You are on page 1of 103
; la muerte del che fa=tat-b akoiateks pacificas sobre la revolucion > © primeiro sinodo notas sobre lenguaje y evangelizacion padres... en vispera is puede filosofar el creyente? vanguardia, refaguardia, crisis "ifs 8 ANO 1 No. 4 ENER sumario 1 Carta del Editor perspectivas 3 La muerte del Che Leopoldo Marechal, Julio Ba- rreiro, Norberto A. Habegger, Eduardo Payssé Gonzalez, Al- berto Methol Ferré, Antonio Pérez Garcia, Carlos Horacio Uran, Alceu de Amoroso Lima’ Antonio Pérez Garcia Almeri Bezerra de Melo ‘Segundo Galilea 13 Reflexiones pacificas sobre la revolucién 19 0 primeiro sinodo 22, Notas sobre lenguaje y evangelizacién 25 Padres... en vispera Luciano Parisse 27 Puede filosofar el creyente? Antonio Gonzalez Deliz 33. Vanguardia, retaguardia, crisis Héctor Borrat encuentros 39 Que la escuela laica supere al laicismo 42 Mito, simbolo, guerrilla 45 Una persona que es palabra Michel Duclereq Richard Shaull Luis Beltrando Gorgutho situaciones 50 Para alegria de los generales 50 Historia de chiribonos 51 Devaluacién monetaria y elecciones en Lima 52. La ley anticomunista 0 los enemigos de! orden 54 Hoguera en Buenos Aires 54 Un seminario para el poder social 55 El cincuentenario de la Catélica 56 5.369 56 Un gusto anticipado de las cosas que vendran lecturas 58 Obituario para noveleros 60 La Iglesia segtn “Le Monde” 61 Hipétesis para una historia de la Iglesia en América Latina Alberto Methol Ferré 64 Macondo: un territorio magico y americano José Miguel Oviedo Héctor Borrat Héctor Borrat informe: 1918-1968 la universidad: entre la reforma y la revolucién 70 Manifiesto de Cordoba 72 El movimiento de los estudiantes en América Latina Victor Ratil Haya de la Torre 74 Mensaje a los estudiantes Camilo Torres 75 En el epicentro de Cérdoba Alberto Methol Ferré 84 Hacia la nueva reforma Darcy Ribeiro un servicio para América Latina del Movimiento Internacional de Estudiantes Catélicos publicacién trimestral / afio 1, numero 4, enero 1968 redaccién y administracién: Canelones 1486, Mont direccién cablegréfica: paxromana / teléfono 479 02 vispera Filosofia del trabajo || La fenomenologia es un humanismo por W. Laypen Una sinresis vigorosa lemas y actoalidad. de La filosofia de Carlos Marx por Remy C. Kwent No roveqos prescindir de Mars, prenderlo'y crticerlo. Kwant nos ‘ate Tibeo ‘que condensa el pensam Psicoandlisis de la muerte ene Seana oes {La muerte puede tener sentida? El dltine bro, ape Fecido'pistumo, del eminente cecrtor Ignace Lepp. La filosofia del siglo XX por Bernard Delfgeaue Quiex ques tener una ides concreta de To que esté ch jucgo en la filsotia de ‘uesto sigl, covontrard ‘gui una exposiciin didéctin asequible a todo lector. La persona, el mundo y Dios por Arturo de Pooli sistas por no respetar Ia diferen EDICIONES TORVine me ee)stas ed . T. E.. 32-6239. ido-c eQUE ES IDO-C? Un Centro dgil, independiente, objetivo, formado por 140 expertos del Concilio, para: © mantener vivo el espiritu conciliar en todo el mundo © aumentar la comunicacién horizontal en la Iglesia rar informdcién y documentacién sobre los proble- mas planteados a Ia Iglesia de hoy, para preparar la Igte: © sum de mafiana. QUE HACE IDO-C? ' OBTIENE ‘2n todo el mundo informacién y documentacién sobre los acon- tecimientos y experiencias postconciliares: ELABORA —sracias a los mejores peritos de la Iglesio— ese material, ‘en forma dail y ci PUBLICA 50 documentos al afio —bol "— que son el nGcleo mismo del diélogo postconcil entre la Iglesia y ef mundo de hoy. SIUD. STA INQUIETO por el progreso del espiritu conciliar, en la teologia y en las estructuras de la Iglesia; dentro de la Iglesia y SI UD. QUIERE participar del diélogo conciliar, que sigue elabordndose, SI UD. BUSCA una nueva forma de presencia de Ia Iglesia en el mundo de hoy yde mafiana. UD. DEBE SUSCRIBIRSE AL IDO-C Suscripcién anual por 1967: uss 20.— Canelones 1486 Montevideo: 1DO-C Uruguay Canelones 1486 Montevideo: Tel. 47902 LIBRERIA AMERICA LATINA 18 de Julio 2043 local G Galeria Territorial Tel. 415127 representantes de: _ informaciones catélicas intemacionales ‘evadernos latinoamericanes de economia humana concilium développement et civilisations fétes et saisons libreria especializada en economia, sociologia, religién, problemética latinoame- ricana, literatura latincamericana. “revista mensual de actualidad COMUNIDAD ° ur argentinos Lea en nuestros numeros articulos claves para la interpretacién de los hechos y el andlisis de las ideas. ‘Sintesis del programa econémico de Felipe Tami (documento). Izquierda y derecha empatan a través de la inflacién, por Alieto Guadagni. Bases para una sociedad personalista y comunitaria, por Milan Viscovich. Numero 38: El peronismo y el socialismo nacional cristiano, por Leopoldo Pérez Gaudio. Oposicién liberal y oposicién nacional, por Juan Carlos Neyra. E! movimiento obrero y la comunidad ‘nacional, por Amado Olmos. Namero 39: Guando los cipayos se bandean, por Arturo Jauretche. 2Queda algo de revolucién? por Ignacio Palacios Videla. La conferencia Interamericana y la no Intervencién, por Guillermo O'Donnell. Namero 40: Inversiones extranjera en Argentina, por Félix Herrero. Las tergiversaciones a la Encfclica, por el Pbro. Héctor Ferreiros. La universidad en América Latina, por Santiago Bonomo. Namero 41: La intervencién y la universidad nacional, por Minds M. Marangés y Carlos Leyba. La solucién del sector externo, por Antonio Cafiero. La Cultura Nacional, por Leopoldo Marechal. Numero 42: Lo antinacional en Arturo Cortézar, por Tomas Saravi. Lebret y las estrategias comunitarias del desarrollo, por Luis Morea. EI 17 de octubre de 1945, origen de nuestro proceso de liberacién nacional, por Gonzalo H. Cardenas. Numero 43: Las relaciones exteriores de la Argentina, por Fernando Mas. Carta de los 17 obispos del Tercer Mundo, por el Pbro. Osvaldo Musto. El régimen de los arrendamientos rurales, por Guillermo Gallo Mendoza. Y en todos los numeros, ademés de otros articulos acerca de la realidad argentina y latinoamericana, las secciones permanentes de politica nacio- nal, internacionales, politica econémica, documentos, temas, comentarios bi- bliograficos, orientacién, reportajes y cultura. Solicite numeros atrasados, avisos y suscripciones en: Esmeralda 473, Sub- suelo, Buenos Aires, Republica Argentina. ‘Adquiérala en Uruguay a 45 pesos uruguayos, en la Librerfa América Latina, 18 de Julio 2043, G. Montevideo. con voluntad de cambio” INFORMACIONES CATOLICAS INTERNACIONALES Toda la actualidad religiosa tal como se vive en el mundo entero, presentada mediante informaciones, comentarios, monografias, tes- timonios, etc. Una revista que circula por mas de cien paises, en francés, espajiol y holandés. Aparece quincenalmente. Suscribase ahora a la edicién castellana. DISTRIBUIDORES Argentina: Casa del Libro, Esmeralda 