos. También de que su se
más estrecho y está todavía intacto
Marie se pasa un dedo por el h
que tiene en la corva producido p
picadura de un mosquito. Hace
pequeña, más oscura, más fría.
ligera corriente de aire agita unos e
de papel que golpean los cristales
redondeces de una taza de manzani
recortan sobre el halo rojo d
la oscuridad. Sus manitas se tie
hacia ella. Sus dientes acerados re
entre sus labios de
Rozamientos en el suelo. Un ba
mimbre se entreabre y vomita decen
de su cuero cabelludo y se deslizan
sus dedos para caer sobre la almo
Las muñecas susurran en la oscu
Los escorpiones trepan por el edr
De repente, Marie oye el ronroneo
Los ojos de las muñecas se ent
y se apagan. Las arañas caen suavem
al suelo, los escorpiones vuelven a
de los juguetes, que se cierra co
chirrido. Ya está, la pesadilla p
Capítulo 17

Marie ha entrado en el cuerp


Jessica. Sueña que tiene los ojos ab
y que debe volver a dormirse a toda
un móvil de cuna y el chirrido regu
los balancines de la cuna al ser m
para que el bebé se duerma. Pero el
berrea. Suelta hipidos provocados
enfado y el terror mientras el
una almohada. El bebé se ahoga
gritos se apagan. Los chirridos de la
se hacen más lentos y se detiene
hace el silencio.
Un roce de zapatillas sobre el pa
Papá dice «chisss…» Arropa a Ke
le acaricia las mejillas. M
aterrorizada, oye los mismos r
metálicos de antes. Vuelve a hace
silencio. El señor Fletcher canturr
su bonito traje de tres piezas, su
sudorosa y el reflejo del cuchil
cocina que esconde bajo la m
manchada de sangre. Y, sobre tod
sus ojos muertos. Ojos de muñe
por sus caderas. Nota el re
pegajoso que esa mano deja e
edredón al subir por su cuerpo. O
voz del señor Fletcher, un voz
desagradable y triste, que dice:
ha bebido. El papá de Jessic
despertado al monstruo, al devorad
niños. Su vozarrón susurra e
oscuridad:
—No me tomes por gilipollas, p
—Vale, Jessica, ya que te pone
voy a soplarte sobre los ojos.
mueves los párpados querrá decir q
estás dormida.
Marie aprieta los puños con tod
hasta treinta para darte tiemp
encontrar un buen escondrijo. Cu
haya terminado, si te encuentr
mataré.
Marie no puede moverse. Oye l
ha acabado de contar.
Marie se sobresalta al sentir q
hoja traspasa su piel y se hunde e
entrañas. Una quemazón le
algodonosa como un recuerdo. Ya
Capítulo 18

Marie había empezado a


pesadillas a raíz de un acciden
tráfico. Un choque frontal entre un
afueras chics de Nueva York.
enorme casa con jardín y ve
golfistas: la selección mediante el p
del metro cuadrado.
Patrick Hanks, un amigo de la inf
que rondaba el millón de dólares
que suficiente para tirarse los tra
la cabeza camino de Maine. Los H
le habían pedido a Mark que metie
caravana abollada en el garaje par
vuelta para desahogarse con M
Conducía deprisa, demasiado depri
El accidente ocurrió en
Interestatal 90, a unos kilómetro
Boston. Un camión de treinta tone
que solo conservaba planos suce
como flashes en la oscu
El choque fue tan violento que M
tuvo la impresión de ser un espej
estallaba bajo la fuerza del impact
Los latidos de su corazón qu
espacian. Un frío intenso.
sus neuronas libraron una batall
cuartel para no caer en coma irrever
Dos meses sumida en las tinieblas
propio cerebro. Porque, si bien el c
de Marie había dejado de realiza
que la rodeaban, las corrientes de
que acariciaban su rostro, los rumo
la ciudad que entraban por la ve
entornada y los movimientos d
enfermeras junto a su cama.
del electrocardiógrafo acoplado
máquina. Un universo sintético
ruidos llegaban hasta ella como a t
de una capa de hormigón. O de un
de mármol. Como si a Marie, prisi
Marie, muerta viviente, condenada
siempre a errar por el interior
misma sin que nadie pudiera oí
gritos que profería en la oscuridad.
Algunas veces, cuando la n
familias que acompañaban a sus
queridos fallecidos.
Otras veces, cuando su co
extenuado dejaba súbitamente de l
lo que le quedaba de conciencia osc
terror que jamás traspasaba la barre
sus labios.
Una vez que las alarmas se h
disparado, captaba el eco de
lejanas como las que oímos cu
agujas penetraban en sus v
Primero un hormigueo, lue
insoportable quemazón de la adren
de síntesis que se extendía p
organismo. A continuación, dos p
llena sus acumuladores para la sigu
descarga. Las placas metálicas cre
sobre la piel de Marie. ¡Chac!
explosión de luz blanca lleg
cerebro. Su corazón se contrae, se
palpitaban bajo la presión de la s
que volvía a afluir. Su pulso come
otra vez a golpear como un marti
el silencio. Al final, a su alreded
voces se calmaban y una man
habitación cercana a la suya. La peq
Rebecca salió proyectada tan lejo
efecto del choque que los socor
solo encontraron de su cuerpo, alg
trozos de carne carbonizados. Ma
sexo y esos muslos que sus dedos h
tocado para intentar reconocerlos,
brazos de músculos doloridos y
manos de muñeca que ella había m
en uno y otro sentido ante sus oj
andar, a hablar, a pensar. Treinta m
buscando razones para sobre
Luego, Marie se reincorporó a su u
de la policía federal.
Capítulo 20
repartidor de leche, haya visto nada
última merienda sobre la mesa
cocina, un último vaso de soda an
que el niño monte en su bici, una
flamante, provista de un ca
el stop y gira a la izquierda. L
desaparece como engullido po
asfalto. O atrapado por las manos
monstruo.
Eso es lo que le pasó a B
Street, continuar y dejar el superme
Wal-Mart a mano derecha y l
después del Starbucks, girar otra ve
derecha por Tekillan hasta el cruc
Northridge, una calle bordead
precisión porque la vieja Marge
pasea a sus perros a la misma
recuerda que lo ha visto bajar por S
Avenue gritando como un
apache. A Marge no le gustan los n
a Benny. El chico le devuelve el s
y cruzan unas palabras. Lueg
semáforo se pone en verde y B
extiende el brazo hacia la izquierda
adentrarse en Union Street. Otro
supermercado no dejan lugar a dud
ve cómo el chico coge las golosin
las estanterías. Se le ve también rob
tebeo y esconderlo debajo d
cazadora. Después se dirige a la ca
Benny pasa, levanta la cabeza p
uno de los platos de su cambi
velocidades chirría. Le hace una
con la mano, pero Benny no la ve
concentrado en la palanca de ca
calzoncillos blancos. Recuerda tam
que un candado de combinación
golpes contra el manillar. Luego, B
gira a la izquierda en Tekillan. So
18.43. Le queda un kilómetro
de llamadas de la compañía telefón
confirma—, Benny les llamó co
teléfono móvil para decirles que
tenido un pinchazo en el cruc
Tekillan con Northridge. El pad
voz de hombre apenas audible en
estruendo de la circulación. El cond
pide a Benny que lo oriente. El
contesta algo, se interrumpe, dice
al padre de su amigo y cuelga, sin
su desaparición, cuando tantas per
lo habían visto poco antes. Nad
siquiera en la gasolinera que
esquina.
Cuatro horas más tarde, la p
Instalaron controles en las carr
con la esperanza de encontra
misterioso conductor que
preguntado una dirección a B
Organizaron una batida por los bos
años, desaparecida en los alrededor
Dallas cuando iba a buscar un carr
el aparcamiento de un supermerca
la de Joan Kaprisky, trece
volatilizada en Kendall, Alabam
ficheros de desaparecidos cuando
por casualidad el expediente de una
que precisamente acababa de super
plazo de quince días. Fue ent
cuando tuvo su primera visión.
Capítulo 21

La primera visión de Mar


llamaba Meredith. Meredith Joh
Una niña de ocho años que
Vermont, un pueblucho perdido e
Green Mountains. Era una chi
rubia cuya cara regordeta y cuya s
un poco robusta delataban
debilidad por los batidos de leche
ausencia total de testigos. ¡Como s
niña con zapatillas de deporte ama
y anorak naranja pudiera desaparec
repente sin que nadie la hubiera vis
uno u otro momento! Era eso lo q
una cocina. Es inevitable que, com
el caso de Benny Madigan, siempre
una anciana que está paseando
perro, un empleado municipal
recoge las hojas secas, un vende
durante semanas por un asesino en
Un allegado o, por lo menos
habitante de Bennington. Un pre
que debía de haber pasado días en
espiando las idas y venidas de la niñ
un coche de alquiler. Allí, interrogó
transeúntes y recorrió mil vec
trayecto entre el colegio y la ca
Meredith. No quedaba ni el menor r
ni el más mínimo indicio, ni una
afueras de la ciudad. Y esa noche
con Meredith.
Capítulo 22

Marie Parks se durmió vien


duerme, Marie aspira el olor de
quemado que se desprende de la t
Después abre los ojos y distingu
silueta en el horizonte: una niña c
anorak naranja que camina por la
vacío y babeando. Marie se agac
tiempo que desenfunda su arma y
un cargador contra el perro cuando
a su altura.
Los proyectiles de 9 mm
lo que ha engendrado ese monstruo
obligarla a adentrarse en él, que ese
no existe y que no tiene más que
los ojos para hacerlo desaparecer.
Marie intenta correr, pero le
brazos. Un grito a lo lejos. Marie s
el terror de Meredith. Acaba de lle
la linde y trata de apartar las zarza
le cierran el paso. Meredith pide a
se debate. No puede más. Grita
precisos, como si poco a poco emp
a percibir las cosas a través de el
perfume de las flores, el soplo del v
el hálito del bosque.
Una noche, Marie se metió en l
semanas la obligaba a andar coje
sus preocupaciones y sus secreto
niña pertenecían también a M
Marie-Meredith. Meredith-Marie.
El día que se adentró en el bo
patio durante el recreo. Ese día e
enfadada.
Así fue la primera verdadera v
de Marie. En absoluto un sueño co
ni unas imágenes superpuestas
Meredith acaba de caer. Tiene los
cerrados, llenos de lágrimas conten
Pequeñas lágrimas de rabia y
vergüenza provocadas por Jenny
acaba de empujarla por la es
la reñirá porque la grava le ha aguje
los leotardos.
Querría estar muerta. O gravem
herida. Una buena fractura, una r
magullada o un corte que san
a la comba, el ruido de las suelas d
zapatos, los gritos de los niños q
persiguen.
Las campanas de la igle
Bennington suenan a lo lejos; las c
llorar bajo ningún concepto. Antes
que llorar. El toque de silbato
maestra la salva. Los niños se dispe
Nadie se preocupa ya de esa niñ
poco rolliza que se balancea co
retrasa, como siempre. Mira sus m
sucias y sus rodillas desolladas
inclinarse, ve dos manchitas de sang
los leotardos desgarrados. Querría q
madre llegase. Mamá y sus cá
granja de los Hanson. Luego subir
el camino que serpentea hasta su
Un cuarto de hora de marcha and
despacio. El tiempo justo de plane
venganza contra esa imbécil de Jen
atenta a las raíces que asoman. In
evita pisar la sombra de los árbole
la miran pasar y echa algún que
vistazo entre las ramas bajas. Son v
pinos negros con los troncos cubier
Al volverse, ve una forma
agazapada entre la hierba. Un lí
ácido se extiende por el estómag
Marie. Es Carnicero, el perro d
Hanson, un viejo rottweiler medio
¿loco? ¿Puede un perro volverse
Meredith no lo sabe. Clava la mira
la boca de Carnicero. Tiene gan
hacer pipí. Aprieta los muslos. La v
tiembla.
Entonces Meredith comprende lo
ocurre.
—¡Socorro, mamá, Carnicero
la rabia! ¡Lo ha mordido un murci
y quiere comerme!
se cierran sobre su pie. Tropieza y
una de sus zapatillas entre los dien
Carnicero. Inmediatamente se leva
echa a correr de nuevo en línea
Con las manos a la altura de los ojo
Capítulo 24

Meredith lleva mucho


corriendo. Demasiado rato. El bo
es ahora tan tupido que la luz d
musgo y deja correr las lágrimas.
durante un buen rato, se vacía de tod
miedo que la paraliza. Luego se se
mejillas y aguza el oído. Un murmu
agua. Alza los ojos y ve un arroyo
Meredith intenta ver el cielo por en
de los árboles. La luz del día se ha v
gris, el sol declina. Se dispo
levantarse cuando oye unos pasos q
acercan por los helechos. M
«¡Corre, Meredith! ¡No te quedes a
¡Levántate y corre!»
Pero Meredith está dema
cansada. Vuelve los ojos hacia el ho
que se acerca. Su corazón, que
escoceses con bolsillos. Un puñal c
de su cinturón, un cuchillo de caz
cortante como una navaja de af
Meredith mira las manos del ho
Unas grandes manos callosas
de sus dedos están heladas. Su est
se bloquea, su vejiga se contrae. Ya
Meredith empieza a tener miedo
vez. Las piernas le tiemblan
cansancio. Intenta levantarse, per
La nariz de la chiquilla se a
contra el jersey que el hombre lleva
la chaqueta de cazador. Apesta a su
a sangre, el mismo olor que el pad
Jessica Fletcher la noche que se v
Marie siente que la mano del ho
se cierra alrededor del cuello de
Meredith. La chiquilla se asfixia. A
la mano que la estrangula, intenta h
Quiere pedirle disculpas al s
sufrimiento. La hoja entra y sal
hunde en su espalda, le romp
vértebras, le corta las arterias
desgarra los órganos. Meredith pe
la respiración del ogro contra su m
árboles, ve el arroyo y el pequeño p
de piedra. La luz del sol se at
Meredith cierra los ojos. Ya no le
nada.
recuerdos, como un cristal g
colocado sobre una fosa donde
las víctimas de los asesinos en ser
cristal blindado que ahoga los g
pero no las imágenes. Ve a Je
niña. Tiene la boca abierta y e
cubierto de musgo. Pero no l
g
No tiene más que cerrar los o
esperar que consiga despertarse an
del olor de corteza y de tierra m
también. Una lluvia de hojas seca
luz ocre del crepúsculo.
Hacía dos días que los agente
FBI estaban emboscados cerca
presencia o supiera que la ave
acababa ahí. El final del camino. H
asesinado a otros tres niños en el es
de una semana. La aceleración
serie. Siempre es así cuando la pu
el rito de un creyente que solo asi
oficio por costumbre o por aburrim
Con la diferencia de que en este ca
imposible contener la urgencia
matar. Una dosis de heroína barata
significaba algo. Y entonces es cu
lo atrapan. Fin de la serie.
Los agentes del FBI, con el as
de Meredith en el visor de sus a
gritaron las advertencias de rigo
los ojos. El ritual suicida del asesi
serie. Si el FBI tenía la suert
conseguir atrapar al animal antes d
se matara, este acababa en la zona d
seguridad de un centro peniten
a descuartizar cadáveres igual q
trocea una pieza de carne para cocin
El eslabón perdido que une el hom
la bestia: simplemente, un plomo q
funde, un cortocircuito, una neuron
Capítulo 26

En el transcurso de los mese


visiones nocturnas de Marie empe
a contaminar sus días. Esos gritos y
para los que los persiguen, es qu
ocasiones, mientras que su a
aumenta desmesuradamente y
cadáveres se acumulan, las pulsion
muerte que animan a esos preda
enferma envíe una nueva descarga
región equivocada del cerebro y a q
crímenes se reanuden en otro estado
otro país. Entonces se puede reab
caso e intentar atrapar a la bestia an
detectar la reanudación de las s
Cada vez que se cometía un c
inusual, se enviaban a ese servici
informes de la autopsia con obje
comparar el modo de actuar del as
de los asesinos itinerantes, adem
esa ausencia total de indicios
también los caracteriza, reflejo d
pulsiones controladas.
Así fue como Marie encont
brusca interrupción de la serie e
afueras de Chicago. Ese silencio fu
largo que acabaron por creer que D
había muerto. Sin embargo, a fuer
comparar las informaciones qu
miembros amputados y brazos y pi
de otras víctimas cosidos a su cuerp
que significaba que Harry Dwain
evolucionado del estadio de asesi
serie al de asesino itinerante: viajab
máxima a todos sus servicios. De
se trasladó a San Petersburgo, dond
visiones aparecieron de nuevo e
viejo cobertizo de barcas a orilla
Neva que apestaba a resina y co
resoplidos de Dwain. La sierra rasc
el suelo y la presión de las co
aflojándose. Una oleada de dolo
Marie que no llega a morir. Marie
continúa viviendo cuando Irin
California. Tenía que elegir: o eso,
depresión de caballo y un suici
precio de oro con ansiolíticos.
Mónica, sus productores de cine
tiburones blancos y sus neuropsiqu
Capítulo 27

El veredicto le llegó en una clín


Carmel, por boca del doctor
Zimmer, un viejo alemán chiflado
politraumatismos craneales,
resultado de las secuelas de
conmoción suficientemente severa
alterar la estructura mental prof
Como si dicha conmoción activar
vírgenes. Unas neuronas no un
inactivas, como miles de millon
pequeñas pilas completamente n
que esperan que las unan con ayu
un hilo para liberar la corriente
una las conexiones cereb
interrumpidas. Miles de po
kilómetros de cables. Una neurona
el color verde, una neurona p
color marrón, una neurona p
Así, poco a poco, en ese
profundo en el que no se filtra nad
regiones cerebrales de la palabra,
comprensión y de la me
restablecen la corriente. De
contacto manual, captan
pensamientos de otras personas,
girar las mesas y estab
comunicación con los muertos
todavía más chocante, las reg
Marie tardó seis meses en apren
controlar sus visiones. En aceptar
comprenderlas. En distinguir las
pertenecían al pasado lejano de la
describían crímenes recientes. O
completamente destroz
atrincheradas de por vida en su sile
Por eso Marie Parks pedía qu
prescribieran somníferos. Y tambié
eso se los tomaba con un gin-tonic.
voz de Bannerman suena en el auri
Es el sheriff de Hattiesburg, en M
un tipo gordo que está perpetuamen
aliento.
—¿Parks?
tabaco de la mesilla de noche, enc
un cigarrillo y contempla el c
incandescente que su extremo dibu
la oscuridad.
—¿Parks?
No, Parks no está. Parks ha caíd
pitillo en medio de la noche para ah
a los muertos y… vuelta a dormir.
—¡Joder, Parks, no me digas qu
vuelto a tomarte esas porquerías
conseguido entrar. Marie siente cóm
extiende por sus arterias.
—¿Cuándo?
—Hace media hora. Perdiero
rastro en una de las carreteras
Marie cuelga y se queda
segundos en la oscuridad escuchan
batir de la lluvia contra los cristal
viento muge en los sauces llorone
bordean la calle. Se concentra. Ra
y vaciados; decenas de cuerpos m
menos descompuestos que no apar
por ninguna parte. Corría el rum
que una secta satánica se
establecido en la región y nece
de pasos en la tierra blanda. Lueg
profanaciones cesaron tan bruscam
como habían empezado. Pero
semanas más tarde, los que empeza
desaparecer en las inmediacione
huyendo de un desengaño amoros
había marchado del condado para
otro extremo del país. Una semana
tarde desapareció Patricia Gray. L
Dorothy Braxton, y por último, S
bragas y un sujetador. Las que ll
Mary-Jane Barko justo antes
desaparecer. No hizo falta más par
empezara a extenderse el rumor d
un predador rondaba por los bosqu
salga ardiendo. Luego se desnuda
estremece bajo el chorro que le abr
piel. Cierra los ojos e intenta reun
recuerdos. Malditos somníferos…
Hattiesburg, la ciudad que la había
nacer, pero solo iba en vacaci
Estando allí tuvo noticias del asesin
un artículo publicado en letra peque
el periódico local. Entonces llam
lengua de Bannerman enrollá
alrededor de la suya después de
comido un plato de chile en la bar
un bar tex-mex del centro de la ci
Luego Bannerman metió una mano
Bannerman puso mala cara.
hombres siempre reaccionan así.
Los años pasaron y Marie ca
Hattiesburg por los rascacielo
Boston. Estudió derecho en Yale y
guetos. Al lado de eso, edificio
bancos, mansiones de millonari
clubes de golf detrás de muros de la
para no ver el océano grisáceo d
barrios pobres. Un millón de asesin
trasero de su viejo Buick. Tuvo éxi
lo menos una vez, pues acabó casá
con una tal Abigaïl Webster, una
de pueblo sin atractivo de la que se
enamorado perdidamente. D
elección estaba entre eso y cartero,
o camionero. Sheriff, después de
estaba bien, y no era demasiado can
algunos robos de semillas en
graneros del condado, un par de b
de la región, guapa y encantadora
soñaba con ingresar en la policía fe
Rachel, que no podía estarse q
desde que le habían asignado el ca
las cuatro desaparecidas de Hatties
Capítulo 30

Rachel puso el grito en el


cuando Bannerman hizo amag
retirarla de la investigación para po
jugada de Caperucita Roja. Una
disparatada.
Hay que tener en cuenta qu
Hattiesburg un verdadero crimina
algo tan inesperado como el aterriz
incluso para un predador, Hattie
seguía siendo Hattiesburg: un gal
muy poco poblado para un
hambriento. Sin contar con que resu
evidente que el asesino no era de
Eso es lo que Marie presintió
anterior al leer el periódico
Hattiesburg. Cuatro líneas enca
entre un anuncio de champú al hu
una oferta de empleo de encargado
encuentran en las grietas, incrustad
la roca, tras intentar escalar la par
una montaña. Un terror animal q
empuja al límite de ti mismo. Para
semejante pánico, Patricia Gray
—¿Por qué quieres jorob
querida Marie? Es una investig
local sobre un criminal local.
violador y un asesino. Un tipo qu
voces y que se deja llevar por la
peces, lo convierte en su territo
caza y devora todo lo que hay. L
cuando ya no queda nada que com
pone de nuevo en marcha para b
otro rincón lleno de peces. Es vora
—No digas tonterías, Banne
Que ese asesino viaje quiere decir q
ha conseguido escapar de polis m
más inteligentes que tú.
información a los sheriffs de
marcha para ver si también puede
las uñas.
Silencio.
—¿Sigue sin haber cadáveres
Estamos buscando.
Bannerman. Como arar en el ma
noche anterior, Marie había cenad
él. Había llegado antes de la
acordada, el tiempo justo para
discretamente de la lengua a A
víctimas números tres y c
camareras en el Big Luna Drive y
Sergeant Halliwell respectivam
Cuatro chicas que trabajaban en c
bares nocturnos del condado
excavar un cementerio del tamaño
campo de béisbol.
sur; un lugar lleno de cobertizos de
ondulada, descampados y con una
serrería donde los vagabundos due
entre los montones de tablas. E
Campana, el aparcamiento e
Marie se instaló en la barra y
una botella de tequila, un poco de
unos trozos de lima. El barma
acompañó; se echó sal en la palma
mano y mordió la lima entre tra
mes. Había bajado de un au
Greyhound con una maleta y un pa
rojo en la cabeza. Según ella, ven
Birmingham, Alabama. Ni novio
amigos, ni pasado. Una de esas vida
Chicken de Hattiesburg cu
terminara su turno. Ella le pregunt
coche tenía. Una vieja cami
Chevrolet. Parks lo miró chupand
la punta de la lengua los cristales d
Había encontrado una pista, un ca
oscuro que llevaba al corazón del b
de Oxborne. Decía que dejaba su
conectado con el buzón de vo
Bannerman para que pudieran
cristal esmerilado de la ventana
cuarto de baño.
Se seca y se pone unos vaquero
jersey de lana y un impermeable.
de salir, consulta el reloj del salón
Capítulo 32

El Chevrolet Caprice circula a


pastilla con el faro giratorio ence
por las calles desiertas de Hatties
muerde los labios para no dormirse
luces de Hattiesburg desaparece
golpe. Una última farola, un ú
cartel: Hattiesburg os saluda. Mar
que han tachado la última palabra
todavía más oscura que se recorta
lejos: el bosque de Oxborne.
El conductor levanta el pie
adentra con el Caprice en un cami
tierra. Dando tumbos en los bache
realidad. En cualquier caso, e
hombre: las asesinas en serie raram
matan a otras mujeres. Casi sie
matan a niños, a viejos, a hom
poderosos o violentos, pero
autopsia, salvo que el asesino desn
sus presas y delimita su terr
dejando su ropa en la linde del bo
Arranca su envoltorio, su as
distintivo. Les arrebata su estatuto d
la epidermis: el asesino la arran
jirones, o bien rasga la piel con ayu
una cuchilla o de un ácido. Despu
dermis, la piel profunda, y la carn
recubre los cuerpos, los tendones
devastador, tan grande que ya casi
siente. Pero, más allá de ese odio, l
le aterra es la apariencia de sus pres
propio reflejo en los ojos de ellas
víctimas son espejos que él q
cadáveres. La casa de las mu
muertas. Primera hipótesis de tra
Falta encontrar la muñeca Ra
Marie, que conoce bien a ese tip
asesino, no se hace muchas ilusi
Capítulo 33

El Caprice aparca al borde


carretera, al lado del 4x4 de Rache
vieja camioneta Ford con los neum
la cabeza, el agua que se acumula e
bordes chorrea hasta sus botas.
gotas se deslizan también por su
como lágrimas.
Marie hace una mueca al tom
—Los negros no me van. Lo mí
las negras. Y no para fumar,
tirármelas.
Marie enciende el cigarrillo c
mechero que Bannerman le ti
móvil ha estado conectado hasta el
con mi buzón de voz.
—¿Y qué?
—Pues que el tipo en cuesti
nuestro asesino. ¿Quieres oírlo?
Rachel suena en el aparato. Dice
tiene una cita con un informador.
frío. Cierra la portezuela del coc
camina sobre la hierba por el borde
carretera. Marie oye el chasquido
oreja, Marie se aleja de Bannerm
sigue las huellas que Rachel ha deja
el barro, caminando arriba y
mientras espera a la persona con l
ha quedado.
volumen a tope. El roce del ap
contra la tela. La cremallera del bo
que se cierra. El repiqueteo de la
sobre su impermeable. Ahora, M
capta los latidos del corazón de Ra
Chevrolet o Cadillac. Rachel inform
que es un Dodge. Un modelo antig
color azul. Dice también que la mat
está cubierta de barro y que
distingue unas letras.
Rachel tiene miedo. Marie no
por qué, pero tiene miedo. De repen
entiende: el hombre camina sob
franja de grava que bordea la carret
sin embargo, sus botas no hacen n
chisporroteo. Rachel susurra bajan
cabeza para acercar los labios al bo
donde ha metido el móvil. Está asu
—Dios mío. La luz de la linter
ilumina su cara. Veo sus ojos, pe
bosque, corre hacia delante. El reso
de su respiración
prácticamente cubre el ruido de
pasos sobre la hojarasca.
aterrorizada. Grita que el hombre
adentrado en las tinieblas. Por a
adentra también Marie, bajo las pe
ramas que chorrean lluvia. Su lin
ilumina la pista que Rachel ha ab
entre los helechos. En el móvil, R
—¡Dios mío, Bannerman, v
morir! ¿Me oyes, Bannerman? ¡H
puta, estoy segura de que voy a mo
El corazón de Rachel late en el
de Marie. Su respiración silba a trav
Zumo de piña, cócteles, surf. Pa
segunda no hay sitio en el p
Simplemente una puñalada en el v
y una paletada de guijarros sobre la
de un ataúd.
¿qué está pasando? ¿Por qué no co
dejarlo atrás?
Rachel desenfunda su automát
dispara cuatro tiros a ciegas. Exc
«¡Mierda!». Busca el arma a tientas
del cuero contra la piel, el chasqui
las articulaciones y de los ligam
que ceden. El tipo está dejándola t
para asegurarse de que no se le esca
Rachel profiere un gruñido de d
vientre, en la cara y en las costilla
destroza el cuerpo, pero no q
matarla. Todavía no. Tiene m
tiempo por delante. Uno de los g
alcanza a la chica en el pecho. El
ráfagas de lluvia que azotan
impermeable. Se vuelve hacia
Bannerman, le pide una radio y se
un auricular de infrarrojos en el con
auditivo. De esta manera, sí s
—Si de verdad puedes ver
tocando los troncos de los árbo
husmeando las corrientes de air
nuestra única posibilidad de encon
Rachel. O sea que sí, es eso lo
—¿Y si el asesino está todavía
—Está todavía aquí.
Mientras se adentra en el bosque, M
pone el volumen de la radio al m
para mantener la v
Bannerman se aclara la garganta,
las palabras. Añade que no quiere q
pierda. Marie, tampoco. Aprieta el
Capítulo 35
hacia los trozos de cielo que apa
entre las ramas. Un ejército de n
negras se abalanza hacia la luna.
Marie se concentra. Crujido d
troncos bajo las ráfagas de v
Un agujero de cielo gris en la ne
del bosque. Marie acaba de llegar
claro lleno de robles talados qu
explotadores forestales han descort
antes de apilarlos. Olor de serrín
árboles muertos. La noche. El sil
ensordecedor del bosque.
Distingue los contornos de una
para excursionistas; es de madera to
rugosa, apenas cepillada. Se sienta.
Hace bueno, casi calor. El sol b
Grandes nubes blancas flotan en el
Huele a polen y a hierba fresca, a or
a menta y a zarzas cargadas de m
Marie está sentada a la mesa. La
hierba. Una familia está comiendo
pareja y dos niños. Sus rostros s
borrosos, como si estuvieran cub
por una capa de plástico transparent
difuminara sus rasgos. Sus siluet
azules. Unos ladridos suenan e
sotobosque. Unas voces respo
Marie abre los ojos y ve que
cazadores surgen de la espesura
colosos con cazadora forrada de p
A través del vaho blanco que e
de sus fosas nasales, el ciervo m
Marie. Sabe que está allí. Los caza
se acercan. Uno de ellos apoya la bo
el costado del animal y le pone el c
caen, empujadas por los brotes q
abren y liberan otras hojas. Marie
los ojos. Las nubes se desplazan a
velocidad por el cielo. Los días
noches desfilan. El rojo del crepúsc
inscripciones han reaparecido.
media hora para la llamada telefóni
Bannerman. Solo queda esperar.
clara que pasa entre los árboles.
silueta desnuda, titubeante, al lím
sus fuerzas: Rachel. Está aterroriza
Marie siente su terror en ella. La s
se recorta a la luz de la luna. Rach
Marie contempla las manos de Ra
sus dedos retorcidos y rotos po
patadas que ha recibido, sus uñ
carne viva.
Un ruido a lo lejos. Rachel se y
Como ella, tiene frío. Nota las agu
pino bajo sus pies. Gime al sent
heridas de Rachel que se abren una
en su piel. Le duele la boca y el sex
dolor atroz que le retuerce las entra
asesino la posee embistiendo con
sus fuerzas contra su pelvis, qu
hunde en el fango. La viola y le r
los dientes a puñetazos. Después
eyacula dentro de ella y la deja hu
que coja un poco de ventaja.
tiempo. La cacería no ha hecho má
empezar.
Otro ruido, mucho más cerca. M
se sobresalta. Sus dedos se alejan
en voz muy baja, como si habl
Marie:
—Dios mío, no consigo escapa
Rachel se aleja. Su siluet
desdibuja entre los árboles. El repiq
tranquilo. Sabe que su presa no
ninguna posibilidad de escapar
acerca. Está ahí.
El asesino lleva un abrigo de cu
guantes. Una amplia capucha de m
se vuelve hacia ella. Sus homb
agitan. Un hilo de aliento esca
entre sus labios. «No, es una
¡Lárgate, M
El hombre la mira. Ella perci
enredan. El hombre está furioso.
Marie nota que despunta otra cosa
esa cólera: un sentimiento que el as
intenta disimular. De rep
comprende lo que ocurre: el ho
Marie se concentra con todas sus fu
para impedir que viole su mente. P
hombre es mucho más poderoso qu
Las resistencias mentales de Marie
a punto de ceder cuando un grito l
repiqueteo de la lluvia. El rugid
viento.
por las imágenes. Luego el dol
difumina. Quedan la migraña y el m
Rachel ha pasado por el lugar d
ella se encuentra en este moment
cruzado el claro y ha desaparecido
se apoya un instante en él y cierr
ojos.
Flash.
Rachel no puede más. El cans
hace silbar sus pulmones. Le duele
correr. Su piel mojada brilla débilm
entre los árboles.
Al igual que Rachel, Mari
reanudado su carrera ciega a travé
sotobosque. Siente que el terr
pies desnudos de la joven. Corr
deprisa como puede. Sus tobillo
tuercen en la arena blanda. De rep
Marie tropieza en la raíz de un pino
de bruces ahogando el grito que e
el destello blanco del puñal que lle
la mano enguantada. Entonces emp
excavar en la arena sollozando, in
sepultarse. Llama a su padre. Le su
que vaya a salvarla. Se acuerda de u
Rachel pide ayuda mientras la bo
asesino aplasta su cara contra la a
Suplica. No quiere morir. Pero el as
no la escucha. Ya ha dejado de jug
Tendida sobre la arena, Mar
Ella abre los ojos. No puede má
alba brumosa ilumina el bosque. V
mancha roja en la arena. La toca
acerca el dedo a los labios. Sangre.
el micrófono:
de la articulación. Después deja
lentamente el peso de su cuerpo
constatar que el dolor ha cedido, v
a dirigir la atención hacia los charc
sangre. Ahí es donde el rastro de R
Avanza unos pasos por el send
se inclina para observar las profun
regulares huellas que las botas
asesino han dejado en el suelo de
de haber alcanzado a Rachel.
Marie repara en que las huella
pie derecho son más profundas qu
del pie izquierdo. Sigue el rastro. D
en cuando aparecen gotas de sa
Cierra los ojos: el asesino transpo
Marie sigue el sendero hasta el p
un viejo roble, donde las huell
interrumpen. Ahí es donde el asesi
ha apartado del camino. Ve a trav
los árboles una iglesia en ru
vocecita le susurra que un arm
completamente inútil contra un as
de ese tipo. Se niega a escuc
Después de atar una brizna de lana
una rama, se aparta del sendero
que serpentea entre las ruinas. V
piedras lisas cubiertas de musgo
pasos de Marie resuenan sobr
baldosas. Acaba de llegar al atrio
iglesia; cruza el cúmulo de escom
y a carbón vegetal. Marie cierra lo
y capta el eco lejano de los grito
todavía invaden el lugar. Se acuer
un viejo artículo de periódic
encontró en el desván de sus pa
la hoguera devoró la estructura an
caer sobre la multitud. Hombre
levita y mujeres empolvadas pa
por encima de los ancianos
precipitarse hacia las pesadas puer
secas forma un remolino entre
reclinatorios volcados. Silencio.
Avanza entre los escombros
iglesia. El haz de luz de su lin
barre el suelo cubierto de holl
oscuro que se recorta al fondo
iglesia. Una colgadura…, ahí es d
las gotas de sangre se interrum
Marie la aparta con la yema d
dedos y apunta con la linterna ha
muerta, el aliento de las tu
antiguas. Un hedor dulzón q
revuelve el estómago. Lucha un in
contra el terror que se apodera
mente. Sobre todo, no debe ceder
Marie susurra en la radio:
—He encontrado una escalera.
—¿Qué? Te recibo muy mal.
dices que has encontrado?
—Una escalera en las ruinas d
encuentra. Sin aliento, grita a través
radio:
—¡Mierda, Marie, es una tra
¿Me oyes? ¡Estoy seguro de que e
maldita trampa!
Capítulo 40

Marie baja los peldaños con cu


para no resbalar. A su alrededor, e
inmóvil, tan denso que tiene la impr
tararea una cancioncilla para no ce
pánico. Un ruido encima de ell
frufrú. El rascar de innumerables p
articuladas que corren por el t
Levanta la cabeza en el momento e
retuerce bajo su pie antes de rev
como un fruto maduro. A Marie
hiela la sangre. Algo hormiguea
techo y bajo sus pies: cuerpos blan
pegajosos que tratan de agarrarse
A medida que baja, el olor de ca
en descomposición se intensifica
paredes parecen moverse bajo sus
mientras puñados de parásito
acumulan en sus mangas. Ha lleg
liso y está embaldosado. Aprieta el
para alejarse lo más deprisa posib
la boca oscura de la escalera. A lo
ve la luz amarilla de una anto
Dejándose guiar por esa luz
A medida que se acerca al halo
antorcha, empieza a distinguir el
de la humedad en el suelo y el gri
de las paredes. También disting
cabellera que forman las raíces q
carne fresca y se han precipitado
ella para beberla. Marie está tembl
Sabe que las arañas no la dejarán s
Ya está, por fin ha llegado a l
Al final de la galería, una puer
Capítulo 41

Marie acaba de entrar en una a


cripta. El resplandor vacilante de ci
de velas medio fundidas proyecta
madera. Entrecerrando los ojos, M
distingue unas formas sobre
reclinatorios. El corazón le da un vu
hay personas arrodilladas en la c
inclinadas, con las manos ju
Marie recorre la nave central
pasos resuenan en el silencio, sus m
tiemblan. Se ha equivocado: ese as
no es un señor de las muñecas,
religioso, un asesino místico. La v
Nubes de insectos zumban
claridad vacilante de las velas. M
levanta los ojos y se queda petrifica
Enjambres de moscas dormidas c
las bóvedas de la cripta, mientra
Marie se ha quedado inmóvil
del altar, sin conseguir apartar la m
de las cuatro formas humanas cla
en las cruces. Las antorchas ilumina
rostros: Mary-Jane Barko, Patricia
salvo por esta presencia, está vacío
demás bancos están llenos de mu
que se apretujan para escucha
silencio.
Marie se acerca. Es Rachel, c
Levanta la cabeza. Marie se muerd
labios. Las órbitas están vacías; sol
dos agujeros sangrientos que contem
la negrura. Su vocecita aterror
resuena en la oscuridad.
sollozo de dolor. Entonces M
comprende. Ve los clavos hundid
las muñecas y en los codos de Rach
clavos oxidados que atraviesan sus
y sujetan sus piernas al reclina
Las órbitas vacías escrutan a M
Rachel quiere decir algo y Marie v
dientes partidos entre sus labios. R
llora. No, ríe, y es una risa que a M
le hiela la sangre. Rachel ha perd
surge de las tinieblas. Luego, un gol
la nuca hace que las piernas le falle
destello blanco. Rachel ríe. Ha apo
la frente en las manos. Sus labi
mueven, se diría que está rezand
Capítulo 42

Silencio. Marie tiene la impresi


flotar en las profundidades de un oc
Lejos, muy lejos por encima de ell
sensación puede turbar ya su m
Tragos de agua negra se adentran
boca e inundan sus pulmones
corazón ya casi no late. Ningún
ruido, ninguna otra inspiración. M
Capítulo 43

El amanecer. Sin aliento,


hombres del sheriff acaban de llega
ruinas. Cuando se han dado cuen
animándolos con la voz y alargand
traíllas. No han escatimado esfue
sudando y jadeando entre las zarzas
helechos.
Al llegar al centro del claro, la
que va en cabeza acaba de enco
entre los árboles. Un sendero are
una brizna de lana roja, unas ruina
lejos. Bannerman y sus hombres n
han corrido tanto, pero han lle
Bannerman suelta
botón de em
Interferencias. Chisporroteo. P
silencio continúa. Consulta su
hace demasiado rato que no con
marcha; era como si la hubiera lleva
mismo al matadero o le hu
disparado en la sien. Iba a tener que
con eso. Como esos automov
distraídos que atropellan a un niño
Bannerman mete una docen
balas para matar jabalíes en la recá
de su fusil. La carga de la caballe
amanecer. Marie merece eso. En e
de los casos, podrá colgar la cabez
helicóptero con francotiradores. Ba
directamente sobre las ruinas.
—Mierda, Barney, ¿por qué le
dicho dónde estamos?
—Creo que no lo entiende, jefe
de encenderla cuando me han llam
—¿Dónde? ¿Dónde la ha encendid
—En vista de lo débil que
emisión, ha debido de adentrarse v
decenas de metros bajo tierra.
—Otra cosa, jefe. Los chicos de
me han dicho que ya saben a qué ti
asesino nos enfrentamos.
—¿Y qué?
—Pues que sería mejor que se qu
—Marie, soy yo, Bannerman. S
estás en alguna parte bajo tierra y
debes de estar muerta de miedo
siquiera sé si me oyes, pero me la
Así que voy a estar hablándote ha
Capítulo 44

Plic, plac.
Unas gotas repiquetean cont
cemento. Marie se estremece.
de las cosas, recupera la conciencia
cuerpo, de sus brazos y de sus pie
Del calambre extraño y doloroso
recorre sus músculos.
Pam.
el miedo en su interior. Es apena
sensación, un hilo de tinta en un
transparente. Pero su mente, que re
poco a poco la conciencia, in
desesperadamente dormirse de n
acerca; un calambre muerde
pantorrillas, sube hacia sus muslos
vientre.
Pam.
Cada vez que se produce ese rui
rugoso de la madera contra su espal
quemazón de las astillas, que con
golpe se clavan más profundamen
su piel. El miedo explota en su vi
El ácido del miedo que los ór
hedor que la envuelve, recuerd
chapoteo de la lluvia sobre la hojara
la silueta de Rachel escabulléndose
los árboles. Recuerda la cripta
muertos desplomados sobre
penetra en la madera a través de la
y de los tendones de su muñeca
líquido resbala por sus brazos y
axilas. Sus pechos están impregnad
ese líquido pegajoso que se desliz
mano que sujeta la suya contra es
cabeza de un clavo sobresale
muñeca hinchada. Ve el martillo q
alza de nuevo y a continuación se
con fu
capucha. Después siente que la
helada del asesino agarra su m
mientras la otra mano levanta un
más el martillo.
Pam.
siente que avanza. Se abre paso a t
de sus nervios entumecidos. Se ace
Capítulo 45

El asesino, concentrado en su
inclinarse hacia delante para
cuando toma conciencia de pronto d
clavos que penetran en sus brazos
sus piernas. En ese instante se da c
de que su cuerpo suspendido en el
sus muñecas y hace restallar la p
sus brazos contra el madero. Explo
sus rodillas, sus codos, su vientre
tobillos. Marie cierra los ojos y
escapar un aullido animal. Un deste
El suplicio de la cruz. Marie
contra la tensión que endurece
músculos, contra esa contracción q
inflige a sí misma para no dejar q
peso de su cuerpo tire de los clavo
cuerpo tire de esas puntas qu
traspasan.
Al borde de la asfixia, Mar
relaja. Se tensa y se relaja de n
hasta que ya no puede contraer
a llorar. Gruesas y pesadas lágr
gritos de animal agonizante, ala
roncos que retumban en las tiniebl
la cripta.
Crucificadas a su lado, las c
labios aplastados que el sufrimien
contraído en la muerte. Sus manos s
soltado finalmente de los cl
Cuelgan en el extremo de los anteb
sujetos por las correas. ¿Cuánto ti
contener la respiración para morir
Resiste unos segundos, pero la pr
que aumenta en sus pulmones contr
nuevo sus músculos y hace explo
dolor. Entonces vuelve a dejarse c
cesado. Su cabeza ha caído sobr
manos. Está muerta.
que llena su capucha. Ve el brillo f
sus ojos, dos destellos de crista
llamean a la luz de los cirios.
Su abrigo de cuero está ab
Debajo lleva un sayal negro, un háb
sobresalen de las mangas del
Tiene las manos anchas y las
negras. Unas manos llenas de as
Unas escarificaciones recorren su
desde la muñeca hasta la sangradu
consigue leer. Después encuentr
nuevo la mirada de Caleb, el abism
su mirada. Sabe que no puede espe
menor compasión de un asesino co
y comprende que va a morir. Ent
dolor. Bannerman. Vuelve la c
hacia su ropa, que el asesino ha d
en el suelo. La radio sigue funcion
y el auricular de infrarrojos transm
voz del sheriff. Se concentra
Se ahoga. Las fuerzas la aband
Tiene que ganar tiempo. Busc
palabras, las sopesa y trata de anali
información que se agolpa en su m
para trazar el mejor perfil posib
por el todo. Con la voz empañada p
lágrimas, se identifica con la espe
de que el asesino deje de ver en e
trozo de carne sin alma.
—Me llamo Marie. Marie M
conseguía distinguir los números
sabe, esos números que danzan de
de los ojos cuando el cerebr
terminado una suma.
Una buena idea, esa alusión
—Mi hermano Allan murió de leuc
a la edad de nueve años. El méd
dio cuenta de que estaba enf
pasándole el dorso
tenedor por la piel de la pantorrill
asesinos les encanta rematar a
víctimas.
—Allan está enterrado en
cementerio de Grand Rapids, en
Allí vive mi abuela, Alberta Cowl
le envenenó la sangre echando e
zumo de naranja los restos de lápi
quedaban en el sacapuntas. Nunca
dije a mamá, pero estoy segura de q
yo quien mató a Allan.
en mi jardín. Lo echo muchísim
menos.
De repente, Marie siente que
inmensa rabia le abrasa el pecho. In
contenerla, pero no puede.
chicas también. Me encantan las c
guapas. Me encanta el tacto de su
el sabor de su sexo en mis labios. Y
todo, me llamo Marie. Marie M
Parks. ¿Te enteras, asqueroso devo
Capítulo 47

Marie se ha sobresaltado tanto


siente crujir sus articulaciones con
madera de la cruz. El dolor vibra e
sus miembros. Las náuseas retuerc
vientre. Está vaciándose.
chisporroteo en el auricular. La v
Bannerman desciende por su con
auditivo. —Marie, estamos aquí…
Que le fascinan. No…, otras
hablan a través de él. Decenas de
que se acercan como los ladridos d
jauría de perros en la lejanía. «Dios
está hablando pero sus labios n
superficie de esa cacofonía. Grit
odio y llamadas de socorro:
innumerables víctimas de C
mujeres, niños y ancianos. Lueg
repente, la voz de Caleb resuena
***
Los gritos cesan y el viento d
voces amaina. El chisporroteo d
cirios. El zumbido de las moscas. C
ha cerrado los ojos. Está en trance
Frunce los ojos y distingu
treintena de formas en movimient
avanzan entre los cadáveres. Cu
vuelve a centrar su atención en C
se estremece de horror al ver q
premeditadamente, lo ha organ
todo, lo ha planificado todo.
manipulador. Ha dejado las h
justas tras de sí para atraer a M
hacia sus redes. Sabía que, secuest
Llevan cascos con mira infrarro
detectores de calor. No pueden f
Van a freírlo, a despedazarlo en c
se mueva. Una voz resuena e
tinieblas.
Entonces, lentamente, el asesino le
los brazos y el cuchillo que empuña
a la luz de los cirios.
Caleb acaba de hacer el gesto q
chicos del FBI esperaban. El pre
para detener a los francotirad
Demasiado tarde.
Varias ráfagas estallan. Como al ra
ve las pavesas que escapan d
cañones, los casquillos hume
cintura y lo obliga a arrodillars
cabeza se inclina, su barbilla to
pecho, sus brazos caen sobre las rod
Ha ganado.
La tempestad de disparos se
llegan antes de ceder y sumergirse
tinieblas.
Tercera parte
Capítulo 48

Hospital Liberty Hall, Boston.


