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La peste negra
Europa, extendiéndose como
castigo divino sobre la aterror
población. En medio del caos,
monja termina en un convent
Bolzano, donde expira. Sin emb
la maldición la persigue: durant
trece días siguientes las m
mueren de las formas más horr
sicópatas, trabajo para el
aprovecha su insólita habilida
médium, hasta su pueblo n
donde su llegada coincide co
desaparición de cuatro muj
mejor exorcista a investiga
crimen, pues las tres víctimas
monjas recoletas, y todo p
indicar que tras su muerte se ha
desaparecido evangelio de S
El evangelio de
mal
ePUB v1.0
Polifemo7 29.06.11
Primera parte
Capítulo 1
11 de febrero de 1348.
Convento-fortaleza de Bolzano
norte de Italia
relee una última vez, rozando c
yema de los dedos las marcas allí d
sus ojos cansados ya no cons
distinguirlas. Luego, cuando está s
de que esas líneas han que
retuerce la espalda en ese cubícu
suplicio del emparedamiento. Rec
haber leído numerosos manuscrito
referían los sufrimientos de
condenados a los que los tribunales
Recuerda sobre todo un perga
que relataba la toma en el siglo an
del monasterio de Servio por las t
del papa Inocencio IV. Aquel
novecientos caballeros rodearon
los tres jueces de la Inquisición y
notarios, los verdugos y sus instrum
de muerte. Una vez derribada la p
encontraron a los monjes arrodillad
la capilla. Tras examinar esa asam
incesante de los cubos de agua putre
que sirvientes aterrados arrojaban
las baldosas para diluir los charc
sangre. Finalmente, cuando la lu
ocultó tras esas inconfes
en las profundidades del monas
Cuatrocientos esqueletos que araña
granito hasta desangrarse.
Ahora le tocaba a ella. Co
diferencia de que la vieja religio
encontrado refugio, unas velas
escasos efectos personales y, enro
en un trozo de hule, el terrible se
que se llevaba con ella. No para q
perdiera, sino para que no caye
crucificadas. Desde aquel crepús
cuando tomó posesión del conven
Bolzano, la Bestia se alimentaba
carne y del alma de las siervas del S
La madre Yseult está a pun
del cubículo. Esa voz es la d
Braganza, su novicia más joven. Su
a la madre Yseult que le diga dónd
escondida y le implora que la
reunirse con ella para escapar del as
Entonces, mientras gruesas lág
de terror y de pena se deslizan po
mejillas, la anciana religiosa se tap
oídos para no seguir oyendo el llan
Braganza. Luego cierra los ojos y su
Capítulo 2
La puerta de la celda e
atrancada. Tiritando bajo la c
mojada, la madre Yseult la golpe
Sonia, a la que una fuerza maléfica
crucificado en la pared. La desdic
cuyos pies golpeaban la piedra a
centímetros del suelo, estaba des
Su barriga blancuzca y sus pech
Un pesado medallón de plata sa
sobre su torso: una estrella de
puntas enmarcando un demonio
cabeza de macho cabrío, el emblem
los adoradores de Satán.
de cuero. El tiempo justo de cruza
mirada con Sonia mientras la ho
hundía en su vientre. Y de ver lueg
las entrañas de la desgraciad
esparcían por el suelo; una corrien
pasillo. El corazón le dio un vu
Faltaba un dedo en la huella izqu
unas semanas atrás, sor Sonia e
desramando un árbol muerto cu
calculó mal el movimiento del ha
el vientre abierto y
ojos aterrorizados. Un manojo
entrañas humeaba a sus pies en un c
de sangre. Yseult, au
avergonzándose de ese pensamien
Capítulo 12
Hattiesburg, Maine.
En la actualidad
Medianoche. La agente esp
cuando las imágenes se vuelven bor
y su cerebro empieza a embotarse,
la luz e intenta no pensar en las vis
que salpican su mente como fogo
en la oscuridad. Sobre todo, no pe
barahúnda de gritos y de llantos
estalla dentro de su cráneo mientra
aprieta los puños para intentar do
Asesinatos en directo que ella prese
impotente, como si se produjeran
Para ahuyentar esos embrion
terror que la asaltan cada vez que
la luz, Marie Parks centra su atenci
un punto imaginario situado entr
cejas. Los chinos dicen que por ese
ayudada por los somníferos.
seguido cae durante unas horas e
sueño plúmbeo. Unas horas de t
hasta que, al pasar el efecto d
drogas, sueña con hachas y cu
Los primeros cazan dentro d
grupo étnico y matan a sus víc
según el principio de las series. C
Edward Sorrenson, ese padre de fa
anónimo que esculpía adolescentes
novatadas, odio acumulado día tra
Y el monstruo, al hacerse mayor, m
los reflejos de sus frustraciones: ru
prostitutas, maestras jubi
adolescentes o bebés. Asesinos
jóvenes en una sola noche y en el m
barrio. Obedecen a una pulsión sup
y devastadora: los asesinos en mas
exaltados que oyen la voz de Dios.