911, Buenos Aires. Libreria Carlos Lohlé, Viamonte 795, Buenos Aires. Ma. Matilde Castro Ne- vares, Casilla de Correo 144, Suc. 12 Buenos Aires. . Q. Periédica, 5090 Ave. Papineau, Montreal. Libreria Nueva, Carrera 6? N° 1285, Bogota. Costa Rica: Antonio Lehman, Post Box XI, San José. Chile: Dilapsa, Casilla 10449, Santiago. Instituto de Catequesis, Die- ciocho N° 390. Espafia: Libreria Easo, Plaza de Guiptizcua 13, San Sebastian. Li- breria Estai, Balmes N° 84, Barcelona. Italia: Libreria Sorgente, Via. Monserrato 35-36, Roma. Peri: Libreria Studium, S. A. Camana N? 939, Lima. Juan Mon- det, Parque Madre de Dios N9.333, Lima. Puerto Rico: Libreria Catélica Inc. Apartado 4045, San Juan. Uruguay: Libreria América Latina, 18 de Julio N° 2043 G. Monte- video. Mosca Hermanos, Ave. 18 de Julio N° 1578, Montevideo. Venezuela: Libreria Nuevo Orden, Esquina y Edificio Mijares, Apar- tado del Este 4812, Caracas carta del editor En visperas del cincuentenario de la Reforma universitaria, intenta- mos con el presente numero celebrar el acontecimiento dedicdndole un “informe” que se eché a andar sobre una doble cadena de escritos. La primera, documental, se abre con el famoso Manifiesto de Cérdoba (1918), sigue con una muy concisa exposicién que, sobre sus irradiaciones con- tinentales, escribiera Don Victor Raul Haya de la Torre en sus mejores tiempos (1926), y culmina con el Mensaje a los estudiantes del Padre Camilo Torres (1965). La segunda reine recientes reflexiones de Alberto Methol Ferré y del ex rector de la Universidad de Brasilia, el antropdlogo Darcy Ribeiro. De este ultimo publicamos una seleccién de pasajes co- rrespondientes a un seminario que tuvo lugar en la Universidad de Mon- tevideo, a mediados de 1967; el trabajo de Methol, a su vez, recorre la primera parte de un largo itinerario, “De Victor Rat! a Fidel”, que habra de proseguir en la quinta VISPERA. Inesperadamente, la preparacién de nuestro informe vino a coi con la muerte de un universitario que, nacido en tierras de la Reforma, eligié las rutas de la Patria Grande para hacer la revolucién: Ernesto Che Guevara. Apenas confirmada la noticia, procuramos un cimulo de testi- monios tan amplia y diversamente latinoamericanos como querriamos a todo el elenco de colaboradores de esta revista. Pero vivimos en paises donde la comunicacién epistolar no suele ser facil y, por otra parte, no habia prorroga posible para nuestras entregas a la imprenta. De ahi que, a excepcién del colombiano Carlos Horario Uran y del brasilero Alceu de Amoroso Lima (Tristin de Athayde), este cimulo tenga un cardcter decididamente rioplatense. Lo inicia un poema del argentino Leopoldo Marechal, el autor de “Adan Buenosayres” y “El banquete de Severo Ar- céngel”, y prosigue con breves textos de Julio Barreiro, metodista, abo- gado, profesor y escritor uruguayo; Norberto Habegger, abogado argenti- No, reciente autor de un libro sobre Camilo Torres; Eduardo Payssé Gon- zalez, militante de la izquierda uruguaya, director de la revista “Pollti. ca” (1960-61), miembro del equipo de colaboradores de! semanario “Mar- cha"; y nuestros compafieros Alberto Methol Ferré y Antonio Pérez Garcia, 1 Las demas “perspectivas”, en cambio, acentiian la latincamericani- zacién de esta revista, mas alla de Ia latitud en que ella tiene su sede. Hay, es cierto, dos firmas uruguayas, la de Antonio Pérez Garcia y la mia propia, Pero los restantes trabajos nos vienen de Almeri Bezerra de Melo, brasilero en Roma; Segundo Galilea, chileno en Cuernavaca; Luciano Pa- risse, un dominico francés de San Pablo (a quien ya presentéramos en un “encuentro” de V.3); y del puertorriquefio Antonio Gonzdlez Deliz, también OP. A su vez, uno de nuestros més asiduos colaboradores, el peruano Luis Pésara, reaparece en “situaciones”, donde también figuran su com- patriota Rolando Ames y el argentino Norberto Habegger. Y en las ‘“lec- turas”, el critico peruano José Miguel Oviedo nos hace llegar su resefia de “Cien afios de soledad” (iniciaimente publicada en el diario “El Co- mercio” de Lima). Si, la latinoamericanizacién de VISPERA ya es un hecho. No ha de sorprender por ello que el articulo del Padre Bezerra estrene el portu- gués en nuestras paginas, Como la América nuestra, VISPERA se hace bilingtie. Y seguramente nuestros compafieros de! Brasil tienen mucho que decir en su propia lengua. Comprobamos estos hechos con alegria. Nos preocupa, por el con- trario, la sostenida omisién de envios estudiantiles. 2Por qué los estu- diantes no han asumido todavia como una responsabilidad propia el fun- cionamiento de este “servicio para América Latina del Movimiento In- ternacional de Estudiantes Catdlicos” que tiene entre sus metas basicas el intercambio de experiencias y de puntos de vista entre los proplos universitarios? ¢Por qué nuestra revista no sirve todavia a esa comunica- cién reciproca que es el primer paso para cualquier tarea comin y que a la vez tanto enriquece la propia tarea? En visperas de! segundo afio de esta publicacién trimestral, los tra- bajos recibidos —esponténeamente 0 a pedido nuestro— vienen confi- gurando, junto al creciente nimero de lectores y a su diversificacién den- tro y fuera de América Latina, el mejor estimulo para nuestra tarea. Y los aportes ausentes, el mas fuerte desafio para afiatar el instrumento y acercarlo a las manos de todos. 2 La muerte del Che Palabras al Che Cuando se haya redimido este ya largo deshonor que gravita sobre Latinoamérica; Cuando esa gran vergiienza sea lavada con el buen jabén que da la sangre de los héroes Cuando Ia libertad no sea entre nosotros un gira en délares y una ilusién tramposa Entonces, compafero, se vera como un fénix puede resucitar de su acostada ceniza Y no importa si el mismo sol alumbra por igual ahara la tumba de un guerrillero recién caido Y Ia espada estéril de los tristisimos generales De qué te indignas, hombre? Por qué Horas, mujer? No sabias que un héroe debe morir y muere, como Ilevado por su hermoso viento? EI héroe fue una instancia que no sal y un desvelo con la boca Ilena de cl Un peligro, en suma, y una incomodidad irritante. Por eso, cuando el héroe sucumbe, los malditos en acto se alegran de frente Y los benditos cautelosos se duelen de perfil Oh! Che, no soy yo quien ha de Horar sobre tu carne derrotada Porque otra vez contemplo una balanza ya puesta en equilibrio por tu combate ultimo Y frente a esa bolanza, diré a tus enemigos y los nuestros: “Han hecho ustedes un motor inmévil de un guerrero movible” Y ese motor inmévil que alienta en Santa Cruz ya esté organizando el ritmo de las futuras batallas LEOPOLDO MARECHAL 3 oracién para el che guevara Perdoname, Che. Hace mucho, pero muchisimo tiempo, que tenia ‘ganas de hablar contigo, aunque nunca ‘supuse que Ig haria ahora y en estas circunstancias. No di esto sea un monélogo, ni