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Organismos a los que se les inserta material genético de especies distintas a la que pertenece mediante
técnicas de ingeniería genética. Con estas técnicas, se trascienden las barreras reproductivas que existen entre
las diferentes especies, haciendo posible que, por ejemplo, se le inserte un gen de bacteria a una planta.
Maíz modificado genéticamente mediante técnicas de ingeniería genética, con las que le han agregado genes
de organismos lejanos a él. Las dos características más comunes en los maíces transgénicos actuales son: la
tolerancia a herbicidas y la resistencia a insectos.
En primer lugar, el beneficio más notable es para el bolsillo de un agricultor. Aunque una semilla
genéticamente modificada sea más costosa (como las semillas Monsanto que pueden costar diez veces más
que una normal), su uso promete semillas más fértiles que las convencionales.
Otro motivo beneficioso para las empresas que hacen uso de estas transformaciones es la resistencia a
herbicidas, ya que su uso deja inmune al cultivo, atacando sólo a la flora ajena.
Muchas de estas plantas también están desarrolladas para sobrevivir a las plagas de insectos (uno de los
elementos más destructivos en agricultura). El beneficio aquí reside en hacer uso de un menor uso de
insecticidas en las plantaciones con estas variedades que se puede traducir a la vez en un menor impacto
ocasionado al ecosistema y para la salud del agricultor que trata con ellos. El hecho de lograr cultivos
resistentes, afecta de forma positiva a la tierra en cuanto a la reducción de su uso evitando su desgaste.
Los posibles daños al campo, que han sido comprobados, es que al introducirse transgenes a variedades
nativas de maíz, éstas sufran una descompensación genética y fisiológica. Estas secuencias pueden llegar
fácilmente al campo ya que el maíz es una planta que se poliniza fácilmente y por ello los maíces nativos o
criollos pueden contaminarse con polen de maíz transgénico.
Por si fuera poco, las secuencias transgénicas están patentadas, por lo que si un agricultor presenta estas
secuencias en su maíz, las que pueden llegar por polinización (cruza entre un maíz transgénico con uno no
transgénico), las compañías que ostentan la patente pueden demandarlo. De hecho, hay ya varias demandas de
compañías como Monsanto contra agricultores locales, que pasan de víctimas de la contaminación, a acusados
de plagio. Los juicios son costosos y muy lejanos a la lógica y los recursos de los campesinos. Nuestra cultura
tradicional es comunitaria; la otra es mercantil e individualista.
Por último, uno de los mayores riesgos actuales para el mundo, es que se contaminen los maíces nativos y la
cadena productiva del maíz con transgénicos que producen sustancias no alimenticias y/o tóxicas como
plásticos biodegradables, solventes, proteínas de uso terapéutico, antidepresivos, etc. A estos transgénicos se
les conoce como biorreactores y ya existen en Estados Unidos y otros países, donde se está utilizando mucho
al maíz para generar estas sustancias.