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UNIDAD MAZATLÁN
PSICOANALISIS Y PEDIATRIA
FRANCOISE DOLTO
INTRODUCCIÓN
FRANCOISE DOLTO falleció a los 80 años, era pediatra, cristiana y preocupada por los derechos de los
niños y los deberes de los adultos, el psicoanálisis para ella fue como una liberación a sus sufrimientos de la
niñez y la adolescencia.
Ella comentaba que la función del maestro no es conducir al niño, sino que enseñarle a conducirse.
El libro hace referencia al fomento de la concientización y de la liberación del deseo del niño.
Dolto comentaba que si S. Freud había podido afirmar que educar, curar y gobernar eran tres profesiones
imposibles, F. Dolto se unió a este principio, llegando más lejos en una cierta desilusión: “A los ojos de los
niños, fracasamos siempre”. Según Freud: “Haga lo que haga, lo hará siempre mal” (Dolto, 1989, pág. 69). Esta
paradoja que le hacía decir que una educación
va bien cuando fracasa, se explica por el hecho de que el niño llega a su madurez. Solamente cuando se afirma
con respecto al adulto por medio de este rechazo, está manifestando su capacidad de convertirse a su vez en
educador. Según F. Dolto, también a partir de esta postura de rechazo, aceptado por el adulto, un niño cree en su
propio juicio.
El psicoanálisis abre nuevos caminos de estudio al historiador, sociólogo o al psicólogo, y es que el método
psicoanalítico surgido de la clínica tiene un fin terapéutico.
Los síntomas somáticos orgánicos alarman a los padres, pero una vez que se realizan exámenes somáticos en
ocasiones arrojan resultados negativos y es cuando son remitidos con el psicólogo para tratar los traumas de los
niños.
Gracias al psicoanálisis se ha podido establecer la universalidad de los conflictos encontrados en el curso del
desarrollo humano y sobre todo del conflicto edípico que se marca definitivamente al sujeto según la manera en
que se reacciones frente a él.
PARTE TEÓRICA
I-NOMENCLATURA
Para continuar con la lectura del texto, es importante definir el significado de algunas expresiones y
términos claves que se mencionaran para darle sentido a la información en torno al “complejo de castración”.
Un complejo es una unión indisoluble entre pulsiones, definidas como impulsos primarios de fuentes
fisiológicas que tienen un fin y exigen una gratificación.
Prohibiciones, de orden cultural, que se opondrán a la realización de algunas de esas pulsiones.
Las pulsiones (instintos) son impulsos primarios de fuentes fisiológicas que entienden a un fin y exigen
una gratificación.
Las reacciones generadas por ésta situación se manifiestan en el comportamiento y se puede decir
entonces que el sujeto piensa y actúa de acuerdo a móviles inconscientes, justificándolos frente a sí mismo por
su necesidad de lógica.
El término castración para los psicoanalistas se refiere a la frustración de las posibilidades hedónica ,
frustración de las posibilidades de la búsqueda de placer.
Las instancias que describen la personalidad según el psicoanálisis freudiano distingue: el Ello, que es
la fuente de toda pulsión dentro del sujeto; el Yo, reconocido como el centro de satisfacciones e insatisfacciones
conscientes, es el núcleo limitado, organizado, coherente y lúcido de la personalidad, el yo no es consciente sino
en parte; y el Superyó, esta formado por la integración de experiencias, permitidas y prohibidas como fueron
vividas en los primeros años, es incapaz de evolucionar sensiblemente por si mismo después de los 8 años.
El conjunto de ideas que nos representamos en un momento dado constituyen al consciente; todas
aquellas que se encuentran fuera del campo consciente pertenecen al inconsciente; dentro de las ideas
inconscientes, se pueden distinguir aquellas que pueden ser evocadas a voluntad, pertenecientes al
preconsciente, y a las que son siempre desconocidas pertenecientes al inconsciente propiamente dicho.
