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Sanando las enfermedades espirituales

3. PATOLOGÍA DEL HOMBRE CAÍDO

1. Patología del conocimiento


2. Patología del deseo y del gozo
3. Patología de la agresividad
4. Patología de la libertad
5. Patología de la memoria
6. Patología de la imaginación
7. Patología de los sentidos y de las funciones corporales

3. Patología de la agresividad

• Junto a la potencia concupiscible toma lugar en el alma humana la potencia agresiva o


irascible (thymós).

• Esta facultad pertenece a la misma naturaleza del hombre, es uno de los


componentes del alma humana desde su creación.

• a) La primera función de la agresividad en el hombre en su estado de salud (Adán


original, hombre restaurado en Cristo) es la de oponerse a todo lo que pueda apartarlo de
Dios y del camino de deificación al cual Dios lo destinó por naturaleza.

• Esta facultad, dicen los Padres, fue puesta por Dios en el alma del hombre para permitirle
luchar contra el mal,

• más precisamente para rechazar los ataques de los demonios, para combatir las
tentaciones, para rechazar los malos pensamientos que le sugieren sus enemigos
espirituales (cf. Evagrio Póntico, De los malos pensamientos, 17; Diádoco de Fótice,
Cien capítulos gnósticos, 62; Hesiquio de Batos, Capítulos sobre la vigilancia, 31).

• Adán y Eva, en el Paraíso, eran tentados por el diablo. Ellos se servían de esta
facultad para guardar el mandamiento que Dios les había dado, dicho de otro modo

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para mantenerse en el camino en que Dios los había colocado al crearlos, para
permanecer unidos a Dios y crecer en Él espiritualmente.

• Por esta facultad que Dios había puesto en su alma, ellos podían oponerse a la
tentación, rechazar las sugerencias del Maligno y evitar así caer en el mal.

• “La cólera templada es como un arma que nuestro Creador ha dado a


nuestra naturaleza” (Diádoco de Fótice, Cien capítulos gnósticos, 62).

• San Gregorio de Nisa escribe con más precisión:

• “En cuanto a la agresividad (thymós), la cólera (orgé), el odio (mísos) es


necesario que estas potencias velen a la puerta como perros guardianes con
el solo fin de resistir al pecado, que usen de su fuerza natural contra el
ladrón, contra el enemigo que se desliza hacia adentro para hacer perder el
tesoro divino, y viene a fin de “robar, matar destruir” ”. (Tratado de la
virginidad, XVIII, 3).

• San Nicolás Stéthatos señala en el mismo sentido:

• “Si el deseo y la razón tienden según la naturaleza hacia lo divino, la cólera


es para ellos un arma de justicia contra la serpiente que murmura sólo en la
conciencia y le sugiere tomar parte de los placeres de la carne” (Nicetas
Stéthatos, Del alma, 57; cf. 33).

• “La naturaleza de la potencia irascible (thymós) del alma es la de combatir


los demonios”; “es el uso que debemos hacer de la parte irascible: combatir
a la Serpiente con odio”. “La agresividad (thymós) buena es una facultad del
alma apropiada para destruir los malos pensamientos” (Evagrio Póntico,
Tratado práctico, 24; Tratado para el monje Eulogio, 10; Capítulos gnósticos.
Pseudo-suplemento, 9).

• Por esta facultad utilizada en conformidad a su naturaleza original, el hombre espiritual,


apartando todos los obstáculos, puede mantenerse sin desviarse en el camino de su unión con
Dios.

• Gracias a la acción de la potencia irascible el hombre puede especialmente, mantener su


deseo siempre tendido hacia Dios, impidiéndole desviarse hacia las realidades sensibles a las
cuales la tentación busca arrastrarle.

• Así san Macario escribe: “Cuando las pasiones se levantan, las gentes sensatas
no las escuchan; sino que se irritan contra los deseos malos y les declaran la
guerra” (Macario de Egipto, Homilías, colección II, XV, 51).

• Esta actitud es una disposición necesaria y habitual en el hombre espiritual


que afirma por esta razón que la cólera, en este uso normal que corresponde a su

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naturaleza, presta los más grandes servicios al alma (cf. Diádoco de Fótice, Cien
capítulos gnósticos, 43; 62).

• San Juan Casiano desarrolla la misma enseñanza en Instituciones cenobitas, VII,


3, 3; VIII, 7-8).

• La potencia agresiva se muestra particularmente útil en la oración, ya que, para llegar a


una contemplación pura, el hombre debe rechazar todos los pensamientos que procuran
alejarlo de Dios.

• Evagrio escribe sobre esto: “cuando estás tentado, no reces antes de haber
dirigido con cólera algunas palabras al que te oprime. Si dices algo con cólera a
los pensamientos, confundes y haces desaparecer las representaciones sugeridas
por los adversarios” (Evagrio Póntico, Tratado práctico, 42).

• Por su agresividad bien utilizada el hombre, resistiendo por todas partes la prueba de la
tentación revela la medida y el verdadero valor de su unión con Dios.

• “Existe en el espíritu el odio conforme a la naturaleza y sin odio por la


enemistad, el honor no se revela al alma”, escribe también Abba Isaías (Isaías de
Escete, Asceticón, II, 8).

