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Nahuel Moreno
El trabajo que presentamos es la sistematización de un debate que comenzó hace dos
años, durante las escuelas de cuadros del PTS y reflejan las posiciones sostenidas por el
Buró Político de nuestro partido. Su importancia reside en que permitió homogeneizarnos
en una visión crítica de nuestro propio pasado teórico-político: delimitándonos de la
corriente del movimiento trotskista de la cual venimos, el morenismo, al mismo tiempo
creemos haber retomado el método y la teoría de Trotsky.
Lo hicimos sin embargo, sin ceder a quienes querían acelerar esa ruptura en forma anti-
dialéctica, negando absolutamente todo hilo de continuidad con el pasado*.
Del legado teórico de Nahuel Moreno, reivindicamos aquellos trabajos que surgieron
producto del debate que éste dio en forma principista contra el revisionismo, entre los que
se destacan "Dictadura Revolucionaria del Proletariado" contra el SU de Ernest Mandel
combatiendo la teoría revisionista de la "democracia socialista" en los estados obreros; y el
trabajo "La Traición de la OCI" donde Moreno defiende contra Pierre Lambert, una política
trotskista contra una versión de "la teoría de los campos burgueses progresivos" de aquel.
Nuestra polémica está centrada en las revisiones teóricas que Moreno hizo,
fundamentalmente en los ‘80, de la Teoría de la Revolución Permanente de Trotsky.
Moreno, que tuvo el mérito de plantear honestamente que estaba revisando a Trotsky,
llevó con estas revisiones al callejón sin salida teórico, político y programático de la LIT y
es uno de los fundamentos de su actual estallido.
Siguiendo el mismo método que Moreno recomendaba de decir claramente lo que se
revisa, vamos a hacerlo con su teoría de la revolución.
Lejos de la visión de que Moreno dejó "bases de granito" para la construcción de una
corriente trotskista internacional principista, el actual derrumbe del edificio demuestra que
las bases teóricas elaboradas en los ‘80, en abierta y declarada ruptura con Trotsky, no
sirvieron para interpretar los nuevos acontecimientos desatados desde el ‘89. Lejos de ser
una superación de la Teoría de Trotsky, se desmostró en los hechos inútil para interpretar
la realidad y dotarse de una política revolucionaria correcta. Más aún, sirvieron de
taparrabos teórico a las inmensas claudicaciones políticas y programáticas de la LIT y de
sus secciones nacionales.
Es por eso que toda posible regeneración revolucionaria de la LIT (y de sus secciones),
sólo puede surgir de una vuelta sin titubeos a las bases teóricas y al método pergeñados
por el fundador de la IV Internacional.
* Ese fue el método de O. Garmendia, ex-dirigente del MAS que fue expulsado junto a
nosotros y luego se fue del PTS. Terminó criticando a Moreno desde una posición de
derecha y de claro tinte socialdemócrata, valiéndose de un Lenin "aggiornado" y castrado
de contenido revolucionario.
Para nuestra Fracción Internacionalista (F.I.), la razón principal de la actual crisis de la LIT
está, efectivamente, (y esto es lo único que nos une a la SR) en las bases teóricas,
políticas y programáticas con que la LIT estaba armada para enfrentar el ‘89.
Lejos de desarrollar, ante los nuevos hechos, el contenido revolucionario del marxismo
puesto en práctica en la revolución de octubre del ‘17 y en la etapa de la lucha de clases
que ésta abrió hasta el ‘23, cuando existía una internacional revolucionaria, la IIIra., a
través de las lecciones programáticas de sus cuatro primeros congresos; el "trotskismo" de
Moreno está basado en una ‘teoría de la revolución’ adaptada al ‘modelo’ de las
revoluciones de la etapa del 43-48 (etapa que fue, como demostraremos más adelante,
verdaderamente "excepcional" por "el ‘cómo’ y el ‘dónde’ se habían dado" y que Moreno
"sublimó" para decirlo a la manera de SR) y las de posguerra, que Moreno llamó de
"febrero triunfantes" y la hija directa de esta teoría globalizada en los ‘80: "la revolución
democrática".
Para nosotros, el 43-48 fue una etapa en la que se dio la hipótesis teórica del Programa de
Transición, en el capítulo de "gobierno obrero y campesino", de que "bajo la influencia de
circunstancias completamente excepcionales (guerra, derrota, crack financiero, presión
revolucionaria de las masas, etc.), los partidos pequeñoburgueses, incluídos los stalinistas
fueran más lejos de lo que ellos mismos quieren en la vía de una ruptura con la
burguesía".
Esta etapa que dio lugar a los nuevos estados obreros de posguerra, en el Este de
Europa, Yugoslavia, China y Corea, Moreno la extiende a toda la posguerra donde hubo
sólo dos revoluciones que triunfaron en un mar de revoluciones traicionadas y derrotadas,
Cuba y Vietnam, correctamente caracterizados como estados obreros deformados por
Moreno junto a un ala de la IV contra los sectarios que los negaban porque no habían
surgido con las condiciones de la revolución de octubre rusa.
La base teórica de la actual crisis de la LIT se debe a que se llevó esta excepción a norma
programática a partir de que se afirmó que: "... Hoy tenemos que formular que no es
obligatorio que sea la clase obrera y un partido marxista revolucionario el que dirija el
proceso de la revolución democrática hacia la revolución socialista..." (2).
Aún más, en los ‘80, ante la oleada de caídas de dictaduras como las de Somoza en
Nicaragua, la junta militar argentina y las del cono sur de Latinoamérica, procesos que
ninguno llegó a la expropiación de la burguesía e instauraron regímenes democrático-
burgueses, la LIT da una vuelta de tuerca adaptándose a esos procesos con la teoría de la
"revolución democrática". Como la define Moreno en ‘Revoluciones del Siglo XX’: "... una
revolución en el régimen político: destruir el fascismo para conquistar las libertades de la
democracia burguesa, aunque fuera en el terreno de los regímenes políticos de la
burguesía, del estado burgués".(3)
No hay ninguna fracción interna de la LIT que haya puesto esto blanco sobre negro.
Es que estos "teóricos" superadores de los "esquemas del marxismo" son simples
impresionistas empíricos. Son los apologistas de las revoluciones democráticas
universales y se basan también en una "excepción histórica", no en la del Octubre ruso del
‘17, ni siquiera en las revoluciones que conquistaron los estados obreros deformados de la
posguerra, sino en las revoluciones de baja intensidad del ‘89.
Han elevado a programa las revoluciones espontáneas del ‘89, donde la "sociedad civil" es
todopoderosa y la contrarrevolución, el estado y sus órganos de represión, es nada.
Los otros agrupamientos de la LIT polemizan contra estas posiciones antileninistas. Pero
no se las puede combatir consecuentemente si no se ataca sus bases teóricas
revisionistas, que es donde hace pie el reformismo. En última instancia, como
intentaremos demostrar a lo largo de este trabajo, en todo cuadro armado con la
concepción antitrotskista de ‘revolución democrática’ anida un eserista.
Por supuesto que no creemos que sólo una teoría y un programa correcto sea garantía de
éxito y aciertos. Pero una dirección no probada en la lucha de clases, como se define a si
misma la propia dirección de la LIT incluso en vida de Moreno y asentada en
Latinoamérica, Argentina y Brasil fundamentalmente; sujeta a presiones sociales, y de los
aparatos contrarrevolucionarios, como cualquier otra, aún la más revolucionaria; si tiene
una teoría y programa incorrecto, las influencia hostiles de clases enemigas se cuelan por
todas las grietas y esa organización es revolcada por los acontecimientos tal como sucedió
con la LIT en el ‘89.
Para la FI, toda regeneración de la LIT debe partir de un rearme teórico, político y
programático en el sentido de las bases fundacionales de la IV internacional. Para esta
tarea es que llamamos a todos los cuadros y militantes de la LIT que coincidan con
nuestras posiciones a reagruparnos en una tendencia por el trotskismo. Ese rearme y
vuelta al trotskismo no puede hacerse sin liquidar los elementos revisionistas que contiene
el ‘morenismo’.
En "Revoluciones del Siglo XX", la define de la siguiente manera: "Lo que Trotsky no
planteó, pese a que hizo el paralelo entre stalinismo y fascismo, fue que también en los
países capitalistas era necesario hacer una revolución en el régimen político: destruir al
fascismo para conquistar las libertades de la democracia burguesa, aunque fuera en el
terreno de los regímenes políticos de la burguesía, del estado burgués. Concretamente, no
planteó que era necesaria una revolución democrática que liquidara al régimen totalitario
fascista, como parte o primer paso hacia la revolución socialista, y dejó pendiente este
grave problema teórico". (6)
En primer lugar, es falso que Trotsky dejó el problema sin plantear. Se puede estar en
contra de su legado teórico, pero no se lo puede ocultar. Transcribiremos sólo dos citas,
por demás categóricas, de las decenas de ellas que responden con el mismo tenor al
problema teórico que plantea Moreno.
Damos esta respuesta del fundador de la IV a Pietro Tresso y a los oposicionistas italianos
que planteaban, en la Italia de Mussolini, una posición similar a la de Moreno:
"En cuanto a la ‘revolución antifascista’, la cuestión italiana está más que nunca ligada
íntimamente a los problemas fundamentales del comunismo mundial, vale decir a la
llamada teoría de la Revolución Permanente."
