You are on page 1of 34

TRABAJO FIN DE GRADO

Título

Los soldados en las trincheras de la Primera Guerra


Mundial

Autor/es

Rubén Pueyo Moler

Director/es

José Miguel Delgado Idarreta

Facultad

Facultad de Letras y de la Educación


Titulación

Grado en Geografía e Historia

Departamento

Curso Académico

2015-2016
Los soldados en las trincheras de la Primera Guerra Mundial, trabajo fin de grado
de Rubén Pueyo Moler, dirigido por José Miguel Delgado Idarreta (publicado por la
Universidad de La Rioja), se difunde bajo una Licencia
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
Permisos que vayan más allá de lo cubierto por esta licencia pueden solicitarse a los
titulares del copyright.

© El autor
© Universidad de La Rioja, Servicio de Publicaciones,
publicaciones.unirioja.es
E-mail: publicaciones@unirioja.es
Trabajo de Fin de Grado

Los soldados en las trincheras de la


Primera Guerra Mundial
Autor:

Rubén Pueyo Moler

Tutor/es:

Fdo: José Miguel Delgado Idarreta

Titulación: Grado en Geografía e Historia [602G]

Facultad de Letras y de la Educación

AÑO ACADÉMICO: 2015/2016


Resumen

El tema tratado en este TFG es la vida de los soldados en las trincheras durante la
Gran Guerra. Para ello veremos la evolución de la mentalidad de la población europea con
respecto a la guerra desde segunda mitad del siglo XIX hasta el inicio del conflicto. Esto
nos ayudará a comprender como en 1914 la gran mayoría de los habitantes de las grandes
potencias deseaban la entrada en un conflicto. A esta mentalidad se añade el hecho de que
en dichas potencias la educación estaba encaminada en muchos casos hacia el odio o el
rechazo hacia la población de otros países. El caso más representativo sería el de Francia
con respecto a Alemania.
Una vez hayamos visto cómo se inicia el conflicto nos volcaremos de lleno en el
tema que nos ocupa. Para ello primero estudiaremos el lugar en el que vivían los
combatientes, las trincheras, conociendo su morfología, su estructura y el uso que se les
daba a las diversas líneas. Tras ello nos adentraremos a conocer las condiciones de vida de
los que combatieron en aquellas estructuras, así como las rutinas que debían llevar.
También conoceremos la dureza de la vida en el frente, sobre todo a la hora de combatir ya
que las técnicas usadas eran las mismas que 100 años atrás, por lo que la mortalidad en los
asaltos fue muy elevada.
Esto nos ayudará a percibir un cambio en la mentalidad de los combatientes. Estos
pasarán de un gran deseo por combatir a querer que la guerra acabe. En los años que duró
podremos observar en las cartas que enviaban a sus familias y en sus diarios personales,
que les servían como elementos de evasión que poseían, el cambio de la mentalidad de
estos hombres.
Finalmente, terminaremos con las consecuencias del combate y la vida en el frente.
No solo iban a ser heridos a causa de las balas, sino que iban a ser presa de otro tipo de
males como las diversas enfermedades que plagaban las trincheras o los terribles males
mentales.

1
Abstract

The following topic is the trench soldiers during the Great War. We will see the
evolution of the mentality in the European population in relation to the war from half of the
XIX century to the beginning of the war. This will help us understand why in 1914 the
majority of the habitants of the great powers wanted a war. Besides the governments of
those powers contributed to this mentality with an education that promote the hate against
the population of those countries. The most representative case is the hate from France to
Germany.
Once we have seen how the conflict began, we can talk about the topic. First, we
are going to study the place where the combatants lived, the trenchs, getting to know about
their structure and the different uses that were given to the lines. After that, we will study
how the soldiers who fought on those structures lived, and we will also know their
routines. As well as this, we will know how hard live at the front was, especially during the
fights because they were the same as 100 years ago, so mortality was so high.
All of this will help us to notice the change in the mentality of the fighters. They
had a great desire to fight in the first years, but at the end they just want peace. We can see
those changes of mentality in the letters that they wrote to their families and on their
personal diaries. Those things were also some of the ways to evade from reality.
Finally, we will finish with the consequences on the soldiers of the combat and on
living in the front. They were not going to be hurt because of bullets, they could be fallen
because of the different diseases that could be found in the trench or by terrible mental
diseases.

2
ÍNDICE

1-Introducción…………………………………………………………………………...5

2-Contexto europeo hasta 1914………………………………………………………….7

3-Las trincheras………………………………………………………………....……...11

3.1-Morfología de la trinchera………………………………………………….11

3.2-La vida en la trinchera……………………………………………………...14

4-Los hombres de las trincheras………………………………………………………..17

4.1-Combatir en el frente……………………………………………………….17

4.2-Los cambios ocurridos a raíz del paso de la guerra…………………….......20

4.3-Evadirse en la trinchera…………………………………………………….22

5-Las consecuencias de la trinchera………………………………………………........25

5.1-Las heridas físicas…………………………………………………………..25

5.2-Las enfermedades…………………………………………………………..27

5.3-Las enfermedades mentales………………………………………………...28

6-Conclusiones……………………………………………………………………........29

7-Bibliografía…………………………………………………………………………...31

3
4
1- Introducción
A lo largo de las siguientes páginas se va a tatar el tema de los soldados en la guerra
de trincheras. Esta, que se dio a lo largo de toda la Primera Guerra Mundial o Gran Guerra,
como la denominaron sus contemporáneos, fue sin duda una de las causantes de las bajas
que se dieron en el conflicto. Lo que se pretende con este trabajo no es centrarse en qué
consistió la guerra de trincheras, sino hacer un pequeño estudio de historia social para
conocer cómo era la vida de los soldados que estaban en el frente.
¿Por qué hacer un trabajo de este tipo? Cuando se habla de cualquier tipo de
conflicto, en este caso refiriéndome a los ya pasados y estudiados por la historiografía,
tendemos a quedarnos con la espectacularidad que estos nos dejan entrever. Geniales
estrategias militares, grandes personajes que llevaron a cabo algún tipo de gesta por la cual
son mundialmente conocidos, el armamento que se usó… Sin duda alguna todas pueden
ser cuestiones muy interesantes, pero a la larga son temas de los que siempre se habla. En
cambio, la historiografía tiende a dejar un poco de lado otras cuestiones que también son
de gran importancia para conocer esos conflictos, entre ellas a aquellos que lucharon en él.
Si hay un problema que se nos puede presentar para tratar el tema propuesto es que a pesar
de la gran bibliografía que existe referente a la Primera Guerra Mundial, la cuestión de los
soldados tiende a ocupar un capítulo, habiendo casos en los que este tema ni si quiera es
mencionado.
Por tanto, el objetivo de este trabajo es tratar de sacar a la luz, aunque sea
mínimamente, la vida de aquellos que se encontraban en el frente y que en muchas
ocasiones tienden a ser olvidados.
En cuanto a la metodología utilizada esta ha sido bastante analítica. A la hora de
extraer información no ha habido problema. Aun así, han surgido complicaciones con las
monografías. Como ya se ha indicado no hay un trabajo monográfíco que trate este tema

5
directamente, salvo el recopilatorio de cartas de Peter Englund. Por ello el proceso de
extracción de la información ha sido una lenta búsqueda dentro de obras dedicadas
íntegramente al conflicto para tratar de encontrar los puntos donde se trataban cuestiones
referentes a los soldados en las trincheras.

