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Editorial Redacción
La Última Cena Francis Mershman
Si creció el pecado, más desbordante fue la gracia San Bernardo de Claraval
Sobre la Alquimia Salomon Trismosin
El trono de la cruz San Germán de Constantinopla
Los frutos de la Pasión Anónimo
De la justicia farisea a la verdadera justicia de Jesucristo Fenelón
Editorial
Para la tradición espiritual cristiana esta es la época del año litúrgico, y del año social, más importante, en
parangón con la Navidad: la Pascua. Se celebra la tortura, pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. El
primer artículo de la revista es una forma de situar históricamente la sucesión de acontecimientos que
constituyen esta Pascua.
Otros artículos son diferentes interpretaciones y consecuencias, tanto religiosas como espirituales, teológicas y
litúrgicas, y la manera que en esto se puede apreciar desde otras tradiciones, como es el caso dela alquimia.
Hay varios aspectos recurrentes a considerar: redención de los pecados y alcance de la inmortalidad.
A lo largo de toda la historia de la religión hallamos tales almas iluminadas: santos y encarnaciones
divinas que vivieron el ideal de la no-resistencia y del perdón. Cristo orando en la Cruz, “Padre,
perdónalos, porque no saben lo que hacen”, es uno de los más grandes y más famosos ejemplos.
El Sermón del Monte según el Vedanta, Swami Prabhavananda
El héroe se cuelga de los ramos del árbol materno al ser clavado en los brazos de la cruz. Se une, por
decirlo así, a la muerte con la madre y asocia también el acto mismo de esa unión y paga su culpa con
el tormento de la muerte. Mediante este acto de valor y de abnegación queda poderosamente
sometida la naturaleza animal y de ese hecho cabe esperar la gran salvación de la humanidad. La cruz
es símbolo del árbol de la vida y de la madre que puede vencer la muerte y renovar la vida.
Carl Gustav Jung
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Última cena
Francis Mershman
Artículo de este erudito y teólogo sobre estimaciones históricas relacionadas
con la Última Cena de Jesús y sus discípulos..
Sobre la Alquimia
Salomon Trismosin
Conclusión del conocido texto del autor titulado “Splendor Solis”
La noble alquimia, este precioso arte entre todos, que consuela los pobres,
que sobrepasa todo arte natural a disposición de los humanos sobre la tierra,
La noble
Alquimia… es un es un don de Dios, lo que es necesario considerar, pues está entremezclada
don de Dios por la más grande parte de numerosos adagios, escondida por los antiguos
sabios mediante parábolas y similitudes. Y Senior, el filósofo declara: Un
hombre entendido, si reflexiona en este arte, alcanzará rápidamente la
comprensión por la lectura de los libros en cuanto que su entendimiento y su
espíritu hayan sido iluminados.
Por ello quien quiera obrar sabiamente debe experimentar la sabiduría de los
antiguos sabios, que se ha ejercitado en numerosas astutas similitudes, en
diferenciaciones, en misterios que exponen las manipulaciones y las
apariencias en palabras escondidas y en circunlocuciones fundadas, y
confirmadas por el espectáculo. Ya que la meditación es propia de los
espíritus sutiles, este arte es fácil y natural sólo para los que comprenden
estas cosas, más para los que no comprenden nada, como dice Senior, no hay
nada más despreciable.
Así, el que posee el arte es rico, como es rico en fuego el que posee una Y también la
piedra de fuego, sobre la que chasca, que le procura el fuego cuando, tanto y alquimia
para quien le place, sin disminución de su fuego o de la piedra de fuego, capaz permite
elaborar
por consiguiente de prodigarlo en abundancia. El oro en abundancia vale más estos
para cualquiera que todos los bienes y tesoros en mercancías de este mundo. productos,
El oro, la plata y sus frutos valen más que todas las riquezas de este mundo. con los que
conservar la
Y también la alquimia permite elaborar estos productos, con los que conservar salud durante
la salud durante una larga vida, pues sus frutos más precoces son el verdadero una larga vida
oro potable, el más potente bálsamo y el más preciado don de Dios, que los
antiguos sabios han elaborado con la naturaleza y por medio del arte.
El trono de la cruz
San Germán de Constantinopla
Escrito (hacia 733) por este obispo y titulado
“In Domini corporis sepulturam”; PG 98, 251-260.
“El pueblo que caminaba en tinieblas ha visto una gran luz” (Is 9,1), la luz de
la redención. Viendo al que los oprimía herido de muerte, este pueblo salió de
El madero de la las tinieblas para entrar en la luz. De la muerte pasó a la vida.