"A partir de todo lo anterior surge el problema del período ‘transicional’ en Italia. En
primerísimo lugar, hay que responder claramente: ¿transición de qué a qué? Un período
de transición de la revolución burguesa (o ‘popular’) a la revolución proletaria, es una cosa.
Un período de transición de la dictadura fascista a la dictadura proletaria, es otra cosa. Si
se contempla la primera concepción, se plantea en primer término la cuestión de la
revolución burguesa, y sólo se trata de determinar el papel del proletariado en la misma.
Sólo después quedará planteada la cuestión del período transicional hacia la revolución
proletaria. Si se contempla la segunda concepción, entonces se plantea el problema de
una serie de batallas, convulsiones, situaciones cambiantes, virajes abruptos, que en su
conjunto constituyen las distintas etapas de la revolución proletaria. Puede haber muchas
etapas. Pero en ningún caso puede implicar la revolución burguesa o ese misterioso
híbrido, la revolución ‘popular’.
Está claro que Trotsky no cierra los ojos ante un probable estallido de una "profunda crisis
revolucionaria" producto de "batallas de masas" contra el fascismo, ni duda en llamar
"victoria obtenida por el proletariado" al hecho de la caída del Kaiser en Alemania del ‘18.
Incluso para Trotsky no estaba descartado que después de la caída del fascismo, Italia
"puede convertirse nuevamente, durante un tiempo, en un estado parlamentario o una
república democrática".
Pero para el fundador de la IV Internacional, que las masas conquistaran sólo "las
libertades de la democracia burguesa, ... en el terreno del estado burgués" sería producto
no de una "revolución democrática triunfante", como etapa independiente previa a la
revolución socialista, sino del "aborto de una revolución proletaria insuficientemente
madura y prematura" en el caso italiano; o de "una contrarrevolución burguesa obligada
por las circunstancias a revestir después de la victoria obtenida por el proletariado, formas
pseudodemocráticas", como caracterizó la de Alemania del ‘18.
¿Qué opinan las distintas fracciones de la LIT? ¿Están con Trotsky en llamar a esto
"aborto de la revolución proletaria" o con Moreno en llamarla "revolución democrática
triunfante"?
A diferencia de lo que opina Moreno está claro que Trotsky sí respondió a la cuestión de la
"revolución antifascista", y que, además, para él estaba "ligada íntimamente" a la teoría de
la Revolución Permanente.
Planteó que frente a ella había dos concepciones opuestas en cómo definir al "período
transicional" entre la lucha por derrocar al fascismo y la dictadura del proletariado: una
concepción contempla "un período de transición de la revolución burguesa (o popular) a la
revolución proletaria", la otra, "un período de transición de la dictadura fascista a la
dictadura del proletariado".
Moreno se ubica en la primera concepción cuando dice que: "era necesario hacer una
revolución en el régimen político (...) aunque fuera en el terreno de los regímenes políticos
de la burguesía, del estado burgués".
Las consecuencias de tal posición son, para Trotsky, inevitables: "Si se contempla la
primer concepción, se plantea en primer término la cuestión de la revolución burguesa y
sólo se trata de determinar el papel del proletariado en la misma".
Moreno, sin caer en la teoría etapista del menchevismo basada en la necesidad de una
etapa histórica desde el punto de vista del desarrollo económico burgués; cae en un
etapismo justificado, según él, por el propio desarrollo de la movilización de las masas: es
necesaria una etapa para "conquistar las libertades de la democracia burguesa".
Según esta teoría, la "revolución anti-fascista" no es una revolución burguesa, antifeudal.
Es anticapitalista, pero no proletaria sino democrática. Es decir, un "híbrido", una
revolución ni obrera ni burguesa, como la revolución "popular" a la que hacía referencia
Trotsky en Italia.
Pero quien sostiene que, como "el primer paso de la revolución socialista", hay que hacer
una revolución "... en el terreno del régimen político de la burguesía, del estado burgués"
linda con el reformismo. Moreno cae en el error opuesto a los que igualan democracia y
fascismo: los ve dos regímenes totalmente antagónicos.
Aquí subyace una concepción ajena al marxismo que tiene puntos de contacto con la
sociología burguesa, la cual no define a los estados según su carácter de clase (contenido
social) sino su función (forma política). Para esta concepción, la distinción esencial no es
entre estados burgueses y proletarios sino entre estados "totalitarios" y "democráticos".
Esto es lo opuesto por el vértice al marxismo y su teoría del estado: tanto el régimen
totalitario del que habla Moreno como la democracia burguesa son dos formas de la
dictadura del capital.
Demás está decir que esto lleva a capitular al curso de "reacción democrática" con la cual
la burguesía desvía la movilización de masas y, tal cual lo hizo en Argentina después de la
caída de la dictadura, recompone el estado burgués, entendido como aparato de
represión. En el caso del fascismo en Europa hubiera llevado a adoptar, en los hechos, la
política del "frente antifascista" junto a la burguesía de los imperialismos "democráticos",
forma que adquirió la política del "frente popular" extendido a escala mundial, tan criticada
por Trotsky al stalinismo con su famosa frase "es inútil aliarse con el diablo para combatir a
la cola y a los cuernos del diablo".
"La II Guerra mundial presenta, como mínimo, elementos similares. Sin desarrollar el tema,
creemos que hay que estudiar seriamente si no fue el intento de extender la
contrarrevolución fascista imperialista a todo el mundo, derrotando principalmente a la
Unión Soviética, pero también a los regímenes democrático-burgueses europeos y
norteamericano. Lo que decimos es que hay que precisar bien, al igual que en la guerra
civil española, cuál fue el factor determinante. ¿Fue la lucha del régimen fascista
esencialmente contra la URSS pero también contra la democracia burguesa? ¿O fue el
factor económico, la pelea entre imperialismos por el control del mercado mundial?"... (10)
Y más adelante, en el mismo libro, leemos: "Hay que precisar si los ejércitos aliados, a
pesar de ellos, no cumplieron también un rol progresivo, ya que la derrota de Hitler fue el
más colosal triunfo revolucionario de toda la historia de la humanidad". (11)
Para Trotsky, ¿"hasta que grado el régimen democrático burgués era antagónico con el
fascismo..." en la España del ‘36?
"Además , lo que estaba a la orden del día no era la revolución sino la lucha contra Franco.
El fascismo, es una reacción burguesa, no feudal y el menchevismo, rama del
pensamiento burgués, no quiere ni puede hacer suya la noción de que contra esa reacción
burguesa no se puede luchar con éxito más que con la fuerza y los métodos de la
revolución proletaria". (12)
En primer lugar, en relación a la revolución española, Trotsky sostuvo la misma lógica que
veíamos anteriormente para Italia: combate contra la concepción de revolución por etapas,
contra la idea de una revolución que no supere los límites democrático-burgueses.
Pero, ¿cuál era el "factor determinante" en España? ¿Acaso no era la lucha armada entre
la república y el fascismo?
Pero, ¿cómo entender entonces el enfrentamiento entre el régimen fascista de Franco con
el régimen de la república?
"El fondo social de ésta (revolución) había sido, en el curso de los últimos seis años, la
ofensiva creciente de las masas contra la propiedad semi-feudal y burguesa. Es
precisamente la necesidad de defender esta propiedad la que arrojó a la burguesía a los
brazos de Franco. El gobierno republicano había prometido a la burguesía defender la
propiedad por medidas ‘democráticas’, pero cayó, sobre todo en Julio de 1936, en una
completa quiebra" (14).
"La revolución española muestra una vez más que es imposible defender la democracia
contra las masas revolucionarias de otro modo que no sea por métodos de reacción
fascista e inversamente, es imposible llevar una verdadera lucha contra el fascismo de otro
modo que no sea por los métodos de la revolución proletaria" (15).
Por ello, aún participando en él, la política de Trotsky no tuvo un ápice de confusión en
cuál debía ser, para la clase obrera y los que combatían en el campo militar republicano, el
objetivo de esa guerra civil: "Las condiciones de la victoria de las masas en la guerra civil
contra los opresores, en el fondos son muy simples".
"Los combatientes del ejército revolucionario deben tener plena conciencia de que luchan
por su completa emancipación social y no por el restablecimiento de la antigua forma
(democrática) de explotación".
Es decir, participar en el campo militar republicano con una estrategia independiente por la
revolución obrera y socialista.
Aún más, "La estrategia de la guerra civil debe combinar las reglas del arte militar con las
tareas de la revolución social".
Como vemos, para nada una estrategia de una "revolución democrática" limitada en los
márgenes "del régimen político de la burguesía, del estado burgués".
¿Están o no con Trotsky en definir que, aunque haya campos enfrentados militarmente y
participemos en el campo militar republicano, el antagonismo principal es entre la
contrarrevolución burguesa y la revolución proletaria? ¿O están con Moreno en que el
"factor determinante" es el antagonismo entre el régimen fascista y el democrático-
burgués?
¿La Segunda Guerra una "guerra mundial de regímenes"? ¿De qué estado?
Esa época de "crisis, guerras y revoluciones" definida por Lenin, que supone guerras
interimperialistas, estuvo mediatizada durante una etapa: el reinado del orden mundial de
Yalta consolidó la hegemonía del imperialismo norteamericano y una supremacía
económica, política y militar con que salió de la guerra mundial. Pero no puede confundirse
la hegemonía coyuntural de un imperialismo con un superimperialismo o estado mundial
que elimine las guerras entre los distintos imperialismos. Al revés, fue gracias a la última
guerra que el imperialismo norteamericano consolidó su hegemonía.