que me quedaré si puesta tuya. Tampoco diré que tu silencio se pre igual, de aqui en adelante. Mis bien, tengo la impresién de que recién ahora, después de ésta, tu otra partida, — otra mis entre las tantas tuyas y de las que siempre regresaste, — empezaremos a dis- tinguir mejor los ecos de las voces. Perdoname, Che... pero, si por muerte enten- demos esto que algunos llaman extincisn fisica, que se consuma desesperadamente para los mandamas en luna incineracién, — entre gallos y medianoche, en- tre los sucesores siempre duraderos de Caifés 'y de Herodes —, entonces vamos a inclinarnos y a hacer silencio por’ un momento. Pero nada mas que por un momento. Porque, enseguida, tenemos ganas de cantarle al alba que hay detris de cada muerte como la tuya. Miré, Che, qué cosa tu muerte para hacernos des- preciar la muerte; qué cosa mas impresionante tu vi- da, para hacernos cantar a la vida Yo creo, Che, que la muerte debe ser otra cosa, Y cuando, andando a tumbos por ahi, a tropezo: nes, en esta duermevela que nos consume sin sa- ber’ qué hacer con nuestros huesos, no ya con nues- tras energias, una muerte como la tuya, — si hay que Ilamarle’ muerte —, sirve para consolarnos de la extincién fisica, Ahora, si la muerte es otra cosa, — debe serlo, estoy cada vez mas seguro, aunque sea por palpito © por ganas de consumirme en algo mis que en esta torpe manera de vivir diaria que ten la ciudad nos come las suelas de los zapatos, las telas del traje, los suspiros del alma —, entonces, Che, muchas gracias por tu muerte, Muchas gracias por la vida que fu muerte nos ensefia Te acordés, Che, del caballo blanco de Zapata? Dice ta leyenda que’ después que los esbirros, — sin ser guardiaciviles, ni usar tricomio, ni mondar limo res verdes para echar el agua verde —, lo quisie- ron matar luego de haber asesinado a sul amo y no pudieron. Y que el caballo blanco de Zapata toda- via esti galopando por los montes, las sierras, los 4 “hay dentro de mi algo como un ejéreito derrotado que huye en desorden de la victoria ya lo- grada". BONHOEFFER, valles, donde una revolucién no supe, no pudo o ‘ne quiso llegar y que los pobres, los hambrientos y los sin techo, siguen viéndolo pasar. Decime, Che, en secreto, aunque me contestes con otro de esos terribles silencios tuyos que ya estin sacudiendo a toda nuestra América con las voces que despiertan, eno pasard lo mismo contigo? Perdoname, Che, pero no te veo muerto por mas fotografias que mé muestren; en colores, en blan- 60 y negro, con crespones unos, con insultos otros; fotosrafias en inglés, fotogratias presidenciales; fo- tografias militares; fotografias pentagonales; fotogra- fis, No, Che, ya no puede ser. Las veré, me lo conta- rin, me lo’ repetirin hasta el cansancio, pero no 10 reo, No lo creo, porque hay otras maneras de ver. Creo y por eso veo tu muerte de otra manera. Si supleras, Che... ¢Cémo puedo decirtelo? En fin, Si es que no te avergilenza lo que te diga uno cue se cree cristiano, tu muerte tiene tanto de aquellas meertes cue aprendimos cuando chicos y que siem- pre, al ser_més grandes, continuaron viviendo allé Tejos, muy leles, en los sitios perdidos de la memo- ria, haciéndonos creer en los héroes, en los sacrifi- cios, en la entrega para otros, en el olvido de uno mismo; en fin, en es0 de verdad, pero de verdad, Che, de andar’ con los pobres de este mundo por- que a ellos les fue prometido el Reino. Miré, Che, 6 que me comprenderds y otra vez me perdonards. No es asunto de dogmas, ni de blia, ni de credos escritos, ni de confesiones de fe. Muy sencillo, es asunto de vivir para morir con ga- rnas. Y solamente se puede morir con ganas cuando se vive para otros. Fijate lo que son las cosas. Me pidieron que es~ cetibiese algo. asi como una opinién, un testimonio, Gabés? Es decir, qué pienso yo, como cristiano, de tu muerte. Pero, gno es para reirse? Me dio vergiienza, te lo confieso. Y entonces se me escapé todo esto que se parece a una oracién. Pero no ore por ti, No es necesario; no lo preci- sis, Oro, sf, para que la cosa siga adelante; no. sé como.” Y oro para tener el valor de saber seguirla. Oro para que esta muerte tuya tenga todo el olor a vida que ella pide; y no el olor a derrota que quie ren predicar los pobres cipayos encima de tus foto- Grafias; jamas se animarian a hacerlo encima de tus restos, Habris pensado muchas cosas (las habrés sentido) antes de morir. A lo mejor sentiste que “hay den- tro de mi algo como un ejércite derrotado que huye cen detorden de la victoria ya lograda"’, No me ex- trafaria; si fuese asi habrés estado en esos momen- tos en una hermandad total con todos los que que- dqué piensas ti, hermano latinoamericano? Permanentemente hay hombres que mueren y hom- bres que nacen, Unos viven envueltos en la medio- cridad de sus vidas y pasan desapercibidos en el corazén popular. Otros en cambio adquieren dimen- én histérica. Significan algo para su tiempo y arral- gan en su tierra. Sus vidas tienen un ponetrante . En ellos convergen las circunstan- eas y expresan con su andar y con fu estos tiempos nuevos para América Latina. La historia latinoamericana, no la “historia oficial", sino aquella otra que palpita en la dura lucha por las mayorias populares tiene muchos de estos hom- bres. Uno de ellos es el argentino Che Guevara, muer~ to recientemente por el ejército Boliviano. El otro, Camilo Torres, que ofrendé su vida junto a los gue~ frilleros colombianos, Curiosa paradoja la que nos presenta Camilo y el Ché. EI primero sacerdote y socisiogo. El segundo médico y -marxista, Provienen de paises distintos transitan diferentes caminos, pero mueren de Ia mis~ ma manera. Y las balas unen sus vidas, cuando am- ‘se encuentran luchando en los montes, uno on orp he mentary baked la toma del poder para el pucblo y ‘de América Latis Realmente qué dificil resulta traducir en el papel el significado de estas VIDAS. O qué fécil cuando lo expresado no tiene la fuerza suficiente para trans- formar nuestras propias vidas en una entrega a los demés. Y qué admirable el testimonio del Che y de Camilo, que no vacilan en ser leales a su con- Ciencia, en ser consecuentes con la causa que resuel= tamente habian abrazado, Pero muertes asi, son las que producen vida. Y sefalan el camino que debe transitarse para que la Revolucién no sea una palabra hueca, incapaz de despertar la emocién popular. Sino por el contrario festé integrada por hombres que encarnen a fondo la lucha de los que estin abajo, que son el eje por donde pasa la historia. daron a tus espaldas y con el resto del continente pobre que quedé a espaldas de los que quedaron 2 tus espaldas, La victoria ya esté logtada. Todas las vietorias estin logradas cuando un hombre se sacrifi- 2 por otros, Hasta la victoria contra el postrer ene- ‘migo, la muerte. Perdoname, Che, pero me hacés sentir vergtlen- za por