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HISTORIA UNIVERSAL

UNIDAD I

EL NACIMIENTO DE LA EDAD MODERNA

1. EL ORIGEN DE LOS ESTADOS MODERNOS EN LA EUROPA OCCIDENTAL.


UNA CUESTIÓN EN DEBATE.1

¿Cuándo podemos hablar ya de un Estado Moderno? ¿Cuándo toman un cariz autoritario las
monarquías feudales? ¿Esta evolución hacia el Estado Moderno se produce simultáneamente
en todos los países europeos? En el presente artículo responderemos a éstas y a otras
preguntas e intentaremos plasmar de una forma sencilla y comprensible la evolución que
sufrieron las monarquías feudales de la Europa Occidental hasta convertirse en un Estado
Moderno. Para ello se recurre a la comparación y estudio de las informaciones históricas
proporcionadas por las fuentes bibliográficas hasta alcanzar una serie de conclusiones
relativas a los verdaderos logros y limitaciones que se llevaron a cabo en el proceso de
evolución hacia la formación de un Estado Moderno.
Pocos acontecimientos han sido tan controversiales y han originado un debate
historiográfico tan prolongado en cuanto a la fecha del origen de los Estado Modernos. Este
hecho es unos de los elementos esenciales que marcan el fin de la Edad Media y el inicio de
la Edad Moderna. Pero, ¿Hubo una ruptura o continuidad? ¿Desaparecieron las monarquías
feudales como poder o sólo se transformaron?

Este tema tiene en realidad dos partes bien diferenciadas. En la primera realizaremos el
estudio del origen y desarrollo del Estado y de la Monarquía desde la Edad Media, para
posteriormente realizar en un segundo bloque la evolución de dichas monarquías que
derivarán en la formación de lo que conocemos como un Estado Moderno. Todo ello, a través
del análisis de los tres países occidentales que mejor plasmaron esta evolución. Me refiero a
Francia, Inglaterra y España.

Esta evolución institucional ha sido y sigue siendo un tema de debate entre historiadores
medievalistas, ya que muchos piensan que es demasiado “exagerado” hablar de Estados
Modernos en el S. XV, sino que tienden mejor a ver una lenta evolución del Estado que se irá
consolidando a lo largo de los siglos XVI y XVII.

Frente a esta evolución de los Estados Modernos, unificados, donde el monarca adquiere
una progresiva autoridad, tenemos que resaltar aquellos territorios donde no hay una
estructura centralizada, ni el monarca mantiene autoridad única: es el caso del Imperio
Germánico o de las ciudades-Estado de Italia.

Sin duda, el S. XIII será la época de afirmación de las monarquías feudales nacidas siglos
antes en el occidente europeo. Frente a la autoridad ostentada hasta entonces por señores y

1
EL TEXTO DE ESTA SECCIÓN CORRESPONDE EN SU TOTALIDAD A: MOLINA MONTERO, ÁNGEL. EL ORIGEN DE
LOS ESTADOS MODERNOS EN LA EUROPA OCCIDENTAL. UNA CUESTIÓN EN DEBATE. 2010
las ciudades y en medio de las disputas entre papas y emperadores por el dominio del mundo,
estas monarquías irán consolidándose como un nuevo poder. Tres van a ser los objetivos de
estos monarcas feudales:

- Extender sus dominios a costa de los territorios de los señores feudales.


- Obtener de las ciudades el apoyo económico y militar para sus campañas.
- Conseguir que las leyes dictadas en sus dominios, se aplicasen en todo el territorio.

Por otra parte, la Guerra de los Cien Años (1339-1453) con su cortejo de hondas miserias
y conmociones sociales, marca la gran crisis en cuyo curso Europa abandona la Edad Media.
Se vislumbra un mundo nuevo caracterizado desde el punto de vista político por la
concentración de poder, de lo social por la pérdida de poderes de las clases privilegiadas y
de la moral por la emancipación del individuo; revelándose estas conmociones con mayor
amplitud en aquellos países, que sin trabas en su libre evolución, resultan los más avanzados
económicamente.

Desde finales del S. XII, el sistema señorial comienza a mostrar los primeros síntomas de
su descomposición bajo la acción del comercio. Por todas partes donde nacen villas se va
constituyendo una población burguesa y de campesinos libres, desapareciendo
progresivamente la servidumbre. La jerarquía anquilosada (sobre la cual descansa toda la
sociedad medieval) se hace flexible y la emancipación económica y social provoca una
libertad intelectual. Esta renovación intelectual y sus repercusiones provocarán el surgimiento
de herejías que afectarán al poder, hasta entonces indiscutible, del papado. Apoyándose en
la burguesía, los reyes feudales centralizan la autoridad y organizan el sistema monárquico.
El uso de una misma lengua2, intereses económicos afines y aspiraciones sociales, vienen a
construir la base de verdaderas naciones.

Desde los siglos XII-XIV los reyes de España, Inglaterra o Francia recurrirán para
gobernar a las Cortes, Parlamentos, Estados generales3… asociando así las fuerzas vivas de
la población a la monarquía. Esta constitución de poderes nacionales irá descoyuntando la
concepción cristiana del poder ecuménico de la Santa Sede, y la autoridad temporal del papa
terminará cediendo ante el poder de los reyes, sostenido por las opiniones populares. Así se
barren, simultáneamente y por las mismas causas, el régimen señorial, el feudalismo y la
potencia teocrática4. Cuando la Guerra de los Cien Años toca a su término, a finales del S.
XV, las monarquías autoritarias están creadas.

EVOLUCIÓN DE LAS MONARQUÍAS FEUDALES EN LA EDAD MEDIA

Los Poderes Universales

En la cristiandad, había dos grandes poderes, el poder espiritual, ostentado por el pontífice y
el poder temporal en manos del emperador; cada uno de ellos tenía una esfera propia de

2
El latín irá dejando paso a las lenguas vernáculas.
3
Prácticamente hablamos de la misma institución, pero en cada país se la conocerá por un nombre. Así pues, en
los Reinos Hispánicos se conocerá como Cortes, en Inglaterra por Parlamento, en Francia por Estados
Generales, en Alemania por Dieta…
4
H. Perenne: “Historia de Europa. Desde las Invasiones hasta el S. XVI”. Fondo de Lectura. 2004.
actuación. Desde que en el año 800 d.c. Carlomagno fue coronado emperador de Roma por
el papa, Europa disponía de un brazo armado para su defensa. Podemos decir que el viejo
imperio romano había sido restaurado. Los dos poderes estaban llamados a entenderse, pero
¿Qué ocurriría si pugnaban entre sí? Realmente sus esferas de influencia no estaban
claramente delimitadas. El papa intervenía en los asuntos temporales al considerar que el
emperador le estaba sometido. Por su parte, los emperadores interferían en cuestiones
eclesiásticas, en especial desde que desaparecidos los carolingios el imperio se trasladó a
tierras germánicas5.

Con este caldo de cultivo estalló en el S. XI la “querella de las investiduras”, pugna entre el
emperador germánico y el pontífice que disputaban en el fondo la supremacía en el seno de
la cristiandad. Aunque la querella se zanjó en 1122 los enfrentamientos entre papas y
emperadores prosiguió durante los siglos XII-XIII6.

La lucha por el dominio del mundo concluyó en 1250 con el triunfo del papado y la ruina del
Imperio Germánico (que no logrará recuperarse nunca de la derrota). Pero, como “a todo
cerdo le llega su San Martín”, el triunfo del papado no iba a ser duradero. A comienzos del S.
XIV en Europa las ideas nacionales estaban presentes, y resultaba ya anticuado y fuera de
lugar hablar ya de poderes universales. Así pues, el Imperio perdió el papel que teóricamente
poseía de “velador” de la cristiandad. El Imperio se convirtió en un asunto específicamente
alemán. Este proceso fue paralelo al auge de las monarquías nacionales. A medida que crecía
el poder de los reyes se debilitaba aún más el del emperador y es que no tenemos que olvidar
que este cargo se accedía a través de una elección. Podemos afirmar por tanto, que el título
imperial el los S. XIV-XV fue casi un título honorífico, incluso en la propia Alemania el poder
efectivo lo poseían los grandes príncipes territoriales.

En contraste con el progresivo debilitamiento del imperio y el papado, se asistían en la Europa


bajomedieval occidental al creciente fortalecimiento de las monarquías. Éstas actuaban sobre
territorios más reducidos que los del imperio, pero sin duda, más homogéneos.

Entre algunas de las claves de su éxito están:

- El establecimiento de forma temprana del principio de sucesión hereditaria (lo que sin
duda le hace tener solidez)
- Rescataron como instrumento el Derecho Romano para afirmar sus atribuciones
- El desarrollo alcanzado en el ámbito de las instituciones (judicial y fiscal). En el
transcurso de los S. XI-XII se pusieron los cimientos de las asambleas parlamentarias.
Eran instituciones integradas por todos los estamentos sociales que de alguna manera

5
El Sacro Imperio Romano (en alemán: Heiliges Römisches Reich y en latín: Sacrum Romanum Imperium). Se
formó en el 962, tiene sus orígenes en la parte oriental de las tres en que se dividió el imperio carolingeo. Desde
entonces, el Sacro Imperio se mantuvo como la entidad predominante en Europa central durante casi un milenio
y hasta su disolución en 1806 por Napoleón I.

6
El 23 de septiembre de 1122 se firmó el Concordato de Worms, ratificado un año después por el concilio
ecuménico de letrán. Por aquel protocolo se establecía un acuerdo entre la santa sede y el imperio, según el cual
correspondería al poder eclesiástico la investidura clerical mediante la entrega del anillo y el báculo y la
consagración con las órdenes religiosas, mientras que al estamento civil se le reservaba la investidura feudal con
otorgamiento de los derechos de regalía y demás atributos temporales. Los así investidos se debían al papa en lo
religioso y al soberano laico en lo civil.
comienzan a participar en el gobierno de sus respectivas naciones. Hablamos de las
Cortes7, los Estados Generales…
- Una tímida aparición de sentimientos nacionales (comienzan unas mismas señas de
identidad: la lengua, los símbolos…) cada día iba tomando más importancia tanto la
capital como las fronteras, a la vez que crecía la hostilidad hacia los súbditos de otras
monarquías vecinas.

La Monarquía feudal en Francia

Es el ejemplo más claro de una monarquía que va acaparando el poder/autoridad de forma


progresiva. En un principio, sus dominios eran más pequeños que los de muchos señores de
la propia Francia, y aunque tenían importancia: se coronaban con un acto ceremonial, se
consagraban en la catedral…, en la práctica, era un señor más.

Será entre los siglos XI-XIV cuando los reyes irán tomando una autoridad efectiva sobre los
señores feudales, llegando a extender sus dominios hasta casi los límites de la actual Francia.
Una serie de reyes de la Dinastía de los Capetos8 consolidarán la institución monárquica y
aumentarán su prestigio. Este triunfo estuvo basado en el principio dinástico (coronaban en
vida a sus herederos, evitando así problemas sucesorios con los nobles), en la afirmación de
su autoridad dentro de sus propios dominios (pacificando sus territorios…) y en la realización
de una hábil campaña propagandística hacia su prestigio (reconociéndose como reyes
taumaturgos que podían curar enfermedades…).

La Monarquía feudal en Inglaterra

Para entender la monarquía inglesa de este largo período tenemos primero que conocer el
origen de la continua rivalidad que va a mantener con Francia. Podemos decir que la
monarquía inglesa se inició en el S. IX con príncipes sajones. Posteriormente, el rey sajón
Eduardo I designa como su sucesor a su primo Guillermo (francés, Duque de Normandía, y
por tanto, vasallo del rey de Francia). Aunque en un principio no fue aceptado por los propios
ingleses (por ser francés), Guillermo “el Conquistador” reclamará la Corona y conquistará
Inglaterra en 1066.

Como podemos prever , a partir de entonces va a existir una situación de enfrentamiento


permanente entre Francia e Inglaterra, puesto que el rey inglés (vasallo del rey de Francia)
seguirá manteniendo los extensos territorios que como vasallo tenía en Francia, lo que
constituía más de la mitad del territorio francés total.