6
2- El contexto europeo hasta 1914
No cabe duda de que la Primera Guerra Mundial, o Gran Guerra como se denominó
en la época, fue uno de los grandes conflictos que sacudieron a Europa durante la primera
mitad del siglo XX. A lo largo de este trabajo vamos a tratar temas relacionados con este
conflicto, para ello hay que tener siempre presente el contexto previo remontándonos hasta
los fines del siglo XIX. En primer lugar, cabría señalar que la última gran guerra europea
que había enfrentado a las grandes potencias entre sí habían sido las Guerras Napoleónicas,
con el fin de éstas Europa vivió un periodo de paz relativa, ya que sí que se dieron
pequeños conflictos en el Viejo Continente. Éstos se produjeron entre potencias que
podríamos calificar como menores o en los que las grandes potencias tuvieron una menor
relevancia. La guerra que sí que marcó punto y final en los conflictos en Europa en el siglo
XIX fue la guerra Franco-Prusiana. La recién unificada Alemania se hizo con el control de
las regiones de Alsacia y Lorena, las cuales en aquel momento pertenecían a Francia, pero
que, tal y como nos cuentan autores como Ferro o Artola, estos territorios habían ido
cambiando de manos a lo largo del tiempo1.
Pero, ¿por qué nos remontamos hasta 1871 para ver los antecedentes de la Primera
Guerra Mundial? y ¿qué tiene que ver todo esto con los soldados de las trincheras de este
conflicto? Aunque pueda parecer algo forzado las causas de muchas de las vicisitudes que
ocurrieron a partir de 1914 tienen mucho que ver con el final de la Guerra Franco-Prusiana.
En primer lugar, habría que señalar que estos años de paz se caracterizan por un
claro avance en lo tecnológico, algo que sin duda alguna va a repercutir en la guerra futura.
Además, se dieron grandes avances en materia social, reivindicación de la mujer de su
papel político y lucha por el voto femenino. Veremos también el nacimiento de

1
ARTOLA, R., La I Guerra Mundial. De Lieja a Versalles, Alianza Editorial, Madrid, 2014, pág. 29
FERRO, M., La Gran Guerra 1914-1918, Alianza Editorial, Madrid, 1970, pág. 39.

7
movimiento obrero, en estos años se instaurará la festividad del primero de mayo. Por otro
lado, los primeros años del siglo XX en Europa serán muy prósperos económicamente, por
lo que no nos puede extrañar que Inglaterra, con su gran imperio, moviera la mayor
cantidad de capitales mundiales, seguida, de muy lejos por las potencias continentales
Francia y Alemania. Por tanto, era Europa quien controlaba el comercio del mundo y sus
divisas. A todo esto, hay que añadir unas ideas que son señaladas por Artola como son el
optimismo y la esperanza que provocan esta favorable coyuntura2, y que Ferro destaca que
entre 1900 y 1914 se da “una auténtica resurrección”3, referida tanto a lo económico como
social y cultural. Por ello no nos puede extrañar que esta época reciba el nombre de la belle
époque.
Entonces, ¿cómo es posible que un mundo tan próspero y en paz acabará en un
conflicto tan cruento? La respuesta nuevamente nos va a llevar a la última guerra en
Europa, la guerra Franco-Prusiana. Conflicto que dio paso a una generación de jóvenes que
no había combatido nunca, es más, si miramos hacia el pasado probablemente no haya
habido ninguna generación que no haya tenido que tomar las armas en algún momento, y
entre la Franco-Prusiana y la Gran Guerra se disfrutarán 43 años de paz ininterrumpida.
Esta nueva generación que ni ha vivido ni ha combatido en una guerra parece que clama
por un nuevo conflicto. Esto es aquello que Marc Ferro llama la Guerra Liberadora, es
decir, ven la guerra como “la aventura, felices por cambiar de vida, por viajar, al mismo
tiempo que cumplen su deber y seguro cada uno de ellos de volver pronto, coronado con
los laureles de la victoria”4. De hecho si revisamos correspondencia de los más jóvenes se
puede ver ese gran deseo de entrar en el ejército y como la declaración de guerra les brinda
esa posibilidad de vivir aventuras, un ejemplo directo sería el de un joven alemán de
nombre Herbert Sulzbach, quien antes de acudir a presentarse como voluntario escribe
“Tengo 20 años, la mejor edad para hacerse soldado”5, el mayor miedo de este joven es no
ser alistado en el ejército, en el cual, según relata, han sido aceptados muchos de sus
familiares y conocidos. Pesa sobre él el miedo a no acudir al que todos creen que es el gran
acontecimiento de su generación.
Aun así, esta idea de conflicto no surge de la nada, cada uno de los países va a
contribuir a implementar ideas a favor o en contra de unas u otras naciones. De este modo
en Francia el anti-prusianismo estaba a la orden del día, sobre todo tras la pérdida de

2
ARTOLA, R., La I Guerra Mundial. De Lieja a Versalles, pág. 28.
3
FERRO, M., La Gran Guerra 1914-1918, pág. 26.
4
FERRO, M., La Gran Guerra 1914-1918, pág. 27.
5
ENGLUND, P., La belleza y el dolor en la batalla, Roca Editorial, Madrid, 2011, pág. 26.

8
Alsacia y Lorena, con lo que detectamos en la sociedad francesa un claro clima de
revanchismo frente a la joven Alemania, fomentando este exacerbado patriotismo la
educación.
Por otro lado, la joven Alemania ve el peligro en los pueblos eslavos que vienen al
nuevo país, y temen que hagan desaparecer a los alemanes. Alemania contribuye a que sus
habitantes tengan siempre en cuenta el peligro que puede venir del Este, es decir Rusia,
pero sin menospreciar a su enemigo más cercano, Francia, recordándose las invasiones
francesas en diversas obras como pueden ser las Memorias de Goethe6.
Podríamos seguir con las diversas naciones europeas que estuvieron en el conflicto,
pero terminaremos llegando a la misma conclusión, que en todas las naciones se
aleccionaba a la población en contra de sus enemigos naturales a la vez que se promulgaba
el amor a la patria y la defensa de ésta.
Llegados a este punto habría que hablar del inicio del conflicto. Los principales
actores que encontramos a la hora de hablar de la Primera Guerra Mundial serían, sin duda
alguna, las principales potencias europeas. Inglaterra, Francia y Rusia por el lado de la
Entente Cordiale, donde se detecta como el resentimiento de Francia hacia Alemania era lo
suficientemente grande como para aliarse con un país tan absolutista como la Rusia zarista.
Los Imperios alemán, austro-húngaro y otomano formarían la Triple Alianza. Sí que en un
primer momento Italia estaría dentro de ésta, pero al inicio de la guerra decidió cambiar de
bando. Estos no son los únicos países beligerantes, ya que otros países europeos se
alinearon en favor de unas u otras naciones según sus intereses. Es por ello que
encontramos una Europa en la que se ha tejido una complicada red de alianzas, que podía
ponerse en funcionamiento en cualquier momento.
A esta red hay que añadir ese resentimiento que había entre unos países y otros. Se
ha mencionado el caso de Francia y Alemania, pero los alemanes trataron de rivalizar en
muchos aspectos, economía, industria, flota… con los ingleses, algo que no gustó mucho a
éstos. También estaba la cuestión de los Balcanes, zona de interés para Austria-Hungría y
Rusia por el valor estratégico.
Todo esto nos muestra una sola cosa, que para cuando en el verano de 1914
comenzó la confrontación, todas las grandes potencias de un bando tenían algún tipo de
querella con alguna de las del otro. Por lo que solo podía terminar de una manera, el
enfrentamiento bélico