Se le llaman racionalizaciones a los móviles que el individuo alega para justificar los actos cuyo
verdadero motivo le es desconocido.
Freud formula la hipótesis de que todo fenómeno psiquico tiende a volverse consciente, cuando un
impulso libidinal encuentra prohibiciones en el mundo exterior la representación es reprimida, sin embargo la
carga afectiva permanece convirtiéndose en angustia. La intensidad de este malestar dependerá, por una parte,
de la importancia de la carga afectiva separada y por otra, del obstáculo impuesto a la pulsión. Si la carga
afectiva en cuestión se injerta en otra idea que es mejor tolerada por el exterior se formará un síntoma,
equivalente a una utilización desfigurada de la pulsión reprimida, liberando así al sujeto de su angustia y
proporcionando un sentimiento de bienestar inmediato.
Etapa oral:
En esta fase de organización libidinal comprende desde el nacimiento al destete y se encuentra centrada
en la zona erógena bucal. La boca, es el primer órgano que proporciona al lactante sensación de placer.
Etapa anal
Esta etapa se desarrolla entre el primer y el tercer año de edad, corresponde al período donde el
niño empieza a controlar los esfínteres se concede una importancia especial a la zona anal, la misma libido que
provocaba el chupeteo en la etapa oral ahora provocará la retención lúdica de las heces o la orina. Al asociar con
la madre dos sentimientos contrarios, experimentará una primera situación de ambivalencia.
Etapa fálica
Esta etapa corresponde al despertar de las zonas erógenas fálicas, Los impulsos eróticos se
desplazan a la zona sexual. El pene en el niño y el clítoris en la niña, tomando como causa ocasional la
excitación natural de la micción.
En esta etapa comienza a manifestarse la curiosidad sexual en el niño, el primer interés está en
conocer de donde vienen los niños, interés generado principalmente por el nacimiento de un hermanito en la
familia, así como el interés por conocer la diferencia que hay entre niño y niña.
En esta etapa, el niño comienza a tener noción de tiempo, al experimentar periodos de espera
para obtener la atención de la madre para satisfacer sus necesidades.
Etapa de latencia
Esta etapa esta caracterizada por la adquisición de los conocimientos necesarios para moverse
en su ambiente; aquí se despliega toda actividad consciente y preconsciente en la batalla por el mundo exterior.
Esta fase es muda en cuanto a sus manifestaciones y curiosidades sexuales. Implica la síntesis de los elementos
de su integración al conjunto de la personalidad marcado por su sello masculino y femenino. Aquí el niño
comienza a sublimar todos los impulsos que tenga actividades importantes, sociales, culturales, para que crezca
su autoestima.
Las sublimaciones en la fase de latencia son importantes, ya que la manera en que un niño utiliza
neurótica o normalmente este período hace que fije o no, exagere o haga desaparecer componentes arcaicos de
la sexualidad y sus elementos perversos.
Etapa genital
Esta etapa inicia justo cuando comienza la pubertad. Aquí tendrán la tarea de aprender a centrar su
ternura y sus emociones sexuales en un mismo ser.
En esta etapa lo importante es centrar el objeto de ternura y la pasión, el amor maduro, amar a alguien
tal como es. Sería la fase final, si se consigue pasar las anteriores fases se tendrá una sexualidad adulta.
La búsqueda del placer erótico sensual no es la única ocupación del niño, pero en cada edad,
desde el nacimiento hasta la muerte, no hay pensamiento, sentimiento o acto del individuo que no implique la
búsqueda hedónica.
Es la actitud sentimental del niño frente a sus educadores, permite o no la utilización de las
pulsiones con fines culturalmente útiles. Las pulsiones y las descargas libidinales no tienen, pues, tanta
importancia en sí mismas como en virtud de los afectos que engendran. Para el niño que no ha llegado al uso de
sentido moral, las conclusiones experimentales son reglamentadas por el principio bruto de placer-displacer.