Entre los reyes que irán fortaleciendo la autoridad monárquica en Inglaterra destacan por
ejemplo Enrique I que logró extender su poder gracias entre otras cosas a la creación de un
sistema de justicia real (con jueces itinerantes que viajaban por todo el Reino), y a la
organización de los servicios centrales como la chancillería o la hacienda. Enrique II de

7
La Cortes de león de 1188 son las más antiguas documentadas. Su importancia radica en que después de esta
iniciativa de Alfonso IX, varios reinos de Europa occidental harán lo mismo, abriéndose así el camino para que
el Tercer Estado participase en las decisiones del gobierno.
8
Cabe destacar a reyes como Felipe Augusto Capeto (1186-1223) [que se enfrentó a su poderoso vasallo (rey de
Inglaterra) y le arrebató sus territorios en Francia, e hizo a París capital del Reino], o Felipe III, que sentó las
bases del gobierno de la monarquía al reunir por vez primera los Estados generales en 1274.
Plantagenet siguió esta senda de fortalecimiento de la autoridad real reformando la
administración británica, dotándola de más unidad. Además, su matrimonio con Leonor de
Aquitania lo convirtió en el rey más poderoso de Europa del momento, ya que además de rey
de Inglaterra controlaba casi toda la Francia atlántica. Tendremos que esperar varios años
(ya que el poder del monarca se debilitará en tiempos de Juan sin Tierra9 hasta la llegada de
Eduardo II (1272-1306), celoso defensor de las prerrogativas reales, pudo recuperar el poder
real evitando roces con el parlamento, además desarrolló una política exterior de expansión
ocupando el Reino de Gales y anexionándose territorios escoceses.

EL ORIGEN DE LOS ESTADOS MODERNOS

La Gran Guerra de la Baja Edad Media: la Guerra de los Cien años (1339-1453)

La causa del estallido de la guerra no es otra que la reivindicación de los derechos a la corona
de Francia por parte del rey de Inglaterra Enrique III. Lógicamente el pueblo francés no quería
a un rey ingles en el trono, de ahí que apoyaran a la candidatura francesa encabezada por
Felipe de Valois. Esta guerra tan duradera tiene como características más notorias, el que no
fuera una guerra aislada, sino que participaron en determinados períodos otros países como
la Corona de Aragón, Castilla o Portugal, y por otra parte que el desarrollo de la guerra estuvo
siempre favorecido por las crisis económicas, la peste y el hambre. Inglaterra (que preparó
bien la batalla desde el primer momento) parecía la clara favorita; fue venciendo en todos los
campos, e incluso el rey de Inglaterra llegó a proclamarse en París como rey de Francia, pero
entonces apareció la figura de Juana de Arco, que apoyando al delfín Carlos (futuro Carlos
VI) expulsaron a los ingleses de Francia.

La consecuencia más importante del conflicto, y la que nos atañe para el tema (a parte de la
evidente crisis económica, de tierra, de población…) es que sólo fue el poder real el único
que salió fortalecido de la guerra, iniciando el camino hacia el Estado moderno. ¿Cómo pasó?,
pues que sin darse cuenta, las medidas que tomaban a causa de la guerra contribuían a
potenciar las monarquías nacionales: surgieron los soldados de oficio (ya que los ejércitos de
los señores feudales no eran suficientes…), incremento de la presión fiscal, justificada por la
guerra y que a la larga fortalecería las finanzas regias…

Las Nuevas Ideas Políticas

Sin duda, es otro factor importante que ayuda a la formación y evolución hacia el Estado
moderno. Como ya comentamos anteriormente, a lo largo de toda la E. Media impera en
Europa la idea política del poder universal (con el emperador y el pontífice), pero como hemos
ido viendo, estos dos poderes entraron en disputas por ver quien prevalecía sobre el otro
(poder temporal/espiritual).El origen de estas disputas deriva de una confusión de base:
ambos poderes afirmaban que su autoridad procedía de Dios (de esto, siempre salía mejor
parada la Iglesia, ya que entendía que su poder estaba por encima del poder civil, llegando
incluso a negar la autonomía de reyes y emperadores). Este panorama confuso, origen de
tantos conflictos va a comenzar a aclararse gracias a la introducción de una serie de nuevas
ideas que van a afirmar la autonomía del poder civil respecto a la Iglesia.

9
Juan sin Tierra concedió la Carta Magna, lo que equilibró las relaciones entre corona y parlamento.
Hablamos por tanto de una nueva Teoría del poder. Ésta, se basaba por una parte en los
escritos de Aristóteles (sobre todo del tomo III “Del Estado y del ciudadano. Teoría de los
gobiernos y de la soberanía, de su magistral obra La Política), donde afirmaba que el Estado
estaba formado por la agrupación de ciudadanos para obtener el bien común y que esto se
conseguía mediante las leyes (que son la expresión de la voluntad de los ciudadanos). Y por
otra parte, también se basaba en la difusión del Derecho Romano. Sobre estas ideas, una
serie de pensadores sentarán las bases de la ciencia política moderna. Así, Santo Tomás de
Aquino afirmará que el hombre como ciudadano debe participar en el gobierno y en la
elaboración de las leyes. También ahondara en la idea de que el rey personifica la voluntad
de los ciudadanos, y sobre todo refuerza el concepto del Estado autónomo, ya que para él,
sus fines son otros a los de la Iglesia (“congregación de hombres”: fines naturales/
“congregación de fieles”: fines espirituales). Marsilio de Padua por su parte introducirá el
concepto de soberanía territorial, según el cual el rey tiene plena autoridad en su reino. En
práctica, esto viene a negar la universalidad de los poderes imperiales (el emperador es un
rey más, sin poderes fuera de su reino) y a la vez provoca el ocaso de las estructuras feudales,
ya que el rey tiene ahora derecho a legislar y juzgar en todo su reino, perdiendo por tanto
sentido los señores feudales. Otra idea renovadora de Marsilio será la afirmación de que la
ley es la expresión de la voluntad popular y que es el pueblo quien la hace, por tanto, el poder
ejecutivo (el rey) es responsable ante ese pueblo.

Naturalmente, los reyes van a aceptar la idea de la autonomía del estado (ganando así la
batalla con la Iglesia) y el concepto de soberanía territorial (negando así el poder imperial),
pero ni por asomo, aceptarán la idea de que el poder procede del pueblo10. No obstante, las
ideas populistas influyeron en la nueva estructura política, por eso, las antiguas instituciones
medievales de órganos consultivos como la Curia, van a sufrir una transformación
apareciendo las asambleas representativas (las Corte, el Parlamento, los Estados Generales,
la Dieta…) donde de algún modo van a participar ciudadanos del reino.

Por último decir, que el peso político de estas instituciones ha generado mucho debate entre
los historiadores. Algunos ven en ellas los precedentes del moderno parlamentarismo, otros
en cambio, estos organismos no tuvieron capacidad legislativa, convirtiéndose en nuevos
portavoces de intereses cerrados y oligárquicos.

El Fortalecimiento Del Poder Real

Al mismo tiempo que en la economía y en la sociedad de la Europa occidental de mediados


del siglo XV se iban produciendo transformaciones11, se producen también cambios en la
forma de organización política, hasta lograr una progresiva centralización del poder por parte
de la monarquía.

A finales del S.XV, con una monarquía consolidada ya como un poder fuerte, podemos
apreciar las características de lo que a ser el Estado Moderno: la centralización del poder
político y su concentración en su rey, ya que era el único que tomaba las decisiones. La
obligación de obediencia al rey por parte de todos los habitantes de su reino (consolidando

10
Esto explica que sigan titulándose “reyes por la gracia de Dios”.
11
La agricultura se fue reconstituyendo pasando de la auto subsistencia a la producción de excedentes con vistas
comerciales. Se desarrolló una economía monetaria, se produce una expansión del comercio y aparece el
laicismo.
ya el concepto de soberanía territorial, lo que irá produciendo sentimientos patrióticos). La
creación y utilización de nuevos instrumentos para asegurar la obediencia al poder
centralizado:

- El Derecho: Fue un instrumento muy eficaz para la formación de los grandes Estados
europeos de finales del S. XV. Los monarcas, a través de los juristas organizaron los sistemas
de leyes necesarios para el gobierno. Frente a la dispersión normativa de la Edad Media, esta
nueva organización va a servir como elemento unificador que favorecerá la centralización del
poder.

- El Ejército: La guerra y el ejército son dos elementos fundamentales en la formación


del Estado Moderno. Recordemos como la guerra de los Cien Años benefició sobre todo el
fortalecimiento del poder real. Se hizo primordial para el Estado la creación de un ejército
permanente (independiente de todo vínculo feudal), un ejército que obedezca las
preeminencias del soberano.

- La Burocracia Administrativa: Era el conjunto de funcionarios que trabajaban bajo las


órdenes del rey y que se fueron especializando en la atención de los problemas del gobierno.
Sus orígenes se sitúan en el S. XV coincidiendo con el fortalecimiento de la monarquía, como
resultado del proceso de centralización política. Según el historiador M. Weber: “El
funcionariado es la piedra angular del Estado Moderno y de la moderna economía”.
El número de funcionarios fue creciendo a medida que el poder real centralizaba la resolución
de todos los asuntos económicos, sociales, judiciales y políticos.

- Los Impuestos: La organización de un sistema general de impuestos sirvió para


integrar la sociedad y el territorio de los nuevos Estados. Se establecieron impuestos
regulares y obligatorios (aunque las clases sociales privilegiadas quedarán exentas del pago
de los impuestos indirectos).

- La Diplomacia: La transformación del universo político supuso la creación de un


sistema de Estados basados en el equilibrio, por eso, comienza a ser necesario el instrumento
de la negociación. De esta forma, la diplomacia sirvió como un conducto de información
política y económica, como instrumento de negociación y como una pieza necesaria en el
desarrollo de las empresas bélicas. La diplomacia perseguía, por medios distintos que la
guerra, los mismos fines de acrecentamiento y definición más precisa del ámbito estatal ante
los mundos exteriores12.

EVOLUCIÓN DE LOS PAÍSES OCCIDENTALES HACIA EL ESTADO MODERNO:


MONARQUÍA vs. NOBLEZA

Durante la guerra de los Cien Años, Francia alcanzará su unidad. Al igual que en la mayoría
de los países occidentales, la monarquía tendrá como único rival a la hora de centralizar el
poder a la alta nobleza, es decir, a los grandes señores. El caso francés no será menos. El
peligro de la monarquía francesa estaba en los grandes señores (Bretaña, Borgoña,
Orleáns…) que pretendían dominar el consejo del rey. Con Luís XI (14611483) se vivió una
larga lucha contra la alta nobleza: negoció, prometió y pagó dinero para desarmar a sus

12
Por ejemplo, la obtención de territorios por medio de alianzas matrimoniales.
enemigos13. Por otra parte extendió sus dominios, arrebatándole parte a Borgoña, incorporó
el Rosellón y Cerdeña (que pertenecían a la Corona de Aragón), compró Montpellier, además,
a través de enlaces matrimoniales integró la mayoría de los antiguos territorios feudales que
todavía quedaban en suelo francés… Por todo ello, podemos afirmar que en 1541 Francia
era ya el Estado más extenso y más unificado de todo el occidente europeo.

Por su parte, Inglaterra, a principios del S. XV estaba dominada por unas 50 familias de lores.
Éstas se aglutinaron más tarde en torno a dos poderosas familias14, los Lancaster, que tenían
como emblema la rosa roja, y los Cork, cuyo emblema era la rosa blanca. Ambas se
enfrentaron en una guerra civil, “la guerra de las dos rosas”, que terminará con la subida al
trono de una nueva dinastía, los Tudor, con Enrique VII (que estaba emparentado con ambas
familias). La única beneficiada de la guerra fue una vez más la monarquía, que con el apoyo
de una burguesía deseosa de paz, supo imponer su autoridad a los nobles.

En cambio, Castilla vivirá uno de los peores momentos de la monarquía con Enrique IV, ya
que en esta época el pulso por el control del poder estará muy reñido entre el rey y la nobleza.
Enrique IV (rey de personalidad débil) consiguió en un primer momento sostener el dominio
monárquico apoyado por la pequeña nobleza. La lucha con la alta nobleza fue tal, que incluso
se llegó al extremo de destronar simbólicamente al rey en lo que se conoció como “la farsa
de Ávila15”.

Finalmente, el problema sucesorio provocará incluso una guerra civil hostigada por dos
secciones nobiliarias claramente definidas, por una parte los que apoyaban a Juana (hija de
Enrique IV) y por otra los que apoyaban a Isabel (hermana de Enrique IV). Definitivamente,
Isabel será coronada reina, lo que quizás no sabían los nobles que la apoyaron es que Isabel
I no iba a estar dispuesta a someterse a las presiones de los nobles. Tras su matrimonio con
Fernando de Aragón y la fuerte personalidad autoritaria de ambos provocará el
establecimiento de una monarquía autoritaria. Con una política inteligente y apoyada por la
Corona de Aragón dominó y apaciguó a la nobleza castellana. Por tanto, los reyes Católicos
lograron controlar el creciente poder de la nobleza formando un Estado con fronteras
perfectamente delimitadas (para contentar a la nobleza, se las “gano” ofreciéndoles cargos
públicos bien remunerados).