cruz sostiene al
El madero de la cruz sostiene al que creó el universo. Padeciendo la muerte
que creó el
para que yo tenga vida, aquel que sostiene el universo está clavado en el
universo
madero como un muerto. Aquel que con su aliento infunde vida a los muertos,
exhala su espíritu desde la cruz. La cruz no le avergüenza sino que es el trofeo
que da testimonio de su victoria total. Está sentado como juez justo en el
trono de la cruz. La corona de espinas que lleva en la frente atestigua su
victoria: “Tened ánimo, yo he vencido al mundo y al príncipe de este mundo,
llevando el pecado del mundo.” (cf Jn 16,33; 1,29)
Las mismas piedras del Calvario, donde, según una tradición antigua fue
enterrado Adán, nuestro primer padre, levantan su voz para testimoniar del
triunfo de la cruz. “¿Adán, dónde estás? (Gn 3,9) grita de nuevo Cristo en la
cruz. “He venido hasta aquí en tu busca, y para poderte encontrar he Tened ánimo,
extendido las manos en la cruz. Con las manos extendidas vuelvo al Padre yo he vencido
para darle gracias por haberte encontrado, luego mis manos se extienden al mundo y al
hacia ti para abrazarte. No he venido para juzgar tu pecado sino para salvar
príncipe de
por mi amor a todos los hombres. (cf Jn 3,17) No he venido para declararte
este mundo,
maldito por tu desobediencia sino para bendecirte por mi obediencia. Te
llevando el
cubriré con mis alas, encontrarás refugio en mi sombra, mi fidelidad te cubrirá
con el escudo de la cruz y no temerás el espanto nocturno. (cf Sal 90,1-5) pecado del
porque conocerás el día sin ocaso (Sap 7,10) Rescataré tu vida de las mundo
tinieblas y las sombras de la muerte. (Lc 1,72) No descansaré hasta que,
humillado y abajado hasta los infiernos en tu busca, te haya introducido en el
cielo.”
librarnos de la
Éste era el deseo salvífico de Jesús, éste su amor enteramente espiritual:
pasión, con la
mostrar las figuras como figuras y, en su lugar, dar a los discípulos su sagrado
Muerte vencer
cuerpo: tomad y comed, esto es mi Cuerpo; tomad y bebed, ésta es mi Sangre
a la muerte, y de la nueva alianza, que es derramada por muchos para remisión de los
con el alimento pecados (Mt 26, 26-28). Por eso deseaba, más que comer la Pascua,
invisible darnos padecerla, para librarnos de la pasión contraída comiendo.
su vida
Por eso, sustituye un árbol por otro y, en vez de la mano perversa que al
inmortal.
principio se extendió impíamente, deja enclavar su mano inmaculada con un
gesto de piedad, mostrándose como la verdadera Vida colgada del árbol. Tú,
Israel, no pudiste comer de él; nosotros, en cambio, con un conocimiento
espiritual indestructible, comemos de él y no morimos (cfr. Gn 1, 17; 3, 4-6).
Este es, para mí, árbol de salvación eterna: de él me nutro y sacio. Por sus
raíces hundo mis raíces, por sus ramas me expando, de su savia me
emborracho, por su espíritu—como de un viento delicioso—soy fecundado.
Bajo su sombra he plantado mi tienda y, huyendo de los grandes calores,
encuentro un refugio lleno de rocío. Por sus flores florezco, con sus frutos me
deleito y los tomo libremente porque están destinados a mí desde el principio.
Este árbol es alimento para saciar mi hambre, manantial para mi sed vestido
para mi desnudez; sus hojas son espíritu de vida, y nunca más hojas de higuera
(cfr. Gn 3, 7). Este árbol es mi protección cuando temo a Dios, mi báculo
cuando vacilo, mi premio cuando combato y mi trofeo cuando venzo. Este
árbol es para mí senda angosta y camino estrecho. Este árbol es la escala de
Jacob y la vía de los ángeles, en cuya cima está verdaderamente apoyado el
Señor.
Este árbol de dimensiones celestiales se eleva desde la tierra hasta los cielos,
hincándose entre el cielo y la tierra como planta eterna, como sostén de todas
las cosas y quicio del universo, como soporte del mundo entero y vínculo
cósmico, que mantiene unida a la mudable naturaleza humana, enclavándola
con los clavos invisibles del Espíritu, para que, sujeta a la divinidad, no se
separe más de ella (...).
Aunque llena el universo, el Señor se desvistió para luchar desnudo contra
las potencias del aire. Y por un instante gritó que se apartase de Él ese cáliz,
para mostrar verdaderamente que Él es también hombre (cfr. Lc 22, 42); pero
acordándose de su misión y queriendo cumplir el designio de salvación para el
que había sido enviado, gritó de nuevo: no mi voluntad, sino la tuya (Ibid.). En
efecto, el espíritu está pronto, pero la carne es débil (Mt 26, 41).
El alma está infectada del amor propio, la cual se mancha siempre un poco por
la vista de su virtud; ella coge siempre cualquier cosa para ella misma. Ella
rinde gracias a Dios, pero ella se sabe mejor que otra persona a la cual le
derraman los dones celestes. Esta manera de apropiarse de las gracias es
muy sutil y muy imperceptible en ciertas almas que parecen justas y sencillas.
Ellas no perciben por ellas mismas el plagio que son. Este plagio es por lo
tanto más malo, ya que es robar el bien más puro, y que excita por consiguiente
bastante los celos de Dios.
Estas almas no cesan de apropiarse de sus virtudes tanto que cuando ellas
dejan de verlas todo les parece que se escapa. Entonces ellas gritan como
San Pedro cuando se hundía en las aguas:” ¡Sálvanos Señor, que
perecemos!” (Mt. 8, 25) Ellas ya no encuentran nada en ellas; todo falta. No
hay nada más en su fondo que motivo de condenación, de horror, de odio de
sí mismo, de sacrificio y de abandono. En perdiendo así esta justicia farisaica,
se entra en la verdadera justicia de Jesucristo, que no habrá de guardar y
considerar como suya propia.