Pero las pulsiones instintivas del niño van a toparse con obstáculos conformes a las conducta
humana que el niño no esta todavía apto para entender. Algún día percibirá, en la pubertad o más tarde, que sus
inconstancias de revisar los valores elevados al rango de dogma por su medio educativo y por su propio
superyó crearan conflictos entre su sentido moral deformado y su yo. Esta revisión de los valores en la pubertad
es necesaria. Es inevitable que esta crisis traiga consigo conflictos familiares.
El adulto no debe olvidar que la riqueza libidinal de un niño puede ser igual, pero también
superior o inferior a la suya propia, que la personalidad que existe en potencia en el niño puede ser muy
diferente y que no se debe compara con la de otro niño.
Importancia de a Época Fálica en la Patogénesis de la Neurosis
Durante la época fálica se produce un nuevo hacho, que da a las frustraciones eróticas no
compensadas su valor de traumatismos psicofisiológicos mutiladores. Es la imposibilidad para el niño de
desplazar hacia otra zona erógena el interés libidinal correspondiente al falo, elevado al rango de zona erógena
electiva.
Que la sexualidad infantil logre avanzar hasta la primacía de la zona genital es fisiológicamente
primordial. El respeto a su evolución natural es culturalmente necesario para la adaptación normal del niño a la
vida social ulterior. Prohibir al niño la masturbación y las curiosidades sexuales espontáneas es obligarlo a
prestar atención inútil a las actividades y sentimientos que son normalmente, antes de la pubertad, inconscientes
o preconscientes. Una toma de conciencia prematura, en una atmósfera de culpabilidad, es en gran medida
perjudicial para el desarrollo del niño, pues priva el derecho de utilizar de otra manera, en el plano genital, la
libido inconscientemente recluida en estas actividades espontáneas.
La edad en que se presenta es de los 4 y 5 años de acuerdo a las etapas del desarrollo libidinal
de la teoria Freudiana.
La energia libidinal se concentra en el progenitor del sexo opuesto lo que hace que se tema al
del mismo sexo, a quien se ve como rival.
Los momentos en que se entregara a la masturbación seran, en parte, aquellos en los que “se
aburra”, cuando no tenga nada mas o tan atractivo que hacer; es decir, los momentos en que su imaginación
este volando libremente, si se puede decir, sin encontrar soporte ludico para la relajación fisiologica sexual ( en
el sentido de la palabra) que la pulsion libidinal demanda; sobre todo si esta en estado fisiologico de excitación
(ereccion del pene, tension del clítoris). Esto quiere decir que en un niño normal, de buena salud, la
masturbación no sera publica ni frecuente, y que, aunque asi sea, el adulto debera despreocuparse de ella
completamente. Esta necesidad sera tanto menos imperiosa en la medida en que la madre lo sepa estimular para
la conquista de todas las actividades utiles y ludicas que pueda realizar.
Toda intervención del adulto tendiente a inmiscuirse inútilmente en la imaginación del niño y
sus proyectos fabulosos para pasarlos por el filtro de la razón deberá tomar el nombre de intervención
castradora. Solo podrá aumentar la angustia inevitable y normal del individuo.
Aun así, veremos que no hay necesidad de la intervención del adulto para que el niño sufra una
angustia de castración, respecto a la cual debe aprender a defenderse y no a acatar. Esta defensa hará que
inevitablemente entre en juego la rivalidad edípica, la cual, a su vez, desencadenará un complejo de castración.
La angustia de castración.
El malestar que el niño experimenta al constatar la ausencia de pene en la niña lo fuerza a
lesionar el testimonio de sus sentidos. El niño esta convencido de que la niña tiene uno más pequeño y que le
crecerá, o que está escondido; aún y con estas esperanzas consoladoras, el niño no puede experimentar otra cosa
que el miedo a que le suceda a el también, ya que eso “es posible”.