En cuanto a los asesinos relám
de la selva de las ciudades y de la s
de las afueras; ese criminal per
príncipe de los asesinos ante quie
demás criminales deben inclinarse,
asesino itinerante.
ahorrado lo suficiente para perm
dar una vuelta al mundo en avió
falso, porque el asesino en serie
sujeto compulsivo que mata para ap
su pulsión, un psicópata que sigu
perro sarnoso que mata a los corder
su rebaño.
El asesino itinerante, en camb
un migrador, un devorador de cadáv
un gran tiburón blanco que remon
o el mayor de una familia feliz. Su
no lo violaba, su mamá no lo som
ese incesto afectuoso que retuer
cerebro. Nadie le pegaba. Ha nacid
con brujas inclinadas sobre su cuna
Puede ser tu vecino, el que te atien
el banco o ese hombre de negocio
baja de un avión para subir a otro y
los domingos jugando al tenis co
hijos. Está perfectamente integrad
correr el menor riesgo. Puedes incl
a tomar un café con él o cogerlo cu
hace autostop en una carretera des
Con un asesino itinerante, no. Porq
asesino itinerante es un animal que
fantasmas. Esa es la caza favori
Marie. Marie, que llora mientras du
que grita y se despierta, con el c
anegado de sudor y la cara baña
lágrimas, siempre a la misma hor
Capítulo 16
Plic, plac.
Unas gotas repiquetean cont
cemento. Marie se estremece.
de las cosas, recupera la conciencia
cuerpo, de sus brazos y de sus pie
Del calambre extraño y doloroso
recorre sus músculos.
Pam.
el miedo en su interior. Es apena
sensación, un hilo de tinta en un
transparente. Pero su mente, que re
poco a poco la conciencia, in
desesperadamente dormirse de n
acerca; un calambre muerde
pantorrillas, sube hacia sus muslos
vientre.
Pam.
Cada vez que se produce ese rui
rugoso de la madera contra su espal
quemazón de las astillas, que con
golpe se clavan más profundamen
su piel. El miedo explota en su vi
El ácido del miedo que los ór
hedor que la envuelve, recuerd
chapoteo de la lluvia sobre la hojara
la silueta de Rachel escabulléndose
los árboles. Recuerda la cripta
muertos desplomados sobre
penetra en la madera a través de la
y de los tendones de su muñeca
líquido resbala por sus brazos y
axilas. Sus pechos están impregnad
ese líquido pegajoso que se desliz
mano que sujeta la suya contra es
cabeza de un clavo sobresale
muñeca hinchada. Ve el martillo q
alza de nuevo y a continuación se
con fu
capucha. Después siente que la
helada del asesino agarra su m
mientras la otra mano levanta un
más el martillo.
Pam.
siente que avanza. Se abre paso a t
de sus nervios entumecidos. Se ace
Capítulo 45
El asesino, concentrado en su
inclinarse hacia delante para
cuando toma conciencia de pronto d
clavos que penetran en sus brazos
sus piernas. En ese instante se da c
de que su cuerpo suspendido en el
sus muñecas y hace restallar la p
sus brazos contra el madero. Explo
sus rodillas, sus codos, su vientre
tobillos. Marie cierra los ojos y
escapar un aullido animal. Un deste
El suplicio de la cruz. Marie
contra la tensión que endurece
músculos, contra esa contracción q
inflige a sí misma para no dejar q
peso de su cuerpo tire de los clavo
cuerpo tire de esas puntas qu
traspasan.
Al borde de la asfixia, Mar
relaja. Se tensa y se relaja de n
hasta que ya no puede contraer
a llorar. Gruesas y pesadas lágr
gritos de animal agonizante, ala
roncos que retumban en las tiniebl
la cripta.
Crucificadas a su lado, las c
labios aplastados que el sufrimien
contraído en la muerte. Sus manos s
soltado finalmente de los cl
Cuelgan en el extremo de los anteb
sujetos por las correas. ¿Cuánto ti
contener la respiración para morir
Resiste unos segundos, pero la pr
que aumenta en sus pulmones contr
nuevo sus músculos y hace explo
dolor. Entonces vuelve a dejarse c
cesado. Su cabeza ha caído sobr
manos. Está muerta.
que llena su capucha. Ve el brillo f
sus ojos, dos destellos de crista
llamean a la luz de los cirios.
