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Economía mundial en el siglo XX:

Panorama general
La población europea en el siglo XIX sufrió un considerable
aumento (más del 50 por ciento), pero este crecimiento no
se vio acompañado en el resto del planeta; donde el
crecimiento no superó el 20 por ciento. La razón principal
para este aumento fue la importante disminución del índice
de mortalidad, especialmente la infantil.

Una de las consecuencias de esta disminución de la mortalidad fue el


progresivo aumento de la tasa de esperanza de vida (promedio de años que
vivirán los nacidos en un año concreto). A comienzos del presente siglo, la
norteamericana se situaba por debajo de los 50 años, mientras que a mitad del
siglo, tanto la norteamericana como la del resto de las naciones occidentales
habían sobrepasado los 60.

La urbanización, que había tenido un espectacular desarrollo en el siglo XIX, se


incrementó en mayor proporción en el XX. Las grandes ciudades,
especialmente en las naciones industrializadas, se convertirán en importantes
centros de riqueza y cultura.

En el Tercer Mundo, sin embargo, la situación es diferente, ya que gran parte


de su población está compuesta por inmigrantes campesinos que han ocupado
el extrarradio y los suburbios de la ciudad. Este crecimiento es típico de las
principales ciudades de Iberoamérica.

El origen de los inmigrantes en el siglo XX no ha variado con respecto a los


siglos pasados. Los movimientos migratorios llegaron a su más alta cota en los
años previos a la Primera Guerra Mundial, siendo Europa, principalmente la
que proporcionaba el mayor número de personas, que en su mayoría se
dirigían a Estados Unidos.

El conflicto bélico, junto con la adopción por parte de los Estados Unidos de
una política antimigratoria detuvo esta corriente. En los últimos años, la mayor
parte corresponde a refugiados asiáticos, especialmente vietnamitas e
iberoamericanos (mexicanos o “ espaldas mojadas” ).

Europa, aunque en menor proporción que Norteamérica, también recibió


inmigrantes a lo largo del siglo XX. Tras el derrocamiento de los zares, una
gran parte de la nobleza rusa y simpatizantes de la destronada dinastía
buscaron cobijo en la Francia republicana. La Segunda Guerra Mundial aceleró
este proceso y dio lugar a que millones de personas que sufrieron las
consecuencias de la guerra cambiasen de lugar de residencia.
Gran parte de estos refugiados se dirigieron hacia la República Federal
Alemana, cuyo esfuerzo económico agradeció la llegada masiva de
trabajadores, ya que la demanda de mano de obra era superior a la oferta.
Emigrantes portugueses, españoles, turcos, yugoslavos, entre otros, suplieron
esta escasez.

Los recursos
El espectacular crecimiento de la población europea durante el siglo XX dio
lugar a una demanda de recursos mundiales como no se había conocido hasta
ese momento, respondida de forma positiva por parte de la economía mundial.
Los avances tecnológicos y su aplicación práctica fueron en buena medida
culpables de que así fuera.

El cambio más importante del siglo XX está relacionado con las fuentes de
energía. El carbón, imprescindible para los decimonónicos, fue sustituido por
otras formas de energía, especialmente gas natural y petróleo, cuya producción
y difusión se han extendido a gran velocidad por todo el planeta, convirtiéndose
en los recursos energéticos más utilizados.

La tecnología
Los avances tecnológicos que contribuyeron a la difusión de la
industrialización, a principios del siglo XIX, continuaron desempeñando un
importante papel durante el siglo XX: Mediante su aplicación a los transportes y
a las comunicaciones se revolucionó la forma y velocidad de los
desplazamientos a lo largo del planeta, y la posibilidad de comunicarse entre
los puntos más lejanos de la Tierra; una posibilidad impensable a finales del
siglo XIX.

Estos avances tecnológicos propiciaron una auténtica revolución industrial con


la aparición de líneas de montaje que, aplicadas a las industrias produjeron un
considerable aumento de la producción de bienes (automóviles, aviones...).