6
Citado en: FERRO, M., La Gran Guerra 1914-1918, pág. 34.

9
El conflicto era algo inevitable, y su inicio provino de la zona más “caliente” de Europa,
los Balcanes. El 28 de junio de 1914 el archiduque Francisco Fernando, heredero del trono
austrohúngaro es abatido a tiros por Gavril Princip en Sarajevo. Rápidamente el sistema de
alianzas que las grandes potencias habían creado se puso en marcha, recibiendo Serbia el
apoyo de Rusia y ésta de Francia, a la vez que Austria-Hungría lo recibía de Alemania. El
23 de julio el Imperio Austro-húngaro envió un ultimátum a Serbia con duras condiciones,
aun así, Serbia respondió a pocas horas del cese del ultimátum que aceptaba todo menos
dos de las propuestas. Una implicaba la intervención directa del gobierno austriaco y la
otra era la eliminación del movimiento que había contra el Imperio. Esto no fue suficiente
y el emperador Francisco José declaró el 28 de julio la guerra a Serbia. La Primera Guerra
Mundial había comenzado.
A partir de este momento todos los países comenzaron a declararse la guerra y se
iniciaron las movilizaciones de hombres. Muchos pensaron que el conflicto estaría acabado
para Navidad conforme marchaban al frente, pero a los pocos meses se dieron cuenta de su
equivocación. El avance, aparentemente imparable, de los alemanes en Francia gracias al
Plan Schlieffen, que metió a Bélgica en la guerra siendo neutral, fue frenado por las tropas
de la Entente en la batalla del Marne, lo que llevó a la carrera hacia el mar a ambos bandos
hasta que se estableció una línea de frente ininterrumpida de este a oeste que permanecerá
inamovible y casi sin variaciones desde los últimos meses de 1914 hasta el final de la
guerra en noviembre de 1918.

10
3- Las Trincheras
Cuando hoy hablamos de la Primera Guerra Mundial estamos enunciando un
conflicto moderno. El problema es que no podemos hacer la misma afirmación si
atestiguamos como la gente vivió el conflicto y sobre todo de aquellos que combatieron en
el frente, que son al final quienes nos interesan para este trabajo.
Cuando se inició la guerra los mandos la previeron como un conflicto a la antigua
usanza, es decir, un ejército choca contra otro de manera directa con el apoyo de la
caballería y la artillería, manera de hacer la guerra desde que se implantaron las armas de
fuego. El problema toma otros derroteros cuando nos encontramos frente a una guerra
industrial donde van a aparecer las primeras armas automáticas, y por tanto la diferente
forma de los enfrentamientos, que va a cambiar todo drásticamente, algo que se puede ver
con una claridad impoluta en la película Caballo de Batalla7, dirigida por Steven
Spielberg, donde una carga de caballería británica es frenada por completo por un pelotón
de infantería alemán por el hecho de disponer de dos ametralladoras que barren por
completo dicho ataque.
Este nuevo modo de hacer la guerra provocará que el frente se estanque tras la
batalla del Marne, lo cual llevará a la paralización total de la guerra en el frente occidental
y por tanto el surgimiento de las trincheras.

3.1- Morfología de la Trinchera

Hay que destacar que los primeros en construir trincheras en la Gran Guerra fueron
los alemanes. Dos cuestiones avalan esta postura, en primer lugar, su avance había sido
detenido en la batalla del Marne, por lo tanto, no podían avanzar, pero tampoco se podían

7
War Horse (Caballo de Batalla), Dir. Steven Spielberg, DreamWorks studios, 2012, 146 min.

11
retirar, ya que la guerra tan solo llevaba unos meses y ningún bando iba a dar su brazo a
torcer tan fácilmente. A ésto añadimos que el ejército alemán había sido adiestrado para
realizar este tipo de infraestructura, ya que era parte del entrenamiento. Además, al ser los
primeros en empezar a construir trincheras tomaron los mejores lugares para realizarlas, es
decir en zonas altas y secas, dejando a los aliados zonas bajas y húmedas8.
Nos vamos a encontrar con diferencias también entre las trincheras alemanas y aliadas,
siendo las primeras mucho más sofisticadas y mejor pertrechadas. Las francesas serán las
que estén en peores condiciones debido a que mientras que los alemanes se encontraban en
un territorio ocupado que había que mantener, por tanto, veían la necesidad de construir
trincheras que fueran más resistentes, los franceses, cuyas trincheras fueron las peores de
toda la guerra, veían estas como algo temporal, ya que si las hacían estables estarían dando
la victoria al enemigo.
Obviamente la gigantesca red de trincheras que se extendió por todo el norte de
Francia no surgió de un día para otro como un enorme entramado altamente complejo con
sus diversos tipos, si no que se empezó desde lo más básico. En 1914 no eran más que
pequeñas zanjas donde entraba un solo hombre. Eran pequeños nichos separados entre sí y
cuyo tamaño hacían algo improbable el hecho de que un obús impactase contra ellas. Será
con el paso de los meses cuando estos pequeños nichos se vayan uniendo unos con otros
para formar ese gran entramado que se hizo tan tristemente famoso.
Las trincheras del frente occidental pueden parecer un caos total, pero en realidad
se seguía un pequeño orden a la hora de colocar éstas pues en primer lugar se establecía
una trinchera de fuego, lugar desde el que se disparaba al enemigo que venía atravesando
la tierra de nadie, además de ser donde se combatía cuerpo a cuerpo con aquellos que
conseguían llegar. Tras esta primera línea encontraríamos las de apoyo, en las cuales
estarían las letrinas y los refugios en caso de bombardeo de artillería, y finalmente las de
reserva. Todas estas estarían comunicadas entre sí por las denominadas como trincheras de
“comunicación”, de menor tamaño y que permitía el paso de hombres y suministros de una
línea a otra. Además, hay que señalar que no eran rectas, si no que se construían de tal
manera que quedaran en tramos cortos y zigzagueantes, lo cual evitaba problemas en caso
de que el enemigo entrase, ya que podían barrerlas desde dentro si eran rectas, además de
evitar el fuego amigo de la artillería. Al final lo que se va terminar por construir es una
maraña de edificaciones que dará lugar a un auténtico laberinto. Vicente Blasco Ibañez, un

8
ARTOLA, R., La I Guerra Mundial. De Lieja a Versalles, pág. 123.

12
español residente en Francia en aquellos momentos y que actuó de corresponsal de guerra
nos relata a la perfección en una de sus visitas al frente como era este de laberíntico “No
damos más de veinte pasos seguidos en la misma dirección. [Aquí se refleja el tema antes
mencionado de que las trincheras no son rectas] El compañero que marcha delante
desaparece a cada momento en una revuelta. Los que vienen detrás jadean y hablan
invisibles teniendo que apresurar el paso para no perderse. En ciertos lugares hacemos alto
para reconcentrarnos y contarnos, por miedo a que alguien se extravíe en una galería
transversal”9.
En cuanto a la morfología de la trinchera, estas eran más altas que los hombres que las
habitaban, lo cual permitía a los soldados moverse sin peligro de un lado a otro de la
misma, sobre todo teniendo en cuenta que el mayor número de bajas y heridos en el
conflicto fue por heridas en la cabeza, de lo que hablaremos más adelante, consecuencia de
la altura que tuvieron al principio. Al nivel del suelo había parapetos que permitían la
protección a la hora de disparar al enemigo, pero también los había en la retaguardia,
evitando así en parte la entrada de restos de proyectiles dentro de la trinchera. Se ha
señalado que eran más altas que los soldados, por lo que se construía una tarima sobre la
que se subían cuando iban a repeler un ataque, para vigilar o para saltar fuera en dirección
al enemigo, en el caso del asalto se ayudaban de escaleras para salvar en desnivel, esta
tarima recibía el nombre de paso de fuego por las consecuencias que implicaba ponerse
sobre ella, es decir, salir al infierno que era la tierra de nadie. Señalar que las paredes de las
trincheras estaban recubiertas de diversos materiales que permitían que no se
desmoronasen, lo que ocurría poco en las que estaban a más altura, como las alemanas,
pero para las que se encontraban a niveles más bajos era un grave problema, añadiéndose
las inundaciones.
Las trincheras eran algo más complejo que una simple zanja, poseían refugios para
que soldados y oficiales se ocultaran durante los bombardeos. Estos se realizaban bajo
tierra, aunque no siempre eran tan seguros como cabría esperar, existiendo el temor entre la
tropa de quedar enterrados vivos durante uno de estos bombardeos.
Finalmente, cabría señalar que las trincheras no permanecieron siempre iguales, ya
fuera porque se abandonaban, por el mantenimiento, o por los imperativos de la guerra,
fueron evolucionando. Cada bando y cada país terminarían usando unas tácticas distintas,