Sólo del primer punto de vista puede sostenerse seriamente que "... los ejércitos aliados, a
pesar de ellos, ... cumplieron también un rol progresivo..." De lo contrario, la guerra entre
Alemania contra Inglaterra, Francia y Estados Unidos, es una lucha interimperialista, que
en determinados paises, nacionalmente, adquiere características de "lucha de regímenes"
dado que los ejércitos de ocupación nazi no pueden imponer el dominio del capital
financiero alemán sobre otros países a través de la democracia burguesa. Pero siempre, el
"factor determinante" se define por el contenido social de la lucha y a escala mundial, para
luego precisar las formas políticas que adquiere esa lucha en lo nacional. Lo primero
define la estrategia; el segundo factor, la táctica.
Aunque no llegara hasta allí, la posición de Moreno, como mínimo, no deja piedra sobre
piedra de la política de Trotsky sobre el fascismo, y la de la IV Internacional sobre la
Guerra Mundial, la cual, a pesar de algunas desviaciones nacionales, los trotskistas
definimos que pasó la prueba de la guerra gracias al legado teórico-político de sus
fundadores.
Si no fuera así, las distintas corrientes de la LIT deberían respondernos, ¿sobre que bases
reconstruir la IV Internacional en la posguerra? Seguramente no sobre sus bases
fundacionales. Y entonces, ¿por qué la necesidad de reconstruir la IV? ¿Será por ésto que
ninguna de las tendencias de la LIT luchan por la reconstrucción de la IV Internacional?
"Acá hay un problema político grave, tremendo (...) Pareciera que el hecho de la
contrarrevolución capitalista ha replanteado la necesidad de que tiene que haber una
revolución democrática. Y que ignorar que lo que se plantea en los paises adelantados
donde hay regímenes contrarrevolucionarios también es una revolución democrática, es
maximalismo, es tan grave como ignorar la revolución democrático-burguesa en los países
atrasados. (...) Si es correcto, hay que cambiar toda la formulación de las Tesis de la
Revolución Permanente. Me da la impresión de que es correcto y de que Trotsky apuntaba
para allá.
"Si es correcto cambia toda nuestra estrategia con respecto a los partidos oportunistas y,
en buena medida, respecto a los partidos burgueses que se oponen al régimen
contrarrevolucionario. Como un paso hacia la revolución socialista, nosotros estamos a
favor de que venga un régimen burgués totalmente distinto al régimen
contrarrevolucionario. Así como estábamos a favor de la revolución democrático-burguesa,
y decíamos que era distinta a la otra, a la revolución socialista, que había que hacerla, que
había que voltear al Zar, que era una tarea democrático-burguesa específica, hay que
discutir si no hay ahora también una tarea democrático-burguesa específica, que es tirar al
régimen contrarrevolucionario para que venga, aunque sea, un régimen burgués" (17).
Se plantea que "si es correcto (la teoría de la revolución democrática) cambia toda nuestra
estrategia con respecto a los partidos oportunistas y, en gran medida, respecto a los
partidos burgueses que se oponen al régimen contrarrevolucionario". Esto es un ataque en
regla a la estrategia, al programa y - de llevarlo a la práctica - al partido trotskista como
partido independiente del proletariado. Se propone directamente una actitud conciliatoria
de los revolucionarios con los partidos "oportunistas"... y "burgueses"!!!
Trotsky no deja lugar a dudas sobre cuál debe ser nuestra actitud frente a la burguesía
"antifascista".
¿Qué estrategia tienen las tendencias de la LIT ante la burguesía "antifascista"? ¿La de
Trotsky o la de Moreno?
Y remata: "Más importante aún, no podemos olvidar que desde 1920 han transcurrido diez
años, y desde el advenimiento del fascismo ocho. Los niños que tenían diez y doce años
en 1920-1922 y que presenciaron los actos del fascismo son hoy la nueva generación de
obreros y campesinos que combatirá heróicamente al fascismo, pero que carece de
experiencia política. Los comunistas sólo entrarán plenamente en contacto con el
movimiento de masas durante la revolución y, en circunstancias más favorables,
necesitarán meses para desenmascarar y demoler a la socialdemocracia, la que - repito -
no fue liquidada sino preservada por el fascismo" (19).
En Argentina pudimos comprobar que Trotsky apuntaba bien. En este caso no fue un
partido oportunista sino directamente burgués, el partido radical, el verdaderamente
preservado y no liquidado por la dictadura militar. Las nuevas generaciones que
despertaron a la vida política luchando contra la dictadura no conocían las denuncias
antiobreras de Balbín en 1976 sobre "la guerrilla fabril" y su llamado público al golpe.
Tenían entonces 10 o 12 años. La UCR de Alfonsín se convirtió en 1982, a la caída de la
dictadura, y después de la derrota de Malvinas, en el principal instrumento de la "reacción
democrática", recompuso el estado burgués, desvió hacia el pacifismo a esas nuevas
generaciones y, más tarde, le retribuyó el favor a las fuerzas armadas "preservándolas"
con las leyes que impidieron juzgar a los genocidas. Esas generaciones, esta vez,
deberían recordar esa experiencia.
Ahora bien; aún para aquel Lenin era absolutamente claro que esa primera revolución que,
según él, tendría un carácter democrático-burgués, y no socialista, no podía hacerse junto
a la burguesía liberal y su partido Kadete.
Moreno dice: "...había que voltear al Zar, que era una tarea democrático-burguesa
específica", y de allí hace una analogía de la revolución democrática en Rusia con la lucha
por derribar una dictadura fascista, diciendo que "...tirar al régimen contrarrevolucionario
para que venga, aunque sea, un régimen burgués" también es una tarea democrático-
burguesa específica.
Esto, para alegría de la SR, está muy lejos de ser una "sublimación" de la Revolución de
Octubre. Es directamente una falsificación de la propia revolución rusa.
Los únicos que planteaban la cuestión en términos de "voltear al Zar... para que venga,
aunque sea, un régimen democrático-burgués", como lo hace Moreno, eran los
mencheviques: "... los mencheviques concebían la revolución burguesa principalmente
como una reforma de tipo liberal-constitucional", dice Trotsky en "La revolución
Permanente" (22).
Como señalara Trotsky: "Lenin planteó con una audacia verdaderamente revolucionaria el
problema agrario, que tocaba los intereses de la inmensa mayoría de la población, y
condicionaba al mismo tiempo el problema del mercado capitalista. Como la burguesía
liberal, hostil a los obreros, está unida por numerosos lazos a la gran propiedad agraria, la
verdadera emancipación democrática de los campesinos sólo podía realizarse,
lógicamente, por medio de la unión revolucionaria de los campesinos y los obreros y,
según Lenin, el alzamiento conjunto de ambos contra la vieja sociedad, conduciría, en
caso de triunfar, a la instauración de la ‘dictadura democrática de obreros y campesinos’"
(23).
Para ello la fórmula de "dictadura democrática de obreros y campesinos", aunque era
"algebraica", es decir no establecía quién dirigía la dictadura, si los obreros y los
campesinos; sí señalaba las relaciones recíprocas entre el proletariado, el campesinado y
la burguesía: la alianza revolucionaria de los dos primeros contra la burguesía liberal.
Por esta razón Lenin, aunque con una teoría incorrecta, tuvo una política revolucionaria y
pudo corregir, en abril del ‘17, su estrategia "etapista": se guió siempre por una política de
independencia de clase del proletariado y de separar al campesinado de la influencia de la
burguesía. Y precisamente fue esa actitud irreconciliable de Lenin hacia los kadetes y la
burguesía liberal "antizarista" lo que dividió a bolcheviques de mencheviques en la Rusia
pre-revolucionaria, y que se refractó en la discusión del tipo de partido: o uno centralizado
para la estrategia de la toma del poder del Estado, o uno laxo para organizar al
proletariado como acompañante de la burguesía liberal "antizarista". Si hay que volver a
insistir en "las lecciones de Octubre" no es por un afán académico ni pedantería, sino
porque el revisionismo ha llegado hasta 1917.
¿De qué lado están las distintas fracciones de la LIT? ¿Están con Lenin y Trotsky y su
actitud irreconciliable con la burguesía "antizarista" y "antifascista" en una dictadura, o con
Moreno en "cambiar nuestra estrategia con respecto... a los partidos burgueses que se
oponen al régimen contrarrevolucionario"?
Nuestra Fracción Internacionalista llama a poner en pie una estrategia independiente del
proletariado en todas las circunstancias, y a repudiar estas afirmaciones antitrotskistas con
las que se educó y se está educando a nuevas camadas de revolucionarios. No debe
existir el menor malentendido al respecto.
Si en vida de Moreno esto no se llevó al programa y a la práctica política hasta sus últimas
consecuencias, luego de su muerte se ha convertido, al menos, en el taparrabos teórico de
cuanta desviación oportunista han cometido y cometen, alternativamente, las distintas
secciones de la LIT.
¿No es esta cita, que hizo "escuela", la que encubre a la Convergencia Socialista en Brasil
que fue pata izquierda de la burguesía "antiCollor" en las movilizaciones del ‘92? ¿No es
con afirmaciones como estas que están justificadas las "Plazas del NO" o las
capitulaciones a la oposición burguesa "antimenemista" del MAS en Argentina?
