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Consecuencia lógica:

la perspectiva tarskiana semántica*

José Seoane
Instituto de Filosofía-FHCE
Universidad de la República
Montevideo-Uruguay

Resumen : La reflexión tarskiana sobre el concepto de consecuencia lógica puede


dividirse -básicamente- en dos enfoques: el enfoque axiomático inicial -cuyo programa es
elaborado hacia fines de los 20 y cuyos primeros resultados aparecen en “On Some
Fundamental Concepts of Metamathematics” de 1930- y el enfoque semántico –expuesto
en el célebre artículo de Tarski de 1936, “On the Concept of Logical Consequence”. El
propósito de este escrito es reflexionar acerca de algunos aspectos metodológicos y
conceptuales de la perspectiva semántica, basándose esencialmente en el artículo de 1936.
Más específicamente, se identifican en tal esfuerzo tarskiano dos etapas: una etapa crítica
(cuyo objeto es la noción sintáctica de consecuencia) y una etapa propositiva (consistente
en la exposición original de la noción semántica). La tesis que se pretende defender es que
subyace, tanto a la etapa crítica como a la propositiva, una misma modalidad elucidatoria.
La conclusión más importante que este resultado provee es que permite apreciar entre la
etapa axiomática (sintáctica) y la etapa semántica, un cambio metodológico profundo. Una
conjetura interesante que auspicia la tesis defendida es que tal vez no sea éste el único
proceso de cambio matemático susceptible de reconstruirse fecundamente a través del
modelo elucidatorio en cuestión.

Abstract : The tarskian reflection about the concept of logical consequence can be
divided -basically- in two accounts: the initial axiomatic account -whose program was
elaborated in the late 20s and its first results were published in “On Some Fundamental
Concepts of Metamathematics” in 1930- and the semantic account -exposed in the Tarski’s
famous paper of 1936, “On the Concept of Logical Consequence”. The purpose of this note
is to reflect on some methodological and conceptual aspects of the semantic perspective,
studying specially the paper of 1936. More specifically, we can identify, in that paper, the
following two stages: a critical stage (whose objective is the syntactical concept of
consequence) and a positive stage (whose objective is to define the original semantic
notion). The thesis is that both critical and positive stages are articulated for the same
elucidatory model. The more important conclusion is that there is between the axiomatic
and semantic accounts a notable contrast in methodological terms. An interesting
conjecture is that perhaps this process is not the unique process of mathematical change
which could be fruitfully captured by the discussed model.
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1. Introducción

La reflexión tarskiana sobre el concepto de consecuencia lógica puede dividirse


-básicamente- en dos enfoques: el enfoque axiomático inicial -cuyo programa es elaborado
hacia fines de los 20 y cuyos primeros resultados aparecen en “On Some Fundamental
Concepts of Metamathematics” de 1930- y el enfoque semántico –expuesto en el célebre
artículo de Tarski de 1936, “On the Concept of Logical Consequence”. El primer enfoque
consiste -sustancialmente- en la elaboración de un sistema axiomático que caracteriza una
noción general de consecuencia lógica; el segundo queda definido por la explotación -en
una forma específica- de recursos teórico-modélicos en el tratamiento de aquella venerable
noción logica. El propósito de esta nota es reflexionar acerca de algunos aspectos
metodológicos y conceptuales de la perspectiva semántica, basándose esencialmente en el
artículo de 1936. Más específicamente, se identifican en tal esfuerzo tarskiano dos etapas:
una etapa crítica (cuyo objeto es la noción sintáctica de consecuencia) y una etapa
propositiva (consistente en la exposición original de la noción semántica). La tesis que se
pretende defender es que subyace, tanto a la etapa crítica como a la propositiva, una misma
modalidad elucidatoria. Esta modalidad fue caracterizada por Coffai y ha sido modificada
y/o desarrollada por el autorii. La consecuencia más importante de esta constatación es que,
conjuntamente con la tesis de la ausencia de análisis en el tratamiento tarskiano de la
noción de consecuencia en la etapa axiomática, permite apreciar que, además del cambio
de, por así decir, naturaleza entre esa etapa y la aquí estudiada (sintáctica, en el caso de la
primera, semántica, en el caso de la última) se evidencia un notable cambio metodológico
entre ambas empresasiii. Brevemente dicho, en la primera perspectiva no existe –en un
sentido preciso- “análisis” o “elucidación” y en la segunda se pone en obra una forma de
análisis que caracterizará el trabajo del eminente lógico polaco. Finalmente, una conjetura
interesante que auspicia esta indagación sobre la estructura metodológica del artículo de
Tarski del 36 es que tal vez no sea éste el único proceso de cambio matemático susceptible
de reconstruirse fecundamente a través del modelo elucidatorio en cuestión.

2. Algunas ideas meta-elucidatorias

El artículo de Tarski “On the Concept of Logical Consequence”iv es considerado


(acertadamente) la piedra fundacional del tratamiento teórico-modélico de las nociones de
verdad lógica y consecuencia lógicav. Este escrito se abre, precisamente, con un tipo de
reflexión de especial valor, desde el punto de vista de los intereses metodológicos
presentes. Podría decirse que se trata de una reflexión de naturaleza meta-elucidatoria.
Escribe Tarski vi:

The concept of logical consequence is one of those whose introduction into the field of strict formal
investigation was not a matter of arbitrary decision on the part of this or that investigator; in defining
this concept, efforts were made to adhere to the common usage of the language of everyday life
3

El primer aspecto digno de interés es la adhesión manifiesta, por parte del lógico
polaco, a una cierta forma de entender esta empresa elucidatoria concreta. La idea principal
que parece vertebrar tal concepción es el papel privilegiado que ocupa en la misma la
noción pre-formal. En dicha perspectiva, la “arbitrariedad” definicional está severamente
limitada por el objetivo de hacer justicia a la noción pre-formal de consecuencia lógica i.e.
el explicatum debe respetar el uso común. Se podría afirmar incluso que Tarski propone
comprender la historia de los esfuerzos intelectuales en torno a aquella tradicional noción
en tal marco: éstos no pueden entenderse como destinados a introducir arbitrariamente un
concepto formal preciso sino más bien a ofrecer una contrapartida formal rigurosa para un
concepto intuitivo de uso ordinariovii. Pero ¿por qué se hizo necesaria tal operación de
clarificación?viii

With respect to the clarity of its content the common concept of consequence is in no way superior to
other concepts of everyday language. Its extension is not sharply bounded and its usage fluctuates.

Podría pensarse que entonces el objetivo es obtener de una buena vez un concepto
formal que venga a eliminar todas las oscuridades e imprecisiones del concepto intuitivo,
permitiendo obtener así una contrapartida absolutamente fidedigna del concepto original.
Sin embargoix

Any attempt to bring into harmony all possible vague, sometimes contradictory, tendencies which are
connected with the use of this concept, is certainly doomed to failure. We must reconcible ourselves
from the start to the fact that every precise definition of this concept will show arbitrary features to a
greater or less degree.

Este último pasaje permite apreciar que –aún privilegiando el papel del concepto
intuitivo- no cabe esperar una fidelidad, por así decir, total de parte del explicatum riguroso
(formal) al explicandum vago y problemático (pre-formal). La idea que parece subyacer es
la siguiente: el concepto pre-formal aporta una especie de “control” a la corrección
elucidatoria o, si se prefiere, funciona como “límite” a la arbitrariedad definicional pero,
por otra parte, se trata de un control o un límite que resulta insuficiente para determinar
unívocamente al explicatum; perdura un margen ineliminable de arbitrariedad y, en ese
sentido, la coincidencia plena quizá sólo pueda admitirse como un “ideal” prácticamente
irrealizable.