Su abrigo de cuero está ab
Debajo lleva un sayal negro, un háb
sobresalen de las mangas del
Tiene las manos anchas y las
negras. Unas manos llenas de as
Unas escarificaciones recorren su
desde la muñeca hasta la sangradu
consigue leer. Después encuentr
nuevo la mirada de Caleb, el abism
su mirada. Sabe que no puede espe
menor compasión de un asesino co
y comprende que va a morir. Ent
dolor. Bannerman. Vuelve la c
hacia su ropa, que el asesino ha d
en el suelo. La radio sigue funcion
y el auricular de infrarrojos transm
voz del sheriff. Se concentra
Se ahoga. Las fuerzas la aband
Tiene que ganar tiempo. Busc
palabras, las sopesa y trata de anali
información que se agolpa en su m
para trazar el mejor perfil posib
por el todo. Con la voz empañada p
lágrimas, se identifica con la espe
de que el asesino deje de ver en e
trozo de carne sin alma.
—Me llamo Marie. Marie M
conseguía distinguir los números
sabe, esos números que danzan de
de los ojos cuando el cerebr
terminado una suma.
Una buena idea, esa alusión
—Mi hermano Allan murió de leuc
a la edad de nueve años. El méd
dio cuenta de que estaba enf
pasándole el dorso
tenedor por la piel de la pantorrill
asesinos les encanta rematar a
víctimas.
—Allan está enterrado en
cementerio de Grand Rapids, en
Allí vive mi abuela, Alberta Cowl
le envenenó la sangre echando e
zumo de naranja los restos de lápi
quedaban en el sacapuntas. Nunca
dije a mamá, pero estoy segura de q
yo quien mató a Allan.
en mi jardín. Lo echo muchísim
menos.
De repente, Marie siente que
inmensa rabia le abrasa el pecho. In
contenerla, pero no puede.
chicas también. Me encantan las c
guapas. Me encanta el tacto de su
el sabor de su sexo en mis labios. Y
todo, me llamo Marie. Marie M
Parks. ¿Te enteras, asqueroso devo
Capítulo 47
—Despierte, padre.
Empapado de sudor,
padre Alfonso Carzo abre lo
célula de su cuerpo le suplica
permanezca tumbado y vuelv
dormirse hasta la muerte. Está a pun
sucumbir a esa deliciosa tent
cuando las grandes manos del
alzan las instalaciones de la misión
capilla hecha de palos y una hile
cabañas de adobe. Ni dispensari
médico, ni grupo electrógeno
siquiera una mosquitera. Eso es la m
embargo, por más que el padre C
aguce el oído, la selva con
silenciosa.
El exorcista se levanta y sumer
manos en la palangana de agua tem
examina la cesta de fruta que Alam
tiende. Cuartos de papaya y de
silvestre. El misionero ha rasca
corteza hasta la carne, para liberar
esa capa de podredumbre grisácea q
Capítulo 64
Ad Majorem Satana
costa, pero había dejado tras
suficientes indicios para reanudar la
del hombre.
Parks vuelve atrás, hasta el an
que Patricia Gray publicó el 1
Otra recoleta crucificada e
convento. Y ninguna indicación to
sobre el contenido de ese evangeli
Caleb buscaba mientras matab
aquellas mujeres.
mes de noviembre en el diari
República de Lima, en Perú. Y otro
en La Patria de Cartagena.
Parks examina con detenimien
informes de la policía colombiana
religiosa no solo había sido crucific
profanada, sino también torturada
la muerte. Como si el asesino hu
querido arrancarle una
información que solo ella poseía.
orden guardaba los manuscritos
peligrosos: las bibliotecas prohibid
Parks continúa leyendo. Despu
Cartagena, los crímenes prosiguier
México y posteriormente en Es
Unos días más tarde, encontrar
rastro en Hattiesburg, adonde lle
una tras otra para poner
definitivamente al brutal recorrid
asesino. No había ningún conven
amontonado esos cadáveres en la
situada en medio del bosque de
Oxborne. Esas profanaciones h
salido en la primera página d
periódicos locales y más tarde e
Después se encontró la ropa d
hermanas en la linde del bosque. E
lo que no encajaba: ¿por qué
corrido Caleb ese riesgo? ¿Por qué
había limitado a desaparecer despu
A duras penas oye que la vo
comandante anuncia una zona
turbulencias antes de sumirse e
profundo sueño.