La angustia de castración tiene como punto de partida una falsa interpretación de la realidad; pero es
una interpretación de la cual ningún niño puede escapar, ya que el peligro que inventa está motivado por la
fuerza mágica que les atribuye a los adultos y por su inferioridad real respecto a ellos.
Según lo expuesto anteriormente se puede decir que la angustia de castración obedece a tres
factores: primero, el descubrimiento de la diferencia fálica según los sexos.( único factor inmodificable).
Segundo, el poder mágico atribuido a los adultos, sometido por el niño al filtro de la razón y disociado, en
donde el adulto declarado malo será el castrador, y el adulto bueno será del cual busque su protección y ayuda.
Tercero, una inferioridad general y verdadera ante el adulto, que tratará de remediar ya sea negándola
conscientemente o superándola mediante adquisiciones culturales apreciables. La ventaja de esta última actitud
es que confiere mas medios de seducción para conquistar la ayuda y protección del objeto edípico.
En esta lucha contra la angustia de castración serán diferentes las actitudes del niño y la niña .
El Niño
El haber sido favorecido por la naturaleza hace al niño apreciar aún más su pene. Así el falo
pasa por una nueva catectización libidinal del orden de la confianza en sí.
El objeto de amor afectivo sigue siendo la madre, ahora tanto más amada por el niño, cuanto
que él le atribuye a un favor especial de su padre el hecho de ser varón. Desea conseguir su afecto tierno y su
admiración y los medios que dispone son medios agresivos que, afirmando su sexualidad, deben, a su modo de
ver, hacer que su madre se sienta orgullosa de él y también su padre, secundariamente. Su inferioridad infantil
real es menos difícil de soportar cuando su madre lo aprecia, y entonces puede incluso sentirse participe de su
poder mágico.
El apego de por su madre irá en aumento, mientras que ella se liberara de la sujeción constante
que la tenía ligada a la criatura. Su ternura, su atención benévola y material continúan, sin embargo,
envolviendo sentimentalmente a su hijo.
El pequeño varón encuentra así en el mundo exterior objetos atractivos, amistosos, juegos e
intereses a los que se apega intelectual y afectivamente con entusiasmo. Por eso también sus fracasos o sus
insatisfacciones afectivas lo afectan profundamente en intensidad.
Sus hazañas , del tipo lúdico simbólico, o del tipo cultural, social, escolar, son para el
descargas eufóricas de sus pulsiones sexuales. El objetivo hedónico primitivo es él mismo sublimado en
objetivo sentimental (gustar y causar placer). Le permite ganar estimación de los mayores al mismo tiempo que
confianza en sí mismo, basada, esta vez, no sobre fantasías de poder mágico , sino sobre valores objetivos
reales. Es la edad caballeresca.
En una familia normal, donde el padre es quien manda y esta ligado con la madre por lazos de
ternura amistosa, la sola manera para el niño de salir adelante es renunciando definitivamente al objeto
primitivo, premio de la competencia, y sublimando las pulsiones que apuntaban a conquistar a su madre.
En una palabra, todo aquello que estorbe al niño en sus mecanismos naturales, de defensa
contra la angustia de castración conlleva reacciones afectivas nocivas, antisociales, manifiestas o no,
caracterizadas por el rechazo al esfuerzo y a la sumisión a las reglas comunes. En la esfera erótica se observan
desplazamientos regresivos de la libido a las zonas erógenas de las etapas acabadas. Habrá enuresis, apetito
caprichosos, glotonería en el mejor de los casos o, si esta regresión erótica inconsciente provoca la severidad
del adulto, habrá trastornos gastrointestinales, tics, que obliguen al adulto a compadecerse del niño y a cuidarlo.
El fin justifica los medios. El medio ( enfermedad), desagradable, justifica el fin: “poseer” al adulto, captar su
atención apiadada, a falta de su estimación admirativa. Son reacciones masoquistas para las cuales
desgraciadamente se consulta al médico y no al psicoterapeuta. Y sin embargo, se trata de síntomas neuróticos
regresivos. El medicamento sana el efecto, no así la causa.