Podemos decir, que a finales del S. XV la unión personal de los dos grandes reinos (Castilla
y Aragón) consolidó la unión territorial de los reinos peninsulares y supuso el afianzamiento
de la monarquía autoritaria. Aunque tenemos que dejar bien claro, que el nuevo Estado
creado por los reyes católicos fue una mera asociación dinástica, no una unidad de los reinos.
Ambos reinos tenían los mismos monarcas, pero no había ningún cambio en lo que a
instituciones se refiere en cada uno de ellos.

Por otra parte, aunque la unión de la Corona se consideró una unión entre iguales, la balanza
en lo que a protagonismo se refiere se inclinó en favor de Castilla. ¿Por qué?, pues porque
geográficamente tenía la ventaja de su situación central, y porque su extensión era tres veces
mayor a la de Aragón. Además mantenía una economía muy fuerte gracias a sus riquezas

13
Pagó a los reyes ingleses para que renunciasen definitivamente a la Corona de Francia.
14
Ambas entroncadas con la Dinastía Plantagenet.
15
SORIA E. La Farsa de Ávila. Historia National Geographic. nº 49 (enero), 2008. págs. 20-23.
laneras y a sus vinculaciones atlánticas, sin olvidar que su superioridad demográfica era
aplastante. Por otra parte, las leyes e instituciones de Castilla no obstaculizaban la
centralización del poder en la figura del monarca a diferencia de Aragón, donde la autonomía
de sus Cortes y sus leyes forales eran muy fuertes.

Por estas cuestiones, los reyes católicos fueron conscientes que desde Castilla podrían
articular de forma más perfecta el nuevo Estado. Así pues, por razones naturales, Castilla
tendrá el papel dirigente en la unificación del nuevo Estado, convirtiéndose en el punto de
apoyo de la política de los soberanos. No obstante, aunque la supremacía castellana propició
la expansión de su lengua y su propia cultura… los súbditos de los reyes católicos se
consideraban primero aragoneses o vascos ante que españoles.

Así pues, la unión de las dos coronas fue solamente el comienzo de la unificación de España.
Unificación que pacientemente tratarán de fundar los reyes católicos, para ello, y entre otras
cosas fomentarán los matrimonios de familias de nobles catalanas y castellanas, colocarán a
eclesiásticos castellanos en importantes cargos en Cataluña, y ante todo, supieron ser
pacientes y no enfrentarse a las autonomías de los Reinos de la Corona de Aragón para no
debilitar la unificación (por tanto, aquí no se planteó la batalla de la centralización ya que con
centralizar Castilla sobraba para afirmar el poder estatal, con sólo dos instrumentos: los
impuestos y el ejército). Por otra parte, la unificación religiosa fue también un elemento de
unidad territorial, con la creación de la Inquisición (única institución que funcionaba en los dos
reinos), sin olvidar también la demagógica expulsión de los judíos. También contribuyeron a
la unificación la propia política expansiva, ya que incrementaba el sentimiento de un Estado
unificado con unas fronteras bien delimitadas (toma de Granada, 1492; ocupación de las
canarias, 1496; anexión de Navarra, 1512; conquistas de emplazamientos estratégicos en el
norte de África como Melilla u Orán…) y por supuesto, la política de alianzas matrimoniales,
que garantizaba la estabilidad del nuevo estado.

A diferencia de los Estados occidentales, que a pesar de la crisis consiguieron consolidar su


unidad, el Sacro Imperio Germánico (formado tradicionalmente por Alemania, parte de Italia
y Borgoña) estaba en plena desintegración, ya que los territorios que la componían iban
adquiriendo una progresiva autonomía. Así, la zona suiza se unió formando la Confederación
Helvética. Los Países Bajos se incorporaron a los dominios del Ducado de Borgoña16 y los
grandes príncipes alemanes por su parte iban consolidando su poder en sus territorios frente
a la mermada autoridad del emperador17.

Pero, en el mapa político de la Europa bajomedieval encontramos, además de los poderes


universales y de las monarquías otras formas de organización política. Me refiero a las
ciudades-estado. Aunque en tierras germánicas había ciudades que actuaban con
independencia de los príncipes como la ciudad de Hamburgo, serán en el norte y centro de
Italia donde realmente florecerán con más fuerzas estas ciudades-estado. Estas ciudades
eran bastante grandes y ricas y solían estar organizadas como Repúblicas independientes, y
gobernadas por grandes familias (como los Médici en Florencia). Italia en definitiva,

16
De ahí que Carlos V, al heredar los territorios por parte de su abuela paterna María de Borgoña, obtuviera el
territorio de los Países Bajos, pasando pues, a dominio español.
17
Desde 1438 la Corona imperial recaerá en la familia de los Habsburgo, que harán de Viena la capital de sus
dominios.
presentaba en la baja Edad Media un panorama político rico y diverso, pues a las ciudades-
estado del norte y centro había que añadir los Estados Pontifícios y el Reino de Nápoles. No
es extraño por tanto, que de allí salieran algunos de los pensadores más lúcidos en el campo
de la teoría política (Marsilio de Papua, o el propio Maquiavelo). No obstante, tenemos que
decir, que estas ciudades (Venecia, Génova…) que habían constituido el motor económico
de la Edad media y que sin duda seguirían manifestando un nivel cultural importante, estaban
destinadas o condenadas en un futuro inmediato a quedar relegadas a un segundo orden ya
que no tenían posibilidades de convertirse en los Estados Modernos que comenzaba a
florecer. Y es que tenemos que ser conscientes que en el mundo nuevo que se estaba
creando había que hacer frente a toda una serie de obligaciones que desbordaban la
capacidad de cualquier ciudad-estado, por muy rica que fuera esta. Hablamos de
embajadores, gastos militares, funcionarios…. Gastos que ya de por sí son difíciles de
mantener para los grandes Estados que se han ido construyendo (Francia, Castilla,
Inglaterra…) cuanto más para una ciudad-estado.

CONCLUSIONES

Acabada la guerra de los Cien Años, la mayor parte de los países europeos se enfrentaron a
un problema común: la pugna por el poder entre la nobleza y la monarquía. Estas luchas casi
siempre terminaron con el triunfo del poder real. A finales del S: XV la monarquía se consolidó
como un poder fuerte frente a la nobleza.

Otro punto que no debemos olvidar es que el desarrollo del Estado y de la monarquía se inicia
a mediados del S. XV, entendiendo que el Estado nace como oposición al feudo y el monarca
como oposición al poder feudal. El Estado no crea a la nación, más bien crece, se transforma
y realiza con ella. Pero esto sucede cuando los soberanos saben y pueden encauzar las
aspiraciones del grupo social que sustenta al Estado (recordemos que los poderes del
monarca estaban limitados: respetar privilegios, las costumbres nacionales…)

En realidad, el Estado Moderno se desarrolló donde existe cierto sentido de una comunidad
más amplia, la comunidad del país entero; y ello fue siempre resultado de una monarquía
excepcionalmente fuerte, que había impuesto enseguida una autoridad efectiva sobre todos
sus rivales18. El Estado pues, nace y se desarrolla donde el soberano está en condiciones de
llevar a cabo esta tendencia existente en el ambiente de realizar una unidad. Esta unidad
estatal sin embargo, es más precaria de lo que se suele considerar, ya que el desarrollo de
una conciencia nacional irá contribuyendo muy lentamente a lo largo de los siglos XVI-XVII
a formar la unidad estatal.

Aparte de estos Estados Modernos, en otros países como Polonia o Dinamarca se


conservará el poder bajo cierta forma electiva, lo que provocará que su avance hacia la
creación del Estado Moderno sea más lento, ya que tendrán más dificultades para fortalecer
y reestructurar el sistema político bajo el poder de la monarquía.

18
Hay que entender que para las personas de la época el concepto de Estado era un ente demasiado vago como
para suscitar lealtad.
En definitiva, muchos historiadores debaten sobre el desarrollo del Estado Moderno, sobre
cuándo podemos hablar ya de una monarquía absoluta, de un poder verdaderamente
centralizado, de un sentimiento nacional, etc.…
Realmente, para hablar de un Estado Moderno bien desarrollado tiene que cumplir a mi juicio
dos elementos básicos: el tener ya una monarquía autoritaria/absoluta con un gran poder y el
que se asimile la conciencia colectiva de Estado por parte de toda la población. Algunos
autores hablan de que la monarquía absoluta se consigue a finales del siglo XVI, pero parece
que es demasiado prematuro. Recordamos que en el S. XVI todavía es fuerte el peso de los
llamados “poderes intermedios”. Cada ciudad, condado o estamento deseaban mantener sus
franquicias y el respeto por parte del soberano. Además la lentitud de las comunicaciones
favorecía la autonomía de las regiones apartadas. Incluso hablar de un ejército permanente
en el S: XVI es cuestionable. Por todo ello, el soberano tenía en la práctica mayor limitación
a su poder de lo que se viene considerando con frecuencia.

Por último destacar los cuatro elementos básicos para que un Estado pueda considerarse
verdaderamente moderno:

1. Una cierta entidad territorial


2. El establecimiento de un poder central suficientemente fuerte
3. Supresión o al menos drástica reducción del antiguo poder feudal
4. La creación de una infraestructura suficientemente sólida: burocracia, finanzas,
ejércitos, diplomacia…

BIBLIOGRAFÍA

CLARAMOUNT, S. E, PORTELA, M. GONZÁLEZ Y E. MITRE: Historia de la


Edad Media. Ariel. 2 ed., 2004.
FABRO, Cornelio: Introducción al Tomismo. Rialp. 2 ed., 1999.
FOSSIER, R.: La Edad Media. 3º volumen. Crítica, 1988.
GARCÍA DE CORTÁZAR, M.A.: La Época Medieval. Alianza, 1988.
HUIZINGA, J.: El Otoño de la Edad Media. Alianza, 1985.
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PÉREZ-PENEDES, J.M.: Instituciones Medievales. Síntesis, 1997.
STRAYER, J.R.: Sobre los Orígenes Medievales del Estado Moderno. Ariel, 1981.
2. LA EDAD MODERNA19

Históricamente se conoce como una de las etapas en la que se divide tradicionalmente la


historia, extendiéndose desde la toma de Constantinopla por los turcos en el año 1453 hasta
el inicio de la Revolución Francesa en el año 1789. Otros historiadores fijan como fecha de
inicio e l descubrimiento de América en1492, o el inicio de la Reforma Protestante en 1517.

En este periodo destacan la invención de la imprenta, los grandes descubrimientos


geográficos como el descubrimiento de América, el Renacimiento, la Reforma Protestante, la
Contrarreforma Política, etc.

Conforme transcurrían los años, las ciudades fueron creciendo, y es así como durante el
período medieval, ya en el siglo XV, Europa presentaba un gran desarrollo urbano.

También con el crecimiento de las ciudades se produjo un cambio en el sistema económico:


la economía feudal dio paso a los primeros indicios del sistema capitalista.

Obviamente el desarrollo comercial del Mediterráneo y el crecimiento de la actividad industrial


fueron aprovechados por la burguesía, la clase social que estaba creciendo junto con las
ciudades.

Respectivamente toda esta actividad condujo a la necesidad de buscar nuevas tierras donde
conseguir las materias primas necesarias para fabricar los productos. Además, significó la
apertura de nuevos mercados donde venderlos.

Durante esta época, el comercio mediterráneo estaba bloqueado por los turcos, y todos los
progresos logrados con las técnicas de navegación, impulsaron a los hombres del siglo XV a
las exploraciones de ultramar.

España y Portugal

Desde principios del siglo XV, Portugal exploró las costas africanas para buscar una ruta
hacia India, pero sólo en 1487 Bartolomé Díaz descubrió el cabo de Buena Esperanza, y en
1498 la expedición de Vasco de Gama llegó a la ciudad de Calicut. Estos hitos van a
consolidar la presencia portuguesa en el Océano Indico y van a transformar a Lisboa en
centro de comercio de las especies.

España, por su parte, obtuvo un gran éxito cuando la primera expedición de Cristóbal Colón
descubrió América. Este triunfo se debió al esfuerzo personal de Colón, y al apoyo oficial de
los Reyes Católicos. La idea de Colón era llegar a las costas orientales de Asia, pero estaba
equivocado en el cálculo de la distancia que separaba a Europa de estas tierras, razón por la
cual pensó que era India el territorio al que había llegado, cuando realmente era América.