Quinta parte
Capítulo 75
Continuando su búsqueda e
cubículo de Pascual II, Bal
encuentra un rollo atado con una
el combate un fin digno de los servi
de Dios. El manuscrito tendrá qu
emparedado después en los sótanos
fortaleza hasta que vayan a buscarl
Mientras deja el docum
transcurso de un ataque en el qu
tenían ninguna posibilidad de sali
vida.
En los cubículos siguiente
archivista no encuentra ningún
1191. La tercera cruzada, dirigid
Ricardo Corazón de León, acab
recuperar San Juan de Acre al térmi
un asedio que ha durado casi un
Cuando los ejércitos de Saladino h
y salas ocultas, y conocen toda
técnicas empleadas por los árabes
cristianos para esconder un tesoro. A
como acaban dando con el evan
que el difunto comandante d
destino a Roma; el mismo que Bal
acaba de encontrar en el cubícu
Celestino.
Santidad:
realidad, lo cierto es que es
manuscrito fue emparedado e
los sótanos con tant
precauciones como habría
tomado los albañiles encargad
archivistas, que sin duda sabrá
hacer buen uso de él.
Puesto que todavía queda
registrar el ala oeste de la for
antes de que nos reunamos co
Cruzada 1191 Robert de
Sablé, gran maestre del
Temple.
Capítulo 120
de su descubrimiento. El Papa le ad
que la obra no debe ser abierta
ningún concepto. Lo previene tam
de que un
destacamento de archivistas se ha h
de un mes de navegación y las pal
mensajeras ya han consumido d
plazo cuatro días y tres noches
llegar hasta allí, le queda un poco m
tres semanas para asegurarse de qu
Barriendo con el haz de luz
antorcha el cubículo de Celestin
Ballestra descubre otros docum
guardados en un pesado sobre se
con cera: una cincuentena de pergam
atroz. Afirma que ese evangelio
maldito y que ofrece en esas os
líneas el testimonio de la existenc
una bestia monstruosa que ocupó el
de Jesucristo en la Cruz. Jesús, el h
y que ninguna montaña
suficientemente alta para deten
viento que se levanta.
Ballestra constata que los úl
pergaminos redactados por Sablé
plasmarlo por escrito. Después an
que ese día mandará un destacamen
templarios a un lugar oscuro, al no
Tierra Santa, donde, según é
encuentra la prueba de sus declarac
Todo es falso. ¡Oh, Señor! ¡Todo l
nos han dicho es falso!
El archivista se inclina para reg
el resto del cubículo del papa Cele
III. Solo queda un pergamino, de
Ballestra se sienta con las pi
cruzadas en el suelo y escucha su p
voz, que se eleva en la oscuridad
si, atravesando los siglos, fuera el p
Brescia quien releyera esa carta an
de travesía. Al doblar la punta de H
vimos que se elevaban unas column
humo negro en San Juan de Ac
mientras nubes de cenizas caían
nuestras velas, comprendimos p
los unos contra los otros que casi
distinguía la superficie del agua
los cue
Finalmente conseguimos entrar
puerto de Acre, cuyas aguas hume
Al llegar a las murallas, pedim
recibidos por el gran maestre
Temple, a quien vuestra misiva
informado de nuestra llegada. Un
se alejó al galope hacia la parte sur
ocasiones en Roma y en Venecia. P
razón me quedé impresionado al v
mucho que parecía haber envejecid
principio achaqué su estado a
combates y a las odiosas ejecucion
fragmentos de nuestra conversació
sombra de las murallas. Em
diciéndole:
—En nombre de Cristo, Robe
ruego que respondáis sin rodeos
sin consumirse, es de temer qu
hacerlo, hayáis liberado unas fuerza
os superan. Os escucho. ¿H
cometido lo irreparable?
Me estremecí al oír la voz que
almas arden eternamente, y es
quien alimenta el fuego que las con
Entonces, cubriéndose
archivistas la cara mientras la cosa
los brazos para insultar al Ciel
después de esa entrevista, os escrib
carta para haceros partícipe de
temores.
Crujido de papel. Bal
desenrolla el último pergamino
cadáveres a las hogueras de cuerpo
iluminan la bruma.
Me niego a abandonar el evan
maldito en unas manos que pere
teniéndolo en su posesión, de mod
20 de agosto del año de Cr
1191, escrito por la
pluma
de Umberto di Brescia, cab
archivista a las órdenes exclusiv
dificultad qué ocurrió aquella n
Sablé, efectivamente, había perdi
razón y los templarios se h
convertido junto con él en adorado
las fuerzas del Mal.