9
BLASCO IBAÑEZ, V., Crónica de la Guerra Europea 1914-1918, La esfera de los libros, Madrid,
2014, pág. 209.

13
de este modo los alemanes llevarían a cabo una red de trincheras, búnkeres, y nidos de
ametralladora a los que se unían refugios en la retaguardia, creando lo que se conoce como
defensa elástica. Los franceses dividieron el frente en sectores con la idea de mantener el
menor número de combatientes en el frente y tenerlos en una segunda línea defensiva a
varios kilómetros en la retaguardia. Finalmente, los británicos deseaban hacerse con el
control de la tierra de nadie, para lo cual trataban de construir las trincheras lo más cerca
posible de las defensas alemanas, construidas con frecuencia al amparo de la noche10.

3.2- La vida en la trinchera

Las trincheras no eran el mejor lugar para vivir y como se puede presuponer no era
el lugar más salubre del mundo. La lluvia y la propia agua de la tierra las embarraban
continuamente, convirtiéndolas focos de enfermedades, entre otros problemas. De hecho,
había lugares donde no se podían sacar los cadáveres de aquellos que habían fallecido, lo
cual potenciaba la insalubridad de aquellos lugares.
Por tanto, nos hacemos una pregunta ¿cómo era vivir en un lugar así?, en este caso
Artola nos da una interesante explicación de cómo era el día a día dentro de una trinchera y
es que según este autor la vida en aquel lugar se podía resumir en tres palabras, “limpia,
come y duerme”11.
En primer lugar, una hora antes de amanecer se vigilaría si el enemigo se estaba
preparando para lanzar una cometida, ya que “a pesar de que ambos bandos sabían que esa
era la hora favorita para los ataques, no la modificaron para conseguir un efecto
sorpresa”12, lo cual ya nos va a indicar el por qué de la alta mortalidad en los asaltos, ya
que se sabía perfectamente la hora a la que se iba a dar y no se hacía nada por cambiarlo.
Tras la vigilancia se repartía el desayuno, constituyendo una tregua no oficial y un
momento de descanso para los soldados tras el cual se llevaría a cabo la inspección y el
reparto de tareas por parte de los oficiales. Al anochecer se producía el segundo momento
del día en que se solían producir los ataques. Con la llegada de la noche se llevarían los
suministros desde la retaguardia al frente, las incursiones en la tierra de nadie y el relevo
de las tropas.
Esta vida la podría llevar cualquier soldado que estuviera movilizado en
prácticamente cualquier guerra de la época, con sus diferencias, pero ¿Qué era lo que hacía

10
ARTOLA, R., La I Guerra Mundial. De Lieja a Versalles, pág. 127.
11
ARTOLA, R., La I Guerra Mundial. De Lieja a Versalles, pág. 128.
12
Ibidem, pág. 128.

14
que la vida de estos hombres fuera más dura aún de lo que ya era de por sí? En primer
lugar, cabría señalar que en muchos casos nos vamos a encontrar con que las trincheras
eran tan estrechas que tan solo un hombre cabía en ellas, de hecho, el escritor Blasco
Ibáñez da fe de ello en una de sus visitas al frente donde indica que deben ir él y sus
acompañantes de uno en uno por la estrechez del lugar13. A esto hay que añadir además
que la tropa estaba mal alimentada, no ingiriendo las calorías que debieran, según Ricardo
Artola unas 4.000 diarias14, sucediendo además que la comida se cocinaba en retaguardia,
por lo que para cuando esta llegaba al frente estaba fría y en muchos casos, y por culpa de
la carestía de perolas, mezclada añadiéndose además la ínfima calidad del rancho servido.
Sí la vida era dura en un lugar estrecho, húmedo y con mala comida la cosa no
mejora con la salubridad, que era inexistente. Los soldados llegan a hablar de ratas que
igualan tamaño a un gato y que viven entre aquellos cadáveres que no han sido retirados,
en este momento habría que destacar lo que dice el capitán Bill Murray en una carta a su
familia “Hay cinco familias de ratas en el tejado de mi refugio subterráneo […] que se
encuentra medio metro por encima de mi cabeza en la cama, y las ratas pequeñas practican
continuamente saltos mortales de espaldas durante toda la noche, pues han descubierto que
mi cara es un mullido aterrizaje cuando caen”15 los piojos también eran un grave problema,
ya que la falta de limpieza hacía imposible su desaparición, a pesar de la existencia de
centros de despioje. De hecho, el 95% de los soldados británicos estaban infectados con
estos parásitos. A todo este despliegue hay que añadirle las diversas enfermedades que se
podían contraer, que, aunque profundizaremos más adelante podemos mencionar alguna
como la fiebre de trinchera, transmitida por los piojos o el pie de trinchera, provocado por
la humedad y el frio que acontecía en aquellos lugares.
Obviamente nadie en aquel momento quería vivir en aquellas condiciones tan
insalubres, lo cual tuvo una consecuencia directa sobre la guerra y es que la moral de los
hombres en el frente decayó estrepitosamente, provocando en el futuro amotinamientos
además de todo tipo de problemas en la tropa.
A pesar de todo es interesante la reflexión que realiza Hew Strachan a cerca de las
trincheras, y es que a pesar de todo lo malo que podemos decir de ellas salvaban vidas, y es

13
BLASCO IBAÑEZ, V., Crónica de la Guerra Europea 1914-1918, pág. 209.
14
ARTOLA, R., La I Guerra Mundial. De Lieja a Versalles, pág. 129.
15
STRACHAN, H., La Primera Guerra Mundial, Crítica, Barcelona, 2004, pág. 167.

15
que para este autor de no haber existido la carnicería que fue la guerra de posiciones pudo
haber sido mucho mayor16.

16
STRACHAN, H., La Primera Guerra Mundial, pág. 168.

16
4- Los hombres de las trincheras
Como ya se ha señalado la llegada del nuevo año, 1915, trajo a la guerra el
estancamiento del frente, formándose una compleja red de trincheras que monopolizará el
paisaje europeo hasta que el conflicto finalice a fines de 1918. Se han verificado las duras
condiciones en las que se vivía en las trincheras, a lo que habría que añadir la dureza de la
guerra en general. Ésto llevó a que se diera una evolución en la manera de ver las cosas de
todos aquellos que habían acudido henchidos de patriotismo a enfrentarse al enemigo en el
verano de 1914. Esta evolución y la manera de vivir la guerra es lo que notaremos a
continuación.