El desarrollo de las ciencias consiguió hacer realidad los que parecían


irrealizables sueños de Julio Verne: en 1969 el hombre realizó su primer viaje a
la Luna, mientras que, gracias al desarrollo técnico de los medios de
comunicación, pudo ser contemplado por millones de personas.

Las relaciones internacionales


La estructura institucional del mundo económico no quedó ajena a los cambios
antes mencionados, por lo que su transformación la convirtió en algo
completamente distinta a lo que era a principios de siglo.

Europa y los Estados Unidos tenían el control del mundo económico. A la altura
del primer cuarto de siglo, esta situación había sufrido algún cambio, motivado
por la I Guerra Mundial y la revolución bolchevique. Varios de los más
importantes estados europeos desaparecieron. El imperialismo ruso fue
sustituido por la Unión Soviética, que implantó un nuevo modelo económico: la
planificación imperativa. El imperio austro-húngaro fue reemplazado por una
serie de estados, en los que pronto comenzarán conflictos de carácter étnico y
nacionalista.

Sin embargo, las consecuencias económicas más importantes tuvieron lugar en


puntos alejados de Europa. Japón, que había iniciado una política
expansionista, se convirtió en una potencia económica, mientras que Estados
Unidos aumentó su influencia en el comercio mundial, superando a la propia
Europa.

La II Guerra Mundial supuso el afianzamiento de los Estados Unidos como


potencia económica mundial, al tiempo que comenzaba una confrontación
político-económica entre el sistema capitalista y el sistema comunista,
representados por Estados Unidos y la URSS, a consecuencia del cual se
produjo la división entre países capitalistas, amparados por Estados Unidos, y
países comunistas, bajo los auspicios soviéticos.

LA DESINTEGRACIÓN ECONÓMICA INTERNACIONAL


CONSECUENCIAS ECONÓMICAS DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
Las víctimas militares ascendieron aproximadamente a 10 millones de muertos
y el doble de heridos graves; las víctimas civiles directas ascendieron a unos
10 millones, y otros 20 millones murieron de las enfermedades y el hambre
propiciados por la guerra. La mayoría de los daños –destrucción de casas,
plantas y maquinarias industriales, minas, ganado y maquinaria agrícola,
servicios de transporte y comunicaciones- tuvieron lugar en el norte de Francia,
Bélgica, una pequeña área del noreste de Italia y en los campos de batalla del
este de Europa. La navegación oceánica también padeció enormemente, sobre
todo a consecuencia de la guerra submarina. Todavía más perjudicial para la
economía, a la larga, que la destrucción física, fue la interrupción y trastorno de
las relaciones económicas normales, que no cesó con la guerra misma, sino
que continuó cobrándose su precio en el período de entreguerras. Durante la
guerra, los gobiernos de cada nación beligerante y los de algunas no
beligerantes impusieron un control directo sobre los precios, la producción y la
asignación de mano de obra.
Un problema todavía más grave fue el resultante de la interrupción del
comercio internacional. Las relaciones comerciales entre Alemania y los otros
cesó, inmediatamente. Los Estados Unidos, en su fase neutral, intentaron
mantener las relaciones, pero el empeño se vio obstaculizado por las acciones
bélicas tanto británicas como alemanas. Gran Bretaña, con su dominio de los
mares, no tardó en imponer un bloqueo a los puertos alemanes. No solo
impidió navegar a los barcos alemanes, sino que, además, la flota británica
hostigó a barcos neutrales y en ocasiones confiscó sus cargas. Alemania
recurrió a los submarinos, que evitaron a la armada británica en la medida de lo
posible, pero atacaron navíos desarmados. El hundimiento del buque de línea
británico Lusitaniaen las costas de Irlanda en 1915, con la pérdida de más de
veinte mil vidas (entre ellas unas 100 americanas) originó una fuerte protesta
de los Estados Unidos. Durante un tiempo el alto mando alemán moderó su
política, peor en enero de 1917, ansioso por propinar un golpe definitivo a los
británicos, desencadenó una guerra submarina sin restricciones. Ésta fue la
causa principal de la entrada de América en la guerra.
La guerra también trastornó el equilibrio de la agricultura mundial. La guerra
estimuló la producción tanto en zonas donde ya estaba establecida como en
áreas relativamente vírgenes, como Iberoamérica. Esto llevó a la
superproducción y a la caída de los precios en la década de 1920.
Además de perder los mercados extranjeros, las naciones beligerantes de
Europa perdieron también ingresos en concepto de transporte marítimo y otros
servicios. Por otra parte, Londres y algunos centros financieros europeos
parecidos perdieron parte de sus ingresos por banca, seguros y además
servicios financieros comerciales, que fueron transferidos a Nueva York y otros
lugares (por ejemplo Suiza) durante la guerra.
Otra pérdida importante provocada por la guerra fue la renta proveniente de las
inversiones en el extranjero
El último trastorno en las economías nacional e internacional fue el ocasionado
por la inflación. Se recurrió al préstamo a gran escala y a la impresión de papel
moneda para financiar la guerra. Esto trajo como consecuencia la elevación de
los precios.