Capítulo 122
Venecia, 13 horas
Cubiertos con una capa y ocu
rostro bajo una máscara de plat
Han escogido Venecia porqu
celebra el carnaval y a nad
sorprenderá ver siete capas negras
esa multitud de trajes y de antiface
ha invadido las callejas y los puen
cristiandad. Tras anunciarse el con
salieron de sus lejanos obispado
Australia, Brasil, Sudáfrica y Ca
Desde los mayores palacios del pl
hasta los cottages más discretos don
conocerse. La supervivencia del H
Negro de Satán depende de ello.
Los mayordomos los conducen
salones privados, donde les sirven
colación mientras esperan la hora
arlequín tienden la pasarela y vigila
alrededores mientras él desaparece
interior del palacio. Los chambelan
escoltan hasta la sala de las mazm
adonde los cardenales han
Cuando el gran maestre consider
han comido bastante, agita
campanilla de plata. Las copas de
permanecen sobre la mesa y el tin
de los cubiertos cesa.
Unos murmullos se elevan en
asamblea mientras las más
intercambian asentimien
satisfac
—Pero antes debemos hacerno
deben en ningún caso cambia
resultado del voto. Encontrarán
direcciones de sus familiares y d
allegados en sus habitaciones del h
Transmítanlas urgentemente a
—No son más de tres o c
Tenemos que arreglárnoslas para q
formen parte del cónclave.
—¿No corremos el riesgo de
tantos ataques cardíacos llame
Anoche, el prefecto de los Arc
secretos del Vaticano consiguió ent
la Cámara de los Misterios.
Temíamos que nos hubiera descubi
nos vimos obligados a asesina
Ahora saben que tenemos la capa
de golpear en el corazón del Vati
Falta resolver el problema número
el de nuestro evangelio. Tenemo
encontrarlo sin falta antes que nu
Otro riesgo considerable para nu
orden.
—Un mal necesario. Recuerde
ahora es nuestra única posibilida
encontrar el evangelio. Por lo
—Una última cosa antes
separarnos. Una de las copas de la
han bebido esta noche contenía una
fulminante de ese veneno que ha h
famosa a nuestra cofradía a lo lar
—Armando Valdez, car
arzobispo de São Paulo, le acuso d
traición al Humo Negro. Fue usted
reveló al padre jesuita Jacomin
existencia de la Cámara de los Mist
Luego, echando un borbotón de s
negra por la boca, se desploma
piernas se agitan espasmódicam
pero su cerebro ya está muerto.
velocidad en dirección a Zerma
medida que el vehículo engull
curvas, la joven tiene la impresión d
la masa imponente y fría del Ce
aplasta el horizonte. Se vuelve ha
importantísima. Parks lo miró mie
marcaba un número y tambori
contra el cristal en espera de qu
contacto descolgara. Luego vio q
semblante se descomponía; cuando
cumbres desaparecen poco a poco
un espeso manto de bruma. Las bo
los caminantes crujen sobre la nie
polvo. Parks, sin aliento, abre la
para anunciar que no puede recor
Carzo asiente. Entrecerrando
ojos, Marie logra ver finalmente la
gris de una viejísima muralla. Re
con la mirada la pared y observa q
la roca escarchada no hay ningún a
Mundial, cuando una congregació
hermanas trapenses se refugió en é
—¿No se quedaron?
—Cuando terminó la guerra
destacamento del ej
los cadáveres de sus víctimas ant
poner fin a su vida.
—¿Quiere decir igual que
recoletas de Santa Cruz?
El sacerdote no responde.
Capítulo 130
Roma.
Diez de la noche
Sentado en la parte trasera
más ruido que un ejército de fanta
Pero lo que preocupa al car
Giovanni mientras la limusina se
paso con dificultad entre las proces
es que nada ha sucedido con norma
del cónclave. Algo nunca visto
hace siglos.