La Niña
En la etapa fálica, la niña descubre que hay criaturas poseedores de una “cosa” que ella no
tiene. Ella empieza por negar el hecho. Después está celosa, pero convencida de que le crecerá. Aún así se
siente desfavorecida y, como el niño, hace responsable de su mutilación sexual a su madre. La envidia del pene
se convierte en el tema de sus fantasías masturbatorias fálicas.
Cuando la niña percibe su castración fálica, catectiza a su madre con una libido pasiva a fin de
captar su ternura. Utiliza una mayor parte de libido agresiva sublimada en la conquista de los conocimientos de
las personas mayores. Por paciente que sea la espera, por pasivo que sea el comportamiento de la niña, la madre
no tiene piedad y no le otorga el regalo perdido, además descubre que debe renunciar a él para siempre.
Aparece en la niña el gusto por el adorno, es por tanto este gusto por el adorno para gustarse a
sí misma, ella se encuentra bella y se mira con admiración. Este deseo de gustar que le satisface su amor propio
y le permite renunciar a las prerrogativas fálicas la reconcilia con el sexo masculino. Recupera la confianza en
sí misma y puede ahora decirse que los niños y los papás la harán beneficiaria de su fuerza. Trata ahora de
conquistarlos, este es el indicio de la situación edípica aún no conflictiva.es debido a la envidia del pene por lo
que la niña se dirige a los hombres y para captar la admiración de ellos, a quienes estima superiores y atractivos
para su madre.
El complejo de Edipo es menos dramático en la niña que en el niño, pues si bien la hostilidad
para con la madre es grande, es más sorda. Tiene muchas fantasías en las que “mata” a su madre, donde la
“aplasta”, hay conflictos familiares en los que se muestra impertinente con su madre y trata de hacerla parecer
culpable para suplantarla abiertamente en el afecto del padre, pero advierte que su padre la regaña por ello. Y ,
menos déspota que el niño en este estadio de rivalidad edípica, la niña no esta naturalmente dotada de una
agresividad emprendedora prolongada. Frecuentemente llega a renunciar a la rivalidad edípica antes del
período de latencia, sin que realmente se pueda decir que por eso mismo ha solucionado su complejo de Edipo,
porque puede muy bien ser que esté en buenos términos con su madre pero sobrevalore a su padre, un poco
como la enamorada que espera ardientemente la llegada de aquel que ama, preparándose para acogerlo.
IV- ENURESIS
La enuresis como síntoma señala el estancamiento o el regreso al estadio sádico uretral, acompañado de
la regresión a las preocupaciones preedípicas complicadas con sentimientos de culpabilidad.
En ciertos casos, la enuresis debe ser respetada todo el tiempo que sea necesario para hacer evolucionar
la libido del niño hasta el siguiente estadio sadico uretral para así poder lograr la disciplina vesical.
Si el niño está en la etapa anal pasiva (incontinencia de orina y matería fecal), se deberá permitirle un
comportamiento general agresivo. Si tiene más de 4 años no se le considera psíquicamente curado a menos
que inicie su complejo de Edipo. Si tiene 6 o 7 años, se le deberá conducir a la formación y liquidación del
complejo de Edipo. Si se trata de un sujeto en periodo de latencia, cerca de la pubertad, y es atacado por
enuresis ya ha pasado el estadio cronológico normal del complejo de castración por lo que se tendrá que
estudiar, de acuerdo con el yo, manifestaciones que el super yo habrá hecho irreconocibles pero que traducen
los conflictos no solucionados
En los casos en los que ya anteriormente se tenía un control esfinteriano, la enuresis puede aparecer
como un síntoma ante las amenazas activas ligadas al complejo de Edipo.
La “muerte” para el niño no es la muerte como la conoce el adulto, es una frustración de agresividad
muscular y agresividad afectiva, donde para su compresión es una inmovilidad forzada mágicamente y la
ausencia de un ser amado muy larga.