Ocho días más tarde
Tiritando bajo el soplo glacial d
de disección y salas de autopsia. A
donde coinciden la mayoría de
cadáveres de Boston y sus alreded
Los suicidas, las víctimas de accid
de tráfico y los fallecidos por c
científica. Los cadáveres llegan a
bolsas de plástico de color negro o
gris para los asesinados, negro pa
asesinos.
Al abrigo de estas gigantescas
estrangulaciones, los pulm
perforados y los corazones traspa
por balas de gran calibre. Los for
completan este examen v
explorando la boca y los ori
acero, donde enfermos y moribund
reparten entre once servicios
medicina general y un centro
reanimación y de cuidados inten
Ahí, en el último piso, era don
su gotero con antibióticos. Siete
durante los cuales Parks se d
envuelta en el calor reconfortante
habitación para despertarse crucif
en medio de las tinieblas de la c
prescrito para reducir la intensida
sus visiones. Nada peor que un flash
el efecto de esos medicamentos
visión al ralentí en la que cada deta
amplifica, una pesadilla interminab
Con la diferencia de que, como el F
había matado, sin duda las imágen
sus asesinatos se atenuarían con el
del tiempo.
«A no ser que Caleb no esté mu
Capítulo 49

Roma, Ciudad del Vaticano.


Seis de la mañana
Al cardenal Oscar Camano le
Nuova y se adentra solo en las calle
de Roma en dirección al puen
Sant'Angelo.
Podría dejarse llevar hasta
Pedro, como otras eminencias
Conciliazione, y sube hasta las cú
del Vaticano como si fuera el fin
una peregrinación. Esos paseos soli
sirven ante todo de preámbulo al a
agotador de sus jornadas: el car
meter jamás la nariz en los exped
de Camano.
Otros cardenales, no m
poderosos, venderían su alma para
acceso a los archivos de los Mila
los miembros de la Congregación d
Milagros cursaban trece años de est
en los seminarios de la Legión
de Cristo. Luego, tras
seleccionado a los mejores de
existencia de Dios. Esa era la m
principal de la congregación: el ex
riguroso de los signos visibl
invisibles.
En cuanto se descubría un mila
Iglesia. Y Camano debía asegu
discretamente de que
manifestaciones divinas iban e
sentido de las Sagradas Escritura
caso contrario, debía cortarlas de r
aquellos datos en sus ordenado
buscaban si se había producido el m
milagro en otros lugares o en otra é
La mayoría de las veces,
comprobaciones no daban ningún
Iglesia se estaba cumpliendo y d
quizá Dios quería recordar
hombres su buena disposición
ellos, la Legión de Cristo se pon
estado de alerta y el Papa estampa
sellara todos los fenómenos qu
Congregación de los Milagros in
en primera instancia. Despué
resultaba que al final un expedien
presentaba ningún interés, lo devol
enemigos del cardenal h
sospechado jamás todo su alc
Cuando un milagro se repetía a trav
los siglos y, sobre todo, ese m
respondía una y otra vez a
grandes cataclismos: el Diluvio, la
de Sodoma, las grandes plagas de E
y los siete sellos del Apocalipsis d
Juan, así como las prediccione
Nostradamus, de Malaquías,
Unidos: estigmas de la Pa
curaciones misteriosas, estatuas
sangran y posesiones colectivas
como profanaciones de cementer
inmolaciones. Asesinatos ri
informes secretos procedentes d
bases avanzadas de la Legión indi
que una treintena de religiosas h
sido asesinadas en varios conventos
santa orden de las hermanas reco
de Jesucristo. Con la diferencia qu
el torso de las torturadas, esas c
letras iban acompañadas de un pent
que enmarcaba a un demonio con c
de macho cabrío: el signo de Bafom
asesinatos era uno de los ind
proféticos descritos en los archivos
Congregación de los Milagros, la
de que los Ladrones de Almas h
regresado.
En eso piensa el cardenal Ca
mientras cruza el puente Sant'Ange
un momento en que se ha detenido
contemplar las aguas del Tíbe
teléfono móvil suena. Es mon
en los alrededores de Hattiesbur
Maine: Mary-Jane Barko, Patricia
Sandy Clarks y Dorothy Braxton, c
religiosas de la Congregación d
Milagros, que Camano había en
Con los ojos cerrados, Camano
a su protonotario que le detalle la f
de los crímenes. Su corazón empi
latir con fuerza. Al igual que
recoletas, cuya suerte debían inves
profecías de la Iglesia está a pun
cumplirse. ¡Y debe hacerlo unas
antes del inicio del Concilio Vat
III! Cientos de cardenales y de ob
están convocados desde hace sem
Camano hace una discreta señ
dirección a la limusina que lo si
cierta distancia. Justo antes de sub
parte trasera, se vuelve hacia la e
del arcángel san Miguel que prote
Capítulo 50

Sostenida por Bannerman,


pestañea a la luz blancuzca de los
de neón. Cubierto con una sába
forenses no habían conseguido
hablar a los cadáveres. Gra
Mancuzo y a Stanton, una dece
asesinos en serie dormían ahora
cárcel o en un ataúd de plom
hombre que ha estado a punt
matarla, o más exactamente lo que q
de su rostro destrozado por las bal
los francotiradores. Un orificio de
ha reventado el ojo derecho, ot
una mejilla y la mitad de la nariz. El
de la cara se reduce a un magma de
viva del que emergen fragmento
huesos y de dientes.
Caleb es menos alto de lo que M
La mirada de Marie recorre el c
de Caleb. Su sexo reposa sobre la m
negra de su pubis. Un trozo de car
tal grosor que Marie se queda
respiración; hasta en la muerte,
Marie, ya empiezas a desbarrar
vez».
Y sin embargo… A primera
parece que el cadáver de Caleb se
más rápidamente que los d
parecen haber crecido, a semejan
las de esos difuntos a los qu
desentierra a veces unos meses de
del entierro. Se estremece y se m
los labios; está segura de que el p
Caleb ha caído de nuevo sobre la
de hierro. Su pecho parece inerte.
«Dios mío, Caleb no está muert
blandamente monseñor Dominic
secretario particular del Papa y tam
su confesor. Dominici hace una m
mientras el apretón del carden
machaca los dedos. Camano cla
y dirige una sonrisa carente de ale
Dominici.
—Dígame, monseñor, ¿cóm
encuentra esta mañana Su Santidad
—El Papa está preocu
Eso es tanto como pedir al coman
de un navío que vaya a desc
mientras el agua inunda las bodega
Eminencia, me parece que n
entiende. Su Santidad es muy mayo
su alma tanto como considere útil y
a Dios y a los cardenales de la cu
tarea de disponer del resto.
Camano deja plantado al confe
hace una seña con la cabeza
cortinajes de terciopelo. De p
contraluz delante de la ventana
Santidad contempla el amanecer
ilumina las cúpulas del Vati
Dominici tiene razón al menos e
la voz cascada del anciano se eleva
penumbra:
—Parece, querido Oscar, qu
pierde usted su afición a ese tabaco
de Virginia.
—Bien, amigo, ¿qué noticias ten
esta mañana?
—Dígame primero cómo
encuentra.
Su Santidad deja escapar
—Con la misma facilidad con l
creo. Porque Dios es el único ser q
necesita existir para reinar.
—¿San Agustín?
—No. Baudelaire.
—Algunas religiosas de la ord
las hermanas recoletas han
asesinadas en los últimos mes
también han matado a las cuatro ag
de la Congregación de los Milagro
enmarcando las letras INRI. El sím
de los Ladrones de Almas.
—¡Señor, no es posible!
Camano se apresura a sujet
Santo Padre, al que la noticia ha h
evangelio que la Iglesia perdió hac
de setecientos años.
—¿Qué hay en ese evangelio?
Una sombra cruza por el semb
del Papa.
Capítulo 52

Mancuzo sopla en el micr


conectado a la grabadora que aca
sujetarse a la cintura. Un indicador
Boston. La autopsia será efectuad
los doctores Bart Mancuzo y P
Stanton para el sheriff del condad
Hattiesburg y el fiscal general del e
de Massachusetts. Hago constar
Mancuzo se aclara la gar
mientras la voz grave y aplicad
Stanton toma el relevo.
—La finalidad de este examen
mórtem no es establecer las causas
Stanton hace varias fotos de los ori
de salida abiertos por las balas qu
hombres del FBI habían disparado
cripta.
—El sospechoso presenta sese
cinco metros. Los demás, concent
en los hemisferios
cerebrales y el tronco medular, han
provocados por calibres 45 Magnu
mm Parabellum en disparos segu
en el interior del cráneo de Cale
oficial explora los orificios mie
Stanton coge el material para c
Como los dedos de Mancuzo sal
vacío de la herida, este coge unas p
y concentrarse en las investigac
post mórtem ampliadas.
Mancuzo y Stanton enciende
pantallas luminosas en las que
ayudantes han colocado una hile
Stanton:
—Examen de las radiog
efectuadas a H+4 después de la m
Radiografías maxilares y dentales. E
zonas no afectadas por los imp
encuentran en los individuos que c
alimentos duros, así como
musculatura maxilar bastante débi
un sujeto de esta corpulencia. Lo
parece demostrar que el sujeto
encía retraída. Observamos tamb
presencia de importantes ulcerac
bucales características de una car
prolongada de vitami
Stanton, incrédulo, dirige el
nuestros días en los países azotado
hambrunas particularmente larg
severas. El sujeto debía de alimen
esencialmente de tubérculos, raíc
verduras hervidas. Poca fruta o nin
—Es el primer caso que veo.
Capítulo 53

La puerta de los aposentos del


se entreabre. El suelo chirría.
mano. Después de haber dejado una
de agua sobre una bandeja de pla
secretario se aleja. Las puertas se c
a su espalda.
En el campanario de la basílica
—Lo que voy a revelarle aho
debe salir de esta habitación bajo n
concepto. Y mucho menos en
concilio, cuando tantos oídos indisc
se mueven por los pasillos del Vati
Jesucristo. Las Escrituras afirman
justo antes de entregar su alma, Jes
su agonía, perdió su visión bea
Hasta entonces, le bastaba cerrar lo
para ver el Paraíso y a los ángele
Jesucristo alzó los ojos hacia el ci
gritó: «Eli, Eli, lama sabactani?».
—«Padre, ¿por qué me
abandonado?»
—Esas son sus últimas pala
—No le sigo.
—Los Evangelios afirman qu
romanos entregaron el cuerpo a
discípulos a fin de que estos pud
enterrarlo según el rito judío en
Santo y los envió a evangeliz
mundo.
—¿Y qué?
—Pues que hay un vacío e
Escrituras entre el momento en
de testigos. Todo es verificable.
excepción de esos tres días. Y
nuestra fe se basa precisamente en l
pasó durante esos tres días: si
Jesucristo efectivamente resucitó
los apóstoles para que su obra no ac
ahí y su mensaje se extendiera p
mundo.
—¿Es eso lo que cuenta el evan
de Satán?
bestia aulladora que los rom
remataron partiéndole los miem
Jesús, el hijo de Dios, y Janus, e
de Sa
—¿Quiere decir que aquel dí
El pueblo de los creyentes cree pr
en usted y después en Dios. Si el
dice que algo es verdad, entonce
algo es verdad. Siempre ha sido as
hay ninguna razón para que cambie
Capítulo 54

Guiados por las radiografía


doctores Mancuzo y Stanton pa
realizar un examen en profundida
de las fracturas. Nos encontramo
duda alguna en presencia de
individuo de unos cuarenta
biológicos, con un aspecto precozm
envejecido y un organismo consum
estados de Maine y Massachu
¿Algo que añadir?
—Sí. Caleb envejece.
Mancuzo y Stanton se sobre
ligeramente al oír la voz de Parks.
—¿Qué quieres decir? ¿Qu
envejecido diez años durante su est
en la cámara frigorífica?
—Sí, eso es lo que quiero decir
Mancuzo pasa un brazo alreded
normal. Así que te propong
siguiente: voy a seguir haciend
autopsia según las reglas científicas
observación y el análisis, y si este
envejece de verdad, te invito a una
—¡Un cadáver que va a mor
viejo si no hacemos nada! ¡Joder,
creo que me mola!
La voz de Stanton recupe
seriedad cuando reanuda la grabaci
cicatrices de varicela y de viruela
tratada. La epidermis está deterio
Observamos también la presenc
escarificaciones rituales en
antebrazos: unos surcos abiertos
enrollan para formar una palabra. O
bien una abreviatura. I… N… R…
—Es un titulus.
—¿Un qué?
Cuando se vuelve hacia P
—Un titulus. Una especie de ta
que colgaban del cuello a los esclav
los mercados de Roma, o que clav
encima de los crucificados e
Antigüedad, a fin de que el p
mensaje redactado en latín. Como e
lengua la letra J no existía, este t
significa: «Iesus Nazarenus
Iudeorum», es decir, «Este es Jes
Nazaret, rey de los judíos».
—Un dibujo como ese grabad
una tumba aramea significaba q
cadáver que contenía estaba conde
y que no había que abrirla bajo n
concepto, pues, de hacerlo, esa
Capítulo 55

—¿Grave hasta qué punto, Sant


El Papa permanece un mom
absorto en sus pensamientos mient
encargados de vigilar la cruz. Despu
llevaron el cadáver de Janus
enterrarlo en una gruta al nort
Galilea. Por lo que sabemos, exca
la roca de la caverna donde se h
—Para los romanos, «
Nazarenus Rex Iudeorum» signifi
«Este es Jesús de Nazaret, rey d
judíos». Pero, para esos discípulo
mismo titulus se convertía en «Ianu
—Fue en esas grutas dond
discípulos de Janus escribiero
evangelio, en el que cuentan, uno
otro, lo que vieron aquel día. L
perseguidos por los romanos
—¿Y el evangelio?
El Papa se levanta trabajosam
del sillón y camina hasta los pe
cortinajes que ocultan la ventana. A
un poco uno de ellos y contemp
al Papa un cargamento de manuscr
pergaminos de los que sus jinet
habían apoderado en los saqueos
monasterios de Asia Menor. Cu
regresó a Roma con este ex
cabrío. Actualmente sabemos qu
obra era el evangelio de Satán, qu
hunos debían de haber encontrado
los cadáveres de la secta en Capad
Un manuscrito tan lleno de negrura
pergaminos y los manuscritos, y la
invisible de las hermanas recoletas
instaló en conventos perdidos en la
de las montañas y a la que confió la
de conservar esas obras y
acabado con los discípulos de Janu
evangelio cayó en el olvido.
El Papa regresa fatigosamen
sillón. Cuando retoma la palabr
cardenal se da cuenta de que Su
los escombros de los monast
pergaminos esparcidos por las ciu
en ruinas y papiros salvados d
incendios. Todas esas obras ma
eran transportadas de noche haci
—Durante todo ese tiem
evangelio de Satán, que había sali
la memoria de los hombres, dorm
bajo la arena ardiente del gran de
de Siria. En el año 1104 lo encon
sobre las murallas de la ci
Llegamos a 1191. Acre acaba de
tras un asedio de meses. Impacien
dirigirse a Jaffa y Ascalón, Coraz
León deja la ciudad a cargo d
terroso. Nota cómo baja por su esó
Un amago de náuseas le revuel
estómago. Deja el vaso y reanud
relato.
—Sabemos que Sablé abri
Un silencio.
—Durante los años que sigu
los templarios que habían encon
refugio en Francia se infiltraron en
Vaticano tras sobornar a unos carde
desmantelamiento de los re
Alertados por ese peligro mortal c
la fe, unos emisarios de Rom
reunieron entonces con otros del r
Francia en unos castillos perdido
encarcelados todos los templario
Francia. Esa misma noche, los espí
rey de Francia infiltrados en el Vat
hicieron degollar a los cardenales q
habían convertido a la regla maldita
Capítulo 56

—¿Te encuentras bien, Parks?


Apartando con dificultad la m
del cadáver, Parks levanta los ojos
—De carne cruda y mayonesa
mí.
—¡Cierra el pico, Stanton!
—Oye, no he sido yo quien le h
propuesto ir a buscar algo de co
una marca que Stanton utiliza para c
una aguja larga y biselada entr
costillas cuarta y quinta. M
fascinada, mira cómo la aguja fue
pleura y desaparece lentamente
La mano del oficial interrum
avance del instrumento y tira firmem
del émbolo de la jeringuilla hacia
para compensar la ausencia de pr
sanguínea. La jeringuilla se llena
de comparar las concentrac
sanguíneas de las diferentes muestr
Mientras Stanton conecta
centrifugadora, Mancuzo se pone
guantes de goma que le llegan ha
gafas mientras la hoja ataca el ú
nudo de resistencia. Un crujido sord
hoja patina bruscamente en el vací
caja torácica de Caleb, liberada, de
un fuerte olor de órganos putrefacto
—El doctor Mancuzo toma el re
Constatamos una fuerte degradaci
los tejidos, con descomposición org
avanzada. Los órganos princ
todavía están enteros, pero las vís
cabellos y un crecimiento anormal
uñas. El cuadro clínico recuerd
proceso de momificación que
encuentra en los cadá
descompuestos a salvo de
presencia de un hombre fallecido
más de… seis meses.
Al oír esas palabras, Parks
vértigo. Bannerman, a su lado, tien
ojos vidriosos de luchar contr
considera que la abertura
suficientemente grande, bloquea
separadores y cede el sitio a Man
sus dedos se abren paso entre la
para extraer los pulmones.
visibles están relativamente limp
son bastante anchos, pero la
anterior está atrofiada, signo d
afección respiratoria cró
confirmada por las radiografía
tabaco. Se observa, sin embar
presencia de importantes dep
carbonados y de hollines residuale
parecen indicar que el suje
inhalado humo de fuego de leña du
hombre primitivo, hipótesis confir
por las numerosas cicatrices int
que presentan sus pulmones. Sin
secuelas de patologías mal tra
como si el sujeto no hubiera t
Stanton, que está practicando
incisión en el ojo intacto de Caleb. M
siente arcadas al ver cómo se ach
globo ocular mientras la hoja del b
atraviesa el cristalino. Stanton reti
Sin perder tiempo en respo
Mancuzo sopla hacia el micrófono
reanudar la grabación. Se seca una
de sudor de la frente.
—Continuamos con el examen
de su vida en las tinieblas. Has
punto que su ojo se ha adaptado
ausencia de luz. Incluso se p
concluir que el sujeto era casi cieg
luz del día y que no debía de expo
por la noche. Un tipo que no empez
distinguir el mundo hasta el crepús
Algo parecido a lo que les suce
ciertas tribus de la cuenca del Ori
perdidas en lo más recóndito d
opaco hasta volverse translúcido.
característica transmitida a los hij
mayoría de los cuales nacían con lo
blancos. Ojos nocturnos.
El Papa permanece largo ra
silencio. Hace ya más de una hor
empezó su relato y Camano teme q
tenga fuerzas para terminarlo. Al
con la mirada fija, el anciano reto
más de cuarenta años, hasta
cuando estalló la gran peste negr
noche del 13 al 14 de enero de ese a
desgracia, aprovechando el caos
que la epidemia había sumido
Negro, sin duda descendientes
Temple que sobrevivieron
desmantelamiento de la orden.
Un silencio.
—¿Y el evangelio?
evangelio. Nadie ha vuelto a oír h
de él.
—¿Por eso los asesinatos
recoletas han seguido produciéndos
largo de los siglos?
lejanos predecesores dispersaron
diversos conventos de la orden, pr
en Europa y más adelante en África
América, a medida que los explora
descubrían nuevos continentes. Pe
El Papa asiente lentamente c
cabeza.
—Los últimos asesinatos
remontan a la primera década del
XX. Pero la profecía se repite. La
—¿Cómo se explica seme
obstinación por parte de la cofrad
Humo Negro para encontrar un
libro que, por sí solo, no demu
nada?
según afirmaba el manuscrito, mil
atrás los discípulos de la negación h
enterrado los restos de Janus.
—¿Y…?
Camano oye cómo chirría la p
—Ese hueso procede de un esqu
que los templarios encontraron e
grutas en cuestión y que prese
todos los estigmas de la Pasión de C
así como las múltiples fracturas qu
—¿Comprende ahora?
—¿Y esto es todo lo que que
ese… Janus?
—Es todo lo que pudimos s
después de la matanza de las rec
en manos de los Ladrones de A
Excepto el cráneo de Janus, q
superiora de esa desdi
congregación logró llevarse en su
junto con el evangelio de Satán.
—Eso no demuestra forzosam
que sea él.
El Papa agacha la cabez
permanece un momento en silencio
manos tiemblan.
Capítulo 58

Inclinado sobre el cadáver, St


practica una incisión en la pare
estómago y sumerge los dedos
raíces, así como de restos de carne m
y de tubérculos cocidos al fuego, p
de una alimentación sencilla y prim
Observamos también la presenc
filamentos de tubérculos y de haba
Mancuzo examina la mu
seleccionada por su colega. Su v
tensa:
—Veo filamentos de pro
degradadas y restos de
Mancuzo coge unas pinzas
vuelve para hurgar en el estó
abierto de Caleb. En vista de qu
encuentra lo que busca, el o
practica una incisión en el estó
algo duro. El instrumento sale y
débilmente cuando los dedos
de
Mancuzo exponen su botín a la luz
tubos de neón: es un tubérculo o
ablandarla. Los romanos y los dr
afirmaban que este tubérculo curab
heridas invisibles y protegía con
peste.
—¿Y cuál es el problema?
médicos que presenta el cadáve
rastros de hollín en los pulmones
visión nocturna, nos metemos de c
en un callejón sin salida.
—Es decir…
Stanton interrumpe la grabación
quita los auriculares.
—Este jodido cadáver
empezando a tocarme los huevos.
—A mí también.
microscopios de fotones. Un sil
mortal se abate sobre la sala de aut
mientras las lentes avanzan y retro
por el tubo. El zumbido de los fluj
fotones invade la habitación y
Una señal sonora. Una impr
escupe un metro de papel que Man
lee con expresión pensativa.
micrófono chisporrotea mientras él
los resultados a la grabadora:
ningún rastro de medicam
habituales tipo aspirina
antiinflamatorios, ningún rastro
tranquilizantes ni de calmantes cent
ninguna molécula utilizada en
moderna. Detectamos, en cambio
presencia de antígenos de tipo F1.
Stanton mira a Mancuzo como s
acabara de anunciar que el sujet
primo lejano de la criatura de Ros
—Has anunciado la presenc
antígeno F1. ¿Has bebido o deliras
—Ni lo uno ni lo otro. Antígen
Lo confirmo.
Stanton coge la hoja que Mancu
F1, característicos de una expos
prolongada al bacilo de Yersin.
—En otras palabras, al bacilo
peste.
Stanton, ahora febrilmente, pr
estanquidad de su mascarilla prote
y prepara otra lámina sobre la que
unas gotas de glicerina pura. Despu
queda un momento en silencio mi
el resultado con ojos de asombro
Con los ojos pegados al microsc
Mancuzo, que acaba de añadir
gotas de una solución nitrato a
muestra, anuncia con voz neutra:
—Fuerte reacción del nitrat
—¿La qué?
—La primera gran epidemia
historia, querida Parks. El azote
Justiniano, del que Procopio decí
estuvo a punto de acabar con el g
humano.
Inclinado sobre la última mu
Stanton interrumpe a Mancuzo c
solución concentrada de melibios
confirmo: segunda especie bacilar.
Bacilo continental de tipo Medieva
—Dios mío, la gran peste negra
Dominada por el vértigo mient
Capítulo 59

El Papa levanta su vaso y beb


trago de agua. El sabor de tier
desaparecido. Cuando retoma la pa
ensangrentado, y lo envolvió en un
antes de guardarlo bajo su túnica.
Un silencio.
—Sabemos que José de Arim
entregó ese paño a Pedro, el jefe d
—Se encuentra en un lugar s
junto con otras reliquias se
recuperadas por María y el apóstol
que permanecieron al pie de la
durante la agonía de Cristo. Hic
—Pues que es el Jesucristo qu
discípulos de la negación enterrar
las grutas del norte de Ga
—Señor… ¿Y el santo sudar
Turín? ¿Y los fragmentos d
secretas del Vaticano. Le sorprende
cantidad de reliquias verdaderas y
que dormitan allí. Reliquias y ves
arqueológicos.
—¿Vestigios arqueológicos?
—Tablillas de arcilla, a
sagrados, frescos y templos dedica
Janus. Se sabe que, en esa époc
misioneros tuvieron tiempo
evangelizar a numerosos pu
destruyeron los frescos de las par
rompieron los altares y se llevaron
los objetos de culto que
transportables para encerrarlos e
salas secretas del Vaticano. Fu
adentraron en los extensos terri
ocupados por los aztecas y los
encontraron… cosas. Cosas extraña
—¿Qué cosas, Santidad?
—Cruces de mármol, tem
los pueblos de Mongolia, ante
convertirse en los indios de Am
Creemos que pasaron por los hielo
estrecho de Bering y bajaron po
costas del Pacífico hasta Méxic
carta blanca para adentrarse e
territorio y recuperar las prueba
culto de Janus.
A cambio de esos servicios,
últimos recibieron el derecho a red
no podían transportar y extermin
además de a los aztecas y a los in
todas las tribus que habían
evangelizadas por los misioneros
negación.
tres siglos. Pero las últimas gr
selvas vírgenes están retrocedien
¿quién sabe lo que las excava
podrían descubrir un día bajo
árboles milenarios?
una calavera coronada de espinos q
encontró justo en el lugar que
evangelio indica? ¿Va a contar
nuestros fieles? ¡Por todos los s
Camano, despierte! ¡Escúchelos
—Porque son unos fanátic
porque han decidido adueñarse
Iglesia, no para hacerse con el pode
para destruirla desde el interior
embargo, saben que solo p
—¿Está seguro? ¿No era usted
decía hace un momento que si el
dice que algo es verdad, ese alg
verdad?
—Sí, siempre y cuando vaya
le juro que le creerían y que su
evaporaría en unos segundos.
El Papa ha cerrado los ojos. Su p
se eleva tan ligeramente que a
Camano le parece que
manifestaciones satánicas, de mom
controlamos a los medios
comunicación que preg
continuamente cuál es la posición o
de la Iglesia. Convocaremos una
manifestaciones satánicas. Porqu
efectivamente se trata de poses
colectivas y no de ataques de his
debe de existir un foco principal a
del cual el mal se propaga.
hacer lo imposible para recuper
esas reliquias antes que los
Ladrones de Almas y destruir l
pruebas de la mentira. Ponga
inmediatamente a sus mejores
alguien puede encontrar la fuente de
que se extiende es él.
Cuarta parte
Capítulo 60

Territorio de los indios yanom


en el corazón de la selva amaz
Catorce horas antes, el padre Al
muerte. A su alrededor, la selva virg
hallaba en un profundo silencio.
Hacía tres semanas que
Congregación de los Milagros envi
padre Carzo de una punta a otr
que las fuerzas del Mal es
despertando.
Todo había empezado,
silenciosamente, con los estigmas
Pasión de Cristo que habían apareci
curaciones inexplicables. Dado q
número de manifestaciones satá
también se había disparado y qu
casos de posesión se multiplicab
proporciones inquietantes, una
que ningún visitante cruzaba j
delimitaban una casa de reposo d
una cincuentena de exorcistas se h
retirado después de que su sacer
contra las fuerzas del Mal hu
sujeción de las correas y te agarrab
cuello. Era siempre al final
exorcismo cuando esa contamin
amenazaba con producirse, el mom
en el que el demonio se volvía pelig
residentes de Nuestra Señora del
Desde entonces, esos anc
temblorosos conservaban en el fon
los ojos el recuerdo aterrador d
intimidad forzada con el Dem
aspiraba el aire salado que soplaba
bahía. Acababa de regresar de un v
Paraguay donde había exorcizado
espíritu que afirmaba ser el
demonio Astaroth, sexto arcánge
Tierra. Un divertimento; esa e
sensación que el sacerdote había t
mientras recogía su equipo de exor
Carzo montó en el primer avión
destino a San Francisco, donde enc
poco de fresco y la luz del crepú
que traspasaba las nubes parecía
lluvia de sangre.
Mientras echaba el último puña
arroz a las palomas que zureaban
postigos que se cierran de gol
puertas que chirrían?
—No, Alfonso. Esta vez se tra
algo más grave. Tienes que poner
camino lo más rápidamente posible
—¿Cuáles son los síntomas?
—Los posesos presentan todo
estigmas de las fuerzas mal
superiores. Están dotados del don
lenguas, hablan con voces que no s
saber. Cosas sobre el más adelante
más allá.
—¿Qué cosas?
—Las revelaciones de la Virge
Medjugorje, en Fátima, en Lou
Se produjo un largo silencio. L
la voz de Camano sonó de nuevo a t
del auricular:
—Hay algo más grave. Todo
posesos presentan los mismos sínt
—Son muertos, Alfonso. T
murieron unas horas antes de
comenzara su posesión. Sus alle
estaban velándolos cuando se produ
las primeras señales.
urgentemente. ¿Me oyes? Tienes q
venir…
—¿Eminencia…? Eminencia,
oye?
El teléfono empezó a chispor
exorcista. Un olor que Carzo co
mejor que nadie.
—¿Eminencia?
—Quédate al margen de esto, C
Sigue alimentando a tus palomas
Un concierto de rugidos respon
exorcista, que se había que
petrificado. Los alaridos de los po
de Camano, que, atados a su
gritaban su nombre para atraerlo
voces que Carzo conocía perfectam
salieron de sus labios inmóviles:
—Mi nombre es Ganesh.
—Yo soy el Viajero.
—Loki, Mastema, Abrahe
—Mi nombre es Legión.
—Nosotros somos Alu, Mu
Humtaba.
—Y nosotros somos Set, Lu
Mammon, Belcebú y Leviatán.
Carzo se disponía a colgar cu
observó que el cielo se cubría de ext
nubes negras y que las palomas a la
había estado dando de comer hacía
minutos eran ahora cientos, disemi
exorcista levantó la vista y se dio c
de que lo que había tomado por una
de tormenta era en realidad
compacta masa de estorninos
bajaban en picado hacia el parque
del convento, Carzo vio cómo esa
arremolinada de plumas y picos se a
sobre su presa y oyó los gritos q
desdichada profería mientras los pá
le reventaban los ojos. Con la boca
oscurecía al cubrirse de cadáver
estorninos que, como bolas de hie
abalanzaban contra los cristales y h
saltar una lluvia de sangre cada ve
se producía un impacto. Entonce
inmensidad de la selva virgen. Al
donde el padre Carzo había ido a
siguiendo la pista de los poseso
Camano, en ese extremo del mund
todos habían designado como el lug
de mosquitos, la fiebre y el miedo q
hacían tiritar… Y los gritos.
alaridos casi humanos que se elev
desde la orilla. Luego, el silenc
había abatido sobre la selva a medid
del río Negro. Era allí, pues, d
finalmente sus pasos lo h
conducido, desde los rascacielos d
Francisco hasta ese embarcadero d
lo esperaba la Bestia.
del dios Jaguar, de las arañas vene
y de los pájaros nocturnos. Fu
maléficas similares a las que el exo
acosaba en el «mundo sin árboles
similares que en ocasiones C
suprema. Se trataba de una pri
yanomami llamada Maluna; su voz
cuerpo habían comenzado
transformarse durante la
menguante.
nauseabunda que carcomía la cort
envenenaba la savia de los gigantes
El mal se había extendido desp
los monos y a los pájaros; sus cadá
petrificados caían de los árbole
abominaciones en la lengua de
misioneros. Entonces, los chaman
pusieron en camino para alertar
sacerdotes blancos de que dem
desconocidos habían entrado en la
Capítulo 63

—Despierte, padre.
Empapado de sudor,
padre Alfonso Carzo abre lo
célula de su cuerpo le suplica
permanezca tumbado y vuelv
dormirse hasta la muerte. Está a pun
sucumbir a esa deliciosa tent
cuando las grandes manos del
alzan las instalaciones de la misión
capilla hecha de palos y una hile
cabañas de adobe. Ni dispensari
médico, ni grupo electrógeno
siquiera una mosquitera. Eso es la m
embargo, por más que el padre C
aguce el oído, la selva con
silenciosa.
El exorcista se levanta y sumer
manos en la palangana de agua tem
examina la cesta de fruta que Alam
tiende. Cuartos de papaya y de
silvestre. El misionero ha rasca
corteza hasta la carne, para liberar
esa capa de podredumbre grisácea q
Capítulo 64