lo poco que hemos hecho, Gracias, porque me hacés se coraje. JULIO BARREIRO- LA LUCHA RECIEN COMIENZA El Che Guevara y Camilo Torres desaparecen en circunstancias similares. Tienen un origen comin: provienen de las clases altas, sin embargo mueren oleando por Ia clase popular. Las mismas contradic~ clones rodean la muerte de ambos. Las discusiones y las dudas son similares, Pero todo ello es anecdé- tico. Solamente puede preocupar a la "Gran y las agencias noticiosas, interesadas en aumentar el Tiraje de sus informaciones. Camilo y el Che pueden haber muerto de mil ma- nreras diferentes. Es absurdo plantear una discusién alrededor de este tema. Como también catece de sen- tido toda protesta formal, repudiando al ejército bo- livianoy_colombiano, oa los gobiernos de ambos paises. Las fuerzas del “orden” se defienden a su manera, es légico entonces que hagan lo posible para tliminar los frentes opositores que pongan en peligro la conservacién del “orden existente’”. Ademés, tante s, como el Che Guevara, eran ple sgaban. {Y vaya 4i Ig eran! Porque cuando el compromiso no es un pa ‘ni_un entretenimiento, sino enearnacién icida de una mistica revolucionaria, uno de sus rlesgos es morir en la lucha, Cuando se ha vivido la propia vida, morir significa muchas cosas, Es la sintesis de un testimonio y. la muestra de una sociedad que no admite en. su seno la presencia de hombres que anhelen transformarlo; solamente a los conformistas ésta les abre sus puertas. Mis alli de tieticas y estrategias, el simple hecho ‘2 una causa, es una leccién que se reco- ge y debe recogerse en la conciencia de miles de hombres que luchan por un mundo intensamente hu- El joven sacerdote en Colombia y el Che Guevara fen Bolivia han sido muertos por los ejércitos del orden, cPero sus muertes signifiean el fracaso de los 5 ideales por ambos encarnados? Creemos que no, aun- que esta es la imagen que estimulan las “lites” del privilegio, En el fondo los "“duefios del poder” Ccuestionan, no la lucha armada en sus aspectos for males, sino el objetivo final que la misma plante la liberacién de los pueblos y la emancipacisn de ‘América Latina, cAcaso los que hoy detentan el po- det, en una gran_mayoria, no lo asumieron por me- dio de la fuerza? ZY no lo estin conservando, de luna manera violenta, al impedir que la mayoria po- ular satisfaga sus necesidades vitales y materiales? ymparte —no tengamos miedo en decirlo— es ol grito de PROTESTA POPULAR, que bolizan, hoy y aqui, Camilo Torres y el Che. Seria erréneo en consecuencia dejarnos envolver por esta “'suerte’” de fracaso que se pretende cargar so- bre sus espaldas. Porque ambot con sus vidas ostin gritando 2 nuct tras conciencias que mo es asi. Que la lucha recién comienza, que no ha fracasado, que debe seguir adelante, Que mientras exista la\ injusticia social y la relacién de los hombres entre si, sea una puja inhumana y encarnizada por subsistir, no habré. des canso_para_ningin revolucionario sincero. Dejemos que los mediocres y los cobardes sientan’ fracasada la lucha. La historia sigue su curso. EN COMUNION CON LOS POBRES Pero hay otros hombres ante los cuales uno se siente pequero, que expresan con sus actitudes, la lucha liberadora y emancipadora de los humildes La historia en un momento dado converge en ello Y se convierten, aunque no lo busquen, en "signos de un pedazo grande de esa historia. —CAMILO: Supiste vivir tu cristianismo a fondo, el milagro del héroe iExtrafos seres aquéllos! jExtrafios dias! Eran los primeros y roménticos dias de una Cuba nueva na- ida con el despuntar del afo 1959. Los guerreros barbudos habian bajado de las Sierras, habian derro- tado al ejército batistiano y habjan destruido en pe- dazos la dictadura, Tenian, pues, derecho bien gana- do a la admiracién de un pueblo y a la atraccién que sus figuras despertaban como si fueran_seres legados de algin alejado planeta. También mi cu- lad inicial, mi simple indagaci habia convertido en una primaria y emotiva admira~ cién hacia aquellos hombres de barbas y melenas, que fusi| y metralleta al hombro iban y venian por las calles habaneras, con canciones de victoria y cuen tos interminables de pequefios y grandes hechos he- roicos. Eran las primeras horas de emocién, de fe vor, de libertad a pleno pulmén, que no conocian el recato intimo y ya en la noche se convertian en can- tos, risas y alegrias de tabernas y de esquinas. Dias prefados, como nunca he vivide otros, de ta solidaridad humana més esponténea y més auténtica, salida de las entrahas de un pueblo real, de carne ¥ hhueso, foriada en la crueldad sangrienta de una tira~ nia y' en la fe milagrosa de aquellos barbudos casi ieeeales, que paseaban indolentemente su heroismo fen el sol verdoliva de La Habana. 6 fen Ia conviccién de que Mundo y Dios no son dos ‘cosas distanciadas y opuestas entre si. Y que el Evan- gelio se resume en algo muy simple: el amor que los hombres se deben entre si. Pero descubriste que existen estructuras y hechos que impiden ese amor ¥ oprimen a los hombres. Entonces te jugaste por tus hermanos. No desde afuera, sino sirviendo junto a ellos, Y fuiste consecuente. Te atreviste a morir con tun fusil en las manos, violentando tu propia con- Ciencia, Y en comunién con los pobres de tu tierra y el Dios de tu tiem ACHE: Supiste definirte sin temor como marxis- ta, Creiste descubrir en esa ideologia una respuest 4 Ia injusticia social que ha convertido el trabajo de ‘miles de hombres en mano de obra barata para sa tisfacer los intereses de un pufiado de otros hom- bres. Afirmabas la necesidad de transformar esa rea lidad y pensabas que inicamente ta modificarla la clase popular. Y te jugaste por ese ideal y por tus hermanos. Y asi mueres en comunién con elles, y también —por qué no— con Dios. Porque Hay una verdad incontrastable: DIOS esté presente en el rostro de los humildes y de los mar- ginados. Camilo Torres y el Che, aun difiriendo en muchos. aspectos, mueren por la misma causa: por los pobres de América. Sus vidas convergen, como debieran converger la de todos los hombres q siontan como suya la suerte de la clase popular. 