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1[1] SUÁREz, De Deo 1.2 c.32; URRÁBURU, 1.695-709; HONTHEIM: TheolN. (1893) p.8-20; OM n.61.
1
perfecciones características de Dios; el Concilio Vaticano I lo expresa
con estas palabras: La Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana cree
y confiesa que hay un Dios verdadero y vivo, Creador y Señor del cielo y
de la tierra, omnipotente, eterno, inmenso, incomprehensible, infinito en
inteligencia y en voluntad, y en toda perfección; el cual, siendo una
substancia espiritual, singular, simple y absolutamente inmutable, hay
que afirmar que por su esencia y su realidad es algo distinto del mundo,
en sí y por sí dichoso y felicísimo e inefablemente excelso sobre todas las
cosas que hay fuera de El y que pueden concebirse (DB 1782).
2
se deduce del sujeto como de algo anterior («a re priori»), sino que, a lo
sumo, pueden demostrarse o por sus efectos o bien «a simultaneo», es
decir, por la sola explicación de los términos.
29. La proposición conocida «per se» puede ser conocida sólo quoad se
(en cuanto a ella se refiere), o también conocida «per se» quoad nos
(en cuanto se refiere a nosotros). La proposición conocida «per se»
únicamente será quoad se si en verdad el predicado es «de ratione»
(pertenece a la razón e íntima naturaleza del sujeto), pero nosotros no
penetramos los términos con tal perfección que por su sola inspección
conozcamos la verdad. Y conocida «per se» quoad nos (con respecto a
nosotros), si de tal modo penetramos los términos, que por su sola
inspección veamos la verdad de la proposición.
Nuestra opinión dice que esa proposición es conocida «per se», pero no
«quoad nos»: y eso es lo que defienden Santo TOMÁS y SUÁREZ con la
2[2] ALBERTUS M., 1ª p. tr.4 membr.2; ABULENSIS, in Exod. c.5 q.2; LYRANUS, In cap. 5 Exodi; S.ANSELMUS,
Proslogium c.34.
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mayoría de los escolásticos4[4]. Y la declaramos como cierta habida
cuenta de las nociones precedentes.
4[4] S.TOMAS, 1 q.2 a.1.3; 1 CG c.1 1; CAPREOLUS, in 1 d.2 q.2 a.3; IO A S.TH., In 1 q.2 d.3 a.1; SUAREZ, DM
29,3,33.
4
Una proposición cuya verdad no está patente por la experiencia y por
la intuición o por el examen de los términos, no puede ser admitida
razonablemente sin demostración; es así que la proposición «Dios existe»
es de esta naturaleza, luego esa proposición necesita ser demostrada.
5
4. Una proposición que excluye el término medio es conocida
inmediatamente; es así que la proposición conocida de por sí excluye
todo término medio, luego es conocida inmediatamente sin
demostración.
Distingo la mayor: por parte de aquel que penetre bien los términos,
concedo; por parte de aquel que no los penetre o entienda bien,
niego; y admitida la menor, distingo igualmente el consecuente.
5. Toda idea tiene un objeto real; es así que tenemos idea de Dios, luego
Dios es algo real. Mayor: pues las ideas son verdaderas.
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concebimos por medios de estos conceptos es el mismo Dios en cuanto
que es ejemplar o modelo de las cosas que están fuera de El, y al ver al
mismo Dios vemos las cosas objetivas diferentes de Dios.6[6]
6[6] Acerca de la definición del ontologismo discutieron por una parte DE WOESTYNE en Cursus Phil. 11 p.345; y en
el Antonianum (1928); y por otra parte P.BOYER ap. DESC., 1553.
7[7] Hay muchos que admiten la intuición de Dios, pero hay que dudar mucho acerca de lo que es esa intuición: a
saber, si se trata de una visión inmediata de la misma esencia divina, o más bien de una firme persuasión de la
divinidad procedente de vías irracionales, como son la experiencia religiosa, los sentimientos, los instintos ciegos, la
confianza, las tendencias hacia lo verdadero, bueno y hermoso. En Alemania tenemos estos intuicionistas en: MAX
SCHELER, RÜDOLF OTTO. K.ADAM, J.HESSEN, M.LAROS, O.GRUNDLER. En Rusia: W.SOLOVIEW, N.LOSSKY.
En Francia: H.BERGSON, EXEROY. Cf. PENIDO: RevScPhTh (1932) 549 nota 2; y DESC., 1,557, 559, 566; URRAB.,
Psych 2,1070-1083.
8[8] Los errores de los ontologistas fueron condenados por el S.Oficio el día 18 de septiembre de 1861 (D 1659, 1895,
1897). Sin embargo nosotros no negamos la posibilidad de la intuición de la esencia divina, pero decimos que siempre
ha de ser sobrenatural. Así los santos ven intuitivamente a Dios, y los místicos la intuyen de modo obscuro en sus
comunicaciones con Dios. Cf. en materia de la unión mística sobrenatural DESC., 1,573-605.
7
conociéramos todas las demás cosas, tendríamos conciencia de ese
conocimiento, por lo menos cuando intentamos reflexionar sobre
nuestros hechos internos; es así que no tenemos conciencia de ninguna
clase de este conocimiento, luego no lo tenemos.
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La mayor está patente: pues la única ayuda del cuerpo consistiría en
que de las cosas sensibles abstraeríamos los primeros conceptos y,
ordenándolos correctamente, conoceríamos a Dios, lo que no sucede
en la hipótesis.
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ARTICULO III: OTRAS VIAS INTELECTUALES INMEDIATAS
Pues, según él, todo juicio tiene dos propiedades: En primer lugar
siempre afirma el ser, pues, cuando decimos, p. ej., Pedro camina, el
sentido de la afirmación es: Pedro caminando es un ser. En segundo
lugar el ser que se afirma es el ser infinito o Dios: porque este ser es de tal
clase que, aunque se afirme de muchas cosas, nunca se agota, sino
que siempre se puede afirmar de muchas cosas. En tercer lugar aquel
ser infinito, que se afirma en todo juicio, no se predica de los sujetos de
nuestra experiencia en caso recto, o en nominativo, sino en caso
oblicuo, o genitivo; así, Pedro camina equivale a esta afirmación: Pedro
caminante es (efecto y semejanza) del ser infinito: de donde en todo
juicio afirmamos tanto la realidad divina y la dependencia de todos de
Dios, como la analogía del ser creado. En cuarto lugar, por esto queda
solucionado el problema crítico y queda probada la existencia de Dios:
el problema crítico, porque afirmamos la realidad de las cosas como
dimanante de la realidad divina, y la realidad divina como origen de las
cosas y, por consiguiente, no puede haber constancia de la verdad de
alguna proposición o de nuestra afirmación, a no ser que de modo
reflejo nos conste que afirmamos la realidad de Dios, de quien
realmente dimanan las cosas reales por eficiencia.
46. Pero, ¿de qué modo consta que estas afirmaciones inmediatas de la
realidad de las cosas y de la realidad divina son verdaderas y no
fingidas? Consta porque semejante afirmación es un acto de la
tendencia innata a afirmar, y el acto de una tendencia innata no
puede verse frustrado en su objeto.
Mas si se pregunta por qué el hombre tiene esa tendencia innata para
afirmar inmediatamente el ser infinito, se contesta que eso procede de
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la tendencia innata a la visión intuitiva de Dios, pues el hombre
necesariamente y de modo innato tiende a la visión intuitiva de Dios, y
dado que esta visión se nos impide mientras estamos en este mundo, en
estado de unión con el cuerpo, por eso satisfacemos esta tendencia del
mejor modo posible, el cual consiste precisamente en la afirmación
inmediata de la existencia de Dios.
En primer lugar, es falso que en todo juicio se afirme el ser; en los juicios
negativos no se afirma el ser sino que, por el contrario, se niega; p. ej.,
cuando decimos que Pedro no es sabio. Además, en las proposiciones
afirmativas no siempre se afirma el ser; cuando decimos: las tinieblas son
la ausencia de la luz, no queremos afirmar que las tinieblas o la ausencia
de la luz sea un ser, sino la negación de la entidad. Mas en los juicios de
por sí sólo se afirma la entidad del sujeto y del predicado o la verdad de
la misma proposición, no la entidad real.
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de Dios; luego antes de llegar a ninguna conclusión ya debe saberse y
conocerse con certeza su existencia.
9[9] M.SCHELER, Vom Ewigen im Menschen (1921), trad.esp., De lo eterno en el hombre (Madrid 1940); GISQuIÉRE
1,80-88; IZABEAU, La philosophie religieuse de Max Scheler: Vie intellectuelle (1929) 234-247; DESC., 1,571-573;
DONAT, Crítica (1928) 170-176; G.GURVITCH, Les tendences actuelles de la philosophie allemande (París, 1930).
Max Scheler se convirtió del protestantismo al catolicismo; por malas costumbres se separó de la Iglesia católica;
posteriormente volvió a la misma y, finalmente, dijo adiós a todas las prácticas religiosas. Influyó en los católicos
GRUNDLER y LEEUW.
10[10] De entre los fenomenólogos hay que citar a los católicos VON HILDEBRANDT, KARL ADAM, DE BRUYNE,
Ethica (Bruselas, 1934); y además de éstos LANDSBERG, MARTIN HEIDEGGER, etc
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intuición eidética de las esencias. Pero dijo que no podemos percibir las
esencias a no ser en alguna intuición o hecho emocional, por el cual
sintamos las cosas como valores. El supremo valor que percibimos es
Dios; no podemos conocerlo como persona por medio de argumentos
racionales, sino sólo por actos emocionales especiales, que son actos
religiosos, como el amor de Dios, su admiración, etc.
50. Crítica. a) Es falso que los argumentos racionales no sean aptos para
que Dios sea conocido con certeza como persona y como Dios. b) Es
falso que puedan darse intuiciones emocionales o hechos emocionales
acerca de Dios, p. ej., el amor y la admiración, antes de que Dios sea
conocido y, después, supuestos estos hechos religiosos y emocionales,
adquiramos un conocimiento racional de Dios: antes es conocer a Dios
que poder tener emociones con respecto a El. c) Es falsa la teoría
fenomenológica según la cual se perciben las esencias sin ninguna
abstracción de las cosas y sólo con ocasión de las cosas externas: esto
sería admitir el innatismo. d) Es falso que por abstracción se deformen las
cosas, o que por la síntesis de muchos conceptos las cosas se fabriquen
siempre en la mente de modo que no tengan realidad: conocemos
muchas cosas por síntesis de diversos conceptos, como Dios y los
espíritus puros, y el alma como espiritual, de cuya realidad nos consta
verdaderamente, porque la verdad de ellos se muestra eficazmente por
el raciocinio.
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Tesis 3. La existencia de Dios puede demostrarse mediante las fuerzas
naturales del entendimiento, desde luego que «a posteriori».
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54. Estado de la cuestión. La pregunta que planteamos es si el
entendimiento humano tiene fuerzas naturales que le capaciten para
elevarse hasta la demostración con certeza de la existencia de Dios, y
ello «a posteriori», es decir, a partir de los efectos, de los seres
contingentes o de las realidades mundanas; o si, por el contrario, tal
demostración resulta imposible, bien sea a causa de lo débil que es el
entendimiento humano, bien sea por la excelsitud de Dios, o bien por la
ausencia de la conexión necesaria entre el mundo y Dios11[11]
11[11] Es nuestro propósito adquirir un conocimiento científico y reflejo de la existencia de Dios: conocimiento
científico, por adquirirse mediante demostración dialécticamente válida, incluso sin recurrir a ningún auxilio sobrenatural
(Humani Generis, 1951, p.459 n.2, y p.466, n.25; p.467 n.29); conocimiento reflejo, porque sabemos, no solamente la
verdad de algo que ha sido demostrado, sino también la rectitud de la argumentación. Sin embargo, no es nuestra
intención alcanzar una demostración matemática por razón de la forma o por razón de la evidencia: no por razón de la
forma, puesto que la matemática procede de lo idéntico a lo idéntico o a lo equivalente, y la Teodicea procede de lo
diferente a lo diferente, esto es, de los efectos a la causa. No por razón de la certeza, ya que la matemática produce
certeza necesaria, en cambio la Teodicea produce certeza libre. Sin embargo, no han faltado quienes pretendieran
alcanzar demostración matemática y necesaria de la existencia de Dios, como DESCARTES y LEIBNIZ, y en época
más reciente HALLEZ.
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conocerlo con ayuda del magisterio y de la revelación transmitida por
vía oral. c) UBAGHS ( 1875) y otros decían que la mente humana tenía,
desde luego, capacidad para demostrar, por sí misma, la existencia de
Dios, pero que la había perdido con ocasión del pecado original; sin
embargo, una vez conocida dicha verdad con ayuda de la revelación
y de la tradición, la mente estaba entonces en condiciones de
demostrar tales verdades. Este error fue condenado por el Concilio
Vaticano I. (DB 1785 - 1806).
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Prueba 1. (Por la conexión que existe entre el ser que es causado y
contingente y el ser necesario). La existencia de Dios puede
demostrarse con absoluta certeza «a posteriori», si es que nosotros
conocemos realidades verdaderas que son mudables, corruptibles y
contingentes por ser causadas; si conocemos igualmente como
verdaderos el principio de causalidad y el de contradicción, y si
conocemos, por último, con plena certeza y necesidad, que la
existencia del ser necesario se halla en conexión con la existencia de los
seres que son contingentes y causados. Es así que todas estas cosas las
conocemos con certeza absoluta; luego, con la misma certeza absoluta
podemos demostrar la existencia del ser necesario e incausado.
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La mayor está clara. Declaración de la menor. En primer lugar, es
imposible que el criterio último para conocer con certeza la existencia
de Dios, sea la autoridad del género humano. Pues para que esta
autoridad pudiera ser un criterio válido, debería constarnos que existe el
género humano, que tal género humano afirma la existencia de Dios y
que, al afirmarlo, lo hace teniendo ciencia y verdad. Es así que todos
estos requisitos no pueden conocerse, una vez más, por el testimonio del
género humano (estableceríamos un proceso hasta el infinito), sino por
la sola evidencia inmediata de la razón de cada uno; luego es otra
evidencia, y no la autoridad del género humano, lo que constituiría el
criterio para conocer la existencia de Dios.
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62. Prueba 4. (Contra los fundamentos de los innatistas). No existe
necesidad alguna de acudir a las ideas innatas si, por una parte,
podemos adquirir un concepto de Dios y, por otra, podemos demostrar
su realidad. Es así que tal es el estado de cosas; luego las ideas innatas
no son necesarias.
63. Escolio. No resulta más difícil mostrar que Dios no se puede demostrar
«a priori» ni «a concomitante». No se puede demostrar «a priori», por que
la demostración «a priori» se basa en las causas o razones «a priori» de
aquello que se trata de demostrar. Es así que Dios no tiene causas ni
razones de su existencia, luego no puede demostrarse «a priori».
Tampoco «a concomitante», ya que la demostración «a concomitante»
encuentra su fundamento en el hecho de que el antecedente se halla
en conexión con el consecuente, debido a la dependencia que ambos
tienen de un tercero; al modo que la capacidad de llorar se deduce de
la de reír, ya que ambas cosas se hallan en conexión con un proceso
discursivo. Es así que Dios no puede depender de nada, luego tampoco
se puede demostrar «a concomitante». (OM n.98).
64. Objeciones. 1. Una de las leyes del silogismo es que «la conclusión
siga siempre la parte más débil»; es así que en la argumentación «a
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posteriori» las premisas tratan del ser contingente, causado y mudable,
luego la conclusión no nos puede dar al ser necesario, incausado e
inmutable.
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sentido de que no pueden concebirse en modo alguno sin El. Así pues,
la existencia de las criaturas constituye un signo necesario de la
existencia de Dios.
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Tesis 4. Aunque los sentimientos y afectos contribuyen en gran manera a
captar el vigor de los argumentos racionales demostrativos de la
existencia de Dios, sin embargo la sola fuerza de los afectos y de la
voluntad no es apropiada para la adquisición de tal certeza y, por tanto,
resulta falso el sistema que presenta esta vía como la única apropiada.
§ Sistemas antiintelectualísticos
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Ahora bien, la «razón práctica» puede llevarnos hasta la existencia de
Dios. Pues nosotros tenemos la experiencia de un «imperativo
categórico», o lo que es lo mismo, de una obligación absoluta, por la
cual nos vemos determinados a ejercitar la virtud y, en efecto, una
unión inseparable entre la virtud y la felicidad; pero esta unión no puede
llevarse a cabo mediante la virtud, ya que muchos que son virtuosos no
son felices; ni tampoco mediante la felicidad, puesto que al contrario
que antes hay muchos felices que no son virtuosos. Luego debe ser
posible mediante algún ser poderoso por encima de cualquier
naturaleza, de suerte que pueda establecer la unión citada, y
sumamente sabio, de manera que pueda apreciar los méritos de cada
uno y recompensarlos con una felicidad correspondiente. Tal ser no es
otro más que Dios.
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En Alemania JACOBI (1776-1828) afirma que las verdades del sentido
común sólo pueden captarse por un sentimiento de la razón, que
puede percibir el nombre de «fe» y que es una persuasión firmísima de la
voluntad, no por el hecho de que veamos la realidad, sino porque
cierto sentimiento intelectual nos impulsa a prestarle asentimiento. Le
siguieron SCIILEIERMACHER († 1834), RITSCHL († 1889), el cual afirma que
hemos de admitir a Dios simplemente para que podamos llevar una
vida propia de seres humanos; R.OTTO († 1937), quien sostiene que a
Dios lo admitimos por la intervención de sentimientos irracionales que se
suscitan bajo aspectos y formas diversos, tales son: lo Luminoso, el
Misterio Tremendo, lo Fascinante, lo Santo. Así pues, excitados por tales
sentimientos, admitimos a Dios como Absoluto y como Garantía y
Salvaguardia de todo el orden moral. Sin embargo, para que tales
sentimientos puedan darse, es necesaria una capacidad «a priori» que
se llama adivinación, y que no todo el mundo tiene. Así se expresa en su
obra Das Heilige.
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esta especie de sensación, que se halla vacía de lo divino, colmándola
con aquello que es su propio objeto, y así viene a idear una persona
que es Dios, o un Hombre-Cristo que es el Hijo de Dios, o los sacramentos
y dogmas, etc.
Sin embargo, no hay que cohibir el llamado celo de las almas; todo lo
contrario: hay que fomentarlo, ya que hay no pocas religiones en las
cuales la referida interpretación es indicio de una cultura ínfima, y
hemos de procurar que tales gentes o grupos humanos adquieran una
cultura más elevada. Por consiguiente el Dios de los modernistas no es
un Dios inmutable, ni es tampoco algo objetivo, sino que es simplemente
el fruto de la cultura y del grado de evolución de cada pueblo 0 de
cada individuo, por lo cual la verdad viene a ser la conformidad de una
realidad con el grado de cultura y la evolución de cada uno; es, en un
palabra, el relativismo absoluto.
Los más célebres entre los modernistas fueron: ALFREDO LOYSI. JORGE
TYRRELL, RÓMULO MURRY. ANTONIO FOGAZZARO. ERNESTO BONAIUTI.
25
contacto con Dios. Luego hay que creerles, y así llegamos a conocer,
con gran probabilidad, que Dios existe.
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realidad de Dios, así como todas las obligaciones que implica tal
convicción. Pero, a su vez, esta opción no, puede tomarla más que
aquel que ha vivido con abnegación y mortificación, y con algún
pasado de práctica de la religión. Con anterioridad a la toma de esta
opción la razón no tiene capacidad para abrigar certeza alguna,
incluso de orden matemático, ya que le falta la raíz y el fundamento de
toda verdad, que es Dios.