4.1- Combatir en el frente

Cualquiera sabe perfectamente que un combate en una guerra no es algo agradable


por mucho que los medios actuales traten de demostrar lo contrario. En el caso de la
Primera Guerra Mundial no es para menos. Ya hemos visto que las trincheras con todo lo
malo que podían tener al menos proporcionaban seguridad a quienes se cobijaban tras
ellas, disponiendo de refugios para los bombardeos de artillería, parapetos para las balas…,
pero la cosa cambiaba por completo en el momento de saltar fuera de la trinchera para
avanzar a las posiciones enemigas.
En realidad, el sistema de atacar al enemigo es algo muy simple de explicar. A la hora
que estaba planeado hacer el asalto a la posición enemiga los soldados se preparaban frente
a la pared de la trinchera, una vez que sonaban los silbatos los hombres saltaban a la tierra
de nadie que debía atravesarse hasta llegar a la posición enemiga mientras recibían fuego
de ametralladora. Quizás esto pueda resultar un tanto simple, pero quien mejor para hablar
de cómo se preparaba un asalto al enemigo que alguien que estaba allí, como el teniente de

17
infantería alemán de nombre Otto Ahrends quien en 1915 sus sensaciones antes de salir al
asalto:
“11:00. Algunos camaradas están contando chistes mientras que otros no se
mueven, con la vista melancólicamente fijada en la distancia, como si le
estuviesen preguntando al destino que será de ellos17. 11:40. La mayoría de los
soldados está fumando. Algunos conducen con vehemencia el humo hasta sus
pulmones, otros parecen despreocupados y relajados, como si estuviesen en una
excursión de vacaciones. 11:50. El comandante del batallón y yo nos encontramos
ahora en la trinchera principal, en el interior de un refugio subterráneo. La única
luz viene de una temblorosa vela18. Nadie dice una palabra. Solo se escucha el
sonido de los hombres respirando. 12:00. En el exterior el mundo está siendo
hecho pedazos. Veinte minutos antes del asalto nuestro fuego de artillería ha
alcanzado su pico de intensidad. Todos los cañones, morteros y ametralladoras
disponibles han comenzado a disparar. La tierra se agita y resuena. La vela ha
caído al suelo pero nadie la vuelve a prender. Un camarada enciende su linterna,
que ilumina rostros lúgubres y miradas en blanco; todos estamos atrapados por la
fuerza bruta de la violencia que nos rodea. 12:10. Tengo que resistir el impulso de
tapar mis oídos. La artillería francesa nos está enviando proyectiles de calibre
pesado. Explosiones frenéticas, como si todo ultimo andrajo restante de cultura,
honor y humanidad fuera a ser barrido en estos últimos minutos. 12:15. Todos los
pensamientos están enfocados en las manillas del reloj, que se arrastran lenta e
implacablemente hacia delante, ignorando nuestros miedos y riéndose de nuestras
esperanzas de escapar al horror y al sufrimiento que nos espera19. La tensión
aumenta. Los soldados se ponen de pie. Comprueban los fusiles y el equipo y todo
el mundo espera la señal. Salimos a la trinchera y allí, en la superficie, miles de
copas de árboles cuelgan como si intentaran escudarnos del horror del mundo
exterior. 12:20. Suena un silbato. La trinchera se transforma en un ser vivo. Allá
va la primera oleada, corriendo, saltando, tropezando. Las balas pasan silbando.
Un soldado que está cerca de mí rebota de vuelta a la trinchera. Nuestro turno
llegará pronto…”20.

Otto sobrevivirá a esta batalla, pero no tendrá tanta suerte al año siguiente,
falleciendo en el Somme.

17
En esta primera anotación se observan las diversas maneras de encarar el asalto que tenían los soldados,
como iremos viendo a lo largo de este fragmento conforme se acerca la hora de salir la actitud de los
combatientes va a ir cambiando.
18
A pesar de que había electricidad en los refugios, los constantes bombardeos provocaban en muchos
casos que los cables se rompieran.
19
Esto último que escribe es realmente importante, quizás más para el punto siguiente que es donde se
trata más profundamente, pero se ve claramente como ya en marzo de 1915 hay quienes no ven gloria
alguna en la guerra.
20
LASTERRA, J.P., “Diarios de trinchera. La Gran Guerra narrada por los soldados desde el frente”,
Clio: Revista de Historia, 167, 2015, pág. 67-68.

18
Cruda e impactante es la desagradable realidad que conllevaba el atacar al enemigo
durante el conflicto. Pero aún hay algo que puede resultar todavía más importante, y es que
en ese momento resultará ilustrativo hablar de los mandos. Para ello me gustaría apoyarme
en el director Stanley Kubric, quien en una de sus grandes películas como es Senderos de
Gloria21 muestra a la perfección el total despego que tenían los altos mandos con respecto
a quienes debían de salir al combate. Durante los primeros minutos de la película podemos
ver como el general Paul Mierau (George Macready) recibe en un gran palacete a otro
general, lo cual demuestra la opulencia con la que vivían los altos mandos, tras esta
primera escena se ve a Mireau caminar entre las trincheras hablando con diversos soldados
y viéndose claramente el contraste de la vida opulenta del general frente a las condiciones
en las que tenían que vivir los soldados. Posteriormente el general acude a departir con el
coronel Dax (Kirk Douglas) para informarle de un ataque que tiene que realizar a una
posición alemana muy bien guarnecida. Durante esta conversación el general habla
asumiendo que se van a perder muchas vidas, pero que ha hecho cálculos a cerca de
cuantos hombres caerán en las diversas partes del asalto y asegura al coronel que
sobrevivirán los suficientes como para mantener la posición, el problema está en que en
estos meticulosos cálculos se prevé que mueran un 60% de las tropas. Puede que en este
caso nos encontremos ante un ejemplo extraído de la ficción, pero nada más lejos de la
realidad, salir a la tierra de nadie y tener que atravesarla bajo fuego enemigo con la única
estrategia de avanzar de frente provocaba un gran número de bajas, tanto en uno como otro
bando.

Un problema añadido que tenían los soldados, sobre todo los franceses, al inicio del
conflicto era el relacionado con la vestimenta, el uniforme francés era de color azul, lo cual
les hacía claramente visibles, tal y como relata un soldado francés de nombre Victor
Boudon “la gran visibilidad de nuestros uniformes hace de nosotros soberbios blancos”22,
este fue un gravísimo problema, ya que mientras que los uniformes alemanes eran de
colores pardos y oscuros que se confundían perfectamente con el entorno, los franceses
vestían de tal manera que se les podía ver a varios metros de distancia, a lo que hay que
añadir que sobre la cabeza hasta bien entrada la guerra no se cambiaron las clásicas gorras
del uniforme por cascos de metal que protegieran a los soldados de las balas, aun así
cuando comenzaron a repartirse las nuevas protecciones muchos soldados las vieron como

21
Paths of Glory (Senderos de Gloria), Dir. Stanley Kubrik, Bryna Productions, 1957, 97 min.
22
LASTERRA, J.P., “Diarios de trinchera…, pág. 66.

19
una tomadura de pelo. Por su parte el bando alemán tampoco quedaba corto en problemas
de este tipo. Se vieron obligados a cambiar su clásico casco prusiano de cuero conocido
como Pickelhaube, por el picho en la parte superior lo cual les hacía muy visibles frente a
los enemigos, por otro de nombre Stahlhelm, el cual protegía tanto orejas como la nuca,
proporcionando una mayor protección.