2 esto no nos dice nada? gNo han abierto una etapa imborrable en la Iu- cha por la emancipacién politica, social y econémi- ca de nuestros paises? Qué piensas ti, hermano latinoamericano? NORBERTO A. HABEGGER Pero més alls de las emociones primarias ajenas y ropias, era necesario buscar respuesta a muchos is terrogantes para hallar la clave de la resonante vie~ toria y Ia forma y modo de crear.el nuevo pais que surgia a la vida. Y las respuestas estaban en las pa- labras de Fidel Castro y del Che Guevara. El primero fue la emocién al rojo vivo, una tla ‘marada revolucionaria de gestos y de afirmaciones dondas, rotundas, dichas con una fe invencible y ul honestidad transparente, “Yo no cede, no me vend sno me corrompo”, fue la frase que resoné en mis oidos y que ain hoy me parece In siness del lder El Fidel de aquellos dias era la fuerza invencible, ‘el entusiasmo desbordante, el. idealista sin macula. En todo aque! trajinar revolucionario faltaba todavia algo. Lo encontré un dia, a la caida de la tarde, en luna pequeria habitacién de la antigua fortaleza ‘ha- banera de "La Cabafa’’. No fue un reportaje, por- ‘que era imposible hacerle un reportaje al Che; sea por anticipada decisién propia 0 por su peculiar ma~ era de saltar a los temas més inesperados, sus con- versaciones eran un largo, amable, ingenioso, y a ve~ es punzante coloquio amistoso. Al final de nuestro dislogo, algo importante habia sacado en limpio: en ‘aquel hombre estaba la “cabeza fria”” que toda re- vyolucién necesita en sus momentos de peligro o en su triunfo definitive. Constituia ese “algo” que me faltaba en mis apuntes: el complemento necesario al desborde emocional y carismético de Fidel, que ad~ Quiriria una propia y auténtica dimensién en la etapa de creacién revolucionaria que recién iba a comenzar, Se ha querido ver en el Che, al aventurero romin- tico, en busca de Ia batalla y del peligro, como in- vencible inclinacién de su espiritu. $i no bastaran to- dos sus discursos y sus escritos para desmentirlo, bas- taba cambiar pocas frases con él sobre los temas fun- damentales de la construccién revolucionaria y caer fen algunas referencias mis intimas, para comprender que a su condicién de guerrero tunia —y por eso mismo, quizis— una mente fria y Iicida que sabi lo que queria y cémo lograrlo, con la suficiente flexi bilidad, pero con la necesaria dureza que el tiempo y la obra revolucionaria le exigian. Y esta dureza ho le permitia concesiones al romanticismo nia la aventura Era _dureza, en primer lugar, consigo mismo. Du ‘eza sin concesiones que le permitié llegar a ser un ario, (“Ahora, una voluntad que he delectacién de artista, sostendrd uns 5 ¥_ unos pulmones cantad He ahi uno de los parrafos de su carta dirigide a sus padres). Era dureza con los enemigos director de aquellos dias: los batistlanos derrotados, ‘2 quienes no concebia otorgarles el perdén por sus Crimenes. Era dureza con el gran enemigo latinoame- ricano: el imperialismo, a quien no “eoncederia un ‘minuto de tregua, a quien combatiria con todas las larmas disponibles, en cualquier lugar de América Era dureza que lo llevé a la muerte, cori la convie~ cién de que en su muerte se hacia realidad su YERDAD. ("Creo en Ia lucha armada como Gnica solucién para los pueblos que luchan por liberarse soy consecuente con mis creencias. Muchos me dirin aventurero y le soy; sélo que de un tipo diferente y de los que ponen el pellejo para demostrar sus “, dice a sus padres en otro pasaje de la misma carta) Esa muerte en medio de la selva boliviana, no sélo presentida sino sabida por él desde hacia ya varias semanas atris como algo inevitable (pérrafos ‘escapados de su diario de campafa lo revelan), no fue més que el final estrictamente I6gico a la pro- ‘gresiva autenticidad revolucionaria desu vida, Una ‘vida de renuncios que comienza cuando abandona la sociedad en la cual habia pasado su nifez y su ju- ventud, en la cual, por sus antecedentes de familia y por Su titulo universitario de médieo, tenia asegu- ado un porvenir econémico, social y profesional; re- nuncio ala seguridad en tierras mexicanas (luego de un primer intento armado contra el imperialismo fen Guatemala), cuando embarca en el “Gramma” con Fidel y sus compaferos; renuncio a la propia gloria como héroe de la revolucién cubana triunfante, cuan- do se aleja de ella; renuncio a su propia familia re- velado en su ltima y conmovedora carta dirigida a su hija; renuncio, en ‘definitiva, a sobrevivir, cuando se niega a abandonar la selva boliviana una vex que ya se siente perdido y delatado por quienes precisa~ mente Se proponia salvar. Ya se adivinaba todo es0, en aquel Che de Enero de 1959. “Cémo voy a estar tranquilo, sentado en tun bufete esperando que Meguen los enfermos, ‘esta época!”, me ditia cuando le pregunté sobre su vocacién de ‘médico, Y luego acariciando su arma: a Ne importa si existe © i; importa que existe el hombre”, Afirmaciones que se sucedian, rudas, ta- jantes, cortadas con chispas de ingenio ode ternura. Un afio y medio después le volvi a ver. Otra ver fue en La Habana, Esta vez ya ocupaba_un alto cargo: Presidente del Banco Nacional de Cuba. Me reeibié en su bufete, Recordé lo que me dijera_un afio atrés sobre su repugnancia a los “bufetes' ines raxén; pero no creas que esto me tiene contento; pero hay que estar; todavia hay que estar aqui”. rei adivinar una nostal 4, Nostalgia por “su mejor amigo". El tercer encuentro fue en Punta del Este. Cuando llegué donde él estaba me recibié con un saludo cargado de espontinea Ironia: ““iEl periodista eatsli- co! gCémo?... gtodavia revolucionario?”, Eran los tiempos que Cuba luchaba ferozmente por sobrevivir, tuna lucha que no ha conocido pausas ni desfalleci- mientos. Y alli, frente a los demas paises del con- tinente, Cuba trajo en la palabra del Ché, la vor de la dignidad y de la integridad de una politica revo- lucionaria. Politica que habia dejado atrés a los timo- rates, a los cobardes, a los que algo tenian que de- fender del antiguo tégimen corrompide y que todavia sofaban —sueran ain— con el restablecimiento de propiedades y privilegios. Y rezaban —y rezan atin— para lograrl. Frialdad, dureza, voluntad de acero, rerunciamien- tos continuos, ternura, lucidez, capacidad inmensa de trabajo, todo’ al servicio de un ideal: Ia libertad de todo un continente oprimido, Ideal que lo llevé a la muerte para alcanzar un milagro: ..."eada uno de los guerrilleros esti dispuesto 2 mo apo, viendo mis alld del objetivo tactico inmediato va decididamente a lograr un ideal, 2 establecer una sociedad nueva, a romper los viejos moldes ‘en definitiva, la justicia social por bras escritas por el Che, que ex- plican suficientemente su vida y el milagro de su ‘muerte para convertir en realidad un ideal. EI cuerpo del héroe esté solo. Su enemigo de todas las horas, por manos de sirvientes de baja categoria, ha escondido su tumba. No podrin desfilar ante ella nil sus amigos, ni su compahera, ni sus hijos, ni los ‘querrlleros, ni los campesinos, ni los obreros, nit los ‘mineros de América Latina, Pero el milagro quedard realizado fuera de su tumba. Porque el héroe vive en todos ellos. Y eso el enemigo no lo puede impedir. EDUARDO PAYSSE GONZALEZ guevara, el drama politico de fa voluntad Logr6 10 que pocos: que su vida imprimiera au sello a la muerte, haciéndola suya, Cuando ast cae un hombre, tan entero, fiel, severo ¥ generoso, el mundo se conmueve. ‘Sus actos atraviesan la misterlosa distancia del cielo y la tierra, y queda un nuevo secreto luminoso en Ia historia del hombre y Dios. Pero a los