75. Crítica del sistema blondeliano. En primer lugar hay que rechazar esa
desconfianza de la razón, así como el nominalismo de que brota tal
desconfianza. En segundo lugar, es falso el que nosotros alcancemos lo
infinito en cada una de nuestras acciones pues, por más que se
enardezca nuestro deseo, ello no significa que deseemos lo infinito, sino
que el objeto de nuestra voluntad es el bien como tal y,
consiguientemente, la voluntad no puede descansar en ningún bien
particular de modo definitivo, sino que permanece en tensión hacia
objetos siempre distintos, aunque finitos. En tercer lugar es falso también
que la voluntad puede comunicar certeza de cosa alguna; las
disposiciones morales son enormemente útiles para apartar los
obstáculos que se oponen a la comprehensión de unas razones, pero lo
que nunca pueden lograr es que prestemos nuestro asentimiento con
firmeza si no existe ninguna razón objetiva. Por último, donde más se
pone de manifiesto la desconfianza blondeliana de la razón es en la
afirmación de que no puede darse una verdadera certeza ni siquiera en
el plano de las matemáticas, con anterioridad a haber admitido la
existencia de Dios mediante la intervención de la voluntad.
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anterior postulado, carecen de valor objetivo «quoad, id quod
concipitur».
77. La solución de semejante tragedia hay que lograrla por todos los
medios. Dos vías de solución se nos ofrecen, por el momento. Unos - mal
vamos a ver que por este camino se llegue a una solución: el camino
que no conduce a ninguna parte - desesperan, en realidad, de
encontrar solución alguna, y la solución práctica que sale al paso es
entregarse al materialismo o a un epicureísmo de nueva cuna. Esta es la
postura de J. P. SARTRE, en Francia. Otros, por el contrario, afirman que
tales sentimientos de angustia despiertan la esperanza y el amor, o el
afán y la inclinación hacia alguien que se ofrezca como remedio a tal
angustia, y como aplicación de la totalidad de la humana
contingencia. Y afirman que esta esperanza y este amor, o este afán y
esta inclinación ya suponen un contacto con el Transcendente. Este
Transcendente, según los existencialistas católicos, es el Dios de los
cristianos; y según KARL JASPERS, es el Incógnito e incognoscible, acerca
del cual nada sabemos sino que es transcendente. Los principales
existenci alistas entre los católicos son GABRIEL MARCEL, LAVELLE, LE
SENNE, PETERS WUST; entre los materialistas tenemos a SARTRE, cuyas
obras se hallan todas contenidas en el Indice de libros prohibidos; entre
los transcendentalistas está JASPERS. En cuanto a HEIDEGGER ni niega a
Dios ni lo admite, simplemente lo aparta de su filosofía.
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78. I Parte. LOS AFECTOS Y LOS SENTIMIENTOS CONTRIBUYEN EN GRAN
MANERA A LA COMPREHENSION DE LOS ARGUMENTOS EN FAVOR DE LA
EXISTENCIA DE DIOS.12[12]
12[12] No hay que negar un influjo eficaz de los efectos en orden al conocimiento de la verdad; sin embargo este influjo
no es el motivo de prestar el asentimiento, sino que consiste solamente en una preparación del ánimo y en la remoción
de las dificultades subjetivas en orden a captar la fuerza de los argumentos racionales.
29
Pero si afirman que el entendimiento aprehende o percibe la existencia
de Dios, entonces podemos argumentar: o el entendimiento afirma la
existencia de Dios, viendo al mismo Dios con visión intuitiva o no
viéndolo con tal visión intuitiva; si lo ve con esta visión intuitiva, se viene
a caer en la doctrina de los ontologistas, y vale la refutación que en su
lugar se hizo. Si no lo ve de esa manera y sin embargo afirma su
existencia, se plantea otra disyuntiva: o el entendimiento percibe la
conexión de tales experiencias con la existencia de Dios, y de forma
sólida y firmemente fundada, o el entendimiento no percibe dicha
conexión. Si no percibe la conexión, en tal caso el afirmar la existencia
de Dios es algo ambiguo o irracional, parecido a la afirmación del
número par de las estrellas. Pero si percibe la conexión, entonces ya no
se daría una afirmación inmediata de la existencia de Dios, sino que
estaríamos ante un silogismo que tendría la forma siguiente: «tengo tales
experiencias, sentimientos, instinto; es así que todo ello es imposible sin
un Dios real y ontológico, luego existe Dios en el plano real y
ontológico». Ahora bien, este silogismo carecería por completo de
consistencia porque, ¿en virtud de qué se da por probado que las
dichas experiencias, sentimientos e instinto no pueden deberse a la
propia complexión o temperamento, a la educación, incluso a los
prejuicios, etc., sino que necesariamente tienen que provenir del Dios
único y verdadero?.
80. Parte III. POR TANTO, EL SISTEMA QUE AFIRMA LA SUFICIENCIA DE ESTE
ÚNICO CAMINO, ES FALSO.
30
este ser «a se» y ser necesario sería el verdadero Dios, es decir, un ser
distinto del mundo, ente supremo verdadero y gobernador del mismo,
personal y objeto de adoración propiamente dicha.
82. Las cinco vías son otros tantos argumentos mediante los cuales S.
Tomás, en la Summa Theologica (1 q.2 a.3), prueba la existencia de Dios.
El principio en que dichos argumentos se fundan es el «principio de
causalidad», o ciertas consecuencias que algunos pretenden deducir
inmediatamente del principio de causalidad. Pero los predicados a
partir de los cuales se organizan los argumentos son diversos, a saber:
31
configurándolos de otra manera. Los que se contentan con
comentarlas reconocen con ingenuidad que existen algunos puntos
que obscurecen o debilitan el argumento en cuestión.
32
de cualquier principio de multiplicación o de orden. La respuesta más
corriente es que dichos argumentos, en la mente de S. Tomás, no sufren
multiplicación ni reciben ningún orden de algún principio sistemático o
«a priori», sino que han sido tomados, de manera casi empírica, de
autores más antiguos.
Los argumentos físicos son los que se toman de algún hecho físico, como
el orden cósmico, y de un principio físico, por ejemplo, que «la
inteligencia es el principio del orden».
Vamos, pues, a defender las cinco vías por el siguiente orden: primero
demostraremos la existencia de Dios a partir de los efectos
intramundanos; luego, a partir de la contingencia de las cosas; después,
a partir del orden intramundano; por último, siguiendo las cinco vías de
S.Tomás. Una vez expuestos estos argumentos plenamente ciertos y
firmes, pasaremos a exponer otros argumentos controvertidos que se
refieren ya sea al orden metafísico, ya al físico, ya al moral.
33
A PARTIR DE LOS EFECTOS INTRAMUNDANOS
SER «A SE», es aquel ser que no ha sido hecho por ningún otro. Sin
embargo, no hay que entender el «a se» en forma positiva, como si se
hubiese hecho a sí mismo - así lo entendió Descartes -, lo cual es
absurdo por completo, sino en forma negativa, en cuanto que no ha
sido hecho por ningún otro. De aquí se sigue que el ser «a se» ha de ser
también el ser necesario; puesto que, si existe sin haber sido hecho por
otro, es porque existe en virtud de su propia esencia.
34
evidente, debido a la conexión absolutamente necesaria que existe
entre la conclusión y las premisas. La única forma de demostración que
hace ahora a nuestro caso es la demostración «a posteriori», que es
aquella en la cual una de las premisas afirma un hecho, p. ej., la
existencia de unos efectos o bien de unos seres contingentes; mientras
que la otra premisa afirma la conexión absolutamente necesaria que
existe con su causa proporcionada. Al final, en la conclusión se deduce
la existencia de esta causa.
13[1] No pretendemos afirmar que se adquiera con estos argumentos diestramente elaborados la primera certeza
acerca de la existencia de Dios: pues en la mayoría de las ocasiones precede una certeza vulgar respecto a la
existencia de Dios, certeza que ha sido adquirida con argumentos implícitos, cuyas características son las siguientes:
a) esta certeza vulgar es muy común y universal: pues todas las personas, excepto unos pocos ateos, tienen
conocimiento de la existencia de Dios; b) dicho conocimiento es claro, puesto que conocen a Dios como ser distinto del
mundo y autor de todas las cosas; e) por otra parte es un conocimiento confuso, ya que apenas conocen algo
intrínsecamente conveniente a Dios, sino que prácticamente solamente conocen el que Dios es el creador del mundo;
d) este conocimiento se adquiere basándose en el orden que admiramos en el mundo, mediante la analogía con el reloj
que necesita del relojero; o a través del asombro curioso que se pregunta de dónde proviene todo lo que vemos en el
mundo; o mediante la autoridad; o por la tendencia a algo ultraterreno; e) dicho conocimiento es siempre dativo, o sea
conclusivo a partir de las creaturas, más nunca es intuitivo o sentimental.
35
Opiniones. Son radicalmente las mismas que en la tesis acerca de la
posibilidad de demostrar, por vía natural, la existencia de Dios (n.55-57).
Nuestra respuesta es afirmativa y es totalmente cierta en Filosofía. Por lo
que se refiere a la Teología, es de fe definida que Dios puede ser
conocido con certeza a partir de los efectos como verdadera causa de
los mismos (DB 1806); en cuanto a que se demuestre verdaderamente su
existencia mediante los efectos, es doctrina católica (DB 21-45).
36
93. c) Por último resulta evidente el que no se pueda pues proceder
hasta el infinito en la serie de causas eficientes, subordinadas unas a
otras tanto «per se» como «per accidens», sin recurrir a alguna causa
independiente de la cual, en definitiva, dependan todas las demás: si al
tomar la colección entera de las causas resulta que ha sido hecha en su
totalidad, ¿cómo puede esto ser verdad cuando no existe
absolutamente ninguno de sus miembros que no haya sido hecho?
Además, en tal caso, la serie entera habría sido producida por otro
agente - conforme al postulado - y no habría sido producida por otro al
mismo tiempo. Efectivamente, no habría sido producida por otro agente
fuera de la serie establecida, puesto que, al margen de la serie de
causas producidas, no existiría ninguna otra de acuerdo con la hipótesis;
ni tampoco por otro agente dentro de la misma serie, puesto que, de lo
contrario, aquello de lo cual todo lo demás depende se produciría a sí
mismo, al menos de forma mediata. Se supone, con razón, que todos los
demás agentes dependen de este último y, al ser él mismo también
producido, resulta que depende necesariamente de sí mismo, o lo que
es equivalente, se produce a sí mismo, al menos de forma mediata.
37
Niego el antecedente y, en cuanto a la prueba aducida, niego la
paridad: en efecto, cada una de las partes que constituyen la casa,
incoativamente es ya la casa, puesto que es parte alícuota de la casa,
que tiene su valor propio con independencia de las partes restantes; y
cada uno de los hombres citados incoativamente ya es también el
ejército, en cuanto que tiene sus propias fuerzas y su propio valor
prescindiendo de los que tengan todos los demás; razón por la cual, en
virtud de la adición de sí mismo que cada uno hace, entre todos
pueden contribuir a la formación de un ejército numeroso. Pero en la
colección o conjunto de seres contingentes ninguno de los miembros es
incoativamente, de por sí, la colección, puesto que no tiene ningún
valor independientemente de aquel otro en que hunde sus raíces, al ser
él mismo, de por sí, pura «nada». Luego, si en toda la colección no
hubiese más que seres contingentes, se tendría solamente una
colección de seres que son, de por sí, pura «nada»; ahora bien, una
colección de semejante índole no puede originar algo que sea positivo
y que pueda servir de soporte a la existencia. Así todos los perros, p. ej.,
son irracionales, pero el conjunto de los mismos no pertenece a la
categoría de los racionales; cada uno de los que son ciegos no ve
nada, y el conjunto de los ciegos sigue sin ver nada; y por último en la
enumeración de ejemplos, cada uno de los pobres carece de dinero, y
el conjunto de todos los pobres carece igualmente de dinero.
38
causa eficiente no puede darse la causalidad mutua, porque entonces,
lo que es pura «nada» de por sí como ya dijimos -, sería capaz de obrar.
Y esto evidentemente es absurdo.
39
«per se», la última depende de la intermedia, y las intermedias
dependen de la primera. Lo cuarto es que, en realidad, no se da
ninguna conclusión pues, aunque se conceda que es preciso llegar
hasta una causa primera en la serie de causas subordinadas «per se»,
con todo, la primera causa de la serie de causas subordinadas «per se»,
podría estar subordinada «per accidens» a otras causas anteriores,
subordinadas unas a otras también «per accidens» y, al concederse la
posibilidad de un proceso infinito en la sucesión de causas subordinadas
«per accidens» se sigue que ya no se ve la necesidad de llegar hasta
una causa absolutamente primera e increada.
Objeciones: n.119ss.
40
será necesaria en virtud de una denominación extrínseca por parte del
agente, pero no con necesidad que proceda de su propia entidad («ab
intrinseco»). Necesario en el orden del ser, aunque en forma hipotética,
es aquel ser que no puede existir más que de modo condicionado e
hipotético, es decir, mientras existe y bajo la condición de que existe.
b) Es evidente que el ser contingente debe fundarse en otro ser, del cual
causalmente depende: porque el ser contingente, por parte de sus
propios constitutivos, es pura «nada» y, abandonado a su propia suerte,
continuará siendo pura «nada»; luego, si existe, ello es prueba de que no
ha sido abandonado a su propia suerte, sino que ha recibido de otro el
impulso para la existencia, y este otro será su causa eficiente y el
fundamento de su propio acto de ser.
41
c) Es asimismo evidente la imposibilidad de establecer un círculo en la
sucesión de las causas, ya que entonces una cosa terminaría por
producirse a sí misma, recorridos todos los intermedios.
103. 2. Asimismo, por este último argumento y por el del artículo anterior,
queda demostrado que Dios no es accidente sino que es substancia. El
accidente, en efecto, depende de otro; mientras que el ser «a se»,
causa primera y ser necesario no puede depender de ningún otro.
14[2] ¿De qué modo presentó S.Tomás este argumento? Este argumento lo aduce S.Tomás en la Sumnía contra
Gentiles (1 CG c.15 n.4; y 2 CG c.15 n.5) y en la Summa theologica (1 q.2 n.3), cuyo sentido es el siguiente: vemos
que se dan seres contingentes o corruptibles; ahora bien, es imposible que todos los seres sean corruptibles (porque lo
que es corruptible en alguna ocasión no existe, y por tanto tampoco ahora existiría nada): por consiguiente existe algo
incorruptible o necesario. Es así que todo lo necesario es necesario por sí o por otro; y puesto que es imposible un
proceso infinito en los necesarios causados; luego es menester llegar al ser necesario «per se»: por consiguiente dicho
ser necesario «per se» es Dios.
42
niego y distingo el consecuente. Por más que una causa obre por
necesidad, sin embargo el efecto que se deriva no existe por
necesidad, que proceda de su propia entidad o consistencia, ya que,
de por sí, es pura «nada», sino por razón de la entidad de la causa, y por
razón de la entidad o consistencia del ser necesario.
43
5. Para tener explicación de la existencia de algún efecto 6 de alguna
realidad contingente, es bastante que el efecto no supere la realidad
reconocida como causa; es así que muchos efectos no superan otras
realidades contingentes incomparablemente mayores, o más
excelentes, reconocidas como causas, luego las realidades
contingentes pueden tener explicación por solo seres contingentes.
44
8. El argumento expuesto en la tesis depende de la repugnancia de un
proceso infinito; ahora bien, no aparece que un proceso infinito
repugne.
107. Nociones. ORDEN es la disposición que las cosas tienen, por la cual
a cada miembro se le asigna su propio lugar, desde la perspectiva de
alguna relación o de alcanzar un fin determinado.
46
Prueba de la mayor en cuanto a su primera parte. Tal disposición ha de
deberse a una causa «per se», es decir que, por su propia virtualidad, se
halle determinada a la producción de tal efecto. Si la disposición
mencionada no se debiera a una causa «per se», se debería a la
casualidad; ahora bien, a la casualidad no puede deberse ya que ésta
es sumamente rara y no produce precisamente lo que es más útil al
sujeto operante, sino cualquier cosa. Además, considerando la cuestión
desde un punto de vista matemático, podríamos admitir que se diera a
través de la pura casualidad una probabilidad de orden infinitesimal;
pero tal probabilidad, en la práctica, es completamente despreciable.
Así, pongamos por caso, si ocho letras pueden colocarse en 40.320
posiciones diversas, si diez pueden serlo en 3.628.800 y veinte letras en
620 sextillones (!!), calcúlese cuál será el número de combinaciones
posibles si tenemos en cuenta los innumerables átomos del universo. De
entre todas estas combinaciones, las combinaciones que podrían
resultar útiles para la vida serían extraordinariamente pocas, en
comparación con las innumerables que son completamente inútiles.
Luego, en la práctica, la probabilidad de que se verifique por
casualidad aquella combinación que precisamente es útil para la vida,
viene a ser nula (GISOUIÉRE, 1 p.236).
111. La menor (que la causa «per se» debe ser inteligente) se prueba, en
primer lugar con un argumento de analogía. Pues, si al considerar un
reloj - e incluso un simple objeto de barro cocido -, todo el mundo
reconoce que es obra de la inteligencia, «a fortiori» (con mucha mayor
razón) deberá ser obra de la inteligencia aquella disposición admirable
de que estamos hablando. Sin embargo, menester es confesar que los
argumentos que proceden por analogía gozan únicamente de
probabilidad, por grande que ésta seas; pero no de certeza absoluta.
47
ocurre, p. ej. en el sistema solar, cuya disposición tanto favorece la vida
-; o, si tienen verdaderamente tales formas, como son los organismos, es
evidente que ellas no pueden ser la razón última capaz de aglutinar
unas realidades tan diversas y, de por sí, indiferentes a una disposición
múltiple, como ocurre, p. ej., con los elementos nitrógeno, hierro y
carbono en relación con la unidad de la planta o del animal. Por tanto,
una tal forma intrínseca no puede obrar si no es como vicaría del
agente que tiene en sí mismo la idea de la disposición e imprimió dicha
idea en alguna forma. Al igual que una fábrica parece que se mueve
sola y que, sola, pone a su vez otras cosas en funcionamiento, y sin
embargo todo ello se debe a la idea del artífice, que el mismo artífice
dejó como impresa en algún mecanismo.
Así pues, es en este principio en el que se apoya toda la tesis que nos
ocupa.
Nuestra opinión sostiene que una disposición tan admirable que vemos
introducida en las realidades del mundo - plantas, animales y
hombres - ha sido producida mediante una inteligencia sapientísima,
que es precisamente Dios. De este argumento se han servido siempre los
sabios: así ANAXÁGORAS ya enseñó que existe una mente a la que se
debe todo el orden que vemos en el mundo. Lo enseñaron, sobre todo,
SÓCRATES, PLATÓN, ARISTÓTELES, los ESTOICOS, CICERÓN, los SANTOS
PADRES con extraordinaria frecuencia, SANTO TOMÁS, SUÁREZ y los
48
filósofos teístas del siglo XVIH, que escribían contra los ateos de su misma
época.
49
parece más conveniente y, sin embargo, la imagen nítida debe
colocarse únicamente en el lugar central para que la atención no se
disperse. Debe haber un humor acuoso que mantenga limpia la córnea
y la conserve diáfana. No debe faltar la protección del órgano
mediante huesos sumamente duros, pestañas, cejas, etc.
Por tanto, todo ocurre como si el efecto, que aún no tiene existencia
real, preexistiese de alguna forma en la idea y estuviese dirigiendo toda
la estructuración del organismo. Y esto es precisamente lo que hemos
designado con el nombre de finalidad material, pues por fuera todo se
desarrolla como si alguien hubiese concebido y pretendido el fin y
hubiese ordenado los medios para conseguirlo, prescindiendo, por el
momento, de si realmente existe tal intención y tal ordenación.
En la integridad del sistema solar, cuya utilidad llega hasta nosotros (no
nos referimos al universo en general), está vigente un orden admirable,
extraordinariamente complicado, constante y sabio, perfectamente
subordinado al bien de los vivientes y, en particular, al bien del género
humano, así como al bien del universo. Es así que un orden semejante
no puede ser algo casual o «per accidens», sino «per se» y procedente
de la determinación de una causa inteligente sumamente sabia, luego
existe una inteligencia sumamente sabia, que es la causa de todo este
orden u organización admirable.
50
La mayor. El hecho de que exista en el mundo una disposición
admirable es manifiesto por la misma experiencia, ya que nunca
cesamos de admirarlo; si es que no carecemos de dotes para la
contemplación. Dicho orden es extraordinariamente complicado, según
aparece por los innumerables elementos de que consta nuestro universo
y por las innumerables leyes que lo rigen. Es también
extraordinariamente constante, ya que tal disposición admirable viene
manteniéndose a lo largo de muchos millares, y aun millones de años.
