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Teoría de elección Racional y Teoría de la identidad, límites y potencialidades para el

análisis del resultado del plebiscito de refrendación de los acuerdo de la Habana.

Edwin Ferney Correa Álvarez

La teoría de elección racional (TER) tiene su origen en la primera mitad del siglo pasado en el
contexto de la guerra fría, como una crítica al modelo de la economía de bienestar, la cual
buscaba diseñar metodologías para la economía planificada que se intentaba construir en Europa
sostenida por teóricos socialistas y liberales. La TER surge en principio en la economía pero
rápidamente se expande a otras ciencias sociales, así por ejemplo en el caso de la ciencia política
se encuentra como principales exponentes a William Riker quien veía en esta teoría una
posibilidad para que la ciencia política se asentara en fundamentos lógicos y matemáticos (Vidal
de la Rosa, 2008) , y a Anthony Downs el cual hace uso del funcionamiento del mercado
económico como metáfora para comprender la democracia.
El propósito del presente texto será, por un lado, presentar el modelo desarrollado por Down en
su texto “Teoría económica de la acción política en una democracia” donde expone las
premisas básicas del modelo TER, y por otra lado, exponer algunas observaciones hechas por
Alessandro Pizzorno en su texto “Sobre la racionalidad de la opción democrática” a lo que él
llama las teorías Neo-Utilitaristas (denominación sinonímica de la TER) y su propuesta para una
concepción de la política que sirva de base a una teoría más comprensiva. Por último, se
propondrá una mirada de las dinámicas del plebiscito de refrendación de los acuerdos entre el
Gobierno Nacional de Colombia y las FARC-EP desde la propuesta de Pizzorno en la cual
sustituye la lógica de utilidad de la TER por una lógica de identificación.
Para comprender el funcionamiento de la TER es necesario aclarar algunos de sus conceptos
básicos y axiomas, que permiten entender la concepción de la política derivada de esta teoría. En
primera instancia Downs (2001) comienza por definir el gobierno como un agente con el
potencial de ejercer poder de coerción sobre todos los agentes de la sociedad; a este se puede
llegar por medio de la democracia caracterizada como la competencia que se genera entre dos o
más partidos políticos para alcanzarlo, donde aquel que logra conseguir la mayoría del apoyo a
través del voto se hace con el control y el partido perdedor acepta la decisión sin intentar
derrocarlo con la esperanza de que en las próximas elecciones pueda presentarse de nuevo, sin
ningún tipo de impedimento por parte del partido que en el momento es gobierno; La última
característica importante de la democracia entendida así, es que ciudadano es todo aquel adulto
sano cumplidor de la ley con la posibilidad de ejercer un solo voto, lo que lo ubica en igualdad
de posibilidades de influencia sobre el gobierno.
Para entender la democracia, el autor plantea 5 proposiciones axiomáticas. La primera consiste
en que cada partido político puede ser entendido como un conjunto de individuos que desean el
acceder al aparto de gobierno para gozar de la renta, el prestigio y el poder. Como segunda
proposición plantea que el partido ganador tiene el control total de la acción gubernamental y
que ninguna de sus órdenes es desobedecida o se le intenta sabotear. El tercer axioma plantea
que el poder económico del gobierno es ilimitado, ya que tiene la potestad de decidir si se
nacionaliza o privatiza cualquier bien o servicio. En cuarto lugar afirma la existencia de una
única limitación al poder del partido en el gobierno, esta es, la imposibilidad de restringir la
libertad, ya sea del otro partido o de los ciudadanos. Por último, en el modelo se entiende que
cada agente se comporta racionalmente todo el tiempo, dicho en otros términos, las decisiones
tomadas obedecen a cálculos basados en la ponderación del costo-beneficio.
Como resultado de los axiomas expuestos deriva su concepción acerca de la política, según la
cual el dominio propio de esta es el producto de las acciones gubernamentales, encontrando acá
una restricción del campo político que deja de lado las conflictividades y relaciones de poder que
se tramitan por fuera del campo de la institucionalidad1(Warren …). Otra consecuencia de dichas
proposiciones es la adopción de una concepción de la democracia, en la cual los partidos tienen
como propósito producir políticas que ofrezcan mayores utilidades a los votantes (los cuales
fungen como consumidores) para de esta manera llegar al poder, y una vez allí se seguirá
produciendo este tipo de políticas para mantener la renta, el prestigio y el poder derivados del rol
que ocupan en la sociedad. De esta manera el autor afirma que aun cuando los intereses de los
miembros de los partidos son meramente individuales, en su empeño de mantenerse como
gobernantes desempeñan una función social.