gran- des hombres se les llora siempre poco y siem- pre demasiado, Deseamos que Guevara no sea inmolado en 1a demasfa del Ianto, en la reto- riea, y que convoque lo suyo, lealtades severas. Todo esto que pasa, que le ha pasado y que nos pasa, es tan grave que no deja lugar a los mi- eos. Nuestro homenaje leal, el que sentimos corresponde y obliga, 08 prosecuir la reflexion critica que le habfamos hecho antes de su muerte, Ante todo, ratiticamos 10 sostenido en “La Revolucién Verde Oliva, Debray y Ia Olas”, po! que el destino de Guevara y sus cireunstanclas Son una nueva y dolorosa constataci6n. La_teo~ ria_y pret! ta guerrilla qua 4 encarag i olfti- ca de muerte yin muerte de. toda politicn, tal como ha sido formulada y aplicada. Con su muerte, Guevara levanta su conducta y termina su politica. Revolucion o muerte, fue su divisa. Quedé con Ia muerte, que s6lo 'seré un nuevo motivo de la revolucién latinoamericana, en la medida que de ella se extraigan de verdad en- sefianzas politicas adecuadas. Que se preflera la verdad antes que mitologfas consoladoras. Facilidades tedricas, son dificultades practicas insalvables. Guevara testimonia que la revolu- eign nacional latincamericana es un camino exi- gente, pues requiere que el hombre esté dis- Duesto a situaciones limite. Pero también testi- monla, una vez mas en nueve allos, que una po- Utica de bases tedricas erradas, frdgiles y pe- rentorias es via muerta y de muerte. Porque una revolucién es una trabajosa victoria polf- ticas, y aunque pueda exigirlo, no es garantida por un collar de muertes —De la Puente Uce- da, Turelos, Camilo Torres, Guevara— con a belleza terrible de una tragedia. La liberacton y unidad de América Latina oxigird muchas muertes, pero todas las muertes no bastan ja~ mas para una politica liberadora, Hace falta una 8 lectura —intus legere— una inteligencia de 1a Fealldad en sus complesidades especitican ¥ var lores. Hace falta_una politica, conocimiento, y_no basta una politica deve luntad-y def*deber. Guevara aposté a una pura politica de la voltintad, pues si pens6 severida- des no tuvo auténtica severidad para su pensa~ miento. Un_pufiado esmirriado de generalidades “de prétexto para colmar una gran &tica. Por eso, con su muerte, Gue- vara tivo @ la vez su gran victoria y su gran fracaso. No debemos permitir que su gran vic~ toria oculte su fracaso, porque eso sf seria el mayor fracaso de Guevara, Creemos que se debe Heutosaer(les 8 ruevara fracasoy_rescatar. valida~ fetoria, Hs tarea ablerta a todos, 7 esta respuesta no pretende tomar todas las di~ mensiones del problema, ni de lejos. Sélo al- gunas anotaciones. Hasta hoy, no son claras en absoluto tas ra~ zones que determinaron la #eccién del foco en Bolivia. La patética soledad guerrillera en una tierra donde Io que ha sobrado siempre es ol valor, que tiene una tremenda historia de san- Bre, jno sera resultado de las méximas: “Las condiciones objetivas estan dadas, s6lo faltan las subjetivas" 9 “SI las condiciones objetivas no estin totalmente dadas, el foco puede crearla Estas méximas cargadas de soberbia y asom- broso simplismo, implican no sélo una falsa apreciacién de la “objetividad", que pareciera excluir la subjetividad, sino que es un espejis- ‘mo duailsta, maniqueo, de la voluntad frente a Ia realidad, Encterra un peligroso irracionalie- mo, que slo puede generar desastres, © impli- ca el menosprecio de los movimientos popul reales de cada pafs. En el caso de Bolivia, pleno perfodo de retroceso revolucionario del MNR, el menosprecio a la obra del MNR, a las penosas razones objetivas de su fracaso, ol des- conocimiento de los cambios verdaderos intro~ ducidos y ain en pie, como la reforma agraria y la promocién del campesinado indio. Es ab- Surdo reducir la cuestién de un proceso revolu- elonario, como dirfa un espafiol, a asunto de “eojones”. Con Guevara, el vaior tlega a su api ee con un pensamiento politico que no le era proporcional. En un reciente reportaje (Marcha n° 1377. Montevideo), erguido en medio de esta abrumadora pesadilla, Debray tenfa ta firme franqueza de reconocer “Hu- bo errores también en el lado revolucionario ¥ hay que tomarlos en cuenta y hay que anali- zarlos... no 8 puede hacer algo maniquefs- ta”, ¥ Fespecto a su obra “Revolucién en Ia Re- volucién” admite que cambiaria clertas cosas, por ejemplo: “El papel de Is ciudad, 1a relactén ciudad campo, sobre todo cosas ligadas con, di- gamos lo nacional, digo la importancia de cle tos factores nacionales, que, aunque son usados de manera retrograda por la reaccién, tienen ‘que ser tomados en cuenta y tomiados en serio”. Aunque todavia Debray insiste: “no sustraeria, nada, agregaria cosas importantes". De todos modos, es buen {ndice, pues la vitalidad de un movimiento se mide también por su capacidad de autoeritiea. En ¢] mismo reportaje hay otro elemento de juicio a considerar. Si Debray mantiene sus po- sictones respecto a Ia relacién Foco-PC, nos di- ee que Guevara estaba de acuerdo ‘con él, ‘salvo el “respeto diplomético”, digamos, hacia todavia clortns cosas. El estaba muy ela ro y clen veces mAs severo que yo... Sf, su ex- perlencia aqui, digamos, fue el colmo para él ¥ juzg6 esta parte del Hbro todavia muy débil; 41 estaba mucho més radical." Guevara estaba amargado por su experiencla con Tos PC, "no ha- bia_previsto-una tan “tan sutil, tan doble car 4 ext0"To habla profuidamento indlgnado, Como “aparece un momento més, singularmento ‘Gramatico, de la tensién entre la linea cubana y Ja Tinea prosoviétiea. Y -sefialamos esto de Ia ‘‘goble eara” porque es un hecho importante, ligado esencialmento a la pobreza del marzismo latinoamerieano y a su crisis actual. ;En qué sentido? Los PO.Jatinoametieanos han hecho su centro gufa_fomaculado a la Unién Soviética, “reta~ Buardlas de su diplomacia”. sto les desarral- 8a do Ta Tealidad latinoamericana y les lleva a lina oseitacion mecénica incesante: transitan del ditirambo al anatema, sin la mediacion de un Proceso eritico propio. Distintos de la realidad politica rusa, pero funclonallzados a ella, no son_erendores.de. una polities.sino sus recep: res. Bsta pasividad, cualquiera sea su. funda- mentacton terica, les hace saltar de un dia a otro, del dltirambo incontrolado a Stalin a su anatema, do la perfeccién de la linea Kruschey ‘A sus errores, una vez que le sustituys otro, te, Este raquitismo eritico sobre sf mismo Fepereute, como es obvio, en todas sus rel clones con la realidad circundante, De tal modo, mmque las teorias cubanas sobre la guerrilla son antiguas, no se produjo ninguna discusion critica que hiclera progresar y atinar las eva- Tuaclones de la realidad latizoamericana. Sus Teflejos, por el contrarlo, que datan de invis- ceradas’ costumbres stalinistas, son poco ade~ cuados para elo, son siempre masivos: 0 el Slogio incondicional o 1a reprobacién, so pre- texto de no romper la “unidad”. Y los tré altos, cuando existen, no se earacterizan por Ia reflexion critica sino por el silencio o la om!