Es, por último, sumamente sabio, puesto que ya constituye una sabiduría
no pequeña el conocer tan sólo una parte diminuta de estas leyes por
las cuales las cosas se subordinan al bien de los vivientes y al bien del
mismo universo.
118. Clamor universal de alabanza. Una vez que hemos dado por
terminada la' demostración de la existencia de Dios a partir de la
consideración de las criaturas, podemos, en cierto modo, escuchar el
clamor del universo entero, que alaba a grandes voces a su Hacedor.
Pues los' innumerables efectos están proclamando la existencia de una
causa primera y de un ser «a se», del cual ellos mismos dependan en su
propio ser. Innumerables señales de contingencia, tanto en el interior del
hombre como fuera de él, están apuntando hacia el Ser absolutamente
necesario que les ofrezca fundamento. El orden intramundano indica la
existencia de una inteligencia excelsa que le comunica la admirable
disposición que tiene. El incesante movimiento, tanto físico como
espiritual, está afirmando que hay una causa absolutamente inmóvil
que lo origina. Los diversos grados de perfección están mostrando que
existe una perfección infinita, de cuya riqueza proceden todos los
demás grados. La pluralidad de cosas semejantes o iguales manifiesta
que existe un ser absolutamente único, que no puede tener semejante
en sentido unívoco, sino sólo analógico. Por último, todas las criaturas,
así como todas las afecciones y atributos o propiedades de las mismas,
proclaman a su manera que hay un Ser supremo del que dependen en
su misma esencia, en el que se fundan y por medio del cual encuentran
cabal explicación, ya sea en la esencia, ya sea en la existencia o en el
obrar.
51
119. Objeciones. 1. En el mundo existen muchas cosas que son malas,
tales como fríos, sequías, inundaciones, productos naturales de muchas
semillas que perecen sin utilidad alguna, guerras injustas, robos,
sacrilegios, opresión de los débiles por parte de los fuertes, etc.; es así
que todas estas realidades no aparecen en absoluto ordenadas, luego
el orden que está vigente en el mundo no es tan admirable.
52
Respuesta 1. Niego el aserto. En cuanto a la prueba aducida es falsa la
suposición de que la vida haya podido hacer su aparición únicamente
a partir de las fuerzas materiales y de las leyes de la materia.
53
Concedo la mayor y distingo la menor: no hace falta echar mano de un
ser infinito de forma inmediata y próxima, concedo; al menos de forma
remota, niego y distingo el consecuente. Por el orden se demuestra la
existencia del ordenador; ahora bien, que se trate de un ordenador
creado o increado sólo se puede concluir a partir de] argumento de la
contingencia y de los efectos, como ya lo hemos hecho. (Todo puede
verse con mayor extensión en OM, n.206-208, 214-215).
54
ser necesario, el cual es infinito simpliciter; luego por los grados de la
perfección, atendiendo al más y al menos, se demuestra la existencia
de Dios en cuanto que es el ser simpliciter infinito.
55
que Dios es amor, providente, que se comunica con nosotros, el cual
sea también el objeto de toda nuestra bienaventuranza y el ser infinito.
Se ha probado la existencia de cierta causa cósmica última, pero no
del verdadero Dios. A fin de probarse la existencia del verdadero Dios,
sigue diciendo este autor, debe darse una definición nominal de Dios,
que contenga los caracteres que están incluidos en el Dios del
cristianismo, y en ese caso debe demostrarse la existencia del Dios
descrito de este modo con un único argumento; ahora bien, el
argumento, por el que se concluye la existencia de este Dios, es el
argumento extraído de la Verdad, la cual es independiente de nosotros,
y mediante su presencia se nos comunica como el bien absoluto e
infinito y el objeto de la bienaventuranza.
56
Segundo: esta esencia del ser necesario, es en concreto formalmente la
existencia, esto es, se identifica real y racionalmente con la existencia
actual y en ejercicio, y no con una existencia meramente posible o
abstracta. En efecto, el ser necesario existe en virtud de su esencia, y no
por otra causa; es así que no puede existir en virtud de su esencia de
manera eficiente, como si la esencia misma hubiera hecho a la
existencia, ya que, si hubiera sido así, algo se hubiera hecho a sí mismo;
luego existe en virtud de la esencia formalmente, a saber porque la
esencia es formalmente la existencia misma.
57
La mayor: pues si la esencia de Dios careciera de alguna actualidad,
esto sucedería o por oposición a tener dicha actualidad, o no por
oposición sino por capacidad de adquirirla; es así que ambas cosas
pertenecen a la esencia y no a lo accidental de un ser, luego si la
esencia de Dios careciera de alguna actualidad, tendría otro
constitutivo además de la actualidad.
127. Quinto: Dios es el Ser mismo. Un motivo para dudar sería el que en
toda creatura concreta, como es v.gr. el hombre, se distingue por una
parte el sujeto que tiene la forma o esencia, por otra la forma o esencia
poseída, y además la subsistencia por la que la forma es subsistente en si
y no como parte de otro ser. Y se pregunta acerca de si en Dios
subsistente, esto es, en concreto, sucede lo mismo. La respuesta es
negativa. Y el sentido de nuestra doctrina es que en Dios se da la
actualidad pura, y que no puede distinguirse en Él ni el sujeto en el que
subsista dicha actualidad, ni la subsistencia por la cual subsista; en
consecuencia Dios en concreto y en cuanto subsistente no será más
que la actualidad pura, o sea el ser subsistente.
58
La mayor está clara por las nociones, y se explica la menor. a) El que
Dios es alguna actualidad está claro, pues es la actualidad pura y el Ser
mismo. b) EL que no se da en Él potencialidad lógica, consta porque, al
ser Dios el Ser absolutamente necesario, es imposible que no exista
dicho ser absolutamente necesario. c) El que no puede adquirir o
perder alguna cosa, también consta: pues, si no fuera así, podría
carecer de alguna actualidad, a saber de aquella actualidad que
puede adquirir y todavía no tiene, y de aquella que puede perder, en
contra de lo indicado en el n.126. Además el Ser absolutamente
necesario no puede tener algo contingente o potencial ni esencial ni
accidentalmente: no esencialmente: pues el Ser absolutamente
necesario ya está plenamente constituido con anterioridad al ente
contingente, puesto que es la causa y el fundamento de toda
contingencia; por consiguiente, si ya está plenamente constituido con
anterioridad a todo ente contingente y potencial y con independencia
de estos entes contingentes y potenciales, el Ser absolutamente
necesario no tiene constitutivamente ninguna contingencia o
potencialidad. Ni tampoco accidentalmente, pues si tuviera algo
contingente o potencial accidentalmente, tendría capacidad
intrínseca para recibir lo que es contingente y potencial; y tener esta
interna capacidad pertenece a los constitutivos del ser, y por ello estaría
constituido por referencia a lo contingente y en dependencia de lo
mismo, lo cual ya se ha dicho que es imposible.
59
Décimo. El ser «a se» es el autor de todas las cosas, que existen fuera de
Él Mismo, mediante creación de la nada. En efecto, el ser increado es
único; luego todo lo que hay fuera de Él ha sido hecho por Él inmediata
o mediatamente, ciertamente de la nada; pues si se presupusiera en los
efectos algo que no hubiera sido hecho, se darían ya muchos seres que
no habrían sido hechos.
60
133. En efecto, con el nombre de Dios entendemos al ser increado y
absolutamente independiente, el cual es distinto del mundo, autor y
Señor de éste, personal, o sea inteligente y libre, al cual se le debe suma
reverencia y amor; es así que tal ser es el Ser necesario, que ha sido
demostrado mediante los argumentos precedentes, luego por los
argumentos precedentes a quedado demostrada la existencia del
verdadero Dios.
Según está claro, mediante los argumentos precedentes, con los que ha
quedado probada la existencia del ser necesario y «a se», se ha
demostrado la existencia del verdadero Dios, al menos implícita y
virtualmente.
134. Aparte de los argumentos expuestos, con los que se demuestra con
toda seguridad y certeza la existencia de Dios a posterior¡, hay otros
muchos argumentos, que unos autores los aceptan como válidos y otros
los rechazan como no válidos. No obstante los exponemos, ya para que
se conozca la historia de la filosofía en este terreno, ya para que el
61
lector tenga ocasión de dar mayor solidez por sí mismo a dichos
argumentos, si piensa que son válidos, ya en último término para que el
apologeta use de estos argumentos en presencia de aquellos a los que
ve que se mueven por tales consideraciones, con tal que añada
también los argumentos ciertamente válidos.
62
se obtenga por deducción de los efectos, sino que sea convencional y
arbitraria.
63
igualmente la consecuencia: tiene la existencia real pensada, concedo;
ejercida en la realidad, subdistingo: si se demuestra «a posteriori» que el
máximo ser pensable es real, concedo; por la sola noción del máximo
ser pensable, niego. En cuanto a la prueba de la menor, niego que
pueda pensarse en otro máximo ser pensable mayor, a saber, que
existiera dicho ser; pues en el primer ser máximo pensable, ya hemos
pensado implícitamente en la existencia real y ejercida; sin embargo,
dicha existencia real es también pensada, así como el mismo ser
máximo pensable. Si el ser máximo pensable existiera en la realidad,
sería mayor real, sin embargo de ningún modo sería mayor pensable,
pues todo lo que puede pensarse en lo real, ya ha sido pensado en el
máximo ser pensable meramente pensado.
64
Respuesta. Distingo la mayor: si es posible positivamente, concedo; si
sólo es posible negativamente, subdistingo: existe, y constará esto en el
caso de que se pruebe con un argumento a posterior¡, concedo; antes
de esta demostración, niego. Y contradistingo la menor: es posible
negativamente, concedo; positivamente: subdistingo: después de la
prueba «a posteriori»: concedo; antes de dicha prueba: niego. Y una
vez hechas estas distinciones precedentes, niego el consiguiente y la
consecuencia. En cuanto a la prueba de la menor, concedo la mayor y
distingo la menor: el ser omniperfecto no incluye alguna negación
simultáneamente con una afirmación, de forma manifiesta, puede
pasar; de forma oculta, niego, o más bien lo ignoramos antes de la
demostración de su existencia «a posteriori».
65
143. EL PRINCIPIO EN QUE SE APOYAN los defensores del argumento
basado en el movimiento, es el principio del motor del móvil, a saber,
todo lo que se mueve es movido por otro («quidquid movetur, ab alio
movetur»).
Ahora bien, el principio del motor y del móvil, versa acerca de una
realidad existente, la cual antes no tenía nacimiento y ahora lo tiene; e
indica que el motor debe ser una realidad adecuadamente distinta de
la cosa movida, y que nunca puede la cosa movida moverse a sí
misma. Y está claro que el principio de causalidad es absolutamente
evidente, no obstante, no es tan evidente el principio del motor y del
móvil: pues es evidente que una realidad que comienza o que es
contingente y que de por sí no es nada, necesita de una causa
adecuadamente distinta, y no puede causarse a sí misma, sin embargo
no es tan evidente el que una realidad que ya existe no pueda causar
movimiento en sí misma.
66
movido solamente por Dios, que es el motor extrínseco. Así se expresan
los neotomistas en general.
Nosotros expondremos aquí las razones que abogan por la eficacia del
argumento basado en el movimiento, y después aduciremos las
respuestas y las motivaciones de aquellos que son contrarios a este
argumento, de forma que el lector mismo elija lo que le parezca que es
más probable.
67
potencia de la misma perfección; luego es imposible que algo se
mueva a sí mismo, sino que todo lo que se mueve es movido por otro.
68
Segundo, el principio del motor y del móvil lo explican del siguiente
modo: Distingo el principio: si se trata del que es un móvil meramente
pasivo, concedo; se trata de alguna cosa que es solamente agente «ad
extra», niego. Tal causa no se mueve en cuanto agente sino que
solamente mueve, y al obrar simplemente es ayudada extrínsecamente
mediante el concurso simultáneo, acerca del cual solamente hay
constancia después de haber sido probada la existencia de Dios y la
dependencia de todos los seres respecto a Dios. Si se trata de una
causa que sea activo-pasiva, subdistingo: es movida por otro
solamente, niego; es movida también por otro, distingo de nuevo: en
cuanto que es pasiva y después de haber probado la existencia de
Dios, concedo; en cuanto que es activa, niego en absoluto: bajo este
aspecto de ningún modo es movida, sino que sencillamente es
ayudada extrínsecamente. A lo sumo en el orden sobrenatural, la
voluntad es movida solamente por Dios, por medio de la gracia, la cual
sólo mueve moralmente: mas después de esta moción moral en orden
al acto libre, ya no es movida físicamente a fin de realizar el acto, sino
que sólo es ayudada físicamente mediante el concurso simultáneo
acerca del cual sólo puede darse constancia después de haber sido
probada la existencia de Dios.
149. Tercero, la primera prueba del principio (el que ninguna cosa
puede encontrarse simultáneamente en acto y en potencia respecto
de la misma perfección), la distinguen del siguiente modo: no puede
encontrarse en acto y en potencia respecto de la misma perfección y
bajo el mismo aspecto y sentido, concedo; bajo diferente aspecto y
sentido, se niega. Así la potencia inmanente de la voluntad puede
encontrarse en acto virtual en orden a realizar el acto de querer
(porque puede producir dicho acto), y al mismo tiempo puede
encontrarse en potencia formal (porque, todavía no ha realizado ni ha
recibido el acto): en lo cual no se da ninguna contradicción.
69
150. Quinto, según estas dos pruebas desaparece de raíz toda
causalidad creada, porque según la primera, ninguna cosa puede
encontrarse en acto, ni siquiera en acto virtual de su movimiento bajo
ningún aspecto; pues si estuviera en acto bajo algún aspecto, en ese
caso bajo dicho aspecto se encontraría simultáneamente en acto y en
potencia, lo cual dice que es contradictorio. Sin embargo la causa
debe contener en acto su efecto; luego ninguna cosa puede ser causa
de su fruto. Y según la segunda prueba, la causa juntamente con el
efecto supera a la sola causa en toda la perfección del efecto; por
consiguiente el efecto de ningún modo se encontraba contenido en la
causa; luego aquello que es llamado causa, no es causa, sino a lo sumo
mera ocasión, ya que la causa debe contener la perfección del efecto.
70
querido y del acto de entender este objeto: pero una vez que tiene
todos estos complementos, ya no necesita ser movida por otro, sino que
sólo debe ser ayudada mediante el concurso simultáneo, acerca del
cual sólo hay constancia después de haber sido probada la existencia
de Dios y la dependencia esencial de la creatura en el obrar respecto a
Dios.
71
GRADOS DE LAS PERFECCIONES son aquellas verdades, mediante las
cuales se da en los diferentes seres el ser, la verdad, la bondad, la
santidad, etc., según lo más y lo menos, y según lo más noble y lo menos
noble: así se da la vida en las plantas, en una ameba, en el simio y en el
hombre, si bien según una nobleza mayor y menor.
La mayor consta, y la menor se prueba: así las cosas que son más o
menos calientes se dicen tales por aproximación al fuego, que es
sumamente caliente.
72
Primer consiguiente: porque si se dan perfecciones mayores y menores y
éstas solamente son tales por aproximación a algo máximo en dicha
serie, necesariamente se da esto mayor en la razón de vida, de verdad,
de bondad, y de ser. Y la menor que se ha vuelto a emplear: lo que es
lo máximo en algún orden es la causa eficiente de todos los seres que
están en dicho orden: así lo máximo en el calor es el fuego, y éste es la
causa de todos los seres calientes.
73
IDEAS Son los conceptos objetivos acerca de las esencias absolutas, v.
gr. respecto al hombre, al perro, al caballo, etc.
160. Los defensores del argumento lo presentan del siguiente modo: Los
posibles y las verdades analíticas tienen verdad eterna, necesaria e
inmutable; por consiguiente tienen razón suficiente, eterna, necesaria e
inmutable, en otro caso lo razonado sería mayor que la razón en la cual
se fundamenta; es así que la razón suficiente, que sea algo eterno,
necesario e inmutable, es Dios; luego existe Dios. En este argumento
todos los datos están claros.
74
(eternamente) algún entendimiento que los conciba. Son necesarios
hipotéticamente, porque si es hecho v. gr. un perro, debe tener estas
notas y no otras. Son eternos precisivamente, porque se prescinde de]
comienzo, no porque existan eternamente ya en sí ya en la mente de
alguien. Son incorruptibles precisivamente, porque se prescinde de su
generación y corrupción. De donde está patente que en el argumento
se pasa de un estado hipotético y precisivo a un estado real y absoluto,
afirmando que éstos son verdaderos, eternos, necesarios e
incorruptibles, según algún estado real y absoluto, al menos en la mente
de alguien que es eterno15[1].
15[1] Además de los predicados anteriormente citados se da otro argumento metafísico que se llama metalógico, el
cual se expresa en los siguientes términos: una vez conocido cualquier ser contingente, se nos presenta por
contraposición la idea del ser necesario; luego este ser existe y la consecuencia no se basa en ninguna conclusión o en
fundamento lógico alguno, sino que se afirma conforme al método translógico (metalógico), con la ayuda sobre todo del
Sentido Divino que todos tenemos y que con una buena disposición de ánimo actúa con eficacia en las mentes.
75
contingencia de los seres vitales corpóreos, por cuya índole siempre
podemos sacar la conclusión cierta de la exigencia de la causa primera
y del ser necesario.
76
164. Los adversarios del argumento responden así: el argumento tiene
valor respecto al que admita todos los postulados que aquí se
presuponen. Más no parece que tenga valor en sí. Primero, porque no
consta que la energía del mundo sea finita. Segundo, porque no consta
que la energía se consuma universalmente de modo irreversible; pues
tal vez los extremos del mundo son como el espejo por el que se reflejen
los rayos extremos del calor que llega allá. Tercero, porque no consta
que el mundo y su energía sea un sistema cerrado. ¿Pues por qué la
energía no puede recibir aumento de algún espíritu finito que esté fuera
del mundo?. Cuarto, porque no consta con certeza que la energía
siempre se disminuya y se transforme en calor inútil; más aún, parece
que consta lo contrario: pues dicen que la energía gravitatoria de la
atracción universal no disminuye ni se transforma en calor inútil.
77
La mayor: a) el que se da un mutuo acuerdo moralmente universal,
constante e irrefutable está claro y patente por la historia de las
religiones, como se puede ver en los autores que han escrito acerca de
este tema con todo detalle de datos, como son: PINARD DE LA
BOULLAYE, W.SCHMIDT, TACCHI VENTURI, S.I. Una estadística de hace ya
algunos años decía que había en el orbe 2.108.000.000 de habitantes,
de los cuales 1. 106.110.000 son teístas cristianos, judíos y mahometanos;
y son dudosamente teístas, hindúes, paganos y confucionistas, etc.
946.600.000; y ateos y sin religión son 55.100.000.
78
En segundo término, dicen que los argumentos aducidos por los
sociologistas para quitar validez a este argumento son falsos, como es el
evolucionismo, el miedo a los tiranos, a las tempestades, etc.
Siguen diciendo estos autores que no consta acerca del valor de estos
acuerdos; pues el mutuo acuerdo es un criterio secundario, a saber, si se
fundamenta en razones evidentes y no de otro modo; por consiguiente
hasta tanto que veamos que se dan razones evidentes, el mutuo
acuerdo no tendrá valor.
79
tal acción u omisión con la honestidad y el decoro que son reclamados
por nuestra naturaleza y por sus relaciones para con los demás, para
consigo misma y para con los seres inferiores. La obligación que
acabamos de describir es asimismo una necesidad moral, y es absoluta,
puesto que proviene de un fin que tenemos impuesto con
independencia de nuestra voluntad, y que consiste en conformar
nuestras acciones con nuestra naturaleza, que ciertamente no nos
hemos dado a nosotros mismos. Sin embargo, en este caso está ausente
la conexión con el último fin de toda nuestra vida y con la
responsabilidad o dignidad de la persona a cuya merced no podemos
dejar de encontrarnos.