Nuestro llamado a construir una tendencia por el trotskismo en la LIT debe partir de
desterrar estas posiciones que, a su vez, son la consecuencia lógica de una revisión
antitrotskista de la teoría de la Revolución Permanente.
Ambos basaban su teoría etapista en una lógica mecánica: un país de desarrollo burgués
atrasado, con resabios feudales o una colonia del imperialismo, no están maduros para la
revolución socialista y corresponde una "primera etapa" de revolución democrático-
burguesa donde el proletariado sigue a la dirección burguesa.
La "teoría de la revolución" de Moreno, adoptada por la LIT, parte del siguiente aspecto de
la teoría de la Revolución Permanente: toda tarea democrática en un país semicolonial es
anticapitalista por la base económica de esa semicolonia, ya que se da en el marco de la
economía mundial capitalista y, por lo tanto, es objetivamente socialista. Hasta aquí,
correcto.
Moreno, repetidas veces, le dio la razón a Preobrajhenski "en este nudo central" de su
crítica a Trotsky.
León Trotsky polemiza con Preobrajhenski, alrededor de las tareas de la revolución china
y, a nuestro entender, responde a esa lógica. "¿Cómo caracterizar una revolución? ¿Por la
clase que la dirige o por su contenido social? Hay una trampa teórica subyacente al
contraponer la primera a la última en una forma tan general" (...) "La revolución de
noviembre en Alemania fue el comienzo de la revolución proletaria pero fue detenida en
sus primeros pasos por la dirección pequeñoburguesa, y sólo logró algunas pocas
cuestiones que no fueron cumplidas por la revolución burguesa. ¿Cómo llamamos a la
revolución de noviembre: burguesa o proletaria? Ambas respuestas son incorrectas. El
lugar de la revolución de octubre será restablecido cuando establezcamos la mecánica de
esta revolución y determinemos sus resultados. No habrá contradicción en este caso entre
la mecánica (poniendo bajo este nombre, por supuesto, no sólo la fuerza motriz sino
también la dirección) y los resultados: ambos poseen un carácter ‘sociológicamente’
indeterminado" (...) "El quid de la cuestión yace precisamente en el hecho de que aunque
la mecánica política de la revolución depende en última instancia de una base económica
(no sólo nacional sino internacional), no puede, sin embargo, deducirse con una lógica
abstracta de esta base económica. En primer lugar, la base misma es muy contradictoria y
su ‘madurez’ no permite la determinación estadística por sí sola; en segundo lugar, la base
económica y la situación política deben enfocarse no en el marco nacional sino en el
internacional (...); tercero, la lucha de clases y su expresión política, desarrollándose sobre
bases económicas, también tiene su lógica imperiosa del desarrollo que no puede
saltearse "(27).
Detengámonos en esta cita. ¿Cómo debe caracterizarse una revolución, según Trotsky?
El "contenido social" de la revolución sólo puede definirse una vez que "establezcamos la
mecánica de esta revolución y determinemos sus resultados". Es decir, no puede
deducirse de antemano partiendo de una "lógica abstracta de la base económica"; por
tanto su "carácter es sociológicamente indeterminado". Es decir: tareas democrático-
burguesas no determinan una revolución burguesa con una dirección burguesa (ahí estaba
la Revolución de Octubre para demostrarlo), sino que dependerá de la lucha de clases y
partidos: de los resultados de la lucha entre las fuerzas vivas de la revolución y la
contrarrevolución, nacional e internacional, y su "expresión política", es decir, sus
direcciones.
Por ello dice en esa carta a Preobrajenski: "Me tomo la libertad de plantearle la cuestión:
¿Cómo llamaría usted a la revolución húngara de 1919? Usted dirá: proletaria. ¿Por qué?
¿Acaso el ‘contenido social’ de la revolución húngara no resultó ser capitalista? Usted
contestará: ese es el contenido social de la contrarrevolución. Correcto. Aplique ahora esto
a China. El ‘contenido social’ bajo la dictadura del proletariado (basado en una alianza con
el campesinado) puede permanecer durante un período como no socialista ‘todavía’, pero
el camino al desarrollo burgués desde la dictadura del proletariado sólo puede producirse a
través de la contrarrevolución. Por esta razón, en la medida en que concierne al contenido
social, es necesario decir: ‘esperar y ver’ " (28).
De esta manera, Trotsky contesta a Preobrajenski que le daba a la futura revolución china
un carácter democrático-burgués deduciéndolo de su base económica atrasada. Es decir,
partía de una "lógica abstracta de la base económica" para determinar el "contenido social"
de la revolución. Al igual que los mencheviques en Rusia de principios de siglo o, más
precisamente, que los "viejos bolcheviques" en abril del ‘17, veía necesaria una etapa de
"dictadura democrática de obreros y campesinos" cuyo contenido social no sobrepasara
las tareas democráticas, es decir, intermedia a la dictadura del proletariado. Trotsky le
responde que ya no podía sostenerse esta posición no sólo después de la prueba de
verdad que había significado la revolución rusa, sino también por las distintas experiencias
que llevaron al fracaso a la segunda revolución china del ‘27.
Continúa Trotsky:
"... ¿qué debe decirse a sí mismo un comunista chino bajo estas condiciones? Puede
razonar de la siguiente manera" el contenido social de la revolución china sólo puede ser
burgués (como demuestran tales y tales tablas estadísticas), por ende, no debemos
plantearnos la tarea de la dictadura del proletariado; el ‘contenido social’ prescribe, en el
caso más extremo, una dictadura de coalición del proletariado y los campesinos. Pero para
una coalición (lo que está en cuestión aquí, por supuesto es una coalición política y no una
alianza ‘sociológica’ de clases) se necesita un compañero. Moscú me enseñó que el
Kuomintang es un compañero. Sin embargo, no se ha materializado ningún Kuomintang de
izquierda. ¿Qué hacer? Obviamente, sólo me queda a mí, comunista chino, consolarme
con la idea de que ‘es imposible decir hoy si la pequeñoburguesía china podrá crear
cualquier clase de partido’... o si no lo hará. ¿Y si de repente lo hace?
Un comunista chino que razonara según semejante esquema degollaría la revolución" (29).
Para Trotsky de lo que se trataba era que el Partido Comunista tuviera la convicción de
que "la tercera revolución china puede llegar a un fin triunfante sólo mediante la dictadura
del proletariado bajo la dirección del Partido Comunista... Y en lo que hace al ritmo con
que construiremos el socialismo en China, esto ...‘es cuestión de esperar y ver’...".
Moreno, al afirmar que "... no es obligatorio que sea la clase obrera y un partido marxista
revolucionario el que dirija el proceso de la revolución democrática hacia la revolución
socialista..." le asigna un carácter revolucionario independiente de la clase obrera a los
campesinos y embellece el rol de los partidos contrarrevolucionarios, como el stalinismo.
A partir de ello, en el año ‘82, define en "Revoluciones del Siglo XX": "La nueva etapa
revolucionaria, que se inicia con la derrota de Stalingrado del ejército nazi y abre una etapa
de revoluciones triunfantes que se extiende hasta el presente (...) A esta etapa la hemos
denominado de la ‘revolución inminente’, porque a diferencia de la etapa abierta con la
revolución rusa, que redujo sus efectos a algunos países de Europa y Oriente, en ésta la
revolución estalla y, ocasionalmente triunfa, en cualquier parte del globo..." (31).
Excepción y norma
Moreno afirma que lo que Trotsky previó como excepción se dio como norma en la
posguerra. Los hechos demuestran que esto es totalmante falso.
Esta, como toda excepcionalidad, como vemos no fue producto de un solo elemento, sino
un conjunto de condiciones combinadas, es decir, no un hecho sino una estructura como
bien define Trotsky.
Italia, Francia y Grecia combinaban esa debilidad con la existencia de resistencia armada
dirigida por los PCs de masas. En el Este, los países de desarrollo burgués atrasado
combinaban la destrucción de sus estados por la invasión nazi con la ocupación del
Ejército Rojo y aún así, los stalinistas se niegan a expropiar hasta el ‘48. En el caso de
Yugoslavia, donde se conquistó un estado obrero contra la voluntad de Moscú, había
guerra civil contra los "ustachi" colaboracionistas y resistencia insurreccional al ocupante
nazi. En la revolución china del ‘48-’49, la derrota de su principal imperialismo opresor en
la guerra, Japón, con la existencia de una guerrilla campesina de masas dirigida por Mao,
aliada a Moscú, y la imposibilidad de EE.UU de intervenir, por su crisis de la inmediata
posguerra producto de un ascenso obrero en su propio país y el levantamiento de las
tropas norteamericanas en todo el mundo contra la continuidad de la guerra. Además
porque, EEUU, se centró en la reconstrucción de Europa.
Indochina, Corea del Norte, Vietnam del Norte, fueron la onda expansiva de la revolución
china.
Fue así porque nunca hubo condiciones objetivas tan favorables para la derrota del
imperialismo que, utilizando la expresión de las Tesis del ‘85 de la LIT, era lo más parecido
a un "tigre de papel".
Es decir que la traición del stalinismo en el período ‘43/’48 tiene un efecto mil veces
superior a la de la socialdemocracia en el ‘14 cuando arrastro al proletariado a la Ira.
guerra mundial, o la de ésta junto al stalinismo en las derrotas previas de las revoluciones
en Francia y España que podrían haber parado la IIda Guerra, ya que se da en una
situación de ofensiva y no defensiva del movimiento de masas.
