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Introducción
La neuromielitis óptica (NMO) o enfermedad de Devic es un trastorno
autoinmune, inflamatorio y desmielinizante, que afecta principalmente al nervio
óptico y la médula espinal. El cuadro clínico está caracterizado por dolor de tipo
neuropático, patrón de pérdida de la visión y aparición de fenómenos visuales
positivos, como fosfenos inducidos por movimiento. En lesiones activas se ha
demostrado que hay amplificación del dolor, esencialmente por acción excitatoria
por niveles excesivos de glutamato. En las lesiones establecidas, la pérdida de los
astrocitos representa la generalidad del cuadro. El dolor en la enfermedad de Devic
es más frecuente y grave que en la esclerosis múltiple, y tiene un grave impacto en
la vida cotidiana. Por su naturaleza y su comportamiento clínico recurrente en la
mayoría de los casos, se le consideró anteriormente como una forma de esclerosis
múltiple (EM); sin embargo, hallazgos recientes han ayudado a concluir que la NMO
es una entidad que presenta importantes diferencias inmunopatológicas, clínicas,
de pronóstico y de respuesta al tratamiento en comparación con la EM. Crucial en
esto fue el descubrimiento de los anticuerpos antiacuaporina-4 (anti-AQP4, o
también, NMO-IgG), que están presentes en la mayoría de los pacientes y que se
encuentran en una minoría de quienes padecen EM.
Epidemiologia
La NMO tiene una distribución mundial; es más frecuente en mujeres (8-9: 1)
que en hombres, y afecta a jóvenes o adultos entre 30 años y 40 años (39 años),
sin embargo también se presenta en niños y personas más jóvenes, presentando
mayor incidencia en americanos, asiáticos, caucásicos, africanos y mediterráneos.
Tiene una distribución mundial y una prevalencia estimada de 1-2/100.000.
Etiopatogenia
Diferentes mecanismos están involucrados en la patogénesis de esta
agresiva enfermedad. La pronunciada reactividad de las inmunoglobulinas y la
activación del complemento en los lugares de lesión vascular sugieren que el
espacio peri-vascular puede ser el sitio primario del daño en la NMO. Esto pudiera
deberse a anticuerpos contra antígenos vasculares o antí- genos liberados dentro
del SNC, durante el proceso destructivo, que pueden llegar al espacio peri-vascular
y ser reconocidos por anticuerpos provenientes de la circulación. Finalmente, puede
estar involucrada una reacción inflamatoria no específica, iniciada por complejos
inmunes circulantes. En este escenario, la vía clásica del complemento se activa,
permitiendo el reclutamiento de macrófagos activados hacia los sitios peri-
vasculares. Los macrófagos activados, conjuntamente con los eosinófilos y los
neutrófilos, localmente generan citoquinas, proteasas y radicales libres del
oxígeno/nitrógeno que pueden contribuir al daño vascular y parenquimatoso. Lo
anterior provoca una destrucción no selectiva de la materia blanca y gris, incluyendo
axones y oligodendrocitos. Posteriormente nuevos antígenos liberados durante el
proceso destructivo pueden amplificar la respuesta inmune destructiva en la
enfermedad. Dentro del SNC inflamado, los linfocitos, astrocitos, macrófagos y
microglias representan las principales fuentes de producción de citocinas.
Atendiendo al perfil de citocinas que son segregadas por las células T CD4+ estas
se dividen en células TH1, que producen grandes cantidades de IFN-γ y TNF-γ, y
células TH2, que producen en mayor medida IL-4, IL-10 e IL-13. En la NMO existe
un desequilibrio TH1/TH2, predominando una respuesta celular TH2, como se ha
demostrado en un gran número de estudios
Cuadro clínico
El cuadro clínico está caracterizado por dolor de tipo neuropático, patrón de
pérdida de la visión, aparición de fenómenos visuales positivos (como fosfenos
inducidos por movimiento) y ceguera en, al menos, un ojo desarrollada en el 60 %
de los pacientes, y en un 22 % de los pacientes con NMO monofásico. El examen
oftalmológico puede ser normal o mostrar signos de atrofia óptica, como palidez del
disco, la cual suele ser más pronunciada que en la esclerosis múltiple. Además,
desmielinización y necrosis se observan predominantemente en el centro del nervio
y pueden formar una cavitación. En la fase aguda de la patología macroscópica,
enfermedad de la médula espinal, incluye edema y reblandecimiento que se
extiende sobre múltiples segmentos espinales y, ocasionalmente, sobre toda la
extensión con patrón difuso. El examen histopatológico revela necrosis tanto de
materia gris y blanca con la infiltración de macrófagos asociada a la mielina y
pérdida axonal. Hay infiltración inflamatoria perivascular variable. En la fase crónica
de la enfermedad se muestra atrofia y la cavitación de los segmentos de la médula
espinal y los nervios ópticos involucrados, con gliosis marcada y degeneración
quística. En las áreas necróticas y perinecróticas, las paredes de los microvasos se
espesan y se muestran hialinizadas. En lesiones activas se ha demostrado que hay
amplificación del dolor, esencialmente por acción excitatoria por niveles excesivos
de glutamato. En las lesiones establecidas, la pérdida de los astrocitos representa
la generalidad del cuadro.
Diagnostico
Estudio del líquido cefalorraquídeo (LCR): los pacientes con NMO tienen una
pleiocitosis de más de 50 leucocitos/mm3, fundamentalmente en los períodos de
exacerbación de la mielitis aguda, el diferencial de leucocitos en el LCR de los
enfermos revela la presencia de neutrófilos, estas anormalidades pueden reflejar la
severidad de la mielitis, la cual a menudo desemboca en la necrosis.