Por nuestra parte proponemos las razones en favor de una y otra parte,
con el fin de que sea el lector mismo quien elija.
80
El primer antecedente no hace más que exponer un hecho patente. El
primer consecuente se prueba porque, de no existir dicha persona,
nuestra naturaleza estaría mal conformada al regirse nada menos que
en lo moral por puras ficciones. La menor subsumida es evidente, ya que
ninguna otra persona más que el ser supremo y el autor mismo de
nuestra naturaleza podría imponernos unas necesidades tales de hacer
o de evitar algo, aun a escondidas, que las prefiramos a la misma vida o
a la fama.
16[2] Muchos que niegan a Dios admiten sin embargo el hecho de la obligación absoluta; a éstos puede arguírseles
con un argumento «ad hominem» que nace de la obligación, del siguiente modo: tú sientes y admites una obligación
categórica y absoluta; es así que nadie puede admitir tan gran obligación a no ser que admita al Legislador
poderosísimo y plenamente independiente (en otro caso esta obligación sería totalmente sin fundamento), luego tú
debes admitir al Legislador poderosísimo y plenamente independiente. Así mismo puede argumentarse basándonos en
el mutuo acuerdo: tú y todos sienten una obligación categórica; es así que este hecho contiene implícitamente la
existencia de Dios, luego en virtud del mutuo acuerdo hay que admitir a Dios.
81
§ 3. Argumento tomado del apetito de felicidad
CAPITULO V: EL ATEISMO
180. Nexo. Una vez que hemos demostrado con certeza la existencia de
Dios, tenemos que continuar nuestro estudio tratando sobre la
ignorancia y la negación de Dios. En consecuencia nos preguntaremos
sobre la posibilidad de tales hechos, planteando la cuestión acerca de
la culpabilidad.
83
Ateísmo práctico es el de aquel que, sin dejar de conocer la existencia
de Dios, sin embargo, en la «praxis» de su vida le trae sin cuidado
cuanto se refiere al culto y a la obediencia que le son debidos. Ateísmo
especulativo es el estado de la persona que, en el sentido propiamente
intelectual, no reconoce la existencia de Dios. A su vez, puede ser
sistemático y psicológico.
84
La respuesta será más clara si tratamos cada cuestión por separado y
hablamos sucesivamente del ateísmo negativo, del positivo y del
dubitativo. Y como quiera que vamos a afirmar que todo ateismo es
«per se» culpable, si bien «per accidens» y en forma duradera, pero raras
veces, puede ser no culpable, tenemos que empezar por explicar estos
términos.
17[3] Juntamente con LANGE (Trazado de Gracia, n.695) y GUTBERLET puede admitirse que «entre pueblos muy
degenerados respecto a la condición primitiva del hombre se encuentran no pocas personas adultas, cuya razón de tal
forma no se ha desarrollado que no son capaces de pecado mortal, y por tanto hay que compararlos a los niños» y esto
puede decirse incluso de aquellos que no son rudos, pues son capaces de procurarse los alimentos mediante la caza o
de otro modo, y de defenderse de los enemigos y de realizar algunos pequeños negocios y de formar una tribu con sus
jefes y con ciertas leyes o reglas de vida.
86
Efectivamente, si ocurriera con frecuencia, habría que concluir que
Dios, después de haber orientado a los hombres hacia el conocimiento
de Él mismo y hacia la felicidad, había ordenado las cosas de manera
tan desacertada que el fin apuntado no podía conseguirse a partir del
curso natural de las cosas. Lo cual es absurdo.
18[4] También a estos ateos negativos Dios les da las gracias intrínsecas, las cuales sin embargo no
necesariamente son próximamente suficientes para conocer a Dios, sino remotamente suficientes (BERAZA, Tratado
de Gracia, n.432); sin embargo, a todos éstos al fin de su vida Dios les infundirá su luz, a fin de que con ella se salven
voluntariamente o se condenen voluntariamente.
87
se cae bajo la condena de la Iglesia, con tal que no afirmemos que son
muchos los que ignoran inculpablemente la existencia de Dios.
En efecto, el hombre «per se» dispone de medios con los que puede
conocer la existencia de Dios; tales son: un sentimiento de curiosidad en
relación con las causas, especialmente con la última; unos argumentos
sumamente fáciles que prueban la existencia de Dios; la ordenación del
hombre a la felicidad y al conocimiento de Dios; la disposición que las
cosas tienen recibida de Dios con ánimo de que tal fin se logre; una
sociedad en que se imparte comúnmente una enseñanza acerca de
Dios. Luego, en el caso de que alguien niegue a Dios, ello no ocurre «per
se», es decir, por falta de medios, sino en virtud de la culpa de alguien.
88
Esta parte de la tesis la negaban con gran frecuencia los antiguos,
como el P. Urráburu y otros; pero en tiempos actuales la admite el P.
Descoqs, a quien nosotros seguimos.
192. III Parte. «PER ACCIDENS» Y RARAS VECES, PUEDE OCURRIR QUE
ALGUIEN INCULPABLEMENTE NIEGUE A Dios CON NEGACIÓN POSITIVA,
TANTO EN SU COMIENZO COMO EN SU MANTENIMIENTO HASTA LA HORA
DE LA MUERTE.
Esta parte de la tesis era negada anteriormente por casi todos los
autores, antes de que se diera la triste experiencia del ateísmo soviético;
pero, tras esta experiencia, muchos ya la admiten, COMO WOESTYNE,
DONAT, CLAEYSBOUÜAERT.
Prueba de la tesis. Puede ocurrir que los niños, desde los comienzos del
uso de razón, sean llevados por pedagogos depravados a la persuasión
de que Dios no existe, de que no exista más que la pura materia, de que
todo el fin del hombre está aquí en la tierra, y de que la idea de Dios es
la raíz de todas las opresiones que los pobres vienen sufriendo de parte
de los ricos. Puede ocurrir también que los niños adquieran, desde el
comienzo, malas costumbres, por la instrucción que reciben, y que no
les sea posible adquirir una cultura más amplia o más profunda que la
que se les da en las fábricas donde trabajan, ya de mayores. Es así que
la persuasión de que Dios no existe, en las condiciones expuestas, es
inculpable desde el comienzo, siendo así que las mismas condiciones
pueden durar prácticamente toda la vida hasta el momento de la
muerte, luego el ateísmo positivo puede ser inculpable en su comienzo y
en su mantenimiento hasta el final de la vida.
89
Sin embargo, el caso que contemplamos es «per accidens», pues no se
debe a defecto de los medios ni a mala disposición de las cosas en
orden a que los hombres puedan conocer a Dios a través de ellas; sino
que se debe únicamente a la mala educación. Precisamente por esta
causa, el caso que nos preocupa hemos de decir que es raro; de lo
contrario habríamos de admitir que las cosas están tan mal dispuestas
por Dios que resulta inasequible el fin de conocer a Dios al que Él mismo
orientó a todos los hombres. Y decimos, además, que es raro no porque,
de hecho, no sean numerosos los ateos positivos inculpables, sino
porque no representan, en su conjunto, un porcentaje estimable de la
humanidad.
90
exista; pero, como quiera que acepta el ofender a Dios, dado el caso
de que exista, y de hecho existe, se sigue que, también de hecho,
ofende a Dios; ofensa por la cual justamente recibirá su castigo.
195. Escolio. 1. ¿Es posible que una persona que ya tenía conocimiento
de Dios caiga después sin culpa alguna en la duda positiva, o por el
contrario semejante duda es siempre culpable?
Respuesta. Tal género de duda «per se» es, en cualquier caso, culpable,
pues no puede sobrevenir por falta de medios para mantener una
certeza que ya se ha adquirido acerca de la existencia de Dios. Sin
embargo, «per accidens» no podemos excluir el caso de aquel que, sin
culpa propiamente dicha, caiga en las dudas citadas, debido a las
compañías que le rodean o a los maestros encargados de formarlo, a
todos los cuales no puede evitar; o debido a las lecciones que ha
recibido sin darse cuenta del peligro que su religión corría. Sin embargo,
una vez que existe la duda positiva, está obligado en todo caso a
investigar. Ahora bien, si busca, hallará sin duda, y si no halla, será señal
de que no ha buscado con sinceridad, y así se mantendría - desde
luego, culpablemente - en la duda positiva.
91
LIBRO II: LA ESENCIA DE DIOS
92
conceptualmente. Vamos a explicar en seguida los términos de esta
larga y compleja definición.
93
con ello que tratamos de una existencia actual y en ejercicio, y no de
una existencia meramente posible o abstracta.
94
203. Prueba de la tesis. I Parte. LA ESENCIA DEL SER NECESARIO SE
IDENTIFICA CON LA EXISTENCIA ACTUAL, TANTO REAL COMO
CONCEPTUALMENTE.
95
estas hipótesis son absurdas, luego la esencia de Dios no puede
distinguirse conceptualmente de la existencia.
La esencia del ser necesario es la pura actualidad si, por una parte,
tiene como constitutivo formal la existencia actual y, por otra parte,
además de dicha existencia actual no tiene ningún otro constitutivo en
orden a ser la esencia del ser necesario; es así que las cosas son
precisamente de esta manera, luego la esencia divina es de pura
actualidad.
96
207. Cabe argüir: Pero tal vez la esencia divina pueda recibir ulteriores
determinaciones, p. ej., el ser tal o cual individuo dentro de la misma
esencia divina, o el haberse en disposición de pender o de querer esto
o aquello; luego ya no es la misma actualidad.
97
diferencia constitutiva que pudiere parecer necesaria para la esencia
divina.
98
existencia y a la segunda mediante la esencia; luego la existencia y la
esencia se distinguen en Dios, al menos conceptualmente
99
4. Si la esencia de Dios es únicamente existir puro-y actualidad pura o
ser puro, no se dan en Él formalmente la sabiduría, ni la santidad, ni el
poder, sino una especie de tercera realidad de carácter confuso, que
no es formalmente sabiduría, ni santidad; es así que esto es absurdo,
luego no puede ser verdad que Dios sea actualidad pura y que no haya
en Él una esencia al margen de la existencia.
En Dios hay una realidad eminente sobre todas, que no es más que el
mismo «puro ser». Y es esta realidad la que es formalmente sabiduría,
santidad, etc.; pero no según nuestro modo precisivo de concebir, sino
de un modo verdaderamente inefable que para nosotros es
incomparablemente incomprensible desde su misma raíz. Ahora bien, si
la realidad en cuestión ha de concebirse según nuestros propios
conceptos y, en una palabra, a nuestro modo humano, debe serlo
como ser puro y piélago de actualidad. Entonces todos los demás
predicados particulares aparecerán ante nuestra consideración como
predicados derivados del primero que solemos concebir a modo de
primer constitutivo, y éste es precisamente el «puro ser».
100
objetivo, subdistingo: si dicha realidad eminente no queda destruida por
semejante distinción, concedo; en caso contrario, niego.
215. El motivo para dudar es porque, en los seres creados, estas tres
cosas se distinguen realmente o, al menos, conceptualmente. Así el ser
concreto «hombre» metafísicamente consta de sujeto - que tiene la
humanidad - y de la forma de humanidad que se contiene en dicho
101
sujeto. En el orden físico, o de la realidad, el mismo ser concreto consta
de humanidad y del modo de subsistencia que determina el que la
humanidad exista por sí y por separado.
La respuesta que damos es que con Dios no ocurre de este modo. Por el
contrario, Dios es un ser concreto de tales características que en Él no
cabe distinguir, ni real ni conceptualmente, entre el sujeto que tiene el
ser, el ser mismo y el modo de subsistencia por el cual el ser subsiste; sino
que todas estas entidades son un solo concepto objetivo, que es la
actualidad pura o el mismo ser que existe con independencia de
cualquier sujeto y de cualquier forma de subsistencia. Así que, en
concreto, Dios será el mismo ser o el ser subsistente o la actualidad pura,
y nada más. Todo lo más podrá admitirse entre Dios y el ser una
distinción conceptual únicamente según el modo de significar
(«secundum modum significandi»), y no según el concepto («secundum,
conceptum objectivum»); como ocurre cuando distinguimos entre el
color y la coloreidad, o entre el alma y la animidad.
102
necesario, ni como tal necesita ser concebida, sino que sería la esencia
de un ser contingente.
103
a ningún ser por identidad ni como parte, aunque sí pueden
comunicarse como un todo que asume una naturaleza extraña: este es
el caso del Verbo de Dios al asumir la humanidad de Cristo.
4. Sin embargo, no puede decirse que por ello la esencia divina deje de
ser subsistente por sí misma; pues, por más que se dé en tres personas,
no está en ellas al modo que la forma está en los sujetos, o como la
parte está en el todo, sino que en ellas está por identidad absoluta con
las mismas. Así pues, como ya se ha dicho, en Dios hay un solo
subsistente absoluto y tres subsistentes relativos Dios es uno en cuanto al
subsistente absoluto, y trino en cuanto al subsistente relativo.
104
enviado, no dijo Dios que era otra cosa más que: Yo soy el que soy (Ex
6,6).
Por su parte, San Buenaventura: «El mismo ser purísimo no nos sale al
encuentro ni es plena huida del no-ser; pues el mismo ser nada tiene del
no-ser. Con razón Dionisio declara el nombre "Que es" de la siguiente
manera: Dios no es ser hasta un cierto punto, sino que es, sin más, de
modo infinito, en cuanto que ha abarcado en sí todo el ser, tomándolo
por adelantado».
105
Tesis 16. Dios es acto puro
Todos los católicos admiten nuestra tesis, y sólo la niegan aquellos que
no tienen de Dios una idea bien formada, como son los panteístas, los
evolucionistas de cualquier tipo y los finitistas americanos, que son
también pragmatistas y que, propiamente, son ateos.
106
Supuesta la explicación que hemos dados de los términos, nuestra tesis
es completamente cierta.
107
Tres géneros de participación hemos de considerar: dinámica, formal y
material.
108
ser como apto para existir es de la misma esencia de ambos; pero a
Dios le conviene por esencia y a la criatura le conviene por
participación dinámica. (Si, en cambio, entendemos ser no como apto
para existir, sino como existente en acto, de esta forma a Dios le
conviene por esencia, y a la criatura por participación dinámica y
formal lógica).
109
actualidad pura no puede carecer de ninguna actualidad, por tanto es
infinita, es decir: carece de límite.
110
ARTICULO V: DIOS CONSIDERADO COMO OMNIPERFECTO
238. Prueba 2. (A partir del origen que todas las cosas tienen de Dios).
Dios tiene en acto todas las perfecciones posibles si Él ha creado todas
las cosas que existen fuera de Él y si además puede crear todos los
posibles; es así que las cosas acontecen de este modo, luego Dios tiene
todas las perfecciones posibles.
b). Dios además puede crear, en absoluto, todos los posibles; en menos,
de forma distributiva e inmediata. Pues posible, según Aristóteles, es
aquello de lo cual, si es puesto en existencia, no se sigue ninguna
contradicción. Ahora bien, si no hubiese ninguna causa de los posibles,
entonces, al ser puestos en existencia, se seguiría la contradicción de
que tales seres serían seres por sí, ya que, por hipótesis, no tendrían
causa proporcionada y, a la vez, no serían seres por sí, al ser seres
contingentes. Luego tiene que haber una causa proporcionada de los
posibles que, al menos, remotamente es Dios (en virtud del dilema bien
conocido: o aquella causa es por sí, o no es por sí, etc.); por tanto Dios
puede producir todos los posibles.
112
creado todo cuanto ha sido creado y puede, además, crear todo lo
creable; ahora bien, la causa ha de contener en acto toda la
perfección que se encuentra en sus efectos. (Véanse las objeciones en
la tesis siguiente).
113
CONTENER FÍSICAMENTE es tener la realidad misma de tales
perfecciones. Y esto puede ocurrir de manera formal, equivalente,
virtual y eminente.
114
244. Prueba de la tesis. 1 Parte. DIOS CONTIENE FORMALMENTE LAS
PERFECCIONES «SIMPLICITER» SIMPLES.
116
perfecciones mixtas, sino sólo eminentemente. Sin embargo, en Dios se
dan formalmente las perfecciones de las criaturas, en cuanto pueden
ser manifestadas por un concepto que prescinde de la imperfección.
117
maestro no da una ciencia mayor que la que tiene el maestro solo;
únicamente tenemos varios sujetos que saben.
252. 2. Dios es una causa equívoca; es así que de ser causa equívoca,
no conviene formalmente con las perfecciones que nosotros
concebimos, luego Dios no contiene formalmente las perfecciones que
nosotros concebimos.
118
habría en Dios variedad, realmente, niego; fundamentalmente, en
cuanto que proporciona el fundamento necesario para que lo
podamos concebir con verdad como realizando actos de su
entendimiento y de su voluntad, formalmente, concedo.
120
comunes se deduzcan del diferencial, como cuando describimos a Dios
«Ser substancial, viviente, espiritual, inteligente por esencia»: pues en tal
descripción los términos «viviente y espiritual» se deducen
prácticamente «a priori» del hecho de que sea el ser por esencia o el
mismo ser subsistente.
121
común es el «Ser», y el predicado diferencial, «el hecho de que sea el ser
mismo»; por tanto, la definición cuasi metafísica de Dios será: Dios es el
Ser que sea el ser subsistente mismo. Tal es la opinión de S.Tomás, de
Suárez y de todos los tomistas; nosotros, por nuestra parte, la
consideramos como absolutamente cierta, e incluso es de creer que los
adversarios, si entienden los términos correctamente, dejarían de
mostrar su disentimiento.
122
fuente de que dimanan los atributos; o es la raíz última de la infinitud;
pero esta raíz, o no la explican o, si lo hacen, coinciden con nosotros,
puesto que la raíz es el ser Mismo.
19[1] GEIGER, L..a participación en la filosofía de S. Tomás de Aquino (Paris, 1942), p.64.239.244.393. Admite
ciertamente la distinción real entre la esencia y la existencia, sin embargo dice que éste no es el predicado primero y
fundamental de la creatura, sino una semejanza jerárquica, o sea por dependencia. S. Tomás dice que la creatura no
se diferencia del Creador a causa de la distinción real de la esencia y la existencia, sino porque la creatura es
dependiente de otro, y el Creador no depende de nadie: así pues suponiendo que la creatura fuera su ser mismo como
lo es Dios, sin embargo todavía el ser de la creatura no tendría la razón de bien más que una vez presupuesto el orden
respecto al Creador; y por tanto aún se diría que la creatura es buena por participación y no absolutamente en aquello
que es. En cambio el Ser divino, que tiene la razón de bien sin presuponer a ningún otro, tiene la razón de bien por sí
mismo, y este parece que es el pensamiento de Boecio en el libro acerca de las semanas (Sobre la verdad, q.21 a.5 c).
E incluso afirma que la distinción real entre la esencia y la existencia no puede probarse por la participación eficiente o
dinámica. «No todo lo que se ha obtenido (de otro) es acogido en algún sujeto, en otro caso no podría decirse que toda
la substancia de una creatura ha sido obtenida de Dios, siendo así que izo hay ningún sujeto receptivo de toda la
substancia (S.T. 1 q.27 a.2 hasta el 3).
123
Concedo la mayor; distingo la menor: el ser abstracto es común a
muchos, concedo; el ser concreto y subsistente por sí mismo, niego; y
distingo igualmente el consecuente así como la prueba aducida.
El ser «a se» expresa dos cosas: negativamente, que no existe «ab alio»
(por otro), lo cual se deriva de un hecho anterior, y es que él es el ser
mismo; positivamente, dice que existe en virtud de su propia esencia,
formalmente considerada, y esto es equivalente a ser el ser Mismo.
(Todo esto puede verse con mayor extensión en OM, nn.367-36.9).
125
ARTICULO I: NUESTRO MODO DE CONOCER LA ESENCIA DE DIOS
126
las diferencias específicas, como son la cornuidad, que de ninguna
forma quedan definidas por la razón de animalidad.
127
diversidad que debe darse mediante un orden de prioridad y
posterioridad, ya que en uno solo se verifica de modo principal y, en los
demás, de modo secundario y con referencia al primero. La tercera,
semejante diversificación real es de tal suerte que, con el mismo
concepto, se representa de modo confuso bajo la razón común, ya que
las diferencias se constituyen en cuanto tales por dicha razón común.