El día 3 de agosto de 1492, Colón partió del puerto de Palos con tres carabelas: la Pinta, la
Niña y la Santa María. Realizó una escala en las islas Canarias para aprovisionarse de agua
y alimentos, y después de mucho navegar llegó, el día 12 de octubre, a la isla de Guanahani,
que bautizó como San Salvador.

Nuevas tierras a la vista

19
Texto extraído de la Enciclopedia Ilustrada On Line Proyecto Salón Hogar, Época Moderna.
http://www.proyectosalonhogar.com/Enciclopedia_Ilustrada/Edad_Moderna/EM1.htm
Desde el descubrimiento de América en 1492, hasta la primera vuelta al mundo en 1522, los
conocimientos geográficos sobre la Tierra avanzaron muchísimo.

- Cerca del año 1500 se descubrió el golfo del Darién, la costa de Venezuela, las Antillas y
las costas de Brasil.

- En el año 1500, con la expedición portuguesa de Pedro Alvares Cabral al Brasil, se consideró
este territorio como propiedad de la corona de Portugal.

- En 1513, Vasco Núñez de Balboa descubrió el Mar del Sur, Océano Pacífico, confirmándose
que América era un nuevo continente.

- Entre los años 1519 - 1522 se realiza la primera vuelta al mundo, realizada por Hernando
de Magallanes, y que finaliza Sebastián Elcano, debido a la muerte del primero. Con este
viaje se confirma la redondez de la Tierra y se descubre el paso que une el Océano Atlántico
y el Pacífico en América del Sur, llamado, posteriormente, Estrecho de Magallanes.

Consecuencias.

El impacto que el descubrimiento de América significó para el mundo fue grande: las
consecuencias demográficas, económicas y culturales se dejaron sentir inmediatamente:

- Demográficas: la emigración o traslado de población europea hacia las colonias americanas,


la mezcla entre la raza nativa y la europea (mestizaje racial), el tráfico de esclavos negros y
el intercambio continental de epidemias que hizo disminuir la población indígena americana.

-Económicas: se desplazó la actividad económica desde el Mediterráneo hacia el Atlántico.


El hallazgo de numerosos yacimientos de metales preciosos en América, fomentó la
tendencia al atesoramiento de oro. El intercambio de productos entre los dos continentes
provocó que en América se conocieran el trigo, el café, la caña de azúcar y el olivo, Europa
recibió de América el cultivo del maíz, el cacao y la papa.

-Culturales: los pueblos europeos trajeron a América su forma de pensar, valores, idioma,
religión, arte y sentido del derecho, entre otros aspectos.

Formación del Estado Moderno

El período conocido como Época Moderna significó para Europa importantes cambios en su
ordenamiento político. El fenómeno más destacado fue el surgimiento del Estado Moderno:
un territorio con fronteras determinadas, un gobierno común y un sentimiento de identificación
cultural y nacional de sus habitantes.

Los reyes fueron quienes iniciaron este proceso a lo largo de los siglos XIV y XV. Interesados
en concentrar el poder en su persona, debieron negociar con los señores feudales, quienes
cedieron sus derechos individuales sobre sus feudos, a cambio de una serie de privilegios.
Los que no estuvieron dispuestos a transar, fueron sometidos a través de violentas guerras.
Para éstas, los reyes contaron con el apoyo de los burgueses, a quienes les interesaba dejar
de depender del señor feudal. De este modo, el concepto feudal de lealtad fue reemplazado
por los de autoridad y obediencia, propios de un Estado con poder centralizado.

En el siglo XVII, el poder político de los monarcas se fortaleció hasta eliminar cualquier
representatividad, dando lugar a las monarquías absolutas.
La monarquía constituyó un estado moderno sobre la base de una dirección fuerte, contando
con los medios para sostenerla. Con esto, el rey consiguió la resignación de la sociedad, a
cambio de un cierto orden y progreso.

Uno de los más claros ejemplos del absolutismo fue Francia. Durante el siglo XVII, este país
se convirtió en la mayor potencia europea, después de consolidar sus fronteras, gracias a
innumerables guerras con los países vecinos. El rey Luis XIV (1643-1715) fue la mejor
personificación de la imagen del monarca absoluto. A él se atribuye la frase: "El Estado soy
yo".

El Renacimiento

Se conoce como Renacimiento al gran movimiento de renovación que se produjo en Europa


durante los siglos XV y XVI. Este movimiento hizo que se replantearan muchas de las ideas
que perduraron durante el mundo medieval. Se extendió la actitud crítica, la observación de
la naturaleza, la experimentación científica y se alcanzaron notables avances técnicos, así
como una extraordinaria expansión de las artes.

Italia fue el lugar donde surgió el proceso renacentista. Sin embargo, el Renacimiento se
convirtió en un fenómeno europeo que potenció y difundió las grandes conquistas de la cultura
clásica, como la forma de pensar, el idioma y el arte del mundo greco-romano.

En lo que se refiere al arte, muchos son los artistas que destacaron en este período, sobre
todo pintores y escultores: Botticelli, Miguel Ángel, Rafael, Durero, El Greco. Pero fue
Leonardo da Vinci quien con mayor fuerza representó el espíritu renacentista. En él se
mezclan la curiosidad científica y la inclinación al arte. Leonardo diseñó máquinas muy
ingeniosas para su época, como lo muestran sus bocetos de helicópteros. Realizó estudios
de anatomía, y se consagró como pintor.

El aspecto intelectual del Renacimiento se conoció con el nombre de Humanismo. Éste


contenía el conjunto de ideas que desarrollaron los escritores de esa época. Durante este
período, se reafirma el valor del hombre y se lo considera como el protagonista de la historia,
exaltándose la idea del individualismo. Una de las características de este movimiento, fue el
estudio de la Antigüedad Clásica, especialmente de los idiomas griego y latín. Entre los
grandes humanistas destacan Erasmo de Rotterdam (1469-1536), que influyó en casi todos
los pensadores y políticos de su época. Por otro lado, gracias a la invención de la imprenta,
fue posible la difusión amplia y rápida de las nuevas ideas e inventos.

Durante el Renacimiento se inició la ciencia moderna, que se basó en la observación y la


experimentación. A los grandes avances en el conocimiento de la geografía y la cartografía,
proyecciones de Mercator, le siguieron los de la medicina, descubrimiento de la circulación
de la sangre por Miguel Servet. Pero fue Copérnico quien hizo uno de los más grandes
descubrimientos, la teoría heliocéntrica: según la cual el Sol y no la Tierra, era el centro del
universo.

Globo terráqueo elaborado por Martín Behaim, en 1492, considerado el más antiguo. En él
figuran todos los conocimientos geográficos antes del Descubrimiento de América.

La Crisis Religiosa

Los vientos de modernidad no sólo trajeron cambios a nivel político y económico. La crisis
que sufrió la Iglesia Católica en el siglo XVI fue uno de los acontecimientos relevantes del
período, que posteriormente se llamó Reforma.
Este proceso dividió a la Iglesia entre católicos y protestantes. Las razones que explican la
división del catolicismo son numerosas.

En el aspecto político, el desarrollo del sentimiento nacional y soberano hizo que los Estados
se rebelaran contra la autoridad del Papa. El motivo era la profunda crisis moral que afectaba
a la Iglesia: venta de indulgencias, la simonía (compraventa de situaciones de orden espiritual
o religioso), el incumplimiento de los votos sacerdotales, los abusos de poder, etcétera.

En el ámbito económico, las extensas tierras que estaban en poder de la Iglesia y los
impuestos que cobraba en cada rincón de Europa, fueron motivos suficientes para que los
Estados nacientes buscaran desligarse de estas obligaciones tributarias, y pretendieran
anexar al territorio nacional los dominios eclesiásticos.

Quien inició el proceso de ruptura definitiva con la Iglesia Católica fue el monje alemán Martín
Lutero (1483-1546). Muy molesto por la venta de indulgencias en Wittemberg, pueblo donde
enseñaba en una Universidad, Lutero redactó 95 razones, las 95 tesis, con las que acusó a
la Iglesia de corrupta. El Papa León X lo excomulgó, pues Lutero se negó a arrepentirse de
sus acusaciones.

Los príncipes alemanes apoyaron al monje, puesto que en la lucha del sacerdote, vieron la
posibilidad de desligarse del dominio de la Iglesia. Rápidamente, los seguidores de Lutero
aumentaron, y surgió la nueva doctrina.

El luteranismo eliminó algunos sacramentos, negó la adoración a los santos, suprimió el latín
como idioma oficial de la Iglesia Católica y desconoció la autoridad del Papa como máximo
representante de Dios en la Tierra.

En otros países, las ideas protestantes se difundieron rápidamente; en Suiza, Juan Calvino
dio origen al Calvinismo; y en Inglaterra, el rey Enrique VIII se separó de la Iglesia Católica y
formuló una nueva religión, el Anglicanismo.

Después de este duro golpe, la Iglesia Católica determinó hacer una profunda revisión interna.
Para ello, convocó a un Concilio en la ciudad de Trento, el que se inició en 1545. Tras esta
reunión, que duró varios años, la Iglesia definió su doctrina:

 Validez de la autoridad del Papa,


 El celibato eclesiástico,
 La devoción a los santos,
 Ratificó la validez de los sacramentos, etcétera.

A este movimiento católico se le llamó Contrarreforma.

Como consecuencia de la división de la fe, estallaron guerras en todo el continente. Las


llamadas Guerras de Religión se extendieron por más de cuarenta años, enfrentándose
católicos y protestantes con una violencia, que sólo se justificaba por el afán de poder político,
y por la defensa cerrada de la fe de cada uno de los bandos.

Concilio de Trento

El tremendo revuelo que habían provocado las acciones de Lutero, Calvino, los Anglicanos y
los Presbiterianos, motivó una reacción de la Iglesia Católica, que tomó una serie de
iniciativas con el propósito de combatir la Reforma.
La principal de ellas consistió en la convocatoria de un concilio ecuménico que con muchos
altibajos se realizó en la ciudad italiana de Trento.

El renacer del Humanismo

A fines de la Edad Media se desarrolló lentamente un movimiento que retornaba a los


antiguos conocimientos y artes clásicos de Roma y Grecia. Esta corriente, originada en Italia,
que abarcó la mayor parte de Europa y que tuvo grandes genios que la representaron fiel y
magníficamente en sus obras, se llamó Renacimiento, y su principal fundamento filosófico fue
el Humanismo, al focalizar al hombre en el centro de todas las cosas. Esta tendencia,
extendida en los siglos XV y XVI, significó un cambio en todos los aspectos de la vida de la
sociedad europea y fue la puerta de entrada a la Edad Moderna.

¿Por qué surgió el Renacimiento?

No hay que dejarse engañar por la palabra renacimiento, en el sentido de que antes de ese
período las artes estaban poco desarrolladas o que no existían, y que después se produjo
una repentina resurrección. La Edad Media había tenido su arte original, el arte ojival en la
arquitectura. Del siglo XIII al XIV se construyeron grandes monumentos, como las catedrales
francesas, que Europa entera imitó y que el Renacimiento no tuvo bastante poder para
hacerlas mejores aún. Ese grado de perfección al que habían llegado las artes, principalmente
en los siglos XIV y XV, motivaron a describir esos siglos como los precursores del
Renacimiento.

El Renacimiento es el renacimiento de la antigüedad clásica, el regreso a las tradiciones


griegas y romanas. Las obras de la época grecorromana eran desconocidas hasta entonces
y abrieron a los artistas nuevas fuentes de inspiración. Otro factor que se sumó a crear este
caldo de cultivo para el Renacimiento, fue la invención de la imprenta, que permitió la difusión
rápida y casi universal de sus ideas y conocimientos.

Los últimos elementos decisivos en la gestación y apogeo de este movimiento fueron el


desarrollo general de la riqueza en ciudades claves en la gestación del Renacimiento (que en
esa época eran verdaderos estados aparte), como Florencia y Venecia, y la protección y
los estímulos dados en todos los países a las artes por poderosos personajes llamados
mecenas, que frecuentemente eran los mismos jefes de los Estados o los príncipes, papas y
reyes.

También se produjo un cambio en las ideas. En la Edad Media, los hombres habían pensado
más en el cielo que en la Tierra. Sometidos a la doctrina de la Iglesia católica, habían
aceptado el lugar que el nacimiento y la tradición les habían impuesto en la sociedad.

