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Cátedra de Sociología y Género

Carrera de Sociología. Sexto Semestre. Año: 2017

Estudiante: José Ottaviano. Profesora: Ilda Mayeregger

Tema: Sobre el cuerpo femenino desde el Patriarcado y el Enfoque de Género

Resumen: El siguiente trabajo es presentado como forma evaluativa para el

Segundo Parcial de la cátedra de Sociología y Género, del Sexto Semestre de

la carrera de Sociología. Para el efecto se analizarán brevemente las

concepciones sobre el cuerpo desde las formas ideológicas del patriarcado, por

un lado, y desde el enfoque de género como plataforma de liberación, por el otro.

En las disociaciones de ambos análisis se observarán las construcciones

sociales que aún permanecen como válidas en planos ideales y materiales.

Palabras claves: cuerpo, cuerpos, patriarcado, ideología, enfoque de género,

género, construcción social, feminismo

Abstract: The following article is presented as a form of evaluation for the

Second Period of the Sociology and Gender Chair, of the Sixth Semester of the

Sociology career. For the purpose, the conceptions about the body will be briefly

analyzed from the ideological forms of the patriarchy, on the one hand, and from

the gender approach as a liberation platform, on the other. In the dissociations of

both analyzes, the social constructions that still remain valid in ideal and material

planes will be observed.

Key words: body, bodies, patriarchy, ideology, gender approach, gender, social

construction, feminism
El cuerpo femenino. Encierro y cosificación.

Poseer un cuerpo sexuado en femenino, es al fin y al cabo la naturalización de

las construcciones sociales emanadas desde el patriarcado, por la tanto existe

una línea de imposición no ya solo de ideas sino también de materializarlas en

la realidad. Eso es en última instancia el patriarcado, una ideología que se

impone a través del dominio de los cuerpos especialmente de las mujeres y a los

cuales no sólo estereotipa sino que también provee de funciones. Funciones a

los cuerpos, primero, a las mujeres, segundo. Es decir existe una separación

porque la mujer no posee la libertad de su cuerpo y esto profundiza la

cosificación en función del placer y otras formas de dominio material que nacen

de la ideología y las construcciones sociales mencionadas. Al decir de Meri

Torras, en el “El delito del cuerpo”:

Hay muchos cuerpos distintos pero nos resistimos a que ninguno escape a ser (de)
hombre o (de) mujer: dos únicas posibilidades para una enorme cantidad de
materializaciones corporales diversas. O, en realidad, una sola posibilidad en tanto que
ese par se presenta como contrario y complementario. O se es mujer o se es hombre,
se pertenece a una de las dos categorías y se participa irremisiblemente de una mayoría
substancial de sus atributos más definitorios (en tanto que el otro se define por la falta
de ellos). Estar categorizada bajo la etiqueta mujer y que te falten dos dedos del pie
izquierdo te hace menos mujer en menor grado que si has tenido que sufrir una
mutilación mamaria, por ejemplo: ambas son partes del cuerpo pero una posee un poder
identitario sexual mayor que otra, es considerada una marca de feminidad. Pareciera
pues que no todos los atributos reconocibles en el cuerpo poseen un mismo grado de
evidencia genérico-sexual –aparentemente un bazo o un codo son más unisex que los
huesos de la pelvis, por no nombrar los genitales–.1

Ahora bien la función en sí de la mujer tiene que ver con aquellos roles de género

que en primera y última instancia son las continuaciones de la función impuesta

a sus cuerpos, es decir, por ejemplo, de la reproducción a la crianza. Ante lo

1
Torras, Meri, “El delito del cuerpo”. En Meri Torras (ed.), Cuerpo e identidad I. Barcelona: Edicions
UAB, 2007.
expuesto queda claro que hablamos de las marcas de feminidad de una mujer,

hechas por el patriarcado y que determinan un catálogo de conducta que se

adecua a ellas. Constituye entonces una de las contradicciones con las que

cargan las mujeres bajo los esquemas de dominación patriarcales, lo binario, es

decir, o es un cuerpo femenino o masculino, sexy o no sexy; sus

comportamientos son adecuados o inadecuados, decorosos o indecorosos; y

aún en la empresa de querer tener todas las marcas correctas ha de esforzarse

por vivir según un equilibrio entre lo seductor y el placer, la crianza y las funciones

reproductivas.

Apropiación y autodeterminación de los cuerpos

La primera construcción social con la cual las mujeres pueden romper a la hora

de autodefinirse (y posteriormente autodeterminarse) es el esquema de lo

binario. Aquella forma de identificación que impide a las mujeres la apropiación

de sus mismos cuerpos puesto que está basada en una óptica hermética y

netamente propia del hombre. Se plantea un conflicto de visiones y por sobre

todo de propiedad. El esquema de lo binario está realmente basado en un

esquema de contradicciones de lo que está permitido y lo que no, lo que está

dentro y lo que está fuera del marco legal, o el marco patriarcal.2 Incluso el deseo

o el placer debe ser reclamado como autónomo por la mujer ya que existen

placeres prohibidos y permitidos con los cuales se perpetúan las

estigmatizaciones dadas. Por ende esto también afecta a la elección de las

preferencias sexuales de la mujer, puesto que lo binario interrumpe la diversidad

sexual y a base de discriminación sólo concibe a lo homo y lo heterosexual, ni

2
Fuss, Diana, “Dentro/Fuera”. En Neus Carbonell y Meri Torras (eds.), Feminismos literarios, Madrid,
Arco Libros, 1999.
siquiera a la bisexualidad, o cualquier otra forma de vivir el deseo en sí. Y en

entre lo homo y lo heterosexual mismo, se manifiesta una hegemonía del

segundo sobre el primero que no concibe como apto nada más allá de sí misma.

El enfoque de género para la liberación de los cuerpos

El enfoque de género, a través desde su maduración político-social en el

feminismo, busca desarticular lo dualidad hombre/mujer, lo que a su vez logra

desarmar la heterosexualidad y su totalizadora idea del complementario o

complementaria como vínculo y eje de las uniones sentimentales o sexuales. He

ahí que si la diversidad sexual se manifiesta en las realidades, con los cuerpos

y las mujeres apropiadas de ellos, se debe manifestar también en la teoría sin

temor alguno a expandir las categorías que definan las formas de liberación. En

torno a ello reflexionó también Meri Torras:

La diferencia genérico-sexual binaria aparece, pues, asociada a la práctica de una


sexualidad determinada que rige los cuerpos y sus relaciones, los encauza a
determinadas interacciones mientras que proscribe, patologiza, persigue y castiga
otras.3

Es en la liberación que la vez que se desarticulan cosas, también se construyen

o reconocen otras. En los reconocimientos claves cabe evitar la categorización

del sexo como previo al género y dejarlo sólo en lo biológico. El proceso de

apropiación del cuerpo para la mujer implicará también entonces verificar que el

sexo es también al igual que el género algo cultural y que la disociación de ambos

según funciones es una construcción social opresora. La construcción social

liberadora, en cambio, es aquella que lleva a cabo cada mujer según su propia

determinación, en sus propios tiempos, placeres, deseos y procesos.

3
Torras, Meri, “El delito del cuerpo”. En Meri Torras (ed.), Cuerpo e identidad I. Barcelona: Edicions
UAB, 2007.

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