128
atribución intrínseca - se da efectivamente, y responderemos con
claridad a los argumentos en contra (véanse explicaciones más
desarrolladas en J. HELLN, La analogía del ser y el conocimiento de Dios
en Suárez, p.71, 72, 78, 79).
20[2] Dentro de este agnosticismo entran muchos de los que dicen que por la razón se llega al Dios de los filósofos y
de los cosmólogos, pero no al Dios de la religión, a saber, dicen que se llega al ser «a se», al acto puro, pero no a la
persona providente y amorosa.
129
La segunda opinión sostiene que estos nombres le convienen a Dios de
manera unívoca, por la razón de que los nombres del ser y de las otras
perfecciones «simpliciter» simples, prescinden perfectamente de las
diferencias; por tanto si en los inferiores existe alguna diversidad, ello no
será debido a la razón común, sino a las diferencias añadidas que nada
tienen que ver con la razón del ser. Esta opinión se solía atribuir a Escoto
y a los escotistas, pero al parecer no existe fundamento para ello. Sin
embargo, de quienquiera que fuese, no quedaría sin ser refutada.
21[3] Así se expresan SUÁREZ, URRÁBURU, y parece que es la sentencia de S.TOMAS. «En cuanto a lo segundo
hay que decir que el Creador y la creatura se reducen a una unidad, no por comunidad unívoca sino analógica. Ahora
bien tal comunidad puede darse de os maneras. 0 por el hecho de que algunos participan de algo único en cuanto a lo
anterior y lo posterior, como la potencia y el acto participan de la razón de ente, y de forma semejante la substancia y el
accidente; o por el hecho de que el uno recibe el ser y la razón del otro: y tal es la analogía de la creatura respecto al
Creador. Pues la creatura no tiene el ser más que en cuanto desciende del Ser primero: por lo que ni siquiera recibe el
nombre de ser, a no ser en cuanto que imita al Ser primero; y de modo semejante ocurre respecto a la sabiduría y a
todo lo demás que se dice de la creatura». De donde el ser conviene a todas las realidades intrínseca mente si bien
analógicamente, puesto que, a unas realidades les conviene de manera prioritaria y principalmente, y a otras con
posterioridad y de modo menos principal. Esta misma doctrina la enseña S.Tomás en la Summa, 1 q.13 a.6 c: «Hay
que decir que en todos los nombres que se dicen analógicamente de muchos, es necesario que todos se digan
respecto a uno». A continuación distingue la analogía de atribución extrínseca e intrínseca, y acerca de ésta dice: «De
donde en cuanto a esto hay que decir que por lo que se refiere a la cosa significada por el nombre se dicen acerca de
Dios antes que respecto a las creaturas, puesto que estas perfecciones dimanan de Dios a las creaturas».
130
bien, esto es falso pues, si Dios no tuviese formalmente dichas
perfecciones, sería inferior a sus propias criaturas, como ya hemos
probado anteriormente (n.237,244).
131
B) EN SEGUNDO LUGAR, LA MISMA MENOR SE PRUEBA EN LO REFERENTE A
OTROS CONCEPTOS, COMO SON ENTENDIMIENTO, SANTIDAD, VIDA, ETC.
Estos conceptos son la razón en que convienen los inferiores, Dios y las
criaturas, puesto que a ellos les convienen formal e intrínsecamente. Y
son al mismo tiempo la razón en que difieren: pues los inferiores - p. ej., la
vida creada e increada - difieren por sus propias diferencias de «creado
e increado, finito e infinito», que se comportan según un orden de
anterioridad y de posterioridad; es así que tales diferencias se definen
por la misma razón común - es decir, por la vida -, luego difieren en la
razón común. Y esta menor, a su vez, se muestra de esta manera:
puesto que «creado e increado, finito e infinito» son modos metafísicos, y
los modos metafísicos son la misma razón común, más expresa en su
forma.
286. N.B. Para que esta menor se comprenda mejor, añadimos las
observaciones siguientes. a) La primera es qué se entiende por modo
metafísico. Es una cierta determinación de la razón común que indica
sólo el origen, como creado e increado, «a se» y «ab alio», o un modo
de ser, como «in se» e «in alio»; o una magnitud, como finito e infinito. b)
La segunda es que los modos o determinaciones que significan sólo el
origen, o el modo de ser, o la magnitud, no son diferencias distintas
conceptualmente de la noción común, sino que son la misma razón
común sólo que de una forma más expresa. Y así una magnitud como
tres no es otra cosa sino magnitud; de modo semejante la sabiduría
creada no es sino sabiduría, y la sabiduría infinita o finita no son otra
cosa más que sabiduría, de una forma más expresa. c) La tercera no es
más que corolario de las precedentes, es decir: las razones comunes
trascienden formalmente estas diferencias que indican origen, modo de
ser, magnitud, o lo que es equivalente, tales diferencias se definen por la
razón común, tal como se supone en la prueba de la menor
precedente.
287. Prueba 2 (A partir del origen que todas las cosas tienen de Dios,
como de su causa plenamente suficiente). Un concepto es análogo por
analogía metafísica de atribución intrínseca si conviene a todos los
inferiores intrínseca y formalmente, en parte del mismo modo y, en
parte, de modo diverso, con diversidad esencial y con un orden
prioridad y de posterioridad; es así que tales son todos los conceptos de
las perfecciones «simpliciter» simples, en cuanto que son comunes a Dios
y a las criaturas, luego dichos conceptos son análogos con analogía
metafísica de atribución intrínseca.
132
La menor: a) Estos conceptos convienen a todos los inferiores de
manera formal, propia e intrínseca, en parte del mismo modo, pues ya
antes hemos demostrado que Dios tiene, de manera formal, propia e
intrínseca, todas las perfecciones «simpliciter» simples, como son ser,
substancia, vida, entendimiento, etc.
133
289. Corolario. Como consecuencia de la tesis presente han quedado
asegurados los siguientes puntos: a) Primero, Dios es semejante a las
criaturas en lo que hace a las perfecciones «simpliciter» simples de
manera formal, intrínseca y propia; b) Segundo, esta semejanza se halla
mezclada con una infinita desemejanza. c) Tercero, la citada
desemejanza procede según un orden de prioridad y de posterioridad,
es decir, según un orden como de fuente y de participación, como de
infinito y finito. d) Cuarto, estas diferencias se representan de modo
confuso y bajo la razón que tienen en común, mediante los conceptos
de las perfecciones «simpliciter» simples. e) Quinto, la trascendencia
entitativa de Dios queda por completo a salvo, porque si bien los
conceptos son comunes, sin embargo, al ser atribuidos a diversos sujetos
representan en confuso toda la diversidad de aquéllos, y de ninguna
manera su igualdad. f) Sexto, queda a salvo también la trascendencia
cognoscitiva de Dios, porque aunque estos conceptos comunes
representen diferencias características, incluso la divina, sin embargo lo
hacen de una manera confusa bajo la razón que tienen en común y,
por tanto, no la representan como es en sí misma, que es precisamente
lo que no está concedido al hombre por vía puramente natural. g)
Séptimo, queda a salvo, por último, un verdadero conocimiento positivo
de las perfecciones divinas comunes, dado que nuestros conceptos
acerca de tales perfecciones representan algo positivo, que se
encuentra en Dios de manera formal, propia e intrínseca «quoad id
quod concipitur» (en cuanto a aquello mismo que se concibe), pero no
«quoad modum quo concipitur» (en cuanto al modo de concebirlo).
134
2. Conforme a esta solución, las cosas son las que se diversifican, pero
no los conceptos, que siempre permanecen lo mismo; es así que si el
concepto no varía es un concepto unívoco, luego el concepto de ser
es unívoco.
135
se encuentra formal e intrínsecamente en el secundario, y se da un solo
concepto que se predica formalmente tanto DEFINIDO es el que
contiene alguna noción común y alguna diferencial propia, es decir, no
común a otros.
136
Nuestra opinión afirma que tenemos de Dios un concepto propio, tanto
definido como confuso; y que el concepto propio y definido se forma
mediante el concepto positivo de alguna perfección «simpliciter»
simple, y luego mediante contracción de tal concepto positivo por
negaciones, o bien por relación a otros sujetos, o bien por eminencia y
exceso. Tal es la opinión común de los escolásticos, que es también la
nuestra.
137
La mayor es clara. Declaración de la menor: Tal es el concepto que
responde con verdad al nombre de Dios. Pues todos los que oyen dicho
nombre lo atribuyen verdaderamente a Dios y no a ningún otro, a pesar
de que en la mente no haya un concepto definido. Lo que se pone
tanto más de manifiesto cuanto que por este nombre todo el mundo
entiende lo mismo y, sin embargo, si pretendemos que cada uno
describa lo que entiende por este nombre, vemos que se dan
descripciones verdaderas, aunque con distintos predicados. Luego es
señal de que tales predicados no se hallaban en la mente cuando el
nombre fue comprendido, originándose el concepto correspondiente;
de lo contrario es evidente que no todos habrían entendido
exactamente lo mismo.
138
El PANTEÍSMO es el sistema que establece que Dios es la única realidad
del mundo, o al menos que es parte del mundo, ya sea como materia,
ya sea como forma, ya sea como existencia o como subsistencia de
todas las cosas. El panteísmo, por tanto, puede ser perfecto cuando
dice que Dios es la única realidad del mundo; e imperfecto si afirma
que Dios es parte del mundo.
139
la síntesis, por medio de la cual se obtiene un grado superior de
evolución y de ser. Nuevamente, esta síntesis se transforma en tesis que,
al conocerse, se pone, repitiéndose un nuevo ciclo, y así
sucesivamente., en perfecto orden, pero sin que se pueda señalar un
final. Sin embargo, cualquier grado de evolución se traduce en meras
representaciones, no en creaciones realmente existentes en el mundo.
Algo semejante fue lo que defendió SCHOPENHAUER († 1860). Pero para
él la entidad primordial es la voluntad. Siguieron la doctrina de
Schopenhauer E.HARTMANN († 1906), WUNDT († 1920) y PAULSEN (†
1908). Sin embargo Schopenhauer no quiso en modo alguno admitir el
nombre de Dios, por lo cual no quiso que se diese a su teoría el nombre
de panteísmo, sino sistema de la voluntad de vivir, «Wille zum Leben».
La primera variedad enseña que Dios es las parte material del mundo en
cuanto que es el substrato o soporte del mismo. Así se expresa DAVID DE
DINANTO.
140
VISHNUISMO (de Vishnú) que es una secta del hinduismo, y en tiempos
recientes KRAUSE (t 1832) y sus discípulos, como TIBERGHIEN (1901) y
JULIÁN SANZ DEL Río, si bien este último es más bien modernista que
panteísta.
En Ontología niega nada menos que la analogía del ser, y por ello no es
capaz de explicar de qué manera todas las cosas convienen y, a la vez,
se diferencian en la noción de ser (Parménides); niega igualmente la
pluralidad de las substancias, en contra de la experiencia manifiesta y
de la razón: pues, por lo menos, ha de haber dos substancias, increada
la una y creada la otra, ya que, en caso contrario, lo creado sería un
simple accidente del ser Increado.
141
En Ética quedan destruidas todas las obligaciones, principalmente
aquellas que resultan más molestas. Pues, en verdad, si cada uno es
Dios o, al menos, algo divino, todo cuanto haga será santo e
irreprensible. Por otra parte, el fin último no podrá ser ya el glorificar y
servir a una persona determinada, distinta de uno mismo, sino que será
únicamente el lograr el propio desarrollo hasta la manifestación del
supremo vigor, como ocurre con el superhombre de NIETZSCHE.
142
Vaticano I22[4]. (Véanse las Objeciones en que se exponen los
fundamentos del panteísmo así como la confutación de los mismos, en
OM n.427).
Tesis 25. Los atributos divinos se distinguen entre sí, así como de la
esencia divina, con distinción de razón raciocinada con fundamento en
la realidad. Tal distinción es, sin embargo, imperfecta, como la que se
da entre lo explícito y lo implícito; por consiguiente, cada uno de dichos
atributos pertenece a la esencia de los demás.
22[4] «Si alguno dijere que es una sola y la misma la substancia o esencia de Dios y la de todas las cosas, S. A. Si
alguno dijere que las realidades finitas, tanto corpóreas como espirituales o al menos las espirituales han emanado de
la substancia divina; o que la esencia divina mediante su manifestación o evolución llega a ser todas las cosas, o
finalmente que Dios es un ser universal o indefinido, el cual determinándose constituya la totalidad de las cosas
distinguida en géneros, especies e individuos. S.A.» (Conc. Vat. I, DB 1803.1804; y cf. 1701.1782; y Conc. Later. IV,
ibid. 433).
143
convienen a Dios en virtud de una denominación puramente extrínseca
y temporal. Otro tanto podemos afirmar en relación con el
conocimiento anticipado de las cosas futuras, el cual, si bien le
conviene intrínsecamente, no obstante podría en absoluto faltar si Dios
hubiese preferido no crear. Añadimos: una vez constituida la esencia, en
cuanto que la esencia divina es el Ser que subsiste por sí Mismo, o lo que
es equivalente, el Ser por esencia; y sólo presupuesta la esencia es
como puede concebirse que sobrevengan los atributos.
144
La distinción de razón, en cambio, depende de la operación de la
mente, que concibe por dos veces (o más) la misma cosa, pero bajo
aspectos o enfoques diferentes.
145
314. (DISTINCIÓN) COMO LA QUE SE DA ENTRE LO EXPLICITO Y LO
IMPLÍCITO. Entendemos por explícito lo que se concibe «in actu» cuando
nombramos una determinada realidad: y así pensamos explícitamente
acerca del hombre cuando lo nombramos. Llamamos implícito aquello
que no pensamos ni en acto ni formalmente cuando nombramos, sin
más, la realidad; ahora bien, si deseamos comprenderla de una manera
más profunda o refleja, acudiendo a su definición o a su descripción,
entonces tenemos que pensar en ello en acto y de manera formal. Así
cuando nombramos al hombre, pensamos en él explícitamente; pero no
pensamos ni en que sea substancia ni en que sea viviente. Sin embargo,
se dice que implícitamente pensamos en substancia o en viviente, pues
si queremos describir al hombre, o reflexionar más profundamente en
torno a su naturaleza, forzosamente hemos de pensarlo como
substancia y como viviente.
146
directamente contra la simplicidad de Dios, como se probará más
adelante y con independencia de la presente tesis.23[1]
23[1] GREGORIO PALAMAS, arzobispo de Tesalónica en el siglo XIV, sostuvo que la esencia y los atributos se
distinguen con distinción real menor. De ello trata JUGIL, Palamás: DTC c.1750-1764; GUICHARDON, Le probléme de
la simplicité divine en Orient et en Occident aux XIV el XV s.: Gregoire Palamas, Duns Scot, George Scholarius (Lyon,
1934).
DE WOESTYNE,Cursus 2 p.756, afirma que no basta la distinción de razón entre los atributos, por más que se insista
en que es con fundamento en la realidad; sino que ha de admitirse distinción real «secundum quid», esto es, que no
suponga composición alguna, sino únicamente distinción entre tina y otra realidad. MINGES, Compendium Theologiae
Dogmaticae (1921) 1 p.48, pretende concordar las opiniones tomista y escotista, cosa que le censura De Woestyne.
24[2] El MAESTRO ECKHARDT fue condenado por la Iglesia por haber negado toda distinción en Dios, incluso la de
razón.
147
distinguen con distinción de razón con fundamento en la realidad, si es
que Dios contiene formalmente cuantas perfecciones pueden darse en
las criaturas, concebibles sin imperfección, y si nosotros, además, no
podemos concebir a Dios por sí mismo, sino valiéndonos de conceptos
que tomamos de las criaturas; es así que ambas condiciones se verifican
en nuestro caso, luego en Dios se distinguen, con distinción de razón
raciocinada con fundamento en la realidad, muchas perfecciones no
sólo connotativas y negativas, sino también positivas y absolutas.
148
La mayor: la individuación se identifica realmente con la esencia
humana y, sin embargo, no es de la esencia de ella, ya que dicha
esencia no queda definida ni constituida por la individuación, por
ejemplo, de Pedro; de otro modo, dondequiera que estuviese la
naturaleza humana, estaría necesariamente Pedro. De forma análoga,
en las personas divinas, la Paternidad, pongamos por caso, se identifica
con la esencia divina y, sin embargo, no es de la esencia divina; de lo
contrario, lo que fuera esencia divina - el Hijo - sería también Padre, y
esto es falso. Por tanto, para que una cosa sea de la esencia de otra, no
basta que con ella se identifique realmente, sino que además se
requiere que se encuentre «in recto» en la definición de la segunda.
La menor: 1º. La esencia divina queda definida por cada uno de los
atributos, «in recto». Efectivamente, la esencia divina es toda actualidad
o perfección que no lleve aneja imperfección alguna; es así que los
atributos son verdadera actualidad o perfección sin mezcla alguna de
imperfección, luego la esencia divina se define, o más bien se describe,
por cada uno de los atributos: éstos son, pues, de la esencia de Dios.
29. Los atributos se definen, uno por uno, por medio de la esencia divina
«in recto»: pues los atributos divinos son «a se» (por sí mismos); es así que
el ser por sí mismo es esencialmente el mismo ser subsistente, luego los
atributos divinos se definen por la esencia divina: así que la esencia
divina es de la esencia de los atributos.
30. Los atributos divinos se definen «in recto» cada uno por los demás,
pues cualquiera de ellos es la esencia divina; es así que la esencia
divina se constituye por todos los atributos, luego cualquier atributo se
constituye «in recto» por los demás, o lo que es lo mismo: cada uno de
los atributos es de la esencia de los demás, como se trataba de
demostrar.
149
2. Si la esencia y cualquiera de los atributos contienen en su propio
concepto cualquiera otra noción o entidad que está en Dios, se sigue
que todos los predicados significan lo mismo, y los nombres, por lo tanto,
son sinónimos; es así que este es el sistema de los nominalistas y de los
agnósticos dogmáticos, luego ya no es verdad que la esencia y
cualquiera de los atributos contienen en su propio concepto cualquier
otra entidad que esté en Dios.
326. Opiniones. 1ª. Los politeístas. Sostienen que hay varios dioses. El
politeísmo adora los astros (sabaísmo), a los espíritus (demonolatría), a
los hombres (antropolatría) o incluso objetos irracionales cualesquiera,
tales como animales, plantas, piedras (fetichismo), o ídolos fabricados
por mano de hombres (idolatría)25[3].
2ª. El triteísmo propugnado por el Abad Joaquín (1313 43 l). Según él,
hay tres dioses, de la misma manera que hay tres personas en. la Stma.
Trinidad.
3ª. Los dualistas sostienen que hay dos dioses: uno bueno, que es causa
de todas las cosas buenas, y otro malo, que da origen a todos los males
que en el mundo existen. Así se expresan los maniqueos, los gnósticos y
los persas, de los que hablaremos después con mayor detenimiento.
Nuestra opinión. Defendemos que Dios es único por esencia y que esto
es posible probarlo mediante la sola luz natural. Esta opinión es común a
todos los escolásticos, siendo cierta en filosofía y de fe en teología (DB
1782,1801,1806).
25[3] Acerca del politeísmo: A. LE ROY, Fetichisme. DAFC 1903-1906; BALAM, ¿Qué adoran los hindúes?: Gregor
(1935) 251-259; BRIAULT, Politeísmo y Fetichismo (París 1929). ¿Qué adora el politeísmo? a) Parece que el
fetichismo no adoró con culto absoluto las cosas de la naturaleza, como piedras, pequeños animales, etc., sino que
consideró éstos como sedes de algún espíritu o divinidad. b) Si se trata de ídolos esculpidos, las personas más cultas
los adoraban como una sede especial de alguna deidad, en cambio las personas más rudas creían que las estatuas
mismas eran dioses: Baruch, en el c.6 describe a estos adoradores. c) Con bastante frecuencia los politeístas admiten
que existe un único Dios supremo: si bien no le atribuyen la providencia, y por ello pretendían mediante ritos conciliarse
ciertas potestades inferiores. d) San Pablo dice que los dioses de los politeístas son demonios, 1 Cor 10,20.21; y Sal
95,5: Todos los dioses de los gentiles son demonios.