El padre Carzo pasa revista


modestas armas litúrgicas que
seleccionado con vistas al combat
permanece sombrío e inmóvil. N
soplo agita las ramas.
Hasta el crujido de las san
sobre las hojas a duras penas p
turbar el imponente silencio del lug
La selva parece secarse súbitam
ante los ojos de Carzo. La espesa
gris que ha invadido su corazón ya
a las inmediaciones de la misión,
lianas, antes cargadas de frutos, cu
envuelve la selva, desde la piel d
dedos hasta el verde claro de
arbustos.
—Es aquí.
Mirando fijamente en la dire
Alrededor del edificio, los ár
parecen haberse quemado has
corazón y la tierra ha quedado redu
polvo, como si un gigantesco incen
hubiera consumido durante días.
Quetzalcóatl, y Tlaloc, el príncipe
lluvias, respectivamente octavo señ
los días y noveno señor de las no
Carzo nota que el corazón se le ace
Un templo azteca.
—Padre Alameda, ¿cuándo f
última vez que vio a la posesa?
—Hace una semana.
—¿Había empezado ya
transformarse?
—La de un murciélago, padre C
¿Se lo imagina? ¡Un asqu
murciélago!
—Cálmese, Alameda.
—¿Que me calme?
—¿Le habló?
Alameda parece petrificado de t
Carzo repite:
—¿Esa cosa le habló?
—Me preguntó qué había i
Carzo agarra al misionero p
cuello de la sotana.
—¡Por lo que más quiera, Alam
¿Le tocó, sí o no?
Alameda iba a abrir la boca
—Alameda, ¿esa cosa le tocó?
—Me succionó el alma, Carzo
mostró lo que jamás debería haber
y apagó la llama que ardía en mí.
—¿Qué le mostró?
dedos para calentarlos, Carzo se ad
por un pasillo de piedra que descien
suave pendiente entre las tini
Cuando se ha alejado unos metros
corriente de aire glacial lleva hasta
mentido, Carzo! ¡A usted tanto co
mí!
El eco de la voz rota de Ala
resuena largamente en las entrañas
Tierra. Luego, el silencio cae de n
para escapar de la lluvia glacia
crepita contra el parabrisas.
—¿Adónde vamos?
Ninguna respuesta. Parks se v
para ver el rostro de Stuart Crossma
sola mirada con él para olvida
estatura: unos ojos muy negr
redondos que te hielan la sa
Crossman está escuchando el inf
oral de la autopsia de Caleb e
—¿Qué quiere que vaya a h
Colorado en esta época? ¿Fo
avalan
Stuart Crossman abre un exped
y lee unas líneas. A continuación
—¿Está de broma?
—¿Le parece que bromeo?
—¿Qué eran esas agentes
Vaticano? ¿Religiosas de civ
cordones para estrangular camuf
servicios de policía y que la Santa
no tiene que rendir cuentas a nadie
—¿Y los crímenes que
religiosas estaban encargadas
investigar?
enteramos, analizando los discos d
de que las cuatro religiosas persegu
Caleb desde hacía meses y de
estaban en contacto permanente a t
de anuncios en la prensa, grandes d
—Uno de los últimos mensaje
encontramos fue publicado hace v
semanas por Mary-Jane Barko
Boston Herald. Unas líneas interca
entre los anuncios de contactos
—Un código para designar a C
Este mensaje es el que hizo
acudieran las demás.
—¿Y qué pasó después?
—Cuando sus hermanas llega
desaparición de Patricia Gray, anu
«Querida Sandy: ninguna noveda
nuestra prima Patricia. ¿Podrí
vernos esta noche en el lugar habit
Este mensaje, firmado por Do
Crossman asiente con la c
mientras pasa las páginas del exped
—Veinticuatro horas antes
muerte, Rachel puso tambi
anuncio en el Hattiesburg News. D
—¿Qué más?
—Nuestros agentes han contin
buscando debajo de los colchon
examinando todas sus cosas.
encontrado un voluminoso exped
trata de ancianas que viven totalm
apartadas del mundo en clau
fortificados en medio de las mon
No ven nunca a nadie y han hecho
de silencio. Oficiosamente, adem
—Y resulta que los crím
presentan el mismo modus operand
el empleado por Caleb en Hattiesbu
—¡Mierda!
—El último asesinato, que las c
—Sí. Sabemos que finalment
cuatro desaparecidas habían descu
el nexo de unión entre todos
crímenes.
—¿Una venganza?
monasterios. Sabemos que lo q
asesino buscaba era una de esas ob
—¿Quiere decir que esas mu
han muerto por un libro?
—No un libro cualquiera, Park
Sorteando los charcos, la lim
llega a la terminal de salidas
aeropuerto de Boston y se detiene a
entrada. Parks baja y coge la bol
viaje que el chófer de Crossm
Hattiesburg correspondía a
autoridades de Maine, ya que
asesinatos de las cuatro religiosas h
tenido lugar en su
circunscripción. Creo que el Vat
cruzado ampliamente las fronter
Estados Unidos.
—¿Ah, sí?
Crossman le tiende a Parks una
del expediente encontrado en casa
diversos países. Después nos pusim
contacto con los servicios de polic
los países en cuestión para saber
también había habido casos
desapariciones u otros asesi
El cristal ahumado se levanta a
rostro ceroso de Crossman. Con la
repiqueteando sobre sus hombros,
mira cómo la limusina se aleja en
densa circulación.
para dejar una huella de su paso p
cuenca del Amazonas. Segurament
tribu exploradora que había tenid
abandonar los altiplanos de Yucatán
huir de los conquistadores. Un t
donde una cortina de vegetación pr
un lago alimentado por cascadas de
clara. Por doquier, árboles cargad
frutos extienden su sombra sob
paisaje. En la playa que corre al
frescos para contar lo que les
sucedido a sus ancestros. Tenía ant
testamento de los olmecas.
Según el dibujo, los dos indio
echan sus redes al lago se llaman
El agua del lago le llega al ho
hasta las rodillas y a la mujer has
muslos. Sobre el sexo sin vello
india, su vientre liso y pla
presenta ninguna marca, ni el m
en las representaciones cristian
Adán y Eva en el jardín del Ed
ausencia de ombligo en el cuerpo
dos olmecas significa que no han
concebidos por un vientre huma
bajorrelieve cuyas redondeces el ti
ha borrado, una divinidad lum
señala a la mujer olmeca el fruto
árbol que ella no debe comer.
turbada por el dios Jaguar que
árboles se han marchitado y una ca
podredumbre ha aparecido sobr
tronco. La misma lepra gris que
invadiendo el territorio de
yanomami.
entra en ella. El Mal absoluto, com
fresco estuviera impregnado co
sacrilegio que describía.
Carzo continúa avanzando. El
del dios Jaguar ha hinchado el vien
de Carzo. El alba de la human
Volcanes, islas engullidas. Pá
gigantescos recorren el cielo. Car
las inmensidades estrelladas,
alineamiento de los planetas y
sobre ellos. Carzo levanta la anto
Mediante destellos que escapan d
manos, el mensajero revela a los olm
el secreto del fuego. Agrandando lo
a medida que la llama se acerca al t
seiscientos años más tarde, los versí
del Corán a Mahoma: el arc
Gabriel.
Capítulo 67
desarrollado con normalidad: la
mano avanzaba hacia el objeto mie
el codo se desdoblaba y los múscul
hombro se estiraban dolorosam
Luego, en el momento en que los
súbitamente, convertidas en una
invisible y silenciosa. A continuaci
entumecimiento se extendió al braz
hombro, y Su Santidad comprendi
algo no iba bien. Entonces oyó com
con los ojos abiertos a un mundo
luces le llegaban como si fueran d
galaxia, Su Santidad escuchaba có
reloj marcaba los segundos.
Un ruido. El Papa presta atenci
y de esa arcada que contraj
estómago. Después de que Cama
hubiera ido, Su Santidad se tumbó
recuperar fuerzas antes del inici
concilio. El Papa se durmió. Soñó c
había sentido un sabor de tierra
boca. «Oh, Dios mío, ten pieda
mí…»
Aterrorizado, el Papa intenta m
los brazos y las piernas. Un ruid
particular, la frente arrugada d
camarera y las facciones descompu
de dos protonotarios apostólicos,
ojos empañados auguran lo peor.
Durante unos segundos, esa nu
de idiotas que creen que está m
Bastaría un estremecimiento,
imperceptible parpadeo. O incluso
ínfima modificación en la intensid
su mirada. ¡Sí, ésa es la solución
Armado de una linterna, el m
observa sus pupilas. Estas no se con
por efecto de la luz. Entonces el an
oye el suspiro que el médico deja es
al anunciar que Su
que acaba de entrar. Los rasgo
cardenal camarlengo llenan el c
visual del anciano: él es el encarga
constatar oficialmente su fallecim
El querido Campini. Él se dará cuen
Campini acerca un espejo a sus labi
anciano reúne de nuevo todas sus fu
para espirar ese hilo de aliento
demostrará que todavía habita un
de vida en su cuerpo. Siente qu
la habitación. ¡Ya está! El Papa aca
leer en los ojos del camarlengo qu
ha visto el vaho. Pero, entonces, ¿
espera para avisar al médico y pon
marcha el traslado?
otra cosa. Júbilo. Júbilo y odio. «
mío, finge no ver nada…»
Una vez que se ha guardado el e
en el bolsillo de la sotana, despu
haberlo limpiado, el camarlengo es
tumba. Usted tendrá la suerte de r
la visita de los embalsamadores, q
rajarán para aspirar sus entrañas
gracias a Dios y deje de debatirse, p
se acerca la hora en que el Humo N
silencioso que muere antes de salir d
labios.
a las tinieblas. Las tribus que no
recibido el fuego sagrado se lo ro
los olmecas. Después reducen a e
la esclavitud y los deportan al otro
del gran río para erigir templ
a su espalda y engullen a
perseguidores.
Fresco siguiente. Guiados po
estrellas, los olmecas vagan por la j
en dirección a su tierra perdida. P
entrada del templo ya no es más q
lejano rectángulo blanco en las tini
La llama de la antorcha lam
fresco siguiente. Los olmecas
llegado a la tierra perdida.
olmecas han despertado y que ha su
de la jungla. Es eso lo que los úl
frescos describen: el gran mal que
abatido bruscamente sobre las ciu
olmecas construidas en honor de la
contaminado los árboles. A la luz
antorcha del padre Carzo, la civiliz
olmeca está extinguiéndose. Tan
queda musgo y lianas que cubren p
poco las ciudades fantasma.
con el rostro deformado por el
contempla a la muchedumbre q
insulta. Es un hombre con barba y
delgado; su piel blanca contrasta c
tez mate del resto de torturados.
el Jesucristo de los Evangelios,
buen pastor, no el Mesías que r
compasión por los hombres extrav
que lo asesinan, no. Este Jesucristo
bestia vociferante que se retuerce
generaciones futuras. El fuego, la s
y la muerte, símbolos de la mald
eterna.
Debajo, una fecha: el decimo
día del octogésimo segundo añ
Carzo se dispone a tocar el rost
crucificado cuando el mismo grito
hizo encanecer a Alameda suen
nuevo en la oscuridad. La Best
llama, está muy cerca.
que fue Maluna lo mira con
brillantes de odio.
nubes que se extiende
Massachusetts. Las ráfagas de v
abofetean los ojos de buey y hacen
la carlinga mientras el aparato
toma altura. Agarrada a los apoyab
olor extraño flota en la cabina, un l
olor de podredumbre. No, un olor q
acerca a ella. Parks va a abrir los
cuando el olor explota en sus
nasales. Un movimiento a su izqu
Parks nota que el pelo de la co
roza el hombro. Se vuelve y el coraz
da un vuelco al ver el cadáver de R
sentado a su lado. Tiene la cabeza g
y los cabellos apelmazados por el
poner fin a la visión. Siente que la
de Rachel se posa sobre su brazo
dedos terrosos se cierran sobr
muñeca. El olor de podredu
envuelve su rostro mientras Rach
joven abre los ojos y se sobresalta
los ojos azules de una encant
azafata inclinada sobre ella.
—¿Se encuentra bien, señorita?
—¿Cómo?
—¿Un sueño desagradable? D
bien que ha sido una maldita pesadi
mierda, querida Marie.
Parks se queda agarrotada de m
al ver que la sonrisa de la azafa
Marie asiente con la cabeza. L
mira cómo se aleja la azafata y aspir
bocanada de aire presurizado para
de calmar los latidos de su corazón
visiones nunca habían sido tan fu
zonasen las que las neuronas
activas desde el momento de nace
áreas de la palabra, de la compren
de la coordinación y del equil
Manchas minúsculas perdidas en m
Trasladado a la escala del univ
el pequeño arco eléctrico que
activado la zona muerta de Parks e
rayo de varias decenas de kilómetr
largo, una energía considerable
eso le resultaba cada vez más d
controlar sus visiones.
La región cerebral prohibida
gobierna las visiones… La joven in
tragar la bola de angustia que obstru
volar a velocidad de crucero. El
reduce hasta que el ruido
reactores se convierte en un
Marie pestañea al contemplar el
azul oscuro y el sol, cuyos
Capítulo 70

Tras rechazar la bandeja qu


azafata le tiende, Marie Parks elig
manzana y una botella de agua m
a cabo en la cripta. El agente esp
Browman estaba al mando de la sec
No es ni mucho menos un blan
desde luego tampoco alguien
sacrifica a una compañera por
hombro. Al final, resulta ser un gilip
de mierda, el tal Browman.
Páginas siguientes. A Parks
encoge el corazón al ver las fot
Rachel clavada en el banco. Los c
recuerdo que se desvanece com
banco de bruma al sol.
Pasa a las fotos siguientes, en la
se ve inmortalizada en la cruz. Ac
de desvanecerse y, mientras el equ
persona. Una víctima tan anónima
las de los asesinos en serie qu
conocido a lo largo de su carrera.
A ambos lados de ella, en las
cruces, las cuatro desaparecida
dedicada a la investigación preli
que los agentes de Crossman reali
mientras a ella la remendaban
hospital. El pequeño apartam
polvoriento que Mary-Jane Barko
viejo Clarence Biggs sin duda le
enseñado a Dorothy Braxton mirá
las nalgas a través de los cri
ahumados de sus gafas.
Las cuatro desaparecidas h
papel? Eso no tenía ningún sentido.
ser que Caleb hubiera el
precisamente ese desierto de bosq
pantanos para tender una trampa
perseguidoras. Sí. Exacto: desenter
lo tanto, ahora había que buscar p
lado de las monjas recoletas. Pon
pies donde los había puesto el ase
meterse en su piel y encontrar lo q
víctimas habían descubierto ante
Lagos. Parks alza los ojos del exped
y da un mordisco a la manzana mie
pega la nariz al ojo de buey. Muy
por debajo del aparato, distingue la
sur del lago Michigan y los rasca
de asesinatos de recoletas en Á
Argentina, Brasil y México. Conv
perdidos en el mundo por los q
Iglesia había dispersado sus manus
más secretos. No fortalezas com
perseguían. Había cometido
crímenes en seis meses; un verd
programa de trabajo de asesino en
Con la diferencia de que Cale
escogía a sus víctimas al azar. Él bu
meses atrás en el Liberia Pos
Monrovia. Un recuadro en medio d
esquelas y los anuncios de nacimie
Queridas primas:
Abuela fallecid
religiosas estaban investigando
mismo continente. Con excepció
Mary-Jane Barko, a la que Sandy C
había alertado publicando el m
anuncio en el Daily Telegraph. B
Parks lee el informe de la polic
Liberia que el jefe del FBI ha grapa
poco más adelante: acababan
encontrar a una anciana reli
asesinada en su convento de Buch
Marie hojea el expediente en
de un crimen anterior al de la recol
Buchanan. Nada. Como si todo hu
empezado ahí, en las playas blanc
Liberia. Después, su mirada se fija
Venid enseguida.
Mary-Jane

«El abuelo ha vuelto.» El p


asesinato, el que ella buscaba
quema la garganta. La letra de Mar
es muy irregular, casi resulta ile
como si hubiera escrito esas líneas
los efectos de un terror indescrip
Pero, aparte del miedo que reflejan
Parks pasa las páginas del cua
en el que Mary-Jane Barko escribió
palabras sueltas. Fechas, nombr
direcciones situadas en las difer
ciudades que la caza del hombre le
los plomos al dar con la reserv
cadáveres de un asesino en serie.
Marie pasa las últimas págin
encuentra una frase que Mary
Barko había escrito en
Parks cierra los ojos. Sí, es justo
en el momento de escribir esa fra
religiosa estaba a punto de perde
nervios.
durante casi tres semanas. Veinte d
silencio en el transcurso de los cua
dirigieron hacia el sur, cada una p
lado, siguiendo el golfo de Gu
Todas iban tras la pista de Caleb.
siguiente y registraron la celda
difunta. Según el expediente,
había conseguido recuperar
fragmento del evangelio de Satán
unas recoletas de la Edad Media h
sudafricano Mail amp; Gua
Acababa de llegar a la costa del Pac
al puerto de Durban, donde e
investigando en los barrios
contiguos a los muelles. Allí enc
Marie examina el informe
teniente Mike Douwey, de la p
criminal del condado de Durba
funcionario exponía con todo deta
hospitalización urgente de una an
entregó el alma poco antes del alba
cuatro chicas desaparecieron.
archivado por falta de pistas. Park
escapar un suspiro. Las otras
religiosas ni siquiera perdieron el ti
Según las notas encontradas e
apartamentos de las desaparecida
Hattiesburg, la anciana crucif
recobró el conocimiento poco ante
alba. Tuvo el tiempo justo de deci
preguntarle si Caleb había conse
llevarse algo de su celda. En
momento, la anciana in
estrangularla. Las otras tres mujer
abalanzaron sobre ella para redu
ser una de esas viejas chifladas de la
los manicomios están llenos. D
luego, no había visto los ejército
Satanás. No. No podía haber visto
Marie vuelve a sumergirse en la le
El 16 de octubre, las relig
llegaron a los acantilados de Cape
en el extremo del continente afri
Cuatro chicas silenciosas y exten
sumergieron la mirada en las
espuma del Atlántico se junta con
océano Índico para formar un s
inmenso desierto frío y movedizo
fue también donde las cuatro relig
comprendieron que habían perdi
hasta las costas de Australia. Aque
Mary-Jane Barko escribió en su lib

Que Dios nos perdone y no


proteja en lo sucesivo del
Capítulo 73

Los altavoces de la cabina anu


que el aparato acaba de cruzar la fro
de Nebraska y que la temperatura
del plexiglás y borra poco a po
paisaje. Un espeso penacho
condensación escapa de las turbinas
alas empiezan a brillar en el aire gl
Marie aguza el oído. El siseo d
Ningún signo más de vida e
principales periódicos del pl
después de Durban. Y, en la libre
Mary-Jane Barko, la caza del ho
parecía terminar ahí, en la pun
medio del Atlántico, a más de do
quinientos kilómetros de las c
sudafricanas, la noche del 27 al 2
octubre, es decir, una semana y m
después de que las religiosas hub
ante el Melchior, cuya proa golpea
olas de un modo que parecía indica
el carguero iba a la deriva.
Los marineros del Sea Star sub
a bordo y recorrieron las cub
horriblemente mutilados. Los cu
estaban despedazados de m
incomprensible. Después siguieron
la pasarela, donde los supervivient
Melchior se habían refugiado ant
Parks, febril, pasa las página
informe Crossman para confirma
fechas. Dos meses de silencio h
transcurrido desde Durban cuando
Patricia Gray publicó otro anuncio
Caleb se había marchado de El C
bordo del carguero Melchior
portacontenedores que las relig
habían visto debatirse contra
corrientes mientras contemplaba
mugrientos de la pasarela donde ac
de acorralar a los superviviente
Melchior. Entonces soltó una chalu
zambulló en el mar y nadó con tod
fuerzas para apartarse del estrav
Capítulo 74

Después de oír hablar de la ma


que había tenido lugar en el Melchio
cuatro religiosas emprendieron el
el barco remontaba lentamente las
blancas del estrecho de Magallanes
Las religiosas enfocaron con
prismáticos las cubiertas exter
donde se apiñaban cientos de pasa
escondrijo de Caleb en un conduc
climatización bajo la línea de flota
Así era como procedían desde
meses: fijándose en los signos de m
y desolación que Caleb dejaba tras
condenadas. Debajo de ese fresco,
añadido una inscripción latina qu
religiosas fotografiaron:

Ad Majorem Satana
costa, pero había dejado tras
suficientes indicios para reanudar la
del hombre.
Parks vuelve atrás, hasta el an
que Patricia Gray publicó el 1
Otra recoleta crucificada e
convento. Y ninguna indicación to
sobre el contenido de ese evangeli
Caleb buscaba mientras matab
aquellas mujeres.
mes de noviembre en el diari
República de Lima, en Perú. Y otro
en La Patria de Cartagena.
Parks examina con detenimien
informes de la policía colombiana
religiosa no solo había sido crucific
profanada, sino también torturada
la muerte. Como si el asesino hu
querido arrancarle una
información que solo ella poseía.
orden guardaba los manuscritos
peligrosos: las bibliotecas prohibid
Parks continúa leyendo. Despu
Cartagena, los crímenes prosiguier
México y posteriormente en Es
Unos días más tarde, encontrar
rastro en Hattiesburg, adonde lle
una tras otra para poner
definitivamente al brutal recorrid
asesino. No había ningún conven
amontonado esos cadáveres en la
situada en medio del bosque de
Oxborne. Esas profanaciones h
salido en la primera página d
periódicos locales y más tarde e
Después se encontró la ropa d
hermanas en la linde del bosque. E
lo que no encajaba: ¿por qué
corrido Caleb ese riesgo? ¿Por qué
había limitado a desaparecer despu
A duras penas oye que la vo
comandante anuncia una zona
turbulencias antes de sumirse e
profundo sueño.
Quinta parte
Capítulo 75

Igarape do Jamanacari, afluen


río Negro, selva amazónica
El durmiente nota que la lejan
El durmiente percibe el olor d
remeros que se afanan a su
Vaharadas de sudor rancio escap
sus axilas y se mezclan con los olo
humus y de agua verde. Salvo p
mosquitos se posan sobre sus pier
sus brazos desnudos. Tiene hambre
sed insoportable le abrasa la garg
Millones de gotitas brotan de su c
y corren por su piel. Escuch
Tiene la impresión de
permanecido inconsciente du
siglos. Trata de agrupar sus recue
pero su memoria está vacía. O más
las briznas que contiene han deja
Empieza a rascar febrilmente la
que cubre sus recuerdos. Com
arqueólogo, da unos golpes sobre l
de cemento, la parte y retira
fragmentos hasta que logra ver de
elegidos. Se remonta en el tiempo
detiene bajo el último fresco. La
cruces en la cúspide de la pirá
olmeca. Siente que el miedo lo in
Escruta el recuerdo de ese Cristo
Habla con un acento espantoso
mezcla de portugués, alemán y dia
indios de la cuenca del Orinoco.
—Bienvenido al mundo de los v
padre Carzo. Hemos rezado much
helicóptero del ejército brasileñ
depositó en mi casa.
—¿Dónde estamos?
—En este momento bajamos p
igarape do Jamanacari hacia e
—El ejército envió una patrulla
Joachim. Intercepté su informe por
Solo quedan cadáveres. El gran ma
lo ha llevado todo. Y ahora se ext
al corazón del bosque, avanza ha
—Encontramos su cadáver co
de un árbol. Las hormigas rojas le h
devorado la cara.
—Dios mío…
—¿Qué ha sucedido, padre C
vientre de la montaña… Un círcu
velas. Algo está de pie en medio d
cirios. Algo que…
—Padre Carzo, ¿recuerda qu
pasado?
agonía del alma y la muerte de
Carzo comprende entonces que su
puede hacer nada contra seme
negrura. Entra en el círculo de
permanece frente a la criatura y resp
quedan fragmentos de imágenes, alg
sonidos y olores.
Carzo nota que el agua se agita
el fondo de la piragua. Una cor
viva, rápida, caprichosa. Abre los
bruma que se disipa, distingue
muelles de madera y unos cuch
sobre pilotes. Más allá, un puerto d
viejos cargueros de cos
herrumbrosos esperan su cargamen
Capítulo 76

Denver, aeropuerto internacion


Stapleton
De entre los labios de Parks sale
para circular por las carreteras ne
de Colorado. Luego cruza la cris
del aeropuerto y va al aparcam
donde hay alineados decenas de 4x
limusinas.
sacar el Cadillac del aparcamiento
del aeropuerto por Peña Boulev
toma la Interestatal 70 en direcc
Denver.
Marie dirige una sonrisa a una
KOA, una cadena de inform
continua. La voz nasal del locutor q
el tiempo invade el habitáculo:
«Acabamos de recibir en
instante un mensaje de alerta
menos de cuatro horas en llegar
montes Laramie y a la fronter
Colorado. Después caerá sobre Bo
y Denver, y bloqueará la ruta d
puertos y los itinerarios por los val
tormenta y que se expone a encon
atrapada a dos mil quinientos metro
una congregación que vive en
Edad Media y cuya preocup
principal es estudiar obras satánica
Crimen en el convento: tra
la espectacular tormenta que h
caído sobre la región duran
varios días, la policía de San
Cruz ha encontrado los restos d
viva en el transcurso de un
sesión de exorcismo.

—Déjate de tonterías, Marie…


Marie ha pronunciado esas pal
inquietud. Ni tampoco la perspecti
pasar una o dos noches en la mon
No, lo que la aterra es esa certeza d
Caleb no ha muerto y de que su es
la persigue. Es como esa sensació
de aire que provocan rozándote e
tinieblas. Eso es lo que Parks
desde que ha salido de
Boston: la respiración de Caleb. A
de los flashes que le hacen ocup
Capítulo 77

Manaus. La piragua ha dejad


aguas del río Negro para internar
uno de sus brazos que se adentra
Se vuelve hacia el pastor
permanece de pie en el centro
embarcación. Con su sombrero de p
su cara escondida bajo la barba, S
tiene el aspecto de un loco fugado d
Maligno y de las tinieblas del
humana.
En la vieja ciudad, donde el a
ardiente de la selva se mezcla c
bruma del río Negro, el bochorno
En un cielo lechoso, el sol parece
perdido brillo. Un sol frío.
Carzo aprieta el paso. Frente a
silueta de la catedral aumenta. De p
toma conciencia del silencio que
bajado las persianas. En las acera
carritos de los vendedores de esp
parecen abandonados. Solo al
viejas mestizas harapientas cont
pasando por delante del p
lágrimas de la mestiza se deslizan
su piel. La mujer parece aterrorizad
—O Diabo! O Diabo entrou na i
«El diablo ha entrado en la igl
La mestiza repite esas palabras mie
Innumerables colibríes y papa
vuelan a ras del asfalto y suben p
avenida arremolinándose en
corrientes de aire, como si obedecie
una voz que les ordenase imped
lograrlo, agarra de los cabellos a la
que levanta la cabeza. Tiene los
blancos y la piel de su rostro
reblandecido como una máscara de
expuesta a una llama. Una voz m
Francisco. La mestiza baja la ca
Suelta la mano del sacerdote y se q
de rodillas en medio de la avenida.
Apretando el amuleto para invo
los dioses de la selva, el exorcista a
El exorcista examina la fachada
catedral. Batiendo furiosamente la
para mantenerse en equilibrio
pájaros han invadido las torres
tejados y sueltan una lluvia
pájaros se apartan y vuelven a jun
después de haber pasado él. El sace
se adentra por ese sendero move
gruesas gotas de excrementos caen
sus hombros, sus cabellos y su
Capítulo 78

Marie Parks empezó a ver muertos


días después de haber salido del c
Todo comenzó con la vieja Haze
cuarenta años de tabaco unos cent
de oxígeno, pero ese contacto ard
le provocaba horribles accesos d
Tenía un carcinoma epidermoid
curioso nombre para un jodido t
una cama, al fondo, otra morib
gemía mientras un tubo metido
garganta aspiraba las secreciones q
obstruían los bronquios. Marie se a
a la vieja Hazel. Tenía una mirad
escapaba de la cánula aplicada
garganta.
—¿Quién eres tú, puta asquero
por qué me ves? ¡No deberías v
¿Me oyes? ¡No puedes verme!
—¿Qué vieja loca?
—Hazel. Es el nombre que
encima de la curva de temperatura.
Se produjo un silencio durante e
Marie notó que el ritmo cardíaco
—Pero ¡por el amor de Dios, le
diciendo que ha intentado matarme
—Eso es imposible.
—¿Por qué?
—Porque murió hace más de
aparecía entre sus muslos descarn
Tenía un cigarrillo entre sus
manchados de nicotina y un hi
humo escapaba de la cánula cada ve
daba una calada. Marie, horror
máquina que la había ayudado a re
había vuelto a la reserva del hosp
habían cubierto el colchón con
gruesa funda de plástico. La enfe
pasó un brazo por los hombros de P
contemplaba a través del humo
cigarrillo. La voz metálica surg
nuevo del laringófono.
—No te esfuerces, Marie,
cabrona no puede verme ni oírme. T
—¡Joder, es deprimente! Ya
encuentro sabor al tabaco, pero
tosiendo a pesar de que estoy m
¿No te parece increíble?
Entonces, frente a la sonrisa
más. Muertos deambulando po
calles, muertos inmóviles en terraz
cafeterías, niños putrefactos saltand
comba en patios de colegio, v
vagando por cementerios y mu
hasta el zoo de Denver mientra
copos empiezan a espolvorear el cé
Después gira en Stout Street y con
hasta el cruce de Brighton, dond
camioneta tiene el detalle de dejarl
Capítulo 79

Al empujar la pesada puerta


catedral, un fuerte olor de resina
carne chamuscada se agarra a la gar
El exorcista se detiene. Un per
dulzón y nauseabundo de violeta
de abrirse paso hasta sus fosas na
El olor del Diablo. Carzo permane
momento inmóvil en el umbral
Carzo aspira otra bocanad
perfume y lo analiza cuidadosam
Deja escapar un suspiro de alivi
incienso y el olor grasiento de los
prácticamente se han impuesto
bajo la bóveda. A uno y otro lado
nave central, los bancos y
reclinatorios están destrozados.
trozos de madera y los cojine
terciopelo dispersos por el
como perlas de un gigantesco c
Recoge una y la examina en el hue
su mano: cuentas de rosario. Carzo
los ojos. Los fieles estaban rez
cuando la Bestia ha entrado y los ro
en el fondo de la pila. Con la
fruncida, la toca y retira bruscamen
dedos reprimiendo una maldici
causa del dolor: el agua antes be
está ardiendo.
pecados han explotado sob
pedestal. Más lejos, unas imágene
sido cubiertas con telas negras. C
retira la que cubre a la Virgen. Se q
petrificado. A la luz trémula
lamparillas rojas indicadoras d
presencia divina están apagadas.
ojos de Carzo escrutan la oscu
Falta un olor en esa explosió
perfumes que asalta sus fosas nasal
un ligero aroma de los santos o la l
fragancia de azucena de la V
Entonces comprende que, entrega
los jesuitas a la Bestia, Dios y su
celeste han abandonado la catedral
de las entrañas del edificio. Otro al
amortiguado por la distancia, se
paso a través de la reja: el com
prosigue en los sótanos.
protege a la recepcionista. Le prese
carnet y deja su arma reglamentaria
cajón metálico que se abre ante el
ordenanza tira del cajón hacia ella,
el arma y la guarda en un armario. S
investigando una serie de profanac
que han tenido lugar últimam
Parece que todos los adoradores de
desde Colorado hasta Wyoming se h
pasado la consigna de desenterra
eructan citas latinas al revés. E
opinión, si Satanás existe, ese tip
adoradores se la suda. Y a usted, ¿q
trae por aquí?
—Un adorador de Satán.
—Necesito un ordenador y
conexión a internet de banda ancha
Ofendida por la respuesta un
seca de Parks, la ordenanza le señ
sala de informática, al final del pa
Parks cierra la puerta del desp
1.119 y enciende el ordenador
sobresale entre un montón
documentos y de vasos de plá
Colgados en las paredes, los retrat
de los ten most wanted, los
criminales más buscados del mundo
recompensas van desde cien mil dó
por un exterminador de los cá
llamado Pablo Tomás de Limassol,
curiosamente, el gob
norteamericano no da ni recompen
entrevistas.
Se conecta con la base de datos
laboratorios vigía que el FBI ha inst
hacer gran cosa, aparte de conta
muertos. Sobre todo cuando el cri
en cuestión es un asesino itine
porque, para tener una peq
posibilidad de acercarse a un adve
meses de vacaciones en Australia
meses haciendo autostop en
carreteras interminables que serpe
en medio de los desiertos más árido
planeta. Dos mil trescientos kilóm
Capítulo 81

El padre Carzo acciona la pa


escondida bajo el altar y mira cóm
imagen de san Francisco de As
El sacerdote atraviesa la abert
acciona otra palanca para cerrar el
Oye que la imagen gira sobre el ped
luego un chasquido sordo, y finalm
se hace el silencio. Mientras se inter
prohibida que no se practica desd
días más oscuros de la Edad Media
Al llegar al pie de la escale
padre Carzo se encuentra ante
corredores excavados en los cimi
de ese túnel, pero la Bestia no ha
su última palabra.
Carzo nota que un soplo tib
envuelve los tobillos. Baja los ojos.
bocas de piedra abiertas a ras del
que los carceleros colocaban alre
del cuello de los presos. Pasa
antorcha a través de los barrotes.
ratas corren pegadas a las pa
profiriendo chillidos de esp
cuando el resplandor de la ant
ilumina una forma tendida cont
pared del fondo. Empuja la reja y
en el calabozo. Sobre el suelo areno
cadáver de un jesuita con hábito
valor que practicaba el exorcismo
arte de percibir a los demonios. Al
que los del padre Alameda en la en
del templo azteca, los cabellos
desdichado han encanecido por efec
grito de agonía recorre la galerí
queda inmóvil y aspira las vaharad
violeta que invaden el sótano. El o
incienso ha desaparecido. Los je
han perdido.
unas pesadas botas de peregrin
pone rígido. Un Ladrón de Almas
es lo que los jesuitas han dejado
en la cat
Con el corazón martilleándo
Mientras sus ojos se acostum
poco a poco a la oscuridad, Carzo
en una amplia biblioteca con colum
atestada de estanterías y de pu
volcados. En el techo, una espec
cuyos entrelazamientos azu
forman una inscripción en

Ad Majorem Dei Gloriam


Ala mayor gloria de Dio
Carzo avanza entre las biblio
volcadas. Pergaminos y manus
entorpecen el paso. Inmóvil en m
de ese amontonamiento de archiv
sacerdote escucha el silenci
Carzo entra en el haz lumino
examina la obra: el Tratado d
Infiernos, un manual exo
inestimable que data del siglo XI
mano febril lo ha abierto por la p
Levanta los ojos y se sobresalta de h
al ver de pronto al padre Ganz,
semblante macilento brilla e
penumbra. Lo han colgado boca aba
una viga antes de degollarlo. C
con los brazos en cruz a un metr
suelo, el padre Jacomino p
contemplarlo en las tinieblas.
cogieran en autostop campesinos q
llevaban a su aislada granja.
encantado de la vida, comía y b
felicitaba a la granjera y jugaba co
niños; luego se acostaba y al ama
hombre, el asesino continuaba corr
de aquí para allá y matando a
víctimas en lugares tan distantes los
de los otros que los sabuesos
brigada criminal estaban perdidos.
matando a sus víctimas según
ceremonial extraordinariam
constante, prueba de que Ray
alcanzado su ritmo de crucero y d
el modus operandi que había adopta
investigadores de la policía austra
habían anotado en una esquina
informe sin concederle importa
mientras que normalmente
abandonaba a sus presas en la pos
asesino itinerante es más pelig
cuando su comportamiento se modi
le apetece tener nuevas experiencia
también en el momento en el q
modus operandi empieza a ca
Ray; para notar el viento templado e
cabellos y la quemazón del asfalto
sus suelas; para sentir cómo el cans
se extendía por sus músculos, cóm
calambres endurecían sus pantorri
tensión sexual deliciosam
insoportable. Eso es lo que un as
itinerante como Gillian Ray
cuando se encuentra con su f
víctima.
Estaba enfurecido. Eso es lo que la
había descubierto en el escenari
último crimen. Frustración y
Gillian estaba metamorfoseándos
otra cosa. En ese instante fue cuand
Vestía unos pantalones cortos
mostraban el nacimiento de sus mu
una blusa de algodón cuyo escote d
entrever sus pechos. Mirándola de
Parks sintió súbitamente una vio
Reprimiendo a duras penas la pu
que se apoderaba de ella, supo que e
a punto de perderse. Eso la lle
apresurarse para alcanzar a Gillian
de llegar a la costa.
puñalada en el último vientre ant
regresar a Nueva York en el vuelo d
siguiente, donde se encontraría ent
brazos de su novia, Nancy, para pas
año de universidad sin pena ni g
ruido de las olas no cubriera su vo
como había imaginado, él desen
un puñal; la hoja brilló bajo la
Entonces, Parks cerró los ojos y
un cargador a quemarropa. O
sus ojos, Marie encontró por
salida del labe
en la que le ha clavado los hombro
codos y las manos. Seis clavos
puntas se han abierto paso a través
articulaciones antes de hundirse
nudosa madera.
que el Ladrón de Almas le ha raja
vientre unos centímetros a parti
ombligo, de manera que las trip
agolpan contra la herida sin lle
salirse. La muerte lenta.
—Padre Jacomino, soy yo, Alf
Una respiración ronca. La voz
del anciano retumba en la sala.
—Dios mío, Alfonso, se ac
Vuelve a por mí. Mátame antes de q
—No puedo hacer eso,
Jacomino. Sabe muy bien que no p
El anciano crucificado se yerg
profiere un largo alarido
desesperación:
ojos llenos de lágrimas, Carzo se in
y susurra:
—Padre, es usted quien asesi
alma pidiéndome que le quite la
Recuerde que Dios le mira y q
—Ya no nos queda tiempo para
cosas. Los Ladrones de Almas
regresado y el gran mal se extien
nuevo. Mi salvación a cambio de l
voy a revelarte. Reza por mí.
—Le escucho.
—La misión jesuita de Manau
como muchas otras misiones del m
recibe correos secretos que ten
orden de transmitir al Vaticano. Q
Iglesia? ¿Cómo se llama esa cofrad
—El Humo Negro de Satán. E
secta que desciende de la orde
Temple. Intentan apoderarse del tro
san Pedro. Los Ladrones de Alma
tejido vínculos estrechos con las s
satánicas de todo el mundo. Sigu
plan de varios siglos de antigüedad
una treintena de cardenales disperso
el mundo, suficientemente pode
desde la gran sala de los archivo
Vaticano. Esa estancia no figur
ningún plano. Ahí es donde se depo
los correos prohibidos de los papas
pruebas de la conspiración. La Cá
un lugar secreto en Estados Unidos
es donde tendrás que ir para recupe
—Padre…
—Calla, Alfonso, no nos q
tiempo.
—Está todo en una carpeta que m
depositar en una consign
aeropuerto de Manaus. Los co
secretos circulan a través
consignas de los aeropuertos
Carzo está a punto de con
cuando nota un soplo glacial e
tobillos. El anciano se yergue. Al
de la sala, la puerta de la biblioteca
de abrirse.
—He descubierto unos frescos
antiguos en un templo perdido en m
de la jungla. Unos frescos
representan a las primeras criatura
mundo y al arcángel Gabriel entreg
—Señor, es todavía más grave
que imaginaba…
Suenan unos pasos sobre el m
de la biblioteca. Carzo se vuelve y v
los haces luminosos parpadean
atrás. Es su espíritu el que está aq
su envoltorio. No puede hacer
contra ti si te das prisa.
—Padre, no ha contestado
pregunta sobre los olmecas. ¿Qué
se yergue sonriendo. Su voz
cambiado:
—¿Quién está ahí?
El exorcista retrocede unos
mientras la cosa que se ha apoderad
—Tu amigo ha muerto, Carzo,
no tengo el poder de leer en el co
de los muertos.
—Entonces, libera su alma y
responderé.
Otra carcajada agita la gargan
anciano.
—Sí, pero va a morir ahora m
Y devoraré su alma con la tuya.
Sin apartar la vista de la criatura
manuscrito. El rito de las Tiniebla
texto está escrito en una lengu
antigua que se pierde en la noche d
tiempos. Carzo busca la fórmula
necesita. Una vez la ha encontrad
—¿Por qué le has reventado los
—¡No he sido yo! ¡Ha sido él! ¡
ha hecho él mismo con un troz
madera antes de que devorara su
—¿Sabes por qué ha hecho eso?
—Va a morir, Carzo. Va a
ahora mismo y yo escaparé d
envoltorio para apoderarme del tuy
—Su alma ya no te pertenece.
confesado de sus pecados y ha rec
Un ronquido agónico escapa d
labios de Jacomino.
—Alguien vendrá a liber
Carzo. Alguien descubrirá los cuerp
tus amigos y me liberará.
clavos. Ha recorrido media bibli
cuando un grito de odio lo alcanza
oscuridad:
—¡Esto no ha terminado, C
¿Me oyes? ¡No ha hecho más
cemento gira sobre su eje y la imag
inmoviliza emitiendo un chasquid
entrada del panteón de los jesuitas q
condenada para siempre.
laboratorio vigía de Quantico. Sus
vuelan sobre el teclado para introdu
contraseña. La joven entra en la p
del servicio de identificac
morfológicas. En el formulario, m
huellas dentales. Rellena tambié
campos de osamenta y musculat
precisa las especificac
morfológicas del asesino: la nar
barbilla, la distancia entre los ojo
basándose en la fotografía y e
indicaciones del formulario, recons
la mitad que falta de la cara.
Primero la parte inferior: la cur
la barbilla, la línea de los labios
El programa emite unos bips
continuación pasa a la parte superi
rostro: remodela la nariz, las siene
órbitas y la frente, en función
posición de los ojos y de la implant
Marie nota que se le hace un nu
la garganta al descubrir el verd
rostro de Caleb. Mira detenidamen
órbitas y la espesura de las ceja
coronan la mirada fría del asesin
mientras el sistema afina la búsq
Luego, la respuesta «Not match fo
parpadea. Tal como había pre
Caleb no está fichado en ninguna p
Parks introduce entonces el AD
Después recorre rápidamente los úl
fragmentos del grupo e inform
fracaso de este nuevo intento. Par
frota las sienes y enciende un ciga
contemplando el cielo bajo po
pero restringiendo la búsqueda
profanadores de cementerios y
psicópatas cuyos crímenes siguen e
religioso de la crucifixión. Un as
preferentemente escarificado, un m
dieciocho resultados. Parks los r
crímenes satánicos que habían salt
la primera página de los periódicos
época del paso al año 2000. Esa n
los iluminados de todas parte
Parks introduce un período de t
años en el campo de búsqueda. Ca
resultados parpadean entre
cincuentena. 1969—1972: los ca
asesinatos del reverendo Parkus M
del oeste norteamericano. De ah
catorce asesinatos de chaperos d
medios gais underground, desde
Francisco hasta las Grandes Llan
Siempre el mismo modus ope
Idaho. Pillado in fraganti mie
clavaba a su víctima, el buen reve
pasó once años en el corredor
muerte. Una mañana, al amanec
ataron a la silla eléctrica.
Capítulo 85

Sentado en el asiento trasero


viejo taxi con la suspensión chirrian
padre Carzo lucha con todas sus fu
del cuerpo, produciendo un ham
una sed devoradoras. Y dejando el
vacía. Esa sensación de encontrarse
en medio de un desierto inmenso, s
desnudo.
coloniales de bonitas
desvencijadas han dejado paso a la
marrón y polvorienta de los barri
chabolas. Una aglomeración de cas
de chapa ondulada, tan apretada
un gran arroyo fangoso que serp
entre los miles de cabañas que pu
las colinas. Ahí es donde los niñ
Manaus juegan descalzos a la pelo
los bandidos, en medio de rata
petardeantes. Un denso humo negr
de los tubos de escape.
El sacerdote apoya la nuca
reposacabezas y se concentra e
olores que flotan en el taxi. O
conductor, que duerme delante mie
los abrazos hacen chirriar la suspen
El padre Carzo cierra los ojos.
habitáculo flotan otros olores much
lejanos, ligeros como recuerdos. O
chabolas y curaba los pies de los
embadurnándolos con tintura de
Carzo se sobresalta al ver el rostro d
joven desconocida flotando en su m
Abre los ojos. Hasta entonces
para espabilarse. El rostro de Ma
diluye. Un frenazo. El conductor
bocinazo y acelera de nuevo. Los b
de la carretera. El murmullo d
árboles que desfilan a través d
lista de resultados aparezca e
pantalla. Ciento setenta y dos ent
para examinar. Satanistas, morm
asesinos en serie y predicad
Cadáveres también, montones
12 de junio de 1974: trece esqu
encontrados en los sótanos de la
antropófaga de Wilmington,
Arkansas.
23 de septiembre de 1928: su
la foto en blanco y negro tomada
época por la policía de Greens
Sesenta cadáveres alineados como
sacrificadas en los depósitos d
matadero.
26 de agosto de 1913: una an
religiosa encontrada crucificada e
convento de Kanab, en Utah.
Parks pulsa el ratón sobre
entrada. Un recorte del Kanab
Con la garganta seca, Parks intro
la máxima información
posible en el formulario para afin
búsqueda: religiosas de la orden d
recoletas asesinadas por crucifixió
Waddington en Columbia Británic
de junio del mismo año: una rec
asesinada en su convento del m
Rainier, junto a Seattle. 13 de ag
otro crimen en el convento de L
detenido al asesino de sor Ang
cuando se disponía a cruzar la fro
del estado. Marie examina la fo
blanco y negro que acompaña el art
Unos policías a caballo arrastran
sheriff le pasa la cuerda alrededo
cuello. La fotografía está borro
estropeada por el paso del tiempo,
Parks observa que el presunto as
sonríe al objetivo. Una sonrisa
vuelve a la foto del rostro de Cale
acaba de retocar con ayuda del prog
morfológico. A continuación abre
programa al que le pide que rejuve
los rasgos de Caleb. Ante sus oj
pantalla, al lado de la fotograf
blanco y negro tomada en el vera
1913. Marie fija la mirada en los
negros del criminal. Caleb y el as
de Kanab son la misma persona.
apenas unos bultos y algunos pasa
con destino a ciudades recónditas
cuenca del Amazonas. Más
distingue la cortina de árboles
delimita la selva virgen. Los altavoc
terminal. Su mano aprieta la llave q
encontrado entre los efectos perso
del padre Jacomino: una vieja
cubierta con una funda de goma r
mordisqueada. Taquilla número 38
con cordeles se agolpa en las puer
embarque. Más lejos, las salas lujos
los vuelos regulares internacional
recortan detrás de los cristales blind
A medida que se acerca
bocas gesticulantes, un bosque de l
que se mueven y suman sus sonid
guirigay de la muchedumbre.
Taquilla 38. Con la cara relucien
sudor, el sacerdote hace girar la lla
que en Manaus había estado a pun
aplastarle la mano camino de la cat
Tiene los ojos blancos y opacos. O
ciego. La vieja separa los labios. S
«Señor,
El exorcista se dirige titubeando
servicios. Se encierra en un retrete y
el sobre. Un billete abierto con des
Estados Unidos y cien dó
norteamericanos en billetes pequeñ
manos tocan la puerta. Carzo sient
se le eriza el pelo al oír el siseo de c
que sale de los labios de la viej
¿Adónde vas, Carzo?
El sacerdote se dispone a tapar
Sale del retrete. Una chica le s
mientras se acerca a los lavabos, d
una niña salpica el suelo de agu
sacerdote pone las manos bajo el c
de agua fresca y se moja la car
ojitos blancos y opacos. Sus l
retroceden sobre una hilera de d
negruzcos.
—Bueno, Carzo, ¿adónde vas?
Sexta parte
Capítulo 88

