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Lo primero que vi, fue una larga fila de jurados, trabajadores seleccionados al
azar, con la desazón de haber sido elegidos para cumplir con la labor electoral y
con la esperanza del día compensatorio que presupone el ser jurado y del medio
día libre que algunos podían aspirar a tener por el hecho de votar; era el único
consuelo para madrugar un domingo.
Ese hombre, relató el testigo electoral, es lo peor de este pueblo, tiene mucho
dinero, con el cual le ha permitido tapar asesinatos. ¡Hasta marica es! El muy
desgraciado asesinóo a su amante, un jovencito con el que tuvo un romance, pero
el pelao decidió dejarlo y para irse con una chica.
Este sinvergüenza lo llevóo antes de que lo abandonara a su finca antes de que lo
abandonara y allá lo mato. La plata le permitió escapar de la justicia; en un pueblo
el dinero es Dios y el olvido es la ley.
Está cojo porque un policía le metió un tiro, a ese policía después lo mataron;,
como siempre, no se supo quién lo mato. Y ahora mírelo acá vigilando,
pavoneándose alrededor del lugar de votaciones. A la espera de ver llegar a todos
los que han prometido votar por el que a él más le convenga.
A la mesa llegan hombres y mujeres de avanzada que traían un papel que les
recordaba por quiéen debían votar, porque en la mayoría de casos se podía ver
cóomo los votos estaban ligados a la esperanza de un favor, a la posibilidad de
resolver una afugia particular, más que resolver un problema general para el país.
A su vez observée cóomo una mujer traía a votar a su madre, que padecía
demencia senil a votar;, ella tiene derecho a votar, decía la mujer a la mesa del
jurado, mientras su madre desvariaba mirando al techo y decía frases
incoherentes.
Al final los testigos electorales observaban en silencio la labor que realizamos los
jurados de contar votos después de cerradas las urnas. Tienen una libreta y
esperan que el candidato en el cual han puesto sus esperanzas gane para poder
sentir un respiro y tener la certeza de que ellos también ganaron algo.
En la mayoría de casos están anclados a una casa política que los utiliza para
vigilar que no se pierda ni un solo voto que han ganado con el sudor de las
promesas, el dinero y el tamal.
ccgaleano@utp.edu.co