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Un ejemplo de una definición más amplia del campo de la política se puede encontrar en Warren, el cual la
entiende como el estudio intersección entre conflicto y poder.
Es en este punto donde cobra importancia la racionalidad de los agentes en el procesamiento de
información que le permita decidir, entre el partido (en el caso de los votantes) y las propuestas
de acciones políticas (en cuanto a los partidos) que mayores utilidades o renta les proveen.
Dicho esto, el autor plantea dos escenarios. En el primero, en el cual el conocimiento es perfecto
y la información poco costosa, las personas votan por el partido que mayores beneficios ofrece,
evalúan el trabajo hecho por el gobierno y según su valoración votan por este o la oposición, y
por tanto, los partidos producen políticas que favorecen a la mayoría de votantes con el objetivo
alcanzar sus votos. En el escenario hipotético expuesto se pretende ilustrar las condiciones para
que se dé el funcionamiento ideal del sistema democrático donde se exhibe una racionalidad
perfecta, que además parece indicar que esta se realiza siempre y cuando se cuente con toda la
información posible sobre el costo y beneficio de una decisión, lo cual adolece de factibilidad ya
que, no solo es contra-fáctico un escenario de conocimiento perfecto, sino que aún en
condiciones donde se posee mucha información es posible que la respuesta que se produzca no
sea necesariamente la más precisa, tal como lo evidencia Gigerenzer (2008) al mostrar que el uso
de heurísticas simple puede ser más preciso que los procedimientos complejos donde se tiene
mayor información y más tiempo de procesamiento (Gigerenzer, Hertwig, & Pachur, 2011),
dicho en otros términos, más información no implica una mejor elección.
En el otro escenario, se parte de la idea de que el conocimiento es imperfecto y la información
costosa, lo cual implica que los partidos no saben exactamente lo que las personas quieren o
necesitan para mejorar sus utilidades, por su parte los ciudadanos desconocen las políticas
realizadas por los partidos y las posibles consecuencias que estas traerían y además el acceso a
dicha información es muy costosa para todos los agentes.
En estas condiciones, para lograr conocer lo que quieren los votantes el gobierno descentraliza su
poder en agentes que por su nivel de especialización le permiten conocer las opiniones del
electorado o hacen las veces de persuasores ante estos, motivo por el cual adquieren una
importancia especial que lleva a que sea racional favorecerlos con el propósito de que el partido
pueda llegar o mantenerse en el gobierno. En consecuencia, estos adquieren más poder que el
resto de agentes y mayor capacidad de influencia en el gobierno, aun cuando formalmente
posean los mismos derechos. A estos agentes el autor los llama grupos de presión.
Con lo anterior, es posible poner en entre dicho las concepciones que entienden al sistema
democrático como un espacio donde los individuos son iguales en derechos, ya que si bien
formalmente es cierto, sus posibilidades de influencia y participación difieren en función del
poder que puedan ejercer sobre el sistema de gobierno, derivado del nivel de especialización y/o
la pertenencia a grupos de presión.
Bajo el entendimiento de que este último escenario es el que se manifiesta en la realidad, Downs
ve en la ideología una posibilidad racional de elección entre un partido y otro, ya que esta
permite decidirse por un paquete de políticas que aumentan la utilidad y renta sin tener que
revisarlas todas, lo cual implica una forma de reducción del coste de la información. En
consecuencia, los partidos asumen una ideología más o menos estable, que puede ubicarse en un
plano donde 0 es extrema izquierda y 100 extrema derecha, en función de la existencia de un
sistema bipartidista o multipartidista.
El bipartidismo puede manifestarse de dos maneras, en la primera los partidos suelen ubicarse en
