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EL ORGANO DE VIENTO

Gabriel Patiño

Una de las convicciones fundamentales de la enseñanza afirma que es necesario partir y


considerar los saberes previos. Por eso, a la hora de trabajar con niños y niñas de la escuela
primaria, en el espacio curricular de la Práctica del Lenguaje, es necesario tener en cuenta el “el
interés que manifiestan los niños/as por las historias y relatos”.

“Los relatos permiten desplazarse en el tiempo y en el espacio, incursionar en la vida de las


personas, sufrir y gozar con y a través de ellas, imaginar otras realidades, ayudando a dar forma y
sentido al mundo y a la experiencia”.

A través de los relatos, escuchados desde antes de aprender a hablar y a escribir, es como los
niños van comprendiendo quiénes son y dónde viven.

Mi experiencia de capacitación docente en Alfabetización me llevó a realizar clases de apoyo en La


Chicharra, un centro cultural barrial, al que asisten alumnos de primer ciclo. Vienen de un
contexto complejo, marcado por dificultades de aprendizaje que responden, en gran medida, a
dificultades de contexto: familiar, barrial, social; que impactan en la posibilidad de elaborar sus
propios relatos.

Por eso, nos pareció adecuado apelar a la elaboración de RELATOS, como “una puerta de entrada
propicia para acercar a los niños/as al conocimiento de distintas sociedades, seleccionar
situaciones o problemas donde estén presentes la complejidad y conflictividad sociales pero
organizados dentro de tramas narrativas que relaten situaciones que los niños/as sean capaces de
comprender”.

Además, sabemos que “los niños/as aprenden sobre el mundo social hablando, leyendo y
escribiendo acerca de sus múltiples manifestaciones”, y que “las prácticas del lenguaje atraviesan
la apropiación de contenidos en el área de ciencias sociales”, por lo que “al mismo tiempo que se
involucran en el conocimiento del mundo social, los alumnos/as aprenden a expresarse oralmente,
a leer y escribir”.

En uno de los encuentros, les propuse a los alumnos la lectura del cuento “El órgano de viento”.
Dividí el cuento en dos partes, dejando el final abierto. Saqué copias y le entregué una a cada uno.
En la misma, cada oración estaba escrita con un color diferente. Invité a que lo leamos entre
todos, sentados en ronda, y que cada uno a su turno iba a leer una de las oraciones.

De esta manera, quería destacar el sentido comunitario de la narración, en la que todas las voces
son necesarias para la construcción del relato, y que si cualquiera de ellos no leyera su parte, los
otros no podíamos entender el conjunto. Cada voz es necesaria.

Al terminar la lectura, les propuse que cada uno imaginara un posible final.
La intención pedagógica es recuperar la narrativa como “herramienta para la comprensión de la
vida de diferentes personas y grupos, ya que por sus características permite contextualizar a los
protagonistas en un tiempo y un espacio, incluirlos en una trama y reconocer el sentido de sus
acciones e intenciones”.

Una vez que cada niño escribió su final, volvimos a la ronda, en la que compartieron lo escrito.
Pude comprobar que, aunque algunos presentaron dificultades, pudieron desarrollar su
imaginación y expresarla de modo escrito mediante el relato. Y a su vez, pudieron conocer los
finales que otros imaginaron, descubriendo la riqueza de los posibles y diversos finales.

A medida que cada uno leía su final, invitaba a los demás a que puedan comentarlo. Esto permitió
que los niños “formulen sus interrogantes, realicen comentarios, expresen sus opiniones,
intercambien información”, expresando de esta manera “lo que van comprendiendo sobre la vida
en sociedad”, ya que la construcción colectiva de relatos es una manera de reflejar lo que
percibimos acerca de la realidad en la que vivimos.

Para finalizar la actividad, compartimos el final del cuento original. Pudieron comparar sus propios
finales con la del autor del cuento, y ver que hay muchos finales posibles. Y que los que ellos
mismos realizaron aportan su propia riqueza.

Se pudo reconstruir en el pequeño espacio de intervención de una clase de apoyo, el proceso de


elaboración de la escritura, que parte también de lo que somos capaces de imaginar, y que en la
medida que aprendemos a hacerlo escritura, es posible socializarlo con otros; tal como nos pasó
con el cuento que trabajamos.

En la línea de lo que plantea el diseño curricular de alfabetización del ciclo primario, “una rica
interacción, leyendo, escribiendo y hablando sobre distintas sociedades, los alumnos/as
seguramente se han familiarizado con los conceptos, explicaciones y discursos específicos de las
ciencias sociales, y fundamentalmente, han logrado entusiasmarse con las alternativas y
complejidades de la vida en sociedad”.

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