Por ello decimos que es en esta situación, justamente en el período ‘43/’48, por lo
excepcional de las condiciones objetivas para la revolución mundial, donde cobra mayor
fuerza, y no menor, la premisa básica del Programa de Transición, de que "la crisis de la
humanidad es la crisis de su dirección revolucionaria".
Con esto no estamos diciendo que el stalinismo era más contrarrevolucionario que Hitler,
sino que nos referimos a un pacto de cooperación mundial entre éste y el imperialismo
para frenar la revolución de una magnitud nunca vista, superior aún a los servicios que la
burocracia había ofrecido a la burguesía en los años previos, como el pacto Laval-Stalin o
la traición de la revolución española, entre otras.
Desafiamos a todas las corrientes de la LIT a demostrar con hechos que "la etapa abierta
en el ‘43 es una etapa de revoluciones triunfantes que se extiende hasta el presente" como
se afirma en "Revoluciones del Siglo XX". Según fueran así los hechos, negarían para
Moreno y la LIT la siguiente tesis de la Revolución Permanente: "Sean las que fueren las
primeras etapas episódicas de la revolución en los distintos países, la realización de la
alianza revolucionaria del proletariado con las masas campesinas sólo es concebible bajo
la dirección política de la vanguardia proletaria organizada en Partido Comunista..."
En el mundo semicolonial se dieron dos tipos de procesos. En primer lugar, están las
revoluciones "clásicas" que siguieron el "modelo" de la rusa, fueron las revoluciones
proletarias derrotadas en las semicolonias como Bolivia del ‘52 debido a la traición del
nacionalismo burgués del MNR; Chile del ‘73, donde el stalinismo tuvo peso de masas y
llevó a la derrota un proceso que contaba con embriones de soviets en los "cordones
industriales", al igual que en Uruguay del ‘73, donde el PC llevó a un callejón sin salida la
oleada huelguística con ocupaciones de fábricas. En segundo lugar, los procesos con base
popular o campesina y direcciones no proletarias como fueron Nicaragua e Irán en el ‘79,
donde no se llegó a la ruptura con la burguesía; en el primer caso no sólo por la
incapacidad de clase del FSLN, sino también por la decisiva influencia del stalinismo de
Moscú y La Habana.
Esto, sin contar otros ejemplos donde el stalinismo y las direcciones pequeñoburguesas
llevaron revoluciones al fracaso como el de Indonesia que terminó con la masacre de
cientos de miles de comunistas, la traición de la revolución salvadoreña, el apoyo del
stalinismo a las burguesías nacionalistas árabes en Libia, Siria y el Partido Bath en Irak,
así como su reconocimiento al estado de Israel traicionando la causa de liberación
nacional de Palestina.
En el ascenso obrero del ‘68/’74, a pesar del fin del "boom" de posguerra y del comienzo
de la crisis de la burocracia, el stalinismo siguió prestando enormes servicios a la
burguesía mundial: traicionando la huelga general de más de un mes contra el gobierno de
De Gaulle en mayo del ‘68 en Francia, al mismo tiempo que impedía que el ascenso del
proletariado occidental se colara hacia el interior de los estados obreros reprimiendo a
sangre y fuego el levantamiento en Checoslovaquia conocido como la "primavera de
Praga".
No queremos agotar con los ejemplos, pero esta breve reseña demuestra que no fue la
posibilidad excepcional del Programa de Transición lo que primó en la posguerra como
dice Moreno. El error de Moreno está, en primer lugar, en generalizar para toda la
posguerra ("... desde el ‘43... hasta el presente"), lo que fue determinante sólo en un corto
período entre el ‘43 y el ‘48, antes de la consolidación del orden mundial de Yalta.
Situación excepcional que, por la existencia del aparato stalinista mundial, sólo llega a la
expropiación en países secundarios y en forma brutalmente contradictoria.
Por ser, la de Moreno, una revisión incorrecta de la teoría trotskista, no interpreta la propia
realidad: la ausencia de partidos revolucionarios a la cabeza de los procesos
revolucionarios de posguerra fue la causa central por la cual la enorme mayoría de ellos
fueron a la derrota.
El que sostiene lo contrario está negando los hechos de 50 años de lucha de clases en
función de hacer apología del rol jugado por los stalinistas y los ejércitos de guerrilleros
pequeñoburgueses.
¿Qué posición tienen las tendencias de la LIT? ¿Están con las Tesis de la Revolución
Permanente o con las tesis de Moreno de que "no es necesario que dirija la clase obrera y
el partido revolucionario" justificada con una versión "fantástica" de la historia de las
revoluciones del último medio siglo?
¿”Triunfos colosales”?
La base del error de Moreno está en la total incompresión de los acuerdos entre el
imperialismo y la burocracia, que dieron lugar a ese orden mundial tal como lo describimos
anteriormente. Esto fue propio de la mayoría del movimiento trotskista en la posguerra.
Nosotros estamos con Moreno y los que en aquel momento, correctamente, polemizaron
con Just, determinando la periodización de la situación mundial, escencialmente por los
factores objetivos. Pero opinamos que, después, Moreno cae en una unilateralidad cuando
abstrae el factor objetivo y le da un valor sin límites, sin ver cómo influía el factor subjetivo,
la dirección contrarrevolucionaria, sobre las propias conquistas: hoy se puede ver hasta
qué punto influyó la burocracia hundiendo a los estados obreros.
"La manera de pensar oportunista, así como la sectaria, tienen un rasgo en común: que
extraen de la complejidad de las circunstancias y de las fuerzas en presencia uno o dos
factores que les parecen los más importantes -y que a veces lo son realmente-, los aíslan
de la realidad compleja y les atribuyen una fuerza sin límite ni restricciones" (32).
Todos los ataques a la teoría de la Revolución Permanente, no ya del stalinismo sino los
que provienen del revisionismo del movimiento trotskista, se basan en el surgimiento de
nuevos estados obreros en la posguerra bajo la dirección stalinista o de ejércitos
guerrilleros, los estados obreros deformados.
Desde entonces surgieron quienes, por un lado, se adaptaron a esos hechos negando la
necesidad de la IVª y los partidos trotskistas, corriente de la cual el "pablismo" fue su ala
más consecuente, liquidacionista. Por otro lado, quienes negaron las revoluciones de la
posguerra por atenerse normativamente a los sujetos de la teoría de la Revolución
Permanente. Unos, objetivistas, resaltando esas conquistas de la clase obrera mundial,
minimizando el carácter "deformado" de esos nuevos estados obreros; los otros,
subjetivistas, negaron su carácter "obrero". Ambas concepciones antidialécticas impidieron
comprender la realidad concreta y a partir de ella dotarse de una política y programa para
construir la IVª y los partidos trotskistas. Unos, porque cedieron al stalinismo o a
direcciones no proletarias que dirigieron revoluciones; los otros, porque liquidaron parte
escencial del programa: la defensa incondicional de esas conquistas del proletariado
mundial.
Teoría que, como condición necesaria, debe servir para explicar los hechos, pero que es,
además, una teoría-programa.
Es en este sentido que, también, deben analizarse las excepciones, allí donde los
stalinistas y pequeñoburgueses fueron "más lejos de lo que querían en su vía de ruptura
con la burguesía", y las consecuencias políticas de esas revoluciones para el proletariado
mundial.
Los triunfos conseguidos con los estados obreros de posguerra, lejos de ser "colosales"
fueron tan contradictorios, tan poco "económicos" para la clase obrera, que profundizaron
la crisis de dirección mundial del proletariado, al fortalecer al stalinismo como aparato
contrarrevolucionario mundial, ayudaron a consolidar la "pax americana", denigraron frente
a la conciencia del proletariado los ideales socialistas y terminaron cayendo de la forma
tan contradictoria que vemos hoy donde la burocracia juega el papel determinante para
descomponer las bases sociales de esos estados obreros (ver tesis internacionales).
Hay que decir claramente que las burocracias contrarrevolucionarias en los estados
obreros deformados de posguerra, dirigieron "a su manera" el "proceso de la revolución
democrática a la revolución socialista".
Por todo ello, desde la Fracción Internacionalista - FI, siempre sostuvimos que la
revolución política en esos estados era ‘algo más’ que conseguir en ellos "la democracia" y
nos opusimos en 1988 a la fórmula de "socialismo mas democracia" acuñada por la LIT.
Y no era solo "democracia obrera" debido a que el rol de la burocracia había hecho
retroceder las conquistas de las masas en los estados obreros. Por ello el pronóstico del
Programa de Transición es que "un nuevo ascenso en la URSS empezará
fundamentalmente bajo la bandera de la lucha contra la desigualdad social y la opresión
política".
Ese y no otro es el sentido de la consigna del mismo Programa para la revolución política:
"revisión, de pies a cabeza, de la economía planificada en interés de los productores y
consumidores".
Con un programa solo de democracia política, en última instancia, se limitaba al rol del
trotskismo a ser el partido de una "revolución democrática" en el régimen de los estados
obreros deformados que ya han conquistado, como en las revoluciones de posguerra, los
stalinistas o los ejércitos guerrilleros apoyándose en los campesinos u otros sectores
populares.