El lector puede razonar -sensatamente- que si lo que se pretende es extraer de estas


escasas observaciones una concepción de la elucidación matemática debiera ofrecerse un
desarrollo más amplio y sólido. Le asiste razón: tal desarrollo ha sido elaborado por Alberto
Coffa en un sugestivo y original escritox. La sección siguiente expone –siguiendo
básicamente las ideas de Coffa aunque introduciendo algunos desarrollos y/o ajustes a la
misma- una concepción elucidatoria que podría denominarse tarskiana.
4

3. El modelo tarskiano

Coffa caracteriza las elucidaciones –en su denominación- à la Tarski-Kreisel en


oposición a las elucidaciones à la Quinexi. En la propia exposición de Coffa adquiere
mucho mayor peso la discusión acerca de la propuesta tal cual ella se aprecia en los textos
de Tarski; dado el marco específico de interés de esta trabajo, se opta por elaborar el
modelo inspirándose, fundamentalmente, en las observaciones tarskianasxii.

La primer advertencia que corresponde efectuar es que dicha elaboración, en el caso


de Tarski (en contraste con lo que ocurre con Quine) se trata mucho más de una
“reconstrucción” coffiana que de una propuesta acabada del propio autor. No existe en
Tarski -como en Quine- una sofisticada y manifiesta reflexión meta-elucidatoria; tal
“reconstrucción” se puede obtener espigando observaciones metodológicas en los trabajos
científicos del autor y cotejándolas con su propia práctica elucidatoriaxiii.

La idea más general de esta perspectiva consiste en tomar, como punto de partida,
un concepto vago o confuso -explicandum- y, a través del análisis, lograr establecer
ciertas condiciones de adecuación que debe satisfacer el concepto preciso - explicatum- que
se propondrá como elucidación. Se trata de establecer -como es obvio- una cierta relación
entre conceptos y, especialmente, el explicatum debe procurar hacer justicia a las
intuiciones asociadas al explicandumxiv.

Coffa esquematiza el modelo discriminando tres etapas: en primer término, se


identifica un concepto respecto del cual se posee una aproximación intuitiva y vaga
(explicandum), en segundo lugar se determinan, mediante el análisis parcial del
explicandum, ciertas condiciones que cualquier concepto que se proponga como
elucidación de aquél debe satisfacer (condiciones de adecuación) y, por último, se propone
un concepto riguroso (explicatum) que satiface las condiciones anteriores.

La primera etapa posee un status más bien definicional y, en consecuencia, no


susceptible de crítica. ¿Por qué? Porque consiste simplemente en la identificación del
significado de una expresión que será el objeto del análisis. Además ¿en relación con qué
cotejar o comparar este concepto? Esta etapa es, precisamente, el comienzo del esfuerzo
analíticoxv.

La segunda etapa, en cambio, permite la evaluación, en la medida en que tales


condiciones se encuentran determinadas o respaldadas por el análisis parcial del
explicandum. En cierto sentido, se trata de atributos o propiedades del concepto objeto de
elucidación y por ello tales afirmaciones debieran poder evaluarse en términos de verdad o
falsedad.

Coffa intenta ubicar aquí el rasgo diferencial (respecto a la concepción quineana) de


esta modalidad elucidatoria (cursivas J.S.)xvi:
5

...las elucidaciones tarskianas son criticables en base a su inadecuación a la noción que se


intenta elucidar. En las elucidaciones à la Quine no hay un objeto común de referencia para
las expresiones empleadas antes y después de la elucidación.

La reformulación de la perspectiva tarskiana que se elabora en estas páginas


pretende recoger ese rasgo fundamental, a saber: la capacidad de las mismas de estimular
el desarrollo de cierta forma de evaluar (y construir) elucidaciones, en términos de una
vigorosa interrelación entre concepto formal-concepto intuitivo o pre-formal.

El primer aspecto que se desea resaltar es que, dado el interés exclusivamente


metodológico, es razonable entender la modalidad tarskiana en una acepción más bien
“programática” o “modélica” más que como caracterización intensional de una clase
peculiar de esfuerzos elucidatorios. En otras palabras, se sugiere pensar tal concepción
como una suerte de “marco” que estimula y regula cierto tipo de preocupaciones y
controles intelectuales en los procesos elucidatorios y no como un criterio que permite
particionar el conjunto de las elucidaciones. Quizá convenga ahora refinar un poco la
caracterización del modelo y, para ello, la propia noción de proceso elucidatorioxvii.

Se entenderá por proceso elucidatorio una relación entre conceptos i.e. entre
explicandum y explicatumxviii. Esta relación puede pensarse como una serie o secuencia de
me1 ... men momentos elucidatorios (con n≥ 2) tal que me1 es el explicandum y men es el
explicatum. Cada mei (con 1<i<n) se considera una elucidación de mei-1.o una
reformulación de mek –donde k=1 o k es el subíndice del último elemento de una secuencia
finita de reformulaciones cuyo primer elemento es me1xix.

Una elucidación se articula como lo describe el siguiente esquema -donde “→1” y


“→2” representan relaciones (o tramas de relaciones) entre los conceptos respectivos-:

explicandum →1 condiciones de adecuación →2 explicatum

Las relaciones, por así decir, “sub-1” se pretende que justifican o respaldan las
condiciones de adecuación propuestas en tanto análisis del explicandum; las relaciones
“sub-2” se pretende que apoyan la capacidad del axplicatum de satisfacer las condiciones
de adecuación establecidas. Dado que el explicatum debe satisfacer –como ya se ha
descrito- las condiciones de adecuación obtenidas goza de una suerte de superioridad
epistémica (es decir, una mayor articulación y/o claridad teórica) que el explicandum
respectivoxx. No debe perderse de vista que el énfasis fundamental de este enfoque de la
relación elucidatoria se concentra en la exigencia de adecuación material, es decir, de
fidelidad extensional e intensional del explicatum al explicandum –aunque, como se ha
señalado, también se reconocen en general otros aspectos relevantes como la simplicidad o
la fecundidad. Como quizá resulte obvio, se ha procurado capturar mediante esta clase de
momentos elucidatorios el carácter eventualmente complejo (i.e. conformado por diversas
“etapas” o “estadios”) de los esfuerzos de rigorización.
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Una reformulación consiste en una revisión o supresión de ciertos rasgos intuitivos


(argumentalmente fundada) de un concepto previo –ya el explicandum original, ya alguna
versión revisada del mismo. La idea de incluir este tipo de conceptos en la categoría de los
momentos elucidatorios responde al interés por capturar la “dinámica elucidatoria”, es
decir, la interacción entre rigorización e ideas intuitivas. Eventualmente pudiera ser
necesario contemplar el caso en que se tenga una reformulación de una reformulación ... de
una reformulación del explicandum original –eso justifica la opción de un subíndice
variable en la caracterización de arriba.