Cuando Parks sale de Denv


dirección a las montañas, la nieve q
arremolinaba en el aire helad
Marie prosigue su camino p
Interestatal 70, a pesar de que su tr
sinuoso se borra poco a poco ba
diluvio de copos. En Bighorn, don
desvía hacia el sur siguiendo la v
Parks circula ahora en direcció
sobre un grueso manto blanco. So
parado una vez para tomar una ta
café y fumar un cigarrillo. Cuando
por fin a Holy Cross City
giratorios de una columna de quitan
que despejan las calles empu
enormes montones de nieve hac
aceras. Al llegar a un cruce,
vehículos se separan de la colum
esperar a que bajen para emprend
subida.
La joven ve un bar de camion
los tubos de neón parpadean en e
glacial. Aparca en batería entre
intenta concentrarse en el
templado de la calefacción que ac
su rostro, se aferra al ruido de ca
que hace un coche al pasar. Luego
y cae en un profundo sueño.
Capítulo 89

Un sobresalto. Parks abre los o


consulta los números luminoso
salpicadero. 20:32. Ha dormido m
aire huele a mentol y a corteza hela
olor del frío. Empuja la puerta del b
el interior apesta a fritura y a café. E
de esos establecimientos alargados
una barra de plástico cubiert
de plástico. En el fondo del bar, una
máquina de discos reproduce una
de country-góspel. Parecen Ben Ha
los Blind Boys of Alabama, si es q
ventisca no le ha helado a Mari
dientes deslumbrantes entre unos l
de un precioso rosa claro.
—¿Desea algo?
—Cenar con usted. Odio comer
La voz de la chica casa co
La joven le estrecha la mano y
hace una ligera mueca al nota
contacto; la piel de la desconocid
helada, como si hubiera andad
guantes bajo la ventisca.
—¿Protegerme de qué?
—En primer lugar, de sí mism
después, de las recoletas. Usted
sabe, Marie Parks, pero corre pelig
—¿Qué espera exactamente de
es una orden muy antigua, que
fundada en Europa a principios
Edad Media y que importó
costumbres cuando se instaló en Es
Unidos a mediados del siglo XIX.
—¿Quiere decir que las rec
estarían dispuestas a matar
preservar su secreto?
—Digamos que, durante su est
allí, dependerá totalmente de ellas.
como lo hacían en la Edad Media.
ellas, el mundo exterior y sus ley
tienen ningún significado. No cono
televisión, los periódicos o int
Créame, Marie Parks, todo p
justo antes de morir. Están en una
secreta que llaman el Infierno. En
manuscritos encontrará la clave
enigma.
—¿Qué enigma?
verdadera misión de las reco
ocultar la gran mentira e impedir qu
Ladrones de Almas se apoderen de
—¿Los Ladrones de Almas?
—Cuando, hace unas semanas
original. Por eso la cosa que nos as
en Hattiesburg mataba a las recolet
Un miedo atroz se adueña de P
—¿Qué acaba de decir?
—Perdón…
desconocida, que continúa sonrién
De repente, recuerda esa cara m
que vio mientras hojeaba el exped
de las desaparecidas de Hattiesbur
esa misma cara consumida y putre
vuelve a hablar, Marie advierte q
voz está cambiando.
—¿Imposible? Agente es
Marie Parks, usted no tiene la facult
ver cosas que no existen. Usted tie
sus teorías sobre lo visible y lo invi
Usted es una visión más, y cuan
descarga eléctrica que la ha hecho
se disipe en mi cerebro, desaparece
—Solo una pregunta, Marie
Parks toma súbitamente conci
del soplo de aire caliente que le env
el rostro. Busca con los ojo
climatizador. No hay. Cuand
religiosa toma de nuevo la pa
penacho de humo blanco se eleva
el tubo de escape. A través d
limpiaparabrisas que barren el c
Marie se ve adormilada contr
reposacabezas, con la cara iluminad
Con la nuca apoyada e
reposacabezas, Parks se des
sobresaltada y agarra el volante
4x4. Fuera, la nieve continúa cayen
silencio. A través de los ventanale
Capítulo 90

La subida hacia el convento de


Cruz es lenta y difícil. Agarra
volante para contrarrestar las ráfag
Sin apartar los ojos de la carr
Parks enciende un cigarrillo y r
mentalmente lo que sabe de las reco
Su jornada empieza a medianoche c
oficio de maitines, seguido de un ra
hora después del alba. Hacia las
reanudan sus estudios y solo vuel
distraerse para sexta, nona, víspe
completas, unos oficios extenuante
acompañan el declive del sol
de afecto. Fantasmas que van de
para allá en silencio en unos conv
tan viejos como el mundo.
semejante régimen, no es de extraña
algunas de ellas se vuelvan locas a f
sótanos, donde nunca llega ningun
Cuarenta años en la oscuridad sin
luz de una vela. Dicen que, a fuer
verse privadas de luz, sus ojo
confinadas se vuelven tan blancos
Capítulo 91

El GPS emite unos bips


indicarle que ha llegado a su de
Parks observa que la carretera te
una escalera que hay que subir
llegar al convento. Una puerta co
ventanilla enrejada, única abertura
mundo al que las recoletas
renunciado. Al otro lado empie
potentes emisores de Denver o de
Collins. Como sí las grandes ciu
estuvieran muertas, sepultadas ba
tempestad de nieve.
Marie coge su teléfono móvil y
Hay cuarenta metros hasta el po
Mientras avanza por la nieve, Parks
la desagradable impresión de qu
recoletas la contemplan a través
mirilla. No, más bien tiene la certe
bordar mientras comen galletas y b
infusiones».
Parks ha llegado al porche. Y
puede dar marcha atrás. El portón
provisto de una pesada anilla con
Al tercer golpe, la puertecilla de m
se abre con un ruido seco y deja pa
claridad oscilante de una antorcha
ojos negros contemplan a Parks
muestra el carnet del FBI a través
documento escrito en una le
desconocida. Luego, sus
desaparecen y ceden el puesto a una
arrugada.
—Esas cosas no tienen valor
—Este convento goza del e
diplomático de extraterritoria
como dependencia del Vaticano
puede entrar nadie en él si
autorización de Roma o de la m
—Vaya a decirle a la madre A
que la cosa que mató a su mon
muerto en Hattiesburg.
La puertecilla se detiene a m
camino y vuelve atrás. La vieja
chocan entre sí. Luego, el chas
sucesivo de los cerrojos antes de q
pesada puerta se abra chirriando
sus goznes. Marie contempl
anciana religiosa que perm
Hattiesburg. Parks cierra los oj
aspira una bocanada de aire helado
Después traspasa el umbral y pon
pies sobre el suelo arenoso del conv
Al hacerlo tiene una sensación de
El aliento de la Edad Media. Mient
puerta del convento se cierra chirri
la joven nota que el pánico se apode
ella. Acaba de entrar en una tumba
Capítulo 92
de la religiosa, que avanza con
agilidad sorprendente. En
realidad, tiene la impresión de que,
llevara la antorcha, la anciana se po
a cuatro patas para subir por la esc
aprieta el paso. Tiene miedo, se a
Como aquel día, cuando tenía
años, que excavó un túnel en las d
Un túnel tan largo y estrecho
cuando la duna se derrumbó
corredor en pendiente. Parks lo no
el dolor en los tobillos y po
inclinación de sus pies. Aviva el pa
apartar la mirada de la llama,
agitada por corrientes de aire, con s
escalera y la religiosa se encuent
unos metros por encima de ella.
trastabilla en el primer peldaño y re
una blasfemia agarrándose en el ú
momento a los barrotes de una c
sorprendente. Sin respiración,
intenta abrir el bolso para sacar el
«¡Seré imbécil!, ya puestos,
haberme dejado el cargador en el co
Un aliento fétido envuelve el
—M… Marie Parks. FBI.
—¿Esta cosa habla? ¡Oh, Señor
cosa habla!
La criatura empieza a gritar e
tinieblas:
los barrotes, cuyos labios gesticu
dejan escapar un largo grito de odio
—¡Arránquele el cuello, herm
¡No lo deje escapar!
Una zona de alta seguridad e
escalera tan rápido como puede.
desenfunda el arma y vacía un car
apuntando al techo. Gracias
resplandor blanco de las detonacion
percata con horror de que tras todo
—Te… te doy tres segundos
soltarme antes de disparart
quemarropa y hacerte saltar la denta
Marie nota el soplo de
respiración en la mejilla.
gatillo cuando oye que la voz
criatura susurra:
—Esta vez te has librado, pe
saldrás viva de este convento. ¿Me
Parks? Has entrado, pero no sa
—¿Ha perdido el juicio? ¿Por q
utilizado el arma?
Parks abre los ojos y mira
religiosa, que, rabiosa, espurrea
bajo el velo.
—Entonces, ¿por qué una d
monjas acaba de intentar ma
mientras las demás gritaban
dementes?
—¿Las demás? ¿Quiénes?
perdían la razón a causa del aislam
Las encerraban aquí para que el res
la comunidad no las oyera gritar.
eso era hace más de un siglo.
Actualmente, cuando pierden los ne
Capítulo 93

El corredor se ilumina a medid


las dos mujeres se aproximan a la
La salida del pasadizo, una manch
capa de nieve. Crucificado en el c
del patio, un gigantesco Cristo co
ojos muy abiertos las mira p
Examinándolo de reojo, Park
pregunta qué deben de sentir
de cuero muy gastadas. La rec
sacude las suelas para que la cap
nieve se desprenda. Después cru
porche de piedra que marca la en
del edificio principal. Parks s
mirada del crucificado en
innumerables cuadros que roza
penumbra; cólera y desesperación, e
lo que puede leer en el reflejo q
artista ha capturado en los ojo
cual se entrevé un despacho co
paredes forradas de tapices antiguo
La joven entra y aspira el fuert
de cera que flota en la habitación
fuego crepita en la chimenea. Mient
duras que parecen talladas en hielo
mejillas están surcadas por
cicatrices verticales que recuerdan
heridas que las locas se hacen co
uñas.
—¿Le ha dicho a la religiosa q
ha traído hasta aquí que la cosa que
a nuestra hermana ha muerto
Hattiesburg?
—Sí, madre. Fue abatido p
—Gracias a las mujeres qu
perseguían. Unas religiosas a las q
Vaticano había enviado para
siguieran su rastro.
—¿Quiere decir que Mary
La madre Abigaïl se pone r
como si su cuerpo hubiera
atravesado por una brusca des
eléctrica.
—¡Dios mío! ¿Está diciéndom
advierte que sus bronquios emite
silbido ronco; la madre Abigaïl tie
enfisema.
—Agente especial Marie Parks
qué no me explica la razón exacta
—Al parecer, no tiene ni ide
peligro que la amenaza.
—¿Significa eso que no lo perm
—Significa que necesitaría al m
treinta años de estudios para compr
—¿Y si nos dejáramos
gilipolleces, madre? Ya no estamos
Edad Media y todo el mundo sabe
Dios murió en el instante en que
Armstrong puso el pie en la Luna.
por las conclusiones de las c
desaparecidas de Hattiesburg, atra
los siglos para matar recoletas
quien ensarta cuentas de un colla
que, una de dos: o me abre la bibli
recoletas están tan locas como d
acaba de firmar su sentencia de mu
—Agente especial Marie Parks
la caridad me obliga a ofrecer
hospitalidad de mi orden mientras
de nevar. Porque estos lugares n
seguros para los que no creen en D
—¿Es una amenaza?
—No, es una recomendación
cuanto la tormenta haya amai
que no serán sus oraciones lo qu
detenga.
—¿Y piensa en serio que su ar
su insignia podrán hacerlo?
—Yo no he dicho eso.
destino. Hemos sobrevivido a
herejías y a la agonía de los imp
Desde el amanecer de los tiem
numerosos santos rezan de rodill
nuestras abadías y nuestros conv
Sin darse cuenta, Marie
retrocedido varios pasos ante las ai
palabras de la madre Abigaïl. La p
del despacho se abre chirriando
dispone a seguir a la recoleta cuan
—¿Y qué significa eso?
—Significa que va a morir
pronto, agente especial Marie Park
no dispondrá de ninguna otra fuen
luz.
Deteniéndose en el hueco d
puerta, Parks aspira el aire viciado
celda. Luego se vuelve hacia la reli
sus sandalias sobre el suelo deja de
Parks se pone en tensión al percib
lamento lejano que se filtra a trav
las paredes. Gritos humanos. Cier
ojos. No puede ceder al pánico, al m
la religiosa setenta y dos peldaños d
escalera de caracol. Por lo tanto, de
estar en algún lugar entre el segund
cuarto piso del edificio, en la
expuesta a la tormenta. Ráfaga
Una burbuja de cera estalla
superficie de la antorcha y hace
astillas prendidas que crepitan sob
suelo. Marie las aplasta con un pie.
Después levanta la antorcha y exa
oro, símbolo de las recoletas. Par
queda inmóvil en el centro. Al fon
la celda, ve un calendario colgado
un camastro y una mesilla de noche
que hay apiladas varias obras
colgado en la pared de enfrente
armario metálico gris y frío compl
mobiliario.
Parks dispone de una decena de
en los candeleros que adornan la me
ni agua corriente. Ni un solo retra
fotos en blanco y negro de la antigu
de la recoleta. Ningún recuerdo de l
era antes de tomar los hábitos, como
memoria hubiera sido borrada cuan
arrancar las hojas. Seguramente
superstición. Marie las pasa hasta
al día actual. Un montón de hoja
desprende cuidadosamente ante
contarlas: han trascurrido sesenta
fundadores de las religiones.
enciende un cigarrillo y abre uno al
Capítulo 95

Es un trabajo inglés del siglo XI


superviviente de un gigan
cataclismo que al parecer asoló la T
en el año 7500 antes de Cristo:
lluvias torrenciales que provocar
desbordamiento de los mares y
inmensa nave en la que metió una p
de cada especie animal, así como
semilla de todas las plantas y de tod
flores que cubrían la Tierra. Parks
que se le hace un nudo en la gargan
del siglo VII antes de Cristo. E
relato, con numerosas notas hecha
la monja, Noé se llamaba Manu y
diosa Visnú disfrazada de pez qu
advertía de la inminencia del Diluvi
Con soplo de Brahma o sin
cuestión era que el cielo se incend
después de que siete soles ard
hubieran secado la tierra y los océ
llovió a mares durante siete largos
hermosos y las plantas más gene
Sigue un terrible invierno, al términ
cual toda la nieve acumulada empi
fundirse y cubre el mundo con
gruesa capa de agua helada.
encontrado el relato de un diluvio q
remontaba a varios siglos ante
nacimiento de Jesús. Como s
culturas más arcaicas hubieran su
una catástrofe que se había h
El Sin Nombre siemp
vuelve.
Creemos que ha muerto,
vuelve.
Capítulo 96

Marie apaga el cigarrillo e


cuenco de barro cocido y se dirige
el armario, cuya puerta está entreab
cuyos extremos forman una hile
letras: INRI, el titulus de Jesuc
Sobre esas siglas, la recoleta
garabateado su significado y
traducción:
sino Janus, su doble, al mando d
Infiernos. El Sin Nombre.
La joven se dispone a cerr
armario cuando ve en el suelo
marcas de desgaste que parten d
de las marcas. Después examina el
de pared que acaba de deja
descubierto. Es granito; sus aspe
rascan la superficie de la palma d
manos. De pronto, estas detectan
excavado en la pared, un hueco d
tamaño equivalente al de un la
grande, que la anciana recoleta deb
haber troceado pacientemente ant
deshacerse con discreción de
pergaminos de trama gastada y b
deteriorados por el paso del tiemp
joven los dispone sobre la mesa de p
y acerca un candelero para ilumin
sin correr el riesgo de chamusc
Capítulo 97

El primer pergamino está fecha


11 de julio del año de desgracia 13
año de la gran peste negra. Es un inf
un convento desde el que se dom
localidad suiza de Zermatt.
Según el informe de Landegaa
la noche del 14 al 15 de enero de
unos jinetes errantes atacaron
jinetes mataron a las religiosa
Cervino precisamente para hacers
ese manuscrito. El mismo evangeli
Caleb intentó recuperar asesinando
recoletas durante su demencial reco
su rastro se pierde en esa dirección
nadie sabe qué ha sido del miste
evangelio que transportaba.
El segundo pergamino, tam
firmado por Landegaard, data del
que arrastraban los miasmas de la
peste negra? Landegaard lo ignora.
La respuesta se encuentra un
más adelante. Landegaard explica q
recoleta encontró asilo en
frontera tirolesa. Esos convent
monasterios fueron atacados a su
poco después de la marcha d
protegida, y sus miembros f
torturados y crucificados. Tales so
otra cosa lo que se había lanzado
meses atrás tras el rastro de la an
religiosa. Un asesino solitario
predador que penetró a hurtadillas
esos muros y mató noche tras noche
Capítulo 98

Los últimos fragmentos del inf


Landegaard se pierden en la tram
papel. Por lo que Marie con
congregación de agustinas. Ahí es d
se dirige. Parks deja el pergamino y
al siguiente.
3 de septiembre de 1348. Inf
número tres del inquisidor Th
¿Qué puedo deciros sin der
lágrimas sobre los lugares deso
que atravesamos? La gran peste
extiende por doquier sus tinieblas
nuestras ciudades de piedra
Señor todopoderoso, ¿qué ha si
Aviñón y de Roma, tan cercanas
lugares donde se declaró esta epid
de la que la víspera de mi partida se
que no resistiría a los ungüentos d
En lo que respecta a la investig
que instruimos en vuestro no
puedo anunciaros que la pista
recoleta se pierde en el convento d
agustinas del que hablaba en mi ú
un gran claro, en el centro del cu
alzaban las murallas del convento.
Enseguida nos percatamos, po
bandadas de carroñeros
sobrevolaban sus aguilones, de q
piafaban y resoplaban como
percibieran alguna presencia maléf
Tal como temíamos, ningún
salió a nuestro encuentro de aquel
desierto. Lo registramos y recorrim
trece de las cuales parecían haber
profanadas.
Abrimos la decimocuarta tumba
había permanecido intacta, y e
interior de esa fosa es donde po
primeras frases resultan casi ilegible
efecto del calor. Con todo, M
consigue descifrar las palabras «pes
«espanto». Luego, el relato prosigu
Dejamos el cementerio y llev
sudario, como si las hubieran ente
primero en las tumbas del cemente
después se hubieran levantado de
los muertos para recorrer esos lugar
luz.
Tal como establece el
trasladamos los restos fuera de los m
del convento para enterrarlos e
bosque, a fin de que su alma atorme
no turbara a las que descansan en la
después de la matanza de sus religi
¿Huyó llevándose a su vez el evan
bajo las ropas? En el momento e
escribo estas líneas, ese punto con
siendo tan misterioso como el resto
Santidad, confío a un correo
líneas que leeréis muy pronto si vu
palacio se ha librado de la plaga
demás mensajes, si me queda algun
enviaros antes de regresar a Av
corazones el miedo que se insta
ellos.
No me gusta la idea, pue
presencia maléfica que mató
agustinas sin duda solo espera la ca
mundo y a mí en la búsqueda más o
todavía que ha conducido a mi a
este cementerio de las almas.
Parks pasa al último inform
escritura del inquisidor, cuidada
La luna acaba de salir sob
las entrañas del Infierno en qu
se ha convertido este lug
abandonado. Pese a la fogata qu
habíamos encendido en
matado un monje. Un monje s
rostro y sin alma.
En estos momentos m
encuentro refugiado en la sa
más alta del torreón y, al mism
hermanos, que suben la esc
gritando mi nombre. Supongo
han visto mi cara mientra
contemplaba por la ventana
llaman. Están llegando. Santid
arrasar este convento y a rellen
cimientos con cal empapada de
bendita.
¡Dios mío, la puerta está
punto de ceder! ¡Señor, ha
Extenuada, se tiende en el cama
contempla el techo. Presta atención
oír los lejanos aullidos del viento.
La tormenta arrecia. Un extraño so
invade. Lucha durante unos mome
Capítulo 99

El chisporroteo de una antorcha


oscuridad. El padre Carzo avanza p
sótanos del templo azteca. Hace frío
centro de un círculo de velas. Se ac
La cosa lo mira.
El padre Carzo se agita en su
Otra visión: un cielo crepuscular cu
jungla, rojo con un cuarto de sol in
El sacerdote camina en medio d
árboles muertos. Las ramas se p
cuando las aparta para abrirse ca
Los colores han desaparecido, aspi
junto con la vida que reflejaban.
perdida que el gran mal devoró cu
los olmecas se apartaron de la Luz.
Bajo los pies del padre Carzo, la
de ceniza se endurece. Acaba de lle
la base de la pirámide. Alza los o
árboles muertos y ceniza has
infinito. Ya está a tan solo una vei
de peldaños de la cúspide. Distingu
rostros de los crucificados, que
cómo avanza. Los dos olm
los mismos ojos que el Salvador d
Evangelios. La misma barba y
mismos cabellos largos y sucios
solo la mirada es distinta. Es una m
llena de odio y de malicia. El sace
reactores y el ligero temblor d
carlinga por efecto de las turbule
La cabina del 767 se halla sumida
oscuridad, pero una extraña luz g
filtra a través de las persianas de pl
levanta una persiana y distingue las
de la capital cubana a lo lejos. M
reloj. Todavía quedan tres horas de
y ya no tiene sueño. Alarga el br
pulsa un botón situado encima de
Australia y de Estados Unidos o e
silenciosos salones de las gr
instalaciones del planeta: el Sult
Doha de Qatar, el Manama Palace
Bahrein, el Bello Horizonte de
de las cámaras habían inte
sorprender mientras bajaban de
limusinas. Carzo deja escapar un su
mientras examina de nuevo las
adjuntas al informe. Solo som
más dura, como si las burbujas d
del forro contuvieran algo en su int
Carzo rasga el envoltorio y e
otro sobre, gris y ligero; despeg
bordes. Contiene dos fotos y una ho
forma se precisa: un sello antiguo
cruz paté y una flor de lis abajo
izquierda. Continúa rayando la
hacia abajo. Un vacío. Luego apa
otros signos: nueve líneas en tota
triángulos entrecruzados y coro
por un punto. El triángulo sup
derecho está relleno. Una cruz paté
centro, la misma que la del sello. C
amplía los movimientos de su mano
Si la memoria no le falla, ese se
un emblema templario que data del
de las cruzadas y del establecimien
la orden en Francia, unos años ant
su caída en desgracia y la ejecuci
sus discípulos. Pero, en realida
origen de esa misteriosa cruz se pier
la noche de los tiempos; su rastro
antiguo se encuentra en unas tab
mexicanas que datan de varios mil
aztecas, donde simbolizaba al
precolombino Quetzalcóatl.
Hasta la detención de los temp
en 1307, ocho de esas cruces circu
entre las diferentes encomiendas
llevaban bajo la túnica en sign
reconocimiento, pero no solo por
Esas joyas de oro y rubíes servían
todo para intercambiar correos sec
utilizando un código basado e
incrustaciones de rubíes y un rom
oro orientado hacia occidente conte
secreto del código.
Curiosamente, los arqueros de
de Francia no encontraron ni una so
obstante, los inquisidores terminaro
recuperar algunos documentos con
y un pergamino en el que apa
representada la cruz de los Pobres,
triángulo superior derecho era el
criptólogos de la cristiandad. Lue
fuerza de comparar las div
hipótesis con las inscripciones q
templarios prisioneros grabaron
calabozos de Gisors y de Pa
facilitaba la parte numérica del c
temp
Por eso nunca h
podido comprender el signif
de los mensajes dejados p
en las ocho cruces perdidas. El
del tesoro de los templ
Desde que los especialistas
Vaticano habían penetrado el c
alfabético de la cruz de los Pobre
dividido en cuatro partes, guar
respectivamente en una caja fuerte
banco de Suiza, de Malta, de Món
de San Marino. El interrogante
¿cómo una reproducción tan fiel
línea directa de los dignatarios
Temple.
veinticuatro figuras geométricas
componen la cruz de los Pobres. P
que cada una representa una letr
alfabeto, las separa una tras otra y
al lado la letra a la que correspon
reproducir cuando se disponía de el
manera que el sacerdote tarda a
diez minutos en traducir las dos prim
líneas. En latín.
novus ordo mundi
siquiera consigue identificar la len
la que pertenecen. Luego, a fuer
comprobaciones, las dos prim
palabras accionan de golpe la cerr
geométrica que encierra las c
Pacific
Carzo frunce el entrecejo.
pintan los nombres de un peri
escocés y de una compañía aérea
código templario? Sin duda se tra
gobierna el mundo») y acerca to
texto a la luz para leerlo:
novus ordo mundi
Venit
Edinburgh
caso, siguiendo la lógica del código
desencadenará el nuevo orden mun
hará que el mundo caiga en manos
cofradía del Humo Negro. Ese p
inminente es lo que el cardenal infi
alguna se mencionaba en las dos
metidas en el sobre con la hoja
contenía los símbolos.
Carzo examina la primera fotog
El Fenimore Harbour Castle, un peq
sentado en un sillón de piel, de cara
chimenea. La foto está tomada de l
solo se distingue la silueta del anc
así como un mechón de pelo gris
mocasín Berluti. La cara del ho
caracteres ocupa la mitad de la pr
página:

Dramatic air crash


northern Atlantic. Flight Catha
—«Dramático accidente aéreo
las aguas del Atlántico Norte. El
7890 de la Cathay Pacific, proceden
Baltimore y con destino Roma, ha
esta noche en medio del océan
porque las razones del siniestro er
misterio a pesar de las cajas negra
los buzos de la marina norteamer
habían encontrado a cuatro mil metr
profundidad. Y además, porque a
continente americano, oficialmente
sondear a los responsables ante
concilio. Sin embargo, Carzo pre
que en realidad estaban encargad
investigar otra cosa.
de Almaguer, que presidía
todopoderosa organización del
Dei, cuyo ejército de sacerdotes y
había invadido poco a poco toda
esferas de la sociedad para promo
Argentina y posible sucesor d
Santidad. Centenario no carecí
enemigos en el seno de la cur
tampoco de poderosos apoyos. G
del favor de los participantes
millones de fieles llenaban las igles
la otra orilla del Adámico? Ese e
plan del Papa actual: preparar el tra
de poder a manos de un pon
sudamericano. Una opción qu
periódico. Sostiene, a la luz del fueg
vaso de whisky en el que flotan
cubitos. Carzo se fija en la mano
sostiene el vaso. Un anillo brilla
dedo anular, un sello con una am
Capítulo 101

Marie Parks nota un picor e


fosas nasales. El olor de la celd
cambiado. A través de las vaharad
Abre los ojos en la penumbra.
paredes están borrosas; se diría q
visión ha disminuido.
Vuelve la vista hacia la mesa y co
con terror que los pergamin
vuelve a caer pesadamente sob
camastro; de repente toma concien
las transformaciones que ha sufri
cuerpo mientras dormía, de
circunferencia de sus muslos y d
Se sobresalta al oír el sonido
que acaba de escapar de sus labio
son sus piernas lo que intenta bajar
cama. No son sus muslos ni sus cad
y todavía menos su vientre. Tam
a la celda, contempla con horror la
y sucia mano que avanza en lugar
suya. Una mano llena de callosid
Inspecciona el interior del cajón
hojas han desaparecido.
chisporrotea y se apaga, Parks sient
su memoria se llena de recuerdos q
son los suyos.
El 16 de diciembre. Dos m
atrás. Aquel día, la recoleta se des
Parks se percata de pronto
agradable temperatura que hay
celda. Aquel día hizo buen tiempo.
conciencia también del terror que o
el corazón de la religiosa. La rec
La religiosa busca a tientas en
del armario una llave y, cuand
encuentra, la introduce en la cerradu
la puerta procurando no hacer
Exactamente los mismos gestos
ventana abierta y aspira una boc
de aire fresco. Es una noche tran
inusualmente clara. A través de lo
de la religiosa, Parks contem
Cristo de bronce que está en el c
terror estalla en las venas
religiosa. Vencien
entumecimiento, baja corriend
escalones hasta la planta baja y pas
delante del despacho de la m
Al pie de la escalera, una g
estrecha. La religiosa emite un sofo
grito de dolor. Acaba de pinchar
mano con un clavo oxidado.
sandalias del monje suenan sobr
detrás del globo de cristal. Ella a
mascullando en la oscuridad. L
ilumina hileras de escritorios
estanterías cargadas de libros anti
Al llegar al fondo de la sala, hace g
que los dedos de la recoleta se det
sobre los ojos de la estatua. Un su
ronco:
—Es aquí donde tiene que ap
¿Me oye? Es aquí donde tiene
sus labios. Siente que el hedor del m
la envuelve. Comprende que todo
perdido. Un fogonazo blanco delan
sus ojos difumina el conjunto de La
y el semblante triste de la Virgen. L
recibe una descarga de adren
Acaba de reconocer la voz de Cale
la que se encuentra parece pla
problemas: si se fía de las informac
que su cerebro está desmenuzand
debido de caerse del camastro mie
dormía.
más amplia también. Presta atenció
carillón suena a lo lejos. Sus m
palpan el suelo. El cemento de la
ha desaparecido.
Parks abre los ojos y a duras
joven se muerde los labios: Ha debi
ser víctima de un episodio
sonambulismo durante el cua
repetido todo lo que la recoleta
aquella noche. Marie se aferra
del bolsillo; un dolor punzante don
unen los dedos índice y medio.
mira el feo arañazo que la recole
hizo aquella noche con el clavo
herida todavía sangra. Se envuel
Coge la lámpara y hace gir
ruedecilla hasta el tope. Un fuerte o
petróleo se extiende. Sosteniend
lámpara con el brazo exten
contempla las sombras que oscil
triste que Parks casi llega a sen
pesar. También su cólera. Rozand
labios fríos de la Virgen, asciende
los ojos de mármol.
«Aquí es donde tiene que a
lugar secreto que las recoletas llam
Infierno.
Marie ilumina el interior d
trampilla y ve una escalera de gran
Se queda un instante inmóvil aspi
resorte. Un chirrido sobre su cabez
pesada trampilla baja y se
ruidosamente. Marie deja escapa
risita nerviosa.
Capítulo 103
Catorce caracteres que se entrelaza
para formar una frase en latín. Libe
nos a malo
Líbranos del mal. Teniend
cuenta que el convento de Santa Cru
La joven empuja la reja, que se
con un interminable chirrido y mu
una gigantesca gruta circular abie
golpe de pico. Un trabajo de titane
debió de requerir años.
misteriosas que actúan en el univ
Obras en latín que tratan de medicin
abortos y de alquimia. Manus
marcados con una estrella de
puntas, cuyos títulos se han raspado
segundo sistema de clasificación,
oscuro, parece consistir en una se
muescas practicadas en la madera d
de cada volumen. Sin duda, un c
misterioso que las recoletas tocan c
semejantes horrores en las entrañas
Tierra?
Parks advierte que los úl
estantes albergan una hilera de fras
tarros polvorientos. Deja escapar
agosto de 1897; hermana Prudenc
de noviembre de 1913… Nomb
fechas que se suceden a mod
epitafios en esa macabra hiler
cadáveres en suspensión.
Al final del último estante, Par
siete volúmenes colocados uno en
de otro. Coge uno al azar y sopla so
cubierta para quitar el polvo. Las
crujen entre sus dedos. Es un regis
Cruz y dejaron a la madre superio
tarea de enclaustrarlas a la fuerza.
Hermana Jenny, 21 de ma
1892, muerta al dar a luz.
Hermana Rebecca, 15 de ene
es como las recoletas renovaba
efectivos de su orden. Jóvenes m
repudiadas por su familia, a las que
viejas locas provocaban abortos
alfileres y pociones en el jergón
«Vale, Marie, ahora tienes que la
de aquí. Si esas viejas sádicas se
cuenta de que has dado con su mus
los horrores, encenderán una fogat
pasarán toda la noche destrozándot
estudian en silencio bajo la m
apagada de los fetos. Página 7
registro de los abortos correspondie
período 1940—1960. Tarro
Hermana Marguerite-Marie, la rec
candelabros repartidos sobre
superficie.
«Pero, en nombre de Dios, Mari
puede saber qué haces? ¡Tienes que
de aquí ahora mismo y volver a
secreto que acabaría significan
sentencia de muerte. Adondequier
se dirija ahora la mirada de M
arañazos similares han daña
madera, algunos recientes, otros m
Capítulo 104

Parks pasa revista a las polvor


obras en las que la recoleta
anotaciones unas horas antes de m
Forman un gigantesco jeroglífic
varios miles de páginas. Parks
escapar un suspiro de desalient
fuerza de estudiar los manuscritos
biblioteca prohibida, la recoleta deb
acercaba a la solución del enigma. D
de levantarse a media noche
proseguir sus investigaciones mie
sus hermanas dormían. Seguramen
así como logró dar con el secreto q
símbolos incompletos para
descifrar el conjunto. Un código pu
Colocando una hoja sobre una p
escogida al azar de uno de
manuscritos, Parks descubre qu
los Infiernos, el gran mal. Toda
demás palabras lo designan a él, q
engendrado al resto de demo
Susurrando en la oscuridad, Parks
como una letanía el nombre de
Infiernos. Azazel, general en jefe d
ejércitos infernales. Belial,
Mastema, Astaroth, Abrahel y Alri
los señores de los huracanes, d
terremotos y de las inundaciones.
Humtaba, Lamastu, Pazuzu
Hallulaya y Attuku, los sie
caballeros de las tormentas qu
atormentaron Babilonia. Tiam
y Kingu. Set, príncipe de lo
Termina su letanía co
Huitzilopochtli, el dios Sol al qu
los aztecas sacrificaron millon
de prisioneros arrancándoles
corazón para que su luz no
Capítulo 105

Parks se frota los ojos. Sob


la mesa hay otro libro, el últim
grueso y pesado como una
Se sobresalta al oír su prop
voz pronunciando esas palabra
Sus ojos vuelven al comienzo d
la frase y observan un
imperfección debajo del nomb
versículo fundador de l
religiones del Libro, la mano d
la recoleta trazó una sucesión d
caracteres cuneiformes, un
lengua tan antigua que solo
repentina y violenta más de m
quinientos años antes de Cristo
Parks lee el título de la obr
Relato de los Hijos de Caí
extraído de las Escuelas d
los cruzados de Inocencio II
Los Hijos de Caín.
Las indagacion
emprendidas por la religiosa
habían llevado a remontars
Aqueronte. Allí, excavaron
vientre de la Tierra, dond
fundaron un sombrío reino en
que el sol no salía jamás.
Pero, a fuerza de excavar, lo
Marie pasa varias página
carcomidas por el tiempo. La
anotaciones de la recole
continúan más adelante. Al v
que los demonios habían
hizo crecer las aguas d
Mediterráneo y del mar d
Mármara, que atravesaron
lecho del Bósforo y se vertiero
en el actual mar Negro.
Al amanecer del último dí
la Tierra había desaparecido ba
las aguas de Dios y solo l
montañas más altas seguía
traspasando la superficie. Pero
intenta convencerse, hasta qu
descubre otras hojas que
recoleta ha archivad
cuidadosamente dentro d
carpetas transparentes: uno
Para los científico
norteamericanos, el cataclism
no ofrecía ninguna duda: el d
que la barrera rocosa del Bósfo
cedió bajo la presión del diluvi
nivel de las aguas en dos año
Cien mil kilómetros cuadrad
de tierras devastadas por
cataclismo.
Para demostrar lo qu
estaban constituidos por conch
de agua dulce. Por encima d
eso, hasta una profundida
correspondiente al período qu
va de 7000 a 6500 antes d
Esos mismos arqueólog
habían descubierto tambié
paleorriberas de grava y d
arcilla enterradas a un
profundidad de cien
liberaron al demonio Gaa
HamGaal.
Parks pasa al inform
científico siguiente. Doce año
más tarde, una expedición ru
jamás volvieron a ver. Tambié
mandaron a buzos autónomo
equipados con pesado
cinturones de plomo y foco
halógenos, convencidos de qu
casco. El desdichado tuvo
tiempo justo de decir que
fondo del abismo había visto un
luz azulada donde evolucionaba
las formas gigantescas d
Capítulo 106

Marie Parks masculla un tac


mientras recoge la Biblia de lo
Hijos de Caín que acaba d
ahí para que nadie los encontrar
Un escondrijo que descosía tod
las noches para recuperar su
misteriosos tesoros y cosía d
nuevo al amanecer utilizand
papel sin dejar la menor huella e
la hoja.
A medida que Parks extr
los documentos de su escondrij
las líneas rojas se borran. S
una vela. La luz apenas atravie
la trama. A juzgar por el gros
del grano, debe de tratarse de u
pergamino de Perusa extraído d
papel más selecto. El tipo d
ninguna huella de pluma ni u
solo esbozo al carboncillo.
A fuerza de acercar la hoja
la vela, Parks nota que un lige
olor de chamuscado se pega a su
donde la llama lo ha rozado,
pergamino está ardiendo.
A medida que la joven ale
el documento de la vela, sus oj
se agrandan de estupor al ver qu
líneas rojas. Después coloca la
manos a ambos lados d
documento para aumentar
oscuridad y lee en voz alta
mensaje que titila en
comienzo el día de hoy la
traducción y la copia del
evangelio más infame y
terrible que nos haya sido
dado guardar en
caída en desgracia.
Puesto que esos herejes
no han revelado nada de
los secretos de este
manuscrito, me
escolta hasta la cofradía
trapense de Maccagno
Superiore, donde será
cubierta con varias hojas
de cuero antes de ser
de Blois, con el
consentimiento del papa
Clemente y de monseñor
el obispo de Aosta,
tomaré después la
so pena de
desmembramiento hasta
la rotura completa de mis
miembros, selle para
siempre mis labios a fin
uno de los fragmentos d
evangelio que las recoletas del
Cervino copiaron en la Eda
Media. Un fragmento qu
empieza con una advertencia.
Aquí descansa el
secreto del poder de
Dios.
Malditos por el fuego
sean los ojos que se
a esos seis mil veces un mill
universos los dotó de sist
de soles y de planetas, de t
de nada, de lleno y de vac
luz y de tinieblas. A continu
cosa, los seis mil millones d
universos entraron en armoní
Pero, para que es
innumerables cosas engendrara
a su vez las multitudes de cos
ultra no cosa, el Mal absoluto.
ultracosa le dio el nombre de D
la ultra no cosa le dio el nomb
Satán. Y a esos espíritus d
grandes contrarios los dotó
vio que eso era bueno y se cer
de nuevo. Mil siglo
transcurrieron entonces en
silencio de los universos qu
crecían.
prohibido, el primero se puso
crear un universo más en
propio nombre. Un univer
imperfecto que el segundo
afanó en destruir por todos lo
el interior de ese universo que
Abismo eterno no había previst
el equilibrio de los dem
universos empezó a romperse.
Capítulo 107
contando lo que había pasado d
verdad.
El primer día, cuando Dio
creó el Cielo y la Tierra, así com
el sol para iluminar su univers
El tercer día, cuando Dio
creó los árboles y los bosque
Satán creó el viento pa
abatirlos, y cuando Dios creó l
plantas que curan y que calma
Después, cuando Dios repartió
animales por la superficie del C
de la Tierra para que
multiplicaran, Satán dotó de ga
de dientes a sus criaturas y les o
los crímenes contra el orden d
universo, Satán lanzó u
maleficio contra esas alm
inmortales. Después sembró
duda y la desesperación en s
animales de la Tierra para que lo
animales los devoraran. Lueg
tras haber encerrado a Satán e
las profundidades de es
universo caótico que el Abism
Mientras relee las do
últimas frases del pergamino,
frío de la biblioteca empieza
hacer tiritar a Parks. El demon
Gaal-Ham-Gaal, ese señor de lo
Capítulo 108