la mitad de sus coordenadas ideológicas con el propósito de captar la mayor cantidad de votos,
por ejemplo, un partido de izquierda se ubica en el primer cuartil (25) del plano ideológico y
tiende hacia la media (50), con el propósito de que los votantes que no han se han definido
claramente dentro de una ideología encuentren utilidades y renta en las propuestas de este, de la
misma manera el partido de derecha se ubica en el tercer cuartil(75) y busca una tendencia hacia
el centro(50). En la segunda, la coyuntura política del país se caracteriza por una polarización lo
cual se traduce en que los partidos ya no tienden hacia la media, sino por el contrario, se
radicalizan ideológicamente, a saber, el partido izquierda en el primer cuartil tiende hacia su
extremo más próximo (0) y de la misma forma el partido de derecha en el tercer cuartil tiende
hacia la extrema derecha (100).
En el sistema multipartidista, los partidos suelen ser más estables ideológicamente con el
propósito de distinguirse de otros, sin embargo en muchos casos buscan hacer coaliciones con
partidos ideológicamente cercanos para lograr la mayoría de votantes, lo cual implica una vez se
es gobierno, las políticas emitidas son menos definidas debido a que se debe incluir los intereses
de cada partido de la coalición.
Lo expuesto hasta aquí muestra el funcionamiento que la TER propone del sistema político como
un mercado que se mueve en función de las transacciones hechas entre productores (los
políticos) y consumidores (los votantes), que buscan su propio beneficio a través del aumento de
sus utilidades y rentas.
En lo seguido, se expondrá algunas consecuencias de esta forma de entender el sistema político y
las apreciaciones hechas por Pizzorno sobre el desarrollo lógico de esta teoría, que lo llevan a
proponer una comprensión basada en la identidad.
Para concluir lo expuesto por Down, plantearemos dos consecuencias de esta comprensión del
sistema político. En primer término, el individuo al ser racional calcula el coste y beneficio de su
elección política considerando sus posibilidades de influencia, las cuales en la mayoría de casos
son bajas, ya que si el voto es solo uno la probabilidad de que sea decisivo es muy reducida,
razón por la cual el coste de informarse más allá de la información recibida por los principales
medios de comunicación (como la televisión, la prensa, la escuela , el lugar de trabajo y la
familia) es superior al beneficio recibido dada su pobre influencia. Por esto, la ignorancia política
es una respuesta racional a un sistema democrático amplio lo cual no implica que quienes se
informan sean irracionales, ya que estos pueden encontrar aquí un beneficio para lograr mayor
poder de influencia sobre otros o sobre un partido político como perteneciente a un grupo de
presión.
Lo anterior, lleva a Pizzorno a considerar que la TER es limitada a la hora de explicar los
motivos por los cuales los individuos acuden a votar, incluso en momentos en que las
condiciones para hacerlo se ven amenazadas por escenarios de violencia. Para él esto se produce
debido a que aún bajo la consideración de la poca influencia del voto, las personas se mueven en
sistemas de valores compartidos que les permiten decidir si participa o no en sufragios,
dependiendo de si dentro de dicho sistema este acto tiene valor colectivo o no.
La segunda consecuencia se deriva precisamente del rol de los agentes en el sistema, donde para
Downs, no es posible afirmar que los partidos tengan como propósito la maximización de los
recursos del electorado, ya que en un escenario de conocimiento imperfecto e información
costosa, resultaría más racional favorecer a los grupos de presión y los especialistas por la
capacidad de conseguir votos. Pizzorno por su parte, concuerda con Downs en que el objetivo
del político no es la maximización de las utilidades del votante medio permitida por el acceso a