Este modelo elemental puede usarse con fines analíticos o históricos. En el primer
caso es necesario justificar racionalmente (en términos de ganancia en precisión,
sistematización, interconexión teórica, etc.) el pasaje de mei a mei+1. En el segundo caso,
además de lo anterior, debe proveerse una justificación histórica de tal pasaje –i.e. proveer
la documentación histórica que pruebe el orden de la secuencia. La medida en que un
proceso analítico puede coincidir con un proceso histórico puede denominarse grado de
factualidad del mismoxxi. Esta potencial interacción auspicia la evaluación de las diversas
concepciones elucidatorias en términos de fecundidad histórica y aún de interés
pedagógico. En este trabajo, se procura mostar el significativo grado de factualidad del
modelo en relación con el tratamiento tarskiano del concepto de consecuencia lógica.

Para terminar esta exposición quizá convenga recurrir al esquema de arriba para
advertir mejor el rasgo fundamental del modelo elucidatoria tarskiano, a saber, su
capacidad de estimular tanto el examen de las relaciones sub-2 como sub-1.

El origen de esta ampliación del espectro crítico puede ubicarse, no en el papel que
atribuye Coffa -y Simpson refuta eficazmentexxii- a ese “objeto común” de referencia al
que alude el primer autor en la cita de arriba, sino (siguiendo igualmente una linea
propuesta por Coffa) en el énfasis explicitado por el modelo tarskiano en la distinción entre
relaciones sub-1 y relaciones sub-2. El proceso que se representa con “→1” es
filosóficamente subvalorado en ciertas formas de entender los procesos elucidatorios; el
punto interesante, desde tales perspectivas, es la evaluación de “→2.” Adviértase que en el
caso de la reflexión sobre “→1” la situación es metodológicamente compleja: el
explicandum es un concepto vago, penumbroso –en otro caso, la elucidación carecería de
interés- y, en la mejor hipótesis, las condiciones de adecuación gozan del mayor rigor -por
poner un ejemplo, pueden formularse en el lenguaje de la teoría de conjuntos- pero aún
entonces, por lo menos en un sentido ampliamente admitidoxxiii , la prueba es imposible. El
carácter de tales relaciones obliga, frecuentemente, al examen conceptual y es precisamente
a la luz de tales exámenes que las elucidaciones tarskianas se vuelven en extremo
“sensibles” a la críticaxxiv. Este modelo elucidatorio así caracterizado será denominado, de
aquí en más, “modelo tarskiano” o, simplemente “MT”.

El énfasis en la adecuación material puede apreciarse en algunos textos de Tarski


pero, sensatamente, podría objetarse que tal acentuación no debiera oscurecer otras
dimensiones relevantes en la evaluación del explicatum; por ejemplo, fecundidad o
7

rendimiento teórico y simplicidadxxv. Sin embargo, será tal adecuación material el aspecto
fundamental en los desarrollos posteriores; la concentración en dicho aspecto encuentra así
su justificación.
Aunque esta “sensibilidad a la crítica” es una virtud distintiva de esta modalidad
elucidatoria, conviene efectuar algunas precisiones a los efectos de evitar malos entendidos.
Como se ha consignado en reiteradas oportunidades, tal perspectiva supone una primacía
del concepto pre-formal. Luego podría pensarse que se pretende, por parte del concepto
formal, una suerte de fidelidad absoluta e incondicional a aquél. Sin embargo, un ideal de
ese tipo –como es obvio- resulta difícilmente conciliable con la naturaleza misma de los
procesos elucidatorios: explicandum y explicatum deben ser conceptos distintos. Como es
sabido, frecuentemente éstos difieren tanto en la dimensión intensional como extensional.
La fidelidad pretendida pues es siempre una fidelidad crítica o razonada.

Luego tanto en el plano intensional como en el plano extensional, esta lealtad debe
ser legitimada. Una propiedad intensional del concepto pre-formal debe ser preservada por
el concepto formal si es justificada por las condiciones de adecuación establecidas –se la
denominará propiedad legitimada. Una instancia del concepto pre-formal debe caer en la
extensión del concepto formal si es justificada por las condiciones de adecuación
establecidas –se le denominará instancia legitimada. El desacuerdo relevante entre ambos
conceptos supone pues el establecer una propiedad-problema (es decir, una propiedad
intensional del concepto pre-formal respaldada por las condiciones de adecuación y no
satisfecha por el concepto formal) o una instancia-problema (es decir, una instancia del
concepto pre-formal justificada por las condiciones de adecuación y no perteneciente al
concepto formal). La idea de entender la “dinámica” de los procesos de elucidación
matemática previendo la posibilidad de revisar el concepto pre-formal (como lo prevé la
definición de la serie de momentos elucidatorios ofrecida arriba) revela la aspiración de
entender los mismos en su rica complejidad.

¿Es compatible esta descripción con el privilegio de la noción pre-formal? La


respuesta positiva se funda en el vigor de las condiciones de adecuación. La sensibilidad
crítica respecto de las relaciones sub-1 puede llevar al abandono o modificación de ciertas
condiciones de adecuación manteniéndose incambiado el explicandum. En casos
excepcionales puede producirse una crítica más radical asistiéndose así a lo que se
denomina (en la terminología del modelo) una reformulación del explicandum.

Tal vez resulte conveniente consignar que no se ha pretendido en estas escasas


líneas “demostrar” filosóficamente la adhesión de Tarski al modelo elucidatorio descrito.
Las ideas básicas que subyacen al mismo parecen poseer, no obstante, una indiscutible
filiación tarskianaxxvi. A los fines presentes tal constatación es suficiente. Como se ha
adelantado, en lo que sigue se estudian los desarrollos tarskianos de 1936 en el marco del
modelo propuesto.
8

4. El momento crítico

El escrito de Tarski admite distinguir en su desarrollo un momento crítico y un


momento propositivo. El primero de ellos consiste en ofrecer una argumentación destinada
a mostrar el fracaso de un cierto intento de elucidar el concepto de consecuencia lógica.
Esta sección se propone entender tal crítica como una instancia del modelo elucidatorio
arriba caracterizado.

Como era esperable, la orientación natural que sugiere MT en términos de


evaluación de un proceso elucidatorio se conecta con la capacidad del explicatum de
capturar el contenido del explicandum; en especial, resulta pertinente, desde este punto de
vista, la comparación tanto en términos extensionales como intensionales entre ambos
conceptos.

Tarski reseña el esfuerzo realizado a fin de capturar la noción de consecuencia


lógica valiéndose de lo que se llamaría -con un lenguaje actual- la noción de consecuencia
sintáctica o de derivabilidad xxvii. Esta noción puede formularse así: sea S un sistema
axiomático formalxxviii , sea ForS el conjunto de las fórmulas de S, sea ϕ∈S y Γ⊆ForS
entonces se dirá que ϕ es “consecuencia sintáctica” de Γ -se nota Γ|−Sϕ - si existe una
demostración en S de ϕ a partir de Γ. Más explícitamente

Γ|−Sϕ si y sólo si existe una secuencia finita de fórmulas de Γ tal que cada miembro de
dicha secuencia o pertenece a los axiomas de S o pertenece a Γ o es el resultado de aplicar
alguna de las reglas de inferencia de S a fórmulas precedentes en la secuencia y el último
miembro de dicha secuencia es ϕ.