CONSECUENCIAS ECONÓMICAS DE LA PAZ


Los tratados de paz dieron lugar a dos tipos principales de problemas
económicos: el crecimiento del nacionalismo económico y los problemas
monetarios y financieros.
El más importante fue el tratado de Versalles, con Alemania. Devolvió Alsacia y
Lorena a Francia y permitió a los franceses ocupar la cuenca del valle del Sarre
durante quince años. Dio la mayor parte de Prusia Occidental y parte de la Alta
Silesia a la recién creada Polonia.
Además, Alemania tuvo que rendir su armada, grandes cantidades de armas y
munición, la mayor parte de su flota mercante, 5000 locomotoras, 150000
vagones, 5000 camiones y otros productos. En la cláusula de “culpabilidad de
guerra”, el artículo 231 del tratado de Versalles, declaraba que Alemania
aceptaba “la responsabilidad de Alemania y sus aliados de haber causado
todas las pérdidas y daños… como consecuencia de la guerra…”.
La desmembración del Imperio austrohúngaro en las últimas semanas de la
guerra tuvo como resultado la creación de dos nuevos Estados, Austria y
Hungría. Checoslovaquia, creada a partir de provincias antes austríacas y
húngaras, y Polonia, reconstruida con territorios de Austria, Alemania y (sobre
todo) de Rusia, también se convirtieron en nuevas naciones-Estado. Serbia
obtuvo las provincias eslavas en Austria-Hungría y, unida a Montenegro, se
convirtió en Yugoslavia. Rumanía, aliada con las potencias occidentales,
obtuvo mucho territorio de Hungría, mientras que Bulgaria, como enemigo
derrotado, perdió territorio a favor de Grecia, Rumanía y Yugoslavia. Italia ganó
Trieste, el Trentino y el sur del Tirol germanoparlante de Austria. El antiguo
Imperio turco perdió prácticamente todos sus territorios en Europa, excepto la
región inmediata a Estambul, así como las provincias árabes del Oriente
Próximo; en 1922 sucumbió en una revolución que forjó la República Nacional
Turca.
Los nuevos estados que surgieron trataron de hacerse autosuficientes, durante
un tiempo, el comercio llegó prácticamente a paralizarse por completo.
Finalmente, algunos acuerdos superaron estos extremos de nacionalismo
económico, pero otros tipos de restricciones se mantuvieron.
Francia y Gran Bretaña exigían que Alemania les pagara no sólo los daños a
civiles sino también el coste total en que habían incurrido los gobiernos aliados
para continuar la guerra (una indemnización). El presidente Wilson no reclamó
nada para los Estados Unidos pero, no renunció a cobrarles su deuda. Los
franceses por su parte, querían que los Estados Unidos cancelaran las deudas
de guerra, pero insistieron asimismo en recaudar las reparaciones. Francia,
Gran Bretaña y los restantes países aliados sólo podían pagar a los Estados
Unidos si recibían una cantidad equivalente en reparaciones. Pero la capacidad
de Alemania para pagarlas dependía en última instancia de que pudiera
exportar más de lo que importara y conseguir así las divisas o el oro con que
hacer los pagos. Las restricciones económicas impuestas por los aliados, no
obstante, unido a la debilidad interna de la República de Weimar, hicieron
imposible que Alemania obtuviera excedentes suficientes como para realizar
sus pagos anuales. A final de año, la presión era tan grande que Alemania
suspendió los pagos por completo.
En enero de 1923, tropas francesas y belgas ocuparon el Ruhr e intentaron
obligar a los propietarios y trabajadores de las minas alemanas a extraer y
entregar el carbón. Los alemanes replicaron con una resistencia pasiva. El
gobierno imprimió ingentes cantidades de papel moneda para compensar los