4.2- Los cambios ocurridos a raíz del paso de la guerra

Ya lo adelantábamos en el primer punto de este trabajo, en los años previos a 1914


la juventud europea tenía un irrefrenable deseo de probarse en la guerra, por lo que apenas
hubo voces en contra cuando esta comenzó. A partir de que se produjeran las
movilizaciones muchos acudieron a alistarse con el deseo, un tanto romántico, de correr
aventuras en la guerra, ya que como se indicó al principio del trabajo la sociedad había
entrado en un estado de aburrimiento de hecho podríamos hablar de que “la monotonía y
las frustraciones que el trabajo industrial y la vida moderna de las ciudades imponía a la
mayoría de los individuos hicieron que una insatisfacción cultural, soterrada pero en
crecimiento constante llevase a muchos a desear el advenimiento de cambios drásticos que
aportasen novedades a una vida alienante”23.
Hay algo en lo que todos y cada uno de los autores consultados están de acuerdo, y
es que la población recibió la guerra con los brazos abiertos. Obviamente cuando el
conflicto se inició nadie pensó que iba a ser la sangrienta carnicería en la que se convirtió,
de hecho, tanto los mandos como la población creyeron que estarían en casa para Navidad,
esperándose por tanto que fuera un conflicto corto con una o dos batallas importantes y que
después todo acabaría con la victoria de uno u otro bando. Esta idea de la guerra que era la
imperante en los mandos de las diversas naciones implicadas y la misma que hubiera
tenido cualquier militar cien años atrás durante las Guerras Napoleónicas. El problema
estaba en que no se podía llevar a cabo un conflicto de carácter industrial con tácticas
militares como las de los imperios agrícolas de cien años atrás. Por tanto, el hecho de que
los mandos usasen esas tácticas tan desfasadas repercutió directamente sobre los soldados.
Hasta éste momento sabemos que las condiciones de vida eran deplorables, además
de un sustento escaso y de mala calidad, pero, ¿en qué guerra no ocurre esto?, es decir,
siempre que nos encontramos ante un conflicto a lo largo de la historia del hombre allí
donde las condiciones en las que acaban por vivir los soldados tienden a ser bastante

23
VV.AA., La Gran Guerra. La Primera Guerra Mundial al descubierto, Plaza Janés, Madrid, 2013,
pág. 297.

20
malas, la pregunta entonces es obvia, ¿qué es lo que hace que en la Gran Guerra el cambio
en la mentalidad de los soldados sea tan profundo?, sin duda alguna el hecho de que el
conflicto se prolongará en el tiempo y que fuera constante.
Si observásemos la correspondencia que los soldados envían a sus familias
podemos ver claramente esto, muchos, conforme va pasando la guerra, desean que termine,
que acabe para que puedan volver a sus casas dando ya igual quien gana y quien pierde,
ésto lo podemos ver claramente con el siguiente ejemplo, en este caso nos encontramos
ante un fragmento de una carta escrita por el soldado francés del que he hablado al final del
punto anterior, Victor Boudon, el fragmento corresponde a los primeros días del conflicto
y dice así “en pocos instantes nuestro tren queda decorado del primer al último vagón con
banderas y flores, como en una fiesta. Hay inmensas inscripciones hechas con tiza - ‘Tren
de placer hacia Berlín’, ‘¡Muerte a Guillermo y a los boches!’, ‘¡Viva Francia y sus
aliados!’- y caricaturas poco halagüeñas de nuestros enemigos”24, el ambiente de
patriotismo y la creencia de que la victoria es segura se puede observar no solo en los
soldados, sino que el pueblo al completo, más adelante, al llegar al frente dirá “la
satisfacción se lee en todos los rostros. Nadie duda de la victoria. El aplastamiento
completo de nuestro adversario necesitará no más de tres o cuatro semanas. El ejército
alemán es una institución completamente desfasada, frágil y complicada, y el soldado
alemán no es sino un autómata. La actuación enérgica de la nación armada que lucha por el
Derecho y la Libertad de los pueblos, asociada a poderosos aliados, va a derribar
rápidamente a ese coloso de bronce con los pies de arcilla que caerá con sangriento
estruendo”25, nuevamente vemos ese deseo de guerra del que ya tantas veces hemos
hablado, esa sensación de que la victoria es algo fácil de conseguir y que pronto estarán en
sus casas. Más adelante Boudon se dará cuenta de su error cuando relata cómo tropas
alemanas diezman su la unidad en la que combatía.
La guerra se alarga y la mortalidad en los asaltos al enemigo será muy alta. Esto va
a llevar a que se den casos en que los soldados crean que esta guerra va a ser eterna.
Muchos son incapaces de ver el final del conflicto y vislumbran un futuro en que sus hijos
se verán obligados a sustituirles en sus puestos. A esto se añade el hecho de que las líneas
de trincheras se alargaban más allá de la vista, lo cual les llevaba a la creencia de que se
podía caminar de una punta a otra de Francia sin salir de la trinchera, minando la moral
más si cabe.

24
LASTERRA, J.P., “Diarios de trinchera… pág. 65.
25
Ibidem, pág. 65.

21
Todo ello llevará a que los combatientes ya no deseen luchar, tan solo querrán la
paz. Esta situación se verá claramente reflejada en los motines que se produjeron en la
primavera de 1917 en Francia. Estos se desarrollaron tras el fracaso de la ofensiva del
Camino de las Damas, contribuyendo el hecho de que había caído el Zar. Episodio que
finalizará con una dura represión con respecto a los amotinados.

4.3- Evadirse en la trinchera

Sometidos al estrés constante de la guerra, las altas probabilidades de poder caer


heridos, mutilados, enfermos o muertos, los soldados requerían de alguna manera de
evadirse de su día a día. Una de las maneras más comunes de pensar en otras cuestiones
fue cartearse o escribir diarios personales, además de otros sistemas.
Las cartas eran el recurso por el cual los soldados de los diversos frentes podían
comunicarse con sus familias. Mediante estas cartas les relataban como era el día a día o
los acontecimientos que ellos consideraban como reseñables y que les sacaban de su
monotonía. Esta comunicación postal fue fomentada por ambos bandos, dando facilidades
a los soldados para que pudieran escribir a sus seres queridos, incluso ofreciendo postales
con frases predeterminadas para aquellos que no sabían escribir y en donde solo tenían que
firmar26. Un ejemplo, de los muchos a los que podemos acceder, sería el del soldado de
infantería británico Alfred Pollard, que escribe a su madre en una de sus cartas como como
al haber hallado una trinchera llena de alemanes, consiguiendo salir vivo de allí, había
rumores por lo que su capitán de brigada le había propuesto para una condecoración. En
esta carta podemos ver como el soldado Pollard trata de hacer que su madre se sienta
orgullosa de él, a la vez de asegurarle que en la acción anteriormente descrita no había
corrido ningún riesgo. Hacia el final de la carta nos encontramos con otro de los
importantísimos usos que tenían estos escritos, pedir que se les enviasen cosas que
requirieran para sobrellevar su vida en el frente, en este caso muelle para un gramófono,
como se puede observar en el siguiente fragmento, “Por cierto, me ha llegado otra caja
llena de discos que no podré poner en el maldito gramófono mientras que no tenga muelles
nuevos. Así que date prisa en enviármelos por favor”27. Cosas diversas serían enviadas al
frente para ayudar a los soldados como podían ser libros u otro tipo de entretenimientos, ya

26
HERNANDEZ, J., Todo lo que debe saber sobre la Primera Guerra Mundial 1914-1918. Las
campañas, personajes y hechos clave del conflicto bélico que cambió la historia del siglo XX, Nowtilus,
Madrid, 2007, pág. 107.
27
ENGLUND, P., La belleza y el dolor en la batalla, pág. 441.