En lugar de decir que fracasó la Teoría de la Revolución Permanente, como hace la LIT,
hay que pronunciarse sobre el veredicto histórico de la discusión que dividió a bolchevismo
y stalinismo, desde el ‘24 en la URSS. Con un costo de miles de muertos y el retraso de la
revolución proletaria, la burocracia stalinista confirmó "a su manera" la Teoría de la
Revolución Permanente.
Pronóstico y programa
En primer lugar, gran parte de ese pronóstico estaba liquidado de antemano por un
problema de método: esa etapa de "democracia en general" no podía surgir porque ese
tipo de democracia no existe ni existió nunca en la realidad y de haber ocurrido, los hechos
hubieran negado al marxismo, ya que éste define a la democracia, como a toda
superestructura, por su carácter de clase, como obrera o burguesa. Como vimos
anteriormente, la sociología burguesa inficionaba la definición marxista del estado en el
"Trotskismo de Moreno"; aquí se traslada esto a los regímenes políticos.
En segundo lugar, hay que decir categóricamente que los hechos no tuvieron nada que ver
con el pronóstico con que estaba orientada la LIT en los ‘80.
Los nuevos regímenes que surgieron en el Este en el ‘89, así como el de la ex-URSS
después de Agosto del ‘91, aunque surgieron después que las masas tiraron abajo el
régimen de partido único stalinista, no fueron el resultado de la liquidación de la burocracia
en su conjunto, y en este sentido no fueron "triunfantes". Los nuevos gobiernos del Este,
para no hablar de Rusia ni de las repúblicas de la ex-URSS, están llenos de viejos
nomenklaturistas transvestidos.
El escenario real que vimos fue, a partir del surgimiento de Gorbachov, que la burocracia
no se presentó ante los ojos de las masas como un solo bloque. Un sector de ella se
montó y desvió el "movimiento obrero y popular por la democracia" y fue la burocracia, al
mismo tiempo, la principal fuerza restauracionista y no, escencialmente, las "corrientes
pequeño-burguesas" . Esas alas de la burocracia encabezaron, junto a las corrientes
pequeño-burguesas, "el frente restauracionista" que se hizo del poder expropiando el
triunfo de las masas contra el régimen de partido único.
Además, ese "frente restauracionista" actuó desde el primer momento, antes del febrero, y
no en el "interregno entre febrero y octubre", "oponiéndose ferozmente a que se imponga
una dictadura revolucionaria del proletariado" e impidiendo que surjan "organos de poder
obrero".
La demostración de esta concepción programática es que la LIT lejos de pelear por una
política soviética, de construir los organismos de poder obrero, levantó la de "libertad de
partidos" en general, es decir, incluyendo a los restauracionistas y burgueses; y no, como
aconseja Trotsky en el Programa de Transición: "legalización de los partidos soviéticos", o
los que los obreros decidan con su voto. Esto mismo sigue aún hoy, levantando la LIT para
el estado obrero cubano, cuando en él pugnan por legalizarse no sólo fuerzas
restauracionistas como "Convergencia Democrática" sino los "gusanos" de Miami, en lugar
de pelear por la "legalización de los partidos que defienden la revolución" y al mismo
tiempo llamar a la formación de los "consejos de obreros, campesinos y soldados",
consigna esta última ausente en el programa de la LIT para la revolución política en Cuba.
Creemos que se debió, además, a una evaluación incorrecta no sólo de las perspectivas
de la revolución política en los estados obreros, sino de ésta como parte de la situación
mundial en los ‘80: la LIT, en vida de Moreno, centrada como estaba en el proceso de la
revolución centroamericana, no vio la consolidación de la reacción del reaganismo-
thatcherismo en los países centrales (la LIT insistía ver una situación pre-revolucionaria en
Europa, cuando la huelga minera inglesa en el ‘85 era derrotada en un marco de extremo
aislamiento de pérdida de conquistas de la clase obrera de las metrópolis), la refracción de
este fenómeno hacia el interior de los estados obreros y, más específicamente, el pasaje
de la burocracia a la restauración como agente directo de Reagan y Thatcher que significó
el gorbachovismo. Ni tampoco, por otro lado, la posibilidad de que ese fenómeno
trasladara el centro de la revolución mundial a la URSS y el Este y lo sacara del mundo
semicolonial. La confirmación de esto es que las Tesis de la LIT del ‘85, año en que
comenzaba la perestroika, no dedicaban un solo renglón al problema. Por ello, la
desviación de la LIT no empezó en los procesos del ‘89. Ni siquiera cuando desde nuestra
corriente, por entonces TBI, alertamos ante las primeras expresiones de la revolución
política con los sucesos de Armenia en el ‘88 mientras el MAS se preparaba para un frente
‘cuasi-estratégico’ con el stalinismo argentino. Ello era tan solo las manifestaciones
políticas de una orientación coherente votada en el Congreso Mundial del ‘85 que nosotros
no supimos ver.
Veamos el ejemplo de una revolución política que tenía una enorme tarea democrática por
resolver. El proceso de la revolución en Alemania en 1989 comenzó detrás de las
banderas de la democracia política y de la tarea democática central en esa nación
artificialmente dividida por los pactos de Yalta: la unidad nacional.
Para la LIT, por ese entonces, "si se unen las dos clases obreras (alemanas) constituirán
el proletariado más fuerte del continente, que estaría mil veces más fuerte para luchar por
el socialismo en Alemania y en toda Europa" (33).
Esto fue una perfecta síntesis de la teoría y programa menchevique adaptada a nuestros
días. Como sabemos, éstos planteaban en Rusia que había que hacer una primera
revolución que instaurase una república democrático burguesa, donde el proletariado se
fortalecería para, en una segunda etapa, luchar por el poder. Para la LIT, guiada por esta
nueva versión de la teoría menchevique de revolución por etapas, la "revolución
democrática", la lucha por el socialismo es posterior a la reunificación, que no sería
producto de la revolución proletaria, sino bajo la democracia, no ya "en general", sino
imperialista.
La concepción etapista de "revolución democrática triunfante" con que estuvo guiada la LIT
en los sucesos del ‘89, lleva, como lo demostró la lucha de clases en Alemania, a
abandonar el principio trotskista que sostiene que la burguesía en la época imperialista ya
no puede resolver las cuestiones democráticas más que en forma reaccionaria.
Consecuentemente con su teoría y programa etapista, la LIT no combatió las ilusiones de
los obreros alemanes apoyándose en sus justas aspiraciones democráticas, sino que
cedió a esas ilusiones y por esa vía a la política del imperialismo, alemán en este caso,
siendo que ésta es "reacción en toda la línea" como sostiene el Programa de Transición, o
sea, en contra de las masas explotadas de las dos Alemanias y sus aspiraciones, como
sobradamente demostró más tarde la realidad.
Todas las tendencias de la LIT se negaron a levantar la consigna, tal como lo hizo Trotsky
para la independencia de Ucrania en el ‘39, de "República Independiente obrera y
socialista", es decir una política por una "independencia soviética", para luchar tanto contra
la burocracia opresora como contra los intereses de las potencias imperialistas a las que
son entregadas las repúblicas de la mano de las direcciones nacionalistas pequeño-
burguesas o burocráticas.
Esta vez la infalible división que se da en el movimiento trotskista entre quienes, con el
argumento de defender las bases sociales del estado obrero, defienden en realidad a la
burocracia; y quienes, ubicándose en la lógica democrática contra la burocracia le hacen el
juego a los restauracionistas y al imperialismo; se dio dentro de la propia LIT.
Aquella consigna no se refería a las repúblicas de la URSS, sino a todos los estados
obreros (URSS, el Este, China, etc.) en una sola federación. Fue presentada en las ‘Tesis
para la reconstrucción de la IV Internacional’ de la CICI de Moreno y Lambert, en 1980, de
la siguiente manera: "Esta consigna podría tender a unificar políticamente a todos los
estados obreros en un solo bloque contra el imperialismo y por la liquidación de la
burocracia, abriendo la perspectiva de relaciones libres, desprovistas de violencia, que
desembocará gracias a la unidad y a la planificación controladas democráticamente por los
comités y consejos revolucionarios, sobre el conjunto de la economía de los estados
obreros". De esta forma podría dársele, según las mismas Tesis, "un contenido vivo y
transicional a las reivindicaciones nacionales legítimas".
Esta consigna que, ante la posibilidad concreta de una guerra entre la URSS y China es
tácticamente discutible, tomada como una estrategia es sencillamente defensista de la
burocracia y subordina a los avances económicos las aspiraciones de liberación de la bota
stalinista de las nacionalidades oprimidas.
Moreno recae aquí sobre un argumento economicista con el que polemizó largamente
Trotsky. Para este último la ventaja de la separación de Ucrania de la URSS en 1939 no
debía medirse en relación a los avances económicos, sino en relación a los aplastamientos
del pueblo ucraniano de parte de la burocracia del Kremlin. "Las grandes masas del pueblo
ucraniano están insatisfechas con la situación de su nación y desean cambiarla
drástricamente. Este es el hecho del cual debe partir la política revolucionaria a diferencia
de la burocrática y la sectaria" (34).
Así, mas que un bloque "por la liquidación de la burocracia", cosa dificil de lograr con la
misma burocracia que dirigía los "estados obreros existentes", se jugaba con la peregrina
idea de que el avance de las fuerzas productivas, abriría "la perspectiva de relaciones
libres desprovistas de violencia" entre el Kremlin, las nacionalidades oprimidas de la URSS
y los países del Este.