pagos a los trabajadores y empresarios del Ruhr, provocando una oleada de
inflación incontrolada. Los franceses se retiraron del Ruhr a finales de 1923 sin
haber conseguido su objetivo. Una comisión internacional convocada
precipitadamente bajo la presidencia de Charles G. Dawes, banquero industrial
americano, recomendó una rebaja en los pagos anuales de reparaciones, la
reorganización del Reichbank alemán y un préstamo internacional de 800
millones de marcos a Alemania.
Los problemas económicos cobraron mucha importancia en la Gran Bretaña de
la postguerra por su enorme dependencia del comercio internacional y por el
exceso de confianza depositada en un tipo de industria que estaba quedándose
anticuada. Durante la guerra perdieron los mercados extranjeros, las
inversiones extranjeras, gran parte de su marina mercante y otras fuentes de
ingresos procedentes de ultramar. Las medidas del gobierno para resolver sus
problemas económicos fueron ineficaces. Su única solución para el desempleo
fueron los subsidios gubernamentale.
Una de las industrias más seriamente afectada por la pérdida de mercados
extranjeros y la subida de los costes fue la industria del carbón.
La mayor parte de Europa prosperó a finales de la década.
LA GRAN RECESIÓN 1929-1933
A diferencia de Europa, Estados Unidos salió de la guerra más fuerte que
nunca. Sólo en términos económicos, había pasado de ser deudor a acreedor,
se había hecho con nuevos mercados en su país y en el extranjero a costa de
los productores europeos, y había establecido una balanza comercial
sumamente favorable.
En el verano de 1928, los bancos e inversores americanos comenzaron a
restringir la compra de obligaciones alemanas y de otros países para invertir
sus fondos a través de la Bolsa de Nueva York, que empezó
consecuentemente a subir de forma espectacular. El 24 de octubre de 1929 –el
“jueves negro” de la historia financiera americana- el pánico provocó una
avalancha masiva de venta de acciones en la bolsa, haciendo que los precios
de las mismas cayeran en picado y eliminando millones de dólares en valores
ficticios de papel. Otra oleada de venta se produjo el 29 de octubre, el “martes
negro”. Los bancos exigieron el pago de los préstamos, forzando aún más a
los inversores a lanzar sus acciones al mercado al precio que quisieran
dárselas. Los americanos que habían invertido en Europa dejaron de hacerlo y
vendieron su activo allí para repatriar los fondos. A lo largo de 1930 continuó la
retirada de capital de Europa, situando a todo el sistema financiero bajo una
presión insoportable. Los mercados financieros se estabilizaron, pero los
precios de las mercancías bajaban cada vez más.
En mayo de 1931 el Creditansalt austriaco de Viena suspendió sus pagos.
Aunque el gobierno austriaco congeló los valores del banco y prohibió la
retirada de fondos, el pánico se extendió a Hungría, Checoeslovaquia,
Rumanía, Polonia y, especialmente, a Alemania. En los Estados Unidos, el
presidente Hoover propuso el 20 de junio una moratoria de un año en todos los
pagos intergubernamentales de deudas de guerra y reparaciones. Francia
pactó, y el pánico se extendió a Gran Bretaña, donde el 21 de septiembre el
gobierno autorizó al Banco de Inglaterra a suspender los pagos en oro.
Tanto las reparaciones como las deudas de guerra prescribieron simplemente.
Sólo Finlandia devolvió su pequeña deuda a los Estados Unidos.
En la Conferencia Monetaria Mundial de 1933 se acordó restaurar el patrón
oro, reducir las cuotas y aranceles de importación e idear otras formas de