22
hemos visto que este hombre disponía de discos, puede que solo pudiera hacer uso de ellos
en la retaguardia, que es donde se encuentra en el momento de escribir la carta.
Tratando el tema de las cartas necesario introducir la figura de las madrinas de
guerra. Éstas mujeres eran reclutadas a partir de un voluntariado femenino para cumplir la
función de responder a las cartas de aquellos que no tenían a nadie a quien escribir. Esta
iniciativa fue llevada a cabo por los gobiernos con la intención de tratar de subir la moral
de la tropa. Al principio se fue consiguiendo y los resultados fueron satisfactorios, pero a la
larga el sistema dio paso a los abusos, pues se tienen registros de un soldado británico al
que su madrina le llegó a enviar “más de cuatro mil cartas, cuarenta y cinco revistas, cinco
mil cigarrillos y diez chelines de plata”28. No solo los soldados se aprovechaban de las
madrinas, ellas hacían lo propio con los soldados. Se sabe que prostitutas hicieron uso de
este sistema para captar clientes. Por su parte estaba el temor que tenían las autoridades a
que las madrinas fueran espías, lo cual llevó a que los franceses prohibieran la
correspondencia con estas en el extranjero.29
Otro de los elementos importantes que ayudaban a la evasión de los hombres en el
frente eran los diarios. Muchos introdujeron en sus equipajes antes de marchar pequeñas
libretas con intención de apuntar sus ideas e impresiones para aprovechar esto en un futuro
relato sobre sus experiencias bélicas30. Esto ha dado lugar novelas tan conocidas como Sin
novedad en el frente, de Erich María Remarque (1929). En estos libros los soldados
escribían sus experiencias en el frente, sus sentimientos, sensaciones, sus impresiones
acerca de la guerra y de todo aquello que les rodeaba. La importancia de estos diarios en
relación a las cartas radica en el hecho de que son más personales, pues en las cartas se
tiende a tratar más el día a día, como se vive, que se ha hecho, donde está. Por su parte los
diarios se introducen más en la mente de su autor tratando temas mucho más profundos.
Escribir no fue la única manera que tuvieron los soldados de evadirse del horror que
les rodeaba, también podían usar su tiempo libre para llevar a cabo pequeñas tallas sobre
balas o maderas, esculturas hechas con proyectiles… A todo esto, le conoce como “Arte de
Trinchera”31. También se ha descubierto recientemente en algunos subterráneos, en el caso
de la publicación consultada los localizados en la ciudad de Amiens, donde se han hallado
inscripciones diversas en las paredes donde encontramos los nombres de los soldados, su
procedencia, unidad… En la actualidad se han contabilizadas unas tres mil inscripciones, a

28
VV.AA., La Gran Guerra. La Primera Guerra Mundial al descubierto, pág. 358.
29
Ibidem, págs. 358-359.
30
Ibidem, pág. 361.
31
HERNANDEZ, J., Todo lo que debe saber sobre la Primera Guerra Mundial 1914-1918…, pág. 107.

23
las que se ha dado denominado como “grafitis”, pero siguen apareciendo, existiendo un
proyecto del Instituto Nacional de Investigaciones Arqueológicas Preventivas de Francia
para identificar y clasificar todas estas inscripciones32.

32
GONZALEZ-ALLER, A., “Grafitis de la Primera Guerra Mundial”, Clío: Revista de Historia, 176,
2016, págs. 10-11.

24
5- Las consecuencias de la trinchera
Combatir siempre ha salido caro para aquel que empuña el arma. Las heridas ya
fueran por bala o por bayoneta son una constante en el enfrentamiento bélico. También lo
han sido las enfermedades, que siempre han afectado al soldado, recuérdense las guerras en
Cuba a finales del XIX llevadas a cabo por España donde la mayor parte de los fallecidos
fueron por enfermedad. Pero durante la Gran Guerra se unió un nuevo tipo de daño, el
psicológico. Sometidos a una alta presión, a la presencia constante de la muerte y a
desoladoras imágenes día tras día no es de extrañar que al desgaste físico se uniera el
psicológico surgiendo en estos años enfermedades de las que hasta entonces no se había
oído nunca hablar como puede ser la neurosis de guerra.

5.1- Las heridas físicas

La Gran Guerra mostró al mundo el enorme arsenal al que tenían acceso las grandes
potencias. No nos referimos solo a armas automáticas o a la introducción de la aviación,
sino a la aparición del armamento químico.
Las heridas de bala fueron numerosísimas, sobre todo las heridas en la cabeza, ya
que en un principio las trincheras estaban a la altura perfecta para que sobresaliera. A éstas
heridas se unían las producidas por los proyectiles de la artillería, ya fuera por su impacto o
porque al explotar derribaba los muros de las trincheras hiriendo y matando a quienes se
ocultaban tras éstos.
Pero sin duda alguna quien al principio de la guerra causó más consternación fue el
gas. Desarrollado y utilizado al principio del conflicto por Alemania fue usado por primera
vez en Ypres en abril de 1915. Los daños de esta arma no eran solo físicos, sino también
psicológicos, pues que el enemigo dispusiera de un arma invisible con la que
eventualmente se podía cubrir una gran área de terreno llegando a herir y en ocasiones

25
matar a aquellos que entrasen en contacto con él era algo que atemorizaba. A pesar de todo
el gas no pasó de ser la novedad del momento. Rápidamente se desarrollaron sistemas de
defensa frente a él como son las máscaras antigás, que permitieron reducir la efectividad
del gas. “Aproximadamente, siete de cada diez soldados gaseados se habían recuperado
totalmente en menos de seis semanas, y solo un cinco por ciento resultaron bajas
definitivas, ya fuera por muerte o invalidez permanente”33.
Pero nada de esto puede ser comparado al drama de los mutilados. Aquellos que en
combate se veían privados de uno o varios de sus miembros quedaban en un principio
como héroes de la guerra, pero una vez que ésta finalizase su sacrificio no iba a servir para
nada, ya que se iban a ver impedidos para llevar a cabo cualquier trabajo.
Finalizando con la cuestión de las heridas físicas hay que resaltar el tratamiento que
los heridos recibían. En los hospitales de campaña los medios tendían a ser escasos y por
supuesto las condiciones higiénicas eran inexistentes, improvisándose, en algunos casos,
en lugares inverosímiles. Así describe un soldado francés la enfermería improvisada en un
túnel durante la batalla de Verdún:
“Llegamos al túnel […] Prefiero la lucha al aire libre, el abrazo de la muerte
en terreno descubierto. Fuera se tiene el peligro de una bala, pero aquí el de la
locura […] Las caras de todos están tibias y el aire es tibio y nauseabundo.
Acostados en la arena cenagosa, sobre el carril, mirando a la bóveda o faz contra la
tierra, hechos un ovillo, estos hombres embrutecidos esperan, duermen, roncan,
sueñan y ni siquiera se mueven cuando un camarada les pisa un pie. En algunos
sitios corre un chorro. ¿Es agua u orina? Se nos agarra la garganta u nos revuelve el
estómago un olor fuerte, animal, en el que surgen relentes de pólvora, de éter, de
azufre y de cloro, un olor de deyecciones y de cadáveres, de sudor y de suciedad
humana. Es imposible tomar aliento. Solamente el agua de café de la cantimplora
tibia u espumosa calma un poco la fiebre que nos anima. Los demás puestos de
socorro no gozan ni siquiera de unos instantes de seguridad… Me llega un cabo
muy joven, solo, con las dos manos arrancadas de raíz por los puños, que mira sus
dos muñones rojos y horribles con los ojos desorbitados”34

Este testimonio es de lo más desolador y nos muestra una realidad constante


durante el conflicto y nos desvela cuestiones como el hecho de ser preferible morir en el
campo de batalla a ser llevado a uno de aquellos lugares.
En el ámbito de las heridas físicas la Gran Guerra fue el campo de pruebas perfecto
para la traumatología y otras especializaciones dedicadas a este tipo de curas. Por poner un
ejemplo de los muchos que existen mencionar a neurocirujano americano, Harvey

33
HERNANDEZ, J., Todo lo que debes saber sobre la Primera Guerra Mundial 1914-1918…, pág. 122.
34
VV.AA., La Gran Guerra. La Primera Guerra mundial al descubierto, pág. 321-322.

26
Cushing, quien acude a Europa para poder estudiar un tipo de heridas que no eran comunes
en ese momento en los Estados Unidos35.