A media tarde, el an
camarlengo había subido a la tribun
concilio para anunciar la notic
constitución apostólica Un
Dominici Gregis, Campini
convocado a los cardenales al cón
que se iniciaría inmediatamente de
del entierro. A partir de ese momen
es un Bentley de colección que pert
al cardenal Angelo Mendoza, secr
de Estado del Vaticano y primer mi
de la Iglesia. Justo después d
intervención del camarlengo y mie
sobre a salvo de las miradas. E
interior, una simple hoja en la
Mendoza había escrito unas palabr
latín que significaban: «El necio tie
ojos abiertos, pero el sabio camina
hoja, como ya hizo en su habitació
hotel inmediatamente después de
salido del concilio, Giovanni no s
en absoluto mientras contempl
frases escritas con tinta roja que d
nuevo las líneas rojas que parecen
sobre el papel:
Mi limusina lo recogerá a l
22 horas en el número 12 de v
un amigo fiel del papa que acab
fallecer, un miembro de la vieja gu
Fue él quien recomendó seis meses
a Su Santidad que elevara a Giova
rango de cardenal el día que este cu
pues, ha depositado su confianza
que lo ha convertido en lo que es. P
el mensaje de Mendoza le inquieta
y el silencio que ha invadido el Vati
El prelado abre los ojos. La lim
chófer. Dirige la mirada hacia el c
de separación. El hombre ni siquie
vuelto la cabeza. Giovanni ab
portezuela y mira la suela de su mo
que desaparece en un charco de
cardenal va a dársela cuando ve
sombras agazapadas en el cal
Cuatro hombres. Da un paso atr
reconocer al más cercano; su
acaba de aparecer bajo una luz de
La voz del maître es gl
Giovanni se estremece al ver q
hombre ha introducido una mano b
americana y que empuña un arma.
Entonces contesta:
Giovanni echa un vistazo hac
fondo del callejón. Los guardias s
han desaparecido.
rugido. Cientos de miles de l
rezando en medio de un bosque de c
Parece un monstruo, una
compuesta de miles de rostros triste
cuerpos inmóviles.
Campini ve de reojo que a su la
detiene la imponente silueta
comandante de la guardia.
—Le escucho.
—Tres cardenales no han acud
—A los dos primeros se lo imp
límite de edad y no pueden formar
del cónclave.
—Aun así, eminencia, el car
secretario de Estado y el má
cuando la Sede está vacante.
camarlengo soy yo.
—¿Cree que saben algo?
—Creo que creen saber algo.
de todas formas, sea lo que fuere l
—Es imprescindible recuper
evangelio para la misa solemne q
celebrará justo después de la elecció
gran maestre.
—Quizá sería mejor intervenir.
Campini dirige una última m
hacia la muchedumbre.
—Refuerce los cordones
seguridad y cierre la ba
El comandante indica a sus gua
Capítulo 165
En el antiguo cementerio
convento de Bolzano, donde ahora
el uno junto al otro, Parks y C
1348. El día que la Bestia entró
convento.
Marie aparta un arbusto de reta
descubre otra lápida cubierta de m
Rozando con los dedos las asperez
instantes de vida. Marie se
extrañamente triste, como si lo qu
enterrado ahí fuera un trozo de
misma. O más bien como si el inqu
recordara los terribles acontecimi
¿Oyó una vez más, la última, los
de los trapenses enterrados vivos
pensó en aquel perfume tan femen
turbador que había cosquilleado
fosas nasales mientras despertaba
del corazón de Landegaard. Algo q
era muerte. Algo que no moría jam
Parks suelta el arbusto de reta
se seca los ojos mientras nota q
mano de Carzo se cierra sobr
Capítulo 172
Sentado en la terraza de
restaurante a orillas del mar
Castellammare di Stabia, Stuart
El Humo Negro tiene un
débil.
Si quiere saber cuál es, es
dentro de una hora en
terraza del restaurante
el jet privado que lo esperaba
aeropuerto de Ciampino. Cuaren
cinco minutos más tarde, desemba
en Nápoles y montaba en una lim
para trasladarse a Castellamma
Crossman estaba sentado a una me
la terraza y esperaba.
Un bip en su auricular. Uno d
hombres le anuncia que una Z
acaba de llegar a la playa.
La quinta silueta, encorvada, a
cojeando, sostenida por los
fornidos.
—Jefe, aquí francotirador 1. Te
los blancos en la mira.
—Jefe, aquí francotirador 1. E
sus instrucciones.
Crossman frunce el entr
mientras las siluetas pasan junto
farola. El charco de luz recort
apoyándose en un bastón. Sonr
sentarse a la mesa de Crossman.
—Buenas noches, Stuart.
—Buenas noches, don Gabriele
De pie en la proa de la barca de
que avanza entre un estruendo de m
cansado, el cardenal Giovanni alz
ojos hacia el cielo estrellado. La lun
tan llena que ilumina la noche co
hombres de don Gabriele p
desembarcar su cargamento human
Giovanni mete una mano e
bolsillo de su sotana y palpa el sob
Lazio Bank. Contiene una tarje
el cardenal del Humo Negro
adjuntado a ese envío, una pesada
con rubíes incrustados y una cade
plata que Giovanni se ha p
alrededor del cuello. Solo queda co
su protección y Mendoza ac
Cerentino se acerca al oído del car
para que su voz no quede ahogada
ruido del motor.