cooperación.
Para algunos las causas de la recesión fueron un drástico descenso de la
cantidad de dinero en las economías industriales importantes. Para otras las
causas estuvieron en una caída autónoma del consumo y de las inversiones.
Se han ofrecido más explicaciones: la previa recesión de la agricultura, la
extrema dependencia de los países del Tercer Mundo, una escasez o mala
distribución de las reservas de oro mundiales, etc. La quiebra del patrón oro, la
interrupción del comercio, que nunca se recuperó por completo, y la política
económica nacionalista de la década de 1920 también tienen lugar en la
explicación.
La recesión tuvo como consecuencia un aumento del gobierno en la economía,
un cambio en la actitud hacia la política económica (la llamada revolución
keynesiana) y los esfuerzos por parte de todos los países de Iberoamérica y
otros del Tercer Mundo por desarrollar unas industrias propias que sustituyeran
las importaciones.
INTENTOS ANTAGÓNICOS DE RECONSTRUCCIÓN
Quizá la promulgación más característica de todo el período fue la ley de
Reconstrucción de la Industria. Ésta creó una Administración de
Reconstrucción Nacional (NRA), formada por representantes de la industria
cuya misión había de ser supervisar la elaboración de “códigos de competencia
limpia” para cada ramo de la propia industria. Era un sistema de planificación
económica privada con una supervisión del gobierno para proteger el interés
público y garantizar el derecho de organización y negociación colectiva obrera.
En 1935 el Tribunal Supremo declaró la NRA anticonstitucional.
Contando con las reparaciones alemanas para pagar el coste, el gobierno
francés emprendió inmediatamente un amplio programa de reconstrucción
física en las áreas dañadas por la guerra. Cuando las reparaciones alemanas
no se materializaron en la cantidad esperada, los inseguros métodos utilizados
para financiar la reconstrucción se cobraron su precio. El franco se devaluó y la
inflación contribuyó al crecimiento del extremismo, de izquierda y de derecha.
El franco, cuando por fin se estabilizó, estaba en realidad infravalorado en
relación con otras monedas importantes. Esto estimuló las exportaciones
obstaculizó las importaciones y condujo a una afluencia de oro. En 1936 tres
partidos políticos de izquierda, comunistas, socialistas y radicales, formaron
una coalición –El Frente Popular- y ganaron las elecciones de aquel año,
formando un gobierno bajo el liderazgo del veterano socialista Leon Blum. El
gobierno del Frente Popular nacionalizó el Banco de Francia y el ferrocarril, y el
establecimiento de un máximo de cuarenta horas laborales a la semana, el
arbitraje obligatorio de las disputas laborales y vacaciones pagadas para los
trabajadores industriales. El Frente Popular no consiguió más que los
anteriores gobiernos y se desmembró en 1938.
En el Acuerdo Monetario tripartito de 1936, los gobiernos de Gran Bretaña,
Francia y los Estados Unidos se comprometieron a estabilizar los tipos de
cambio entre sus respectivas monedas para evitar las devaluaciones
competitivas y contribuir así a la restauración de la economía internacional.
En Europa Central y Oriental, y también en España, la evolución política –el
nacimiento de las dictaduras fascistas- ensombreció los fenómenos puramente
económicos, pero aquella también tuvo sus aspectos económicos. La primera
dictadura fue la italiana. Benito Musolini ocupó su cargo legalmente en 1922,
pero no tardó en consolidar su poder a través de métodos totalitarios. El