Está demostrado que la crisis económica del ‘socialismo en un solo país’ exacerbó el
avasallamiento de los derechos nacionales. En la ex-federación de Yugoslavia, por la
dramática crisis de los ‘70 (20.000 millones de deuda con el FMI) que llevó a la burocracia
serbia a aplicar un brutal plan de ajuste, el desempleo alcanzó en 1988 al 57% de la
población del Kosovo, mientras la media de desocupación yugoslava era del 16%.
Esto significó, en los hechos, el reemplazo de la teoría stalinista del "socialismo en un solo
país" por una teoría centrista de "socialismo con democracia en una federación de los
estados obreros existentes". Nuevamente, una variante más de la teoría de "revolución
democrática" aplicada a los estados obreros.
Y hubiera sido así porque, sencillamente, la LIT no levantaba un programa de acción que,
como dice el Programa de Transición: sirva para "ayudar a las masas, en el proceso de la
lucha cotidiana, a hacer un puente entre sus reivindicaciones actuales y el proceso de la
revolución". Un programa que "invariablemente los lleve a una conclusión: la toma del
poder por el proletariado" (36).
En Argentina, la recordada "plaza del NO" a Menem, la alianza con el Partido Comunista y
el abogado de la burguesía Vicente en IU, la falta de una denuncia sistemática al
bipartidismo burgués y sobre todo al partido de la "oposición" radical y, nuevamente, la
ubicación en el frente "anti-menemista" encabezado por la UCR ante los prolegómenos del
"Pacto Constitucional" peronista-radical contra los trabajadores y el pueblo. En Brasil, la
ubicación en el "frente burgués opositor" que preparó el recambio burgués de Itamar en las
movilizaciones anti-Collor en el ‘92 y, actualmente, con el PSTU participando alegremente
en movilizaciones "por la ética", que los ubica en el campo anti-corrupción de los que
quieren limpiar y embellecer al parlamento brasilero.
La FI, sin renegar de la unidad de acción puntual con sectores de la burguesía que
permitan movilizaciones de masas contra los gobiernos de los explotadores de turno, sin
dejar de ubicarnos incondicionalmente en el campo militar de la burguesía nacional o la
burocracia del estado obrero ante una agresión imperialista, estando en primera fila en el
campo militar junto a una burguesía que en una guerra civil como en España del ‘36,
enfrente con las armas al fascismo, luchamos en forma irreconciliable contra toda variante
burguesa o burocrática.
Levantamos una política que permita la independencia de clase del proletariado para
luchar con sus propios métodos y acaudillar así al conjunto de los explotados, los
campesinos y los sectores populares; separándolos de la burguesía "opositora",
"nacionalista", "democrática", "republicana" o la burocracia de un estado obrero.
La FI lucha por desterrar de la LIT los nefastos gérmenes de conciliación de clases, por
reagrupar a los revolucionarios que no cedan a los "cantos de sirena del frente popular" y
marchar hacia la reconstrucción de la IV con una estrategia trotskista independiente.
4. ¿GOBIERNO OBRERO Y CAMPESINO O "GOBIERNO OBRERO-BURGUES"?
No es de extrañar, partiendo de una teoría objetivista de la revolución socialista, en el
mejor de los casos, cuando no directamente una revolución democrática "en el terreno del
estado burgués"; que todas las fracciones de la LIT hagan una utilización "democrática" de
la consigna de "Gobierno Obrero y Campesino".
"La principal acusación que lanza la Cuarta Internacional contra las organizaciones
tradicionales del proletariado es la de no querer desvincularse del semicadáver político de
la burguesía. En estas condiciones, la exigencia dirigida sistemáticamente a la vieja
dirección, "Romped con la burguesía, tomad el poder", es un arma extremadamente
importante para poner al descubierto el carácter traidor de las Internacionales Segunda,
Tercera y de Amsterdam. Así pues, la consigna de ‘gobierno obrero y campesino’ solo es
aceptable para nosotros en el mismo sentido que tenía para los bolcheviques en 1917, es
decir, como consigna antiburguesa y anticapitalista, pero de ninguna manera con el
sentido democrático que después le han dado los epígonos, transformándola de un puente
hacia la revolución socialista en el principal impedimento en su camino"(37).
Esta discusión teórica reviste una enorme importancia política a medida que se acerque la
posibilidad de un gobierno burgués de frente popular encabezado por Lula en Brasil, el
país más inestable del continente. Toda revisión teórica de la consigna del Programa de
Transición puede llevar a la capitulación política directa al eventual futuro gobierno
burgués en el que participen las organizaciones obreras o sus dirigentes; o a capitular
indirectamente, confinando la política trotskista a ejercer presión sobre la dirección
contrarrevolucionaria del PT y la CUT, para que ésta vaya "más allá de lo que quiera en su
ruptura con la burguesía" a un gobierno obrero y campesino.
Esto de dejar la puerta abierta a una evolución de Lula hacia una ruptura con la burguesía,
prepara una nueva capitulación de la LIT en Brasil a la dirección del PT. Pero esta vez
sería peor que en el proceso del ‘92, ya que lo haría ante la dirección contrarrevolucionaria
que estaría en el gobierno, administrando el estado burgués.
¿LLegará la CS, o el PSTU, a apoyar a ese gobierno burgués de frente popular como lo
hizo el POUM en España contra la política de Trotsky? ¿Se mantendrá en la oposición
pero presionará sobre él manteniendo la esperanza de que Lula y la dirección cutista
asuman un curso revolucionario? ¿Dilapidará el PSTU, atados a esa estrategia, la
posibilidad de desarrollar organismos de poder obrero en nuevas oportunidades que de la
revolución brasilera, superiores a las que ya desperdiciaron con el Encuentro de Belo
Horizonte?
Las duras críticas que hacemos, desde la Fracción Internacionalista, es para evitar esa
posibilidad y para que los honestos militantes de la CS no tengan el mismo desastroso
destino que los dirigidos por Andrés Nin.
El curso asumido por la CS desde el ‘92 hasta la fecha y su actual política, no muestra
perspectivas muy alentadoras en este sentido. La Convergencia Socialista en las
movilizaciones contra Collor, no agitó la consigna de "gobierno obrero y campesino",
concretamente, según creemos sería una formulación correcta en Brasil, "Gobierno de la
CUT y el PT que rompa con la burguesía y el imperialismo". Por el contrario a una
alternativa de poder de la clase obrera, la CS tuvo como política central" "Elecciones
Generales". Cuando el PT sostuvo al gobierno burgués de Itamar Franco y, gracias a la
dirección del PT, se marcha hacia las "elecciones generales" del ‘94, la sección brasilera
de la LIT redujo la consigna trotskista del Programa de Transición a la fórmula: "Que Lula
gobierne", comentiendo así una triple deformación.
¿Qué diferencia hay, en principio, entre este gobierno de Lula que propone la
Convergencia y el de Mitterrand en Francia, Felipe González en España o los tradicionales
gobiernos socialdemócratas de Suecia.?
De la misma manera, Lenín les exigió a los mencheviques y los socialistas revolucionarios,
entre Febrero y Octubre del ‘17, "Romped con la burguesía, fuera los 10 ministros
capitalistas", como táctica circunstancial, cuando estos eran la dirección de los soviets y
los llevaban a la conciliación con la burguesía participando en el gobierno burgués de
frente popular de Kerensky. Lo planteó como posibilidad de un gobierno de esos
organismos de obreros, campesinos y soldados que rompiera con los capitalistas, y no
como un "gobierno de Tseretelli". Aun peor, la CS está embarcada en la lucha por que la
fórmula del PT para las elecciones del ‘94 sea Lula-Osmarino (este último un importante
dirigente campesino integrante del PSTU). "Nuestra propuesta es que Osmarino sea el
candidato a Vice presidente, al lado de Lula, en el sentido de personificar la alianza entre
los trabajadores de la ciudad y el campo, entre el proletariado y el campesinado, contra el
conjunto de la burguesía" (38)
No nos negamos a levantar una táctica electoral que exprese una alternativa de clase,
pero con esto la consigna de ‘gobierno obrero y campesino’ fue simplificada (despojada de
todo su contenido revolucionario) por la CS hasta ser, convertida en una fórmula
presidencial,... y ni siquiera levantando la mínima exigencia de que sea la CUT, en
congreso de delegados de base, la que vote esa candidatura y su programa!
Contra los aspectos más escandalosas de esta política de la sección brasilera, se levantan
tibiamente las voces del MAS argentino y de la Tendencia dirigida por el partido
colombiano. Sin salir, lamentablemente, de la misma lógica le exigen a Convergencia que
llame a imponerlo con la movilización de masas y que, a la formulación de "gobierno de
Lula", se le agregue: "responsable ante la CUT". Esto es por un lado, aumentar la presión
(movilizando a las masas) sobre la dirección contrarrevolucionaria, y por otro una suerte de
control obrero de los futuros administradores del estado capitalista.
Ninguno de los agrupamientos internos de la LIT la plantea, no pueden hacerlo sin romper
con su programa "democrático", con el método de Trotsky y el Programa de Transición:
para educar en la guerra de clases, en la ruptura de las masas con la burguesía y el
imperialismo, en el sentido de desarrollar los organismos que superen los límites del
régimen burgués y como instrumento para desenmascarar a las direcciones reformistas de
la clase obrera. Es decir entendiendo que, en el caso de concretarse, defenderemos a ese
gobierno de los ataques de la burguesía pero sin participar "ni asumir cualquier
responsabilidad política por él", en fin, como táctica transicional hacia la dictadura del
proletariado.
