La pintura siempre mantiene una estrecha comuni-
cacién con el pensamiento de su tiempo. A este respect
comparte la misma suerte que las demds actividades vincula-
dasa las representaciones colectivas, en especial la literatura
yel teatro, Esta comunicacién es un movimiento de doble
sentido. Por una parte los pintores, como todos los demas
‘miembros de la sociedad, nacen, crecen y actin en el seno
de una cultura cuyos conocimientos, ideas y valores absor
ben, y que influyen en sus actividades, en especial cuando
son de naturaleza intelectual y artistca, Por otra parte, al
rargen de lo que reciben esté lo que ofrecen, No se limitan
a suftir la accién dela sociedad en la que viven, sino que a su
ver estos pintores -sobre todo los mas audaces- desvian ese
legado, lo reoriencan y lo alteran radicalmente, lo cual trans
forma el pensamiento de su tiempo, Por esta ravdn os legit
imo incluir la ereacién pict6rica en la historia no s6lo del
arte, sino también del pensamiento, estudiar no so el estilo
artistico, por ejemplo el rococé, sino también a orientacién
del pensamiento que el cuadzo pone de manifesto, y por lo
tanto, siguiendo el titulo de una obra
cabo una historia del arte como historia del esprit, Max Dvo-
rak escribia hace un siglo: «El arte no sélo consiste en la evo-
Ia resolucién de los problemas
lucin de tareas formales
que éstas plantean. Siempre es tambign, y en primer lugar la
expresin de las ideas que rigen la humanidad. Su historia,
rno menos que lade la rcligién, la filosofiay la poesfa, es una
parte de la historia general del espirituv.! El objeto del pre
sente libro sera, como indica su titulo, fa pineura de la Hus-
tracidn: la pintura en la Hustracién, y la Thustracién en la
pincura,
Bs preciso advertir de entrada una primera objecisn
aque plantea hace ya tiempo Eugene Delacroix. Al principio
de su carrera esctibe en su Diario: «Cuando he pintado un
cuadro bonito, no he escrito un pensamiento. Es lo que di
cen Qué tontos son!s.? El pensamiento que trataremos aqul
ho tiene una existencia previa al cuadro en forma verbal, de
‘modo que la labor del cuadro sea traducirlo en imagenes. Fl
jpensamiento de los pintores del que hablo surge de sus cua
dros y, en ki
iencia de sus autores pi antes ni después de su acto de crea
zran mayoria de los casos, no aflora a la cons-
cin, Los espectadores,eriicos e historiadorss, dvidos de
sentido, intentan hacer inteigible lo que ven sus ojos, y lo
hacen interpretando la elecci6n del tema, la manera de re
presentar y la telacién del cuadro con el contexto pictérico y
social de su tiempo. Al hacerlo, corten cirtos tiesgos, El cus
dro es como una frase cuyo sujeto conocemos, pero cuyo
predicado no esta formulado ni puede estarlo. Las imigenes
no tienen significado, Como el oriculo de Delfos, se limitan
aa sugerit. En las paginas siguientes intento evocar el espirita
de esta pintura ¢ indicar el horizonte al que se dirige, pero
no es mi intencidn formular el sentido Gltimo de una w ota
obra
La época que voy a abordar no es una parte cual-
quiera del pasado, sino que supone uno de los episodios bi-
sagea de la historia europea. El periodo de la Hustracién, y
cen general el siglo xvun, es un momento de cambio radical
entre el mundo antiguo y el mundo moderno, y en ¢! los
pequeios cambios acumulados desde hace mucho tiempo
culminan en un cambio de mentalidad, en el momento en
que se decide nuestra identidad actu
|. Tanto si somos parti
versarios, todos he-
datios de la Ilustracién como si somos a
mos surgido de esos cambios. Entenderlos mejores vital para
nosotros y podria petmitir construir mejor nuestro mundo
actual
La produccién pictorica siempre ha sido muy varia-
day ha ilustrado diversas opciones estéticas ¢ideolégicas, de