fascismo glorificaba el uso de la fuerza, defendía la guerra como la actividad
humana más noble, denunciaba el liberalismo, la democracia, el socialismo y el
individualismo, menospreciaba el bienestar material y consideraba las
desigualdades humanas no sólo inevitables, sino deseables. Por encima de
todo, deificaba al Estado como encarnación suprema del espíritu humano.
Musolini alumbró el estado corporativo que permitía la posesión de propiedad
privada, todas las industrias del país se organizaron en doce “corporaciones”
correspondientes a ramos de actividades. En ellas estaban representados los
trabajadores, los propietarios y el Estado. Las funciones de las corporaciones
comprendían la regulación de precios, salarios y condiciones de trabajo, y
proporcionar una seguridad social.
Quien sí tuvo más éxito combatiendo la recesión fue la Alemania nazi. La
economía alemana llegó en 1939 a tener más puestos de trabajos que
trabajadores para ocuparlos. Esto se consiguió sobre todo por un programa a
gran escala de obras públicas que derivó gradualmente en un programa
rearme. Alemania desarrolló el primer sistema de carreteras moderno y
fortaleció y expandió enormemente sus industrias, lo que le dio una clara
ventaja sobre sus enemigos en los primeros años de la Segunda Guerra
Mundial. Los nazis establecieron la filiación obligatoria al Frente de trabajo
Nacional. Abolieron la negociación colectiva entre trabajadores y empleados,
sustituyéndolas por juntas de “agentes fiduciarios” del trabajo con poderes
completos para determinar salarios, horas y condiciones laborales. No
recurrieron a la nacionalización total de la economía (aunque confiscaron
empresas judías para dárselas a miembros del partido); se apoyaron en la
coacción y la vigilancia para conseguir sus objetivos. Uno de los principales
objetivos económicos de los nazis fue lograr la autosuficiencia de la economía
alemana en caso de guerra. Orientaron su política científica y de investigación
hacia el desarrollo de nuevos ersatz o artículos sintéticos, tanto en bienes de
consumo como en suministros militares, que pudieran ser fabricados con las
materias primas disponibles en Alemania. El doctor Hjalmar Schacht, consejero
económico de Hitler, ideó complejos mecanismos monetarios y financieros para
dar al Reichbank mayor control sobre el cambio de divisas; también negoció
acuerdos comerciales con sus vecinos de Europa Oriental y los Balcanes, que
favorecían el truque de bienes manufacturados alemanes por alimentos y
materias primas, evitando así la utilización de oro o de las escasas divisas.
España, que había evitado involucrarse en la Primera Guerra Mundial, escapó
a muchos de los problemas y dilemas que acosaron otros países europeos. Su
industria, de hecho, se benefició de algún modo de la demanda durante la
guerra, pero siguió siendo predominantemente una nación agrícola con una
agricultura de baja productividad. Durante la dictadura de Primo de Rivera, de
1923 a 1930, la economía participó de la prosperidad internacional de la época,
per la recesión que siguió fue uno de los factores que desembocaron en la
abdicación de la monarquía y el establecimiento de la Segunda República en
1931. El clima internacional en aquellos años era muy poco favorable a las
reformas que los republicanos pretendían realizar. En 1936 el general Franco
inició una sangrienta Guerra Civil que terminó en el derrocamiento de la
República en 1939 y la institución de un régimen autárquico similar en algunos
aspectos al fascista de Italia y al nazi de Alemania.