151
subsistente; es así que la individuación o singularidad es esencial a la
naturaleza divina, luego la naturaleza divina, en cuanto tal, es
esencialmente inmultiplicable.
152
Niego el supuesto de que pueda haber divinidades de valor infinito, si
hay otras de valor independiente: porque la primera carecería de todo
el valor de la segunda.
Prueba del antecedente: pues, o bien obran sin pacto alguno, o bien
con un pacto. Si lo hacen sin pacto, uno podría querer que exista lo que
otro no quiere, y así uno depende de otro, viendo contado su poder.
Ahora bien, si obran mediante un pacto, supone una enorme
dependencia de los demás el no poder hacer nada sin que el pacto lo
permita. Además, en el pacto cada uno debe ceder de entre muchas
cosas que podría hacer, lo que no deja de suponer una enorme
dependencia de los demás, así como una indebida limitación del
propio dominio (¡no olvidemos que, se trata de dioses, nada menos!).
153
332. Objeciones. 1. Cuando se da un ser perfecto, produce otros
semejantes a él; es así que Dios es perfectísimo, luego debe producir
otros seres semejantes a Él, y de este modo tendremos varios dioses.
8. Por el hecho de ser varias las personas divinas, no deja ninguna de ser
omniperfecta; luego, de modo semejante, aunque pudiera haber varios
dioses, ninguno de ellos dejaría de ser omniperfecto. Y así el argumento
en favor de la unicidad de Dios construido a partir de la omniperfección
resulta inconcluyente.
155
ARTICULO III: EL DUALISMO Y EL ORIGEN DEL MAL
Es, además, INÚTIL como explicación del mal porque, por más que se
concedieran estos dos principios supremos, no creados, todavía
quedaría sin explicar en esta teoría la existencia de un mal añadido al
bien.
26[4] Nosotros rechazamos el dualismo teológico, que admita dos dioses; admitimos y defendemos en cambio un
dualismo recto, v. gr. el dualismo de la materia y del espíritu en contra de los materialistas; el dualismo del Creador y
de la creatura en contra de los panteístas; el dualismo del acto y de la potencia, en contra de Parménides, de los
atomistas y de Heráclito.
157
destruyendo todas las obras de éste. Además un principio que fuera
menor no sería dios, puesto que el ser «a se» es, por necesidad, sumo e
infinito.
Los males físicos naturales pueden ser causados por Dios y queridos «per
accidens» en cuanto que Dios no se detiene en ellos, sino que los
ordena al bien, ya sea de todo el universo físico, ya sea para ejercitar las
virtudes del hombre. Y en todo ello no aparece desorden alguno.
II. Si los crea con el f in de que obren lo que es recto, según el dictamen
de la razón;
III. Si para ello les suministra toda clase de medios, como son la gracia,
la doctrina, los sacramentos;
IV. Si tales medios son eficaces por sí mismos, como la ley, los premios o
castigos eternos;
Es así que las cosas discurren de este modo, luego Dios puede, sin
ningún reparo, permitir los pecados, en lugar de reprimirlos eficazmente.
II. Dios da el ser a las criaturas racionales para que actúen bien y
conforme a la recta razón. Dios es sabio y santo, y por ello no es
indiferente para Él que se mantenga o que sea violado el orden
esencial de sus criaturas.
III. Dios proporciona a sus criaturas los med ¡os que éstas precisan para,
actuar rectamente. De otro modo, obraría no conforme a su sabiduría,
pues querría el fin - la recta operación - sin dar los medios que son
necesarios para poderlo lograr.
159
IV. Estos medios han de ser eficaces por sí mismos. Y, en verdad, tanto
los premios como los castigos eternos son de tal condición que pueden
mover con eficacia al hombre, a menos que éste se empeñe en su
obstinación.
VI. Dios compensa el mal moral con grandes bienes que, en cierto
modo, pueden considerarse proporcionados. De esta forma obtiene del
pecador penitencia y humildad. En fin, si éste se obstina, puede mostrar
contra él su justicia vindicativa.
160
d) No está obligado en razón de su poder infinito. En efecto, al poder de
Dios sólo se le debe el que Dios pueda impedir que se siga todo aquello
que supone pecado, si así lo tiene a bien; pero no el que, de hecho,
haya de impedirlo.
161
Sin embargo, con voluntad secundaria y en la suposición de que se va a
seguir el pecado - que de ninguna manera puede querer - Dios quiere
provocar la existencia de determinados bienes con ocasión del
pecado. Entre estos bienes podemos señalar la ya aludida penitencia o
la manifestación de la justicia divina vindicativa.
342. 3. Si preguntamos ahora por qué razón Dios ha tenido que elegir,
entre tantísimos otros posibles, un orden mundano en el que se dan
tantos males físicos, desórdenes morales y condenación presumible de
tantas criaturas racionales, hemos de distinguir un doble sentido de la
cuestión. Un sentido es por qué ha podido elegir el presente orden sin
reparo alguno; el segundo es por qué ha escogido, de hecho, este
orden, habiendo podido, sin duda alguna, escoger otro en que los
males citados no se hallasen.
343. Primero.- ¿Por qué Dios ha podido elegir sin reparo este orden? Si se
trata de los males físicos, los ha podido querer y orientar para bienes
superiores, como son la prueba que se lleva a cabo de los justos y el
aumento de sus méritos. Si la cuestión es de los males morales, Dios ha
podido elegir el orden presente en atención a estas cuatro
circunstancias: a) porque únicamente pretendía el bien que supone
constituir la causa segunda como completa en su orden para obrar el
bien; b) Dios no ha dejado de suministrar todos los medios necesarios y
suficientes para que todos obren el bien; c) los males que, de hecho se
siguen, son debidos únicamente al mal uso que hace la libertad de la
criatura racional contra la voluntad seria y sincera de Dios; d) Dios ha
podido compensar todos estos males con bienes de envergadura
27[5] «Pues Dios omnipotente... ya que es sumamente bueno, de ningún modo permitiría que hubiera nada malo en
sus obras, si no fuera omnipotente y bueno hasta tal punto, que sacara bienes del mal» (Enquiridio, c.11). Y de nuevo
dice: «En efecto, es tan grande la omnipotencia de la voluntad de Dios, que incluso de los males puede sacar bienes,
ya perdonándolos, ya sanándolos, ya adaptándolos y ordenándolos a la utilidad de las personas piadosas, ya incluso
castigándolos con toda justicia» (Acerca de la continencia, c.6 n.15).
162
(volvamos a considerar la penitencia, la paciencia y la manifestación
de la justicia).
163
consejero o asesor para que no pierda tal suma de dinero por descuido
o negligencia. Por si fuera poco, pone a su lado a su propio hijo con la
intención de que le ayuda a vivir bien con sus méritos, su ejemplo y su
intercesión, e incluso le ayuda a recuperar el dinero en caso de llegar a
perderlo. Supongamos, a pesar de todo, que el individuo en cuestión,
por culpa de sus vicios, pierde el dinero en medio de una vida de lujo y
de crápula, sin querer volver a hacerse con el dinero y llegando en este
estado y disposición hasta su misma muerte. ¿Podría acaso dicha
persona quejarse de su bienhechor por haber llegado a su propia
perdición y por no haberle dado la gana de levantarse de semejante
perdición mientras se encontraba con vida? Es evidente que no. Y si
llegara a hacerlo, sería el colmo de la insolencia, ya que toda la culpa
fue de él y no de su bienhechor.
164
falta, niego; y concedida la menor contradistingo el consecuente: si el
mal fuese verdaderamente contrario al bien, concedo; si son entre sí
como la realidad y su privación, niego.
3. Si Dios fuese único, sería cruel. Esto se seguiría de la previsión del mal
de sus criaturas, sin hacer nada por desterrarlo; es así que, si Dios es
único, prevería el mal de sus criaturas sin desterrarlo, como consta de
hecho, luego un Dios único seria cruel.
165
crea hombres de los que sabe que se van a perder, luego está
actuando contra su propia bondad, si es el único Dios.
3ª. LI. Afirma igualmente composición de razón, pero no la que surge del
género y de la diferencia, sino la que procede de la substancia y de los
atributos. Este es el pensamiento de VÁZQUEZ.
168
Prueba 1. Si se diese alguna composición de razón, entonces, o bien
todas y cada una de las partes se concebiría «a se», o «ab alio», o una
«a se» y las demás «ab alio»; es así que tales hipótesis son absurdas,
luego en Dios no se da composición alguna de razón.
169
operaciones sensitivas y vegetativas, e incluso en cuanto a las
intelecciones abstractivas a que sirve de raíz. No puede ser materia,
pues implica potencialidad. No puede ser parte integrante, puesto que
ésta es de la misma naturaleza que las demás partes integrantes, y Dios
no puede ser de la misma naturaleza que los demás seres fuera de Él (es
decir, no puede tener junto con ellos la misma naturaleza) pues es único
en la razón (en el orden) del ser necesario.
170
2. En Dios hay algo que es común a muchos, y algo que es propio de Él;
es así que, cuando se da algo común y algo propio de uno, tenemos
composición de razón según el género y la diferencia, luego en Dios
tenemos composición según el género y la diferencia.
171
ARTICULO V: LA INFINITUD DE DIOS
172
Pero dando de lado estas opiniones, que contienen algún elemento
falso, vayamos a la opinión que nos parece un fundamento mayor.
173
361. Prueba de la tesis. Parte I. DIOS ES INFINITO «SIMPLICITER» EN RAZON
DE QUE CARECE DE LIMITES.
A) Si Dios fuera finito, podríamos imaginar otro ser mejor que Él; es así
que no es posible imaginar ningún ser mayor o mejor que Dios, luego
Dios es infinito. La mayor consta a partir de la noción de finito o de
limitado, a cuya razón pertenece el carecer de alguna realidad posible.
La menor se prueba a partir de la omniperfección: Dios tiene toda la
perfección que es posible; luego no puede imaginarse otro ser mayor o
mejor que Él.
28[1] Pueden aducirse otros argumentos ciertos para probar la misma conclusión:
a) (por el concepto de actualidad pura). Puesto que si Dios fuera finito, podría acrecentarse; es así que no puede
acrecentarse, luego no es finito. La mayor: en efecto carece, de una ulterior realidad posible; luego esta realidad puede
ser mayor: no en verdad en la razón de ser necesario, sino ciertamente en la línea de perfección transcendental, v. gr.
en la línea de ser, de verdadero, de bueno, de querer. La menor. pues en ese caso Dios no sería para sí mismo la
razón formal de la perfección, lo cual es absurdo: ya que si Él mismo es absolutamente independiente, Él mismo es la
razón de su perfección, y no lo es en una cosa externa a Él (DESCOQS, 2,652).
174
Podrá aducírse: Dios tiene toda la perfección que es posible; es así que,
por un acaso, dicha perfección puede ser toda ella de un grado
determinado (p. ej. de mil grados), luego Dios llegará a tener mil grados
de perfección, pero nunca una perfección inagotable.
b) (por la aseidad). Pues la aseidad en sentido negativo (esto es no por otro) no puede fundamentarse en el ser finito;
luego se fundamenta en el ser infinito. El antecedente: pues el ser finito sería «a se» ya en cuanto ser, ya en cuanto
finito, ya en cuanto finito de tal especie; los dos primeros no pueden ser, en otro caso todos los seres serían infinitos, lo
cual está claro que es falso; tampoco puede ser lo tercero, ya que si fuera así, los seres finitos, incluso de un grado
superior, serían «a se», y entonces habría muchos seres «a se», lo cual es obvio que es falso (ibídem).
175
no puede producir la perfección según la misma razón que se halla en sí
misma (pues, en caso contrario, y con la misma lógica, podría
producirse a sí misma), luego ha de producirse según una razón
incomprensiblemente inferior y, por tanto, no podría equipararse a
ninguna perfección de una medida determinada que estuviera fuera
de Dios.
176
sabiduría; luego la sabiduría no se halla en Dios de un modo superior en
razón de la sabiduría, sino en razón de la «aseidad». Por tanto, en razón
de la sabiduría Dios queda igualado por la criatura y no puede darse
ninguna imitación superior que algún que otro grado concreto y
determinado que puede imaginarse como posible al margen de DIOS.
177
368. Objeciones contra la tesis. 1. Si Dios fuera infinito, p. ej., en la
bondad, excluiría cualquier mal; es así que no lo hace, como
constantemente aparece en el mundo, luego Dios no es infinito, p. ej.,
en la bondad.
3. Dios y las criaturas son más que Dios solo, al igual que un billete de mil
pesetas y otro de sólo cinco son algo más que el sólo billete de mil
pesetas; es así que si Dios fuera infinito, la suma de Dios más las criaturas
no sería mayor, pues nada puede ser máyor que el infinito, luego Dios no
es infinito.
371. La presencia de Dios en las cosas puede ser por esencia, por
potencia y por simple presencia. Por esencia, si su substancia se halla
presente, de modo inmediato, a todas las cosas. Por presencia, si todas
ellas están abiertas a sus ojos. Por potencia, si de Dios dependen en
cuanto al ser y al obrar. Ahora nos referiremos a la presencia de Dios por
esencia.
179
que la realidad en cuestión se halla toda en todo el lugar y cada parte
en cada parte. La presencia no circunscriptiva es aquella en que la
realidad se halla toda en todo y toda en cada una de las partes. Dios
no está en sus criaturas de modo circunscriptivo sino espiritual, esto es,
todo Él en todo y todo Él también en cada una de las partes.
180
si Dios tiene ubicación intrínseca e infinita, está en acto en todas partes
y es inmenso.
181
no puede crear un espíritu que, en razón de su propia esencia, exija el
estar donde quiera darse una realidad fuera M mismo. Una exigencia
de tal naturaleza no pude fundarse más que en la infinitud.
182
3. Es indigno de Dios el estar presente en los lugares impuros, así como
en las almas de los que pecan; luego Dios no es inmenso, ni está en
todas partes.
5. Todo aquello que está en algún lugar es corpóreo; es así que Dios no
tiene cuerpo, luego Dios no está en ningún lugar.
6. Lo que está todo en alguna parte, nada de ello está fuera; es así que
Dios está presente, por ejemplo, aquí, luego nada de Él está fuera (por
consiguiente no está en todas partes).
b) La segunda, porque las razones que se dan «a priori» para probar tal
repugnancia son una pura petición de principio. Veamos cómo
discurren algunos: Lo que no es algo no puede actuar en absoluto; es
así que lo que no está en el lugar del efecto no puede considerarse que
es algo allí, luego no puede actuar en absoluto. Pero distingo la mayor:
lo que no es algo, absolutamente considerado, concedo; lo que no es
algo en el lugar donde debe seguirse el efecto, niego; pues esto es
precisamente presuponer la tesis. Y concedida la menor, distingo
igualmente el consecuente: si el agente no fuese algo, absolutamente
considerado, concedo; si no es algo en el lugar en que debe seguirse el
efecto, niego; pues, como se ha dicho, esto es presuponer la tesis.
184
c) La tercera, porque muchos, al utilizar este principio, no proceden con
mucha consecuencia. En efecto, el principio de la repugnancia de la
acción sobre algo que está distante, sólo se prueba que es verdadero
en el sentido de que el agente debe hallarse presente en el lugar del
efecto, con prioridad de naturaleza, antes de actuar y, sin embargo,
CAYETANO afirma que Dios debe hallarse presente en el lugar del
efecto únicamente como consecuencia de la acción. Lo que no
parece deducirse del principio. Así pues, entre estas opiniones, el lector
puede escoger la que estime más convincente.
185
presente, no precisa y formalmente por su operación, sino por su
inmensidad. De este modo la operación «ad extra» sería necesaria para
que existieran las cosas con las que tendría una relación de presencia,
pero no sería la razón formal de tal presencia.
La segunda opinión es la de Suárez. Este afirma que Dios está fuera del
mundo en los espacios imaginarios, no por relación alguna o por
contacto con el espacio, sino por su misma inmensidad. Es ésta una
perfección tal de la esencia divina que, si se pusiera allí cualquier cosa,
encontraría ya a Dios presente, aun cuando Dios no obrase nada en
ella. La razón es porque la inmensidad es la ubicación de Dios absoluta
e intrínseca y, por consiguiente, infinita en acto. Ahora bien, una
ubicación que sea absoluta, intrínseca e infinita en acto, no puede
contenerse en acto dentro del mundo; luego está también fuera del
mundo, sin término posible.
186
382. Nociones. Entendemos por INMUTABILIDAD la impotencia o
incapacidad de experimentar mutación o cambio alguno.
Nuestra opinión, que es común a todos los católicos, afirma que Dios es
absolutamente inmutable. La tesis se considera de fe en teología (DB
1782) y completamente cierta en filosofía.29[2]
29[2] La inmutabilidad de Dios no debe concebirse como una inmovilidad de la inercia y como una protección de la
fatiga; pues Dios en su inmutabilidad, de un modo que nos es desconocido, posee de forma eminente, sin ninguna
mutación, toda perfección correspondiente a nuestra vida activa.
187
acto, sino que es simplicísimo (n.351-354), luego Dios no es mutable
físicamente.
188
toda la eternidad, o porque su luz (de Dios) no fuese infinita, o porque
Dios no estuviese determinado por sí mismo a conocer toda la verdad y
necesitara que las cosas lo movieran. Pero todo esto es imposible.
Primero porque las cosas tienen su verdad desde toda la eternidad y, en
caso de mudarse, sería verdad, también desde toda la eternidad, que
se iban a mudar. Segundo, la luz intelectual divina es, con toda certeza,
infinita. Tercero, Dios se halla determinado por sí mismo a conocer la
verdad y no necesita que las cosas mismas lo determinen a ello.
189
Y contradistingo la menor: lo contingente es mudable en los seres
creados, concedo; en el Increado, subdistingo: si es contingente en
cuanto a su entidad, concedo; en cuanto a su término, distingo
nuevamente: si es contingente en cuanto a lo que queda implicado «in
recto» y que es la volición misma, concedo; si es contingente sólo en
cuanto a lo que está implicado «in obliquo», en razón de la voluntad
divina, niego.
190
Opiniones rechazables sobre la forma de conciliar la inmutabilidad de
Dios con su libertad. Sin embargo, no todos los autores han estado
siempre de acuerdo en esta teoría nuestra que se muestra tan sencilla.
191
2. Dios, de no crear pasa a crear; de estar presente a un árbol pasa a
no estarlo cuando el árbol en cuestión perece; es así que en tales casos
se trata de mutaciones físicas, luego Dios es mudable físicamente.
3. Dios vive con vida propia y verdadera; es así que la vida consiste en el
movimiento, luego Dios se mueve verdaderamente y, por tanto, es
mudable.
192
Concedo la mayor; niego la menor. Pues las predicciones que no se
cumplieron eran condicionadas, y no fue la voluntad la que se inmutó
sino que fue la condición la que no se cumplió. Dios, desde toda la
eternidad y con un solo acto simplícimo, impuso todos aquellos
preceptos diversos según la diversidad de los momentos; de igual modo
quiso castigar y perdonar, según la diversidad de los motivos y de los
momentos, siendo así que los correspondientes decretos no fueron
formulados en momentos diversos.
193
9. Es imposible que una forma produzca efectos formales opuestos (p.
ej., la blancura no constituye lo negro, sino sólo lo blanco); es así que el
acto con que Dios se ama a sí mismo, es necesario, luego es imposible
que tal acto pueda constituir a Dios en amante, de manera libre y
necesaria a la vez.
194
Que carece esencialmente de principio y de fin, en cuanto que, por
razón de su esencia, implica contradicción que la eternidad pueda
tener principio o fin.
195
sucesivas, de suerte que la aparición de una parte comporta la
destrucción de la precedente.
Por más que sea difícil hallar el punto de diferencia entre eternidad e
inmutabilidad, podemos, sin embargo, resaltar que la inmutabilidad
considera el ser mismo de Dios, excluyendo de él cualquier mutación,
mientras que la eternidad toma en cuenta la sucesión de Dios,
excluyendo de ella cualquier límite o forma de sucesión.
