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Cataluña y la democracia: otra amenaza inusual y extraordinaria

David Gómez Rodríguez

@davidgomez_rp

El pueblo catalán más que votar por su independencia está luchando por su libertad frente a
un Estado que hoy volvió de demostrar su desprecio hacia ellos. Son más de dos millones
de ciudadanos y ciudadanas las que han ejercido su voto a costa de la violencia y las
restricciones que el Estado español ha procurado en contra de un proceso que goza de toda
legitimidad, pues constituye el ejercicio del poder por parte del pueblo, que es el principio
fundamental de la democracia. En tal contexto, no tiene sentido que el Estado argumente
sus actos, propios de una dictadura, con la defensa de una institucionalidad hija de la
represión y de una constitución caduca que reprime desde 1978 no sólo al pueblo catalán,
sino también al de Euskal Herria, Galicia y Andalucía.

El asunto es que la democracia esta insurgiendo con su verdadero rostro, el de los pueblos.
Y eso implica que se confronta frente a frente con una estructura que se ha hecho dueña, a
través de la manipulación o la fuerza, de la soberanía y se ha adjudicado la voluntad general
de los ciudadanos y las ciudadanas. Lo cierto es que a través de los años se ha construido
un sofisticado sistema de gobierno que a pesar de incluir en su constitución el sufragio
termina siendo una dictadura disfrazada, donde el Estado funge como aparato represor que
no busca la construcción de un contrato social sino el establecimiento de un régimen que
niega la posibilidad de debate y transformación, y por lo tanto de nuevos a cuerdos sociales
que permitan a la republica revitalizarse, eso en el caso donde haya república y no sistemas
híbridos que incluyen la monárquica y que niegan el Estado moderno. Cataluña es muestra
evidente de cómo esa estructura no tiene la capacidad frente al mundo y en especial frente
al pueblo, de mantenerse y termina por maniatar incluso el único argumento que le permite
a España decirse una democracia, las elecciones.

Hoy en día el ejercicio de la democracia asume, por las posibilidades comunicacionales y


organización popular, una nueva dimensión que rescata su sentido original y al mismo
tiempo posibilita su radicalización. Cataluña además de representar una lucha histórica y
cultural, es también una nueva prueba de que es necesario impulsar una discusión mundial
sobre este tema, los pueblos lo exigen. Vimos en Venezuela, por ejemplo, como personas
cruzaron ríos y se enfrentaron a hordas violentas al servicio de las corporaciones, de la
embajada norteamericana y los partidos de ultra derecha para poder ejercer su derecho
constitucional al sufragio, y ayer vimos cómo en Cataluña el Estado reprimió a los
ciudadanos y ciudadanas, al punto de dejar en manos de la policía a 844 heridos, entre ellos
señoras de la tercera edad, por asumir un proceso que debería ser aplaudido por la
comunidad internacional, pues representa una forma de lucha pacífica y ajustada a los
valores que nuestras sociedades reivindican cuando se trata de encontrar soluciones a un
conflicto ¡Ah, pero vivimos en un mundo al revés!

Finalmente vemos, como los Estados y las corporaciones están aliadas en contra del
ejercicio de la soberanía por parte de los pueblos y se devela una contradicción de carácter
estructural: la democracia está en confrontación con el Estado tal y como existe en este
momento, y la única forma de resolver tal aberración es el llamado a procesos
constituyentes que permitan las construcción de nuevas estructuras y funcionamientos de
las mismas en virtud de los intereses del pueblo y del momento histórico que vivimos.

Hay que preguntarles a los líderes del mundo y al mismo Rajoy lo siguiente: si el asunto es
la democracia ¿Por qué no utilizar el recurso o mecanismo más democrático para dirimir las
diferencias dentro de una sociedad y construir perspectivas nuevas en la misma? ¿Por qué
apostar a la violencia? ¿Será que la democracia así como Venezuela, es un peligro para el
actual orden mundial? ¿Será que el Estado español no aguanta el peso de la participación de
sus ciudadanos y ciudadanas? ¿Será que la corrupción llegó a tal punto que incluso se está
robando los principios y no sólo el dinero de la nación? ¿Se lo preguntamos en el
parlamento a los representantes del PP o lo hacemos en las urnas?

¡Pum! A Rajoy le explotó una bomba en la cara, fue la granada fragmentaria que hoy es su
país, pues será responsable ante los ojos del mundo, no sólo de la agudización de las
contradicciones en el Estado español, que se calienta con la huelga general convocada para
este martes, sino de dejar en evidencia la contradicción que el sistema tiene con la
democracia, cuestión que incluso para los medios de comunicación al servicio de las
corporaciones será imposible de esconder, por mas silencio que hagan las televisoras y los
presidentes que a cada instante condenan la Democracia Participativa y Protagónica de
Venezuela, pero que hoy no son capaces de hablar de la tremenda represión que sufren los
ciudadanos y ciudadanas catalanes por el simple hecho de querer votar, no podrán
mantenerle la máscara al monstruo que tratan de esconder bajo corbatas, escaramuzas y en
el peor de los casos, en el ejercicio del artículo 8 de la constitución española, lo cual
representaría la viva imagen de Franco volviendo a las calles de Barcelona y tratando con
las armas de acabar con la voluntad del pueblo, que al parecer es para los poderosos de hoy
otra amenaza inusual y extraordinaria.

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