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Todos: Amén
Lector: Vamos a seguir paso a paso con Jesús el camino del Calvario. Este es un camino que no nos
lleva solamente al sufrimiento, sino que por medio de él llegaremos a la Resurrección. Es la
manera en que Cristo nos ganó la salvación. Sin su Resurrección, todo este camino hacia el cielo no
tiene sentido.
Lector: Señor, concédenos actuar en nuestra vida de acuerdo con los misterios redentores que
hoy vamos a meditar.
Todos: Amén
Lector: Por la envidia de los fariseos y la flaqueza de Pilatos, Jesús fue juzgado injustamente y
condenado a muerte. A veces, también nosotros hemos sido condenados por los demás
injustamente. Pero también a veces hemos juzgado mal a los otros.
Lector: Jesús acepta la carga de la cruz sobre sus hombros como símbolo del peso de nuestros
pecados, que estaba redimiendo. Redimidos por Cristo, a veces, tenemos cosas pesadas que
cargar. Ser testigos de Jesús no es cosa fácil, ser buen cristiano es cargar una cruz. Ser persona
comprometida será el símbolo de nuestra redención.
Señor, sabemos que hemos hecho mal a otros, los hemos tratado con poco amor, con poca
compresión.
Lector: Jesús, debilitado por el hambre y el sufrimiento, ya no camina más, cae bajo el peso de la
cruz, bajo el peso de nuestros pecados. Siendo cristianos, tenemos que llevar la cruz de hombres
comprometidos. A veces, sentimos que ya no podemos más.
Lector: María, como cualquier madre, amaba a su Hijo. Para ella, era difícil comprender el camino
tan dificultoso de Jesús. Y sólo podía confortarlo con su presencia. En nuestra vida, a veces
encontramos personas tristes o afligidas y sólo podemos confortarlas con nuestra presencia.
Señor, muchas veces no hemos querido y no hemos sabido amar a los que sufren.
Lector: Simón tomó sobre sus hombros la cruz para ayudar a nuestro Salvador en la obra de la
Redención. Nosotros al ayudar a nuestros hermanos, también colaboramos en la obra de la
Redención. Cuando prestamos ayuda al prójimo en sus penas y apuros, es a Jesús a quien
ayudamos a llevar su cruz.
Pero, cuántas veces hemos dejado, solos, Señor, ¡a nuestros hermanos con sus penas!
Lector: A Verónica le costó mucho acercarse a Jesús para limpiarle la cara. La gente se burlaba de
ella. Pero a pesar de lo que decía la gente, Verónica tuvo el valor de consolar a Cristo. Y Él se lo
agradeció. En nuestras vidas, cuando otros nos consuelan, no siempre manifestamos gratitud.
Pero sabemos que sí necesitamos ese consuelo.
Señor, por todas las veces que hemos sido ingratos con los que nos han ayudado en nuestras
dificultades.
Lector: La cruz pesaba cada vez más y Jesús cae de nuevo. En ese momento ¿le ayudaba Simón
todavía? En nuestras vidas hay momentos en que sin la ayuda de otros no podemos seguir
adelante.
Señor, muchas veces, por nuestro orgullo, nos hemos creído capaces de seguir solos, despreciando
así la ayuda que otros quieren prestarnos. Por eso.
Lector: A pesar del peso de la cruz, a Jesús le afecta la tristeza que esas mujeres sienten por Él. En
nuestra vida, también nosotros debemos preocuparnos por la tristeza de los de más, aunque
estemos sufriendo.
Señor, por tantas veces que no hemos tomado en serio el dolor de los demás y por tantas veces
que sólo hemos considerado nuestras penas.
Lector: Cada paso Jesús se cansaba más y más. Al fin cayó bajo tanto dolor. Pero lo vemos
levantarse una vez más para seguir su camino. Nuestra cruz diaria de hombres comprometidos
pesa y a veces nos sentimos desfallecer. Tomando el ejemplo de nuestro Redentor, sigamos la
lucha.
Señor, por todas esas veces que te hemos dejado tirado al no querer ayudar a nuestros hermanos.
Lector: Jesús llega por fin a la cumbre del Calvario. Ahí antes de ponerlo en la cruz, lo despojan de
sus vestiduras. En la vida también nosotros hemos despojado a muchos hermanos de sus
vestiduras y de lo poco que les quedaba, en esas cosas que llamamos negocios.
Señor, perdónanos todas esas veces que les hemos quitado a nuestros hermanos lo único que les
quedaba.
Lector: Jesús es clavado en su cruz. No puede escapar. Muchos de nuestros vecinos no pueden
escapar de la miseria y del sufrimiento. Si hubiéramos estado con Jesús en el Calvario, ¿Qué
hubiéramos hecho por Él? ¿Qué hacemos por nuestros vecinos que agonizan en sus penas?
Señor, con demasiada frecuencia hemos olvidado a nuestros hermanos en la cruz de su miseria, de
su ignorancia, de sus penas. Por eso.
Lector: Jesús muere. Y ¿por qué? Para salvarnos, para quitar de nosotros la muerte eterna
merecida por el pecado. Sabemos que la muerte de Jesús es un paso hacia su Resurrección. Y así
es para nosotros. Tenemos que morir al pecado para vivir eternamente con Dios.
Señor, por todas las veces que nos hemos olvidado de la otra vida, ahogados en las penas de la de
acá abajo.
Lector: Parece que todo acabó: sus milagros, su predicación, su amor. Así parece. Hay momentos
en nuestra vida cuando nos desesperamos y ya no podemos seguir.
Señor, por las veces en que hemos perdido la esperanza y no hemos confiado en ti.
Señor, por las veces que se nos ha olvidado, como a los discípulos de Emaús, que es necesario
pasar por todas estas cosas para entrar en la Gloria.
Conclusión
Lector: Todos fuimos bautizados en Cristo Jesús para participar en su muerte. Así como Él resucitó
de entre los muertos por la Gloria del Padre, así también nosotros resucitaremos un día. Si
morimos con Cristo, viviremos con Él. Cristo, resucitado de entre los muertos, ya no muere. Así,
pues, estamos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús.
Todos: Amén.
Canto:
Coro:
perdón e indulgencia
perdón y clemencia,
perdón y piedad
Estrofa:
Pequé y ya mi alma
su culpa confiesa
de tanta maldad,
de tanta maldad
Estrofa:
madero, inclemente,
te puso pendiente
Por mí en el tormento
la sangre vertiste
y prendas me diste
de amor y humildad.
Estrofa:
Y yo en recompensa
pecado a pecado
la copa he llenado
de la iniquidad.