—Eminencia, tenemos que baja
que los celulares de la Cosa N
funcionaban gracias a una red pr
compuesta de antenas de repe
escondidas en las regiones
recónditas de la Península. Los maf
había dicho que el titular de ese nú
esperaba su llamada a las cuatro y m
en punto. Giovanni consulta su
4:29. Bajo sus pies, las vibracione
agitan la cubierta se espacian
El teléfono marca automáticamen
número memorizado.
—Así que me has reconocido
Stuart? Hace tanto tiempo…
—¿Cómo iba a olvidarlo? Uste
uno de los padrinos más peligrosos
Cosa Nostra que se exilió a Es
—Una tonelada de naderías de
blanco, envasada en bolsas de un
—En fin, el caso es que es
obligó a volver para poner orden
país.
—Tan impaciente como sie
Como tu tirador de ahí arriba,
todavía se está preguntando si
disparar o no contra un viejo.
—No lo hará mientras yo no le
El viejo sonríe.
—Me persiguen tantos policía
todo el mundo que no cabrían e
estadio de fútbol, así que unos cu
más o menos…
—De los que al Humo Neg
gustaría recuperar a cualquier pre
conociera su existencia.
—¿Y esa persona quién es?
El teléfono móvil de Crossman
—Dígame dónde.
—En Le Gozo, un bar de La V
que está en una placita, junto a la i
de San Pablo. A las seis y media
posible?
Capítulo 180
Un silencio mortal se ha ab
sobre la capilla Sixtina. Los c
dieciocho cardenales electores
Juicio Final parece recordar a
cardenales la gravedad de su misió
El cónclave había comen
oficialmente hacía dos horas, con
misa solemne en el transcurso de la
procesión en dos filas, habían to
asiento bajo la mirada de los fresco
Ahora, el cardenal decano se le
y pronuncia en latín la fórmul
juramento ritual que precede toda
silencio, los padres electores pon
mano sobre el ejemplar de
Evangelios que han colocado delan
ellos y completan el compro
colectivo del cónclave pronuncian
salir de la capilla. Después sale él y
a los cardenales cara a cara co
conciencia. Todos se miran. Casi
lo saben. Antes de empezar el cónc
la mayoría de ellos han recibid
deben reducir a cenizas el sobre
contenido antes de dirigirse al cónc
De este modo quedan advertidos de
si alguien llega a encontrar uno so
esos sobres, todas las familias
dice nada, como si cada uno esperar
otro se echase al agua y denuncia
complot. O, más bien, como si
rezaran en silencio para que
hablara. Así pues, cada vez qu
Camano se sorprende sonriendo
frase hecha se parece a la que pron
el sacerdote justo antes de sella
matrimonio. «Si alguien tiene alg
contra de esta unión, que hable ah
preparados para votar que levant
mano. Ciento dieciocho brazos se
lentamente hacia los frescos.
Un prelado con sotana negra aca
entrar. Lleva unas gafas de cri
gruesos y un maletín en la man
director médico se esfuerza
permanecer impasible. Sabe qué q
más para recoger los documento
Valdez. Va a tener que actuar
cautela.
Los zapatos del prelado no
ningún ruido sobre la moqueta
Finalmente, alza los ojos hacia el ho
y nota que se le hace un nudo
garganta al encontrar su mirada fr
Usted dirá.
—Soy monseñor Aloïs Mankel
expedientes voluminosos y los sec
Además, es un protonotario apos
que lleva el título de monseño
equivalente de los inquisidores gen
de la Edad
congregación por la Doctrina de la
ha pasado al bando del Humo Negr
batalla se presenta difícil.
—Lo siento, monseñor, per
visitas no empiezan hasta las ocho.
Un silencio. La mirada glacia
inquisidor escruta la del médico ha
fondo del alma. La burda trampa
funcionado, cosa que parece po
furioso.
Otra burda trampa. Giovann
originario de Germagnano, en
Apeninos. El protonotario lo
Intenta averiguar si el médico lo
también. Eso no sería forzosament
—¿Tiene calor? —
pregunta el clérigo.
—¿Cómo dice?
—Está sudando.