5.2- Las enfermedades

Qué duda cabe que ser herido o mutilado era algo horrible, pero los soldados tanto
de uno como de otro bando no debían ocuparse solo de evitar ser golpeados por el
enemigo. Las enfermedades proliferaban en unos lugares donde cualquier tipo de higiene
brillaba por su ausencia. Cuando hablé de las trincheras me hice eco de la presencia de
ratas de gran tamaño y de piojos, importantes transmisores de enfermedades. De hecho,
estos últimos son los responsables de la fiebre de trinchera, la cual, según relata Artola,
provocaba unos picores muy difícilmente soportables36.
Las condiciones de constante humedad en las que se encontraban los soldados llevó
a estos a padecer otra enfermedad que se ha hecho tristemente famosa, el pie de trinchera.
Esta dolencia afectaba a los pies, ya que era la parte del cuerpo que estaba en constante
contacto con el suelo encharcado, y afectaba a la circulación sanguínea, por lo que de no
detectarse a tiempo acababa por formarse una gangrena que provocaba la amputación del
miembro.
En cuanto a otras enfermedades que podríamos encontrar entre los soldados
estarían el tifus exantemático, el sarampión o las paperas. Mención especial, las
enfermedades de transmisión sexual, que eran contagiadas por las prostitutas que se podían
encontrar en los pueblos de la retaguardia. Quizás un elemento muy chocante podría ser el
comercio con enfermedades, usado por algunos soldados para contagiarse y evitar así ser
enviados al frente37.
Finalmente hay que hacer una especial mención a la mal llamada “gripe española”.
Esta, que llegó con el ejército americano teniendo sus primeros brotes en Kansas, golpeó
en los últimos meses de la guerra teniendo su mayor pico tras el armisticio.

5.3- Las enfermedades mentales

Hacinados, viendo día a día las horribles escenas que les presentaba la guerra no
nos ha de extrañar que muchas mentes se terminaran por quebrar. Durante este conflicto
afloraron enfermedades mentales que los médicos no habían visto nunca.

35
ENGLUND, P., La belleza y el dolor en la batalla, pág. 125.
36
ARTOLA, R., La I Guerra Mundial. De Lieja a Versalles, pág. 131.
37
VV.AA., La Gran Guerra. La Primera Guerra mundial al descubierto, pág. 323.

27
Quizás la más común de todas fuera la conocida como neurosis de guerra, el
nombre que se le daba al actual estrés postraumático. Aquellos que la padecían sufrían de
“miedo y llanto incontrolados, temblores, tics, espasmos, jaquecas, confusión, vértigos,
pérdidas del equilibrio e incluso pérdidas temporales del conocimiento”38. Pero a todo esto
hay que añadir el rechazo que sufrían aquellos que eran diagnosticados con este mal. Al ser
algo de lo que no se tenía constancia eran tachados de cobardes, por lo que sufrían el
desprecio de mandos y compañeros. El aumento de casos desde el inicio del conflicto llevó
a que los psiquiatras entraran en el ejército, llevándose a cabo un gran auge de los estudios
en psiquiatría y psicología, experimentándose con métodos diversos para tratar de combatir
este mal.
Las afecciones mentales no solo eran del tipo de la famosa neurosis de guerra. El
miedo a la muerte, el nerviosismo con el que vivían aquellos hombres llevaba a que
muchos prefirieran autoinfligirse heridas para poder salir del frente. Están documentados
soldados que levantaban las manos sobre las protecciones de las trincheras para poder
recibir un balazo e ir a retaguardia u otros que eran capaces de dispararse a sí mismos con
tal de conseguir este mismo fin, a veces sin hallar el resultado deseado, como cuenta el
soldado australiano Joseph Murray a cerca de uno de sus compañeros de armas. Este había
disparado con el dedo pulgar tapando el cañón del arma, pero la mala fortuna había querido
que el disparo no le arrancara la falange en su totalidad, por lo que Murray se vio obligado
a terminar la operación con su propia navaja39.

38
VV.AA., La Gran Guerra. La Primera Guerra mundial al descubierto, pág. 325.
39
ENGLUND, P., La belleza y el dolor en la batalla, pág. 327.

28
6- Conclusiones

Expuestas las ideas, pasemos a las conclusiones. En primer lugar, habría que
resaltar la dureza de las condiciones en las que los soldados del frente occidental vivían.
Sus enemigos no solo eran las balas que les disparaban desde la trinchera que tenían
enfrente, sino también las numerosas enfermedades a las que estaban expuestos, además de
las diversas demencias que podía causarles el ser espectadores de primera línea de algunos
de los horrores más grandes de la humanidad.
Aquellos que el fervor patriótico arrastró a la trinchera se encontraron con una
realidad que distaba mucho de lo que creían que era la guerra. Esa guerra ideal que habían
imaginado en la que matar al enemigo te glorificaba ante los hombres y entrar en batalla
era un gran honor ya no existía. Esas escenas románticas habían sido sustituidas por
gigantescas carnicerías que se producían en la tierra de nadie y en donde si un hombre caía
su cadáver con suerte podría ser retirado de este lugar. En cambio, sí caía enfermo o herido
se iba a ver obligado a un largo periplo en los hospitales de campaña donde, si éste estaba
lejos del frente, tendría altas probabilidades de sobrevivir, pero si no era así, quizás podía
verse abocado a contraer otros problemas además de su dolencia.
La Gran Guerra duró cuatro largos años, desde el julio de 1914 hasta noviembre de
1918, y nos mostró unas cotas de destrucción y muerte nunca vistas hasta entonces, y que
aun así serán superadas por la Segunda Guerra Mundial. Con su fin el mundo y su orden
cambiarán por completo, desaparecerán los grandes imperios decimonónicos europeos, el
comunismo había iniciado su andadura en la Rusia zarista…, pero también cientos de
soldados volverán a sus casas. Unos volverán sanos y salvos, otros mutilados e incapaces
de ganarse la vida de ninguna manera, quizás con el consuelo de aun estar vivos, ya que

29
tantos otros se habrán quedado en aquellas trincheras que fueron su hogar durante cuatro
años, muertos o desaparecidos.

30
7- Bibliografía

ARTOLA, R., La I Guerra Mundial. De Lieja a Versalles, Alianza Editorial, Madrid,


2014.

BLASCO IBAÑEZ, V., Crónica de la Guerra Europea 1914-1918, La esfera de los libros,
Madrid, 2014.

BLASCO IBAÑEZ, V., “Reportero de trinchera en la Gran Guerra”, Clío: Revista de


Historia, 172, 2016, págs. 50-57.

CASTRO MONTERO, A., “En la trinchera. Ramiro de Maeztu, corresponsal de la Gran


Guerra en Argentina”, Fundación, 10, págs. 265-285.

FERRO, M., La Gran Guerra 1914-1918. Alianza Editorial, Madrid, 1970.

GILBERT, M., La Primera Guerra Mundial, La esfera de los libros, Madrid, 2004.

GIL PECHARROMÁN, J., “Enfangados en las trincheras”, La aventura de la historia,


Extra 3, 2010, págs. 12-21.

GONZALEZ-ALLER, A., “Grafitis de la Primera Guerra Mundial”, Clío: Revista de


Historia, 176, 2016, págs. 10-11.

HERNANDEZ, J., Todo lo que debe saber sobre la Primera Guerra Mundial 1914-1918.
Las campañas, personajes y hechos clave del conflicto bélico que cambió la historia del
siglo XX, Nowtilus, Madrid, 2007.

KRAUSE, J., “Apoteosis de la guerra de trincheras”, Desperta Ferro: Contemporánea, 13,


2016, págs. 14-17.

LASTERRA, J.P., “Diarios de trinchera. La Gran Guerra narrada por los soldados desde el
frente”, Clío: Revista de Historia, 167, 2015, págs. 62-71.

MACMILLAN, M., 1914. De la paz a la guerra, Turner Publicaciones, Madrid, 2013.

VV.AA., La Gran Guerra. La Primera Guerra Mundial al descubierto, Plaza Janés,


Madrid, 2013.

RENOUVIN, P., La crisis europea y la Primera Guerra Mundial (1904-1918), Akal,


Madrid, 1990.

STRACHAN, H., La Primera Guerra Mundial, Crítica, Barcelona, 2004.

31

You might also like