LAS REVOLUCIONES RUSAS Y LA UNICÓN SOVIÉTICA


La Rusia imperial entró en la Primera Guerra Mundial con la esperanza de una
rápida victoria sobre las potencias centralesA principios de marzo estallaron
huelgas y disturbios de Petrogrado, algunos soldados se unieron a los
manifestantes y les dieron armas, mientras que trabajadores del ferrocarril
impedían a otras tropas acudir a restaurar el orden. El 12 de marzo los
representantes de varios partidos socialistas se unieron a los líderes de los
soldados huelguistas en un soviet(consejo) de Representantes de Obreros
Soldados. El mismo día un comité de la Duma (el Parlamento) decidió formar
un gobierno provisional, y el 15 de marzo se conseguía la abdicación del zar.
El nuevo régimen proclamó inmediatamente la libertad de expresión de prensa
y de religión, anunció que emprendería la reforma social y redistribución de la
tierra, y prometió convocar una asamblea constituyente para determinar la
forma de gobierno permanente en Rusia. También intentó continuar la guerra
contra Alemania, lo que acabaría siendo su ruina.
Lenin, el líder de la facción bolchevique de los partidos socialistas rusos, volvió
a Petrogrado en abril de 1917, y no tardó en dominar el soviet y emprender una
campaña contra el gobierno provisional. Éste último ofreció poca resistencia
cuando la Guardia Roja ocupó el palacio de Invierno, sede del gobierno, el 26
de octubre de 1917. Al día siguiente Lenin formó un nuevo gobierno, al que
llamó Consejo de Comisarios del Pueblo. En marzo de 1918 el gobierno
finalizaba la guerra con Alemania con el Tratado de Brest-Litovsk (después
invalidado por el Tratado de Versalles). Los bolcheviques, que pasaron a
autodenominarse comunistas, introdujeron una drástica política llamada
“comunismo de guerra”, que comprendió la nacionalización de la economía
urbana, la confiscación de la tierra y su distribución entre los campesinos, y un
nuevo sistema legal. Su característica más sobresaliente fue la introducción de
un gobierno de partido único, la “dictadura del proletariado”, con Lenin como
portavoz.
Poco después de la revolución de octubre el gobierno concedió la
independencia a Finlandia, Estonia, Letonia y Lituania, y se opuso a las de
Ucrania, Transcaucasia y otro lugares. El 30 de diciembre de 1922 se
constituyó la Unión de repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Estaba
formada por la República Federal Socialista y Soviética Rusa (RFSSR –que
comprendía la mayor parte de la Rusia Europea más Siberia- y las repúblicas
de Ucrania, la Rusia Blanca y Transcaucasia. El conjunto estaba dirigido desde
Moscú por un pequeño grupo de hombres que controlaban la maquinaria del
Partido Comunista y del gobierno.
Lenin cambió su política radicalmente con la llamada Nueva Política Económica
(NEP). Un impuesto especial en especie sobre la producción agrícola, se les
permitió a los campesinos vender sus excedentes a precios de mercado libre.
Las pequeñas industrias volvieron a manos privadas y se permitió la
producción para el mercado; los empresarios extranjeros arrendaron algunas
de las instalaciones existentes y obtuvieron concesiones especiales para
introducir nuevas industrias. Pero los sectores estratégicos de la economía (las
grandes industrias, el transporte y las comunicaciones, la banca y el comercio
internacional) permanecieron en manos del Estado.
Lenin murió en enero de 1924 sin haber designado explícitamente un sucesor.
Dos de los máximos candidatos eran León Trotski y José Stalin.
Mientras que Trotski defendía la revolución mundial, Stalin finalmente se
decantó por aquellos que pretendían la construcción de un fuerte Estado
socialista en la Unión Soviética. Después que Stalin consiguió la dimisión y el
exilio de Trotski y, finalmente, que fuera asesinado, se volvió contra sus aliados
de antes, acusando a algunos de ser “desviacionistas de izquierdas” y a otros
de ser “oportunistas de derecha”. En 1938 el control que ejercía Stalin sobre el
partido y el país era prácticamente absoluto.
El programa de Stalin implicaba una reconstrucción masiva de la industria rusa
para hacer el país autosuficiente y poderoso. En 1929 lanzó el primero de los
planes quinquenales. Sin tener en cuenta los costes, los beneficios y las
preferencias de los consumidores, el mecanismo de planificación sustituyó al
mercado. Los sindicatos se utilizaban para mantener la disciplina en el trabajo,
impedir las huelgas y el sabotaje y fomentar la productividad. Los campesinos
debían organizarse en granjas estatales, en éstas, el Estado poseía toda la
tierra, el ganado y la maquinaria y nombraba a un profesional para dirigirlas.
Los objetivos del primer plan quinquenal se declararon conseguidos
oficialmente después de solamente cuatro años y tres meses.
En 1933 el gobierno inauguró el Segundo Plan Quinquenal, en el que se
suponía que el énfasis recaía sobre los bienes de consumo; en realidad, el
gobierno continuó dedicando una proporción extraordinaria de sus recursos a
bienes de capital y equipamiento militar. En 1936-1937 tuvo lugar una
característica notable del Segundo Plan Quinquenal: la Gran Purga. Miles de
personas desde trabajadores de clase baja hasta altos dirigentes del partido y
militares fueros juzgados (o ejecutados sin juicio) por crímenes que iban desde
el sabotaje hasta el espionaje y la traición.
El Tercer Plan Quinquenal, lanzado en 1938, fue interrumpido por la invasión
alemana de 1941, y entonces la Unión soviética volvió a recurrir a algo
parecido al “comunismo de guerra”.