Parks guarda los pergamino


escritos con tinta luminiscen
donde estaban y reanuda
cataclismos y de epid
mortíferas dejó cicatrices inde
en la memoria de los hombres. D
Australia, donde se encont
representaciones de Gaal-Ham
las primeras edades de
humanidad: maremoto
terremotos y erupcion
volcánicas. Y una especie d
lepra de los árboles que, com
de Dios. Hasta que, cansado d
manejos, Dios decidió arroja
nuevo a Gaal-Ham-Gaal a
abismos.
Varios siglos transcurriero
Según las investigacion
llevadas a cabo por la recolet
Gaal-Ham-Gaal fue liberado d
nuevo durante el reinado d
faraón Tutmosis III, el creador d
fin de que les revelaran lo
secretos del universo. No elig
la pirámide de Saqqara al aza
según las creencias más antigua
ese edificio simbolizaba la colin
del dios Atón, de la qu
constituía los cimientos. Por ell
la pirámide de Imhotep era
puerta secreta entre lo visible y
invisible. Un paso que unía do
encantamientos aumentaban l
tinieblas. Así se volvió a abrir
paso a los Infiernos, con
resultado de liberar a GaalHam
Gaal, que devastó Egip
relato de los Hijos de Caín con
que sabía del evangelio de Satá
Según ella, Gaal-HamGaal
manifestó por última vez
principios de nuestra era, cuand
Janus y de Gaal-Ham-Gaal hab
alimentado el fuego de l
grandes herejías que sacudiría
la cristiandad. Una historia por
que una noche de enero de 134
En una delgada carpeta d
piel, la joven encuentra una ser
de dibujos al carboncillo y d
grabados de la Edad Medi
ejecutados por notarios de
después de que hubie
asesinado a la congregación d
recoletas de Cervione. E
segundo databa de 1511, año d
la matanza de la congregación d
a una muerte horrorosamen
lenta: lo habían enrodad
desmembrado, colgado
carbonizado en aceite hirviend
Después le habían cortado
condenados tal como habían sid
inmortalizados por los notario
de la Inquisición durante
pronunciamiento de la sentenci
Ve siempre el mismo rostro:
medio consumidas y que anch
espirales de cera se han
solidificado sobre los brazos d
los candelabros. Consulta s
reloj: las cuatro y media. Tien
observa que una delgada pelícu
de escarcha cubre ahora lo
manuscritos. Oye un sollozo e
las tinieblas. Marie se vuelve
ve una forma sentada en el lug
susurra palabr
incomprensibles entre sollozo
sollozo. Desenfunda el arma y
mantiene pegada al muslo. L
anciana levanta lentamente
cascada y gorgoteante surge d
entre sus labios.
—¿Puede verme?
Marie dice que sí con la cabeza. L
recoleta cierra los ojo
La trampilla de la bibliotec
Parks empieza a temblar de pie
a cabeza al oír la risa demen
que escapa de los labios de
recoleta.
Porque contra el que viene n
puede hacer nada.
Unos pasos lejanos resuena
en el silencio; alguien h
empezado a bajar la escalera qu
La joven se vuelve hacia la
La religiosa ha
desaparecido. Al oír que la re
chirría al girar sobre sus gozne
se agacha en la oscuridad
ojos parecen brillar mientr
inspeccionan los estantes. Park
se tapa la boca con una man
«Dios mío, es imposible…»
El monje avanza lentamen
encuadernación de la obra y sa
un sobre. Esforzándose e
contener la respiración,
pregunta cuántos documento
secretos han escondido de e
acaba de detectar su presenci
Entonces coloca el dedo en
gatillo del arma y sale de
oscuridad.
El monje ni siquiera se sobr
—Dame ese placer, cabró
vuelve a mover las manos sin qu
te lo haya pedido y te disparo
bocajarro.
Un resoplido. Una respir
El hombre se ech
lentamente hacia atrás la capuch
para dejar al descubierto u
rostro extenuado y sonriente. E
dedo de Parks se relaja sobre
—Sé muchas cosas de uste
Marie. Sé que tiene el don de v
cosas que los demás no ven. S
que ha descubierto un secre
que no debería haber descubier
será de gran utilidad en nuest
investigación.
—¿Nuestra investigación? —
Responderé a todas sus pregun
más tarde, Marie. Porque ahor
—¿Qué es eso, padre? ¿El p
oficio del amanecer?
—No, es otra cosa.
El exorcista alza los ojo
hacia el techo y escucha las nota
sacerdote la agarra del brazo co
una fuerza sorprendente.
—Sígame si quiere segui
vida.
Entonces, mientras
Capítulo 110

Marie corre lo más depri


que puede por los sótano
Resbala varias veces sobre
ir más despacio dejándose tir
del brazo, pero el padre Carzo
obliga a mantener el mism
ritmo.
—No se le ocurra detenerse
Parks capta el rumor qu
acompaña el ruido de l
sandalias. Gritos y gruñidos. L
recoletas se acercan. ¿Cóm
pueden unas viejas religiosa
podido evitarlo. Y lo que ve e
punto de dejarla paral
Antorchas. Viejas cosas con cu
retorcidos galopando a cuatro p
una velocidad inaudita y profir
blancura del amanecer. Entonc
echa a correr lo más deprisa qu
puede concentrándose para n
oír los aullidos de las recoleta
que se acercan. Pero las cosa
jauría. Parks oye cóm
entrechocan sus mandíbul
unos metros detrás de ell
Entonces, como una niñ
extenuada, siente que las fuerza
mordedura de los calambres qu
agarrotan sus piernas ni el ácid
que satura sus músculos. Cor
pisando los talones al sacerdote
respirando por la boca como un
mientras Parks y el padre C
salen por fin al aire libre.
El alba tiñe de rojo l
montañas cargadas de nieve. L
tormenta ha pasado. Ladrido
están devorándose las unas a la
otras.
Séptima parte
Capítulo 111

Interestatal 70. Con la frente apo


en la ventanilla de la limusina del
Marie Parks contempla las Rocosa
pusieron en contacto por radio co
oficinas del FBI en Denver. Crossm
estaba allí. Los rescataron y lue
última hora de la tarde, enviaro
equipo en helicóptero al convento
del habitáculo se oye la voz del je
sección.
—Azul, aquí Azul 2. Efe
desplegado.
Con la frente apoyada e
sótano que conduce a la bibliote
grueso del destacamento sube
escalones del convento de cuatr
cuatro.
Parks se guía por el ruido d
equipo ataca la segunda parte
ascenso.
—¿…de esa jodida escalera, Pa
Marie se sobresalta al oír la
glacial del director del FBI.
aspirar por los ruidos que escapan d
altavoces. Sonidos que llenan sus
y que pueden desencadenar en cua
momento una visión que volve
llevarla allí. Lo que sea menos eso
—¿Y después?
Crossman suelta el
botón del walkie-talkie.
—¿Y después, Parks?
—Hay un Cristo de bronce
contacto con el jefe del destacam
que avanza por los sótanos.
—Azul 3, aquí
Informe con
Chisporroteo. Se oye el susurr
—La sangre, jefe. Dios mío
tanta sangre que parece que estem
un matadero…
El otro equipo acaba de llega
biblioteca del convento.
Infierno.
—¿Está de coña o de verdad q
que les diga eso?
—Así es como llaman las recol
su biblioteca prohibida.
Se oyen los pasos de los ag
bajando la escalera. Chisporroteo
voz de Woomak llega de nuevo des
sótanos:
—Jesús bendito…
Flash.
La oscuridad. Woomak acab
entrar en la biblioteca prohibida.
gime. Detrás de él, varios agent
quitan el verdugo de protecci
con todas sus fuerzas para rechaz
visión. Se tapa los oídos para no
voz de Woomak. Las imágenes d
cadáveres atrozmente mutilado
descomponen. Se obliga a mira
Capítulo 112

Los chisporroteos han cesad


ahora la limusina del FBI circu
silencio por la Interestatal 70. Un
Crossman descuelga, pero no pron
una sola palabra. Después cuel
carraspea para aclararse la voz:
—Una decena de especialistas
en el convento para recoger lo que q
averiguar a qué cuerpos pertenecen
pedazos de carne. Así que me perd
si le hago una pregunta directa:
coño ha ocurrido ahí arriba?
Un silencio. El padre Carzo cla
Una sonrisa glacial curva los l
de Crossman, que saca un sobr
bolsillo y lo deja sobre la mesita ab
del sacerdote.
—Muy bien, padre, puest
ese avión, o bien lo empapelo
obstrucción a una investigación fed
Un silencio. Voz de Carzo:
—Asistimos desde hace varios m
a un recrudecimiento espectacular
—No bromee con estas cosas,
Crossman. La Bestia existe y sus ag
acaban de comprobarlo. Pero Sa
puede adoptar muchos rostros y, co
Dios, le gusta utilizar a los hombre
pertenece y harán lo imposible
recuperarlo.
—¿Qué hay en ese manuscrito?
—Una mentira. Algo que los
ocultan desde hace siglos y q
—¿Me jura que esta informaci
saldrá de esta limusina?
—¿Está de broma? ¿Acaso cre
tengo derecho a quedarme
semejante para mí? En todo cas
fotos antes de dirigir una m
interrogativa al sacerdote.
—Ese mensaje es de hace
semana. Procede de un cardenal
infiltrado por el Vaticano en el seno
—¿El Baltimore-Roma?
—Sí. Da también el nombre
periódico escocés, el Edin
Evening News. Es el periódico qu
leyendo el anciano de la foto. La ed
del Humo Negro antes del concil
día siguiente del accidente.
—Continúo sin seguirle.
—Sí me sigue, señor Crossman
Los dedos del director teclean
—¿Está diciéndome que ese H
Negro se ha permitido el lujo de co
un atentado en pleno vuelo para sup
a unos cardenales que iban al conci
—No eran unos carde
cónclave y por ello se le veía
posible sucesor del Papa.
—Lo que significa que la co
del Humo Negro habría organizad
atentado para librarse del único asp
—¿El hombre que tiene p
poderes en el Vaticano cuando mu
Papa? ¿Se da cuenta de lo que
significa?
—Tendría que fallecer Su Santi
Negro tiene ahora las manos libres
elegir a uno de sus miembros
cabeza de la Iglesia. Y como
cardenales de la cristiandad ya
reunidos para el concilio, organiz
—Soy Stuart Crossman. Pón
con el director de la CIA.
—El señor Woodward
pescando en Arizona.
—¿Cómo?
—Hola, Stuart, ¿qué pasa?
—Tenemos un código H encim
—¿Una alerta de golpe de Es
¿Dónde? ¿En África? ¿En Sudamé
—En Roma, en la Ciudad del
Capítulo 113

Ciudad del Vaticano.


Una de la madrugada
Monseñor Ricardo Ballestr
Tal como su cardiólogo l
aconsejado, el prelado inspira des
por la nariz para que disminuy
presión en sus arterias. Jirone
pesadilla se agarran a su memoria.
aéreas que las autoridades del hemi
norte habían tendido para fren
invasión. Pero el grueso de ese ej
llegaba a las costas y la plag
propagaba rápidamente por los cam
barreras. Los últimos días de la
desgracia incluso se veía aviones de
que lanzaban misiles y bomba
carburante sólido sobre París, N
York y Londres, a fin de arrasa
Ballestra recuerda que al fina
sueño Roma no era más que un
gigantesco osario silencioso sobre e
planeaban miles de dardabasíes. La
de San Pedro y las cúpulas de la ba
Monseñor Ballestra miró desd
ventanas de su despacho cóm
acercaba. Cuando la Bestia traspa
cadenas que protegían la santa plaz
viento glacial azotó el Vaticano
campanas de San Pedro empeza
tañer.
Ballestra mira el despertador: la
Hace un poco menos de trece hora
Su Santidad fue hallado muerto
mediodía. Poco a poco, el murmu
los prelados y el frufrú de las so
llenó el silencio de mármol que re
habitualmente sobre la ciudad. Se v
hábitos que cruzaban la plaza en
ni oído nada. Hizo falta que la mu
romana empezara a congregarse
plaza de San Pedro para que los
empezaran a ponerse en marcha e
agencias de prensa del mundo ente
cadavérica. Luego, cuando ib
incorporarse, notó que un soplo de a
rozaba el cuello a la altura de los l
del muerto, inmóviles y
entreabiertos. Contempló un mome
entre los cuerpos que acaban de m
los cadáveres que se entierran. Eso
que Ballestra había sentido al be
frente del anciano. Como si el
estuviera todavía vivo. O más bien
del camarlengo se cerraba sob
hombro, Ballestra se
preguntándose si lo que había vis
había sido fruto de su imagina
Salió de los aposentos del Papa
esas horas en que las fuerzas de
estaban desatán
En todo eso es en lo que el pr
piensa mientras intenta borrar los
de su pesadilla. Se dispone a tumba
Un chisporroteo. Una
entrecortada y le
—Monseñor, soy el padre Al
Carzo.
Capítulo 114

Monseñor Ballestra enciend


lámpara de la mesilla de noche y se
las gafas.
—La Santa Sede está va
Alfonso. Su Santidad nos dejó ay
término de una breve agonía.
—Estoy al corriente y es una n
todavía peor de lo que usted p
parecer se hace llamar el Humo Neg
Satán.
Silencio de Ballestra.
—Es una historia muy an
Alfonso. Y no creo que sea el mom
comunidad del Cervino. —Alf
esos archivos son
absolutamente secretos, tanto com
revelaciones de la Virgen o los
sellos del fin de los tiempos. N
—Existe. El superior de los je
de Manaus me indicó el lugar don
encuentra y la combinación para ab
—¿La combinación?
—En este momento
—Cada una corresponde a una
que hay que desplazar en los estan
la gran biblioteca de los Archivos
accionar el mecanismo de la Cáma
Ballestra deja escapar un suspir
—Monseñor, es absolutam
imprescindible que disponga de
información. Es una cuestión de v
muerte.
—No lo entiendes, si me
Monseñor Ballestra contemp
esfera luminosa de su despertador.
—Veré qué puedo hacer. ¿D
puedo encontrarte?
—Le llamaré yo. Dese
—Oiga… ¿Padre Carzo?
La comunicación acaba de cor
Perplejo, Ballestra mira un instan
teléfono preguntándose contra qui
intentado ponerle en guardia C
Capítulo 115

Ciudad del Vaticano.


1:30 horas
Monseñor Ballestra atraviesa
contenido de los desastres del tie
Miles de obras de arte cuyos orig
descansan en paz en las
subterráneas.
Al fondo de la última sala, un ra
archivos secretos. Ahí, en ese lab
de sótanos y de salas oscuras, es d
los archivistas depositan desde
siglos los expedientes más secre
la Ig
prelado se detiene en el centro de la
Si las informaciones del jesuit
Manaus son ciertas, ahí es donde de
estar la entrada de la Cámara d
Misterios.
vez que moría un papa, el camar
pronunciaba el sede vacantis, la va
de la Santa Sede, iniciando as
período de luto y de cónclave dura
cual no se podía tomar ninguna dec
Cada uno de esos documentos e
cerrado con un sello de cera con la m
del anillo pontificio. Dicho anill
destruido por el camarlengo e
momento en el que daba fe
acompañado del camarlengo, se d
entonces a sus aposentos y asistía
apertura de la caja fuerte para asegu
de que no había sido roto ningún
durante el cónclave. A continu
Esa huella característica podía bus
en el gran libro de los sellos ponti
para saber a qué papa correspondía
Gracias a ese inge
procedimiento, los papas habían p
si por ejemplo un papa temía por su
y quería advertir a otro de un peligr
también podía amenazarle a él, el
pontificio era el procedimiento util
para que el mensaje atravesara los s
predecesores. De ahí los mitos
rodeaban esa sala misteriosa,
generaciones de prelados habían si
unas veces bajo la tumba de san Pe
otras en las catacumbas o en
Iglesia. El banco de datos de
archivistas.
Ballestra, inmóvil ante los anaq
se concentra. Las campanas de
María la Mayor suenan a lo lejos. L
tras otro unos centímetros, accio
disparador característico de los v
mecanismos de ruedas.
Ballestra ha bajado de la escal
acaba de mover el séptimo libro, si
abre el paso a la Cámara de los Mist
el aire viciado escapa como el susp
un gigante.
Capítulo 116
invisible entre dos mundos totalm
opuestos.
Nada más poner el pie en el otro
oye cómo las siete obras vuelv
ocupar una tras otra su sitio co
cuñas metálicas caen para bloque
mecanismo: un cierre automático
avala la tesis de otro paso, puesto q
de la biblioteca solo sirve para acce
la Cámara y en ningún caso para sa
un hombre que los arquitectos de la
Media reforzaron con pesadas viga
Avanzando por el sótano, mon
Ballestra cuenta doscientos paso
dirección a la basílica. Luego, el e
largo por una veintena de ancho.
sala baja y abovedada cuyos arc
unen en dos filas de pilare
suficientemente resistentes para sos
varios miles de toneladas de empu
habrían delatado la existencia de es
subterránea.
Mientras Ballestra deambula
las tinieblas, su linterna ilu
innumerables frescos que decora
desgarraban los tendones, la pren
huesos, la máscara de hierro cande
la parrilla donde asaban el braz
sospechoso, cuya carne chamu
untaban con la grasa que iba chorre
observa que una treintena de
cubículos han sido construido
mármol negro; parecen destinad
archivar los documentos transm
por los antipapas y los pont
cubículo del papa León Magno, a
se debía la creación de las dos ór
más secretas de la Iglesia: la d
archivistas, de la que Ballestra f
parte, y la de las hermanas recoleta
El archivista los coge uno tras otro
deja sobre el escritorio. El papel
entre sus dedos mientras los dese
con precaución. Los documentos so
antiguos que la tinta utilizada
su futuro encuentro en las colin
Mantua.
El mensaje siguiente data del
octubre de 452, el día posteri
encuentro. León Magno acaba
semana más tarde, exhausto y
delgado.
Ballestra registra el cubícu
encuentra varios rollos más, de lo
rompe los sellos. León Magno con
la obra hasta un viejo mona
cercano a Alepo, donde cayó de nue
el olvido.
Antes de cerrar el cubículo, Bal
desenrolla un último pergamino
están casi borradas y en algunos lu
los surcos trazados por la pluma
contienen sino polvo de tinta. Por l
Ballestra consigue leer, Su San
describe a sus futuros sucesor
animal vociferante y blasfemo qu
romanos se vieron obligados a rem
bastonazos. Entonces aparec
señales en el cielo y un denso
negro se elevó desde la cruz hac
muchedumbre y al Cielo. Debajo d
grabado, León copió también
significado oculto del titulus
supuestamente los romanos cla
sobre la cabeza de la cosa: Ianus
cruz y ese evangelio salido del Ma
daba testimonio de su historia, e
probado.
de pergaminos, que desenrolla sob
escritorios para leerlos a la luz
linterna. En el cubículo de Pascual
donde finalmente encuentra el rast
manuscrito.
príncipe normando Bohemundo
encontró entonces medio enterrado
la arena entre los esqueletos d
guardianes. Sarkopi envió una ca
Roma para informar al Papa. Ese co
la congregación, compuesta d
once almas, parece haber sid
exterminada por un extraño ma
Reproduzco aquí el blasón de e
cofradía a fin de que podá
Más extraño aún es que es
congregación no parece hab
tenido otra razón de ser que la d
preservar manuscritos antiguo
que hemos encontrado en l
querido preservarlo hasta exhal
el último suspiro.
Antes de morir, el superior d
esta cofradía tuvo tiempo d
escribir una advertencia en
podido leer después de que un
de mis lanceros italianos me l
haya traducido, pues parece qu
estas letras de arena fuero
escritas en la lengua de lo
13 de agosto de 1061. Y
fray Guccio Lega de Palisandr
caballero archivista a las órden
de la Santa Sede, informo de qu
un mal incurable ha afectado
Maligno y debe ser transportad
sin demora a la primera fortalez
de la cristiandad, donde su
murallas puedan preservarlo d
los ojos impíos. Desde al
consuman y de que su alma s
marchite para siempre».

Ballestra deja caer el pergami


suelo y lee febrilmente el sigu
Juan de Acre, que el re
Balduino acaba de arrebatar a lo
árabes. Allí esperaré vuestra
órdenes relativas al destino qu
debe reservarse a esta obra,
Capítulo 119

Continuando su búsqueda e
cubículo de Pascual II, Bal
encuentra un rollo atado con una
el combate un fin digno de los servi
de Dios. El manuscrito tendrá qu
emparedado después en los sótanos
fortaleza hasta que vayan a buscarl
Mientras deja el docum
transcurso de un ataque en el qu
tenían ninguna posibilidad de sali
vida.
En los cubículos siguiente
archivista no encuentra ningún
1191. La tercera cruzada, dirigid
Ricardo Corazón de León, acab
recuperar San Juan de Acre al térmi
un asedio que ha durado casi un
Cuando los ejércitos de Saladino h
y salas ocultas, y conocen toda
técnicas empleadas por los árabes
cristianos para esconder un tesoro. A
como acaban dando con el evan
que el difunto comandante d
destino a Roma; el mismo que Bal
acaba de encontrar en el cubícu
Celestino.

Santidad:
realidad, lo cierto es que es
manuscrito fue emparedado e
los sótanos con tant
precauciones como habría
tomado los albañiles encargad
archivistas, que sin duda sabrá
hacer buen uso de él.
Puesto que todavía queda
registrar el ala oeste de la for
antes de que nos reunamos co
Cruzada 1191 Robert de
Sablé, gran maestre del
Temple.
Capítulo 120
de su descubrimiento. El Papa le ad
que la obra no debe ser abierta
ningún concepto. Lo previene tam
de que un
destacamento de archivistas se ha h
de un mes de navegación y las pal
mensajeras ya han consumido d
plazo cuatro días y tres noches
llegar hasta allí, le queda un poco m
tres semanas para asegurarse de qu
Barriendo con el haz de luz
antorcha el cubículo de Celestin
Ballestra descubre otros docum
guardados en un pesado sobre se
con cera: una cincuentena de pergam
atroz. Afirma que ese evangelio
maldito y que ofrece en esas os
líneas el testimonio de la existenc
una bestia monstruosa que ocupó el
de Jesucristo en la Cruz. Jesús, el h
y que ninguna montaña
suficientemente alta para deten
viento que se levanta.
Ballestra constata que los úl
pergaminos redactados por Sablé
plasmarlo por escrito. Después an
que ese día mandará un destacamen
templarios a un lugar oscuro, al no
Tierra Santa, donde, según é
encuentra la prueba de sus declarac
Todo es falso. ¡Oh, Señor! ¡Todo l
nos han dicho es falso!
El archivista se inclina para reg
el resto del cubículo del papa Cele
III. Solo queda un pergamino, de
Ballestra se sienta con las pi
cruzadas en el suelo y escucha su p
voz, que se eleva en la oscuridad
si, atravesando los siglos, fuera el p
Brescia quien releyera esa carta an
de travesía. Al doblar la punta de H
vimos que se elevaban unas column
humo negro en San Juan de Ac
mientras nubes de cenizas caían
nuestras velas, comprendimos p
los unos contra los otros que casi
distinguía la superficie del agua
los cue
Finalmente conseguimos entrar
puerto de Acre, cuyas aguas hume
Al llegar a las murallas, pedim
recibidos por el gran maestre
Temple, a quien vuestra misiva
informado de nuestra llegada. Un
se alejó al galope hacia la parte sur
ocasiones en Roma y en Venecia. P
razón me quedé impresionado al v
mucho que parecía haber envejecid
principio achaqué su estado a
combates y a las odiosas ejecucion
fragmentos de nuestra conversació
sombra de las murallas. Em
diciéndole:
—En nombre de Cristo, Robe
ruego que respondáis sin rodeos
sin consumirse, es de temer qu
hacerlo, hayáis liberado unas fuerza
os superan. Os escucho. ¿H
cometido lo irreparable?
Me estremecí al oír la voz que
almas arden eternamente, y es
quien alimenta el fuego que las con
Entonces, cubriéndose
archivistas la cara mientras la cosa
los brazos para insultar al Ciel
después de esa entrevista, os escrib
carta para haceros partícipe de
temores.
Crujido de papel. Bal
desenrolla el último pergamino
cadáveres a las hogueras de cuerpo
iluminan la bruma.
Me niego a abandonar el evan
maldito en unas manos que pere
teniéndolo en su posesión, de mod
20 de agosto del año de Cr
1191, escrito por la
pluma
de Umberto di Brescia, cab
archivista a las órdenes exclusiv
dificultad qué ocurrió aquella n
Sablé, efectivamente, había perdi
razón y los templarios se h
convertido junto con él en adorado
las fuerzas del Mal.
Capítulo 122

Ballestra consulta su reloj; las a


brillan débilmente en la oscurida
hace más de cuatro horas que
vuelve a oír hablar del evangel
Satán. Es un período de gr
angustias y de pesares, en el trans
del cual los cruzados pierden po
poco las últimas plazas fuertes
convierte a su causa a algunos obis
cardenales, a los que se les rev
odiosa mentira que Sablé desc
leyendo el evangelio de Satán.
prelados, que mantienen en secre
El 16 de junio de 1291, es decir
exactamente cien años después
conquista de Acre durante la cruza
Corazón de León, los ejércitos del s
egipcio al-Ashraf recu
las cruzadas. Los templarios com
entonces el error de instalarse en Fr
donde reside su más feroz enemig
rey Felipe IV el Hermoso, que les
muchísimo dinero.
contra el Temple por sospech
comercio con el Demonio.
12 de octubre. En un primer inf
el inquisidor Adhémar de Monteil a
que los templarios han renegado de
grave todavía: en el informe se de
que su gran maestre, Jacques de M
posee un evangelio extraño y m
descubierto durante las cruzadas, g
al cual la orden ha obtenid
Sentenciada la suerte del Temp
estas revelaciones, los hombres del
y los del rey de Francia se reún
secreto en Suiza para organiz
matanza de los miembros de la ord
pergaminos. Coge uno al azar y des
cinta.
El 15 de octubre de 1307, es
dos días después de la detención d
templarios, al anochecer, los espía
El pergamino siguiente es un c
secreto enviado con carácter de urg
por las recoletas cinco días después
llegada del evangelio a su conven
21 de octubre de 1307. La carta, esc
arrojarse al abismo, la recolet
desfiguró con las uñas. Después u
sus dedos manchados de sangre
escribir en la pared de su celd
palabras que Jesucristo pronunció
punto de hacerle perder la fe y las
de vivir? La respuesta se encuentra
penúltimo documento guardado
cubículo de Clemente V. Un perga
que data de la cruzada de Corazó
manuscrito. Ballestra siente que
hace un nudo en la garganta
pergamino es el que contiene la clav
misterio.
Tras haber huido llevándos
norte de Galilea acababan de enco
después de haber galopado hasta e
y hasta destrozar sus monturas.
El pergamino que Ballestra
leyendo fue redactado por el sar
reproducido en letras de sangre el t
de Jesucristo en su versión tergive
por los adoradores de Janus. Clai
cuenta que hizo derribar el muro y
nada más abrir la brecha, un
descansaba una forma hum
protegida por un sudario cuya
dejaba entrever un montón de h
humanos. Clairvaux relata que
templarios descosieron el sudario
templarios, horrorizados, vieron
corona de espinas marchita; una d
púas había atravesado el arco sobre
del torturado. El cadáver de Janus
es lo que los templarios de Clai
Media, dominada por supersticio
santos terrores? Leyendo esas líne
fe debía de haberse desmoro
completamente. Un sentimiento
Ballestra comprende perfectam
falso. ¡Oh, Señor! ¡Todo lo que no
dicho es
Ballestra se estremece al oír cóm
propia voz susurra esas palabras
mismas que Robert de Sablé murm
Clairvaux escribe que, en
momento en que los miembros
expedición intentaron lleva
esqueleto de Janus, las paredes
cueva se pusieron a vomitar miríad
Al llegar al aire libre, enc
fuerzas para garabatear unas líneas
metió en el zurrón de su montura
de azotar los flancos de esta confian
que encontrará el camino de
desprendimiento de tierra para tap
entrada de la cueva donde dormi
los restos de Janus. Después de esto
Temple sobrevivió a un siglo
cruzadas y de matanzas, un sig
Capítulo 124

Ballestra comprueba las pilas


grabadora digital; luego empie
susurrar junto al micro mientras
Vaticano degüellan a los cardenale
se han convertido a la regla maldita
orden, con excepción de un puñado
pertenencia al Temple se desco
Esos cardenales fundan entonces,
iluminador de Clemente V reprod
blasón de la cofradía del Humo N
una cruz rojo sangre rodeada de l
cuyos extremos se entrelazan
formar las cuatro letras del t
de antemano, Jacques de Molay, ú
gran maestre de la orden del Temp
condenado a la hoguera purificador
haberse retractado de sus ante
confesiones. Inmóvil en medio d
la que Ballestra acaba de encontrar
cubículo del papa Inocencio V
ilustre predecesor de este último a
en ella que en el Vaticano ha emp
a extenderse una logia secreta y que
el poder del Humo Negro de Satán
Vaticano va en aumento y que los
venideros deben vigilar los s
anunciadores del regreso de la Bes
guisa de conclusión, decreta la pue
Pergamino siguiente. El 20 de
de 1314, nueve días después de
ordenado esta investigación, Cleme
muere en Roquemaure tras una a
tan extraña como fulminante. Segú
Aterrado por lo que acaba de
Ballestra rompe los sellos de cera d
decena de pergaminos cogidos al az
la masa de los archivos del
pontificio. Descubre, en un docum
Además de esta lista mortuori
documento redactado por Gregorio
expone los síntomas silenciosos d
extraño mal que parece repetirse a t
de los siglos: la piel tibia, los ojos
Gregorio XVI encuentra a Su San
inánime, con los ojos muy abiertos
ventanas de la nariz cubiertas de ce
Entonces se le ocurre la idea de
una muestra de esa pasta nasal y m
medida que los tira con furia por en
del hombro. Finalmente encuentra e
busca: en un sobre marrón cerrado
sello de Pío X, tres hojas qu
archivista despliega cuidadosamen
XVI. En el informe se afirma q
trata del depósito que crea un ve
lento que tiene la propiedad de su
la víctima en un estado de le
consciente asimilable a un
tambalea. ¿Cuántos papas han
enterrados vivos, han muerto de ha
y de sed con los ojos abiertos
tinieblas? Y, tras pasar el efec
veneno, ¿cuántos espectros
Ballestra deja caer la linte
retrocede unos pasos en la oscurid
la Cámara de los Misterios. Tien
salir como sea de allí para ale
camarlengo de que la cofrad
hay que hacer, aun a riesgo de que
a la luz un secreto que puede firm
sentencia de muerte de la Igles
que sea antes que permitir q
miembros del Humo Negro desig
cuello. La hoja de un puñal penetra
espalda y un destello de luz blan
deslumbra. Mientras la hoja sale
carne para golpearlo de nuevo,
Ballestea busca una oración para d
Capítulo 125

Sótanos de Bolzano. El padre C


acaba de soltar la mano de M
Continúa corriendo. Ella grita
cierran alrededor de su cuello. Sus
se clavan en su carne, y Marie c
rodillas. Nota el aliento de la recole
su cara, y sus colmillos en la garg
Un líquido caliente resbala po
el padre Carzo acaba de llegar a l
Se vuelve. Sonríe.
***
Parks se despierta sobresaltada
aferra al siseo de los reac
vuelve hacia el padre Carzo; sus
bien abiertos parecen escruta
oscuridad. Se diría que no se ha m
ni un milímetro desde el despegue.
se muerde un labio pensando
—¿Qué quiere saber?
—Todo.
Se vuelve y examina atentame
cabina. Arrellanados en sus asiento
pasajeros duermen. El sacerd
—De posesiones múltiples: po
dispersos por el mundo, que presen
los mismos síntomas y pro
exactamente las mismas palabras
mismo momento sin haberse visto j
extraordinariamente raros, sobre to
tenemos en cuenta que a cada una d
posesiones demoníacas respondían
casos en los que la persona parecí
el contrario, estar habitada por un á
en un costado, así como las heridas
corona de espinas en la frente, el cr
y el arco sobreciliar.
manifestaciones que nosotros,
exorcistas, llamamos casos de prese
de la peste negra. Se afirma que
cuerpo martirizado emanaba olo
rosas. Ese detalle también difer
estas manifestaciones: los
enfrentados a un caso de pres
costa que logre hacerlo hasta el
Pero, para poder frenarla, pr
tenemos que intentar comprenderla
eso es preciso encontrar el evange
Satán.
—De no ser por su interve
estaría muerta.
—Tal vez no. De todas fo
debería haber muerto mucho ant
llegar al convento de las recoletas
por eso Caleb no la mató cuando la
a su merced en las tinieblas de la cr
Parks se concentra para no
traslucir su turbación, aunque pa
exorcista es como un libro abierto.
—Sé que trabaja en el departam
del FBI especializado en la bus
captura de asesinos itinerantes. Sé q
la mejor persiguiendo a ese tip
criminales. Se mete en su piel, se ap
También sé que sufrió un
accidente que la sumió durante
meses en un coma profundo.
después de esa conmoción cu
empezó a tener visiones.
—Reanudaremos la investigaci
Thomas Landegaard para descubri
pasó aquel día de febrero de 1348 e
el evangelio desapareció.
—¿El inquisidor enviado
Un silencio. Parks busca el
conductor para unir entre sí
informaciones que le llegan.
—Ha dicho que Caleb no me ma
la cripta gracias a lo que usted llam
salir del bosque, o más bien de ha
entrar en él. Si no, jamás se h
arriesgado a contestar al anuncio qu
desdichada había publicado el
anterior a su muerte en el periódi
—Desgraciadamente no, M
Caleb sabía que usted y solo usted
poder para encontrarlo en unas h
cuando unos policías convenciona
habrían pasado semanas batiend
al parecer la Iglesia perdió en
tinieblas de la Edad Media? ¡V
padre, si ni siquiera sé ya con qué
se hace la señal de la cruz!
—¿Sabe que los Reyes M
perros vagabundos. Pero no, los co
hasta Jesús para que se arrepintie
traicionaran a Herodes.
—¿Adónde quiere ir a parar?
—A que los caminos de Dio
Capítulo 126

Ciudad del Vaticano.


Siete de la mañana
Arrodillados en la basílica
todavía de sus extremidades y d
cuello abierto, lo que indica q
crimen ha sido cometido hace poco
Ha sido el relevo quien
descubierto al desdichado al topars
los prefectos de las n
congregaciones.
Una vez que los guardias suizo
desclavado a monseñor Ballestr
círculo de prelados se estrecha alre
—No hemos descubierto n
rastro de sangre, excepto el c
encontrado bajo la víctima. Lo únic
sabemos es que la guardia apostada
rastrillo de los Archivos vio
sala de los Archivos. Ni sangre
menor señal de lucha.
Camano, perplejo, toca con la
de los dedos los párpados de Balles
al notarlos extrañamente flácidos
la Edad Media a los que habían com
el crimen de leer libros prohibidos.
El cardenal Camano tira d
barbilla de Ballestra para separa
mandíbulas crispadas por la ri
descubierto un secreto, para asegu
de que no hablarían. Todo indica q
modus operandi del asesino sigue e
de la Santa Inquisición.
consecuencia, solo puede tratarse
Parece que el cadáver haya
transportado, y no arrastrado, des
lugar del crimen.
—¿Sin que el criminal haya dej
menor rastro de sangre tras de sí ni
piedrecitas llenan los surcos d
suelas.
—¿Alguien sabe si ha llovid
n
El comandante de la guardia
caminado por un sótano ante
encontrar la muerte. Camano se inc
nota el extraño olor de carne chamu
que flota alrededor del cadáve
círculo de cardenales se estre
—No. Este es Janus, rey
Infiernos.
Incorporándose y mirando uno
a todos los cardenales, Camano aña
—Lo que significa, que
cardenales más poderosos del Vat
están reunidos aquí en el momen
que les hablo, lo más probable es q
menos un miembro de la cofradí
Humo Negro esté escuchando
—¿No nos exponemos a hacer
juego a nuestros enemigos?
—Al contrario, yo creo que nu
única posibilidad de recuperar el co
del cónclave es obligar a los miem
Tras una pausa, el car
camarlengo Campini pregunta en
vacilante:
—Y en lo que se refiere al ca
de Ballestra, ¿hay que avisar a la po
guardias suizos o mando abrir
embajada en Teherán solo por el p
de mandarlo allí.
—Este es el tipo de secreto que
montones de cadáveres tras d
blanca. Detrás de ella, cuatro po
uniformados y algunos de paisan
despliegan por la basílica.
—¿Quién es usted y qué quiere
—Inspectora Valentina Graz
Vaticano es un estado independient
ningún caso tiene usted derecho a
en él sin una autorización escrita
Santidad.
—Un documento muy difíc
compete únicamente al Estado sob
del Vaticano. De modo que voy a p
que salga inmediatamente de aquí.
—Es usted quien no me ha ente
bien, eminencia. Sus tribunales sole
Una lluvia de fl
crepita mientras los forenses
policía toman fotos del cadáver

—Si se niega, las fotos del ca


—Eso es un vil chantaje, s
Graziano. Dé por seguro que info
de ello a sus superiores.
La joven deja escapar un suspir
—Hágame un favor, emine
grises. Luego, la cresta de las olas p
congelarse por efecto del frío y M
distingue a lo lejos las costas recor
de Groenlandia. Consulta su
Todavía cuatro horas de vuelo. De
que una gitana le predijera el futur
episodio que creía haber olvidad
completo. Fue un mes antes
accidente. Un estremecim
desagradable le recorrió la piel cu
las risas de los comensales se apaga
un silencio mortal se abatió sobre e
Después, la gitana se quedó co
ojos en blanco y empezó a hacer ext
ruidos con los dientes.
Marie le preguntó qué había
aquella noche. Tras una larga vacila
la mujer le respondió que había
cinco cuerpos crucificados en una c
Se produjo otro silencio. Luego, l
internarse en el bosque. ¿Me oye? ¡
todo, no se interne en el bosque!
—¿Por qué?
—Porque la quinta crucificada es u
Parks se seca una lágrima c
Marie cierra los ojos. El padre C
tenía razón: secuestrando a las c
desaparecidas de Hattiesburg y de
su ropa en la linde del bosque,
sabía que era a ella a quien el s
Octava parte
Capítulo 128

Venecia, 13 horas
Cubiertos con una capa y ocu
rostro bajo una máscara de plat
Han escogido Venecia porqu
celebra el carnaval y a nad
sorprenderá ver siete capas negras
esa multitud de trajes y de antiface
ha invadido las callejas y los puen
cristiandad. Tras anunciarse el con
salieron de sus lejanos obispado
Australia, Brasil, Sudáfrica y Ca
Desde los mayores palacios del pl
hasta los cottages más discretos don
conocerse. La supervivencia del H
Negro de Satán depende de ello.
Los mayordomos los conducen
salones privados, donde les sirven
colación mientras esperan la hora
arlequín tienden la pasarela y vigila
alrededores mientras él desaparece
interior del palacio. Los chambelan
escoltan hasta la sala de las mazm
adonde los cardenales han
Cuando el gran maestre consider
han comido bastante, agita
campanilla de plata. Las copas de
permanecen sobre la mesa y el tin
de los cubiertos cesa.
Unos murmullos se elevan en
asamblea mientras las más
intercambian asentimien
satisfac
—Pero antes debemos hacerno
deben en ningún caso cambia
resultado del voto. Encontrarán
direcciones de sus familiares y d
allegados en sus habitaciones del h
Transmítanlas urgentemente a
—No son más de tres o c
Tenemos que arreglárnoslas para q
formen parte del cónclave.
—¿No corremos el riesgo de
tantos ataques cardíacos llame
Anoche, el prefecto de los Arc
secretos del Vaticano consiguió ent
la Cámara de los Misterios.
Temíamos que nos hubiera descubi
nos vimos obligados a asesina
Ahora saben que tenemos la capa
de golpear en el corazón del Vati
Falta resolver el problema número
el de nuestro evangelio. Tenemo
encontrarlo sin falta antes que nu
Otro riesgo considerable para nu
orden.
—Un mal necesario. Recuerde
ahora es nuestra única posibilida
encontrar el evangelio. Por lo
—Una última cosa antes
separarnos. Una de las copas de la
han bebido esta noche contenía una
fulminante de ese veneno que ha h
famosa a nuestra cofradía a lo lar
—Armando Valdez, car
arzobispo de São Paulo, le acuso d
traición al Humo Negro. Fue usted
reveló al padre jesuita Jacomin
existencia de la Cámara de los Mist
Luego, echando un borbotón de s
negra por la boca, se desploma
piernas se agitan espasmódicam
pero su cerebro ya está muerto.
velocidad en dirección a Zerma
medida que el vehículo engull
curvas, la joven tiene la impresión d
la masa imponente y fría del Ce
aplasta el horizonte. Se vuelve ha
importantísima. Parks lo miró mie
marcaba un número y tambori
contra el cristal en espera de qu
contacto descolgara. Luego vio q
semblante se descomponía; cuando
cumbres desaparecen poco a poco
un espeso manto de bruma. Las bo
los caminantes crujen sobre la nie
polvo. Parks, sin aliento, abre la
para anunciar que no puede recor
Carzo asiente. Entrecerrando
ojos, Marie logra ver finalmente la
gris de una viejísima muralla. Re
con la mirada la pared y observa q
la roca escarchada no hay ningún a
Mundial, cuando una congregació
hermanas trapenses se refugió en é
—¿No se quedaron?
—Cuando terminó la guerra
destacamento del ej
los cadáveres de sus víctimas ant
poner fin a su vida.
—¿Quiere decir igual que
recoletas de Santa Cruz?
El sacerdote no responde.
Capítulo 130