La pregunta fundamental, a la luz de MT, es –obviamente- cuál es la relación entre


consecuencia sintáctica –en adelante, CSin- y el concepto (pre-formal) de consecuencia
lógica –en adelante CL. Más precisamente, ¿es CSin una adecuada elucidación de CL?
Esta cuestión se presenta, en principio, como enteramente análoga a la que sugiere
cualquier elucidación que vincula un concepto informal con un concepto formal. Luego no
puede esperarse –como ya se señaló - una “demostración” de la equivalencia entre ambos
conceptos. Esto no inhibe la reflexión a propósito del éxito o el fracaso del proceso
elucidatorio, es más, de acuerdo a MT, evaluar una elucidación supone precisamente ese
tipo de examen de las relaciones entre explicatum y explicandum. Tal evaluación torna
imprescindible la reconstrucción del concepto (pre-formal, intuitivo) que subyace a las
observaciones tarskianas. Tarski lo expresa asíxxix (negritas J.S.):

Certain considerations of an intuitive nature will form our starting-point. Consider any class
K de sentences and a sentence X which follows from the sentences of this class. From an
intuitive standpoint it can never happen that both the class K consists only of true
sentences and the sentence X is false. Moreover, since we are concerned here with the
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concept of logical i.e. formal consequence, and thus with a relation which is to be uniquely
determined by the form of the sentences between which it holds, this relation cannot be
influenced in any way by empirical knowledge, and in particular by knowledge of the
objects to which the sentence X or the sentences of the class K refer.

Los componentes que parece incluir tal caracterización son, básicamente, los
siguientes: sea Γ un conjunto de sentencias, sea ϕ una sentencia, se dice que ϕ es
consecuencia lógica de Γ (en el sentido pre-formal o intuitivo) si:

a) si todos las sentencias pertenecientes a Γ son verdaderas, entonces ϕ lo es –


denomínesele a esta propiedad: preservación de la verdad-;
b) tal propiedad se encuentra cualificada modalmente: es necesaria
(independientemente de cómo se interprete este operador modal intuitivo);
c) finalmente tal preservación necesaria de la verdad se fundamenta en las
características formales o estructurales de las sentencias –denomínesele a esta
propiedad: formalidad.

La evaluación negativa de CSin como elucidación de CL –en la argumentación


tarskiana de 1936- se fundamenta en la no-coincidencia extensional entre ambos
conceptos. Su argumento central consiste en un caso particular de teoría omega-
incompletaxxx. Supóngase se tiene una teoría T tal que en T pueden probarse los teoremas:

A0 0 posee la propiedad P.
A1 1 posee la propiedad P.
:

y en general, para todo n∈ℵ

An n posee la propiedad P.

Quizá sea útil plantear la situación así:

T |− Ai (con i∈N).

Sea “A” el enunciado “Todo número natural posee la propiedad P”. El centro del
argumento es la cuestión:

¿A es una consecuencia lógica de T?

La respuesta de Tarski es contundentexxxi (negritas J.S.):

Yet intuitively it seems certain that the universal sentence A follows in the usual
sense from the totality of particular sentences A0, A1, ..., An, ... .Provided all these
sentences are true, the sentence A must also be true.
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El primer paso del argumento tarskiano –reconstruyéndole en términos del modelo


elucidatorio propuesto- es ofrecer una instancia legitimada del concepto pre-formal. La
pertenencia de la relación de consecuencia aducida por Tarski a la extensión del concepto
pre-formal se apoya en la cita de arriba: “in the usual sense”. La última oración de la cita
puede entenderse como una constatación de la legitimidad de tal instancia: repárese en el
“must”.
El problema que encierra esta interpretación ha sido advertido por diversos
autoresxxxii. Expuesto en los términos de este trabajo puede formularse así: el argumento
anterior no es una instancia legitimada del concepto pre-formal ya que la conclusión no se
sigue necesariamente de las premisas. La razón es –como señala gráficamente Sagüilloxxxiii-
que ninguna premisa individual ni todas tomadas conjuntamente aseguran que los casos por
ellas contemplados sean todos los casos. Es decir, la transmisión necesaria de la verdad no
queda asegurada, si se piensa en el marco de los supuestos lógicos hoy estándar. Es fácil
ver, por ejemplo, que en la semántica estándar de orden uno tal esquema argumental no es
válido. Sea el dominio del modelo los ordinales contables y tengan ‘0’ y la función sucesor
su interpretación habitual. Si la extensión del predicado “ser número natural” es el dominio
(dado que no es una constante lógica cabe reinterpetarlo) y la de “P” es el conjunto de los
ordinales finitos, las premisas resultan verdaderas y la conclusión falsaxxxiv.
Existen diversos modos de resolver el problema interpretativo; los mismos consisten
en abandonar (de formas variadas) aquellos supuestos. Etchemendy, por ejemplo, propone
entender su solución vía una elección no-estándar de las constantes lógicas ( “0”, “1”,... y el
cuantificador “todo número natural” deben interpretarse como tales, es decir, se “fija” su
interpretación)xxxv. Gómez Torrente piensa que la concepción tarskiana es, en cierto
sentido, más sofisticada, no se trata de considerar las expresiones aritméticas como
términos primitivos sino como términos definidos vía lógica (en el marco, obviamente, de
asunciones logicistas)xxxvi. Sagüillo discute tres posibilidades para explicar la problemática
clasificación tarskiana de este argumento como lógicamente correcto: a) Traski podría
haber confundido (asumiendo la interpretación habitual de las expresiones claves) validez
material y validez lógica, b) las posibilidades de elecciones alternativas de constantes
lógicas (i.e. la perspectiva de Etchemendy) y c) la adhesión a una concepción de “universo
fijo” de filiación logicistaxxxvii. Como seguramente el lector ya advirtió el problema
histórico es complejo. Sin embargo, es indiscutido que Tarski consideraba el fenómeno de
la omega-incompletud y, en especial, argumentos como el arriba citado, instancias
legitimadas del concepto pre-formal. Esta convicción tarskiana no se aprecia
exclusivamente en este escrito del 36 sino que se encuentra también en su menos célebre
Some observations on the concepts of ω-consistencia and ω-completenessxxxviii. Luego,
independientemente de cómo se interpreten las razones para tal concepción, ésta claramente
puede atribuirse a Tarski. Felizmente, es tal atribución todo lo que se necesita para las
observaciones metodológicas presentes. El primer paso de la crítica tarskiana pues queda
así descrito.

El segundo paso consiste en mostrar cómo tal instancia del concepto pre-formal no
cae en la extensión del concepto formal. El aspecto decisivo es que A no puede derivarse a
través de las reglas de inferencia “normales” –i.e. con un número finito de premisas- de T.
Una alternativa para introducir una regla que contuviera infinitas premisas podría ser no
exigiendo que ellas efectivamente se demuestren sino que sean demostrables a partir de las
reglas con las que ya contaba el sistema: si se denomina B al enunciado que afirma que A0,
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A1,... son demostrables, la regla afirmaría que si se tiene B, puede afirmarse A. Pero una
regla de este tipo posee una evidente naturaleza meta-teórica, ya que B no es un enunciado
de la teoría, luego habría que conseguir “representar” B en la teoría. Si se tuviera una teoría
en la que pueda expresarse la aritmética de los naturales esto podría hacerse usando las
ideas de Gödel: luego no se tendría propiamente el meta-enunciado B sino se tendría B’ (la
interpretación aritmética de B). El punto crítico aquí es que, si se adopta tal regla, se ha
modificado sustancialmente la extensión del concepto “demostrable con las reglas
anteriores del sistema”, es decir, podría reproducirse la objeción inicial demandando así la
construcción de una nueva regla análoga a la que se acaba de introducir y así ad infinitum.
La pregunta que podría hacerse es si no sería posible, mediante la adición de reglas
finitarias al sistema, obtener finalmente una solución a tal problema –es decir, si no habría
alguna estrategia “reformista” que permitiera ajustar el sistema de reglas de inferencia
finitarias para eliminar estos fenómenos de incompletud. La respuesta negativa radical la
ofrecen los resultados de Gödel, más específicamente, el primer teorema de incompletitud.
Dicho rápidamente, en una teoría que contiene los axiomas aritméticos (y no importa los
axiomas y reglas finitarias que se le adicionen) siempre es posible obtener una sentencia
que se sigue de los axiomas (en el sentido intuitivo) y que no es demostrable i.e. no es una
consecuencia sintáctica de los mismos.