Un temor a la muerte es normal, ya que los sentimientos de inferioridad frente ante ella son reales, no
sabemos lo que hará de nosotros, pero si sabemos que desaparecerá nuestro ser tal y como lo conocemos. Al
igual que el temor, el miedo a la muerte es considerado racional, solo que este solo aparece ante su cercanía. La
angustia de muerte, a diferencia de los dos anteriores, no depende de amenazas exteriores, sino de los
sentimientos que estén en desacuerdo con su ambición imaginaria.
La “sensación” de muerte esta mezclada con una angustia vinculada a pulsiones sexuales; por lo que la
vinculación de la angustia de castración y de la angustia de muerte es un signo de neurosis
La angustia de muerte en el niño puede ser traducida entonces como una angustia de castración, un
temor mágico con respecto a las pulsiones sexuales reprimidas por un superyó movido por el complejo de
castración y que buscan una salida sobre el plano anal u oral.
La angustia que toma la traducción de “miedo de morir” no es por tanto una angustia de “muerte” si no
una “angustia de castración”
PARTE CLINICA
I- PRESENTACIÓN DE METODO
El método de asociaciones libres no es posible, por lo cual se emplea en los análisis el método del
juego, del dibujo espontáneo, de la conversación, entendida como la provocación de las ocurrencias del niño.
Primero se tiene una entrevista con la madre o los padres (obtener información), en presencia del niño (
se observan las reacciones del niño), existen excepciones en que solo se solicita la entrevista con la madre.
Los padres toman dos actitudes frente a los síntomas psíquicos o nerviosos:
1- Alegan enfermedad, “anormalidad” física o moral del niño, que aumenta los sentimientos de
inferioridad al legitimarlos y herir su amor propio por el sentimiento de ser anormal.
2- Mala voluntad, su pereza o maldad voluntaria, la cual por el retiro de amor y la
incomprensión que lleva en si, provoca sentimientos de culpabilidad conscientes ligados al síntoma que
el niño intenta superar
La meta es: ser imparciales y ayudar al niño a encontrar un medio de expresión de las pulsiones
reprimidas, adaptándolas a las exigencias medias de su entorno y de su ética personal, calmando su culpabilidad
y satisfaciendo lo mejor posible las exigencias legitimas de su libido
Desafortunada y naturalmente cuando los síntomas molestos para los padres desaparecen, suspenden el
tratamiento; aunque en el niño exista una mejoría esta lejos de haberse curado.
Una cierta forma de “salud” y una cierta forma de “equilibrio” depende del medio que forma el
ambiente afectivo del sujeto y de sus posibilidades libidinales propias. El principio de la salud moral es un
acuerdo entre el grado de afectividad y el ambiente.
Por lo tanto la curación no es segura solo si el analizado, además de la desaparición duradera de sus
síntomas, “vive interiormente en paz”, es decir, que reacciona a las dificultades reales de la vida sin angustia,
con una actitud espontáneamente adaptada a las exigencias de una su medio como con las propias asegurando
la conservación del equilibrio adquirido.
Este método exige una larga y lenta preparación y solo es definitivo si el sujeto llega al estadio adulto,
no solamente en edad real sino también en edad afectiva y mental.
“En el fondo de todo ser, el análisis no encuentra jamás sino lo que ahí esta”
Para esto es importante mencionar que el analista no puede llevar a su analizado a un punto del
desarrollo psicoafectivo que él no ha alcanzado aun, por lo que debe conocerse a fondo y no solo por
introspección, sino a través de también ser analizado (tratamiento psicológico). Esto con el fin del que el
medico no se situé en un punto de vista especifico, emita juicio de valor, etc; sino que obtenga objetividad y
profesionalismo para no caer en interpretaciones erróneas, en el influenciar el comportamiento del paciente que
lo lleva al no éxito del tratamiento y a la falta de ética.