- sin, y los susurros a media vor. Es de este modo que los comunistas vienen haciendo fue 0 contra Guevara desde hace ya varios afios. Lo que no les impide mantener stempre oficial mente, cuando estin obligados, el ditirambo. Ast, ef resultado inevitable es 61 endurecimie to de un marzismo-leninismo estitico y atrofia- do Yespecto a la realidad latinoamorieana. Es- to genera como réplica, o compensaclén, su contrario: una “‘pledad iracunda”, un volunta- rismo politico que es tributario de’ ese amazaco- tamiento ideolégico, Y ademés, alimenta al cli ma que impregna su contorno, a esa sensa- efén permanente de “doble cara”, de poco con- flables. Guevara es otra victima' de esa situa- cién, quiere superar el escolasticiamo marxista, asentado en esa mecinica pero, empobrecido por 6ste mismo, se quiere salvar y quiere salvar por el estricto cumplimiento moral del “impe- rativo categérico". Por eso Guevara, en cierto sentido, es més un Kantiano que un marzista. Y¥ es sabida 1a formacién pietista de Kant, Guar- dando las distancias, no deja de haber una cle ta analogia situacional, Dico el Diccionario Teo- Iégico de Rahner y Vorgrimler: “Pietismo es tuna reacelén dentro del Iuteranismo alemén del 8. XVII y XVIII contra una toologia escolésti- ca anquilosada y contra Ia rutina eclesiéstica. Pone el acento en el cristianismo practico del amor operante, de la interloridad, de la expe- rlencia subjetiva de Ia conversin y de la gra- cla transformante, de la mistica en torno a Je- ss, y Meva consigo el peligro de una debilita- eign del dogma y el de la difusién de los con- vent{eulos individualfsticos”, La esclerosis mar xista latinoamericana, ha levado a Guevara y tantos otros a la ética heroica del deber. Y fren- te a la “doble cara”, sutilezas hechas de inca- pacidad de honrader critica, Guevara empufia una dignidad sobrecogedora ‘en su vocacién la~ tinoamericana, rechazando de s{ las mecdnleas eonsabidas, pero fatalmente condicionado por cllas, Ast, la critica al foco se yuelve necesaria- mente critica a los P. C. Estos quisleran criti- car al foco desde afuera, como si no estuvieran implicados. Y¥ el foco no quisiera suplirios, pa~ ra lenar el vacfo racional revolucionario que dejan. Si toméramos como hipétesis provisoria Ia lectura de Marx que hace Althusser, diferen- clando dos etapas separables y heterogéneas en su proceso intelectual: 1) um discurso hu- manista, antropoldgico, es decir, ideoldgico, no clentitico y pseudofilosdtico, que se expresa en términos do esencia, de sujeto, de sentido, de historia y de finalldad; y 2) un discurso clen- title que se expresa en términos de objetos, do conceptos abstractos, de formas y estructu: Tas, y que es el origen y iimico lugar de la fi- losofia marxista; se hace de toda evidencia quo habria que inscribir a Guevara en la primera etapa, la “pre-marxista”” del Marx joven, “cuya fuente es kantiana”. Un humanismio que gene- raliza al nivel histérico un idealismo kantiano, con sus reglas de lo universal, de la dignidad de 1a persona y Ia autonomfa del agente moral, en contradiccién con Ia realidad capitalista que ¥ en pos de la reconeiliacién del hom- bre con su esencia. :Qué planteos hace Gueva- ra? “KI socialismo econémico sin Ia moral co- munista no me interesa". Y desde este enfoaue ético se comprenden sus poriciones sobre los Ia econo- centralizada y su negacién de la ‘*mercan- ju erftica al campo socialista por los tér- 1 Intercambio: “Los paises soclalistas tienen el deber moral de liquidar su complici- dad técita con los paises explotadores del Oo eldente”, ete. Claro, no hacemos més que enun- clar ingentes problemas. “El revoluclonario ver- dadero esté guiado por grandes sentimlentos de amor. Es imposible pensar un revolucionario an- tntico sin esa cualidad, Quizés gea uno de los grandes dramas del dirigente; éste debe unir a ‘un espirita apasionado una mente fria y tomar Gecisiones dolorosas sin que se contraiga un miseulo, Nuestros revolucionarios de vanguar- dia tiencn que idealizar ese amor a los pueblos. No. pueden descender con su pequeiia dosis de cariio cnotidiano hacia los lugares donde el hombre comin lo ejercita." Y sin embargo, jeudnto termina por caracterizar a Guevara esa Joya de la carta que dirigié a sus padres antes de abandonar Cuba! La separacién que hace Althusser nos pare- ce, por muchos motivos, insostenible. Parecie- a que tratara de cortar académicamente, en el confort de la Europa neocapitalista, el nudo gordiano de la problematica intima al marxismo, amputéndole una savia que es en ultima ins taneia su fustificacién y la de Guevara, {Po bre “clencia” marxista sin su dosis de Guevara! Todo eg0, nos llevaria largo y muy lejos... quizé al cristianismo. Pero hay un concepto de Althusser, el de “acumulacién de determinaclo. nes eficaces" el de una complejidad estructura- un signo de los tiempos Ha muerto el Che Guevara, No es la suya muerte mis, no es siquiera la muerte de un se oso més, como muchos —interesados en creerlo— {fo piensan y dicen. Ha muerto un revolucionario cabal, y su revolucién —cualesquiera sean sus cami nos futuros— es nuestra revolucién, la que esté por hhacer, en nuestras manos. No es momento de disfrazar con efusiones emo- ccionales la existencia de hondas discrepancias en los caminos y, quizés, entre las metas concretas que el Che ha recorrido y tentado realizar, y los caminos y ‘metas concretas que nosotros mismos pretendemos. Pero es momento, si, de descubrir las concordan« profundas que nos revelan en el caido al entrafable hermano que la disputa ideolégica y estratégica nos hha ocultado tantas veces. Para el Che no se trataba de rebelarse, simple- mente, contra un orden experimentado como frustra~ dor del hombre. Su vocacién revolucionaria iba hasta el fin: se trataba de construir, mas allé de la victor rnecesaria en Ia lucha por el poder, una sociedad nue- va, un hombre nuevo. 10 da de distintos niveles, 61 de una “temporalidad diferencial", de una “historia diferencial” que pretende la’ comprensién de la pluralidad y su contradiceién “‘sobredeterminada”, que blen I hubiera evitado a Guevara suponer reales sus reducciones de la contradiecién a un monismo maniqueo, so y llano. Hublera desembarazado a Guevara de su racionalismo geometrizador, disminuido a slogans motivo de acciones y cle- go para las realidades especiticas, En fin, esto no es mas que un conjunto do ideas a tomar en cuenta, a propésito de Ia muer- te del Che Guevara, ni politico ni pensador, sino el mas aguerrido soldado revolucionario 1a- tinoamericano. Y para nosotros, un gran lega- do y responsabilidad: su hermandad de san- gre con Camilo, deja ablerto el horizonte de Jos grandes encuentros. Y deja también la di- mensién exacta de eso horizonte: tue reconoc!