El MAS en el ‘88, cuando todavía imponía su impronta al resto de las secciones de la LIT,
llegó al colmo sosteniendo la aberración teórica de que el partido, a través de sus
"bastiones", contenía o reemplazaba a los embriones de soviets en la Argentina!
Por el contrario, la lucha de clases ha demostrado que, una y otra vez, la LIT, en la
Argentina del ‘90 o en Brasil del ‘92, se adapta a los organismos de las masas construídos
en épocas de paz, los sindicatos conciliadores o los partidos obreros reformistas, como la
CGT y la CTA argentinas y la CUT y el PT brasileros, tal y como son, parte del régimen
democrático burgués, y por esta vía se adaptan al régimen en su conjunto.
Igual que el POUM en la revolución española que enfrentó a Trotsky en su lucha por la
"juntas revolucionarias" o como el SWP norteamericano durante la revolución en Portugal
del ‘74 que se negó a hacer eje de su programa en la formación de los comités de obreros,
soldados e inquilinos; la LIT deja de lado una estrategia basada en organismos soviéticos
y la lucha porque éstos se desarrollen, se doten de un programa y una dirección
revolucionaria y se armen haciéndose irreconciliables con el estado burgués.
Tal parece que el "estado no estado" que propugna la SR no es ningún nuevo aporte al
marxismo revolucionario. Es tan viejo como la teoría del "Estado combinado" con que
Hilferding, el ala derecha de la socialdemocracia alemana, en el ‘19 pretendía combinar los
consejos obreros de la revolución proletaria con la Asamblea Constituyente de la
democracia burguesa. Los ‘amigos de Rosa’ (Luxemburgo) son aquí sus enemigos
declarados.
En primer lugar, no significa "vacío de dirección" como se sostuvo durante mucho tiempo
en la LIT. Crisis de dirección revolucionaria en la época imperialista por el contrario
significa para nosotros, la capacidad que tiene el imperialismo en cooptar, comprar,
corromper y utilizar como correa de transmisión de su política a las direcciones del
movimiento obrero y de masas. Es decir, significa no una falta o vacío de dirección, sino la
conformación de aparatos contrarrevolucionarios de la burocracia y la aristocracia obrera
en el seno del proletariado, desde sindicatos y partidos hasta estados obreros dirigidos por
contrarrevolucionarios.
Para nuestra Fracción Internacionalista, al revés que para la LIT, la caída del stalinismo no
agrava sino que sienta las bases para la superación de la crisis de dirección
revolucionaria. Esto es así porque, a pesar del brutal atraso en la conciencia de las masas
del Este y la ex URSS, que no desconocemos, consideramos como principal factor para la
superación de la crisis de dirección, la caída del aparato stalinista mundial y la fuerza de la
espontaneidad de las masas, que estaban enchalecadas y que esa caída está liberando,
como lo demuestra el actual ascenso en Europa Occidental.
Esto es así porque ha caído el aparato que, por ejemplo, hizo de quinta columna en la
guerra civil española, con la GPU stalinista masacrando a los trotskistas que luchaban
para que las fuerzas de la revolución proletaria, superaran los límites que le imponía la
política de la contrarrevolución a través del frente popular. Veamos como define Trotsky el
rol del stalinismo en la revolución española: "Cuando la situación en el frente de la
propiedad privada se tornó aun más amenazante en el frente militar, los demócratas de
todo pelo, comprendidos los anarquistas, se inclinaron delante de Stalin, y este último no
encontró en su arsenal otros métodos que los de Franco. Sin las persecusiones a los
trotskistas, los poumistas, los anarquistas revolucionarios y los socialistas de izquierda, las
calumnias ignominiosas, los documentos fraguados, las torturas en las prisiones
stalinistas, los asesinatos por la espalda, la bandera burguesa no se habría mantenido ni
dos meses bajo la enseña republicana. La GPU se encontró dueña de la situación
solamente porque defendía de una manera más consecuente que otros, es decir con más
trampas y más crueldad, los intereses de la burguesía contra el proletariado" (41).
El FUR
Todas las tendencias de la LIT adoptan como suya la política votada en su congreso del
‘85: el FUR, Frente Unico Revolucionario.
Tal orientación fue presentada en ese congreso, como una "táctica para construír partidos
revolucionarios". Curiosamente, casi una década después se la sigue presentando como
una táctica con lo que estaríamos en presencia: o de una estrategia o de una táctica para
toda una etapa, es decir de la negación de una táctica.
Un revolucionario honesto puede ver en la política del FUR una vía parta dar pasos en la
superación de la crisis de dirección revolucionaria del proletariado.
Lo cierto es que cada sección de la LIT, reivindica para sí esta "táctica" para hacer con ella
lo que quiera. Hace unos años en México y Colombia , se las utilizó para capitularle a una
corriente populista de la barrialista mexicana América Baroa, y a las corrientes pequeño-
burguesas guerrilleristas colombianas en ‘A Luchar’, tan es así que esas corrientes
terminaron arrastrando al guerrillerismo a un sector de la dirección del PST colombiano.
Para ver hasta dónde puede llevar esta política queremos detenernos en el caso de la
sección de la LIT en Brasil. Convergencia Socialista ha iniciado, desde las movilizaciones
del ‘92, un acelerado curso hacia la derecha. Hoy, dice "la utilización de la táctica del FUR
puede tener más posibilidades de concretarse en este proceso que estamos viviendo hoy,
que antes. Estamos caracterizando una recomposición del movimiento de masas en sus
inicios, desde el derrocamiento de las dictaduras en el Este. Es probable que ahora
vayamos a encontrar más sectores de vanguardia en ruptura con los aparatos y viniendo a
posiciones revolucionarias que antes"(42). Y se lanza a la constitución del FUR hecho
partido, el PSTU brasilero (Partido Socialista de los Trabajadores Unificado).
En síntesis, CS dice algo así como "antes, cuando existía el stalinismo, era más dificil
concretar el FUR" , lo que ya es todo un balance de la claudicación del FUR que
"concretaron" entonces. Luego afirma que ahora, "desde la caída de las dictaduras del
Este (hay) más sectores de vanguardia en ruptura con los aparatos y viniendo a posiciones
revolucionarias...".
La Convergencia ha firmado una Carta de "principios" con las corrientes componentes del
FUR-PSTU. No hay en ella una sola mención a la lucha contra los aparatos
contrarrevolucionarios concretos que actúan en Brasil. No existe un pronunciamiento
alrededor de la burocracia del estado obrero cubano, ni de su rol contrarrevolucionario en
el continente. No se nombra al Foro de San Pablo, donde participa no sólo el PT, sino
todos los stalinistas "aggiornados", castristas y socialdemócratas de Latinoamérica. La
Carta de "Principios" no se define alrededor de nada de esto, en realidad para dejar la
puerta abierta a todos esos sectores.
Toda la cháchara sobre la política del FUR para construir un partido revolucionario se
demuestra como lo que es. El PSTU es el puente que lleva de la Convergencia a un
partido de tipo "poumista" con los restos del stalinismo "aggiornado" como el PLP, filo
castristas como la Liga y sindicalistas de todo pelaje.
Como sabemos el POUM terminó apoyando al Frente Popular. Esto no lo inhibió de los
ataques de la GPU stalinista. En el ‘37 Trotsky dice: "Si el POUM cayó víctima de una
represión engañosa y sangrienta, es porque el Frente Popular no podía cumplir con su
misión de sofocar la revolución socialista, como no fuera abatiendo a su propio flanco
izquierdo" (44).
En otro capítulo de este trabajo vimos como la CS, que tiene hegemonía en el PSTU, se
inclina peligrosamente a una política de capitulación a un probable gobierno de Frente
Popular, encabezado por Lula en Brasil. ¿tendrá la CS-PSTU el mismo trágico destino del
POUM de Nin? ¿Habrá iniciado la CS con el PSTU un curso a seguir por la LIT en la
construcción de partidos de tipo poumista?
Sólo la lucha resuelta de una fracción por el trotskismo en la LIT, puede frenar el curso de
Convergencia, hoy la máxima expresión de una política que le cede a las direcciones
reformistas.
El método de Trotsky no tenía nada que ver con el de la LIT y su FUR. Por empezar la
Oposición de Izquierda no firmó ningún programa "mínimo" sino que firmó sólo una
declaración que se comprometía a "elaborar un manifiesto programático que sea la base
principista de la nueva Internacional". En segundo lugar, la declaración llamaba a la
formación de una nueva Internacional, sobre bases principistas y no a un agrupamiento
centrista con esas organizaciones. Y por último lo más importante, nada de declaraciones
generales sobre el régimen capitalista y la revolución en el sentido de la LIT, la propia
declaración incluía definiciones contundentes en relación a los aparatos
contrarrevolucionarios: la II Internacional Socialdemócrata y la Comintern Stalinista. ¿Qué
tiene que ver esto con el frente sin principios del FUR de la LIT?
¿Cuál es la posición de las corrientes de la LIT?¿Están con el método que Trotsky aplicó
en el "bloque de los cuatro" como política para reconstruir la IV Internacional o con el FUR
de Moreno que no se delimita de los aparatos contrarrevolucionarios y lleva a la licuación
del trotskismo en agrupamientos centristas?