El propósito no es estudiar en detalle esta argumentación en términos de cada uno


de sus pasos, sus supuestos o su efectividad: el punto es advertir el papel metodológico que
la misma cumple, a saber, mostrar el desacuerdo extensional entre el concepto pre-formal y
el concepto de consecuencia sintáctica. La conclusión de Tarski es (cursivas J.S.)xxxix :

This fact seems to me to speak for itself. It shows that the formalized concept of
consequence, as it is generally used by mathematical logicians, by no means coincides with
the common concept.

Si se piensa la extensión de estos conceptos como pares ordenados, donde la


primera proyección es el conjunto de las premisas y la segunda el singletón de la
conclusión, la evaluación tarskiana lo que muestra es la existencia de un par ordenado
(legitimado) que cae bajo el concepto pre-formal y escapa del concepto formal. Es decir,
hay argumentos lógicamente válidos (desde el punto de vista pre-formal) que no lo son
(desde el punto de vista formal). Es obvio que, en tal constatación, se apela al plano
intuitivo: la detección de ese elemento crítico se hace a partir del uso del concepto pre-
formal. Pero el aspecto fundamental es que tal divorcio extensional constatado es apreciado
como déficit del concepto formal. Este es el punto metodológicamente importante.

Si se revisa la reconstrucción ofrecida se advierte la complementariedad profunda


de las dos “etapas” de la misma. La primera supone la detección de la instancia legitimada;
la segunda consiste en la evidenciación de la no pertenencia de dicha instancia a la
extensión del concepto formal. Pero, además, este análisis de un caso particular permite
entender mejor la modelización general de la dinámica elucidatoria propuesta. Retórnese
brevemente a la misma. Como se recuerda, el concepto pre-formal posee –en MT- un papel
privilegiado. Tal modelo, sin embargo, prevé la posibilidad de dos relaciones: elucidación y
reformulación. La admisión misma de esta última alternativa revela que el modelo
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propuesto no se afilia a una política de privilegio absoluto, irreflexivo del plano pre-formal.
En armonía con tal tesitura, no alcanza la mera detección de una instancia del concepto pre-
formal que no cae en la extensión del concepto formal para que, necesariamente, este
último deba ser modificado. La pregunta es ¿por qué en este caso tal instancia adquiere esa
potencialidad crítica?xl La respuesta seguramente el lector ya la conoce: como se discutió
en la sección 3, ese “potencial” crítico resulta del hecho de que tal instancia satisface la
exigencia de legitimación. La crítica pues debe ofrecer la justificación de la legitimidad del
comportamiento extensional de la instancia del concepto pre-formal. ¿Cómo lograr tal
justificación? Apelando a las condiciones de adecuación producidas en el análisis: en este
caso, aquellas que surgen de recoger los items a) y b) de la caracterización de arriba.
Dicho de una forma programática, MT no prohibe todo y cualquier intento de “corregir” el
concepto pre-formal; el punto es que, dado cierto análisis, se producen determinadas
condiciones de adecuación y ellas gobiernan también la crítica elucidatoria. Es en virtud
de entender correcto –a la luz del análisis- el comportamiento extensional del concepto pre-
formal que las soluciones ensayadas para “solucionar” el desacuerdo apuntan a, por así
decir, “ensanchar” el concepto formal de modo que abarque aquello que desdichadamente
se le “escapa”xli.

El uso del modelo elucidatorio descrito en esta sección es el que podría denominarse
“uso crítico”. Es posible reconstruir tal uso en una forma detallada (explotando más las
características formales del modelo) pero se sospecha que alcanza lo expuesto para
justificar el valor de éste en la comprensión de la operación tarskiana. La sección siguiente
se ocupa del uso “constructivo” o “propositivo” de MT.

5. El momento propositivo

El fracaso de los intentos “reformistas” respecto de la noción de consecuencia


sintáctica -brevemente esbozados en la sección anterior- muestra la limitación radical de
esta noción. Esta constatación lleva a la idea de que sólo apelando a recursos novedosos y a
un aparato conceptual alternativo es posible construir un concepto formal capaz de capturar
el concepto pre-formal de consecuencia lógica. En esta dinámica pues tal concepto juega un
papel distinto, especificando así un uso de MT al que podría denominarse “constructivo”.

Como se recuerda el concepto pre-formal en cuestión ha sido caracterizado arriba;


en dicha caracterización ocupa un lugar destacado el requisito de formalidad. Una primera
condición de adecuación que reflejara este requisito podría formularse más o menos así: la
preservación necesaria de la verdad (de premisas a conclusión) debe darse con
independencia de los objetos a los cuales se refieren las sentencias involucradas. Esta idea
puede expresarse mejor si se tiene en mente la estructura del lenguaje: el reemplazo de
nombres por otros nombres de objetos (respetando ciertas constricciones básicas) en las
sentencias involucradas no podría afectar la relación de consecuencia. Una primera
elucidación de la noción de consecuencia –que respetase la condición de adecuación
antedicha- podría formularse tomando la denominada por Tarski “condición (F)” como
necesaria y suficiente. He aquí tal condiciónxlii :
13

(F) If, in the sentences of the class K and in the sentence X, the constants -aparty from
purely logical constants- are replaced by any other constants (like signs being everywhere
replaced by like signs), and if we denote the class of sentences thus obtained from K by
‘K´’, and the sentence obtained from X by ‘X´’, then the sentence X´ must be true provided
only that all sentences of the class K´ are true.

Por el significado de la condición de adecuación resulta inmediato que F es


condición necesaria para que X sea consecuencia lógica de K. No resulta igualmente obvio
si la misma es condición suficiente. Si la respuesta fuese positiva, la elucidación habría
arribado a buen puertoxliii.

Sin embargo, la condición que expresa F no puede considerarse condición


suficiente. Esta apreciación se funda –nuevamente- en un análisis que explota
esencialmente el concepto pre-formal. Tal análisis puede reconstruirse usando el modelo
elucidatorio.

