12 PERGOU
IFICILMENTE tradu­
D cible por ■'el complejo
aparato formal que in­
troduce en sus obras,
Queneau ha pagado con esa con­
dena a una influencia oscura y
profunda -él no buscaba otra- su
trabajo en el corazón mismo de la
literatura, allá donde palpita su in>
discutible esencia: ia palabra en
todos sus ecos y recovecos.
Basta con dar cuenta de algunas
de sus muy numerosas actividades
para hacerse una idea de la pecu­
liar -para algunos, quizá, atrabi­
liaria- trayectoria de un autor in­
quieto, chispeante y, por utilizar
un termino en boga, brillantemen­
te interdisciplinar. Sólo los espíri­
tus más rancios se sorprenderán
de que sus primeras fUentes de
inspiración fiacran los tebeos. Les
picds nickelés, una obra que hizo
las delicias de varias generaciones
de franceses a principios de siglo,
es reivindicada por Queneau co­
mo referencia básica en la confi­
guración de su imaginfìrio. El tras-
f(»ii*Ío ácratn or-r- identifi ­
can los protagonistas de esta serie,
su populismo y í >u inventiva ver­
bal proporcionan otros tantos ras­
gos a los que, a su manera, Quene­
au siempre se mantendrá fiel.
Para un joven curioso y con una
clara voluntad innovadora el su­
rrealismo, recién proclamado en
su primer manifiesto, constituye
una tentación irresistible. Y Que­
neau nunca supo ni quiso resistirse
a sus tentaciones, así que durante
cuatro años frecuentó el círculo de
Breton. Las relaciones nunca fue­
ron muy cordiales y las discrepan­
cias acabaron pesando más que los
indiscutibles puntos en común
-fiel a su consideración eminente­
mente verbal de la existencia sos­
tendrá que su vinculación con el
surrealismo fiie “un malentendi­
do” --. A finales de 1929 Queneau
se encuentra de nuevo solo y con
la e>- :omunión del Papa de las
vanguardias pesando sobre su ca­
beza. Son años de exclusión, deso­
rientación y silencio de los que in­
tenta salir con una investigación
sobre “los locos literarios”. Si­
guiendo ese talante profundamen­
te marginal -a l menos decidida­
mente antiacadémico- explorará
las conexiones, tan frecuentemen­
te invocadas, entre la genialidad y
la locura. Los resultados serán de­
cepcionantes, pero, de momento,
le servirán para llegar a una de
esas conclusiones tan contunden­
tes como cargadas de humor: “el
primer hombre fiie un mono que
se volvió loco”.
Reincidirá en esta preocupación
por las desviaciones del espíritu
humano en su Enciclopedia de las
ciencias inexactas -finalmente in­
cluida en esa novela de locos lite­
rarios y no literarios que es Los hi­
jo s del limo- y alcanzará xma es­
pléndida madurez en un recorrido
burlesco por las referencias artísti­
cas y científicas titulado Pequeña
cosmogonía portátil. Se trata de
un poema de 1.386 versos donde,
entre otras joyas, se puede encon­
trar una de las síntesis más breve y
también más plástica de la historia
de la humanidad. Se expresa en un
par de versos, mantiene una cierta
relación con la cita anterior de la
que, en cierta medida, supone la
continuidad y reza así: “el mono
(o su primo) se transformó en
hombre y éste un poco más tarde
desintegró el átomo”.
Su ingreso en la editorial Galli­
mard a finales de los años treinta
le permite aliviar las zozobras
económicas y le abre el camino de
La lengua
está hecha
de palabras
Francia, tan dada a la efeméride, celebra
el centenario del nacimiento de Raymond
Queneau (1903-1976), un autor poco conocido
fuera de su país y que, sin embargo,
íia desempeñado un papei de primer orden
en las apuestas conceptuales del siglo XX
En el caso de Queneau, las relaciones
entre matemáticas y literatura convergen
con particular rentabilidad
Raymond Queneau en los años 60
una creciente influencia en el vino, Roubaud, Benabou o Perec. Al otro lado de su consideración
mundo de los libros. Sin embargo, Otros, como Cortázar, sufrirán su sobre el lenguaje y sustentándola
su persistencia en los derroteros deslumbrante influencia. El resul­ con el vigor de la lucidez se en­
más desmitificadores le llevarán a tado es un efervescente taller don­ cuentra un arraigado escepticismo
hacer otro ingreso, quizá de me­ de se inventan o se redescubren y una visión escasamente optimis­
nor prosapia, pero mucho más constricciones, reglas y fórmulas ta de la naturaleza hxmiana. Inca­
adecuado a su manera de pensar. que sirven de trampolín para la es­ paz de un discurso decisivo y aún
En 1950 entra a formar parte del critura y permiten explorar sus po­ menos definitivo -oscilará entre
Colegio de Patafisica con el título tencialidades. Por primera vez nos lo “provisionalmente definitivo” y
de “Gran Conservador de la Pre­ encontramos ante una agrupación lo “definitivamente provisional”-,
posición de la Cámara de Ejecu­ literaria cuyo objetivo no es la fa­ su curiosidad se refiaerza con esa
ciones Discretas” y desde allí, de­ bricación de textos sino la puesta indecisión. “En cuanto afirmo al­
sempeñando un papel cada vez a punto de los resortes formales go, en seguida me doy cuenta de
más decisivo, impartirá todo tipo que los hacen posibles, el escritor que la afirmación contraria es
de doctrina, por supuesto siempre es sustituido por el programador. igualmente interesante. En cuanto
antidoctrinal. Dicho con palabras de Queneau, termino uno de mis artículos in­
La afición de Queneau por las “en lugar de producir creaciones mediatamente me intereso por lo
matemáticas -llegó a ser miembro ya creadas, produce creaciones que acabo de negar.”