Pero en el Renacimiento se entregaron a los goces de este mundo, se apropiaron del derecho
a expresar sus ideas personales sobre la vida y la verdad, y lucharon por el poder y la gloria.
Surgió un fuerte individualismo y nació un nuevo concepto de la libertad.

La divulgación de la Biblia

La otra causa del movimiento de la Reforma fue la difusión de la Biblia, que puso los
Evangelios, fuente misma de la doctrina cristiana, al alcance de todos. Entre 1457 y 1518 se
habían publicado más de cuatrocientas ediciones de este libro.
Era la palabra misma de Cristo enviada a los cristianos. Pero esta palabra hablaba de la
renuncia a los bienes de este mundo, de la pobreza y la humildad; ella hacía aparecer más
escandaloso aún el orgullo y el lujo de los príncipes eclesiásticos; ella debía hacer aún más
vivo el deseo de una reforma que, según el lenguaje de aquel tiempo, condujera a la Iglesia
a su simplicidad primitiva.

El conocimiento de los Evangelios tuvo en algunos otra consecuencia, la más grave de todas.
Para comprenderla es preciso recordar que la organización de la Iglesia católica y sus
dogmas, es decir, el conjunto de las creencias profesadas por sus fieles, reposan ante todo
sobre los Evangelios, y después sobre las tradiciones, las interpretaciones y las decisiones
de los papas y de los concilios. Algunos en el siglo XVI pensaron que, puesto que se tenía en
los Evangelios la palabra del mismo Dios, era preciso atenerse a ella: las tradiciones y las
interpretaciones, solo obras de los hombres, no tenían a sus ojos valor algunos. Por lo menos,
las interpretaciones de los papas y de los concilios no tenían ya más valor que el que pudiera
tener la interpretación de un fiel cualquiera, y cada uno podía interpretar la Escritura Santa
según su conciencia. Esta fue la teoría de Martín Lutero y después de Juan Calvino, y esta
fue la teoría que provocó la ruptura de la unidad cristiana.

Los precursores de la Reforma

Tal como el Renacimiento, la Reforma tuvo sus precursores. La gran revolución del siglo XVI
no fue un hecho nuevo y sin precedentes; fue la conclusión o el término de una larga historia.
Los escándalos del Gran Cisma en el siglo XIV habían turbado profundamente a las almas
piadosas. Durante cincuenta años, desde 1378 a 1417, Europa se había encontrado dividida
y disputada entre dos papas, y en ciertos momentos existieron hasta tres. Entonces
aparecieron reformadores como Juan Wyclif (1324-1384) en Inglaterra, y Juan Hus (1369-
1415) en Bohemia (actual República Checa). Ambos querían lo que quisieron los
reformadores del siglo XVI, o sea, conducir la Iglesia a su simplicidad primitiva y atenerse
estrechamente a la palabra de Dios tal como estaba escrita en los Evangelios. Pero los
discípulos de Wyclif, los “sacerdotes pobres” o lolardos, fueron exterminados, y Juan Hus,
muerto en una hoguera, no tuvo partidarios -los husitas- más que en Bohemia. A Wyclif no se
le ahorró una afrenta póstuma: por orden del concilio de Constanza, treinta y un años después
de muerto sus restos fueron exhumados (sacados de la tumba) y tirados a un arroyo, a la vez
que eran entregados a las llamas todos sus escritos.

En el seno de la misma Iglesia hubo, a principios del siglo XV, un poderoso movimiento de
reforma dirigido por doctores de la Universidad de París, que era entonces la mayor escuela
de teología del mundo. La impotencia en que se encontraba el papado les inspiró la idea de
subordinarlo a la autoridad de los Concilios, es decir, de transformar la Iglesia, de monarquía
absoluta, en una especie de monarquía constitucional; los concilios debían forzar en seguida
a los papas a reformar los abusos. Esta es la doctrina que los doctores parisienses ensayaron
hacer triunfar en los concilios ecuménicos; el concilio de Constanza (1414-1417) y el concilio
de Basilea (1431-1443); pero no consiguieron su objetivo. Los papas consiguieron
desembarazarse de los concilios, permanecer dueños de la Iglesia y no hacer ninguna
reforma. Pero esta larga crisis había debilitado su autoridad, hecho vacilar la Iglesia y la
cristiandad, y por esta razón preparado el camino para la revolución del siglo XVI.

El Gran Cisma

Se llama así a la disensión surgida en la Iglesia católica entre 1378 y 1417, y durante la cual
hubo varios papas a la vez, residiendo unos en Roma y otros en Aviñón (Francia). El concilio
de Constanza (1415) y la elección de Martín V (1417) pusieron fin a este cisma. Es conocido
también como Cisma de Occidente, para diferenciarlo del Cisma de Oriente, consumado a
mediados del siglo XI.
Martín Lutero

Lutero nació en Sajonia (territorio del Sacro Imperio), en 1483, el mayor de siete hermanos,
hijos de un pobre leñador, anticlerical pero supersticioso. Cuando empezó sus estudios, tuvo
que cantar y mendigar de puerta en puerta para poder vivir, como muchos estudiantes de su
tiempo. Después, una persona caritativa le dio una pensión en la universidad de Erfurth
(Turingia), donde estudió latín, algo de griego y hebreo, filosofía y teología.

Tenía 22 años cuando, estando de paseo, fue sorprendido por una tempestad, y un rayo mató
a su lado a uno de sus compañeros. Asustado, Lutero hizo voto de hacerse fraile si escapaba.
Poco después (17 de julio de 1505) entraba en el convento de los agustinos en la misma
ciudad de Erfurth. Luego de recibir las órdenes sacerdotales, fue destinado al monasterio de
la ciudad de Wittenberg, en cuya universidad asumió la cátedra de teología.

El negocio de las indulgencias

En 1511 Lutero fue enviado a Roma, quedando profundamente trastornado por el lujo de la
corte pontifical y el relajamiento del clero italiano. Algunos años después, no teniendo el papa
León X dinero para continuar la construcción de la basílica de San Pedro (en la que ya se
habían gastado cerca de 70 millones de dólares actuales), decidió conseguirlo haciendo
vender indulgencias por toda la cristiandad. Se llama indulgencia (o perdón) a la facultad dada
a los fieles de redimirse (librarse), mediante una limosna, de las penitencias en que habían
incurrido por su pecados. En este caso, se podían redimir dando dicha limosna para la
construcción de la basílica de San Pedro; el efecto de las indulgencias podía aplicarse tanto
a los vivos como a las almas de los difuntos castigados por Dios en el purgatorio. La
predicación de las indulgencias en Alemania fue confiada a Johann Tetzel, fraile dominico.

En 1517, Lutero se reveló contra el abuso de las indulgencias y la manera de venderlas. El


ataque fue tanto más violento, cuanto que la congregación de los dominicos era rival de los
agustinos. Advertido el papa, no vio en aquello más que una simple “querella de monjes”.
Lutero no renegaba de su sumisión al papa y hacía alarde de su voluntad de obedecerle;
pero, al mismo tiempo, redoblaba sus críticas contra la organización de la Iglesia, y, yendo
aún más lejos, atacaba también a los dogmas. Proclamaba que el Evangelio debía ser la
única ley, que para salvarse bastaba con tener fe en Jesucristo, y que las obras -es decir, los
ayunos y mortificaciones- no servían de nada; tampoco la mediación de la Iglesia. Por último,
no admitía más que tres sacramentos: el bautismo, la comunión y la penitencia. Entonces el
papa le excomulgó. El día que recibió la bula (documento papal) de excomunión, Lutero
reunió a todos los estudiantes en la plaza de la iglesia de Wittenberg, y delante de ellos arrojó
la bula en una hoguera. La ruptura con el papa fue desde entonces definitiva (20 de diciembre
de 1520).

Condenación de Lutero

El conflicto entre Lutero y el papado se desencadenó poco después de que Carlos I de


España fuera elegido Emperador del Sacro Imperio (1519), asumiendo con el nombre de
Carlos V. La querella le inquietaba: primero, porque era católico ferviente; segundo, porque
toda Alemania estaba interesada en ella; y tercero, porque antes de su elección había
prometido a los electores que no permitiría que se condenara a ningún alemán sin ser
sometido a un juicio imparcial. Existía, entonces, el riesgo de que resultara una causa de
división en un Estado ya muy dividido, y de que arruinara la autoridad imperial. De aquí que,
“para lavarse las manos” -según ciertos historiadores-, citara a Lutero a comparecer ante la
reunión de los representantes del Imperio, la dieta, convocada en la ciudad de Worms (oeste
de Alemania). Lutero acudió, protegido contra todo arresto por un salvoconducto de Carlos
V. Se le pidió que se retractase (que renegase de sus ideas), pero se negó con firmeza,
“porque, dijo, no es bueno para el cristiano hablar contra su conciencia”. Entonces, la dieta lo
condenó (mayo de 1521). Luego de esta sentencia, Lutero podía ser arrestado y conducido
a la hoguera en cuanto expirara su salvoconducto. De aquí que, al dejar Worms, algunos
caballeros enviados por el elector Federico de Sajonia -uno de sus protectores-, lo rescataran
y trasladaran en secreto al castillo de Wartburgo (Turingia). Allí permaneció oculto como un
año, tiempo durante el cual tradujo la Biblia al alemán. Esta versión tuvo una gran popularidad,
porque, a diferencia de las traducciones anteriores, estaba escrita en alemán común, por lo
que era clara e inteligible para todos; fue el primer modelo del alemán moderno.

Las secularizaciones

Desde que Lutero entró en conflicto con el papa, no cesó de buscar aliados. Había publicado
una Carta abierta a la nobleza cristiana de la nación alemana en la que indicaba que, para
conducir a la Iglesia a su pureza primitiva, era preciso quitarle sus riquezas, apoderarse de
los bienes eclesiásticos y secularizarlos, es decir, aplicarlos a los usos laicos. Así esperaba
obtener -y obtuvo- el apoyo de un gran número de príncipes.

Pero este llamado también fue oído por las clases necesitadas. En 1522 los nobles más
pobres -los caballeros- se arrojaron sobre las tierras del arzobispo de Tréveris, siendo
derrotados por la alta nobleza. La agitación ganó enseguida a los campesinos (guerra de los
campesinos, 1525-1526); pero recibió la enfurecida condenación de Lutero, “porque -decía-
los súbditos no deben jamás sublevarse, aunque los superiores sean malos e injustos”. El
saldo de esta guerra social fue la muerte de unos 130 mil campesinos, cuya derrota prolongó
su condición de siervos durante casi tres siglos.

Los grandes señores hicieron con entera libertad lo que se había impedido por la fuerza a los
caballeros y a los campesinos. Los electores de Sajonia, de Brandemburgo y del Palatinado
secularizaron los bienes de la Iglesia enclavados en sus dominios Pero la más célebre de las
secularizaciones la llevó a efecto Alberto de Brandemburgo, gran maestre de los Caballeros
Teutónicos u Orden Germana, fuera de Alemania: se apoderó de los bienes de la Orden, de
la que era el jefe electo, y los transformó en un ducado hereditario, el ducado de Prusia,
primer núcleo del reino del mismo nombre.

La Dieta

El Sacro Imperio Romano fue un organismo político que abrazó la mayor parte de Europa
central desde el año 962 hasta 1806. Se le llamaba romano porque pretendía ser la
continuación de la Roma imperial: y sacro porque originalmente pretendía una soberanía
sobre toda la cristiandad.
La dieta (en alemán: Reichstag) del Sacro Imperio Romano era una asamblea deliberativa o
legislativa convocada irregularmente. El emperador Carlos V la organizó en tres cuerpos:
electores, príncipes y representantes de las ciudades imperiales. Teóricamente, el jefe del
Sacro Imperio Romano era elegido por los electores. En un comienzo fueron siete, pero con
el tiempo su número subió hasta nueve.
La confesión de Augsburgo

Cuando Lutero salió de Wartburgo, el número de sus partidarios había crecido tanto que se
hizo imposible ejecutar la sentencia dictada contra él; muchos señores, y de los más
poderosos -como los electores de Sajonia y de Brandemburgo-, habían adoptado sus
doctrinas. Por otra parte, la guerra entre Francisco I, rey de Francia, y Carlos V, por problemas
territoriales, no dejaba a este último la libertad de obrar.
Pero después de firmada la Paz de Cambrai o Paz de las Damas (negociada por la tía del
emperador y la madre de Francisco I), que puso término al conflicto, reunió la dieta en la
ciudad alemana de Espira, donde se decidió que se toleraría la nueva doctrina, llamada
luteranismo, del nombre de su fundador, donde quiera que estuviese ya establecida, pero que
no podría extenderse hacia otras partes (1529).