Descripta rápidamente la situación es la siguiente: podrían existir pares ordenados


que cumplirían F y, sin embargo, no caerían bajo el concepto pre-formal. A diferencia del
argumento anterior, ahora se trata de instancias del concepto formal que no se encuentran
en la extensión del concepto pre-formal. La razón es la siguiente: si se asumiera F como
condición suficiente, entonces la existencia o no de la relación de consecuencia dependería
crucialmente de los recursos expresivos del lenguaje. La escasez de recursos expresivos
repercutiría en la pobreza de las sustituciones posibles y, en consecuencia, podría ocurrir
que, dado un magro stock de sustituciones posibles, la verdad se preservara, aunque en
realidad tal preservación fuera –metafóricamente dicho- ficticiaxliv.
El punto reviste cierto interés porque permite apreciar el substrato conceptual de
una condición de adecuación tan compleja como la preservación necesaria de la verdad.
Adviértase que la objeción tarskiana puede entenderse como el resultado de admitir (en la
configuración de tal substrato) de una idea de venerable tradición filosófica: la idea de la
objetividad (de la preservación de la verdad ). O, si se prefiere, de la (relativa)
independencia lingüística de la mismaxlv.
Nuevamente se abandona un “momento elucidatorio” (usando la terminología del
modelo, tal vez me3) en virtud de su desacuerdo extensional con el explicandum más la
comprobación de la legitimidad del comportamiento extensional de éste en virtud de un
modo refinado de entender la característica a) del concepto pre-formal; considerar tal
interpretación parte de las condiciones de adecuación no parece esencialmente artificial. Tal
vez pueda pensarse que tal condición de adecuación encarna una intuición fuertemente
asociada a la noción de consecuencia lógica cuyos orígenes quizá podrían remontarse a la
oposición socrático-platónica a la sofísticaxlvi .
El tratamiento técnico elaborado por Tarski para estudiar, desde el punto de vista
semántico, los lenguajes formales y, en especial, las nociones de satisfacción y de verdad
por él caracterizadas juegan un papel esencial en su enfoque de la noción de consecuencia
lógica. El éxito de la elucidación presente se encuentra luego indisolublemente unido al
destino de la empresa semántica tarskiana general. Si se entiende por “modelo de una
fórmula X” una interpretación que verifica X, entonces la elucidación buscada se expresaría
14

así –donde “modelo de la clase K” debe entenderse como modelo que verifica todas las
sentencias de la clase K xlvii :

The sentence X follows logically from the sentences of the class K if and only if every model
of the class K is also a model of the sentence X.

Es este -como es obvio- el concepto que a veces se denomina “consecuencia


semántica” o “consecuencia teórico-modélica”xlviii. Esta definición culmina, en cierto
sentido, el esfuerzo tarskiano: es la propuesta positiva del lógico polaco.

Desde el punto de vista de Tarski se ha obtenido a través de la misma una


contrapartida rigurosa para el concepto pre-formal de consecuencia lógica. Pero la pregunta
obvia es: ¿cómo justificar la adecuación del nuevo explicatum al explicandum tradicional?
Véase que esta interrogante equivale a preguntar acerca de la justificación ofrecida por este
autor a la que a veces se ha denominado tesis de Tarski, a saber, la aserción que afirma la
coincidencia de la noción (formal) modelo-teórica y la noción (pre-formal) de consecuencia
lógicaxlix

La respuesta no es simple y ha ocasionado recientemente una importante dosis de


controversia histórico-filosófica. El texto clave de Tarski es el siguiente (cursivas J.S.)l:

It seems to me that everyone who understands the content of the above definition [se refiere
a la caracterización teórico-modélica de consecuencia lógica] must admit that it agrees
quite well with common usage. This becomes still clearer from its various consequences. In
particular, it can be proved, on the basis of this definition, that every consequence of true
sentences must be true, and also that the consequence relation which holds between given
sentences is completely independent of the senses of the extra-logical constants which occur
in these sentences. …On the other hand, …since the concept of consequence here defined
(in agreement with the standpoint we have taken) is independent of richness in concepts of
the language being investigated.

Dado los intereses esencialmente metodológicos de este trabajo la corrección o


incorrección de la anterior argumentación tarskiana no es esencial. El aspecto decisivo es la
manifiesta pretensión de este autor de defender su caracterización de consecuencia teórico-
modélica como un explicatum elucidatoriamente adecuado del explicandum pre-formal
arriba discutido. Esta observación es simplemente una reformulación de las palabras del
lógico (“primeras” cursivas en el texto inmediatamente anterior). La condición de
adecuación de preservación necesaria de la verdad (de premisas a conclusión) es
explícitamente recogida (“segundas” cursivas). Asimismo la exigencia de formalidad
(“terceras” y “cuartas” cursivas). Etchemendy propone una muy discutible interpretación de
esta argumentaciónli. No parece excesivo afirmar las enormes dificultades de extraer una
reconstrucción fina de esta última en base a la anterior evidencia textuallii. Felizmente no es
necesario contar con ella para poder establecer la tesis fundamental de los desarrollos
anteriores, a saber, el papel esencial que, en la evaluación del concepto formal, juega la
capacidad de éste de capturar fielmente el concepto pre-formal. Tal fidelidad se evidencia
en su capacidad de satisfacer las condiciones de adecuación producidas en el análisis. La
superioridad de este explicatum –en comparación con los anteriores candidatos rechazados-
15

reside precisamente en este comportamiento. El éxito o el fracaso en el juicio evaluatorio


tarskiano es indiferente a los propósitos locales (es decir, de este trabajo); el aspecto
decisivo es la opción metodológica evidenciadaliii.

6. Mudanza teórica y mudanza elucidatoria

El enfoque inicial propuesto por Tarski de la noción (general) de consecuencia


lógica es, como se sabe, axiomático. Se puede sostener que tal enfoque posee una
naturaleza sintáctica: el operador de consecuencia que caracterizan los axiomas es
básicamente producto de la generalización sobre los operadores de consecuencia propios de
cada teoría particular. Estos operadores poseen una definición sintáctica a partir de las
reglas de inferencia de las teorías respectivas (cuya noción de “sentencia” se encuentra
igualmente caracterizada a partir de reglas sintácticas). Tal operador general no puede
entenderse históricamente como el resultado de un esfuerzo de análisis o elucidación del
concepto pre-formal, intuitivo de consecuencia lógica. El extraordinariamente valioso
trabajo desarrollado por Tarski en esta línea aparece entonces signado por estos dos rasgos:
el énfasis sintáctico y la ausencia de preocupaciones analíticas o elucidatorias (en el sentido
preciso que estos términos poseen en el contexto del presente trabajo). Estas tesis no son
obvias pero se han justificado detalladamenteliv.

Como surge de la discusión desarrollada en las secciones anteriores, en el escrito de


1936 se produce una notoria apertura a considerar la práctica matemática pre-formal. Si la
discusión del primer período se ciñe a relacionar básicamente los niveles de teorías
formalizadas y meta-matemática, la discusión de “On the concept of logical consequence”
pone esencialmente en obra intuiciones difíciles de precisar y cuyo origen no se encuentra
en el plano de las teorías formalizadas. Tarski explícitamente lo afirma: consideraciones de
naturaleza intuitiva conforman el punto de partida de su análisislv. Es evidente que los
conceptos que se relacionan como explicandum y explicatum en tal análisis poseen una
notable diferencia en términos de rigor o precisión. La estrategia metodológica del mismo
ha sido estudiada en detalle en las páginas anteriores.