de la Sociedad Matemática de creadoras.” Así pues, detrás de las palabras
Francia- nunca dejó de influir en La literatura potencial supone, no se halla la verdad sino, deslum­
su manera de concebir la literatu­ si no el descubrimiento, al menos brante en el ilimitado número de
ra. Las grandes irmovaciones pro­ el acatamiento de la esencia lógica performancias que permite, la gra­
vienen casi siempre del cruce en­ y en el futuro también informati- mática. Y detrás de la gramática,
tre disciplinas alejadas y, en el ca­ zable de la literatura. “No pienso alimentándola y enriqueciéndola
so de Queneau, las relaciones en­ que la verdad esté en el lenguaje, en una ilusoria pretensión de que
tre matemáticas y literatura con­ pero desmontando el lenguaje se pueda servir como paliativo, la
vergen con particular rentabilidad El escritor en el fotomatón alcanza la verdad”, sostiene Que- desorientación ante un mundo
a principios de los sesenta. En esa proliferante e innombrable, la des­
época se halla embarcado en un gracia. “La Historia es la ciencia
complejo proyecto que desembo­
cará en la publicación del insólito
Sólo los espíritus ik4s rancios de ia desgracia de los seres huma­
nos. Los relatos sólo pueden tratar
Cien billones de poemas. Partien­ se sorprenderán de que sus primeras fuentes sobre la desgracia humana de lo
do de diez sonetos básicos hace contrario no tendrían nada que
posible la permutación entre los de inspiración fueran los tebeos contar. No importa que el desenla­
versos de cada uno de los poemas. ce sea feliz o trágico, antes ha te­
De esa manera y teniendo en nido que haber riesgos, perturba­
cuenta que cada soneto consta de 1947 ya había publicado el sor­ neau. Una afirmación de la que se ciones, amenazas. Incluso en los
catorce versos, nos encontramos prendente Ejercicios de estilo, un desprende la dificultad de la pala­ idilios más anodinos existe la
con 10'^ sonetos. Es decir, cien bi­ compendio de noventa y nueve bra para decir el mimdo, pero él, sombra de un peligro. Toda narra­
llones de poemas, la solución de­ maneras distintas de contar un in­ en lugar de sufinr el lenguaje en su ción nace de la desgracia huma­
finitiva para los lectores compul­ cidente anodino. Todos estos ex­ impertinencia, prefiere disfrutarlo na.”
sivos, pues, según los cálculos del perimentos le llevan a la convic­ en su autoreferencialidad. Lo cual Pero aquí no se acaba Queneau
propio Queneau, “contando 45 se­ ción de que la lengua, al igual que dota a su obra de un carácter más -también fue autor de novelas
gundos para leer un soneto y 15 las matemáticas, no es sino un sis­ lúdico que trascendente. Para tan importantes como Zazie en el
segundos para permutar las len­ tema de signos con sus reglas, con (Jueneau el texto es el resultado metro, Lejos de Rueil, Las flores
güetas que contienen cada verso, sus axiomas y las posibilidades de la fabricación y no el espacio azules o San Glinglin, poeta impa­
leyendo todo el día los 365 días combinatorias que de ellos se de­ de la epifanía. Y así, como artesa­ gable en Si tú te imaginas o en
del año se tiene para 190.258.751 rivan. En esta creencia y junto con no del verbo y no como profeta de El perro con la mandolina, letris-
años y pico de lectura (sin tener en François Le Lionnais, un matemá­ la tribu, realiza una obra tan llena ta de canciones, simpatizante co­
cuenta los años bisiestos y otros tico aficionado a la literatura, fun­ de humor como profundamente munista, resistente contra los na­
desdeñables detalles)”. da el Obrador de Literatura Poten­ desmitificadora, una saludable cu­ zis...-, de hecho Queneau, a sus
cial, más conocido por sus siglas ra de adelgazamiento para las cien años, ni siquiera acaba de
El O uiípo en francés, OULIPO. En el grupo pomposas pretensiones de la lite­ empezar.
No es el primer libro basado en se acabarán integrando figuras de ratura que todavía hoy mantienen
variaciones y permutaciones. En la importancia de Duchamp, Cal- su vigencia. Antonio A ltarrlba