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ÍNDICE
1. TEMPORALIDAD E HISTORICIDAD
El Hombre, ser en el tiempo.
La Historia como tiempo humano:
Continuidad y cambio
1. TEMPORALIDAD E HISTORICIDAD
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Desde la aparición de la vida humana en la Tierra han transcurrido 600 ó
700 mil años y quizás 1 millón de años. 20 ó 30 mil generaciones se han sucedido
en el curso de los milenios. Cada persona que vive encabeza una fila interminable
de seres que han dejado de existir. Breve es la vida. La muerte es larga. La muerte
engendra el tiempo. Cronos da la hora implacablemente.
Al igual que Federico el Grande que escribió una Historie de mon Temps,
cada persona tiene su tiempo. Vivimos en un tiempo que es este nuestro tiempo.
Este tiempo está dado, existe objetivamente y existirá aunque uno u otro entre
nosotros no hubiese nacido. Pero, a la vez, este tiempo es nuestro tiempo que es
así como es porque es nuestro. Existimos en este tiempo, pero a la vez, somos
este tiempo. Nuestro tiempo no es sólo el tiempo de Cronos, sino que es tiempo
histórico, es A etas nostra.
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que él puede aceptar, continuar, alterar o destruir. Pero aunque niegue su pasado
y reniegue de él, tendrá que seguir confrontándose con él. La historicidad es el
horizonte de toda existencia humana.
Las dimensiones del tiempo histórico son, pues, presente, pasado y futuro.
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el hombre debe vivir para un momento y nada más que para ese momento, sin
mediatizarlo con miras al pasado y al futuro. El hombre tiene el derecho a vivir sin
más, sin sacrificar el presente a la historia.
Sin embargo, el presente es más que un instante. Referida a los que nos
han precedido y a los que vendrán después de nosotros, toda nuestra vida es un
presente. Nuestro presente personal está sumido, a su vez, en el presente
colectivo. En todo presente están presentes los más variados presentes: el
presente de los ancianos que, por tener sólo un breve porvenir por delante, desean
conservar el pasado que ellos han construido; el presente de la generación
madura que, combinando la experiencia con la visión de futuro, hace historia; el
presente de la juventud que, teniendo toda una vida por delante, sueña con un
mundo mejor y desea librarse de un pasado que le parece arcaico. El presente es
el presente de los grupos dirigentes que viven a la altura de su tiempo y es el
presente de los grupos marginados que viven en un pasado no superado. Cada
generación y cada grupo tiene su presente y en cada presente se encuentran
distintas generaciones y distintos grupos que viven con un diferente ritmo histórico
y que, sin embargo, comparten el destino que les impone su tiempo.
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Algunos de los hechos más importantes de nuestro presente han sido las
revoluciones políticas a partir de la gran revolución de 1789, la revolución universal
y mundial de la ciencia y la tecnología, la formación de la sociedad industrial, la
rebelión de las masas, la emancipación del obrero, la emancipación de la mujer, la
emancipación del niño, la emancipación de los pueblos subdesarrollados.
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era propietario de casa debía dar un pan a los pobres. Desde entonces, durante
más de medio milenio, los vecinos de Spira, cumpliendo con el voto, acudieron a la
misa, en la mano una vela y el pan para los hambrientos. La fundación sobrevive
al fundador. La historia triunfa sobre el tiempo.
Siempre los hombres han honrado a sus muertos y los han querido tener
presentes. Los egipcios construyeron para sus momias las más suntuosas
cámaras funerarias. El chino proporciona los alimentos a sus antepasados y los
invita a participar en el consejo de familia. Las animas deben recibir ofrendas
florales y se les debe prender una vela. Los fantasmas se siguen paseando por los
castillos de Escocia. Las cofradías religiosas integran a muertos y vivos en la
comunidad litúrgica. Los mártires y santos conservan su poder benéfico a través
de los siglos y siguen haciendo milagros.