Tras cruzar un puente de


tendido sobre una hendidura vertig
Carzo y Parks avanzan pegados
ojos y aspira los olores de tierra m
y de polvo que flotan en los pas
También huele a cuero. Sí, el olo
domina es el de cuero, como s
manuscritos prohibidos ocultos du
Ahora avanzan por un ancho p
que asciende en pendiente s
Escrutando el techo, Parks
innumerables bolitas anaranjadas q
tea parece iluminar a su paso. Un ro
luego, la cortina de follaje se pone a
furiosamente el aire, como un bosq
alas y de bocas plagadas de colmill
—¡Jesús misericordioso! ¡Tápe
cara y corra tan rápido como pueda
enredan en sus cabellos. Horror
quita el seguro de su arma y dispar
balas a quemarropa contra la cabez
bicho, tres detonaciones breves
estallan en su oído mientras los rest
Carzo, profiere un alarido de ra
empuja hacia delante al sacerdote
todas sus fuerzas.
monseñor Ballestra. Un olor de
flota en el aire. Por lo que puede v
la penumbra, la estancia se reduce
gran cama tapizada en rojo; e
cabecera cuelga un crucifijo ado
rastrillo de los Archivos hacia la
media de la madrugada. Una
extraña para ir a trabajar. «No tant
replicó el cardenal Camano e
basílica, antes de añadir que Bal
recibido y hecho entre las nueve
noche y la una de la madrugada.
otro extremo del hilo, el comisario
estuvo a punto de ahogarse.
—¿Estás segura de que no pre
—Valentina, te he mandado ah
garantizar la protección de los miem
del cónclave, no para ponerlo todo
arriba como hiciste en Milán
Treviso.
con los sacerdotes y persígnate cu
pases por delante de una imagen, o
que te trasladen a Palermo para hac
guardaespaldas de los pad
arrepentidos.
doce metros del suelo despué
haberse estrangulado y reventad
ojos, ¿no te parece?
—Vale, te lo envío, pero promé
que te portarás bien.
procedentes de Roma y de v
ciudades italianas o europeas.
cantidad normal en esas horas ag
posteriores al fallecimiento del
Seis llamadas entre las diez y las
La inspectora examina los ind
que Ballestra dejó al salir d
habitación. Las sábanas están revu
y sus prendas de dormir, tiradas
suelo al lado de las zapatillas, q
Levanta un pesado frasco de cri
huele el perfume que despide: el m
olor de agua de colonia ambar
intensa que flota en la habita
Monseñor Ballestra dedicó un segu
comisario Pazzi. Esa llamada, intern
Vaticano, se hizo a las cinco y med
la mañana, o sea, más de cuatro
después de que Ballestra hu
desaparecido en los Archivos. Vale
llamada antes de morir —y en ese
¿cómo era posible que nadie lo hu
visto salir vivo de los Archivos?
bien otra persona había utilizad
teléfono de su habitación, alguien
Capítulo 132

En el momento en que pierd


esperanza de llegar al final del
Parks y el padre Carzo chocan po
Dos de ellos han clavado sus colm
en los brazos y el cuello de Carzo; M
tiene que matarlos para que lo suelt
resto echa a volar. Parks apunta com
los entrenamientos y les mete dos
de ancho. Cuatro hileras de pe
mesas colocadas a lo largo ocup
sala. Allí es donde las recoletas
Edad Media se reunían para compar
silencio la bazofia de lentejas
recoleta designada se sentaba allí
mascullar la lectura del día —epí
terroríficas y fragmentos
Evangeliosentre la barahúnda d
escudillas y las bocas llenas
Cuando abre de nuevo los oj
padre Carzo ha desaparecido y un
mortecina ha invadido el refectori
fuerte olor de cera y de lámpara de
flota en el aire glacial. Reprime un
encargada de la lectura balb
Seguramente incomodada por
proximidad de sus hermanas,
religiosa profiere un gruñido anim
que las demás bocas llenas respo
corriendo. Las comensales dejan c
cuchara y se vuelven hacia la m
superiora, que acaba de abrir los
Entonces Parks comprende que se
de la noche en que el convento
Capítulo 133

Valentina enfoca con la linter


escritorio de monseñor Ballestra.
luz roja parpadea bajo unos pa
Ballestra, despertado a media n
debió de tardar en responder y por
contestador saltó antes de
descolgara. Falta averiguar por q
contestador grabó también la lla
después de haber colgado. O bien p
quizá desconfiaba de algo.
Valentina descuelga el teléfo
marca el número de la comisaría ce
Un funcionario contesta.
Valentina cuelga. La pantall
contestador indica ahora tres men
grabados. Borra el suyo y pulsa la
de lectura para reproducir el mensa
la una de la madrugada, proceden
lo que acaba de oír no es fruto
imaginación, el caso acaba de pas
un simple crimen a un complot
orquestado en el seno del Vatican
billete de ida para el puesto de comi
bandeja. Bingo. Siete
correspondientes a siete manuscrito
hay que desplazar en la sala d
Archivos. Se guarda la lista en el bo
y pulsa otra tecla para pasar
bajo los flashes de los forenses
basílica. Un último tono. Al
descuelga.
—Archivos del Vaticano, dígam
Valentina se sobresalta. El m
—Yo.
—¿Usted?
—Sí.
—¿Desde dónde me llama?
—Desde su habitación.
Un clic. La voz de los Archiv
colgado. Valentina saborea la del
sensación de vértigo que se apode
ella. Ballestra había caído en una tra
pero antes había descubierto algo
Cuando abre los ojos, Parks
rostro del padre Carzo inclinado
ella.
—No vuelva a cerrar los ojos
de que se lo diga.
—Perdón…
—Marie, es muy importante
comprenda el peligro de muerte
corre durante esos trances. A causa
don, no solo se traslada e
razón: no se limita a asistir a su v
forma parte de ella.
Guiada por el sacerdote, se dirige
el estrado y se sienta en el sillón,
armazón carcomido gime bajo su
—Una droga chamánica que
como relajante muscular. Es el pro
que los brujos yanomami utilizan
ponerse en contacto con los espíritu
bosque. La ayudará a relajarse y a li
flotar. Contempla al padre Carzo,
rostro parece ahora rodeado por
aureola de un extraño respl
azulado. Con la boca pastosa, pregu
—¿Y ahora qué?
—¿La que se tiró desde lo alto
murallas después de conoce
contenido del evangelio?
—Sí. Con toda probabilida
madre Gabriella estaba sentada en
—¿Con ella?
—Quiero decir con su espíri
más bien con su recuerdo.
—No lo entiendo.
—En la superficie de la Tierr
—¿La memoria de las piedras?
—Algo así.
—Yo creía que quería poner
contacto con el inquisidor Landega
—Después. Primero necesito
únicamente en ella. Si modifica un
detalle de lo que sucedió, la m
Gabriella podría morir. Y usted m
con ella.
Silencio de Parks.
—Ahora quiero que únicam
escuche mi voz. A partir de
momento, no cuenta nada más. Mi v
lo que la guiará por los meandros
visión. A medida que vaya entran
poder de traerla de vuelta
experiencia toma un mal giro.
Luchando cada vez con menos f
contra el embotamiento que la in
Marie consigue articular las
concentre su atención en la m
Gabriella. Está sentada donde está u
Sus manos están apoyadas donde
ha apoyado las suyas. ¿Ya está?
Se ha levantado viento. La vo
se ensancha y su sexo se estrecha.
que sus dientes se separan y se llen
caries en su boca. Un olor ácido in
sus senos frontales. El mismo
avinagrado que la despertó e
1348, año de la gran peste ne
Aquella noche, acunada por la
trémula de la recoleta que recitaba
pupitre la letanía de los demonio
madre Gabriella se había adormilad
llevaban teas y cabalgaban al g
hacia el convento. El ruido de la p
del refectorio la despertó bruscam
La religiosa que acababa de
gesticulaba señalando las tini
puertas del Vaticano a fin de aislar
prelados silenciosos de la multitu
fieles que continúa invadiendo la
de San Pedro. A continuación sitú
guardia suiza en la entrada de la ba
Graziano acaba de llegar al edific
los Archivos. Enseña su pase y cru
cordón de guardias armados
alabardas que brillan bajo la lluvia.
En el interior, las bibliotecas
Mientras el oficial examin
documento, la inspectora se pre
dónde ha visto antes esa cara de bu
Se pone tensa; ese coloso con
jubón que mira con lupa
acercarse ella. Como si no quisier
memorizara su rostro. Tambié
extraño que un oficial de su import
pierda el tiempo junto al rastrillo d
Archivos cuando en la basílica
teléfono y se pone a susurrar. La
desenvuelve un chicle y se lo mete
boca para disimular su impacienc
coloso sabe perfectamente que el p
auténtico porque él mismo lo
escucha la respuesta. Valentina a
los puños dentro de los bolsillos
gabardina. No es precisament
secretaría de Estado quien llama,
probablemente su cómplice
—Tenga cuidado, señorita,
peldaños son resbaladizos y no q
que cayese en la oscuridad y se pa
esa bonita nuca que tiene.
Valentina se sobresalta al o
Valentina está a punto de desma
mientras los ojos del coloso se clav
nuevo en los suyos.
—Está muy pálida.
—Es que tengo un poco de f
cosa, un destello de pura maldad
demencia, incluso. Ese tipo está loc
Chiflado, como una c
completamente ido. «Por el amo
Dios. Valentina, está claro que s
que le tiemblan las rodillas. De
largarse. Dar cualquier excusa e
avisar a la policía para detener a
cabrones. «¿Ponerle las esposa
comandante de la guardia suiza
patada en los cojones a ese tipo y s
corriendo. En lugar de eso, mient
rastrillo de los Archivos se levant
un chirrido de acero, nota que sus p
ponen en movimiento hacia la
terror acaban de aparecer en su r
mientras que los músculos de sus b
se crispan bajo las correas. Y sobre
aunque su mente se niegue a admiti
exorcista acaba de darse cuenta d
Carzo intenta achacar esta visió
temblorosa luz de las antorchas,
cuando el cabello de la joven emp
encanecer el sacerdote no tiene
remedio que reconocer que Parks
congregan para tomar por asal
convento. Monjes errantes sin Di
señor, bandidos y herejes degradad
estado salvaje, en esos tiempos de
en que la ley de la espada ha sustitu
no dejar ningún testigo de lo
sucederá más arriba.
Piafando y arañando el suelo co
cascos, un centenar de caballos
de detenerse al pie del prec
que se eleva una voz de la tropa
voz que parece m
—¡Echadnos las cuerdas para
podamos subir! ¡Echadnos las cuer
devoraremos vuestras almas!
saquear e incendiar como p
vagabundos?
—Vamos en busca de un evan
que nos robaron y que conse
indebidamente entre estos muros.
que seguid vuestro camino si no
portadores de una orden de requis
de Su Santidad el papa Clemente V
reina en Aviñón.
—Tengo algo mejor que eso, m
El alarido de los Ladrones de A
se eleva por las murallas. Se dirí
son miles y que sus voces se superp
hasta el infinito. Luego, mientras se
el silencio, la religiosa se asom
El padre Carzo zarandea a la j
Su respiración es entrecortad
sibilante.
La madre Gabriella corre. Cond
sus monjas hacia los sótanos
parten el cuello antes de tirarlas p
precipicio.
Carzo levanta los párpados de P
Los ojos de la joven han
cambiado de color. La droga ha dil
manera de sacarla del trance; si n
expone a encontrarse atada a una
en un hospital psiquiátrico, con la m
atrapada para siempre en la de una
religiosa muerta hace más de seis s
escapa de entre los labios inmóviles
joven:
—Dios mío, están aquí…
polvorientos y las chimeneas d
acaban de encender montones de
de leña, las religiosas forman una c
para pasarse los manuscritos. La ú
de la fila arroja al fuego las pá
estuches después de haberlos deja
el suelo. De ellos extrae unos fard
lona y unas sábanas de lino,
envuelven una colección de osam
así como un cráneo coronado de esp
terrible acto en las páginas del evan
de Satán, la madre Gabriella ale
Papa, que envió una expedición sec
Tierra Santa, ocupada por los ejé
musulmanes. Un grupo de domini
su lado. Unos restos que la guardia
escoltó más tarde hasta el Cervino
confiarlos a las recoletas. Eso fue
cuarenta años.
Después de haber hecho un hati
religiosas miran a su superiora
arroja los huesos al fuego. Saben
todo está perdido. Entonces, reprim
lágrimas y reanudan su tarea. Es
punto de pasarse el manuscrito
ariete de los Ladrones de Almas em
a agrietar las puertas. Las llama
tendrán tiempo de consumi
manuscrito, lo sabe. Así pues, lo m
una bolsa de lona y lo echa junto c
La madre Gabriella se vuelve. E
de los Ladrones de Almas camina
ella. Sostiene un puñal manchad
sangre con el que acaba de atrave
una monja que intentaba cerrarle el
cabeza de macho cabrío. El emblem
los adoradores de la Bestia. Mient
acerca, la madre Gabriella ve qu
muñecas y sus brazos, hasta los c
han sido escarificados con una
La recoleta siente que el páni
apodera de su mente. Sabe que no p
esperar ninguna compasión de
demonio de esa especie. Entonc
abalanza sobre el puñal del Ladró
Gabriella, vais a morir muy pronto
antes me diréis dónde está el evang
suyos. Al bajar los ojos, observa q
ancho tajo acaba de aparecer
antebrazo de la joven y que unas go
sangre caen al suelo. La fusión
volviéndose irreversible.
con la que aspira el contenido de
frasco. Un antídoto destinado a pro
un choque nervioso que la haga v
Entre la carne enflaquecida de Mar
venas laten bajo la piel. Carzo
gesticulando como si se debatiera c
una fuerza invisible.
Después de haber apagado el fu
revuelto las brasas en busca d
restos del evangelio, los Ladron
ninguna respuesta, les revientan lo
y les rompen los dedos con p
Después les machacan los dedos d
pies a mazazos y les atraviesa
brazos y las piernas con grandes c
ensañan con la madre Gabriella. L
la dejan sobre la mesa y salen
refectorio para registrar el conv
Silencio. El crepitar de las antor
Los chillidos de las ratas que corren
queda petrificada. Un nudo mal h
acaba de soltarse. Da un tirón y con
liberar un brazo cubierto de sangr
retuerce unos minutos más sobre la
con los dientes apretados para no g
chasquido. Un pasadizo secreto aca
abrirse. La anciana recoleta se aden
él. El lienzo de pared se cierra.
—Marie, ¿me oye?
Una escalera circular de p
chimeneas. Tendrán que registra
estantes y tantear las paredes du
horas antes de comprobar qu
evangelio ya no está allí. De
subirán de nuevo para torturar
galería estrecha hasta el pozo d
residuos, donde revuelve febrilmen
inmundicias. Nota que sus viejas m
se cierran sobre la bolsa de lona
hatillo de cuero. Después retr
aleja cojeando hacia el final del tún
sobresalta. Una voz lejana la llama
tinieblas:
—¡Parks, por el amor de
despierte!
como si estuviera ahogándose. «
mío, se ahoga…»
Carzo la empuja hacia delante y
unas palmadas en la espalda con
sus fuerzas para obligarla a respirar
la tibieza del entarimado. Despu
pone unos guantes de látex y a
entre las estanterías de cedro
sostienen hileras de expedientes
pergaminos ordenados por fecha.
el discurso de Colón ante los sabios
Universidad de Salamanca qu
negaban a creer que la Tierra
redonda.
Deteniéndose en medio de la
encontraban en la «gran» bibliote
los Archivos. Valentina gira sob
misma y cuenta no menos de seis, u
las cuales, inmensa, cubre la totalid
la pared del fondo.
hecho un espejo. Pero cuanto m
acerca la inspectora a la biblioteca
intensidad parece perder el r
luminoso, como si la naturaleza del
estuviera cambiando… o, más
guante. Se diría que un pasadizo
antiguo se ha abierto en ese lugar
cubierto la tarima con la suciedad
contenía.
Con ayuda de la linterna, no tar
Capítulo 140

—¿Está segura de que quiere vo


Parks mueve lentamente la cabe
señal de asentimiento. El terror q
del trance se reduce ahora a una
cicatriz en forma de media luna.
—¿Qué es eso?
—Una herida que ha aparecido
momento en que Caleb atacaba
Almas. Por eso le pregunto si
realmente segura de querer poner
contacto con el inquisidor ge
Landegaard. Podría ser peligroso.
—No hasta que él llegue al con
—Sí.
—Entonces, vamos. Pero esta v
droga. El padre Carzo saca de su
cuatro correas provistas de gr
hebillas y de cierres de seguridad.
anciana inofensiva. Ahora va a pe
en la mente de un inquisidor gene
la flor de la vida, un hombre de
treinta años capaz de matar a un bue
sus manos.
—Está ideado para que
trastornados no tengan la sensaci
estar inmovilizados en la cama. E
evita un aumento de ansieda
utilizo estas correas para mis pac
Un silencio.
—¿Está preparada?
Marie cierra los ojos y asiente c
cabeza.
—Vale. Ahora voy a mandarla
—Chisss…, no hable. En la épo
la que va a despertar, hace casi u
que la Peste Negra arrasa Europ
Italia y Suiza, la plaga ha dejado tr
sí cientos de miles de muertos, ciu
si abriera desmesuradamente los b
y las piernas.
para hacer el censo de los conventos
monasterios que han sobrevivido a
mal. Su misión es doble y cruel; no
debe comprobar que esas comuni
continúan existiendo, sino tam
cuerpo deja de alargarse. Aho
brazos empiezan a llenarse de mús
duros como sogas. Sus homb
hinchan con un crujido de cartíla
de tendones. Su cuello y su c
un sexo. La voz de Carzo to
canturrea en la superficie de su me
—Una última cosa antes de q
duerma: para poder entrar en
posesión de la mente de Landegaa
testimonios y dirigir las investigac
exculpatorias o incriminat
exactamente igual que un ju
instrucción de nuestra época. Po
cuando reciben el encargo de instr
Mientras la voz de Carzo se a
progresivamente, Marie siente qu
mezcla de olores penetra en sus
nasales. Efluvios de sudor y de m
con los que ni la piedra alumbre
de la congregación en la que
infiltrado. Lo más frecuente es qu
asesinos despedacen el cadá
dispersen los trozos. Los crim
piensan que, de ese modo, cuando
mensaje en una roca a la salid
monasterio o en el duodécimo pil
claustro, utilizando un código qu
los demás inquisidores saben desc
A medida que Parks pasa al otro
rebosante de agua, restituía toda
fragancias que la impregnaban. M
aguza el oído para captar la vo
Carzo, que murmura entre la brisa:
—El inquisidor dispone para e
este procedimiento en caso de pe
Puesto que el claustro de Nuestra S
del Cervino no ha resistido al paso
siglos y al frío, esas marcas es lo
debe buscar con prioridad. Las
ineludiblemente antes de
Landegaard se marche del convent
Silencio. Luego el susurro de la
El chasquido de las gotas que caen
árboles sobre las hojas secas. Un t
musculosos contra los flancos
caballo.
Aunque ese día había llovido,
gotas sobre su sayal empapado
rugido de los truenos habían lo
picos que dominan el pueblo de Ze
se recortan en la bruma.
Landegaard esboza una sonris
Dios quiere, esa noche se acostará e
cama de verdad, con la panza lle
Capítulo 142

Arrodillada sobre la tarima de l


de los Archivos secretos, Valentina
un pulverizador de laca y rocía con
saca su cámara de fotos digital; el
rasga la oscuridad cada vez más de
A continuación pasa un dedo
las primeras huellas, claras y profu
que se perfilan la una junto a la otra
Valentina pasa el haz de luz d
linterna; el reflejo ha desaparecid
que significa que el polvo del pas
ya había cubierto ese lugar cuando
Ballestra colocó el pie allí.
Valentina relampaguea. Luego, la
de la última huella desaparece ba
biblioteca. Ballestra se ha internado
pasadizo antes de que la estanter
cierre a su espalda.
intento…, 1 posibilidad entre 8.7
escoger el correcto. Una vez
encontrados esos siete libros, to
hace falta descubrir el orden en que
obras deben ser retiradas de los est
procedimiento inventado en la
Media, ni siquiera en los bancos s
mejor protegidos, ni en los só
blindados de la Reserva Fe
estadounidense o las cámaras
colocar varias veces esos miles de
sin que ninguno de esos movimi
hubiera tenido la menor posibilid
accionar el mecanismo.
La inspectora examina con los o
Regina, Mater Misericordiae,
primeras palabras de la conocida or
dedicada a la Virgen María en
Valentina interrumpe el me
pulsando una tecla. La pantalla par
romanos y términos religiosos q
vienen a la mente. Cada vez que ha
intento, la pantalla muestra una ve
de fracaso. La joven se desanima, p
cabo de un momento una sonri
corazón se le acelera al oír crepi
disco duro.
«Grazie, signora…»
La pantalla muestra ahor
escritorio del ordenador. Valentina
contienen esa frase. Una señal sono
pantalla muestra doce manuscrito
corresponden a lo solicitado. Vale
examina las respuestas. Dos
contienen la frase exacta; las otr
Prima Secundae, segundo volumen
Summa, de santo Tomás de Aq
Según la base de datos de los archiv
los cuatro tomos de esa conside
obra se encuentran, efectivamente,
alturas». Un fragmento del Apoca
siríaco, de Baruc, un relato apocal
del bajo judaísmo escrito cien años
del nacimiento de Jesús. Hilera
undécimo nivel, estante 4. Vale
llaman Anticristo y que resurgirá
nada para atormentar al mundo».
Un fragmento del Apocalipsis d
Juan. Hilera 62, primer nivel, esta
Es la última obra de la lista, la
volúmenes encuadernados en piel
que componen la Summateologic
Tomás de Aquino. Aprieta los ded
torno al volumen y lo atrae
lentamente hacia sí. Aguzando el
mecanismos de ruedas. Finalm
empuja la escalera hacia un la
contempla el Apocalipsis de san
colocado a la altura de los
Conteniendo la respiración, e
escapar una corriente de aire tibio
envuelve a Valentina.
Capítulo 143

Hace más de un mes que el inqu


encargo de inspeccionar desde las o
del lago de Serre-Ponçon hast
lejanos Dolomitas. Catorce conven
monasterios que han dejado de resp
a las exhortaciones de Su Santidad.
evangelio de Satán y la osamen
Janus, dos reliquias que constituy
principal blanco para los innumer
enemigos de la fe. Esta circunst
hace más preocupante todavía el sil
camino podría atraer la atención so
verdadera misión de las recoletas.
Unas horas después de salir
ciudad de los papas, el inquisidor
escolta habían pasado junto a las úl
acerca al pueblo de Zermatt. Desde
algunas leguas, un extraño olo
armazones de casas quemados
fuego ha empezado a flotar en el a
que hace fruncir la nariz de los ji
encuentra sus esqueletos carboni
en medio de los escombros. Lande
alza los ojos hacia las muralla
convento, que se recortan a lo lejo
luz rojiza del crepúsculo. Una ban
Capítulo 144

Tras detener a su caballo a ti


piedra del convento, Landegaard al
ojos hacia la cima del precipicio
como temía, ninguna cuerda surge
bruma para izar a la tropa hasta la c
Landegaard escruta las tro
Nadie. Al volverse hacia sus no
para hacerles constar en los registro
las formas encogidas llevan el háb
las recoletas. Once cadáveres estrel
contra el suelo. La disposición d
cuerpos indica que las religiosas
caído las unas encima de las otras
que piafa, nerviosa. A juzgar p
negrura de su piel, las desdichada
pasado todo el invierno a la intemp
sus líquidos se han congelado por e
del frío. Cuando la nieve ha empez
abiertos por efecto del pá
Seguramente el vértigo de la ca
No, se trata de otra cosa. Lande
aparta la toca de la monja; el cue
la desdichada ha sido devorado
cuerpos ha sido profanada. L
significa que las religiosas f
mordidas por algo que se aba
sobre ellas en la cima de las mur
algo que les arrancó la garganta
reluce ante sus ojos bajo los ray
sol poniente es un diente hum
Capítulo 145

La inspectora Valentina Gra


una tonalidad azulada a la oscurida
túnel. De ese modo puede ver a la v
huellas que el archivista ha dejado
suelo y las marcas térmicas qu
manos han dejado en las paredes.
lugares el paso lento y prudent
archivista, este se detuvo varias
para examinar la arquitectura del só
Cuando el eco de sus pasos p
alejarse y las paredes del sótan
datan de la época de Nerón y con
varios lugares del centro, entre ello
vestigios del Senado imperial y
palacio de los emperadores.
pasadizos subterráneos, la ma
que debería aparecer como una lín
puntos bajo los adoquines de la pla
San Pedro. Su dedo se desliza p
mapa. Por el número de pasos q
contado en las tinieblas y por la
Sin embargo, en esa zona del ma
suelo está desesperadamente lleno.
Más extraño aún es que
gigantesca abertura practicada e
cimientos de la basílica no apare
durante siglos y por el que un ancia
muerto.
La joven avanza hacia el centro
sala. Si sus cálculos son exactos,
se encuentra en la vertical de la tum
Imagina, a mucha distancia por en
de ella, los frotamientos de esas s
que convergen lentamente hac
catafalco. Una marea de almas en
avanzando envueltas en el Stabat M
registrados. Los nombres de los div
papas de la cristiandad están grabad
el mármol sobre los cubículos. Le
algunas colgaduras. Los cubículos
vacíos. Según lo que Carzo d
archivista fue torturado y dego
antes de que su asesino dec
desplazar su cuerpo. Valentina sigu
los ojos los regueros de sangre q
alejan hacia el fondo de la sala. Sus
señal sonora. Luego, el susurro ate
de Ballestra retumba en medio d
tinieblas.
entrecortada, un denso vaho esca
los labios entreabiertos de la j
Carzo tirita. Hace unos minutos q
temperatura del refectorio ha emp
a bajar, como si una ola de frío estu
las corrientes de aire con el recuer
las recoletas. El convento desp
Carzo se yergue al oír los susurro
llenan ahora el silencio, clam
amortiguados, gritos y cánticos. R
La misma respiración rápid
mismo vaho que escapa de entr
labios de la joven. Ve latir una vena
frente de Parks. La chica, dormida,
contra algo.
sus articulaciones están tan duras q
consigue moverla ni un milímetro.
—¡Marie, esto está yendo dema
lejos! ¡Tiene que despertar!
Parks abre los ojos. Sus pupilas
Capítulo 147

—Me llamo monseñor Ri


Pietro Maria Ballestra. Nací el 1
agosto de 1932 en la Toscana. Mi m
—Esta noche, a la una d
madrugada, me ha despertado el
Alfonso Carzo; me llamaba despu
haber dejado la Amazonia, adonde
sido enviado para investigar unos
América. Los indígenas que saliero
encuentro los recibieron como si f
dioses. Los testimonios relatan q
habían ido hombres blancos allí
mucho tiempo y que los indí
Jesucristo de las Escrituras sino
doble satánico: una bestia feroz a l
los antepasados de los aztecas h
clavado en la cúspide de una d
pirámides, algo que había provoca
cimientos de la basílica la Cámara
Misterios, que tantos de
predecesores han buscado antes qu
Aquí se encuentran almacenada
correspondencias secretas que los
extienden su poder en el seno
Vaticano. Hace más de seiscientos
que esa cofradía intenta encontr
evangelio de Satán, un manuscrit
supuestamente contiene la prueba d
Valentina cierra los ojos. Es
grave aún de lo que había imaginad
—Si creemos lo que dic
manuscrito, después de la negaci
Cristo en la cruz, unos discípu
Mongolia y Siberia. Desde allí, cru
los hielos del estrecho de Beri
bajaron por el continente amer
bordeando las costas del Pacífico
fue como llegaron al litoral de Mé
Crujido de papel. Bal
desenrolla otros pergaminos.
—Acabo de encontrar en el cub
del papa Adriano VI unos v
cuadernos de piel, que parecen diar
estrellas. En el forro del seg
cuaderno, otro mapa, este terr
aparece cubierto de símbolos azte
mayas, así como de cruces de colo
sangre que parecen indicar mister
—Acabo de descubrir en el m
cubículo unas cartas de Cortés diri
a la Inquisición española y a
eclesiásticos de la Universidad
Salamanca. En el momento en que
asistir a una extraña ceremonia relig
El templo azteca donde se desarroll
culto está decorado con una pesada
de mármol sobre la que hay una c
de espinas ensangrentada, y la cerem
oro unos trozos de carne humana
líquido rojo que parece sangre. L
ante los ojos del conquistador, los
forman dos filas y se arrodillan de
del sacerdote para recibir la comun
los descubrimientos del padre Car
el templo amazónico y prueba qu
discípulos de la negación bajaron
las costas de México después de
cruzado el estrecho de Bering. F
Valentina empieza a
conciencia del atolladero en el que
metido. Oye cómo Ballestra regist
demás cubículos.
—Dios mío, te lo suplico, haz q
el siglo XIV. Su primera víctima f
Santidad el papa Clemente V, que m
envenenado en Roquemaure el 2
abril de 1314. Según los documento
estoy encontrando en los úl
un momento por el ruido de
pergaminos que desenrolla a toda p
Acaba de encontrar un informe pe
que data de 1908 y lo comenta a m
que va leyéndolo.
carbonoso que se forma en el inter
las fosas nasales de la víctima.
Exactamente igual que el que he vi
el cadáver del papa que acaba de m
Valentina oye el ruido de la ant
sofocado. Unos ruidos húmed
metálicos, como puñaladas. Una ú
queja resuena bajo la bóveda. Ahí
el camino de Ballestra. La inspecto
está inclinando para examinar m
Capítulo 148

Una vez ha guardado su ma


descubrimiento, Landegaard orden
escolta que abra un camino e
El inquisidor acaba de llegar
cima de las murallas y pasa por en
del parapeto agarrándose de la man
le tiende uno de sus guardias. Despu
asoma al vacío para guiar con la voz
que está abierto. Al otro lado, una a
sala con las paredes encaladas.
menor movimiento en los pasillos,
menor ruido salvo los silbidos de la
que circula entre las vidrieras, qu
derribadas y las bibliotecas volc
Landegaard comprende que
irreparable se ha producido.
Arrodillado al pie de la chim
contempla los compactos monton
fragmentos de papel chamusca
trozos de cubiertas. Pasa un dedo
capa de hollín adherida a los morillo
olfato identifica sin dificultad
depósito pegajoso: el olor del cuer
Landegaard continúa removien
cenizas. Esquirlas duras y blanca
caído al fondo del hogar. Las recoge
examina en silencio. Parecen hu
Después encuentra una muestra m
preservado. Otras huellas de sanda
detienen al pie de una pared donde
experto del inquisidor adivina el
hundimiento de una puerta se
Tocando el tabique, enseguida local
encontrar en el hogar proceden
esqueleto de Janus. Pero —en e
inquisidor es tajante-entre las ceniz
había ni dientes ni articulacione
mandíbulas, por lo que se aferra
contiene el evangelio llegaran
revelados en estos tiempos de peste
caos, la cristiandad se derrumbar
unas semanas. Ciudades y contin
destruidos a sangre y fuego, el fin d
Landegaard se dispone a salir
estancia secreta para reunirse co
hombres cuando un largo toqu
cuerno suena en los pisos superior
convento. El destacamento enviado
Capítulo 149

El asesino que avanza en la Cá


de los Misterios parece despla
rozando el suelo. Lleva un sayal
Cuando considera que el asesi
encuentra a menos de cincuenta m
de ella, sale de detrás del pilar y apu
la forma que avanza a la luz azula
sus gafas.
—Se lo advierto, ¡deté
inmediatamente o disparo!
Ve brillar en la oscuridad el de
de una hoja mientras el monje ab
brazos. Una potente oleada de c
La inspectora dispara cuatro
seguidas que alcanzan al monje
hombro. El primer impacto lo de
en seco. Los otros le hacen retro
unos pasos. Valentina oye rebot
blindadas que destrozan el pech
monje y proyectan largos chorr
sangre tras producirse los impact
hombre cae de rodillas. N
casquillos humeantes qu
El pulgar de la joven libe
cargador vacío, que rebota en el sue
monje está a diez metros escaso
inspectora introduce otro cargador
vacía gritando con todas sus fuerza
Valentina expulsa el seg
cargador, vacío, introduce el últim
le queda y, con un chasquido, insert
bala en la recámara. Sin aliento, a
lentamente hacia el asesino. Apun
Capítulo 150

Hace cada vez más frío. El


Carzo contempla las marcas viol
que las tiras de cuero dibujan e
control de Parks, esa cosa se hiciera
vez más… presente. Sí, es eso lo q
hiela la sangre a Carzo mientras el
de la joven se contrae: la cosa que
en Parks está imponiéndose.
claras que dejaron en las par
Colgaduras cargadas de polvo
recuerdos. Carzo se sobresalta al
lamento de un cuerno a lo lejo
vuelve hacia Parks y se da cuenta d
Silencio. Luego, un sonido de c
en las tinieblas. Carzo se yergue
ruido de botas en la escalera
fortaleza.
—¿Marie?
Las correas ceden con un chas
mientras la joven se levanta y se
hacia las mesas del refectorio.
en el suelo al arrastrar el cuerp
Ballestra. Al fondo de la sala, tom
pasadizo secreto que ha quedado a
en la pared.
Cada vez más fuertes a medida q
público que pasa por debajo de la t
de la basílica. Tras guarda
automática, Valentina sube los
peldaños que la separan de la super
***
Expuestos ante el altar, los
mortales del Papa están rodeados p
cordón de guardias suizos con unif
de gala. Cuatro filas de cardenale
sotana púrpura están arrodillados
ha sido asesinado y de que so
cardenales quienes han cometid
crimen. Cierra los ojos para dejar d
esos fantasmas que la rodean. Si g
eso a través de los clamores del ór
Valentina se estremece. Por
razón no dice nada y se deja llevar
riada de gente hacia la salida
obstante, echa un vistazo por encim
hombro y ve que el comandante
guardia, que desaparece tras él po
puerta secreta.
La joven intenta abrirse pa
codazos para llegar más deprisa
salida, pero la afluencia es tal q
escruta las caras. El viento que ba
plaza hace tiritar a Valentina. Su p
impulso es retroceder, pero
muchedumbre se lo impide. Entonc
refugia bajo un paraguas, dirige
pierde entre la multitud, echa un v
rápido por encima de su hombr
coloso mira hacia otro lado. Suelta
peregrino y se escabulle entre
columnas que bordean la plaza. L
Capítulo 152

Mientras la alarma resuena e


tinieblas, el inquisidor y sus gua
corren por la escalera que conduce
guardias del destacamento están pá
Las recoletas asesinadas quedaron a
sobre las mesas del refectorio
cuerdas de cáñamo. Como los cadá
abotargados han empezado
Pasando de una mesa a
Landegaard examina detenidamen
cuerpos. El estómago se le revue
medida que descubre el espa
suplicio que las recoletas han sufrid
sido cometidas por secuaces de Sa
por soldadotes abyectos. Qu
torturaron a las religiosas no
intentaban hacerlas confesar; tam
querían vengarse de algo, como si
fueron torturados durante meses an
confesar finalmente sus crímenes.
El inquisidor se vuelve hacia u
sus guardias, que se acerca tendié
un medallón que ha encontrado en
machacados y cuerpos martiri
entre los que se esfuerza en van
identificar el de la madre Gabriella
Catorce en total. Con las
desdichadas a las que los Ladron
superiora, de quien los guardias n
encontrado rastro alguno.
El inquisidor se acerca a la ú
mesa. Está vacía y cubierta de s
seca. Se agacha para recoger unos t
Landegaard sigue con la mira
rastro de sangre seca en el suel
anciana recoleta encontró fuerzas
levantarse y atravesar el refectorio
otra puerta que da al claustro.
corriente de aire glacial escapa
brecha que se abre en la pared. A
lado, una escalera desciende e
tinieblas: un pasadizo secreto que
en todos los conventos y
Por ahí es por donde la madre Gab
escapó.
descuelga. Al notar por la voz de la
que algo no va bien, el jefe de reda
del Corriere dice sin rodeos:
—Supongo que no me llama
hablar del tie
—Muy bien, ahora mismo llam
periódico para que paren las rotati
cambien la primera página.
—¿Y yo qué hago?
—Nos vemos dentro de diez mi
—Entonces es demasiado pelig
Si el camarlengo forma parte
conspiración, hará vigilar las id
venidas en todos los edificios d
periódicos de Roma. Así que pasa l
muerte. Así que ten mucho cuid
mantente alejada de las fa
Un clic. Valentina se estremece
pasos a su espalda. Se vuelve. Nad
lo lejos, una riada de cirios avan
la barandilla y desaparece en las
fangosas del Tíber. Es tan fácil mo
medio de una multitud…
examinando las mesas. Se agach
encontrado algo en el suelo. Cuan
incorpora, su mano está vacía
embargo, Marie la contempla. L
echa otra vez a andar escrutando el s
una antiquísima escalera que desc
en la oscuridad.
—¿Adónde conduce este pasa
Marie?
Capítulo 155
lugar, la madre Gabriella perma
largo rato inmóvil. Seguram
buscando fuerzas para continuar.
La llama de la antorcha
mientras Landegaard continúa ba
estrecho que sale del sótano princ
aspira los olores de detritos que em
de él. El pozo de residuos del conv
Alargando el brazo, ilumina sus pa
Rastros de sangre helada. La m
Landegaard avanza unos pasos
pasadizo principal y encuentra
huellas que la recoleta dejó al reg
del conducto de los residuos. Aunq
llama de la antorcha oscila cada ve
Pronto Landegaard no neces
antorcha. Apaga la llama pisándol
el talón, tira el hachón por encim
hombro y llega en unas zancadas
pesada reja que cierra la entrad
Con los ojos inundados de lág
frente a la luz cegadora que hace
la nieve, Landegaard pasa la man
una roca plana que se alza en la en
Si él hubiera tenido que huir po
Superiore, el monasterio de
congregación de trapenses que se
justo encima de las aguas glaciales
del lago Mayor. Unos m
desolladores que practican el
filigranas rojas que solo brillaban e
tinieblas.
Con una sonrisa en los l
amoratados por el frío, el inqu
levanta la trompa que cuelga d
recoleta seis meses atrás, llev
consigo un cráneo reseco y un
libro.
desplomarse sobre la estela don
anciana recoleta grabó su destino
aquella losa plana que Landegaard
con los dedos solo queda una vieja
cubierta de musgo.
mente. Marie se inclina y vomita
solo a causa de su olor, sino tambié
recuerdo de su cuerpo. Como s
brazos y las piernas de ella no aca
de recuperar su tamaño habitual. M
Capítulo 157

Valentina se abre paso a través


multitud de fieles y gira a la izqu
hacia las callejas desiertas de Roma
despide un puesto ambulante. E
momento en que el mar de velas se
detrás de ella, Valentina se vuelve
queda petrificada. Dos monjes acab
aparecer al otro lado de la pla
y que el gentío ni siquiera repara
presencia. «Dios mío, son ellos…»
Dominada por el terror, Vale
aprieta el paso y se adentra en una c
estrecha que sube hacia el Pan
intentaran alertar a los Ladrone
Almas. «¡Valentina, deja de desba
corre!»
Justo antes de llegar al Panteó
joven se vuelve y escruta la oscuri
marcando un número en el teclado
móvil. «Mario, por favor, levant
ojos…»
Los monjes ya están a tan solo t
metros. Valentina ve cómo uno de
equivocado en el primer intento. L
sin levantar la cabeza, el roman
acerca el teléfono al oído y reanu
marcha. Valentina se dispone a ec
correr hacia él bajo la lluvia cuan
—¡Mario, los monjes! ¡Va
matarte!
Ve cómo el periodista levant
ojos en el momento en que el puñ
monje lo atraviesa por encima
Novena parte
Capítulo 158

Lago Mayor, Italia.