Aproximadamente el 85% de los pacientes con EM tienen bandas oligoclonales que
se detectan en la electroforesis del LCR. Contrariamente a esto, las bandas
oligoclonales se presentan solo en el 15-35% de los enfermos con NMO.
Alteraciones de la inmunoglobulina G, tales como incremento en la velocidad de su
síntesis, pueden aparecer en la NMO, aunque menos comúnmente que en la EM.
Tratamiento
La terapia se centra en el tratamiento de los ataques agudos, la prevención
médica de las complicaciones y la rehabilitación. La mayoría de los pacientes que
presentan NMO con exacerbaciones reciben tratamiento corticosteroide
intravenoso. La plasmaféresis ha sido reportada como efectiva en el manejo de las
crisis agudas, con o sin trastornos del tejido conectivo asociado. Esta intervención
reduce el número de auto-anticuerpos circulantes y complejos inmunes lo cual
puede explicar su efectividad en algunos pacientes con esta enfermedad. Por otra
parte, la inmunoglobulina intravenosa también ha sido usada anecdóticamente . Los
ataques agudos de la médula cervical pueden causar paro respiratorio por lo que
los pacientes con alto riesgo para esta complicación requieren de la hospitalización
en una Unidad de Cuidados Intensivos. La terapia preventiva se requiere en
pacientes con enfermedad recidivante. La mayoría de las pacientes con NMO de
Norteamérica reciben tratamiento con IFN-γ parenteral. Algunos médicos, basados
en el hecho que no existe una experiencia controlada, creen que este tratamiento
es inefectivo. Sin embargo, en un estudio japonés reciente el IFN -1b mostró efectos
beneficiosos.
En la EM existen fármacos aprobados por la FDA, el Interferon Beta-1b
(Betaseron) en 1993, Interferon Beta-1a (Avonex) en 1996, Copaxone (Acetato de
Glatiramer o copolímero 1) en 1996 y el Natalizumab, que son altamente costosos
y son efectivos en reducir el 30% de las crisis en el caso del IFN beta y el Copaxone
y el 66% en el caso del Natalizumab. En un estudio de tratamiento prospectivo
encontraron que 7 pacientes con NMO de reciente diagnóstico se estabilizaron por
al menos 18 meses con un régimen de Azatioprina y Prepnisona oral.
Patogenia
A pesar de su vínculo neto con infecciones víricas en raras ocasiones se
identifica un virus del LCR o del cerebro de personas con la forma diseminada de la
encefalomielitis. Se piensa que el problema constituye una complicación mediada
por mecanismos inmunitarios de una infección, especialmente por mecanismos
humorales, sin embargo, con las nuevas técnicas moleculares se han detectado
fragmentos de DNA del virus de varicela zoster, micoplasma y otros
microorganismos. Se han identificado cambios patológicos en las dos
circunstancias, en la desmielización posinfecciosa e infección vírica directa del SNC.
Cuadro clínico
Los síntomas más característicos son los esperados para una afectación
extensa y aguda-subaguda del SNC (tiempo habitual de instauración de horas a
varios días), con fiebre, cefalea, alteración del nivel de alerta, crisis comiciales (raras
en la población adulta), neuritis óptica (a menudo bilateral en la población infantil),
hemiparesia, ataxia y mielopatía. Conforme entra en fase de resolución un cuadro
infeccioso agudo o después de una latencia de días o más, en cuestión de horas,
uno o dos días surge en forma repentina una fase de confusión, somnolencia y a
veces convulsiones con cefalea, fiebre y grados variables de rigidez del cuello. La
ataxia es frecuente, pero no lo son tanto los movimientos mioclónicos y la
coreoatetosis. En casos más graves, en sucesión rápida se observan estupor, coma
y a veces rigidez de descerebración. En muchas situaciones, el trastorno es menos
grave y aparece un cuadro encefalítico transitorio que incluye cefaleas, confusión y
signos mínimos de irritación meníngea. La aparición de esta sintomatología en
estrecha relación temporal con un proceso infeccioso o una inmunización es muy
sugerente del diagnóstico de EMAD. Aunque clásicamente se describe como una
enfermedad monofásica, se han descrito recurrencias (reaparición de la misma
sintomatología, habitualmente dentro de los 3 primeros meses de evolución) y
formas multifásicas, que, aunque infrecuentes, plantean grandes problemas de
diagnóstico diferencial con la EM.
Diagnostico
En el líquido cefalorraquídeo se observa un incremento moderado en el
número de linfocitos y el contenido de proteína, pero los dos son muy variables, y
en unos cuantos de sus pacientes los autores han observado sólo un aumento en
la cantidad de proteína, pero no en el de las células, y en otros ha habido aumento
de algunos cientos de células.
Tratamiento
Los corticoesteroides administrados antes de que surjan los signos
neurológicos o inmediatamente después de que aparecen, pueden modificar la
intensidad de la encefalomielitis alérgica experimental y ello constituye una base
lógica para utilizarlos en seres humanos que tienen el equivalente de esta
enfermedad, pero no se han realizado investigaciones comparativas. Sin embargo,
una vez que aparecen los primeros signos, el proceso no se altera. En algunos
casos fulminantes se han obtenido buenos resultados con plasmaféresis y el
concentrado inmunoglobulínico intravenoso, siendo el pronóstico en general
favorable.
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