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1.1. El i m p ulso de la m o dernidad ...................................................................................

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El estu dio de los políticos es relevante para la Ciencia Política. Los políticos han
ocu pado sie m pre un lugar pro m i nen te en la reflexión de la disciplina, si bien es cier to
q ue ha habi do épocas en las que su cen tralidad ha sido mayor. El de
Aristó teles no ha dejado de estar presente, es decir, la idea de que to dos so m os
políticos por el hecho de ser persona.

Esta relevancia se debe a la cen tralidad de aquellos que se dedican a la política,


dese m peñan do su activida d en el seno de insti tu ciones con una gran capacidad para
m o delar el co m por ta m i ento y generar opinión, ade más de in tervenir en la to m a de
decisiones de obligado cu m p li m ien to. Esto, a su vez, se desarrolla en un escenario de
relaciones de poder que i m plican cuestiones relativas a la do m i nación y la su m isión
entrelazadas con regulación for m al e infor m al de la vida social.

Desde la An tigüedad clásica, el po der ha estado vinculado a la figura de ho m bres que


concen traban el po der político. Uno de los pri m eros en ocu parse de esta cuestión fue
Aristó teles, quien llevó a cabo una descripción de diecioc ho ti pos de oficios políticos.
Jun to a estas reflexiones, ta m bién ha sido destacable el papel de las biografías
políticas.
“Los ho m bres in teligen t es conocieron en tonces las oportu ni da des que tiene un
ho m bre enérgico para ejercer influencia en la vida de la sociedad y del Estado, y, a
través de la leyenda e historias griegas, vieron que esto ya se había realizado en
Grecia. No había razón para que no pu diera hacerse en Ro ma, y co m o justificación
po dían presentarse argum e n tos derivados en la filosofía griega”

Barro w (1952)

Plutarco fue uno de los pri m eros autores en in teresarse en la trayec toria de
personajes relevan tes de su tie m po. En , analiza vein ti trés trayec torias
vitales reflexionan do sobre los atribu tos del buen político. Su pu n to de parti da era la
creencia de que en países con circunstancias sim ilares, el éxito derivaba del méri to
de sus políticos. En concreto, su análisis se cen tró en la ética, la política y la
i m por tancia de ser un buen eje m plo m oral para inspirar la confianza y la autori da d
ante el pueblo. Considera que la vida privada de los ho m bres marcaba la for m a en la
q ue actuaban en el á m bi to pú blico, de manera que las ca rac terísticas de la persona
se trasladan a la manera en que llevan a cabo la política.

Asi m is m o, profun diza en la di m ensión m oral de los políticos. A este respec tó, resal tó
co m o valores fun da m en tales del buen político la m o deración, el equilib rio persona l,
la volun tad y la honestida d. Pero, por enci m a de to das estas cualidades, destacaba la
retórica al considerar la palabra co m o portadora del pensa m ien to y de la verdad. En
este senti do, la retórica consti tuía la ciencia principal para el estudio y el
entrena m ien to de los políticos. A este respec to, un eje m plo cercano al político ideal
según Plu tarco es Catón el Joven, quien gozaba de altos niveles de apoyo pop ular,
luc haba en con tra de la corru pción, era generoso, buen orador, sencillo y noble. Con
estos eje m plos, Plutarco subraya la i m portancia de la m oral en los políticos en
aspec tos relativos a la m ejor manera de tener con tac to con los ciu d adanos y de
resolver los conflic tos.

Esta idea de justicia universal y absolu ta, que ya estaba presente en Platón fue
a m pliada por Cicerón que la desarrolló com o virtu d referida a los deberes o
responsabilidades pú blicas en su libro . En Cicerón se encuen t ra la base de
la tradición repu blicana. Defen dió por enci m a de todo su ocupación a lo pú blico de
m a nera que el mejor era aquel que estaba basado en la vida en co m u ni da d
y que hacía suyo el pri m er deber de todo ciu dad ano: la lealtad al Estado.
Duran te los siglos XV y XVI, el pensa m ien to político concen tró su atención en las
cualidades requeridas por el gobernan te ideal. En este senti do, destaca la aportació n
de Maquiavelo quién con trib uyó confor m an do el acervo concep t ual de la época.
Maquiavelo distingue tres atribu tos que debe poseer to do político:
. La era quien gobernaba la m i t ad de las acciones del ho m bre, pero
dejaba que éste gober nara la otra m i ta d sin tiendo la necesidad de con q uistar fortu na
por la fuerza. La era una cualidad hu m ana específica men te política q ue ac tua ba
co m o respuesta del ho m bre al m u n do. Por úl ti m o, era un fac tor
de ter m inan te de las acciones que, sin e m bargo, se situaba fuera del con t rol hu m ano.

Para Maquiavelo, el bienestar de cualq uier socieda d depen de menos de sus


insti tuciones que del espíritu que hu biera tras ellas.

Por otro lado, Moro y Eras m o subrayaron que el co m por ta m ien to virtuoso debía regir
las acciones de to dos los príncipes de manera que abogaban por el predo m i nio de la
m oralidad en la to m a de to das las decisiones. En Utopía, Moro entien de que las
claves del buen gobierno residen en llevar a cabo una vida virtuosa y de autocon trol.
Para él, vir tu d y conciencia son las cualidades clave, las cuales van acom pa ñadas de
otras co m o retórica, diplo m acia, leyes, am istad, apren dizaje y agudeza. Por últi m o,
Erasm o se distingue del resto de autores en la co m pleta reducción de la política a la
ética. De este m o d o, rechazaba cualquier valor o con d uc ta que no fuera
estric ta m en te co m pa ti b le con la ética.
Jun to a estos autores, ta m bién cabe destacar la aportación de Cast illo de Bovadilla.
Se preocu pó por las cualidades y carac terísticas más i m por tan tes de los que se
de dicaban a la política, la cual es considerada u na ciencia por él. Consideró que no
to dos eran capaces de dedicarse a la política, por lo que distinguió entr e los súb di tos
y los políticos profesionales. Estos últi m os eran los que con taban con conoci m ien tos
y habili dades políticas.

“El arte y el oficio de governar repú blica es la mayor ciencia y arte de to d as las artes,
la más dificul tosa de aprender, y la más peligrosa de ejercitar”

Castillo de Bovadilla (1597)

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