Nueve de la noche
Parks y el padre Carzo no
carbonizadas de la abadía-fortale
Maccagno Superiore. De esta
fuerte trapense de la Edad Media
defendió durante mucho tiemp
Milanesado contra los bárbaros,
una vieja capilla cuyas pa
desmoronadas lindan con los ves
del claustro. Ahí es donde han en
Parks se ha sentado en un antiguo
de celebrante; las patas, roídas p
Parks vuelve la cabeza haci
troneras que atraviesan las murall
Maccagno. A través de una est
ranura, la luna se refleja en la supe
del lago Mayor.
tropa llegaron a la fortaleza
Maccagno el 21 de julio de 13
amanecer. Sabemos que aquí su
algo. Algo que Landegaard no
previsto. Pero no sabemos qué es.
trapenses de Maccagno tras el pas
inquisidor y por qué…
A medida que la voz del sacerd
aleja, la joven siente de nuevo q
cuerpo se distiende, sus mano
pinceladas de un cuadro. O
apetitosos de piedra caliente, de m
de matas de ortigas. Ruidos tambi
ronroneo de una colmena, el cha
del agua sobre los guijarros, el chas
en sus manos y el estremecimiento
flancos de su montura contra sus m
Había hecho un calor atroz es
pero ni el ardor del sol ni los mosq
sedientos de sangre habían conse
Maccagno Superiore se recortan c
el cielo rojizo del crepúsculo.
Cervino con el relieve abrupto d
montes de Ticino. Al amanecer del
día, el carruaje de un notario cayó
precipicio. De pie sobre los est
Landegaard se asomó al abismo mie
deberían asomar en el horiz
llegaron al fin a sus mu
carbonizadas e instalaron allí un peq
campamento. Landegaard inspec
los pilares del claustro hasta enco
dificultad qué sucedió despué
encontrar los restos de las maria
crucificadas en las puertas del conv
Lo que significaba que los Ladron
Almas se habían lanzado en persec
hicieron breves pausas hasta las mu
de Maccagno.
Parks, dormida, gime. Esos die
de tristeza son los que acaba de desc
en la memoria del inquisidor cuand
Capítulo 160

Al llegar al pie de las murall


inquisidor tira de la brida de su mo
y levanta una mano enguantada. D
insectos. Landegaard aguza el
Nada. Entonces señala el mecanism
puente levadizo a través de los ba
del rastrillo. Sus ballesteros apunta
el arma, pero, cuando se dispon
—¡Ah de las murallas! —dice
las manos a modo de bocina—
nombre es Thomas Landeg
inquisidor general de las marca
Aragón, Cataluña, Provenza y M
el puente a fin de recibir al embajad
Aviñón.
Otras tonsuras acaban de apare
lado de la primera. La brisa lleva
oídos de Landegaard el conciliábul
hasta la abadía de Santa Madon
Carvagna, sobre el lago de Como.
vagabundos nos dijeron hace una
que el gran mal ha sembrado mue
desolación entre las filas de nu
cumplir su misión. Bajad el puen
inmediato para que compruebe co
propios ojos que el mal no o
afectado. ¡Bajadlo ahora mismo, o
mía que serán mis arietes quien
haber dispuesto a sus ballesteros de
de él, Landegaard espolea a su mon
Seguido de los carruajes
inquisidor penetra en la fortale
observa a los trapenses, que se
restos de huesos de lechuza, qu
viejos han roído para engañar el ha
A estos extremos inconfesables
reducido la peste a los orgu
pellejeros de Maccagno. Sin emb
Capítulo 161

Los ballesteros se reparten las


de tiro mientras Landegaard se in
hacia uno de sus guardias, que le su
Un silencio mortal acoge
observación. Luego, una voz casca
eleva por fin entre las filas:
—Monseñor, hemos fundido la
y bebido agua de lluvia.
y de Carvagna, solo ha habido c
tormentas durante la primavera.
Nuevo silencio.
—Subíos las mangas y mo
vuestros brazos a mis notarios.
manda callar haciendo chasca
riendas de su montura.
—Dejemos que sea Dios
juzgue y se apiade de nuestras alm
estos tiempos de infortunio. No
—¿Acaso os habéis comido tam
vuestra propia lengua? Según
registros, el superior de vu
congregación es el padre Alfred
Toledo. Que dé un paso al frente
—Os conocí tiempo atrás e
seminario de Pisa, don Alfredo.
memoria no me falla, en aquella
disimulabais bajo una capa de p
una fea cuchillada que un bandid
salpica el polvo. El infeliz
tocándose la cara.
—Aquí está de vuelta vuestr
cicatriz, hermano mentiroso.
Dirigiéndose a los demás mo
Una voz trémula se alza de la f
arrodillados:
—Excelencia, el padre Alfred
fue arrebatado hace una luna.
—¿Y de qué murió? Hablad.
inquisidor tampoco cree una
palabra.
—En tal caso, conducidm
cementerio y mostradme su tumba.
Se produce un destello al p
manda rodear a los demás m
Luego, dejándolos estrecham
vigilados, hace abrir la tumba del
Alfredo y comprueba sin sorpres
está vacía. Entonces ordena a
y la boca con un pañuelo para exa
el cadáver. Los cortes practicados
cuerpo del infeliz han sido frotado
sal gorda para que las carnes ampu
no se estropeen: día tras día, los m
arrancarles una confesión sobre la s
infame que reservaron a la recoleta
medio de los alaridos, acaba enterá
de que la anciana religiosa se presen
la puerta del monasterio el decimo
más joven de esa mise
congregación confiesa que oyó có
recoleta martilleaba algo sobre una
junto al puente levadizo. Despué
que se alejaba en dirección este.
Nosotros les contestamos que sigu
su camino, pero empezaron a escal
murallas como si sus pies fuera
ganchudos como las pezuñas
machos ca
Soltando unas carca
demenciales, el trapense se incorp
escupe al inquisidor en la cara.
—¿A ti qué te parece, asqu
engendro de Dios? ¡Renegamos
febrilmente la piedra. De repent
queda paralizado.
—Señor todopoderoso
misericordioso…, la abadía cisterc
de Santa Madonna di Carvagna.
ojos en blanco y la cabeza caída so
sillón. Hace unos minutos que Ca
busca el pulso. Una venita azul se p
palpitar cada vez más fuerte a m
que Parks vuelve a quedar atrapada
Parks, que siente arder sus ar
por efecto de la adrenalina, profie
grito al emerger por fin de su v
Abre los ojos y aspira aire com
hubiera estado a punto de ahogarse
abre los ojos con estupor. Insens
las lágrimas de los comedo
hombres, Landegaard los enterró v
El inquisidor y su escolta incendia
continuación el monasterio y se ale
tiempo, para que su mente digirie
que había visto.
—Ha dicho que la recoleta se d
hacia la abadía cisterciense de
Madonna di Carvagna, ¿no?
ninguna de las comunidades a la
pidió asilo durante su huida.
—Quizá consiguió entregárselo
cistercienses de Carvagna.
—Creo que no era esa su inten
embarazada sin saber que era port
del mal. Si la recoleta llamó a las pu
de esa abadía, nadie le abrió, pues
quedaban cadáveres. Así que ir
directamente al convento de Bol
Aquel en el que anunciaba al Pap
los fantasmas de sus guardias es
derribando la puerta del torreón don
había refugiado.
—No… no tendré fuerzas
Sabe que miente. Nuevas lág
brotan de sus
—Sin embargo, no tendré
remedio que meterme en la piel
recoleta para encontrar el evangelio
aterrada. Los labios de la joven se c
sobre los suyos.
—Marie…
El sacerdote intenta resistirs
poco más. Después, cierra los ojo
Capítulo 163

Roma.
Diez de la noche
Sentado en la parte trasera
más ruido que un ejército de fanta
Pero lo que preocupa al car
Giovanni mientras la limusina se
paso con dificultad entre las proces
es que nada ha sucedido con norma
del cónclave. Algo nunca visto
hace siglos.
A media tarde, el an
camarlengo había subido a la tribun
concilio para anunciar la notic
constitución apostólica Un
Dominici Gregis, Campini
convocado a los cardenales al cón
que se iniciaría inmediatamente de
del entierro. A partir de ese momen
es un Bentley de colección que pert
al cardenal Angelo Mendoza, secr
de Estado del Vaticano y primer mi
de la Iglesia. Justo después d
intervención del camarlengo y mie
sobre a salvo de las miradas. E
interior, una simple hoja en la
Mendoza había escrito unas palabr
latín que significaban: «El necio tie
ojos abiertos, pero el sabio camina
hoja, como ya hizo en su habitació
hotel inmediatamente después de
salido del concilio, Giovanni no s
en absoluto mientras contempl
frases escritas con tinta roja que d
nuevo las líneas rojas que parecen
sobre el papel:

Mi limusina lo recogerá a l
22 horas en el número 12 de v
un amigo fiel del papa que acab
fallecer, un miembro de la vieja gu
Fue él quien recomendó seis meses
a Su Santidad que elevara a Giova
rango de cardenal el día que este cu
pues, ha depositado su confianza
que lo ha convertido en lo que es. P
el mensaje de Mendoza le inquieta
y el silencio que ha invadido el Vati
El prelado abre los ojos. La lim
chófer. Dirige la mirada hacia el c
de separación. El hombre ni siquie
vuelto la cabeza. Giovanni ab
portezuela y mira la suela de su mo
que desaparece en un charco de
cardenal va a dársela cuando ve
sombras agazapadas en el cal
Cuatro hombres. Da un paso atr
reconocer al más cercano; su
acaba de aparecer bajo una luz de
La voz del maître es gl
Giovanni se estremece al ver q
hombre ha introducido una mano b
americana y que empuña un arma.
Entonces contesta:
Giovanni echa un vistazo hac
fondo del callejón. Los guardias s
han desaparecido.
rugido. Cientos de miles de l
rezando en medio de un bosque de c
Parece un monstruo, una
compuesta de miles de rostros triste
cuerpos inmóviles.
Campini ve de reojo que a su la
detiene la imponente silueta
comandante de la guardia.
—Le escucho.
—Tres cardenales no han acud
—A los dos primeros se lo imp
límite de edad y no pueden formar
del cónclave.
—Aun así, eminencia, el car
secretario de Estado y el má
cuando la Sede está vacante.
camarlengo soy yo.
—¿Cree que saben algo?
—Creo que creen saber algo.
de todas formas, sea lo que fuere l
—Es imprescindible recuper
evangelio para la misa solemne q
celebrará justo después de la elecció
gran maestre.
—Quizá sería mejor intervenir.
Campini dirige una última m
hacia la muchedumbre.
—Refuerce los cordones
seguridad y cierre la ba
El comandante indica a sus gua
Capítulo 165

El maître conduce al cardenal


los salones privados del restau
Abre la puerta y se aparta para d
congregación de obispos, y un an
con traje oscuro y sombrero de pañ
cara está tan arrugada que parece so
permanentemente.
Giovanni aspira los olores de ci
cucharadas de tarta de moka. A
también donde intrigan para prepa
caída de los ambiciosos, la desgrac
los poderosos y la marginación d
pretenciosos.
—Me he permitido pedir una r
de este delicioso tiramisú y una b
de esta grapa de los Abruzos q
Nuestro Señor le habría encantad
interviene Mendoza.
de su cigarro. El anciano del som
apenas ha tocado su pastel. Lí
cigarrillo y se lo pone entre los l
antes de encenderlo con un mec
Luego se vuelve hacia un ho
—Le escucho, eminencia —
Giovanni—. ¿Por qué me ha hecho
aquí y quiénes son estas personas?
Mendoza deja el cigarro en el cen
—Patrizio, tenemos buenas ra
Ballestra. Sabemos también que nu
viejo amigo había descubierto alg
los sótanos del Vaticano.
—¿Qué?
—Pruebas de la conspira
descubierto que otros veintiocho
fallecieron como consecuencia
mismo extraño y fulminante mal.
—¿Está diciéndome que Su San
ha sido asesinado?
utilizando el código de los archiv
hace que un maître me reciba co
fuera un ladrón y me pide un santo y
al fondo de una calleja vigilada
guardias suizos de paisano, y finalm
de un desconocido que le susurra
al oído en siciliano.
Una sonrisa aparece en los labio
viejo del sombrero. Mendoza tom
sorbo de grapa y deja la copa sob
Mafia histórica con la que la I
mantiene desde hace casi un siglo
relaciones tan valiosas como inevit
Nada definitivamente repren
tranquilícese. Don Gabriele es un a
—Anoche, nuestras familias a
de Trapani, Agrigento y Mesina
alertaron sobre un trato que se e
cerrando entre las ramas traidoras
Camorra y de la Cosa Nostra. Lo
honor. Detrás viene la 'Ndranghet
calabreses. Esos son malos de ve
muy crueles. Después está la Stidda
significa «estrella» en siciliano.
tránsfugas de la Cosa Nostra. A
niños y asesinan a ancianas. O
inversa, ya ni lo sé.
Giovanni, harto, se vuelve ha
cardenal Mendoza.
—¿De verdad tenemos que oír
—El trato del que la Cosa Nos
oído hablar implica a varios clanes
Stidda y de la Sacra Corona Unita. D
que anoche pasó mucho dinero de
manos sucias a otras. Unos caba
—Anoche, a la una de la madru
diversos grupos armados pertenec
a la Stidda y a la Sacra Corona
tomaron como rehenes a un centen
familias repartidas por toda Italia
—Hace mal, eminencia, p
podría ser que ese hombre que,
usted, se dedica a cortar el cuello
gente salvara pronto el de usted.
—Creo que ya he oído suficien
responsables del Vaticano han envi
unos esbirros para presionar a
cardenales e influir en los voto
cónclave!
Obedeciendo a una seña
de sus padres en las montaña
Germagnano, en los Apeninos,
macizos de flores que adornan la
construcción del siglo XVIII, así co
porche de entrada, de madera maciz
fotografía, un hombre de la Sacra C
Unita apoya el cañón de una p
ametralladora contra la sien de su m
que está llorando. El joven car
levanta unos ojos llenos de odio
Giovanni empuja el sillón y se
el abrigo.
—¿Adónde va?
—Voy a llevar esto a la policía
—¿Para qué?
serán ejecutadas en el acto. ¿Es e
que quiere?
—¡Un padrino no tiene nin
lección que darme!
—No recorrerá más de treinta m
oportunidad para detener al H
Negro, pero hay que actuar de
Concédame unos minutos
convencerlo. Después, usted decid
conciencia lo que es más conven
Capítulo 166

—¿Ha oído hablar de la red N


Ordo?
—No.
Nadie sabe quiénes son ni qué as
ti
—No recurrirá a la vieja teoría
amos del mundo…
—Cardenal Giovanni, si desea
de que ese algo no existe. Así es
Novus Ordo pudo desarro
tranquilamente a través de los s
Todo el mundo ha oído hablar de es
pero todo el mundo piensa, como u
élite de la élite. Novus Ordo incluso
a ese mito de un símbolo: una pirá
cuyo vértice, separado de la base
iluminado por el ojo del conocim
supremo. La élite revelada y la ma
Mientras tanto, Novus Ordo
continuar desarrollándose sin
molestado.
—De acuerdo, admitámoslo.
¿qué relación tiene con el Humo N
—Es en lo que ha acabado
convertirse con el paso de los siglo
parte de un gigantesco conjunto c
por ella misma. Pero no una
cualquiera, porque la cofradía del H
—No, Patrizio, son solo rumor
Un silencio.
—¿Cómo empezó todo?
—El 13 de octubre de 1307, día
detención de los templarios,
arrestados en Francia fueron encer
en los calabozos de París, Giso
Chinon esperando la hora de morir
tortura o en la hoguera. Justo ante
inicio de las operaciones,
en la pared de su calabozo el
donde se encontraba la cruz q
pertenecía. Ocho lugares secreto
se transmitieron de unos templa
otros y llegaron hasta los oídos
emplazamiento donde el Temple
escondido su tesoro cuando termi
las cruzadas. La unión de las ocho c
indicaba ese lugar.
—¿Dónde era?
—En el apogeo de su po
económico, la orden ingresab
equivalente a quince mil millon
dólares al año. Los templ
acreedores de los reyes y de
mucho menos de 780 mil millon
dólares actuales. Por supuesto, tod
dinero no les pertenecía, pero, si ten
en cuenta lo que les reportaban sus n
mil encomiendas, sus tierras,
dólares en monedas de oro y pi
preciosas. Se cree, pues, que utili
sus propias naves comerciales
transportar su tesoro hasta Hierro.
Un silencio.
lombardos, los genoveses,
venecianos y los florentinos, fam
poderosas, cada una de las cuales re
una parte del tesoro con la orde
hacerlo fructificar y de abrir más b
—¿Quiere decir como el Temp
su apogeo?
Mendoza asiente con la cabeza
Sabemos que a mediados del si
XV Novus Ordo estaba compu
empezaron a construir naves ca
vez mayores y más perfecciona
Fueron ellos quienes armaron l
carabelas de Colón, de Cortés y
Pizarro. Fueron ellos quienes
inmenso imperio. Las familias som
a la organización derrocaron a los
y fomentaron las revoluciones;
adelante, financiaron la guerr
Independencia norteamericana ant
tesoro del Temple. Siglos de com
de intereses y de dividendos.
poderosas familias se han pasad
antorcha, y la élite sigue forman
cabeza pensante de Novus Ordo
antiguas repúblicas de Gé
Florencia y Venecia, su propósi
controlar las riquezas del mun
explotar a los pueblos para enrique
cada vez más. Pero su enriquecim
Después, alza de nuevo los ojos y
la mirada del cardenal Mendoza.
—Solo una pregunta, eminencia
—Dígame.
—¿Cómo puede saber todo es
Capítulo 167

Mendoza cruza una mirada c


cardenal Giacomo, que no ha abie
boca desde el comienzo d
una operación de este tipo. A lo lar
los siglos, once agentes habían
hallados muertos tras haber fracasa
su intento. El error de nu
predecesores era haber subestima
futuros obispos hasta quedarno
uno: un joven protonotario apos
llamado Armondo Valdez; su eje
recorrido demostraba que era d
honradez y de una devoción sin fi
mundo. Al mismo tiempo, nu
exorcistas se encargaron de inicia
las fuerzas del Mal y el cul
innomb
Un silencio. El cardenal Men
que había sido admitido en la cof
Una operación que nos había ex
cerca de siete años de paciencia
noches en blanco.
Otro silencio.
cabeza de la cofradía, lo reactiva
Entonces empezó a investigar
arcanos del Humo Negro; sus info
llegaban a misiones que tenían ord
transmitírnoslos por canales
—La misión del cardenal Valde
doble: identificar las ramificacion
Novus Ordo por el mundo y averig
identidad de los otros siete carden
la cabeza del Humo Negro. En part
ninguno de ellos ha visto nunca la
de sus condiscípulos. Sin emb
sabemos que hace una semana el
cardenal Valdez consiguió fotogra
uno de ellos en un pequeño co
—¿Y quién es el número uno?
—Lo único que sabemos es q
cofradía lo ha designado a él
suceder al difunto Papa si el H
Negro consigue orientar en su fav
—Eso es lo que el cardenal V
también había descubierto:
preparativos del atentado y su ejec
la víspera de la última reunión del H
Negro.
Mendoza y Giacomo cruzan
mirada. A continuación, el an
secretario de Estado añade con
cansada:
—Desde el principio acordamo
Mendoza saca un sobre de su so
Giovanni cierra los ojos.
—Ese documento lo recib
anoche por correo especial. Vien
Lazio Bank de Malta.
el camarlengo controla el Vatican
espera del desenlace del cónclav
nosotros no conocemos la identida
gran maestre del Humo Negro!
—Es aquí donde yo interv
Ragusa, en el extremo sur de S
Desde allí irá en una barca de
hasta Malta. Si se pone en ca
enseguida, puede estar en La V
cuando abran el Lazio B
Giovanni se vuelve hacia el car
Mendoza.
—Olvida un detalle importante
—¿Cuál?
—Me esperan para participar
las afueras de Roma. En una de ell
joven cardenal ve un Jaguar apla
entre un gran camión de transporte
furgoneta.
—¡Dios mío, es mi coche! Se lo
—Oficialmente, usted ha muer
la ambulancia que lo trasladaba
clínica Gemelli de Roma. El cirujan
difunto Papa se lo confirmará
agentes del Humo Negro, que es
—¿Y si se dan cuenta de q
cadáver que está en el depósito
Gemelli no es el mío?
—Entonces tendrá usted razó
algo.
Capítulo 168

Mientras las últimas notas del ó


se pierden entre los efluvios de inc
los enterradores bajan el ataúd del
enterradores vuelven a colocar la p
lápida. El cardenal Camano escuc
ruido sordo que esa tonelada de m
produce al caer sobre su ped
Después yergue la cabeza y contem
leyes de la Iglesia, las exequias del
deberían haberse celebrado
durante nueve días seguidos. Y el
protocolario establecía un mínim
seis días más después del ent
leproso y convocaban el cóncla
misma noche, como si se tratara d
reunión de conspiradores.
Ante tantos susurros irrit
Campini permanece imperté
momento para ese tipo de conciliáb
Pálido a causa de la afrenta, el arcip
retrocede unos pasos.
Examinando a hurtadillas al res
prelados de la curia, Camano s
mantenerse a lo largo de los siglo
dificultad; nunca ha habido más de
cardenales al frente de la organizac
nunca ha quedado constancia d
menor de sus actividades.
preciso cancelar el cónclave y av
los medios de comunicación.
situación es demasiado grave.
Sin dignarse contestar, el car
Camano saca de su sotana un sobr
—Señor, ¿quiénes son
personas?
—Mi sobrina y sus hijos.
criminales son sin duda esbirros de
Humo Negro. La mayoría de
autoridades, nuestras familias
ejecutadas en el acto.
—¿Qué hacemos entonces?
—Esperemos al cónclave.
estaremos todos encerrados
temblar los adoquines de la plaza
corazón de los miles de pereg
inmóviles bajo la llovizna. La mu
se abre para dejar paso a la doble f
cardenales electores de camino ha
Capítulo 169

Una sacudida. El 4x4 acab


adentrarse en un camino que condu
corazón de un bosque de pinos ne
conduce a tumba abierta en medio
roderas. De vez en cuando frena par
en la penumbra los carteles de mad
luego pisa el acelerador y arran
nuevo levantando una lluvia de bar
impresión de que el aire es más
más fresco.
El bosque se hace menos dens
luna llena ilumina de nuevo
caminantes. El suelo, que se
fortaleza se entrevé un patio circu
unos edificios en ruinas.
—Es aquí.
—Lo sé.
¿Qué coño has fumado?
Valentina Graziano se moja
labios en la taza de café que Pazzi
de servirle. Traga un sorbo y
mentalmente el recorrido del br
últimas horas en las que ha esta
punto de morir…
Petrificada de terror mientra
asesinos de Mario se dirigían hacia
la joven encontró finalmente fu
ver que los monjes seguían es
menos de cincuenta metros detr
ella, a pesar de que no habían corr
en un solo instante.
Agotada, siente la tentació
que los monjes siguen caminando.
todo, no debe mirar hacia atrás.
hace, el terror le paralizará las piern
Levantando agua de los charco
los pies descalzos, sube la colin
metros delante de ella. Se adentra e
calleja atestada de cubos de basura
Distingue los cirios de una procesi
la via Nazionale. A su espalda, los c
monjes están ahora muy cerca. L
el asfalto. La muchedumbre se dis
gritando. Sin dejar de correr hac
policías, que la apuntan, Vale
enseña la placa con las manos en
la vez que recita su número de plac
Capítulo 171

En el antiguo cementerio
convento de Bolzano, donde ahora
el uno junto al otro, Parks y C
1348. El día que la Bestia entró
convento.
Marie aparta un arbusto de reta
descubre otra lápida cubierta de m
Rozando con los dedos las asperez
instantes de vida. Marie se
extrañamente triste, como si lo qu
enterrado ahí fuera un trozo de
misma. O más bien como si el inqu
recordara los terribles acontecimi
¿Oyó una vez más, la última, los
de los trapenses enterrados vivos
pensó en aquel perfume tan femen
turbador que había cosquilleado
fosas nasales mientras despertaba
del corazón de Landegaard. Algo q
era muerte. Algo que no moría jam
Parks suelta el arbusto de reta
se seca los ojos mientras nota q
mano de Carzo se cierra sobr
Capítulo 172

Valentina abre los ojos e


momento en que la grabadora repro
las últimas palabras de Ballestr
para organizar la seguridad del co
y vuelves con unos huesos ridículo
evangelio de la Edad Media y
supuesta conspiración de cardenale
—Te dejas los asesinatos
—No hay cadáver.
—¿Qué?
—Y tampoco hay rastros de s
en la acera ni de monjes en las call
—¿Y los empleados del hotel
—¿Qué has visto tú exactamen
—¿Me tomas por gilipollas?
—Valentina, tú y yo somos pol
que ambos sabemos cómo func
estas cosas. Has quedado atrapada
—¿Y esto, joder? ¿Acaso he si
quien lo ha grabado en un estudio?
—¿Los delirios de un viejo arch
depresivo y alcohólico? ¡Sí, claro
causará furor en la p
grabación tiene tanto valor com
anuncio de una marca de preservati
—O sea que, si te entiendo bien
a salirse con la suya. Enterrarán al
y manipularán al cónclave para que
Latina para que disparen una c
nuclear contra la basílica, ¿por qué
Apuntando con un mand
distancia, Pazzi enciende el tele
empotrado en la estantería. Plano ge
a empezar el cónclave. La com
muchedumbre de peregrinos que o
la plaza de San Pedro se aparta para
pasar a la fila de cardenales qu
dirigen a la capilla Sixtina. Las pu
uno de sus papas. Y también es ex
que el servicio de prensa del Vat
permanezca mudo y que no se
ninguna información. Pazzi qui
sonido.
expediente para despertar a un ju
tratar de conseguir un mandato?
—¿Y el cadáver de Ballestra?
—El cadáver de Ballestr
demuestra una
—Ese plazo que reclamas te lo
dar el cónclave. Si dura tres días, te
tres días. Si dura tres horas, como p
que va a ser, no tendrás ni un m
más.
continuamente tu grabación po
altavoces de Roma, se quedarán
panchos. Pero, hasta entonces, si l
dices es verdad, estás en peligr
muerte.
hombre le tiende a Pazzi un fa
documentos expedidos por
Departamento de Estado norteamer
y el Ministerio de Justicia italiano
salvoconducto con autorización
Crossman, director del FBI. Veng
Denver y voy a necesitarla para aco
a los cardenales del Humo Negro.
—¿Nada más?
—Sí. También he perdido a u
Capítulo 173

Carzo se adentra en la escaler


desciende hacia los sótanos d
fortaleza. Un pasadizo oscuro
habían arañado los cimientos co
uñas antes de morir de agotamiento
Mientras avanza, Parks recuer
penúltima carta que Landegaar
escribió al papa Clemente VI:
Parks se sienta en el banco de p
que Carzo le señala. Cierra los ojos
—Marie, escúchame atentamen
muy importante. Ahora voy a envi
este mismo lugar la noche del 1
la cosa que ha matado a sus religios
a despertar de nuevo de entre
muertos. Dice que es preciso acaba
eso, que no tiene elección. Pide a
que la perdone por lo que se disp
Marie nota que los labios de Ca
posan sobre los suyos mientra
sumerge en la oscuridad. Nota la
áspera de su hábito, su respiración
sobre sus párpados y su mano e
intentado estrangularla. Los recuerd
la madre Yseult.
permanece encorvada en el hueco d
se ha emparedado. No es
suficientemente alto para estar de p
suficientemente ancho para sentars
viejo cuerpo tiembla a causa de la
Los recuerdos de la madre Y
llenan poco a poco la memoria de M
Un jinete surge de la bruma y gr
dirección a las murallas. Una c
cruza las puertas y se detiene en el
Yseult tiene miedo. Un hatillo de cu
una bolsa de lona han caído del háb
la recoleta mientras las relig
levantan su cuerpo descarnado
llevarla a resguardo del frío.
El calor, la ardiente arena,
martillazos contra la madera y
bramidos de animal en el silencio. M
abre los ojos a la luz blanca que in
el cielo. El Gólgota. Las tres c
Dios. En ese instante es cuando mir
muchedumbre y la ve tal como e
montón de almas tristes, de cu
mugrientos y de labios retorcidos. P
que es por esos asesinos, esos viola
se muerde los labios. La agonía
muerte de Dios. Ese día ganaro
tinieblas; el día que
Jesucristo se convirtió en Janus.
Yseult cierra el hatillo y coge la
Unos gritos salen de la celda ad
las agustinas han llevado a la m
Yseult corre por los pasillos.
miedo. Se inclina sobre la reli
agonizante, que murmura en una le
en la garganta de la recoleta.
corriente de aire glacial barre enton
celda.
Huellas de bota. Los recuerdos
madre Yseult se suceden. Ve el ca
mata a las religiosas: cada víctima
de su tumba para asesinar a la sigu
Los Ladrones de Almas.
Los recuerdos del último día. M
ve cómo las manos de la madre Y
refugio, con unas cuantas velas
escasos efectos. Ya está, la madre Y
acaba de poner la última piedra.
queda más que esperar la muert
esfuerza en contener la respiración
Capítulo 175

Stuart Crossman escucha en sil


la grabación de Ballestra. Cuando
pasaje le llama la atención, hace una
—Es más grave aún de lo
pensaba.
—Nos bastaría con revelarlo t
la prensa.
—El Osservatore romano y
Vaticano? Imagine por un instan
impacto que semejante noticia te
sobre los cientos de miles de pereg
que convergen hacia la plaza de
Pedro. ¡Veinte siglos de cre
—¿Qué es esto? —pregunta la
—La lista de los once obisp
cardenales que murieron la se
pasada en un accidente aéreo sob
Atlántico. Entre ellos se encontra
todas las televisiones del mundo
comentarios de los periodistas suce
las intervenciones de los especia
desconcertados por el giro que han
los acontecimientos. Las cám
—¿Cuál era la misión de Parks
—Encontrar el evangelio de
antes que los asesinos del Humo N
Sabemos que la cofradía tien
intención de utilizar ese manuscrito
—¿Y después?
—No he vuelto a saber nada má
—No se preocupe. El padre Car
exorcista. Él sabrá defender a Par
los Ladrones de Almas.
Amazonia, donde había e
investigando por encargo de
congregación un caso de posesión
suprema en pleno territorio de los i
yanomami. Me dijo también qu
habían despertado. El equipo m
llamado hace unas horas por tel
satélite para decirme que había lleg
territorio de los yanomami y que ac
de encontrar un cuaderno pertenec
incoherentes. Y de dibujos satá
también: una criatura monstruos
medio de un círculo de velas,
atormentadas y campos de cruces. C
si la posesión suprema hubiera gana
Crossman le tiende a Valenti
documento procedente de la Amaz
El padre Carzo había dibujado a c
religiosas crucificadas en una cri
una quinta cruz, en el centro, en l
Capítulo 176

La mente de Marie se aparta p


poco de la anciana religiosa empare
El olor de cera está disipándose. La
emparedada con la madre Yseult
mismo tiempo estuviera sentada e
banco de piedra donde
despertándose. Con los ojos cerrad
aclara la garganta reseca.
Carzo está de pie, se ha pues
capucha para ocultar su rostro y su
brillan débilmente en la oscuridad.
—Ave María.
Parks siente que se le hiela el co
Décima parte
Capítulo 177

Sentado en la terraza de
restaurante a orillas del mar
Castellammare di Stabia, Stuart
El Humo Negro tiene un
débil.
Si quiere saber cuál es, es
dentro de una hora en
terraza del restaurante
el jet privado que lo esperaba
aeropuerto de Ciampino. Cuaren
cinco minutos más tarde, desemba
en Nápoles y montaba en una lim
para trasladarse a Castellamma
Crossman estaba sentado a una me
la terraza y esperaba.
Un bip en su auricular. Uno d
hombres le anuncia que una Z
acaba de llegar a la playa.
La quinta silueta, encorvada, a
cojeando, sostenida por los
fornidos.
—Jefe, aquí francotirador 1. Te
los blancos en la mira.
—Jefe, aquí francotirador 1. E
sus instrucciones.
Crossman frunce el entr
mientras las siluetas pasan junto
farola. El charco de luz recort
apoyándose en un bastón. Sonr
sentarse a la mesa de Crossman.
—Buenas noches, Stuart.
—Buenas noches, don Gabriele
De pie en la proa de la barca de
que avanza entre un estruendo de m
cansado, el cardenal Giovanni alz
ojos hacia el cielo estrellado. La lun
tan llena que ilumina la noche co
hombres de don Gabriele p
desembarcar su cargamento human
Giovanni mete una mano e
bolsillo de su sotana y palpa el sob
Lazio Bank. Contiene una tarje
el cardenal del Humo Negro
adjuntado a ese envío, una pesada
con rubíes incrustados y una cade
plata que Giovanni se ha p
alrededor del cuello. Solo queda co
su protección y Mendoza ac
Cerentino se acerca al oído del car
para que su voz no quede ahogada
ruido del motor.
—Eminencia, tenemos que baja
que los celulares de la Cosa N
funcionaban gracias a una red pr
compuesta de antenas de repe
escondidas en las regiones
recónditas de la Península. Los maf
había dicho que el titular de ese nú
esperaba su llamada a las cuatro y m
en punto. Giovanni consulta su
4:29. Bajo sus pies, las vibracione
agitan la cubierta se espacian
El teléfono marca automáticamen
número memorizado.
—Así que me has reconocido
Stuart? Hace tanto tiempo…
—¿Cómo iba a olvidarlo? Uste
uno de los padrinos más peligrosos
Cosa Nostra que se exilió a Es
—Una tonelada de naderías de
blanco, envasada en bolsas de un
—En fin, el caso es que es
obligó a volver para poner orden
país.
—Tan impaciente como sie
Como tu tirador de ahí arriba,
todavía se está preguntando si
disparar o no contra un viejo.
—No lo hará mientras yo no le
El viejo sonríe.
—Me persiguen tantos policía
todo el mundo que no cabrían e
estadio de fútbol, así que unos cu
más o menos…
—De los que al Humo Neg
gustaría recuperar a cualquier pre
conociera su existencia.
—¿Y esa persona quién es?
El teléfono móvil de Crossman
—Dígame dónde.
—En Le Gozo, un bar de La V
que está en una placita, junto a la i
de San Pablo. A las seis y media
posible?
Capítulo 180

Un silencio mortal se ha ab
sobre la capilla Sixtina. Los c
dieciocho cardenales electores
Juicio Final parece recordar a
cardenales la gravedad de su misió
El cónclave había comen
oficialmente hacía dos horas, con
misa solemne en el transcurso de la
procesión en dos filas, habían to
asiento bajo la mirada de los fresco
Ahora, el cardenal decano se le
y pronuncia en latín la fórmul
juramento ritual que precede toda
silencio, los padres electores pon
mano sobre el ejemplar de
Evangelios que han colocado delan
ellos y completan el compro
colectivo del cónclave pronuncian
salir de la capilla. Después sale él y
a los cardenales cara a cara co
conciencia. Todos se miran. Casi
lo saben. Antes de empezar el cónc
la mayoría de ellos han recibid
deben reducir a cenizas el sobre
contenido antes de dirigirse al cónc
De este modo quedan advertidos de
si alguien llega a encontrar uno so
esos sobres, todas las familias
dice nada, como si cada uno esperar
otro se echase al agua y denuncia
complot. O, más bien, como si
rezaran en silencio para que
hablara. Así pues, cada vez qu
Camano se sorprende sonriendo
frase hecha se parece a la que pron
el sacerdote justo antes de sella
matrimonio. «Si alguien tiene alg
contra de esta unión, que hable ah
preparados para votar que levant
mano. Ciento dieciocho brazos se
lentamente hacia los frescos.
Un prelado con sotana negra aca
entrar. Lleva unas gafas de cri
gruesos y un maletín en la man
director médico se esfuerza
permanecer impasible. Sabe qué q
más para recoger los documento
Valdez. Va a tener que actuar
cautela.
Los zapatos del prelado no
ningún ruido sobre la moqueta
Finalmente, alza los ojos hacia el ho
y nota que se le hace un nudo
garganta al encontrar su mirada fr
Usted dirá.
—Soy monseñor Aloïs Mankel
expedientes voluminosos y los sec
Además, es un protonotario apos
que lleva el título de monseño
equivalente de los inquisidores gen
de la Edad
congregación por la Doctrina de la
ha pasado al bando del Humo Negr
batalla se presenta difícil.
—Lo siento, monseñor, per
visitas no empiezan hasta las ocho.
Un silencio. La mirada glacia
inquisidor escruta la del médico ha
fondo del alma. La burda trampa
funcionado, cosa que parece po
furioso.
Otra burda trampa. Giovann
originario de Germagnano, en
Apeninos. El protonotario lo
Intenta averiguar si el médico lo
también. Eso no sería forzosament
—¿Tiene calor? —
pregunta el clérigo.
—¿Cómo dice?
—Está sudando.
El médico ve que la mirad
Otro silencio. Las supuestas c
horas de operación son las que el m
se ha pasado maquillando el cadáv
obispo fallecido en el coche del car
Giovanni. Al llegar al hospita
Giovanni en un restaurante para en
a recoger los documentos de V
Una hora más tarde, el móvil del m
sonó. El cardenal Mendoza le anun
que Giovanni estaba de acuerd
El médico se sobresalta. La pre
que acaba de hacer el inquisidor
realmente una pregunta.
pontificem»[1]y una línea de p
debajo donde él indicará el patron
del cardenal al que le da su
Camano mira cómo los elec
escriben con letra clara el nombre
congregación de los Milagros. Con
además, con los favores y el afec
difunto Papa. Tras la muer
cardenal Centenario, es lógico qu
él quien vaya a recibir la mayor pa
sobre, en cuyo caso el Humo Neg
ha ganado la partida. Pero ¿cóm
posible que más de cien familias h
sido tomadas como rehenes en una
noche? Eso es lo que algunos carde
la deja ante sí en espera de
depositarla a la urna.
Los cardenales han dejad
bolígrafo y doblado su papeleta. Un
otro, irán a votar y regresarán a su
—Yo, cardenal Oscar Cam
pongo por testigo a Jesucristo Nu
Señor de que doy mi voto a quien,
Dios, considero que debe ser elegid
A continuación se acerca al alta
Mientras vuelve a su asient
primer escrutador levanta el cáliz ll
lo agita para remover el conte
Hecho esto, el tercer escrutador sa
papeletas y las deposita una a una
El primer escrutador coge la pr
papeleta del recipiente, la desdobl
lee sin pronunciar una palabra. De
se la pasa al segundo escrutador, q
lee también, pero en voz alta, ant
la chimenea de la capilla hasta q
reducidas a cenizas.
El escrutinio prosigue.
papeletas acaban de ser leídas.
repartidas entre otros tantos carde
Capítulo 183

El director médico preced


silencio a monseñor Mankel a lo lar
los desiertos pasillos de la clínica.
El médico entra en la ú
habitación. Un cadáver envuelto e
bolsa de plástico está tendido sob
mesa de operaciones. Un enfer
limpia el suelo. El inquisidor
por hora y una furgoneta que circul
la misma velocidad lo ha embestid
detrás. O sea que sí, esto es todo.
—¿Ha efectuado la identific
dental?
Monseñor Mankel abre su mal
saca una abultada carpeta de la
extrae varias fotos del car
Giovanni. Una buena noticia
inquisidor ha debido de cruzarse c
obispo ha quedado destrozada cas
completo y que las fotos que tie
inquisidor no van a serle de m
utilidad.
—¿Ha tomado muestras de sang
—No cabe ninguna duda: el car
Giovanni no había bebido ni una go
alcohol.
Sin dejar de dar vueltas alreded
cadáver, el inquisidor insiste:
Sin tomarse la molestia
responder, el inquisidor examina
las marcas de nacimiento y las cica
del cadáver para compararlas con la
figuran en el historial médic
pasa revista a las diversas marc
nacimiento. En realidad, solo una p
interesarle: una mancha granulos
Giovanni tiene en la nuca, una espe
lunar grande y abultado que había
negra. En cuanto al dedo meñiqu
faltaba en la mano derecha del card
un simple corte con el escalpelo
sido suficiente. Después, había
preciso suturar la piel alrededo
sospechoso. Incluso parece empe
creer que el cadáver que
examinando es efectivamente e
Giovanni. Formula una última preg
por puro formalismo:
El inquisidor abre el sobre y exa
los restos de anillo. Se dispone a d
en la bandeja cuando le llama
atención unas extrañas manchas n
en el papel, como de tinta. No.
los muertos no fijan la coloración
los de los vivos. Se pueden teñir, p
tinte tarda mucho más tiempo en se
—Enhorabuena, doctor, ha est
punto de engañarme.
ahumados, el prelado aca
reconocer a un teniente de la gu
personal del difunto
—¿Se ha vuelto loco?
Poniendo el dedo índice sobr
—Soy yo, eminencia. —
¿Quién?
—Monseñor Mankel.
Un silencio.
—¿Qué ha averiguado?
El teniente de los guardias s
levanta el martillo del arma y dice q
con la cabeza.
—Sí, eminencia.
absolutamente seguro.
El inquisidor observa el índic
guardia suizo, que se curva alreded
disparador.
—¿Es que qué, Mankel?
—El cadáver. Ha quedado e
notar que una aguja se clava e
carótida. Un líquido caliente se ext
por sus venas. Hace una mueca. A t
de la bruma que invade su mente, l
del director médico se difumina.
Marta es un lugar de oración
recogimiento donde se susurra
levantar nunca la voz. Ahí es dond
cardenales van a comer y a desc
entre una y otra votación. Según las
Garantizar el estricto respeto d
reglamento forma parte de las tare
camarlengo. Por eso Campini sab
ha corrido un grave riesgo pa
clandestinamente su propio teléfon
Había mandado a Mankel p
nadie sabía detectar las mentiras
que él. La conversación que el car
Mendoza había mantenido co
comandante de la guardia e
El último informe decía que, desd
había vuelto de una cena en la ciud
anciano cardenal no se había movid
Otro problema resuelto: e
Giovanni. Su cadáver se encon
ahora estaba seguro: Mankel pare
aterrorizado.
El prelado intenta conven
¡Vamos, ha sido la visión del ca
de Giovanni lo que ha alterado al
telefoneando entre las paredes
casa de Santa Marta, sabe que, por
camarlengo que sea,
inmediatamente excluido del cóncl
excomulgado. La segunda sanció
Con todo, ardiendo en deseo
saber, el anciano camarlengo ve
sus dedos abren la tapa del tel
móvil. Sin darse cuenta, ya ha ma
las primeras cifras del númer
envuelve el aparato en un paño y lo
en el suelo antes de pisotearlo.
chirridos de las puertas y los crujid
los pasos en el corredor cubren los r
amortiguados del teléfono rompié
con sus hombres para dirigirlos de
interior. No tiene importancia: en
de los resultados de la primera vota
muy pronto el cónclave habrá termi
goma de los zapatos de Cerentino,
ruido turba el silencio de las
dormidas de La Valletta. El capit
los guardias suizos camina unos m
detrás del cardenal. Ha desenfunda
dejado paso a un soplo de
templada. Las persianas están ba
Ni un ladrido de perro. Ni un rui
coche.
El número 79. El cardenal Gio
anónima reservada a las grandes cu
y las cajas fuertes numeradas.
—Espéreme aquí.
El capitán Cerentino asiente de
de lanzar un rápido vistazo alreded
Giovanni cruza la calle y se de
ante la puerta. Las cámaras giran
su base mientras él introduce la t
magnética y pulsa la combinació
once cifras en el teclado de la cerr
antibalas. Una joven está sentada
una hilera de pantallas. Giovan
acerca. La chica levanta la cabez
señala al cardenal un teclado multi
Su voz es fría, profesional, sin vida
encima del mostrador: rostros
ancianos, los retratos más antiguo
izquierda, las telas más recientes
derecha. Una dinastía.
—¿Quiénes son?
de establecimientos más en tod
mundo. El sudor perla la frent
cardenal. Ahí es donde Valdez esc
sus informes, justo en la boca del lo
Una señal sonora. La arrug
nuevo los ojos hacia el cardenal. S
metálica se suaviza un poco:
—Puede pasar, eminencia.
Giovanni empieza a bajar la esc
La puerta secreta se cierra a su espa
Avanza entre los pasillos de
fuertes. Cada compartimiento
separado de los contiguos por una g
pared provista de un ordenador
cajas son modelos muy antigu
Pasillo 12, bloque 213. Giovan
detiene ante la caja del cardenal Va
Mide casi dos metros de alto por u
ancho. Giovanni introduce
inscripciones grabadas en el dorso
vacíos. Se pone de puntillas y pas
mano por los estantes más altos. Su
se interrumpe al encontrar un de
estuche de plástico con la inscri
NO escrita con rotulador negro. Lo
Valdez debía de haber acumulado
de documentos sobre la red. Des
con el desarrollo de la informática,
esa información en montones
disquetes y más tarde en CD; el nú
Lazio Bank debían de
desaparecido con el paso del ti
hasta encontrarse comprimidos en d
informáticos.
Giovanni inserta el disco de V
Las primeras páginas resume
treinta años de investigación de Val
muestran los principales organigr
de la red Novus Ordo, cuya t
pacientemente tejida a lo largo d
Innumerables ramificaciones en
medios financieros, del petróleo y
industria pesada. También cámar
compensación, paraísos fiscales y
un entramado de bancos offshore
ahora los bancos de la red. Detr
todas esas organizaciones, detrá
todas esas ramificaciones, estab
tesoro del Temple y los cardenale
Humo Negro.
Capítulo 187