196
390. Escolios. Cuestiones varias sobre la eternidad de Dios. 1. a) Sólo Dios
es eterno. No es difícil probarlo tras lo ya demostrado. En efecto, toda
criatura, en cuanto dependiente esencialmente de Dios, y contingente,
puede tener principio y fin, conforme a la voluntad de] Creador, e
igualmente puede experimentar mutaciones por diversos capítulos; es
así que todo ello se opone a la eternidad por esencia, luego ninguna
criatura puede ser eterna por esencia. b) Dios es la eternidad misma.
Dios es eterno por sí mismo, no por forma alguna sobreañadida, pero
distinta realmente o con distinción perfecta de razón, y en cuanto a la
totalidad de su esencia: pues en Dios la duración no puede imaginarse
como parte de su esencia -de lo contrario en Dios se daría composición,
al menos de razón-, sino que es la totalidad de su esencia.
197
toda la eternidad, tanto en acto primero («in acto primo») como en
acto segundo («in acto secundo»); en acto primero, porque desde toda
la eternidad las cosas tienen una verdad determinada, por la cual son
conocibles para Dios; en acto segundo, porque desde toda la
eternidad Dios las conoce todas como ellas son en la presencialidad
que tienen, según su diferencia de tiempo. Agregan además que las
cosas futuras no coexisten físicamente desde toda la eternidad con la
eternidad de Dios. La razón es porque no puede hablarse de
coexistencia física de no existir actualmente en su propia medida y
duración, en uno y otro extremo; es así que Dios existe desde toda la
eternidad, a pesar de no existir aún las criaturas, luego éstas no
coexisten físicamente con Dios desde toda la eternidad (v¿ase la
discusión de estas opiniones en OM, n.681682).
392. Nexo. Es claro que Dios es una realidad absoluta en sumo grado;
más aún, es el Absoluto, en cuanto que de El se excluye cualquier
dependencia causal. De El quedan excluidos igualmente cualquier
sujeto y cualquier límite. Mas por otra parte nos consta que a Dios se le
atribuyen predicados relativos, tales como omnipotente, conocedor de
los seres posibles, resuelto a crear el mundo y a extender hacia él su
providencia; asimismo Dios es semejante en muchas cosas a las
criaturas, y distinto a la vez en otras. Mediante la revelación sabemos
que en Dios existen relaciones inmanentes de Paternidad, Filiación y
Espiración tanto activa como pasiva, las cuales no debemos imaginarlas
como algo que le sobreviene a la esencia, sino como relaciones
subsistentes.
198
Puede ser TRANSCENDENTAL y PREDICAMENTAL. La relación
transcendental se identifica con la esencia del sujeto, y no sólo tiene por
oficio estar orientada o referida al término, sino que depende de él
como de su causa eficiente, final, material o formal. De aquí se sigue
que dicha relación es inseparable del sujeto en cuanto que le es
esencial. Por ello, si el sujeto es real, la relación debe ser asimismo real,
por más que el término no existe, como ocurre en la relación del
conocimiento al objeto conocido.
199
sin dependencia ni conveniencia unívoca alguna, entonces no hay por
nuestra parte dificultad en conceder en Dios relaciones reales. Sin duda,
los que parecían oponerse a nuestro parecer en la primera opinión,
admiten relaciones reales en Dios, pero en el segundo sentido que
acabamos de explicar).
200
semejante a aquello a lo cual se asemeja. Por otra parte, sin embargo,
sabemos que tales relaciones no son reales, luego son relaciones de
razón, fundadas respectivamente en los fundamentos, de la acción, del
conocimiento y de la semejanza analógica.
201
no existe univocidad entre Dios y las criaturas (tampoco equivocidad,
sino analógica).
Distingo la mayor: Dios se halla en conexión con los posibles por razón
de su redundancia y como por una especie de desbordamiento,
concedo; por razón de la dependencia que de ellos tiene, niego; y
contradistingo la menor: si tal conexión se debiera a la dependencia,
concedo; si se debe a la redundancia y al desbordamiento, niego.
202
que puede existir o imaginarse fuera de El. Ahora pretendemos
establecer una nueva excelencia de Dios por referencia a cualquier
entendimiento, tanto como creado como creable, sosteniendo que
ningún entendimiento creado ni creable lo puede conocer tal como es
en si mismo, y con su propio colorido; por consiguiente, tampoco
nuestro lenguaje es capaz de hablar de El tal como es en sí mismo.
Semejante excelencia la vamos-a establecer recorriendo nuestras
facultades cognoscitivas así como nuestros modos diversos de conocer.
El objeto adecuado del sentido de la vista son los colores: a tal fin está
orientado y toda su esencia es conformarse a los colores; es así que Dios
no es ningún color, luego Dios no cae bajo el objeto adecuado de la
vista, por lo cual ésta no la puede percibir por ningún procedimiento.
Efectivamente, si el ojo humano pudiera ver a Dios, al menos de modo
sobrenatural, iría más allá de lo que constituye su objeto adecuado; lo
cual es contradictorio.
203
modo intuitivo. La respuesta común y católica es que ningún intelecto
creado puede ver naturalmente a Dios de modo intuitivo; y también los
antiguos enseñan de común acuerdo, en contra de Ripalda, que
ningún intelecto creado o creable puede ver naturalmente a Dios de
modo intuitivo.
204
objetos inteligibles propios y proporcionados que les sean peculiares y
característicos.
205
modo que la visión intuitiva. Pero la fe católica enseña que Dios es
absolutamente incomprensible (Concilio IV de Letrán: DB 428; Concilio
Vaticano I: DB 1782), por más que deje sin determinar a qué
entendimientos se extiende esta incomprehensibilidad: si al del hombre,
mientras se encuentra en la presente peregrinación, o también al de los
bienaventurados, establecidos ya en la Patria definitiva; si a los
entendimientos ya creados, o también a todos los creables; si es
absolutamente incomprensible, incluso por vía sobrenatural, o sólo
naturalmente. Por último, la fe tampoco determina qué es lo que debe
entenderse con el nombre de incomprehensibilidad.
En cuanto a lo segundo, los mismos tomistas así como Suárez niegan una
tal comprehensión de Dios al entendimiento creado o creable.
206
claridad, evidencia, inconfundibilidad y penetración); es así que tal
conocimiento no rebasa la cognoscibilidad del objeto (pues de lo
contrario resultaría mayor el conocimiento de Dios que el ser divino
conocido), luego ello es señal de que se requiere un conocimiento
infinito en la misma línea del conocimiento para poder conocer la
esencia divina de modo comprehensivo.
207
410. Después de lo dicho es fácil probar la inefabilidad de Dios si el que
habla o el oyente es un entendimiento creado o creable y se sirve
únicamente de las fuerzas naturales.
208
412. Nexo. Después de haber dedicado el capítulo anterior a explicar
los atributos entitativos de Dios (también llamados «quiescentes« o
«negativos», toda vez que se obtienen por eliminación de las
imperfecciones que se encuentran en las criaturas), conviene proceder
ya a dar una explicación de sus atributos «positivos» u «operativos», que
son los que le atribuimos a semejanza de los que hallamos en las
criaturas, y son: la vida, el entendimiento, la voluntad, la potencia activa
(o poder) y la providencia.
Tesis 34. Dios tiene vida; más aún, es la vida misma, intelectiva y volitiva,
y en el grado supremo de bienaventuranza.
Es evidente que la vida así descrita no le puede convenir a Dios; pero si,
penetramos bien en el sentido de la definición, encontraremos unos
elementos que, dicen imperfección y otros, por el contrario, que
suponen perfección. Dice imperfección el que exista un sujeto receptor,
una forma o perfección producida y una pasión o recepción de la
misma en el sujeto. En cambio, supone perfección el que lo sea desde lo
íntimo («ab intrinseco»), y no únicamente por el movimiento de otro.
209
Prescindiendo pues, de las imperfecciones y quedándonos con las
perfecciones, tendremos una definición de viviente que sea análoga y
común a Dios y a las criaturas. Hela aquí:
418. Parte II. DIOS ES LA VIDA MISMA, ES DECIR, LA VIDA SUBSISTENTE. Dios
es la misma vida subsistente, si tiene la vida en acto por sí mismo y al
modo de su esencia toda; es así que, efectivamente, las cosas son de la
210
manera indicada, luego Dios es la vida misma subsistente, o lo que es lo
mismo, el acto de la vida en toda su pureza.
419. Parte III. DIOS TIENE VIDA INTELECTIVA Y VOLITIVA. Dios es espíritu
purísimo, como quedó probado al hablar de la simplicidad divina
(n.361); luego no puede tener vida vegetativa ni sensitiva, puesto que
ambas son propias de los seres corpóreos; luego, si tiene vida -como se
prueba que la tiene-, ésta no puede ser sino de índole intelectiva y, por
tanto, volitiva, comoquiera que la vida volitiva sigue necesariamente a
la intelectiva.
420. Parte IV. DIOS TIENE VIDA BIENAVENTURADA EN GRADO sumo. Dios
tiene la vida bienaventurada en grado sumo, si posee el bien infinito y lo
posee del mejor modo posible; es así que las cosas son del modo
indicado, luego Dios tiene la vida bienaventurada en grado sumo.
211
Tesis 35. Dios tiene formalmente ciencia
212
estas para un ser que no sea inteligente, son como si no fuesen. En fin,
como dice Suárez (DM 30,14,11), el que no ve que es más perfecto tener
entendimiento que carecer de él, tal vez es porque él mismo carece de
entendimiento.
213
las perfecciones que se hallan en los efectos, luego Dios ha de ser
también un ser de naturaleza intelectual.
Cabe argüir: Quien sabe si una causa distinta de Dios y producida por El
fue la que ordenó el mundo; luego habría que concluir que tal causa
próxima es inteligente de modo formal, mientras que Dios lo es
solamente de modo eminente, pero no formal.
430. Prueba 5. (A priori). Una forma espiritual no tiene más remedio que
ser inteligente; es así que Dios es una forma espiritual, luego Dios es
inteligente.
Cabe argüir: Tal vez la forma separada a que nos estamos refiriendo
tiene una operación transeúnte especial y no inmanente; luego, en
realidad, nada ha quedado probado.
215
Distingo la mayor: la ciencia predicamental y creada, concedo; la
ciencia transcendental, considerada de modo absoluto, niego; y
concedida la menor, distingo igualmente el consecuente.
216
En Dios todas las cosas son realmente lo mismo, incluso formalmente, a
modo de lo que está implícito; por consiguiente, en Dios el sujeto que
conoce, la ciencia y el objeto de la ciencia son lo mismo, de lo cual se
sigue realmente que el objeto formal de la ciencia es la misma ciencia.
Sin embargo, formalmente y a modo de lo que está explícito, se
distingue la ciencia y la esencia, que constituye su objeto cuasi formal.
De esta manera, según los diversos signos de razón, el objeto se
presupone para la ciencia y, por otra parte, el objeto de la ciencia no
es la ciencia misma. (Una explicación más extensa puede hallarse en
OM, n.742-743, 770-773).
217
434. 3. LA CIENCIA DE DIOS ES ACTO PURÍSIMO. La ciencia de Dios no
puede ser un «actus primus» (acto primero) o una potencia capaz de
producir, así como de recibir, los actos de conocer; de lo contrario Dios
no sería ni acto puro ni simplícimo. La ciencia de Dios no puede
pertenecer tampoco al género que es propio del acto segundo del
conocimiento, ya que esto implicaría la existencia en Dios de un acto
primero o de una potencia productora y receptora de actos; lo cual ya
se ha hecho ver que es imposible. No obstante, la ciencia de Dios
puede catalogarse como potencia intelectiva, no en un sentido físico y
como contrapuesta al acto -ya que esto implicaría la capacidad de
producir y recibir actos-, pero sí en sentido lógico y metafísico. En sentido
lógico la potencia intelectiva es la no repugnancia de entender; y en
sentido metafísico significa la capacidad de penetrar en todo aquello
que es verdadero; es así que en Dios se da tanto la no-repugnancia de
entender como la capacidad de penetrar en toda la verdad (no en el
sentido de que estas potencias se opongan al acto de conocer, sino en
cuanto que imperfectamente prescinden del acto); luego en Dios
puede y debe admitirse la potencia intelectiva, tanto en sentido lógico
como metafísico.
218
Pero esto es inconcebible sin establecer algún género de potencialidad
en la ciencia divina.
La segunda supone que Dios conoce las cosas que son infinitas de
modo categoremático, al mismo tiempo y en acto. Dios no tiene que
ver precisamente que, en un momento dado, pueda haber infinitas
cosas, verificadas actualmente (acto) en la realidad: de esto puede
disputarse. Pero lo que es cierto es que Dios tiene en su mente cosas
infinitas, por más que no se puedan realizar si no es de forma sucesiva.
Tal es la opinión común y verdadera. Tanto Suárez como Urráburu -que
sostienen que las cosas conocidas son infinitas de modo
sincategoremático, no pretenden referirse a una infinitud
categoremática, en el sentido que explicaremos. Con el fin de que esta
opinión pueda captarse mejor, vamos a dar algunas nociones previas.
438. Afirmamos que es de esta manera como Dios conoce los seres
infinitos en sentido categoremático, y ello tanto por la ciencia de la
simple inteligencia como por la ciencia de la visión. Por la ciencia de
simple inteligencia Dios ve infinitos hombres posibles, infinitos cabellos,
infinitos brazos, etc.; y es que la imitabilidad divina no se agota por un
número finito de posibles. Por la ciencia de visión Dios ve, por ejemplo,
los infinitos actos que un espíritu creado realizará a lo largo de toda la
eternidad. Si bien es verdad que en cada uno de los instantes que se
quiera considerar, los actos realizados son finitos y pueden aumentarse,
con todo, los actos que habrá de realizar por toda la eternidad no son
219
finitos, sino infinitos en acto en la mente de Dios, sin que quepa
asignarles un término.
220
1º. Ciencia necesaria y libre. La ciencia necesaria la tiene Dios de todas
aquellas entidades cuya existencia no depende de la voluntad del
mismo Dios, como son los posibles. La ciencia libre tiene por objeto las
realidades cuya existencia depende la voluntad de Dios. Tales
realidades son las cosas futuras.
221
Pero tal razón suficiente objetiva puede ser la verdadera causa objetiva
o final: tal es el objeto formal y primario en la criatura, puesto que
conforme a él se hallan configurados la facultad y el acto, y a él
igualmente se destinan como a su propio fin. Puede ocurrir también que
la razón suficiente y objetiva sea solamente la razón formal y
constitutiva, tanto de la facultad como del acto, y así es como la
esencia es el objeto formal y primario de la ciencia divina. Así pues, en
la realidad el mismo objeto, que es la esencia divina, es a la vez sujeto
que conoce, ciencia (o conocimiento) y objeto conocido. Ahora bien, si
establecemos una distinción imperfecta de razón (según lo explícito y lo
implícito, únicamente) entre la esencia y la ciencia, entonces hemos de
considerar la esencia -según nuestra manera de concebir las
cosas- como el objeto cuasi formal y primario, y la ciencia como aquello
que, al tender a tal objeto, queda constituido en el orden respectivo,
que es el divino.
B. El objeto material son todas las cosas fuera de Dios. Dios conoce
absolutamente todas las cosas fuera de El mismo; es así que no las
conoce por la determinación que en El producen tales objetos, pues en
tal caso dependería de ellos, luego las conoce ~or la conexión que
tienen con el objeto formal o, si no tienen conexión alguna con este
último, las conoce por la propia entidad o perfección de un acto que es
infinito y que ya está especificado por la esencia divina, como por su
objeto.
222
442. 9. ALGUNOS OBJETOS SECUNDARIOS Y MATERIALES QUE OFRECEN
ESPECIAL INTERÉS. Dios conoce las cosas singulares en su naturaleza
propia e individual y no de una manera universal o en confuso. Dios
conoce su propia esencia y potencia, luego conoce todos los términos
extrínsecos que tienen fundamento en la esencia divina y que la
potencia divina puede realizar.
Dios conoce las negaciones, las privaciones, incluso las quimeras, así
como todos los males, de forma indirecta y sin tener que recurrir a
ningún ente de razón.
443. 10. MEDIOS DE CONOCER QUE EXISTEN EN Dios. Aserto. Dios tiene un
medio objetivo para conocer todas las cosas fuera de sí, que es la
esencia divina. Si se trata de medios subjetivos, la esencia divina es
medio «sub quo» (bajo el cual), como es el «lumen» (luz) divino; es
también medio «quo» (medio con el cual o por el cual), como es el
conocimiento formal, y es, por último, medio «quo», como es el principio
formal del conocimiento, o como lo es la especie impresa en relación
únicamente consigo misma, pero no en relación con todos los demás
seres fuera de ella.
223
El medio objetivo puede ser a su vez «IN QUO» (en el cual) y «EX QUO» (a
partir del cual). Medio ex quo es aquel que, una vez conocido
mediante un acto de conocimiento, lleva al conocimiento de otro
objeto mediante un acto diverso, por la conexión que tiene el segundo
con el primero: tal medio lo constituyen, p. ej., las premisas en el
raciocinio. El medio in quo es aquel que, conocido mediante un acto,
lleva al conocimiento de algo distinto mediante el mismo acto, gracias
a la conexión necesaria del segundo con el primero, y así es como Dios
conoce los posibles.
224
444. Prueba del aserto. Parte I. MEDIOS OBJETIVOS. a) Dios no puede
tener ningún medio objetivo ex quo, ya que tal medio supone una
imperfección por múltiples capítulos; supone, por ejemplo, un acto
múltiple, producido además con la dependencia que uno tiene de otro.
Otro ejemplo lo tenemos en el paso que se da de las cosas conocidas a
las que son desconocidas. b) Dios tiene, sin embargo, un medio objetivo
in quo para conocer algunos objetos, p. ej., los posibles: pues Dios, al
comprender su propia esencia, debe conocer necesariamente todo
cuanto está relacionado con ella, como lo están los posibles. c) Pero no
tiene un medio objetivo in quo para conocer los futuros y los futuribles,
ya que no guardan relación con la esencia divina, sino que, supuesta la
esencia divina, igualmente pueden ser o no. d) De donde se deriva que
Dios conoce los futuros y los futuribles en sí mismos, pues no los puede
conocer en ningún medio. e) Los conoce en sí mismos, pero no de
forma causal, sino solamente terminativa, puesto que no los conoce por
el influjo que los objetos ofrezcan sobre Dios, sino sólo por la
determinación del acto infinito con que conoce su propia esencia.
Siendo tal acto cognoscitivo en grado infinito, ya está determinado por
sí mismo el conocimiento de todas las cosas cognoscibles.
Tesis 37. Dios conoce los puros posibles, tanto en su propia esencia
divina como en sí mismos.
225
447. Nexo. Hemos visto hasta aquí la realidad de la ciencia divina, la
infinita perfección de la misma y el orden en que considera los diversos
objetos. Vamos a hablar ahora de cada uno de los miembros de la
división según la cual la ciencia divina se divide en ciencia de simple
inteligencia, ciencia media y ciencia de visión. Primero trataremos de la
ciencia de simple inteligencia, que tiene por objeto las cosas no
existentes y necesarias, que son los puros posibles.
226
La segunda opinión es la de los nominales. Enseñan éstos que Dios
conoce los posibles únicamente en ellos mismos y no en la esencia
divina; porque, de lo contrario, Dios los conocería conforme a su
semejanza con la esencia divina; y comoquiera que ésta es
infinitamente desemejante a los posibles, los conocería de una manera
sumamente confusa y no según la realidad que pueden llegar a tener
en sí mismos.
Nuestra opinión sostiene que Dios conoce los posibles, por así decir, dos
veces, una vez en su esencia divina, y una segunda vez en sí mismos. En
la esencia divina los conoce como términos extrínsecos de la
imitabilidad de la esencia divina y como efectos posibles de la divina
potencia, pero no como algo intrínseco en el mismo Dios, lo cual sería
del todo absurdo; sino según lo que son en sí mismos, y no según
ninguna confusión o por su sola semejanza con la esencia divina.