Cinco príncipes y catorce ciudades protestaron contra esta decisión, y de aquí el nombre
de protestantes dado desde entonces a los partidarios de las nuevas doctrinas, separados de
la Iglesia católica.

Al año siguiente Carlos V intentó atraer, por conciliación, a los protestantes al catolicismo. Se
reunió la dieta en la ciudad de Augsburgo (1530) para buscar un medio de entenderse y,
aunque la tentativa fracasó, tuvo dos resultados importantísimos.

En primer lugar, en vista de las discusiones que se iban a producir en la dieta, los luteranos
se vieron obligados a precisar y definir mejor su doctrina. Lutero dejó a Melanchton, el más
moderado de sus discípulos y partidario determinado de la conciliación, el cuidado de la
redacción de la profesión de fe luterana. Esta profesión de fe, en veintiocho artículos, es
la Confesión de Augsburgo, o sea el Credo de la primera iglesia reformada.

Por otra parte, como esta dieta renovó las condenaciones pronunciadas en Worms contra
Lutero, sus doctrinas y sus adherentes, para defenderse los protestantes se vieron obligados
a constituirse en un partido político, y se ligaron en la localidad de Esmalcalda (Turingia,
1531). La formación de la liga de Esmalcalda dividió en imperio en dos partidos: este fue el
primero de los grandes resultados políticos de la Reforma luterana. El segundo resultado se
produjo diez y seis años después de la formación de la liga: una guerra civil y religiosa.
Ocupado otra vez en la guerra contra Francisco I y contra los turcos, Carlos V había tenido
que dejar para más tarde la ejecución de las sentencias pronunciadas en la dieta de
Augsburgo; así es que no atacó a los coaligados de Esmalcalda sino en 1546, cuando Lutero
acababa de morir. El ejército protestante fue destrozado en el pueblo de Mühlbergh (1547), y
los principales jefes reformados hechos prisioneros. Pero la liga se reconstituyó, se alió con
el rey de Francia Enrique II, la lucha se reinició, y Carlos V estuvo a punto de ser apresado
en Innsbruck (1552). Tres años más tarde el Emperador pensó en abdicar, y antes de hacerlo
trató de dar la paz religiosa a Alemania. En 1555, en la dieta de Augsburgo, concedió a los
príncipes luteranos la libertad de culto, reconociéndoles, además, la propiedad definitiva de
las tierras que habían secularizado, es decir, tomado a la Iglesia. Pero las secularizaciones
quedaban prohibidas para el futuro.

La paz de Augsburgo no estableció la libertad religiosa en Alemania. Permitió a los príncipes


luteranos, tanto como a los príncipes católicos, imponer su religión a sus súbditos.

Juan Calvino

Mientras que una parte de Alemania y otros Estados, como los reinos escandinavos,
adoptaban la Reforma de Lutero, una reforma más radical se predicaba por el francés Juan
Calvino, y se aplicaba por primera vez en Suiza, en Ginebra.

Calvino había nacido en la ciudad francesa de Noyón, en 1509. Estudió literaturas clásicas y
teología, pero no fue sacerdote. La lectura de unos sermones de Lutero lo conquistó a las
nuevas ideas religiosas. Pero en vez de ser un seguidor cualquiera, concibió un sistema
personal de teología, dentro del marco del protestantismo. En 1553, como Francisco I
empezase a perseguir a los reformados, huyó de París, y se refugió en Basilea (Suiza). Allí
fue donde concluyó y publicó su célebre obra Sistema de la religión cristiana, dedicada a
Francisco I.
El rasgo más importante y característico del calvinismo es su concepto extremado y rígido de
la predestinación. Según él, desde la eternidad, desde antes de la creación del mundo, Dios
eligió, por su gracia y amor, a un cierto número de sus criaturas para salvarse; nada, ni
pecados repetidos, ni esfuerzos heroicos hacia la virtud, podría jamás modificar esta voluntad
divina. Calvino no admitía más que dos sacramentos: el bautismo y la comunión. Suprimía
todas las ceremonias del culto, el altar, el crucifijo y toda jerarquía entre los sacerdotes -él
decía los pastores o los ministros-, elegidos por los fieles y encargados de decir las oraciones
y de predicar.

Calvino en Ginebra

De Basilea, Calvino fue llamado a Ginebra para enseñar allí teología. Tenía entonces
veintiséis años y un carácter autoritario, áspero e inflexible. Trató de imponer sus creencias
a los ginebrinos y reformar tanto sus costumbres como su culto. Los ginebrinos lo expulsaron
al cabo de dos años. Pero los partidarios de sus doctrinas obtuvieron que fuese vuelto a
llamar en 1541. Desde entonces fue el dueño de Ginebra, y reinó allí como un tirano. Duro
consigo mismo, fue duro con los demás. Según él, era preciso procurar la salvación de los
ginebrinos aunque estos se opusieran. Vigilaba la vida privada de cada uno, reglamentaba la
manera de vestir y de cubrirse o adornarse la cabeza, y condenaba con multas a los que
oraban en latín, jugaban a los dados o reían en un sermón. Enviaba a la muerte a cualquier
que le combatía o no participaba de sus creencias. El teólogo y médico español Miguel Servet,
descubridor de la circulación de la sangre, que había publicado un libro donde negaba la
divinidad de Cristo, fue preso en Ginebra y quemado vivo (1553).
Bajo la dirección de Calvino, Ginebra llegó a ser la Roma del protestantismo. La Academia
que Calvino creó allí, fue el gran seminario de donde salieron los misioneros de la nueva
religión, animados de la más ardiente fe. De Ginebra, más bien que de Alemania, fue de
donde se repartió el protestantismo en Francia, y después en los Países Bajos y Escocia.

Mientras Calvino (en la imagen) dominó la ciudad de Ginebra (ciudad de unos veinte mil
habitantes), imperó en ella una verdadera teocracia (gobierno ejercito por los representantes
de Dios), lo que se tradujo en un extremado puritanismo. Entre 1542 y 1561 fueron ejecutados
cincuenta y ocho individuos y desterrados setenta y seis.
• La vida religiosa y moral de los ciudadanos era controlada y cada hogar inspeccionado a lo
menos una vez al año.
• La asistencia a los servicios religiosos era obligatoria, so pena de multa.
• La ley prescribía el color y número de trajes que se podía tener, así como lo que se podía
comer.
• Estaban prohibidas las representaciones teatrales, los juegos de azar, los bailes y las
canciones indecentes.
• Los nombres de los niños debían aparecer en el Antiguo Testamento.
• La fornicación era penada con el destierro; el adulterio, la blasfemia y la idolatría, con la
muerte.
• Hablar irrespetuosamente de Calvino y el clero era un crimen, como también lo era apartarse
del credo oficial.

La Reforma en Inglaterra

En Alemania y en Francia, la Reforma fue obra de los particulares. En Inglaterra fue decisión
del soberano: la voluntad del rey Enrique VIII (1509-1547) determinó la ruptura con el papado.

En 1533 Enrique VIII, casado desde hacía ocho años con Catalina de Aragón, tía de Carlos
V, quiso divorciarse para volver a contraer matrimonio con Ana Bolena, una de las damas de
honor de la reina. No habiendo querido el papa Clemente VII anular este primer matrimonio
(el papa Alejandro VI había anulado tres), Enrique VIII hizo votar por el Parlamento el Acta
de Supremacía (1534), que proclamaba al rey “único y supremo jefe de la Iglesia de
Inglaterra”.

Enrique VIII desconocía la autoridad papal, pero pretendía conservar la doctrina católica;
quemaba a los protestantes por heréticos y ahorcaba a los católicos por traidores. Después
de su muerte, su reforma evolucionó de manera bastante inusual. Dejaba tres hijos que
reinaron sucesivamente y que tuvieron una política religiosa diferente. Inglaterra fue calvinista
durante el reinado de Eduardo VI (1547-1553), y católica en tiempos de María Tudor (María
la Sanguinaria, 1553-1558). Por último, Isabel (1558-1603) organizó definitivamente
el anglicanismo, es decir, la Iglesia inglesa (1562), una mezcla de catolicismo y calvinismo.
Del catolicismo, Isabel conservó el exterior, las ceremonias del culto, la liturgia, es decir las
oraciones, pero traducidas al inglés, las vestiduras de los sacerdotes y la jerarquía de los
obispos; pero el dogma fue calvinista y concretado a dos sacramentos: el bautismo y la
comunión. Por otra parte, Isabel no tomó para ella el título de jefe supremo de la Iglesia, que
había tenido su padre, pero conservó el gobierno de la misma, e impuso por medio de
suplicios a los verdaderos católicos y a los verdaderos calvinistas la adhesión a “la Iglesia
establecida por la ley”.

La contrarreforma católica

Para contrarrestar la Reforma protestante, la Iglesia católica se reformó a sí misma. Esta


contrarreforma fue la obra del Concilio de Trento (1545-1563).

Desde el principio de la Reforma, católicos y protestantes reclamaban un Concilio ecuménico,


es decir universal, para reglamentar las cuestiones en litigio. Pero el concilio no se reunió
hasta 1545, demasiado tarde para restablecer la unidad cristiana. Se disolvió en 1563, pero
como sus trabajos habían sido interrumpidos por dos veces, a consecuencia de las guerras,
desde 1549 a 1551, y después desde 1552 a 1560, su duración real fue solamente de ocho
años.

En materia de dogma, el Concilio de Trento rechazó todas las proposiciones protestantes.


Determinó cuál texto de la Biblia debería en adelante tenerse por auténtico por los católicos;
este es el texto llamado de la Vulgata, traducción latina hecha por San Jerónimo en el siglo
IV. Mantenía los siete sacramentos, que los protestantes querían reducir a dos. Afirmó la
presencia real de Cristo en la eucaristía, negada por los calvinistas y admitida
incompletamente por los luteranos. Proclamó que las creencias de la Iglesia reposan en las
Santas Escrituras, completadas por la tradición; que la Iglesia de Roma era superior a las
demás y que todo católico debía obediencia espiritual al papa, sucesor de San Pedro y vicario
de Jesucristo.

En materia de disciplina, el Concilio mantuvo también la organización tradicional de la Iglesia,


contentándose con reformar los abusos. Conservó, para las oraciones, el empleo de la lengua
latina, considerada como universal. Se negó a admitir el matrimonio de los sacerdotes.
Prohibió la acumulación de los beneficios, es decir la posesión por un solo sacerdote de varios
cargos eclesiásticos. Decidió que los sacerdotes y los obispos debían residir en sus
parroquias y sus obispados, y predicar, para la instrucción de los fieles, por lo menos una vez
por semana. Ninguno podía ser obispo si no tenía por lo menos treinta años, ni sacerdote que
fuese menor de veinticinco. El concilio recomendó que se creasen, para la formación de los
futuros sacerdotes, escuelas especiales; de aquí la fundación de los seminarios, que quiere
decir semilleros.
La obra del Concilio de Trento se completó por diferentes medidas tomadas por los papas.
Establecieron una comisión encargada de hacer el catálogo o Índice de los libros cuya lectura
debía se prohibida, porque podían poner en peligro la fe de los fieles. Esto fue lo que se llamó
Congregación del Indice. Reorganizaron la Inquisición o Santo Oficio, encargada
especialmente de vigilar al clero y de perseguir y castigar hasta por el fuego a los autores de
doctrinas contrarias a los dogmas católicos.

Los jesuitas

Para combatir las doctrinas protestantes, los papas encontraron preciosos auxiliares en las
órdenes religiosas. De todas ellas, la que ocupó principal puesto en la historia fue la
Compañía de Jesús, fundada en 1540 por el español Ignacio de Loyola.

La compañía, creada para el combate, fue organizada como un cuerpo de ejército, regida por
la más severa disciplina, gobernada por un general que disponía de una autoridad absoluta,
y sometida enteramente al papa. La regla esencial es, como en un ejército, la obediencia
pasiva. El que deseaba ser soldado de Jesús, o jesuita, debía renunciar a tener otra voluntad
que la de sus jefes. Debe, dicen las Constituciones, “obedecer como el bastón en manos del
viajero” y ser, entre las manos de sus superiores, “como un cadáver”.