• b) El segundo uso natural y normal de la potencia agresiva

• es el de permitir al hombre luchar para obtener los bienes espirituales hacia los cuales
tiende por naturaleza, para alcanzar el Reino de los cielos al que está destinado,
porque, según las palabras de Cristo:

• “El Reino de los Cielos es conquistado con violencia, y son los violentos los
que se apoderan de él” (Mt 11, 12).

• “El Reino de los cielos es anunciado, y cada uno usa violencia para entrar en
él” (Lc 16, 16).

• Es también permitirle hacer todos los esfuerzos requeridos para cumplir su


tarea, es decir, para crecer espiritualmente y adquirir la semejanza con Dios.

• Dice Evagrio de este modo: “El alma razonable obra según la


naturaleza cuando su parte irascible lucha por la
virtud” (Evagrio Póntico, Tratado práctico, 86).

• Esta facultad permite al hombre orientar y elevar todas sus facultades hacia Dios. Su
espíritu en primer lugar.

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• Así Evagrio afirma que “la naturaleza de la potencia irascible es luchar con
vistas al placer”, entendiendo por esto “el placer espiritual y la bienaventuranza
que le sigue” (Evagrio Póntico, Tratado práctico, 24).

• Por el pecado, sin embargo, el hombre pervierte esta facultad, desviándola de este
uso normal y bueno

• para hacer de ella un uso contra la naturaleza e irracional (cf. Hesiquio


de Batos, Capítulos sobre la vigilancia, 31; Isaac de Nínive, Discursos
ascéticos, 27; Orígenes, Homilías sobre el Génesis, I, 17).

• Así esta facultad se vuelve enferma “la facultad agresiva (thymós )


impura es una potencia del alma enferma”, escribe Evagrio Póntico,
en Capítulos gnósticos. Pseudo-suplemento, 9.

• En lugar de combatir para obtener y guardar los bienes espirituales, ella en


efecto, en adelante lucha, para adquirir y conservar los pseudo-bienes sensibles
hacia los cuales el hombre ha desviado su inteligencia y a los cuales ha apegado
su deseo.

• Se pone enteramente al servicio de los deseos sensibles que animan


al hombre caído, y se consagra a la búsqueda y conservación del
placer que obtiene de ellos (cf. Nicetas Stéhatos, Del alma, 34 y
Atanasio de Alejandría, Contra los paganos, 3).

• A menudo los Padres hacen alusión a la relación fundamental que existe entre la agresividad
y el placer.

• San Doroteo de Gaza, por ejemplo, afirma que la cólera tiene por causa
“especialmente el amor por el placer (filedonía)” (san Doroteo de Gaza,
Instrucciones espirituales, XII, 131).

• En el hombre caído, la agresividad guarda su función de lucha por el placer puesto que, como
dice Evagrio, su naturaleza es “luchar con vistas al placer cualquiera sea”.

• Pero el hombre, al apartarse de los bienes divinos y al estar así privado de la


alegría espiritual, trata de encontrar y salvaguardar entonces el placer
sensible, carnal.

• La realización de esta finalidad contra la naturaleza implica una segunda forma de perversión
de la potencia irascible.

• Al dejar de utilizarla para combatir los demonios y sus tentaciones, puesto que en
adelante él consiente a sus sugerencias y cumple su voluntad,

• el hombre la vuelve contra sus semejantes en la medida en que ve en


ellos

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• ya sea obstáculos para la realización de sus deseos sensibles y
la obtención de los placeres a los que tienden (los deseos),

• ya sea causa de sufrimiento relativas al amor egoísta que se


tiene a sí mismo.

• “Hemos preferido las cosas materiales y profanas al mandamiento del


amor, y porque estamos apegados a ellas, luchamos contra los
hombres, cuando deberíamos preferir el amor por todos los hombres
antes que todas las cosas visibles” explica san Máximo el Confesor
(Discurso ascético, 7; Cartas, 28).

• que incrimina principalmente a la filautía, la que “para obtener un


poco de placer nos excita a los unos contra los otros como fieras”.

• Evagrio por su parte aconseja: “No vayas a desviar el uso que haces
de la potencia irascible hasta usarla de modo antinatural enfadándote
contra tu hermano” (Evagrio Póntico, Capítulos gnósticos. Pseudo-
complemento, 9).

• “La naturaleza ha impreso en nosotros los movimientos de la cólera


para que nos sirvamos contra la serpiente infernal, nuestra enemiga, y
nosotros la usamos contra nuestros hermanos” constata con amargura
san Juan Clímaco, Escala, XXVI, 141.

• Más loco todavía es el uso de su potencia irascible que el hombre puede hacer contra
Dios.

• Mientras que fue puesta en su naturaleza para que pueda luchar contra todo lo que
intenta alejarlo de Dios, por el pecado incluso va a hacer de ella uso inverso,
sirviéndose contra todo lo que puede acercarlo a Dios, llegando a veces a volverlo
contra Dios mismo.

• Así san Barsanufio hace notar: “¿Acaso [el diablo] en lugar del odio según Dios,
–el que odia el mal–- no ha arrojado en nosotros el odio perverso que odia el bien
y a Dios mismo?” (san Barsanufio, Cartas, 97).

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