manera creciente en los tltimos siglos. Con mis raz6n si,
como seri nuestro caso, [a observams en vatios paises. Por
lo tanto, de entre todas las obras legadas por este siglo, he
decidido seleccionar un grupo que esté en consonancia con
Jo que llamo «el espiritu de la lustracidn», Las obras selec-
cionadas poscen las siguientes caracteristieas:
1) Su objeto na son lossuperbomnbres, sino los hombre
Porlo tanto, no forman parte de ese compus de imagenes que
representan a dioses y diosas,sitiros, ninfas, héroes y santos,
cexcenas mitolégicas,religiosas y de gala. Lo que vemos esaseres humanos similares alos que nos rodean habitualmence
aque se dedican a sus actividades cotidianas y se mueven por
1 mundo natueal
2) Dirigen su atencin a todos los hombres. A los
hombres y a las mujeres, evidencemente, peso también a
los nifos y alos ancianos, alos ricos ya los pobts, a los
autéctonos y alos extranjeros, de cualquier profesién, in-
cluso a los que se sitian en los mirgencs de la sociedad
delincuentes y las prosticutas
tan la totalided del hombre, Eso inclu
3) Y repre
ye sobre todo el amor en todas sus formas, pero también los
actos de crueldad, las alegrias y las violencias, las acciones
nobles y las bajas, las dispucas y las reconciliaciones, la ei
y la politica, el teatro e incluso la pintura.
se naturaliza y sesittia en el mundo que conocemos. La pin
tura de la Hastracin esl de un mundo totalmente human
rado.
En los siglos anteriores habia ya cuadros que rcivin-
dicaban este mismo espiritu, pero ocupaban una posicién
marginal, aparecian esporidicamente en uno w otro lugar
mientras queen el siglo xvut las encontramos por todas par
aunque siguen siendo cuancitativamente minoritarios,
acaban ocupando una posiciin fuerte. El presente capitulo
de introduecién esta ilusrado tinieamente con obras de at
vistas del siglo v1 para recordar la presencia de este tipo de
imgenes en an pasado mis lejano, y por lo tanto eventual-
mente en la memoria de los pintoresEn Francia el periodo principal de interaccién entre
la Hustracién y la pincura se siti entre dos fechas: 1715
(muerte de Luis XIV) y 1789. La demarcacién esta menos
definida en los demas paises europeos, aunque la distribucidn
cs similar. Serd también el incervalo de tiempo que recorrere
mos agai, con s6lo algunas incursiones en el pasado y en el
facuro. Este breve siglo xvii estar marcado en Francia por la
Re
«rasta con el siglo anterior.
sicia y el largo reinado de Luis XV, un petiodo que con
c traslada el centro de gravedad de
la vida piiblic
la corte a la ciudad, de una organizacion
social basada en principios religiosos @ un espacio civil. Un
antiguo historiador de la pinturaafiema, de manera quiz hi
petbélica, que se trata de un momento en el que wa licencia
iba a suceder a la extrema devocién».* Pero el contraste con el
periodo posrevolucionario tambin es fuerte
En este sentido, podemos comparar la corte de si
glo xvut con otro periodo de transicién, un momento de la
historia romana que Flaubert describe asf: «Como los dioses
ya no estaban, y Cristo todavia no habia llegado, hubo wn
0 tinico, de Cicerén a Marco Aurelio, en el que
el hombre estavo solon.' Podeiamnos parafrasear a Flaubert para
hhablar de este otro «momento» mis reciente; Como el Dios
cristiano ya no estaba, y los dioses modernos -la nacién, el
pueblo y el Estado todavia no habian llegado, hubo un rao
momento, de Watteau a Goya, en el que el hombre estuvo
completo, en el que los hombres consiguieron establecer un
frdgil equilibrio entre sus diferentes aspiraciones. Se
aqui de un espititu, de un Zeitgeist, no de una filosofia. La
Hustracién no crea ua siste
ade pensamiento riguroso y
homogéneo, sino una sintess,y en euanto wespritue se rela