Los jesuitas obraron por la predicación, pero sobre todo por la confesión y educación.
Supieron atraer a sus colegios a los hijos de los nobles, y hasta a los hijos de los príncipes
soberanos. Por los jesuitas fue que Alemania del Sur, y especialmente Baviera y Austria,
fueron reconquistados al protestantismo. El mismo éxito tuvieron en la parte de los Países
Bajos que forma hoy Bélgica.

Por donde quiera que los jesuitas ejercieron su acción, tuvieron en vista el interés general del
catolicismo, y no el interés particular de un soberano o de un Estado. Fueron únicamente los
soldados de Cristo; es decir, los soldados del papa, su vicario. Según su divisa, combatieron
ad majorem Dei gloriam, “por la mayor gloria de Dios” y por la Iglesia Universal. En esto fueron
internacionalistas, lo que despertó la desconfianza y la hostilidad de muchos gobiernos
respecto a ellos.

Redescubriendo el pasado

Italia estaba salpicada de innumerables ruinas de los monumentos romanos, facilitando de


esa manera la existencia de los modelos para la creación de la arquitectura renacentista. Por
otra parte, los bajorrelieves de los arcos de triunfo, como los del arco de Tito y los de la
columna de Trajano, en Roma, permitieron a los escultores y pintores seguir ejemplos para
sus obras. Además, al desenterrar las estatuas quedaba en evidencia el conocimiento exacto
que tenían los antiguos de las proporciones del cuerpo humano. Lo representaban perfecto,
desnudo, sin otra preocupación que la forma y la belleza. En la Edad Media era diferente: los
artistas, por pudor cristiano, cubrían el cuerpo con vestidos. Interesados en traducir
sentimientos y reproducir con fidelidad lo que veían, representaban la fealdad lo mismo que
la belleza.

Los arquitectos del Renacimiento desecharon los modelos góticos, considerados como
toscos. Así, reaparecieron las líneas rectas de los templos griegos. El arco de medio punto
romano reemplazó al ojival. Las columnas con capiteles dórico, jónico y corintio decoraron
las estructuras sencillas de las construcciones del Renacimiento, y la cúpula relevó a la
bóveda gótica.

En la pintura, los artistas del Renacimiento se destacaron por su dibujo, es decir, por el uso
del trazo perfecto. Asimismo, redescubrieron las leyes de la perspectiva, ignoradas desde la
antigüedad, gracias a lo cual pudieron representar las figuras en una superficie plana, con la
forma con que aparecían a la vista.

Sin embargo, en este campo del arte, no quedaban obras de la antigüedad, por lo cual los
pintores renacentistas desarrollaron extensamente su poder creativo. Además, el invento del
óleo fue muy importante. Esta técnica consiste en el uso de colores disueltos en aceite, que
pueden ser aplicados sobre telas o maderas, lo que provocó el surgimiento del llamado
cuadro de caballete, es decir, en tela y fácilmente transportable. Gracias al óleo, se logró un
mayor colorido y minuciosidad, porque podía ser trabajado con más lentitud que los frescos,
que debían pintarse más rápidamente sobre un muro cuando este estaba todavía húmedo.

Por todo ello es que los pintores de esa época se destacaron en varias facetas distintas.
Fueron hábiles compositores, es decir, supieron agrupar armoniosamente las distintas figuras
y elementos de sus cuadros. Solucionaron también el problema de la conveniente distribución
de la luz y de las sombras que se conoce con el nombre de claroscuro. Finalmente, fueron
grandes coloristas, al saber disponer y graduar debidamente los colores.

Escritos antiguos

Sin embargo, la gran influencia de la Antigüedad se ejerció a través de los escritos de todo
género: literarios, históricos y filosóficos, latinos y griegos, que fueron hallados en los siglos
XIV y XV. Las obras latinas, por ejemplo Los Discursos y las Cartas de Cicerón (político,
pensador y orador romano) y una parte de las obras de Tácito (historiador latino), fueron
descubiertas principalmente en el siglo XIV en las bibliotecas de los conventos. En cuanto a
los autores griegos, Platón en particular, eran ignorados en la Europa Occidental, y recién
fueron revelados en el siglo XV.

Posteriormente, después de la toma de Constantinopla por los turcos (1453), muchos sabios
bizantinos buscaron refugio en Italia y contribuyeron allí a desarrollar el gusto por los estudios
griegos.

Todo este material iluminó a los artistas de la época y sirvió para dar un apoyo fundamental
a sus obras, entregando nuevas visiones del mundo, que se ajustaban a los ideales que en
ese momento flotaban en el aire renacentista.

Aparecen los humanistas

En el siglo XIV surgió, en oposición a la Escolástica (enseñanza filosófica propia de la Edad


Media, en la que dominaban las ideas de Aristóteles), un nuevo movimiento intelectual, el
Humanismo. Esta corriente marcó una actitud distinta frente al entorno, al ser humano y al
saber. Los humanistas estaban interesados profundamente en el hombre mismo, en las
posibilidades que ofrecía la existencia terrenal y en la belleza de este mundo. Y estaban
convencidos de que los escritos de los autores clásicos revelaban auténtica humanidad.

El italiano Francisco Petrarca ha sido calificado como el padre del Humanismo. Él dedicó toda
su vida al estudio de los clásicos, tratando de imitar a Cicerón y Virgilio, descubriendo las
cartas del primero, hasta entonces desconocidas. Al mismo tiempo, escribió sonetos en
lengua italiana, en los que cantó su amor por una mujer llamada Laura de Noves. Sus obras
más conocidas son el Cancionero y Triunfos. Por estos sonetos, Petrarca es considerado
unos de los más grandes poetas líricos de la literatura universal.

Otro humanista famoso fue Juan Boccaccio, también italiano, autor del Decamerón, conjunto
de cuentos que retratan al ser humano con sus vicios y virtudes y que reflejan las costumbres
de la época. En otra de sus obras, titulada De la genealogía de los dioses, realizó uno de los
estudios más completos que se conocen sobre la mitología grecorromana.

Uno de los personajes considerados como el más perfecto representante del Humanismo fue
Desiderio Erasmo, o también conocido como Erasmo de Rotterdam, por haber nacido en esa
ciudad holandesa. Fue un apasionado humanista y editó obras clásicas como la Geografía
de Ptolomeo y tradujo al latín varios autores griegos. Escribió también el Elogio de la locura.
En ella, la más alabada de todas sus obras, y que dedicó a su amigo, el humanista inglés
Tomás Moro, criticó las costumbres de sus contemporáneos, las supersticiones, los
prejuicios, la ignorancia y el fanatismo en todas sus formas.

La influencia de esta tendencia en la educación fue notable. Los humanistas ya no basaron


sus enseñanzas en la teología, sino que primero en la literatura clásica, que llamaron letras
humanas o humanidades y por las cuales se lograría el ideal de la educación humanista: el
desarrollo completo de la personalidad y la formación del hombre culto, íntegramente
humano.

El latín y el griego fueron incorporados a los programas de estudios. La observación de la


naturaleza, el espíritu de análisis y de crítica se comenzaron a practicar en la investigación
científica.

Finalmente, el Humanismo promovió una agitación cultural que contribuyó a provocar el gran
desarrollo de las artes que estamos viendo ahora con el nombre de Renacimiento.

Los mecenas de los famosos

Los mecenas fueron personas poderosas que facilitaron, con su ayuda material o con su
protección política, el desarrollo del Humanismo y del Renacimiento. Papas y obispos, reyes
y príncipes, banqueros y comerciantes reunieron obras clásicas, llamaron a los eruditos,
distinguieron a los humanistas con su amistad personal y los acogieron en sus palacios.

Entre ellos destacó en Florencia Lorenzo de Médicis, apodado el Magnífico, quien hacía
de Miguel Ángel, joven escultor, el compañero de sus hijos y sobrinos, al tiempo que también
amparaba a otro escultor: Donatello.

Por su parte, en Milán, Luis Sforza (el Moro) protegió principalmente a Leonardo da Vinci,
aunque este artista también estuvo bajo el amparo del rey Francisco I, que lo llevó a Francia.

Asimismo, entre los papas hubo grandes mecenas. León X quería elevar al pintor Rafael a
cardenal. Julio II proclamaba que las bellas letras eran dinero para los plebeyos, oro para los
nobles y diamantes para los príncipes. Inició la reconstrucción de la basílica de San Pedro,
llamando a trabajar en ella al arquitecto Bramante, a Miguel Ángel y a Rafael. Y el
papa Nicolás V formó en el Vaticano una gran biblioteca clásica, con más de cinco mil
manuscritos.

El Renacimiento en Italia

Como habíamos mencionado anteriormente, el origen del arte renacentista estuvo en Italia, y
suele dividirse en tres etapas con los términos italianos Trecento (siglo XIV), Quattrocento
(siglo XV) y Cinquecento (siglo XVI).

También sabemos que los artistas renacentistas concebían sus obras según los modelos de
la antigüedad clásica. Sin embargo, le agregaron una cierta idealización. Belleza y armonía
conjunta se convertían en un valor que debía representar las reglas naturales: el principio del
orden divino sobre las cosas. Con este concepto, no existía peligro de entrar en conflicto con
las ideas fundamentales del cristianismo.

Se estableció un modelo de belleza para las proporciones ideales del cuerpo humano y se
clasificaron los estilos clásicos en diferentes tipos. Estas adopciones sentaron las bases de
un arte más científico, caracterizado por la luminosidad y el equilibrio. El estudio de las leyes
de la óptica dio como resultado la perspectiva central, que desde entonces y por más de 500
años ha dominado en pintura y escultura.

Durante el Renacimiento también cambió la condición del artista, que dejó de ser un artesano
insertado en un gremio. Los principales artistas fueron acogidos por las clases altas y surgió
el concepto de artista en el sentido moderno, libre y entregado conscientemente a la
expresión de sus actitudes personales y puntos de vista propios.

Genio universal

Leonardo da Vinci (1452-1519) era florentino y fue escultor, arquitecto, físico, ingeniero,
matemático y pintor. Nadie fue tan curioso como él; quería aprenderlo todo y lo había
estudiado todo. Dejó numerosos manuscritos, ilustrados con gran cantidad de dibujos.
Proclamó en materia científica la necesidad de la observación y de la experiencia, siendo uno
de los precursores de los sabios modernos.

Da Vinci fue el modelo del hombre renacentista, un genio solitario que abarcó variadas facetas
del conocimiento. Su constante interés por aprender la anatomía humana, el mecanismo de
vuelo de las aves y la estructura interna de animales y plantas no le permitió producir una
extensa obra pictórica. Además, también fue músico, filósofo, escritor, poeta, y autor de
importantes estudios en materia de fisiología, química y medicina general.

Pero Leonardo debe su fama sobre todo a sus pinturas, en las que reveló admirables dotes
de dibujante, un gran sentido de la composición, un perfecto manejo de la luz y la sombra y
una notable perspectiva.

Pintó numerosos frescos y óleos. Entre los primeros se destaca la Última cena, que ocupa la
pared del fondo del refectorio del convento de Santa María de las Gracias, de Milán.
Resaltando sobre la ventana central, aparece la figura de Cristo que acaba de pronunciar las
palabras: “En verdad les digo, uno de ustedes me traicionará”. Entre los óleos del artista
florentino sobresale el retrato de la Gioconda (Mona Lisa), famoso por su delicada factura y
su inigualada expresión, prueba de su singular penetración sicológica.

A diferencia de otros artistas del Renacimiento, Roma disfrutó muy poco de él, pues fue
llamado por el rey Francisco I de Francia para viajar a ese país, donde finalmente falleció.

Talento extraordinario

De Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564), nacido en Florencia, se dice que fue el genio más
completo del Renacimiento y del mundo. Él reflejó el poder creador y concibió varios
proyectos inspirándose en el cuerpo humano como vehículo esencial para la expresión de
emociones y sentimientos.

Era hijo de una familia aristocrática, pero desde siempre manifestó habilidades e interés por
el arte. Se definía como escultor y tenía absoluta razón, pues es considerado uno de los más
grandes escultores en la historia de la humanidad, y dominó por completo la Italia del siglo
XVI. Sin embargo, también fue pintor eminente, gran arquitecto, ingeniero, poeta, hombre de
ciencia apasionado por la anatomía y fisiología.

En la escultura, sus obras más notables, entre otras, son: en Roma, la Pietá, donde aparece
la Virgen sosteniendo el cuerpo muerto de Cristo en su regazo; el colosal Moisés, realizado
para la tumba del papa Julio II. Los primeros ejemplos escultóricos de Miguel Ángel, como
el David, revelan una gran habilidad técnica que le facilitarían posteriormente el curvar sus
figuras helicoidalmente (como una espiral).