Asimismo los conoce en sí mismos, no en forma causal, sino únicamente
terminativa, puesto que un conocimiento de esta índole no queda
determinado por los objetos, sino únicamente por la supereminencia del
acto divino que ya ha sido especificado por el conocimiento de la
esencia divina. Y aunque en Dios no hay realmente más que un único
acto excelentísimo de conocimiento, sin embargo, según nuestro modo
de concebir, son dos actos: uno, con el que conoce su propia según
nuestro modo de concebir, son dos actos: uno, con el que conoce su
propia esencia divina, y en la esencia dichos posibles; y otro con el que
conoce su propia esencia y, seguidamente, por la excelencia del acto,
éste va a parar directamente a los mismos posibles. Y en todo esto no
existe contradicción alguna, como si, por un lado, conociese los posibles
en su esencia y, por otro, no los conociese en su misma esencia divina;
pues la realidad es que los conoce dos veces: una vez en su esencia
divina y otra vez en sí mismos. Tal es la opinión de TOLEDO, LUGO,
MENDIVE, URRABURU, y fue la más común a lo largo del siglo XVIII.
452. Parte II. Dios CONOCE LOS POSIBLES EN SU PROPIA ESENCIA DIVINA,
COMO EN SU MEDIO «IN QUO». Dios conoce, de forma comprehensiva,
227
su esencia y su omnipotencia; es así que no puede conocer, de forma
comprehensiva, su esencia y omnipotencia divinas a menos que, por el
mismo acto de conocimiento, conozca los términos extrínsecos que
tienen su fundamento en la esencia, y que pueden ser producidos por
la omnipotencia divina, debido a la conexión necesaria que los posibles
tienen con la esencia y la omnipotencia divinas; luego Dios, al conocer
de forma comprehensiva su esencia y su omnipotencia, conoce por el
mismo acto de conocimiento los posibles, debido a la conexión que
éstos tienen con la esencia y la omnipotencia divinas: y esto es
precisamente conocer los posibles en la esencia y en la omnipotencia
divinas como en su medio in quo.
453. Parte III. Dios CONOCE LOS POSIBLES TAMBIÉN EN SI MISMOS, Si BIEN
EN FORMA TERMINATIVA, NO CAUSAL. Dios conoce los posibles en sí
mismos, si por una parte, los posibles poseen un grado determinado de
verdad en sí mismos, y no sólo en la esencia divina, y por otra parte, si
este conocimiento de los posibles en sí mismos no supone ninguna
imperfección; es así que, en verdad, los posibles poseen un grado
determinado de verdad en sí mismos, y el conocimiento que de ellos se
puede tener no supone imperfección, luego Dios conoce de hecho los
posibles en sí mismos.
228
acto en sí mismo, y no por la determinación que pudieran producir los
objetos.
229
conocida la esencia divina, niego; puesto que el acto ya se halla
especificado por la esencia divina como por su objeto primario y cuasi
formal. (Más sobre el particular puede verse en OM, n.780-782).
Tesis 38. Dios conoce desde toda la eternidad y de modo infalible todas
las cosas futuras bajo condición de que son libres; y ello con
independencia de cualquier decreto absoluto. Y así, las conoce
inmediatamente en sí mismas. Por tanto, es preciso admitir la ciencia
media.
230
pensamientos especiales o unos especiales movimientos de la voluntad.
Por último, otra circunstancia de capital importancia es el ofrecimiento
del concurso divino por medio de un decreto general e indiferente en
relación con todo aquello que la criatura puede hacer en las
circunstancias dadas. Por lo cual, la proposición condicional no enuncia
que es lo que la criatura hacía sola, sino lo que haría contando con el
concurso de Dios, si es que Dios decretase concurrir con ella para todo
aquello que, de conformidad con su propia índole o constitución, ella
misma puede hacer entonces.
231
Tales futuros son conocidos por dios INMEDIATAMENTE EN SI MISMOS,
porque lo son, no en virtud de alguna conexión más o menos necesaria
con otro objeto conocido con anterioridad, sino sólo por la excelencia
del acto divino, que ya se halla especificado por medio de la esencia
divina como por su objeto cuasi formal. Por su parte, el conocimiento
inmediato de tales cosas en sí mismas puede ser causal y puramente
terminativo. Causal, si el objeto es causa del acto, por el hecho de que
no se presuponga objeto alguno conocido con anterioridad. Puramente
terminativo, si el objeto no es causa del acto, puesto que ya se
presupone conocida la esencia divina, sino que es un puro término.
Afirmamos que los futuribles son conocidos por Dios en sí mismos, de
forma puramente terminativa, no causal.
Hay que notar que la ciencia media aún permanecería a salvo, por más
que se dijera que los futuribles se conocen, no en los decretos absolutos,
sino en la esencia, con tal que pudiera explicarse y quedar a salvo tanto
la libertad creada como la certeza de la ciencia divina; pero
comoquiera que no vemos que estos dos puntos se puedan salvar, si los
futuribles son conocidos en algún medio, por eso decimos que son
conocidos en sí mismos.
232
Pero al pasar a explicar de qué manera la esencia divina es el medio
objetivo en que Dios conoce, de modo infalible, estos futuribles, surge
una amplia discrepancia y se proponen multitud de explicaciones. La
primera de todas enseña que la esencia divina es el medio,
considerada de modo absoluto. La segunda dice que la esencia es el
medio, supuesta siempre la verdad del futurible en cuestión. La tercera
dice que es la esencia divina, en cuanto que el concurso ha sido
conferido activamente; así PESCH y HONTHEIM. La quinta dice que es la
esencia divina, en cuanto que en ella Dios comprehende la voluntad
creada, con todas las circunstancias que la rodean. La sexta dice que
es la esencia divina, en cuanto que en ella Dios tiene un conocimiento
supercomprehensivo de la voluntad creada y de todas sus
circunstancias. Es decir, Dios, al ver su propia esencia, conoce en ella la
voluntad creada, las circunstancias en que ésta puede encontrarse, y
todo aquello que llevaría a cabo con entera libertad, en tales
circunstancias, la criatura, no por la conexión de los actos libres con la
voluntad y las circunstancias, sino por la supereminencia del actd
cognoscitivo divino, el cual por sí mismo se halla determinado a
conocer todo cuanto puede ser! conocido, una vez que dicho acto
está especificado por la esencia divina conocida de antemano, como
por su objeto primario. Así MOLINA. La séptima explicación dice que los
futuribles se conocen en la esencia divina sola; sin embargo, el modo
cómo la esencia divina pueda ser el medio de conocerlos, es algo que
permanece oculto e inasequible para nosotros. Así PERRONE, KLEUTGEN,
DE REGNON, DE BACKER, ABAD SAIZ, MARAWSKI, LENNERz, ARNOU.
233
condicionados libres con la debida certeza, vendría a tener ignorancia
o mera probabilidad de alguna cosa sobre la cual podría interrogarse;
luego Dios ha de conocer, de modo cierto e infalible, los futuros
condicionados libres; y así, p. ej., si alguien preguntase a Dios qué es lo
que harían los habitantes de Tiro y de Sidón si entre ellos se hubieran
realizado los mismos milagros que en Cafarnaúm, Dios sabe con toda
certeza -el testimonio lo tenemos en el Evangelio- qué es lo que harían.
Cabe objetar. Dios conoce todo esto, pero lo conoce en sus decretos
predeterminantes. Respuesta: pase, por ahora, ya que no estamos
tratando acerca del medio en el que todo ello es conocido, sino del
mero hecho del conocimiento, ya sea con medio, ya sea sin él.
234
antecedente que no depende del ejercicio de la libertad y que
provoca inevitablemente el acto, destruye la libertad; luego tales
decretos, eficaces por su propia naturaleza, destruyen la libertad.
467- Prueba 2. (Por exclusión de cada uno de los medios que se han ido
inventando). Los medios ideales hasta el presente, son los siguientes: la
misma esencia divina considerada en forma absoluta, o supuesta la
verdad de los futuribles, o tal como es imitable «ad extra», o según que
el concurso es conferido en forma condicionada; o la comprehensión
de la voluntad y de las circunstancias, o la comprehensión
supereminente de todas estas realidades; es así que ninguno de los
medios propuestos se muestra apropiado, luego los futuribles no son
conocidos por Dios en ningún medio.
235
Tampoco puede ser medio la esencia, supuesta la verdad del futurible:
pues la hipótesis de que los futuribles son verdaderos, no pone nada
dentro de la esencia divina, cuyo conocimiento pueda conducir al
conocimiento del futurible; de lo contrario se cambiaría, lo cual es
absurdo.
236
supercomprehensión que de ellos tiene, equivale a decir que no son
conocidos en ningún medio, sino en sí mismos.
469. Parte IV. POR TANTO, HAY QUE ADMITIR LA CIENCIA MEDIA.
471. Escolios. 1. Esta ciencia media no tiene para Dios un carácter libre,
sino necesario, no con necesidad simple y absoluta, sino únicamente en
la hipótesis de que se dé la verdad del futurible en cuestión, la cual
verdad depende de la determinación de la voluntad libre, con la
colaboración también de Dios, según se explicará más adelante.
472. 3. Por qué esta ciencia se llama media. La primera razón es porque
los estudiosos la vienen designando de hecho con este nombre, ya sean
adversarios de nuestra tesis, ya sean defensores. La segunda razón es
porque existen muchas divisiones de la ciencia divina que constan de
dos miembros, y así, de alguna manera, viene a ocupar entre ellas un
lugar intermedio.
237
Así, cuando la ciencia divina se divide en ciencia de simple
inteligencia- y ciencia de visión, la ciencia media no es ciencia de
simple inteligencia, puesto que no versa acerca de cosas
absolutamente necesarias, como aquélla; ni tampoco es ciencia de
visión, ya que no versa sobre cosas que existen en alguna diferencia de
tiempo; es, por tanto, media entre las dos.
238
que no puede ser de otra manera ya no es libre, luego si los futuros y los
futuribles tuviesen una verdad determinada, ya no serían libres.
239
Distingo la mayor: en cuanto a la posibilidad, concedo; en cuanto a la
existencia futurible, subdistingo: son imitaciones contingentes, concedo;
necesarias, niego; pues en lugar de este futurible podría existir el futurible
opuesto. Y contradistingo la menor: lo que es imitación necesaria,
concedo; lo que es sólo una imitación contingente, que depende
también de la voluntad divina y de la voluntad libre creada, niego.
240
es la criatura que quiera algo, y luego que Dios venga con su concurso
a satisfacer la exigencia de la criatura.
241
La prudencia y la imprudencia están sólo en hacer las cosas sin una
norma previa razonable; ahora bien, en los meros posibles o en los
futuribles, no cabe hablar de prudencia o imprudencia, ya, que no son
cosas ya hechas, sino que pueden hacerse, o que se harían en tales o
cuales circunstancias. Es, desde luego, una gran imprudencia el que
alguien decida algo sin prever para nada las consecuencias de su
decisión, pero de ninguna manera se podrá decir que es imprudente la
verdad de que, si uno decide tal cosa, se siga tal otra, aún cuando
nunca se piense para nada en tal verdad ni en sus consecuencias.
242
debiera ser el mismo según los requisitos previos, concedo. En cuanto a
la prueba aducida, concedo que un decreto que estuviera dado en la
realidad sin previo conocimiento, sería sumamente imprudente, pero un
decreto que se halla en estado futurible no puede ser prudente ni
imprudente y, por ello, no se requiere previamente la ciencia media.
Tesis 39. Dios conoce desde toda la eternidad los futuros absolutos libres,
sin perjuicio alguno para la libertad de la criatura.
FUTUROS son todas aquellas cosas que todavía no existen, pero que de
hecho han de existir. Serán LIBRES si proceden de una causa libre, de
suerte que hubieran podido no proceder, y si en lugar de estos actos
hubieran podido ser puestos otros, o simplemente ser omitidos por
completo.
243
que el Anticristo no ha de blasfemar, consecuentemente a la futura
posición del acto, pero no antecedentemente, es decir, por parte de la
causa y de los requisitos previos. Esta necesidad no suprime la libertad,
antes al contrario, la consolida, en cuanto que hace que el acto que se
pondrá libremente, no pueda por menos de ponerse libremente.
Nuestra opinión, que es la de todos los escolásticos, dice, por una parte,
que Dios conoce desde toda la eternidad los futuros absolutos, y por
otra, que ello tiene lugar sin detrimento alguno para la libertad, toda vez
que, supuesta la ciencia de que estamos tratando, se daría una
necesidad consecuente pero no antecedente. Esta opinión la tenemos
como cierta. Por lo demás, en teología es materia de fe.
486. Parte II. Dios CONOCE DESDE TODA LA ETERNIDAD TODOS LOS
FUTUROS ABSOLUTOS LIBRES SIN DETRIMENTO DE LA LIBERTAD.
245
queda determinado por los mismos objetos (cf . n.453-4-54). Y lo que
queda dicho de los futuros necesarios vale también de los pretéritos.
246
se acomoda a la índole propia de la criatura, y a la voluntad creada,
que es libre (n.503).
Tesis 40. Dios conoce los futuros absolutos libres en sí mismos, supuesto
previamente el decreto de que la condición se verifique, y los conoce
en el conjunto que forman, por una parte, la ciencia media y, por otra,
el citado decreto de que la condición se verifique.
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EN EL CONJUNTO QUE FORMAN LA CIENCIA MEDIA Y EL MISMO DECRETO
DE QUE LA CONDICIÓN SE VERIFIQUE. Pues, aunque Dios no conociera
los futuros en sí mismos, sin embargo, aún los podría conocer, con tal
que se diera por supuesto el decreto de que la condición se verifique,
junto con la ciencia media.
492. Opiniones. La primera opinión sostiene que Dios conoce los futuros
absolutos libres en su propia esencia divina, en cuanto que tiene ya los
decretos absolutos y predeterminantes de poner los actos
correspondientes. Estos decretos se llaman absolutos porque, en virtud
de su propia naturaleza y «ab intrinseco» (desde dentro) establecen que
la criatura ponga el acto. Se dice que son también predeterminantes
porque, mediante ellos, Dios decide aplicar la voluntad creada a un
acto determinado; lo que logra mediante la llamada predeterminación
física. Esta es la opinión de los tomistas en general. Opinión a la que se
asemeja la de los escotistas, según la cual Dios conoce los futuros libres
en los decretos condeterminantes, es decir, que deciden, en forma
absoluta, no ya predeterminar a la criatura, sino concurrir a una acción
determinada juntamente con ella, independientemente de la ciencia
media.
248
decimos que comprehende de esta forma la voluntad creada, puesto
que no conoce los futuros por la conexión que los mismos tienen con la
esencia divina, o con la voluntad creada y sus circunstancias sino
solamente por la perfección del acto con que comprehende la esencia
divina. Esta es la opinión del P.Molina. La sexta dice que se conocen en
la presencia física que Dios tiene de los futuros en su eternidad (cf.
n.390,3).
Nuestra opinión sostiene que Dios conoce los futuros absolutos libres,
como en dos etapas: en la primera, los conoce en sí mismos, una vez
presupuesto el decreto de que la condición se verifique, aunque no
existiese para nada la ciencia media; en la segunda etapa, Dios los
conoce en el conjunto formado por la ciencia media y el decreto de
que la condición se verifique; conjunto que, sin embargo, no ha de ser
considerado como medio «in quo», según se explicará más adelante.
Así se expresan comúnmente los molinistas.
494. Prueba 2. (Excluyendo uno tras otro todos los medios hasta ahora
propuestos). Pues si Dios conociera los futuros en algún medio, éste
tendría que ser alguno de los reseñados en la exposición que se ha
hecho de cada una de las opiniones; es así que ninguno de tales
medios se muestra apropiado, luego Dios no conoce los futuros en
ningún medio, sino solamente en sí mismos, presupuesto el decreto de
que la condición se verifique.
249
esencia divina, consecuentemente a la verdad que el futuro posee,
como ya se ha explicado (n.461,467,468).
N.B. Sin embargo, todo este conjunto no es ningún medio «in quo» Dios
conozca los futuros libres. Porque el medio «in quo» algo se conoce,
debe poseer una conexión antecedente, intrínseca y en acto primero
250
con la cosa conocida; es así que ni el decreto indiferente, ni la ciencia
media, ni el conjunto citado poseen una conexión de esta suerte con el
futuro, luego todas estas cosas no pueden ser me dio «in quo» Dios
conozca los futuros.
496. Escolio. Los signos de razón. Ya hemos dicho que Dios conoce los
futuros, presupuesto el decreto de que la condición se verifique; por
tanto, establecemos en Dios actos anteriores y posteriores. A esto se le
puede dar alguna explicación acudiendo a los signos de razón que se
dan en los actos divinos.
251
segunda-, por la razón de que otra -que es primera- es objetivamente
un requisito previo para ella, o aparece como mas necesaria. Y así es
como decimos que la operación de¡ entendimiento divino (o
intelección) se halla en un signo anterior a la operación de la voluntad
(o volición), porque la intelección es un requisito previo a la volición, en
nuestro orden de criaturas; por el contrario, la volición de Dios se
encuentra en un signo posterior a la intelección, porque la volición
presupone la intelección en las criaturas, a cuya analogía concebimos
tales signos; y el conocimiento de los posibles está en un signo anterior al
conocimiento de los futuribles, al igual que el conocimiento de los
futuribles está en un signo anterior al conocimiento de los futuros, así
como el decreto de crear el mundo está en un signo anterior al
conocimiento M mundo futuro.
2. Si Dios no conoce los futuros en sus decretos, ello es señal de que los
decretos de Dios no son eficaces en acto primero, sino en acto segundo
y a partir de la acción de la criatura; es así que esto es absurdo, luego
Dios conoce los futuros en sus decretos. La menor: Pues en tal caso, no
sería Dios quien gobernase el mundo de modo infalible, sino la criatura,
de la cual, en fin de cuentas, dependería el que se diera o no el acto.
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Distingo la mayor: los decretos de Dios no son eficaces en acto primero,
en modo alguno, niego; no son eficaces de por sí y «ab intrinseco», sino
«ab extrinseco», a partir del previo conocimiento de la futuribilidad,
concedo; y contradistingo la menor: es absurdo que los decretos de
Dios no sean eficaces en acto primero, en manera alguna, concedo;
que no lo sean «ab intrinseco», sino únicamente «ab extrinseco», debido
al conocimiento previo de las condicionales, niego.
499. 1. DIOS, EN SUS OBRAS «AD EXTRA», SE RIGE POR LAS IDEAS
EJEMPLARES.
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500. 2. Los EJEMPLARES DIVINOS (O IDEAS EJEMPLARES DIVINAS) SON
VERDADERAS CAUSAS EFICIENTES, no en cuanto que determinen la
acción, sino reductivamente, en cuanto que comunican ciertos rasgos
a la causa eficiente; rasgos que ésta debe comunicar al efecto.
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503. 5. SE PREGUNTA AúN CUÁL ES LA CIENCIA QUE ES CAUSA DE LAS
COSAS, Si la ciencia de visión o la de simple inteligencia, con la
aplicación de la voluntad.
Se pregunta, pues, cuál es, entre todas, la ciencia que rige la realización
de las cosas en el tiempo, según éstas proceden de Dios. Varios son los
pareceres, pero el que se muestra más verosímil es el que señala, como
causa de las cosas, la ciencia de simple inteligencia, en cuanto que se
halla aplicada a la obra mediante un decreto desde toda la eternidad.
Pues aquella ciencia que es causa de las cosas, por una parte debe
representar las cosas factibles (que pueden hacerse), y no presuponer
ya hechas las cosas; y por otra parte, debe hallarse aplicada a la obra
mediante un decreto libre; es así que tal ciencia no es la ciencia de
visión, como tampoco lo es la de simple inteligencia, si no se le añade
nada más; sino la ciencia de simple inteligencia, según que se halla
aplicada a la obra mediante un decreto, luego la ciencia que es causa
de las cosas es la ciencia de simple inteligencia, en cuanto aplicada a
la obra.
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la idea que tendría sería de¡ todo, en el que indirectamente conocería
dichas partes. Pero no ofrece dudas que Dios tiene también ideas
acerca de las partes, puesto que las debe hacer en cuanto tales, y no
pocas veces son tales que se precisa la intervención punto menos que
del milagro para que unas puedan estar separadas de otras (es el caso
de la Santísima Eucaristía).
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