la información de las preferencias de estos últimos. Pero va más allá al afirmar que el único fin
de la política no puede ser la producción de acciones del partido en el gobierno sino que acuña la
noción de discurso político como un fin en sí mismo, ya que la información no puede
considerarse como un coste por que constituye un componente del proceso de la configuración
de la identidad colectiva. (Pizzorno, 1985)
Las observaciones hechas por Alessandro Pizzorno nos permitirán realizar un breve análisis de
las dinámicas del plebiscito que buscaba la refrendación de los acuerdos entre el Gobierno
Nacional Colombiano y las FARC-EP. En primera instancia, es necesario considerar que un
plebiscito es uno de los mecanismos de participación que establece la constitución política con el
objetivo de consultar al pueblo sobre una decisión política que afecte a todos, en este caso se
consultó sobre si se apoyaba o no el acuerdo de La Habana que constaba de 6 puntos:1) Reforma
rural integral, 2) Participación política, 3) Victimas y justicia transicional, 4) Cultivos ilícitos, 5)
Fin del conflicto y 6) Implementación, verificación y refrendación. Con esto se buscaba dar
respuesta a las causas estructurales del conflicto, a saber, la cuestión agraria que se manifiesta en
el problema de la alta concentración de la tenencia de la tierra y la marginación de gran cantidad
de campesinos, y el problema de la participación política heredado del frente nacional y
profundizado por el exterminio del contradictor político en Colombia. Al considerar el resultado,
en el cual el NO ganó con una votación 50,33%, es posible hacer una interpretación a la luz de la
teoría de la identidad política, según la cual esto sería posible de explicar gracias a la utilización
de parte de la campaña del NO de grupos de presión o gremios y discurso político que buscó
consolidar una identidad política a través de la parcialización y compartimentación de emisión de
información con el propósito de construir un enemigo ideológico, dicho en otros términos, se
identificó un enemigo con el propósito de fortalecer la identidad alrededor de la ideología de los
dirigentes de la campaña, donde se puede identificar principalmente al partido centro
democrático. Un ejemplo de lo expuesto anteriormente fue la acuñación en la agenda pública de
los diferentes medios de información del término “castro-chavismo” logrando de esta manera
vincular el acuerdo con la creación de condiciones para que la ideología del comunismo se
hiciera con el sistema político. En la misma lógica, la información se compartimentó
considerando las identidades consolidadas de ciertos grupos, fue por ejemplo de esta manera que
se dirigieron a los grupos religiosos denominados cristianos, a los cuales se les presentó como el
principal peligro de los acuerdos el “enfoque de género” y los riesgos que presuntamente
representaba esta idea para su moral y la consolidación de la familia.
En conclusión podemos decir que si bien la TER ha logrado un nivel de consolidación en
diferentes disciplinas, dada la reducción que hace de los fines de la política, pierde capacidad
explicativa en contiendas electorales en las cuales las identidades parecen ser elementos
decisivos.
Bibliografía

Downs, A. (2001). Teoría económica de la acción política. En A. l. tlle, Diez textos básicos de

ciencia política (págs. 92-111). Barcelona: Editorial Ariel, S. A.

Gigerenzer, G., Hertwig, R., & Pachur, T. (2011). Heuristics. The Foundations of Adaptative

Behavior. Oxford.

Pizzorno, A. (1985). Sobre la racionalidad de la opción democrática. En A. Pizzorno, C. Donolo,

P. Birnbaum, M. Sarfatti, R. Falk, K. Kontopoulos, . . . F. Delich, Los límites de la

democracia (Vol. II, págs. 9-45). Buenos Aires: CLACSO.

Vidal de la Rosa, G. (2008). La Teoría de la Elección Racional en la ciencias sociales.

Sociológica, 23(67), 221-236.

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