Existe pues un contraste profundo entre uno y otro enfoque: evidentemente la


investigación desarrollada por Tarski en 1936 es de naturaleza meta-matemática o
“metodológica” lvi– al igual que en el primer enfoque-, pero los factores que entran en
juego ya no son exclusivamente las teorías matemáticas formalizadas. La noción pre-formal
a la que Tarski se refiere difícilmente puede encontrar un lugar en el marco de las
indagaciones primigenias. Si se entiende “elucidación matemática” en el sentido precisado
por MT –esto es, como una peculiar relación conceptual que vincula una noción pre-formal
y una noción formal o matemáticamente tratable- se advierte que el cambio operado entre
el primer y segundo enfoque puede describirse como el pasaje de una investigación no-
elucidatoria o no-analítica a una investigación de naturaleza analítica o elucidatoria. En
realidad, puede arribarse una conclusión más compleja: tal mudanza de perspectiva supone
la asunción de una cierta concepción elucidatoria que auspicia la evaluación de lo que
aparece - en el primer enfoque- como dato incuestionado ( a saber, las teorías formalizadas
16

objeto) a la luz del plano pre-formal o pre-teórico. La irrupción de este plano y su papel
explícito en la reflexión meta-matemática es un rasgo de originalidad notable que exhibe el
tratamiento semántico tarskiano del concepto de consecuencia lógica. Un aspecto que no se
desarrolla aquí es el de las implicaciones para la meta-matemática y la filosofía de la
matemática que tal modelo elucidatorio auspicialvii.

7. Observaciones finales

Tarski asume una continuidad básica entre su esfuerzo y el de sus predecesores


“sintactistas”; tal continuidad se apoya en que comparten el mismo explicandum. Pero,
además, el lógico interpreta la totalidad del proceso de análisis de tal concepto pre-formal a
la luz del mismo modelo elucidatorio. No hay ningún pasaje del autor que permita
sospechar que (en su opinión) tal estrategia pueda conducir a algún tipo de, por así decir,
“incomparabilidad”. Dicho brevemente, no hay ningún indicio en el texto tarskiano para
suponer que este autor perciba el cambio de enfoque por él propuesto como lo que se
denominaría, en terminología kuhniana, un cambio revolucionario.
No obstante, independientemente de la percepción tarskiana, una pregunta que surge
es si la introducción de la semántica formalizada en el tratamiento de las cuestiones meta-
matemáticas es, precisamente, un cambio de naturaleza tan radical en la historia de la
disciplina. Puede asumirse, en principio, que la respuesta sea negativa. Sin embargo, cabría
reconocer que se trata de un cambio fundamental; origina una de las ramas más bellas y
activas de la lógica matemática: la teoría de modelos. Parece, por otra parte, que la
interpretación de la justificación tarskiana de tal mudanza en el marco del modelo
elucidatorio propuesto resulta relativamente clarificadora. ¿Es posible aplicar este modelo a
los efectos de reconstruir procesos de cambio matemático en términos históricos más
ambiciosos? Sea cual sea la respuesta, esta interrogante plantea un estimulante desafío para
aquellos interesados en comprender un tipo de cambio matemático no-revolucionario donde
el componente conceptual resulta clavelviii.

Agradecimientos: Deseo agradecer al Dr. Luis Vega Reñón sus valiosos comentarios a una
versión preliminar de este escrito. Agradezco asimismo las observaciones de Facundo
Ponce de León, Soledad Caño Guiral y Aníbal Corti. Finalmente deseo expresar mi
agradecimiento a un árbitro anónimo por sus útiles comentarios. Los errores que aún
persisten son de mi exclusiva responsabilidad.
17

Referencias

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pp. 43-67.

Comesaña, M. (1995) Análisis y elucidación: un módico homenaje a Simpson, Crítica,


Vol.XXVII, Nro. 79, pp. 55-65.

Corcoran, J. [1983] Editor’s Introduction to the Revised Edition, en Tarski [1983].

Etchemendy, J. [1989] Tarski on Truth and Logical Consequence, The Journal of


Symbolic Logic, Vol.53, Nro. 1, pp.51-79.

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Gómez Torrente, M. [1996] Tarski on Logical Consequence , Notre Dame Journal of Formal
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The Journal of Philosophy, vol. LXXXVII, 5.

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Seoane, J. (1997) Lógica, realidad y argumentación, Dissertatio, Nro. 6, pp.8-24

Seoane, J. [1998] Consecuencia lógica y consecuencia semántica: una elucidación


tarskiana, Episteme, Vol. 3, Nro. 7, pp. 74-85.

Seoane, J. (2000) Modalidades elucidatórias (trad. portuguesa: W. Sanz), Filósofos, vol. 5,


nro. 1,Universidad Federal de Goiás, Goiânia, Brasil, 2000, pp. 119-137.

Seoane, J. (2002) Consecuencia lógica: la perspectiva tarskiana inicial , Pre-print


disponible en CLE e-Prints, vol. 2(8), 2002.
URL = http://www.cle.unicamp.br/e-prints/vol_2,n_8,2002.html

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Sher, G. [1996] Did Tarski Commit “Tarski’s fallacy”? , The Journal of Symbolic Logic,
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Simpson, T.M. (1975) Análisis y eliminación: una módica defensa de Quine, Crítica,
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Simpson, T.M. (1995) Elucidaciones filosóficas, Crítica, Vol.XXVII, Nro. 79, pp. 86-91.
18

Tarski, A. (1930a) On Some Fundamentals Concepts of Metamathematics, en Tarski


[1956].

Tarski, A (1930b) Fundamental Concepts of the Methodology of the Deductive Sciences,


en Tarski [1956]

Tarski, A. (1935) The Concept of Truth in Formalized Languages en Tarski [1956].

Tarski, A [1935-1936] Foundations of the Calculus of Systems en Tarski [1956].

Tarski, A. (1936) On the Concept of Logical Consequence en Tarski [1956].

Tarski, A. (1944) The Semantic Conception of Truth Una traducción al español se


encuentra en Bunge, M. (Comp.) Antología Semántica, Nueva Visión, pp.111-157, 1960.

Tarski, A. (1956) Logic, Semantic, Metamathematics,Clarendon Press.

Tarski, A. [1983] Logic, Semantic, Metamathematics, Hackett Publishing Company.

*
Esta es una versión fuertemente modificada y notoriamente ampliada de Seoane, J. [1998].
i
Véase Coffa, A. [1975].
ii
Algunas modificaciones se encuentran ya en Seoane, J. [2000] pero son desarrolladas aquí.
iii
Esta tesis se encuentra sugerida en Etchemendy, J. [1989]. Pero ni se justifica detalladamente ni se explicita
la noción relevante de “análisis”. Se espera que este trabajo constituya un modesto aporte en tal dirección.
iv
Por detalles históricos, ver nota en Tarski [1936] pág. 409.
v
Esta sección así como las secciones 4 y 5 recogen libremente un trabajo anterior: Seoane [1998].
vi
Véase Tarski, A. [1936], pág. 409.
vii
Una observación análoga puede leerse, por ejemplo, en Tarski [1944] respecto del concepto de verdad.
viii
Véase Tarski, A. [1936], pág. 409.
ix
Véase A. Tarski [1936] párg. 409.
x
Véase Coffa, A. [1975].
xi
Una exposición detallada del modelo original se encuentra en Coffa, A. [1975]. Este trabajo motivó una
estupenda réplica de Simpson -véase Simpson [1975]. Algunas de las matizaciones del modelo tarskiano
fueron introducidas en forma independiente pero coinciden con observaciones de Comesaña, M. [1995].
También se consultó Simpson [1995]. Estos autores, no obstante, se encuentran preocupados exclusivamente
(o casi) por las “elucidaciones filosóficas”.
xii
Coffa habla de la “línea tarskiana” y del “tarskianismo” en diversas oportunidades –véase, por ejemplo,
Coffa (ob.cit.) pág. 54.
xiii
Esta es quizá una buena razón para denominar a tal modalidad (de forma más sensata) “Tarski-Coffa”.Se
ha optado, en cambio, por cierto laconismo estilístico en las denominaciones y se ha intentado suplir la
(eventual) injusticia con una nota al pie de página.
xiv
Debe advertirse que se usa aquí “explicandum” y “explicatum” para referirse a los conceptos mismos, no a
las expresiones lingüísticas que los refieren.
xv
La justificación de elucidar tal o cual concepto queda fuera del proceso elucidatorio propiamente
dicho. Es obvio que dicha justificación, sin embargo, puede ser sometida a crítica: sólo tiene sentido
elucidar conceptos penumbrosos y, a la vez, científica o filosóficamente relevantes.
xvi
Véase Coffa, A. [1975] pág. 53.
xvii
En lo que sigue he usado libremente algunas ideas de T. Koetsier acerca de construcciones y
reconstrucciones de un desarrollo matemático aunque las caracterizaciones resultantes difieren sensiblemente
de las de este autor –véase Kotsier, T. [1991], pág. 11 y ss.
19