Un sobresalto. El durmient
despierta. Traqueteo y chirridos
alrededor. Ruidos y vibraciones. Al
ventanilla. El compartimiento está v
Carzo contempla el mosaico
recuerdos suspendidos en su mem
Fragmentos de imágenes y voces.
Estaba acariciando los cabell
corazón. Ya no palpitaba nada ba
piel, y sin embargo, no estaba m
Luego tuvo la sensación de q
corazón volvía a ponerse en ma
Unas pulsaciones profundas y fu
había metido dentro de él en los só
del templo azteca y había perman
agazapada en el fondo de su m
esperando el momento de hacers
el co
Marie. Agua de jengibre. El sacerd
debatía para rechazar esa tentació
detectar su presencia, la cosa pre
con una voz grave y melodiosa:
—¿Eres tú, Carzo?
Luego, Carzo dejó de resistirse
tinieblas. El silencio.
Capítulo 188

Carzo pestañea en la penumbr


—¿Todavía estás aquí, Carzo?
La voz del sacerdote replica a t
de los labios inmóviles de la cosa.
—¿Qué le has hecho a Marie?
—¿Tú qué crees?
combatido en varias ocasiones du
su carrera de exorcista. Calcuta, Be
Bangkok, Singapur, Melbourn
Abiyán. Siempre había ganado la
Caleb, el príncipe de los Ladron
posesión suprema». Siente que el
se extiende por su mente. Recuer
círculo de velas y a la cosa sonr
mientras mira cómo se acerca e
tinieblas. Caleb. Fue él quien provo
de los Ladrones de Almas despe
gran mal antes de tomar posesió
Maluna. «Dios mío…»
Aquel día, al entrar en el círcu
velas, Carzo cayó de rodillas a lo
Capítulo 189

A través de los ojos de Caleb, C


ve el manuscrito que sus propias m
están sacando de una bolsa de lon
—Porque eres el mejor. Percib
hedor de los santos y el perfume d
demonios. Te sigo desde que nacis
Carzo. Oriento tus pensami
Susurro a tu mente. Estaba agazapa
perfume del odio, el hedor de la bo
y el aroma de las pulsiones. Simplem
tocando a una persona, sabías s
buena o irremediablemente mala. S
si había matado o si colaboraba co
saber por qué despedía esos dos o
tan opuestos?
—Cállate.
—Había adoptado a dos defic
mentales. Dos críos a los que
—¡Por el amor de Dios, cier
boca de una vez!
Un silencio.
—Y Ron Calbert, ¿te acuerdas d
viejo cabrón? No, claro, no p
enterrados vivos en dos años. C
cierra los ojos. Lo recuerda.
Aquel día, cuando tocó el brazo de
Calbert y su olor invadió sus
nasales, se quedó tan pálido que su
opinión al verte subir en la camion
tu padre para volver a casa. Tú lo m
a través del cristal trasero mientr
coche se alejaba. ¿Te acuerdas?
Sí, Carzo se acuerda. Miró a Ca
llamaba Melissa. Una niña rubia
trenzas. Exactamente el tipo de Ca
Por eso pasó por vuestro lado.
aspirar el perfume de los cabello
Melissa. Después, esperó a qu
—Y después vino Barney.
—¿Quién?
—Barney Clifford, tu amigo
infancia. Te pasabas todas las tar
todos los fines de semana metido
—¡Por todos los demonios
infierno, Carzo! ¿Estabas enamora
Clifford? ¡Mierda, menuda primici
¿Hasta dónde llegó aquello?
—¡Cierra el pico!
—Fui yo quien mató a Barney
necesario. Por cierto, está aquí
nosotros. ¿Quieres hablar con él?
—Vete a tomar por culo.
El padre Carzo aprieta los puñ
—De acuerdo, sigamos. Así
ingresaste en el seminario y te h
sacerdote. Después aprendist
reconocer los olores y te convertis
exorcista de la Congregación d
posesiones mucho más dirigidas
atraerte hasta la Amazonia.
—¿Y Manaus?
—¿Qué pasa con Manaus?
—Te había encerrado en el ca
—¿Dios?
—Sí. No me está perm
pronunciar su nombre.
—¿Y qué pasó?
—Pues que Jacomino debía de
—Tu ingenuidad me aburre, C
El viejo os odia y vosotros no os ent
Cuando envió a Su hijo a la Tierra,
un plan para los hombres. Pero p
Desde entonces, se preocupa de vos
—Los muertos están aquí, a vu
alrededor. Están todos aquí. Vive
veros. No se acuerdan de vos
Viven otra vida y punto. Eso
condena. La no muerte, el eterno v
Capítulo 190

El tren avanza velozmente


noche. Pataleos. Chirridos.
—¿Qué, Carzo, cómo se las apa
—Credo in unum deum P
omnipotentem…
—Yo creo en el Abismo e
matriz de toda cosa y de toda no co
único creador de los universos visi
diluye. Sabe que, si cede ahora,
perdido la batalla. Eso es justo lo
quiere Caleb: que Carzo abandone
poder tomar para siempre el control
espíritu. Un espíritu inmortal e
solución contra un espíritu tan pod
como Caleb.
—Eso no te servirá de nada, Ca
El sacerdote se sobresalta. El L
de Almas lee su pensamiento.
adoraste el nombre de Satán. M
cuando abandonaste a Marie e
tinieblas.
—Marie…
—Renuncia, no puedes hacer n
lucecita a lo lejos, una vela que osc
la oscuridad. Cuanto más se conc
mayor se hace la luz. Ilumina las pa
de un cubículo condenado por una p
donde el rostro de Marie parece do
Capítulo 191

Un chisporroteo de cera. La llam


la vela es ahora tan débil qu
resplandor ha quedado reducido
Braganza la llama. Los zapatos
muerta frotan la piedra al baja
peldaños, la hermana olfatea. Aca
detenerse al pie de la escalera. Y
llora. Silencio. Marie se ahoga. L
Otros susurros responden a l
Braganza. Marie presta atención.
pares de manos muertas tocan
paredes al mismo tiempo que Brag
Las trece muertas de las trece tumb
Nuevo olfateo, más sonoro.
—¿Me oyes, vieja marrana? Pe
tu olor.
Marie reprime un grito. No, la B
que se ha apoderado del cuerp
lágrimas de pesar trazan surcos bl
en la suciedad que cubre sus me
siente las manos heladas de la m
Yseult que se cierran alrededor
cuello. Intenta debatirse para escap
Capítulo 192

La puerta oculta que da al ves


del banco se abre automáticam
cuando Giovanni llega a los úl
Giovanni dirige una mirad
capitán de los guardias suizos y se q
inmóvil: Cerentino hace un
negativo con la cabeza. Giovanni
hacia la derecha. Una limusina
desordenadamente sobre sus rodill
medida que la limusina avanza, él v
la cabeza para mantener al cardenal
campo de visión. De repente, Gio
comprende su error: en el sótan
Mirada a la izquierda. La lim
acaba de detenerse unos metros má
La puerta de un aparcamiento se
Giovanni mira a Cerentino. El capit
los guardias suizos le dice de nuev
hacia Giovanni entre sus escoltas
hombres con auriculares y traje neg
ven a Cerentino, que cruza la calle
espalda. Están concentrados e
furgoneta verde que acaba de arran
Bardi contra la pared mientras el c
se vuelve y dispara cuatro tiros c
Cerentino. Herido en el cuello y
pecho, el joven capitán todavía
tiempo de disparar una bala que al
hay ninguna posibilidad de que fall
embargo, con un chirrido de neumá
la furgoneta verde derrapa y se c
entre Giovanni y el guardaespalda
puerta trasera se abre y aparecen
—Eche a andar, eminencia. No
camine con normalidad. Coja la cal
tiene justo enfrente, gire a la der
hacia el puerto, y luego a la izqu
hacia los campanarios de la igles
furgoneta. Tiene tiempo de ver a la
recepcionista, que sale por la puer
Lazio Bank. La chica se acerca las m
a la cara y grita al ver el cuerpo sin
de Giancarlo Bardi. Uno de los ma
arranca con un chirrido de neumá
Las sirenas se acercan. A lo lej
recortan los campanarios de la igle
San Pablo. Aprieta el paso.
eleva hacia el techo de la capilla Si
El cardenal camarlengo se acerca
colega, a quien el cónclave acab
designar después del segundo escru
Poniéndose de puntillas, pregun
permanecen secos. Campini le pre
entonces con qué nombre dese
llamado. El elegido se inclina y su
el nombre escogido al oído
camarlengo, que despliega una a
El nuevo Papa y el anciano car
salen de la capilla y avanzan junto
el laberinto de escaleras y pasillo
conducen al primer piso de la bas
Los suelos de madera chirrían ba
El anciano camarlengo asiente c
cabeza. Al final del pasillo, las ven
del balcón de San Pedro están abi
Se oye, procedente del otro lad
estruendo lejano de la muchedumb
Capítulo 194

Las sirenas han dejado de a


Giovanni gira a la izquierda en dire
a los campanarios de San Pablo
encuentro. El hombre mete una ma
el bolsillo de la chaqueta, saca un es
de piel y lo abre para enseñárse
cardenal. Una placa del FBI.
—Agente especial Dann
Giovanni obedece. Unos pasos
allá, se vuelve de nuevo. El a
especial Dannunzo ha regresado
sombra del porche. El cardenal av
Se resiste a la tentación de echar a c
con traje y gafas redondas le espe
cardenal se acerca.
—¿Stuart Crossman?
El hombre levanta la cabeza. Ti
mirada penetrante y la tez pálida.
Capítulo 195

El expreso Trento-Roma
avanzado a toda velocidad a través
Toscana hasta el amanecer. El fin
se amaron en el suelo polvoriento
capilla.
A medida que el Ladrón de A
cedía, Carzo sentía que el calor regr
a su cuerpo. La sangre había empez
En la estación de Florencia, don
tren se había detenido unos min
Carzo dudaba ante la portezuela ab
Podía bajar y esperar el siguiente
que fuera hacia el norte para trat
Carzo miraba desfilar el campo a t
de la ventanilla.
Roma. El tren aminora. El fin
camino. Carzo sopesa el arma de M
que acaba de sacar del bolsillo
padre Carzo abre la portezuela y asp
aire tibio que inunda el vagón. Hu
lluvia. Un perfume de jengibre ac
su rostro mientras baja del tren
pierde en la riada de pasajeros: el o
Capítulo 196

Los agentes del FBI ro


discretamente la plazoleta soleada d
Crossman y Giovanni se han insta
—Relájese, eminencia. Aqu
corre ningún peligro.
—¿Y los Bardi? ¿Ha pensad
ellos?
—¿Qué pasa con los Bardi?
maltesa le hayan ayudado a recuper
documentos demuestra que
interesaba hacerlo y que van a con
protegiéndole mientras esté en pos
de esos documentos. Quizá in
sagrado como una reliquia. Em
Cazano, el jefe de la Camorra, es p
suyo. Entre los dos controlan el oc
por ciento de los clanes sicil
napolitanos y calabreses. Creo qu
cabeza y contempla un instante la p
Se diría que ha envejecido diez añ
diez minutos.
—Bueno, ¿qué?
—Pues que cuanto menos
Un silencio.
—Resumiendo, eminencia, N
Ordo versión moderna es una re
grande que sus contornos res
confusos. Una constelación de logi
—El Millenium, por ejemplo
encargan de la esfera financier
Novus Ordo. Son ellos quiene
ocupan de las inversiones, de los b
offshore, de los fondos de pensione
hoteles del planeta. Una procesió
limusinas con cristales ahumad
helicópteros que se posan y despeg
cesar en el parque del hotel de turn
última vez que el Millenium se reun
—¿Quiere decir que conocemo
caras?
—Las de algunos de ellos sí. En p
lugar, porque no se trata de las ca
pensantes de Novus Ordo, y en seg
ellos nunca los ha visto nadie y
los verá j
—¿Como los famosos Illumina
—Con la diferencia de qu
cabezas pensantes de Novus
forman la esfera científico-milit
Novus Ordo. Las industrias
armamento, las centrales nucl
algunos grandes labora
farmacéuticos y los centros ultrasec
—Después subimos un peldaño
en la jerarquía para llegar a socie
secretas como el Círculo de Betta
Goliath Club o los discípulo
Andrómeda, que se encargan d
Centinelas, los Vigilantes y los V
que forman el tercer círculo alreded
los cerebros de Novus Ordo. Borra
pistas y se ocupan de la comunic
interna de la red. O más exactamen
emisoras de radio y las cadena
televisión del planeta.
El cardenal Giovanni se enju
frente.
—Están también los cardenale
reproducirse y extenderse exactam
igual que lo harían unas c
cancerosas. Por último, arriba de
encontramos a los cerebros de N
Ordo, de los que con toda segu
—¿Y por qué demonios están c
la Iglesia?
—Porque destruir la I
provocará grandes disturbios y N
Ordo siempre se ha nutrido del cao
mejillas pálidas en las que la lluv
mezclaba con las lágrimas.
Con el alba, los cánticos h
cesado. Ahora, ni un solo movim
agita la multitud. Ni un solo pájaro
De repente, mientras las campan
la basílica empiezan a chirriar, un e
penacho blanco sale de la chimenea
capilla Sixtina y se dispersa por el
romano. Un clamor ensordeced
—Annuntio vobis gau
magnum! Habemus Papam!
Una breve pausa hasta que el e
esta primera frase se extingue en la
Luego, la voz del camarlengo ras
Cardinalem Camano, qui sibi n
imposuit Petrus Secundus!
Petrus Secundus. Pedro II
sacrilegio supremo mancilland
memoria del primer papa d
El nuevo papa contempla la
silenciosa con su mirada fría mientr
cámaras de las grandes ca
retransmiten al mundo entero el es
que se ha apoderado de la plaza
pasando una página en la historia
Iglesia y que se acerca la hora en
grandes misterios van a ser reve
Un estruendo de murmullos se ele
la multitud al ver que ya se retir
Valentina marca un número
m
—¿Ahora qué?
—¿Qué piensa hacer?
—¿Qué puede hacer una go
agua en medio del océano? Novus
es una red tan extensa que has
—Pero…
—Pero serán reemplazados dos
horas más tarde por otros miem
de la red a los que no conocem
los treinta años de investigación
con sus padrinos, que son
inmediatamente reemplazados
otros padrinos. Pero hablamos
una mafia elevada a la enésima
potencia. Como la hidra de Jasó
—Porque la mayoría pertenecen
o menos directamente a los accio
de Novus Ordo. ¿Qué aportará es
definitiva? ¿Un rumor más?
—¡Tenemos los organigrama
Se acerca el auricular al oído. Ru
murmullos. El rumor de una multit
—Señor Crossman, soy Vale
Graziano.
—¿Valentina? ¿Qué ocurre?
—Está a punto de empezar una
solemne en el interior de la basílica.
que será durante la misa cuando el H
Negro revele la existencia del evan
¿Me oye?
—Bien, Valentina, esto es lo q
a hacer: entre en la basílica co
hombres y manténgame al corrien
todo lo que ocurra. Quiero saberlo
hasta el menor detalle.
Crossman cuelga y alza los
hacia Giovanni.
—¿Qué pasa?
—Que el gran maestre del H
Negro ha tomado el control de la Ig
—Quizá no.
—¿Qué quiere decir?
—La otra llamada que he rec
era de uno de mis agentes apostado
estación de Roma. Hace cinco min
Capítulo 199

La basílica está llena a rebos


fieles. Los más numerosos, los qu
han podido entrar y permanecen fue
la plaza de San Pedro, los periodis
preguntan con impaciencia qué es l
el nuevo papa piensa revelar duran
misa. Nada sucede según los u
costumbres. No se ha filtrado nin
sorprende todavía más a los period
acostumbrados a conformarse con
imágenes que les facilitan los serv
de prensa del Vaticano. La Rai y la
incluso han obtenido autorización
silencio de muerte que continúa flo
en el Vaticano.
Valentina se ha abierto paso ha
centro de la basílica. Otro cordó
guardias suizos delimita un semic
vivientes que había tenido al salir
basílica tras escapar del asesino
Cámara de los Misterios.
Valentina contempla las fila
cardenales arrodillados en
basílica, los cardenales de la curia
hábito rojo, acaban de alinearse d
del altar. No queda prácticam
ninguno de los prelados que rodeab
anterior papa. Estos acaban de
sombra. Se diría que ellos mism
descubren y se observan a hurtad
Solo falta el elegido, el gran maestr
El potente sonido del ó
sobresalta a Valentina. Vestid
fingió descubrir el cadáver de Bal
en la basílica. El nuevo papa perm
impasible. Ha ganado. Toma asien
su sillón, al lado de los cardenales
nueva curia. La misa empieza.
Capítulo 200

El jet de Crossman acaba de des


del aeropuerto de Malta. El jefe de
exige que el control aéreo de Roma
aparato sobrevuela ahora las co
áridas de la provincia de San Ca
Frente al cardenal, Crossman y
hombres preparan una síntesis d
organigramas de Valdez: un infor
consultado varios millones de veces
internautas continuarán
transmitiéndolo por todo el mund
suficiente para desestabilizar la
provocar algunas detenciones, alg
votación del cónclave, las puerta
Vaticano se han cerrado definitivam
Lo que significa que, haya o no gol
Estado, ningún juez tiene el menor
sobre ese enclave. A partir de
primero es preciso recuperar el evan
de Satán.
Crossman consulta su reloj. El a
especial Woomak, que había local
a Carzo en la estación de Roma, de
recuperar el evangelio, ¿me
Woomak?
—Recibido, señor. En este mom
avanzo por un laberinto de ca
cercanas al palacio del Quirinal y
via Vinimal y no ha salido. Cuan
entrado yo, ya no estaba allí. Creo q
ha escabullido por una salida secret
continuado hacia el Vaticano.
—¿Hay gente a su alrededor?
Woomak se vuelve de nuevo.
—Dios mío…
—¿Qué pasa? ¿Qué es lo que v
La respiración de Wooma
acelera. Acaba de ponerse a correr.
—Entonces coja inmediatam
cualquier calle de la izquierda para
cuanto antes a las grandes avenidas
—Negativo, señor.
—¿Por qué?
Crossman oye el chasquido d
cerrojo de pistola.
—¿Qué hace?
—Voy a parar para cargárm
señor.
inmediatamente seguidos de otras n
detonaciones encadenadas. Tintin
los casquillos contra el s
Chisporroteo. Voz lejana de Woom
—Mierda, es imposible…
La respiración de Woomak vue
oírse a través del auricular. El a
parece tranquilo.
—Esto no pinta nada bien, seño
he vaciado un cargador en el vientr
Woomak ha comprendido. Se
a la voz de su jefe, acompas
respiración para no ceder al pán
empieza a dar zancadas más larga
cabo de un momento, su respiraci
que estoy perdido. No voy a
aguantar mucho tiempo. No…
Un choque. Una exclamació
estupor. Woomak acaba de caerse.
chasquidos de sandalias acercándos
—Renuntiate.
Un clic. Comunic
interrumpida.
Crossman levanta la mirada
Giovanni, que contempla el mar a t
Capítulo 201

Como ha hecho decenas de vec


compañía de su viejo amigo el card
Camano, Carzo deja que sus pasos
della Conciliazione, y se dirige con
capucha puesta hacia las cúpulas d
Vaticano, rodeado por la multitud.
A medida que se acerca, empi
distinguir las pantallas gig
que otros se han detenido a unos m
de él. Parece aterrorizado.
—¿Lo tiene?
Con el rostro sumergido en la so
de la capucha, Carzo asiente. El o
guardas suizos, Carzo cruza la p
Está tranquilo. No tiene miedo.
A su alrededor, la multitud in
forma un muro.
—Estoy aquí, señor. Le oigo
mal.
—Acabamos de aterrizar e
ninguna de las convenciones. Ni le
de las epístolas, ni bendicione
señales de la cruz. Comunión tam
por lo que parece. No hay ni cá
hostias a la vista. Tengo la impresi
—Nuestro agente ha perdido el
del padre Carzo por las calles de R
Eso significa que el evangelio to
anda por ahí y que se acerca al Vati
Valentina se dispone a con
despejar el pasillo central. El monje
en la mano un manuscrito grue
antiguo. La voz de Crossman sue
nuevo en el auricular de Valentina.
—En este momento vamos p
—¿Tiene el evangelio?
—Sí.
—¿Puede detenerlo?
—No.
—¿De cuántos hombres dispon
—Valentina, es ahora cuando
que actuar.
La escolta acaba de detenerse
alabardas golpean el suelo de la ba
El cordón de los guardias suizo
Capítulo 203

Las notas furiosas del órgano


vibrar el aire cargado de incienso
cámaras que enfocan el altar n
solo uno de ellos se aventura a dec
ni siquiera la música tiene nada de s
Parece una sucesión de notas sin ord
concierto. Sin embargo, esa sin
disonante tiene algo de turbador y
la obra. Luego levanta los ojos ha
multitud. Su voz retumba e
micrófono:
—Queridos hermanos, la I
oculta desde hace siglos una
peregrinos se miran, familias disper
se buscan con los ojos, religiosos ca
rodillas y ancianas se sant
sollozando. Los cardenales elec
agrupados a ambos lados de la bas
palma de las manos mirando hac
cielo. Al pie de la escalera, el m
permanece absolutamente inmóvil.
dejado puesta la capucha y ha cru
las manos por dentro de las manga
Capítulo 204

En las unidades móviles y


estudios de televisión cunde
desconcierto y la confusión. Decen
—Creo que significa: «Inicio
primer libro del Evangelio de Satán
Los productores se abalanzan
los teléfonos y piden estimacion
audiencia. Los cursores suben
El director de la Rai reflexion
instante. El de la CBS, en comunic
transatlántica, enciende un cigarro.
el primero en tomar una decisión
que respecta a su cadena:
Capítulo 205

La voz del Papa retumba de n


bajo la bóveda. Empieza la lectur
evangelio.
mil veces un millón de universos
hacer que la nada retrocediera. L
dotó a esos seis mil veces un mill
universos de sistemas, de soles
planetas, de todo y de nada, de lleno
seis mil veces un millón de univ
entraron en armonía.
En la basílica se oyen sollozos.
del altar, una religiosa se desplom
revuelo junto a las puertas. Gua
vida, necesitaban un vector de equi
absoluto, el contrario de los contrar
matriz de todas las cosas y de tod
no cosas, el Bien y el Mal. El Ab
eterno creó entonces la ultracosa, el
todas las cosas se articularon por f
que el desequilibrio pudiera ro
nunca más el equilibrio que lo sos
el Abismo eterno vio que eso era b
y se cerró de nuevo. Mil
Satán alcanzaron un grado tan ele
de conocimiento y de aburrimiento
a despecho de lo que el Abismo e
les había prohibido, el primero emp
crear un universo más en su p
desarrollaba en el interior de
universo que el Abismo eterno no
previsto, el equilibrio de los d
universos empezó a romperse.
Uno de los cámaras de la CBS
Capítulo 206

—El primer día, cuando Dios c


Cielo y la Tierra, así como el sol
iluminar su universo, Satán creó el
—El tercer día, cuando Dios cr
árboles y los bosques, Satán cr
viento para abatirlos, y cuando Dio
las plantas que curan y que calman,
creó otras, venenosas y provista
animales por la superficie del Cielo
la Tierra para que se multiplicaran,
dotó de garras y de dientes a sus cria
y les ordenó matar a los animal
Dios.
volver a tomar posesión de lo q
pertenece. Carzo lo nota por su cor
que late cada vez más despacio, p
sangre, que se hiela de nuevo e
venas, y por sus piernas, que empie
Carzo sopesa el arma de P
escondida entre las mangas del
Siente el frío del acero en la palma
mano. Sin apartar los ojos del
levanta un brazo y hace res
Capítulo 207

Mientras el Papa prosigue su le


Valentina Graziano se abre
lentamente entre la multitud
Valentina, que avanza pid
disculpas de mala gana.
La joven se detiene. Acaba de
al lado derecho de la basílica y aho
al padre Carzo de perfil. Impac
cosas se compliquen. Acabo
transmitir la información al com
Pazzi, que está preparado para inter
con sus refuerzos.
Valentina está a punto de con
Capítulo 208

—El sexto día, cuando Dios de


que su universo estaba preparado
engendrar la vida, creó dos espír
a muerte a la humanidad que iba a
de su unión.
El Papa tiene los ojos clavados
evangelio y sus brazos cont
levantados, con la palma de las m
animales los devoraran. Luego,
haber encerrado a Satán en
profundidades de ese universo ca
que el Abismo eterno no había pre
dio la espalda a su creación y Sat
que el padre Carzo apunta al Papa,
maquinalmente el botón de su w
talkie:
—¡Atención todos, tiene una pi
El estruendo de la muchedu
los ojos. En su mirada se lee vacila
Valentina acaba de comprender q
demasiado tarde.
distancia. El incienso le quema las
nasales. Fuera, las campanas
empezado a repicar para acompañ
revelación. El sacerdote centra el
del Papa en su visor. A duras penas
Papa. Y mientras lo hace, apenas
los proyectiles de los guardias suizo
lo alcanzan en el costado y en el vi
levantados, el Papa baja los ojos ha
arma que el monje apunta e
dirección. Ve al comandante d
guardia, que da un salto para trat
alcanzar al tirador, y al car
acaba de darse cuenta de que no es
quien está allí. Mirada a la izquierd
camarlengo está a tan solo un
cuando una serie de detonaciones su
en la basílica. Abriendo los ojos
Capítulo 212

El Papa se desploma junto al a


mismo tiempo que el camarlengo, a
una bala ha alcanzado en la garg
acercándose y alejándose como ol
un océano furioso. Ve uniforme
policía en la basílica. Una corrien
aire, un destello de luz: han abier
puertas de par en par para dejar sal
Un movimiento. Una estel
perfume. Una respiración sobr
mejilla del padre Carzo. Este conte
el bonito rostro rodeado de cab
castaños que se inclina sobre él. L
mientras una voz grave y melo
desciende hasta él en una cascad
ecos lejanos. La voz le pregunta d
está Marie. Carzo se concentra
destello de recuerdo flota en la supe
Capítulo 213

Las unidades antidisturbios int


canalizar a la muchedumbre que b
escalera de la basílica y empuja
periodistas, cámara al hombro. Gra
los cámaras que continúan film
millones de telespectadores prese
la intervención de la policía en el in
de la basílica.
basílica han apuntado con sus armas
guardias suizos. Ha habido un
intercambio de tiros; luego, al ver q
comandante entregaba el arma
rendía, los últimos focos de resist
ponen un gotero con varias bols
plasma y de glucosa y prepara
evacuación. Fuera, un helicópte
acerca. Valentina da un ligero res
cuando una mano se posa en su hom
abiertos. Giovanni sube los peldaño
arrodilla junto al anciano. De rep
Crossman se da cuenta de qu
sillones colocados detrás del altar
vacíos.
Ella dice que sí con la cabeza.
—¡Por el amor de Dios, Vale
reaccione! Voy a necesitarla para qu
guíe por los sótanos.
Ella se levanta lentamente y
Capítulo 214

Al pie del altar, el camarlengo, a


una bala ha alcanzado en la garg
nota que un espumarajo de sangre e
El anciano parece tomar súbitam
conciencia de su presencia. V
lentamente la mirada hacia él. Sus
brillan de odio. Un ronquido sube p
garganta.
alma. El joven cardenal casi le en
semejante valor.
—¿Y si existe realmente?
pensado en ello?
—¿Quién?
—No, eminencia. Jesucristo m
realmente en la cruz para salva
Después subió a los cielos y se sent
derecha del Padre, desde donde regr
para juzgar a los vivos y a los muer
a la humanidad que la certeza d
morir jamás?
—Ya es demasiado tarde. Sab
verdad. No la olvidarán.
—Vamos, eminencia, es lo inv
pupilas se velan. Giovanni cierra lo
del anciano. Luego se vuelve y
Crossman y a una chica morena
bajan con un destacamento de po
por la escalera que conduce a los só
—Esto no ha terminado, Giov
¿Me oyes? Siempre vuelve a empe
El cardenal cierra los ojos y
contra la cosa que intenta penetrar
algo de una negrura tan profunda q
la muñeca dolorida. Baja los ojo
articulación está amoratada. «Sie
vuelve a empez
El joven cardenal se levan
contempla el evangelio abierto so
Capítulo 215

Cuando el pasadizo secreto


Valentina había tomado para subir
la Cámara de los Misterios se abre
Valentina roza la piedra, que p
desprender un extraño calor.
La cabeza del destacamento aca
llegar a la escalera de caracol q
hunde en los cimientos de la bas
Los que acaban de entrar en la Cá
retroceden, pálidos. Valentina
Contempla las hogueras de papel q
cardenales del Humo Negro han
encendido. Las llamas son tan alta
los cardenales han hecho transporta
Cámara después de la elección del
Están destruyendo todas las pru
Veinte siglos de historia y de torm
consumiéndose en un remolin
acaban de apilar una montañ
manuscritos y de pergaminos contr
de los pilares de la cripta y rocí
pirámide con gasolina.
Dispara dos tiros al aire. El estru
dedos han quedado reduc
muñones carbonizados. El carde
siquiera se ha dado cuenta de q
manga de su sotana está empapa
gasolina. Y frota una cerilla
ha convertido su brazo entre el m
de pergaminos y se inmola.
emanaciones de gasolina prend
forman una sola llama gigantesca
devora la montaña de papeles.
Valentina de un brazo, la vo
Crossman suena en su oído.
—¡Por el amor de Dios, Vale
hay que largarse antes de que el
nos cierre el paso!
distinguir cinco formas acartonad
medio de los pergaminos. Pero n
mano de Crossman tirando de ell
todas sus fuerzas. La joven retro
Deja de resistirse. Renuncia.
Capítulo 216

El alarido de las sirenas.


comitiva de coches de bomberos se
paso con dificultad por las calles
basílica y del edificio de los Arc
secretos. Los comentaristas afirma
se ha producido un gigantesco inc
en los sótanos y que avanza po
galerías subterráneas que serpe
máscaras antigás antes de entrar e
edificios para combatir el incendi
los sótanos. Pendientes de la man
ningún cámara ve el cortejo de gua
suizos que avanza por la pasarel
de ronda no se había utilizado
hacía varios siglos, pero los pontífi
habían encargado de mantenerl
condiciones por si acaso. Habían h
bien.
Capítulo 217

El helicóptero del ejército italia


dirige a toda velocidad hacia el
Sentados en la parte trasera, Crossm
hospital de Boston para meterla e
maldito avión con destino a De
Sabía que llegaría hasta el final y
poseía la facultad de ver a los mue
de ocupar el lugar de las víctimas d
voz baja para que nadie los oyera
noche, Crossman había bebido
copas de más. Simplemente
pincharla, le preguntó a Marie,
permanecía apartada, si veía muert
Lincoln. O, mejor aún, ese viejo zo
Hoover. Nunca se sabe, a lo
todavía ronda por aquí.
—Ha bebido más de la cu
Stuart.
—Esta noche solo hay uno. E
mujer —respondió Marie.
Crossman siguió bromeando, pe
sin convicción.
—¿Es guapa al menos?
mujer, Sarah, se había matado e
accidente de tráfico con sus tres
Cuatro cuerpos carbonizados e
Buick tan destrozado por el choqu
habría cabido en una bañera. Poco
unas palabras estúpidas tratándo
una muerta:
—¿Está… está bien?
—Sí.
Se produjo un silencio, duran
vez en cuando. Va y viene. Se que
rato y luego se va.
Con las lágrimas a punto de salt
de los ojos, Crossman recordó todo
instantes en los que había perc
tampoco. Dice que es preciso olvi
que usted debe empezar de nuevo a
Crossman reprimió un sollozo.
—Dios mío, la echo tant
menos…
—Siempre que la necesite,
aquí. Y un día, cuando su dolor
pasado, se marchará.
—Entonces dígale que me ni
olvidarla.
dicho adiós aquella mañana, que
mucho no haber podido besarla un
más. Tras un silencio, bajó la ma
preguntó:
—¿Sigue aquí? —
Marie asintió y no volvieron a h
nunca más de ello. Lo que no
impedido a Crossman envia
misión al otro extremo del mundo
que se metiera en la piel de una
verdes valles del Po y las estribac
de los Dolomitas. Marie está ahí a
en algún lugar de esas montañas
ráfaga de lavanda invade las
nasales de Crossman. El director de
Capítulo 218

Sobre el Vaticano, a medida qu


mangueras combaten las llamas e
sótanos la humareda negra se disipa
metros de allí, cuando el car
Giovanni se vuelve y suspira.
—Ahora está todo perdido.
—¿A qué se refiere?
—A los archivos, los pergamin
papel. Algunos libros y pergam
antiguos.
—¿Dónde está entonces lo esen
—Usted tiene una parte en
manos.
informarnos acerca de la verd
naturaleza de nuestros enemigos.
—¿En qué puede sernos útil,
que los últimos cardenales del H
Negro están muertos?
Un silencio. El destacamento
de llegar a la torre oeste del castil
Sant'Angelo. La verja se cierra tras
chirriando. Bajan por una escale
caracol, de piedra, que se hunde e
Como le he dicho, el resto no es má
papel.
Giovanni ha perdido la noció
tiempo. En sus brazos, el evan
parece pesar toneladas, como si su
Mendoza le explica a Giovanni
nadie puede cruzar ese límite sal
Papa y el cardenal secretario de Es
—Nosotros éramos los único
conocíamos la existencia de este
desaparecido tras la piedra y
puntas son lo único que continúa s
visible. Una corriente de aire h
agita la llama que sostiene Giov
Este sigue a Mendoza por un est
El anciano cardenal acaba
detenerse. Levantando la anto
ilumina una puerta medieval
maderos, gruesos como un muro
sido unidos de manera que pu
Malditos por el fuego sea
los ojos que se posen en él
Los ojos de Giovann
agrandan a causa de la sorpresa
—¡Es la misma inscripción
Inquisición reventaba los ojos de lo
habían contemplado tales misterios
—¿Qué hay detrás de esa puert
El cardenal acerca las manos
cerrojo florentino que acciona
ponen a girar a la vez, una ser
chasquidos sordos: las barras se de
y la pesada puerta se abre chirriand
—Espéreme aquí.
Giovanni ve cómo Mendoza se
la antorcha se inclina y transmi
llama a otra antorcha. Luego, sin
Mendoza tenga necesidad de move
fuego se extiende a lo largo d
paredes: un rosario de antorchas q
hay objetos de toda clase cubierto
pesados paños rojos. El aire polvo
se impregna de un denso olor de
Huele a piedra, a musgo y a tie
Giovanni se acerca a Mendoza
—Cardenal Mendoza, ¿qué
exactamente en esta sala?
—Recuerdos. Piedras viejas. T
de la verdadera Cruz. Ves
arqueológicos de civilizac
de Matías, el decimotercer apóstol.
José y el de Jesús.
—¿El de Jesús? ¿Qué contiene
—Lo sabrá muy pronto, puest
usted es el próximo. Giovann
de la curia están tan aterrorizado
resultará fácil convencerlos. Ya lo
Lo convertirán en el próximo
entonces sabrá… Lo sabrá todo.
—Y seré el papa que reinará
poleas. Giovanni oye que el bast
Mendoza rasca el suelo mientras e
aleja. Toca una vez más el evan
según Satán; tiene la sensación d
la tapa late débilmente bajo la tela
pesada puerta se cierra a su es
chirriando.
Capítulo 219

Las tinieblas. La madre Yseul


lo que queda de la anciana religios
se estranguló siete siglos atrás.
Ahora, atrapada en el trance q
tiene prisionera en ese cubículo, M
está sola. Está sentada en un ban
matarla. Pero no lo había hecho. H
preferido el lento suplicio
emparedamiento mental: la visión
muro, una doble prisión de la que M
no tenía ninguna posibilidad de esc
amanecer, Caleb perdió. Marie tu
certeza de ello cuando oyó mentalm
la voz de Carzo. El sacerdote acaba
llegar a la estación de Roma, le qu
una cosa por hacer. El final del cam
cuando sus pensamientos se uniero
última vez. Después, Marie perd
contacto. Sin embargo, estaba segu
que el corazón de Carzo seguía lat
como un eco lejano. Él también e
Capítulo 220

—¡Está aquí!
Al barrer las tinieblas con la lin
Valentina acaba de iluminar un c
mano y se pone tenso al notar la
helada de Marie bajo sus dedos. A
una oreja contra el pecho de la jove
incorpora.
—Es demasiado tarde.
Bajo los dedos de Valentin
venita que traza un surco azul
centro de la muñeca de Parks se h
imperceptiblemente. Luego se desh
y vuelve a hincharse. Valentin
abre de nuevo. Luego se acurruca
los brazos de Valentina y rompe a l
Un mes más tarde…
tres somníferos para intentar olvid
gritos de Rachel y los dedos de la m
Yseult cerrándose alrededor de su c
Desde entonces se encuentra sumi
un sueño brumoso e incoloro don
extienden por su sangre y dilata
arterias. Su pulso se acelera, las ale
su nariz se estremecen y en sus sien
venas azules se hinchan. Las imágen
articulan y cobran vida.
Caleb la mira. Sus ojos b
débilmente bajo la capucha.
Marie tiene frío. Los cadávere
desaparecido. En su lugar, decen
recoletas están arrodilladas e
tirita. Ese cuerpo que las recoletas
recibir en la boca y esa sangre que
beber arrodilladas al pie del alta
los suyos. Se retuerce en la cruz.
se acerca. Se baja lentame
Capítulo 222

5:10 horas. El timbre del tel


desgarra el silencio. Marie se sobre
Tiene la boca seca, pastosa. Un
hotel en el Sam Wong, barri
Chinatown, San Francisco. Marie a
a pleno pulmón los olores de la ci
Los rayos de luz de color paja
penetran ahora en la habitación term
Marie alarga un brazo para co
paquete de tabaco que está sob
mesilla de noche.
—¿Está ahí?
Ella aspira una bocanada de hu
intentar despejarse. Mierda
somníferos…
Capítulo 223

Ciudad del Vaticano


realidad, que si se preguntara
peregrinos qué recuerdan de esos
funestos, seguramente la ma
respondería que tiene la sensación d
el asesinato del Papa se produjo
desaparecer la capa de ceniza d
cúpulas del Vaticano. Habían pi
varios edificios a toda prisa, tapiza
plaza de rojo y blanco y organ
festejos y veladas de plegarias
hablaba de una gran mentira y d
Jesucristo no había resucitado de
los muertos, pero el recuerdo de
palabras no tardaría en diluirse
olvido: palabras sin sentido, verdad
que había empezado hacía dos día
llevaban seis escrutinios sin
elegido a nadie, seis columnas de
negro por la chimenea. Pero hac
mitad de la jornada había empez
Un murmullo recorre la multitu
alzan brazos, caen lágrima
cámaras hacen un zoom de la chim
de la que sale un espeso humo bl
Los comentaristas anuncian q
Capítulo 224

Al salir del Sam Wong Hotel, M


aspira los olores de toronjil que flot
las callejas del barrio chino. Pese
Suicidios y detenciones e
cadena en los medio
financieros.
La gran limpieza prosigue.
Introduce un dólar por la ran
informe en cuestión presentaba
organigramas de una gigantesca r
malversación de fondos;
ramificaciones al parecer han lleg
la mayoría de las grandes empresa
financieros tras la quiebra en cade
varios bancos internacionales
continuará. Ya se ha perdido la cuen
las detenciones y los suicidio
banqueros y empresarios implicad
organizaciones terro
internacionales… Así es
Crossman había conseguido qu
Departamento de Estado efec
detenciones selectivas contra la
pilares del Golden Gate m
sumergido en la bruma. Hoy hará c
Echa de nuevo a andar hac
centro. En el cruce de Hyde, monta
viejo tranvía de cables que sub
sonríe. El viento tibio y salado m
sus cabellos. Se siente bien.
Capítulo 225

En la capilla Sixtina ha vue


Matías I, en recuerdo del decimo
apóstol. Un nombre original que sin
marcará la ruptura con los ter
acontecimientos que han sacudid
Vaticano.
A medida que la procesión se ace
balcón, el Papa oye cada vez más
el estruendo de la multitud. Tie
impresión de avanzar hacia la
ardiente de un circo lleno de fieras.
—Por cierto, eminencia, no m
dicho si los equipos de so
encontraron las cruces de las
Bienaventuranzas entre los resto
incendio.
—¿Está seguro?
—¿Quién puede e
razonablemente, Santidad?
Sintiendo latir la cruz de los P
bajo su hábito, Matías I no encu
oyen por fin por los altavoces, Ma
sale al exterior. Los gritos de la mu
entusiasmada lo envuelven. Se inc
mira la marea humana que ha invad
plaza y las avenidas y que espe
no ha terminado, Giovanni. ¿Me
Siempre vuelve a empezar».
Una sonrisa aparece en los labi
Matías I cuando levanta los brazos
saludar a la multitud. Campini
televisores: estruendo de multit
repicar de campanas. El nuevo
acaba de ser elegido.
—Es aquí.
Marie se sobresalta al oír la voz
semanas en coma, tres semanas du
las cuales Marie lo ha velado
descanso.
El sacerdote le hace una seña c
mano. Está al teléfono y habl
—Matías I, antiguo cardenal Pa
Giovanni. Será un gran papa.
Marie se vuelve hacia Carz
sacerdote está muy pálido.
—¿Y la llamada de quién era?
fugaz en el escote del pijama, una c
de la que cuelga una joya en
forma de cruz. Se envar
imperceptiblemente mientras sus l
rozan la mejilla del sacerdote. Su
difunde una extraña luz fosfores
por la habitación. Marie se detiene
la puerta.
—Alfonso, esa joya que
colgada del cuello, ¿qué es?
palabras y cierra la mano alrededor
culata de su arma.
—¿Qué ha dicho?
Se vuelve lentamente hacia el
Carzo, que se ha incorporado en la

You might also like