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Todo presente tiene un pasado que lo determina. Las posibilidades de hoy
están condicionadas por las realidades de ayer. Sin embargo, el condicionamiento
del presente por el pasado no es un condicionamiento mecánico o fatal. Cierto que
los procesos de larga duración se desarrollan con una dinámica propia; cierto que
la tradición, los prejuicios y las costumbres influyen sobre nuestro subconsciente y
nuestro consciente. Sin embargo, el hombre, ser racional y libre, siempre puede
aceptar o rechazar su pasado. Así como el hombre del presente hace suyo su
tiempo, también puede hacer suyo su pasado. Por medio de la conciencia
histórica, cuya más alta expresión es el conocimiento histórico científico, el hombre
trata de comprender su pasado, ordena y articula los siglos precedentes, incorpora
los meros hechos a un a un contexto general e, interpretando su sentido y
significado, los transforma en acontecimientos inteligibles. Por medio de la
conciencia histórica nos apropiamos de nuestro pasado el cual constituye para
nosotros un don gratuito. Cosechamos lo que otros sembraron.
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En la tradición de la conciencia histórica de Occidente el futuro no aparece
como un kismet fatal, como un destino que se cumple mecánicamente, pero
tampoco es un tiempo ilimitado e indefinido, no es el olvido del yo en la entrega a
la nada del nirvana. El futuro se presenta como meta que tratamos de alcanzar
para dar un sentido al tiempo. Es el camino a seguir. El futuro significa
determinación en libertad, libre realización, compromiso que se contrae
voluntariamente. A elegir nuestro porvenir, hacemos nuestro el futuro y nos
adelantamos al tiempo. En vez de improvisar nuestro presente, lo configuramos de
acuerdo con nuestras esperanzas y nuestros proyectos.
Sería peligroso empero que, al soñar con un nuevo futuro, cortáramos los
vínculos que nos unen con el pasado. Si se debilita o se extingue la conciencia
histórica, el pasado se puede convertir en una carga insoportable, carente de todo
sentido. Es un error creer que se puede ganar el futuro, olvidándose del pasado.
Éste acompaña al hombre como su sombra. El desconocimiento de las realidades
y posibilidades de la historia ya hecha puede significar que el hombre se malogre
en la historia por hacer.
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judíos, el mensaje de Zoroastro, las ideas de los filósofos griegos cambiaron la faz
del mundo.
Panta rhei. Todo fluye. Nadie se puede bañar dos veces en el mismo río.
Sin embargo, tan ciertas como las afirmaciones de Heráclito son las palabras del
Eclesiastés: Lo que fue, eso será; lo que se hizo, eso se hará. Nada nuevo hay
bajo el sol.
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El Predicador Salomón del Eclesiastés tiene tanta razón como Heráclito.
Nada nuevo hay bajo el sol. Pero todo fluye. La historia es continuidad y cambio.
Sin continuidad no habrá historia, sino sólo historias inconexas. Pero tampoco
habría historia sin cambio; sólo habría eterna repetición. Con el hilo permanente de
lo que cambia y en tanto que cambia se va tejiendo la historia. En los versos de
Francisco de Aldana:
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y con los representantes de casi todos los reyes y príncipes de la cristiandad,
elocuente manifestación de la unidad y universalidad de la república cristiana. Fue
el tiempo de las catedrales góticas y de las obras de Santo Tomás, verdadera
summa en piedra y en palabras del espíritu de la Edad Media. Fue el tiempo de los
grandes emperadores Hohenstaufen bajo los cuales el Santo Imperio se extendió
desde Jutlandia hasta Sicilia, desde Borgoña hasta los montes Cárpatos. Fue el
tiempo en que la cristiandad, animada por una confianza plena en sí misma y sus
valores, se expandió por el este de Europa, por la península Ibérica y por la
cuenca del Mediterráneo. Bajo el signo Deus Vult los cruzados intentaron rescatar
los santos lugares.
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