xviii
Quizá convenga enfatizar que los explicata considerados aquí poseen una naturaleza formal i.e. conceptos
matemáticamente caracterizables.
xix
Naturalmente puede rigorizarse esta definición pero a los fines presentes se sospecha que este nivel de
formalización es ya excesivo.
xx
Esta última afirmación es esencial a cualquier modelo elucidatorio y a cualquier tipo de elucidación; en
este caso particular, dada la naturaleza matemática del explicatum y el carácter pre-formal del explicandum, el
contraste es quizá más inmediato.
xxi
Esta noción aparece en Kotsier, T. [1991], pág. 13.
xxii
Véase Simpson, Th. [1975].
xxiii
Desde el punto de vista tradicional, la diversa naturaleza (formal-informal) de los conceptos en juego se
encuentra en la base de la diferencia entre “tesis” y “teoremas”. Una crítica a tal visión puede leerse en
Mendelson [1990].
xxiv
Este último aspecto quizá pueda ser visto como difícilmente compatible con algunos textos de Tarski -
véase Tarski [1944], versión española pp. 140-141. Como se ha dicho, la presente se trata de una “versión”
del modelo tarskiano.
xxv
Estos requerimientos son precisamente los establecidos por Carnap, además de lo que aquí hemos llamado
adecuación material y de la adecuación formal –véase Carnap, R. [1950], pp. 5 y ss.
xxvi
Por una fundamentación de la misma, véase Coffa, A. (ob.cit.).
xxvii
Véase Tarski , A. [1936], pp.409-410.
xxviii
Hablo de un sistema axiomático exclusivamente por razones de simplicidad expositiva. Es obvio que
podría tratarse, por ejemplo, de un sistema de deducción natural o de secuentes.
xxix
Véase Tarski, A. [1936], pág. 414. Se ha modificado el orden expositivo del texto tarskiano pero se cree
que tal alteración no produce ninguna distorsión interpretativa.
xxx
Véase Tarski, A. [1936], pp.410-13
xxxi
Véase Tarski, A. [1936], pp. 411.
xxxii
En formas variadas y con interpretaciones diversas señalan el problema Etchemendy [1990], Gómez
Torrente, M. [1996] y Sagüillo, J. [1997].
xxxiii
Véase Sagüillo, J. [1997].
xxxiv
El ejemplo es de Shapiro –véase Shapiro, S. [1991], pág. 38.
xxxv
Véase Etchemendy, J. [1990], pág. 85.
xxxvi
Véase Gómez Torrente, M. [1996], especialmente pp. 127-137.
xxxvii
Véase Sagüillo, J. [1997], especialmente pp. 222-232.
xxxviii
Véase al respecto Sagüillo, J. [1997] pág. 226.
xxxix
Véase Tarski, A. [1936], pp. 410-11.
xl
Véase que este es un caso particular de una relevante pregunta general: ¿qué prueba el desacuerdo
extensional entre el concepto introducido en me1 y el introducido en mei (i>1)?
xli
En cierto sentido, podría decirse que el concepto formal sub-genera, es decir, no es capaz de generar
“todas” las instancias que (de acuerdo al análisis) debiera.
xlii
Véase Tarski, A. [1936] pág. 415.
xliii
Quizá alguien podría reclamar que F no es una buena elucidación por razones, por así decir, epistémicas:
ocurre en su formulación un concepto tradicionalmente enigmático, a saber, “verdad”. Pero esta problema
encuentra su solución -piensa Tarski- en su clásico tratamiento del mismo -véase Tarski, A. [1936], pág. 415.
xliv
En cierto sentido, podría decirse que la objeción se funda en la posibilidad de sobre-generación del
concepto formal, es decir, genera instancias inaceptables (desde el punto de vista del análisis).
xlv
El pasaje de un test “sustitucional” a las ideas de satisfacción y verdad asociado con el tratamiento de la
consecuencia lógica ha sido visto como el perfeccionamiento introducido por Tarski de la noción de
consecuencia de Bolzano. Véase al respecto Etchemendy, J. [1990].
xlvi
Respecto de algunas intuiciones asociadas a la idea clásica de preservación de la verdad en la
argumentación válida puede verse J. Seoane [1997].
xlvii
A. Tarski [1936], pág. 417.
xlviii
El lector sensatamente puede preguntarse por qué, simplemente, no se remitió a las definiciones
habituales de los conceptos de “interpretación”, “modelo” y, en síntesis, de “consecuencia teórico-modélica”.
Aunque tradicionalmente se identifican básicamente las nociones estándar con las introducidas por Tarski en
1936, en tiempos relativamente recientes tal asunción se ha cuestionado –véase Etchemendy [1988] y [1990].
Un aspecto decisivo al respecto es si el lógico polaco admite la variación del dominio de la interpretación a
20

los efectos de testar las nociones lógicas. Una interpretación literal de la definición citada parece estimular
una interpretación negativa (tal es la posición de Etchemendy); muy valiosos argumentos históricos en
dirección contraria pueden leerse en Gómez Torrente, M. [1996].
xlix
Véase Sher, Sh. [1996].
l
A. Tarski [1936], pág. 417.
li
Tal interpretación le lleva a hablar de la falacia de Tarski –véase Etchemendy, J. [1990], cap. 6. Una opinión
disidente se encuentra en Sher, G. [1996].
lii
En esta dirección opina Sher, G. [1996].
liii
El optimismo elucidatorio que transmite la última cita tarskiana quizá pueda decirse que contrasta con los
reparos respecto a la posibilidad de caracterizar de forma objetiva la clase de las constante lógicas que expresa
el lógico hacia el final de su escrito. Es decir, ¿es compatible la evaluación satisfactoria (qua elucidación) del
enfoque teórico-modélico con la admisión del estado abierto del problema de la caracterización de las
constantes lógicas? Este problema (obviamente de la mayor importancia) no modifica los rasgos
metodológicos atribuidos a Tarski en este trabajo.
liv
Véase Seoane, J. [2002].
lv
Véase el texto citado arriba, nota XXV.
lvi
En el sentido en que Tarski usa esta palabra. Sobre la importancia de la obra de Tarski en el desarrollo de la
investigación metodológica de las ciencias deductivas véase, por ejemplo, Corcoran, J. [1983].
lvii
Algunas observaciones en esta dirección se encuentran en Seoane, J. [1998].
lviii
Debiera ser evidente que no se pretende haber estudiado aquí el “cambio semántico” en un sentido
histórico comprehensivo; sólo se ha emprendido la tarea muchísimo más modesta de entender mejor el
análisis tarskiano.

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