El médico ve que la mirad
Otro silencio. Las supuestas c
horas de operación son las que el m
se ha pasado maquillando el cadáv
obispo fallecido en el coche del car
Giovanni. Al llegar al hospita
Giovanni en un restaurante para en
a recoger los documentos de V
Una hora más tarde, el móvil del m
sonó. El cardenal Mendoza le anun
que Giovanni estaba de acuerd
El médico se sobresalta. La pre
que acaba de hacer el inquisidor
realmente una pregunta.
pontificem»[1]y una línea de p
debajo donde él indicará el patron
del cardenal al que le da su
Camano mira cómo los elec
escriben con letra clara el nombre
congregación de los Milagros. Con
además, con los favores y el afec
difunto Papa. Tras la muer
cardenal Centenario, es lógico qu
él quien vaya a recibir la mayor pa
sobre, en cuyo caso el Humo Neg
ha ganado la partida. Pero ¿cóm
posible que más de cien familias h
sido tomadas como rehenes en una
noche? Eso es lo que algunos carde
la deja ante sí en espera de
depositarla a la urna.
Los cardenales han dejad
bolígrafo y doblado su papeleta. Un
otro, irán a votar y regresarán a su
—Yo, cardenal Oscar Cam
pongo por testigo a Jesucristo Nu
Señor de que doy mi voto a quien,
Dios, considero que debe ser elegid
A continuación se acerca al alta
Mientras vuelve a su asient
primer escrutador levanta el cáliz ll
lo agita para remover el conte
Hecho esto, el tercer escrutador sa
papeletas y las deposita una a una
El primer escrutador coge la pr
papeleta del recipiente, la desdobl
lee sin pronunciar una palabra. De
se la pasa al segundo escrutador, q
lee también, pero en voz alta, ant
la chimenea de la capilla hasta q
reducidas a cenizas.
El escrutinio prosigue.
papeletas acaban de ser leídas.
repartidas entre otros tantos carde
Capítulo 183
Un sobresalto. El durmient
despierta. Traqueteo y chirridos
alrededor. Ruidos y vibraciones. Al
ventanilla. El compartimiento está v
Carzo contempla el mosaico
recuerdos suspendidos en su mem
Fragmentos de imágenes y voces.
Estaba acariciando los cabell
corazón. Ya no palpitaba nada ba
piel, y sin embargo, no estaba m
Luego tuvo la sensación de q
corazón volvía a ponerse en ma
Unas pulsaciones profundas y fu
había metido dentro de él en los só
del templo azteca y había perman
agazapada en el fondo de su m
esperando el momento de hacers
el co
Marie. Agua de jengibre. El sacerd
debatía para rechazar esa tentació
detectar su presencia, la cosa pre
con una voz grave y melodiosa:
—¿Eres tú, Carzo?
Luego, Carzo dejó de resistirse
tinieblas. El silencio.
Capítulo 188
El expreso Trento-Roma
avanzado a toda velocidad a través
Toscana hasta el amanecer. El fin
se amaron en el suelo polvoriento
capilla.
A medida que el Ladrón de A
cedía, Carzo sentía que el calor regr
a su cuerpo. La sangre había empez
En la estación de Florencia, don
tren se había detenido unos min
Carzo dudaba ante la portezuela ab
Podía bajar y esperar el siguiente
que fuera hacia el norte para trat
Carzo miraba desfilar el campo a t
de la ventanilla.
Roma. El tren aminora. El fin
camino. Carzo sopesa el arma de M
que acaba de sacar del bolsillo
padre Carzo abre la portezuela y asp
aire tibio que inunda el vagón. Hu
lluvia. Un perfume de jengibre ac
su rostro mientras baja del tren
pierde en la riada de pasajeros: el o
Capítulo 196
—¡Está aquí!
Al barrer las tinieblas con la lin
Valentina acaba de iluminar un c
mano y se pone tenso al notar la
helada de Marie bajo sus dedos. A
una oreja contra el pecho de la jove
incorpora.
—Es demasiado tarde.
Bajo los dedos de Valentin
venita que traza un surco azul
centro de la muñeca de Parks se h
imperceptiblemente. Luego se desh
y vuelve a hincharse. Valentin
abre de nuevo. Luego se acurruca
los brazos de Valentina y rompe a l
Un mes más tarde…
tres somníferos para intentar olvid
gritos de Rachel y los dedos de la m
Yseult cerrándose alrededor de su c
Desde entonces se encuentra sumi
un sueño brumoso e incoloro don
extienden por su sangre y dilata
arterias. Su pulso se acelera, las ale
su nariz se estremecen y en sus sien
venas azules se hinchan. Las imágen
articulan y cobran vida.
Caleb la mira. Sus ojos b
débilmente bajo la capucha.
Marie tiene frío. Los cadávere
desaparecido. En su lugar, decen
recoletas están arrodilladas e
tirita. Ese cuerpo que las recoletas
recibir en la boca y esa sangre que
beber arrodilladas al pie del alta
los suyos. Se retuerce en la cruz.
se acerca. Se baja lentame
Capítulo 222