- do el primer “eludadano latinoamericano”. ALBERTO METHOL FERRE El Che no es simplemente el agente de un cambio ‘el actor de un rol en un proceso estructural. Erguido sobre esa inevitable condicién, es un hom- bre que ha dejado su huella en la historia, sin de- jarse vivir simplemente por ella, En ese sentido, ef Che ha sido, es, un testigo. Su vida y su muerte son tun signo de los tiempos, y a nosotros, cristianos, cabe discernir su hondo significado. Tal vez para muchos haya llegado la hora de la decepcién: la guerrilla ha mostrado su infactibilidad. Si han confundido revolucién y guerilla, los caminos ‘se han cerrado abruptamente. Para otros, es la hora del mito: contra toda posible evidencia, ia lucha se~ ‘quird, quizés para nada. Por detrés de la decepcién, mis alld del mito, los caminos siguen, sin embargo, abiertos. Y aqui él testimonio del Che recobra toda ‘su hondura: no hay caminos para quien no sabe crear~ los. EI los creo una vez, y los llev6 hasta el final: hoy todavia Cuba los recorre y los sigue creando paso a paso. Fracasé luego, y su fracaso es quizés prueba de que la historia no se repite, de que cada situacién, cada momento, exige respuestas nuevas. En su triunfo y en su frustracién, el Che es ese sig- no de los tiempos que suscita, exigé nuestra res- puesta. No nuestra imitacién, sino nuestra insust tuible creacién, Hacia una sociedad nueva, hacia un hombre nue- vo. Si para el Che se han dado con signo marxista, ¥y con un marxismo que por encima de toda disqui- Siclén tebrica, de todo didlogo intelectual, diverge ‘en gran medida de toda vision cristiana coherente, el triunfo de su muerte Los hombres hacemos la historia, somos sus due- fos; sujetos de la historia; con nosotros avanza por nosotros retrocede. En’ ella cada uno juega su papel; empero gran parte de la humanidad desgracia- damente hace de objeto porque otros les impiden tener conciencia; conciencia de que son, y sin con- ciencia no hay vida, sélo ente, Grandes acontecimientos revelan la historia, mar- ‘can hitos que hacen hablar de un antes y un des bués. Un antes mejor 0 peor y un después también asi, Acontecimientos rodeados de circunstancias po- liticas, sociales, culturales, ambientales y religiosas pero grandes, sélo porque ‘el hombre les imprime su propia vida. En la revolucién hay “hombres objetos’” y hom- bres sujetos; éstos hacen a aquéllos también sujetos, desde el mismo momento en que los conciben en st mente con la dignidad y valor que llevan consigo y ppenetran en su universo. Por eso en el hombre su- jeto hay muchos hombres que viven, Pero los hacen més auténticamente sujetos cuando despiertan en ellos esa misma potencialidad creado- 12; y esto lo consiguen con las ideas, la doctrina, el testimonio y la accién; un compromiso de concier clas y la muerte, Con la muerte se van, pues, todos esos universos pensados, en la mente del sujeto, pero viven en los el acontecimiento y se subjetivizan es en gran medida porque nosotros, cristianos, hemos. ‘estado ausentes, no hemos sido capaces de ser sal y luz, lo seremos ahora? He aqui la gran pregunta cu- ya respuesta debemos dar ya. He aqui nuestra tarea histériea —como diria un’ marxista—, nuestra mi- sign —como hemos de decir nosotros, cristianos—. ANTONIO PEREZ GARCIA por él, especialmente los que participaban en alguna forma ‘de esa misma conciencia. La muerte del sujeto es entonces doblemente vi- ificadora: reconforta a los que ya tenian esa condi- ién y hace nacer a los que se habian, de alguna ‘manera, comunicado con su concienci La revolucién latinoamericana esti en Ia concien- cia comin de la mayoria de los hombres, porque la mayoria son los oprimidos. La comin unién de ese sentimiento crea la conciencia de la unidad. Es algo incontrastable aunque nos. dividan “las _naciones” porque el enemigo es comin y el hombre no tiene rnacionalidad; el espiritu trasciende las fronteras y las leyes no pueden destruirlo. A veces mueren sus hom= bres pero la conciencia ests ahi en toda la nacién latinoamericana, desde México a Tierra del Fuego, agitada con més violencia en algunas de sus partes! Guatemala, Colombia, Bolivia, Venezuela, Peri. Esta conciencia vivia en el Che; él era uno de sus mejores representantes. Estos millones de hom= bres latinoamericanos estaban en su conciencia y él su vez patticipaba de esta conciencia millonaria, porque se habia comprometido con su esencia: la ecesidad de vivir como hombres para poder ser. Su muerte es un hecho grande y al mismo tiempo tun accidente; la revolucién latinoamericana no va a detenerse; lamentamos su muerte porque le damos el justo valor ‘CARLOS HORACIO URAN " Un héroe. Rio de Janeiro (NA) — ““Bxisten valores pe fos cuales vale la pena sacrificar la vida y estos valores se encuentran en lo mis profundo de Ia re- td pazando: ‘Amoroso Lima, quien es miembro efectivo de la Co- rmisién Pontificia de Justicia y Paz, creada reciente- mente por el Papa Paulo VI ‘Amoroso Lima, intelectual de incontrastable au- toridad en el pais, hizo un andlisis de lo que repre sentan las muertes de Camilo Torres y del “Che’” Guevara y el proceso de,Régis Debray. “Ye puedo alabar sin temores el herols ese tos tet hombres mo comunes —un tacerdote, un filésofo y un médico— porque cuanto mis me toca y mis la detest vietimas de Ia violencia no solamente reprcsentan, fen nuestra época de pragmatismo tecnolégico, un ‘ejemplo de lo que existe de mis puro en la natu- raleza humana, que es la capacidad de la inmolacién por una causa justa, sino también una protesta de desesperacién de la dignidad humana contra el pe- simismo, contra la falsa euforia y contra Ia iniqui- dad de Ia civilizacién, de la prosperidad basada en lag injusticias”, 12 EI escritor catélico no justifica la actitud de los ro la pax guerrilleros, expresando: “porque consi y Ia inteligencia y no la guerra y la los auténticos procesos capaces de tercios de la humanidad del hambre, de la miseti y de la ién y colocarlos en la situacién de tuna vida libre”, través de métodos violentor condenados, que pact con los defensores de la peor de la violencias, la que se presenta con la miscara de la pas, de Ia le- galidad 0 de la democracia pero que, de hecho, es la causa de un orden social injusto”. Alceu Amoroso Lima (seudénimo Tristio de Athay- de) es miembro de la Academia Bras Letras, ha publicado més de cincuenta libros y es considerado uno de los intelectuales que ha logrado la mejor interpretacién de la problemética de la co- vyuntura histérica actual. “Solamente por el amor, por ol perdén, por la fraternidad, por la lucha paciente contra Ia injusti- cia y la miseria, nosotros podemos realizar el ideal por el cual murieron un héroe como Guevara y un santo como Camilo Torres”, afirma al final de su comentario. ALCEU AMOROSO LIMA

You might also like