Como arquitecto, levantó los planos de la prodigiosa cúpula de la basílica de San Pedro, en
Roma, que había iniciado Bramante, con un ancho de 42 metros y una altura de 123 metros,
considerada la más grande del mundo.

Sin embargo, una de las mayores glorias en el arte la alcanzó al decorar con pintura al fresco
el techo y los costados de la Capilla Sixtina, situada en el palacio del Vaticano. Encerrado en
ella y sin dejar nunca sus llaves, en 20 meses pintó solo el Génesis, desde la creación del
hombre hasta el diluvio, y el gran fresco del Juicio Final, de 20 metros de altura por 10 de
ancho, probablemente el más extraordinario de la pintura universal.

Lo que caracteriza el genio de Miguel Ángel es la fuerza y la gravedad. De toda su obra se


desprende una impresión de poder y muchas veces de tristeza. Todos sus personajes son de
proporciones más que humanas, con músculos notables en exceso.

El divino

Rafael Sanzio (1483-1520) era hijo de una familia de pintores. A los 25 años fue llamado a
Roma para trabajar para los papas, siendo el primero que lo requirió, Julio II. Casi
inmediatamente produjo sus obras más acabadas, tales como los frescos de las Stanze o
cámaras del Vaticano, la Escuela de Atenas, en el que representó juntos, en amena
conversación, a diversos filósofos, artistas y hombres de ciencia, tanto de la antigüedad como
contemporáneos suyos, dispuestos en un gigantesco escenario de recuerdos grecolatinos.
También pintó el Parnaso, que resume la historia de la filosofía y la Disputa del Santísimo
Sacramento, que sintetiza la historia de la iglesia y de la cual se ha dicho que es la más alta
expresión de la pintura cristiana.

Con todos esos antecedentes, Rafael, llamado después el divino, fue, en particular bajo el
papado de León X, nombrado como ministro y ordenador supremo de las Bellas Artes en la
corte pontificia. Encargado de dirigir las construcciones de San Pedro y del Vaticano, no por
eso dejaba sus trabajos como pintor, incursionando también en los cuadros de caballete. Sus
temas a veces eran religiosos, como la Santa Familia y la Madona de San Sixto, y en otras
ocasiones mitológicos, como el Triunfo de Galatea o la Historia de Psyché. Falleció a la edad
de 37 años.

Rafael ejemplificó el espíritu clásico de la armonía, la belleza y la serenidad.

Los tiranos

La estructura social en el Renacimiento estaba encabezada por la nobleza, que se había


ubicado en las grandes ciudades, en lujosos palacios y mansiones. Le seguía en importancia
la alta burguesía, enriquecida con el comercio y los negocios financieros. El último peldaño
en esta escala estaba compuesto por los campesinos, cuyas condiciones de vida eran
miserables, por lo que recurrieron frecuentemente a las revueltas, creando un clima de
inestabilidad social. Esta situación favoreció la aparición de los tiranos, ya que como muchos
ciudadanos querían la paz, dieron su apoyo a hombres fuertes. Estos llegaban al poder por
la violencia, la traición y el crimen. Uno de los máximos exponentes de este tipo de personajes
fue César Borgia (en la imagen), uno de los hijos del papa Alejandro VI.

Las otras figuras renacentistas

En los orígenes del Renacimiento, en el siglo XIV, quien se destacó en la pintura fue Giotto
di Bondone, como uno de los precursores de un nuevo estilo. Se preocupó más del espacio,
los volúmenes y la penetración sicológica de los personajes.

Sin embargo, el arte renacentista comenzó a manifestarse plenamente en


el Quattrocento (siglo XV). Entre los primeros escultores se contaron los florentinos Lorenzo
Ghiberti y Donatello (Donato di Betto Bardi). Ghiberti ganó fama al esculpir las puertas de
bronce del baptisterio de Florencia. Sus bajos relieves, vigorosos y elegantes, han perdurado
como una verdadera obra maestra. El segundo levantó las primeras estatuas del
Renacimiento, entre las que se destacó, por su imponente realismo, la de Gatamelatta, un
jefe militar de la época.

El primero de los grandes arquitectos renacentistas fue Filippo Brunelleschi, quien construyó
una gran cúpula en la catedral de Florencia y edificó, en la misma ciudad, la iglesia de San
Lorenzo, a la que le dio el aspecto de una basílica romana.

El iniciador de la pintura renacentista fue Masaccio (Tommaso di Ser Giovanni). La


monumentalidad de sus composiciones y el alto grado naturalista de sus obras, hacen de él
una figura esencial de la pintura del siglo XV, como quedó demostrado en sus frescos de la
capilla Brancacci.

Coetáneos de Masaccio fueron Angélico, pintor idealista de escenas religiosas, y Paolo


Uccello, preocupado por los escorzos (figuras en posturas oblicuas al plano de la obra
artística) y las perspectivas.

En la segunda parte del siglo XV se destacaron Piero della Francesca, cima de la tendencia
pictórica racionalista e investigadora, que utilizó la luz como elemento expresivo, y Sandro
Botticelli, quien aplicó un estilo sinuoso y refinado.

El creador del Cinquecento arquitectónico fue Donato Bramante. Su primera obra maestra
fue el templete de San Pietro in Montorio, de planta centralizada, similar a los templos
circulares clásicos. El papa Julio II escogió a Bramante para edificar la nueva basílica de San
Pedro, de gigantescas proporciones, en la que, como hemos visto, intervinieron Rafael y
Miguel Ángel. Sin embargo, Bramante falleció antes de ver terminada su obra.

En Venecia surgieron una serie de brillantes pintores, como Giorgione,


Tiziano, Tintoretto y Veronés, con quienes llegó a su máximo esplendor la escuela veneciana,
caracterizada por su colorido, la luz vaporosa, la sensualidad y los temas paganos.

La literatura

La literatura del Renacimiento tomó del Humanismo la inspiración clásica de sus temas,
personajes y reglas, pero usó solo idiomas vernáculos (propios de cada país). El primer
escritor que comenzó a utilizar un estilo próximo al renacentista fue Dante Alighieri. Su obra
más conocida, La Divina comedia, correspondía a la Edad Media, por su construcción e ideas,
mientras que su espíritu subjetivo y expresividad la acercaban al Renacimiento. Los
principales escritores italianos, aparte del ya mencionado Nicolás Maquiavelo, fueron el
prosista Francisco Guicciardini y los poetas Ludovico Ariosto y Torcuato Tasso.

El primero fue el más relevante historiador de la Italia renacentista. En su Historia de


Italia narró los complicados sucesos de la península entre los siglos XV y XVI. Ludovico
Ariosto escribió el poema Orlando Furioso, en el que contó con bastante imaginación las
luchas del emperador Carlomagno contra los sarracenos y las hazañas de Ronaldo, su
legendario nieto.

Por último, Torcuato Tasso cerró la serie de poetas del Renacimiento italiano con la
publicación de una voluminosa epopeya titulada Jerusalén libertada. En ella describió las
proezas de los primeros cruzados, uniendo la historia y la novela.

La música

En el Renacimiento se impuso la música vocal polifónica (conjunto de varias voces e


instrumentos que forman un todo armonioso) y profana. En las misas que oficiaba el papa
intervenía el coro Sixtina del Vaticano, que atrajo a músicos e intérpretes vocales de toda
Italia e, incluso, del norte de Europa. Entre sus miembros destacaron los
compositores Josquin des Prés y Giovanni Pierluigi da Palestrina, maestro de la polifonía
religiosa.

La ciencia

Aún indecisa entre la razón y las fantasías de la Edad Media, la ciencia del Renacimiento tuvo
uno de sus principales exponentes en el sabio polaco Nicolás Copérnico. Sus conocimientos
abarcaban la filosofía, la medicina, la pintura y el dibujo. Además, fue profesor de
matemáticas en Roma. En astronomía, y de regreso en Polonia, revisó todas las ideas de sus
contemporáneos y antiguos respecto del sistema del mundo, y descubrió el doble movimiento
de la Tierra: sobre sí misma (rotación) y en torno al Sol (traslación).

En la ciencia médica, los investigadores más famosos del Renacimiento fueron el


flamenco Andrés Vesalio (en anatomía humana), el alemán Teofrasto Bombast von
Hohenheim, más conocido como Paracelso (en química y biología) y el español Miguel
Servet (descubridor de la circulación sanguínea).

Renacimiento de exportación

Como era de esperarse, un movimiento cultural de la magnitud del Renacimiento en Italia no


tardó mucho tiempo para que se difundiera por toda Europa. Si bien en el campo de la
arquitectura se demoraron en imponerse los principios de esta tendencia, por la permanencia
de los gustos góticos, en escultura y, sobre todo en pintura, sobresalieron diversos artistas.

En el norte del viejo continente se destacaron el grabador y pintor alemán Alberto Durero, que
mezcló las estéticas góticas y renacentistas con gran habilidad, y el flamenco Pieter
Brueghel el Viejo, que reproducía escenas de la vida diaria condimentadas con algo de ironía.

En España, el arte del Renacimiento fue mucho más religioso que en el resto de Europa, y
su influencia solo se sintió a fines del siglo XVI y comienzos del XVII. Su mayor brillo lo
alcanzó con la austera arquitectura del palacio El Escorial, obra de Juan de Herrera, y con
el Greco (Domenico Theotocopuli), cuyos cuadros, como el Entierro del Conde de Orgaz, se
caracterizaron por unas figuras alargadas de marcada espiritualidad, una técnica suelta y una
variedad de colores y resplandores de origen veneciano.
Otro pintor relevante fue Velásquez (Diego Rodríguez de Silva y Velásquez), un retratista que
también enfatizó el color en sus cuadros, además de lograr un relieve admirable. Entre sus
obras destacan Las Meninas y Las Hilanderas.

Las letras fuera de Italia

Como las demás artes, la literatura del Renacimiento también cruzó las fronteras de la
península italiana y fue acogida en diferentes países de Europa, donde encontró magníficos
exponentes que supieron captar su propuesta y perfeccionarla.

España

En la península ibérica surgió una numerosa cantidad de escritores influenciados por las ideas
del Renacimiento. Entre ellos se pueden nombrar a Lope de Vega (Félix Lope de Vega y
Carpio). Cultivó todos los géneros, pero sobresalió esencialmente en el teatro, con obras
como Fuenteovejuna. También Pedro Calderón de la Barca es otro autor importante en la
literatura española de la época. Entre sus trabajos, preferentemente autos sacramentales, se
puede nombrar La vida es sueño, en el que plantea el sentido de la existencia humana.

Sin embargo, uno de los máximos exponentes españoles de la literatura fue Miguel de
Cervantes Saavedra, sobre todo un excepcional novelista, lo que se reflejó en su obra
cumbre: Aventuras del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. El valor de este texto
radica en que es una síntesis del arte novelístico del Renacimiento español, pues reúne todas
las corrientes de la época: novela de caballería, pastoril, bizantina, italiana, picaresca, entre
otras, además de referencias al teatro.

Francia

El Renacimiento llegó a Francia como consecuencia de las guerras en Italia, que promovieron
el estrecho contacto entre franceses e italianos. Entre los grandes escritores galos destacaron
en esos tiempos: Francisco Rabelais y Pedro Ronsard. Rabelais publicó su obra Gargantúa
y Pantagruel, que lo consagró como uno de los grandes escritores de la lengua francesa. Este
autor retrató la vida como exuberante y alegre, y señaló la importancia del cuidado físico del
hombre.

Ronsard se rodeó de un grupo de poetas jóvenes que conformaron la Pléyade, que tradujo
poesías griegas y latinas, y más tarde escribió versos de iguales características en idioma
francés. Por su parte, las Odas de Ronsard significaron un aporte considerable a la formación
del lenguaje francés.

Inglaterra

Los conflictos que asolaron a Inglaterra a fines del siglo XV trabaron el desarrollo del
Renacimiento en la isla, que solo al término de la centuria siguiente tuvo un representante
notable en William Shakespeare.

Este escritor dejó más de 30 obras dramáticas, entre ellas comedias como el Mercader de
Venecia; dramas históricos como Ricardo II y Enrique IV; y tragedias de inigualada fuerza,
como el Rey Lear, Hamlet, Otelo y Macbeth. Shakespeare supo traducir las grandes
pasiones humanas con un vigor, una vivacidad y un realismo extraordinario. Dominó su
idioma con gran destreza, y es considerado el más grande de los dramaturgos de habla
inglesa, y uno de los más importantes de la literatura universal.

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