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LA ORACIÓN Y LOS

PROPÓSITOS DE DIOS

José Barrera

TEXTO MEMORIAL: “Y esta es la confianza que


tenemos en él, que si pedimos alguna cosa
conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos
que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos,
sabemos que tenemos las peticiones que le
hayamos hecho” (1ª Jn. 5:14,15).

LECTURA BÍBLICA: Efesios 1:9-11; 3:10,11


INTRODUCCIÓN: Sólo daremos pinceladas al
tema que nos ocupa este día. Basta decir que es
indispensable orar con pleno conocimiento de los
propósitos que Dios tiene para Su creación, así sea
para la naturaleza, para nosotros y para la Iglesia.
Nada ha sido creado al azar, el Alfarero Divino que
pensó en fabricar una preciosa vasija de cada uno
de nosotros (Jer. 18:1-6), pensó también en la
salvación de toda Su creación (Rom. 8:19-24).
Cuando Pablo pensó en los propósitos de Dios se
sintió tan anonadado que escribió: “Oh profundidad
de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de
Dios, Cuán insondables son sus juicios, e
inescrutables sus caminos....” (Rom. 11:33-35).

I. DIOS ES UN DIOS DE PROPÓSITOS.


Cuando leemos la historia de la creación (Génesis
1:26-28; 2:15), descubrimos que todo fue creado
con propósitos específicos. Cuando menciona a
Adán, define para qué fue establecido en el Edén:
Señorear, fructificar, multiplicarse, llenar y
sojuzgar la tierra, labrar y cuidar el Edén. Cuando
Dios llamó a Abraham y le ordena salir de Ur de los
Caldeos (Génesis 12: 1-9) le dice con qué
propósitos: “Y Haré de ti una grande nación, y te
bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás
bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a
los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas
en ti todas las familias de la tierra”.
Cuando el Señor habla por medio de Isaías a los
cautivos israelitas les dice con qué propósitos
fueron creados: “… todos los llamados de mi
nombre, para gloria mía los he creado, los formé y
los hice” (Isaías 43:7). Cuando Pablo habla del
maravilloso plan de Dios en Efesios 1:3-14; 3:1-13,
dice que nos escogió antes de la fundación del
mundo con un propósito: “… hacernos santos y sin
mancha…” cuando habla de la salvación de los
gentiles dice que todo se hizo “conforme al
propósito eterno...” y cuando nuestro Señor
Jesucristo se presenta en la sinagoga de Nazaret
declara cuál es el propósito de Su ministerio
(Lucas 4:17-20).

II. CREADOS PARA EJERCER DOMINIO.

Encontramos una semejanza en los propósitos que


Dios tuvo al formar a Adán y al constituir Su
Iglesia. Los conceptos que menciona Génesis 1:26-
28; 2:15; señorear, fructificar, multiplicar, llenar y
sojuzgar la tierra, labrar y guardar, indican
autoridad y dominio; Sin embargo, esos derechos
fueron perdidos debido al engaño del diablo y a la
desobediencia de Adán y Eva. Fueron arrojados del
Edén y su autoridad y dominio desapareció; Sin
embargo, esa autoridad fue recuperada con la
inserción en la historia del nuevo hombre, nuestro
Señor Jesucristo, pues él vino a destruir las obras
del diablo, (1ª Jn. 3:). Jesucristo vino a darnos
vida, a restaurar al hombre a su estado original y
hacerlo partícipe nuevamente de la naturaleza
divina por medio del nacimiento del Espíritu y de la
Palabra (Jn. 1:13; 3:8; 1ª P. 1:23). Siendo ahora
“....linaje escogido, real sacerdocio, nación santa,
pueblo adquirido....” (1ª P. 2:9) hemos recuperado
nuestros derechos de tal manera que ahora
tenemos la autoridad para atar y desatar (Mt.
18:18); tenemos la autoridad para ir y hacer
discípulos a todas las naciones (Mt. 28:18,19),
Jesucristo mismo dijo a Sus discípulos: “De cierto,
de cierto os dijo: El que en mí cree, las obras que
yo hago, él las hará también; y aún mayores
hará...” (Jn. 14:12). La historia bíblica narra de la
autoridad y dominio que ejercieron grandes siervos
de Dios: Los patriarcas (Génesis 32:26-28), Moisés
(Ex. 32:11-14) Elías (1ª R. 18:20-40) y como un
ejemplo más tenemos a los apóstoles y a la iglesia
primitiva ejerciendo autoridad y dominio aún sobre
la misma naturaleza (Hch. 3:1-10; 5:1-1-16; 17-42)
etc.

III. ¿POR QUÉ HAY ORACIONES SIN RESPUESTA Y


PORQUE LA IGLESIA NO EJERCE AUTORIDAD
Y DOMINIO?

Existen varias posibilidades del porqué algunas


oraciones quedan sin respuesta:

1. Falta de espíritu perdonador (Mt. 5:23,24).


Nunca deberíamos olvidar pedir perdón en
cada oración que elevemos al Señor. Santiago
dice que “si alguno no ofende en palabra, éste
es varón perfecto, capaz también de refrenar
todo el cuerpo” (Stgo. 3:2). El Salmista acepta
la posibilidad de ofender aún
inconscientemente (Sal. 19:12).
2. En ocasiones hacemos peticiones
acompañadas con duda. (Mt. 21:21,22;
Santiago 1:6). Una oración con incredulidad
nos impedirá ejercer la autoridad que el Señor
ya nos ha entregado. San Juan 9 14-29 cuenta
de un padre que tenía un hijo poseído de
espíritus malos y le hace la petición diciendo
(v.22) “...si puede hacer algo, ten misericordia
de nosotros, y ayúdanos”. El Señor contesta en
el verso 23: “...Si puedes creer, al que cree
todo le es posible”.

3. En ocasiones no oramos como conviene (Mt.


6:7,8; Romanos 8:6). Es posible en ocasiones
estar orando, presentar una petición y no
recordar que hay cosas ocultas en nuestras
vidas, o sencillamente como dice Pablo, podrá
haber ocasiones que no sabemos cómo pedir,
por lo tanto será indispensable la intervención
del Espíritu para pedir como conviene.

4. En ocasiones deliberadamente como dice


Santiago, alguien puede pedir mal, para gastar
en sus propios deleites (Santiago 4:2,3).

5. Se pueden pedir cosas que no estén conforme


a la voluntad de Dios. (1ª Juan 5:14,15). Dios
nunca va a conceder una petición que sea
contraria a Su voluntad o a Sus propósitos.

CONCLUSIÓN: A través de esta meditación


hemos intentado señalar el privilegio que el Señor
nos ha otorgado por medio de la oración, ejercer
autoridad y dominio como embajadores de
Jesucristo; vivir con la confianza que por donde
vayamos, lo hacemos como representantes del
Señor del universo, que por medio de la oración
podemos lograr grandes victorias para Jesucristo,
que nuestras oraciones, para que sean
contestadas, deberán estar en sintonía con los
propósitos de Dios.

AUTOEVALUACIÓN: Por favor conteste las siguientes


preguntas adecuadamente.

1. ¿Qué sección o detalle de la lección le agradó?

2. ¿Ha tenido el cuidado de pedir perdón en cada


oración que hace?

3. ¿Qué tan importante es para usted pedir


perdón?

4. ¿Qué es más fácil para usted, perdonar, o pedir


perdón?

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