ASPECTOS ECONÓMICOS DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL


La Segunda Guerra Mundial fue sin duda la más masiva y destructiva de todas
las guerras. Al ser verdaderamente una guerra general implicó directa o
indirectamente a las poblaciones de cada continente y a casi todos los países
del mundo. Ésta fue una guerra de movimiento, en tierra, en el aire y en l mar.
Las operaciones navales, especialmente el uso de los portaaviones, se hicieron
mucho más importantes. La tecnología, basada en la ciencia, engendró
muchas de las nuevas armas especiales, tanto ofensivas como defensivas,
desde el radar a los cohetes-bomba, los aviones a reacción y las bombas
atómicas. En el análisis final, las líneas de producción fueron tan importantes
como las líneas de fuego. El arma secreta final de los vencedores fue la
enorme capacidad productiva de la economía americana.
Los daños a la propiedad fueron mucho más extensos que en la Primera
Guerra Mundial, en gran parte debido a los bombardeos aéreos. Las fuerzas
aéreas americanas se enorgullecían de sus bombardeos estratégicos, dirigidos
a las instalaciones militares e industriales en lugar de a las concentraciones
civiles, per el informa de Bombardeo Estratégico de Alemania llevado a cabo
tras la guerra mostró que solamente un 10% de las instalaciones industriales
habían sido destruidas de forma permanente, mientras que más del 40% de los
hogares civiles habían sido derribados. En julio de 1943 se lanzaron sobre
Hamburgo unas 9000 toneladas de bombas, dejando arrasada prácticamente la
ciudad. Lo mismo sucedió en Dresde hacia el final de la guerra, infligiéndose
innumerables bajas, Muchas otras ciudades de ambos bandos –Coventry, en
_Inglaterra y Rotterdam, en los países Bajos, por ejemplo- sufrieron destinos
similares. Leningrado fue prácticamente destruida por el fuego de artillería,
pero nunca se rindió.
Los medios y modos de comunicación, especialmente los ferrocarriles, puertos
y muelles estuvieron entre los objetivos favoritos. Todos los puentes sobre el
río Loira, que separaba el norte del sur de Francia, fueron destruidos y también
todos los del Rin salvo uno, el famoso Remagen que permitió a los soldados
aliados penetrar en el corazón de Alemania.
Todos los combatientes recurrieron a la guerra económica, Gran Bretaña
(después ayudada por los Estados Unidos) impuso un bloqueo al que Alemania
respondió con una guerra submarina sin restricciones. Además de sus
productos, Alemania pudo disponer de los recursos de los países ocupados.

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